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Callejeando 02. Calle del Río y «Casa del Paso».

Fragmento plano de Fray Antonio Villanueva: 1. Río Segura; 2. Calle del Río; 3. Puente y Ayuntamiento; 4. Granero del Cabildo; 5. Carnicerías; 6. Pescaderías; 7. Plaza de la Fruta; 8. Casa del Paso; 9. Plazuela de la Compañía; 10. Calle del Ángel.
 

La calle del Río.

Imagen idealizada de la Sala y el Puente. José Domingo Sarabia.

Partiendo de la desaparecida «Sala del Consell» continuamos nuestro paseo literario usando el acceso que, a través del arco de la entrada a la ciudad, permitía desviar el tránsito hacia la calle del Río.

Calle del Río. Colección Javier Sánchez Portas. Fragmento.

Poco tiempo vamos a perder en el tema de rotulación; su nombre ha permanecido invariable a través de los siglos: de «Carrer del riu» a «Calle del río». Ni en la II República lo cambiaron.

Siglo XVII. Archivo Municipal de Orihuela.
Siglo XVIII. Archivo Municipal de Orihuela.

El olfato es el sentido más capaz de transportarnos en el recuerdo y muchos oriolanos añorarán los penetrantes aromas de verduras, pescados y salazones que desprendían la plaza y el mercadillo que se instalaba en esta zona hasta hace pocos años.

Desde que, como medida higiénica, Jaime II autorizase la instalación de ocho carnicerías junto al puente en 1321, en los callejones que unían esta calle con la plaza de la fruta se ubicaron carnicerías y pescaderías.

Calle del Río desde el puente de Poniente, en torno a 1910. Se distingue perfectamente la carnicería de Francisco Antón «el Maco». Mi agradecimiento a Alberto Cánovas, José María Piñeiro y José Luis Gea.
La base de esta casa, junto al río, tuvo que ser de piedra maciza para aguantar los envites del río. Un auténtico muro de contención.
Calle del Río. Colección Javier Sánchez Portas.
Animación Calle del Río. Pinchad.
La calle del Río en tres fotografías de las últimas décadas del siglo XX.

Siguiendo más o menos el trazado de esta calle (la anchura del río se ha reducido considerablemente) discurría la muralla de origen almohade con reformas posteriores. En el museo se pueden contemplar cuatro torreones y unos ochenta metros lineales de muro de tapial.

Y sin más que contar sobre ella, quiero dedicar el resto del capítulo a una histórica casa ya desaparecida cuyo solar soporta actualmente el aulario «Casa del Paso», dependiente de la Universidad «Miguel Hernández».

El nombre con el que se ha titulado este edificio tiene su origen en la mansión de los Señores de Jacarilla, la familia Togores.

Aulario Casa del Paso. Universidad «Miguel Hernández». José M. Pérez Basanta.

Para conocer un poco de su historia utilizaremos algunas notas de Mosén Bellot y otras de José Ojeda Nieto, quien tuvo la gentileza de enviármelas personalmente «para que dedujese y sacase mis propias conclusiones».

También el monumental estudio «Los Togores Señores de Jacarilla, siglos XV-XIX», escrito por Manuel Gálvez, con quien también tuve el gusto de conversar personalmente.

La obra, interesantísima, esta alojada en el repositorio de la Universidad de Alicante. Para descargar un ejemplar solo tenéis que pinchar en la siguiente imagen.

Enlace para la descarga en el repositorio de la Universidad de Alicante.

Con todos estos datos voy a intentar resumir la historia de la «Casa del Paso» y sus antecedentes en los terrenos cercanos a la plaza de las carnicerías, en la calle del Río.

Plaza de las Salesas y callejón de Togores que permitía «el Paso» a través del edificio.

La casa de los Togores y el alcázar del Infante.

Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas.

Ernesto Gisbert en su «Historia de Orihuela» sembró un montón de dudas asociando la casa de los Togores al alcázar del Infante Fernando y al posible hospedaje de los Reyes Católicos.

Otros Edificios. Alcázar del infante D. Fernando, señor de Orihuela a mediados del siglo XIV, en donde el mismo moró, constituyó su consejo de guerra y estableció la Chancillería de la que fue presidente el obispo de Cartagena D. Alfonso Vargas.

En 1488 sirvió de hospedaje a los Reyes Católicos y de palacio de las Cortes que estos celebraron en nuestra ciudad.

Difícil es marcar su situación porque unos la fijan en el grupo de casas que hay entre la Merced y la Plazuela del Salvador, otros en la casa llamada del Paso en la calle del Río, que perteneció a los Togores y hoy a los Sandovales, y otros a la calle de Meca o, mejor dicho, en la plaza de Togores y fincas de esta familia y de los Ruices.  

Vamos a empezar con la visita de los Reyes Católicos.

Leyendo a Mosén Bellot queda claro que no durmieron en la calle del Río. Este cronista, que conocía bien el antiguo emplazamiento del alcázar, afirma que, tras llegar a la ciudad por la Puerta Nueva y recorrer las calles más importantes, los reyes entraron en la Colegial (la futura catedral).

1488 … Y hecha allí la oración, se vinieron a las casas del Obispo de Tarazona, que se juntaron con las de Juan Soler, alcaide, con el paso que hoy se ve encima del callejón que está enmedio.

Montesinos dice lo mismo (seguramente siguiendo a Bellot) y sitúa las casas del famoso obispo en la Plazuela de la Soledad, junto a la calle de los Soleres.

Se fueron a las magníficas casas del Ilustrísimo Sr. D. Andrés Martínez y Ferris, Obispo de Tarazona, que para mayor comodidad se juntaron con las de D. Juan Soler, Alcayde del Castillo Oriolano, sobre cuyas puertas principales se leyó por muchos años esta inscripción: Aquí estuvieron hospedados los serenísimos y cathólicos Sres. Reyes Don Fernando II y Doña Isabel, que vinieron a esta Ciudad a celebrar las Cortes en el año de la humana reparación 1488.

Esta localización coincide con el «grupo de casas que hay entre la Merced y la Plazuela del Salvador» mencionado por Gisbert.

Descartado como morada de los Reyes Católicos en su estancia en Orihuela, vamos con la localización del alcázar.

Volvemos a la crónica de Mosén Bellot, en 1356, cuando Oriola esperaba a su Señor, el infante Fernando; hijo del rey de Aragón, Alfonso IV «el Benigno» y de la princesa Leonor de Castilla. Acababa de empezar la famosa Guerra de los dos Pedros.

Miniatura del Cartulario de Orihuela. Asedio durante la Guerra de los Dos Pedros. 

1356. Escribió el Infante como ya estaba en camino para venirse a Orihuela. Data en Córdoba 29 de julio, Y el procurador y el consejo determinaron que se hiciese pregón para que todo el mundo estuviese apercibido con sus armas, lanceros, ballesteros y los de caballo sin armas, para poder salir a recibirlo con humilde reverencia, alegremente y con buena orden ...

En septiembre visitaba por primera vez su señorío de Orihuela con el propósito de reclutar gente y conseguir pertrechos para la contienda.

Entraron los Infantes a 27 de septiembre de 1356, con regocijo general, por la puerta que en nuestros días han desecho que dicen del Burdel; y hecho el paseo por las calles principales se fue a su posada que era el alcázar, donde a la fecha hoy (primer cuarto del siglo XVII) están las casas de don Luis Togores y Francés Ruiz.  

Mosén Bellot se refería a Luis Togores Ladrón, el VIII señor de Jacarilla, nacido en 1563 y fallecido en 1621; por lo tanto coetáneo suyo.

Un protocolo notarial localizado por José Ojeda Nieto aclara que el edificio antecedente a la Casa del Paso lindaba con el solar donde estuvo el famoso alcázar del Infante Fernando.

Es el testamento conjunto de Don Joseph Rosell y Desprats cavaller y Doña Ysabel Rocamora, conjuges Señors de Benejuçer.

