El Siglo de la Armengola.

Mural realizado en azulejos, Cuadro original de Alfonso Ortuño. La Leyenda de la Armengola.

El Siglo de la Armengola.

Introducción: 

Toda ciudad importante tiene su leyenda fundacional; un glorioso detonante que engrandece su creación.

Pero nadie en su sano juicio puede creer como historia, que dos niños amamantados por una loba fundasen Roma.

Nuestra leyenda más famosa no se refiere al nacimiento de la urbe; más bien intenta borrar un pasado inmediatamente anterior.

Cinco siglos en los que los musulmanes fueron los verdaderos artífices de la huerta, las acequias, el castillo y lo que fue el casco amurallado.

Un patrimonio que los cristianos heredaron intacto.

Según la Real Academia de la Lengua, una leyenda es la narración de sucesos fantásticos que se trasmite por tradición o relato basado en un hecho real, deformado o magnificado por la fantasía o la admiración.  

Para comenzar vamos a sintetizar el hecho real.

Lo que se llamó Reconquista de Orihuela consta de cuatro fases:

1. Primavera de 1243.

En 1242 el reino de Murcia se entregó al futuro Alfonso X en Alcaraz, estableciendo un protectorado.

Pero no todas sus ciudades abrieron las puertas a los invasores.

Las crónicas solo mencionan a Cartagena, Lorca y Mula como plazas sometidas por las armas.

Orihuela, en manos de la Wizara Isamiyya, funcionaba también de forma independiente.

José M. Pérez Basanta.

Su gobierno estaba formado por un grupo de personajes de gran talla intelectual que se resistieron a la ocupación.

Cuando el infante Alfonso entró en la capital, muchos disidentes se refugiaron tras las murallas de Orihuela, que tuvo que ser sometida mediante asedio.

Aguantó, al menos, hasta el último tercio de 1243, cayendo en fecha imprecisa.

2. 1243-1244.

Asediada por tropas castellanas, Orihuela se rindió a las huestes del infante Alfonso sin llegar al asalto.

Los cristianos ocuparon el castillo instalando una fuerte guarnición.

Los musulmanes, inmensa mayoría de la población, se mantuvieron en la ciudad manteniendo sus costumbres, religión e instituciones de gobierno, bajo vigilancia castellana.

Alfonso X «El Sabio».

Dan fe del asedio dos donaciones posteriores de Alfonso X: «por el servicio que me hizo sobré Orihuela cuando la gané» y «por el servicio que hizo al rey en la cerca de Orihuela».

3. Primavera de 1264.

Revuelta musulmana en el reino de Murcia apoyada por el Emir de Granada.

En Orihuela los rebeldes intentaron hacerse con el castillo; los defensores se encerraron en él y la rebelión fracasó.

Los héroes de la resistencia quedaron inmortalizados gracias a las mejoras que recibieron en el «Llibre del Repartiment».

4. Noviembre de 1265.

Jaime I tomaba posesión de una ciudad que no llegó a perder el control castellano. Meses antes, su hijo Pedro, apoyado por huestes castellanas, asoló la huerta y socorrió a los encerrados en el castillo.

En su crónica, el Conquistador solo dejó este escueto párrafo:

Jaime I en las puertas de Orihuela.

Hecho esto marchamos aquel mismo día a Orihuela, dejando en Elche a En Astrurgo de Bonsenyor, para que nos trajera las escrituras que hicimos con los sarracenos de dicha población; y mientras estábamos en Orihuela, vino a vernos el hijo de Ben Hud Alá, arrayaz de Crivillente.

Algunos apuntes más:

La leyenda fija la toma del castillo el 17 de julio, fiesta de las Santas Justa y Rufina. Puede parecer que la fecha se conmemora desde la conquista; pero no.

Aunque están vinculadas a Orihuela desde que las mezquitas mudaron a iglesias, dando nombre a uno de los templos parroquiales, las mártires sevillanas fueron escogidas como patronas de Oriola siglo y medio después, cuando comenzaron a celebrarse los festejos de moros y cristianos.

En 1400, con licencia del obispo de Cartagena don Fernando de Pedrosa, el Consell acordó marcar la fecha como fiesta de guardar.

