Justo García Soriano. 15. 1913-1914.

En aquel año inicial de su nacimiento, los Reyes Magos trajeron a mis dos hermanitas mayores dos ataúdes y dos pequeños nichos blancos.

Justo García Morales. «La casa en que nací».

1913

AMO. LJGS.

El año 1913 comenzó de la manera más trágica posible para los García Morales. No tengo palabras para describir el dolor que debieron sufrir aquellos padres primerizos. Mejor transcribo lo que escribió su hijo, Justo García Morales.

Los nacimientos gemelos se dan igual en mi genealogía materna como paterna. La alegría multiplicada que produjeron (las gemelas María de los Ángeles y María Eloísa García Morales) vino a disiparse tres meses más tarde; «volaron al cielo», según entonces se decía y escribía, consecutivamente los días 4 y 5 de enero de 1913.

Mi padre recordaba siempre con dolor y cierto resentimiento aquel funesto suceso, porque se produjo de la manera siguiente: pocas fechas antes, casi con seguridad el 2 de enero, salieron a negociar en el banco (Justo y Eloísa). Dejaron al cuidado de las niñas a Gloria, hermana de mi madre.

Cuando al poco tiempo regresaron, se las encontraron tosiendo horriblemente con una bronconeumonía, como si hubiesen estado expuestas al aire gélido de aquel Madrid, que no sin motivo era llamado la Ciudad de la Muerte, por el gran número de personas que fallecían de enfermedades pulmonares.  

Calle Mayor de Madrid. Postal con matasellos de 1913.

Querido Justo: No he ido a almorzar a casa y acabo de saber tu infortunio por el que te doy mi pésame fraternal. Ya sabes lo que te quiero y cuan de veras estoy a tu lado. Recibe un abrazo muy cariñoso. Tuyo. Luis Antón del Olmet.

No sé si las negociaciones bancarias mencionadas tenían que ver con las acciones propiedad de Eloísa. Lo cierto es que, en febrero, Justo preguntó por la rentabilidad de ocho títulos de 250 pesetas de la Diputación de Valencia amortizables al 5%, que habían suscrito en noviembre de 1912 a nombre de su mujer. El agente de la Bolsa, Luis Martínez, le respondió:  

AMO. LJGS.

Madrid, 16 de febrero de 1913. Sr. D. Justo García Soriano. Muy Sr. mío: Cumpliendo su encargo, he recibido noticias de Valencia, que pagan y las últimas operaciones hechas, fueron a 102 p%, se lo aviso como quedó con mi dependiente; V. decidirá lo que ha de hacerse. Queda de V. afmo. s.s. q.b.s.m. Luis Martínez Osma.

Ordenó vender la mitad de los títulos; y dos días después les llegó la liquidación adjunta al 102,50 % menos los gastos: 119 pesetas con 60 céntimos. Disponemos también del justificante de esta operación.

AMO. LJGS.

El siguiente documento es un borrador dirigido a un desconocido alumno llamado «Pepito». Parece más bien una dedicatoria para ser escrita en un libro que le regaló por el día de su santo.

Querido Pepito, en recuerdo del día de hoy, que la Iglesia consagra a tu santo patrono San José, te dedico este libro de entretenimiento como corresponde a tu edad. Su lectura será la mejor despedida que des a la niñez, la época más feliz de la vida; y a partir de ella, presta tu atención principalmente a la obras serías que te hagan hombre juicioso.

Quisiera que este modesto recuerdo tuviera la suerte de ser el primer volumen de tu futura biblioteca. Y sentiría a la vez, la mayor satisfacción a que un profesor puede aspirar, si como fruto de mis enseñanzas, lograra infundirte un gran amor a los libros.

Ten presente que ellos son los mejores y más leales amigos, de los que podrás obtener con constancia, honra, provecho y honesto placer, los muchos y prósperos años que te desea tu profesor y amigo: Justo García Soriano. Madrid, 19-III-1913.

Aunque las cosas empezaban a marchar razonablemente bien en el aspecto económico, con Eloísa de nuevo embarazada pensó que había llegado el momento de buscar el sustento más allá de la docencia privada y de las colaboraciones en prensa. Para conseguir la plena estabilidad laboral con un sueldo decente, necesitaba opositar a un cargo público.

Cualidades para superar una oposición le sobraban; pero trabajar para el Estado implicaba la posibilidad de tener que aceptar destinos lejos de  la ciudad donde había organizado su vida. En Madrid residían su familia política y sus amistades.

Abandonar la capital implicaba también renunciar a numerosos archivos y bibliotecas, fuentes imprescindibles para su vocación de investigador; a los teatros, a las conferencias, a las tertulias…

AMO. LJGS.

Pero estaba decidido. En octubre solicitó el certificado de antecedentes penales — imprescindible para acceder a las oposiciones—, y presentó la correspondiente instancia en el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Había puesto sus ojos en una cátedra de latín para Institutos de Segunda Enseñanza; pero todo se fue al traste por un despiste. Lo cuenta su hijo Justo:

Así las cosas, se decidió a primeros de octubre de 1913, cuando ya venía yo camino de esta vida, a firmar unas oposiciones a cátedras de latín en los institutos de segunda enseñanza. Mas estaba de Dios que su porvenir fueran los archivos, bibliotecas y museos; no se informó de la fecha exacta de la presentación de los opositores y perdió el derecho a opositar.

Sólo días más tarde se enteró del comienzo de los ejercicios por el que luego sería compañero suyo en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, don Guillermo de Izaga y Ojembarrena.

Por esas mismas fechas entró en contacto con Rufino Gea; periodista e investigador local que llevaba años hurgando en los archivos de Orihuela. Le envió una primera carta exponiendo sus proyectos y pidiendo ayuda para identificar al autor de la Murgetana, origen de la leyenda de la Armengola. Transcribo la respuesta del señor Gea.

AMO. LJGS.

Orihuela 29 de octubre de 1913. Sr. D. Justo García Soriano. Estimado amigo: Mucho me favorece usted con su carta del 27, pero bien poco puede servirle el auxilio que de mí reclama V. No es V. el único que ha creído que por haber revuelto yo algunos papelotes del archivo municipal he venido a ser el ítem de las antiguallas oriolanas; y lo siento bien de veras, porque me hubiera gustado sacar del polvo algunas historietas merecedoras de letras de molde.

Del autor de La Murgetana no tengo noticias; parece que vivió en Murcia aunque nació en Orihuela. Y si es así, el jurado Gaspar García será tal vez el autor de aquel poema, porque escribió también un libro referente a historia de Murcia; y esta inclinación a cosas murcianas parece confirmar aquella residencia.

De todos modos, con el vivo deseo de poderle complacer, escribo hoy a un amigo de la vecina capital inteligente en la materia, y si sabe algo de tal personaje, seguramente que me dará noticias de él. Haré por que se vean los registros parroquiales de los años que V. me indica, y si tuviere usted alguna noticia que nos aproximare más al año de su nacimiento dígamela porque esas pesquisas son pesadas y engorrosas para luchas por tercera persona.

El trabajo que se propone realizar es para mí sumamente simpático, y como V. ha demostrado aptitudes singulares al hacer sus estudios universitarios, no dudo del éxito. De los paisanos espere V. poco: desgraciadamente, en nuestra tierra los tiempos no dan más que chismes, tiquis miquis y agua bendita.

A mí puede V. mandarme cuanto guste, y para demostrarle mi afecto del único modo que permiten mis alcances, tendré el gusto de enviarle dentro de pocos días un ejemplar de mis últimos garabatos literarios, que lleva por título Ruiz y Capdepón, su vida y su labor en el gobierno.

Orihuela, Tip. L. Popular, 1913.

Es para que lo lea V. como oriolano y no como expatrio.  Me daba cierta pena que a aquel buen señor que tanto hizo por la tierra, no se le dedicaran más que alabanzas cuando daba mercedes, y nadie se acordara de él después de muerto; y de aquí mi librejo que terminé a disgusto porque ni aun la familia ha querido facilitarme datos para que la biografía (o lo que sea) resulte más completa.

Es V. joven, trabajador, tiene V. alientos y vive V. en otro ambiente más saludable que el de la tierra. Adelante, amigo García, que no hay satisfacción que se iguale a la que siente el hombre al hacer algo honroso por la tierra en que nació, aunque esta le pagare casi siempre mal. Suyo amigo y servidor. Rufino Gea.         

Así se inició la colaboración entre dos escritores oriolanos de diferentes generaciones, apasionados por la Historia. Si os interesa el personaje, pinchando la fotografía de Rufino Gea, podéis acceder a su biografía alojada en esta misma web. Transcribo otra de sus cartas en la que le transmitió noticias de lo que había investigado sobre Gaspar «el oriolano».

J. Rufino Gea. Enlace a Biografía.

Sr. D. Justo García. Mi estimado amigo: mil gracias por las noticias que me comunica de nuestro poeta. Si el tal era sastre, no podía ser jurado porque a estos cargos no tenían acceso los tales en aquellos tiempos. Y por mayor seguridad he examinado algunos papeles de nuestro archivo.

Efectivamente, el jurado de 1582 se llamaba Gaspar García de Laza, en las varias listas de ciudadanos que he visto no encuentro nada referente al García Ortiz. Las actas de 1608 que traté de ver por si había alguna dedicatoria a ejemplares a nuestro Concejo no existen, y tampoco su nombre en algunos padrones de años anteriores.

En el apéndice al diccionario enciclopédico de Montaner hay una breve reseña biográfica que dice que era muy entendido en las cosas de España, que nació en Orihuela y residió en Murcia, donde escribió la Murgetana, y Anales de las Coronas del Reino de Murcia. La octava que me envía me gusta mucho, no desmaye V. por estas dificultades biográficas que, con paciencia se irán venciendo.

Los pergaminos de la Catedral han sido hasta ahora infructuosos, sospecho que D. Andrés Baquero debe de tener algunos datos porque está escribiendo una obra referente a artistas murcianos y quizá haya tropezado con algo: le escribo pidiéndole noticias que creo me dará si las tiene.

Quizás nos veamos dentro de unos días que iré a Madrid de paso para la provincia de Santander. Por correo va el ejemplar ofrecido referente a Capdepón. Ha sido un desastre editorial como verá por la lista de suscriptores al final. Suyo buen amigo: Rufino Gea.

Terminando el año, Rufino Gea escribió otra carta a Justo; una triste misiva desde Alicante en la que le comunicaba la muerte de su hijo y le felicitaba el año nuevo. Acababa de enterrarlo y estaba en la capital con toda la familia.

AMO. LJGS.

Alicante, 29-12-13. Sr. D. Justo García Soriano. Mi estimado amigo: Hice mi viaje a la provincia de Santander con el propósito de saludar a V. a mi regreso; pero un telegrama avisándome haberse agravado mi hijo de 16 años que dejé enfermo, me ha obligado a regresar precipitadamente, con tan mala fortuna que falleció horas antes de mi llegada a Orihuela; y viéndome precisado a trasladar a ésta mi familia por una temporada.

Usted ha leído mi libro con verdadero afecto de amigo; mil gracias por sus bondadosos juicios. Mis pesquisas sobre García Ortiz han sido infructuosas; el Sr. Baquero carece de noticias de tal personaje como verá V. por la adjunta. Con el espíritu quebrantado por mis desdichas, de nada puedo serle útil; y deseándole mejor fortuna y feliz año nuevo, es suyo buen amigo s. s. Rufino Gea.

Con la muerte de sus hijas aún reciente, Justo le respondió de inmediato tratando de ofrecerle consuelo.

Sr. D. Rufino Gea. Mi distinguido amigo. En este momento acabo de recibir su atta. carta, fecha ayer en Alicante, donde le han llevado desgracias de familia. No quiero aplazar un solo día el expresarle mi más sentido pésame, uniéndome a usted en espíritu para acompañarle en su pena por una pérdida que, por propia experiencia sé bien lo que significa.

Pronto hará un año que en sólo veinticuatro horas perdí yo dos hijas de cuatro meses, cuando me hallaba en pleno idilio familiar. Inútil es prodigar en estos amarguísimos instantes tópicos y frases hechas de filosófico consuelo. Son estas desgracias tremendas heridas del alma que solo el tiempo y la consideración de que nadie se libra sin calamidades, puede restañar aunque nunca cicatrizar totalmente.

Es muy triste, y más para un padre ver una vida que apenas comienza a sonreír quebrarse en capullo, aunque se comprenda que es dulce morir con la miel en los labios antes de saborear las amarguras que traen pronto los años viriles. Este consuelo es el que pronto le deseo; a la vez que a su demás familia. Gracias por la carta del Sr. Baquero que adjunta me remite.

Cuando usted y este señor, los más eruditos conocedores de las cosas oriolanas y murcianas no me pueden aportar nuevos datos acerca de nuestro compatriota, a buen seguro me ha de ser muy difícil hallar nueva luz sobre su vida y escritos.

No por eso desmayo, pues algo la suerte me ayuda y llevo ya bastante adelantado mi estudio. Quisiera antes del próximo verano darlo a la estampa a ser posible. Como no me dice las señas de su residencia en Alicante, le dirijo esta carta a Orihuela, desde donde creo se la enviarán ahí. Su servidor y amigo. J.G.S.

1914

1914 empezó de manera muy diferente. El lunes 19 de enero, a las nueve de la noche, nacía en Madrid Justo García Morales, en medio de un temporal de frío. El propio Justo habló de su nacimiento en varios borradores autobiográficos, a veces en tercera, a veces en primera persona:

En este «gélido ambiente» —frase muy de aquella época—desde hace dos días se espera que nazca una criatura en el piso segundo derecha de la calle de la Luna número 15 con fachada posterior a la de la Estrella. La familia de don Justo García Soriano, padre del que va a ser pronto un nuevo madrileño, atribuyen al frío lo laborioso del parto de su esposa doña Eloísa Morales Doblado.

El hecho les preocupa, porque pocos días antes se había cumplido un año del fallecimiento de sus primeras dos hijas, las gemelas María Eloísa y María de los Ángeles. (…) Por fin los dolores de la madre aumentan y el padre nervioso vuelve a ir en busca de la comadrona, doña Higinia, hermana del célebre novelista Felipe Trigo.

El regocijo de los familiares aumenta por las circunstancias de que el recién nacido sea un varón. Don Justo ya tiene decidido cómo va a llamarse: igual que él y que su padre don Justo García Sánchez. En su pueblo natal, Orihuela, sienten una gran veneración por las dos santas sevillanas, alfareras de profesión y que retrató Goya. Una antigua parroquia de la ciudad lleva sus nombres, e incluso anualmente, en la fiesta que conmemora su reconquista, se encienden en el monte dos hogueras o luminarias en su honor.

Partida de nacimiento de Justo. AMO. LJGM.

En aquel más que helado 19 de enero de 1914, nacería yo, me bautizarían el 6 de marzo y un día cualquiera de la primavera me harían mi primer retrato con el inusual procedimiento del «Biofix».

No mucho tiempo después enfermaría mi madre, y mi padre tuvo que ocuparse de mí, hasta el punto de que por las noches, al verse obligado a destetarme, como entonces era habitual, tenía que darme vasos de leche de vaca, pronto sustituidos por la entonces muy utilizada «Fosfatina Falières», compuesta con harina de lentejas y algunas otras materias que le proporcionaban un agradable gusto a polvo de chocolate o de bombones, guardada en botes de latón dorado protegidos por cartones.

Publicidad de la época.

Justo fue bautizado el viernes 6 de marzo en la parroquia de San Martín de Madrid. Fueron sus padrinos Alberto Doblado —un primo lejano, sacristán toledano — y su prima Gloria. Celebraron convite en la casa paterna. Él mismo nos lo cuenta también en sus apuntes:

Acuden los parientes a conocer al niño. Las abuelas, paterna, doña Ramona Soriano Moreno, que vive con los jóvenes esposos —veintinueve y treinta y un años— y doña Tomasa Doblado Arquero; los tíos carnales, Gloria Morales, casada con un droguero de la calle del Desengaño, Ricardo de Luque; Tomás Morales, señorito paseante en Corte que gastaba y gastaba el dinero de su madre, viuda de un magistrado muerto en Cádiz, don Tomás Morales Díaz; los primos del niño, gemelos de ocho años, Gloria y Ángel…

Más de mes y medio después, el viernes seis de marzo, recibí las aguas del bautismo en la cercana parroquia de San Martín, de manos del presbítero Mariano Cimorra.

Asistieron todos aquellos parientes, así como algunos más venidos de fuera; entre ellos Alberto Doblado, hombre devoto, sacristán del pueblo toledano de Villasequilla (…) Este primo lejano de doña Eloísa llevaría a la pila bautismal, en compañía de la niña de ocho o nueve años, Gloria Luque Morales, prima hermana de Justito. Terminado el acto, regresaría el grupo amistoso y familiar a la casa paterna por la calle del Desengaño, para celebrar el alegre acontecimiento.   

Justo García Soriano, Eloísa Morales y el pequeño Justo García Morales. Archivo Familiar.

En febrero de 1914 salió en Orihuela un nuevo diario que exaltaba la obra del apóstol Clavarana y se arrodillaba ante el Obispo. El rotativo, a pesar de su declarado catolicismo, incluía a Justo García Soriano entre sus «Redactores y Colaboradores»; un listado en el que figuraban también sus amigos José Escudero Bernicola, José Mª Sarabia, Rafael Rogel, Juan Sansano, etc.

La correspondencia de Orihuela. Número 1 – 4 de febrero de 1914: Los periódicos, generalmente puestos al servicio de banderines políticos, se redactan muchas veces por plumas que pretenden hacer de la verdad una mentira y de la mentira una verdad, sin tener en cuenta que la luz no puede mezclarse con las tinieblas, ni las tinieblas puedan ir en consorcio con la luz.

Podrán los buenos o escenógrafos presentar las cosas lo mejor posible, recurriendo a la inspiración, pero el buen pueblo sabe también alargar la cabeza en este teatro de la vida, para echar una mirada escudriñadora por el tinglado de los bastidores, y ver las desnudeces macabras de lo que algunos periodistas nos presentan como «oro de ley» no siendo más que «falsa calderilla»…

… Dicho lo anterior a guisa de prólogo, réstanos saludar a las autoridades locales, y ponernos de rodillas ante el Ilustrísimo Sr. Obispo de esta diócesis, cuya sabia palabra, esperamos nos abra ancho campo, para luchar, obteniendo fructíferos resultados, en beneficio de los intereses morales y materiales de la región; sobre todo de esta vieja ciudad de Teodomiro, de la industrial Callosa y de la noble e hidalga Torrevieja.

La Correspondencia de Orihuela. Número 1 – 4 de febrero de 1914.

«La Correspondencia de Orihuela» posee corresponsales en todos los pueblos de los distritos de Orihuela y Dolores y en las principales poblaciones de España, y desde Madrid, recibe diariamente la información telegráfica que le transmite la acreditada e insustituible agencia católica Prensa Asociada.  

Se refería a la Agencia Católica de Información creada en 1908 bajo la protección de los obispos españoles. Funcionaba desde Madrid con el nombre de «Prensa Asociada». 

Auspiciado por la Iglesia, el diario católico oriolano contó en sus inicios con numerosos patrocinadores comerciales. Se confeccionaba en la «Imprenta Moderna» de Juan Sansano Benisa (dejó de utilizar el apellido Mas), situada en la calle de San Pascual número 9. El propio Sansano se quedó con el periódico y lo siguió publicando en formato reducido de dos páginas a partir del número 32.

Pero el experimento fue breve. Terminó en el número 39 y no tengo constancia de que Justo, Escudero o Rogel llegasen a publicar nada. Nuestro biografiado estaba a punto de formar parte de un proyecto periodístico mucho más interesante y ambicioso.

En marzo, su hermana Milagros, viuda y con tres hijos supervivientes (había perdido a dos gemelos), regresaba a Orihuela en una más que precaria situación económica. Su marido, Pepe Linares, había fallecido trabajando de maestro en la provincia de Burgos.

El diario. Número 1724 – 17 de marzo de 1914: De Burgos ha regresado la señora Doña Milagros García Soriano, viuda del que en vida fue nuestro estimado amigo y paisano el ilustrado maestro nacional D. José Linares Aliaga.

En ese mismo mes, en España se celebraron elecciones generales; y su buen amigo Luis Antón del Olmet consiguió un acta por Almería a las órdenes de Eduardo Dato. El 1 de abril el flamante diputado fundaba «El parlamentario»; un periódico que nacía al servicio de sus intereses políticos, del que era director y propietario. 

Luis de Antón del OlmetArchivo ABC.

En su libro publicado un año después, titulado «Al correr de la política. 1914», contaba su carrera periodística, de la que he extraído los siguientes párrafos:

Lo que soy en la Prensa. Cuando yo tenía quince años y surgió en mí la primera ilusión retórica, cuando me sentí escritor, le ofrecí mis servicios al director de La Época. Es decir, no tuve que ofrecérselos. D. Alfredo Escobar, que me conocía por mi hermano Fernando, sabedor de que pensaba veranear en La Granja con mi familia por aquel entonces, me propuso, dejándome cautivado y absorto, que le enviase desde allí unas crónicas.

Así lo hice, y con el pretencioso y moceril pseudónimo de «Valflor», tracé doce articulitos, que la munificencia del marqués, mi director y amigo, pagó a duro la pieza. Ahora he fundado «El Parlamentario», que hizo, hace y hará campaña monárquica y conservadora. En esa empresa he perdido unas 15.000 pesetas, herencia de mi madre y pequeños ahorros de literato. ¡Pequeñísimos ahorros! Ahí he vertido mi actividad más álgida. Tal es mi labor en la Prensa.

El Parlamentario, 18 de abril de 1914. AMO. LJGS.

Para el nuevo periódico contó con la pluma de su amigo Justo y lo acreditó debidamente. No he encontrado números de «El Parlamentario» en ninguna hemeroteca digital; pero disponemos de algunos ejemplares de la colección personal del propio Justo en el Archivo. He transcrito la mayor parte de los cinco artículos que publicó en 1914, abarcando diversas facetas periodísticas: crónica, crítica literaria, periodismo científico, poesía…

Acreditación de Prensa. 1914. AMO. LJGS.

Se estrenó con un larguísimo artículo en el que reclamaba un nuevo estudio de la historia de la literatura española. Un homenaje a los clásicos; especialmente al sastre oriolano creador del mito de la Armengola cuyo nombre le daba título. Llevaba tiempo trabajando en este personaje, como pudimos comprobar en las cartas que el año anterior había intercambiado con Rufino Gea.

El Parlamentario, 18 de abril de 1914: Clásicos olvidados. GASPAR GARCÍA ORIOLANO. Azorín, en uno de sus artículos coleccionados bajo el título de «Clásicos y modernos», ha escrito esta verdad: «La historia crítica de nuestra literatura moderna está por hacer; ni han sido puestos a su verdadera luz muchos autores, ni, en cambio, puede ser aceptado, como valor lícito y verdadero, mucho de lo que de otros poetas y novelistas se ha escrito y circula en manuales y monografías».

Lo que dice el culto escritor refiriéndose concretamente a nuestra literatura moderna, puede repetirse con respecto a toda la historia de la literatura española. Lo que de ella no está por hacer, está por rehacer, salvo contados autores y obras.

Los españoles no tenemos todavía un tratado magistral de Historia literaria, completa, metódica y seria, que responda cumplidamente a las exigencias de los grandes progresos que se ha efectuado de medio siglo a esta parte en tan importante esfera del saber humano. España quizá sea, en este particular, la única excepción entre las naciones cultas. Hasta Portugal, nuestra hermana menor, posee una Historia de su literatura, que podemos envidiar nosotros.

Nos referimos a la de Teófilo Braga. Y esto produce más asombro si se tiene en cuenta la riqueza y el extraordinario mérito de nuestro caudal literario, capaz de competir con las mejores literaturas extranjeras y aún superarlas; así como el gran número de hombres competentes, doctísimos, de erudición pasmosa, que hemos tenido y tenemos, con aptitudes y condiciones sobradas para realizar con gran éxito esta empresa, difícil y ardua seguramente.

Aún vibra en los aires el eco lúgubre de las justas lamentaciones que España entera ha exhalado por la muerte del más grande de nuestros humanistas y eruditos, de aquel prodigio de sabiduría que se llamó Menéndez y Pelayo, cuya pérdida, verdaderamente irreparable para nuestra república literaria, nunca será llorada bastante. Nadie ha dispuesto ni es fácil que haya en lo sucesivo quien disponga, de las condiciones, medios y suma de saber que aquel hombre portentoso reunió, para poder llevar a cabo la empresa apetecida.

Sin embargo, el incansable, el fecundo erudito se limitó a atesorar, esparciéndolo pródigamente en sus obras, un caudal inmenso, inapreciable, de datos interesantes y juicios atinadísimos, referentes a nuestra historia literaria; pero no la llegó a escribir de una manera sistemática y ordenada, formando un cuerpo cabal de doctrina, como bien pudo hacerlo.

Toda su vasta labor sólo ha sido una monumental propedéutica, una gimnástica introducción de esa obra sintética y compleja que de él esperábamos, y que sin duda fue su proyecto, su ideal más constante y querido, que, como brillante meta, reservaba para poner, en sus postreros años, digna coronación a una vida estudiosa y fecunda. Y ante esta consideración se hace mucho más sensible la pérdida prematura que se deplora por todos.

Tenemos, sí, gran copia de trabajos monográficos, un arsenal inmenso de estudios parciales, eruditísimos, luminosos, acervo incalculable acumulado y aumentado sin cesar por la paciencia, los desvelos y el estudio de una numerosa legión y varias generaciones de investigadores, sabios y críticos.

Pero es una selva virgen, revuelta y enmarañada, compuesta de heterogéneos y contradictorios libros, folletos y artículos de revista, en la que para orientarse un hombre estudioso, de buena inteligencia, si alguna vez lo consigue, necesita invertir mucho dinero y muchos años en divagar afanoso por bibliotecas, archivos y librerías…

…Y lo más sensible de todo es que lo que de nuestra historia literaria se ha escrito (salvando lo meritorio que hemos mencionado, la parte monográfica y el brillante movimiento actual, iniciado principalmente por los discípulos de Menéndez y Pelayo, a cuya cabeza figuran nombres tan doctos como los señores D. Francisco Rodríguez Marín y D. Ramón Menéndez Pidal), se han hecho de un modo absurdo y gregario, limitándose nuestros ramplones tratadistas a plagiarse los unos a los otros, aunque procurando ocultarlo muy bien, y haciendo muy pocos labor personal con investigaciones propias y original criterio…  

… Nuestra historia literaria, la mayor parte de lo que tenemos hecho, está pidiendo a voces una pronta y rigurosa revisión, una rectificación general y concienzuda. Ya no nos basta el «magister dixit». La autoridad debe buscarse en los propios hechos, no en particulares opiniones. Y nosotros, modestos obreros intelectuales, fervientes admiradores de nuestras pasadas glorias literarias, que nos aventuramos a hacer estas predicaciones, debemos comenzar lógicamente dando el ejemplo, a medida ¡claro está!, de nuestras cortas luces y escasas fuerzas, intentando hoy la exhumación de un autor y de una obra de nuestro Siglo de Oro, que, si no de primer orden, son dignos de figurar, tanto o más que otros, en una historia completa y bien provista de nuestra literatura. Acaso sea un tanto intempestivo y a contrapelo nuestro empeño de querer resucitar un viejo poeta, ahora que muchos pretenden enterrar a la Poesía…

…Uno de estos poetas historiadores de nuestro Siglo de Oro fue Gaspar García Oriolano. Floreció a principios del siglo XVII, y escribió un poema heroico titulado «La Murgetana», que se imprimió en Valencia en 1608. En él celebra la reconquista del reino de Murcia por Alfonso X. El asunto está elegido con tino. La historia de España es una serie continua de proezas y de empresas memorables; pero es un tópico cierto que nuestra epopeya, nuestro verdadero cielo épico lo constituye especialmente la Reconquista.

Ahora bien; esta lucha admirable, por su larga extensión de ocho siglos, carece de proporciones y unidad convenientes para ser encerrada en un solo poema. La Ilíada abarca un periodo de diez años; la Eneida no excede acaso a este tiempo; la Jerusalén libertada se desarrolla en un espacio mucho más corto. Todas ellas se concretan a la conquista de una sola ciudad.

Cualquiera de las empresas militares de la Reconquista puede ser motivo de un poema heroico, si no osamos decir que de una epopeya. La conquista de Toledo por Alfonso VI, la de Valencia por el Cid, la del Almería por el Emperador, las Navas de Tolosa, la de Sevilla por Fernando el Santo, y la definitiva de Granada por los Reyes Católicos, por no citar más que estas, ofrecen materia idónea y abundante para otros tantos poemas, que integran el caudal inagotable de nuestra epopeya nacional.

La restauración del reino de Murcia puede incluirse en este número, pues es una de las páginas más bellas y simpáticas de nuestra Reconquista. Gaspar García supo inspirarse en tan notable suceso con gran instinto épico y trazar una hermosa y animada narración, donde revive con evocación poderosa el espíritu marcial y complejo del siglo XIII. El poeta no se desdeña en seguir puntualmente la historia, sino que se precia en escribir: «Verdades en verso» y de que en su obra, «En lugar de fábulas, hay provechosos discursos».

Sin embargo no faltan máquina quimérica en el poema, ni personajes y sucesos imaginarios, ni elocuentes parlamentos, ni brillantes y pintorescas descripciones. Nos hemos extendido ya mucho para que intentásemos ahora dar idea de las más relevantes bellezas que contiene esta obra, casi ignorada o relegada injustamente.

Otro día, abusando de la paciencia de los lectores, descenderemos a más minuciosidades respecto a «La Murgetana» y a algunas curiosas circunstancias biográficas de su autor. Y para terminar nos limitaremos a dar una brevísima reseña de su estilo, netamente clásico, en la siguiente irreprochable octava, que es una bellísima prosopografía de la reina de Almanzora:

«Era formada de la nieve pura/del claro cielo las azules venas/de la encarnada rosa la hermosura/ambas mejillas de su ornato llenas. /Y pudo el oro por su gran ventura/igualar al gentil cabello apenas; /dos estrellas por ojos, grandes, zarcos, / y en las cejas le puso Amor dos arcos». (Canto V, estrofa 57). JUSTO GARCÍA SORIANO.      

Acreditación de Prensa. 1914. AMO. LJGS.

Para el segundo trabajo publicado, asistió como corresponsal a una sesuda conferencia sobre los judíos en España en el salón de actos de la Academia de Jurisprudencia de Madrid. Justo estaba disfrutando de un trabajo que le permitía acceder a los más destacados eventos culturales y científicos.

El Parlamentario, 22 de abril de 1914: En la Academia de Jurisprudencia. Conferencia del doctor Yahuda. En el salón de actos de la Academia de Jurisprudencia y ante un selecto auditorio en que se veían selectos catedráticos y hombres de letras, dio anoche el sabio hebreista doctor A. S. Yahuda, profesor de Filología Semítica en Berlín y correspondiente de la Real Academia de la Historia, la quinta de sus conferencias acerca de la «Civilización Judaica en España y estado actual de los israelitas de origen español (sefarditas) en Oriente y Marruecos».

Trató el erudito conferenciante de la poesía entre los judíos españoles, revelando una vez más su extensa cultura en materia tan singular y poco estudiada. Tenemos en España algunos precedentes: la «Biblioteca Rabínica», de Rodríguez de Castro, y los «Estudios sobre los judíos españoles», de D. José Amador de los Ríos. Después de señalar el doctor Yahuda los caracteres generales de la literatura hispano-hebraica y reseñar sus más importantes precursores e iniciadores, pasó a ocuparse extensamente de sus tres más insignes poetas: Samuel Aben Agrela, Ben Gabirol y Judah-ah-Leví.

No intentaremos seguir paso a paso las admirables semblanzas que trazó de los dos primeros y el minucioso análisis que de su obra hizo. Nos falta tiempo y espacio. Recogeremos, sin embargo, los rasgos más generales y salientes. Samuel Aben Agrela fue extraordinario poeta y hombre de Estado en Granada. Sólo los cronistas árabes nos han dejado de él algunas noticias.

En sus varias producciones literarias y científicas demuestra la universalidad de su talento; la sagacidad del jurista, el método del sistemático, la exactitud del gramático y del filólogo y el fuego del poeta de alta inspiración. Era además un fervoroso creyente: en Dios cifraba todo su numen…

Abraham Shalom Yahuda. Nacido en Jerusalén en 1877, entre 1914 y 1922 fue profesor en Madrid.

… Un rasgo característico de los poetas anteriores a Agrela es que no cantaron al amor de la mujer, concretándose tan solo al ideal místico. Cierto que tributaban alguna vez culto a Eros; pero solo en cuanto pálido reflejo de la fuerza primera, de Dios. Sin embargo, Samuel no comulgó con estos ideales, y concede una importancia excepcional al amor, que es la pasión generatriz de nuestra vida.

Él fue el primero que abrió, después de los bíblicos, los ojos a las bellezas naturales. Esta observación de la naturaleza la aprendió, no en los filósofos griegos, sino en los poetas bíblicos. Por este camino le siguieron los poetas posteriores, como Ben Gabirol.

A Gabirol se le ha llamado «el Platón hebrero», aunque fue menos afortunado de la escuela académica: Gabirol nació en Málaga hacia el año 1021. Vivió en Córdoba. Muy joven aún perdió a sus padres, y la desgracia se ensañó con él. Así se explica que sus primeros versos fueran tan tristes, llenos de desesperación, pues muy pronto tuvo la ocasión de conocer toda la miseria y la pequeñez humanas y la crueldad del destino.

Otras veces, no obstante, entona el epinicio de su genio, y exclama: «¡Yo soy un príncipe, la poesía es mi esclava; si mi cuerpo se arrastra por la tierra, mi espíritu se remonta a regiones celestiales!». Después mejoró su suerte por breve espacio. Un walí de Zaragoza le protegió; pero a su muerte, el poeta volvió a quedar desvalido y a sufrir los rigores de su adversa fortuna. Entonces, de redentor se trocó en acusador de la humanidad, en severo misántropo.

Mas una nueva vicisitud de su existencia le condujo a la época más apacible de su vida. Samuel, a quien en otro tiempo hubo de conocer en Málaga, siendo vendedor de drogas, elevado a un alto cargo en la ciudad de Granada, se acordó de Gabirol y le llamó a su lado. Entonces, en casa de Samuel, disfrutó de tranquilidad suficiente para dedicarse a sus estudios. En aquella época de bonancible existir fue cuando Gabirol escribió la bella loa que tituló «La paloma».

El público premió la labor del conferenciante con nutridos aplausos. J.G.S.         

El domingo 31 de mayo se organizó en toda España una cuestación solidaria con motivo de la «Fiesta de la Flor». Mujeres de todas las clases sociales salieron a la calle o se instalaron en mesas petitorias para recaudar dinero destinado a la lucha contra la tuberculosis.

«Fiesta de la Flor». 31 de mayo de 1914.

Después de mucho tiempo alejado de la poesía, Justo publicó unos versos para la ocasión en los que combinó el tema de las flores con la enfermedad.

El Parlamentario, 2 de junio de 1914: FLORES DE AMOR.  I. Vencido por la fiebre, que su pulso acelera, / Y la tos que en su pecho clava agudos puñales, /El enfermo, sentado junto a los ventanales, / Languidece atisbando geórgica pradera.

Trepa hasta sus balcones la verde enredadera, / Las aves bequerianas llaman a sus cristales; / De flores encendidas se inflaman los rosales/ Y en el jardín sonríe, triunfal, la Primavera.

De súbito se animan los ojos del paciente / Y con ansia contempla la figura atrayente / De la bella esperanza, que cogiendo va flores.

Ha tejido con ellas una linda guirnalda… / Del doncel la mejilla una lágrima escalda / Y él suspira a la idea de imposibles amores.

II ¡Ay que el vencido sabe que la hermosa doncella / Su amor ofrenda sólo al que triunfa y al fuerte, / Al feliz que en sí lleva la salud y la suerte, / Y no al triste que gime con eterna querella! …

Fulge en el tul del cielo la vespertina estrella. / Entristece al enfermo su presagio de muerte. / El sol en el ocaso su postrera luz vierte, / Anunciando, ave Fénix, una aurora más bella.

Suenan leves pisadas. Las oye y se estremece / Sorprendido el enfermo, y a su vista aparece / La gentil esperanza, como nuncio del cielo.

—«Para ti son las flores»—le dice cariñosa; — / Pues también la belleza y el amor de la hermosa / Lo hizo Dios del que sufre lenitivo y consuelo. JUSTO GARCÍA SORIANO. 

Imágenes de los asistentes al festival de la prensa y de algunas artistas que tomaron parte en el mismo.

A finales de junio, el festival anual organizado por la Asociación de la Prensa en los jardines del Buen Retiro, quedó aplazado a causa del mal tiempo. El soberbio programa que inauguraba la temporada de verano se acabó celebrando la noche del lunes 29.

Las noticias de aquella exitosa verbena, a la que asistió nuestro biografiado, compartieron espacio en los periódicos con el asesinato en Sarajevo de un desconocido heredero a la corona austro húngara. Nadie sospechaba que sería la chispa que acabó provocando millones de muertos en la Primera Guerra Mundial.

Acreditación para la temporada de 1914 en el Retiro. AMO. LJGS.

Justo trabajaba como un auténtico «reporter» siempre al pie de la notica. Para redactar la noticia de un eclipse de sol, publicada en numerosos periódicos de España, se desplazó como corresponsal de «El Parlamentario», al propio Observatorio Astronómico de Madrid.

El Parlamentario, 22 de agosto de 1914 «El eclipse de ayer». Astrónomos callejeros. Los pronósticos de los calendarios y las noticias de la Prensa habían anunciado a las gentes que ayer ocurriría en los espacios sidéreos, no precisamente una gran batalla, como la que se espera en los campos de Bélgica, pero sí una aparente colisión entre dos grandes potencias de los cielos, el sol y la luna, de la que resultaría el astro rey completamente derrotado en las fronteras y dominios rusos, y con un tremendo mordisco en estos occidentales países en los que vivimos nosotros.

Picados de esta plausible curiosidad, no pocos madrileños y madrileñas se pasaron gran parte de la mañana y medio día de ayer de cara al cielo desde azoteas y balcones, ventanas o empinados sobre los adoquines más prominentes de la vía pública. Para poder contemplar impunemente las alteraciones que había de sufrir la faz radiante de Febo, como dicen los heleni-cursis, todos los improvisados astrónomos se proveyeron de sendos cristales, ahumados por distintos procedimientos fogoniles, con notables beneficios para el Monopoli de cerillas.

El medio, aunque vulgar y primitivo, no dejaría de ser bastante práctico, si no se corriera el fácil y frecuente riesgo de cortarse y de ponerse uno las narices como un chorizo curado al humo, en el hollín de la chimenea. En el Observatorio Astronómico. Este feliz reporter, que, a falta de otros méritos, tiene la suerte de tener en todas partes buenos amigos, pudo, gracias a ellos, permitirse el lujo de hacer sus modestas observaciones desde el mismo Observatorio de Madrid, siendo ilustrado a cada instante en sus dudas por varios amables y competentísimos individuos del Cuerpo de Astrónomos.

Mas no sentid «pelusa», queridos lectores, amos y señores nuestros, que el reporter, siempre afanoso por serviros, más que a satisfacer su particular curiosidad, pasó un buen rato de calor por calmar y complacer la vuestra. Y ahora, en brevísimos renglones, os va a referir cuanto vio y averiguó, por si os interesa u os es útil. A buena hora, y en compañía del dibujante Latorre, que se armó de un álbum, goma elástica y un lápiz muy afilado, por si había algo gráfico que recoger, marchamos en un «Pacífico C. T. M.», como dos pobres burgueses, al Observatorio Astronómico.

El día era espléndido, de una purísima limpidez de día canicular, y, por tanto, no cabía temer que algún nublado nos aguara la fiesta, o por lo menos, nos privara del interesante espectáculo. El curioso plumífero y su compañero el porta lápiz fueron recibidos en el propileo por el habilitado en el Cuerpo de Astrónomos, D. Lorenzo Martín, con esa espontánea amabilidad congénita a él, y que está siempre manifestándose en una insinuante sonrisa llena de probidad y simpatía.

Observatorio Astronómico de Madrid.

En el Observatorio se notaba un movimiento inusitado, propio de los días extraordinarios, de las grandes batallas. Se había terminado de hacer una movilización en toda regla, y el sabio personal de aquella casa se disponía a entrar en aquel instante en francas operaciones. Cada cual ocupaba su puesto de combate, y los vigías y centinelas, desde las posiciones avanzadas y puntos estratégicos, avizoraban atentamente el campo de batalla, y los movimientos del enemigo. Las primeras escaramuzas iban a comenzar.

Con tan amable «cicerone», recorrimos y examinamos las varias instalaciones hechas «ad-hoc» para estudiar el eclipse. Éste, en realidad, por el hecho de ser parcial en España, no revestía la importancia que en el caso de ser total hubiera tenido. Sin embargo, casi todo el material de la casa se hallaba en funciones, y nuestros laboriosos astrónomos, cumpliendo su alta misión, velaban por los augustos destinos de la ciencia.

Estudiando el eclipse. Extensión que comprende. El fenómeno se anticipa varios segundos a la hora prefijada por los cálculos. Todo el personal del Observatorio, amablemente, hidalgamente, nos ha permitido curiosear las diversas observaciones que iban realizando, satisfaciendo con interesantes datos todas nuestras preguntas.

Don Carlos Puente puso a nuestra disposición varios boletines y anuarios astronómicos y algunos mapas, en que se describe detalladamente el recorrido que había de hacer la sección del cono de sombra proyectado por la luna sobre las diversas regiones de la tierra. La zona central del eclipse ha tenido una amplitud máxima de 150 kilómetros, recorriendo una extensión de 10.000 kilómetros, que ha comenzado en un punto del mar Glacial, al Norte de América, y habrá terminado en la parte meridional de Asia, cerca de la India… 

…La silueta lunar. Manchas y fáculas del sol. Fotografías interesantes. Entre las diversas observaciones que se han hecho del eclipse, la más interesante resultaba la proyección del fenómeno efectuada por el gran ecuatorial de Mertz, que posee el observatorio. Don Antonio Vela y el auxiliar señor Reig (nuestro compañero de prensa, «Rigel») estudiaban atentamente el avance lunar sobre el disco del sol.

La silueta de la luna se recortaba con admirable limpidez sobre la hoguera solar, dejando ver con gran precisión su borde dentellado, que revela sus altísimas montañas y profundos valles, débilmente irisados a causa de la falta de acromatismo, propio de los grandes aumentos…

…Valiéndose de una modernísima cámara de Zeiss, el astrónomo Sr. Aguilar obtuvo interesantes fotografías de las diversas fases del eclipse. Gracias a la amabilidad exquisita de dicho señor, podemos dar a conocer a nuestros lectores una de estas fotografías, la que recoge el momento culminante de la fase máxima, ocurrida a las doce horas, veintidós minutos y treinta y tres segundos. Último contacto.

La fotografía de Miguel Aguilar publicada en «La Esfera». Y caricatura del evento en 1914.

Lo que dice «Rigel». El eclipse en Rusia. Sin noticias de la Comisión española. Nuestra gratitud. A partir del momento de la fase máxima, decrece todo el interés del eclipse, que termina efectuándose el último contacto a las trece horas, veinticuatro minutos y catorce segundos. Por juzgarlo curioso, transcribimos a continuación el siguiente dato que exponía anoche en el «Heraldo de Madrid» su cronista científico, «Rigel»:

«Extraña coincidencia. Llevada por la rotación solar, la hermosa mancha que ahora tiene el sol, ha pasado por el meridiano central del mismo, en la posición, por lo tanto, más cercana a la tierra, a la misma hora en que expiró el Pontífice. El momento del paso por el meridiano central ha sido calculado con escrupulosidad, y el resultado del cálculo asigna para el dicho paso, la una hora y diez minutos de la madrugada»…

…Y antes de terminar esta mal pergeñada información, nosotros, los únicos periodistas que acudimos y permanecimos en el Observatorio Astronómico mientras duró el eclipse, queremos hacer presente desde estas columnas nuestra más profunda gratitud por las grandes atenciones y favores con que nos distinguió y honró todo el personal de la docta casa. JUSTO GARCÍA SORIANO.

Cédula Personal de Eloísa de 1914. AMO. LJGS.

Termino este capítulo con la transcripción de una crítica literaria publicada en octubre. Se puede acceder al texto completo del libro pinchando sobre la imagen de mismo.

El Parlamentario, 23 de octubre de 1914: «Historias de Zorrilla». Con este título acaba de ser puesto a la venta un lindo volumen, artísticamente editado por «Mundial Biblioteca», y embellecido con preciosos dibujos e ilustraciones de Evaristo Barrio. Forma este libro una colección de las más selectas y celebradas leyendas de Zorrilla, puestas en galana y castiza prosa, de neto sabor clásico, por el distinguido escritor, querido compañero nuestro, D. Marciano Zurita (Silvio).

En esta feliz adaptación prosada, las bellas y románticas narraciones del más popular y español de nuestros vates de la pasada centuria, lejos de hallarse modernizadas y remozadas de un modo plebeyo y chabacano, a que era expuesta la atrevida empresa, adquieren cierto añejo tinte, una leva y grata pátina, que evoca el estilo de nuestros prosistas y noveladores del Siglo de Oro. Diríase que estas amenas prosas, en vez de ser un «rifacimento», fueron las primitivas fuentes tradicionales donde calcó el genial poeta sus hermosas leyendas, vertiendo en ellas todo el espíritu caballeresco y romántico de la vieja España…

…Empero, sería superficial e injusto juzgar este meritorio trabajo, nada sencillo, como una execrable profanación de las mejores preseas del autor de «Los cantos del trovador». Aunque muy lejos de opinar que la forma poética esté condenada a desaparecer, si creemos que el verso, con ser la expresión más idónea de la poesía y su más espléndido ropaje, no es esencial a ella; teniendo en cambio el agravante, en estos tiempos prosaicos, de escaso ambiente literario, que no todos los lectores tienen la suficiente propedéutica para comprender y saborear las obras versificadas. Si no hubiera otras, ya sólo esta consideración sería bastante a justificar la atrevida innovación y la acertada ocurrencia del Sr. Zurita…

Historias de Zorrilla. Mundial Biblioteca. Pichad para acceder a la obra digital.

…Sabido es que el mismo Zorrilla, en casi todas sus obras, y de un modo especial en sus leyendas, no hizo más que resucitar, prestándoles las brillantes galas de su fantasía exuberante, los viejos relatos y tradiciones que ya sirvieron de inspiración a otros poetas y escritores de los pasados siglos. 

Así vemos, por concretarnos sólo a dos de las leyendas prosificadas por Zurita, que el argumento de «A buen, juez mejor testigo», es de tanta antigüedad en nuestra literatura piadosa, que figura ya en las «Cantigas» de Alfonso el Sabio y en los «Milagros de Nuestra Señora», de Berceo; y conocido es de todos que la tradición de «Margarita la tornera» fue ya aprovechada por Lope para escribir su drama «La buena guarda».

El trabajo del Sr. Zurita, por tanto, lejos de profanar la obra excelsa de Zorrilla, contribuye a divulgarla, a hacerla accesible, por su forma amena y sencilla, a gran número de lectores. Recordando a la nueva generación el rico tesoro legendario, nunca bien explotado, que poseemos. Por todas estas razones merece nuestro querido compañero los mayores plácemes por su nuevo libro «Historias de Zorrilla». JUSTO GARCÍA SORIANO.

No he encontrado más datos sobre Justo en aquellos turbulentos meses en los que se iniciaba la Primera Guerra Mundial; cuyas noticias empezaban a monopolizar las primeras planas de todos los diarios.

Enlace al siguiente capítulo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.