José Gaspar Rosell y Ruiz era el II señor de Benejúzar y estaba casado con Isabel Rocamora y Molins, hija del marqués de Rafal. (Isabel había estado casada en primeras nupcias con Nicolau Molins). El documento, fechado el 18 de octubre de 1662, cita entre los bienes dejados para el mayorazgo, el solar del alcázar.

«Solar de casses hon vivia lo qº françes Ruis de Soler géneros, germa de mon avui maternal de mi dit testador» (el abuelo materno de don José Rossell), que era «lo Alcazar del Señor Infant Don fernando Segons»

Y precisa que el citado solar, antiguo alcázar, lindaba con casas del Señor de Jacarilla, con la Calle del Río y «carrer de Pau Ruis que hix a la plaça major de Stes. Justa y Rufina».

El mayorazgo debió pasar, según testamento, al hijo mayor, don Alfonso Rossell y Rocamora, el que fue III señor de Benejúzar. (Según nota al margen, don José Rossell falleció el 30 de octubre de 1666 entre las dos y las tres de la madrugada y la mujer el 24 de abril de 1667, entre las seis y las siete).

El museo de la Muralla nos brinda una excelente oportunidad de asomarnos a la ventana del tiempo; de contemplar con nuestros propios ojos los restos de un palacio gótico anexo a la «Casa del Paso» y a la cara interna de la muralla. Este edificio es la ubicación más creíble del famoso alcázar.

Pinchando la siguiente imagen podéis acceder al museo virtualmente.

Enlace a Museo de la Muralla. José M. Pérez Basanta.

Antecedentes de la «Casa del Paso».

Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas.

Mosén Bellot vuelve a mencionar la casa de los Togores en otra Guerra, la de las Germanías. Afirma que los comuneros la saquearon y le pegaron fuego. En aquellos momentos, la casa pertenecía a Jaime Togores e Ibáñez de Ruidoms IV Señor de Jacarilla.

Pero los agermanados se vengaban de Luis Togores Roca, su segundo hijo, destinado a la milicia.

1520… Con esto se acabó del todo el gobierno de esta ciudad, y todos los buenos que pudieron se ausentaron de ella, y la plebe se desvergonzó tanto viendo su Germanía tan favorecida hasta de los oficiales del Rey y tan preminentes como el baile general, que con furor diabólico arremetieron a las casas de Luis Togores y Andrés Soler, y las derribaron…

Luis era cuñado del Patriarca don Fernando de Loazes. Y como lugarteniente del gobernador Pedro Maza, en el verano de 1521 participó en la célebre batalla de Bonanza junto al marqués de los Vélez. Allí derrotaron a los comuneros o agermanados; y se ocupó personalmente de ahorcar y castigar a los rebeldes.

Su hermano pequeño de nombre Jaime, el más querido por su madre doña Brianda Roca y Rocafull, recibió su herencia con la condición de tomar el nombre y las armas de los Roca, formando el nuevo apellido «Roca de Togores». Todos los que han ostentado y ostentan este compuesto son sus descendientes.

El 19 de noviembre de 1560 otro Jaime Togores, el VI Señor de Jacarilla, concertó el matrimonio de su hijo, Juan Togores Rocamora con Juana Ladrón. El novio recibió la donación del lugar de Jacarilla y de unas casas en las que habitaba, situadas en la ciudad de Orihuela.

Parroquia de la Señora Santa Justa, que lindaba de dos partes con dos calles públicas, de otra con casas y hostal del magnífico mosén Antonio Gasch, y de otra con casas del magnífico Gaspar Ruiz y calle pública, estimando su valor en 2.000 libras de moneda de Valencia.

Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas

Pocos años después, concretamente en 1572, Jacarilla y las casas de Santa Justa quedaron vinculadas, continuamente inseparables e indivisas en poder de Luis Togores Ladrón, VIII Señor, el mismo que cita Bellot como coetáneo suyo.

Por su inventario de bienes (con un completo listado de enseres domésticos) sabemos que nació en el edificio antecedente de la «Casa del Paso»; y que allí mismo murió en 1621.

Unas casas grandes con un palacio que está en la plaza de las carnicerías de la presente ciudad, situadas en la dicha presente ciudad de Orihuela, en la parroquia de Santa Justa, que lindan de una parte con la dicha plaza, y de otra con la calle llamada del Río y de otra parte con casas de Francisco Ruiz de Cascante, caballero.

Medio siglo después, la casa aparecía en las capitulaciones matrimoniales de Luis Togores Rosell, XII Señor de Jacarilla. Estaba valorada en mil libras, diez mil reales; y la heredó su primogénito, Luis Togores Valenzuela, el señor número XIII.

Otra nota de 1663, localizada por también por Pepe Ojeda, nos confirma su ubicación.

En lo carrer del Riu; poseía tres portales, y lindaba de Levante con la plaza de las carnicerías y donde se vendían los peces, a donde tenía dos portales. De poniente con las casas de Francisco Ruiz de Cascant y carrer de Pau Rois, appellat de la pilota donde tenía otro portal.

Esta cita nos permite ubicar también un trinquete para el «joc de la pilota». De esta práctica plenamente valenciana hablaremos más adelante, cuando lleguemos al otro trinquete situado en las traseras del convento de Santa Lucía.

La «Casa del Paso».

Casa del Paso. Archivo Celia Senén.

En 1690 Luis Togores Valenzuela, miembro del Consell por el estamento militar, decidió reedificar su casa y pidió licencia para «tallar» en el campo de San Ginés unos rollizos de pino destinados a cubrirla.

En el primer libro de su «Compendio histórico geográfico de la fundación de la ciudad de Orihuela» Josef Montesinos redactó una pequeña biografía de este personaje.

El Ilustre Sr. D. Luis Togores de Valenzuela, natural de Orihuela, Nobilísimo Caballero, Dueño y Señor de Jacarilla, Alcaide del castillo de la Villa de Guardamar, Capitán de las Costas Marítimas de San Ginés, Gobernador Militar y Político de esta oriolana ciudad desde el primero de Enero de 1696 hasta el 9 de Diciembre de 1699…

Terminada su construcción a principios del siglo XVIII, esta es la casa que llegó al siglo XX.

Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas.

Firme partidario de la causa borbónica, su flamante vivienda fue saqueada cuando Orihuela cambió de bando en la Guerra de Sucesión.

Terminada la contienda y una vez casados sus tres hijos, vivió en la «Casa del Paso» junto a su fiel ama de llaves y un par de esclavos que tenía para su servicio.

Como dato curioso añadir que, a pesar de que el vaso funerario de los Togores estaba en la capilla de San Lorenzo de Santa Justa, Luis Togores Valenzuela rompió la tradición familiar y quiso enterrarse en la iglesia de los Jesuitas, sus vecinos y amigos, vestido con el hábito de San Ignacio.

Sigue Montesinos… Que por sus accidentes se vio obligado a renunciar el gobierno; y falleció en el año de 1726. Yace en la iglesia que fue de los Regulares Jesuitas, en su propio sepulcro, con esta corta inscripción. «Aquí yace D. Luis Togores y Valensuela, Señor de Xacarilla: año de 1726».    

Gracias a su inventario de bienes, confeccionado en el año de su muerte, tenemos descripción de la casa original.

La planta principal estaba compuesta por una antesala, en donde entre otros muebles había un retrato de Felipe IV y otro de la reina. Tenía un cuarto que sacaba ventana al balcón de la calle, donde colgaba un retrato de Luis Togores Robles de cuerpo entero.

Otro cuarto con ventana al balcón; un cuarto con ventana al jardín; un comedor y una cocina. Y el entresuelo estaba dividido en dos partes: una para criados y esclavos, y otra destinada a almacén.

Gracias a las fotografías conservadas podemos añadir que su fachada era muy sobria, con la planta baja de sillería y la noble de mampostería enfoscada. Ambas decoradas con rejas de hierro forjado.

Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas

Por el portalón que daba a la Calle del Río se accedía a un pasaje en cuyo interior estaba la puerta de la casa. A su vez permitía conectar con un callejón llamado de Togores que terminaba en la plaza de la fruta. Esta es la razón por la que se la denominaba «del paso».

En el ecuador del siglo XVIII, vivía en ella Luis Togores Robles, el XIV señor de Jacarilla. Luis creía tener derecho preferente a los mayorazgos de Rafal, fundados por los García de Laza.

Como descendiente de Leonor García de Laza, la esposa Luis Togores Ladrón, inició un pleito que duró más de un cuarto de siglo.

La obsesión por ser y llamarse «Señor de Rafal» fue tal que modificó continuamente su firma hasta anteponer el apellido García de Laza, firmando como Luis García de Laza, antes Togores.

En un principio, la justicia parecía decantarse a su favor; pero la sentencia definitiva favoreció al entonces marqués de Rafal, en 1763. Esto me sugiere una hipótesis:

¿Podría ser que el escudo que lucía en la esquina de la casa esperase esa sentencia favorable para ser desbastado con García de Laza entre los apellidos y así se quedase al no conseguirlo?

Casa del Paso. Escudo sin desbastar.

El siguiente señor de Jacarilla fue su hijo, Ignacio Togores Escorcia, que falleció sin descendencia. Ya cincuentón y todavía soltero, casó en Murcia con una niña de catorce años. Tuvieron un hijo pero murió con menos de un año.

Heredó el título y la casa su hermano Francisco Togores Escorcia, quien falleció de fiebre amarilla en 1811. Su muerte, también sin descendencia, significó el fin del linaje de los Togores cuyo apellido había permanecido inalterable desde el siglo XV.

A la muerte de Francisco heredó el mayorazgo y la casa Francisco de Paula Sandoval Togores, pasando a llamarse «Casa de los Sandovales». De este pasó a su hijo Francisco de Paula Sandoval Melgarejo, quien alquiló la casa o parte de ella al Ayuntamiento, para la instalación del cuartel de la Guardia Civil en 1854.

Ayuntamiento de Orihuela. Sesión ordinaria. 29 de Septiembre de 2009: Según consta en la documentación anexa, cabe destacar que el 16 de Septiembre 1854 se creó el primer Cuartel de la Guardia Civil de Orihuela bajo el mando del Segundo Capitán de Infantería Don Benito Guindulain y con sede en C/ del Río, nº 10, en la desaparecida CASA DEL PASO.

En el último cuarto del siglo XIX se menciona frecuentemente la «casa del paso» como casa cuartel en la que se emplazaban también las oficinas militares y la caja de reclutas. En mayo de 1887, el coronel al mando de las oficinas militares, se quejó al ayuntamiento del mal estado en que se hallaba.

Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas

El edificio pertenecía por aquellas fechas a José Joaquín Sandoval Melgarejo, terrateniente afincado en la Mancha fallecido en noviembre de 1899. Pero seguramente trataban con su hijo, el abogado y político domiciliado en Madrid, Alfonso Sandoval, barón de Petrés.

Alfonso, nacido en Murcia, había estudiado en el Colegio de Santo Domingo y conservaba algunos amigos de la infancia en Orihuela.

El cuartel de la Guardia Civil y las oficinas militares fueron trasladadas, pero sólo temporalmente. La historia de estos traslados está contada en un artículo monográfico al que podéis acceder pinchando en el siguiente enlace.

Enlace a artículo sobre la Guardia Civil.

Tenemos constancia de que en ausencia del acuartelamiento, a la casa se le aplicó un lavado de imagen.

El Diario de avisos. 8 de octubre de 1891: No se habla de otra cosa que de las reparaciones hechas en la fachada de la «casa del Paso» que da al callejón de Togores sin haberse ordenado la instalación de los correspondientes tubos de desagüe ni haberse sujetado a plano alguno, toda vez que los trabajos se han proseguido hasta rebajar aquella dejándola en una nevada que también se ha tejado.

Siempre pendiente de una profunda restauración, aguantó como Cuartel de la Guardia Civil hasta que en 1960 se trasladaron al edificio de San Francisco.

Derribo Casa del Paso. Archivo Pedro de Vicente.

Derribo y construcción del campus.

En el año 1969 la «Casa del Paso» fue parcialmente demolida y así permaneció mucho tiempo. Era el anticipo de la amplia destrucción patrimonial que se avecinaba a nivel general en toda Orihuela. Irónicamente, ese mismo año, la ciudad fue declarada «Conjunto histórico artístico». 

Derribo Casa del Paso. Archivo Pedro de Vicente.
Ruinas Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas.
Ruinas Casa del Paso.
Ruinas Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas.
Ruinas Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas.
Ruinas Casa del Paso. Colección Javier Sánchez Portas.

Para la construcción del «Campus de las Salesas» de la Universidad Miguel Hernández, se acabó de derribar el edificio muchos años después.

Solar Casa del Paso

Como nota positiva, dicha obra permitió emprender, entre las Navidades de 1997 y el mes de marzo de 1999, las más importantes excavaciones arqueológicas realizadas en Orihuela, dos mil metros cuadrados de solar.

Solar Casa del Paso

Y en una acertada decisión, se decidió preservar en el sótano visitable, un singular tesoro patrimonial que nos brinda una excelente oportunidad de asomarnos a la ventana del tiempo.

Si os apetece conocerlo virtualmente a través de un vídeo, pinchad la siguiente imagen.

Enlace visita virtual al Museo de la Muralla. José M. Pérez Basanta.

En el Museo de la Muralla han quedado al descubierto las murallas almohades, los baños y casas islámicas, el palacio gótico atribuido al infante y otras viviendas bajomedievales cristianas…

Su imprescindible visita nos brinda una oportunidad única de contemplar con nuestros propios ojos un trozo de esta vieja calle; una zona estratégica de nuestra ciudad en distintas épocas.

Aulario Casa del Paso. Universidad «Miguel Hernández». José M. Pérez Basanta.

Antonio José Mazón Albarracín.  (Ajomalba).

Mi agradecimiento a José Ojeda Nieto, Manuel Gálvez Fernández y Jorge Belmonte Bas.

Callejeando 01. El Puente de Poniente.

Vista del río Segura desde poniente. Orihuela Murcia [sic]. Laurent, J. 1816-1886. Fecha: ca. 1870.

Los muros de Orihuela del lado del oeste son bañados por este río; un puente de barcas da acceso a la villa. (Al-Idrîsî, siglo XII).

Vista del río Segura desde levante. Orihuela Murcia [sic]. Laurent, J. 1816-1886. Fecha: ca. 1870.

Puente de Poniente y Sala del Consell.

El puente popularmente conocido como viejo ha sido a lo largo de la historia un reto para la ciudad. Fabricado con barcas, con tablas o de piedra, era el único enlace entre el casco urbano y el «Raval del Pont».

Con la expansión de este arrabal, convertido en el Mayor o de San Agustín, se erigió el puente de Levante, correspondiéndole a este, los títulos de Mayor, Viejo o de Poniente.

Grabado siglo XIX. Ceremonia del ramo sobre el puente. Al fondo, la Sala.

En las reseñas históricas recopiladas por Mosén Pedro Bellot se habla de un puente de madera que a principios del siglo XIV estaba a merced de las crecidas del río, necesitando ser «adobado» constantemente, motivo por el que el consejo estableció un pontaje (impuesto por uso del puente) que se cobraba a los ganaderos que lo utilizaban.

El Día de navidad (de 1320) amaneció el río tan crecido que cubrió el puente, y las gentes del Raval y heredades no podían pasar a misa. Y el consejo mandó que todos los maestros y toda la gente de la villa acudiesen a ayudarles, y así fue adobado y presto, y como era tanta costa, hacían pagar a los ganados una cabeza por mil.

