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Callejeando 18. De la Plaza de la Fruta al ángel de la guardia.

Plaza Antonio Balaguer y calle de Santa Justa en la actualidad. Francisco Luis Galiano Moreno.

La Plaza Mayor o de la Fruta.

Anotaciones sobre fragmento plano de 1748, obra de Fray Antonio Villanueva. 

Retomamos nuestro recorrido virtual donde lo dejamos en la entrega anterior; comenzando con lo poco que dijo Gisbert de la plaza que llamó de Santa Justa, en su «Historia de Orihuela».

De Santa Justa: Vulgarmente de la Fruta o de la Verdura. En la antigüedad fue la principal de la población y lo demuestra el recuerdo de que se llamó del Común o Mayor.

Oriola nunca tuvo una plaza mayor al uso; más bien un conjunto de plazuelas adaptadas a un espacio irregular, repleto de edificios públicos, entre la peña y el río.

Una plaza poco atractiva y no apta para manifestaciones o celebraciones multitudinarias: alardes ecuestres, corridas de toros, formación de batallones, etc..

El término «plaza mayor» quedó definido claramente en la edad moderna española como el lugar de la población que alojaba la casa consistorial y contaba con espacio suficiente para celebrar el mercado y otras actividades municipales.

La de Orihuela no cumplió esos parámetros hasta el siglo XIX, cuando se trasladó el Ayuntamiento a la Plaza Nueva.

A diferencia de esas «nuevas plazas», creadas entre los siglos XVI y XIX, la nuestra quedó subordinada al escaso terreno intramuros y a la morfología del urbanismo heredado de los musulmanes.

Es por eso que, durante siglos, utilizaron la plaza del Puente para los actos municipales necesitados de espacio.

Y al abrirse la Plaza Nueva en el siglo XVII, la antaño plaza Mayor fue perdiendo importancia hasta quedar en plaza de la Fruta o de la Verdura.

Plaza Antonio Balaguer y calle de Santa Justa en la actualidad. José María Pérez Basanta.

José Ojeda Nieto la describe así en su obra «Orihuela Imaginada. La Ciudad en los Siglos XVI y XVII».

Si hay un lugar donde las relaciones de convivencia encuentran el marco idóneo, éste es sin duda la Plaza Mayor.

Y, sin embargo, parece inapropiado, desde el plano urbanístico, designar con este nombre a la de Orihuela, pues carece de un espacio amplio, enmarcado por edificios que la deslinden con total diafanidad.

La Plaza Mayor de Orihuela, durante la época foral, parece más una agrupación de dos o tres plazuelas alrededor de la iglesia de Santa Justa y Rufina. Es, probablemente, una rémora del antiguo zoco musulmán.

Y aunque a lo largo de los siglos XVI y XVII se ampliará, alejando carnicerías y pescaderías hacia los extremos y aun procurando mantenerla en buen estado, será imposible darle el empaque de las plazas renacentistas y barrocas que, por la misma época, otras ciudades y villas levantaron…

En algunos padrones de mediados del siglo XVII todavía la nombraban como «Plaça o Plasa Major»; pero ya empezaba a figurar como de Santa Justa; o simplemente como «La Plaça».

Patro dels vehins de la Ciutat de Oriola. 1651 y 1656. Sal y Muro 1654 y 1659. Archivo Municipal de Orihuela.

A principios del siglo XVIII, ya desaparecido el término «Plaza Mayor», se alternó el de «Plaza de Santa Justa» con el de «Plaza de la Fruta» en los primeros repartos del equivalente, impuesto instituido por Felipe V en 1715 para el Reino de Valencia.

«Plaza de Santa Justa. Plaza de la Fruta. Equivalentes 1715-1719. Archivo Municipal de Orihuela.

Y acabó por imponerse el de «Plaza de la Fruta», utilizado en dichos repartos durante los siglos XVIII y XIX.

Fotografía Ajomalba.

Voy a transcribir la descripción que de ella hace Montesinos a finales del XVIII, llamándola «Plaza Común de Víveres».

Tiene Orihuela una grande y hermosa plaza del común, en la que se vende todo género de cosas apetecibles al más delicado gusto; esta se divide en tres estancias; la mayor sirve para la principal Carnicería, en la que hay un mediano aposento decente para los Regidores, Personero y Diputados, quienes asisten por semanas al repeso de las carnes; y pescado quando les parece conveniente.

La nueva disposición de este aposento y demás piezas de la Carnicería, pórticos, fachadas, escudo de armas y arcos de piedra labrada; que para la mayor fortaleza de la obra, y colocar en ellos la tablas, en que se venden las carnes; y nuevas rejas de hierro en las paredes exteriores de esta Carnicería; se debe al zelo y vigilancia de los Magníficos Sres. Gobernadores D. Felipe Caballero de Varros y D. Pedro Bonafede.

La «plaza de la fruta» en los años treinta del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

En esta Carnicería hay quatro tablas, en las que se vende todo el año carnero y en ciertos meses obeja y macho; a parte hay tablas de toro, baca, ternera y cabrito.

En el recinto de la principal Carnicería (aunque en las otras se executa y hace, no con tanta abundancia) se venden las hortalizas, tocino, chorizo, aves, huevos y pescado fresco del Río Segura, con ranas de sus aguas.

La segunda mansión de esta plaza, se compone de quatro casas porchadas, llamadas del Pescado, propias de la Muy Ilte. Ciudad en las que se vende el pescado fresco, que se trae del mar distante de Orihuela 5 leguas largas.

Así mismo venden en ellas lo mas del año, las carnes de serdo, y sus aderezos, como son perniles, salchichas, morcillas, mantecas y el tocino salado de Castilla.

La tercera mansión se compone de lo restante de la plaza, hay en ella las tiendas de queso, las que abastecen a la ciudad de todo género de pescado salado, como son sardinas, arenques, atún, abadejo, manteca de baca, quesos y todo género de comestibles, como arroz, vino, azeyte, leña, etc.

Ay en ella continuamente seis tablas de pan común y tres de pan blanco, muy especial y sabroso para el chocolate y la sopa, comúnmente llamado francés y de tahona.

La «plaza de la fruta». Archivo Rafael Almira.

En la prensa del último tercio del siglo XIX y el primero del XX, se alternan «Plaza de la fruta» y «Plaza de la verdura», como podemos comprobar en los siguientes recortes de prensa.

El Oriolano. 18 de abril 1885: ¿Qué ocurrió ayer mañana entre un comprador y un vendedor de carne en la plaza de la fruta? ¿Saben ustedes si el primero pidió una cuarta de dicho artículo y halló que le faltaban dos onzas?

¿Han podido ustedes averiguar si el comprador consiguió al fin encontrar a Regidor alguno o representante de la autoridad para participarle el fraude? ¿No saben ustedes nada?… ¿Y usted, Sr. Alcalde?…

La crónica. 24 de junio 1886: Hay una casilla en la plaza de la verdura, junto a los muros del templo de Santa Justa, que ha debido desaparecer ya de aquel sitio hace mucho tiempo, pues aparte de que su situación no obedece según parece a concesión ninguna particular, se halla cerrada por acuerdo de la autoridad local y se ha construido detrás, sirviendo de pared el muro de dicho templo, una barraca o cosa así que produce un aspecto feo y sucio, siendo al propio tiempo un foco de inmundicias según se ve por fuera.

La crónica. 28 de octubre 1886: El establecimiento de abacería de Juan Lidón se ha trasladado de donde se hallaba establecido al núm. 7 de la Plaza de la Fruta, donde ofrece a sus numerosos parroquianos el mejor salchichón de Vich, queso de bola, el rico huevo de atún, olivas sevillanas y otros artículos.

La «plaza de la fruta». Archivo Rafael Almira.

En octubre de 1886 la corporación presidida por Ballesteros Villanueva se congratulaba por haber terminado el plazo fijado con el contratista de los «tambalaches».

El diario de Orihuela. 29 de octubre 1886: AYUNTAMIENTO. Sesión de ayer 28 de octubre. El Presidente dio cuenta a la corporación de haber terminado en el mes actual el término de veinte años fijado con el contratista de los tambalaches de la Plaza de la Fruta, y que por tanto, estos pasaban a ser propiedad del municipio, quien en adelante se encargará del cobro de los puestos.

Se trató también ayer de hacer desaparecer por razones de ornato público, la casilla existente en la plaza de la Fruta junto al templo de Santa Justa, nombrándose para conseguir tal objeto una comisión compuesta por los señores Giménez, Calvet y Costa.

Pasaban a ser propiedad del municipio; y la comisión nombrada para inspeccionarlos dictaminó su evidente deterioro, proponiendo exigir responsabilidades a dicho contratista.

Ese mismo año se habló de trasladar la Plaza de Abastos, «estrecha, fea e insalubre», a la plaza del Carmen.

Tres años después seguía en el mismo sitio y comenzaron a reparar los «tambalaches»; pero sin mucha prisa.

El diario de Orihuela. 18 de octubre 1889: Con arreglo a lo dispuesto por la Alcaldía sobre los tambalaches de la plaza de la Verdura que habrán de repararse en sus desperfectos uno cada mes; en el presente se ha recompuesto el segundo y actualmente se está pintando.

El diario de Orihuela. 5 de abril 1890: En el establecimiento de D. Eduardo Martínez, situado en la plaza de la Verdura, se han recibido los géneros siguientes: Salchichón legítimo de Vich, chorizos de Candelario, longaniza extremeña y una gran remesa de aranques superiores con huevos, queso de bola en bejiga, id. legítimo de Mallorca, conservas de pimientos y tomate y atún en escabeche.

También se ha recibido en dicho establecimiento una gran remesa de chocolates desde 3 a 6 reales libra.

La «plaza de la fruta». Archivo Rafael Almira.

En la última década del siglo XIX la corporación seguía buscando una ubicación para la plaza.

El Independiente. 27 de octubre 1892: Hoy efectivamente, la actual plaza de Abastos, sobre encontrarse (sic) en pésimas condiciones, resulta pequeña para las necesidades de la ciudad, puesto que no cabiendo en su perímetro todos los vendedores que a ella concurren hay que convertir en plaza la calle del Río y muchas veces hasta la plaza de Rafal.

Resulta pues conveniente en principio la construcción de una nueva plaza de Abastos, ya que no es posible el ensanche de la actual.

Barajaron para ello dos posibles emplazamientos: la ya citada plaza del Carmen y la de la Trinidad; pero no llegó a cuajar ninguna de las dos propuestas.

El independiente. 25 de marzo 1894: Establecimiento de Cayetano Lafuente. Se ha recibido un gran surtido, a precios reducidos en salchichón de Vich, jamón, queso de bola, gruller, de plato, chorizos, garbanzos de Castilla, alfarnates, masaganes, arroz, judías, latas de tomate, pimientos, atún en escabeche, mero, bonito, calamares con su tinta y otras conservas; azúcares de todas clases, aceitunas sevillanas, aceite sin gusto, coñac y aguardiente. ¡A COMPRAR! PLAZA DE LA FRUTA 2 Y ANGEL 16.

La «plaza de la fruta». Establecimiento de Luis Guerrero, situado donde hoy está  el edificio PROP.  Archivo Matías Linares Cebrián. Coloreada por J. A. Campos.

Unión republicana. 10 de junio 1903: Sección de anuncios. Saladuras, salchichería y conservas, Eduardo Martínez, conocido por el «Reluciente». Plaza de la Fruta y calle del Ángel.

La Huerta. 24 de julio 1908: Huevo de atún. En el acreditado establecimiento de salazones de Francisco Santiago, plaza de la Fruta, se vende huevo de atún extra a cinco pesetas kilo. FRANCISCO SANTIAGO GRACIA. Plaza de la Fruta. ORIHUELA.

La siguiente nota de prensa nos da una idea del estado de la plaza a principios del siglo XX.

El Eco de Orihuela. 11 de julio 1912: Hemos discutido mucho la orden del alcalde, mandando derribar las destartaladas casetas que constituían nuestra artística plaza de Abastos, y todos hemos convenido en que la orden, en el fondo, era plausible.

Más como el Sr. Ferrer tiene el prurito de hacer las cosas mal; y aun cuando por carambola obre bien, ya se encarga él de malograrlo.

Resulta que aquéllas sucias casetas libraban del sol y de la lluvia a los vendedores y hoy reciben esta y aquél, sin que nadie se ocupe de impedirlo.

Los vendedores, con cuatro cañas y unos sacos, han armado unos tinglados en la Plaza, con el objeto de no recibir las abrasadoras caricias de Febo.

Y es una delicia pasar por la plaza de la Fruta; nos sentimos transportados a … La Mata y perdone esta villa, el modo de señalar…

Sr. Ferrer: con los cuartos que produjo el derribo de dichas casetas, pudo V. S. haber construido unos sombrajes decentes. Así no se daría el espectáculo dicho, que sirve de chacota a todo el mundo…

En la actualidad, ya sin casetas, sin cambalaches, sin tiendas de comestibles ni salazones, la plaza ostenta el nombre de Antonio Balaguer.

Plaza Antonio Balaguer. José M. Pérez Basanta.

Recuerda a Antonio Balaguer Ruiz (1886-1946), abogado y banquero que presidió el Ayuntamiento de Orihuela en los años 1918, 1922 y 1930; y que fue diputado provincial en 1923.

Plaza y retrato de Antonio Balaguer Ruiz. Archivo Rafael Almira.

Almudí o Pósito.

Archivo Rafael Almira.

Antes de abandonar la plaza tenemos que hablar del almudí o pósito; otro establecimiento público destinado a almacenar el trigo, instalado en la plaza en 1530, tras la venta del antiguo edificio situado en la calle la Feria.

Montesinos obvia este traslado, llevándolo directamente de la Feria a la Plaza Nueva en 1492.

… La Fábrica del Pósito General de granos es antigua; primeramente se construyó en el año de 1407 en la Calle de la Feria; y por ser aquel sitio incómodo y muy estrecho, en el año de 1492 por Orden de los Sres. Reyes Catholicos D. Fernando II y Dª. Isabel, se trasladó al sitio que al presente goza, que es espacioso y de grande hechura; aunque su obra fue sólida, se hubo de renovar casi toda ella en el de 1757…

Pero tenemos a José Ojeda; recurro de nuevo a su su obra «Orihuela Imaginada. La Ciudad en los Siglos XVI y XVII» para documentar su paso por la que todavía era «Plaza Mayor».

El almudí y la lonja serían los paradigmas de las construcciones representativas de los negocios. Situados en la Plaza, próximos incluso a la iglesia de Santas Justa y Rufina, se hallan en el cogollo, en el centro neurálgico de la vida social.

El almodí se instaló en la Plaza en 1530, tras vender el antiguo edificio de la calle La Feria que estaba situado frente a la catedral, en la esquina con la calle dicha y un carrero «q[ue] puja a la penya del castell».

A principios del XVII pasó al Arrabal Mayor; concretamente a lo que sería la Plaza Nueva.

En 1607, impulsado quizá por la desastrosa situación alimenticia vivida por la ciudad en el interludio del cambio de siglo, el Consell terminó de edificar un pósito en el arrabal Mayor, para almacenar el trigo con el que hacer frente a los años críticos.

Las razones habían sido expuestas al Consell por Blas Pérez el 14 de julio de 1605. Se eligió como lugar «lo Rabal prop lo pes de la farina», antigua casa que la ciudad había comprado en 1567 para «fer lo pes», a la bajada del puente, entre las calles San Agustín y María de Pau.

Colindante con ella, se adquirieron unas casas que fueron acondicionadas para «posar lo forme[n]t del dit posit e cambra».

El añejo edificio del pósito se convirtió en Casa Consistorial en el siglo XIX.

Hablaremos de esto y transcribiré la descripción de Montesinos cuando, dentro del arrabal de San Agustín, lleguemos a la Plaza Nueva.

La Calle del Ángel.

Calle de López Pozas en los dos sentidos. Años veinte y treinta del siglo XX.

La calle que actualmente se llama «de López Pozas» presenta dos tramos claramente diferenciados en anchura. Gisbert dice sobre ella a principios del siglo XX:

Del Ángel. Es continuación de la Mayor y paralela como ésta a la de la Feria. Hasta 1320 se denominó del Colegio del Temple por haber existido en la misma, una casa hospicio de la citada orden, mas tarde del Graner o del Granero cuando el expresado edificio fue convertido en depósito de granos eclesiásticos y el del Ángel lo tomó en 1731.

En el apartado «Santuarios y ermitas», cita una ermita dedicada a Nuestra Señora del Rosario y San Juan Bautista, en la calle del Ángel, junto a las antiguas casas consistoriales.

Y en el de «otros edificios para servicios eclesiásticos», el granero del Salvador, desamortizado en el siglo XIX.

Como todos los cronistas anteriores, sitúa el antecedente de estas dos instalaciones en un hospicio de la Orden del Temple con un oratorio bajo la advocación del arcángel San Miguel.

Expulsados los templarios en el siglo XIV, el oratorio se convirtió en ermita asociada a la iglesia parroquial del Salvador, bajo las advocaciones de Nuestra Señora del Rosario y San Juan Bautista.

A principios del siglo XVI, convertida la iglesia en colegiata, se habilitó un almacén para guardar el grano recaudado en los diezmos.

