
La plaza del Raval y la Mare de Déu de Montserrat.

La plaza del «Raval Roig», formada en el espacio de seguridad que quedó entre la Puerta de Murcia y las primeras casas del citado arrabal, tomó el nombre del santuario erigido en el solar que ocupaba una pobre ermita de reducidas dimensiones.
Antes de hablar del templo y de la plaza de Monserrate, haremos un breve repaso de la conocida leyenda.
La Leyenda.
Dice la tradición que, tras la reconquista, los cristianos de Orihuela buscaron incansablemente la imagen de una virgen que se veneraba en la hipotética Iglesia de San Julián; imagen que escondieron los godos cuando los musulmanes llegaron a la península en el siglo VIII.
Javier Sánchez Portas lo sintetizó así en su «Informe para la declaración de Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento del Santuario de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela».
El Santuario de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela tiene su origen en un suceso ocurrido, según la tradición, en 1306, cuando el sonido de una campana durante tres noches consecutivas en la falda de la montaña, junto a la zona occidental del recinto amurallado, en la parte baja hacia el río Segura.
El sonido escuchado hizo que los fieles cristianos que habitaban el lugar abrieran la peña, hallando una pequeña cueva donde se encontraba una imagen de la Virgen debajo de una campana.
Montesinos trató el tema varias veces en su «Compendio Oriolano». Así lo contó en el primer tomo, llamándola «Ntra. Sra. de la Puerta».
Esta Ciudad estuvo en poder de los Moros sin que los Christianos, que estaban en el Arrabal Roig, menoscabasen la Sta. Ley de Jesuchristo 532 años, conservando siempre en dicho Arrabal la Sta. Igla. de Sn. Julián Mártir, y la invocación de Ntra. Sra. de la Puerta, la qual es una imagen pequeña de olivo incorrupto, que se tiene en esta Ciud. con tanta veneración, que es su patrona por ser tan antigua.
Los Christianos Godos la escondieron, sacándola de su Capilla, quando se alzaron contra los Moros, y ganaron el castillo, baxo la campana que tenía la dicha Igla. de Sn. Julián; porque como refieren Carrillo y Esplugues; y sabemos por la tradición de Padres a Hijos, esta Soberana Imagen de halló baxo de una mediana sonora campana enfrente del mismo sitio y lugar que hoy día se venera, que es el que antes era el Altar Mayor; y luego que la hallaron, que fue cerca de los años (o en el mismo, según afirma Carrillo) de 1306…
En el volumen cuarto afirma copiar el capítulo V de un libro titulado «Orihuela Ilustrada»; obra de la «elocuente pluma» de Francisco Martínez Paterna, presbítero y muy devoto de la «Soberana Madre de Monserrate».
Redactado en la primera mitad del siglo XVII, del manuscrito titulado «Orihuela ilustrada en cinco libros de Historia» solo se conservan copias parciales. Para distinguir ambos textos voy a utilizar dos tonos; el más oscuro corresponde a la transcripción de Martínez Paterna.
Asentadas todas las casa con el orden y requisito para vivir como Repúblicos, en virtud y conformidad, determinaron los que tenían memoria de la tradición de la Imagen de Ntra. Sra. de Monserrate, que en tiempo de los Moros tenían en la Iglesia del Arrabal Roig, en la Parroquial de San Julián, donde moraron los Christianos, al fin de 500 años, conservando la Fe de Christo.
Por miedo de los Moros, que querían pasar a cuchillo a los Oriolanos, en el de 819 enterraron baxo tierra con muchas lágrimas, la preciosa Imagen de Ntra. Sra. de Monserrate, para que así no se atrevieran a ultrajar dicha Sta. Imagen, a quien tanto amaban, y de quien tanto esperaban.
En cuyo sitio estuvo por más de 500 años, por esto que en Orihuela no estaban aun asentadas las cosas de los Repartimientos de las tierras, que con ser muchas, causaron muchas revoluciones, pues el modo de repartirlas no se hizo como se debía…
Y los que quedaron en el Arrabal Roig, con las viudas más principales, acordándose de la Imagen de Ntra. Sra. de Monserrate que estaba enterrada en la Iglesia de San Julián baxo la campana, según la tradición de sus mayores; a costa de rogativas, de diligencias, y varias excavaciones, hallaron el sitio.
Y hicieron que la desenterrasen, y sacasen de donde estaba y le hiciesen una buena Iglesia encorporando en ella aquella parte en donde estuvo en aquellos años pasados…