Vista del río Segura desde levante. Orihuela Murcia [sic]. Laurent, J. 1816-1886. Fecha: ca. 1870. Fotografía: papel albúmina; 245 × 339 mm sobre cartulina de 372 × 481 mm 17/3/36.

Esta precariedad y la tragedia que suponía carecer de iglesia cuando el Segura, con demasiada frecuencia, incomunicaba a los vecinos de su otra orilla, obligó a utilizar la ermita situada extramuros bajo la advocación de San Sebastián y San Roque (donde ahora está el convento), que se convirtió en ayuda de parroquia o capilla de la Catedral con su pila bautismal. Para asistirla, un cura residía continuamente en ese lado del río. Erigido el Convento de San Agustín, dicha función quedó obsoleta.

Recodo del Segura a principios de siglo (Kurt Hielscher).

Pero no todo eran inconvenientes. La sencillez del puente permitía destruirlo en caso de necesidad convirtiendo el río en un foso defensivo, como así ocurrió en la guerra entre Castilla y Aragón, conocida como «de los dos Pedros».

El puente Quebrado se dijo porque en la primera guerra del rey Don Pedro de Castilla lo mandó quebrar el consejo, y en el año 1361, en el cual se hizo paz, mandó dar 50 sueldos para adobarle.

Para renovarlo cada década, además del esfuerzo económico, era necesario talar demasiados árboles «y no se podían criar tantas alamedas», así que en el año 1415 decidieron fabricarlo en piedra por primera vez.

En 1451 se colocaron las cimbras de un gran puente de un solo ojo que durante dos siglos y medio restauraron una y otra vez, quedando obsoleto a comienzos del siglo XVIII. Se reedificó totalmente ante la necesidad de contar con un acceso seguro para los carros que se dirigían al molino.

Vista desde el mediodía de la Casa de la Ciudad de Orihuela adornada con motivo de la Proclamación al trono de Carlos III, grabado de Alagarda. Siglo XVIII.

Al final del puente, un arco abierto en la muralla,  permitía la entrada a la ciudad y mediante un pasadizo abovedado que cruzaba por debajo del la Casa Consistorial se desviaba el tránsito incómodo de la calle del Ángel hacía la del Río.

Fachada de tramontana de la Casa de la Ciudad, adornada con motivo de la Proclamación de Carlos III. Grabado de Alagarda. Siglo XVIII.

.. de sillería de la mejor calidad blanca, fuerte y granimenuda, con pilastras de trece palmos de altura y piedras de cuatro palmos y medio unas y otras de tres palmos y medio, dos palmos de altas y todo el espesor de la pared con las tres caras bien labradas, orden corintio, arco abocinado y sobre él, el escudo de armas de la ciudad. Las puertas con su erraje grueso de madera vieja, chapado en oja delata, con las serraduras de la mayor firmeza y hermosura.

Esta descripción del arco aparece en los «Capítulos y condiciones formadas para la construcción y reparación de las obras de las Casas Consistoriales del Ilustre Ayuntamiento de esta ciudad de Orihuela», redactados en 1777.

Plano obras Sala. Año 1777. Archivo Municipal de Orihuela.

En su plano adjunto comprobamos que aparece el «tránsito por baxo de la cassa de la ciudad»;  o más concretamente por debajo de «la Sala de Cabildos».

¿Qué era citada Sala?

Fray Diego de Cadiz predicando desde un balcón de la Sala. Dibujo de Josef Montesinos. 1787.

La Sala era una dependencia de, aproximadamente noventa metros cuadrados, donde se reunía el Consell de la Ciudad. Su elevado emplazamiento hace pensar que, además de referirse a la Sala del Consell, los oriolanos utilizaban el nombre popular que recibía la estancia construida sobre las viviendas para albergar la paja, llamada comúnmente «la sala».

Diseño de la Ciudad de Orihuela mirada por el Mediodía. Joseph Vicente Alagarda y Eysarch. Segunda mitad del siglo XVIII. En la parte inferior izquierda, con el número 15, la Casa de la Ciudad.

Este apelativo acabaría identificando a todo el edificio. La Casa Consistorial fue construida de ladrillo en el siglo XIV y reedificada en piedra a finales del XVI;  formando con el sólido puente que le servía de apoyo un impresionante edificio defensivo.

La Sala y el Puente. Dibujo de Pepe Sarabia

El puente viejo, reedificado como hemos dicho a principios del siglo XVIII, en 1763 presentaba de nuevo un aspecto deplorable.

El estado en que se encuentra el puente, haciéndose en el de cada día agujeros, y que tiene mucha parte de sus maderas y barandillas podridas y señaladamente se ha derribado en una caballada tanto de su suelo que no puede pasar seguramente cabalgadura alguna para introducir molienda alguna en el molino en perjuicio del arrendador que paga licencia a la ciudad y con la contingencia de poder caer en el río algunas criaturas de las que transitan por dicho puente.

El principio del fin llegó en 1829. En ese año, además de los famosos temblores de tierra que asolaron la Gobernación oriolana, las copiosas lluvias otoñales aumentaron considerablemente el caudal del río Segura.

En enero de 1830 volvió a llover torrencialmente, llegando a diluviar durante veintinueve horas y media seguidas entre los días 28 y 29. 

El día 30 se desprendió un sillar del arco que sostenía el puente, encargándose de la reparación el maestro Antonio Sánchez, quien puso una piedra muy ajustada cerrándolo de nuevo. Pero tan solo era el primer aviso.

El 15 de octubre de 1834 nadie pudo evitar que cediese ante los envites de una nueva riada. Tres días después, la Sala, desprovista de apoyo, corrió su misma suerte.

Expediente sobre reparación o reedificación de la Casa antigua Consistorial de esta ciudad. Antonio Sánchez, 1836. Archivo Municipal de Orihuela.

Todo lo que quedó en pie hubo de ser demolido. En el «Expediente sobre reparación o reedificación de la Casa antigua Consistorial de esta ciudad», fechado en 1836, Antonio Sánchez confeccionó unos preciosos «Planos explicados por letras, números y colores», pero el consistorio no pudo sufragar la obra y fue desechada.

Pasados seis años, se vendió el terreno a Luis Abadía para construir  un edificio de viviendas. En 1848 su viuda Josefa Larranzi se vio obligada a deshacerse del mismo.

El edificio que en la actualidad ocupa su lugar, conserva en el zaguán una pequeña joya. Si alguien les abre la puerta (manda narices) podrán contemplar una de las representaciones más antiguas de nuestro oriol, datada en 1598.

En 1598, obrando la puerta de la ciudad que sale a San Agustín o San Sebastián, se hace por el maestro Pierres un escudo de armas en piedra jabalina.

José Ojeda Nieto afirma que este escudo y el de San Roque, expuesto en el claustro de la Catedral, son coetáneos y pertenecen a la desaparecida puerta de San Agustín.

San Roque en el claustro de la Catedral.

Pero volvamos al puente. Tras varios proyectos de reedificación, el obispo Félix Herrero Valverde se ofreció al Ayuntamiento para encargarse personalmente de dirigir la habilitación de dos nuevos y sólidos puentes de madera; administrando, eso sí, los 20.000 reales que para ello había dispuesto el Consejo.

Félix Herrero Valverde.

Aceptada su propuesta escogió para tal menester al capuchino Fray Antonio de Benimassot, del convento de Monovar, que ya había trabajado en las Salesas.

Las obras duraron desde el 19 de Mayo al 8 de agosto de 1835. El puente de Benimassot fue un verdadero fracaso; pronto comenzó a perder el nivel y poco a poco se fue deteriorando hasta que en 1842 amenazaba con desplomarse.

El ingeniero de caminos Elías Aquino dirigió la construcción de un nuevo puente de madera de pino endurecido en las aguas de las salinas.

