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San Gregorio y los descalzos alcantarinos.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

San Gregorio y los descalzos alcantarinos.

La calle de San Gregorio toma su nombre de un desaparecido convento franciscano en el que los descalzos alcantarinos pervivieron poco más de dos siglos.

En concreto desde 1600, año de la fundación, hasta 1835, momento en el que abandonaron convento e iglesia en aplicación del proceso desamortizador emprendido por el Gobierno de la Nación.

Para la nostalgia quedó la capilla de la Venerable Orden Tercera, que ya solo podemos contemplar a través de añejas fotografías desde que fue demolida para erigir en su solar la moderna iglesia de San Vicente Ferrer.

Era el último recuerdo de aquel cenobio erigido bajo la advocación de San Gregorio Taumaturgo.

Los franciscanos descalzos o alcantarinos

La trayectoria de la orden franciscana está marcada por continuas renovaciones en el intento de aproximarse al ideal evangélico dictado por Francisco de Asís.

A través de los años fueron surgiendo hermanos dispuestos a intensificar sus ideales de austeridad, pobreza y soledad.

En el clima de reforma religiosa impulsada por la política de los Reyes Católicos y ejecutada por el también franciscano cardenal Cisneros, durante el siglo XVI despuntaron varios religiosos españoles; personajes como Ignacio de Loyola o Teresa de Jesús; y también un franciscano llamado Pedro de Alcántara.

Pedro de Alcántara.

Nacido en 1499, Juan de Garavito procedía de una de las familias más nobles y ricas de Alcántara (Cáceres).

En 1515, tras abandonar los estudios de leyes en Salamanca, tomó los hábitos, adoptando el nombre de Pedro.

En las filas de los conventuales reformados, fundó el convento de El Palancar, famoso por sus reducidas dimensiones.

Pronto comenzaron a sumársele nuevos hermanos, por lo que necesitó abrir casas para alojarlos.

Como hicieron sus predecesores, marchó a Roma donde su proyecto fue bien recibido, volviendo como Comisario General. Brillante orador, amigo de Santa Teresa de Jesús y consejero de reyes, su carismática personalidad arrastró a muchos franciscanos a vivir su proyecto.

La reforma de los descalzos, conocidos a partir de entonces como alcantarinos, se fue propagando por España, Portugal, Italia y los territorios de ultramar.

La fundación en Oriola 

Para abordar el estudio histórico de esta fundación disponemos de los documentos conservados en los archivos oriolanos y también de los trabajos de cronistas anteriores.

Dibujo de Joseph Montesinos en 1794. Archivo Caja Rural Central. Copia digital en el Archivo Histórico de Orihuela. (En adelante CRC/AHO)

En primer lugar repasaremos el «Cathalogo de los conventos del obispado de Orihuela», manuscrito confeccionado a mediados del siglo XVIII que se conserva en el Archivo Histórico Nacional, reproducido por Juan Bautista Vilar:

San Gregorio: En el día 22 de Abril del año 1600 se tomó posesión de este Convento de Padres descalzos de la Provincia de S. Juan Bautista, con la advocación de S. Gregorio Taumaturgo, con todas las licencias necesarias.

Siendo Obispo de esta Ciudad el Iltmo Señor D. Joseph Estevan; Governador de ella D. Alvaro Vique; justicia criminal Nicolao Viudes, Jurados Enrrique Marquefa, Diego Fernández de Mesa y Bartholomé Viudes, cuia posessión tomó el Rd. Padre Fray Gaspar Valera Predicador con Comissión del Rdo. Padre Fray Antonio Sobrino que era Comisario Prov, de dta. Provincia, por ausencia del Rdo. Padre Provincial Fray Antonio Alvaro, que se hallava en Roma. (1)

Medio siglo después, Montesinos se refiere a la «fundación del exemplar comvento de San Gregorio Thaumaturgo, extramuros de esta Ciudad de Orihuela»:

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6, capítulo 7, fols. 117-118. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

Gobernando estaba en paz la nave de San Pedro por los años de 1600 el Papa Clemente VIII […] gobernaba las Españas, el gran Rey Felipe III de Austria.

Por estos felices tiempos, se hallaba predicando el Reverendo Padre Fray Gaspar Valera, Religioso Franciscano Descalzo de la Provincia de San Juan Bautista, en esta Ciudad de Orihuela; hízolo con tan buen espíritu, exemplo y eficacia, y la movió a tan singular Devoción del Seráfico Instituto, que luego comenzó a tratar de que fundasen los suyos en ella y tomassen posessión del Convento.

Y habiendo venido la noticia del Sapientísimo y Reverendo Padre Antonio Sobrino, que por entonces se hallaba decorado con el Oficio de Comisario Provincial, diole parte de ello al Ilmo. Sr. D. Josef Estevan, IV Obispo de Orihuela el qual, aunque al principio lo dificultó por cuantos inconvenientes ocasionados de la maldita envidia, cuando las continuas insistencias con que la Ciudad, Justicia y Jurados lo pedían, dio licencia para que los referidos Padres tomassen posesión. (2)

Las notas recopiladas por Ernesto Gisbert a finales del XIX (3) aportan poco; más bien parecen tomadas de los anteriormente citados.

El primer cronista que aborda el tema con rigor documental es José Rufino Gea, publicando su trabajo en un semanario local a modo de fascículos entre los años 1917 y 1918. (4)

Frailes alcantarinos imaginados por Montesinos. CRC/AHO.

Con lo recopilado por todos ellos y utilizando las actas municipales del año 1600, que se conservan en el Archivo Municipal de Orihuela, analizaremos los acontecimientos que rodearon a dicha fundación cotejándolos con la situación histórica de la ciudad.

Quiero empezar diciendo que los descalzos llegaron a Oriola tarde y en mal momento; pero que lo hicieron bien recomendados.

En marzo del año 1600 quedó registrada la carta de Joan Alfonso Pimentel de Herrera, conde de Benavente y virrey de Valencia en el período 1598-1602, en la que aconsejó al Consell oriolano la conveniencia de fundar un convento de franciscanos descalzos en la ciudad.

Archivo Municipal de Orihuela. Actas municipales año 1600. Sig. A-95. Fol. 192.

Los Padres descalços de S. Francisco me han dicho como tratan de fundar un Conbento de su Orden en esa ciudad subjeto a la Provincia de Valencia, que aunque yo se que por ser esta obra tan buena y de que ha de rredundar tanto bien, estoy cierto acudiran a esto con mucho cuidado, pero por la debocion particular que tengo a esta Religion he querido rrecomendarlo a Vs.ms. a quienes Ntro. Señor guarde. En Valencia 17 marco 1600. (5)

En aquellas fechas Oriola andaba muy preocupada por las noticias recibidas desde Valencia y Cartagena, cartas que anunciaban que las ciudades de Xátiva y Alcoy estaban apestadas.

También se quejaban amargamente ante el secretario del rey de que, cumpliendo el mandato de Su Majestad, en 1592 habían reconstruido totalmente la «torre de la foradada» y la habían dotado de artillería, aljibe, guardias y atajadores pero los murcianos no habían hecho lo propio con la del cabo del Pinatar, y se estaban colando los moros apresando muchos cautivos entre pastores y labradores.

Por otro lado, atraídos por su riqueza y, al abrigo del reciente obispado, la ciudad se había saturado de órdenes religiosas.

Oriola albergaba ya a los añejos mercedarios, a los franciscanos observantes con sus hermanas clarisas, a los agustinos y agustinas, a los carmelitas, a los trinitarios y a los dominicos, cuyo rector, hijo de Loazes, gestionaba el traslado de media docena de dominicas del monasterio de las Magdalenas de Valencia para instalarlas en el beaterío de Santa Lucía. (6)

Convento de Santa Lucía. Colección Javier Sánchez Portas.

Aunque la orden franciscana estaba implantada en Oriola desde el siglo XV, a lo largo de la centuria siguiente habían florecido en ella diversas reformas, sinceros intentos de restablecer el espíritu de su fundador, como las de los descalzos y la de los capuchinos, que no tardaron mucho en llegar a la ciudad episcopal.

Demasiadas bocas ociosas para alimentar.

El principal valedor de la fundación era el padre Gaspar Valera, franciscano alcantarino del convento de Callosa de Segura, fundado en 1585.

Frailes alcantarinos imaginados por Montesinos. CRC/AHO.

Quizás para no desairar al virrey, la ciudad concedió su autorización provisional solicitando del obispo Joseph Esteve la oportuna licencia que, teniendo en cuenta el precario estado en el que se encontraban algunos conventos, contravendría las recomendaciones de Trento.

Dejaban así en manos del prelado la polémica decisión de autorizar otra fundación cuando las que ya estaban instaladas apenas podían subsistir.

El obispo, lavándose las manos, respondió con carta fechada en 14 de abril, y les dijo que calculasen ellos si la ciudad contaba con recursos suficientes para fabricar una casa franciscana sustentándola dignamente, y que si así era, él concedería la licencia.

AMO. Actas municipales año 1600. Sig. A-95. Fol. 210

Me advierten Vs. ms. que yo de primero licencia a dichos frayles y que después Vs. ms. ajuntaran consejo y procuraran que se determine lo que mas conbiniere al servicio de Ntro. Señor.

A lo cual respondo que Vs. ms. miren si la ciudad puede sustentar tantos monasterios y si hay fuerças para todo lo que es menester para fabricalles una casa y lo anexo a ella, que determinado primero esto y pareziendoles a Vs. ms. que esto conbiene havisandome y resolucion acudiré luego con la licencia y servire a Vs. ms. y a essa ciudad como devo, advirtiendo a Vs. ms. la necesidad que padezen los demas monasterios. (7)

En apoyo del proyecto, acudió el comisario provincial Antonio Sobrino enviando una carta desde el convento callosino.

En ella opinaba que una ciudad tan principal y devota, podría fabricar y mantener una casa para doce franciscanos.

AMO. Actas municipales año 1600. Sig. A-95. Fol. 209.

A mi paresceme que en ciudad tan principal y devota dificultar si podra sustentar doze pobres siervos de Dios hijos de St. Francisco y hazerles casa, es punto fácil de resolver. (8)

Sobrino supo tentar a un Consell orgulloso con su estatus de cabeza de gobernación política y religiosa; una ciudad que estaba creciendo y acometiendo todo tipo de mejoras en búsqueda del «ornato» que permitiese demostrar el momento de su máximo esplendor.

Para acabar de convencerles, Gaspar Varela, quien a la postre sería el primer prior del convento oriolano, recordó los deseos del virrey para la principal ciudad del reino después de Valencia, haciendo hincapié en que el nuevo convento pertenecería a la provincia de San Juan Bautista de Valencia, no así el de recoletos de Santa Ana que era castellanos.

AMO. Actas municipales año 1600. Sig. A-95. Fol. 211

Tuviesen por bien que se edificase convento de descalzos, no obstante que había un convento recoleto de San Francisco, que es de la provincia de Castilla, y el que ellos quieren edificar es de la provincia de Valencia, y que la ciudad es de muchos vecinos y la mas principal del reino después de la de Valencia. (9)

En contra de la fundación levantaron la voz los observantes de Santa Ana, que protestaron por escrito ante el Consell al ver en peligro gran parte de sus ingresos en concepto de limosnas.

Apelando al Concilio de Trento, les recordaron la prohibición de fundar conventos en ciudades que no pudiesen mantenerlos cómodamente.

Estos padres ya dicho, en tiempo atrás tomaron el convento que ahora tienen en Callosa, por donde nos an ynpidido limosnas que della y de los demas lugares solia este nuestro convento tener, por donde si en algun particular somos molestos y cargosos a esta ciudad es porque la necesidad nos aze andar muy a menudo enfadando.

El manda que no se funden conventos donde comodamente por la via ordinaria, sin pedir milagros, no se puedan sustentar. (10)

Ante tales argumentos el Consell se reunió el lunes 17 de abril para tratar y resolver ese negocio; y a pesar de que «habían hecho mucha fuerza» las razones del prelado, todos los presentes «unánimes y conformes en voto y parecer, teniendo por cierto que Dios había inspirado sus corazones para que los de esta ciudad les favoreciesen y ayudasen el asunto», aceptaron la fundación dando cuenta al obispo por carta para que concediese la suya.

Licencia del Consell para fundar el convento. Abril de 1600. AMO.

Conseguidas todas las licencias se cometió a Marco Sáez para dar morada a los descalzos y Oriola anunció orgullosa al virrey que, a pesar de tener otra casa de San Francisco, de haber acogido recientemente los conventos del Remedio y del Carmen, ambos muy necesitados, aceptaban a los alcantarinos dejando su subsistencia en manos de la divina providencia.

El 22 de abril tomaron posesión de tres casas situadas en el arrabal de San Agustín, junto a la barrera de Hurchillo donde se acomodaron temporalmente.

