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Callejeando 28. ASJ 2. Los Hostales.

Archivo Mariano Pedrera.
Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVIII.
Los Hostales. Entre las casas de los Roca y los Pizana. Colección Javier Sánchez Portas.

Los Hostales/ Bajada del Puente Nuevo.

Lo carrer de els Ostals desde la porta de Elig a la Corredora.

No se puede describir mejor. Como bien nos indica el siguiente padrón, confeccionado en el siglo XVII, la calle de los Hostales abarcaba el terreno comprendido entre la puerta de Elche y la Corredera.

Un espacio extramuros, surcado de acequias, donde se fueron concentrando hostales, posadas, mesones y paradores de carros.

Archivo Municipal de Orihuela. Padrón 1651.
Calle Alfonso XIII. Colección Javier Sánchez Portas
Calle Alfonso XIII. Colección Javier Sánchez Portas

Esta zona extramuros comenzó a poblarse en el siglo XV, periodo de gran expansión urbanística. En la centuria anterior había sido escenario principal del asedio sufrido durante la Guerra de los dos Pedros.

Entre la puerta de Elche y un portillo que llamaban del Salvador (a la altura de la actual casa de Rubalcava, en la calle Mayor) estaba uno de los puntos más débiles de la muralla, un tramo descuidado por considerarlo bien protegido por las cuatro acequias que actuaban a modo de foso.

Pero en aquella contienda las acequias fueron cegadas y, utilizando máquinas de asedio, los castellanos lograron abrir una brecha de sesenta brazas; destrozando también dos molinos, seguramente los antecedentes del molino del molino Grande y del «moli fariner del señor de Coix».  

Molino de Cox. Principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

Esta última y añeja instalación hidráulica, que contaba en el siglo XIX con cuatro piedras de moler, pertenecía a Diego Marín Barnuevo , señor de Cox y de la Condomina, caballero de la Cruz de Carlos III y senador vitalicio (1810-1884) . 

Ello motivó que, en la sesión del 14 marzo de 1861, la Comisión municipal del Nomenclátor dictaminase preocupada que, a ese callejón llamado del Molino, se le debía llamar calle del Molino de Cox para evitar confundirla con otra calle de igual nombre que existía en el arrabal de San Agustín. Se referían a la Calle del Molino, paralela a la Plaza Nueva; que pasó a llamarse del Molino Grande.

Puente de Levante y Molino de Cox
Puente de Levante y Molino de Cox.
Molino de Cox. Principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle Molino de Cox/Macando. Archivo Rafa Almira

Este callejón fue alineado y reformado a finales del XIX con motivo de las obras de construcción del Casino Orcelitano. Su titulación se mantuvo hasta que, en 1984, se lo dedicaron a uno de los propietarios del «Bar Zara»: Antonio Rodríguez Egío, alias “Macando”.

Calle Molino de Cox/Macando
Archivo Rafa Almira
Antonio Rodríguez Egío “Macando”.
Archivo Lola Sánchez

El diseño y urbanización de la calle de los Hostales comenzó a trazarse en 1747, cuando Luis Roca y Moncada decidió construir una «casa principal, en el sitio que estaban las pertenecientes a su mayorazgo, hermoseando el frontis y dando línea recta al edificio».

La construcción del palacio que alberga el actual hotel Tudemir cambió la fisonomía de la zona, sacando una “casa noble” al arrabal por encima de la muralla que, convertida en un obstáculo, fue desapareciendo para conformar la que ahora es la calle Alfonso XIII.

Biblioteca Fernando de Loazes. En el Palacio de los Roca.

Pinchando en la siguiente imagen se accede a un pequeño artículo sobre dicha construcción y el conflicto que provocó con su vecino, el de Pizana.

Rocas y Pizanas
Enlace a artículo
Francisco Luis Galiano Moreno

Con el paso del tiempo, el obsoleto muro que llegaba hasta la esquina del «Vallet» quedó cubierto por casas adosadas al exterior.

Quizá siguiendo el ejemplo de los Roca, los mercedarios emprendieron la restauración de su enorme edificio conventual en la segunda mitad del siglo XVIII, cambiando la orientación de su portada principal hacia la nueva calle; por encima de la muralla; en línea con el extremo del palacio.

Alfonso XIII Merced
Calle Alfonso XIII. Archivo Alberto Zerón.
Calle Alfonso XIII. Colección Tejuelo.

Como ya he comentado, fronteriza con la de los Roca estaba la casa de los Pizana. Pascual Madoz afirmó en su diccionario que, por su capacidad y arquitectura, ambas casas podían considerarse palacios. Durante más de veinte años, desde 1864 hasta la construcción del actual en 1888, fue la sede del «Casino Orcelitano».

La calle de los Hostales en 1886. Al fondo el casino en la casa de Pizana. Colección Antonio Luis Galiano Pérez.

En la década de 1890 albergó las instalaciones de la «Fonda España», propiedad de Joaquín Alonso Lidón.

Gran Hotel de España
Colección Javier Sánchez Portas.

Junto a la fonda, en las accesorias del edificio, se abrieron varios comercios:

El primitivo murciano. Manuel Clemares.

«El primitivo murciano». Primera casa en novedades. Alfonso XIII núm.4, junto a la Fonda España. Mercería, pasamanería, cuellos, puños y corbatas, perfumería del país y extranjera, guantes de piel, lana, hilo, seda, sombrillas, paraguas,abanicos, bisutería, artículos de punto, sedas, algodones de bordar, peines y peinetas, artículos de piel, corsés e infinidad de artículos del ramo.

Regentado por Manuel Clemares, pasó luego a llamarse «El Murciano»; ofreciendo productos de mercería, perfumería, camisería, juguetería, peletería, bisutería y grandes oportunidades.

El Murciano. Manuel Clemares.
El Murciano. Foto Belda. Archivo Cánovas Saavedra.

En 1904 la Fonda España sufrió profundas reformas para convertirse en el Gran Hotel de España, un lujoso establecimiento con gran salón para banquetes.

Durante años fue el hospedaje más prestigioso de Orihuela; hasta la construcción del Hotel Palace en el otro extremo de la calle de Loazes.

En 1915 lo regentaba su hijo, Joaquín Alonso Cifuentes; quien como veremos, acabaría comprando el Hotel Palace.

«El Eco del Segura» 1909.
Calle Alfonso XIII. Al fondo Gran Hotel de España. Colección Javier Sánchez Portas.

Otro establecimiento de la misma época alojado en los bajos de la casa de Pizana fue el «Café de Levante». Famoso por sus tertulias, en la publicidad ofrecía selecto café, helados; y, en los días especiales, sopada, flanes y almojábanas. Reformado en 1907, era propiedad de Manuel Esquiva.

Café de Levante. Junto al Casino.

