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Callejeando 13. El Raval Roig. Capuchinos.

El arrabal Roig en los siglos XVI, XVII y XVIII. Archivo Municipal de Orihuela.

Capuchinos y aledaños.

El Arrabal Roig. Colección Esteban Sanmartín.

Desde la Ermita del Sepulcro, por la breve travesía de la Armengola, llegamos a la calle Charamita cuyo título es sinónimo de dulzaina. Este instrumento de viento, llamado también xirimia en Cataluña y Valencia, se ha transformado fonéticamente en xaramia y luego en xaramita.

El charamitero, acompañado del tabaleter (que portaba un pequeño tambor o tabalet) y generalmente del polvoristero,  formaban un conjunto que marchaba delante del pasacalles interpretando melodías populares y llamando a la fiesta…

Ante nuestros ojos aparece el lateral de la casa cuartel de la Guardia Civil, edificio que sustituye a un antiguo cuartel de Caballería cuya historia os cuento en un capítulo aparte al que se accede sencillamente pinchando la siguiente imagen.

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Seguimos nuestro imaginario paseo por la calle que arranca a la izquierda del cuartel, la de los Menadores. Su nombre recuerda a los artesanos del cáñamo, necesitados de grandes espacios abiertos en el arrabal por la gran longitud de las sogas que hilaban y tensaban en la mena o rueda de hilar.

Por dicha calle llegamos a la de la Virgen de la Fe, advocación mariana popularizada en el barrio por los capuchinos a lo largo del siglo XVII. Transcribo algunos extractos de la «Relación Histórica del Hallazgo de Nuestra Señora de la Fe», impreso anónimo en el que se narra la leyenda, sus presuntos milagros y unos versos titulados: «Los gozos de Nuestra Señora de la Fe».

Siendo grande la piedad que los antiguos cristianos tuvieron para defender las imágenes sagradas, cuando los sarracenos desenfrenaron su barbarie en despedazar cuantas imágenes de Cristo y de su bendita Madre y de otros santos encontraban en las iglesias …

… Por esto procuraron los fieles ocultar las que podían o en los sepulcros o en las cuevas de los desiertos, o en los profundos hoyos de la tierra, o en las concavidades de las paredes y en otros edificios, preservándolas de este modo de que diesen en las sacrílegas manos de los mahometanos…

…Es tradición muy antigua; esta sagrada imagen estaba en una iglesia o ermita que había en el castillo de la ciudad de Orihuela que se hallaba fundado en el monte Orión o como dicen Oriol y que a su presencia acudían los oriolenses cristianos como a su refugio y amparo en todas sus necesidades y aflicciones. Allí la veneraban, le hacían votos y promesas, teniéndola todos por su Madre y amplísima bienhechora, resultando de todo esto ser muy antigua esta santa imagen…

… Un devoto la bajó de la ermita y la colocó en un nicho, en donde después fue venerada por los cristianos que quedaron en el Arrabal Roig. Y que un pájaro que tiene el niño Jesús en su mano, es un ave llamada comúnmente oriol, herodio o gerifalte, de donde tomó el nombre Oriolet y la ciudad el apellido de Orihuela y Orihola…  

Archivo Ajomalba.

Con una trama semejante a la leyenda de Monserrate y a la de otras muchas advocaciones marianas españolas, cuenta que los godos la ocultaron para que no fuese ultrajada por los hijos de Mahoma; y que fue venerada en secreto en el arrabal hasta que, fallecidos todos los conocedores de su emplazamiento, cayó en el olvido durante siglos.

En el año 1634 (había pasado casi un milenio), los capuchinos tomaron unas casas contiguas para ampliar su huerto; y al derribarlas, descubrieron la imagen emparedada y milagrosamente intacta (qué buenos materiales empleaban los godos en sus casas y en sus tallas). Sin perder tiempo la llevaron en procesión hasta la iglesia del monasterio, y allí le fabricaron una capilla con retablo y altar.

Tal vez si no hubiera quedado así escondida, no hubiéramos logrado los capuchinos el honor de tenerla en la iglesia de nuestro convento. En el arrabal Roche, en donde al presente está, después de algunos años, necesitándose dilatar el huerto, se tomaron algunas casas que le estaban contiguas, y entre ellas una, que en una de sus paredes contenía el celestial tesoro de la Sta. Imagen de la Virgen del Orión, sin que nadie tuviese noticia de esto…

Hasta el azaroso procedimiento para escoger su titulación (no les valía el de Orión) fue parecido al de Monserrate; pero con más de tres opciones. En este caso prepararon un jarro de plata, con nada menos que setenta y dos «cedulitas» que nombraban otras tantas advocaciones marianas. Y la mano inocente de un niño sacó por tres veces la que llevaba escrita «Virgen de la Fe».

El lienzo que representa este hallazgo ya no está en Orihuela. Los capuchinos se lo llevaron a su iglesia de las tres Avemarías, en el convento de San Buenaventura de Totana. Resulta chocante que un cuadro costeado por los vecinos del Rabaloche esté fuera de la ciudad cuyo escudo muestra (el Oriol y las barras de Aragón).

Cuadro que representa el último hallazgo de la / antiquísima y milagrosa ymagen de Nª Sª de la Fé / antes llamada de Orión en este convento de PP. / Capuchinos el año 1634. Jorge Belmonte Bas

Jorge Belmonte, autor de la fotografía anterior, me pasó también este otro lienzo de la misma procedencia, vendido en 2015 en la casa de subastas Bonhams como obra del círculo del pintor novohispano Cristóbal de Villalpando.

IMAGEN DE. Na. Sra DE LA FE DEL COVO/DE. LOS P.P.s CAPnos DE.LA CIVIA DE. ORI/HUELA». Mi agradecimiento a Jorge Belmonte.

Se trata de una imagen de la Virgen de la Fe «retratada» en un marco arquitectónico que recuerda más a un portapaz que a un retablo. El banco muestra una inscripción que lo identifica como propiedad de los capuchinos de la ciudad de Orihuela.

Y de leyenda en leyenda llegamos a la calle de la Armengola, la mítica esposa de Pedro Armengol, personaje imprescindible en la fiesta de la Reconquista. Pinchando la siguiente imagen podréis leer mi trabajo sobre el tema.

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Ajomalba.

Siguiendo por la calle de la legendaria heroína descendemos hasta entroncar con la plaza y calle de Capuchinos, cuyo nombre recuerda al desaparecido convento del Santísimo Nombre de Jesús sustituido en la actualidad por un horrendo conglomerado de hormigón de aspecto carcelario.

Los Hermanos Menores Capuchinos.

Los capuchinos son la rama franciscana más joven y la única que ha permanecido independiente con su propia organización y estructura. En la primera mitad del siglo XVI muchos religiosos pugnaban de nuevo por recuperar los fundamentos de San Francisco insatisfechos de la vida que se llevaba en la observancia.

En su intento por volver al eremitismo de los orígenes, Mateo de Bascio o de Bassi se enfrentó a sus hermanos observantes entregándose a la práctica literal de la Regla. Cuando supo que el hábito franciscano no era el mismo que usaba Francisco de Asís, sino que este era más áspero y con un capucho puntiagudo cosido a la túnica, lo adoptó sin más y así, la forma peculiar de su capucho propició el apodo que a la postre sería el nombre oficial de la Orden: Capuchinos.

En el verano de 1528, Mateo marchó en secreto a Roma; y con el apoyo de la sobrina del Pontífice, obtuvo el permiso de Clemente VII para observar la Regla según sus deseos. Esta actitud le ocasionó múltiples persecuciones y periodos de encierro por parte de los observantes.

A pesar de todo se convirtió en el fundador y primer superior general de la Orden de los Frailes Capuchinos Menores; y la celebración del Concilio de Trento (1545-1563) favoreció la consolidación de esta reforma. Los Capuchinos, no sólo se afianzaron, sino que lograron expandirse geográficamente comenzando por Francia.

En España, vencido el recelo que consideraba que dicha reforma no añadía nada a la emprendida por los Alcantarinos Descalzos, se establecieron en el año 1578 primero en Cataluña; y desde allí iniciaron su expansión por los distintos territorios peninsulares.

A suelo valenciano llegaron en 1596 por intervención del Patriarca Juan de Ribera, arzobispo y virrey; a su influencia se debe que a esta Provincia se le diera el nombre de la Preciosísima Sangre de Cristo, erigiéndose diecinueve conventos hasta 1729.

Ntra. Sra. de las Tres Avemarías. Venerada en la Iglesia de los Capuchinos de Orihuela. Archivo Loles Botella.

Siglo XVII.

En la Oriola de principios del siglo XVII estaban instalados los Observantes en Santa Ana, los Descalzos en San Gregorio y sus hermanas las Clarisas en San Juan; pero para completar la presencia franciscana faltaban los Capuchinos; y estos fundaron su primer convento en el año 1611.

El convento de capuchinos de esta ciudad de Orihuela se fundó el año 1611, siendo provincial de esta Provincia el padre Quiroga de la Casa. Levantaron su convento en su primera fundación, en el camino de Almuradín, no muy lejos de la ciudad…

Por ser este primer Convento enfermo, y haberse muerto en él, en breve tiempo algunos Religiosos, se trasladó al sitio en que hoy se halla donde el año de 1618, se puso la primera piedra, por el Ilustrísimo Señor Balaguer, Obispo de esta ciudad a 20 de septiembre, y poco a poco se fue perfeccionando, como lo está al presente. 

Los fragmentos anteriores pertenecen a un catálogo de conventos del obispado de Orihuela escrito a mediados del siglo XVIII. Los siguientes al «Compendio Histórico» de Josef Montesinos.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Caja Rural Central. Orihuela.

Pusieron la cruz, la primera vez, en un bancal llamado del Coxo, en dicho año y día (21 de abril de 1611); y por parecer el sitio malsano, se trató de mudarlo antes de comenzar la fábrica, y así se hizo; y se pasó la fundación al Camino de Almoradí, y tomaron posesión de unos huertos que eran de Juan Manzanera, entre el dicho camino, de una parte, y el Río Segura de otra…

El paraje, cercano a la noria de la acequia de Callosa en el camino de Almoradí, resultó muy pernicioso para la salud de los frailes. La acequia y el río con sus correspondientes mosquitos eran una continua fuente de enfermedades. Y no les quedó más remedio que cambiar de emplazamiento.

Permanecieron en ese sitio algunos años, y en ellos experimentaron y sufrieron muchos enfermos, muriendo algunos de ellos, por lo que no había religiosos que quisieran venir a habitar en el convento. Lo que obligó a los padres a trasladarse a otro sitio.

Se trató en Capítulo y todos unánimes y conformes fueron de parecer se mudase el convento, que estaba medio edificado, y los dormitorios hechos y un pedazo de las tapias del huerto, y se pasaron al sitio que hoy día tienen en el Arrabal Roig, que era huerto y casa de Josef López, Notario, dejando aquel convento…

Gracias a José Ojeda Nieto sabemos que en 1619 obtuvieron permiso para instalarse en el llano de San Miguel; ocupando aquella vieja ermita como habían hecho otras órdenes con las de Santa Ana o San Sebastián. Pero como San Miguel no era propiamente una ermita, sino una iglesia sufragánea, dicho permiso fue revocado.

Según las notas del Padre Agustín Nieto, los catorce religiosos capuchinos fueron acogidos temporalmente por el obispo Andreu Balaguer; el mismo que autorizó la posterior mudanza al huerto del notario Joseph Llopes; situado frente a una placeta llamada del Olmet, la futura plaza de Capuchinos.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos.

La proximidad con sus hermanos de Santa Ana hizo necesario solicitar el beneplácito; y a diferencia de lo que había pasado con los alcantarinos descalzos, los capuchinos fueron aceptados. Estos franciscanos reformistas no celebraban entierros, no tenían cofradías; tampoco organizaban procesiones ni recibían limosna de misa o de sermón. Así pues, los observantes no se sintieron amenazados.

Y se puso la primera piedra en la falda del monte que está a la puerta del huerto que es al presente. (…) Más adelante pareció a los padres que donde se puso la primera piedra no era puesto acomodado para la fundación del convento, y que estarían mejor un poco más abajo, dentro de la cerca del huerto; trazose con reflexión y se ejecutó estableciéndolo donde al presente aparece.

Sin más impedimentos los Capuchinos proyectaron la construcción de su convento y al acto de colocación de la primera piedra asistió el obispo, el gobernador y sus vecinos de Santa Ana.

Por mediación del síndico vendieron el terreno, deshaciendo todo lo que allí tenían para traerlo al nuevo emplazamiento; y con aquellos utensilios y el dinero obtenido por la venta comenzaron las obras.

Pero después de tres años de pacífica convivencia, cuando ya tenían parte del edificio levantado y una buena cantidad de dinero invertido, el guardián de los observantes fue reemplazado; y al nuevo no le pareció bien la vecindad.

El entusiasmo con el que la ciudad había recibido a los recién llegados y las dimensiones del edificio que proyectaban le hicieron temer una gran disminución en las limosnas. Y optó por impugnar la fundación capuchina alegando que se hallaba dentro de su demarcación.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

Ojeda Nieto publicó el extracto de un protocolo del año 1622, que da fe de la medición que hicieron los franciscanos de Santa Ana, calculando la distancia entre un convento y otro para fundamentar el inicio de un pleito.

Martín Garcia Sexablanca, agrimensor de la ciut de Murcia ―expresó tras juramento oficial― haver mensurat les casses que y a desde lo convent de Sent Anna …, la qual mensura fet desde la porta major del dit convent de St. Françes ço es ―exactamente― de la aldava questa fixa en dita porta fins on esta possada la primera pedra de nova obra del dit convent del Capuchinos e medint p lo aire atrobat haver en dita distançia  del un convent al altre trescentes vint y cinch canes de a dos alnes cascuna alna del Regne de Valençia de a quatre pams.

En 1624 el Consell oriolano envió un escrito al rey en defensa de la fundación del convento del Santísimo Nombre de Jesús. Con el apoyo de la ciudad, del virrey y del propio Felipe IV, los capuchinos consiguieron su propósito.

En la segunda mitad del siglo XVII la fundación se topó con los efectos de las graves epidemias de 1648 y 1678. Estos religiosos —al igual que sus hermanos descalzos— se implicaron en el cuidado de los apestados; enfermando y falleciendo muchos por contagio. Esta actitud de servicio cimentó su fama de santidad y entrega al prójimo; pasando al siglo XVIII como la congregación más querida en Orihuela.

Como contrapartida, la despoblación producida por las epidemias facilitó las compras y donaciones de casas y terrenos colindantes; por lo que el convento capuchino y su huerto no dejaron de crecer.

Siglo XVIII.

He utilizado a Josef Montesinos para hablar de la fundación del convento; pero cuando realmente es útil el espeso cronista oriolano, es cuando actúa de testigo narrando lo que ve. Así describe el convento de los capuchinos en el año 1792.

Jeroglífico de las propias armas del Convento de los Padres Capuchinos Menores y dibujo de uno de sus fundadores. MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

Descripción de las oficinas de este seráfico convento de Padres Capuchinos. Portería y Claustros. Ante todo lo expuesto se halla una espaciosa puerta con fachada de cantería blanca, en cuyo remate y en su nicho, está S. Antonio de Padua, de busto. Luego le sigue un espacioso pórtico con su cruz en medio; y el Santo Vía Crucis de Manises de Valencia.

Entrando, a la izquierda está la portería, sobre cuyo cancel hay una mediana efigie de S. Francisco de medio cuerpo, cuya pintura es la admiración de los inteligentes y Canónigos; a la derecha, antes de entrar, se descubre un excelente lienzo de ocho palmos de María Santísima de la Fuensanta con San Josef y San Ginés de la Xara, Hermitaño…

En el lado izquierdo está el aposento de visitas con la Purísima Concepción, varias piezas castellanas, mesa, sillas y bancos. La portería en muy espaciosa adornada con preciosos mapas de las Provincias que tienen los Padres Capuchinos en todo el mundo; varios retratos de santos y venerables; el árbol genealógico de la orden y un hermoso lienzo de la Purísima Concepción.

Los claustros, renovados en este año de 1792,  aunque medianos, son muy aseados; en ellos están el Aula, varias despensas y oficinas. En su centro hay una cisterna de agua que se llena del Río Segura por la menguante de enero, de la que se abastece la Reverenda Comunidad, todo el año.

Refectorio, Cosina y Deprofundis. El refectorio es grande, curioso, blanco y bien adornado, especialmente con un lienzo de la cena del Señor, que es cosa especial. El Deprofundis es muy capaz, blanco y aseado con algunos cuadros. La cocina es una pieza grande y con muchas comodidades.

Coro y Deprofundis Eclesiásticos: El Coro es grande, muy capaz y decente con sus buenos asientos, reja grande, oratorio dedicado a la Purísima Concepción; y varios lienzos de especial belleza… El Deprofundis es más largo que ancho, pero muy decente, adornado de varios cuadros muy buenos.

Escaleras y Dormitorios con Celdas: Todo el convento se manda por dos escaleras muy cómodas, ambas adornadas con muy especiales lienzos y otras pinturas. Los dormitorios son bajos, muy claros, blancos y pintados; la enfermería es muy buena, con su Oratorio; las celdas muy bonicas, aunque reducidas al Instituto Capuchino; a excepción de las Celdas del Guardián y del Vicario, que por razón de su oficio, permiten alguna más amplitud.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos. Colección Javier Sánchez Portas.

Aposento y Terrado de recreo: El aposento de recreo es grande, majestuoso, y de irregular hermosura; lo construyó a fundamentos en el año de 1752 el Sr. Doctor D. Josef Claramunt Vives de Alulayes, Canónigo Magistral del Indulto de esta Santa Iglesia de Orihuela (…) en este aposento se descubren varios mapas de todo el mundo y diferentes lienzos primorosos (Inmaculada Concepción, el expresado Sr. Claramunt, Fernando VI de Borbón y su esposa María Bárbara de Portugal, Beato Lorenzo de Brindis y San Francisco).

Magnífica Librería: La librería de este Convento en magnífica, esplendorosa y muy capaz; la hizo desde los cimientos a sus expensas el Sr. Doctor D. Josef Claramunt Vives de Alulayes, Canónigo Magistral del Indulto, insigne bienhechor de esta Santa Comunidad.

Tiene libros excelentes y preciosos manuscritos; mesas, escaños, bellos lienzos de los Santos Doctores de la Iglesia, de la Purísima Concepción, Cardenales de la Orden; y entre ellos, los bustos o retratos de medio cuerpo de dos Canónigos…

Huerto y Balsa con peses: Este Convento tiene para su recreo y utilidad grande huerto, fértil en todo género  de hortalizas.  Produce muchas flores, claveles, naranjas, limones, dos palmas, granadas y albaricoques.

Tiene otro huerto que llaman «El Secano» porque está sobre el monte, el cual tiene muchos almendros, avellanos, algarrobos, higueras y parras. Todo se riega por medio de una noria que con la rueda de una bestia saca el agua de una fuente algo profunda que nace allí mismo.

Es algo blanda, en invierno sale caliente y en verano fría. El agua sobrante se recoge en una balsa que produce unos pececillos medianos y algunas anguilas que todo sirve de recreo a la Reverenda Comunidad.

Tiene el Convento buenas azoteas, miradores, reloj para su gobierno, Hospedería, celdas muy curiosas aunque medianas, y un grande patio con bolas, para el recreo de los religiosos jóvenes, en los días de deporte.

Del siglo XVIII he encontrado también un ejemplo de mortificación física en las carnes de un capuchino del convento de Orihuela, llamado Antonio de Mallorca.

Era su cotidiano ejercicio hacer la via-cruzis por dentro de la Yglesia, cargando sobre sus ombros una cruz pesadíssima, y en la Caydas que representaba la estación, para hacerlas al visso se dejava caer de golpe, y a lo natural, para experimentar mas vivos los tormentos de la Cruz.

Camarín de las Tres Avemarías y Divina Pastora. Veneradas en los Capuchinos de Orihuela. Archivo Loles Botella.

Siglo XIX.

Los capuchinos fueron exclaustrados por la Junta de Gobierno del Reino de Valencia y Murcia tras la publicación del Real Decreto de 25 de julio de 1835 suprimiendo los monasterios y conventos masculinos con menos de doce frailes. Dicha exclaustración fue confirmada por otro Real Decreto de fecha 11 de octubre de mismo año.

En febrero de 1836 se decretó la venta de los bienes inmuebles de los monasterios; y el edificio desamortizado pasó a ser de propiedad particular.

No he conseguido averiguar quién lo compró; pero la circunstancia de que en 1880 perteneciese a Andrés Rebagliato me hace pensar que, como otros conventos oriolanos, pasó por la manos de su suegro, el acaudalado Matías Sorzano.

Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1846-1850) – Madoz, Pascual, 1806-1870  

Esta descripción figura en el diccionario de Pascual Madoz; compuesto a mediados de la centuria:

El de Capuchinos, situado en el arrabal Roig, a la parte del O, junto a la puerta de Murcia, al pie de la montaña del castillo, es el más moderno de todos, y se asegura haber sido fundado en 1611.

Es un edificio muy capaz en su clase, de obra de mampostería sólida, que promete mucha duración. Su iglesia es pequeña pero muy decente, hallándose hoy sin uso alguno. Tenía una buena biblioteca, y dentro de su muro un huerto regado por una noria y otra porción de terreno secano a la falda del monte, bien cultivado y plantado de algarrobos, olivos y otros árboles.