Desde entonces el 17 de julio se celebra la fiesta solemne de acción de gracias y la procesión de la señera, una de las fiestas más antiguas de España.

Santas Justa y Rufina. Gerona.

Sabiendo de la vinculación oriolana con Cataluña, conviene añadir que la tradición catalana se apropió de las santas haciéndolas barcelonesas.

En Prats de Molló, localidad del Pirineo, las tienen como patronas con una iglesia parroquial donde guardan dos bustos con sus reliquias.

En cuanto a la supuesta comunidad mozárabe descendiente de los godos, en el siglo XIII había desaparecido totalmente.

Se convirtieron, huyeron a los reinos del norte o fueron exterminados por almorávides y almohades.

Así pues, si había cristianos en el arrabal, se instalaron allí tras el pacto de Alcaraz formando parte de la ocupación castellana.

Por último quiero añadir que, en numerosas fortificaciones, aparece la expresión «Puerta de la Traición» para designar un postigo que permitía acceder al recinto fortificado de forma discreta. Sin ir más lejos, tenemos otra del mismo nombre en Murcia.

Estos accesos se abrían en alguna parte de la muralla donde el enemigo no pudiese situar tropas de vigilancia, facilitando la comunicación con el exterior sin tener que utilizar las puertas principales.

Eran muy útiles en caso de asedio, como vía de escape; o para recibir abastecimiento y refuerzos.

Su peculiar nombre hizo que tarde o temprano cargasen con una leyenda basada en una traición.

Puerta de la Traición de Bejar (Salamanca). Escenario de otra leyenda de reconquista.

Una vez resumidos los hechos, paso a la leyenda y sus autores.

Gaspar García «El Oriolano».

El XVII fue el siglo de los cronistas locales, escritores inflados de amor patrio que llenaron sus obras de hazañas y milagros para dar lustre y antigüedad a sus ciudades.

En este florecimiento de la historiografía, la mayoría de los autores eran religiosos.

Lo realmente sorprendente es que el primero que plasmó en papel la leyenda de La Armengola se dedicase a coser y cantar.

Natural de Orihuela y morador en Oliva, Gaspar García Ortiz era sastre de profesión y aficionado a la poesía.

La primera referencia a este personaje que he encontrado son unos versos que presentó en la celebración poética de la fiesta de canonización de Raimundo de Peñafort en Valencia, en 1601.

Historiada por el P. Gómez, sacerdote valenciano, le dedicó está crítica:

Desde Oliva un sastre honrado por su desdicha y desastre remitió cierto guisado que aunque no fuera de sastre él es por si desastrado Gaspar, y Ortiz, y García de Origüela natural se firmó, gentil porfía habiendo cantado mal cantarse una Letanía.

Gaspar García Ortiz, que firmaba como Gaspar García Oriolano ostenta el honor de ser la primera fuente escrita de la Armengola, gracias a un poema épico incluido en «La Murgetana del Oriolano, guerras, y conquista del reino de Murcia por el Rey D. Jaime primero de Aragón, parte I», publicada en Valencia en 1608 por Juan Vicente Franco.

Primera parte de «La Murgetana» (1608).

A este oriolano ausente, sin mucho conocimiento histórico, debemos la leyenda en estado puro. Nunca sabremos si se inspiró en algún relato oral.

Lo cierto es que tejió una historia en verso que nos ofrece el primer guión y el reparto inicial:

Benzaddón, el perverso alcaide moro; el Almengol (sin nombre de pila y con l); la Almengola, su mujer; sus dos hijos; y sus dos hijas, sustituidas por dos valientes varones vestidos con ropas femeninas.

De ellos, solo da nombre a Juan Darún, con apellido similar al Íñigo Darún que se encierra en el castillo según el libro del Repartimento.

La primera parte del canto octavo se titula: «Arde la rebelión, redímese el castillo de Origüela y baja el Rey don Jaime a la Conquista».

Comienza con dos docenas de insultos dedicados al alcaide del castillo que no voy a reproducir; he escogido y transcrito los versos más interesantes.

Canto VIII de «La Murgetana» (1608).

Muera la gente bárbara enemiga, alarma que divino auxilio siento pero do corres, o firmeza extraña que vuela una mujer por la montaña. 

Espantome que sola tú te atrevas a lo que no pudiera un varón fuerte mas cuando la mujer se determina el mar vadea y los montes mina. 

Como mejor ser pudo les rebela aquella traición que el moro emprende y como aquella noche cumple el plazo el triste funerable mortal caso.

Dice, bien conocéis a na Almengola ama de Benzaddon Alcaide Moro, que es esta que aquí veis y vengo sola acompañada de mancilla y lloro.

Solo por mi familia y gente vengo que quien me reveló el secreto imbia como dos hijas, y dos hijos tengo de mi velado, dulce compañía.

Atónitos quedaron, espantados aquellos descendientes de los Godos y a la calamidad de sus estados vecina y cerca se revuelven todos.

Resueltos entre todos, señalaron para la prueba arriscada y sola dos mancebos gallardos, que bastaron al número de seis con na Almengola:

De femeniles trajes se adornaron zelando con aquellos peto, y gola, y salen como hijas del buen viejo corderas pareciendo en el pellejo.

En este tiempo el Almengol valiente el primer portalero tiene muerto por cuya causa a la puerta nombre quedo, de la trycion, mas no del nombre.

Ya conseguido el fin para su intento del femenil vestido se desnudan sacan el varonil robusto aliento que con el traje de doncellas mudan.

Y vanse de aposento en aposento con que victoria conseguir no dudan echando los serrojos, y al estrago dieron a los demás el Santiago.

Y la muerte va revuelta en cuchilladas reveses, y mandobles, de manera que hizieron mayor riça cinco espadas que un escuadron de sinco mil hiziera.

Las postas y las guardas a estocadas por entre las almenas salen fuera y así dejando fortaleza y vida quedó la gente bárbara vencida.

Anda la vieja empuñando un asta ofreciendo la vida al caso honroso que el ir determinada solo basta para emprender lo más dificultoso.

Hasta el señor a su rigor las manos y a los cuitados que llorando estaban a Rufina y a Justa les envía en la vigilia santa de su día.

Bajan las santas de la impirea cumbre trepan los cielos y elementos hienden hinchen los valles de gloriosa lumbre el monte abrasa y el castillo encienden.

De un golpe a Juan Darún vida comisa y el suelto mozo ya pesado y grave vuelve sobre el alcaide, y ambos juntos ocupan tierra con quedar difuntos.

Al fin los oriolanos consiguieron próspera salvación, fin admirable guardaron su castillo, y defendieron sus torres, con fortuna favorable.

Y es conclusión averiguada y cierta que cuando al Rabal Roche dio el asalto el moro a la celada descubierta viendo al cristiano con victoria en alto.

Que callando volvió la rienda suelta y así confuso de consejo falto, quedó cuan antes sin mover la tierra pues dentro el Rey do Jaime entró sin guerra.

Hasta aquí la parte referida a Orihuela en el poema original. En los versos de Gaspar todo queda confuso, como si la revuelta y la llegada de Jaime I hubiesen transcurrido en dos jornadas.

Final de «La Murgetana» (1608).

Lo curioso es que el oriolano menciona a seis personajes; la Armengola y cinco varones: su marido, sus dos hijos y dos valientes mancebos, vestidos de doncella que sustituyen a sus dos hijas.

Y así la dama, armada con un asta y acompañada por cinco valientes espadas, se dirige al castillo.

Su marido mata al primer centinela en la puerta de la traición; y una vez dentro, los travestidos se despojan de sus disfraces y todos comienzan a repartir cuchilladas y mandobles, enardecidos por la aparición de las santas Justa y Rufina que iluminan el castillo.

Juan Arún y el alcaide fallecen en el combate. La celada de los moros queda descubierta, los cristianos se salvan y Jaime I entra en Orihuela sin guerra.

Publicada su obra, el sastre poeta siguió cantando al Reino de Murcia sin mucha fortuna, pues el Concejo de la capital, que había sufragado la primera publicación, le retiró la financiación para dársela al famoso licenciado Francisco Cascales, autor de los «Discursos históricos».

La obra de Gaspar, titulada Anales de Murcia quedó inédita. Despedido como historiador, poco más he encontrado del sastre trovador.

Un soneto titulado «El angélico padre dominico», como parte de la obra: «Defensa Dominicana por la limpia Concepción de María sin pecado original», publicada en Orihuela en 1628 por Vicente Franco, donde firma como Gaspar García el oriolano.

Entonces: ¿por qué ha llegado hasta nosotros la trova de este sastre, hasta ocupar el protagonismo en la historia de nuestra Reconquista?

Quiso el destino que dos años después, aquella intrascendente obra poética cayese en manos de otro Gaspar.

El otro Gaspar.

Gaspar Juan Escolano había nacido en Valencia en 1560. Miembro de una destacada familia, su padre fue conseller de la capital del Reino.

En 1597 fue nombrado rector de la valenciana parroquia de San Esteban.

En 1600 participó en un certamen poético durante la Fiestas celebradas en Valencia por la recepción de una costilla de San Vicente Ferrer.

Dos años después lo nombraron predicador de la ciudad de Valencia, y en 1604 cronista mayor del reino. Eclesiástico, poeta, escritor e historiador, su obra «Décadas de la historia de Valencia» es un clásico de la historiografía valenciana.

Este ambicioso proyecto de historia general de Valencia y su reino es una relación de los hechos históricos acontecidos hasta el reinado de Pedro el Grande de Aragón, además de los sucesos de las Germanías, la rebelión de los moriscos y su expulsión.

Inicialmente fue editado en dos partes.

La primera, titulada «Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia», vio la luz en 1610, y se compone de los cinco primeros libros.

II parte de la «Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia».

La «Segunda parte de la Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia», salió un año después, en 1611.

A pesar de su falta de método histórico, de sus errores cronológicos e inexactitudes históricas, es fundamental para el estudio de la historia valenciana.

A diferencia de Gaspar el oriolano, que había escrito sus versos sin haber accedido a los archivos, el cronista valenciano había consultado muchos, entre ellos la crónica de Jaime I.

De Orihuela encontró bien poco. Así pues, para completar su relato, el bueno de Gaspar quiso cubrir el vacío y le vino muy bien la bonita historia aunque no encajase del todo con los datos que tenía.

Dejó la responsabilidad en el oriolano, suponiendo que el autor de la Murgetana, como natural de la tierra, había consultado los archivos locales y estaba bien informado de los asuntos de su patria chica.  Así lo manifestó:

El autor de la Historia Murgitana, hace un breve Compendio de los Caballeros y Soldados de cuenta que sirvieron en ella. Y porque como hombre natural de Origuela, y criado en Murcia, se debe creer que tuvo noticia entera y verdadera de todos.

Esta desafortunada suposición, que no pudo ni analizar por las prisas para incluirla en el tomo de la Historia de Valencia que tenía listo para imprenta, dio lugar a que la leyenda de la Armengola pasase a formar parte de la Historia oficial de Reino de Valencia, en la segunda entrega publicada en 1611.

En ella, el Gaspar valenciano traduce a prosa y modifica un poco el trabajo del Gaspar oriolano.

Elimina a dos de los cinco varones, nombra a Armengol como posible marido, le quita una z a Benzaddon y da nombre al otro mozo: Ruidoms, un apellido que coincide con un municipio de la provincia de Tarragona.

Así quedó la historia en prosa:

Fomentaba el levantamiento de los moros el rey moro de Granada, que no contento con quitarle la obediencia y atrevérsele en guerra abierta, tuvo trazas como incitar a lo mismo a los de Murcia, que en su nombre y protección se alzaron y recibieron de su mano alcaide y guarnición en el Alcázar.

Hízose el levantamiento con grande secreto para cierta hora y día, en que tenían concertado de pasar a cuchillo todos los cristianos que moraban entre ellos.

Llegose la hora fatal de la degüella; y acertó que a una varonil mujer llamada Armengola, que había criado a sus pechos un hijo del moro Benaddon, alcaide del castillo de Orihuela, por misericordia del moro (después de muy juramentada de tener secreto) le fuese revelada la conjuración hecha para la ruina de los cristianos.

Venció luego a la flaqueza mujeril el ingenio y sin muestra de turbación, regració al alcaide la confianza del secreto; y en fe de él, le suplicó que pues no ignoraba que tenía abajo en el arrabal marido y dos hijas, le hiciese colmada merced de que bajase por ellos, para escaparlos del peligro de muerte.

Obligado el moro de las vivas obligaciones que a la dama cristiana tenía en razón de la crianza (o porque no hay contraste contra el decreto de Dios), dispensó con ellos; y al punto la cautelosa y magnánima mujer se salió en anocheciendo del castillo, y bajando al arrabal que los de Orihuela llaman Roche, hizo junta de los cristianos y dado el aviso de su cercana calamidad, los persuadió a que tres de ellos, los más animosos y fuertes se vistiesen de mujeres, y bien armados debajo de las ropas se subiesen con ella al castillo, y se alzasen con él.

II parte de la «Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia».

Llamábanse los tres escogidos para tan gloriosa transfiguración, Armengol, Juan de Arún y un tal Ruidoms; los cuales siguiendo los pasos de la mujer, llegaron a la puerta del castillo, y apenas fueron reconocidos por la guarda, que engañada con los vestidos, juzgando por la pinta que sería la familia de la Armengola, la franqueó con liberalidad.

No bien se vieron dentro, cuando dejando caer el rastrillo, porque no acudiese socorro, se descartaron los dos de las figuras de mujeres y jugando las espadas juntamente con el Armengol (que sería marido de ella), les ganaron por momentos las puertas a los guardas.

Tomadas las llaves, volaron a lo alto del castillo y echaron los cerrojos por defuera a algunos de los aposentos, porque no saliesen los del alcaide a dar con ellos; y en otros entraron acuchillando y matando; no haciendo menos risa la valerosa amazona, que como caudillo iba delante con un asta en la mano.

Era víspera o el mismo día de las dos hermanas vírgenes y mártires, Santa Justa y Rufina, naturales de Sevilla; y andando los leones cristianos por las coviles del castillo haciendo la carnicería que al trocado pensaban hacer los moros en ellos, fueron vistas descender del cielo dos grandes luces, que la una se asentó sobre el castillo, y la otra bajó hasta el arrabal; donde quedaban los demás cristianos medrosos como corderos en el corral que sienten alrededor el aullido del lobo, y no bulle pajuela que no se les antoje él.

Píamente se cree que venían allí las dos santas españolas a darles su favor en aquel trance, y alentados unos y otros con aquel celestial pronóstico, se les doblo el valor a los que andaban peleando por arriba.

Apuntáronse Juan de Arún y el alcaide moro, y fue tan reñida la pelea, que cayeron a la par muertos. Violo el marido de la Armengola, y juzgando que si faltaba el alcaide estaba lo más hecho, fiando de la brevedad de la ventura, dijo a su mujer que bajase en un vuelo al arrabal, y avisando a los cristianos del estado en que estaban las cosas los hiciese subir con sus armas, porque fortificados todos en el castillo, pudiesen esperar más a su salvo cualquier acontecimiento del enemigo.

Bajó, y oída por ellos la feliz embajada, se encaminaron al castillo con las armas y bastimentos que les dio licencia la prisa y la brevedad del tiempo, y se encastillaron en él.

Los moros, ignorantes de la contramina, acudieron al plazo para ejecutar su diabólico pensamiento; mas como echaron de ver que había sido descubierto, y que los cristianos estaban apoderados del castillo, acordaron envainar las espadas con sosiego, y hacer del traidor fiel.

Hasta enviarles comida para justificarse con el rey don Alonso, que era cierto que teniéndose por él el castillo había de venir luego algún ejército de cristianos a tomar enmienda de aquel insulto, como en efecto, vino nuestro rey don Jaime con el suyo en favor del yerno, más abrieron las puertas de la villa los moros y se entregaron sin contradicción.

Gaspar Escolano falleció el 20 de febrero de 1619. Su obra quedó en esos diez libros publicados en dos volúmenes.  

En 1878-1880, Juan Bautista Perales Boluda publicó las Décadas en tres volúmenes, aumentada con gran caudal de notas aclaratorias bajo el título de «Historia general de Valencia».

Historia general de Valencia

Inmediatamente, otro cronista valenciano dio cuenta de la leyenda. Fue el fraile dominico Francisco Diago, en 1613.

Este autor con mucha bibliografía a sus espaldas, incluyó la leyenda en sus Anales del Reyno de Valencia, en libro séptimo, capítulo treinta y siete, una obra que recopilaba muchos trabajos locales.

En ella solo menciona que Orihuela fue ganada a los Moros por un medio maravilloso, tramado por una animosa y valiente mujer.

Los detalles salen de la obra de Gaspar Escolano omitiendo el nombre de la heroína. 

Y así, ya consignada en dos prestigiosas crónicas, nació la Armengola como verdad histórica.

La leyenda llega a Oriola.

Un año después de la publicación de Gaspar Escolano y basándose en ella, en Orihuela, otro religioso llamado Francisco Martínez Paterna, incluyó a la Armengola en «El breve tratado de la fundación y antigüedad de Orihuela», obra de 1612 estudiada por el actual cronista de la Ciudad, Antonio Luis Galiano Pérez, quien publicó una edición facsímil en 1984.

Breve tratado de la fundación… Martínez Paterna. (1612). Facsímil Antonio Luis Galiano Pérez.

Para componerla, don Francisco, beneficiado de la Catedral y doctor en Teología por la Universidad de Orihuela, utilizó otras historias ya publicadas y consultó privilegios y documentos del inhóspito archivo de la Sala del Consell.

Su narración contiene más datos y demuestra que, al menos, se había leído el Libro de Repartimentos.

Aquí, las hijas son tres; y también los mozos, anónimos. Eso sí, cita a algunos de los que aparecen en los repartos.

Imagino que para el cálculo de años de dominación, a la fecha del tratado, 1243, le resta 711, el año que llegaron los primeros musulmanes a la península.

Sin embargo, luego cae en el error cronológico que cometió el famoso historiador murciano Francisco Cascales, situando la entrada en Orihuela en 1242. 

He aquí un resumen de su versión:

De cómo Origüela fue ganada por los cristianos a los moros: Después de haber estado la ciudad de Origüela en poder de los moros 532 años, apiadose Dios Nuestro Señor de ella por las muchas oraciones que los cristianos fieles y católicos que en ella vivían, cada día hacían a la Virgen Santísima María, a quien habían tomado por patrona y abogada.

La majestad divina que jamás olvida a los suyos dio victoria a los cristianos por medio de una maravillosa traza, enviada y bajada del cielo, y fue, que como los moros de Origüela habían determinado de pasar a cuchillo a todos los cristianos del arrabal roche que habían quedado en el por razón del pacto viviendo públicamente en la fe de nuestro señor Jesucristo, por defenderse mejor del infante don Alonso, hijo primogénito del Rey do Fernando 3º de este nombre llamado el santo….

Vinieron embajadores del Rey Moro de Murcia, llamado Abenhudiel para entregarle su Reino por parte de su Rey, por razón de haberse movido pleitos entre los vasallos de su reino contra él, habiendo venido a dicha ciudad a tomar posesión y saliendo a correr la tierra con sus soldados para conquistar los demás lugares, que le habían sido rebeldes, como fue Lorca, Mula, Cartagena u Origüela.

Sucedió en aquellos días, por permisión divina, que una cristiana de aquellas que estaban y habitaban en el arrabal roche le criaba al Alcaide del castillo de Origüela un hijo, y dándole aviso el alcaide a la ama cristiana de cómo los moros habían determinado de pasar a cuchillo todos los cristianos del arrabal, rogole él y su mujer, que se quedase en el castillo con ellos, que le acompañarían y defenderían de buen grado por la buena obra que hacia de criarles a su hijo.

La buena cristiana movida por el Espíritu Santo que la había tomado por instrumento como otra Judith para restaurar esta tierra, dijo que no podía servirles sin traer consigo tres hijas doncellas que tenía. Y concediolo el Alcaide por moción divina.

Aquellos valerosos cristianos godos, movidos de Dios, cambiaron las tres hijas por tres esforzados mancebos en hábito y traje de mujeres, con armas secretas debajo de los vestidos mujeriles se subieron al castillo en compañía de la ama, para con ánimo valeroso apoderarse de él y de sus enemigos, ayudándoles Dios, que es el Señor de las batallas.

La cristiana, con las armas de la oración, que son las más poderosas, subió al castillo a aquellos fuertes y valientes soldados vestidos de mujeres.

Los nombres no se han podido saber jamás, siendo dignos de que estuviesen escritos con letras de oro, aunque se sabe los nombres de los que después les siguieron y se apoderaron de la primera puerta del castillo, la que cae sobre el arrabal, que hoy llaman puerta de la traición por esta ocasión.

Están escritos en el libro de repartimiento de las Tahullas con mejoras del rey Alfonso dadas en abril de 1268. Fernando de Marfa Adalit, Íñigo Darun, Juan Jové, Ibañez de Oriol y Gil Lobet para que guardasen y defendiesen de los moros esta puerta.

Los fuertes mancebos subieron a lo alto de la fortaleza del castillo y sacaron sus armas que traían secretas y mataron a la guardia, alcaide, mujer e hijos alzando una bandera en señal de victoria a 17 día del mes de julio, día de las gloriosas vírgenes y mártires Justa y Rufina, patronas de esta ciudad en el año 1242.

Otros muchos cristianos dieron aviso al infante Alonso que debía estar muy cerca con su ejército y vino presto, se apoderó de la ciudad y tomó posesión del castillo, uno de los más fuertes que tiene España.

Y por ser tan poderosa fortaleza, los moros no pudieron entrar en ella y desde el año 1242 hasta hoy, nunca más se perdió la ciudad, en la cual entró el rey Don Jaime sin guerra alguna en diciembre de 1265 y pasó por el puente del río que era de madera a la ciudad de Murcia y después pasó en Origüela la navidad.

La Armengola había llegado a Orihuela para quedarse. Pero no todos aceptaron el fantástico relato.

De la misma época y con el mismo empeño en recoger la historia de Orihuela, tenemos a otro religioso, Mossen Pedro Bellot, nuestro mejor cronista, que califico esta historia de «ficción poética».

El rector de Catral no cayó en el embuste e intentó rebatirlo; pero sus alegaciones pronto fueron olvidadas, como las de otros analistas posteriores. No hay más ciego que quien no quiere ver.

ANALES DE ORIHUELA. SIGLOS XIV-XVI (2 TOMOS). Estudio, edición y notas del Dr. D. Juan Torres Fontes.

La versión del siglo XVII que más me ha gustado es la que probablemente llegó por primera vez al pueblo de Orihuela, en su inmensa mayoría analfabeto.

La escuchó por boca de Fray Francisco Gregorio Arques, en su sermón para la fiesta del 17 de julio de 1617.

Sorprendentemente, este fraile hizo mucho más creíble la historia. Sitúa la revuelta el 16 de julio de 1242, como Martínez Paterna, pero casi parece una operación de comandos. Os la resumo:

El alcaide vive en el castillo; y para librarse del dominio del infante Alfonso, decide pasar a cuchillo a los cristianos del arrabal.

Se lo comunica a la cristiana que daba el pecho a su hijo, que según dicen se llamaba Armengola.

La mujer pide subir a sus tres hijas doncellas.

Entonces avisa a los cristianos y estos resuelven que la acompañen tres mancebos de los más valientes en hábito mujeril y con armas bajo el vestido.

A los tres esforzados mancebos y a la valiente amazona les siguen veintisiete hombres más que, entrando por la puerta de la traición, matan a todos los guardas y toman el puesto.

Los tres godos, llegan frente al castillo y disfrazados de mujeres burlan a la guardia.

Entran, se quitan los vestidos mujeriles y sacan las armas, matando en un santiamén al alcaide, a su mujer, a sus hijos, a soldados y criados; alzando una bandera en señal de victoria.

En cuanto a los nombres, dicen algunos que eran: el adalid Hernando de Marfa, Íñigo Darun y Juan Jover, los tres primeros que figuran en la lista de encerrados en el castillo del libro de repartición.

Añade que otros como Escolano, los llaman Armengol, Riudoms y Juan Arún; pero que en realidad nadie sabe sus nombres.

Sermón para la fiesta del 17 de julio de 1617. Fray Francisco Gregorio Arques. Edición facsímil de Antonio Luis Galiano Pérez.

De una forma o de otra, con diferente número de protagonistas, esta historieta pasó a ser verdad histórica respaldada por cronistas de autoridad y prestigio.

Y para colmo, apareció un supuesto manuscrito del siglo XIII, certificando la existencia de Armengol y de su valiente esposa.

La Armengola. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 2.

Les Troves de Jaume Febrer.

El XVII fue también el siglo de la genealogía; maravilloso instrumento para proporcionar nobles antepasados a vanidosos adinerados.

Los falsificadores, con enorme trabajo, escribieron larguísimos cronicones en los que junto a datos verdaderos deslizaban otros falsos que satisfacían a los que financiaban sus obras.

Trovas de Mossen Jaime Febrer sobre los caballeros que vinieron con el rey Don Jaime a la conquista de Valencia.

Las Trovas de los linajes de Valencia decían ser obra de Jaume Febrer, un poeta del siglo XIII.

Muestran los escudos de armas de los nobles que acompañaron al monarca en la conquista de Valencia, mencionando al marido de la heroína con el nombre de Pedro Armengol; ennobleciéndolo hasta emparentarlo con el Condado de Barcelona.

Dice que lleva en su escudo un grifo de oro sobre campo encarnado, que desciende por línea natural de Gofré el Velloso, que estuvo en Valencia y en Orihuela, donde quedó avecindado con sus hijos y mujer.

Certificando que «doña Armengola», sabiendo que los sarracenos querían entregarse al Rey de Granada, acuchillando a los cristianos de la villa, se abalanzó con furia española, mató a los traidores y libertó Orihuela.

Trovas de Mossen Jaime Febrer sobre los caballeros que vinieron con el rey Don Jaime a la conquista de Valencia. Armengol.

Está demostrado que «Les Trobes» fueron escritas en el último tercio del siglo XVII por Onofre Esquerdo Sapena, erudito, genealogista, heraldista y cronista de la ciudad de Valencia, atribuyéndoselas a un hipotético antepasado suyo del siglo XIII.

Onofre era un esmerado calígrafo y buen conocedor de la poesía y la historia medieval. Compuso esas estrofas y las hizo circular por el entorno cultural valenciano.

No se puede certificar exactamente si la superchería tenía como objeto el puro engaño o si por el contrario, como parece probable, se trató de un juego entre eruditos.

Lo cierto es que no las llegó a publicar. 

Las dudas sobre la existencia del autor comenzaron mucho después, al ver la luz en el Diario de Valencia, en el año 1796.

En 1848 Joaquín María Bover publicó una nueva edición afirmando que el autor era hijo de Mossen Guillén Febrer, caballero que participó en las conquistas de Mallorca y Valencia acompañando a Jaime I, situando el principio de la obra en 1276, año de la muerte del Conquistador.

En el siglo XX quedó demostrado que era una falsificación con graves anacronías y errores históricos; con un lenguaje distinto al de los Fueros, la Crónica de Montaner, la de Jaime I y otras obras coetáneas.

La Ilustre Señora Doña Hermenegilda Eugenia Armengola, redentora de Orihuela. Tres imágenes en diversos tomos del Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos.

Dicen que cuando una leyenda abandona la tradición oral y queda escrita pierde la capacidad de transformarse. Pero no es el caso de la Armengola.

Impresa por primera vez a principios del siglo XVII, quedaban siglos de transformación y enriquecimiento en los que autores oriolanos fueron copiándose unos a otros, fantaseando y añadiendo nuevos detalles.

«La Armengola», óleo de Vicente Navarro (1901).

Una bola de nieve que fue creciendo (excepto en el número de acompañantes de la Armengola, que se fue reduciendo hasta quedar en dos), inspirando a poetas, a dramaturgos e historiadores de poco fuste, hasta llegar a nuestros días tal y como la conocéis, como parte del rico patrimonio inmaterial oriolano.

«Las estrellas de Orihuela, Santa Justa y Santa Rufina, y hazaña de la Armenola». «Comedia nueva que un ingenio valenciano consagra a la muy noble y muy leal ciudad de Orihuela 1729».

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Publicado en la revista de Moros y Cristianos 2018. En memoria de Justo García Soriano.

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