Quedó terminado el 22 de abril de 1843. Esta vez probaron su solidez aparcando en su doble calle cinco carros de bueyes bien cargados de pimiento molido. Pero tampoco duró mucho.

En el verano de 1868 la Sociedad Material para Ferrocarriles y Construcciones de Barcelona instaló un nuevo puente de hierro del que se conservan planos y algunas fotografías.

Archivo Municipal de Orihuela.
Colección Javier Sánchez Portas.
Colección Javier Sánchez Portas.
Colección Javier Sánchez Portas.
Gigantes y cabezudos en el Puente de Poniente Colección M. Soriano.
El puente de Poniente a principios del siglo XX.

Reconstruido y sustituido varias veces durante el siglo XX.

El conquistador. 12 de mayo 1917: Basta con que un ingeniero del Estado diga que por ser el Puente de Poniente de esta Ciudad de la exclusiva pertenencia del Municipio ya no hay medio de que se reconstruya por el Estado, como solicitaba la Cámara de Comercio; para que ésta como toda Orihuela, quede como convencida y abandone las gestiones que debía hacer para conseguir su laudable propósito, como lo han conseguido poblaciones comarcanas.

Aquí nadie recuerda, al parecer, que el Puente de Poniente actual se construyó con dinero patrióticamente desembolsado por los oriolanos para cubrir las acciones que a dicho fin emitió el Municipio y que para la mayoría de los accionistas han resultado un papel mojado, perdiendo por completo lo entregado (…) Los Puentes, por consiguiente, no son propiedad del Municipio sino de la exclusiva pertenencia de los oriolanos, como particulares, no como vecinos de la Ciudad. Como es ineludible el tránsito por ambos puentes, dispensable es que se construya con fondos particulares…

Sesión municipal del 19 de Julio de 1934: Ultimado el despacho ordinario, el Sr. Alcalde advierte de la necesidad de restringir el tránsito pesado por los dos puentes que existen en la población sobre el Segura, en vista de que los informes emitidos por los técnicos a los que particularmente ha encargado el reconocimiento, resultan extraordinariamente faltos de solidez, en atención a lo cual,  por unanimidad se acuerda no permitir el paso de vehículos cuyo peso total exceda 1.500 kg. y que ello se comunique a los gobernadores de Valencia, Alicante y Murcia y al ingeniero jefe de firmes especiales.

En las fallas celebradas durante la II República en Orihuela, algunos vecinos se burlaron del penoso estado del Puente.

Falla de la Calle Fermín Galán (Los Hostales). Autor: Lucio Sarabia e hijos. Archivo García-Molina.
Puente de Poniente en los años 60 del siglo XX.
Foto Loíno.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba 2006).           

Galería Fotográfica.

Colección Javier Sánchez Portas.
Vista desde el Puente de Poniente. Colección Javier Sánchez Portas.

     

Vista desde el Puente de Poniente. Ministerio de Cultura.
Vista desde el Puente de Poniente. Colección Javier Sánchez Portas.
Vista desde el Puente de Poniente. Ministerio de Cultura.
Vista desde el Puente de Poniente publicada en enero de 1925 en la revista La Esfera, ilustración mundial. En el pie reza: «Vista de Orihuela (Alicante) desde el río Segura, Fot. Hielscher».
Vista desde el Puente de Poniente.
Vista desde el Puente de Poniente.

Biografías: Amado Granell Mesado

Amado Granell Mesado

Amado Granell con el uniforme del Ejército Popular de la República (1936).

Nacido en Burriana, en noviembre de 1898. Hijo de María Francisca Mesado Monzonís y de Juan Bautista Granell Sabater, comerciante dedicado a la importación de madera de Guinea.

Amado mostró muy pronto su naturaleza guerrera alistándose a la Legión, de la que fue expulsado a petición de su padre por supuesta minoría de edad. La experiencia le marcó y siempre habló de ella orgulloso.

El levantamiento oriolano de 1706.

Retrato de Carlos II «el Hechizado», el último Habsburgo que reinó en España.

El breve levantamiento oriolano de 1706. (Que a la postre fue hundimiento)

En noviembre del año 1700 llegaba a Orihuela la noticia de la muerte del «Hechizado». Sin pérdida de tiempo, el Consell oriolano decretó el luto acostumbrado y las correspondientes misas. Y Felipe V fue jurado como nuevo rey con el ceremonial propio de tan magno acontecimiento.

Felipe V, rey de España. Óleo sobre lienzo.

Seis años después, España ardía en plena Guerra de Sucesión. En febrero, Felipe V abandonó Madrid con la firme intención de someter Barcelona con un ejército de 30.000 hombres.

El sitio por tierra y mar se frustró por la aparición de una escuadra anglo-holandesa. Esta circunstancia, unida al avance del ejército aliado hacia la capital, le obligó a regresar; pero no permanecería en ella mucho tiempo. 

El archiduque partió de Barcelona y tras ser proclamado en Zaragoza, entró en Madrid, poniendo en fuga al Borbón que se refugió en Burgos. 

El 29 de junio de 1706, Carlos III era proclamado rey ante los ciudadanos de la capital. Su triunfo parecía casi cantado.

Archiduque Carlos. Martin van Meytens (attrib.)

Pocas semanas después, concretamente el 24 de Julio de aquel mismo año, Jaime Rosell y Rocamora, señor de Benejúzar, marqués de Rafal consorte y gobernador militar de Orihuela, proclamaba por tres veces desde el balcón de su palacio: ¡Hijos míos, viva Carlos III¡

Proclamación de Carlos III en la Plaza Mayor de Denia.

Esta frase vitoreada por el pueblo allí congregado, culminaba el levantamiento oriolano contra Felipe V.

¿Qué impulsó a Orihuela, tantas veces distinguida como noble y muy leal, a romper el juramento con su rey abrazando la causa austracista?

Podemos hablar de la hábil utilización del descontento generalizado de la población ante el abuso de las clases dominantes mediante la propaganda de los agentes austracistas, propaganda personalizada en Juan Bautista Basset, personaje clave para que calase en los valencianos.

A modo de político en campaña, prometió la abolición del pago de tributos abusivos a los nobles, ganando para la causa del archiduque a los campesinos, a las clases populares urbanas y a gran parte del clero.

Joan Baptista Basset.

Y hablando del clero; podemos mencionar la fuerte suma reclamada por las tropas borbónicas al Cabildo de la Catedral para urgencias bélicas, suma que los poderosos canónigos amparados en sus privilegios se negaron a pagar, utilizando su influencia para sembrar en las calles la causa del archiduque.

Podemos citar el temor que produjo la caída de Cartagena, incluso la hostilidad que catalanes, aragoneses y valencianos tenían hacia los franceses. Pero yo quiero detenerme particularmente en dos motivos, en mi opinión decisivos.

El primero la clara indiferencia que Felipe V demostró con la celosa Orihuela, una ciudad acostumbrada a ser reconocida y premiada por sus monarcas.

El Borbón mancilló varias veces unos privilegios adquiridos con sangre y fuego a través de siglos de lucha en los que nuestra ciudad fue un baluarte para el reino de Aragón.

En el segundo, comparto la opinión del obispo José de la Torre y Orumbella, huido durante estos acontecimientos: los oriolanos no se sublevaron por falta de amor a Felipe V.

El obispo de Cartagena Luís Belluga había sido investido con el cargo de Capitán General de Alicante y Murcia, así que las tropas oriolanas debían ponerse bajo su mando.

Cardenal Luis Belluga y Moncada.

Para aquellos oriolanos, era impensable que la defensa y gobierno de nuestra ciudad quedasen manos de un murciano, a la postre obispo de Cartagena, autoridad contra la que tantas veces había luchado la ciudad en su pleito por conseguir la mitra oriolana.

La antigua enemistad con la que siempre habíamos mirado a los de Murcia y su reino, junto a las continuas amenazas que estos proferían contra Orihuela (saquear sus bienes, talar sus árboles y abrasar sus haciendas) dificultó enormemente el cumplimiento de la voluntad real.

Las tropas del archiduque se acercaban; no se sentían queridos por su Rey; volvía a plantearse el dilema suscitado en la Reconquista:

¿Qué sería de una Orihuela diluida en Castilla? Y Orihuela tomó partido.

Pintura de Augusto Ferrer Dalmau.

Pero las cosas acabaron mal para nosotros; acosado por nuevos ejércitos de voluntarios castellanos y por las tropas enviadas por Luís XIV, el archiduque Carlos abandonaba la capital junto a su ejército, replegándose hacia Valencia.

Felipe V regresó a Madrid el 4 de octubre aclamado por el pueblo. El 7 de octubre, ante el avance de las tropas borbónicas, el marqués de Rafal abandonó Orihuela, poniendo a salvo sus alhajas.

Enterado Belluga se presentó tres días después con artillería, 1.000 jinetes, 1.000 infantes y 4.000 campesinos enfurecidos.

La heroica resistencia de sus ciudadanos desorganizados fue un sacrificio inútil. Ante semejante fuerza ofensiva Orihuela cayó en dos horas. Fue saqueada e incendiada y a pesar de ser acaudillados por un obispo, la soldadesca no respetó ni los templos.

Reacción lógica si tenemos en cuenta que el día 21 de agosto, las tropas austracistas acuarteladas en Orihuela entre las que se encontraban el marqués de Rafal y sus milicias, hicieron algunas incursiones sobre la frontera con Castilla, y al llegar a Beniel, huido el vecindario, se llevaron a la Virgen, a San Bartolomé, a San Gil y hasta el copón del Santísimo Sacramento, sacrílego botín depositado en San Agustín por orden del cabildo.

Beniel. Mojones del Reino. Frontera entre Castilla y Aragón.

La decisiva victoria militar de Felipe V sobre las tropas del archiduque en la batalla de Almansa, dio paso a la capitulación de Valencia. Es significativo el letrero que, en latín, puso en la ciudadela que hizo construir, con cañones apuntando hacia ella:

Habiendo vencido a los valencianos junto a Almansa la majestad del rey Felipe V, y habiéndoles perdonado la vida por su magnanimidad, hizo construir esta fortaleza para seguridad de la ciudad y del reino.

Y así llegó la imposición de nuevas leyes en los reinos de Aragón y Valencia, el llamado decreto de nueva planta. Usando el derecho de conquista se derogaron los fueros y privilegios, se suprimieron los organismos políticos forales (excepto los del País Vasco y Navarra, que se mantuvieron leales a Felipe V) y hasta nuestra lengua materna fue prohibida en un intento de diluir definitivamente a la vieja Corona de Aragón en las leyes, costumbres e idioma de Castilla.

La Batalla de Almansa. Ricardo Balaca.

Orihuela ya nunca fue la misma. Cuando en 1715 denunció los excesos de las tropas borbónicas, la orgullosa ciudad antaño segunda del reino, tuvo que escuchar públicamente las siguientes palabras:

Todos los dichos señores que componían el Ayuntamiento heran unos picarones, futres, bugres, traydores, canallas y que estaba la Ciudad traidora y que no quería pagar, ni sus vecinos al Rey…

Retrato boca abajo del primer Borbón en Xátiva. Donde ordenó incendiar la ciudad.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Publicado en la revista deorihuela. 2006.

Audio programa de radio que grabé sobre el tema.

Una corrección importante: En el siguiente vídeo se cita el actual palacio de la Granja como escenario del levantamiento y la proclamación. Gracias a la compra del archivo de la casa de Rafal, Javier Sánchez Portas ha demostrado que el marqués vivía, a comienzos del XVIII, en la calle del Hospital, entre la plaza de la Salud y la de Santiago. Lo he corregido en el audio. Pero no puedo en el vídeo.

Pinchad aquí para acceder al programa en youtube.
Pinchad aquí para acceder a un artículo más completo sobre la Guerra de Sucesión y Orihuela.

El Siglo de la Armengola.

Mural realizado en azulejos, Cuadro original de Alfonso Ortuño. La Leyenda de la Armengola.

El Siglo de la Armengola.

Introducción: 

Toda ciudad importante tiene su leyenda fundacional; un glorioso detonante que engrandece su creación. Pero nadie en su sano juicio puede creer como historia, que dos niños amamantados por una loba fundasen Roma.

Nuestra leyenda más famosa no se refiere al nacimiento de la urbe; más bien intenta borrar un pasado inmediatamente anterior; cinco siglos en los que los musulmanes fueron los verdaderos artífices de la huerta, las acequias, el castillo y lo que fue el casco amurallado; un patrimonio que los cristianos heredaron intacto.

Según la Real Academia de la Lengua, una leyenda es la narración de sucesos fantásticos que se trasmite por tradición o relato basado en un hecho real, deformado o magnificado por la fantasía o la admiración.  

Para comenzar, vamos a sintetizar el hecho real; lo que se llamó Reconquista de Orihuela. Consta de cuatro fases:

1. Primavera de 1243.

El reino de Murcia se entregó al futuro Alfonso X en Alcaraz estableciendo un protectorado. Pero no todas sus ciudades abrieron las puertas a los invasores.

Las crónicas solo mencionan a Cartagena, Lorca y Mula como plazas sometidas por las armas.  Pero Orihuela, en manos de la Wizara Isamiyya, funcionaba también de forma independiente.

José M. Pérez Basanta.

Su gobierno estaba formado por un grupo de personajes de gran talla intelectual que se resistieron a la ocupación. Cuando el infante Alfonso entró en la capital, muchos disidentes se refugiaron tras las murallas de Orihuela, que tuvo que ser sometida mediante asedio.

Aguantó, al menos, hasta el último tercio de 1243, cayendo en fecha imprecisa.

2. 1243-1244.

Asediada por tropas castellanas, Orihuela se rindió a las huestes del infante Alfonso sin llegar al asalto. Los cristianos ocuparon el castillo instalando una fuerte guarnición.

Los musulmanes, inmensa mayoría de la población, se mantuvieron en la ciudad manteniendo sus costumbres, religión e instituciones de gobierno, bajo vigilancia castellana.

Alfonso X «El Sabio».

Dan fe del asedio dos donaciones posteriores de Alfonso X: «por el servicio que me hizo sobré Orihuela cuando la gané» y «por el servicio que hizo al rey en la cerca de Orihuela».

3. Primavera de 1264.

Revuelta musulmana en el reino de Murcia apoyada por el Emir de Granada. En Orihuela los rebeldes intentaron hacerse con el castillo; los defensores se encerraron en él y la rebelión fracasó.

Los héroes de la resistencia quedaron inmortalizados gracias a las mejoras que recibieron en el «Llibre del Repartiment».

4. Noviembre de 1265.

Jaime I tomaba posesión de una ciudad que no llegó a perder el control castellano. Meses antes, su hijo Pedro, apoyado por huestes castellanas, asoló la huerta y socorrió a los encerrados en el castillo.

En su crónica, el Conquistador solo dejó este escueto párrafo:

Jaime I en las puertas de Orihuela.

Hecho esto marchamos aquel mismo día a Orihuela, dejando en Elche a En Astrurgo de Bonsenyor, para que nos trajera las escrituras que hicimos con los sarracenos de dicha población; y mientras estábamos en Orihuela, vino a vernos el hijo de Ben Hud Alá, arrayaz de Crivillente.

Algunos apuntes más:

La leyenda fija la toma del castillo el 17 de julio, fiesta de las Santas Justa y Rufina. Puede parecer que la fecha se conmemora desde la conquista; pero no.

Aunque están vinculadas a Orihuela desde que las mezquitas mudaron a iglesias, dando nombre a uno de los templos parroquiales, las mártires sevillanas fueron escogidas como patronas de Oriola siglo y medio después, cuando comenzaron a celebrarse los festejos de moros y cristianos.

En 1400 con licencia del obispo de Cartagena don Fernando de Pedrosa, el Consell acordó marcar la fecha como fiesta de guardar. Desde entonces, el 17 de julio se celebra la fiesta solemne de acción de gracias y la procesión de la señera, una de las fiestas más antiguas de España.

Santas Justa y Rufina. Gerona.

Sabiendo de la vinculación oriolana con Cataluña, conviene añadir que la tradición catalana se apropió de las santas haciéndolas barcelonesas. En Prats de Molló, localidad del Pirineo, las tienen como patronas con una iglesia parroquial donde guardan dos bustos con sus reliquias.

En cuanto a la supuesta comunidad mozárabe descendiente de los godos, en el siglo XIII había desaparecido totalmente. Se convirtieron, huyeron a los reinos del norte o fueron exterminados por almorávides y almohades.

Así pues, si había cristianos en el arrabal, se instalaron allí tras el pacto de Alcaraz formando parte de la ocupación castellana.

Por último quiero añadir, que en numerosas fortificaciones aparece la expresión «Puerta de la Traición» para designar un postigo que permitía acceder al recinto fortificado de forma discreta. Sin ir más lejos, tenemos otra del mismo nombre en Murcia.

Estos accesos se abrían en alguna parte de la muralla donde el enemigo no pudiese situar tropas de vigilancia, facilitando la comunicación con el exterior sin tener que utilizar las puertas principales.

Eran muy útiles en caso de asedio, como vía de escape; o para recibir abastecimiento y refuerzos. Su peculiar nombre hizo que tarde o temprano cargasen con una leyenda basada en una traición.

Puerta de la Traición de Bejar (Salamanca). Escenario de otra leyenda de reconquista.

Una vez resumidos los hechos, paso a la leyenda y sus autores.

Gaspar García «El Oriolano».

El XVII fue el siglo de los cronistas locales, escritores inflados de amor patrio que llenaron sus obras de hazañas y milagros para dar lustre y antigüedad a sus ciudades. En este florecimiento de la historiografía, la mayoría de los autores eran religiosos.

Lo realmente sorprendente es que el primero que plasmó en papel la leyenda de La Armengola se dedicase a coser y cantar. Natural de Orihuela y morador en Oliva, Gaspar García Ortiz era sastre de profesión y aficionado a la poesía.

La primera referencia a este personaje que he encontrado son unos versos que presentó en la celebración poética de la fiesta de canonización de Raimundo de Peñafort en Valencia, en 1601. Historiada por el P. Gómez, sacerdote valenciano, le dedicó está crítica:

Desde Oliva un sastre honrado por su desdicha y desastre remitió cierto guisado que aunque no fuera de sastre él es por si desastrado Gaspar, y Ortiz, y García de Origüela natural se firmó, gentil porfía habiendo cantado mal cantarse una Letanía.

Gaspar García Ortiz, que firmaba como Gaspar García Oriolano ostenta el honor de ser la primera fuente escrita de la Armengola, gracias a un poema épico incluido en «La Murgetana del Oriolano, guerras, y conquista del reino de Murcia por el Rey D. Jaime primero de Aragón, parte I», publicada en Valencia en 1608 por Juan Vicente Franco.

Primera parte de «La Murgetana» (1608).

A este oriolano ausente, sin mucho conocimiento histórico, debemos la leyenda en estado puro. Nunca sabremos si se inspiró en algún relato oral.  Lo cierto es que tejió una historia en verso que nos ofrece el primer guión y el reparto inicial:

Benzaddón, el perverso alcaide moro; el Almengol (sin nombre de pila y con l); la Almengola, su mujer; sus dos hijos; y sus dos hijas, sustituidas por dos valientes varones vestidos con ropas femeninas. De ellos, solo da nombre a Juan Darún, con apellido similar al Íñigo Darún que se encierra en el castillo según el libro del Repartimento.

La primera parte del canto octavo se titula: «Arde la rebelión, redímese el castillo de Origüela y baja el Rey don Jaime a la Conquista». Comienza con dos docenas de insultos dedicados al alcaide del castillo que no voy a reproducir; he escogido y transcrito los versos más interesantes.

Canto VIII de «La Murgetana» (1608).

Muera la gente bárbara enemiga, alarma que divino auxilio siento pero do corres, o firmeza extraña que vuela una mujer por la montaña. 

Espantome que sola tú te atrevas a lo que no pudiera un varón fuerte mas cuando la mujer se determina el mar vadea y los montes mina. 

Como mejor ser pudo les rebela aquella traición que el moro emprende y como aquella noche cumple el plazo el triste funerable mortal caso.

Dice, bien conocéis a na Almengola ama de Benzaddon Alcaide Moro, que es esta que aquí veis y vengo sola acompañada de mancilla y lloro.

Solo por mi familia y gente vengo que quien me reveló el secreto imbia como dos hijas, y dos hijos tengo de mi velado, dulce compañía.

Atónitos quedaron, espantados aquellos descendientes de los Godos y a la calamidad de sus estados vecina y cerca se revuelven todos.

Resueltos entre todos, señalaron para la prueba arriscada y sola dos mancebos gallardos, que bastaron al número de seis con na Almengola:

De femeniles trajes se adornaron zelando con aquellos peto, y gola, y salen como hijas del buen viejo corderas pareciendo en el pellejo.

En este tiempo el Almengol valiente el primer portalero tiene muerto por cuya causa a la puerta nombre quedo, de la trycion, mas no del nombre.

Ya conseguido el fin para su intento del femenil vestido se desnudan sacan el varonil robusto aliento que con el traje de doncellas mudan.

Y vanse de aposento en aposento con que victoria conseguir no dudan echando los serrojos, y al estrago dieron a los demás el Santiago.

Y la muerte va revuelta en cuchilladas reveses, y mandobles, de manera que hizieron mayor riça cinco espadas que un escuadron de sinco mil hiziera.

Las postas y las guardas a estocadas por entre las almenas salen fuera y así dejando fortaleza y vida quedó la gente bárbara vencida.

Anda la vieja empuñando un asta ofreciendo la vida al caso honroso que el ir determinada solo basta para emprender lo más dificultoso.

Hasta el señor a su rigor las manos y a los cuitados que llorando estaban a Rufina y a Justa les envía en la vigilia santa de su día.

Bajan las santas de la impirea cumbre trepan los cielos y elementos hienden hinchen los valles de gloriosa lumbre el monte abrasa y el castillo encienden.

De un golpe a Juan Darún vida comisa y el suelto mozo ya pesado y grave vuelve sobre el alcaide, y ambos juntos ocupan tierra con quedar difuntos.

Al fin los oriolanos consiguieron próspera salvación, fin admirable guardaron su castillo, y defendieron sus torres, con fortuna favorable.

Y es conclusión averiguada y cierta que cuando al Rabal Roche dio el asalto el moro a la celada descubierta viendo al cristiano con victoria en alto.

Que callando volvió la rienda suelta y así confuso de consejo falto, quedó cuan antes sin mover la tierra pues dentro el Rey do Jaime entró sin guerra.

Hasta aquí la parte referida a Orihuela en el poema original. En los versos de Gaspar todo queda confuso, como si la revuelta y la llegada de Jaime I hubiesen transcurrido en dos jornadas.

Final de «La Murgetana» (1608).

Lo curioso es que el oriolano menciona a seis personajes; la Armengola y cinco varones: su marido, sus dos hijos y dos valientes mancebos, vestidos de doncella que sustituyen a sus dos hijas.

Y así la dama, armada con un asta y acompañada por cinco valientes espadas, se dirige al castillo. Su marido mata al primer centinela en la puerta de la traición; y una vez dentro, los travestidos se despojan de sus disfraces y todos comienzan a repartir cuchilladas y mandobles, enardecidos por la aparición de las santas Justa y Rufina que iluminan el castillo.