En 1880 fue restaurado parcialmente para albergar a un grupo de capuchinos franceses expulsados de su país. Los frailes se instalaron provisionalmente en el seminario hasta que el convento fue habitable.

Semanario católico. Alicante, 13 de noviembre de 1880: El miércoles, después de cuarenta y cinco años, vimos por las calles de esta capital a una Comunidad de religiosos vestidos con el sayal y las sandalias del franciscano, ciñendo su cuerpo el cordón de la Orden, del que pendían hermosos rosarios.

A las seis y media de la mañana fondeó en nuestro puerto el vapor hispano-francés, titulado San José, conduciendo a su bordo a trece frailes capuchinos que acaban de ser expulsados de su convento de Mont-de-Marsan en el departamento de Landes (Francia). Al tenerse noticia de la presencia de estos religiosos, una inmensa multitud de gentes de todas clases y condiciones se dirigió al muelle de esta ciudad, ávida de saludarles.

En Alicante les ofrecieron instalarse en el monasterio de Nuestra Señora de Orito, en el término de Monforte. El superior agradeció la generosa oferta; pero les comunicó que tenía decidido alojar a su comunidad en el que había sido convento de capuchinos en Orihuela.

Los frailes expulsados arbitrariamente de Mont-de-Marsan, partieron seguidamente para Orihuela, a donde llegarían el miércoles por la noche para ser hospedados en el Monasterio de Capuchinos de aquella ciudad, cuyo edificio acaba de cederles el Sr. D. Andrés Rebagliato, a quien pertenecía.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos.

Semanario católico. Alicante, 6 de mayo de 1882: Los religiosos capuchinos residentes en Orihuela han celebrado en los días 28, 29 y 30 del pasado abril un solemne Triduo en honor del nuevo Santo Lorenzo de Brindis, religioso de dicha orden. Tenemos a la vista una carta de aquella ciudad en que se reseñan a grandes rasgos dichas solemnidades.

El templo estaba primorosamente adornado, y causaba un efecto sorprendente, siendo lo más admirable que los objetos del adorno eran de escasísimo valor, supliéndolo todo el arte. A la entrada del templo había colocado un sencillo pero vistoso templete; y las calles inmediatas al convento estaban adornadas con arcos, inscripciones y alegorías; el piso cubierto de enramada, y colgadas las casas.

Desde antes de amanecer, la concurrencia al templo de Capuchinos era numerosa; y se cuentan por centenares las personas que acudieron a recibir los Santos Sacramentos de la Penitencia y Comunión. «La población de Orihuela, se nos dice, ha echado el resto en mostrar su amor a los Capuchinos». Han asistido comisiones del Cabildo, Ayuntamiento, Seminario y Colegio de Sto. Domingo.

En Orihuela fueron muy bien recibidos; y en la medida de lo posible recompusieron la iglesia y el convento sin grandes lujos. Siempre contaron con la ayuda de los oriolanos; a los que pronto sedujeron con su ejemplar comportamiento en los momentos difíciles. Os dejo algunos ejemplos aparecidos en prensa.

El Constitucional. Alicante, 3 de junio de 1884: En la inundación de Orihuela… los monjes capuchinos hicieron heroicos esfuerzos para salvar algunas familias sobre balsas ingeniosamente formadas con pipas vacías y tablones.

Muchas simpatías tenía captadas esta comunidad en Orihuela, pero el ejemplo de hoy llevando a la práctica una de las más preciadas virtudes del cristianismo, la caridad ejercida a expensas de todo linaje de sacrificios y abnegaciones, ha acabado de cautivar y seducir a los orcelitanos de tal modo que, hasta los más indiferentes y escépticos se les oyó enaltecer y elogiar su conducta. La calle de la acequia, situada en el barrio de que nos venimos ocupando, fue testigo de las proezas llevadas a cabo por los heroicos capuchinos…

El martes, 23 de julio de 1885: Merece particular mención el comportamiento que están observando los frailes Capuchinos establecidos en esta ciudad (durante la epidemia), visitando a los enfermos y acudiendo a todas partes donde es necesaria su asistencia y pueden desempeñar su santo ministerio…

El diario de Orihuela, 28 de marzo de 1887: El incendio de esta madrugada (En la Plaza de San Agustín). … Los frailes capuchinos. Poco después de empezar a tocar a rebato apareció a todo correr una gran parte de la comunidad; inmediatamente se posesionaron unos de las bombas y otros se encaramaron con los bomberos armados de picos por los terrados de las casas inmediatas a socavar las techumbres. Durante las dos horas que duró el incendio no cesaron de trabajar auxiliando poderosamente al personal de zapadores.

Cariñosa hospitalidad dio Orihuela a los religiosos franceses. No es en esta ocasión cuando hemos de quejarnos de ingratitud, que bien pagan con creces los humanitarios y agradecidos capuchinos el afecto que esta ciudad les profesa. Cualesquiera que sean los tiempos y las circunstancias, la hidalga y noble población de Orihuela, no olvidará nunca a los desventurados proscriptos.

Los capuchinos franceses repusieron, al menos dos veces, la cruz del monte de la Muela.

El diario de Orihuela, 5 de diciembre de 1887: Del ciclón del jueves último ya conocen nuestros lectores los detalles más importantes si bien a los mismos podemos agregar la caída de la Cruz de la Muela, derribada al suelo por el viento y que los religiosos capuchinos habrán de levantar de nuevo, volviendo a comenzar la serie de penosos trabajos que llevaron a cabo para la instalación del signo sacrosanto del Redentor en dicho elevado lugar.

La romería de febrero de 1888, en la que subieron acompañados por multitud de oriolanos, debió parecerse a la escena que muestra la siguiente fotografía de principios del siglo XX.

Fotografía Francisco Ramón Mira / J. M. Espinosa.

El diario de Orihuela, 3 de febrero de 1888: Ayer se instaló por los frailes capuchinos una nueva cruz en el monte denominado la «Cruz de la Muela» subiendo a tan elevado punto con tal motivo, numerosa concurrencia de gentes del pueblo. Nunca se había visto tanta gente reunida en tan alto sitio, siendo causa esto de que gran parte del vecindario subiera ayer tarde a los terrados a admirar la muchedumbre que coronaba el monte…

…Dícese por los bien enterados que, los materiales de construcción estaban preparados desde el día anterior y que ayer el trabajo se redujo a levantar la cruz que es colosal, sobre una alta peana de obra, empresa que se llevó a cabo a las dos de la tarde con el disparo de morteretes y entre los cánticos de los circunstantes.

…La peana de la nueva cruz se distingue perfectamente pero la cruz no es tan visible como la anterior lo cual no ocurriría si se la pintase de negro. La obra realizada es sin embargo meritoria y digna de elogio.

Durante el mes de septiembre de 1889 comenzó a circular la noticia de que la comunidad de capuchinos había recibido orden de volver a su tierra; y los rumores eran ciertos. El lunes 16 salieron para Francia los primeros diez y ocho religiosos. Su marcha dejaban un profundo sentimiento de pérdida entre los oriolanos que los habían acogido durante los años de destierro.

Convento de Capuchinos desde la sierra.

En el tránsito entre capuchinos franceses y españoles el convento fue «amistosamente» saqueado entre los que buscaban recuerdos y los que trataron de aprovechar la situación. Y la cosa degeneró en tumulto.

El diario de Orihuela. 21 de septiembre de 1889: UN SAQUEO EN PAZ. Así puede denominarse lo que viene ocurriendo estos días en el convento de Capuchinos. Con motivo de la marcha de la comunidad, comenzó esta a distribuir entre los pobres algunos utensilios de la casa de difícil conducción a la nueva residencia de aquella; y como ocurre siempre en tales casos, el populacho que oyó tocar a repartir, asaltó, esta es la palabra, con formas más o menos corteses el convento, en busca, no de botín que eso no sería cristiano, sino de recuerdos, porque al parecer sin ellos, toda memoria se extinguiría pronto en la mente de tanto desinteresado admirador.

Que el abuso fue cada día en aumento no hay para qué decirlo. La campanilla de la portería no cesaba un momento de ser agitada por los pedigüeños que en gran número acudían con absurdas peticiones y descabelladas exigencias. Abrumados los religiosos con tanta demanda de objetos y queriendo complacer a todos, repartían a granel todo cuanto hallaban a mano.

Un sujeto les pidió cierta cantidad de piedras y algunas maderas para hacer una casa. Concedido que le fue lo que pedía y sin duda por parecerle poco para recuerdo, se atrevió a pedir la mula y el carro. De estos ha habido algunos casos a cual más chocante si no fueran a cual más indigno.

Anoche crecieron de tal modo las exigencias, que se promovió un gran tumulto en la plaza de Capuchinos donde se situaron varios grupos de demandantes, ocasionando entre varios chiquillos allí presentes una descomunal pedrea y el consiguiente escándalo. Muchas piedras cayeron dentro del convento cuyas puertas se cerraron en medio de una gran gritería promovida por los rifeños que ocupaban la plaza.

La pareja de servicio en aquel punto estuvo esperando que se le leyera la cartilla de los deberes del guardia municipal y sin duda por ello no creyó oportuno intervenir en el asunto. La presencia del alcalde de barrio puso fin al conflicto y se ofreció al padre José para todo cuanto tendiese a evitar las molestias que se le habían causado por aquella gente tan desconsiderada.

Altar: Colección Javier Sánchez Portas. Imagen: Colección Tejuelo.

El diario de Orihuela. 23 de septiembre de 1889: Ya han venido dos de los capuchinos españoles que han de sustituir a los franceses en el convento de San Antonio. Con este motivo ayer tarde se celebró en aquel santuario lo que pudiera llamarse una función de despedida en la que un religioso ocupó la sagrada cátedra para despedirse de los fieles.

La oración fue notable y se encaminó a alabar la caridad del pueblo de Orihuela quien merecía gratitud eterna de la comunidad por la hospitalidad cariñosísima que le había prestado. Se derramó por el auditorio abundante raudal de lágrimas durante el sermón, del que salió aquel bastante impresionado.

En noviembre de 1889, los capuchinos franceses, escribieron al Obispo de Orihuela agradeciendo la generosa hospitalidad que durante nueve años habían recibido de la católica población oriolana cuando fueron expulsados de su patria. Transcribo un fragmento de su carta:

«Quiera Nuestro Señor y la Virgen Inmaculada de Lourdes, nuestra gloriosa Protectora y San Francisco, nuestro Seráfico Padre, recompensar con abundantes bendiciones a V. S. I. y a todos los fieles de su Diócesis, nuestros amigos, nuestros bienhechores, la generosa hospitalidad que en medio de ellos hemos recibido. (…) Le suplico Ilustrísimo Señor, se digne recibir los rendidos obsequios de su reconocido y humildísimo servidor de V. S. I. Q. S. A. B. Fr. Eustaquio de Rochela. De nuestro Convento de San Fidel, de Cahors, en la fiesta de N. S. Padre S. Francisco. 1889».

A finales de noviembre, el general de la orden visitó Orihuela para inspeccionar el estado del convento antes de mandar una nueva comunidad de capuchinos españoles. Los nuevos frailes estaba ya instalados en 1890; y pronto retomaron su estrecha relación con el arrabal y con los oriolanos en general.

Colección Javier Sánchez Portas.

Siglo XX.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos. Colección Esteban Sanmartín.

Dentro del proyecto de ensanche de la calle Capuchinos, en 1927 se demolió y reedificó la portada del atrio y la pared que cercaba el huerto.

El pueblo. 28 de marzo de 1927: Corte del huerto y atrio del Convento de Capuchinos, mejora sencilla con la que quedará una entrada magnífica a la ciudad por la llamada Puerta de Murcia, desembocando a la plaza de Capuchinos directamente la casi ya construida calle que se conoce por subida al Sepulcro, convergiendo a dicha plaza con la carretera a Murcia.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos. Colección Esteban Sanmartín.

Iniciada la Guerra Civil, convento e iglesia fueron asaltados y saqueados en agosto de 1936. Gran parte del legado iconográfico desapareció; y el edificio fue adaptado para utilizarlo como «hospital de sangre».

Convento de Capuchinos. Hospital de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil. Archivo Paco Escudero Galante.
1937. Hospital de Sangre de Capuchinos. Manuel José Aliaga Martínez.
1937. Hospital de Sangre de Capuchinos. Manuel José Aliaga Martínez.

En la memoria de daños presentada por el alcalde de Orihuela en agosto de 1939, figuran los asesinatos de tres capuchinos: Ignacio Caselles García, «Juan Crisóstomo de Gata de Gorgos»; Ramón Juan Costa, «Honorio de Orihuela»;  y Andrés Simón Gómez, «Eloy de Orihuela».

Aunque lejos de Orihuela, a la lista de capuchinos asesinados hay que añadir al famoso «Buenaventura de Puzol». Julio Esteve Flors era profesor de Filosofía y Derecho Canónico; y formó parte de la mítica revista «El Gallo Crisis» junto a Ramón Sijé, Miguel Hernández, Augusto Pescador, Juan Bellod, etc…  

Colección Javier Sánchez Portas.

Terminada la contienda los capuchinos regresaron y, a pesar de las dificultades económicas de la época, consiguieron adecentar el convento y reemplazar parte del patrimonio desaparecido. Muchos oriolanos todavía los recuerdan caminando por la huerta semidescalzos, con su hábito peculiar, dispuestos a celebrar misa en cualquier ermita rural…

Convento de Capuchinos en 1975. Fotografía Antonio Agulló Mateo.

A finales de los años sesenta del siglo pasado, vendieron el convento y se marcharon de la ciudad.

Boletín de Información Municipal. Agosto de 1976: La Comisión Permanente en 27 de julio de 1976 concede la licencia de obras a la Inmobiliaria Dima, S. A. para la demolición del convento de Capuchinos.

El convento de los Capuchinos en los años setenta.

Boletín de Información Municipal. Septiembre de 1977: La Comisión Permanente de 30 de agosto de 1977 autoriza a la «Fraternidad de PP. Capuchinos» de Orihuela para la utilización temporal de la Iglesia de San Juan del Hospital Municipal para celebrar en la misma el culto religioso destinado a la feligresía que hasta ahora acudía al Convento de Capuchinos, en trance de derribo.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos

Se entra a Orihuela por el convento de San Francisco, dicen unos, y otros que por el convento de Capuchinos. Invitamos a nuestros lectores que le den su última mirada —con tristeza— a esta fotografía. Mañana —una mañana cualquiera— este rincón conventual, el huerto y el jardín capuchino, con la iglesia, caerá brutalmente empujado por la fuerza mecánica.

Se levantarán en este lugar viviendas modernas, sociales pero se habrá perdido un espacio abierto, que aunque claustral y amurallado, pudo ser iglesia y guarderías, plaza y jardines de la misma forma que va a ser una urbanización más en una zona excesivamente agobiada de estrechuras. Se entra a Orihuela, por Capuchinos…

El añejo edificio fue derribado; y todos los objetos de culto, imágenes, lienzos, piezas de orfebrería y el propio archivo de los capuchinos, salieron de Orihuela con destino a otros conventos de la orden y ahora lucen en Totana, Orito o Masamagrell.

Derribo de la Iglesia. Colección Javier Sánchez Portas.
Divina Pastora, talla de Enrique Galarza Moreno para el Convento de Nuestra Señora de la Fe, P.P. Capuchinos de Orihuela. Actualmente en el Convento de Nuestra Señora de Orito, en Monforte del Cid. José Juan Girona

En octubre de 1999 los capuchinos regresaron a una modesta ermita a espaldas de su antiguo emplazamiento. Pero el patrimonio desaparecido —costeado en gran parte por los vecinos del Rabaloche— permanece esparcido por la provincia capuchina.

San Antonio. Capuchinos. Fotografía de Leticia Pertegal.

Calles Cercanas.

Vamos a concluir nuestro recorrido urbano por el arrabal hablando de las travesías que flanquean la calle de Capuchinos:

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.
Ajomalba.

La que quedaba a la izquierda del convento —llamada en la actualidad de las Chumberas— figura en los padrones al menos desde el siglo XVII como de la Palera (a veces confundida con de la Palmera). Así pues, se puede decir que ha conservado su titulación a pesar de ser la única que no ofrece higos chumbos por tener cortado el acceso a la sierra.

Archivo Municipal de Orihuela.

Avanzando un poco más encontramos dos títulos del siglo XVIII: el de las Capillas, que hace referencia a las capillas laterales de la desaparecida iglesia conventual,  y el de las Parras.

Ajomalba.
Archivo Municipal de Orihuela.
Ajomalba.

Aún más antiguas — al menos del siglo XVI— son las cuatro que vamos a citar a continuación; en primer lugar dos callejas paralelas con apellidos de procedencia aragonesa, la de Claramunt y la de Ferriz o Ferris, que se ha corrompido en Ferrari. Esta transformación fonética debió realizarse en el siglo XIX; Gisbert ya cita los dos nombres a finales de dicha centuria.

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.

Las otras dos se llaman del Castillo y del Barranco. Dicho barranco era el foso natural de la muralla que ascendía hasta el castillo. En tiempos de lluvias las aguas procedentes de la sierra bajaban con mucha fuerza destrozando periódicamente la calle de Capuchinos. Hasta que en el primer cuarto del siglo XX, se construyó una especie de puente en la calle del Barranco.

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.
Calle del Castillo en 1977. Archivo Carmelo Illescas.

La progresiva expansión urbana, que abandonó la falda de la peña para ubicarse en la otra orilla del Segura, ha olvidado estos barrios pintorescos quedando así preservados como elementos singulares. Es por eso que se me hace difícil entender el abandono al que han sido sometidos sus tradicionales vecinos; quienes por convicción o sencillamente por falta de medios para mudarse, han permanecido en sus casas pasando a formar parte de un patrimonio cultural que debe ser valorado como seña de identidad oriolana.

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Jorge Belmonte, Javier Sánchez Portas, Esteban Sanmartín y J. Manuel Dayas.

Extracto actualizado del artículo “El Raval Roig, un territorio históricamente singular”, publicado en “Cuadernos de historia y patrimonio cultural del Bajo Segura”. A su vez era un resumen, actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela.

El cuartel de Infantería y Caballería.

A lo largo del siglo XVIII se consideró conveniente la construcción de cuarteles militares para facilitar las condiciones de vida y reforzar la disciplina de las tropas; liberando a los pueblos de la carga económica y de las molestias que suponía alojar a los soldados en mesones y casas particulares. Fue durante el reinado de Felipe V, el primer Borbón, cuando se crearon los ejércitos permanentes…

Tropas de Felipe V.

El Cuartel de Caballería de Orihuela. Siglo XVIII:

En 1718 se redactó el reglamento para establecer los cuarteles en edificios de nueva planta o en antiguas construcciones adaptadas al nuevo uso. Paradójicamente, para liberar a las ciudades de la carga que implicaba alojar a las tropas, cada población tuvo que costear posteriormente el costoso mantenimiento.

Juan Elías Gómez de Terán. Obispo de Orihuela. (1738-1758)

A mediados de la centuria comenzaron a proliferar edificios militares por toda la geografía española. En el caso de Orihuela fue el obispo Juan Elías Gómez de Terán quien impulsó la construcción de un cuartel de Infantería y Caballería en 1740.

Planos del Cuartel de Orihuela. Archivo de Simancas. Ministerio de Cultura.

Situado extramuros en un huerto de palmeras propiedad de la marquesa de Rafal, a cien pasos de la ciudad entre el convento de Capuchinos y la Ermita del Sepulcro, Josef Montesinos le dedicó unas líneas en su compendio histórico.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 1. Manuscrito. 1791. Caja Rural Central. Orihuela.

Cuartel de Caballería y Dragones. El suntuoso y capacísimo Cuartel de Caballería tiene su situación extramuros de esta Ciudad de Orihuela, mirando al mediodía, entre la ermita del Sepulcro y el Convento de los Capuchinos, en un terraplén espacioso que sirve para hacer los soldados sus evoluciones militares; es capaz (sin que estén incómodos) de tener un Regimiento entero, como sucede muy de ordinario.

Su disposición es famosa, sus habitaciones arrogantes, y su exterior fachada, primorosa; Se construyó por cuenta de la Real Hacienda en el año 1749, por orden del Rey D. Fernando VI de Borbón, cuyas armas están en lo más elevado de su puerta principal, siendo su director, nuestro Ilmo. Prelado el Sr. D. Juan Elías Gómez de Terán, quien expendió igualmente sumas considerables de dinero en su fábrica por obsequio a su Católica Real Majestad.

El trabajo documental publicado por José Mª Penalva y Manuel Sierras en la obra «Patrimonio Municipal oriolano en el siglo XVIII. Inventario de Bienes muebles e inmuebles» demuestra que en su ubicación, diseño y construcción intervinieron grandes profesionales escogidos por el prelado.

Planos del Cuartel de Orihuela. Archivo de Simancas. Ministerio de Cultura.

Hablamos de personajes de la talla de Sebastián Feringán Cortés, uno de los más prestigiosos ingenieros militares de la época, autor de numerosos edificios navales y militares en Cartagena. En Murcia colaboró en la nueva fachada de la catedral y tiene dedicada una calle.

