La posición del Cabildo Catedral de Orihuela en la Guerra de Sucesión.
Resumen:
El Cabildo Catedral de Orihuela pasó una difícil situación durante la Guerra de Sucesión. Especialmente cuando la ciudad abrazó la causa austracista, dada su lealtad a Felipe V y sus buenas relaciones con el obispo de Cartagena Luis Belluga.
En este artículo analizamos los pormenores de la posición del cabildo durante el conflicto y la represión de algunos capitulares afines al austracismo.
Abstract:
The Town hall Cathedral of Orihuela passed a difficult situation during the War of Succession, specially when the city embraced the austracista cause, given to its loyalty to Felipe V and his good relations with the Bishop of Cartagena Luis Belluga.
In this article we analyzed the details of the position of the town hall during the conflict and the repression of some you will capitulate compatible to the austracismo.
En este artículo vamos a analizar la posición del Cabildo Catedralicio de Orihuela en la Guerra de Sucesión, cuestión bastante desconocida y que resulta de interés para conocer mejor los pormenores del conflicto en la antigua capital de la Gobernación.
En la historiografía local se ha considerado al cabildo como austracista de acuerdo a los casos conocidos de determinados canónigos que abrazaron la causa del archiduque . (1)
No obstante, la breve y pacífica ocupación de Orihuela por parte de las tropas aliadas, y el intento posterior de borrar todo registro documental de aquellos sucesos ante los ojos del rey y de la historia, nos ha dejado escasas fuentes documentales de primera mano sobre un acontecimiento histórico de gran magnitud como fue esta contienda.
I FUENTES DOCUMENTALES:
El análisis de las series documentales del archivo de la Catedral de Orihuela nos ha permitido establecer un pormenorizado seguimiento del comportamiento de la institución catedralicia durante el desarrollo del conflicto dinástico.
Con el fin de comprender la actitud del Cabildo en aquel momento, hemos estudiado minuciosamente la sección de Secretaría del archivo; en concreto sus acuerdos capitulares, el auténtico corazón de la institución, donde se debaten y toman las decisiones de su gobierno.
El Cabildo Catedralicio era una institución oligárquica, poderosa, con múltiples prerrogativas y antiguos privilegios, capaz de enfrentarse al obispo y de defender sus derechos ante cualquier estamento.
En el ámbito económico era solo comparable al Colegio de Predicadores, con los que mantenían frecuentes disputas judiciales.
Se componía de dignidades -deán, arcipreste, arcediano, chantre y maestrescuela- y los oficios de lectoral y penitenciario.
La multiplicación de las fundaciones pías y los incrementos patrimoniales motivaron el aumento del clero catedralicio no perteneciente al cabildo: racioneros, capellanes y beneficiados, considerados auxiliares de los canónigos.
Esta corporación de canónigos se reunía periódicamente para administrar sus rentas y decidir sobre asuntos tocantes a su patrimonio, culto divino y asuntos que tenían que ver con la vida civil.
Los acuerdos y las decisiones se tomaban por votación de sus miembros, que se regían por los estatutos de la Santa Iglesia Catedral.
El contenido de la sesiones quedaba reflejado por el secretario capitular en las actas que, afortunadamente, se conservan completas en la actualidad. (2)
Estos documentos son por tanto una fuente directa e imprescindible para conocer, en el caso de nuestro estudio, la posición del Cabildo Catedral durante el enfrentamiento bélico.
El diccionario de Acuerdos Capitulares de Marcelo Miravete de Maseres
Para localizar con mayor comodidad y efectividad los diferentes acuerdos relacionados con nuestro tema de investigación, se conservan en el archivo los Diccionarios Históricos de Acuerdos Capitulares, realizados por el canónigo Marcelo Miravete por comisión del Cabildo en 1783. (3)
Se trata de un diccionario histórico ordenado de manera cronológica y alfabética, que permite localizar un asunto que se haya tratado en el Cabildo, desde prácticamente su constitución, hasta el año 1713.
Cuando se localiza el tema, el autor del diccionario realiza una regesta del acuerdo y su referencia cronológica en las actas capitulares. Es pues un tesoro de incalculable valor para los investigadores que facilita enormemente el trabajo y reduce el tiempo de la investigación.
Esta interesante obra fue realizada por un peculiar canónigo oriolano, Marcelo Miravete de Maseres o Maseras.
Nacido en Orihuela en el año 1729, fue alumno del recién creado seminario oriolano con una beca de su fundador, el obispo Gómez de Terán.
Cursó estudios de Filosofía y Teología, graduándose en la universidad oriolana como maestro en artes y doctor en Teología y Derecho Canónico.
Hombre inquieto e ilustrado, tras una larga carrera de oposiciones, de regencias de cátedra en el Seminario y la Universidad, de capellanías y curatos, en 1763 obtuvo la Canonjía Lectoral de la Catedral de Orihuela.
Compaginó sus tareas del Cabildo con la Cátedra de Filosofía Tomista, y en el curso 1775/76 desempeño el cargo de rector en el Estudio General. Prestigioso orador, era partidario de una nueva oratoria sagrada que pusiese fin a los excesos del sermón barroco.
En su faceta científica instaló un pararrayos en su casa; y en 1790 fundó la “Sociedad de Salvamento y Socorrismo”, dotada de un pintoresco artilugio con el que pretendía devolver la vida a los ahogados insuflándoles humo de tabaco por el ano con un gran fuelle.
Publicó entre otros los libros: “El Espureo o el hombre industrioso y estudioso” y “Junta de piedad y compasión para socorro de ahogados y de los que caen con aparente muerte repentina”. Falleció en Orihuela en 1792.
Volviendo al diccionario de Marcelo Miravete, las anotaciones referentes a la Guerra de Sucesión -comprendidas entre los años 1705 y 1713- están seleccionadas con la anotación marginal “Felipe V”, lo que ha facilitado nuestro estudio y nos ha dado a priori una visión global del tema.
La correspondencia
La correspondencia localizada hasta el momento en el archivo referente a este período, es muy escasa; aunque muy útil debido a que nos muestra las relaciones que mantenía el Cabildo con otras instituciones o personas como el obispo o la corte.
