Crónica de Orihuela 1923. Abril/Mayo.
Manuscrito de José Manuel Teruel Rebollo, cronista oficial de Orihuela.
Abril de 1923.
Abril, de las aguas mil que todas caben en un barril. Este es el proverbio popular; y como «voz del pueblo, voz del cielo», se ha cumplido en el año corriente.
Muchas han sido las lloviznas en este mes, pero lloviznas al fin, sin que ninguna llegase a alcanzar la categoría de lluvia. Se humedecía se humedecía la tierra y se exhalaba de ella un vapor cálido del que decía Zorrilla que olía «a búcaros».
La hermosa Primavera, más hermosa y esplendente en esta tierra privilegiada de suelo fecundo en el que germina la flora más variada y olorosa, perfuma el ambiente, en cuya tibia humedad, parece mascarse el azahar, que como nevada de blancas mariposas, destaca sobre el oscuro verdor de los naranjales.
Es la Estación que trae a las golondrinas; las auroras de nácar y niebla; los crepúsculos de escarlatas y violetas: la que puebla de niños alborozados los paseos y de nidos los bosques; es la juventud; la juventud que el cronista siente que le vuelve la espalda y se marcha para no volver como las golondrinas de la rima inmortal del poeta sevillano.
Empezó el mes con la alegre y gloriosa Pascua de Resurrección; las tardes aunque frías con temperatura desusada en este país en Abril, eran aprovechadas por las buenas gentes que esparcíanse por los pintorescos alrededores de la Ciudad, y después de unas horas de locas y alborotadas diversiones, comíanse la tradicional mona, regresando ya anochecido, muchos con los ojos chispeantes por la alegría artificial que les causaba el mosto trasegado durante la merienda; pero era alegría sana, optimista, sin incidentes desagradables.
Y así pasaron los tres días de la Pascua, haciendo los teatros su Agosto en aquellas noches.
Aunque de cinco a seis años al presente, la vida en Orihuela ha experimentado un cambio radical que se venía labrando en nuestras costumbres desde más remota fecha; aunque Orihuela, asimilada a capital de provincia, es en ciertas épocas del año población alegre y bulliciosa, como tal capital tiene no obstante, siempre un sello de austera vetustez que imprime un tono de melancólica monotonía a la vida.
En los primeros días de este mes, esa monotonía fue interrumpida por la llegada de dos baterías del Regimiento de Artillería pesada que se halla de guarnición en Murcia. Un paseo militar trajo a esta Ciudad a la Plana Mayor de dicho Regimiento; dos de sus baterías con los jefes, oficiales, clases, soldados y demás elementos que las componen.
Se estableció el campamento en la explanada de San Sebastián, instalándose el cuerpo de guardia en la tienda de campaña que se levantó. Los soldados se alojaron en las casas del barrio de San Agustín.
El Ayuntamiento obsequió a la oficialidad con un refresco, dando el Alcalde la bienvenida a los expedicionarios en nombre del Pueblo, agradeciéndolo el Coronel en nombre del Regimiento. Estos actos se celebraron el Salón de Sesiones de la casa Consistorial, donde confraternizaron paisanos y militares.
En el Santuario de Nuestra Patrona María de Monserrate, se dijo una Misa a la que asistió el Regimiento en formación y una gran multitud; y por la noche, hubo en el Casino concierto y baile en honor de nuestros huéspedes, luciendo las lindas oriolanas la belleza y donaire de su hermosura e ingenio.
Los soldados disfrutaron de una franca hospitalidad y gozaron de una hermosa libertad honesta durante dos días, sintiendo al marcharse lo pronto que había pasado el tiempo. También dejaron ellos y sus jefes, grato recuerdo de su breve estancia en Orihuela.
Como todos los años, el lunes siguiente a la Pascua se celebró la festividad de San Vicente Ferrer, Patrón del Reino de Valencia, administrándose el Santo Viático a los presos e impedidos. En las Cárceles del Partido se sirvió ese día a los reclusos una comida extraordinaria.
Los frailes Capuchinos, de los que es discreto y prudente guardián nuestro paisano y amigo de la infancia D. Luis Payá (Fray Luis de Orihuela), han adquirido una preciosa y artística imagen de la Divina Pastora, a la que después de un solemne novenario, la sacaron en triunfal procesión, recorriendo las calles del Arrabal Roig.
El suicida de este mes no es un oriolano; es un vecino de Abarán de los que suelen venir a trabajar en los almacenes de naranjas durante la época de recolección y exportación de dicho fruto.
Se llamaba (espacio en blanco) y se escondió en un trigal cercano al camino de Hurchillo, de donde se le sacó cadáver, empleando para quitarse la vida una pequeña navaja con la que se dio varios tajos en el cuello, seccionándose la tráquea.
Capítulo macabro el anterior, al que sirve de epílogo el hallazgo del cadáver de una mujer, ya casi descompuesta, en el Segura, en el paraje denominado la Cruz del Río. ¿Se trata de un crimen, de un suicidio, o de un accidente casual?
El Juzgado averiguó que se trataba de una desgracia, pues comprobó que la muerta era la vecina de Murcia (espacio en blanco), que andando una noche de furioso huracán por la margen del río, empujada por el vendaval cayó al agua pereciendo ahogada; siendo buscada inútilmente por su familia durante algunos días, hasta que aquí se encontró quedando identificada.
La política entró en una fase de febril actividad con la convocatoria de elecciones generales el día veintinueve. Todos aquellos presuntos candidatos; todos aquellos futuros candidatos cuyos nombres se multiplicaban, quedaron reducidos a muy poco.
Regresado D. Francisco Ballesteros Meseguer de Madrid, aparecieron pasquines anunciando la candidatura de D. Joaquín Chapaprieta, Ministro de Trabajo, pero fue retirada a los pocos días. Presentose con carácter romanonista D. José Lázaro Galdeano.
Como amigo de D. Trinitario Ruiz Valarino, se presentaban D. Antonio Roca de Togores y D. José Martínez Arenas. Este duelo entre dos correligionarios fue solventado de una manera democrática:
El señor Ruiz Valarino reunió en su casa de Madrid a D. Antonio Balaguer, Alcalde de Orihuela; a D. José Franco y a D. José María Miralles, jefes de la política de Callosa de Segura; a D. Juan Gálvez, jefe de Bigastro; a D. Abel de los Ríos, jefe de Redován; y a D. Ángel Pérez por San Miguel de Salinas.
Expuso a los reunidos el caso y los invitó a elegir entre los dos candidatos, designado los convocados por unanimidad a D. José Martínez Arenas, quien por esta especie de antevotación, quedó proclamado candidato ministerial; y eliminado el Sr. Roca de Togores, la lucha electoral quedó limitada a la contienda entre D. José Lázaro Galdeano y D. José Martínez Arenas.
No reseñaremos los prolegómenos ni los incidentes de esa lucha, semejante a todas las de esa clase en que siempre ambos candidatos se atribuyen la propiedad de la absoluta mayoría del censo electoral del distrito y publican hojas demostrando al contrincante y ofreciendo lo que saben que no han de poder cumplir; y después el derrotado, acusa al victorioso de amañador, chanchullero y cacique.
El día 29 señalado para la elección, se realizó esta como una de las más pacíficas verificadas en este distrito.
Se notaron las diferencias; la de una completa falta de organización entre los amigos del Sr. Lázaro, y una absoluta preparación por parte de los del Sr. Martínez Arenas; y así resultó que mientras el primero obtuvo solo 700 votos, el segundo logró más de 6.000 sufragios.
Los correligionarios de éste, celebraron su triunfo con una manifestación que recorrió las calles precedida de la banda de música La Orcelitana; y después la misma banda obsequió con una serenata al candidato triunfante D. José Martínez Arenas que tenía muy trabajado el cuerpo electoral del distrito con su actuación y la de sus amigos políticos.
Nada más digno de consignarse en esta crónica ha dado de si, el mes de Abril, cuyos hechos principales, en él desarrollados, quedan catalogados en las líneas precedentes.
Mayo de 1923.
Este mes del que dice el verso popular: «Marzo lluvioso y Abril ventoso, sacan a Mayo florido y hermoso» está dedicado por la Iglesia Católica a la Virgen María.
Es lógico que la parte más delicadamente poética del Culto Cristiano; aquella parte dedicada a glorificar a la Madre Virgen, tenga su desenvolvimiento también en la época más riente y seductora del año: en el mes florido y perfumado de Mayo que tantas y tan bellas estrofas arrancó a la lira de los trovadores en todos los tiempos y en todas las lenguas, se consagran los cultos a la Madre de Dios.
En nuestros días se celebra el Santuario de la Patrona María de Monserrate, el llamado Mes de las Flores.
Todas las tardes, el templo amplio, adornado de flores polícromas, que mezclan su perfume con el incienso, que en blancas nubecillas después de aromar los pies de la Virgen , asciende por las altas bóvedas para recibir por los ventanales los matices áureos del sol poniente.
Se llena de fieles que celebran el Mes de María, escuchándose hermosos sermones, a veces de oradores noveles que luego fueron gloria de la palabra sagrada, tales como D. Luis Calpena, D. Agustín Cavero y D. Julio López Maymón, que pronunciaron sus primeros sermones en estos Cultos ya en años pretéritos, pero que desde su primer discurso prometieron ilustrar con sabia elocuencia la Cátedra Sagrada.
Aún allí debutan todos los años, jóvenes oradores que han llegado a ser oradores famosos, y otros que llegarán a serlo como los nombrados. Este año se han celebrado estos Cultos con el esplendor tradicional.
Por la mañana se ha celebrado el Mes de María en las iglesias de San Agustín, Santo Domingo y Santas Justa y Rufina, si bien no con tanta esplendidez como los de la tarde en la Iglesia de Monserrate.
Aún se conserva en ciertas calles y algunos parajes de nuestra huerta, la manera tradicional de celebrar la fiesta de la invención de la Santa Cruz, el día 3 de Mayo.
Se levantan pequeños altares ornados de flores y, en medio de ellos, una cruz; todo así dispuesto al aire libre, rodean el altar los vecinos; se toca música de guitarras y bandurrias, se canta, se baila; y se come y se bebe (se bebe muchísimo más que se come) hasta la noche; cerrada esta, la fiesta llega a su apogeo y acaba con cohetes, bombas y algunas piezas de fuegos artificiales.
También continúa la tradición de las enramadas, que consiste en que los novios rocían de flores y verdes hojas las puertas de las novias, hasta hacer una alfombra perfumada para orgullo y gala de la enamorada, que la halle con sus pies breves al despuntar el nuevo día.
Algunos novios desdeñados o burlados, toman venganza de su bella atormentadora convirtiendo la puerta de esta en letrina pestilente, acumulando en ella inmundicias y excrementos de animales.
Por fortuna, esto va siendo raro y castigado por las autoridades cuando se conoce a los autores de estos odoríferos obsequios.
El día 3 de Mayo es el primero que, a las once y media de la mañana, las campanas de la Catedral tocan «a tiempo»; toque de verano que sigue al conjuro de las nubes, que se hace por el Cabildo desde lo alto de la torre y cuya ceremonia recuerda y parece que prolonga el toque indicado; aunque se ignora el origen de llamarlo así, pero se puede conjeturar que significa, que «se toca a conjurar las nubes en el tiempo en que éstas son peligrosas».
También el día 3 de Mayo es el primero en el que el toque de ánimas suena a las nueve de la noche.
Hasta este año, las familias hacían hacer la Comunión primera a los niños que reunían condiciones de edad, en este mes pero aisladamente; en el corriente, el nuevo Prelado Sr. Irastorza ha organizado este acto de un modo colectivo.
El domingo día 6 en la mañana, repartió la Sagrada Eucaristía el propio Obispo, en la iglesia de Monserrate a una gran multitud de niños de ambos sexos; y por la tarde todos ellos vistiendo los trajes de Primera Comunión, formaron una larga procesión que, partiendo de la iglesia de San Agustín, llegó a la de Monserrate, en la que los inocentes niños hicieron la ofrenda a la Virgen, de su pureza y de sus flores que en sendas bandejas llevaban depositándolas a los pies de la Patrona de Orihuela entre cánticos de alabanza a la Madre del Redentor.
El Prelado bendijo a los niños; y el acto, que resultó hermosísimo fue presenciado por casi todo el pueblo.
Celebrándose en Valencia la Coronación Canónica de su Patrona la Virgen de los Desamparados y siendo la diócesis sufragánea de aquella archidiócesis, el Obispo de Orihuela marchó a la ciudad del Cid a presenciar las fiestas y tomar parte en las religiosas ayudando al Arzobispo.
En el Asilo de Ancianos Desamparados se celebró el día 13 con gran solemnidad una fiesta religiosa en honor de su titular; y los asilados tuvieron comidas extraordinarias y algunos regocijos tales como música y fiesta de pólvora.
El 17, los vecinos de la calle de San Pascual, festejaron a su patrono con dulzainas, música y tracas.
Como todos los años se realizaron las letanías de la Ascensión y la fiesta de ese día; así como con gran solemnidad y esplendor la procesión del Corpus.
La empresa del Teatro Circo ha ofrecido al público espectáculos variados y notablemente artísticos. En este mes primero fue la «troupe» Garuyer, número de variedades notabilísimo por los heterogéneos trabajos que realizan sus doce componentes de ambos sexos.
Después la gran compañía dramática de Francisco Morano que, con su inimitable labor artística, fue llevando cada noche más gente, hasta que la última resultaba pequeño el gran teatro; más tarde, Ernesto Proteo, buen imitador de canzonetistas; pero al público oriolano y a mí, no nos gustan los hombres que se visten de mujer.
Y por último, con grandioso éxito, la presentación de la opereta «Miss Venus», en la que se adapta la proyección del cinematógrafo de una manera bastante perfecta a la partitura musical que fue cantada y ejecutada con gran acierto por apreciables artistas.
Las tiradas de pichón de esta Primavera fueron de excelente resultado para los tiradores oriolanos. Cuatro de los premios que se disputaban fueron ganados en reñida lucha por nuestros paisanos, los señores D. Miguel Cremades y D. Manuel Bonafós, D. José de Madaira y D. Alfonso Wandosell.
El polígono de tiro estuvo animadísimo de tiradores y las tribunas cuajadas de elegantes señoras y lindísimas señoritas. Concurrieron muchos tiradores forasteros; y por las noches se improvisaron asaltos y conciertos muy agradables.
La víspera de la Santísima Trinidad, confirió Órdenes Sagradas el Obispo en su episcopal palacio. Con este motivo, las familias de los ordenados animaron la población.
El concejal D. José Escudero Bernicola, planteó en el Ayuntamiento el problema de los médicos titulares, pues de los cuatro existentes, tres estaban siempre sustituidos y sólo uno, D. José de Madaira, cumplía con los deberes del cargo por lo que pedía la destitución de dos de ellos, los señores Zerón y Olavarrieta.
Se suscitó un debate sobre la interpretación del contrato de los médicos con el Ayuntamiento, sosteniendo el Sr. Escudero que se podía reformar interpretándolo con un criterio amplio; y el Alcalde Sr. Balaguer, opinando que no podía variarse por estar muy claro el artículo que faculta las sustituciones.
Los Concejales se dividieron siguiendo las teorías expuestas por los señores Escudero y Balaguer; y sometido el asunto a votación, resultó un empate por lo que quedó pendiente la cuestión para la sesión inmediata, en la cual D. Juan Carrió dijo que, no cumpliendo los médicos el artículo cuarto del contrato, el Ayuntamiento no venía obligado a cumplirlo, y podía destituir a los que no estuvieran desempeñando sus cargos.
Abundando en este criterio, los señores Balaguer y Escudero y de acuerdo todos los Concejales en que no se debía permitir perjuicio en ese servicio ni tolerar la mediatización del Ayuntamiento, se autorizó al alcalde para gestionar particularmente con los médicos el contrato a base de limitar el tiempo de las sustituciones; y de no poder logar la aquiescencia de los señores médicos titulares, que diera por anulado el contrato, comenzando la instrucción de expediente y dando cuenta del resultado, en todo caso, al Ayuntamiento.
Este asunto produjo gran expectación, revuelo y comentarios por la calidad de las personas que en él intervenían.
La atención pública pasó este mes por un periodo de aguda tensión. Los partidarios políticos de los señores Lázaro Galdeano y Martínez Arenas, confiaban el resultado final y definitivo de las elecciones a la justicia del Tribunal Supremo.
Cada nuevo día, una nueva especie lanzada a la publicidad producía una emoción diferente; y ya eran pálidos los rostros de los unos, ora eran lívidos los semblantes de los otros, según que la noticia del día les fuese adversa o favorable; y todos fingían serenidad y buen ánimo porque todos decían tener razón si bien, en verdad, hemos de confesar que aparecían más confiadamente tranquilos, los amigos del Sr. Martínez Arenas.
En todas partes se discutía, y la pasión ofuscaba las inteligencias más claras. Apuntaban los lazaristas las enormidades que a su juicio se habían cometido y esperaban que el Tribunal Supremo, convencido de ello por algunas actas notariales y por lo que le dijera el Conde de Romanones, gran valedor del Sr. Lázaro, propondría al Congreso la nulidad de la elección y la repetición de la misma.
Alegaban los amigos del Sr. Martínez Arenas la licitud de la elección con la mayoría aplastante que garantizaba el éxito y el interés del Sr. Ruiz Valarino por este distrito, esperando que se propondría la validez de la elección. Días eran de zozobra para los partidarios de ambos candidatos, contaminándose toda la Ciudad de sus ansias.
Se supo que el Tribunal Supremo había señalado el día 28 para la vista del acta de Orihuela. No hay para que decir que la noticia recrudeció las discusiones, asomando las dudas, otra vez mezcladas con las esperanzas.
Se supo que había impugnado la validez de la elección ante el Supremo el Sr. Lázaro; y que la había defendido el Sr. Martínez Arenas; y así pasó todo el día 28 y hasta las cuatro de la tarde del día 29, en que varios telegramas con expresiones convenidas de antemano comunicaron a los amigos y partidarios del Sr. Martínez Arenas que el Tribunal Supremo proponía la validez de la elección, y por consecuencia la validez del acta de Orihuela.
La noticia corrió rápida y se exteriorizo la alegría de los vencedores, disparándose gran número de bombas. Acudió mucha gente a la Plaza de la Constitución, invadiendo la Casa Consistorial donde, con la concurrencia de la banda de música La Orcelitana, se improvisó una sesión popular en honor del Diputado a Cortes D. José Martínez Arenas, y después de entusiastas discursos, se organizó una nutrida manifestación que recorrió las calles principales aclamando al nuevo Diputado por Orihuela.
Y con este suceso político, cuyo final estaba previsto por los que conocen la historia política del distrito, y por los que saben que el que tiene más votos gana las elecciones, cierro la crónica de este mes de Mayo.
Cuyos dos últimos días fueron de generales comentarios; de pesadumbre para los partidarios del candidato vencido y de satisfacción para los amigos del triunfante, que le escribieron reclamando su presencia en esta y se dedicaron, mientras a prepararle un digno recibimiento.
La última nota que consignar en este mes, es la de que la música La Orcelitana, estrenó unos bonitos uniformes de verano; claro es que los uniformes los estrenaron los músicos; no la música como he dicho por extensión; y hago esta aclaración.
Por si en los tiempos venideros, algún espíritu sutil, se toma el trabajo de leer estás crónicas, en las que verá minucias y hechos importantes; pero en la crónica de la vida de los pueblos, si aquella ha de ser real e imparcial, han de consignarse los grandes acontecimientos y los pequeños sucesos, porque los unos y los otros completan la realidad y dan carácter y fisonomía a los pueblos.
Si se omitiera un hecho por extraordinario o por minúsculo, la crónica no sería verídica y aparecería mutilada; y tal vez, no siendo imparcial el relato, sería deforme el historial del pueblo.
Manuscrito de José Manuel Teruel Rebollo. Cronista de Orihuela (1922-1923). (Archivo Municipal de Orihuela).
Transcrito por Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).