También de Nicolás Bodín, experto en fortificaciones. Y de Marcos Evangelio, arquitecto academicista que trabajó significativamente en la iglesia de Santa María de Elche.

Planos del Cuartel de Orihuela. Archivo de Simancas. Ministerio de Cultura.

Montesinos afirma que se construyó en 1749 por orden del rey Fernando VI; pero el proyecto y los primeros planos son de 1741, cuando todavía reinaba todavía su padre, Felipe V. Dos años después, con el primer Borbón español todavía en el trono, las obras estaban ya en marcha.

Se interrumpieron (quizá por la muerte del rey); y al reanudarse en 1747, se decidió reforzar el grosor de los muros y ampliar el tamaño del recinto para que pudiera albergar a un regimiento completo de Dragones.

Dragón, arcabucero a caballo. Regimiento Lusitania.

En 1749 las obras estaban prácticamente finalizadas; y el obispo, en una carta enviada a la ciudad, se mostraba orgulloso del resultado.

Apliqué mis oficios en la Corte, y Dios hizo el beneficio a V.S. para evitar muchas culpas, y el alivio en los aloxamientos, de el Cuartel magnifico que se está concluiendo, que la haze a V.S. tan famosa, como possehedora de una tan superior alhaxa, que a su todo para mil y quinientos hombres con la espaciosa explanada, y cavallerizas, no llega el Cuartel de Guardias de Madrid, ni le ai en España, ni en Francia, y solo se halla en Orihuela.

Planos del Cuartel de Orihuela. Archivo de Simancas. Ministerio de Cultura.

En 1751 el Ayuntamiento de Orihuela se dirigió a Fernando VI para ofrecerle el nuevo edificio. Por desgracia para ellos, el esfuerzo económico no había hecho más que empezar; la manutención y el costoso mantenimiento valorado en mil pesos anuales correrían de su cuenta a partir de ese momento.

En la descripción de Montesinos de la pajera y de los abrevaderos anexos al cuartel, fechada en 1791, nos informa también de que, en ese preciso momento, lo ocupaban los Dragones de Almansa, cuerpo de arcabuceros a caballo que en el XIX pasó a llamarse Caballería ligera.

En este año de 1791 lo ocupa el Regimiento de Dragones de Almansa. Cercana al Cuartel, como a unos 24 pasos, está la pajera, que es grande y muy capaz, con las armas oriolanas sobre su puerta, construida a expensas de los propios de esta ciudad en el año 1782.

Abajo, junto al camino principal, al lado de la huerta, formando esquina con la calle del Carril, entre deliciosos álamos, olmos y chopos, está la noria y pilones de piedra negra bruñida en los que beben los caballos del Rey. Esta obra la hizo la Muy Ilustre Ciudad, de sus propios, en el año de 1775, como consta en la presente inscripción que se lee en su pared principal, bajo las armas oriolanas que dice así:

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 1. Manuscrito. 1791. Caja Rural Central. Orihuela.

Siglo XIX.

Gracias al folletín «Orihuela durante la Guerra de la Independencia», reseña histórica de 1908 escrita por Justo García Soriano y Rafael Rogel para «La Huerta» con motivo del centenario de la Guerra de Independencia, sabemos que el cuartel fue reparado a principios del siglo XIX.

En el Cuartel de Caballería se acababan de realizar algunas reparaciones, obras que encargó el ilustre Cuerpo al peritísimo maestro D. Mariano Sánchez. Este, terminado su cometido, presentó la cuenta de los gastos realizados, que se elevaban a ciento diez y seis reales, doce ms. Vellón.

De este modo quedaba dispuesto el cuartel para prestar a las tropas cómodo alojamiento. Más adelante veremos que prestó ese edificio utilísimos servicios tanto a la patria chica como a la patria grande. Para las necesidades de aquella época era excelente; poseía espaciosos dormitorios aireados por numerosas ventanas al exterior, a los que daban acceso anchurosas escaleras.

En el interior lucía un gran patio, donde existía, y aún creemos que existe hoy, un pozo magnífico con agua abundante. El brocal de este pozo estaba construido con una sola piedra. Las cocinas estaban sobre el suelo, a la espalda del edificio. Ante el cuartel se extendía un llano donde la caballería hizo frecuentes evoluciones adiestrándose en el arte de la guerra.

Acabada la guerra con el francés quedó de nuevo en manos municipales sin partida específica para los cuantiosos gastos de mantenimiento. Las obras de conservación se suspendieron por lo que se fue deteriorando con el paso de los años. En 1832 el Ayuntamiento se quitó la responsabilidad cediéndolo a la Corona; y ese fue el golpe de gracia.

Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1846-1850) – Madoz, Pascual, 1806-1870  

A la salida de la población para Murcia, a la derecha del camino real, hay otro cuartel vasto y hermoso con una grande explanada para los ejercicios de infantería y caballería: caben en él 4.500 hombres de ambas armas, con sus pabellones para jefes y oficiales.

Se principió a proyectar en 1740 por el obispo Terán, quien solicitó y obtuvo permiso para la obra, habiendo concluido en 1771, en cuyo año se hizo entrega al ayuntamiento, quien lo cedió y donó en 1832 a la corona. Su planta es magnífica y de mucho gusto, siendo lástima que un edificio tan hermoso se encuentre bastante deteriorado y en un estado de verdadero abandono.

La descripción anterior es de Pascual Madoz, en su diccionario de 1849. A pesar de su estado, el famoso escritor Hans Christian Andersen también se fijó en él a su paso por Orihuela, en 1862.

La próxima parada sería en Orihuela… Admito haber visto los monumentales edificios de la villa, su grandioso Cuartel de Caballería, el Palacio del Arzobispo (sic) y la Catedral; mas no guardo el menor recuerdo de todo ello. En cambio la taberna donde comimos aquel día no la olvidaré jamás. El patio, las habitaciones, la cocina, la gente, todo era tan típicamente español como hubiéramos podido desear...

Deshabitado y abandonado, el progresivo deterioro continuó hasta acabar convertido en guarida de mendigos y delincuentes. En las postrimerías del siglo XIX estaba completamente arruinado.

El diario de Orihuela, 7 de julio de 1888: Teniendo noticias la autoridad de que anoche acamparon en «El Cuartel» algunos mendigos entre los cuales se hallaba uno tocado de viruela, ha dado las órdenes más enérgicas a fin de que abandonen la población.

El independiente, 11 de noviembre de 1892: En la mañana de ayer, y en el sitio denominado el cuartel, extramuros de la población se desarrolló una escena verdaderamente triste y desconsoladora. Una familia de pobres mendigantes forasteros, compuesta de matrimonio y una niña de unos cuatro años, había allí acampado al abrigo de las ruinas porque la niña estaba acometida de una fiebre altísima…

… El Sr. Madaria, acompañado del teniente alcalde del distrito Sr. Bueno, se personó en el lugar donde aquellos infelices acampaban, siendo inútiles ya los auxilios de la ciencia porque a la niña se le habían presentado unas borrosas viruelas que concluyeron al poco tiempo con su vida.

Se quemó el jergón y almohadas en que la niña yacía, se enterró ésta por cuenta del municipio, y se obligó a los padres a alejarse de la ciudad atravesando el cerro del «Oriolet» dejando aquí aún caliente el cadáver de su pequeña hija.

El Eco del Segura, 16 de febrero de 1898: El domingo anterior, a eso de las dos de la tarde, de desprendió casi toda la pared de Levante del Cuartel de San Francisco, situado en la carretera de Murcia, habiendo ocasionando perjuicios de consideración en la casa de José Ruiz, distante unos 20 metros de dicho cuartel. No ha ocasionado desgracias personales.

Siglo XX.

A comienzos del siglo XX, la antaño «superior alhaja» seguía albergando mendigos, enfermos y pobres transeúntes con la permanente amenaza de derrumbamiento.

La comarca, 29 de enero de 1904: Por orden de nuestra primera autoridad local, han sido expulsados de esta población, los mendigos de fuera que estaban acampados en el plano del Cuartel de San Francisco. Aplaudimos esta determinación del Sr. Alcalde que evitará las molestias consiguientes a este vecindario.

El diario, 7 de diciembre de 1906: … siendo de absoluta necesidad la habilitación de un edificio que sirva de albergue a los pobres transeúntes que diariamente pernoctan en esta población; no contando hoy con la antigua «Pajera», ocupada ya por su dueño, ni con el «Cuartel», todo él derruido y sin techumbres…

En febrero de 1908, la comisión de Policía Urbana buscaba un sitio para el nuevo Matadero Municipal. De acuerdo con el arquitecto municipal, entendieron que el sitio más apropiado para estas instalaciones municipales era el terreno que ocupaban las ruinas del Cuartel de San Francisco.

Se pidió autorización para comenzar las gestiones de compra con los dueños de dicho terreno; pero el proyecto no llegó a buen puerto y las condiciones del edificio siguieron empeorando.

Lo compró el empresario Evaristo Cánovas, administrador subalterno de bienes y derechos del Estado, agente recaudador del partido de Orihuela, exitoso comerciante, destacado promotor de la Plaza de Toros y propietario de la fábrica de gaseosas y jarabes «El Oriol», en la calle de San Agustín. Y la prensa le pedía que lo demoliese de una vez.

El Diario, 1 de agosto de 1911. Llamamos la atención del Sr. Alcalde sobre el estado ruinoso y de verdadero peligro en que se encuentra el cuartel que hay en las inmediaciones de San Francisco y que está  sirviendo de albergue a algunos desgraciados y tal vez a gente maleante como ya dijimos en pasados números; los cuales son candidatos más que probables a morir aplastados entre las ruinas de aquella mole que se sostiene en pie por un verdadero milagro de equilibrio.

Por humanidad y por higiene, pues aquello es un foco de infección, esperamos que el alcalde, Sr. Ferrer, ordene el derribo del edificio denunciando a su nuevo propietario, D. Evaristo Cánovas; o disponga que se derribe por cuenta del mismo, porque el peligro es inminente y sería una responsabilidad moral para el dueño y para las autoridades que ocurriera un accidente desgraciado después de esta denuncia.

El Eco de Orihuela, 2 de agosto de 1911: EN NOMBRE DE LA  HIGIENE. Nuestro colega «El Diario» encarece ayer la necesidad de impedir que el casi derruido cuartel de San Francisco, sirva de albergue a todos los pobres forasteros. Es verdaderamente indispensable atender a esa urgente necesidad. No participamos nosotros de los radicalismos del colega y por tanto no suscribimos su petición de que se obligue al dueño del mencionado edificio (llamémosle de alguna manera) a que lo derribe.

Podría obligarse a ello, si aquel, por voluntad expresa de su dueño, estuviese destinado a albergue o, por estar enclavado dentro de la población, su derrumbamiento pudiese producir desgracias. Ni en uno ni en otro caso se encuentra el cuartel de S. Francisco.

Lo que sí debe impedirse, es que un destartalado edificio, situado a las puertas de la población, sirva de albergue a todo el que llega a Orihuela a demandar una limosna o a ejercer la lucrativa industria de apoderarse de lo ajeno contra la voluntad de su dueño.

Esas familias que allí se albergan y que proceden de tan distintos puntos, llevan marcado un instintivo horror a todo cuanto sea limpieza. ¿Quién nos dice que ellas, no pueden ser el vehículo de cualquier epidemia?

Además, el hacinamiento bajo las derruidas paredes de dicho edificio, de personas y animales (ténganse en cuenta que hay muchos gitanos inquilinos de aquel palacio) cuyas deyecciones se mezclan en pestilente amalgama ¿no constituye un serio peligro para la salud pública?

No pedimos nosotros que se derriben las cuatro paredes que aún quedan en pie de dicho cuartel; eso podría lastimar los legítimos y sacratísimos intereses de su dueño, pero lo que sí pedimos en nombre de la higiene, es que nuestras autoridades no consientan que siga siendo el cuartel de San Francisco, hotel de gitanos y mendigos.

En el otoño de 1911 cayó por fin el vetusto edificio. En un principio pensé que sería para trasladar allí la fábrica de gaseosas de Cánovas; pero no. Evaristo tenía un plan de promoción inmobiliaria que comenzó con la construcción de una especie de «chalet piloto» como parte de un ambicioso proyecto que la prensa tituló «el Barrio de Cánovas».  

El diario, 21 de octubre de 1911: Se ha dado comienzo al derribo del viejo cuartel de Caballería que existe a la salida de nuestra ciudad, a la derecha de la carretera de Murcia.

El Eco de Orihuela, 30 de noviembre de 1911: Están muy adelantados los trabajos de demolición del antiguo cuartel de Caballería, sito en el plano de San Francisco.

El diario, 22 de julio de 1912: Ayer se inauguró con un banquete el nuevo chalet que sobre las ruinas del antiguo cuartel de caballería ha edificado nuestro querido amigo particular D. Evaristo Cánovas.

El Eco de Orihuela, 18 de octubre de 1912: EL BARRIO DE CÁNOVAS. El infatigable, el emprendedor D. Evaristo Cánovas, aferrado a su proyecto de dotar a Orihuela de un nuevo barrio de que tan necesitada se halla, ha comenzado la construcción de cinco casas en los terrenos que tiene adquiridos en el antiguo cuartel de caballería.

Hemos tenido ocasión de ver los planos de dichas casas, las que resultarán suficientemente espaciosas para habitar una familia, aunque sea numerosa, y las que tendrán todos los compartimentos necesarios, con el correspondiente patio y también una terraza; a cada lado de la puerta de entrada habrá una reja.

Algunas de estas casas las tiene ya vendidas; las otras es probable que las rife, pues el señor Cánovas no piensa conservar la propiedad de ellas. Después acometerá la edificación de otras, hasta dejar convertidos aquellos extensos solares en un barrio hermoso, que servirá de refugio a muchas familias que hoy residen en viviendas carísimas y antihigiénicas.

Es de aplaudir esta empresa del Sr. Cánovas, que por lo pronto está dando trabajo a bastantes obreros. ¡Lástima que no tenga imitadores! Con media docena de hombres —que los hay con capital sobrado—como D. Evaristo Cánovas, se podían hacer, muchas mejoras, ¡pero les producen más los préstamos usurarios! Reciba el Sr. Cánovas nuestra felicitación por tamaña empresa, y cuente con la simpatía de todo este pueblo.

El proyecto inmobiliario de Evaristo quedó también aparcado; como también se deshechó tres años después el del Juez del Partido, D. Luis de Laserna, quien pretendía construir allí un establecimiento penitenciario.

El diario, 30 de marzo de 1915: El sábado recibió un telegrama del Presidente de la Audiencia, en el que le preguntaba si en esta ciudad habría algún edificio capaz y en condiciones para establecer en él el Penal que actualmente existe en Cartagena, y diciéndole que averiguase si su dueño, estaría dispuesto a ceder al Estado dicho edificio…

… Había uno que fue en tiempos cuartel de caballería y que ahora es de la pertenencia de  D. Evaristo Cánovas, en el cual, pudiera instalarse el Penal, y describe el edificio, su capacidad, sus inmediaciones y su proximidad a la población. Creemos sinceramente que el Sr. Laserna ha estado inspirado al pensar en dicho local, pues suponemos que tendrá la capacidad necesaria; que las obras que en él hayan de hacerse, no serían tan grandes como en cualquiera otro, y que además, tiene especiales condiciones de aislamiento sin estar alejado de la ciudad.

Fue la Dictadura de Primo de Rivera quien dio al solar otra utilidad. Dentro de su «Nueva Orihuela» financiada a través de empréstitos, el alcalde Francisco Díe, incluyó la construcción de un Cuartel de Sementales. En el presupuesto extraordinario calculado en 700.000 pesetas, 125.000 estaban destinadas al proyecto.

Proyecto anunciado en «El Pueblo», en 1926, Y resultado final. Colección Javier Sánchez Portas.

La construcción del Cuartel para caballos sementales se inició en 1927, cuando la corporación municipal adquirió el solar por 76.650 pesetas. Esta obra pretendía ser el inicio de un proyecto más ambicioso: la transformación y urbanización de la llamada barriada de San Francisco.

Colección Javier Sánchez Portas.

Las obras marcharon rápido. El martes 19 de junio de 1928, a las 12 de la mañana, tuvo lugar el acto oficial de entrega al Estado. Y simultáneamente, se colocó la primera piedra de las casas baratas que la Caja de Ahorros y Socorros de Nuestra Señora de Monserrate comenzaba a edificar en la explanada situada frente al renovado edificio.

Colección Esteban Sanmartín.

A la pomposa ceremonia acudieron multitud de autoridades civiles, militares y religiosas, que fueron recibidos por «Don Paco Díe» a pie de tren, y conducidos hasta el Rabaloche en lujosos automóviles de la época.

Actualidad, núm. 18,  21 de Junio de 1928: Ha constituido la nota saliente de la actualidad local, la entrega oficial por el Municipio al Estado del edificio construido para Cuartel de sementales. Este acto ha constituido indudablemente, el punto de partida de la transformación y mejoramiento de la barriada denominada de San Francisco.

Con la entrega oficial del Cuartel, ha coincidido la colocación de la primera piedra del grupo de casas baratas que va a edificar la Caja de Ahorros y Socorros de Nuestra Señora de Monserrate, con destino a las clases de tropa.

Todo ello, unido a la venta de las parcelas del terreno sobrante, con la obligación para los compradores de edificar en plazo breve, ha de dar como consecuencia la conversión de un pintoresco paraje en un importante y populoso barrio de modernas y bellas edificaciones; con lo que empieza a ser una realidad el ensanche de nuestra ciudad, ensanche llevado a cabo no caprichosamente, ni por afán desmedido de hacer reformas sin pensar en su utilidad, sino tomando como base para el mismo la instalación y funcionamiento de un organismo oficial, con las múltiples ventajas que de naturaleza varia representa esto para nuestro pueblo.

Plácemes, indiscutidos, merece la Corporación municipal por esta tan acertada actuación, pero de un modo especial el señor Alcalde-Presidente D. Francisco Díe, a quien por su gestión personal en este asunto, tan activa y brillantemente coronada, puede considerarse como el autor de la mejora que tan a la ligera comentamos. La entrega tuvo lugar el martes 19 a las doce su mañana. El Cuartel construido con arreglo a las modernas normas, resulta muy ventilado y espacioso.

Para tomar posesión del mismo llegó de Madrid el Excmo. Sr. Don Pablo Rodríguez García, General Jefe de la Sección de Caballería del Ministerio de la Guerra, acompañado del Comandante de Ingenieros de la Comandancia de Obras para Cría Caballar, Sr. Escudero. De Valencia llegó el Teniente Coronel D. Manuel Cervera Castro, Jefe del depósito de sementales de aquella población.

Colección Javier Sánchez Portas.

En la estación fueron recibidos por el Alcalde D. Francisco Díe y los Concejales Sres. Villaescusa, Torres y Bellido en representación del Ayuntamiento; Teniente Coronel D. Rafael Colorado, Comandante militar de esta plaza; Teniente de la Guardia Civil como Comandante de este puesto; Comandante de caballería D. Manuel Espiau, jefe de esta Sección de sementales; Teniente de Intendencia D. Juan Sanz Henz, en representación del Jefe Administrativo de la provincia y el Comisario de Guerra Comandante D. Arturo Sequera Serrano, trasladándose seguidamente todos al Cuartel, donde esperaban D. Pedro Mª García Murphy, Secretario del Ayuntamiento; Teniente Sr. Manglano de esta Sección de Sementales; D. Luis Vicente Ripoll y D. Manuel Bonafós, Comandantes, y demás Jefes y oficiales con destino en esta plaza; R. P. Rector del Colegio de Santo Domingo; D. Tomás Latorre y D. Francisco Germán, Presidente de la Junta de Gobierno y Gerente respectivamente de la Caja de Socorros y Ahorros de Nuestra Señora de Monserrate; D. José Díe, Gerente de la Caja de Socorros y Ahorros; D. Eugenio López Poveda, Capitán Auxiliar del Somatén y D. Francisco Sánchez, contratista de las obras del Cuartel.

Una vez firmada el acta de posesión, se obsequió a todos los asistentes con un espléndido refresco y unos cigarros, procediéndose a continuación y previa bendición por el P. Rector del Colegio de Santo Domingo, a la colocación de la primera piedra de la casas que la Caja de Ntra. Sra. de Monserrate, va a construir en las inmediaciones del Cuartel para vivienda de las clases de tropa. Por la tarde regresaron a Madrid los señores que han ostentado la representación del Estado.

El servicio de Cría Caballar y Remonta, dependiente del Ministerio de Guerra, estaba gestionado por el arma de Caballería. Su función era criar y seleccionar los mejores ejemplares equinos para los depósitos de Sementales del Estado, poniendo además a disposición de los ganaderos, caballos de raza para inseminar a sus yeguas.

El pueblo, 24 de septiembre de 1928: Depósito de Sementales de la 3ª Zona Pecuaria Sección de Orihuela. Necesitando adquirir esta Sección veinticinco quintales métricos de cebada, trece de avena y sesenta y siete de paja, para el suministro del ganado de la misma durante el mes de Octubre, se hace público para los que deseen hacer proposiciones puedan hacerlo en sobre cerrado y presentar muestras hasta el día 29 del actual a las 12 de su mañana. Los artículos serán de buena calidad y puestos en el Cuartel. La paja de avena, cebada o trigo.

