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Callejeando 28. ASJ 2. Los Hostales.

Archivo Mariano Pedrera.
Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVIII.
Los Hostales. Entre las casas de los Roca y los Pizana. Colección Javier Sánchez Portas.

Los Hostales/ Bajada del Puente Nuevo.

Lo carrer de els Ostals desde la porta de Elig a la Corredora.

No se puede describir mejor. Como bien nos indica el siguiente padrón, confeccionado en el siglo XVII, la calle de los Hostales abarcaba el terreno comprendido entre la puerta de Elche y la Corredera.

Un espacio extramuros, surcado de acequias, donde se fueron concentrando hostales, posadas, mesones y paradores de carros.

Archivo Municipal de Orihuela. Padrón 1651.
Calle Alfonso XIII. Colección Javier Sánchez Portas
Calle Alfonso XIII. Colección Javier Sánchez Portas

Esta zona extramuros comenzó a poblarse en el siglo XV, periodo de gran expansión urbanística. En la centuria anterior había sido escenario principal del asedio sufrido durante la Guerra de los dos Pedros.

Entre la puerta de Elche y un portillo que llamaban del Salvador (a la altura de la actual casa de Rubalcava, en la calle Mayor) estaba uno de los puntos más débiles de la muralla, un tramo descuidado por considerarlo bien protegido por las cuatro acequias que actuaban a modo de foso.

Pero en aquella contienda las acequias fueron cegadas y, utilizando máquinas de asedio, los castellanos lograron abrir una brecha de sesenta brazas; destrozando también dos molinos, seguramente los antecedentes del molino del molino Grande y del «moli fariner del señor de Coix».  

Molino de Cox. Principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

Esta última y añeja instalación hidráulica, que contaba en el siglo XIX con cuatro piedras de moler, pertenecía a Diego Marín Barnuevo , señor de Cox y de la Condomina, caballero de la Cruz de Carlos III y senador vitalicio (1810-1884) . 

Ello motivó que, en la sesión del 14 marzo de 1861, la Comisión municipal del Nomenclátor dictaminase preocupada que, a ese callejón llamado del Molino, se le debía llamar calle del Molino de Cox para evitar confundirla con otra calle de igual nombre que existía en el arrabal de San Agustín. Se referían a la Calle del Molino, paralela a la Plaza Nueva; que pasó a llamarse del Molino Grande.

Puente de Levante y Molino de Cox
Puente de Levante y Molino de Cox.
Molino de Cox. Principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle Molino de Cox/Macando. Archivo Rafa Almira

Este callejón fue alineado y reformado a finales del XIX con motivo de las obras de construcción del Casino Orcelitano. Su titulación se mantuvo hasta que, en 1984, se lo dedicaron a uno de los propietarios del «Bar Zara»: Antonio Rodríguez Egío, alias “Macando”.

Calle Molino de Cox/Macando
Archivo Rafa Almira
Antonio Rodríguez Egío “Macando”.
Archivo Lola Sánchez

El diseño y urbanización de la calle de los Hostales comenzó a trazarse en 1747, cuando Luis Roca y Moncada decidió construir una «casa principal, en el sitio que estaban las pertenecientes a su mayorazgo, hermoseando el frontis y dando línea recta al edificio».

La construcción del palacio que alberga el actual hotel Tudemir cambió la fisonomía de la zona, sacando una “casa noble” al arrabal por encima de la muralla que, convertida en un obstáculo, fue desapareciendo para conformar la que ahora es la calle Alfonso XIII.

Biblioteca Fernando de Loazes. En el Palacio de los Roca.

Pinchando en la siguiente imagen se accede a un pequeño artículo sobre dicha construcción y el conflicto que provocó con su vecino, el de Pizana.

Rocas y Pizanas
Enlace a artículo
Francisco Luis Galiano Moreno

Con el paso del tiempo, el obsoleto muro que llegaba hasta la esquina del «Vallet» quedó cubierto por casas adosadas al exterior.

Quizá siguiendo el ejemplo de los Roca, los mercedarios emprendieron la restauración de su enorme edificio conventual en la segunda mitad del siglo XVIII, cambiando la orientación de su portada principal hacia la nueva calle; por encima de la muralla; en línea con el extremo del palacio.

Alfonso XIII Merced
Calle Alfonso XIII. Archivo Alberto Zerón.
Calle Alfonso XIII. Colección Tejuelo.

