La calle del Hospital.
Continuamos nuestro paseo literario por la calle del Hospital, dejando a la derecha una calleja que en lo antiguo se llamó de Eusebio. En la actualidad forma parte de Maestro Esteban, traviesa de la que hablaremos más adelante.
Como dice Gisbert , «No es menester decir por qué se denomina de San Juan de Dios o del Hospital la calle que, partiendo de la plaza del Carmen, guarda paralelismo con la de Santiago y sigue hasta la plaza de Monserrate, después de ser interrumpida por la de Santiago».
El edificio, cargado de historia, que encontramos a la izquierda es el responsable de dicha titulación.
La tradición ubica a los freires templarios en el solar que luego fue granero episcopal, en la calle del Ángel; y a las monjas templarias en el que sería Palacio Episcopal y posteriormente hospital.
El propio Mosén Pedro Bellot deja muy clara la situación de ambos establecimientos de la mítica orden medieval al hablar del convento de la Merced.
El más antiguo convento de los que hoy permanecen (no tratando de los dos que había de Templarios, uno de freires en lo que hoy es el granero, y otro de monjas en lo que hoy es el Hospital) es el de la Merced…
Del granero hablaremos al llegar a la calle López Pozas; aquí vamos a contar un poco de la historia del hospital. Para las notas del citado Bellot utilizaré en esta ocasión el color azul; reservando el rojo para las de Josef Montesinos.
Disuelta la orden de los templarios en el siglo XIV, Jaime II cedió sus edificios al Obispado de Cartagena. Y el del arrabal se utilizó como sede episcopal, como morada del obispo en sus escasas visitas a Oriola. Recordemos que nuestra ciudad, aunque administrativamente era aragonesa, pertenecía espiritualmente a Castilla.
En el siglo XV se decidió unificar los hospitales parroquiales.
Había en Orihuela antiguamente cuatro hospitales, cada uno en su parroquia: el del Corpus, que hoy es parte de la casa del Obispo. El de San Salvador estaba en el rabal de la Puerta de Elche. El hospital de Santa Justa era lo que hoy es corte y cárcel. Y el de Santiago era San Julián, en Nuestra Señora de Monserrate.
Y en el año 1423 obtuvo el consejo un breve apostólico en que mandaba suprimir todos los hospitales en uno, y que la renta de todos y el precio de las casas se hiciese un hospital suficiente.
Pero no tuvo efecto por entonces, porque el año 1464 aún estaban divididos, porque trajo la Ciudad orden del Rey para el Obispo, mandándole que de todos los cuatro hospitales se hiciese uno.
Y el consejo ordenó que los jurados lo tratasen con los cofrades del hospital de San Bartolomé, que era el de Santa Justa, y que el consejo pagaría la casa para hacer de ella la Corte, y que la cárcel y la corte estuviesen en la plaza.
Para ubicar esta especie de «Hospital Central», que «de cuatro hizo uno», se aprovechó la permuta que acercaría al obispo a la futura Catedral.
Los prelados cartageneros habían dejado de visitar a una hostil Oriola que reclamaba su propio obispado. Y el edificio, abandonado a su suerte, se estaba arruinando a pesar de las protestas de los oriolanos.
Sabemos que, aún en 1452, las «Casas del Obispo» alojaron al privado del rey Alfonso V «el Magnánimo». Lo certifica la siguiente nota de Bellot, referente a la visita que hizo a Orihuela del conde de Cocentaina, Ximén Pérez de Corella.
Después de haberle hecho un pomposo recibimiento y paseo por toda la ciudad, le hospedaron en las casas del Obispo, que hoy es hospital…
Hasta tal punto llegó la desidia de los obispos con Oriola, y el desprecio de los oriolanos por el obispado murciano, que utilizaron el caserón episcopal como establo para refugio del ganado municipal.
Se dice que, en 1482, cuando nombraron obispo de Cartagena a Rodrigo de Borja, aprovecharon el buey que el futuro Papa «Borgia» Alejandro VI ostentaba en su escudo, para que circulase por Orihuela la siguiente coplilla:
«Se honra el obispo de Murcia / en tener un buey por armas/ y los bueyes en tener / su palacio aquí por cuadra».
Montesinos lo explicó así:
… el Palacio de los Señores Obispos de la Sta. Iglesia de Cartagena, en tiempos de nuestra insigne Colegial de San Salvador, antes de verse elevada a la dignidad de la Cathedralidad estaba destinado para cuando viniesen dichos Prelados a esta Ciudad a hacer la visita y demás funciones propias de su ministerio, con obligación de mantenerle y repararle, lo que no ejecutaban.
Y estando muy deteriorado, escribieron ambos muy Iltes. Cabildos al Ilmo. Sr. D. Rodrigo de Borja, su Obispo en Murcia; después Cardenal y Pontífice Sumo con el nombre de Alexandro VI, para que lo reparase y obrase, a lo que se dio por desentendido…
Como se movió el consabido ruidoso pleito, que siempre estuvo muy vivo, sobre la erección de nuestra Colegiata en Cathedral, los Obispos tenían miedo de venir a Orihuela; y dejándole de reparar, vino a ser corral y establo de los bueyes del abasto de esta Ciudad.
Y así escribió su Ayuntamiento a la Santidad de Alexandro VI, siendo Obispo Cartaginense, una carta muy satírica (y si hemos de hablar sin pasión poco atenta), entre cuyas palabras le dijeron estas:
Su Reverendísima y los del apellido de Borja, sus ascendientes y presentes, se honran de tener un buey por blasón y armas de su escudo; y en la Casa que V. Rdma., como Obispo de la Santa Iglesia de Cartagena, tiene por Palacio en Orihuela, se honran los bueyes de nuestros abastos de tenerla por establo y corrales…
El cronista, en el primer libro de su compendio, asocia erróneamente la permuta de los edificios al flamante Obispado de Orihuela.
Y cuando Orihuela vino, en el año de 1564, a tener propio Obispo e Iglesia Cathedral; como el Palacio del Prelado de Cartagena estuviese donde hoy está el Hospital General de la Ciudad, determinaron que el Hospital que estaba en la Parroquia de San Salvador, fuese Casas y Palacio del nuevo Obispo y de sus sucesores.
Y lo que antes fue Palacio del Obispo de Cartagena, que lo era igualmente de Orihuela y todo su distrito, se hizo en él Hospital General, trasladando la Iglesia de San Bartolomé Apóstol, Hospital antiguo, en este nuevo Hospital y le dieron por nombre el Hospital de Corpus Christi, dejando una cuadra y aposento para los enfermos.
En realidad no fue exactamente así. La permuta, efectuada en 1558, fue cosa del último obispo de la diócesis de Cartagena, Esteban de Almeida (1546-1563). El hospital del Corpus Christi y San Bartolomé, hasta entonces en la calle Mayor, se trasladó al arrabal.
Y en su solar, junto al Loreto, se erigió el actual palacio episcopal que, en una de sus puertas, mantiene el escudo de dicho prelado. El propio Montesinos se contradice y lo afirma después, en el libro sexto.
En este sitio, fundó su Palacio Episcopal, por estar frontero y sujeto a la Santa Iglesia Cathedral, el Ilmo. Sr. D. Esteban de Almeyda, que fue el último Obispo de Cartagena, que gobernó todo lo que al presente es nuestro Obispado Oriolano, que se elevó a dicha Dignidad en 1564; en la vacante de su muerte, como lo demuestra el escudo de sus armas que hoy día aparece sobre la puerta (entonces principal) de dicho palacio…
Y dejaron igualmente todas las demás rentas de los Hospitales para el servicio de los enfermos del Hospital General, que vino en el años de 1624 al poder de los Padres Religiosos del Orden de San Juan de Dios, donde hoy sirven a los pobres con mucha Caridad.
Los Hospitalarios de San Juan de Dios.
Los hospitalarios surgieron en la primera mitad del siglo XVI a través de San Juan de Dios, personaje nacido en Portugal, fundador del primer hospital en Granada.
Fallecido en 1550, durante la segunda mitad de la centuria sus seguidores fueron reconocidos como comunidad religiosa, siguiendo la regla de San Agustín con los tres votos clásicos de pobreza, castidad y obediencia más un cuarto de asistencia a los enfermos.
En 1586, el papa Sixto V les concedió la categoría de orden religiosa y se extendieron por todo el mundo fundando hospitales. A Orihuela llegaron bien entrado el siglo XVII.
En mayo de 1624 el permutado hospital fue encomendado a los religiosos de esta orden, convirtiéndose en convento de San Juan de Dios y hospital con las advocaciones del Corpus Christi y San Bartolomé.
Según Montesinos, tomaron posesión del Hospital media docena de religiosos que, con limosnas del obispo, de ambos cabildos y de varias personas devotas «lo pusieron en decente arreglo con dos muy buenas enfermerías, cocinas, despensas, sepulcro y demás necesario».
Luego se aplicaron a la construcción de la iglesia que, terminada en 1626, fue bendecida por el obispo Andrés Balaguer y «se hicieron a su dedicación unas muy lucidas fiestas». Y añade nuestro cronista respecto a los dominicos:
… llevados de su generosidad y amor a esta Comunidad Hospitalaria, les hicieron un buen regalo reducido a un carnero, 6 gallinas, una carga de vino, un cahíz de harina y 20 libras de moneda valenciana.
Además de las notas del citado Montesinos, que sigo marcando en rojo, utilizaré el violeta para algunos párrafos de Juan Bautista Vilar, de su obra «Orihuela, una ciudad valenciana en la España moderna».
Empezando por la transcripción del «Cathálogo de los conventos del obispado de Orihuela», manuscrito confeccionado a mediados del siglo XVIII y conservado en el Archivo Histórico Nacional.
San Juan de Dios. El Convento y Hospital de S. Juan de Dios se fundó el día 16 de mayo del año 1624, en el que, reducidos a uno dos hospitales particulares que había establecidos bajo la devoción de Corpus Christi y de San Bartolomé, con el piadoso fin de curar enfermos y criar niños expósitos, se entregó por la Ciudad de Orihuela a esta Sagrada Religión y hoy mantiene la misma invocación de Corpus Christi y de San Bartolomé.
La dramática epidemia de peste de 1648 fue su verdadera «prueba de fuego»; y se llevó por delante a toda la comunidad.
En el año 1648, en que esta ciudad padeció el lamentable contagio de la peste, con ruina de la mayor parte de los moradores, se aplicaron el Prior y Religiosos de este Convento, que entonces eran el Padre Fray Pedro Sanctus Morcillo, Prelado y Fray Andrés Lomares, Fray Diego de Salamanca, Fray Justo de Viruega, Fray Valeriano Alcañiz, súbditos al caritativo celo de los enfermos del contagio, ayudándoles con piedad, fervor y la mayor vigilancia, hasta haber dado todos, por el consuelo y amor de sus próximos, las propias vidas, de modo que hubo de proveer la Religión de otros Religiosos con su Prelado para continuar el Santo Instituto…
Ese mismo manuscrito nos revela que, a mediados del siglo XVIII, el convento hospital contaba con seis religiosos que atendían una media anual (regular curación cada año) de 335 enfermos; y criaban a 75 niños expósitos de ambos sexos.
Las rentas asignadas apenas cubrían la crianza de los huérfanos y el salario de los asistentes; teniendo que alimentar a los pobres enfermos a base de limosnas recogidas por los religiosos «que diariamente imploran la piedad cristiana con harto trabajo y estrechez».
De la misma fuente procede la siguiente carta del abogado Joseph Huguet, dirigida al corregidor de Orihuela en 1768. La escribe en nombre del prior del Convento y Hospital, y nos desvela los pormenores de la financiación en la cesión inicial y los problemas que tenían en aquel momento.
Digo que habiéndose fundado el referido convento en veinte y nueve de mayo de 1624, cedió aquella ciudad por propios el derecho de cárcel, pieles de cabrito y el que a la sazón tenía en las adoverías, para que con estos productos y las limosnas que pudieran recogerse para dicho convento, se acudiese a la manutención de los pobres enfermos y niños expósitos que se habían de recoger en el Hospital General que se fundó en el mismo Convento para dicha Ciudad y su contribución.
Desde entonces los referidos religiosos, mis partes, han continuado en pedir limosnas por esta y su contorno para mantener y curar los muchos y pobres enfermos del dicho Hospital, sin embargo de haberle faltado los efectos de derecho de cárcel y pieles de cabrito asignados por la ciudad; y como en virtud del Rl. Decreto expedido por V.E., se les ha prohibido el pedir las referidas limosnas, se hallan con el sensible desconsuelo de no poder mantener a los referidos enfermos, siguiéndose por ello notable perjuicio a la pública utilidad, ya por ser muchos los que en dicho Hospital se socorren, no solo de la ciudad y de los contornos, si aún transeúntes, huérfanos y mendigos.
Otra fuente de financiación, no citada en el texto anterior, era un corral público de comedias que la ciudad y algunas casas nobles construyeron junto al hospital y que regentaban los propios frailes.
Y para que tuviesen más renta ese Hospital, de las casas que allí tenía para los niños expósitos, hicieron una Casa Theatro de Comedias, que duró hasta el año de 1783, que por informes del Ilmo. Sr. D. Josef Tormo de Juliá, Obispo oriolano; y del Iltre. Sr. D. Pedro Bonafede, Gobernador Militar y Político de esta Ciudad, se demolió por orden del Consejo, aplicando a cada persona que entrase cuatro dineros para el Santo Hospital.
En el sexto tomo, Montesinos amplía la información sobre la Casa de Comedias del Hospital.
La Muy Iltre. Ciudad y varias casas nobles, especialmente la de los Rocamora, Condes de la Granja y Marqueses de Rafal; de Sánchez Belmont, hoy día Marqueses de Campo Salinas; de Roca, al presente Condes de Pino Hermoso, Grandes de España; de Soler; de Portillo; y otras que omito; construyeron junto a dicho Hospital, una aseada hermosa y pública Casa de Comedias, cobrando los Padres Hospitalarios dos dineros por cada una de las personas que concurrían, con otros emolumentos que tenían particulares de algunos bancos y aposentos…
De suerte que en algunos año recogían dichos padres 400 y a veces 500 pesos de moneda Valenciana con cuyas cantidades se remediaban las necesidades de la Rvda. Comunidad y de los pobres enfermos que acudían a curarse a sus enfermerías.
El Ayuntamiento acordó su demolición el 16 de agosto de 1779, con la oposición de muchos oriolanos, especialmente la del marqués de Rafal, quien gozaba de una tribuna en la «Casa Theatro de Comedias».
El marqués era vecino del hospital. Su palacio original estaba junto al Hospital, en la calle que llamaban del Carmen y luego del Carmen viejo.
Del marquesado hablaremos en otro capítulo, al que podéis acceder directamente pinchando la imagen siguiente.
A pesar de todo, el derribo del teatro se llevó a cabo cuatro años después.
Así siguió esta casa pública o Coliseo, hasta los principios del año 1783, en que fue demolida con universal sentimiento de los oriolanos, y en especial de aquellas personas interesadas que tenían la propiedad y posesión de aposento o banco…
Montesinos atribuye dicho derribo a «cierta representación siniestra, dolosa y mal fundada» que influyó en el obispo Josef Tormo y en el Gobernador Pedro Bonafede, de estado celibato; «ambos jefes, muy enemigos de fiestas, de mujeres, de diversiones y de comedias».
Y así convencieron al prior, que perdió los ingresos que proporcionaba y se ganó «el odio amargo de todo el pueblo». Derruida la Casa de Comedias «después de varios debates, alborotos y protestas», a expensas del obispo Tormo se construyó una Sala o Enfermería de Agonizantes, con dieciséis camas y rejas gruesas de hierro que miraban a la calle y al jardín.
Y mientras vivió dicho prelado, pagó el trigo, el aceite y el vino del Hospital más una renta de 200 pesos para compensar lo que ingresaban de la casa de comedias.
El cronista oriolano nos dejó también una descripción del interior del convento a finales del siglo XVIII.
El terreno del Convento es grande, por lo que todas sus oficinas son espaciosas, aunque pudieran estar con otro orden más acomodado; se manda y gobierna por una muy espaciosa escalera con balaustrada de hierro y pasamanos de madera, adornada con algunos especiales lienzos antiguos de buena pintura con imágenes de varios Santos y Religiosos Ves. de la Orden.
Tiene Claustros bajos y altos, muy aseados, blancos, bien pavimentados, y con algunos lienzos semejantes a los insinuados; las celdas son bellísimas; que unas miran a la calle principal y otras al amenísimo jardín que tiene este Convento; grande, divertido y muy curioso; plantado con muchos frutales y flores por estar al lado del Río Segura.
Casi todas las celdas tienen buenos balcones de hierro. Las demás oficinas, a saber, Refectorio, Cocinas, Despensas, Deprofundis, y común entrada del Convento, son muy decentes y mejoradas en disposición y situación.
Y en el «Actual Estado que tiene la Ciudad de Orihuela en el 31 de Diciembre de 1799», un completo listado del personal hospitalario: ocho frailes con diferentes empleos, un cocinero y una enfermera para encargarse de asistir a las mujeres.
Convento Hospital del Corpus Christi del Sagrado Orden de los Padres de San Juan de Dios, fundado en el 1624: Prior = El Rdo. P. Fray Joaquín Molina. # Presidente = El Rdo. P. Fray Nicolás Gelabert, enfermero mayor. # Consiliario = El Rdo. P. Fray Carlos Botella. # P. Fray Blas Ruiz de la Presentación, Sacerdote, Confesor, Capellán de la Hospitalidad, y Procurador. # P. Fray Francisco Serrano, enfermero menor. # P. Fray Joaquín Iborra, Capellán y Dispensero. # P. Fray Francisco del Castillo, Cirujano de pobres de la portería. # P. Fray Josef Pujalte y Mirambello, Demandante de la Ciudad. # Antonio Medina y Soler, Cocinero, Secular. # Teresa Suarez y Bengoechea, Enfermera de las Mujeres. # Montesinos, año de 1799.
Suprimida la orden de San Juan de Dios en 1835 y exclaustrados sus miembros, este establecimiento se trasformó en hospital civil, administrado por las Hermanas de la Caridad.
Hospital Provincial.
De sostenerse a base limosnas y comedias, atendiendo a buena parte de la diócesis, el establecimiento sanitario había pasado a depender del presupuesto municipal como hospital para los pobres de toda la comarca.
En 1876, el Ayuntamiento de Orihuela notificó a la Diputación Provincial las características del edificio.
El establecimiento está situado en la calle del nombre del Hospital. Ocupa dicho edificio una superficie de 2.034 metros y 68 centímetros cuadrados, en cuya área existen en la planta baja 6 salas en las que caben 79 camas que, con las 56 que pueden colocarse en las tres salas del piso alto, hacen un total de 134 camas.
En el centro del edificio hay un pequeño jardín y, a la parte de poniente, un hermoso huerto que sirve para los convalecientes, y tiene una bonita iglesia. En el piso alto, habitaciones para las Hijas de la Caridad, una pequeña farmacia, y salas de consulta, dirección y autopsias.
La construcción de este edificio es muy antigua y algunas partes necesitan pronta reparación, siendo, en concepto de este municipio, suficiente y capaz para albergar, con toda comodidad, los pobres enfermos de esta ciudad, los del partido judicial de la misma, y los de Dolores.
Dos años después, la prensa local dejó constancia escrita de su penoso estado.
El Segura. 16 de enero 1878: Visitando hace pocos días el hospital de esta ciudad, surgió a nuestra mente la idea de comunicar a nuestros lectores la impresión que en nuestra alma gravara el lamentable estado en que se encuentra dicho establecimiento. Y, dicho sea de paso, nos maravilla considerar que esto suceda en un pueblo inspirado en el más alto sentimiento de caridad…
He aquí de una manera expositiva la próspera y halagüeña faz que nos ofrece el Hospital de esta ciudad: El edificio, ruinoso y amenazante en la parte de salida contigua al huerto, reclama pronta y necesaria reparación, por el peligro en que se hallan las Hermanas de caridad, puestas en el caso de transitar por aquel sitio cada instante.
El lugar (no merece nombre propio) de las operaciones anatomo patológicas, sucio, imperfecto, desarreglado y ruinoso. Antihigiénica la construcción de las salas enfermerías. No con esto queremos decir que se construyan otras; pero sí que desaparezca el frío que en ellas se encierra, por medio de estufas y que el renovamiento del aire se haga por medios apropiados para ello.
Instrumental quirúrgico no existe. Instrumental para las operaciones anatomo patológicas, ídem. De la pobreza, en general, única propiedad de aquel santo asilo, no queremos hablar, así como de la disciplina interior y de las cuestiones administrativas, porque por muy enterados que estuviésemos, siempre escaparía algo a nuestra detenida inspección…
En ese mismo año, la Diputación de Alicante lo declaró Hospital Provincial de Distrito y se hicieron algunas reparaciones y compras de instrumental. Disponemos de un listado de personal con su sueldo correspondiente.
El Segura. 22 de noviembre 1878: La Diputación provincial en sesión del día 7 del actual hizo los siguientes nombramientos del personal del Hospital provincial del distrito de Orihuela: Director: D. Manuel Roca de Togores, sin sueldo. Capellán: D. Antonio María García Vea, con 750 pesetas.
Administrador: D. José Franco Sánchez, con 1000 pts. Secretario Contador: D. Juan Bambalera con 756 pts. Médico: D. Escolástico García Lidón, con 800 pts. Otro: D. Tomás Bueno Vidal, con 800 pts. Cirujano: D. Juan Carrió Aledo, con 800 pts. Practicante 1º: D. Antonio Pérez Cánovas, con 600 pts. Otro 2º: D. José Gil, con 500 pts.
Enfermero 1º; Fernando Pérez Rodríguez, con 540 pts. Otro 2º: José Francisco Prau, con 500 pts. Enfermera: Josefa Bernabeu Martínez, con 100 y ración. Portero: Matías Pérez Pérez, con 200 y ración. Mozo de limpieza: Nicolás Pérez López con 300 pts. Ocho Hermanas de la Caridad, a razón de cuatro reales diarios cada una.
Hospital Municipal.
La financiación provincial duró poco más de una década. Pronto volvió a manos del Ayuntamiento para desesperación de los ciudadanos.
El independiente. 4 de enero 1892: Nuestro Hospital deja de ser provincial convirtiéndose en municipal. El acuerdo ha sido, tomado por la Excma. Diputación provincial y elevado a la superioridad para su aprobación sin que nuestros diputados provinciales tengan dado un solo paso para oponerse a que el acuerdo prosperase.
En vista de esto se nos ocurre preguntar qué hacen aquellos señores que votamos para que nos representasen en la provincia, que ni defienden nuestros intereses ni nos sirven para maldita de Dios la cosa…
He aquí los términos en que ha sido resuelto de Real Orden y de conformidad con lo informado por la sección de Gobernación y Fomento del Consejo de Estado, el expediente sobre la supresión de nuestro Hospital provincial.
1º Que procede autorizar a la Diputación provincial de Alicante para suprimir el Hospital de Orihuela como hospital provincial de distrito siempre que se comprometa a consignar anualmente en su presupuesto provincial con carácter obligatorio, cuando menos la cantidad de 15.000 pesetas a fin de que sirvan para contribuir al sostenimiento del indicado hospital y para el pago de las estancias de los enfermos pobres de la provincia a quienes pueda dar auxilio en sus dolencias, quedando por consiguiente con el carácter de hospital municipal por la provincia.
2º Que procede obligar al Ayuntamiento de Orihuela a consignar anualmente en su presupuesto, con carácter obligatorio, cuando menos la cantidad de 5.000 pesetas a fin de que la provincia no tenga ya que pagar en adelante la parte de gastos que corresponde a la Beneficencia municipal de la indicada población.
¿Están satisfechos nuestros diputados de los resultados de su gestión de apatía y abandono? A nosotros nos consta que el pueblo no lo está.
El independiente. 14 de junio 1892: En la sesión celebrada el sábado por la Diputación provincial se acordó decir al alcalde de Orihuela que por el municipio se designen los concejales que, en unión de los diputados Sres. Torres y Mesples, han de verificar la entrega del Hospital de esta ciudad, la que tendrá efecto del 17 al 24 del actual, debiendo pasar a practicar el inventario un oficial de contaduría de la Excma. Diputación.
El 20 de junio de 1892, tras solemne acto de entrega al Ayuntamiento, se convirtió en Hospital Municipal. Adjunto al acta aparece el citado inventario, mediante el cual podemos conocer su capacidad en esas fechas, 59 camas, así como sus diferentes dependencias:
Templo del establecimiento. Sala de San Antonio, dedicada a la consulta facultativa. Sala de la Sagrada Familia, destinada a los hombres. Sala de San José, para agonizantes. Sala de San Rafael, para heridos. Sala de Nª Sra. de Belén, para mujeres. Sala de San Juan de Dios. Botica, cocina, ropería, claustro, sala de visitas, sala de labor, dormitorio de las hermanas, oratorio, oficina, portería, escalera, lavadero, almacén y una habitación sin uso determinado.
Paralelamente se redactó el «Proyecto de bases para la creación del Cuerpo Médico Farmacéutico de la Beneficencia Municipal presentado por el concejal D. Justo Lafuente, el día 2 de junio de 1892 al Excmo. Ayuntamiento de esta Ciudad y aprobado por este en sesión del nueve del mismo mes y año».
El documento municipal constaba de veinte hojas que fueron publicadas por «El independiente» en cuatro entregas, entre los días 17 y 22 de junio de ese mismo año.
El equipo sanitario municipal estaba compuesto por cinco médicos, un farmacéutico y dos practicantes; que se encargarían de visitar el Hospital y la Misericordia, de las vacunaciones, de controlar la higiene en las casas de lenocinio, etc..
En las primeras décadas del siglo XX el edificio estaba muy deteriorado y apuntalado. Los estudios técnicos aconsejaban derribar la sala de los hombres; denunciaban también el estado de ruina que presentaban las bóvedas, el piso y el tejado.
En 1914, Mercedes Roca de Togores y su hija, la marquesa de Rubalcava, cedieron un terreno contiguo al hospital por la parte del río para ubicar la sala de cadáveres y autopsias.
Proclamada la II República, la calle tuvo varios cambios en su titulación. En la sesión de 3 de agosto de 1933, el concejal Vidal recordó la propuesta de rotular la calle del Hospital, con el nombre del famoso republicano Vicente Rodríguez, vecino de dicha calle. Y así se acordó por unanimidad.
En la sesión del 23 de octubre de 1934, el consistorio conservador acordó rotular la calle Sor Patrocinio Vives Fenoll con el nombre de Ramón Montero Mesples, pasando a la del Hospital el nombre de Sor Patrocinio, en cuyo establecimiento sanitario había prestado los servicios que le hicieron acreedora del homenaje.
Durante la Guerra Civil, la iglesia de San Juan de Dios quedó en manos del comité de refugiados. Y se efectuaron reparaciones en el hospital. Obras en las que se empleó el mármol del camarín de la Virgen de Monserrate para la escalera, o el piso de la iglesia de las monjas de San Juan para el claustro.
Desde 1997 se muestra como Sala Museo San Juan de Dios. Para ello se restauró la iglesia y sala de hombres. Con el fin de dar salida independiente a esta última, se instaló la portada de un antiguo palacio procedente de la calle del Colegio, Adolfo Clavarana.
En la clave del dintel se yergue un escudo rococó de gran calidad en su diseño y labra. Ejecutado en el último tercio del siglo XVIII, no hemos podido identificar su propietario. Trae, entre otros, los apellidos Sánchez de Belmonte y Cabrero.
El resto del edificio fue totalmente rehabilitado en 2013 para albergar la Biblioteca Municipal «María Moliner» y el Archivo Municipal. En su portada, el oriol flanqueado por dos granadas abiertas en recuerdo de la ciudad donde San Juan de Dios fundó su orden hospitalaria.
El Palacio de Rubalcava.
Ocupando unos 1700 metros cuadrados en una manzana completa, encontramos lo que queda del palacio de Rubalcava; con dos románticos jardines en sus costados norte y sur que ocupan la mitad de la superficie citada.
El Marquesado de Rubalcava fue concedido el 6 de febrero de 1878 por el Rey Alfonso XII al Capitán General de la Armada y Ministro de Marina, Joaquín Gutiérrez de Rubalcava y Casal.
La Correspondencia de España. 13 de febrero 1878: Con fecha 6 del actual firmó S. M. los decretos concediendo título de marqués de Rubalcava a D. Joaquín Gutiérrez de Rubalcava…
El primer marqués, prestigioso marino, falleció sin descendencia en 1881.
Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid. Abril de 1881: NECROLOGÍA. EL ALMIRANTE MARQUÉS DE RUBALCAVA. El 13 de abril ha fallecido en esta corte el Sr. D. Joaquín Gutiérrez de Rubalcava, Marqués de Rubalcava, Almirante de la Armada y Presidente que fue de nuestra Sociedad, a la edad de 78 años.
Habiendo empezado su larga y activa carrera dando la vuelta al mundo y navegando después con el mando de buques y escuadras, así en los mares de Europa como en los de América, poseía un caudal de conocimientos que tuvo ocasión de utilizar en los importantes cargos que se le confiaron, entre los que, para la especialidad nuestra, es de mencionar la dirección del Depósito Hidrográfico, que organizó y montó con todos los adelantos de la época, publicando varias colecciones de cartas marítimas y derroteros.
El último de los trabajos que presidió, bastante por sí solo para hacer siempre grata su memoria, fue la institución de la Sociedad española de salvamento de náufragos, con un interés, con una constancia, con una actividad que retrataban la bondad de sus caritativos sentimientos…
La Gaceta, en circular que el Ministro de Marina ha dirigido a los Capitanes generales de los departamentos, ofrece la más señalada significación en estos términos: Excmo. Sr.: El Almirante de la Armada ha muerto.
El que por espacio de tanto tiempo fue nuestro jefe, el Excmo. e Ilmo. Sr. D. Joaquín Gutiérrez de Rubalcava y Casal, Marqués de Rubalcava, falleció a las diez de la noche del 13 del corriente. Al pasar a mejor vida, tras una penosa enfermedad; el que por espacio de 61 años fue un buen marino, ha muerto como buen cristiano después de recibir todos los Sacramentos…
Al comunicar a V. E. tan sensible pérdida, que representa un día de duelo para la marina toda, no quiero dejar de participarle estos detalles que reflejan fielmente hasta en sus últimos momentos las esclarecidas virtudes de nuestro último Almirante. Hágalas, pues, V. E. conocer de todos sus subordinados, circulándolas en la comprensión de su mando, rindiendo de este modo el último tributo de veneración a nuestro querido y veterano jefe. Dios guarde á V. E. muchos años. Madrid 16 de Abril de 1881.— Pavía».
El título pasó a su hermana, María Teresa Gutiérrez de Rubalcava y Casal; que también fallecio sin descendencia en enero de 1895, pasando el título a Joaquín Roca de Togores y Pérez de Meca, hijo de una sobrina.
Muerto también sin descendencia el tercer marqués, el título pasó a su sobrina Piedad Roca de Togores y Roca de Togores, quien junto a su esposo, Eduardo de Almunia Gibertó de Villarrasa Rovira y P. del Pobil, se hicieron construir esta impresionante mansión.
A pesar de su engañoso aspecto, esta mansión fue construida a principios del siglo XX, como lo demuestran las solicitudes municipales efectuadas en octubre de 1914 y en marzo de 1916 por Eduardo Almunia.
En la primera se le autorizó para variar puerta y reja en la fachada de su casa; mediante la segunda desplazó el callejón para aislar y embellecer con otro jardín su nuevo palacio. Como podéis comprobar, a diferencia de las demás calles, la traviesa anexa al jardín del palacio, no está alineada con la que tiene a la izquierda.
Esta circunstancia es debida a que en marzo de 1916 el entonces marqués, Eduardo Almunia, solicitó y le fue concedido variar el callejón para embellecer su nuevo palacio con un jardín cercado por una verja.
Para ello derribó un almacén de su propiedad, parte de cuyo solar es la actual calleja llamada Dátil, conocida en el siglo XIX como Travesía al Hospital. En el espacio que ocupa el jardín que mira a la plaza estaba la casa del curato de Santiago y en su esquina una fuente municipal trasladada a mediados del siglo XIX.
La vega. 16 de julio 1916: AYUNTAMIENTO. Sesión supletoria celebrada ayer Se nombra a los concejales señores Pescador e Iborra para que en unión del maestro alarife Sr. Sánchez, giren una visita a la obra que en su palacio de la Calle de Santiago están verificando los señores Marqueses de Rubalcava.
Cuando esta nueva aristocracia o la floreciente burguesía, emprendían la erección de sus señoriales mansiones, solían escoger el historicismo decimonónico en un deseo de ennoblecerse con el prestigio de las formas arquitectónicas del pasado combinadas al gusto.
La estructura y distribución del edificio recordaba a los palacios barrocos oriolanos. En el zaguán, una escalera principal decorada con azulejos y cubierta con una elevada cúpula de media naranja daba acceso a la planta noble en la que se mostraban distintas estancias con ambientes y estilos claramente diferenciados.
Capilla neogótica, salón de baile neorrococó, salón verde estilo imperio y el llamado salón negro, cubierto por un techo de escayola que imitaba los artesonados renacentistas del Colegio de Santo Domingo y en cuyos casetones se podían advertir los escudos de las principales casas nobles oriolanas.
El exterior mostraba el porte y la grandeza del estilo renacentista, observable en aspectos como la racionalidad en la decoración y sucesión de las ventanas, en la galería de arquillos de medio punto del piso superior protegidos por un amplio alerón de madera, así como en su torreón-mirador.
Sobre la entrada principal, bajo la corona de marqués, un gran escudo cuartelado ostenta los apellidos: Roca de Togores por dos veces, Salcedo y Pérez de Meca, con las armas de Rubalcava en el centro.
En la esquina campea otro escudo con el apellido Roca de Togores.
Eduardo Almunia, marqués consorte, no pudo disfrutar del palacio. Falleció en febrero de 1917.
La vega. 18 de febrero 1917: Letras de Luto. El lunes pasado y a la edad de 56 años, falleció en Valencia el que en vida fue modelo de distinción y caballerosidad, Muy Ilustre Señor D. Eduardo de Almunia Gibertó de Villarrasa Rovira y P. del Pobil, Marqués de Rubalcava…
Con tan triste motivo reciba su atribulada familia, en particular su viuda la Ilma. Sra. Marquesa de Rubalcava e hijos, nuestro más sentido pésame por tan irreparable pérdida.
Su esposa, doña Piedad, vivió en él más de cuatro décadas. Fallecida en 1960, el título pasó a su hijo Eduardo de Almunia y Roca de Togores, el quinto marqués. Y de él a su hija Isabel de Almunia y López de Segredo.
La sexta marquesa conservó el palacio hasta el año 1981, fecha en la que fue adquirido por el Consistorio oriolano con la finalidad de conservar y abrir al público sus «salones nobles» y darle un uso social y cultural.
Así, en 1981, se instaló en él la Oficina Municipal de Turismo; en 1982 la Asociación de Fiestas de Moros y Cristianos «Santas Justa y Rufina»; en 1986 el Museo Arqueológico; y en 1990 el Departamento Municipal de Servicios Sociales.
Dado su evidente interés arquitectónico, el Palacio fue incluido en su día en la «Guía Provisional de Arquitectura de Orihuela», editada por la Comisión de Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Alicante. También figuraba en el Catálogo del Plan Especial de Protección del casco Histórico de Orihuela.
Se mostraban al público en su estado original las dependencias más suntuosas: vestíbulo, escalera y salones de la primera planta.
En ellas se podía admirar, aparte del mobiliario, interesantes colecciones de pintura, grabado, escultura, cerámica, vidrio, bordados…
El descuido, la falta de inversión y los usos inapropiados del edificio acabaron deteriorándolo gravemente.
El consistorio oriolano emprendió una obra de emergencia para arreglar las cubiertas por grave riesgo para la vía pública.
Esto les permitió ejecutar un procedimiento administrativo especial adjudicando la obra por vía urgente en 2008/2009. El resultado fue la criminal intervención que lo convirtió en otra de nuestras ilustres ruinas.
En el año 2022, tras muchos años de promesas, de anuncios fallidos y absurdos proyectos, el Ayuntamiento de Orihuela sacó a licitación las obras de rehabilitación y las adjudicó por importe de tres millones ochocientos mil euros, «con el fin de convertir el antiguo palacio en un espacio polivalente».
La restauración está en marcha y esperamos que pronto se convierta en el esperado museo de la ciudad. Poco a poco iré añadiendo nuevas fotografías.
Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).
Con la colaboración de Jorge Belmonte Bas.