El proyecto de urbanización de la zona, parecido al que intentó Evaristo, siguió adelante promovido por el Sindicato y la Caja de Ahorros.

Orihuela 21 de Septiembre 1928. Manuel Espiau. El Pueblo, 30 diciembre de 1929: Para que nunca falle el trabajo a los socios se ha quedado el Sindicato con la contrata de la edificación de siete casas baratas en el plano del Cuartel, obra que lleva a cabo la benemérita Caja de Ntra. Sra. de Monserrate, cuyas casas se destinarán a ellos, a los obreros del Sindicato; y después, en cuanto haya nuevos terrenos, la Caja los adquirirá y seguirá haciendo casas baratas hasta que todos los obreros de Orihuela, con predilección por los de este Sindicato, tengan su casita, tengan su propiedad.

Colección Javier Sánchez Portas.

Durante la II República, el servicio de Cría Caballar y Remonta pasó al Ministerio de Fomento;  circunstancia que aprovechó el consistorio oriolano en el verano de 1931, para solicitar al Estado la devolución del Cuartel de Sementales a instancias del concejal Antonio Cubí.

En Abril de 1932 el alcalde accidental, David Galindo, comunicó dicha devolución por parte del Ministerio de Hacienda; y comenzaron a barajar proyectos para el edificio. El despechado Ricardo García López, primer alcalde republicano, expulsado del Ayuntamiento, insinuó la posibilidad de destinarlo a la Guardia Civil a través de su semanario «El Radical».

El radical, 3 de julio de 1932: Se habla mucho estos días de que hay Concejales en el Ayuntamiento que han propuesto quitar los Sementales para que ocupe dicho cuartel, Guardia Civil de Caballería. Y es que estos socialistas de vía estrecha son muy originales, y comprenden que hace más falta la Benemérita, que el progreso de la raza caballar, o cualquier otro progreso, menos el del sable.

Don Ricardo utilizó también su semanario para criticar duramente a Juan Castro, el capitán veterinario retirado que vivía en el cuartel con su familia, al mando de los siete empleados que cuidaban cerca de 40 caballos.

El radical, 10 de julio de 1932: En el Cuartel de Sementales. El edificio que el Ayuntamiento de la Dictadura, regaló al Estado, (regalo condicional), ha sido devuelto al Ayuntamiento de la República precisamente por haber pasado Cría Caballar, de Guerra a Fomento.

En la actualidad, y habiéndose hecho cargo el Ayuntamiento de dicho Cuartel, a él le corresponden los gastos que lleva consigo el sostenimiento de estos edificios, reparaciones, impuestos, contribución y otros que juntamente todos, sumarán seguramente un buen puñado de pesetas al año.

Pero es el caso, que hoy está ocupado el referido cuartel provisto de una espaciosa cuadra capaz para cincuenta caballos, un patio central enormemente grande, rodeado de varios departamentos, cocheras, guardarnés, pajera, retretes, enfermería, botiquín, herradero, por una sección de sementales que claro está, se halla ocupando las cuadras.

También consta el edificio de una nave anterior provista de planta baja, y un piso con espaciosas terrazas y de una capacidad todo ello suficiente para albergarse toda una familia Real, con el rango de nutrida servidumbre.

Y esto lo está ocupando un señor, con su señora y un niño, el cual al frente de la sección y rodeado de un aspecto Borbónico, ejerce el difícil cargo de administrador de los sementales; compra la cebada al precio que le cobran, así mismo la paja y otros alimentos que reparte entre los pacientes animalitos, sin la menor protesta de estos cuadrúpedos.

Por estos servicios, dicho señor ocupante del edificio tiene un sueldo que lo mismo puede ser de 500, que 600 o más pesetas aparte de otra cantidad mensual parecida por gastos de materiales, más aparte posee su bonito sueldo íntegro de Capitán veterinario.

En resumen que D. Juan Castro, o el sucesor de Borbón, habita el edificio más hermoso que tiene Orihuela, propiedad del Ayuntamiento, sin pagar un céntimo de alquiler, a lo mejor ni reparto, y seguramente de ninguna clase de impuestos, y sí cobrando sueldos por un lado, sueldos por otro, treinta y cinco o cuarenta caballos, para sus paseos diarios en sus respetuosos coches, por esta su corte.

Y en fin, dando algunos espectáculos bochornosos en este pueblo, como el hecho repetidas veces, de que cuando algún hijo de Orihuela se ha permitido aproximarse a ese edificio, para contemplar sus hermosuras, a la vez que meditar cuánto le habrá correspondido pagar para su construcción, ha salido repentina y rápidamente, algún esclavo de los siete atemorizados a sus órdenes, y en forma violenta ha sido despedido de las inmediaciones de su real aposento.

Aun cuando he dicho o he calificado de esclavos atemorizados, a los siete empleados que posee el «Borbón» improvisado, prometo no haber exagerado la nota, por cuanto estos muchachos, desesperados ya por el mal trato que reciben de su Jefe, tuvieron que marchar a Murcia a recurrir al anterior Jefe, D. Julián Pardo, prestigioso Veterinario y hombre todo bondad, de refinados sentimientos.

Tanto es así, que en el poco tiempo que duró su estancia en Orihuela, se hizo de infinidad de amistades de todas las clases sociales, y tales fueron sus simpatías, que al ser trasladado de ésta, se le despidió con un banquete; pues bien, este señor, ha tenido que intervenir, con el actual Jefe, para que deponga de su actitud absolutista y borbónica, que tanto llevaba de cabeza a los atortolados muchachos, al servicio del Depósito, y no el de la familia real, que actualmente ocupa el Cuartel. CENTAURO.

En noviembre de 1934, durante el bienio conservador, el propio Ricardo García López encabezaba la Comisión Gestora que controlaba el Ayuntamiento. Su cuñado, Vicente Bellido, presentó la moción para construir una casa cuartel de la Guardia Civil. Con ello pretendía ahorrar al municipio las 1.200 pesetas que pagaban por el alquiler de la Casa del Paso, propiedad del ex alcalde, Antonio Balaguer.

Don Ricardo García, quedó comisionado para buscar un terreno en el Paseo de la Estación; pero acabó ofreciendo el cuartel de Sementales al Ministerio de la Gobernación «por el excelente efecto que había producido a las autoridades provinciales dicho edificio, tanto por su emplazamiento como por su amplitud y solidez para instalar el cuartel de la benemérita».

Colección Esteban Sanmartín.

La respuesta llegó a mediados de diciembre: el Ministerio aceptaba el ofrecimiento quedando a su cargo las obras de adecuación necesarias con el compromiso de devolverlo si alguna vez dejara de destinarse a dicho servicio.

Transferido el edificio, cuando en octubre de 1935 el teniente coronel del Depósito Central de Remonta les comunicó su intención de destacar de nuevo en Orihuela una de sus secciones, se le transmitió la imposibilidad de aceptar la oferta por haber cedido el cuartel.

En junio de 1936 a punto de comenzar la contienda los concejales del Frente Popular recibieron un oficio de la Dirección General de la Guardia Civil considerando imposible la instalación de un cuartel en Orihuela. Si bien tomaban nota del ofrecimiento para el día en que pudieran hacerlo.

Durante la Guerra Civil tenemos pocas noticias. A finales de 1936 se desestimó una solicitud de Francisco Cecilia Sevilla para instalar una cantina en el cuartel. En enero de 1937 la Sección de Sementales del Estado ofreció de nuevo al Ayuntamiento la posibilidad de instalar una parada de sementales, y esta vez aceptaron la oferta. Ese mismo mes, a propuesta del teniente jefe del Batallón Orihuela, se permutó el nombre de Cuartel de la Remonta por Cuartel Azaña.

Cooperativa General de Productores de Cáñamo. Antonio Ballester Vidal.

Después de la Guerra albergó a la Cooperativa de Productores del Cáñamo, creada en 1942. El 30 de mayo de 1950, el viejo proyecto de instalar en él a la Benemérita acabó cumpliéndose; el Ayuntamiento cedió el edificio ante el notario Aurelio Rodríguez-Molina, y el cuartel de la Remonta fue trasladado a la carretera de Molins.

La nueva casa cuartel de la Guardia Civil quedó inaugurada en 1960. En un principio llegaron el capitán José García Aranze, un cabo y dos guardias civiles. El 3 de marzo de 1969 se fundó el destacamento de Tráfico de Orihuela con sede en el mismo cuartel. A las órdenes del sargento José Guirao López, quedaron un cabo primero y siete guardias civiles. 

Inauguración Cuartel de la Guardia Civil. Colección Javier Sánchez Portas.
Inauguración Cuartel de la Guardia Civil. Colección Javier Sánchez Portas.
Inauguración Cuartel de la Guardia Civil. Colección Javier Sánchez Portas.
Inauguración Cuartel de la Guardia Civil. Colección Javier Sánchez Portas.

Para terminar os dejo un vídeo montaje para ver el cambio de la zona de los años veinte a la actualidad. También unos enlaces para ver o escuchar un programa de radio cuyo contenido está absolutamente superado en este artículo. Entre otros datos e imágenes nuevas, tras una nueva investigación, he modificado totalmente el uso que Evaristo Cánovas dio al edificio.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Vídeo montaje Ajomalba.
Pinchad aquí para acceder a la versión Youtube.
Pinchad aquí. Programa de Radio.

Callejeando 12. El Raval Roig. Territorio Franciscano.

El arrabal Roig en los siglos XVI, XVII y XVIII. Archivo Municipal de Orihuela.

En la primera mitad del siglo XV la ciudad de Oriola suspiraba por acoger un convento de franciscanos. Instalados en Murcia desde finales del siglo XIII, se les requería frecuentemente para sermonear en fechas señaladas, trabajo por el que la ciudad les pagaba generosamente…

El Raval Roig. Territorio Franciscano.

Dejamos la plaza del Raval caminando por la añeja calle de San Francisco. Dice Gisbert que la calle del Carril recibió en 1891 el título de San Francisco «por ser la más próxima al convento extramuros de Santa Ana».

Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVII.

Acudiendo al Archivo Municipal puedo asegurar que ya se la llamaba «Carril de Sant Frances» a principios del siglo XVII. Y en protocolos del XVIII aparece citada como «del carril que va a Murcia».

Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVII.

Como parte del camino de Murcia necesitaba ser arrecifada constantemente aplicándole grandes cantidades de grava; sobre todo en el punto donde abocaban las aguas de la calle Barranco.

El diario de Orihuela, 10 de febrero de 1888: Los vecinos de la calle del Carril nos ruegan llamemos la atención del Sr. Alcalde sobre el estado de dicha calle en el punto en que abocan a ella las aguas de la calle del Barranco, pues está el arrecife tan destruido por efecto de las últimas lluvias que hace dos o tres días volcó un carro de gran porte en dicho punto con grave riesgo del carretero que afortunadamente salió ileso.

Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVIII.

Los artífices del bautismo oficial fueron un grupo de vecinos que, en septiembre de 1891, solicitaron al Ayuntamiento modificar el nombre que figuraba en el nomenclátor por la devoción que profesaban a San Francisco.

Que siendo el Ínclito Patriarca San Francisco uno de aquellos eminentísimos varones cuya influencia ha sido más palpable en la marcha de los siglos, como sigue siéndolo en los pueblos que por cuenta suya, le son devotos, este arrabal que le profesa vehementísima devoción, desea con deseo máximo y especialmente los exponentes como vecinos de la citada Calle del Carril, que se dé a ésta el nombre de aquel santo gloriosísimo.

Obtuvieron la autorización municipal para variar los rótulos y los pagaron de su bolsillo. De esta forma las titulaciones de las dos arterias del arrabal quedaron dedicadas a la orden franciscana. 

Ajomalba.
Colección Esteban Sanmartín.

A la derecha quedan los Capuchinos, de los que hablaremos en la siguiente entrega. Seguimos el «Carril de Murcia» por la actual Avenida de la Constitución, un tramo aburrido y empinado que es obligatorio recorrer para visitar a los franciscanos del convento de Santa Ana.

Ajomalba.
Colección Esteban Sanmartín.

Remontada la cuesta se abre ante nosotros la explanada de San Francisco; que contaba en su inicio con una cruz de término. Cuenta Gisbert que, la cruz de la Puerta de Murcia o del paseo de San Francisco, fue costeada por el municipio en el año 1713. Y la que estaba en las cercanías del Sepulcro por la Orden Tercera de San Francisco en 1733.

En 1713 la de la puerta de Murcia o paseo de San Francisco también la costeó el municipio. Sobre una columna de piedra blanca aparece la cruz con las imágenes del Señor y de Santa Bárbara.

Cruz de la Puerta de Murcia o de San Francisco. Siglo XX.

Debe tratarse, por lo menos en el caso de la de San Francisco, de reconstrucciones posteriores a la Guerra de Sucesión. Montesinos cita otra «erección» de la misma cruz a finales del XVIII.

Y la cruz con su columna de mármol que se ve al principio del camino que sube a esta iglesia viniendo de Orihuela se erigió en el de 1779 a expensas del Hermano Mayor, Manuel Martínez Arques.

En las notas recogidas por el Padre Agustín Nieto se citan los trabajos y manufacturas de dos cruces, que se habían de hacer de piedra, obra del arquitecto Juan Pierres; una en la Puerta de Murcia y otra en San Francisco; fechadas en enero de 1598 y rematadas en 200 reales castellanos.

La primera debe ser la de la plaza del Raval o de Monserrate. Queda claro que desde el siglo XVI había una cruz de término en San Francisco; cruz que se mantuvo hasta el siglo XX.

Colección Estaban Sanmartín Alonso.

En el mismo año que se dio nombre a la calle de San Francisco, los frailes de Santa Ana proyectaban recuperar el control de la explanada situada frente al convento para formar una especie de paseo ajardinado.

El diario de avisos, 11 de noviembre de 1891: Hace tiempo que vive en la mente de los Rvdos. PP. Franciscanos del convento de Santa Ana de esta ciudad, el plausible pensamiento de encargarse del arreglo del antiguo paseo que da frente a la iglesia de aquel, sin que hasta la fecha se haya pensado en hallar una fórmula hábil que concilie el buen pensamiento de los PP. y los preceptos de la vigente ley municipal. Con sujeción a esta, es indudable que la cesión de aquellos terrenos no puede hacerse. Pertenecen al común de vecinos y solo con una tramitación larguísima y mediante subasta podría llegarse a la enajenación.

Otra forma para llegar a  la realización de aquel beneficioso pensamiento, no existe como no sea bajo la base de que los frailes se encargaran de su arreglo y custodia por traslado de funciones de administración que son las que únicamente tiene el Ayuntamiento, y esto, por modo provisional y no definitivo, pues dicho se está que de la misma manera que podría hoy la Corporación municipal delegar sus atribuciones en cuanto a conservación del mencionado paseo, mañana podría también restituirse en las mismas, resultando que se realizara una vez más lo del refrán que dice: «quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro».

Explanada y paseo de San Francisco en diciembre de 1914. Colección Javier Sánchez Portas.

Todo esto, sin embargo, es suposición acertada, la de que al encargarse a los frailes franciscanos del cuidado de los mencionados terrenos que muy pronto bajo la dirección de los mismos se convertirían en un precioso jardín con riego del mismo huerto del convento, realizando así una importante mejora en aquel abandonadísimo sitio, no se pensaría ya nunca en enajenarles las facultades concedidas, ya que con intentarla solamente se cometería una gran injusticia y un mal para la población, toda vez que, lo había de constituir el abandono a que se volvería después de hermoseada aquella entrada de la población.

Sabemos que en la mente de todos los señores concejales está el otorgar el permiso consiguiente y la delegación de facultades que los padres franciscanos desean para emprender el arreglo mencionado, y es de esperar que, en una de las próximas sesiones concejiles, se halle la manera de llegar al resultado que, sin duda alguna, verá con gusto toda la población pues con ello tendrá un lugar más de lícito recreo y esparcimiento.

Convento de Santa Ana. Víctor Sarabia Grau.

En la alameda o paseo del convento, sentados a la sombra de sus árboles, hablaremos un poco de los Franciscanos.

Los Franciscanos Observantes de Santa Ana.

Esta orden de origen italiano fue fundada por Francisco de Asís a principios del siglo XIII, cuando en la Península Ibérica, los cristianos seguían luchando contra los almohades.

Francesco era hijo de familia adinerada, lo que le permitió recibir una esmerada y políglota educación. Vestido con harapos, descalzo y sin dinero decidió entregar su vida enteramente a la pobreza apostólica renunciando al patrimonio familiar.

Convento de Santa Ana. Ajomalba.

Poco a poco fue formando un reducido grupo de discípulos con los que viajó a Roma buscando la bendición Papal. Inocencio III les obligó a elegir un superior y Francisco se convirtió formalmente en el padre de la comunidad franciscana (Pater Comunitas, de ahí la costumbre de llamar a los Franciscos, Paco).

Dicho pontífice aprobó la llamada primera regla en 1210 y Honorio III,su sucesor la segunda y definitiva regla de los frailes menores, en 1223.

Siglo XV.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Caja Rural Central. Orihuela.

En la primera mitad del siglo XV la ciudad de Oriola suspiraba por acoger un convento de franciscanos. Instalados en Murcia desde finales del siglo XIII, se les requería frecuentemente para sermonear en fechas señaladas, trabajo por el que la ciudad les pagaba generosamente además de hacerse cargo de la manutención del predicador—pan, vino, pescado y confits—y de la hierba y la cebada para su mula.

Montesinos dedica un capítulo a la fundación del Convento de Santa Ana, Casa Grande de Observantes (antes recoletos) de esta Ciudad de Orihuela. Transcribo algunos párrafos.

Por los años de 1440 de nuestra humana redención, deseando los moradores, hijos y vecinos de esta Ciudad de Orihuela fundar un Convento Seráfico – Observante, a cuya Orden siempre han tenido cordialísima devoción, dieron principio a encaminar a este fin algunas diligencias; pero habiéndose atravesado algunas dificultades que no explica con particularidad la nota, no pudo tener efecto su devoto celo en esta creación.

En el año de 1449 consiguió esta nobilísima ciudad tener algunos Religiosos Observantes; aunque muy pocos en su compañía. Hicieron donación a Fr. Humberto de la Hermita de Santa Ana y San Josef, que es la misma donde después se fundó el Convento, para que fundase en ella un Heremitorio o Hospicio para dicha familia, según la costumbre y medios de aquellos tiempos.

Me resta solo el decir que su primitiva fundación según quedó ya dicho algo, se efectuó en la Hermita de la dicha Gloriosa Santa, de la cual eran patronos los Caballeros Señores de Bonanza del Apellido de Rocafull.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela.

Como él mismo reconoce, utilizó el manuscrito de Mosén Bellot, cuyas notas sobre San Francisco son mucho más escuetas:

Lo que hoy es convento de San Francisco solía ser ermita con título de Santa Ana, y en el año 1449 hizo gracia el consejo a fray Amberto, ermitaño de la ermita de Santa Ana, junto al cabezo de las Lavanderas, de una rueda que solía servir al misterio de los Reyes, para noria al huerto.

Continua con una ligera imprecisión de fechas, quizá por mala transcripción; dice ocho, pero marca cuatro años después:

Intentó el consejo de fundar en este puesto un convento de San Francisco, a quien siempre tuvo Orihuela mucha devoción, y hubo en ello algunas dificultades que no las dicen las notas.

Aquí Bellot especula con los señores de Bonanza, en cuyo término estaba la ermita, pero no está claro que fuese ya de los Rocafull en esas fechas concretas. Afirma también que el vicario general de la orden, de nombre F. Escorihuela, les negó la licencia.

Muerto el vicario, el Consell lo volvió a intentar sin éxito en 1453. Dos años después, la Ciudad mandó a un tal Juan Marín con la oferta de un solar en sitio muy principal. Y el Provincial envió primero a Fray Jaime Ibáñez, quien puso las condiciones para aceptar la fundación.

Querían escoger el sitio para el convento, que lo pertrechase el Consell, que tuviese lo necesario para celebrar, y que los frailes predicasen por la huerta a cambio de limosnas.    

El solar ofrecido formaba parte del arrabal de la puerta de Crevillente, donde había estado la última morería, en el lugar que ahora ocupa el Colegio de Santo Domingo. La oferta incluía una mezquita en la que se podían instalar doce frailes. Al no ser de su agrado, dicho solar fue vendido por 4.000 sueldos. Así lo explica Mosén Bellot.

A los moros que viniesen a vivir a Orihuela comproles sitio donde edificasen casa y mezquita, y se las ayudó a obrar, que fue el puesto donde hoy está el colegio (…) se vino a despoblar y el consejo vendió el puesto en 4.000 sueldos, y dio la mitad a San Francisco de limosna. 

1453. Les darían una iglesia acomodada, que solía ser mezquita, en la cual pueden hoy vivir doce frailes, y que con el tiempo se irían mejorando.

Los franciscanos observantes de Castilla prefirieron la apartada ermita de Santa Ana, enclavada en el otro extremo de la ciudad, en el Señorío de Bonanza. Y recibieron como limosna 2.000 sueldos, la mitad del producto de la venta del solar de la morería que serían administrados por Jaime Roca.

