El terremoto de 1829 en el «Diario Balear».
Como en esta especie de «oriolapedia» que estoy fabricando no podía faltar un artículo sobre el suceso más dramático acaecido en nuestra comarca durante la primera mitad del siglo XIX; aprovecho un afortunado tropiezo para componerlo a través de un diario palmesano que publicó algunos testimonios sobre el terremoto del 21 de marzo de 1829.
El «Diario Balear» se editó en Palma de Mallorca durante la primera mitad del siglo XIX; concretamente entre los años de 1814 y 1836 con varias interrupciones y cambios de nombre motivados por los acontecimientos políticos. Además de información local ofrecía noticias nacionales (como es el caso); y del extranjero.
En los inicios de la prensa periódica, este diario publicó una crónica del terremoto a través de cartas enviadas desde diferente poblaciones. El propio redactor reconocía que el suceso se iría «fijando con más precisión a medida que llegasen noticias».
Mientras tanto presentó «un fiel extracto de varias cartas llegadas de diversos puntos, en que se ha hecho sentir esta desgracia». Reconocía que recopilando y contrastando toda la información contenida en las cartas hubiera podido escribir una narración más ordenada y precisa; pero escogió «la fidelidad de la misma narración y el lenguaje de los corresponsales que la trascriben».
Yo he decidido hacer lo mismo. Lejos de escribir sobre un tema suficientemente estudiado, prefiero ofreceros las primeras impresiones que el escaso público nacional que sabía leer y tenía acceso a la prensa recibió tras aquel horrible suceso sin precedentes.
El día 7 de abril, cuando ya habían pasado dos semanas, el «Diario Balear» publicó la breve noticia de un terremoto sentido en Madrid.
El 21 del corriente sobre las seis y 20 minutos de la tarde se sintió en Madrid y otros puntos inmediatos una ligera conmoción a manera de temblor, de tierra, que duró como unos tres segundos. Fue notado por considerable número de personas, y aun en algunas han resultado efectos físicos del movimiento experimentado.
Este acontecimiento ha sido objeto de todas las conversaciones; pero no es fácil aún fijarlo con exactitud, bien sea designándolo como un verdadero temblor de tierra, bien como ráfaga de algún terremoto ocurrido en otra parte, según acaeció cuando otro terremoto asoló a Orán, que se dejó sentir en puntos distantes, aun estando el mar de por medio.
A medida que lleguen noticias de fuera se irá fijando con más precisión el suceso que se refiere y que ha llamado la atención pública.
El 9 de abril ofreció los primeros datos concretos sobre el fenómeno natural que había conmocionado a toda España a través de tres informes.
Dos llegaron de Valencia: uno con información sobre Orihuela y su comarca; el otro redactado por el Ayuntamiento de Almoradí. El tercero, escrito desde Madrid, era más amplio y detallado; con información de la vecina provincia de Murcia.
Valencia, 31 de marzo:
Al anochecer del 21 del corriente comenzaron a sentirse diferentes temblores de tierra en la ciudad de Orihuela y pueblos inmediatos; al segundo sacudimiento fue tal la consternación de todos los habitantes, que cada cual trató solo de salir al campo para libertarse de verse sepultado en vida entre los escombros y ruinas de los edificios; y se cuentan de sus resultas diferentes desgracias.
En Orihuela cayó la Torre del convento de la Trinidad, cogiendo bajo de sus ruinas a un muchacho que se hallaba en ella para hacer el toque de las oraciones; también se arruinó una portada de una casa huerto de sus inmediaciones, que sepultó entre sus escombros a cinco personas; viniéronse abajo todas las casas del Campo Salinas, habiendo perecido casi todos los ganados de labranza.
En Benejúzar en el mismo día y al ponerse el sol, a la violencia de fuertes temblores de tierra se vino abajo toda la población, siendo sepultados entre sus ruinas más de 100 vecinos sobre un gran número de heridos, los más sin esperanza de vida.
De Almoradí se dice que pasarán de 200 los cadáveres; y en el 24, el R. Obispo de Orihuela, que se hallaba en aquel campo, remitió al Gobernador de aquella ciudad sobre 100 heridos, pidiéndole al mismo tiempo le dirigiese algunos víveres, medicamentos y facultativos para auxiliar a los infelices que habían sobrevivido a tan funesta calamidad; y también se facilitaron iguales socorros a Torrevieja y Rafal.
