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ORIHUELA, informe preliminar

Ajomalba.

Orihuela, informe preliminar.

Localidad perteneciente a la comarca de La Vega Baja del Segura con 38.712 habitantes en 1930 y 43.619 en 1940, en la que los partidos dinásticos y los tradicionalistas aglutinaban a las clases dirigentes.

Orihuela en 1935. Archivo Cánovas Seiquer.

Con el impulso inicial del obispo Juan Maura Gelabert, desde finales del siglo XIX la Iglesia trató de organizar a los trabajadores para evitar “la subversión social”.

Entierro del obispo Juan Maura Gelabert 1910. Colección Javier Sánchez Portas.

Con esa finalidad, crearon en 1887 el Círculo Católico de Orihuela, en 1914 un Sindicato Agrícola y en 1919 la Federación de Sindicatos Agrícolas.

Impulsada por el canónigo Luis Almarcha, dicha federación contaba en 1920 con cuarenta y cinco sindicatos, alcanzando un movimiento económico cercano a los dos millones de pesetas.

Luis Almarcha Hernández

Poco a poco se fueron incorporando otros sindicatos similares de Almoradí, Benejúzar, Bigastro, Catral, Formentera, Rafal, Rojales y San Fulgencio.

Ya metidos en los años veinte, los socialistas iniciaron los trabajos para crear una organización obrera de clase. Con ayuda de los compañeros de Callosa de Segura celebraron por primera vez el Primero de Mayo en 1923.

Augusto Pescador y otros miembros del Partido Socialista en 1935. AMO. Sección “Archivo Gráfico”. Colección Joaquín Ezcurra Alonso.

Al año siguiente se creó la Agrupación Socialista que sólo contaba con veinticinco afiliados en 1929, poco antes de aparecer la Juventud Socialista.

Durante la II República las derechas locales estuvieron muy divididas. A partir de 1935 se constituyó un importante núcleo de Falange Española.

Colección Javier Sánchez Portas.
17 de Julio de 1932. La corporación republicana en la puerta del ayuntamiento presidida por Alberto Escudero Bernícola.

Los republicanos estaban encuadrados en UR, el PRRS, AR e IR. En el movimiento obrero se mantenía la hegemonía de UGT y PSOE, que vio crecer el número de sus afiliados y simpatizantes hasta alcanzar casi un tercio de los votos en 1933.

Sus dirigentes más destacados fueron Antonio Cubí, secretario local; Isidoro Sánchez, alcalde y Pascual Soriano, presidente del Frente Popular.

También se crearon Agrupaciones Socialistas en algunas partidas como La Murada o San Bartolomé/Mudamiento.  Ya en 1936 se crearon la CNT y el PCE, con gran desarrollo de los comunistas durante la Guerra Civil.

Archivo Municipal de Orihuela.

Dos años después contaban con ciento ochenta y un afiliados, entre ellos treinta y dos mujeres a pesar de “las características especiales de este pueblo” y treinta y seis compañeros destinados en el frente.

Aunque funcionaban deficientemente, disponían de siete células de barriada y una de empresa, organizando el SRI con unos mil afiliados.

Existían radios del PCE en la Media Legua, Molíns, Hurchillo, Arneva y La Murada, en la mayoría de los cuales se reconocía no haber hecho ningún trabajo para incorporar a la mujer a la vida política y sindical. Eran de los que decían “las mujeres a la cocina”.

En el aspecto sindical, la CNT creó una Colectividad Agrícola, el PCE organizó una sección de la Federación Provincial Campesina y la UGT controlaba la mayoría de los quince sindicatos locales, entre los que destacaba la Federación de Trabajadores de la Tierra, que contaba también con una Colectividad Agrícola y había colectivizado una industria de la localidad.

Según consta en la Causa General, durante la Guerra Civil fueron asesinados o fusilados tras sentencia de los Tribunales Populares un total de setenta y ocho vecinos de la localidad (aunque no todos eran oriolanos).  Estos dramáticos hechos sucedieron en diversos escenarios, principalmente entre los meses de agosto y diciembre de 1936.

Memoria. Cálculo preliminar de daños, perjuicios y asesinatos. Archivo Municipal de Orihuela.
Memoria. Cálculo preliminar de daños, perjuicios y asesinatos. Archivo Municipal de Orihuela.
Memoria. Cálculo preliminar de daños, perjuicios y asesinatos. Archivo Municipal de Orihuela.
Memoria. Cálculo preliminar de daños, perjuicios y asesinatos. Archivo Municipal de Orihuela.
Memoria. Cálculo preliminar de daños, perjuicios y asesinatos. Archivo Municipal de Orihuela.
Memoria. Cálculo preliminar de daños, perjuicios y asesinatos. Archivo Municipal de Orihuela.
Memoria. Cálculo preliminar de daños, perjuicios y asesinatos. Archivo Municipal de Orihuela.
Memoria. Cálculo preliminar de daños, perjuicios y asesinatos. Archivo Municipal de Orihuela.
Memoria. Cálculo preliminar de daños, perjuicios y asesinatos. Archivo Municipal de Orihuela.

Veintinueve eran sacerdotes o religiosos; el resto pertenecían a Falange Española o al resto de formaciones de la derecha. Únicamente se produjeron dos muertes más allá de 1936: una en 1937 y otra en 1938 (esta última por «sufrimientos en la cárcel»).

Se responsabilizó de todos estos crímenes a «milicianos del Frente Popular» o al Tribunal Popular de Alicante.

Miguel Ors reduce estas cifras a setenta y cuatro, todos hombres. De esta lista, cuarenta y dos fueron “paseados”; veintidós fusilados tras recibir condena por el Tribunal Popular; cuatro perecieron en la saca de noviembre de 1936 en Alicante; dos murieron en la cárcel y otros dos de modo desconocido. El grueso de las víctimas fueron religiosos, agricultores, abogados y militares, algunos de avanzada edad.

Muchos vecinos de Orihuela, ciento siete en total, pasaron por los Tribunales Populares de Alicante. De ellos veintidós fueron condenados a muerte, veintiuno quedaron absueltos y el resto sufrió distintas penas.

José Antonio Primo de Rivera.

El mayor juicio y el más mediático fue el celebrado contra quienes secundaron el intento de liberación de José Antonio Primo de Rivera en Alicante, un puñado de campesinos, en gran parte de la partida de El Mudamiento, reclutados por el barón de Linde, al que durante el juicio acusaron de haberles engañado.

La mayoría de las muertes “extralegales” fueron obra de unos pocos pistoleros destacando Ramón Velasco Cases, un vecino de Benejúzar apodado “El Pincelito”. Algunos fueron juzgados (Pincelito y uno de sus cómplices durante la guerra) y acabaron ejecutados al terminar la misma.

Monumento en recuerdo del asesinato de Francisco Díe.

Siguiendo con el informe de la Causa General, en agosto de 1936 fueron saqueados la mayoría de los templos, destruidos sus altares y quemadas imágenes y ornamentos.

El Seminario de San Miguel se convirtió en “campo de trabajo” en el que fueron encarceladas muchas personas durante la guerra y en la inmediata postguerra, cuando se le denominó Prisión Central.

Seminario de San Miguel. Penal para los dos bandos.

El Colegio de Santo Domingo fue utilizado como Academia de Carabineros; el Convento de la Trinidad, Guardias de Asalto; el de San Gregorio, cuartel de Bomberos; el de Capuchinos, Hospital de Sangre; el de San Francisco, cuartel de Aviación; el Colegio de Jesús María, cárcel preventiva y luego Instituto de Segunda Enseñanza; el Palacio Episcopal, Casa del Pueblo.

Colegio Jesús María, cárcel provisional.

Otros edificios religiosos sirvieron como almacenes, sedes de organismos obreros y alojamientos para los numerosos refugiados que llegaron a la ciudad.

Convento de Capuchinos. Hospital de Sangre. Archivo Paco Escudero.
Convento de Capuchinos. Hospital de Sangre. Gentileza de M.J. Aliaga.

Fueron asimismo saqueadas las numerosas ermitas e iglesias de las partidas de La Murada, La Matanza, Desamparados, La Aparecida, Molíns, Hurchillo, Torremendo, Pilar de la Horadada, Rebate, San Bartolomé y La Marquesa.

Resulta al menos curioso que cuando el fiscal de la Causa General pidió al alcalde de Orihuela que le facilitase los nombres de los sospechosos de todos estos delitos y crímenes, éste le contestase en febrero de 1942, que: «hechas las averiguaciones pertinentes por mis agentes resulta que se desconocen los nombres de los causantes de los hechos delictivos».

Como es lógico, dada la estructura económica de la ciudad, los represaliados durante el franquismo fueron en su mayoría trabajadores agrícolas y obreros manuales de diversos oficios: sastres, panaderos, albañiles, barberos, carteros, herreros, tipógrafos, carpinteros, ferroviarios, etc…

También algún abogado, estudiantes, miembros del Ejército o de las Fuerzas de Seguridad, destacando un sacerdote.

Plaza Nueva y Calle Luis Barcala, 1931. Ministerio de Cultura.

Además de los delitos citados por la Causa General, otros individuos fueron acusados por su pertenencia a la dirección de partidos y sindicatos afectos al Frente Popular o a sus diversas organizaciones.

También por haber sido alcaldes pedáneos; por milicianos o por haber intervenido en requisas, saqueos, controles de empresas, detenciones o denuncias; por haber marchado voluntarios al frente y haber alcanzado alguna graduación; por haber hecho propaganda de la “causa marxista”, por haber participado en la “recuperación de prófugos” que trataban de esquivar su marcha al frente; por haber proferido amenazas o por haber sido testigos de cargos contra personas de derechas.

Cincuenta vecinos de Orihuela fueron condenados a la pena de muerte por adhesión a la rebelión; aunque a once se les conmutó la condena por la de treinta años de reclusión mayor aplicada también a veintidós personas.

La pena más frecuente fue la de doce años y un día de reclusión menor por auxilio a la rebelión, aplicada, al menos a ciento diez procesados. Les siguieron las de veinte años de reclusión o seis años y un día, aplicadas en ambos casos a más de cuarenta acusados.

La geografía carcelaria por la que transitaron estos presos durante la postguerra fue muy variada. A nivel provincial los campos de concentración de Albatera, el Castillo de Santa Bárbara en Alicante. Las dos cárceles de la propia Orihuela, la de Elche, la cárcel de mujeres de Monóvar y, sobre todo, el Reformatorio de adultos de Alicante.

Campo de Trabajo de Albatera. Biblioteca Digital Hispánica. BNE.
Campo de Trabajo de Albatera. Biblioteca Digital Hispánica. BNE.

En el resto de España, los penales de Formentera (Baleares) o El Dueso, los campos de concentración de Aranda de Duero, San Juan de Mozarrifar, Valdenoceda o Portaceli, las prisiones de Toledo, Málaga, Gijón, San Miguel de los Reyes (Valencia), Madrid, Bilbao, Guadalajara, etc.

Archivo Municipal de Orihuela.

Muchos vecinos de Orihuela fueron enviados a trabajar en Batallones Disciplinarios o Colonias Militarizadas en el Canal del Alberche, Dos Hermanas, la reconstrucción de Belchite, Bielsa y Teruel, el pantano de Benagéber, Aranjuez o Talavera, entre otros lugares.

La Ley de Responsabilidades Políticas se aplicó a más de doscientas treinta personas; pero dada su insolvencia, casi todos fueron condenados a la inhabilitación para cargos públicos durante dos o cinco años, siendo imposible aplicarles penas económicas.

La Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo afectó a muy pocas personas, entre ellas al diputado Romualdo Rodríguez de Vera, a José María Sarabia Pardines y a José María Lucas Parra, personajes que habían pertenecido a Logias de otras localidades.

En los campos de concentración nazis fueron internados ocho vecinos de la ciudad de los cuales sobrevivieron dos. El resto fue asesinado en Gusen. Otros nueve (entre ellos el poeta Miguel Hernández) fallecieron por distintas enfermedades en las cárceles.

Fueron muy numerosos los oriolanos que marcharon al exilio, en su mayoría a Francia y sus posesiones en el Norte de África, especialmente Orán. Otros marcharon a México, Bolivia, Chile o Checoslovaquia.  Algunos fueron regresando, parcialmente al principio (se les autorizaba la estancia durante un mes) en los años cincuenta.

El buque Stanbrook con destino a Orán. 1939.

La represión contra las mujeres afectó solo a unas cuarenta personas, seis de ellas maestras. También fueron sancionados varios maestros, algunos de los cuales fueron declarados cesantes por no haberse presentado en su destino, por estar en la cárcel o en el exilio.

La Comisión depuradora de la enseñanza remitió una lista de más de cuarenta nombres, la mayoría calificados como “activistas revolucionarios”, “destacado elemento de izquierdas”, “mujeres antifascistas”, “peligrosos elementos comunistas”, etc.

Comisión Depuradora Magisterio. 1939. Archivo Municipal de Orihuela.

La depuración del personal del Ayuntamiento dio los siguientes resultados: cincuenta y un afectos por treinta y cuatro desafectos, clasificados como: “elementos de izquierdas” y “destacados elementos de izquierdas” o “destacadísimos elementos de izquierdas”.

Ayuntamiento de Orihuela en Plaza de la República.

En la empresa de los coches de línea se pidieron una docena de informes, resultado ocho afectos, dos desconocidos por ausentarse durante la guerra y un par de desafectos.

En Correos, Manuel Alzamora fue destituido por haber militado en la CNT al igual que uno de sus subalternos. Otro jefe de negociado pertenecía al PSOE. De los cuatro carteros urbanos, tres fueron denunciados por el otro, encarcelado durante la guerra. Algunos eran dirigentes del PRRS o de IR.

Depuración Riegos de Levante. Archivo Municipal de Orihuela.
Depuración Correos. Archivo Municipal de Orihuela.

La Compañía de Ferrocarriles Andaluces también pidió informes de sus empleados. Para Riegos de Levante se hicieron cuarenta y cinco informes, entre los que señaló a diez y seis desafectos.

Por supuestos delitos cometidos con posterioridad a abril de 1939 fueron detenidos, juzgados y condenados en algunas ocasiones numerosos vecinos de Orihuela: doce en 1943 por ser considerados “peligrosos”; otros fueron condenados en 1944 por reunirse en una taberna o por hacer y repartir copias de una carta de Indalecio Prieto; en 1946 por injurias contra el Régimen; en 1947 por “organización clandestina”; en 1948 por pintar letreros con vivas a la FAI, etc.

Francisco Ros Alifa.

Pero sin duda, las detenciones más numerosas fueron las que se produjeron en 1945, con ocasión del supuesto “complot comunista” tras la muerte del inspector de policía Maján, en una partida de Elche, que afectó a más de cincuenta vecinos de Orihuela, además de a otros muchos de la comarca, afiliados al PCE o a otros partidos e incluso anticomunistas declarados -como Francisco Ros Alifa- que fueron sometidos a malos tratos y torturas.

Cuando fueron trasladados al Reformatorio de Alicante, estuvieron presos algunas semanas y fueron finalmente puestos en libertad, la mayoría sin cargos.

Antonio José Mazón Albarracín
Francisco Moreno Sáez.

Nota:

Para un mejor conocimiento de lo ocurrido en Orihuela durante estos años pueden consultar (pinchando la imagen se accede a mis trabajos en versión PDF):

Pinchad aquí.

MAZÓN ALBARRACÍN, Antonio José, La II República y la Guerra Civil en Orihuela, Vistas desde el puente de Rusia. Ajomalba. Orihuela, 2010.

Pinchad aquí.

MAZÓN ALBARRACÍN, Antonio José, “La política oriolana entre las elecciones de 1931 y la victoria del Frente Popular”, en AA.VV., La Orihuela de Miguel Hernández. 1910-1942. Fundación Miguel Hernández. Murcia, 2011, págs. 29-45.

 

CASTAÑO MARTÍNEZ, Agustín y Ricardo, Orihuela durante la Guerra Civil española. Orihuela, 2011.

El Guayú, un licor capuchino

El Guayú, un licor capuchino

La composición de esta historia se gestó en San Antón, tomando unas cañas con Rafael Almagro después de una caminata por la sierra.

Allí me habló de un licor capuchino fabricado en Orihuela y me pasó un enlace a la web de la familia Coig.

Si os interesa, podéis visitarla pinchando en la siguiente imagen.

Aquella misma tarde, mi insaciable curiosidad me hizo dedicar unas horas a esta preciosa anécdota, ambientada a principios del siglo XX.

Os dejo este curioso relato, resumen del que aparece en la citada página que recopila la historia de la Familia Coig en España con añadidos propios que he ido localizado por ahí.

Orihuela. Grabado siglo XIX.

Juan Coig Rebagliato era un caballero natural de Bayona, licenciado en derecho y vecino de Orihuela.

Más que buen cristiano, don Juan era un auténtico beato. Hombre de misa diaria, amigo de frailes, de curas y obispos.

Un 4 de marzo, día de San Casimiro, después de misa en la Catedral se adentró en al Rabaloche hasta el convento de los capuchinos.

Convento de Capuchinos Orihuela. Colección Esteban Sanmartín.

Quería felicitar a Fray Casimiro de Alcira,  un anciano al que la orden había destinado en nuestra ciudad para que terminase sus días en paz después de media vida en Sudamérica como misionero.

El fraile se alegró por la visita y, agradecido, le ofreció una copita de licor.

 A don Juan le pareció un trago exquisito; y curioso, preguntó el origen de tan deliciosa bebida.

El anciano misionero le contó que la elaboraba él mismo, utilizando una receta secreta que había aprendido de los indios sudamericanos. Se llamaba Guayú.

Y el visitante tuvo una gran idea.

Las bebidas fabricadas en los conventos siempre han gozado de gran fama entre el público.

Aquellos licores destilados por frailes en alambiques de cobre desde tiempo inmemorial, se fabricaban con fórmulas trasmitidas oralmente a través de los siglos.

Del consumo conventual pasaron a la venta local, y bien entrado el siglo XIX comenzaron a comercializarse de manera industrial.

¿Por qué no hacer lo mismo con el Guayú?

Con ese sabor y fabricado por los Capuchinos de Orihuela, diestros en el manejo de las hierbas medicinales, el éxito estaba asegurado.  

Hablaron con el guardián del convento; y con el provincial de la orden; a ambos les pareció buena idea. Era el año de 1904.

Convento de Capuchinos. Colección Esteban Sanmartín.

Laureano de Masamagrell -ministro provincial de la orden capuchina-, Juan Coig Rebagliato y Francisco Bayarri firmaron un contrato para la producción y venta del Guayú en enero de 1905.

El acuerdo incluía una condición: el licor lo fabricaría siempre un religioso de la orden; reservándose los capuchinos el secreto de la fórmula. 

Como medida de seguridad adicional, dicha fórmula quedó guardada en una caja con tres llaves: una para el provincial, otra para el guardián de Orihuela y otra para los socios capitalistas.

En la contabilidad quedó constancia de como don Juan y su socio se hicieron cargo de los gastos iniciales.

638 pesetas por 437 kilos de azúcar, 512 pesetas por 652 litros de alcohol, la minuta del notario que formalizó la escritura, el registro de la marca, los libros de contabilidad, facturas, papel para cartas, recipientes de fabricación, botellas, corchos, etiquetas, jornales de producción…

El montante total en los primeros tres meses ascendió a cuatro mil cuatrocientas pesetas de principios de siglo, una inversión más que considerable.

Según cuenta su nieto Juan, esta historia la escuchó varias veces en de boca de su padre, pero nunca le dio mucho crédito.

Hasta que un día encontró los apuntes contables de su abuelo y el documento del Registro de la Propiedad Industrial del licor Guayú.

En otro de esos apuntes, figuraba un cargo de 8 pesetas con 35 céntimos, importe de unas botellas regaladas al Obispo de Santa Marta.

Este dato se corresponde con lo que cuenta el cronista oficial de Orihuela, mi buen amigo Antonio Luis Galiano, en su artículo titulado «el obispo de Equino».

Os dejo un enlace pinchando la siguiente imagen.

Enlace al artículo del cronista.

El sábado 1 de julio de ese mismo año 1905, el oriolano Francisco Simón Ródenas, obispo de Santa Marta en Colombia, regresó a Orihuela de visita y fue agasajado por el Ayuntamiento.

Al día siguiente decidió visitar La Aparecida, la pedanía donde había nacido. 

Viajó en la galera del alcalde, Pedro Ramón Mesples. Y le acompañaron su secretario y un grupo de frailes entre los que se encontraba, como no, nuestro anciano Casimiro de Alcira, quien debió regalarle las botellas.

Nunca sabremos si el sabor del Guayú oriolano se parecía al americano.  No creo que las hierbas utilizadas por Casimiro fuesen las que usaban en Sudamérica.

Lo más lógico es que en Orihuela experimentase con plantas locales. Lo que sí llevaba seguro era azafrán.

Documento original del Registro de la Propiedad Industrial y Comercial. Pertenece a Juan Coig. He añadido la etiqueta original de las Destilerías Payá que muchos recordarán en la calle de San Agustín.

Los problemas comenzaron cuando Fray Casimiro pasó a mejor vida.

Como estaba previsto, reunieron las tres llaves y abrieron la caja. La sorpresa fue mayúscula: solo encontraron un papel en blanco.

Tengo que decir, que esa parte con la caja de tres llaves me parece algo teatral. Pero lo cierto es, que se quedaron sin la fórmula.

Tenemos otra referencia a esta historia. Aparece en el libro «Las Bodas de oro de mi colegio», obra de Joaquín Belda fechada en 1923.

Archivo Ajomalba

Belda cuenta que el Guayú era una bebida fabricada por los capuchinos oriolanos con un fondo de incienso que la hacía sumamente agradable.

Y que tuvo tal aceptación en toda la región, que se creó una sociedad para explotar el negocio.

Hasta que murió el capuchino inventor de la formula secreta, provocando la disolución de la empresa.  Básicamente coincide.

Añade además, que un tal Jacobito Gómez quedó como único accionista de la sociedad con miles de litros fabricados.

El Oriol Taurino. 1907.

No encontré más datos. Desconozco lo que pasó con el licor durante cuatro décadas. Lo cierto es que volvió al mercado a mediados de los años cuarenta.

Es probable que conociendo las cantidades utilizadas de azúcar, alcohol y azafrán, encontrasen una fórmula parecida. O que utilizasen otra diferente aprendida por nuevos misioneros capuchinos.

Según reza en la etiqueta original, en junio de 1947 el Provincial de los Capuchinos de la Preciosísima Sangre de Cristo de Valencia, Fray Estanislao de Guadasuar, autorizó a las Destilerías Payá de Orihuela a elaborar el licor Guayú, utilizando una fórmula traída por los misioneros capuchinos de la Guajira.

Publicidad en Prensa. 1952.

Del maravilloso brebaje, solo ha sobrevivido el nombre. Actualmente hay una empresa que comercializa un licor llamado Guayú.

Los Wayuu son una etnia aborigen de la península de la Guajira, un territorio entre Colombia y Venezuela. Pero el licor actual no parece muy americano.

Festival de la Cultura Wayuu. Colombia. 

Lo fabrican con avellanas o con melón; pero en su publicidad siguen presumiendo de un fraile español quien a la vuelta de una de sus misiones en la Guajira, trajo consigo la fórmula de un exquisito licor para consumo conventual.

Añaden que originariamente estaba compuesto de hierbas, pero que sus artesanos investigaron nuevas fórmulas para crear licores de destilación artesanal con frutas seleccionadas.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba)

Versión radiofónica emitida por Radio Orihuela.

Mi agradecimiento a Juan Coig por la historia, a Antonio Luis Galiano por los datos del Obispo de Santa Marta, y a Rafa Almagro por la pista.

Callejeando. Prefacio.

Charles Clifford. Orihuela. Vista general de la ciudad 1862. Colección Javier Sánchez Portas.

Callejeando. Prefacio.

Si os apetece, podemos emprender juntos un largo paseo virtual por la memoria de las añejas calles oriolanas, comentando el origen de sus titulaciones, los cambios operados en las mismas, pequeñas historias de sus edificios, descripciones de sus fachadas, y anécdotas diversas de sus vecinos; rutas urbanas convertidas en ameno pasatiempo que permita comprender mejor lo que fue nuestra ciudad.

Para aquellos que decidan acompañarme en este nostálgico paseo, pretendo conectar pasado y presente intentando mostrar algunas singularidades que Oriola/Orihuela guarda todavía en sus barrios; apelando a la necesidad de no perder la memoria.

Nuestra añeja ciudad no se ha hecho por casualidad. Es una creación colectiva de sus habitantes a través de siglos de historia. Un secular patrimonio que si no ponemos remedio va a desaparecer en pocos años.

Como inicio, es recomendable intentar comprender el vínculo entre la ciudad y el espacio territorial en que se fue desarrollando. Para ello podéis utilizar como atalaya la subida peatonal al seminario de San Miguel que, a lo largo de su recorrido, ofrece diferentes vistas en las que se aprecia muy claramente la estructura y formación de la ciudad y sus arrabales; convertidos ahora  en una especie de «totum revolutum».

Comprobad pues como, nacida en la seguridad de las alturas, se fue desparramando por la sierra hasta saltar el río e introducirse en la huerta; asentándose a partir de ese momento en un territorio de difícil defensa, expuesto a las frecuentes riadas.

Ministerio de Cultura

Y como creció dividida en cuatro sectores; cuatro espacios urbanos claramente jerarquizados: el casco o centro, el arrabal Mayor o de San Agustín, el arrabal Moderno o de San Juan y el arrabal Roig; cuatro cuarteles disueltos en tres parroquias: San Salvador, Santas Justa y Rufina, y San Jaume o Santiago; las tres nacen en el casco y cubren parte de los arrabales.

La mayor comunidad de fieles la ostenta San Salvador, división territorial que, además de absorber gran parte del casco, monopoliza el arrabal de San Juan y cubre parte del de San Agustín.

Santa Justa abarca una parte del centro, un trozo del arrabal de San Agustín y la huerta del Camino de Beniel (hasta que en el XVIII, Tormo fundó la Parroquia de los Desamparados, cubría todo el territorio hasta la frontera con Castilla).

Ministerio de Cultura

La de Santiago, con su pila bautismal de «los bordes», se ocupaba de un trocito de casco y del barrio más humilde, el Arrabal Roig o Rabaloche.

Colección Esteban Sanmartín.

Abrazado a la peña tenemos el cuartel central conocido como casco urbano; una especie de ciudadela que albergaba los templos, palacios y edificios públicos. Situada estratégicamente entre la sierra y el río, a los pies del castillo, estaba protegida por la antigua muralla, que fue absorbida por la progresiva urbanización, y necesitó ser rodeada por nuevos muros que acogiesen a los crecientes arrabales.

Desde la sierra es fácil también imaginar el primer lienzo de muralla utilizando puntos de referencia, como si de un juego de unir puntos se tratase. Una vez localizados, acercaos a la trasera de Monserrate para comenzar la reconstrucción virtual de la muralla. 

Rudimentario plano de confección propia.

Desde las torres de la calle Torreta, salimos a la plaza que fue emplazamiento de la Puerta de Murcia, lugar donde en puridad terminaba el casco y comenzaba el Arrabal Roig.

Archivo Mariano Pedrera.

Desde ahí buscaremos la torre de Embergoñes y comprobaremos que muy cerca se conserva un portillo que daba acceso al río. Luego debemos imaginar la esquina o giro del muro, que coincidiría aproximadamente con el convento de las Salesas.

Oriola imaginada. Montaje de José Antonio Ruiz Peñalver

El siguiente paso es visitar el Museo de la Muralla para tomar contacto con el aspecto real del muro y de sus torres. Y así llegaremos al Puente Mayor, donde estaba el principal acceso a la ciudad, la Puerta de la Sala o Consell.

Oriola imaginada. Dibujo de Pepe Sarabia

Siguiendo el curso del río encontraremos otra torre oculta en la trasera del Hotel Tudemir; muy cerca de ella estaba la Puerta de Elche (que en algunos protocolos del XVIII aparece como «Puerta de la Yedra»).

Caminando por los Hostales (Alfonso XIII) rodearemos los restos del convento e iglesia de la Merced, donde estuvo la torre de Navalflor; y continuando por el paseo, llegaremos a la llamada Porta Nova, que estaba a la altura del acceso a la Calle de Santa Lucía.

Sólo queda seguir por la Carretería (Ruiz Capdepón) hasta llegar al último portal con los restos de otra torre; allí, pegada a la sierra, estaba la Puerta de Crevillente dando acceso al llamado Barrio Nuevo.

Oriola imaginada. Montaje de José Antonio Ruiz Peñalver

Excluyendo el arrabal Roig o Ravaloche, extensión natural de la ciudad en dirección a Murcia que no estaba amurallado, los otros dos se protegieron con nuevos muros o barreras.

Oriola imaginada. Dibujo de Mario Gómez.

El de San Agustín, titulado en un principio arrabal del Puente o arrabal Mayor debido a su situación y extensión, adoptó el nombre del convento que permitió a sus vecinos disponer de una iglesia al otro lado del río.

Fragmento plano de 1748, obra de Fray Antonio Villanueva: 1. Plaza del Puente. 2. Calle de San Agustín. 3. Calle de la Mancebería. 4. Plaza Nueva. 5. Calle del Molino Grande. 6. Calle de San Pascual.  7. Puerta de Magastre. 8. Calle del Bao. 9. Calle de la Acequia. 10. Calle de María de Pau. 11. Plazuela de San Agustín. 12. Convento de San Agustín. 13. Huerto de San Agustín. 14. Rodeo. 15. Alameda. 16. Camino de Hurchillo. 17. Camino de Cartagena desde la Puerta del Burdel. 18. Alameda. 19. Huertos. 20. Puerta del Burdel.

Contaba con tres puertas: la de San Agustín, junto al convento; la del Burdel o Mancebía, al final de dicha calle; la de Magastre (situada más o menos en lo que ahora es el cruce de Calderón de la Barca y Obispo Rocamora).

Rudimentario plano de confección propia.

El de San Juan Bautista, que es fruto de la fusión de dos más antiguos (el llamado Ravalete ó de Crevillent y el Moderno o de Elche).

Contaba con otras dos puertas: la de Callosa, única que sigue en pie junto al Colegio de Santo Domingo; y la de Almoradí, situada al final de la Corredora.

Oriola imaginada. Dibujo de Pepe Sarabia.

Y nada más, comenzamos pues un largo paseo que, espero, sea de vuestro interés.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).