Aceptaron los frailes, vino el Provincial a tomar posesión y dejó a Fray Jaime Ibáñez como encargado de iniciar la obra. El convento de Santa Ana se comenzó entre los años 1456 y 1459.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela.

Montesinos transcribió «fielmente de aquel bárbaro antiguo idioma valenciano» una carta fechada en seis de diciembre de 1459 destinada al rey de Aragón, Juan II. En ella se da cuenta de haber comenzado la obra de una casa convento franciscano en la que tenían alojados a siete u ocho frailes. Y de que por mucho que habían instado y suplicado, los vicarios generales y provinciales de la orden no habían aceptado la fundación oriolana.

Pedían al rey que escribiese a Calixto III, Papa valenciano fallecido en el verano de 1458.  Persevera en el error al afirmar que Calixto III firmó la bula pontificia en 1464, cuando ya llevaba seis años bajo tierra y le había sustituido Pío II, fallecido precisamente en 1464. Bellot, siempre más preciso, atribuye la bula al Papa Pío.

Todo este proceso transcurrió mientras arreciaban las disputas en el seno franciscano. Al relajamiento de las costumbres en los llamados conventuales se enfrentaron los observantes; hermanos que querían permanecer fieles a las normas de San Francisco, con su vida de predicación itinerante y pobreza voluntaria inspirada en Jesucristo.

A finales de la centuria acabó imponiéndose el espíritu reformista del poderoso franciscano observante, Francisco Jiménez de Cisneros, confesor de la reina, arzobispo de Toledo y futuro cardenal; quien con el aval de los Reyes Católicos consiguió eliminar a los conventuales de la Provincia de Castilla, a la que pertenecía el convento de Orihuela. Esta otra nota, fechada en 1494, es también de Mosén Bellot.

Reinando Fernando el Católico obtuvieron los frailes de San Francisco cierta parte de las fábricas para obrar su convento, y el consejo obtuvo revocatoria y confirmación del privilegio de las fábricas. 

Siglo XVI

El convento de Santa Ana, situado en una zona de fácil inundación, sufrió durante el siglo XVI al menos tres reparaciones costeadas por el Consell.  Y fue reedificado totalmente en 1593, muy cerca del anterior. Así lo cuenta Montesinos.

Pocos años corrieron después de la fundación de esta seráfica ejemplar casa en que experimentaron los religiosos la destemplanza del sitio, ocasionada de la mucha humedad por haber errado el departimiento de la vivienda, la buena distribución; pues la iglesia, sacristía y algunas oficinas que habitan menos, pusieron a la falda de un monte; y las celdas y principal habitación de los seráficos religiosos, colocaron en el valle y todos expuestos a las inundaciones frecuentes y avenidas peligrosas del Río Segura, que es el que riega, fertiliza y baña la muy frondosa huerta de esta Nobilísima Ciudad.

El día 20 de Abril del año 1592 se dio principio a la fábrica y se continuó con mucha viveza, pero a distancia tan corta del antiguo sitio, que más que traslación, la pudiéramos llamar diversa colocación o distribución de las viviendas de los religiosos; pues todo el sitio que ocupaba el convento se aplicó para huerta y jardín; y otros ensanches varios y precisos; y las viviendas de los religiosos, con la nave de la Iglesia, se retiró a la falda del dicho monte, que está contiguo al Camino Real, a la distancia de unos 200 pasos; pero la bastante  para excusar las muchas humedades que eran ocasión de la referida destemplanza, y también las inundaciones del dicho Río Segura. Concedida la licencia para edificar de nuevo el convento, lo trasladaron al pie del monte, dejando el antiguo solar como parte del huerto.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Colección Javier Sánchez Portas

Siglos XVII y XVIII.

Dedicada la primera mitad del siglo XVII a levantar su nueva fábrica, sufrió como todos, los efectos de las epidemias de la segunda mitad. Montesinos se sorprende de cómo, a pesar de vivir de las limosnas, se pudieron permitir generosas contribuciones al rey desde su misma fundación.     

Seráfico Convento de Santa Ana de Menores Observantes. Este Religioso Seráfico convento (no obstante que según su regla se mantiene de limosnas) en el 1469 sirvió al Sr. Rey de Aragón, Don Juan II en el cerco de Perpiñán y otras plazas, con 12 carros de trigo. Mas en varias ocasiones, especialmente en tiempos de peste, como sucedió en los años 1580, 1648, 1678 y 1708, sirvió esta comunidad a los Sres. Reyes con dinero, trigo, cebada, paja y religiosos para curar a los soldados apestados, sirviendo este mismo convento de Hospital General para la Reales Tropas, en el reinado del Sr. Don Felipe V, con el motivo de las Guerras de Sucesión, en los años de 1703, 1706 y 1707.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela.

En 1792, Montesinos redactó una «Breve noticia del estado presente de la Reverenda Seráfica Comunidad del Convento de Santa Ana». El extenso listado con nombres y apellidos estaba dividido en 30 religiosos de coro, 13 legos profesos y 14 estudiantes de teología. A los que había que añadir a tres hermanos sirvientes y 21 donados.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 4. Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

Los donados eran seglares que se entregaban gratuita y temporalmente al servicio del convento. Solían ser varones adultos, solteros o viudos, sin compromisos familiares, que se ocupaban principalmente de pedir limosna; pero también ayudaban en el huerto, en la cocina o haciendo recados.

Huerto del convento franciscano de Santa Ana. Orihuela.

En el último cuarto del siglo XVIII se descubrió un manantial en la falda del monte, muy cerca del convento de Santa Ana; y mientras decidían la manera de llevar el agua a Orihuela, se cedió el uso a los franciscanos.

Fuente de San Francisco.

Siglo XIX.

Durante la Guerra de Independencia, las tapias del convento se prepararon como baluarte para hacer frente a posibles invasores que nunca llegaron. Y Montesinos nos vuelve a informar del «Estado actual y presente que tiene la Reverenda y Santa Comunidad de Santa Ana de Padres Franciscos Observantes de la ciudad de Orihuela en este años de 1809».

Esta vez los dividió en 12 religiosos lectores con diversos cargos (guardián, visitador, vicario, procurador), 17 predicadores sin otro título; 8 coristas; 11 legos y 11 donados.

En el año 1835 los Franciscanos de Santa Ana fueron exclaustrados y su convento pasó a formar parte de los Bienes Nacionales. Tras ser subastado acabó en manos de un vecino de Madrid. Los oriolanos intentaron recuperar el convento organizando una cuestación cuyo producto entregaron a Matías Sorzano.

Este rico propietario había comprado el edificio en 1845. Diez años después, durante la epidemia de cólera morbo, lo prestó a la ciudad para instalar un hospital provisional. En 1878 se utilizó como hospedería para misioneros enfermos o convalecientes.

En enero de 1880, Andrés Rebagliato Pescetto, senador por Alicante y yerno de Matías, puso el convento y su huerto a disposición del padre Francisco Manuel Malo, reorganizador de la Provincia Franciscana de Cartagena. Lo hizo en nombre de todos los herederos, reservando para la familia el patronazgo. Cumplidas las formalidades, se celebró su reapertura el día 8 de Mayo de 1880.

Semanario católico, 5 de junio de 1880: El día 9 de Mayo quedó instalada una comunidad de religiosos Franciscanos en el convento de San Francisco de Orihuela, para cuyo objeto había sido reparado convenientemente. Dicho edificio había pasado a ser propiedad del Senador Sr. Rebagliato, quien lo ha cedido para tan piadoso y laudable objeto. Dios premie su buena obra. Nosotros felicitamos por este acontecimiento a la religiosa ciudad de Orihuela, que lo ha celebrado con muestras de júbilo y entusiasmo.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Ajomalba.

En junio de 1907 el franciscano Fr. Serafín Durán transcribió para el diario «La Huerta» una memoria sobre el acontecimiento que conservaban en el archivo del propio convento. 

Hallábase nuestro antiguo convento, titular de Santa Ana, de la ciudad de Orihuela, Provincia de Alicante, en posesión de las Sras. Doña Teresa, Doña María y Doña Filomena Rebagliato Sorzano y de los hijos de Doña Sofía Rebagliato Sorzano, nietas las cuatro de D. Matías Sorzano Nájera, quien lo redimiera al Gobierno de la arbitraria desamortización al ser subastado por el Gobierno Civil de la Provincia en 22 de Mayo de 1844.

Y como las referidas señoras propietarias del expresado convento, noble y generosamente lo ofrecieron con su espaciosa y rica huerta al M. R. P. Provincial Fr. Francisco Manuel Malo, y le fuera entregado por las mismas jurídicamente, con la única cláusula condicional de reconocimiento de patronato hacia todos los herederos sucesores de don Matías Sorzano, y la de posesionarse todo dentro del año en que se hizo la donación, que fue el de 1880, día 14 de Enero, comenzó desde luego el P. Malo a ejecutar su proyecto, habiendo obtenido al efecto Decreto especial del Rmo. P. Vic. Comº. General, Fr. Vicente Albiñara y del Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis, D. Pedro Mª. Cubero.

En consecuencia de todo, el día 8 de Mayo del citado año llegaba el P. Malo, acompañado del R. P. Guardián del nuevo Convento Fr. Gregorio Martínez y algunos otros Religiosos a tomar posesión de la nueva Casa, siendo entusiasta el recibimiento que hicieran a aquellos hijos de San Francisco, así las Autoridades Eclesiástica y Civil, como las clases sociales todas de la noble y religiosísima ciudad de Orihuela. Al día siguiente se verificó la inauguración Oficial celebrando el incruento Sacrificio de la Misa el R. P. Guardián con asistencia del Excmo. Sr. Obispo y Clero Catedral.

El Graduador, 16 de octubre de 1880: Una noticia importantísima de «El Eco:» «Fr. Gregorio Martínez, guardián del Convento de Santa Ana de la orden de San Francisco de Orihuela, ha solicitado la devolución de dos cuadros que pertenecieron al Convento y que cuando la exclaustración pasaron a formar parte del Museo provincial. Pues que le devuelvan al guardián los cuadros, si tanta prisa le corren.

Francisco Manuel Malo y Malo, nacido en la provincia de Guadalajara en 1810, fue un importante miembro de la orden franciscana en el convulso siglo XIX. Escritor y editor, montó su propia imprenta en el convento de Orihuela. Como nota curiosa, la maquinaria y utillaje tipográfico de la «Imprenta Santa Ana» fue adquirida a los herederos de José Zerón en 1882. Y luego fue vendida a Luis Zerón en torno a 1885.

El Padre Malo falleció en Santa Catalina del Monte, Murcia, en 1892. Quince años después, sus restos fueron trasladados a Orihuela por deseo de los franciscanos. Hubo otro con el mismo apellido, Fray Agustín Malo, que fue Guardián hasta 1897.

La Correspondencia Alicantina, 10 de febrero de 1897: Escriben de Orihuela que en la segunda mitad del próximo mes de marzo, serán trasladados desde la iglesia del eremitorio de Santa Catalina del Monte (Murcia), al nuevo panteón que los religiosos observantes menores del Convento de Santa Ana de esta ciudad han hecho construir en su propiedad de este cementerio, los restos mortales del M. R. P. Fray Francisco Manuel Malo, que falleció al amanecer del martes 15 de marzo del año 1892, cuando contaba ochenta y un años, tres meses y trece días de edad, y a los sesenta y seis años, cinco meses y veintiocho días de religión.

El P. Malo era definidor General de la Orden de San Francisco, Lector de Sagrada Teología, Ex rector del Colegio de Misioneros de Santiago, etc., etc. y durante toda su vida llena de merecimientos apostólicos y de persecuciones que soportó con cristiana resignación y verdadero heroísmo, se distinguió entre los demás religiosos de la orden a que pertenecía por su incansable laboriosidad, por su encantadora sencillez y demás bellas cualidades que forman la corona de sus merecimientos acá en la tierra, en donde la reputación del P. Malo era tan universalmente reconocida por su virtud, sabiduría y elocuencia…

El edificio anexo es la capilla de la Venerable Orden Tercera (VOT), construida en 1893 y recientemente restaurada.

El alicantino, 29 de julio de 1893: Han comenzado y se encuentran ya bastante adelantadas las obras del local que la V. O. T. de San Francisco de Orihuela está construyendo junto al convento de Santa Ana para depositar los pasos de Semana Santa.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Reformas en la VOT. Ajomalba.
Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Reformas en la VOT. Ajomalba.

La Correspondencia Alicantina, 8 de noviembre de 1897. Escriben de Orihuela: Ha sido nombrado vicario del convento de Santa Ana, el ilustrado franciscano Fray Miguel Villalba. También ha sido nombrado guardián del referido convento el muy Reverendo P. Antonio Velasco, virtuoso y docto religioso de la Observancia de San Francisco.

Utilizado como seminario para religiosos franciscanos y como centro de estudios teológicos, el convento no reunió las condiciones necesarias hasta bien entrado el siglo XX.  

Siglo XX.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. José Antonio Ruiz Peñalver.

En 1913 Fr. Antonio Martiu, provincial de la orden, decidió levantar un nuevo piso sobre los amplios muros del convento. Con esta obra el edificio quedó dotado de un hermoso oratorio, salón de estudios, cuarenta y cinco celdas y otras dependencias. Se inauguró el 14 de julio de 1914 festividad de San Buenaventura.

La correspondencia de Orihuela, 6 de febrero de 1914: En breve quedarán terminadas las grandes obras que se están verificando en este Convento de Santa Ana, en donde ha de fundarse un seminario franciscano, para los religiosos de esta provincia seráfica de Cartagena.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Ajomalba.

En ese mismo año de 1914, Ana Cano Manuel, viuda del abogado Pedro Soto Melgarejo y camarera del altar de la santa, costeó una nueva imagen de Santa Ana construida en Valencia, en los talleres del escultor José Tena.

El diario. 9 de octubre 1914: La Sra. doña Ana Cano Manuel, viuda del difunto caballero D. Pedro Soto, ha costeado una magnífica y artística imagen de la gloriosa Santa Ana para la iglesia de PP. Franciscanos de esta ciudad. Dicha efigie ha sido construida en Valencia en los talleres del escultor Sr. D. José Tena.

El conquistador. 19 de junio 1915: El domingo, 20 de los corrientes, aparecerá por vez primera expuesta con toda solemnidad en su nuevo y bonito camarín la preciosa imagen de Santa Ana que a la Iglesia de PP Franciscanos de esta ciudad regaló en diciembre próximo pasado la virtuosa y caritativa señora Dña. Ana Cano-Manuel, Vda. de Soto, Camarera del altar de la Santa.

Procesión celebrada en diciembre de 1914 para entregar la imagen de Santa Ana. A la izquierda el carruaje de doña Ana Cano Manuel. Colección Javier Sánchez Portas.

La vega, 23 de julio de 1916: El próximo día 26, tendrá lugar la tradicional romería al convenio de PP. Franciscanos (extramuros de la ciudad), en cuya Iglesia se venera la gloriosa imagen de la bendita Santa Ana. Por la tarde, tendrá lugar por la alameda del convento la procesión con la nueva imagen de dicha santa, regalo de la piadosa Sra. Doña Ana Cano Manuel de Soto, amenizando el acto la banda municipal.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Ajomalba.

El Día de Alicante, 14 de diciembre de 1934: En el convento de Santa Ana de Orihuela y bajo la presidencia del Reverendo Padre José Moya, delegado del Generalísimo de la Orden, fue celebrado ayer Capítulo de la Provincia Seráfica de Cartagena.

En él ha sido elegido Provincial el Rvdo. P. Juan José Gómez, Licenciado en Sagradas Escrituras y catedrático de dicha asignatura y hebreo en el Seminario Conciliar y Convento de Padres Franciscanos. El Capítulo prosigue sus reuniones para nombrar guardianes de Conventos y superiores de Residencias provinciales.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. José Antonio Ruiz Peñalver.

En el verano de 1936, a media noche, un grupo de milicianos asaltó el convento. Las imágenes de la Cena, la Oración en el Huerto, la Samaritana, la Negación de San Pedro, Los Azotes, la Verónica, San Juan, Nuestro Padre Jesús “el abuelo” y la Virgen de la Soledad, acabaron convertidas en una enorme pira. En esos turbulentos años de contienda fue utilizado por la aviación con el nombre de «Cuartel Madrid».

El Nazareno desaparecido. Los pasos de Semana Santa en 1927-1929. Fotografías de Alfonso Bernad. Colección Javier Sánchez Portas.

Acabada la Guerra Civil, los franciscanos regresaron. El 20 de marzo de 1940 a las 7 de la tarde, salió de la iglesia una procesión con la imagen del Cristo de la Agonía.

El 18 de octubre de 1940 el padre guardián y una comisión de miembros de la VOT marcharon a Murcia para recoger una nueva imagen del «abuelo», obra de José Sánchez Lozano.

Antonio Ballester Vidal.

Al día siguiente, «la copia más exacta de la antigua, destruida por los rojos, el funesto año 1936», fue bendecida por el Vicario General de la diócesis, Luis Almarcha, entre muestras de fervor popular y en presencia del Ayuntamiento en pleno vestido de gala.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. José Antonio Ruiz Peñalver.
Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. J. María Pérez Basanta

Vía Crucis de San Francisco.

Abandonamos la alameda del convento y dejando a la izquierda la carretera de Murcia, subimos por la empinada cuesta del Calvario rememorando el antiguo Vía Crucis que partiendo de la iglesia conventual, tras recorrer la explanada, emprendía la subida hasta la ermita.

De esta representación religiosa proviene el nombre de la calle del Calvario, por la que accederemos para llegar a la ermita del Santo Sepulcro, la última estación. Así lo describe Montesinos en 1792.

En el año 1678, transcurridos solo doce después de su fundación se construyeron los pasos antiguos del Vía Crucis que duraron hasta el año 1759, que por gustos motivos se demolieron e hicieron los modernos, estaban repartidos en lo más interior del desierto propio para penitencias.

Siendo Hermano Mayor D. Manuel Martínez Arques, con su autoridad, agencias, y muchos dineros suyos, todo el Camino y parte de la Calzada del monte en el de 1772 se hallanó, adornó, empedró  y circuyó de poyos de piedra y de varios árboles de terebintos, chopos y olivos para que se viese de más perfecto paso, comodidad y alivio de los que cada día suben a visitar este deboto santuario y heremitorio.

El presente adorno de las imágenes del Santo Vía Crucis, que es de hermosos Manises de la Fábrica de Valencia, se estrenó el día 4 de Octubre, propio del Padre San Francisco del próximo año pasado de 1791…

Está claro que, en la segunda mitad del XVIII, se empedró y embelleció, con la plantación de varios árboles, el camino y la calzada que subían a la ermita franciscana jalonados por las catorce capillas. Así lo cita Gisbert.

El Vía-Crucis de San Francisco principia en la alameda o paseo de este convento, junto a su iglesia, y termina en la ermita del Santo Sepulcro que es su última estación.

Los antiguos pasos eran a modo de capillas con altares en que se solía celebrar misa; muchos de ellos con lámparas y provistos de puertas. La incuria de los tiempos comenzó a destruirlos y en 1763 la Orden Tercera de San Francisco los demolió y fabricó de nuevo en la forma que han llegado a nuestros días.

A la derecha, las capillas del Vía Crucis a principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

El eco del Segura, 30 de marzo de 1898: En la tarde del próximo viernes Santo, a las cuatro, el P. Guardián y comunidad de PP. Franciscanos harán solemnemente el Santo Ejercicio del Vía-Crucis; en el que se halla instalado delante de la ermita del Sepulcro, frente al Convento de dichos Padres. El P. Guardián invita a tan piadoso acto, a todas las personas devotas de la Pasión de Cristo; pero muy especialmente a todas las que forman parte y son hermanos de la Venerable Orden Tercera de Penitencia de S. Francisco, establecida en el convento de Sta. Ana.

Ante nuestros ojos se muestra la ermita del Sepulcro alzada sobre una escalinata de acceso con grandes lajas de piedra que sirven para salvar el desnivel que existe entre el añejo edificio y la calle.

Ermita del Santo Sepulcro.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Libro 4. Caja Rural Central. Orihuela.

Comienzo transcribiendo algunos párrafos del texto que Montesinos le dedicó en su cuarto tomo.

La devoción del Vía Crucis, tan digna de nuestra memoria y de que todos la practiquemos, ha florecido siempre mucho en esta Ciudad de Orihuela, siendo numerosos sus concursos de gentes de todos los estados que visitan las estaciones que componen el sagrado camino, y desiertos de la Cruz en términos, y desiertos del Seráfico Convento de Santa Ana.

Da este su feliz principio junto a la Alhameda y subida de la propuesta Hermita, y finaliza a las faldas de un monte a la parte occidental. Es uno de los más celebrados y debotos que goza el Reyno, y en lo antiguo se llamó Monte de los Penitentes, por los muchos que se ocultaban en sus cuevas y malezas.

Esta Hermita del Santo Sepulcro, última de las Estaciones, está muy cerca del Convento de Santa Ana, en un sitio muy divertido, aunque entre cerros y obeliscos de piedras, fue dedicada desde su fundación al Sepulcro o Entierro de Jesuchristo, y a Nuestra Señora de la Soledad.

