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Los casinos oriolanos y el vínculo de Pizana

Casino Orcelitano. Principios del siglo XX. Colección Jesús R. Tejuelo.

Los casinos oriolanos y el vínculo de Pizana

El «Circulo Orcelitano», precursor y germen del actual casino, se fundó en 1848; quedando inmortalizado en el plano de Francisco Coello publicado en 1859 dentro del «Atlas de España y sus posesiones de Ultramar».

Lo cita en su punto 16, localizado en la calle llamada del Ángel, actualmente calle López Pozas, esquina con la subida al puente.

Plano de Francisco Coello, publicado en 1859. Fragmento.

Circulo Orcelitano. Se fundó en 1848 en la casa que actualmente (principios del siglo XX) pertenece a D. José Cartagena Rocamora, en el final de la calle Mayor o principio de la del Ángel, es decir en la subida del puente viejo; y más tarde se trasladó a la de D. Carlos Roca, en la Puerta Nueva, hasta que en 12 de enero de 1868 se fusionó con el siguiente. Regíase por un reglamento fechado en 21 de Noviembre de 1848.

La cita anterior pertenece a los «Datos sueltos para la continuación de la Historia de Orihuela» de Ernesto Gisbert Ballesteros.

Concretamente estaba emplazado en el edificio que construyó Luis Abadía utilizando los terrenos resultantes de la demolición del viejo ayuntamiento. Edificio que su viuda, Josefa Larranzi, se vio obligada a malvender en ese año de 1848 para hacer frente a sus múltiples acreedores.

Luego se mudaron al Paseo; para acabar fusionados al «Casino Orcelitano», sociedad recreativa que inauguró sus nuevas instalaciones en la casa de Pizana, en los Hostales, en junio de 1864.

Edificio que fue casa de los Pizana y sede del «Casino Orcelitano». Colección Javier Sánchez Portas. Detalle.

Así lo cita Gisbert Ballesteros a principios del siglo XX:

Casino. Se estableció en 1864 con estatutos aprobados en 24 de febrero en la calle de los Hostales y casa que fue de D. Luis Pizana, habiéndose edificado de Planta en la calle de Loazes, en el terreno que existió la posada del mismo dueño.

Y así quedó inmortalizada su inauguración en la prensa de época:

La Correspondencia de España. 10 de junio de 1864: Según noticias que recibimos de Orihuela, el día 5 se verificó allí la inauguración del nuevo Casino.

A las doce de la mañana tuvo lugar la apertura, con asistencia del Excmo. Señor obispo de la diócesis, del digno juez de primera instancia y da una numerosa y escogida concurrencia, pronunciándose discursos brillantes y alusivos al acto, y sirviéndose con verdadera profusión dulces y helados a los concurrentes, mientras la banda de música de la ciudad amenizaba el rato, tocando piezas escogidas a la puerta del local, decorado con gusto y esplendidez, principalmente la escalera, el patio y el magnífico salón destinado a juntas generales.

Por la noche se dio un gran baile, en el que entre cientos de luces y perfumados ramilletes, lucieron su belleza y elegancia las hijas del Segura. Al día siguiente se permitió la entrada en el local a cuantas personas quisieron verle, pasando de tres mil los que visitaron este establecimiento, digno de la ilustrada Orihuela, que así sabe responder a la civilizadora voz de nuestro siglo.

¿Quién era ese Pizana que titulaba casa y posada?

En 1747 Luis Roca y Moncada había «principiado a construir y edificar una casa principal, en el sitio que estaban fundadas las pertenecientes a su mayorazgo, fronteras a las del mayorazgo de Gerónimo Pizana y Ruiz, posada incluida».

Con el propósito de hermosear el frontis y dar línea recta al edificio pidió licencia al ayuntamiento y «principió el simiento de la fachada». Pero el de Pizana «salió en justicia poniendo denunciación de nueva obra», alegando perjuicios para sus casas.

Casas de Roca y de Pizana. Colección Javier Sánchez Portas.

Para evitar «costosos litigios, inquietudes y enemistades más dignas de reparo entre personas ilustres de tan cercano parentesco» firmaron una concordia ante el escribano Juan Ramón de Rufete (1).

En ella don Gerónimo aceptó retirar la demanda permitiendo continuar la obra «sin embarazo alguno». A cambio, don Luis demolió una pequeña casa de su propiedad sita al costado de levante de las de Pizana, quedando el solar a beneficio de ambas partes.

Cúpulas de los dos palacios. Colección Javier Sánchez Portas.

Además, el de Pizana se comprometió de por vida a no elevar obra alguna por encima de la alzada que entonces tenía, a fin de no impedir las vistas de la nueva y preciosa casa, la misma que hoy alberga el Hotel Tudemir.

Gerónimo Pizana y Muñoz, Coronel de los Ejércitos Nacionales.

A comienzos del siglo XIX el mayorazgo de Pizana estaba en manos del oriolano Gerónimo Pizana y Muñoz, Coronel de los Ejércitos Nacionales fallecido en 1820.

Le sucedió en el vínculo Luis Manuel Pizana Ramírez, vecino de Madrid, heredando entre otras propiedades la añeja posada y las casas números 2, 4 y 6 de la calle de los Hostales.

En diciembre de 1840, Luis Manuel compró a un cura de Lorca dos casas anexas a las suyas. El religioso actuaba como albacea testamentario de Francisca J. Molina Muro, viuda de Gerónimo García de Espejo, antes Pizana y Avellán (2). La primera casa esquinaba con el callejón. La segunda, muy descuidada, estaba dentro del mismo.

Así pues, a mediados del siglo XIX, la manzana comprendida entre la calle de los Hostales, la del Puente Nuevo y el callejón del molino pertenecían a Luis Manuel Pizana. Aclarado un poco el linajudo origen de este apellido continuaremos hablando de los casinos.

El «Casino Orcelitano» y el «Círculo de la Unión».

Ya he dicho que en 1868 desapareció el «Círculo Orcelitano», fusionado con el «Casino Orcelitano».

El Oriolano. 26 de noviembre de 1885: La dueña del Café del Casino acaba de recibir de Francia una remesa de bebidas de todas clases, entre las que figuran cien botellas de Coñac de la clase más superior que se conoce.

Hasta el año 1885, el único Casino de Orihuela estaba establecido en los Hostales y albergaba a toda la sociedad oriolana. Los socios más jóvenes se planteaban incorporar parcialmente a las damas, en un gesto de apertura y modernidad.

El Oriolano. 19 de diciembre de 1885: Algunos jóvenes tienen el propósito de rogar a la junta directiva, que según reglamento ha de nombrarse muy pronto en la sociedad Casino Orcelitano, dé en los salones del mismo algunas veladas literarias, invitando a ellas a nuestras paisanas.

La nochebuena de 1885 la prensa local anunció una junta general para elegir a la directiva.

El Oriolano. 24 de diciembre de 1885: El sábado, 26 del corriente mes, se reunirán los socios del Casino Orcelitano en junta general, para proceder a la elección de la directiva, según previenen los estatutos.

La juventud perteneciente a dicha sociedad se propone, según parece, presentar su candidatura, y solicitar de la nueva junta, la celebración de algunos bailes y conciertos. Nos alegraremos que consigan lo que desean y que las damas coadyuven con su presencia a la realización del pensamiento.

El Oriolano. 29 de diciembre de 1885: En la junta general celebrada el día 26 por la sociedad Casino Orcelitano para la renovación anual de la junta Directiva, se presentó una sola candidatura que quedó aprobada en la siguiente forma:

Presidente: D. Julián de Torres y Calzado. Vice-Presidente: D. Manuel Picazo. Vocales: D. Filomeno Lizón Lacárcel y D. Abelardo Teruel. Inspectores: D. José María López Gonzálvez y D. Antonio Bonafós Mas. Tesorero: D. Francisco Germán. Secretario: D. José Ferrer.

Según las cuentas leídas, dicha sociedad cuenta con una existencia efectiva de 10.794,24 pesetas.

En 1886 nacía en Orihuela otra sociedad para el ocio y recreo de sus clases dominantes. La versión oriolana del llamado «Pacto del Pardo» entre Cánovas y Sagasta, había devuelto la vara municipal al fusionista Francisco Ballesteros Villanueva a comienzos de año.

De mala gana, el Partido Conservador encabezado por Matías Rebagliato y Pedro Ramón Mesples, cedió el gobierno municipal dejando en manos de Ballesteros las importantísimas obras de ensanche y modernización de la ciudad.

Francisco Ballesteros Villanueva.

Las enconadas disputas políticas dividieron a la oligarquía oriolana. Fusionistas y conservadores se declararon incapaces de continuar reuniéndose bajo el mismo techo. En febrero de ese mismo año aparecía «El Día», semanario de orientación conservadora. Orihuela contaba ya con tres periódicos.

La crónica. 6 de mayo 1886: Se ha inaugurado el café establecido en el círculo de la calle Mayor que con tal motivo se vio muy concurrido (…) El círculo también se inaugurará muy en breve; solo se espera darle la última mano y recibir la correspondiente autorización que se tiene solicitada. Se titulará Círculo de la Unión; y será su presidente efectivo y honorario el señor Mesples.

Se referían a un nuevo establecimiento recreativo llamado «Circulo de la Unión», presidido por el político conservador Pedro Ramón Mesples.

El Oriolano. 20 de mayo 1886: Aprobados por el gobernador civil de la provincia los estatutos del llamado Circulo de la Unión, se inaugurará oficialmente tan pronto como se reciban los muebles que se tienen encomendados para ese centro… de recreo.

El también llamado «casino de la calle Mayor», ubicado en el palacio de Campo-Salinas,  junto al Palacio Episcopal, fue inaugurado con banda de música la mañana del sábado 17 de julio de 1886.

El Diario de Orihuela. 17 de julio de 1886: A las once de hoy ha tenido lugar la inauguración del Círculo de la Unión. Terminada la lectura, de la memoria de creación de dicha sociedad, en breves y elocuentes frases dio gracias el presidente Sr. Mesples a los invitados por haberle honrado con su presencia, a lo cual contestó el Alcalde Sr. Ballesteros manifestando el reconocimiento de que estaba poseído por la atención que se le había dispensado invitándole a tan solemne acto y haciendo votos, al terminar, por la vida y prosperidad de tan distinguido Círculo. La banda de música ha amenizado el acto, atrayendo mucha gente a la calle Mayor.

A partir de ese momento, ambas sociedades rivalizaron en la organización de las más interesantes veladas musicales y las más concurridas fiestas.

Los socios más jóvenes del «Casino Orcelitano» seguían proponiendo invitar a las oriolanas para que, los domingos por la tarde después del paseo por la Glorieta, acudiesen a sus salones.

El Oriolano. 4 de septiembre de 1886: Algunos socios del Casino Orcelitano han acogido muy bien el proyecto de invitar a nuestras paisanas para que los domingos por la tarde y después de terminado el paseo de la Glorieta, concurran a los espaciosos salones de aquella sociedad, a imitación de lo que se viene haciendo en Murcia y otras poblaciones.

No sabemos hasta qué punto podrán realizarse las loables aspiraciones de los jóvenes iniciadores del pensamiento, conocido como es el modo de ser de nuestra elegante sociedad, pero no estará de más que se procure llevarlo a la práctica sin desmayar ante los primeros obstáculos, que nunca faltan a este género de inocentes pasatiempos.

El nuevo «casino de la calle Mayor» fue adquiriendo cada vez más protagonismo.

El Diario de Orihuela. 21 de febrero de 1887: La fiesta de más grandes alcances celebrada en el domingo que finó anoche, fue el magnífico y brillantísimo baile del Circulo de la Unión, primero celebrado en tan elegante sociedad y digno de figurar en la crónica coreográfica de Orihuela. Puede estar orgulloso el novel círculo y sus socios satisfechos de haber llevado a cabo una fiesta cuyo esplendor honra sobremanera al casino de la calle Mayor.

El nombramiento de un nuevo obispo ofreció la oportunidad de lucirse a ambas sociedades. En septiembre de 1886 el «Casino Orcelitano» proyectaba engalananar la fachada de su sede y erigir varios arcos en el trayecto que había de seguir el nuevo Prelado a su llegada.

En octubre tenían muy adelantados los preparativos, comisionando al arquitecto D. Rafael Mas para el adorno de la fachada que estaban ya blanqueando. Los del «Círculo de la Unión» no se quedaron atrás adornando también su local y buena parte de la calle Mayor.

El día. 10 de octubre de 1886: El Casino Orcelitano está blanqueando su fachada, y según se nos dice, tanto éste como el Círculo de la Unión, adornarán lujosamente sus edificios, y para el efecto se hallan ya haciendo los preparativos necesarios para que en su día aparezcan con todo el esplendor que requiere el caso; y para hacer un brillante obsequio, al virtuoso y sabio Prelado que viene a hacernos la honra de hospedarse en nuestra católica Orihuela.

El diario de Orihuela. 20 de octubre de 1886: En el Casino, el adorno era muy sencillo consistiendo en el revestimiento de ramaje de todas las líneas limitantes de las puertas de sus balcones y el engalanado de la baranda del terrado con gran profusión de gallardetes.

Su iluminación espléndida era admirable compuesta de innumerables vasos de color blanco y ostentando en la parte superior formado de luces muy unidas, el título del establecimiento, repetido por un trasparente de la extensión de la fachada y situado ante las barandas de los balcones en el cual se leía la siguiente inscripción: «El Casino, al Obispo de Orihuela».

El Casino Orcelitano en 1886. Esperando al obispo Maura. Colección A. Luis Galiano Pérez.

La calle Mayor era la mayor en el gusto exhibido en el adorno. En el centro de la calle hay un semiarco trasparente de un exquisito gusto y de mucho mérito artístico en el cual se lee a uno y otro lado la siguiente inscripción: Círculo de la Unión; el edificio de esta sociedad tiene revestida toda la fachada hasta el piso principal con mirto y geránios formando sobre las puertas elegantes arcos.

A pesar del buen gusto que ha precedido en el engalanamiento de esta calle puede decirse que su lucimiento lo ha tenido de noche por su profusa iluminación. Únicamente el Círculo de la Unión contaba en su fachada dos mil vasos de colores dispuestos en caprichosas líneas de bellísimos dibujos.

El día. 24 de octubre de 1886: El Casino Orcelitano y el Círculo de la Unión, se hallaban adornados desde la puerta de entrada hasta el terrado, con profusión de ramaje, gallardetes y banderolas. Era deslumbradora, la iluminación de ambos casinos.

En la del casino se leía por medio de un trasparente la siguiente inscripción: «El Casino, al Obispo de Orihuela». En el Círculo de la Unión, era tal la profusión de luces que en su fachada había, que se contaban dos mil vasos, formando bonitos dibujos la variación de sus colores.

El «Círculo de la Unión» fue languideciendo hasta desaparecer en 1890. Sus socios fueron pasando al nuevo casino.

El diario de Orihuela. 18 de julio 1889: Anteayer quedó cerrado el café de la calle Mayor. También se dice que en breve quedará disuelto por falta de socios el Círculo de la Unión. No tenemos nosotros tales noticias y sentiríamos que las nuestras fueran las equivocadas por que quedaría Orihuela sin uno de sus más bellos círculos de recreo.

El orcelitano. 30 de marzo 1890: Se dice, y parece haber tenido exacta confirmación la noticia, que el Sr. Gobernador de la provincia, ha mandado cerrar el «Círculo de la Unión» establecido en la calle Mayor de esta ciudad. También se dice, que la causa que ha motivado la clausura, ha sido la sospecha de que en dicho círculo de recreo se infringía la ley que prohíbe ciertos juegos.

Ignoramos las facultades que competen al Gobernador en cuestión de asociaciones. No conocemos la ley, ni nos hace falta conocerla. Pero según opinión de personas autorizadas, suponen que el Gobernador no tiene suficiente competencia para ordenar la clausura de un círculo. No es nuestro ánimo discutir, si el Gobernador ha procedido o no con ligereza. Respetamos y acatamos su acuerdo y asunto concluido.

Durante la II República el edificio fue sede de la CEDA; en la Dictadura, de Falange y de Radio Orihuela.

Calle Mayor. José M. Pérez Basanta.Casino

Otro «círculo» conservador trató de independizarse del «Casino Orcelitano» años después. Pero no adelantemos acontecimientos.

La construcción del nuevo casino.

Hospedaje o Posada de Pizana en el siglo XIX. Colección Javier Sánchez Portas.

Como ya hemos dicho, adyacente a la casa que albergaba el «Casino Orcelitano», estaba el Hospedaje o Posada de Pizana, un añejo edificio que ocupaba más de mil quinientos metros cuadrados de superficie; un obstáculo que el Consistorio necesitaba derribar para el ensanche y alineamiento de la calle del Puente Nuevo, paso imprescindible para completar una especie de arteria que enlazaba la estación de ferrocarril con el corazón comercial de Orihuela.

Fallecido Luis Manuel Pizana en 1875, el mayorazgo había pasado a manos de su única hija, María del Carmen Pizana del Castillo (3). El 30 de octubre de 1886, Ballesteros se encargó personalmente de comprar la Posada ante el notario de Murcia Juan de La Cierva Soto, con el fin de derribarla.

Parte del terreno se convertiría en edificable y el «Casino Orcelitano» no desaprovechó la oportunidad que les brindaba el alcalde de construir una nueva sede.

El proyecto inicial fue obra de Jaime Sánchez García, joven arquitecto oriolano, hermano del maestro de obras Francisco Sánchez, que en 1878 estaba estudiando su carrera en Madrid.

El diario de Orihuela. 9 de noviembre 1886: Si no lo hubiéramos visto, habría sido preciso adivinarlo. El plano es precioso…. pero el presupuesto asciende a seis mil duros. Nos referimos al bellísimo plano que, para el proyecto del local del casino, ha trazado admirablemente y con gran gusto arquitectónico nuestro paisano y queridísimo amigo Sr. D. Jaime Sánchez. Lástima grande que obstáculos insuperables llegaran a levantarse ante la posibilidad actual de su realización. El entusiasmo surgido entre los socios del «Casino Orcelitano» hace presagiar un lisonjero resultado. ¿Fracasará el proyecto?

En primer lugar plantearon la reforma de los estatutos distinguiendo dos tipos de socio.

El diario de Orihuela. 12 de noviembre 1886: Entre las reformas que se tratan de hacer en los estatutos del «Casino Orcelitano» figura la siguiente: Se dividirán los socios en fundadores o de número y en accidentales. Los segundos no tendrán voz ni voto en las juntas generales.

Para adquirir el carácter de los primeros será preciso ser durante cinco años sin interrupción socio accidental o abonar en el acto del ingreso en la sociedad una cuota de entrada no fijada aún pero que fluctuará entre veinte y cinco y cincuenta pesetas.

Se ha dado de plazo hasta el día 31 de Diciembre para los señores que deseando pertenecer a aquella corporación quieran ingresar con el carácter de fundadores sin abonar cuota alguna de entrada. Las reformas obedecen al proyecto que se abriga de construir un edificio para «Casino» en el solar sobrante de la Posada de Pizana.

El proyecto municipal seguía su curso y la posada fue derribada.

El Diario de Orihuela. 20 de diciembre de 1886: Continúan casi dando de mano a las obras hace poco tiempo comenzadas, los trabajos del puente y el derribo de la posada de Pizana, vetusto edificio echado al suelo por la demoledora piqueta del material progreso que ya esparce las ruinas de los pasados siglos, cuando destructora y generatriz a un tiempo, asocia y aúna voluntades para elevar nuevamente sobre los restos del caserón viejísimo, modernos edificios más en armonía con las leyes de la arquitectura moderna y de la urbana policía.

En la junta general celebrada el 21 de noviembre de aquel mismo año, los socios del «Casino Orcerlitano» decidieron comprar el solar resultante; y construir un lujoso edificio de su propiedad recuperando el protagonismo, perdido en parte, ante el «Círculo de la Unión».

Jaime Sánchez trazó un bosquejo de proyecto; Manuel Roca de Togores puso las primeras 2.500 pesetas y «El Diario de Orihuela» lo vio todo hecho.

El Diario de Orihuela. 23 de noviembre de 1886: DE COLOR DE ROSA. Lo estamos viendo y somos reacios a creer en la realidad. El sueño de tantos años, la esperanza tanto tiempo contenida en el espíritu, se ve al fin en vías de realización hasta el punto que ya podemos darle el carácter de hecho consumado.

Si por nuestros propios ojos, volvemos a repetir, no hubiéramos visto ayer los respetables nombres que aparecen suscribiendo las acciones para, el nuevo edificio del casino, dudaríamos de la verdad ante la verdad misma.

El proyecto del Sr. Sánchez, ejecutado en un punto céntrico, en el mejor tal vez de la población como lo es el solar sobrante de la antigua posada de Pizana, será en plazo brevísimo una mejora de importancia para la localidad.

En dicho proyecto, cuyo presupuesto de obras asciende a la suma de treinta mil pesetas sin contar el valor del terreno que se calcula en diez mil, queda trazado el edificio con una bien meditada distribución en los distintos departamentos, constituyendo todo él dos cuerpos unidos por un salón de café para verano y acristalado en invierno, dirigido en sentido longitudinal, formando cruz con la latitud del edificio y dando frente a la puerta central que corresponde por la parte posterior con el jardín.

Según el plano, el nuevo casino será de planta baja, conteniéndose en el todas las comodidades que requiere la naturaleza de las sociedades de recreo. La fachada principal que dará a la nueva calle que resulte una vez derribada la referida posada, es muy sencilla y elegante, revelando su bello aspecto el buen gusto arquitectónico de nuestro querido amigo y paisano Sr. D. Jaime Sánchez.

Los inconvenientes surgidos para hallar el medio de reunir la cantidad precisa para la construcción, ha venido siendo por espacio de un mes la cuestión batallona de los socios del «Casino Orcelitano» y aunque la idea de la suscripción se había expresado por algunos con timidez por la inseguridad que siempre se ha sentido de obtener buen éxito cuando de tales empresas se ha tratado, hizo que el pensamiento no se abriera camino en los primeros días de emitido y se dejara la cosa en cierto estado de tregua sin abandonar en modo alguno la idea principal del proyecto.

En este estado las cosas y después de la Junta general celebrada en la citada sociedad en el pasado domingo, en la cual se aprobó definitivamente la reforma del reglamento y se concedieron poderes plenos a la Junta directiva para resolver con arreglo a lo que más conviniere en la cuestión de la compra del solar antes expresado, un hombre que merece bien de esta población, que ama a Orihuela con verdadero cariño, con desinteresado afecto y con plausible entusiasmo, un hombre que al lustre de sus blasones une un corazón nobilísimo y una bondad de sentimientos que revelan la hidalguía de su carácter, se inscribe en la lista de socios y abre la suscripción encabezándola con su nombre ilustre por el valor de dos mil quinientas pesetas, suscripción que en un día ha dado la suma de quince mil, y que aumentará sin duda alguna con mayor cantidad.

El entusiasmo de los socios se manifestó ayer con el decidido propósito de demostrar su gratitud obsequiando con una serenata al Ilmo. Sr. D. Manuel Roca de Togores, lo cual no pudo llevarse a efecto con harto sentimiento de aquellos por haber salido el Sr. Roca en el tren de ayer tarde para Elche.

Una nueva directiva, encabezada por Roca de Togores y el propio Ballesteros, pilotaría el proyecto.

El Diario de Orihuela. 31 de diciembre de 1886: Mañana tomará posesión la nueva Junta directiva del «Casino Orcelitano» compuesta del modo siguiente: Presidente: Ilmo. Sr. D. Manuel Roca de Togores. — Vice-presidente: Sr. D. Francisco Ballesteros. — Vocales: Sres. D. José Román y D. Antonio Ruiz.— Secretario: Sr. D. José Balaguer y Muñoz.— Tesorero: Sr. D. Ramón Garrigós.— Inspectores: Sres. D. César Giménez y D. Eladio Sánchez.— Contador-Bibliotecario: Sr. D. José Zerón.

En febrero de 1887 presentaron instancia en el Ayuntamiento junto a al bosquejo de proyecto.

Archivo Municipal de Orihuela.

El Diario de Orihuela. 10 de febrero 1887: El nuevo casino se construirá con arreglo al plano del Sr. Sánchez (D. Jaime). Las obras comenzarán en breve.

En la sesión municipal del 24 de Febrero de 1887 se recibió la solicitud de Roca de Togores, como presidente del «Casino Orcelitano», pidiendo la línea para la construcción del nuevo edificio; y a primero de marzo se abrió el foso para los cimientos.

Cuatro meses después, mientras se anunciaba la venta en pública subasta de los materiales procedentes de la demolida posada, el «Casino Orcelitano» subastaba la construcción del armazón de madera, «para la cubierta de la primera nevada» del nuevo casino.

El Diario de Orihuela. 16 de junio de 1887: El domingo a las once en la secretaría del Casino Orcelitano se verificará la subasta del armazón de madera para la cubierta de la primera nevada del edificio que la referida sociedad está construyendo en la calle de la Subida del Puente Nuevo.

Los carpinteros que deseen presentarse a la licitación podrán avistarse con el maestro de obras D. Francisco Sánchez, quien les dará todas las condiciones a las cuales habrá de ajustarse la subasta.

Calle Loazes y Casino Orcelitano.

El Diario de Orihuela. 1 de agosto de 1887: Con grandes caracteres de bronce se ha colocado en la parte superior del pórtico del nuevo edificio del Casino la siguiente inscripción: 1887— CASINO.

Archivo Municipal de Orihuela.

En agosto la prensa oriolana elogiaba las obras proyectadas por Jaime Sánchez García y ejecutadas por su hermano Francisco. Habían terminado el pórtico del nuevo casino. Restaba tan solo para terminar la fachada, la colocación de los antepechos de las ventanas para los que habían traído buen número de balaustres de Macael, localidad almeriense famosa por sus canteras de mármol.

El Diario de Orihuela. 2 de agosto de 1887: Ya está terminado el pórtico del nuevo edificio del Casino. En la fachada sólo resta colocar los antepechos de las ventanas para lo cual ha llegado ya de Macael buen número de balaustres.

Como no nos gusta ser tardos en prodigar elogios cuando los fundamenta como en la ocasión presente la verdad y la justicia, cumplimos el grato deber de enviar nuestros más sinceros plácemes a nuestro paisano D. Jaime Sánchez, autor del plano, así como a su inteligente hermano D. Francisco Sánchez, director de las obras, por el buen gusto y acierto de que han dado pruebas ambos en la confección y ejecución del proyecto.

En su día expondremos con mayor extensión el favorable juicio que nos merece el trabajo de los Sres. Sánchez y sirvan por ahora estas breves líneas como preámbulo al justo encomio que en su día haremos de nuestros queridos paisanos.

Casino Orcelitano. Fachada original. Colección Javier Sánchez Portas.

Todo parecía ir muy rápido; pero en la segunda mitad de 1887 empezaron los problemas y las obras se detuvieron. Los rumores, esparcidos sobre todo por la prensa conservadora, atribuían la paralización a la falta de dinero; lo que en parte era cierto.

El Diario de Orihuela. 26 de enero de 1888: EL CASINO. A falta de otros asuntos de qué ocuparse, ayer se dio la preferencia en los círculos políticos a la cuestión de las paralizadas obras del nuevo edificio del Casino.

Ciertamente no sabemos lo que haya de verdad en el asunto, pero sí se aseguraba anoche que se había otorgado la escritura de la casita del molino de Cox contigua a los terrenos del Casino y que pronto comenzarían los trabajos de construcción suspendidos a causa de no acceder sus dueños a la venta de dicha finca, lo cual dificultaba la prosecución de las obras con arreglo al plano adoptado.

Verdaderamente que la interrupción de los trabajos no obedecían a otra causa a pesar de las murmuraciones de los que creían que aquella suspensión era debida a falta de dinero, pues según nuestros informes si bien es verdad que no se cuenta con el capital necesario para terminar el edificio en construcción, se podría apelar el crédito y por este medio se facilitarían las sumas necesarias para llegar al fin que todos deseamos y decimos todos, porque siendo la gran obra comenzada una mejora de la cual podrá enorgullecerse Orihuela, a todos, socios y no socios, agradará que aquel proyecto llegue pronto a feliz término.

Desde el principio de las obras, ha aumentado aquel centro de recreo notablemente el número de sus individuos y nosotros sabemos de muchísimas personas, en su mayor parte artesanos, que tan pronto como se inaugure el nuevo edificio solicitarán su ingreso.

La rémora que a la prosperidad de estos establecimientos oponía hasta hace poco la antigua y pueril prevención de que las clases acomodadas y la de menestrales no cabían juntas en una misma corporación, ha desaparecido completamente y ya vive en la mente de todos que altos y bajos pueden vivir perfectamente dentro de una misma corporación sin más limitaciones que las que prescriben los estatutos de las sociedades.

¡Lástima grande que la pícara política invadiéndolo todo, atice todavía la tea de la discordia y sostenga dos casinos en una población de escaso vecindario como es la nuestra, quitando a lo viejo, a lo que sólo es de Orihuela, valiosos elementos únicamente separados en círculo aparte por el apasionamiento de los partidos!

Calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.

El 30 de mayo de 1888 Manuel Roca de Togores y Pérez de Meca, en calidad de presidente, adquirió ante notario por 10.000 pesetas el solar de 966,50 metros cuadrados, propiedad de Francisco Ballesteros (4). Y a primeros de junio se reanudaron las obras.

Era el terreno resultante de sustraer unos metros al solar de la derribada posada. Dichos metros fueron utilizados para ensanchar la antigua calle del Puente Nuevo, retitulada en septiembre de 1887 como calle de Loazes.

Calle Loazes y Casino Orcelitano. Colección Javier Sánchez Portas.

Tras otro parón por falta de fondos, en el otoño de 1888 se convocó una reunión extraordinaria de la Junta General para aprobar una operación de crédito con el Banco Hipotecario.

En noviembre de 1888 solicitaron permiso para invadir la acera con una enorme escalinata de mármol blanco y completaron el registro de la propiedad ante notario; resultando un edificio con una planta de 737 metros cuadrados y casi 230 de patio (5).

Las puertas llegaron en la primavera de 1890. Y un año después acometieron el acristalamiento de ventanas, la decoración y el mobiliario.

Subastado el arriendo del café, en otoño de 1891 se mudaron definitivamente al nuevo edificio aún con obras pendientes.

El diario de Orihuela. 17 de mayo 1890: El miércoles en la tarde fueron colocadas las magníficas puertas que dan entrada al nuevo casino en construcción, las que a juicio de personas inteligentes son una obra de gran mérito artístico y de un trabajo delicado, habiendo sido el encargado de su construcción el inteligente maestro carpintero y tallista de esta población D. José Botí, al cual felicitamos por su acertada dirección y esmerada construcción de dicha obra.

El diario de avisos. 30 de octubre 1891: Ayer quedó terminada la mudanza del Casino a su nuevo edificio quedando el antiguo con el papel en los balcones en demanda de alquiler.

Para terminar, os dejo una descripción del edificio en 1891, tal y como fue ocupado por los socios:

El diario de avisos. 4 de noviembre 1891: Todavía en embrión y ya puede asegurarse que Orihuela tendrá con el tiempo un Casino apropiado a la importancia de la población. Tiene, aunque no ultimados en el mobiliario; decorados ya completamente los departamentos del café, billar, tresillo, lectura y tertulia.

Casino Orcelitano. Sala de armas.

El primero estuvo su arreglo a cargo del murciano Sr. Noguera. En conjunto resulta bien, pero en sus detalles deja mucho que desear. Las mesas de nogal con mármol ceniza, son bonitas e igual las sillas que son de la misma madera con asiento imitación cuero grabado. Los divanes una chapucería nogueriana que muy pronto reclamarán tónicos para remediar su debilidad.

El local es espacioso y de gran elevación, resultando por tal razón escasa la luz que irradian los siete quinqués de que está dotada la habitación. Falta por tanto una lámpara central.

La inauguración se hizo el domingo con bastante concurrencia dándose por el contratista Sr. Soriano un café excelente. La estancia en este departamento es agradable, ofreciendo todas las condiciones de confort propias de la época que atravesamos.

El billar y el tresillo están decorados por manos, oriolanas notándose en ellos el buen gusto del inteligente artista Sr. D. Vicente Navarro. Cada habitación, aunque en general las preside un mismo orden de decorado, tiene dibujos y tonos distintos.

Casino Orcelitano. Billar.

En el billar informa la ornamentación, un precioso techo imitación madera de varias clases con preciosos centros de cartón piedra a la purpurina plata mate en negro y avivada la decoración con molduras madera y baquetilla central plateada.

Está empapelada a recuadro con entremolduras con papel terciopelo granate. Resulta la habitación seria y apropiada al uso a que está destinada. El tresillo está decorado más sencillamente habiendo inteligentes que asignan a este departamento un mérito artístico mayor.

El techo del saloncito llamado de «Abencerrajes» está también muy bien pintado, sobre todo las guirnaldas de flores que en él descuellan, imitación muy aproximada al natural y honra de su autor.

Salón Renacimiento. Colección Javier Sánchez Portas.

El mayor mérito del artista consiste en su desprendimiento y generosidad, pues puede decirse de él en atención al costo de la obra, que ha trabajado gratis por el gusto de contribuir a la terminación de un edificio que enaltece a la población. Por todas las razones apuntadas enviamos como es de justicia nuestros sinceros elogios al Sr. Navarro cuyas condiciones y dotes de artista ha dejado demostradas en el nuevo Casino.

Salón de Lectura. Colección Javier Sánchez Portas.

Quedan los departamentos de lectura y tertulia cuya ornamentación ha corrido a cargo del contratista Sr. Alcolea. Resultan ambos elegantísimos y aunque todavía no tienen el mobiliario correspondiente el que llegará de un día a otro, se ve ya que resultarán suntuosísimos. ¡Así han costado ellos!

El mérito mayor de estas habitaciones está en la pintura, hecha por unos artistas valencianos cuyos nombres sentimos no recordar. Los techos de ambas en lo que respecta al tallista resultan muy bien, pero lo principal de ellas está en la pintura que salvo pequeños defectos obedece a un orden elegantísimo. Tiene dos escocias preciosísimas y los tonos del color no pueden ser más agradables.

Patio Andaluz. Colección Javier Sánchez Portas.

En suma: el nuevo Casino, del cual volveremos a ocuparnos conforme se vaya adelantando, es un centro de recreo digno de Orihuela y merece que todos los que sientan verdadero interés por el progreso material de nuestra querida ciudad, pongan cuanto esté de su parte para que dicho establecimiento recobre mayor vida. Según nuestras noticias pasan de veinte los socios nuevamente alistados y es de esperar que aumenten más cada día.

El artesano honrado no debe tener reparo alguno en hacerse socio, pues allí todo el que abona su cuota es igual a los demás por empingorotados señorones que sean. La utópica igualdad de los soñadores, alcanza allí profunda y verdadera realidad.

Gran Hotel de España en el edificio que fue casa de los Pizana. Colección Javier Sánchez Portas. Detalle.

Trasladado el «casino Orcelitano», la antigua casa de Pizana albergó el Gran Hotel de España; y sus bajos el Café de Levante.

Café de Levante en el edificio que fue casa de los Pizana.

El «Círculo Oriolano».

Unión republicana. 18 de octubre 1903: La Liga Católica ha fallecido, RIP. Se han cerrado las puertas del edificio que ocupaba esta católica asociación, en señal de luto. ¡Pero se abrirán, vaya que se abrirán! Hay precedentes. Nació el Círculo Católico de Obreros, y su vida fue efímera. Se fundó el Ateneo de San Luis Gonzaga, y murió por consunción. Germinó La Liga Católica, y la debacle. ¿Qué nombre le pondrán al nuevo engendro de la reacción?

Círculo oriolano. Colección Javier Sánchez Portas.

A finales de 1903, los conservadores oriolanos decidieron otra vez montarse por su cuenta y fundaron otro casino al que llamaron «Círculo Oriolano»; nombre muy parecido al que tenía el primero que existió en la ciudad: «Círculo Orcelitano».

La comarca. 4 de diciembre de 1903: El Círculo Oriolano. De nuevo ha vuelto a abrir sus puertas el antiguo Ateneo de San Luis Gonzaga, que hora se denominará Circulo Oriolano. Ha sido nombrado presidente de esta aristocrática sociedad, el Sr. D. Federico Linares.

La comarca. 5 de diciembre 1903: Reglamento. Se ha mandado a la capital para la aprobación de la primera autoridad civil de la provincia el reglamento por el que ha de regirse el Circulo Oriolano recientemente inaugurado en la Plaza de la Pía.

El orcelitano. 7 de diciembre 1903: Con el título de «Círculo Oriolano» ha vuelto a abrirse el local en donde estuvo instalado el antiguo Círculo de «La Liga Católica». Esta vez parece que aquella nueva sociedad tendrá más elementos de vida, por tener un carácter de independencia del que carecía en la última etapa de su efímera existencia.

La comarca. 7 de diciembre 1903: He aquí la lista de los señores qué componen la Junta del nuevo circulo: Presidente, D. Federico Linares; Vice presidente, D. Ramón del Arroyo y Manuel de Villena; Vocales D. Carlos Die Pescetto, D. Francisco Germán Moreno, D. Antonio Pescetto Balaguer, D. Eladio Sevilla Alfaro, Don Juan Garrió Grifol; Tesorero, D. Tomás Brotons Pastor; Secretario, D. Asensio García Mercader; Inspectores, D. Ildefonso de Ayarra, D. Manuel Miravete Piña y D. Enrique Celdrán.

Federico Linares Martínez.

Instalado en el local donde antes estaba el «Círculo Católico de Obreros», de las clases para alfabetizar al proletariado, pasaron a las clases de esgrima; compitiendo con los del «Casino Orcelitano».

La voz de Alicante. 1 de febrero 1904: El pasado sábado se verificó, en una finca de las inmediaciones de esta ciudad, un asalto por los señores alumnos de las salas de armas del Casino y del Círculo Oriolano.

La comarca. 22 de octubre 1904: Clases. Hoy se reanudan las clases de esgrima en el Circulo Oriolano bajo la dirección del inteligente profesor y amigo nuestro D. Alfredo Bueno. Sabemos. que reina gran animación entre la juventud de aquel centro por fomentar la afición a tan higiénico sport.

Salón de esgrima. Casino Orcelitano.

No sólo competían en esgrima; el círculo contaba con su propia orquesta; y en sus elegantes salones se celebraban conferencias, conciertos y artísticas veladas teatrales.

El adalid. 16 de noviembre 1904: DE SOCIEDAD. El Sr. Presidente del Círculo Oriolano dirige la siguiente comunicación: Sr. Director de El Adalid: Ruego a V. haga público en el periódico de su digna dirección, que en la tarde de mañana, jueves 17 de los corrientes a las 6 y media dará en este centro una conferencia sobre asuntos de verdadero interés para nuestra agricultura, el Excmo. Sr. Conde de Retamoso.

Con este motivo la Junta Directiva de este Círculo, invita a cuántas personas deseen asistir al acto, sean o no socios, a la referida conferencia, por tratarse de asunto de verdadero interés para la región.

La orquesta de este centro, en obsequio a las señoras que al acto concurran, ejecutará algunas piezas de su repertorio. Agradeciéndole la publicación de estas líneas, me repito de V. afmo. S. S. q. b. s. m. Federico Linares.

El diario. 24 de abril 1906: En el Círculo Oriolano. Completamente lleno se vio antes de anoche y anoche el espacioso y elegante salón, que la aristocrática Sociedad, «Circulo oriolano» tiene destinado para teatro. Imposible citar nombres. Allí vimos muchas y distinguidísimas familias de nuestra sociedad elegante…

Todo terminó en enero de 1909. En principio acordaron trasladarse «provisionalmente» a la calle de Soleres; al mes siguiente una nueva noticia los situaba en la calle de Loazes; y uno de sus vocales presentaba la dimisión.

El orden. 1 de enero 1909: Ayer tarde celebró Junta General la Sociedad Círculo Oriolano, tomando, entre otros acuerdos, el trasladar (provisionalmente) el domicilio social a calle de Soleres núm. 6.

El orden. 16 de febrero 1909: La sociedad «Círculo Oriolano» se ha trasladado a la calle de Loaces.

La iberia. 20 de febrero 1909: Nuestro particular amigo, D. José Rodríguez de Vera, ha dimitido de su cargo de vocal en la junta directiva del «Circulo Oriolano».

En mayo de ese mismo año, los socios del «Círculo Oriolano» se fusionaron con los del «Casino Orcelitano». Los dos partidos «dinásticos» enterraban el hacha de guerra y toda la aristocrática burguesía oriolana volvió a juntarse bajo un mismo techo.

El orden. 9 de mayo 1909: Esta mañana, a las 10 y media, celebrará junta general la sociedad Casino Orcelitano, para tratar de la fusión de dicha sociedad con el Círculo Oriolano. Con este mismo objeto, también celebrará junta general esta última sociedad.

El orden. 11 de mayo 1909: El pasado domingo celebraron junta general las sociedades «Casino Orcelitano» y «Círculo Oriolano», acordando la fusión de ambos centros. Tan grato acontecimiento se celebró con dulces, licores y habanos, fino obsequio de la directiva del «Casino Orcelitano» para sus nuevos consocios, los señores que formaban la sociedad «Círculo Oriolano».

Lo cierto es que la Caja de Ahorros y Socorros y Monte de Piedad de Nuestra Señora de Monserrate había comprado el edificio a la Iglesia; y en ese mismo mes trasladó su sede al local de la Plaza de la Pía. 

Reparto de comida, principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

Epílogo.

Como hemos podido comprobar, todos las sociedades de recreo fundadas en Orihuela acabaron fusionadas al «Casino Orcelitano».

Con el paso del tiempo, sus socios descubrieron una pega importante en su espectacular edificio: las estrechas ventanas los aislaban visualmente del exterior; por lo que no podían exhibirse holgando en sus lujosos salones.

Casino Orcelitano con las antiguas ventanas. Colección Jesús R. Tejuelo.
En la puerta del Casino. Archivo Familia Zerón Huguet.

En la segunda mitad de la década de los 20 del siglo pasado, el «Casino Orcelitano» reformó la fachada de su sede, aun a costa de perder la armonía.

Seis de las ventanas originales fueron sustituidas por la pareja de «peceras» que ostenta en la actualidad. Estas cristaleras de gran tamaño permiten ver y ser visto en el interior del Casino.

Casino Orcelitano con las nuevas cristaleras. Archivo Paloma Pastor.

Para costear dichas obras de reforma se emitieron acciones en 1927.

Colección Javier Sánchez Portas.
Casino Orcelitano años 30 del siglo XX. Ministerio de Cultura.
Calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle de Loazes. Archivo Mariano Pedrera.
Calle de Loazes. Archivo Rafael Almira.
El Casino en 2023. Francisco Luis Galiano Moreno.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Ampliación y adaptación en 2022 de un artículo publicado en 2006. 

Notas:

1 AHO. Prot. 1285.

2 AHO. Prot. 2017.

3 Estaba casado con María de la Concepción Castillo, viuda a su vez de José Juan de Torres con el que tuvo dos hijos, Carolina y Federico Torres del Castillo, hijastros de Luis Manuel Pizana.

4 AHO. Prot. 2369 fs. 95-100

5 AHO. Prot. 2369 fs. 678-681

Galería fotográfica:

Calle de Loazes y Casino Orcelitano.
Casino Orcelitano. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle Loazes y Casino Orcelitano.
Casino Orcelitano. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle de Loazes desde el Casino. Archivo Celia Senén.
Personal del Casino. Archivo Julio Aparicio
Fichas del Casino Orcelitano. Colección Julio Aparicio.
Alberto Zerón Huguet.
Biblioteca del Casino Orcelitano. Víctor Sarabia Grau.

Los Llanes y otros chocolateros oriolanos.

Calle San Pascual. Chocolatería Esteban Llanes en primer plano a la derecha. Colección Javier Sánchez Portas.

Escribo estas líneas cuando acaban de tirar en la Corredera la última chocolatería oriolana sepultando en el olvido a un gremio que llegó a ser muy popular. Si para los ingleses la bebida por excelencia era el té; y para los americanos el café, en España se impuso el chocolate y así se mantuvo hasta mediados del siglo XX.

«No son menos favorecidos del público los chocolateros y confiteros, demostrando también su excesivo número lo aficionados que somos (los oriolanos) a las golosinas. Y en esto hay que observar que en muchas casas y en algunos conventos de monjas se confeccionan el chocolate necesario para el consumo doméstico y algunos dulces especiales». (El Ateneo de Orihuela. Noviembre de 1896).

A los oriolanos les gustaban las cosas claras y el chocolate espeso. Eran muy católicos y hacía siglos que los papas habían dictaminando que el precioso brebaje no rompía el ayuno. El chocolate era un líquido; y los líquidos estaban permitidos hasta en Cuaresma. Pero muchos, al paladearlo murmuraban entre dientes: ¡qué pena que no sea pecado!

Chocolateros oriolanos del siglo XIX.

Charles Clifford. Vista general de Orihuela. Octubre de 1862. Colección Javier Sánchez Portas.

La fabricación del chocolate en el siglo XIX requería de gran esfuerzo físico. El triturado y la molienda del cacao se realizaban «a brazo» consiguiendo un caldo espeso que, una vez calentado y manipulado, se convertía en la pasta base a la que incorporaban harina, azúcar, canela o vainilla.

En sus fábricas y obradores elaboraban tabletas de diferentes tamaños y calidades siguiendo las recetas de cada artesano. Y a gusto del consumidor, podían cargar sus bártulos y fabricarlo a domicilio.

El Día. Febrero de 1886: RECLAMO. En la fábrica de chocolate de Jaime Díaz, Puerta Nueva, al lado del relojero Alemán, se ofrece al público una rebaja de medio real por libra en todas las clases de chocolates, y media libra de gratificación a todo el que compre más de seis libras. El mismo Jaime Díaz se ofrece para ir a casas particulares a trabajar en su oficio.

Vallet y Puerta Nueva. Orihuela.

Esteban Llanes y Jaime Díaz son los primeros chocolateros oriolanos que he localizado. Llanes estaba establecido en dos locales en la calle de San Pascual desde los años sesenta del siglo XIX (al menos de eso presumía su hijo). Y Díaz en la Puerta Nueva; pero también vendía sus productos en otro establecimiento anexo al de Esteban.

Durante el año 1895 Esteban Llanes Castillo se quejó repetidamente por las obras que efectuaba su vecina Dolores Díaz; alegando que se sentía perjudicado en sus intereses. Su denuncia fue desestimada por el ayuntamiento a través de la comisión de ornato. En enero de 1896 la disputa pasó a mayores; y así lo contaron los redactores de “El Thader”:

Sabiendo que el sábado tuvieron una cuestión en la calle de San Pascual dos individuos, nos personamos en dicho lugar para informar mejor a nuestros lectores, y he aquí las noticias que hemos podido recoger: Esteban Llanes y Jaime Díaz se dedican hace tiempo a la fabricación de chocolates. El primero tiene dos establecimientos en la calle citada, uno de ellos contiguo a otro de la propiedad del segundo.

Según nos manifestó Llanes, a Díaz no le gusta mucho la vecindad y competencia de su colega por cuanto diariamente le provoca sin causa alguna. Parece que el sábado amenazó Jaime con un estoque a un hijo del Esteban, y que al enterarse este, pudo haber una riña, tal vez de fatales consecuencias si algunos amigos no hubieran mediado en el asunto.

Enterado el Sr. Alcalde por el vigilante Nicolás Rodríguez de lo que ocurría, citó a los contendientes en su despacho y se contentó con hacer a Jaime Díaz reflexiones muy morales que, como se verá, no sirvieron para hacer respetar su autoridad. Al salir de la Alcaldía los irreconciliables enemigos, cada cual marchó por su lado.

Calle San Pascual. Colección Javier Sánchez Portas.

A los pocos momentos Esteban Llanes se disponía a cenar en unión de su familia cuando penetró en su morada Antonio Alonso, nieto de Jaime Díaz, amenazando a aquel con una pistola, hecho que asegura el agredido y que puede asegurar por tener quien lo testifique.

Esta segunda cuestión también fue cortada por los amigos. El guardia municipal Valcárcel, no sabemos por qué, metió a Antonio Alonso en una peluquería establecida frente al sitio de la ocurrencia, según nos dicen, y lo cierto es que después ya no ha aparecido arma ninguna, ni se ha detenido a nadie.

Preciso es que comprenda el Sr. Mesples que la blandura no es útil en todas ocasiones y que es de todo punto necesario evitar desgracias que pudieran sobrevenir, exigiendo plena aclaración al guardia Valcárcel sobre el detalle del arma de fuego e inhibiéndose del asunto si no se cree con atribuciones para tomar medidas más serias.

En declaraciones posteriores a la prensa, el nieto de Jaime Díaz desmintió que su abuelo provocase, y mucho menos diariamente, a su «vecino y colega chocolatero»; y también que él hubiese amenazado a Llanes con un arma.

La Justicia. Agosto de 1896. Núm 1.

A finales del XIX Jaime Díaz tenía también una fábrica de chocolates en los Hostales. No he encontrado publicidad de la misma; pero sí de un establecimiento anexo a «la fábrica de chocolates de don Jaime Díaz». El anuncio de una imprenta nos aclara su ubicación en el verano de 1896. Y aparece en una rara publicación llamada «La Justicia», de la que la hemeroteca digital sólo conserva el primer número.

La Justicia. Agosto de 1896. Núm 1.

Además de los artesanos, colegas y rivales ya citados; en la última década del siglo XIX los señores Ibáñez y Compañía vendían sus chocolates marca “La Concepción” en la calle de Santa Justa. Y don José Beltrán comenzaba a elaborar sus productos con la marca «La Josefina», en la Calle del Colegio.

El Defensor de Orihuela. Marzo de 1892.

El Independiente. Noviembre de 1892: “La Concepción”. Fábrica de chocolate de los señores Ibáñez y Compañía, en la calle de Santa Justa, 12. Los chocolates elaborados en esta fábrica ofrecen la más completa garantía; también se harán chocolates por encargo y a presencia de los interesados. Los precios serán de peseta en adelante. También se pondrán a la venta azúcares, cacaos, tés, cafés tostados en grano y molidos, y pastas para postres.

La Noticia Diaria. Diciembre de 1894: “La Josefina”. Nueva fábrica de chocolates de José Beltrán Sempere. Chocolates de todas clases desde 4 a 10 reales libra. Se hacen tareas de encargo. Ventas de azúcares, cafés y tés. Colegio, 31. Orihuela.

«La Concepción» de Ibáñez y cía no consiguió llegar al siglo XX. Durante todo el mes de septiembre de 1894 estuvieron a la venta los restos del establecimiento que había sido chocolatería en la calle de Santa Justa.

El Independiente. Septiembre de 1894: GRAN REALIZACION. Se vende, por la mitad de su precio, la anaclería y géneros existentes de paquetería, en el establecimiento que fue chocolatería en la calle de Santa Justa número 12.

Chocolateros a principios del siglo XX.

En las primeras décadas del XX tenemos en Orihuela hasta tres chocolateros apellidados Díaz:

Jaime, con su fábrica de los Hostales de la que sigo sin encontrar anuncios. Pero vuelvo a localizar los de la imprenta anexa, «La Económica», que nos marca su ubicación entre los años 1905 y 1907.

La Unión Republicana. 1905-1907.

Vicente, asentado primeramente en la Plaza de la Constitución (Plaza Nueva); y que abrió posteriormente una sucursal en Príncipe de Vergara.

La Iberia. Abril de 1909: Esta mañana se ha inaugurado una expendeduría de chocolates en la calle Príncipe de Vergara, 10 (antes Vallet), sucursal de la que, en el número 11 de la Plaza de la Constitución posee el acreditado chocolatero Vicente Díaz, el que ha obsequiado espléndidamente a sus numerosos amigos en el acto de la inauguración.

Y un tercer Díaz, de nombre Francisco que tenía su establecimiento en la calle del Colegio.

El Oriol Taurino. Agosto de 1908: CHOCOLATES de todas clases de Francisco Díaz García. Calle del Colegio, 19. El dueño de este acreditado establecimiento invita al público a consumir este rico chocolate que supera a todos los conocidos hasta hoy.

El Oriol Taurino. Agosto de 1907.

En la calle del Colegio (Adolfo Clavarana a partir de 1914), trabajaban también los Hermanos Santoro.

El Oriol Taurino. Agosto de 1908: FABRICA de Chocolates de Todas Clases, elaborados a brazo de Santoro Hermanos. Colegio, 43 — Orihuela. (1909)

La Opinión. Septiembre de 1909.

Otra chocolatería de la calle del Colegio que seguía funcionando era la ya mencionada de José Beltrán, con su marca «Josefina». Beltran se hizo también distribuidor de «La Estrella», el café torrefacto recién inventado por un extremeño que alcanzó gran éxito internacional.

La Semana. Marzo de 1910.

La Comarca. Mayo de 1904: Hemos tenido el gusto de probar el hermoso café torrefacto Tejedor marca «La Estrella»  que está de venta casa de nuestro querido amigo D. José Beltrán, calle del Colegio, 31.

Acaba de recibir dicho señor, la tercera remesa de este riquísimo café, que posee patente de invención por 20 años, el cual ha conseguido en las exposiciones de Marsella (Francia) y Gand (Bélgica) diploma de honor y medalla de oro, y en la de París, diploma de honor y gran premio.

La mejor recomendación para el público será el probarlo. Auguramos al Sr. Beltrán un gran éxito con el caté marca «La Estrella» por ser el mejor que hoy se vende en España.

«Merchandising» de principios de siglo. Cafes «La estrella».

En Príncipe de Vergara (actualmente Ballesteros Villanueva) abrió también una chocolatería Luis Cánovas Sáez.

El Diario. Diciembre de 1906: El joven y estimado amigo D. Luis Cánovas Sáez, acaba de establecerse montando una lujosa chocolatería en la calle Príncipe de Vergara. De esperar es que el nuevo y laborioso industrial obtenga buen negocio de su establecimiento. Así lo deseamos nosotros.

La Puerta Nueva y Príncipe de Vergara a principios del XX. Colección Javier Sánchez Portas.

Esta pasó luego a su hermano Guillermo Cánovas Sáez, destacado tradicionalista que casó en marzo de 1916 con Caridad Serrano Pellús. En diciembre de ese mismo año nació su primogénito; al que bautizaron en la catedral con el nombre de Manuel.

El Conquistador. Marzo de 1916.

El padrino fue su hermano Ricardo Cánovas, quien tenía un establecimiento de ultramarinos en la calle Mayor. En noviembre de 1918 tuvo otro hijo. Me cuentan que la chocolatería de los Cánovas permaneció en activo hasta la la segunda mitad del siglo XX.

Ecos. Agosto de 1919: Fábrica de Chocolates, Azúcares, Pastas y Bombones. GUILLERMO CÁNOVAS.

Otro chocolatero oriolano fue Francisco Brotóns; quien montó su fábrica en la Calle del Ángel, donde tenía su domicilio. Dicha fábrica se incendió en noviembre de 1909; pero sin sufrir daños irreparables.

La Iberia. Noviembre de 1909: Anoche ocurrió un incendio en la fábrica de chocolates, que en la calle del Ángel posee Francisco Brotóns. Acudieron las autoridades y vecinos y apagaron el fuego. El primero en asistir fue José Molina (el olivero). No hubieron desgracias personales debido a la serenidad del dueño del establecimiento. Las pérdidas materiales son de alguna consideración.

El Oriol Taurino. Agosto de 1913: FÁBRICA de chocolates de Francisco Brotóns. Calle del Ángel, 7. Orihuela. — En este establecimiento se venden también vinos finos claretes del Pinoso por michetas y cántaros.

Calle del Ángel. Colección Javier Sánchez Portas.

Falta añadir a esta relación las diversas chocolaterías de la familia Llanes Catalá; los sucesores del maestro Esteban Llanes, el chocolatero de la Calle de San Pascual.

La familia Llanes-Catalá.

No sé exactamente cuando murió el maestro Esteban Llanes Castillo; pero a principios de siglo, en el rótulo del establecimiento de la calle de San Pascual se podía leer: “Chocolatería Viuda e Hijos de Esteban Llanes».

La viuda de Llanes se llamaba Soledad Catalá Navarro. Del matrimonio Llanes Catalá he localizado a tres hijos varones: Esteban, Carmelo y Juan; y a tres mujeres: Soledad, María de Monserrate y Josefa.

Calle San Pascual. Chocolatería Esteban Llanes en primer plano a la derecha. Colección Javier Sánchez Portas.

Esteban Llanes Catalá, el mayor, se hizo cargo de la chocolatería de la calle de San Pascual en 1905 (en 1915 afirmaba que la tenía diez años) y la llamó “La Oriolana”, abriendo una sucursal en la Barrrera del Matadero (actualmente Calderón de la Barca). Tenemos el siguiente anuncio publicado en el “Diario de Alicante” el 14 de abril de 1915.

LA ORIOLANA. Fábrica de chocolates. Calle de San Pascual, 15 y Barrera del Matadero, 56. Cincuenta años hace que existe esta casa fundada por el padre, del que hace diez años es el dueño D. Esteban Llanes; y un negocio que cuenta con tan dilatado tiempo es la mejor garantía que puede ofrecer al público. Esta importante y bien montada fábrica ocupa lugar preferente entre sus similares, no tan solo en Orihuela sino en la provincia, debido a que sus chocolates con vainilla y canela están elaborados con los mejores cacaos que llegan a la Península y la mano de obra es esmeradísima.

Barrera del Matadero (Calderón de la Barca). Colección Javier Sánchez Portas.

Así lo ha reconocido el público premiando tal labor con su continua demanda que aumenta de día en día y es de esperar que siga en marcha ascendente por merecerlo la iniciativa y energías desarrolladas por su primitivo fundador, inteligentemente secundado por el actual dueño, nuestro amigo D. Esteban Llanes.

Pocos datos tengo de Esteban. Se casó con Amparo Juan Iborra y no sé cuando murió. La última noticia que he encontrado sobre él es de octubre de 1916, cuando apadrinó a un hijo de su hermano Juan, quien como veremos, acabó quedándose con el local de la familia a la muerte de su madre.

El Conquistador. Octubre de 1916: Ha dado a luz felizmente un hermoso niño, la esposa de nuestro apreciable amigo D. Juan Llanes. El recién nacido será bautizado mañana en la Santa Iglesia Catedral con al nombre de Esteban y serán sus padrinos el rico industrial de esta plaza D. Esteban Llanes Catalá y su distinguida y joven esposa Dña. Amparo Juan Iborra. Nuestra cordial enhorabuena a los dichosos padres y padrinos del niño.

Dejo a Carmelo Llanes Catalá para el capítulo final como el último chocolatero oriolano. En cuanto a las hermanas, Josefa Llanes Catalá, falleció en 1910 a los 23 años.

Soledad y María de Monserrate Llanes Catalá se casaron el mismo año, en 1913. Soledad con Francisco Mira Lidón; y María con Pascual Hostalet Chust.

María Llanes Catalá. Gentileza de su bisnieta Marietta Agulló Domingo.

Pascual era jefe de los tradicionalistas oriolanos. Ya hablé de este personaje como socio de Emilio Salar en «El Japón». Os dejo un enlace a dicho trabajo pinchando sobre su fotografía.

Enlace a «El Japón»

La desgracia se cebó con este matrimonio que perdió sus tres primeros hijos. Y María falleció también muy joven, en 1924. Dejó otros tres hijos: Vicente, María y Pascual Hostalet Llanes.

El Pueblo. Marzo de 1924: Ha fallecido cristianamente Dña. María de Monserrate Llanes Cátala, esposa que fue, de nuestro particular amigo D. Pascual Hostalet. Muy apreciada por sus virtudes, vivió y murió dando hermoso ejemplo de fortaleza y resignación cristiana.

Su entierro, verificado esta tarde, ha constituido una verdadera manifestación de duelo, representada por todas las clases sociales. A su afligido esposo y demás familia acompañamos en su justa pena y rogamos a nuestros lectores pidan en sus oraciones por el eterno descanso de la finada; por la cual mañana a las 7 de la noche dará comienzo el Rosario en el Monasterio de San Juan.

La viuda de Llanes, doña Soledad Catalá, falleció en julio de 1928. Le sobrevivieron tres hijos: Carmelo, Soledad y Juan. Y los tres tuvieron chocolatería.

Chocolatería de la viuda de Esteban Llanes. Colección Javier Sánchez Portas.

Actualidad. Julio de 1928: El jueves de la pasada semana falleció confortada con los auxilios espirituales la señora doña Soledad Catalá viuda de Llanes. El entierro en la tarde del viernes constituyó sentida manifestación de duelo que puso de manifiesto las simpatías de que goza la familia de la finada. A sus hijos D. Carmelo, doña Soledad y D. Juan y demás familia la expresión de nuestra condolencia.

Actualidad. Agosto de 1928: Don Carmelo, doña Soledad y don Juan Llanes Catalá con sus respectivas familias, invitan a sus amistades y personas piadosas al diario de misas que en sufragio del alma de su señora madre doña Soledad Catalá Navarro (q. g. h.) que falleció el día 5 del pasado julio, tendrá lugar el próximo lunes día 6 en el monasterio de San Juan, desde las 7 y media hasta las once de la mañana, por lo que les quedarán eternamente agradecidos.

En 1928 al fallecer la madre, Soledad se separó de su hermano Juan y abrió su propia chocolatería en la calle del Colegio (probablemente en el antiguo obrador de Francisco Díaz García). Y Juan se quedó con el negocio familiar de la calle San Pascual (Luis Barcala).

El Pueblo. Diciembre de 1928: Mañana martes tendrá lugar la apertura del nuevo establecimiento de Chocolatería de doña Soledad Llanes, en la calle del Colegio núm. 17, donde encontrarán los más exquisitos, chocolates de su ya acreditada marca. Cafés, tés y azúcares.

Actualidad 1928.

Juan Llanes Catalá se anunciaba así a comienzos de los años treinta:

Destellos. Noviembre de 1930: ¡Suicidas!… Si alguna vez se amarga su existencia no pierda en arrebatos su paciencia, que luego sale caro tal exceso… ¿La quiere Vd. endulzar…? Si es solo eso ya está el remedio aquí por excelencia: ¡adquiera “Caramelos del Congreso”! ¡El último alarido de la ciencia! En la acreditada chocolatería de Juan Llanes, donde al mismo tiempo tiene el depósito de las renombradas pastillas de café y leche de la casa Alonso-Murcia. Al Mismo Precio de Fábrica. Barcala, 15 – ORIHUELA.

Voluntad. Abril de 1930.

Carmelo Llanes Catalá, el último chocolatero oriolano.

Calle y teatro de la Corredera.

Carmelo Llanes Catalá se casó el 17 de marzo de 1907 con Carmen Alonso en la catedral. El mismo año en el que aparece la primera publicidad de su establecimiento en la Corredera, junto al Teatro.

(1907) CHOCOLATES Especiales de Carmelo Llanes. Elaborados a brazo. Calle del Pintor Agrasot. (Antes Corredera). Cafés tostados y crudos, Thés y Azúcares.

El Oriol Taurino. Agosto de 1907.

Tengo constancia del nacimiento de una hija a finales de octubre de 1911, Josefa Llanes Alonso. Su esposa, Carmen, falleció en noviembre (por la proximidad de fechas es posible que a consecuencia del parto).

El Eco de Orihuela. Noviembre de 1911: Ha fallecido la esposa del industrial D. Carmelo Llanes. Esta mañana se ha dicho por su alma una misa de «réquiem», y esta tarde se ha conducido su cadáver al cementerio. Ambos actos se han visto muy concurridos. Enviamos nuestro sentido pésame a su desconsolada familia.

La Corredera. Colección Javier Sánchez Portas.

Carmelo se volvió a casar; esta vez con Luisa Ibarra. Y el negocio comenzó a funcionarle muy bien; en 1916 lo premiaron en una exposición en Barcelona.

“El Conquistador”. Enero 1916: En la Exposición Permanente del Tibidabo de Barcelona y Concurso Nacional de Productos Alimenticios, últimamente celebrado, ha alcanzado un brillante triunfo nuestro querido amigo y paisano D. Carmelo Llanes Catalá; pues que en ese concurso que ha tenido una nutrida representación de elaboradores de chocolates, dado, el gran número de expositores que exhibieron sus especiales marcas, el jurado calificador, apreciando las exquisitas propiedades de los elaborados a brazo por nuestro paisano, ha concedido a éste el “Diploma de Mérito”, cuyo diploma, tuvo la amabilidad de mostrarnos anoche el agraciado. Felicitamos calurosamente al amigo Llanes por su notable triunfo, que no sólo le enaltece, sino que también honra a nuestra Patria chica.

Del segundo matrimonio tengo constancia que nacieron: Luisa Llanes Ibarra, fallecida en 1917 con sólo tres años; Carmelo Llanes Ibarra, fallecido en febrero de 1931; otra Luisa (que regentó la chocolatería) y algun hermano más que desconozco (a la muerte de Carmelo hijo, la prensa dio el pésame a «sus hermanos»).

Agosto de 1917: El lunes próximo pasado voló al cielo a la edad de tres años la niña Luisita Llanes Ibarra. A sus apenados padres, D. Carmelo y Dña. Luisa, acompañamos en su justo dolor. El Pueblo/Actualidad.

Bolsa original. Colección Luis Galiano.

Febrero de 1931: Se encuentra enfermo de algún cuidado el niño Carmelo Llanes Ibarra hijo de nuestro distinguido amigo y suscritor don Carmelo. Hacemos votos por su mejoría.

Febrero de 1931: El pasado sábado recibió cristiana sepultura el niño Carmelo Llanes Ibarra, hijo de nuestro particular amigo don Carmelo. La conducción del cadáver fue una sentida manifestación de duelo, en la que figuraba representación de todas las clases sociales de la localidad, señal de las muchas amistades de que goza la familia del finado. Nuestro pésame a los padres, hermanos y familia.

Envoltorio original Chocolate Carmelo Llanes.

La chocolatería de Carmelo Llanes ya no existe; y desconozco que habrá pasado con el valioso utillaje que guardaba en su interior hasta hace unos años.

Francisco Luis Galiano, vecino de la Corredera y buen amigo, me cuenta que conoció a una hija de Carmelo llamada también Luisa. Casada con Antonio «el Carrasquín», fueron los últimos propietarios de la chocolatería ahora derribada; la última chocolatería de Orihuela.

Fotografía José Alberto Pardines Pellús. 2021
Actualidad 1928

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas, Francisco Luis Galiano y José Manuel Dayas.

El barrio y la ermita de San Antonio Abad.

Apuntes para la historia del barrio de San Antón.

«San Sebastián fue francés
y San Roque peregrino,
y lo que tiene a los pies
San Antón es un cochino.»

En 1925, Julio López Maymon, deán de Cartagena en Murcia, publicó en prensa tres artículos dedicados al popular barrio de San Antón. La serie, subtitulada «rebusco tripartito», comenzaba así:

«Hace ya unos doscientos cincuenta años que Orihuela viene dedicando solemnidades religiosas y profanas a San Antonio Abad, austero cenobita que, con inspiración vigorosa, llevó a un memorable lienzo, el pincel ungido del maestro J. de Patinir.»

Empezando por la citada obra de Patinir, a lo largo del artículo encontraréis otras de la colección del Museo del Prado inspiradas en San Antonio Abad. Pinchando sobre cualquiera de ellas se accede a los cuadros con todo lujo de información y detalles.

 Las tentaciones de San Antonio Abad
Joachim Patinir. 1520-1524.
Enlace Museo del Prado.

¡Cuadro lleno de luz y de pintoresco interés, que en las almas oriolanas despierta aquella alborada risueña de la infancia! «El 17 de enero es el día consagrado por la tradición para que la Ciudad, jubilosa y piadosa a un tiempo mismo, afirme sus festivales en el agreste paraje solitario en el resto del año, de San Antón».

Si os parece, vamos a dar un repaso al proceso histórico que dio lugar a su formación.

La Partida de las Fuentes

Vista aérea de San Antón

En la segunda mitad del siglo XVI,  más allá de la flamante puerta de Callosa, se estaba gestando lentamente una especie de nuevo arrabal “fora del Portal, damunt lo cami que va a la Font Cuberta de ves la penya del castell”.

En «la lladera de la serra de Oriolet» creció tímidamente a base de nuevas viviendas emplazadas a lo largo del camino real que daba acceso a Orihuela a través de la “Font Cuberta”, un paraje singular dotado de varias fuentes particulares y un conjunto de «fons de la ciutat al peu de la serra del castell».

Palmeras d´Oriola (1890)
Ralph Püttner.
En Revista Ilustración Catalana. 

La proximidad de los predicadores y la posibilidad de utilizar el agua de la sierra para regar y llenar las «balsas de cocer linos y cáñamo», atrajo a determinados pobladores con ciertas necesidades profesionales. Esta circunstancia comenzó a forjar una identidad propia marcada principalmente por el espacio físico.

El denominado azarbe de las Fuentes conducía las aguas residuales de dichas fuentes al Segura desde tiempo inmemorial. Hasta que los regantes consiguieron que se mudase el desagüe por un nuevo cauce que las llevaba al azarbe de Abanilla.

La obra, mal ejecutada, acabó en un fiasco de agua empantanada, un peligroso almarjal que obligó a prohibir temporalmente el uso de las balsas de cocer linos y cáñamos.

El palmeral anegado.
Foto Ajomalba

La reapertura del azarbe con las balsas clausuradas provocó el abandono de las tareas de limpieza y conservación; las famosas mondas. El almarjal tardó poco en extenderse de nuevo por la toda zona hasta convertirse en un «entorno pernicioso para la salud humana».

La cosa se puso todavía más fea en 1642, cuando fallecieron media docena de dominicos del vecino Colegio de Predicadores. Estudiado el problema, los expertos lo achacaron a las avenidas de la rambla de Benferri, agravadas por el abandono de las mondas del mencionado azarbe de las Fuentes durante varios años.

Sin actividad laboral, los propietarios preferían perder sus tierras, antes que hacerse cargo de una limpieza que resultaba más cara que hacer un cauce nuevo. Sin otra alternativa, el Consell se hizo cargo de la obra amparado en el beneficio público. Pero aquello solo fue un parche temporal. Durante la mortífera peste de 1648 la ciudad volvió a intervenir en la zona como medida profiláctica, desecando todos los almarjales.

Dos años después, un nuevo cauce de una media legua, abocaba las aguas de nuevo en el río. Las balsas volvieron a funcionar y, en 1651, se dictaron los estatutos ordenando que las mondas del nuevo azarbe se iniciasen todos los años a primeros de agosto.

Era sólo era una victoria temporal. La salubridad de la zona llevó a la ciudad de cabeza durante siglos.  Si os interesa el tema, tratado puntualmente por Ojeda Nieto, David Bernabé Gil tiene un excelente trabajo monográfico sobre los almarjales que os dejo en la bibliografía.

Azarbe de las Fuentes.

La segunda mitad del siglo XVII fue crucial para la consolidación y desarrollo del nuevo barrio. Se cumplía un siglo desde que los dominicos se apropiaron de parte del camino real, sellando el Ravalete.

Con las aguas encauzadas mejoró notablemente la salubridad del paraje; y los nuevos aires del palmeral animaron al Cabildo de la Catedral para comprar una finca de recreo al pie de la sierra.

El Cabildo y la ermita de San Antonio Abad.

San Antonio Abad en un paisaje.
Fray Juan Bautista Maino. 1612-1614.
Enlace Museo del Prado.

Montesinos afirma que en el siglo XVI ya había en esos terrenos una ermita dedicada a San Antonio Abad; cuando Orihuela pertenecía a la diócesis de Cartagena. Y que desapareció dos años antes de conseguir el Obispado. López Maymón, que tuvo la posibilidad de «rebuscar» en el archivo diocesano, no menciona esa primitiva fundación; pero dice lo siguiente:

«Desde remota antigüedad poseía el Cabildo Catedral por haberse desamortizado, el perímetro del terreno comprendido entre el Monte Oriolet y el Castillo. Aunque la fecha se ignora, se sabe fijamente, que en el término apuntado camino en arriba, partido de las Fuentes se edificó una casa; que andando el tiempo, y como veremos vino en ruinas, que han desaparecido sin que quede de ellas más vestigios que las notas escritas…»

Siguiendo con las notas del deán, en agosto de 1657, los canónigos compraron a Luis García Espejo, dos balsas con una casa y fuentes de agua viva; con sus tendedores y tierras incultas. La parcela estaba situada entre el monte Oriolet y el Castillo, en el camino en arriba, partido de las Fuentes. El notario fue Francisco Muñoz (1643-1674); y el precio fue de 300 libras.

En junio de 1660 decidieron aliñar la casa adquirida y buscar un inquilino dispuesto a habitarla, aunque fuese de balde. Pero era muy mal momento. La crisis demográfica producida por la peste había dejado demasiados solares libres en el casco urbano para fijarse en aquel paraje solitario. Alejado de la ciudad y rodeado de balsas para cocer el cáñamo, el barrio seguía sin ser especialmente atractivo.

En tiempos difíciles, de epidemias y plagas, la protección de un santo era fundamental para la mentalidad de la época. Si las enfermedades eran consideradas como castigos divinos; resultaba razonable buscar un intercesor cualificado; un santo taumaturgo de reconocido prestigio profiláctico. Por otro lado y como ya hemos dicho muchas veces, la erección de un edificio religioso aportaba prestigio y seguridad a la zona.

El 15 de enero del año de 1665, siendo obispo de Orihuela (1660-1665), el dominico Fray Acacio March de Velasco, el Cabildo de la Catedral dio licencia y permiso a Ginés Sánchez, alpargatero y a otros devotos, para edificar una Ermita en honor a Antonio Abad, santo eremita, taumaturgo y sanador; la advocación oportuna para el barrio.

San Antonio Abad y San Pablo.
Diego de Velázquez.
Enlace Museo del Prado.

En este caso Montesinos coincide con el deán. Además da los nombres de los primeros mayordomos, encargados de levantar el edificio:

«Ginés Sanches, Espardañer; Jayme Basques, ¿Algecer?; Juan Montesinos, Labrador; Juan Pérez, ¿Calero?; y Marcos Pérez, Labrador; todos vecinos de la presente Ciudad de Orihuela.»

A los canónigos les pareció bien la propuesta; y para tal menester les cedieron la casa y solar que tenían hacia el camino de arriba.

“Sin que sea visto con esto hacer daño en los extendedores de los “brinos” (fibras) de las balsas, ni en la casa y picaderos, aunque sea con los árboles que allí planten, y reservándose el Cabildo, la superintendencia, patronato y demás derechos que le compiten por ser dentro del término de la Parroquia”.

Ermita de San Antón.

Ginés y compañía hicieron acto de obligación y reconocimiento, quedando la ermita superditada a la parroquia del Salvador. El 24 de mayo les concedieron permiso para postular limosnas. Las cantidades recogidas, destinadas a edificar la ermita, estaban controladas por el Racionero Sr. Roca.

Tenemos una nota de 1667, localizada por Ojeda Nieto, en la que Alonso Cebrían carretero de bueyes y Miguel Palomares, ambos de Oriola se comprometían a entregar a Ginés Sánchez, alpargatero, 150 carretadas de piedra para edificar la ermita de San Antonio Abad, que tiene a su cargo en la partida de las fuentes.

“Alonso Sebrian, carreter de bous y Miquel Palomares, de Oriola. Prometen y se obliguen donar y entregar a Gines Sanches espardener … e al que tendrá a carrech el fer y edificar la hermita del Sr. Sant Antoni Abat, que esta al pnt fabricant prop les fonts de la pnt Çiutat -150- carretades de pedra pera la dita fabrica de dita hermita.”

San Antonio Abad
Francisco Rizi, 1665.
Enlace Museo del Prado.

López Maymón sólo afirma que la primera misa del día de San Antonio Abad se cantó en enero de 1671. Montesinos acota la construcción entre los años 1666 y 1668; y la bendición el 15 de enero de ese mismo año. Según este cronista, la cosa fue más o menos así:

«Concluyeron la aseada, hermosa aunque mediana Hermita en 12 de Enero del año 1668, la cual bien adornada fue bendecida en 15 de los mismos por el Sr. Dr. D. Bartholome Fernandez, Cura de la Santa Iglesia Catedral con asistencia de muchos fieles devotos; a la noche siguiente, Víspera del Glorioso San Antonio, se iluminó toda la Hermita exterior e interior, hasta los vecinos árboles se colgaron de bombas (…) a la tarde hubo fiesta, Carrera de caballos, y a la noche iluminación y salidas de Fuegos artificiales. Fue nombrado Capellán por el Muy Ilustre Cabildo, para la custodia de esta Hermita D. Miguel Ruiz…»

Bendecida año arriba, año abajo, la obra no estaba ni mucho menos acabada. Además, al tiempo que la ermita, fabricaron junto a ella una vivienda para el ermitaño (o reformaron la vieja casa que venía en las escrituras). Llamado también santero, su tarea consistía en recoger las limosnas y dirigir las cuadrillas de mozos que, por Navidad, postulaban con el estandarte del santo por la ciudad, el campo y la huerta.

Otro dato que aporta Montesinos y omite López Maymón, es la solicitud del gremio de alpargateros, guiteros (cordeleros) y paleros, que tenían sede en el convento de la Trinidad, para hacerse cargo del cuidado del culto de la ermita y de la celebración de la fiesta. La nota la reprodujo «El Social», en enero de 1909:

«En 1671, el gremio de alpargateros, guiteros y paleros se estableció en la capilla de San Antonio Abad, con la obligación de celebrar la fiesta anual el 17 de Enero. De esta fecha data la celebración de la tradicional romería que tiene lugar todos los años el día del Santo, o el domingo inmediato, en las cercanías de la ermita de San Antón».

Ermita de San Antón.
José Antonio Ruiz Peñalver.

Siguiendo con las notas del deán, la construcción de casa y ermita se mantuvo muchos años. En 1682 se autorizó al Sacriste López Escobar para vender un cáliz a un platero; invirtiendo el producto en las obras de la ermita. El 4 de enero de 1683 destinaron a la obra otras 15 libras procedentes de las ventas de unas crismeras y un cáliz con pie de bronce (las crismeras las compró el obispo).

La ermita del «glorioso senct Antoni Abad», culminada a finales del XVII, creó la conciencia de barrio y le procuró el nombre que hoy conocemos: Barrio de San Antonio Abad; o sencillamente, San Antón.

Al ser considerada como capilla de la Iglesia Catedral, sin perjuicio de la jurisdicción ordinaria, el Cabildo quedó al cuidado de que no faltase el culto al Santo; nombrando los ministros necesarios para controlar la actuación de los mayordomos y del santero, encargado del mantenimiento y administración del edificio.

A principios del siglo XVIII ya se predicaba en la ermita con la solemnidad adecuada; y los obispos de Orihuela, antes de hacer su entrada oficial en la ciudad, descansaban en la casa anexa a la ermita. Montesinos documenta esta costumbre ya en el siglo XVII:

«Cabildo, 4 de noviembre de 1666. Decreverunt: Que los gastos que estarán así en los coches, lo que se dona a los cocheros, como lo que será menester para adornar la casa de las Fonts y fer el altar en la Portanova pera el día de la Entrada del Señor Bisbe, lo pague la Mayordomía.»

Ermita de San Antón. Francisco Luis Galiano Moreno.

La fecha se corresponde con la llegada del obispo José Berges (1666-1678), el sucesor del que había autorizado la fundación de la ermita. López Maymón, contando cómo el Cabildo designaba a los suyos para recibir al nuevo obispo en la casa de San Antón, ofrece un listado de los canónigos receptores con su correspondiente prelado. Su lista empieza en el año 1714:

«En 9 de Agosto de 1714, los canónigos Ruiz y Villafranca para el obispo don José de Espejo y Cisneros; en 28 de Febrero de 1718, al mencionado Ruiz para el Obispo Rodríguez de Castelblanco; en 7 de Julio de 1738, al sacrista Ordoñez Villaquirant (futuro marqués de Arneva) para el Obispo Gómez de Terán; en 19 Abril de 1761, a Monecal para el Obispo don Pedro Albornoz y Tapia; en 14 de Septiembre de 1767, a Santa Cruz y Vélez para el Obispo don José Tormo; en 22 de Marzo 1792, al canónigo Balaguer para el Obispo Despuig Dameto; y así sucesivamente hasta nuestros días».

Ermita y casa de San Antón.
José Antonio Ruiz Peñalver.

Crónica del nuevo obispo en San Antón.

En este apartado me limitaré a transcribir la crónica de la llegada de Ramón Plaza Blanco, publicada en «El obrero» el 18 de noviembre de 1913. Ilustrándola con fotografías de prelados posteriores.

«Por la tarde, por el camino que conduce a la ermita de San Antón se hace difícil el paso; pues la aglomeración de gente es enorme y el número de almas incalculable».

Obispo Goldáraz en San Antón
Antonio Ballester Vidal

«A las tres y media llegó el Ilustrísimo Sr. obispo a la citada ermita en automóvil, acompañado por varios canónigos de la Catedral. Le recibieron el Ayuntamiento y otros canónigos, encargándose de darle la bienvenida el magistral de la Catedral, quien con párrafos elocuentes, elogió la conducta del nuevo prelado. En la ermita recibió a algunas personas.»

Obispo Barrachina en San Antón
Antonio Ballester Vidal

«A las tres y cincuenta minutos se dispuso que partiera la comitiva para Orihuela y al salir el Sr. obispo por la puerta de la casa del cura de la ermita, el fotógrafo rogó a S.I. que se detuviera un poco, para hacer funcionar su aparato».

Obispo Barrachina en San Antón
Antonio Ballester Vidal

«Acto seguido se organizó el cortejo en esta forma: Rompía la marcha la banda municipal de esta Ciudad, detrás los cuatros maceros del Ayuntamiento, de gala y montados a caballos; seguidamente, el Iltmo. Señor Obispo montado en una mula, dándole escolta montados a caballo los concejales de este Ayuntamiento

Obispo Goldáraz en San Antón
Antonio Ballester Vidal

«Detrás en carruaje, el diputado por este distrito, Sr Ruiz Valarino, el Alcalde accidental y varios Concejales en carruaje; y una multitud enorme de gente que aclamaba al nuevo prelado; a lo cual contestaba el obispo con bendiciones.»

Obispo Goldáraz en San Antón
Antonio Ballester Vidal

San Antonio Abad y los antonianos.

Dice el deán que, en enero de 1728, surgieron las primeras pendencias y discusiones entre los mayordomos de San Antón; y que el Cabildo designó al canónigo Juan Timor (el que tiene la calle frente a la plaza de la Anunciación) para que pusiera orden; siendo este el primer nombramiento oficial de un canónigo con carácter de comisario.

San Antonio Abad.
Luis Tristán, siglo XVII.
Enlace Museo del Prado.

En 8 de marzo del año del Señor de 1734, el canónigo Maestre leyó al Cabildo un memorial del Abad del convento de San Antonio Abad de Valencia, solicitando permiso para fundar una cocina de su orden en la ermita de San Antón de Orihuela.

La orden de San Antonio Abad, instalada extramuros de la ciudad desde el siglo XIV, era muy popular entre los valencianos. Su condición de hospitalarios los hacía óptimos para regentar un establecimiento en el camino de Orihuela; cuidando al mismo tiempo de la ermita. Pero si hacemos caso a Montesinos, el Cabildo se resistió cuanto pudo a la ocupación.

«8 de Enero de 1735; Decreverunt: Que cometan a los Señores Chambre y Arcediano, y que vean cómo componer el que los Religiosos de San Antonio Abad, no se entrometan ni ocupen la Hermita de esta Ciudad.»

Añade el famoso cronista, que los padres de Valencia tuvieron que entrar en litigio y que el obispo, amante de la paz y opuesto a pleitos, les amparó en la posesión de la ermita. López Maymón zanja el tema de la forma más sencilla, afirmando que el Cabildo consultó con el obispo José Flores Osorio (1728-1738), y la respuesta fue favorable.

Sea como fuere, en 1736, los Padres Antonianos de Valencia montaron uno de sus establecimientos en la casa contigua a la ermita, a cosa de medio cuarto de legua de Oriola, en las faldas del monte Oriolet. Joseph Montesinos les dedica un capítulo que «refiere en él la ilustre fundación del Heremitorio Hospicio de San Antonio Abad, de Religiosos Hospitalarios del Fuego-Sacro, que magestuoso resplandecía extramuros de Orihuela.»

Armas de los padres de San Antonio Abad. Compendio Histórico Oriolano Tomo 7 cap. 1.
Joseph Montesinos.

El citado capítulo es muy extenso; pero como es habitual en Montesinos, hay que escarbar mucha paja para obtener algún dato sustancioso. Por desgracia, y a decir de López Maymón, hay poca información documental de su estancia en Orihuela.

La Orden de los Hermanos Hospitalarios de San Antonio, también conocidos como Antonianos, se fundó en la Edad Media para cuidar a los que sufrían el llamado “fuego sacro”.

Las tentaciones de San Antonio Abad.
El Bosco. 1510 – 1515. 
Enlace Museo del Prado.

El también llamado “fuego de San Antonio” producía fiebres muy altas, alucinaciones, epilepsia y necrosis de las extremidades. Esta enfermedad solía atacar a los pobres que comían pan elaborado con harina de centeno almacenado en malas condiciones y contaminado con un hongo llamado cornezuelo. Los síntomas se asociaron a las alucinaciones que sufrió el santo cuando era tentado por el demonio en el desierto.

San Antonio Abad se representa habitualmente como un anciano barbudo con un cerdo a los pies. El significado del animal que le acompaña se ha tergiversado con el paso del tiempo. Considerado animal impuro por las tres religiones monoteístas, un cerdo a los pies del santo representaba su triunfo sobre la impureza y sobre la carne.

Indultado por los cristianos, el cerdo terminó siendo el animal que se mataba públicamente en una sangrienta fiesta a la que se invitaba a todos los vecinos para demostrarles (a ellos y al inquisidor de turno) que en la familia no habían moros ni judíos.

San Antonio Abad.
Joan Reixach, 1450-1460.
Enlace Museo del Prado.

Pero no cambiemos de tema. Fundada la orden de los Antonianos, la Tau, el cerdo, los Evangelios, el fuego y las campanillas quedaron fijados como símbolos de Antonio Abad, el santo sanador y protector del ganado.

Instalados en el camino de Santiago, la hermandad hospitalaria ganó fama entre los enfermos del «fuego sacro o de San Antón», que acudían en peregrinación obteniendo gran porcentaje de curas.

Exceptuando los casos graves, en los que los antonianos amputaban los miembros necrosados, la explicación del prodigio es bastante sencilla: después de la larga caminata depuradora sin probar harina contaminada, el enfermo peregrino recibía una alimentación sana, buen pan, vino y alguna carne de cerdo. Caminata de vuelta y a casa como una rosa.

Ruinas del Monasterio de San Antonio Abad. Castrojeriz. Ruta Jacobea.

Según López Maymón, no hay constancia de la fecha exacta de su llegada a Orihuela; pero a principios de 1737 el cabildo certificó tener ocupada la ermita y su territorio por la comunidad religiosa de frailes legos o ermitaños de San Antonio Abad. Y en octubre de ese mismo año se concretó la escritura con el abad de Valencia.

Montesinos es más preciso, situando la llegada el 7 de diciembre de 1736. En dicho día, llegaron de Valencia tres frailes ejemplares de conocido celo y virtud religiosa, tomando posesión del eremitorio y hospicio con las advocaciones de San Antonio Abad y Santa Bárbara, Virgen y Mártir (no sé si tendrá relación con la vecina fábrica de tratamiento de salitre para la obtención de pólvora).

A esta reducida plantilla se unieron tres religiosos legos y un cura encargado de confesar y predicar. Instalados los antonianos en su nuevo hospicio, ampliaron la obra. He hecho un resumen con la larga descripción de Montesinos, excluyendo la iglesia con todas sus alhajas y ornamentos.

Tentaciones de San Antonio Abad.
David Teniers, 1647. 

Enlace Museo del Prado.

El eremitorio y hospicio de San Antonio Abad, estaba en el Paseo de las Alamedas de San Antón; o de la fuentes blandas, «llamadas así por la benignidad de sus pocas aguas frías en verano, y calientes en el invierno, en tanto grado, que arrojan de sí humo espeso”. Alrededor de la ermita sólo habían plantaciones, el salitre antes mencionado y las pocas casas que llamaban el Nuevo Barrio de San Antón.

Para acceder a la ermita se subía a una plazuela de sesenta y ocho palmos, a través de doce escalones de piedra negra jabalina. En dicha plazuela, adornada con palmeras, se encontraba el Hospicio a la izquierda y la Iglesia a la derecha, en su mismo piso. Y se subía a la portería por seis escalones de piedra negra.

Tau en la ermita de San Antón.
Manuel Rodríguez.

Todo el frontis exterior era muy blanco y hermoso, con un primoroso «relax de Sol». La portería era aseada, con sus poyos y dos magníficos aljibes que, una vez llenos, podían abastecer la casa por dos años. Contaban con sala de profundis, refectorio, cocina, despensa, balcón de hierro, alcobas, salas de estudio, granero y bodega.  Más un parador con cuadras, caballerizas, gallinero, palomar, cochineras y conejeras.

El deán solo añade que las relaciones entre frailes y canónigos fueron cordiales y que en abril de 1752, el superior se llamaba Fray José Berenguer, personaje dibujado por Montesinos en su obra.

Ermita de San Antón Orihuela.
Manuel Rodríguez.

Entre las limosnas en especie que buscaban la protección del santo, una de las más rentables para los antonianos eran los cerditos. Donados por los fieles, les cortaban el rabo, las orejas, y les colgaban una campanilla al cuello para ser fácilmente identificados. Convertidos de esta guisa en «cerdos de San Antón», los soltaban para que la Providencia (léase los sufridos vecinos) se encargase de su alimentación.

Una vez engordados podían venderlos, sacrificarlos para obtener la carne, o la opción más rentable: sortearlos el día de la fiesta.

Para el comedido Montesinos, muy respetuoso en el tratamiento a los religiosos, los frailes valencianos abusaban de la buena fe de los vecinos de San Antón, recaudando muchas limosnas en el barrio oriolano que acababan en las arcas de «la casa grande de San Antonio», en Valencia.

«Se sorteaba a las seis de la tarde un “serdo gordo y grande”, del valor de unos 25 o 30 pesos; del que sacarían sobre 200 (…) Los cerdos que ellos llamaban de San Antón, llevaban cortadas las orejas y el rabo por divisa; en esto tenían una ganancia soberbia, pues los criaban sin costarles un maravedí, a costa de los innumerables daños que causaban en las haciendas de los vecinos; y porque eran de los frailes, habían de callar. Lo cierto es que era una de las mayores estafas que se han visto en estos tiempos.»

Dibujo de Joseph Montesinos.

Siendo obispo Joseph Tormo, tras casi medio siglo en Orihuela, los antonianos dejaron la ermita y la casa de San Antón. Su orden quedó extinguida por bula papal de Pío VI, el 24 de agosto de 1787, a instancias del rey Carlos III.

«Deberán reunirse en pocas casas los Sacerdotes en forma de Comunidad bajo la autoridad del Ordinario con la facultad de hacer tránsito a otra Orden el que quisiere, quedando los Legos en plena libertad de tomar el estado conveniente; acudiendo a dichos religiosos en estas comunidades reunidas con el vestido, sustento y demás necesario, cumpliendo los Sacerdotes las cargas de las fundaciones mientras permanecen en las casas como sacerdotes seculares, sin otra insignias externa de su Orden…»

El establecimiento volvió a manos del Cabildo; y el santero o ermitaño, a la casa contigua. Como recuerdo, quedó el curioso sistema de financiación de los antonianos, antecedente de la famosa rifa que, según López Maymón, se viene celebrando en beneficio de la ermita desde 1840 hasta hoy.

A principios de 1792, ya de vuelta a su función de simple ermita, el Cabildo detectó algunas deficiencias en la administración de las limosnas por parte del santero; y creó el nuevo oficio de superintendente; un canónigo elegido para inspeccionar, administrar y cuidar todo lo referente a la ermita de San Antonio Abad.

Ermita de San Antón. Orihuela
Fotografía Francisco Luis Galiano Moreno

El propio Cabildo se preocupó de mantenerla con decencia, costeando algunas reparaciones; como la que tuvo lugar en 1793 por importe de 46 libras y 4 sueldos. También se encargaron de que a los vecinos no les faltase la misa todos los domingos y días festivos.

La última noticia aportada por el deán referente al siglo XVIII es el nombramiento del capellán de la ermita en 1797: el religioso Fray Vicente Sancho.

El fuerte de San Fernando y la Q.B.

Plano de Orihuela, 1811.
Ampliación Batería de San Fernando.

En los diferentes planos confeccionados durante la Guerra de la Independencia a principios del siglo XIX, se nombra de diferentes formas un mismo baluarte: “Batería de Fernando VII”, “Batería de San Fernando y finca de parapeto que apoya en la montaña”, “Batería avanzada en la punta de la saeta para defender las avenidas del Camino de Valencia y el de Callosa”.

También se menciona otra muy cercana, en el “Palomaret”, dominándola en altura. Es la que está en la peña, sobre el patio de Santo Domingo, con un Sagrado Corazón en la actualidad.

En el «Plan de Fortificación de la Ciudad de Orihuela y su Castillo», de 1811, obra de Antonio Benavides, brigadier del III Ejército acuartelado en Orihuela, se detalla la cortina defensiva entre San Fernando y la Sierra; protegiendo la posible retirada de San Antón y ofendiendo más de cerca al enemigo si intentaba pasar por los puestos del Oriolet. Tanto preparativo no sirvió de nada. Los franceses se marcharon sin que la guerra llegase a Orihuela.

Colección Javier Sánchez Portas.

En el verano de 1848, casi cuatro décadas después de su construcción, el Ayuntamiento estudiaba la forma de conservar la Batería o Fuerte de San Fernando; próxima al paraje de San Antón, en la barrera del Colegio. Pretendían evitar la lenta demolición que estaba sufriendo utilizada como estercolero.

Los munícipes tuvieron en cuenta los muchos gastos que podría ocasionar su reparación, dado el estado en que se encontraba. Pero deseaban conservarlo como “memoria del entusiasmo de este Pueblo en la Guerra de la Independencia, cuando se construyó”. Picados en el amor patrio, acordaron poner todos los medios necesarios para su reparación; ya fuese por cuenta del común, o cediéndola a cualquier propietario que se comprometiese a rehabilitar el histórico edificio. Un brindis al sol.

En la primera mitad del siglo XIX, el palmeral seguía ocupado por varias fincas dedicadas a la explotación agrícola y a la industria del cáñamo. Dos siglos después, las balsas de cocer seguían molestando a la población.

Para obtener la fibra, el cáñamo necesitaba “fermentar” sumergido en agua. Las balsas se llenaban por la mitad; y para evitar que flotase la planta, colocaban encima pesadas piedras. El agua estancada seguía siendo foco de mosquitos y enfermedades.

El Ayuntamiento prohibió primero la cocción en balsas durante los meses de verano. También exigió que los vertidos de su vaciado no acabasen en los acueductos de los que se tomaba agua para beber.

 Balsa de cocer cáñamo.
Archivo José A. Latorre.

En agosto de 1848, se estudió la posibilidad de comprar las balsas por:

“Los perjuicios que ocasionan a la salud pública y los grandes beneficios que resultarían al vecindario (inutilizadas), aprovechando las aguas en baños a que por su virtudes pueden ser aplicables, formar un lavadero bastante capaz y cómodo para todas las estaciones y por ultimo distribuyendolas en el riego de las tierras del partido del Escorratel que tan escasa se halla por la altura, pudiendo enajenarse su dotación entre los dueños de aquellas y lo cual rendiría necesariamente recursos suficientes para reintegrar los desembolsos que ocasione su adquisición y aumentando anualmente los fondos comunes.

En febrero de 1854, el Fuerte de San Fernando estaba completamente arruinado y las aguas de su foso estaban estancadas con riesgo de corromperse. Como suele pasar en este pueblo, seis años después de prometer su restauración a toda costa, el edificio estaba en estado terminal.

En el verano de 1859, el flamante obispo Pedro María Cubero, decidió construir a sus propias expensas unos lavaderos públicos situados en terreno de aprovechamiento común, en el Barrio de San Antón.

Pedro María Cubero y López de Padilla
(Doña Mencía, 1810-Orihuela, 1881)
Obispo de Orihuela

«Al haberse ausentado muchas personas acomodadas por temor del cólera morbo que nos aflige… Que para remediar este mal y deseoso de la mejora material de esta Ciudad había creído conveniente construir a sus propias expensas una fábrica que cubra los lavaderos públicos situados en terreno de aprovechamiento común en el Barrio de S. Antón».

Al año siguiente, apoyado por los regantes del Escorratel, compró tierras y seis balsas de maceración para ser destruidas; utilizando las aguas para riegos, lavaderos y baños. La finca, una de las que componían el palmeral pasó a llamarse La QB (de Cubero). Nombre rotulado en la fachada de su famosa casa de labor construida en la década de 1860.

La Q. B.
Archivo Pedro de Vicente

En 1868, el prelado ofreció mejorar y ensanchar la zona de acceso cediendo terreno junto al lavadero. El maestro municipal, Manuel García, acompañado de la comisión de Ornato, marcó la línea de casas existentes en la parte opuesta, dejando una calle de nueve metros con ochenta centímetros para facilitar el tránsito, aún en días de gran concurrencia.

La Q. B.
Archivo Pedro de Vicente

En cuanto al fuerte, el Ayuntamiento adoptó la solución de siempre: sin fondos para la reconstrucción, aprobaron demolerlo y utilizar sus escombros para rellenar el foso; dejando la explanada que antiguamente había. Los escombros restantes, pagarían los gastos de demolición.

La Q. B.
Colección Celia Senén.

Por motivos que desconozco el acuerdo no se llevó a cabo; pues a comienzos de 1873, Atanasio García Cubero, sobrino del obispo, se quejaba del espolón que formaba el baluarte, obstruyendo el paso en el camino a la ermita de San Antón. Solicitaba demolerlo, visto su mal estado, y utilizar la piedra obtenida (seguramente para mejorar el edificio de la Q.B.).

En 1880 el Fuerte de San Fernando, contiguo a la pared del huerto de los dominicos, fue demolido. El obispo Cubero falleció un año después, quedando la propiedad de la Q.B. en manos de su sobrino, Atanasio García Cubero, quien ya la administraba anteriormente.

La Q. B.
Archivo Pedro de Vicente

En cuanto a los terrenos resultantes del derribo del fuerte, pasaron a una nueva sociedad, formalizada en 1893 con el nombre de “La Luz”. Era el emplazamiento que buscaban para instalar sus generadores, alimentados por combustible. Atanasio, alcalde por esas fechas, apalabró el solar por 7000 pesetas con el presidente de la mercantil, Diego Roca de Togores.

Huerto del Colegio de Santo Domingo.
Al fondo la Fábrica de la Luz.
J. David photography, París. (1.901).
Colección Jesús R. Tejuelo.

En abril de 1894, las notas municipales dejan constancia de que la fábrica de la luz estaba ya instalada en el sitio de la Batería de San Fernando, en San Antón. Cumplida esta función, fue donado gratuitamente al Ayuntamiento en noviembre de 1927, por la sociedad Eléctrica Wandosell. Para saber más de la fábrica de la luz, pinchad la siguiente imagen.

Fábrica de insecticidas Q.I.S.A.
Enlace al artículo

La primera intención municipal, fue convertirlo en Cuartel de la Guardia Civil; pero no hubo fondos. Acabada la Guerra Civil, pasó por las manos de las monjas dominicas en una permuta municipal. Luego se convirtió en la fábrica de insecticidas QUISA (Química Insecticida Sociedad Anónima).

Su última función, mucho más lúdica, fue albergar la discoteca “Momentos” tras una profunda reforma. Demolida en los años noventa, el terreno fue absorbido por el vecino colegio en una polémica cesión municipal.

En cuanto a la finca de Cubero, con su impresionante edificio historicista, en el verano de 1898 se anunciaba como baños públicos en la prensa local:

«Nuestro respetable amigo y suscriptor D. Atanasio García Cubero, ha instalado en su finca, la Q B, situada frente a la fábrica de la luz eléctrica, un establecimiento balneario que reúne inmejorables condiciones, según verán nuestros lectores en el anuncio.»

«BAÑOS DE LA Q B. Quedarán abiertos al público desde el día 1° de julio del presente año 1898 en la finca «La Q. B.» con las aguas alumbradas por el renombrado médico D. Carlos Bianchi, en el rincón de San Antón, a los precios siguientes:

Un baño en balsa de familia y pequeña, 0,75 cénts; por abono de nueve, 6 pesetas. Un baño y ducha 1’25; por abono de nueve 10 pesetas. Los baños medicinales pagarán además lo que cuesten los ingredientes que se empleen. No se darán ninguna clase de ducha ni prepararán baños medicinales sin previa autorización de un facultativo. Los baños estarán abiertos desde la salida del sol hasta las diez de la noche. No se dará ningún baño sin la entrega del billete, que se expenderán Hostales 30 y en la finca «La Q. B.». El establecimiento pondrá carruaje a domicilio a 0’25 cénts., por asiento, ida y vuelta.»

La Q. B.
Archivo Pedro de Vicente
La Q. B.
Colección Javier Sánchez Portas.

También albergó una fábrica de cáñamo como podemos comprobar en el siguiente anuncio. Después de la Guerra Civil, la Q.B. pertenecía a Carolina García Murphy, hija de Atanasio.

Gracias a la escritura sabemos que la Q. B. estaba compuesta por treinta y seis tahúllas de tierra en blanco «aguirnaldadas» con palmeras. Con casa, cuadra, balsa de cocer cáñamo, noria, casilla, salón dedicado al baño y un lavadero, que por aquellas fechas ya estaba semirruinoso.

Contaba con riego del Azarbe de las Fuentes, por medio de acenia y aprovechamiento del agua que nacía de un manantial situado en media tahúlla que lindaba con la sierra, en el camino de San Antón, cerca de la tapia del colegio que fue convento de dominicos.

La Q. B.
Archivo Pedro de Vicente

Demolido el edificio y convertido el solar en plaza de la QB, en marzo de 1987 se colocó un busto fundido en bronce conmemorando el 45 aniversario de la muerte de Miguel Hernández.

Archivo La Verdad

Dos apuntes más del siglo XIX: En 1878, el Ayuntamiento estudiaba plantar una alameda en San Antón, buscando el sitio más adecuado para llevarla a cabo y poder hacer en ella el mercado de ganado.

En septiembre de 1890, una sociedad murciana adquirió el molino de vapor sito en el paseo de San Antón. Comenzaron moliendo pimentón; pero la sociedad, dotada de gran capital como sucursal de una fábrica establecida en Murcia, se proponía surtir de harinas a toda Orihuela y a los pueblos de la Vega. José Luciano Botá, en representación de León Marín Baldó (vecino de Murcia) solicitó construir en terreno de su propiedad, junto al citado molino, un pabellón adosado de planta baja y un piso; con fachada lateral en dirección al muro de cerramiento del huerto de Santo  Domingo.

El Balneario de San Antón.

Grabado del balneario en todo su esplendor.

El Diario de Murcia. 25 de julio 1901: Los baños de San Antón, / merced a sus propietarios, / ¡qué saludables que son! / Baños más extraordinarios, / no los hay, ni en el Cantón. / Su agua de color verdoso / semejante a la del mar, / cura el estado morboso / y la secreción biliar, /de un modo maravilloso. / También cura el herpetismo, / dispepsia, catarro crónico, / la diarrea, el reumatismo / y hasta el baile de San Mónico / o San Vito, que es lo mismo.

Para poder formarse una idea concreta de la virtud que poseen estas aguas, con aplicación a la acción terapéutica, basta leer el resultado del análisis practicado por los famosos químicos Sres. D. Manuel Ríos de la Pedraja y D. José María Sarget, los cuales clasifican dichas aguas, de acidulo-salinas, conteniendo en alto grado, sulfatos de cal, sosa y magnesia, carbonato de cal y ácido carbónico, cuyas sales, van disueltas en las aguas, sin alterar su limpidez y diafanidad, a beneficio del exceso de dicho ácido carbónico; pudiendo comprobarse su existencia por medio de la evaporación en vasijas en las que quedan por precipitación, grandes depósitos de dichas sales.

Los propietarios del establecimiento balneario a que nos referimos, no han omitido por su parte gasto ni sacrificio alguno para llegar a conseguir, como hoy lo han hecho, que aquel, resulte uno de los mejores en su clase digno de ser visitado por cuantas personas apetezcan comodidad, aseo y limpieza, sí que también por aquellas que padezcan cualquiera afección de la piel aun de las más rebeldes a todo tratamiento médico.

La tarita de precios vigente en el balneario, no puede ser más accesible y económica para todas las clases de la sociedad. Se facilita a los bañistas, carruajes propiedad de los dueños de los baños, para ir a todas las horas del día.

Diario Orcelitano
Julio de 1904

«Al salir de Orihuela por la antigua puerta de Santo Domingo, dejando a la izquierda el monumental edificio que fue Universidad, se entra, doblando a la izquierda, en la carretera, de Alicante, que bordea en unos doscientos metros el antiguo fuerte de San Fernando, a cuyo final, girando otra vez a la izquierda, por delante de la fábrica de electricidad «La Luz», se llega a la calle única de la barriada de San Antón, doblada en ángulo recto, cuyo vértice mira al Suroeste, y cuyos lados, el más corto es de 70 metros y el más largo de unos doscientos metros hasta la ermita de San Antón, se extienden por delante y a unos 6 u 8 metros de la sierra del Castillo, levantándose entre ésta y este lado del ángulo que forma la calle, principal y como al medio de la misma, el edificio de los Baños de San Antón, con una distancia total de Orihuela de 350 metros».

«Esta situación tan ventajosa del rico venero de las aguas minero-medicinales proporciona al establecimiento fresca y amplia sombra que le da la sierra del castillo, situada a su espalda, desde las primeras horas de la tarde en el estío, estación en la que casi siempre reina la suave brisa del Levante. Por estas razones el camino de los baños conviértese en paseo todas las tardes, por resultar un agradable sitio de recreo el «Balneario» separado de la carretera de Alicante por extensos bosques de palmeras».

Palmeral y baños de San Antón.
Clisé de Pablo Correu y Cama
Gentileza de Esteban Sanmartín Alonso

El texto anterior es obra del médico y escritor Justo Lafuente Esquer. Forma parte de un lujoso panfleto publicitario del balneario de San Antón, un establecimiento que revolucionó el barrio durante varios años.

Al mismo tiempo que Atanasio García abría los baños de la Q. B., los hermanos Antonio y Alberto Iborra Martínez proyectaban algo más ambicioso: un auténtico y moderno balneario de aguas medicinales.

La primera noticia de carácter municipal data del verano de 1899, cuando solicitaron al Ayuntamiento utilizar unos terrenos del común en San Antón, junto a los Baños de Hombres. Pretendían plantar unos eucaliptos a dos metros de la fachada.

«Lindando con el edificio que han construido en la Barriada de S. Antón para balneario, existe un trozo de terreno de unos setenta metros de largo por doce de ancho, al parecer, perteneciente al común de los vecinos (…) en cuyos terrenos se depositan inmundicias y materias orgánicas en descomposición que producen malos olores de que se resienta la salud pública, ofreciendo además a la vista del espectador un aspecto repugnante; y con el objeto de hacer desaparecer aquel foco de infección y hermosear en lo posible tan ameno sitio y a fin de evitar que en lo sucesivo se depositen aquellas inmundicias solicitan de la Exma. Corporación se sirva concederles a perpetuidad el mencionado trozo de terreno para llevar a efecto la mejora  que tratan de realizar en aquel sitio.»

La comisión de ornato recomendó la cesión. Consideraban la obra digna de elogio. En su informe explican que los hermanos Iborra quieren hacer un muro para cercar el terreno solicitado y convertirlo en un paseo dotado de eucaliptos y otros árboles,«para solaz y esparcimiento del público en general y de los bañistas en particular.» En la transformación de la parcela eliminaron también dos pequeñas balsas para curtir pieles.

Como ya he dicho, el proyecto era más ambicioso que unos simples baños. El concepto balneario era una notable innovación con fines curativos y profilácticos. El avance de los análisis químicos en el siglo XIX permitía conocer la composición de las aguas y, según sus características, recomendarlas para los problemas respiratorios, reumatismos, molestias gastrointestinales, enfermedades venéreas, afecciones de la piel…

«El Oriol», mayo de 1900: «Adelantan los trabajos que los hermanos Sres. Iborra están haciendo en el balneario de San Antón. Consisten estos en una amplia galería que de acceso a un baño-piscina para señoras. Es de aplaudir el empeño en que por servir a su numerosa clientela, muestran dichos señores. Mucha suerte.»

Para ayudar en el proyecto de mejora del barrio, el Ayuntamiento enviaba las ruinas de los derribos que se producían en la ciudad al camino de San Antón; pasando posteriormente «el rulo municipal». A los vecinos les pareció muy bien esta disposición; pero pidieron que la ruina no cayese dentro de sus propiedades, linderas con el camino, pues les causaba graves daños.

El Palmeral de Orihuela

«El Oriol, agosto de 1900: «El balneario de San Antón se ve cada vez más concurrido y los triunfos de sus aguas en las afecciones de la piel y reumatismos son cada día más patentes. Enhorabuena a los propietarios, Sres. Iborra Hermanos.»

«La Comarca», agosto de 1903: «Cada día aumenta el número de bañistas que acuden a probar los beneficios de las salutíferas aguas del balneario de San Antón. Dada la proximidad de dicho establecimiento, y de lo agradable que por aquellos sitios se hace un paseo, éste sigue concurridísimo por las tardes. De los pueblos cercanos acuden sin número de carruajes conduciendo bañistas.»

El balneario como tratamiento médico dio paso al baño como práctica de ocio en verano por puro placer. Los Iborra jugaban con los dos palos; aunque el asunto medicinal siempre fue el principal aliciente. Estas noticias publicitarias son todas de de 1904:

«Los Sres. Iborra han instalado tinas especiales destinadas únicamente para los señores que quieran bañarse por recreo, estando aparte las que utilizan los enfermos. Esta medida ha de resultarles muy beneficiosa.»

Las «tinas» del Balneario.
Colección Javier Sánchez Portas

«Nuestros estimados amigos los señores Iborra, dueños del balneario de San Antón, no omiten gasto ni sacrificio de ninguna clase para dar todo género de facilidades y beneficios al público que favorece diariamente su bien montado establecimiento. Dichas ventajas consisten en la rebaja que han hecho en la tarifa de precios de los baños de pila, ducha, balsa y demás servicios, lo cual hará que aumente el número de bañistas.»

«Desde el día 1º del presente mes de abril se halla abierto al público el establecimiento balneario de S. Antón de los señores Iborra hermanos. En el poco tiempo que se hallan funcionando en esta temporada estos baños, ya han realizado sus aguas tres curas maravillosas. Tres pacientes que sufrían enfermedades secretas y a los que prescribieron las antedichas aguas los facultativos D. Pedro Villalba, de Murcia, y D. Francisco Giménez, de Santomera, han marchado a sus respectivos pueblos completamente buenos.»

San Antón se había puesto de moda y la prensa no paraba de elogiar y publicitar el balneario como si se tratase de un fenómeno internacional.

«Indolentemente reclinado sobre la falda de la sierra en la que asoman sus negras bocas abandonadas minas, hállase el establecimiento balneario de aguas medicinales de S. Antón. La Naturaleza, parece que colocó expresamente en aquel sitió pintoresco, el manantial de agua curativa, para que los pacientes a la vez que con ellas encuentran la salud del cuerpo, recreen la vista con las delicias del paisaje y absortos en su contemplación, olviden por un momento sus dolores.»

El Palmeral desde el Balneario.
Colección Javier Sánchez Portas
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«Enfrente del establecimiento y al otro lado de la carretera que hay junto a la puerta, se extiende un espeso palmeral cercado. Los vientos suaves imprimen movimientos ondulantes y voluptuosos a las verdes palmas. A la izquierda y sobre una eminencia breve y respaldada por la sierra, levántase la pequeña pero blanca ermita de S. Antón.»

«A la derecha, la prolongación de la carretera que a la ciudad conduce orillada de modestas casitas y al extremo de ellas, el edificio fábrica de luz eléctrica con su chimenea en cuya boca asoma negro penacho de humo, en la hora de encender las enormes calderas. A la espalda, la montaña que semeja ciclópea pantalla que mitiga los ardores del sol de julio. A la puerta del balneario, numerosos agüistas de ambos sexos, charlan de todo, en tanto esperan se desocupe la marmórea pila en donde han de bañarse, o la ducha, o el vaporario, que han de utilizar.»

«Y este grupo, a medida que la tarde va declinando, aumenta con nuevos bañistas que llegan en numerosos carruajes o a pie, polvorientos y sudorosos, con la piel lustrosa por la transpiración, pero que al breve rato salen de los espaciosos cuartos donde se dan la ablución cotidiana, remozados, confortados y refrescados.»

«Como la nombrada curativa de aquellas aguas ha corrido en alas de la fama en vertiginosa carrera, toda la península Ibérica, y el extranjero, no es extraño, escuchar pronunciación catalana, gallega, andaluza, vascongada, valenciana etc.»

«Entre los que frecuentan el establecimiento sí que también se oye alguno que otro extranjero que chapurrea nuestro idioma para expresar en él sus ideas, y es de notar, que cuantos visitan esos baños, y toman sus aguas, a los pocos días se deshacen en elogios de sus propiedades medicinales y de la rapidez con que sienten aliviarse sus dolencias los que las sufren. Dice el refrán, que cada uno habla de la feria, según le va en ella, pero a los que toman las aguas de los baños de San Antón, a todos les va bien, y bien hablan de ellos cuantos la prueban.»

«Como que además de la virtud de curar, la temperatura del agua de los baños de los señores Iborra hermanos, tal y como sale del abundante manantial, es agradabilísima en la actual estación, son numerosísimas las personas que concurren a tomar baños de placer y en este concepto, aún resulta más agradable el estar en aquel ameno lugar, porque los encantos de la naturaleza, son realzados y en no pocas ocasiones eclipsados por la belleza de nuestras paisanas.»

«Los baños de San Antón, serán con el tiempo a no dudarlo, (y ya empiezan a serlo) un elemento de riqueza para Orihuela; por eso los oriolanos debemos de mirarlos con atención y cariño y procurar en cuanto sea posible y esté de nuestra parte ayudar a sus propietarios, para que los constantes sacrificios que realizan no sean (que no lo serán) infructuosos y pueda esta ciudad llegar a ser una estación balnearia, como las más importantes de España, ya que para ello se cuenta con los necesarios elementos.»

Baños de San Antón

En poco tiempo, el balneario de San Antón estaba consiguiendo en el barrio, un efecto parecido al que en su tiempo produjo la ermita. Así lo afirma el siguiente artículo, además de proporcionarnos una descripción de las instalaciones :

«Recordamos lo que era hace pocos años la barriada de San Antón: unas cuantas casas feas, de paredes derruidas, oscuras, estrechas, insalubres, donde se albergaban pobres gentes, desafiando toda clase de enfermedades. Después, en una de aquellas casas, junto a la falda de la montaña, se descubrió un manantial; se formó una balsa, cuyo primer poseedor la destinó a baños.»

«El agua brotaba de los peñascos en abundancia, clara, fresca, convidando en los calurosos días del estío a disfrutar de ellas, mitigando las molestias que nos causa la temperatura en la presente época, pero nada más.  ¿Quién había de decir que dichas aguas llevaban en sus componentes la salud, además, para muchos que buscan el remedio a sus males?  Y así pasó el tiempo: todos los años acudían allí las gentes, que no pueden permitirse otros lujos, y por una insignificante remuneración al dueño, entraban en la destartalada y viejísima casa, donde se refrescaban en la estrecha balsa.»

«El edificio lo formaban cinco piezas reducidísimas: una salita de descanso rodeada de puertecillas, que conducían a las tinas; a la izquierda de la entrada otra puertecilla donde se veía la herrumbrosa bomba, de que se valían para extraer el agua de la balsa general y llevarla a los aparatos de calefacción y de allí a las tinas; después la balsa o manantial resguardado por una baranda de hierro pintado de encarnado y como final, al fondo, un pasadizo con media docena de cuartos para desnudarse.»

«Esto era antes el hoy balneario de San Antón. Se notó al principio que muchos bañistas de los que tomaban por recreo aquellas aguas y que bien padecían del estómago y del bazo, úlceras varicosas y tórpidas etc. etc. notaban extraordinario y notable alivio en sus padecimientos a los pocos días de estar yendo allí. Mas luego se realizaron curas asombrosas en enfermedades de las vías urinarias, venéreas y sífilis.»

«La ciencia comprobó después por medio de detenido análisis, la virtud medicinal de aquellas aguas. Hoy aquella barriada se ha transformado. Los antiguos y modestísimos baños son un balneario con todas las exigencias, con todas las comodidades modernas que puedan encontrarse en los más renombrados de España.  Hermosa y espaciosísima balsa para baños de recreo, pilas de mármol para enfermos y para los que no estándolo quieran bañarse en agua templada, vaporarios, sala de duchas, pulverizadores, etc.»

«El paisaje donde está situado el edificio, ofrece agradable perspectiva. Se levanta en la falda oriental del monte, en cuya cumbre se conservan las ruinas del antiguo castillo romano, guardián de la vieja Orihuela.»

«La puerta del balneario está sombreada por una fila de árboles, que se extienden gran trecho, y al frente, el palmeral, hermoso bosque de palmeras. Puede irse allí sólo por disfrutar del panorama sentado a la puerta, así, a la caída de la tarde, cuando corre la brisa deliciosa embalsamada por los tomillos y florecillas del monte.»

«El balneario de San Antón tiene ya conseguida su fama: pero aún necesita más, necesita que nadie ignore, que sus aguas son extraordinariamente medicinales. Yo por mi parte, pienso nadar allí, sin calabazas.»

La cima del éxito y la fama internacional llegó en 1906 :

«Una importante casa francesa, la de Mr. Benoit, ha tomado en arriendo, por tres años, a los Sres. Iborra Hermanos, el balneario situado extramuros de esta población. Las aguas medicinales de dichos baños, son ya muy conocidas por su virtud contra las enfermedades venéreas y de la piel. Mr. Benoit piensa introducir en el Balneario de San Antón, importantísimas reformas: y hacer al mismo tiempo una propaganda activísima de dichas aguas. Orihuela está de enhorabuena.»

Balneario y manantial de San Antón.
Etiqueta destinada a Francia y Argelia.
Impreso por Pichot (París).

«Se ha presentado en el Gobierno civil de esta provincia una instancia suscrita por don Antonio y D. Alberto Iborra Martínez, solicitando obtener la declaración de utilidad pública de las aguas medicinales del balneario de San Antón, pidiendo también permiso para vender dicha agua embotellada.»

«El Gobierno acaba de reconocer por medio de una real orden la utilidad pública de estas aguas por sus asombrosas virtudes curativas. Orihuela pues cuenta con un balneario que no tardará mucho en proporcionar pingües ganancias a la industria y al comercio orcelitanos.»

“Se ha recibido en esta ciudad una expedición de 10.000 botellas, que serán llenadas inmediatamente de agua del balneario de S. Antón para remitirlas a las principales ciudades del extranjero. Figura en las etiquetas un grabado del delicioso paisaje donde se asienta el edificio del balneario, bajo el rótulo de «Orihuela, aguas mercuriales, únicas en el mundo». La concurrencia de bañistas forasteros es cada vez mayor y el crédito de tan portentosas aguas medicinales comienza a extenderse por toda Europa, con lo cual Orihuela gana mucho”.

«Los baños de San Antón situados extramuros de esta ciudad, acaban de ser declarados de utilidad pública por medio de una real orden. La noticia, como hijos de Orihuela que somos, nos complace mucho. Aquellos baños mal encerrados en un viejo y ruinoso casetón antes, se han convertido ahora en hermoso y bien servido balneario, adorno de aquel sitio amenísimo. La constancia y los desvelos de los hermanos Iborra han tenido su recompensa. Orihuela, dotada, de un clima delicioso y de una vega fecundísima, cuenta con una riqueza más para repartir entre los humildes laboriosos.»

En 1907 se reconocían unánimemente el trabajo de los hermanos Iborra, que habían convertido los antiguos baños de San Antón en un excelente balneario a la altura de los más renombrados de España. Como prueba de la categoría del barrio, en febrero de ese mismo año, el Ayuntamiento aprobó que en el llamado “Barrio de San Antón”, desde la fábrica de la luz eléctrica hasta a la ermita del santo, se titulase calle de San Antonio Abad.

Si antes he comparado la función regeneradora del balneario con la de la ermita en otro tiempo, las facultades curativas de sus aguas, a decir de los periódicos y los científicos de la época, tampoco tenían nada que envidiar al pan bendito del propio San Antonio Abad. Leed si no este increíble artículo publicado en mayo de 1911:

«EL BALNEARIO DE SAN ANTÓN. A pocos pasos de la hermosa ciudad que baña el Segura, y al pie de la sierra del castillo; existe desde tiempo inmemorial un manantial de agua de paladar ligeramente salino, al que los habitantes de la comarca atribuían propiedades extraordinarias para la curación de determinadas enfermedades.»

«Su fama, cada día más creciente, pregonada en todos los tonos por los que en dichas aguas no solo habían encontrado alivio a sus dolencias, sino completa curación, movieron a sus propietarios a aclarar las propiedades medicinales de aquellas; y prestando así un gran servicio a la humanidad doliente, y sin titubear en el éxito de la empresa, remitieron hace poco tiempo al eminente y químico y sabio profesor de la Facultad de Medicina de París doctor Pouchet, y  previas las necesarias precauciones de lacrado, taponamiento y lavado, cantidad suficiente de aguas, para verificar análisis detallados y concienzudos.

«Practicados estos, el éxito ha sido maravilloso, pues entre los elementos reconocidos «cualitativamente», se ha encontrado el mercurio y también el ácido azótico, arsénico, litio, manganeso y boro, con exclusión absoluta de cobre.»

«Este resultado, y la presencia del «radium» en cantidad suficiente para ejercer su acción terapéutica,  demuestra de modo elocuente, que las aguas minero-medicinales de San Antón, pertenecen a las cloruro sódicas, bicarbonatadas magnésicas y bicarbonatadas sódicas, de maravillosos resultados para la completa y radical curación de la sífilis, cuyo micro organismo productor, destruyen completamente,  y de gran influencia por su notable poder antiséptico en las dermatopatías de origen infeccioso y en los efectos catarrales endometríticos por su acción sobre los gonococos y en todas las afecciones del aparato digestivo y catarros intestinales, por lo que sin incurrir en exageraciones debemos proclamar como “únicas aguas mercuriales en el mundo” a las mineromedicinales de San Antón de Orihuela.»

«Tan excelente resultado que supera todas las esperanzas concebidas, ha sacado de su inacción a los propietarios del manantial, quienes han construido un sólido y confortable edificio-balneario, con todas las dependencias propias de esta clase de establecimientos, y tratan por todos los medios de darlo a conocer al público, a cuyo efecto tino de estos días pondrán en circulación y profusamente, un elegante y bien escrito folleto, que contiene entre otros detalles verdaderamente útiles, referentes al balneario, la opinión de gran número de médicos notables que relatan infinidad de casos, en que enfermos desahuciados por la ciencia, han encontrado su completa curación, usando en baños, lavado y bebida, — según los casos — las prodigiosas aguas mercuriales de San Antón.»  

«La eficacia de dichas aguas para la curación radical de las enfermedades de la piel, ha sido comprobada hace muy pocos días por uno de nuestros redactores,  que encontrándose en Orihuela padeciendo hacía tres meses, de una granulación infecciosa espantosa en cuello, piernas y brazos, que le impedía todo movimiento, consiguió su restablecimiento total, con sólo aplicar a las partes doloridas, durante tres días, algodones empapados con aquellas aguas.»  

«Este caso y muchísimos más notables y de gran resonancia, que continuamente se consiguen, y que en Orihuela y pueblos inmediatos, son del dominio público, nos mueven a recomendar a nuestros lectores con todo interés las aguas de San Antón, en la seguridad de que aquellos que padezcan enfermedades de las indicadas, y acudan al repetido Balneario, nos agradecerán haber leído estos mal hilvanados renglones, que son débil demostración de gratitud de un paciente, que a las aguas mercuriales de San Antón debe su actual y excelente estado de salud.»

Balneario y manantial de San Antón.
Etiqueta nacional

La propaganda era brutal. Aquellos jóvenes emprendedores (Antonio Iborra no había cumplido diecisiete años cuando arrancó el balneario) habían montado seguro y lucrativo negocio para ellos y una fuente de riqueza para el barrio y la ciudad.

De los hermanos Iborra Martínez, Antonio se casó con Elisa Lidón Ballesta en febrero de 1912. Dos años después falleció Alberto, en octubre de 1914, víctima de rápida y traidora enfermedad. Tenía cuarenta y nueve años.

La publicidad de la década de 1920 seguía recomendando aquellas aguas para curarlo casi todo «las enfermedades del estómago, el herpetismo, los infartos del hígado y del bazo, las úlceras varicosas y tórpidas, los catarros crónicos, y otras enfermedades que exigían el empleo de mercurio

Como nota curiosa citar que, en enero de 1919, el propio Joaquín Sorolla comió en los Baños de San Antón por cuenta del Ayuntamiento cuando visitó Orihuela. Os dejo un enlace al artículo que narra dicha visita.

Enlace a crónica de la visita de Sorolla.

Los años pasaron; las modas y los gustos cambiaron. Mediados los años veinte, coincidiendo con la Dictadura de Primo de Rivera, la gente de posibles buscaba el ocio, el sol y los baños de placer en la costa. El balneario de San Antón volvió a su función de simples baños al alcance de la gente humilde. Antonio, concejal y teniente alcalde de Orihuela, falleció en mayo de 1930, con sólo cuarenta y ocho años.

Parece ser que las propiedades salutíferas del manantial, solo funcionaron con su viuda, Elisa Lidón, quien vivió muchos años más regentando las instalaciones como «baños de San Antón» hasta los años cincuenta.

La fiesta romería de San Antón.

El Pueblo
Edición N. P. Jesús

Como en todas las ermitas, una vez popularizado el santo, la ciudad acabó acudiendo en romería a pedir sus favores una vez al año, durante su fiesta. Erradicado el “fuego de San Antón”, las virtudes del santo eremita pasaron de medicina a veterinaria; encargado de proteger y sanar a los animales.

Vamos a conocer la fiesta de San Antonio Abad dos épocas diferentes; con dos siglos de diferencia. Montesinos la describe así en el siglo XVIII, cuando estaban los antonianos:

«Todos los años se celebraba la Fiesta del Sto. Patriarca Antonio en su propio día 17 de enero por la ¿Reverenda? corta Comunidad, con asistencia del Clero de la Catedral; todo a sus expensas y de innumerables devotos que llevaban muchas ofertas de cera, aceite, harina, cerdos pequeños y dinero. Misa Mayor, que celebraba un Cura teniente, y Sermón Histórico Panegírico. A la tarde había fiesta con la música de la Cathedral…»

Romería de San Antón en 1907.
Archivo ABC

«En dicho día se sorteaba a las seis de la tarde un “serdo gordo y grande”, del valor de unos 25 o 30 pesos; del que sacarían sobre 200. En todo su recinto, por mañana y tarde, se celebraba “porrate” general (porrat: feria celebrada bajo la advocación de un santo en su ermita o santuario) en el que se vendían todas las cosas imaginables, al más delicado gusto, como eran turrones, confituras, blancos, perniles, longanizas, dátiles, uvas, cardos, naranjas, garbanzos, avellanas; había besamanos, paseo público, carreras de caballos muy bien enjaezados y compuestos; y sobre tres mil personas que concurrían a tan plausible función, a tomar el Pan bendito y a adorar la Sagrada Reliquia del Santo Glorioso, a cuyo eremitorio llevaban los molineros, arrieros y labradores sus bestias; y les daban tres vueltas por su derredor y comían el pan bendito…»

Esta otra es del «El Día» en 1888:

«La tradicional fiesta que todos los años se celebra en San Antón ha satisfecho por completo en el presente las aspiraciones de los concurrentes a tan popular romería. Un gentío inmenso invadía por completo desde las primeras horas de la mañana aquellos sitios; las crestas de elevadas rocas se veían también coronadas de gentes que en amigable consorcio habían concertado una gira en el monte, y esperaban con ansia fuese llegada la hora de devorar el suculento y bien condimentado arroz con costra, propio y exclusivo de este país».

«La pequeña ermita donde se venera y presta religioso culto a San Antonio Abad, no podía albergar más personas; aquél reducido santuario se hallaba por completo invadido de fieles que iban a escuchar de labios del eminente orador sagrado D. Andrés Die, la biografía del Santo».

«Excusamos decir que fueron infinitos los puestos que ocuparon los vendedores exponiendo al público el objeto de sus mercancías, y tenemos que consignar con satisfacción, que el laborioso e inteligente industrial D. Joaquín Reymundo, colocó un precioso kiosco, obra exclusiva de su reconocido ingenio, en donde se servían toda clase de exquisitos dulces y riquísimas pastas».

«Amenizó en la tarde tan bulliciosa fiesta la banda municipal, tocando con fruición bonitas y escogidas piezas de su repertorio. Los vendedores, según hemos oído decir a personas autorizadas, hicieron buen negocio, y la rifa del cerdo, como todos los años, alcanzó un gran contingente. Al sujeto que ha correspondido en suerte el cerdo rifado, se llama José García».

Y esta de prinncipios del siglo XX:

«Luciendo el sol a ratos se celebra la romería a la ermita de San Antón. Un gentío inmenso desfila por aquellos alrededores. Los confiteros y los dueños de carruajes de alquiler hacen su agosto en pleno enero. De los pueblos de la comarca viene bastante concurrencia».

Romería de San Antón a principios del siglo XX.

«Por la mañana dan las caballerías las tres vueltas de costumbre al santuario, después de las cuales los jinetes adquieren rollos del Santo. En las laderas del monte, numerosas familias cantan, corren y se divierten aguardando la hora de comer la clásica paella, guisada al aire libre y condimentada con las más honestas y efusivas expansiones de la alegría».

«Abajo, entre una doble fila de confiteros bien provistos de las bolas de rigor, de vendedores de dátiles, torraos, turrón de panizo y otras golosinas, avanzan los labriegos, quienes después de visitar al Santo, ponen sus cédulas para la rifa del cerdo».

«A primera hora de la tarde suena el acelerado tintineo de los carruajes de alquiler que llegan rebosantes de gente de la ciudad. La banda municipal se sitúa en la puerta de la ermita, ejecutando bonitas composiciones de su repertorio. Pasa la tarde entre música y paseos. Romeros de toda edad y categoría entregan a sus Julietas, como simbólica muestra de adhesión y constancia, las pesadas de bolas».

Romería de San Antón a principios del siglo XX. Colección Antonio Miravete.

«San Antón, las cinco y con sol, dice el refrán; y hasta las cinco no comienza el rápido desfile. Cuando el sol se pone, pliegan sus tenderetes todos los vendedores, recogen las mercancías sobrantes (que han de servir en la fiesta de San Sebastián)».

«Muchas familias pasan el día de gira en el monte y las casas de comidas que por allí cerca se establecen tienen buena venta. Al oscurecer, nadie queda en las cercanías de la Ermita, salvo un corto número de curiosos que asiste a la extracción de la cédula premiada en la rifa del cerdo. Esa es a grandes rasgos la Romería de San Antón».

Por último, vamos a terminar como empezamos, con Julio López Maymón, hablando de la romería y de la rifa, en 1925:

«Es en verdad un acontecimiento oriolano la romería del 17 de Enero, todos los años a San Antón. La Ciudad se traslada, vestida de fiesta al indicado paraje, tan triste y solitario de ordinario; allí se rinde culto a la piedad visitando la Ermita; a la tradición, apuntando la «séula», en las muchas mesas instaladas al efecto; a la costumbre comprando la pesá en los puestos, que en larga fila se extiende, dibujando el camino ligeramente encuestado, que conduce a la explanada llena de gente jubilosa.»

Romería de San Antón.
Juan Fenoll Villegas.

«Antiguamente,  junto al vallado del huerto de palmeras, vecino de la Q. B, se congregaban los carruajes y troncos de lujo. La huerta, indumentada con el vestido típico, con la «ropica» sacada del arca de madera blanca que huele a peros, concurría a oír la Misa que canta la Parroquia del Salvador y el sermón donde se predican las gloriosas «hazañerías» del Santo Cenobita; y después a que las caballerías reciban la bendición y que coman los rollicos mezclados con los piensos.»

«Cuadro de tonos de luz y ráfagas de vida. Acervo de recuerdos de edades y de seres. Día de transformaciones se oye Misa como si fuese día dominical; no se trabaja… cual si estuviésemos en Domingo…; y hasta en la casa más pobre, el yantar es típico… ha de ser; así… el arroz y costra… y las bolas… y el palmito… y el turrón de «paniso» y el de alegría….»

Programa de Fiestas 1985.
San Antón
.

«La rifa dio comienzo en el año 1840, o sea hace ochenta y cinco años; era superintendente don Tomás Veas, Racionero. Con los ingresos se blanqueó la fachada del edificio, se compusieron ornamentos sagrados y otras mejoras; sobraron 436 reales y 21 céntimos que se invirtieron en celebrar Misas al fuero de dos pesetas con cincuenta, céntimos…»

«Todos hemos puesto y seguimos poniendo nuestra «seula al cochino»; no puede concebirse esta fiesta sin esta rifa. La suerte adjudica al puerco, y con lo que rinde el ingreso de ella descontando gastos, se atiende al culto del santo y a la conservación de la casa célebre del santero, y hospedería de los frailes, y hoy habitación del Capellán, y departamento oficial para el señor de San Antón».

La cerda de San Antón.
Manuel Rodríguez.

«Rogar a Orihuela, que siga como hasta aquí, prestando su concurso a esta fiesta tradicional; que el culto a las costumbres de nuestros padres, a las tradiciones de nuestros mayores, es el culto santo a la Patria chica.»

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba)

Un servidor, mi hermana
y mi prima, en San Antón

Bibliografía: «De la Fiesta de San Antón», rebusco tripartito de Julio López Maymón (1925); «Orihuela imaginada, la ciudad en los siglos XVI y XVII» de José Ojeda Nieto; «Compendio Histórico Oriolano» de Joseph Montesinos. «Insalubridad y bonificaciones de almarjales en el Bajo Segura antes de las Pías Fundaciones de Belluga», de David Bernabé Gil.

Archivo Municipal de Orihuela, Libros de Actas; Archivo Histórico de Orihuela, Protocolos; Biblioteca Virtual de Prensa Histórica: El Pueblo, El Oriol, El Diario de Orihuela, El Oriolano, La Comarca, La Crónica, El Día, La Huerta, El Diario Orcelitano, El Social, El Obrero.

Mi agradecimiento a José María Penalva y a José Manuel Dayas.

Y se hizo la Luz

Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.

Y se hizo la Luz.

A mediados del XIX los mecheros de gas desplazaron a las obsoletas velas de cera y a los quinqués de aceite o queroseno.

Sin tiempo para consolidar su difusión por toda España, en el último cuarto de siglo llegaba una nueva y revolucionaria tecnología: la electricidad.

Farol de queroseno.

Al igual que ocurrió con el gas, la ciudad pionera fue Barcelona, donde se creó la primera central eléctrica en 1875.

Diez años después se publicaba el primer decreto para regular las instalaciones.

La implantación de este tipo de alumbrado público aportaba mucho prestigio a los municipios.

Para la sociedad de la época la llegada de la luz eléctrica significaba formar parte de las ciudades más modernas.

Aun así, el alumbrado eléctrico quedó en manos de la iniciativa privada, compitiendo inicialmente con las empresas de gas.

Por toda España se crearon multitud de sociedades que afrontaron los riesgos derivados de una tecnología incierta y precaria.

La lista de usuarios era muy reducida. Sólo comerciantes y ciertas familias acomodadas podían permitirse pagarla.

Por ello, el interés de las primeras distribuidoras se centró en el alumbrado público, un mercado relativamente seguro, a pesar del lamentable estado financiero de los ayuntamientos.

La intervención municipal quedó limitada a la concesión de los permisos de construcción y las licencias para el tendido de cables y alambres aéreos que alimentaban faroles dotados de un arco voltaico con electrodos de carbón.

Como es lógico, las primeras empresas centraron sus esfuerzos en las grandes ciudades buscando la rentabilidad.

El resto de localidades tuvieron que conformarse con modestas instalaciones creadas generalmente por emprendedores locales.

Estas pequeñas centrales llamadas fábricas de luz funcionaban con máquinas alimentadas por combustible, produciendo un fluido de baja tensión y corto alcance.

Central eléctrica siglo XIX.

La primera eléctrica oriolana.

La primera empresa eléctrica oriolana se creó en la primavera de 1893.

El 23 de marzo ante el notario Pedro Turón Lozano se formalizó la escritura de una nueva sociedad mercantil llamada «la luz» con un capital social de 100.000 pesetas.

Su fundamento era la producción de electricidad para alimentar el alumbrado público y particular de Orihuela.

Su primer objetivo, buscar un emplazamiento apartado y a la vez cercano para instalar la central eléctrica o fábrica de luz; un molesto edificio con voluminosos generadores alimentados por combustible y una gran chimenea para extraer los gases que producían. Y lo encontraron en el Partido de San Antón.

Etiqueta de las botellas del Balneario y manantial de San Antón. Archivo Carmelo Illescas Pérez.

En mayo Atanasio García Cubero, alcalde por aquellas fechas, establecía un contrato verbal con su presidente Diego Roca de Togores para venderle una finca urbana que contaba con dos casas con los números 16 y 19 de policía.

Contaban con algo más de cincuenta metros cuadrados cada una; a lo que había que añadir un trozo de terreno inculto que lindaban a levante con el llamado fuerte de San Fernando, a sur y poniente con el que fue huerto de los dominicos y al norte con el Camino de San Antón.

Archivo Celia Senén.

En mayo de 1894 comenzaron las pruebas en la «fábrica de la luz» utilizando focos de diferentes intensidades con resultados brillantes.

El lunes 21 del mismo mes el obispo Juan Maura otorgó su bendición a las instalaciones y puso los nombres de «María de Monserrate» y «Roca de Togores» a aquellas máquinas que iban a hacer de la noche, día.

Obispo Juan Maura y Gelabert. Retrato autógrafo.

Los inicios fueron costosos y muy complicados, dejando el servicio mucho que desear.

Durante  todo el verano se sucedieron las quejas por incumplimiento del pliego de condiciones: el fluido era escaso; faltaban guías; en las calles estrechas habían sustituido las prometidas lámparas de dieciséis por otras de diez; y para colmo, a la una de la madrugada la ciudad quedaba totalmente a oscuras.

A pesar de todo para la feria de aquel año se alquilaron las casetas con un suplemento de cinco pesetas por suministro e instalación de luz eléctrica; aunque para ello se suprimió el fluido en los sitios «más apartados y menos transitables de la población».

Charles Clifford. Orihuela. Vista general de la ciudad 1862. Colección Javier Sánchez Portas.

Ante la falta de recursos para cumplir con el pliego de condiciones, el 31 de Marzo de 1895 la Junta General de Accionistas acordó ampliar el capital social en 70.000 pesetas, emitiendo 140 nuevas acciones al precio de 500 cada una, lo que permitió que modestos ciudadanos participasen con los mismos derechos y deberes que los socios fundadores.

El 27 de octubre de 1897 Alejandro Roca de Togores y Pérez de Meca, militar retirado, acudió al notario como representante de la sociedad para comprar la finca apalabrada por 7.000 pesetas.

Atanasio García, ya desposeído de la vara municipal, se reservó la propiedad de las aguas y el derecho de entrada al nacimiento, cuyo uso concedió a «La luz».

La «fábrica de la luz» en San Antón.

Finalizando la centuria, la sucesión de inventos provocaron multitud de cambios. Las lámparas de arco fueron sustituidas por novísimas bombillas incandescentes más baratas y fiables.

Otro adelanto decisivo lo aportó Tesla con la corriente alterna, permitiendo transportar la energía a largas distancias.

Poco a poco se fue popularizando el uso de la electricidad en domicilios particulares; aunque seguía siendo un lujo demasiado caro.

Huerto del Colegio de Santo Domingo. Al fondo la «Fabrica de la Luz». J. David photography, París. Fechada el 2 de septiembre de 1.901. Colección Jesús R. Tejuelo.

A principios del siglo XX la mercantil oriolana estaba al borde de la ruina. El gasto en consumo de combustible para sus máquinas superaba el importe de las cuotas abonadas por los clientes.

El director técnico, apellidado Gandía, dictaminó que la causa de este déficit era el «hurto de fluido».

Y es que, en principio, no utilizaban contadores; la empresa concertaba un pago fijo con el consumidor en función del número y potencia de las bombillas contratadas dando lugar a la picaresca:

Es sabido que los abonados de mala fe, en aquellos puntos donde no se emplean los contadores, se valen para intercalar más lámparas, de alfileres, trocitos de alambre o cualquier otro medio que les sugiere la malicia.

Sin más comprobaciones la junta directiva acordó modificar los contratos sustituyendo el recibo de luz fija por el pago condicionado a un contador.

El problema radicaba en como adquirir los contadores en un momento en el que la sociedad carecía de recursos.

Publicidad de Sturges y Foley.

Decidieron vender cien acciones por el 65% de su valor a Sturges y Foley, unos británicos domiciliados en Madrid que distribuían maquinaria industrial y agrícola.

Con el dinero recibido adquirieron los contadores; pero en número insuficiente para cubrir a todos los abonados. Esto generó una complicada situación en la que los recibos por contador llegaban a importar el triple que los que carecían de él.

Además, estos últimos, quedaban en condiciones de seguir defraudando a base de enganches ilegales.

Publicidad de Sturges y Foley.

En diciembre de 1901 las dificultades económicas se acentuaron; la sombra de la quiebra planeaba sobre «la luz».

El principal acreedor era la citada sociedad Sturges y Foley, con un crédito de 60.000 pesetas asegurado por la escritura del edificio y su maquinaria.

En caso de liquidación de la sociedad, los ingleses tenían las espaldas cubiertas; o eso pensaban.

Una de las cláusulas de concesión por parte del Ayuntamiento disponía que en caso de quiebra el material y cuanto comprendiese a la instalación quedaba a disposición municipal en concepto de propiedad.

Tras deducir los perjuicios que ocasionase la interrupción del suministro según los años transcurridos -habían firmado cincuenta-, abonarían el resto.

El asunto quedaba, utilizando las palabras de la prensa local, entre el interés de los ingleses y el de «los hijos de la Armengola»; y por supuesto el Consistorio oriolano debía defender a la población por encima de los de los accionistas, por importantes que fueran.

La visita del Señor Sturges prometiendo remitir los contadores necesarios antes del mes de abril tranquilizó a la junta directiva; pero no a los pequeños accionistas.

Sobre todo cuando corrió la noticia de que estaban a punto de comenzar las obras de una nueva central  para establecer un moderno alumbrado eléctrico «de sol a sol».

Molino de la Ciudad antes de las obras que lo convirtieron en central eléctrica. Sabiendo que dichas obras se realizaron entre los años 1902 y 1905, tenemos una imagen del siglo XIX, posiblemente la del primitivo molino edificado en el siglo XVIII. Colección Jesús R. Tejuelo.

El Molino de la Ciudad.

En noviembre de 1901 el acaudalado empresario Pío Wandosell compró un lote de  dieciséis fincas entre Orihuela y Murcia. 

Una de ellas, llamada «Molino de la Ciudad», incluía un viejo molino harinero de cereales y pimentón con seis compuertas, seis ruedas motrices, seis muelas, seis soleras, seis tablas y lo más importante: un hermoso salto de agua.

Pío Wandosell Gil. 1910.

Ya he dicho que Tesla había revolucionado el transporte de fluido con la corriente alterna. Este descubrimiento permitía explotar recursos hidráulicos situados a cierta distancia del núcleo urbano.

Molino de la Ciudad.

Los generadores para alumbrado instalados en molinos se multiplicaron convirtiendo estas instalaciones en «fábricas de luz»; poseer un salto de agua cercano suponía una clara ventaja para competir en el mercado eléctrico aprovechando una energía gratuita.

Molino de la Ciudad. Colección Jesús R. Tejuelo.

Para contrarrestar el efecto entre los inversores, en Orihuela se hicieron correr rumores interesados anunciando que la energía hidráulica no sería suficiente para conseguir la fuerza motriz necesaria.

Wandosell los acalló con la visita de Gustavo Boetticher, cofundador de la sociedad «Boetticher y Navarro» y concesionario de la marca Siemens.

Pío Wandosell junto a Emilio Castelar y otros políticos del Partido Republicano Liberal.

Este prestigioso ingeniero alemán, especialista en maquinaria para aprovechamiento hidroeléctrico, certificó la potencia de la central en quinientos caballos.

Tan pronto tuvo en sus manos la escritura de constitución, don Pío lanzó a sus representantes a la búsqueda de abonados.

Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.

Mientras tanto, en la junta general ordinaria convocada el 9 de febrero de 1902 en los salones de la Unión Agrícola, los accionistas de «la luz» pedían la destitución de la directiva a la que exigían responsabilidades.

Sabían que la inmediata puesta en marcha del Molino de la Ciudad acabaría con toda esperanza de recuperación; así que lo mejor era salvar lo posible.

Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.

Las obras del molino comenzaron en 1902 y duraron tres años. Aprovechando la situación y para eliminar la competencia, Pío Wandosell hizo una oferta de compra por todas las acciones.

Pero no consiguió llegar a un acuerdo con los ingleses  Sturges y Foley. Y decidió competir hasta aniquilar a los de «la Luz».

Para evitar enemistarse con sus futuros clientes, mantuvo su oferta de compra a precio razonable de todas las acciones de modestos inversores oriolanos.

En 1908, la fábrica eléctrica «Molino de la Ciudad» se anunciaba en las guías arco con todos los aparatos y adelantos modernos.

Fábrica de luz eléctrica, propiedad del acaudalado minero y rico propietario de Cartagena, Pío Wandosell, el cual la ha montado donde se produce el fluido con todos los aparatos y adelantos modernos, en el sitio denominado Molino de la Ciudad, situado en medio de un bellísimo paisaje de la Puerta de Murcia, habiéndolo levantado de planta, y construido en el referido sitio un soberbio edificio. 1908.
Fábrica de luz eléctrica «Molino de la Ciudad». 1908.
Fábrica de luz eléctrica «Molino de la Ciudad». 1908.

Por fin, el 2 de mayo de 1914, Pío Wandosell solicitó el traspaso del alumbrado público de la sociedad «La luz» al Molino de la Ciudad.

Pío Wandosell en 1911, Fundación Cajamurcia.

El Ayuntamiento, encabezado en esos momentos por su hijo Adolfo, exigió garantías de que la sequía estival o las inundaciones no iban a cortar el suministro.

José Ferrer Fuster, mecánico y constructor de maquinaria, certificó que disponían de dos motores de gas, suficientes para solucionar las posibles emergencias. Y el traspaso le fue concedido.

Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.
Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.
Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.
Molino de la ciudad. Antonio Ballester Vidal.

¿Qué pasó con el edificio de «La luz»?

En noviembre de 1927, la sociedad Eléctrica Wandosell cedió gratuitamente al Ayuntamiento el edificio de la antigua fábrica de la Luz.

El Consistorio planteó la posibilidad de que el Estado dejase de contribuir con el pago del alquiler de la casa cuartel en la Casa del Paso, ofreciendo el edificio para ser destinado a la Guardia Civil.

En mayo de 1928, el teniente del puesto preguntó al alcalde si, antes de cinco meses, podían hacer las obras necesarias para ser ocupado.

Como era habitual, el municipio carecía de fondos y el proyecto nunca llegó a materializarse.

Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas.

El 22 de octubre de 1931 el nuevo Consistorio republicano desarrolló una moción para su venta en las mejores condiciones posibles, «ya que no produce beneficio alguno y por el mal estado en que se encuentra».

Se acordó que fuese tasado por el maestro de obras del Ayuntamiento para sacarlo a subasta. 

El asunto quedó paralizado y en septiembre de 1932 se ofreció de nuevo al Estado; esta vez para construir una nueva cárcel a cambio de convertir la de la Carretera de Beniel en matadero.

Tampoco prosperó la nueva propuesta.

La cárcel en la Carretera de Beniel.

En abril de 1937, tras ser valorado en 5.000 pesetas «debido a su estado ruinoso», se anunció la correspondiente subasta para su enajenación. 

La misma tuvo lugar el 12 de junio y solamente concurrió un postor: Pascual Soriano Hellín, quien se hizo con él por la cantidad de 5.000 pesetas con 50 céntimos.

En el verano de 1939, finalizada la Guerra Civil, el consistorio falangista anuló la subasta del edificio alegando defecto de forma. 

Pascual Soriano, ultimo alcalde republicano, fue declarado en paradero desconocido (había huido en el Stanbrook);  y el edificio volvió a manos del Ayuntamiento.

El Stanbrook en el puerto de Alicante.

En marzo de 1940 el rector del Colegio Santo Domingo reclamaba la demolición de unas «obras realizadas por los rojos» en la antigua «fábrica de La luz». Dichas obras  menoscababan la propiedad del huerto del colegio, colindante.

El Ayuntamiento había arrendado la antigua fábrica a la Sociedad QUISA (química insecticida S.A), fundada por Jesús Botella Brotóns y Eusebio Escolano entre otros.

Convento de Santa Lucía. Colección Javier Sánchez Portas.

Por otra parte, el solar del desaparecido convento de Santa Lucía, se había convertido en un peligro para la higiene y en un atentado al ornato público.

Restos Convento de Santa Lucía. 26 de junio de 1941. Archivo Marieli Zerón.

En el verano de 1941 Jesús Botella Brotóns propuso «La permuta del solar de las monjas de Santa Lucía cuya compra tiene concertada por el antiguo edificio de «La Luz» que tiene arrendado el Ayuntamiento mediante el abono de la diferencia de precio que arroje la peritación».

Cediéndoles el vetusto edificio extramuros de la ciudad darían a las religiosas el albergue que necesitaban y «se haría una justa y pública reparación a la ya nombrada comunidad de religiosas del acto vandálico cometido por los rojos, reduciendo a escombros su único patrimonio».

Para ello solicitaron la oportuna autorización al Ministerio de la Gobernación y el 25 de Septiembre de 1941 el gobernador civil les anunció la imposibilidad de efectuar la permuta sin antes realizar un peritaje con la valoración de ambos inmuebles.

Un mes después, el maestro de obras del Ayuntamiento tasaba el edificio «Fabrica de la Luz» en 26.000 pesetas y el solar del convento de Santa Lucía en 24.385, quedando legalizada la permuta.

El 15 de enero de 1942 Eusebio Escolano reunió al consejo de la empresa Insecticida Química S.A. para comunicarles que, a Jesús Botella, gerente de dicha sociedad a cuyo nombre estaba el arrendamiento del local que ocupaba la fábrica, le habían ofrecido adquirirlo con las siguientes condiciones:

El ayuntamiento permutaba el edificio con las dominicas de Santa Lucía por el solar del convento destruido por los rojos. Y a su vez, las monjas, les venderían el edificio contando ya con la autorización de la Santa Sede.

Las condiciones que marcaba el Ayuntamiento eran las siguientes. Pagarían a las dominicas 60.000 pesetas. Para el desescombro y ornato de la plaza resultante del solar del convento 20.000 más.

Y otras 20.000 que el consistorio debía a los PP Jesuitas por el fallo a su favor del juicio por las obras y apertura de ventanas en la pared medianera que hicieron durante el «periodo rojo».

Restos Convento de Santa Lucía. 26 de junio de 1941. Archivo Marieli Zerón.

Eusebio Escolano dejó claro que solo tendrían justificante en escritura pública de lo pagado a las monjas y justificante del maestro de obras que realizaría el desescombro y ornato de la plaza.

Pero en lo referente a los jesuitas, sería una entrega por cuenta del Ayuntamiento, sin justificante.

En cuanto a la forma de pago, Escolano aconsejó pedir un crédito. Carlos Bofill sugirió hacer una ampliación de capital, aportando el dinero los consejeros y ahorrándose el interés bancario.

Primitiva Plaza de Santa Lucía a mediados del siglo XX. Archivo Marieli Zerón.

Escolano, Botella y Bofill se mostraron dispuestos a poner su parte. Pero los otros dos consejeros afirmaron no disponer de dicha cantidad en ese momento.

Tras la correspondiente deliberación, se acordó facultar a Eusebio Escolano para comprar y escriturar el edificio situado en el Barrio de San Antón, con el número 1 de policía; cuyos lindes eran: al norte y oeste, el Camino de San Antón; al Sur, el huerto de los PP Jesuitas; y al este, la carretera de Alicante.

El precio cien mil pesetas. Dicha cantidad la pondrían a partes iguales Escolano, Botella y Bofill.

Y les sería devuelta en cuanto a ellos les conviniese haciendo la petición diez días antes. O dejándolas como pago a cuenta de las acciones en la futura ampliación de capital.

Primitiva Plaza de Santa Lucía a mediados del siglo XX

Culminada la operación, las dominicas se hicieron con el Seminario Menor; es decir, el antiguo convento de la Trinidad donde hoy permanecen.

Claustro Seminario San José. Antiguo convento de Trinitarios.
Claustro de la Trinidad en la actualidad. Ajomalba.
Hermanas Dominicas. Fotografía José M. Pérez Basanta.
Convento de la Trinidad en la actualidad. Fotografía José M. Pérez Basanta.
Exterior fábrica de insecticidas QUISA.
Interior fábrica de insecticidas QUISA.

Muchos años después, tras una profunda reforma pasó a ser discoteca «Momentos».

A final, el edificio acabó demolido en los años noventa; y el terreno absorbido por el vecino colegio.

En cuanto al Molino de la Ciudad, tras una interesada restauración pagada a precio de oro por la Unión Europea, se pudre en el abandono.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Adaptación y ampliación de un viejo artículo publicado en 2003.

Molino de la Ciudad en ruinas. Fotografía Vicente Muñoz Navarro.
Programa de Radio.
Vídeo.

José María Muñoz y Bajo de Mengibar: esplendor y ocaso del «héroe de la caridad».

Litografía 1881. Colección Javier Sánchez Portas.

La Riada de Santa Teresa.

El 15 de octubre de 1879,  una terrible inundación pasó a la historia de nuestras desgracias con el nombre de «Santa Teresa».

Después de ciento treinta y nueve años, aquella riada sigue siendo la más famosa, la primera de la que tenemos imágenes.

El Guadalentín en Lorca, 1879.  «La Ilustración española y americana», núm. 40.

La tragedia se fraguó la víspera, en Almería; una fuerte tromba de agua desbordó el río Guadalentín.

Cuando el afluente volcó su caudal en un Segura ya muy crecido, formaron un mortífero frente de agua y lodo que se fue abriendo paso buscando el mar; una ola destructiva que arrasó la vega, de Murcia a Guardamar.

Riada de Santa Teresa en Murcia. 1879. «La Ilustración española y americana», núm. 40.

A la capital llegó sobre las dos de la madrugada superando ampliamente la protección del Malecón. Inundada la fábrica del gas, Murcia quedó completamente a oscuras. 

El agua corrió libremente por sus calles desatando un infierno iluminado tan sólo por antorchas. Las campanas de la Catedral tocaron a rebato seguidas por las de todas las parroquias y conventos,  mientras el hospital y la cárcel quedaban sepultados por el agua.

Pinchad la siguiente imagen para acceder a un curioso vídeo de Esteban Linares.

1879. Murcia, riada de Santa Teresa. «La Ilustración española y americana», núm. 40. Enlace.

En la huerta, las alarmas se transmitieron a través de cuernos y caracolas. Anegadas las acequias y desbordado el Reguerón, el agua derribó las barracas borrando huertos y caminos. 

Casas destruidas en el camino de Beniaján. Archivo General de la Región de Murcia.

En pocas horas, la Vega del Segura quedó sepultada por el lodo. Las cifras totales de la catástrofe fueron impresionantes: centenares de muertos y miles de familias que lo perdieron todo.

Riada de Santa Teresa en Murcia.

En Orihuela y su huerta los daños materiales fueron también incalculables. La tremenda riada alcanzó alturas históricas, marcando el agua casi cuatro metros en la Corredera.

Orihuela. Ceremonia del ramo de la virgen en el Puente Viejo.
Distribución de comida en la Corredera. La Ilustración Italiana. Noviembre de 1879.
1879. Orihuela, riada de Santa Teresa. «La Ilustración española y americana», núm. 40.
1879. Orihuela, riada de Santa Teresa. «La Ilustración española y americana», núm. 40.

Pero las trágicas noticias de lo ocurrido en el día anterior evitaron las desgracias personales. Cuando la crecida llegó a Orihuela, su población se había puesto a salvo buscando las zonas altas.

«Las inundaciones en España. Los habitantes de la llanura huyendo hacia Orihuela buscando refugio». En prensa británica.
España. El curso del Segura a través de Orihuela en tiempo ordinario. Prensa francesa.

La tragedia fue descrita al detalle por un gran número de diarios a nivel nacional, destacando especialmente la campaña emprendida por «el Diario de Murcia».

Este periódico abrió una suscripción popular en auxilio de los damnificados, una iniciativa que pronto alcanzó difusión internacional. Las terribles imágenes conmovieron al mundo.

El Diario de Murcia, 15 octubre de 1879.

Un periodista francés propuso editar una publicación monográfica cuyos fondos se destinaron íntegramente a las víctimas.

Aquella revista, en la que participaron ilustres personalidades de la época, se tituló «Paris-Murcie».

Portada de la revista Paris-Murcie. 14 de diciembre de 1879.

Gracias a una carta abierta, el citado diario murciano consiguió también que Alfonso XII se desplazase a las zonas afectadas.

En Orihuela recorrió sus enlodadas calles y rezó ante la imagen de la Patrona, a la que prometió una corona de oro. En aquella visita se retituló la Plaza del Salvador con su nombre: Plaza de Alfonso XII.

Grabado que ilustra la visita de Alfonso XII. Alcantarilla.

José María Muñoz, el «héroe de la caridad».

Colección Javier Sánchez Portas.

José María Muñoz y Bajo de Mengibar nació en abril de 1814, en Cabezuela, un pueblo del Valle del Jerte en la provincia de Cáceres.

Era hijo de Alonso Muñoz, destacado guerrillero en la lucha contra Napoleón que durante la primera Guerra Carlista abrazó la causa del pretendiente. Murió fusilado por el ejército isabelino en 1834, en Plasencia.

Partida de nacimiento de José María Muñoz.

Nuestro protagonista había ingresado en el Seminario con el propósito de ordenarse sacerdote; pero la trágica muerte de su padre cambió sus planes.  Abandonó los estudios, tomó las armas y acabó incorporándose a las filas carlistas.

Aquella guerra terminó cinco años después con el famoso «abrazo de Vergara». Gracias al pacto, los empleos y grados del ejército carlista quedaron reconocidos, pudiendo servir a Isabel II acatando la Constitución. Pero el joven Muñoz abandonó la milicia.

Colección Javier Sánchez Portas.

En 1840 era secretario del Gobierno Civil de Gerona, localidad donde contrajo matrimonio con la gerundense Carlota Ortiz, quien le dio dos hijos.

José María pronto empezó a destacar en los negocios tocando muchos palos: comerciante de harinas, tabacos y ganado; empresario en fundiciones y minas. 

En pocos años acumuló una considerable fortuna que le permitió saltar a la capital, donde se dedicó a la construcción y a la bolsa.

El éxito financiero le abrió las puertas de la Administración, alcanzando el puesto de Contador del Tribunal de Cuentas del Reino.

Por esas fechas se instaló en el centro de Madrid, en la calle de Tetuán, viviendo como un acaudalado hombre de negocios en la corte de Isabel II. Hasta que el cambio de Gobierno provocado por «la Gloriosa» le apartó de cargo en 1869.

Tras un largo viaje por América llegó a Alicante, donde decidió pasar el resto de su vida dedicado a la filantropía. Dijeron de él las malas lenguas que con las obras de caridad trataba de expiar algunos pecados.

Pero lo cierto es que decidió emplear parte de su fortuna en proyectos altruistas en Cabezuela, su localidad natal; y en Alicante, la adoptiva.

Y en esas, la riada se Santa Teresa le procuró su gran oportunidad de pasar a la historia.

Mientras el Gobierno, desbordado por la magnitud de la tragedia, preparaba el plan de emergencias, Muñoz se puso manos a la obra. Dicen que seguía un lema: «primero ayudar, luego rezar».

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Muñoz repartió entre los damnificados dos millones de reales; cien mil duros, como reza al pie de sus estatuas; una auténtica fortuna de la época que quiso entregar personalmente en las poblaciones afectadas.

El generoso donativo llamó la atención de la prensa y el retrato del filántropo extremeño se popularizó a nivel internacional.

El Diario de Murcia publicó una carta en su portada calificándolo como «uno de esos gigantes, faros luminosos, estrellas esplendorosas que guían y alumbran a la Humanidad».

Las Junta de Socorro, tras consultar a pedáneos, párrocos y vecinos, confeccionaron listados de beneficiarios, y en cada Ayuntamiento se escenificaron pomposas ceremonias de reparto.

1879. «La Ilustración española y americana», núm. 40.

Acompañados por bandas de música, a los actos acudieron obispos, gobernadores, diputados, concejales y, por supuesto nuestro filántropo, quien recibía personalmente el calor y agradecimiento de las multitudes congregadas.

Cuentan que recorrió las zonas devastadas en tren, en carro; y, si no era posible, a lomos de caballos o mulas. Así, repartido en lotes, aquellos desgraciados, uno a uno, recibieron el dinero de manos del propio Muñoz.

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Pronto empezaron los reconocimientos oficiales: Cabezuela del Valle, su localidad natal, le nombró Hijo Predilecto y mandó fundir un busto en su honor.

José María Muñoz en Cabezuela. Autor A. Yerro. Fundidor Vicente Ríos.

Las ciudades de Alicante, Murcia, Orihuela y Cuevas de Almanzora le nombraron hijo adoptivo; dedicándole calles y otros homenajes.

Benemérito de la provincia de Alicante, el Gobierno le concedió la Gran Cruz de Beneficencia, ignorando una propuesta para nombrarlo Marqués de la Caridad.

En Orihuela, donde había socorrido a un centenar de familias, el «Héroe de la Caridad» recibió una corona de plata bendecida por el Obispo Pedro María Cubero con la inscripción:

«Al insigne Sr. Muñoz por su generoso desprendimiento en 27 de Octubre. Orihuela agradecida».

El Constitucional. 25 de marzo 1880: Orihuela, 23 Marzo 1880. Sr. Director del Constitucional. Mi estimado amigo: Todo cuanta haga en obsequio del Sr. Muñoz será poco, pues nada hay en el mundo de que no sea merecedor, por los grandiosos actos de caridad de que no hay otro ejemplo; por eso los pueblos en que tantas lágrimas ha enjugado, haciendo con sus dones la dicha de las familias más afligidas y desgraciadas por la inundación, corresponden agradecidos, de la mejor manera que pueden hacerlo y no dudamos que el Gobierno de S. M. concederá la gracia, tiempo hace reclamada por la opinión pública y por la ciudad de Cuevas y otras poblaciones.

Comprendiendo esto Orihuela, se está ocupando en los preparativos, para solemnizar en el próximo domingo de Pascua, la coronación del Sr. Muñoz que será una gran fiesta a que concurrirán los forasteros y extranjeros que pensaron hacerlo el día de San José en que debió tener efecto el referido acto el cual tendrá lugar de once a doce de la mañana en los salones consistoriales, con asistencia del señor Obispo y de nuestro dignísimo Gobernador Sr. Santamaría, Junta de Socorros, Ayuntamiento y demás corporaciones y autoridades y todo el vecindario en que rebosa el entusiasmo por ese hombre extraordinario.

Después de la ceremonia, irá la comitiva a la calle de Mancebería, una de las principales y más perjudicadas por la inundación, para descubrir los rótulos de su nuevo nombre, calle de Muñoz, y bendecirla; y estará adornada con colgaduras, como toda la ciudad, con ramos, flores y arcos, iluminación y fuegos artificiales; por la noche todo lo que significa el triunfo de la virtud más sublime; la más digna del hombre y la más querida de Dios, la caridad.

Después habrá recepción en casa de los señores Rebagliato, quienes inspirándose en sus nobles y caritativos sentimientos en su amistad para el Sr. Muñoz, y en las entusiastas manifestaciones de sus convecinos, no han perdonado medio para que la artística y bellísima corona de plata y oro destinada al Sr. Muñoz, sea digna de su cabeza y que los festejos, sean también dignos del héroe de la caridad.

Seguro de que en esa capital se leerá con gusto la solemnidad que Orihuela prepara en obsequio del Sr. Muñoz, me permito darle los anteriores detalles. Con este motivo se despide de V. su afectísimo S. S. y A., JR.

En marzo de 1880, la calle de la Mancebería fue rotulada e inaugurada como calle de Muñoz.

Colección Javier Sánchez Portas.

La Correspondencia de España. 31 de marzo 1880: Orihuela, 31. 11,15 mañana. Se ha solemnizado con gran pompa el acto de coronar al Sr. Muñoz, asistiendo el gobernador civil de la provincia, el obispo de la diócesis, las autoridades, corporaciones y un gentío inmenso.

Seguidamente, con entusiasmo indescriptible, descubriose la lápida de la calle de «Muñoz», cuyos vecinos pobres fueron socorridos con dinero contratando la reconstrucción de seis casas, arruinadas por la inundación en dicha calle, nombrando una junta para las obras y dejando fondos para ellas.

Anoche hubo sorprendentes fuegos artificiales y otros festejos en honor del ilustre filántropo Sr. Muñoz, que sale mañana para Murcia siguiendo su cuarta expedición caritativa.

Colección Javier Sánchez Portas.

Las cuatro estatuas de Muñoz.

Muñoz en la Plaza Camachos de Murcia, donde permaneció más de treinta años.

Como ya he dicho, la prensa difundió su gesto altruista; y en la cima de su popularidad, iniciaron una suscripción popular para levantarle un monumento.

Lo recaudado dio para cuatro estatuas de bronce de tamaño natural, que se fundieron en los talleres de Federico Roviralta, en Santander.

Membrete de la fundición.

Según reza al pie de las esculturas, siguieron el modelo diseñado por un tal Federico de la Vega, escultor del que no he podido encontrar información.

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La primera se inauguró en Orihuela; en mayo de 1886 una comisión ciudadana se dirigió al Ministerio de la Gobernación solicitando una de las cuatro estatuas destinadas a perpetuar la memoria de José María Muñoz.

La prensa local recibió la noticia con alborozo:

El diario de Orihuela. 21 de julio 1886: LA ESTATUA DE MUÑOZ. Como decíamos en nuestro número anterior, en la Alcaldía de esta ciudad, se ha recibido la Real orden, por la que se autoriza a la Excma. Corporación Municipal, para que se coloque en la plaza de la Constitución, la estatua del célebre filántropo Excmo. señor D. José María Muñoz.

El ser ingrato es un crimen. La gratitud es una ley; y nosotros haciéndonos intérpretes del sentimiento público, enviamos al ilustre patricio, el testimonio de nuestra gratitud, en nombre de los pobres que socorrió en aquélla terrible y aterradora fecha.

La Corporación Municipal quedó autorizada para colocar al célebre filántropo en la Plaza de la Constitución.

Las obras de cantería para el pedestal salieron a pública subasta; y en 1887, su estatua estaba instalada en la plaza más céntrica de Orihuela, frente a al edificio del ayuntamiento.

Montaje de confección propia. La estatua de Muñoz insertada sobre una fotografía de la Plaza Nueva. Colección Javier Sánchez Portas.

La de Cuevas de Almanzora se inauguró solemnemente el 12 de noviembre de 1888. Al igual que en Orihuela, el sitio elegido fue la Plaza de la Constitución, frente al ayuntamiento.

Fotos antiguas de Almería.

La de Murcia, un mes después, el 13 de diciembre del mismo año. El arquitecto municipal, José Marín Baldó, diseñó un espectacular pedestal que triplicaba el tamaño de la estatua, colocándola en la Plaza de Camachos.

Muñoz en la Plaza Camachos de Murcia.

En Alicante, por expreso deseo de Muñoz, tuvieron que esperar a su muerte.

El «héroe de la caridad» dejó este mundo el 8 de junio de 1890, a consecuencia de una hepatitis. 

Doce días después colocaron la última estatua sobre un pedestal de cuatro metros de altura, en la plaza o paseíto de Ramiro; un romántico y recoleto jardín urbanizado cinco años antes.

Estatua de Muñoz en Alicante. Plaza Ramiro.

La trayectoria posterior de las cuatro gemelas fue diferente. Curiosamente, la última colocada, la de Alicante, fue la que menos duró en su emplazamiento; tan sólo ocho años.

Alicante. Plaza Ramiro.

En 1898 fue retirada por orden del alcalde, a quien no gustó el resultado artístico. A decir verdad, pocos fueron los halagos y muchas las críticas por el aspecto de las esculturas.

Fotografía Ajomalba.

El regidor alicantino pretendía fundirla y levantar un nuevo monumento digno de semejante varón y de la ciudad de Alicante.  Pero al final, acabó en un depósito municipal rodeada de trastos.

En los ochenta del siglo pasado, un periodista la encontró arrumbada en la Antigua Cochera de Tranvías. Y aunque parezca increíble, acabó vendida al peso. Unos chatarreros de San Vicente pagaron por ella 30.000 pesetas.

Cuando la noticia llegó a la prensa intentaron recuperarla; el Ayuntamiento de Cabezuela del Valle, donde Muñoz es venerado, estaba también interesado. Pero no lograron rebajar el precio: sus nuevos propietarios exigían por ella un millón de las antiguas pesetas.

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En Orihuela, antes de terminar la centuria, el emplazamiento del «campeón de la caridad» estaba muy deteriorado; con el jardín arruinado y la verja sin barrotes. 

La independencia. 8 de julio 1895: La estatua de D. José María Muñoz se encuentra en lamentabilísimo estado. ¡Que abandono! Ya no queda ni señal de que allí ha existido un jardincito muy bien arreglado.

De la verja que rodea al Sr. Muñoz han desaparecido la mayor parte de los barrotes. Aquello se ha quedado exclusivamente para que los chiquillos se entreguen a sus entretenimientos inocentes.

Colección Javier Sánchez Portas.

En el otoño de 1900 el Ayuntamiento cambió al señor Muñoz por una fuente pública.

Y al héroe de la caridad lo destinaron en principio a la plaza de la Pía; pero allí pensaron que sería un estorbo los martes, cuando instalasen el mercado de aves.

Plaza de la Pía con la Inmaculada en el sitio que le negaron a Muñoz.

Y así fue como nuestro filántropo acabó desterrado en Monserrate, donde todavía permanece.

La calle se la quitaron en 1940 para homenajear a Luis de Rojas, «Caído por Dios y por España»; y últimamente ha recuperado el título de Mancebería.

Fotografía Ajomalba.
Plaza de Monserrate. Ministerio de Cultura.

La de Murcia aguantó poco más de treinta años; hasta que la reforma de la plaza obligó a retirarla. Durante diez permaneció tumbada en el patio del Ayuntamiento.

En el verano de 1931 propusieron que ocupase el pedestal de un San Francisco destrozado meses antes, en la proclamación de la II República.

Finalmente la reubicaron en el Paseo del Malecón, sobre un modesto pedestal.

Muñoz en el Malecón de Murcia, con otro pedestal.

Solamente la de Cuevas de Almanzora permanece en su ubicación original; y guarda una curiosa historia narrada por el famoso periodista Carlos Herrera, natural de dicha localidad.

A principios del siglo XX aplicaron al señor Muñoz un barniz oscuro para proteger el bronce de las inclemencias.

Esta circunstancia provocó que el pueblo comenzase a llamarlo «el Santo Negro». Y con ese nombre quedó para siempre; a pesar de que fue «aclarado» y puesto a punto muchos años después.

Muñoz en Cuevas de Almanzora (Almería). José Antonio Ruiz Peñalver.

En 2014 el Ayuntamiento de Cabezuela del Valle celebró el bicentenario del nacimiento de su ilustre hijo y presentó una completa biografía.

«José María Muñoz, el heróe de la caridad». Bicentenario de su nacimiento: Cabezuela, 1814-2014.- Autor: Fernando Flores del Manzano Publicado por el Ayuntamiento de Cabezuela del Valle.- 2014.-

Murcia aprovechó la efeméride para adecentar la escultura del Malecón; limpiando el pedestal de pintadas.

Fotografía Ajomalba.

En Orihuela nadie se acordó de Muñoz ni de su aniversario. Así pues, no es de extrañar que muchos vecinos no sepan quien fue ese señor con levita que en Monserrate habita…

El olvidado «Héroe de la Caridad».

Fotografía Ajomalba.
Fotografía Ajomalba.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Enlace a un vídeo del programa que realicé para Radio Orihuela Ser. Pinchad la siguiente imagen.