Los pueblos de Benijófar, Formentera, Rojales, Guardamar y Torrevieja se asegura que ya no existen; todos desaparecieron y presentan un campo desierto, siendo lo más sensible que en el día 24, en que se dieron estos partes, aún continuaban los temblores; hallándose por lo mismo llenos de ansiedad y consternación los que por fortuna sobrevivieron a tan extraordinario como infausto suceso…
… Que para recibir y hacerse cargo en esta ciudad de las cantidades que para objeto tan laudable se destinen se nombra al Sr. Marqués de Cruilles y al beneficiado de esta santa iglesia catedral D. Francisco Soler.
Y por fin que se eleve a la suprema consideración del Rey N. S. la más respetuosa exposición para que de los fondos de Cruzada, Expolios y Vacantes y demás destinados a objetos de beneficencia, se digne oyéndola benigna expedir sus Soberanas órdenes para que se atienda a los infortunados habitantes de la huerta de Orihuela que tanto han sufrido con los fondos que fueren de su Real agrado.
Valencia, 2 de abril:
El Ayuntamiento de la que fue villa de Almoradí con fecha 28 de marzo próximo pasado comunica al Acuerdo de esta Real Audiencia la mal dada catástrofe que experimentó el 21 de dicho mes, concluyendo con pedir aquellos socorros que la caridad cristiana sabe subministrar a sus prójimos.
Y como nuestra sensibilidad en favor de aquellos desgraciados llegue al más sublime grado, mayormente cuando se trata de que no perezcan los restos de aquella población, nos ha parecido que el mejor modo de excitar la filantropía, es patentizar sus infortunios copiando en extracto dicho parte.
Serían como las seis y cuarto de la tarde cuando a un espantoso temblor de tierra mediando el espacio de unos tres minutos siguió, una sacudida inexplicable con erupción tan violenta de viento que llevó tras sí toda esta población y las innumerables casas de la huerta y campo.
El clamor de los moribundos, ayes de los heridos y vocería de los vivos no permitieron en muchas horas a persona alguna pensar ni aun en la conservación de su existencia. La tierra no cesaba de conmoverse, sus movimientos violentos y el espantoso ruido, impedía hasta el uso de la voz.
Y en tal conflicto ni los padres recordaban a los hijos, ni estos conocían a aquellos; las esposas huían de sus maridos, buscando cada cual únicamente la muerte cuando creía haber encontrado su salvación.
Una densa nube de polvo que produjo la caída de la torre y hermosísimo templo principal de esta villa, del convento, iglesia y torre de PP. Mínimos, con toda la población, tenía a todos los que sobrevivieron tan ciegos que nos era imposible ni aun mover los pies; así pasó aquella horrible noche, cuya memoria, si durase en nosotros, hubiese terminado ya nuestra existencia.
Recobrados, si tal voz puede usarse en tan extraordinaria calamidad, se proveyó a extraer a los que todavía vivían, y se continúa sacando cadáveres que con su incorrupción están próximos a infectarnos.
Falto de recursos el Ayuntamiento y sin bastar para tantas obligaciones, ha reunido a los vecinos que le han parecido más a propósito para que le auxilien en sus extraordinarias tareas; y habiendo sido el primer acuerdo dar parte a todas las Autoridades, lo verifica este Ayuntamiento, manifestando a V. E. que el número de muertos que hasta ahora van sepultados es de ciento ochenta; de heridos moribundos, el de ciento treinta; y contusos y estropeados cuasi todos los de la población.
Continuando la tierra aterrándonos con sus temblores y espantoso bramido de modo que, siendo indispensable la demolición absoluta de los trozos de edificios y pedazos de templos que fuera de nivel y sostenidos por las mismas ruinas amenazan de continuo a los trabajadores, se ve el Ayuntamiento privado de recursos, falto de operarios e imposibilitado de ocurrir a la pública salubridad y evitar nuevas víctimas en tan inminente peligro.
El Ayuntamiento, Señor, ha bosquejado en globo el conjunto de sus desgracias tan seguro de que V. E. proveerá a su remedio, que sólo la memoria de que pueden ser aliviados les hace conservar la existencia.
Es superior, Señor, esta catástrofe a cuanto la antigüedad pinta de lamentable y los tiempos presentes, nos han ofrecido en la pasada guerra. El cielo, la tierra, el viento y el agua nos han amenazado a la vez, pues en casi a media legua alrededor de esta población, toda la tierra se halla acribillada con hendiduras, ya grandes, ya pequeñas; las márgenes del río, que no es el menor daño, cuasi destruidas, habiendo vomitado la tierra sus entrañas por más de quinientos puntos. Dios guarde a V. E.
Madrid, 30 de marzo.
TEMBLOR DE TIERRA. El día 21 del corriente, a cosa de las seis y más de 20 minutos de la tarde se sintió en esta corte un temblor de tierra, cuya dirección no pudo determinarse, porque se observaron distintas oscilaciones que no duraron más que dos o tres segundos y no hubo el más mínimo quebranto en ningún edificio, ni causó alguna desgracia.
No fue así en algunas partes del reino de Murcia y de Valencia, porque a la misma hora, con diferencia de pocos minutos, se sintió el primer movimiento, y mucho más otro segundo a pocos instantes, que ocasionó lamentables estragos, cuyo resumen vamos a dar aunque no pueda garantizarse su exactitud, puesto que los varios relatos que han llegado se escribieron en medio del terror que causaba el horrible fenómeno y las oscilaciones que aún se sucedían, aunque con menos violencia.
En Murcia se manifestó por un ruido espantoso, como el que hacen las piedras arrastradas por encima de otras piedras, que obligó a que las gentes saliesen huyendo y gritando despavoridas; pero no hubo más desgracias que el haber sufrido más o menos los edificios siguientes: la catedral y su torre, convento de Capuchinos, del Carmen, la Merced, Sto. Domingo, palacio episcopal, el puente de piedra y algunas casas de particulares.
Orihuela. En esta ciudad han quedado quebrantados casi todos los edificios públicos; destruida la torre del convento de la Santísima Trinidad, matando a un muchacho e inutilizada la iglesia; abierto un testero de la parroquia de Sta. Justa; ruinosa la elevada torre de S. Agustín.
Cuarteadas gran porción de casas, y viniéndose abajo una portada que sepultó a tres mujeres, un hombre y dos niños, que allí habían pensado guarecerse. El daño ha sido mucho mayor en la huerta de dicha ciudad, en donde apenas quedó casa habitable, cogiendo bajo sus ruinas a bastantes personas e infinitos animales.
Torrevieja. En este pueblo no ha quedado en pie ninguna casa y han perecido varias personas entre cuyo número, que no se puede saber aún, se cuentan el cura párroco y sus padres.
Los habitantes debieron mucho a la generosa humanidad de los capitanes de bajeles extranjeros que se hallaban en aquella playa a la carga de sal, quienes viendo desde su bordo la asolación del infeliz pueblo, enviaron al momento a tierra sus lanchas con víveres y vituallas, y en las mismas lanchas se salvaron algunos habitantes.
Almoradí. Según se dice, apenas ha quedado en este pueblo ningún edificio en pie; y los de la huerta, inhabitables todos por ruinosos; corría la voz de haber perecido más de 200 personas, y habido otras muchas estropeadas.
Rafal. Su iglesia parroquial cayó a tierra, y también muchas casas, quedando quebrantadas todas las demás; ha resultado una mujer muerta y muchos estropeados, algunos de ellos sin esperanza de vivir.
Benejúzar. Su caserío casi arruinado del todo y muerta mucha parte de su vecindario; a la hora en que se daba esta, noticia iban sacados 30 cadáveres y había otros muchos bajo de las ruinas que no podían sacarse porque seguían los temblores.
Guardamar. Los edificios del pueblo y los de los campos casi todos arruinados, estando para sufrir igual suerte los pocos que quedaban; se habían sacado debajo de las ruinas un hombre y tres mujeres muertos, y unos 20 estropeados.
Formentera. Según cartas recibidas en Orihuela, quedó reducida esta población a un promontorio de piedras sin que se sepa las personas que han perecido.
En la poblaciones de Benijófar, la Majada, los Dolores. S. Fulgencio, la Mata, Cox, la Granja, Torre agüera, Callosa y Rojales han sufrido más o menos; pero se tenían de ellas pocas noticias.
Los infelices habitantes de todos estos pueblos que sobrevivían a catástrofe tan lamentable se hallaban dispersos por los campos sin tener apenas dónde guarecerse ni de qué alimentarse.
Ahora es cuando la humanidad doliente reclama con justo imperio sus derechos; y ahora es cuando los corazones verdaderamente humanos y cristianos ejercerán las virtudes que los caracterizan.
Las autoridades de aquellos desgraciados puntos sabemos que las han ya desplegado con mucha energía, cual lo exige el caso; y el Gobierno está tomando para ello todas las disposiciones convenientes. (D. de V.).
El 17 y el 19 de abril publicó también unas cartas enviadas desde Orihuela y su huerta, desde Murcia, desde Alicante, Almoradí y Guardamar. Cada una aportaba detalles concretos sobre daños sufridos en cada localidad.
Orihuela, 31 de marzo.
Aunque ya se hayan comunicado algunos pormenores de las lamentables desgracias producidas por el terremoto del día 21 en esta gobernación; como precisamente se escribieron las noticias en medio del susto que causaban las oscilaciones repetidas hasta el día 27, en que cesaron por la misericordia del Señor, no será inoportuno, aunque se repitan con dolor, aclarar y rectificar algunas, ya que se han recibido de los pueblos partes más exactos y son como sigue, principiando por la capital:
Orihuela. Asolada la torre del convento de la Trinidad enteramente, y quebrantada su iglesia, la parroquia de Sta. Justa, convento de religiosas de S. Juan, y una de las torres de S. Agustín también quebrantadas: 7 personas muertas y 4 heridas.
Guardamar: Casas totalmente destruidas 557. Ídem la iglesia, la ermita de Sta. Lucía, la fortaleza donde se hallaba la artillería, los restos de las murallas y castillo, dos hornos, dos molinos harineros, dos almacenes, tres molinos de aceite, y el puente principal del río bastante quebrantado: 4 personas muertas y 25 bestias de labor.
Rafal. Asolado todo el pueblo con su iglesia y aunque quedan algunos edificios en pie están absolutamente quebrantados: gran porción de heridos; muerto 1.
Daya Nueva. Asolado todo el pueblo con su iglesia, de cuyas ruinas se han extraído 8 muertos. Puebla de Rocamora. Asolado todo el pueblo y caseríos de la huerta, habiendo muerto solo 2 bestias.
Vigastro (sic). Asolado con su iglesia, y las casas que quedan en pie quebrantadas.
Granja. Asolada la torre de la iglesia y ésta inutilizada con muchas casas. Formentera. Enteramente asolada con los edificios de su huerta y campo: 8 muertos y 3 gravemente heridos.
Dolores. Un edificio derruido y todos los demás enteramente quebrantados: personas muertas 4.
S. Fulgencio. Asolada la iglesia con muchas casas, y entre ellas la de la administración.
Benejúzar. Enteramente asolada con sus edificios de campo y huerta, habiendo quedado bajo sus ruinas gran parte de sus vecinos, cuyo número no puede saberse en muchos días hasta que puedan irse extrayendo de entre ellas.
S. Felipe Neri. Asoladas algunas casas, e inutilizada su iglesia; en dicha jurisdicción se han abierto 140 bocas, de las cuales ha salido gran porción de agua y arenas de varios colores, causando la novedad de haberse secado los sementeros y demás plantas que ha regado dicha agua.
Almoradí. Asolado enteramente con su iglesia y convento, igualmente todos los edificios de su huerta y campo, y totalmente quebrantado el puente principal del río; resultando hasta el día 180 cadáveres, quedando aún por extraer los que yacen en varias plazas y calles que no han podido descubrirse, a pesar de las incesantes diligencias que se practican, a causa de las muchas ruinas que sobre sí tienen de los mayores edificios de dicho pueblo: heridos gravemente de los que la mayor parte perecerán, 130: bestias muertas 250.
Rojales. Asolada su iglesia con muchas casas, y abierta en cuatro cascos la torre; resultando 21 personas muertas: ídem gravemente heridos 10: asoladas las casas de su huerta y campo, habiéndose abierto varios respiraderos por los que ha salido arena de color de plomo con un hedor pestífero, que ha secado cuanto ha tenido contacto con ella.
Benijófar. Asolada su iglesia y gran parte de casas, con las de su huerta y campo; quedando quebrantadas las demás.
La Mata y Torrevieja. Asolados enteramente sin quedar un solo edificio en pie; habiendo quedado bajo sus ruinas un gran número de sus vecinos cuyo detalle no puede darse en muchos días: otra de sus víctimas ha sido el cura párroco, contándose hasta el número de 57 en solo la noche del día 28 del actual.
Algorfa. Asoladas sus casas. En todos los dichos pueblos es incalculable la pérdida de metálico, granos, enseres y demás efectos que se conservaban en sus edificios.
Es admirable la caridad con que han sido conducidos y siguen conduciéndose a esta ciudad los heridos de casi todos los pueblos, y el infatigable celo con que son asistidos en los hospitales.
Murcia 24 de marzo de 1829. La carta siguiente es dirigida por el que la escribe a un hermano suyo, vecino de esta corte y persona respetable.
En este país anduvo muy funesto el equinoccio. El sábado 21 del corriente a las seis y media de la tarde se sintió un terremoto regular; pocos instantes después ocurrió otro, de cuya duración y fuerza no ha habido ejemplar en esta tierra, y empezó a percibirse oyéndose a la par un ruido semejante al que produce sobre un empedrado un carruaje cuando se espantan y escapan las caballerías que lo arrastran, o como si se rompiesen cañas a millares.
Todas las gentes se salieron a las calles despavoridas y gritando; al medio cuarto de hora repitió otro bastante grande; pocos instantes después otros tres pequeños; a poco otro grande; en el discurso de la noche y madrugada otros varios; unos individuos que venían en carruaje de Espinardo a Murcia dicen que vieron en el acto del terremoto grande una llama de fuego de muy larga extensión hacia la parte del levante.
En esta ciudad han padecido muchas iglesias, y más que otra la catedral en su torre, portada y media naranja de la capilla de la Concepción, que está junto a la parte interior de la misma. La enfermería del convento de capuchinos se ha arruinado y el convento se ha abierto en varios puntos del edificio; un ojo del puente se ha resentido, y de uno de los nichos que hay en él se desprendió un pedazo de cornisa, que quebró un muslo a un hombre que pasaba.
Las torres del Carmen calzado han quedado inclinadas la una hacia la otra; son muchísimas las casas que han padecido quebranto, entre otras la del Ilmo. Sr. Obispo; muchas se han abierto íntegramente de poniente a levante, que es la dirección que se ha observado en los terremotos.
En los Garres se han asolado algunas casas, pereciendo algunas gentes, y una de las sierras que hay sobre dicha población se ha corrido. Cerca de la parroquia de S. Nicolás una joven que estaba en un balcón, sorprendida y llevada de la idea de que su casa estaba ruinosa, se tiró del balcón a la calle, y parece que la infeliz está reventada y que morirá. Poco más de esto es lo que puede decirse con respecto a esta ciudad, en la que todos los días siguen sintiéndose terremotos, aunque pequeños.
Corren tristes noticias de Cartagena: dicen que se han arruinado varias casas del barrio de la Serreta. El apoderado del Sr. duque de S. Fernando dice que una balsa que estaba casi acabada de hacer en el campo y la casa contigua a ella desaparecieron sin saberse cómo, a presencia de los trabajadores que acababan de dar de mano al trabajo de aquel día.
De Orihuela se cuentan también cosas muy tristes, y se habla además de la ruina de algunos edificios, del resentimiento de otros, y de varias desgracias de las que no se tienen aún noticias enteramente seguras.
La iglesia de la villa del Rafal se ha asolado con una infinidad de casas, siendo a proporción los accidentes funestos.
En Almoradí, según carta segura, iban ya sacados de entre las ruinas un número considerable de cadáveres. De los pueblos de la Majada y otros inmediatos se cuentan calamidades.
En Dolores se abrió un costado del granero de la administración de la fundación del cardenal Belluga; la fuerza del terremoto hizo salir por la abertura como tres o cuatro cahíces de trigo, y en seguida se cerró la quiebra de tal manera, que ni aún se conoce el sitio donde se hizo.
Guardamar ya no existe. Solo dos molinos de viento han quedado en pie. Todo se ha hundido, y ni rastro queda de lo que había en donde se ha verificado el hundimiento.
Como anoche después de oscurecer en poco rato se sintieron cinco o seis terremotos seguidos, hubo gran confusión; muchas gentes tomaron un colchón y una almohada y se fueron a las huertas; otras han pasado la noche en los patios o descubiertos de sus casas, y otras en las plazas o a la inclemencia, o dentro de carruajes.
Otra carta fechada en la huerta de Orihuela, y dirigida al Excmo. Señor conde de … con fecha del 24:
Esta carta, si no me equivoco, iba destinada al Conde de Pinohermoso. Por algún motivo se ocultó con puntos suspensivos.
El sábado 21, estando trabajando en el palacio de Benejúzar, se sintió a las seis y media de la tarde un fuerte terremoto; y creídos que no sería nada permanecimos; pero a poco rato dio otro tan terrible, que S… el escribiente y yo echamos a correr; pero como el terremoto estaba en su fuerza no podíamos andar, y paredes, escalera y todo estaba abierto.
Quiso Dios que saliéramos chocando con la muerte, y mientras salíamos, cayó la iglesia, la torre, toda la volada de palacio y mi cuarto; y han quedado en las ruinas mi capa, cama y cuanto tenía. El puente y la tierra está todo abierto, y yo puedo asegurar a V. E. que vivo milagrosamente.
En Benejúzar van sacados 46 muertos de las ruinas, y los heridos no tienen número. En ésta ha habido sólo cinco muertos, y los edificios han padecido poco. Los terremotos siguen. Las casas de las haciendas me dicen están destruidas; de modo que es necesario su reedificación, de cuyo estado iré avisando a V. E. luego que el Señor nos libre de este azote.
Algunos bancales de Benejúzar están llenos de tarquín y arena, sin saber de dónde ha venido. En ésta las autoridades, comunidades y toda la gente han salido a la huerta: estamos consternados.
De Orihuela se dan igualmente más pormenores en la carta siguiente:
El 21 del corriente, a las seis y media de la tarde, se experimentó en esta ciudad, la de Murcia y demás pueblos de esta comarca, un terrible temblor de tierra, que causo el mayor terror; y luego repitió otro que ocasionó la destrucción de iglesias, casas, y otros edificios, quedando sepultadas en sus ruinas un número considerable de personas y de todas clases de animales.
Se ha caído la torre del convento de la Trinidad, habiéndose quebrantado mucho las torres de San Agustín, que amenazan ruina; y lo propio sucedió en el convento de religiosas de S. Juan, y otras muchas casas tanto en la ciudad como en los campos.
En Torrevieja y la Mata quedó todo reducido a escombros. En el mar no se experimentó alteración, pero sí en las salinas, que parece se arrojó de ellas toda el agua que había depositada en las dos lagunas. Entre los muertos lo fue el señor cura párroco y sus padres.
En Guardamar cayeron a tierra la mitad de las casas, y se acabó de arruinar la iglesia y la fortaleza habiendo muerto muchas personas, cuyo número se ignora hasta ahora.
En Formentera también han muerto muchos. En Cox, la Granja, Callosa, Rojales y demás pueblos de la huerta los edificios también se han quebrantado; aunque en estos pueblos las desgracias han sido pocas.
En el campo de Salinas, entre Orihuela y Torrevieja, han caído así mismo muchas casas y ocasionado graves estragos. Continúan los terremotos; pero son más benignos.
P. D. Después de escrito lo antecedente me aseguran que en esta última noche acaba de desaparecer el pueblo de S. Fulgencio, que aún no había sufrido quebranto alguno.
Carta de 24 de marzo fechada en Murcia.
La tarde del 21 a las seis y media sentimos un terremoto que duró un segundo con bastante estrépito; repitió el segundo a los dos minutos, que aseguran duraría de cuatro a seis segundos.
Los efectos del segundo terremoto fueron: desnivelarse la vieja torre de convento de la Merced, cayendo una gran piedra de la portada. Formaron los edificios, que se inclinaron hacia saliente, ángulos de 40 o más grados.
En San Juan cayó también un pedazo de cornisa como de palmo y medio cúbico. En capuchinos saltaron todas las tejas de la iglesia y la librería a la calle. Anoche se mandó desmontar la portada principal de la catedral, cuyo remate a medio círculo se desconchó casi todo y se abrieron dos líneas espirales considerables.
La antiquísima y preciosa capilla de los Vélez ha padecido bastantes daños y se tratan de reparar; la media naranja del trascoro y el pavimento de la catedral han sufrido mucho; pero no amenazan inminente riesgo.
El tercer cuerpo del coloso o giralda murciana se halla en igual caso; pero dicen algunos que no hay cuidado, pues no es más que desquiciada la linterna; con todo, ayer se debió repicar y se suspendió.
Los dos nichos del puente han quedada ruinosos, tanto, que un centinela impide que nadie se aproxime. De ellos cayeron algunas piedras grandes.
Los terremotos continúan muy leves, aunque menudos. Beniaján, Torreagüera y Algeciras (sic) han quedado sin iglesia; y varias casas se han hundido ocasionando desgracias. Ya va de tercera vez que tomo y dejo la pluma porque me da perlesía.
Con fechas posteriores al 24 de marzo tenemos otras varias cartas de las que extractamos las notas siguientes. Huerta del que fue Almoradí, 26 de marzo:
Del temblor del 21 ha resultado definitivamente haber desaparecido este pueblo. Solo quedan cinco casas quebrantadas sin reducirse a escombros. Se llevan sacados 157 cadáveres de entre las ruinas, y no restarán menos de 80, a quienes se trata de dar sepultura. También han perecido bastantes caballerías; pero hasta ahora no puedo especificar el número.
En otra carta de Guardamar del 27 se dice:
De resultas del terremoto del 21 han sido arruinados los pueblos de Almoradí, Benejúzar, Formentera, Torrevieja, Rojales y este pueblo. Han perecido en el primero más de 200 personas, en el segundo más de 100, en el tercero nueve, en el cuarto sobre 50, en el quinto sobre 21, y en este cuatro; todo esto prescindiendo de los muchos heridos y estropeados.
Si tarda la explosión media hora más perecían indudablemente más de 40 habitantes, pues ya se hubieran hallado en sus respectivos domicilios. Todos habitamos barracas en los campos, porque todavía siguen algunos sacudimientos.
De Alicante con fecha del 27 de marzo se remite así mismo a la redacción de este periódico la siguiente carta.
Señor redactor: El sábado 21 de marzo, se sintió en esta ciudad un fuerte terremoto a eso de las seis y media de la tarde; su dirección de este a oeste tuvo tres oscilaciones, y lo que es aquí no ha causada tan grandes estragos como en las inmediaciones.
Según las noticias que recibimos ha llegado el terremoto hasta Valencia, Cartagena y Albacete. Cuando cesen los sacudimientos pasaré a la huerta de Orihuela y remitiré a vdm. notas bien circunstanciadas de todo.
En toda ella se han abierto grietas por donde aseguran que sale un agua negra y pestífera que tiene mucho de azufre y carbón; igualmente se ha abierto en Almoradí un pequeño volcán que arroja piedras parecidas a la lava del Vesubio.
No hay palabras que sean suficientes para encarecer el celo y piedad cristiana del Sr. Obispo de Orihuela, que está en Almoradí socorriendo con una generosidad sin término a aquellos infelices sepultados en las ruinas de sus casas.
Los barcos suecos fondeados en Torrevieja han conducido aquí a un gran número de heridos después de haber repartido todos sus víveres a los desgraciados acampados vecinos de aquella población. Mientras le remito nuevos datos queda de vmd. afma., apasionada y suscriptora de su periódico— M. R.».
Hasta aquí las cartas. Si lo que buscáis son datos concretos y unificados. Mejor consultar el informe que confeccionó Agustín de Larramendi, ingeniero de caminos comisionado por el Estado para el informe oficial; que fue el que pasó a la historia…
Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).