II. EL CABILDO CATEDRAL ANTE LA GUERRA
Afectos y leales vasallos de Felipe V
El 17 de noviembre de 1700 el Cabildo acordó, como era costumbre en estos casos, preparar el túmulo para las exequias del difunto rey Carlos II. Poco después, transcurrido el luto y como era propio, toda la ciudad juró lealtad al nuevo monarca Felipe V.
Nada parecía predecir la convulsa etapa que se iniciaba con la llegada al trono español del Borbón. Tras el estallido de la guerra, de marcado carácter internacional y a su vez civil, Orihuela se mantuvo en la obediencia a Felipe V.
El Cabildo apoyó incondicionalmente la causa borbónica desde el apartado expresamente económico, hasta buscar la mediación divina en favor del monarca, como veremos a continuación.
La primera referencia documental que encontramos en las actas capitulares se refiere a una carta del Rey Felipe V fechada en octubre de 1705, en la que pide ayuda para el mantenimiento de las tropas.
“Decreverunt, habiendo oído la carta de Su Majestad que se responda dando descargo a lo contenido en aquella con las razones mas eficaces y congruentes que se pueda para satisfacción del Ilustre Cabildo y cometiendo la respuesta a los señores Visedo y Doctoral”. (4)
El apoyo económico se completaba con el espiritual. En la misma sesión se acordó hacer rogativas “por el buen suceso de las armas del Rey Nuestro Señor Don Felipe V (que Dios guarde)” al domingo siguiente, invitando al obispo y a la Ciudad.
Como ejemplo de la posición favorable a los borbones, podemos apreciar como el 26 de octubre de 1707 el Cabildo elevaba una queja al obispo por no haberle participado de la noticia de la victoria que había tenido el rey Felipe V, pues no habían podido celebrar las acostumbradas manifestaciones públicas de regocijo y demás solemnidades que en estos casos se hacían en la Catedral. Los canónigos oriolanos en este momento se declaraban como “afectos y leales vasallos” del rey Borbón. (5)
El 21 de diciembre el Cabildo contribuyó con cincuenta cahíces de trigo procedentes de Bigastro. Y añadió otros cincuenta de cebada en obsequio al rey, con el objeto de ayudar en la defensa de la ciudad ante las amenazas y hostilidades que se avecinaban a juicio del Cabildo.
El destino de estas cantidades fue sugerido por el obispo de Orihuela, José de la Torre y Orumbella, quien bajó de su palacio al aula capitular ofreciendo al Cabildo la posibilidad de que se destinara a la manutención de las tropas que se iban a traer de Murcia para, en casonecesario, defender Orihuela.
Se nombraron comisarios de guerra a don Isidro Sala y al canónigo doctoral Pascual Ruiz de Villafranca. Y se puso a disposición del rey toda la plata y alhajas de la Catedral para el caso de que fuese necesario más socorro.
“Decreverunt que Atendiendo, a las urgencias de estos tiempos y evitar las hostilidades que se amenazan a esta presente Ciudad por las armas enemigas y ser muy propio de este Ilustre Cabildo el contribuir en cuanto importase en defensa de esta Ciudad, y en obsequio del Señor Don Felipe V nuestro Rey y señor Monarca de las Españas (que Dios guarde).
Habiendo bajado Su Ilustrísima al aula capitular, manifestando que por su parte se aplicaría en servicio de Su Majestad y si pareciere a dicho Ilustre Cabildo el que se mantenga gente militar para la defensa y custodia de esta presente Ciudad. Para cuyo fin y de tratar este negociado si pareciese a dichos ilustres señores nombrar personas para que con su Ilustrísima se conferencie esta materia.
Por lo tanto dichos ilustres señores nombraron por señores comisarios para esta dependencia y todo lo arriba dicho a los señores Doctor don Isidro Sala y Doctor don Pascual Ruiz y Soler, doctoral, para que dichos señores comisarios ejecuten cuanto convenga y pareciese proporcionado en servicio de Su Majestad y de esta Ciudad.
Señalando por el presente cincuenta cahizes de trigo del lugar de Bigastro y cincuenta de cebada los cuales dispongan dichos señores comisarios para el mantenimiento de las tropas que se han de pasar de Murcia y en caso de necesitarse más socorro y gasto acordara dicho Cabildo lo que más conviniere, exponiendo la plata y alhajas que se hallan en esta Santa Iglesia al servicio de Su Majestad”. (6)
A principios de 1706 el conflicto bélico se extiende por todo el Mediterráneo. Los partidarios del archiduque se multiplican y la guerra se complica para los borbónicos.
En este sentido, el Cabildo y prácticamente todo el estamento eclesiástico de Orihuela se moviliza para pedir de nuevo la mediación divina en favor de Felipe V.
El 4 de enero de 1706 se acordó hacer rogativas en las iglesias parroquiales de esta ciudad y en la Santa Iglesia Catedral, para “que Dios Nuestro Señor aplaque de ira en los contratiempos que se experimentan en este Reino y que amenazan a esta Ciudad”. La decisión se comunicó también al obispo.
En enero de 1706 el clima de inseguridad y la propagación en la ciudad de los partidarios del archiduque les obliga a tomar precauciones, cerrando por las noches la Catedral y trasladando los útiles para la administración de los sacramentos a la capilla del Loreto, dependiente de la Catedral pero situada extramuros del templo, junto al Palacio Episcopal.
“ Decreverunt: Que atendiendo que por las urgencias del tiempo tan calamitoso respecto de la promoción de las gentes, a favor del señor Archiduque, y tenerse noticia hay muchos ladrones por cuya causa se ha mandado, de orden del señor presidente, a los sacristanes que en siendo las primeras oraciones estén cerradas las puertas de la Santa Iglesia, y que aquellas no se abran sino siendo para la administración de los Sacramentos por lo cual razón de orden de dicho señor presidente de mando a los maitinantes que a las primeras oraciones dijeran los maitines.
