Capuchinos y aledaños.
Desde la Ermita del Sepulcro, por la breve travesía de la Armengola, llegamos a la calle Charamita cuyo título es sinónimo de dulzaina. Este instrumento de viento, llamado también xirimia en Cataluña y Valencia, se ha transformado fonéticamente en xaramia y luego en xaramita.
El charamitero, acompañado del tabaleter (que portaba un pequeño tambor o tabalet) y generalmente del polvoristero, formaban un conjunto que marchaba delante del pasacalles interpretando melodías populares y llamando a la fiesta…
Ante nuestros ojos aparece el lateral de la casa cuartel de la Guardia Civil, edificio que sustituye a un antiguo cuartel de Caballería cuya historia os cuento en un capítulo aparte al que se accede sencillamente pinchando la siguiente imagen.
Seguimos nuestro imaginario paseo por la calle que arranca a la izquierda del cuartel, la de los Menadores. Su nombre recuerda a los artesanos del cáñamo, necesitados de grandes espacios abiertos en el arrabal por la gran longitud de las sogas que hilaban y tensaban en la mena o rueda de hilar.
Por dicha calle llegamos a la de la Virgen de la Fe, advocación mariana popularizada en el barrio por los capuchinos a lo largo del siglo XVII. Transcribo algunos extractos de la «Relación Histórica del Hallazgo de Nuestra Señora de la Fe», impreso anónimo en el que se narra la leyenda, sus presuntos milagros y unos versos titulados: «Los gozos de Nuestra Señora de la Fe».
Siendo grande la piedad que los antiguos cristianos tuvieron para defender las imágenes sagradas, cuando los sarracenos desenfrenaron su barbarie en despedazar cuantas imágenes de Cristo y de su bendita Madre y de otros santos encontraban en las iglesias …
… Por esto procuraron los fieles ocultar las que podían o en los sepulcros o en las cuevas de los desiertos, o en los profundos hoyos de la tierra, o en las concavidades de las paredes y en otros edificios, preservándolas de este modo de que diesen en las sacrílegas manos de los mahometanos…
…Es tradición muy antigua; esta sagrada imagen estaba en una iglesia o ermita que había en el castillo de la ciudad de Orihuela que se hallaba fundado en el monte Orión o como dicen Oriol y que a su presencia acudían los oriolenses cristianos como a su refugio y amparo en todas sus necesidades y aflicciones. Allí la veneraban, le hacían votos y promesas, teniéndola todos por su Madre y amplísima bienhechora, resultando de todo esto ser muy antigua esta santa imagen…
… Un devoto la bajó de la ermita y la colocó en un nicho, en donde después fue venerada por los cristianos que quedaron en el Arrabal Roig. Y que un pájaro que tiene el niño Jesús en su mano, es un ave llamada comúnmente oriol, herodio o gerifalte, de donde tomó el nombre Oriolet y la ciudad el apellido de Orihuela y Orihola…
Con una trama semejante a la leyenda de Monserrate y a la de otras muchas advocaciones marianas españolas, cuenta que los godos la ocultaron para que no fuese ultrajada por los hijos de Mahoma; y que fue venerada en secreto en el arrabal hasta que, fallecidos todos los conocedores de su emplazamiento, cayó en el olvido durante siglos.
En el año 1634 (había pasado casi un milenio), los capuchinos tomaron unas casas contiguas para ampliar su huerto; y al derribarlas, descubrieron la imagen emparedada y milagrosamente intacta (qué buenos materiales empleaban los godos en sus casas y en sus tallas). Sin perder tiempo la llevaron en procesión hasta la iglesia del monasterio, y allí le fabricaron una capilla con retablo y altar.
Tal vez si no hubiera quedado así escondida, no hubiéramos logrado los capuchinos el honor de tenerla en la iglesia de nuestro convento. En el arrabal Roche, en donde al presente está, después de algunos años, necesitándose dilatar el huerto, se tomaron algunas casas que le estaban contiguas, y entre ellas una, que en una de sus paredes contenía el celestial tesoro de la Sta. Imagen de la Virgen del Orión, sin que nadie tuviese noticia de esto…
Hasta el azaroso procedimiento para escoger su titulación (no les valía el de Orión) fue parecido al de Monserrate; pero con más de tres opciones. En este caso prepararon un jarro de plata, con nada menos que setenta y dos «cedulitas» que nombraban otras tantas advocaciones marianas. Y la mano inocente de un niño sacó por tres veces la que llevaba escrita «Virgen de la Fe».
El lienzo que representa este hallazgo ya no está en Orihuela. Los capuchinos se lo llevaron a su iglesia de las tres Avemarías, en el convento de San Buenaventura de Totana. Resulta chocante que un cuadro costeado por los vecinos del Rabaloche esté fuera de la ciudad cuyo escudo muestra (el Oriol y las barras de Aragón).
Jorge Belmonte, autor de la fotografía anterior, me pasó también este otro lienzo de la misma procedencia, vendido en 2015 en la casa de subastas Bonhams como obra del círculo del pintor novohispano Cristóbal de Villalpando.
Se trata de una imagen de la Virgen de la Fe «retratada» en un marco arquitectónico que recuerda más a un portapaz que a un retablo. El banco muestra una inscripción que lo identifica como propiedad de los capuchinos de la ciudad de Orihuela.
Y de leyenda en leyenda llegamos a la calle de la Armengola, la mítica esposa de Pedro Armengol, personaje imprescindible en la fiesta de la Reconquista. Pinchando la siguiente imagen podréis leer mi trabajo sobre el tema.
Siguiendo por la calle de la legendaria heroína descendemos hasta entroncar con la plaza y calle de Capuchinos, cuyo nombre recuerda al desaparecido convento del Santísimo Nombre de Jesús sustituido en la actualidad por un horrendo conglomerado de hormigón de aspecto carcelario.
Los Hermanos Menores Capuchinos.
Los capuchinos son la rama franciscana más joven y la única que ha permanecido independiente con su propia organización y estructura. En la primera mitad del siglo XVI muchos religiosos pugnaban de nuevo por recuperar los fundamentos de San Francisco insatisfechos de la vida que se llevaba en la observancia.
En su intento por volver al eremitismo de los orígenes, Mateo de Bascio o de Bassi se enfrentó a sus hermanos observantes entregándose a la práctica literal de la Regla. Cuando supo que el hábito franciscano no era el mismo que usaba Francisco de Asís, sino que este era más áspero y con un capucho puntiagudo cosido a la túnica, lo adoptó sin más y así, la forma peculiar de su capucho propició el apodo que a la postre sería el nombre oficial de la Orden: Capuchinos.
En el verano de 1528, Mateo marchó en secreto a Roma; y con el apoyo de la sobrina del Pontífice, obtuvo el permiso de Clemente VII para observar la Regla según sus deseos. Esta actitud le ocasionó múltiples persecuciones y periodos de encierro por parte de los observantes.
A pesar de todo se convirtió en el fundador y primer superior general de la Orden de los Frailes Capuchinos Menores; y la celebración del Concilio de Trento (1545-1563) favoreció la consolidación de esta reforma. Los Capuchinos, no sólo se afianzaron, sino que lograron expandirse geográficamente comenzando por Francia.
En España, vencido el recelo que consideraba que dicha reforma no añadía nada a la emprendida por los Alcantarinos Descalzos, se establecieron en el año 1578 primero en Cataluña; y desde allí iniciaron su expansión por los distintos territorios peninsulares.
A suelo valenciano llegaron en 1596 por intervención del Patriarca Juan de Ribera, arzobispo y virrey; a su influencia se debe que a esta Provincia se le diera el nombre de la Preciosísima Sangre de Cristo, erigiéndose diecinueve conventos hasta 1729.
Siglo XVII.
En la Oriola de principios del siglo XVII estaban instalados los Observantes en Santa Ana, los Descalzos en San Gregorio y sus hermanas las Clarisas en San Juan; pero para completar la presencia franciscana faltaban los Capuchinos; y estos fundaron su primer convento en el año 1611.
El convento de capuchinos de esta ciudad de Orihuela se fundó el año 1611, siendo provincial de esta Provincia el padre Quiroga de la Casa. Levantaron su convento en su primera fundación, en el camino de Almuradín, no muy lejos de la ciudad…
… Por ser este primer Convento enfermo, y haberse muerto en él, en breve tiempo algunos Religiosos, se trasladó al sitio en que hoy se halla donde el año de 1618, se puso la primera piedra, por el Ilustrísimo Señor Balaguer, Obispo de esta ciudad a 20 de septiembre, y poco a poco se fue perfeccionando, como lo está al presente.
Los fragmentos anteriores pertenecen a un catálogo de conventos del obispado de Orihuela escrito a mediados del siglo XVIII. Los siguientes al «Compendio Histórico» de Josef Montesinos.
Pusieron la cruz, la primera vez, en un bancal llamado del Coxo, en dicho año y día (21 de abril de 1611); y por parecer el sitio malsano, se trató de mudarlo antes de comenzar la fábrica, y así se hizo; y se pasó la fundación al Camino de Almoradí, y tomaron posesión de unos huertos que eran de Juan Manzanera, entre el dicho camino, de una parte, y el Río Segura de otra…
El paraje, cercano a la noria de la acequia de Callosa en el camino de Almoradí, resultó muy pernicioso para la salud de los frailes. La acequia y el río con sus correspondientes mosquitos eran una continua fuente de enfermedades. Y no les quedó más remedio que cambiar de emplazamiento.
Permanecieron en ese sitio algunos años, y en ellos experimentaron y sufrieron muchos enfermos, muriendo algunos de ellos, por lo que no había religiosos que quisieran venir a habitar en el convento. Lo que obligó a los padres a trasladarse a otro sitio.
Se trató en Capítulo y todos unánimes y conformes fueron de parecer se mudase el convento, que estaba medio edificado, y los dormitorios hechos y un pedazo de las tapias del huerto, y se pasaron al sitio que hoy día tienen en el Arrabal Roig, que era huerto y casa de Josef López, Notario, dejando aquel convento…
Gracias a José Ojeda Nieto sabemos que en 1619 obtuvieron permiso para instalarse en el llano de San Miguel; ocupando aquella vieja ermita como habían hecho otras órdenes con las de Santa Ana o San Sebastián. Pero como San Miguel no era propiamente una ermita, sino una iglesia sufragánea, dicho permiso fue revocado.
Según las notas del Padre Agustín Nieto, los catorce religiosos capuchinos fueron acogidos temporalmente por el obispo Andreu Balaguer; el mismo que autorizó la posterior mudanza al huerto del notario Joseph Llopes; situado frente a una placeta llamada del Olmet, la futura plaza de Capuchinos.
La proximidad con sus hermanos de Santa Ana hizo necesario solicitar el beneplácito; y a diferencia de lo que había pasado con los alcantarinos descalzos, los capuchinos fueron aceptados. Estos franciscanos reformistas no celebraban entierros, no tenían cofradías; tampoco organizaban procesiones ni recibían limosna de misa o de sermón. Así pues, los observantes no se sintieron amenazados.
Y se puso la primera piedra en la falda del monte que está a la puerta del huerto que es al presente. (…) Más adelante pareció a los padres que donde se puso la primera piedra no era puesto acomodado para la fundación del convento, y que estarían mejor un poco más abajo, dentro de la cerca del huerto; trazose con reflexión y se ejecutó estableciéndolo donde al presente aparece.
Sin más impedimentos los Capuchinos proyectaron la construcción de su convento y al acto de colocación de la primera piedra asistió el obispo, el gobernador y sus vecinos de Santa Ana.
Por mediación del síndico vendieron el terreno, deshaciendo todo lo que allí tenían para traerlo al nuevo emplazamiento; y con aquellos utensilios y el dinero obtenido por la venta comenzaron las obras.
Pero después de tres años de pacífica convivencia, cuando ya tenían parte del edificio levantado y una buena cantidad de dinero invertido, el guardián de los observantes fue reemplazado; y al nuevo no le pareció bien la vecindad.
El entusiasmo con el que la ciudad había recibido a los recién llegados y las dimensiones del edificio que proyectaban le hicieron temer una gran disminución en las limosnas. Y optó por impugnar la fundación capuchina alegando que se hallaba dentro de su demarcación.
Ojeda Nieto publicó el extracto de un protocolo del año 1622, que da fe de la medición que hicieron los franciscanos de Santa Ana, calculando la distancia entre un convento y otro para fundamentar el inicio de un pleito.
Martín Garcia Sexablanca, agrimensor de la ciut de Murcia ―expresó tras juramento oficial― haver mensurat les casses que y a desde lo convent de Sent Anna …, la qual mensura fet desde la porta major del dit convent de St. Françes ço es ―exactamente― de la aldava questa fixa en dita porta fins on esta possada la primera pedra de nova obra del dit convent del Capuchinos e medint p lo aire atrobat haver en dita distançia del un convent al altre trescentes vint y cinch canes de a dos alnes cascuna alna del Regne de Valençia de a quatre pams.
En 1624 el Consell oriolano envió un escrito al rey en defensa de la fundación del convento del Santísimo Nombre de Jesús. Con el apoyo de la ciudad, del virrey y del propio Felipe IV, los capuchinos consiguieron su propósito.
En la segunda mitad del siglo XVII la fundación se topó con los efectos de las graves epidemias de 1648 y 1678. Estos religiosos —al igual que sus hermanos descalzos— se implicaron en el cuidado de los apestados; enfermando y falleciendo muchos por contagio. Esta actitud de servicio cimentó su fama de santidad y entrega al prójimo; pasando al siglo XVIII como la congregación más querida en Orihuela.
Como contrapartida, la despoblación producida por las epidemias facilitó las compras y donaciones de casas y terrenos colindantes; por lo que el convento capuchino y su huerto no dejaron de crecer.
Siglo XVIII.
He utilizado a Josef Montesinos para hablar de la fundación del convento; pero cuando realmente es útil el espeso cronista oriolano, es cuando actúa de testigo narrando lo que ve. Así describe el convento de los capuchinos en el año 1792.
Descripción de las oficinas de este seráfico convento de Padres Capuchinos. Portería y Claustros. Ante todo lo expuesto se halla una espaciosa puerta con fachada de cantería blanca, en cuyo remate y en su nicho, está S. Antonio de Padua, de busto. Luego le sigue un espacioso pórtico con su cruz en medio; y el Santo Vía Crucis de Manises de Valencia.
Entrando, a la izquierda está la portería, sobre cuyo cancel hay una mediana efigie de S. Francisco de medio cuerpo, cuya pintura es la admiración de los inteligentes y Canónigos; a la derecha, antes de entrar, se descubre un excelente lienzo de ocho palmos de María Santísima de la Fuensanta con San Josef y San Ginés de la Xara, Hermitaño…
En el lado izquierdo está el aposento de visitas con la Purísima Concepción, varias piezas castellanas, mesa, sillas y bancos. La portería en muy espaciosa adornada con preciosos mapas de las Provincias que tienen los Padres Capuchinos en todo el mundo; varios retratos de santos y venerables; el árbol genealógico de la orden y un hermoso lienzo de la Purísima Concepción.
Los claustros, renovados en este año de 1792, aunque medianos, son muy aseados; en ellos están el Aula, varias despensas y oficinas. En su centro hay una cisterna de agua que se llena del Río Segura por la menguante de enero, de la que se abastece la Reverenda Comunidad, todo el año.
Refectorio, Cosina y Deprofundis. El refectorio es grande, curioso, blanco y bien adornado, especialmente con un lienzo de la cena del Señor, que es cosa especial. El Deprofundis es muy capaz, blanco y aseado con algunos cuadros. La cocina es una pieza grande y con muchas comodidades.
Coro y Deprofundis Eclesiásticos: El Coro es grande, muy capaz y decente con sus buenos asientos, reja grande, oratorio dedicado a la Purísima Concepción; y varios lienzos de especial belleza… El Deprofundis es más largo que ancho, pero muy decente, adornado de varios cuadros muy buenos.
Escaleras y Dormitorios con Celdas: Todo el convento se manda por dos escaleras muy cómodas, ambas adornadas con muy especiales lienzos y otras pinturas. Los dormitorios son bajos, muy claros, blancos y pintados; la enfermería es muy buena, con su Oratorio; las celdas muy bonicas, aunque reducidas al Instituto Capuchino; a excepción de las Celdas del Guardián y del Vicario, que por razón de su oficio, permiten alguna más amplitud.
Aposento y Terrado de recreo: El aposento de recreo es grande, majestuoso, y de irregular hermosura; lo construyó a fundamentos en el año de 1752 el Sr. Doctor D. Josef Claramunt Vives de Alulayes, Canónigo Magistral del Indulto de esta Santa Iglesia de Orihuela (…) en este aposento se descubren varios mapas de todo el mundo y diferentes lienzos primorosos (Inmaculada Concepción, el expresado Sr. Claramunt, Fernando VI de Borbón y su esposa María Bárbara de Portugal, Beato Lorenzo de Brindis y San Francisco).
Magnífica Librería: La librería de este Convento en magnífica, esplendorosa y muy capaz; la hizo desde los cimientos a sus expensas el Sr. Doctor D. Josef Claramunt Vives de Alulayes, Canónigo Magistral del Indulto, insigne bienhechor de esta Santa Comunidad.
Tiene libros excelentes y preciosos manuscritos; mesas, escaños, bellos lienzos de los Santos Doctores de la Iglesia, de la Purísima Concepción, Cardenales de la Orden; y entre ellos, los bustos o retratos de medio cuerpo de dos Canónigos…
Huerto y Balsa con peses: Este Convento tiene para su recreo y utilidad grande huerto, fértil en todo género de hortalizas. Produce muchas flores, claveles, naranjas, limones, dos palmas, granadas y albaricoques.
Tiene otro huerto que llaman «El Secano» porque está sobre el monte, el cual tiene muchos almendros, avellanos, algarrobos, higueras y parras. Todo se riega por medio de una noria que con la rueda de una bestia saca el agua de una fuente algo profunda que nace allí mismo.
Es algo blanda, en invierno sale caliente y en verano fría. El agua sobrante se recoge en una balsa que produce unos pececillos medianos y algunas anguilas que todo sirve de recreo a la Reverenda Comunidad.
Tiene el Convento buenas azoteas, miradores, reloj para su gobierno, Hospedería, celdas muy curiosas aunque medianas, y un grande patio con bolas, para el recreo de los religiosos jóvenes, en los días de deporte.
Del siglo XVIII he encontrado también un ejemplo de mortificación física en las carnes de un capuchino del convento de Orihuela, llamado Antonio de Mallorca.
Era su cotidiano ejercicio hacer la via-cruzis por dentro de la Yglesia, cargando sobre sus ombros una cruz pesadíssima, y en la Caydas que representaba la estación, para hacerlas al visso se dejava caer de golpe, y a lo natural, para experimentar mas vivos los tormentos de la Cruz.
Siglo XIX.
Los capuchinos fueron exclaustrados por la Junta de Gobierno del Reino de Valencia y Murcia tras la publicación del Real Decreto de 25 de julio de 1835 suprimiendo los monasterios y conventos masculinos con menos de doce frailes. Dicha exclaustración fue confirmada por otro Real Decreto de fecha 11 de octubre de mismo año.
En febrero de 1836 se decretó la venta de los bienes inmuebles de los monasterios; y el edificio desamortizado pasó a ser de propiedad particular.
No he conseguido averiguar quién lo compró; pero la circunstancia de que en 1880 perteneciese a Andrés Rebagliato me hace pensar que, como otros conventos oriolanos, pasó por la manos de su suegro, el acaudalado Matías Sorzano.
Esta descripción figura en el diccionario de Pascual Madoz; compuesto a mediados de la centuria:
El de Capuchinos, situado en el arrabal Roig, a la parte del O, junto a la puerta de Murcia, al pie de la montaña del castillo, es el más moderno de todos, y se asegura haber sido fundado en 1611.
Es un edificio muy capaz en su clase, de obra de mampostería sólida, que promete mucha duración. Su iglesia es pequeña pero muy decente, hallándose hoy sin uso alguno. Tenía una buena biblioteca, y dentro de su muro un huerto regado por una noria y otra porción de terreno secano a la falda del monte, bien cultivado y plantado de algarrobos, olivos y otros árboles.
En 1880 fue restaurado parcialmente para albergar a un grupo de capuchinos franceses expulsados de su país. Los frailes se instalaron provisionalmente en el seminario hasta que el convento fue habitable.
Semanario católico. Alicante, 13 de noviembre de 1880: El miércoles, después de cuarenta y cinco años, vimos por las calles de esta capital a una Comunidad de religiosos vestidos con el sayal y las sandalias del franciscano, ciñendo su cuerpo el cordón de la Orden, del que pendían hermosos rosarios.
A las seis y media de la mañana fondeó en nuestro puerto el vapor hispano-francés, titulado San José, conduciendo a su bordo a trece frailes capuchinos que acaban de ser expulsados de su convento de Mont-de-Marsan en el departamento de Landes (Francia). Al tenerse noticia de la presencia de estos religiosos, una inmensa multitud de gentes de todas clases y condiciones se dirigió al muelle de esta ciudad, ávida de saludarles.
En Alicante les ofrecieron instalarse en el monasterio de Nuestra Señora de Orito, en el término de Monforte. El superior agradeció la generosa oferta; pero les comunicó que tenía decidido alojar a su comunidad en el que había sido convento de capuchinos en Orihuela.
Los frailes expulsados arbitrariamente de Mont-de-Marsan, partieron seguidamente para Orihuela, a donde llegarían el miércoles por la noche para ser hospedados en el Monasterio de Capuchinos de aquella ciudad, cuyo edificio acaba de cederles el Sr. D. Andrés Rebagliato, a quien pertenecía.
Semanario católico. Alicante, 6 de mayo de 1882: Los religiosos capuchinos residentes en Orihuela han celebrado en los días 28, 29 y 30 del pasado abril un solemne Triduo en honor del nuevo Santo Lorenzo de Brindis, religioso de dicha orden. Tenemos a la vista una carta de aquella ciudad en que se reseñan a grandes rasgos dichas solemnidades.
El templo estaba primorosamente adornado, y causaba un efecto sorprendente, siendo lo más admirable que los objetos del adorno eran de escasísimo valor, supliéndolo todo el arte. A la entrada del templo había colocado un sencillo pero vistoso templete; y las calles inmediatas al convento estaban adornadas con arcos, inscripciones y alegorías; el piso cubierto de enramada, y colgadas las casas.
Desde antes de amanecer, la concurrencia al templo de Capuchinos era numerosa; y se cuentan por centenares las personas que acudieron a recibir los Santos Sacramentos de la Penitencia y Comunión. «La población de Orihuela, se nos dice, ha echado el resto en mostrar su amor a los Capuchinos». Han asistido comisiones del Cabildo, Ayuntamiento, Seminario y Colegio de Sto. Domingo.
En Orihuela fueron muy bien recibidos; y en la medida de lo posible recompusieron la iglesia y el convento sin grandes lujos. Siempre contaron con la ayuda de los oriolanos; a los que pronto sedujeron con su ejemplar comportamiento en los momentos difíciles. Os dejo algunos ejemplos aparecidos en prensa.
El Constitucional. Alicante, 3 de junio de 1884: En la inundación de Orihuela… los monjes capuchinos hicieron heroicos esfuerzos para salvar algunas familias sobre balsas ingeniosamente formadas con pipas vacías y tablones.
Muchas simpatías tenía captadas esta comunidad en Orihuela, pero el ejemplo de hoy llevando a la práctica una de las más preciadas virtudes del cristianismo, la caridad ejercida a expensas de todo linaje de sacrificios y abnegaciones, ha acabado de cautivar y seducir a los orcelitanos de tal modo que, hasta los más indiferentes y escépticos se les oyó enaltecer y elogiar su conducta. La calle de la acequia, situada en el barrio de que nos venimos ocupando, fue testigo de las proezas llevadas a cabo por los heroicos capuchinos…
El martes, 23 de julio de 1885: Merece particular mención el comportamiento que están observando los frailes Capuchinos establecidos en esta ciudad (durante la epidemia), visitando a los enfermos y acudiendo a todas partes donde es necesaria su asistencia y pueden desempeñar su santo ministerio…
El diario de Orihuela, 28 de marzo de 1887: El incendio de esta madrugada (En la Plaza de San Agustín). … Los frailes capuchinos. Poco después de empezar a tocar a rebato apareció a todo correr una gran parte de la comunidad; inmediatamente se posesionaron unos de las bombas y otros se encaramaron con los bomberos armados de picos por los terrados de las casas inmediatas a socavar las techumbres. Durante las dos horas que duró el incendio no cesaron de trabajar auxiliando poderosamente al personal de zapadores.
Cariñosa hospitalidad dio Orihuela a los religiosos franceses. No es en esta ocasión cuando hemos de quejarnos de ingratitud, que bien pagan con creces los humanitarios y agradecidos capuchinos el afecto que esta ciudad les profesa. Cualesquiera que sean los tiempos y las circunstancias, la hidalga y noble población de Orihuela, no olvidará nunca a los desventurados proscriptos.
Los capuchinos franceses repusieron, al menos dos veces, la cruz del monte de la Muela.
El diario de Orihuela, 5 de diciembre de 1887: Del ciclón del jueves último ya conocen nuestros lectores los detalles más importantes si bien a los mismos podemos agregar la caída de la Cruz de la Muela, derribada al suelo por el viento y que los religiosos capuchinos habrán de levantar de nuevo, volviendo a comenzar la serie de penosos trabajos que llevaron a cabo para la instalación del signo sacrosanto del Redentor en dicho elevado lugar.
La romería de febrero de 1888, en la que subieron acompañados por multitud de oriolanos, debió parecerse a la escena que muestra la siguiente fotografía de principios del siglo XX.
El diario de Orihuela, 3 de febrero de 1888: Ayer se instaló por los frailes capuchinos una nueva cruz en el monte denominado la «Cruz de la Muela» subiendo a tan elevado punto con tal motivo, numerosa concurrencia de gentes del pueblo. Nunca se había visto tanta gente reunida en tan alto sitio, siendo causa esto de que gran parte del vecindario subiera ayer tarde a los terrados a admirar la muchedumbre que coronaba el monte…
…Dícese por los bien enterados que, los materiales de construcción estaban preparados desde el día anterior y que ayer el trabajo se redujo a levantar la cruz que es colosal, sobre una alta peana de obra, empresa que se llevó a cabo a las dos de la tarde con el disparo de morteretes y entre los cánticos de los circunstantes.
…La peana de la nueva cruz se distingue perfectamente pero la cruz no es tan visible como la anterior lo cual no ocurriría si se la pintase de negro. La obra realizada es sin embargo meritoria y digna de elogio.
Durante el mes de septiembre de 1889 comenzó a circular la noticia de que la comunidad de capuchinos había recibido orden de volver a su tierra; y los rumores eran ciertos. El lunes 16 salieron para Francia los primeros diez y ocho religiosos. Su marcha dejaban un profundo sentimiento de pérdida entre los oriolanos que los habían acogido durante los años de destierro.
En el tránsito entre capuchinos franceses y españoles el convento fue «amistosamente» saqueado entre los que buscaban recuerdos y los que trataron de aprovechar la situación. Y la cosa degeneró en tumulto.
El diario de Orihuela. 21 de septiembre de 1889: UN SAQUEO EN PAZ. Así puede denominarse lo que viene ocurriendo estos días en el convento de Capuchinos. Con motivo de la marcha de la comunidad, comenzó esta a distribuir entre los pobres algunos utensilios de la casa de difícil conducción a la nueva residencia de aquella; y como ocurre siempre en tales casos, el populacho que oyó tocar a repartir, asaltó, esta es la palabra, con formas más o menos corteses el convento, en busca, no de botín que eso no sería cristiano, sino de recuerdos, porque al parecer sin ellos, toda memoria se extinguiría pronto en la mente de tanto desinteresado admirador.
Que el abuso fue cada día en aumento no hay para qué decirlo. La campanilla de la portería no cesaba un momento de ser agitada por los pedigüeños que en gran número acudían con absurdas peticiones y descabelladas exigencias. Abrumados los religiosos con tanta demanda de objetos y queriendo complacer a todos, repartían a granel todo cuanto hallaban a mano.
Un sujeto les pidió cierta cantidad de piedras y algunas maderas para hacer una casa. Concedido que le fue lo que pedía y sin duda por parecerle poco para recuerdo, se atrevió a pedir la mula y el carro. De estos ha habido algunos casos a cual más chocante si no fueran a cual más indigno.
Anoche crecieron de tal modo las exigencias, que se promovió un gran tumulto en la plaza de Capuchinos donde se situaron varios grupos de demandantes, ocasionando entre varios chiquillos allí presentes una descomunal pedrea y el consiguiente escándalo. Muchas piedras cayeron dentro del convento cuyas puertas se cerraron en medio de una gran gritería promovida por los rifeños que ocupaban la plaza.
La pareja de servicio en aquel punto estuvo esperando que se le leyera la cartilla de los deberes del guardia municipal y sin duda por ello no creyó oportuno intervenir en el asunto. La presencia del alcalde de barrio puso fin al conflicto y se ofreció al padre José para todo cuanto tendiese a evitar las molestias que se le habían causado por aquella gente tan desconsiderada.
El diario de Orihuela. 23 de septiembre de 1889: Ya han venido dos de los capuchinos españoles que han de sustituir a los franceses en el convento de San Antonio. Con este motivo ayer tarde se celebró en aquel santuario lo que pudiera llamarse una función de despedida en la que un religioso ocupó la sagrada cátedra para despedirse de los fieles.
La oración fue notable y se encaminó a alabar la caridad del pueblo de Orihuela quien merecía gratitud eterna de la comunidad por la hospitalidad cariñosísima que le había prestado. Se derramó por el auditorio abundante raudal de lágrimas durante el sermón, del que salió aquel bastante impresionado.
En noviembre de 1889, los capuchinos franceses, escribieron al Obispo de Orihuela agradeciendo la generosa hospitalidad que durante nueve años habían recibido de la católica población oriolana cuando fueron expulsados de su patria. Transcribo un fragmento de su carta:
«Quiera Nuestro Señor y la Virgen Inmaculada de Lourdes, nuestra gloriosa Protectora y San Francisco, nuestro Seráfico Padre, recompensar con abundantes bendiciones a V. S. I. y a todos los fieles de su Diócesis, nuestros amigos, nuestros bienhechores, la generosa hospitalidad que en medio de ellos hemos recibido. (…) Le suplico Ilustrísimo Señor, se digne recibir los rendidos obsequios de su reconocido y humildísimo servidor de V. S. I. Q. S. A. B. Fr. Eustaquio de Rochela. De nuestro Convento de San Fidel, de Cahors, en la fiesta de N. S. Padre S. Francisco. 1889».
A finales de noviembre, el general de la orden visitó Orihuela para inspeccionar el estado del convento antes de mandar una nueva comunidad de capuchinos españoles. Los nuevos frailes estaba ya instalados en 1890; y pronto retomaron su estrecha relación con el arrabal y con los oriolanos en general.
Siglo XX.
Dentro del proyecto de ensanche de la calle Capuchinos, en 1927 se demolió y reedificó la portada del atrio y la pared que cercaba el huerto.
El pueblo. 28 de marzo de 1927: Corte del huerto y atrio del Convento de Capuchinos, mejora sencilla con la que quedará una entrada magnífica a la ciudad por la llamada Puerta de Murcia, desembocando a la plaza de Capuchinos directamente la casi ya construida calle que se conoce por subida al Sepulcro, convergiendo a dicha plaza con la carretera a Murcia.
Iniciada la Guerra Civil, convento e iglesia fueron asaltados y saqueados en agosto de 1936. Gran parte del legado iconográfico desapareció; y el edificio fue adaptado para utilizarlo como «hospital de sangre».
En la memoria de daños presentada por el alcalde de Orihuela en agosto de 1939, figuran los asesinatos de tres capuchinos: Ignacio Caselles García, «Juan Crisóstomo de Gata de Gorgos»; Ramón Juan Costa, «Honorio de Orihuela»; y Andrés Simón Gómez, «Eloy de Orihuela».
Aunque lejos de Orihuela, a la lista de capuchinos asesinados hay que añadir al famoso «Buenaventura de Puzol». Julio Esteve Flors era profesor de Filosofía y Derecho Canónico; y formó parte de la mítica revista «El Gallo Crisis» junto a Ramón Sijé, Miguel Hernández, Augusto Pescador, Juan Bellod, etc…
Terminada la contienda los capuchinos regresaron y, a pesar de las dificultades económicas de la época, consiguieron adecentar el convento y reemplazar parte del patrimonio desaparecido. Muchos oriolanos todavía los recuerdan caminando por la huerta semidescalzos, con su hábito peculiar, dispuestos a celebrar misa en cualquier ermita rural…
A finales de los años sesenta del siglo pasado, vendieron el convento y se marcharon de la ciudad.
Boletín de Información Municipal. Agosto de 1976: La Comisión Permanente en 27 de julio de 1976 concede la licencia de obras a la Inmobiliaria Dima, S. A. para la demolición del convento de Capuchinos.
Boletín de Información Municipal. Septiembre de 1977: La Comisión Permanente de 30 de agosto de 1977 autoriza a la «Fraternidad de PP. Capuchinos» de Orihuela para la utilización temporal de la Iglesia de San Juan del Hospital Municipal para celebrar en la misma el culto religioso destinado a la feligresía que hasta ahora acudía al Convento de Capuchinos, en trance de derribo.
Se entra a Orihuela por el convento de San Francisco, dicen unos, y otros que por el convento de Capuchinos. Invitamos a nuestros lectores que le den su última mirada —con tristeza— a esta fotografía. Mañana —una mañana cualquiera— este rincón conventual, el huerto y el jardín capuchino, con la iglesia, caerá brutalmente empujado por la fuerza mecánica.
Se levantarán en este lugar viviendas modernas, sociales pero se habrá perdido un espacio abierto, que aunque claustral y amurallado, pudo ser iglesia y guarderías, plaza y jardines de la misma forma que va a ser una urbanización más en una zona excesivamente agobiada de estrechuras. Se entra a Orihuela, por Capuchinos…
El añejo edificio fue derribado; y todos los objetos de culto, imágenes, lienzos, piezas de orfebrería y el propio archivo de los capuchinos, salieron de Orihuela con destino a otros conventos de la orden y ahora lucen en Totana, Orito o Masamagrell.
En octubre de 1999 los capuchinos regresaron a una modesta ermita a espaldas de su antiguo emplazamiento. Pero el patrimonio desaparecido —costeado en gran parte por los vecinos del Rabaloche— permanece esparcido por la provincia capuchina.
Calles Cercanas.
Vamos a concluir nuestro recorrido urbano por el arrabal hablando de las travesías que flanquean la calle de Capuchinos:
La que quedaba a la izquierda del convento —llamada en la actualidad de las Chumberas— figura en los padrones al menos desde el siglo XVII como de la Palera (a veces confundida con de la Palmera). Así pues, se puede decir que ha conservado su titulación a pesar de ser la única que no ofrece higos chumbos por tener cortado el acceso a la sierra.
Avanzando un poco más encontramos dos títulos del siglo XVIII: el de las Capillas, que hace referencia a las capillas laterales de la desaparecida iglesia conventual, y el de las Parras.
Aún más antiguas — al menos del siglo XVI— son las cuatro que vamos a citar a continuación; en primer lugar dos callejas paralelas con apellidos de procedencia aragonesa, la de Claramunt y la de Ferriz o Ferris, que se ha corrompido en Ferrari. Esta transformación fonética debió realizarse en el siglo XIX; Gisbert ya cita los dos nombres a finales de dicha centuria.
Las otras dos se llaman del Castillo y del Barranco. Dicho barranco era el foso natural de la muralla que ascendía hasta el castillo. En tiempos de lluvias las aguas procedentes de la sierra bajaban con mucha fuerza destrozando periódicamente la calle de Capuchinos. Hasta que en el primer cuarto del siglo XX, se construyó una especie de puente en la calle del Barranco.
La progresiva expansión urbana, que abandonó la falda de la peña para ubicarse en la otra orilla del Segura, ha olvidado estos barrios pintorescos quedando así preservados como elementos singulares. Es por eso que se me hace difícil entender el abandono al que han sido sometidos sus tradicionales vecinos; quienes por convicción o sencillamente por falta de medios para mudarse, han permanecido en sus casas pasando a formar parte de un patrimonio cultural que debe ser valorado como seña de identidad oriolana.
Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).
Mi agradecimiento a Jorge Belmonte, Javier Sánchez Portas, Esteban Sanmartín y J. Manuel Dayas.
Extracto actualizado del artículo “El Raval Roig, un territorio históricamente singular”, publicado en “Cuadernos de historia y patrimonio cultural del Bajo Segura”. A su vez era un resumen, actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela.