El hambre extiende, amenazante, su descarnada garra. El pueblo, resignado, famélico, se roe los codos en la eterna espera de un día mejor que nunca amanece. Y mientras, los impúdicos histriones del retablo político y la comparsería de egoístas, que oculta tras la cortina mueve los muñecos, siguen representando la bonita, flamante y entretenida farsa titulada por mal nombre «La renovación y… llenando las alforjas». JUAN ORIOL.
Murcia, enero de 1917.
Como ya comenté en la entrega anterior, la capital del Segura disfrutó de un interesante movimiento cultural a lo largo del primer tercio del siglo XX. Sin muchas noticias de actualidad, las páginas de los tres periódicos que salían a la calle diariamente se completaban con ensayos literarios, poesías y relatos de un generoso plantel de escritores locales que daban a conocer sus obras en «El Tiempo», «El Liberal» y «La Verdad».
Justo supo hacerse un hueco entre ellos y no dudaron en ofrecerle la dirección de una nueva y ambiciosa revista cultural. En el siguiente artículo, Jiménez de Letáng destacaba a García Soriano y a Jara Carrillo, como los «prestigios intelectuales» de la capital; y hablaba de «llevar al corazón de Castilla los latidos viriles de la huerta murciana»; de transportar la Literatura regional a toda España «para que se sepa que en un rinconcito de la costa levantina queda una musa lozana y ardiente».
El Liberal. 27 de enero 1917: Hay que tender en España a la descentralización de la literatura y para eso es necesario el apoyo de unas revistas lujosas de arte (en Barcelona, «Arte y Letras»; en Murcia, «Oróspeda», por ejemplo) editadas en provincias con la colaboración de los altos prestigios intelectuales y de jóvenes desconocidos hoy que al ser alentados por los viejos darán óptimo fruto…
Superada otra triste navidad empañada de ausencia, la primera carta recibida por nuestro biografiado en 1917 de la que tenemos constancia la escribió Rufino Gea invitándole a la representación de su obra en Orihuela.
9 de enero de 1917. Mi amigo Justo: al día siguiente de escribir a V. me avisó Gómez Ferrer su venida a esta donde contrató 8 ó 10 funciones y leyó el drama que se llevó para ensayar; pero sentí tales remordimientos de dar al público el parto que le escribí desistiendo de representarla.
La empresa de aquí se alborota al enterarse de mi resolución; Gómez Ferrer me escribe insistiendo en que quiere representarla, y yo, pecador de mí, le envío los papeles para que empiecen los ensayos, a condición de que si en ellos ve que la obra no se presta para la representación, que no la lleve adelante.
El público creo yo que no la pateará, pero crea V. que estoy arrepentido de estos fregaos; y puesto que V. y el Sr. Jara han inferido a mi instancia para que se cometa este crimen literario, no dejen de venir para el 19 o el 20 que se efectuará. Ya se lo diré a V. más seguro cuando se fije la fecha por el Sr. Gómez Ferrer.
Lamento lo de la papelera. De eso tendrá muchas. García Guillén dice que está muy ocupado ahora, y que más adelante verá si puede enviarle algo. No confíe V. mucho que D. Vicente es así. Aquí me invitan a que imprima eso. Ya veremos si le sorprendo a V. con ese montón de ripios en letras de molde. Siempre buen amigo. R. Gea. He abreviado el pregón y enumerado algunas escenas.
La siguiente fue una tarjeta postal remitida por Juan Sansano desde Monóvar. A pesar de su brevedad, era a la vez pésame por su hijo, felicitación por la revista e invitación a un banquete.
Inolvidable: Te envío un abrazo efusivo que te sirve de lenitivo al dolor que te habrá ocasionado la muerte de tu hijo… Ya te escribiré sobre esto y sobre tu revista, por la que te felicito. Cuenta con mi suscripción que abriré por giro.
Sansano regentaba un periódico en Monóvar llamado «El Sembrador»; y habían organizado un homenaje al joven pintor naturalista local, Juan Corbí Esteve, para celebrar el éxito de su última obra titulada «El cuento de la abuelita».
Atiéndeme en esto. El próximo domingo celebramos un banquete en esta, en honor del joven pintor Juan Corbí. Quedas invitado a él, pero si, como supongo, tu viaje no es fácil, envía una adhesión para que se lea en el acto. Maximiliano también está invitado. Te enviaré mi periódico «El Sembrador». El banquete será el domingo a las 2. Saluda a tu esposa y celebra tus triunfos. Tu invariable, Sansano.
La primera enviada por Justo, que se conserva en el archivo, tuvo como destinatario a Pedro Sainz. En ella le habló de la muerte de su hijo; de la resignación y la búsqueda del consuelo en los libros; de «Oróspeda» y de «Filosofía y Letras»…
Murcia, 23 de Enero de 1917. Mi querido Pedro: Recibí tu última carta, cariñosa como todas, en que me dabas el pésame por la muerte de mi pobre Tomasito. No podrás figurarte bien la impresión tan terrible y aplanante que me ha producido, pues no lo esperaba.
El niño estaba muy hermoso hasta unos quince días antes de morir en que empezó a desazonarse e indisponerse con cuatro dientes que empezaban a romper; pero, como esto ocurre con casi todos los niños, no le dábamos gran importancia. La tarde antes de morir nos había dicho el médico que estaba mejor; y en efecto, al amanecer siguiente, mi hijo volaba al cielo — ¡quiero soñar con esta ilusión! —dejándonos con un desconsuelo que nunca se aliviará.
En los libros, como tú me aconsejas, procuro buscar el lenitivo que necesito, el olvido y la distracción. Pero, ¡si vieras que después de rozarle a uno tan de cerca la Muerte, recordándonos lo frágil de todas nuestras cosas, qué ridícula y estéril encuentro la Ciencia y qué inútiles todos los esfuerzos humanos! Nos afanamos como si hubiéramos de ser eternos, ¿y para qué? A la postre …
Pero observo que me voy poniendo muy fúnebre. ¡Y no hay derecho! Que haya un cadáver más ¿qué importa a la erudición y a los bibliófilos y … ¡a nadie! Hablemos de literatura, sí. Supongo que habrás recibido el 3er número de «Oróspeda». Por él habrás visto que el incomparable D. Adolfo Bonilla me ha vuelto a enviar un colosal artículo, como todos los suyos. Aparecerá en este IV número, que recibirás un día de estos.
En Los Lunes del Imparcial de hace dos semanas leí con grima que la cacatúa cervantina de Icaza se atrevía a maltratar a Don Alfonso, manteándolo ventérilmente. ¿Qué opinas?
Nota: La «cacatúa cervantina de Icaza» era un un crítico, poeta e historiador que ese mismo año publicaba en Madrid la obra «Supercherías y errores cervantinos. Puestos en claro por… Francisco de Asís de Icaza».
Espero con impaciencia que me mandes un artículo tuyo —si más de uno, mejor—para Oróspeda. No importa que no sea de cosas de Murcia o de esta región. Lo que quieras, aunque procura que sea ameno, pues a la frivolidad y a la imbecilidad ambientes les hacen bostezar las citas. El criterio de casi la totalidad de los lectores es exclusivamente actualista. ¡Que les dejen de historias! ¡Nada de cosas pretéritas y reconstructivas. Lo de ayer tarde ya les tiene sin cuidado! ¡Amenidad, amenidad y amenidad! Ellos no leen para aprender a pensar, sino para distraerse, para divertirse.
Esta opinión la mantienen hombres que pasan por doctos, catedráticos de la Universidad y ¡hasta mis compañeros! Comprenderás la lucha que estoy sosteniendo. No quieren más que la bagatela, y no azorinesca, que está al alcance de todos los magines. Leerías la crítica del libro de Alcázar, que publicamos. La escribió el Sr. Ruiz-Funes, catedrático de Derecho Penal, pues yo no estaba aquellos días para nada.
¿Y Filosofía y Letras? No he recibido el nº de Diciembre ni el de Enero. ¿Ha bajado al sepulcro? Me alegro de lo de Ovejero. Eso viene bien. ¿se puso ya bien don Cayo? Creo que uno de estos días es tu santo, o ha sido tu cumpleaños. Todos tienen octava. Felicidades. Recuerdos para ti, tus papás y hermano, de Eloísa, mi madre y míos; y para ti un abrazo de tu fraternal, Justo. Justito está muy travieso. Ya empieza a aprender la cartilla.
En esta premonitoria carta, su amigo Abelardo Teruel, redactor en «El Correo» de Alicante, le recomendaba no depender exclusivamente de los ingresos que proporcionaban los suscriptores. El consejo que proponía este profesional con experiencia en publicaciones para «defender la revista», era «industriarla» (conseguir publicidad) y pedir ayuda al Ayuntamiento, al Círculo de Bellas Artes, al Casino…
T/C= Explanada España, 1. Alicante, 22-1-917. Sr. D. JUSTO GARCÍA SORIANO. Director de «ORÓSPEDA» – Murcia. Querido Justo: He recibido el Nº 3 de tu «Oróspeda» y deseo que desde la cumbre de ella descienda sobre ti el éxito que merece. No te perdonaré los Ns. 1º y 2º, pues deseo poseer la colección y he de expresarte con sinceridad que estaba bastante molesto contigo, porque leí en otros periódicos de aquí el acuse de recibo de tu Revista, sin alcanzárseme que me hubieras olvidados para esos menesteres.
Considero que el esfuerzo que supone publicar en provincias de la importancia de las nuestras, periódicos de la índole del tuyo. Está por vosotros bien orientado, en el mejor sentido, y en condiciones de que rinda fruto. Lo digo por los elementos de que te has rodeado, que son verdaderos artífices del pensamiento, y diestros esgrimidores de la péñola.
Por lo que a ti hace, no he de molestarte con justos elogios que te ofenderían. Ya sabéis, sin embargo, lo que ocurre en literatura; los buenos aficionados la leen sin «comprarla», he aquí porque supongo yo que os esforzaréis en industriaros para que la Revista pueda defenderse.
Una ciudad cuna de artistas, como esa, donde la Poesía tiene campeones ilustres y las Artes bellas diestros cultivadores que ponen a la continua el nombre de Murcia a una altura digna de «Oróspeda» debe tener a gala subvenir a esa necesidad, y vuestro digno Municipio será seguramente el primero en acorreros debidamente.
No hablemos del Círculo de Bellas Artes, de otros análogos, del Casino, etc. La vida de «Oróspeda» debe asegurarla Murcia; el alimento espiritual del periódico, ya lo sabéis asegurar vosotros. Ya me irás diciendo cómo se desenvuelve, aunque en las páginas de ella lo veré con claridad porque ya sabes que somos versados en estos achaques, y confío en que seguiré recibiendo puntualmente la Revista, prometiéndote que, por descontado, os haré el oportuno reclamo de ella, en «El Correo» en que ahora redacto, y cuando pueda enviarte original inédito, no dejaré de contribuir con él, a que tengáis una ayuda tan modesta como bien intencionada. Te abraza, Abelardo (Rubricado).
La siguiente carta la envió Wenceslao Fernández Flórez, periodista y escritor de novelas que había conocido en la redacción de «El Parlamentario». En 1915 se había pasado al ABC (se puede comprobar en el membrete del papel), donde se hizo muy popular redactando crónicas parlamentarias durante dos décadas. En ella le felicitaba por la revista y, particularmente, por el cuento «Esterilidad», aparecido en el número tres.
Sr. D. Justo García Soriano. Mi distinguido amigo: Muy bien su revista, que me entregaron en la redacción a mi regreso de Bilbao. Es una valentía económica y representa una capacidad cerebral que honra a Murcia. Admita V., además, una singular alabanza para su cuento que yo, tan enamorado del género y tan exigente con sus cultivadores, leí con verdadero placer.
Tendré mucho gusto en enviar a Vds. algunas cuartillas; no sé cuándo, porque mi labor de ABC y mis colaboraciones y la corrección de una novela que aparecerá el mes próximo no me permiten disponer por ahora del tiempo que con tanto gusto yo querría dedicar a V. Otra vez mi enhorabuena y un abrazo de su cordial a. q. e. s. m. W. Fernández Flórez. Madrid, 25-I-917.
Oróspeda 1917.
El Día. Madrid, 27 de diciembre de 1916: Hemos recibido el segundo número de la revista quincenal de ciencia, literatura y arte que con el título de ORÓSPEDA se publica en Murcia, bajo la dirección del notable periodista Justo García Soriano.
En dicha Revista, lujosamente editada, figuran, entre otros, interesantes originales de Díez de Revenga, Frutos Baeza, Codorníu, José Ballester y Bolarín. Su presentación y su texto nos incitan a desear que arraigue pronto y conquiste la prosperidad necesaria para realizar la empresa cultural que pretende.
En la efímera Oróspeda — sin duda la revista literaria murciana más importante de su tiempo—, escribieron prácticamente todos los autores locales de la época. A estas colaboraciones y a las del propio García Soriano, se unieron las de algunos escritores de renombre nacional, como es el caso de Adolfo Bonilla, que ya hemos citado.
En los números publicados en diciembre de 1916 García Soriano no firmó ningún artículo. Se intuye su pluma en la presentación y comentarios del primero; y la preparación del segundo coincidió con la inesperada muerte de su hijo Tomás.
En este apartado vamos a repasar los ocho ejemplares publicados en 1917, en los que las aportaciones personales de nuestro protagonista son bastante numerosas y algunas muy extensas. Es por eso que no voy a transcribirlas completas.
La Biblioteca Virtual de Prensa Histórica cuenta con los diez números publicados, y son perfectamente legibles. Podéis acceder a ellos fácilmente pinchando en la siguiente imagen que muestra las cabeceras de los ocho ejemplares.
Aun así, para facilitar la tarea, voy a hacer una especie de resumen con especial atención y pequeñas muestras de las aportaciones de nuestro biografiado a cada número.
Oróspeda. 1 de enero 1917. Núm. 3:
Dentro de la sección «cuentos de Oróspeda», Justo presentó un hermoso y extenso relato (págs. 60-65) que, como ya he dicho, gustó mucho al novelista Wenceslao Fernández Flórez. Se titulaba «Esterilidad» y trataba la obsesión por la ausencia de hijos. Recordemos que él mismo acababa de perder uno. Os adelanto una líneas por si os apetece leerlo.
¡Un hijo, que sea como un reflejo, como una proyección, como una reviviscencia de nuestro propio ser! ¡Un hijo, que sea, después de nuestra muerte, como una prolongación y desdoblamiento de nuestra vida!…
Admirar primero la inocencia del ángel en el candor de la dulce mirada y de la alegre sonrisa; celebrar sus balbuceos y hablar incipiente, luego los espontáneos donaires y las inconscientes travesuras, seguir después con anhelo, con ilusión y esperanza, su crecimiento y adelantos, y, copartícipes de aquella existencia, sufrir con gusto sus afanes, sus preocupaciones y zozobras y saborear también sus éxitos y sus dichas, hasta que al fin de la jornada, cuando llega la hora del abandono absoluto y forzoso, de la eterna separación y despedida, legarle el producto de nuestros ahorros y de nuestros medros en una cuantiosa herencia!…
En la de «Rebuscos» firmó «El Licenciado Cascales. Documentos inéditos» (págs. 66-67). Un adelanto a la biografía que sobre este personaje publicaría en 1924.
El insigne autor de las Tablas poéticas, gloria de Murcia y de España, aún no tiene una biografía digna de su mérito. Todo lo que de su vida se sabe se reduce a unas breves e incompletas noticias, fruto de nuestra erudición local.
Entre otras muchas particularidades de su vida, sigue ignorándose aún quiénes eran sus padres y la fecha de su nacimiento. Vamos a responder nosotros a la 3ª de las preguntas formuladas en esta sección de Rebuscos, aportando algunos datos muy interesantes, desconocidos e inéditos …
En esta entrega colaboró también el oriolano José Rufino Gea, con un artículo titulado «Del Archivo de Orihuela. Las Riadas» (págs. 53-54). En él describía la tradicional ceremonia del ramo arrojado al río Segura con la imagen de la Virgen de Monserrate sobre el puente de Poniente. Os dejo un fragmento.
Aquella misma tarde, al atravesar el puente la procesión, detúvose a la Virgen junto al río, y mientras el pueblo en masa coreaba a grandes voces la letanía que cantaban el obispo, los canónigos y los frailes, tuvo quizás el ilustrísimo D. José Bargés la feliz inspiración de arrojar sobre las encrespadas aguas del Segura el ramo de la Virgen, y esta señal de santa alianza entre el pueblo de Orihuela y su amada Patrona, salvó por aquella vez la vega de otro desastre…
Oróspeda. 15 de enero 1917. Núm. 4:
Encabezado por otro artículo enviado por Adolfo Bonilla, en esta entrega Justo presentó «Dos obras inéditas sobre escritores murcianos» (págs. 83-84). Coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de Andrés Baquero, pedía la publicación de su trabajo inédito «Escritores de Murcia» .
A este propósito he de reproducir brevemente una indicación que en otra ocasión análoga hice, no ha mucho. Me refiero a la publicación del libro sobre Escritores Murcianos que dejó inédito el señor Baquero…
… Ella debe de ser un rico tesoro de noticias históricas y el mejor monumento elevado en gloria de los antiguos escritores y poetas de esta Región. En una de sus últimas cartas me decía el señor Baquero que tenía ya escritas más de mil cuartillas de ella y que pensaba darla a luz a fines del presente año.
Con el seudónimos «Juan Oriol» (el más utilizado a partir de este momento), escribió también «Glosario del Tiempo. Divagaciones de Actualidad. La Guerra y la Literatura» (págs. 87-88).
Pero la obra-síntesis de esta Guerra, la que dé la precisa visión de conjunto y exprese, íntegra y fielmente, el ideal por qué en ella se combate, esa, a buen seguro, no ha sido escrita todavía. Y cuando se escriba ¿en qué forma cristalizará o cuál género literario, de los arcaicos o de los novísimos, adoptará para su expresión?
¿Será un simple relato histórico, una novela, una rapsodia lírica, una ópera vagneriana, un tratado de metafísica, de sociología o de ética, un curso de aviación y navegación submarina, un prontuario de mecánica y de química industrial o, finalmente, lo que más natural parece, un grandilocuente poema heroico?
En la sección «Rebuscos» figura un trabajo firmado por «Todmir» con el título «El patrón de la diócesis» (págs. 92-94) que tiene toda la pinta de ser suyo.
El día 16 del presente mes celebra la Iglesia la festividad de San Fulgencio, patrón de esta diócesis desde el año 1594. Por revestir interés de actualidad, vamos a referir brevemente los motivos y circunstancias que determinaron la creación de este patronazgo…
Oróspeda. 1 de febrero 1917. Núm. 5:
También dentro de la sección «Rebuscos», vio por fin la luz el trabajo que llevaba meses intentando publicar en la «Revista Crítica Hispano-Americana» que dirigía Bonillo. Lo tituló «Damián Saluzio del Poyo, algunos datos biográficos» (págs. 115-118).
Yacen, pues, los restos mortales de Damián Saluzio del Poyo, como los de su insigne coetáneo y paisano Francisco Cascales, en la iglesia de Santo Domingo de esta ciudad. En recuerdo de este último, la Comisión provincial de Monumentos creyó conveniente colocar allí una sencilla lápida en que constase estar enterrado el gran humanista. Fue descubierta solemnemente el 22 de Diciembre de 1902. ¿No es merecedor también el que fue famoso poeta dramático murciano, de un igual pequeño homenaje que perpetúe su memoria?
Como director, avaló un moderno artículo en defensa de la mujer, obra del periodista murciano Ramiro Pinazo, con el título «El problema feminista ¿debe abordarse en Murcia?» (págs. 103-105).
En España, la mujer, abandonada a su propio y aislado esfuerzo, calladamente, sin buscar resonancias de campañas en la prensa, sin ampulosos discursos de propaganda, intenta trabajosamente conquistar sus legítimos derechos, procurando a la vez la adquisición de una cultura. Pero no recibe la ayuda generosa del hombre, que, antes al contrario, no le deja el paso libre para que pueda llegar presto a donde debe llegar, no ya como mujer, pero ni siquiera como esposa ni como madre.
Y se hizo eco del estreno en el Teatro Circo de Orihuela de la obra de Rufino Gea.
TRIUNFO TEATRAL El día 22 del pasado Enero se estrenó en el Teatro Circo de Orihuela un drama en tres actos y en verso de nuestro querido amigo y colaborador, el distinguido literato y cronista oficial de aquella ciudad don Rufino Gea, titulado «Los nietos de la Armengola», por la compañía Gómez Ferrer.
La obra, que trata del interesante tema histórico de la lucha de las Germanías en la ciudad, está muy bien concebida, es interesantísima por su asunto y tiene una versificación limpia y correctísima. Sus paisanos tributaron un cariñoso homenaje al autor, mereciendo la representación entusiastas ovaciones. Felicitamos muy sinceramente al señor Gea.
Como novedad, este número ofrecía a los lectores una lámina suelta sobre cartulina con tres obras de José Pascual y Valls, dibujante al que Luis Luna había dedicado un artículo.
Oróspeda. 15 de febrero 1917. Núm. 6:
En la sexta entrega, acompañando un extenso trabajo sobre el famoso maestro de periodistas murcianos fallecido en 1916, Justo firmó un artículo titulado «D. José Martínez Tornel» (págs. 136-138). He transcrito buena parte de este trabajo por su carácter autobiográfico. En él habla de sus inicios, de las poesías infantiles publicadas por Tornel en «El Diario de Murcia».
… Mi buen deseo y el cariño y admiración que sentí siempre por el llorado maestro, desde que di mis primeros pasos en el periodismo y la literatura, suplirán en parte las desfavorables circunstancias que de otro modo harían completamente trivial y estéril mi trabajo.
Mi primera o una de mis primeras poesías infantiles, como las de otros muchos jóvenes que hoy son eminentes literatos de esta tierra, apareció en la Sección Amena de «El Diario de Murcia». Todos los que escriben y han publicado algo, saben la íntima exaltación que en el alma ingenua de un principiante produce el ver por primera vez en letras de molde, estas sugestivas y voraces letras de molde, su nombre y apellidos bajo unos párrafos o unas estrofas que han salido de nuestra cabeza. Desde aquel fausto día de mi oscuro debut literario, yo amé y admiré a Tornel con toda mi efusión de niño.
Vosotros, los que habéis pasado por este mismo trance, lo comprenderéis perfectamente. Aquello fue por el año 1898 ó 1899. Después, mi musa continuó dando sus vagidos y sus más agraces frutos, con la profusión y tenacidad de los primeros empeños, en el simpático periódico de Tornel; y a medida que menudeaban mis balbuceos poéticos, la figura de éste se iba agrandando, hasta adquirir proporciones de coloso, ante mi vista.
Nunca olvidaré la porfiada polémica epistolar que me atreví a sostener con el bondadoso maestro a causa del título de una serie de sonetos que le envié para su publicación. Yo les había puesto el epígrafe de «Eróticas» y don José, escandalizado, trató de disuadirme escribiéndome una cariñosa carta llena de consideraciones morales y literarias.
En «El Diario de Murcia» hice también mi primera campaña periodística, en funciones de su corresponsal en Orihuela. Un pintoresco y desagradable incidente con ciertos conciudadanos míos, originado por una ingenua indiscreción en que se abusó villanamente de mi inexperiencia de muchacho, me hizo renunciar a aquella corresponsalía. En todas estas andanzas me guió siempre, con sus consejos prudentes, leales y benévolos, el ilustre periodista.
De allí a poco marché a la Corte, donde fui relegando un tanto el trato de las musas para darme de lleno a la erudición y a la Historia. Pasados algunos años vine un veraneo a Murcia en busca de ciertos datos históricos, que hallé con no poco esfuerzo en el Archivo municipal. El señor Martínez Tornel, que era su archivero, me prestó, bondadoso como siempre, su eficaz ayuda, alentándome en mis investigaciones con esta frase, que desde entonces he adoptado por lema en todos mis trabajos de rebusca: «¡Paciencia y… buena intención!»
Traigo a colación estos nimios recuerdos personales a propósito de Tornel, porque ellos, como pudieran servir de ejemplo los de otros muchos, demuestran que el director de «El Diario de Murcia» fue el maestro de la mayoría si no de todos los literatos y periodistas de esta región de la generación presente.
Por lo que a mí, el más modesto de todos, se refiere, debo confesar que a la excesiva benevolencia de Tornel en admitir mis originales en su periódico, como los de cuantos a él acudían, es casi seguro se deba el que yo haya contraído el malhadado vicio de emborronar cuartillas, para estrago mío y de mis lectores, si los tengo; y acaso sea la responsabilidad de este daño una de las pocas culpas que haya tenido que purgar en la otra vida el justo y bondadoso varón. ¡Dios se lo perdone como yo le absuelvo!
El homenaje a Tornel se completó con un romance popular titulado «Angelicos al Cielo» (pág. 143). Es fácil imaginar cómo debió revolver los sentimientos de Justo hacia su difunto «Tomasito».
Florida alhábega cubre aquel tiernecito cuerpo; amarillas siemprevivas ciñen su rubio cabello; blanca y con lazos de rosa la mortaja le pusieron; las manecitas cruzadas le sujetaron al pecho; le echaron agua bendita; su madre le dio mil besos en los labios encarnados que tenía medio abiertos, y ungido por el amor lleváronle al cementerio. Cuando, entre las mustias flores, en la caja le pusieron, y echaron a andar con él, la madre cayó en el suelo… «No llores, mujer, decía el padre haciendo un esfuerzo que nuestro hijo es un ángel con los ángeles del cielo»…
Oróspeda. 1 de marzo 1917. Núm. 7:
En el número siete Justo firmó el artículo «Notas de arte. Una escultura de Planes» (págs. 157-158). El escultor Planes había sido el autor del diseño de la portada.
La impresión que, desde el primer instante, produce el conjunto de esta escultura, es la de una severa y armónica grandeza. Se ve que estamos ante la muestra gallarda y valiente de un arte robusto y nuevo, seguro de sí mismo.
El asunto es bien sencillo: un hombre joven, de complexión atlética, descansa en decúbito casi supino, con el busto erguido y vuelto, en elegante escorzo, hacia el lado derecho para sostener con la mano izquierda una pequeña lápida o un libro, que mira muy atentamente. La cabeza, rasurada, fina y vigorosa, de puras líneas y nobles facciones, tiene una sugestiva expresión meditabunda. Toda la postura no puede ser de belleza más estatuaria y original…
Y también «Murcia y el centenario de Zorrilla» (págs. 163-164), de nuevo con el seudónimo «Juan Oriol».
Como ninguno otro, fue sin duda Zorrilla el poeta más genuinamente español y más representativo de la Raza, en todas sus grandezas y en todos sus defectos. El alma fiera de Castilla, heroica, altiva, ingenua, jactanciosa y romántica a la vez, nunca tuvo mejor cantor ni más fiel intérprete…
Por último, una reseña bibliográfica sin firma del libro «Jardín Interior» (págs. 165-167).
«Jardin interior» es un libro de gran madurez, en que una vigorosa inteligencia y una sensibilidad delicada han ido condensando todo el caudal de ideas y sentimientos atesorado durante una larga vida consagrada al estudio…
«Jardín Interior» era obra del escritor Gustavo Morales Rodríguez, familia de su esposa, Eloísa Morales (a Justo le llamaba sobrino). Había sido senador, diputado a Cortes por Toledo y concejal del Ayuntamiento de Madrid. He encontrado su retrato en una revista de arte toledana de ese mismo año. La reseña citada es fruto de la siguiente carta.
Gustavo Morales. Princesa, 27. 1º Dra. Madrid. 5 de Febrero de 1917. Querido Justo: Recibo los números de Oróspeda y ya te mandaré algo para ella. Si entre tanto quieres poner algo mío puedes hacer alusión a mi libro «Jardín Interior» y tomar los párrafos que se refieren al arte que son precisamente algunos de los que más han gustado y que algún periódico, por cierto de los más avanzados, ha reproducido.
Creo para tu conveniencia que debía verse la revista en algún escaparate de Madrid expuesta al público, sin perjuicio de los números que tú, por suscripción o amistades envíes, y para ello si quieres, yo puedo decirlo al librero Ángel Ramírez, Preciados nº 15, que es el que se ocupa de mis obras y me representa, y él puede encargarse de la venta y suscripción poniéndolo en sitio visible de su tienda, en cuyo caso le mandarías los ejemplares que te pareciese.
No tengo otro interés en el asunto que lo que a ti pueda convenirte, y por tanto, con libertad puedes decir lo que quieras. Y ya te iré diciendo lo que se me ocurra, siempre con el mejor deseo de ayudarte. Recuerdos a Eloísa y es tuyo affmo. Gustavo Morales (rubricado).
Oróspeda. 15 de marzo 1917. Núm. 8:
Oróspeda. 15 de marzo 1917: En la entrega número ocho, dentro de la sección «cuentos de Oróspeda», publicó otro largo relato titulado «El último Mudarra» (págs. 177-181).
El balneario, puesto ahora en moda, hallábase en el apogeo de la temporada. Algunas familias de bañistas, que llegaban rezagadas, habían de marchar a otra parte por carencia absoluta de habitaciones. El arrendatario del establecimiento, el simpático y jovial don Paco, estaba haciendo lo que se dice un negocio redondo. Todo contribuía a lograr el favor del público: la virtud medicinal de las aguas, el clima tibio y bonancible, el lujo y confort del hospedaje, lo selecto de la colonia de bañistas y, sobre todo, la belleza y amenidad del sitio…
Como «Juan Oriol», firmó «Mientras suena un vals. El asno lírico (filosofías sin trascendencia)» (págs. 187-188).
En la calle en que habitamos, ante nuestra casa, se ha detenido el carro de un organillo callejero. Al instante un surtidor de notas alegres, cristalinas, juguetonas, se ha escapado del cajón armónico. Era como un chisporroteo de sonidos que surgían y evolucionaban sueltos, entrelazados, sinuosos, zigzagueantes, formando mil dibujos, altibajos y combinaciones caprichosas…
Y en «Bibliografías» escribió la reseña de «Volvoreta», una novela de Wenceslao Fernández-Flórez (págs. 190-192). El famoso periodista y escritor se lo agradeció con una carta que he transcrito a continuación.
Nuestro querido amigo el admirable periodista y escritor Wenceslao Fernández-Flórez ha tenido la amabilidad de enviarnos un ejemplar, dedicado, de esta última obra suya, que acaba de aparecer. La hemos leído ávidamente, con gran fruición. Quisiéramos tener una gran autoridad para hablar de este libro magistral, como lo requiere su mérito. Faltos de ella, trataremos de reproducir sencilla y sinceramente, lo mejor que sepamos, la impresión que nos ha producido su deliciosa lectura…
Sr. D. Justo García Soriano. Mi querido amigo: Muchas gracias por el cariñosísimo artículo que dedica a mi novela en Oróspeda. Quedo sinceramente reconocido. Ya sabe V. que con la terrible carestía del papel, los periódicos reducen sus gastos todo lo posible. Por eso no es cosa fácil que admitan nuevos compromisos de colaboración. Sin embargo, cuando pueda darle a V. alguna noticia que corresponda a sus deseos, lo haré con el mayor gusto. Mil gracias otra vez y un apretón de manos de su afmo. y compº, W. Fernández Flórez.
Como podemos comprobar en esta otra carta, fechada en marzo, casi hasta el final, Oróspeda y García Soriano tenían la misma dirección. Sólo en sus dos últimos números la administración pasó a manos del periodista murciano Vicente Ferrer Sorá; y la nueva dirección se estableció en la calle de Polo de Medina número 2.
No sé si en esta decisión tuvo algo que ver la enfermedad que sufrió Justito por esas fechas. El miedo a perder su único hijo superviviente debió ser atroz. Afortunadamente, se recuperó pronto.
El Tiempo. 12 de marzo 1917: Niño enfermo. Desde hace unos días se encuentra enfermo el niño de nuestro estimado amigo, el director de la revista «Oróspeda», Justo García Soriano.
Oróspeda. 15 de marzo 1917: Nuevo Administrador. A partir de esta fecha se ha encargado de la administración de ORÓSPEDA don Vicente Ferrer Sorá, con quien por lo tanto se deben tratar todos los asuntos administrativos referentes a esta Revista. La Administración se ha establecido en la calle de Polo de Medina núm. 2, a donde se dirigirá la correspondencia.
Oróspeda. 1 de abril 1917. Núm. 9:
En la penúltima entrega, dentro de la sección «Versos inéditos», compuso «De la vieja Castilla (Evocación)» (págs. 203-204), poema que presentó con el seudónimo «Tomás Morales», nombre de pila y segundo apellido de su hijo recientemente fallecido.
Loado sea Dios que aún guarda los tapiales/ del mesón castellano, do vivió el buen humor, / y triunfaron los siete pecados capitales/ al amparo de un pueblo todo vida y amor…
Y en la de «actualidad literaria», un artículo titulado «El teatro benaventino y las críticas de Pérez de Ayala» (págs. 211-212).
… Nadie como él había pintado la frivolidad galante y el alma femenina ni había satirizado con más amable aticismo los vicios de nuestra egoísta burguesía y de nuestra aristocracia banal. El gran talento de Benavente no osó traspasar los discretos límites de la comedia apacible, que es el campo de sus grandes aciertos y de sus seguros triunfos. Nadie le regateó esta bien merecida gloria…
Oróspeda. 15 de abril 1917. Núm. 10:
Oróspeda. 15 de abril 1917: En la décima y última entrega de la revista, correspondiente a la segunda quincena de abril, su aportación fue el artículo «Divulgaciones de arte regional: La Dama de Elche» (págs. 235-237).
En primer lugar merecen citarse por su importancia arcaica los diversos objetos hallados en el pueblo de Redován, próximo a Orihuela. Entre éstos figuran dos notables fragmentos de esculturas que en dicha ciudad compró Pierre París. El uno es la parte superior de una cabeza de caballo o de toro.
El anticuario de Orihuela Valeriano Aracil, encontró también en Redován, el fragmento de una escultura en piedra, que representa la cabeza de un ave, especie de grifo. En ella se ve ya la influencia oriental. Fue adquirido, junto con otro que figura el cuerpo de una Sirena sin piernas ni cabeza, por el ilustre arqueólogo Arturo Engel, y hoy se conserva en el Museo del Louvre…
También publicó «el trabajillo bastante deficiente, con todos los balbuceos e ingenuidades del principiante», obra de un amigo de Pedro Sainz al que llamó Sr. Báncora.
En este número, por primera vez, se utilizaron ilustraciones; dos fotograbados (un retrato del artista y la reproducción del cuadro titulado «El descanso de la modelo») incluidos en el artículo «El Pintor Obdulio Miralles». Y hasta aquí la trayectoria de Oróspeda.
Bajo el título de «Cultura murciana» o «Información», la revista había servido también para anunciar y divulgar los acontecimientos culturales de Murcia: conferencias, publicaciones y otras noticias de índole artística o literaria.
Quizá Murcia no estaba preparada para una revista tan erudita; sin las apetitosas fotografías e ilustraciones que llenaban las páginas de las modernas publicaciones. Ya lo comentó Justo en una carta a Pedro Sainz: «¡Amenidad, amenidad y amenidad! Ellos no leen para aprender a pensar, sino para distraerse, para divertirse».
Me parece, cuanto menos extraño, que en una carta a Pedro Sainz fechada en mayo, Justo afirmase: «La confección de la revista Oróspeda me entretiene demasiado». Hablaba de la revista en presente y seguía pidiendo una colaboración para publicarla. Todo esto me hace pensar que el final debió ser abrupto.
La última mención en prensa la hizo el diario «El Liberal», publicado el 5 de mayo. Detallaron una especie de índice con el contenido del último número de la «interesante y cultural revista pública». Pero, por error, lo situaron en la primera quincena de mayo.
Murcia, abril de 1917.
Quiso el destino que el nacimiento de la revista coincidiese con la muerte de un hijo; y que el nacimiento de un hijo coincidiese con la «muerte» de la revista. El 25 de abril, a las seis y media de la mañana, la pena familiar quedaba un poco aliviada con la llegada de una criatura sana y fuerte; un varón al que llamaron Ángel.
El Tiempo. 26 de abril 1917: Natalicio. La joven esposa de nuestro estimado amigo y compañero don Justo García Soriano, director de «Oróspeda», ha dado a luz con toda felicidad un precioso niño. Tanto la madre como el recién nacido gozan de buena salud. A los dichosos padres enviamos nuestra más cordial enhorabuena.
El Liberal. 27 de abril 1917: Natalicios. Con toda felicidad ha dado a luz un robusto y precioso niño la muy distinguida señora Eloísa Morales, esposa de nuestro estimado amigo y compañero en la Prensa, el director de la revista literaria «Oróspeda», don Justo García Soriano. Reciban nuestra enhorabuena los jóvenes padres por tan fausto acontecimiento que ha venido a endulzarles las delicias del hogar.
Como ya he dicho, a pesar de que no hubo ya publicación en mayo, en su carta a Pedro Sainz, seguía hablando de Oróspeda en presente. No he conseguido encontrar la más mínima mención al abrupto final de su «quijotada literaria».
También le comentó la enfermedad que había sufrido Justito, el nacimiento de Ángel, el abandono de su tesis doctoral, y su inapagable deseo de volver a Madrid.
Murcia, 4 de Mayo de 1917. Querido Pedro: En efecto, me dejo llevar de la pereza más de lo conveniente. Este clima plácido y enervante ya va surtiendo en mí sus efectos. Si no hiciera un supremo esfuerzo de voluntad acabaría en el nirvana indio. Esta gandulería —lo confieso—ha sido la causa principal de haber demorado tanto mi respuesta a tu gratísima epístola, en que me exponías por menudo tus magníficos proyectos literarios; pero a pesar de mi pereza no me han faltado otros motivos de ocupación y preocupación.
La confección de la revista «Oróspeda» me entretiene demasiado; y de contera, en este lapso de tiempo he tenido, entre otras menudencias, a Justito, enfermo de cuidado (aquello pasó pronto y ahora está muy bien) y, finalmente, el día 25 del mes pasado, a las 6 y ½ de la mañana, mi mujer me dio otro varón, que ha venido al mundo sano y fuerte. Viene a compensar en cierto modo la pérdida de mi pequeño Tomasito, a quien no puedo olvidar a pesar de todo. Al nuevo infante le hemos puesto de nombre Ángel. ¡Que Dios quiera que sobreviva a mi vejez! Tienen Vds. un nuevo servidor.
Por correo certificado he recibido también tu última carta, en la que me incluyes un trabajo literario de un Sr. Báncora, para su publicación en Oróspeda. El trabajillo es bastante deficiente, con todos los balbuceos e ingenuidades del principiante. Sólo por complacerte lo publico, con algunas pequeñas limaduras. Lo habrás visto en este último número (el 10), que supongo habrás recibido. Te complazco en ello y no debiera, pues a mis reiteradas demandas de que me envíes algún original tuyo para mi Revista, te limitas a remitirme mercancía ajena, que requiere aduanas. ¿O es que juzgas que Oróspeda no es digna de otra cosa, de tu docta colaboración?
Ni te tomas la molestia de hacerme el más mínimo comentario sobre esta empresa literaria mía. No creo que este silencio obedezca a temor de herir mi amor propio con tus opiniones, que hay sobrada confianza entre nosotros y sabes que no soy padre apasionado. Cuanto más que yo sólo soy padrastro o, a lo más, padre putativo de «Oróspeda». En una de mis últimas te explicaba los obstáculos de ambiente que me he tropezado para llevar a cabo esta quijotada literaria. El público de aquí y aún los elementos intelectuales (los catedráticos de Universidad entre ellos) muestran una bárbara resistencia contra los trabajos serios y de erudición. No se quiere más que literatura amena.
A mí mismo han llegado a contagiarme, o por lo menos han logrado entibiar mucho mis aficiones histórico-eruditas. Si no me sustraigo pronto de este ambiente, acabaré por volverme un beocio historiófobo. Esta reacción me ha incitado a estudiar en su génesis y en su desarrollo el movimiento literario contemporáneo. Estoy atiborrándome de literatura modernista. Al fin y al cabo este es un fenómeno literario – histórico, que no deja de ser importante y curioso. Extrañas corrientes estéticas muy complejas.
Deseo cuanto antes volver a Madrid; pero necesito que tú me ayudes. Estaba ultimando mi tesis, pero el decreto de Burrell, me ha hecho desistir de ello. ¿Se anulará o no? Entérame. Contéstame pronto. Recuerdo de todos para todos y un abrazo para ti de tu fraternal, Justo.
A finales de abril recibió una carta de Francisco Rodríguez Marín solicitándole una suscripción personal a la revista de su gremio.
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Biblioteca Nacional. Paseo de Recoletos, 20. Madrid, 25 de Abril de 1917. Sr. D. Justo García Soriano. Mi distinguido compañero: La obligación imperiosa que tenemos todos los individuos del Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos de contribuir al fomento de nuestra Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, órgano de nuestra Corporación, desde el año de 1871 hasta hoy, viene realizando tan importante misión de cultura histórica, literaria y artística de España, me lleva a invitarle a que incluya su nombre entre los suscriptores de tan prestigiosa publicación. Con este motivo queda de V. muy agradecido su afmo. amigo q l e l m. Francisco Rodríguez Marín (Rubricado).
Justo formalizó una suscripción costeada por el archivo murciano. Y escribió a «su jefe» excusándose de no hacerlo a título personal si no era estrictamente necesario, alegando motivos económicos. También aprovechó la ocasión para pedirle la devolución de un original, no publicado, que le había enviado meses antes para dicha revista.
Ilmo. Sr. D. Francisco Rodríguez Marín. Mi respetable y querido jefe: fue en mi poder su atta. carta, que tanto me honra. Queda hecho el pago anticipado de la suscripción de este archivo, por el año corriente a nuestra Revista de «A. B. y M.». Si además juzga V. necesaria mi suscripción personal, aunque mi situación económica no es nada próspera, cuente Vd. con ello, desde luego. Si no le es útil, como supongo, mucho le agradeceré me devuelva el trabajo que le entregué en Julio pasado, para su publicación en la Revista. Queda siempre a su disposición su afmo. subordinado y muy atto. s.s.q.s.m.b.
Curiosa tarjeta postal enviada por Gustavo Morales; en la que figuraba él mismo de joven.
Madrid, 11 de Mayo de 1917. Querido sobrino: Recuerdo de Toledo en la época de mi amigo Doménico Teotucopulos. Expresiones a Eloísa y la madre y besos a los niños. Tuyo Gustavo.
Carta a Pedro Sainz enviada a través de Manuel Navarro Meseguer. Pedía para él recomendaciones (aunque luego confesó no tener interés personal; sólo había sido un compromiso contraído tontamente). Con ese nombre, en la prensa murciana de época, he localizado a un personaje que fue presidente de las juventudes republicanas de Murcia en 1918.
Murcia, 19 – V – 1917. Querido Pedro: El dador, mi amigo don Manuel Navarro, va a esa corte a examinarse del 2º curso de la Facultad de Filosofía y Letras. Como verás, es un muchacho cultito, periodista, redactor de «El Liberal» de Murcia, y aquí se dedica también a dar lecciones particulares y en colegios de 2ª Enseñanza.
Por estas circunstancias no le es posible residir en Madrid y ser alumno oficial, ni puede prepararse concienzudamente para los exámenes. Ha estado dando conmigo clases de latín sólo mes y medio, y lleva de esta asignatura una preparación improvisada, aunque creo que la suficiente para aprobar.
Tengo por el Sr. Navarro verdadero interés y te pido que hagas por él cuanto humanamente te sea posible, a fin de que pueda aprobar sus tres asignaturas: Historia Universal, Teoría de la Literatura y de las Artes y Lengua y Literatura Latinas (con s, si no se molesta Cejador). Puedes recomendarlo a don Julio y a don Andrés Ovejero, pues ya sé que te atienden mucho.
Supongo que habrás recibido el nº de Oróspeda en que publiqué el trabajo del Sr. Báncora, que me enviaste. También te escribí, contestando, largo y tendido, a tus dos últimas cartas. En cuanto quedes libre de preocupación de exámenes, que tendrás estos días críticos, quiero que me escribas también por extenso, que yo no seré ahora tan moroso en responderte. De mi vida en ésta te hablará el Sr. Navarro. Recuerdos de Eloísa, de mi mamá y los míos para ti, tus papás y Antonio y tú sabes que te quiere fraternalmente y tiene ganas de abrazarte, Justo.
Después de echar al correo mi última carta, leí en El Imparcial la reseña de la conferencia que diste en el Ateneo sobre «Lope de Vega y sus críticos». Bien comprenderás lo mucho que me alegran estas noticias, aunque sólo sea por la parte de tus triunfos que pueda corresponder a tu pro-genitor intelectual. Mi enhorabuena y… siempre adelante.
He localizado la reseña mencionada por Justo en «El Imparcial« y en otros periódicos. Pedro Sainz impartiría de nuevo esta conferencia en 1935, durante los actos con motivo del III centenario de la muerte de Lope de Vega.
El Imparcial. 3 de mayo 1917: En el Ateneo. Lope de Vega y sus críticos. En la cátedra pequeña habló muy bien de tan importante tema el Sr. D. Pedro Rodríguez Sainz, uno de los alumnos más distinguidos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central por su saber y por el fervoroso culto que las glorias patrias le merecen.
El discurso del Sr. Sainz fue muy aplaudido por la erudición y el recto sentido estético de sus juicios al comparar los estudios que del gran poeta hizo la crítica nacional y la extranjera desde la época en que Lope floreció hasta los últimos trabajos que sobre él se han publicado.
Me sigue pareciendo extraño que, transcurrida la segunda quincena de mayo, Justo siguiese sin mencionar el final de Oróspeda. Incluso en la siguiente carta que Pedro le envió, ya finalizado el mes de mayo, éste, que no había recibido todavía el último número, seguía hablando de la posibilidad de publicar un artículo en ella. Por otro lado, la obtención de seis matrículas de honor demostró que Pedro era digno sucesor de su maestro.
Madrid, 30 de Mayo de 1917. Querido Justo: Le escribo en este momento a la vez que su amigo el Sr. Navarro Meseguer. De sobra sabe V. que basta el que sea amigo suyo para que ya lo sea mío y haga yo por él todo lo que pueda. Esta mañana hemos ido juntos a casa de Cejador, pero no le hemos podido ver porque estaba en un claustro.
Este año, por haber sido sufridas las licenciaturas, han acordado todos los catedráticos suspender todo lo que puedan. A pesar de esto creo que Cejador me atenderá. También hablaré a Ovejero, que aunque es tan raro, me parece que me hará caso.
El Sr. Navarro me ha sido sumamente simpático y tengo ya por él un interés verdaderamente personal. No he recibido el número 10 de Oróspeda, en el que se publicaba lo de Báncora. Le agradezco que se lo haya publicado, porque como principiante que es, se ha de sentir orgulloso de colaborar en una revista literaria de la altura de Oróspeda.
El no haber mandado yo un artículo para su revista no obedece a las causas que V. socarronamente indica, sino a todo lo contrario. Yo, hasta la fecha, no tengo nada de literato, y mis trabajos no han sido más que simples escritos de estudiante, hechos para estudiantes y entre ellos publicados. Creo que artículos de este género no habrían de ser del agrado del público habitual de Oróspeda, revista en que predomina más la literatura productiva, que la erudita.
Se une además a esto mi eterna pereza productiva que me hace quedar mal con el mismo Bonilla, que hace más de un año me está mareando para que escriba en su revista ¡y ya ve V. que en este caso no será porque me parece poca revista para mí!
De todos modos este verano le complaceré enviándole un artículo, pero le agradecería que me indicase, si no el asunto, el corte que ha de tener. He concluido este curso mis 6 asignaturas con más suerte que nunca, pues he sacado 6 matrículas de honor, lo que me permitirá comprar más libros de los que habitualmente adquiero. Contésteme pronto y hábleme de sus proyectos, que me interesan como míos.
¿Por qué no aprovecha su estancia en esa para investigar toda esa literatura regional? V. está en condiciones mejores que nadie para hacerlo, pues me parece que los eruditos de ahí no son ninguna lumbrera y en la vida de Dios se van a ocupar de ello. Según me dice Navarro V. hace una vida tranquila y patriarcal, paseando con Justito, que está muy alto ya, y a quien tengo grandes deseos de ver. Recuerdos de todos para todos y V. reciba un fraternal abrazo de su segurísimo servidor, Pedro.
Superado el trance de la malograda revista Oróspeda, Justo no se conformó con recuperar su vida «tranquila y patriarcal» como respetado tertuliano en el Ateneo del Casino de Murcia. En ese mismo mes de mayo comenzó a escribir extensos artículos para «El Liberal»; inaugurando una interesante sección titulada «Glosario del tiempo».
El Liberal. 17 de mayo 1917: GLOSARIO DEL TIEMPO. EL PAPEL SE ACABA. En el número ya incontable de consecuencias funestas que la «Gran Guerra» nos ha traído a los españoles, figura ahora en orden primordial la escasez de papel. Ya se sabe que, en las presentes circunstancias, escaso siempre es sinónimo de caro y de pésimo. Y es lo peor que, según parece, la penuria actual se convertirá bien pronto en carencia casi absoluta.
Los fabricantes de papel han notificado al ministro de Hacienda que es tan reducido ya el stock de primeras materias que, si no se toman medidas urgentes, de aquí a pocos meses habrán de cerrarse muchas fábricas y suspender su publicación la mayoría de los periódicos…
… Como es sabido, el papel, inventado por los chinos e introducido en España por los árabes, se comenzó a hacer de cuerdas, estopas y trapos viejos, de lino y cáñamo, reducidos a pasta. Con estas primeras materias se obtenía siempre un papel de excelente calidad por su consistencia, blancura y duración. Al aumentarse de un modo extraordinario el consumo de papel en los tiempos modernos, se han utilizado para su fabricación otras substancias vegetales, más abundantes y baratas, como la paja, el alfa y, en especial, la madera.
Con pasta de madera se fabrica hoy casi todo el papel continuo empleado por los periódicos y por la mayoría de los impresos. Esta pasta se elabora principalmente en Suecia, Noruega, Alemania y otros países del Norte donde abundan los grandes bosques y el arbolado; y de allí se trae a España. Pero la pasta de madera produce un papel de mala calidad que se vuelve pronto amarillo, áspero y quebradizo, sin condiciones de duración.
En los archivos y bibliotecas puede fácilmente observarse esta diferencia. Los papeles y libros de los siglos XVIII, XVII y XVI, y aun de los anteriores, se suelen conservar mucho mejor que otros más recientes que los del siglo pasado. El Director de la Biblioteca Nacional, el ilustre Rodríguez Marín me refería, a propósito de esto, que dos ingenieros realizaron hace poco un interesante análisis y examen microscópico de los papeles de distintas épocas que en aquel establecimiento se guardan. De su estudio dedujeron que el mejor papel y de más duración es el antiguo llamado ceutí y, en general, el de hilo.
En cambio, el papel moderno fabricado con pasta de madera se quiebra y desmorona tan fácilmente con la acción del tiempo, que se puedo asegurar que apenas podrá subsistir, aun conservado con esmero en las bibliotecas, arriba de un siglo. Es decir, que nuestro esfuerzo intelectual será más efímero y perecedero que el de nuestros antepasados. ¡Mal porvenir para los que sueñan con la gloria póstuma y trabajan por la inmortalidad! Ahora, por falta de pasta, se nos está acabando el papel.
En España sin embargo, hay muchas regiones donde se cultiva el lino y el cáñamo, y muchos campos yermos donde se pudiera cultivar estas plantas textiles, que proporcionan la mejor materia prima a la industria papelera. Pero los españoles parecemos ignorarlo, prefiriendo pagar a precios fabulosos lo que de fuera nos mandan y, en último caso, cuando esto tampoco es posible, condenarnos a dieta rigurosa. Así estamos haciendo, de otra manera, un papel excelente a la vista del mundo!
… En España tenemos muchos y eminentes médicos, numerosos y hábiles farmacéuticos, infinitos y sabios jurisconsultos, elocuentísimos y líricos oradoras, sagaces políticos, grandes literatos, inspirados poetas, geniales artistas, toreros fenomenales… Mas, en cambio, nuestra industria ¡la pobrecilla!…
¿Es qué nos faltan capitalistas emprendedores y técnicos de verdadera competencia? ¡Chi lo sa! Lo cierto es que en adelantos materiales estamos — ¡triste es tener que reconocerlo! —al nivel de los adoquines, y andamos a paso de tortuga, si no a paso de cangrejo… JUSTO GARCÍA SORIANO
En la segunda entrega trató el cambio de advocación mariana en el patronazgo de Murcia.
El Liberal. 20 de mayo 1917: GLOSARIO DEL TIEMPO. LA VIRGENCITA DE «LA ARRIXACA» Y LA HISTORIA DE MURCIA: Según el geógrafo árabe Yacut, el califa de Córdoba Abderramán II fundó la ciudad de Murcia hacia el año 825. Al parecer, el motivo fue conmemorar el sitio en que obtuvo una señalada victoria contra Abuxamaj, arráez de los yemenitas rebeldes de Todmir (Orihuela).
Además, en castigo de la inobediencia de esta ciudad, el califa ordenó a su gobernador que trasladase su residencia a Murcia, por tanto, nació ya capital de la región. Nació mora, triunfante y con suerte. La «Sultana del Segura» creció opulenta y próspera, a pesar de las revueltas y vicisitudes de aquellos tiempos. No en balde era señora de «el más bello jardín del mundo», que dijo un poeta árabe de entonces.
A mediados del siglo XII era monarca de Murcia aquel valeroso Aben Mardénix, «el Rey Lobo» (Lope Martínez) de nuestros cronistas, que bien demostraba su origen cristiano en la protección y amistad que siempre les dispensó. A su reinado debe atribuirse el establecimiento en Murcia de un barrio mozárabe en la Puerta de Castilla (la Arrixaca), y la introducción de la religión del Crucificado, con una ermita que allí se dedicó al culto de la Virgen María, venerada en una pequeña imagen. «Y allí iban a orar genoveses, pisanos y otros de Sicilia»—según testimonia el Rey Sabio—, los cuales tenían relaciones comerciales muy frecuentes con el reino árabe de Murcia.
Tal es el origen de la Virgencita de la Arrixaca, a quien hoy se dedica solemne función religiosa en su capilla de San Andrés. Abenmardénix murió en 1172. Poco después toda la España árabe cayó bajo el poder de los almohades. Contra el poder de éstos se alzó más tarde, en 1227, el murciano Aben Hud, señor del Val de Ricote, consiguiendo pronto hacerse rey de Murcia y de casi todos los dominios de los musulmanes españoles.
Muerto Aben Hud diez años después, Murcia quedó reducida a sus antiguos limites, y aún amenazada a ser sometida al reino nazarí de Granada, que fundó el ambicioso Alhamar. Antes que verse en esta humillación, los descendientes de Abenhud prefirieron someterse al Rey de Castilla. El infante Don Alfonso entró pacíficamente en Murcia, el 2 de Abril de 1243; ¡y quién sabe la parte que en esta incruenta conquista pudo caber al influjo de la Virgencita de la Arrixaca!
En vano intentaron repetidas veces los moros destruir su iglesia y abolir su culto. Según refiere el sabio monarca en la CÁNTIGA CLXIX que dedica a aquella imagen, milagrosamente destruyó siempre las maquinaciones de los que quisieron anularla. «E POREND A EIGREIA SUA QUITA É IÁ, QUE NUNCA MAFOMETE PODER Y AUERÁ»…
Lo que Mafomete (Mahoma) ni el odio de los infieles mahometanos no pudieron, lográronlo andando los siglos celos y competencias de frailes y modas de devoción tornadiza. La Virgencita de la Arrixaca —una de las más antiguas efigies de España, de gran, mérito arqueológico— perdió su histórico patronazgo de Murcia y quedó olvidada por completo largos años entre las telarañas de un rincón… JUSTO GARCÍA SORIANO.
La tercera denunciaba el maltrato que España procuraba a sus huesos más ilustres.
El Liberal. 24 de mayo 1917: GLOSARIO DEL TIEMPO. El ÚLTIMO CHISTE. Los periódicos dan una noticia pintoresca y macabra: Los restos del gran humorista y satírico español, de don Francisco de Quevedo y Villegas, han desaparecido del ataúd que debía guardarlos como preciosas reliquias. En el riñón de la Mancha, en Villanueva de los Infantes, donde se retiró a su vejez, perseguido y triste dejó de existir el inmortal escritor alegría de las Musas, que ha hecho reír a tantas generaciones de lectores.
Allí descansaron sus cenizas dos siglos y medio. Martínez Ruiz, en su libro «Antonio Azorín», ha descrito bellamente el pueblo manchego y la casa en que murió el famoso poeta. En 1883 fue exhumado el cadáver de Quevedo, sin duda para ser trasladado al panteón de hombres ilustres. Se levantó acta de la exhumación y de la entrega de los restos, los cuales quedaron depositados provisionalmente, dentro de una caja, en la Casa Consistorial de Villanueva de los Infantes.
Han transcurrido 34 años. A una pregunta del ministro de Instrucción Pública, el alcalde de aquel pueblo declara que la caja que debía contener los restos de Quevedo, se encuentra vacía y que asimismo han desaparecido las actas de exhumación y de entrega. Tratárase de una caja de caudales y el hecho quedaba explicado sencillamente: se reduciría a uno de tantos desfalcos, que se descubren cuando el autor ya se halla embarcado para Grecia o para América. Pero en este caso ¿cabe suponer un ladrón de gloriosos zancarrones, y considerar la desaparición misteriosa como un hurto romántico de algún admirador fervoroso?
Una vez más la Huesuda ha ensayado su danza grotesca, mofándose irónicamente de las glorias humanas, y una vez más también podemos parodiar la manida epifonema de Espronceda, exclamando: «Ya ni en la paz de los sepulcros creo»… Y bien así acuden a nuestra memoria aquellas palabras que el gran satírico dejó escritas en «El sueño de las calaveras»: «al punto comenzó a moverse toda la tierra y a dar licencia a los huesos que anduviesen unos en busca de otros»…
Es terriblemente arbitrario e irrespetuoso el hado que suele regir la suerte póstuma de los grandes hombres. Recordemos los restos del Cid que, si bien ganó batallas después de muerto, según la leyenda, corrieron el siglo pasado una odisea asaz accidentada, que el invencible Campeador debió de estar muy lejos de sospechar en vida. Durante la «Guerra de la Independencia» sus restos fueron desenterrados por los franceses. El oficial Lamartillet los regaló al príncipe de Salm Dyck, y de éste pasaron al príncipe alemán Antonio de Hehenzollern, quien los guardaba como soberbio trofeo en su castillo de Sigmaringen.
Un buen día el alemán se sintió generoso y los restituyó graciosamente a nuestra patria. Consérvalos hoy el Ayuntamiento de Burgos. La calavera del insigne murciano Saavedra Fajardo sirvió durante muchos años para decorar los túmulos que se alzaban en la antigua iglesia de Recoletos de Madrid. Los huesos del autor del «Quijote» yacen, mezclados con los de otros muchos difuntos, en una fosa común del convento de trinitarias de la corte.
Hoy no nos es posible decir «En este cráneo pensó el genial Cervantes». ¡Qué de particular que le suceda otro tanto al ingeniosísimo Quevedo! Acaso tampoco logremos decir ya nunca ante sus restos, lo que Hamlet ante la calavera de su bufón Yerick: «De aquí pendían aquellos labios que tantas gracias supieron expresar… ¿Qué se hicieron tus bromas?… Anda, ve al tocador de la señora y dile que, aunque se ponga un dedo de pintura en las mejillas, en esto vendrá a parar»…
¡Y quién sabe si el donoso autor de «Los sueños», al decir en su lecho de muerte que «la música de su entierro la pagase el que la oyese», encerró en este último chiste la profecía de lo que había de ocurrir a sus restos mortales, y pensó, también como Hamlet pensó de Alejandro Magno, que, andando el tiempo, pudiera servir el polvo de su cuerpo para tapar un barril de cerveza!… JUSTO GARCÍA SORIANO.
Para entender la siguiente, es conveniente leer antes una noticia sucedida en Orihuela.
El Liberal. 3 de junio 1917: ORIHUELA. En el paraje denominado la cuesta del Oriolet, se suicidó el jueves el niño de 14 años Antonio Yagüe López disparándose dos tiros en la frente. Parece que el desgraciado suceso obedeció a que el suicida quitó a una vecina un trozo de pan y al ser descubierto por su madre, ésta le recriminó su mala acción y tal vez los remordimientos le indujeron a tomar tan fatal resolución.
De este dramático suceso, Justo compuso un artículo sobre el suicidio y la absurda moral que condenaba la desesperación de un niño hambriento.
El Liberal. 5 de junio 1917: GLOSARIO DEL TIEMPO. LA TERRIBLE MORAL. La rara estadística del suicidio infantil se ha aumentado con un nuevo caso tan extraño como edificante. Es una prueba bien elocuente de la capacidad ética de nuestro medio social y de los extremos funestos a que puede conducirnos una Moral excesivamente rígida y severa.
Aun declarándonos inexorables moralistas, de criterio estrecho e inflexible, debemos lamentar profundamente que exagerados prejuicios morales malogren ciertos precoces temperamentos que, de otro modo, pudieran ser tal vez una legítima esperanza de la Patria. La noticia nos la ha transmitido el corresponsal de El Liberal en Orihuela.
En la ciudad vecina, el niño de catorce años Antonio Yagüe López se ha suicidado disparándose dos tiros en la frente. Para escenario de su trágico fin eligió el histórico y pintoresco sitio del Oriolet. El corresponsal refiere a continuación la causa y móviles del suceso, que son todo un poema filosófico-dramático, de gran intensidad en su misma sublime pequeñez.
¿Y cómo no conmovernos ante el tremendo conflicto psicológico que produjo el triste desenlace? Antoñico había visto discurrir su infancia en una pobre humildad, pero ingenua y dichosa. Sólo notaba con frecuencia que tenía un terrible enemigo, el único que inquietaba el sosiego de su vivir: el estómago. Muy a menudo le afligía con un voraz apetito, que era a veces hambre despiadada.
Uno de estos días, el más aciago de todos, en que le acosaba con saña su enemigo, Antoñico se halló casualmente en casa de una vecina y vio sobre una mesa un trozo de pan blanco, tierno, esponjado, que le atraía de un modo irresistible. No dudó: aprovechando un descuido de la dueña, le pareció muy factible y muy lógica coger aquel pan suavemente y saciar con él su necesidad punzante. El hurto se supo. La madre del mozuelo reprendió y afrentó a su hijo por tan vituperable acción, afeándosela con los más negros colores.
Entonces un rayo de luz iluminó, siniestro, las tenebrosidades de su conciencia, y Antoñico, que no había leído a Proudhon ni conocía por tanto la teoría que considera el robo como origen de la propiedad, vislumbró, en toda su espantable fealdad la malicia de su acto notando a la vez que le nacía otro mayor y más cruel enemigo: el remordimiento, las terribles Euménides…
Confuso y abatido maldijo mil veces a su estómago, a este inmundo recipiente donde se cuece el guiso de nuestra digestión, y se vio abominable, como el ser más depravado, indigno de la vida y de pertenecer a esta amable, perfecta y honrada sociedad humana que puebla la redondez de la Tierra… Y en expiación de su pecado, quiso desagraviarla suprimiéndose, eliminándose de ella. Desgraciadamente, el precoz suicida, que quizá aún no sabía manejar la garlopa, la lima, la brocha o la llana, supo diestramente disparar una pistola y realizar su fatal resolución.
He aquí un caso curiosísimo que brindo a los moralistas, a los sociólogos y a los teólogos. Sí; también a los teólogos… El suicidio ha sido glorificado y practicado por pensadores y artistas, escépticos, románticos o sentimentales, desde Lucrecio y Petronio, pasando por Larra, hasta Felipe Trigo, se puede formar una larga lista de suicidas ilustres. Desde Judas hasta Morral el suicidio ha sido también frecuente entre criminales adultos. Casos de niños suicidas por sentir precozmente el terrible «taedium vitae» son, dentro de su rareza, corrientes asimismo; pero los motivados por un exagerado pudor moral, como el que nos ocupa, son sin duda excepcionales en su clase.
¿No es este, por ventura, un claro y emocionante ejemplo de «lo poético en el delito», tema bellamente desarrollado por el notable penalista, mi querido amigo, el señor Ruiz-Funes? De todos modos, el infortunado niño Antonio Yagüe ha sido un pobre ingenuo, cándido hasta rebasar la tontería. Su heroica y gallarda acción no se la alabará ni Dios ni el diablo, ¿No van los suicidas al Infierno, «cum Datam, Abirom et Juda traditore»? Bien sarcásticamente se habrá reído de él Satán al recoger su alma apocada y timorata… ¡por lo que pudo quedar reducido a pecadillo venial!
¡Y pensar, en cambio, que el inexperto mozo, sin tan exagerados escrúpulos y aprovechando sus buenas cualidades, quizá hubiera podido, con el tiempo llegar a ser un rico comerciante, un opulento banquero y hombre de negocios o un político influyente, y, a la postre, lograr la salvación eterna con unas cuantas obras piadosas y un acto de oportuna contrición!… Justo GARCIA SORIANO.
Y hasta aquí llegó García Soriano en «Glosario del Tiempo». Tras estos cuatro artículos confeccionados en mayo, la sección continuó en «El Liberal» pero con otras firmas (el que más veces repitió fue Jara Carrillo utilizando el seudónimo «Plácido Rojer de Larra»). Fueron artículos más cortos y frecuentes que se mantuvieron hasta julio; quizá esperando su regreso.
La explicación a esta ausencia, al menos durante el mes de junio, la encontramos en una carta a Pedro Sainz en la que excusó su silencio por obligaciones laborales que ocuparon todo su tiempo. Con ella contestaba a la recibida en mayo, que he transcrito anteriormente, y a otra que no he podido localizar.
Murcia, 3 de Julio de 1917. Mi querido Pedro: Ayer recibí la primera y segunda entrega de tu última correspondencia; quiero decir tu carta atrasada del 30 de Mayo y la reciente del 29 de Junio. Un compás de espera de un mes casi. Dos gustos epistolares encuadernados en un solo tomo. (Perdón por el conceptismo).
Cuando recibí la primera carta que me dirigió Navarro desde Madrid, refiriéndome la cariñosa acogida que le habías hecho, pensé escribirte enseguida dándote por ello las gracias; pero en una segunda carta me decía Navarro, dos días después, que quedabas con la péñola alzada o en ristre, como Don Quijote al terminar la 1ª parte de la aventura del Vizcaíno, para escribirme a correo seguido. Yo entonces esperé tus nuevas, para de una vez contestar a todo. Sin embargo tu carta se ha hecho esperar un mes, tiempo suficiente para que se le secara, y aún palideciera la tinta.
En vista de tu tardanza, yo iba a contestarte de todos modos al saber el éxito obtenido por Navarro en los exámenes, sólo a ti debido seguramente. Pero en esto acababa de caerme en el Archivo un trabajo feroz, un buen hueso para comenzar el sesteo veraniego. Figúrate que al Sr. Subsecretario de Hacienda se le ocurrió ordenar que se le enviase a este Archivo —como de los demás de Hacienda —una relación detallada de todos los papeles y documentos inútiles que en él exista ¡en el plazo máximo de un mes!
No saben lo que mandan. Era labor para seis meses lo menos, y no ha habido más remedio, he tenido que hacerla solo en este mes de Junio—del que me acordaré toda mi vida—atropelladamente, claro es, trabajando de mañana y de tarde sin descanso, hasta los días festivos, y trayéndome trabajo a mi casa para aprovechar también las noches. Gracias a Dios, ayer entregué la maldita relación y me he quedado más extenuado que cuando terminé de hacer las oposiciones. Comprenderás que sólo esto ha sido la causa de no haberte escrito antes.
Quedo muy agradecido a lo que has hecho por Navarro, aunque debo decirte que en el éxito de este no me va interés alguno… Ha sido uno de los muchos compromisos que uno extrae en tonto. Sólo me restan cinco minutos para terminar esta carta, si quiero que salga en este correo. Y lo siento, pues quería escribirte otro pliego más. Necesito expansionarme contigo, comunicándote muchas cosas íntimas y mi estado actual de alma.
Contéstame pronto y en mi próxima procuraré compensar lo que en esta me dejo en el tintero. Sobre todo deseo que me participes enseguida el resultado de esa tu labor bibliográfica en ciernes. Bien sabes la alegría que me causan todos tus triunfos, que, como ya te he dicho, siempre considero como míos. Mi felicitación por tus matrículas y sobresalientes, ¡compañero! …
Hazla extensiva a tus papás y con recuerdos de todos para todos, ahí va un fuerte abrazo de tu fraternal, Justo. No olvides de enterarte cuanto antes cuándo será el próximo concurso de traslado a Madrid entre los de mi cuerpo.
Las disputas entre «La Verdad» y «El Liberal», periódicos católico uno, y anticlerical el otro, eran bastante frecuentes. La búsqueda y exposición pública del «lapsus calami» (error de la pluma) del competidor estaban a la orden del día. Os dejo uno de estos casos en el que participó nuestro biografiado.
El Liberal. 13 de julio 1917: Los «lapsus» de «La Verdad». Dª. Oliva no fue escritora (Nos ratificamos D. Gregorio). Anteayer publicamos un inocente suelto, en que dábamos caza a un lapsus calami (el último de la serie) escapado a La Verdad. Su redactor jefe, autor del gazapo, sin duda experimentó la mayor de las satisfacciones al saber la pieza que le habíamos cobrado.
¡Qué enormidad!— pensaría. —Esta vez sí que le ha fallado el tiro al colega. ¡Nada menos que atreverse a decir que la ilustre doña Oliva de Sabuco no fue escritora ¡Piramidal! ¿Iban a haberme engañado a mí los libros de texto y los articulejos de periódico donde lo he leído más de una vez?…
Doña Oliva había sido considerada como escritora renacentista durante más de tres siglos; hasta que el descubrimiento de José Marco Hidalgo, registrador de la propiedad en Alcaraz, aportó pruebas sobre la posible autoría del padre (el asunto ha generado mucha literatura y sigue generando polémica).
Detrás de la corrección estaba Justo García Soriano, quien había leído el artículo «Doña Oliva no es escritora», publicado en 1903 en la revista «Archivos, Bibliotecas y Museos», donde se sacaba a la luz el testamento en el que Miguel Sabuco afirmaba haber puesto a su hija como autora por darle el nombre y la honra.
Al día siguiente, «El Liberal» hizo público el nombre del «erudito colaborador»; y el prestigio de García Soriano como investigador fue en aumento. Con estas «intervenciones» cosechaba admiradores; pero también enemigos.
El Liberal. 14 de julio 1917: Dª. Oliva de Sabuco. Queda terminada esta cuestión, que damos por discutida suficientemente. No creíamos que se opusiera réplica alguna al artículo que ayer publicamos, pero nos sorprendió grandemente ver en nuestro colega «La Verdad» un conato de resistencia a nuestras contundentes razones. Es como el que cerrara los ojos en pleno día y como no viera el sol, dijera que no existe.
Quédanos, pues, solamente felicitar a nuestro cultísimo colaborador y concienzudo erudito D. Justo García Soriano que es el autor del hermoso y documentado artículo que ayer publicamos. Decimos su nombre, porque son tantas las felicitaciones que su trabajo literario ha merecido, que nosotros, enemigos de elogios que a otros pertenecen, los recogemos para ofrecérselos a tan eximio crítico y querido compañero. Y a propósito; estando escribiendo estas líneas, llega a nuestras manos una felicitación más, que como confirmación de lo que decimos, vamos a publicar con perdón de su amable autor.
Dice así la tarjeta a que nos referimos: Reciba mi felicitación más efusiva el culto y erudito autor del artículo titulado «Dª. Oliva de Sabuco no fue escritora», documentadísimo, punzante y merecida respuesta a D. Gregorio. ¡Así se hace cultura! No damos el nombre que suscribe estas palabras, porque no estamos autorizados; pero sí es cierto que no le conocemos y es cierto también que es profesor de un centro docente: lo sabemos porque así reza en la tarjeta bajo su nombre. En resumen, que en esta Oliva, como siempre, ha tocado el hueso «La Verdad».
Antes de marcharse de vacaciones preparó un capítulo del trabajo que estaba escribiendo sobre Cascales para mostrarlo en la «Gaceta Médica de Murcia», añeja publicación mensual especializada, como su nombre indica, en Medicina y Cirugía, de la que había surgido «Polytechnicvm».
El Liberal. 11 de agosto 1917: «Polytechnicvm». Hemos recibido el último número de esta notable revista que se publica en Murcia bajo la dirección del doctor Pérez Mateos y contiene el siguiente sumario: Fotograbados: Fotografía de la luna obtenida en la Ecuatorial del Colegio de Capuchinos de Totana. Retrato del genial dramaturgo Jacinto Benavente. Texto: Literatura. Almas de niños, J. Benavente. El licenciado Cascales y el marqués de Mondéjar, Justo García Soriano…
«Polytechnicvm» fue un ambicioso proyecto científico-cultural cuyas páginas abarcaban Medicina, Ciencia, Historia, Arte y Cultura General. En la dirección de la revista continuó su fundador, el famoso médico José Pérez Mateos, corresponsal de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia.
De organizar la parte literaria se encargó inicialmente Andrés Sobejano, compañero de Justo García Soriano. Por sus páginas pasaron muchos de los literatos locales que había escrito en Oróspeda. Este artículo, publicado en octubre de 1916, explicaba muy bien su transformación.
«Gaceta Médica de Murcia» y la revista «Polytechnicvm». El próximo sábado saldrá al público, notablemente reformada, la importante Revista mensual «Gaceta Médica de Murcia» que temporalmente había dejado de publicarse, preparando transcendentales innovaciones, y que amplía ahora su campo doctrinal y su objetivo, trayendo de la mano a la palestra literaria a la nueva Revista de Ciencias, Artes y Cultura General, intitulada «Polytechnicvm» que acompañando a aquella bajo la misma envoltura, funciona y se desarrolla separadamente, con fines exclusivos de difusión literaria y científica para que dicha acreditada publicación técnica tenga una original variedad y no sea pasto exclusivo de la ilustrada clase facultativa para que se fundó, sino que pueda ser leída y estimada por la generalidad de los doctos.
La Revista «Polytechnicvm» formaba un núcleo de redacción de lo más brillante de nuestra juventud literaria bajo la presidencia del bibliotecario y poeta, nuestro querido amigo don Andrés Sobejano, con otro lucido grupo de redactores artísticos y con un cuadro de colaboración de lo más selecto que puede hallarse en nuestra región y fuera de ella.
La parte de «Gaceta Médica» sigue dirigida por su fundador-propietario el distinguido especialista doctor don José Pérez Mateos. La parte tipográfica es esmeradísima y decoran el ejemplar algunos fotograbados y dibujos. Puede decirse sin error que es, en cuanto a la edición, de lo más elegante y acabado que puede darse en revistas de provincia…
«Polytechnicvm» aguantó varios años y Justo siguió colaborando en ella con eruditos artículos mientras permaneció en la capital del Segura.
En la segunda quincena de agosto salió del «horno» murciano buscando la brisa marina de Torrevieja. Veraneaba en la calle Gumersindo, barrio de «Las Puntas»; a pocos metros de donde yo estoy escribiendo actualmente esta biografía. Las noticias de su partida y la de su regreso aparecieron publicadas en «El Liberal» los días 18 de agosto y 3 de septiembre, dentro de un amplio listado informativo de selectos veraneantes murcianos, cuyo destino más frecuente era Torrevieja.
Pasado el mes de septiembre, sin noticias de Pedro en todo el verano, decidió escribirle una carta y le envió un ejemplar de «Polytechnicvm» con su artículo sobre Cascales que he compartido en tres imágenes.
Murcia, 9—X—1917. Querido Pedro: En vano me he pasado el verano esperando tu respuesta a mi última carta. Veo con pena que cada vez te acuerdas menos de mí. Lejos de vista, lejos de corazón… Yo, en cambio, te tengo muy presente en mi memoria. ¡Y siento tu nostalgia, y de nuestras antiguas charlas, bibliográficas y bibliománicas! …
Con gran extrañeza he visto que entre los alumnos premiados con el extraordinario de la Licenciatura de F. y L., no figuras tú. Esto me parece inconcebible. Explícamelo y dime tu plan de este curso. Cuéntame todos tus proyectos y tus trabajos, pues sabes que en ello tengo verdadero interés. Con este correo te mando un ejemplar de la revista Polytechnicvm, en que va inserto un capítulo de mi libro sobre Cascales. Dime tu opinión franca.
Bonilla y Ureña tenían anunciada su venida a esta ciudad para el viernes pasado. Por enfermedad de aquél la han aplazado para el próximo día 12. Vienen a hacer investigaciones sobre Jacobo Ruiz el de las Leyes, que vivió y murió aquí. Les ayudaré yo, según me han designado. Escríbeme largo y tendido. No seas gandulón. Muchos recuerdos de Eloísa, de mi mamá y míos para ti, tus papás y Antonio, y tú sabes lo mucho y lo muy fraternalmente que te quiere, Justo García Soriano.
Los catedráticos de la Universidad Central de Madrid, Adolfo Bonilla y Rafael de Ureña, llegaron a Murcia el 14 de octubre y visitaron las famosas tallas de Salzillo en la Iglesia de Jesús. También el museo provincial, donde contemplaron «numerosos objetos arqueológicos y artísticos que lo enriquecen, en especial el célebre Belén del glorioso escultor murciano».
El Liberal. 15 de octubre 1917: … Los distinguidos visitantes quedaron muy complacidos de ambas visitas, haciendo grandes elogios del tesoro artístico que poseemos y que es honra de Murcia. Banquete en el Casino. A la una fueron obsequiados en el Casino los insignes catedráticos, con un suculento almuerzo que les dedicó el prestigioso decano de este ilustre Colegio de Abogados don Emilio Díez de Revenga…
… El menú, muy bien servido por el restaurant del Casino, fue el siguiente: Entremeses. —Huevos a la suprema. —Pollos al Jerez. —Langosta a la tártara. —Espárragos, salsa bearnesa. —Solomillo a la duquesa. —Jamón al Madera. —Helado. —Crema de vainilla. —Dulce. —Tarta Reina Eugenia. —Vinos. —Rioja blanco y tinto. —Champagne. —Café y habanos. Hoy serán agasajados los señores Ureña y Bonilla con un banquete que les dedica el Claustro de la Universidad de Murcia; y en el correo de esta noche regresarán a Madrid.
El Tiempo. 16 de octubre 1917: Un banquete. El Claustro de la Universidad de Murcia obsequió ayer tarde a la una, con un banquete a los ilustres catedráticos de la Central señores Bonilla Sanmartín y Ureña. El acto se celebró en el Casino, sirviéndose el siguiente menú: Entremeses selectos. — Tortilla monglás. — Pastel de ave a la crema. — Merluza al gratín. —Beeftek con patatas glaseadas. —Tarta de fruta. Quesos. —Frutas. — Vinos: Riscal y Diamante, Moet Chandón. —Café, licores y habanos…
Obsequiados los catedráticos madrileños con dos «suculentos banquetes» ofrecidos en el Casino, Justo García Soriano asistió al primero, celebrado el día 14; y participó en la despedida que tuvo lugar en la estación del Carmen, la noche del día 15.
De revista en revista, Justo fue también autor del texto de presentación de otra publicación quincenal de vida breve. «Murcia Gráfica» contaba con el mismo número de hojas, la misma periodicidad y parecidos colaboradores que Oróspeda; pero duró todavía menos.
El Liberal. 3 de Noviembre 1917: Nuevo periódico. Con el título de «Murcia Gráfica» ha comenzado a publicarse en nuestra capital una importante revista, editada al estilo de las grandes publicaciones. Inserta un interesante sumario, avalorado por las prestigiosas firmas de escritores como los señores García Soriano, Jara Carrillo, Frutos Baeza, Pérez Zúñiga, Ortega Munilla y otros de reconocido mérito. También publica importantes fotografiados de actualidad local y regional. Dicha revista, que aparecerá quincenalmente, está artísticamente editada en magnífico papel couché y consta de 24 páginas. De todas veras deseamos al nuevo colega el mayor éxito en su empresa.
En enero, ya desaparecida «temporalmente», dejaron en prensa la siguiente explicación: «Quisimos hacer una revista gráfica primorosamente editada y sumamente amena, que pudiese alternar dignamente con las de su clase y hasta conseguirlo no saldrá al público nuestro proyecto».
El Penal de Cartagena y «Levante Agrario».
En la famosa huelga general de 1917, el comité de dirección formado por destacados socialistas fue apresado mientras se reunía en Madrid. A través de un consejo de guerra los condenaron a treinta años de reclusión. Largo Caballero, Julián Besteiro, Daniel Anguiano y Andrés Saborit entraron en prisión.
El 20 de Octubre, tras haber recibido numerosas visitas y apoyos del mundo de la cultura y de la política, los dirigentes socialistas fueron trasladados al penal de Cartagena; y allí siguieron las visitas, adhesiones y telegramas. Uno de esos visitantes fue nuestro biografiado acompañado de un grupo de amigos.
El Liberal. 31 de octubre 1917: CARTAGENA. Visitas y adhesiones al Comité de huelga. El último domingo estuvieron también a visitar a los señores del Comité de la huelga, el director de El Liberal señor Jara Carrillo, el catedrático del Instituto y la Universidad don Marcos Martín de la Calle, don Justo García Soriano, don Vicente Mateos, don Vicente García Muñoz y el director de Levante Agrario señor López Almagro. Además una nutrida comisión de partido reformista, presidida por el señor Pérez Lozano.
Narrando esta visita al Penal de Cartagena escribió un artículo firmado como «Juan Oriol». Salió publicado en «Levante Agrario», revista semanal creada en 1915. Por su extensión he suprimido algunos párrafos en la transcripción.
Levante agrario. 17 de noviembre 1917: Romería Sentimental. En el Penal de Cartagena. Varios amigos periodistas hemos efectuado una excursión sentimental, una romería de idealismo a la vecina ciudad de Cartagena. Férvidos de admiración y filantropía, allá fuimos a visitar en un presidio a cuatro románticos Quijotes, generosos caballeros del ideal, a quienes las Leyes inexorables condenaron con rigidez, automática, a perder de por vida el mayor bien del hombre.
Precedió una cita en un café. Y en una mañana fresca, de remusgo otoñal, una tartana gualda y cascabelera nos llevó desde la bajada del Puente a la estación de ferrocarril. Poco después el tren se deslizaba por entre el verdor ubérrimo y riente de la huerta murciana… Unas sierras hoscas, coronadas de bastiones y castillos, iban cerrando el horizonte. ¡Cartagena! Y el tren, tras de silbar fatigoso, se detuvo por fin ante los amplios muelles y andenes de la estación.
Saltaba y trepidaba el cochecillo sobre los adoquines de las calles y, entre el campanilleo que ritmaba el trote del caballejo, estallaba con frecuencia la voz y el látigo del auriga. Al cronista, que no veía Cartagena hacía muchos años, se le ofreció un espectáculo nuevo, sorprendente…Nos apeamos del vehículo ante la terrosa y lúgubre fachada del Penal. A su puerta flameaban las bayonetas y los vivos rojos de los centinelas. Penetramos…
Por un teléfono se nos avisó que ya podíamos visitar a los Sres. Besteiro, Anguiano, Largo Caballero y Saborit. Era tal la afluencia de particulares y de comisiones que iban a saludarles, que obligaba a guardar turno. En la planta baja de un pequeño pabellón, ocupado antes por las familias de algunos empleados del Penal, se hallaban instalados, lejos de los demás reclusos, los generosos paladines de la causa obrera. A través de las rejas que dan al patio, se ven ya sus modestas camas de hierro, unas perchas y unas mesas con libros y papeles.
Está franca la puerta. Dentro hablan de pie, las cabezas descubiertas, los cuatro ilustres presos con algunos amigos. Al vernos acuden cariñosos, sonrientes a nosotros y nos abrazan con efusión. Los visitantes nos sentimos invadir por una emoción honda, indescriptible. Allí, al lado nuestro, dándonos las manos, hablándonos, se hallan los cuatro hombres que constituyen la actualidad política española más noble y palpitante, cuatro apóstoles y cuatro mártires de un ideal— ¡los nuevos «cuatro santos» de Cartagena!—Serán más o menos utópicas sus ideas, que eso puede discutirse; pero ¿quién negará que son hermosas y redentoras?
Ante nuestros ojos se subliman sus figuras atrayentes, porque están ungidos y aureolados por un bello ideal de regeneración y altruismo. Sí, allí está a nuestro lado el ilustre Julián Besteiro, el sabio catedrático, cuya inteligencia de vuelo aquilino y su gran corazón revélanse en el fuego de sus ojos, en la bondadosa sonrisa que retoza en sus labios y en toda la prestancia y nobleza de su continente prócer. Sí, allí está con nosotros Daniel Anguiano, el de la mirada dulce y profunda a través de los cristales de sus gafas, que habla con la ecuanimidad, el seguro convencimiento y la unción de un místico, de un iluminado por la Eterna Verdad.
Sí, allí están también Largo Caballero, que sonríe siempre con amable ironía, y Saborit, con todo el encanto sugestivo de su juventud ingenua y optimista, como la de un nuevo Discípulo Amado. Sí, allí están los cuatro, sonrientes, afables, corteses, expresándose con afectuosa llaneza, en términos de gran comedimiento y cariño para todos, amigos y adversarios, sin exaltaciones, sin radicalismos, sin fogosidades ni estridencias…
Llegó la hora de la despedida. Las manos se estrecharon fuertemente y los ojos querían humedecerse por la emoción renovada, más honda y subyugadora en este supremo instante. Salimos. Alguien dijo: ¿Y estas son las cuatro «terribles fieras» a quienes la justicia humana se ha creído en el caso de tener que recluir para siempre? Otro expresó su enorme decepción. Creyó que iba a ver a cuatro obreros toscos y truculentos, de atroz catadura y fieros ademanes; y se encontró con cuatro señoritos bien hablados, de modales finos, con sus trajes de presidio cortados a la última moda parisién…
Regresábamos a la estación, y por las calles soleadas bullía la multitud dominguera. Las «gentes bien» y los satisfechos burgueses facilitaban sus digestiones regodeándose en el paseo. Lucían las galas de los días festivos y se saludaban ceremoniosos, litúrgicos al cruzarse. Y entonces pensamos en los abnegados Quijotes que allá quedaban en el Penal, pagando sus redentoras y temerarias rebeldías, y en estos buenos Sanchos, prácticos y prudentes, para quienes lo más importante del mundo es una excelente digestión… JUAN ORIOL.
En su número de primeros de diciembre, García Soriano volvió al semanario «Levante Agrario» para denunciar la galopante inflación y la escasez de productos básicos derivada de la especulación y las exportaciones a consecuencia de la Primera Guerra Mundial.
Levante Agrario, 1 de diciembre de 1917: Apuntes de un cronista. El invierno llega. El invierno, con sus barbas canas, con su mirada hosca, con toda su horrible catadura, ha hecho ya su solemne aparición. El cierzo otoñal desnudó de sus galas a la vega; el paisaje se ha ensombrecido; las nubes tristes, obscuras, torvas, son como rozagantes crespones, fúnebres, sobre la alegría marchita de los cielos…
Y las lluvias han caído, en ruidosa catarata a ratos, en persistente y menudo cernido después, encharcando la tierra y dando escolta al frío, huésped y verdugo de los míseros que ven sus hogares sin fuego y sin pan sus despensas. El invierno llega, y con él el problema del hambre, crónico en España, se agudiza y se agrava.
Las subsistencias prosiguen en una carestía y en un ascenso de precio cada vez mayores y más vertiginosos. Y lo más desesperante es que el enfermo está casi desahuciado, se muere a chorros, y el remedio, reclamado ya con una urgencia extrema, lejos de lograrse parece cada día más difícil y remoto. En Julio, cuando el estío doraba los campos inmensos cubiertos de mieses, las rubias espigas se doblaban reventando de granazón, y fueron para todos como una bendición divina y como una consoladora esperanza de hartura.
La cosecha fue copiosa, los trojes y graneros rebosaron anunciando un invierno abastado y abundante. Y sin embargo… Ya lo veis: el pan está dejando de ser ya un artículo de primera necesidad para convertirse pronto en manjar de lujo, sólo posible a los privilegiados del dinero. Porque hay en esto una mixtificación que indigna, un paliativo sarcástico, un fraude criminal que no podemos suponer se cometa con la anuencia de las autoridades.
Los precios aparentemente no han subido mucho; pero, en cambio, se merma escandalosamente el peso, y es inútil que el consumidor reclame se le complete la pieza con la añadidura obligada. El tahonero, olímpico, despectivo, se encoge de hombros y opone una negativa rotunda a la legítima demanda del que compra dando sus dineros cabales.
Y el escándalo que está ocurriendo en la venta del pan, se repite, corregido y aumentado, en la del carbón, con el agravante de que éste además ha alcanzado un precio fabuloso. El cuento infantil del carbón que se convertía en oro, está realizándose actualmente en España para los acaparadores de tan indispensable combustible.
El invierno llega. El hambre extiende, amenazante, su descarnada garra. El pueblo, resignado, famélico, se roe los codos en la eterna espera de un día mejor que nunca amanece. Y mientras, los impúdicos histriones del retablo político y la comparsería de egoístas, que oculta tras la cortina mueve los muñecos, siguen representando la bonita, flamante y entretenida farsa titulada por mal nombre «La renovación y… llenando las alforjas». JUAN ORIOL.
Rufino Gea, que estaba organizando un certamen homenaje a Loazes en Orihuela, le envió una carta del patriarca sobre la fundación del colegio de predicadores; documento que Justo necesitaba para preparar un trabajo que pretendía presentar en dicho certamen. También le pidió que lo divulgase a través de su influencia en «El Liberal».
7 Diciembre 1917. Sr. Justo García Soriano. Mi estimado amigo: Adjunta la carta de Loazes sobre fundación del Colegio que le ruego me devuelva después de utilizada. También remito las cuartillas que he encontrado de un prólogo. Creo que las que faltan se imprimieron en el primer cuaderno que tendrá V. Yo no pude recogerlos de la imprenta porque en aquellos días ocurrió mi catástrofe de la vista.
Le envío ejemplares de la hoja referente al Homenaje a Loazes: vea si puede publicar El Liberal el programa del certamen. No tengo ni tiempo para rascarme, pues el viaje a Madrid me ha echado sobre mis débiles hombros una serie de trabajos urgentes que me tiene aburrido. Las entregas de la Historia de Gisbert se están cercando pues al morir la viuda se ha hecho un revoltijo con sus papeles. Nuestro obispo está contento de nuestro proyecto y le presta una valiosísima cooperación.
Dígale al amigo Báguenas que hice presente al Sr. Ruiz Valarino el viva de la carta a D. Vicente y guardó muy complacido. De la germanía tiene un bosquejo hartamente malo en el apéndice del engendro dramático Los Nietos de la Armengola. No lo deje V. de la mano por que haga el trabajo en Orihuela en el siglo XVI (16). Me parece que la biografía va a quedar desierta, no encuentro quien quiera acometer una obra. Es lástima que V. no pueda hacerlo. A mandar cuanto guste a su amigo. R. Gea.
Repitió la segunda semana de diciembre en «Levante Agrario» y, aunque firmaba sus crónicas como «Juan Oriol», esa vez se permitió resucitar al crítico y mordaz «Kandal» para contar una divertida historia con moraleja tras más de una década sin haber usado ese seudónimo. Con estas publicaciones nuestro biografiado demostró que seguía siendo un periodista de raza; un eficaz crítico contra en sistema.
Levante Agrario, 8 de diciembre de 1917: ¡Callad, que estoy escondido!… Parábola de actualidad. «El ministro de la Guerra, invocando al patriotismo, previene a la prensa de que se abstenga de publicar noticias referentes a las Juntas y actitudes de las clases de tropa; porque tales noticias pueden relajar la disciplina militar». Varios periódicos.
En un pueblo próximo a éste había un ciego de nacimiento, conocido de sus convecinos entre los que gozaba de gran popularidad, por el remoquete de «tío Palomo». El tío Palomo era hombre adinerado y muy enamoradizo. Como su ceguera y sus riquezas le permitían vivir en la holganza, ésta le indujo a echárselas de tenorio. Osado y terco, diole por hacer el amor a una mujer casada, guapa y frescota, llamada Pepa.
Pepa, que era virtuosa y muy fiel a su marido, cansada ya del insistente asedio con que el ciego venía poniendo a prueba su virtud, quiso desahuciarlo para siempre dándole un castigo ejemplar, digno de las narraciones de Bocaccio. Fingió acceder por fin a los requerimientos del tío Palomo, y una noche, aprovechando la ausencia del marido, citó al conquistador para que después de cenar viniera a su casa. No hay que decir que el tío Palomo acudió puntualmente a la cita.
Pepa le hizo pasar dentro, y manifestándose alegre, le entretuvo con una charla muy cariñosa, salpicada de amorosos arrullos. Al poco rato, cuando entusiasmado el tío Palomo había llegado ya al rojo brillante e incandescente y quería pasar de las palabras a las obras, la ladina de Pepa fingió alarmarse mucho y haciendo creer al ciego que inesperadamente había llegado en aquel instante su marido y que, iba a cogerlos «infraganti», como no se escondiera en el acto en el corral, que era el sitio más oculto y seguro de la casa.
El tío Palomo temió por su vida, y aunque la noche era fría, accedió a refugiarse en el escondite gallináceo. Pero la casa de Pepa no tenía corral y sí sólo una puerta postigo que daba a una de las plazas más céntricas del pueblo. La astuta mujer abrió el postigo, hizo salir por él al ciego galanteador y le puso de patitas en el arroyo, al tiempo que le decía:
—Estate ahí quietecito, sin mover ruido, hasta que yo te avise. Y cerró la puerta con llave y cerrojo. El tío Palomo, creyendo estar escondido en el corral, pasó la noche titiritando de frío en la calle, junto al postigo de Pepa. Al amanecer pasaron por allí varios mozos del pueblo, de buen humor, unos que se retiraban de haber ido de ronda y otros que marchaban al trabajo.
Al descubrir al ciego haciendo de estatua en hora y sitio tan extraño, todos decían a voces tomándolo a broma: —Mirad al tío Palomo. ¿Qué se le habrá perdido a estas horas junto al postigo de Pepa?… Y el ciego, colérico les increpaba a media voz: — ¡Chist! Callad, callad, demonios; no descubrirme, que estoy escondido. — ¿Escondido en la plaza del pueblo?… le contestaron. Y las carcajadas de la gente despertaron a los vecinos que aún dormían.
MORALEJA —Como el tío Palomo de la parábola, ciertos elementos se han colocado, por su propia actuación, en medio de la plaza pública; y desde ella increpan a la Prensa, que los ha visto y jalea: — ¡Callad, indiscretos, que estamos escondidos!… KANDAL.
En respuesta a la petición que le había hecho Rufino Gea, consiguió que «El Liberal» publicase completo el programa del Certamen de Loazes y las bases del concurso.
El Liberal. 12 de diciembre de 1917: HOMENAJE A LOAZES. Orihuela, nuestra ciudad hermana, se apresta a conmemorar solemnemente, el día 3 de Marzo del año próximo, el séptimo quincuagenario de la muerte de su hijo ilustre don Fernando de Loazes. Fue este esclarecido oriolano Arzobispo de Valencia y Patriarca de Antioquía y una de las figuras más descollantes y prestigiosas del foro, de la política y del pensamiento español del siglo XVI.
Escribió notables obras de Teología y Derecho. Fundó el monumental Colegio de Santo Domingo y antigua Universidad literaria de Orihuela, y a su influjo se debió la creación de aquella diócesis. Orihuela debía aún este póstumo homenaje de gratitud a un varón ilustre, que tantas pruebas de amor dio a su patria chica. Los pueblos, al honrar a sus hijos preclaros, se honran a sí mismos y dan a la vez una alta prueba de civismo y cultura. El Sr. Obispo de Orihuela es el Presidente honorario de la Comisión organizadora del homenaje.
Todas las personas que además la forman son garantía segura de gran éxito. Proyéctanse varios festejos, entre ellos unas solemnes Honras fúnebres en el Colegio de Santo Domingo, en las que será orador el Muy Ilustre Señor Deán de Murcia don Julio López Maymón; un Torneo Escolar, en los claustros del citado Colegio, y un Certamen literario, cuyo programa publicamos a continuación.
Temas en Prosa. 1. D. Fernando de Loazes. —Estudio biográfico y bibliográfico. Extensión aproximada: cien cuartillas escritas por el anverso. 2. El Colegio de Predicadores y la Universidad de Orihuela. —Monografía histórico descriptiva, de la misma extensión que el estudio anterior. 3. Orihuela en el siglo XVI.— Monografía histórica de una extensión aproximada de cincuenta cuartillas.
Temas en verso. 4. El amor a la Patria. —Estrofas con libertad de metro. 5. Felipe II y D. Fernando de Loazes. —Diálogo en relación con el acuerdo de las Cortes de Monzón en 1563 (cuyo brazo eclesiástico presidió D. Fernando de Loazes) referente a la separación de Orihuela del Obispado de Cartagena, dotándola de Obispo propio. 6. Loazes y Orihuela. Estrofas con libertad de metro. 7. Himno a Orihuela. —Este tema tendrá dos premios, uno para la letra y otro para la música.
Condiciones. 1. Los premios a los temas, que se procurará estén en relación con la importancia de éstos, se anunciarán oportunamente, como así mismo los nombres de las personas que han de constituir el Jurado Calificador. 2. Los trabajos se remitirán al Secretario de la comisión organizadora, precisamente antes del 21 de Febrero próximo. 3. El concursante pondrá un lema a la cabeza del tema que desarrolle, cuyo lema constará también en sobre cerrado que será abierto, si obtiene los honores del triunfo, en la fiesta que se celebrará con dicho objeto, leyéndose en ella las composiciones en verso premiadas.
Al final de esta fiesta se cantará el Himno a Orihuela y a fin de que pueda hacerse su estudio oportunamente, los autores remitirán sus trabajos en la forma indicada, antes del día primero de Febrero. 4. La Comisión organizadora se reserva el derecho de imprimir los trabajos premiados, y en este caso regalará a los autores el número de ejemplares que se acuerde. Orihuela 6 de Diciembre de 1917. —Mariano Olmos, presidente; Rufino Gea y José Clavarana, vicepresidentes; Luis Maseres y Manuel Carrió, vocales; Manuel Ferris, tesorero; y Pedro Pourtau, secretario.
En cuanto a «Levante Agrario», el semanario se estaba preparando para convertirse en diario; y le ofrecieron trabajo fijo como redactor jefe. De esto hablaremos en la próxima entrega.
Diario de Alicante. 19 de diciembre de 1917: Se anuncia en Murcia la aparición de un nuevo diario órgano de la Federación Agrícola de Levante; dicho periódico se titulará «Levante Agrario».
Por último quiero citar su colaboración en un libro de poemas de Leopoldo Ayuso. Se titulaba «Bellezas Levantinas» y estaba compuesta por «40 Retratos. 40 Poesías». Prologado por Jacinto Benavente, el intermezzo era de García Soriano y el epílogo de Jara Carrillo. Su parte la publicó «El Liberal» y he transcrito dos párrafos del principio y dos del final.
El Liberal. 27 de diciembre 1917: BELLEZAS LEVANTINAS. Del libro que con este título ha publicado el joven poeta don Leopoldo Ayuso, tomamos el siguiente valioso trabajo literario:
INTERMEZZO. Ha sonado largo tiempo, con melodía arrobadora, la lira del poeta. Su voz va rimando férvidos himnos en loanza de las más bellas mujeres levantinas. A sus acentos inspirados, como mágico conjuro, han ido surgiendo y desfilando ante nuestra fantasía, deslumbrantes siluetas femeniles, sobre un fondo de edénico paisaje, entre destellos irisados de aurora y al ritmo solemne de una marcha triunfal.
Arrullados por los dulces acordes, hemos evocado nuestros más brillantes ensueños y nos hemos creído transportados en éxtasis a un paraíso alcoránico… El joven poeta hace ahora una pausa, un breve descanso, para cobrar nuevo aliento y proseguir después. Y, entre tanto, esta prosa, árida y discorde, ha de apagar con su estridencia los ecos musicales que, como estela melódica, aún regalan nuestros oídos. ¡Pobre prosista que ha de intercalar sus toscos renglones entre los orientes de estas finas perlas que va ensartando el cantor! …
… Si es cierto que por lo general los poetas exageran y mienten demasiado, como observó Nietzsche, en este caso, quizás único, deja de cumplirse tal observación. Muy cortas se quedan aún, con ser largas, las alabanzas que contienen los sonetos de Ayuso, ante la excelsitud de esas bellezas fotograbadas sobre ellos. De cualquier modo esta demostración gráfica, puesta a la vista del lector, no dejaría mentir al poeta.
¡Delicia de ojos, de oídos y de almas! Volved la hoja y seguid recreándoos en la contemplación de esos rostros hechiceros y de esos cantos embriagantes, que incitan al amor. El poeta reanuda ya su melodía. Escuchad… JUSTO GARCIA SORIANO.
A finales de diciembre, un «maldito e inoportuno enfriamento» adquirido, según sus propias palabras en el Archivo de la Catedral mientras seguía el rastro de Jácome Ruiz por encargo de Adolfo Bonilla, le impidió pasar las pascuas en Madrid, como en un principio había proyectado. Año tras año las navidades caían sobre él y su familia como pesadas losas…
Continuará
Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).
Mi agradecimiento a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.