Calle de López Pozas. Colección Javier Sánchez Portas.

Al pasar a catedral, el edificio y la ermita fueron totalmente reformados por el primer obispo de Orihuela, Gregorio Gallo.

Tenemos un interesante documento sobre el edificio. Se trata de un dossier confeccionado en marzo de 1798 con el título «Amparo de posesión instado por Iltre. Cavildo Eclesiástico de esta Ciudad».

En él varios testigos declaran ante el escribano López de Pérez y el Alcalde Mayor Josef Caturla, por las obras practicadas con motivo de la gran riada ocurrida en el mes de octubre de 1797.

En dicha avenida las aguas anegaron el edificio, quebrantando la pared mediera con las casa de la Ciudad.

Se reedificó con mayor solidez y se levantó el piso de algunos graneros liberando la puerta de los establos que había sido tapiada para impedir la entrada del agua.

Estos testimonios nos permiten conocer un poco de este desaparecido establecimiento de dos plantas, situado entre las calles del Río y del Ángel, con las que lindaba de mediodía y Norte; a las que sacaba puertas.

A levante con las Casas Consistoriales y a poniente con una calleja desaparecida titulada del Carpio.

Un inciso: El callejón del Carpio, sin salida natural hacia la calle del Río como podéis comprobar en el plano, probablemente conectara con dicha calle a través de una vivienda.

Anotaciones sobre Fragmento plano de 1748, obra de Fray Antonio Villanueva. 

No he podido localizarlo en los padrones del XVIII; pero sí he encontrado, en la calle del Río, a Isidoro del Carpio en 1718; a Miguel del Carpio en 1750; y a los Herederos del Carpio en 1770.

Siguiendo con los testigos escogidos del vecindario, eran dos ancianos maestros alarifes y un arriero; y venían a coincidir en que el Cabildo Eclesiástico de esta ciudad había poseído y disfrutado de este Granero donde colocaba los granos pertenecientes a la masa común de los diezmos.

También declararon haber oído a sus mayores, y otros más ancianos, que dicha casa fue antes habitación de los caballeros Templarios; y que después fue del obispo de Cartagena cuando lo era también de esta ciudad, hasta la segregación y erección de mitra.

Uno de ellos había trabajado en el granero en otra ocasión; y recordaba que, formando un cimiento, encontró bajo tierra la obra de un lagar donde se hacía mosto y vino; y escuchó, de labios del sujeto que moraba por entonces en dicho granero, que la uva del diezmo se pisaba allí en lo antiguo.

Por último, otros dos maestros alarifes y «vehedores» tomaron medidas, resultando que el frontis del edificio por el mediodía, es decir por la calle del Río, era de ciento veinte y cinco palmos valencianos, algo más de 28 metros, con muros de seis palmos.

Tenía tres buques o puertas: la de la entrada a la cuadra, que era muy estrecha y había estado tapiada para impedir la entrada del agua en tiempo de avenidas; la principal que daba acceso al patio, graneros y demás oficinas; y la última junto al albellón que cruzaba por debajo del ayuntamiento que daba entrada a una habitación baja que comunicaba con los graneros principales.

También mostraba diez ventanas en diferentes alturas, con diferentes medidas; unas con reja y otras sin ella. Por la parte norte, es decir en la calle del Ángel, medía ciento ocho palmos valencianos, 25 metros aproximadamente, con amplia puerta y cuatro ventanas con rejas.

Por este motivo la calle se citó hasta el siglo XVII como de «lo Graner de la Seu» o sencillamente «del Graner».

A falta de pruebas que nos permitan verificar la presencia de la mítica orden medieval, podemos certificar los títulos «del Granero» y «del Ángel», añadiendo uno más, localizado entre los siglos XVI y XVII, «de los Barberos». No confundir con otra homónima, traviesa de la calle de San Juan.

Como podemos comprobar en el siguiente padrón del siglo XVII, «Lo Carrer dels Barbers» figuraba junto a la «Plaça Major».

Padrón de Sal y Muro de 1659. «Plaça Mayor y Carrer dels barbers». Archivo Municipal de Orihuela.

Pero quiero dejar claro que su nombre más popular, calle del Ángel, no se le otorgó como dice Gisbert en el año 1731. 

En el apartado «Piedad Privada» vuelve a citar esa fecha:

Calle del Ángel. El Pbro. D. Ignacio Vigo, de Orihuela pagó en 1731 un cuadro del Santo Ángel de la Guardia, que desde dicho año ha dado nombre a la calle.

Esta afirmación es errónea. Montesinos, en su libro segundo, primera parte, nos brinda unos breves datos biográficos de «El Ve. Siervo de Dios D. Ignacio Vigo, Sacerdote exemplarísimo».

Y afirma que legó trece lienzos con marco dorado que representaban al Salvador y sus doce apóstoles, obra «del delicado pincel del célebre pintor, D. Marco Valero» para la iglesia de Ntra. Sra. de Monserrate.

Asegura que falleció el 8 de septiembre de 1766, a los 73 años de edad; y que fue sepultado con sus mayores en la capilla de San Pedro y San Pablo de la iglesia de Santa Justa.

Representación de Ignacio Vigo en el tomo cuarto del «Compendio Histórico Oriolano» de Joseph Montesinos.

Vuelve a mencionar a don Ignacio Manuel en el tomo cuarto, acompañando la mini biografía con uno de sus dibujitos. Pero en ningún momento menciona el cuadro del Santo Ángel.

Por otro lado, en los padrones de principios del siglo XVIII, cuando don Ignacio era todavía un adolescente, ya aparece la calle del Ángel.

Contribución Equivalente 1716, 1717, 1718 y 1719. Archivo Municipal de Orihuela.

O don Ernesto equivocó la fecha, o don Ignacio rehabilitó o sustituyó un ángel anterior al adquirir la casa.

Tengo otra hipótesis: sabemos que, en el siglo XVIII, el gremio de roperos tenía como imagen tutelar a un San Miguel Arcángel (como el oratorio de los templarios) depositado en la ermita del Rosario o del Granero.

¿Se referían a la imagen del arcángel? No lo sé.

Lo cierto es que una imagen del «Santo Ángel», a mediados del siglo XIX, provocó también la titulación del callejón de «la Guardia», como veremos al final de este mismo capítulo.

En cuanto al edificio del Granero, desamortizado en el siglo XIX, tenemos noticias de él a finales de dicha centuria, cuando albergó el «Café Europeo», un local de tertulia con salón para espectáculos.

Regentado por Juan Rogel, alias «Juanete», alternaba conciertos, funciones de cante flamenco, bailes de máscaras, riñas de gallos, espectáculos de ilusionismo e hipnosis. En el verano de 1887, daba cuenta de su nuevo mobiliario:

El Diario de Orihuela. 2 de julio 1887: Ayer tuvimos el gusto de visitar el acreditado y espacioso café Europeo en el cual admiramos las importantes mejoras que incesantemente está introduciendo en dicho establecimiento, su dueño nuestro apreciable amigo el Sr. Rogel.

Las reformas últimamente introducidas consisten en el reemplazo de los antiguos taburetes por una magnifica sillería de la más moderna confección y unos elegantes y cómodos divanes que dan gran tono al decorado del local.

Debió ser enorme. Si os apetece saber más sobre él, pichad sobre el cartel publicitario para acceder a un artículo monográfico.

La comarca. 5 de octubre 1903. Enlace a artículo.

Su última campaña publicitaria fue en el verano de 1905, anunciando su oferta de helados. Un año después el edificio sufrió obras de reforma y fue decorado al estilo modernista por el joven artista Enrique Luis Cárceles, quien pintó los frescos, murales y decorados del establecimiento en septiembre 1906, poco antes de aparecer en prensa la noticia de su venta al Banco de Cartagena.

El Diario. 24 de octubre 1906: En el edificio que ocupó el antiguo Café Europeo, han comenzado los trabajos preliminares para la instalación de la sucursal del Banco de Cartagena que va a establecerse en esta plaza.

El Diario, 1 de febrero 1907: El Banco de Cartagena en Orihuela. El comercio y la industria de Orihuela están de enhorabuena. Desde hoy cuentan con un medio más que les facilite su desenvolvimiento. A las antiguas y acreditadísimas casas de banca que ya existían, hay que agregar la Sucursal del Banco de Cartagena en esta ciudad.

Dicho importante establecimiento de crédito ha inaugurado aquí, con esta fecha, sus operaciones. ¡Saludemos la nueva mejora!

Banco de Cartagena. Colección Javier Sánchez Portas.

Volviendo a la calle, su nombre actual data del verano de 1918, cuando el Consistorio telegrafió al ilustre oriolano Pío López Pozas para felicitarle por haber alcanzado el generalato. Y decidieron poner su nombre a una calle.

No pudiendo ser la que nació porque la calle de la Feria había sido dedicada recientemente al Doctor Sarget, pensaron en esta, cuyo nombre no tenía sentido tras haber desaparecido el ángel que la titulaba.

El conquistador. 13 de julio 1918: El próximo miércoles, aniversario de nuestra gloriosa reconquista, tendrá lugar la fiesta civico-religiosa propia de tan patriótica fecha.

En dicho día tendrá lugar el acto de rotulación de las Calles de la Feria, Colegio y Ángel que han de perpetuar los nombres y la memoria de los ilustres oriolanos D. José Mª Sarget, D. Adolfo Clavarana y del Excmo. Sr. D. Pío López Pozas ascendido recientemente a General.

Si os apetece saber quien fue el General López Pozas, os dejo un enlace a su biografía pinchando sobre su retrato.

El General López Pozas y su calle. Colección Inma Saavedra Barranco. Enlace a biografía.

Durante la II República se varió por dos veces su nombre; en 1931 y 1936, ostentando el del socialista francés Jean Jaurés, españolizado como «calle de Juan Jaurés».

En abril de 1939, terminada la contienda, los vencedores le devolvieron el título que permanece al día de hoy: «Calle López Pozas».

En el solar que actualmente ocupa el edificio núm. 1 estuvo desde 1375 «la Sala» o Casa Consistorial, de la que ya comenzamos a hablar en la calle del Río, dejando su historia en 1837, cuando habían trascurrido tres años de su demolición y el maestro Sánchez proyectaba un nuevo ayuntamiento en el mismo emplazamiento.

La ciudad no pudo sufragar la nueva construcción y en 1843 vendió el terreno a Luís Abadía, que levantó un edificio de viviendas de alquiler.  

Sus lindes, extraídos del protocolo notarial, eran: a Levante Calle subida al puente; a Poniente Granero que fue del Cabildo Eclesiástico, hoy de la nación; Mediodía Calle del Río; Norte Calle del Ángel.

Fotografía desde la Calle del Ángel. Al fondo, la Mayor. Colección Javier Sánchez Portas.

En 1848, Abadía había muerto. Y su viuda, Josefa Larranzi, se vio obligada a vender parte del mismo. Acabó cediéndolo completo ante el notario Ramón Roca para pagar a sus múltiples acreedores.

Francisco Regidor, maestro de obras de la ciudad, valoró el edificio en 65.000 reales y en ese mismo año, se fundaba en sus bajos el llamado «Círculo Orcelitano», precursor y germen del actual «Casino Orcelitano». Su breve estancia quedó inmortalizada en el plano de Coello, confeccionado a mediados del XIX.

La última y moderna edificación conserva en el zaguán una pequeña joya. Si alguien os abre la puerta (manda narices) podréis contemplar una de las representaciones más antiguas de nuestro oriol.

En 1598 se estaba obrando la puerta de San Agustín; y el maestro Pierres fabricó un escudo de armas en piedra jabalina. Tenemos la siguiente nota de «Orihuela Imaginada. La Ciudad en los Siglos XVI y XVII».

Dos años antes de terminarse el Quinientos se hizo una reforma considerable en la Puerta de San Agustín. Trabajaron en ella los maestros Juan Pascual, Florejant, Jerónimo Martínez y el «mestre Pierres, architestor -hizo- les armes de la ciutat en pedra javalina p[era] lo portal que obra la ciutat en lo mur p[er] han se hix a Sent Sebastia». (AMO, Lib. D-650, s/f., mayo de 1598).

Escudo de Oriola 1598.

El trabajo de Ojeda Nieto nos permite documentar este escudo y un San Roque, que veremos en el claustro de la Catedral; ambos pertenecieron a la citada puerta de San Agustín, también llamada de San Sebastián.

Justo enfrente encontramos el precioso edificio Villaescusa, cuya licencia de obras solicitó Juan Villaescusa Ballester el 21 de mayo de 1914.

Calle de López Pozas. Colección Ajomalba.

Juan Villaescusa fue un destacado personaje de la derecha oriolana. En el verano de 1929 se inauguró en los bajos de su edificio una sucursal del Banco Central. Bendijo el local el futuro obispo de León D. Luís Almarcha.

Actualidad. 15 de agosto 1929: La nueva Sucursal. Esta tarde ha tenido lugar el acto de la bendición e inauguración oficial de la sucursal que el Banco Central ha establecido en Orihuela. La importante entidad bancada se ha domiciliado en el edificio que D. Juan Villaescusa posee en la calle del General López Pozas, en el local en que tenía instalado su comercio D. Rafael Martínez Arenas.

Las oficinas del nuevo establecimiento de crédito se han montado con verdadera suntuosidad y buen gusto. Bendijo el local el Vicario General D. Luis Almarcha, quien acto seguido pronunció breves y sinceras palabras de salutación para la nueva entidad.

Durante la Dictadura de Primo de Rivera fue miembro de la Unión Patriótica de Orihuela, formada por cuarenta notables per­sonajes de la sociedad local. Y candidato monárquico en las elecciones municipales de 1931.

Líder de la Comunión Tradicionalista y de su Círculo en la vecina Plaza Caturla, durante la II República se le unió Ángel García Rogel.

Al estallar la guerra ambos fueron confinados en Jesús María. Recluidos en el penal de San Miguel, lideraron a los presos. Terminada la contienda fue teniente de alcalde en la Comisión Gestora franquista.

Edificio Villaescusa en la actualidad. Francisco Luis Galiano Moreno.

En mi juventud, esos bajos albergaron un conocido establecimiento comercial llamado «Galerías Colón».

Fotografía Ajomalba.

Entre la casa de Villaescusa y la entrada trasera a la de Matías Sorzano hay una callejuela que no me aparece en ningún listado. 

José María Penalva la citó como «callejón de Ocaña», durante el siglo XVIII.

En marzo de 1861 se la consideraba sin nombre; y la varias veces citada Comisión para el arreglo del nomenclátor la bautizó oficialmente.

La calle que conduce desde la del Ángel a la de la Feria, puede llamarse Calle de la Guardia, la continuación de la invocación del titular de aquella Calle. 3ª Clase.

A la calle sin nombre que desde la feria atraviesa a la del ángel se le denomine calle de la guardia por existir una efigie de este Sto. Ángel en el ángulo de las dos calles.

Su recomendación se cumplió; pero al desaparecer el «Santo Ángel» y cambiar el nombre de su calle, «de la Guardia» perdió su sentido. Ahora se ha simplificado a «Calle Guardia».

Calle de López Pozas, esquina con calle Guardia. Archivos de Rafael Almira y de Mariano Pedrera.

En 1820 la citada casa de Ignacio Vigo, cuya fachada mostraba dicho ángel, era propiedad de Matías Sorzano; de quien hablaremos en la próxima entrega.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Artículo publicado en 2006, corregido y ampliado en 2023.

Mi agradecimiento a Pepe Ojeda Nieto.

Callejeando 15. Santiago y cierra España.

Portada de Santiago. Charles Clifford, 1862.

Santiago y cierra España.

Tras un breve vagabundeo por las caprichosas callejas cercanas a la peña regresamos a la plaza de Santiago para detenernos frente a su Iglesia parroquial cuya portada es una auténtica joya arquitectónica culminada en el último tercio del siglo XV.

Iglesia de Santiago Apóstol en 1905. Colección Javier Sánchez Portas.

Pertenece al gótico isabelino, también llamado flamígero por evocar el fluir de una llama. Este estilo nació a la par del resurgimiento producido por el final de la cruzada ibérica y la unificación territorial, hechos históricos acaecidos durante el reinado de los Reyes Católicos.

Portada de Santiago en el siglo XIX.
Postal de 1909. Colección Jesús Rodríguez Tejuelo.
Colección Esteban Sanmartín Alonso.
Colección Javier Sánchez Portas.

Consta de un arco apuntado y abocinado con arquivoltas de decoración vegetal.  Hay que contemplarla detenidamente para hacerse una idea de la minuciosidad con la que los escultores tallaron las hojas de cardo y aún más para encontrar algunas figuras animales entre las que destaca la ya famosa lechuza.

José María Pérez Basanta.

Declarado Monumento Nacional en la II República, durante la Guerra Civil su interior se conservó casi intacto. Por desgracia, en el exterior se destruyeron dos esculturas: una en el parteluz de la puerta principal, dedicada al Apóstol;  y otra en la parte superior de la portada de la capilla de la Comunión.