Los Pizana eran dueños también de una enorme y antigua posada parador, al menos desde el siglo XVII. El añejo edificio se extendía hasta el inicio del puente de Levante dejando una estrecha vía que provocaba continuas quejas por su mal estado.

El 30 de octubre de 1886, el alcalde Ballesteros Villanueva se encargó personalmente de comprar la Posada de Pizana ante el notario de Murcia Juan de La Cierva Soto, con el fin de que «la demoledora piqueta del material progreso, echase al suelo el vetusto edificio, esparciendo las ruinas de pasados siglos para que sobre sus restos se elevasen modernos edificios más en armonía con las leyes de la arquitectura moderna y de la urbana policía».

El antiquísimo edificio cayó en diciembre de ese mismo año; y en parte del solar se edificó el nuevo «Casino Orcelitano». Transcribo algunas noticias publicadas por aquellas fechas:

La crónica. 30 de septiembre de 1886: Zanjadas ya algunas dificultades que se ofrecieron para la adquisición de la posada de Pizana, parece que su dueño ha prestado el consentimiento para que se venda, o mejor dicho para que se permute por tierras de la huerta que den igual producto anual, y por lo tanto dentro de poco se otorgará la escritura, y consiguientemente, podrá precederse al derribo de ese edificio, cumpliéndose así por fin, el deseo constante el capricho decidido, y el sueño más dorado de ciertos y determinados sujetos que en nuestra opinión no pueden ser completamente felices mientras no vean en ruinas ese vetusto edificio, que había llegado a ser la pesadilla de sus noches de insomnio. ¡Que sea pues en hora buena!

La crónica. Campaña diciembre de 1885: ¡ACUDID, GOLOSOS! A la hospedería de Pizana, que ha llegado el conocido Antonio García Monerri con abundante surtido en turrones de Jijona, yema, nieve y duro; peladillas finísimas y anises.

El día. Campaña de diciembre de 1885 a marzo de 1886: EL CONOCIDO DENTISTA DE ELCHE D. RAMON GONZÁLVEZ tiene el honor de poner en conocimiento de sus numerosos parroquianos, y del público en general, que habiéndose trasladado los ex -dueños de la Posada de Pizana, a la del Sol, él pasará una temporada en esta última. Allí ofrece sus servicios, en todo lo que concierne a su profesión desde las 8 de la mañana a la 1 de la tarde en la POSADA DEL SOL, CUARTO NÚMERO 12.

Hospedaje de Pizana y Molino de Cox. 1870. Colección Javier Sánchez Portas.

Su derribo propició la construcción del nuevo «Casino Orcelitano» y el ensanche y urbanización de la calle que, hasta finales del XIX se nombraba sencillamente como calle del Puente nuevo o Bajada del Puente.

Calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.

El diario de Orihuela. 15 de noviembre de 1886: Hasta el domingo próximo se admiten en la «Sociedad Unión Agrícola Orcelitana» proposiciones para el derribo de la posada de Pizana y aprovechamiento de materiales.

El diario de Orihuela. 25 de noviembre de 1886: Ayer tarde comenzó el derribo de la posada de Pizana, el cual se hace según se nos dice por cuenta de la «Sociedad Unión Agrícola».

El diario de Orihuela. 2 de diciembre de 1886: Ayer empezaron a venderse los materiales de la Posada de Pizana la cual, ya desocupada por el inquilino, se está derribando en su totalidad.

El diario de Orihuela. 4 de diciembre de 1886: Con la teja y piedra de la derruida Posada de Pizana se ha quedado el Casino Orcelitano.

La Crónica. 16 de diciembre de 1886: La posada de Pizana ha desaparecido ya casi por completo, faltando solo la nivelación del terreno y las aceras para que lo que en su día fue un vetusto edificio quede convertido en una ancha avenida o arteria principal de la ciudad. Adelante pues y que Orihuela progrese poco a poco pero sin descanso hasta ponerse a la altura de las mejores poblaciones de su clase y censo.

Y ya que hablamos de esa mejora debida real y verdaderamente a la sociedad agrícola orcelitana, justo seria que esa nueva calle llevase el nombre de quien la ha hecho y que por lo tanto se llamase calle de la Unión, o si dicha sociedad es tan modesta que declina ese merecido honor, podría llamarse calle del Progreso, o de Loaces, Moncada o Rocamora si en ella se quiere perpetuar la memoria de alguno de esos ilustres hijos de Orihuela, que honran la patria historia.

Y la «memoria perpetuada» fue la de Loazes.

El diario de Orihuela. 19 de septiembre 1887: Es otro de los puntos de la crónica de la semana que merece nuestra atención el acto llevado a cabo por la corporación municipal, al acordar la titulación de la nueva calle abierta en la subida del Puente Nuevo y la que pone en comunicación la calle Mayor con la de la Feria.

Sin duda alguna que nuestro Ayuntamiento ha interpretado los deseos de la población buscando dos nombres ilustres entre los más esclarecidos hijos de Orihuela.

El nombre de Cardenal Loaces, honra de esta vieja ciudad y gloria de la Iglesia española, al señalar una de las calles de la población, recordará siempre una de las páginas de nuestra brillante historia.

El diario de Orihuela. 6 octubre 1887: Ya están terminados los rótulos de las calles del Cardenal Loaces, Capitán Grifol y Santacruz. Los títulos en caracteres negros están grabados en tableros de mármol blanco de Macael.

El diario de Orihuela. 11 octubre 1887: La colocación de los rótulos en las calles nuevamente tituladas, ha sido el asunto que ha dado importancia a la semana que finó ayer. Los nombres de tres hijos ilustres de Orihuela han sido grabados en mármol y serán pronunciados al mencionar las calles que titulan por las generaciones venideras.

La Calle del Puente Nuevo, era complementaria a los Hostales. Además de la de Pizana, albergaba el Hospedaje de Buena Vista; con cuadras y coche de punto para recoger a los viajeros en la Estación de Ferrocarril.

Completaban la oferta comercial varias tabernas, cafetines, horchaterías, modestas casas de comida…

El diario de Orihuela. Campaña publicitarias en diciembre de 1886: HOSPEDAJE DE BUENA VISTA. Se ha trasladado a él, Juan Lidón, antiguo dueño de la posada de Pizana, el cual ofrece en su nuevo establecimiento a sus numerosos parroquianos cómodas habitaciones y un esmerado servicio de cocina.PARA LAS PASCUAS.

El diario de Orihuela. Campaña publicitarias en diciembre de 1886: El conocido TURRONERO DE JIJONA Antonio García, que por espacio de muchos años venía parando en la derruida posada de Pizana, ha llegado a esta ciudad con un gran surtido en turrones de todas clases y peladillas de lo más escogido, y está de parada en el HOSPEDAJE DE BUENA VISTA.