Fundada por su devoción, zelo y piedad en el año de 1666 con ayuda y asistencia de los Hermanos de la V. Orden Tercera Seráfica, existente en el referido Convento de Santa Ana, el Magnífico y Muy Ilustre Señor Don Juan Bautista Cascante García de Lassa, natural de esta Oriolana Ciudad, Caballero del abito de Santiago, Coronel de los Reales Exercitos, Governador Militar y Politico de esta Ciudad y Hermano Mayor que fue por muchos años de la referida Orden Tercera, por cuya muerte quedó ésta en legítima posesión de dicha hermita, como hasta el presente la gobierna y poseé.

Ermita del Santo Sepulcro. Colección Javier Sánchez Portas.

La iglesia es muy capaz y está rodeada de varias hermitillas del Vía Crucis, ocupando el lucidísimo tercio del monte, de la más hermosa planicie que formó el Articife Supremo, Criador  de Cielos y Tierra, en las faldas o cimientos del Monte de la Penitencia, a la que sirven de valla, guarneciéndole del Poniente, Tremontana y Zierzo, cuatro hermosas Casillas o Estaciones que son la X, XI, XII y XIII, adornando a esta planicie, varios e innumerables árboles, como son terebintos, almendros, albercoqueros, alhamos, olmos, higueras, algodones, rosales, jasmines y claveles, con innumerables higueras de higos chumbos o de pala, de los que se paga un crecido arrendamiento, con algunos medianos olivos y algarrobos.      

Cruz de Término y Vía Crucis. Colección Javier Sánchez Portas.

Montesinos precisa el año 1666 como fecha de construcción. He comprobado la identidad del personaje que cita como benefactor y Hermano Mayor — Juan Cascante García de Laza — y era Lugarteniente de Orihuela en 1656.

Regentada por la VOT de los franciscanos de Santa Ana, las primeras noticias datan de finales del siglo XVII; como por ejemplo un robo sacrílego en 1693, cuando el Cristo del Sepulcro fue despojado de sus vestiduras; o el suceso fechado en 1694, cuando los ratones se comieron su sábana.

Fue reedificada completamente en la década de 1720; y en 1733 se concedió licencia al hermano Juan Pacheco para edificar una casita a sus espaldas donde hacer vida solitaria y penitente. En 1755 se le despidió, sustituyéndole por el hermano Pascual Marco, encargado de mantener limpia la ermita y su plazuela, evitar bailes y otros actos profanos y adecentar anualmente el Vía Crucis antes del viernes primero de cuaresma.

Su portada, de principios del XVIII, se realizó en piedra labrada destacando sobre el dintel de la puerta el escudo de armas de la VOT colocado en el año 1762, que muestra bajo qué tutela fue construida esta ermita. Montesinos afirma que se puso el escudo con las seráficas armas franciscanas en una noche, para evitar que la Parroquia de Santiago se apropiase de ella.

En el año de 1762, siendo Hermano Mayor Don Pedro Miravete de Moreno, reblanqueó esta hermita, se pavimentó, compusieron sus texados, se hicieron las gradas de piedra negra y pusieron las armas de la Tercera Orden sobre la puerta.

Ermita del Santo Sepulcro. Dibujo de Montesinos y escudo original. Fotografía Ajomalba.

El edificio presenta tres estructuras bien diferenciadas: la iglesia y dos casas adosadas a ambos lados que son de época posterior. A su izquierda encontramos una recóndita plazuela que lleva el nombre de este añejo edificio que se mantuvo en pie de puro milagro.

La ventana central debió servir para iluminar la estancia y, como es típico en estas ermitas, la fachada se cierra con una espadaña donde estuvo colocada la desaparecida campana original; que, según Montesinos, mostraba la siguiente inscripción: «Maria Josepha. Se hizo en el año 1764. Jesús».

Ermita del Santo Sepulcro. Colección Javier Sánchez Portas.

Sigo transcribiendo a Montesinos hablando de la urna funeraria y el Cristo difunto.

Lo que se lleva en este sitio todas las atenciones catholicas es el hermoso simulacro del Santo Sepulcro y debotisima imagen de Jesús Difunto y Sepultado a quien está dedicada esta hermita.

Es el imán más poderoso de todos los corazones que debotamente le miran, llevándoles como de la mano a la contemplación de su divino prototipo. La urna o sepulcro, que es de finos cristales y de delicada talla es cosa grande, y el divino St. que difunto yace en su primorosa cama es de inestimable valor.

Su hechura es del celebrado escultor Pablo Bucci, Francés de nación, vecino de Murcia; y desde dicha ciudad hasta esta de Orihuela, cuya distancia es de cuatro leguas, vino esta sagrada urna con 100 luces, y en ombros de 12 Hermanos Terceros acompañados de algunos exemplares sacerdotes de Orihuela.  

Santo Sepulcro. Colección Javier Sánchez Portas

En sus inmediaciones se escenificaba un desenclavamiento que fue prohibido por el obispo Tormo a finales del siglo XVIII. Y a punto estuvo, por esas fechas, de convertirse en cementerio.

Según cita el Dean de Cartagena, Julio López Maymón, en uno de sus «rebuscos» publicado en «El pueblo» el 26 de noviembre de 1928, cuando Carlos III mandó que se enterrase fuera de las ciudades, el Cabildo acordó crear un cementerio utilizando para ello la capilla del Santo Sepulcro.

El 31 de enero de 1790 escogieron un trozo de terreno con algunos olivos, próximo a la sierra, entre el camino real y la bajada del Vía Crucis a San Francisco, Cruz del Calvario y Pozo. Pero el proyecto planteaba demasiadas complicaciones, especialmente con la Tercera Orden de S. Francisco. Después de largas y encendidas discusiones, se acordó hacer el cementerio donde hoy se encuentra.

El 20 de junio de 1920 la VOT acordó reparar la cúpula amenazada de ruina; pero doce años después, durante la II República, a propuesta del concejal socialista Cubí, el Consistorio decidió derribarla. Evidentemente, por motivos que desconocemos, la demolición no se llevó a cabo.

AMO. Libro de Actas, 6 de septiembre de 1932: El Sr. Cubí denuncia el estado ruinoso en que se encuentra el edificio llamado el Sepulcro y las constantes denuncias que le formulan los vecinos de aquel paraje por el peligro que amenaza.

Se aprueba por unanimidad que previo informe de la comisión de ornato y del maestro de obras del ayuntamiento se lleve a efecto la demolición, cediendo el derribo al maestro de obras por si con ello pudiera cobrar algo de lo perdido con el derribo del arco de la Corredera.

Ermita del Santo Sepulcro. Colección Javier Sánchez Portas.

Durante la Guerra Civil fue saqueada quedando la ermita y las capillas del Vía Crucis en deplorable estado. El patrimonio de la VOT resultó muy maltrecho pero, a pesar de la penuria económica de la posguerra, se restauraron las capillas y con grandes dificultades se intentó hacer frente a las costosas reparaciones que necesitaba el edificio.

En las décadas de los 40 y 50 se emprendieron diversas obras que a menudo fueron suspendidas por falta de fondos. Su estado exigía más medios económicos de los que la VOT podía afrontar a pesar de todos sus esfuerzos.

Ermita del Santo Sepulcro. Juan Fenoll Villegas.

Las capillas desaparecieron para siempre en los años 70 y la iglesia fue vendida a la Comparsa Caballeros del Rey Fernando. A punto de desplomarse, fue rehabilitada e inaugurada en octubre de 2010 como “Centro Cultural Santo Sepulcro”, destinado a exposiciones, conciertos y otras manifestaciones culturales.

Ermita del Santo Sepulcro. Turismo Orihuela.

Antonio José Mazón Albarracín.

Extracto actualizado del artículo “El Raval Roig, un territorio históricamente singular”, publicado en “Cuadernos de historia y patrimonio cultural del Bajo Segura”.  A su vez era un resumen, actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela. Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas por las fotografías.

Pinchad aquí para acceder al programa de radio.

Callejeando 11. La plaza del Raval Roig y la calle Torreta.

El arrabal Roig en los siglos XVI, XVII y XVIII. Archivo Municipal de Orihuela.

La plaza del Raval y la Mare de Déu de Montserrat.

Colección Javier Sánchez Portas.

La plaza del «Raval Roig», formada en el espacio de seguridad que quedó entre la Puerta de Murcia y las primeras casas del citado arrabal, tomó el nombre del santuario erigido en el solar que ocupaba una pobre ermita de reducidas dimensiones.

Antes de hablar del templo y de la plaza de Monserrate, haremos un breve repaso de la conocida leyenda.

La Leyenda.

Dice la tradición que, tras la reconquista, los cristianos de Orihuela buscaron incansablemente la imagen de una virgen que se veneraba en la hipotética Iglesia de San Julián; imagen que escondieron los godos cuando los musulmanes llegaron a la península en el siglo VIII.

Javier Sánchez Portas lo sintetizó así en su «Informe para la declaración de Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento del Santuario de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela».

El Santuario de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela tiene su origen en un suceso ocurrido, según la tradición, en 1306, cuando el sonido de una campana durante tres noches consecutivas en la falda de la montaña, junto a la zona occidental del recinto amurallado, en la parte baja hacia el río Segura.

El sonido escuchado hizo que los fieles cristianos que habitaban el lugar abrieran la peña, hallando una pequeña cueva donde se encontraba una imagen de la Virgen debajo de una campana.

Montesinos trató el tema varias veces en su «Compendio Oriolano». Así lo contó en el primer tomo, llamándola «Ntra. Sra. de la Puerta».

Esta Ciudad estuvo en poder de los Moros sin que los Christianos, que estaban en el Arrabal Roig, menoscabasen la Sta. Ley de Jesuchristo 532 años, conservando siempre en dicho Arrabal la Sta. Igla. de Sn. Julián Mártir, y la invocación de Ntra. Sra. de la Puerta, la qual es una imagen pequeña de olivo incorrupto, que se tiene en esta Ciud. con tanta veneración, que es su patrona por ser tan antigua.

Los Christianos Godos la escondieron, sacándola de su Capilla, quando se alzaron contra los Moros, y ganaron el castillo, baxo la campana que tenía la dicha Igla. de Sn. Julián; porque como refieren Carrillo y Esplugues; y sabemos por la tradición de Padres a Hijos, esta Soberana Imagen de halló baxo de una mediana sonora campana enfrente del mismo sitio y lugar que hoy día se venera, que es el que antes era el Altar Mayor; y luego que la hallaron, que fue cerca de los años (o en el mismo, según afirma Carrillo) de 1306…

En el volumen cuarto afirma copiar el capítulo V de un libro titulado «Orihuela Ilustrada»; obra de la «elocuente pluma» de Francisco Martínez Paterna, presbítero y muy devoto de la «Soberana Madre de Monserrate». 

Redactado en la primera mitad del siglo XVII, del manuscrito titulado «Orihuela ilustrada en cinco libros de Historia» solo se conservan copias parciales. Para distinguir ambos textos voy a utilizar dos tonos; el más oscuro corresponde a la transcripción de Martínez Paterna.

Asentadas todas las casa con el orden y requisito para vivir como Repúblicos, en virtud y conformidad, determinaron los que tenían memoria de la tradición de la Imagen de Ntra. Sra. de Monserrate, que en tiempo de los Moros tenían en la Iglesia del Arrabal Roig, en la Parroquial de San Julián, donde moraron los Christianos, al fin de 500 años, conservando la Fe de Christo.

Por miedo de los Moros, que querían pasar a cuchillo a los Oriolanos, en el de 819 enterraron baxo tierra con muchas lágrimas, la preciosa Imagen de Ntra. Sra. de Monserrate, para que así no se atrevieran a ultrajar dicha Sta. Imagen, a quien tanto amaban, y de quien tanto esperaban.

En cuyo sitio estuvo por más de 500 años, por esto que en Orihuela no estaban aun asentadas las cosas de los Repartimientos de las tierras, que con ser muchas, causaron muchas revoluciones, pues el modo de repartirlas no se hizo como se debía…

Y los que quedaron en el Arrabal Roig, con las viudas más principales, acordándose de la Imagen de Ntra. Sra. de Monserrate que estaba enterrada en la Iglesia de San Julián baxo la campana, según la tradición de sus mayores; a costa de rogativas, de diligencias, y varias excavaciones, hallaron el sitio.

Y hicieron que la desenterrasen, y sacasen de donde estaba y le hiciesen una buena Iglesia encorporando en ella aquella parte en donde estuvo en aquellos años pasados…  

Grabado con los símbolos de la leyenda y fotografía del Ministerio de Cultura.

El origen de las advocaciones marianas de toda España varía en cada caso; pero siempre se inician con hechos extraordinarios y milagrosos.

El Concilio de Trento impulsó el culto y la veneración a la Virgen María; y cada población escogió una imagen que acabó haciendo suya de manera visceral dándole una advocación específica acompañada de su correspondiente leyenda.

Los cronistas de los siglos XVII, XVIII y XIX se encargaron de enriquecerlas y embellecerlas hasta que se consolidaron definitivamente; convirtiéndose para muchos en historia real. Y ésta se transmitió de generación en generación hasta formar parte indisoluble de la cultura de dichos pueblos.

Los lugares de los hallazgos o de las apariciones fueron ensalzados como sitios de culto que pasaron a formar parte del escenario religioso de la ciudad y también de su folclore.

En el caso de Monserrate adaptaron la leyenda del descubrimiento de la Mare de Déu de Montserrat, la popular advocación catalana conocida como «la moreneta».

Dicha leyenda cuenta como, ante la invasión de los moros, la imagen fue escondida en una cueva de la montaña de Montserrat y milagrosamente hallada en los primeros tiempos de la Reconquista. Unos pastores la descubrieron en medio de un misterioso resplandor y cantos angelicales. 

El intento de entroncarla con los godos también es muy similar. Algunos cronistas trasnochados la llevan incluso a épocas anteriores; y se refieren a un discípulo del apóstol Santiago como portador de la imagen.

La fecha atribuida al descubrimiento milagroso de la de Oriola, el año 1306, tampoco es casual. Coincide con la incorporación definitiva a la Corona de Aragón con la firma de los tratados de Torrellas en 1304 y de Elche en 1305.

El texto de Martinez Paterna describe la imagen «encontrada»; y, al parecer, no sólo aguantó el paso de medio milenio la incorruptible madera de olivo; también su policromía.

Es una imagen antiquísima, formada de madera de olivo incorruptible, del tamaño de dos palmos, asentada en una silleta, con un Niño en su mano derecha, el cual tiene un paxarito en sus dedos, su rostro es muy hermoso, y pequeño a proporción del cuerpo, y el vestido es de color encarnado, y el manto azul…

Continuando con la tradición, se dice que la advocación de la Virgen fue decidida por sorteo al no existir acuerdo sobre la nominación que debía titular a la imagen.

Las provincias de Alicante y Murcia fueron repobladas por aragoneses, valencianos y catalanes; por eso la tradición menciona advocaciones arraigadas en cada una de las tres procedencias: Montserrat para los catalanes, Pilar para los aragoneses, y Orito o Loreto para los valencianos.

Hasta ahora sólo había leído que desecharon las del Pilar y Orito. Pero el relato de Martinez Paterna, transcrito por Montesinos y el del propio Montesinos, eliminan la de Orito y añaden las de Guadalupe y la de Rija (supuesta advocación de la que no he conseguido encontrar ningún dato).

Y como los vecinos de Orihuela unos eran Valencianos, otros Aragoneses, otros Catalanes, y otros Castellanos y Andaluces, determinaron en el año de 1306 (que fue el de su invención) de darle título a esta Sta. Imagen; y unos querían que se llamase la Virgen del Pilar; otros la Virgen de Rija; otros la Virgen de Guadalupe; y otros la Virgen de Monserrate.

Y como no concordaron, procuraron el que se sacase por suertes el nombre titular que había de tener; y así en unas quatro sedulitas asentaron en cada una su nombre de los que estaban escritos; y sacándose por suerte, salió la Cédula que decía la Virgen de Monserrate, y así se quedó con este nombre; y la Iglesia se llamó siempre de la Virgen de Monserrate.

Montesinos, aunque da clara preeminencia a los «Cathalanes», utiliza las mismas advocaciones para las «sedulitas» del sorteo, citando a numerosos autores como fuente.

Y como la mayor parte de aquellos que poblaron esta Muy Noble Ciud. de Orih. en tiempos del Sr. Rey de Castilla Don Alonso X el Sabio, eran Cathalanes (por haber venido en compañía del Serenísimo Dn. Jayme I de Aragón, el Conquistador, el año 1265 según diré mas adelante) huvo grandes altercados entre los Christianos sobre la imbocación que le pondrían.

Pero siendo los Cathalanes muy devotos de María Sma. de Monserrate, procuraron con mucho esfuerzo que tuviera este título tan dulce y amable. Unidos y venidos a botar, contradiciéndolo otros, que no eran de la Nación Cathalana, determinaron (para asegurar la paz) poner escritas en unas sedulitas, las Imbocaciones que querían que tuviesen unos y otros, que según mi Ve. Dr. Montesinos; Ramírez; Gallego; Lozano; y Esplugues; fueron quatro, a saber; Monserrate, Pilar, Guadalupe y Rija.

Determinados todos (como interesados por su afectuosa devoción) que la primera imbocación que saliese por suerte, con ella se había de saludar la Sta. Imagen, y su Iglesia; y saliendo por suerte y Voluntad Divina, la primera Sedulita, hallaron escrito en ella el amoroso Nombre y título de Ntra. Sra. de Monserrate, con los que se quedó y permanece con la mayor ostentación y devoción en los amantes Corazones Oriolanos, que la veneran como su amante Madre, Reyna, Protectora y Patrona.

Efectivamente en Oriola, los catalanes, tuvieron preeminencia; y el culto a la Mare de Déu de Montserrat se había popularizado en Cataluña entre los siglos XII y XIII.

No es casualidad que el primer convento erigido al integrarse la ciudad en la Corona de Aragón fuese el de los mercedarios, orden fundada en Barcelona; y bajo la advocación de Santa Eulalia, la patrona de la «Ciudad Condal».

En cuanto a «famoso pleito» con los benedictinos, forma también parte de la tradición. Las advocaciones marianas se repiten por toda España sin problemas de exclusividad.

Sobre este título hubo diferencias con los Padres del Convento de Monserrate, que está en Cataluña, junto a Barcelona, los cuales enviaron un procurador a Orihuela para intimarles de que no hubiese en la Iglesia título de Ntra. Sra. de Monserrate, porque en España solo la casa que estos Padres de la Orden de Sn. Benito tienen en Cataluña, tienen este nombre.

Para lo cual hubieron de enviar a Roma un Canónigo de la Colegial llamado Mosén Juan Vicente para que alcanzase el privilegio; y éste alcanzó del Santo Papa Sixto IV, año 1483, a 12 de Agosto para que esta Iglesia quedase con este título de la Virgen de Monserrate.    

Lo que el Papa Sixto IV aprobó, en bula de 12 de octubre de 1482, fue la erección de la «Confraria de Nostra Senyora de Monserrat» de Oriola; en castellano la Cofradía de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela.

La Patrona.

Virgen de Monserrate. Imagen desaparecida en la Guerra Civil. Belda Novedades Fotográficas. Años 20. Procede de un cliché de cristal de la Colección Javier Sánchez Portas.

A esta Soberana amantísima Sra. baxo el especioso título de Monserrate, la venera y tiene esta Oriolana Ciud. por su especial Patrona y Protectora, celebrando anualmente, en su Culto y Honor en el 8 de Septiembre fiesta y muy lucido Novenario, en la Sta. Iglesia Cathedral; a donde se lleva desde su primorosa Hermita el día 7 por su tarde…

¿Cómo obtuvo el patronazgo de Oriola esta humilde advocación localizada en el extremo de la ciudad?

Durante mucho tiempo la elección de los santos y sus patronazgos fue cuestión municipal. Los miembros del Consell orientaban las preferencias de los devotos dependiendo de las necesidades de cada momento: riadas, sequías, epidemias, guerras…

Así el pueblo relegaba a unos santos y ensalzaba a otros estableciendo con ellos nuevas fiestas, ermitas, romerías, procesiones, etc.

Esa potestad pasó a manos del Cabildo a partir de la creación del Obispado. Y varios siglos después ¿Qué mejor forma de hacer popular una devoción entre una población con mayoría de campesinos que darle el control de la lluvia?

En Oriola San Gregorio taumaturgo fue escogido e impuesto por el Consell para la fundación de los Alcantarinos a comienzos del XVII. Si os apetece, pinchad la siguiente imagen para acceder al artículo sobre los Alcantarinos en San Gregorio.

San Gregorio imaginado por Montesinos. Pinchad la imagen.

La ciudad lo estuvo invocando como intercesor ante las riadas hasta que un supuesto fracaso, en 1672, dio paso al milagro del ramo en el puente, circunstancia que potenció la devoción de la Virgen de Monserrate y consolidó su leyenda representada en múltiples obras de arte.

El cambio supuso un claro beneficio económico para el Cabildo. Centralizando la devoción en la Virgen de Monserrate se hizo con el control de numerosas donaciones y limosnas que antes recibía el clero regular.

Algo parecido pasó en Murcia en 1694: como era costumbre, se utilizó la imagen de la Virgen de la Arrixaca, secular patrona, para celebrar rogativas por la sequía. Ésta fracasó y entró en acción la de la Fuensanta, cuyo patronato ejercía, casualmente, el Cabildo Catedralicio de Murcia.

Grabado siglo XIX y fotografía del Ministerio de Cultura.

Volviendo a Orihuela: en ese mismo año de 1672 tenemos constancia de que los mayordomos de la cofradía comunicaron al Cabildo Catedralicio la imposibilidad de celebrar la fiesta en la ermita por causa de las obras, y los grandes gastos que tenían que sufragar.

Recurro de nuevo a Javier Sánchez Portas y su «Informe para la declaración de Bien de Interés Cultural…».

El aumento de la devoción por esta imagen durante el siglo XVII hace que se amplíe su capilla en 1672 y se coloque un buen retablo barroco de tres calles con columnas salomónicas que se concluye por Antonio Caro «el viejo» en 1675 y que es dorado y policromado en 1677 por Francisco Heredia.

Este gran retablo que todavía pervive en la capilla del hallazgo tiene adosado un camarín poligonal con vidrios pintados que se realiza por el escultor José Rufete en 1690, según consta en la inscripción que rodea la cornisa del perímetro exterior del camarín situado en la estancia trasera del retablo, gran sala cuadrada y abovedada donde una gran ventana orientada al poniente jugaría un extraordinario efecto barroco al iluminar el camarín con la imagen de la Virgen a través de los cristales.

Las fechas de estas obras de ampliación y mejora coinciden con el suceso del ramo, hecho milagroso que propagó su culto. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Nuestra Señora de Monserrate. Santuario de Nuestra Señora de Monserrate en Orihuela. Lienzo «mutilado» atribuido a Bartolomé Albert, a finales del siglo XVII. Fotografía Leticia Pertegal.

El Oriolano. 9 de febrero de 1886: El sábado por la noche se produjo un mayúsculo alboroto en el Arrabal Roig. No se sabe quién hizo rodar la bola de que los ladrones habían intentado penetrar en el templo de la Virgen de Monserrate. Decirle esto a los del Arrabal y salir todos armados de palos, chuzos, escopetas y demás instrumentos, análogos fue obra de un segundo.

¡Bonito genio tienen ellos para tolerar desacatos a la Patrona de Orihuela! Con seguridad que si cogen entre manos a cualquiera de los presuntos cacos, el pedazo más grande que de él hacen es una oreja….

La ermita de la Mare de Deu de Montserrat.

Colección Javier Sánchez Portas.

Se estableció una ermita a la «Mare de Déu de Montserrat» probablemente en el siglo XIV; y no fue en un sitio accidental. Estaba en la puerta de Murcia; advirtiendo a los viajeros de que habían dejado el Reino de Castilla y entraban en la Corona de Aragón.

Hasta el siglo XVII pasó sin pena ni gloria; una modesta y paupérrima ermita; una de las tantas establecidas en territorio oriolano.

Vamos a comenzar con José Ojeda Nieto en su obra: «El Raval Roig, origen y formación de un espacio urbano en la Orihuela foral».

Se halla a mano derecha, lindando con la muralla, a la salida de la ciudad por la Puerta de Murcia. Su fábrica, en sus orígenes muy sencilla, sufriría diversas ampliaciones e incluso cambios de orientación, hasta dar con la actual, que procede de fines del siglo XVIII, mirando a la Plaza.

Arrabal siglo XVI. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

Vuelvo a transcribir a Ojeda Nieto, concretamente su obra «La advocación de Ntra. Sra. de Monserrate en los siglos XVI y XVII».

Porque el edificio de aquel entonces —siglos XVI y XVII— era una pobre ermita levantada en el arrabal—Raval Roig— más pobre de la ciudad. Un arrabal escasamente poblado a la altura de 1540, año en el que todavía los vecinos no figuran desglosados de la «collación de San Jaume». 

Hay que recurrir a las crónicas y a las fuentes indirectas para no dudar de su existencia, porque los notarios del Consell no se molestan en dar fe de los allí residentes.

De hecho, en julio de 1537 Cabildo y Consell cedieron el edificio a la orden del Carmen para fundar un convento, empresa que, a diferencia de lo que ocurrió con las del Socorro, de Santa Ana o la de San Sebastián, no llegó a buen puerto; pues contó con la «consideración» de iglesia.

Tres décadas después, una de las torres defensivas del muro cayó sobre ella destrozando la capilla.

Que la ermita se halla, si no apoyada, próxima a la muralla y a las torres que de trecho en trecho fortalecen el muro, en esa zona donde la muralla requiebra para ascender por la sierra, lo prueba el testimonio del suceso que obligará a una de las reparaciones que habrían de hacerse en la ermita en el último tercio del Quinientos, pues en 1567 una de las torres cayó y destrozó toda la capilla.

La reparación de estos años sirvió seguramente para ampliar la ermita, aprovechando el destrozo de la muralla. Pero si no fue así, si sólo fue reparación, en los inicios del XVII se llevaría a cabo una ampliación más completa, que sirvió a la postre para perfilar el trazado de la incipiente calle de Monserrate.

Arrabal siglo XVII. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

Que se ignore todo de la ermita hay que achacarlo a la privacidad de la Cofradía y a la pobreza del barrio, ya se sabe que los pobres no generan historia. Ermita pues, sencilla y pobre, como pobres eran los ornamentos. Andando el tiempo, cuando las circunstancias cambien, documentación y fábrica, ornamentos y liturgia cambiarán también.

A mediados del siglo XVIII, popularizada y extendida su devoción, el templo fue demolido parcialmente y reedificado a instancias del obispo Gómez de Terán. Así lo reflejó Montesinos en el tomo cuarto de su compendio.

Esta iglesia duró hasta el año de 1748 en que, por injuria de los tiempos vino a tierra; desde cuyo tiempo se llevó Ntra. Sra. de Monserrate a la Sta. Iglesia Cathedral en cuyo Altar Mayor se colocó con licencia del Iltmo. Sr. Obispo Oriolano Dn. Juan Elías Gomez de Teran.

Haviendo venido a tierra por los referidos años de 1748 esta Hermita de Ntra. Sra. de Monserrate, en el mismo año, día 15 de Octubre, se dio principio a la Fábrica de la que hoy (a Dios gracias) vemos concluida, que es de las mejores y mayores de esta Ciud. en planta, en aseo, en hermosura, y en disposición. Esta situada a la falda de una proporcionada Montaña, frontera a una grande Plazuela, llamada en lo antiguo de la Baca, y ahora de Monserrate.  

La Anunciación. Santuario de Nuestra Señora de Monserrate en Orihuela. Lienzo atribuido a Bartolomé Albert, a finales del siglo XVII. Fotografía Leticia Pertegal.

Este prelado transformó totalmente el espacio del santuario con una gran ampliación y una nueva distribución de sus estructuras. En el mismo tomo, Montesinos incluye una amplia descripción del interior del templo: capillas, ornamentos, enterramientos, etc.

Siguiendo el formato de paseo que utilizo en esta serie titulada «Callejeando», me limito a transcribir lo que se puede ver desde el exterior.

Frontero al Altar Mayor, esta la Puerta principal, compuesta de dos hojas dadas de verde, con las Armas de Ntra. Sra. que es una Sierra puesta sobre un Monte elevado; la fachada de ella es de lo más magnífico y primoroso que hay en esta Ciudad de Oriha. (añadido con otra letra) la que se concluyó Miércoles día 18 de Febrero del año próximo pasado 1789.

Construida toda ella de piedras de varios colores, con tres cuerpos, columnas, pirámides, relieves, y en medio un grande medallón, que ostenta con magestad a María Sma. Ntra. Sra. de Monserrate, en ademán de favorecer a sus amados hijos los Oriolanos; cuya Portada moderna (por haberse demolido la otra, que amenazaba ruina) se principió en 10 de Enero del año anterior 1788.  

La Visitación. Santuario de Nuestra Señora de Monserrate en Orihuela. Lienzo atribuido a Bartolomé Albert, a finales del siglo XVII. Fotografía Leticia Pertegal.

Así reza en el informe de Javier Sánchez Portas.

En 1749 se producen los primeros derribos de casas cercanas a Monserrate, para realizar el nuevo templo barroco y en 1750 la imagen de la Virgen es trasladada a la Catedral donde permanecerá hasta 1775 en que regresa a su nueva iglesia.

A mediados del siglo XVIII el obispo de Orihuela, Juan Elías Gómez de Terán construye entre 1743 y 1745 una modesta casa de Misericordia, que sitúa cerca de la capilla de Monserrate.

Pasados unos años proyecta su ampliación, encargando al fraile, pintor y arquitecto Antonio Villanueva el diseño de una gran casa de Misericordia cuya construcción se contrataría el 26 de junio de 1756 con Pedro Pardo y Miguel Francia ante el notario Rafael Medina, en cuyo protocolo se conservan los planos de planta y alzado originales formados por Villanueva, a quien nombran como «matemático», según ha publicado recientemente Mazón Albarracín.

La coincidencia cronológica en la ejecución de ambos edificios, las características estilísticas de las portadas y otras concomitancias nos inclinan a atribuir el diseño del actual Santuario de Monserrate a fray Antonio Villanueva, aunque por el momento no conozcamos testimonios documentales que prueben este aserto.

La capilla del hallazgo pasó a ocupar un lugar secundario dentro de la nueva edificación y la antigua ermita ocupó aproximadamente el espacio comprendido entre dicha capilla y la que hoy día es puerta lateral, hasta entonces portada principal.

Interior de Monserrate. 1931. Ministerio de Cultura.

En noviembre de 1934, cuando en otros pueblos ardían los templos, Ignacio Sánchez Ballesta se dirigió al consistorio para solicitar permiso, como contratista de las obras proyectadas en las torres y fachada, adjuntando el siguiente plano.

Archivo Municipal de Orihuela.

El medallón central de su fachada muestra el anagrama y los símbolos del legendario hallazgo de la Virgen.

En los años ochenta del siglo pasado fue restaurada de nuevo como podemos comprobar en la siguiente fotografía.

Restauración en los años ochenta del siglo XX. Archivo Rafael Almira.

La Plaza de Raval Roig.

Fotografías José Antonio Ruiz Peñalver y Ajomalba.

Comienzo, como es habitual, con lo dicho por Gisbert en sus apuntes sobre calles y plazas.

La (plaza) de Monserrate en la que existe el santuario de nuestra Patrona y que en otro tiempo se llamó de la Baca, así lo escribe Montesinos, es céntrica teniendo a su M. los finales de las calles de Santiago y del Hospital; y al N. los comienzos de las de Capuchinos y el Carril.

Ya he transcrito el texto donde menciona la supuesta titulación de «Plazuela de la Baca»; y sólo se me ocurre que pueda tener relación con las corridas de toros y vacas que se celebraron en esta plaza antes de abrir la Nueva. Veamos lo que dice Montesinos de la propia plaza.

La Plaza de Ntra. Sra. de Monserrate, que está situada en el centro del Arrabal Roig, es grande, cuadrada, hermosa, aunque no de sitio igual, cosa que la hace desagradable. En ella se hace el cargamento (por cuenta de la Real Hacienda) de la Sal para Orihuela, y lugares de su Gobernación.

Colección Esteban Sanmartín.

El cronista menciona dos accesos o portales en esta parte de la ciudad; y, con su habitual osadía para las fechas, nos habla de sus arreglos y reconstrucciones. El primero debía ser un portillo abierto para dar acceso a la calle de Santiago.

Portal de San Julián: se fundó en el año 1501 (según refiere el Pe. Esplugues). Vino a tierra y se reedificó levemente, con poca hermosura y menos obra, en el año 1704. Está junto a la Plaza de Ntra. Sra. de Monserrate; en cuyo lado hay una pública Carnicería.

El otro la propia Puerta de Murcia, más cerca del río.

El último portal que se llamaba la Puerta de Murcia por estar en el camino por donde se va a dicha murciana ciudad. La fundaron los Moros, junto a la torre que hay cercana al Río Segura, a la salida de Orihuela en el año 853.

Ganada la Ciudad por los Christianos, reedificaron estos dicho Portal en 1384, al lado de dicha Torre llamada de Oblouquí Alí por su fundador. Es toda de calcina y tapias; y, aunque algo desmoronada, se conserva (por acuerdo de la Muy Iltre. Ciudad).

Servía a los Moros de defenza y atalaya. Dicho portal tuvo segunda renovación en el año 1513; pero en el de 1678 (que fue el de la peste general) se demolió para hacer más ancha y clara la entrada de la Ciudad.

Antes de existir la plaza como tal, el espacio entre la muralla y las primeras casas estaba orientado hacia el río y el «camino de las Cinco Alquerías» (nombre antiguo de la actual población de Alquerías).

Llamado también «camino viejo de Murcia» o «camino de en medio», su cruz de término era la «Cruz del río», mencionada en el capítulo anterior. También contaba con una horca estable, de piedra picada, un patíbulo que advertía al forastero de que llegaba a una ciudad que castigaba el delito con dureza.

Reedificada en 1542 para darle más amplitud y facilitar el trasiego de carruajes, Pepe Ojeda la describe así.

La Puerta de Murcia, que se abre a la ciudad, con los escudos —de Aragón y el Oriol—, que la adornan, y la cruz enfrente, añaden una nota de vistosidad a la zona que el viajero procedente de Murcia, viniendo por la margen izquierda del río, vería al entrar en la ciudad tras haber atravesado un barrio todavía algo deslavazado.

La plaza del Raval Roig quedó ligada estrechamente a la «Confraria de Nostra Senyora de Monserrat o de la Mare de Déu de Montserrat de Oriola»; en castellano, la Cofradía de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela. Aprobada a finales del siglo XV, sus mayordomos han sido generalmente los encargados de adecentarla.

En el año 1599, ante el desorden urbanístico y la proliferación de establecimientos molestos e inconvenientes para la vecindad, los cofrades proyectaron aplanar y reformar la explanada apoyados tímidamente por el Consell que, seis años después, contribuyó poniendo orden en las construcciones de una plaza, óptima para instalar el mercado o celebrar cualquier fiesta.

En cuanto a rotulación, durante el siglo XVII aparece en los padrones de Sal y Muro como la Plaza del Raval Roig.

Plasa del Raval Roig. (Patro de els vehins 1651). Placa de Raval Roig eo lo que resta de aquella. (Patro de Sal y Mur 1654). Archivo Municipal de Orihuela.

En la primera mitad del XVIII era la Plaza del Rabal Roche (la denominación que acabó derivando en Rabaloche).

Plaza del Raval/Rabal Roche. Repartos de Equivalente 1717 y 1718. Archivo Municipal de Orihuela.

A partir de los repartos de 1770, figura ya siempre como Plaza de Monserrate.

Fotografía Ajomalba.

La estatua del caballero con levita que la preside recuerda a José María Muñoz y Bajo de Mengibar, trasladado aquí en 1900 desde la Plaza Nueva. Pinchando la fotografía podréis acceder a su historia.

Enlace a la biografía de José María Muñoz y Bajo de Mengibar 

El ajardinamiento de su explanada, al igual que el de la Plaza Nueva, fue fruto de una actuación realizada en la década de 1920 por el Consistorio que encabezaba Francisco Díe, mayordomo y presidente de la citada cofradía. La última remodelación de la plaza de Monserrate data de 2007.

La Plaza en el siglo XXI. José María Pérez Basanta.

La Calle Torreta y el Barranco.

Rótulos antiguo y moderno.
Plaza de Monserrate y Calle Torreta. Archivo Mariano Pedrera.

Vamos a terminar esta entrega visitando un precioso rincón al pie de la sierra, a espaldas del Santuario de Monserrate.

Es la calle Torreta, cuya titulación aparece en la segunda mitad del siglo XVIII y queda evidenciada por los restos que se mantienen en pie dando fe del antiguo perímetro defensivo.

Reparto Equivalentes de 1770. Archivo Municipal de Orihuela.

Este conjunto de torreones, de origen almohade, conectaban la muralla con el castillo y con la Puerta de Murcia.

Calle Torreta. José Antonio Ruiz Peñalver.

Al igual que el muro, se fabricaron empleando el sistema conocido como tapial, por lo que conservan los orificios redondos, huellas evidentes del citado proceso constructivo.

Calle Torreta. José Antonio Ruiz Peñalver.

Declarados Bien de Interés Cultural en 1949, en el año 2008 fueron restaurados por el Ayuntamiento.

Calle Torreta. José Antonio Ruiz Peñalver.

Y su entorno, antes descuidado, fue embellecido por la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, que tiene allí su sede social y una capilla exterior en honor a su patrón.

Calle Torreta. Damars y José Antonio Ruiz Peñalver.
Vista desde las traseras del santuario de Monserrate. José Antonio Ruiz Peñalver.

El arrabal llegó al siglo XVII pobre y escasamente poblado por un vecindario conflictivo y disperso que, sin control municipal, creció rebasando el barranco que canaliza las aguas procedentes de la sierra en dirección al río, una defensa natural a modo de foso que hoy conocemos como calle Barranco.

Poco a poco la población se fue extendiendo con una mejor ocupación del terreno en torno a ellas; pero los tradicionales problemas urbanísticos no desaparecieron en este núcleo de población de crecimiento anárquico, con una disposición a acoger industrias molestas para el casco.

El Arrabal Roig. Colección Javier Sánchez Portas.

Estos profesionales ocupaban la calle siguiendo las costumbres de una sociedad sin noción clara de lo que era espacio público y privado, violando las normas urbanísticas más elementales y tolerados por la dejadez de sus vecinos.

Para la actual concepción de la higiene pública son inimaginables las condiciones de insalubridad en las que se desenvolvían los curtidores o los salitreros.

La complejidad de los procesos y la necesidad de espacio para desarrollarlos provocaba numerosas quejas, por lo que los jurados se veían obligados a retirar de la plaza calderas, secaderos y otros utensilios propios de estos oficios.

De la explanada partían dos caminos que acabaron siendo calles principales: la del Carril o San Francisco y la de Capuchinos. Estudiaremos ambas en los dos próximos capítulos.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Extracto actualizado del artículo «El Raval Roig, un territorio históricamente singular», publicado en «Cuadernos de historia y patrimonio cultural del Bajo Segura». A su vez era un resumen, actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela. Bibliografía:

Sánchez Portas, Javier «Informe para la declaración de Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento para el Santuario de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela». En prensa.

Ojeda Nieto, José. «La advocación de Ntra. Sra. de Monserrate en los siglos XVI y XVII». Orihuela 2006. Asociación Amigos de Orihuela. Y «El Raval Roig, origen y formación de un espacio urbano en la Orihuela foral». Orihuela 2010. Patronato Histórico Artístico de la Ciudad de Orihuela.

Montesinos Pérez de Orumbella, Joseph. «Compendio Histórico Oriolano». Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

Gisbert y Ballesteros, Ernesto. «Historia de Orihuela». Orihuela 1903. Tomo III.

Ferris Ibáñez, Manuel. «Bosquejo histórico de la imagen y Santuario de María de Monserrate, Patrona de la Ciudad de Orihuela». Orihuela, Imprenta de Luis Zerón García, 1900. Facsímil año 2.000.

Mazón Albarracín, Antonio José «La iglesia y el convento de los mercedarios». Publicado en la revista de Moros y Cristianos, Orihuela, 2012.

Mazón Albarracín, Antonio José «San Gregorio y los Descalzos Alcantarinos». Publicado en la revista de Moros y Cristianos, Orihuela, 2013.

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Callejeando 10. La Torre y la Cruz del Río.

Plaza de Santiago y Calle del Hospital. Colección Mariano Pedrera.

Salida al Río y «Lugar del Piejo».

Siguiendo por la calle del Hospital dejamos a la derecha la Plaza de Santiago, de la que hablaremos a la vuelta. Rebasada dicha plaza, encontramos dos callejuelas a la derecha y tres a la izquierda.

Fragmento plano de Francisco Coello en 1859.

Como podemos comprobar en el plano de Coello de 1859, los callejones en el siglo XIX eran tres a la derecha y cuatro a la izquierda.

Pero el que unía la plaza con el río, y el que prolongaba la calle de la Gloria hasta la de Santiago desaparecieron. Este último continuaba entre la Misericordia y Monserrate hasta unir el río con la peña.

Las que se conservan a la derecha se llaman Calle de la Espada y Travesía de Santiago.

La primera no figura en ningún padrón o reparto; pero existe al menos desde el siglo XIX. La mencionan en los trabajos del nomenclátor de 1861. También aparece en la prensa de final de siglo gracias a una taberna de mala reputación.

El Thader. 8 de octubre 1895: No hay que pensar en denunciar hechos que ocurran en el Arrabal Roig. Uno de los asiduos concurrentes a la taberna de la calle de la Espada, nos dijo anoche. ¿Señorito: Vd. es el «redator» que ha puesto eso de la calle de la Espada?

Nosotros contestamos asintiendo para ver lo que se le ofrecía. Pero nada, con la mayor cachaba del mundo nos dijo que no nos cansáramos en escribir sobre el particular porque han de seguir jugando en dicha calle, así como bebiendo tinto después de las diez de la noche.

La otra titulación es la forma más simple para nombrar calles modestas en la redacción de padrones y callejeros: se escribía el título de la calle principal, y al resto traviesas o travesías.

Fotografía Ajomalba.

La comisión para el arreglo del nomenclátor, en 1861, trató de unificarla con la primera de la izquierda, la llamada Salida al Río (en el plano, los números 1 y 2). Y para titularla escogieron el nombre de uno de los heroicos defensores del castillo durante la reconquista. Pero la propuesta no prosperó.

La Calleja que desde la Casa de Expósitos conduce a la Calle del Hospital, y de ésta a la Cruz del Río, llamada hoy Salida del Río, se nombrará Calle Ibáñez de Oriol.

Como su nombre indica, daba acceso al Segura a través de un portillo cuyos restos conservan las guías talladas en piedra para protegerse de las crecidas.

Fotografía Ajomalba.

Tenemos un documento de fecha 3 de noviembre de 1800, anexo al libro de actas, que cita el Portillo de la Calle de la Gloria, localizado entre la barrera de la Cruz del Río y el Portillo del Barrio del Piojo.

Normas que hay que observar para la construcción de tapias, las barreras y portillos de esta ciudad. Las cuales deberán ser de piedra y yeso con el grueso de palmo y medio y quince de elevación desde la superficie de la tierra, su bordo y el «simiento» correspondiente...

11. Barrera de la Cruz del Río; 12 Portillo de la Calle de la Gloria, con su albellón y palos de olivera; 13. Portillo del Barrio llamado del Piojo, desde la esquina de la última casa a la de Ros por la espalda, con su albellón y palos de olivera.

Portillo con salida al río. Fotografía de Juan Fenoll Villegas. Archivo Mariano Pedrera

El barrio o «lugar del Piojo» aparece en los padrones de primeros del siglo XIX. He localizado «barrios del Piojo» en localidades de Murcia, Albacete, Teruel, Toledo…

Antes de leer lo del portillo, su ubicación en varios repartos me despistó un poco. Como podéis comprobar, en el de 1803 aparece entre la Plaza de Monserrate y la Calle Torreta.

Reparto 1803. Archivo Municipal de Orihuela.

Y en el índice de 1811, entre la Plaza de Monserrate y Capuchinos.

Reparto 1811. Archivo Municipal de Orihuela.

Sin embargo, en repartos posteriores, lo anotaron junto a las calles del Hospital y de la Gloria.

Repartos siglo XIX. Archivo Municipal de Orihuela.

Si tenía un portillo cercano a la Cruz del Río y a las casas de Ros, podría ser la zona que, la comisión del nomenclátor en 1861, llamaba «Espaldas de Ros».

El sitio llamado Espaldas de Ros y antes Barrio de Rocafull, en memoria del célebre D. Guillén, cuyo retrato se conserva en la Casa Consistorial, se denominará Calle de Rocafull.

La sugerencia de dedicar una calle a los Rocafull, muy presentes en la zona como luego veremos, no se tuvo en cuenta; pero sí tenemos una calle dedicada al tal Ros.

Fotografía Ajomalba

La «Cruz del Río».

La Cruz del Río.

El lugar llamado «Cruz del río» o «Rebalso» era un idílico paraje del que sólo perduran fotografías. En el apartado «Cruces extramuros», Gisbert dice lo siguiente:

En cuanto a la cruz llamada del Río, en la margen izquierda de éste, junto al antiguo camino de Murcia y al torreón de Embergoñes, no podemos acotar el año de su fabricación; pero sí asegurar que es muy posterior a las otras seis, como que Montesinos no habla de ella al hacerlo de éstas.

Es cual jalón para medir la altura en las grandes avenidas del Segura, y decimos esto porque en la columna que le sirve de sostén aparecen señaladas las fechas de las riadas más memorables, con las alturas que alcanzaron; y en más de una ocasión ha sido derribada por la corriente.

Cruz había al menos desde el siglo XV, como en todos los caminos que llegaban a Orihuela. José Ojeda Nieto da cuenta de unos arreglos de cruces en la primera mitad del siglo XVI, concretamente en 1529.  

P[er] obrar les creus de la porta de Murçia y d[e] camy de Cinch Alqueries que están totes gastades.

Cuando hablan de obrar la cruz del camino de las Cinco Alquerías (nombre antiguo de la actual población de Alquerías), se refieren al camino viejo de Murcia o «camino de enmedio», cuya cruz de término era la del río. Como bien dice Gisbert, dicha cruz fue «derribada por la corriente» varias veces.  

Montesinos no la incluye entre las que se atribuyen a San Vicente Ferrer; tampoco entre las que se levantaron a principios del siglo XVIII; pero en otro apartado sí afirma que, durante la visita de Fray Diego de Cádiz en marzo de 1787, se colocaron varias «cruces labradas» en Orihuela.

Se colocaron en los caminos, términos y lugares públicos, hermosas cruces labradas con los jeroglíficos de la Pasión de Ntro. Redentor Jesús; y hermosos lienzos de la Santísima Trinidad, todos dotados de indulgencias por rezar con devoción un Credo en su presencia...

Esto coincide con lo dicho en un artículo de prensa que podéis leer a continuación. Lo redactaron cuando la corriente derribó la cruz por enésima vez y estaba sepultada en el fango, a finales del XIX. Y se la atribuyen a unos padres capuchinos que la levantaron estando en Orihuela el famoso fraile gaditano.

Colección Javier Sánchez Portas.

Dicha cruz servía para medir las frecuentes avenidas del Segura. En su base se marcaban fechas y altura del agua. A consecuencia de una de esas inundaciones, probablemente durante la «Riada de la Feria» ocurrida en septiembre de 1888, cayó derribada y quedó sepultada en el fango.

El orcelitano, 7 de abril de 1889: ¿Qué delito ha cometido la tradicional cruz del río para que permanezca sepultada entre las arenas, ni más ni menos que si estuviera cumpliendo alguna condena impuesta? ¿La tendrán castigada por haber sido la causa de la última inundación? O por que no supo sostenerse guardando el equilibrio para que las aguas no la derribasen?

Podrá en tal caso haber algo de lo segundo, pero no es causa suficiente para imponerle tan tremendo castigo. Si la hubieran asegurado, observando que se desmoronaba, no hubiera venido en tierra. ¿Y cómo había de ser cómplice de la inundación, cuando es un centinela que siempre se hallaba arma al brazo marcando de una manera indefectible los grados que alcanzan las aguas, cuando se inician síntomas de avenidas?

Mire V. que estas gentes son terribles; no respetan ni aun siquiera la antigüedad. Basta ya de castigo. Disponga V. S. señor Alcalde, levanten del fango en que yace la tradicional cruz, y tengamos los hijos de Orihuela el gusto de verla colocada en el mismo sitio, conservándola para recuerdo de las futuras generaciones de este país.

La Cruz del Río.

Es en el siguiente artículo donde mencionan a los capuchinos y a fray Diego José de Cádiz.


El orcelitano, 5 de mayo de 1889: El viernes, día de la Cruz, creímos recibir una sorpresa preparada por el Alcalde; pero nos encontramos chasqueados. Hace días llamamos la atención de aquella autoridad para que dispusiera la colocación de la tradicional cruz del río, que yace sumida en el fango sin consideración a su antigüedad, y sin tener en cuenta que es un recuerdo de feliz memoria para Orihuela.

Tan respetable y tradicional Cruz fue erigida por unos frailes capuchinos que vinieron a esta ciudad a celebrar las correspondientes misiones; y coincidió su colocación, encontrándose también en ésta para la predicación de aquellas, el virtuosísimo Padre Fray Diego de Cádiz.

Colección Javier Sánchez Portas.

En el verano de 1891, la prensa seguía reclamando la colocación de la derribada cruz del río. En julio, el Ayuntamiento presentó dos presupuestos y pidió algo de ayuda a los modestos vecinos, provocando la siguiente respuesta crítica.  

El diario de Orihuela. 27 de julio 1891: La Cruz del río. En la mañana de ayer y previamente convocados por el teniente alcalde Sr. Bueno se reunieron en casa de dicho señor algunos vecinos de la Puerta de Murcia con el objeto de estudiar la forma de hallar fondos para levantar la Cruz del río.

El Sr. Bueno expuso el objeto de la reunión y excitó para que dieran algo los vecinos a dicho fin, terminando con presentación de dos presupuestos; uno de 50 pesetas y otro de 75. El Sr. Ruiz que tomó después la palabra dijo que los labradores están mejor para tomar que para dar, y después dijo:

— Yo voy también a presentar otro presupuesto si se puede hablar. El Sr. Bueno — Hable usted. El Sr. Ruiz. — Pues allá voy: Para levantar el pilar: Doce capazos de cal a 15 céntimos 1,80 pesetas. Dos carros de grava menuda para el cemento 5,50. Mano de obra por gratificación al maestro Morato 5. Por arreglar la cruz el maestro Zarra que es muy devoto 00. Total 12,30 pesetas. Restando ahora de la cantidad de usted a la mía se verá que va nada.

Colección Esteban Sanmartín.

En esa especie de playa fluvial, las mujeres lavaban, los hombres pescaban y los chiquillos nadaban; aunque todo estuviese prohibido.

El independiente. 27 de julio 1892: El Alcalde multó ayer con un día de su haber, a la pareja de municipales que presta servicio en el Arrabal-Roig, por permitir que laven las mujeres en la «Cruz del Río» siendo así, que se les dio la orden terminante de que no se lave en el río, ni en aquellos puntos donde algunos vecinos se surten de agua para su consumo ordinario.

El diario orcelitano. 17 de marzo 1904: Se nos dice que en el Segura y por más arriba del lugar denominado la «Cruz del Río», se dedican algunos sujetos en ejercer la pesca; pero no con caña, sino usando las «mangas» y los «rayos»; con lo cual contravienen la vigente ley de caza y pesca.

En la «Cruz del Río» muchos oriolanos dejaron su vida aprendiendo a nadar.

El Independiente. 20 de mayo de 1892: A las 12 de esta mañana y en el sitio denominado «La Cruz del Río» ha sido extraído el cadáver del niño que pereció ahogado hace tres días.

El Independiente. 26 de julio de 1892: El sábado en la tarde había un enjambre de chiquillos nadando en el sitio denominado «La Cruz del río»; y ni la pareja de servicio del arrabal ni nadie, evitó que continuaran haciendo ejercicios de natación. Prevemos que como no se lleve a debido efecto la prohibición, es posible que algún padre de familia tenga que lamentar alguna desgracia.

El Independiente. 22 de julio de 1893: A las tres y media de la tarde de ayer pereció ahogándose en el río, en el sitio denominado «La Cruz del Río» un muchacho de unos 17 años que había ido a bañarse a aquel punto. Son dos ya con ésta, las desgracias que en breves días tenemos que lamentar.

Durante muchos años contó con una caseta de consumos o fielato para el control de acceso de mercancías por el camino viejo de Murcia. Bueno, decir caseta era mucho, al menos en 1892.

El Independiente. 22 de julio de 1892: Damos las más expresivas gracias al Presidente de la comisión de consumos en nombre de los empleados del resguardo por atender en cuanto vale la excitación que le hicimos, para que dispusiera la colocación de un sombraje o cobertizo en el fielato de la cruz del río, a fin de que los empleados puedan preservarse de los abrasadores rayos del sol. Pues le apreciaremos no se demore la colocación del susodicho sombraje o sombrajo.

El diario. 1 de abril 1914: Aconsejamos al administrador de consumos que haga vigilar más los fielatos, y particularmente los días que maten en Bonanza. Digo esto, porque el otro día vi a tres mujeres del Arrabal Roig que, con grandes cestas, pasaron por el fielato de la «Cruz del Río», y los guardias, o se hicieron el distraído, o no las vieron…

Toda esa zona, completamente remodelada por la canalización del río, está ocupada ahora por un centro comercial y sus aparcamientos.

«Panorama rechter teil» («Panorámica parte derecha»). Otto Wunderlich (1886-1975). Año 1923. Instituto del Patrimonio Cultural de España.
Evaristo Duréndez Rodríguez.

Por la calle de la Gloria, volvemos a la del Hospital y, a partir de aquí, saldríamos extramuros, al verdadero Raval Roig.

Pero antes vamos a hablar de una plazuela desaparecida que ya cité en el capítulo dedicado al Carmen: la conocida como Carmen Viejo por la ubicación del primer convento carmelita.

Dibujo Mario Gómez. Texto Ajomalba.

Su desaparición en algunos listados del siglo XVIII y la breve aparición de la Plaza de Pedro de Castilla, me llevan a pensar que son la misma, un ensanche interior para servicio de la muralla, que desapareció con ésta.

Reparto del Equivalente 1717. Archivo Municipal de Orihuela.
Reparto del Equivalente 1718. Archivo Municipal de Orihuela.

En cuanto al personaje que la tituló brevemente, tras mucho buscar, conseguí localizarlo en dos protocolos notariales de la época. Se llamaba Pedro de Castilla de la Cueva Benavides, fallecido en el primer cuarto del siglo XVIII.

Su viuda, llamada  Antonia March García de Espejo, aparece en un poder de 1723. Y su hijo, de nombre Diego de Castilla, en otra escritura de 1734. 

No puedo aportar más datos; pero por las fechas parece estar relacionado con la Guerra de Sucesión y la llegada de los Borbones. Sin más preámbulos, salimos al arrabal.

El arrabal extramuros.

Arrabal siglo XVI. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

A través de los siglos, el estatus social de un oriolano, más allá de su oficio o de su nivel de ingresos, podía adivinarse por la zona en la que residía.

El tradicional casco de Orihuela ocupaba el escaso terreno disponible entre el monte de San Miguel y el río Segura, un espacio amurallado y a salvo de riadas que pronto se vio desbordado por la construcción de numerosos edificios destinados a la función pública, al clero, a la nobleza y a la burguesía acomodada, originando diversos núcleos de población extramuros, arracimados junto a sus puertas.

Modestas viviendas estructuradas en torno a caminos que progresivamente se transformaron en calles; arrabales que, con mejor o peor fortuna se fueron integrando en una población que optó por desplazar su centro al otro lado del río.

En todas las ciudades hay un arrabal que tradicionalmente permanece relegado, mal dotado de servicios y urbanizado anárquicamente, un escenario donde se concentran los problemas de desigualdad y exclusión social. En Orihuela se llama «Rabaloche».

Es la castellanización del topónimo Raval Roig o Raval Roche. Montesinos, traduciendo literalmente, atribuye el nombre al color de la tierra utilizada por los alfareros o cantareros. Pero las dos cantarerías nombradas en Orihuela (en el Rodeo y en una traviesa de la Corredera) estuvieron emplazadas, precisamente, en los otros dos arrabales.

Se hallan en Orihuela tres Arrabales que están fuera de los muros de la Ciudad; el primero de estos es el que llamamos en valenciano el Arrabal Roig, nombre puesto por los antiguos moradores de Orihuela después que fuera ganada de los moros; cuyo nombre le dieron porque aquí fundaron la Cantarería los alfareros que trabajaban en la obra de tierra.

Y como esta era roja y colorada, la que traían de lo más alto de la Sierra del Mártir San Cristóbal, y con ella labraban ollas, cazuelas, cántaros y búcaros, para el servicio de los vecinos de esta Ciudad, tuvo de aquí su denominación de llamarse el Arrabal Roig.

Enclavado en una zona privilegiada y libre de inundaciones, este añejo asentamiento urbano es sin embargo un interesante ejemplo de marginalidad histórica, de barrio popular poblado por familias modestas que han conservado gran parte de sus tradiciones a pesar de vivir en un territorio condicionado por la diversidad de culturas, por ser foco de atracción para los grupos más desfavorecidos.

Más allá de cualquier división administrativa o territorial, el «Rabaloche» mantiene unas características propias que, para lo bueno y para lo malo, le confieren cierta personalidad, siendo escenario predilecto para las leyendas más conocidas de nuestra ciudad.

En el Rabaloche se sitúan fantásticas narraciones que han calado hondo entre los oriolanos a través de los siglos. Estas leyendas forman parte inseparable del patrimonio de Orihuela y aceptarlas como tradiciones, como elementos que enriquecen su folclore no impide que se intente dar una explicación más histórica a los hechos.

Popularmente se asocia a la zona de influencia de la parroquia de Sant Jaume o Santiago, llamada despectivamente «la pila de los bordes» por ser la encargada de acoger y cristianizar a los huérfanos de la cercana Misericordia.

Se consideran «rabalocheros» los oriolanos nacidos entre la «esquina del pavo» y el convento de San Francisco. Pero en puridad, el Raval Roch comenzaba al otro lado de la muralla, en la explanada contigua a la Puerta de Murcia, un territorio con fuerte presencia franciscana.

No en vano esta orden mendicante fue propietaria de tres de los cuatro edificios destacables: el convento de Santa Ana, el de Capuchinos y la ermita del Sepulcro. El cuarto, construido a mediados del XVIII, fue el Cuartel de Caballería.

San Francisco y Plano del Cuartel. Colección Esteban Sanmartín.

Para salir al verdadero arrabal, había que traspasar la muralla medieval que, bajando de la sierra, giraba por la zona próxima a la iglesia de Monserrate.

La Torre «Ochavada»

Este espacio de especial protección estaba salpicado de pequeñas torres que reforzaban el muro hasta llegar a la de Embergoñes, milenaria y singular construcción hexagonal que culminaba el perímetro defensivo de la ciudad islámica en su punto más al oeste.

Las primeras referencias documentales datan del siglo XIV, aunque su origen es claramente anterior; islámico y más concretamente del periodo almohade, fabricada entre los siglos XII y XIII.

La torre a principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

Realizada en tongadas de tapial alternadas con hiladas de piedras de diverso tamaño, la altura de esta torre debió de ser espectacular, una sensacional atalaya junto al cauce del río, óptima para vigilar las posibles incursiones enemigas y las periódicas crecidas del Segura.

En los preparativos para la defensa de la ciudad durante la Guerra de los Dos Pedros, concretamente en 1359, encomendaron la torre a Bernardo Torner «en homenaje». Así lo afirma Mosén Bellot en sus anales. Pero este caballero murió en ese mismo año.

1359. Murió estos días Bernat Torner, que tenía la torre de En Bergonés con homenaje a uso de España. Esta era una gran torre que se cayó en tiempos de nuestros abuelos, al lado de la cual abrieron nuevamente la puerta de Murcia por honra del obispo don Alfonso de Medina, la primera vez que vino a Orihuela antes de esta guerra.

Y Pedro Torner, su hermano, puso escritura en consejo requiriendo absolviesen a su hermano del homenaje hecho y que él entregaba las llaves de dicha torre.

El Consejo mandó ir a los jurados a reconocer el cuerpo del difunto, y pidieron con juramento de dos testigos si era aquel el cuerpo de Bernat Torner, y respondieron que sí, y entonces lo absolvieron del juramento y la entregaron a Paulo de Godés, y prestó homenaje de manos y boca a los jurados en nombre del Consejo.  

Medio siglo después, ante una nueva amenaza, el consejo  destinó a cuatro personas honradas para instalarse en el llamado «postigo de don Ramón», entre torre hexagonal y la puerta de Murcia.

Se refiere a Ramón de Rocafull, rico personaje del siglo XIV propietario de doce caballos, que fue procurador General de Orihuela y por dos veces Capitán General. Gisbert habla de ese postigo como de D. Ramón o de D. Onofre Rocafull.

Arrabal siglo XVII. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

A mediados del siglo XVI la llamaban «la Torre Grosa de don Pedro Rocafull» o «torre ochavada».

Y a finales de esa misma centuria, los carmelitas se metieron a la casa vulgarmente llamada «el Palacio», cuyo dueño era el Magnífico D. Joan de Rocafull.

Los Rocafull, primero señores y luego condes de Albatera, tuvieron varios solares e inmuebles en la zona próxima a la torre y la muralla. Tras la expulsión de los judíos les cedieron su cementerio, situado extramuros cerca de la torre de Embergoñes, para utilizarlo como huerto.

En este mismo artículo hemos hablado de cuando la comisión del nomenclátor quiso bautizar «el sitio llamado Espaldas de Ros y antes Barrio de Rocafull» como calle de Rocafull, en memoria de Guillén de Rocafull, cuyo retrato conservaban en la Casa Consistorial.

A pesar de estar catalogada con el primer grado de protección, los restos de tan importante monumento medieval, sufrieron muchos años de abandono, ocultos bajo la vegetación y soportando un depósito de agua con el que coronaron la torre en la década de 1920.

La Torre con el depósito.

Una serie de actuaciones arqueológicas efectuadas por la concejalía de Patrimonio Histórico en 2017,  han revelado que la vetusta torre conserva dos metros y medio de estructura en el subsuelo, en buen estado de conservación.

La torre en la actualidad. «Reconstruida» por José Antonio Ruiz Peñalver.

Pinchando la siguiente imagen se accede a un vídeo en el que Matías Ruiz Peñalver, miembro del equipo redactor del Plan director del castillo y las murallas de Orihuela, cuenta la Historia de la Torre de Embergoñes.

Fotografía Ajomalba. Enlace a vídeo.

Todas estas construcciones defensivas comenzaron a perder importancia al remitir las disputas con Castilla y las temidas incursiones granadinas.

La artillería moderna y el desarrollo urbano las hicieron obsoletas e incómodas hasta provocar su desaparición.

Antonio José Mazón Albarracín. Ajomalba

Este capítulo, corregido y aumentado, forma parte del trabajo «El Raval Roig, un territorio históricamente singular», publicado en «Cuadernos de Historia y Patrimonio Cultural del Bajo Segura».  A su vez era un resumen actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela.