La Plazuela de la Soledad.
Antes de llegar a la Calle Mayor, donde terminaremos el recorrido por el Casco, vamos a detenernos en una plazuela llena de Historia que no aparece en los padrones hasta el siglo XIX.
Es la que ocupaba el espacio entre el fosal de la Catedral, la puerta de Elche y una torre cuyos restos se conservan en las traseras del hotel Tudemir.
Dice don Ernesto Gisbert en su Historia de Orihuela que fue conocida en lo antiguo por la del Salvador.
Que disfrutaba de una torre levantada en 1359. De una puerta y un postigo llamado de Juan Aliaga entre 1365 y 1382, cuando la villa no pasaba más allá de su recinto.
Por último añade, citando a Roca de Togores, que a la puerta principal se la llama de Elche en el Libro de Repartimentos.
De poco nos sirve esta vez. Todo esto lo sacó de las notas de Mosén Bellot. Fijaos en ésta, fechada en 1365:
Cercola por todas partes (hablando de la ciudad) y como sabía por sus espías cuan flaca estaba la muralla desde la Puerta de Elche hasta el postigo de San Salvador, que más era casa muro que muralla, determinó combatirla por ahí.
El Infante con los principales consejeros fue mirando la muralla por la parte de fuera y mandando cerrar los postigos y ventanas de ella, no mandaron cerrar el postigo de Juan Aliaga, presbítero, que está en la casa que hoy es de Ana Fernández Mesa, viuda de Antonio Marín.
En cuanto al título del Salvador, es lógico que se la conociese así estando junto a dicha iglesia. Más aún sabiendo que la actual Plaza del Salvador fue callejón hasta el siglo XIX.
Antes que el fosal o cementerio parroquial del Salvador, esta plaza albergó otro, cercano a la mezquita aljama.
Soledad Vélez Murcia dirigió en 1999 una excavación de salvamento en el solar de una casa palacio derribada en la Plaza de la Soledad.
Se trata de una de las más importantes excavaciones en Orihuela, la primera documentación arqueológica de una necrópolis musulmana en el excelente trabajo «La necrópolis islámica de la Plaza Teniente Linares», VÉLEZ MURCIA, Soledad. (2001).
Las tumbas puestas al descubierto demostraron la presencia intramuros, pegado a la muralla, de un cementerio musulmán.
En el yacimiento se consiguieron exhumar sesenta enterramientos cuyos restos óseos presentaban una disposición decúbito lateral derecho; con las extremidades inferiores flexionadas en algunos casos, con las manos en la zona púbica y la cabeza mirando hacia el sudeste, en dirección a La Meca.
Se pueden distinguir los muros, atarjeas (canales para las aguas residuales) y sumideros; un conjunto de estructuras halladas en la excavación.
Pertenecen a diferentes épocas que se muestran en niveles superpuestos. El más antiguo es un nivel de hábitat anterior a la necrópolis, datado en el siglo IX o principios del siglo X.
En el mismo yacimiento se documentaron estructuras de épocas posteriores: restos de la muralla (almohade), una serie de arcos ojivales pertenecientes a una vivienda gótica (bajomedieval); o los restos de un pequeño puente sobre la Acequia Vieja de Almoradí, con materiales del siglo XVIII.
Estaba bajo esta casa palacio sustituida por un moderno edificio de color rojo que ahora forma parte del hotel Tudemir. Su hermosa portada, mal recompuesta, decora en la actualidad el chalet de la costa de un fallecido promotor oriolano.
En cuanto a los restos de la torre, conocida como de los Roca, son visibles desde la Casa Casinello y desde el Pasaje Canto de la Pasión, en las traseras del hotel.
En los repartos de la primera mitad del XVIII, antes de construir el Palacio que alberga el hotel, se menciona frecuentemente la «Puerta de la Yedra».
Casa de habitación y morada sita en la población de esta Ciudad, Parroquia de San Salvador, en la Plazuela llamada La Soledad, junto a la Puerta de la Yedra y casas del Canónigo Jayme Soler de Vilanova, calle en medio….
Ese nombre se repite muchas veces. Incluso una calle llamada «de la Puerta de la Yedra, que sigue a los Hostales». También una mención con este mismo nombre a la cercana Puerta de Crevillente, en el Barrio Nuevo.
Fuera de Orihuela sólo he encontrado una puerta en toda España con nombre similar y está en Barbastro.
Mi teoría es que, en esa zona oscura y húmeda, los restos de la vieja puerta de Elche (y los de la de Crevillente) estarían cubiertos de hiedra. Pero es eso, una teoría.
El título Plaza de la Soledad no tuvo sentido hasta finales del siglo XVII.
Gisbert dice que la capilla existe «de inmemorial» sobre la puerta oriental de la Catedral llamada comúnmente del Fosal; pero no.
En las notas del padre Agustín Nieto se puede leer como, en 1688, se decidió recrecer las paredes del fosal de la Catedral y añadirle una portada de piedra picada con una capilla sobre ella donde poder celebrar misa, que diese a la Placeta de Soto.
La llamaban así por la casa de un canónigo; la que estaba pegada al fosar. En el planos de mediados del siglo XVIII sigue marcada como casa de Soto.
Terminada la obra, a instancias del Jurado Gregorio Masquefa, se acordó ampliar la ventana de la «capillica de la porta del fosar» y colocar un retablo con un lienzo de Nuestra señora de la Soledad, un balconcillo de hierro, un guardapolvo de madera, una vidriera y un «arquito de hilo de hierro».
Añade Gisbert que fue reedificada en 1759 por el doctor Antonio Palomino Dávila, canónigo magistral.
Este es el origen del título Plazuela de la Soledad, mantenido desde entonces. Excepto un cambio que duró más de medio siglo.
En octubre de 1940 pasó a llamarse Plaza del Teniente Linares. Homenajeaba a Enrique Linares Pescetto, nacido en Orihuela en julio de 1900.
Era hijo de Federico Linares y Benilde Pescetto, familia domiciliada en la Plaza de La Soledad.
Actualidad. 8 de enero 1931: Ha sido destinado al Regimiento de la Princesa, núm. 4 de guarnición en Alicante, el Teniente de Infantería don Enrique Linares Pescetto.
Enrique era teniente de Infantería y fue fusilado por sentencia del Tribunal Popular el 25 de septiembre de 1936 en Paterna (Valencia).
Sabemos de sus hazañas por la solicitud de haberes pasivos que hizo su viuda, Dolores Luna Montero, en 1940.
En el informe adjunto se cuenta como, antes de la sublevación, estuvo facilitando armas a los falangistas; y como fue conductor de un «coche fantasma» que, armado con una ametralladora, causó estragos entre los milicianos de Valencia.
Se la dieron al acabar la guerra, el 15 de octubre de 1940, en el mismo paquete que a José Antonio Primo de Rivera, Francisco Díe, Luis de Rojas, Antonio Piniés… Los llamados «mártires de la cruzada».
Con el fin de testimoniar el reconocimiento que Orihuela debía al libertador de España de las garras del marxismo, al iniciador del glorioso alzamiento y en el resto de los designados al elemento civil a Falange, a los tradicionalistas y a los militares que dieron sus vidas por Dios y por España…
En el año 2012 recuperó su titulación tradicional gracias a la Ley de Memoria Histórica.
El claustro que ahora se muestra junto a la catedral, reedificado y adaptado, es el que permaneció durante casi cuatro siglos en el convento de la Merced. Su construcción se inició en la década de 1560 por el maestro picapedrero, Hernando Veliz.
Desamortizado el convento en el siglo XIX, trocearon el edificio para reconvertirlo en pequeñas viviendas, locales comerciales y una posada.
El claustro o patio artístico era utilizado como cuadras y cocheras. Por ejemplo: el coche de caballos que unía los Hostales con la Estación, salía de ahí.
Aguantó como pudo el paso de los años; hasta que en octubre de 1942 consiguió una segunda oportunidad al ser adquirido para reconstruirlo sobre el antiguo fosal de la catedral. Casi cuatro siglos después, pasó de claustro mercedario a «claustro de los caídos».
Desde antes de terminar la guerra, la «Comisión de Estilo en las Conmemoraciones de la Patria» intentó regular los proyectos artísticos en homenaje a los caídos en la contienda. Estas obras eran la plasmación física de la frase más repetida: «Caídos por Dios y por España. Presentes».
Desechada la idea de ofertar un monumento tipo y tras la publicación de ciertas normativas, el criterio adoptado fue el de mostrar el símbolo de «la Cruzada» como elemento principal.
Las cruces podían estar aisladas o adosadas a otros elementos ornamentales, como gradas de piedra.
En los años cuarenta España se llenó de estos monumentos construidos sin concurso, con resultados diversos. Se colocaban preferentemente cerca de las iglesias, resaltando así el carácter religioso de estos «altares para los mártires de la cruzada».
En Orihuela, el «homenaje a los caídos» formó parte de una importante reforma urbanística destinada a ensanchar y embellecer el entorno de la catedral.
Las obras incluyeron el traslado y adaptación del claustro, el completo aislamiento del templo, la construcción de un museo de Arte Sacro y la mejora estética de sus alrededores.
El «Proyecto municipal de reforma y urbanización de los alrededores de la Catedral de Orihuela», fue obra del arquitecto de cabecera del obispado, el ilicitano Antonio Serrano Peral.
Para llevar a cabo el aislamiento, se expropiaron las casas números 40 y 42 de la calle de la Feria, propiedad de Ramona Soriano y Silvestra Antón.
Impulsados por Luis Almarcha en 1941, la mudanza y ajuste del claustro, finalizado en noviembre de 1943, fueron costeados por la Federación de Sindicatos Católicos Agrarios, cumpliendo así «el deber patriótico de instalar una cruz de los caídos, orlada por el bello y singular claustro».
Al ser nombrado obispo de León, «El Pueblo» le dedicó un número monográfico en el que trataron la sustitución de «un patio trastero antiestético y maloliente» por un «original claustrillo».
Y mencionan, como como auxiliares de la obra, al tallista Balaguer, al pintor restaurador Enrique Luis y al forjador Antonio Pérez.
Esta cruz fue levantada en 1941 en el claustro de la Santa Iglesia Catedral de Orihuela (Alicante), bajo el patrocinio de los Sres. componentes de la Cooperativa Agrícola Católica (titulada Federación Católica Agraria de Orihuela) y Sedas Orihuela de esta citada ciudad.
En los cimientos de la mencionada Cruz, hay una arqueta de piedra con plomo, en la que se guarda un acta donde se citan los nombres de los Señores patrocinadores y unas monedas de la época.
Que conste, ante todo, que fue por iniciativa del Consiliario de dicha Cooperativa, Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. D. LUIS ALMARCHA HERNÁNDEZ, actualmente Obispo de León. Orihuela, Mayo de 1960.
En 1960, aprovechando la inauguración del Cuartel de la Guardia Civil, las «fuerzas vivas de la ciudad», la Benemérita, y los mandos del Ejercito desplazados para la ocasión, ofrecieron un homenaje a los «Caídos por Dios y por España» en el monumento que para tal fin se había construido.
Los guardias, con uniforme de gala, formaron en la Plaza de la Soledad.
Esta bella cruz de término había llegado a Orihuela en un lote de patrimonio donado por el Estado para el citado Museo de Arte Sacro.
Piezas recuperadas al terminar la Guerra Civil. Pero una vez instalada, apareció el legítimo propietario de la cruz: el Ayuntamiento de Denia.
Para solucionar el problema se fabricaron dos copias. Una es la que permanece en Orihuela.
La otra volvió su emplazamiento original como cruz de término, en Denia.
La cruz gótica original está expuesta en el Museo Arqueológico de esta localidad, como podéis comprobar pinchando sobre la fotografía para visitar virtualmente el museo.
En la actualidad, sustituyendo la antigua hornacina que dio nombre a la plazuela, hay otra junto al claustro, con una imagen de la Virgen de la Soledad.
El alma mater de toda esta actuación y creador del Museo Diocesano de Arte Sacro, instalado en unas dependencias anexas al claustro, fue el entonces vicario general de la diócesis, Luis Almarcha Hernández.
Por ese motivo, en septiembre de 1944, al alcanzar la mitra de León, el callejón que une la plaza con la calle de la Feria se tituló «Pasaje Obispo Almarcha».
Pinchando su fotografías se accede a la biografía del obispo de León.
Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).
Adaptación de pequeños artículos y un programa de radio sobre la Calle Mayor que incluiré en la siguiente entrega. Como despedida, os dejo un vídeo que confeccioné hace tiempo.