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Los casinos oriolanos y el vínculo de Pizana

Casino Orcelitano. Principios del siglo XX. Colección Jesús R. Tejuelo.

Los casinos oriolanos y el vínculo de Pizana

El «Circulo Orcelitano», precursor y germen del actual casino, se fundó en 1848; quedando inmortalizado en el plano de Francisco Coello publicado en 1859 dentro del «Atlas de España y sus posesiones de Ultramar».

Lo cita en su punto 16, localizado en la calle llamada del Ángel, actualmente calle López Pozas, esquina con la subida al puente.

Plano de Francisco Coello, publicado en 1859. Fragmento.

Circulo Orcelitano. Se fundó en 1848 en la casa que actualmente (principios del siglo XX) pertenece a D. José Cartagena Rocamora, en el final de la calle Mayor o principio de la del Ángel, es decir en la subida del puente viejo; y más tarde se trasladó a la de D. Carlos Roca, en la Puerta Nueva, hasta que en 12 de enero de 1868 se fusionó con el siguiente. Regíase por un reglamento fechado en 21 de Noviembre de 1848.

La cita anterior pertenece a los «Datos sueltos para la continuación de la Historia de Orihuela» de Ernesto Gisbert Ballesteros.

Concretamente estaba emplazado en el edificio que construyó Luis Abadía utilizando los terrenos resultantes de la demolición del viejo ayuntamiento. Edificio que su viuda, Josefa Larranzi, se vio obligada a malvender en ese año de 1848 para hacer frente a sus múltiples acreedores.

Luego se mudaron al Paseo; para acabar fusionados al «Casino Orcelitano», sociedad recreativa que inauguró sus nuevas instalaciones en la casa de Pizana, en los Hostales, en junio de 1864.

Edificio que fue casa de los Pizana y sede del «Casino Orcelitano». Colección Javier Sánchez Portas. Detalle.

Así lo cita Gisbert Ballesteros a principios del siglo XX:

Casino. Se estableció en 1864 con estatutos aprobados en 24 de febrero en la calle de los Hostales y casa que fue de D. Luis Pizana, habiéndose edificado de Planta en la calle de Loazes, en el terreno que existió la posada del mismo dueño.

Y así quedó inmortalizada su inauguración en la prensa de época:

La Correspondencia de España. 10 de junio de 1864: Según noticias que recibimos de Orihuela, el día 5 se verificó allí la inauguración del nuevo Casino.

A las doce de la mañana tuvo lugar la apertura, con asistencia del Excmo. Señor obispo de la diócesis, del digno juez de primera instancia y da una numerosa y escogida concurrencia, pronunciándose discursos brillantes y alusivos al acto, y sirviéndose con verdadera profusión dulces y helados a los concurrentes, mientras la banda de música de la ciudad amenizaba el rato, tocando piezas escogidas a la puerta del local, decorado con gusto y esplendidez, principalmente la escalera, el patio y el magnífico salón destinado a juntas generales.

Por la noche se dio un gran baile, en el que entre cientos de luces y perfumados ramilletes, lucieron su belleza y elegancia las hijas del Segura. Al día siguiente se permitió la entrada en el local a cuantas personas quisieron verle, pasando de tres mil los que visitaron este establecimiento, digno de la ilustrada Orihuela, que así sabe responder a la civilizadora voz de nuestro siglo.

¿Quién era ese Pizana que titulaba casa y posada?

En 1747 Luis Roca y Moncada había «principiado a construir y edificar una casa principal, en el sitio que estaban fundadas las pertenecientes a su mayorazgo, fronteras a las del mayorazgo de Gerónimo Pizana y Ruiz, posada incluida».

Con el propósito de hermosear el frontis y dar línea recta al edificio pidió licencia al ayuntamiento y «principió el simiento de la fachada». Pero el de Pizana «salió en justicia poniendo denunciación de nueva obra», alegando perjuicios para sus casas.

Casas de Roca y de Pizana. Colección Javier Sánchez Portas.

Para evitar «costosos litigios, inquietudes y enemistades más dignas de reparo entre personas ilustres de tan cercano parentesco» firmaron una concordia ante el escribano Juan Ramón de Rufete (1).

En ella don Gerónimo aceptó retirar la demanda permitiendo continuar la obra «sin embarazo alguno». A cambio, don Luis demolió una pequeña casa de su propiedad sita al costado de levante de las de Pizana, quedando el solar a beneficio de ambas partes.

Cúpulas de los dos palacios. Colección Javier Sánchez Portas.

Además, el de Pizana se comprometió de por vida a no elevar obra alguna por encima de la alzada que entonces tenía, a fin de no impedir las vistas de la nueva y preciosa casa, la misma que hoy alberga el Hotel Tudemir.

Gerónimo Pizana y Muñoz, Coronel de los Ejércitos Nacionales.

A comienzos del siglo XIX el mayorazgo de Pizana estaba en manos del oriolano Gerónimo Pizana y Muñoz, Coronel de los Ejércitos Nacionales fallecido en 1820.

Le sucedió en el vínculo Luis Manuel Pizana Ramírez, vecino de Madrid, heredando entre otras propiedades la añeja posada y las casas números 2, 4 y 6 de la calle de los Hostales.

En diciembre de 1840, Luis Manuel compró a un cura de Lorca dos casas anexas a las suyas. El religioso actuaba como albacea testamentario de Francisca J. Molina Muro, viuda de Gerónimo García de Espejo, antes Pizana y Avellán (2). La primera casa esquinaba con el callejón. La segunda, muy descuidada, estaba dentro del mismo.

Así pues, a mediados del siglo XIX, la manzana comprendida entre la calle de los Hostales, la del Puente Nuevo y el callejón del molino pertenecían a Luis Manuel Pizana. Aclarado un poco el linajudo origen de este apellido continuaremos hablando de los casinos.

El «Casino Orcelitano» y el «Círculo de la Unión».

Ya he dicho que en 1868 desapareció el «Círculo Orcelitano», fusionado con el «Casino Orcelitano».

El Oriolano. 26 de noviembre de 1885: La dueña del Café del Casino acaba de recibir de Francia una remesa de bebidas de todas clases, entre las que figuran cien botellas de Coñac de la clase más superior que se conoce.

Hasta el año 1885, el único Casino de Orihuela estaba establecido en los Hostales y albergaba a toda la sociedad oriolana. Los socios más jóvenes se planteaban incorporar parcialmente a las damas, en un gesto de apertura y modernidad.

El Oriolano. 19 de diciembre de 1885: Algunos jóvenes tienen el propósito de rogar a la junta directiva, que según reglamento ha de nombrarse muy pronto en la sociedad Casino Orcelitano, dé en los salones del mismo algunas veladas literarias, invitando a ellas a nuestras paisanas.

La nochebuena de 1885 la prensa local anunció una junta general para elegir a la directiva.

El Oriolano. 24 de diciembre de 1885: El sábado, 26 del corriente mes, se reunirán los socios del Casino Orcelitano en junta general, para proceder a la elección de la directiva, según previenen los estatutos.

La juventud perteneciente a dicha sociedad se propone, según parece, presentar su candidatura, y solicitar de la nueva junta, la celebración de algunos bailes y conciertos. Nos alegraremos que consigan lo que desean y que las damas coadyuven con su presencia a la realización del pensamiento.

El Oriolano. 29 de diciembre de 1885: En la junta general celebrada el día 26 por la sociedad Casino Orcelitano para la renovación anual de la junta Directiva, se presentó una sola candidatura que quedó aprobada en la siguiente forma:

Presidente: D. Julián de Torres y Calzado. Vice-Presidente: D. Manuel Picazo. Vocales: D. Filomeno Lizón Lacárcel y D. Abelardo Teruel. Inspectores: D. José María López Gonzálvez y D. Antonio Bonafós Mas. Tesorero: D. Francisco Germán. Secretario: D. José Ferrer.

Según las cuentas leídas, dicha sociedad cuenta con una existencia efectiva de 10.794,24 pesetas.

En 1886 nacía en Orihuela otra sociedad para el ocio y recreo de sus clases dominantes. La versión oriolana del llamado «Pacto del Pardo» entre Cánovas y Sagasta, había devuelto la vara municipal al fusionista Francisco Ballesteros Villanueva a comienzos de año.

De mala gana, el Partido Conservador encabezado por Matías Rebagliato y Pedro Ramón Mesples, cedió el gobierno municipal dejando en manos de Ballesteros las importantísimas obras de ensanche y modernización de la ciudad.

Francisco Ballesteros Villanueva.

Las enconadas disputas políticas dividieron a la oligarquía oriolana. Fusionistas y conservadores se declararon incapaces de continuar reuniéndose bajo el mismo techo. En febrero de ese mismo año aparecía «El Día», semanario de orientación conservadora. Orihuela contaba ya con tres periódicos.

La crónica. 6 de mayo 1886: Se ha inaugurado el café establecido en el círculo de la calle Mayor que con tal motivo se vio muy concurrido (…) El círculo también se inaugurará muy en breve; solo se espera darle la última mano y recibir la correspondiente autorización que se tiene solicitada. Se titulará Círculo de la Unión; y será su presidente efectivo y honorario el señor Mesples.

Se referían a un nuevo establecimiento recreativo llamado «Circulo de la Unión», presidido por el político conservador Pedro Ramón Mesples.

El Oriolano. 20 de mayo 1886: Aprobados por el gobernador civil de la provincia los estatutos del llamado Circulo de la Unión, se inaugurará oficialmente tan pronto como se reciban los muebles que se tienen encomendados para ese centro… de recreo.

El también llamado «casino de la calle Mayor», ubicado en el palacio de Campo-Salinas,  junto al Palacio Episcopal, fue inaugurado con banda de música la mañana del sábado 17 de julio de 1886.

El Diario de Orihuela. 17 de julio de 1886: A las once de hoy ha tenido lugar la inauguración del Círculo de la Unión. Terminada la lectura, de la memoria de creación de dicha sociedad, en breves y elocuentes frases dio gracias el presidente Sr. Mesples a los invitados por haberle honrado con su presencia, a lo cual contestó el Alcalde Sr. Ballesteros manifestando el reconocimiento de que estaba poseído por la atención que se le había dispensado invitándole a tan solemne acto y haciendo votos, al terminar, por la vida y prosperidad de tan distinguido Círculo. La banda de música ha amenizado el acto, atrayendo mucha gente a la calle Mayor.

A partir de ese momento, ambas sociedades rivalizaron en la organización de las más interesantes veladas musicales y las más concurridas fiestas.

Los socios más jóvenes del «Casino Orcelitano» seguían proponiendo invitar a las oriolanas para que, los domingos por la tarde después del paseo por la Glorieta, acudiesen a sus salones.

El Oriolano. 4 de septiembre de 1886: Algunos socios del Casino Orcelitano han acogido muy bien el proyecto de invitar a nuestras paisanas para que los domingos por la tarde y después de terminado el paseo de la Glorieta, concurran a los espaciosos salones de aquella sociedad, a imitación de lo que se viene haciendo en Murcia y otras poblaciones.

No sabemos hasta qué punto podrán realizarse las loables aspiraciones de los jóvenes iniciadores del pensamiento, conocido como es el modo de ser de nuestra elegante sociedad, pero no estará de más que se procure llevarlo a la práctica sin desmayar ante los primeros obstáculos, que nunca faltan a este género de inocentes pasatiempos.

El nuevo «casino de la calle Mayor» fue adquiriendo cada vez más protagonismo.

El Diario de Orihuela. 21 de febrero de 1887: La fiesta de más grandes alcances celebrada en el domingo que finó anoche, fue el magnífico y brillantísimo baile del Circulo de la Unión, primero celebrado en tan elegante sociedad y digno de figurar en la crónica coreográfica de Orihuela. Puede estar orgulloso el novel círculo y sus socios satisfechos de haber llevado a cabo una fiesta cuyo esplendor honra sobremanera al casino de la calle Mayor.

El nombramiento de un nuevo obispo ofreció la oportunidad de lucirse a ambas sociedades. En septiembre de 1886 el «Casino Orcelitano» proyectaba engalananar la fachada de su sede y erigir varios arcos en el trayecto que había de seguir el nuevo Prelado a su llegada.

En octubre tenían muy adelantados los preparativos, comisionando al arquitecto D. Rafael Mas para el adorno de la fachada que estaban ya blanqueando. Los del «Círculo de la Unión» no se quedaron atrás adornando también su local y buena parte de la calle Mayor.

El día. 10 de octubre de 1886: El Casino Orcelitano está blanqueando su fachada, y según se nos dice, tanto éste como el Círculo de la Unión, adornarán lujosamente sus edificios, y para el efecto se hallan ya haciendo los preparativos necesarios para que en su día aparezcan con todo el esplendor que requiere el caso; y para hacer un brillante obsequio, al virtuoso y sabio Prelado que viene a hacernos la honra de hospedarse en nuestra católica Orihuela.

El diario de Orihuela. 20 de octubre de 1886: En el Casino, el adorno era muy sencillo consistiendo en el revestimiento de ramaje de todas las líneas limitantes de las puertas de sus balcones y el engalanado de la baranda del terrado con gran profusión de gallardetes.

Su iluminación espléndida era admirable compuesta de innumerables vasos de color blanco y ostentando en la parte superior formado de luces muy unidas, el título del establecimiento, repetido por un trasparente de la extensión de la fachada y situado ante las barandas de los balcones en el cual se leía la siguiente inscripción: «El Casino, al Obispo de Orihuela».

El Casino Orcelitano en 1886. Esperando al obispo Maura. Colección A. Luis Galiano Pérez.

La calle Mayor era la mayor en el gusto exhibido en el adorno. En el centro de la calle hay un semiarco trasparente de un exquisito gusto y de mucho mérito artístico en el cual se lee a uno y otro lado la siguiente inscripción: Círculo de la Unión; el edificio de esta sociedad tiene revestida toda la fachada hasta el piso principal con mirto y geránios formando sobre las puertas elegantes arcos.

A pesar del buen gusto que ha precedido en el engalanamiento de esta calle puede decirse que su lucimiento lo ha tenido de noche por su profusa iluminación. Únicamente el Círculo de la Unión contaba en su fachada dos mil vasos de colores dispuestos en caprichosas líneas de bellísimos dibujos.

El día. 24 de octubre de 1886: El Casino Orcelitano y el Círculo de la Unión, se hallaban adornados desde la puerta de entrada hasta el terrado, con profusión de ramaje, gallardetes y banderolas. Era deslumbradora, la iluminación de ambos casinos.

En la del casino se leía por medio de un trasparente la siguiente inscripción: «El Casino, al Obispo de Orihuela». En el Círculo de la Unión, era tal la profusión de luces que en su fachada había, que se contaban dos mil vasos, formando bonitos dibujos la variación de sus colores.

El «Círculo de la Unión» fue languideciendo hasta desaparecer en 1890. Sus socios fueron pasando al nuevo casino.

El diario de Orihuela. 18 de julio 1889: Anteayer quedó cerrado el café de la calle Mayor. También se dice que en breve quedará disuelto por falta de socios el Círculo de la Unión. No tenemos nosotros tales noticias y sentiríamos que las nuestras fueran las equivocadas por que quedaría Orihuela sin uno de sus más bellos círculos de recreo.

El orcelitano. 30 de marzo 1890: Se dice, y parece haber tenido exacta confirmación la noticia, que el Sr. Gobernador de la provincia, ha mandado cerrar el «Círculo de la Unión» establecido en la calle Mayor de esta ciudad. También se dice, que la causa que ha motivado la clausura, ha sido la sospecha de que en dicho círculo de recreo se infringía la ley que prohíbe ciertos juegos.

Ignoramos las facultades que competen al Gobernador en cuestión de asociaciones. No conocemos la ley, ni nos hace falta conocerla. Pero según opinión de personas autorizadas, suponen que el Gobernador no tiene suficiente competencia para ordenar la clausura de un círculo. No es nuestro ánimo discutir, si el Gobernador ha procedido o no con ligereza. Respetamos y acatamos su acuerdo y asunto concluido.

Durante la II República el edificio fue sede de la CEDA; en la Dictadura, de Falange y de Radio Orihuela.

Calle Mayor. José M. Pérez Basanta.Casino

Otro «círculo» conservador trató de independizarse del «Casino Orcelitano» años después. Pero no adelantemos acontecimientos.

La construcción del nuevo casino.

Hospedaje o Posada de Pizana en el siglo XIX. Colección Javier Sánchez Portas.

Como ya hemos dicho, adyacente a la casa que albergaba el «Casino Orcelitano», estaba el Hospedaje o Posada de Pizana, un añejo edificio que ocupaba más de mil quinientos metros cuadrados de superficie; un obstáculo que el Consistorio necesitaba derribar para el ensanche y alineamiento de la calle del Puente Nuevo, paso imprescindible para completar una especie de arteria que enlazaba la estación de ferrocarril con el corazón comercial de Orihuela.

Fallecido Luis Manuel Pizana en 1875, el mayorazgo había pasado a manos de su única hija, María del Carmen Pizana del Castillo (3). El 30 de octubre de 1886, Ballesteros se encargó personalmente de comprar la Posada ante el notario de Murcia Juan de La Cierva Soto, con el fin de derribarla.

Parte del terreno se convertiría en edificable y el «Casino Orcelitano» no desaprovechó la oportunidad que les brindaba el alcalde de construir una nueva sede.

El proyecto inicial fue obra de Jaime Sánchez García, joven arquitecto oriolano, hermano del maestro de obras Francisco Sánchez, que en 1878 estaba estudiando su carrera en Madrid.

El diario de Orihuela. 9 de noviembre 1886: Si no lo hubiéramos visto, habría sido preciso adivinarlo. El plano es precioso…. pero el presupuesto asciende a seis mil duros. Nos referimos al bellísimo plano que, para el proyecto del local del casino, ha trazado admirablemente y con gran gusto arquitectónico nuestro paisano y queridísimo amigo Sr. D. Jaime Sánchez. Lástima grande que obstáculos insuperables llegaran a levantarse ante la posibilidad actual de su realización. El entusiasmo surgido entre los socios del «Casino Orcelitano» hace presagiar un lisonjero resultado. ¿Fracasará el proyecto?

En primer lugar plantearon la reforma de los estatutos distinguiendo dos tipos de socio.

El diario de Orihuela. 12 de noviembre 1886: Entre las reformas que se tratan de hacer en los estatutos del «Casino Orcelitano» figura la siguiente: Se dividirán los socios en fundadores o de número y en accidentales. Los segundos no tendrán voz ni voto en las juntas generales.

Para adquirir el carácter de los primeros será preciso ser durante cinco años sin interrupción socio accidental o abonar en el acto del ingreso en la sociedad una cuota de entrada no fijada aún pero que fluctuará entre veinte y cinco y cincuenta pesetas.

Se ha dado de plazo hasta el día 31 de Diciembre para los señores que deseando pertenecer a aquella corporación quieran ingresar con el carácter de fundadores sin abonar cuota alguna de entrada. Las reformas obedecen al proyecto que se abriga de construir un edificio para «Casino» en el solar sobrante de la Posada de Pizana.

El proyecto municipal seguía su curso y la posada fue derribada.

El Diario de Orihuela. 20 de diciembre de 1886: Continúan casi dando de mano a las obras hace poco tiempo comenzadas, los trabajos del puente y el derribo de la posada de Pizana, vetusto edificio echado al suelo por la demoledora piqueta del material progreso que ya esparce las ruinas de los pasados siglos, cuando destructora y generatriz a un tiempo, asocia y aúna voluntades para elevar nuevamente sobre los restos del caserón viejísimo, modernos edificios más en armonía con las leyes de la arquitectura moderna y de la urbana policía.

En la junta general celebrada el 21 de noviembre de aquel mismo año, los socios del «Casino Orcerlitano» decidieron comprar el solar resultante; y construir un lujoso edificio de su propiedad recuperando el protagonismo, perdido en parte, ante el «Círculo de la Unión».

Jaime Sánchez trazó un bosquejo de proyecto; Manuel Roca de Togores puso las primeras 2.500 pesetas y «El Diario de Orihuela» lo vio todo hecho.

El Diario de Orihuela. 23 de noviembre de 1886: DE COLOR DE ROSA. Lo estamos viendo y somos reacios a creer en la realidad. El sueño de tantos años, la esperanza tanto tiempo contenida en el espíritu, se ve al fin en vías de realización hasta el punto que ya podemos darle el carácter de hecho consumado.

Si por nuestros propios ojos, volvemos a repetir, no hubiéramos visto ayer los respetables nombres que aparecen suscribiendo las acciones para, el nuevo edificio del casino, dudaríamos de la verdad ante la verdad misma.

El proyecto del Sr. Sánchez, ejecutado en un punto céntrico, en el mejor tal vez de la población como lo es el solar sobrante de la antigua posada de Pizana, será en plazo brevísimo una mejora de importancia para la localidad.

En dicho proyecto, cuyo presupuesto de obras asciende a la suma de treinta mil pesetas sin contar el valor del terreno que se calcula en diez mil, queda trazado el edificio con una bien meditada distribución en los distintos departamentos, constituyendo todo él dos cuerpos unidos por un salón de café para verano y acristalado en invierno, dirigido en sentido longitudinal, formando cruz con la latitud del edificio y dando frente a la puerta central que corresponde por la parte posterior con el jardín.

Según el plano, el nuevo casino será de planta baja, conteniéndose en el todas las comodidades que requiere la naturaleza de las sociedades de recreo. La fachada principal que dará a la nueva calle que resulte una vez derribada la referida posada, es muy sencilla y elegante, revelando su bello aspecto el buen gusto arquitectónico de nuestro querido amigo y paisano Sr. D. Jaime Sánchez.

Los inconvenientes surgidos para hallar el medio de reunir la cantidad precisa para la construcción, ha venido siendo por espacio de un mes la cuestión batallona de los socios del «Casino Orcelitano» y aunque la idea de la suscripción se había expresado por algunos con timidez por la inseguridad que siempre se ha sentido de obtener buen éxito cuando de tales empresas se ha tratado, hizo que el pensamiento no se abriera camino en los primeros días de emitido y se dejara la cosa en cierto estado de tregua sin abandonar en modo alguno la idea principal del proyecto.

En este estado las cosas y después de la Junta general celebrada en la citada sociedad en el pasado domingo, en la cual se aprobó definitivamente la reforma del reglamento y se concedieron poderes plenos a la Junta directiva para resolver con arreglo a lo que más conviniere en la cuestión de la compra del solar antes expresado, un hombre que merece bien de esta población, que ama a Orihuela con verdadero cariño, con desinteresado afecto y con plausible entusiasmo, un hombre que al lustre de sus blasones une un corazón nobilísimo y una bondad de sentimientos que revelan la hidalguía de su carácter, se inscribe en la lista de socios y abre la suscripción encabezándola con su nombre ilustre por el valor de dos mil quinientas pesetas, suscripción que en un día ha dado la suma de quince mil, y que aumentará sin duda alguna con mayor cantidad.

El entusiasmo de los socios se manifestó ayer con el decidido propósito de demostrar su gratitud obsequiando con una serenata al Ilmo. Sr. D. Manuel Roca de Togores, lo cual no pudo llevarse a efecto con harto sentimiento de aquellos por haber salido el Sr. Roca en el tren de ayer tarde para Elche.

Una nueva directiva, encabezada por Roca de Togores y el propio Ballesteros, pilotaría el proyecto.

El Diario de Orihuela. 31 de diciembre de 1886: Mañana tomará posesión la nueva Junta directiva del «Casino Orcelitano» compuesta del modo siguiente: Presidente: Ilmo. Sr. D. Manuel Roca de Togores. — Vice-presidente: Sr. D. Francisco Ballesteros. — Vocales: Sres. D. José Román y D. Antonio Ruiz.— Secretario: Sr. D. José Balaguer y Muñoz.— Tesorero: Sr. D. Ramón Garrigós.— Inspectores: Sres. D. César Giménez y D. Eladio Sánchez.— Contador-Bibliotecario: Sr. D. José Zerón.

En febrero de 1887 presentaron instancia en el Ayuntamiento junto a al bosquejo de proyecto.

Archivo Municipal de Orihuela.

El Diario de Orihuela. 10 de febrero 1887: El nuevo casino se construirá con arreglo al plano del Sr. Sánchez (D. Jaime). Las obras comenzarán en breve.

En la sesión municipal del 24 de Febrero de 1887 se recibió la solicitud de Roca de Togores, como presidente del «Casino Orcelitano», pidiendo la línea para la construcción del nuevo edificio; y a primero de marzo se abrió el foso para los cimientos.

Cuatro meses después, mientras se anunciaba la venta en pública subasta de los materiales procedentes de la demolida posada, el «Casino Orcelitano» subastaba la construcción del armazón de madera, «para la cubierta de la primera nevada» del nuevo casino.

El Diario de Orihuela. 16 de junio de 1887: El domingo a las once en la secretaría del Casino Orcelitano se verificará la subasta del armazón de madera para la cubierta de la primera nevada del edificio que la referida sociedad está construyendo en la calle de la Subida del Puente Nuevo.

Los carpinteros que deseen presentarse a la licitación podrán avistarse con el maestro de obras D. Francisco Sánchez, quien les dará todas las condiciones a las cuales habrá de ajustarse la subasta.

Calle Loazes y Casino Orcelitano.

El Diario de Orihuela. 1 de agosto de 1887: Con grandes caracteres de bronce se ha colocado en la parte superior del pórtico del nuevo edificio del Casino la siguiente inscripción: 1887— CASINO.

Archivo Municipal de Orihuela.

En agosto la prensa oriolana elogiaba las obras proyectadas por Jaime Sánchez García y ejecutadas por su hermano Francisco. Habían terminado el pórtico del nuevo casino. Restaba tan solo para terminar la fachada, la colocación de los antepechos de las ventanas para los que habían traído buen número de balaustres de Macael, localidad almeriense famosa por sus canteras de mármol.

El Diario de Orihuela. 2 de agosto de 1887: Ya está terminado el pórtico del nuevo edificio del Casino. En la fachada sólo resta colocar los antepechos de las ventanas para lo cual ha llegado ya de Macael buen número de balaustres.

Como no nos gusta ser tardos en prodigar elogios cuando los fundamenta como en la ocasión presente la verdad y la justicia, cumplimos el grato deber de enviar nuestros más sinceros plácemes a nuestro paisano D. Jaime Sánchez, autor del plano, así como a su inteligente hermano D. Francisco Sánchez, director de las obras, por el buen gusto y acierto de que han dado pruebas ambos en la confección y ejecución del proyecto.

En su día expondremos con mayor extensión el favorable juicio que nos merece el trabajo de los Sres. Sánchez y sirvan por ahora estas breves líneas como preámbulo al justo encomio que en su día haremos de nuestros queridos paisanos.

Casino Orcelitano. Fachada original. Colección Javier Sánchez Portas.

Todo parecía ir muy rápido; pero en la segunda mitad de 1887 empezaron los problemas y las obras se detuvieron. Los rumores, esparcidos sobre todo por la prensa conservadora, atribuían la paralización a la falta de dinero; lo que en parte era cierto.

El Diario de Orihuela. 26 de enero de 1888: EL CASINO. A falta de otros asuntos de qué ocuparse, ayer se dio la preferencia en los círculos políticos a la cuestión de las paralizadas obras del nuevo edificio del Casino.

Ciertamente no sabemos lo que haya de verdad en el asunto, pero sí se aseguraba anoche que se había otorgado la escritura de la casita del molino de Cox contigua a los terrenos del Casino y que pronto comenzarían los trabajos de construcción suspendidos a causa de no acceder sus dueños a la venta de dicha finca, lo cual dificultaba la prosecución de las obras con arreglo al plano adoptado.

Verdaderamente que la interrupción de los trabajos no obedecían a otra causa a pesar de las murmuraciones de los que creían que aquella suspensión era debida a falta de dinero, pues según nuestros informes si bien es verdad que no se cuenta con el capital necesario para terminar el edificio en construcción, se podría apelar el crédito y por este medio se facilitarían las sumas necesarias para llegar al fin que todos deseamos y decimos todos, porque siendo la gran obra comenzada una mejora de la cual podrá enorgullecerse Orihuela, a todos, socios y no socios, agradará que aquel proyecto llegue pronto a feliz término.

Desde el principio de las obras, ha aumentado aquel centro de recreo notablemente el número de sus individuos y nosotros sabemos de muchísimas personas, en su mayor parte artesanos, que tan pronto como se inaugure el nuevo edificio solicitarán su ingreso.

La rémora que a la prosperidad de estos establecimientos oponía hasta hace poco la antigua y pueril prevención de que las clases acomodadas y la de menestrales no cabían juntas en una misma corporación, ha desaparecido completamente y ya vive en la mente de todos que altos y bajos pueden vivir perfectamente dentro de una misma corporación sin más limitaciones que las que prescriben los estatutos de las sociedades.

¡Lástima grande que la pícara política invadiéndolo todo, atice todavía la tea de la discordia y sostenga dos casinos en una población de escaso vecindario como es la nuestra, quitando a lo viejo, a lo que sólo es de Orihuela, valiosos elementos únicamente separados en círculo aparte por el apasionamiento de los partidos!

Calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.

El 30 de mayo de 1888 Manuel Roca de Togores y Pérez de Meca, en calidad de presidente, adquirió ante notario por 10.000 pesetas el solar de 966,50 metros cuadrados, propiedad de Francisco Ballesteros (4). Y a primeros de junio se reanudaron las obras.

Era el terreno resultante de sustraer unos metros al solar de la derribada posada. Dichos metros fueron utilizados para ensanchar la antigua calle del Puente Nuevo, retitulada en septiembre de 1887 como calle de Loazes.

Calle Loazes y Casino Orcelitano. Colección Javier Sánchez Portas.

Tras otro parón por falta de fondos, en el otoño de 1888 se convocó una reunión extraordinaria de la Junta General para aprobar una operación de crédito con el Banco Hipotecario.

En noviembre de 1888 solicitaron permiso para invadir la acera con una enorme escalinata de mármol blanco y completaron el registro de la propiedad ante notario; resultando un edificio con una planta de 737 metros cuadrados y casi 230 de patio (5).

Las puertas llegaron en la primavera de 1890. Y un año después acometieron el acristalamiento de ventanas, la decoración y el mobiliario.

Subastado el arriendo del café, en otoño de 1891 se mudaron definitivamente al nuevo edificio aún con obras pendientes.

El diario de Orihuela. 17 de mayo 1890: El miércoles en la tarde fueron colocadas las magníficas puertas que dan entrada al nuevo casino en construcción, las que a juicio de personas inteligentes son una obra de gran mérito artístico y de un trabajo delicado, habiendo sido el encargado de su construcción el inteligente maestro carpintero y tallista de esta población D. José Botí, al cual felicitamos por su acertada dirección y esmerada construcción de dicha obra.

El diario de avisos. 30 de octubre 1891: Ayer quedó terminada la mudanza del Casino a su nuevo edificio quedando el antiguo con el papel en los balcones en demanda de alquiler.

Para terminar, os dejo una descripción del edificio en 1891, tal y como fue ocupado por los socios:

El diario de avisos. 4 de noviembre 1891: Todavía en embrión y ya puede asegurarse que Orihuela tendrá con el tiempo un Casino apropiado a la importancia de la población. Tiene, aunque no ultimados en el mobiliario; decorados ya completamente los departamentos del café, billar, tresillo, lectura y tertulia.

Casino Orcelitano. Sala de armas.

El primero estuvo su arreglo a cargo del murciano Sr. Noguera. En conjunto resulta bien, pero en sus detalles deja mucho que desear. Las mesas de nogal con mármol ceniza, son bonitas e igual las sillas que son de la misma madera con asiento imitación cuero grabado. Los divanes una chapucería nogueriana que muy pronto reclamarán tónicos para remediar su debilidad.

El local es espacioso y de gran elevación, resultando por tal razón escasa la luz que irradian los siete quinqués de que está dotada la habitación. Falta por tanto una lámpara central.

La inauguración se hizo el domingo con bastante concurrencia dándose por el contratista Sr. Soriano un café excelente. La estancia en este departamento es agradable, ofreciendo todas las condiciones de confort propias de la época que atravesamos.

El billar y el tresillo están decorados por manos, oriolanas notándose en ellos el buen gusto del inteligente artista Sr. D. Vicente Navarro. Cada habitación, aunque en general las preside un mismo orden de decorado, tiene dibujos y tonos distintos.

Casino Orcelitano. Billar.

En el billar informa la ornamentación, un precioso techo imitación madera de varias clases con preciosos centros de cartón piedra a la purpurina plata mate en negro y avivada la decoración con molduras madera y baquetilla central plateada.

Está empapelada a recuadro con entremolduras con papel terciopelo granate. Resulta la habitación seria y apropiada al uso a que está destinada. El tresillo está decorado más sencillamente habiendo inteligentes que asignan a este departamento un mérito artístico mayor.

El techo del saloncito llamado de «Abencerrajes» está también muy bien pintado, sobre todo las guirnaldas de flores que en él descuellan, imitación muy aproximada al natural y honra de su autor.

Salón Renacimiento. Colección Javier Sánchez Portas.

El mayor mérito del artista consiste en su desprendimiento y generosidad, pues puede decirse de él en atención al costo de la obra, que ha trabajado gratis por el gusto de contribuir a la terminación de un edificio que enaltece a la población. Por todas las razones apuntadas enviamos como es de justicia nuestros sinceros elogios al Sr. Navarro cuyas condiciones y dotes de artista ha dejado demostradas en el nuevo Casino.

Salón de Lectura. Colección Javier Sánchez Portas.

Quedan los departamentos de lectura y tertulia cuya ornamentación ha corrido a cargo del contratista Sr. Alcolea. Resultan ambos elegantísimos y aunque todavía no tienen el mobiliario correspondiente el que llegará de un día a otro, se ve ya que resultarán suntuosísimos. ¡Así han costado ellos!

El mérito mayor de estas habitaciones está en la pintura, hecha por unos artistas valencianos cuyos nombres sentimos no recordar. Los techos de ambas en lo que respecta al tallista resultan muy bien, pero lo principal de ellas está en la pintura que salvo pequeños defectos obedece a un orden elegantísimo. Tiene dos escocias preciosísimas y los tonos del color no pueden ser más agradables.

Patio Andaluz. Colección Javier Sánchez Portas.

En suma: el nuevo Casino, del cual volveremos a ocuparnos conforme se vaya adelantando, es un centro de recreo digno de Orihuela y merece que todos los que sientan verdadero interés por el progreso material de nuestra querida ciudad, pongan cuanto esté de su parte para que dicho establecimiento recobre mayor vida. Según nuestras noticias pasan de veinte los socios nuevamente alistados y es de esperar que aumenten más cada día.

El artesano honrado no debe tener reparo alguno en hacerse socio, pues allí todo el que abona su cuota es igual a los demás por empingorotados señorones que sean. La utópica igualdad de los soñadores, alcanza allí profunda y verdadera realidad.

Gran Hotel de España en el edificio que fue casa de los Pizana. Colección Javier Sánchez Portas. Detalle.

Trasladado el «casino Orcelitano», la antigua casa de Pizana albergó el Gran Hotel de España; y sus bajos el Café de Levante.

Café de Levante en el edificio que fue casa de los Pizana.

El «Círculo Oriolano».

Unión republicana. 18 de octubre 1903: La Liga Católica ha fallecido, RIP. Se han cerrado las puertas del edificio que ocupaba esta católica asociación, en señal de luto. ¡Pero se abrirán, vaya que se abrirán! Hay precedentes. Nació el Círculo Católico de Obreros, y su vida fue efímera. Se fundó el Ateneo de San Luis Gonzaga, y murió por consunción. Germinó La Liga Católica, y la debacle. ¿Qué nombre le pondrán al nuevo engendro de la reacción?

Círculo oriolano. Colección Javier Sánchez Portas.

A finales de 1903, los conservadores oriolanos decidieron otra vez montarse por su cuenta y fundaron otro casino al que llamaron «Círculo Oriolano»; nombre muy parecido al que tenía el primero que existió en la ciudad: «Círculo Orcelitano».

La comarca. 4 de diciembre de 1903: El Círculo Oriolano. De nuevo ha vuelto a abrir sus puertas el antiguo Ateneo de San Luis Gonzaga, que hora se denominará Circulo Oriolano. Ha sido nombrado presidente de esta aristocrática sociedad, el Sr. D. Federico Linares.

La comarca. 5 de diciembre 1903: Reglamento. Se ha mandado a la capital para la aprobación de la primera autoridad civil de la provincia el reglamento por el que ha de regirse el Circulo Oriolano recientemente inaugurado en la Plaza de la Pía.

El orcelitano. 7 de diciembre 1903: Con el título de «Círculo Oriolano» ha vuelto a abrirse el local en donde estuvo instalado el antiguo Círculo de «La Liga Católica». Esta vez parece que aquella nueva sociedad tendrá más elementos de vida, por tener un carácter de independencia del que carecía en la última etapa de su efímera existencia.

La comarca. 7 de diciembre 1903: He aquí la lista de los señores qué componen la Junta del nuevo circulo: Presidente, D. Federico Linares; Vice presidente, D. Ramón del Arroyo y Manuel de Villena; Vocales D. Carlos Die Pescetto, D. Francisco Germán Moreno, D. Antonio Pescetto Balaguer, D. Eladio Sevilla Alfaro, Don Juan Garrió Grifol; Tesorero, D. Tomás Brotons Pastor; Secretario, D. Asensio García Mercader; Inspectores, D. Ildefonso de Ayarra, D. Manuel Miravete Piña y D. Enrique Celdrán.

Federico Linares Martínez.

Instalado en el local donde antes estaba el «Círculo Católico de Obreros», de las clases para alfabetizar al proletariado, pasaron a las clases de esgrima; compitiendo con los del «Casino Orcelitano».

La voz de Alicante. 1 de febrero 1904: El pasado sábado se verificó, en una finca de las inmediaciones de esta ciudad, un asalto por los señores alumnos de las salas de armas del Casino y del Círculo Oriolano.

La comarca. 22 de octubre 1904: Clases. Hoy se reanudan las clases de esgrima en el Circulo Oriolano bajo la dirección del inteligente profesor y amigo nuestro D. Alfredo Bueno. Sabemos. que reina gran animación entre la juventud de aquel centro por fomentar la afición a tan higiénico sport.

Salón de esgrima. Casino Orcelitano.

No sólo competían en esgrima; el círculo contaba con su propia orquesta; y en sus elegantes salones se celebraban conferencias, conciertos y artísticas veladas teatrales.

El adalid. 16 de noviembre 1904: DE SOCIEDAD. El Sr. Presidente del Círculo Oriolano dirige la siguiente comunicación: Sr. Director de El Adalid: Ruego a V. haga público en el periódico de su digna dirección, que en la tarde de mañana, jueves 17 de los corrientes a las 6 y media dará en este centro una conferencia sobre asuntos de verdadero interés para nuestra agricultura, el Excmo. Sr. Conde de Retamoso.

Con este motivo la Junta Directiva de este Círculo, invita a cuántas personas deseen asistir al acto, sean o no socios, a la referida conferencia, por tratarse de asunto de verdadero interés para la región.

La orquesta de este centro, en obsequio a las señoras que al acto concurran, ejecutará algunas piezas de su repertorio. Agradeciéndole la publicación de estas líneas, me repito de V. afmo. S. S. q. b. s. m. Federico Linares.

El diario. 24 de abril 1906: En el Círculo Oriolano. Completamente lleno se vio antes de anoche y anoche el espacioso y elegante salón, que la aristocrática Sociedad, «Circulo oriolano» tiene destinado para teatro. Imposible citar nombres. Allí vimos muchas y distinguidísimas familias de nuestra sociedad elegante…

Todo terminó en enero de 1909. En principio acordaron trasladarse «provisionalmente» a la calle de Soleres; al mes siguiente una nueva noticia los situaba en la calle de Loazes; y uno de sus vocales presentaba la dimisión.

El orden. 1 de enero 1909: Ayer tarde celebró Junta General la Sociedad Círculo Oriolano, tomando, entre otros acuerdos, el trasladar (provisionalmente) el domicilio social a calle de Soleres núm. 6.

El orden. 16 de febrero 1909: La sociedad «Círculo Oriolano» se ha trasladado a la calle de Loaces.

La iberia. 20 de febrero 1909: Nuestro particular amigo, D. José Rodríguez de Vera, ha dimitido de su cargo de vocal en la junta directiva del «Circulo Oriolano».

En mayo de ese mismo año, los socios del «Círculo Oriolano» se fusionaron con los del «Casino Orcelitano». Los dos partidos «dinásticos» enterraban el hacha de guerra y toda la aristocrática burguesía oriolana volvió a juntarse bajo un mismo techo.

El orden. 9 de mayo 1909: Esta mañana, a las 10 y media, celebrará junta general la sociedad Casino Orcelitano, para tratar de la fusión de dicha sociedad con el Círculo Oriolano. Con este mismo objeto, también celebrará junta general esta última sociedad.

El orden. 11 de mayo 1909: El pasado domingo celebraron junta general las sociedades «Casino Orcelitano» y «Círculo Oriolano», acordando la fusión de ambos centros. Tan grato acontecimiento se celebró con dulces, licores y habanos, fino obsequio de la directiva del «Casino Orcelitano» para sus nuevos consocios, los señores que formaban la sociedad «Círculo Oriolano».

Lo cierto es que la Caja de Ahorros y Socorros y Monte de Piedad de Nuestra Señora de Monserrate había comprado el edificio a la Iglesia; y en ese mismo mes trasladó su sede al local de la Plaza de la Pía. 

Reparto de comida, principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

Epílogo.

Como hemos podido comprobar, todos las sociedades de recreo fundadas en Orihuela acabaron fusionadas al «Casino Orcelitano».

Con el paso del tiempo, sus socios descubrieron una pega importante en su espectacular edificio: las estrechas ventanas los aislaban visualmente del exterior; por lo que no podían exhibirse holgando en sus lujosos salones.

Casino Orcelitano con las antiguas ventanas. Colección Jesús R. Tejuelo.
En la puerta del Casino. Archivo Familia Zerón Huguet.

En la segunda mitad de la década de los 20 del siglo pasado, el «Casino Orcelitano» reformó la fachada de su sede, aun a costa de perder la armonía.

Seis de las ventanas originales fueron sustituidas por la pareja de «peceras» que ostenta en la actualidad. Estas cristaleras de gran tamaño permiten ver y ser visto en el interior del Casino.

Casino Orcelitano con las nuevas cristaleras. Archivo Paloma Pastor.

Para costear dichas obras de reforma se emitieron acciones en 1927.

Colección Javier Sánchez Portas.
Casino Orcelitano años 30 del siglo XX. Ministerio de Cultura.
Calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle de Loazes. Archivo Mariano Pedrera.
Calle de Loazes. Archivo Rafael Almira.
El Casino en 2023. Francisco Luis Galiano Moreno.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Ampliación y adaptación en 2022 de un artículo publicado en 2006. 

Notas:

1 AHO. Prot. 1285.

2 AHO. Prot. 2017.

3 Estaba casado con María de la Concepción Castillo, viuda a su vez de José Juan de Torres con el que tuvo dos hijos, Carolina y Federico Torres del Castillo, hijastros de Luis Manuel Pizana.

4 AHO. Prot. 2369 fs. 95-100

5 AHO. Prot. 2369 fs. 678-681

Galería fotográfica:

Calle de Loazes y Casino Orcelitano.
Casino Orcelitano. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle Loazes y Casino Orcelitano.
Casino Orcelitano. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle de Loazes desde el Casino. Archivo Celia Senén.
Personal del Casino. Archivo Julio Aparicio
Fichas del Casino Orcelitano. Colección Julio Aparicio.
Alberto Zerón Huguet.
Biblioteca del Casino Orcelitano. Víctor Sarabia Grau.

Cubero y el Seminario de Orihuela en 1867.

Pedro María Cubero López de Padilla.

El obispo Cubero y el día de la Inmaculada de 1867 en el Seminario de Orihuela.

Seminario Conciliar de la Purísima Concepción y el Príncipe San Miguel.

Antecedentes:

La población del llano de San Miguel como origen de Orihuela es uno de los misterios más apasionantes de nuestra historia.

Más allá de algunos hallazgos prehistóricos, debajo del seminario permanecen por localizar las evidencias que demuestren que allí estuvo la primitiva ciudad tardorromana o goda (Aurariola), repoblada por los musulmanes (Uryula) y luego por los pobladores cristianos (Oriola).

De su iglesia o ermita del Príncipe y Arcángel San Miguel, apenas se sabe.  Más allá de que tenía anexo el beaterio más antiguo de los dos que tuvo Orihuela.

La ermita de San Miguel en el grabado del Cartulario.

Dicho establecimiento fue ampliado a comienzos del siglo XVII y acabó absorbiendo al otro, desplazadas sus «bones dones» por la llegada de las monjas de Santa Lucía.

Del citado beaterio cuenta Bellot que el Consell concedió licencia a varias mujeres devotas para construir celdas y hacer vida retirada bajo la regla de San Francisco en 1445; y que dos años después se instituyó el cargo de superiora en la persona de Giomar Masquefa, fallecida en 1463, quien dejó su cargo a su hija Leonor, la mujer de Pedro Fajardo.

Montesinos, siempre menos creíble, data la fundación del beaterio en 1503 y también atribuye el cargo de superiora a Luisa Fajardo, una pariente del marqués de los Vélez, personaje decisivo en nuestra historia por encabezar el saqueo sufrido por Oriola en 1521, durante la Guerra de Germanías.

Baltasar Gómez Berna

Un trabajo más reciente de mi admirado José Ojeda Nieto, nos ofrece valiosa información.  Se titula «La ermita de San Miguel antes de ser Seminario». Os lo voy a resumir:

Los datos salen de un pleito de finales del siglo XVI entre la familia de los Fajardoque decían ser fundadores de dicha iglesia y contar con una sepultura dentro de ella y la cofradía de San Miguel que negaban tal fundación y afirmaban que la ermita era iglesia sufragánea de San Salvador .

Para empezar, uno de los cofrades, ya anciano, afirmaba que:

«Oriola fue ganada a los moros y conquistada por los cristianos que edificaron y fundaron la ciudad en el Plano de San Miguel. En dicho plano había un lugar y población de casas y los cristianos que poblaron reedificaron la ciudad en lo alto. También fundaron y edificaron la iglesia de San Miguel».

En los testimonios de unos y otros salen a relucir muchos detalles de la Ermita. Así nos enteramos de que a fines del siglo XV había un retablo con tres figuras: San Miguel, San Francisco y Santa Clara.

Que las beatas o «bones dones» vivían en ocho celdas, con dos patios. Que contaban con una cisterna y un aljibe de aguas pluviales; con una gran cocina y con un huerto.

Que en 1595 la Cofradía de San Miguel decidió alargar la ermita, llevando hacia atrás la capilla mayor, y en las obras se destruyó el sepulcro ya mencionado. Los testigos afirman que lo que contenía, eran los cuerpos de cuatro beatas veladas y con el hábito de San Francisco.

El dichoso pleito nos da otro dato importante: en 1619 los capuchinos solicitaron y les fue concedido instalarse en San Miguel para fundar su monasterio. Pero dicho permiso fue revocado al no considerarla ermita, como las de Santa Ana, San Sebastián o el Socorro, utilizadas para fundar conventos.

San Miguel se consideraba iglesia sufragánea dependiente de la jurisdicción o autoridad del Salvador. ¿Os imagináis el convento de los capuchinos en lugar del Seminario? pues estuvo cerca.

Montaje con una imagen del siglo XVIII. Ajomalba.

A comienzos del siglo XVIII, tras la Guerra de Sucesión, la ermita estaba en pésimo estado.

En 1738, Juan Elías Gómez de Terán alcanzó la mitra oriolana. Y al poco de llegar a Orihuela, encomendó a los sacerdotes píos operarios congregación de origen italiano, la tarea de poner en marcha un seminario.

Retrato y escudo del fundador. Colección José Manuel Dayas.

Dos años después fundó el Seminario de San Miguel,  para formar y reciclar sacerdotes. Y en 1742 le agregó el de la Purísima Concepción para niños educandos.

Unificados en 1744 por Bula de Benedicto XIV y la provisión real de Felipe V, la doble institución recibió el nombre de Seminario Conciliar de la Purísima Concepción y el Príncipe San Miguel.

Seminario Conciliar de Orihuela. Colección Javier Sánchez Portas. Fragmento.

A la muerte del prelado, aún con la sede vacante, el Cabildo Catedralicio intentó hacerse con el control del Seminario. Sus «sonadas» disputas con el vicerrector, pasaron de los insultos a las amenazas y de las amenazas a los tiros.

La expulsión de los Jesuitas en 1767 produjo un trasvase de alumnos a sus aulas. Ese mismo año alcanzó la mitra José Tormo, quien lo amplió con un nuevo edificio a Levante y lo dotó además de una gran Biblioteca.

Josef Tormo y Juliá.

Gómez de Terán y Tormo pasaron a la historia como los obispos constructores del seminario durante el siglo XVIII. En la siguiente centuria otro prelado destacó también por sus aportaciones al edificio.

Pedro María Cubero López de Padilla.

Pedro María Eustaquio Cubero López de Padilla nació en Doña Mencía, provincia de Córdoba, en 1810. A los catorce años entró en el seminario y con veintitrés fue ordenado presbítero.

Retrato de autor desconocido. Ayuntamiento de Doña Mencía. Colección Julia Ferrer Vilar.

La experiencia en el funcionamiento de estos establecimientos era indudable. Su carrera comenzó como profesor de Filosofía y Teología en el Seminario de San Pelagio de Córdoba. Tras pasar por la vicerrectoría fue nombrado rector; y no abandonó dicho cargo hasta llegar a obispo, dos décadas después.

La Paz de Murcia. 14 de julio de 1858: Ha sido presentado para la mitra de Orihuela, el señor don Pedro Cubero, deán de la santa iglesia y rector del seminario de Córdoba.

En mayo de 1858, Isabel II lo propuso al Papa para el obispado de Orihuela; propuesta que Pío IX aceptó en septiembre.

El 27 de febrero de 1859 fue consagrado en la  Catedral de Córdoba, y el 3 de abril de entró en Orihuela. A finales de mayo lo hizo en Alicante; donde pasó dos semanas. En ese verano se desató una epidemia.

La Correspondencia Autógrafa. 26 de agosto de 1859: El Ilmo. Sr. D. Pedro María Cubero López de Padilla, obispo de Orihuela, ha dirigido a sus diocesanos una elocuente y religiosa pastoral con el triste motivo de la calamidad del cólera morbo.

Según este, de la misma ciudad dicen el 23 que va desapareciendo; en las últimas veinte y cuatro horas solo habían muerto tres de los anteriores invadidos. El número de atacados no pasa de 12 y es más benigna la dolencia.

Diario de Córdoba. 26 de octubre de 1859: Merecida Recompensa.  El Excmo. e Ilmo. Sr. D. Pedro María Cubero, Obispo de Orihuela, ha sido agraciado con la gran Cruz de Isabel la Católica.

Con ella ha premiado S. M. no solo sus anteriores servicios, sino los muy especiales prestados por este Prelado durante la última invasión del cólera morbo Asiático, época en que se ha distinguido notablemente por sus paternales cuidados y por los sacrificios de todas clases que ha hecho en beneficio de sus pueblos.

Ya en otras ocasiones hemos dicho que el Ilmo. Sr. Cubero estaba llamado a ocupar un lugar eminente en el Episcopado Español, y vemos con gusto que los acontecimientos justifican nuestros pronósticos.

Superado el cólera morbo e instalado en su nuevo obispado, pronto demostró que venía dispuesto a prestar especial atención al seminario; por ejemplo recuperando y dando lustre a la ceremonia de jurar la beca.

La Correspondencia de España. 25 de febrero de 1861: El acto de jurar la Beca que hacía algunos años no se verificaba en el seminario de Orihuela, se ha verificado este año con mucha solemnidad. Consiste este acto en hacer una sencilla profesión de fe, prometiendo a la vez obedecer al prelado y a sus sucesores, guardar la regla y estatutos del seminario y mirar en todo tiempo por su esplendor, mejoras y adelantamientos, recibiendo inmediatamente la investidura de la Beca.

A las nueve de la mañana los seminaristas destinados a jurar la Beca, en número de 160, ocupaban sus respectivos lugares en la iglesia del Seminario, vestidos de manto azul celeste y con la Beca blanca doblada sobre el brazo izquierdo. En frente del altar mayor y en el mismo presbiterio, había una mesa cubierta de damasco con un crucifijo alumbrado por dos velas, y sobre la mesa el libro de los evangelios.

El señor obispo así que llegó a la iglesia oró por un breve rato, y colocado en pie junto a la mesa mencionada, imploró por medio de algunas oraciones los auxilios divinos y bendijo las Becas. Habiendo tomado asiento, el señor rector, vicerrector y demás catedráticos se colocaron en pie a derecha e izquierda y comenzaron a llegar los seminaristas de seis en seis.

El señor rector, con la fórmula de la jura de Beca en la mano, y visiblemente enternecido, les preguntaba si se conformaban con la creencia de nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica Romana; si prometían obediencia al Excmo. e Ilmo. señor obispo y a sus sucesores, y si hacían propósito firme de guardar los estatutos y procurar el bien, mejora y lustre del seminario.

Los seminaristas, en número de seis, como se ha dicho, hincados de rodillas con la mano derecha puesta sobre el libro de los evangelios, respondían afirmativamente a estas tres preguntas. Acto continuo los señores catedráticos les vestían la Beca, y recibida la bendición del prelado se volvían a sus puestos.

En seguida tomó la palabra el señor obispo y manifestó que en todo tiempo y en todos los pueblos había tenido lugar esa clase de juramentos que unían a los hombres con tan sagrado vínculo en asociaciones, corporaciones y comunidades particulares, diferentes unas de otras por sus trajes, usos y costumbres, lo mismo entre los cínicos que entre los adoradores del verdadero Dios.

Remontándose en la historia de la religión  hizo notar los votos y profesiones del pueblo hebreo, en seguida los juramentos de los primeros fieles, de los anacoretas, y por fin, los de todas las instituciones cristianas.

El venerable prelado concluyó recordando a los seminaristas los pensamientos que debía excitar en sus almas los colores de su hermoso traje: el azul del manto el del cielo a que deben dirigir todas sus aspiraciones; el blanco de la Beca, la pureza de costumbres, que imitando a su excelsa patrona ha de caracterizar su conducta y el escudo del sagrado corazón de Jesús, que llevan sobre el lado izquierdo del pecho, la carrera de amor, abnegación y sufrimientos que tienen que hacer si quieren ser buenos ministros de aquel que dijo:

«El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome una cruz y me siga».

Y decidió engrandecer el edificio con un lujoso Salón de Actos o de Grados en el ala Este; con nuevas aulas y con un huerto jardín.

Las obras comenzaron en 1863, un año después de la visita que la reina hizo a Orihuela (parece ser que en dicha visita entregó a Cubero un generoso donativo para el Seminario).

Litografía de Isabel II. Colección Javier Sánchez Portas. Opúsculo histórico de la ciudad de Orihuela con motivo de su visita en 1862. Biblioteca Valenciana Digital.

De ese año tenemos una descripción que hizo José Pastor de la Roca, periodista, filósofo y novelista nacido en Dolores, antiguo alumno del seminario.

El museo universal. 20 de diciembre 1863: Descripción del Seminario conciliar; la fundación del ilustrísimo señor obispo de la diócesis don Juan Elías Gómez de Terán, con arreglo a las prescripciones del concilio de Trento y bajo la advocación de la Purísima Concepción y San Miguel Arcángel, cuya erección fue aprobada por bula de Su Santidad en 7 de marzo de 1743 y real provisión de 28 de mayo del mismo año.

Su posición sobre una graciosa explanada del monte presenta un golpe de vista magnífico y sobremanera pintoresco, ofreciendo el rico panorama que desde él se descubre.

Su fábrica, sencilla y moderna, presenta una admirable uniformidad arquitectónica de grato efecto y su iglesia pequeña, aunque bonita y ricamente decorada con ornamentación espléndida deja bien poco que desear al más exigente; dos de sus grandes piezas están destinadas a la biblioteca, que es selecta, y al archivo general de la diócesis.

La fachada que corresponde exactamente al Mediodía, mide una extensión de 638 palmos valencianos y la gran explanada que se extiende al frente, tiene 795 de longitud por 130 de latitud.  

Este extenso Seminario, al cual puede subirse cómodamente con carruaje por su espacioso camino o rampa, contiene dos grandes cisternas alimentadas por las vertientes de la montaña del castillo, que se eleva a la espalda de aquel por la parte del Norte.

Los accesorios de este establecimiento magnífico, despojados ya en parte de la aridez agreste de que adolecieran, deben al actual prelado y al celoso rector del mismo importantes mejoras que continuarán en mayor escala en lo sucesivo.

Por de pronto el limonero, el naranjo, el nogal, la vid con sus rastreros parásitos admirablemente plantados con simetría, casi en la misma peña, hermosean la delantera y la amenizan, así como también los puntos laterales de la explanada, al paso que el atrevido entusiasmo del citado señor obispo proyecta extender las plantaciones a todo el primer término de la montaña desde dicho punto hasta el caserío y transformándola, según su expresión misma que le hemos oído, en una florida colina de Estambul.

Vista de Orihuela. El museo universal. 3 de diciembre 1863.

El 19 de marzo de 1864, en la subcomisión de Gracia y Justicia, el diputado a Cortes Sr. Rivero Cidraque, abogó para que se aumentase la asignación al seminario conciliar de Orihuela.

No tengo más noticias hasta 1867, año en el que culminaron las obras. En Orihuela no había prensa; pero el diario «La Paz de Murcia» tenía un corresponsal que enviaba por carta las noticias locales.

La Paz de Murcia. 13 de enero de 1867: El señor obispo de esta diócesis, que ha llevado a cabo no pocas obras de importancia en el tiempo que se halla entre nosotros, está introduciendo grandes reformas en el magnífico seminario conciliar de San Miguel, sin duda el primero de su clase en España.

Hemos tenido ocasión de visitar el grandioso salón que se está terminando con destino a actos públicos y que es verdaderamente una obra notable. Quizá no sea más capaz el paraninfo de la universidad central y por de contado tiene mayores dimensiones que el teatro de la universidad de Valencia.

El decorado de estilo ojival, es sencillo pero de buen efecto. En el lugar preferente se colocarán los retratos de S. M. y del Sumo Pontífice; obras que están terminando el pintor D. Manuel Olmos, hijo de esta población, y según tenemos entendido también adornará el salón el busto del señor obispo, que se ha encargado al escultor Sr. Riudavest.

El 6 de junio de ese mismo año, Pedro María Cubero se embarcó en Alicante, en un vapor de la empresa López con rumbo a Barcelona. Su destino final, junto al resto del episcopado español, era Roma.

Allí se reunieron con el Papa Pío IX (este pontífice fue quien años antes había proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción «Ineffabilis Deus»). Tras expresarle su apoyo, el cardenal arzobispo de Santiago y el resto de arzobispos y obispos españoles regresaron a Barcelona a mediados de julio a bordo del buque «San Quintín». Dos años después, este pontífice convocaría el primer concilio celebrado en el Vaticano.

A finales de noviembre todo estaba preparado para la gran inauguración del nuevo Salón de Actos del Seminario de Orihuela.

La Paz de Murcia. 23 de noviembre de 1867:  En el Seminario conciliar de San Miguel de Orihuela se está construyendo un magnífico salón que se destina para los grados, en cuyos trabajos se adelanta con rapidez; pues tiene que inaugurarse el día 8 del próximo diciembre.

Dirige la obra el dignísimo prelado D. Pedro María Cubero López de Padilla, haciendo él las veces de arquitecto, y a su celo tan sólo se debe la obra. El referido salón es de construcción gótica con soberbia y elevada bóveda, y con cuantos adornos aconseja el orden a que pertenece.

Se ha levantado una especie de plataforma, y sobre ella un rico dosel, bajo el cual se ostentarán, pintados al óleo, los retratos de nuestra Soberana y el magnífico Pontífice Pío IX.

Para la gran función que ha de celebrarse el día de la Inmaculada Concepción de María, debe asistir todo lo más notable de la provincia, hallándose ya invitados el señor gobernador civil, Consejo, Ayuntamiento, cabildos catedral y colegial, el clero parroquial de la diócesis, uno de los señores senadores del reino y lo más distinguido de Orihuela.

Los colegiales adornarán e iluminarán toda la fachada del Seminario, lo mismo que un patio interior que se ha reedificado, el que contendrá elegantes arcos de mirto, bellísimos adornos en sedas y flores, gran número de lucernas, lámparas, arañas, etc., etc., y ya brilla en todos los rostros de los habitantes del Colegio la alegría reveladora del gran objeto para que el salón se destina, pues debe producir en lo sucesivo raudales de ciencia y sabiduría.

El señor obispo pronunciará un discurso de apertura, al que contestarán con otros los señores catedráticos, admitiendo y corroborando las ideas vertidas en aquel, y muchos seminaristas recitarán o leerán poesías alusivas, en cuya confección ya se ocupan los más aventajados.

Todo hace esperar que la función que se prepara para el 8 del último mes del año, será brillante; y que dejará un recuerdo en aquella población.

Colección Jesús Rodríguez Tejuelo.

El día de la inmaculada Concepción de 1867.

Las fiestas de inauguración tuvieron lugar el día de la Inmaculada Concepción, titular del seminario. Entre los días 17 y 21 de diciembre, «La Paz» dio cuenta de las obras ejecutadas y de todo lo acaecido en aquella memorable jornada. Lo contó a través de tres cartas publicadas en cuatro artículos que he transcrito completos.

Las tres cartas (cuatro artículos) montadas en una sola portada.

La Paz de Murcia. 17 de diciembre de 1867: FIESTAS EN EL SEMINARIO DE ORIHUELA. Carta primera: Orihuela, 9 de diciembre de 1867. Señor director del «Diario Mercantil» de Valencia.

La inauguración del magnífico salón para aperturas de curso y actos literarios que se verificó el día de la Concepción en este Seminario, sírveme de ocasión para darle algunos antecedentes sobre dicha casa. Particularmente sobre su hermosa posición topográfica, sus excelentes condiciones higiénicas, su régimen y disciplina interior y sus prácticas escolares, terminando con la descripción arquitectónica del nuevo salón y fiestas verificadas con este motivo.

D. Juan Elías Gómez de Terán, obispo de esta diócesis, hombre dotado de un gran talento, de vasta erudición, sobre todo de un genio activo y emprendedor (pues a él se le deben muchas construcciones así de iglesias como de asilos de Beneficencia de este obispado), deseando cumplir con lo dispuesto por el Concilio de Trento sobre creación de Seminarios, determinó dotar a esta diócesis de una casa de la que tanta necesidad sentía.

Juan Elías Gómez Terán. Real Academia de la Historia.

El punto por él elegido fue la montaña conocida en este país con el nombre de El Castillo, por razón del que en su cima construyeron los árabes y del que todavía se conservan algunos restos, no obstante haber sido volado por el rey D. Felipe V.

Hállase separada esta montaña de la cordillera general denominada Cruz de la Muela, que es una de las ramificaciones de la Sierra Segura, por un cerro denominado el Oriolet, situado en la parte del Norte, cerro admiración de los geólogos por ser de roca primitiva y hallarse enclavado entre ambas montañas, sin tener con ellas semejanza alguna.

La población está situada a la parte del Mediodía de la montaña, y en la grande explanada que esta forma en la mitad de su altura, existió antiguamente una ermita de San Miguel, y más tarde un beaterio.

El señor obispo Terán levanto en ella el actual Seminario Conciliar, aprovechando parte de las anteriores construcciones, y dándoles nueva forma y distribución. El obispo Tormo continuó la obra y últimamente el actual ha terminado el edificio.

Dos retratos del obispo Josef Tormo y Juliá. El primero está atribuido a José Vergara Gimeno y está expuesto  en el Centre Cultural La Nau de Valencia. El segundo es de Antonio Llopis, y se expone  en el Palacio Episcopal de Orihuela, Museo de Arte Sacro.

Súbese al Seminario por dos escaleras, la una angosta y abierta casi en su totalidad sobre la roca viva y por la que en cinco minutos puede bajarse desde la puerta del seminario a la Catedral; la otra escalera es magnífica, serpentea por la montaña y sus rampas suaves son tan anchas que con facilidad podrían subir carruajes, si no fuesen obstáculo los portales que tienen para impedir el arrastre del piso en los días de lluvia.

En la primera rampa se encuentra el granero del Seminario y enfrente la casita del jardinero. La última rampa se divide en dos a derecha e izquierda, dando entrada a la grande explanada que existe delante del edificio y que parte sirve de paseo a los alumnos en los días serenos y tranquilos, y parte está destinada a jardín.

Desde esta explanada se descubre un magnífico panorama, punto de vista magnífico, pues todo el territorio es de regadío y los caseríos y pueblos que se divisan son muchos. Abraza este panorama una extensión de Levante a Poniente de cerca de once leguas; y dos y media de latitud en su parte media.

Todo este territorio está regado por el Segura y en él se descubren a la simple vista, la ciudad de Murcia, Algezares, Monteagudo, Beniel, Bigastro, Benejúzar, Jacarilla, Almoradí, Dolores, Rafal y otros varios pueblos con infinidad de caseríos.

Traseras del Seminario. Colección Esteban Sanmartín.

Sobre esta explanada levántase el Seminario aislado teniendo su fachada principal hacia el Mediodía y a sus pies la población, resguardado del Norte por la misma montaña, que a su espalda continúa en sucesivo ascenso.

Mide 150 metros de longitud y 48 de latitud; su altura es proporcionada y está adornado con tres filas de ventanas que lo hermosean; su conjunto se destaca sobre la montaña, descubriéndose a la simple vista desde una distancia considerable.

Como el Seminario no fue todo fundado de planta sino que ya existían algunas obras cuando se construyó; su fachada no es perfectamente simétrica en su división, y se halla distribuida en el modo siguiente: Empezando por la parte de Poniente, 24 metros forman la parte llamada Gramática, porque en ella habitan los alumnos del primer periodo de Segunda enseñanza.

El Seminario con el aspecto anterior a la Guerra Civil; con el reloj en la torre del campanario. Colección Javier Sánchez Portas.

Sigue la portada con 10 metros de extensión y dos puertas; la una da entrada al Seminario y la otra a la iglesia; sobre estas hay dos balcones que dan luz a las habitaciones del señor obispo. La construcción de dicha portada es muy bella y es toda de piedra berroqueña con algunas esculturas; entre las dos puertas se ven las armas del fundador Terán, cuyos cuarteles están formados con mármoles de colores.

Colección Javier Sánchez Portas.

Continúa la iglesia, cuyo altar principal se halla a Levante, midiendo con el camarín 32 metros. Levántase con el resto de la fachada una elegante torrecilla con dos campanas y un reloj, cuyos sonidos llegan a escucharse hasta cerca de media legua de la población.

Iglesia del Seminario años 30 siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas

La iglesia y la parte siguiente del edificio hasta 53 metros, son obra del señor obispo Terán desde sus fundamentos, formando su construcción un recinto casi cuadrado, en cuyo centro existe un espacioso patio.

El señor obispo Tormo, viendo que no era capaz el Seminario para los jóvenes que a él acudían, continuó la obra extendiéndola 32 metros en su fachada y dejando sin cerrar el área del nuevo patio, que ha terminado el actual obispo con el nuevo salón construido, cuya situación es de Norte a Mediodía.

Patio del Seminario. Colección Jesús Rodríguez Tejuelo.

Las condiciones higiénicas del Seminario es inútil encarecerlas; aislado, con ventanas a todos vientos y a gran altura, hacen que no reinen en él ninguna clase de enfermedades; prueba de ello es que no hay en el edificio punto alguno para enfermería.

A ello contribuye mucho el tener cada alumno su habitación particular e independiente, con su correspondiente ventana, y de una capacidad suficiente para colocar desahogadamente una cama, una mesita de estudio, dos sillas, cofre, palanganero y una percha.

Régimen y descripción interior: El señor Terán dotó a esta casa de unas sabias constituciones, pero como los tiempos varían, fueron adicionadas por el señor Tormo, después por el señor D. Simón López, que de esta silla pasó a esa Metropolitana, y últimamente el Excelentísimo e Ilmo. Sr. Cubero, actual obispo, ha formulado y planteado un nuevo reglamento, que abraza la parte disciplinar y también la enseñanza.

He aquí en pocas palabras resumidas ambas cosas: Los alumnos se levantarán a las cinco y media, a las seis estudian hasta las siete, a esta hora bajan todos a la iglesia para oír misa y otras prácticas religiosas hasta las ocho, toman en seguida el desayuno y a las ocho y media entran en cátedra los humanistas de primero y segundo periodo, a las nueve los teólogos y canonistas y todos salen a las once; estudian hasta las doce, bajan a comer, y terminada la comida tienen un rato de recreo, ya en el interior del edificio, ya en la explanada antes indicada.

Seminaristas en el recreo.

Y a la una se retiran a dormir hasta las dos; estudian hasta las tres y por segunda vez vuelven a las cátedras; a las cuatro y media recreo, a las seis estudio hasta las ocho en que se reza el rosario, se cena y a las nueve todos se retiran a sus habitaciones.

En cuanto a la enseñanza, se sigue el mismo plan dado por el gobierno en los estudios de primero y segundo periodo de segunda enseñanza; en teología y cánones el plan de seminarios; dos veces a la semana, jueves y domingos, tienen por turno los alumnos actos literarios, tomando punto con veinte cuatro horas de anticipación, ya por el Maestro de las Sentencias y por el Catecismo de San Pío V, ya por la Biblia; los miércoles y sábados por las noches hay academias, con otras varias clases de ejercicios literarios que sería prolijo enumerar. (Se continuará).

Refectorio del Seminario. Colección Javier Sánchez Portas

La Paz de Murcia. 18 de diciembre de 1867: FIESTAS EN EL SEMINARIO DE ORIHUELA. Carta primera (continuación):

Estos actos literarios se verificaban en una de las cátedras de más capacidad, pero como estas se encuentran situadas debajo del piso principal, habiéndose aprovechado para la construcción el desnivel del terreno, se hallan cerca de un metro más bajas que el piso de la explanada y con el techo, aunque abovedado bajo, siendo frías y húmedas en los días lluviosos.

No existía además un punto bastante espacioso y aislado en el que pudieran verificarse las aperturas; y el actual prelado, desde el momento en que vio el edificio, concibió el gran pensamiento de dotar a la casa de un salón tan necesario y que fuese digno del justo renombre de que goza, y bastante a colocar a este Seminario en primera línea.

Este ha sido el motivo de llevar a cabo el salón magnífico, cuyo proyecto había concebido, y cuya inauguración tuvo la gran satisfacción de realizar el día de la Concepción, Patrona de este Seminario.

Descripción del salón. Hállase en la parte de Levante y ocupa toda el ala de Norte a Mediodía, y para llegar a él se necesita atravesar todo el Seminario en su parte longitudinal.

Dos puertas dan entrada a una bonita antesala abovedada, de cuyo centro pende una araña de bronce: dos ventanas, una a Levante y otra a Poniente le dan luz; mide cerca de 8 metros de longitud por 6 de anchura.

Seminario. Salón de actos o grados. Colección Javier Sánchez Portas.

Frente a las dos puertas de su entrada, otras dos conducen al magnífico y espacioso salón; entre ambas puertas se ve un cuadro de proporciones regulares que representa la Imagen de la Concepción; y sobre ellas se leen las siguientes inscripciones:

Sobre la puerta derecha: «IN ULTIMUN OPUS, MAGNUM ORNAMENTUM HUJUS SEMINARII INSCRIPTIO. INSPIRAT. DIRIGIT. VIGILAT. ADEST. PERSTAT. IN CORDIS. SEMPER. INTIMIS. ET. ARTIS. ET. SCIENTIAE. ET. DISCIPLINOE. ET. ORDINIS. DECOR. ZELUSQUE. OMNIA. DOCILI. JUVENTUTI. FIDEM. INTER. ALIA. HAE. FACIUNT. AEDES. QUAS. QUIDEM. MAGNO. COETU. STIPATUS. ET. CONGRATULATUS. ENCAENIAVIT. VI. IDUS. DECEMBRIS. DULCISSIMO. INMACULATAE. CONCEPTIONIS. DIE. ANNI. MDCCCLXVII. ET. A. SUO. PONTIFICATU. VIII. D. D. PETRUS. MARIA. CUBERO. LOPEZ. DE. PADILLA. L. D. O. M». 

Colección Javier Sánchez Portas.

Sobre la puerta de la izquierda: «IN. SEMINARII. CONCILIARIS. OPERA. MAXIMEQUE. IN. ULTIMUM. EPIGRAMA, GYMNASII EXTRUCTOR PERDIGNUS. HONORE JOANNES, QUI UT JUVENES DOCEAT SUBDERE SAXA FACIT. PRAEBUIT HUIC OPERI INCREMENTA INGENTIA JOSEPH. ARTES UT JUVENUM DISCERE VENA QUEAT, FULGENT ARSQUE MINERVAQUE DICUNT ULTIMA PETRI, IN JUVENES STUDIUM HAEC CONTULIT AMPLA LOCA. VIVAT, GREXQUE  SUUS CONCORDI VOCE PRECETUR, IPSI UT CONCEDAT PROSPERA CUNCTA DEUS. PRINCIPIUM MAGNUM HAUD PARVUM MEDIUM EXITUS ORNAT. PONTIFICES TALES INCLITA PLECTRA CANANT. L. D. O. M.

Colección Javier Sánchez Portas.

Penetremos en el salón: éste es de gusto gótico y mide 22 metros, 5 decímetros hasta la plataforma y 8 de latitud; su altura hasta la cresta de la bóveda es de 10 metros. La plataforma se eleva sobre el piso unos 8 decímetros, y tiene 4 metros y medio hasta su fondo, que sumados con los 22 metros y medio del salón forman 27 metros de longitud.

Ocho grandes ventanas de tres metros de altura y anchas de uno y 6 decímetros, que arrancan desde el pavimento, le dan luz. Sobre las ventanas y en los medios puntos de los arcos se ven 8 rosetones; y dos sobre el dosel de la plataforma con cristales de colores.

Entre las dos puertas de entrada hay una columna octógona de unos dos metros y sobre ella el busto de mármol del actual prelado, cuyo parecido deja alguna cosa que desear. Detrás están las armas del prelado, y corona todo el conjunto el capuchón que le sirve de dosel; el todo tendrá sobre unos cuatro metros, y es de estilo gótico para armonizar con todo el salón.

Colección Javier Sánchez Portas.

La tribuna se halla sobre la antesala y desde sus dos balcones cubiertos con cristales pintados se ve de frente todo el salón; en ella pueden colocarse cómodamente más de 60 personas.

En los rosetones que forman los arcos en los puntos donde se cortan, se ven las armas del Seminario, de los fundadores y del actual prelado, símbolos de las ciencias, figuras alegóricas, la imagen de la Virgen etc…

Y del centro de la bóveda se hallan suspendidas tres magníficas arañas de bronce y cristal que se destacan sobre el fondo encarnado de las colgaduras de la plataforma; dejando admirar su bella construcción.

La plataforma está decorada de un modo regio; súbese a ella por cinco gradas; dos rejas duras, de hierro fundido de lindo dibujo, cierran el recinto de los jueces y una alfombra cubre el piso en toda su extensión.

Un dosel de terciopelo carmesí cubre los retratos de Pío IX y de la Reina, ambos de cuerpo entero y de tamaño natural. Grandes colgaduras adornan las paredes del resto de la plataforma y tanto éstas como el dosel hállanse galoneados de oro.

Once sillones góticos con asientos y respaldo de terciopelo están destinados al tribunal, y en su centro se halla la gran mesa cubierta también de terciopelo con franjas, lazos y borlas de oro.

Tres de los sillones «góticos» en el centro de esta fotografía de 1910. Colección Javier Sánchez Portas.

El piso es de mármol blanco, así como los zócalos de las columnas; las paredes y bóvedas están estucadas de un modo especial usado en este país, de color de caña, y las columnas y juego de arcos de blanco mate; el conjunto sorprende y admira hasta a las mismas personas que han visitado muy notables edificios. Al penetrar en él se traslada la imaginación a la Edad Media, y cree uno hallarse en el salón del gran consejo de algunos de aquellos castillos que tanto abundan en los siglos XII y XIII.

No crea usted que este salón ha sido construido por artistas célebres; por el contrario, todos los que en él han trabajado son hombres dotados de talento, pero que se hallan, oscurecidos en pueblos de segunda clase, porque ellos mismos no saben lo que valen, o mejor, porque no aspiran a la celebridad. Son semejantes a los arquitectos y escultores de los siglos medios, que levantaban monumentos admiración de las generaciones que les han sucedido, muriendo con ellos sus nombres que la historia no registra en páginas.

Los artistas que han trabajado en esta obra, son los siguientes: D. Manuel García, maestro de obras, al que desearíamos ver ya hace tiempo con el título de arquitecto, porque de este modo podría desplegar mejor su reconocido talento; Jaime Aparicio, carpintero, ha construido todo el ventanaje; Manuel Olmos ha pintado los dos hermosos retratos de que hemos hablado y los cristales de las vidrieras; todos tres hijos de Orihuela.

Los sillones han sido construidos en Valencia por Ramón Tamarit, y en ello ha dado a conocer su aptitud para el tallado; el busto del señor obispo y la columna son del escultor Antonio Riudavest, que aunque no es hijo de esta ciudad; reside en ella bastantes años. El adornista ha sido el señor Puchades, de Valencia, que ha colocado los cortinajes, dosel, etc.

Pero aunque estos eran los constructores, otro se hallaba al frente de la obra; cerca de cinco años se han empleado en la construcción del salón, y raro ha sido el día en que este director jefe ha dejado de visitarlas e inspeccionarlas; este director es el señor obispo; todo ha sido inspirado por él, él ha dado la idea, ha corregido los planos y modelos, todo ha pasado por sus manos, no se colocaba una piedra o un ladrillo sin que él lo dispusiera, lo vigilara, lo dirigiera, dando con esto pruebas de su celo, y sobre todo de sus conocimientos y amor a las artes.

¡Dichosos los pueblos que tales hombres tienen a su cabeza! Lástima que no pueda disponer de las rentas que en otros tiempos disfrutaba este obispado, porque renovaría todas las iglesias, estimularía los ingenios, daría impulso a las artes, y muchos pueblos poseerían ya buenas parroquias en vez de las mezquinas que hoy existen, y entre ellas algunas ruinosas.

Las obras de Cubero gritan muy alto que España es siempre la patria de los grandes prelados. Pero me he extendido demasiado en esta carta: en la inmediata daré a usted cuenta de las fiestas celebradas el domingo. (Se continuará).

Iglesia del Seminario en los años 30 del siglo XX. El altar mayor, dedicado habitualmente a San Miguel, aparece ocupado por la Inmaculada Concepción. Colección Javier Sánchez Portas.

La Paz de Murcia. 20 de diciembre de 1867: FIESTAS EN EL SEMINARIO DE ORIHUELA. Carta segunda: Orihuela, 10 de diciembre de 1867. Señor director del «Diario Mercantil».

Terminadas las obras del salón y finalizadas también las de la habitación rectoral que ha sido transformada y amueblada de nuevo, el señor obispo señaló el día de la Concepción, Patrona del Seminario, para la inauguración.

El alcalde de esta ciudad y demás individuos del Ayuntamiento se ofrecieron espontáneamente a prestar todo su apoyo, con el objeto de solemnizar el acto; se formó una comisión compuesta de dos concejales y dos superiores del Seminario, que invitaron por medio de tarjetas a todas las personas de regular posición social, así de la población como de la diócesis; estas tarjetas solo servían para el acto de inauguración y para que las señoras visitasen el salón después de terminado el acto; el segundo y tercer día la entrada se ha permitido a todo el mundo desde las nueve de la mañana hasta igual hora de la noche.

Recibieron especial invitación el señor gobernador de la provincia, el Consejo provincial, el cabildo catedral, colegial, cuerpo de beneficiados y el Juzgado; y todos honraron con su presencia el acto.

El día señalado, los alumnos, fortalecidos antes con la sagrada Comunión, asistieron a la capilla, donde se cantó por tres colegiales una bonita misa; hizo el panegírico el señor rector canónigo doctoral, doctor D. Francisco Pedrós, y terminada la misa, dicho señor rector dio la bendición Papal, cuya facultad le fue concedida en razón de haber asistido al centenar de San Pedro.

A las once y media las campanas del Seminario anunciaron que el señor obispo y los convidados subían la montaña y salió a recibirles la comunidad con sus superiores.

El aspecto de la escalera era magnífico, pues toda ella veíase cubierta de gente que ansiosa esperaba el momento de penetrar en el Seminario.

Ministerio de Cultura. Años 30 siglo XX.

Acompañaban al señor obispo el gobernador, su secretario, los individuos del Consejo Provincial, el Ayuntamiento, los diputados provinciales de esta población, una comisión del Instituto de Alicante.

El juzgado, el senador señor Rebagliato, los señores Ganga y Lacy, comisiones de los cabildos catedral y colegial y otras varias personas de distinción, ostentando la mayor parte cruces y condecoraciones debidas a sus talentos, méritos y servicios.

La música de la ciudad tocaba en tanto piezas escogidas. Llegada a la explanada, entró la comitiva primero en la iglesia, dirigiéndose después al salón. Dejémosla en él y pasemos a hacer una descripción de los adornos interiores y exteriores del Seminario.

Estos han sido obra de los mismos colegiales, a los que se dividió en secciones dándoles cuanto pidieron y se les distribuyó el terreno que cada sección debía adornar. La comunidad estaba entusiasmada de tal modo que ha sacrificado los ratos de recreo para trabajar, y de esta manera no ha perdido ni un momento de estudio.

Las secciones en competencia fabricaron juguetes, flores, lámparas transparentes, arcos de variado gusto y otros varios y todos bellos adornos.  Todas las ventanas tenían colgaduras y pabellones formados con los colores nacionales; de ventana a ventana corría un orden de faroles de colores; sobre las repisas dos farolillos, y colgando del centro una gran bomba; la portada tenía transparentes en los balcones; y toda ella estaba cubierta de vasos de colores; el jardín se iluminó a la veneciana.

Querer describir los adornos interiores es casi imposible; tantos y tan variados han sido. El techo de la portería desapareció detrás de las banderas de varios colores que de él pendían, sus paredes se han adornado con ramajes, lazos de colores, flores artificiales, grandes lámparas y farolillos. 

El pequeño tránsito que se encuentra antes del gran claustro abovedado de la iglesia, estaba adornado con varias clases de faroles y lámparas de papel rizado, recortes de papel formaban varios y caprichosos juegos en el techo. En un gran transparente, colocado a la derecha, se leía que la entrada era libre.

Rector y profesorado del Seminario. Colección Javier Sánchez Portas

El gran claustro de la iglesia se veía todo cubierto de arcos; y de las paredes y bóvedas, pendían multitud de lazos y de cintas; debajo de cada arco se veían transparentes con poesías dirigidas al señor obispo, gobernador, consejo, cabildo, etc.

Del centro de la bóveda pendía primero un bergantín-goleta hecho con la mayor minuciosidad; seguía una gran lámpara de caprichosa construcción, cuya parte central tenía movimiento, y después una torre y dos grandes arañas, obras todas de un colegial que ha desplegado en ellas toda su habilidad.

En el fondo de este corredor se encontraba el retrato de Benedicto XIV, que expidió la bula de creación del Seminario, teniendo a su derecha el del señor Terán, fundador, y a la izquierda el del Sr. Tormo, continuador de los otros; los tres adornados con colgaduras; todo este claustro formaba una bonita perspectiva.

El espacio que se encuentra antes de entrar al corredor, está formado por cuatro grandes arcos; estos, lo mismo que las paredes, han desaparecido bajo el follaje y adornos, con sus correspondientes flores artificiales, lámparas y farolillos.

Frente a la puerta del corredor y en el centro, se ha colocado una fuente y junto a la pared, dos modelos de pequeñas dimensiones del altar mayor de la capilla del Seminario y del salón que se iba a inaugurar; delante del altar se veía un farol de caprichosa figura.

El corredor siguiente tiene adornadas sus paredes con arcos apuntados, transparentes y faroles figurando mitras y pirámides; del techo cuelgan lámparas y arañas de mil formas, y por todas partes lucen variados adornos; todos los trasparentes contienen versos alusivos a la fiesta, exceptuando los ocho últimos, en los que se ven caricaturas dignas de Ortego.

Cierra este corredor un arco árabe muy bien pintado, cuyo fondo es trasparente, y suspendida del techo entre las dos puertas de entrada se ve una granada que se abrió al entrar en el salón el señor obispo y convidados, dejando escapar una porción de pajarillos.

En la pared hay un cuadro de caligrafía muy bien trabajado. Así el barco como los demás adornos que he enumerado se iluminaban por la noche; además de las muchas luces de aceite, había doscientas de petróleo, de modo que las sombras desaparecían ante tan vivos resplandores.

Repito que todos los adornos han sido obra de los alumnos, a los que se les facilitó un taller de carpintería y los colores necesarios. Solo el entusiasmo explica lo que han hecho. Regresemos al salón donde dejamos al señor obispo y convidados.

Sobre la plataforma tomaron asiento las comisiones y personas de carácter oficial y el claustro del Seminario con el traje académico; el señor obispo tomó la palabra y pronunció un discurso en el que expresó clara y sencillamente las razones que le habían impulsado a levantar esta obra, para dar gloria al Seminario, para manifestar su cariño a la juventud, en cuya educación y dirección ha pasado todos sus años, puesto que cuando fue nombrado obispo de esta diócesis se hallaba desempeñando el cargo de rector del Seminario de Córdoba, cuya casa no abandonó desde el día en que vistió de beca, habiendo desempeñado en él sucesivamente los cargos y enseñado por espacio de muchos años.

Retrato que se conserva en el seminario San Pelagio de Córdoba, en donde Pedro Mª Cubero fue alumno, profesor y posteriormente rector. Julia Ferrer Vilar

Manifestó que la vida del hombre depende de la educación que recibe en los primeros años, y que abrazando la enseñanza de los Seminarios los dos extremos, es decir, la perfección de la inteligencia y la perfección del corazón, sólo esta educación podía oponerse al torrente y desbordamiento general de que hoy se resienten las inteligencias y las costumbres, y que todos por esta razón debemos tener interés por el engrandecimiento de los Seminarios.

Terminó dando las gracias el señor gobernador y demás que con su presencia al acto de la inauguración manifestaban de un modo evidente su interés por el engrandecimiento del Seminario.

La entonación de voz del señor obispo, vigorosa y valiente, su expresión fácil y correcta, y su lenguaje hijo del corazón y del entusiasmo, conmovió al público que le escuchaba con la atención más profunda. En la carta siguiente continuaré  dando cuenta, de lo ocurrido en tan solemne acto. (Se continuará).

Colección Jesús Rodríguez Tejuelo.

La Paz de Murcia. 21 de diciembre de 1867: FIESTAS EN EL SEMINARIO DE ORIHUELA. Carta tercera: Orihuela, 12 de diciembre de 1867. Señor director del «Diario Mercantil» de Valencia.

Después del señor obispo, cuyo discurso he reseñado en la carta anterior, usó el señor rector de la palabra trazando a grandes rasgos la historia de los Seminarios Conciliares.

Manifestó esa gran verdad que todos confiesan, de que la Iglesia ha cobijado siempre en su seno las ciencias y que sin su solicitud, hubieran perecido en la Edad Media todos los documentos de la antigüedad.

Habló después de la enseñanza eclesiástica española, citando los concilios de Toledo, entre ellos el IV, celebrado en 633, y se concretó por último al Seminario de Orihuela, reseñando su historia.

Siento no recordar las elocuentes frases con que el señor rector dio las gracias a todos los convidados y su felicitación al señor obispo; si pudiera proporcionarme una copia del discurso se la remitiría, porque sé que va a publicarse.

El senador D. Andrés Rebagliato, felicitó luego en breves frases al señor obispo y al Seminario, en nombre de las personas invitadas, manifestando que todos participaban de su alegría, y que él y sus compañeros estaban dispuestos a prestar su apoyo en favor del Seminario.

El secretario del establecimiento, señor Castelló, leyó a continuación algunas poesías alusivas al acto, escritas por los alumnos y por varias personas extrañas a la casa que se han dignado honrarla de este modo, repartiéndose ejemplares impresos a los convidados.

Don Antonio Tortosa, autor de las inscripciones puestas en las lápidas que incluí en mi carta primera, leyó y repartió también esta obra literaria. El primer teólogo dio las gracias a todos los concurrentes en nombre de la comunidad, con un sencillo discurso.

Baltasar Gómez Berna.

Entre tanto se habían reunido en la sala los colegiales  que debían cantar un himno; letra de uno de ellos y música del organista de la Catedral, D. José Ramón. En medio del más profundó silencio se escuchó el ritornelo tocado en el piano y armónium por dos alumnos, resonando después el coro compuesto de unas cuarenta voces; las estrofas se componían de un dúo de bajo y contralto, un terceto de los mismos y tiple; un solo de bajo y otro de tenor; el final de la obra arrancó nutridos aplausos.

Terminado el acto de la inauguración se dirigieron todos los concurrentes a la capilla, en la que se cantó el «Te Deum» en acción de gracias y se cruzaron varios de los señores invitados. Con esto terminó la fiesta de la mañana. 

Por la larde la multitud inundaba las plazas del seminario, agrupándose sobre la puerta deseosa de penetrar en él. Fue necesario pedir auxilio a la guardia civil y municipal para despejar y ordenar a la gente; permitiendo la entrada a los que presentaban papeletas; y a pesar de esto, no se vio desocupado el salón y tránsitos que a él conducen, hasta bien entrada la noche.

Al oscurecer se encendieron todas las lámparas, trasparentes, etc. y se iluminó el salón. El señor obispo, convidados y varias familias invitadas ocuparon el salón cantándose el himno por segunda vez. Algunos alumnos gramáticos, recitaron versos pidiendo días de vacaciones; y uno de los señores convidados apoyó su petición, siendo otorgada la gracia por el señor obispo.

Poesía original confeccionada para el acto con fotografías del Papa y del Obispo. Colección Javier Sánchez Portas.

Un bonito castillo de fuegos artificiales costeado por el Ayuntamiento, hizo abandonar a todos los concurrentes el salón; dirigiéndose a las ventanas y plazas del Seminario, terminando con esto las fiestas del día primero.

Epílogo.

Tras breve enfermedad, a la edad de 71 años, Pedro María Cubero falleció el 10 de noviembre de 1881 en el palacio episcopal de Orihuela.

Pedro M. Cubero López. Colección Javier Sánchez Portas.

La Época. Madrid. 11 de noviembre de 1881: Hemos recibido el siguiente despacho telegráfico de nuestro servicio particular: «ORIHUELA 10 (11.57). —El señor obispo de esta diócesis, Sr. Cubero, ha fallecido a las once menos cuarto. El sentimiento es general en toda la ciudad».

No es extraño; las bellísimas cualidades del malogrado D. Pedro Cubero López, como político, como orador, como hombre, y sobre todo como prelado, le habían granjeado el respeto, el cariño y admiración de cuantos le habían escuchado, ya en el Senado en 1876, o ya en la iglesia.

Su conducta y su ciencia le hicieron ser nombrado rector del colegio de San Pelagio de Córdoba, hasta que en 1858 pasó a ocupar el obispado de Orihuela. Lamentamos tan notable pérdida.

Pedro María Cubero. Esquela mortuoria. Colección Javier Sánchez Portas.

El eco de la provincia. 12 de noviembre de 1881: Antes de expirar el dignísimo Prelado de esta Diócesis D. Pedro María Cubero, recibió un afectuoso telegrama del Romano Pontífice, quien le enviaba su santa bendición, expresando el deseo de que se restableciera la salud de tan insigne Prelado, para el bien de la iglesia y de la Diócesis que ha regido.

Ocurrido el fallecimiento de S. E. I., el señor Deán de la Catedral, que se encontraba a la cabecera de la cama del noble enfermo, cumplió el ceremonial establecido para tales casos, apoderándose del Sello Mayor del Obispado, dirigiéndose inmediatamente al templo Catedral, desde cuyo púlpito anunció la muerte del Sr. Obispo.

La campana mayor de la misma iglesia se dio a vuelo tocando a muerto, reuniéndose acto seguido el cabildo eclesiástico que reasume la jurisdicción de la Diócesis hasta el nombramiento por el mismo del Gobernador de la Mitra.

El cadáver de nuestro inolvidable señor Obispo fue embalsamado en la tarde de anteayer, y amortajado con las vestiduras pontificales se halla expuesto al público en palacio. La capilla ardiente está establecida en el salón de Obispos, y a ella acuden incesantemente los vecinos de Orihuela y pueblos comarcanos para honrar con lágrimas y oraciones los restos humanos del que fue nuestro cariñoso pastor.

Los seminaristas del colegio de San Miguel, los alumnos del de Santo Domingo y las comunidades de religiosos Franciscanos y Capuchinos, acuden también a la capilla ardiente rezando responsos por el alma del señor Obispo, y en la mañana de ayer se celebraron gran número de misas en altares erigidos en aquella. El entierro de S. E. I. se celebrará hoy con inusitada pompa religiosa.

Los periódicos de esta capital, sin distinción de matices políticos, se ocupan ayer de la muerte del que fue nuestro dignísimo Prelado, expresando con sentidas frases la profunda pena que por este sensible suceso experimentan sus redacciones y el noble pueblo de Alicante, que fue objeto del cariño de aquel ilustre sacerdote.  

«El Constitucional» se expresa así: «Ayer se recibió en esta capital la infausta noticia del fallecimiento del Ilustrísimo señor D. Pedro María Cubero, obispo de Orihuela. Dios haya acogido en su seno el alma de tan virtuoso Prelado, modelo de caridad cristiana. Nos ocuparemos detenidamente de este suceso que ha afectado profundamente a la Diócesis que tenía a su cargo tan ilustre sacerdote».  

Dice «El Graduador»: «Ayer se recibió la infausta noticia de haber fallecido el que fue M. I. y digno Obispo de esta diócesis. D. Pedro María Cubero. La fatal noticia circuló rápidamente por todas las iglesias y centros oficiares de esta ciudad, siendo a la vez objeto de la atención pública y de sentimiento general el fallecimiento de tan querido Prelado. En vano los fieles de Orihuela y las comunidades religiosas han hecho rogativas por la salud del sacerdote. La muerte implacable cortó el hilo de tan preciosa vida. Q. E. P. D.».

Y últimamente «La Unión Democrática» consagra a la memoria del señor Obispo las siguientes líneas: «Ayer a la una y media de la tarde se recibió en esta capital un telegrama fechado en la vecina ciudad de Orihuela, en el que se participaba la triste nueva del fallecimiento del Sr. Obispo de la Diócesis, D. Pedro M. Cubero, ocurrido cuando se esperaba el alivio de las dolencias que afligían a S. I.

Amigos de rendir siempre un tributo a la verdad, y por otra parte, impresionados ante el frío cadáver del que fue Obispo de Orihuela diremos, trabajados por estas dos tendencias, que ha sido generalmente sentida la muerte de S. I., y nosotros, aunque no siempre juzgados con imparcialidad en punto a creencias, enviamos nuestro sentido pésame a la respetable familia de S. I., y hacernos fervientes votos porque su alma yazca en el seno del Omnipotente.»

Colección Jesús Rodríguez Tejuelo.

Su cadáver fue acompañado hasta San Miguel por una inmensa multitud y allí quedó depositado, junto a la epístola del altar mayor de la iglesia del Seminario.

En el verano de 1889, ya bajo el episcopado de Juan Maura y Gelabert, se creó el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas de San José para seminaristas de clase humilde, ubicado en el antiguo convento de los trinitarios que, al día de hoy, ocupan las dominicas de Orihuela.

En 1925, el obispo D. Javier Irastorza lo convirtió en seminario menor. 

Fotografía realizada en el Seminario, poco antes de la Guerra Civil. En el centro el obispo Javier Irastorza Loinaz. En la fila del obispo, el segundo por la derecha Antonio Roda. Archivo Lola Arques y Ginés Gea.

Durante la Guerra Civil fue Penal o «Campo de Trabajo» para ambos bandos; albergando en la posguerra a su recluso más famoso: Miguel Hernández. Pinchando la siguiente imagen podéis acceder al artículo «El Campo de San Miguel».

Pinchad la imagen para acceder al artículo sobre el penal de San Miguel.
Alumnos del seminario oriolano. Primera mitad años cuarenta del siglo XX. Colección Consol Payá Amat.

En 1942 fue devuelto a la diócesis sufriendo otra gran reforma y reparación entre los años 1946 y 1951. El autor del proyecto fue el ilicitano Serrano Peral, arquitecto de cabecera del futuro obispo Almarcha. Además del Seminario, le encargó el Oratorio Festivo y el entorno de la Catedral; es decir: la recomposición del claustro y la reforma y urbanización de la Plaza del Salvador.

Planos confeccionados en 1945 para la reforma de Serrano Peral.

Si os apetece saber más sobre su fundación, construcción y alumnos ilustres, os remito al libro «Orígenes del Seminario de Orihuela, 1742–1790», obra de varios autores, publicado en 1992 con motivo de su 250 aniversario.

El Seminario en la actualidad. Francisco Luis Galiano Moreno.
El Seminario en la actualidad. José Antonio Ruiz Peñalver.
El Seminario en la actualidad. Coque Celdrán.
El Seminario en la actualidad. Francisco Luis Galiano Moreno.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a José Ojeda Nieto por la información sobre la ermita de San Miguel. Y a Javier Sánchez Portas por la espléndida documentación gráfica que ilustra el artículo.

El barrio y la ermita de San Antonio Abad.

Apuntes para la historia del barrio de San Antón.

«San Sebastián fue francés
y San Roque peregrino,
y lo que tiene a los pies
San Antón es un cochino.»

En 1925, Julio López Maymon, deán de Cartagena en Murcia, publicó en prensa tres artículos dedicados al popular barrio de San Antón. La serie, subtitulada «rebusco tripartito», comenzaba así:

«Hace ya unos doscientos cincuenta años que Orihuela viene dedicando solemnidades religiosas y profanas a San Antonio Abad, austero cenobita que, con inspiración vigorosa, llevó a un memorable lienzo, el pincel ungido del maestro J. de Patinir.»

Empezando por la citada obra de Patinir, a lo largo del artículo encontraréis otras de la colección del Museo del Prado inspiradas en San Antonio Abad. Pinchando sobre cualquiera de ellas se accede a los cuadros con todo lujo de información y detalles.

 Las tentaciones de San Antonio Abad
Joachim Patinir. 1520-1524.
Enlace Museo del Prado.

¡Cuadro lleno de luz y de pintoresco interés, que en las almas oriolanas despierta aquella alborada risueña de la infancia! «El 17 de enero es el día consagrado por la tradición para que la Ciudad, jubilosa y piadosa a un tiempo mismo, afirme sus festivales en el agreste paraje solitario en el resto del año, de San Antón».

Si os parece, vamos a dar un repaso al proceso histórico que dio lugar a su formación.

La Partida de las Fuentes

Vista aérea de San Antón

En la segunda mitad del siglo XVI,  más allá de la flamante puerta de Callosa, se estaba gestando lentamente una especie de nuevo arrabal “fora del Portal, damunt lo cami que va a la Font Cuberta de ves la penya del castell”.

En «la lladera de la serra de Oriolet» creció tímidamente a base de nuevas viviendas emplazadas a lo largo del camino real que daba acceso a Orihuela a través de la “Font Cuberta”, un paraje singular dotado de varias fuentes particulares y un conjunto de «fons de la ciutat al peu de la serra del castell».

Palmeras d´Oriola (1890)
Ralph Püttner.
En Revista Ilustración Catalana. 

La proximidad de los predicadores y la posibilidad de utilizar el agua de la sierra para regar y llenar las «balsas de cocer linos y cáñamo», atrajo a determinados pobladores con ciertas necesidades profesionales. Esta circunstancia comenzó a forjar una identidad propia marcada principalmente por el espacio físico.

El denominado azarbe de las Fuentes conducía las aguas residuales de dichas fuentes al Segura desde tiempo inmemorial. Hasta que los regantes consiguieron que se mudase el desagüe por un nuevo cauce que las llevaba al azarbe de Abanilla.

La obra, mal ejecutada, acabó en un fiasco de agua empantanada, un peligroso almarjal que obligó a prohibir temporalmente el uso de las balsas de cocer linos y cáñamos.

El palmeral anegado.
Foto Ajomalba

La reapertura del azarbe con las balsas clausuradas provocó el abandono de las tareas de limpieza y conservación; las famosas mondas. El almarjal tardó poco en extenderse de nuevo por la toda zona hasta convertirse en un «entorno pernicioso para la salud humana».

La cosa se puso todavía más fea en 1642, cuando fallecieron media docena de dominicos del vecino Colegio de Predicadores. Estudiado el problema, los expertos lo achacaron a las avenidas de la rambla de Benferri, agravadas por el abandono de las mondas del mencionado azarbe de las Fuentes durante varios años.

Sin actividad laboral, los propietarios preferían perder sus tierras, antes que hacerse cargo de una limpieza que resultaba más cara que hacer un cauce nuevo. Sin otra alternativa, el Consell se hizo cargo de la obra amparado en el beneficio público. Pero aquello solo fue un parche temporal. Durante la mortífera peste de 1648 la ciudad volvió a intervenir en la zona como medida profiláctica, desecando todos los almarjales.

Dos años después, un nuevo cauce de una media legua, abocaba las aguas de nuevo en el río. Las balsas volvieron a funcionar y, en 1651, se dictaron los estatutos ordenando que las mondas del nuevo azarbe se iniciasen todos los años a primeros de agosto.

Era sólo era una victoria temporal. La salubridad de la zona llevó a la ciudad de cabeza durante siglos.  Si os interesa el tema, tratado puntualmente por Ojeda Nieto, David Bernabé Gil tiene un excelente trabajo monográfico sobre los almarjales que os dejo en la bibliografía.

Azarbe de las Fuentes.

La segunda mitad del siglo XVII fue crucial para la consolidación y desarrollo del nuevo barrio. Se cumplía un siglo desde que los dominicos se apropiaron de parte del camino real, sellando el Ravalete.

Con las aguas encauzadas mejoró notablemente la salubridad del paraje; y los nuevos aires del palmeral animaron al Cabildo de la Catedral para comprar una finca de recreo al pie de la sierra.

El Cabildo y la ermita de San Antonio Abad.

San Antonio Abad en un paisaje.
Fray Juan Bautista Maino. 1612-1614.
Enlace Museo del Prado.

Montesinos afirma que en el siglo XVI ya había en esos terrenos una ermita dedicada a San Antonio Abad; cuando Orihuela pertenecía a la diócesis de Cartagena. Y que desapareció dos años antes de conseguir el Obispado. López Maymón, que tuvo la posibilidad de «rebuscar» en el archivo diocesano, no menciona esa primitiva fundación; pero dice lo siguiente:

«Desde remota antigüedad poseía el Cabildo Catedral por haberse desamortizado, el perímetro del terreno comprendido entre el Monte Oriolet y el Castillo. Aunque la fecha se ignora, se sabe fijamente, que en el término apuntado camino en arriba, partido de las Fuentes se edificó una casa; que andando el tiempo, y como veremos vino en ruinas, que han desaparecido sin que quede de ellas más vestigios que las notas escritas…»

Siguiendo con las notas del deán, en agosto de 1657, los canónigos compraron a Luis García Espejo, dos balsas con una casa y fuentes de agua viva; con sus tendedores y tierras incultas. La parcela estaba situada entre el monte Oriolet y el Castillo, en el camino en arriba, partido de las Fuentes. El notario fue Francisco Muñoz (1643-1674); y el precio fue de 300 libras.

En junio de 1660 decidieron aliñar la casa adquirida y buscar un inquilino dispuesto a habitarla, aunque fuese de balde. Pero era muy mal momento. La crisis demográfica producida por la peste había dejado demasiados solares libres en el casco urbano para fijarse en aquel paraje solitario. Alejado de la ciudad y rodeado de balsas para cocer el cáñamo, el barrio seguía sin ser especialmente atractivo.

En tiempos difíciles, de epidemias y plagas, la protección de un santo era fundamental para la mentalidad de la época. Si las enfermedades eran consideradas como castigos divinos; resultaba razonable buscar un intercesor cualificado; un santo taumaturgo de reconocido prestigio profiláctico. Por otro lado y como ya hemos dicho muchas veces, la erección de un edificio religioso aportaba prestigio y seguridad a la zona.

El 15 de enero del año de 1665, siendo obispo de Orihuela (1660-1665), el dominico Fray Acacio March de Velasco, el Cabildo de la Catedral dio licencia y permiso a Ginés Sánchez, alpargatero y a otros devotos, para edificar una Ermita en honor a Antonio Abad, santo eremita, taumaturgo y sanador; la advocación oportuna para el barrio.

San Antonio Abad y San Pablo.
Diego de Velázquez.
Enlace Museo del Prado.

En este caso Montesinos coincide con el deán. Además da los nombres de los primeros mayordomos, encargados de levantar el edificio:

«Ginés Sanches, Espardañer; Jayme Basques, ¿Algecer?; Juan Montesinos, Labrador; Juan Pérez, ¿Calero?; y Marcos Pérez, Labrador; todos vecinos de la presente Ciudad de Orihuela.»

A los canónigos les pareció bien la propuesta; y para tal menester les cedieron la casa y solar que tenían hacia el camino de arriba.

“Sin que sea visto con esto hacer daño en los extendedores de los “brinos” (fibras) de las balsas, ni en la casa y picaderos, aunque sea con los árboles que allí planten, y reservándose el Cabildo, la superintendencia, patronato y demás derechos que le compiten por ser dentro del término de la Parroquia”.

Ermita de San Antón.

Ginés y compañía hicieron acto de obligación y reconocimiento, quedando la ermita superditada a la parroquia del Salvador. El 24 de mayo les concedieron permiso para postular limosnas. Las cantidades recogidas, destinadas a edificar la ermita, estaban controladas por el Racionero Sr. Roca.

Tenemos una nota de 1667, localizada por Ojeda Nieto, en la que Alonso Cebrían carretero de bueyes y Miguel Palomares, ambos de Oriola se comprometían a entregar a Ginés Sánchez, alpargatero, 150 carretadas de piedra para edificar la ermita de San Antonio Abad, que tiene a su cargo en la partida de las fuentes.

“Alonso Sebrian, carreter de bous y Miquel Palomares, de Oriola. Prometen y se obliguen donar y entregar a Gines Sanches espardener … e al que tendrá a carrech el fer y edificar la hermita del Sr. Sant Antoni Abat, que esta al pnt fabricant prop les fonts de la pnt Çiutat -150- carretades de pedra pera la dita fabrica de dita hermita.”

San Antonio Abad
Francisco Rizi, 1665.
Enlace Museo del Prado.

López Maymón sólo afirma que la primera misa del día de San Antonio Abad se cantó en enero de 1671. Montesinos acota la construcción entre los años 1666 y 1668; y la bendición el 15 de enero de ese mismo año. Según este cronista, la cosa fue más o menos así:

«Concluyeron la aseada, hermosa aunque mediana Hermita en 12 de Enero del año 1668, la cual bien adornada fue bendecida en 15 de los mismos por el Sr. Dr. D. Bartholome Fernandez, Cura de la Santa Iglesia Catedral con asistencia de muchos fieles devotos; a la noche siguiente, Víspera del Glorioso San Antonio, se iluminó toda la Hermita exterior e interior, hasta los vecinos árboles se colgaron de bombas (…) a la tarde hubo fiesta, Carrera de caballos, y a la noche iluminación y salidas de Fuegos artificiales. Fue nombrado Capellán por el Muy Ilustre Cabildo, para la custodia de esta Hermita D. Miguel Ruiz…»

Bendecida año arriba, año abajo, la obra no estaba ni mucho menos acabada. Además, al tiempo que la ermita, fabricaron junto a ella una vivienda para el ermitaño (o reformaron la vieja casa que venía en las escrituras). Llamado también santero, su tarea consistía en recoger las limosnas y dirigir las cuadrillas de mozos que, por Navidad, postulaban con el estandarte del santo por la ciudad, el campo y la huerta.

Otro dato que aporta Montesinos y omite López Maymón, es la solicitud del gremio de alpargateros, guiteros (cordeleros) y paleros, que tenían sede en el convento de la Trinidad, para hacerse cargo del cuidado del culto de la ermita y de la celebración de la fiesta. La nota la reprodujo «El Social», en enero de 1909:

«En 1671, el gremio de alpargateros, guiteros y paleros se estableció en la capilla de San Antonio Abad, con la obligación de celebrar la fiesta anual el 17 de Enero. De esta fecha data la celebración de la tradicional romería que tiene lugar todos los años el día del Santo, o el domingo inmediato, en las cercanías de la ermita de San Antón».

Ermita de San Antón.
José Antonio Ruiz Peñalver.

Siguiendo con las notas del deán, la construcción de casa y ermita se mantuvo muchos años. En 1682 se autorizó al Sacriste López Escobar para vender un cáliz a un platero; invirtiendo el producto en las obras de la ermita. El 4 de enero de 1683 destinaron a la obra otras 15 libras procedentes de las ventas de unas crismeras y un cáliz con pie de bronce (las crismeras las compró el obispo).

La ermita del «glorioso senct Antoni Abad», culminada a finales del XVII, creó la conciencia de barrio y le procuró el nombre que hoy conocemos: Barrio de San Antonio Abad; o sencillamente, San Antón.

Al ser considerada como capilla de la Iglesia Catedral, sin perjuicio de la jurisdicción ordinaria, el Cabildo quedó al cuidado de que no faltase el culto al Santo; nombrando los ministros necesarios para controlar la actuación de los mayordomos y del santero, encargado del mantenimiento y administración del edificio.

A principios del siglo XVIII ya se predicaba en la ermita con la solemnidad adecuada; y los obispos de Orihuela, antes de hacer su entrada oficial en la ciudad, descansaban en la casa anexa a la ermita. Montesinos documenta esta costumbre ya en el siglo XVII:

«Cabildo, 4 de noviembre de 1666. Decreverunt: Que los gastos que estarán así en los coches, lo que se dona a los cocheros, como lo que será menester para adornar la casa de las Fonts y fer el altar en la Portanova pera el día de la Entrada del Señor Bisbe, lo pague la Mayordomía.»

Ermita de San Antón. Francisco Luis Galiano Moreno.

La fecha se corresponde con la llegada del obispo José Berges (1666-1678), el sucesor del que había autorizado la fundación de la ermita. López Maymón, contando cómo el Cabildo designaba a los suyos para recibir al nuevo obispo en la casa de San Antón, ofrece un listado de los canónigos receptores con su correspondiente prelado. Su lista empieza en el año 1714:

«En 9 de Agosto de 1714, los canónigos Ruiz y Villafranca para el obispo don José de Espejo y Cisneros; en 28 de Febrero de 1718, al mencionado Ruiz para el Obispo Rodríguez de Castelblanco; en 7 de Julio de 1738, al sacrista Ordoñez Villaquirant (futuro marqués de Arneva) para el Obispo Gómez de Terán; en 19 Abril de 1761, a Monecal para el Obispo don Pedro Albornoz y Tapia; en 14 de Septiembre de 1767, a Santa Cruz y Vélez para el Obispo don José Tormo; en 22 de Marzo 1792, al canónigo Balaguer para el Obispo Despuig Dameto; y así sucesivamente hasta nuestros días».

Ermita y casa de San Antón.
José Antonio Ruiz Peñalver.

Crónica del nuevo obispo en San Antón.

En este apartado me limitaré a transcribir la crónica de la llegada de Ramón Plaza Blanco, publicada en «El obrero» el 18 de noviembre de 1913. Ilustrándola con fotografías de prelados posteriores.

«Por la tarde, por el camino que conduce a la ermita de San Antón se hace difícil el paso; pues la aglomeración de gente es enorme y el número de almas incalculable».

Obispo Goldáraz en San Antón
Antonio Ballester Vidal

«A las tres y media llegó el Ilustrísimo Sr. obispo a la citada ermita en automóvil, acompañado por varios canónigos de la Catedral. Le recibieron el Ayuntamiento y otros canónigos, encargándose de darle la bienvenida el magistral de la Catedral, quien con párrafos elocuentes, elogió la conducta del nuevo prelado. En la ermita recibió a algunas personas.»

Obispo Barrachina en San Antón
Antonio Ballester Vidal

«A las tres y cincuenta minutos se dispuso que partiera la comitiva para Orihuela y al salir el Sr. obispo por la puerta de la casa del cura de la ermita, el fotógrafo rogó a S.I. que se detuviera un poco, para hacer funcionar su aparato».

Obispo Barrachina en San Antón
Antonio Ballester Vidal

«Acto seguido se organizó el cortejo en esta forma: Rompía la marcha la banda municipal de esta Ciudad, detrás los cuatros maceros del Ayuntamiento, de gala y montados a caballos; seguidamente, el Iltmo. Señor Obispo montado en una mula, dándole escolta montados a caballo los concejales de este Ayuntamiento

Obispo Goldáraz en San Antón
Antonio Ballester Vidal

«Detrás en carruaje, el diputado por este distrito, Sr Ruiz Valarino, el Alcalde accidental y varios Concejales en carruaje; y una multitud enorme de gente que aclamaba al nuevo prelado; a lo cual contestaba el obispo con bendiciones.»

Obispo Goldáraz en San Antón
Antonio Ballester Vidal

San Antonio Abad y los antonianos.

Dice el deán que, en enero de 1728, surgieron las primeras pendencias y discusiones entre los mayordomos de San Antón; y que el Cabildo designó al canónigo Juan Timor (el que tiene la calle frente a la plaza de la Anunciación) para que pusiera orden; siendo este el primer nombramiento oficial de un canónigo con carácter de comisario.

San Antonio Abad.
Luis Tristán, siglo XVII.
Enlace Museo del Prado.

En 8 de marzo del año del Señor de 1734, el canónigo Maestre leyó al Cabildo un memorial del Abad del convento de San Antonio Abad de Valencia, solicitando permiso para fundar una cocina de su orden en la ermita de San Antón de Orihuela.

La orden de San Antonio Abad, instalada extramuros de la ciudad desde el siglo XIV, era muy popular entre los valencianos. Su condición de hospitalarios los hacía óptimos para regentar un establecimiento en el camino de Orihuela; cuidando al mismo tiempo de la ermita. Pero si hacemos caso a Montesinos, el Cabildo se resistió cuanto pudo a la ocupación.

«8 de Enero de 1735; Decreverunt: Que cometan a los Señores Chambre y Arcediano, y que vean cómo componer el que los Religiosos de San Antonio Abad, no se entrometan ni ocupen la Hermita de esta Ciudad.»

Añade el famoso cronista, que los padres de Valencia tuvieron que entrar en litigio y que el obispo, amante de la paz y opuesto a pleitos, les amparó en la posesión de la ermita. López Maymón zanja el tema de la forma más sencilla, afirmando que el Cabildo consultó con el obispo José Flores Osorio (1728-1738), y la respuesta fue favorable.

Sea como fuere, en 1736, los Padres Antonianos de Valencia montaron uno de sus establecimientos en la casa contigua a la ermita, a cosa de medio cuarto de legua de Oriola, en las faldas del monte Oriolet. Joseph Montesinos les dedica un capítulo que «refiere en él la ilustre fundación del Heremitorio Hospicio de San Antonio Abad, de Religiosos Hospitalarios del Fuego-Sacro, que magestuoso resplandecía extramuros de Orihuela.»

Armas de los padres de San Antonio Abad. Compendio Histórico Oriolano Tomo 7 cap. 1.
Joseph Montesinos.

El citado capítulo es muy extenso; pero como es habitual en Montesinos, hay que escarbar mucha paja para obtener algún dato sustancioso. Por desgracia, y a decir de López Maymón, hay poca información documental de su estancia en Orihuela.

La Orden de los Hermanos Hospitalarios de San Antonio, también conocidos como Antonianos, se fundó en la Edad Media para cuidar a los que sufrían el llamado “fuego sacro”.

Las tentaciones de San Antonio Abad.
El Bosco. 1510 – 1515. 
Enlace Museo del Prado.

El también llamado “fuego de San Antonio” producía fiebres muy altas, alucinaciones, epilepsia y necrosis de las extremidades. Esta enfermedad solía atacar a los pobres que comían pan elaborado con harina de centeno almacenado en malas condiciones y contaminado con un hongo llamado cornezuelo. Los síntomas se asociaron a las alucinaciones que sufrió el santo cuando era tentado por el demonio en el desierto.

San Antonio Abad se representa habitualmente como un anciano barbudo con un cerdo a los pies. El significado del animal que le acompaña se ha tergiversado con el paso del tiempo. Considerado animal impuro por las tres religiones monoteístas, un cerdo a los pies del santo representaba su triunfo sobre la impureza y sobre la carne.

Indultado por los cristianos, el cerdo terminó siendo el animal que se mataba públicamente en una sangrienta fiesta a la que se invitaba a todos los vecinos para demostrarles (a ellos y al inquisidor de turno) que en la familia no habían moros ni judíos.

San Antonio Abad.
Joan Reixach, 1450-1460.
Enlace Museo del Prado.

Pero no cambiemos de tema. Fundada la orden de los Antonianos, la Tau, el cerdo, los Evangelios, el fuego y las campanillas quedaron fijados como símbolos de Antonio Abad, el santo sanador y protector del ganado.

Instalados en el camino de Santiago, la hermandad hospitalaria ganó fama entre los enfermos del «fuego sacro o de San Antón», que acudían en peregrinación obteniendo gran porcentaje de curas.

Exceptuando los casos graves, en los que los antonianos amputaban los miembros necrosados, la explicación del prodigio es bastante sencilla: después de la larga caminata depuradora sin probar harina contaminada, el enfermo peregrino recibía una alimentación sana, buen pan, vino y alguna carne de cerdo. Caminata de vuelta y a casa como una rosa.

Ruinas del Monasterio de San Antonio Abad. Castrojeriz. Ruta Jacobea.

Según López Maymón, no hay constancia de la fecha exacta de su llegada a Orihuela; pero a principios de 1737 el cabildo certificó tener ocupada la ermita y su territorio por la comunidad religiosa de frailes legos o ermitaños de San Antonio Abad. Y en octubre de ese mismo año se concretó la escritura con el abad de Valencia.

Montesinos es más preciso, situando la llegada el 7 de diciembre de 1736. En dicho día, llegaron de Valencia tres frailes ejemplares de conocido celo y virtud religiosa, tomando posesión del eremitorio y hospicio con las advocaciones de San Antonio Abad y Santa Bárbara, Virgen y Mártir (no sé si tendrá relación con la vecina fábrica de tratamiento de salitre para la obtención de pólvora).

A esta reducida plantilla se unieron tres religiosos legos y un cura encargado de confesar y predicar. Instalados los antonianos en su nuevo hospicio, ampliaron la obra. He hecho un resumen con la larga descripción de Montesinos, excluyendo la iglesia con todas sus alhajas y ornamentos.

Tentaciones de San Antonio Abad.
David Teniers, 1647. 

Enlace Museo del Prado.

El eremitorio y hospicio de San Antonio Abad, estaba en el Paseo de las Alamedas de San Antón; o de la fuentes blandas, «llamadas así por la benignidad de sus pocas aguas frías en verano, y calientes en el invierno, en tanto grado, que arrojan de sí humo espeso”. Alrededor de la ermita sólo habían plantaciones, el salitre antes mencionado y las pocas casas que llamaban el Nuevo Barrio de San Antón.

Para acceder a la ermita se subía a una plazuela de sesenta y ocho palmos, a través de doce escalones de piedra negra jabalina. En dicha plazuela, adornada con palmeras, se encontraba el Hospicio a la izquierda y la Iglesia a la derecha, en su mismo piso. Y se subía a la portería por seis escalones de piedra negra.

Tau en la ermita de San Antón.
Manuel Rodríguez.

Todo el frontis exterior era muy blanco y hermoso, con un primoroso «relax de Sol». La portería era aseada, con sus poyos y dos magníficos aljibes que, una vez llenos, podían abastecer la casa por dos años. Contaban con sala de profundis, refectorio, cocina, despensa, balcón de hierro, alcobas, salas de estudio, granero y bodega.  Más un parador con cuadras, caballerizas, gallinero, palomar, cochineras y conejeras.

El deán solo añade que las relaciones entre frailes y canónigos fueron cordiales y que en abril de 1752, el superior se llamaba Fray José Berenguer, personaje dibujado por Montesinos en su obra.

Ermita de San Antón Orihuela.
Manuel Rodríguez.

Entre las limosnas en especie que buscaban la protección del santo, una de las más rentables para los antonianos eran los cerditos. Donados por los fieles, les cortaban el rabo, las orejas, y les colgaban una campanilla al cuello para ser fácilmente identificados. Convertidos de esta guisa en «cerdos de San Antón», los soltaban para que la Providencia (léase los sufridos vecinos) se encargase de su alimentación.

Una vez engordados podían venderlos, sacrificarlos para obtener la carne, o la opción más rentable: sortearlos el día de la fiesta.

Para el comedido Montesinos, muy respetuoso en el tratamiento a los religiosos, los frailes valencianos abusaban de la buena fe de los vecinos de San Antón, recaudando muchas limosnas en el barrio oriolano que acababan en las arcas de «la casa grande de San Antonio», en Valencia.

«Se sorteaba a las seis de la tarde un “serdo gordo y grande”, del valor de unos 25 o 30 pesos; del que sacarían sobre 200 (…) Los cerdos que ellos llamaban de San Antón, llevaban cortadas las orejas y el rabo por divisa; en esto tenían una ganancia soberbia, pues los criaban sin costarles un maravedí, a costa de los innumerables daños que causaban en las haciendas de los vecinos; y porque eran de los frailes, habían de callar. Lo cierto es que era una de las mayores estafas que se han visto en estos tiempos.»

Dibujo de Joseph Montesinos.

Siendo obispo Joseph Tormo, tras casi medio siglo en Orihuela, los antonianos dejaron la ermita y la casa de San Antón. Su orden quedó extinguida por bula papal de Pío VI, el 24 de agosto de 1787, a instancias del rey Carlos III.

«Deberán reunirse en pocas casas los Sacerdotes en forma de Comunidad bajo la autoridad del Ordinario con la facultad de hacer tránsito a otra Orden el que quisiere, quedando los Legos en plena libertad de tomar el estado conveniente; acudiendo a dichos religiosos en estas comunidades reunidas con el vestido, sustento y demás necesario, cumpliendo los Sacerdotes las cargas de las fundaciones mientras permanecen en las casas como sacerdotes seculares, sin otra insignias externa de su Orden…»

El establecimiento volvió a manos del Cabildo; y el santero o ermitaño, a la casa contigua. Como recuerdo, quedó el curioso sistema de financiación de los antonianos, antecedente de la famosa rifa que, según López Maymón, se viene celebrando en beneficio de la ermita desde 1840 hasta hoy.

A principios de 1792, ya de vuelta a su función de simple ermita, el Cabildo detectó algunas deficiencias en la administración de las limosnas por parte del santero; y creó el nuevo oficio de superintendente; un canónigo elegido para inspeccionar, administrar y cuidar todo lo referente a la ermita de San Antonio Abad.

Ermita de San Antón. Orihuela
Fotografía Francisco Luis Galiano Moreno

El propio Cabildo se preocupó de mantenerla con decencia, costeando algunas reparaciones; como la que tuvo lugar en 1793 por importe de 46 libras y 4 sueldos. También se encargaron de que a los vecinos no les faltase la misa todos los domingos y días festivos.

La última noticia aportada por el deán referente al siglo XVIII es el nombramiento del capellán de la ermita en 1797: el religioso Fray Vicente Sancho.

El fuerte de San Fernando y la Q.B.

Plano de Orihuela, 1811.
Ampliación Batería de San Fernando.

En los diferentes planos confeccionados durante la Guerra de la Independencia a principios del siglo XIX, se nombra de diferentes formas un mismo baluarte: “Batería de Fernando VII”, “Batería de San Fernando y finca de parapeto que apoya en la montaña”, “Batería avanzada en la punta de la saeta para defender las avenidas del Camino de Valencia y el de Callosa”.

También se menciona otra muy cercana, en el “Palomaret”, dominándola en altura. Es la que está en la peña, sobre el patio de Santo Domingo, con un Sagrado Corazón en la actualidad.

En el «Plan de Fortificación de la Ciudad de Orihuela y su Castillo», de 1811, obra de Antonio Benavides, brigadier del III Ejército acuartelado en Orihuela, se detalla la cortina defensiva entre San Fernando y la Sierra; protegiendo la posible retirada de San Antón y ofendiendo más de cerca al enemigo si intentaba pasar por los puestos del Oriolet. Tanto preparativo no sirvió de nada. Los franceses se marcharon sin que la guerra llegase a Orihuela.

Colección Javier Sánchez Portas.

En el verano de 1848, casi cuatro décadas después de su construcción, el Ayuntamiento estudiaba la forma de conservar la Batería o Fuerte de San Fernando; próxima al paraje de San Antón, en la barrera del Colegio. Pretendían evitar la lenta demolición que estaba sufriendo utilizada como estercolero.

Los munícipes tuvieron en cuenta los muchos gastos que podría ocasionar su reparación, dado el estado en que se encontraba. Pero deseaban conservarlo como “memoria del entusiasmo de este Pueblo en la Guerra de la Independencia, cuando se construyó”. Picados en el amor patrio, acordaron poner todos los medios necesarios para su reparación; ya fuese por cuenta del común, o cediéndola a cualquier propietario que se comprometiese a rehabilitar el histórico edificio. Un brindis al sol.

En la primera mitad del siglo XIX, el palmeral seguía ocupado por varias fincas dedicadas a la explotación agrícola y a la industria del cáñamo. Dos siglos después, las balsas de cocer seguían molestando a la población.

Para obtener la fibra, el cáñamo necesitaba “fermentar” sumergido en agua. Las balsas se llenaban por la mitad; y para evitar que flotase la planta, colocaban encima pesadas piedras. El agua estancada seguía siendo foco de mosquitos y enfermedades.

El Ayuntamiento prohibió primero la cocción en balsas durante los meses de verano. También exigió que los vertidos de su vaciado no acabasen en los acueductos de los que se tomaba agua para beber.

 Balsa de cocer cáñamo.
Archivo José A. Latorre.

En agosto de 1848, se estudió la posibilidad de comprar las balsas por:

“Los perjuicios que ocasionan a la salud pública y los grandes beneficios que resultarían al vecindario (inutilizadas), aprovechando las aguas en baños a que por su virtudes pueden ser aplicables, formar un lavadero bastante capaz y cómodo para todas las estaciones y por ultimo distribuyendolas en el riego de las tierras del partido del Escorratel que tan escasa se halla por la altura, pudiendo enajenarse su dotación entre los dueños de aquellas y lo cual rendiría necesariamente recursos suficientes para reintegrar los desembolsos que ocasione su adquisición y aumentando anualmente los fondos comunes.

En febrero de 1854, el Fuerte de San Fernando estaba completamente arruinado y las aguas de su foso estaban estancadas con riesgo de corromperse. Como suele pasar en este pueblo, seis años después de prometer su restauración a toda costa, el edificio estaba en estado terminal.

En el verano de 1859, el flamante obispo Pedro María Cubero, decidió construir a sus propias expensas unos lavaderos públicos situados en terreno de aprovechamiento común, en el Barrio de San Antón.

Pedro María Cubero y López de Padilla
(Doña Mencía, 1810-Orihuela, 1881)
Obispo de Orihuela

«Al haberse ausentado muchas personas acomodadas por temor del cólera morbo que nos aflige… Que para remediar este mal y deseoso de la mejora material de esta Ciudad había creído conveniente construir a sus propias expensas una fábrica que cubra los lavaderos públicos situados en terreno de aprovechamiento común en el Barrio de S. Antón».

Al año siguiente, apoyado por los regantes del Escorratel, compró tierras y seis balsas de maceración para ser destruidas; utilizando las aguas para riegos, lavaderos y baños. La finca, una de las que componían el palmeral pasó a llamarse La QB (de Cubero). Nombre rotulado en la fachada de su famosa casa de labor construida en la década de 1860.

La Q. B.
Archivo Pedro de Vicente

En 1868, el prelado ofreció mejorar y ensanchar la zona de acceso cediendo terreno junto al lavadero. El maestro municipal, Manuel García, acompañado de la comisión de Ornato, marcó la línea de casas existentes en la parte opuesta, dejando una calle de nueve metros con ochenta centímetros para facilitar el tránsito, aún en días de gran concurrencia.

La Q. B.
Archivo Pedro de Vicente

En cuanto al fuerte, el Ayuntamiento adoptó la solución de siempre: sin fondos para la reconstrucción, aprobaron demolerlo y utilizar sus escombros para rellenar el foso; dejando la explanada que antiguamente había. Los escombros restantes, pagarían los gastos de demolición.

La Q. B.
Colección Celia Senén.

Por motivos que desconozco el acuerdo no se llevó a cabo; pues a comienzos de 1873, Atanasio García Cubero, sobrino del obispo, se quejaba del espolón que formaba el baluarte, obstruyendo el paso en el camino a la ermita de San Antón. Solicitaba demolerlo, visto su mal estado, y utilizar la piedra obtenida (seguramente para mejorar el edificio de la Q.B.).

En 1880 el Fuerte de San Fernando, contiguo a la pared del huerto de los dominicos, fue demolido. El obispo Cubero falleció un año después, quedando la propiedad de la Q.B. en manos de su sobrino, Atanasio García Cubero, quien ya la administraba anteriormente.

La Q. B.
Archivo Pedro de Vicente

En cuanto a los terrenos resultantes del derribo del fuerte, pasaron a una nueva sociedad, formalizada en 1893 con el nombre de “La Luz”. Era el emplazamiento que buscaban para instalar sus generadores, alimentados por combustible. Atanasio, alcalde por esas fechas, apalabró el solar por 7000 pesetas con el presidente de la mercantil, Diego Roca de Togores.

Huerto del Colegio de Santo Domingo.
Al fondo la Fábrica de la Luz.
J. David photography, París. (1.901).
Colección Jesús R. Tejuelo.

En abril de 1894, las notas municipales dejan constancia de que la fábrica de la luz estaba ya instalada en el sitio de la Batería de San Fernando, en San Antón. Cumplida esta función, fue donado gratuitamente al Ayuntamiento en noviembre de 1927, por la sociedad Eléctrica Wandosell. Para saber más de la fábrica de la luz, pinchad la siguiente imagen.

Fábrica de insecticidas Q.I.S.A.
Enlace al artículo

La primera intención municipal, fue convertirlo en Cuartel de la Guardia Civil; pero no hubo fondos. Acabada la Guerra Civil, pasó por las manos de las monjas dominicas en una permuta municipal. Luego se convirtió en la fábrica de insecticidas QUISA (Química Insecticida Sociedad Anónima).

Su última función, mucho más lúdica, fue albergar la discoteca “Momentos” tras una profunda reforma. Demolida en los años noventa, el terreno fue absorbido por el vecino colegio en una polémica cesión municipal.

En cuanto a la finca de Cubero, con su impresionante edificio historicista, en el verano de 1898 se anunciaba como baños públicos en la prensa local:

«Nuestro respetable amigo y suscriptor D. Atanasio García Cubero, ha instalado en su finca, la Q B, situada frente a la fábrica de la luz eléctrica, un establecimiento balneario que reúne inmejorables condiciones, según verán nuestros lectores en el anuncio.»

«BAÑOS DE LA Q B. Quedarán abiertos al público desde el día 1° de julio del presente año 1898 en la finca «La Q. B.» con las aguas alumbradas por el renombrado médico D. Carlos Bianchi, en el rincón de San Antón, a los precios siguientes:

Un baño en balsa de familia y pequeña, 0,75 cénts; por abono de nueve, 6 pesetas. Un baño y ducha 1’25; por abono de nueve 10 pesetas. Los baños medicinales pagarán además lo que cuesten los ingredientes que se empleen. No se darán ninguna clase de ducha ni prepararán baños medicinales sin previa autorización de un facultativo. Los baños estarán abiertos desde la salida del sol hasta las diez de la noche. No se dará ningún baño sin la entrega del billete, que se expenderán Hostales 30 y en la finca «La Q. B.». El establecimiento pondrá carruaje a domicilio a 0’25 cénts., por asiento, ida y vuelta.»

La Q. B.
Archivo Pedro de Vicente
La Q. B.
Colección Javier Sánchez Portas.

También albergó una fábrica de cáñamo como podemos comprobar en el siguiente anuncio. Después de la Guerra Civil, la Q.B. pertenecía a Carolina García Murphy, hija de Atanasio.

Gracias a la escritura sabemos que la Q. B. estaba compuesta por treinta y seis tahúllas de tierra en blanco «aguirnaldadas» con palmeras. Con casa, cuadra, balsa de cocer cáñamo, noria, casilla, salón dedicado al baño y un lavadero, que por aquellas fechas ya estaba semirruinoso.

Contaba con riego del Azarbe de las Fuentes, por medio de acenia y aprovechamiento del agua que nacía de un manantial situado en media tahúlla que lindaba con la sierra, en el camino de San Antón, cerca de la tapia del colegio que fue convento de dominicos.

La Q. B.
Archivo Pedro de Vicente

Demolido el edificio y convertido el solar en plaza de la QB, en marzo de 1987 se colocó un busto fundido en bronce conmemorando el 45 aniversario de la muerte de Miguel Hernández.

Archivo La Verdad

Dos apuntes más del siglo XIX: En 1878, el Ayuntamiento estudiaba plantar una alameda en San Antón, buscando el sitio más adecuado para llevarla a cabo y poder hacer en ella el mercado de ganado.

En septiembre de 1890, una sociedad murciana adquirió el molino de vapor sito en el paseo de San Antón. Comenzaron moliendo pimentón; pero la sociedad, dotada de gran capital como sucursal de una fábrica establecida en Murcia, se proponía surtir de harinas a toda Orihuela y a los pueblos de la Vega. José Luciano Botá, en representación de León Marín Baldó (vecino de Murcia) solicitó construir en terreno de su propiedad, junto al citado molino, un pabellón adosado de planta baja y un piso; con fachada lateral en dirección al muro de cerramiento del huerto de Santo  Domingo.

El Balneario de San Antón.

Grabado del balneario en todo su esplendor.

El Diario de Murcia. 25 de julio 1901: Los baños de San Antón, / merced a sus propietarios, / ¡qué saludables que son! / Baños más extraordinarios, / no los hay, ni en el Cantón. / Su agua de color verdoso / semejante a la del mar, / cura el estado morboso / y la secreción biliar, /de un modo maravilloso. / También cura el herpetismo, / dispepsia, catarro crónico, / la diarrea, el reumatismo / y hasta el baile de San Mónico / o San Vito, que es lo mismo.

Para poder formarse una idea concreta de la virtud que poseen estas aguas, con aplicación a la acción terapéutica, basta leer el resultado del análisis practicado por los famosos químicos Sres. D. Manuel Ríos de la Pedraja y D. José María Sarget, los cuales clasifican dichas aguas, de acidulo-salinas, conteniendo en alto grado, sulfatos de cal, sosa y magnesia, carbonato de cal y ácido carbónico, cuyas sales, van disueltas en las aguas, sin alterar su limpidez y diafanidad, a beneficio del exceso de dicho ácido carbónico; pudiendo comprobarse su existencia por medio de la evaporación en vasijas en las que quedan por precipitación, grandes depósitos de dichas sales.

Los propietarios del establecimiento balneario a que nos referimos, no han omitido por su parte gasto ni sacrificio alguno para llegar a conseguir, como hoy lo han hecho, que aquel, resulte uno de los mejores en su clase digno de ser visitado por cuantas personas apetezcan comodidad, aseo y limpieza, sí que también por aquellas que padezcan cualquiera afección de la piel aun de las más rebeldes a todo tratamiento médico.

La tarita de precios vigente en el balneario, no puede ser más accesible y económica para todas las clases de la sociedad. Se facilita a los bañistas, carruajes propiedad de los dueños de los baños, para ir a todas las horas del día.

Diario Orcelitano
Julio de 1904

«Al salir de Orihuela por la antigua puerta de Santo Domingo, dejando a la izquierda el monumental edificio que fue Universidad, se entra, doblando a la izquierda, en la carretera, de Alicante, que bordea en unos doscientos metros el antiguo fuerte de San Fernando, a cuyo final, girando otra vez a la izquierda, por delante de la fábrica de electricidad «La Luz», se llega a la calle única de la barriada de San Antón, doblada en ángulo recto, cuyo vértice mira al Suroeste, y cuyos lados, el más corto es de 70 metros y el más largo de unos doscientos metros hasta la ermita de San Antón, se extienden por delante y a unos 6 u 8 metros de la sierra del Castillo, levantándose entre ésta y este lado del ángulo que forma la calle, principal y como al medio de la misma, el edificio de los Baños de San Antón, con una distancia total de Orihuela de 350 metros».

«Esta situación tan ventajosa del rico venero de las aguas minero-medicinales proporciona al establecimiento fresca y amplia sombra que le da la sierra del castillo, situada a su espalda, desde las primeras horas de la tarde en el estío, estación en la que casi siempre reina la suave brisa del Levante. Por estas razones el camino de los baños conviértese en paseo todas las tardes, por resultar un agradable sitio de recreo el «Balneario» separado de la carretera de Alicante por extensos bosques de palmeras».

Palmeral y baños de San Antón.
Clisé de Pablo Correu y Cama
Gentileza de Esteban Sanmartín Alonso

El texto anterior es obra del médico y escritor Justo Lafuente Esquer. Forma parte de un lujoso panfleto publicitario del balneario de San Antón, un establecimiento que revolucionó el barrio durante varios años.

Al mismo tiempo que Atanasio García abría los baños de la Q. B., los hermanos Antonio y Alberto Iborra Martínez proyectaban algo más ambicioso: un auténtico y moderno balneario de aguas medicinales.

La primera noticia de carácter municipal data del verano de 1899, cuando solicitaron al Ayuntamiento utilizar unos terrenos del común en San Antón, junto a los Baños de Hombres. Pretendían plantar unos eucaliptos a dos metros de la fachada.

«Lindando con el edificio que han construido en la Barriada de S. Antón para balneario, existe un trozo de terreno de unos setenta metros de largo por doce de ancho, al parecer, perteneciente al común de los vecinos (…) en cuyos terrenos se depositan inmundicias y materias orgánicas en descomposición que producen malos olores de que se resienta la salud pública, ofreciendo además a la vista del espectador un aspecto repugnante; y con el objeto de hacer desaparecer aquel foco de infección y hermosear en lo posible tan ameno sitio y a fin de evitar que en lo sucesivo se depositen aquellas inmundicias solicitan de la Exma. Corporación se sirva concederles a perpetuidad el mencionado trozo de terreno para llevar a efecto la mejora  que tratan de realizar en aquel sitio.»

La comisión de ornato recomendó la cesión. Consideraban la obra digna de elogio. En su informe explican que los hermanos Iborra quieren hacer un muro para cercar el terreno solicitado y convertirlo en un paseo dotado de eucaliptos y otros árboles,«para solaz y esparcimiento del público en general y de los bañistas en particular.» En la transformación de la parcela eliminaron también dos pequeñas balsas para curtir pieles.

Como ya he dicho, el proyecto era más ambicioso que unos simples baños. El concepto balneario era una notable innovación con fines curativos y profilácticos. El avance de los análisis químicos en el siglo XIX permitía conocer la composición de las aguas y, según sus características, recomendarlas para los problemas respiratorios, reumatismos, molestias gastrointestinales, enfermedades venéreas, afecciones de la piel…

«El Oriol», mayo de 1900: «Adelantan los trabajos que los hermanos Sres. Iborra están haciendo en el balneario de San Antón. Consisten estos en una amplia galería que de acceso a un baño-piscina para señoras. Es de aplaudir el empeño en que por servir a su numerosa clientela, muestran dichos señores. Mucha suerte.»

Para ayudar en el proyecto de mejora del barrio, el Ayuntamiento enviaba las ruinas de los derribos que se producían en la ciudad al camino de San Antón; pasando posteriormente «el rulo municipal». A los vecinos les pareció muy bien esta disposición; pero pidieron que la ruina no cayese dentro de sus propiedades, linderas con el camino, pues les causaba graves daños.

El Palmeral de Orihuela

«El Oriol, agosto de 1900: «El balneario de San Antón se ve cada vez más concurrido y los triunfos de sus aguas en las afecciones de la piel y reumatismos son cada día más patentes. Enhorabuena a los propietarios, Sres. Iborra Hermanos.»

«La Comarca», agosto de 1903: «Cada día aumenta el número de bañistas que acuden a probar los beneficios de las salutíferas aguas del balneario de San Antón. Dada la proximidad de dicho establecimiento, y de lo agradable que por aquellos sitios se hace un paseo, éste sigue concurridísimo por las tardes. De los pueblos cercanos acuden sin número de carruajes conduciendo bañistas.»

El balneario como tratamiento médico dio paso al baño como práctica de ocio en verano por puro placer. Los Iborra jugaban con los dos palos; aunque el asunto medicinal siempre fue el principal aliciente. Estas noticias publicitarias son todas de de 1904:

«Los Sres. Iborra han instalado tinas especiales destinadas únicamente para los señores que quieran bañarse por recreo, estando aparte las que utilizan los enfermos. Esta medida ha de resultarles muy beneficiosa.»

Las «tinas» del Balneario.
Colección Javier Sánchez Portas

«Nuestros estimados amigos los señores Iborra, dueños del balneario de San Antón, no omiten gasto ni sacrificio de ninguna clase para dar todo género de facilidades y beneficios al público que favorece diariamente su bien montado establecimiento. Dichas ventajas consisten en la rebaja que han hecho en la tarifa de precios de los baños de pila, ducha, balsa y demás servicios, lo cual hará que aumente el número de bañistas.»

«Desde el día 1º del presente mes de abril se halla abierto al público el establecimiento balneario de S. Antón de los señores Iborra hermanos. En el poco tiempo que se hallan funcionando en esta temporada estos baños, ya han realizado sus aguas tres curas maravillosas. Tres pacientes que sufrían enfermedades secretas y a los que prescribieron las antedichas aguas los facultativos D. Pedro Villalba, de Murcia, y D. Francisco Giménez, de Santomera, han marchado a sus respectivos pueblos completamente buenos.»

San Antón se había puesto de moda y la prensa no paraba de elogiar y publicitar el balneario como si se tratase de un fenómeno internacional.

«Indolentemente reclinado sobre la falda de la sierra en la que asoman sus negras bocas abandonadas minas, hállase el establecimiento balneario de aguas medicinales de S. Antón. La Naturaleza, parece que colocó expresamente en aquel sitió pintoresco, el manantial de agua curativa, para que los pacientes a la vez que con ellas encuentran la salud del cuerpo, recreen la vista con las delicias del paisaje y absortos en su contemplación, olviden por un momento sus dolores.»

El Palmeral desde el Balneario.
Colección Javier Sánchez Portas
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«Enfrente del establecimiento y al otro lado de la carretera que hay junto a la puerta, se extiende un espeso palmeral cercado. Los vientos suaves imprimen movimientos ondulantes y voluptuosos a las verdes palmas. A la izquierda y sobre una eminencia breve y respaldada por la sierra, levántase la pequeña pero blanca ermita de S. Antón.»

«A la derecha, la prolongación de la carretera que a la ciudad conduce orillada de modestas casitas y al extremo de ellas, el edificio fábrica de luz eléctrica con su chimenea en cuya boca asoma negro penacho de humo, en la hora de encender las enormes calderas. A la espalda, la montaña que semeja ciclópea pantalla que mitiga los ardores del sol de julio. A la puerta del balneario, numerosos agüistas de ambos sexos, charlan de todo, en tanto esperan se desocupe la marmórea pila en donde han de bañarse, o la ducha, o el vaporario, que han de utilizar.»

«Y este grupo, a medida que la tarde va declinando, aumenta con nuevos bañistas que llegan en numerosos carruajes o a pie, polvorientos y sudorosos, con la piel lustrosa por la transpiración, pero que al breve rato salen de los espaciosos cuartos donde se dan la ablución cotidiana, remozados, confortados y refrescados.»

«Como la nombrada curativa de aquellas aguas ha corrido en alas de la fama en vertiginosa carrera, toda la península Ibérica, y el extranjero, no es extraño, escuchar pronunciación catalana, gallega, andaluza, vascongada, valenciana etc.»

«Entre los que frecuentan el establecimiento sí que también se oye alguno que otro extranjero que chapurrea nuestro idioma para expresar en él sus ideas, y es de notar, que cuantos visitan esos baños, y toman sus aguas, a los pocos días se deshacen en elogios de sus propiedades medicinales y de la rapidez con que sienten aliviarse sus dolencias los que las sufren. Dice el refrán, que cada uno habla de la feria, según le va en ella, pero a los que toman las aguas de los baños de San Antón, a todos les va bien, y bien hablan de ellos cuantos la prueban.»

«Como que además de la virtud de curar, la temperatura del agua de los baños de los señores Iborra hermanos, tal y como sale del abundante manantial, es agradabilísima en la actual estación, son numerosísimas las personas que concurren a tomar baños de placer y en este concepto, aún resulta más agradable el estar en aquel ameno lugar, porque los encantos de la naturaleza, son realzados y en no pocas ocasiones eclipsados por la belleza de nuestras paisanas.»

«Los baños de San Antón, serán con el tiempo a no dudarlo, (y ya empiezan a serlo) un elemento de riqueza para Orihuela; por eso los oriolanos debemos de mirarlos con atención y cariño y procurar en cuanto sea posible y esté de nuestra parte ayudar a sus propietarios, para que los constantes sacrificios que realizan no sean (que no lo serán) infructuosos y pueda esta ciudad llegar a ser una estación balnearia, como las más importantes de España, ya que para ello se cuenta con los necesarios elementos.»

Baños de San Antón

En poco tiempo, el balneario de San Antón estaba consiguiendo en el barrio, un efecto parecido al que en su tiempo produjo la ermita. Así lo afirma el siguiente artículo, además de proporcionarnos una descripción de las instalaciones :

«Recordamos lo que era hace pocos años la barriada de San Antón: unas cuantas casas feas, de paredes derruidas, oscuras, estrechas, insalubres, donde se albergaban pobres gentes, desafiando toda clase de enfermedades. Después, en una de aquellas casas, junto a la falda de la montaña, se descubrió un manantial; se formó una balsa, cuyo primer poseedor la destinó a baños.»

«El agua brotaba de los peñascos en abundancia, clara, fresca, convidando en los calurosos días del estío a disfrutar de ellas, mitigando las molestias que nos causa la temperatura en la presente época, pero nada más.  ¿Quién había de decir que dichas aguas llevaban en sus componentes la salud, además, para muchos que buscan el remedio a sus males?  Y así pasó el tiempo: todos los años acudían allí las gentes, que no pueden permitirse otros lujos, y por una insignificante remuneración al dueño, entraban en la destartalada y viejísima casa, donde se refrescaban en la estrecha balsa.»

«El edificio lo formaban cinco piezas reducidísimas: una salita de descanso rodeada de puertecillas, que conducían a las tinas; a la izquierda de la entrada otra puertecilla donde se veía la herrumbrosa bomba, de que se valían para extraer el agua de la balsa general y llevarla a los aparatos de calefacción y de allí a las tinas; después la balsa o manantial resguardado por una baranda de hierro pintado de encarnado y como final, al fondo, un pasadizo con media docena de cuartos para desnudarse.»

«Esto era antes el hoy balneario de San Antón. Se notó al principio que muchos bañistas de los que tomaban por recreo aquellas aguas y que bien padecían del estómago y del bazo, úlceras varicosas y tórpidas etc. etc. notaban extraordinario y notable alivio en sus padecimientos a los pocos días de estar yendo allí. Mas luego se realizaron curas asombrosas en enfermedades de las vías urinarias, venéreas y sífilis.»

«La ciencia comprobó después por medio de detenido análisis, la virtud medicinal de aquellas aguas. Hoy aquella barriada se ha transformado. Los antiguos y modestísimos baños son un balneario con todas las exigencias, con todas las comodidades modernas que puedan encontrarse en los más renombrados de España.  Hermosa y espaciosísima balsa para baños de recreo, pilas de mármol para enfermos y para los que no estándolo quieran bañarse en agua templada, vaporarios, sala de duchas, pulverizadores, etc.»

«El paisaje donde está situado el edificio, ofrece agradable perspectiva. Se levanta en la falda oriental del monte, en cuya cumbre se conservan las ruinas del antiguo castillo romano, guardián de la vieja Orihuela.»

«La puerta del balneario está sombreada por una fila de árboles, que se extienden gran trecho, y al frente, el palmeral, hermoso bosque de palmeras. Puede irse allí sólo por disfrutar del panorama sentado a la puerta, así, a la caída de la tarde, cuando corre la brisa deliciosa embalsamada por los tomillos y florecillas del monte.»

«El balneario de San Antón tiene ya conseguida su fama: pero aún necesita más, necesita que nadie ignore, que sus aguas son extraordinariamente medicinales. Yo por mi parte, pienso nadar allí, sin calabazas.»

La cima del éxito y la fama internacional llegó en 1906 :

«Una importante casa francesa, la de Mr. Benoit, ha tomado en arriendo, por tres años, a los Sres. Iborra Hermanos, el balneario situado extramuros de esta población. Las aguas medicinales de dichos baños, son ya muy conocidas por su virtud contra las enfermedades venéreas y de la piel. Mr. Benoit piensa introducir en el Balneario de San Antón, importantísimas reformas: y hacer al mismo tiempo una propaganda activísima de dichas aguas. Orihuela está de enhorabuena.»

Balneario y manantial de San Antón.
Etiqueta destinada a Francia y Argelia.
Impreso por Pichot (París).

«Se ha presentado en el Gobierno civil de esta provincia una instancia suscrita por don Antonio y D. Alberto Iborra Martínez, solicitando obtener la declaración de utilidad pública de las aguas medicinales del balneario de San Antón, pidiendo también permiso para vender dicha agua embotellada.»

«El Gobierno acaba de reconocer por medio de una real orden la utilidad pública de estas aguas por sus asombrosas virtudes curativas. Orihuela pues cuenta con un balneario que no tardará mucho en proporcionar pingües ganancias a la industria y al comercio orcelitanos.»

“Se ha recibido en esta ciudad una expedición de 10.000 botellas, que serán llenadas inmediatamente de agua del balneario de S. Antón para remitirlas a las principales ciudades del extranjero. Figura en las etiquetas un grabado del delicioso paisaje donde se asienta el edificio del balneario, bajo el rótulo de «Orihuela, aguas mercuriales, únicas en el mundo». La concurrencia de bañistas forasteros es cada vez mayor y el crédito de tan portentosas aguas medicinales comienza a extenderse por toda Europa, con lo cual Orihuela gana mucho”.

«Los baños de San Antón situados extramuros de esta ciudad, acaban de ser declarados de utilidad pública por medio de una real orden. La noticia, como hijos de Orihuela que somos, nos complace mucho. Aquellos baños mal encerrados en un viejo y ruinoso casetón antes, se han convertido ahora en hermoso y bien servido balneario, adorno de aquel sitio amenísimo. La constancia y los desvelos de los hermanos Iborra han tenido su recompensa. Orihuela, dotada, de un clima delicioso y de una vega fecundísima, cuenta con una riqueza más para repartir entre los humildes laboriosos.»

En 1907 se reconocían unánimemente el trabajo de los hermanos Iborra, que habían convertido los antiguos baños de San Antón en un excelente balneario a la altura de los más renombrados de España. Como prueba de la categoría del barrio, en febrero de ese mismo año, el Ayuntamiento aprobó que en el llamado “Barrio de San Antón”, desde la fábrica de la luz eléctrica hasta a la ermita del santo, se titulase calle de San Antonio Abad.

Si antes he comparado la función regeneradora del balneario con la de la ermita en otro tiempo, las facultades curativas de sus aguas, a decir de los periódicos y los científicos de la época, tampoco tenían nada que envidiar al pan bendito del propio San Antonio Abad. Leed si no este increíble artículo publicado en mayo de 1911:

«EL BALNEARIO DE SAN ANTÓN. A pocos pasos de la hermosa ciudad que baña el Segura, y al pie de la sierra del castillo; existe desde tiempo inmemorial un manantial de agua de paladar ligeramente salino, al que los habitantes de la comarca atribuían propiedades extraordinarias para la curación de determinadas enfermedades.»

«Su fama, cada día más creciente, pregonada en todos los tonos por los que en dichas aguas no solo habían encontrado alivio a sus dolencias, sino completa curación, movieron a sus propietarios a aclarar las propiedades medicinales de aquellas; y prestando así un gran servicio a la humanidad doliente, y sin titubear en el éxito de la empresa, remitieron hace poco tiempo al eminente y químico y sabio profesor de la Facultad de Medicina de París doctor Pouchet, y  previas las necesarias precauciones de lacrado, taponamiento y lavado, cantidad suficiente de aguas, para verificar análisis detallados y concienzudos.

«Practicados estos, el éxito ha sido maravilloso, pues entre los elementos reconocidos «cualitativamente», se ha encontrado el mercurio y también el ácido azótico, arsénico, litio, manganeso y boro, con exclusión absoluta de cobre.»

«Este resultado, y la presencia del «radium» en cantidad suficiente para ejercer su acción terapéutica,  demuestra de modo elocuente, que las aguas minero-medicinales de San Antón, pertenecen a las cloruro sódicas, bicarbonatadas magnésicas y bicarbonatadas sódicas, de maravillosos resultados para la completa y radical curación de la sífilis, cuyo micro organismo productor, destruyen completamente,  y de gran influencia por su notable poder antiséptico en las dermatopatías de origen infeccioso y en los efectos catarrales endometríticos por su acción sobre los gonococos y en todas las afecciones del aparato digestivo y catarros intestinales, por lo que sin incurrir en exageraciones debemos proclamar como “únicas aguas mercuriales en el mundo” a las mineromedicinales de San Antón de Orihuela.»

«Tan excelente resultado que supera todas las esperanzas concebidas, ha sacado de su inacción a los propietarios del manantial, quienes han construido un sólido y confortable edificio-balneario, con todas las dependencias propias de esta clase de establecimientos, y tratan por todos los medios de darlo a conocer al público, a cuyo efecto tino de estos días pondrán en circulación y profusamente, un elegante y bien escrito folleto, que contiene entre otros detalles verdaderamente útiles, referentes al balneario, la opinión de gran número de médicos notables que relatan infinidad de casos, en que enfermos desahuciados por la ciencia, han encontrado su completa curación, usando en baños, lavado y bebida, — según los casos — las prodigiosas aguas mercuriales de San Antón.»  

«La eficacia de dichas aguas para la curación radical de las enfermedades de la piel, ha sido comprobada hace muy pocos días por uno de nuestros redactores,  que encontrándose en Orihuela padeciendo hacía tres meses, de una granulación infecciosa espantosa en cuello, piernas y brazos, que le impedía todo movimiento, consiguió su restablecimiento total, con sólo aplicar a las partes doloridas, durante tres días, algodones empapados con aquellas aguas.»  

«Este caso y muchísimos más notables y de gran resonancia, que continuamente se consiguen, y que en Orihuela y pueblos inmediatos, son del dominio público, nos mueven a recomendar a nuestros lectores con todo interés las aguas de San Antón, en la seguridad de que aquellos que padezcan enfermedades de las indicadas, y acudan al repetido Balneario, nos agradecerán haber leído estos mal hilvanados renglones, que son débil demostración de gratitud de un paciente, que a las aguas mercuriales de San Antón debe su actual y excelente estado de salud.»

Balneario y manantial de San Antón.
Etiqueta nacional

La propaganda era brutal. Aquellos jóvenes emprendedores (Antonio Iborra no había cumplido diecisiete años cuando arrancó el balneario) habían montado seguro y lucrativo negocio para ellos y una fuente de riqueza para el barrio y la ciudad.

De los hermanos Iborra Martínez, Antonio se casó con Elisa Lidón Ballesta en febrero de 1912. Dos años después falleció Alberto, en octubre de 1914, víctima de rápida y traidora enfermedad. Tenía cuarenta y nueve años.

La publicidad de la década de 1920 seguía recomendando aquellas aguas para curarlo casi todo «las enfermedades del estómago, el herpetismo, los infartos del hígado y del bazo, las úlceras varicosas y tórpidas, los catarros crónicos, y otras enfermedades que exigían el empleo de mercurio

Como nota curiosa citar que, en enero de 1919, el propio Joaquín Sorolla comió en los Baños de San Antón por cuenta del Ayuntamiento cuando visitó Orihuela. Os dejo un enlace al artículo que narra dicha visita.

Enlace a crónica de la visita de Sorolla.

Los años pasaron; las modas y los gustos cambiaron. Mediados los años veinte, coincidiendo con la Dictadura de Primo de Rivera, la gente de posibles buscaba el ocio, el sol y los baños de placer en la costa. El balneario de San Antón volvió a su función de simples baños al alcance de la gente humilde. Antonio, concejal y teniente alcalde de Orihuela, falleció en mayo de 1930, con sólo cuarenta y ocho años.

Parece ser que las propiedades salutíferas del manantial, solo funcionaron con su viuda, Elisa Lidón, quien vivió muchos años más regentando las instalaciones como «baños de San Antón» hasta los años cincuenta.

La fiesta romería de San Antón.

El Pueblo
Edición N. P. Jesús

Como en todas las ermitas, una vez popularizado el santo, la ciudad acabó acudiendo en romería a pedir sus favores una vez al año, durante su fiesta. Erradicado el “fuego de San Antón”, las virtudes del santo eremita pasaron de medicina a veterinaria; encargado de proteger y sanar a los animales.

Vamos a conocer la fiesta de San Antonio Abad dos épocas diferentes; con dos siglos de diferencia. Montesinos la describe así en el siglo XVIII, cuando estaban los antonianos:

«Todos los años se celebraba la Fiesta del Sto. Patriarca Antonio en su propio día 17 de enero por la ¿Reverenda? corta Comunidad, con asistencia del Clero de la Catedral; todo a sus expensas y de innumerables devotos que llevaban muchas ofertas de cera, aceite, harina, cerdos pequeños y dinero. Misa Mayor, que celebraba un Cura teniente, y Sermón Histórico Panegírico. A la tarde había fiesta con la música de la Cathedral…»

Romería de San Antón en 1907.
Archivo ABC

«En dicho día se sorteaba a las seis de la tarde un “serdo gordo y grande”, del valor de unos 25 o 30 pesos; del que sacarían sobre 200. En todo su recinto, por mañana y tarde, se celebraba “porrate” general (porrat: feria celebrada bajo la advocación de un santo en su ermita o santuario) en el que se vendían todas las cosas imaginables, al más delicado gusto, como eran turrones, confituras, blancos, perniles, longanizas, dátiles, uvas, cardos, naranjas, garbanzos, avellanas; había besamanos, paseo público, carreras de caballos muy bien enjaezados y compuestos; y sobre tres mil personas que concurrían a tan plausible función, a tomar el Pan bendito y a adorar la Sagrada Reliquia del Santo Glorioso, a cuyo eremitorio llevaban los molineros, arrieros y labradores sus bestias; y les daban tres vueltas por su derredor y comían el pan bendito…»

Esta otra es del «El Día» en 1888:

«La tradicional fiesta que todos los años se celebra en San Antón ha satisfecho por completo en el presente las aspiraciones de los concurrentes a tan popular romería. Un gentío inmenso invadía por completo desde las primeras horas de la mañana aquellos sitios; las crestas de elevadas rocas se veían también coronadas de gentes que en amigable consorcio habían concertado una gira en el monte, y esperaban con ansia fuese llegada la hora de devorar el suculento y bien condimentado arroz con costra, propio y exclusivo de este país».

«La pequeña ermita donde se venera y presta religioso culto a San Antonio Abad, no podía albergar más personas; aquél reducido santuario se hallaba por completo invadido de fieles que iban a escuchar de labios del eminente orador sagrado D. Andrés Die, la biografía del Santo».

«Excusamos decir que fueron infinitos los puestos que ocuparon los vendedores exponiendo al público el objeto de sus mercancías, y tenemos que consignar con satisfacción, que el laborioso e inteligente industrial D. Joaquín Reymundo, colocó un precioso kiosco, obra exclusiva de su reconocido ingenio, en donde se servían toda clase de exquisitos dulces y riquísimas pastas».

«Amenizó en la tarde tan bulliciosa fiesta la banda municipal, tocando con fruición bonitas y escogidas piezas de su repertorio. Los vendedores, según hemos oído decir a personas autorizadas, hicieron buen negocio, y la rifa del cerdo, como todos los años, alcanzó un gran contingente. Al sujeto que ha correspondido en suerte el cerdo rifado, se llama José García».

Y esta de prinncipios del siglo XX:

«Luciendo el sol a ratos se celebra la romería a la ermita de San Antón. Un gentío inmenso desfila por aquellos alrededores. Los confiteros y los dueños de carruajes de alquiler hacen su agosto en pleno enero. De los pueblos de la comarca viene bastante concurrencia».

Romería de San Antón a principios del siglo XX.

«Por la mañana dan las caballerías las tres vueltas de costumbre al santuario, después de las cuales los jinetes adquieren rollos del Santo. En las laderas del monte, numerosas familias cantan, corren y se divierten aguardando la hora de comer la clásica paella, guisada al aire libre y condimentada con las más honestas y efusivas expansiones de la alegría».

«Abajo, entre una doble fila de confiteros bien provistos de las bolas de rigor, de vendedores de dátiles, torraos, turrón de panizo y otras golosinas, avanzan los labriegos, quienes después de visitar al Santo, ponen sus cédulas para la rifa del cerdo».

«A primera hora de la tarde suena el acelerado tintineo de los carruajes de alquiler que llegan rebosantes de gente de la ciudad. La banda municipal se sitúa en la puerta de la ermita, ejecutando bonitas composiciones de su repertorio. Pasa la tarde entre música y paseos. Romeros de toda edad y categoría entregan a sus Julietas, como simbólica muestra de adhesión y constancia, las pesadas de bolas».

Romería de San Antón a principios del siglo XX. Colección Antonio Miravete.

«San Antón, las cinco y con sol, dice el refrán; y hasta las cinco no comienza el rápido desfile. Cuando el sol se pone, pliegan sus tenderetes todos los vendedores, recogen las mercancías sobrantes (que han de servir en la fiesta de San Sebastián)».

«Muchas familias pasan el día de gira en el monte y las casas de comidas que por allí cerca se establecen tienen buena venta. Al oscurecer, nadie queda en las cercanías de la Ermita, salvo un corto número de curiosos que asiste a la extracción de la cédula premiada en la rifa del cerdo. Esa es a grandes rasgos la Romería de San Antón».

Por último, vamos a terminar como empezamos, con Julio López Maymón, hablando de la romería y de la rifa, en 1925:

«Es en verdad un acontecimiento oriolano la romería del 17 de Enero, todos los años a San Antón. La Ciudad se traslada, vestida de fiesta al indicado paraje, tan triste y solitario de ordinario; allí se rinde culto a la piedad visitando la Ermita; a la tradición, apuntando la «séula», en las muchas mesas instaladas al efecto; a la costumbre comprando la pesá en los puestos, que en larga fila se extiende, dibujando el camino ligeramente encuestado, que conduce a la explanada llena de gente jubilosa.»

Romería de San Antón.
Juan Fenoll Villegas.

«Antiguamente,  junto al vallado del huerto de palmeras, vecino de la Q. B, se congregaban los carruajes y troncos de lujo. La huerta, indumentada con el vestido típico, con la «ropica» sacada del arca de madera blanca que huele a peros, concurría a oír la Misa que canta la Parroquia del Salvador y el sermón donde se predican las gloriosas «hazañerías» del Santo Cenobita; y después a que las caballerías reciban la bendición y que coman los rollicos mezclados con los piensos.»

«Cuadro de tonos de luz y ráfagas de vida. Acervo de recuerdos de edades y de seres. Día de transformaciones se oye Misa como si fuese día dominical; no se trabaja… cual si estuviésemos en Domingo…; y hasta en la casa más pobre, el yantar es típico… ha de ser; así… el arroz y costra… y las bolas… y el palmito… y el turrón de «paniso» y el de alegría….»

Programa de Fiestas 1985.
San Antón
.

«La rifa dio comienzo en el año 1840, o sea hace ochenta y cinco años; era superintendente don Tomás Veas, Racionero. Con los ingresos se blanqueó la fachada del edificio, se compusieron ornamentos sagrados y otras mejoras; sobraron 436 reales y 21 céntimos que se invirtieron en celebrar Misas al fuero de dos pesetas con cincuenta, céntimos…»

«Todos hemos puesto y seguimos poniendo nuestra «seula al cochino»; no puede concebirse esta fiesta sin esta rifa. La suerte adjudica al puerco, y con lo que rinde el ingreso de ella descontando gastos, se atiende al culto del santo y a la conservación de la casa célebre del santero, y hospedería de los frailes, y hoy habitación del Capellán, y departamento oficial para el señor de San Antón».

La cerda de San Antón.
Manuel Rodríguez.

«Rogar a Orihuela, que siga como hasta aquí, prestando su concurso a esta fiesta tradicional; que el culto a las costumbres de nuestros padres, a las tradiciones de nuestros mayores, es el culto santo a la Patria chica.»

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba)

Un servidor, mi hermana
y mi prima, en San Antón

Bibliografía: «De la Fiesta de San Antón», rebusco tripartito de Julio López Maymón (1925); «Orihuela imaginada, la ciudad en los siglos XVI y XVII» de José Ojeda Nieto; «Compendio Histórico Oriolano» de Joseph Montesinos. «Insalubridad y bonificaciones de almarjales en el Bajo Segura antes de las Pías Fundaciones de Belluga», de David Bernabé Gil.

Archivo Municipal de Orihuela, Libros de Actas; Archivo Histórico de Orihuela, Protocolos; Biblioteca Virtual de Prensa Histórica: El Pueblo, El Oriol, El Diario de Orihuela, El Oriolano, La Comarca, La Crónica, El Día, La Huerta, El Diario Orcelitano, El Social, El Obrero.

Mi agradecimiento a José María Penalva y a José Manuel Dayas.

Y se hizo la Luz

Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.

Y se hizo la Luz.

A mediados del XIX los mecheros de gas desplazaron a las obsoletas velas de cera y a los quinqués de aceite o queroseno.

Sin tiempo para consolidar su difusión por toda España, en el último cuarto de siglo llegaba una nueva y revolucionaria tecnología: la electricidad.

Farol de queroseno.

Al igual que ocurrió con el gas, la ciudad pionera fue Barcelona, donde se creó la primera central eléctrica en 1875.

Diez años después se publicaba el primer decreto para regular las instalaciones.

La implantación de este tipo de alumbrado público aportaba mucho prestigio a los municipios.

Para la sociedad de la época la llegada de la luz eléctrica significaba formar parte de las ciudades más modernas.

Aun así, el alumbrado eléctrico quedó en manos de la iniciativa privada, compitiendo inicialmente con las empresas de gas.

Por toda España se crearon multitud de sociedades que afrontaron los riesgos derivados de una tecnología incierta y precaria.

La lista de usuarios era muy reducida. Sólo comerciantes y ciertas familias acomodadas podían permitirse pagarla.

Por ello, el interés de las primeras distribuidoras se centró en el alumbrado público, un mercado relativamente seguro, a pesar del lamentable estado financiero de los ayuntamientos.

La intervención municipal quedó limitada a la concesión de los permisos de construcción y las licencias para el tendido de cables y alambres aéreos que alimentaban faroles dotados de un arco voltaico con electrodos de carbón.

Como es lógico, las primeras empresas centraron sus esfuerzos en las grandes ciudades buscando la rentabilidad.

El resto de localidades tuvieron que conformarse con modestas instalaciones creadas generalmente por emprendedores locales.

Estas pequeñas centrales llamadas fábricas de luz funcionaban con máquinas alimentadas por combustible, produciendo un fluido de baja tensión y corto alcance.

Central eléctrica siglo XIX.

La primera eléctrica oriolana.

La primera empresa eléctrica oriolana se creó en la primavera de 1893.

El 23 de marzo ante el notario Pedro Turón Lozano se formalizó la escritura de una nueva sociedad mercantil llamada «la luz» con un capital social de 100.000 pesetas.

Su fundamento era la producción de electricidad para alimentar el alumbrado público y particular de Orihuela.

Su primer objetivo, buscar un emplazamiento apartado y a la vez cercano para instalar la central eléctrica o fábrica de luz; un molesto edificio con voluminosos generadores alimentados por combustible y una gran chimenea para extraer los gases que producían. Y lo encontraron en el Partido de San Antón.

Etiqueta de las botellas del Balneario y manantial de San Antón. Archivo Carmelo Illescas Pérez.

En mayo Atanasio García Cubero, alcalde por aquellas fechas, establecía un contrato verbal con su presidente Diego Roca de Togores para venderle una finca urbana que contaba con dos casas con los números 16 y 19 de policía.

Contaban con algo más de cincuenta metros cuadrados cada una; a lo que había que añadir un trozo de terreno inculto que lindaban a levante con el llamado fuerte de San Fernando, a sur y poniente con el que fue huerto de los dominicos y al norte con el Camino de San Antón.

Archivo Celia Senén.

En mayo de 1894 comenzaron las pruebas en la «fábrica de la luz» utilizando focos de diferentes intensidades con resultados brillantes.

El lunes 21 del mismo mes el obispo Juan Maura otorgó su bendición a las instalaciones y puso los nombres de «María de Monserrate» y «Roca de Togores» a aquellas máquinas que iban a hacer de la noche, día.

Obispo Juan Maura y Gelabert. Retrato autógrafo.

Los inicios fueron costosos y muy complicados, dejando el servicio mucho que desear.

Durante  todo el verano se sucedieron las quejas por incumplimiento del pliego de condiciones: el fluido era escaso; faltaban guías; en las calles estrechas habían sustituido las prometidas lámparas de dieciséis por otras de diez; y para colmo, a la una de la madrugada la ciudad quedaba totalmente a oscuras.

A pesar de todo para la feria de aquel año se alquilaron las casetas con un suplemento de cinco pesetas por suministro e instalación de luz eléctrica; aunque para ello se suprimió el fluido en los sitios «más apartados y menos transitables de la población».

Charles Clifford. Orihuela. Vista general de la ciudad 1862. Colección Javier Sánchez Portas.

Ante la falta de recursos para cumplir con el pliego de condiciones, el 31 de Marzo de 1895 la Junta General de Accionistas acordó ampliar el capital social en 70.000 pesetas, emitiendo 140 nuevas acciones al precio de 500 cada una, lo que permitió que modestos ciudadanos participasen con los mismos derechos y deberes que los socios fundadores.

El 27 de octubre de 1897 Alejandro Roca de Togores y Pérez de Meca, militar retirado, acudió al notario como representante de la sociedad para comprar la finca apalabrada por 7.000 pesetas.

Atanasio García, ya desposeído de la vara municipal, se reservó la propiedad de las aguas y el derecho de entrada al nacimiento, cuyo uso concedió a «La luz».

La «fábrica de la luz» en San Antón.

Finalizando la centuria, la sucesión de inventos provocaron multitud de cambios. Las lámparas de arco fueron sustituidas por novísimas bombillas incandescentes más baratas y fiables.

Otro adelanto decisivo lo aportó Tesla con la corriente alterna, permitiendo transportar la energía a largas distancias.

Poco a poco se fue popularizando el uso de la electricidad en domicilios particulares; aunque seguía siendo un lujo demasiado caro.

Huerto del Colegio de Santo Domingo. Al fondo la «Fabrica de la Luz». J. David photography, París. Fechada el 2 de septiembre de 1.901. Colección Jesús R. Tejuelo.

A principios del siglo XX la mercantil oriolana estaba al borde de la ruina. El gasto en consumo de combustible para sus máquinas superaba el importe de las cuotas abonadas por los clientes.

El director técnico, apellidado Gandía, dictaminó que la causa de este déficit era el «hurto de fluido».

Y es que, en principio, no utilizaban contadores; la empresa concertaba un pago fijo con el consumidor en función del número y potencia de las bombillas contratadas dando lugar a la picaresca:

Es sabido que los abonados de mala fe, en aquellos puntos donde no se emplean los contadores, se valen para intercalar más lámparas, de alfileres, trocitos de alambre o cualquier otro medio que les sugiere la malicia.

Sin más comprobaciones la junta directiva acordó modificar los contratos sustituyendo el recibo de luz fija por el pago condicionado a un contador.

El problema radicaba en como adquirir los contadores en un momento en el que la sociedad carecía de recursos.

Publicidad de Sturges y Foley.

Decidieron vender cien acciones por el 65% de su valor a Sturges y Foley, unos británicos domiciliados en Madrid que distribuían maquinaria industrial y agrícola.

Con el dinero recibido adquirieron los contadores; pero en número insuficiente para cubrir a todos los abonados. Esto generó una complicada situación en la que los recibos por contador llegaban a importar el triple que los que carecían de él.

Además, estos últimos, quedaban en condiciones de seguir defraudando a base de enganches ilegales.

Publicidad de Sturges y Foley.

En diciembre de 1901 las dificultades económicas se acentuaron; la sombra de la quiebra planeaba sobre «la luz».

El principal acreedor era la citada sociedad Sturges y Foley, con un crédito de 60.000 pesetas asegurado por la escritura del edificio y su maquinaria.

En caso de liquidación de la sociedad, los ingleses tenían las espaldas cubiertas; o eso pensaban.

Una de las cláusulas de concesión por parte del Ayuntamiento disponía que en caso de quiebra el material y cuanto comprendiese a la instalación quedaba a disposición municipal en concepto de propiedad.

Tras deducir los perjuicios que ocasionase la interrupción del suministro según los años transcurridos -habían firmado cincuenta-, abonarían el resto.

El asunto quedaba, utilizando las palabras de la prensa local, entre el interés de los ingleses y el de «los hijos de la Armengola»; y por supuesto el Consistorio oriolano debía defender a la población por encima de los de los accionistas, por importantes que fueran.

La visita del Señor Sturges prometiendo remitir los contadores necesarios antes del mes de abril tranquilizó a la junta directiva; pero no a los pequeños accionistas.

Sobre todo cuando corrió la noticia de que estaban a punto de comenzar las obras de una nueva central  para establecer un moderno alumbrado eléctrico «de sol a sol».

Molino de la Ciudad antes de las obras que lo convirtieron en central eléctrica. Sabiendo que dichas obras se realizaron entre los años 1902 y 1905, tenemos una imagen del siglo XIX, posiblemente la del primitivo molino edificado en el siglo XVIII. Colección Jesús R. Tejuelo.

El Molino de la Ciudad.

En noviembre de 1901 el acaudalado empresario Pío Wandosell compró un lote de  dieciséis fincas entre Orihuela y Murcia. 

Una de ellas, llamada «Molino de la Ciudad», incluía un viejo molino harinero de cereales y pimentón con seis compuertas, seis ruedas motrices, seis muelas, seis soleras, seis tablas y lo más importante: un hermoso salto de agua.

Pío Wandosell Gil. 1910.

Ya he dicho que Tesla había revolucionado el transporte de fluido con la corriente alterna. Este descubrimiento permitía explotar recursos hidráulicos situados a cierta distancia del núcleo urbano.

Molino de la Ciudad.

Los generadores para alumbrado instalados en molinos se multiplicaron convirtiendo estas instalaciones en «fábricas de luz»; poseer un salto de agua cercano suponía una clara ventaja para competir en el mercado eléctrico aprovechando una energía gratuita.

Molino de la Ciudad. Colección Jesús R. Tejuelo.

Para contrarrestar el efecto entre los inversores, en Orihuela se hicieron correr rumores interesados anunciando que la energía hidráulica no sería suficiente para conseguir la fuerza motriz necesaria.

Wandosell los acalló con la visita de Gustavo Boetticher, cofundador de la sociedad «Boetticher y Navarro» y concesionario de la marca Siemens.

Pío Wandosell junto a Emilio Castelar y otros políticos del Partido Republicano Liberal.

Este prestigioso ingeniero alemán, especialista en maquinaria para aprovechamiento hidroeléctrico, certificó la potencia de la central en quinientos caballos.

Tan pronto tuvo en sus manos la escritura de constitución, don Pío lanzó a sus representantes a la búsqueda de abonados.

Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.

Mientras tanto, en la junta general ordinaria convocada el 9 de febrero de 1902 en los salones de la Unión Agrícola, los accionistas de «la luz» pedían la destitución de la directiva a la que exigían responsabilidades.

Sabían que la inmediata puesta en marcha del Molino de la Ciudad acabaría con toda esperanza de recuperación; así que lo mejor era salvar lo posible.

Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.

Las obras del molino comenzaron en 1902 y duraron tres años. Aprovechando la situación y para eliminar la competencia, Pío Wandosell hizo una oferta de compra por todas las acciones.

Pero no consiguió llegar a un acuerdo con los ingleses  Sturges y Foley. Y decidió competir hasta aniquilar a los de «la Luz».

Para evitar enemistarse con sus futuros clientes, mantuvo su oferta de compra a precio razonable de todas las acciones de modestos inversores oriolanos.

En 1908, la fábrica eléctrica «Molino de la Ciudad» se anunciaba en las guías arco con todos los aparatos y adelantos modernos.

Fábrica de luz eléctrica, propiedad del acaudalado minero y rico propietario de Cartagena, Pío Wandosell, el cual la ha montado donde se produce el fluido con todos los aparatos y adelantos modernos, en el sitio denominado Molino de la Ciudad, situado en medio de un bellísimo paisaje de la Puerta de Murcia, habiéndolo levantado de planta, y construido en el referido sitio un soberbio edificio. 1908.
Fábrica de luz eléctrica «Molino de la Ciudad». 1908.
Fábrica de luz eléctrica «Molino de la Ciudad». 1908.

Por fin, el 2 de mayo de 1914, Pío Wandosell solicitó el traspaso del alumbrado público de la sociedad «La luz» al Molino de la Ciudad.

Pío Wandosell en 1911, Fundación Cajamurcia.

El Ayuntamiento, encabezado en esos momentos por su hijo Adolfo, exigió garantías de que la sequía estival o las inundaciones no iban a cortar el suministro.

José Ferrer Fuster, mecánico y constructor de maquinaria, certificó que disponían de dos motores de gas, suficientes para solucionar las posibles emergencias. Y el traspaso le fue concedido.

Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.
Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.
Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.
Molino de la ciudad. Antonio Ballester Vidal.

¿Qué pasó con el edificio de «La luz»?

En noviembre de 1927, la sociedad Eléctrica Wandosell cedió gratuitamente al Ayuntamiento el edificio de la antigua fábrica de la Luz.

El Consistorio planteó la posibilidad de que el Estado dejase de contribuir con el pago del alquiler de la casa cuartel en la Casa del Paso, ofreciendo el edificio para ser destinado a la Guardia Civil.

En mayo de 1928, el teniente del puesto preguntó al alcalde si, antes de cinco meses, podían hacer las obras necesarias para ser ocupado.

Como era habitual, el municipio carecía de fondos y el proyecto nunca llegó a materializarse.

Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas.

El 22 de octubre de 1931 el nuevo Consistorio republicano desarrolló una moción para su venta en las mejores condiciones posibles, «ya que no produce beneficio alguno y por el mal estado en que se encuentra».

Se acordó que fuese tasado por el maestro de obras del Ayuntamiento para sacarlo a subasta. 

El asunto quedó paralizado y en septiembre de 1932 se ofreció de nuevo al Estado; esta vez para construir una nueva cárcel a cambio de convertir la de la Carretera de Beniel en matadero.

Tampoco prosperó la nueva propuesta.

La cárcel en la Carretera de Beniel.

En abril de 1937, tras ser valorado en 5.000 pesetas «debido a su estado ruinoso», se anunció la correspondiente subasta para su enajenación. 

La misma tuvo lugar el 12 de junio y solamente concurrió un postor: Pascual Soriano Hellín, quien se hizo con él por la cantidad de 5.000 pesetas con 50 céntimos.

En el verano de 1939, finalizada la Guerra Civil, el consistorio falangista anuló la subasta del edificio alegando defecto de forma. 

Pascual Soriano, ultimo alcalde republicano, fue declarado en paradero desconocido (había huido en el Stanbrook);  y el edificio volvió a manos del Ayuntamiento.

El Stanbrook en el puerto de Alicante.

En marzo de 1940 el rector del Colegio Santo Domingo reclamaba la demolición de unas «obras realizadas por los rojos» en la antigua «fábrica de La luz». Dichas obras  menoscababan la propiedad del huerto del colegio, colindante.

El Ayuntamiento había arrendado la antigua fábrica a la Sociedad QUISA (química insecticida S.A), fundada por Jesús Botella Brotóns y Eusebio Escolano entre otros.

Convento de Santa Lucía. Colección Javier Sánchez Portas.

Por otra parte, el solar del desaparecido convento de Santa Lucía, se había convertido en un peligro para la higiene y en un atentado al ornato público.

En el verano de 1941 Jesús Botella Brotóns propuso «La permuta del solar de las monjas de Santa Lucía cuya compra tiene concertada por el antiguo edificio de «La Luz» que tiene arrendado el Ayuntamiento mediante el abono de la diferencia de precio que arroje la peritación».

Cediéndoles el vetusto edificio extramuros de la ciudad darían a las religiosas el albergue que necesitaban y «se haría una justa y pública reparación a la ya nombrada comunidad de religiosas del acto vandálico cometido por los rojos, reduciendo a escombros su único patrimonio».

Para ello solicitaron la oportuna autorización al Ministerio de la Gobernación y el 25 de Septiembre de 1941 el gobernador civil les anunció la imposibilidad de efectuar la permuta sin antes realizar un peritaje con la valoración de ambos inmuebles.

Solar de Santa Lucía.

Un mes después, el maestro de obras del Ayuntamiento tasaba el edificio «Fabrica de la Luz» en 26.000 pesetas y el solar del convento de Santa Lucía en 24.385, quedando legalizada la permuta.

El 15 de enero de 1942 Eusebio Escolano reunió al consejo de la empresa Insecticida Química S.A. para comunicarles que, a Jesús Botella, gerente de dicha sociedad a cuyo nombre estaba el arrendamiento del local que ocupaba la fábrica, le habían ofrecido adquirirlo con las siguientes condiciones:

El ayuntamiento permutaba el edificio con las dominicas de Santa Lucía por el solar del convento destruido por los rojos. Y a su vez, las monjas, les venderían el edificio contando ya con la autorización de la Santa Sede.

Las condiciones que marcaba el Ayuntamiento eran las siguientes. Pagarían a las dominicas 60.000 pesetas. Para el desescombro y ornato de la plaza resultante del solar del convento 20.000 más.

Y otras 20.000 que el consistorio debía a los PP Jesuitas por el fallo a su favor del juicio por las obras y apertura de ventanas en la pared medianera que hicieron durante el «periodo rojo».

Eusebio Escolano dejó claro que solo tendrían justificante en escritura pública de lo pagado a las monjas y justificante del maestro de obras que realizaría el desescombro y ornato de la plaza.

Pero en lo referente a los jesuitas, sería una entrega por cuenta del Ayuntamiento, sin justificante.

En cuanto a la forma de pago, Escolano aconsejó pedir un crédito. Carlos Bofill sugirió hacer una ampliación de capital, aportando el dinero los consejeros y ahorrándose el interés bancario.

Escolano, Botella y Bofill se mostraron dispuestos a poner su parte. Pero los otros dos consejeros afirmaron no disponer de dicha cantidad en ese momento.

Tras la correspondiente deliberación, se acordó facultar a Eusebio Escolano para comprar y escriturar el edificio situado en el Barrio de San Antón, con el número 1 de policía; cuyos lindes eran: al norte y oeste, el Camino de San Antón; al Sur, el huerto de los PP Jesuitas; y al este, la carretera de Alicante.

El precio cien mil pesetas. Dicha cantidad la pondrían a partes iguales Escolano, Botella y Bofill.

Y les sería devuelta en cuanto a ellos les conviniese haciendo la petición diez días antes. O dejándolas como pago a cuenta de las acciones en la futura ampliación de capital.

Culminada la operación, las dominicas se hicieron con el Seminario Menor; es decir, el antiguo convento de la Trinidad donde hoy permanecen.

Claustro Seminario San José. Antiguo convento de Trinitarios.
Claustro de la Trinidad en la actualidad. Ajomalba.
Hermanas Dominicas. Fotografía José M. Pérez Basanta.
Convento de la Trinidad en la actualidad. Fotografía José M. Pérez Basanta.
Exterior fábrica de insecticidas QUISA.
Interior fábrica de insecticidas QUISA.

Muchos años después, tras una profunda reforma pasó a ser discoteca «Momentos».

A final, el edificio acabó demolido en los años noventa; y el terreno absorbido por el vecino colegio.

En cuanto al Molino de la Ciudad, tras una interesada restauración pagada a precio de oro por la Unión Europea, se pudre en el abandono.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Adaptación y ampliación de un viejo artículo publicado en 2003.

Molino de la Ciudad en ruinas. Fotografía Vicente Muñoz Navarro.
Programa de Radio.
Vídeo.

Crónica de Orihuela 1923. Agosto/Sept.

Manuscrito original. Archivo Municipal de Orihuela.

Crónica de Orihuela 1923. Agosto/Sept.

Manuscrito de José Manuel Teruel Rebollo, cronista oficial de Orihuela.

Manuscrito original. Archivo Municipal de Orihuela.
Agosto de 1923.

Hacía muchos años, muchos años que no se sentía un calor tan intenso ni tan pertinaz como el que se ha experimentado.

Todos los días aparecía un horizonte despejado, y un sol abrasador hacía su carrera en un cielo tan límpido, que hacía pensar en la terrible monotonía del cielo del desierto con sus espejismos; y el aire ardiente y pastoso parecía también venir del desierto africano sin refrescarse al pasar por encima de las aguas del Mediterráneo; y los crepúsculos vespertinos ponían en el ocaso el encendido fulgor de una hoguera gigantesca; y así un día y otro, y otro, y todos los de este mes en el que no parecía pasar el tiempo ni la asfixiante ola de fuego que nos consumía.

Orihuela, vista general. Ministerio de Cultura.

Una noche, tras un huracán deshecho y caliginoso, una nube fugaz dejó caer sobre la Ciudad unas gotas de lluvia; y aquellas gotas produjeron en la epidermis de los que la recibieron la sensación de pequeñas granaduras, y de muy tenues descargas eléctricas.

Al siguiente día el calor fue más intensamente furioso, y las noches no tuvieron las brisas que otros años aliviaban las penalidades de los días inacabables y luminosamente deslumbrantes. Este año se ha desmentido aquel añejo refrán que dice: «Agosto frío en el rostro».

Las sesiones municipales fueron cada día más tumultuosas y se cambió la hora de celebrarlas, pero tan sólo durante este mes.

En una de esas sesiones de leyó la Real Orden por la que el Gobierno de S. M. nombró Alcalde de Orihuela a D. Manuel Canales Ortuño, comentándose este nombramiento como premio a su constancia política y a sus arrestos para ponerse al frente de un Ayuntamiento en la mayoría de cuyos componentes dominaba la pasión.

Casa Consistorial. Colección Javier Sánchez Portas.

Este nombramiento prueba que el anterior alcalde dimisionario no halló en sus jefes el apoyo que precisaba para volver con prestigio y autoridad a la presidencia de la Corporación Municipal.

El Sr. Canales obsequió a los que le felicitaron por su designación para Alcalde de Orihuela.

Como en los años anteriores, se celebró en el corriente la feria que principia el 15 de Agosto y acaba el 22 del mismo.

Entre las discordias de los concejales; el excesivo calor; la ausencia de multitud de familias; y el mal año para los labradores de huerta y campo, la feria no ha podido ser peor: unas pocas, muy pocas, paradas de venta de muñecos de cartón: unos cafetines ambulantes; unos indecorosos barracones de vistas y figurar; unos tiovivos con órganos discordes y estridentemente atormentadores ocupaban la plaza de la Constitución en abigarrada promiscuidad.

Plaza de la Constitución.

Eso sí, por la noche, gran iluminación y excelente concierto con variado, selecto y moderno repertorio por la banda de música La Orcelitana. Los festejos, por las razones ya dichas y por la premura del tiempo, corrieron parejos con la «bondad» de la feria.

Plaza de Toros. Coloreada digitalmente por Jose Antonio Campos.
Interior Plaza de Toros. Colección Javier Sánchez Portas. Coloreada digitalmente por José Antonio Campos.

El primer día se hicieron algunas transacciones de relativa importancia en la de ganados; y por la tarde se celebró una corrida mixta con dos toros muertos por novilleros y cuatro becerros para unos desafortunados imitadores de Charlot.

Los auténticos Charlots, el Chispa y sus Botones. Los reyes del «toreo bufo» en 1923.

Durante los otros días hubo partidos de balón-pie, juegos japoneses, dianas, comidas en los establecimientos benéficos y penitenciario; y cerró los festejos una horrible traca de truenos estruendosos que agradaron al pueblo, pues en el Levante de España aún perduran reminiscencias de la dominación moruna.

Stadium de La Olma, Orihuela Deportiva 1923-1925. Archivo familia Zerón Huguet.

Poco más tiene que catalogar este cronista por digno de mención en este Agosto.

La fiesta tradicional del poblado de S. Bartolomé, se verificó en su día sin las consecuencias trágicas del tiempo viejo.

Antaño se llamaban «escaldados» a los que iban a esa fiesta; y cuando regresaban, al pasar por la calle de la Corredera (hoy Pintor Agrasot) grandes matracas los recibían con infernal estrépito, espantando las caballerías que, en más de una ocasión, derribaron al jinete o volcaron el vehículo lastimando gravemente a aquel o a los ocupantes de este; entonces, surgía la protesta, el escándalo, la reyerta y los heridos y, hasta algunas veces los muertos.

Carruaje entrando por la puerta de la Corredera. Colección Javier Sánchez Portas.

Por fortuna aquellas costumbres pasaron y hoy van y vienen los «escaldaos» a S. Bartolomé sin que nadie les inquiete, y disfrutan a su sabor de los goces de la romería bajo el palio del cielo azul, abrasado por el rojo sol y comiendo las típicas almendras torradas y bebiendo la helada horchata en los improvisados aguaduchos que se instalan en plena huerta para calmar con el fresco líquido de sus garrafones la sed rabiosa de los romeros que sufren las inclemencias de la Estación.

Balneario y manantial de San Antón. Etiqueta de las botellas de agua mineral a principios del siglo XX.

Sin duda por consecuencia del gran calor reinante, se desarrolló el paludismo que se apoderó de muchas personas, principalmente de las que viven en la huerta; y de algunos que, huyendo del calor, tomaron baños en el río o en las acequias, y hasta en el balneario de S. Antón, se llenaron de fuegos en forma de granos y forúnculos; de modo que la salud no fue muy completa este mes.

Balneario de San Antón.

Entre nuestros campesinos se transmite legendaria y tradicional una conseja curiosa a la que ellos conceden la fé de lo indudable; consiste en el supuesto de que según sean los doce primeros días del mes de Agosto, así serán los meses del año siguiente, empezando por el presente Agosto, Septiembre, Octubre, etc.; de suerte que si el día uno es muy seco, muy seco será el mes; si el día dos es húmedo, también será húmedo el mes de Septiembre; si el día tres es lluvioso, el mes de Octubre igualmente será lluvioso; y así sucesivamente, como si cada día fuera el espejo del mes a que se atribuye que representa.

Orihuela. Barraca de la Huerta. Kurt Hielscher, 1922.

Llegado el día trece, y hasta el veinticuatro inclusive ambos, principian lo que los campesinos llaman «las tornas» o sea la inversión de la cuenta; de modo que el día trece representa al mes de Julio; el catorce a Junio; el quince a Mayo; y en el mismo orden hasta completar el año.

A esta representación de los meses por los días de Agosto, la denominan los campesinos las «Cabañuelas»; y confieso que he buscado inútilmente la relación etimológica de la palabra con lo que se la quiere hacer representar; pero es que ni los más ancianos labriegos a quienes he interrogado, me han podido decir nada luminoso sobre el origen y aplicación de la palabra; y sólo saben que esa es la voz y esa la práctica por la cual deducen si el año venidero será favorable o adverso para la agricultura; y aún sigue lo maravilloso: si el día de S. Agustín (que es el 28) es caluroso, se confirman los presagios de las «Cabañuelas», y si es fresco, no hay que fiar en sus augurios.

Esta es la inocencia campesina de nuestra comarca.

Barraca Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas
Ministerio de Cultura.

La situación económica de la huerta se hace gravísima por la depreciación de las cosechas y el encarecimiento de los abonos, semillas, rentos y jornales.

Para tratar de evitar la ruina de la Vega, la Federación de los Sindicatos Católicos Agrarios celebró varias asambleas, acordando en ellas pedir al Gobierno que prohibiera la importación del cáñamo italiano o que gravara el derecho de su introducción; rebaja en las tarifas ferroviarias para la exportación de los productos agrícolas de esta zona; y que procurara el abaratamiento de las primeras materias para abonos.

Fábrica de alpargatas y cáñamos de Ferrán Tuset en la calle Unión Agrícola, luego José Antonio y, actualmente, Avenida España. Colección Javier Sánchez Portas
Fábrica de alpargatas y cáñamos de Ferrán Tuset. Colección Javier Sánchez Portas.
Fábrica de alpargatas y cáñamos de Ferrán Tuset. Colección Javier Sánchez Portas.

Igualmente solicitaron el apoyo de la Prensa Periódica para ayudar con eficacia a la justicia de sus peticiones a los Poderes Públicos.

Quedó constituida la Junta de Distrito del Colegio Médico Provincial, resultando elegidos: presidente, D. Abel de los Ríos; vocal, D. Lorenzo Ballester; tesorero, D. Joaquín Santonja; y secretario, D. José Mª Tomás; y nada más digno de ser mencionado en esta crónica ocurrió en este mes de Agosto.

Fotografía Coloreada a mano. Colección Javier Sánchez Portas.
Manuscrito original. Archivo Municipal de Orihuela.
Septiembre de 1923.
Manuscrito original. Archivo Municipal de Orihuela.

Los primeros días del mes, cambió por completo la fase atmosférica, como si las alteraciones que en todos los órdenes de la vida habían de sufrir en este mes revolucionario, quisieran ir acompañadas de otros cambios de la Naturaleza.

Una gran tormenta con lluvia copiosa, ahuyentó el calor formidable sufrido en Agosto; y aunque siguió haciendo calor, fue tolerable.

La abundante lluvia, decidió a los labradores que trabajan en tierras de secano a practicar la operación de la siembra; y así se acreditó también de sentencia popular definitiva el refrán que dice: «al llegar Septiembre, el que tenga trigo que lo siembre».

Y, aunque la siembra prematura de este mes suele ser mala por el calor del sol que evapora pronto la humedad de la tierra, se sembró en grandes extensiones campesinas.

Todos los meses tienen alguna nota triste, llevándosenos amigos que no vuelven; el presente nos ha dado esa nota dolorosamente repetida.

Entre los que pasaron al lugar silente del eterno reposo está el ilustre patricio Excmo. Sr. D. Francisco Ballesteros Villanueva, oriolano que por sus merecimientos personales, por sus virtudes cívicas, por su talento político y su honradez depurada en el crisol de la pública administración, glorificó y enalteció el nombre preclaro de Orihuela.

Francisco Ballesteros Villanueva.

No he de hacer su biografía bien conocida, pero quiero dejar aquí nota de los cargos que desempeñó siempre con el beneplácito de sus superiores jerárquicos y con el aplauso unánime de las masas populares.

Fue Concejal y Alcalde de Orihuela; Diputado Provincial y Presidente de la Diputación de Alicante y Gobernador interino de esta Provincia, siéndolo más tarde en propiedad, dos veces de Albacete y una de Valencia, donde al dejar de serlo, se le dio un banquete de despedida por todos los partidos políticos de aquella ciudad, que así agasajaba al Gobernador honrado; fue dos veces Diputado a Cortes por Villajoyosa, y al ser nombrado Senador Vitalicio su gran amigo y valedor, nuestro glorioso paisano D. Trinitario Ruiz Capdepón, le sucedió en la representación parlamentaria de este Distrito, del que fue Diputado en dos legislaturas, hallándose en posesión de varias condecoraciones, entre ellas la de Isabel la Católica y Carlos III y era jefe de Administración Civil.

Siempre fue liberal y, al morir el Sr. Ruiz Capdepón, se retiró de la política.

Paseo de Sagasta. Al fondo la casa y botica del señor Ballesteros Villanueva. Colección Javier Sánchez Portas.

A él se deben mejoras tan importantes como la construcción de la Glorieta; el puente de Levante; la apertura de la calle de Loazes; el ensanche y adoquinado de la calle Mayor; y finalmente inauguró una era de moralidad política y administrativa que fue su gran ejecutoria.

Herido de muerte por la traidora apoplejía, falleció a los 70 años de edad, mereciendo el amor de los suyos, la admiración de sus amigos y el respeto de sus adversarios, siendo su entierro la manifestación popular de duelo más grande que se ha conocido en Orihuela.

A la calle en que vivió se le ha dado su nombre, y el Ayuntamiento acordó celebrar un solemne funeral por el descanso eterno de su Alma.

Fotografía Ajomalba.

Pero no ha sido solo el Sr. Ballesteros el que nos dejó para siempre; también nuestro viejo amigo D. Trinitario Martínez Trives se fue para el lugar del que no se regresa jamás.

El Sr. Martínez era Secretario Municipal y desde su cargo hizo todo el bien que pudo y por eso cosechó infinita simpatía que se manifestó en su entierro al que puede decirse que asistió toda Orihuela.

Al sorprenderle la muerte era presidente del Casino Orcelitano.

Casino en los años veinte. Colección Tejuelo.

Como todos los años anteriores, se ha celebrado en el presente la novena en honor a nuestra Patrona la Virgen de Monserrate en el templo Catedral.

En la Misa de la Novena, que era a gran orquesta, predicaba diariamente el P. Chillida, canónigo magistral de la Catedral de Valencia, contratado por la Directiva de la Cofradía de la Virgen para predicar este Novenario.

Decoración de calles en honor a la Patrona.

El día 8 tuvo lugar la procesión general que resultó por demás lucida. Por la noche, después del ejercicio de la Novena, la calle mayor estaba deslumbrante durante una hora en que las bellas oriolanas paseaban a la luz de los comercios que brillaban como ascuas refulgentes.

Fue domingo el día en que se devolvió en procesión la Patrona a su Santuario, y esta circunstancia aumentó el número de fieles alumbrantes, de tal modo que se puede afirmar que no fue nunca mayor; pero llovió, y quedó algo deslucido el acto, pues la Virgen hubo de ser introducida en la iglesia de Stas. Justa y Rufina, donde se le puso su impermeable mientras amainaba el chaparrón, pero ya se habían dispersado muchos devotos cuando acabó la procesión.

Mayo de 1920. Coronación canónica de la Virgen de Monserrate. Archivo Alberto Zerón.

En cuanto a la parte profana de las fiestas en honor de María de Monserrate, parecen muy poco dignas de nuestra Excelsa Patrona, y molestísimo para los vecinos de Orihuela oír muchas veces al día durante diez seguidos el repique de las campanas de todas la parroquias; los truenos tremendos que ensordecen; y el sonido ingrato de la gangosa chirimía acompañada del tamboril; y … nada más, porque nada más que esos son los festejos que se hacen y en los que se invierten algunos miles de reales.

Mayo de 1920. Coronación canónica de la Virgen de Monserrate. Archivo Alberto Zerón.

Las sesiones municipales resultaban tumultuosas, excitaban al público que había tomado el hábito de interrumpir alborotando, promoviendo escándalos enormes.

En la que se verificó el día 12, fue el escándalo tan descomunal, que el Alcalde Sr. Canales se vio obligado a hacer que la fuerza pública despejara el salón. Resistiose la multitud en la escalera y la Guardia Municipal dio una carga persiguiendo al pueblo hasta en medio de la Plaza de la Constitución.

El día 13 se supo de la sublevación de la Guarnición de Barcelona contra el Gobierno. También fue en Septiembre la Gloriosa. El día 15 se declaró el Estado de Guerra promulgándose la Ley Marcial.

Gabinete del General Miguel Primo de Rivera. 1923.

El día 16 se celebró una manifestación organizada por la Casa de la Democracia, en la que unos 500 individuos manifestaron su simpatía al Nuevo Régimen y pidieron la destitución del Ayuntamiento y de los guardias municipales que dieron la carga en la noche del día 12.

El Teatro Circo empezó la temporada de Otoño con unas representaciones de la notable compañía dramática de Enrique Borrás.

Pero este artista no pudo venir y la entrada flojeó bastante. Después se han proyectado películas cinematográficas tan bellas como «Fabiola», «La Amordazada», «Mano de Armiño» y otras, por lo que el público selecto ha dado la preferencia a este coliseo.

Cartelera Teatro Circo. Ajomalba.

Los vecinos del partido rural del camino de Cartagena hicieron la fiesta anual en honor a la Virgen de las Angustias, que veneran en la ermita llamada de Cabello; hicieron la función religiosa en Stas. Justa y Rufina y en la noche una lucida procesión que tuvo como remate de fiesta el disparo de un castillo de fuegos artificiales.

Nota del transcriptor: Desde 1731, la Virgen de las Angustias tiene su propia ermita, bendecida por el obispo Flores Osorio. ¿Por qué celebraron su fiesta en Lo Cabello?

La respuesta es sencilla: en 1923, fecha de la crónica, la ermita de las Angustias estaba en ruinas. Según decían, mucha culpa la tenían las vibraciones a las que estaba sometida por el paso del tren, cuyo trazado estaba demasiado cerca.

En 1926, es decir, tres años después, un vecino llamado José Cerezo Alcaraz, solicitó permiso a la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, para levantar una nueva ermita más alejada de la vía férrea, financiada por todos los vecinos del Camino de Cartagena.

Nuestra Señora de la Merced. Colección Javier Sánchez Portas.

También se celebró en la iglesia de la Merced la novena a la Virgen de las Mercedes, en cuyo último día se verificó la procesión con el recorrido y solemnidad de costumbre.

Para acotar el capítulo de asuntos religiosos del mes, diremos que se celebró la fiesta de San Miguel; y que en el templo de Capuchinos empezó el quinario dedicado a S. Francisco de Asís.

Devoto Quinario. Convento Capuchinos.
Beatas en Capuchinos. Colección Javier Sánchez Portas.

El Boletín Oficial de la Provincia insertó una circular del Gobierno Civil ordenando que los Ayuntamientos que no lo hubieran hecho, ingresaran el la diputación el Contingente Provincial de los dos primeros trimestres del año económico, hasta el 30 del mes, conminando con el embargo de no hacerlo así; y amenazando con la responsabilidad a los concejales; sin duda, para evitarse la última, algunos ediles quisieron hacer algunas economías que propusieron en la sesión del día 26.

Algunos otros munícipes, abandonaron el salón de sesiones dejando a las minorías convertidas en mayoría para que hicieran sin trabas su voluntad; y aquella ocasión fue aprovechada y se acordó la supresión de algunos empleos de las oficinas y la destitución de toda la Guardia Municipal, quedando Orihuela sin vigilancia; más el acuerdo tuvo en contra el voto del Alcalde y de los pocos concejales amigos de este que quedaron en el salón.

Casa Consistorial. Plaza de la Constitución.

Se comunicó telegráficamente el acuerdo al Gobernador, quien inmediatamente ordenó al Alcalde la supresión de dicho acuerdo y, a los pocos días, se comenzó a instruir un procedimiento judicial contra los ediles que lo votaron.

Han continuado habiendo reuniones para tratar de dar riegos a los campos de la Murada y La Matanza, pero aún no se ha llegado a un acuerdo entre los propietarios de los terrenos de secano y el representante de la sociedad Riegos de Levante, que es la encargada de facilitar el servicio.

Algunos propietarios de tierras del partido rural de Molíns, formaron una especie de asociación para lograr la rápida construcción de una carretera sobre el actual y pésimo camino que conduce desde esta Ciudad a aquel caserío.

A los lados de la Plaza de Toros, caminos de Molins y de la Costa.

La fotografía anterior muestra la bifurcación de caminos fosilizada ahora en la calle Obispo Rocamora. El de la izquierda se nombraba como Camino del Arenal y el de la derecha Camino de las Salinas y torres de la costa. En el XVIII pasaron a llamarse camino del Lugar de Molíns y del Lugar Nuevo o de Bigastro. En la actualidad, uno es la calle «Camino Viejo de Molins» y el otro forma parte de Obispo Rocamora.

La consignación para hacer el primer trozo estaba dispuesta en la sección de Obras Públicas del Gobierno Civil de la Provincia, y el objeto de los terratenientes interesados era el de conseguir que empezaran los trabajos lo antes posible con el fin de que la futura vía de comunicación estuviera terminada pronto, pues el camino existente se pone intransitable de aguas y lodo en invierno y de arena en verano; pero el último día de este mes aún no habían principiado los trabajos de la nueva carretera ni se sabía cuando iban a empezar.

Calle San Pascual/Luis Barcala. Colección Javier Sánchez Portas.

Ya empieza a darse a conocer como un organismo notable, la banda de música La Orcelitana, que ha obtenido diversos y ventajosos contratos en algunos pueblos de la Región en los que, además de provecho, han conquistado legítimos laureles de los que pueden enorgullecerse sus directores, D. Vicente Rives y D. Bienvenido Espinosa.

El último día del mes, se jugó en la Explanada de San Sebastián un interesantísimo partido de balón pie, entre un notable equipo de la vecina Ciudad de Murcia y otro bien entrenado de Orihuela.

Para despedir esta crónica me he permitido montar esta composición con una fotografía del Orihuela de la época sobre la explanada de San Sebastián, poco antes de construir la Lonja.

El partido fue reñidísimo, y en sus dos partes cuajado de incidentes de gran interés y jugadas de mucha emoción; más la fortuna brindó los favores a los oriolanos quienes, a pesar de lo que envanecen estos triunfos legítimos y públicos, se mostraron correctísimos con los vencidos, a los que agasajaron colmándolos de atenciones, probando una vez más, la hidalga hospitalidad de Orihuela.

Una gran multitud presenció el partido que fue amenizado por una banda de música.

Nota del transcriptor a modo de despedida: 

Y así, con estas líneas balompédicas y de manera imprevista, terminó el señor Teruel su crónica de 1923; a falta de tres meses, dejando los espacios en blanco que nunca rellenó. 

En noviembre, el alcalde accidental Vicente Cebrián Celestino, dio cuenta de haberlo suspendido de empleo y sueldo, por no poder atender el cargo y considerarlo innecesario…….

Colección Javier Sánchez Portas. Coloreada digitalmente por José Antonio Campos.

Manuscrito de José Manuel Teruel Rebollo Cronista de Orihuela (1922-1923). (Archivo Municipal de Orihuela).

Transcrito y comentado por Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).