Por lo tanto dichos ilustres señores decretan que las puertas de la Santa Iglesia no se abran en toda la noche aunque sea para administrar sacramentos estando desde las primeras oraciones cerradas hasta las siete de la mañana, y para dicho efecto se ponga nuestro señor reservado en el Orito con toda decencia y cuidado y que el cura semanero tenga la ropa para la administración de sacramentos en el Orito, y el sacristán que no fuese semanero tenga obligación de dormir la semana que no lo fuere en el Orito, y el sacristán que fuere semanero diga cuando vinieren avisar para la administración de aquellos acudan casa del cura semanero diciéndole quien es”. (7)
En las actas de los días posteriores queda reflejado el nombramiento de Jaime Rosell -marqués de Rafal-, como gobernador militar de la ciudad y su partido, comisionando a dos canónigos para ponerse a su disposición.
“Decreverunt que nombran por señores comisarios para la visita que ha de hacer el Ilustre marqués de Rafal, gobernador de la presente Ciudad y su partido a los señores Sala y Doctoral y de parte del Ilustre Cabildo ofrezcan a dicho señor Ilustre todo el tesoro de esta Santa Iglesia en servicio de Su Majestad el Señor Don Felipe V (que dios guarde) y de la presente ciudad». (8)
También nos informan de la inminente llegada del obispo Belluga, dispuesto a asumir el mando de las milicias oriolanas y de la sustitución del canónigo comisionado Isidro Sala – del que hablaremos más adelante- por encontrarse ausente.
“Venía el Señor Obispo Belluga con sus tropas para incorporar las de Orihuela en defensa del Rey Felipe y de estas ciudades y lugares. Y nombran por si viene por aquí, otro comisario en lugar de otro de los 2 dichos. 9 de Enero». (9)
“El canónigo Sala, que lo era también para las conferencias con la Ciudad en defensa de la Patria y demás cosas pertenecientes al servicio del Rey, se ausenta y nombra otro el Cabildo y para su defecto, otro. 11 de Enero». (10)
Las milicias oriolanas, bajo las órdenes del marqués de Rafal, salieron de campaña dejando la ciudad el día 9 de enero. Orihuela quedaba desguarnecida.
Pocos días después era el obispo José de la Torre y Orumbella el que ponía tierra de por medio; proponiendo a los miembros del Cabildo – al igual que había pedido la ciudad a los civiles- que se vistiesen de militar para intentar proteger el estandarte real depositado en el ayuntamiento.
Sin las tropas que costeaban y con el obispo ausente, el descontento y la sensación de inseguridad calaron en la población.
“Su Ilustrísima bajó al Cabildo para despedirse y propuso que el Cabildo mandase que los residentes de esta Santa Iglesia se vistiesen de militares, por cuanto las milicias de esta Ciudad y su partido juntamente con la nobleza de aquella están en campaña haciendo frente al enemigo y estar el estandarte de Su Majestad expuesto al público en esta casa de Ayuntamiento y no estar con la debida custodia y licencia, así el estandarte como la presente ciudad.
Lo mismo que por medio de su sindico había pedido la ciudad decir que todos los residentes se vistan de militar con cuello y ropa decente a sus estados”. (11)
El Cabildo dejó la propuesta en el aire. Al menos hasta que el peligro fuese más evidente. Considerando que las milicias estaban de campaña en defensa del rey, puso todo su patrimonio a disposición de la Ciudad y de Felipe V.
“Y que en cuanto a los señores del Cabildo se suspende esta resolución hasta tanto que se evidencie mayor peligro y en tal caso, que se vistan de militar los señores que pudieren para la defensa y custodia así del Estandarte, así como de esta Ciudad. 11 de Enero”. (12)
“Que se repita a la Ciudad el ofrecimiento en servicio de Su Majestad respecto de que ahora salen las milicias en servicio del Rey el Señor Felipe V a echar a los enemigos del Reino. 4 de Febrero. Y que si importase, esta pronta la plata de esta Santa Iglesia, para empeñarla en el Real servicio. Item”.
“Que los 50 Cahizes de trigo que se ofrecieron al servicio de Su Majestad, se entreguen a la Ciudad de Orihuela. 11 de febrero”.
Las noticias que llegaban a Orihuela eran confusas. En la junta celebrada en abril de 1706, el Cabildo celebró la toma de Barcelona de la forma acostumbrada para grandes acontecimientos. Pero dicha victoria no llegó a consumarse a pesar de la rendición del castillo de Montjuic.
La llegada de una escuadra anglo–holandesa y el avance del ejército anglo–portugués hacía Madrid, pusieron en fuga a las tropas borbónicas que se retiraron hacia el sur de Francia y desde allí partieron a Madrid.
“Ríndese Barcelona a las armas de Su Majestad; da la Ciudad este aviso al Cabildo y acuerdan convocar a las parroquias y conventos para el Tedeum a la tarde a las 5; que se toquen a medio día las campanas; que se cante al siguiente misa de gracias y que la fábrica costee la cera; para que Dios prospere las armas del Rey al mayor acierto de la monarquía y que 2 comisarios participen a la Ciudad esta resolución. 19 de Abril». (13)
¡Hijos míos, viva Carlos III¡
El archiduque, tras ser proclamado en Zaragoza, entró en Madrid poniendo en fuga a Felipe V. El 29 de junio de 1706 Carlos III era proclamado rey ante los ciudadanos de la capital. Su triunfo parecía casi cantado.
Pocas semanas después, concretamente el 24 de julio de aquel mismo año, Jaime Rosell y Rocamora, señor de Benejuzar, marqués de Rafal consorte y gobernador militar de Orihuela, proclamaba por tres veces desde el balcón de su palacio -actualmente del conde de la Granja, ubicado en la plaza de Vía Manuel- :
¡Hijos míos, viva Carlos III¡, ¡Hijos míos, viva Carlos III¡, ¡Hijos míos, viva Carlos III¡
Esta frase, vitoreada por el pueblo allí congregado, culminaba el levantamiento oriolano contra Felipe V. De ello dieron cuenta al Cabildo, que preparó los festejos acostumbrados.
