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Justo García Soriano. 20. 1918

Mi monografía histórico-descriptiva «El Colegio de Predicadores y la Universidad de Orihuela» consta de 200 y pico cuartillas de letra menuda y apretada: un libro.

Lo he escrito en menos de dos meses, simultaneando esta labor con el ímprobo trabajo de la Redacción del periódico, que me lleva toda la tarde y a veces toda la noche.

¡Figúrate el esfuerzo que habré hecho! Yo creo que se me habrán liquidado los sesos como a don Quijote en la aventura de los requesones…  

JUSTO GARCÍA SORIANO. Carta a Pedro Sainz.  

Murcia. Plano de Población. 1918.

Murcia, enero de 1918.

Justo García Soriano comenzó el año bregando simultáneamente en tres frentes: el Archivo de Hacienda, donde se ganaba el sustento; el diario «Levante Agrícola», donde lo habían contratado como redactor jefe por cien pesetas mensuales; y en la confección urgente de un estudio sobre el Colegio Santo Domingo, con el que pensaba concursar en un certamen organizado en Orihuela y agenciarse las 250 pesetas de premio.

La primera noticia sobre nuestro biografiado apareció el 2 de enero en «El Liberal». Dicho diario publicaba la composición de la Junta General del Círculo de Bellas Artes, escogida en reunión celebrada el 30 de diciembre; y entre sus miembros figuraba Justo como vocal.

Paseo del Malecón. Murcia. Ed. Fototipia Thomas. 1918.

Redactor en «Levante Agrario».

En enero de 1918 salía a la calle un nuevo diario murciano, órgano de prensa de la «Federación Agraria e Instructiva de Levante». Se llamaba «Levante Agrario», había nacido como semanario y llevaba tres años defendiendo los derechos de la gente de la huerta de Murcia.

Durante el breve periodo en el que Justo escribió para este periódico, demostró que podía desenvolverse con soltura en cualquier tema; especialmente en la crítica política y en la defensa de los más necesitados, disciplina que ya había practicado en sus tiempos de corresponsal en Madrid. 

No hay registros digitales de esta publicación durante las pocas semanas que permaneció como redactor jefe; pero disponemos de algunos ejemplares de su colección particular depositados en el archivo oriolano. De ellos he transcrito buena parte de sus colaboraciones.

En el primer artículo, el único que firmó con su verdadero nombre para este diario, aconsejaba cultivar tabaco como alternativa a la naranja para compensar la caída de las exportaciones producida por la guerra mundial. Y haciendo gala de su dominio de los archivos, lo hizo aportando datos históricos sobre su implantación en Murcia desde el siglo XVII.

Levante Agrario. 11 de enero 1918: Problemas agrícolas regionales. EL CULTIVO DEL TABACO. Ante el porvenir. Nuevos cultivos. El del tabaco. La Ley de 2 de Marzo de 1917. La Real Orden de 6 de Junio último. La huerta de Murcia es terreno apropiado para su cultivo. Sus antiguas plantaciones. Datos históricos. Proseguiremos. Introducción.

La guerra europea ha causado al mundo entero la perturbación económica más grande que ha padecido la humanidad. En nuestra región se han sentido principalmente sus efectos por la terrible crisis que está atravesando la exportación de la naranja, que es su rendimiento más importante. A esta calamidad, que no lleva camino de pronto remedio, únense el presente año los rigores de un invierno crudísimo que con sus heladas y bajas temperaturas amenaza destruir los huertos de naranjos.

Ante la negra perspectiva que las difíciles circunstancias actuales nos ofrecen, bueno será que nuestros agricultores, terratenientes y colonos, vayan preocupándose de la implantación de nuevos cultivos, que pudieran evitar en un porvenir próximo la ruina de gran parte de nuestra riqueza agrícola…

… El Tabaco. Uno de los cultivos que en primer lugar pudiera y debiera intentarse por nuestros agricultores es el del tabaco, tanto más cuando hay de ello precedentes muy dignos de tenerse en cuenta (…) Antiguo cultivo de tabaco en la huerta de Murcia. No hay duda que nuestra región es una de las más indicadas, por sus condiciones de clima y suelo, para un excelente cultivo del tabaco…

… En la huerta de Murcia se cultivó el tabaco, en bastante escala, desde su introducción en la península. Ya en la primera mitad del siglo XVII su producción en Murcia era considerable. Nos consta esta noticia por algunos documentos de la época y en especial por varios acuerdos capitulares del Cabildo Catedral de esta diócesis. Entre ellos los del 8 y 15 de Octubre del año 1638. Tratan del arriendo, hecho por el Cabildo, de los diezmos que cobraba por el cultivo del tabaco en esta Huerta…

… En el acuerdo de 15 de Octubre de dicho año, consta que Martín Jiménez hizo postura de 300 reales al año por la renta del diezmo del tabaco de Murcia y su huerta (…) Tales antecedentes, bien puede servir para que nuestro terreno sea incluido entre los demás de España que el Ministerio de Hacienda designe y autorice para el cultivo del tabaco, según se dispone en el mencionado Real Decreto de 6 de Junio de 1917. Aún nos extenderíamos en otras consideraciones pertinentes al asunto; pero ya la excesiva extensión de este artículo nos obliga a reservarlas para otros trabajos sucesivos. Justo GARCÍA SORIANO.

Levante Agrario. Collage con varios artículos escritos por Justo.

Utilizando las iniciales de Juan Oriol, denunció «los intereses bastardos de los plutócratas» y «el fabuloso negocio que vienen realizando muchos acaparadores y exportadores, al amparo de quienes debían velar por los intereses del pueblo».

Levante Agrario. 15 de enero 1918: El problema de las subsistencias. Generalidades y premisas. La cuestión de las subsistencias es, hoy por hoy, el problema primordial de España. Ante su importancia capitalísima, deben quedar relegadas a lugar secundario todas las demás cuestiones. Antes de nada, el hombre vive de pan, y el primer deber que tiene para consigo mismo es el de sustentar su cuerpo.

Sin el sostenimiento y la conservación de este, están de más todas las bonitas ideas que predican filósofos y políticos. «Tripas llevan corazón, que no corazón tripas», dice sabiamente el viejo refrán castellano. Por eso afirmamos que la cuestión económica debe ser la base de toda actuación política y social, y la única norma que regule el derecho a la vida, y que el bien general, el de los más, debe anteponerse siempre al de los menos.

Estos principios jurídicos, sancionados por los códigos de todos los pueblos civilizados, suelen ser, no obstante, letra muerta para gobernantes y legisladores. España, más que otras naciones, vive —o mejor dicho, muere—bajo un régimen de privilegios y desigualdad irritantes. Por lo general, aquí, al legislar y al gobernar, sólo se tiene en cuenta la conveniencia de unos pocos y los intereses bastardos de los plutócratas.

Este desbarajuste, a cuya sombra los políticos profesionales y los explotadores medran y engordan a costa de la miseria de los más, se echa de ver principalmente en las cuestiones de orden económico. Muéstrase esto bien a las claras, en la batallona cuestión de las subsistencias, agudizada ya hasta el extremo de hacer que se levante, con clamoreo de indignación mal contenida, la nación entera, la más resignada y mansa de todas las naciones.

Los abusos que con los artículos de primera necesidad vienen cometiéndose en España, sólo se conciben en un país donde las leyes no marcan el límite adonde puede llegar la avaricia de los negociantes sin conciencia. Aprovechando la anormalidad producida por la guerra, los explotadores y sus cómplices se aprestaron desde los primeros momentos a chupar la sustanciosa sangre del consumidor. Y sobrevino injustificadamente y como por ensalmo el encarecimiento de la vida.

En menos de dos años, los artículos de primera necesidad casi duplicaron sus precios. En España, sin embargo, país agrícolamente rico, se produce lo necesario para el consumo de la nación, pudiéndose prescindir, en cuanto a materias alimenticias se refiere, de la importación extranjera. La producción de trigos y cereales cubre con holgura las exigencias de nuestro consumo.

Lo mismo puede decirse de las legumbres, de las patatas, de la verdura, del aceite y aun de las carnes y pescados. ¿Qué justifica pues el alza exorbitante del precio de estos artículos? Y para nadie es un secreto el fabuloso negocio que vienen realizando muchos acaparadores y exportadores, al amparo de quienes debían velar por los intereses del pueblo.

El Banco de España ha aumentado prodigiosamente sus reservas de oro, nuestra peseta ha duplicado su valor en los cambios, prosperan ciertas empresas poderosas; pero el proletariado y la clase media se mueren de hambre. Nosotros queremos ocuparnos extensamente de todas estas cuestiones, que juzgamos de vital interés. Con ello creemos servir a una causa justa, la causa de los necesitados, y a la vez laborar por una España más moral, en que impere la justicia distributiva.

Porque mientras la gente perece de inanición en las calles, será un sarcasmo hablar de religión, de caridad y de derecho. A este fin, iniciaremos muy en breve una extensa campaña para actuar y hacer público, con completa ecuanimidad y desapasionamiento, cuanto afecta a este arduo problema de las subsistencias. J. O.   

El siguiente trabajo, firmado también como Juan Oriol, fue más bien un artículo de relleno, una especie de prosa poética cuya extensión he recortado bastante.

Levante Agrario. 18 de enero 1918: Apuntes de un cronista. Salutación al sol. Desde que los primeros remusgos otoñales comenzaron a desnudar de frondas las arboledas y a anticipar los lúgubres días de la invernada, las nubes grises y tediosas, irrumpieron como invasora hueste sobre la riente claridad de las vegas levantinas. Y la lluvia, en torrencial chubasco a ratos y otros en menudo cernido, ha ido cayendo, uno y otro día, sobre la ciudad y los campos, monótonamente, implacablemente, con una insistencia y una tenacidad desesperantes…

… Al sentirnos bajo el tedio deprimente de un cielo siempre plúmbeo y nebuloso, oyendo el continuo bisbiseo de la lluvia y contemplando todos los días las próximas montañas empenachadas con la albura de la nieve, el pensamiento se resiste a creer que vivimos en las templadas orillas del levantino Táder, entre el regazo tibio y amoroso de nuestra huerta mora …

Después de tantas semanas melancólicas y grises de lluvia, ha amanecido por fin un día radiante y jubiloso. El Sol, el padre y almo Sol, ha rasgado su negra prisión de nubes y ha surgido sobre el límpido azul de Oriente con un gesto gallardo de triunfo…

¡Bienvenido seas, padre Sol! Tú eres la vida y el contento del mundo. Si tardas un poco más en tornar sobre el horizonte de nuestro cielo, a buen seguro que nos encuentras a todos convertidos en viles y chorreantes batracios. ¡Bienvenido seas!…

Por eso también el cronista, contagiado del júbilo de este amanecer radiante, quiere hacerse intérprete del sentir de todos sus remojados congéneres los humanos, y dirigirte un entusiástico Hosanna, un férvido himno de salutación… JUAN ORIOL.    

Su versatilidad y experiencia le permitía escribir con gran soltura sobre política y tratados internacionales. En este artículo se declaraba partidario de negociar pactos con los aliados; acuerdos mercantiles con las «potencias de la Entente».

Levante Agrario. 19 de enero 1918: POLÍTICA INTERNACIONAL. Los convenios comerciales de España con los aliados. En estos graves y críticos momentos en que la carestía de las subsistencias y las mordeduras del hambre agitan a toda la nación con convulsiones febriles, se está efectuando en Madrid un acto de extraordinaria trascendencia para nuestra vida económica.

Tan importante es que quizá de él dependa la única solución posible de este complejo y pavoroso problema. Varios representantes de las naciones aliadas se hallan actualmente en la Corte realizando gestiones con el gobierno a fin de concertar tratados comerciales entre Inglaterra, Francia, los Estados Unidos y España.

Con estas negociaciones se trata de realizar un pacto mercantil y financiero, igual en su estructura, a los que han firmado Holanda y Alemania, Austria y Holanda, Noruega e Inglaterra, Suiza y Francia, Suiza y Alemania, Inglaterra y la Argentina, Argentina y Estados Unidos, Estados Unidos y Suiza…

… De torpeza en torpeza, carentes de sentido práctico y de instinto de conservación, nos hemos vuelto de espaldas a aquellas naciones que han sido en todo tiempo nuestras naturales proveedoras y nuestras mejores clientes: Francia, Inglaterra y los Estados Unidos. España, país agrícola esencialmente, necesita, con necesidad imperiosa, vender sus frutas, sus hortalizas y sus vinos…

… España, en cambio, precisa para su consumo, como cosa indispensable y vital, la maquinaria y la hojalata, que nos suministra Inglaterra, y el trigo, el algodón y los abonos químicos, los engrases y el petróleo que nos importan los Estados Unidos. Fuera de estas naciones, ningunas otras nos son imprescindibles para nuestra vida económica…

… Según los mejores informes, quieren los aliados ponerse de acuerdo con España para estudiar cuáles son las cantidades de exportación que puede resistir el mercado de productos españoles sin que España experimente perjuicio; y cuáles son los productos y las cantidades que necesitamos importar, con objeto de que la vida nacional no se paralice.

Si así se hace, el convenio puede tener además la virtualidad de acabar con los sucios negocios del contrabando y de las importaciones fraudulentas y clandestinas, que han enriquecido a unos cuantos tratantes a costa de la miseria nacional; pues el intercambio de productos podrá ser oficial, y los precios de los artículos exportados o importados, sustraerse a la avaricia desenfrenada de los intermediarios.

Tal es la esperanza que debemos depositar en las actuales negociaciones entre el Gobierno español y los de la «Entente». De otro modo, la responsabilidad que contraerían nuestros gobernantes, en estos momentos históricos, es de las que debe exigir inexorablemente un pueblo tantas veces burlado, a quien se quiere condenar al hambre, a la desesperación y a la ruina. JUAN ORIOL.                    

Mundo Gráfico. 23 de Enero de 1918. Biblioteca Nacional de España.

El siguiente artículo denunciaba las cargas policiales contra manifestantes hambrientos. Y lo escribió al más puro estilo de aquel joven e idealista corresponsal en Madrid; en la época que utilizaba el seudónimo «Kandal».

Levante Agrario. 21 de enero 1918: APUNTES DE UN CRONISTA. Terapéutica nacional. —La sangría como tratamiento de la anemia. Una vez más la sangre de indefensas mujeres y de inocentes niños ha corrido por las calles de los pueblos de España. Niños y mujeres suelen ser siempre aquí las víctimas propiciatorias inmoladas en aras de ese terrible Moloch del orden… desordenado.

Otra vez se ha respondido a la voz airada del pueblo hambriento, que pide pan y justicia, con el supremo y único remedio que nuestros gobernantes son capaces de concebir para solucionar todos los problemas: ¡El Maüser!

En esta nación donde tanto chanchullo político y burocrático se realiza, donde tanto acaparador y mercachifle se enriquece, abusando unos y otros de la resignación y de la paciencia del pueblo, aún no se ha visto que un ministro de la Corona vaya a la barra ni que un explotador arrastre cadenas.

Pero llega un día en que ese pueblo resignado, cansino, acosado por la necesidad como lobo hambriento, sale a la calle a pedir a sus malos administradores que le hagan posible la vida, que le dejen roer por lo menos el duro y negro mendrugo que también le quieren arrebatar, y entonces, con un rigor inhumano, ahogan sus justas demandas con el filo de los sables y con el plomo mortífero de los fusiles.

Para que nuestra Constitución respondiera a la realidad actual de la vida española, debiera modificarse concretando todos los deberes y derechos ciudadanos en este solo artículo: «Todos los españoles, pero de un modo especial los desheredados de la fortuna, están obligados a sostener las cargas del Estado, pagando cuantos tributos y gabelas se les imponga por el Poder constituido, sin omitir la contribución de sangre.

En correlación de estas obligaciones y compensación de estos sacrificios, la Monarquía española les concede y garantiza un solo y soberano derecho: el derecho a morirse de hambre… sin protestar». Por lo menos, este espíritu es sin duda el único que informa las sangrientas represiones de estos días, en que unas pobres mujeres y unos débiles niños, inconscientes e irresponsables, han caído atravesados por las balas en las calles de Málaga y Alicante, por el solo delito de protestar indignados contra la carestía de los alimentos.

¡No sabían los menguados que siempre es peligroso alterar con gritos y estridencias las plácidas digestiones de los poderosos que tienen el estómago y los bolsillos repletos!…

El pueblo español padece hambre secular desde los áureos y gloriosos días de Lazarillo de Tormes. Ha ayunado ya mucho y ha tenido que mantener con su sangre a numerosos parásitos y sanguijuelas. Hemos sido raza de hidalgos vergonzantes y de pordioseros hampones que acallaban el hambre con la sopa boba a la puerta de los conventos y luego, mostrando jactanciosos el mondadientes entre los labios, iban a curar sus lacerías de la cara al buen sol que nunca se ponía en nuestros dominios.

Y de tanto ayunar y tanto ser chupados por zánganos y ministriles, la anemia fue debilitando y degenerando a aquella raza viril y fuerte que tuvo a raya a monarcas y déspotas. Exangüe y valetudinaria, sin fuerza ya casi para quejarse, perece de atonía y consunción en el pobre solar esquilmado. Los graves doctores que la asisten en sus postrimerías, ayudándola a mal morir, han ideado un ingenioso tratamiento para curar radicalmente al enfermo de la anemia que padece ¡una sangría!…

…Ante estos neroncillos de la lanceta, la única gracia que puede pedir ya el pueblo, condenado a rabiosa muerte de hambre, es la piadosa merced que el auténtico Nerón concedió a nuestros compatriotas Séneca y Lucano, la de morir dulcemente, refinadamente, en baño perfumado y tibio, con las venas abiertas… JUAN ORIOL.  

Acabando el mes de enero, nuestro biografiado escribió una carta a Pedro Sainz contándole lo ocupado que estaba con su nuevo trabajo en prensa; la razón por la que no había viajado a Madrid en Navidad (de la que ya hablamos en la entrega anterior); y su proyecto de monografía sobre Loazes para la que, como siempre, necesitaba de su ayuda documental urgente. 

Murcia, 30—I—918. Querido Pedro: En vista de mi tardanza en escribirte, creerás seguramente o que te he olvidado o que me he muerto. El primer miembro de esta hipótesis es absurdo, y si ha pasado por tu imaginación, estás mal de la cabeza, pues concibes lo que repugna a la misma naturaleza de las cosas. En cuanto al segundo miembro es cierto en sentido figurativo, pues muerto o casi espichado ya estoy de tanto trabajar.

Sí, de trabajar, ¡y en Murcia!, aunque te parezca increíble. Primero el encargo de Bonilla sobre Jácome Ruiz me hizo sudar mucho en el Archivo Catedral y a la vez me acarreó un maldito e inoportuno enfriamiento que nos impidió ir a esa Corte a pasar las Pascuas. Menos mal que la cosecha investigadora fue opima y pingüe.  Hallé cosas verdaderamente interesantes. A Bonilla le escribí comunicándoselo, pero no me ha contestado siquiera.

Pero lo que me roba el tiempo es mi labor periodística. Soy redactor jefe de Levante Agrario, un diario que en ésta se publica desde 1º de año, de grandes proporciones y mucha información. Trabajo como un negro para ganar 100 ptas. mensuales que me pagan y me hacen mucha falta para vivir.

En los ratos, muy pocos, que me deja libre el Archivo y el periódico, me ocupo actualmente en escribir una monografía histórico-descriptiva del Colegio de Santo Domingo y antigua Universidad literaria de Orihuela, fundada por mi ilustre paisano del siglo XVI don Fernando de Loazes. Se le va a hacer un homenaje con Certamen de monografías de semejante tema. El plazo de la Comisión de los trabajos expira el 20 de Febrero. Y yo necesito saber pronto lo que dice Ponz en su Viaje del Colegio de Orihuela.

Te escribo para que con toda urgencia me saques la copia del texto íntegro o bien comprendido de Ponz y me la envíes antes del día 8 del que viene. Te pido muy encarecidamente este favor que te agradeceré con toda el alma. Justo García Soriano. Recuerdos de todos para todos. Te suplico mucho no dejes de hacerme, a la mayor brevedad, el favor que te pido. En ello va la honra y 250 ptas. de premio.

La Universidad de Murcia en 1918.

Tres semanas después, justo a tiempo, enviaba su monografía a Rufino Gea Martínez, cabeza visible de la comisión organizadora del homenaje a Loazes. Rufino estaba en esos momentos centrado en el estreno, en el Teatro Circo de Orihuela, de un «boceto dramático» que él mismo había escrito. Por la siguiente carta, sabemos que, además del acuse de recibo, solicitó la ayuda de Justo para alquilar en Murcia el vestuario necesario para la obra «D. Fernando de Loazes en las Cortes de Monzón».

Orihuela 25 febrero 18. Sr. Justo García Soriano. Mi querido amigo: Anoche quedó entregado su trabajo al Sr. Cavero. En la mañana me ha dicho que lo leyó de un tirón y que le ha gustado mucho. Esta tarde se leerá en junta del jurado. Elías Abad ha desistido de presentar el estudio biográfico por falta de tiempo para terminarlo. Julio mandó el suyo el sábado, según tengo entendido.

Ahora que ya ha salido V. de sus ahogos de tiempo podrá ver los trajes que necesitamos, que son los que siguen: 1 para Felipe II, que puede servir el de Tenorio de luto, liso, con capa corta. 1 manto real para el acto del solio. 1 sotana morada para obispo o arzobispo, con esclavina del mismo color y solideo. 4 de caballeros o nobles, con capeta, birrete y espada. 2 de paje. 2 de maceros (mazas hay aquí). 2 de enviado sin capa ni espada, pero con sombrero. 12 (antes eran 25) de caballeros o procuradores en cortes.

Como sólo salen en el acto del solio no se necesitan sombreros; algunas capetas y espadas pues no creo necesario que todos usen adminículos. Ya cuidará la acreditada pericia de V. que adapten a la época y que se envíen provistos de los correspondientes calzones de punto o malla. Si pueden mandarlos el viernes en el coche que sale para esta a las 2 de la tarde de la parada de San Antonio, se estimará.

Ya sabe V. que son 90 pesetas el precio de alquiler. Si hay que pagarlos antes, avise y se le enviarán. Si llego a esperar que V. comprase la caja de cerillas, no alcanzo el tren ¡cuántas apreturas! Ya iremos saliendo de todo. El miércoles le mandaré algunos programas por si quiere dar noticia en Levante. Y no va más. Un abrazo de su buen amigo. Rufino. Ya he leído que Velasco no sale. ¡Qué lástima!

El segundo día de carnaval, el Círculo de Bellas Artes, a cuya junta pertenecía nuestro biografiado, organizó su tradicional baile de máscaras en el Teatro Romea. No sé si llegó a asistir; pero escribió un curioso relato ambientado en uno de estos bailes y en las procesiones de Semana Santa que tenían lugar cuarenta días después.

Levante Agrario. 3 de marzo 1918: Apuntes de un cronista. Colombina y la nazarena o el misterio de unos ojos verdes. (Díptico de Semana Santa). I. ¿Pecadora? Era la fiesta de la locura cascabelera, del amor y del placer ingenuos. El suntuoso salón, pletórico de bullicio y alegría, espléndido de luces y colores, vibrante de voces y raudales armónicos, desbordaba su efervescencia jubilosa. Enardecía y embriagaba su ambiente, denso, pesadísimo, saturado de aromáticos efluvios. En las transparentes copas aún hervía el burbujeo del último champaña.

Sobre la seda de los trajes y las cabelleras y sobre la morbidez de los descotes femeninos rielaban los áureos destellos de las lucernas y la claridad azulosa de los arcos voltaicos. La orquesta lanzaba los compases raudos de un «boston», que invitaban al vértigo de la danza, y en rítmicos intervalos, las flautas y los violines suspiraban un trémolo amoroso, que encendía en los pechos ardientes ganas de besar…

Perdido entre la vorágine del baile contemplé la entrada ruidosa que hizo en el salón una algarera comparsa de mascaritas. Sus disfraces recorrían toda la gama de la indumentaria carnavalesca: desde el garboso traje de maja sevillana al de japonesa de biombo o de país de abanico; desde el de charra y odalisca al de balandrista y dama versallesca a lo Pompadour.

De todas aquellas máscaras la que más cautivó mi atención y mi curiosidad desde el primer momento, fue una traviesa «Colombina», que parecía llegar de una ciudad de ensueño huyendo del hastío melancólico de Pierrot y buscando la alegría bulliciosa de Arlequín. Se detuvo un instante junto a mí y pude observarla atentamente.

Su cabellera era blonda, de color de miel. Los rizos de su nuca, blanca y sonrosada, oscilaban como una lámpara de luz crespa. Su boca, plena de frescura y perfume juvenil como un clavel sangriento, desgranaba una risa argentina y coqueta. Unas medias de seda, finas, caladas, ceñían la elegante ondulación de sus pantorrillas; y calzaban sus pies, diminutos, retozones, unos zapatitos de charol estilo Luis XV, con lindas hebillas de gemas fulgentes. Su cuerpo y su ropa trascendían un suave perfume de opopánax, amable cómplice del pecado.

Pero todo el encanto de su figura concentrábase en sus ojos verdes, felinos y dulces a la vez, que brillaban en la penumbra de los agujeros de su antifaz, con un misterio atrayente e inquietante. Eran sus pupilas como dos gotas traslúcidas de ajenjo, del divino licor de los tristes y de los poetas. La seguí con la mirada y la vi bailar con varios jóvenes, y algunos ratos desaparecer con ellos por los rincones del ambigú. Sin comprender por qué, sentí entonces una extraña inquietud como de celos…  

Bailes de máscaras en el carnaval de 1918.

Esperé. La concurrencia iba poco a poco abandonando el salón, sembrado de confeti, de pétalos y flores marchitas. Palpitaba en el ambiente como un susurro jadeante, y de lo alto, entre los destellos de las lucernas y las irisadas reverberaciones de las lunas venecianas, parecía descender y gravitar sobre todos un aplanamiento de somnolencia y fatiga. La orquesta entonó el «galop» final. Con el clac bajo el brazo me dirigí a la linda Colombina y, tímido, balbuciente, la supliqué bailara conmigo el último baile. Accedió con un monosílabo y, a compás del «allegro vivace», nos deslizamos en silencio.

Al terminar proferí unas frases galantes al oído de la bella misteriosa. Yo suplicaba que me regalase, como merced de despedida, con la oculta belleza de su rostro. Colombina denegó con un movimiento de cabeza y, alejándose rápida, reía, reía… Y no pude arrancar el misterio inquietante de aquellos ojos glaucos, a la vez felinos y dulces.

II. ¿Penitente? Sólo han transcurrido cuarenta días desde aquella inolvidable noche carnavalesca. El mundo cristiano conmemora la muerte del Divino Maestro, del que derramó generosamente su sangre para redimirnos de la esclavitud del pecado. Al despecho de la alegría triunfal de la Primavera que renace, todo es tristeza y luto.

Por las calles de la ciudad, plenas de sol y de vernales aromas, discurren las lúgubres procesiones pasionarias. Los sones agrios y estridentes de unos clarines marciales atruenan la angosta rúa morisca. Detrás de una enlutada bandera, van desfilando dos largas filas de nazarenos y nazarenas con las caras tapadas. Llevan cirios encendidos o grandes cruces negras.

Al verlos surge inevitablemente el recuerdo de los antiguos disciplinantes que, dando alaridos de penitencia y contrición, vagaban torturándose por los pueblos y los campos de una España ascética, sombría y desolada. Sobre los hombros de robustos nazarenos, en lujosas andas, osténtanse las esculturas que representan las varias escenas de la trágica Pasión. Cristo está en el huerto. Cristo es prendido y azotado. Luego, arrastrado por sayones y verdugos, camina y cae, bajo el peso de la cruz, en la calle de la Amargura, en dirección al Calvario…

La madre, en el paroxismo del dolor, le sigue desde lejos, anhelante, febril, desencajada… Y ante la creación de Salzillo, maravillosa de idealismo y de realidad, sentimos el escalofrío de lo sublime y meditamos. Las músicas tocan fúnebres marchas y un coro de cantores entona la «pasión» y el «miserere». Y sobre todos aquellos hórridos suplicios y mortales congojas el Sol pone sus ardientes besos de oro…

Procesión de Viernes Santo. San Agustín. Murcia.

Ante mí ha pasado una nazarena, que en vano disfraza su cuerpo gentil y su rostro con el capuz, la veste y túnica hebraicas, con el enorme rosario y la cuerda penitente. Sus aristocráticas manos enguantadas y sus piececitos retozones, calzados con medias caladas y zapatos Luis XV, de fulgentes hebillas, tienen un sello imborrable de mundanal y galante paganía.

Aquella nazarena me ha mirado fijamente, y, ¡oh sorpresa!, el diablo que siempre está detrás de la cruz, me acecha y me tienta… Pero no, no es mi obsesión: es ella, es la misma, es mi Colombina de ojos verdes y misteriosos, felinos y dulces a la vez. Por las aberturas oculares de la máscara religiosa con que hoy se cubre, me han mirado sus mismas pupilas inconfundibles, que semejan dos traslucientes gotas de ajenjo. Y en un impulso irremisible y súbito, me he llegado junto a ella y la he dicho al oído quedadamente:

—Aunque vas también disfrazada, ahora ya te conozco. Tú eres la Colombina con quien bailé la noche de carnaval. ¡Cuánto vale un arrepentimiento a tiempo!… Y conteniendo a duras penas el borbotar de su risa cristalina, que sacudía todo su cuerpo opulento y esbeltísimo, se ha ido alejando con su enorme rosario y su áspero cordel, humilde, encorvada, como agobiada bajo el peso de su larga y terrible cruz… Juan ORIOL.                                 

Marzo de 1918. Homenaje a Loazes.

Como Rufino Gea le había pedido en su carta de diciembre, «El Liberal» de Murcia publicó el programa del certamen oriolano; y lo hizo en primera plana, a dos columnas.

«El Liberal», 28 de febrero de 1918.

García Soriano consiguió el premio al que aspiraba (transcribo el diploma obtenido); y el diario murciano se hizo eco del mismo.

El Jurado Calificador del Certamen en honor del ilustre orcelitano Don Fernando de Loaces (sic), acordó conceder el Premio correspondiente al Tema: El Colegio de Predicadores y la Universidad de Orihuela, al Sr. Don Justo García Soriano. Y para que conste se le espide (sic) el presente Diploma en Orihuela a 3 del mes de Marzo del año 1918. El Presidente: Sr. Agustín Cavero. El Secretario: Licdo. M. Ferris.    

El Liberal. 2 de marzo 1918: PREMIO MERECIDO. En el certamen que se celebrará en homenaje del ilustre oriolano Loazes, ha sido distinguido con el premio al segundo tema, «El Colegio de Predicadores y Universidad de Orihuela», nuestro querido amigo y compañero en la Prensa el notable y culto erudito don Justo García Soriano.

El premio ha sido otorgado a una concienzuda e interesante monografía histórico-descriptiva, que lleva por lema «Exégi monumentum aeré perennius». Tenemos noticias de dicho trabajo literario e histórico y sabemos que encierra bellezas dignas de la pluma que las ha trazado y curiosidades que seguramente llamarán la atención en el orden de la erudición murciana. Felicitamos efusivamente al querido compañero y admirado erudito.

«El Conquistador». Orihuela, 3 de marzo de 1918.

La conmemoración del 350 aniversario del fallecimiento del Patriarca había sido un éxito. Concluido el certamen, «El Liberal» le dedicó también un extenso reportaje.

El Liberal. 5 de marzo de 1918. ORIHUELA. Homenaje a Loazes. Se han celebrado con todo lucimiento los festejos en honor de la memoria del ilustre oriolano don Fernando de Loazes. Comenzaron a las seis de la tarde de ayer con un concierto musical en la calle de Loazes y siguieron con el certamen literario en el Teatro Circo, a las nueve de la noche.

Dicho coliseo estaba brillantísimo viéndose en las localidades de preferencia, elegantísimas señoras y lindísimas señoritas de lo más distinguido de nuestra sociedad selecta. Leyó una razonada memoria el secretario del Jurado D. Manuel Ferris, que fue muy aplaudida, y pronunció un elocuentísimo discurso lleno de patriotismo y de brillantes párrafos e imágenes bellas el magistrado jubilado D. Luis López Bo, a quien se le tributaron muestras de general complacencia y simpatías, siendo ovacionado.

El primer premio del certamen fue adjudicado por mitad al Deán de la Catedral de Murcia nuestro paisano D. Julio López Maymón y al juez municipal de esta, aspirante a la judicatura D. Luis Escurra y Sánchez; el segundo premio se adjudicó a un eruditísimo trabajo de nuestro paisano el doctor en Filosofía y Letras D. Justo García Soriano, y obtuvieron otros premios D. Luis Ezcurra, D. José Gea Sacasa, D. Ángel Ezcurra Sánchez, D. José Garrigós Marín y en el himno a Loazes obtuvieron el premio de la letra el señor Macía y el de la música el maestro, nuestro paisano D. Carlos Moreno.

Los jóvenes señores Garrigós, Linares, Gea, Ezcurra y Jiménez, representaron un cuadro dramático en verso alusivo a la vida del cardenal Loazes, debido a la brillante pluma del culto escritor e inspirado poeta D. José Rufino Gea, que obtuvo un éxito tan justo como ruidoso teniendo su autor que salir a recibir los homenajes de la escena repetidas veces. Los intérpretes de la obra fueron muy aplaudidos.

Esta mañana se ha celebrado en la iglesia del convento de Santo Domingo, fundado por el señor Loazes, y en cuyo presbiterio descansan sus restos, la misa de Réquiem por el reposo de su alma. La ha oficiado nuestro prelado el doctor D. Ramón Plaza y Blanco: se ha cantado la gran Misa del maestro D. Hilarión Eslava y responsos del mismo autor, ejecutados por una nutridísima y bien abordada orquesta que ha dirigido el competente maestro de capilla señor Perpiñán.

Pronunció el discurso de honras fúnebres el Deán de Murcia D. Julio López Maymón, que ha estado elocuentísimo. Ha presidido la función religiosa el Ayuntamiento en Corporación. Y durante la celebración de ella ha estado cerrado todo el comercio local. Todos los actos han resultado brillantísimos y con enorme concurrencia pudiendo estar bien satisfecha la comisión organizadora. Corresponsal.

De aquel certamen literario salieron interesantes publicaciones sobre Loazes y el Colegio de Predicadores; especialmente las obras de Justo García Soriano y de su amigo Julio López Maymón. Como recuerdo del homenaje, los organizadores recibieron el siguiente retrato del patriarca con el texto autógrafo de Rufino Gea como hipotético testaferro del patriarca.

Colección Javier Sánchez Portas.

Rufino, como siempre que desplegaba esfuerzos extraordinarios, acabó superado y enfermo. Así lo contaba su hijo Juan en la carta que envió a Justo García Soriano. Con ella mandó de vuelta el vestuario de la representación y el importe del alquiler del mismo; solicitando el recibo justificante de las «Hijas de Comontes».

Orihuela 5 de marzo de 1918. Sr. D. Justo García Soriano. Muy Sr. Mío: Mi papá se vio obligado a meterse en cama ayer tarde y esto le impidió verle. Por su encargo, le envío adjunto la llave de la caja del vestuario y las noventa ptas. de su alquiler. La caja la lleva el mismo coche. También incluyo la nota de lo que contenía la caja, que está conforme. Se le agradecerá que remita el recibo de las Hijas de Comontes, para justificante de las cuentas. Y dándole gracias por todas estas molestias, queda de V. atto. s. s. q. b. s. m. Juan Gea.

Teresa Comontes era la encargada de la sastrería del Teatro Ortiz (posteriormente cine Rex). Esta señora también alquilaba trajes para el «Entierro de la Sardina». Era hija del sastre y «atrezista» José Comontes, que trabajó en Murcia a finales del XIX (a principios del XX la sastrería estuvo a nombre de su viuda).

En cuanto dispuso de tiempo, Justo escribió una larga carta a Pedro notificándole el triunfo en el certamen y los detalles de su monografía. Y su disgusto por la falta de las «pesetas necesarias para la impresión», a pesar de haberlo prometido en las bases del concurso literario.

El propio deán de la catedral de Cartagena en Murcia, Julio López Maymón, que como ya hemos dicho ganó otro de los premios con el trabajo «Biografía de Don Fernando de Loazes», tuvo que esperar hasta 1922 para verlo publicado.

Murcia, 18—III—918. Mi querido Pedro: Desde que recibí tu carta última de 31 de enero pasado, estoy queriendo contestarte todos los días; pero las agobiadoras ocupaciones que he tenido hasta ayer me han impedido el gusto de ponerme, por medio de unos renglones, en comunicación epistolar contigo.

Desde hoy cesa mi tarea y me apresuro a escribirte largo y tendido.  Ante todo debo notificarte, por si aún no lo supieras por conducto de mi familia política, que en el Certamen literario, en homenaje a mi ilustre paisano don Fernando de Loazes, celebrado el 3 de los corrientes en Orihuela, tuve el primer premio (250 ptas.) al 2º tema por mi monografía histórico-descriptiva «El Colegio de Predicadores y la Universidad de Orihuela», que presenté bajo el lema: «Exegi monumentum aere perennius». (Horacio). Distribuyo el trabajo en una introducción algo extensa y nueve capítulos largos y nutridos.

Los títulos de éstos son: I. El primitivo convento. — II. La fundación de don Fernando de Loazes. —III El Colegio de Predicadores. —IV. La obra bajo el rectorado perpetuo de Fr. Juan de Loazes. —V. La obra durante el siglo XVII. —VI. La nueva iglesia. —VII. La Universidad Pontificia. —VIII. La Universidad Regia y Pontificia. —IX. La Universidad de Orihuela hasta su extinción (1835). —Apéndices. Consta de 200 y pico cuartillas de letra menuda y apretada: un libro.

Lo he escrito en menos de dos meses, simultaneando esta labor con el ímprobo trabajo de la Redacción del periódico, que me lleva toda la tarde y a veces toda la noche. ¡Figúrate el esfuerzo que habré hecho! Yo creo que se me habrán liquidado los sesos como a don Quijote en la aventura de los requesones…

Bien es verdad que tenía ya muchos datos reunidos, no pocos traducidos de un manuscrito latino que me traje de Orihuela. Otros muchos de una magnífica colección de documentos sueltos que he conseguido reunir; y para la historia de la construcción del edificio —que es monumental—he tenido a la vista los libros —curiosísimos—de gastos de fábrica. Casi todos estos documentos son inéditos y desconocidos; así que he escrito un trabajo documentadísimo y de primera mano. Estoy satisfecho.

En la colada han salido noticias muy interesantes; con una de ellas creo resolver documentalmente una famosa cuestión, hasta ahora sub-júdice, acerca de un célebre cuadro que se guarda en el Colegio-Universidad, atribuido a don Elías Tormo Villacís, el mejor discípulo de Velázquez. Mi dato demuestra que la atribución es errónea. ¡Una hermosura, chiquillo!

Pero estoy disgustado, porque el Jurado prometió imprimir los trabajos premiados, y como resulta una obra voluminosa, ahora parece que no pueden cumplir su promesa por falta de pesetas — ¡la eterna cuestión de las cochinas pesetas! — Yo quisiera publicar mi trabajo por mi cuenta, que formaría un libro interesante, con fotograbados y facsímiles.

Creo que, por lo menos, sacaría el costo, pues hay expectación por conocerlo en toda esta región, donde mi firma se cotiza bien; pero me pasa lo mismo que al Jurado, que las pesetas necesarias para la impresión me hacen falta para otras muchas cosas cotidianas, prosaicas y urgentes. ¡He aquí como la carestía de las subsistencias se refleja en la Literatura! … Veremos si, por lo menos, lo publico por entregas y por suscripción como las novelas folletinescas.

La nota bibliográfica que me enviaste sólo me sirvió como resultado negativo. De las notas que me indicabas en ella, sólo he podido consultar el Madoz (que poseo) y la de Llorente. La Noticia instrumental de los privilegios reales y pontificios, etc…, la conocía por referencias y extractos. Aquí no la he encontrado, aunque sospecho existirá en algún archivo de Orihuela. Desde luego estará en la Bibl. Nac. Y aún creo que tomé nota de ellas en Índice de este establecimiento. Caso de publicar mi monografía, habré de utilizarla para los apéndices, sobre todo los Estatutos, que conozco extractados.

Con harto sentimiento de mi alma, y en especial de mi bolsillo — ¡me deben 20 duros mensuales! — me he visto obligado a dejar la redacción de Levante Agrario. Este periódico se ha hecho anticiervista rabioso y francamente revolucionario y radical. ¡Aquí en el propio feudo del omnipotente don Juan! ¡Figúrate! Estaba expuesto a seguras represalias y a perjuicios en mi carrera. ¿No te parece que he obrado con prudencia?

Por mi cuñada Gloria supimos que en el sorteo de quintas la suerte te fue adversa y eres soldado. Lo siento. Nunca fueron buenas amigas, dígase lo que se quiera, las armas y las letras. No me queda más papel. Recuerdos y abrazos de, Justo.

Leí en Renovación Española un artículo tuyo. Te felicito. Estás hecho un enorme publicista. ¿Renovación y… germanófila? No la creo, Pedro, no la creo. ¿Te acuerdas de la Epístola a Horacio, de M. Pelayo? ¡Aquellos versos! …  ¡Bárbaros hijos de la edad presente!  ¡Lejos de mí las nieblas hiperbóreas! …Y ¡qué nombres para ti no pronunciables! … Di a Eugenia que le escribiré pronto.

En esta carta dejó constancia también de su ruptura con «Levante Agrario». Afirmaba haberlo hecho por la postura revolucionaria y «anticiervista» que el diario había emprendido; y por la posibilidad de que le perjudicase en su trabajo como funcionario. Nacido en Mula, el político conservador, Juan de la Cierva, era un poderoso cacique; y la región murciana su feudo natural.

Pero había algo más; una especie de relajación política; una renuncia a la revolución de la que habló largo y tendido en una trilogía publicada en mayo en «El Liberal». Y es que terminada su relación profesional con «Levante Agrario», comenzó a publicar en este otro diario murciano.

Colaborador en «El Liberal».

Para empezar, ofreció en sus páginas un primer resumen anticipo del trabajo que llevaba entre manos sobre Francisco Cascales. Lo dividió en tres capítulos que salieron en días consecutivos.

El Liberal. 25 de abril 1918: Clásicos Murcianos. El Licenciado Cascales. I. Su vida. No se sabe con exactitud el año en que nació el humanista murciano Francisco Cascales. Debió de ser hacia 1565… Justo GARCÍA SORIANO.

El Liberal. 26 de abril 1918: Clásicos Murcianos. El Licenciado Cascales. II Eutrapelias de Cascales. El preceptor murciano descansaba de su ímproba labor docente y de sus estudios, dando cotidianos paseos por el «amenísimo prado del Carmen», a la ribera del Segura… Justo GARCÍA SORIANO.

El Liberal. 27 de abril 1918: Clásicos Murcianos. El Licenciado Cascales. III. Las ideas estéticas de Cascales. —Del gongorismo al modernismo. A Cascales no se le conoce generalmente más que por sus  Discursos históricos de la muy noble y muy leal ciudad de Murcia y su reino. Sin embargo, es su peor obra literaria… Justo GARCÍA SORIANO.

No los he transcrito por la posibilidad de acceder a la obra completa y leerla cómodamente digitalizada en la Biblioteca Nacional, pinchando la siguiente imagen.

El Liberal. 25, 26 y 27 de abril de 1918. Pinchando la imagen se accede a la obra completa en la BNE.

Años después publicó la obra completa editada en formato de libro; pero antes lo hizo por capítulos, en la revista «Filosofía y Letras» de Madrid, pero no adelantemos acontecimientos…

A continuación os dejo la trilogía que he mencionado antes. La he transcrito en su mayor parte porque me parece muy interesante para conocer su punto de vista político en ese momento; la distancia que mediaba entre el idealismo de juventud y la realidad de un burgués padre de familia.

El Liberal. 8 de mayo 1918: Temas vulgares y divagaciones extravagantes. I. Realidad e idealismo. Al escribir el Quijote, tal vez fue Cervantes, y tal vez de modo inconsciente, el primero que planteó en forma sensible el complejo problema del realismo y del idealismo en el arte y en la vida.

Ambas tendencias constituyen el dinamismo y los dos raíles que impulsan y encauzan la marcha del mundo: el progreso. Son dos fuerzas motrices y matrices, dos manifestaciones dinámicas, al parecer opuestas y antagónicas, en realidad paralelas y esencialmente idénticas; expresión diversa de una misma energía vital.

El tema del realismo y del idealismo—Aristóteles, Platón—ha sido el más ampliamente y el más estérilmente discutido. Hasta ahora, por lo general no se ha hecho otra cosa que involucrar y confundir sus términos, aplicándolos indistintamente, impropiamente, como piedra de toque y universal casillero, a las más diversas cuestiones.

Esta confusión ha dado origen a crasos errores filosóficos, artísticos y sociales. Se habla impropiamente del realismo en el arte; y el arte, el verdadero arte, sólo puede ser idealista. El idealismo es condición «sine qua non» de toda obra artística. Por el contrario, se habla de idealismo en política, y la política, ciencia exclusivamente sociológica, si no se quiere desvirtuar y destruir su propia naturaleza, ha de ser y es forzosamente realista o pragmatista, como ahora se dice. El caudal intelectual que ha llegado hasta nosotros se compone generalmente de un inmenso fárrago de tópicos y de nociones falsas….

II. Interés y desinterés. A aquella confusión entre el realismo y el idealismo ha contribuido principalmente otro error original: el concepto del interés y del desinterés. A las bellas artes se las ha denominado, también impropiamente, artes desinteresadas, y así mismo se aplica el nombre de desinteresados a algunos móviles. Y, sin embargo, el desinterés no existe ni puede existir: repugna a la naturaleza humana.

Es una de tantas ilusiones y falsedades inventadas por el hombre. El interés se define: «la inclinación más o menos viva, que experimentamos hacia una persona o cosa que nos es necesaria o nos agrada». ¿Puede el hombre ir contra estas inclinaciones naturales? No. Es un axioma psicológico que el hombre no puede querer su propio mal. Cuando parece desear su daño, es juzgándolo erróneamente un bien o, por lo menos, un mal menor; ejemplo: el suicida.

Se citan casos de abnegación y de heroísmo; pero tampoco prueba nada en contra. El héroe—siempre excepcional, y, por tanto, confirma la regla—no hace más que renunciar a un bien menor por otro que juzga mayor, la satisfacción interior o la gloria, por ejemplo. Se dice también que el placer estético es desinteresado. Y no hay nada tan interesado como el placer, por muy espiritual que sea.

En la lectura de una obra literaria, en la contemplación de un cuadro o de una escultura, en la audición de una pieza musical, ¿qué interés puede haber? —Se pregunta—. Pues el goce estético, que es el interés más refinado de todos. El interés, por consecuencia, es inherente a todo acto humano y, como la materia, indestructible: sólo cambia de forma.

El heroísmo lo evapora o lo gasifica, pero no lo aniquila. Y toda gasificación es expansión y aumento de volumen. Don Quijote, que deseaba conquistar un imperio para su Dulcinea, era, aunque parezca otra cosa, más interesado y mucho más egoísta que Sancho Panza que se contentaba con una hogaza de pan y un racimo de uvas. JUSTO GARCÍA SORIANO.

El Liberal. 9 de mayo 1918: Temas vulgares y divagaciones extravagantes. III. Política y economía. Política es la ciencia o el arte—ciencia y arte en el fondo son una misma cosa—de organizar la sociedad para que todos y cada uno de los hombres tengan el mayor bien posible. Este aspecto de la actividad humana es, por consecuencia, esencialmente práctico y realista.

A los diversos proyectos o concepciones de organización social se les llama impropiamente ideales, y muchos profesionales de la política alardean de idealismo y, lo que es más falso, de desinterés. La mejor organización social será aquella que permita y garantice al mayor número de hombres realizar dignamente los fines positivos de la vida—conservación y reproducción— o dicho con las palabras bíblicas: crecer y multiplicarse.

Esto sentado, dedúcese que, en el fondo, toda cuestión política entraña un problema económico. Los políticos que alardean de idealistas hacen consistir su idealismo en estas ideas, la tradición, el orden o la libertad. Estos tópicos—sentimentalismos líricos unas veces y otras decentes taparrabos o capotes de brega—tuvieron razón de ser en el siglo XVIII.

Hoy carecen ya de actualidad. La idea de tradición ha fracasado, pues la Historia nos demuestra que el pasado no fue mejor que el presente, y los hombres miran el porvenir porque ansían mejorar su vida. La idea de orden es falsa, porque es convencional y puramente relativa. La idea de libertad, la más lírica y hoy la más hueca, no ha fracasado ni envejecido menos.

Tuvo su razón de ser, como bandera política, en las calendas de Espartaco y aun en el siglo XVIII. Pero con la toma de la Bastilla, la abolición de la Inquisición y el establecimiento del sistema constitucional—que fueron el triunfo de los llamados derechos del hombre —la libertad se aclimató y hoy es, teóricamente por lo menos, un bien común a todos como el aire. Nadie la niega ni la discute.

Ya no hay barreras entre las clases sociales, que en realidad han dejado de existir. Ahora los hombres se clasifican por su riqueza (bienes materiales) o por su cultura (bienes espirituales), un plebeyo cualquiera, el más humilde y más mísero, suele convertirse en burgués por la inteligencia y el estudio o haciendo por la suerte o por la astucia un pequeño capital. Puede aumentarlo indefinidamente, mediante hábiles especulaciones, y llegar a la aristocracia del dinero, la única  efectiva.

Sin dinero la aristocracia, la sangre, es hoy un romanticismo triste y ridículo, que no se aprecia ni se respeta. En cambio, la plutocracia es ahora la  soberana del mundo y lo será cada vez más mientras no existan leyes que regulen y limiten el capital y su adquisición. Nuestros abuelos, un poco pícaros y un poco cándidos como buenos jacobinos, creyeron ¡los pobres! haber realizado toda una revolución económica con la desamortización eclesiástica.

No estuvo mal pensado; pero lo hicieron tan mal que no adelantaron nada. La riqueza pasó de unas manos a otras. Al acaparamiento eclesiástico sucedió el laico, sin que el pueblo obtuviera ningún beneficio. Los latifundios y los monopolios particulares subsisten. Y después de tantas revoluciones, bullangas y luchas políticas el estado del mundo sigue siendo «pocos con mucho y muchos con nada». Los pobres se mueren hoy de hambre lo mismo que hace tres siglos.

Y es más; la misma decantada y descontada libertad que ya nadie discute, será un beneficio quimérico, sin efectividad alguna, mientras sea sólo política y no económica, mientras todos los hombres no sean económicamente libres e independientes. El que vive a merced de otro no puede menos de ser su esclavo. Bonita es la libertad; pero de nada sirve si aún con ella continúan los hombres muriéndose de hambre.

El problema político es —como dijo Costa—un problema de despensas. Por lo tanto falta conquistar socialmente el último y más positivo derecho del hombre: el derecho de todos a comer, que implica recíprocamente la obligación de todos a trabajar. Tal ha de ser la conquista política futura, es decir, un mejoramiento económico general, una descentralización y distribución más equitativa de la riqueza. Por eso es anacrónico y absurdo que los políticos que se dicen idealistas se preocupen de esto muy poco y que aún desdeñen las cuestiones económicas por demasiado materiales.

Por lo visto, lo único que les importa es el modo de atraerse a la opinión para lograr el triunfo de su partido y de paso el suyo personal. Eso suele ser todo. Por lo tanto, la masa neutra tiene derecho a suponer que a unos y a otros sólo los mueven la vanidad, la ambición y el fanatismo partidista, negro, amarillo o rojo. El maestro Galdós ha escrito en una de sus mejores novelas esta profunda y ática ironía: —«Rompecabezas inmenso: ¿el pan se amasa para las revoluciones o por ellas?». JUSTO GARCÍA SORIANO.

El Liberal. 10 de mayo 1918: Temas vulgares y divagaciones extravagantes. IV. De revolucionario a burgués. El «ideal» de la perfecta revolución y su símbolo. Siempre que oigo discutir estos gastados temas políticos del espíritu de sacrificio, de la revolución y de la burguesía, viene a mi memoria el recuerdo de un mi antiguo camarada, periodista de la corte. Le conocí en una memorable asamblea del partido federal que se celebró hará quince años en su centro de la calle de Horno de la Mata de Madrid…

… El periodista era uno de los más exaltados revolucionarios que he conocido. Desde aquellos días intimamos y nos unieron las ideas y las aficiones literarias. (…) Mi amigo y compañero el periodista, sin ser muy maduro aun, era el de más edad de cuantos formábamos la tertulia. Hombre de origen muy humilde, nacido de padres jornaleros en un pueblecito aragonés, de agudo ingenio y de inteligencia clara, lo mucho que sabía y aún lo poco que era, todo se lo debía exclusivamente a su esfuerzo personal y a su constancia.

En larga lucha contra revueltos temporales y azarosos contratiempos de pobreza y de hambre, había adquirido con mil apuros una considerable cultura, un puesto en la redacción de un importante diario y, últimamente una modesta carrerita y un número en un escalafón. Después de esto se casó y parecía vivir feliz y enamorado. Sus amigos observamos pronto el cambio que se había operado en él. Se estaba haciendo burgués y escéptico, iba echando barriga y ya no sentía sus antiguas exaltaciones y entusiasmos revolucionarios.

Todo esto lo veíamos con antipatía hostil y no perdíamos ocasión de zaherirle por ello, echándole en cara que de abnegado revolucionario se convirtiese en burgués descreído y comodón. Una  noche, cansado ya de nuestras continuas pullas y agresivas chacotas, nos increpó mohíno: —Vamos a ver: ¿cuál habrá de ser la meta, el ideal más perfecto de la más definitiva y perfecta revolución política y social? Sorprendidos por aquella salida, nos mirábamos unos a otros y no acertábamos con la respuesta concreta categórica.

—Yo responderé por vosotros, si lo queréis, —nos dijo—. El ideal de la más perfecta y definitiva revolución, ¡oídme bien!, es, sin duda alguna, conseguir que a todo ciudadano del mundo, que a toda criatura humana no le falte diariamente un pan blanco de dos kilos, una ración de judías con bacalao o un «cocí» y… ¡un chorizo! Y además, si os place, una mujer, un café con «media», una cajetilla de 0‘50 y dos cigarros de a real, la lectura de un libro, la contemplación  de una obra de arte, una audición musical y una partida de billar, de dominó o de pelota.

El día que todos los humanos tuvieran eso, sin que les pudiera faltar, ¿no se habría realizado el último progreso social y la revolución más perfecta y definitiva que puede soñarse? ¿Es mentira o verdad? (…) Esa aspiración  revolucionaria se puede lograr de dos modos: colectiva o individualmente. Como sabéis, yo intenté primero, con gran ardimiento y durante diez o doce años, realizarla colectivamente.

No regateé esfuerzo ni sacrificio alguno, hasta que me convencí de que por el camino revolucionario «colectivo» no íbamos a llegar quizás nunca al «ideal» o cuando se llegara sería demasiado tarde para mí. Pensé entonces en mí mismo, que me iba haciendo viejo a toda prisa, y recurrí al segundo procedimiento, al «individual». Excuso deciros las barricadas mentales e intelectuales que tuve que levantar y los combates incruentos que sostuve denodadamente contra muchos intereses creados y constituidos.

Enfermé y estuve a pique de perecer en medio del fragor de la pelea. Aún conservo las cicatrices. Fui un héroe para mí mismo y por fin logré triunfar. Me redimí a mí y a mi familia, asegurando de por vida nuestra ración, nuestro chorizo y demás zarandajas; es decir: realicé «individualmente» el ideal de la más perfecta revolución, ¿Qué más puedo apetecer? ¿En nombre de qué derechos se me puede exigir que renuncie a mi pequeño bienestar y al de mi familia, que me lo debo a mí solo, para procurar con mi sacrificio que lo consigan los que no lo tienen aún?…

El más intransigente le interrumpió reprochándole: — ¡Egoísta! —Bueno. Egoísta, si os parece. Pero consultad vuestras conciencias, y el que no lo sea de algún modo, que levante la mano y me arroje la primera piedra. Todos guardamos silencio; y él prosiguió enardecido; —Sí, ¡por los manes de Robespierre! aunque no lo creáis, yo he sido todo un héroe y un valiente luchador en la revolución de la vida, en que tantos bravos naufragan. Ahora ya no me restan energías ni ilusiones. Ya no me seducen las bullangas ni el aura de la populachería, como a todos vosotros.

Yo no aspiro a ser prohombre, ni ministro, ni gran tribuno, ni pretendo ser presidente de un comité, ni concejal siquiera. Reconozco que para ello me faltan talento y afición. En el plan de la creación tan necesaria e importante como es la terrestre hormiga como el águila altanera. ¡Respetad mi modestia por lo menos! A pesar de todo, y acaso por esto mismo, yo, que ya no estoy afiliado a ningún partidito ni a ninguna bandera, que no delego en nadie mi facultad de opinar, que no tengo jefe, ídolo ni amo, pues me parecen tan grandes mis ideas que creo no existe ni puede existir hombre capaz de encarnarlas sin alharacas, soy más rebelde, mucho más que todos vosotros juntos y, dentro de mi flema y de mi prudente y ecuánime escepticismo o de mi burguesía, como decís, un revolucionario más peligroso que cualquiera de vosotros.

Yo, por lo menos, ya llegué a «la conquista del pan» de Kropotkin; y, en cambio, ninguno de vosotros ha pasado aún de «Los miserables» de Víctor Hugo, ni de «Las escenas de la vida bohemia», de Murger. (Débiles protestas). Decidme: ¿Qué ibais a hacer vosotros, a qué ibais a dedicaros, terribles profesionales de la revolución el día en que ésta hubiera ya realizado el perfecto ideal de que hablábamos antes?

Todos a una vez contestamos: — ¡Comernos la ración que nos correspondiera, incluso nuestro respectivo chorizo!… Y reímos todos a carcajadas; aunque reconociendo, a pesar nuestro, que al amigo aburguesado no le faltaba razón y que, al fin, sus opiniones eran tan respetables como las de otro ciudadano cualquiera. JUSTO GARCÍA SORIANO.

A mediados de mayo viajó a Madrid con su familia «una temporada»; pero no tengo muy claro el motivo. ¿Acaso para recuperarse de una enfermedad? ¿enfermó allí? Digo esto porque afirmaba después en una carta a Pedro: «Recaí la semana de llegar a Murcia, aunque levemente».

El Liberal. 13 de mayo 1918: Para Madrid ha salido con objeto de pasar una temporada, nuestro querido amigo y colaborador, el archivero de la Delegación de Hacienda don Justo García Soriano. Le deseamos un feliz viaje.

En su viaje a Madrid se llevó el único manuscrito de la monografía del Colegio, supongo que para intentar que se la publicasen en la capital; y se lo dejó olvidado en casa de Pedro Sainz.

Comó ya he dicho, al regresar a Murcia cayó o recayó levemente enfermo; y poco después, padeció un «flemón monstruoso» que le mantuvo encerrado en casa durante una semana; con fiebre y a base de líquidos.

Por San Antonio «El Liberal» publicó el siguiente trabajo, donde dejó muy claro su punto de vista sobre la llamada «fiesta nacional».

Plaza de Toros de Murcia. Carteles 1918-1919.

El Liberal. 13 de junio 1918: Glosario del tiempo. La estética y los toros. Ante todo, querido Jara, le felicito y me felicito por ver en EL LIBERAL resurgir ahora, con brillantez y pujanza, esta amena sección, que el que suscribe—dicho sea con modestia—inició y bautizó. En ella he leído atentamente estos días la pequeña controversia y disquisición que, acerca de la bondad y belleza de la fiesta nacional, ha sostenido usted con el cronista Alfonso de Mas —ignoro si es pseudónimo—.

Y he sentido grandes comezones de meter yo también baza en este torneo. ¿Será una impertinencia que, sin que nadie me aluda ni llame, tercie y eche mi cuarto a espadas en tan sugestivo tema? Por si usted, benévolo, no la juzga impertinente, allá va mi opinión modestísima.

Usted y el señor A. de M. se han puesto ya de acuerdo respecto a que la fiesta es brutal e inmoral por lo cruel. Pero a la vez han convenido en que tiene una parte hermosa, un aspecto estético: la destreza del torero y «la luz, el color, la mantilla y los claveles». La vistosidad, el colorido y aun el supuesto arte de las corridas de toros son un lema y un tópico viejos. Yo no las encuentro ni aun esta belleza. Y voy a razonarlo y a divagar brevemente. 

¿Destreza el torero? Indudablemente la tiene; aunque muchas veces no es más que ciega temeridad. Pero son una destreza y una temeridad anacrónicas, inútiles y absurdas por carecer de objeto. ¡«Dominar la bravura de una fiera»! ¿Para qué? Si un toro bravo se escapa por las calles de una ciudad, ¿el torero, con su muleta y su espada, le daría caza y evitaría las víctimas? Seguramente, no. La guardia civil entonces tiene que hacer uso de sus fusiles para librar de la fiera a los transeúntes. La habilidad y la valentía del torero sólo se dan en las circunstancias y en los momentos menos necesarios.

Los españoles prehistóricos—y los helenos también—ya fueron hábiles toreadores. En varias pinturas rupestres se representan escenas taurómacas. Entonces era práctica y admirable la lidia. Figuraos a los españoles cuando eran trogloditas o cavernícolas y no vestían ni taparrabos. El primer torero lo hizo, sin duda, el instinto de conservación. Aquellos hombres primitivos se verían sorprendidos algunas veces por toros bravos. La carnicería humana sería horrorosa. La defensa contra la intemperie y las alimañas les obligaría a refugiarse en sus cuevas y resguardar la entrada con piedras enormes.

Un día los atemorizados cavernícolas debieron de contemplar un espectáculo asombroso, épico. Uno de ellos, el más temerario y el más ágil, burlaba la brava acometida del toro con regates y saltos, domeñaba luego la fiera y le daba muerte con un hacha de sílex. Comprended las palmotadas, los alaridos de alegría y de triunfo y la frenética admiración que sentiría la turba troglodítica ante el primer torero improvisado, un verdadero héroe, casi un semidiós. En aquella ruda edad cavernícola, la lucha con las fieras era necesaria y el toreador un bienhechor de la humanidad. ¿Y ahora? ¿Seguimos siendo trogloditas?…

Las fieras y, sobre todo, los toros bravos no debieran ya existir. La verdadera habilidad y la destreza realmente plausible y admirable, consiste ahora en convertir las fieras dañinas en animales mansos, domésticos y útiles al hombre. La raza de toros bravos casi no existe ya más que en España, y aquí es porque se quiere que los haya.

Se la conserva pura, excitando y seleccionando sus feroces instintos, gracias al esmero cuidadoso de ganaderos expertos y avaros, que hacen de ello un enorme lucro. Los toros, que domeñados y mansos debieran ser en el trabajo los mejores auxiliares del labrador, son una de las mayores plagas de la agricultura nacional, pues ocupan dehesas extensísimas, hurtadas al arado y al cultivo.

Pero ¿y la belleza de la fiesta torera y gitana? ¡La luz, la animación, las mantillas y los sangrientos claveles!… Yo creo que es una ilusión y una mentira semejante belleza. La luz de las corridas suele ser una insolación o tabardillo, un tifus, una pulmonía o, por lo menos, un catarro a la vista. La animación es un griterío ensordecedor, mareante, chaparrón de palabrotas soeces y de mala crianza. El que va a los toros a divertirse vociferando, insultando a troche y moche y tirando botellas al ruedo, suele dejarse la educación, los buenos instintos y los sentimientos delicados en la puerta de la plaza, porque allí dentro le estorban.

¡La mantilla charra y española, cayendo en «cascada de espumas»— como dijo el poeta—sobre el busto de las damas! Muy bonita, muy garbosa, muy «goyesca« y muy «zuloaguesca». Pero… ¿no es posible verla más que en los toros? Lo mismo digo de los claveles. A eso de «flores de sangre» no le encuentro poesía. La sangre, fuera de las arterias y de las venas, siempre me parece una cosa inmunda. Soy «arya» en esto.

En cambio, las tripas, los mondongos colgantes y rotos, expulsando el excremento, los bramidos de angustia y de dolor de los animales, que se desangran heridos y moribundos, alzando  sus ojos atribulados y sus bocas entreabiertas a los cielos, en desesperada demanda de piedad para sus sufrimientos horribles; en cambio, todo eso, aunque lo dore el sol de la tarde agosteña y lo ahoguen la charanga y el clamoreo de júbilo de la masa insensible, ¿son cosas bellas? ¿Pueden ser motivos estéticos?

De ningún modo. Son escenas asqueantes de matadero, de mondonguería y de tripería mal olientes. ¿Qué sensibilidad es la de ese pueblo que se divierte, ríe y goza viendo padecer y morir a seres, que a veces tienen tanta inteligencia como algunos hombres?

El inicuo asesinato y martirio del caballo, que ha sido el compañero y el sustentador del hombre, me parece una incalificable ingratitud de éste. Cuando el pueblo se limpie de esos atavismos prehistóricos, y afine y aumente su sensibilidad, aún bastante embotada, se acabarán las corridas de toros. Porque el progreso, como ha escrito atinadamente Azorín, es eso sólo: «un poco más de sensibilidad». Mientras tanto convengamos, amigo Jara, que la belleza de la clásica fiesta es puramente convencional.

Lo único que hallo en ella es un goce atávico procedente de los tiempos troglodíticos. Y que sólo las taumaturgas abejas de la Poesía—como es su castiza musa—realizan el milagro de sacar dulce miel de las flores que tienen por savia únicamente amargo veneno. Justo GARCÍA SORIANO.

Verano de 1918.

Murcia, 6 de julio de 1918. Querido Pedro: No te he escrito antes, hablándote de nuestro regreso y llegada a ésta y de otras menudencias, pues quería de paso acusarte recibo del manuscrito de mi monografía acerca del Colegio de Sto. Domingo de Orihuela, que me dejé olvidado en tu casa cuando fui a despedirme y que me prometiste enviar enseguida por paquete postal certificado.

En vista de no haberlo recibido todavía, comienzo a impacientarme y preocuparme temiendo haya podido sufrir algún extravío, lo que me causaría extraordinario perjuicio, pues, como te dije, no guardo borrador de este trabajo. Te ruego, por lo tanto, me escribas lo antes posible diciéndome qué hay de esto, y si no lo has hecho, me remitas pronto ese pobre manuscrito que me ha costado no pocos desvelos. Quiero corregirlo y adicionarlo, por si alguna vez lo publico o me lo publican. 

Supongo que todos los atacados de tu familia, por el soldadito se restablecieron. Yo recaí la semana de llegar a Murcia, aunque levemente; pero después he padecido un flemón monstruoso, que creímos se trataba de un divieso de los malos. He estado ocho días sin salir de casa, a líquidos y con fiebre. De modo que el presente verano comienza para mí de modo funesto.

A pesar de tanta peripecia, no he dejado de trabajar en mis estudios sobre la literatura española contemporánea, y aún le he dado un buen avance. ¡Claro está luchando con la falta de libros y revistas que me son indispensables para esta labor! Pero fiado en la promesa que me hiciste de ser mi auxiliar y colaborador, a continuación te hago algunas consultas y preguntas, rogándote que a la mayor brevedad me suministres los datos e informes a que se refieren.

En esta carta a Pedro Sainz le encargó numerosas «noticias» que he decidido resumir por no alargarla demasiado: de Rubén Darío, la primera edición de «Prosas Profanas»; una indicación bibliográfica de la «España Negra» de E. Verhaeren; el prólogo de un folletón publicado en «El País» con obras de Poe y de Rubén Darío; información sobre otras obras de Rubén Darío tituladas «Opiniones», «España Contemporánea» y «Letras»; copias de los prólogos de «Sombras de vida» y «Corte de amor», novelas de Valle Inclán…  

Otras muchas consultas tengo que hacerte, pero las reservo para otra carta, si me contestas a esta con interés y diligencia. Sin tu ayuda, mi aislamiento literario y libresco en este rincón provinciano, sería una crisis mortal para mi actividad cultural.

Y tú ¿qué haces ahora? ¿Cómo saliste de tu Arqueología y Numismática? ¿Cómo va esa tesis? ¿Y tus trabajos bibliográficos? ¿Qué programa veraniego tienes?  Vi por los periódicos que la institución os derrotó en toda la línea, lo que lamento, pues me voy haciendo bonillista. Pienso enviarte algún artículo para le revista Filosofía y Letras.

El dichoso proyecto de beneficios (?) a los funcionarios civiles es posible que marque una orientación en mi porvenir. Si en él no obtengo un ascenso de sueldo, como me temo, tendré que emigrar de los Archivos, pues habría de estar reducido a 3.000 ptas. más de diez años. Este temor me tiene melancolizado, que diría Cascales. Escríbeme pronto. Recuerdos de todos para tus papás, para ti y Antonio, sin olvidar a Eugenia, y tú recibe un abrazo fraternal de Justo G. Soriano.

La siguiente carta, de José Cascales Muñoz, le empujó a precipitar la publicación del trabajo sobre el humanista Francisco Cascales; y decidió hacerlo en «Filosofía y Letras», con permiso de Pedro Sainz.

José Cascales Muñoz. Tarjeta homenaje 1918.

J. Cascales Muñoz. Madrid. Princesa, 14, 2º Dcha. Sr. D. Justo García Soriano. Mi querido amigo y compañero: ¿cómo lleva V. su libro sobre los escritores levantinos? ¿ha encontrado algún otro documento del humanista Cascales? ¿ha conseguido V. del Conde de Roche que le deje examinar los papeles de su padre?

Yo estoy dando otro golpe a la reunión de documentos, artículos y estudios publicados relativos a Cascales, para darlos a luz reunidos en un tomo, y si ha dado V. a la estampa algo de lo que posee le agradeceré que me mande un ejemplar para incluirlo.

No pienso incluir nada inédito, pero usaré su obra en preparación «Relaciones y evoluciones de la Historia, la Épica y la Novela consideradas en la obras de varios escritores levantinos», aludiendo a los documentos encontrados por V. como el «Dictamen de la Universidad de Salamanca sobre las tablas poéticas», el «Acuerdo capitular del Ayuntamiento de Murcia dándole el encargo de escribir los Discursos históricos y el «Nombramiento de preceptor del Colegio de San Fulgencio».

Aunque ahora caigo que lo mejor sería citar, con el título de su obra en preparación, el índice de los capítulos y los documentos de la parte relativa a Cascales si V. tiene la bondad de dictármelo, o de mandarme copia. Si encontrase V. dificultades para editar su libro, una vez terminado, y quiere que yo le busque aquí editor, dígamelo e indíqueme a qué editores le parece bien que vea, si la Residencia de estudiantes, la Junta de ampliación de estudios, La Lectura, etc., etc., y le serviré con mucho gusto, por tener el placer de saborear más pronto su trabajo.

Por lo pronto insisto en rogarle me envíe lo que tenga publicado en periódicos o revistas, o lo que pueda publicar de aquí a fines de este año. Y sin otra cosa por hoy se reitera suyo este amigo y compañero, José Cascales Muñoz. 9—7—918.

José Cascales Muñoz era un famoso periodista e historiador. Cronista oficial de Extremadura, había recibido precisamente un homenaje en mayo de ese mismo año. Justo no se fiaba de él; y con la mosca en la oreja escribió de nuevo a Pedro. Tenía que publicar urgentemente todo lo que tenía recopilado sobre Cascales antes de que se lo «desflorase».

Murcia, 21— Julio—918. Querido Pedro: Hace más de quince días te escribí una extensa carta, en que te daba detallada cuenta de mis tareas literarias y te pedía varias noticias para mi estudio sobre el modernismo y, principalmente, te rogaba me dijeras qué habías hecho de mi manuscrito sobre El Colegio y la Universidad de Orihuela, pues quedamos en que me lo enviarías enseguida en paquete certificado, y hasta la fecha ni lo he recibido ni tengo la menor noticia tuya.

Te decía que me contraría mucho la idea de que pudiera haberse extraviado, pues no tengo borrador de él y sería la pérdida casi completa de una labor de meses. Por tanto, te reitero encarecidamente mi súplica de que me notifiques sin demora qué ha ocurrido con esto y en caso de no haberme hecho aún el envío del referido trabajo, me lo envíes pronto, pues quiero corregirlo y adicionarlo. ¿Me atenderás esta vez? Deseo así mismo que me contestes lo antes posible —te agradecería que lo hicieras a vuelta de correo—a esta otra cosa.

Me ha escrito Cascales Muñoz anunciándome que para fines de año va a dar a luz en un tomo cuantos documentos y noticias biográficas hay publicadas acerca del humanista Cascales, entre ellas algunas que yo le facilité. «No pienso incluir nada inédito»—me dice. Pero a renglón seguido me pide cuanto nuevo haya yo encontrado sobre el mismo. Como ves, este divulgador intenta desflorarme mi trabajo.

Para remediarlo he pensado lo siguiente: publicar enseguida en tu revista Filosofía y Letras o en la Revista Crítica los capítulos de mi tesis (?) que tratan de Cascales y, pagando el importe del papel, hacer además una tirada aparte. Así podré remediar el mal y excusarme con tan pedigüeño fusilero. Precisamente estoy estos días reorganizando el Archivo de esta Catedral, por encargo del Cabildo, y he encontrado en la colada datos nuevos y muy interesantes relativos al preceptor murciano. Con ellos enriqueceré mi estudio y haré una biografía muy documentada.

Contéstame pues, a esto y prontito. ¿Cuento con la revista, desde su número próximo, para editar mi monografía sobre el humanista Cascales? La condensaré mucho, (Da capo) quitándole toda la paja disertativa.  La distribuiré en pequeños capítulos. Desde luego puedo remitirte enseguida el original de los dos primeros. De cualquier modo contéstame enseguida, porque si no veré si me lo publican en la Revista de Archivos por mediación de Castañeda. Recuerdos míos y de mi familia para la tuya, y para ti un abrazo fraternal de Justo. En la organización del Archivo de la Catedral estoy gozando de lo lindo. ¡Vaya un filón!

Escribió a Cascales para ganar tiempo mientras preparaba la publicación; y éste le contestó rápidamente explicándole sus proyectos y ofreciéndole ayuda para editar su obra en Madrid, utilizando sus contactos e influencias. Sus cartas llegaban en sobres con franqueo del Ministerio de la Gobernación; y las cuartillas mostraban el emblema del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid.

Sr. D. Justo García Soriano. Mi querido amigo: He recibido su grata del 1º del corriente y veo con gusto que pronto verá la luz la parte de su libro correspondiente al licenciado Cascales. Si quiere V. que le trabaje la publicación de la obra completa, mándeme una nota con la portada, el índice y los datos que crea precisos, así como de sus exigencias y los nombres de los editores que prefiere, y enseguida empezaré a trabajar.

Preciso creo decirle con cuanta satisfacción le doy la enhorabuena, por haber tenido la suerte de encontrar más datos inéditos de importancia. Por lo visto, carecerán ya de interés los datos que deseábamos examinar de los papeles del Conde de Roche. ¿Habrá dado V. con la partida de bautismo en alguna parroquia murciana? Ya lo veré en la revista de Filosofía y Letras. De no aparecer en las parroquias de ésa, es de presumir que habrá nacido en algún otro pueblo de la provincia y habría que acudir al Boletín Eclesiástico para estimular a todos los párrocos en su busca, como he tenido yo que hacer más de una vez.

Publicado el libro de V. sólo me interesa, del humanista, lo que V. deje de incluir y lo que otros hayan publicado en revistas y periódicos, o en párrafos de otros libros. Por esto me alegraría que fuese el Apéndice de V. más extenso (con lo de Baquero, Roche, Tejera, etc., que está desperdigado). Si V. ha publicado algo suelto que no vaya en su libro, envíemelo cuando pueda.

Mi colección de recortes no sólo llevará lo que haya suelto del humanista, sino también lo de otros Cascales escritores, como el Dr. Pérez Cascales, Fr. Pedro de Cascales, el capitán de Cascales, etc.; y, como es natural, yo no pienso poner una letra mía, sino ofrecer lo que otros han dicho.  

El Sr. Baquero dice en su folletín «Cartagena, Cehegín, Mula y Murcia»: «En otro sitio he de hacer de ella (de la obra de la sala de Mr.) el análisis que su curiosidad merece». ¿Sabe V. si lo ha hecho y en qué sitio o libro? No tire V. las notas del humanista que no quiera incluir en su libro, sino mándemelas (publicadas en periódicos o inéditas) para aprovecharlas yo en su nombre. ¿Cuándo puede V. dar otra vuelta por aquí? Le agradeceré que me avise para tener el gusto de saludarlo. Suyo afmo. amigo y compañero q. l. e. l. m. José Cascales Muñoz. 7—8—918.

Carta de José Cascales Muñoz. AMO. LJGS.

Cascales le volvió a escribir en septiembre interesándose por diversos escritores y políticos con su mismo apellido y, sobre todo, por el testamento del famoso humanista murciano. No he creído necesario transcribir la carta completa; terminaba así: «Estoy preguntando todos los días en ésta por la revista de Filosofía y Letras para suscribirme a ella en cuanto aparezca el trabajo de V., pero aún no la han traído. Esperando su grata cuando llegue la feliz ocasión de un hallazgo, queda su afmo. amigo y admirador q. l. e. l. m. José Cascales Muñoz. 8—9—918».

Volviendo al mes de agosto, el primer día escribió otra carta a Pedro Sainz. Éste le había contestado aceptando su propuesta de publicar el trabajo en la revista «Filosofía y Letras». Justo insistía en la tirada aparte (unos 250 ejemplares); y le pedía un prólogo para la misma.

Murcia, 1 de Agosto de 1918. Querido Pedro: Cuando ya comenzaba a impacientarme y preocuparme por tu largo silencio a mis dos cartas anteriores, recibo la tuya, diminuto plieguecillo, sin fecha, aunque por la de llegada y por el sello compruebo que es del 25 del mes pasado.

Queda bien justificada tu tardanza por tus reconocimientos militares. Ahora ya —como en las novelas por entregas—todo me lo explico. Gracias por el ofrecimiento que me haces de la Revista Filosofía y Letras. No esperaba de ti otra cosa. Desde luego cuenta con los dos primeros artículos o capítulos de mi ensayo biográfico y crítico acerca de «El humanista Francisco Cascales», para el nº de septiembre, que te agradeceré adelantes todo lo que puedas.

Te enviaré el original dentro de unos días. Pero mi interés principal está en lo de la tirada aparte. Quisiera hacer unos 250 ejemplares. El trabajo consta de unos diez capítulos, generalmente cortos, pues he simplificado mucho. Cada capítulo llevará, cuando más, dos páginas de la revista—con letra del 8 o del 9. Creo que en dos o tres números puede publicarse todo, para no acaparar mucho espacio.

Me gustaría mucho que tú me escribieras un Prólogo para la tirada aparte. En él podrías lucir tus conocimientos del humanismo español. Redondearías mi trabajo sin desflorar el tuyo. No dejes de hacerlo, y será como una iniciación de nuestras futuras colaboraciones. Lo que deseo también es que, o me corrijas tú bien las pruebas —que me las castigues— o que me las remitas con tiempo para que las corrija yo aquí, y te las devolvería enseguida, a vuelta de correo si es preciso. Me has quitado un peso de encima al decirme que guardas mi monografía oriolana. La creía perdida.

En cuanto puedas me la mandas certificada. Quiero corregirla y tal vez la publique. No dejes de informarme del cuestionario que te envié sobre literatura contemporánea. Perdona tanta molestia; pero te exijo el cumplimiento de tus promesas. Amor con amor se paga y tú no puedes dudar del cariño fraternal, filial y paternal de Justo. Recuerdos para tus papás, para Antonio y para Eugenia. Di a ésta que la escribiré para el día de su cumpleaños.       

En su número de agosto «Polytechnicvm» publicó la primera entrega de «El Colegio de Predicadores…». Era sólo la nota preliminar y parte del capítulo I.

«Polytechnicvm». Agosto de 1918. AMO. LJGS.

Por esta carta a su amigo Julio López Maymón, sabemos que pasó buena parte del verano en Murcia, ordenando el Archivo Capitular. El Deán de la Catedral de Cartagena en Murcia, solía veranear en el Pilar de la Horadada; de ahí lo de «oxigenadas aguas marinas y fresco» que mencionaba.

El Jefe del Archivo Provincial de Hacienda. Murcia, 15 de Agosto de 1918.  Querido Julio: Por conducto de mi tocayo recibí tu esquela. Veo por ella que ahí disfrutas de salud, tranquilidad, afectos familiares, oxigenadas aguas marinas y de fresco, lo cual, en este mísero mundo de bienes relativos y en esta espléndida estación de calores absolutos constituye una suerte envidiable.

Yo en cambio he tenido y tengo indisposiciones de salud, trabajo, polvo, sudor a caño suelto, y hedor a calles y alcantarillas murcianas. Me parece suficiente esta enumeración para hacer perdonable mi pereza y tardanza en escribirte. Además, yo deseaba al escribirte, poder comunicarte la terminación  del arreglo del Archivo Capitular; pero por unas causas o por otras (la principal es que estos trabajos engañan a primera vista), aún no he podido terminar, aunque la organización ya está muy adelantada. Ya no conocerías el Archivo. Ya están instalados todos los libros y casi todos los documentos sueltos.

Llevo hechos más de doscientos legajos grandes y unos cien de los pequeños. A todos se les han puesto carpetas y cartelas nuevas, con numeración mecánica y simétrica.  Su orden y simetría resultan estéticos.  A la vez voy redactando el índice y las fichas. Deseo dejar terminado lo más principal para el 20, a fin de poder marcharme algunos días con mi familia a Torrevieja a bañar a mis nenes, que les hace mucha falta.

Regresaré para 1º de Septiembre. Lo he pensado mejor,  y teniendo en cuenta los adelantos archivonónicos, creo que las bulas no deben colocarse en clasificadores, como proyectamos, sino encuadernarse, que es lo que ahora se hace en los archivos del Estado, y así se conservan mejor y resulta casi más económico; pues en un mismo tomo se pueden encuadernar cien.

En fin, de esto ya hablaremos cuando tú regreses. Las soberbias mesas de nogal ya las colocamos en su sitio, en el sentido longitudinal del salón. Verás qué bien resulta el conjunto: un archivito muy decente, digno de la ilustre corporación que lo posee y de ser visitado por los más insignes eruditos.

Tarjeta Personal de Julio López Maymón. AMO. LJGS.

Entrada ya la segunda quincena de agosto, Justo salió por fin con destino Torrevieja para «bañar a sus nenes». Así pues, cuando el hijo de Rufino Gea fue a visitarlo a Murcia, no le encontró. Justo le había encargado el «cliché» de un retrato de Loazes para incluirlo en la publicación de la monografía que estaba preparando.

20 de agosto de 1918. Amigo Justo: Escribí a V. dándole las gracias por la matrícula de mi hijo y encargué a este que le visitara, pero le dijeron que estaba V. ausente. Yo también estuve a verle días después y lo mismo me dijeron en hacienda. Lo que yo le diría a V. es que de Loazes había dos retratos en Valencia en el arzobispado y en aquel cabildo, ambos iguales y encargamos una copia que se recibió bastante después y no puedo mandárselo porque tiene más de un metro de alto, y para sacar una copia fotográfica reducida necesito más tiempo del que V. indica a vuelta de correo.

Me es materialmente imposible porque he visto al fotógrafo y me dice que hasta el jueves no puede sacarla y necesita un día más para las demás operaciones, de modo que el sábado no se la podría mandar si cumple. Las fotografías o clichés que vio V. en El Conquistador son de los jesuitas y no quiero pedírselas porque sé de cierto que me las han de negar, y más para mandarlas fuera. 

Yo lamento que me haga V. estos encargos con tanta premura, porque mi deseo ha sido y es siempre servirle; y es una gran lástima que el interesantísimo trabajo de V. se publique sin esas ilustraciones. Sin tiempo para más monserga su s.s. y afto. amigo. R. Gea.   

La primera mitad de la siguiente carta a Pedro, escrita desde Torrevieja, fue un conjunto de exigencias y reproches. Hasta que levantó la cabeza y contempló el mar. El segundo tramo muestra un tono más pausado y poético.

Torrevieja, vista general.

También nos facilitó su dirección exacta en la villa salinera (la casa de la tía Remedios): Barrio de «Las Puntas», calle Gumersindo número 22. Como ya dije, a pocos metros de donde yo estoy escribiendo actualmente su biografía.

Torrevieja, 27—VIII—918. Querido Pedro: Recibí el manuscrito de mi monografía acerca de la Universidad de Orihuela. Me extrañó no la acompañaras ni con una breve epístola tuya. Veo que estás hecho un holgazán o un ingrato. Me inclino a creer esta segunda parte de la disyuntiva.

Por fin te envío adjunto el primer capítulo de mi trabajo sobre Cascales, como te prometí para el número de Septiembre de la revista Filosofía y Letras. Insisto en lo de la tirada aparte, aunque nada me dices en concreto respecto a este particular que tanto me interesa.

Te hablaba del papel necesario y con la callada me respondes. De pastor debiera ser la réplica. Te agradeceré te tomes la molestia de corregirme bien las pruebas. Si no, envíamelas para que yo lo haga y te las devolvería a vuelta de correo. Te suplicaba me escribieras tú el prólogo. Nada de ello me dices tampoco. ¿No proporcionarás este gusto y esta honra? ¡A ver si va a poder ser que una vez me complazcas en algo!  

En esta playa me encuentro desde hace unos días con mi familia. Te escribo sentado enfrente de este mar latino que tantos gloriosos recuerdos y tan bellos sueños nos evoca. Este espectáculo es soberbio. Veo en este instante un convoy de buques ingleses y norteamericanos que, sigilosamente, transportan tropas y municiones a Francia. Van deslizando su quietud a lo largo del azul camino; cercanos a la costa, grandes y magníficos, humeantes y dorados de sol. Llevan consigo la emoción de la vida y de la muerte.

Si me quieres escribir pronto, dirígeme la carta a esta villa de la provincia de Alicante, calle de Gumersindo, núm. 22 (Las Puntas). A Murcia regresaré el 8 o el 9 del mes próximo. Recuerdos afectuosos de todos para todos y para ti un abrazo de Justo García Soriano. Di a Eugenia que la escribí la víspera de su cumpleaños, y la incluí unos sellos. Da a tu papá nuestras felicitaciones por su santo, que celebra mañana.    

Barcos de Guerra frente a Torrevieja, en 1918.

Pedro le respondió rápido; pero por error envió la carta a Murcia a pesar de las instrucciones recibidas. Aun así llegó a Torrevieja en pocos días, y desde allí le volvió a escribir ultimando detalles para la publicación del trabajo de Cascales.

Torrevieja, 3—IX—1918. Querido Pedro: Tu carta del 29 pasado (que me has dirigido a Murcia, aunque te notifiqué mi estancia en esta playa) la recibo hoy aquí. Por esta causa no puedo contestarte prontísimo, como me encargas. ¡Gracias a Dios que me contestas alguna vez individualiter a lo que te escribo!

Mucho celebro que el motivo de tus tardanzas no sea la pereza, sino todo lo contrario. Eso te excusa bien. Desde luego conforme con el presupuesto de la tirada aparte, que me envías de puño y letra del propio Admor. Me parece bien, y si es preciso que te gire anticipadamente las ciento veinticinco pesetas, o parte de ellas, avísamelo para hacerlo. Ahora bien; a mí me hubiera dado igual en papel satinado corriente, y hubiera resultado aún bastante más barato.

Mi trabajo no excederá de seis pliegos como cuatro páginas de la Revista, si la letra que se componga es del cuerpo 8, como en la que se hizo el trabajo de Bonilla y el de Mélida. Me gustaría que el trabajo fuera el de 8º, o sea como la mitad de la Revista. Pero, en fin, estas minucias las dejo a vuestro buen sentido y mejor gusto. Adjunto el modelo aproximado de la portada, cuya definitiva redacción a ti te la confío.

En cuanto al prólogo, conforme también con tu reflexión; honradísimo conque me lo pongan Bonilla o Cejador. Te encargo a ti la elección, aunque me agradaría mucho fuera Bonilla. Cejador también me cae bien. Tú verás. Pero esto no se opone a que tú me escribas un Ultílogo (como decía M. P. cuando era principiante) o Notas epilogales, o fe de erratas o colofón o lo que te plazca. Quiero dedicarte a ti el trabajo; la dedicatoria, en el reverso de la portada la hallarás.

Tengo también en prensa mi monografía sobre la Universidad de Orihuela, y mi estudio sobre el modernismo crece y se multiplica. Aceptados los materiales de Cejador, que deseo poseer pronto. Este trabajo mío ha de ser malo o muy bueno. Lo hago con gran cariño, para imprimirlo el año que viene, Deo volente. Va muy sistematizado, ya verás…   

Me parece de perlas tu estudio sobre el misticismo en la literatura. Yo también vengo cultivando algo este tema, pues en la literatura contemporánea hay mucho misticismo, que para mí no es más que lo que su etimología indica, esto es, una exaltación del espíritu ante el misterio del Universo y de la vida y de la muerte. Hay misticismo optimista esperanzado, y pesimista, desesperado. Para mí, tan místico es Leopardi y algunos románticos, como San Juan de la Cruz. El amor divino no es más que uno de los aspectos del misticismo.

Quiero que me des tu opinión sobre ello, sintéticamente. Lo he meditado mucho y creo firmemente que estoy en lo cierto. Santa Teresa deseaba morir para tener vida más alta. Leopardi y nuestro Ganivet para soñar o descansar. Éste escribió: Si vida y muerte son sueño, / si todo el mundo sueña, / yo doy mi vida de hombre / por soñar muerto en la piedra. Un abrazo de tu fraternal, Justo.

Según anunció en una de las cartas, regresó a Murcia el 8 o el 9 de septiembre. El 10 escribió de nuevo a Pedro contestando a una solicitud urgente: Cejador aceptaba escribir el prólogo; pero quería leer antes la obra; y Justo no daba abasto con todos sus compromisos.

Murcia, 10 Sepbre.—1918. Querido Pedro: Contesto a tu carta de ayer, que hoy recibo, con la urgencia que reclamas y aprovechando pocos minutos que me restan antes de la salida del correo. Mi trabajo lo tengo aún en borrador y sin limar. Al pasarlo en limpio lo voy rectificando. Por este motivo, su copia supone un mes de plazo, dado el poco tiempo que puedo dedicarle ahora con varias ocupaciones urgentes que ahora tengo, entre ellas terminar la organización del Archivo Catedral, que me comprometí a ultimar para este septiembre.

Lo que puedo enviarte de aquí a ocho días es un capítulo más y el índice o resumen de los restantes. Creo que con esto puede Cejador formar idea bastante aproximada de la índole y calidad de mi trabajo. Pero si aun así sintiera escrúpulos, puede escribir un prólogo en que no apadrine mi obra ni mi persona, hablando poco o nada de ellas, y ocupándose casi exclusivamente de la personalidad de Cascales y del humanismo español. De este modo se exime de toda responsabilidad, de la de garantizarme, se entiende, que es por lo único que puede excusarse.

Pero, ya te digo, creo suficiente con que conozca uno o dos capítulos y el plan de la obra. Así no creo que exista dificultad alguna. No he de comprometerlo, ya lo sabes tú. Contéstame pronto, largo y tendido como me prometes. Estoy impaciente por conocer el desenlace de todas estas dificultades nuevas que van surgiendo. Cascales y Muñoz me ha escrito dos cartas más apremiándome.

En cambio tengo ya tirado el 1er. pliego de mi monografía de Orihuela. ¿Qué te ha parecido la dedicatoria que te hago? La hice ex corde. Recuerdos de todos para todos y para ti un abrazo de Justo García Soriano.

Otoño de 1918. La «grippe española».

El Arenal a principios del siglo XX. Murcia.

El Tiempo. 28 de septiembre 1918: Publicaciones del «Polytechnicvm». El sumario de esta interesantísima revista es como sigue: …—Historia.—El Colegio de Predicadores y la Universidad de Orihuela, (Monografía histórico-descriptiva). Dr. Justo García Soriano… Número suelto de este periódico 5 céntimos.

Las entregas de «El Colegio de Predicadores y la Universidad de Orihuela» continuaron apareciendo puntualmente. Al igual que había pactado con «Filosofía y Letras» para el trabajo de Cascales, los de «Polytechnicvm» le hacían una tirada aparte de la que sólo pagaba el papel. Fue así como consiguió publicar el libro en Murcia. Como muestra, envió los dos primeros pliegos impresos a Pedro junto a la siguiente carta.

Murcia, 29—IX—918. Querido Pedro: Cuatro letras para adjuntarte las cuartillas del 2º capítulo y el plan de la obra, cuya tardanza en escribir ya te extrañará. He estado indispuesto de salud unos días y tengo además un trabajo excesivo. Espero que Eugenia te entregara una esquela mía. A ser posible quisiera que el título del libro fuera El humanista Francisco Cascales. Su vida y su obra. (Ensayo biográfico y crítico).

Dime qué te va pareciendo mi trabajo. Te autorizo para las rectificaciones o modificaciones que juzgues convenientes. Espero que me acuses recibo, pronto, de estas cuartillas y de esta carta, y me digas cómo va eso. Te adjunto también los dos primeros pliegos de mi monografía sobre la Universidad oriolana. Dime qué te parece. A mí me hubiera gustado un tamaño mayor; pero no ha podido ser. Te envía un abrazo cariñoso y queda impaciente en espera de tu respuesta tu fraternal, Justo. Recuerdos de todos para todos.

No sabemos a qué se debió la nueva «indisposición de salud» que mencionaba; bien podía ser agotamiento. Pero lo cierto es que por toda la provincia se estaba extendiendo la mal llamada «grippe española» y Justo era muy, pero que muy aprensivo…

Boletín Oficial de la provincia de Murcia. 30 de septiembre de 1918. GOBIERNO DE LA PROVINCIA. Circular. El Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación, en telegrama de 26 del actual, me dice lo siguiente: «Reitero a V. S. con encarecimiento, la orden dada anteriormente de que con el fin de evitar la propagación de la epidemia de la grippe, se prohíban en los pueblos contaminados toda clase de fiestas, espectáculos, reuniones y aglomeraciones públicas en lugares confinados donde se multiplican las causas del contagio; así como deben prohibirse las ferias, mercados y todo otro medio de relación de unos pueblos con otros que puedan facilitar la propagación de la epidemia». Lo que se hace público en este periódico oficial para general conocimiento y a fin de que por los señores Alcaldes se dé el más exacto cumplimiento. Murcia 29 de Septiembre de 1918. El Gobernador, César de Medina.

Así se lo hizo saber a Pedro en la siguiente carta: «en esta región y en esta ciudad, la epidemia de grippe ha tomado proporciones terroríficas. Yo estoy con un pánico indescriptible»…

Murcia, 13—X—1918. Querido Pedro: Hoy hace quince días que te envié, en carta certificada, las cuartillas del 2º capítulo de mi trabajo sobre Cascales, el resumen de los restantes capítulos y los dos primeros pliegos impresos de mi monografía del Colegio y Universidad de Orihuela. Te suplicaba que a vuelta de correo me acusaras recibo de ello para mi satisfacción. Sin embargo, sólo he obtenido un inexplicable silencio.

No sé qué pensar, pues ni las ocupaciones ni la pereza, por grandes que sean, impiden invertir cinco minutos, en escribir dos renglones y un sobre. Sospecho que haya surgido alguna otra dificultad en la publicación de mi estudio. Si es así, no sientas empacho en decírmelo: nada hay perdido en ello. Como sabrás por los periódicos, en esta región y en esta ciudad la epidemia de grippe ha tomado proporciones terroríficas.

Yo estoy con un pánico indescriptible, que me quita el humor y el aliento para todo. Mi salud se va quebrantando con la aprensión y temo caer de un momento a otro. He intentado huir y marcharme con la familia a Villasequilla o a esa corte, donde parece no la hay a juzgar por el silencio de los periódicos. Pero tropiezo con que, según la Ley de funcionarios, necesito licencia del Subsecretario de Instrucción Pública; y mediante instancia formal. Todo me hace vacilar.

Dime sinceramente el estado sanitario de Madrid. Tu papá lo sabrá bien. Caso de querer ir a ésa: ¿tendrías influencia para que me concediesen el permiso? Yo enviaría la instancia al Subsecretario y en esa el favor. Contéstame pronto, pues estoy para despedirme de ti hasta el valle de Josafat. Dame antes la satisfacción de unas letras tuyas. Te abraza, Justo García Soriano.  

Murcia fue la provincia más afectada por la gripe en España, con varios miles de muertos. Titulares como este, en primera plana, eran para echarse a temblar.

«El Liberal» 16 de octubre de 1918.

Dos días después, en el mismo diario murciano, apareció un curioso cuento de García Soriano sobre la dualidad del ser humano.

El Liberal: 18 de octubre de 1918: El mal ángel y el pobre diablo (CUENTO EGIPCIO). En castigo de su abominable rebelión, Luzbel y las infinitas legiones de ángeles que le seguían, fueron expulsados del cielo, convertidos en demonios y arrojados al abismo. Todas las estancias celestiales que habían ocupado, hubieron de quedar deshabitadas y vacantes. El Empíreo se hallaba solitario y triste. Para remediar aquella soledad Dios pensó en nuevos seres, en otros pobladores celestiales que sustituyeran a los ángeles malos.

Entonces creó al hombre, según dicen, a su imagen y semejanza. Hasta aquí este relato pertenece a la Historia Sagrada. No lo podemos poner en duda, porque es artículo de fe para todos los cristianos. Pero lo que no narran los textos bíblicos, ni los escoliastas, ni los Santos Padres es el episodio que a continuación vamos a transcribir. Contiénese en un antiguo papiro egipcio, descubierto ha poco por una comisión arqueológica, cerca de las ruinas de Menfis, dentro de unas sepulturas del tiempo de Ramsés II.

Un sabio egiptólogo lo ha descifrado y traducido al inglés. Dice así literalmente: «Cuando Dios Hacedor creó al hombre, para que ocupase el lugar del ángel caído, lo presentó a un grupo de arcángeles a fin de que examinaran su obra y le expusieran su parecer. A los pocos días los arcángeles le dieron su dictamen. —Señor, — le dijeron — nuestra humilde opinión, expuesta con el respeto debido a Vuestra Divinidad, es que estuvisteis muy poco feliz en esta obra.

El hombre es un ser muy imperfecto, indigno de vivir entre nosotros. Es envidioso, tacaño, egoísta, vanidoso, embustero y de crueles instintos. Le dominan todas las pasiones perversas. Es además débil, impotente, torpe, y de inteligencia muy escasa. O dale más razón o quítasela del todo. En fin, creemos que no aprovecha para nada bueno, y muchísimo menos para lo que lo destinabais: ¡o es medio loco o es un mal ángel!…

Dios vio que el juicio de los arcángeles era exacto. Su última obra le había resultado muy deficiente. Entonces cogió al hombre y se lo envió a Luzbel para que lo incluyera en el número de los diablos. Satán, al ver ante sí la figurilla del hombre, soltó una estruendosa carcajada, que hizo retumbar y trepidar todas las bóvedas del infierno. Era la primera vez que reía después de su caída y castigo, y aquella carcajada de sarcasmo fue el modelo de toda risa satánica.

— ¿Conque éste era mi sustituto?— vociferó apretándose los ijares— ¡Valiente mamarracho! ¿Se puede imaginar facha más ridícula ni más pretenciosa? Pero, en fin, veamos. Ya que no aprovecha para ángel, quizá pueda yo darle algún destino u ocupación en los infiernos: el de limpiar las escupideras, por ejemplo. Por algo bueno no podré seguramente desecharlo.

El hombre quedó en compañía de los demonios. Pero éstos no tardaron en reparar en que, con sus muchísimos defectos aquel desdichado tenía asomos de algunas cualidades— ¡malas para  diablo, naturalmente!—. Notaban que algunas veces, aunque pocas, sentía escrúpulos, remordimientos y compasión. Quería ser bueno, a ratos. Lo miraron con antipatía y desprecio y se lo manifestaron a Luzbel. Luzbel comprobó que era verdad. Entonces, iracundo y con asco, agarró por el zancajo al hombre y lo arrojó fuera del Averno.

— ¡Jehová!—aulló alzando el rostro encendido al cielo—Quédate con tu chapuz. Este esperpento no me sirvió para nada. A lo más, de estorbo. No es malo del todo, sino entreverado. A ratos le da la manía de ser bueno. Es un cursi, un impotente, un imbécil y, haciéndole mucho favor, ¡un pobre diablo!…

Dios vio que, en efecto, el hombre no siempre era bastante malo para servir a Luzbel. Era un ser híbrido, un mediocre que no aprovechaba para ángel ni para demonio, ni para el cielo ni para el infierno. Pero como obra, al fin, de sus divinas manos, le dio lástima destruirlo. Y pensó en qué lugar del Universo le colocaría. Entonces se acordó de un diminuto planeta del sistema solar, perdido en las profundidades del espacio cósmico, un asteroide raro y deficiente; se llama Tierra y parece medio loco; gira de un modo tan desigual y oblicuo en torno del Sol, de quien recibe el calor y la luz, que hay estaciones en que se hiela y otras en que se abrasa.

Tiene días radiantes y cegadores y noches obscuras y negrísimas; alboradas risueñas y atardeceres o anocheceres lúgubres. En la Tierra lo malo y lo bueno se hallan mezclados de una manera abigarrada y caprichosa, sin regla ni medida; en ella crece el árbol del bien y del mal, que es el árbol de la sabiduría triste. Las flores aromáticas nacen junto a las plantas venenosas; hay jardines y eriales, oasis y desiertos, fuentes salutíferas y pantanos pestilentes. Habítanla animales mansos y útiles y fieras feroces y dañinas.

En ella la Vida y la Muerte pelean de continuo. Por todo ello Dios disputó a la Tierra como el sitio más propio para morada del hombre; y aquí lo dejó abandonado a su arbitrio y a sus naturales recursos. Pronto se halló como en su centro. Se adaptó admirablemente creció y multiplicose con rapidez. Pero las guerras y las epidemias los diezman. Al lado de un campo de batalla instalan un hospital; junto a un templo levantan un suplicio; cabe una cárcel hacen unos juegos públicos; entre una tahona y una abacería ponen un prostíbulo, un almacén de estiércol y una tienda de ataúdes.

Rezan y maldicen, aman y odian, dan limosnas y roban, hacen leyes muy severas y estudian para falsearlas y burlarlas, quedando así reducidas a una sola: la del embudo. En fin, como dice nuestro refrán copto: ¡Siempre en la Tierra, detrás de la cruz está Belcebú!. Hasta aquí el papiro egipcio. Después de algunas divagaciones, que no hacen al caso, termina diciendo: «Cuando Dios nombra alguna vez al hombre, los arcángeles repiten siempre con un mohín de desdén (y con dejo andaluz suponemos nosotros): — ¡Es un loco o un mal ángel!… Y Luzbel, riendo a carcajadas: — ¡Es un imbécil o un pobre diablo!… Justo GARCÍA SORIANO.

Y escribió esta carta urgente devolviendo unas pruebas de imprenta a Pedro Sainz. Aprovechó para felicitarle por sus éxitos universitarios (al igual que a Justo, habían obtenido el premio Rivadeneyra). También le explicó el acuerdo de impresión con «Polytechnicvm» para «vestir su libro de prestado», un acuerdo parecido al que tenía con «Filosofía y Letras». Y reiteró el miedo y la aprensión que le producía la epidemia de grippe…

Murcia, 18—X—918. Querido Pedro: Recibo tu carta con la capilla o prueba de mi folleto, y una vez hecha la corrección substancial, que era imprescindible, me apresuro a devolvértela a correo seguido, sin falta, como me indicas. Me hubiera gustado mucho, como comprenderás, conocer en seguida en prólogo que, según me dices, ha escrito Cejador para mi trabajo.

Es una curiosidad la mía muy legítima. Puesto que dices que ya está impreso, ¿podrías remitirme una prueba de él para leerlo? Con tu explicación sobre los justos motivos que han originado la tardanza de tu respuesta, el amante celoso perdona por ahora la vida de la ingrata, condenada antes a olvido eterno. Mis plácemes y enhorabuena por ese doble triunfo universitario, que, tenía descontado y previsto. Lo del premio Rivadeneyra lo teníamos profetizado hace años. ¿Recuerdas?…

Tengo vivo deseo en conocer los trabajos de ambos ejercicios, que supongo muy interesantes. Mi monografía de la Universidad de Orihuela la está publicando la revista «Politechnycvm», que se edita mensualmente en esta ciudad. Los dos pliegos que te envié son de la tirada aparte que me hacen. No pago más que el papel. Como a ti, a mí también me parece su impresión; pero es lo que nos pasa a los publicistas que vestimos nuestros libros de prestado, que unas veces les está la ropa ancha y otras demasiado estrecha.

Mi pánico ante la epidemia sigue como ésta, en aumento. Creo que ya estoy enfermo, por lo menos de aprensión. Tengo la vida completamente desconcertada. Recuerdos de mi familia y míos para ti, tus papás y Antonio, y un abrazo fraternal de Justo.  

No voy a seguir transcribiendo las reseñas en prensa de «Polytechnicvm». Tan solo quiero dejar constancia con la de noviembre, de que siguieron publicando mensualmente los fragmentos de la monografía hasta completar la obra en el verano de 1919.

El Tiempo. 3 de noviembre 1918: Libros y Revistas. «Polytechnicvm». Ayer recibimos el último número de esta revista mensual cuyo sumario es el siguiente: Fotograbados. —Españoles ilustres: don Fernando de Loazes, Arzobispo de Valencia y Patriarca de Antioquía, fundador del Colegio de Predicadores y de la Universidad de Orihuela (Alicante.)… Historia. —El Colegio de Predicadores y la Universidad de Orihuela (Monografía histórico—descriptiva) por el doctor Justo García Soriano…

De la misma forma, pero en Madrid, se fue publicando el trabajo sobre Cascales en entregas mensuales, a través de la revista «Filosofía y Letras». El prólogo, como ya he dicho, quedó a cargo del catedrático de Lengua y Literatura latinas en la Universidad Central de Madrid, Julio Cejador y Frauca.

Julio Cejador y Frauca

Este filólogo y conocido lingüista había abandonado la Compañía de Jesús a principios del siglo XX para dedicarse a la escritura y la enseñanza.  A nuestro biografiado le pareció bien; pero señaló que el ilustrado ex jesuita había cometido un error «muy de bulto» calificando como murciano a un oriolano de pura cepa. Y se lo comentó a Pedro con mucho sentido del humor, comparándose nada menos que con Homero…

Murcia, 3 de noviembre de 1918. Querido Pedro: Ayer, muy tarde, me entregaron tu carta certificada con las primeras 24 páginas impresas de mi trabajo Francisco Cascales. Por eso me extraña que me digas que me adjuntas impreso «todo» lo que te envié. Resta más de la mitad del cap. II.

No te contesté a vuelta de correo, porque, como te digo, se hizo muy tarde. Te adjunto unas cuartillas con las correcciones que se me han venido a la vista a la primera lectura. No te devuelvo las hojas impresas porque tengo el gusto de conservarlas. Además debe corregirse en el Prólogo de Cejador, un error muy de bulto: Me llama en él «El estudioso hijo de Murcia».

Pase lo de estudioso; pero ni soy murciano ni deseo pasar por tal: soy de Orihuela (Alicante). Debe corregirse así: «El (estudioso) archivero de Murcia». Podrían, si no, ofenderse mis paisanos los de Orihuela. Y en los futuros tiempos, cuando se me considere una gloria española, ambas ciudades podrían disputarse la honra de ser mi patria, como las que se disputaron la cuna de Homero.

El testimonio de don Julio Cejador podría aducirse como prueba definitiva, tan fehaciente, por lo menos, como la partida bautismal. Y me horroriza el pensarlo. Yo que he tenido la desgracia de ser coetáneo de la conflagración actual, siento escalofríos ante el temor de poder ser motivo, en lo porvenir, de una nueva guerra europea.

Conque, lo dicho: El Sr. Cejador no tendrá inconveniente en hacer esta justa rectificación, en honor de la verdad, y sustituir la palabra hijo por la de archivero, p. ej. Por lo demás, no hay que  decir que el Prólogo me ha gustado mucho y me siento honradísimo y muy agradecido a ti y al ilustre escritor.

Dale las gracias en mi nombre, en tanto no le escribo yo para expresarle mi gratitud, como pienso hacer pronto. Respeto tus escrúpulos acerca de la dedicatoria. Pero en la tirada aparte no te toleraré de ningún modo la omisión. Salud y un abrazo de tu casi hermano, Justo.  

No se han conservado las entregas publicadas en «Filosofía y Letras»; pero las portadas de noviembre y diciembre, depositadas en el archivo, anuncian en los sumarios el tercer y cuarto pliego de «El humanista Francisco Cascales. Su vida y su obra» por Justo García Soriano.

Revista «Filosofía y Letras». Noviembre y diciembre de 1918. AMO. LJGS.

Leída la primera entrega, Adolfo Bonilla le escribió felicitándole «de todo corazón». Pero era más bien una excusa para pedirle nuevos datos sobre el Maestro Jacobo cuyas «obras completas» estaba a punto de publicar.

Sr. D. Adolfo Bonilla San Martín. Velázquez, 18 Madrid, 11-XI-18. Sr. D. Justo García Soriano. Mi muy distinguido y querido amigo: Le felicito a Vd. de todo corazón por las páginas que he leído, en «Filosofía y Letras», de su estudio sobre Cascales, lleno de noticias nuevas y de apreciaciones del mayor interés.

¡Ojalá termine pronto la impresión de todo el trabajo! Mucho le agradecí su nota sobre la enmienda de la anotación 32 de mi Lazarillo. La aprovecharé en su día, citando, por supuesto, su procedencia. ¿Y aquellos textos  acerca de Jacobo de las Leyes, hallados por Vd. en el Archivo de la Catedral murciana y de que me hablaba Vd. en una carta anunciándome la grata nueva de su venida a Madrid y prometiéndome enviarme los documentos y datos por Vd. recogidos? Tengo vivísimos deseos de conocerlos.

Ahora ha salido a la luz en Portugal la versión lusitana medieval de las «Flores de las Leyes», y en breve daremos a la imprenta el sr. Ureña y yo nuestra edición de las obras completas del Maestro Jacobo, cuya preparación tenemos casi terminada.

No necesito decirle a Vd., pues, el deseo que ambos tenemos de conocer los nuevos datos por Vd. hallados. ¿Cuándo vendrá Vd. por acá? —Suyo siempre devotísimo amigo que no le olvida. A. Bonilla y Sª Martín.

Justo se sentía en deuda con Bonilla y no podía negarle nada. Así se lo confirmó a Pedro en un nuevo y urgente envío de cuartillas para la revista «Filosofía y Letras».

Murcia, 17—XI—918. Querido Pedro: Te adjunto veinte y tantas cuartillas más, por si urgen, como me figuro. Estoy muy ocupado y no he podido copar más. Creo que con las que sobraron y con esas pueden componerse otros dos pliegos.

Me extraña mucho no me hayas enviado aún el número de la revista. Sé por Bonilla, que me ha escrito, que ya ha aparecido. Me felicita por mi trabajo. Le escribiré en cuanto copie lo de Jacobo el de las Leyes. Recuerdos y un abrazo de tu fraternal, Justo.

En diciembre la familia García Morales se mudó a la calle de los Baños número 5. Eloísa estaba embarazada, a punto de salir de cuentas. La monografía preparándose en Murcia, el estudio sobre Cascales en Madrid…

Todo parecía estar en orden cuando se encendió una peligrosa llama en el ánimo de Justo; una noticia que lo cambiaba todo: Adolfo Bonilla le anunciaba la posibilidad de una plaza de Bibliotecario en la Real Academia de la Historia; la vuelta a Madrid por la puerta grande.

El «sueño» de la Real Academia.

Sr. D. Adolfo Bonilla San Martín. Velázquez, 18 Madrid, 2-XII-18. Sr. D. Justo García Soriano. Mi querido amigo: Un millón de gracias por sus noticias y documentos relativos al maestro Jácome de Junta. Irán en el lugar correspondiente de las obras, contando el nombre de Vd. (¡no faltaba más!).

Espero con impaciencia la continuación del Cascales, cuyos primeros pliegos leí con grandísimo placer. Sus cartas philológicas son libro de oro, que leo a menudo y que me parece no ha sido aún estudiado con la extensión que merece (salvo lo poco, aunque muy bueno, que de ellas dijo D. Marcelino en las Ideas Estéticas).

Deseo hablarle ahora de un asunto importante para Vd. y para todos los que le queremos. Vamos a librarnos, en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, del inaguantable y untuoso Gómez Centurión, que ha hecho allí muchas cosas feas. Hemos pedido que vengan a la Biblioteca dos empleados del Cuerpo de Archiveros, que no sean Inspectores, para que no tengan que ausentarse.

Acordada la petición, hablé al Director (Marqués de Laurencín) de Vd. para el primer lugar, y también le hablé a Altolaguirre. El viernes pasado le expresé igualmente mi deseo al compañero Jerónimo Bécker (que es también del Cuerpo de Archivos). Pero resulta que el Director le había encargado extra – oficialmente que indagase qué personas competentes del Cuerpo podrían y querrían venir a la Biblioteca, y Bécker se había apresurado a escribir a un amigo de Valladolid y a otro de aquí, a ninguno de los cuales conozco por ninguna publicación, lo cual me da mala espina.

Si a Vd. le conviene el cargo (yo lo creo admirable para sus aficiones), escriba Vd. inmediatamente a Bécker y a Laurencín, utilizando mi nombre, y haga Vd. cuantas gestiones crea oportunas. No sería malo enviar ejemplares de los trabajos de Vd. a algunos académicos, y en especial a los dos citados, y además a Altolaguirre, Beltrán, Blázquez, Puyol, Herrera, Maura, Novo y Colsón, Mélida, Ureña, Lampérez y Pérez de Guzmán. Y todo a escape.

Creo que todo esto podría ser muy útil para Vd. en lo futuro, y por mi parte tendría en ello grandísima satisfacción. Desde los tiempos de Rodríguez Villa, no habría tenido la Academia mejor Bibliotecario. Y ¡qué mina de cosas inéditas! Suyísimo siempre, ex toto corde,  A. Bonilla y San Martín.

Podemos imaginar la ilusión que despertó en nuestro biografiado. Nada más recibir la noticia comenzó a escribir cartas; se han conservado los borradores de las que dirigió al marqués de Laurencín y a Jerónimo Bécker (la que más tachones y rectificaciones tiene). Pero antes redactó también una para Pedro Sainz exigiéndole ayuda urgente; y otra en respuesta para el propio Adolfo Bonilla.  

Murcia, 4 Dicbre. 1918. Querido Pedro: Me escribe hoy don Adolfo Bonilla que ha vacado la plaza de bibliotecario de la R. Academia de la Historia y que me ha propuesto para ocuparla. Pero necesito además, el apoyo de otros académicos, en especial del Marqués de Laurencín, de Altolaguirre, de Bécker, Beltrán, Blázquez, Puyol, Herrera, Maura, Novo y Colsón, Mélida, Ureña, Lamérez y Pérez de Guzmán. Y todo a escape.

Convendría que dichos señores, me dice Bonilla, conocieran mis trabajos literarios e históricos. Espero que tú, con toda urgencia, me busques apoyo eficaz y les facilites lo impreso de mi estudio sobre Cascales. Yo aún no he recibido la Revista y no sé si recibiste mis últimas cuartillas. Escríbeme enseguida; y si es verdad que me quieres y te interesas por mí, en ninguna ocasión me lo puedes demostrar mejor que ahora. Recuerdos para ti y un abrazo de Justo.  

Adolfo Bonilla y San Martín.

Sr. D. Adolfo Bonilla San Martín. Mi respetable y querido amigo: Acabo de leer su carta en que me acusa recibo de los documentos referentes al Maestro Jácome de Junta, que le envié hace unos días. Me alegro de que le hayan interesado, pues en serle útil hallo mi mayor satisfacción. Y aun sirviéndole en todo momento, no podré pagar bien la benevolencia con que me favorece.

Las propuestas e indicaciones que me hace sobre el puesto en la Biblioteca de la Academia de la Historia, me han producido una emoción indescriptible. Precisamente ese cargo ha sido una de las ilusiones queridas y más deseadas con que he soñado durante toda mi vida. Me es tan grato y tan codiciable, me sentiría tan feliz en él, que por lo mismo me parece algo irreal, inaccesible para mí.

Realizar mis deseos de volver a Madrid, y a ese sitio, para trabajar únicamente en esa mina inexhausta ¿Qué más puedo apetecer? ¡Estupendo, sencillamente estupendo! Por Dios, don Adolfo, continúe Vd. intercediendo por mí. Yo le prometo que no se arrepentirá la Academia, y mi gratitud hacia Vd. sería sin límites.

Hoy ya no tengo tiempo de escribir a los señores académicos que me indica. Mañana mismo lo haré sin falta y cuantas gestiones estén a mi alcance. Pero debo decirle que me hallo huérfano por completo de amistades e influencias en tales esferas. Por eso, mi única esperanza la deposito en Vd.

Borrador de la carta al marqués de Laurencín.

Excmo. Sr. Marqués de Laurencín. Excmo. Señor, de todo mi respeto: Por mi ilustre amigo don Adolfo Bonilla y San Martín he sabido que la Real Academia de la Historia, que V. E. dirige con tanto merecimiento y acierto, va a proveer en breve entre los individuos del Cuerpo facultativo al que pertenezco, dos plazas de bibliotecarios para servir la biblioteca de esa docta corporación.

El Sr. Bonilla, que me conoce por mi laboriosidad y mis estudios históricos, me juzga apto para una de dichas plazas y escribo a V. E. solicitando su decisivo apoyo para obtener tal cargo. El siempre autorizadísimo juicio del Sr. Bonilla, más autorizado en esta ocasión por no verse a mí ligado, ni obligado por ningún interés o consideración personal, da alas a mi modestia para osar dirigirme a V. E. importunándole con esta instancia.

De mis merecimientos no es discreto que yo hable: dicho señor podrá informar a V. E. desapasionadamente y mostrarle alguno de mis trabajos históricos y literarios. Yo, por mi parte, me limito a alegar como méritos propios, mi modestia, mi hábito y amor al trabajo y mi juventud estudiosa y entusiasta, con grandes anhelos de hacer labor útil y persistente en sitio a propósito donde cultivar mis aficiones. En la seguridad de obtener de V. E. una benévola acogida, le anticipo por ello el testimonio de mi más hondo reconocimiento y me pongo en todo a sus órdenes, como su atto. y s. s. q. b. s. m.   

Borrador de la carta a Jerónimo Bécker.

Excmo. Sr. D. Jerónimo Bécker. Muy respetable señor mío e ilustre Jefe: Me escribe don Adolfo Bonilla y San Martín que en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia hay vacantes dos plazas de bibliotecario, las cuales se han de proveer muy en breve con personal de nuestro cuerpo.

El Sr. Bonilla, que me conoce por mis aficiones y estudios históricos, me juzga competente y a propósito para uno de dichos cargos, y me aconseja lo solicite así de esa ilustre Corporación, y debo ante todo obtener la venia de Vd. y recabar el valiosísimo apoyo, que para esta pretensión me es tan indispensable.

El juicio autorizado del Sr. Bonilla y la desinteresada ayuda que me brinda tan espontáneamente, me alientan a aspirar a un destino que serviría con el mayor entusiasmo por ser tan en armonía con mis justas aptitudes. No he vacilado en importunarle con esta carta en la confianza de merecer de V. E. una benévola acogida, que de todo corazón agradezco anticipadamente. Con este motivo me complazco en ofrecerme suyo  atto. s. s. y subordinado q. s. m. b.

Real Academia de la Historia. Madrid.

Bonilla respondió también rápidamente. Sólo transcurrieron tres días entre sus dos cartas.

Sr. D. Adolfo Bonilla San Martín. Velázquez, 18 Madrid, 5-XII-18. Sr. D. Justo García Soriano. Mi querido amigo: Descuide Vd., que por mi parte no ha de quedar nada por hacer. Hoy he hablado con Ureña para que él insista con Laurencín, al mismo tiempo que yo.

El nudo de la dificultad estriba en Bécker, que ya tenía dos patrocinados, veremos si le redimimos, porque  si esta ocasión se pierde, va a ser difícil hallar otra tan buena. Muchísimas gracias por la monografía que me ofrece, y que, como de Vd., será cosa buena. Y disponga de su amigo devotísimo, A. Bonilla y San Martín.

Necesitaba cuantas recomendaciones pudiese conseguir. Escribió también al influyente Gustavo Morales (el tío de Eloísa ya mencionado anteriormente), quien lo recomendó a varios personajes. Tiró de su paisano el político Ruiz Valarino; y, según cuenta en una carta, hasta del obispo de Madrid.

Gustavo Morales. B. L. M. A su sobrino Justo Gª Soriano y le participa que además de las anteriores ha mandado recomendación para su asunto a los Académicos Sres. Hinojosa, Vives, Laiglesia, Arzobispo de Valencia y Marqués de Lema. Aprovecha gustoso esta ocasión para reiterarle el testimonio de su consideración más distinguida. Madrid 9 de Diciembre de 1918. Princesa, 27. 2º Dra.

Pero la respuesta de Bécker significó un auténtico jarro de agua fría. Ante la sugerencia de Bonilla, el académico se había adelantado maliciosamente, proponiendo directamente al ministro a sus dos «patrocinados».

Ministerio de Estado. Archivo general. Particular. 9 Diciembre 1918. Sr. D. Justo García Soriano. Mi distinguido amigo y compañero: Mi querido e ilustre amigo el Sr. Bonilla me habló en favor de V., con merecido elogio, hace unos días; pero tuve el sentimiento de manifestarle que era tarde, porque la propuesta para cubrir la dos vacantes que existen en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, había sido ya entregada al Ministro de Instrucción Pública.

Si el Sr. Bonilla hubiese hecho alguna indicación unos días antes, me habría proporcionado el placer de complacerle y evitado las gestiones que he tenido que realizar para cumplir el encargo que tuvo la bondad de confiarme nuestro Director.

Por esa razón nada puedo hacer ya de momento en obsequio de V., aun sintiéndolo mucho; pero no olvidaré su deseo, y si se presenta ocasión, tendré el gusto de hacer cuanto de mí dependa porque se realicen sus deseos. Con este motivo me es muy grato ofrecerme a v. como su más atto. y afmo. amigo y compañero q. e. s. m. Jerónimo Bécker.  

Justo, contrariado, envió la carta de Bécker a Bonilla; y este le propuso una nueva estrategia.

Sr. D. Adolfo Bonilla San Martín. Velázquez, 18 Madrid, 11-XII-18. Sr. D. Justo García Soriano. Murcia. Mi muy distinguido y querido amigo: La carta del Sr. Bécker (que le devuelvo) me llena de asombro, porque no recuerdo que al hablar con él (el viernes 29 de Noviembre, en la Academia) me dijese que hubiera entregado propuesta ninguna al Ministro. Sólo me manifestó que había ya escrito a dos sres., uno de Valladolid y otro de aquí.

Pero, por lo visto, mis palabras le sirvieron de acicate para apresurarlo todo. Quizá sería conveniente que Vd. enviase instancia a la Junta de Archivos (o al Ministro), solicitando una de las plazas en la Academia, poniendo fecha anterior a la de la carta de Bécker, y alegando todos sus méritos de Vd., y por mi parte apretaría cuanto pudiese en el Ministerio. ¿No le parece a Vd.?

No es razón que Bécker se haya precipitado, para que tengamos que pasar por lo que él haya hecho. Si le parece a Vd. bien lo que le propongo, hágalo enseguida. Suyo siempre devotísimo amigo, A. Bonilla y San Martín. Hablaré mañana o pasado con el Sr. Castañeda (de la Junta de Archivos), para que me ilustre sobre el caso.  

Estaba convencido de que el asunto no saldría adelante, pero trataba de no perder la esperanza mientras ultimaba la publicación de la monografía oriolana. Había concluido el arreglo del Archivo de la Catedral murciana por encargo del deán y preparaba el trabajo sobre Cascales para enviárselo a Pedro.

Murcia, 16—XII—918. Querido Pedro: Tu carta última en que me notificabas las vacantes de la Biblioteca de la Academia de la Historia, se cruzó con la mía en la que te hablaba del mismo asunto y te rogaba, hicieras, en pro de mi traslado a una de esas plazas, cuantas gestiones estuvieran a tu alcance. No dudo que las habrás hecho con toda urgencia e interés, en la forma que te hayan parecido más prácticas y eficaces.

Deseo me comuniques el resultado y cuanto sepas acerca del particular. Mis noticias e impresiones son muy pesimistas. Creo que, como me temía, he perdido ya el pleito. Si has visto en estos días al Sr. Bonilla, supongo que te habrá contado lo ocurrido y el mal sesgo que ha tomado el asunto. Ha sido más que serrana la partida que le ha jugado el Sr. Bécker.

Este, en cuanto vio el gran interés que por mi candidatura se tomaba don Adolfo, madrugó cuanto pudo y rápidamente y a la chita callando se apresuró a entregar al Ministro la propuesta de la Academia —en nombre de su Director sólo— para sacar a flote a sus dos protegidos, uno de Madrid y otro de Valladolid (ignoro sus nombres).

El Sr. Bonilla no me ha desahuciado aún. La cosa pudiera todavía tener remedio —me refiero a mis últimas noticias de anteayer —con una influencia muy poderosa y decidida. Yo por mi parte he hecho muchas gestiones, cuantas me han sido posibles. Me han recomendado a los académicos D. Gustavo Morales (tío de Eloísa), Ruiz Valarino y últimamente al Obispo de Madrid. Veremos pronto su eficacia. Pero es una gollería demasiado buena para mí, y sería la 1ª vez que hubiera visto desmentida mi mala estrella…

He recibido el nº de Noviembre de la revista, con el 3er. pliego de mi trabajo. Veo que en este no hay tantas erratas como en los dos primeros, lo que me disgustó bastante, pues de nada me sirvió el corregir las pruebas y remitírtelas a vuelta de correo. Dentro de unos días te mandaré más original. La corrección y publicación de mi librillo «La Universidad de Orihuela» —en breve te remitiré ejemplares de él— y el arreglo del Archivo de la Catedral me han tenido ocupadísimo y he tenido que suspender un poco lo de Cascales. Ahora lo reanudo para no levantar mano y enviártelo todo lo antes posible.

Escríbeme pronto y extenso, como me prometes. Recuerdos de todos para todos y un abrazo cariñoso de Justo. Me acabo de mudar de domicilio. Tu nueva casa en la calle de los Baños, nº 5 pral. A Eugenia recuerdos. La escribiré uno de estos días. Espero ser reepadre de un momento a otro.      

La presunta «gollería» madrileña se ponía cada vez más cuesta arriba; pero Bonilla no se daba por vencido.

Sr. D. Adolfo Bonilla San Martín. Velázquez, 18 Madrid, 16-XII-18. Sr. D. Justo García Soriano. Murcia. Mi muy querido amigo: Le devuelvo las cartas que me remitió con su última. Sigo trabajando, aunque me contraría mucho que Rodés (por quien pensaba yo atacar a Salvatella) esté fuera de Madrid.

Hablaré con Laurencín y visitaré a Castañeda mañana o pasado. Vd. siga poniendo en juego cuantos medios posea. ¡Cuánto me alegraré de que tengamos éxito! Suyo devotísimo que le abraza, A. Bonilla y San Martín. A Ureña le dijo Laurencín lo mismo que le dice a Vd. y creo que sinceramente.

El traslado a la corte no prosperó. Seguiría en Murcia de momento. Pero por fin consiguió publicar allí la monografía completa. Era su segundo libro después de tanto tiempo escribiendo.

«El Colegio de Predicadores y la Universidad de Orihuela» vio la luz a finales de 1918; y ochenta años después se publicó en edición facsímil y en formato digital. Está disponible en el repositorio de la Universidad de Alicante; y podéis leerlo sencillamente pinchando en la siguiente imagen.

El Colegio de Predicadores y la Universidad de Orihuela. Edición original (1918) de la Colección Javier Sánchez Portas, y facsímil de 1998. Pinchando la imagen se accede al PDF descargable de la Universidad de Alicante.

1918 acabó bien. Por una vez fue feliz la Navidad en casa de Justo a pesar de la desilusión por el frustrado traslado. El 29 de diciembre nacía felizmente Alfonsito García Morales; tercer varón en la familia…

El Liberal. 31 de diciembre 1918: Ha dado a luz con toda felicidad un hermoso niño la señora doña Eloísa Morales y Doblado, esposa de nuestro querido amigo y colaborador, el jefe del Archivo Provincial de Hacienda don Justo García Soriano. Felicitamos a los dichosos padres por tan fausto suceso de familia.

Continuará

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Jesús García Molina, José Manuel Dayas y Javier Sánchez Portas.

Justo García Soriano. 19. 1917.

El hambre extiende, amenazante, su descarnada garra. El pueblo, resignado, famélico, se roe los codos en la eterna espera de un día mejor que nunca amanece. Y mientras, los impúdicos histriones del retablo político y la comparsería de egoístas, que oculta tras la cortina mueve los muñecos, siguen representando la bonita, flamante y entretenida farsa titulada por mal nombre «La renovación y… llenando las alforjas». JUAN ORIOL.

Murcia desde la huerta.

Murcia, enero de 1917.

Como ya comenté en la entrega anterior, la capital del Segura disfrutó de un interesante movimiento cultural a lo largo del primer tercio del siglo XX. Sin muchas noticias de actualidad, las páginas de los tres periódicos que salían a la calle diariamente se completaban con ensayos literarios, poesías y relatos de un generoso plantel de escritores locales que daban a conocer sus obras en «El Tiempo», «El Liberal» y «La Verdad».

Justo supo hacerse un hueco entre ellos y no dudaron en ofrecerle la dirección de una nueva y ambiciosa revista cultural. En el siguiente artículo, Jiménez de Letáng destacaba a García Soriano y a Jara Carrillo, como los «prestigios intelectuales» de la capital; y hablaba de «llevar al corazón de Castilla los latidos viriles de la huerta murciana»;  de transportar la Literatura regional a toda España «para que se sepa que en un rinconcito de la costa levantina queda una musa lozana y ardiente».

El Liberal. 27 de enero 1917: Hay que tender en España a la descentralización de la literatura y para eso es necesario el apoyo de unas revistas lujosas de arte (en Barcelona, «Arte y Letras»; en Murcia, «Oróspeda», por ejemplo) editadas en provincias con la colaboración de los altos prestigios intelectuales y de jóvenes desconocidos hoy que al ser alentados por los viejos darán óptimo fruto…

Superada otra triste navidad empañada de ausencia, la primera carta recibida por nuestro biografiado en 1917 de la que tenemos constancia la escribió Rufino Gea invitándole a la representación de su obra en Orihuela.

9 de enero de 1917. Mi amigo Justo: al día siguiente de escribir a V. me avisó Gómez Ferrer su venida a esta donde contrató 8 ó 10 funciones y leyó el drama que se llevó para ensayar; pero sentí tales remordimientos de dar al público el parto que le escribí desistiendo de representarla.

La empresa de aquí se alborota al enterarse de mi resolución; Gómez Ferrer me escribe insistiendo en que quiere representarla, y yo, pecador de mí, le envío los papeles para que empiecen los ensayos, a condición de que si en ellos ve que la obra no se presta para la representación, que no la lleve adelante.

El público creo yo que no la pateará, pero crea V. que estoy arrepentido de estos fregaos; y puesto que V. y el Sr. Jara han inferido a mi instancia para que se cometa este crimen literario, no dejen de venir para el 19 o el 20 que se efectuará. Ya se lo diré a V. más seguro cuando se fije la fecha por el Sr. Gómez Ferrer.

Lamento lo de la papelera. De eso tendrá muchas. García Guillén dice que está muy ocupado ahora, y que más adelante verá si puede enviarle algo. No confíe V. mucho que D. Vicente es así. Aquí me invitan a que imprima eso. Ya veremos si le sorprendo a V. con ese montón de ripios en letras de molde. Siempre buen amigo. R. Gea.  He abreviado el pregón y enumerado algunas escenas.

La siguiente fue una tarjeta postal remitida por Juan Sansano desde Monóvar. A pesar de su brevedad, era a la vez pésame por su hijo, felicitación por la revista e invitación a un banquete.

Inolvidable: Te envío un abrazo efusivo que te sirve de lenitivo al dolor que te habrá ocasionado la muerte de tu hijo… Ya te escribiré sobre esto y sobre tu revista, por la que te felicito. Cuenta con mi suscripción que abriré por giro.

Sansano regentaba un periódico en Monóvar llamado «El Sembrador»; y habían organizado un homenaje al joven pintor naturalista local, Juan Corbí Esteve, para celebrar el éxito de su última obra titulada «El cuento de la abuelita».

Atiéndeme en esto. El próximo domingo celebramos un banquete en esta, en honor del joven pintor Juan Corbí. Quedas invitado a él, pero si, como supongo, tu viaje no es fácil, envía una adhesión para que se lea en el acto. Maximiliano también está invitado. Te enviaré mi periódico «El Sembrador». El banquete será el domingo a las 2. Saluda a tu esposa y celebra tus triunfos. Tu invariable, Sansano.

Tarjeta Postal de Juan Sansano Benisa. AMO. LJGS.

La primera enviada por Justo, que se conserva en el archivo, tuvo como destinatario a Pedro Sainz. En ella le habló de la muerte de su hijo; de la resignación y la búsqueda del consuelo en los libros; de «Oróspeda» y de «Filosofía y Letras»…

Murcia, 23 de Enero de 1917. Mi querido Pedro: Recibí tu última carta, cariñosa como todas, en que me dabas el pésame por la muerte de mi pobre Tomasito. No podrás figurarte bien la impresión tan terrible y aplanante que me ha producido, pues no lo esperaba.

El niño estaba muy hermoso hasta unos quince días antes de morir en que empezó a desazonarse e indisponerse con cuatro dientes que empezaban a romper; pero, como esto ocurre con casi todos los niños, no le dábamos gran importancia. La tarde antes de morir nos había dicho el médico que estaba mejor; y en efecto, al amanecer siguiente, mi hijo volaba al cielo — ¡quiero soñar con esta ilusión! —dejándonos con un desconsuelo que nunca se aliviará.

En los libros, como tú me aconsejas, procuro buscar el lenitivo que necesito, el olvido y la distracción. Pero, ¡si vieras que después de rozarle a uno tan de cerca la Muerte, recordándonos lo frágil de todas nuestras cosas, qué ridícula y estéril encuentro la Ciencia y qué inútiles todos los esfuerzos humanos! Nos afanamos como si hubiéramos de ser eternos, ¿y para qué? A la postre …

Pero observo que me voy poniendo muy fúnebre. ¡Y no hay derecho! Que haya un cadáver más ¿qué importa a la erudición y a los bibliófilos y … ¡a nadie! Hablemos de literatura, sí. Supongo que habrás recibido el 3er número de «Oróspeda». Por él habrás visto que el incomparable D. Adolfo Bonilla me ha vuelto a enviar un colosal artículo, como todos los suyos. Aparecerá en este IV número, que recibirás un día de estos.

En Los Lunes del Imparcial de hace dos semanas leí con grima que la cacatúa cervantina de Icaza se atrevía a maltratar a Don Alfonso, manteándolo ventérilmente. ¿Qué opinas?

Nota: La «cacatúa cervantina de Icaza» era un un crítico, poeta e historiador que ese mismo año publicaba en Madrid la obra «Supercherías y errores cervantinos. Puestos en claro por… Francisco de Asís de Icaza».

Espero con impaciencia que me mandes un artículo tuyo —si más de uno, mejor—para Oróspeda. No importa que no sea de cosas de Murcia o de esta región. Lo que quieras, aunque procura que sea ameno, pues a la frivolidad y a la imbecilidad ambientes les hacen bostezar las citas. El criterio de casi la totalidad de los lectores es exclusivamente actualista. ¡Que les dejen de historias! ¡Nada de cosas pretéritas y reconstructivas. Lo de ayer tarde ya les tiene sin cuidado! ¡Amenidad, amenidad y amenidad! Ellos no leen para aprender a pensar, sino para distraerse, para divertirse.

Esta opinión la mantienen hombres que pasan por doctos, catedráticos de la Universidad y ¡hasta mis compañeros! Comprenderás la lucha que estoy sosteniendo. No quieren más que la bagatela, y no azorinesca, que está al alcance de todos los magines. Leerías la crítica del libro de Alcázar, que publicamos. La escribió el Sr. Ruiz-Funes, catedrático de Derecho Penal, pues yo no estaba aquellos días para nada.

¿Y Filosofía y Letras? No he recibido el nº de Diciembre ni el de Enero. ¿Ha bajado al sepulcro? Me alegro de lo de Ovejero. Eso viene bien. ¿se puso ya bien don Cayo? Creo que uno de estos días es tu santo, o ha sido tu cumpleaños. Todos tienen octava. Felicidades. Recuerdos para ti, tus papás y hermano, de Eloísa, mi madre y míos; y para ti un abrazo de tu fraternal, Justo. Justito está muy travieso. Ya empieza a aprender la cartilla.

Murcia. Río Segura y San Francisco

En esta premonitoria carta, su amigo Abelardo Teruel, redactor en «El Correo» de Alicante, le recomendaba no depender exclusivamente de los ingresos que proporcionaban los suscriptores. El consejo que proponía este profesional con experiencia en publicaciones para «defender la revista», era «industriarla» (conseguir publicidad) y pedir ayuda al Ayuntamiento, al Círculo de Bellas Artes, al Casino…

T/C= Explanada España, 1. Alicante, 22-1-917. Sr. D. JUSTO GARCÍA SORIANO. Director de «ORÓSPEDA» – Murcia. Querido Justo: He recibido el Nº 3 de tu «Oróspeda» y deseo que desde la cumbre de ella descienda sobre ti el éxito que merece. No te perdonaré los Ns. 1º y 2º, pues deseo poseer la colección y he de expresarte con sinceridad que estaba bastante molesto contigo, porque leí en otros periódicos de aquí el acuse de recibo de tu Revista, sin alcanzárseme que me hubieras olvidados para esos menesteres.

Considero que el esfuerzo que supone publicar en provincias de la importancia de las nuestras, periódicos de la índole del tuyo. Está por vosotros bien orientado, en el mejor sentido, y en condiciones de que rinda fruto. Lo digo por los elementos de que te has rodeado, que son verdaderos artífices del pensamiento, y diestros esgrimidores de la péñola.

Por lo que a ti hace, no he de molestarte con justos elogios que te ofenderían. Ya sabéis, sin embargo, lo que ocurre en literatura; los buenos aficionados la leen sin «comprarla», he aquí porque supongo yo que os esforzaréis en industriaros para que la Revista pueda defenderse.

Una ciudad cuna de artistas, como esa, donde la Poesía tiene campeones ilustres y las Artes bellas diestros cultivadores que ponen a la continua el nombre de Murcia a una altura digna de «Oróspeda» debe tener a gala subvenir a esa necesidad, y vuestro digno Municipio será seguramente el primero en acorreros debidamente.

No hablemos del Círculo de Bellas Artes, de otros análogos, del Casino, etc.  La vida de «Oróspeda» debe asegurarla Murcia; el alimento espiritual del periódico, ya lo sabéis asegurar vosotros. Ya me irás diciendo cómo se desenvuelve, aunque en las páginas de ella lo veré con claridad porque ya sabes que somos versados en estos achaques, y confío en que seguiré recibiendo puntualmente la Revista, prometiéndote que, por descontado, os haré el oportuno reclamo de ella, en «El Correo» en que ahora redacto, y cuando pueda enviarte original inédito, no dejaré de contribuir con él, a que tengáis una ayuda tan modesta como bien intencionada. Te abraza, Abelardo (Rubricado).   

La siguiente carta la envió Wenceslao Fernández Flórez, periodista y escritor de novelas que había conocido en la redacción de «El Parlamentario». En 1915 se había pasado al ABC (se puede comprobar en el membrete del papel), donde se hizo muy popular redactando crónicas parlamentarias durante dos décadas. En ella le felicitaba por la revista y, particularmente, por el cuento «Esterilidad», aparecido en el número tres.

Carta manuscrita (AMO. LJGS.) y fotografía de Wenceslao Fernández Flórez.

Sr. D. Justo García Soriano. Mi distinguido amigo: Muy bien su revista, que me entregaron en la redacción a mi regreso de Bilbao. Es una valentía económica y representa una capacidad cerebral que honra a Murcia. Admita V., además, una singular alabanza para su cuento que yo, tan enamorado del género y tan exigente con sus cultivadores, leí con verdadero placer.

Tendré mucho gusto en enviar a Vds. algunas cuartillas; no sé cuándo, porque mi labor de ABC y mis colaboraciones y la corrección de una novela que aparecerá el mes próximo no me permiten disponer por ahora del tiempo que con tanto gusto yo querría dedicar a V. Otra vez mi enhorabuena y un abrazo de su cordial a. q. e. s. m. W. Fernández Flórez. Madrid, 25-I-917.    

Oróspeda 1917.

El Día. Madrid, 27 de diciembre de 1916: Hemos recibido el segundo número de la revista quincenal de ciencia, literatura y arte que con el título de ORÓSPEDA se publica en Murcia, bajo la dirección del notable periodista Justo García Soriano.

En dicha Revista, lujosamente editada, figuran, entre otros, interesantes originales de Díez de Revenga, Frutos Baeza, Codorníu, José Ballester y Bolarín. Su presentación y su texto nos incitan a desear que arraigue pronto y conquiste la prosperidad necesaria para realizar la empresa cultural que pretende.

En la efímera Oróspeda — sin duda la revista literaria murciana más importante de su tiempo—, escribieron prácticamente todos los autores locales de la época. A estas colaboraciones y a las del propio García Soriano, se unieron las de algunos escritores de renombre nacional, como es el caso de Adolfo Bonilla, que ya hemos citado.

En los números publicados en diciembre de 1916 García Soriano no firmó ningún artículo. Se intuye su pluma en la presentación y comentarios del primero; y la preparación del segundo coincidió con la inesperada muerte de su hijo Tomás.

En este apartado vamos a repasar los ocho ejemplares publicados en 1917, en los que las aportaciones personales de nuestro protagonista son bastante numerosas y algunas muy extensas. Es por eso que no voy a transcribirlas completas.

La Biblioteca Virtual de Prensa Histórica cuenta con los diez números publicados, y son perfectamente legibles. Podéis acceder a ellos fácilmente pinchando en la siguiente imagen que muestra las cabeceras de los ocho ejemplares.

Cabecera de las ocho entregas de «Oróspeda» en 1917. Enlace a la revista digital.

Aun así, para facilitar la tarea, voy a hacer una especie de resumen con especial atención y pequeñas muestras de las aportaciones de nuestro biografiado a cada número.

Oróspeda. 1 de enero 1917. Núm. 3:

Dentro de la sección «cuentos de Oróspeda», Justo presentó un hermoso y extenso relato (págs. 60-65) que, como ya he dicho, gustó mucho al novelista Wenceslao Fernández Flórez. Se titulaba «Esterilidad» y trataba la obsesión por la ausencia de hijos. Recordemos que él mismo acababa de perder uno. Os adelanto una líneas por si os apetece leerlo.

¡Un hijo, que sea como un reflejo, como una proyección, como una reviviscencia de nuestro propio ser! ¡Un hijo, que sea, después de nuestra muerte, como una prolongación y desdoblamiento de nuestra vida!…

Admirar primero la inocencia del ángel en el candor de la dulce mirada y de la alegre sonrisa; celebrar sus balbuceos y hablar incipiente, luego los espontáneos donaires y las inconscientes travesuras, seguir después con anhelo, con ilusión y esperanza, su crecimiento y adelantos, y, copartícipes de aquella existencia, sufrir con gusto sus afanes, sus preocupaciones y zozobras y saborear también sus éxitos y sus dichas, hasta que al fin de la jornada, cuando llega la hora del abandono absoluto y forzoso, de la eterna separación y despedida, legarle el producto de nuestros ahorros y de nuestros medros en una cuantiosa herencia!…

En la de «Rebuscos» firmó «El Licenciado Cascales. Documentos inéditos» (págs. 66-67). Un adelanto a la biografía que sobre este personaje publicaría en 1924.

El insigne autor de las Tablas poéticas, gloria de Murcia y de España, aún no tiene una biografía digna de su mérito. Todo lo que de su vida se sabe se reduce a unas breves e incompletas noticias, fruto de nuestra erudición local.

Entre otras muchas particularidades de su vida, sigue ignorándose aún quiénes eran sus padres y la fecha de su nacimiento. Vamos a responder nosotros a la 3ª de las preguntas formuladas en esta sección de Rebuscos, aportando algunos datos muy interesantes, desconocidos e inéditos …

En esta entrega colaboró también el oriolano José Rufino Gea, con un artículo titulado «Del Archivo de Orihuela. Las Riadas» (págs. 53-54). En él describía la tradicional ceremonia del ramo arrojado al río Segura con la imagen de la Virgen de Monserrate sobre el puente de Poniente. Os dejo un fragmento.

Aquella misma tarde, al atravesar el puente la procesión, detúvose a la Virgen junto al río, y mientras el pueblo en masa coreaba a grandes voces la letanía que cantaban el obispo, los canónigos y los frailes, tuvo quizás el ilustrísimo D. José Bargés la feliz inspiración de arrojar sobre las encrespadas aguas del Segura el ramo de la Virgen, y esta señal de santa alianza entre el pueblo de Orihuela y su amada Patrona, salvó por aquella vez la vega de otro desastre…

Oróspeda. 15 de enero 1917. Núm. 4:

Adolfo Bonilla y San Martín (1875 –1926). Catedrático de Derecho y de Filosofía. Escritor, Traductor, Filólogo, Filósofo y Crítico literario. Miembro de la Real Academia de la Lengua.

Encabezado por otro artículo enviado por Adolfo Bonilla, en esta entrega Justo presentó «Dos obras inéditas sobre escritores murcianos» (págs. 83-84). Coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de Andrés Baquero, pedía la publicación de su trabajo inédito «Escritores de Murcia» .

A este propósito he de reproducir brevemente una indicación que en otra ocasión análoga hice, no ha mucho. Me refiero a la publicación del libro sobre Escritores Murcianos que dejó inédito el señor Baquero…

… Ella debe de ser un rico tesoro de noticias históricas y el mejor monumento elevado en gloria de los antiguos escritores y poetas de esta Región. En una de sus últimas cartas me decía el señor Baquero que tenía ya escritas más de mil cuartillas de ella y que pensaba darla a luz a fines del presente año.

Con el seudónimos «Juan Oriol» (el más utilizado a partir de este momento), escribió también «Glosario del Tiempo. Divagaciones de Actualidad. La Guerra y la Literatura» (págs. 87-88).

Pero la obra-síntesis de esta Guerra, la que dé la precisa visión de conjunto y exprese, íntegra y fielmente, el ideal por qué en ella se combate, esa, a buen seguro, no ha sido escrita todavía. Y cuando se escriba ¿en qué forma cristalizará o cuál género literario, de los arcaicos o de los novísimos, adoptará para su expresión?

¿Será un simple relato histórico, una novela, una rapsodia lírica, una ópera vagneriana, un tratado de metafísica, de sociología o de ética, un curso de aviación y navegación submarina, un prontuario de mecánica y de química industrial o, finalmente, lo que más natural parece, un grandilocuente poema heroico?

En la sección «Rebuscos» figura un trabajo firmado por «Todmir» con el título «El patrón de la diócesis» (págs. 92-94) que tiene toda la pinta de ser suyo.

El día 16 del presente mes celebra la Iglesia la festividad de San Fulgencio, patrón de esta diócesis desde el año 1594. Por revestir interés de actualidad, vamos a referir brevemente los motivos y circunstancias que determinaron la creación de este patronazgo…

Oróspeda. 1 de febrero 1917. Núm. 5:

También dentro de la sección «Rebuscos», vio por fin la luz el trabajo que llevaba meses intentando publicar en la «Revista Crítica Hispano-Americana» que dirigía Bonillo. Lo tituló «Damián Saluzio del Poyo, algunos datos biográficos» (págs. 115-118).

Yacen, pues, los restos mortales de Damián Saluzio del Poyo, como los de su insigne coetáneo y paisano Francisco Cascales, en la iglesia de Santo Domingo de esta ciudad. En recuerdo de este último, la Comisión provincial de Monumentos creyó conveniente colocar allí una sencilla lápida en que constase estar enterrado el gran humanista. Fue descubierta solemnemente el 22 de Diciembre de 1902. ¿No es merecedor también el que fue famoso poeta dramático murciano, de un igual pequeño homenaje que perpetúe su memoria?

Como director, avaló un moderno artículo en defensa de la mujer, obra del periodista murciano Ramiro Pinazo, con el título «El problema feminista ¿debe abordarse en Murcia?» (págs. 103-105).

En España, la mujer, abandonada a su propio y aislado esfuerzo, calladamente, sin buscar resonancias de campañas en la prensa, sin ampulosos discursos de propaganda, intenta trabajosamente conquistar sus legítimos derechos, procurando a la vez la adquisición de una cultura. Pero no recibe la ayuda generosa del hombre, que, antes al contrario, no le deja el paso libre para que pueda llegar presto a donde debe llegar, no ya como mujer, pero ni siquiera como esposa ni como madre.

Y se hizo eco del estreno en el Teatro Circo de Orihuela de la obra de Rufino Gea.

TRIUNFO TEATRAL El día 22 del pasado Enero se estrenó en el Teatro Circo de Orihuela un drama en tres actos y en verso de nuestro querido amigo y colaborador, el distinguido literato y cronista oficial de aquella ciudad don Rufino Gea, titulado «Los nietos de la Armengola», por la compañía Gómez Ferrer.

La obra, que trata del interesante tema histórico de la lucha de las Germanías en la ciudad, está muy bien concebida, es interesantísima por su asunto y tiene una versificación limpia y correctísima. Sus paisanos tributaron un cariñoso homenaje al autor, mereciendo la representación entusiastas ovaciones. Felicitamos muy sinceramente al señor Gea.

José Rufino Gea.

Como novedad, este número ofrecía a los lectores una lámina suelta sobre cartulina con tres obras de José Pascual y Valls, dibujante al que Luis Luna había dedicado un artículo.

Oróspeda. 15 de febrero 1917. Núm. 6:

En la sexta entrega, acompañando un extenso trabajo sobre el famoso maestro de periodistas murcianos fallecido en 1916, Justo firmó un artículo titulado «D. José Martínez Tornel» (págs. 136-138). He transcrito buena parte de este trabajo por su carácter autobiográfico. En él habla de sus inicios, de las poesías infantiles publicadas por Tornel en «El Diario de Murcia».

Mi buen deseo y el cariño y admiración que sentí siempre por el llorado maestro, desde que di mis primeros pasos en el periodismo y la literatura, suplirán en parte las desfavorables circunstancias que de otro modo harían completamente trivial y estéril mi trabajo.

Mi primera o una de mis primeras poesías infantiles, como las de otros muchos jóvenes que hoy son eminentes literatos de esta tierra, apareció en la Sección Amena de «El Diario de Murcia». Todos los que escriben y han publicado algo, saben la íntima exaltación que en el alma ingenua de un principiante produce el ver por primera vez en letras de molde, estas sugestivas y voraces letras de molde, su nombre y apellidos bajo unos párrafos o unas estrofas que han salido de nuestra cabeza. Desde aquel fausto día de mi oscuro debut literario, yo amé y admiré a Tornel con toda mi efusión de niño.

Vosotros, los que habéis pasado por este mismo trance, lo comprenderéis perfectamente. Aquello fue por el año 1898 ó 1899. Después, mi musa continuó dando sus vagidos y sus más agraces frutos, con la profusión y tenacidad de los primeros empeños, en el simpático periódico de Tornel; y a medida que menudeaban mis balbuceos poéticos, la figura de éste se iba agrandando, hasta adquirir proporciones de coloso, ante mi vista.

Nunca olvidaré la porfiada polémica epistolar que me atreví a sostener con el bondadoso maestro a causa del título de una serie de sonetos que le envié para su publicación. Yo les había puesto el epígrafe de «Eróticas» y don José, escandalizado, trató de disuadirme escribiéndome una cariñosa carta llena de consideraciones morales y literarias.

En «El Diario de Murcia» hice también mi primera campaña periodística, en funciones de su corresponsal en Orihuela. Un pintoresco y desagradable incidente con ciertos conciudadanos míos, originado por una ingenua indiscreción en que se abusó villanamente de mi inexperiencia de muchacho, me hizo renunciar a aquella corresponsalía. En todas estas andanzas me guió siempre, con sus consejos prudentes, leales y benévolos, el ilustre periodista.

De allí a poco marché a la Corte, donde fui relegando un tanto el trato de las musas para darme de lleno a la erudición y a la Historia. Pasados algunos años vine un veraneo a Murcia en busca de ciertos datos históricos, que hallé con no poco esfuerzo en el Archivo municipal. El señor Martínez Tornel, que era su archivero, me prestó, bondadoso como siempre, su eficaz ayuda, alentándome en mis investigaciones con esta frase, que desde entonces he adoptado por lema en todos mis trabajos de rebusca: «¡Paciencia y… buena intención!»

Traigo a colación estos nimios recuerdos personales a propósito de Tornel, porque ellos, como pudieran servir de ejemplo los de otros muchos, demuestran que el director de «El Diario de Murcia» fue el maestro de la mayoría si no de todos los literatos y periodistas de esta región de la generación presente.

Por lo que a mí, el más modesto de todos, se refiere, debo confesar que a la excesiva benevolencia de Tornel en admitir mis originales en su periódico, como los de cuantos a él acudían, es casi seguro se deba el que yo haya contraído el malhadado vicio de emborronar cuartillas, para estrago mío y de mis lectores, si los tengo; y acaso sea la responsabilidad de este daño una de las pocas culpas que haya tenido que purgar en la  otra vida el justo y bondadoso varón. ¡Dios se lo perdone como yo le absuelvo!

El homenaje a Tornel se completó con un romance popular titulado «Angelicos al Cielo» (pág. 143). Es fácil imaginar cómo debió revolver los sentimientos de Justo hacia su difunto «Tomasito».

Florida alhábega cubre aquel tiernecito cuerpo; amarillas siemprevivas ciñen su rubio cabello; blanca y con lazos de rosa la mortaja le pusieron; las manecitas cruzadas le sujetaron al pecho; le echaron agua bendita; su madre le dio mil besos en los labios encarnados que tenía medio abiertos, y ungido por el amor lleváronle al cementerio. Cuando, entre las mustias flores, en la caja le pusieron, y echaron a andar con él, la madre cayó en el suelo… «No llores, mujer, decía el padre haciendo un esfuerzo que nuestro hijo es un ángel con los ángeles del cielo»…

Oróspeda. 1 de marzo 1917. Núm. 7:

En el número siete Justo firmó el artículo «Notas de arte. Una escultura de Planes» (págs. 157-158). El escultor Planes había sido el autor del diseño de la portada.

La impresión que, desde el primer instante, produce el conjunto de esta escultura, es la de una severa y armónica grandeza. Se ve que estamos ante la muestra gallarda y valiente de un arte robusto y nuevo, seguro de sí mismo.

El asunto es bien sencillo: un hombre joven, de complexión atlética, descansa en decúbito casi supino, con el busto erguido y vuelto, en elegante escorzo, hacia el lado derecho para sostener con la mano izquierda una pequeña lápida o un libro, que mira muy atentamente. La cabeza, rasurada, fina y vigorosa, de puras líneas y nobles facciones, tiene una sugestiva expresión meditabunda. Toda la postura no puede ser de belleza más estatuaria y original…

Y también «Murcia y el centenario de Zorrilla» (págs. 163-164), de nuevo con el seudónimo «Juan Oriol».

Como ninguno otro, fue sin duda Zorrilla el poeta más genuinamente español y más representativo de la Raza, en todas sus grandezas y en todos sus defectos. El alma fiera de Castilla, heroica, altiva, ingenua, jactanciosa y romántica a la vez, nunca tuvo mejor cantor ni más fiel intérprete…

Por último, una reseña bibliográfica sin firma del libro «Jardín Interior» (págs. 165-167).

«Jardin interior» es un libro de gran madurez, en que una vigorosa inteligencia y una sensibilidad delicada han ido condensando todo el caudal de ideas y sentimientos atesorado durante una larga vida consagrada al estudio…

Toledo. Revista de arte. 30/9/1917, nº 82.

«Jardín Interior» era obra del escritor Gustavo Morales Rodríguez, familia de su esposa, Eloísa Morales (a Justo le llamaba sobrino). Había sido senador, diputado a Cortes por Toledo y concejal del Ayuntamiento de Madrid. He encontrado su retrato en una revista de arte toledana de ese mismo año. La reseña citada es fruto de la siguiente carta.

Gustavo Morales. Princesa, 27. 1º Dra. Madrid. 5 de Febrero de 1917. Querido Justo: Recibo los números de Oróspeda y ya te mandaré algo para ella. Si entre tanto quieres poner algo mío puedes hacer alusión a mi libro «Jardín Interior» y tomar los párrafos que se refieren al arte que son precisamente algunos de los que más han gustado y que algún periódico, por cierto de los más avanzados, ha reproducido.

Creo para tu conveniencia que debía verse la revista en algún escaparate de Madrid expuesta al público, sin perjuicio de los números que tú, por suscripción o amistades envíes, y para ello si quieres, yo puedo decirlo al librero Ángel Ramírez, Preciados nº 15, que es el que se ocupa de mis obras y me representa, y él puede encargarse de la venta y suscripción poniéndolo en sitio visible de su tienda, en cuyo caso le mandarías los ejemplares que te pareciese.

No tengo otro interés en el asunto que lo que a ti pueda convenirte, y por tanto, con libertad puedes decir lo que quieras. Y ya te iré diciendo lo que se me ocurra, siempre con el mejor deseo de ayudarte. Recuerdos a Eloísa y es tuyo affmo. Gustavo Morales (rubricado).  

Oróspeda. 15 de marzo 1917. Núm. 8:

Oróspeda. 15 de marzo 1917: En la entrega número ocho, dentro de la sección «cuentos de Oróspeda», publicó otro largo relato titulado «El último Mudarra» (págs. 177-181).

El balneario, puesto ahora en moda, hallábase en el apogeo de la temporada. Algunas familias de bañistas, que llegaban rezagadas, habían de marchar a otra parte por carencia absoluta de habitaciones. El arrendatario del establecimiento, el simpático y jovial don Paco, estaba haciendo lo que se dice un negocio redondo. Todo contribuía a lograr el favor del público: la virtud medicinal de las aguas, el clima tibio y bonancible, el lujo y confort del hospedaje, lo selecto de la colonia de bañistas y, sobre todo, la belleza y amenidad del sitio…

Como «Juan Oriol», firmó «Mientras suena un vals. El asno lírico (filosofías sin trascendencia)» (págs. 187-188).

En la calle en que habitamos, ante nuestra casa, se ha detenido el carro de un organillo callejero. Al instante un surtidor de notas alegres, cristalinas, juguetonas, se ha escapado del cajón armónico. Era como un chisporroteo de sonidos que surgían y evolucionaban sueltos, entrelazados, sinuosos, zigzagueantes, formando mil dibujos, altibajos y combinaciones caprichosas…

Y en «Bibliografías» escribió la reseña de «Volvoreta», una novela de Wenceslao Fernández-Flórez (págs. 190-192). El famoso periodista y escritor se lo agradeció con una carta que he transcrito a continuación.

Nuestro querido amigo el admirable periodista y escritor Wenceslao Fernández-Flórez ha tenido la amabilidad de enviarnos un ejemplar, dedicado, de esta última obra suya, que acaba de aparecer. La hemos leído ávidamente, con gran fruición. Quisiéramos tener una gran autoridad para hablar de este libro magistral, como lo requiere su mérito. Faltos de ella, trataremos de reproducir sencilla y sinceramente, lo mejor que sepamos, la impresión que nos ha producido su deliciosa lectura…

Sr. D. Justo García Soriano. Mi querido amigo: Muchas gracias por el cariñosísimo artículo que dedica a mi novela en Oróspeda. Quedo sinceramente reconocido. Ya sabe V. que con la terrible carestía del papel, los periódicos reducen sus gastos todo lo posible. Por eso no es cosa fácil que admitan nuevos compromisos de colaboración. Sin embargo, cuando pueda darle a V. alguna noticia que corresponda a sus deseos, lo haré con el mayor gusto. Mil gracias otra vez y un apretón de manos de su afmo. y compº, W. Fernández Flórez.

Como podemos comprobar en esta otra carta, fechada en marzo, casi hasta el final, Oróspeda y García Soriano tenían la misma dirección. Sólo en sus dos últimos números la administración pasó a manos del periodista murciano Vicente Ferrer Sorá; y la nueva dirección se estableció en la calle de Polo de Medina número 2.

AMO. LJGS.

No sé si en esta decisión tuvo algo que ver la enfermedad que sufrió Justito por esas fechas. El miedo a perder su único hijo superviviente debió ser atroz. Afortunadamente, se recuperó pronto.

El Tiempo. 12 de marzo 1917: Niño enfermo. Desde hace unos días se encuentra enfermo el niño de nuestro estimado amigo, el director de la revista «Oróspeda», Justo García Soriano.

Oróspeda. 15 de marzo 1917: Nuevo Administrador. A partir de esta fecha se ha encargado de la administración de ORÓSPEDA don Vicente Ferrer Sorá, con quien por lo tanto se deben tratar todos los asuntos administrativos referentes a esta Revista. La Administración se ha establecido en la calle de Polo de Medina núm. 2, a donde se dirigirá la correspondencia.

Oróspeda. 1 de abril 1917. Núm. 9:

En la penúltima entrega, dentro de la sección «Versos inéditos», compuso «De la vieja Castilla (Evocación)» (págs. 203-204), poema que presentó con el seudónimo «Tomás Morales», nombre de pila y segundo apellido de su hijo recientemente fallecido.

Loado sea Dios que aún guarda los tapiales/ del mesón castellano, do vivió el buen humor, / y triunfaron los siete pecados capitales/ al amparo de un pueblo todo vida y amor…

Y en la de «actualidad literaria», un artículo titulado «El teatro benaventino y las críticas de Pérez de Ayala» (págs. 211-212).

Nadie como él había pintado la frivolidad galante y el alma femenina ni había satirizado con más amable aticismo los vicios de nuestra egoísta burguesía y de nuestra aristocracia banal. El gran talento de Benavente no osó traspasar los discretos límites de la comedia apacible, que es el campo de sus grandes aciertos y de sus seguros triunfos. Nadie le regateó esta bien merecida gloria…

Oróspeda. 15 de abril 1917. Núm. 10:

Oróspeda. 15 de abril 1917: En la décima y última entrega de la revista, correspondiente a la segunda quincena de abril, su aportación fue el artículo «Divulgaciones de arte regional: La Dama de Elche» (págs. 235-237).

En primer lugar merecen citarse por su importancia arcaica los diversos objetos hallados en el pueblo de Redován, próximo a Orihuela. Entre éstos figuran dos notables fragmentos de esculturas que en dicha ciudad compró Pierre París. El uno es la parte superior de una cabeza de caballo o de toro.

El anticuario de Orihuela Valeriano Aracil, encontró también en Redován, el fragmento de una escultura en piedra, que representa la cabeza de un ave, especie de grifo. En ella se ve ya la influencia oriental. Fue adquirido, junto con otro que figura el cuerpo de una Sirena sin piernas ni cabeza, por el ilustre arqueólogo Arturo Engel, y hoy se conserva en el Museo del Louvre…

También publicó «el trabajillo bastante deficiente, con todos los balbuceos e ingenuidades del principiante», obra de un amigo de Pedro Sainz al que llamó Sr. Báncora.

En este número, por primera vez, se utilizaron ilustraciones; dos fotograbados (un retrato del artista y la reproducción del cuadro titulado «El descanso de la modelo») incluidos en el artículo «El Pintor Obdulio Miralles». Y hasta aquí la trayectoria de Oróspeda.

Bajo el título de «Cultura murciana» o «Información», la revista había servido también para anunciar y divulgar los acontecimientos culturales de Murcia: conferencias, publicaciones y otras noticias de índole artística o literaria.

Quizá Murcia no estaba preparada para una revista tan erudita; sin las apetitosas fotografías e ilustraciones que llenaban las páginas de las modernas publicaciones. Ya lo comentó Justo en una carta a Pedro Sainz: «¡Amenidad, amenidad y amenidad! Ellos no leen para aprender a pensar, sino para distraerse, para divertirse».

Me parece, cuanto menos extraño, que en una carta a Pedro Sainz fechada en mayo, Justo afirmase: «La confección de la revista Oróspeda me entretiene demasiado». Hablaba de la revista en presente y seguía pidiendo una colaboración para publicarla. Todo esto me hace pensar que el final debió ser abrupto.

La última mención en prensa la hizo el diario «El Liberal», publicado el 5 de mayo. Detallaron una especie de índice con el contenido del último número de la «interesante y cultural revista pública». Pero, por error, lo situaron en la primera quincena de mayo.

Murcia, abril de 1917.

Alameda de Colón. Murcia. Edición Romero.

Quiso el destino que el nacimiento de la revista coincidiese con la muerte de un hijo; y que el nacimiento de un hijo coincidiese con la «muerte» de la revista. El 25 de abril, a las seis y media de la mañana, la pena familiar quedaba un poco aliviada con la llegada de una criatura sana y fuerte; un varón al que llamaron Ángel.

El Tiempo. 26 de abril 1917: Natalicio. La joven esposa de nuestro estimado amigo y compañero don Justo García Soriano, director de «Oróspeda», ha dado a luz con toda felicidad un precioso niño. Tanto la madre como el recién nacido gozan de buena salud. A los dichosos padres enviamos nuestra más cordial enhorabuena.

El Liberal. 27 de abril 1917: Natalicios. Con toda felicidad ha dado a luz un robusto y precioso niño la muy distinguida señora Eloísa Morales, esposa de nuestro estimado amigo y compañero en la Prensa, el director de la revista literaria «Oróspeda», don Justo García Soriano. Reciban nuestra enhorabuena los jóvenes padres por tan fausto acontecimiento que ha venido a endulzarles las delicias del hogar. 

Como ya he dicho, a pesar de que no hubo ya publicación en mayo, en su carta a Pedro Sainz, seguía hablando de Oróspeda en presente. No he conseguido encontrar la más mínima mención al abrupto final de su «quijotada literaria».

También le comentó la enfermedad que había sufrido Justito, el nacimiento de Ángel, el abandono de su tesis doctoral, y su inapagable deseo de volver a Madrid.

Murcia, 4 de Mayo de 1917. Querido Pedro: En efecto, me dejo llevar de la pereza más de lo conveniente. Este clima plácido y enervante ya va surtiendo en mí sus efectos. Si no hiciera un supremo esfuerzo de voluntad acabaría en el nirvana indio. Esta gandulería —lo confieso—ha sido la causa principal de haber demorado tanto mi respuesta a tu gratísima epístola, en que me exponías por menudo tus magníficos proyectos literarios; pero a pesar de mi pereza no me han faltado otros motivos de ocupación y preocupación.

La confección de la revista «Oróspeda» me entretiene demasiado; y de contera, en este lapso de tiempo he tenido, entre otras menudencias, a Justito, enfermo de cuidado (aquello pasó pronto y ahora está muy bien) y, finalmente, el día 25 del mes pasado, a las 6 y ½ de la mañana, mi mujer me dio otro varón, que ha venido al mundo sano y fuerte. Viene a compensar en cierto modo la pérdida de mi pequeño Tomasito, a quien no puedo olvidar a pesar de todo. Al nuevo infante le hemos puesto de nombre Ángel. ¡Que Dios quiera que sobreviva a mi vejez! Tienen Vds. un nuevo servidor.

Por correo certificado he recibido también tu última carta, en la que me incluyes un trabajo literario de un Sr. Báncora, para su publicación en Oróspeda. El trabajillo es bastante deficiente, con todos los balbuceos e ingenuidades del principiante. Sólo por complacerte lo publico, con algunas pequeñas limaduras. Lo habrás visto en este último número (el 10), que supongo habrás recibido. Te complazco en ello y no debiera, pues a mis reiteradas demandas de que me envíes algún original tuyo para mi Revista, te limitas a remitirme mercancía ajena, que requiere aduanas. ¿O es que juzgas que Oróspeda no es digna de otra cosa, de tu docta colaboración?

Ni te tomas la molestia de hacerme el más mínimo comentario sobre esta empresa literaria mía. No creo que este silencio obedezca a temor de herir mi amor propio con tus opiniones, que hay sobrada confianza entre nosotros y sabes que no soy padre apasionado. Cuanto más que yo sólo soy padrastro o, a lo más, padre putativo de «Oróspeda». En una de mis últimas te explicaba los obstáculos de ambiente que me he tropezado para llevar a cabo esta quijotada literaria. El público de aquí y aún los elementos intelectuales (los catedráticos de Universidad entre ellos) muestran una bárbara resistencia contra los trabajos serios y de erudición. No se quiere más que literatura amena.

A mí mismo han llegado a contagiarme, o por lo menos han logrado entibiar mucho mis aficiones histórico-eruditas. Si no me sustraigo pronto de este ambiente, acabaré por volverme un beocio historiófobo. Esta reacción me ha incitado a estudiar en su génesis y en su desarrollo el movimiento literario contemporáneo. Estoy atiborrándome de literatura modernista. Al fin y al cabo este es un fenómeno literario – histórico, que no deja de ser importante y curioso. Extrañas corrientes estéticas muy complejas.

Deseo cuanto antes volver a Madrid; pero necesito que tú me ayudes. Estaba ultimando mi tesis, pero el decreto de Burrell, me ha hecho desistir de ello. ¿Se anulará o no? Entérame. Contéstame pronto. Recuerdo de todos para todos y un abrazo para ti de tu fraternal, Justo.      

A finales de abril recibió una carta de Francisco Rodríguez Marín solicitándole una suscripción personal a la revista de su gremio.

Francisco Rodríguez Marín

Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Biblioteca Nacional. Paseo de Recoletos, 20. Madrid, 25 de Abril de 1917. Sr. D. Justo García Soriano. Mi distinguido compañero: La obligación imperiosa que tenemos todos los individuos del Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos de contribuir al fomento de nuestra Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, órgano de nuestra Corporación, desde el año de 1871 hasta hoy, viene realizando tan importante misión de cultura histórica, literaria y artística de España, me lleva a invitarle a que incluya su nombre entre los suscriptores de tan prestigiosa publicación. Con este motivo queda de V. muy agradecido su afmo. amigo q l e l m. Francisco Rodríguez Marín (Rubricado).   

Justo formalizó una suscripción costeada por el archivo murciano. Y escribió a «su jefe» excusándose de no hacerlo a título personal si no era estrictamente necesario, alegando motivos económicos. También aprovechó la ocasión para pedirle la devolución de un original, no publicado, que le había enviado meses antes para dicha revista.

Ilmo. Sr. D. Francisco Rodríguez Marín. Mi respetable y querido jefe: fue en mi poder su atta. carta, que tanto me honra. Queda hecho el pago anticipado de la suscripción de este archivo, por el año corriente a nuestra Revista de «A. B. y M.». Si además juzga V. necesaria mi suscripción personal, aunque mi situación económica no es nada próspera, cuente Vd. con ello, desde luego. Si no le es útil, como supongo, mucho le agradeceré me devuelva el trabajo que le entregué en Julio pasado, para su publicación en la Revista. Queda siempre a su disposición su afmo. subordinado y muy atto. s.s.q.s.m.b.

Curiosa tarjeta postal enviada por Gustavo Morales; en la que figuraba él mismo de joven.

Madrid, 11 de Mayo de 1917. Querido sobrino: Recuerdo de Toledo en la época de mi amigo Doménico Teotucopulos. Expresiones a Eloísa y la madre y besos a los niños. Tuyo Gustavo.

Tarjeta Postal Colección Gustavo Morales. Madrid. AMO. LJGS.

Carta a Pedro Sainz enviada a través de Manuel Navarro Meseguer. Pedía para él recomendaciones (aunque luego confesó no tener interés personal; sólo había sido un compromiso contraído tontamente). Con ese nombre, en la prensa murciana de época, he localizado a un personaje que fue presidente de las juventudes republicanas de Murcia en 1918.

Murcia, 19 – V – 1917. Querido Pedro: El dador, mi amigo don Manuel Navarro, va a esa corte a examinarse del 2º curso de la Facultad de Filosofía y Letras. Como verás, es un muchacho cultito, periodista, redactor de «El Liberal» de Murcia, y aquí se dedica también a dar lecciones particulares y en colegios de 2ª Enseñanza.

Por estas circunstancias no le es posible residir en Madrid y ser alumno oficial, ni puede prepararse concienzudamente para los exámenes. Ha estado dando conmigo clases de latín sólo mes y medio, y lleva de esta asignatura una preparación improvisada, aunque creo que la suficiente para aprobar.

Tengo por el Sr. Navarro verdadero interés y te pido que hagas por él cuanto humanamente te sea posible, a fin de que pueda aprobar sus tres asignaturas: Historia Universal, Teoría de la Literatura y de las Artes y Lengua y Literatura Latinas (con s, si no se molesta Cejador). Puedes recomendarlo a don Julio y a don Andrés Ovejero, pues ya sé que te atienden mucho.

Supongo que habrás recibido el nº de Oróspeda en que publiqué el trabajo del Sr. Báncora, que me enviaste. También te escribí, contestando, largo y tendido, a tus dos últimas cartas. En cuanto quedes libre de preocupación de exámenes, que tendrás estos días críticos, quiero que me escribas también por extenso, que yo no seré ahora tan moroso en responderte. De mi vida en ésta te hablará el Sr. Navarro. Recuerdos de Eloísa, de mi mamá y los míos para ti, tus papás y Antonio y tú sabes que te quiere fraternalmente y tiene ganas de abrazarte, Justo.

Después de echar al correo mi última carta, leí en El Imparcial la reseña de la conferencia que diste en el Ateneo sobre «Lope de Vega y sus críticos». Bien comprenderás lo mucho que me alegran estas noticias, aunque sólo sea por la parte de tus triunfos que pueda corresponder a tu pro-genitor intelectual. Mi enhorabuena y… siempre adelante.

He localizado la reseña mencionada por Justo en «El Imparcial« y en otros periódicos. Pedro Sainz impartiría de nuevo esta conferencia en 1935, durante los actos con motivo del III centenario de la muerte de Lope de Vega.

El Imparcial. 3 de mayo 1917: En el Ateneo. Lope de Vega y sus críticos. En la cátedra pequeña habló muy bien de tan importante tema el Sr. D. Pedro Rodríguez Sainz, uno de los alumnos más distinguidos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central por su saber y por el fervoroso culto que las glorias patrias le merecen.

El discurso del Sr. Sainz fue muy aplaudido por la erudición y el recto sentido estético de sus juicios al comparar los estudios que del gran poeta hizo la crítica nacional y la extranjera desde la época en que Lope floreció hasta los últimos trabajos que sobre él se han publicado.

Me sigue pareciendo extraño que, transcurrida la segunda quincena de mayo, Justo siguiese sin mencionar el final de Oróspeda. Incluso en la siguiente carta que Pedro le envió, ya finalizado el mes de mayo, éste, que no había recibido todavía el último número, seguía hablando de la posibilidad de publicar un artículo en ella. Por otro lado, la obtención de seis matrículas de honor demostró que Pedro era digno sucesor de su maestro.

Madrid, 30 de Mayo de 1917. Querido Justo: Le escribo en este momento a la vez que su amigo el Sr. Navarro Meseguer. De sobra sabe V. que basta el que sea amigo suyo para que ya lo sea mío y haga yo por él todo lo que pueda. Esta mañana hemos ido juntos a casa de Cejador, pero no le hemos podido ver porque estaba en un claustro.

Este año, por haber sido sufridas las licenciaturas, han acordado todos los catedráticos suspender todo lo que puedan. A pesar de esto creo que Cejador me atenderá. También hablaré a Ovejero, que aunque es tan raro, me parece que me hará caso.

El Sr. Navarro me ha sido sumamente simpático y tengo ya por él un interés verdaderamente personal. No he recibido el número 10 de Oróspeda, en el que se publicaba lo de Báncora. Le agradezco que se lo haya publicado, porque como principiante que es, se ha de sentir orgulloso de colaborar en una revista literaria de la altura de Oróspeda.

El no haber mandado yo un artículo para su revista no obedece a las causas que V. socarronamente indica, sino a todo lo contrario. Yo, hasta la fecha, no tengo nada de literato, y mis trabajos no han sido más que simples escritos de estudiante, hechos para estudiantes y entre ellos publicados. Creo que artículos de este género no habrían de ser del agrado del público habitual de Oróspeda, revista en que predomina más la literatura productiva, que la erudita.

Se une además a esto mi eterna pereza productiva que me hace quedar mal con el mismo Bonilla, que hace más de un año me está mareando para que escriba en su revista ¡y ya ve V. que en este caso no será porque me parece poca revista para mí!

De todos modos este verano le complaceré enviándole un artículo, pero le agradecería que me indicase, si no el asunto, el corte que ha de tener. He concluido este curso mis 6 asignaturas con más suerte que nunca, pues he sacado 6 matrículas de honor, lo que me permitirá comprar más libros de los que habitualmente adquiero. Contésteme pronto y hábleme de sus proyectos, que me interesan como míos.

¿Por qué no aprovecha su estancia en esa para investigar toda esa literatura regional? V. está en condiciones mejores que nadie para hacerlo, pues me parece que los eruditos de ahí no son ninguna lumbrera y en la vida de Dios se van a ocupar de ello. Según me dice Navarro V. hace una vida tranquila y patriarcal, paseando con Justito, que está muy alto ya, y a quien tengo grandes deseos de ver. Recuerdos de todos para todos y V. reciba un fraternal abrazo de su segurísimo servidor, Pedro.

Superado el trance de la malograda revista Oróspeda, Justo no se conformó con recuperar su vida «tranquila y patriarcal» como respetado tertuliano en el Ateneo del Casino de Murcia. En ese mismo mes de mayo comenzó a escribir extensos artículos para «El Liberal»; inaugurando una interesante sección titulada «Glosario del tiempo».

Real Casino de Murcia.

El Liberal. 17 de mayo 1917: GLOSARIO DEL TIEMPO. EL PAPEL SE ACABA. En el número ya incontable de consecuencias funestas que la  «Gran Guerra» nos ha traído a los españoles, figura ahora en orden primordial la escasez de papel. Ya se sabe que, en las presentes circunstancias, escaso siempre es sinónimo de caro y de pésimo. Y es lo peor que, según parece, la penuria actual se convertirá bien pronto en carencia casi absoluta.

Los fabricantes de papel han notificado al ministro de Hacienda que es tan reducido ya el stock de primeras materias que, si no se toman medidas urgentes, de aquí a pocos meses habrán de cerrarse muchas fábricas y suspender su publicación la mayoría de los periódicos…

… Como es sabido, el papel, inventado por los chinos e introducido en España por los árabes, se comenzó a hacer de cuerdas, estopas y trapos viejos, de lino y cáñamo, reducidos a pasta. Con estas primeras materias se obtenía siempre un papel de excelente calidad por su consistencia, blancura y duración. Al aumentarse de un modo extraordinario el consumo de papel en los tiempos modernos, se han utilizado para su fabricación otras substancias vegetales, más abundantes y baratas, como la paja, el alfa y, en especial, la madera.

Con pasta de madera se fabrica hoy casi todo el papel continuo empleado por los periódicos y por la mayoría de los impresos. Esta pasta se elabora principalmente en Suecia, Noruega, Alemania y otros países del Norte donde abundan los grandes bosques y el arbolado; y de allí se trae a España. Pero la pasta de madera produce un papel de mala calidad que se vuelve pronto amarillo, áspero y quebradizo, sin condiciones de duración.

En los archivos y bibliotecas puede fácilmente observarse esta diferencia. Los papeles y libros de los siglos XVIII, XVII y XVI, y aun de los anteriores, se suelen conservar mucho mejor que otros más recientes que los del siglo pasado. El Director de la Biblioteca Nacional, el ilustre Rodríguez Marín me refería, a propósito de esto, que dos ingenieros realizaron hace poco un interesante análisis y examen microscópico de los papeles de distintas épocas que en aquel establecimiento se guardan. De su estudio dedujeron que el mejor papel y de más duración es el antiguo llamado ceutí y, en general, el de hilo.

En cambio, el papel moderno fabricado con pasta de madera se quiebra y desmorona tan fácilmente con la acción del tiempo, que se puedo asegurar que apenas podrá subsistir, aun conservado con esmero en las bibliotecas, arriba de un siglo. Es decir, que nuestro esfuerzo intelectual será más efímero y perecedero que el de nuestros antepasados. ¡Mal porvenir para los que sueñan con la gloria póstuma y trabajan por la inmortalidad! Ahora, por falta de pasta, se nos está acabando el papel.

En España sin embargo, hay muchas regiones donde se cultiva el lino y el cáñamo, y muchos campos yermos donde se pudiera cultivar estas plantas textiles, que proporcionan la mejor materia prima a la industria papelera. Pero los españoles parecemos ignorarlo, prefiriendo pagar a precios fabulosos lo que de fuera nos mandan y, en último caso, cuando esto tampoco es posible, condenarnos a dieta rigurosa. Así estamos haciendo, de otra manera, un papel excelente a la vista del mundo!

… En España tenemos muchos y eminentes médicos, numerosos y hábiles farmacéuticos, infinitos y sabios jurisconsultos, elocuentísimos y líricos oradoras, sagaces políticos, grandes literatos, inspirados poetas, geniales artistas, toreros fenomenales… Mas, en cambio, nuestra industria ¡la pobrecilla!…

¿Es qué nos faltan capitalistas emprendedores y técnicos de verdadera competencia? ¡Chi lo sa! Lo cierto es que en adelantos materiales estamos — ¡triste es tener que reconocerlo! —al nivel de los adoquines, y andamos a paso de tortuga, si no a paso de cangrejo… JUSTO GARCÍA SORIANO

En la segunda entrega trató el cambio de advocación mariana en el patronazgo de Murcia.

El Liberal. 20 de mayo 1917: GLOSARIO DEL TIEMPO. LA VIRGENCITA DE «LA ARRIXACA» Y LA HISTORIA DE MURCIA: Según el geógrafo árabe Yacut, el califa de Córdoba Abderramán II fundó la ciudad de Murcia hacia el año 825. Al parecer, el motivo fue conmemorar el sitio en que obtuvo una señalada victoria contra Abuxamaj, arráez de los yemenitas rebeldes de Todmir (Orihuela).

Además, en castigo de la inobediencia de esta ciudad, el califa ordenó a su gobernador que trasladase su residencia a Murcia, por tanto, nació ya capital de la región. Nació mora, triunfante y con suerte. La «Sultana del Segura» creció opulenta y próspera, a pesar de las revueltas y vicisitudes de aquellos tiempos. No en balde era señora de «el más bello jardín del mundo», que dijo un poeta árabe de entonces.

A mediados del siglo XII era monarca de Murcia aquel valeroso Aben Mardénix, «el Rey Lobo» (Lope Martínez) de nuestros cronistas, que bien demostraba su origen cristiano en la  protección y amistad que siempre les dispensó. A su reinado debe atribuirse el establecimiento en Murcia de un barrio mozárabe en la Puerta de Castilla (la Arrixaca), y la introducción de la religión del Crucificado, con una ermita que allí se dedicó al culto de la Virgen María, venerada en una pequeña imagen. «Y allí iban a orar genoveses, pisanos y otros de Sicilia»—según testimonia el Rey Sabio—, los cuales tenían relaciones comerciales muy frecuentes con el reino árabe de Murcia.

Tal es el origen de la Virgencita de la Arrixaca, a quien hoy se dedica solemne función religiosa en su capilla de San Andrés. Abenmardénix murió en 1172. Poco después toda la España árabe cayó bajo el poder de los almohades. Contra el poder de éstos se alzó más tarde, en 1227, el murciano Aben Hud, señor del Val de Ricote, consiguiendo pronto hacerse rey de Murcia y de casi todos los dominios de los musulmanes españoles.

Muerto Aben Hud diez años después, Murcia quedó reducida a sus antiguos limites, y aún amenazada a ser sometida al reino nazarí de Granada, que fundó el ambicioso Alhamar. Antes que verse en esta humillación, los descendientes de Abenhud prefirieron someterse al Rey de Castilla. El infante Don Alfonso entró pacíficamente en Murcia, el 2 de Abril de 1243; ¡y quién sabe la parte que en esta incruenta conquista pudo caber al influjo de la Virgencita de la Arrixaca!

En vano intentaron repetidas veces los moros destruir su iglesia y abolir su culto. Según refiere el sabio monarca en la CÁNTIGA CLXIX que dedica a aquella imagen, milagrosamente destruyó siempre las maquinaciones de los que quisieron anularla. «E POREND A EIGREIA SUA QUITA É IÁ, QUE NUNCA MAFOMETE PODER Y AUERÁ»…

Lo que Mafomete (Mahoma) ni el odio de los infieles mahometanos no pudieron, lográronlo andando los siglos celos y competencias de frailes y modas de devoción tornadiza. La Virgencita de la Arrixaca —una de las más antiguas efigies de España, de gran, mérito arqueológico— perdió su histórico patronazgo de Murcia y quedó olvidada por completo largos años entre las telarañas de un rincón… JUSTO GARCÍA SORIANO.

La tercera denunciaba el maltrato que España procuraba a sus huesos más ilustres.

El Liberal. 24 de mayo 1917: GLOSARIO DEL TIEMPO. El ÚLTIMO CHISTE. Los periódicos dan una noticia pintoresca y macabra: Los restos del gran humorista y satírico español, de don Francisco de Quevedo y Villegas, han desaparecido del ataúd que debía guardarlos como preciosas reliquias. En el riñón de la Mancha, en Villanueva de los Infantes, donde se retiró a su vejez, perseguido y triste dejó de existir el inmortal escritor alegría de las Musas, que ha hecho reír a tantas generaciones de lectores.

Allí descansaron sus cenizas dos siglos y medio. Martínez Ruiz, en su libro «Antonio Azorín», ha descrito bellamente el pueblo manchego y la casa en que murió el famoso poeta. En 1883 fue exhumado el cadáver de Quevedo, sin duda para ser trasladado al panteón de hombres ilustres. Se levantó acta de la exhumación y de la entrega de los restos, los cuales quedaron depositados provisionalmente, dentro de una caja, en la Casa Consistorial de Villanueva de los Infantes.

Han transcurrido 34 años. A una pregunta del ministro de Instrucción Pública, el alcalde de aquel pueblo declara que la caja que debía contener los restos de Quevedo, se encuentra vacía y que asimismo han desaparecido las actas de exhumación y de entrega. Tratárase de una caja de caudales y el hecho quedaba explicado sencillamente: se reduciría a uno de tantos desfalcos, que se descubren cuando el autor ya se halla embarcado para Grecia o para América. Pero en este caso ¿cabe suponer un ladrón de gloriosos zancarrones, y considerar la desaparición misteriosa como un hurto romántico de algún admirador fervoroso?

Una vez más la Huesuda ha ensayado su danza grotesca, mofándose irónicamente de las glorias humanas, y una vez más también podemos parodiar la manida epifonema de Espronceda, exclamando: «Ya ni en la paz de los sepulcros creo»… Y bien así acuden a nuestra memoria aquellas palabras que el gran satírico dejó escritas en «El sueño de las calaveras»: «al punto comenzó a moverse toda la tierra y a dar licencia a los huesos que anduviesen unos en busca de otros»…

Es terriblemente arbitrario e irrespetuoso el hado que suele regir la suerte póstuma de los grandes hombres. Recordemos los restos del Cid que, si bien ganó batallas después de muerto, según la leyenda, corrieron el siglo pasado una odisea asaz accidentada, que el invencible Campeador debió de estar muy lejos de sospechar en vida. Durante la «Guerra de la Independencia» sus restos fueron desenterrados por los franceses. El oficial Lamartillet los regaló al príncipe de Salm Dyck, y de éste pasaron al príncipe alemán Antonio de Hehenzollern, quien los guardaba como soberbio trofeo en su castillo de Sigmaringen.

Un buen día el alemán se sintió generoso y los restituyó graciosamente a nuestra patria. Consérvalos hoy el Ayuntamiento de Burgos. La calavera del insigne murciano Saavedra Fajardo sirvió durante muchos años para decorar los túmulos que se alzaban en la antigua iglesia de Recoletos de Madrid. Los huesos del autor del «Quijote» yacen, mezclados con los de otros muchos difuntos, en una fosa común del convento de trinitarias de la corte.

Hoy no nos es posible decir «En este cráneo pensó el genial Cervantes». ¡Qué de particular que le suceda otro tanto al ingeniosísimo Quevedo! Acaso tampoco logremos decir ya nunca ante sus restos, lo que Hamlet ante la calavera de su bufón Yerick: «De aquí pendían aquellos labios que tantas gracias supieron expresar… ¿Qué se hicieron tus bromas?… Anda, ve al tocador de la señora y dile que, aunque se ponga un dedo de pintura en las mejillas, en esto vendrá a parar»…

¡Y quién sabe si el donoso autor de «Los sueños», al decir en su lecho de muerte que «la música de su entierro la pagase el que la oyese», encerró en este último chiste la profecía de lo que había de ocurrir a sus restos mortales, y pensó, también como Hamlet pensó de Alejandro Magno, que, andando el tiempo, pudiera servir el polvo de su cuerpo para tapar un barril de cerveza!… JUSTO GARCÍA SORIANO.

Para entender la siguiente, es conveniente leer antes una noticia sucedida en Orihuela.

El Liberal. 3 de junio 1917: ORIHUELA. En el paraje denominado la cuesta del Oriolet, se suicidó el jueves el niño de 14 años Antonio Yagüe López disparándose dos tiros en la frente. Parece que el desgraciado suceso obedeció  a que el suicida quitó a una vecina un trozo de pan y al ser descubierto por su madre, ésta le recriminó su mala acción y tal vez los remordimientos le indujeron a tomar tan fatal resolución.

De este dramático suceso, Justo compuso un artículo sobre el suicidio y la absurda moral que condenaba la desesperación de un niño hambriento.

El Liberal. 5 de junio 1917: GLOSARIO DEL TIEMPO. LA TERRIBLE MORAL. La rara estadística del suicidio infantil se ha aumentado con un nuevo caso tan extraño como edificante. Es una prueba bien elocuente de la capacidad ética de nuestro medio social y de los extremos funestos a que puede conducirnos una Moral excesivamente rígida y severa.

Aun declarándonos inexorables moralistas, de criterio estrecho e inflexible, debemos lamentar profundamente que exagerados prejuicios morales malogren ciertos precoces temperamentos que, de otro modo, pudieran ser tal vez una legítima esperanza de la Patria. La noticia nos la ha transmitido el corresponsal de El Liberal en Orihuela.

En la ciudad vecina, el niño de catorce años Antonio Yagüe López se ha suicidado disparándose dos tiros en la frente. Para escenario de su trágico fin eligió el histórico y pintoresco sitio del Oriolet. El corresponsal refiere a continuación la causa y móviles del suceso, que son todo un poema filosófico-dramático, de gran intensidad en su misma sublime pequeñez.

¿Y cómo no conmovernos ante el tremendo conflicto psicológico que produjo el triste desenlace? Antoñico había visto discurrir su infancia en una pobre humildad, pero ingenua y dichosa. Sólo notaba con frecuencia que tenía un terrible enemigo, el único que inquietaba el sosiego de su vivir: el estómago. Muy a menudo le afligía con un voraz apetito, que era a veces hambre despiadada.

Uno de estos días, el más aciago de todos, en que le acosaba con saña su enemigo, Antoñico se halló casualmente en casa de una vecina y vio sobre una mesa un trozo de pan blanco, tierno, esponjado, que le atraía de un modo irresistible. No dudó: aprovechando un descuido de la dueña, le pareció muy factible y muy lógica coger aquel pan suavemente y saciar con él su necesidad punzante. El hurto se supo. La madre del mozuelo reprendió y afrentó a su hijo por tan vituperable acción, afeándosela con los más negros colores.

Entonces un rayo de luz iluminó, siniestro, las tenebrosidades de su conciencia, y Antoñico, que no había leído a Proudhon ni conocía por tanto la teoría que considera el robo como origen de la propiedad, vislumbró, en toda su espantable fealdad la malicia de su acto notando a la vez que le nacía otro mayor y más cruel enemigo: el remordimiento, las terribles Euménides…

Confuso y abatido maldijo mil veces a su estómago, a este inmundo recipiente donde se cuece el guiso de nuestra digestión, y se vio abominable, como el ser más depravado, indigno de la vida y de pertenecer a esta amable, perfecta y honrada sociedad humana que puebla la redondez de la Tierra… Y en expiación de su pecado, quiso desagraviarla suprimiéndose, eliminándose de ella. Desgraciadamente, el precoz suicida, que quizá aún no sabía manejar la garlopa, la lima, la brocha o la llana, supo diestramente disparar una pistola y realizar su fatal resolución.

He aquí un caso curiosísimo que brindo a los moralistas, a los sociólogos y a los teólogos. Sí; también a los teólogos… El suicidio ha sido glorificado y practicado por pensadores y artistas, escépticos, románticos o sentimentales, desde Lucrecio y Petronio, pasando por Larra, hasta Felipe Trigo, se puede formar una larga lista de suicidas ilustres. Desde Judas hasta Morral el suicidio ha sido también frecuente entre criminales adultos. Casos de niños suicidas por sentir precozmente el terrible «taedium vitae» son, dentro de su rareza, corrientes asimismo; pero los motivados por un exagerado pudor moral, como el que nos ocupa, son sin duda excepcionales en su clase.

¿No es este, por ventura, un claro y emocionante ejemplo de «lo poético en el delito», tema bellamente desarrollado por el notable penalista, mi querido amigo, el señor Ruiz-Funes? De todos modos, el infortunado niño Antonio Yagüe ha sido un pobre ingenuo, cándido hasta rebasar la tontería. Su heroica y gallarda acción no se la alabará ni Dios ni el diablo, ¿No van los suicidas al Infierno, «cum Datam, Abirom et Juda traditore»? Bien sarcásticamente se habrá reído de él Satán al recoger su alma apocada y timorata… ¡por lo que pudo quedar reducido a pecadillo venial!

¡Y pensar, en cambio, que el inexperto mozo, sin tan exagerados escrúpulos y aprovechando sus buenas cualidades, quizá hubiera podido, con el tiempo llegar a ser un rico comerciante, un opulento banquero y hombre de negocios o un político influyente, y, a la postre, lograr la salvación eterna con unas cuantas obras piadosas y un acto de oportuna contrición!… Justo GARCIA SORIANO.

Y hasta aquí llegó García Soriano en «Glosario del Tiempo». Tras estos cuatro artículos confeccionados en mayo, la sección continuó en «El Liberal» pero con otras firmas (el que más veces repitió fue Jara Carrillo utilizando el seudónimo «Plácido Rojer de Larra»). Fueron artículos más cortos y frecuentes que se mantuvieron hasta julio; quizá esperando su regreso.

La explicación a esta ausencia, al menos durante el mes de junio, la encontramos en una carta a Pedro Sainz en la que excusó su silencio por obligaciones laborales que ocuparon todo su tiempo. Con ella contestaba a la recibida en mayo, que he transcrito anteriormente, y a otra que no he podido localizar.

Murcia, 3 de Julio de 1917. Mi querido Pedro: Ayer recibí la primera y segunda entrega de tu última correspondencia; quiero decir tu carta atrasada del 30 de Mayo y la reciente del 29 de Junio. Un compás de espera de un mes casi. Dos gustos epistolares encuadernados en un solo tomo. (Perdón por el conceptismo).

Cuando recibí la primera carta que me dirigió Navarro desde Madrid, refiriéndome la cariñosa acogida que le habías hecho, pensé escribirte enseguida dándote por ello las gracias; pero en una segunda carta me decía Navarro, dos días después, que quedabas con la péñola alzada o en ristre, como Don Quijote al terminar la 1ª parte de la aventura del Vizcaíno, para escribirme a correo seguido. Yo entonces esperé tus nuevas, para de una vez contestar a todo. Sin embargo tu carta se ha hecho esperar un mes, tiempo suficiente para que se le secara, y aún palideciera la tinta.

En vista de tu tardanza, yo iba a contestarte de todos modos al saber el éxito obtenido por Navarro en los exámenes, sólo a ti debido seguramente. Pero en esto acababa de caerme en el Archivo un trabajo feroz, un buen hueso para comenzar el sesteo veraniego. Figúrate que al Sr. Subsecretario de Hacienda se le ocurrió ordenar que se le enviase a este Archivo —como de los demás de Hacienda —una relación detallada de todos los papeles y documentos inútiles que en él exista ¡en el plazo máximo de un mes!

No saben lo que mandan. Era labor para seis meses lo menos, y no ha habido más remedio, he tenido que hacerla solo en este mes de Junio—del que me acordaré toda mi vida—atropelladamente, claro es, trabajando de mañana y de tarde sin descanso, hasta los días festivos, y trayéndome trabajo a mi casa para aprovechar también las noches. Gracias a Dios, ayer entregué la maldita relación y me he quedado más extenuado que cuando terminé de hacer las oposiciones. Comprenderás que sólo esto ha sido la causa de no haberte escrito antes.

Quedo muy agradecido a lo que has hecho por Navarro, aunque debo decirte que en el éxito de este no me va interés alguno… Ha sido uno de los muchos compromisos que uno extrae en tonto. Sólo me restan cinco minutos para terminar esta carta, si quiero que salga en este correo. Y lo siento, pues quería escribirte otro pliego más. Necesito expansionarme contigo, comunicándote muchas cosas íntimas y mi estado actual de alma.

Contéstame pronto y en mi próxima procuraré compensar lo que en esta me dejo en el tintero.  Sobre todo deseo que me participes enseguida el resultado de esa tu labor bibliográfica en ciernes. Bien sabes la alegría que me causan todos tus triunfos, que, como ya te he dicho, siempre considero como míos. Mi felicitación por tus matrículas y sobresalientes, ¡compañero! …

Hazla extensiva a tus papás y con recuerdos de todos para todos, ahí va un fuerte abrazo de tu fraternal, Justo. No olvides de enterarte cuanto antes cuándo será el próximo concurso de traslado a Madrid entre los de mi cuerpo.    

Alameda de Colón. Murcia. Fototipia Thomas Barcelona.

Las disputas entre «La Verdad» y «El Liberal», periódicos católico uno, y anticlerical el otro, eran bastante frecuentes. La búsqueda y exposición pública del «lapsus calami» (error de la pluma) del competidor estaban a la orden del día. Os dejo uno de estos casos en el que participó nuestro biografiado.

El Liberal. 13 de julio 1917: Los «lapsus» de «La Verdad». Dª. Oliva no fue escritora (Nos ratificamos D. Gregorio). Anteayer publicamos un inocente suelto, en que dábamos caza a un lapsus calami (el último de la serie) escapado a La Verdad. Su redactor jefe, autor del gazapo, sin duda experimentó la mayor de las satisfacciones al saber la pieza que le habíamos cobrado.

¡Qué enormidad!— pensaría. —Esta vez sí que le ha fallado el tiro al colega. ¡Nada menos que atreverse a decir que la ilustre doña Oliva de Sabuco no fue escritora  ¡Piramidal! ¿Iban a haberme engañado a mí los libros de texto y los articulejos de periódico donde lo he leído más de una vez?…

Doña Oliva había sido considerada como escritora renacentista durante más de tres siglos; hasta que el descubrimiento de José Marco Hidalgo, registrador de la propiedad en Alcaraz, aportó pruebas sobre la posible autoría del padre (el asunto ha generado mucha literatura y sigue generando polémica).

Detrás de la corrección estaba Justo García Soriano, quien había leído el artículo «Doña Oliva no es escritora», publicado en 1903 en la revista «Archivos, Bibliotecas y Museos», donde se sacaba a la luz el testamento en el que Miguel Sabuco afirmaba haber puesto a su hija como autora por darle el nombre y la honra.

Al día siguiente, «El Liberal» hizo público el nombre del «erudito colaborador»; y el prestigio de García Soriano como investigador fue en aumento. Con estas «intervenciones» cosechaba admiradores; pero también enemigos.

El Liberal. 14 de julio 1917: Dª. Oliva de Sabuco. Queda terminada esta cuestión, que damos por discutida suficientemente. No creíamos que se opusiera réplica alguna al artículo que ayer publicamos, pero nos sorprendió grandemente ver en nuestro colega «La Verdad» un conato de resistencia a nuestras contundentes razones. Es como el que cerrara los ojos en pleno día y como no viera el sol, dijera que no existe.

Quédanos, pues, solamente felicitar a nuestro cultísimo colaborador y concienzudo erudito D. Justo García Soriano que es el autor del hermoso y documentado artículo que ayer publicamos. Decimos su nombre, porque son tantas las felicitaciones que su trabajo literario ha merecido, que nosotros, enemigos de elogios que a otros pertenecen, los recogemos para ofrecérselos a tan eximio crítico y querido compañero. Y a propósito; estando escribiendo estas líneas, llega a nuestras manos una felicitación más, que como confirmación de lo que decimos, vamos a publicar con perdón de su amable autor.

Dice así la tarjeta a que nos referimos: Reciba mi felicitación más efusiva el culto y erudito autor del artículo titulado «Dª. Oliva de Sabuco no fue escritora», documentadísimo, punzante y merecida respuesta a D. Gregorio. ¡Así se hace cultura! No damos el nombre que suscribe estas palabras, porque no estamos autorizados; pero sí es cierto que no le conocemos y es cierto también que es profesor de un centro docente: lo sabemos porque así reza en la tarjeta bajo su nombre. En resumen, que en esta Oliva, como siempre, ha tocado el hueso «La Verdad».

Antes de marcharse de vacaciones preparó un capítulo del trabajo que estaba escribiendo sobre Cascales para mostrarlo en la «Gaceta Médica de Murcia», añeja publicación mensual especializada, como su nombre indica, en Medicina y Cirugía, de la que había surgido «Polytechnicvm».

«Gaceta Médica de Murcia» y «Polytechnicvm». Archivo Municipal de Murcia.

El Liberal. 11 de agosto 1917: «Polytechnicvm». Hemos recibido el último número de esta notable revista que se publica en Murcia bajo la dirección del doctor Pérez Mateos y contiene el siguiente sumario: Fotograbados: Fotografía de la luna obtenida en la Ecuatorial del Colegio de Capuchinos de Totana. Retrato del genial dramaturgo Jacinto Benavente. Texto: Literatura. Almas de niños, J. Benavente. El licenciado Cascales y el marqués de Mondéjar, Justo García Soriano…

AMO. LJGS.

«Polytechnicvm» fue un ambicioso proyecto científico-cultural cuyas páginas abarcaban Medicina, Ciencia, Historia, Arte y Cultura General. En la dirección de la revista continuó su fundador, el famoso médico José Pérez Mateos, corresponsal de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia.

De organizar la parte literaria se encargó inicialmente Andrés Sobejano, compañero de Justo García Soriano. Por sus páginas pasaron muchos de los literatos locales que había escrito en Oróspeda. Este artículo, publicado en octubre de 1916, explicaba muy bien su transformación.

AMO. LJGS.

«Gaceta Médica de Murcia» y la revista «Polytechnicvm». El próximo sábado saldrá al público, notablemente reformada, la importante Revista mensual «Gaceta Médica de Murcia» que temporalmente había dejado de publicarse, preparando transcendentales innovaciones, y que amplía ahora su campo doctrinal y su objetivo, trayendo de la mano a la palestra literaria a la nueva Revista de Ciencias, Artes y Cultura General, intitulada «Polytechnicvm» que acompañando a aquella bajo la misma envoltura, funciona y se desarrolla separadamente, con fines exclusivos de difusión literaria y científica para que dicha acreditada publicación técnica tenga una original variedad y no sea pasto exclusivo de la ilustrada clase facultativa para que se fundó, sino que pueda ser leída y estimada por la generalidad de los doctos.

La Revista «Polytechnicvm» formaba un núcleo de redacción de lo más brillante de nuestra juventud literaria bajo la presidencia del bibliotecario y poeta, nuestro querido amigo don Andrés Sobejano, con otro lucido grupo de redactores artísticos y con un cuadro de colaboración de lo más selecto que puede hallarse en nuestra región y fuera de ella.

La parte de «Gaceta Médica» sigue dirigida por su fundador-propietario el distinguido especialista doctor don José Pérez Mateos. La parte tipográfica es esmeradísima y decoran el ejemplar algunos fotograbados y dibujos. Puede decirse sin error que es, en cuanto a la edición, de lo más elegante y acabado que puede darse en revistas de provincia…

«Polytechnicvm» aguantó varios años y Justo siguió colaborando en ella con eruditos artículos mientras permaneció en la capital del Segura.

AMO. LJGS.

En la segunda quincena de agosto salió del «horno» murciano buscando la brisa marina de Torrevieja. Veraneaba en la calle Gumersindo, barrio de «Las Puntas»; a pocos metros de donde yo estoy escribiendo actualmente esta biografía. Las noticias de su partida y la de su regreso aparecieron publicadas en «El Liberal» los días 18 de agosto y 3 de septiembre, dentro de un amplio listado informativo de selectos veraneantes murcianos, cuyo destino más frecuente era Torrevieja.

Balneario Vista Alegre. Torrevieja.

Pasado el mes de septiembre, sin noticias de Pedro en todo el verano, decidió escribirle una carta y le envió un ejemplar de «Polytechnicvm» con su artículo sobre Cascales que he compartido en tres imágenes.

Murcia, 9—X—1917. Querido Pedro: En vano me he pasado el verano esperando tu respuesta a mi última carta. Veo con pena que cada vez te acuerdas menos de mí. Lejos de vista, lejos de corazón… Yo, en cambio, te tengo muy presente en mi memoria. ¡Y siento tu nostalgia, y de nuestras antiguas charlas, bibliográficas y bibliománicas! …

Con gran extrañeza he visto que entre los alumnos premiados con el extraordinario de la Licenciatura de F. y L., no figuras tú. Esto me parece inconcebible. Explícamelo y dime tu plan de este curso. Cuéntame todos tus proyectos y tus trabajos, pues sabes que en ello tengo verdadero interés. Con este correo te mando un ejemplar de la revista Polytechnicvm, en que va inserto un capítulo de mi libro sobre Cascales. Dime tu opinión franca.

Bonilla y Ureña tenían anunciada su venida a esta ciudad para el viernes pasado. Por enfermedad de aquél la han aplazado para el próximo día 12. Vienen a hacer investigaciones sobre Jacobo Ruiz el de las Leyes, que vivió y murió aquí. Les ayudaré yo, según me han designado. Escríbeme largo y tendido. No seas gandulón. Muchos recuerdos de Eloísa, de mi mamá y míos para ti, tus papás y Antonio, y tú sabes lo mucho y lo muy fraternalmente que te quiere, Justo García Soriano.

Los catedráticos de la Universidad Central de Madrid, Adolfo Bonilla y Rafael de Ureña, llegaron a Murcia el 14 de octubre y visitaron las famosas tallas de Salzillo en la Iglesia de Jesús. También el museo provincial, donde contemplaron «numerosos objetos arqueológicos y artísticos que lo enriquecen, en especial el célebre Belén del glorioso escultor murciano».

Justo García Soriano (el séptimo por la izquierda, de pie) rodeado de amigos. AMO. LJGS.

El Liberal. 15 de octubre 1917: … Los distinguidos visitantes quedaron muy complacidos de ambas visitas, haciendo grandes elogios del tesoro artístico que poseemos y que es honra de Murcia. Banquete en el Casino. A la una fueron obsequiados en el Casino los insignes catedráticos, con un suculento almuerzo que les dedicó el prestigioso decano de este ilustre Colegio de Abogados don Emilio Díez de Revenga…

… El menú, muy bien servido por el restaurant del Casino, fue el siguiente: Entremeses. —Huevos a la suprema. —Pollos al Jerez. —Langosta a la tártara. —Espárragos, salsa bearnesa. —Solomillo a la duquesa. —Jamón al Madera. —Helado. —Crema de vainilla. —Dulce. —Tarta Reina Eugenia. —Vinos. —Rioja blanco y tinto. —Champagne. —Café y habanos. Hoy serán agasajados los señores Ureña y Bonilla con un banquete que les dedica el Claustro de la Universidad de Murcia; y en el correo de esta noche regresarán a Madrid.

El Tiempo. 16 de octubre 1917: Un banquete. El Claustro de la Universidad de Murcia obsequió ayer tarde a la una, con un banquete a los ilustres catedráticos de la Central señores Bonilla Sanmartín y Ureña. El acto se celebró en el Casino, sirviéndose el siguiente menú: Entremeses selectos. — Tortilla monglás. — Pastel de ave a la crema. — Merluza al gratín. —Beeftek con patatas glaseadas. —Tarta de fruta. Quesos. —Frutas. — Vinos: Riscal y Diamante, Moet Chandón. —Café, licores y habanos…

Obsequiados los catedráticos madrileños con dos «suculentos banquetes» ofrecidos en el Casino, Justo García Soriano asistió al primero, celebrado el día 14; y participó en la despedida que tuvo lugar en la estación del Carmen, la noche del día 15.

Estación del Carmen. Murcia.

De revista en revista, Justo fue también autor del texto de presentación de otra publicación quincenal de vida breve. «Murcia Gráfica» contaba con el mismo número de hojas, la misma periodicidad y parecidos colaboradores que Oróspeda; pero duró todavía menos.

El Liberal. 3 de Noviembre 1917: Nuevo periódico. Con el título de «Murcia Gráfica» ha comenzado a publicarse en nuestra capital una importante revista, editada al estilo de las grandes publicaciones. Inserta un interesante sumario, avalorado por las prestigiosas firmas de escritores como los señores García Soriano, Jara Carrillo, Frutos Baeza, Pérez Zúñiga, Ortega Munilla y otros de reconocido mérito. También publica importantes fotografiados de actualidad local y regional. Dicha revista, que aparecerá quincenalmente, está artísticamente editada en magnífico papel couché y consta de 24 páginas. De todas veras deseamos al nuevo colega el mayor éxito en su empresa.

En enero, ya desaparecida «temporalmente», dejaron en prensa la siguiente explicación: «Quisimos hacer una revista gráfica primorosamente editada y sumamente amena, que pudiese alternar dignamente con las de su clase y hasta conseguirlo no saldrá al público nuestro proyecto».

El Penal de Cartagena y «Levante Agrario».

En la famosa huelga general de 1917, el comité de dirección formado por destacados socialistas fue apresado mientras se reunía en Madrid. A través de un consejo de guerra los condenaron a treinta años de reclusión. Largo Caballero, Julián Besteiro, Daniel Anguiano y Andrés Saborit entraron en prisión.

El 20 de Octubre, tras haber recibido numerosas visitas y apoyos del mundo de la cultura y de la política, los dirigentes socialistas fueron trasladados al penal de Cartagena; y allí siguieron las visitas, adhesiones y telegramas. Uno de esos visitantes fue nuestro biografiado acompañado de un grupo de amigos.

El Liberal. 31 de octubre 1917: CARTAGENA. Visitas y adhesiones al Comité de  huelga. El último domingo estuvieron también a visitar a los señores del Comité de la huelga, el director de El Liberal señor Jara Carrillo, el catedrático del Instituto y la Universidad don Marcos Martín de la Calle, don Justo García Soriano, don Vicente Mateos, don Vicente García Muñoz y el director de Levante Agrario señor López Almagro. Además una nutrida comisión de partido reformista, presidida por el señor Pérez Lozano.

Narrando esta visita al Penal de Cartagena escribió un artículo firmado como «Juan Oriol». Salió publicado en «Levante Agrario», revista semanal creada en 1915. Por su extensión he suprimido algunos párrafos en la transcripción.

Levante agrario. 17 de noviembre 1917: Romería Sentimental. En el Penal de Cartagena. Varios amigos periodistas hemos efectuado una excursión sentimental, una romería de idealismo a la vecina ciudad de Cartagena. Férvidos de admiración y filantropía, allá fuimos a visitar en un presidio a cuatro románticos Quijotes, generosos caballeros del ideal, a quienes las Leyes inexorables condenaron con rigidez, automática, a perder de por vida el mayor bien del hombre.

Precedió una cita en un café. Y en una mañana fresca, de remusgo otoñal, una tartana gualda y cascabelera nos llevó desde la bajada del Puente a la estación de ferrocarril. Poco después el tren se deslizaba por entre el verdor ubérrimo y riente de la huerta murciana… Unas sierras hoscas, coronadas de bastiones y castillos, iban cerrando el horizonte. ¡Cartagena! Y el tren, tras de silbar fatigoso, se detuvo por fin ante los amplios muelles y andenes de la estación.

Saltaba y trepidaba el cochecillo sobre los adoquines de las calles y, entre el campanilleo que ritmaba el trote del caballejo, estallaba con frecuencia la voz y el látigo del auriga. Al cronista, que no veía Cartagena hacía muchos años, se le ofreció un espectáculo nuevo, sorprendente…Nos apeamos del vehículo ante la terrosa y lúgubre fachada del Penal. A su puerta flameaban las bayonetas y los vivos rojos de los centinelas. Penetramos…

Por un teléfono se nos avisó que ya podíamos visitar a los Sres. Besteiro, Anguiano, Largo Caballero y Saborit. Era tal la afluencia de particulares y de comisiones que iban a saludarles, que obligaba a guardar turno. En la planta baja de un pequeño pabellón, ocupado antes por las familias de algunos empleados del Penal, se hallaban instalados, lejos de los demás reclusos, los generosos paladines de la causa obrera. A través de las rejas que dan al patio, se ven ya sus modestas camas de hierro, unas perchas y unas mesas con libros y papeles.

Está franca la puerta. Dentro hablan de pie, las cabezas descubiertas, los cuatro ilustres presos con algunos amigos. Al vernos acuden cariñosos, sonrientes a nosotros y nos abrazan con efusión. Los visitantes nos sentimos invadir por una emoción honda, indescriptible. Allí, al lado nuestro, dándonos las manos, hablándonos, se hallan los cuatro hombres que constituyen la actualidad política española más noble y palpitante, cuatro apóstoles y cuatro mártires de un ideal— ¡los nuevos «cuatro santos» de Cartagena!—Serán más o menos utópicas sus ideas, que eso puede discutirse; pero ¿quién negará que son hermosas y redentoras?

Ante nuestros ojos se subliman sus figuras atrayentes, porque están ungidos y aureolados por un bello ideal de regeneración y altruismo. Sí, allí está a nuestro lado el ilustre Julián Besteiro, el sabio catedrático, cuya inteligencia de vuelo aquilino y su gran corazón revélanse en el fuego de sus ojos, en la bondadosa sonrisa que retoza en sus labios y en toda la prestancia y nobleza de su continente prócer. Sí, allí está con nosotros Daniel Anguiano, el de la mirada dulce y profunda a través de los cristales de sus gafas, que habla con la ecuanimidad, el seguro convencimiento y la unción de un místico, de un iluminado por la Eterna Verdad.

Largo Caballero, Julián Besteiro, Daniel Anguiano y Andrés Saborit en Cartagena.

Sí, allí están también Largo Caballero, que sonríe siempre con amable ironía, y Saborit, con todo el encanto sugestivo de su juventud ingenua y optimista, como la de un nuevo Discípulo Amado. Sí, allí están los cuatro, sonrientes, afables, corteses, expresándose con afectuosa llaneza, en términos de gran comedimiento y cariño para todos, amigos y adversarios, sin exaltaciones, sin radicalismos, sin fogosidades ni estridencias…

Llegó la hora de la despedida. Las manos se estrecharon fuertemente y los ojos querían humedecerse por la emoción renovada, más honda y subyugadora en este supremo instante. Salimos. Alguien dijo: ¿Y estas son las cuatro «terribles fieras» a quienes la justicia humana se ha creído en el caso de tener que recluir para siempre? Otro expresó su enorme decepción. Creyó que iba a ver a cuatro obreros toscos y truculentos, de atroz catadura y fieros ademanes; y se encontró con cuatro señoritos bien hablados, de modales finos, con sus trajes de presidio cortados a la última moda parisién…

Regresábamos a la estación, y por las calles soleadas bullía la multitud dominguera. Las «gentes bien» y los satisfechos burgueses facilitaban sus digestiones regodeándose en el paseo. Lucían las galas de los días festivos y se saludaban ceremoniosos, litúrgicos al cruzarse. Y entonces pensamos en los abnegados Quijotes que allá quedaban en el Penal, pagando sus redentoras y temerarias rebeldías, y en estos buenos Sanchos, prácticos y prudentes, para quienes lo más importante del mundo es una excelente digestión… JUAN ORIOL.

En su número de primeros de diciembre, García Soriano volvió al semanario «Levante Agrario» para denunciar la galopante inflación y la escasez de productos básicos derivada de la especulación y las exportaciones a consecuencia de la Primera Guerra Mundial.

Levante Agrario, 1 de diciembre de 1917: Apuntes de un cronista. El invierno llega. El invierno, con sus barbas canas, con su mirada hosca, con toda su horrible catadura, ha hecho ya su solemne aparición. El cierzo otoñal desnudó de sus galas a la vega; el paisaje se ha ensombrecido; las nubes tristes, obscuras, torvas, son como rozagantes crespones, fúnebres, sobre la alegría marchita de los cielos…

Y las lluvias han caído, en ruidosa catarata a ratos, en persistente y menudo cernido después, encharcando la tierra y dando escolta al frío, huésped y verdugo de los míseros que ven sus hogares sin fuego y sin pan sus despensas. El invierno llega, y con él el problema del hambre, crónico en España, se agudiza y se agrava.

Las subsistencias prosiguen en una carestía y en un ascenso de precio cada vez mayores y más vertiginosos. Y lo más desesperante es que el enfermo está casi desahuciado, se muere a chorros, y el remedio, reclamado ya con una urgencia extrema, lejos de lograrse parece cada día más difícil y remoto. En Julio, cuando el estío doraba los campos inmensos cubiertos de mieses, las rubias espigas se doblaban reventando de granazón, y fueron para todos como una bendición divina y como una consoladora esperanza de hartura.

La cosecha fue copiosa, los trojes y graneros rebosaron anunciando un invierno abastado y abundante. Y sin embargo… Ya lo veis: el pan está dejando de ser ya un artículo de primera necesidad para convertirse pronto en manjar de lujo, sólo posible a los privilegiados del dinero. Porque hay en esto una mixtificación que indigna, un paliativo sarcástico, un fraude criminal que no podemos suponer se cometa con la anuencia de las autoridades.

Los precios aparentemente no han subido mucho; pero, en cambio, se merma escandalosamente el peso, y es inútil que el consumidor reclame se le complete la pieza con la añadidura obligada. El tahonero, olímpico, despectivo, se encoge de hombros y opone una negativa rotunda a la legítima demanda del que compra dando sus dineros cabales.

Y el escándalo que está ocurriendo en la venta del pan, se repite, corregido y aumentado, en la del carbón, con el agravante de que éste además ha alcanzado un precio fabuloso. El cuento infantil del carbón que se convertía en oro, está realizándose actualmente en España para los acaparadores de tan indispensable combustible.

El invierno llega. El hambre extiende, amenazante, su descarnada garra. El pueblo, resignado, famélico, se roe los codos en la eterna espera de un día mejor que nunca amanece. Y mientras, los impúdicos histriones del retablo político y la comparsería de egoístas, que oculta tras la cortina mueve los muñecos, siguen representando la bonita, flamante y entretenida farsa titulada por mal nombre «La renovación y… llenando las alforjas». JUAN ORIOL.

Rufino Gea, que estaba organizando un certamen homenaje a Loazes en Orihuela, le envió una carta del patriarca sobre la fundación del colegio de predicadores; documento que Justo necesitaba para preparar un trabajo que pretendía presentar en dicho certamen. También le pidió que lo divulgase a través de su influencia en «El Liberal».

Copia carta de Loazes. AMO. LJGS.

7 Diciembre 1917. Sr. Justo García Soriano. Mi estimado amigo: Adjunta la carta de Loazes sobre fundación del Colegio que le ruego me devuelva después de utilizada. También remito las cuartillas que he encontrado de un prólogo. Creo que las que faltan se imprimieron en el primer cuaderno que tendrá V. Yo no pude recogerlos de la imprenta porque en aquellos días ocurrió mi catástrofe de la vista.

Le envío ejemplares de la hoja referente al Homenaje a Loazes: vea si puede publicar El Liberal el programa del certamen. No tengo ni tiempo para rascarme, pues el viaje a Madrid me ha echado sobre mis débiles hombros una serie de trabajos urgentes que me tiene aburrido. Las entregas de la Historia de Gisbert se están cercando pues al morir la viuda se ha hecho un revoltijo con sus papeles. Nuestro obispo está contento de nuestro proyecto y le presta una valiosísima cooperación.

Dígale al amigo Báguenas que hice presente al Sr. Ruiz Valarino el viva de la carta a D. Vicente y guardó muy complacido. De la germanía tiene un bosquejo hartamente malo en el apéndice del engendro dramático Los Nietos de la Armengola. No lo deje V. de la mano por que haga el trabajo en Orihuela en el siglo XVI (16). Me parece que la biografía va a quedar desierta, no encuentro quien quiera acometer una obra. Es lástima que V. no pueda hacerlo. A mandar cuanto guste a su amigo. R. Gea.

Repitió la segunda semana de diciembre en «Levante Agrario» y, aunque firmaba sus crónicas como «Juan Oriol», esa vez se permitió resucitar al crítico y mordaz «Kandal» para contar una divertida historia con moraleja tras más de una década sin haber usado ese seudónimo. Con estas publicaciones nuestro biografiado demostró que seguía siendo un periodista de raza; un eficaz crítico contra en sistema.

AMO. LJGS.

Levante Agrario, 8 de diciembre de 1917: ¡Callad, que estoy escondido!… Parábola de actualidad. «El ministro de la Guerra, invocando al patriotismo, previene a la prensa de que se abstenga de publicar noticias referentes a las Juntas y actitudes de las clases de tropa; porque tales noticias pueden relajar la disciplina militar». Varios periódicos.

En un pueblo próximo a éste había un ciego de nacimiento, conocido de sus convecinos entre los que gozaba de gran popularidad, por el remoquete de «tío Palomo». El tío Palomo era hombre adinerado y muy enamoradizo. Como su ceguera y sus riquezas le permitían vivir en la holganza, ésta le indujo a echárselas de tenorio. Osado y terco, diole por hacer el amor a una mujer casada, guapa y frescota, llamada Pepa.  

Pepa, que era virtuosa y muy fiel a su marido, cansada ya del insistente asedio con que el ciego venía poniendo a prueba su virtud, quiso desahuciarlo para siempre dándole un castigo ejemplar, digno de las narraciones de Bocaccio. Fingió acceder por fin a los requerimientos del tío Palomo, y una noche, aprovechando la ausencia del marido, citó al conquistador para que después de cenar viniera a su casa. No hay que decir que el tío Palomo acudió puntualmente a la cita.

Pepa le hizo pasar dentro, y manifestándose alegre, le entretuvo con una charla muy cariñosa, salpicada de amorosos arrullos. Al poco rato, cuando entusiasmado el tío Palomo había llegado ya al rojo brillante e incandescente y quería pasar de las palabras a las obras, la ladina de Pepa fingió alarmarse mucho y haciendo creer al ciego que inesperadamente había llegado en aquel instante su marido y que, iba a cogerlos «infraganti», como no se escondiera en el acto en el corral, que era el sitio más oculto y seguro de la casa.

El tío Palomo temió por su vida, y aunque la noche era fría, accedió a refugiarse en el escondite gallináceo. Pero la casa de Pepa no tenía corral y sí sólo una puerta postigo que daba a una de las plazas más céntricas del pueblo. La astuta mujer abrió el postigo, hizo salir por él al ciego galanteador y le puso de patitas en el arroyo, al tiempo que le decía:

—Estate ahí quietecito, sin mover ruido, hasta que yo te avise. Y cerró la puerta con llave y cerrojo. El tío Palomo, creyendo estar escondido en el corral, pasó la noche titiritando de frío en la calle, junto al postigo de Pepa. Al amanecer pasaron por allí varios mozos del pueblo, de buen humor, unos que se retiraban de haber ido de ronda y otros que marchaban al trabajo.

Al descubrir al ciego haciendo de estatua en hora y sitio tan extraño, todos decían a voces tomándolo a broma: —Mirad al tío Palomo. ¿Qué se le habrá perdido a estas horas junto al postigo de Pepa?… Y el ciego, colérico les increpaba a media voz: — ¡Chist! Callad, callad, demonios; no descubrirme, que estoy escondido. — ¿Escondido en la plaza del pueblo?… le contestaron. Y las carcajadas de la gente despertaron a los vecinos que aún dormían.

MORALEJA —Como el tío Palomo de la parábola, ciertos elementos se han colocado, por su propia actuación, en medio de la plaza pública; y desde ella increpan a la Prensa, que los ha visto y jalea: — ¡Callad, indiscretos, que estamos escondidos!… KANDAL.      

En respuesta a la petición que le había hecho Rufino Gea, consiguió que «El Liberal» publicase completo el programa del Certamen de Loazes y las bases del concurso.

El Liberal. 12 de diciembre de 1917: HOMENAJE A LOAZES. Orihuela, nuestra ciudad hermana, se apresta a conmemorar solemnemente, el día 3 de Marzo del año próximo, el séptimo quincuagenario de la muerte de su hijo ilustre don Fernando de Loazes. Fue este esclarecido oriolano Arzobispo de Valencia y Patriarca de Antioquía y una de las figuras más descollantes y prestigiosas del foro, de la política y del pensamiento español del siglo XVI.

Escribió notables obras de Teología y Derecho. Fundó el monumental Colegio de Santo Domingo y antigua Universidad literaria de Orihuela, y a su influjo se debió la creación de aquella diócesis. Orihuela debía aún este póstumo homenaje de gratitud a un varón ilustre, que tantas pruebas de amor dio a su patria chica. Los pueblos, al honrar a sus hijos preclaros, se honran a sí mismos y dan a la vez una alta prueba de civismo y cultura. El Sr. Obispo de Orihuela es el Presidente honorario de la Comisión organizadora del homenaje.

Todas las personas que además la forman son garantía segura de gran éxito. Proyéctanse varios festejos, entre ellos unas solemnes Honras fúnebres en el Colegio de Santo Domingo, en las que será orador el Muy Ilustre Señor Deán de Murcia don Julio López Maymón; un Torneo Escolar, en los claustros del citado Colegio, y un Certamen literario, cuyo programa publicamos a continuación.

Temas en Prosa. 1. D. Fernando de Loazes. —Estudio biográfico y bibliográfico. Extensión aproximada: cien cuartillas escritas por el anverso. 2. El Colegio de Predicadores y la Universidad de Orihuela. —Monografía histórico descriptiva, de la misma extensión que el estudio anterior. 3. Orihuela en el siglo XVI.— Monografía histórica de una extensión aproximada de cincuenta cuartillas.

Temas en verso. 4. El amor a la Patria. —Estrofas con libertad de metro. 5. Felipe II y D. Fernando de Loazes. —Diálogo en relación con el acuerdo de las Cortes de Monzón en 1563 (cuyo brazo eclesiástico presidió D. Fernando de Loazes) referente a la separación de Orihuela del Obispado de Cartagena, dotándola de Obispo propio. 6. Loazes y Orihuela. Estrofas con libertad de metro.  7. Himno a Orihuela. —Este tema tendrá dos premios, uno para la letra y otro para la música.

Condiciones. 1. Los premios a los temas, que se procurará estén en relación con la importancia de éstos, se anunciarán oportunamente, como así mismo los nombres de las personas que han de constituir el Jurado Calificador.  2. Los trabajos se remitirán al Secretario de la comisión organizadora, precisamente antes del 21 de Febrero próximo. 3. El concursante pondrá un lema a la cabeza del tema que desarrolle, cuyo lema constará también en sobre cerrado que será abierto, si obtiene los honores del triunfo, en la fiesta que se celebrará con dicho objeto, leyéndose en ella las composiciones en verso premiadas.

Al final de esta fiesta se cantará el Himno a Orihuela y a fin de que pueda hacerse su estudio oportunamente, los autores remitirán sus trabajos en la forma indicada, antes del día primero de Febrero. 4. La Comisión organizadora se reserva el derecho de imprimir los trabajos premiados, y en este caso regalará a los autores el número de ejemplares que se acuerde. Orihuela 6 de Diciembre de 1917. —Mariano Olmos, presidente; Rufino Gea y José Clavarana, vicepresidentes; Luis Maseres y Manuel Carrió, vocales; Manuel Ferris, tesorero; y Pedro Pourtau, secretario.

En cuanto a «Levante Agrario», el semanario se estaba preparando para convertirse en diario; y le ofrecieron trabajo fijo como redactor jefe. De esto hablaremos en la próxima entrega.

Diario de Alicante. 19 de diciembre de 1917: Se anuncia en Murcia la aparición de un nuevo diario órgano de la Federación Agrícola de Levante; dicho periódico se titulará «Levante Agrario».  

Por último quiero citar su colaboración en un libro de poemas de Leopoldo Ayuso. Se titulaba «Bellezas Levantinas» y estaba compuesta por «40 Retratos. 40 Poesías». Prologado por Jacinto Benavente, el intermezzo era de García Soriano y el epílogo de Jara Carrillo. Su parte la publicó «El Liberal» y he transcrito dos párrafos del principio y dos del final.

Bellezas Levantinas. Leopoldo Ayuso. 1917.

El Liberal. 27 de diciembre 1917: BELLEZAS LEVANTINAS. Del libro que con este título ha publicado el joven poeta don Leopoldo Ayuso, tomamos el siguiente valioso trabajo literario:

INTERMEZZO. Ha sonado largo tiempo, con melodía arrobadora, la lira del poeta. Su voz va rimando férvidos himnos en loanza de las más bellas mujeres levantinas. A sus acentos inspirados, como mágico conjuro, han ido surgiendo y desfilando ante nuestra fantasía, deslumbrantes siluetas femeniles, sobre un fondo de edénico paisaje, entre destellos irisados de aurora y al ritmo solemne de una marcha triunfal.

Arrullados por los dulces acordes, hemos evocado nuestros más brillantes ensueños y nos hemos creído transportados en éxtasis a un paraíso alcoránico… El joven poeta hace ahora una pausa, un breve descanso, para cobrar nuevo aliento y proseguir después. Y, entre tanto, esta prosa, árida y discorde, ha de apagar con su estridencia los ecos musicales que, como estela melódica, aún regalan nuestros oídos. ¡Pobre prosista que ha de intercalar sus toscos renglones entre los orientes de estas finas perlas que va ensartando el cantor! …

… Si es cierto que por lo general los poetas exageran y mienten demasiado, como observó Nietzsche, en este caso, quizás único, deja de cumplirse tal observación. Muy cortas se quedan aún, con ser largas, las alabanzas que contienen los sonetos de Ayuso, ante la excelsitud de esas bellezas fotograbadas sobre ellos. De cualquier modo esta demostración gráfica, puesta a la vista del lector, no dejaría mentir al poeta.

¡Delicia de ojos, de oídos y de almas! Volved la hoja y seguid recreándoos en la contemplación de esos rostros hechiceros y de esos cantos embriagantes, que incitan al amor. El poeta reanuda ya su melodía. Escuchad… JUSTO GARCIA SORIANO.

A finales de diciembre, un «maldito e inoportuno enfriamento» adquirido, según sus propias palabras en el Archivo de la Catedral mientras seguía el rastro de Jácome Ruiz por encargo de Adolfo Bonilla, le impidió pasar las pascuas en Madrid, como en un principio había proyectado. Año tras año las navidades caían sobre él y su familia como pesadas losas…

Nueva sede de la Universidad de Murcia. Instalada en el edificio destinado a una escuela graduada, junto a la Iglesia del Carmen en el año 1917. Postal de época.

Continuará

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.

Justo García Soriano. 18. 1916/2.

Mi destino y la nostalgia romántica de la tierra me trajeron a esta región. Aquí, con más sosiego, he vuelto a laborar con ahínco. Fundé la malograda revista Oróspeda (1916-1917), he colaborado y redactado en los periódicos de Murcia; he trabajado y huroneado en los archivos…   Justo García Soriano. «Noticia crítica y autobiográfica».

Postal Catedral de Murcia.

Murcia, julio de 1916.

El Liberal. 1 de julio de 1916: Clavelones. En un fino jarrón de fina arcilla/ príncipe en el vergel de mis balcones/ una mata creció de clavelones/ que, a todo el que la ha visto, maravilla. /Se ha coronado ya con la amarilla/ diadema de sus áureos botones…

En cuidarlos cifré mis ilusiones / para verlos morir en tu mantilla.  /Cuando, el día de toros, en tu pecho/ hallen, felices, perfumado lecho/ he de besarlos con pasión suprema; / y después que los tires marchitados, /conservaré sus pétalos ajados/ de mis amores como santo emblema. Justo García Soriano.

Comenzamos la segunda parte del año 1916 con un poema de Justo García Soriano publicado en «El Liberal». Y con la transcripción del borrador de una carta que envió a Rafael Rogel después de años de silencio entre ellos. No le puso fecha; pero por la respuesta, debió hacerlo durante el mes de junio.

Sr. Director de «El Liberal». Sr. D. Rafael Rogel Rech. Alicante. Muy señor mío: Perdone Vd. la libertad que me tomo en dirigirle esta carta, sin tener la seguridad de conocerle. Yo tuve en Orihuela, hace años, un amigo íntimo, entrañable, casi un hermano del que no se nada hace mucho tiempo y se llamaba lo mismo que Vd.

Al tener noticia de que residía en Alicante un D. Rafael Rogel Rech, he llegado a sospechar con cierta íntima complacencia, que no será sólo una coincidencia de nombres sin identidad de personas, es decir que pudiera ser Vd. el mismo que yo conocí, al que tanto quise y aún recuerdo con cariño. Sentiría que fuera Vd. otro muy distinto.

Le ruego a Vd. se digne contestarme y sacarme de dudas; lo que le agradeceré muy de verás; y cualquiera sea su respuesta, se complace en ofrecerle su amistad su atto. s. s. Justo García Soriano. C/Sociedad, 19.

Por desgracia, no he podido localizar la primera respuesta de Rogel (ni si quiera sabemos si Justo la recibió). La que escribió semanas después sí se conservó y fue muy de su estilo.

Instalado en Alicante, donde había alcanzado prestigio como periodista, utilizó papel con el membrete de una famosa cervecería de la calle Mayor (en Orihuela utilizaba cuartillas y sobres del Café Europeo, propiedad de su hermano Juan). En ella aseguraba haber dado «noticias de su persona» en una carta anterior; y se quejaba por la tardanza de Justo en contestar.

AMO. LJGS.

Alicante, 17 de Julio de 1916. Querido Justo: Contestando a una carta tuya, te escribí hace más de quince días otra que, aparte las noticias que te daba de mi persona, te recordaba algunas de aquellas lejanas andanzas nuestras ¡ay! pasadas para no volver…

¡Las cosas que se llevan los años! Todo: hasta mi pelo, aquel pelo de mi corona que se me fue, yo no sé por dónde, pero que definitivamente se me fue. Algo, no obstante, queda de aquello: queda perenne, como el primer día de su nacimiento, la amistad leal y el afecto sincero hacia el que fue y al que siempre tuve como mi amigo mejor. Eso, como en mi carta anterior te decía, jamás lo he olvidado: el tiempo no ha sido bastante para destruirlo.

Pero, vamos a lo importante. Te escribí hace muchos días y no creo que de aquí a Murcia haya podido perderse la carta. ¿Qué te sucede pues? Te confieso que siento una ansiedad loca por tener noticias tuyas, y mucho más por  verte. No quiero ser tan latoso como en mi primera, no sea ello la causa de tu atraso. Te abraza tu verdadero amigo. Rafael Rogel.

En julio aprovechó las vacaciones de verano para viajar a Madrid con la familia; una visita que se alargó dos semanas. Tenemos en prensa las fechas de salida y de regreso. A su vuelta había cambiado de domicilio trasladándose a la Calle de la Merced número 24. De este nuevo alquiler no he encontrado el contrato.

El Liberal. 12 de julio de 1916: Viajeros. Ha salido para Madrid, acompañado de su distinguida esposa, nuestro querido amigo y colaborador, el ilustrado archivero de esta Delegación de Hacienda, don Justo García Soriano.

El Liberal. 26 de julio de 1916: Alicante al día. Con su distinguida señora y monísimos hijos ha llegado de Madrid a esta capital nuestro entrañable amigo y antiguo compañero en la prensa el actual jefe del archivo provincial de Hacienda en esa capital don Justo García Soriano.

El Liberal. 28 de julio de 1916: Esta tarde regresará a Murcia con su distinguida familia nuestro excelente amigo y compañero Justo García Soriano.

Tras haber pasado los preceptivos doce años (seis en permanente y seis en la reserva) desde su excepción en el remplazo de 1904, recibió la licencia absoluta del servicio militar.

AMO. LJGS.

En agosto envió una carta a Pedro Sainz; a pesar de haberle anunciado su inminente viaje a Santander.

Murcia, 9 de Agosto de 1916. Querido Pedro. Cuando pensaba escribirte, dándote cuenta de mi llegada a esta y de mi nuevo domicilio, llega a mis manos tu carta de anteayer, en que me anuncias tu próximo viaje a la capital montañesa. Me dices que no te escriba ahora pues te marchas un día de estos; pero yo, aun temiendo que no recibas a tiempo esta carta, te desobedezco, tal es el deseo que tengo de comunicarte algunas impresiones.

Regresé de esa Corte sin poder despedirme de R. Marín; por lo tanto ignoró si publicará o no mi artículo. Allá lo veremos. Sigo la pista en este Archivo Municipal a la carta de Lemos sobre Lamberto, y aún no he tenido la suerte de dar con ella. Y es una lástima, pues no sé por qué me da el corazón que debe contener algo muy interesante.

Leo estos días con gran ansiedad y ya con bastante decepción, los artículos acerca de Cervantes que está publicando en El Imparcial Atanasio Rivero. Me parece un puro camelo y una fantasía de verano. Por cierto que no he podido comprar aquí más que lo ejemplares que publican los dos primeros artículos, pues aquí es imposible encontrar el periódico.

Así que te agradecería, si esta carta llega a tiempo, que me mandes los restantes. Dame también tu opinión sobre el estupendo descubrimiento de ese malabarismo de letras y anagramas.

Hago una pausa en la carta para comentar que, durante ese mes de agosto, «El Imparcial» publicó una serie de artículos sensacionalistas con títulos tan llamativos como: «Descubrimiento sensacional. El secreto de Cervantes», «El secreto de Cervantes. Descorriendo el velo», «El secreto de Cervantes. Quién fue Avellaneda», «Las Memorias de Cervantes, ¡Juro decir verdad!», «El secreto de Cervantes. Párrafos descifrados del falso Quijote. Invectivas de Avellaneda», etc…

El autor, Atanasio Rivera, aseguraba haber descubierto una especie de juego de anagramas que ocultaban mensajes secretos en el texto de Avellaneda. Fue tal el revuelo, que llegó a publicar un libro titulado «Memorias maravillosas de Cervantes. El crimen de Avellaneda». Pero como bien dijo Justo, todo fue un enorme «camelo» que Francisco Rodríguez Marín y otros notables cervantistas, se encargaron de desmontar.

Te agradezco tu mediación con Bonilla, para que me publique un artículo en la Revista Crítica. Desde luego que preparé con este objeto una breve biografía de Damián Saluzio del Poyo, que será bastante completa, pues la semana pasada tuve la suerte de tropezar con su testamento y otros documentos relativos a aquel dramaturgo, todos inéditos y muy curiosos para conocer su vida, ignorada y embrollada por nuestros eruditos.

Lo poco que de ella se ha escrito, lo de la Barrera es falso por completo. Le suponen cura y fue sin embargo, casado dos veces por la Iglesia y una, por lo menos, por detrás de la idem. Ya verás. Es una biografía edificante y pintoresca.

La historia está por hacer, como es sabido, porque la verdad del pasado sigue sepultada en el polvo de los Archivos. En torno mío, en este instante y sobre esta mesa en que te escribo, tengo varios montones de mamotretos y legajos amarillos y carcomidos.

De todos ellos se exhala, junto con su olor a vejez y a moho, un exquisito aroma a espiritualidad de las cosas que fueron. Las noticias curiosas y desconocidas, saltan por todas partes. Que la goces en la biblioteca del coloso y que espigues mucho en sus campos póstumos, te desea tu fraternal, Justo G. Soriano. Escríbeme pronto y a menudo. Recibí la «Revista». Va bien.- En breve publicará «El Liberal» de Murcia un artículo mío sobre «La Jitanilla» de Cervantes. Mi nuevo domicilio = Merced, 24, Pral.

Justo pretendía que le publicasen una biografía de Saluzio del Poyo en la «Revista Crítica Hispano-Americana», editada por Adolfo Bonilla y San Martín, erudito profesor de Derecho y de Filosofía, con el que Pedro había viajado a Santander.

Revista Crítica Hispano-Americana. Julio de 1916. Publicada por Adolfo Bonilla y San Martín.

Y aquí tenemos el mencionado artículo de «La Gitanilla»

El Liberal. 21 de agosto de 1916: Los Poetas de la Ciudad. Notas a un pasaje de «La Gitanilla» de Cervantes. A D. Pedro Jara Carrillo. Esta bella ciudad de Murcia, reina del más encantador y ubérrimo vergel de España, produjo en todos los tiempos, además de magníficas flores y frutas, y otras cosas notables, hermosas mujeres e inspiradísimos poetas, como espléndidas floraciones, a su vez, de un exuberante jardín amoroso y espiritual.

Si no fue murciana precisamente, fue casi murciana o, por lo menos, digna de serlo, aquella linda Gitanilla apócrifa, tesoro de gracias e imán de voluntades, que constituye la mejor creación femenina de nuestro más famoso y genial escritor.

La simpática figura de «Preciosa», en la que han visto algunos reminiscencias de la juglaresa «Tarsiana del Libro de Apolonio», fue trasuntada más tarde, mudado aquel nombre en el de Esmeralda, por otro gran novelista y poeta, por Víctor Hugo en su Notre-Dame, cosa que también había hecho ya Weber en su conocida ópera.

Y así quedó definitivamente consagrada e incorporada a la Literatura y aun al Arte universales como tipo selecto y tema eterno de belleza. Todos conocéis y recordáis la historia de la donairosa Gitanilla y de qué extraño modo vino a encontrar en Murcia, a vuelta de peligrosas aventuras, a sus perdidos padres, que eran el Corregidor de esta ciudad D. Fernando de Acevedo, caballero del hábito de Calatrava, y doña Guiomar de Meneses.

Quedó con este restituida a su natural calidad y alcurnia, y pudo entonces legalizar sus honestos amores con D. Juan de Cárcame, caballero santiaguista, verificándose en Murcia sus desposorios con gran magnificencia y pompa. Acaeció éste allá por los años 1609 ó 1610.

Y termina el ilustre Cide Hamete Beneugeli diciendo: «los poetas de la ciudad, que hay algunos, y muy buenos, tomaron a cargo celebrar el extraño caso, juntamente con la sin igual belleza de la Gitanilla. Y de tal manera escribió el licenciado Pazo, que en sus versos durará la fama de la «Preciosa» mientras los siglos duraren».

Publicado en dos entregas, me ha parecido demasiado extenso y farragoso para transcribirlo entero. A partir de aquí, García Soriano se preguntó ¿Quiénes podían ser estos poetas de la ciudad a que alude Cervantes, es decir, los poetas murcianos que florecían en los primeros años del siglo XVII?

Situó la publicación en el tiempo y ofreció una lista de nombres con breves reseñas, utilizando las noticias del licenciado Cascales en sus «Tablas Poéticas», escritas y publicadas concretamente a principios del siglo XVII. «Quiero poner aquí —dice Cascales en su citada obra—ejemplo de los Poetas que Murcia y Cartagena hoy tienen». Y los fue mencionando por este orden:

El Licenciado Juan Martínez Mínguez; Don Miguel Maineta; El Doctor Don Salvador León y Castañón; El Licenciado Pedro Ferrer; El Beneficiado Cepeda; El Beneficiado Martín Hidalgo; El Licenciado Alonso Tineo; El Licenciado Alonso Cano de Urreta, sacerdote; El Doctor Leandro Corvera. Hasta aquí los poetas citados por Cascales. Justo García Soriano (Continuará).

En la segunda parte del trabajo, publicada al día siguiente, continuó con la lista de autores murcianos. Como ya he dicho, todos los nombres iban acompañados de una reseña de mayor o menor tamaño. La más extensa fue la de Damián Saluzio del Foro, personaje del que, como comentó en la carta a Pedro, había escrito una biografía tras descubrir su testamento y otros documentos reveladores.

El Liberal. 22 de agosto de 1916: Los Poetas de la Ciudad. Notas a un pasaje de «La Gitanilla» de Cervantes. A D. Pedro Jara Carrillo. (Conclusión). Don Ginés de Rocamora; Don Nicolás Bienvengud; El Licenciado Bartolomé Ferrer, sacerdote; El Licenciado Francisco Cascales; Andrés de Claramonte y Corroy; Ginés Pérez de Mita; Gaspar García Ortiz; Damián Saluzio del Foro.

Transcribo las de Francisco Cascales y Gaspar García por la importancia de estos dos personajes en obras posteriores escritas por nuestro biografiado; me refiero a «El humanista Francisco Cascales: su vida y sus obras: estudio biográfico, bibliográfico y crítico» (1924); y a «La Reconquista de Orihuela. La leyenda y su historia. Aportaciones al estudio de nuestras leyendas medievales». (1934).

El Licenciado Francisco Cáscales. (¿1559?- 1642). —«Reparad en el milagro mayor que goza toda España—escribe Polo de Medina—y que envidian otras Naciones, nuevo Aristóteles y primer Horacio. Díganlo las Tablas que escribió, alábanle los Discursos Históricos, y Nobleza de Murcia, tan admirados del mundo: acredite estos encarecimientos las Cartas Philelógicas, que tiene con tanta erudición escritas, que todas harán inmortal el nombre del Licenciado Francisco de Cascales, de quien os referiré un Soneto, digno de sus prudentes canas, no os lo diré por escogido entre todos, sino por estar más cerca de mi memoria».

Gaspar García Ortiz u Oriolano, por haber nacido en Orihuela; pero residió con frecuencia en Murcia, a la que dedicó su poema histórico «La Murgetana» (1608), primer libro impreso que trata de la historia de esta ciudad. Para que se vea la galanura de la musa de Gaspar García, transcribiremos una de sus octavas, prosopografía de la reina de Almanzora:

«Era formada de la nieve pura/ del claro cielo de las azules venas/ de la encarnada rosa la hermosura/ ambas mexillas de su ornato llenas; / Y pudo el oro por su gran ventura/ igualar al gentil cabello apenas; / dos estrellas por ojos, grandes, zarcos/ y él las cejas le puso Amor dos arcos. (Canto V, 57).

García Soriano finalizó el extenso artículo con el siguiente párrafo:

«Mas sea de ello» lo que quiera, yo he cumplido ya mi designio, consistente tan sólo en hacer breve reseña de «los poetas de la ciudad» de Murcia, a ciencia cierta conocidos, y que, en aquellas calendas, pudieron «tomar a cargo celebrar el extraño caso de la hermosa Gitanilla». Justo García Soriano.

El borrador de la siguiente carta estaba destinado a Francisco Rodríguez Marín. Destacado Cervantista, fue Jefe Superior del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, Director de la Biblioteca Nacional de Madrid, Presidente honorario del Patronato Menéndez Pelayo, Director del CSIC, Director de la Real Academia de la Lengua, miembro de la Real Academia de la Historia.…

Sr. D. Francisco Rodríguez Marín. Muy respetable señor mío, querido y admirado jefe: Perdóneme la libertad que me tomo en molestar su atención. Mucho sentí no poder despedirme de Vd. cuando regresé de esa Corte. Hube de venirme, además, sin saber si el Inventario de la librería del cura de la Mancha merecía los honores de la publicación en la Revista de Archivos, y si podía contar con una carta prólogo de Vd. para mi trabajo «Francisco Cascales, Gaspar García y Ginés Pérez de Hita».

Francisco Rodríguez Marín (1855-1943).

Como nota al librito «Luz del alma»; del cura de El Bonillo, he visto que pudiera ponerse además la obra de Fray Felipe de Meneses «Luz del alma cristiana contra la ceguedad e ignorancia». He tenido ahora la suerte de tropezar con el testamento de Damián Saluzio del Poyo y algunos otros documentos referentes a este poeta, todos inéditos y desconocidos. ¿Interesarían a los lectores de la Revista?

Remito a Vd. adjuntas dos hojas de «El Liberal» de Murcia, en que va inserto un articulejo mío, de los varios que he escrito para entretener los ocios veraniegos. Quizá pueda interesarle algo. Le cito a Vd. y, cómo no, ¡al intentar pisar terreno cervantino! … ¡Perdóneme la osadía muy propia de mi ignorancia!

Aún no he logrado dar con la carta de Lemos al Concejo murciano, pidiendo el voto en favor del aragonés Lamberto; pero creo que le sigo la pista muy de cerca. Me parece que siempre tendrá alguna curiosidad. En las tertulias de esta ciudad, como en el resto de España, se ha comentado mucho estos días las estupendas y descomunales revelaciones hechas en El Imparcial por ese maravilloso señor Rivera. ¡La casta de los Benjumeas no se extingue! Queda siempre a sus órdenes, oficial y particularmente, su muy reconocido y afmo. s. s. q. s. m. b.

Ya he dicho que Pedro pasó el verano en Santander; «el tesoro libresco que legó el Creso», era la biblioteca de Don Marcelino Menéndez y Pelayo.

Murcia, 24 Agosto 1916. Querido Pedro: En mi poder la carta que me has escrito cabe el Cantábrico, en la noble tierra santanderina. Supongo que aún continúas y ahí te dirijo esta respuesta.  Te supongo a estas horas disfrutando del tesoro libresco que legó el Creso de nuestra erudición, en la eficaz y grata compañía de don Adolfo; sí que también gozando del refrigerante aliento y del buen humor (vulgo, agua) de Neptuno. ¡Sean gratas a tus posaderas sus rizadas ondas!

Biblioteca Marcelino Menéndez Pelayo. Santander.

No dirás que no va la carta culterana y cursi. ¡Mal año para nuestros novísimos gongorinos! Mudemos de registro. Agradezco la colaboración que sigues brindándome en la Revista de Bonilla; y confío que no quedará en sólo promesa y buena voluntad. Siempre he tenido tus triunfos por míos y me creo con derecho a una décima del botín. ¡No en balde debí pasar las horas y los años de charla docente ante el encerado de la galería de tu casa!

El artículo biográfico acerca de Saluzio del Poyo ya está hilvanado y de prueba, pero sin frunses como los de Gomis. Sólo necesito comprobar algunas citas que aquí no puedo por carencia de libros. Por ejemplo: saber literalmente lo que de Poyo dice Antonio Navarro en su Catálogo de los mejores poetas cómicos del siglo XVII, y Rojas Villandrando en su Loa de la Comedia (¿Viaje entretenido?). Conozco esas referencias por La Barrera (en su catálogo…).

Espero que regreses a Madrid, o desde ahí mismo, si puedes, para que me envíes copia de dichos textos. Y enseguida te enviaré mi ensayo biográfico para que me lo introduzcas en la Revista Crítica. ¿Cuento con ello? En este mismo correo te mando a esa los ejemplares de «El Liberal» de Murcia, en que va inserto un articulejo mío cervantino-murciano: «Los poetas de la ciudad. Notas a un pasaje de la «Gitanilla» de Cervantes». Creo que te agradará. Espero tu opinión.

Buen número de los elementos intelectuales de esta ciudad quieren publicar una revista seria, de cosas levantinas, y me han brindado su dirección. Ya veremos. Yo deseo producir aquí un pequeño renacimiento literario y creo que lo conseguiré. Si la revista no se malogra, cuento con tu colaboración. Ve pensando algo murcianesco o levantino, que interese. Deseo que pronto me contestes y me cuentes muchas cosas.

Le he enviado mi artículo de «El Liberal» a R. Marín, y le he escrito a la vez. No sé si se molestará conmigo por osar impugnarle. Estos consagrados suelen ser muy vidriosos y se creen indiscutibles e inviolables. Te envía un abrazo fraternal, Justo.    

El domingo 10 de septiembre salió el número extraordinario que «El Liberal» dedicaba a las fiestas de Murcia. Y contó con la pluma de Justo García Soriano.

El Liberal. 10 de septiembre de 1916

El Liberal. 10 de septiembre de 1916: Lo que va de ayer a hoy (1625-1916) (Divagaciones Histórico-Filosóficas). Murcia, «la Sultana», «la perla del Segura», que dijo Arnao y han repetido otros, se despereza indolente de su larga siesta estival y celebra jubilosa su feria consuetudinaria. Modesto es, a fe, el programa de festejos que, tras zozobras y dilaciones, nos ha brindado el presente año su Excelentísimo Ayuntamiento. ¡Dios nos libre de incurrir en el vulgar achaque de censurar las iniciativas edilescas!

En son oficioso de disculpa, diz que sus recursos económicos no permiten floriture. Ciertamente que no son los tiempos que corremos los más idóneos y propicios para fiestas. A las mismas puertas de casa, como quien dice, se está desarrollando ese trágico y gigante duelo a muerte entre quince naciones en guerra, cosa que nunca vieron los siglos. Y cuenta que las salpicaduras y perniciosos efectos de tan terrible conflagración pronto se dejaron sentir en la ciudad alegre y confiada.

¡Plegue a Dios que no pase de salpicaduras! Pero, ¿esto había de preocuparnos y aguarnos la fiesta? ¿No somos, por ventura, los españoles, los mismos que acudimos, jocundos e indiferentes, a las plazas de toros aquel triste y memorable día del desastre de Cavite? ¡Allá penas y fatídicos recuerdos impertinentes!

A despecho de esta adusta, fúnebre y desoladora filosofía que nos infunden las circunstancias, los pueblos como los individuos, que no renuncian a vivir, no pueden ni deben prescindir de honestos solaces, tan provechosos y necesarios al espíritu como al cuerpo. El llanto tedioso ha de ir entremezclado, en contraste agridulce, con la risa; elixir vigorizador y saludable; que tal exige la vida. Y siempre fue la postura más gallarda y filosófica la del gladiador que afrontaba, con rostro risueño la muerte y con la impasible serenidad con que Sócrates bebiera la cicuta.

¡Suene, pues, el regocijante cascabeleo de Arlequín, agite su encintada marota el simbólico Momo, hienda los espacios el cohete detonante, vibren los alegres acordes de las músicas, y, sobre todo, puedan las bellas murcianas lucir sus encantos, en el circo taurino bajo el dosel de la espumosa mantilla y la lluvia de oro y topacios del Sol vesperal, y en las noches azules de verbena a las luminarias del paseo, hechas hadas seductoras que incitan al Amor, pasión divina, única fuerza que vence a la Huesuda!…

Así como quiera, para todo se halla precedentes en este pícaro mundo. Y si no, ahí tenemos a la Historia, que nos henchirá las medidas con solo una escudillada. Érase el año de gracia de 1628. De él refieren las crónicas que la miseria y otras calamidades azotaban a España, siendo la región murciana una de las más afligidas. El hambre hacía grandes estragos en Murcia. La penuria de cereales era extrema y alarmante.

Para librar de la inanición a numerosas familias, el caritativo obispo Fr. Antonio Trejo dio cuanto tenía, manteniendo diariamente de su peculio a más de mil quinientos pobres. La situación del erario municipal no era más halagüeña. El Concejo de la ciudad seis veces coronada (aún no lo era siete) venía entrampado de tiempos atrás. Desde el año 1577 tenía empeñados todos sus propios y rentas por 23.200 ducados, que hubo de tomar a censo del logrero Tribunal de la Inquisición. El Pósito se hallaba exhausto y el Municipio solicitó, para remediarlo, un nuevo préstamo de 20.000 ducados.

Por si esto fuera poco, la Corona Real era cada día más insaciable en sus demandas de dinero, que necesitaba para sus despilfarros, para las interminables guerras exteriores y para engrosar la bolsa de sus privados y ministriles. Precisamente aquel año de 1628 realizó un agio escandaloso, reduciendo la moneda de vellón a la mitad de su valor, de modo que el que creía tener ocho maravedís, en adelante sólo poseía cuatro. En fin, el cuadro sombrío de nuestra dacadencia. ¡Todo un capricho de Goya!

La Magdalena no estaba, ciertamente, para tafetanes, ni el horno para bollos; pero los señores Murcia (como solían llamarse los munícipes de esta ciudad) hubieron de pensar filosóficamente que «a mal tiempo, buena cara» y acordaron celebrar, a pesar de todo, los festejos anuales y «que la fiesta de toros sea el día 18 del mes de Agosto, y que haya colación para la fiesta». (Cabildo de 1º de Julio).

Hubo, sin embargo, el inevitable agua-fiestas y maese-reparos, un prudente regidor, don Diego Avilés, que osó oponerse al acuerdo, diciendo «que atento al trabajoso estado criada en que esta ciudad y todo su Reyno se halla, así por las generales necesidades de estos Reynos, como la particular de esta ciudad y su Reyno, por la grande esterilidad de trigo, que su parecer es que por este año no se hagan fiestas de toros ni otras artes.

El dinero que en ellas se hubiere de gastar, se convierta en pagar muchas deudas questa ciudad tiene, ques muy grande cargo de conciencia que no se paguen.» Fueron desatendidos el parecer y los escrúpulos de conciencia de don Diego Avilés, naturalmente. Los comisarios de festejos se apresuraron a a enviar a Juan de Falces a tierras de Castilla para que adquiriera los toros necesarios, unos moruchos jarameños. Falces realizó pronto su cometido.

En el acta capitular del 12 de Agosto, se lee: —«Híçose relaçion de una escriptura otorgada por Ju° de Falces Ategui, administrador general de las Salinas de Murcia, en nombre desta Ciudad y Juan Izquierdo, vecino de la de Alcaraz, ante Alonso Galdón, escriuano en ella, a cinco días deste presente mes de Agosto, de hauer vendido al dicho Juan Izquierdo y Bartolomé Rodríguez y otros, para las fiestas desta Ciudad, onçe toros, en la forma allí contenida, y la Ciudad la aprouó».

Las fiestas hubieron de ser aplazadas hasta el lunes 11 de Septiembre, en que se verificó, por fin. Consintieron en el obligado juego de cañas, y, principalmente, en dos corridas de toros, que ya entonces, como ahora, constituían el número más importante y atrayente de todo programa de festejos; que no sin apropiada exactitud se le ha llamado, por antonomasia, la fiesta nacional.

Pues bien; aquellas fiestas, un poco inoportunas, hechas a contrapelo y con el veto del concienzudo y austero D. Diego de Avilés, fueron más solemnes que otras, por lo menos tuvieron la fortuna de que un elegante poeta de la tierra las cantara en un lindo poema, que tituló: «Discursos a las reales fiestas, que la muy noble y muy leal ciudad de Murcia hizo en 11 y 12 de Septiembre de 1623». Este curioso librito, a que aludí ha poco en estas mismas columnas, es una de las más interesantes y selectas páginas de los anales taurinos de antaño.

Su autor, el poeta cartagenero Diego Beltrán Hidalgo, nos da curiosas y pintorescas noticias del modo de celebrarse entonces las fiestas (no se las llamaba corridas) de toros. Procuraremos extractar, en términos sucintos, lo más culminante de su relato. Habilitábase en aquel tiempo, para circo taurino, una de las más amplias plazas de la ciudad, generalmente la del Arenal, a la bajada del Puente viejo, o la del Mercado, hoy de Santo Domingo, que se hallaba extramuros.

(Nota al pie: Hasta el año 1742 no comenzó a edificarse la plaza de Camacho, con el designio de que sirviera para este género de espectáculos. En 1º de Septiembre de 1769 se efectuó en ella la primera corrida. Allí vinieron celebrándose hasta que se construyó el circo de San  Agustín en 1846, y éste fue más tarde reemplazado por el actual, que se inauguró como es sabido, en Septiembre de 1887).

Vista del puente sobre el Segura. Jean Laurent. Murcia. 1863

En esta última se celebró las corridas a que venimos refiriéndonos y que describe Beltrán Hidalgo. Engalanábase las fachadas de los edificios con colgaduras, gallardetes, follaje y flores. En un lado se construía artísticas gradas revestidas de brocados y tapices, que ocupaban hermosas damas con rico atavío; y «en el lugar más alto y sumptuoso, eminente dosel majestuoso», es decir, lo que ahora llamamos el palco presidencial, desde donde presenciaban el festejo las autoridades, con el consabido escudito ciudadano entre «gruesos blandones de nevada cera».

Al amanecer del primer día de corrida, se hacía públicamente «el vistoso encierro» de los toros, prólogo obligado del festejo. Presenciaba el acto numerosa concurrencia «en andamios, ventanas y balcones», —abundando el bello sexo. Para facilitar el enchiqueramiento, los toros iban acompañados de vacas, en vez de los mansos o cabestros que ahora suele emplearse. Y a este propósito escribe el poeta: «Entran con canto engaño/Entre las hembras a probar su daño:/ Que desta misma suerte/Llevan las damas al peligro y muerte/ A sus simples amantes/Con lisonjas y burlas semejantes».

En los encierros solía ocurrir pintorescos lances y sensibles desgracias de improvisados, intempestivos y temerarios lidiadores. En realidad, todos eran improvisados entonces, pues el torero profesional no existió hasta más de un siglo después de esta fecha. Llegó la tarde. La plaza del Mercado, «ancha siempre», era «agora estrecha», «que su breve distrito de gente incluye un número infinito». «Ligeros coches» conducían al lugar de la fiesta elegantes damas, para el poeta «serafines» que llevaban «en negros velos, portátiles los cielos».

Las ventanas rebosaban también mujeres hermosas, que «eclipsaban» el Sol. Ocuparon las autoridades su asiento. Y poco después cundió el rumor de que se suspendía la fiesta, pues «esta noble Ciudad no quiso—mostrar su cuerpo dividido en piezas,— cual monstruo desigual con dos cabezas». Quiso decir nuestro gongorino poeta que surgió un cisma concejil, por baladí y ridícula etiqueta seguramente, que estuvo a punto de dar al traste con la fiesta; que ya en aquellas calendas, igual que ahora, rara vez reinaba buena armonía, sin vanidades ni celillos, entre los individuos de tales corporaciones oficiales.

«El fuerte inconveniente se compuso»; y al punto, «al son de clarines y atabalas… un toril de su preñado vientre aborta un toro». Suenan voces y silbos, que le encienden en furor: «Y un bosque espeso, en breve/ Sobre él con furias de garrochas llueve. /Gallardo se sacude y las despide. / Y con planta veloz la plaza mide, / Y a un joven que le injuria/ Feroz embiste con airada furia». Le alcanza, al fin, y le hace «probar sus cuernos y esmaltar la arena».

«Huyen los más valientes corredores, como banda de perdices». Convertido ya el toro en «erizo», con las garrochas que cubren su cuerpo, sale de una «voraz tinaja», que hay casi oculta en medio de la plaza, «un hombre sin espada y sin rodela» y le arroja una garrocha. El toro le persigue; pero el joven se oculta de nuevo en la tinaja, burlando a la fiera. Torna a salir, le arroja otra garrocha y vuelva a esconderse.

«Y el toro vengativo,/ Con mil brincos lozanos, / Haciendo cuernos de sus fuertes manos,/ Con duros golpes se le pone encima,/ Y allí le hiere, oprime y le lastima». El mozo—un precursor de Charlot y Llapisera,— escarmentado, «no quiso hacer después la misma prueba». Un valentón, falto de esperanza de poderse escapar, se tiende y finge muerto. El toro le huele y le deja. Otro mozo cita al animal con el sombrero y le da un quiebro, dejándoselo pendiente del asta.

En esto, «un clarín, pronóstico, le advierte—los últimos presagios de su muerte»; y, al punto, relumbraron mil espadas, que le acometen por todas partes, y uno le desjarreta. El fiero y noble animal, no pudiendo resistir a tantos enemigos, que le acosan, «de sangre, espadas y rigor cubierto», con la piel «por mil partes y puertas dividida», «En ondas de coral vertió la vida». «Cadáver y remolco, cuatro mulas lo sacaron del golfo de la gente».

Y en esta forma sigue describiendo el poeta la lidia de los demás toros. Al día siguiente se corrieron otros, que fueron rejoneados por los caballeros murcianos don Gregorio Saurín, don Antonio Prieto y don Diego Valibrera. Después se celebró el juego de cañas, en que lucieron su gentileza y bizarría los más principales donceles de Murcia, simulando escaramuzas belicosas. Y con ello terminaron las fiestas y el poema de Diego Beltrán Hidalgo, quien en la historia de nuestros revisteros taurinos debe ocupar uno de los primeros lugares, como digno antecesor de Sobaquillo, de Don Modesto, de El Barquero y de nuestro Pica-pica.

Tales fueron las famosas y reales fiestas que la muy noble y muy leal ciudad de Murcia hizo en 11 y 12 de Septiembre de 1628. Compare el curioso lector aquellos tiempos con estos y verá que, en tres siglos, han variado bien poca cosa nuestras costumbres y diversiones, y que no hay gran diferencia en lo que va de ayer a hoy. Justo García Soriano.

Tuvo que esperar a la segunda quincena de septiembre para recibir nueva carta de Pedro Sainz; ya de vuelta en Madrid.

Madrid 13-septiembre 916. Querido Justo: Le chocará mi silencio, pero este tiene una fácil explicación y es que estando todavía en Santander se me perdió la carta donde me daba V. sus señas y como no me acordaba de memoria, pues he esperado a estar en esta para enterarme y escribirle.

Ya le estoy copiando lo de Rojas que está en el viaje entretenido, e iré mañana o pasado a la B. N. para ver el otro libro citado por La Barrera. También habla, aun cuando no dice nada nuevo, de Saluzio del Poyo, el conde de Schack (¿?) en su conocida obra que creo podrá V. proporcionarse fácilmente ahí, si quiere V. leerlo. Contésteme pronto a esta por si se le ocurre alguna otra cosa mandárselo todo a la vez.

La publicación de su artículo en la Revista de Bonilla es cosa completamente segura, pues ya lo sabe él y lo aguarda con gran curiosidad porque Saluzio ya le había interesado particularmente, y además porque ahora está trabajando sobre la historia de nuestro teatro. Además de todo lo que va dicho, tiene esta otro objeto ¿Ha recibido V. los números de Agosto de Filosofía y Letras? Creo que sí, y que habrá V. leído el precioso trabajo de Bonilla completamente inédito que hemos publicado.

Hemos organizado una pequeña serie de bombos periodísticos sobre nuestra Revista y contábamos con V. para que le adjudicase uno (anónimo o como le convenga más) en el Parlamentario; el número se presta porque se puede hablar de Bonilla y por carambola alabar nuestra Revista. Si no tiene V. inconveniente en hacerlo, confío en que pondrá un poquitín de diligencia en ello mandándoselo V. ya directamente al Parlamentario y procurando salga lo antes posible.

En Santander me he hecho muy amigo de Bonilla, al que únicamente tratándole de cerca se aprecia en todo lo que vale, no solo por su erudición inmensa y buen criterio, sino por su afabilidad y modestia, que es verdaderamente incomprensible por lo sincera. Cuando fui a la biblioteca M. y P. estaban de mudanza sus 47.000 vols. pues iban a reformar el edificio para hacer allí mismo el monumento. La colección de bibliografías del coloso es estupenda; allí he visto y he disfrutado durante un mes el Hurter que no hay en la B. Nal.

Artigás es cultísimo y muy simpático, sabe latín y alemán divinamente y el griego y otros idiomas los domina bastante bien. Me he hecho muy amigo suyo pues él también estudia con preferencia los humanistas. ¡Cómo le envidio (con la envidia noble de Cervantes) la estupenda colección de libros de humanistas y de bibliografías que va a disfrutar! En medio de todo está bien empleada, pues dudo que anden por entre los intelectuales de por acá gente que valga lo que él.

Si algún verano puede V. ir a Santander no deje de hacerlo, pues la visita a la biblioteca es un semillero de enseñanzas, porque es sorprender los misteriosos instrumentos, el yunque ignorado, donde se forjaron aquellas estupendas obras en donde, aparte de lo que puso la providencia engendrando la inteligencia de su autor, hay que admirar el cúmulo de materiales que en ellas se emplearon. La biblioteca de M. y P. parece una de esas armaduras de guerrero legendario que está esperando por los siglos de los siglos el paladín que ha de volver a poderla llevar y creo que un solo hombre sin ayuda de índices, como él, se habría de perder en aquel mare magnum de libros y folletos.

Allí está todo reunidito para estudiar no solo literatura española, sino también todo el pasado cultural español. He leído allí mucho, mucho (todo lo que he podido) y estoy satisfecho de este verano que me ha orientado en muchas cosas y me ha hecho ganar, creo que para siempre, la amistad de un hombre tan sabio y tan bueno como Bonilla. Creo que éste irá a principios de curso a Murcia a ver un códice, entonces le conocerá V. y me dará la razón. Ya le daré detalles de este viaje. (Ya le hablaré de su revista levantina en mi próxima).

Contésteme pronto. Escriba el bombo (si no tiene inconveniente en darle) lo antes que pueda. Recuerdos de mi familia y míos para todos V. V. y V. reciba un fraternal abrazo de su mejor amigo Pedro Sainz y Rodríguez (rubricado). En mi próxima le hablaré de sus artículos del Liberal que me gustaron mucho.

En la carta anterior, Pedro citó a dos personajes de siglo XIX, Cayetano Alberto de la Barrera, biógrafo y cervantista; y Adolf Friedrich von Schack, arabista e hispanista alemán, conocido como conde de Schack.

En cuanto a Artigás, que tanto le impresionó, era Miguel Artigás Ferrando, el director de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander en 1916. Acabó sustituyendo al anteriormente citado, Francisco Rodríguez Marín, en la dirección de la Biblioteca Nacional.

El «rebusco» de Damián Saluzio tuvo que esperar a la edición de su propia revista para ver la luz. Salió publicado en febrero de 1917, en Oróspeda; pero no adelantemos acontecimientos…

Complaciendo el encargo de Pedro, se decidió a escribir a su amigo Antón (dorándole la píldora) para que insertase un «artículo reclamo» en «El Parlamentario» publicitando la revista «Filosofía y Letras».

Septiembre. Sr. D. Luis Antón del Olmet. Querido Luis: A poco de hacer mi traslado y de instalarme en esta ciudad, allá por Marzo o Abril último, te escribí ofreciéndote mi casa. No tuve respuesta tuya, y como la carta la dirigí a la calle del Tutor, sospecho que por esta causa no la recibirías quizá. A fines de Julio estuve en Madrid, y fui, como era natural, a la redacción de «El Parlamentario»; pero no tuve la suerte de hallarte ninguna vez.

La última vez que estuve vi a La Riva y a Marcial: me dijeron que estabas en Segovia de veraneo. Como supongo ya habrás regresado a esa Corte, te escribo estas líneas para que sepas de mí y que no te olvido. Aquí estoy mejor que en Albacete, es mucho mejor población, más barata y más animada. Es como mi tierra. Colaboro en la prensa local y he sido muy acogido por los numerosos elementos intelectuales que aquí hay.

Pero como puedes figurarte, me acuerdo mucho de Madrid y no renuncio a volver pronto a él. «El Parlamentario» dejaron de enviármelo, sin que sepa por qué. Y lo siento mucho, porque lo quiero como cosa mía, y leyéndolo y colaborando en él, parece que nuestra antigua amistad y mi adhesión a ti, resurge y se estrecha más.

Aquí interrumpió el boceto de la carta para esbozar el «bombo» que había prometido a Pedro; un artículo a la mayor gloria de su revista universitaria.

 «Filosofía y Letras». A nuestra casa de esta vieja y tranquila ciudad donde residimos, suele el cartero traer con frecuencia cartas e impresos que vienen de la Corte. Entre sus hojas parece venir encerrado un hábito intenso de febrilidad de la vida tumultuosa de la gran urbe. Rompemos los sobres y las fajas con curiosidad impaciente, y al correr de la lectura, entre los renglones, se agolpan y pasan esfumándose, visiones y recuerdos.

A veces interrumpimos, distraídos y nostálgicos la lectura, y nuestra mirada interior se pierde largo tiempo en la inconsciente contemplación de una sugestiva lontananza espiritual. Mientras tanto, de la alta torre que, como pétreo vigía se yerga severa sobre esta capital provinciana, descienden, lentas y solemnes, unas campanadas sonoras. A la vez suben de la calle en discorde contrapunto, estrépito de espuelas y balidos de cabras, y el chirriante rodar de una carreta.

Y por detrás de los tejadillos y terrados fronteros, álzanse gentilmente unas palmeras que recortan los arcos triunfales de sus penachos y sus racimos de oro sobre el azul nítido del cielo. Sobre la carpeta de nuestra mesa de trabajo hay varios ejemplares de una revista, que ha traído hoy el cartero. En la portada, sobre un ático renancista o frontón partido del que penden unas guirnaldas y un medallón circular con el retrato de Luis Vives —sobrio y elegante dibujo de Valera—campea el título: Filosofía y Letras. Una simpática revista que publican mensualmente los alumnos de esta facultad y de la de Derecho.

Su presentación irreprochable, su confección y esmero tipográfico, y, sobre todo, la seriedad de su texto parece desmentirlo. Hasta ahora han solido ser estas publicaciones hechas por jóvenes escolares, cascabeleros e ingenuos periodiquitos en los que balbucea la inexperiencia moza de unos joviales artículos y unos versos amatorios, llenos de pueriles pretensiones y de imitadoras remembranzas.

Filosofía y Letras rompe esta tradición y nos destruye ese perjuicio; y sólo porque lo dice podemos saber que está redactada por alumnos universitarios. Tal es la madurez y la sólida erudición que brilla en los trabajos, que contiene. No son estos triviales escarceos o frívolas disquisiciones sobre asuntos ya muy conocidos, sino verdaderos estudios doctrinales y breves monografías en las que siempre se aporta gran cantidad de originales observaciones y nuevos y flamantes datos.                      

(Prosigue la carta) Se agradecería, por tanto, que ordenes me lo manden, aunque sea como suscriptor. Por mi parte te prometo mandarte con frecuencia artículos y crónicas que puedan interesar algo. Hoy comienzo enviándote ese articulejo que me han pedido algunos madrileños. Es de justicia y «El Parlamentario» no perderá nada con atraerse las simpatías de los escolares, así que espero me lo publiques enseguida.

Nada debo decirte de que aquí, como en todas partes, me tienes siempre esperando tus órdenes. Ve de qué modo puedo serte útil en esta ciudad, y ordénamelo enseguida. Tu ahijado Tomasito Luis está hecho ya un barbián. Ya balbucea el nombre de su padrino. Recibe afectuosos saludos de mi familia y un abrazo de tu buen amigo Justo.    

Puente de los Peligros. Murcia.

Una vez cumplida la petición de Pedro, le escribió una nueva carta.

Murcia, 29-Septiembre-1916. Querido Pedro: Leí con gusto las noticias que me dabas en tu última, es especial las de tu viaje a Santander y visita a la Biblioteca de Menéndez y Pelayo.  Y vamos a otra cosa, que es el objetivo principal de esta carta.

En efecto recibí seis ejemplares del nº de Agosto de vuestra revista Filosofía y Letras. No hay para qué decir que me ha gistado mucho el trabajo de Bonilla sobre Las ideas estéticas de Cervantes. En cuanto me desocupé un poco de varias tareas que traigo entre manos escribí el artículo reclamo de la Revista, que me pedías para El Parlamentario. Me esmeré lo que pude, salió el bombo resonante, literario y sugestivo. Creo que será de tu gusto.

Enseguida se lo mandé a Antón del Olmet con una carta en la que le pedía la pronta inserción del artículo en el periódico. Esto fue hace seis u ocho días. «El Parlamentario» no me lo mandan desde que estoy en Murcia. A mí se me olvidó poner en mi carta a Olmet mis señas domiciliarias. Por esto, sin duda, no me ha contestado ni enviado el periódico; pero yo supongo que tendrá en su poder mi artículo, si es que no lo ha publicado ya.

Para salir de dudas yo quisiera que tú le hicieras una visita en mi nombre, y le preguntaras si recibió mi artículo y si lo va a publicar. Date a conocer y dile que eres tú el Director de la Revista. No perderás nada con ello. A su efecto, te incluyo una tarjeta mía, que puede servirte de presentación. Deseo que esto lo hagas pronto y me notifiques el resultado, pues tengo impaciencia por conocerlo. Conservo el borrador de mi artículo. Después de publicado ahí, puede reproducirlo «El Liberal», de Murcia, si te parece bien.

Estoy deseando que me envíes las citas acerca de Poyo, que te pedí; puesto que hasta que no las reciba no puedo ultimar mi ensayo biográfico para la Revista Crítica. También quisiera que vieras la edición de Adolf Schaeffer de «Ocho comedias desconocidas de Guillén de Castro», del Licenciado Damián Salustio del Poyo, de Luis Vélez de Guevara, etc., Leipzig, F. A. Brockhaus, 1887; y me dijeras qué comedias contiene de Poyo y, si puedes leerlas, su argumento en pocas palabras y alguna nota crítica o copia de algunos versos.

Si fuera posible encontrar algún ejemplar tanto mejor; me dices su precio. Me acuerdo que en estos días se estará celebrando esa maravillosa exposición libresca de las famosas ferias de Madrid y su Pacífico. Este sugestivo y atrayente recuerdo me produce la gran nostalgia que te puedes imaginar. ¡Quién pudiera hallarse ahí revolviendo montones callejeros y barracones-bibliotecas!…  

Nuevo Mundo. Septiembre de 1916. «La Feria de los Libros» en Madrid.

Si encuentras algo que pueda convenirme y puedes adquirirlo o avisarme con urgencia, hazlo por los manes de Antonio Agustín y de Paquico Cascales. Sobre todo deseo una ed. de las Partidas, y de todos nuestros antiguos Códigos. Ya sabes que esto abunda y se encuentra muy barato. La ed. la dejo a tu buen criterio. Conste que es compra mía y el dinero te lo giraré enseguida, en cuanto me avises.

Aquí se ha organizado una Agrupación artístico-literaria, denominada «Eureka». Fórmanla elementos de valía. Se celebran concursos y se dan conferencias. He sido nombrado jurado de aquellos y estoy preparando una de estas. No falta aquí, como ves, ambiente cultural. Con los recuerdos míos y de mi familia para ti, tus papás y Antonio, recibe un abrazo de tu fraternal, Justo. Escríbeme pronto, largo y tendido.

Nueva carta de Pedro que, adjuntas a la cuartillas de texto, llevaba varias «noticias» transcritas sobre Saluzio del Poyo.

Madrid 12-Octubre-916. Querido Justo: He escrito con concisión porque estoy con el tiempo tasado para irme a clase. Las noticias que V. me pedía me ha costado mucho encontrarlas, porque el libro de Schiofer (¿?) no lo hay en ninguna parte. Al fin se me ocurrió preguntárselo a Bonilla (que es por donde debía empezar) y él lo tenía.

Lo del viaje entretenido también lo he sacado. Lo del Bagaglio no hago más que mandarle la cita completa según La Barrera, pues el libro, fui un día a la Nacional, y quizá por estar en italiano, no lo encontraron en el índice, aunque me consta que está. Ha leído Bonilla lo del Parlamentario, yo todavía no por no saber el día fijo en que iba a salir, porque Antón del Olmet (a quien vi y me dio recuerdos para V.) no me lo dijo. Si no le mandan a V. ejemplar ya me buscaré alguno por aquí.

Como le digo fue Bonilla quien me dio la noticia de un modo muy halagüeño para V. pues le ha gustado extraordinariamente y me dijo (palabras textuales) que estaba divinamente escrito. Quizá salga Bonilla para esa el viernes (mañana) por la tarde, con objeto de ver un códice con Ureña. Preséntese V. a él pues ya sabe que le voy a escribir a V. diciéndole que va y tiene grandes deseos de conocerle. Adjunta va una tarjeta mía, que aun cuando no es menester para nada, le puede venir de pretexto para empezar a hablar.

¡Verá V. qué hombre tan simpático, tan sabio y tan bondadoso! Ya sabe que V. ha sido mi profesor y que le quiero como un hermano. Otro día me extenderé más. En la otra cara van los datos. Ya poseo la obra de La Barrera. Reciba V. un abrazo fraternal de su fastidiado (con las clases) Pedro. Recuerdos a su mamá y a Eloísa, y besos a los niños de parte de todos. Eugenia me dice que la escribas, y me da recuerdos.  

Oróspeda

«Yo deseo producir aquí un pequeño renacimiento literario y creo que lo conseguiré», anunció Justo a Pedro Sainz recién llegado a Murcia..

En 1916 la prensa murciana vivía una de sus épocas más gloriosas con tres periódicos compitiendo a diario: «El Liberal», «El tiempo» y «La Verdad».

Había tardado poco en destacar entre las plumas locales; su erudición, sus investigaciones y el ramillete de contactos adquiridos en la capital, provocaron que el grupo de intelectuales y escritores le brindaran la dirección de una revista literaria; oferta que aceptó gustoso.

El Tiempo. 7 de Octubre de 1916: NUEVA REVISTA. En los primeros días de Noviembre aparecerá «Oróspeda» revista de ciencias, arte, y letras. La dirigirá don Justo García Soriano; formarán el comité de redacción los señores Báguena, Díez de Revenga, Frutos Baeza, Jara Carrillo, Llovera, Martí, y Ruiz Funes (Mariano). Tendrá colaboradores de reconocida fama.  

Su implicación en la cultura murciana alcanzó otro nivel. No sé si fue su empuje; pero en septiembre nacía, o mejor dicho, renacía «Eureka», agrupación cultural creada dentro del Círculo de Bellas Artes de Murcia y disuelta en 1911.

En octubre y noviembre convocaron concursos de pintura, poesía, caricatura, escultura y música. Justo García Soriano formó parte de los jurados de literatura junto a Mariano Ruiz Funes, Jacobo M. Marín, Vicente Llovera o Pedro Jara Carrillo.

El Tiempo. 6 de octubre de 1916: Círculo de Bellas Artes. Agrupación «Eureka». El jurado calificador de los temas de poesía y prosa, formado por los señores Marín-Baldo, Ruiz-Funes, y García Soriano dictaron el fallo en la forma siguiente:

1º. Cuento regional murciano. Premio al lema «La fuensanta como lugar de retiro» del que es autor don José Guasp García. 2º. Soneto á Eureka. Premio al lema «Torre de marfil» del que es autor don Andrés Boiarín. Concedieron una mención honorífica al lema «Amanecer» del que es autor don Francisco Frutos Rodríguez. El reparto de premios y diplomas se hará el vienes 6 en la noche después de la charla bisemanal que dará don Enrique Soriano.

El 13 de octubre, el Ayuntamiento de Murcia homenajeó a Martínez Tornel  dando su nombre a la que se llamaba plaza de la Reina. Justo García Soriano figuraba entre los destacados asistentes al solemne acto.

En ese mismo mes de octubre, la asociación Eureka convocó un concurso para escoger la portada de la futura Revista «Oróspeda». En una carpeta repleta de facturas, papeles y letras de cambio, con el título «Justificantes de la Administración de Oróspeda» figura un borrador, escrito a lápiz por Justo, con las bases del concurso.

Concurso de dibujos de portada para una Revista. Se abre un concurso para la portada de la Revista «Oróspeda», de ciencias, arte y letras, que se publicará quincenalmente en esta capital. Condiciones:

1ª. El dibujo de la portada medirá el duplo del tamaño la Revista, que ha de tener veintiocho centímetros de altura por veinte de ancho; en negro o a dos tintas. Serán preferidos los dibujos de trazo sobrio y sencillo y de sentido simbólico, advirtiéndose que la Revista aspira a ser, modestamente, la expresión de la cultura de la región. A este objeto responde el nombre de «Oróspeda», nombre antiguo de estas provincias levantinas.

2ª. En la portada habrá de quedar espacio suficiente para insertar el texto relativo a las condiciones de suscripción, precio, colaboración, etc., según  costumbre en esta clase de colaboraciones. 3ª. Los trabajos se presentaran en la Agrupación Eureka, del Círculo de Bellas Artes, hasta el día veinte del actual, a las nueve de la noche. 4ª. El autor del dibujo que elija el jurado será considerado como redactor artístico de la Revista. Además se le adjudicará un premio.

5ª. El Jurado estará constituido por el Director de la Revista Don Justo García Soriano, por Don Vicente Llovera y Don Pedro Jara Carrillo, ambos señores del Comité de Redacción, y por dos pintores que designará el señor Presidente de la Agrupación Eureka. Murcia, 7 de Octubre de 1916.

Dicha convocatoria fue todo un éxito, participando reconocidos artistas como Gil Vicario, Pedro Flores o el que a la postre resultó ganador: José Planes.

El Tiempo. 1 de noviembre de 1916: La revista «Oróspeda». Concurso de portadas. La culta y simpática Agrupación Eureka, del Círculo de Bellas Artes, a propuesta del Comité de Redacción de la revista «Oróspeda», que aparecerá muy en breve, abrió un concurso de dibujos de portada para dicha publicación, al que han concurrido con sus trabajos casi todos nuestros jóvenes pintores. Pueden estos hallarse satisfechos de la brillante muestra que, en noble y gallarda emulación, han dado de sus grandes aptitudes para el difícil arte que cultivan.

El concurso de «Oróspeda» ha sido un gran éxito, tanto por el número como por la calidad de los trabajos presentados. Entre los concursantes figuran artistas tan notables y acreditados como son los señores Planes, Ródenas, García, Flores, Sánchez, Córdoba, Gil Vicario y otros.

Ante la imposibilidad de elegir varios dibujos, sin duda acreedores a premio, el Jurado, compuesto por los distinguidos pintores señores Latorre y Vinader, y el director y redactores de la revista, señores García Soriano, Llovera y Jara Carrillo, designaron el hermoso dibujo presentado por el señor Planes, que es inspiradísimo y de técnica irreprochable.

La famosa y simbólica estatua de Victoria de Samotracia, obra maestra del genio griego, se recorta sobre el bello panorama de Atenas y su Acrópolis, cuna de la ciencia y de las artes clásicas. Un sello en qua aparece el busto de la dama de Elche, sobre un paisaje levantino, da la nota regional que habrá de cultivar la revista «Oróspeda».  

Felicitamos sinceramente al señor Planes por su nuevo y merecido triunfo, a la Agrupación Eureka y a la revista «Oróspeda» que va a comenzar su vida literaria con tan buenos auspicios.

Pedro Saiz consiguió que Bonilla enviase a tiempo un artículo para incluirlo en el primer número de Oróspeda. El 14 de noviembre, Justo recibió el borrador compuesto en diez cuartillas, acompañado de una carta de «besa la mano». Rápidamente imprimió la prueba, la envió a Madrid y la volvió a recibir corregida; todo en una semana.

AMO. LJGS.

Adolfo Bonilla y San Martín B. L. M. al Sr. D. Justo García Soriano, jefe del Archivo de Hacienda de Murcia, y tiene el gusto de enviarle para su Revista, el artículo prometido por contacto de D. Pedro Sainz, rogándole que, cuando se imprima, se sirva remitirle pruebas, que le devolverá a vuelta de correo, y deseándole para su nueva publicación, todo género de prosperidades. Aprovecha esta ocasión para ofrecerle el testimonio de su más distinguida consideración. Madrid, 14 de Noviembre de 1916. D/c Velázquez, 18.

Primera y última cuartillas. AMO. LJGS.

Recibido el artículo de Bonilla, todo un lujo para su nueva revista, el enfado hacia Pedro remitió y volvió a escribirle.

Murcia, 15 de Noviembre de 1916. Querido Pedro: Dos cartas te llevo escritas, sin lograr respuesta. ¿Qué te pasa? He comenzado a enojarme por esta tu inexplicable conducta. Por muy ocupado que estés con tus estudios; ¿no dispones ni de cinco minutos para trazar con tu estilográfica cuatro líneas, y acusarme, por lo menos, recibo de mis epístolas?

Ayer le escribí a Eugenia y le decía que, si te veía, te hiciera presente lo incómodo que me hallaba contigo. Temía que no me hubieras hecho el encargo que te di para el Sr. Bonilla, ¡la verdad! Pero hoy recibo un certificado de nuestro admirado Don Adolfo, con un bondadoso B. L. M., enviándome un hermoso artículo —Cervantes y Avellaneda—para mi Revista Oróspeda.  Huelga decir lo reconocido y bien servido que quedo con la esplendidez del Sr. Bonilla, que nos honra tanto con su benevolencia.

Su trabajo, que es muy interesante y de actualidad —de cierta actualidad—y su prestigiosa firma, los considero fundadamente, como la mejor garantía del éxito de mi publicación. Como confiaba en recibir este artículo, que destinaba para fondo del 1er número de «Oróspeda», hemos retrasado en su espera la aparición de la Revista, que no saldrá ya hasta 1º de Diciembre. Tengo en mi poder ya todo el original, que es bastante selecto. Creo que te gustará. Al Sr. Bonilla escribiré enseguida remitiéndole las pruebas de imprenta de su artículo, y a la vez expresándole mi gratitud. Si tú lo ves antes, háceselo así presente.

Os he hecho un suscriptor a la Revista «Filosofía y Letras». Espero haceros varios más. No dejes de buscarme el ejemplar de «El Parlamentario», que te he pedido. Hoy no va más. Escribe, escribe y escribe. No seas distraído. Recuerdos míos y de mi familia para ti y la tuya y tú sabes que te quiere fraternalmente, Justo.   

He transcrito las cartas de «besa la mano» que envió Bonilla y el borrador que le envió Justo, con las pruebas de imprenta.

Justo García Soriano B. L. M. al Sr. D. Adolfo Bonilla Sanmartín, a quien admira fervorosamente y le expresa gran reconocimiento por el envío de su magistral artículo «Cervantes y Avellaneda», cuyas pruebas de imprenta le remite, suplicándole le devuelva a la mayor brevedad para dar comienzo a la tirada del 1er número de la Revista.

AMO. LJGS.

Adolfo Bonilla y San Martín B. L. M. a su muy distinguido amigo D. Justo García Soriano, y le devuelve corregidas, las pruebas del artículo para la Revista Oróspeda. Aprovecha esta ocasión para reiterarle el testimonio de su más distinguida consideración. Madrid, 21 de Noviembre de 1916. D/c Velázquez, 18.

Voy a hacer una pausa en la creación de «Oróspeda» para dar a conocer un texto que nuestro biografiado escribió para los Exploradores de Murcia.

Exploradores. Grupo Alicante.

Los Exploradores de España habían impuesto la costumbre de disponer un resumen histórico de las localidades que visitaban en sus excursiones. Pocas semanas después, los Exploradores de Murcia visitaron Orihuela y fue Rufino Gea, como cronista de la ciudad, el encargado de componerlo a petición del presidente local, el marqués de Arneva.

El 19 de noviembre los Exploradores organizaron una excursión al monasterio de San Jerónimo de La Ñora. La tropa juvenil escuchó misa en su templo y, al terminar, ante la grandiosa escultura de San Jerónimo «El culto literato Justo García Soriano» les dedicó unas palabras y repartió una hoja con la historia y descripción del citado convento. Dicha hoja, que he transcrito en la medida de mis posibilidades por su difícil lectura, salió publicada el 21 de noviembre en el diario «El Tiempo»:

El Monasterio de Jerónimos de La Ñora. A unos seis kilómetros al O. de Murcia, a la izquierda del Segura, en lugar elevado y muy pintoresco, se halla el pueblecito de La Ñora (o Añora). Todo aquel pago se llamó antiguamente el «Tomillojo», por la gran abundancia de tomillos que en él habías. Su mucha altura sobre el nivel de la vega impidió que llegasen allí los riegos primitivos.

Quiso remediar este inconveniente su poseedora doña Mencía Ternatos o Cervatos, viuda de Lope Pérez Dávalos, y para ello hizo construir, hacia mediados del siglo XV, la rueda hidráulica de elevar agua, vulgarmente noria («niora», por metátesis), a que debe el lugar el nombre que después tomó. La leyenda atribuye la instalación de la famosa «rueda» a doña Catalina Puxmarín y a los frailes jerónimos, que allí se establecieron más tarde. Pero hay motivos para sospechar que aquella mejora fue ya introducida por los moros.

La rueda de La Ñora.

Al convertirse en terreno de regadío el campo del «Tomillojo» fueron formando sus colonos y labradores dos caseríos o aldeas que se llamaron «Ñora de Arriba y Ñora de Abajo». Su posesión pasó luego por herencia a don Rodrigo de Puxmarín, y de éste a su hija doña Catalina, que casó con don Alonso de Vozmediano y Arróniz, Alcaide, Capitán General y Justicia Mayor de Bugía en el reinado de Carlos V. Por este tiempo ya se habían establecido en aquellos contornos los frailes de la Orden de San Jerónimo. Allí tenían construido un pobre convento.

Eran muy laboriosos y se dedicaban a la agricultura y la industria, que les proporcionaba el sustento y la mejora de su casa. Ellos sanearon y cultivaron las tierras de la Urdienca e introdujeron la plantación y la molienda del pimentón. De aquí ha provenido el llamarse «ñoros o ñoras» a los pimientos que a dicho producto se destinan.

Cansado de la vida activa de las Armas, don Alonso de Vozmediano se retiró a su posesión de La Ñora; y como sintiese que la muerte se la acercaba, hizo testamento en 2 de Mayo de 1557 ante el escribano de Murcia Diego López de Montalvo. Por aquella su postrera voluntad estatuyó un vínculo de todas sus cuantiosas heredades, en el que habían de sucederse sus descendientes legítimos y, en caso de faltar éstos alguna vez, pasaría a los frailes jerónimos. (Faltan aquí algunas líneas ilegibles que no he podido transcribir).

El día 27 de Mayo de 1557 murió don Alonso. El vínculo que fundara pasó a su hijo don Sancho González de Arróniz. D. Sancho se desposó en primeras nupcias con doña Luz de Zambrana, de quien no tuvo sucesión. Casó de segundas con doña Jerónima de Avellaneda y de este matrimonio le nació solo un hijo, don Alonso González Arróniz y Avellaneda, que murió de dos años. Poco antes—en primero de Noviembre de 1576—había fallecido don Sancho y hecho testamento, en el que nombraba a su hijo por único heredero, y en falta de él sin sucesión, al Hospital general de Nuestra Señora de Gracia. Esto dio lugar a un reñido pleito entre el Hospital y los Jerónimos de la Ñora.

Ganaron  éstos, como era derecho, y en 18 de Febrero de 1579 tomaron posesión de los bienes del vínculo Arróniz. Al año siguiente los frailes agustinos de Murcia trasladaron su residencia de la ermita de San Sebastián—cuyo patronazgo correspondía al Ayuntamiento—a la de Nuestra Señora de la Arrixaca (hoy San Andrés). Entonces los frailes de la Ñora solicitaron se les cediera aquella ermita, para construir junto a ella su monasterio, «que conviene mucho esté dentro de la ciudad—decían —y no en la dicha aldea.

El Consejo se opuso, entre otras razones porque además de ser contraria aquella pretensión a lo dispuesto por el fundador, la orden de San Jerónimo era «eremítica» por su regla, y debía, por tanto, habitar en despoblado. Los Jerónimos de la Ñora, que fueron siempre unos porfiados e incansables pleiteantes, no se rindieron ante la razonable negativa del Municipio y entablaron un nuevo litigio, que hubieron ahora de perder, naturalmente; y el Monasterio comenzó a construirse poco después donde aún está, en una magnífica explanada, a unos ¿700? m. al N. E. de la Ñora, entre este pueblo y Espinardo.

Monasterio de los Jerónimos. La Ñora. Murcia.

La planta del soberbio Monasterio—que incluye la iglesia por su parte N. —es casi rectangular. Cuadrados y airosos torreones limitan sus ángulos. Ocupa el centro un hermoso claustro de esbeltas arcadas que tiene un aljibe. (Texto ilegible) La arquitectura, aunque harto sobria y pobre en dotación ornamental, es sin embrago, en su conjunto, de una armónica y severa majestad. Su fachada S., la de más longitud, da a un huerto, y dando sus ventanales y balcones, se atalaya en panorama delicioso, toda la poética y risueña vega murciana.

La iglesia, que tiene la advocación de San Pedro, es un hermoso templo, muy capaz, de tres naves y de severa construcción, como el resto del edificio. Su fachada es sencilla, rematada en un ático de seis pilastras y por aletas de curva, corva. Detrás se alzan sus dos torres gemelas, de gran esbeltez. El cimborrio es quizá el miembro más bello de la iglesia por sus grandes proporciones y la valentía y elegancia con que está trazado.

El altar mayor apenas tiene ábside. El retablo, exento del barroquismo propio de la época, armoniza muy bien con el sombrío conjunto del templo. En la hornacina central del retablo, la imagen del santo titular recibe las llaves de manos de Cristo. Es un buen grupo escultórico. En dos hornacinas laterales están las estatuas en blanco, de San Jerónimo y Santa Paula.

En la pequeña capilla que está a la  derecha del altar mayor, en un lindo retablo del mejor gusto rococó, se venera la bella virgen de la Aurora. En el extremo izquierdo del crucero está la sepultura del fundador, adosada al muro, y hoy la ocultan el paramento y dosel de una magnífica imagen del Corazón de Jesús, cuyo altar han colocado allí los PP. Jesuitas. En otros altares se hallan una Dolorosa, un San José, y una Virgen y un San Juan, todos de talla y de buen estilo, probablemente del padre o de algún discípulo de Salcillo.

Pero la joya del templo, por lo que principalmente merece visitarse, es la maravillosa imagen de San Jerónimo, una de las mejores esculturas, sino la obra maestra, de aquel genial escultor.  Imposible es llegar a mayor realismo y plasticidad en la representación del cuerpo humano. En especial, la cabeza y el brazo derecho del santo penitente son de una verdad asombrosa. Ocupa esta imagen el altar que hay junto a la entrada de la sacristía, siendo de lamentar la oscuridad que le rodea. La construyó Salcillo, por encargo del monasterio, en el año 1755.  

San Jerónimo penitente. Salzillo 1755. Museo Catedralicio. Murcia

Es interesante por su retablo (ilegible) junto a la puerta principal del templo, a la derecha según se entra. Representa a San Roque; y es sin duda parte de un viejo retablo o de un tríptico. Es obra seguramente de la primera mitad del siglo XVI, de la escuela valenciana de Juanes. El coro es amplio, de doble sillería de rico nogal, pero de muy escasa talla y labores.

El señor Díaz Cassou, en su obra «Serie de los Obispos de Cartagena» (1895), que en el año 1705, el Obispo Belluga «instaló con gran solemnidad y amor a los Jerónimos de la Ñora, que habían terminado las obras de su pequeño Escorial» (pág. 161); y poco más adelante (pág. 181) señala: «En 1º de Febrero de 1838 el Obispo (don Tomás Joseph de Montes) y Cabildo fueron en coches a la Ñora, a inaugurar la iglesia de los Jerónimos».

En 29 de Agosto de 1784 murió en este convento el magnífico Obispo de la Diócesis de Cartagena don Manuel Rubio de Colis. Tales son a grandes rasgos y en breves términos, la historia y descripción del venerable Monasterio de los Jerónimos de la Ñora, al que no sin fundamento, si bien con algo de hipérbole se ha llamado «El Escorial murciano». Justo García Soriano. 17-Nov-1916. (Hoja repartida a los Exploradores en su excursión a los Jerónimos).         

Volviendo a la revista «Oróspeda», para su impresión escogieron una prestigiosa empresa valenciana con casi medio siglo de experiencia: La Imprenta, Litografía y Encuadernación Ortega, fundada por Ramón Ortega Fort en la calle Ruzafa de la capital del Turia. Su hijo, José Ortega Paredes, la había convertido en un referente de las artes gráficas a nivel nacional.

El primer número de Oróspeda apareció por fin el 1 de diciembre de 1916 con la espectacular y colorida portada de José Planes. La publicación, anunciada como «revista quincenal de Ciencia, Literatura y Arte», tenía su redacción en el domicilio de Justo en la calle de la Merced número 24 de Murcia. Su precio era de cincuenta céntimos y la distribución regional; aceptando suscripciones en toda España.

Con Justo García Soriano como director y administrador, en dicha redacción figuraban José Frutos Baeza, Mariano Ruiz-Funes, Joaquín Báguena, Emilio Díez de Revenga, Pedro Font y Puig, Pedro Jara Carrillo, Vicente Llovera y Enrique Martí.

Oróspeda. Año I. Murcia de Diciembre de 1916. Núm. 1: Es deber ineludible de toda publicación periódica que empieza, explicar al público su razón de existir, el objeto que pretende realizar y los fines que persigue; el porqué y para qué de su vida, algo así como su cédula personal y su programa Nos complace cumplir con tan razonable obligación, y lo vamos a hacer en los términos más breves y precisos que podamos… 

La bella región levantina, que forman las provincias de Murcia y Albacete y gran  parte de las de Almería y Alicante, tienen una unidad geográfica e histórica tan íntima y compacta, que en vano han tratado de fraccionarla vicisitudes políticas y arbitrarias divisiones administrativas. Su tradición, su carácter  y sus comunes intereses destacan su personalidad del resto de las comarcas españolas, que no en balde delimitó la Naturaleza…

El carácter regional que ha de ostentar nuestra Revista, hemos querido significarlo en su título. Sabido es que ORÓSPEDA fue el nombre con que se designó nuestra región antiguamente y en los primeros siglos de la época visigótica…  

No se nos ocultan las dificultades de nuestra empresa. Contamos, para vencerlas con una buena voluntad y, sobre todo, con el favor del público, del que nos prometemos una acogida cariñosa, siquiera sea por los elevados y desinteresados móviles que nos animan.  El público, a quien nos debemos, habrá de decidir, por tanto, si son fundadas nuestras aspiraciones y si tiene razón de ser nuestra Revista.

Nuestros colaboradores. Bajo los más felices auspicios aparece nuestra Revista, pues honra las páginas de su primer número con la publicación del notable trabajo que a continuación insertamos, debido al insigne publicista, académico y catedrático de la Universidad Central, DON ADOLFO BONILLA SAN MARTÍN, una de las mayores glorias de la mentalidad española contemporánea. Tan honrosa colaboración da al estreno de ORÓSPEDA importancia y carácter de extraordinaria solemnidad. «CERVANTES Y AVELLANEDA»

El artículo de Adolfo Bonilla fue el primero que apareció publicado después de la presentación.

AMO. LJGS.

El sábado 2 de diciembre a las cinco de la tarde, al día siguiente de la publicación de Oróspeda, en el salón del Círculo de Bellas Artes en el Teatro Romea de Murcia se celebró un homenaje al fallecido profesor Andrés Baquero. Ocupó la presidencia la redacción de Oróspeda: Vicente Llovera, presidente del Círculo, Isidoro de la Cierva, Justo García Soriano, Mariano Ruiz-Funes, Emilio Díez de Revenga y Joaquín Báguena. En la tercera parte, tras la música clásica y la lectura de poesías, Justo leyó un texto en prosa titulado «El erudito y los poetas».

El Tiempo. 1 de diciembre de 1916: En memoria del Sr. Baquero. El Círculo de Bellas Artes ha organizado para el sábado una velada en honor del llorado maestro señor Baquero. Será, sin duda alguna esta fiesta, de las más solemnes y más simpáticas que se han organizado por este centro de cultura, cuyo presidente ha demostrado ya en muchas ocasiones lo bien que sabe realizar estos actos que tan alto han colocado el nombre de esta culta sociedad.

En dicha velada tomarán parte bellísimas señoritas que darán lectura a inspiradas composiciones de poetas murcianos, y oradores elocuentísimos. Según nuestras noticias serán estos don Emilio Díez de Revenga, D. Gaspar de la Peña Seiquer, como presidente del Ateneo Escolar, don Mariano Ruiz-Funes, don Joaquín Báguenas, don Justo García Soriano, don Isidoro de la Cierva y don Vicente Llovera.

El sexteto del señor Puig amenizará el acto interpretando trozos selectos de su vasto repertorio musical. La velada dará comienzo a las cinco y media de la tarde, verificándose en el salón de Romea. Oportunamente publicaremos el programa.

Justo era la cabeza visible de la revista; por lo que facturas y letras de cambio llegaban a su nombre.

La prensa fue muy elogiosa con la nueva publicación, anunciada también en periódicos de Alicante. En Murcia, además, desplegaron una campaña con carteles publicitarios.

Diario de Alicante. 7 de diciembre de 1916: Oróspeda. Con este título ha empezado a publicarse hoy en Murcia, como ya anunciamos, una notable revista literaria de carácter regional. Al frente de dicha revista figura un nombre prestigioso en estas lides: dirígela nuestro distinguido y antiguo amigo Justo García Soriano, joven doctor en Filosofía y Letras.

En el número de sus colaboradores se cuentan las más reputadas firmas de la región y otras de Madrid. Reciba el colega nuestro más entusiasta saludo de bienvenida al estadio de la prensa y le deseamos muchos triunfos en su estimable obra.

El Tiempo. 8 de diciembre de 1916: «Oróspeda». Hemos tenido el gusto de recibir en esta redacción el primer número de la revista de Ciencia, Literatura y Arte «Oróspeda», que ha comenzado a publicarse en esta ciudad bajo la dirección del cultísimo literato don Justo García Soriano.

La prensa local ha venido a enriquecerse con esta nueva publicación que honra a Murcia y a los que la han llevado a la práctica. Dicho número que lleva una preciosa y artística cubierta de Planes, contiene el siguiente sumario:

Presentación. —Nuestros colaboradores: «Cervantes y Avellaneda», por Adolfo Bonilla y San Martín. —«Del ensueño y de la guerra», diálogo casi monólogo, por Pedro Font y Puig. —Cuentos de «Oróspeda»; «Suceso», por A. Hernández Catá. —«La mano del caballero», por José Ballester. —Poetas extranjeros. —Lira lusitana; «Noche de fuegos» (de Eugenio de Castro), por Miguel Pelayo. —«Boche», por Joaquín Báguena. — «El fraile Perico», por José Frutos Baeza. —«Sor Agua», por P. Jara Carrillo. — «Cultura murciana»: Las conferencias del Ateneo Escolar. — Rebuscos. — Información. — Libros nuevos. Felicitamos al director y al comité de redacción de esta importante revista; y al enviarle nuestro saludo le deseamos larga y próspera vida.

Dedicado en cuerpo y alma al proyecto, el más dramático de los sucesos que pueda sufrir un padre, dejó la revista y todo lo demás momentáneamente en segundo plano. Tras quince días de malestar atribuido a su incipiente dentición, sin haber cumplido el año, fallecía Tomasito García Morales a las seis y cuarto de la madrugada del día 12 de diciembre. De cuatro hijos, tres muertos…

El Tiempo. 13 de diciembre de 1916: Ángel al cielo. Nuestro querido amigo don Justo García Soriano y su distinguida esposa sufren en estos momentos la inmensa pena de haber perdido a su hijo Tomasito, angelical criatura que a la temprana edad de diez meses, ha subido al cielo. Nos asociamos de todas veras al sentimiento que les embarga y les deseamos las fuerzas necesarias para sobrellevar la desgracia.

El Tiempo. 13 de diciembre de 1916

Del entierro se encargó la funeraria de Juan Jesús Albarracín, en la calle de Santa Catalina, 4 de Murcia. Los gastos ascendieron a 48 pesetas con 95 céntimos. En el archivo hay unos folios llenos de firmas con el encabezamiento: «Firmas de pésame por la muerte de mi hijo Tomasito García Morales ocurrida en Murcia el martes 12 de Diciembre (a las seis y cuarto de la madrugada) del año 1916».

Oróspeda. 15 de diciembre 1916: Pésame. Nuestro querido amigo el Director de esta publicación don Justo García Soriano sufre en estos momentos el dolor de la muerte de su hijo Tomasito. De todas veras participamos del sentimiento que aflige a nuestro querido amigo y a su distinguida esposa.

La primera carta de pésame la escribió Pedro.

Madrid ¿18?-XII-1916. Querido Justo: Ayer me enteré de que se le ha muerto su hijo menor, sintiéndolo de veras. No le he de escribir yo una carta llena de los consabidos tópicos. Creo que la resignación es una cosa que no es menester aconsejarla, pues no es más que nuestra impotencia ante las cosas irremediables.

Comprendo y comparto el dolor que tendrán Eloísa y V.; sólo el tiempo mitiga esos dolores por fuertes que ellos sean, como he tenido ocasión harto desdichada de comprobarlo con la muerte de Enrique y la desesperación primera de mis padres, ahora sustituida por un recuerdo doloroso y tranquilo.

Ya sabe V. cuan de veras y sinceramente comparto sus disgustos y sus alegrías, considerándolas como cosa de mi familia. Mis padres y mi hermano (que le escribirá) me encargan se lo manifieste a V. así y a Eloísa sobre todo.

Nosotros creo que nos podemos consolar mejor que los demás por habernos acertado a crear una vida intelectual, en grato coloquio con el pasado, que nos permite acogernos en el tranquilo y reposado seno del estudio cuando una de estas desdichas inevitables de la vida sale a nuestro paso.

Aquí debiera acabar esta carta, pero como estoy en vergonzosa deuda con V., tengo el deber de seguir y de estar mandando cartas una barbaridad de tiempo a ver si logro saldarla. Las causas de haber tardado tanto en escribirle son diversas: primeramente no he estado libre de mis clases hasta hace unos 9 días y durante ellos he estado la mar de apurado, porque sin estar mamá en casa (está ahora en la huerta) se le ocurrió al casero hacer una obra en casa, empapelando las habitaciones y los pasillos, y he tenido que quitar todos, absolutamente todos los libros de sus estantes y volverlos a colocar.

Además durante el tiempo de clases, y aún ahora, he tenido una nueva, aunque para mí grata ocupación: a Ovejero se le ha ocurrido que yo me encargue este año de dirigir el curso de investigación y de ayudarle en los trabajos de clase, y he tenido que explicar algunos días y los demás proporcionar datos y bibliografía a los alumnos. Como V. comprenderá, esto es bastante pesado, pero lo hago con gusto primeramente por lo que aprendo así, y en segundo lugar porque el mismo Ovejero me ha dicho que en cuanto concluya la carrera piensa dejarme la clase definitivamente a mí y procurar luego que la Facultad me nombre auxiliar.

A nadie se lo digo más que a mis padres y a V., que sé que si le parece bien se alegrará, y si no, siempre me dará un fraternal (y aún paternal) consejo. Digo que yo no lo he dicho a nadie no porque sea un misterio, sino porque siempre habría alguien que me llamaría pedante, infatuado, embustero, etc… Hemos recibido y leído con sumo gusto Oróspeda, que me parece una hermosa revista literaria y erudita, y que por las firmas que he visto y conozco, debe de contar con el apoyo de los más insignes literatos levantinos.

Paréceme por esto que mi ignota firma de estudiante ha de estar ahí como gallina en corral ajeno, pero si encontrase por acá alguna cosa curiosa sobre algún poeta o humanista levantino, ya se lo mandaría a V. pues siempre tendría, ya que no el valor del rebuscador, el de lo inédito. Una cosa le he de advertir por si V.V. no lo han notado; y es que el papel de la portada (muy bonita, por cierto) se rompe por el lomo, siendo una lástima por impedir la flamante conservación de la colección de esta revista, que sinceramente creo, no tiene par entre las que se publican en otras regiones. A Bonilla le ha gustado mucho; su artículo es interesante y bien hecho.    

La siguiente fue de Luis Antón, padrino de la criatura.

El Parlamentario. Director. Plaza de Jesús, 3. Apartado de Correos 671. Teléfono 5.144. Madrid. Diciembre 19/916. Sr. D. Justo García Soriano. Mi querido amigo: En este momento recibo tu carta lamentando en el alma la desagradable noticia del fallecimiento de mi ahijado.

Aunque no he pasado por ese trance, comprendo vuestro dolor, al que me asocio muy de veras. Celebro mucho el buen éxito que le deseo, y supongo que tendrá «Oróspeda», la que aun cuando no he leído, será digna de ti. Con mucho gusto te enviaré algo, pero sin poderte precisar la fecha, pues no puedes hacerte idea del enorme trabajo que pesa sobre mí.

Haré lo posible para procurarte los «bombos» que me pides; deploro en el alma todas tus desgracias, y, deseándote sinceramente toda suerte de felicidades, quedo de ti como siempre affmo. y buen amigo que te quiere. Luis (rubricado).

Recibió también una carta de Maximiliano, su «hermanico»,; pero sin haber tenido noticia del fallecimiento. Fue la respuesta a la recepción de la revista Orospeda. De hecho desconocía que hubiera tenido más descendencia.

AMO. LJGS.

Maximiliano García Soriano. Productos Químicos. Elda (Alicante) 22-XII-16. Sr. D. Justo García Soriano. Mi querido y jamás olvidado hermanico: ¡Cuánto deseaba comunicarme con usted! Creí que ya no podría hacerlo. Una grave enfermedad, que empezó por unas fiebres y acabó con una flebitis en la pierna izquierda, me tuvo en el umbral del sepulcro.

Caí en cama a fines de Julio y me puse en pie a primeros de Septiembre para que me llevaran a Busot, donde estuve hasta Noviembre. De allí volví casi bien, y … aún llevo la pierna vendada y ando con dificultad. Cuando recibí Oróspeda, al ver su letra, fue mi impresión tanta que me erguí rápidamente como soldado ante sus jefes primeros. (Por cierto que dentro verá una carta para un tal Arrémez, es una postal de Orihuela: sin duda se coló en el amplio sobre).

Días ha, supe por Sansano, que ahora está en Monóvar y que venía a visitarme, que reside usted ahí, en la tierra de «El Diario de Murcia» donde hicimos nuestras primeras armas poéticas. Feliz tiempo aquel, hermanico del alma, digan lo que quieran los termómetros… 

Ahora me dedico, además de la farmacia, que es de mi propiedad y figura mi amigo (Hernández Blanes… dueño) a explotar un preparado tridigestivo. Veremos si tengo suerte.  Los gastos son muchos, pero si pega puedo hacer algún dinerillo.

Hago una pausa en la carta para explicar esto: en agosto de 1916, el farmacéutico José María Hernández Blanes, le había vendido también los derechos de explotación de una célebre fórmula para preparar el medicamento denominado Tarayina Tridigestiva, de la cual era autor.

Anuncios del Tridigestivo del «Boticario de Elda».

Si es usted propietario de la revista seré suscriptor y… administrador (que me pondrá baratito, ¿eh?). Versifico poco y pésimo. Aquí les hago el Romance de la semana a los de «El Reformista». Le envié uno estos días. ¿Vive aún Carlos Cano en esa? Murió mi buen amigo Perni; y creo que también Tolosa…

Ya no conozco a nadie en esa. Un día escribí a Jara Carrillo y ni me contestó siquiera… ¿Ha vuelto a tener prole? Nosotros nada. Ahí vivirá más a gusto que en Albacete ¿verdad? Escríbame alguna vez. No le olvida su verdadero amigo. Maximiliano (rubricado). Un abrazo a Frutos Baeza. 

La última carta de pésame fue de Rafael Rogel; quien también había perdido a su anciana madre a la que estaba muy unido. El desgarrador tono de la misiva fue fruto de la coincidencia de las dos muertes, prácticamente el mismo día. Rafael había perdido también a su hermanastro hacía pocos meses; el famoso «Juanete», el de «los armaos», el dueño de los cafés Europeo y Colón, en Orihuela. Ambas noticias aparecieron en la prensa alicantina.

Diario de Alicante. 12 de diciembre de 1916: Momentos antes de entrar en máquina nuestro periódico, hemos recibido la triste noticia del fallecimiento de la señora madre de don Rafael Rogel, nuestro querido compañero. De edad muy avanzada, la respetable y virtuosa señora hacía ya tiempo que venía padeciendo la dolencia que le ha ocasionado la muerte. A nuestro entrañable camarada Rafael Rogel queremos testimoniarle en este trance desventurado. Nuestro pésame cordial y efusivo por la gran desgracia que le aflige.

Diario de Alicante. Redacción. 28 Diciembre 1916. Querido Justo: No sé qué pensarás de mi tardanza en contestar a tus cartas.  Desde luego, supongo no lo atribuirás a desvío ni a falta de voluntad, porque te habrás dado cuenta del estado en que se halla mi ánimo.

Cuando recibí tu primera carta anunciándome la aparición de Oróspeda, me encontraba ya en lucha juiciosa con la muerte que propugnaba por quitarme a la abuelita. Enferma ésta, a ella me consagraba lleno de esperanzas aún, pero inquieto y temiendo también la derrota. Tú no sabes, Justo, lo que yo quería a esa viejecita por la que siempre estuve dispuesto a sacrificarlo todo.  ¡Era tan buena! Tú lo sabes.

Era mi madre, pero te juro que la hubiera querido igual aunque no me unieran a ella esos lazos: mira si era digna de mi cariño y si lo merecía, y si lo ganó con sus bondades, con su sacrificio y con su amor. El golpe ha sido para mí tan terrible, tan enorme, que los días transcurridos no han sido aún bastantes para sacarme del aturdimiento que me produjo.

Tengo infinidad de cartas a las que debo contestar y aún no me atrevo: estoy como imbécil, no puedo coordinar ideas, a todas horas se me va el pensamiento hacia la viejecita muerta. El desaliño de esta carta te dará la medida. Procuro distraerme y olvidar. A ello me ayudan con verdadero interés los amigos. Especialmente de Emilio Costa no sé cuánto te diría: no me abandonó ni me ha abandonado un instante y ha demostrado quererme mucho y muy sinceramente. Un hermano no se hubiera conducido mejor.

En fin, éste y otros muchos me han manifestado grandes afectos: a Jara Carrillo, a Trinchant, a El Liberal también estoy agradecidísimo. Se han portado muy bien con mi humilde persona. Te confieso que no esperaba tanto. Pero… ¿qué te voy a contar de mis tristezas ahora? Tú también, querido amigo, has sido maltratado por el infortunio: has perdido como yo un pedazo del corazón.  

Y en medio de tu dolor has tenido fuerzas bastantes para enviarme tus palabras amistosas y consoladoras… ¡Muchas gracias! No puedo decirte más.  Aún quiero escribirte con más extensión y más serenamente: ahora me es imposible. También les escribiré a Jara, a Trinchant, expresándoles mi reconocimiento. De tu dolor por la pérdida de tu hijito nada te digo: en mi silencio pongo toda la pena de mi alma.

Di a tu madre y a tu señora la parte que tomo en vuestro sentimiento y salúdalas en mi nombre. Para ti, Justiyo, un abrazo muy apretado, un efusivo apretón de manos y una lágrima sincera para tu chiquitín de tu amigo, de tu hermano, Rafael.

Pero la vida debía continuar. Después de la trágica pausa, «Oróspeda» volvió a concentrar toda su atención y energía. Justo se jugaba mucho en esta apuesta literaria y regresó al compromiso adquirido.

Oróspeda. Número 2. 15 de diciembre de 1916. AMO. LJGS.

Oróspeda. 15 de diciembre 1916: Gratitud Estamos agradecidísimos al público murciano por la generosa acogida dispensada al primer número de nuestra Revista. El afecto que se nos ha demostrado nos obliga a una cariñosa y delicada correspondencia, poniendo todas nuestras energías y escaso valer al servicio de la cultura y progreso de esta región amada. Hacemos extensivas las gracias a la Prensa Murciana, sin distinción de matices, por sus palabras de saludo y aliento.

Don Adolfo le había enviado otro artículo que tenía que salir en el número cuatro. Con la carta de Justo a Bonilla, termino esta entrega. Quizá tenía razón Pedro Sainz cuando afirmó: «Nosotros creo que nos podemos consolar mejor que los demás por habernos acertado a crear una vida intelectual, en grato coloquio con el pasado, que nos permite acogernos en el tranquilo y reposado seno del estudio cuando una de estas desdichas inevitables de la vida sale a nuestro paso».

Sr. D. Adolfo Bonilla Sanmartín. Mi respetable amigo: Acuso a Vd. recibo de sus dos cartas y del original que me remite para «Oróspeda». No acierto a expresarle mi agradecimiento por estas repetidas muestras de su bondad, con que tanto me favorece y me honra. Iba a escribirle a Vd. significándole mi gratitud por el envío de su magistral artículo «Cervantes y Avellaneda», cuando la dolorosa desgracia de familia que he tenido me obligó a aplazar la ejecución de mi deseo.

Lamentando este retardo involuntario por tan triste motivo, que Vd. me perdonará, cumplo ahora de una vez con los deberes de gratitud a que sus bondades y atenciones me obligan. Su hermoso e interesantísimo artículo, muy docto y muy ameno a la vez, «Algunas consideraciones históricas sobre los fenómenos de desdoblamiento de la personalidad» irá de fondo en el número IV, del día 15 del próximo Enero. En cuanto esté compuesto le enviaré las pruebas que desea.

En este mismo correo le mando cinco ejemplares del primer número de «Oróspeda», los únicos que quedan, pues agotamos por completo su tirada. Que no se hizo tan numerosa como debimos. Dígame los ejemplares que he de reservarle en los próximos números. Mucho le agradeceré que me favorezca con sus observaciones y consejos sinceros respecto a esta empresa literaria. Mi gusto y mi ideal sería que la Revista fuera, exclusiva o predominantemente, de erudición y de literatura seria.

Pero además de faltarme aquí colaboradores aptos, la generalidad de los lectores, que son los que han de sostener esta publicación, tienen un gusto muy actualista y muy frívolo. Es la eterna lucha entre el autor y el público, la amarga razón práctica con que se justificó Lope en sus conocidos versos: El vulgo es necio, etc…

Por este motivo, que no se habrá ocultado a Vd., verá en Oróspeda muchas cosas lamentables y de vulgaridad amena. Aun así no será malo que podamos continuar dando la medicina cultural homeopáticamente y en dorada copa. Ruego a Vd., sin embargo, me proporcione algunos colaboradores doctos, que mi esfuerzo se dirige, sobre todo, a sostener el carácter intelectual de la Revista.

Adolfo Bonilla y San Martín (1875 –1926). Catedrático de Derecho y de Filosofía. Escritor, Traductor, Filólogo, Filósofo y Crítico literario. Miembro de la Real Academia de la Lengua.

Reiterándole a Vd. las más expresivas gracias por las mercedes con que me favorece muy a lo rey, quedo en espera de poder manifestarle con hechos, dentro de mi modesta insignificancia, la inmensa gratitud que por Vd. siente su muy devoto y entusiasta admirador, Justo García Soriano (Rubricado).   

Diario de Alicante. 28 de diciembre de 1916: Hemos recibido el segundo número de la notable revista «Oróspeda» que bajo la dirección de nuestro entrañable amigo Justo García Soriano se publica en Murcia. Dicho número es realmente notable y seguramente merecerá los más justos elogios de cuantos amantes de las letras rinden culto al desenvolvimiento del arte y de la literatura regional.

Enlace al siguiente capítulo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.

Justo García Soriano. 17. 1916/1.

Justo García Soriano, mi padre, después de medio asegurar eso tan conflictivo que es para los hombres —sobre todo los españoles—la subsistencia, quiso dar una última y grande satisfacción a su madre.

Plaza de Santa Catalina. Murcia. Fototipia Thomas. 1916.

Bien se lo merecía después de los derroches de tenacidad, de sacrificio realizado para él. Esa última y grande satisfacción era llevarla a vivir y a morir en Murcia.

Justo García Morales. «Niño en Murcia 1916-1920».

Albacete, enero de 1916.

Plaza Mayor o de la Constitución. Albacete

Justo García Soriano comenzó el año 1916 en Albacete, preparando su inminente salida de la capital manchega. El 5 de enero, la Subsecretaría del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, pasó su solicitud a la Junta Facultativa de Archivos, Bibliotecas y Museos.

La primera carta recibida fue la respuesta a una felicitación que Justo envió al oriolano Manuel Ruiz Valarino, cuyo nombramiento como gobernador civil de la provincia de Álava había aparecido en la Gaceta de Madrid el lunes 20 de diciembre. Nunca estaba de más contar con la influencia de los hijos de Ruiz Capdepón.

El Gobernador Civil  de Álava. Vitoria, 4 de Enero 916. Sr. D. Justo García Soriano. Mi distinguido amigo: Mucho agradezco a Vd. su felicitación. Deseándole feliz año y que se me presente ocasión de poder servirle en mi nuevo cargo quedo suyo afmo. amigo q. e. s. m. Manuel Ruiz Valarino.

El diputado Manuel Ruiz Valarino. Gobernador Civil de Álava 1916-1918.

El semanario oriolano «El Obrero» utilizó un viejo cliché (seguramente el que guardaba Sansano de cuando publicaron juntos). La juvenil imagen de nuestro biografiado apareció publicada con el texto: «D. Justo García Soriano. Notable escritor orcelitano, Jefe del Archivo de Hacienda de Albacete».

Su segundo hijo varón vino al mundo el sábado 22 de enero. Tomasito García Morales nació en la casa de su abuela materna, en Madrid. Y aunque su padre, en una carta dirigida a Luis Antón, lo llamase «tu ahijado Tomasito Luis», en el «Registro de Nacimientos del Distrito Centro de Madrid, libro 60, folio 100, número 65», consta que los nombres de pila fueron Tomás, Vicente y José.

Pocos días después, el 28 de enero, el subsecretario de Instrucción Pública firmaba su traslado a Murcia. Había conseguido una plaza de archivero en la Delegación de Hacienda de la capital levantina y la noticia de su nombramiento llegó pronto a la prensa murciana.

Secretaría de Instrucción Pública. AMO. LJGS.

La Opinión. Lorca, 2 de febrero de 1916: Ha sido nombrado archivero de la Delegación de Hacienda de esta provincia, D. Justo García Soriano, oficial de tercer grado que sirve en la actualidad en la Delegación de Hacienda de Albacete.

Aquellos primeros meses iban a ser toda una odisea para toda la familia. Desplazados a la capital, el niño fue bautizado con Luis Antón del Olmet y la tía Milagros como padrinos. En aquel forzoso viaje realizado en pleno invierno, todos se constiparon en mayor o menor medida.

A la vuelta, el clima de Albacete terminó por complicar los catarros hasta obligarles a guardar cama. El ansiado traslado a Murcia tuvo que esperar dos semanas más.

En medio de esa barahúnda recibió una carta de su amigo Juan Sansano, instalado en Alicante. En ella le pedía ayuda para neutralizar a un impostor que le estaba robando el seudónimo; y con él, su gallina de los huevos de oro. Terminaba la misiva con un sorprendente anuncio: el «orate» de Sansano, en uno de sus arrebatos, pensaba hacerse protestante instruido por profesores americanos.

Imprenta de Juan Sansano. Bazán 31. Alicante.  Alicante y Febrero 18/916. Sr. D. Justo García Soriano. Albacete. Muy querido amigo: Un favor: Estoy editando en esta una novela mía, que se reparte por entregas y la publico con el seudónimo de León Montenegro. Para esto hice sociedad con un individuo que me ha resultado un vivo, que al llegar al cuaderno 41, ha continuado él escribiéndola con mi seudónimo y con el mismo título de «El Calvario de una Obrera o Los Mártires del Amor».

Como este individuo ha desaparecido de Alicante, y sé que continúa sirviendo algunas entregas a los corresponsales,  te ruego hagas las investigaciones del caso para saber quién es el corresponsal en esa, cuyo nombre y señas ignoro, para ponerme en comunicación con él y hacerle ver el engaño que se hace a los suscriptores enviándole prospectos, y el material que necesite.

Ahí hay unas 300 suscripciones que me darían un ingreso semanal de 9 duros que no son de perder. Te ruego te tomes interés en esto, y si lo crees conveniente, publica en cualquier periódico un anuncio basado en lo que digo en la cubierta que te acompaño.

Su importe te lo remitiré por giro mutuo tan pronto me avises. Los cuadernos que se hayan repartido en esa, si son del uno al cuarenta, aprovechan para la obra, pues están escritos por mí, pero del 41 en adelante no valen, pues son falsificados, y ahí te envío algún recorte para que veas lo que sabe hacer el individuo falsificador.

Esperando te tomes interés en el asunto, te saluda muy cariñosamente tu afmo. s. s. Juan Sansano. Saluda a tu esposa. Besos al niño. El huertanico hecho un hombre: es mi alegría. Es un revolucionario. Estoy haciendo un estudio de la Biblia para ingresar en la Obra Evangélica Sabatina. ¿Qué tal? Mis profesores son de los E. U. de América.

Portadas de la obra citada.

Por fin, a primeros de marzo, los García Morales partieron hacia «la patria de Cascales y de los higos chumbos». La aventura manchega había durado apenas siete meses.

Murcia, marzo de 1916.

Ciudad de Murcia. Vista General.

El día 2 llegaron a Murcia sin haber preparado siquiera una vivienda adecuada. Mientras la encontraba, toda la familia se alojó en una casa de huéspedes. El 15 de marzo firmó el contrato de alquiler de un segundo piso en el número 19 de la calle de la Sociedad (llamada así por albergar la sede de la Real Sociedad Económica de Amigos del País); con una renta mensual de cincuenta y cinco pesetas.

Contrato de Alquiler. Calle de la Sociedad. Murcia. AMO. LJGS.

Ese mismo día tomaba posesión de su nuevo archivo «abundante en fondos históricos y virgen en absoluto»; dedicando todas sus energías al proceso de adaptación y puesta en marcha.

El día 26 escribió la primera carta a Pedro Sainz en la que le contó los detalles del traslado y la cálida acogida por parte de sus nuevos compañeros. También le trasladó nuevos encargos bibliográficos como había estado haciendo mientras estaba en Albacete.

Murcia 26 de Marzo de 1916. Mi querido Pedro: Por fin, después de un mes de trastornos y tumbos, dispongo de un rato de tranquilidad que aprovecho para escribirte unos párrafos y sepas algo de mí. En Albacete nos vimos obligados a detenernos quince días, pues con los fríos que hacen en esas latitudes manchegas, se nos recrudecieron los catarros que todos pescamos en Madrid y tuvimos que guardar cama.

Apenas restablecidos, levantamos la casa, me dieron el cese y el día 2 del actual dimos con nuestros huesos en la patria de Cascales y de los higos chumbos. Imagínate mi vida atraillada con la familia en una casa de huéspedes buscando sin descanso un cuarto conveniente para alquilar. Así ocho o diez días. Por fin lo encontramos, después de corretear mucho, y aquí tienes ahora tu casa en la calle de la Sociedad, nº 19 -2º, que ofrecerás en nuestro nombre a tus papás y hermano.

El día 15 tomé posesión de este Archivo, donde me ha costado algo de trabajo entrenarme, pues en él se sigue el sistema de la catalogación muda, y he tenido que atarearme mucho, porque me encontré buen número de pedidos y remesas esperando mi advenimiento.

Aún no he podido husmear a mi sabor los fondos históricos, pero los hay aún más abundantes que en Albacete y, desde luego para mí, de mayor interés. Hay numerosas procedencias de la Inquisición, formando códices encuadernados en pergamino. Desde luego que está virgen en absoluto.

Mis compañeros de la Biblioteca y Museo provinciales, Sres. Báguena (Autor de la Historia de Aledo) y Sobejano me han dispensado una acogida muy cariñosa, y así mismo otros elementos intelectuales. Mañana haremos una expedición artístico-arqueológica-bibliográfica. Ya te contaré.

Dime cómo te va en tus funciones pedagógicas de Editor Escolar y cómo marcha aquello. Mándame enseguida la Revista de Filosofía y Letras de Febrero y Marzo. ¿Se publicó lo de Pérez de Ayala?

Cuando puedas enviarme el tomo restante de Glorias Españolas mándamelo junto a la Poética de Aristóteles (ed. Canseco) que necesito para mi tesis, y la Historia de España de Altamira (ed. Soler). Los libros tuyos que yo tenía los dejé en casa de mi suegra para que te los entregasen. Creo que así lo harían. ¿Qué novedades bibliopiráticas  me cuentas?

Escribe pronto. Justito está muy revoltoso y el chiquitín hecho un tragón de siete suelas. Recuerdos de toda mi familia para tus papás y el Galeno en ciernes, y tú sabes que te quiere muy de veras y no te olvida tu fraternal amigo Justo.       

En la capital murciana podía sentirse como en casa; a dos pasos de Orihuela, su ciudad natal. Además llevaba colaborando en la prensa local desde que tenía trece años; tenía familia en Murcia y en el cementerio municipal de Nuestro Padre Jesús yacía enterrado su padre. Pero no dejó de añorar Madrid.

A finales de marzo contestó a una carta de José Rufino Gea. Una misiva extraviada que el cronista oriolano la había enviado a Albacete a primeros de febrero; y que había recibido en un viaje a Madrid.

Sr. D. Rufino Gea. Mi buen amigo y distinguido paisano: Su carta fecha 9 de febrero último, me fue remitida con gran retraso desde Albacete a Madrid, donde me hallaba a la sazón con el pie en el estribo para hacer mi traslado a esta capital, donde ahora me tiene V. más cerca, a su disposición y deseando servirle, como siempre.

El trastorno y baraúnda que originan estas mudanzas con toda una casa y una familia por delante, ha sido el motivo de no haber podido dar pronta respuesta a su grata misiva. Yo he preferido demorarla para poder hacerlo cumplidamente y con algún sosiego, del que ya hoy por fin dispongo. La empresa histórica que tiene Vd. entre manos, me parece digna de sus hombros y de su laboriosidad. Es una compasión que la historia de Orihuela esté aún incompleta y casi por hacer.

En nuestros Archivos hay tesoros ocultos de noticias interesantes, que están aún como el arpa de Bécquer. (1)  Yo que he querido siempre muy románticamente a mi ciudad natal, aun quejoso de sus ingratitudes, he soñado desde mi infancia con resucitar también algún día esas glorias pretéritas oriolanas, hoy en triste olvido. Esto me ha hecho sentir siempre honda y espontánea simpatía por las investigaciones que ha ido Vd. realizando con lisonjero éxito.

Yo también he trabajado mucho en silencio. Mis estudios profesionales y mi huroneo continuo por bibliotecas y archivos me han proporcionado no escaso caudal de noticias sobre Orihuela y su comarca. Aquí las tengo, en heterogéneas apuntaciones y notas, a su disposición. ¿Quiere Vd. que unamos nuestros esfuerzos? Por mi parte complacido y honrado.

(1) En el Archivo Hist. Nac., en la Sal. de Ms. de la Bibl. Nac., en la de la Academia de la Historia, existen no pocos documentos relativos a Orihuela de que tengo la clave. De los Archivos de Simancas, de la Corona y de otros locales. Existen muchas cosas interesantes. Aquí, en los de Murcia, no faltan tampoco noticias valiosas que completan lagunas y esclarecen puntos oscuros. Con ellos hay materia más que de sobra para obtener una cosecha opulentísima.

Ahora estamos muy cerca. Yo no tardaré en hacer una escapada por esa población. Acaso venga usted antes alguna vez por aquí. De una u otra forma podemos ponernos de acuerdo en una próxima entrevista. Aquí tiene Vd. su casa en la calle de la Sociedad, núm. 19, 2º; y a un buen amigo que le estima muy de veras en Justo García Soriano.

Rufino Gea tardó poco en enviarle otra misiva con el anuncio de su inminente visita a Madrid para encontrarse con su hijo, oficial de telégrafos destinado en la capital.

Orihuela, 1 de abril de 1916. Sr. D. Justo García Soriano. Mi buen amigo: Anoche recibí su estimada con la de recomendaciones y tarjetas que le agradezco. El documento que me indica V. del cura de la parroquia del Salvador ya lo vi en el A. H. y como es bastante lato y latazo, sólo tomé de él el extracto que figura en el catálogo del Sr. Paz.

En Madrid, para donde me propongo salir esta tarde, me tiene V. a sus gratas órdenes, Magdalena, 38 pral. derecha. Si quiere algo de allá puede ahorrarse el sello poniendo doble sobre y al exterior esta dirección: Telégrafos a Rufino Gea Sacasa, oficial del cuerpo, Magdalena 38 pral. Sólo puedo estar allá 4 ó 5 días. Y yo le avisaré de cuándo me detengo en esa.

Hoy he encontrado en nuestro Archivo más cartas sobre la universidad oriolana. Dio ruido pues hubo de llevarme el asunto a las Cortes de Denia en 1604. Esto de Cortes en Denia me choca bastante: me fastidia el no encontrar las cartas de nuestro procurador en esas Cortes, a las que sigo la pista porque el asunto lo merece. Como aún hemos de charlar mucho antes de que nuestro parto se lance por esos mundos, ya cambiaremos impresiones de todo. A sus órdenes. R. Gea.  

Sin haber recibido respuesta de Pedro, el cinco de abril le envió otra carta con nuevas peticiones, aprovechando el viaje de Rufino Gea. En ella le dio cuenta de su retomada amistad y del proyecto que tenían entre manos. Pensaban publicar una obra en colaboración con el título «Páginas de la Historia de Orihuela».

Murcia, 5 de abril de 1916. Querido Periquito: Hace un par de semanas te escribí, dándote cuenta de nuestra llegada a esta y de las novedades que nos habían ocurrido desde nuestra salida de Madrid. Me retrasé en hacerlo por los motivos que te exponía, y tú parece quieres tomar desquite retardando tu respuesta. «Vindictrix mala consiliatrix est», que decís los humanistas.

Pero para que veas que yo «pedrico» con el ejemplo, sin esperar tu réplica, te escribo de nuevo, claro que no sin interés. Si piensas enviarme el tomo que no me traje de Glorias Nacionales, la Poética de Aristóteles (ed. Canseco) y el Manual de la Historia de España, de Altamira, puedes aprovechar la ocasión de hallarse en esa corte mi paisano D. Rufino Gea, Cronista oficial de Orihuela, que regresará de ahí para esta, el viernes o el sábado.

Se hospeda bien cerca de tu casa, calle de la Magdalena núm. 38, pral. drcha., donde puedes llevárselos en mi nombre, que me ha escrito diciéndome si quiero algo de ahí. A la vez te agradecería que avisases en casa de mi suegra para que entreguen a dicho señor un paraguas que me dejé olvidado. Todo ello sin pérdida de tiempo, pues es lo más fácil que salga de esas el viernes.

Estoy ahora en buena amistad con el Sr. Gea. Desde el próximo mes comenzaremos a publicar, en colaboración, una serie de monografías con el título Páginas de la Historia de Orihuela, compuestas en su mayor parte con documentos inéditos de los más curiosos y sabrosos. Concederemos preferencia a lo episódico y a lo que se refiere a la historia interna y social.

Uno de los capítulos, que corre a mi cargo, versará acerca de la literatura y la imprenta en Orihuela (reseña bio-bibliográfica) que formara pendant  (término utilizado en la bibliografía de arte para designar a una pareja de piezas) con el de la Universidad Oriolana, la cual tuvo más importancia de la que se le ha dado.

Para esta labor reclamo tu ayuda y concurso. ¡Venga de ahí noticias bibliográficas! ¿Y la Revista Filosofía y Letras? ¿Feneció? Quiero saber de ella y de tu trabajo sobre Antonio Agustín. Cuéntame las novedades que hayan por El Tutor Escolar. Da muchos recuerdos a tus papás y hermano, de Eloísa, de mi mamá y míos, y tú recíbelos de todos junto con un abrazo de tu buen amigo, Justo. Los chiquitines buenos y contentos. Recuerdos a Eugenia, a Enrique y a Teresa.

El Conquistador. Orihuela, 20 de abril de 1916. Semana Santa. Montaje con varias fotografías.

Por una carta a Pedro, sabemos que visitó Orihuela por Semana Santa. Creo que el siguiente texto, transcrito de un borrador de Justo sin fecha, hace referencia a ese viaje de vacaciones.

Sr. D. Rufino Gea. Mi querido amigo: el domingo hube de regresar precipitadamente de esa ciudad porque se me puso enfermo mi nene menor. Lo he tenido muy grave hasta ayer en que comenzó a iniciarse la mejoría y hoy ya está fuera de peligro, afortunadamente. A causa de este disgusto y preocupación no me ha sido posible escribirle aún el prólogo. Hoy, ya más tranquilo, me pondré manos a la obra, y el sábado próximo o el domingo, lo más tarde, lo tendrá Vd. En su poder Deo Volente. Sin otra novedad, es suyo aftmo. Justo García Soriano.

«Ver el pasado como fue es el mayor goce y la más noble curiosidad del hombre y además la más útil. La verdad debe saberse siempre. Si pudiéramos conocer la verdad de lo pasado y de lo presente de la humanidad, seríamos sabios perfectos». [Renán. Historia del pueblo de Israel].

Semana Santa en Murcia. Mundo gráfico. 3 de mayo de 1916. BNE.

Por fin, a primeros de mayo, envió las hojas del prólogo al Sr. Gea. Y la obra, comercializada en cuadernos de 24 páginas al precio de cuarenta céntimos cada uno, salió de la imprenta. Al menos el primer cuaderno.

Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Archivo Provincial de Hacienda. Murcia, 6 de mayo de 1916. Sr. D. J. Rufino Gea. Mi querido amigo: Ahí le mando unas cuartillas más del prólogo, hasta la 21 inclusive. Con ellas tendrá de sobra para el primer pliego, pues he estrechado mucho la letra y los renglones en estas últimas. Le agradeceré me remita las pruebas para su corrección y se las devolveré enseguida por la Agencia. Sabe le quiere y le considera su afmo. Justo García Soriano.  

El conquistador. 13 de mayo de 1916: La Historia de Orihuela. Hemos recibido el primer cuaderno de La Historia de Orihuela, escrita por los contemporáneos de los sucesos que el Cronista honorario de esta ciudad, D. Rufino Gea, ha empezado a dar a la estampa precedida de un erudito prólogo de nuestro paisano el doctor en Filosofía y Letras D. Justo García Soriano.

El Sr. Gea realiza una labor verdaderamente patriótica con ese libro, conjunto de curiosísimos documentos que ha sacado con una paciencia digna de aplauso de los archivos de Orihuela y de fuera de ella, presentando al lector cuadros animados y vivientes de las vicisitudes porque atravesó Orihuela al correr de los siglos…

Colección Javier Sánchez Portas.

En otra carta a Pedro Sainz, Justo le contó sus primeras impresiones en Murcia. Le habló de su visita a Orihuela, por Semana Santa; de la publicación de la obra con Gea, a la que lo había suscrito; y de su nuevo viaje a Madrid, que podía aprovechar para enviarle sus encargos.

También le confesó la incertidumbre que le perturbaba a diario: aún no había terminado de instalarse en Murcia (con el considerable gasto y las molestias que habían supuesto el traslado) cuando se enteró del concurso de unas plazas en Madrid; una de ellas en la biblioteca de San Isidro…

No estaba mal en Murcia; pero pidió a Pedro que tantease a la «señorita guapa» para evaluar las posibilidades de un eventual regreso a la capital; a ser posible para siempre.

Murcia, 15 de mayo de 1916. Querido Pedro: Esperando próxima ocasión de comunicarte nuevas, he ido aplazando hasta hoy mi respuesta a tu última carta. No muchas noticias, pero sí impresiones puedo comunicarte ya. Mi vida aquí va deslizándose gris y tranquila, un poco monótona; entre mi ocupación diaria en el Archivo y las atenciones familiares.

Mi tarea literaria es lenta y bastante indecisa. Lo que más me ha ocupado estos últimos días en la redacción de un prólogo para «La Historia de Orihuela escrita por los contemporáneos de los sucesos (1500-1900)» que, como te anuncié, ha comenzado a publicar por entregas el cronista honorario de aquella ciudad D. J. Rufino Gea.

En la lista de conocidos míos, presuntos suscriptores que me pidió dicho señor, incluí tu nombre en la seguridad que serías uno de ellos. Así que supongo que, a estas fechas, tendrás ya en tu poder el primer cuaderno de esta nueva obra que me parece interesante. Deseo que me hagas saber pronto tu sincera opinión acerca de la misma. De mi prólogo solo van en esta primera entrega cuatro páginas, pues es largo y la hubiera llenado por completo.

El Sr. Gea tiene un concepto muy artístico y ameno de la Historia y su libro será un almacén de documentos curiosísimos, zurcidos primorosamente por asuntos para formar cuadros monográficos completos. Uno de estos será, Deo volente, una reseña mía que podrá titularse Orihuela la intelectual y artística, y en la que procuraré abocar toda mi erudición regional literaria. Allá veremos. Para ello voy reuniendo numerosos materiales.

Con el motivo de pasar la Semana Santa y además este otro objeto, estuve en Orihuela y de allí me traje, entre otras curiosidades históricas, un códice inédito sobre la Universidad oriolana. Y, a propósito del Sr. Gea: supongo que le llevarías los libros que te pedí, después de que él regresó.

Ahora puedes aprovechar la ocasión de hacerlo, pues según me ha escrito, ayer marchó de nuevo a Madrid y ahí permanecerá hasta este miércoles. De paso puedes conocerlo y hablarle de nuestra labor. Para en la Plaza del Progreso, 19, pral.

Ya supongo que estos días serán para ti atareadísimos, pues te hallas en vísperas de exámenes. Creo, no obstante, que apenas habrás interrumpido tu labor particular. Mucho siento que no me hayas enviado la revista Filosofía y Letras, en particular los números en que hayan aparecido la continuación de tu trabajo sobre Antonio Agustín y el testamento de don Martín Pérez de Ayala.

Puedes enviármelos también con el Sr. Gea y un ejemplar de El Parlamentario de cualquiera de estos días, pues desde que salí de Madrid no he vuelto a saber ni una palabra de este periódico ni de su director. Verdad es que yo tampoco le he escrito.

No te podrás figurar, mi querido Periquito, la horrible incertidumbre que me está torturando estos días. He perdido el sueño. El día 3 de los corrientes se anunció el concurso para proveer cinco plazas del Cuerpo de Archivos, Bibliotecarios y Arqueólogos vacantes en esa Corte, una de ellas en la Biblioteca de San Isidro. Yo no sé si entrar en el concurso o no, enviando mi solicitud. Pero está tan reciente mi llegada  esta ciudad y mi último traslado, con todos sus enormes gastos y fatigas, que solo el volver a intentarlo me parece una enorme locura.

Mi bolsillo está exhausto por completo. Tengo un déficit ruinoso y necesitaría para otro traslado 400 pesetas. Además quisiera terminar en esta región las investigaciones que tengo entre manos y en proyecto. Si no las hago ahora, ya no las haré nunca.  Pero por otra parte ya he empezado a sentir la nostalgia de Madrid y la de tu separación principalmente. No sé qué hacer. Mi duda es tremenda. Te agradecería en el alma, que enseguida me escribieras y me ayudaras a decidirme. No hay tiempo que perder, pues el plazo expira el día 23.

¿En qué disposición está la señorita guapa?  Creo que se presentan muchos concursantes. Sácame de este atolladero. Muchos recuerdos de Eloísa, mi mamá y míos para ti, tus papás y tu hermano, junto con un abrazo entrañable de tu fraternal, Justo.

Nueva carta a Rufino Gea con membrete del Archivo de Hacienda.

Cartas de Justo García Soriano. Archivo Provincial de Hacienda de Murcia. Colección Javier Sánchez Portas.

El Jefe del Archivo Provincial de Hacienda. Murcia, 25 de mayo de 1916. Sr. D. Rufino Gea. Mi querido amigo: Le supongo a V. ya regresado de la Corte. Adjunta le envío otra porción de cuartillas de mi prólogo. He llevado dos semanas muy ocupado y preocupado por cosas perentorias y me ha sido imposible terminar la faena. Las restantes cuartillas se las enviaré la semana venidera. Recibí el 1º cuaderno y no he de decirle que me gustó.

Es un soberbio comienzo. Lástima que la 1ª pág. quede en blanco. Dígame Vd, cómo ha respondido el público a su llamamiento. La tardanza del 2º cuaderno me hace temer malas noticias. En el pliego del prólogo se deslizaron dos erratas, una de ellas de bulto. Deseo saber las novedades que haya. Ya le contaré algunas minucias. Le quiere muy de veras su buen amigo. Justo García Soriano.  

La vega. 21 de mayo de 1916: Sección bibliográfica. El culto escritor nuestro distinguido amigo D. J. Rufino Gea, cronista honorario de esta ciudad, ha emprendido la loable tarea de publicar una historia de Orihuela, escrita por los contemporáneos de los sucesos y que abarcará el período que medía entre los años 1500 y 1900. De ella se ha publicado el primer cuaderno y constituye una muestra de lo que ha de ser la obra a la que podemos apellidar interesantísima, curiosísima y oportunísima sin hipérbole alguna.

Avalorará esta un prólogo y estudio crítico literario del Doctor en Filosofía y Letras nuestro paisano, D. Justo García Soriano, que será a no dudarlo una prueba más de los vastos conocimientos que posee su autor. La obra se publica por cuadernos de 24 páginas al precio de 40 céntimos cada uno y los que deseen suscribirse pueden hacerlo dirigiéndose al autor calle de Ruiz Capdepón número, 11.

Justo seguía enviando cuartillas; pero no hubo más entregas: sólo la primera pudo ver la luz. A los pocos días de su publicación, Rufino Gea perdió un ojo y sus hijos trataron de apartarlo, al menos provisionalmente, de la investigación histórica. Tenemos la respuesta de Rufino, el hijo mayor, a la carta enviada por Justo García Soriano.

AMO. LJGS.

26-5-1916. Sr. D. Justo García Soriano. Muy Sr. Mío: por encargo de mi padre le acuso recibo de su grata del 25. Los temores que tiene son fundados. Por desgracia papá ha perdido un ojo hace unos días. Desde luego suspenderá la publicación de la obra empezada, y espero también la suspensión de todo trabajo que a investigación histórica se refiera.

Como usted sabe, papá padecía mucho de la vista. En su último viaje se le infectó una úlcera, dando lugar a la formación de un flemón que ha determinado la pérdida total del ojo. El domingo pienso regresar a Madrid, en cuya central de Telégrafos me tiene a su disposición; y en ésta le atenderá en lo que guste mi hermano Juan mientras papá siga imposibilitado de poder hacerlo. Atentamente es S.S.S. Rufino Gea Sacasa.

Transcripción del borrador de un certificado escrito por Justo a finales de mayo.

Don Justo García Soriano, Habilitado del Personal del Archivo Municipal de Hacienda de Albacete. Certifico: Que a D. Justo García Soriano, Jefe del Archivo de la Delegación de Hacienda de Albacete, con la categoría de oficial de tercer grado del cuerpo y sueldo anual de tres mil pesetas, le han sido liquidados sus haberes hasta el 29 de Febrero último, cesando en este destino con fecha de primero de Marzo por haber sido trasladado al Archivo provincial de Hacienda de Murcia, con igual categoría y sueldo, en virtud de orden de la Subsecretaría del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de 28 de Enero último. Murcia, 20 de Mayo de mil novecientos diez y seis. Justo García Soriano (rubricado).

En una nueva carta, Pedro Sainz le informó de las gestiones practicadas por Carmen Riesgo, la citada «señorita guapa». También expresó sus dudas sobre la conveniencia de un posible traslado a Alcalá de Henares; alternativa sugerida en comisión de servicio.

Madrid 30 de Mayo de 1916. Querido Justo: No le he escrito antes porque esperaba a saber la respuesta de Carmen Riesgo para escribírsela. Fueron a ver a ese señor y les dijo que era muy difícil lograr eso ahora por estar concedidas 4 de las 5 plazas que hay.

Que V. debe encontrar una recomendación para Burrell y dijo que por si acaso no se logra el traslado de V. a Madrid, debía pedir el de Alcalá de Henares, y que estando V. en Alcalá podía vivir en Madrid y estar aquí en comisión de servicio. No sé yo hasta qué punto le convendrá a V. eso. F. Victorio dijo que haría todo lo que pudiese y quizá se logre el traslado aquí.

Eso de Alcalá me parece un término medio que no le conviene, aun estando en comisión de servicio; en fin ¡V. verá! Le escribo a V. muy deprisa porque es la hora del correo y quiero que salga esta carta hoy. He acabado de examinarme hace dos días y he sacado 5 sobresalientes; las matrículas de honor no se saben todavía, pero tengo 2 seguras y 2 probables.

Mañana o pasado le escribiré largo y tendido. Recuerdos de todos a V. y a su familia y V. ya sabe lo mucho que le quiere su fraternal Pedro Sainz (Rubricado). P.L. La señorita de Riesgo y su tía han puesto gran diligencia e interés en complacernos. Contésteme si no entiende algo, aunque quizá le escriba yo antes.

Carmen Riesgo Gallo era la hija del poderoso empresario y futuro político Honorio Riesgo (en 1917 dejó de ser «señorita» al contraer matrimonio con el abogado y taquígrafo del Senado, Enrique Tapia). Y cuando mencionaba a «F. Victorio» , se refería a Augusto Fernández Victorio, Jefe de la Sección de Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Instrucción Pública.  

Sólo tres días después, Pedro le envió una nueva y más extensa carta en la que lo puso al día de todo lo que pasaba por la capital: Su trabajo, la revista, sus investigaciones… Pasando muy de puntillas por el tema del posible tralado.

Madrid 3 de Junio de 1916. Mi querido Justo: Dispense la tardanza, pero no le he escrito antes por la absoluta imposibilidad de hacerlo. Ya recibí La Historia de Orihuela del Sr. Gea con el prólogo de V. (no concluido); me parece muy bien, y ya lo sabe V. de antiguo, esa manera de escribir la historia amenamente y con cuadros vividos al modo de Baring-Gould y mucho mejor aún que eso no esté escrito por un autor posterior, sino formado por el hábil ordenamiento de bellas relaciones contemporáneas de los sucesos.

Ya nuestro insigne frailuno Fr. Gerónimo de S. José tuvo una idea parecida dentro de un genial modo de concebir la historia. Lo que no veo claro en la Historia del Sr. Gea es el orden o método que va a seguir en la exposición de los sucesos.

D. Cayo me dijo que presentase V. su tesis cuanto antes y que no retarde V. esta presentación pues le puede ser perjudicial retrasando sus oposiciones a cátedra. En la B. N. de París hay algunas cartas de Cerdá y Rico inéditas, según creo, y en una de ellas habla de su edición del Discurso de la Ciudad de Cartagena de Cascales, y trata de las correcciones que deben hacerse a esta obra, sobre todo al tratar de las inscripciones. Morel Fatio habla a la ligera de esto y sería interesante obtener copia, sobre todo para su tesis de V., que así se enriquecería con otra noticia inédita más.

Estoy asustado de la labor que he echado sobre mí con esto de los humanistas; ¡hoy más inédito que publicado! Las obras del marqués de Mondéjar están casi todas inéditas y algunas son de un interés extraordinario; Nicolás Antonio tiene también mucho inédito; Sepúlveda, Antonio Agustín y tantos otros cuyas obras están esperando, no la mano de nieve, sino aunque sea de carbón, que las saque de sus polvorientas tumbas.

Bonilla dio el otro día una magnífica conferencia en el Ateneo sobre Cervantes y el Quijote; le doy a V. la noticia para que no se entere V. por otro conducto, pues la prensa y todo el mundo ha guardado un indigno silencio, siguiendo la consabida táctica de hacer el vacío alrededor de los que valen de veras. En cambio las agradables e ingeniosas, pero insustanciales conferencias de Rodríguez Marín se han publicado, alabado y cacareado a bombo y platillos.

¿Ha visto V. la ed. de R. Marín del Quijote? Cuando la vea dígame V. su opinión sobre ella. Yo creo que es correctísima en cuanto al texto aunque se haya cometido el error, a mi modo de ver, de adoptar la edición príncipe, siendo casi indudable que Cervantes revisó y retocó la 2ª, que es la que se debió adoptar como modelo.

… La conferencia de Bonilla quedará, como quedarán por los siglos de los siglos los estudios de M. Pelayo y Valera, siendo lo poco de interés que como crítica estética se ha producido sobre Cervantes y su libro. Se me acaba el papel. Contésteme pronto y en mi próxima le hablaré de las chistosísimas escenas que, según me han contado, ocurrieron en el colegio de D. Miguel y que pueden ponerse, en cuanto a chiste e indecencia, al lado de las famosísimas de la venta de D. Quijote. No se las digo ahora para que con el acicate de la curiosidad me escriba V. pronto.

Ya le expliqué en mi anterior lo referente a su traslado. F. Victorio ha dicho a la señorita Carmen que hará todo lo que pueda. Le mandaré un día de estos todos los números de Filosofía y Letras que no tenga V. La revista va viento en popa; nos sobra dinero después de la impresión de cada número, y ahora hemos recibido, gracias a Bonillo, un donativo de 2.000 reales del multimillonario español M. Cebrián, residente en California. Quizá repita todos los años. Recuerdo a Eloísa y a su mamá, besos a los chiquitines y V. reciba un fraternal abrazo de su mejor amigo P. Sainz (rubricado).    

Pero Justo estaba obsesionado con volver a Madrid. Y por su parte tiró de influencias escribiendo al oriolano Manuel Ruiz Valarino y al torrevejense Joaquín Chapaprieta. Del primero tardó en tener noticias pues estaba de gobernador en el norte. Chapaprieta escribió rápidamente al subsecretario Natalio Rivas Santiago; y esta fue su respuesta.

AMO. LJGS.

El Subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. 6, Junio 916. Excmo. Sr. Joaquín Chapaprieta: Aun cuando se trata de asunto de las atribuciones de la Junta de Archivos, en mi deseo de procurar servirle he de hacer por mi parte todo cuanto me es posible en favor del traslado a Madrid de Don Justo García Soriano que toma parte en el concurso para proveer las cinco plazas vacantes en el Cuerpo de Archiveros y crea que tendría una verdadera satisfacción si lograra quedara atendido. Como siempre me reitero suyo buen amigo. Natalio (Rubricado)

En una nueva y extensa carta a Pedro Sainz, Justo le felicitó por sus calificaciones. También le informó del resultado de sus peticiones de influencias a políticos conocidos, de la suspensión del proyecto emprendido con Rufino Gea, de su toma de contacto con el Archivo Municipal y su deplorable estado…

Murcia, 11 de junio de 1916. Mi querido Pedro: Antes que nada vaya un abrazo y mi efusiva enhorabuena por tus Sobresalientes y por tu Matrícula de honor. Lo tenía descontado. Haz extensivos mis plácemes a tus papás. Un año más y, Deo volente, seremos ya compañeros de un modo oficial y académico, que de otra forma lo somos desde que te imbuí mis aficiones por las Letras.

Quedo bien enterado del resultado de vuestras gestiones y de las hechas por la Srta. Riesgo en pro de mi traslado a esa Corte. Ya me temía yo las dificultades que existen. Creo, sin embargo, que aún otras mayores serían un grano de anís, si tuvieran gran interés los señores del margen. De menos nos hizo Dios. Yo escribí también por mi cuenta al Subsecretario de Hacienda, Sr. Chapaprieta, y al Diputado por mi pueblo, Sr. Ruiz Valarino, para que me recomendasen a los Sres. Burrell y Rivas.

Valarino aún no me ha contestado; pero Chapaprieta sí, y me ha remitido una carta del Subsecretario de Instrucción Pública, muy afectuosa, en la que dice que, aunque la resolución de los concursos de traslado es de la atribución de la Junta Facultativa, él por su parte hará toda la presión posible para que pueda realizar mis deseos.

Chapaprieta seguramente me ha recomendado con verdadero interés, pues me debe favores periodísticos de campañas electorales; pero Natalio Rivas, tiene el compromiso preferente de Góngora, novio de su hija, que ya está ahí en comisión de servicio, aunque fue el último número de mis oposiciones.

Este caballerito será seguramente uno de los cuatro impepinables, que dice F. Victorio, a pesar de los escrúpulos de Don Augusto, que parece inclinarse a la legalidad más estricta, concediendo preferente derecho a los de mayor antigüedad en el Cuerpo, verás como otros más, de mi promoción, serán trasladados a Madrid. Me lo sé de memoria. Así es que tengo pocas esperanzas de conseguirlo; y bien sabe Dios que lo siento más por Eloísa, por quien principalmente lo he solicitado, que por mí mismo, que no me encuentro mal del todo aquí.

También se puede trabajar en Murcia, donde la vida puede tener recogimiento y sosiego eremíticos, muy propicios para el estudio. Por lo demás ya sabes que aquí tengo filones de explotación. Estos días he estado yendo al Archivo Municipal, que tiene riquezas históricas incalculables.

Además de la serie completa de los libros de actas y acuerdos capitulares correspondientes a seis siglos (XIV-XIX) existe allí una copiosísima y variada de copiadores de Cartas reales, que tiene interés histórico nacional. Forman unos cien volúmenes en folio en cuadernos de pergamino.

Están inéditas y vírgenes casi en su totalidad. Cascales apenas si vio algunos para componer sus Discursos históricos y los investigadores posteriores lo más que han hecho es verlas por el forro. Es fuente inagotable de noticias de todo género y contiene verdaderas preciosidades. Yo llevo copiadas algunas muy curiosas, entre ellas el célebre privilegio concedido por los Reyes Católicos al impresor Teodomiro Alemán.

Es del año 1478, y el primero que se conoce concedido a los Introductores de la imprenta en España. Creo que esta es la única copia que se ha conservado en nuestros Archivos, y aunque se han hecho de ella algunas citas y referencias, me parece tener entendido que su texto está aún inédito.

De él se entresacan, además, algunos datos curiosos para nuestro primer comercio de libros, al que se concedían grandes prerrogativas en una cláusula de frases elevadísimas, que honran en alto grado a aquellos insignes monarcas, grandes protectores de las letras.

Cada uno de estos libros copiadores, coetáneos, contienen unas 400 ó 500 cartas, inéditas y casi desconocidas todas ellas. Yo he comenzado a hacer de ellas un minuciosísimo inventario, labor asaz ardua y pacientísima, que proseguiré, si Dios quiere, si aquí continúo residiendo. Porque me temo mucho que este tesoro se pierda, y no quede de él ni rastro. Estas gentes lo desconocen.

El archivero municipal y los ediles lo tienen en gran abandono. En absurda confusión yacen tan admirables reliquias, amontonadas dentro de hediondos armarios y por los suelos, siendo pasto de polillas y arañas. ¡Qué compasión y qué crimen de lesa incultura! El Estado debiera incautarse de ese tesoro y darle el decoroso destino que merece.

Gea ha tenido que suspender la publicación de La Historia de Orihuela. El pobre, que ya padecía de la vista, se ha quedado tuerto a consecuencia de una oftalmia. Los médicos le han ordenado que se abstenga de todo esfuerzo visual; así que no sé si la suspensión de su obra será definitiva o sólo temporal. Es una lástima, pues hubiera hecho un gran servicio a esta región, publicando gran número de documentos, pues así es probable que se pierdan para siempre.

Mi prólogo consta de unas cincuenta cuartillas; y en él trazo a grandes rasgos de las vicisitudes histórico-políticas de Orihuela y pongo una extensa bibliografía de obras impresas y las referentes a mi patria chica. El plan de Gea era exponer en una serie de monografías los hechos más culminantes, la historia de los siglos XVI al XX. El 1er. Capítulo, a manera de introducción o cuadro panorámico, habían de formarlo una serie de pregones y ordenanzas, inéditos y muy útiles para conocer las costumbres de mis paisanos de antaño.

Por cierto que, en el Presupuesto de gastos, que ha publicado en el 1er. Cuaderno, pág. 15 figura una noticia relativa a un humanista, el maestro Damián Cevallos, que fue catedrático de Retórica de la Universidad de Valencia. Vida N. Antonio y Ximeno.

Un día de estos mandaré a Rodríguez Marín, el Inventario de la librería de un cura de la Mancha contemporáneo de Don Quijote, que saqué del Archivo de Albacete, y que aquel me encargó se lo enviara para publicarlo en la Revista de Arch., Bib. y Mus. Veremos si me cumple la palabra.

Creo que es de gran interés para los bibliógrafos. El cura de El Bonillo poseía muchos libros que reseña N. Antonio. Sería necesario comprobar si están perdidos o completar la descripción bibliográfica de los mismos. De todos modos, siempre será interesante saber lo que leía un cura de la Mancha contemporáneo de Cervantes. R. Marín se quedó con el 1er. cuaderno de mi tesis y aún no me la ha devuelto. Tendría gracia que se me extraviara, ahora se la pediré.

Mi tesis quiero presentarla en Octubre. Dime qué plan de trabajo tienes para este verano. No dejes de enviarme todos los nos. de la Revista de Fil. y Letras. Muchos recuerdos de Eloísa, mi madre y míos para tus papás, para Antonio (quien supongo habrá salido bien en los exámenes) para ti y tú recibe un fuerte abrazo de tu fraternal, Justo.

Tres semanas después recibió la repuesta del gobernador Ruiz Valarino.

El Gobernador Civil  de Álava. Vitoria, 24 de Junio de 1916. Sr. D. Justo García Soriano. Muy Sr. mío y distinguido amigo: Contesto su atenta del 2 corriente, llegada a mi poder con gran retraso. Como verá, no estoy ahora en Madrid y no me es posible hacer personalmente lo que V. desea, pero escribiré a mis hermanos y celebraré que ellos puedan complacerle. Aquí me tiene a sus órdenes y como siempre sabe dispone de su atento amigo q. e. s. m. Manuel Ruiz Valarino.

AMO. LJGS.

En una nueva carta, Pedro Sainz le habló de sus notas; y le desveló las jocosas desventuras del sacerdote Don Miguel Ródriguez Cobo, subdirector y preceptor de la academia o colegio privado que Justo había dirigido en Madrid.

Madrid 28 de Junio de 1916. Querido Justo: Después de una tardanza más que regular, me decido a contestarle; no lo he podido hacer antes porque he estado muy ocupado preparando mi tarea de este verano y buscando libros para ella, pues pienso examinarme de dos asignaturas en septiembre. He obtenido este año, por fin, sobresaliente en árabe y en Historia Universal, y matrícula en Griego, en Latín y en Literatura. Lo de las matrículas me interesa porque así tengo más dinero para libros.

He perdido (o por lo menos, ahora no la encuentro) su carta y por tanto le contesto de memoria y no sé si se me quedará algo en la pluma estilográfica (no en el tintero, porque no lo gasto). Antoliano ha salido mal en las tres y como se le ha muerto el padre es muy probable que se dedique a la amable holganza y no vuelve a mirar un libro en la vida.

Por referencias de Gayo, me he enterado de los chistosísimos sucesos de la venta de D. Miguel. Como V. ya había sospechado, el joven Antoliano andaba en dulces coloquios con la sobrina de D. Miguel, coloquios que pasaron a mayores y notorios excesos con gran escándalo, y supongo que envidia, de los demás muchachos. Así las cosas, parece ser que cuando fue sorprendido Antoliano, declaró con gran pachorra y con una frescura inconcebible que no solo disfrutaba los juveniles y nacientes encantos de la sobrina, sino que también había tomado grata posesión y hecho afincamiento en los ya jamoniles e indudablemente trasnochados de ¡la hermana de D. Miguel!

Ante estas declaraciones hechas urbi et orbe se produjo el escándalo padre, chillando cada uno por lo que le tocaba más de cerca: la hermana de D. Miguel por verse así sacada a pública vergüenza, juraba y perjuraba que había de matar al indiscreto doncel: la sobrina lloraba a moco tendido sus desilusiones amorosas; los muchachos ponían el grito en el cielo a ver esta injusticia de la suerte (¡tanto para unos y tan poco para otros!) y sobre todo porque, según parece, eran utilizadas las impolutas (¡no respondo de que fuesen impolutas!) sábanas de sus lechos como campo trillado para los más inmundos regodeos; y finalmente D. Miguel, según me dijeron se pasó toda aquella noche revolviéndose en el lecho con grandes lamentos, tártagos y apuros, quizá pensando en la suerte de Antoliano y comprándola con su vergonzante celibato, pues según me dijo Gloria, también el curita ha salido fino y se retira a casa a las 2 de la madrugada.

La hermana de D. Miguel y la sobrina se fueron al día siguiente, según creo. He aquí a grandes rasgos estos interesantes sucesos con los cuales me he reído una barbaridad de veces. (…) Comprendo muy bien todo lo que V. me dice de su traslado, pero si Fer. Vto. saltase por encima de la ley, siempre tendríamos fuerza moral para echárselo en cara (cosa que hará con mucho gusto y frescura la Srta. Carmen) y poder lograr algo de él; si no ahora, en otra ocasión. ¡En fin, ya veremos!

Contésteme pronto que, en mi próxima le pienso dar cuenta minuciosa de mis planes y trabajos. Cuando salga el número de este mes le mandaré todos los que V. no tiene de la Revista. En estos 3 nºs no he escrito porque he tenido que esperar a que venga un libro publicado en Tarragona sobre A. Agustín, que no había en Madrid.

Recuerdos de toda mi familia y míos para Eloísa y su madre, besos a los pequeñines y V. reciba un abrazo fraternal de P. Sainz (rubricado) ¡No le escribo más porque están dando las 2 de la noche! ¡Escríbame!

El sobre incluía también la copia manuscrita de una carta enviada a Honorio Riesgo, el padre de la «señorita guapa», por Augusto Fernández Victorio, como ya he dicho, Jefe de la Sección de Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Instrucción Pública, quien no había podido hacer nada por trasladar a Justo.  

Abro (hoy 29 por la mañana) de nuevo la carta, para remitirle la adjunta copia: El Jefe de la Sección de Archivos etc… 28 de Junio 916. Sr. D. Honorio Riesgo. Amigo Honorio: Hoy ha sido resuelto el concurso para cubrir las cinco vacantes del Cuerpo en Madrid.

Y no viene García Soriano por quien tantísimo interés repetidamente nos ha significado a María y mí la hermana y la pollita de V. Para las cinco plazas se han presentado entre otros cuatro funcionarios de los cuales el que menos lleva más de 20 años en provincias, uno más de 30, frente a un compañero que ingresó en 1913, y otros entre ellos García Soriano que no llevan un año en el Cuerpo.

No han tenido estos últimos tiempo bastante aún para contraer méritos que pudieran contrarrestar la mayor antigüedad de veinte años por lo menos de los 4 mencionados en primer término, aún en el supuesto de que estos últimos no ostentasen más mérito que su antigüedad.

Por eso defendí en la Junta del Cuerpo y voté que debían darse cuatro de las vacantes a los cuatro más antiguos, pero me quedé sólo porque se acordó proponer que de estos cuatro sólo vinieran los tres más modernos y que se dejara fuera al más antiguo, al señor Fabral que ingresó en el Cuerpo hace más de ¡30 años! Sin que se opusiera contra este para excluirle, nota ni dato alguno desfavorable.

Y acordó la junta que en su lugar viniera el Sr. damfas (no entiendo la letra lo he copiado pero no lo entiendo) ingresado no hace un año, y en la quinta vacante el Sr. Góngora. He formulado nota en el expediente como jefe de la sección en contra del Dictamen de la Junta en cuanto al extremo indicado. Si va V. por el Ministerio podrá enterarse documentalmente de todo. Haré cuanto pueda cuando me sea dable …    

Postal de Murcia a principios del siglo XX.

El fracaso de las gestiones para su traslado — excluido del concurso a pesar de los contactos— y ciertos problemas suscitados con los eruditos locales ensombrecieron su estado de ánimo hasta el punto de ignorar los «chistosísimos sucesos» acaecidos en su antiguo colegio que Pedro le había contado.

Murcia, 1 de julio de 1916. Mi muy querido Pedro: Esta mañana he recibido tu carta y con ella una copia de la que el Sr. Fernández Victorio ha escrito a D. Honorio Riesgo, participándole que he sido excluido del concurso para la provisión de las cinco vacantes de Madrid.

Aunque este resultado ya lo tenía previsto, no ha dejado de contrariarme y malhumorarme mucho, pues a última hora había concebido alguna esperanza por las recomendaciones de Chapaprieta y Ruiz Valarino, y además porque ciertos percances que me han ocurrido estos últimos días, me han hecho desear más salir de esta tierra y volver a establecer mi residencia en Madrid, para siempre.

Pues por lo mismo que lo deseaba ahora ¡hubiera sido mucha suerte! Como habrás visto no me equivoqué ni un ápice al presagiar que más de uno de mis oposiciones obtendrían plaza en este concurso. Del Góngora, el futuro yerno de Natalio Rivas, no digamos.

Visto el resultado, pienso en si me pudiera convenir la solución de Alcalá de Henares, y luego desde allí la comisión de servicio, y recordarás que esta solución la propuso el Sr. Fernández Victorio como muy factible, en defecto de que no consiguiera lo de Madrid, según me comunicaste en una de tus cartas.

No dejes de informarme enseguida de lo que haya sobre el particular. Yo también voy a escribir a dicho señor; pero deseo saber lo que sobre ello dice a la familia Riesgo.  En este mismo correo te envío tres ejemplares de «El Liberal» de Murcia, que publica otros tantos artículos míos sobre un arduo asunto de erudición. Este rebusco, como aquí dicen, me ha producido no pocos sinsabores, gracias a la perfidia y a la villanía de los eruditos de esta ciudad, que es gente tan envidiosa como ignorante.

Por la lectura de los artículos te enterarás de la cuestión y de la partida serrana que han querido jugarme. Ahora que yo les he ganado por la mano y les he dado un zapatazo como se merecen. He tenido un gran éxito periodístico que me ha granjeado la popularidad y un gran número de partidarios; pero me ha indispuesto con mi compañero. Sobejano, que es un bichillo envidioso, que ha visto con malos ojos que haya venido yo aquí a echarle la pata, como dicen.

En el Archivo de protocolos he encontrado varias cosas interesantes referentes a escritores murcianos, en especial un curiosísimo «Inbentario de bienes que haze el ldo. franco. Cascales por fin y muerte de Doña Pretonila (sic) de quirós su mujer». Es cosa inédita ¡naturalmente! Y por él se deduce que Cascales fue casado por dos veces. Da buena luz para completar su biografía. Esto me compensa de las demás amarguras.

No dejes de escribirme con más frecuencia, que tus cartas me desenojan, alegran y me alientan. Ya lo regional comienza a hacerme la pascua y pienso en otras empresas de mayor cuantía, nacionales. Pero aquí no es posible trabajar, pues es muy difícil hacerse de libros. Recuerdos de todos para todos y un abrazo de, Justo. No dejes de enviarme los ejemplares de la revista «Filosofía y Letras». ¿Te va a dar la gana?

Para terminar esta primera parte del año 1916, voy a incluir un apartado especial en el que explicaré el primer «percance» que tuvo con los eruditos locales investigando un viejo testamento.

El Testamento del Doctor Espejo.

En mayo de 1916 falleció el «patriarca venerable, ilustre murciano y maestro del periodismo» José Martínez Tornel.

Ya transcribí dos cartas de este personaje enviadas al poeta adolescente Justo García Soriano en 1901, cuando le publicaba sus primeros poemas en las páginas de «El Diario de Murcia», periódico del que fue director propietario entre los años 1879 y 1903.

Esquela de Martínez Tornel y busto de Frutos Baeza en Murcia.

Como auxiliar de secretaría en el Ayuntamiento de Murcia desde 1876, fue el encargado de organizar el archivo municipal («En absurda confusión, pasto de polillas y arañas, un tesoro que el Estado debería incautar» en opinión de nuestro biografiado); y en él estuvo hurgando durante cuarenta años.

Le sustituyó su discípulo José Frutos Baeza, destinado por el Consistorio con un sueldo anual de mil quinientas pesetas. Este notable «murcianista», poeta, historiador y especialista en el panocho, inauguró su actuación con un «rebusco» sobre el Doctor Alonso de Espejo, médico del Santo Oficio que, a principios del siglo XVII, había dejado una pía fundación (diez mil ducados) para costear las cátedras de Medicina en caso de que se fundase la Universidad Literaria de Murcia.

Frutos publicó su descubrimiento a principios de junio en el diario «El Tiempo», pidiendo pública ayuda para encontrar el testamento original. «Me declaro lego en la materia; pero entrego su estudio a aquellos buenos murcianos que puedan ilustrar sobre este punto», «Hay pues que buscar ese testamento y ese codicilo». Y Justo lo encontró.

En un extenso artículo — del que voy a transcribir buena parte—, explicó paso a paso, como había localizado en el Archivo de Protocolos el documento desaparecido del Archivo Municipal.

El Liberal. 21 de junio de 1916: LA FUNDACIÓN DEL DOCTOR ESPEJO. Hallazgo del testamento hológrafo. Una explicación y antecedentes de este «rebusco». Ante todo, a los eruditos y patriotas murcianos a quienes preocupa y despierta gran interés la pía memoria que fundara el Dr. Alonso de Espejo en el siglo XVII, debe el que esto escribe una explicación, siquiera breve, por meterse en casa ajena, como quien dice, terciando en este asunto de importancia local y echando también su cuarto a espadas.

Persona bien conocida en Murcia, como es el inspector de Sanidad de esta provincia D. José García Villalba, a quien me une próximo parentesco y quien, según ya se sabe, sigue hace tiempo la pista a la importante fundación que nos ocupa, me encomendó hace meses, teniendo en cuenta mi profesión, mis aficiones y mi cargo de Archivero de Hacienda, una investigación detenida sobre el asunto.

Ya varias semanas me hallaba, por complacerle, revolviendo los antecedentes que pudieran existir en el Archivo de la Delegación, cuando me sorprendió gratamente el primer artículo que mi distinguido amigo el Sr. Frutos Baeza, en que, con el acierto y agudeza que le son característicos, llamó la atención del público, desde las columnas de El Tiempo, sobre aquel considerable beneficio que el filántropo Doctor del siglo XVII legara a los murcianos.

El señor Frutos hacía implícitamente en sus artículos un llamamiento a cuantas personas pudieran aportar algún dato nuevo, que viniera a dar luz en el asunto. Esta noble excitación, inspirada en los más generosos y patrióticos fines, acució en mí la solicitud que ya había puesto en el encargo del señor García Villalba, y me creí requerido a coadyuvar con mi modesta cooperación, que ofrecí desde luego al señor Frutos y por la que cariñosamente me significó su gratitud. Tal ha sido el motivo que me lleva a intervenir en rebuscos ajenos y la explicación que creo pertinente preceda a este artículo, antes de que se me pudiera pedir o de que tal vez sea necesaria.

Planteado el problema, comprendí que el punto de partida, la piedra angular para obtener en ello algo práctico y seguro, era, ante todo, dar con el testamento de nuestro buen Doctor, cuya copia existía antaño en el Archivo Municipal y que ahora brilla allí por su ausencia. Después de detenido examen comprobé que entre las numerosas escrituras de obras pías que se conservan en el Archivo de Hacienda, no se hallaba tampoco la del Dr. Espejo.

Entonces llevé mis pesquisas a otra parte, al Archivo de Protocolos, cuyo Archivero-notario, D. José Domínguez, me facilitó con exquisita y afable generosidad. No había duda: allí tenía que estar la primera parte, el primer miembro de la incógnita. En efecto, tras de una semana de paciente y detenida busca, en que una omisión del Catálogo del Archivo, hubo de desorientarme un tanto y retardar el hallazgo, di por fin con el ansiado testamento.

Es hológrafo y está protocolizado en el volumen número 3.457 (Sección Lateral), correspondiente al protocolo del escribano D. Pedro Suárez y su auxiliar don Martín Marín. La data del testamento es de Junio de 1622, y fue abierto, por muerte del testador, en  18 de Agosto del mismo año…

Omito la extensa y farragosa transcripción del testamento completo.

He aquí las cláusulas que condensan la última voluntad del Dr. Alonso de Espejo, en lo que se refiere a sus generosos deseos de que hubiera en Murcia una beneficencia médica para enfermos, o que en caso de que, andando los años, ésta no fuera necesaria, y se creara Universidad (el caso actual), se permite en sostener «cathedras desta facultad de Medicina y no en otras». Por lo pronto, la memoria pía de Espejo tiene un gran interés histórico en cuanto es, sin duda, la primera o una de las primeras asistencias médicas domiciliarias para enfermos pobres que se conoce en el mundo.

En cuanto a lo que se refiera a la fundación de unas cátedras de Medicina, que es de lo que ahora se trata y más importa, queremos hacer algunas consideraciones y señalar alguna nueva pista que pueda conducirnos a algo práctico, por lo menos a seguir todas las vicisitudes porque atravesó la plausible y patriótica fundación del Dr. Espejo. Pero por hoy nos hemos extendido ya mucho, y terminaremos con la conocida frase de la «cena jocosa» de Baltasar de Alcázar: «¡quédese para mañana!». Justo García Soriano.

No sé si pensaba cumplir la cita prometida. Lo cierto es que, al día siguiente, la llegada de un submarino alemán al puerto de Cartagena y sus consecuencias a nivel diplomático, acapararon las páginas de todos los periódicos murcianos.

En la Hemeroteca Digital faltan muchos números de «El Liberal»; entre ellos los correspondientes a los días 23, 24 y 26 de junio, por lo que no sé si, en esos periódicos desaparecidos, Justo publicó algo más sobre el tema (en una carta a Pedro le anunció el envío de tres ejemplares con artículos sobre el «arduo asunto de erudición»).

Frutos Baeza, amigo de Justo y futuro compañero en la revista Oróspeda, valoró y agradeció sinceramente su colaboración; incluso le animó a continuar como podemos comprobar en el siguiente artículo.

El Tiempo. 25 de junio de 1916: Decía yo en mi anterior artículo, a propósito de la pía fundación del Doctor Espejo, que sería más fácil poder exclamar: —«Caballeros, aquí traigo los papeles», que no «aquí traigo los diez mil ducados». Y no estaba dicho esto a humo de pajas. Sabía yo que alguien rastreaba con certera orientación por el Archivo de Protocolos de esta ciudad, y no era fácil que el testamento del fundador escapase al tacto del competentísimo rebuscador.

Este «alguien» es mi querido amigo el señor García Soriano, cultísimo erudito y archivero de Hacienda, el cual, tras de paciente escrutinio, ha dado con el importante documento y lo ha publicado y comentado en «El Liberal». El señor García Soriano, con una modestia que le enaltece, casi pide perdón por echar este cuarto a espadas en la campada que tuve la honra de iniciar…

… El señor García Soriano tercia en esta campaña porque le sobran títulos para ello. Es oriolano y quizás de oriundez murciana… pero ¡aunque no! Es decir, no tiene que justificarse al romper esta lanza tan airosamente, sino que por ello merece un aplauso y yo se lo tributo muy sincero y entusiástico…

… En este punto del presente artículo, leo el segundo y muy luminoso que publica el señor García Soriano. Con abundante copia de razonamientos y citas, el erudito rebuscador traza el probable éxodo que habrán recorrido las rentas del Doctor Espejo…

… Es muy interesante cuanto dice el señor García Soriano y yo, que participo de sus nobles entusiasmos renuevo mi aplauso y creo que no ha podido caer el pandero en mejores manos. ¡Adelante; siempre adelante, feliz explorador! JOSÉ FRUTOS BAEZA.

La Catedral de Murcia a principios del siglo XX.

Pero no todos los comentarios fueron elogiosos. A pesar de la exagerada modestia que Justo imprimió en su artículo, fue criticado por algún «perro del hortelano». Decía en una de sus cartas a Pedro, que el «rebusco» le había producido «no pocos sinsabores, gracias a la perfidia y a la villanía de los eruditos de esta ciudad, que es gente tan envidiosa como ignorante».

El Liberal. 28 de junio de 1916: El testamento del Dr. Espejo. Cartas cantan. Otros testimonios. —El señor García Soriano, asqueado, se retira. Sentimos gran satisfacción en publicar la siguiente carta de los escribientes de la notaría del Sr. Domínguez, testigos presenciales de cuanto nuestro distinguido colaborador don Justo García Soriano ha dicho en la cuestión del hallazgo del testamento del Dr. Espejo. Ello es una prueba más de los torcidos procedimientos que se han empleado para restar al distinguido erudito la gloria de un afortunado rebusco.

Dice así: Murcia 27 de Junio de 1916. Señor director de El Liberal. Muy señor nuestro: Habiendo leído en el número correspondiente al día 26 del actual, del periódico de su digno cargo, el artículo publicado por don Justo García Soriano, relativo a la pía fundación hecha por el Dr. Espejo, en que refiere cómo se realizó el hallazgo del testamento de dicho Dr. creemos de justicia hacer constar por nuestra parte que es cierto cuanto en él se dice sobre su investigación en el Archivo de Protocolos, lo cual presenciamos pues somos escribientes en la Notaría.

Así mismo es cierto que gracias a la rectificación, que debido al señor García Soriano se hizo en el Catálogo, pudo encontrarse el tomo que contiene el citado testamento. Lo expresado anteriormente lo hacemos constar y afirmamos ser cierto, por ser un acto de justicia y sin que por ello se entienda haya ánimo o intención de perjudicar a nadie, pues solamente nos guía el amor e interés de que siempre resplandezca la verdad de los hechos. Mil gracias anticipadas por la inserción de esta en el periódico de su dirección, y sabe somos de V. afectísimos ss. ss. q. e. s. m. —Manuel Carbonell, Antonio Sáez Toral.

Otra carta hemos recibido que a continuación publicamos, del distinguido médico don Pedro García Villalba, cuyo testimonio, por la autoridad del firmante, por su noble y probada ciudadanía y por la seriedad que le caracteriza, viene a poner digna rúbrica a este feo proceder con que se ha pretendido manchar una labor honrada.

Dice así el señor García Villalba: Señor don Pedro Jara Carrillo. Mi distinguido amigo: En el periódico La Verdad he leído, que mi buen amigo don José María Ibáñez dice, que mi intervención en el asunto del testamento del Dr. Espejo fue incidental, y así es en efecto.

Pero creo de justicia hacer público que lo que yo dije al señor Ibáñez no fue que mi primo, el señor García Soriano, buscaba el testamento del Dr. Espejo, sin resultado en el Archivo de Protocolos; sino por el contrario que ya había dado con la pista de él, y estaba en vísperas de encontrarlo, y si algo de lástima hubo en nuestro diálogo fue referente a que se pasase el plazo marcado por la real orden.

Con este objeto y no con otro y sabiendo la amistad que a dicho señor Ibáñez une con el señor Comisario Regio hice mis manifestaciones para que sobre dicho señor influyese. Gracias anticipadas y como siempre queda de V. s. affmo. q. s. e. — Pedro García Villalba.

Asimismo tenemos el sentimiento de publicar otra carta que nos remite el señor García Soriano, cuyo documento es un noble gasto de hidalguía y dignidad que aplaudimos, así como condenamos el proceder del culpable de que se interrumpa la brillante y murciana labor del ilustrado Archivero señor Soriano, quien ha visto pagada su obra generosa con mañas tan condenables, que en vez del aliento impulsador que le animara, han sembrado en su alma hondas amarguras, que nos explicamos.

El señor García Soriano que reside poco tiempo en Murcia, no sabía aún que aquí hay muchos perros de hortelano, dedicados a no hacer nada ni dejar hacer a nadie. Mordiéronle, como no tenía más remedio que suceder, a sus primeros pasos y el distinguido escritor abandona el huerto en que tantas flores de gloría hubiera recogido. Hay seres que no tienen más misión en la vida que estorbar toda acción generosa.

La siguiente carta, es una elocuente prueba de cuanto decimos, y a la lectura de ella debe sublevarse el ánimo contra quien es la causa de que Murcia se vea privada de esa colaboración tan valiosa. Dice así:

Murcia, 27-VI-1916. Señor director de EL Liberal. Muy señor mío y distinguido amigo: Confirmado ya en todos sus extremos lo acaecido en el hallazgo del testamento del Dr. Espejo, según hube de referirle en mi artículo inserto en el número de su periódico, correspondiente al 26 del actual me ratifico en todo cuanto sobre el particular dije, y por mi parte, doy por terminado con ello, de un modo definitivo, este enojoso incidente, y así mismo mi intervención en el asunto que lo ha motivado. Queda muy reconocido a V. por sus repetidas atenciones su afectísimo amigo y atento s. s. q. l. m. l. e. —Justo García Soriano.

El 29 de junio, sin comentario ni firma, «El Liberal» publicó la transcripción del codicilo del Doctor Espejo. Recordemos que Justo presumió ante Pedro del éxito periodístico que le había granjeado popularidad y buen número de partidarios. El siguiente artículo, publicado el día 30, es buen ejemplo de ello.

El Liberal. 30 de junio de 1916: La cuestión del Dr. Espejo. Una honrada protesta. Sr. Director de El Liberal. Distinguido señor nuestro: Nos abstenemos de pedir a usted la inserción de la presente carta en el periódico que dirige tan digna y acertadamente, no sólo para evitar mezquinas sospechas muy lejanas de nuestra noble intención; sino también, porque nuestro único deseo es exponerle un ruego que, esperando ser complacidos, agradecemos por anticipado.

Atentos a la labor patriótica y generosa llevada a cabo por el señor García Soriano, en el asunto de la pía fundación del Dr. Espejo, somos los primeros en lamentar que una despreciable intromisión, nunca bastante censurada, haya dado al traste con nuestras esperanzas de ver recompensado, ya que no con dádivas, al menos con el respeto y agradecimiento que toda noble obra merece, el esfuerzo intelectual del notabilísimo escritor que desde las columnas de ese periódico, nos ha deleitado halagando nuestro cariño a Murcia, al propio tiempo que nuestro amor a todo cuanto significa Arte.

En vista de que su dignidad herida impide al señor García Soriano seguir comunicando al público en sus bellos y amenos artículos, las incidencias y vicisitudes de una constante labor en el esclarecimiento del asunto citado, nos permitimos rogar a usted influya en su ánimo para convencerle de que no todo el público murciano participa de la insidiosa malevolencia que sólo en los espíritus mediocres, puede la envidia engendrar; y de que los que conocen y admiran su alta mentalidad no son culpables de que un lamentable incidente les prive de su deseo de ver con frecuencia la firma de tan brillante escritor al pie de críticas y crónicas: especialidad esta, en la que sabemos es una autoridad reconocida. Esperando ver cumplidas sus aspiraciones, se complacen en testimoniarle su más profundo agradecimiento. —Dos asiduos lectores.

Por último transcribo buena parte del artículo titulado «Y punto final», dedicado a José María Ibáñez García. En él, Frutos Baeza mencionó una serie de publicaciones en «La Verdad» a las que no he podido acceder. Ibánez era el presidente de la comisión mixta del Teatro Romea por ser su mayor accionista; y muy amigo de Andrés Sobejano Alcayna, el compañero al que Justo calificó como «bichillo envidioso».

El Tiempo. 3 de julio de 1916: Y punto final. Al Sr. Ibáñez García. En la serie de artículos que ha publicado V. en «La Verdad» referentes a los «Papeles del Doctor Espejo», ha tenido V. la amabilidad de aludirme varias veces: unas para confirmar apreciaciones mías, otras para ponerles distingos y otras para hacer suposiciones más o menos gratuitas…

… ¿Que por qué no publiqué estas fechas a su tiempo? Pues por la razón de que el Sr. García Soriano, convertido generosamente en auxiliar del Sr. García Villalba y mío estaba en el secreto y en la pista, como se ha visto después. El Sr. García Soriano tuvo una paciencia, que yo no hubiera tenido, y por eso agradeceré siempre la intervención eficaz y la buena voluntad que ha puesto en este asunto tan culto erudito y brillante escritor.

Vea V. Sr. Ibáñez como no conviene salirse de madre en esto de las suposiciones, y V., si no me lo toma a mal, se ha derramado unas miajas. Esto no quita para que echemos pelillos a la mar (aunque sean pocos, porque no nos sobran) y… tan amigos como siempre. ¡No faltaba más! JOSÉ FRUTOS BAEZA.

Andrés Sobejano, como Justo, era licenciado en Filosofía y Letras y archivero provincial. Erudito y poeta aficionado, colaboraba habitualmente en la prensa murciana y en todos los eventos culturales. Estaba muy relacionado con el Círculo Católico y en 1916 dirigía la revista «Patria». Esto es todo lo que he podido localizar referente a la «partida serrana» que los eruditos murcianos quisieron jugarle, y el «zapatazo» que Justo les dio.

Enlace al siguiente capítulo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Jesús García Molina, a Javier Sánchez Portas y a José Manuel Dayas.