En 1895, una riada afectó seriamente al Hospedaje de Buena Vista, socavando parte de sus cimientos, especialmente en las cuadras. Con el cambio de siglo se anunciaba en prensa como Hotel o Parador de Buena Vista, propiedad de la viuda de Francisco Abadía.

Hospedaje de Buena Vista. Principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle de Loazes y Puente de Levante. Colección Javier Sánchez Portas.

Utilizando el vocabulario de la época, con el cambio de siglo todo lo añejo desapareció para levantar una calle elegante, vestida a la moderna; aseñorada, con hoteles, casino, casas lujosas y automóviles aparcados.

Calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.

Con esa drástica reforma la calle de Loazes se convirtió en el corazón comercial y social de Orihuela. Con el paso de los años, el Hospedaje de Buena Vista se transformó en «Palace Hotel».

Riada de marzo de 1924. A la izquierda las obras del Palace Hotel. Colección Javier Sánchez Portas.

En mayo de 1924, «El Pueblo» anunciaba la próxima inauguración del Hotel Palace que, con todo lujo y confort, había construído el rico propietario José Gea Lidón.

Buscando la cronología de riadas se puede comprobar que hubo una en marzo de ese mismo año; y así quedaron retratadas las obras.

Palace Hotel en sus primeros años. Colección Javier Sánchez Portas.

Dos años después, concretamente en noviembre de 1926, Joaquín Alonso Cifuentes, propietario del desaparecido Gran Hotel de España, se hacía cargo del Palace Hotel en calidad de director propietario; prometiendo importantes modificaciones en el café y restaurant en beneficio de los clientes, especialmente, para los turistas extranjeros (puso de moda entre las señoras tomar el té) .

Calle de Loazes desde el Puente de Levante.

La corriente nacionalista y autárquica de la España de la posguerra hizo que el Palace Hotel cambiase a Hotel Palas, establecimiento que recuerdo vagamente acompañando a mis padres durante mi infancia; sobre todo, la puerta giratoria.

Carta con membrete del «Hotel Palas». 1952.

Derribado en la primera mitad de los ochenta, fue sustituido por el edificio que albergó la sede principal de la Caja de Ahorros del Mediterráneo; de la que solo quedaba (no sé qué será de ella ahora) el aula cultural.

Calle de Loazes desde el Puente de Levante. En primer plano, el Palace Hotel. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle de Loazes y Hotel Palas poco antes del derribo. Colección Rafa Almira.

Para saber más de la urbanización de esta calle y de la construcción del Casino, os dejo otro artículo monográfico al que podéis llegar pinchando la siguiente imagen.

Enlace a artículo Casino.

En septiembre de 1887, reformada totalmente la calle del Puente Nuevo y cercano el cuarto centenario de su nacimiento, recibió el nombre de Fernando de Loazes arreglando la injusticia cometida con uno de los oriolanos más universales; ignorado hasta entonces en el callejero oficial.

Busto del Patriarca. José M. Pérez Basanta.

La verdadera calle de «los Loases», en la que el ilustre patriarca nació, desapareció en el siglo XVIII con la construcción del convento de Jesuitas que luego pasó a las Salesas.

Sobre la primitiva calle de Loazes, os dejo otro artículo pinchando la siguiente imagen:

Enlace a artículo

En 1926, para acabar de ennoblecer la calle. instalaron un «kiosco biblioteca»:

El pueblo. 1 de abril 1926: Kiosco de la Caja de Nuestra Señora de Monserrate. Kiosco de buenas y sabias lecturas. Artes, ciencias, religión, literatura, cuanto pueda desear el espíritu más selecto y culto está a la venta o se admite a encargo en este kiosco, situado en la espaciosa calle de Loaces, junto al puente, embelleciendo la amplia avenida, arteria principal de la ciudad de Orihuela.

Kiosco de la Caja de Ahorros de Ntra Sra de Monserrate. 1926.

El pueblo. 4 de octubre 1926: Todo entusiasta de las buenas lecturas, debía acudir al magnífico kiosco de la Caja de Ahorros de Nuestra Señora de Monserrate, situado en la calle Loazes. Allí encontraría un inmenso y variado surtido en obras de arte, ciencias, religión y literatura.

Calle de Loazes con el Kiosco. Ministerio de Cultura.
Calle de García Hernández desde el Puente de Levante. Colección Javier Sánchez Portas.
Ferretería Penalva en calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.

Durante la II República titularon la de Loazes como calle de García Hernández; y la de Alfonso XIII pasó a llamarse Fermín Galán. Los dos mártires de la República fusilados por la sublevación de 1930.

Con la República llegó de Murcia un pastelero (mi abuelo), que trajo consigo las recetas aprendidas en el Horno de la Fuensanta. Se llamaba Emilio Albarracín Garcerán. Y se instaló frente al Casino.

Pastelería «La Murciana» 1932.
Pastelería «La Murciana». De Emilio Albarracín. En la foto Lilita Albarracín, mi madre.

Mi abuelo me decía que en Orihuela había dos zonas para confiterías: Loazes-Los Hostales y Plaza Nueva-Cubero.

«La Modernista». Calle Alfonso XIII, esquina Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.

En la esquina entre Loazes y Los Hostales estaba «La Modernista» de Joaquín Reymundo, abierta en 1870. El edificio fue reedificado en 1905 y decorado por Enrique Luis. Y la confitería pasó a su nieto, Joaquín Gili Reymundo.

«El Pueblo» 1926

Lo que no sabía, y descubrí hace muy poco, es que dicha confitería en Alfonso XIII 8, fue regentada como sucursal de «La Murciana», también por mi abuelo.

Murcia deportiva. Semanario deportivo. 7 de octubre 1946.

Otro confitero de apellido Reymundo y de nombre Luis, se estableció a principios del siglo XX junto al puente de Levante.

Y como olvidar la famosa confitería Agrasot en el siglo XIX. Propiedad de Ramón, el hermano de Joaquín. Desde 1899 a 1901, la confitería figura como: «Agrasot (Viuda de Ramón), Hostales».

Hasta que la viuda traspasó la confitería a Mariano Ros García, quien en 1902 aparece ya como propietario. Este confitero estaba establecido anteriormente en la Plaza Nueva (1885) y también en la calle del Colegio.

«El Labrador» julio de 1902.

Luego llegó la confitería del Ángel (en el año 1928 aprox.), instalada en el viejo convento de los mercedarios, convertido en viviendas y locales.

Para caramelos y bombones la repostería del ÁNGEL. Especialidad en masa dormida. Caramelos de la Cofradía del Perdón con el lujoso estuche forma nazareno.—Alfonso XIII, 1.

Aguantó el tipo casi un siglo, como única representante del gremio en la zona. Hasta que, en enero del año 2023, cerró definitivamente sus puertas dejando a «los hostales» sin pastelerías.

Confitería «El Ángel» 1929.

Dejemos las confiterías y volvamos a la calle de Loazes. Otro establecimiento emblemático abierto durante la II República fue el Zara.

En 1931, uno de sus propietarios, Rafael Gas Soriano (1900-1985), era camarero del Casino Orcelitano, presidente de la Sociedad de Camareros el Oriol y vicepresidente de la agrupación socialista.

En el Zara. Rafael Gas Soriano y Rafael Gas Céspedes. Archivo Lola Sánchez.

El otro, mencionado anteriormente en la calle Molino de Cox, fue Antonio Rodríguez Egío «Macando».  Protagonista de sus tertulias.

El 17 de julio de 1935, Antonio Rodríguez Egío (Macando) y Rafael Gas Soriano, dejaron el Casino Orcelitano y se instalaron en el número 4 de la Calle de Loazes.

El Zara y su edificio desaparecieron también en la década de los noventa para ser sustituido por una especie de cubo.

La tertulia en el Bar Zara. El Cartel de Semana Santa es de 1962. De izquierda a derecha: Antonio Rodríguez Egío «Macando»; José Martínez Arenas; (desconocido); Luis Cartagena Soriano; (con boina) Mariano Bregante Rabaza; Pepe Gil (de Tejidos Gil en la C/ Mayor); (con boina) Antonio Sánchez «el Civiles» (carpintero de la calle Timor); (desconocido); Luis Saavedra Bonilla; (desconocido). Colección Cánovas Saavedra.
La barra del Zara a finales de los 50. Archivo JM Dayas.
El Zara en sus últimos años. Archivo Rafa Almira.
Calle de Loazes
Calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle de Loazes desde el Puente de Levante. El principio del fin. Archivo Mariano Pedrera.

La traviesa que parte de Loazes hasta el Teatro Circo, se llamó en lo antiguo del Salitre de Rocamora. Un triste callejón que giraba al final para terminar en el río.

Nombrado sencillamente como callejón del Salitre, fue modificado a comienzos del siglo XX para dar acceso al nuevo Teatro Circo.

Loazes esquina Salitre/Rufino Gea.
Calle del Salitre. Antonio Ballester Vidal.

Urbanizado durante la II República al igual que el llamado ensanche del Teatro Circo, en febrero de 1934 se presentó el proyecto de apertura y ensanche de la calle del Salitre, redactado por el arquitecto municipal Severiano Sánchez Ballesta.

Recibió su actual nombre el 12 de marzo de 1969, en honor a uno de nuestros cronistas locales, José Rufino Gea Martínez.

Ensanche del Teatro Circo. Antonio Ballester Vidal.

En cuanto al ensanche del Teatro Circo, se llamó Plaza del Poeta Sansano, homenajeando al poeta y periodista oriolano Juan Sansano Benisa (1887-1955).

Para saber más sobre su traslado y reconstrucción; para ver imágenes de nuestro teatro, pinchad el siguiente enlace.

Enlace a artículo.

Volviendo a «los Hostales», la calle mantuvo su titulación durante siglos, aunque alguna vez aparezca también como «Los Mesones».

PENALVA HERMANOS. Alfonso XIII, núm. 12.
Anuncios de 1887 y 1924.

Perdió su nombre tradicional en una sesión municipal, celebrada el 10 de octubre de 1896; donde se manifestó el deseo «expresado por sus vecinos y propietarios» de sustituirlo por el del Beato Diego José de Cádiz; quedando aprobado por unanimidad.

Fray Diego José de Cádiz, predicando desde «La Sala» en 1787. Dibujo de Montesinos.
Alfonso XIII en 1910. Entierro del obispo Juan Maura. Colección Javier Sánchez Portas.

No sabemos si en realidad fue iniciativa de sus moradores; pero lo cierto es que pronto comenzaron a quejarse de un título tan extenso. Y poco le duró el nombrecito de marras; el 10 de mayo de 1902, para celebrar la mayoría de edad de Alfonso de Borbón y su acceso al trono, se decidió «perpetuar tan gloriosa fecha» otorgando a esta calle el nombre de Alfonso XIII. 

«El Alcalde Presidente manifestó que el día 17 del actual se verificará la jura de S.M. el Rey Don Alfonso XIII, como consecuencia de haber cumplido la mayor edad, entrando a reinar, como dispone la Constitución del Estado y que el Ayuntamiento debía asociarse al jubileo general de la Nación.

El Ayuntamiento, adhiriéndose a la proposición del Sr. Presidente, acordó por unanimidad, que para perpetuar tan gloriosa fecha se ponga el nombre de Calle de Alfonso XIII a la que hoy tiene por título del Beato Fray Diego José de Cádiz». 

Alfonso XIII. Francisco Luis Galiano Moreno.

Una porción de fachada con el escudo de los mercedarios y la pésima recomposición de la portada del templo -demolido y reconvertido en museo de Semana Santa-, es lo que nos queda del enorme convento e iglesia de la Merced.

Francisco Luis Galiano Moreno.

El escudo presenta en la parte superior la cruz de la catedral de Barcelona. En la inferior las barras de Aragón. Completa la talla una corona real en honor a su benefactor, el rey Jaume I.

En el siguiente enlace podréis encontrar una breve historia de los mercedarios en Orihuela:

Enlace a artículo

Desamortizado en el siglo XIX, pasó a manos de un industrial catalán llamado Vilaregut. Cuando falleció, su viuda lo puso en venta. Lo compraron unas señoras oriolanas para acabar troceado y repartido.

Alfonso XIII y Ballesteros Villanueva. Francisco Luis Galiano Moreno.

Los tres trozos resultantes están claramente diferenciados: La parte de convento que se conserva, los altos edificios y la situada en el Vallet. Para conocer la historia de esta compraventa os aconsejo pinchar el siguiente enlace.

Enlace a artículo.
Calle Alfonso XIII. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle Alfonso XIII. Colección Javier Sánchez Portas.

En noviembre de 1878, Atanasio García Cubero, terrateniente metido a político (llegó a ser alcalde de Orihuela) y sobrino del obispo Cubero, solicitó derribar la Posada de La Luna, al final de los Hostales (otro hospedaje centenario, al igual que la del Sol), para construir un enorme y lujoso edificio.

Dos años después, el propio prelado costeó parte del embovedado de parte de una acequia maloliente que daría lugar a la calle Escorrata, cuando se decidieron a unirla con la de Salitre en el primer cuarto del siglo XX.

La casa de Cubero en 1929. Colección Javier Sánchez Portas. 

La «Casa de los Hostales» estaba dividida en tres caserones independientes comunicados por un patio interior; uno para cada uno de sus hijos: Pedro María, Carola y Emilia García Murphy.  También, de forma independiente, fueron cayendo hasta que solo quedó el de la esquina con Escorrata.

Edificio de los García Murphy a principios del XX. Colección Javier Sánchez Portas.
El último en caer. Jorge Belmonte Bas.

Como curiosidad, al fallecer Benito Pérez Galdós en 1920 le dieron su nombre a la calle Unión Agrícola (actual Avenida España). Por no ofender a dicha institución, se lo pasaron a la modesta calleja de la Escorrata.

Al proclamarse la II República, insistieron en otorgar el nombre del escritor a la calle Unión Agrícola; determinando al final que fuese la del Obispo Rocamora; pues Unión Agrícola sería Pablo Iglesias.

II República. Calle de Fermín Galán. Colección Javier Sánchez Portas.

Actualmente, una modesta calle en Orihuela Costa recuerda la figura de Benito Pérez Galdós; eso sí, acompañado por Miguel de Cervantes, Juan Ramón Jiménez y Concha Espina.

Benito Pérez Galdós

La última traviesa, paralela a la escorrata, está dedicada a Federico Rogel, fallecido en 1915. Este músico oriolano transcribió en 1880 la primera partitura en nomenclatura musical del famoso «canto de la pasión»; dejando escritos unos cantos religiosos populares transmitidos oralmente durante siglos.

Vamos a situarnos en la parte final de la calle Alfonso XIII. Desde ahí nos podemos imaginar la esquina de la muralla; es decir, en el chaflán que forman las calles de Alfonso XIII y Ballesteros Villanueva.

Y el muro medieval que por un lado llegaba hasta la torre que se conserva detrás del Hotel Tudemir, junto a lo que fue la puerta de Elche y por el otro en línea recta hasta las torres al pie de la sierra, en lo que fue la puerta de Crevillente.

Para ayudar un poco, os dejo este vídeo:

Fotografía: Francisco Luis Galiano. Vídeo: José Antonio Ruiz Peñalver

En el verano de 1926 el arquitecto municipal Severiano Sánchez Ballesta proyectó enderezar el entronque le la Corredera con los Hostales, dejando una calle bien ancha que se prolongaría con nuevas construcciones en la carretera de Almoradí.

Esto no se materializó totalmente hasta finales de los sesenta, cuando derribaron los tres cuerpos del edificio del obispo Cubero. En su lugar levantaron altísimos edificios que se retranquearon para facilitar el acceso a la Corredera y formar una pequeña plazuela.

Alfonso XIII/San Juan. Colección Javier Sánchez Portas.

En realidad, Sánchez Ballesta pretendía modernizar toda la zona alineando las callejuelas sinuosas para que los rayos solares mejorasen su salubridad, especialmente Ballesteros Villanueva, San Juan y Pintor Agrasot.

Las dos primeras quería ensancharlas enderezando sus líneas magistrales. Para las dos últimas proponía derribar también sus arcos finales, según su opinión sin valor artístico; y que solo provocaban rincones infecciosos, impidiendo el tránsito de grandes coches, obligados a circular por la calle del Colegio.

Sus imágenes pasarían a capillas instaladas en los laterales de las calles.

Alfonso XIII/San Juan/Corredera. Colección Javier Sánchez Portas

Como veremos, consiguió tirar el de la calle San Juan, bastante deteriorado. El de la Corredera aguantó pocos años más, hasta la II República.

Pero de la Corredera, hablaremos en el siguiente capítulo...

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba)

Siguiente capítulo

Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas por la mayoría de las fotografías.

Callejeando 10. La Torre y la Cruz del Río.

Plaza de Santiago y Calle del Hospital. Colección Mariano Pedrera.

Salida al Río y «Lugar del Piejo».

Siguiendo por la calle del Hospital dejamos a la derecha la Plaza de Santiago, de la que hablaremos a la vuelta. Rebasada dicha plaza, encontramos dos callejuelas a la derecha y tres a la izquierda.

Fragmento plano de Francisco Coello en 1859.

Como podemos comprobar en el plano de Coello de 1859, los callejones en el siglo XIX eran tres a la derecha y cuatro a la izquierda.

Pero el que unía la plaza con el río, y el que prolongaba la calle de la Gloria hasta la de Santiago desaparecieron. Este último continuaba entre la Misericordia y Monserrate hasta unir el río con la peña.

Las que se conservan a la derecha se llaman Calle de la Espada y Travesía de Santiago.

La primera no figura en ningún padrón o reparto; pero existe al menos desde el siglo XIX. La mencionan en los trabajos del nomenclátor de 1861. También aparece en la prensa de final de siglo gracias a una taberna de mala reputación.

El Thader. 8 de octubre 1895: No hay que pensar en denunciar hechos que ocurran en el Arrabal Roig. Uno de los asiduos concurrentes a la taberna de la calle de la Espada, nos dijo anoche. ¿Señorito: Vd. es el «redator» que ha puesto eso de la calle de la Espada?

Nosotros contestamos asintiendo para ver lo que se le ofrecía. Pero nada, con la mayor cachaba del mundo nos dijo que no nos cansáramos en escribir sobre el particular porque han de seguir jugando en dicha calle, así como bebiendo tinto después de las diez de la noche.

La otra titulación es la forma más simple para nombrar calles modestas en la redacción de padrones y callejeros: se escribía el título de la calle principal, y al resto traviesas o travesías.

Fotografía Ajomalba.

La comisión para el arreglo del nomenclátor, en 1861, trató de unificarla con la primera de la izquierda, la llamada Salida al Río (en el plano, los números 1 y 2). Y para titularla escogieron el nombre de uno de los heroicos defensores del castillo durante la reconquista. Pero la propuesta no prosperó.

La Calleja que desde la Casa de Expósitos conduce a la Calle del Hospital, y de ésta a la Cruz del Río, llamada hoy Salida del Río, se nombrará Calle Ibáñez de Oriol.

Como su nombre indica, daba acceso al Segura a través de un portillo cuyos restos conservan las guías talladas en piedra para protegerse de las crecidas.

Fotografía Ajomalba.

Tenemos un documento de fecha 3 de noviembre de 1800, anexo al libro de actas, que cita el Portillo de la Calle de la Gloria, localizado entre la barrera de la Cruz del Río y el Portillo del Barrio del Piojo.

Normas que hay que observar para la construcción de tapias, las barreras y portillos de esta ciudad. Las cuales deberán ser de piedra y yeso con el grueso de palmo y medio y quince de elevación desde la superficie de la tierra, su bordo y el «simiento» correspondiente...

11. Barrera de la Cruz del Río; 12 Portillo de la Calle de la Gloria, con su albellón y palos de olivera; 13. Portillo del Barrio llamado del Piojo, desde la esquina de la última casa a la de Ros por la espalda, con su albellón y palos de olivera.