El origen de las advocaciones marianas de toda España varía en cada caso; pero siempre se inician con hechos extraordinarios y milagrosos.
El Concilio de Trento impulsó el culto y la veneración a la Virgen María; y cada población escogió una imagen que acabó haciendo suya de manera visceral dándole una advocación específica acompañada de su correspondiente leyenda.
Los cronistas de los siglos XVII, XVIII y XIX se encargaron de enriquecerlas y embellecerlas hasta que se consolidaron definitivamente; convirtiéndose para muchos en historia real. Y ésta se transmitió de generación en generación hasta formar parte indisoluble de la cultura de dichos pueblos.

Los lugares de los hallazgos o de las apariciones fueron ensalzados como sitios de culto que pasaron a formar parte del escenario religioso de la ciudad y también de su folclore.
En el caso de Monserrate adaptaron la leyenda del descubrimiento de la Mare de Déu de Montserrat, la popular advocación catalana conocida como «la moreneta».
Dicha leyenda cuenta como, ante la invasión de los moros, la imagen fue escondida en una cueva de la montaña de Montserrat y milagrosamente hallada en los primeros tiempos de la Reconquista. Unos pastores la descubrieron en medio de un misterioso resplandor y cantos angelicales.

El intento de entroncarla con los godos también es muy similar. Algunos cronistas trasnochados la llevan incluso a épocas anteriores; y se refieren a un discípulo del apóstol Santiago como portador de la imagen.
La fecha atribuida al descubrimiento milagroso de la de Oriola, el año 1306, tampoco es casual. Coincide con la incorporación definitiva a la Corona de Aragón con la firma de los tratados de Torrellas en 1304 y de Elche en 1305.
El texto de Martinez Paterna describe la imagen «encontrada»; y, al parecer, no sólo aguantó el paso de medio milenio la incorruptible madera de olivo; también su policromía.
Es una imagen antiquísima, formada de madera de olivo incorruptible, del tamaño de dos palmos, asentada en una silleta, con un Niño en su mano derecha, el cual tiene un paxarito en sus dedos, su rostro es muy hermoso, y pequeño a proporción del cuerpo, y el vestido es de color encarnado, y el manto azul…
Continuando con la tradición, se dice que la advocación de la Virgen fue decidida por sorteo al no existir acuerdo sobre la nominación que debía titular a la imagen.
Las provincias de Alicante y Murcia fueron repobladas por aragoneses, valencianos y catalanes; por eso la tradición menciona advocaciones arraigadas en cada una de las tres procedencias: Montserrat para los catalanes, Pilar para los aragoneses, y Orito o Loreto para los valencianos.
Hasta ahora sólo había leído que desecharon las del Pilar y Orito. Pero el relato de Martinez Paterna, transcrito por Montesinos y el del propio Montesinos, eliminan la de Orito y añaden las de Guadalupe y la de Rija (supuesta advocación de la que no he conseguido encontrar ningún dato).
Y como los vecinos de Orihuela unos eran Valencianos, otros Aragoneses, otros Catalanes, y otros Castellanos y Andaluces, determinaron en el año de 1306 (que fue el de su invención) de darle título a esta Sta. Imagen; y unos querían que se llamase la Virgen del Pilar; otros la Virgen de Rija; otros la Virgen de Guadalupe; y otros la Virgen de Monserrate.
