Crónica de Orihuela 1923. Agosto/Sept.
Manuscrito de José Manuel Teruel Rebollo, cronista oficial de Orihuela.
Agosto de 1923.
Hacía muchos años, muchos años que no se sentía un calor tan intenso ni tan pertinaz como el que se ha experimentado.
Todos los días aparecía un horizonte despejado, y un sol abrasador hacía su carrera en un cielo tan límpido, que hacía pensar en la terrible monotonía del cielo del desierto con sus espejismos; y el aire ardiente y pastoso parecía también venir del desierto africano sin refrescarse al pasar por encima de las aguas del Mediterráneo; y los crepúsculos vespertinos ponían en el ocaso el encendido fulgor de una hoguera gigantesca; y así un día y otro, y otro, y todos los de este mes en el que no parecía pasar el tiempo ni la asfixiante ola de fuego que nos consumía.
Una noche, tras un huracán deshecho y caliginoso, una nube fugaz dejó caer sobre la Ciudad unas gotas de lluvia; y aquellas gotas produjeron en la epidermis de los que la recibieron la sensación de pequeñas granaduras, y de muy tenues descargas eléctricas.
Al siguiente día el calor fue más intensamente furioso, y las noches no tuvieron las brisas que otros años aliviaban las penalidades de los días inacabables y luminosamente deslumbrantes. Este año se ha desmentido aquel añejo refrán que dice: «Agosto frío en el rostro».
Las sesiones municipales fueron cada día más tumultuosas y se cambió la hora de celebrarlas, pero tan sólo durante este mes.
En una de esas sesiones de leyó la Real Orden por la que el Gobierno de S. M. nombró Alcalde de Orihuela a D. Manuel Canales Ortuño, comentándose este nombramiento como premio a su constancia política y a sus arrestos para ponerse al frente de un Ayuntamiento en la mayoría de cuyos componentes dominaba la pasión.
Este nombramiento prueba que el anterior alcalde dimisionario no halló en sus jefes el apoyo que precisaba para volver con prestigio y autoridad a la presidencia de la Corporación Municipal.
El Sr. Canales obsequió a los que le felicitaron por su designación para Alcalde de Orihuela.
Como en los años anteriores, se celebró en el corriente la feria que principia el 15 de Agosto y acaba el 22 del mismo.
Entre las discordias de los concejales; el excesivo calor; la ausencia de multitud de familias; y el mal año para los labradores de huerta y campo, la feria no ha podido ser peor: unas pocas, muy pocas, paradas de venta de muñecos de cartón: unos cafetines ambulantes; unos indecorosos barracones de vistas y figurar; unos tiovivos con órganos discordes y estridentemente atormentadores ocupaban la plaza de la Constitución en abigarrada promiscuidad.
Eso sí, por la noche, gran iluminación y excelente concierto con variado, selecto y moderno repertorio por la banda de música La Orcelitana. Los festejos, por las razones ya dichas y por la premura del tiempo, corrieron parejos con la «bondad» de la feria.
El primer día se hicieron algunas transacciones de relativa importancia en la de ganados; y por la tarde se celebró una corrida mixta con dos toros muertos por novilleros y cuatro becerros para unos desafortunados imitadores de Charlot.
Durante los otros días hubo partidos de balón-pie, juegos japoneses, dianas, comidas en los establecimientos benéficos y penitenciario; y cerró los festejos una horrible traca de truenos estruendosos que agradaron al pueblo, pues en el Levante de España aún perduran reminiscencias de la dominación moruna.
Poco más tiene que catalogar este cronista por digno de mención en este Agosto.
La fiesta tradicional del poblado de S. Bartolomé, se verificó en su día sin las consecuencias trágicas del tiempo viejo.
Antaño se llamaban «escaldados» a los que iban a esa fiesta; y cuando regresaban, al pasar por la calle de la Corredera (hoy Pintor Agrasot) grandes matracas los recibían con infernal estrépito, espantando las caballerías que, en más de una ocasión, derribaron al jinete o volcaron el vehículo lastimando gravemente a aquel o a los ocupantes de este; entonces, surgía la protesta, el escándalo, la reyerta y los heridos y, hasta algunas veces los muertos.
Por fortuna aquellas costumbres pasaron y hoy van y vienen los «escaldaos» a S. Bartolomé sin que nadie les inquiete, y disfrutan a su sabor de los goces de la romería bajo el palio del cielo azul, abrasado por el rojo sol y comiendo las típicas almendras torradas y bebiendo la helada horchata en los improvisados aguaduchos que se instalan en plena huerta para calmar con el fresco líquido de sus garrafones la sed rabiosa de los romeros que sufren las inclemencias de la Estación.
Sin duda por consecuencia del gran calor reinante, se desarrolló el paludismo que se apoderó de muchas personas, principalmente de las que viven en la huerta; y de algunos que, huyendo del calor, tomaron baños en el río o en las acequias, y hasta en el balneario de S. Antón, se llenaron de fuegos en forma de granos y forúnculos; de modo que la salud no fue muy completa este mes.
Entre nuestros campesinos se transmite legendaria y tradicional una conseja curiosa a la que ellos conceden la fé de lo indudable; consiste en el supuesto de que según sean los doce primeros días del mes de Agosto, así serán los meses del año siguiente, empezando por el presente Agosto, Septiembre, Octubre, etc.; de suerte que si el día uno es muy seco, muy seco será el mes; si el día dos es húmedo, también será húmedo el mes de Septiembre; si el día tres es lluvioso, el mes de Octubre igualmente será lluvioso; y así sucesivamente, como si cada día fuera el espejo del mes a que se atribuye que representa.
Llegado el día trece, y hasta el veinticuatro inclusive ambos, principian lo que los campesinos llaman «las tornas» o sea la inversión de la cuenta; de modo que el día trece representa al mes de Julio; el catorce a Junio; el quince a Mayo; y en el mismo orden hasta completar el año.
A esta representación de los meses por los días de Agosto, la denominan los campesinos las «Cabañuelas»; y confieso que he buscado inútilmente la relación etimológica de la palabra con lo que se la quiere hacer representar; pero es que ni los más ancianos labriegos a quienes he interrogado, me han podido decir nada luminoso sobre el origen y aplicación de la palabra; y sólo saben que esa es la voz y esa la práctica por la cual deducen si el año venidero será favorable o adverso para la agricultura; y aún sigue lo maravilloso: si el día de S. Agustín (que es el 28) es caluroso, se confirman los presagios de las «Cabañuelas», y si es fresco, no hay que fiar en sus augurios.
Esta es la inocencia campesina de nuestra comarca.
La situación económica de la huerta se hace gravísima por la depreciación de las cosechas y el encarecimiento de los abonos, semillas, rentos y jornales.
Para tratar de evitar la ruina de la Vega, la Federación de los Sindicatos Católicos Agrarios celebró varias asambleas, acordando en ellas pedir al Gobierno que prohibiera la importación del cáñamo italiano o que gravara el derecho de su introducción; rebaja en las tarifas ferroviarias para la exportación de los productos agrícolas de esta zona; y que procurara el abaratamiento de las primeras materias para abonos.
Igualmente solicitaron el apoyo de la Prensa Periódica para ayudar con eficacia a la justicia de sus peticiones a los Poderes Públicos.
Quedó constituida la Junta de Distrito del Colegio Médico Provincial, resultando elegidos: presidente, D. Abel de los Ríos; vocal, D. Lorenzo Ballester; tesorero, D. Joaquín Santonja; y secretario, D. José Mª Tomás; y nada más digno de ser mencionado en esta crónica ocurrió en este mes de Agosto.
Septiembre de 1923.
Los primeros días del mes, cambió por completo la fase atmosférica, como si las alteraciones que en todos los órdenes de la vida habían de sufrir en este mes revolucionario, quisieran ir acompañadas de otros cambios de la Naturaleza.
Una gran tormenta con lluvia copiosa, ahuyentó el calor formidable sufrido en Agosto; y aunque siguió haciendo calor, fue tolerable.
La abundante lluvia, decidió a los labradores que trabajan en tierras de secano a practicar la operación de la siembra; y así se acreditó también de sentencia popular definitiva el refrán que dice: «al llegar Septiembre, el que tenga trigo que lo siembre».
Y, aunque la siembra prematura de este mes suele ser mala por el calor del sol que evapora pronto la humedad de la tierra, se sembró en grandes extensiones campesinas.
Todos los meses tienen alguna nota triste, llevándosenos amigos que no vuelven; el presente nos ha dado esa nota dolorosamente repetida.
Entre los que pasaron al lugar silente del eterno reposo está el ilustre patricio Excmo. Sr. D. Francisco Ballesteros Villanueva, oriolano que por sus merecimientos personales, por sus virtudes cívicas, por su talento político y su honradez depurada en el crisol de la pública administración, glorificó y enalteció el nombre preclaro de Orihuela.
No he de hacer su biografía bien conocida, pero quiero dejar aquí nota de los cargos que desempeñó siempre con el beneplácito de sus superiores jerárquicos y con el aplauso unánime de las masas populares.
Fue Concejal y Alcalde de Orihuela; Diputado Provincial y Presidente de la Diputación de Alicante y Gobernador interino de esta Provincia, siéndolo más tarde en propiedad, dos veces de Albacete y una de Valencia, donde al dejar de serlo, se le dio un banquete de despedida por todos los partidos políticos de aquella ciudad, que así agasajaba al Gobernador honrado; fue dos veces Diputado a Cortes por Villajoyosa, y al ser nombrado Senador Vitalicio su gran amigo y valedor, nuestro glorioso paisano D. Trinitario Ruiz Capdepón, le sucedió en la representación parlamentaria de este Distrito, del que fue Diputado en dos legislaturas, hallándose en posesión de varias condecoraciones, entre ellas la de Isabel la Católica y Carlos III y era jefe de Administración Civil.
Siempre fue liberal y, al morir el Sr. Ruiz Capdepón, se retiró de la política.
A él se deben mejoras tan importantes como la construcción de la Glorieta; el puente de Levante; la apertura de la calle de Loazes; el ensanche y adoquinado de la calle Mayor; y finalmente inauguró una era de moralidad política y administrativa que fue su gran ejecutoria.
Herido de muerte por la traidora apoplejía, falleció a los 70 años de edad, mereciendo el amor de los suyos, la admiración de sus amigos y el respeto de sus adversarios, siendo su entierro la manifestación popular de duelo más grande que se ha conocido en Orihuela.
A la calle en que vivió se le ha dado su nombre, y el Ayuntamiento acordó celebrar un solemne funeral por el descanso eterno de su Alma.
Pero no ha sido solo el Sr. Ballesteros el que nos dejó para siempre; también nuestro viejo amigo D. Trinitario Martínez Trives se fue para el lugar del que no se regresa jamás.
El Sr. Martínez era Secretario Municipal y desde su cargo hizo todo el bien que pudo y por eso cosechó infinita simpatía que se manifestó en su entierro al que puede decirse que asistió toda Orihuela.
Al sorprenderle la muerte era presidente del Casino Orcelitano.
Como todos los años anteriores, se ha celebrado en el presente la novena en honor a nuestra Patrona la Virgen de Monserrate en el templo Catedral.
En la Misa de la Novena, que era a gran orquesta, predicaba diariamente el P. Chillida, canónigo magistral de la Catedral de Valencia, contratado por la Directiva de la Cofradía de la Virgen para predicar este Novenario.
El día 8 tuvo lugar la procesión general que resultó por demás lucida. Por la noche, después del ejercicio de la Novena, la calle mayor estaba deslumbrante durante una hora en que las bellas oriolanas paseaban a la luz de los comercios que brillaban como ascuas refulgentes.
Fue domingo el día en que se devolvió en procesión la Patrona a su Santuario, y esta circunstancia aumentó el número de fieles alumbrantes, de tal modo que se puede afirmar que no fue nunca mayor; pero llovió, y quedó algo deslucido el acto, pues la Virgen hubo de ser introducida en la iglesia de Stas. Justa y Rufina, donde se le puso su impermeable mientras amainaba el chaparrón, pero ya se habían dispersado muchos devotos cuando acabó la procesión.
En cuanto a la parte profana de las fiestas en honor de María de Monserrate, parecen muy poco dignas de nuestra Excelsa Patrona, y molestísimo para los vecinos de Orihuela oír muchas veces al día durante diez seguidos el repique de las campanas de todas la parroquias; los truenos tremendos que ensordecen; y el sonido ingrato de la gangosa chirimía acompañada del tamboril; y … nada más, porque nada más que esos son los festejos que se hacen y en los que se invierten algunos miles de reales.
Las sesiones municipales resultaban tumultuosas, excitaban al público que había tomado el hábito de interrumpir alborotando, promoviendo escándalos enormes.
En la que se verificó el día 12, fue el escándalo tan descomunal, que el Alcalde Sr. Canales se vio obligado a hacer que la fuerza pública despejara el salón. Resistiose la multitud en la escalera y la Guardia Municipal dio una carga persiguiendo al pueblo hasta en medio de la Plaza de la Constitución.
El día 13 se supo de la sublevación de la Guarnición de Barcelona contra el Gobierno. También fue en Septiembre la Gloriosa. El día 15 se declaró el Estado de Guerra promulgándose la Ley Marcial.
El día 16 se celebró una manifestación organizada por la Casa de la Democracia, en la que unos 500 individuos manifestaron su simpatía al Nuevo Régimen y pidieron la destitución del Ayuntamiento y de los guardias municipales que dieron la carga en la noche del día 12.
El Teatro Circo empezó la temporada de Otoño con unas representaciones de la notable compañía dramática de Enrique Borrás.
Pero este artista no pudo venir y la entrada flojeó bastante. Después se han proyectado películas cinematográficas tan bellas como «Fabiola», «La Amordazada», «Mano de Armiño» y otras, por lo que el público selecto ha dado la preferencia a este coliseo.
Los vecinos del partido rural del camino de Cartagena hicieron la fiesta anual en honor a la Virgen de las Angustias, que veneran en la ermita llamada de Cabello; hicieron la función religiosa en Stas. Justa y Rufina y en la noche una lucida procesión que tuvo como remate de fiesta el disparo de un castillo de fuegos artificiales.
Nota del transcriptor: Desde 1731, la Virgen de las Angustias tiene su propia ermita, bendecida por el obispo Flores Osorio. ¿Por qué celebraron su fiesta en Lo Cabello?
La respuesta es sencilla: en 1923, fecha de la crónica, la ermita de las Angustias estaba en ruinas. Según decían, mucha culpa la tenían las vibraciones a las que estaba sometida por el paso del tren, cuyo trazado estaba demasiado cerca.
En 1926, es decir, tres años después, un vecino llamado José Cerezo Alcaraz, solicitó permiso a la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, para levantar una nueva ermita más alejada de la vía férrea, financiada por todos los vecinos del Camino de Cartagena.
También se celebró en la iglesia de la Merced la novena a la Virgen de las Mercedes, en cuyo último día se verificó la procesión con el recorrido y solemnidad de costumbre.
Para acotar el capítulo de asuntos religiosos del mes, diremos que se celebró la fiesta de San Miguel; y que en el templo de Capuchinos empezó el quinario dedicado a S. Francisco de Asís.
El Boletín Oficial de la Provincia insertó una circular del Gobierno Civil ordenando que los Ayuntamientos que no lo hubieran hecho, ingresaran el la diputación el Contingente Provincial de los dos primeros trimestres del año económico, hasta el 30 del mes, conminando con el embargo de no hacerlo así; y amenazando con la responsabilidad a los concejales; sin duda, para evitarse la última, algunos ediles quisieron hacer algunas economías que propusieron en la sesión del día 26.
Algunos otros munícipes, abandonaron el salón de sesiones dejando a las minorías convertidas en mayoría para que hicieran sin trabas su voluntad; y aquella ocasión fue aprovechada y se acordó la supresión de algunos empleos de las oficinas y la destitución de toda la Guardia Municipal, quedando Orihuela sin vigilancia; más el acuerdo tuvo en contra el voto del Alcalde y de los pocos concejales amigos de este que quedaron en el salón.
Se comunicó telegráficamente el acuerdo al Gobernador, quien inmediatamente ordenó al Alcalde la supresión de dicho acuerdo y, a los pocos días, se comenzó a instruir un procedimiento judicial contra los ediles que lo votaron.
Han continuado habiendo reuniones para tratar de dar riegos a los campos de la Murada y La Matanza, pero aún no se ha llegado a un acuerdo entre los propietarios de los terrenos de secano y el representante de la sociedad Riegos de Levante, que es la encargada de facilitar el servicio.
Algunos propietarios de tierras del partido rural de Molíns, formaron una especie de asociación para lograr la rápida construcción de una carretera sobre el actual y pésimo camino que conduce desde esta Ciudad a aquel caserío.
La fotografía anterior muestra la bifurcación de caminos fosilizada ahora en la calle Obispo Rocamora. El de la izquierda se nombraba como Camino del Arenal y el de la derecha Camino de las Salinas y torres de la costa. En el XVIII pasaron a llamarse camino del Lugar de Molíns y del Lugar Nuevo o de Bigastro. En la actualidad, uno es la calle «Camino Viejo de Molins» y el otro forma parte de Obispo Rocamora.
La consignación para hacer el primer trozo estaba dispuesta en la sección de Obras Públicas del Gobierno Civil de la Provincia, y el objeto de los terratenientes interesados era el de conseguir que empezaran los trabajos lo antes posible con el fin de que la futura vía de comunicación estuviera terminada pronto, pues el camino existente se pone intransitable de aguas y lodo en invierno y de arena en verano; pero el último día de este mes aún no habían principiado los trabajos de la nueva carretera ni se sabía cuando iban a empezar.
Ya empieza a darse a conocer como un organismo notable, la banda de música La Orcelitana, que ha obtenido diversos y ventajosos contratos en algunos pueblos de la Región en los que, además de provecho, han conquistado legítimos laureles de los que pueden enorgullecerse sus directores, D. Vicente Rives y D. Bienvenido Espinosa.
El último día del mes, se jugó en la Explanada de San Sebastián un interesantísimo partido de balón pie, entre un notable equipo de la vecina Ciudad de Murcia y otro bien entrenado de Orihuela.
El partido fue reñidísimo, y en sus dos partes cuajado de incidentes de gran interés y jugadas de mucha emoción; más la fortuna brindó los favores a los oriolanos quienes, a pesar de lo que envanecen estos triunfos legítimos y públicos, se mostraron correctísimos con los vencidos, a los que agasajaron colmándolos de atenciones, probando una vez más, la hidalga hospitalidad de Orihuela.
Una gran multitud presenció el partido que fue amenizado por una banda de música.
Nota del transcriptor a modo de despedida:
Y así, con estas líneas balompédicas y de manera imprevista, terminó el señor Teruel su crónica de 1923; a falta de tres meses, dejando los espacios en blanco que nunca rellenó.
En noviembre, el alcalde accidental Vicente Cebrián Celestino, dio cuenta de haberlo suspendido de empleo y sueldo, por no poder atender el cargo y considerarlo innecesario…….