Portada de Santiago en 1931. Ministerio de Cultura.
Santiago en 1933. Universidad de Sevilla. Gentileza de Luis Mirete.
El parteluz de la iglesia de Santiago con la imagen del apóstol desaparecida en la Guerra Civil. Colección Javier Sánchez Portas.
Portada de Santiago sin el apóstol en su parteluz. Archivo Celia Senén.
Portada de Santiago sin el apóstol original, desaparecido durante la Guerra Civil. Colección Javier Sánchez Portas.

El Santiago representado en la actualidad sustituye a la imagen gótica coetánea al resto de la portada. Es obra del escultor madrileño Ángel Ferrant y la realizó a finales de la década de 1940.

Portada de Santiago. Con el apóstol recién restaurado. Antonio Ballester Vidal.
Comparativa. Ajomalba.
José María Pérez Basanta.
Fotografía Ajomalba.

Arriba, junto al escudo de España sujeto por el águila de San Juan, se muestran el yugo y las flechas, emblemas de los Reyes Católicos. El haz de flechas pertenecía a Isabel. El yugo, con una cuerda suelta, corresponde a Fernando junto a la divisa «tanto monta».

Ambos símbolos fueron adoptados y manipulados en el siglo XX;  primero por Falange y después por el régimen franquista.

Isabel tomó como emblema un haz de flechas en referencia a una vieja historia en la que un padre, en el lecho de muerte,  recordó a sus hijos que una flecha era frágil; pero formando parte de un haz se volvía muy fuerte.  Isabel reunía en su persona y debía mantener unidos los reinos de Castilla, León, Extremadura, Asturias, Galicia, Murcia, Sevilla….

El yugo hace referencia a Alejandro Magno y el nudo gordiano.  Una antigua tradición prometía el imperio a quien desatase dicho nudo. La leyenda popular cuenta que Alejandro lo cortó con su espada y dijo: «tanto monta cortarlo que desatarlo».

Inspirado en esa leyenda, Fernando de Aragón utilizó en su escudo el lema «tanto monta» junto al yugo con el nudo desatado.

Fotografía Ajomalba.

Falange Española unió las flechas y el yugo que siempre se habían representado separados.  Los «historiadores» de la época, basándose en las iniciales de los nombres los asignaron al revés: Yugo a Ysabel, Flechas a Fernando. Además a la divisa de este último se le añadió una absurda coletilla: «tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando».

Se ha dicho también que la granada de Santiago está cerrada porque Granada no había sido conquistada todavía. Y que en la iglesia de Santiago se celebraron cortes. Unas cortes en las que se decidió conquistar Granada, nada menos.

Todo eso forma parte de la «patriotera» historia de Orihuela que fueron creando nuestros cronistas locales.

Fotografía Ajomalba.

La granada ya la utilizaba Enrique IV, el hermano de Isabel con el lema «Agro dulce» que quiere decir misericordia y rigor.

Fijaos bien y podréis comprobar que la granada no está totalmente cerrada, tiene una abertura lateral.  La he puesto al lado de la de la Catedral de Granada, que por narices se esculpió con Granada conquistada. Tienen la hendidura en el mismo lado.

En cuanto a las cortes, las de Orihuela se celebraron en el verano de 1488. La Guerra de Granada había comenzado seis años antes, en 1482. Aquí, como en todas partes, solo buscaban dinero y tropas. Antes las celebraron en Tarazona y Valencia.

Y no pudieron ser en Santiago; cualquier ceremonia de esa entidad se celebraba en la iglesia más importante, en la entonces Colegiata del Salvador, la actual Catedral.

José María Pérez Basanta.
Ministerio de Cultura.
Ministerio de Cultura.
Colección Esteban Sanmartín Alonso.

La capilla de la Comunión adosada a su derecha se edificó en el siglo XVIII y muestra una interesante portada de dos cuerpos al más puro estilo barroco.

Tras el concilio de Trento, la Iglesia católica decidió combatir la reforma protestante dando mayor importancia entre otras cosas a los sacramentos y en especial a la eucaristía.

En esta exaltación, las fachadas tuvieron gran importancia. Muchas iglesias como la de Santiago erigieron capillas de la comunión con portadas diseñadas como vehículo de propaganda.

Colección Javier Sánchez Portas
Santiago en 1933. Universidad de Sevilla. Gentileza de Luis Mirete.

Frente a la sencillez luterana, en las iglesias católicas las líneas definidas y rectas del Renacimiento desaparecieron para dar preferencia a la línea curva, con abundante ornamentación y exuberancia de flora y fauna sobre cornisas y columnas,  siendo las más comunes las llamadas salomónicas con forma de espiral.

José María Pérez Basanta.
Colección Javier Sánchez Portas

Esta portada es un ejemplo de todo ello y está íntegramente dedicada a la eucaristía. Muestra una alegoría de la fe que también tuvo que ser reconstruida por Ángel Ferrant tras haber perdido en la guerra más o menos la mitad superior.

Resulta curioso que este artista de vanguardia y cercano al arte abstracto aceptara este tipo de trabajo. Pero todo encargo debió de ser un lujo en los duros años de la posguerra.

Ministerio de Cultura.
Fotografía Ajomalba.
Colección Javier Sánchez Portas. Ajomalba.
José María Pérez Basanta.
José María Pérez Basanta.

A partir del templo comienza la calle de Francisco Díe Losada, antes de Santiago, cuyo titular actual vivía muy cerca del templo, frente al ruinoso palacio de Rubalcava del que ya os hablé en la Calle del Hospital y que tiene en esta calle su entrada principal.

Fotografía Ajomalba.
Turismo Orihuela.

A la izquierda tenemos el museo de la Reconquista, inaugurado en 1985 en los bajos de Rubalcava y trasladado recientemente a la nueva sede de la Asociación de Moros y Cristianos. Es un edificio obtenido de la rehabilitación de dos antiguas casas.

Rebasándolo contemplamos una artística fuente, también de reciente construcción, situada bajo un edificio-depósito asentado en la peña.

Miguel R Bailén González.
Fotografía Ajomalba.
José María Pérez Basanta.

Este enorme aljibe abastecido por los pozos llamados de Cremós, proveía de agua potable a un gran sector de la ciudad a comienzos del siglo XX. Fue rehabilitado para instalar en él el museo del agua, pero permanece cerrado.

José María Pérez Basanta.

El último tramo de esta calle conserva algunas preciosas casas, solo hay que levantar la vista e imaginarlas bien restauradas.

José María Pérez Basanta.

Termina la calle de Francisco Díe y encontramos la del Maestro Esteban, que aparece en los repartos del siglo XIX, como callejón del Maestro Esteban.

Archivo Municipal de Orihuela.
José María Pérez Basanta.

Esta titulación debió de popularizarse en la segunda mitad del siglo XVIII. Creo que anteriormente podría ser la calle de Nicolás Viudes.

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.

En el reparto de 1750, aún sin desgajar de la calle Santiago, aparece inscrito «Estevan Viudes, maestro de niños».  

En los «trabajos presentados por la Comisión encargada de la rotulación y numeración de las calles» efectuado en el año 1861, intentaron unificar los callejones del Maestro Estevan y de Eusebio «que desde la montaña conducen a la Calle del Hospital travesando la de Santiago» como Calle de San Juan de Dios.

La propuesta no prosperó y la travesía de la peña al hospital acabó unificada con el nombre de Maestro Esteban, desapareciendo la que antes fue calle de Eusebio.

Fotografía Ajomalba.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba)

Con la imprescindible colaboración de Jorge Belmonte Bas.

Callejeando 13. El Raval Roig. Capuchinos.

El arrabal Roig en los siglos XVI, XVII y XVIII. Archivo Municipal de Orihuela.

Capuchinos y aledaños.

El Arrabal Roig. Colección Esteban Sanmartín.

Desde la Ermita del Sepulcro, por la breve travesía de la Armengola, llegamos a la calle Charamita cuyo título es sinónimo de dulzaina. Este instrumento de viento, llamado también xirimia en Cataluña y Valencia, se ha transformado fonéticamente en xaramia y luego en xaramita. El charamitero, acompañado del tabaleter (que portaba un pequeño tambor o tabalet) y generalmente del polvoristero,  formaban un conjunto que marchaba delante del pasacalles interpretando melodías populares y llamando a la fiesta…

Ante nuestros ojos aparece el lateral de la casa cuartel de la Guardia Civil, edificio que sustituye a un antiguo cuartel de Caballería cuya historia os cuento en un capítulo aparte al que se accede sencillamente pinchando la siguiente imagen.

Enlace artículo. Pinchad aquí.

Seguimos nuestro imaginario paseo por la calle que arranca a la izquierda del cuartel, la de los Menadores. Su nombre recuerda a los artesanos del cáñamo, necesitados de grandes espacios abiertos en el arrabal por la gran longitud de las sogas que hilaban y tensaban en la mena o rueda de hilar.

Por dicha calle llegamos a la de la Virgen de la Fe, advocación mariana popularizada en el barrio por los capuchinos a lo largo del siglo XVII. Transcribo algunos extractos de la «Relación Histórica del Hallazgo de Nuestra Señora de la Fe», impreso anónimo en el que se narra la leyenda, sus presuntos milagros y unos versos titulados: «Los gozos de Nuestra Señora de la Fe».

Siendo grande la piedad que los antiguos cristianos tuvieron para defender las imágenes sagradas, cuando los sarracenos desenfrenaron su barbarie en despedazar cuantas imágenes de Cristo y de su bendita Madre y de otros santos encontraban en las iglesias …

… Por esto procuraron los fieles ocultar las que podían o en los sepulcros o en las cuevas de los desiertos, o en los profundos hoyos de la tierra, o en las concavidades de las paredes y en otros edificios, preservándolas de este modo de que diesen en las sacrílegas manos de los mahometanos…

…Es tradición muy antigua; esta sagrada imagen estaba en una iglesia o ermita que había en el castillo de la ciudad de Orihuela que se hallaba fundado en el monte Orión o como dicen Oriol y que a su presencia acudían los oriolenses cristianos como a su refugio y amparo en todas sus necesidades y aflicciones. Allí la veneraban, le hacían votos y promesas, teniéndola todos por su Madre y amplísima bienhechora, resultando de todo esto ser muy antigua esta santa imagen…

… Un devoto la bajó de la ermita y la colocó en un nicho, en donde después fue venerada por los cristianos que quedaron en el Arrabal Roig. Y que un pájaro que tiene el niño Jesús en su mano, es un ave llamada comúnmente oriol, herodio o gerifalte, de donde tomó el nombre Oriolet y la ciudad el apellido de Orihuela y Orihola…  

Archivo Ajomalba.

Con una trama semejante a la leyenda de Monserrate y a la de otras muchas advocaciones marianas españolas, cuenta que los godos la ocultaron para que no fuese ultrajada por los hijos de Mahoma; y que fue venerada en secreto en el arrabal hasta que, fallecidos todos los conocedores de su emplazamiento, cayó en el olvido durante siglos.

En el año 1634 (había pasado casi un milenio), los capuchinos tomaron unas casas contiguas para ampliar su huerto; y al derribarlas, descubrieron la imagen emparedada y milagrosamente intacta (qué buenos materiales empleaban los godos en sus casas y en sus tallas). Sin perder tiempo la llevaron en procesión hasta la iglesia del monasterio, y allí le fabricaron una capilla con retablo y altar.

Tal vez si no hubiera quedado así escondida, no hubiéramos logrado los capuchinos el honor de tenerla en la iglesia de nuestro convento. En el arrabal Roche, en donde al presente está, después de algunos años, necesitándose dilatar el huerto, se tomaron algunas casas que le estaban contiguas, y entre ellas una, que en una de sus paredes contenía el celestial tesoro de la Sta. Imagen de la Virgen del Orión, sin que nadie tuviese noticia de esto…

Hasta el azaroso procedimiento para escoger su titulación (no les valía el de Orión) fue parecido al de Monserrate; pero con más de tres opciones. En este caso prepararon un jarro de plata, con nada menos que setenta y dos «cedulitas» que nombraban otras tantas advocaciones marianas. Y la mano inocente de un niño sacó por tres veces la que llevaba escrita «Virgen de la Fe».

El lienzo que representa este hallazgo ya no está en Orihuela. Los capuchinos se lo llevaron a su iglesia de las tres Avemarías, en el convento de San Buenaventura de Totana. Resulta chocante que un cuadro costeado por los vecinos del Rabaloche esté fuera de la ciudad cuyo escudo muestra (el Oriol y las barras de Aragón).

Cuadro que representa el último hallazgo de la / antiquísima y milagrosa ymagen de Nª Sª de la Fé / antes llamada de Orión en este convento de PP. / Capuchinos el año 1634. Jorge Belmonte Bas

Jorge Belmonte, autor de la fotografía anterior, me pasó también este otro lienzo de la misma procedencia, vendido en 2015 en la casa de subastas Bonhams como obra del círculo del pintor novohispano Cristóbal de Villalpando.

Se trata de una imagen de la Virgen de la Fe «retratada» en un marco arquitectónico que recuerda más a un portapaz que a un retablo. El banco muestra una inscripción que lo identifica como propiedad de los capuchinos de la ciudad de Orihuela.

IMAGEN DE. Na. Sra DE LA FE DEL COVO/DE. LOS P.P.s CAPnos DE.LA CIVIA DE. ORI/HUELA». Mi agradecimiento a Jorge Belmonte.

Y de leyenda en leyenda llegamos a la calle de la Armengola, la mítica esposa de Pedro Armengol, personaje imprescindible en la fiesta de la Reconquista. Pinchando la siguiente imagen podréis leer mi trabajo sobre el tema.

Enlace al artículo. Pinchad aquí
Ajomalba.

Siguiendo por la calle de la legendaria heroína descendemos hasta entroncar con la plaza y calle de Capuchinos, cuyo nombre recuerda al desaparecido convento del Santísimo Nombre de Jesús sustituido en la actualidad por un horrendo conglomerado de hormigón de aspecto carcelario.

Los Hermanos Menores Capuchinos.

Los capuchinos son la rama franciscana más joven y la única que ha permanecido independiente con su propia organización y estructura. En la primera mitad del siglo XVI muchos religiosos pugnaban de nuevo por recuperar los fundamentos de San Francisco insatisfechos de la vida que se llevaba en la observancia.

En su intento por volver al eremitismo de los orígenes, Mateo de Bascio o de Bassi se enfrentó a sus hermanos observantes entregándose a la práctica literal de la Regla. Cuando supo que el hábito franciscano no era el mismo que usaba Francisco de Asís, sino que este era más áspero y con un capucho puntiagudo cosido a la túnica, lo adoptó sin más y así, la forma peculiar de su capucho propició el apodo que a la postre sería el nombre oficial de la Orden: Capuchinos.

En el verano de 1528, Mateo marchó en secreto a Roma; y con el apoyo de la sobrina del Pontífice, obtuvo el permiso de Clemente VII para observar la Regla según sus deseos. Esta actitud le ocasionó múltiples persecuciones y periodos de encierro por parte de los observantes.

A pesar de todo se convirtió en el fundador y primer superior general de la Orden de los Frailes Capuchinos Menores; y la celebración del Concilio de Trento (1545-1563) favoreció la consolidación de esta reforma. Los Capuchinos, no sólo se afianzaron, sino que lograron expandirse geográficamente comenzando por Francia.

En España, vencido el recelo que consideraba que dicha reforma no añadía nada a la emprendida por los Alcantarinos Descalzos, se establecieron en el año 1578 primero en Cataluña; y desde allí iniciaron su expansión por los distintos territorios peninsulares.

A suelo valenciano llegaron en 1596 por intervención del Patriarca Juan de Ribera, arzobispo y virrey; a su influencia se debe que a esta Provincia se le diera el nombre de la Preciosísima Sangre de Cristo, erigiéndose diecinueve conventos hasta 1729.

Siglo XVII.

En la Oriola de principios del siglo XVII estaban instalados los Observantes en Santa Ana, los Descalzos en San Gregorio y sus hermanas las Clarisas en San Juan; pero para completar la presencia franciscana faltaban los Capuchinos; y estos fundaron su primer convento en el año 1611.

El convento de capuchinos de esta ciudad de Orihuela se fundó el año 1611, siendo provincial de esta Provincia el padre Quiroga de la Casa. Levantaron su convento en su primera fundación, en el camino de Almuradín, no muy lejos de la ciudad…

Por ser este primer Convento enfermo, y haberse muerto en él, en breve tiempo algunos Religiosos, se trasladó al sitio en que hoy se halla donde el año de 1618, se puso la primera piedra, por el Ilustrísimo Señor Balaguer, Obispo de esta ciudad a 20 de septiembre, y poco a poco se fue perfeccionando, como lo está al presente. 

Los fragmentos anteriores pertenecen a un catálogo de conventos del obispado de Orihuela escrito a mediados del siglo XVIII. Los siguientes al «Compendio Histórico» de Josef Montesinos.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Caja Rural Central. Orihuela.

Pusieron la cruz, la primera vez, en un bancal llamado del Coxo, en dicho año y día (21 de abril de 1611); y por parecer el sitio malsano, se trató de mudarlo antes de comenzar la fábrica, y así se hizo; y se pasó la fundación al Camino de Almoradí, y tomaron posesión de unos huertos que eran de Juan Manzanera, entre el dicho camino, de una parte, y el Río Segura de otra…

El paraje, cercano a la noria de la acequia de Callosa en el camino de Almoradí, resultó muy pernicioso para la salud de los frailes. La acequia y el río con sus correspondientes mosquitos eran una continua fuente de enfermedades. Y no les quedó más remedio que cambiar de emplazamiento.

Permanecieron en ese sitio algunos años, y en ellos experimentaron y sufrieron muchos enfermos, muriendo algunos de ellos, por lo que no había religiosos que quisieran venir a habitar en el convento. Lo que obligó a los padres a trasladarse a otro sitio.

Se trató en Capítulo y todos unánimes y conformes fueron de parecer se mudase el convento, que estaba medio edificado, y los dormitorios hechos y un pedazo de las tapias del huerto, y se pasaron al sitio que hoy día tienen en el Arrabal Roig, que era huerto y casa de Josef López, Notario, dejando aquel convento…

Gracias a José Ojeda Nieto sabemos que en 1619 obtuvieron permiso para instalarse en el llano de San Miguel; ocupando aquella vieja ermita como habían hecho otras órdenes con las de Santa Ana o San Sebastián. Pero como San Miguel no era propiamente una ermita, sino una iglesia sufragánea, dicho permiso fue revocado.

Según las notas del Padre Agustín Nieto, los catorce religiosos capuchinos fueron acogidos temporalmente por el obispo Andreu Balaguer; el mismo que autorizó la posterior mudanza al huerto del notario Joseph Llopes; situado frente a una placeta llamada del Olmet, la futura plaza de Capuchinos.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos.

La proximidad con sus hermanos de Santa Ana hizo necesario solicitar el beneplácito; y a diferencia de lo que había pasado con los alcantarinos descalzos, los capuchinos fueron aceptados. Estos franciscanos reformistas no celebraban entierros, no tenían cofradías; tampoco organizaban procesiones ni recibían limosna de misa o de sermón. Así pues, los observantes no se sintieron amenazados.

Y se puso la primera piedra en la falda del monte que está a la puerta del huerto que es al presente. (…) Más adelante pareció a los padres que donde se puso la primera piedra no era puesto acomodado para la fundación del convento, y que estarían mejor un poco más abajo, dentro de la cerca del huerto; trazose con reflexión y se ejecutó estableciéndolo donde al presente aparece.

Sin más impedimentos los Capuchinos proyectaron la construcción de su convento y al acto de colocación de la primera piedra asistió el obispo, el gobernador y sus vecinos de Santa Ana.

Por mediación del síndico vendieron el terreno, deshaciendo todo lo que allí tenían para traerlo al nuevo emplazamiento; y con aquellos utensilios y el dinero obtenido por la venta comenzaron las obras.

Pero después de tres años de pacífica convivencia, cuando ya tenían parte del edificio levantado y una buena cantidad de dinero invertido, el guardián de los observantes fue reemplazado; y al nuevo no le pareció bien la vecindad.

El entusiasmo con el que la ciudad había recibido a los recién llegados y las dimensiones del edificio que proyectaban le hicieron temer una gran disminución en las limosnas. Y optó por impugnar la fundación capuchina alegando que se hallaba dentro de su demarcación.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

Ojeda Nieto publicó el extracto de un protocolo del año 1622, que da fe de la medición que hicieron los franciscanos de Santa Ana, calculando la distancia entre un convento y otro para fundamentar el inicio de un pleito.

Martín Garcia Sexablanca, agrimensor de la ciut de Murcia ―expresó tras juramento oficial― haver mensurat les casses que y a desde lo convent de Sent Anna …, la qual mensura fet desde la porta major del dit convent de St. Françes ço es ―exactamente― de la aldava questa fixa en dita porta fins on esta possada la primera pedra de nova obra del dit convent del Capuchinos e medint p lo aire atrobat haver en dita distançia  del un convent al altre trescentes vint y cinch canes de a dos alnes cascuna alna del Regne de Valençia de a quatre pams.

En 1624 el Consell oriolano envió un escrito al rey en defensa de la fundación del convento del Santísimo Nombre de Jesús. Con el apoyo de la ciudad, del virrey y del propio Felipe IV, los capuchinos consiguieron su propósito.

En la segunda mitad del siglo XVII la fundación se topó con los efectos de las graves epidemias de 1648 y 1678. Estos religiosos —al igual que sus hermanos descalzos— se implicaron en el cuidado de los apestados; enfermando y falleciendo muchos por contagio. Esta actitud de servicio cimentó su fama de santidad y entrega al prójimo; pasando al siglo XVIII como la congregación más querida en Orihuela.

Como contrapartida, la despoblación producida por las epidemias facilitó las compras y donaciones de casas y terrenos colindantes; por lo que el convento capuchino y su huerto no dejaron de crecer.

Siglo XVIII.

He utilizado a Josef Montesinos para hablar de la fundación del convento; pero cuando realmente es útil el espeso cronista oriolano, es cuando actúa de testigo narrando lo que ve. Así describe el convento de los capuchinos en el año 1792.

Jeroglífico de las propias armas del Convento de los Padres Capuchinos Menores y dibujo de uno de sus fundadores. MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

Descripción de las oficinas de este seráfico convento de Padres Capuchinos. Portería y Claustros. Ante todo lo expuesto se halla una espaciosa puerta con fachada de cantería blanca, en cuyo remate y en su nicho, está S. Antonio de Padua, de busto. Luego le sigue un espacioso pórtico con su cruz en medio; y el Santo Vía Crucis de Manises de Valencia.

Entrando, a la izquierda está la portería, sobre cuyo cancel hay una mediana efigie de S. Francisco de medio cuerpo, cuya pintura es la admiración de los inteligentes y Canónigos; a la derecha, antes de entrar, se descubre un excelente lienzo de ocho palmos de María Santísima de la Fuensanta con San Josef y San Ginés de la Xara, Hermitaño…

En el lado izquierdo está el aposento de visitas con la Purísima Concepción, varias piezas castellanas, mesa, sillas y bancos. La portería en muy espaciosa adornada con preciosos mapas de las Provincias que tienen los Padres Capuchinos en todo el mundo; varios retratos de santos y venerables; el árbol genealógico de la orden y un hermoso lienzo de la Purísima Concepción.

Los claustros, renovados en este año de 1792,  aunque medianos, son muy aseados; en ellos están el Aula, varias despensas y oficinas. En su centro hay una cisterna de agua que se llena del Río Segura por la menguante de enero, de la que se abastece la Reverenda Comunidad, todo el año.

Refectorio, Cosina y Deprofundis. El refectorio es grande, curioso, blanco y bien adornado, especialmente con un lienzo de la cena del Señor, que es cosa especial. El Deprofundis es muy capaz, blanco y aseado con algunos cuadros. La cocina es una pieza grande y con muchas comodidades.

Coro y Deprofundis Eclesiásticos: El Coro es grande, muy capaz y decente con sus buenos asientos, reja grande, oratorio dedicado a la Purísima Concepción; y varios lienzos de especial belleza… El Deprofundis es más largo que ancho, pero muy decente, adornado de varios cuadros muy buenos.

Escaleras y Dormitorios con Celdas: Todo el convento se manda por dos escaleras muy cómodas, ambas adornadas con muy especiales lienzos y otras pinturas. Los dormitorios son bajos, muy claros, blancos y pintados; la enfermería es muy buena, con su Oratorio; las celdas muy bonicas, aunque reducidas al Instituto Capuchino; a excepción de las Celdas del Guardián y del Vicario, que por razón de su oficio, permiten alguna más amplitud.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos. Colección Javier Sánchez Portas.

Aposento y Terrado de recreo: El aposento de recreo es grande, majestuoso, y de irregular hermosura; lo construyó a fundamentos en el año de 1752 el Sr. Doctor D. Josef Claramunt Vives de Alulayes, Canónigo Magistral del Indulto de esta Santa Iglesia de Orihuela (…) en este aposento se descubren varios mapas de todo el mundo y diferentes lienzos primorosos (Inmaculada Concepción, el expresado Sr. Claramunt, Fernando VI de Borbón y su esposa María Bárbara de Portugal, Beato Lorenzo de Brindis y San Francisco).

Magnífica Librería: La librería de este Convento en magnífica, esplendorosa y muy capaz; la hizo desde los cimientos a sus expensas el Sr. Doctor D. Josef Claramunt Vives de Alulayes, Canónigo Magistral del Indulto, insigne bienhechor de esta Santa Comunidad.

Tiene libros excelentes y preciosos manuscritos; mesas, escaños, bellos lienzos de los Santos Doctores de la Iglesia, de la Purísima Concepción, Cardenales de la Orden; y entre ellos, los bustos o retratos de medio cuerpo de dos Canónigos…

Huerto y Balsa con peses: Este Convento tiene para su recreo y utilidad grande huerto, fértil en todo género  de hortalizas.  Produce muchas flores, claveles, naranjas, limones, dos palmas, granadas y albaricoques.

Tiene otro huerto que llaman «El Secano» porque está sobre el monte, el cual tiene muchos almendros, avellanos, algarrobos, higueras y parras. Todo se riega por medio de una noria que con la rueda de una bestia saca el agua de una fuente algo profunda que nace allí mismo.

Es algo blanda, en invierno sale caliente y en verano fría. El agua sobrante se recoge en una balsa que produce unos pececillos medianos y algunas anguilas que todo sirve de recreo a la Reverenda Comunidad.

Tiene el Convento buenas azoteas, miradores, reloj para su gobierno, Hospedería, celdas muy curiosas aunque medianas, y un grande patio con bolas, para el recreo de los religiosos jóvenes, en los días de deporte.

Del siglo XVIII he encontrado también un ejemplo de mortificación física en las carnes de un capuchino del convento de Orihuela, llamado Antonio de Mallorca.

Era su cotidiano ejercicio hacer la via-cruzis por dentro de la Yglesia, cargando sobre sus ombros una cruz pesadíssima, y en la Caydas que representaba la estación, para hacerlas al visso se dejava caer de golpe, y a lo natural, para experimentar mas vivos los tormentos de la Cruz.

Siglo XIX.

Los capuchinos fueron exclaustrados por la Junta de Gobierno del Reino de Valencia y Murcia tras la publicación del Real Decreto de 25 de julio de 1835 suprimiendo los monasterios y conventos masculinos con menos de doce frailes. Dicha exclaustración fue confirmada por otro Real Decreto de fecha 11 de octubre de mismo año.

En febrero de 1836 se decretó la venta de los bienes inmuebles de los monasterios; y el edificio desamortizado pasó a ser de propiedad particular. No he conseguido averiguar quién lo compró; pero la circunstancia de que en 1880 perteneciese a Andrés Rebagliato me hace pensar que, como otros conventos oriolanos, pasó por la manos de su suegro, el acaudalado Matías Sorzano.

Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1846-1850) – Madoz, Pascual, 1806-1870  

Esta descripción figura en el diccionario de Pascual Madoz; compuesto a mediados de la centuria:

El de Capuchinos, situado en el arrabal Roig, a la parte del O, junto a la puerta de Murcia, al pie de la montaña del castillo, es el más moderno de todos, y se asegura haber sido fundado en 1611.

Es un edificio muy capaz en su clase, de obra de mampostería sólida, que promete mucha duración. Su iglesia es pequeña pero muy decente, hallándose hoy sin uso alguno. Tenía una buena biblioteca, y dentro de su muro un huerto regado por una noria y otra porción de terreno secano a la falda del monte, bien cultivado y plantado de algarrobos, olivos y otros árboles.

En 1880 fue restaurado parcialmente para albergar a un grupo de capuchinos franceses expulsados de su país. Los frailes se instalaron provisionalmente en el seminario hasta que el convento fue habitable.

Semanario católico. Alicante, 13 de noviembre de 1880: El miércoles, después de cuarenta y cinco años, vimos por las calles de esta capital a una Comunidad de religiosos vestidos con el sayal y las sandalias del franciscano, ciñendo su cuerpo el cordón de la Orden, del que pendían hermosos rosarios.

A las seis y media de la mañana fondeó en nuestro puerto el vapor hispano-francés, titulado San José, conduciendo a su bordo a trece frailes capuchinos que acaban de ser expulsados de su convento de Mont-de-Marsan en el departamento de Landes (Francia). Al tenerse noticia de la presencia de estos religiosos, una inmensa multitud de gentes de todas clases y condiciones se dirigió al muelle de esta ciudad, ávida de saludarles.

En Alicante les ofrecieron instalarse en el monasterio de Nuestra Señora de Orito, en el término de Monforte. El superior agradeció la generosa oferta; pero les comunicó que tenía decidido alojar a su comunidad en el que había sido convento de capuchinos en Orihuela.

Los frailes expulsados arbitrariamente de Mont-de-Marsan, partieron seguidamente para Orihuela, a donde llegarían el miércoles por la noche para ser hospedados en el Monasterio de Capuchinos de aquella ciudad, cuyo edificio acaba de cederles el Sr. D. Andrés Rebagliato, a quien pertenecía.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos.

Semanario católico. Alicante, 6 de mayo de 1882: Los religiosos capuchinos residentes en Orihuela han celebrado en los días 28, 29 y 30 del pasado abril un solemne Triduo en honor del nuevo Santo Lorenzo de Brindis, religioso de dicha orden. Tenemos a la vista una carta de aquella ciudad en que se reseñan a grandes rasgos dichas solemnidades.

El templo estaba primorosamente adornado, y causaba un efecto sorprendente, siendo lo más admirable que los objetos del adorno eran de escasísimo valor, supliéndolo todo el arte. A la entrada del templo había colocado un sencillo pero vistoso templete; y las calles inmediatas al convento estaban adornadas con arcos, inscripciones y alegorías; el piso cubierto de enramada, y colgadas las casas.

Desde antes de amanecer, la concurrencia al templo de Capuchinos era numerosa; y se cuentan por centenares las personas que acudieron a recibir los Santos Sacramentos de la Penitencia y Comunión. «La población de Orihuela, se nos dice, ha echado el resto en mostrar su amor a los Capuchinos». Han asistido comisiones del Cabildo, Ayuntamiento, Seminario y Colegio de Sto. Domingo.

En Orihuela fueron muy bien recibidos; y en la medida de lo posible recompusieron la iglesia y el convento sin grandes lujos. Siempre contaron con la ayuda de los oriolanos; a los que pronto sedujeron con su ejemplar comportamiento en los momentos difíciles. Os dejo algunos ejemplos aparecidos en prensa.

El Constitucional. Alicante, 3 de junio de 1884: En la inundación de Orihuela… los monjes capuchinos hicieron heroicos esfuerzos para salvar algunas familias sobre balsas ingeniosamente formadas con pipas vacías y tablones.

Muchas simpatías tenía captadas esta comunidad en Orihuela, pero el ejemplo de hoy llevando a la práctica una de las más preciadas virtudes del cristianismo, la caridad ejercida a expensas de todo linaje de sacrificios y abnegaciones, ha acabado de cautivar y seducir a los orcelitanos de tal modo que, hasta los más indiferentes y escépticos se les oyó enaltecer y elogiar su conducta. La calle de la acequia, situada en el barrio de que nos venimos ocupando, fue testigo de las proezas llevadas a cabo por los heroicos capuchinos…

El martes, 23 de julio de 1885: Merece particular mención el comportamiento que están observando los frailes Capuchinos establecidos en esta ciudad (durante la epidemia), visitando a los enfermos y acudiendo a todas partes donde es necesaria su asistencia y pueden desempeñar su santo ministerio…

El diario de Orihuela, 28 de marzo de 1887: El incendio de esta madrugada (En la Plaza de San Agustín). … Los frailes capuchinos. Poco después de empezar a tocar a rebato apareció a todo correr una gran parte de la comunidad; inmediatamente se posesionaron unos de las bombas y otros se encaramaron con los bomberos armados de picos por los terrados de las casas inmediatas a socavar las techumbres. Durante las dos horas que duró el incendio no cesaron de trabajar auxiliando poderosamente al personal de zapadores.

Cariñosa hospitalidad dio Orihuela a los religiosos franceses. No es en esta ocasión cuando hemos de quejarnos de ingratitud, que bien pagan con creces los humanitarios y agradecidos capuchinos el afecto que esta ciudad les profesa. Cualesquiera que sean los tiempos y las circunstancias, la hidalga y noble población de Orihuela, no olvidará nunca a los desventurados proscriptos.

Los capuchinos franceses repusieron, al menos dos veces, la cruz del monte de la Muela.

El diario de Orihuela, 5 de diciembre de 1887: Del ciclón del jueves último ya conocen nuestros lectores los detalles más importantes si bien a los mismos podemos agregar la caída de la Cruz de la Muela, derribada al suelo por el viento y que los religiosos capuchinos habrán de levantar de nuevo, volviendo a comenzar la serie de penosos trabajos que llevaron a cabo para la instalación del signo sacrosanto del Redentor en dicho elevado lugar.

La romería de febrero de 1888, en la que subieron acompañados por multitud de oriolanos, debió parecerse a la escena que muestra la siguiente fotografía de principios del siglo XX.

Fotografía Francisco Ramón Mira / J. M. Espinosa.

El diario de Orihuela, 3 de febrero de 1888: Ayer se instaló por los frailes capuchinos una nueva cruz en el monte denominado la «Cruz de la Muela» subiendo a tan elevado punto con tal motivo, numerosa concurrencia de gentes del pueblo. Nunca se había visto tanta gente reunida en tan alto sitio, siendo causa esto de que gran parte del vecindario subiera ayer tarde a los terrados a admirar la muchedumbre que coronaba el monte…

…Dícese por los bien enterados que, los materiales de construcción estaban preparados desde el día anterior y que ayer el trabajo se redujo a levantar la cruz que es colosal, sobre una alta peana de obra, empresa que se llevó a cabo a las dos de la tarde con el disparo de morteretes y entre los cánticos de los circunstantes.

…La peana de la nueva cruz se distingue perfectamente pero la cruz no es tan visible como la anterior lo cual no ocurriría si se la pintase de negro. La obra realizada es sin embargo meritoria y digna de elogio.

Durante el mes de septiembre de 1889 comenzó a circular la noticia de que la comunidad de capuchinos había recibido orden de volver a su tierra; y los rumores eran ciertos. El lunes 16 salieron para Francia los primeros diez y ocho religiosos. Su marcha dejaban un profundo sentimiento de pérdida entre los oriolanos que los habían acogido durante los años de destierro.

Convento de Capuchinos desde la sierra.

En el tránsito entre capuchinos franceses y españoles el convento fue «amistosamente» saqueado entre los que buscaban recuerdos y los que trataron de aprovechar la situación. Y la cosa degeneró en tumulto.

El diario de Orihuela. 21 de septiembre de 1889: UN SAQUEO EN PAZ. Así puede denominarse lo que viene ocurriendo estos días en el convento de Capuchinos. Con motivo de la marcha de la comunidad, comenzó esta a distribuir entre los pobres algunos utensilios de la casa de difícil conducción a la nueva residencia de aquella; y como ocurre siempre en tales casos, el populacho que oyó tocar a repartir, asaltó, esta es la palabra, con formas más o menos corteses el convento, en busca, no de botín que eso no sería cristiano, sino de recuerdos, porque al parecer sin ellos, toda memoria se extinguiría pronto en la mente de tanto desinteresado admirador.

Que el abuso fue cada día en aumento no hay para qué decirlo. La campanilla de la portería no cesaba un momento de ser agitada por los pedigüeños que en gran número acudían con absurdas peticiones y descabelladas exigencias. Abrumados los religiosos con tanta demanda de objetos y queriendo complacer a todos, repartían a granel todo cuanto hallaban a mano.

Un sujeto les pidió cierta cantidad de piedras y algunas maderas para hacer una casa. Concedido que le fue lo que pedía y sin duda por parecerle poco para recuerdo, se atrevió a pedir la mula y el carro. De estos ha habido algunos casos a cual más chocante si no fueran a cual más indigno.

Anoche crecieron de tal modo las exigencias, que se promovió un gran tumulto en la plaza de Capuchinos donde se situaron varios grupos de demandantes, ocasionando entre varios chiquillos allí presentes una descomunal pedrea y el consiguiente escándalo. Muchas piedras cayeron dentro del convento cuyas puertas se cerraron en medio de una gran gritería promovida por los rifeños que ocupaban la plaza.

La pareja de servicio en aquel punto estuvo esperando que se le leyera la cartilla de los deberes del guardia municipal y sin duda por ello no creyó oportuno intervenir en el asunto. La presencia del alcalde de barrio puso fin al conflicto y se ofreció al padre José para todo cuanto tendiese a evitar las molestias que se le habían causado por aquella gente tan desconsiderada.

Altar: Colección Javier Sánchez Portas. Imagen: Colección Tejuelo.

El diario de Orihuela. 23 de septiembre de 1889: Ya han venido dos de los capuchinos españoles que han de sustituir a los franceses en el convento de San Antonio. Con este motivo ayer tarde se celebró en aquel santuario lo que pudiera llamarse una función de despedida en la que un religioso ocupó la sagrada cátedra para despedirse de los fieles.

La oración fue notable y se encaminó a alabar la caridad del pueblo de Orihuela quien merecía gratitud eterna de la comunidad por la hospitalidad cariñosísima que le había prestado. Se derramó por el auditorio abundante raudal de lágrimas durante el sermón, del que salió aquel bastante impresionado.

En noviembre de 1889, los capuchinos franceses, escribieron al Obispo de Orihuela agradeciendo la generosa hospitalidad que durante nueve años habían recibido de la católica población oriolana cuando fueron expulsados de su patria. Transcribo un fragmento de su carta:

«Quiera Nuestro Señor y la Virgen Inmaculada de Lourdes, nuestra gloriosa Protectora y San Francisco, nuestro Seráfico Padre, recompensar con abundantes bendiciones a V. S. I. y a todos los fieles de su Diócesis, nuestros amigos, nuestros bienhechores, la generosa hospitalidad que en medio de ellos hemos recibido. (…) Le suplico Ilustrísimo Señor, se digne recibir los rendidos obsequios de su reconocido y humildísimo servidor de V. S. I. Q. S. A. B. Fr. Eustaquio de Rochela. De nuestro Convento de San Fidel, de Cahors, en la fiesta de N. S. Padre S. Francisco. 1889».

A finales de noviembre, el general de la orden visitó Orihuela para inspeccionar el estado del convento antes de mandar una nueva comunidad de capuchinos españoles. Los nuevos frailes estaba ya instalados en 1890; y pronto retomaron su estrecha relación con el arrabal y con los oriolanos en general.

Colección Javier Sánchez Portas.

Siglo XX.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos. Colección Esteban Sanmartín.

Dentro del proyecto de ensanche de la calle Capuchinos, en 1927 se demolió y reedificó la portada del atrio y la pared que cercaba el huerto.

El pueblo. 28 de marzo de 1927: Corte del huerto y atrio del Convento de Capuchinos, mejora sencilla con la que quedará una entrada magnífica a la ciudad por la llamada Puerta de Murcia, desembocando a la plaza de Capuchinos directamente la casi ya construida calle que se conoce por subida al Sepulcro, convergiendo a dicha plaza con la carretera a Murcia.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos. Colección Esteban Sanmartín.

Iniciada la Guerra Civil, convento e iglesia fueron asaltados y saqueados en agosto de 1936. Gran parte del legado iconográfico desapareció; y el edificio fue adaptado para utilizarlo como «hospital de sangre».

Convento de Capuchinos. Hospital de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil. Archivo Paco Escudero Galante.
1937. Hospital de Sangre de Capuchinos. Manuel José Aliaga Martínez.
1937. Hospital de Sangre de Capuchinos. Manuel José Aliaga Martínez.

En la memoria de daños presentada por el alcalde de Orihuela en agosto de 1939, figuran los asesinatos de tres capuchinos: Ignacio Caselles García, «Juan Crisóstomo de Gata de Gorgos»; Ramón Juan Costa, «Honorio de Orihuela»;  y Andrés Simón Gómez, «Eloy de Orihuela».

Aunque lejos de Orihuela, a la lista de capuchinos asesinados hay que añadir al famoso «Buenaventura de Puzol». Julio Esteve Flors era profesor de Filosofía y Derecho Canónico; y formó parte de la mítica revista «El Gallo Crisis» junto a Ramón Sijé, Miguel Hernández, Augusto Pescador, Juan Bellod, etc…  

Colección Javier Sánchez Portas.

Terminada la contienda los capuchinos regresaron y, a pesar de las dificultades económicas de la época, consiguieron adecentar el convento y reemplazar parte del patrimonio desaparecido. Muchos oriolanos todavía los recuerdan caminando por la huerta semidescalzos, con su hábito peculiar, dispuestos a celebrar misa en cualquier ermita rural…

Convento de Capuchinos en 1975. Fotografía Antonio Agulló Mateo.

A finales de los años sesenta del siglo pasado, vendieron el convento y se marcharon de la ciudad.

Boletín de Información Municipal. Agosto de 1976: La Comisión Permanente en 27 de julio de 1976 concede la licencia de obras a la Inmobiliaria Dima, S. A. para la demolición del convento de Capuchinos.

El convento de los Capuchinos en los años setenta.

Boletín de Información Municipal. Septiembre de 1977: La Comisión Permanente de 30 de agosto de 1977 autoriza a la «Fraternidad de PP. Capuchinos» de Orihuela para la utilización temporal de la Iglesia de San Juan del Hospital Municipal para celebrar en la misma el culto religioso destinado a la feligresía que hasta ahora acudía al Convento de Capuchinos, en trance de derribo.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos

Se entra a Orihuela por el convento de San Francisco, dicen unos, y otros que por el convento de Capuchinos. Invitamos a nuestros lectores que le den su última mirada —con tristeza— a esta fotografía. Mañana —una mañana cualquiera— este rincón conventual, el huerto y el jardín capuchino, con la iglesia, caerá brutalmente empujado por la fuerza mecánica.

Se levantarán en este lugar viviendas modernas, sociales pero se habrá perdido un espacio abierto, que aunque claustral y amurallado, pudo ser iglesia y guarderías, plaza y jardines de la misma forma que va a ser una urbanización más en una zona excesivamente agobiada de estrechuras. Se entra a Orihuela, por Capuchinos…

El añejo edificio fue derribado; y todos los objetos de culto, imágenes, lienzos, piezas de orfebrería y el propio archivo de los capuchinos, salieron de Orihuela con destino a otros conventos de la orden y ahora lucen en Totana, Orito o Masamagrell.

Derribo de la Iglesia. Colección Javier Sánchez Portas.
Divina Pastora, talla de Enrique Galarza Moreno para el Convento de Nuestra Señora de la Fe, P.P. Capuchinos de Orihuela. Actualmente en el Convento de Nuestra Señora de Orito, en Monforte del Cid. José Juan Girona

En octubre de 1999 los capuchinos regresaron a una modesta ermita a espaldas de su antiguo emplazamiento. Pero el patrimonio desaparecido —costeado en gran parte por los vecinos del Rabaloche— permanece esparcido por la provincia capuchina.

San Antonio. Capuchinos. Fotografía de Leticia Pertegal.

Calles Cercanas.

Vamos a concluir nuestro recorrido urbano por el arrabal hablando de las travesías que flanquean la calle de Capuchinos:

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.
Ajomalba.

La que quedaba a la izquierda del convento —llamada en la actualidad de las Chumberas— figura en los padrones al menos desde el siglo XVII como de la Palera (a veces confundida con de la Palmera). Así pues, se puede decir que ha conservado su titulación a pesar de ser la única que no ofrece higos chumbos por tener cortado el acceso a la sierra.

Archivo Municipal de Orihuela.

Avanzando un poco más encontramos dos títulos del siglo XVIII: el de las Capillas, que hace referencia a las capillas laterales de la desaparecida iglesia conventual,  y el de las Parras.

Ajomalba.
Archivo Municipal de Orihuela.
Ajomalba.

Aún más antiguas — al menos del siglo XVI— son las cuatro que vamos a citar a continuación; en primer lugar dos callejas paralelas con apellidos de procedencia aragonesa, la de Claramunt y la de Ferriz o Ferris, que se ha corrompido en Ferrari. Esta transformación fonética debió realizarse en el siglo XIX; Gisbert ya cita los dos nombres a finales de dicha centuria.

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.

Las otras dos se llaman del Castillo y del Barranco. Dicho barranco era el foso natural de la muralla que ascendía hasta el castillo. En tiempos de lluvias las aguas procedentes de la sierra bajaban con mucha fuerza destrozando periódicamente la calle de Capuchinos. Hasta que en el primer cuarto del siglo XX, se construyó una especie de puente en la calle del Barranco.

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.
Ajomalba.

La progresiva expansión urbana, que abandonó la falda de la peña para ubicarse en la otra orilla del Segura, ha olvidado estos barrios pintorescos quedando así preservados como elementos singulares. Es por eso que se me hace difícil entender el abandono al que han sido sometidos sus tradicionales vecinos; quienes por convicción o sencillamente por falta de medios para mudarse, han permanecido en sus casas pasando a formar parte de un patrimonio cultural que debe ser valorado como seña de identidad oriolana.

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Jorge Belmonte, Javier Sánchez Portas, Esteban Sanmartín y J. Manuel Dayas.

Extracto actualizado del artículo “El Raval Roig, un territorio históricamente singular”, publicado en “Cuadernos de historia y patrimonio cultural del Bajo Segura”. A su vez era un resumen, actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela.

Callejeando 11. La plaza del Raval Roig y la calle Torreta.

El arrabal Roig en los siglos XVI, XVII y XVIII. Archivo Municipal de Orihuela.

La plaza del Raval y la Mare de Déu de Montserrat.

Colección Javier Sánchez Portas.

La plaza del «Raval Roig», formada en el espacio de seguridad que quedó entre la Puerta de Murcia y las primeras casas del citado arrabal, tomó el nombre del santuario erigido en el solar que ocupaba una pobre ermita de reducidas dimensiones.

Antes de hablar del templo y de la plaza de Monserrate, haremos un breve repaso de la conocida leyenda.

La Leyenda.

Dice la tradición que, tras la reconquista, los cristianos de Orihuela buscaron incansablemente la imagen de una virgen que se veneraba en la hipotética Iglesia de San Julián; imagen que escondieron los godos cuando los musulmanes llegaron a la península en el siglo VIII.

Javier Sánchez Portas lo sintetizó así en su «Informe para la declaración de Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento del Santuario de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela».

El Santuario de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela tiene su origen en un suceso ocurrido, según la tradición, en 1306, cuando el sonido de una campana durante tres noches consecutivas en la falda de la montaña, junto a la zona occidental del recinto amurallado, en la parte baja hacia el río Segura.

El sonido escuchado hizo que los fieles cristianos que habitaban el lugar abrieran la peña, hallando una pequeña cueva donde se encontraba una imagen de la Virgen debajo de una campana.

Montesinos trató el tema varias veces en su «Compendio Oriolano». Así lo contó en el primer tomo, llamándola «Ntra. Sra. de la Puerta».

Esta Ciudad estuvo en poder de los Moros sin que los Christianos, que estaban en el Arrabal Roig, menoscabasen la Sta. Ley de Jesuchristo 532 años, conservando siempre en dicho Arrabal la Sta. Igla. de Sn. Julián Mártir, y la invocación de Ntra. Sra. de la Puerta, la qual es una imagen pequeña de olivo incorrupto, que se tiene en esta Ciud. con tanta veneración, que es su patrona por ser tan antigua.

Los Christianos Godos la escondieron, sacándola de su Capilla, quando se alzaron contra los Moros, y ganaron el castillo, baxo la campana que tenía la dicha Igla. de Sn. Julián; porque como refieren Carrillo y Esplugues; y sabemos por la tradición de Padres a Hijos, esta Soberana Imagen de halló baxo de una mediana sonora campana enfrente del mismo sitio y lugar que hoy día se venera, que es el que antes era el Altar Mayor; y luego que la hallaron, que fue cerca de los años (o en el mismo, según afirma Carrillo) de 1306…

En el volumen cuarto afirma copiar el capítulo V de un libro titulado «Orihuela Ilustrada»; obra de la «elocuente pluma» de Francisco Martínez Paterna, presbítero y muy devoto de la «Soberana Madre de Monserrate». 

Redactado en la primera mitad del siglo XVII, del manuscrito titulado «Orihuela ilustrada en cinco libros de Historia» solo se conservan copias parciales. Para distinguir ambos textos voy a utilizar dos tonos; el más oscuro corresponde a la transcripción de Martínez Paterna.

Asentadas todas las casa con el orden y requisito para vivir como Repúblicos, en virtud y conformidad, determinaron los que tenían memoria de la tradición de la Imagen de Ntra. Sra. de Monserrate, que en tiempo de los Moros tenían en la Iglesia del Arrabal Roig, en la Parroquial de San Julián, donde moraron los Christianos, al fin de 500 años, conservando la Fe de Christo.

Por miedo de los Moros, que querían pasar a cuchillo a los Oriolanos, en el de 819 enterraron baxo tierra con muchas lágrimas, la preciosa Imagen de Ntra. Sra. de Monserrate, para que así no se atrevieran a ultrajar dicha Sta. Imagen, a quien tanto amaban, y de quien tanto esperaban.

En cuyo sitio estuvo por más de 500 años, por esto que en Orihuela no estaban aun asentadas las cosas de los Repartimientos de las tierras, que con ser muchas, causaron muchas revoluciones, pues el modo de repartirlas no se hizo como se debía…

Y los que quedaron en el Arrabal Roig, con las viudas más principales, acordándose de la Imagen de Ntra. Sra. de Monserrate que estaba enterrada en la Iglesia de San Julián baxo la campana, según la tradición de sus mayores; a costa de rogativas, de diligencias, y varias excavaciones, hallaron el sitio.

Y hicieron que la desenterrasen, y sacasen de donde estaba y le hiciesen una buena Iglesia encorporando en ella aquella parte en donde estuvo en aquellos años pasados…  

Grabado con los símbolos de la leyenda y fotografía del Ministerio de Cultura.

El origen de las advocaciones marianas de toda España varía en cada caso; pero siempre se inician con hechos extraordinarios y milagrosos.

El Concilio de Trento impulsó el culto y la veneración a la Virgen María; y cada población escogió una imagen que acabó haciendo suya de manera visceral dándole una advocación específica acompañada de su correspondiente leyenda.

Los cronistas de los siglos XVII, XVIII y XIX se encargaron de enriquecerlas y embellecerlas hasta que se consolidaron definitivamente; convirtiéndose para muchos en historia real. Y ésta se transmitió de generación en generación hasta formar parte indisoluble de la cultura de dichos pueblos.

Los lugares de los hallazgos o de las apariciones fueron ensalzados como sitios de culto que pasaron a formar parte del escenario religioso de la ciudad y también de su folclore.

En el caso de Monserrate adaptaron la leyenda del descubrimiento de la Mare de Déu de Montserrat, la popular advocación catalana conocida como «la moreneta».

Dicha leyenda cuenta como, ante la invasión de los moros, la imagen fue escondida en una cueva de la montaña de Montserrat y milagrosamente hallada en los primeros tiempos de la Reconquista. Unos pastores la descubrieron en medio de un misterioso resplandor y cantos angelicales. 

El intento de entroncarla con los godos también es muy similar. Algunos cronistas trasnochados la llevan incluso a épocas anteriores; y se refieren a un discípulo del apóstol Santiago como portador de la imagen.

La fecha atribuida al descubrimiento milagroso de la de Oriola, el año 1306, tampoco es casual. Coincide con la incorporación definitiva a la Corona de Aragón con la firma de los tratados de Torrellas en 1304 y de Elche en 1305.

El texto de Martinez Paterna describe la imagen «encontrada»; y, al parecer, no sólo aguantó el paso de medio milenio la incorruptible madera de olivo; también su policromía.

Es una imagen antiquísima, formada de madera de olivo incorruptible, del tamaño de dos palmos, asentada en una silleta, con un Niño en su mano derecha, el cual tiene un paxarito en sus dedos, su rostro es muy hermoso, y pequeño a proporción del cuerpo, y el vestido es de color encarnado, y el manto azul…

Continuando con la tradición, se dice que la advocación de la Virgen fue decidida por sorteo al no existir acuerdo sobre la nominación que debía titular a la imagen.

Las provincias de Alicante y Murcia fueron repobladas por aragoneses, valencianos y catalanes; por eso la tradición menciona advocaciones arraigadas en cada una de las tres procedencias: Montserrat para los catalanes, Pilar para los aragoneses, y Orito o Loreto para los valencianos.

Hasta ahora sólo había leído que desecharon las del Pilar y Orito. Pero el relato de Martinez Paterna, transcrito por Montesinos y el del propio Montesinos, eliminan la de Orito y añaden las de Guadalupe y la de Rija (supuesta advocación de la que no he conseguido encontrar ningún dato).

Y como los vecinos de Orihuela unos eran Valencianos, otros Aragoneses, otros Catalanes, y otros Castellanos y Andaluces, determinaron en el año de 1306 (que fue el de su invención) de darle título a esta Sta. Imagen; y unos querían que se llamase la Virgen del Pilar; otros la Virgen de Rija; otros la Virgen de Guadalupe; y otros la Virgen de Monserrate.

Y como no concordaron, procuraron el que se sacase por suertes el nombre titular que había de tener; y así en unas quatro sedulitas asentaron en cada una su nombre de los que estaban escritos; y sacándose por suerte, salió la Cédula que decía la Virgen de Monserrate, y así se quedó con este nombre; y la Iglesia se llamó siempre de la Virgen de Monserrate.

Montesinos, aunque da clara preeminencia a los «Cathalanes», utiliza las mismas advocaciones para las «sedulitas» del sorteo, citando a numerosos autores como fuente.

Y como la mayor parte de aquellos que poblaron esta Muy Noble Ciud. de Orih. en tiempos del Sr. Rey de Castilla Don Alonso X el Sabio, eran Cathalanes (por haber venido en compañía del Serenísimo Dn. Jayme I de Aragón, el Conquistador, el año 1265 según diré mas adelante) huvo grandes altercados entre los Christianos sobre la imbocación que le pondrían.

Pero siendo los Cathalanes muy devotos de María Sma. de Monserrate, procuraron con mucho esfuerzo que tuviera este título tan dulce y amable. Unidos y venidos a botar, contradiciéndolo otros, que no eran de la Nación Cathalana, determinaron (para asegurar la paz) poner escritas en unas sedulitas, las Imbocaciones que querían que tuviesen unos y otros, que según mi Ve. Dr. Montesinos; Ramírez; Gallego; Lozano; y Esplugues; fueron quatro, a saber; Monserrate, Pilar, Guadalupe y Rija.

Determinados todos (como interesados por su afectuosa devoción) que la primera imbocación que saliese por suerte, con ella se había de saludar la Sta. Imagen, y su Iglesia; y saliendo por suerte y Voluntad Divina, la primera Sedulita, hallaron escrito en ella el amoroso Nombre y título de Ntra. Sra. de Monserrate, con los que se quedó y permanece con la mayor ostentación y devoción en los amantes Corazones Oriolanos, que la veneran como su amante Madre, Reyna, Protectora y Patrona.

Efectivamente en Oriola, los catalanes, tuvieron preeminencia; y el culto a la Mare de Déu de Montserrat se había popularizado en Cataluña entre los siglos XII y XIII.

No es casualidad que el primer convento erigido al integrarse la ciudad en la Corona de Aragón fuese el de los mercedarios, orden fundada en Barcelona; y bajo la advocación de Santa Eulalia, la patrona de la «Ciudad Condal».

En cuanto a «famoso pleito» con los benedictinos, forma también parte de la tradición. Las advocaciones marianas se repiten por toda España sin problemas de exclusividad.

Sobre este título hubo diferencias con los Padres del Convento de Monserrate, que está en Cataluña, junto a Barcelona, los cuales enviaron un procurador a Orihuela para intimarles de que no hubiese en la Iglesia título de Ntra. Sra. de Monserrate, porque en España solo la casa que estos Padres de la Orden de Sn. Benito tienen en Cataluña, tienen este nombre.

Para lo cual hubieron de enviar a Roma un Canónigo de la Colegial llamado Mosén Juan Vicente para que alcanzase el privilegio; y éste alcanzó del Santo Papa Sixto IV, año 1483, a 12 de Agosto para que esta Iglesia quedase con este título de la Virgen de Monserrate.    

Lo que el Papa Sixto IV aprobó, en bula de 12 de octubre de 1482, fue la erección de la «Confraria de Nostra Senyora de Monserrat» de Oriola; en castellano la Cofradía de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela.

La Patrona.

Virgen de Monserrate. Imagen desaparecida en la Guerra Civil. Belda Novedades Fotográficas. Años 20. Procede de un cliché de cristal de la Colección Javier Sánchez Portas.

A esta Soberana amantísima Sra. baxo el especioso título de Monserrate, la venera y tiene esta Oriolana Ciud. por su especial Patrona y Protectora, celebrando anualmente, en su Culto y Honor en el 8 de Septiembre fiesta y muy lucido Novenario, en la Sta. Iglesia Cathedral; a donde se lleva desde su primorosa Hermita el día 7 por su tarde…

¿Cómo obtuvo el patronazgo de Oriola esta humilde advocación localizada en el extremo de la ciudad?

Durante mucho tiempo la elección de los santos y sus patronazgos fue cuestión municipal. Los miembros del Consell orientaban las preferencias de los devotos dependiendo de las necesidades de cada momento: riadas, sequías, epidemias, guerras…

Así el pueblo relegaba a unos santos y ensalzaba a otros estableciendo con ellos nuevas fiestas, ermitas, romerías, procesiones, etc.

Esa potestad pasó a manos del Cabildo a partir de la creación del Obispado. Y varios siglos después ¿Qué mejor forma de hacer popular una devoción entre una población con mayoría de campesinos que darle el control de la lluvia?

En Oriola San Gregorio taumaturgo fue escogido e impuesto por el Consell para la fundación de los Alcantarinos a comienzos del XVII. Si os apetece, pinchad la siguiente imagen para acceder al artículo sobre los Alcantarinos en San Gregorio.

San Gregorio imaginado por Montesinos. Pinchad la imagen.

La ciudad lo estuvo invocando como intercesor ante las riadas hasta que un supuesto fracaso, en 1672, dio paso al milagro del ramo en el puente, circunstancia que potenció la devoción de la Virgen de Monserrate y consolidó su leyenda representada en múltiples obras de arte.

El cambio supuso un claro beneficio económico para el Cabildo. Centralizando la devoción en la Virgen de Monserrate se hizo con el control de numerosas donaciones y limosnas que antes recibía el clero regular.

Algo parecido pasó en Murcia en 1694: como era costumbre, se utilizó la imagen de la Virgen de la Arrixaca, secular patrona, para celebrar rogativas por la sequía. Ésta fracasó y entró en acción la de la Fuensanta, cuyo patronato ejercía, casualmente, el Cabildo Catedralicio de Murcia.

Grabado siglo XIX y fotografía del Ministerio de Cultura.

Volviendo a Orihuela: en ese mismo año de 1672 tenemos constancia de que los mayordomos de la cofradía comunicaron al Cabildo Catedralicio la imposibilidad de celebrar la fiesta en la ermita por causa de las obras, y los grandes gastos que tenían que sufragar.

Recurro de nuevo a Javier Sánchez Portas y su «Informe para la declaración de Bien de Interés Cultural…».

El aumento de la devoción por esta imagen durante el siglo XVII hace que se amplíe su capilla en 1672 y se coloque un buen retablo barroco de tres calles con columnas salomónicas que se concluye por Antonio Caro «el viejo» en 1675 y que es dorado y policromado en 1677 por Francisco Heredia.

Este gran retablo que todavía pervive en la capilla del hallazgo tiene adosado un camarín poligonal con vidrios pintados que se realiza por el escultor José Rufete en 1690, según consta en la inscripción que rodea la cornisa del perímetro exterior del camarín situado en la estancia trasera del retablo, gran sala cuadrada y abovedada donde una gran ventana orientada al poniente jugaría un extraordinario efecto barroco al iluminar el camarín con la imagen de la Virgen a través de los cristales.

Las fechas de estas obras de ampliación y mejora coinciden con el suceso del ramo, hecho milagroso que propagó su culto. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Nuestra Señora de Monserrate. Santuario de Nuestra Señora de Monserrate en Orihuela. Lienzo «mutilado» atribuido a Bartolomé Albert, a finales del siglo XVII. Fotografía Leticia Pertegal.

El Oriolano. 9 de febrero de 1886: El sábado por la noche se produjo un mayúsculo alboroto en el Arrabal Roig. No se sabe quién hizo rodar la bola de que los ladrones habían intentado penetrar en el templo de la Virgen de Monserrate. Decirle esto a los del Arrabal y salir todos armados de palos, chuzos, escopetas y demás instrumentos, análogos fue obra de un segundo.

¡Bonito genio tienen ellos para tolerar desacatos a la Patrona de Orihuela! Con seguridad que si cogen entre manos a cualquiera de los presuntos cacos, el pedazo más grande que de él hacen es una oreja….

La ermita de la Mare de Deu de Montserrat.

Colección Javier Sánchez Portas.

Se estableció una ermita a la «Mare de Déu de Montserrat» probablemente en el siglo XIV; y no fue en un sitio accidental. Estaba en la puerta de Murcia; advirtiendo a los viajeros de que habían dejado el Reino de Castilla y entraban en la Corona de Aragón.

Hasta el siglo XVII pasó sin pena ni gloria; una modesta y paupérrima ermita; una de las tantas establecidas en territorio oriolano.

Vamos a comenzar con José Ojeda Nieto en su obra: «El Raval Roig, origen y formación de un espacio urbano en la Orihuela foral».

Se halla a mano derecha, lindando con la muralla, a la salida de la ciudad por la Puerta de Murcia. Su fábrica, en sus orígenes muy sencilla, sufriría diversas ampliaciones e incluso cambios de orientación, hasta dar con la actual, que procede de fines del siglo XVIII, mirando a la Plaza.

Arrabal siglo XVI. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

Vuelvo a transcribir a Ojeda Nieto, concretamente su obra «La advocación de Ntra. Sra. de Monserrate en los siglos XVI y XVII».

Porque el edificio de aquel entonces —siglos XVI y XVII— era una pobre ermita levantada en el arrabal—Raval Roig— más pobre de la ciudad. Un arrabal escasamente poblado a la altura de 1540, año en el que todavía los vecinos no figuran desglosados de la «collación de San Jaume». 

Hay que recurrir a las crónicas y a las fuentes indirectas para no dudar de su existencia, porque los notarios del Consell no se molestan en dar fe de los allí residentes.

De hecho, en julio de 1537 Cabildo y Consell cedieron el edificio a la orden del Carmen para fundar un convento, empresa que, a diferencia de lo que ocurrió con las del Socorro, de Santa Ana o la de San Sebastián, no llegó a buen puerto; pues contó con la «consideración» de iglesia.

Tres décadas después, una de las torres defensivas del muro cayó sobre ella destrozando la capilla.

Que la ermita se halla, si no apoyada, próxima a la muralla y a las torres que de trecho en trecho fortalecen el muro, en esa zona donde la muralla requiebra para ascender por la sierra, lo prueba el testimonio del suceso que obligará a una de las reparaciones que habrían de hacerse en la ermita en el último tercio del Quinientos, pues en 1567 una de las torres cayó y destrozó toda la capilla.

La reparación de estos años sirvió seguramente para ampliar la ermita, aprovechando el destrozo de la muralla. Pero si no fue así, si sólo fue reparación, en los inicios del XVII se llevaría a cabo una ampliación más completa, que sirvió a la postre para perfilar el trazado de la incipiente calle de Monserrate.

Arrabal siglo XVII. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

Que se ignore todo de la ermita hay que achacarlo a la privacidad de la Cofradía y a la pobreza del barrio, ya se sabe que los pobres no generan historia. Ermita pues, sencilla y pobre, como pobres eran los ornamentos. Andando el tiempo, cuando las circunstancias cambien, documentación y fábrica, ornamentos y liturgia cambiarán también.

A mediados del siglo XVIII, popularizada y extendida su devoción, el templo fue demolido parcialmente y reedificado a instancias del obispo Gómez de Terán. Así lo reflejó Montesinos en el tomo cuarto de su compendio.

Esta iglesia duró hasta el año de 1748 en que, por injuria de los tiempos vino a tierra; desde cuyo tiempo se llevó Ntra. Sra. de Monserrate a la Sta. Iglesia Cathedral en cuyo Altar Mayor se colocó con licencia del Iltmo. Sr. Obispo Oriolano Dn. Juan Elías Gomez de Teran.

Haviendo venido a tierra por los referidos años de 1748 esta Hermita de Ntra. Sra. de Monserrate, en el mismo año, día 15 de Octubre, se dio principio a la Fábrica de la que hoy (a Dios gracias) vemos concluida, que es de las mejores y mayores de esta Ciud. en planta, en aseo, en hermosura, y en disposición. Esta situada a la falda de una proporcionada Montaña, frontera a una grande Plazuela, llamada en lo antiguo de la Baca, y ahora de Monserrate.  

La Anunciación. Santuario de Nuestra Señora de Monserrate en Orihuela. Lienzo atribuido a Bartolomé Albert, a finales del siglo XVII. Fotografía Leticia Pertegal.

Este prelado transformó totalmente el espacio del santuario con una gran ampliación y una nueva distribución de sus estructuras. En el mismo tomo, Montesinos incluye una amplia descripción del interior del templo: capillas, ornamentos, enterramientos, etc.

Siguiendo el formato de paseo que utilizo en esta serie titulada «Callejeando», me limito a transcribir lo que se puede ver desde el exterior.

Frontero al Altar Mayor, esta la Puerta principal, compuesta de dos hojas dadas de verde, con las Armas de Ntra. Sra. que es una Sierra puesta sobre un Monte elevado; la fachada de ella es de lo más magnífico y primoroso que hay en esta Ciudad de Oriha. (añadido con otra letra) la que se concluyó Miércoles día 18 de Febrero del año próximo pasado 1789.

Construida toda ella de piedras de varios colores, con tres cuerpos, columnas, pirámides, relieves, y en medio un grande medallón, que ostenta con magestad a María Sma. Ntra. Sra. de Monserrate, en ademán de favorecer a sus amados hijos los Oriolanos; cuya Portada moderna (por haberse demolido la otra, que amenazaba ruina) se principió en 10 de Enero del año anterior 1788.  

La Visitación. Santuario de Nuestra Señora de Monserrate en Orihuela. Lienzo atribuido a Bartolomé Albert, a finales del siglo XVII. Fotografía Leticia Pertegal.

Así reza en el informe de Javier Sánchez Portas.

En 1749 se producen los primeros derribos de casas cercanas a Monserrate, para realizar el nuevo templo barroco y en 1750 la imagen de la Virgen es trasladada a la Catedral donde permanecerá hasta 1775 en que regresa a su nueva iglesia.

A mediados del siglo XVIII el obispo de Orihuela, Juan Elías Gómez de Terán construye entre 1743 y 1745 una modesta casa de Misericordia, que sitúa cerca de la capilla de Monserrate.