Como ya he comentado, fronteriza con la de los Roca estaba la casa de los Pizana. Pascual Madoz afirmó en su diccionario que, por su capacidad y arquitectura, ambas casas podían considerarse palacios. Durante más de veinte años, desde 1864 hasta la construcción del actual en 1888, fue la sede del «Casino Orcelitano».

La calle de los Hostales en 1886. Al fondo el casino en la casa de Pizana. Colección Antonio Luis Galiano Pérez.

En la década de 1890 albergó las instalaciones de la «Fonda España», propiedad de Joaquín Alonso Lidón.

Gran Hotel de España
Colección Javier Sánchez Portas.

Junto a la fonda, en las accesorias del edificio, se abrieron varios comercios:

El primitivo murciano. Manuel Clemares.

«El primitivo murciano». Primera casa en novedades. Alfonso XIII núm.4, junto a la Fonda España. Mercería, pasamanería, cuellos, puños y corbatas, perfumería del país y extranjera, guantes de piel, lana, hilo, seda, sombrillas, paraguas,abanicos, bisutería, artículos de punto, sedas, algodones de bordar, peines y peinetas, artículos de piel, corsés e infinidad de artículos del ramo.

Regentado por Manuel Clemares, pasó luego a llamarse «El Murciano»; ofreciendo productos de mercería, perfumería, camisería, juguetería, peletería, bisutería y grandes oportunidades.

El Murciano. Manuel Clemares.
El Murciano. Foto Belda. Archivo Cánovas Saavedra.

En 1904 la Fonda España sufrió profundas reformas para convertirse en el Gran Hotel de España, un lujoso establecimiento con gran salón para banquetes.

Durante años fue el hospedaje más prestigioso de Orihuela; hasta la construcción del Hotel Palace en el otro extremo de la calle de Loazes.

En 1915 lo regentaba su hijo, Joaquín Alonso Cifuentes; quien como veremos, acabaría comprando el Hotel Palace.

«El Eco del Segura» 1909.
Calle Alfonso XIII. Al fondo Gran Hotel de España. Colección Javier Sánchez Portas.

Otro establecimiento de la misma época alojado en los bajos de la casa de Pizana fue el «Café de Levante». Famoso por sus tertulias, en la publicidad ofrecía selecto café, helados; y, en los días especiales, sopada, flanes y almojábanas. Reformado en 1907, era propiedad de Manuel Esquiva.

Café de Levante. Junto al Casino.

Los Pizana eran dueños también de una enorme y antigua posada parador, al menos desde el siglo XVII. El añejo edificio se extendía hasta el inicio del puente de Levante dejando una estrecha vía que provocaba continuas quejas por su mal estado.

El 30 de octubre de 1886, el alcalde Ballesteros Villanueva se encargó personalmente de comprar la Posada de Pizana ante el notario de Murcia Juan de La Cierva Soto, con el fin de que «la demoledora piqueta del material progreso, echase al suelo el vetusto edificio, esparciendo las ruinas de pasados siglos para que sobre sus restos se elevasen modernos edificios más en armonía con las leyes de la arquitectura moderna y de la urbana policía».

El antiquísimo edificio cayó en diciembre de ese mismo año; y en parte del solar se edificó el nuevo «Casino Orcelitano». Transcribo algunas noticias publicadas por aquellas fechas:

La crónica. 30 de septiembre de 1886: Zanjadas ya algunas dificultades que se ofrecieron para la adquisición de la posada de Pizana, parece que su dueño ha prestado el consentimiento para que se venda, o mejor dicho para que se permute por tierras de la huerta que den igual producto anual, y por lo tanto dentro de poco se otorgará la escritura, y consiguientemente, podrá precederse al derribo de ese edificio, cumpliéndose así por fin, el deseo constante el capricho decidido, y el sueño más dorado de ciertos y determinados sujetos que en nuestra opinión no pueden ser completamente felices mientras no vean en ruinas ese vetusto edificio, que había llegado a ser la pesadilla de sus noches de insomnio. ¡Que sea pues en hora buena!

La crónica. Campaña diciembre de 1885: ¡ACUDID, GOLOSOS! A la hospedería de Pizana, que ha llegado el conocido Antonio García Monerri con abundante surtido en turrones de Jijona, yema, nieve y duro; peladillas finísimas y anises.

El día. Campaña de diciembre de 1885 a marzo de 1886: EL CONOCIDO DENTISTA DE ELCHE D. RAMON GONZÁLVEZ tiene el honor de poner en conocimiento de sus numerosos parroquianos, y del público en general, que habiéndose trasladado los ex -dueños de la Posada de Pizana, a la del Sol, él pasará una temporada en esta última. Allí ofrece sus servicios, en todo lo que concierne a su profesión desde las 8 de la mañana a la 1 de la tarde en la POSADA DEL SOL, CUARTO NÚMERO 12.

Hospedaje de Pizana y Molino de Cox. 1870. Colección Javier Sánchez Portas.

Su derribo propició la construcción del nuevo «Casino Orcelitano» y el ensanche y urbanización de la calle que, hasta finales del XIX se nombraba sencillamente como calle del Puente nuevo o Bajada del Puente.

Calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.

El diario de Orihuela. 15 de noviembre de 1886: Hasta el domingo próximo se admiten en la «Sociedad Unión Agrícola Orcelitana» proposiciones para el derribo de la posada de Pizana y aprovechamiento de materiales.

El diario de Orihuela. 25 de noviembre de 1886: Ayer tarde comenzó el derribo de la posada de Pizana, el cual se hace según se nos dice por cuenta de la «Sociedad Unión Agrícola».

El diario de Orihuela. 2 de diciembre de 1886: Ayer empezaron a venderse los materiales de la Posada de Pizana la cual, ya desocupada por el inquilino, se está derribando en su totalidad.

El diario de Orihuela. 4 de diciembre de 1886: Con la teja y piedra de la derruida Posada de Pizana se ha quedado el Casino Orcelitano.

La Crónica. 16 de diciembre de 1886: La posada de Pizana ha desaparecido ya casi por completo, faltando solo la nivelación del terreno y las aceras para que lo que en su día fue un vetusto edificio quede convertido en una ancha avenida o arteria principal de la ciudad. Adelante pues y que Orihuela progrese poco a poco pero sin descanso hasta ponerse a la altura de las mejores poblaciones de su clase y censo.

Y ya que hablamos de esa mejora debida real y verdaderamente a la sociedad agrícola orcelitana, justo seria que esa nueva calle llevase el nombre de quien la ha hecho y que por lo tanto se llamase calle de la Unión, o si dicha sociedad es tan modesta que declina ese merecido honor, podría llamarse calle del Progreso, o de Loaces, Moncada o Rocamora si en ella se quiere perpetuar la memoria de alguno de esos ilustres hijos de Orihuela, que honran la patria historia.

Y la «memoria perpetuada» fue la de Loazes.

El diario de Orihuela. 19 de septiembre 1887: Es otro de los puntos de la crónica de la semana que merece nuestra atención el acto llevado a cabo por la corporación municipal, al acordar la titulación de la nueva calle abierta en la subida del Puente Nuevo y la que pone en comunicación la calle Mayor con la de la Feria.

Sin duda alguna que nuestro Ayuntamiento ha interpretado los deseos de la población buscando dos nombres ilustres entre los más esclarecidos hijos de Orihuela.

El nombre de Cardenal Loaces, honra de esta vieja ciudad y gloria de la Iglesia española, al señalar una de las calles de la población, recordará siempre una de las páginas de nuestra brillante historia.

El diario de Orihuela. 6 octubre 1887: Ya están terminados los rótulos de las calles del Cardenal Loaces, Capitán Grifol y Santacruz. Los títulos en caracteres negros están grabados en tableros de mármol blanco de Macael.

El diario de Orihuela. 11 octubre 1887: La colocación de los rótulos en las calles nuevamente tituladas, ha sido el asunto que ha dado importancia a la semana que finó ayer. Los nombres de tres hijos ilustres de Orihuela han sido grabados en mármol y serán pronunciados al mencionar las calles que titulan por las generaciones venideras.

La Calle del Puente Nuevo, era complementaria a los Hostales. Además de la de Pizana, albergaba el Hospedaje de Buena Vista; con cuadras y coche de punto para recoger a los viajeros en la Estación de Ferrocarril.

Completaban la oferta comercial varias tabernas, cafetines, horchaterías, modestas casas de comida…

El diario de Orihuela. Campaña publicitarias en diciembre de 1886: HOSPEDAJE DE BUENA VISTA. Se ha trasladado a él, Juan Lidón, antiguo dueño de la posada de Pizana, el cual ofrece en su nuevo establecimiento a sus numerosos parroquianos cómodas habitaciones y un esmerado servicio de cocina.PARA LAS PASCUAS.

El diario de Orihuela. Campaña publicitarias en diciembre de 1886: El conocido TURRONERO DE JIJONA Antonio García, que por espacio de muchos años venía parando en la derruida posada de Pizana, ha llegado a esta ciudad con un gran surtido en turrones de todas clases y peladillas de lo más escogido, y está de parada en el HOSPEDAJE DE BUENA VISTA.

En 1895, una riada afectó seriamente al Hospedaje de Buena Vista, socavando parte de sus cimientos, especialmente en las cuadras. Con el cambio de siglo se anunciaba en prensa como Hotel o Parador de Buena Vista, propiedad de la viuda de Francisco Abadía.

Hospedaje de Buena Vista. Principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle de Loazes y Puente de Levante. Colección Javier Sánchez Portas.

Utilizando el vocabulario de la época, con el cambio de siglo todo lo añejo desapareció para levantar una calle elegante, vestida a la moderna; aseñorada, con hoteles, casino, casas lujosas y automóviles aparcados.

Calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.

Con esa drástica reforma la calle de Loazes se convirtió en el corazón comercial y social de Orihuela. Con el paso de los años, el Hospedaje de Buena Vista se transformó en «Palace Hotel».

Riada de marzo de 1924. A la izquierda las obras del Palace Hotel. Colección Javier Sánchez Portas.

En mayo de 1924, «El Pueblo» anunciaba la próxima inauguración del Hotel Palace que, con todo lujo y confort, había construído el rico propietario José Gea Lidón.

Buscando la cronología de riadas se puede comprobar que hubo una en marzo de ese mismo año; y así quedaron retratadas las obras.

Palace Hotel en sus primeros años. Colección Javier Sánchez Portas.

Dos años después, concretamente en noviembre de 1926, Joaquín Alonso Cifuentes, propietario del desaparecido Gran Hotel de España, se hacía cargo del Palace Hotel en calidad de director propietario; prometiendo importantes modificaciones en el café y restaurant en beneficio de los clientes, especialmente, para los turistas extranjeros (puso de moda entre las señoras tomar el té) .

Calle de Loazes desde el Puente de Levante.

La corriente nacionalista y autárquica de la España de la posguerra hizo que el Palace Hotel cambiase a Hotel Palas, establecimiento que recuerdo vagamente acompañando a mis padres durante mi infancia; sobre todo, la puerta giratoria.

Carta con membrete del «Hotel Palas». 1952.

Derribado en la primera mitad de los ochenta, fue sustituido por el edificio que albergó la sede principal de la Caja de Ahorros del Mediterráneo; de la que solo quedaba (no sé qué será de ella ahora) el aula cultural.

Calle de Loazes desde el Puente de Levante. En primer plano, el Palace Hotel. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle de Loazes y Hotel Palas poco antes del derribo. Colección Rafa Almira.

Para saber más de la urbanización de esta calle y de la construcción del Casino, os dejo otro artículo monográfico al que podéis llegar pinchando la siguiente imagen.

Enlace a artículo Casino.

En septiembre de 1887, reformada totalmente la calle del Puente Nuevo y cercano el cuarto centenario de su nacimiento, recibió el nombre de Fernando de Loazes arreglando la injusticia cometida con uno de los oriolanos más universales; ignorado hasta entonces en el callejero oficial.

Busto del Patriarca. José M. Pérez Basanta.

La verdadera calle de «los Loases», en la que el ilustre patriarca nació, desapareció en el siglo XVIII con la construcción del convento de Jesuitas que luego pasó a las Salesas.

Sobre la primitiva calle de Loazes, os dejo otro artículo pinchando la siguiente imagen:

Enlace a artículo

En 1926, para acabar de ennoblecer la calle. instalaron un «kiosco biblioteca»:

El pueblo. 1 de abril 1926: Kiosco de la Caja de Nuestra Señora de Monserrate. Kiosco de buenas y sabias lecturas. Artes, ciencias, religión, literatura, cuanto pueda desear el espíritu más selecto y culto está a la venta o se admite a encargo en este kiosco, situado en la espaciosa calle de Loaces, junto al puente, embelleciendo la amplia avenida, arteria principal de la ciudad de Orihuela.

Kiosco de la Caja de Ahorros de Ntra Sra de Monserrate. 1926.

El pueblo. 4 de octubre 1926: Todo entusiasta de las buenas lecturas, debía acudir al magnífico kiosco de la Caja de Ahorros de Nuestra Señora de Monserrate, situado en la calle Loazes. Allí encontraría un inmenso y variado surtido en obras de arte, ciencias, religión y literatura.

Calle de Loazes con el Kiosco. Ministerio de Cultura.
Calle de García Hernández desde el Puente de Levante. Colección Javier Sánchez Portas.
Ferretería Penalva en calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.

Durante la II República titularon la de Loazes como calle de García Hernández; y la de Alfonso XIII pasó a llamarse Fermín Galán. Los dos mártires de la República fusilados por la sublevación de 1930.

Con la República llegó de Murcia un pastelero (mi abuelo), que trajo consigo las recetas aprendidas en el Horno de la Fuensanta. Se llamaba Emilio Albarracín Garcerán. Y se instaló frente al Casino.

Pastelería «La Murciana» 1932.
Pastelería «La Murciana». De Emilio Albarracín. En la foto Lilita Albarracín, mi madre.

Mi abuelo me decía que en Orihuela había dos zonas para confiterías: Loazes-Los Hostales y Plaza Nueva-Cubero.

«La Modernista». Calle Alfonso XIII, esquina Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.

En la esquina entre Loazes y Los Hostales estaba «La Modernista» de Joaquín Reymundo, abierta en 1870. El edificio fue reedificado en 1905 y decorado por Enrique Luis. Y la confitería pasó a su nieto, Joaquín Gili Reymundo.

«El Pueblo» 1926

Lo que no sabía, y descubrí hace muy poco, es que dicha confitería en Alfonso XIII 8, fue regentada como sucursal de «La Murciana», también por mi abuelo.

Murcia deportiva. Semanario deportivo. 7 de octubre 1946.

Otro confitero de apellido Reymundo y de nombre Luis, se estableció a principios del siglo XX junto al puente de Levante.

Y como olvidar la famosa confitería Agrasot en el siglo XIX. Propiedad de Ramón, el hermano de Joaquín. Desde 1899 a 1901, la confitería figura como: «Agrasot (Viuda de Ramón), Hostales».

Hasta que la viuda traspasó la confitería a Mariano Ros García, quien en 1902 aparece ya como propietario. Este confitero estaba establecido anteriormente en la Plaza Nueva (1885) y también en la calle del Colegio.

«El Labrador» julio de 1902.

Luego llegó la confitería del Ángel (en el año 1928 aprox.), instalada en el viejo convento de los mercedarios, convertido en viviendas y locales.

Para caramelos y bombones la repostería del ÁNGEL. Especialidad en masa dormida. Caramelos de la Cofradía del Perdón con el lujoso estuche forma nazareno.—Alfonso XIII, 1.

Aguantó el tipo casi un siglo, como única representante del gremio en la zona. Hasta que, en enero del año 2023, cerró definitivamente sus puertas dejando a «los hostales» sin pastelerías.

Confitería «El Ángel» 1929.

Dejemos las confiterías y volvamos a la calle de Loazes. Otro establecimiento emblemático abierto durante la II República fue el Zara.

En 1931, uno de sus propietarios, Rafael Gas Soriano (1900-1985), era camarero del Casino Orcelitano, presidente de la Sociedad de Camareros el Oriol y vicepresidente de la agrupación socialista.

En el Zara. Rafael Gas Soriano y Rafael Gas Céspedes. Archivo Lola Sánchez.

El otro, mencionado anteriormente en la calle Molino de Cox, fue Antonio Rodríguez Egío «Macando».  Protagonista de sus tertulias.

El 17 de julio de 1935, Antonio Rodríguez Egío (Macando) y Rafael Gas Soriano, dejaron el Casino Orcelitano y se instalaron en el número 4 de la Calle de Loazes.

El Zara y su edificio desaparecieron también en la década de los noventa para ser sustituido por una especie de cubo.

La tertulia en el Bar Zara. El Cartel de Semana Santa es de 1962. De izquierda a derecha: Antonio Rodríguez Egío «Macando»; José Martínez Arenas; (desconocido); Luis Cartagena Soriano; (con boina) Mariano Bregante Rabaza; Pepe Gil (de Tejidos Gil en la C/ Mayor); (con boina) Antonio Sánchez «el Civiles» (carpintero de la calle Timor); (desconocido); Luis Saavedra Bonilla; (desconocido). Colección Cánovas Saavedra.
La barra del Zara a finales de los 50. Archivo JM Dayas.
El Zara en sus últimos años. Archivo Rafa Almira.
Calle de Loazes
Calle de Loazes. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle de Loazes desde el Puente de Levante. El principio del fin. Archivo Mariano Pedrera.

La traviesa que parte de Loazes hasta el Teatro Circo, se llamó en lo antiguo del Salitre de Rocamora. Un triste callejón que giraba al final para terminar en el río.

Nombrado sencillamente como callejón del Salitre, fue modificado a comienzos del siglo XX para dar acceso al nuevo Teatro Circo.

Loazes esquina Salitre/Rufino Gea.
Calle del Salitre. Antonio Ballester Vidal.

Urbanizado durante la II República al igual que el llamado ensanche del Teatro Circo, en febrero de 1934 se presentó el proyecto de apertura y ensanche de la calle del Salitre, redactado por el arquitecto municipal Severiano Sánchez Ballesta.

Recibió su actual nombre el 12 de marzo de 1969, en honor a uno de nuestros cronistas locales, José Rufino Gea Martínez.

Ensanche del Teatro Circo. Antonio Ballester Vidal.

En cuanto al ensanche del Teatro Circo, se llamó Plaza del Poeta Sansano, homenajeando al poeta y periodista oriolano Juan Sansano Benisa (1887-1955).

Para saber más sobre su traslado y reconstrucción; para ver imágenes de nuestro teatro, pinchad el siguiente enlace.

Enlace a artículo.

Volviendo a «los Hostales», la calle mantuvo su titulación durante siglos, aunque alguna vez aparezca también como «Los Mesones».

PENALVA HERMANOS. Alfonso XIII, núm. 12.
Anuncios de 1887 y 1924.

Perdió su nombre tradicional en una sesión municipal, celebrada el 10 de octubre de 1896; donde se manifestó el deseo «expresado por sus vecinos y propietarios» de sustituirlo por el del Beato Diego José de Cádiz; quedando aprobado por unanimidad.

Fray Diego José de Cádiz, predicando desde «La Sala» en 1787. Dibujo de Montesinos.
Alfonso XIII en 1910. Entierro del obispo Juan Maura. Colección Javier Sánchez Portas.

No sabemos si en realidad fue iniciativa de sus moradores; pero lo cierto es que pronto comenzaron a quejarse de un título tan extenso. Y poco le duró el nombrecito de marras; el 10 de mayo de 1902, para celebrar la mayoría de edad de Alfonso de Borbón y su acceso al trono, se decidió «perpetuar tan gloriosa fecha» otorgando a esta calle el nombre de Alfonso XIII. 

«El Alcalde Presidente manifestó que el día 17 del actual se verificará la jura de S.M. el Rey Don Alfonso XIII, como consecuencia de haber cumplido la mayor edad, entrando a reinar, como dispone la Constitución del Estado y que el Ayuntamiento debía asociarse al jubileo general de la Nación.

El Ayuntamiento, adhiriéndose a la proposición del Sr. Presidente, acordó por unanimidad, que para perpetuar tan gloriosa fecha se ponga el nombre de Calle de Alfonso XIII a la que hoy tiene por título del Beato Fray Diego José de Cádiz». 

Alfonso XIII. Francisco Luis Galiano Moreno.

Una porción de fachada con el escudo de los mercedarios y la pésima recomposición de la portada del templo -demolido y reconvertido en museo de Semana Santa-, es lo que nos queda del enorme convento e iglesia de la Merced.

Francisco Luis Galiano Moreno.

El escudo presenta en la parte superior la cruz de la catedral de Barcelona. En la inferior las barras de Aragón. Completa la talla una corona real en honor a su benefactor, el rey Jaume I.

En el siguiente enlace podréis encontrar una breve historia de los mercedarios en Orihuela:

Enlace a artículo

Desamortizado en el siglo XIX, pasó a manos de un industrial catalán llamado Vilaregut. Cuando falleció, su viuda lo puso en venta. Lo compraron unas señoras oriolanas para acabar troceado y repartido.

Alfonso XIII y Ballesteros Villanueva. Francisco Luis Galiano Moreno.

Los tres trozos resultantes están claramente diferenciados: La parte de convento que se conserva, los altos edificios y la situada en el Vallet. Para conocer la historia de esta compraventa os aconsejo pinchar el siguiente enlace.

Enlace a artículo.
Calle Alfonso XIII. Colección Javier Sánchez Portas.
Calle Alfonso XIII. Colección Javier Sánchez Portas.

En noviembre de 1878, Atanasio García Cubero, terrateniente metido a político (llegó a ser alcalde de Orihuela) y sobrino del obispo Cubero, solicitó derribar la Posada de La Luna, al final de los Hostales (otro hospedaje centenario, al igual que la del Sol), para construir un enorme y lujoso edificio.

Dos años después, el propio prelado costeó parte del embovedado de parte de una acequia maloliente que daría lugar a la calle Escorrata, cuando se decidieron a unirla con la de Salitre en el primer cuarto del siglo XX.

La casa de Cubero en 1929. Colección Javier Sánchez Portas. 

La «Casa de los Hostales» estaba dividida en tres caserones independientes comunicados por un patio interior; uno para cada uno de sus hijos: Pedro María, Carola y Emilia García Murphy.  También, de forma independiente, fueron cayendo hasta que solo quedó el de la esquina con Escorrata.

Edificio de los García Murphy a principios del XX. Colección Javier Sánchez Portas.
El último en caer. Jorge Belmonte Bas.

Como curiosidad, al fallecer Benito Pérez Galdós en 1920 le dieron su nombre a la calle Unión Agrícola (actual Avenida España). Por no ofender a dicha institución, se lo pasaron a la modesta calleja de la Escorrata.

Al proclamarse la II República, insistieron en otorgar el nombre del escritor a la calle Unión Agrícola; determinando al final que fuese la del Obispo Rocamora; pues Unión Agrícola sería Pablo Iglesias.

II República. Calle de Fermín Galán. Colección Javier Sánchez Portas.

Actualmente, una modesta calle en Orihuela Costa recuerda la figura de Benito Pérez Galdós; eso sí, acompañado por Miguel de Cervantes, Juan Ramón Jiménez y Concha Espina.

Benito Pérez Galdós

La última traviesa, paralela a la escorrata, está dedicada a Federico Rogel, fallecido en 1915. Este músico oriolano transcribió en 1880 la primera partitura en nomenclatura musical del famoso «canto de la pasión»; dejando escritos unos cantos religiosos populares transmitidos oralmente durante siglos.

Vamos a situarnos en la parte final de la calle Alfonso XIII. Desde ahí nos podemos imaginar la esquina de la muralla; es decir, en el chaflán que forman las calles de Alfonso XIII y Ballesteros Villanueva.

Y el muro medieval que por un lado llegaba hasta la torre que se conserva detrás del Hotel Tudemir, junto a lo que fue la puerta de Elche y por el otro en línea recta hasta las torres al pie de la sierra, en lo que fue la puerta de Crevillente.

Para ayudar un poco, os dejo este vídeo:

Fotografía: Francisco Luis Galiano. Vídeo: José Antonio Ruiz Peñalver

En el verano de 1926 el arquitecto municipal Severiano Sánchez Ballesta proyectó enderezar el entronque le la Corredera con los Hostales, dejando una calle bien ancha que se prolongaría con nuevas construcciones en la carretera de Almoradí.

Esto no se materializó totalmente hasta finales de los sesenta, cuando derribaron los tres cuerpos del edificio del obispo Cubero. En su lugar levantaron altísimos edificios que se retranquearon para facilitar el acceso a la Corredera y formar una pequeña plazuela.

Alfonso XIII/San Juan. Colección Javier Sánchez Portas.

En realidad, Sánchez Ballesta pretendía modernizar toda la zona alineando las callejuelas sinuosas para que los rayos solares mejorasen su salubridad, especialmente Ballesteros Villanueva, San Juan y Pintor Agrasot.

Las dos primeras quería ensancharlas enderezando sus líneas magistrales. Para las dos últimas proponía derribar también sus arcos finales, según su opinión sin valor artístico; y que solo provocaban rincones infecciosos, impidiendo el tránsito de grandes coches, obligados a circular por la calle del Colegio.

Sus imágenes pasarían a capillas instaladas en los laterales de las calles.

Alfonso XIII/San Juan/Corredera. Colección Javier Sánchez Portas

Como veremos, consiguió tirar el de la calle San Juan, bastante deteriorado. El de la Corredera aguantó pocos años más, hasta la II República.

Pero de la Corredera, hablaremos en el siguiente capítulo...

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba)

Siguiente capítulo

Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas por la mayoría de las fotografías.