Y como no concordaron, procuraron el que se sacase por suertes el nombre titular que había de tener; y así en unas quatro sedulitas asentaron en cada una su nombre de los que estaban escritos; y sacándose por suerte, salió la Cédula que decía la Virgen de Monserrate, y así se quedó con este nombre; y la Iglesia se llamó siempre de la Virgen de Monserrate.
Montesinos, aunque da clara preeminencia a los «Cathalanes», utiliza las mismas advocaciones para las «sedulitas» del sorteo, citando a numerosos autores como fuente.
Y como la mayor parte de aquellos que poblaron esta Muy Noble Ciud. de Orih. en tiempos del Sr. Rey de Castilla Don Alonso X el Sabio, eran Cathalanes (por haber venido en compañía del Serenísimo Dn. Jayme I de Aragón, el Conquistador, el año 1265 según diré mas adelante) huvo grandes altercados entre los Christianos sobre la imbocación que le pondrían.
Pero siendo los Cathalanes muy devotos de María Sma. de Monserrate, procuraron con mucho esfuerzo que tuviera este título tan dulce y amable. Unidos y venidos a botar, contradiciéndolo otros, que no eran de la Nación Cathalana, determinaron (para asegurar la paz) poner escritas en unas sedulitas, las Imbocaciones que querían que tuviesen unos y otros, que según mi Ve. Dr. Montesinos; Ramírez; Gallego; Lozano; y Esplugues; fueron quatro, a saber; Monserrate, Pilar, Guadalupe y Rija.
Determinados todos (como interesados por su afectuosa devoción) que la primera imbocación que saliese por suerte, con ella se había de saludar la Sta. Imagen, y su Iglesia; y saliendo por suerte y Voluntad Divina, la primera Sedulita, hallaron escrito en ella el amoroso Nombre y título de Ntra. Sra. de Monserrate, con los que se quedó y permanece con la mayor ostentación y devoción en los amantes Corazones Oriolanos, que la veneran como su amante Madre, Reyna, Protectora y Patrona.
Efectivamente en Oriola, los catalanes, tuvieron preeminencia; y el culto a la Mare de Déu de Montserrat se había popularizado en Cataluña entre los siglos XII y XIII.
No es casualidad que el primer convento erigido al integrarse la ciudad en la Corona de Aragón fuese el de los mercedarios, orden fundada en Barcelona; y bajo la advocación de Santa Eulalia, la patrona de la «Ciudad Condal».
En cuanto a «famoso pleito» con los benedictinos, forma también parte de la tradición. Las advocaciones marianas se repiten por toda España sin problemas de exclusividad.
Sobre este título hubo diferencias con los Padres del Convento de Monserrate, que está en Cataluña, junto a Barcelona, los cuales enviaron un procurador a Orihuela para intimarles de que no hubiese en la Iglesia título de Ntra. Sra. de Monserrate, porque en España solo la casa que estos Padres de la Orden de Sn. Benito tienen en Cataluña, tienen este nombre.
Para lo cual hubieron de enviar a Roma un Canónigo de la Colegial llamado Mosén Juan Vicente para que alcanzase el privilegio; y éste alcanzó del Santo Papa Sixto IV, año 1483, a 12 de Agosto para que esta Iglesia quedase con este título de la Virgen de Monserrate.
Lo que el Papa Sixto IV aprobó, en bula de 12 de octubre de 1482, fue la erección de la «Confraria de Nostra Senyora de Monserrat» de Oriola; en castellano la Cofradía de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela.
La Patrona.

A esta Soberana amantísima Sra. baxo el especioso título de Monserrate, la venera y tiene esta Oriolana Ciud. por su especial Patrona y Protectora, celebrando anualmente, en su Culto y Honor en el 8 de Septiembre fiesta y muy lucido Novenario, en la Sta. Iglesia Cathedral; a donde se lleva desde su primorosa Hermita el día 7 por su tarde…
¿Cómo obtuvo el patronazgo de Oriola esta humilde advocación localizada en el extremo de la ciudad?
Durante mucho tiempo la elección de los santos y sus patronazgos fue cuestión municipal. Los miembros del Consell orientaban las preferencias de los devotos dependiendo de las necesidades de cada momento: riadas, sequías, epidemias, guerras…
Así el pueblo relegaba a unos santos y ensalzaba a otros estableciendo con ellos nuevas fiestas, ermitas, romerías, procesiones, etc.
Esa potestad pasó a manos del Cabildo a partir de la creación del Obispado. Y varios siglos después ¿Qué mejor forma de hacer popular una devoción entre una población con mayoría de campesinos que darle el control de la lluvia?
En Oriola San Gregorio taumaturgo fue escogido e impuesto por el Consell para la fundación de los Alcantarinos a comienzos del XVII. Si os apetece, pinchad la siguiente imagen para acceder al artículo sobre los Alcantarinos en San Gregorio.
La ciudad lo estuvo invocando como intercesor ante las riadas hasta que un supuesto fracaso, en 1672, dio paso al milagro del ramo en el puente, circunstancia que potenció la devoción de la Virgen de Monserrate y consolidó su leyenda representada en múltiples obras de arte.
El cambio supuso un claro beneficio económico para el Cabildo. Centralizando la devoción en la Virgen de Monserrate se hizo con el control de numerosas donaciones y limosnas que antes recibía el clero regular.
Algo parecido pasó en Murcia en 1694: como era costumbre, se utilizó la imagen de la Virgen de la Arrixaca, secular patrona, para celebrar rogativas por la sequía. Ésta fracasó y entró en acción la de la Fuensanta, cuyo patronato ejercía, casualmente, el Cabildo Catedralicio de Murcia.

Volviendo a Orihuela: en ese mismo año de 1672 tenemos constancia de que los mayordomos de la cofradía comunicaron al Cabildo Catedralicio la imposibilidad de celebrar la fiesta en la ermita por causa de las obras, y los grandes gastos que tenían que sufragar.
Recurro de nuevo a Javier Sánchez Portas y su «Informe para la declaración de Bien de Interés Cultural…».
El aumento de la devoción por esta imagen durante el siglo XVII hace que se amplíe su capilla en 1672 y se coloque un buen retablo barroco de tres calles con columnas salomónicas que se concluye por Antonio Caro «el viejo» en 1675 y que es dorado y policromado en 1677 por Francisco Heredia.
Este gran retablo que todavía pervive en la capilla del hallazgo tiene adosado un camarín poligonal con vidrios pintados que se realiza por el escultor José Rufete en 1690, según consta en la inscripción que rodea la cornisa del perímetro exterior del camarín situado en la estancia trasera del retablo, gran sala cuadrada y abovedada donde una gran ventana orientada al poniente jugaría un extraordinario efecto barroco al iluminar el camarín con la imagen de la Virgen a través de los cristales.
Las fechas de estas obras de ampliación y mejora coinciden con el suceso del ramo, hecho milagroso que propagó su culto. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

El Oriolano. 9 de febrero de 1886: El sábado por la noche se produjo un mayúsculo alboroto en el Arrabal Roig. No se sabe quién hizo rodar la bola de que los ladrones habían intentado penetrar en el templo de la Virgen de Monserrate. Decirle esto a los del Arrabal y salir todos armados de palos, chuzos, escopetas y demás instrumentos, análogos fue obra de un segundo.
¡Bonito genio tienen ellos para tolerar desacatos a la Patrona de Orihuela! Con seguridad que si cogen entre manos a cualquiera de los presuntos cacos, el pedazo más grande que de él hacen es una oreja….
La ermita de la Mare de Deu de Montserrat.

Se estableció una ermita a la «Mare de Déu de Montserrat» probablemente en el siglo XIV; y no fue en un sitio accidental. Estaba en la puerta de Murcia; advirtiendo a los viajeros de que habían dejado el Reino de Castilla y entraban en la Corona de Aragón.
Hasta el siglo XVII pasó sin pena ni gloria; una modesta y paupérrima ermita; una de las tantas establecidas en territorio oriolano.
Vamos a comenzar con José Ojeda Nieto en su obra: «El Raval Roig, origen y formación de un espacio urbano en la Orihuela foral».
Se halla a mano derecha, lindando con la muralla, a la salida de la ciudad por la Puerta de Murcia. Su fábrica, en sus orígenes muy sencilla, sufriría diversas ampliaciones e incluso cambios de orientación, hasta dar con la actual, que procede de fines del siglo XVIII, mirando a la Plaza.

Vuelvo a transcribir a Ojeda Nieto, concretamente su obra «La advocación de Ntra. Sra. de Monserrate en los siglos XVI y XVII».
Porque el edificio de aquel entonces —siglos XVI y XVII— era una pobre ermita levantada en el arrabal—Raval Roig— más pobre de la ciudad. Un arrabal escasamente poblado a la altura de 1540, año en el que todavía los vecinos no figuran desglosados de la «collación de San Jaume».
Hay que recurrir a las crónicas y a las fuentes indirectas para no dudar de su existencia, porque los notarios del Consell no se molestan en dar fe de los allí residentes.
De hecho, en julio de 1537 Cabildo y Consell cedieron el edificio a la orden del Carmen para fundar un convento, empresa que, a diferencia de lo que ocurrió con las del Socorro, de Santa Ana o la de San Sebastián, no llegó a buen puerto; pues contó con la «consideración» de iglesia.
Tres décadas después, una de las torres defensivas del muro cayó sobre ella destrozando la capilla.
Que la ermita se halla, si no apoyada, próxima a la muralla y a las torres que de trecho en trecho fortalecen el muro, en esa zona donde la muralla requiebra para ascender por la sierra, lo prueba el testimonio del suceso que obligará a una de las reparaciones que habrían de hacerse en la ermita en el último tercio del Quinientos, pues en 1567 una de las torres cayó y destrozó toda la capilla.
La reparación de estos años sirvió seguramente para ampliar la ermita, aprovechando el destrozo de la muralla. Pero si no fue así, si sólo fue reparación, en los inicios del XVII se llevaría a cabo una ampliación más completa, que sirvió a la postre para perfilar el trazado de la incipiente calle de Monserrate.

Que se ignore todo de la ermita hay que achacarlo a la privacidad de la Cofradía y a la pobreza del barrio, ya se sabe que los pobres no generan historia. Ermita pues, sencilla y pobre, como pobres eran los ornamentos. Andando el tiempo, cuando las circunstancias cambien, documentación y fábrica, ornamentos y liturgia cambiarán también.
A mediados del siglo XVIII, popularizada y extendida su devoción, el templo fue demolido parcialmente y reedificado a instancias del obispo Gómez de Terán. Así lo reflejó Montesinos en el tomo cuarto de su compendio.
Esta iglesia duró hasta el año de 1748 en que, por injuria de los tiempos vino a tierra; desde cuyo tiempo se llevó Ntra. Sra. de Monserrate a la Sta. Iglesia Cathedral en cuyo Altar Mayor se colocó con licencia del Iltmo. Sr. Obispo Oriolano Dn. Juan Elías Gomez de Teran.
Haviendo venido a tierra por los referidos años de 1748 esta Hermita de Ntra. Sra. de Monserrate, en el mismo año, día 15 de Octubre, se dio principio a la Fábrica de la que hoy (a Dios gracias) vemos concluida, que es de las mejores y mayores de esta Ciud. en planta, en aseo, en hermosura, y en disposición. Esta situada a la falda de una proporcionada Montaña, frontera a una grande Plazuela, llamada en lo antiguo de la Baca, y ahora de Monserrate.

Este prelado transformó totalmente el espacio del santuario con una gran ampliación y una nueva distribución de sus estructuras. En el mismo tomo, Montesinos incluye una amplia descripción del interior del templo: capillas, ornamentos, enterramientos, etc.
Siguiendo el formato de paseo que utilizo en esta serie titulada «Callejeando», me limito a transcribir lo que se puede ver desde el exterior.
Frontero al Altar Mayor, esta la Puerta principal, compuesta de dos hojas dadas de verde, con las Armas de Ntra. Sra. que es una Sierra puesta sobre un Monte elevado; la fachada de ella es de lo más magnífico y primoroso que hay en esta Ciudad de Oriha. (añadido con otra letra) la que se concluyó Miércoles día 18 de Febrero del año próximo pasado 1789.
Construida toda ella de piedras de varios colores, con tres cuerpos, columnas, pirámides, relieves, y en medio un grande medallón, que ostenta con magestad a María Sma. Ntra. Sra. de Monserrate, en ademán de favorecer a sus amados hijos los Oriolanos; cuya Portada moderna (por haberse demolido la otra, que amenazaba ruina) se principió en 10 de Enero del año anterior 1788.

Así reza en el informe de Javier Sánchez Portas.
En 1749 se producen los primeros derribos de casas cercanas a Monserrate, para realizar el nuevo templo barroco y en 1750 la imagen de la Virgen es trasladada a la Catedral donde permanecerá hasta 1775 en que regresa a su nueva iglesia.
A mediados del siglo XVIII el obispo de Orihuela, Juan Elías Gómez de Terán construye entre 1743 y 1745 una modesta casa de Misericordia, que sitúa cerca de la capilla de Monserrate.
Pasados unos años proyecta su ampliación, encargando al fraile, pintor y arquitecto Antonio Villanueva el diseño de una gran casa de Misericordia cuya construcción se contrataría el 26 de junio de 1756 con Pedro Pardo y Miguel Francia ante el notario Rafael Medina, en cuyo protocolo se conservan los planos de planta y alzado originales formados por Villanueva, a quien nombran como «matemático», según ha publicado recientemente Mazón Albarracín.
La coincidencia cronológica en la ejecución de ambos edificios, las características estilísticas de las portadas y otras concomitancias nos inclinan a atribuir el diseño del actual Santuario de Monserrate a fray Antonio Villanueva, aunque por el momento no conozcamos testimonios documentales que prueben este aserto.
La capilla del hallazgo pasó a ocupar un lugar secundario dentro de la nueva edificación y la antigua ermita ocupó aproximadamente el espacio comprendido entre dicha capilla y la que hoy día es puerta lateral, hasta entonces portada principal.

En noviembre de 1934, cuando en otros pueblos ardían los templos, Ignacio Sánchez Ballesta se dirigió al consistorio para solicitar permiso, como contratista de las obras proyectadas en las torres y fachada, adjuntando el siguiente plano.

El medallón central de su fachada muestra el anagrama y los símbolos del legendario hallazgo de la Virgen.
En los años ochenta del siglo pasado fue restaurada de nuevo como podemos comprobar en la siguiente fotografía.

La Plaza de Raval Roig.

Comienzo, como es habitual, con lo dicho por Gisbert en sus apuntes sobre calles y plazas.
La (plaza) de Monserrate en la que existe el santuario de nuestra Patrona y que en otro tiempo se llamó de la Baca, así lo escribe Montesinos, es céntrica teniendo a su M. los finales de las calles de Santiago y del Hospital; y al N. los comienzos de las de Capuchinos y el Carril.
Ya he transcrito el texto donde menciona la supuesta titulación de «Plazuela de la Baca»; y sólo se me ocurre que pueda tener relación con las corridas de toros y vacas que se celebraron en esta plaza antes de abrir la Nueva. Veamos lo que dice Montesinos de la propia plaza.
La Plaza de Ntra. Sra. de Monserrate, que está situada en el centro del Arrabal Roig, es grande, cuadrada, hermosa, aunque no de sitio igual, cosa que la hace desagradable. En ella se hace el cargamento (por cuenta de la Real Hacienda) de la Sal para Orihuela, y lugares de su Gobernación.

El cronista menciona dos accesos o portales en esta parte de la ciudad; y, con su habitual osadía para las fechas, nos habla de sus arreglos y reconstrucciones. El primero debía ser un portillo abierto para dar acceso a la calle de Santiago.
Portal de San Julián: se fundó en el año 1501 (según refiere el Pe. Esplugues). Vino a tierra y se reedificó levemente, con poca hermosura y menos obra, en el año 1704. Está junto a la Plaza de Ntra. Sra. de Monserrate; en cuyo lado hay una pública Carnicería.
El otro la propia Puerta de Murcia, más cerca del río.
El último portal que se llamaba la Puerta de Murcia por estar en el camino por donde se va a dicha murciana ciudad. La fundaron los Moros, junto a la torre que hay cercana al Río Segura, a la salida de Orihuela en el año 853.
Ganada la Ciudad por los Christianos, reedificaron estos dicho Portal en 1384, al lado de dicha Torre llamada de Oblouquí Alí por su fundador. Es toda de calcina y tapias; y, aunque algo desmoronada, se conserva (por acuerdo de la Muy Iltre. Ciudad).
Servía a los Moros de defenza y atalaya. Dicho portal tuvo segunda renovación en el año 1513; pero en el de 1678 (que fue el de la peste general) se demolió para hacer más ancha y clara la entrada de la Ciudad.
Antes de existir la plaza como tal, el espacio entre la muralla y las primeras casas estaba orientado hacia el río y el «camino de las Cinco Alquerías» (nombre antiguo de la actual población de Alquerías).
Llamado también «camino viejo de Murcia» o «camino de en medio», su cruz de término era la «Cruz del río», mencionada en el capítulo anterior. También contaba con una horca estable, de piedra picada, un patíbulo que advertía al forastero de que llegaba a una ciudad que castigaba el delito con dureza.
Reedificada en 1542 para darle más amplitud y facilitar el trasiego de carruajes, Pepe Ojeda la describe así.
La Puerta de Murcia, que se abre a la ciudad, con los escudos —de Aragón y el Oriol—, que la adornan, y la cruz enfrente, añaden una nota de vistosidad a la zona que el viajero procedente de Murcia, viniendo por la margen izquierda del río, vería al entrar en la ciudad tras haber atravesado un barrio todavía algo deslavazado.
La plaza del Raval Roig quedó ligada estrechamente a la «Confraria de Nostra Senyora de Monserrat o de la Mare de Déu de Montserrat de Oriola»; en castellano, la Cofradía de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela. Aprobada a finales del siglo XV, sus mayordomos han sido generalmente los encargados de adecentarla.
En el año 1599, ante el desorden urbanístico y la proliferación de establecimientos molestos e inconvenientes para la vecindad, los cofrades proyectaron aplanar y reformar la explanada apoyados tímidamente por el Consell que, seis años después, contribuyó poniendo orden en las construcciones de una plaza, óptima para instalar el mercado o celebrar cualquier fiesta.
En cuanto a rotulación, durante el siglo XVII aparece en los padrones de Sal y Muro como la Plaza del Raval Roig.

En la primera mitad del XVIII era la Plaza del Rabal Roche (la denominación que acabó derivando en Rabaloche).

A partir de los repartos de 1770, figura ya siempre como Plaza de Monserrate.

La estatua del caballero con levita que la preside recuerda a José María Muñoz y Bajo de Mengibar, trasladado aquí en 1900 desde la Plaza Nueva. Pinchando la fotografía podréis acceder a su historia.
El ajardinamiento de su explanada, al igual que el de la Plaza Nueva, fue fruto de una actuación realizada en la década de 1920 por el Consistorio que encabezaba Francisco Díe, mayordomo y presidente de la citada cofradía. La última remodelación de la plaza de Monserrate data de 2007.

La Calle Torreta y el Barranco.


Vamos a terminar esta entrega visitando un precioso rincón al pie de la sierra, a espaldas del Santuario de Monserrate.
Es la calle Torreta, cuya titulación aparece en la segunda mitad del siglo XVIII y queda evidenciada por los restos que se mantienen en pie dando fe del antiguo perímetro defensivo.

Este conjunto de torreones, de origen almohade, conectaban la muralla con el castillo y con la Puerta de Murcia.

Al igual que el muro, se fabricaron empleando el sistema conocido como tapial, por lo que conservan los orificios redondos, huellas evidentes del citado proceso constructivo.

Declarados Bien de Interés Cultural en 1949, en el año 2008 fueron restaurados por el Ayuntamiento.

Y su entorno, antes descuidado, fue embellecido por la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, que tiene allí su sede social y una capilla exterior en honor a su patrón.


El arrabal llegó al siglo XVII pobre y escasamente poblado por un vecindario conflictivo y disperso que, sin control municipal, creció rebasando el barranco que canaliza las aguas procedentes de la sierra en dirección al río, una defensa natural a modo de foso que hoy conocemos como calle Barranco.
Poco a poco la población se fue extendiendo con una mejor ocupación del terreno en torno a ellas; pero los tradicionales problemas urbanísticos no desaparecieron en este núcleo de población de crecimiento anárquico, con una disposición a acoger industrias molestas para el casco.

Estos profesionales ocupaban la calle siguiendo las costumbres de una sociedad sin noción clara de lo que era espacio público y privado, violando las normas urbanísticas más elementales y tolerados por la dejadez de sus vecinos.
Para la actual concepción de la higiene pública son inimaginables las condiciones de insalubridad en las que se desenvolvían los curtidores o los salitreros.
La complejidad de los procesos y la necesidad de espacio para desarrollarlos provocaba numerosas quejas, por lo que los jurados se veían obligados a retirar de la plaza calderas, secaderos y otros utensilios propios de estos oficios.
De la explanada partían dos caminos que acabaron siendo calles principales: la del Carril o San Francisco y la de Capuchinos. Estudiaremos ambas en los dos próximos capítulos.
Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).
Extracto actualizado del artículo «El Raval Roig, un territorio históricamente singular», publicado en «Cuadernos de historia y patrimonio cultural del Bajo Segura». A su vez era un resumen, actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela. Bibliografía:
Sánchez Portas, Javier «Informe para la declaración de Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento para el Santuario de Nuestra Señora de Monserrate de Orihuela». En prensa.
Ojeda Nieto, José. «La advocación de Ntra. Sra. de Monserrate en los siglos XVI y XVII». Orihuela 2006. Asociación Amigos de Orihuela. Y «El Raval Roig, origen y formación de un espacio urbano en la Orihuela foral». Orihuela 2010. Patronato Histórico Artístico de la Ciudad de Orihuela.
Montesinos Pérez de Orumbella, Joseph. «Compendio Histórico Oriolano». Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.
Gisbert y Ballesteros, Ernesto. «Historia de Orihuela». Orihuela 1903. Tomo III.
Ferris Ibáñez, Manuel. «Bosquejo histórico de la imagen y Santuario de María de Monserrate, Patrona de la Ciudad de Orihuela». Orihuela, Imprenta de Luis Zerón García, 1900. Facsímil año 2.000.
Mazón Albarracín, Antonio José «La iglesia y el convento de los mercedarios». Publicado en la revista de Moros y Cristianos, Orihuela, 2012.
Mazón Albarracín, Antonio José «San Gregorio y los Descalzos Alcantarinos». Publicado en la revista de Moros y Cristianos, Orihuela, 2013.