Pasados unos años proyecta su ampliación, encargando al fraile, pintor y arquitecto Antonio Villanueva el diseño de una gran casa de Misericordia cuya construcción se contrataría el 26 de junio de 1756 con Pedro Pardo y Miguel Francia ante el notario Rafael Medina, en cuyo protocolo se conservan los planos de planta y alzado originales formados por Villanueva, a quien nombran como «matemático», según ha publicado recientemente Mazón Albarracín.

La coincidencia cronológica en la ejecución de ambos edificios, las características estilísticas de las portadas y otras concomitancias nos inclinan a atribuir el diseño del actual Santuario de Monserrate a fray Antonio Villanueva, aunque por el momento no conozcamos testimonios documentales que prueben este aserto.

La capilla del hallazgo pasó a ocupar un lugar secundario dentro de la nueva edificación y la antigua ermita ocupó aproximadamente el espacio comprendido entre dicha capilla y la que hoy día es puerta lateral, hasta entonces portada principal.

Interior de Monserrate. 1931. Ministerio de Cultura.

En noviembre de 1934, cuando en otros pueblos ardían los templos, Ignacio Sánchez Ballesta se dirigió al consistorio para solicitar permiso, como contratista de las obras proyectadas en las torres y fachada, adjuntando el siguiente plano.

Archivo Municipal de Orihuela.

El medallón central de su fachada muestra el anagrama y los símbolos del legendario hallazgo de la Virgen.

En los años ochenta del siglo pasado fue restaurada de nuevo como podemos comprobar en la siguiente fotografía.

Restauración en los años ochenta del siglo XX. Archivo Rafael Almira.

La Plaza de Raval Roig.

Fotografías José Antonio Ruiz Peñalver y Ajomalba.

Comienzo, como es habitual, con lo dicho por Gisbert en sus apuntes sobre calles y plazas.

La (plaza) de Monserrate en la que existe el santuario de nuestra Patrona y que en otro tiempo se llamó de la Baca, así lo escribe Montesinos, es céntrica teniendo a su M. los finales de las calles de Santiago y del Hospital; y al N. los comienzos de las de Capuchinos y el Carril.

Ya he transcrito el texto donde menciona la supuesta titulación de «Plazuela de la Baca»; y sólo se me ocurre que pueda tener relación con las corridas de toros y vacas que se celebraron en esta plaza antes de abrir la Nueva. Veamos lo que dice Montesinos de la propia plaza.

La Plaza de Ntra. Sra. de Monserrate, que está situada en el centro del Arrabal Roig, es grande, cuadrada, hermosa, aunque no de sitio igual, cosa que la hace desagradable. En ella se hace el cargamento (por cuenta de la Real Hacienda) de la Sal para Orihuela, y lugares de su Gobernación.

Colección Esteban Sanmartín.

El cronista menciona dos accesos o portales en esta parte de la ciudad; y, con su habitual osadía para las fechas, nos habla de sus arreglos y reconstrucciones. El primero debía ser un portillo abierto para dar acceso a la calle de Santiago.

Portal de San Julián: se fundó en el año 1501 (según refiere el Pe. Esplugues). Vino a tierra y se reedificó levemente, con poca hermosura y menos obra, en el año 1704. Está junto a la Plaza de Ntra. Sra. de Monserrate; en cuyo lado hay una pública Carnicería.

El otro la propia Puerta de Murcia, más cerca del río.

El último portal que se llamaba la Puerta de Murcia por estar en el camino por donde se va a dicha murciana ciudad. La fundaron los Moros, junto a la torre que hay cercana al Río Segura, a la salida de Orihuela en el año 853.

Ganada la Ciudad por los Christianos, reedificaron estos dicho Portal en 1384, al lado de dicha Torre llamada de Oblouquí Alí por su fundador. Es toda de calcina y tapias; y, aunque algo desmoronada, se conserva (por acuerdo de la Muy Iltre. Ciudad).

Servía a los Moros de defenza y atalaya. Dicho portal tuvo segunda renovación en el año 1513; pero en el de 1678 (que fue el de la peste general) se demolió para hacer más ancha y clara la entrada de la Ciudad.

Antes de existir la plaza como tal, el espacio entre la muralla y las primeras casas estaba orientado hacia el río y el «camino de las Cinco Alquerías» (nombre antiguo de la actual población de Alquerías).

Llamado también «camino viejo de Murcia» o «camino de en medio», su cruz de término era la «Cruz del río», mencionada en el capítulo anterior. También contaba con una horca estable, de piedra picada, un patíbulo que advertía al forastero de que llegaba a una ciudad que castigaba el delito con dureza.

Reedificada en 1542 para darle más amplitud y facilitar el trasiego de carruajes, Pepe Ojeda la describe así.

La Puerta de Murcia, que se abre a la ciudad, con los escudos —de Aragón y el Oriol—, que la adornan, y la cruz enfrente, añaden una nota de vistosidad a la zona que el viajero procedente de Murcia, viniendo por la margen izquierda del río, vería al entrar en la ciudad tras haber atravesado un barrio todavía algo deslavazado.

La plaza del Raval Roig quedó ligada estrechamente a la «Confraria de Nostra Senyora de Monserrat o de la Mare de Déu de Montserrat de Oriola»; en castellano, la Cofradía de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela. Aprobada a finales del siglo XV, sus mayordomos han sido generalmente los encargados de adecentarla.

En el año 1599, ante el desorden urbanístico y la proliferación de establecimientos molestos e inconvenientes para la vecindad, los cofrades proyectaron aplanar y reformar la explanada apoyados tímidamente por el Consell que, seis años después, contribuyó poniendo orden en las construcciones de una plaza, óptima para instalar el mercado o celebrar cualquier fiesta.

En cuanto a rotulación, durante el siglo XVII aparece en los padrones de Sal y Muro como la Plaza del Raval Roig.

Plasa del Raval Roig. (Patro de els vehins 1651). Placa de Raval Roig eo lo que resta de aquella. (Patro de Sal y Mur 1654). Archivo Municipal de Orihuela.

En la primera mitad del XVIII era la Plaza del Rabal Roche (la denominación que acabó derivando en Rabaloche).

Plaza del Raval/Rabal Roche. Repartos de Equivalente 1717 y 1718. Archivo Municipal de Orihuela.

A partir de los repartos de 1770, figura ya siempre como Plaza de Monserrate.

Fotografía Ajomalba.

La estatua del caballero con levita que la preside recuerda a José María Muñoz y Bajo de Mengibar, trasladado aquí en 1900 desde la Plaza Nueva. Pinchando la fotografía podréis acceder a su historia.

Enlace a la biografía de José María Muñoz y Bajo de Mengibar 

El ajardinamiento de su explanada, al igual que el de la Plaza Nueva, fue fruto de una actuación realizada en la década de 1920 por el Consistorio que encabezaba Francisco Díe, mayordomo y presidente de la citada cofradía. La última remodelación de la plaza de Monserrate data de 2007.

La Plaza en el siglo XXI. José María Pérez Basanta.

La Calle Torreta y el Barranco.

Rótulos antiguo y moderno.
Plaza de Monserrate y Calle Torreta. Archivo Mariano Pedrera.

Vamos a terminar esta entrega visitando un precioso rincón al pie de la sierra, a espaldas del Santuario de Monserrate.

Es la calle Torreta, cuya titulación aparece en la segunda mitad del siglo XVIII y queda evidenciada por los restos que se mantienen en pie dando fe del antiguo perímetro defensivo.

Reparto Equivalentes de 1770. Archivo Municipal de Orihuela.

Este conjunto de torreones, de origen almohade, conectaban la muralla con el castillo y con la Puerta de Murcia.

Calle Torreta. José Antonio Ruiz Peñalver.

Al igual que el muro, se fabricaron empleando el sistema conocido como tapial, por lo que conservan los orificios redondos, huellas evidentes del citado proceso constructivo.

Calle Torreta. José Antonio Ruiz Peñalver.

Declarados Bien de Interés Cultural en 1949, en el año 2008 fueron restaurados por el Ayuntamiento.

Calle Torreta. José Antonio Ruiz Peñalver.

Y su entorno, antes descuidado, fue embellecido por la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, que tiene allí su sede social y una capilla exterior en honor a su patrón.

Calle Torreta. Damars y José Antonio Ruiz Peñalver.
Vista desde las traseras del santuario de Monserrate. José Antonio Ruiz Peñalver.

El arrabal llegó al siglo XVII pobre y escasamente poblado por un vecindario conflictivo y disperso que, sin control municipal, creció rebasando el barranco que canaliza las aguas procedentes de la sierra en dirección al río, una defensa natural a modo de foso que hoy conocemos como calle Barranco.

Poco a poco la población se fue extendiendo con una mejor ocupación del terreno en torno a ellas; pero los tradicionales problemas urbanísticos no desaparecieron en este núcleo de población de crecimiento anárquico, con una disposición a acoger industrias molestas para el casco.

El Arrabal Roig. Colección Javier Sánchez Portas.

Estos profesionales ocupaban la calle siguiendo las costumbres de una sociedad sin noción clara de lo que era espacio público y privado, violando las normas urbanísticas más elementales y tolerados por la dejadez de sus vecinos.

Para la actual concepción de la higiene pública son inimaginables las condiciones de insalubridad en las que se desenvolvían los curtidores o los salitreros.

La complejidad de los procesos y la necesidad de espacio para desarrollarlos provocaba numerosas quejas, por lo que los jurados se veían obligados a retirar de la plaza calderas, secaderos y otros utensilios propios de estos oficios.

De la explanada partían dos caminos que acabaron siendo calles principales: la del Carril o San Francisco y la de Capuchinos. Estudiaremos ambas en los dos próximos capítulos.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Extracto actualizado del artículo «El Raval Roig, un territorio históricamente singular», publicado en «Cuadernos de historia y patrimonio cultural del Bajo Segura». A su vez era un resumen, actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela. Bibliografía:

Sánchez Portas, Javier «Informe para la declaración de Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento para el Santuario de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela». En prensa.

Ojeda Nieto, José. «La advocación de Ntra. Sra. de Monserrate en los siglos XVI y XVII». Orihuela 2006. Asociación Amigos de Orihuela. Y «El Raval Roig, origen y formación de un espacio urbano en la Orihuela foral». Orihuela 2010. Patronato Histórico Artístico de la Ciudad de Orihuela.

Montesinos Pérez de Orumbella, Joseph. «Compendio Histórico Oriolano». Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

Gisbert y Ballesteros, Ernesto. «Historia de Orihuela». Orihuela 1903. Tomo III.

Ferris Ibáñez, Manuel. «Bosquejo histórico de la imagen y Santuario de María de Monserrate, Patrona de la Ciudad de Orihuela». Orihuela, Imprenta de Luis Zerón García, 1900. Facsímil año 2.000.

Mazón Albarracín, Antonio José «La iglesia y el convento de los mercedarios». Publicado en la revista de Moros y Cristianos, Orihuela, 2012.

Mazón Albarracín, Antonio José «San Gregorio y los Descalzos Alcantarinos». Publicado en la revista de Moros y Cristianos, Orihuela, 2013.

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Callejeando 10. Hacia el arrabal.

Plaza de Santiago y Calle del Hospital. Colección Mariano Pedrera.

Salida al Río y «Lugar del Piejo».

Siguiendo por la calle del Hospital dejamos a la derecha la Plaza de Santiago, de la que hablaremos a la vuelta. Rebasada dicha plaza, encontramos dos callejuelas a la derecha y tres a la izquierda.

Fragmento plano de Francisco Coello en 1859.

Como podemos comprobar en el plano de Coello de 1859, los callejones en el siglo XIX eran tres a la derecha y cuatro a la izquierda.

Pero el que unía la plaza con el río, y el que prolongaba la calle de la Gloria hasta la de Santiago desaparecieron. Este último continuaba entre la Misericordia y Monserrate hasta unir el río con la peña.

Las que se conservan a la derecha se llaman Calle de la Espada y Travesía de Santiago.

La primera no figura en ningún padrón o reparto; pero existe al menos desde el siglo XIX. La mencionan en los trabajos del nomenclátor de 1861. También aparece en la prensa de final de siglo gracias a una taberna de mala reputación.

El Thader. 8 de octubre 1895: No hay que pensar en denunciar hechos que ocurran en el Arrabal Roig. Uno de los asiduos concurrentes a la taberna de la calle de la Espada, nos dijo anoche. ¿Señorito: Vd. es el «redator» que ha puesto eso de la calle de la Espada?

Nosotros contestamos asintiendo para ver lo que se le ofrecía. Pero nada, con la mayor cachaba del mundo nos dijo que no nos cansáramos en escribir sobre el particular porque han de seguir jugando en dicha calle, así como bebiendo tinto después de las diez de la noche.

La otra titulación es la forma más simple para nombrar calles modestas en la redacción de padrones y callejeros: se escribía el título de la calle principal, y al resto traviesas o travesías.

Fotografía Ajomalba.

La comisión para el arreglo del nomenclátor, en 1861, trató de unificarla con la primera de la izquierda, la llamada Salida al Río (en el plano, los números 1 y 2). Y para titularla escogieron el nombre de uno de los heroicos defensores del castillo durante la reconquista. Pero la propuesta no prosperó.

La Calleja que desde la Casa de Expósitos conduce a la Calle del Hospital, y de ésta a la Cruz del Río, llamada hoy Salida del Río, se nombrará Calle Ibáñez de Oriol.

Como su nombre indica, daba acceso al Segura a través de un portillo cuyos restos conservan las guías talladas en piedra para protegerse de las crecidas.

Fotografía Ajomalba.

Tenemos un documento de fecha 3 de noviembre de 1800, anexo al libro de actas, que cita el Portillo de la Calle de la Gloria, localizado entre la barrera de la Cruz del Río y el Portillo del Barrio del Piojo.

Normas que hay que observar para la construcción de tapias, las barreras y portillos de esta ciudad. Las cuales deberán ser de piedra y yeso con el grueso de palmo y medio y quince de elevación desde la superficie de la tierra, su bordo y el «simiento» correspondiente...

11. Barrera de la Cruz del Río; 12 Portillo de la Calle de la Gloria, con su albellón y palos de olivera; 13. Portillo del Barrio llamado del Piojo, desde la esquina de la última casa a la de Ros por la espalda, con su albellón y palos de olivera.

Portillo con salida al río. Fotografía de Juan Fenoll Villegas. Archivo Mariano Pedrera

El barrio o «lugar del Piojo» aparece en los padrones de primeros del siglo XIX. He localizado «barrios del Piojo» en localidades de Murcia, Albacete, Teruel, Toledo…

Antes de leer lo del portillo, su ubicación en varios repartos me despistó un poco. Como podéis comprobar, en el de 1803 aparece entre la Plaza de Monserrate y la Calle Torreta.

Reparto 1803. Archivo Municipal de Orihuela.

Y en el índice de 1811, entre la Plaza de Monserrate y Capuchinos.

Reparto 1811. Archivo Municipal de Orihuela.

Sin embargo, en repartos posteriores, lo anotaron junto a las calles del Hospital y de la Gloria.

Repartos siglo XIX. Archivo Municipal de Orihuela.

Si tenía un portillo cercano a la Cruz del Río y a las casas de Ros, podría ser la zona que, la comisión del nomenclátor en 1861, llamaba «Espaldas de Ros».

El sitio llamado Espaldas de Ros y antes Barrio de Rocafull, en memoria del célebre D. Guillén, cuyo retrato se conserva en la Casa Consistorial, se denominará Calle de Rocafull.

La sugerencia de dedicar una calle a los Rocafull, muy presentes en la zona como luego veremos, no se tuvo en cuenta; pero sí tenemos una calle dedicada al tal Ros.

Fotografía Ajomalba

La «Cruz del Río».

La Cruz del Río.

El lugar llamado «Cruz del río» o «Rebalso» era un idílico paraje del que sólo perduran fotografías. En el apartado «Cruces extramuros», Gisbert dice lo siguiente:

En cuanto a la cruz llamada del Río, en la margen izquierda de éste, junto al antiguo camino de Murcia y al torreón de Embergoñes, no podemos acotar el año de su fabricación; pero sí asegurar que es muy posterior a las otras seis, como que Montesinos no habla de ella al hacerlo de éstas.

Es cual jalón para medir la altura en las grandes avenidas del Segura, y decimos esto porque en la columna que le sirve de sostén aparecen señaladas las fechas de las riadas más memorables, con las alturas que alcanzaron; y en más de una ocasión ha sido derribada por la corriente.

Cruz había al menos desde el siglo XV, como en todos los caminos que llegaban a Orihuela. José Ojeda Nieto da cuenta de unos arreglos de cruces en la primera mitad del siglo XVI, concretamente en 1529.  

P[er] obrar les creus de la porta de Murçia y d[e] camy de Cinch Alqueries que están totes gastades.

Cuando hablan de obrar la cruz del camino de las Cinco Alquerías (nombre antiguo de la actual población de Alquerías), se refieren al camino viejo de Murcia o «camino de enmedio», cuya cruz de término era la del río. Como bien dice Gisbert, dicha cruz fue «derribada por la corriente» varias veces.  

Montesinos no la incluye entre las que se atribuyen a San Vicente Ferrer; tampoco entre las que se levantaron a principios del siglo XVIII; pero en otro apartado sí afirma que, durante la visita de Fray Diego de Cádiz en marzo de 1787, se colocaron varias «cruces labradas» en Orihuela.

Se colocaron en los caminos, términos y lugares públicos, hermosas cruces labradas con los jeroglíficos de la Pasión de Ntro. Redentor Jesús; y hermosos lienzos de la Santísima Trinidad, todos dotados de indulgencias por rezar con devoción un Credo en su presencia...

Esto coincide con lo dicho en un artículo de prensa que podéis leer a continuación. Lo redactaron cuando la corriente derribó la cruz por enésima vez y estaba sepultada en el fango, a finales del XIX. Y se la atribuyen a unos padres capuchinos que la levantaron estando en Orihuela el famoso fraile gaditano.

Colección Javier Sánchez Portas.

Dicha cruz servía para medir las frecuentes avenidas del Segura. En su base se marcaban fechas y altura del agua. A consecuencia de una de esas inundaciones, probablemente durante la «Riada de la Feria» ocurrida en septiembre de 1888, cayó derribada y quedó sepultada en el fango.

El orcelitano, 7 de abril de 1889: ¿Qué delito ha cometido la tradicional cruz del río para que permanezca sepultada entre las arenas, ni más ni menos que si estuviera cumpliendo alguna condena impuesta? ¿La tendrán castigada por haber sido la causa de la última inundación? O por que no supo sostenerse guardando el equilibrio para que las aguas no la derribasen?

Podrá en tal caso haber algo de lo segundo, pero no es causa suficiente para imponerle tan tremendo castigo. Si la hubieran asegurado, observando que se desmoronaba, no hubiera venido en tierra. ¿Y cómo había de ser cómplice de la inundación, cuando es un centinela que siempre se hallaba arma al brazo marcando de una manera indefectible los grados que alcanzan las aguas, cuando se inician síntomas de avenidas?

Mire V. que estas gentes son terribles; no respetan ni aun siquiera la antigüedad. Basta ya de castigo. Disponga V. S. señor Alcalde, levanten del fango en que yace la tradicional cruz, y tengamos los hijos de Orihuela el gusto de verla colocada en el mismo sitio, conservándola para recuerdo de las futuras generaciones de este país.

La Cruz del Río.

Es en el siguiente artículo donde mencionan a los capuchinos y a fray Diego José de Cádiz.


El orcelitano, 5 de mayo de 1889: El viernes, día de la Cruz, creímos recibir una sorpresa preparada por el Alcalde; pero nos encontramos chasqueados. Hace días llamamos la atención de aquella autoridad para que dispusiera la colocación de la tradicional cruz del río, que yace sumida en el fango sin consideración a su antigüedad, y sin tener en cuenta que es un recuerdo de feliz memoria para Orihuela.

Tan respetable y tradicional Cruz fue erigida por unos frailes capuchinos que vinieron a esta ciudad a celebrar las correspondientes misiones; y coincidió su colocación, encontrándose también en ésta para la predicación de aquellas, el virtuosísimo Padre Fray Diego de Cádiz.

Colección Javier Sánchez Portas.

En el verano de 1891, la prensa seguía reclamando la colocación de la derribada cruz del río. En julio, el Ayuntamiento presentó dos presupuestos y pidió algo de ayuda a los modestos vecinos, provocando la siguiente respuesta crítica.  

El diario de Orihuela. 27 de julio 1891: La Cruz del río. En la mañana de ayer y previamente convocados por el teniente alcalde Sr. Bueno se reunieron en casa de dicho señor algunos vecinos de la Puerta de Murcia con el objeto de estudiar la forma de hallar fondos para levantar la Cruz del río.

El Sr. Bueno expuso el objeto de la reunión y excitó para que dieran algo los vecinos a dicho fin, terminando con presentación de dos presupuestos; uno de 50 pesetas y otro de 75. El Sr. Ruiz que tomó después la palabra dijo que los labradores están mejor para tomar que para dar, y después dijo:

— Yo voy también a presentar otro presupuesto si se puede hablar. El Sr. Bueno — Hable usted. El Sr. Ruiz. — Pues allá voy: Para levantar el pilar: Doce capazos de cal a 15 céntimos 1,80 pesetas. Dos carros de grava menuda para el cemento 5,50. Mano de obra por gratificación al maestro Morato 5. Por arreglar la cruz el maestro Zarra que es muy devoto 00. Total 12,30 pesetas. Restando ahora de la cantidad de usted a la mía se verá que va nada.

Colección Esteban Sanmartín.

En esa especie de playa fluvial, las mujeres lavaban, los hombres pescaban y los chiquillos nadaban; aunque todo estuviese prohibido.

El independiente. 27 de julio 1892: El Alcalde multó ayer con un día de su haber, a la pareja de municipales que presta servicio en el Arrabal-Roig, por permitir que laven las mujeres en la «Cruz del Río» siendo así, que se les dio la orden terminante de que no se lave en el río, ni en aquellos puntos donde algunos vecinos se surten de agua para su consumo ordinario.

El diario orcelitano. 17 de marzo 1904: Se nos dice que en el Segura y por más arriba del lugar denominado la «Cruz del Río», se dedican algunos sujetos en ejercer la pesca; pero no con caña, sino usando las «mangas» y los «rayos»; con lo cual contravienen la vigente ley de caza y pesca.

En la «Cruz del Río» muchos oriolanos dejaron su vida aprendiendo a nadar.

El Independiente. 20 de mayo de 1892: A las 12 de esta mañana y en el sitio denominado «La Cruz del Río» ha sido extraído el cadáver del niño que pereció ahogado hace tres días.

El Independiente. 26 de julio de 1892: El sábado en la tarde había un enjambre de chiquillos nadando en el sitio denominado «La Cruz del río»; y ni la pareja de servicio del arrabal ni nadie, evitó que continuaran haciendo ejercicios de natación. Prevemos que como no se lleve a debido efecto la prohibición, es posible que algún padre de familia tenga que lamentar alguna desgracia.

El Independiente. 22 de julio de 1893: A las tres y media de la tarde de ayer pereció ahogándose en el río, en el sitio denominado «La Cruz del Río» un muchacho de unos 17 años que había ido a bañarse a aquel punto. Son dos ya con ésta, las desgracias que en breves días tenemos que lamentar.

Durante muchos años contó con una caseta de consumos o fielato para el control de acceso de mercancías por el camino viejo de Murcia. Bueno, decir caseta era mucho, al menos en 1892.

El Independiente. 22 de julio de 1892: Damos las más expresivas gracias al Presidente de la comisión de consumos en nombre de los empleados del resguardo por atender en cuanto vale la excitación que le hicimos, para que dispusiera la colocación de un sombraje o cobertizo en el fielato de la cruz del río, a fin de que los empleados puedan preservarse de los abrasadores rayos del sol. Pues le apreciaremos no se demore la colocación del susodicho sombraje o sombrajo.

El diario. 1 de abril 1914: Aconsejamos al administrador de consumos que haga vigilar más los fielatos, y particularmente los días que maten en Bonanza. Digo esto, porque el otro día vi a tres mujeres del Arrabal Roig que, con grandes cestas, pasaron por el fielato de la «Cruz del Río», y los guardias, o se hicieron el distraído, o no las vieron…

Toda esa zona, completamente remodelada por la canalización del río, está ocupada ahora por un centro comercial y sus aparcamientos.

Ministerio de Cultura.
Evaristo Duréndez Rodríguez.

Por la calle de la Gloria, volvemos a la del Hospital y, a partir de aquí, saldríamos extramuros, al verdadero Raval Roig.

Pero antes vamos a hablar de una plazuela desaparecida que ya cité en el capítulo dedicado al Carmen: la conocida como Carmen Viejo por la ubicación del primer convento carmelita.

Dibujo Mario Gómez. Texto Ajomalba.

Su desaparición en algunos listados del siglo XVIII y la breve aparición de la Plaza de Pedro de Castilla, me llevan a pensar que son la misma, un ensanche interior para servicio de la muralla, que desapareció con ésta.

Reparto del Equivalente 1717. Archivo Municipal de Orihuela.
Reparto del Equivalente 1718. Archivo Municipal de Orihuela.

En cuanto al personaje que la tituló brevemente, tras mucho buscar, conseguí localizarlo en dos protocolos notariales de la época. Se llamaba Pedro de Castilla de la Cueva Benavides, fallecido en el primer cuarto del siglo XVIII.

Su viuda, llamada  Antonia March García de Espejo, aparece en un poder de 1723. Y su hijo, de nombre Diego de Castilla, en otra escritura de 1734. 

No puedo aportar más datos; pero por las fechas parece estar relacionado con la Guerra de Sucesión y la llegada de los Borbones. Sin más preámbulos, salimos al arrabal.

El arrabal extramuros.

Arrabal siglo XVI. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

A través de los siglos, el estatus social de un oriolano, más allá de su oficio o de su nivel de ingresos, podía adivinarse por la zona en la que residía.

El tradicional casco de Orihuela ocupaba el escaso terreno disponible entre el monte de San Miguel y el río Segura, un espacio amurallado y a salvo de riadas que pronto se vio desbordado por la construcción de numerosos edificios destinados a la función pública, al clero, a la nobleza y a la burguesía acomodada, originando diversos núcleos de población extramuros, arracimados junto a sus puertas.

Modestas viviendas estructuradas en torno a caminos que progresivamente se transformaron en calles; arrabales que, con mejor o peor fortuna se fueron integrando en una población que optó por desplazar su centro al otro lado del río.

En todas las ciudades hay un arrabal que tradicionalmente permanece relegado, mal dotado de servicios y urbanizado anárquicamente, un escenario donde se concentran los problemas de desigualdad y exclusión social. En Orihuela se llama «Rabaloche».

Es la castellanización del topónimo Raval Roig o Raval Roche. Montesinos, traduciendo literalmente, atribuye el nombre al color de la tierra utilizada por los alfareros o cantareros. Pero las dos cantarerías nombradas en Orihuela (en el Rodeo y en una traviesa de la Corredera) estuvieron emplazadas, precisamente, en los otros dos arrabales.

Se hallan en Orihuela tres Arrabales que están fuera de los muros de la Ciudad; el primero de estos es el que llamamos en valenciano el Arrabal Roig, nombre puesto por los antiguos moradores de Orihuela después que fuera ganada de los moros; cuyo nombre le dieron porque aquí fundaron la Cantarería los alfareros que trabajaban en la obra de tierra.

Y como esta era roja y colorada, la que traían de lo más alto de la Sierra del Mártir San Cristóbal, y con ella labraban ollas, cazuelas, cántaros y búcaros, para el servicio de los vecinos de esta Ciudad, tuvo de aquí su denominación de llamarse el Arrabal Roig.

Enclavado en una zona privilegiada y libre de inundaciones, este añejo asentamiento urbano es sin embargo un interesante ejemplo de marginalidad histórica, de barrio popular poblado por familias modestas que han conservado gran parte de sus tradiciones a pesar de vivir en un territorio condicionado por la diversidad de culturas, por ser foco de atracción para los grupos más desfavorecidos.

Más allá de cualquier división administrativa o territorial, el «Rabaloche» mantiene unas características propias que, para lo bueno y para lo malo, le confieren cierta personalidad, siendo escenario predilecto para las leyendas más conocidas de nuestra ciudad.

En el Rabaloche se sitúan fantásticas narraciones que han calado hondo entre los oriolanos a través de los siglos. Estas leyendas forman parte inseparable del patrimonio de Orihuela y aceptarlas como tradiciones, como elementos que enriquecen su folclore no impide que se intente dar una explicación más histórica a los hechos.

Popularmente se asocia a la zona de influencia de la parroquia de Sant Jaume o Santiago, llamada despectivamente «la pila de los bordes» por ser la encargada de acoger y cristianizar a los huérfanos de la cercana Misericordia.

Se consideran «rabalocheros» los oriolanos nacidos entre la «esquina del pavo» y el convento de San Francisco. Pero en puridad, el Raval Roch comenzaba al otro lado de la muralla, en la explanada contigua a la Puerta de Murcia, un territorio con fuerte presencia franciscana.

No en vano esta orden mendicante fue propietaria de tres de los cuatro edificios destacables: el convento de Santa Ana, el de Capuchinos y la ermita del Sepulcro. El cuarto, construido a mediados del XVIII, fue el Cuartel de Caballería.

San Francisco y Plano del Cuartel. Colección Esteban Sanmartín.

Para salir al verdadero arrabal, había que traspasar la muralla medieval que, bajando de la sierra, giraba por la zona próxima a la iglesia de Monserrate.

La Torre «Ochavada»

Este espacio de especial protección estaba salpicado de pequeñas torres que reforzaban el muro hasta llegar a la de Embergoñes, milenaria y singular construcción hexagonal que culminaba el perímetro defensivo de la ciudad islámica en su punto más al oeste.

Las primeras referencias documentales datan del siglo XIV, aunque su origen es claramente anterior; islámico y más concretamente del periodo almohade, fabricada entre los siglos XII y XIII.

La torre a principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

Realizada en tongadas de tapial alternadas con hiladas de piedras de diverso tamaño, la altura de esta torre debió de ser espectacular, una sensacional atalaya junto al cauce del río, óptima para vigilar las posibles incursiones enemigas y las periódicas crecidas del Segura.

En los preparativos para la defensa de la ciudad durante la Guerra de los Dos Pedros, concretamente en 1359, encomendaron la torre a Bernardo Torner «en homenaje». Así lo afirma Mosén Bellot en sus anales. Pero este caballero murió en ese mismo año.

1359. Murió estos días Bernat Torner, que tenía la torre de En Bergonés con homenaje a uso de España. Esta era una gran torre que se cayó en tiempos de nuestros abuelos, al lado de la cual abrieron nuevamente la puerta de Murcia por honra del obispo don Alfonso de Medina, la primera vez que vino a Orihuela antes de esta guerra.

Y Pedro Torner, su hermano, puso escritura en consejo requiriendo absolviesen a su hermano del homenaje hecho y que él entregaba las llaves de dicha torre.

El Consejo mandó ir a los jurados a reconocer el cuerpo del difunto, y pidieron con juramento de dos testigos si era aquel el cuerpo de Bernat Torner, y respondieron que sí, y entonces lo absolvieron del juramento y la entregaron a Paulo de Godés, y prestó homenaje de manos y boca a los jurados en nombre del Consejo.  

Medio siglo después, ante una nueva amenaza, el consejo  destinó a cuatro personas honradas para instalarse en el llamado «postigo de don Ramón», entre torre hexagonal y la puerta de Murcia.

Se refiere a Ramón de Rocafull, rico personaje del siglo XIV propietario de doce caballos, que fue procurador General de Orihuela y por dos veces Capitán General. Gisbert habla de ese postigo como de D. Ramón o de D. Onofre Rocafull.

Arrabal siglo XVII. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

A mediados del siglo XVI la llamaban «la Torre Grosa de don Pedro Rocafull» o «torre ochavada».

Y a finales de esa misma centuria, los carmelitas se metieron a la casa vulgarmente llamada «el Palacio», cuyo dueño era el Magnífico D. Joan de Rocafull.

Los Rocafull, primero señores y luego condes de Albatera, tuvieron varios solares e inmuebles en la zona próxima a la torre y la muralla. Tras la expulsión de los judíos les cedieron su cementerio, situado extramuros cerca de la torre de Embergoñes, para utilizarlo como huerto.

En este mismo artículo hemos hablado de cuando la comisión del nomenclátor quiso bautizar «el sitio llamado Espaldas de Ros y antes Barrio de Rocafull» como calle de Rocafull, en memoria de Guillén de Rocafull, cuyo retrato conservaban en la Casa Consistorial.

A pesar de estar catalogada con el primer grado de protección, los restos de tan importante monumento medieval, sufrieron muchos años de abandono, ocultos bajo la vegetación y soportando un depósito de agua con el que coronaron la torre en la década de 1920.

La Torre con el depósito.

Una serie de actuaciones arqueológicas efectuadas por la concejalía de Patrimonio Histórico en 2017,  han revelado que la vetusta torre conserva dos metros y medio de estructura en el subsuelo, en buen estado de conservación.

La torre en la actualidad. «Reconstruida» por José Antonio Ruiz Peñalver.

Pinchando la siguiente imagen se accede a un vídeo en el que Matías Ruiz Peñalver, miembro del equipo redactor del Plan director del castillo y las murallas de Orihuela, cuenta la Historia de la Torre de Embergoñes.

Fotografía Ajomalba. Enlace a vídeo.

Todas estas construcciones defensivas comenzaron a perder importancia al remitir las disputas con Castilla y las temidas incursiones granadinas.

La artillería moderna y el desarrollo urbano las hicieron obsoletas e incómodas hasta provocar su desaparición.

Antonio José Mazón Albarracín. Ajomalba

Este capítulo, corregido y aumentado, forma parte del trabajo «El Raval Roig, un territorio históricamente singular», publicado en «Cuadernos de Historia y Patrimonio Cultural del Bajo Segura».  A su vez era un resumen actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela.