Como ya conté en el primer capítulo dedicado al arrabal llamado de San Juan, éste es fruto de la fusión de dos arrabales más pequeños: el de la Puerta de Elche o Moderno; y el de la Puerta de Crevillente o Ravalete.
Así lo resumió Pedro Bellot en sus «Anales de Orihuela».
En la Puerta de Crevillente se pobló un rabalete muy pequeño, el cual abriéndose después la puerta Nueva, ha crecido tanto que ha incorporado en sí el rabal de la puerta de Elche y dado su nombre, aunque en los autos se intitula rabal de San Juan, por ser la iglesia más antigua de él.
En esta entrega y en la siguiente hablaremos del Ravalete original; el histórico barrio situado al noroeste de la ciudad que ocupaba el espacio entre la sierra y la acequia de Almoradí.
Comentada ya la Carretería (calle de Ruiz Capdepón), nos centramos en el terreno que se corresponde en la actualidad con las calles de Miguel Hernández (calle de Arriba) y Adolfo Clavarana (Calle del Colegio).
El Ravalet o Rabalete.
Formado en época islámica con los primeros asentamientos extramuros, su nacimiento está asociado a la apertura de la puerta de Crevillente.
Como ocurrió en todos los arrabales, se fue poblando inicialmente con habitantes excluidos por motivos religiosos, económicos o con oficios molestos que no tenían cabida dentro de las murallas.
En sus inicios la extensión era variable; en momentos de crisis (especialmente en los conflictos bélicos), podía quedar arrasado y despoblado; pero cuando las condiciones mejoraban se extendía de nuevo como prolongación natural de la ciudad, siguiendo el trazado del camino de Crevillente y la «Font Cuberta» (actualmente San Antón).
La Puerta de Crevillente
La primera información sobre esta puerta nos la brinda un testigo presencial; el canónigo José Alenda (1584-1642), autor del manuscrito «Grandeza y antigüedades de la Ciudad de Origüela y su fundación». A principios del siglo XVII la describe como un arco morisco en mal estado, decorado con letras en árabe.
Del albacar se continúan sus muros por una parte y por otra en lo enriscado de dicha peña y por la parte de Levante bajan hasta la puerta de Crevillente, la cual es de un arco morisco con unas letras arábigas, porque la debieron abrir o mejorar los moros y tiene muy buenas y fuertes torres.
Desaparecida en el siglo XVIII, Montesinos habla de ella en su «Compendio Histórico Geográfico Oriolano» citando a Martínez Paterna.
A través de él menciona a un supuesto moro de Argel que tradujo las letras árabes mencionadas, identificando a un imaginario «rey moro de Murcia» como fabricante de la Puerta de Crevillente.
Tenía (Orihuela) dos portales, los más principales entre otros; el uno que llamaban la Puerta de Crevillente, con dos torres que la guardaban a los dos lados, y se dice que este portal lo fabricó el Rey Moro de Murcia, llamado Abrahan Alascandari, según lo expresaban ciertas letras arábigas que se hallaban en el mismo portal, que interpretadas por un moro de Argel (como dice el Doctor Martínez Paterna, libro 1 folio 82) explicó que significaban o decían: Este portal mandó fabricar el Rey Moro de Murcia, llamado Abrahan Alascandari, después que ganó la victoria al Rey Moro de Valencia…
En el siguiente vídeo os podéis dar una idea de lo que pudo ser.
La última torre del complejo defensivo que guardaba el acceso a la ciudad por el camino de Crevillente, fue demolida en 1891; cuando los vecinos de la Calle Arriba, la Carretería y el Barrio Nuevo se quejaron al Ayuntamiento por el estado del antiquísimo torreón de sillería enclavado en la falda de la sierra.
Completamente arruinado, se había convertido en un peligro constante para personas y edificios.
El Diario de Orihuela. 8 de junio 1891: Los vecinos de la calle de Arriba han elevado una exposición al Excmo. Ayuntamiento pidiendo la demolición de un torreón, restos de los antiguos fuertes morunos que enclavado en el monte en la ladera, que da a dicha calle, amenaza desplomarse sobre la misma. Parece que si su conservación es obra de poco dinero, la corporación municipal optará por repararlo conservando así una obra morisca, testigo valiosísimo de nuestras antiguas glorias.
En realidad, el Consell se había desentendido del torreón mucho antes, en el siglo XVI, cuando cedió su uso a cambio de la reparación y mantenimiento.
Lo certifica una nota municipal de 1536, transcrita por Ojeda Nieto en su «Orihuela imaginada».
La dita ciutat (tiene) una torre a la Porta de Crevyllent… molt derruyda—y como puede hacer gran daño— a les cases que estan junt a la dita torre,—permiten a Bartolomé Jiménez—adovar e reparar la dita torre de tal forma que aquella no se cayga ni faga dany a les cases.
Tras confirmar el riesgo inminente que corrían los transeúntes y las casas cercanas, el arquitecto municipal, Francisco Sánchez, optó por la opción más económica. La definitiva demolición quedó aprobada el 11 de junio de 1891.
La calle de Arriba.
Poco aporta Gisbert en su «Historia de Orihuela» sobre esta calle; fantasías de Montesinos que él mismo descalifica y una fecha de construcción del arco y la capilla.
La calle de Arriba, que si hoy nada tiene de principal, lo tuvo en la antigüedad como base del Ravalete, se llamó Resvala por los godos y Barayzi por los árabes, en boca de Montesinos, que no tuvo por lo visto en cuenta que su edificación fue posterior a la dominación de aquellos; su arco final, con la capilla que sobre el mismo existe, fue levantado en 1598 (posteriormente, al hablar de la capilla dice 1698).
La primera titulación con base documental la aporta Ojeda Nieto en el siglo XVI: calle de Los Olmos; topónimo que nos da una idea de su fisonomía original: un sendero arbolado como inicio del camino de Crevillente.
La titulación d´amunt o de arriba es del siglo XVII; y sólo tiene sentido tras la apertura de la calle del Colegio.
Destinada a ostentar el nombre del oriolano más internacional — el «pastor que hace versos», como dijo José María Ballesteros en 1930—, la calle de Arriba conservó su titulación tradicional hasta bien entrado el siglo XX.
Voluntad. 15 de junio 1930: He aquí, lectores, que, en la provincia de Alicante, en Orihuela y en una de sus calles más típicas, la calle de Arriba, vive un pastor que hace versos: Miguel Hernández.
El pastor poeta oriolano, es un pastor de cabras; nació pastor, continúa siendo pastor y morirá tal vez pasturando su rebaño.
Su oficio, su vida, es conducir las cabras durante el día por esta huerta oriolana tan bella, que embelesa e inspira; y al llegar la noche, repartir la leche de casa en casa, pensando siempre en los versos que compuso al correr las horas en que el sol estaba alto, sentado en plena huerta a la sombra de un naranjo…
Fue entonces cuando tuvo algunos cambios más o menos provisionales.
Proclamada la II República mantuvo el título de Arriba hasta la llegada del bienio conservador; y la variación resultó, cuanto menos, chocante.
Mientras en toda España sustituían nombres religiosos por políticos, la calle de Arriba recibía el de un sacerdote oriolano del siglo XIX: el Abad Penalva.
Francisco Penalva Urios nació en la calle de Arriba de Orihuela el 19 de diciembre de 1812; en una de las casas contiguas al Colegio de Predicadores de Santo Domingo donde realizó sus primeros estudios. Hijo de Francisco Penalva Riera y de Josefa Urios Torá, fue bautizado al día siguiente con los nombres de Francisco, Vicente, José y Ramón.
Ingresó en la orden de Predicadores, en el convento de Santo Domingo de Murcia, donde realizó el noviciado y los estudios de Filosofía y Teología.
Con la desamortización de 1835 fue exclaustrado del convento dominico y regresó a Orihuela; donde ejerció el sacerdocio y la enseñanza entre los años 1836 y 1847.
Luego se trasladó a Alicante para desempeñar la cátedra de Religión y Moral en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza.
En 1853 lo nombraron canónigo; y dos años después, abad de la colegial de San Nicolás; cargo que ocupó hasta su fallecimiento. En Alicante desarrolló una brillante carrera eclesiástica en la que destacó por su faceta de orador.
Cimentó fama de santo gracias a la entrega demostrada durante las epidemias de cólera (1854), y de fiebre amarilla (1870).
También en el bombardeo de Alicante (1873); organizando un hospital provisional en el convento de las Agustinas que salvó muchas vidas.
El 13 de diciembre de 1879 todas las campanas de la capital tañeron a muerto por el abad Penalva; y durante años la prensa alicantina solicitó del Ayuntamiento una calle para él.
El alicantino, diario católico. 16 de diciembre 1890: La idea de solicitar del Excmo. Ayuntamiento que se ponga a una de las calles de esta ciudad el nombre del virtuoso y sabio Abad D. Francisco Penalva, catedrático que fue de este Instituto, ha merecido buena acogida por parte de nuestros colegas locales; algunas personas que apoyan el pensamiento han indicado como muy conveniente para perpetuar la memoria del virtuoso Abad Penalva la calle del Bale (sic), donde vivió muchos años.
El alicantino, diario católico. 10 de noviembre 1894: Rogamos al cabildo no eche en olvido la recomendación que hicimos ha tiempo para que se dedicase una calle al virtuoso Abad Penalva, nuestro preclaro comprovinciano, cuya memoria tan grata es al pueblo de Alicante.
En marzo de 1900, el Consistorio alicantino acordó por fin rotular con el nombre de Abad Penalva la plaza que quedase tras el derribo de algunas casas frente a la fachada de San Nicolás, la que había sido su iglesia.
Semanario católico. 31 de marzo 1900: Según noticias que tenemos por fidedignas, la plaza que resultará delante de la fachada de San Nicolás, cuando se lleve a efecto el derribo de algunas casas, se llamará plaza del Abad Penalva.
Plácemes merecería el Ayuntamiento que tal hiciere, pues todo nos parece poco para honrar la imperecedera memoria del dignísimo y virtuoso Abad D. Francisco Penalva, honra de la sana filosofía y perfecto modelo de cristianas virtudes.
Tres décadas después, otro famoso oriolano afincado en la capital, propuso dedicarle también una calle en Orihuela. Se llamaba Juan Sansano (el poeta del Teatro Circo). Desde su periódico alicantino, «El Día», emprendió campaña.
El Día. 19 de febrero 1935: Todavía la ciudad orcelitana no ha honrado a su preclaro hijo como merece en sus virtudes excelsas y su extraordinario talento.
Pero no se ha de tardar mucho en que, por lo menos, acuerde el ayuntamiento rotular con el nombre del Abad Penalva la calle en que nació el santo varón, vía amplia y hermosa de uno de los barrios típicos, que hoy se llama vulgarmente «de Arriba», porque se halla en la parte más alta de la barriada de San Juan.
El 7 de marzo de 1935, el consistorio conservador le dio el nombre de Abad Penalva a la calle de Arriba; titulación que apenas le duró un año; lo que tardó en vencer las elecciones el Frente Popular.
Sesión del 7 de Marzo de 1935: A propuesta de la alcaldía, formulada en moción a la que se da lectura, se acuerda por unanimidad, dar el nombre del Abad Penalva a la calle de Arriba, en la que nació en 19 de febrero de 1812 el ilustre hijo de esta ciudad.
Entendiendo el Sr. Bellido que el acuerdo es prueba inequívoca de que el actual ayuntamiento, estando integrado por radicales, hace justicia honrando la memoria de los hijos de Orihuela que lo merecen, cualquiera que fuese su ideología.
Sesión del 9 de abril de 1936: Con motivo de la aprobación del programa de festejos para el próximo día 14, aniversario del advenimiento de la República, que queda acordado por unanimidad, se acuerda en igual forma y, a propuesta del Sr. Sánchez Mora, variar la rotulación de las siguientes calles: la de Arriba hoy Abad Penalva, por la de la Libertad…
Y así fue que poco antes de iniciarse la Guerra Civil la titularon como Calle de la Libertad, nombre que mantuvo durante tres años, hasta abril de 1939, cuando los vencedores le devolvieron el título de Abad Penalva.
Treinta años después, en la sesión municipal del 12 de marzo de 1969 bajo la alcaldía de Manuel Monzón Meseguer, recibió el nombre de «Poeta Miguel Hernández», pasando el del abad a una modesta calle del Barrio de las Angustias.
Mediterráneo, prensa y radio del Movimiento. 14 de marzo 1969: Calles al poeta Hernández y al falangista Llor en Orihuela. El Ayuntamiento de esta ciudad, en sesión plenaria, tomó el acuerdo de dar el nombre de Miguel Hernández a la calle en que nació y vivió este poeta oriolano, atendiendo así a la petición formulada por escritores, periodistas y poetas de diversas provincias españolas.
En la misma sesión se le dio a otra calle el nombre del Falangista Francisco Llor, mártir oriolano que fue fusilado en Alicante a los 17 años de edad, en el año 1936, por negarse a delatar a sus camaradas.
Para contentar al sector duro del régimen y equilibrar la cosa; en aquel polémico acuerdo municipal incluyeron a un «mártir» falangista; pero no fue suficiente. Muchos oriolanos preferían homenajear a otro Hernández; a Ramón Barber Hernández, vecino de la calle «vilmente asesinado por las hordas marxistas».
Don Ramón era beneficiado de la Catedral, dirigente de los Sindicatos Católicos y articulista del diario «El Pueblo de Orihuela». Murió fusilado en Alicante en virtud de una sentencia del Tribunal Popular.
El nombre de Miguel Hernández quedó silenciado al colocar dos preciosas lápidas en las que simplemente se leía «calle del poeta»; y para colmo, una de ellas fue robada.
Instaurada la Democracia, la calle de Arriba recibió el nombre completo de Miguel Hernández, como otras muchas en toda España.
Y su vivienda se convirtió en casa-museo.
En cuanto a la lápida superviviente de los años setenta es la que veis en la siguiente imagen; luce hermosa en el antiguo callejón de la Cueva ascendido a «Calle del Poeta».
Boletín de información municipal. Abril de 1976: el poeta debe ser devuelto a su pueblo y, por encima del tiempo y del espacio, también el pueblo debe ser devuelto a su poeta. Primero fue la dedicación de una calle, calle de Arriba, «al pie de la montaña de la Cruz de la Muela», calle de los más íntimos recuerdos.
Después, la creación de la Casa-Museo Miguel Hernández, cuyo expediente en trámite se centra en el hogar donde el poeta comparte su vida con el trabajo y con los sueños, con las penurias y los presentimientos. Y ahora, el Premio, prestigiado, enriquecido, dignificado con su nombre.
Más adelante — es fácil profetizar en este caso — vendrá la creación de un monumento a su memoria, el traslado de sus restos — si Josefina y Manuel Miguel acceden a ello — y el homenaje total y constante que su tierra le debe.
La calle olvidada.
Situada al extremo de la ciudad y bloqueada por la montaña de sillares de los dominicos, su aislamiento como espacio marginal fue parejo al crecimiento de la calle del Colegio.
En las últimas décadas del siglo XIX, el distanciamiento de la calle de Arriba con el resto de la ciudad se incrementó notablemente.
Nunca la tuvieron en cuenta en los proyectos de ordenación, ensanche o saneamiento; y poco a poco se fue descolgando de los avances sociales y urbanos.
El concepto de ciudad escaparate aplicado en la renovada zona comercial (Estación, Andenes, Calderón, Loazes, Hostales y Paseo) escondía una triste trastienda de barrios desfavorecidos como este.
Ya hemos hablado de la demolición de una torre junto a la puerta de Crevillente cuyas ruinas amenazaban a los vecinos del barrio. Leyendo la prensa local podemos comprobar lo poco que le importaban al Ayuntamiento los vecinos de la calle de Arriba.
El Diario de Orihuela. 6 de julio 1891: En el extremo de la calle Barrio Nuevo, lindante con la calle de Arriba, se ha formado con los escombros procedentes de la demolición de un antiguo torreón que se hallaba en mal estado, un montón de más de tres metros de altura que incomunica por completo ambas calles causando no pocas molestias a los vecinos que para pasar de una calle a otra han de dar un gran rodeo o aventurarse por aquella montaña de tierra movediza con peligro de su integridad personal.
Haciéndonos eco de las justas quejas del vecindario, esperamos que la comisión de policía dé inmediatamente las órdenes oportunas, para que aquellos escombros sean trasladados fuera de la ciudad y cesen las molestias de los vecinos y transeúntes.
El Diario de Orihuela. 7 de julio 1891: Recordarán nuestros lectores que en nuestro número de ayer denunciábamos el que una montaña de escombros incomunicaba la calle de Arriba con la de Barrio nuevo. ¿Habrán creído sin duda que fue escuchada la súplica que a la comisión de policía dirigimos en nombre de los vecinos de dicha calle?
Pues quien tal haya creído está en lo cierto: la mencionada montaña ha crecido un metro sobre el nivel que tenía el día anterior hasta el extremo que llega a los balcones de las casas contiguas.
La tradicional desconfianza hacia los pobres se transformó en miedo gracias a la prensa. Los oriolanos poco sabían de este barrio más allá de la crónica de sucesos: peleas cerca de las tabernas, prostitución, reyertas con armas blancas o de fuego, palizas a mujeres por parte de sus maridos… todo era relatado de forma morbosa y malsana.
El martes. 11 de junio 1885: En las tabernas, con el calor del vino y del juego resultan las disputas y los crímenes.
En las que existen en la calle de Arriba, no pasa hora del día sin que se encuentren en ellas reunidos todos los vagos y pendencieros que por aquí hay, dedicados única y exclusivamente al fomento de toda clase de vicios, y es necesario que se vigile con exceso, se prohíban esas tertulias y se mande cerrar aquellos establecimientos en cuanto anochezca quitando así toda ocasión de alterar la paz del vecindario.
Esta «mala prensa» deterioraba la posible actividad comercial de la zona. Sus condiciones sanitarias y la pésima imagen que proyectaban sus habitantes desaconsejaban la instalación de comercios o industrias.
El único negocio que he encontrado en la calle de Arriba fue el taller de carpintería y carrocerías de Ambrosio Leyva Andújar; que lo trasladó allí desde la Plaza de San Sebastián en 1927.
El pueblo. 7 de marzo de 1927: El taller de carrocerías, muebles, carpintería y modelaje de Ambrosio Leyva se ha trasladado a calle Arriba número 16, en donde encontrarán sus clientes el servicio.
Rastreando la «Prensa Histórica» y excluyendo las noticias relacionadas con la fiesta anual; sólo encontramos enfermedad, vicio o delito. Os dejo una selección de sucesos recopilados entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX.
Diario de Orihuela. 21 de agosto 1886: Algunos vecinos de la calle de Arriba se nos han quejado del espectáculo que viene dando una taberna establecida en dicha calle.
Parece ser que por las tardes y por las noches se sacan a la puerta de dicho establecimiento de vinos varias mesas y en ellas y obstruyendo la vía pública se sirven meriendas a los parroquianos, los que antes de merendar se juegan el coste de la francachela en largas partidas de truque, salpimentadas con votos y blasfemias y palabras obscenas que llevan el escándalo a aquellos honrados vecinos.
Diario de Orihuela. 9 de septiembre 1886: Anoche fueron llevados a la cárcel tres individuos que promovieron una cuestión en la calle de Arriba y que al tratar de detenerlos se dieron a la fuga monte arriba arrojando una faca y otras armas que llevaban.
El Día. 6 de noviembre 1887: Una de estas noches de la finada semana se oía grande alboroto que salía de una casa de uno de los callejones que afluyen a la calle de Arriba, donde al parecer se anidan de vez en cuando algunas «palomas mensajeras»; y tomó tales proporciones el escándalo que oído por la pareja de municipales que prestaba servicio en el barrio, se vio obligada a entrar, viendo con asombro que había gran número de mozalbetes, los que registrados por la indicada pareja, los puso a continuación de patitas en la calle.
¿Por qué Sr. Alcalde si se quiere tolerar que haya «casas de dormir y reservadas» no se reglamentan debidamente…?
El Diario de Orihuela. 12 de marzo 1888: A las cinco de la tarde de ayer se promovió un escándalo mayúsculo en la calle de Arriba producido por algunos individuos que se dieron de palos.
El teniente alcalde Sr. Giménez que pasaba cerca del sitio de la ocurrencia se personó en dicha calle acompañado de la pareja de guardias municipales de servicio en el barrio de San Juan, ordenando la detención de los combatientes.
El orcelitano. 21 de abril 1889: A consecuencia de unas palabras que mediaron entre dos individuos, uno de aquellos salió de la casa acto continuo de la reyerta, en calzoncillos y desnudo de pie y pierna en dirección a la calle de arriba, y al llegar próximo al arco, se disparó un tiro de pistola el cual no le hirió, y dirigiéndose después por un callejón que da acceso a la calle del Colegio, casi a la terminación de aquél, disparó de nuevo el arma, penetrando el proyectil por la frente y dejándole cadáver en el acto. El infeliz suicida debió padecer seguramente algunos accesos de enajenación mental.
El Diario de Orihuela. 18 de noviembre 1889: En la tarde de ayer al salir de la taberna del nominado «Frascuelo», en la calle de Arriba, dos individuos se propinaron sendos garrotazos, haciendo necesaria la intervención de la pareja de servicio.
El independiente. 3 de marzo 1892: En la tarde de ayer fueron conducidos a la cárcel por la guardia municipal unos chiquillos que desde la montaña se entretenían en arrojar piedras a la calle de Arriba y final de la de Barrio Nuevo, a trueque de descalabrar a los transeúntes.
Si nuestras autoridades velasen más por la asistencia de los niños a las escuelas municipales obligándoles a ello, habría más Civilización en los chicos y no se repetirían con tanta frecuencia los ataques de los pequeños zulús a la tranquilidad de los transeúntes.
La iberia. 22 de julio 1907: Ayer tarde hubo una bronca fenomenal en la calle de Arriba en la que tomaron parte hombres, mujeres y niños, produciéndose un escándalo mayúsculo. Sin comentarios.
La iberia. 27 de septiembre 1907: El sangriento suceso de la calle de Santa Matilde. La crónica negra de esta población ha sido aumentada con una página más. Un hombre muerto y otro de huida, con el presidio como porvenir.
Dos familias desamparadas (…) Un sereno se apercibo de los preludios de la bronca en la taberna del Pelana, de la calle de Arriba. Oyó hablar fuerte dentro de la taberna a hora tan desusada y casi enseguida, salieron agresor y agredido hasta la calle de Santa Matilde donde se realizó el crimen.
(El fugitivo, José Lorente «Pelana», se entregó en Redován y regresó detenido en una tartana).
Entre las actividades ilegales destacaba el matute, una especie de contrabando local por el que se introducían géneros sin pagar el correspondiente impuesto de consumos. Os cuento, como ejemplo, un caso detectado en septiembre de 1895 al ser descubierto el guardia que actuaba como cómplice.
A eso de las once de la mañana, un carro pidió tránsito en el fielato de San Francisco para el de la Olma, portando un barril con diez cántaros de aguardiente. En la calle de Santa Lucía aguardaba otro carro con un barril similar lleno de agua.
Una vez hecho el cambiazo, mientras el carro que conducía el aguardiente tomaba dirección a la calle de Arriba, el otro, con el barril de agua, salió tranquilamente camino de la Olma, completando el juego de cubiletes.
Todo el mundo sabía quiénes eran los «matuteros»: Paco el Alicantino, el Pocha, el Moreno, Carlos el Albañil, la Panusa, el Rollao, el tío Guapo, el Zapatero, Pepe el Mudo…
Barriles de aceite, latas de petróleo, cántaros de aguardiente acababan en la calle de Arriba depositados en cuevas como la de Zambrana, o en la casas como la del tío Guapo.
Por las noches, al apagarse el alumbrado, se distribuían a hombro para ser comercializados con notable rebaja del precio corriente. A estos porteadores nocturnos les llamaban fantasmas.
La iberia. 12 de agosto 1907: Nos dicen que a altas horas de la noche sale un fantasma por la calle de Arriba. Parece mentira que eso suceda en Orihuela en pleno siglo XX.
Damos el aviso correspondiente a los consumeros, a quienes puede ser que les interese la aparición nocturna de ese mamarracho por la calle de Arriba.
Otra fuente de noticias era la insalubridad de la zona; sobre todo en años de cólera o de viruela. Y es que las epidemias mostraban siempre «caracteres alarmantes» en la calle de Arriba.
El oriolano. 12 de septiembre 1885: Las limosnas deben recaer en familias verdaderamente necesitadas de la calle de Arriba, donde las calenturas perniciosas (cólera) tienen postrados a numerosos individuos imposibilitados de atender al sustento de sus hijos.
El oriolano. 19 de septiembre 1885: Las cinco pesetas que nos ha remitido nuestro amigo D. Francisco Lozano, con destino a la suscripción iniciada en El Oriolano, han sido entregadas por nuestro director a la viuda pobre, Filomena López, con dos hijos enfermos de calenturas perniciosas, habitante en la calle de Arriba.
El orcelitano. 15 de junio 1890: La calle de Arriba y en particular el callejón Ancho, se hallan sus vecinos casi en su mayoría atacados de viruela, y convendría adoptar alguna medida.
El Martes. 5 de noviembre 1885: Ya había desaparecido la ridícula costumbre de conducir los cadáveres descubiertos al cementerio. Hemos visto con disgusto que el lunes de esta semana, se condujo uno procedente de la calle de Arriba en un ataúd sin tapadera, contraviniendo de este modo a lo terminantemente prohibido en un bando que se publicó por la alcaldía en el mes de mayo último.
La Prensa. 5 de febrero 1891: En las casas números 34, 30, 12 y 67 de la calle de Arriba se crían cerdos. (…) Háganse salir de la población todos esos animalitos que se crían en patios y corrales.
Las autoridades alertaban a los vecinos para intentar combatir las epidemias con «sanas medidas» que detuviesen su propagación en un barrio de calles estrechas y poco transitadas; vías con pésimas condiciones higiénicas a las que arrojaban «excrementos y otras cosas mal olientes».
Eso sí, como último recurso, siempre tenían muy cerca a la Virgen de Monserrate en su ermita para que acudiese en auxilio del barrio. Y al terminar la epidemia se mostraban agradecidos con ella.
El Oriolano. 24 de noviembre de 1885: El domingo se verificó la fiesta que los vecinos de la calle de Arriba dedicaron a su patrona por la terminación de la epidemia.
Las procesiones del sábado y domingo por la noche estuvieron muy animadas, como igualmente los fuegos artificiales con que dichos festejos terminaron la noche del dicho último día.
La ermita de la calle de Arriba.
Popularmente conocida como «Ermita de la calle Arriba», la tradición afirma que fue construida en el lugar donde antes estaba ubicada una cruz erigida por sugerencia de San Vicente Ferrer en su visita a Oriola a principios del siglo XV. Veamos que escribió Gisbert en su «Historia de Orihuela».
Santa Cruz, luego Monserrate. Cuenta Montesinos que la primitiva Cruz que hubo en la calle de Arriba se colocó en 1411 por consejo y a presencia de San Vicente Ferrer; pero la capilla edificada sobre el arco final de dicha vía sólo data del año 1698 en que fue dedicada a la Santa Cruz y en 1771 se principió a dar culto en ella a una imagen de Ntra. Sra. De Monserrate, costeada por varios arrieros.
Esta tradición se ha tergiversado afirmando que San Vicente oró en la capilla de la calle de Arriba. Estamos hablando de una ermita que se construyó casi tres siglos después de la famosa visita, concretamente en 1698, coincidiendo prácticamente con la del arco de la Virgen del Remedio que citamos en la calle de San Juan.
López Maymón, en uno de sus rebuscos publicados en «El Pueblo», en diciembre de 1927, lo dejó un poco más claro:
La Ciudad Oriolense profesó arraigada devoción a San Vicente Ferrer. Aún vivía por el comienzo del XVII, la tradición de que el glorioso taumaturgo, vino a la Ciudad de Orihuela el 1410, llamado por el Concejo, que predicó con copioso fruto de espíritu, en la Merced, Salvador, Santa Justa y Rufina (…) que debido a sus gestiones se levantó una Cruz, en la calle de Arriba, en el sitio mismo donde en 1771 se levanta el altar a la Virgen de Monserrate.
Yo tengo una teoría sobre esto: Entre los siglos XIV y XV, el Reino de Valencia se llenó de cruces que marcaban las entradas a los pueblos.
La fecha de la visita del santo se acerca mucho a la de la construcción de la primitiva muralla del Ravalete. Probablemente, la cruz que cita la tradición, era la cruz de término del antiguo camino de Crevillente.
La calle quedó cegada por el Colegio y ya no tenía sentido una cruz de término. Este pudo ser el origen de la Santa Cruz que se sigue venerando en una hornacina lateral. Pero insisto, es solo una teoría.
En 1771, en plena expansión del culto a la patrona, cuatro arrieros costearon una imagen de la Virgen de Monserrate que dejó a la cruz en segundo plano.
Desde entonces, en honor a la patrona se celebró la tradicional fiesta anual de forma muy parecida a la que describimos en la Corredera. Pero la nueva advocación de la ermita no borró de un plumazo antiguas tradiciones relacionadas con su cruz.
El Diario de Orihuela. 3 de mayo 1888: Las antiguas fiestas de la Santa Cruz han desaparecido de nuestros usos. Hasta de adornar con follaje y flores las cruces de los caminos y sitios públicos va decayendo más cada año. En la Alcaldía no se ha pedido permiso hasta la fecha más que para la fiesta de la calle de Arriba.
La Crónica. 5 de mayo 1888: Los vecinos de la calle de Arriba celebrarán mañana la fiesta de la Santa Cruz, estando por dicho motivo engalanadas las fachadas, y por la noche, de 8 a 10 tocará la banda municipal escogidas piezas y terminada esta se disparará una bonita cuerda.
La ermita de Nuestra Señora de Monserrate.
La primera noticia de obras en el siglo XIX data de febrero de 1854, cuando los vecinos solicitaron y fue aprobado según plano presentado, la construcción de una nueva ermita para la Virgen.
Pretendían ampliar el «nicho», en el que no cabía la imagen; por lo que una vez finalizada la ceremonia anual se veían obligados a guardarla en casas particulares.
No sé si el incendio ocurrido en 1887 tuvo algo que ver; pero a finales del siglo XIX la ermita estaba muy deteriorada.
El Diario de Orihuela. 9 de diciembre 1887: En las primeras horas de la noche de ayer se inició un incendio en la Capilla de Nuestra Señora de Monserrate de la calle de Arriba. El suceso que no adquirió proporciones gracias a la presteza con que acudió la pareja de vigilantes nocturnos de servicio en aquel barrio, fue ocasionado por una chispa que saltó de una candileja prendiendo fuego al cobertor.
Una comisión de vecinos, impulsados por «el amor que profesaban a María Santísima de Monserrate», solicitó permiso para ejecutar obras de restauración presentando un plano en el ayuntamiento.
La Comisión de Ornato aprobó las obras que se costearon a base de donativos. Le ermita se reinauguró con grandes festejos en 1895 por el obispo Juan Maura, quien había contribuido económicamente con 220 reales. Así lo reflejó la prensa en aquel año.
El Thader. 14 de septiembre 1895: Nuestro virtuoso señor Obispo ha dado la limosna de 220 reales para la restauración de una ermita de la calle de Arriba.
El Thader. 20 de septiembre 1895: Varios vecinos de la calle de Arriba han presentado al Ayuntamiento una solicitud pidiendo licencia para reformar la ermita que dedicada a Nuestra Patrona existe en la citada calle.
La Independencia. 20 de septiembre 1895: En la sesión municipal del 19 de septiembre se dio lectura de la comunicación presentada por los vecinos de la calle de Arriba, para hacer obras de reconstrucción en la Capilla de la Virgen de Monserrate, situada en dicha calle. Pasó a informe de la Comisión.
El Thader. 24 de septiembre 1895: Al donativo del Ilmo. Sr. Obispo de que dimos oportuna cuenta, debemos añadir otros de 10 y 5 pesetas que respectivamente han concedido los RR. PP. Jesuitas y el canónigo Sr. Murcia para las obras proyectadas en la ermita que existe en la calle de Arriba bajo el patronato de Nuestra Madre de Monserrate.
Programa de las fiestas de inauguración de la ermita de la calle de Arriba en diciembre de 1895.
El Thader. 7 de diciembre 1895: Al amanecer principiaron con repique general de campanas, dulzaina, morteretes y voladores. A las doce se repetirá el mismo acto.
A las cuatro de la tarde se efectuará la bendición del nuevo Altar de la Ermita por el Exmo. e Ilmo. Sr. D. Juan Maura y Gelabert, dignísimo Obispo de esta diócesis, acompañado del Exmo. Ayuntamiento y la banda de música municipal.
A las siete de la noche, se trasladará la imagen de Nuestra Señora de Monserrate, desde casa de D. Andrés Pescetto a la Iglesia de San Juan.
Mañana al toque del alba, diana por la banda de música y repique general de campanas, morteretes, voladores etc. A las nueve, misa solemne, siendo orador el diácono D. Benito López.
De cuatro a seis, la expresada banda de música, ejecutará varias piezas de su escogido repertorio. A las ocho será conducida en procesión la referida imagen, recorriendo varias calles. Terminará dicho acto, con fuegos artificiales.
Ya en el siglo XX, la primera noticia de obras en la ermita la encontramos en 1907.
La Huerta. 10 de octubre de 1907: En la ermita de la calle de Arriba se han introducido notables mejoras en las que se han invertido 230 pesetas y queda de existencia en caja 15,30.
La siguiente data de noviembre de 1916, coincidiendo con la fiesta de la Patrona. La prensa sólo mencionó a «dos personas piadosas» sin aportar más detalles.
Ciudadanía, 23 de noviembre 1916: Los días 18 y 19 celebraron la fiesta de su Patrona, los vecinos de la calle de Arriba. La ermita, ha sido restaurada por dos personas piadosas.
La última y más profunda restauración de la ermita tuvo lugar en 2010, con motivo del centenario del nacimiento de Miguel Hernández, el más ilustre vecino que habitó esta modesta y tradicional calle.
La alcaldesa de Orihuela, Mónica Lorente, acompañada por el equipo de gobierno, encargados de la obra y vecinos, inauguró la Ermita de Nuestra Señora de Monserrate, situada en la Calle Arriba, que ha sido rehabilitada, como parte del compromiso de mejora y revitalización de esta carismática zona de Orihuela en el año del Centenario del poeta Miguel Hernández.
La intervención ha consistido en una reparación-rehabilitación de los elementos deteriorados por el paso del tiempo.
Durante los trabajos realizados se han descubierto restos de edificios anteriores y dibujos y colores debajo de los revestimientos dañados que se han recuperado en la restauración.
Con un presupuesto total de casi 200.000 euros, la ermita de la Calle Arriba ya es un lugar que los vecinos pueden visitar y disfrutar.
En 2018 Patrimonio Histórico restauró también la imagen de la patrona:
Diario de Alicante. 21 de marzo 2018: Rosa Sánchez. Aunque la capilla de esta virgen no es muy conocida, «la restauración de esta pieza era algo muy demandado por los vecinos de la zona», manifestó Almagro, «por lo que es un motivo más para estar contentos de que estamos consiguiendo recuperar no sólo grandes inmuebles sino también piezas más pequeñas pero igual de singulares».
Bascuñana y Almagro han estado acompañados por el alcalde de barrio, Rodrigo Muñoz, así como de miembros de la asociación de Vecinos y Amigos de la Calle de Arriba, además de Aitor Larrabide, director de la Fundación Miguel Hernández. También estuvieron presentes el arqueólogo municipal, Emilio Diz, y Ana Mª Sánchez, artífice de la restauración de la talla, quien explicó el proceso llevado a cabo para su reparación.
Y es que esta escultura de madera policromada del siglo XVIII, que corresponde a los periodos pictóricos del Barroco final y Rococó, y que representa a la Virgen con el Niño, consistiendo en una talla «de vestir» con brazos articulados en el codo y ojos de cristal, «presentaba muchos desperfectos», explicó la restauradora, «con grietas, falta de preparación y de policromía, sufriendo un ataque puntual de insectos xilófagos».
Todo ello se ha conseguido eliminar por medio de una intervención realizada en la misma ermita y que ha llevado cuatro semanas, que «ha consistido en una limpieza, una reintegración de las capas de preparación y policromía, y la aplicación de un tratamiento a la madera para eliminar la carcoma y los insectos, aplicando finalmente una capa de barniz para acabar el trabajo», señaló Sánchez.
La fiesta de la Calle de Arriba:
La fiesta de la calle de Arriba en honor a la Virgen de Monserrate se remonta al último cuarto del siglo XVIII, al modificar la titularidad de la ermita.
Estas celebraciones anuales en los barrios tradicionales se convirtieron en al siglo XIX en una especie de elemento identitario más allá de la religiosidad.
He escogido, como muestra, varios recortes de prensa que abarcan desde finales del siglo XIX a comienzos del XX, el periodo de máximo esplendor.
En la fase previa, los mayordomos salían a pedir por las calles.
El Independiente. 26 de julio 1892: El domingo por la mañana oímos el redoble de un tambor acompañado de un gran gentío procedente de la calle de Arriba, y las gentes se alarmaron creyendo se trataba de un motín, pero los municipales de servicio en el barrio, se «arresiaron» a interrogar al del tambor y demás acompañantes, resultando de aquella alarma, que trataba de convocar a los hermanos de la cofradía de la Virgen de Monserrate de dicha calle, para que salieran a pedir.
Los del orden hicieron retirar aquella especie de manifestación, diciéndoles, que invocaran desde luego a los hermanos, pero sin producir escándalo, y por lo tanto, que guardasen el tambor para mejor ocasión. Para la nochebuena, pongo por caso.
En circunstancias normales, el ritual con el que obsequiaban a la Patrona consistía en una procesión de traslado hasta el convento de San Juan efectuada el sábado. En dicha iglesia se cantaba el domingo una misa con sermón.
La banda de música municipal amenizaba el evento con un derroche de pólvora, elemento tradicional en todo el reino de Valencia.
Y por la noche la imagen volvía a la ermita; quemándose una vistosa cuerda de fuegos artificiales como fin de fiesta.
El Diario de Orihuela. 15 de noviembre 1886: El domingo, los vecinos de la calle de Arriba pudieron solazarse con los festejos que celebraron en obsequio de su titular la Patrona de Orihuela, la Virgen de Monserrate, que desde tiempo inmemorial se venera en la ermita levantada sobre el arco de la calle.
Con motivo de dicha fiesta la gente de buen humor halló excusa para salir de casa y asistir a la cuerda, espectáculo de marcado sabor regional, aunque no tan entretenido y vistoso como las antiguas cuerdas cuya bondad estribaba en el número de docenas de carretillas despedidas con cortos intervalos para lesionar a unos cuantos circunstantes y ver rodar atropellados por la muchedumbre fugitiva los puestos de los garbanceros.
Pero si el progreso con su demoledora piqueta nos priva de aquellas diversiones que formaban todo el placer de nuestros tatarabuelos, ilustres inventores de los caballos de fuego, en cambio nos da la seguridad personal de presenciar los fuegos artificiales sin riesgo de sufrir quemaduras…
En caso de no disponer del convento de San Juan, los actos se trasladaban al de Santa Lucía, como ocurrió en 1888 por causa de una riada:
El Diario de Orihuela. 24 de septiembre 1888: … Con este anómalo estado de cosas por efecto de las pertinaces y torrenciales lluvias que nos ha traído septiembre, en la calle de Arriba, engalanada con los ordinarios adornos de las fiestas callejeras, celebraron por la mañana solemne función religiosa en la iglesia del monasterio de Santa Lucía en honor de Nuestra Señora de Monserrate cuya imagen condujeron procesionalmente el sábado a la referida iglesia devolviéndola anoche en lucida procesión a su capilla en el arco. Los demás festejos se han reducido a música por la banda de Callosa y a la quema de dos cuerdas con sus imprescindibles y fastidiosos correos.
A veces compartían la organización con los vecinos de la calle del Colegio; otros años intentaban organizar la suya propia.
El Independiente. 26 de septiembre 1892: Los vecinos de la calle de Arriba con la fiesta que han celebrado en honor a su Excelsa Titular la Virgen de Monserrate, ayudados por los vecinos de la calle del Colegio, han procurado con arreglo a los fondos que podían disponer, dar el mayor realce posible a la fiesta. Han traído la música de Callosa que ha tocado piezas escogidas de su repertorio, y sacándole todo el jugo posible.
Los jóvenes músicos no han tenido un momento de reposo; música de diana, música de once a doce de la mañana, música en la tarde y música en la noche.
Pedir más sería gollería. En verdad, que se han hinchado a música. Y todo por una friolera.
La función religiosa se celebró en el convento de monjas de San Juan, estando el templo adornado con toda suntuosidad, con gran profusión de luces y cubiertas las paredes con magníficas colgaduras, y ocupando la cátedra sagrada el virtuoso sacerdote D. José Mompeán, asistiendo a tan religioso acto considerable número de fieles.
En la noche hubo dos cuerdas de fuegos artificiales, cuyas piezas fueron confeccionadas por el pirotécnico, entendido por «Carlujos». Se ha rifado una borrega, que ignoramos a quién le ha tocado en suerte.
La otra cara de la fiesta anual eran los numerosos altercados que producía.
El Independiente. 26 de septiembre 1892: Anoche fueron recogidas por los guardias municipales algunas armas blancas y de fuego, evitando pudiera haber desgracias, con motivo de los muchos borrachos que había.
El auxiliar del Alcalde de barrio Manuel Celdrán, reprendió al guardia jurado conocido por el Cestero por acudir a la fiesta armado de escopeta, dejó en su casa la escopeta y volvió de nuevo produciendo escándalo. Al ser registrado le encontraron una pistola de dos cañones, cargada, y una navaja de grandes dimensiones, siendo conducido en calidad de detenido a la cárcel…
Riñeron en la fiesta de la calle de Arriba dos sujetos entendido el uno por «Cagarnera» y el otro por Tafalla, resultando éste, con una gran herida en la cabeza de un tremendo palo que le propinó su rival. El «Cagarnera» fue conducido a la cárcel y el «Tafalla» al Hospital para su curación.
El Independiente. 27 de septiembre 1892: En regocijo a la celebración de la fiesta de la calle de Arriba a su Virgen de Monserrate, no hay duda que el domingo se despacharon a su gusto los vendedores de bebidas alcohólicas. Se cogieron algunas «jumeras» que hubo hombre que era de todo punto imposible poder tenerse de pie.
Efecto sin duda de la bebida, se produjeron muchas riñas, que afortunadamente no tuvieron fatales consecuencias. Todo se redujo a unos cuantos palos; y efecto de ellos, no faltó a quien le abrieron la cabeza teniendo que ser trasladado al Hospital.
La fiesta sin incidentes era una rara excepción.
La Huerta. 7 de octubre 1907: Este año se han portado los vecinos de la calle de Arriba. La fiesta ha resultado lucidísima por demás sin incidente alguno, que es cosa rara.
A comienzos del siglo XX añadieron nuevos elementos; como misas de campaña o muchachas vestidas de blanco. Adjunto programa de fiestas de 1902.
La voz de la comarca. 22 de octubre 1902: Los de la calle de Arriba nos dicen que tendrán su fiesta el segundo domingo del mes siguiente, y que este año preparan algo nuevo. Ya tienen permiso para celebrar una misa de campaña.
La voz de la comarca. 19 de noviembre 1902: El próximo sábado y domingo tendrán lugar las grandes fiestas que los vecinos de la Calle de Arriba celebran en honor a la Santísima Virgen todos los años.
Las del presente serán magníficas, pues todos aquellos vecinos trabajan con verdadero entusiasmo para conseguirlo. Entre otras cosas sabemos se harán los siguientes festejos:
Sábado 22. —Por la noche a las siete y media y en solemne procesión, será conducida la Virgen desde su capilla de la calle de Arriba a la iglesia del convento de S. Juan seguida de la notable banda de «Santa Cecilia» que ejecutará las mejores marchas de su repertorio. De ocho a diez, serenata por la mencionada panda.
Domingo 23. — A las cuatro de la madrugada saldrá la procesión del Rosario que recorrerá las principales calles de la población, cantándose «La Aurora», concluido esto se celebrará en la antedicha calle una misa de campaña oficiada por la repetida banda de Santa Cecilia.
A las nueve gran función religiosa en S. Juan, estando la oración sagrada a cargo del joven presbítero D. Monserrate Celdrán. Por la noche será devuelta a su capilla Nuestra Señora con toda solemnidad.
A las ocho, nueva serenata, concluida la cual, se disparará una gran «cuerda» de fuegos artificiales. La calle estará engalanada con arcos de follaje, banderitas, colgaduras, y por la noche se iluminará a la veneciana.
La voz de la comarca. 27 de noviembre 1902: En las fiestas celebradas el pasado sábado, y domingo por los vecinos de la calle de Arriba en favor de la Santísima Virgen en el presente año, han resultado muy lucidas.
El sábado y conforme estaba acordado, fue llevada la Virgen procesionalmente al convento de S. Juan, donde al día siguiente tuvo lugar una gran función religiosa en la que pronunció un elocuente discurso el joven presbítero Sr. Celdrán.
A la misa de campaña que celebró el antedicho sacerdote acudió un gran número de gente. La procesión de por la noche resultó brillantísima, siendo muy numerosos los alumbrantes.
Llamó particularmente la atención, un grupo de lindísimas muchachas vestidas todas de blanco que arrojaban sin cesar flores a la Virgen. Durante la carrera se dispararon cohetes, tracas y se encendieron bengalas.
Epílogo
Como todos los barrios situados al pie de la sierra, la Calle de Miguel Hernández sigue manteniendo su marginalidad bien entrado el siglo XXI.
No ha consiguido despegar a pesar de contar con varios elementos para ser considerada una zona especialmente interesante: el Colegio de Santo Domingo, la casa museo, la ermita de la patrona…
Entre los años 2012 y 2013, la Cátedra Arzobispo Loazes y la Concejalía de Cultura de Orihuela promovieron una serie de actividades destinadas a regenerar este tradicional espacio urbano.
El proyecto se suspendió al cambiar de Ayuntamiento y de todo aquello quedó una publicación titulada «Construyendo utopías. La Calle de Arriba en Orihuela». Os la podéis descargar pinchando la siguiente imagen.
Para terminar, os dejo un artículo publicado en «Canfali Vega Baja», en septiembre de 1983:
LA CALLE DE ARRIBA MANTIENE SUS TRADICIONES. El pasado miércoles se volvió llevar a cabo en nuestra ciudad una de las tradiciones más antiguas a la vez que olvidadas, de nuestra ciudad, nos referimos al traslado que todos los años los vecinos de la popular calle de Arriba (Miguel Hernández), hacen de la virgen instalada en la ermita que preside esta calle.
El tradicional acto se efectúa la víspera del día de la patrona para que sea la imagen que venera la calle del poeta la que por la madrugada del día de la patrona presida el también tradicional rosario de la aurora. Todos los vecinos del barrio se cogen hombro con hombro, y cantan al unísono una tonadilla que dice:
La Virgen de mi calle/ la más hermosa/ porque en su cara tiene/ toda la gloria./ Viva María de Monserrate/ y viva la calle de Arriba/ que no deja de amarle.
Antonio José Mazón Albarracín. Ajomalba.
Enlace a programa de Radio Orihuela en 2020: «La calle de Arriba. Historia de una marginalidad».