El sitio donde tomaron posessión fue el dicho Arrabal de San Agustín, en un pequeño callejón que se atajó con tablas, y algunos días estuvieron en él los Religiosos, con bastante estrechez y trabajo, hasta que enfrente de él tomaron tres casas pequeñas, de las cuales una servía de Santa Iglesia; la otra de portería; y la tercera de morada de los Religiosos, y en este paraje estuvieron hasta poder pasarse al combento, el cual se empezó a fabricar en 1601.

Sentose la primera piedra con muy grande primor y solemnidad, Domingo de la Septuagésima, asistiendo a este lucidísimo acto toda la clerecía, Señores Canónigos, Justicia, Jurados, en forma de Ciudadanos Nobles, Plebeyos y los más graves Religiosos de las demás comunidades.

Y para más solemnizar la fiesta, que de cuyo ya era grande, fue la Música de la Santa Iglesia Cathedral, y cantaron con regular melodía, en honor y gloria del Santo Obispo Gregorio, Patrono del nuevo combento. (11)

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6, capítulo 7, fols. 118-119. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

El apoyo municipal a la nueva fundación no solo incordió a los observantes de Santa Ana; mercedarios, agustinos, trinitarios y carmelitas pleitearon durante años contra los alcantarinos de San Gregorio.

Pero la decisión estaba ya tomada y las obras del nuevo convento franciscano y su iglesia se acometieron con premura gracias a las ayudas y limosnas del Consell.

Frailes alcantarinos imaginados por Montesinos. CRC/AHO.

El 20 de mayo concedieron licencia para sacar piedra de la «Peña del Castillo», sobre la casa antigua de Baltasar Pedrós y el 3 de junio, acordaron una limosna mensual de 3 libras sobre las rentas de la ciudad.

Con este respaldo y con donativos particulares continuaron las obras, instalándose en el nuevo edificio aun sin acabar a finales de 1603.

Rápidamente ampliaron y mejoraron su cenobio. En 1618 se hicieron con dos tahullas anexas para ampliar el huerto. En 1627 construyeron establos y pajar. En 1626 instalaron una barraca para criar seda…

El carácter reformista de los descalzos, con un comportamiento acorde a los postulados de su prédica, les hizo acreedores del cariño y respeto de los oriolanos; especialmente en las epidemias de 1648 y 1678; en este último año, la ciudad se dirigió al Provincial de la Orden, para agradecerle los desvelos de los descalzos:

Sucedió en esta ciudad de Orihuela el contagio de la peste, que duró en ella desde el mes de abril hasta los primeros de Agosto. Se sacrificaron víctimas de la caridad, y del consuelo público de la ciudad diez Religiosos de este Convento, saliendo de él a servir y consolar a los apestados del Hospital, y murieron de los diez cinco. (12)

Frailes alcantarinos imaginados por Montesinos. CRC/AHO.

A finales de la centuria comenzaron las reformas en la iglesia conventual. En 1698 compraron al ladrillero Tomás Pérez, 5.200 ladrillos para reformar la cubierta. (13)

Durante el siglo XVIII, las riadas estuvieron a punto de echar por tierra el edificio, quedando parcialmente dañado, por lo que se emprendieron obras imprescindibles, reforzando además arcos y paredes de la iglesia.

En su máximo apogeo, alcanzado en el siglo XVIII, el convento alojaba en sus muros a 50 religiosos y 8 pretendientes.

Su huerto, de casi cinco tahullas, contaba en fechas de la desamortización con 13 limoneros, 16 naranjos dulces y 2 agrios, 13 palmeras, 3 laureles, 1 peral, 3 higueras, 1 saúco, 14 parras, 2 pruneros, 1 albaricoquero y 22 granados. (14)

Frailes alcantarinos imaginados por Montesinos. CRC/AHO.

Con ayuda municipal urbanizaron toscamente el paseo de la alameda cubriendo los hondos con carretas de «ruinas y casquijo» para evitar que quedara impracticable por las lluvias.

Se compuso de cantería el puente sobre la acequia y se adornó con una cruz de término fabricada en 1735, que incluía las armas de la ciudad.

Gracias a la permuta efectuada por el Marqués de las Hormazas con la casa de Rafal a principios del siglo XIX, se ejecutó un camino para sustituir el «transito angosto que atravesaba los huertos del sitio de San Gregorio», completando así el precursor trazado de la actual calle de San Gregorio.

Frailes alcantarinos imaginados por Montesinos. CRC/AHO.
San Gregorio Thaumaturgo y la Virgen de Monserrate.

El Consell decidió que adoptase la advocación de San Gregorio Taumaturgo, abogado contra terremotos e inundaciones, por la devoción que la ciudad tenía a ese «santo bienaventurado», votado como intercesor ante las continuas avenidas del río que causaban tanto daño; en palabras de Montesinos:

Consultado por entreambos Cabildos, Eclesiástico y secular, que vocación y título se le daría al combento, convinieron todos en que fuese el de San Gregorio Thaumaturgo, obispo y confesor; y que se edificasse cerca de las orillas o márgenes del Río Segura, fuera del Arrabal de San Agustín, para que fuese amparo y defensa contra las grandes y terribles inundaciones que solían padecer de ordinario; y allí tomaron la deseada posessión, el día 22 de Abril del referido Año 1600, con grande contento y aplauso de toda la Ciudad. (15)

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6, capítulo 7, fol. 118. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

Así pues, cuando llovía más de la cuenta y el Segura comenzaba a desbordarse, sacaban al santo en rogativas «a fin de aplacar la ira de Dios».

Y eran estas tan frecuentes, que el padre guardián se quejaba al Consell de que la imagen de San Gregorio, además de pequeña, estaba indecente por las muchas veces que se había metido en el río, aconsejando hacer otra mayor y dejar la vieja para mojarla cuando hubiese necesidad.

Pero poco le quedaba al taumaturgo como intercesor meteorológico. El año 1672 comenzó diluviando y casi todo el mes de enero se pasó en perpetua rogativa.

Ya había sacado el Consell a San Gregorio en procesión al río, precedido como de costumbre de seis nobles caballeros con antorchas blancas, y sucedió que las lluvias continuaron, el Segura creció, rompió los frágiles costones que aprisionaban sus turbias aguas y, por espacio de varios días, esparció en la ciudad y en la vega la desolación y la muerte, arrasándolo todo con empuje tan extraordinario, que hasta el propio convento de San Gregorio amenazaba con derrumbarse sobre sus cimientos. (16)

San Gregorio imaginado por Montesinos. CRC/AHO.

No se había recuperado el pueblo de tanta desgracia cuando, dos meses después, el Segura comenzó a crecer de nuevo.

El pósito estaba vacío, el pueblo aterrorizado no podía contar con San Gregorio pues el acceso era imposible y sus frailes se habían refugiado en otros conventos.

Así pues echaron mano de la imagen más cercana. Nuestra Señora de Gracia fue sacada de San Agustín y colocada en un improvisado altar sobre el puente. Pero el río seguía creciendo.

El 7 de Marzo se reunió el Consell y acordó sacar en procesión hasta la iglesia catedral a la Virgen María de Montserrat.

Al llegar al puente de Poniente, el ramo de la patrona cayó al río e inmediatamente, las aguas comenzaron a descender. Con esta ya famosa ceremonia terminó la función intercesora contra las inundaciones de San Gregorio.

El milagro del ramo. Grabado siglo XIX.
Exclaustración y desamortización

El siglo XIX fue particularmente duro con los descalzos. Durante la Guerra de Independencia, al quedar extramuros, el convento fue fortificado para seguir el plan de defensa de la ciudad. En el primer plano confeccionado, aparece como Batería de San Gregorio. (17)

Acabada la guerra, la subsistencia posterior del convento no fue nada fácil. Como la de las demás congregaciones masculinas, su historia terminó con la desamortización eclesiástica.

El domingo 23 de Agosto de 1835 los religiosos fueron expulsados; era el final del convento.

El amplio edificio, fue subastado y adquirido por Juan Vilaregut, quien lo convirtió en locales y casas de inquilinos; y tres años después, el Ayuntamiento trasladó a sus cuadras el matadero municipal.

Croquis borrador de Orihuela. Año 1811. Ministerio de Defensa.

Al igual que la Merced y San Agustín, en 1868 el edificio fue adquirido por las hermanas Antonia y Petra Vilar, quedando en manos de la primera en 1875. (18)

Si os apetece, pinchando la siguiente imagen podéis acceder a un artículo que, junto a Jorge Belmonte, escribí sobre el tema.

Enlace al artículo.

La escritura hacía constar que fue convento de San Gregorio, en la alameda del mismo nombre, que lindaba al frente con la alameda, a la izquierda con huerta propia, a espaldas con tierras del marqués de Boil y a la derecha con la capilla de la Tercera Orden de San Francisco.

Lindando también con la alameda, habían construidas seis casas de planta baja, que formaban parte del edificio. La iglesia conventual, situada entre el convento y la capilla de la Orden Tercera, desapareció transformada en almacén. (19)

En septiembre de 1885 Vicente López Durana, esposo de Antonia Vilar, pretendió edificar en los terrenos de San Gregorio. El Ayuntamiento, tras el informe de Ornato, acordó pedir a Durana los títulos de propiedad.

Calle de San Gregorio a comienzos del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

Tres meses después, presentados a nombre de Antonia, le acusaron de apropiarse de parte de la Alameda que era del común. También de destruir la columna y base de la cruz de término, por lo que le negaron la solicitud.

Arrabal de San Agustín. Planos de población (1810)
Aunque la calidad es pésima, esta fotografía muestra la capilla de la VOT y la iglesia conventual de San Gregorio, convertida en almacén; ya con el campanario construido en el callizo que las separaba.
La Venerable Orden Tercera y la Cofradía del Perdón

Al igual que los franciscanos de Santa Ana, los alcantarinos de San Gregorio contaron con una Venerable Orden Tercera cuya capilla, separada de la iglesia por un callizo, fue el único edificio que se salvó gracias a su carácter seglar.

Capilla de la Tercera Orden de San Francisco. Es ya la Iglesia de San Gregorio que conocimos en el siglo XX. La torre fue eliminada después. Colección Javier Sánchez Portas

Fundada a mediados del siglo XVIII, esta institución costeó varias imágenes; entre ellas la de Nuestro Padre Jesús de la Caída obra de Salzillo y, desde mediados del XIX, organizó el traslado de dicha imagen el Martes Santo para formar parte de la procesión general del Viernes Santo.

Desaparecida la iglesia conventual la capilla se destinó al culto. Pero a principios del siglo XX, ante el mal estado que presentaba, fue clausurada temporalmente.

La restauración, a cargo del maestro Francisco Sánchez y de un carpintero llamado Sanz, fue financiada por suscripción popular; comenzó en 1905 y en febrero de 1906 quedaba reinaugurada.

Capilla de la VOT convertida en ermita, ya sin la torre. (Archivo García- Molina)

Las obras de restauración comenzadas en el templo de San Gregorio, tocan a su término. La suscripción abierta con tal objeto, y cuya lista de señores donantes hemos ido publicando, ha dado los más lisonjeros resultados. La iglesia de San Gregorio abrirá pronto sus puertas al culto.

Un esfuerzo más y se coronará la obra, pues para ello falta bien poco. Merecen un aplauso sincero el maestro de obras Sr. Sánchez (D. Francisco) y el Sr. Sanz (carpintero) encargados de la restauración. En ella han derrochado buen gusto e inteligencia. Sobre todo el pintor Sr. Sánchez, que gratuitamente esta haciendo allí una verdadera obra de arte. (20)

Capilla de la VOT de San Gregorio, ya adaptada y sin la torre.
En esta fotografía podemos comprobar la distribución del convento de San Gregorio, con la capilla de la VOT, la torre e Iglesia de los Alcantarinos y restos de lo que fue el edificio conventual. Al fondo el chalet de los Gálvez. Colección Javier Sánchez Portas
Aspecto de los edificios en los años 40-50 (Colección Javier Sánchez Portas). Sobre la fotografía anterior, ampliada, el dibujo de Montesinos (CRC/AHO).
Caballería del Perdón frente a la iglesia de San Gregorio © Antonio Ballester Vidal.

En 1927 se fundó la Cofradía del Perdón como heredera natural de la VOT. Durante la Guerra Civil se clausuró de nuevo la iglesia, trasladando algunas de sus imágenes al museo creado por Justo García Soriano en el antiguo palacio de la casa de Rafal.

Caballería del Perdón frente a la iglesia de San Gregorio © Antonio Ballester Vidal.

Terminada la contienda en abril de 1939, los cofrades del Perdón descubrieron que gran parte del piso de mármol había sido arrancado, y que cavado en el suelo de tierra, había un foso para asistencia del camión del cuerpo de bomberos que utilizaba el edificio como garaje.

También encontraron la cama del conductor instalada en el camarín de Nuestro Padre Jesús.

Nuestro Padre Jesús de la caída. San Gregorio © Antonio Ballester Vidal.