Portillo con salida al río. Fotografía de Juan Fenoll Villegas. Archivo Mariano Pedrera

El barrio o «lugar del Piojo» aparece en los padrones de primeros del siglo XIX. He localizado «barrios del Piojo» en localidades de Murcia, Albacete, Teruel, Toledo…

Antes de leer lo del portillo, su ubicación en varios repartos me despistó un poco. Como podéis comprobar, en el de 1803 aparece entre la Plaza de Monserrate y la Calle Torreta.

Reparto 1803. Archivo Municipal de Orihuela.

Y en el índice de 1811, entre la Plaza de Monserrate y Capuchinos.

Reparto 1811. Archivo Municipal de Orihuela.

Sin embargo, en repartos posteriores, lo anotaron junto a las calles del Hospital y de la Gloria.

Repartos siglo XIX. Archivo Municipal de Orihuela.

Si tenía un portillo cercano a la Cruz del Río y a las casas de Ros, podría ser la zona que, la comisión del nomenclátor en 1861, llamaba «Espaldas de Ros».

El sitio llamado Espaldas de Ros y antes Barrio de Rocafull, en memoria del célebre D. Guillén, cuyo retrato se conserva en la Casa Consistorial, se denominará Calle de Rocafull.

La sugerencia de dedicar una calle a los Rocafull, muy presentes en la zona como luego veremos, no se tuvo en cuenta; pero sí tenemos una calle dedicada al tal Ros.

Fotografía Ajomalba

La «Cruz del Río».

La Cruz del Río.

El lugar llamado «Cruz del río» o «Rebalso» era un idílico paraje del que sólo perduran fotografías. En el apartado «Cruces extramuros», Gisbert dice lo siguiente:

En cuanto a la cruz llamada del Río, en la margen izquierda de éste, junto al antiguo camino de Murcia y al torreón de Embergoñes, no podemos acotar el año de su fabricación; pero sí asegurar que es muy posterior a las otras seis, como que Montesinos no habla de ella al hacerlo de éstas.

Es cual jalón para medir la altura en las grandes avenidas del Segura, y decimos esto porque en la columna que le sirve de sostén aparecen señaladas las fechas de las riadas más memorables, con las alturas que alcanzaron; y en más de una ocasión ha sido derribada por la corriente.

Cruz había al menos desde el siglo XV, como en todos los caminos que llegaban a Orihuela. José Ojeda Nieto da cuenta de unos arreglos de cruces en la primera mitad del siglo XVI, concretamente en 1529.  

P[er] obrar les creus de la porta de Murçia y d[e] camy de Cinch Alqueries que están totes gastades.

Cuando hablan de obrar la cruz del camino de las Cinco Alquerías (nombre antiguo de la actual población de Alquerías), se refieren al camino viejo de Murcia o «camino de enmedio», cuya cruz de término era la del río. Como bien dice Gisbert, dicha cruz fue «derribada por la corriente» varias veces.  

Montesinos no la incluye entre las que se atribuyen a San Vicente Ferrer; tampoco entre las que se levantaron a principios del siglo XVIII; pero en otro apartado sí afirma que, durante la visita de Fray Diego de Cádiz en marzo de 1787, se colocaron varias «cruces labradas» en Orihuela.

Se colocaron en los caminos, términos y lugares públicos, hermosas cruces labradas con los jeroglíficos de la Pasión de Ntro. Redentor Jesús; y hermosos lienzos de la Santísima Trinidad, todos dotados de indulgencias por rezar con devoción un Credo en su presencia...

Esto coincide con lo dicho en un artículo de prensa que podéis leer a continuación. Lo redactaron cuando la corriente derribó la cruz por enésima vez y estaba sepultada en el fango, a finales del XIX. Y se la atribuyen a unos padres capuchinos que la levantaron estando en Orihuela el famoso fraile gaditano.

Colección Javier Sánchez Portas.

Dicha cruz servía para medir las frecuentes avenidas del Segura. En su base se marcaban fechas y altura del agua. A consecuencia de una de esas inundaciones, probablemente durante la «Riada de la Feria» ocurrida en septiembre de 1888, cayó derribada y quedó sepultada en el fango.

El orcelitano, 7 de abril de 1889: ¿Qué delito ha cometido la tradicional cruz del río para que permanezca sepultada entre las arenas, ni más ni menos que si estuviera cumpliendo alguna condena impuesta? ¿La tendrán castigada por haber sido la causa de la última inundación? O por que no supo sostenerse guardando el equilibrio para que las aguas no la derribasen?

Podrá en tal caso haber algo de lo segundo, pero no es causa suficiente para imponerle tan tremendo castigo. Si la hubieran asegurado, observando que se desmoronaba, no hubiera venido en tierra. ¿Y cómo había de ser cómplice de la inundación, cuando es un centinela que siempre se hallaba arma al brazo marcando de una manera indefectible los grados que alcanzan las aguas, cuando se inician síntomas de avenidas?

Mire V. que estas gentes son terribles; no respetan ni aun siquiera la antigüedad. Basta ya de castigo. Disponga V. S. señor Alcalde, levanten del fango en que yace la tradicional cruz, y tengamos los hijos de Orihuela el gusto de verla colocada en el mismo sitio, conservándola para recuerdo de las futuras generaciones de este país.

La Cruz del Río.

Es en el siguiente artículo donde mencionan a los capuchinos y a fray Diego José de Cádiz.


El orcelitano, 5 de mayo de 1889: El viernes, día de la Cruz, creímos recibir una sorpresa preparada por el Alcalde; pero nos encontramos chasqueados. Hace días llamamos la atención de aquella autoridad para que dispusiera la colocación de la tradicional cruz del río, que yace sumida en el fango sin consideración a su antigüedad, y sin tener en cuenta que es un recuerdo de feliz memoria para Orihuela.

Tan respetable y tradicional Cruz fue erigida por unos frailes capuchinos que vinieron a esta ciudad a celebrar las correspondientes misiones; y coincidió su colocación, encontrándose también en ésta para la predicación de aquellas, el virtuosísimo Padre Fray Diego de Cádiz.

Colección Javier Sánchez Portas.

En el verano de 1891, la prensa seguía reclamando la colocación de la derribada cruz del río. En julio, el Ayuntamiento presentó dos presupuestos y pidió algo de ayuda a los modestos vecinos, provocando la siguiente respuesta crítica.  

El diario de Orihuela. 27 de julio 1891: La Cruz del río. En la mañana de ayer y previamente convocados por el teniente alcalde Sr. Bueno se reunieron en casa de dicho señor algunos vecinos de la Puerta de Murcia con el objeto de estudiar la forma de hallar fondos para levantar la Cruz del río.

El Sr. Bueno expuso el objeto de la reunión y excitó para que dieran algo los vecinos a dicho fin, terminando con presentación de dos presupuestos; uno de 50 pesetas y otro de 75. El Sr. Ruiz que tomó después la palabra dijo que los labradores están mejor para tomar que para dar, y después dijo:

— Yo voy también a presentar otro presupuesto si se puede hablar. El Sr. Bueno — Hable usted. El Sr. Ruiz. — Pues allá voy: Para levantar el pilar: Doce capazos de cal a 15 céntimos 1,80 pesetas. Dos carros de grava menuda para el cemento 5,50. Mano de obra por gratificación al maestro Morato 5. Por arreglar la cruz el maestro Zarra que es muy devoto 00. Total 12,30 pesetas. Restando ahora de la cantidad de usted a la mía se verá que va nada.

Colección Esteban Sanmartín.

En esa especie de playa fluvial, las mujeres lavaban, los hombres pescaban y los chiquillos nadaban; aunque todo estuviese prohibido.

El independiente. 27 de julio 1892: El Alcalde multó ayer con un día de su haber, a la pareja de municipales que presta servicio en el Arrabal-Roig, por permitir que laven las mujeres en la «Cruz del Río» siendo así, que se les dio la orden terminante de que no se lave en el río, ni en aquellos puntos donde algunos vecinos se surten de agua para su consumo ordinario.

El diario orcelitano. 17 de marzo 1904: Se nos dice que en el Segura y por más arriba del lugar denominado la «Cruz del Río», se dedican algunos sujetos en ejercer la pesca; pero no con caña, sino usando las «mangas» y los «rayos»; con lo cual contravienen la vigente ley de caza y pesca.

En la «Cruz del Río» muchos oriolanos dejaron su vida aprendiendo a nadar.

El Independiente. 20 de mayo de 1892: A las 12 de esta mañana y en el sitio denominado «La Cruz del Río» ha sido extraído el cadáver del niño que pereció ahogado hace tres días.

El Independiente. 26 de julio de 1892: El sábado en la tarde había un enjambre de chiquillos nadando en el sitio denominado «La Cruz del río»; y ni la pareja de servicio del arrabal ni nadie, evitó que continuaran haciendo ejercicios de natación. Prevemos que como no se lleve a debido efecto la prohibición, es posible que algún padre de familia tenga que lamentar alguna desgracia.

El Independiente. 22 de julio de 1893: A las tres y media de la tarde de ayer pereció ahogándose en el río, en el sitio denominado «La Cruz del Río» un muchacho de unos 17 años que había ido a bañarse a aquel punto. Son dos ya con ésta, las desgracias que en breves días tenemos que lamentar.

Durante muchos años contó con una caseta de consumos o fielato para el control de acceso de mercancías por el camino viejo de Murcia. Bueno, decir caseta era mucho, al menos en 1892.

El Independiente. 22 de julio de 1892: Damos las más expresivas gracias al Presidente de la comisión de consumos en nombre de los empleados del resguardo por atender en cuanto vale la excitación que le hicimos, para que dispusiera la colocación de un sombraje o cobertizo en el fielato de la cruz del río, a fin de que los empleados puedan preservarse de los abrasadores rayos del sol. Pues le apreciaremos no se demore la colocación del susodicho sombraje o sombrajo.

El diario. 1 de abril 1914: Aconsejamos al administrador de consumos que haga vigilar más los fielatos, y particularmente los días que maten en Bonanza. Digo esto, porque el otro día vi a tres mujeres del Arrabal Roig que, con grandes cestas, pasaron por el fielato de la «Cruz del Río», y los guardias, o se hicieron el distraído, o no las vieron…

Toda esa zona, completamente remodelada por la canalización del río, está ocupada ahora por un centro comercial y sus aparcamientos.

«Panorama rechter teil» («Panorámica parte derecha»). Otto Wunderlich (1886-1975). Año 1923. Instituto del Patrimonio Cultural de España.
Evaristo Duréndez Rodríguez.

Por la calle de la Gloria, volvemos a la del Hospital y, a partir de aquí, saldríamos extramuros, al verdadero Raval Roig.

Pero antes vamos a hablar de una plazuela desaparecida que ya cité en el capítulo dedicado al Carmen: la conocida como Carmen Viejo por la ubicación del primer convento carmelita.

Dibujo Mario Gómez. Texto Ajomalba.

Su desaparición en algunos listados del siglo XVIII y la breve aparición de la Plaza de Pedro de Castilla, me llevan a pensar que son la misma, un ensanche interior para servicio de la muralla, que desapareció con ésta.

Reparto del Equivalente 1717. Archivo Municipal de Orihuela.
Reparto del Equivalente 1718. Archivo Municipal de Orihuela.

En cuanto al personaje que la tituló brevemente, tras mucho buscar, conseguí localizarlo en dos protocolos notariales de la época. Se llamaba Pedro de Castilla de la Cueva Benavides, fallecido en el primer cuarto del siglo XVIII.

Su viuda, llamada  Antonia March García de Espejo, aparece en un poder de 1723. Y su hijo, de nombre Diego de Castilla, en otra escritura de 1734. 

No puedo aportar más datos; pero por las fechas parece estar relacionado con la Guerra de Sucesión y la llegada de los Borbones. Sin más preámbulos, salimos al arrabal.

El arrabal extramuros.

Arrabal siglo XVI. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

A través de los siglos, el estatus social de un oriolano, más allá de su oficio o de su nivel de ingresos, podía adivinarse por la zona en la que residía.

El tradicional casco de Orihuela ocupaba el escaso terreno disponible entre el monte de San Miguel y el río Segura, un espacio amurallado y a salvo de riadas que pronto se vio desbordado por la construcción de numerosos edificios destinados a la función pública, al clero, a la nobleza y a la burguesía acomodada, originando diversos núcleos de población extramuros, arracimados junto a sus puertas.

Modestas viviendas estructuradas en torno a caminos que progresivamente se transformaron en calles; arrabales que, con mejor o peor fortuna se fueron integrando en una población que optó por desplazar su centro al otro lado del río.

En todas las ciudades hay un arrabal que tradicionalmente permanece relegado, mal dotado de servicios y urbanizado anárquicamente, un escenario donde se concentran los problemas de desigualdad y exclusión social. En Orihuela se llama «Rabaloche».

Es la castellanización del topónimo Raval Roig o Raval Roche. Montesinos, traduciendo literalmente, atribuye el nombre al color de la tierra utilizada por los alfareros o cantareros. Pero las dos cantarerías nombradas en Orihuela (en el Rodeo y en una traviesa de la Corredera) estuvieron emplazadas, precisamente, en los otros dos arrabales.

Se hallan en Orihuela tres Arrabales que están fuera de los muros de la Ciudad; el primero de estos es el que llamamos en valenciano el Arrabal Roig, nombre puesto por los antiguos moradores de Orihuela después que fuera ganada de los moros; cuyo nombre le dieron porque aquí fundaron la Cantarería los alfareros que trabajaban en la obra de tierra.

Y como esta era roja y colorada, la que traían de lo más alto de la Sierra del Mártir San Cristóbal, y con ella labraban ollas, cazuelas, cántaros y búcaros, para el servicio de los vecinos de esta Ciudad, tuvo de aquí su denominación de llamarse el Arrabal Roig.

Enclavado en una zona privilegiada y libre de inundaciones, este añejo asentamiento urbano es sin embargo un interesante ejemplo de marginalidad histórica, de barrio popular poblado por familias modestas que han conservado gran parte de sus tradiciones a pesar de vivir en un territorio condicionado por la diversidad de culturas, por ser foco de atracción para los grupos más desfavorecidos.

Más allá de cualquier división administrativa o territorial, el «Rabaloche» mantiene unas características propias que, para lo bueno y para lo malo, le confieren cierta personalidad, siendo escenario predilecto para las leyendas más conocidas de nuestra ciudad.

En el Rabaloche se sitúan fantásticas narraciones que han calado hondo entre los oriolanos a través de los siglos. Estas leyendas forman parte inseparable del patrimonio de Orihuela y aceptarlas como tradiciones, como elementos que enriquecen su folclore no impide que se intente dar una explicación más histórica a los hechos.

Popularmente se asocia a la zona de influencia de la parroquia de Sant Jaume o Santiago, llamada despectivamente «la pila de los bordes» por ser la encargada de acoger y cristianizar a los huérfanos de la cercana Misericordia.

Se consideran «rabalocheros» los oriolanos nacidos entre la «esquina del pavo» y el convento de San Francisco. Pero en puridad, el Raval Roch comenzaba al otro lado de la muralla, en la explanada contigua a la Puerta de Murcia, un territorio con fuerte presencia franciscana.

No en vano esta orden mendicante fue propietaria de tres de los cuatro edificios destacables: el convento de Santa Ana, el de Capuchinos y la ermita del Sepulcro. El cuarto, construido a mediados del XVIII, fue el Cuartel de Caballería.

San Francisco y Plano del Cuartel. Colección Esteban Sanmartín.

Para salir al verdadero arrabal, había que traspasar la muralla medieval que, bajando de la sierra, giraba por la zona próxima a la iglesia de Monserrate.

La Torre «Ochavada»

Este espacio de especial protección estaba salpicado de pequeñas torres que reforzaban el muro hasta llegar a la de Embergoñes, milenaria y singular construcción hexagonal que culminaba el perímetro defensivo de la ciudad islámica en su punto más al oeste.

Las primeras referencias documentales datan del siglo XIV, aunque su origen es claramente anterior; islámico y más concretamente del periodo almohade, fabricada entre los siglos XII y XIII.

La torre a principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

Realizada en tongadas de tapial alternadas con hiladas de piedras de diverso tamaño, la altura de esta torre debió de ser espectacular, una sensacional atalaya junto al cauce del río, óptima para vigilar las posibles incursiones enemigas y las periódicas crecidas del Segura.

En los preparativos para la defensa de la ciudad durante la Guerra de los Dos Pedros, concretamente en 1359, encomendaron la torre a Bernardo Torner «en homenaje». Así lo afirma Mosén Bellot en sus anales. Pero este caballero murió en ese mismo año.

1359. Murió estos días Bernat Torner, que tenía la torre de En Bergonés con homenaje a uso de España. Esta era una gran torre que se cayó en tiempos de nuestros abuelos, al lado de la cual abrieron nuevamente la puerta de Murcia por honra del obispo don Alfonso de Medina, la primera vez que vino a Orihuela antes de esta guerra.

Y Pedro Torner, su hermano, puso escritura en consejo requiriendo absolviesen a su hermano del homenaje hecho y que él entregaba las llaves de dicha torre.

El Consejo mandó ir a los jurados a reconocer el cuerpo del difunto, y pidieron con juramento de dos testigos si era aquel el cuerpo de Bernat Torner, y respondieron que sí, y entonces lo absolvieron del juramento y la entregaron a Paulo de Godés, y prestó homenaje de manos y boca a los jurados en nombre del Consejo.  

Medio siglo después, ante una nueva amenaza, el consejo  destinó a cuatro personas honradas para instalarse en el llamado «postigo de don Ramón», entre torre hexagonal y la puerta de Murcia.

Se refiere a Ramón de Rocafull, rico personaje del siglo XIV propietario de doce caballos, que fue procurador General de Orihuela y por dos veces Capitán General. Gisbert habla de ese postigo como de D. Ramón o de D. Onofre Rocafull.

Arrabal siglo XVII. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

A mediados del siglo XVI la llamaban «la Torre Grosa de don Pedro Rocafull» o «torre ochavada».

Y a finales de esa misma centuria, los carmelitas se metieron a la casa vulgarmente llamada «el Palacio», cuyo dueño era el Magnífico D. Joan de Rocafull.

Los Rocafull, primero señores y luego condes de Albatera, tuvieron varios solares e inmuebles en la zona próxima a la torre y la muralla. Tras la expulsión de los judíos les cedieron su cementerio, situado extramuros cerca de la torre de Embergoñes, para utilizarlo como huerto.

En este mismo artículo hemos hablado de cuando la comisión del nomenclátor quiso bautizar «el sitio llamado Espaldas de Ros y antes Barrio de Rocafull» como calle de Rocafull, en memoria de Guillén de Rocafull, cuyo retrato conservaban en la Casa Consistorial.

A pesar de estar catalogada con el primer grado de protección, los restos de tan importante monumento medieval, sufrieron muchos años de abandono, ocultos bajo la vegetación y soportando un depósito de agua con el que coronaron la torre en la década de 1920.

La Torre con el depósito.

Una serie de actuaciones arqueológicas efectuadas por la concejalía de Patrimonio Histórico en 2017,  han revelado que la vetusta torre conserva dos metros y medio de estructura en el subsuelo, en buen estado de conservación.

La torre en la actualidad. «Reconstruida» por José Antonio Ruiz Peñalver.

Pinchando la siguiente imagen se accede a un vídeo en el que Matías Ruiz Peñalver, miembro del equipo redactor del Plan director del castillo y las murallas de Orihuela, cuenta la Historia de la Torre de Embergoñes.

Fotografía Ajomalba. Enlace a vídeo.

Todas estas construcciones defensivas comenzaron a perder importancia al remitir las disputas con Castilla y las temidas incursiones granadinas.

La artillería moderna y el desarrollo urbano las hicieron obsoletas e incómodas hasta provocar su desaparición.

Antonio José Mazón Albarracín. Ajomalba

Este capítulo, corregido y aumentado, forma parte del trabajo «El Raval Roig, un territorio históricamente singular», publicado en «Cuadernos de Historia y Patrimonio Cultural del Bajo Segura».  A su vez era un resumen actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela.