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Callejeando 13. El Raval Roig. Capuchinos.

El arrabal Roig en los siglos XVI, XVII y XVIII. Archivo Municipal de Orihuela.

Capuchinos y aledaños.

El Arrabal Roig. Colección Esteban Sanmartín.

Desde la Ermita del Sepulcro, por la breve travesía de la Armengola, llegamos a la calle Charamita cuyo título es sinónimo de dulzaina. Este instrumento de viento, llamado también xirimia en Cataluña y Valencia, se ha transformado fonéticamente en xaramia y luego en xaramita.

El charamitero, acompañado del tabaleter (que portaba un pequeño tambor o tabalet) y generalmente del polvoristero,  formaban un conjunto que marchaba delante del pasacalles interpretando melodías populares y llamando a la fiesta…

Ante nuestros ojos aparece el lateral de la casa cuartel de la Guardia Civil, edificio que sustituye a un antiguo cuartel de Caballería cuya historia os cuento en un capítulo aparte al que se accede sencillamente pinchando la siguiente imagen.

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Seguimos nuestro imaginario paseo por la calle que arranca a la izquierda del cuartel, la de los Menadores. Su nombre recuerda a los artesanos del cáñamo, necesitados de grandes espacios abiertos en el arrabal por la gran longitud de las sogas que hilaban y tensaban en la mena o rueda de hilar.

Por dicha calle llegamos a la de la Virgen de la Fe, advocación mariana popularizada en el barrio por los capuchinos a lo largo del siglo XVII. Transcribo algunos extractos de la «Relación Histórica del Hallazgo de Nuestra Señora de la Fe», impreso anónimo en el que se narra la leyenda, sus presuntos milagros y unos versos titulados: «Los gozos de Nuestra Señora de la Fe».

Siendo grande la piedad que los antiguos cristianos tuvieron para defender las imágenes sagradas, cuando los sarracenos desenfrenaron su barbarie en despedazar cuantas imágenes de Cristo y de su bendita Madre y de otros santos encontraban en las iglesias …

… Por esto procuraron los fieles ocultar las que podían o en los sepulcros o en las cuevas de los desiertos, o en los profundos hoyos de la tierra, o en las concavidades de las paredes y en otros edificios, preservándolas de este modo de que diesen en las sacrílegas manos de los mahometanos…

…Es tradición muy antigua; esta sagrada imagen estaba en una iglesia o ermita que había en el castillo de la ciudad de Orihuela que se hallaba fundado en el monte Orión o como dicen Oriol y que a su presencia acudían los oriolenses cristianos como a su refugio y amparo en todas sus necesidades y aflicciones. Allí la veneraban, le hacían votos y promesas, teniéndola todos por su Madre y amplísima bienhechora, resultando de todo esto ser muy antigua esta santa imagen…

… Un devoto la bajó de la ermita y la colocó en un nicho, en donde después fue venerada por los cristianos que quedaron en el Arrabal Roig. Y que un pájaro que tiene el niño Jesús en su mano, es un ave llamada comúnmente oriol, herodio o gerifalte, de donde tomó el nombre Oriolet y la ciudad el apellido de Orihuela y Orihola…  

Archivo Ajomalba.

Con una trama semejante a la leyenda de Monserrate y a la de otras muchas advocaciones marianas españolas, cuenta que los godos la ocultaron para que no fuese ultrajada por los hijos de Mahoma; y que fue venerada en secreto en el arrabal hasta que, fallecidos todos los conocedores de su emplazamiento, cayó en el olvido durante siglos.

En el año 1634 (había pasado casi un milenio), los capuchinos tomaron unas casas contiguas para ampliar su huerto; y al derribarlas, descubrieron la imagen emparedada y milagrosamente intacta (qué buenos materiales empleaban los godos en sus casas y en sus tallas). Sin perder tiempo la llevaron en procesión hasta la iglesia del monasterio, y allí le fabricaron una capilla con retablo y altar.

Tal vez si no hubiera quedado así escondida, no hubiéramos logrado los capuchinos el honor de tenerla en la iglesia de nuestro convento. En el arrabal Roche, en donde al presente está, después de algunos años, necesitándose dilatar el huerto, se tomaron algunas casas que le estaban contiguas, y entre ellas una, que en una de sus paredes contenía el celestial tesoro de la Sta. Imagen de la Virgen del Orión, sin que nadie tuviese noticia de esto…

Hasta el azaroso procedimiento para escoger su titulación (no les valía el de Orión) fue parecido al de Monserrate; pero con más de tres opciones. En este caso prepararon un jarro de plata, con nada menos que setenta y dos «cedulitas» que nombraban otras tantas advocaciones marianas. Y la mano inocente de un niño sacó por tres veces la que llevaba escrita «Virgen de la Fe».

El lienzo que representa este hallazgo ya no está en Orihuela. Los capuchinos se lo llevaron a su iglesia de las tres Avemarías, en el convento de San Buenaventura de Totana. Resulta chocante que un cuadro costeado por los vecinos del Rabaloche esté fuera de la ciudad cuyo escudo muestra (el Oriol y las barras de Aragón).

Cuadro que representa el último hallazgo de la / antiquísima y milagrosa ymagen de Nª Sª de la Fé / antes llamada de Orión en este convento de PP. / Capuchinos el año 1634. Jorge Belmonte Bas

Jorge Belmonte, autor de la fotografía anterior, me pasó también este otro lienzo de la misma procedencia, vendido en 2015 en la casa de subastas Bonhams como obra del círculo del pintor novohispano Cristóbal de Villalpando.

IMAGEN DE. Na. Sra DE LA FE DEL COVO/DE. LOS P.P.s CAPnos DE.LA CIVIA DE. ORI/HUELA». Mi agradecimiento a Jorge Belmonte.

Se trata de una imagen de la Virgen de la Fe «retratada» en un marco arquitectónico que recuerda más a un portapaz que a un retablo. El banco muestra una inscripción que lo identifica como propiedad de los capuchinos de la ciudad de Orihuela.

Y de leyenda en leyenda llegamos a la calle de la Armengola, la mítica esposa de Pedro Armengol, personaje imprescindible en la fiesta de la Reconquista. Pinchando la siguiente imagen podréis leer mi trabajo sobre el tema.

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Ajomalba.

Siguiendo por la calle de la legendaria heroína descendemos hasta entroncar con la plaza y calle de Capuchinos, cuyo nombre recuerda al desaparecido convento del Santísimo Nombre de Jesús sustituido en la actualidad por un horrendo conglomerado de hormigón de aspecto carcelario.

Los Hermanos Menores Capuchinos.

Los capuchinos son la rama franciscana más joven y la única que ha permanecido independiente con su propia organización y estructura. En la primera mitad del siglo XVI muchos religiosos pugnaban de nuevo por recuperar los fundamentos de San Francisco insatisfechos de la vida que se llevaba en la observancia.

En su intento por volver al eremitismo de los orígenes, Mateo de Bascio o de Bassi se enfrentó a sus hermanos observantes entregándose a la práctica literal de la Regla. Cuando supo que el hábito franciscano no era el mismo que usaba Francisco de Asís, sino que este era más áspero y con un capucho puntiagudo cosido a la túnica, lo adoptó sin más y así, la forma peculiar de su capucho propició el apodo que a la postre sería el nombre oficial de la Orden: Capuchinos.

En el verano de 1528, Mateo marchó en secreto a Roma; y con el apoyo de la sobrina del Pontífice, obtuvo el permiso de Clemente VII para observar la Regla según sus deseos. Esta actitud le ocasionó múltiples persecuciones y periodos de encierro por parte de los observantes.

A pesar de todo se convirtió en el fundador y primer superior general de la Orden de los Frailes Capuchinos Menores; y la celebración del Concilio de Trento (1545-1563) favoreció la consolidación de esta reforma. Los Capuchinos, no sólo se afianzaron, sino que lograron expandirse geográficamente comenzando por Francia.

En España, vencido el recelo que consideraba que dicha reforma no añadía nada a la emprendida por los Alcantarinos Descalzos, se establecieron en el año 1578 primero en Cataluña; y desde allí iniciaron su expansión por los distintos territorios peninsulares.

A suelo valenciano llegaron en 1596 por intervención del Patriarca Juan de Ribera, arzobispo y virrey; a su influencia se debe que a esta Provincia se le diera el nombre de la Preciosísima Sangre de Cristo, erigiéndose diecinueve conventos hasta 1729.

Ntra. Sra. de las Tres Avemarías. Venerada en la Iglesia de los Capuchinos de Orihuela. Archivo Loles Botella.

Siglo XVII.

En la Oriola de principios del siglo XVII estaban instalados los Observantes en Santa Ana, los Descalzos en San Gregorio y sus hermanas las Clarisas en San Juan; pero para completar la presencia franciscana faltaban los Capuchinos; y estos fundaron su primer convento en el año 1611.

El convento de capuchinos de esta ciudad de Orihuela se fundó el año 1611, siendo provincial de esta Provincia el padre Quiroga de la Casa. Levantaron su convento en su primera fundación, en el camino de Almuradín, no muy lejos de la ciudad…

Por ser este primer Convento enfermo, y haberse muerto en él, en breve tiempo algunos Religiosos, se trasladó al sitio en que hoy se halla donde el año de 1618, se puso la primera piedra, por el Ilustrísimo Señor Balaguer, Obispo de esta ciudad a 20 de septiembre, y poco a poco se fue perfeccionando, como lo está al presente. 

Los fragmentos anteriores pertenecen a un catálogo de conventos del obispado de Orihuela escrito a mediados del siglo XVIII. Los siguientes al «Compendio Histórico» de Josef Montesinos.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Caja Rural Central. Orihuela.

Pusieron la cruz, la primera vez, en un bancal llamado del Coxo, en dicho año y día (21 de abril de 1611); y por parecer el sitio malsano, se trató de mudarlo antes de comenzar la fábrica, y así se hizo; y se pasó la fundación al Camino de Almoradí, y tomaron posesión de unos huertos que eran de Juan Manzanera, entre el dicho camino, de una parte, y el Río Segura de otra…

El paraje, cercano a la noria de la acequia de Callosa en el camino de Almoradí, resultó muy pernicioso para la salud de los frailes. La acequia y el río con sus correspondientes mosquitos eran una continua fuente de enfermedades. Y no les quedó más remedio que cambiar de emplazamiento.

Permanecieron en ese sitio algunos años, y en ellos experimentaron y sufrieron muchos enfermos, muriendo algunos de ellos, por lo que no había religiosos que quisieran venir a habitar en el convento. Lo que obligó a los padres a trasladarse a otro sitio.

Se trató en Capítulo y todos unánimes y conformes fueron de parecer se mudase el convento, que estaba medio edificado, y los dormitorios hechos y un pedazo de las tapias del huerto, y se pasaron al sitio que hoy día tienen en el Arrabal Roig, que era huerto y casa de Josef López, Notario, dejando aquel convento…

Gracias a José Ojeda Nieto sabemos que en 1619 obtuvieron permiso para instalarse en el llano de San Miguel; ocupando aquella vieja ermita como habían hecho otras órdenes con las de Santa Ana o San Sebastián. Pero como San Miguel no era propiamente una ermita, sino una iglesia sufragánea, dicho permiso fue revocado.

Según las notas del Padre Agustín Nieto, los catorce religiosos capuchinos fueron acogidos temporalmente por el obispo Andreu Balaguer; el mismo que autorizó la posterior mudanza al huerto del notario Joseph Llopes; situado frente a una placeta llamada del Olmet, la futura plaza de Capuchinos.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos.

La proximidad con sus hermanos de Santa Ana hizo necesario solicitar el beneplácito; y a diferencia de lo que había pasado con los alcantarinos descalzos, los capuchinos fueron aceptados. Estos franciscanos reformistas no celebraban entierros, no tenían cofradías; tampoco organizaban procesiones ni recibían limosna de misa o de sermón. Así pues, los observantes no se sintieron amenazados.

Y se puso la primera piedra en la falda del monte que está a la puerta del huerto que es al presente. (…) Más adelante pareció a los padres que donde se puso la primera piedra no era puesto acomodado para la fundación del convento, y que estarían mejor un poco más abajo, dentro de la cerca del huerto; trazose con reflexión y se ejecutó estableciéndolo donde al presente aparece.

Sin más impedimentos los Capuchinos proyectaron la construcción de su convento y al acto de colocación de la primera piedra asistió el obispo, el gobernador y sus vecinos de Santa Ana.

Por mediación del síndico vendieron el terreno, deshaciendo todo lo que allí tenían para traerlo al nuevo emplazamiento; y con aquellos utensilios y el dinero obtenido por la venta comenzaron las obras.

Pero después de tres años de pacífica convivencia, cuando ya tenían parte del edificio levantado y una buena cantidad de dinero invertido, el guardián de los observantes fue reemplazado; y al nuevo no le pareció bien la vecindad.

El entusiasmo con el que la ciudad había recibido a los recién llegados y las dimensiones del edificio que proyectaban le hicieron temer una gran disminución en las limosnas. Y optó por impugnar la fundación capuchina alegando que se hallaba dentro de su demarcación.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

Ojeda Nieto publicó el extracto de un protocolo del año 1622, que da fe de la medición que hicieron los franciscanos de Santa Ana, calculando la distancia entre un convento y otro para fundamentar el inicio de un pleito.

Martín Garcia Sexablanca, agrimensor de la ciut de Murcia ―expresó tras juramento oficial― haver mensurat les casses que y a desde lo convent de Sent Anna …, la qual mensura fet desde la porta major del dit convent de St. Françes ço es ―exactamente― de la aldava questa fixa en dita porta fins on esta possada la primera pedra de nova obra del dit convent del Capuchinos e medint p lo aire atrobat haver en dita distançia  del un convent al altre trescentes vint y cinch canes de a dos alnes cascuna alna del Regne de Valençia de a quatre pams.

En 1624 el Consell oriolano envió un escrito al rey en defensa de la fundación del convento del Santísimo Nombre de Jesús. Con el apoyo de la ciudad, del virrey y del propio Felipe IV, los capuchinos consiguieron su propósito.

En la segunda mitad del siglo XVII la fundación se topó con los efectos de las graves epidemias de 1648 y 1678. Estos religiosos —al igual que sus hermanos descalzos— se implicaron en el cuidado de los apestados; enfermando y falleciendo muchos por contagio. Esta actitud de servicio cimentó su fama de santidad y entrega al prójimo; pasando al siglo XVIII como la congregación más querida en Orihuela.

Como contrapartida, la despoblación producida por las epidemias facilitó las compras y donaciones de casas y terrenos colindantes; por lo que el convento capuchino y su huerto no dejaron de crecer.

Siglo XVIII.

He utilizado a Josef Montesinos para hablar de la fundación del convento; pero cuando realmente es útil el espeso cronista oriolano, es cuando actúa de testigo narrando lo que ve. Así describe el convento de los capuchinos en el año 1792.

Jeroglífico de las propias armas del Convento de los Padres Capuchinos Menores y dibujo de uno de sus fundadores. MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

Descripción de las oficinas de este seráfico convento de Padres Capuchinos. Portería y Claustros. Ante todo lo expuesto se halla una espaciosa puerta con fachada de cantería blanca, en cuyo remate y en su nicho, está S. Antonio de Padua, de busto. Luego le sigue un espacioso pórtico con su cruz en medio; y el Santo Vía Crucis de Manises de Valencia.

Entrando, a la izquierda está la portería, sobre cuyo cancel hay una mediana efigie de S. Francisco de medio cuerpo, cuya pintura es la admiración de los inteligentes y Canónigos; a la derecha, antes de entrar, se descubre un excelente lienzo de ocho palmos de María Santísima de la Fuensanta con San Josef y San Ginés de la Xara, Hermitaño…

En el lado izquierdo está el aposento de visitas con la Purísima Concepción, varias piezas castellanas, mesa, sillas y bancos. La portería en muy espaciosa adornada con preciosos mapas de las Provincias que tienen los Padres Capuchinos en todo el mundo; varios retratos de santos y venerables; el árbol genealógico de la orden y un hermoso lienzo de la Purísima Concepción.

Los claustros, renovados en este año de 1792,  aunque medianos, son muy aseados; en ellos están el Aula, varias despensas y oficinas. En su centro hay una cisterna de agua que se llena del Río Segura por la menguante de enero, de la que se abastece la Reverenda Comunidad, todo el año.

Refectorio, Cosina y Deprofundis. El refectorio es grande, curioso, blanco y bien adornado, especialmente con un lienzo de la cena del Señor, que es cosa especial. El Deprofundis es muy capaz, blanco y aseado con algunos cuadros. La cocina es una pieza grande y con muchas comodidades.

Coro y Deprofundis Eclesiásticos: El Coro es grande, muy capaz y decente con sus buenos asientos, reja grande, oratorio dedicado a la Purísima Concepción; y varios lienzos de especial belleza… El Deprofundis es más largo que ancho, pero muy decente, adornado de varios cuadros muy buenos.

Escaleras y Dormitorios con Celdas: Todo el convento se manda por dos escaleras muy cómodas, ambas adornadas con muy especiales lienzos y otras pinturas. Los dormitorios son bajos, muy claros, blancos y pintados; la enfermería es muy buena, con su Oratorio; las celdas muy bonicas, aunque reducidas al Instituto Capuchino; a excepción de las Celdas del Guardián y del Vicario, que por razón de su oficio, permiten alguna más amplitud.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos. Colección Javier Sánchez Portas.

Aposento y Terrado de recreo: El aposento de recreo es grande, majestuoso, y de irregular hermosura; lo construyó a fundamentos en el año de 1752 el Sr. Doctor D. Josef Claramunt Vives de Alulayes, Canónigo Magistral del Indulto de esta Santa Iglesia de Orihuela (…) en este aposento se descubren varios mapas de todo el mundo y diferentes lienzos primorosos (Inmaculada Concepción, el expresado Sr. Claramunt, Fernando VI de Borbón y su esposa María Bárbara de Portugal, Beato Lorenzo de Brindis y San Francisco).

Magnífica Librería: La librería de este Convento en magnífica, esplendorosa y muy capaz; la hizo desde los cimientos a sus expensas el Sr. Doctor D. Josef Claramunt Vives de Alulayes, Canónigo Magistral del Indulto, insigne bienhechor de esta Santa Comunidad.

Tiene libros excelentes y preciosos manuscritos; mesas, escaños, bellos lienzos de los Santos Doctores de la Iglesia, de la Purísima Concepción, Cardenales de la Orden; y entre ellos, los bustos o retratos de medio cuerpo de dos Canónigos…

Huerto y Balsa con peses: Este Convento tiene para su recreo y utilidad grande huerto, fértil en todo género  de hortalizas.  Produce muchas flores, claveles, naranjas, limones, dos palmas, granadas y albaricoques.

Tiene otro huerto que llaman «El Secano» porque está sobre el monte, el cual tiene muchos almendros, avellanos, algarrobos, higueras y parras. Todo se riega por medio de una noria que con la rueda de una bestia saca el agua de una fuente algo profunda que nace allí mismo.

Es algo blanda, en invierno sale caliente y en verano fría. El agua sobrante se recoge en una balsa que produce unos pececillos medianos y algunas anguilas que todo sirve de recreo a la Reverenda Comunidad.

Tiene el Convento buenas azoteas, miradores, reloj para su gobierno, Hospedería, celdas muy curiosas aunque medianas, y un grande patio con bolas, para el recreo de los religiosos jóvenes, en los días de deporte.

Del siglo XVIII he encontrado también un ejemplo de mortificación física en las carnes de un capuchino del convento de Orihuela, llamado Antonio de Mallorca.

Era su cotidiano ejercicio hacer la via-cruzis por dentro de la Yglesia, cargando sobre sus ombros una cruz pesadíssima, y en la Caydas que representaba la estación, para hacerlas al visso se dejava caer de golpe, y a lo natural, para experimentar mas vivos los tormentos de la Cruz.

Camarín de las Tres Avemarías y Divina Pastora. Veneradas en los Capuchinos de Orihuela. Archivo Loles Botella.

Siglo XIX.

Los capuchinos fueron exclaustrados por la Junta de Gobierno del Reino de Valencia y Murcia tras la publicación del Real Decreto de 25 de julio de 1835 suprimiendo los monasterios y conventos masculinos con menos de doce frailes. Dicha exclaustración fue confirmada por otro Real Decreto de fecha 11 de octubre de mismo año.

En febrero de 1836 se decretó la venta de los bienes inmuebles de los monasterios; y el edificio desamortizado pasó a ser de propiedad particular.

No he conseguido averiguar quién lo compró; pero la circunstancia de que en 1880 perteneciese a Andrés Rebagliato me hace pensar que, como otros conventos oriolanos, pasó por la manos de su suegro, el acaudalado Matías Sorzano.

Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1846-1850) – Madoz, Pascual, 1806-1870  

Esta descripción figura en el diccionario de Pascual Madoz; compuesto a mediados de la centuria:

El de Capuchinos, situado en el arrabal Roig, a la parte del O, junto a la puerta de Murcia, al pie de la montaña del castillo, es el más moderno de todos, y se asegura haber sido fundado en 1611.

Es un edificio muy capaz en su clase, de obra de mampostería sólida, que promete mucha duración. Su iglesia es pequeña pero muy decente, hallándose hoy sin uso alguno. Tenía una buena biblioteca, y dentro de su muro un huerto regado por una noria y otra porción de terreno secano a la falda del monte, bien cultivado y plantado de algarrobos, olivos y otros árboles.

En 1880 fue restaurado parcialmente para albergar a un grupo de capuchinos franceses expulsados de su país. Los frailes se instalaron provisionalmente en el seminario hasta que el convento fue habitable.

Semanario católico. Alicante, 13 de noviembre de 1880: El miércoles, después de cuarenta y cinco años, vimos por las calles de esta capital a una Comunidad de religiosos vestidos con el sayal y las sandalias del franciscano, ciñendo su cuerpo el cordón de la Orden, del que pendían hermosos rosarios.

A las seis y media de la mañana fondeó en nuestro puerto el vapor hispano-francés, titulado San José, conduciendo a su bordo a trece frailes capuchinos que acaban de ser expulsados de su convento de Mont-de-Marsan en el departamento de Landes (Francia). Al tenerse noticia de la presencia de estos religiosos, una inmensa multitud de gentes de todas clases y condiciones se dirigió al muelle de esta ciudad, ávida de saludarles.

En Alicante les ofrecieron instalarse en el monasterio de Nuestra Señora de Orito, en el término de Monforte. El superior agradeció la generosa oferta; pero les comunicó que tenía decidido alojar a su comunidad en el que había sido convento de capuchinos en Orihuela.

Los frailes expulsados arbitrariamente de Mont-de-Marsan, partieron seguidamente para Orihuela, a donde llegarían el miércoles por la noche para ser hospedados en el Monasterio de Capuchinos de aquella ciudad, cuyo edificio acaba de cederles el Sr. D. Andrés Rebagliato, a quien pertenecía.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos.

Semanario católico. Alicante, 6 de mayo de 1882: Los religiosos capuchinos residentes en Orihuela han celebrado en los días 28, 29 y 30 del pasado abril un solemne Triduo en honor del nuevo Santo Lorenzo de Brindis, religioso de dicha orden. Tenemos a la vista una carta de aquella ciudad en que se reseñan a grandes rasgos dichas solemnidades.

El templo estaba primorosamente adornado, y causaba un efecto sorprendente, siendo lo más admirable que los objetos del adorno eran de escasísimo valor, supliéndolo todo el arte. A la entrada del templo había colocado un sencillo pero vistoso templete; y las calles inmediatas al convento estaban adornadas con arcos, inscripciones y alegorías; el piso cubierto de enramada, y colgadas las casas.

Desde antes de amanecer, la concurrencia al templo de Capuchinos era numerosa; y se cuentan por centenares las personas que acudieron a recibir los Santos Sacramentos de la Penitencia y Comunión. «La población de Orihuela, se nos dice, ha echado el resto en mostrar su amor a los Capuchinos». Han asistido comisiones del Cabildo, Ayuntamiento, Seminario y Colegio de Sto. Domingo.

En Orihuela fueron muy bien recibidos; y en la medida de lo posible recompusieron la iglesia y el convento sin grandes lujos. Siempre contaron con la ayuda de los oriolanos; a los que pronto sedujeron con su ejemplar comportamiento en los momentos difíciles. Os dejo algunos ejemplos aparecidos en prensa.

El Constitucional. Alicante, 3 de junio de 1884: En la inundación de Orihuela… los monjes capuchinos hicieron heroicos esfuerzos para salvar algunas familias sobre balsas ingeniosamente formadas con pipas vacías y tablones.

Muchas simpatías tenía captadas esta comunidad en Orihuela, pero el ejemplo de hoy llevando a la práctica una de las más preciadas virtudes del cristianismo, la caridad ejercida a expensas de todo linaje de sacrificios y abnegaciones, ha acabado de cautivar y seducir a los orcelitanos de tal modo que, hasta los más indiferentes y escépticos se les oyó enaltecer y elogiar su conducta. La calle de la acequia, situada en el barrio de que nos venimos ocupando, fue testigo de las proezas llevadas a cabo por los heroicos capuchinos…

El martes, 23 de julio de 1885: Merece particular mención el comportamiento que están observando los frailes Capuchinos establecidos en esta ciudad (durante la epidemia), visitando a los enfermos y acudiendo a todas partes donde es necesaria su asistencia y pueden desempeñar su santo ministerio…

El diario de Orihuela, 28 de marzo de 1887: El incendio de esta madrugada (En la Plaza de San Agustín). … Los frailes capuchinos. Poco después de empezar a tocar a rebato apareció a todo correr una gran parte de la comunidad; inmediatamente se posesionaron unos de las bombas y otros se encaramaron con los bomberos armados de picos por los terrados de las casas inmediatas a socavar las techumbres. Durante las dos horas que duró el incendio no cesaron de trabajar auxiliando poderosamente al personal de zapadores.

Cariñosa hospitalidad dio Orihuela a los religiosos franceses. No es en esta ocasión cuando hemos de quejarnos de ingratitud, que bien pagan con creces los humanitarios y agradecidos capuchinos el afecto que esta ciudad les profesa. Cualesquiera que sean los tiempos y las circunstancias, la hidalga y noble población de Orihuela, no olvidará nunca a los desventurados proscriptos.

Los capuchinos franceses repusieron, al menos dos veces, la cruz del monte de la Muela.

El diario de Orihuela, 5 de diciembre de 1887: Del ciclón del jueves último ya conocen nuestros lectores los detalles más importantes si bien a los mismos podemos agregar la caída de la Cruz de la Muela, derribada al suelo por el viento y que los religiosos capuchinos habrán de levantar de nuevo, volviendo a comenzar la serie de penosos trabajos que llevaron a cabo para la instalación del signo sacrosanto del Redentor en dicho elevado lugar.

La romería de febrero de 1888, en la que subieron acompañados por multitud de oriolanos, debió parecerse a la escena que muestra la siguiente fotografía de principios del siglo XX.

Fotografía Francisco Ramón Mira / J. M. Espinosa.

El diario de Orihuela, 3 de febrero de 1888: Ayer se instaló por los frailes capuchinos una nueva cruz en el monte denominado la «Cruz de la Muela» subiendo a tan elevado punto con tal motivo, numerosa concurrencia de gentes del pueblo. Nunca se había visto tanta gente reunida en tan alto sitio, siendo causa esto de que gran parte del vecindario subiera ayer tarde a los terrados a admirar la muchedumbre que coronaba el monte…

…Dícese por los bien enterados que, los materiales de construcción estaban preparados desde el día anterior y que ayer el trabajo se redujo a levantar la cruz que es colosal, sobre una alta peana de obra, empresa que se llevó a cabo a las dos de la tarde con el disparo de morteretes y entre los cánticos de los circunstantes.

…La peana de la nueva cruz se distingue perfectamente pero la cruz no es tan visible como la anterior lo cual no ocurriría si se la pintase de negro. La obra realizada es sin embargo meritoria y digna de elogio.

Durante el mes de septiembre de 1889 comenzó a circular la noticia de que la comunidad de capuchinos había recibido orden de volver a su tierra; y los rumores eran ciertos. El lunes 16 salieron para Francia los primeros diez y ocho religiosos. Su marcha dejaban un profundo sentimiento de pérdida entre los oriolanos que los habían acogido durante los años de destierro.

Convento de Capuchinos desde la sierra.

En el tránsito entre capuchinos franceses y españoles el convento fue «amistosamente» saqueado entre los que buscaban recuerdos y los que trataron de aprovechar la situación. Y la cosa degeneró en tumulto.

El diario de Orihuela. 21 de septiembre de 1889: UN SAQUEO EN PAZ. Así puede denominarse lo que viene ocurriendo estos días en el convento de Capuchinos. Con motivo de la marcha de la comunidad, comenzó esta a distribuir entre los pobres algunos utensilios de la casa de difícil conducción a la nueva residencia de aquella; y como ocurre siempre en tales casos, el populacho que oyó tocar a repartir, asaltó, esta es la palabra, con formas más o menos corteses el convento, en busca, no de botín que eso no sería cristiano, sino de recuerdos, porque al parecer sin ellos, toda memoria se extinguiría pronto en la mente de tanto desinteresado admirador.

Que el abuso fue cada día en aumento no hay para qué decirlo. La campanilla de la portería no cesaba un momento de ser agitada por los pedigüeños que en gran número acudían con absurdas peticiones y descabelladas exigencias. Abrumados los religiosos con tanta demanda de objetos y queriendo complacer a todos, repartían a granel todo cuanto hallaban a mano.

Un sujeto les pidió cierta cantidad de piedras y algunas maderas para hacer una casa. Concedido que le fue lo que pedía y sin duda por parecerle poco para recuerdo, se atrevió a pedir la mula y el carro. De estos ha habido algunos casos a cual más chocante si no fueran a cual más indigno.

Anoche crecieron de tal modo las exigencias, que se promovió un gran tumulto en la plaza de Capuchinos donde se situaron varios grupos de demandantes, ocasionando entre varios chiquillos allí presentes una descomunal pedrea y el consiguiente escándalo. Muchas piedras cayeron dentro del convento cuyas puertas se cerraron en medio de una gran gritería promovida por los rifeños que ocupaban la plaza.

La pareja de servicio en aquel punto estuvo esperando que se le leyera la cartilla de los deberes del guardia municipal y sin duda por ello no creyó oportuno intervenir en el asunto. La presencia del alcalde de barrio puso fin al conflicto y se ofreció al padre José para todo cuanto tendiese a evitar las molestias que se le habían causado por aquella gente tan desconsiderada.

Altar: Colección Javier Sánchez Portas. Imagen: Colección Tejuelo.

El diario de Orihuela. 23 de septiembre de 1889: Ya han venido dos de los capuchinos españoles que han de sustituir a los franceses en el convento de San Antonio. Con este motivo ayer tarde se celebró en aquel santuario lo que pudiera llamarse una función de despedida en la que un religioso ocupó la sagrada cátedra para despedirse de los fieles.

La oración fue notable y se encaminó a alabar la caridad del pueblo de Orihuela quien merecía gratitud eterna de la comunidad por la hospitalidad cariñosísima que le había prestado. Se derramó por el auditorio abundante raudal de lágrimas durante el sermón, del que salió aquel bastante impresionado.

En noviembre de 1889, los capuchinos franceses, escribieron al Obispo de Orihuela agradeciendo la generosa hospitalidad que durante nueve años habían recibido de la católica población oriolana cuando fueron expulsados de su patria. Transcribo un fragmento de su carta:

«Quiera Nuestro Señor y la Virgen Inmaculada de Lourdes, nuestra gloriosa Protectora y San Francisco, nuestro Seráfico Padre, recompensar con abundantes bendiciones a V. S. I. y a todos los fieles de su Diócesis, nuestros amigos, nuestros bienhechores, la generosa hospitalidad que en medio de ellos hemos recibido. (…) Le suplico Ilustrísimo Señor, se digne recibir los rendidos obsequios de su reconocido y humildísimo servidor de V. S. I. Q. S. A. B. Fr. Eustaquio de Rochela. De nuestro Convento de San Fidel, de Cahors, en la fiesta de N. S. Padre S. Francisco. 1889».

A finales de noviembre, el general de la orden visitó Orihuela para inspeccionar el estado del convento antes de mandar una nueva comunidad de capuchinos españoles. Los nuevos frailes estaba ya instalados en 1890; y pronto retomaron su estrecha relación con el arrabal y con los oriolanos en general.

Colección Javier Sánchez Portas.

Siglo XX.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos. Colección Esteban Sanmartín.

Dentro del proyecto de ensanche de la calle Capuchinos, en 1927 se demolió y reedificó la portada del atrio y la pared que cercaba el huerto.

El pueblo. 28 de marzo de 1927: Corte del huerto y atrio del Convento de Capuchinos, mejora sencilla con la que quedará una entrada magnífica a la ciudad por la llamada Puerta de Murcia, desembocando a la plaza de Capuchinos directamente la casi ya construida calle que se conoce por subida al Sepulcro, convergiendo a dicha plaza con la carretera a Murcia.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos. Colección Esteban Sanmartín.

Iniciada la Guerra Civil, convento e iglesia fueron asaltados y saqueados en agosto de 1936. Gran parte del legado iconográfico desapareció; y el edificio fue adaptado para utilizarlo como «hospital de sangre».

Convento de Capuchinos. Hospital de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil. Archivo Paco Escudero Galante.
1937. Hospital de Sangre de Capuchinos. Manuel José Aliaga Martínez.
1937. Hospital de Sangre de Capuchinos. Manuel José Aliaga Martínez.

En la memoria de daños presentada por el alcalde de Orihuela en agosto de 1939, figuran los asesinatos de tres capuchinos: Ignacio Caselles García, «Juan Crisóstomo de Gata de Gorgos»; Ramón Juan Costa, «Honorio de Orihuela»;  y Andrés Simón Gómez, «Eloy de Orihuela».

Aunque lejos de Orihuela, a la lista de capuchinos asesinados hay que añadir al famoso «Buenaventura de Puzol». Julio Esteve Flors era profesor de Filosofía y Derecho Canónico; y formó parte de la mítica revista «El Gallo Crisis» junto a Ramón Sijé, Miguel Hernández, Augusto Pescador, Juan Bellod, etc…  

Colección Javier Sánchez Portas.

Terminada la contienda los capuchinos regresaron y, a pesar de las dificultades económicas de la época, consiguieron adecentar el convento y reemplazar parte del patrimonio desaparecido. Muchos oriolanos todavía los recuerdan caminando por la huerta semidescalzos, con su hábito peculiar, dispuestos a celebrar misa en cualquier ermita rural…

Convento de Capuchinos en 1975. Fotografía Antonio Agulló Mateo.

A finales de los años sesenta del siglo pasado, vendieron el convento y se marcharon de la ciudad.

Boletín de Información Municipal. Agosto de 1976: La Comisión Permanente en 27 de julio de 1976 concede la licencia de obras a la Inmobiliaria Dima, S. A. para la demolición del convento de Capuchinos.

El convento de los Capuchinos en los años setenta.

Boletín de Información Municipal. Septiembre de 1977: La Comisión Permanente de 30 de agosto de 1977 autoriza a la «Fraternidad de PP. Capuchinos» de Orihuela para la utilización temporal de la Iglesia de San Juan del Hospital Municipal para celebrar en la misma el culto religioso destinado a la feligresía que hasta ahora acudía al Convento de Capuchinos, en trance de derribo.

Convento del Santísimo Nombre de Jesús. Capuchinos

Se entra a Orihuela por el convento de San Francisco, dicen unos, y otros que por el convento de Capuchinos. Invitamos a nuestros lectores que le den su última mirada —con tristeza— a esta fotografía. Mañana —una mañana cualquiera— este rincón conventual, el huerto y el jardín capuchino, con la iglesia, caerá brutalmente empujado por la fuerza mecánica.

Se levantarán en este lugar viviendas modernas, sociales pero se habrá perdido un espacio abierto, que aunque claustral y amurallado, pudo ser iglesia y guarderías, plaza y jardines de la misma forma que va a ser una urbanización más en una zona excesivamente agobiada de estrechuras. Se entra a Orihuela, por Capuchinos…

El añejo edificio fue derribado; y todos los objetos de culto, imágenes, lienzos, piezas de orfebrería y el propio archivo de los capuchinos, salieron de Orihuela con destino a otros conventos de la orden y ahora lucen en Totana, Orito o Masamagrell.

Derribo de la Iglesia. Colección Javier Sánchez Portas.
Divina Pastora, talla de Enrique Galarza Moreno para el Convento de Nuestra Señora de la Fe, P.P. Capuchinos de Orihuela. Actualmente en el Convento de Nuestra Señora de Orito, en Monforte del Cid. José Juan Girona

En octubre de 1999 los capuchinos regresaron a una modesta ermita a espaldas de su antiguo emplazamiento. Pero el patrimonio desaparecido —costeado en gran parte por los vecinos del Rabaloche— permanece esparcido por la provincia capuchina.

San Antonio. Capuchinos. Fotografía de Leticia Pertegal.

Calles Cercanas.

Vamos a concluir nuestro recorrido urbano por el arrabal hablando de las travesías que flanquean la calle de Capuchinos:

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.
Ajomalba.

La que quedaba a la izquierda del convento —llamada en la actualidad de las Chumberas— figura en los padrones al menos desde el siglo XVII como de la Palera (a veces confundida con de la Palmera). Así pues, se puede decir que ha conservado su titulación a pesar de ser la única que no ofrece higos chumbos por tener cortado el acceso a la sierra.

Archivo Municipal de Orihuela.

Avanzando un poco más encontramos dos títulos del siglo XVIII: el de las Capillas, que hace referencia a las capillas laterales de la desaparecida iglesia conventual,  y el de las Parras.

Ajomalba.
Archivo Municipal de Orihuela.
Ajomalba.

Aún más antiguas — al menos del siglo XVI— son las cuatro que vamos a citar a continuación; en primer lugar dos callejas paralelas con apellidos de procedencia aragonesa, la de Claramunt y la de Ferriz o Ferris, que se ha corrompido en Ferrari. Esta transformación fonética debió realizarse en el siglo XIX; Gisbert ya cita los dos nombres a finales de dicha centuria.

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.

Las otras dos se llaman del Castillo y del Barranco. Dicho barranco era el foso natural de la muralla que ascendía hasta el castillo. En tiempos de lluvias las aguas procedentes de la sierra bajaban con mucha fuerza destrozando periódicamente la calle de Capuchinos. Hasta que en el primer cuarto del siglo XX, se construyó una especie de puente en la calle del Barranco.

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.
Calle del Castillo en 1977. Archivo Carmelo Illescas.

La progresiva expansión urbana, que abandonó la falda de la peña para ubicarse en la otra orilla del Segura, ha olvidado estos barrios pintorescos quedando así preservados como elementos singulares. Es por eso que se me hace difícil entender el abandono al que han sido sometidos sus tradicionales vecinos; quienes por convicción o sencillamente por falta de medios para mudarse, han permanecido en sus casas pasando a formar parte de un patrimonio cultural que debe ser valorado como seña de identidad oriolana.

Archivo Municipal de Orihuela.
Archivo Municipal de Orihuela.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Jorge Belmonte, Javier Sánchez Portas, Esteban Sanmartín y J. Manuel Dayas.

Extracto actualizado del artículo “El Raval Roig, un territorio históricamente singular”, publicado en “Cuadernos de historia y patrimonio cultural del Bajo Segura”. A su vez era un resumen, actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela.

Callejeando 12. El Raval Roig. Territorio Franciscano.

El arrabal Roig en los siglos XVI, XVII y XVIII. Archivo Municipal de Orihuela.

En la primera mitad del siglo XV la ciudad de Oriola suspiraba por acoger un convento de franciscanos. Instalados en Murcia desde finales del siglo XIII, se les requería frecuentemente para sermonear en fechas señaladas, trabajo por el que la ciudad les pagaba generosamente…

El Raval Roig. Territorio Franciscano.

Dejamos la plaza del Raval caminando por la añeja calle de San Francisco. Dice Gisbert que la calle del Carril recibió en 1891 el título de San Francisco «por ser la más próxima al convento extramuros de Santa Ana».

Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVII.

Acudiendo al Archivo Municipal puedo asegurar que ya se la llamaba «Carril de Sant Frances» a principios del siglo XVII. Y en protocolos del XVIII aparece citada como «del carril que va a Murcia».

Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVII.

Como parte del camino de Murcia necesitaba ser arrecifada constantemente aplicándole grandes cantidades de grava; sobre todo en el punto donde abocaban las aguas de la calle Barranco.

El diario de Orihuela, 10 de febrero de 1888: Los vecinos de la calle del Carril nos ruegan llamemos la atención del Sr. Alcalde sobre el estado de dicha calle en el punto en que abocan a ella las aguas de la calle del Barranco, pues está el arrecife tan destruido por efecto de las últimas lluvias que hace dos o tres días volcó un carro de gran porte en dicho punto con grave riesgo del carretero que afortunadamente salió ileso.

Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVIII.

Los artífices del bautismo oficial fueron un grupo de vecinos que, en septiembre de 1891, solicitaron al Ayuntamiento modificar el nombre que figuraba en el nomenclátor por la devoción que profesaban a San Francisco.

Que siendo el Ínclito Patriarca San Francisco uno de aquellos eminentísimos varones cuya influencia ha sido más palpable en la marcha de los siglos, como sigue siéndolo en los pueblos que por cuenta suya, le son devotos, este arrabal que le profesa vehementísima devoción, desea con deseo máximo y especialmente los exponentes como vecinos de la citada Calle del Carril, que se dé a ésta el nombre de aquel santo gloriosísimo.

Obtuvieron la autorización municipal para variar los rótulos y los pagaron de su bolsillo. De esta forma las titulaciones de las dos arterias del arrabal quedaron dedicadas a la orden franciscana. 

Ajomalba.
Colección Esteban Sanmartín.

A la derecha quedan los Capuchinos, de los que hablaremos en la siguiente entrega. Seguimos el «Carril de Murcia» por la actual Avenida de la Constitución, un tramo aburrido y empinado que es obligatorio recorrer para visitar a los franciscanos del convento de Santa Ana.

Ajomalba.
Colección Esteban Sanmartín.

Remontada la cuesta se abre ante nosotros la explanada de San Francisco; que contaba en su inicio con una cruz de término. Cuenta Gisbert que, la cruz de la Puerta de Murcia o del paseo de San Francisco, fue costeada por el municipio en el año 1713. Y la que estaba en las cercanías del Sepulcro por la Orden Tercera de San Francisco en 1733.

En 1713 la de la puerta de Murcia o paseo de San Francisco también la costeó el municipio. Sobre una columna de piedra blanca aparece la cruz con las imágenes del Señor y de Santa Bárbara.

Cruz de la Puerta de Murcia o de San Francisco. Siglo XX.

Debe tratarse, por lo menos en el caso de la de San Francisco, de reconstrucciones posteriores a la Guerra de Sucesión. Montesinos cita otra «erección» de la misma cruz a finales del XVIII.

Y la cruz con su columna de mármol que se ve al principio del camino que sube a esta iglesia viniendo de Orihuela se erigió en el de 1779 a expensas del Hermano Mayor, Manuel Martínez Arques.

En las notas recogidas por el Padre Agustín Nieto se citan los trabajos y manufacturas de dos cruces, que se habían de hacer de piedra, obra del arquitecto Juan Pierres; una en la Puerta de Murcia y otra en San Francisco; fechadas en enero de 1598 y rematadas en 200 reales castellanos.

La primera debe ser la de la plaza del Raval o de Monserrate. Queda claro que desde el siglo XVI había una cruz de término en San Francisco; cruz que se mantuvo hasta el siglo XX.

Colección Estaban Sanmartín Alonso.

En el mismo año que se dio nombre a la calle de San Francisco, los frailes de Santa Ana proyectaban recuperar el control de la explanada situada frente al convento para formar una especie de paseo ajardinado.

El diario de avisos, 11 de noviembre de 1891: Hace tiempo que vive en la mente de los Rvdos. PP. Franciscanos del convento de Santa Ana de esta ciudad, el plausible pensamiento de encargarse del arreglo del antiguo paseo que da frente a la iglesia de aquel, sin que hasta la fecha se haya pensado en hallar una fórmula hábil que concilie el buen pensamiento de los PP. y los preceptos de la vigente ley municipal. Con sujeción a esta, es indudable que la cesión de aquellos terrenos no puede hacerse. Pertenecen al común de vecinos y solo con una tramitación larguísima y mediante subasta podría llegarse a la enajenación.

Otra forma para llegar a  la realización de aquel beneficioso pensamiento, no existe como no sea bajo la base de que los frailes se encargaran de su arreglo y custodia por traslado de funciones de administración que son las que únicamente tiene el Ayuntamiento, y esto, por modo provisional y no definitivo, pues dicho se está que de la misma manera que podría hoy la Corporación municipal delegar sus atribuciones en cuanto a conservación del mencionado paseo, mañana podría también restituirse en las mismas, resultando que se realizara una vez más lo del refrán que dice: «quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro».

Explanada y paseo de San Francisco en diciembre de 1914. Colección Javier Sánchez Portas.

Todo esto, sin embargo, es suposición acertada, la de que al encargarse a los frailes franciscanos del cuidado de los mencionados terrenos que muy pronto bajo la dirección de los mismos se convertirían en un precioso jardín con riego del mismo huerto del convento, realizando así una importante mejora en aquel abandonadísimo sitio, no se pensaría ya nunca en enajenarles las facultades concedidas, ya que con intentarla solamente se cometería una gran injusticia y un mal para la población, toda vez que, lo había de constituir el abandono a que se volvería después de hermoseada aquella entrada de la población.

Sabemos que en la mente de todos los señores concejales está el otorgar el permiso consiguiente y la delegación de facultades que los padres franciscanos desean para emprender el arreglo mencionado, y es de esperar que, en una de las próximas sesiones concejiles, se halle la manera de llegar al resultado que, sin duda alguna, verá con gusto toda la población pues con ello tendrá un lugar más de lícito recreo y esparcimiento.

Convento de Santa Ana. Víctor Sarabia Grau.

En la alameda o paseo del convento, sentados a la sombra de sus árboles, hablaremos un poco de los Franciscanos.

Los Franciscanos Observantes de Santa Ana.

Esta orden de origen italiano fue fundada por Francisco de Asís a principios del siglo XIII, cuando en la Península Ibérica, los cristianos seguían luchando contra los almohades.

Francesco era hijo de familia adinerada, lo que le permitió recibir una esmerada y políglota educación. Vestido con harapos, descalzo y sin dinero decidió entregar su vida enteramente a la pobreza apostólica renunciando al patrimonio familiar.

Convento de Santa Ana. Ajomalba.

Poco a poco fue formando un reducido grupo de discípulos con los que viajó a Roma buscando la bendición Papal. Inocencio III les obligó a elegir un superior y Francisco se convirtió formalmente en el padre de la comunidad franciscana (Pater Comunitas, de ahí la costumbre de llamar a los Franciscos, Paco).

Dicho pontífice aprobó la llamada primera regla en 1210 y Honorio III,su sucesor la segunda y definitiva regla de los frailes menores, en 1223.

Siglo XV.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Caja Rural Central. Orihuela.

En la primera mitad del siglo XV la ciudad de Oriola suspiraba por acoger un convento de franciscanos. Instalados en Murcia desde finales del siglo XIII, se les requería frecuentemente para sermonear en fechas señaladas, trabajo por el que la ciudad les pagaba generosamente además de hacerse cargo de la manutención del predicador—pan, vino, pescado y confits—y de la hierba y la cebada para su mula.

Montesinos dedica un capítulo a la fundación del Convento de Santa Ana, Casa Grande de Observantes (antes recoletos) de esta Ciudad de Orihuela. Transcribo algunos párrafos.

Por los años de 1440 de nuestra humana redención, deseando los moradores, hijos y vecinos de esta Ciudad de Orihuela fundar un Convento Seráfico – Observante, a cuya Orden siempre han tenido cordialísima devoción, dieron principio a encaminar a este fin algunas diligencias; pero habiéndose atravesado algunas dificultades que no explica con particularidad la nota, no pudo tener efecto su devoto celo en esta creación.

En el año de 1449 consiguió esta nobilísima ciudad tener algunos Religiosos Observantes; aunque muy pocos en su compañía. Hicieron donación a Fr. Humberto de la Hermita de Santa Ana y San Josef, que es la misma donde después se fundó el Convento, para que fundase en ella un Heremitorio o Hospicio para dicha familia, según la costumbre y medios de aquellos tiempos.

Me resta solo el decir que su primitiva fundación según quedó ya dicho algo, se efectuó en la Hermita de la dicha Gloriosa Santa, de la cual eran patronos los Caballeros Señores de Bonanza del Apellido de Rocafull.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela.

Como él mismo reconoce, utilizó el manuscrito de Mosén Bellot, cuyas notas sobre San Francisco son mucho más escuetas:

Lo que hoy es convento de San Francisco solía ser ermita con título de Santa Ana, y en el año 1449 hizo gracia el consejo a fray Amberto, ermitaño de la ermita de Santa Ana, junto al cabezo de las Lavanderas, de una rueda que solía servir al misterio de los Reyes, para noria al huerto.

Continua con una ligera imprecisión de fechas, quizá por mala transcripción; dice ocho, pero marca cuatro años después:

Intentó el consejo de fundar en este puesto un convento de San Francisco, a quien siempre tuvo Orihuela mucha devoción, y hubo en ello algunas dificultades que no las dicen las notas.

Aquí Bellot especula con los señores de Bonanza, en cuyo término estaba la ermita, pero no está claro que fuese ya de los Rocafull en esas fechas concretas. Afirma también que el vicario general de la orden, de nombre F. Escorihuela, les negó la licencia.

Muerto el vicario, el Consell lo volvió a intentar sin éxito en 1453. Dos años después, la Ciudad mandó a un tal Juan Marín con la oferta de un solar en sitio muy principal. Y el Provincial envió primero a Fray Jaime Ibáñez, quien puso las condiciones para aceptar la fundación.

Querían escoger el sitio para el convento, que lo pertrechase el Consell, que tuviese lo necesario para celebrar, y que los frailes predicasen por la huerta a cambio de limosnas.    

El solar ofrecido formaba parte del arrabal de la puerta de Crevillente, donde había estado la última morería, en el lugar que ahora ocupa el Colegio de Santo Domingo. La oferta incluía una mezquita en la que se podían instalar doce frailes. Al no ser de su agrado, dicho solar fue vendido por 4.000 sueldos. Así lo explica Mosén Bellot.

A los moros que viniesen a vivir a Orihuela comproles sitio donde edificasen casa y mezquita, y se las ayudó a obrar, que fue el puesto donde hoy está el colegio (…) se vino a despoblar y el consejo vendió el puesto en 4.000 sueldos, y dio la mitad a San Francisco de limosna. 

1453. Les darían una iglesia acomodada, que solía ser mezquita, en la cual pueden hoy vivir doce frailes, y que con el tiempo se irían mejorando.

Los franciscanos observantes de Castilla prefirieron la apartada ermita de Santa Ana, enclavada en el otro extremo de la ciudad, en el Señorío de Bonanza. Y recibieron como limosna 2.000 sueldos, la mitad del producto de la venta del solar de la morería que serían administrados por Jaime Roca.

Aceptaron los frailes, vino el Provincial a tomar posesión y dejó a Fray Jaime Ibáñez como encargado de iniciar la obra. El convento de Santa Ana se comenzó entre los años 1456 y 1459.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela.

Montesinos transcribió «fielmente de aquel bárbaro antiguo idioma valenciano» una carta fechada en seis de diciembre de 1459 destinada al rey de Aragón, Juan II. En ella se da cuenta de haber comenzado la obra de una casa convento franciscano en la que tenían alojados a siete u ocho frailes. Y de que por mucho que habían instado y suplicado, los vicarios generales y provinciales de la orden no habían aceptado la fundación oriolana.

Pedían al rey que escribiese a Calixto III, Papa valenciano fallecido en el verano de 1458.  Persevera en el error al afirmar que Calixto III firmó la bula pontificia en 1464, cuando ya llevaba seis años bajo tierra y le había sustituido Pío II, fallecido precisamente en 1464. Bellot, siempre más preciso, atribuye la bula al Papa Pío.

Todo este proceso transcurrió mientras arreciaban las disputas en el seno franciscano. Al relajamiento de las costumbres en los llamados conventuales se enfrentaron los observantes; hermanos que querían permanecer fieles a las normas de San Francisco, con su vida de predicación itinerante y pobreza voluntaria inspirada en Jesucristo.

A finales de la centuria acabó imponiéndose el espíritu reformista del poderoso franciscano observante, Francisco Jiménez de Cisneros, confesor de la reina, arzobispo de Toledo y futuro cardenal; quien con el aval de los Reyes Católicos consiguió eliminar a los conventuales de la Provincia de Castilla, a la que pertenecía el convento de Orihuela. Esta otra nota, fechada en 1494, es también de Mosén Bellot.

Reinando Fernando el Católico obtuvieron los frailes de San Francisco cierta parte de las fábricas para obrar su convento, y el consejo obtuvo revocatoria y confirmación del privilegio de las fábricas. 

Siglo XVI

El convento de Santa Ana, situado en una zona de fácil inundación, sufrió durante el siglo XVI al menos tres reparaciones costeadas por el Consell.  Y fue reedificado totalmente en 1593, muy cerca del anterior. Así lo cuenta Montesinos.

Pocos años corrieron después de la fundación de esta seráfica ejemplar casa en que experimentaron los religiosos la destemplanza del sitio, ocasionada de la mucha humedad por haber errado el departimiento de la vivienda, la buena distribución; pues la iglesia, sacristía y algunas oficinas que habitan menos, pusieron a la falda de un monte; y las celdas y principal habitación de los seráficos religiosos, colocaron en el valle y todos expuestos a las inundaciones frecuentes y avenidas peligrosas del Río Segura, que es el que riega, fertiliza y baña la muy frondosa huerta de esta Nobilísima Ciudad.

El día 20 de Abril del año 1592 se dio principio a la fábrica y se continuó con mucha viveza, pero a distancia tan corta del antiguo sitio, que más que traslación, la pudiéramos llamar diversa colocación o distribución de las viviendas de los religiosos; pues todo el sitio que ocupaba el convento se aplicó para huerta y jardín; y otros ensanches varios y precisos; y las viviendas de los religiosos, con la nave de la Iglesia, se retiró a la falda del dicho monte, que está contiguo al Camino Real, a la distancia de unos 200 pasos; pero la bastante  para excusar las muchas humedades que eran ocasión de la referida destemplanza, y también las inundaciones del dicho Río Segura. Concedida la licencia para edificar de nuevo el convento, lo trasladaron al pie del monte, dejando el antiguo solar como parte del huerto.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Colección Javier Sánchez Portas

Siglos XVII y XVIII.

Dedicada la primera mitad del siglo XVII a levantar su nueva fábrica, sufrió como todos, los efectos de las epidemias de la segunda mitad. Montesinos se sorprende de cómo, a pesar de vivir de las limosnas, se pudieron permitir generosas contribuciones al rey desde su misma fundación.     

Seráfico Convento de Santa Ana de Menores Observantes. Este Religioso Seráfico convento (no obstante que según su regla se mantiene de limosnas) en el 1469 sirvió al Sr. Rey de Aragón, Don Juan II en el cerco de Perpiñán y otras plazas, con 12 carros de trigo. Mas en varias ocasiones, especialmente en tiempos de peste, como sucedió en los años 1580, 1648, 1678 y 1708, sirvió esta comunidad a los Sres. Reyes con dinero, trigo, cebada, paja y religiosos para curar a los soldados apestados, sirviendo este mismo convento de Hospital General para la Reales Tropas, en el reinado del Sr. Don Felipe V, con el motivo de las Guerras de Sucesión, en los años de 1703, 1706 y 1707.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela.

En 1792, Montesinos redactó una «Breve noticia del estado presente de la Reverenda Seráfica Comunidad del Convento de Santa Ana». El extenso listado con nombres y apellidos estaba dividido en 30 religiosos de coro, 13 legos profesos y 14 estudiantes de teología. A los que había que añadir a tres hermanos sirvientes y 21 donados.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 4. Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

Los donados eran seglares que se entregaban gratuita y temporalmente al servicio del convento. Solían ser varones adultos, solteros o viudos, sin compromisos familiares, que se ocupaban principalmente de pedir limosna; pero también ayudaban en el huerto, en la cocina o haciendo recados.

Huerto del convento franciscano de Santa Ana. Orihuela.

En el último cuarto del siglo XVIII se descubrió un manantial en la falda del monte, muy cerca del convento de Santa Ana; y mientras decidían la manera de llevar el agua a Orihuela, se cedió el uso a los franciscanos.

Fuente de San Francisco.

Siglo XIX.

Durante la Guerra de Independencia, las tapias del convento se prepararon como baluarte para hacer frente a posibles invasores que nunca llegaron. Y Montesinos nos vuelve a informar del «Estado actual y presente que tiene la Reverenda y Santa Comunidad de Santa Ana de Padres Franciscos Observantes de la ciudad de Orihuela en este años de 1809».

Esta vez los dividió en 12 religiosos lectores con diversos cargos (guardián, visitador, vicario, procurador), 17 predicadores sin otro título; 8 coristas; 11 legos y 11 donados.

En el año 1835 los Franciscanos de Santa Ana fueron exclaustrados y su convento pasó a formar parte de los Bienes Nacionales. Tras ser subastado acabó en manos de un vecino de Madrid. Los oriolanos intentaron recuperar el convento organizando una cuestación cuyo producto entregaron a Matías Sorzano.

Este rico propietario había comprado el edificio en 1845. Diez años después, durante la epidemia de cólera morbo, lo prestó a la ciudad para instalar un hospital provisional. En 1878 se utilizó como hospedería para misioneros enfermos o convalecientes.

En enero de 1880, Andrés Rebagliato Pescetto, senador por Alicante y yerno de Matías, puso el convento y su huerto a disposición del padre Francisco Manuel Malo, reorganizador de la Provincia Franciscana de Cartagena. Lo hizo en nombre de todos los herederos, reservando para la familia el patronazgo. Cumplidas las formalidades, se celebró su reapertura el día 8 de Mayo de 1880.

Semanario católico, 5 de junio de 1880: El día 9 de Mayo quedó instalada una comunidad de religiosos Franciscanos en el convento de San Francisco de Orihuela, para cuyo objeto había sido reparado convenientemente. Dicho edificio había pasado a ser propiedad del Senador Sr. Rebagliato, quien lo ha cedido para tan piadoso y laudable objeto. Dios premie su buena obra. Nosotros felicitamos por este acontecimiento a la religiosa ciudad de Orihuela, que lo ha celebrado con muestras de júbilo y entusiasmo.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Ajomalba.

En junio de 1907 el franciscano Fr. Serafín Durán transcribió para el diario «La Huerta» una memoria sobre el acontecimiento que conservaban en el archivo del propio convento. 

Hallábase nuestro antiguo convento, titular de Santa Ana, de la ciudad de Orihuela, Provincia de Alicante, en posesión de las Sras. Doña Teresa, Doña María y Doña Filomena Rebagliato Sorzano y de los hijos de Doña Sofía Rebagliato Sorzano, nietas las cuatro de D. Matías Sorzano Nájera, quien lo redimiera al Gobierno de la arbitraria desamortización al ser subastado por el Gobierno Civil de la Provincia en 22 de Mayo de 1844.

Y como las referidas señoras propietarias del expresado convento, noble y generosamente lo ofrecieron con su espaciosa y rica huerta al M. R. P. Provincial Fr. Francisco Manuel Malo, y le fuera entregado por las mismas jurídicamente, con la única cláusula condicional de reconocimiento de patronato hacia todos los herederos sucesores de don Matías Sorzano, y la de posesionarse todo dentro del año en que se hizo la donación, que fue el de 1880, día 14 de Enero, comenzó desde luego el P. Malo a ejecutar su proyecto, habiendo obtenido al efecto Decreto especial del Rmo. P. Vic. Comº. General, Fr. Vicente Albiñara y del Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis, D. Pedro Mª. Cubero.

En consecuencia de todo, el día 8 de Mayo del citado año llegaba el P. Malo, acompañado del R. P. Guardián del nuevo Convento Fr. Gregorio Martínez y algunos otros Religiosos a tomar posesión de la nueva Casa, siendo entusiasta el recibimiento que hicieran a aquellos hijos de San Francisco, así las Autoridades Eclesiástica y Civil, como las clases sociales todas de la noble y religiosísima ciudad de Orihuela. Al día siguiente se verificó la inauguración Oficial celebrando el incruento Sacrificio de la Misa el R. P. Guardián con asistencia del Excmo. Sr. Obispo y Clero Catedral.

El Graduador, 16 de octubre de 1880: Una noticia importantísima de «El Eco:» «Fr. Gregorio Martínez, guardián del Convento de Santa Ana de la orden de San Francisco de Orihuela, ha solicitado la devolución de dos cuadros que pertenecieron al Convento y que cuando la exclaustración pasaron a formar parte del Museo provincial. Pues que le devuelvan al guardián los cuadros, si tanta prisa le corren.

Francisco Manuel Malo y Malo, nacido en la provincia de Guadalajara en 1810, fue un importante miembro de la orden franciscana en el convulso siglo XIX. Escritor y editor, montó su propia imprenta en el convento de Orihuela. Como nota curiosa, la maquinaria y utillaje tipográfico de la «Imprenta Santa Ana» fue adquirida a los herederos de José Zerón en 1882. Y luego fue vendida a Luis Zerón en torno a 1885.

El Padre Malo falleció en Santa Catalina del Monte, Murcia, en 1892. Quince años después, sus restos fueron trasladados a Orihuela por deseo de los franciscanos. Hubo otro con el mismo apellido, Fray Agustín Malo, que fue Guardián hasta 1897.

La Correspondencia Alicantina, 10 de febrero de 1897: Escriben de Orihuela que en la segunda mitad del próximo mes de marzo, serán trasladados desde la iglesia del eremitorio de Santa Catalina del Monte (Murcia), al nuevo panteón que los religiosos observantes menores del Convento de Santa Ana de esta ciudad han hecho construir en su propiedad de este cementerio, los restos mortales del M. R. P. Fray Francisco Manuel Malo, que falleció al amanecer del martes 15 de marzo del año 1892, cuando contaba ochenta y un años, tres meses y trece días de edad, y a los sesenta y seis años, cinco meses y veintiocho días de religión.

El P. Malo era definidor General de la Orden de San Francisco, Lector de Sagrada Teología, Ex rector del Colegio de Misioneros de Santiago, etc., etc. y durante toda su vida llena de merecimientos apostólicos y de persecuciones que soportó con cristiana resignación y verdadero heroísmo, se distinguió entre los demás religiosos de la orden a que pertenecía por su incansable laboriosidad, por su encantadora sencillez y demás bellas cualidades que forman la corona de sus merecimientos acá en la tierra, en donde la reputación del P. Malo era tan universalmente reconocida por su virtud, sabiduría y elocuencia…

El edificio anexo es la capilla de la Venerable Orden Tercera (VOT), construida en 1893 y recientemente restaurada.

El alicantino, 29 de julio de 1893: Han comenzado y se encuentran ya bastante adelantadas las obras del local que la V. O. T. de San Francisco de Orihuela está construyendo junto al convento de Santa Ana para depositar los pasos de Semana Santa.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Reformas en la VOT. Ajomalba.
Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Reformas en la VOT. Ajomalba.

La Correspondencia Alicantina, 8 de noviembre de 1897. Escriben de Orihuela: Ha sido nombrado vicario del convento de Santa Ana, el ilustrado franciscano Fray Miguel Villalba. También ha sido nombrado guardián del referido convento el muy Reverendo P. Antonio Velasco, virtuoso y docto religioso de la Observancia de San Francisco.

Utilizado como seminario para religiosos franciscanos y como centro de estudios teológicos, el convento no reunió las condiciones necesarias hasta bien entrado el siglo XX.  

Siglo XX.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. José Antonio Ruiz Peñalver.

En 1913 Fr. Antonio Martiu, provincial de la orden, decidió levantar un nuevo piso sobre los amplios muros del convento. Con esta obra el edificio quedó dotado de un hermoso oratorio, salón de estudios, cuarenta y cinco celdas y otras dependencias. Se inauguró el 14 de julio de 1914 festividad de San Buenaventura.

La correspondencia de Orihuela, 6 de febrero de 1914: En breve quedarán terminadas las grandes obras que se están verificando en este Convento de Santa Ana, en donde ha de fundarse un seminario franciscano, para los religiosos de esta provincia seráfica de Cartagena.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Ajomalba.

En ese mismo año de 1914, Ana Cano Manuel, viuda del abogado Pedro Soto Melgarejo y camarera del altar de la santa, costeó una nueva imagen de Santa Ana construida en Valencia, en los talleres del escultor José Tena.

El diario. 9 de octubre 1914: La Sra. doña Ana Cano Manuel, viuda del difunto caballero D. Pedro Soto, ha costeado una magnífica y artística imagen de la gloriosa Santa Ana para la iglesia de PP. Franciscanos de esta ciudad. Dicha efigie ha sido construida en Valencia en los talleres del escultor Sr. D. José Tena.

El conquistador. 19 de junio 1915: El domingo, 20 de los corrientes, aparecerá por vez primera expuesta con toda solemnidad en su nuevo y bonito camarín la preciosa imagen de Santa Ana que a la Iglesia de PP Franciscanos de esta ciudad regaló en diciembre próximo pasado la virtuosa y caritativa señora Dña. Ana Cano-Manuel, Vda. de Soto, Camarera del altar de la Santa.

Procesión celebrada en diciembre de 1914 para entregar la imagen de Santa Ana. A la izquierda el carruaje de doña Ana Cano Manuel. Colección Javier Sánchez Portas.

La vega, 23 de julio de 1916: El próximo día 26, tendrá lugar la tradicional romería al convenio de PP. Franciscanos (extramuros de la ciudad), en cuya Iglesia se venera la gloriosa imagen de la bendita Santa Ana. Por la tarde, tendrá lugar por la alameda del convento la procesión con la nueva imagen de dicha santa, regalo de la piadosa Sra. Doña Ana Cano Manuel de Soto, amenizando el acto la banda municipal.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. Ajomalba.

El Día de Alicante, 14 de diciembre de 1934: En el convento de Santa Ana de Orihuela y bajo la presidencia del Reverendo Padre José Moya, delegado del Generalísimo de la Orden, fue celebrado ayer Capítulo de la Provincia Seráfica de Cartagena.

En él ha sido elegido Provincial el Rvdo. P. Juan José Gómez, Licenciado en Sagradas Escrituras y catedrático de dicha asignatura y hebreo en el Seminario Conciliar y Convento de Padres Franciscanos. El Capítulo prosigue sus reuniones para nombrar guardianes de Conventos y superiores de Residencias provinciales.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. José Antonio Ruiz Peñalver.

En el verano de 1936, a media noche, un grupo de milicianos asaltó el convento. Las imágenes de la Cena, la Oración en el Huerto, la Samaritana, la Negación de San Pedro, Los Azotes, la Verónica, San Juan, Nuestro Padre Jesús “el abuelo” y la Virgen de la Soledad, acabaron convertidas en una enorme pira. En esos turbulentos años de contienda fue utilizado por la aviación con el nombre de «Cuartel Madrid».

El Nazareno desaparecido. Los pasos de Semana Santa en 1927-1929. Fotografías de Alfonso Bernad. Colección Javier Sánchez Portas.

Acabada la Guerra Civil, los franciscanos regresaron. El 20 de marzo de 1940 a las 7 de la tarde, salió de la iglesia una procesión con la imagen del Cristo de la Agonía.

El 18 de octubre de 1940 el padre guardián y una comisión de miembros de la VOT marcharon a Murcia para recoger una nueva imagen del «abuelo», obra de José Sánchez Lozano.

Antonio Ballester Vidal.

Al día siguiente, «la copia más exacta de la antigua, destruida por los rojos, el funesto año 1936», fue bendecida por el Vicario General de la diócesis, Luis Almarcha, entre muestras de fervor popular y en presencia del Ayuntamiento en pleno vestido de gala.

Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. José Antonio Ruiz Peñalver.
Convento Franciscano de Santa Ana. Orihuela. J. María Pérez Basanta

Vía Crucis de San Francisco.

Abandonamos la alameda del convento y dejando a la izquierda la carretera de Murcia, subimos por la empinada cuesta del Calvario rememorando el antiguo Vía Crucis que partiendo de la iglesia conventual, tras recorrer la explanada, emprendía la subida hasta la ermita.

De esta representación religiosa proviene el nombre de la calle del Calvario, por la que accederemos para llegar a la ermita del Santo Sepulcro, la última estación. Así lo describe Montesinos en 1792.

En el año 1678, transcurridos solo doce después de su fundación se construyeron los pasos antiguos del Vía Crucis que duraron hasta el año 1759, que por gustos motivos se demolieron e hicieron los modernos, estaban repartidos en lo más interior del desierto propio para penitencias.

Siendo Hermano Mayor D. Manuel Martínez Arques, con su autoridad, agencias, y muchos dineros suyos, todo el Camino y parte de la Calzada del monte en el de 1772 se hallanó, adornó, empedró  y circuyó de poyos de piedra y de varios árboles de terebintos, chopos y olivos para que se viese de más perfecto paso, comodidad y alivio de los que cada día suben a visitar este deboto santuario y heremitorio.

El presente adorno de las imágenes del Santo Vía Crucis, que es de hermosos Manises de la Fábrica de Valencia, se estrenó el día 4 de Octubre, propio del Padre San Francisco del próximo año pasado de 1791…

Está claro que, en la segunda mitad del XVIII, se empedró y embelleció, con la plantación de varios árboles, el camino y la calzada que subían a la ermita franciscana jalonados por las catorce capillas. Así lo cita Gisbert.

El Vía-Crucis de San Francisco principia en la alameda o paseo de este convento, junto a su iglesia, y termina en la ermita del Santo Sepulcro que es su última estación.

Los antiguos pasos eran a modo de capillas con altares en que se solía celebrar misa; muchos de ellos con lámparas y provistos de puertas. La incuria de los tiempos comenzó a destruirlos y en 1763 la Orden Tercera de San Francisco los demolió y fabricó de nuevo en la forma que han llegado a nuestros días.

A la derecha, las capillas del Vía Crucis a principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

El eco del Segura, 30 de marzo de 1898: En la tarde del próximo viernes Santo, a las cuatro, el P. Guardián y comunidad de PP. Franciscanos harán solemnemente el Santo Ejercicio del Vía-Crucis; en el que se halla instalado delante de la ermita del Sepulcro, frente al Convento de dichos Padres. El P. Guardián invita a tan piadoso acto, a todas las personas devotas de la Pasión de Cristo; pero muy especialmente a todas las que forman parte y son hermanos de la Venerable Orden Tercera de Penitencia de S. Francisco, establecida en el convento de Sta. Ana.

Ante nuestros ojos se muestra la ermita del Sepulcro alzada sobre una escalinata de acceso con grandes lajas de piedra que sirven para salvar el desnivel que existe entre el añejo edificio y la calle.

Ermita del Santo Sepulcro.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Libro 4. Caja Rural Central. Orihuela.

Comienzo transcribiendo algunos párrafos del texto que Montesinos le dedicó en su cuarto tomo.

La devoción del Vía Crucis, tan digna de nuestra memoria y de que todos la practiquemos, ha florecido siempre mucho en esta Ciudad de Orihuela, siendo numerosos sus concursos de gentes de todos los estados que visitan las estaciones que componen el sagrado camino, y desiertos de la Cruz en términos, y desiertos del Seráfico Convento de Santa Ana.

Da este su feliz principio junto a la Alhameda y subida de la propuesta Hermita, y finaliza a las faldas de un monte a la parte occidental. Es uno de los más celebrados y debotos que goza el Reyno, y en lo antiguo se llamó Monte de los Penitentes, por los muchos que se ocultaban en sus cuevas y malezas.

Esta Hermita del Santo Sepulcro, última de las Estaciones, está muy cerca del Convento de Santa Ana, en un sitio muy divertido, aunque entre cerros y obeliscos de piedras, fue dedicada desde su fundación al Sepulcro o Entierro de Jesuchristo, y a Nuestra Señora de la Soledad.

Fundada por su devoción, zelo y piedad en el año de 1666 con ayuda y asistencia de los Hermanos de la V. Orden Tercera Seráfica, existente en el referido Convento de Santa Ana, el Magnífico y Muy Ilustre Señor Don Juan Bautista Cascante García de Lassa, natural de esta Oriolana Ciudad, Caballero del abito de Santiago, Coronel de los Reales Exercitos, Governador Militar y Politico de esta Ciudad y Hermano Mayor que fue por muchos años de la referida Orden Tercera, por cuya muerte quedó ésta en legítima posesión de dicha hermita, como hasta el presente la gobierna y poseé.

Ermita del Santo Sepulcro. Colección Javier Sánchez Portas.

La iglesia es muy capaz y está rodeada de varias hermitillas del Vía Crucis, ocupando el lucidísimo tercio del monte, de la más hermosa planicie que formó el Articife Supremo, Criador  de Cielos y Tierra, en las faldas o cimientos del Monte de la Penitencia, a la que sirven de valla, guarneciéndole del Poniente, Tremontana y Zierzo, cuatro hermosas Casillas o Estaciones que son la X, XI, XII y XIII, adornando a esta planicie, varios e innumerables árboles, como son terebintos, almendros, albercoqueros, alhamos, olmos, higueras, algodones, rosales, jasmines y claveles, con innumerables higueras de higos chumbos o de pala, de los que se paga un crecido arrendamiento, con algunos medianos olivos y algarrobos.      

Cruz de Término y Vía Crucis. Colección Javier Sánchez Portas.

Montesinos precisa el año 1666 como fecha de construcción. He comprobado la identidad del personaje que cita como benefactor y Hermano Mayor — Juan Cascante García de Laza — y era Lugarteniente de Orihuela en 1656.

Regentada por la VOT de los franciscanos de Santa Ana, las primeras noticias datan de finales del siglo XVII; como por ejemplo un robo sacrílego en 1693, cuando el Cristo del Sepulcro fue despojado de sus vestiduras; o el suceso fechado en 1694, cuando los ratones se comieron su sábana.

Fue reedificada completamente en la década de 1720; y en 1733 se concedió licencia al hermano Juan Pacheco para edificar una casita a sus espaldas donde hacer vida solitaria y penitente. En 1755 se le despidió, sustituyéndole por el hermano Pascual Marco, encargado de mantener limpia la ermita y su plazuela, evitar bailes y otros actos profanos y adecentar anualmente el Vía Crucis antes del viernes primero de cuaresma.

Su portada, de principios del XVIII, se realizó en piedra labrada destacando sobre el dintel de la puerta el escudo de armas de la VOT colocado en el año 1762, que muestra bajo qué tutela fue construida esta ermita. Montesinos afirma que se puso el escudo con las seráficas armas franciscanas en una noche, para evitar que la Parroquia de Santiago se apropiase de ella.

En el año de 1762, siendo Hermano Mayor Don Pedro Miravete de Moreno, reblanqueó esta hermita, se pavimentó, compusieron sus texados, se hicieron las gradas de piedra negra y pusieron las armas de la Tercera Orden sobre la puerta.

Ermita del Santo Sepulcro. Dibujo de Montesinos y escudo original. Fotografía Ajomalba.

El edificio presenta tres estructuras bien diferenciadas: la iglesia y dos casas adosadas a ambos lados que son de época posterior. A su izquierda encontramos una recóndita plazuela que lleva el nombre de este añejo edificio que se mantuvo en pie de puro milagro.

La ventana central debió servir para iluminar la estancia y, como es típico en estas ermitas, la fachada se cierra con una espadaña donde estuvo colocada la desaparecida campana original; que, según Montesinos, mostraba la siguiente inscripción: «Maria Josepha. Se hizo en el año 1764. Jesús».

Ermita del Santo Sepulcro. Colección Javier Sánchez Portas.

Sigo transcribiendo a Montesinos hablando de la urna funeraria y el Cristo difunto.

Lo que se lleva en este sitio todas las atenciones catholicas es el hermoso simulacro del Santo Sepulcro y debotisima imagen de Jesús Difunto y Sepultado a quien está dedicada esta hermita.

Es el imán más poderoso de todos los corazones que debotamente le miran, llevándoles como de la mano a la contemplación de su divino prototipo. La urna o sepulcro, que es de finos cristales y de delicada talla es cosa grande, y el divino St. que difunto yace en su primorosa cama es de inestimable valor.

Su hechura es del celebrado escultor Pablo Bucci, Francés de nación, vecino de Murcia; y desde dicha ciudad hasta esta de Orihuela, cuya distancia es de cuatro leguas, vino esta sagrada urna con 100 luces, y en ombros de 12 Hermanos Terceros acompañados de algunos exemplares sacerdotes de Orihuela.  

Santo Sepulcro. Colección Javier Sánchez Portas

En sus inmediaciones se escenificaba un desenclavamiento que fue prohibido por el obispo Tormo a finales del siglo XVIII. Y a punto estuvo, por esas fechas, de convertirse en cementerio.

Según cita el Dean de Cartagena, Julio López Maymón, en uno de sus «rebuscos» publicado en «El pueblo» el 26 de noviembre de 1928, cuando Carlos III mandó que se enterrase fuera de las ciudades, el Cabildo acordó crear un cementerio utilizando para ello la capilla del Santo Sepulcro.

El 31 de enero de 1790 escogieron un trozo de terreno con algunos olivos, próximo a la sierra, entre el camino real y la bajada del Vía Crucis a San Francisco, Cruz del Calvario y Pozo. Pero el proyecto planteaba demasiadas complicaciones, especialmente con la Tercera Orden de S. Francisco. Después de largas y encendidas discusiones, se acordó hacer el cementerio donde hoy se encuentra.

El 20 de junio de 1920 la VOT acordó reparar la cúpula amenazada de ruina; pero doce años después, durante la II República, a propuesta del concejal socialista Cubí, el Consistorio decidió derribarla. Evidentemente, por motivos que desconocemos, la demolición no se llevó a cabo.

AMO. Libro de Actas, 6 de septiembre de 1932: El Sr. Cubí denuncia el estado ruinoso en que se encuentra el edificio llamado el Sepulcro y las constantes denuncias que le formulan los vecinos de aquel paraje por el peligro que amenaza.

Se aprueba por unanimidad que previo informe de la comisión de ornato y del maestro de obras del ayuntamiento se lleve a efecto la demolición, cediendo el derribo al maestro de obras por si con ello pudiera cobrar algo de lo perdido con el derribo del arco de la Corredera.

Ermita del Santo Sepulcro. Colección Javier Sánchez Portas.

Durante la Guerra Civil fue saqueada quedando la ermita y las capillas del Vía Crucis en deplorable estado. El patrimonio de la VOT resultó muy maltrecho pero, a pesar de la penuria económica de la posguerra, se restauraron las capillas y con grandes dificultades se intentó hacer frente a las costosas reparaciones que necesitaba el edificio.

En las décadas de los 40 y 50 se emprendieron diversas obras que a menudo fueron suspendidas por falta de fondos. Su estado exigía más medios económicos de los que la VOT podía afrontar a pesar de todos sus esfuerzos.

Ermita del Santo Sepulcro. Juan Fenoll Villegas.

Las capillas desaparecieron para siempre en los años 70 y la iglesia fue vendida a la Comparsa Caballeros del Rey Fernando. A punto de desplomarse, fue rehabilitada e inaugurada en octubre de 2010 como “Centro Cultural Santo Sepulcro”, destinado a exposiciones, conciertos y otras manifestaciones culturales.

Ermita del Santo Sepulcro. Turismo Orihuela.

Antonio José Mazón Albarracín.

Extracto actualizado del artículo “El Raval Roig, un territorio históricamente singular”, publicado en “Cuadernos de historia y patrimonio cultural del Bajo Segura”.  A su vez era un resumen, actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela. Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas por las fotografías.

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