“Decreverunt: Habiendo oído el recado de la Ilustre Ciudad en que participa y manifiesta el entrego de esta Ciudad al suave dominio del Rey Ntro. Señor el Señor Carlos III. (que dios guarde) suplicando al Ilustre Cabildo acordase y dispusiese en demostración del mayor júbilo el festejo y solemnidad en dicha Santa Iglesia, que mañana por la mañana que se contaran 25 de los corrientes se cante el Te deum Laudamus convocando para dicho efecto a todas las comunidades y parroquias para después de la procesión del señor Santiago y que se ejecute con toda solemnidad y alborozo, previniendo a los campaneros hagan señal repicando las campanas después de las primeras oraciones y en las segundas continúen con sus toques y que ponga farolada pagándola la quinta casa”. (14)
Ese mismo día se acordó que el canónigo Isidro Sala y el maestrescuela diesen la bienvenida al general de la campaña, Rafael Nebot.
Después dieron recado a la Ciudad manifestándole “el goce que el Ilustre Cabildo ha tenido por la rendición de dicha Ciudad al dominio del Señor Carlos tercero”. (15)
El Cabildo estaba atrapado en una difícil posición. El pronunciamiento a favor de la causa austracista por parte de los estamentos civiles y militares de la ciudad no le dejaba otra opción que celebrar la proclamación del archiduque.
Pero no podemos olvidar que la causa borbónica representaba la defensa del rey, de la tradición y de la mismísima religión católica. Más aún conociendo el comportamiento irreverente y sacrílego que habían demostrado las tropas aliadas en Alicante.
“Entonces entraron a saco las tropas del archiduque y en los primeros momentos cometieron las más horribles tropelías, profanando los templos y asesinando a cuantos encontraron con las armas en la mano.
Aquella fue una noche espantosa: saquearon las iglesias, se abrieron los osarios de los templos; arrastraron los cadáveres por las calles y se consumaron crímenes indignos de un pueblo civilizado”. (16)
El Cabildo y la Ciudad enviaron sendos diputados a Murcia para intentar convencer a Belluga de que la devota Orihuela no cooperaba en actos sacrílegos y que repudiaba la actuación de los ingleses.
Al mismo tiempo le avisaban de que las tropas aliadas pronto llegarían a Murcia, aconsejándole tomar partido por el archiduque para evitar el saqueo.
“La Ciudad expuso que habiendo llegado a su noticia que las tropas inglesas vienen a conquistar a Murcia y sabiendo que en Alicante ejecutaron aquellos las más sacrílegas irregularidades, no respetando los templos y sagradas imágenes; para que no se persuada Su Excelencia que la de Orihuela (entre las cuales siempre ha habido buena correspondencia) coopere a semejante intento de los ingleses, suplicó el Cabildo para manifestar esta buena disposición de ánimo al Señor Obispo de Cartagena;
Nómbrase diputado para que con él la Ciudad, hagan esta expresión a su Excelencia el Cabildo repite dicha buena correspondencia entre las 2 ciudades y añade la de los 2 cabildos y el respeto al prelado de aquella; Nombra al Canónigo Sala, para que como diputado suyo parta a Murcia a manifestar a Su Excelencia lo que ejecutaron los ingleses con imágenes y templos en Alicante; más la buena ley que profesa a Su Excelencia y a su Cabildo; para que le conste que el Cabildo de Orihuela le está muy obsequioso y que jamás puede sentir bien de las hostilidades de los ingleses, ni en Murcia ni en parte alguna de la Monarquía. 13 de Agosto”. (17)
Con Alicante y Cartagena en manos de los aliados, la caída de Murcia parecía ser sólo cuestión de tiempo. Las primeras escaramuzas en la frontera de Castilla tuvieron lugar el 24 de agosto, como preludio de la operación a gran escala que estaban preparando.
“La tropa que había en Orihuela pasó en el 24 del corriente a Beniel a ahuyentar los daños que hacía aquel pueblo con el auxilio de la tropa del Señor Felipe V en la huerta y término de esta ciudad.
El vecindado huyó y aquella saqueó el pueblo dejando guardia en la iglesia y después se trajo consigo las imágenes de Nuestra Señora, San Gil, San Bartolomé y otras y el copón del Santísimo Sacramento”. (18)
La situación del Cabildo ante Belluga era cada vez más comprometida. Las tropas austracistas habían secuestrado las imágenes de la iglesia de Beniel.
Para intentar quitarle hierro al asunto tomaron posesión de las mismas y dieron al traslado el empaque de una grandiosa procesión.
“Sobre la toma del lugar de Beniel y decente colocación del copón e imágenes que se trajeron de la Iglesia de dicho lugar: Y que se hagan en procesión general”. (Anotación al margen).
“Por cuánto habiendo accedido las tropas que al presente se hallan en la presente ciudad el día 24 del presente mes de Agosto al lugar de Beniel Reino de Castilla a evadir los daños y hostilidades que ocasionaban sus vecinos auxiliados de muchas tropas del señor Felipe quinto, en la huerta y termino de la presente ciudad.
Y habiendo avanzado al dicho lugar los vecinos de aquel lo abandonaron por cuyo motivo entraron a saco dejando cuerpo de guardia en la Iglesia de dicho lugar para que las cosas sagradas y religiosas fueran intactas y no se experimentase con la tribulación del saqueo la menor irreverencia.
Y atendiendo que las dichas tropas de la presente ciudad se apoderaron de las imágenes de Nuestra Señora, San Gil, San Bartolomé y el Santísimo Sacramento de la Eucaristía trayéndolos con toda decencia y reverencia al Convento de San Agustín de la presente ciudad en cuya consideración y de que los bienes temporales de dicho lugar son del vencedor empero las cosas sagradas y religiosas pertenecen a esta Santa Iglesia como matriz y parroquia común de este obispado y ser muy de justicia que el Santísimo Sacramento y dichas imágenes se coloquen en su debido trono donde estén con el mayor culto y reverencia.
Por tanto dichos ilustres señores determinaron que esta tarde a las cinco horas se traigan del convento de San Agustín en donde están depositadas (de orden de dichos Ilustres Señores) el Santísimo Sacramento y demás imágenes sagradas y se coloquen y pongan en el lugar y trono mas decente de ella haciendo Procesión General con toda solemnidad como se acostumbra en el día del Señor, quedando a cargo del Señor Presidente traer bajo Palio en sus propias manos el copón en donde está su sagrada majestad sacramentado y las demás imágenes en sus andas convocando para dicho efecto todas las comunidades y parroquias y convidando por medio del Señor Sala al Gobernador y Ciudad para que asistan a esta plausible función.
Y que el señor Presidente mande a los campaneros hagan señal repicando de once a doce con toque solemne y al Maestro de Capilla se le advierta cante la música en la Procesión un motete y cuando se entre por esta Santa Iglesia se entone el Te Deum Laudamus.
Y así mismo que el día de mañana se exponga el Santísimo Sacramento cuya función y solemnidad se ejecute con el mayor lustre y veneración que se pueda y como no de acción tan católica y plausible para los odas divinos”. (19)
Fracasada la conquista de Murcia llegó a oídos de Belluga que el grueso de las tropas había partido a la defensa de Alicante; y que el marqués de Rafal y su familia habían huido con destino desconocido.
A Orihuela llegaban noticias del incierto destino que les aguardaba.
El 7 de octubre – tres días antes del fatídico saqueo de Orihuela- el Cabildo manifestó que los comisarios de la ciudad estaban desconsolados por el peligro de una posible invasión que pusiese en peligro a la ciudad y sus vecinos. Estos le habían pedido que intercediese ante el obispo Belluga para el establecimiento de la paz.
Se acordó nombrar por un lado a los señores Sacrista y Sala para que fueran a Cieza a por el obispo de Orihuela. Y por otra parte al canónigo Ruiz y al señor maestrescuela, enviados a Murcia para ponerse en obediencia del obispo de Cartagena y suplicarle que intercediese para librar a Orihuela de cualquier invasión. (20)
“Habiendo oído dichos ilustres hermanos Pavorde y Cabildo la propuesta hecha por los comisarios de la ilustre ciudad de en que manifestaron a desconsuelo en que se hallaba procedido de vez a paraje en que había puesto por la presente ciudad y sus vecinos, por lo cual deseaba se interesase dicho ilustre Cabildo en cuanto condujese para la quietud, y establecimiento de la paz, solicitando para este motivo la venida de su ilustrísima y de mas que se ofreciere conveniente.
Decreverunt que nombran a los señores Sacrista y Sala para que en continente vayan por Su Ilustrísima el señor obispo de Orihuela que se haya en la villa de Cieza y así mismo nombrar a los hermanos maestro escuela, y Ruiz para que accedan a la ciudad de Murcia a ponerse a la obediencia de la excelentísima del señor obispo de Cartagena y suplicarle se interponga, para librar a esta ciudad de cualquier invasión, y que dichos los señores comisarios vayan juntamente con los comisarios que nombrara la ciudad para ese día”.
Los peores temores se consumaron. El 10 de octubre llegaron desde Murcia 1.000 jinetes, 1.000 infantes dotados de artillería y 4.000 campesinos enfurecidos.
La heroica resistencia de los desorganizados habitantes de Orihuela fue un sacrificio inútil ante semejante fuerza ofensiva. La ciudad cayó en horas y fue saqueada e incendiada a placer.
Francisco Medinilla y la redención de campanas
Las actas capitulares enmudecen hasta el día 21 de octubre. A pesar de los desagradables sucesos, sólo mencionan el secuestro de las campanas.
“Tomó las campanas en el saco de la ciudad el Jefe de la tropa; y decreverunt y dan poder para tomar a cambio o censo o débitos o como pudieran hallarlos ochocientos doblones para redimir las campanas, pagar el subsidio y clavado a Su Majestad y subvenir a otros gastos precisos. 21 de Octubre”. (21)
Dicho secuestro – obra del mariscal de campo Francisco Medinilla- se refería a la voz de las campanas de toda la ciudad, condenadas al silencio hasta que le entregasen 350 doblones para su redención.
Esta cantidad fue condonada por 1500 onzas de plata que entregó el Cabildo y que tenían destinadas para fabricar unas andas y una custodia para el Santísimo Sacramento. Inmediatamente pusieron en marcha sus influencias para tratar de recobrar la plata arrebatada.
“El General Medinilla se llevó de esta Santa Iglesia 1500 onzas de plata destinadas para las andas del Santísimo, a un precio determinado por onza y en redención a lo que parece de las campanas de la Santa Iglesia que avía declarado suyas en el saqueo o saco de esta ciudad, después insinuó al canónigo Viudes, que devolvería la plata al mismo precio; Decreverunt que se le entretenga con razones, para ver si se podía conseguir del Rey orden para que las restituyan a 29 de Diciembre”. (22)
En 1712 Medinilla había muerto y el Cabildo intensificó las gestiones para recuperar su plata. Para ello apoderó al prior de los dominicos de Calatayud.
“Ya se vio a su tiempo como en las turbaciones de esta ciudad en la guerra de sucesión, Don Francisco Medinilla hizo que las campanas entrasen en el saco y como las redimió el cabildo en 1500 onzas de plata que él se llevó.
Ahora consigue el Cabildo Real Cédula para recobrarse consignándole los créditos y enveres de dicho señor ya difunto. Da poderes este cuerpo al prior del convento de Dominicos de Calatayud para cobrar de aquel corregidor y de cualquiera otro, dichos enveres y créditos y parece que la libranza Real no limitaba la gracia.29 de Octubre”. (23)
A comienzos de 1713 las notas indican que el asunto va por buen camino, consiguiendo la orden real en marzo. Asegurado el recobro, devuelven a los capuchinos un cáliz depositado en fianza por la parte que correspondía a sus campanas.
“Léanse las cartas del corregidor de Calatayud y del peterrer en punto al recobro de lo debido por Medinilla (el que embargó las campanas) 23 de Enero”. (24)
El recobro del precio por la redención de campanas parece que fue efectivo a lo menos en parte.
«Decreverunt que el Cáliz que avía depositado en el armario por este título se devuelva inmediatamente a los Capuchinos; era por sus campanas pues Medinilla las habría pillado todas. 20 de febrero”. (25)
“Da Su Majestad otra orden para que se pague al cabildo la deuda de Medinilla y decreverunt se le escriba al Padre Prior Joseph Ferrer, residente en Calatayud. 29 de Marzo”. (26)
1707 –1713 , un periodo de rogativas y celebraciones.
La primera anotación del año 1707 no se refiere a la guerra. Una carta del rey solicita del Cabildo rogativas por el feliz embarazo de su esposa.
“Escribe al Cabildo para rogativas por la preñez y feliz alumbramiento de la Reina; y el Cabildo acuerda función solemne: 25 de Febrero”.(27)
El 28 de abril de 1707 el Cabildo es requerido para organizar los festejos pertinentes por una victoria del rey, sin especificar donde. Se trata de la Batalla de Almansa, victoria decisiva que volvió a inclinar la balanza a favor de Felipe V.
“El Gobernador de Orihuela Don Juan Isidro Padilla, y los Justicias y Jurados manifestaron al Cabildo la victoria que el rey había conseguido de sus enemigos (no se expresa la que fue) y pidieron las demostraciones que como fieles y leales vasallos de S. M. (el Sr. Don Felipe V) han acostumbrado y decreverunt se cante el Te deum preceptivo; que se diga misa de gracias hoy mismo y que el síndico participe esta resolución a los Señores Gobernador, Justicia y Jurados, Item. Que el domingo siguiente se celebre otra misa de acción de gracias por dicha victoria, estando expuesto el Santísimo después de tercia y la Conv. Entre 6ª y 9ª. 28 de Abril”. (28)
Los éxitos de las tropas borbónicas y las consiguientes celebraciones se sucedían. En mayo de 1707 capitulaba Valencia, volviendo a la obediencia de Felipe V y la Ciudad volvió a solicitar del Cabildo una demostración de gracias. Este organizó los festejos como si fuera el día del Corpus.
“Redúcese la ciudad de Valencia al suave dominio del Rey el Señor Don Felipe V, celébrelo mucho este Cabildo de Orihuela y decreverunt que mañana se celebre misa de gracias a Ntra. Sra. de Monserrate y en seguida se celebre el Tedeum convocando Parroquias y Comunidades y convidando a la Ciudad y Gobernador.
Y que por cuanto la Ciudad ha pedido al Cabildo acordase alguna demostración de gracias por este motivo. Siendo de su agrado decreverunt que en el domingo inmediato se celebre misa del Santísimo estando expuesto Su Majestad y se predique el asunto, y que a la tarde en complemento de tan plausible función haya procesiones por toda la Ciudad lo mismo que el día del Corpus, menos por el Arrabal de Santiago llevando a la Virgen de Monserrate y a San Miguel convocando las parroquias y comunidades y convidando al Gobernador y a la Ciudad. 13 de Mayo”. (29)
En la primera anotación del año 1708 se da cuenta – con seis meses de retraso- de la destrucción y reedificación de Xátiva como castigo ejemplar por su tenaz resistencia. Había sido metódicamente arrasada y quemada en junio de 1707. Fue retitulada como San Felipe y el cabildo perdió su señorío directo.
“Por primera vez, destruida Játiva y reedificada por el Sr. Rey Don Felipe V, se le da el nombre de San Felipe en el dietario. 3 de Enero. En las confiscaciones de San Felipe cayó el Señorío directo del cabildo”. (30)
En noviembre organizan rogativas por el éxito del asedio de Alicante, la última plaza valenciana en manos austracistas. También nos informa de que cada cinco días se escogían cien oriolanos para colaborar en la alimentación de las tropas borbónicas.
La ciudad cayó en diciembre. Pero el castillo aguantó un par de meses, hasta que fue parcialmente destruido con 1.500 quintales de pólvora colocados en una mina excavada bajo sus muros.
“Decreverunt que el domingo futuro de Adviento, se celebren rogativas por el buen suceso de las armas de Su Majestad en el sitio de Alicante, exponiendo al Santísimo.
Después de novena. sermón del canónigo Viudes; por la tarde procesión general llevando a Ntra. Sra. de Monserrate, continuándose las rogativas por tres días y por las parroquias y conventos desde el lunes por la tarde, cada una un día hasta acabar por su turno y se les convoca; que se le de recado a Su Ilustrísima y a la Ciudad. 29 Noviembre.
El Alcalde mayor de Orihuela o no se que otro Ministro Real enviaba de en cada cinco días, cien hombres a Alicante para las faginas, vecinos de Orihuela.
Decreverunt que el sindico le manifestase de parte del Cabildo que en virtud de Reales Cedulas, están exentos por Su Majestad de este servicio, los Mayordomos del Santísimo, los del Rosario y el tasador de los diezmos, de la hoja. Y que le exhiba las cedulas y cartas. 10 de Diciembre”. (31)
El canónigo austracista Isidro Sala
En la primera reunión tras la llegada de los soldados de Belluga ya se hacía patente la ausencia en la ciudad del canónigo austracista Isidro Sala, quien fue sustituido en su cargo de mayordomo por el doctoral Pascual Ruiz de Villafranca y Soler.
Isidro Sala, comisionado por el Cabildo, se había encargado personalmente de requerir a Belluga para que abrazase la causa del archiduque si quería librar a Murcia del saqueo.
“En el arriba dicho día, los referidos señores habiendo precedido convocación especial. Por cuanto el señor canónigo Sala se halla ausente de esta ciudad y por esta razón no puede asistir a la mayordomía y sindicado que tiene, siendo evidente el peligro que se ocasiona con su tardanza.
Decreverunt que nombran a las ausencias del señor Sala por mayordomo actual al señor don Parcial Ruiz y Soler y otorgaron e su favor el auto de sindicado en las formas y con las cláusulas acostumbradas. Siendo testigos el licenciado Alonso Rodríguez presbítero y Monserrate Guterris, de Orihuela vecinos y moradores”. (32)
Por las anotaciones del mes de julio de 1708 sabemos que el señor Sala está preso junto a otro canónigo. Y que piden ayuda al Cabildo.
“Se mantenían aun presos dos capitulares, no dice donde; El uno escribió al Cabildo otra vez. Convocación para oír su carta y resolver. 12 de Julio”. (33)
“Decreverunt se represente a Su Majestad la suma pobreza que aquellos padecen, rogándoles sea socorrido darles libertad o al menos permitir que el tiempo que le queda de su reclusión lo pasen en esta Santa Iglesia.
Que se escriba al Excelentísimo Señor Obispo de Murcia (el Señor Belluga) para que interceda con Su Majestad por la libertad de dichos capitulares. 16 de Julio”. (34)
“Uno de estos era el Canónigo Don Isidro Sala, que había sido Mayordomo General en el año 1706 o regente de ella. 19 de Julio”.
En mayo de 1709 el Cabildo pide la intercesión del obispo para intentar liberarlo:
“Muy Ilustres señores: Recibo la de V.S. de 6 de los corrientes y respecto de su contenido debo decir a V. S que en las ocasiones que he hablado al Señor Comisario General le he pedido (juzgándolo de mi obligación) la libertad del Señor Canónigo Don Isidro Sala, pero ahora insinuándome V.S ser de su agrado concurre el mas eficaz motivo en i aprecio para que lo repita como mayores veras, lo que ejecutare cuanto antes por lo que deseo complacer a V.S. en esto y en cuanto conduzca a su mayor satisfacción y servicio.
Que Dios Guarde a V muchos años en su Santa Providencia como deseo. Madrid y Mayo 18 de 1709. Muy Ilustres Señores Besa la mano de vuestra señoría su mas afecto servidor, Joseph Obispo de Orihuela. Rubricado. Muy Ilustres Señores Pavorde Cabildo de mi Santa Iglesia de Orihuela”. (35)
El canónigo Isidro Sala, convertido en chivo expiatorio, arrastró durante años su condición de disidente austracista, como podemos ver en esta carta y la nota posterior fechadas seis años después de estos sucesos.
“Habiéndose puesto en la Real Noticia de S.M. que por muerte del obispo de Orihuela había pasado V.S a hacer elección de visitadores para todo el Obispado y habían nombrado para la Iglesia de Alicante y las demás de su partido al Doctor don Isidro Sala lo que había causado gran sentimiento a los capitulares de Alicante a vista de su constante fidelidad y haber ido el canónigo Sala cuando las turbaciones de Valencia procuró pervertir esa ciudad persuadiendo a sus vecinos al partido contrario y fue el que llevó la embajada al Obispo de Murcia para que entregase a los enemigos a aquella ciudad por lo que había sido preso por el juez del breve y condenado a cuatro años de reclusión en un convento ha mandado S.M, se escriba a V.S. su justa extrañeza de que proceda contar omisa o culpable reflexión que necesite de la Real Prevención para lo que es tan propio de su obligación como el cuidado y precaución en estas elecciones y así se lo participio a Vs. Ds. Ge a Vs. M a Madrid y Marzo 5 de 1712.
Señores Deán y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad de Orihuela” “Causas criminales. Es llamado a la corte el Canónigo Sala por Su Majestad y Real Consejo, despídese del cabildo. 20 de Junio de 1712”. (36)
En 1717 se mandó que, en sede vacante, no se nombrasen por visitadores los procesados y condenados por el crimen de disidencia y que se enviase noticia al rey de los que se nombrasen.
III. LA DESTRUCCIÓN DEL CASTILLO DE ORIHUELA. (37)
Durante la noche del 28 de mayo de 1707 a las ocho y media de la noche, un rayo cayó en la mazmorra del castillo, justo donde estaba almacenada la pólvora para la defensa de la ciudad.
La pólvora prendió y estalló, volando buena parte de la fortaleza. Murieron en el accidente noventa soldados y tres capitanes, caballeros del Regimiento de la Villa de Madrid, considerados “de lo mejor de Castilla” en opinión del Cabildo Catedral. (38)
El coronel del Regimiento de Madrid, Antonio Aranda, al frente de la guarnición de Orihuela, solicitó al Cabildo de la Catedral que hiciese un funeral por las victimas de esta tragedia.
El Cabildo, ante la fatalidad y en consideración con aquellos que habían perdido la vida en este infortunio particularmente con los capitanes, acordó que se cantase un nocturno de difuntos clamoreando las campanas y trayendo el Ilustre Cabildo los cadáveres a la Catedra, l donde se haría un funeral con asistencia del obispo de Orihuela, la Ciudad, parroquias y comunidades religiosas.
Los fallecidos se enterrarían en los sepulcros de los Orumbellas, Mirones y Soleres, familias nobiliarias de Orihuela. (40)
El entierro de los capitanes
Al entierro de los capitanes asistió el Cabildo Catedralicio (motu proprio) con su clero, parroquias, comunidades de religiosos y la capilla de música de la Catedral.
El orden de la procesión fue el siguiente: la cruz del clero de la Catedral, el Cabildo Catedralicio, clero de la Catedral, clero de Santa Justa y clero de Santiago, comunidades de San Agustín, San Francisco, San Gregorio, convento del Carmen, convento de la Merced, convento de la Trinidad y convento de Capuchinos.
Durante el entierro se hicieron tres paradas en la distancia que abarcaba “de la casa de Francisco Muñoz hasta esta Santa Iglesia” cantando un responso en cada una. Se entonó como estaba previsto un nocturno de difuntos, con asistencia del obispo. Cuando acabó se procedió al entierro de los cuerpos.
El cadáver de Antonio Sayago fue enterrado en el sepulcro de dicho señor y familiares. Joseph Monreal se depositó en el sepulcro de los Mirones. Baltasar de Ávila en el vaso de los Soleres. (41)
Los soldados
El mismo día se enterraron los restos mortales de los soldados fallecidos en la explosión. A los veinte militares, cuyos cuerpos fueron recogidos completamente, se les dio sepultura en los vasos de la Cofradía del Santísimo Sacramento, en la Capilla del Loreto.
En cuanto a los fragmentos encontrados de los restantes soldados, se enterraron en el mismo castillo, en un foso que se dispuso bendecido por don Salvador Alfosea, presbítero diaconil de la Catedral, por orden del obispo José de la Torre y Orumbella.
Al día siguiente – 30 de mayo-, después de los oficios, se cantó una misa en el altar mayor por las almas de todos los difuntos que habían muerto en la desgraciada noche del 28 de mayo. Con repetidos dobles de campanas, algo habitual cuando asistía el Cabildo, que graciosamente había querido participar en esta acción tan piadosa en consideración con la fatalidad “y ser tan del Divino agrado como del servicio de su majestad que Dios le guarde”. (42)
Por último, el canónigo Marcelo Miravete señala que la torre que quedó en pie después de la explosión fue derribada por orden del monarca Felipe V.
“Lo voló una centella al entrar el corriente siglo XVIII: y habiendo quedado salva una torre, la mandó volar después el señor don Felipe V”. (43).
Gemma Ruiz Ángel, Antonio José Mazón Albarracín y Mariano Cecilia Espinosa. Centro de Estudios Históricos de Orihuela
Publicado en 2007 en el primer y único número de la revista de investigación Uryula. Monográfico sobre la Guerra de Sucesión con motivo del aniversario de la batalla de Almansa.
Notas:
1 VILAR RAMIREZ, J.B. 1981: Orihuela, una ciudad valenciana en la España moderna, Historia de la Ciudad y Obispado de Orihuela, Tomo IV, volumen II, patronato “Ángel García Rogel”, Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, p.363.
2 CABILDO CATEDRAL DE ORIHUELA, 2007: Guía del Archivo Catedralicio de Orihuela, Publicaciones del Cabildo Catedral de Orihuela 1, Orihuela, p. 23.
3 Ibidem, p. 15.
4 Archivo Catedralicio de Orihuela (en adelante A.C.O) Libro de Acuerdos Capitulares, Tomo 15, sesión capitular del 16 de Octubre de 1705. Sig.: 883.
5 A.C.O. Libro de Acuerdos Capitulares, Tomo 15, sesión capitular del 26 de Octubre de 1705. Sig.: 883.
6 A.C.O. Libro de Acuerdos Capitulares, Tomo 15, sesión capitular del 21 de Diciembre de 1705, f. 532 v. Sig.: 883.
7 A.C.O. Libro de Acuerdos Capitulares, Tomo 15, sesión capitular del 21 de Diciembre de 1705, f. 534 r – v. Sig.: 883.
8 A.C.O. Libro de Acuerdos Capitulares, Tomo 15, sesión capitular del 8 de Enero de 1706, f. 535 r – v.
9 A.C.O. Diccionario Histórico de Acuerdos Capitulares, Tomo II. Sig.: 927.
10 Ibidem.
11 Ibidem.
12 Ibidem.
13 Ibidem.
14 A.C.O. Libro de Acuerdos Capitulares, Tomo 15, sesión capitular del 24 de Julio de 1706, f. 568 – v. Sig.: 883.
15 Ibidem.
16 BOIX, Vicente. Crónica de la provincia de Alicante. Madrid, 1868. Ed. facsímil. Valencia, 1997. Pag. 39
17 A.C.O. Diccionario Histórico de Acuerdos Capitulares, Tomo II. Sig.: 927.
18 Ibidem.
19 A.C.O. Libro de Acuerdos Capitulares, Tomo 15, sesión capitular del 26 de Agosto de 1706, f. 573 r . Sig.: 883.
20 A.C.O. Libro de Acuerdos Capitulares, Tomo 15, sesión capitular del 7 de Octubre de 1706, f. 578 v. Sig.: 883.
21 A.C.O. Diccionario Histórico de Acuerdos Capitulares, Tomo II. Sig.: 927.
22 Ibidem.
23 Ibidem.
24 A.C.O. Diccionario Histórico de Acuerdos Capitulares, Tomo II. Sig.: 927.
25 Ibidem.
26 Ibidem.
27 Ibidem.
28 Ibidem.
29 Ibidem.
30 Ibidem.
31 Ibidem.
32 A.C.O. Libro de acuerdos capitulares. Tomo 15. Sesión Capitular del 21 de octubre de 1707. Sig.: 883.
33 A.C.O. Diccionario Histórico de Acuerdos Capitulares, Tomo II. Sig.: 927.
34 Ibidem.
35 A.C.O. Correspondencia. 1709, Mayo, 18. Carta del Obispo de Orihuela José de la Torre y Orumbella al Cabildo Catedral sobre la libertad del Canónigo Sala.
36 A.C.O. Correspondencia. Marzo 5 de 1712. “Manifiéstase de orden del rey al cabildo su real displicencia en que en la vacante de la sede hubiesen nombrado visitador de Alicante a un visitador que había sido condenado a reclusión de 4 años por haber seguido el partido contrario a los derechos de su majestad con el exceso que dentro se declara”.
37 El accidente ocurrido en el castillo se cita con todo lujo de detalles en el Libro 2º de entierros de la Catedral y en el acta capitular del 29 de Mayo de 1707. Posteriormente Marcelo Miravete recoge estos datos en su Diccionario Histórico de Acuerdos Capitulares.
38 A.C.O. Libro de Acuerdos Capitulares, Tomo 15, sesión capitular del 29 de Mayo de 1707, f. 606 r, Sig.: 883.
39 A.C.O. Libro 2º de entierros de 1707, Sig. 133. f. 18 r –v.
40 A.C.O. Libro de Acuerdos Capitulares, Tomo 15, sesión capitular del 29 de Mayo de 1707, f. 606 r. Sig.: 883.
41 A.C.O. Libro 2º de entierros de 1707, Sig. 133. f. 18 r –v.
42 A.C.O. Libro 2º de entierros de 1707, Sig. 133. f. 18 r –v.
43 A.C.O. Diccionario Histórico de Acuerdos Capitulares, Tomo II. Sig.: 927.