Con ayuda de los vecinos,  la vieja capilla reconvertida en iglesia fue de nuevo acondicionada acabándose las obras en el año 1943.

Erigida la nueva parroquia de San Vicente Ferrer en 1968 con feligreses procedentes de la Catedral y de Santa Justa, en octubre de 1971 desapareció el único vestigio del convento alcantarino.

Bendición de la nueva iglesia parroquial de San Vicente Ferrer, erigida en los terrenos de la capilla de la VOT de San Gregorio, exconvento de franciscanos descalzos alcantarinos. Colección Javier Sánchez Portas.
Bendición de la nueva iglesia parroquial de San Vicente Ferrer. Colección Javier Sánchez Portas.
Bendición de la nueva iglesia parroquial de San Vicente Ferrer. Colección Javier Sánchez Portas
Bendición de la nueva iglesia parroquial de San Vicente Ferrer. Colección Javier Sánchez Portas
Bendición de la nueva iglesia parroquial de San Vicente Ferrer. Colección Javier Sánchez Portas

La entrañable ermita fue derruida y sustituida por un moderno edificio parroquial que, a pesar de su nueva titulación, para los oriolanos será siempre San Gregorio.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Publicado en la revista de Moros y Cristianos de Orihuela en 2013. Mi más sincero agradecimiento a Consol Payá Amat y a Gloria Doménech Giner.

Notas: 

(1) Cathalogo de los conventos del obispado de Orihuela…. AHN, Estado, leg. 2945. (ms, mediados del XVIII). En: VILAR, Juan Bautista en Orihuela, una ciudad valenciana en la España moderna, vol. III, pág. 907. Orihuela.1981.

(2) MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6, capítulo 7, fols. 117-118. Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela. Los corchetes sustituyen un fragmento en el que Montesinos se extiende con una interminable lista de reyes que gobernaban Europa.

(3) GISBERT Y BALLESTEROS, Ernesto; Historia de Orihuela, vol. III, Orihuela.1901.

(4) GEA MARTÍNEZ, J. Rufino. «Páginas sueltas, documentadas de la Historia de Orihuela». En: El Conquistador, núms.178-179 (9-16 feb. 1918).

(5) Archivo Municipal de Orihuela. Actas municipales año 1600. Sig. A-95. Fol. 192.

(6) SÁNCHEZ PORTAS, Javier. El Patriarca Loazes y el Colegio Santo Domingo de Orihuela, pág. 30. Orihuela. 2003.

(7) AMO. Actas municipales año 1600. Sig. A-95. Fol. 210

(8) AMO. Actas municipales año 1600. Sig. A-95. Fol. 209

(9) ibíd.

(10) AMO. Actas municipales año 1600. Sig. A-95. Fol. 211

(11) MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6, capítulo 7, fols. 118-119. Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

(12) Cathalogo de los conventos del obispado de Orihuela…. AHN, Estado, leg.2945. (ms, mediados del XVIII). En: VILAR, Juan Bautista en Orihuela, una ciudad valenciana en la España moderna, vol. III, pág. 908. Orihuela.1981.

(13) NIETO FERNÁNDEZ, Agustín. ORIHUELA EN SUS DOCUMENTOS III: Los Franciscanos en Orihuela y su Comarca S. XIV-XX, pág. 205. Murcia. 1992.

(14) ibíd. Págs. 218-219.

(15) MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6, capítulo 7, fol. 118. Manuscrito. 1792. Caja Rural Central. Orihuela.

(16) GEA MARTÍNEZ, J. Rufino. “Páginas sueltas, documentadas de la Historia de Orihuela”. En: El Conquistador, núm.179 (16 feb. 1918).

(17) MUÑOZ PORTAU, Mercedes. «Aproximación a la Guerra de Independencia en Orihuela y su obispado: problemática castrense en un sector de retaguardia». Anales de Historia Contemporánea (Murcia) Vol. 1 (1982) p. 19-45.

(18) MAZÓN ALBARRACÍN, Antonio J/BELMONTE BAS, Jorge. «Aportaciones para el estudio de los conventos de La Merced, San Agustín y San Gregorio». Revista deorihuela, núm.9 (2007).

(19) Es parte del edificio que fue convento de San Gregorio, situado a las afueras de la Barrera del Matadero, en la alameda de su nombre, linda a levante con huerto propio, a poniente con camino a Hurchillo, mediodía con portería del convento y norte con la capilla de la tercera orden de S. Francisco, con callizo en medio. Tiene 6 ventanas con reja y una sin ella, puerta principal y 3 interiores, todas con cerrojo, llave y picaporte. (AHO. Protocolos Notariales).

(20) El Diario, núm. 243, (16 ene.1906).

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Apuntes sobre el Teatro Circo y su reconstrucción en Orihuela.

Algunos apuntes sobre el Teatro Circo en el centenario de su reconstrucción en Orihuela.

Alberto Zerón Huguet.

Introducción

En la segunda mitad del siglo XIX dos entretenimientos primaban entre la ciudadanía española por difusión y número de seguidores: el teatro y el circo. 

Toda ciudad medianamente importante debía contar al menos con un coliseo estable; este es el caso del Teatro Principal en Alicante y Cartagena, del Teatro de los Infantes -actual Romea- en Murcia o del Teatro de la Corredera en Orihuela.

En estos locales, los nuevos empresarios programaban largas temporadas contratando a las principales orquestas y compañías dramáticas.

Pronto, gracias al crecimiento económico y cultural, la gran afluencia de público permitió que en una pequeña capital de provincia como Alicante subsistiesen varios de estos locales de recreo.

Teatro Principal; Alicante, 1915.

Por otra parte, el circo se había renovado incorporando ejercicios ecuestres, animales exóticos, trapecistas, equilibristas y magos. Ante semejante despliegue, las compañías ambulantes eran recibidas con gran entusiasmo y continuamente aparecían y desaparecían provisionales carpas o barracones de madera.

Grabados Circo Price. Madrid siglo XIX.

A medio camino entre el teatro estable y la carpa estaban los llamados teatros circo que se proyectaron y construyeron siguiendo la moda que, desde París, se extendía por muchas ciudades europeas. Obras teatrales, óperas, zarzuelas, circo, conciertos; estos recintos polivalentes, permitían ofrecer todo tipo de espectáculos.

Programa Teatro Circo Apolo.

En España, proliferaron en el último tercio de la centuria, siendo el más famoso el derruido Teatro Circo Price de Madrid.

Proyecto Teatro Circo de Price
Teatro Circo de Price

Revisando la historia de los teatros circo cercanos: Cartagena (1879), Albacete (1887), Alicante (1881) y Murcia (1892), podemos comprobar que estos auténticos supervivientes, han llevado una trayectoria muy parecida y afortunadamente, gracias a la presión popular, con más o menos reformas y modificaciones, se mantienen actualmente en pie.

Teatro Circo Valencia.
Teatro Circo Mataró.
Teatro Circo Barcelona.
Teatro Circo Puente-Genil.
Teatro Circo Albacete.
Teatro Circo Albacete.

En el caso del Teatro Circo Alicantino, hay una circunstancia singular: su desmontaje y posterior reconstrucción en Orihuela entre los años 1907 y 1908.

Antecedentes Alicantinos

Vista de Alicante (Jean Laurent, ca. 1870).

Entre los años 1880 y 1881, el maestro carpintero Rafael Marco Boronat, dirigió la construcción de un barracón de madera  ubicado en la plaza del Barranquet (actual plaza de Chapí).

Teatro Principal en la Plaza del Barranquet, actualmente titulada de Ruperto Chapí. En 1839 se instaló en ella una plaza de toros y en 1848 se levantó el Teatro.

Estaba frente al Teatro Principal;  por lo que fue conocido popularmente como «el circo de la plaza del teatro». Se anunciaba como Circo Ecuestre y comenzó su actividad en el verano de 1881, exclusivamente con espectáculos de carácter circense. 

Al comienzo de la siguiente temporada estival se trabajó activamente para terminar la colocación del escenario, decorados y otros útiles necesarios que lo adaptaron para albergar con dignidad representaciones dramáticas.

Rafael Marco Boronat se ocupó de la maquinaria e iluminación; de la parte musical se encargó Pablo Gorgé Soler, patriarca de una familia de músicos alicantinos, director y fundador de la banda La Lira.

El renovado centro de recreo abrió sus puertas el 1 de julio de 1882 ya con el nombre de Teatro Circo;  y como reclamo al espectador, en la puerta  elevaban globos aerostáticos a los acordes de una banda de música.

Exhibición de globos aerostáticos.

Aprovechando que en aquellos momentos el género lírico era el preferido entre el público alicantino se especializaron en zarzuelas y conciertos sin abandonar las funciones teatro y de circo.

Esa misma temporada actuó varias veces un joven Isaac Albéniz, que llegaba de pasear su virtuosismo por diversas ciudades europeas. 

Más éxito tuvo la ópera italiana; con Rigoletto, Lucrecia Borgia o Marina consiguieron gran afluencia de público.

Concierto de Isaac Albéniz en el Teatro-Circo de Alicante, año 1882. Biblioteca de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, legado de la familia de Pablo Portes.

La cercanía del Principal debió ser un lastre para el joven Teatro Circo. En 1883 una nueva y ambiciosa sociedad abría la temporada con la compañía circense de los hermanos Rizarelli, que venía de triunfar por todo el mundo. 

A primeros de mayo la prensa anunciaba la demora en el debut «para no molestar al público del cercano Teatro Principal». La esperada apertura llegó el 18 de mayo; y fue un éxito rotundo. Durante varias semanas, los espectadores abarrotaron el local a dos funciones diarias.

El posteriormente llamado Teatro Circo Viejo se mantuvo durante una década programando todo tipo de espectáculos en la temporada veraniega. 

Pero las presiones de los propietarios del Teatro Principal y la reorganización urbanística de la zona forzaron su desaparición. Su última función fue la zarzuela «El anillo de hierro» representada en el verano de 1891.

Partitura «El Anillo de Hierro».

En octubre de ese mismo año, Rafael Marco, Pablo Gorgue y un grupo de artistas formaron una empresa y decidieron levantar un nuevo y bello edificio. 

Rafael tenía bastante experiencia; no en vano había participado activamente en la construcción de la Plaza de Toros de San Juan, en la de la casa flotante del Club de Regatas y en la reforma del Teatro Principal.

El Teatro Circo Alicantino o Circo Nuevo, como fue conocido popularmente, se erigió en la Plaza de Balmes, en terreno de propiedad municipal. 

Rafael Marco presentó una instancia en el ayuntamiento solicitando una concesión por 15 años para emplazar un edificio de carácter provisional que fabricaría en madera y ladrillo. 

Su inauguración coincidió con un hito en la historia de Alicante: la instalación del alumbrado eléctrico.

Teatro Circo de Alicante. 1892. Biblioteca Gabriel Miró.

El 22 de mayo de 1892 llegaba a Alicante Isaac Peral encargado de dirigir el proyecto. Aprovechando esta circunstancia, visitó el nuevo teatro supervisando los ensayos de su alumbrado; tres días después abría sus puertas con una espectacular compañía ecuestre. 

Durante una década se mantuvo en la brecha, alternando su faceta musical y circense; pero el cambio de siglo multiplicó la oferta de ocio.

Teatro de Verano en Alicante.

En 1903 Alicante disponía ya de seis establecimientos recreativos; entre ellos el nuevo Teatro de Verano, directo competidor, como su nombre indicaba, para la temporada estival.  A partir de aquí su actividad fue en disminución limitándose a ofrecer actuaciones esporádicas de circo.

En 1907 se cumplían los 15 años de concesión y la completa cartelera alicantina ofertaba ópera en el Teatro Principal; cinematógrafo y funciones en el Salón Novedades, en el Recreo Alicantino y en el Salón Moderno; exhibiciones gimnásticas en la Plaza de Toros;  y para colmo, el Teatro de Verano preparaba su nueva temporada. 

El futuro del Teatro Circo se presentaba bastante negro; pero aún no estaba todo perdido.

A primeros de junio, «La Correspondencia de Alicante» elogiaba la decisión municipal de concederle una prórroga de nueve meses y anunciaba la inminente llegada en el correo de Madrid de Eugenio Casals, a la cabeza de una excelente compañía de zarzuela, que llegaba triunfante de Buenos Aires para comenzar el día 14 una espectacular temporada en el Teatro Circo.

Pero las cosas se torcieron, el señor Casals, tras reunirse con un grupo de empresarios, aceptó la dirección del Teatro de Verano precipitando así el fin del Teatro Circo Alicantino.

Durante el mes de agosto «La Voz de Alicante» anunciaba la subasta para su demolición y para la adquisición de los materiales, muebles y demás enseres.

Recortes de prensa alicantina de la época.

Ésta tuvo lugar a las doce de la mañana del día 10 de septiembre de 1907, en el despacho del notario Lorenzo de Irizar. Y la demolición se llevó a cabo durante el mes de octubre; mientras la prensa reclamaba la construcción de una plaza mercado.

En 1921 se inauguraba el precioso edificio del Mercado Central de Abastos que desde entonces ocupa su lugar.

Solar del «Mercado Viejo» y nuevo Mercado Central de Abastos edificado en el solar del Teatro Circo.

El Teatro Circo en Orihuela

Desde 1840, la Orihuela decimonónica contaba para su recreo con el Teatro de Orihuela o de la Corredera. Este espacioso local, derribado recientemente, fue erigido por Francisco Regidor Reig y tenía capacidad para 900 personas.

Calle de la Corredera. Orihuela. J. Laurent, ca. 1870.

Con el transcurrir de los años, el edificio ya muy deteriorado, pasó a manos de los nietos del fundador; quienes en 1887 lo pusieron en venta con mobiliario y enseres.

Desaparecida la Plaza de Toros de San Agustín, los espectáculos ecuestres y otras funciones de circo se desarrollaban en recintos portátiles instalados generalmente en la Plaza Nueva.

Plaza Nueva. Colección Javier Sánchez Portas.
Cinematógrafo en la Plaza Nueva de Orihuela.

La primera referencia a la construcción de un teatro circo en Orihuela aparece en prensa a finales de 1895. Se anunciaba la formación de una sociedad cuya cabeza visible era Vicente López Durana.

El nuevo propietario del Teatro de la Corredera pensaba construir un teatro de hierro de acuerdo a las exigencias modernas; y para tal menester, pretendía adquirir el Teatro Circo de Alicante.

Este sombrerero alicantino, se había casado en 1870 con la oriolana Antonia Vilar, propietaria del convento de San Gregorio y de gran parte del de la Merced.

El matrimonio residió varios años en Alicante, por lo que conocían de sobra el Teatro Circo de la Plaza de Balmes.

Al trasladarse a Orihuela, López Durana se dedicó plenamente al negocio de los alquileres obrando y reformando sus conventos hasta desvirtuarlos totalmente. 

Una vez comprado el enorme edificio de la Corredera en 1895, si hubiese conseguido el Teatro Circo Alicantino, posiblemente hubiese destinado el viejo teatro a viviendas de alquiler; pero esto no es más que una opinión personal. 

Lo cierto es que a pesar de anunciar a bombo y platillo su restauración, fracasada la compra, se deshizo del Teatro de la Corredera.

Fachada del Teatro Romero en 1900. Archivo Municipal de Orihuela.

En 1905 volvió a circular la noticia de una nueva sociedad que pretendía erigir un teatro circo.  

Además de Eduardo Romero Sansano (propietario del local de la Corredera), entre los accionistas estaba Ramón Pastor Vilar, sobrino de López Durana, cuyos padres habían poseído el convento y plaza de toros de San Agustín (vendido y convertido en colegio de Jesús y María) y también la parte de la Merced que aún se conserva. Quizás por ello se barajaba este edificio entre los posibles emplazamientos.

Por segunda vez, se negoció la compra del de Alicante, ya por entonces en horas bajas. Pero habría que esperar dos años más.

En septiembre de 1907 los hermanos Antonio y Ángel Roca de Togores, entre la sorpresa y admiración de sus paisanos, se hicieron con los «materiales, muebles y demás enseres» del Teatro Circo Alicantino. No tuvieron que negociar mucho; como ya hemos dicho, los adquirieron en subasta pública ante notario.

La ubicación tampoco fue un problema; lejos de complicarse como sus predecesores en la búsqueda de un solar céntrico, adquirieron un huerto propiedad de un tal Sr. Giménez.

Teatro Circo Orihuela.

Utilizando la actual calle de Rufino Gea, un triste callejón llamado del Salitre que partiendo de la calle Loazes giraba hasta morir en el río, conectaron el teatro con el Casino y con la zona comercial totalmente reformada a finales del siglo XIX.

Calle Salitre/Rufino Gea. Antonio Ballester.

Antonio Roca de Togores cedió la propiedad del Teatro Circo a la sociedad anónima Circo de Orihuela, formada con un capital social de 35.000 pesetas, dividido en setenta acciones de quinientas pesetas cada una, pagaderas en cinco plazos de veinte duros cada uno. 

Dichas acciones acabaron en manos de uno de los socios, Vicente Esquer Esquer, procurador oriolano cuyo nombre quedó para siempre asociado al edificio, pues pasó a denominarse Teatro Circo Esquer. 

Las obras comenzadas en octubre se desarrollaron con rapidez. Para el mes de enero tenían instalado el armazón para el graderío y las columnas ya se elevaban por encima de los huertos que lo rodeaban.

La inauguración tuvo lugar el 25 de abril de 1908, Sábado de Gloria. A pesar de haber escogido y anunciado para tal evento la actuación de una «notable compañía de zarzuela», fue la compañía dramática de Jaime Rivelles la encargada de estrenar el nuevo coliseo oriolano.

Colección Javier Sánchez Portas

En un teatro de la época no podía faltar el cinematógrafo y de ello, según la prensa coetánea, se encargaron los hermanos Carreño.  

En junio se construyó la cámara que albergaría la máquina con arreglo a la normas de seguridad. Ellos mismos contrataban a los artistas para amenizar las proyecciones de cine mudo.

El 10 de abril de 1909, el diario «La Época» anunciaba un proyecto para la construcción de la nueva plaza de abastos;  que sorprendentemente se ubicaba en el solar ocupado por el flamante Teatro Circo.

Calle Alfonso XIII. Anuncio del teatro. Colección Javier Sánchez Portas

Todo quedó en un proyecto; pero resulta bastante sospechoso que entre aquellos concejales figurase  Romero Sansano, que como ya hemos dicho, era propietario del teatro vecino.

Al contrario de lo que ocurrió en Alicante, fue el viejo coliseo recientemente restaurado el que se sintió amenazado. 

Con un aforo de casi 2.000 espectadores, el teatro circo doblaba al Teatro Romero y eso le permitía ofrecer unos precios más populares.

Funciono sin sobresaltos hasta 1929. En esa fecha, se realizó una primera reforma para dotarlo de mayor seguridad e higiene, instalándose además un completo equipo de proyección cinematográfica.  

Teatro Circo de Orihuela años 30. Colección Javier Sánchez Portas.
Teatro Circo de Orihuela años 30. Colección Javier Sánchez Portas.

Bajo la dirección de un nuevo arrendatario, Pedro Muñoz Mendes, la reapertura tuvo lugar el 19 de octubre con la proyección de la película Cagliostro el Aventurero. 

Hasta la década de 1920 la plaza del teatro había continuado en manos de la familia Esquer y no era más que un trozo de huerto apisonado. 

Durante la II República, ya en poder del Ayuntamiento, se emprendieron ciertas mejoras en el llamado ensanche del Teatro Circo.

Calle Alfonso XIII, Fermín Galán durante la II República. Anuncio del teatro. Colección Javier Sánchez Portas
Archivo Histórico Provincial de Alicante.

Entre los años 1933 y 1934 se expropiaron y fueron derribadas dos casas de la calle Escorrata y se aprobó el proyecto de apertura y ensanche de la calle del Salitre, redactado por el arquitecto municipal Severiano Sánchez Ballesta. 

Para ello demolieron parte de la posada de Valeriano Barber Carrió, siendo el maestro de obras municipal Román Sánchez, el encargado de la pavimentación.

La plaza del Teatro se retituló como plaza del Poeta Sansano, en honor al literato y periodista Juan Sansano Benisa; y la calle del Salitre como de Rufino Gea, recordando al famoso cronista de la ciudad.

Juan Sansano Benisa y su diario alicantino. (Orihuela 1887 – Alicante 1955).

El Teatro Circo de Orihuela o Teatro Circo Esquer fue el referente cultural de la comarca durante gran parte del siglo XX ofertando cine, teatro, zarzuela, óperas, danza, circo y hasta combates de boxeo.

Antonio Ballester Vidal.

A lo largo de su existencia han desfilado por su escenario las más diversas manifestaciones culturales y festivas: compañías teatrales, figuras de la canción, cupletistas, orquestas y todo tipo de artistas. 

Por otro lado, a nivel local ha albergado festivales benéficos, juegos florales, bailes, conferencias, etc.

Dejando cada vez más de lado su faceta teatral y asumiendo la de cinematógrafo, aguantó el paso de los años con cierta dignidad; pero hablando de centenarios, no podemos olvidar un último servicio a la cultura local.

Teatro Circo Esquer.

El 13 de febrero de 1977 albergó el estreno mundial de la ópera prima teatral de Miguel Hernández «Quien te ha visto y quien te ve, sombra de lo que eras«, a cargo del grupo teatral La Cazuela, de Alcoy.

En 1978 como otros muchos teatros de la época se vio abocado al cierre. A partir de entonces, comenzó un periodo con todo tipo de especulaciones sobre el futuro del edificio.

Teatro Circo Esquer. Vista aérea.

Los técnicos aconsejaban su demolición y reconstrucción en otro emplazamiento; los propietarios aceptaban la construcción de un nuevo teatro integrado en un edificio de viviendas; los vecinos pedían una plaza pública o un parque; y por último, un colectivo cultural encabezado en aquellos años por Javier Sánchez Portas, exigía la puesta en valor de un símbolo de la cultura oriolana del siglo XX.

Teatro Circo Esquer en ruinas.

Mientras tanto, el añejo edificio soportaba inundaciones, actos vandálicos y conatos de incendio. 

Al igual que en otras localidades, tuvo que ser la lucha decidida de un grupo de ciudadanos la que removió las conciencias para recuperar este referente histórico absolutamente excepcional.

En 1986, el Ayuntamiento de Orihuela compró el Teatro Circo para emprender su recuperación con la inestimable ayuda de la Diputación Provincial y la Consellería de Obras Públicas y Urbanismo.

Se había perdido un tiempo precioso y su estado era de ruina. El viejo coliseo necesitaba algo más que una restauración. Con carácter de urgencia se eliminaron los residuos acumulados y se acometió un cerramiento de carácter provisional.

Colección Javier Sánchez Portas.

El proyecto de recuperación debía respetar en la medida de lo posible la tipología de sus elementos que imprimían el carácter de época al edificio; pero a la vez se buscaba crear un recinto polivalente que permitiera un uso diverso, con gran capacidad de aforo y con las modernas condiciones de confortabilidad. Para ello se redistribuyeron las localidades y se modificaron los espacios resultantes de los derribos.

Colección Javier Sánchez Portas. Ajomalba
Colección Javier Sánchez Portas. Ajomalba.

Totalmente rehabilitado, dotado de nuevo mobiliario y convertido para siempre en edificio estable, fue inaugurado el 6 de Noviembre de 1995 por la Reina Doña Sofía con un concierto a beneficio de la Obra Social Diocesana de San José Obrero de Orihuela.

Joaquín Marín.
Víctor Sarabia Grau.
Víctor Sarabia Grau.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba)

El presente trabajo publicado en Alicante, es fruto de un encargo de la revista cultural «El Salt», a través de mi buena amiga Consol Payá. Apareció en el número 14, durante la primavera del año 2008, en el centenario de su reconstrucción en Orihuela.

José Antonio Ruiz Peñalver.
Alberto Zerón Huguet.

Fuentes Documentales y Bibliografía.

SÁNCHEZ PORTAS, Javier, SAN NICOLAS ROMERA, César, VALVERDE ESPEJO, Luís. El Teatro Circo de Orihuela (1908-1995), 1995. REUS BOYD-SWAN, Francisco. El Teatro en Alicante: 1901-1910, 1994. GALIANO PÉREZ, Antonio Luís. Orígenes del Teatro Circo de Orihuela. En La Lucerna nº 38, Septiembre de 1995. LLORET I ESQUERDO, Jaume. Personatges de l’Escena Alicantina, 2002.

El Eco de la Provincia. Alicante, 1881-1882. Las Circunstancias. Alicante, 1881. La Unión Democrática. Alicante, 1883-1887. El Alicantino. Alicante, 1892. El Amic del Poble. Alicante, 1899. La Correspondencia Alicantina. Alicante, 1903-1907. La Voz de Alicante. Alicante, 1904-1907.

El Independiente. Orihuela, 1892. El Pueblo. Orihuela, 1892-1929. El Thader. Orihuela, 1895- 1896. La Huerta. Orihuela, 1907-1908. La Nueva Era, Orihuela, 1907. La Época. Orihuela, 1907-1908. El Eco de Orihuela. Orihuela, 1912. Renacer. Orihuela, 1929. Actualidad. Orihuela, 1929. El Diario. Orihuela, 1905-1907.

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Lacy, Grifol y la tienda de Muley-el-Abbas.

Fotografía Ajomalba.

Lacy, Grifol y la tienda de Muley-el-Abbas.

En agosto de 1859, el Sultán de Marruecos se comprometió a terminar con las constantes agresiones que sufrían los súbditos españoles a manos de las kábilas insumisas del Rif.

A pesar de este acuerdo firmado en Tetuán, los moros de Anyera arrasaron un fuerte en construcción perteneciente al recinto defensivo de Ceuta; mancillando además el escudo español que delimitaba la frontera.

Este pequeño incidente fue la ocasión propicia para que el Gobierno del general O’Donnell sepultara las luchas políticas internas y sembrara el sentimiento de unidad nacional que solo consigue una guerra.

El 5 de septiembre de 1859 el sultán Abderramán recibió un ultimátum exigiendo la urgente reparación del ultraje. Cuatro días después fallecía Abderramán sucediéndole su hijo Sidi Mohamed, quien hizo caso omiso de la amenaza.

El Sultán Abd ar-Rahmán ibn Hisham

El 22 de octubre de 1859 España declaraba la guerra a Marruecos, enviando a Ceuta un impresionante ejercito con apoyo de artillería naval. En noviembre comenzaba su imparable progresión hacia Tetuán.

El Sultan Sidi Mohamed Ben Abderrahman.

En las primeras escaramuzas cayó el oficial oriolano Domingo Grifol. Aunque su graduación era de capitán, figuraba como teniente del Regimiento de Castilla.

Murió defendiendo el reducto «Isabel II». Los reductos eran fortificaciones improvisadas por los ingenieros españoles en la guerra africana para proteger los terrenos conquistados. Los tres principales se llamaban: Isabel II, Francisco de Asís y Príncipe Alfonso.

En la documentación se dice que había fallecido el 9 de diciembre de 1859; pero he encontrado este parte de guerra del día siguiente que lo cita como herido.

La Correspondencia de España. 12 de diciembre 1859: El Sr. Capitán general y en jefe del ejército de África en despacho telegráfico dice a este ministerio lo que sigue: «Campamento del Otero, 10 de diciembre de 1839. Nuestras pérdidas en el glorioso combate de ayer han consistido en los muertos y heridos siguientes:

Regimiento Castilla. Muertos: Subteniente D. Ricardo Sanz; cadete D. Balbino Palacios. Heridos: Coronel D. Eduardo Aldanesse; Capitán D. Cayetano Ventura; Capitán D. Juan Luis Gutiérrez; Teniente D. Domingo Grifol; Teniente D. Fermín Jaurés; Teniente D. Vicente Parga y Suarez; Teniente D. Salvador Gares Contreras; Subteniente D. José Palao Pérez. Contusos: Teniente Coronel D. Antonio Moreno y Boba.

El caso es que Domingo Grifol acabó falleciendo.

Las victorias de Castillejos y Cabo Negro hicieron a los españoles dueños del valle de Tetuán y el 6 de febrero la ciudad caía en poder de los españoles.

Tropas españolas en Tetuán.

BENARROCH, Isaac. El indiano, el kadí y la luna: Los españoles desembarcaron en Río Martín y todas las obras de defensa allí construidas fueron inútiles después de verse sometidas al bombardeo de los buques, y las tropas de O’Donnell establecieron sus reales en el valle de Tetuán, ante la vista de la ciudad, meta de sus esfuerzos.

El día 4 de febrero, Jacob fué testigo desde su azotea del tremendo descalabro infligido a Muley-el-Abbás, donde éste perdió hasta su rica tienda de campaña. Por la tarde entraron en la ciudad los dos príncipes, pálidos como la muerte, a todo el escape de sus caballos, gritando con descompuestas voces: ¡ Huid, huid ! ¡El que nos ame que nos siga ¡ ¡Todo se ha perdido! ¡ Tetuán es de los cristianos!

El príncipe Muley el Abbas firmó el armisticio el 25 de marzo de 1860, dando fin a las hostilidades.

El 20 de Junio de 1861 el Ayuntamiento oriolano recibió una comunicación de manos de Luis Nogués y Roselló, teniente del Regimiento de Navarra. La voy a transcribir textualmente; tal como fue leída por el secretario municipal:

Sres.  Alcalde e individuos del Ayuntamiento Constitucional de la ciudad de Orihuela. Muy Sres. Míos: Desde la memorable jornada del día 4 de febrero del año anterior, en que tanta gloria copó a las armas españolas que pelearon en el continente africano, contra el imperio marroquí y que dio por inmediato resultado la ocupación de la plaza de Tetuán, tengo el pensamiento de legar a esa ciudad, una prenda de guerra que simbolice los faustos acontecimientos de aquella campaña.

La divina providencia, permitió que un día tan favorable para nuestras armas, tuviera la buena suerte de apresar con las esforzadas tropas del Regimiento de Navarra confiadas a mi mando, parte de las tiendas en que se hallaba acampado el ejercito enemigo, que mandaba el Gran Califa del Imperio, Muley-el-Abbas.

Una de estas pues, de gran estima para mí, y que no dudo lo será para todos los amantes de las glorias nacionales, la desligue desde entonces, y es la que ofrezco hoy a mis queridos conciudadanos de Orihuela.

Y en efecto ¿dónde mejor pudiera depositar mi ofrenda que en el pueblo que me vio nacer, donde pasé los primeros años de mi niñez y no pocos de la juventud, donde están encerrados los recuerdos de los objetos mas entrañables para mí, y donde cuento, en fin, todavía familia, intereses y muchas y leales afecciones?

Pensando estoy también de que esa ciudad y en representación suya la Ilustre Corporación a quien me dirijo, interpretando fielmente mis sentimientos y buen deseo, me dispensará la honra de aceptar ese parco don de mi reconocimiento, sino como una prueba de gran valor, al menos por el que pueda tener histórico y en este concepto relativo, ya que recuerda días de gloria para la patria.

En la confianza de poder yo, en un día más o menos cercano, ofrecer personalmente a esa corporación el mencionado obsequio, he dejado tal vez pasar ocasión mas oportuna de realizarlo, pero una vez que mis propósitos por ahora no espero conseguirlos, y a fin de no demorar mas lo que ha sido ya por tanto tiempo objeto de mi anhelo, aprovecho la ocasión que se me presenta de pasar a esa, el teniente de mi regimiento, D. Luis Nogués y Roselló, y le autorizo y comisiono para que en mi nombre ofrezca a esa Ilustre Corporación, la referida tienda de campaña de que es portador, así como también de esta.

Se ofrece con la mayor consideración de VV. SS. Atento y Seg. Serv. Q. B. SS. MM. El Brigadier Mariano de Lacy. Madrid 11 de junio de 1861.

Ni que decir tiene, que la corporación aceptó gustosa el obsequio y la tienda se expuso ante el público los días 23 y 24 de junio de 1861, en la Plaza de la Constitución (actual Plaza Nueva).

Colección Javier Sánchez Portas.

La Correspondencia de España. 25 de junio 1861: Por el brigadier, Sr. Lacy, ha sido regalada una tienda de campaña de los moros al ayuntamiento de Orihuela. Este glorioso trofeo, cogido por nuestros soldados en la guerra de África, ha sido expuesto al público de aquella ciudad, debiendo después custodiarse en el archivo municipal, constando al mismo tiempo en actas, el aprecio con que ha sido recibida por la corporación.

Los costos de dicha exposición ascendieron a 588 reales con 28 céntimos, quedando después depositada en el archivo municipal. También se acordó colocar los retratos de Mariano de Lacy y de Domingo Grifol en los salones del ayuntamiento donde todavía permanecen.

Retrato de Mariano de Lacy. Antonio Ruidavets Lledó (1861). Ayuntamiento de Orihuela.

Los cuadros fueron pintados por Antonio Riudavets y recibió por ellos 1000 reales de vellón en septiembre de ese mismo año.

Retrato de Domingo Grifol. Antonio Ruidavets Lledó (1861). Ayuntamiento de Orihuela.

El diario de Orihuela. 6 de septiembre 1887: Parece que la nueva calle antes denominada del Puente Nuevo será titulada en breve con el nombre de «Cardenal Loaces» y la calle que hoy indistintamente se la llama de Cuartero o Illa se denominará «Calle del Capitán Grifol». Según nuestros informes en una de las próximas sesiones del Ayuntamiento tendrá confirmación esta noticia.

En la sesión municipal del 19 de septiembre de 1887, el consistorio otorgó el nombre del Capitán Grifol a la calle llamada hasta entonces de Illa, recordando a Domingo Grifoll:

Ilustre hijo de esta ciudad muerto en el campo del honor por defender la integridad de la Patria en la última guerra que España sostuvo con el imperio Agareno.

El diario de Orihuela. 19 de septiembre 1887: Es otro de los puntos de la crónica de la semana que merece nuestra atención el acto llevado a cabo por la corporación municipal, al acordar la titulación de la nueva calle abierta en la subida del Puente Nuevo y la que pone en comunicación la calle Mayor con la de la Feria.

Sin duda alguna que nuestro Ayuntamiento ha interpretado los deseos de la población buscando dos nombres ilustres entre los más esclarecidos hijos de Orihuela. El nombre de Cardenal Loaces, honra de esta vieja ciudad y gloria de la Iglesia española, al señalar una de las calles de la población, recordará siempre una de las páginas de nuestra brillante historia.

El nombre del capitán Grifol, grabado con caracteres indelebles en los gloriosos anales del ejército español, traerá eternamente a la memoria que Orihuela envió también sus hijos a la gloriosa guerra de África, en la cual, el capitán Grifol, con valerosa bizarría, contribuyó muriendo en el campo de batalla a lavar con su sangre generosa la ofensa inferida al pabellón nacional.

El Ayuntamiento, pues, hizo el jueves una brillante jornada. Recorrió un gran trecho en el camino del agradecimiento. Glorificó dos nombres que dieron gloria y honor a Orihuela.

El diario de Orihuela. 6 octubre 1887: Ya están terminados los rótulos de las calles del Cardenal Loaces, Capitán Grifol y Santacruz. Los títulos en caracteres negros están grabados en tableros de mármol blanco de Macael.

Placa original en mármol blanco de Macael.

El diario de Orihuela. 11 octubre 1887: La colocación de los rótulos en las calles nuevamente tituladas ha sido el asunto que ha dado importancia a la semana que finó ayer. Los nombres de tres hijos ilustres de Orihuela han sido grabados en mármol y serán pronunciados al mencionar las calles que titulan por las generaciones venideras.

Un ilustre príncipe de la Iglesia, un eminente hombre público que llegó a ocupar los primeros puestos del Estado y un esclarecido capitán que vertió su sangre peleando por la honra nacional en la ardiente tierra africana, dan con su apellido insigne, nombre a tres calles de esta población.

Loaces, Santacruz y Grifol no pueden ya ser borrados por el tiempo de las páginas de la patria historia. El Ayuntamiento ha interpretado fielmente los deseos del vecindario. Orihuela no puede menos de aplaudir el buen acierto que ha tenido en el asunto la Corporación municipal.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Publicado en 2006. Adaptado y ampliado en 2018 y 2022.

Imperio de Marruecos. Mapa plaza española de Ceuta y su campo.

El levantamiento oriolano de 1706.

Retrato de Carlos II «el Hechizado», el último Habsburgo que reinó en España.

El breve levantamiento oriolano de 1706. (Que a la postre fue hundimiento)

En noviembre del año 1700 llegaba a Orihuela la noticia de la muerte del «Hechizado». Sin pérdida de tiempo, el Consell oriolano decretó el luto acostumbrado y las correspondientes misas. Y Felipe V fue jurado como nuevo rey con el ceremonial propio de tan magno acontecimiento.

Felipe V, rey de España. Óleo sobre lienzo.

Seis años después, España ardía en plena Guerra de Sucesión. En febrero, Felipe V abandonó Madrid con la firme intención de someter Barcelona con un ejército de 30.000 hombres.

El sitio por tierra y mar se frustró por la aparición de una escuadra anglo-holandesa. Esta circunstancia, unida al avance del ejército aliado hacia la capital, le obligó a regresar; pero no permanecería en ella mucho tiempo. 

El archiduque partió de Barcelona y tras ser proclamado en Zaragoza, entró en Madrid, poniendo en fuga al Borbón que se refugió en Burgos. 

El 29 de junio de 1706, Carlos III era proclamado rey ante los ciudadanos de la capital. Su triunfo parecía casi cantado.

Archiduque Carlos. Martin van Meytens (attrib.)

Pocas semanas después, concretamente el 24 de Julio de aquel mismo año, Jaime Rosell y Rocamora, señor de Benejúzar, marqués de Rafal consorte y gobernador militar de Orihuela, proclamaba por tres veces desde el balcón de su palacio: ¡Hijos míos, viva Carlos III¡

Proclamación de Carlos III en la Plaza Mayor de Denia.

Esta frase vitoreada por el pueblo allí congregado, culminaba el levantamiento oriolano contra Felipe V.

¿Qué impulsó a Orihuela, tantas veces distinguida como noble y muy leal, a romper el juramento con su rey abrazando la causa austracista?

Podemos hablar de la hábil utilización del descontento generalizado de la población ante el abuso de las clases dominantes mediante la propaganda de los agentes austracistas, propaganda personalizada en Juan Bautista Basset, personaje clave para que calase en los valencianos.

A modo de político en campaña, prometió la abolición del pago de tributos abusivos a los nobles, ganando para la causa del archiduque a los campesinos, a las clases populares urbanas y a gran parte del clero.

Joan Baptista Basset.

Y hablando del clero; podemos mencionar la fuerte suma reclamada por las tropas borbónicas al Cabildo de la Catedral para urgencias bélicas, suma que los poderosos canónigos amparados en sus privilegios se negaron a pagar, utilizando su influencia para sembrar en las calles la causa del archiduque.

Podemos citar el temor que produjo la caída de Cartagena, incluso la hostilidad que catalanes, aragoneses y valencianos tenían hacia los franceses. Pero yo quiero detenerme particularmente en dos motivos, en mi opinión decisivos.

El primero la clara indiferencia que Felipe V demostró con la celosa Orihuela, una ciudad acostumbrada a ser reconocida y premiada por sus monarcas.

El Borbón mancilló varias veces unos privilegios adquiridos con sangre y fuego a través de siglos de lucha en los que nuestra ciudad fue un baluarte para el reino de Aragón.

En el segundo, comparto la opinión del obispo José de la Torre y Orumbella, huido durante estos acontecimientos: los oriolanos no se sublevaron por falta de amor a Felipe V.

El obispo de Cartagena Luís Belluga había sido investido con el cargo de Capitán General de Alicante y Murcia, así que las tropas oriolanas debían ponerse bajo su mando.

Cardenal Luis Belluga y Moncada.

Para aquellos oriolanos, era impensable que la defensa y gobierno de nuestra ciudad quedasen manos de un murciano, a la postre obispo de Cartagena, autoridad contra la que tantas veces había luchado la ciudad en su pleito por conseguir la mitra oriolana.

La antigua enemistad con la que siempre habíamos mirado a los de Murcia y su reino, junto a las continuas amenazas que estos proferían contra Orihuela (saquear sus bienes, talar sus árboles y abrasar sus haciendas) dificultó enormemente el cumplimiento de la voluntad real.

Las tropas del archiduque se acercaban; no se sentían queridos por su Rey; volvía a plantearse el dilema suscitado en la Reconquista:

¿Qué sería de una Orihuela diluida en Castilla? Y Orihuela tomó partido.

Pintura de Augusto Ferrer Dalmau.

Pero las cosas acabaron mal para nosotros; acosado por nuevos ejércitos de voluntarios castellanos y por las tropas enviadas por Luís XIV, el archiduque Carlos abandonaba la capital junto a su ejército, replegándose hacia Valencia.

Felipe V regresó a Madrid el 4 de octubre aclamado por el pueblo. El 7 de octubre, ante el avance de las tropas borbónicas, el marqués de Rafal abandonó Orihuela, poniendo a salvo sus alhajas.

Enterado Belluga se presentó tres días después con artillería, 1.000 jinetes, 1.000 infantes y 4.000 campesinos enfurecidos.

La heroica resistencia de sus ciudadanos desorganizados fue un sacrificio inútil. Ante semejante fuerza ofensiva Orihuela cayó en dos horas. Fue saqueada e incendiada y a pesar de ser acaudillados por un obispo, la soldadesca no respetó ni los templos.

Reacción lógica si tenemos en cuenta que el día 21 de agosto, las tropas austracistas acuarteladas en Orihuela entre las que se encontraban el marqués de Rafal y sus milicias, hicieron algunas incursiones sobre la frontera con Castilla, y al llegar a Beniel, huido el vecindario, se llevaron a la Virgen, a San Bartolomé, a San Gil y hasta el copón del Santísimo Sacramento, sacrílego botín depositado en San Agustín por orden del cabildo.

Beniel. Mojones del Reino. Frontera entre Castilla y Aragón.

La decisiva victoria militar de Felipe V sobre las tropas del archiduque en la batalla de Almansa, dio paso a la capitulación de Valencia. Es significativo el letrero que, en latín, puso en la ciudadela que hizo construir, con cañones apuntando hacia ella:

Habiendo vencido a los valencianos junto a Almansa la majestad del rey Felipe V, y habiéndoles perdonado la vida por su magnanimidad, hizo construir esta fortaleza para seguridad de la ciudad y del reino.

Y así llegó la imposición de nuevas leyes en los reinos de Aragón y Valencia, el llamado decreto de nueva planta. Usando el derecho de conquista se derogaron los fueros y privilegios, se suprimieron los organismos políticos forales (excepto los del País Vasco y Navarra, que se mantuvieron leales a Felipe V) y hasta nuestra lengua materna fue prohibida en un intento de diluir definitivamente a la vieja Corona de Aragón en las leyes, costumbres e idioma de Castilla.

La Batalla de Almansa. Ricardo Balaca.

Orihuela ya nunca fue la misma. Cuando en 1715 denunció los excesos de las tropas borbónicas, la orgullosa ciudad antaño segunda del reino, tuvo que escuchar públicamente las siguientes palabras:

Todos los dichos señores que componían el Ayuntamiento heran unos picarones, futres, bugres, traydores, canallas y que estaba la Ciudad traidora y que no quería pagar, ni sus vecinos al Rey…

Retrato boca abajo del primer Borbón en Xátiva. Donde ordenó incendiar la ciudad.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Publicado en la revista deorihuela. 2006.

Audio programa de radio que grabé sobre el tema.

Una corrección importante: En el siguiente vídeo se cita el actual palacio de la Granja como escenario del levantamiento y la proclamación. Gracias a la compra del archivo de la casa de Rafal, Javier Sánchez Portas ha demostrado que el marqués vivía, a comienzos del XVIII, en la calle del Hospital, entre la plaza de la Salud y la de Santiago. Lo he corregido en el audio. Pero no puedo en el vídeo.

Pinchad aquí para acceder al programa en youtube.
Pinchad aquí para acceder a un artículo más completo sobre la Guerra de Sucesión y Orihuela.

El Siglo de la Armengola.

Mural realizado en azulejos, Cuadro original de Alfonso Ortuño. La Leyenda de la Armengola.

El Siglo de la Armengola.

Introducción: 

Toda ciudad importante tiene su leyenda fundacional; un glorioso detonante que engrandece su creación.

Pero nadie en su sano juicio puede creer como historia, que dos niños amamantados por una loba fundasen Roma.

Nuestra leyenda más famosa no se refiere al nacimiento de la urbe; más bien intenta borrar un pasado inmediatamente anterior.

Cinco siglos en los que los musulmanes fueron los verdaderos artífices de la huerta, las acequias, el castillo y lo que fue el casco amurallado.

Un patrimonio que los cristianos heredaron intacto.

Según la Real Academia de la Lengua, una leyenda es la narración de sucesos fantásticos que se trasmite por tradición o relato basado en un hecho real, deformado o magnificado por la fantasía o la admiración.  

Para comenzar vamos a sintetizar el hecho real.

Lo que se llamó Reconquista de Orihuela consta de cuatro fases:

1. Primavera de 1243.

En 1242 el reino de Murcia se entregó al futuro Alfonso X en Alcaraz, estableciendo un protectorado.

Pero no todas sus ciudades abrieron las puertas a los invasores.

Las crónicas solo mencionan a Cartagena, Lorca y Mula como plazas sometidas por las armas.

Orihuela, en manos de la Wizara Isamiyya, funcionaba también de forma independiente.

José M. Pérez Basanta.

Su gobierno estaba formado por un grupo de personajes de gran talla intelectual que se resistieron a la ocupación.

Cuando el infante Alfonso entró en la capital, muchos disidentes se refugiaron tras las murallas de Orihuela, que tuvo que ser sometida mediante asedio.

Aguantó, al menos, hasta el último tercio de 1243, cayendo en fecha imprecisa.

2. 1243-1244.

Asediada por tropas castellanas, Orihuela se rindió a las huestes del infante Alfonso sin llegar al asalto.

Los cristianos ocuparon el castillo instalando una fuerte guarnición.

Los musulmanes, inmensa mayoría de la población, se mantuvieron en la ciudad manteniendo sus costumbres, religión e instituciones de gobierno, bajo vigilancia castellana.

Alfonso X «El Sabio».

Dan fe del asedio dos donaciones posteriores de Alfonso X: «por el servicio que me hizo sobré Orihuela cuando la gané» y «por el servicio que hizo al rey en la cerca de Orihuela».

3. Primavera de 1264.

Revuelta musulmana en el reino de Murcia apoyada por el Emir de Granada.

En Orihuela los rebeldes intentaron hacerse con el castillo; los defensores se encerraron en él y la rebelión fracasó.

Los héroes de la resistencia quedaron inmortalizados gracias a las mejoras que recibieron en el «Llibre del Repartiment».

4. Noviembre de 1265.

Jaime I tomaba posesión de una ciudad que no llegó a perder el control castellano. Meses antes, su hijo Pedro, apoyado por huestes castellanas, asoló la huerta y socorrió a los encerrados en el castillo.

En su crónica, el Conquistador solo dejó este escueto párrafo:

Jaime I en las puertas de Orihuela.

Hecho esto marchamos aquel mismo día a Orihuela, dejando en Elche a En Astrurgo de Bonsenyor, para que nos trajera las escrituras que hicimos con los sarracenos de dicha población; y mientras estábamos en Orihuela, vino a vernos el hijo de Ben Hud Alá, arrayaz de Crivillente.

Algunos apuntes más:

La leyenda fija la toma del castillo el 17 de julio, fiesta de las Santas Justa y Rufina. Puede parecer que la fecha se conmemora desde la conquista; pero no.

Aunque están vinculadas a Orihuela desde que las mezquitas mudaron a iglesias, dando nombre a uno de los templos parroquiales, las mártires sevillanas fueron escogidas como patronas de Oriola siglo y medio después, cuando comenzaron a celebrarse los festejos de moros y cristianos.

En 1400, con licencia del obispo de Cartagena don Fernando de Pedrosa, el Consell acordó marcar la fecha como fiesta de guardar.

Desde entonces el 17 de julio se celebra la fiesta solemne de acción de gracias y la procesión de la señera, una de las fiestas más antiguas de España.

Santas Justa y Rufina. Gerona.

Sabiendo de la vinculación oriolana con Cataluña, conviene añadir que la tradición catalana se apropió de las santas haciéndolas barcelonesas.

En Prats de Molló, localidad del Pirineo, las tienen como patronas con una iglesia parroquial donde guardan dos bustos con sus reliquias.

En cuanto a la supuesta comunidad mozárabe descendiente de los godos, en el siglo XIII había desaparecido totalmente.

Se convirtieron, huyeron a los reinos del norte o fueron exterminados por almorávides y almohades.

Así pues, si había cristianos en el arrabal, se instalaron allí tras el pacto de Alcaraz formando parte de la ocupación castellana.

Por último quiero añadir que, en numerosas fortificaciones, aparece la expresión «Puerta de la Traición» para designar un postigo que permitía acceder al recinto fortificado de forma discreta. Sin ir más lejos, tenemos otra del mismo nombre en Murcia.

Estos accesos se abrían en alguna parte de la muralla donde el enemigo no pudiese situar tropas de vigilancia, facilitando la comunicación con el exterior sin tener que utilizar las puertas principales.

Eran muy útiles en caso de asedio, como vía de escape; o para recibir abastecimiento y refuerzos.

Su peculiar nombre hizo que tarde o temprano cargasen con una leyenda basada en una traición.

Puerta de la Traición de Bejar (Salamanca). Escenario de otra leyenda de reconquista.

Una vez resumidos los hechos, paso a la leyenda y sus autores.

Gaspar García «El Oriolano».

El XVII fue el siglo de los cronistas locales, escritores inflados de amor patrio que llenaron sus obras de hazañas y milagros para dar lustre y antigüedad a sus ciudades.

En este florecimiento de la historiografía, la mayoría de los autores eran religiosos.

Lo realmente sorprendente es que el primero que plasmó en papel la leyenda de La Armengola se dedicase a coser y cantar.

Natural de Orihuela y morador en Oliva, Gaspar García Ortiz era sastre de profesión y aficionado a la poesía.

La primera referencia a este personaje que he encontrado son unos versos que presentó en la celebración poética de la fiesta de canonización de Raimundo de Peñafort en Valencia, en 1601.

Historiada por el P. Gómez, sacerdote valenciano, le dedicó está crítica:

Desde Oliva un sastre honrado por su desdicha y desastre remitió cierto guisado que aunque no fuera de sastre él es por si desastrado Gaspar, y Ortiz, y García de Origüela natural se firmó, gentil porfía habiendo cantado mal cantarse una Letanía.

Gaspar García Ortiz, que firmaba como Gaspar García Oriolano ostenta el honor de ser la primera fuente escrita de la Armengola, gracias a un poema épico incluido en «La Murgetana del Oriolano, guerras, y conquista del reino de Murcia por el Rey D. Jaime primero de Aragón, parte I», publicada en Valencia en 1608 por Juan Vicente Franco.

Primera parte de «La Murgetana» (1608).

A este oriolano ausente, sin mucho conocimiento histórico, debemos la leyenda en estado puro. Nunca sabremos si se inspiró en algún relato oral.

Lo cierto es que tejió una historia en verso que nos ofrece el primer guión y el reparto inicial:

Benzaddón, el perverso alcaide moro; el Almengol (sin nombre de pila y con l); la Almengola, su mujer; sus dos hijos; y sus dos hijas, sustituidas por dos valientes varones vestidos con ropas femeninas.

De ellos, solo da nombre a Juan Darún, con apellido similar al Íñigo Darún que se encierra en el castillo según el libro del Repartimento.

La primera parte del canto octavo se titula: «Arde la rebelión, redímese el castillo de Origüela y baja el Rey don Jaime a la Conquista».

Comienza con dos docenas de insultos dedicados al alcaide del castillo que no voy a reproducir; he escogido y transcrito los versos más interesantes.

Canto VIII de «La Murgetana» (1608).

Muera la gente bárbara enemiga, alarma que divino auxilio siento pero do corres, o firmeza extraña que vuela una mujer por la montaña. 

Espantome que sola tú te atrevas a lo que no pudiera un varón fuerte mas cuando la mujer se determina el mar vadea y los montes mina. 

Como mejor ser pudo les rebela aquella traición que el moro emprende y como aquella noche cumple el plazo el triste funerable mortal caso.

Dice, bien conocéis a na Almengola ama de Benzaddon Alcaide Moro, que es esta que aquí veis y vengo sola acompañada de mancilla y lloro.

Solo por mi familia y gente vengo que quien me reveló el secreto imbia como dos hijas, y dos hijos tengo de mi velado, dulce compañía.

Atónitos quedaron, espantados aquellos descendientes de los Godos y a la calamidad de sus estados vecina y cerca se revuelven todos.

Resueltos entre todos, señalaron para la prueba arriscada y sola dos mancebos gallardos, que bastaron al número de seis con na Almengola:

De femeniles trajes se adornaron zelando con aquellos peto, y gola, y salen como hijas del buen viejo corderas pareciendo en el pellejo.

En este tiempo el Almengol valiente el primer portalero tiene muerto por cuya causa a la puerta nombre quedo, de la trycion, mas no del nombre.

Ya conseguido el fin para su intento del femenil vestido se desnudan sacan el varonil robusto aliento que con el traje de doncellas mudan.

Y vanse de aposento en aposento con que victoria conseguir no dudan echando los serrojos, y al estrago dieron a los demás el Santiago.

Y la muerte va revuelta en cuchilladas reveses, y mandobles, de manera que hizieron mayor riça cinco espadas que un escuadron de sinco mil hiziera.

Las postas y las guardas a estocadas por entre las almenas salen fuera y así dejando fortaleza y vida quedó la gente bárbara vencida.

Anda la vieja empuñando un asta ofreciendo la vida al caso honroso que el ir determinada solo basta para emprender lo más dificultoso.

Hasta el señor a su rigor las manos y a los cuitados que llorando estaban a Rufina y a Justa les envía en la vigilia santa de su día.

Bajan las santas de la impirea cumbre trepan los cielos y elementos hienden hinchen los valles de gloriosa lumbre el monte abrasa y el castillo encienden.

De un golpe a Juan Darún vida comisa y el suelto mozo ya pesado y grave vuelve sobre el alcaide, y ambos juntos ocupan tierra con quedar difuntos.

Al fin los oriolanos consiguieron próspera salvación, fin admirable guardaron su castillo, y defendieron sus torres, con fortuna favorable.

Y es conclusión averiguada y cierta que cuando al Rabal Roche dio el asalto el moro a la celada descubierta viendo al cristiano con victoria en alto.

Que callando volvió la rienda suelta y así confuso de consejo falto, quedó cuan antes sin mover la tierra pues dentro el Rey do Jaime entró sin guerra.

Hasta aquí la parte referida a Orihuela en el poema original. En los versos de Gaspar todo queda confuso, como si la revuelta y la llegada de Jaime I hubiesen transcurrido en dos jornadas.

Final de «La Murgetana» (1608).

Lo curioso es que el oriolano menciona a seis personajes; la Armengola y cinco varones: su marido, sus dos hijos y dos valientes mancebos, vestidos de doncella que sustituyen a sus dos hijas.

Y así la dama, armada con un asta y acompañada por cinco valientes espadas, se dirige al castillo.

Su marido mata al primer centinela en la puerta de la traición; y una vez dentro, los travestidos se despojan de sus disfraces y todos comienzan a repartir cuchilladas y mandobles, enardecidos por la aparición de las santas Justa y Rufina que iluminan el castillo.

Juan Arún y el alcaide fallecen en el combate. La celada de los moros queda descubierta, los cristianos se salvan y Jaime I entra en Orihuela sin guerra.

Publicada su obra, el sastre poeta siguió cantando al Reino de Murcia sin mucha fortuna, pues el Concejo de la capital, que había sufragado la primera publicación, le retiró la financiación para dársela al famoso licenciado Francisco Cascales, autor de los «Discursos históricos».

La obra de Gaspar, titulada Anales de Murcia quedó inédita. Despedido como historiador, poco más he encontrado del sastre trovador.

Un soneto titulado «El angélico padre dominico», como parte de la obra: «Defensa Dominicana por la limpia Concepción de María sin pecado original», publicada en Orihuela en 1628 por Vicente Franco, donde firma como Gaspar García el oriolano.

Entonces: ¿por qué ha llegado hasta nosotros la trova de este sastre, hasta ocupar el protagonismo en la historia de nuestra Reconquista?

Quiso el destino que dos años después, aquella intrascendente obra poética cayese en manos de otro Gaspar.

El otro Gaspar.

Gaspar Juan Escolano había nacido en Valencia en 1560. Miembro de una destacada familia, su padre fue conseller de la capital del Reino.

En 1597 fue nombrado rector de la valenciana parroquia de San Esteban.

En 1600 participó en un certamen poético durante la Fiestas celebradas en Valencia por la recepción de una costilla de San Vicente Ferrer.

Dos años después lo nombraron predicador de la ciudad de Valencia, y en 1604 cronista mayor del reino. Eclesiástico, poeta, escritor e historiador, su obra «Décadas de la historia de Valencia» es un clásico de la historiografía valenciana.

Este ambicioso proyecto de historia general de Valencia y su reino es una relación de los hechos históricos acontecidos hasta el reinado de Pedro el Grande de Aragón, además de los sucesos de las Germanías, la rebelión de los moriscos y su expulsión.

Inicialmente fue editado en dos partes.

La primera, titulada «Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia», vio la luz en 1610, y se compone de los cinco primeros libros.

II parte de la «Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia».

La «Segunda parte de la Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia», salió un año después, en 1611.

A pesar de su falta de método histórico, de sus errores cronológicos e inexactitudes históricas, es fundamental para el estudio de la historia valenciana.

A diferencia de Gaspar el oriolano, que había escrito sus versos sin haber accedido a los archivos, el cronista valenciano había consultado muchos, entre ellos la crónica de Jaime I.

De Orihuela encontró bien poco. Así pues, para completar su relato, el bueno de Gaspar quiso cubrir el vacío y le vino muy bien la bonita historia aunque no encajase del todo con los datos que tenía.

Dejó la responsabilidad en el oriolano, suponiendo que el autor de la Murgetana, como natural de la tierra, había consultado los archivos locales y estaba bien informado de los asuntos de su patria chica.  Así lo manifestó:

El autor de la Historia Murgitana, hace un breve Compendio de los Caballeros y Soldados de cuenta que sirvieron en ella. Y porque como hombre natural de Origuela, y criado en Murcia, se debe creer que tuvo noticia entera y verdadera de todos.

Esta desafortunada suposición, que no pudo ni analizar por las prisas para incluirla en el tomo de la Historia de Valencia que tenía listo para imprenta, dio lugar a que la leyenda de la Armengola pasase a formar parte de la Historia oficial de Reino de Valencia, en la segunda entrega publicada en 1611.

En ella, el Gaspar valenciano traduce a prosa y modifica un poco el trabajo del Gaspar oriolano.

Elimina a dos de los cinco varones, nombra a Armengol como posible marido, le quita una z a Benzaddon y da nombre al otro mozo: Ruidoms, un apellido que coincide con un municipio de la provincia de Tarragona.

Así quedó la historia en prosa:

Fomentaba el levantamiento de los moros el rey moro de Granada, que no contento con quitarle la obediencia y atrevérsele en guerra abierta, tuvo trazas como incitar a lo mismo a los de Murcia, que en su nombre y protección se alzaron y recibieron de su mano alcaide y guarnición en el Alcázar.

Hízose el levantamiento con grande secreto para cierta hora y día, en que tenían concertado de pasar a cuchillo todos los cristianos que moraban entre ellos.

Llegose la hora fatal de la degüella; y acertó que a una varonil mujer llamada Armengola, que había criado a sus pechos un hijo del moro Benaddon, alcaide del castillo de Orihuela, por misericordia del moro (después de muy juramentada de tener secreto) le fuese revelada la conjuración hecha para la ruina de los cristianos.

Venció luego a la flaqueza mujeril el ingenio y sin muestra de turbación, regració al alcaide la confianza del secreto; y en fe de él, le suplicó que pues no ignoraba que tenía abajo en el arrabal marido y dos hijas, le hiciese colmada merced de que bajase por ellos, para escaparlos del peligro de muerte.

Obligado el moro de las vivas obligaciones que a la dama cristiana tenía en razón de la crianza (o porque no hay contraste contra el decreto de Dios), dispensó con ellos; y al punto la cautelosa y magnánima mujer se salió en anocheciendo del castillo, y bajando al arrabal que los de Orihuela llaman Roche, hizo junta de los cristianos y dado el aviso de su cercana calamidad, los persuadió a que tres de ellos, los más animosos y fuertes se vistiesen de mujeres, y bien armados debajo de las ropas se subiesen con ella al castillo, y se alzasen con él.

II parte de la «Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia».

Llamábanse los tres escogidos para tan gloriosa transfiguración, Armengol, Juan de Arún y un tal Ruidoms; los cuales siguiendo los pasos de la mujer, llegaron a la puerta del castillo, y apenas fueron reconocidos por la guarda, que engañada con los vestidos, juzgando por la pinta que sería la familia de la Armengola, la franqueó con liberalidad.

No bien se vieron dentro, cuando dejando caer el rastrillo, porque no acudiese socorro, se descartaron los dos de las figuras de mujeres y jugando las espadas juntamente con el Armengol (que sería marido de ella), les ganaron por momentos las puertas a los guardas.

Tomadas las llaves, volaron a lo alto del castillo y echaron los cerrojos por defuera a algunos de los aposentos, porque no saliesen los del alcaide a dar con ellos; y en otros entraron acuchillando y matando; no haciendo menos risa la valerosa amazona, que como caudillo iba delante con un asta en la mano.

Era víspera o el mismo día de las dos hermanas vírgenes y mártires, Santa Justa y Rufina, naturales de Sevilla; y andando los leones cristianos por las coviles del castillo haciendo la carnicería que al trocado pensaban hacer los moros en ellos, fueron vistas descender del cielo dos grandes luces, que la una se asentó sobre el castillo, y la otra bajó hasta el arrabal; donde quedaban los demás cristianos medrosos como corderos en el corral que sienten alrededor el aullido del lobo, y no bulle pajuela que no se les antoje él.

Píamente se cree que venían allí las dos santas españolas a darles su favor en aquel trance, y alentados unos y otros con aquel celestial pronóstico, se les doblo el valor a los que andaban peleando por arriba.

Apuntáronse Juan de Arún y el alcaide moro, y fue tan reñida la pelea, que cayeron a la par muertos. Violo el marido de la Armengola, y juzgando que si faltaba el alcaide estaba lo más hecho, fiando de la brevedad de la ventura, dijo a su mujer que bajase en un vuelo al arrabal, y avisando a los cristianos del estado en que estaban las cosas los hiciese subir con sus armas, porque fortificados todos en el castillo, pudiesen esperar más a su salvo cualquier acontecimiento del enemigo.

Bajó, y oída por ellos la feliz embajada, se encaminaron al castillo con las armas y bastimentos que les dio licencia la prisa y la brevedad del tiempo, y se encastillaron en él.

Los moros, ignorantes de la contramina, acudieron al plazo para ejecutar su diabólico pensamiento; mas como echaron de ver que había sido descubierto, y que los cristianos estaban apoderados del castillo, acordaron envainar las espadas con sosiego, y hacer del traidor fiel.

Hasta enviarles comida para justificarse con el rey don Alonso, que era cierto que teniéndose por él el castillo había de venir luego algún ejército de cristianos a tomar enmienda de aquel insulto, como en efecto, vino nuestro rey don Jaime con el suyo en favor del yerno, más abrieron las puertas de la villa los moros y se entregaron sin contradicción.

Gaspar Escolano falleció el 20 de febrero de 1619. Su obra quedó en esos diez libros publicados en dos volúmenes.  

En 1878-1880, Juan Bautista Perales Boluda publicó las Décadas en tres volúmenes, aumentada con gran caudal de notas aclaratorias bajo el título de «Historia general de Valencia».

Historia general de Valencia

Inmediatamente, otro cronista valenciano dio cuenta de la leyenda. Fue el fraile dominico Francisco Diago, en 1613.

Este autor con mucha bibliografía a sus espaldas, incluyó la leyenda en sus Anales del Reyno de Valencia, en libro séptimo, capítulo treinta y siete, una obra que recopilaba muchos trabajos locales.

En ella solo menciona que Orihuela fue ganada a los Moros por un medio maravilloso, tramado por una animosa y valiente mujer.

Los detalles salen de la obra de Gaspar Escolano omitiendo el nombre de la heroína. 

Y así, ya consignada en dos prestigiosas crónicas, nació la Armengola como verdad histórica.

La leyenda llega a Oriola.

Un año después de la publicación de Gaspar Escolano y basándose en ella, en Orihuela, otro religioso llamado Francisco Martínez Paterna, incluyó a la Armengola en «El breve tratado de la fundación y antigüedad de Orihuela», obra de 1612 estudiada por el actual cronista de la Ciudad, Antonio Luis Galiano Pérez, quien publicó una edición facsímil en 1984.

Breve tratado de la fundación… Martínez Paterna. (1612). Facsímil Antonio Luis Galiano Pérez.

Para componerla, don Francisco, beneficiado de la Catedral y doctor en Teología por la Universidad de Orihuela, utilizó otras historias ya publicadas y consultó privilegios y documentos del inhóspito archivo de la Sala del Consell.

Su narración contiene más datos y demuestra que, al menos, se había leído el Libro de Repartimentos.

Aquí, las hijas son tres; y también los mozos, anónimos. Eso sí, cita a algunos de los que aparecen en los repartos.

Imagino que para el cálculo de años de dominación, a la fecha del tratado, 1243, le resta 711, el año que llegaron los primeros musulmanes a la península.

Sin embargo, luego cae en el error cronológico que cometió el famoso historiador murciano Francisco Cascales, situando la entrada en Orihuela en 1242. 

He aquí un resumen de su versión:

De cómo Origüela fue ganada por los cristianos a los moros: Después de haber estado la ciudad de Origüela en poder de los moros 532 años, apiadose Dios Nuestro Señor de ella por las muchas oraciones que los cristianos fieles y católicos que en ella vivían, cada día hacían a la Virgen Santísima María, a quien habían tomado por patrona y abogada.

La majestad divina que jamás olvida a los suyos dio victoria a los cristianos por medio de una maravillosa traza, enviada y bajada del cielo, y fue, que como los moros de Origüela habían determinado de pasar a cuchillo a todos los cristianos del arrabal roche que habían quedado en el por razón del pacto viviendo públicamente en la fe de nuestro señor Jesucristo, por defenderse mejor del infante don Alonso, hijo primogénito del Rey do Fernando 3º de este nombre llamado el santo….

Vinieron embajadores del Rey Moro de Murcia, llamado Abenhudiel para entregarle su Reino por parte de su Rey, por razón de haberse movido pleitos entre los vasallos de su reino contra él, habiendo venido a dicha ciudad a tomar posesión y saliendo a correr la tierra con sus soldados para conquistar los demás lugares, que le habían sido rebeldes, como fue Lorca, Mula, Cartagena u Origüela.

Sucedió en aquellos días, por permisión divina, que una cristiana de aquellas que estaban y habitaban en el arrabal roche le criaba al Alcaide del castillo de Origüela un hijo, y dándole aviso el alcaide a la ama cristiana de cómo los moros habían determinado de pasar a cuchillo todos los cristianos del arrabal, rogole él y su mujer, que se quedase en el castillo con ellos, que le acompañarían y defenderían de buen grado por la buena obra que hacia de criarles a su hijo.

La buena cristiana movida por el Espíritu Santo que la había tomado por instrumento como otra Judith para restaurar esta tierra, dijo que no podía servirles sin traer consigo tres hijas doncellas que tenía. Y concediolo el Alcaide por moción divina.

Aquellos valerosos cristianos godos, movidos de Dios, cambiaron las tres hijas por tres esforzados mancebos en hábito y traje de mujeres, con armas secretas debajo de los vestidos mujeriles se subieron al castillo en compañía de la ama, para con ánimo valeroso apoderarse de él y de sus enemigos, ayudándoles Dios, que es el Señor de las batallas.

La cristiana, con las armas de la oración, que son las más poderosas, subió al castillo a aquellos fuertes y valientes soldados vestidos de mujeres.

Los nombres no se han podido saber jamás, siendo dignos de que estuviesen escritos con letras de oro, aunque se sabe los nombres de los que después les siguieron y se apoderaron de la primera puerta del castillo, la que cae sobre el arrabal, que hoy llaman puerta de la traición por esta ocasión.

Están escritos en el libro de repartimiento de las Tahullas con mejoras del rey Alfonso dadas en abril de 1268. Fernando de Marfa Adalit, Íñigo Darun, Juan Jové, Ibañez de Oriol y Gil Lobet para que guardasen y defendiesen de los moros esta puerta.

Los fuertes mancebos subieron a lo alto de la fortaleza del castillo y sacaron sus armas que traían secretas y mataron a la guardia, alcaide, mujer e hijos alzando una bandera en señal de victoria a 17 día del mes de julio, día de las gloriosas vírgenes y mártires Justa y Rufina, patronas de esta ciudad en el año 1242.

Otros muchos cristianos dieron aviso al infante Alonso que debía estar muy cerca con su ejército y vino presto, se apoderó de la ciudad y tomó posesión del castillo, uno de los más fuertes que tiene España.

Y por ser tan poderosa fortaleza, los moros no pudieron entrar en ella y desde el año 1242 hasta hoy, nunca más se perdió la ciudad, en la cual entró el rey Don Jaime sin guerra alguna en diciembre de 1265 y pasó por el puente del río que era de madera a la ciudad de Murcia y después pasó en Origüela la navidad.

La Armengola había llegado a Orihuela para quedarse. Pero no todos aceptaron el fantástico relato.

De la misma época y con el mismo empeño en recoger la historia de Orihuela, tenemos a otro religioso, Mossen Pedro Bellot, nuestro mejor cronista, que califico esta historia de «ficción poética».

El rector de Catral no cayó en el embuste e intentó rebatirlo; pero sus alegaciones pronto fueron olvidadas, como las de otros analistas posteriores. No hay más ciego que quien no quiere ver.

ANALES DE ORIHUELA. SIGLOS XIV-XVI (2 TOMOS). Estudio, edición y notas del Dr. D. Juan Torres Fontes.

La versión del siglo XVII que más me ha gustado es la que probablemente llegó por primera vez al pueblo de Orihuela, en su inmensa mayoría analfabeto.

La escuchó por boca de Fray Francisco Gregorio Arques, en su sermón para la fiesta del 17 de julio de 1617.

Sorprendentemente, este fraile hizo mucho más creíble la historia. Sitúa la revuelta el 16 de julio de 1242, como Martínez Paterna, pero casi parece una operación de comandos. Os la resumo:

El alcaide vive en el castillo; y para librarse del dominio del infante Alfonso, decide pasar a cuchillo a los cristianos del arrabal.

Se lo comunica a la cristiana que daba el pecho a su hijo, que según dicen se llamaba Armengola.

La mujer pide subir a sus tres hijas doncellas.

Entonces avisa a los cristianos y estos resuelven que la acompañen tres mancebos de los más valientes en hábito mujeril y con armas bajo el vestido.

A los tres esforzados mancebos y a la valiente amazona les siguen veintisiete hombres más que, entrando por la puerta de la traición, matan a todos los guardas y toman el puesto.

Los tres godos, llegan frente al castillo y disfrazados de mujeres burlan a la guardia.

Entran, se quitan los vestidos mujeriles y sacan las armas, matando en un santiamén al alcaide, a su mujer, a sus hijos, a soldados y criados; alzando una bandera en señal de victoria.

En cuanto a los nombres, dicen algunos que eran: el adalid Hernando de Marfa, Íñigo Darun y Juan Jover, los tres primeros que figuran en la lista de encerrados en el castillo del libro de repartición.

Añade que otros como Escolano, los llaman Armengol, Riudoms y Juan Arún; pero que en realidad nadie sabe sus nombres.

Sermón para la fiesta del 17 de julio de 1617. Fray Francisco Gregorio Arques. Edición facsímil de Antonio Luis Galiano Pérez.

De una forma o de otra, con diferente número de protagonistas, esta historieta pasó a ser verdad histórica respaldada por cronistas de autoridad y prestigio.

Y para colmo, apareció un supuesto manuscrito del siglo XIII, certificando la existencia de Armengol y de su valiente esposa.

La Armengola. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 2.

Les Troves de Jaume Febrer.

El XVII fue también el siglo de la genealogía; maravilloso instrumento para proporcionar nobles antepasados a vanidosos adinerados.

Los falsificadores, con enorme trabajo, escribieron larguísimos cronicones en los que junto a datos verdaderos deslizaban otros falsos que satisfacían a los que financiaban sus obras.

Trovas de Mossen Jaime Febrer sobre los caballeros que vinieron con el rey Don Jaime a la conquista de Valencia.

Las Trovas de los linajes de Valencia decían ser obra de Jaume Febrer, un poeta del siglo XIII.

Muestran los escudos de armas de los nobles que acompañaron al monarca en la conquista de Valencia, mencionando al marido de la heroína con el nombre de Pedro Armengol; ennobleciéndolo hasta emparentarlo con el Condado de Barcelona.

Dice que lleva en su escudo un grifo de oro sobre campo encarnado, que desciende por línea natural de Gofré el Velloso, que estuvo en Valencia y en Orihuela, donde quedó avecindado con sus hijos y mujer.

Certificando que «doña Armengola», sabiendo que los sarracenos querían entregarse al Rey de Granada, acuchillando a los cristianos de la villa, se abalanzó con furia española, mató a los traidores y libertó Orihuela.

Trovas de Mossen Jaime Febrer sobre los caballeros que vinieron con el rey Don Jaime a la conquista de Valencia. Armengol.

Está demostrado que «Les Trobes» fueron escritas en el último tercio del siglo XVII por Onofre Esquerdo Sapena, erudito, genealogista, heraldista y cronista de la ciudad de Valencia, atribuyéndoselas a un hipotético antepasado suyo del siglo XIII.

Onofre era un esmerado calígrafo y buen conocedor de la poesía y la historia medieval. Compuso esas estrofas y las hizo circular por el entorno cultural valenciano.

No se puede certificar exactamente si la superchería tenía como objeto el puro engaño o si por el contrario, como parece probable, se trató de un juego entre eruditos.

Lo cierto es que no las llegó a publicar. 

Las dudas sobre la existencia del autor comenzaron mucho después, al ver la luz en el Diario de Valencia, en el año 1796.

En 1848 Joaquín María Bover publicó una nueva edición afirmando que el autor era hijo de Mossen Guillén Febrer, caballero que participó en las conquistas de Mallorca y Valencia acompañando a Jaime I, situando el principio de la obra en 1276, año de la muerte del Conquistador.

En el siglo XX quedó demostrado que era una falsificación con graves anacronías y errores históricos; con un lenguaje distinto al de los Fueros, la Crónica de Montaner, la de Jaime I y otras obras coetáneas.

La Ilustre Señora Doña Hermenegilda Eugenia Armengola, redentora de Orihuela. Tres imágenes en diversos tomos del Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos.

Dicen que cuando una leyenda abandona la tradición oral y queda escrita pierde la capacidad de transformarse. Pero no es el caso de la Armengola.

Impresa por primera vez a principios del siglo XVII, quedaban siglos de transformación y enriquecimiento en los que autores oriolanos fueron copiándose unos a otros, fantaseando y añadiendo nuevos detalles.

«La Armengola», óleo de Vicente Navarro (1901).

Una bola de nieve que fue creciendo (excepto en el número de acompañantes de la Armengola, que se fue reduciendo hasta quedar en dos), inspirando a poetas, a dramaturgos e historiadores de poco fuste, hasta llegar a nuestros días tal y como la conocéis, como parte del rico patrimonio inmaterial oriolano.

«Las estrellas de Orihuela, Santa Justa y Santa Rufina, y hazaña de la Armenola». «Comedia nueva que un ingenio valenciano consagra a la muy noble y muy leal ciudad de Orihuela 1729».

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Publicado en la revista de Moros y Cristianos 2018. En memoria de Justo García Soriano.

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