Juan Arún y el alcaide fallecen en el combate. La celada de los moros queda descubierta, los cristianos se salvan y Jaime I entra en Orihuela sin guerra.

Publicada su obra, el sastre poeta siguió cantando al Reino de Murcia sin mucha fortuna, pues el Concejo de la capital, que había sufragado la primera publicación, le retiró la financiación para dársela al famoso licenciado Francisco Cascales, autor de los «Discursos históricos».

La obra de Gaspar, titulada Anales de Murcia quedó inédita. Despedido como historiador, poco más he encontrado del sastre trovador.

Un soneto titulado «El angélico padre dominico», como parte de la obra: «Defensa Dominicana por la limpia Concepción de María sin pecado original», publicada en Orihuela en 1628 por Vicente Franco, donde firma como Gaspar García el oriolano.

Entonces: ¿por qué ha llegado hasta nosotros la trova de este sastre, hasta ocupar el protagonismo en la historia de nuestra Reconquista?

Quiso el destino que dos años después, aquella intrascendente obra poética cayese en manos de otro Gaspar.

El otro Gaspar.

Gaspar Juan Escolano había nacido en Valencia en 1560. Miembro de una destacada familia, su padre fue conseller de la capital del Reino. En 1597 fue nombrado rector de la valenciana parroquia de San Esteban.

En 1600 participó en un certamen poético durante la Fiestas celebradas en Valencia por la recepción de una costilla de San Vicente Ferrer.

Dos años después lo nombraron predicador de la ciudad de Valencia, y en 1604 cronista mayor del reino. Eclesiástico, poeta, escritor e historiador, su obra «Décadas de la historia de Valencia» es un clásico de la historiografía valenciana.

Este ambicioso proyecto de historia general de Valencia y su reino es una relación de los hechos históricos acontecidos hasta el reinado de Pedro el Grande de Aragón, además de los sucesos de las Germanías, la rebelión de los moriscos y su expulsión. Inicialmente fue editado en dos partes:

La primera, titulada «Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia», vio la luz en 1610, y se compone de los cinco primeros libros.

II parte de la «Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia».

La «Segunda parte de la Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia», salió un año después, en 1611. A pesar de su falta de método histórico, de sus errores cronológicos e inexactitudes históricas, es fundamental para el estudio de la historia valenciana.

A diferencia de Gaspar el oriolano, que había escrito sus versos sin haber accedido a los archivos, el cronista valenciano había consultado muchos, entre ellos la crónica de Jaime I.

De Orihuela encontró bien poco. Así pues, para completar su relato, el bueno de Gaspar quiso cubrir el vacío y le vino muy bien la bonita historia aunque no encajase del todo con los datos que tenía.

Dejó la responsabilidad en el oriolano, suponiendo que el autor de la Murgetana, como natural de la tierra, había consultado los archivos locales y estaba bien informado de los asuntos de su patria chica.  Así lo manifestó:

El autor de la Historia Murgitana, hace un breve Compendio de los Caballeros y Soldados de cuenta que sirvieron en ella. Y porque como hombre natural de Origuela, y criado en Murcia, se debe creer que tuvo noticia entera y verdadera de todos.

Esta desafortunada suposición, que no pudo ni analizar por las prisas para incluirla en el tomo de la Historia de Valencia que tenía listo para imprenta, dio lugar a que la leyenda de la Armengola pasase a formar parte de la Historia oficial de Reino de Valencia, en la segunda entrega publicada en 1611.

En ella, el Gaspar valenciano traduce a prosa y modifica un poco el trabajo del Gaspar oriolano. Elimina a dos de los cinco varones, nombra a Armengol como posible marido, le quita una z a Benzaddon y da nombre al otro mozo: Ruidoms, un apellido que coincide con un municipio de la provincia de Tarragona.

Así quedó la historia en prosa:

Fomentaba el levantamiento de los moros el rey moro de Granada, que no contento con quitarle la obediencia y atrevérsele en guerra abierta, tuvo trazas como incitar a lo mismo a los de Murcia, que en su nombre y protección se alzaron y recibieron de su mano alcaide y guarnición en el Alcázar.

Hízose el levantamiento con grande secreto para cierta hora y día, en que tenían concertado de pasar a cuchillo todos los cristianos que moraban entre ellos.

Llegose la hora fatal de la degüella; y acertó que a una varonil mujer llamada Armengola, que había criado a sus pechos un hijo del moro Benaddon, alcaide del castillo de Orihuela, por misericordia del moro (después de muy juramentada de tener secreto) le fuese revelada la conjuración hecha para la ruina de los cristianos.

Venció luego a la flaqueza mujeril el ingenio y sin muestra de turbación, regració al alcaide la confianza del secreto; y en fe de él, le suplicó que pues no ignoraba que tenía abajo en el arrabal marido y dos hijas, le hiciese colmada merced de que bajase por ellos, para escaparlos del peligro de muerte.

Obligado el moro de las vivas obligaciones que a la dama cristiana tenía en razón de la crianza (o porque no hay contraste contra el decreto de Dios), dispensó con ellos; y al punto la cautelosa y magnánima mujer se salió en anocheciendo del castillo, y bajando al arrabal que los de Orihuela llaman Roche, hizo junta de los cristianos y dado el aviso de su cercana calamidad, los persuadió a que tres de ellos, los más animosos y fuertes se vistiesen de mujeres, y bien armados debajo de las ropas se subiesen con ella al castillo, y se alzasen con él.

II parte de la «Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia».

Llamábanse los tres escogidos para tan gloriosa transfiguración, Armengol, Juan de Arún y un tal Ruidoms; los cuales siguiendo los pasos de la mujer, llegaron a la puerta del castillo, y apenas fueron reconocidos por la guarda, que engañada con los vestidos, juzgando por la pinta que sería la familia de la Armengola, la franqueó con liberalidad.

No bien se vieron dentro, cuando dejando caer el rastrillo, porque no acudiese socorro, se descartaron los dos de las figuras de mujeres y jugando las espadas juntamente con el Armengol (que sería marido de ella), les ganaron por momentos las puertas a los guardas.

Tomadas las llaves, volaron a lo alto del castillo y echaron los cerrojos por defuera a algunos de los aposentos, porque no saliesen los del alcaide a dar con ellos; y en otros entraron acuchillando y matando; no haciendo menos risa la valerosa amazona, que como caudillo iba delante con un asta en la mano.

Era víspera o el mismo día de las dos hermanas vírgenes y mártires, Santa Justa y Rufina, naturales de Sevilla; y andando los leones cristianos por las coviles del castillo haciendo la carnicería que al trocado pensaban hacer los moros en ellos, fueron vistas descender del cielo dos grandes luces, que la una se asentó sobre el castillo, y la otra bajó hasta el arrabal; donde quedaban los demás cristianos medrosos como corderos en el corral que sienten alrededor el aullido del lobo, y no bulle pajuela que no se les antoje él.

Píamente se cree que venían allí las dos santas españolas a darles su favor en aquel trance, y alentados unos y otros con aquel celestial pronóstico, se les doblo el valor a los que andaban peleando por arriba.

Apuntáronse Juan de Arún y el alcaide moro, y fue tan reñida la pelea, que cayeron a la par muertos. Violo el marido de la Armengola, y juzgando que si faltaba el alcaide estaba lo más hecho, fiando de la brevedad de la ventura, dijo a su mujer que bajase en un vuelo al arrabal, y avisando a los cristianos del estado en que estaban las cosas los hiciese subir con sus armas, porque fortificados todos en el castillo, pudiesen esperar más a su salvo cualquier acontecimiento del enemigo.

Bajó, y oída por ellos la feliz embajada, se encaminaron al castillo con las armas y bastimentos que les dio licencia la prisa y la brevedad del tiempo, y se encastillaron en él.

Los moros, ignorantes de la contramina, acudieron al plazo para ejecutar su diabólico pensamiento; mas como echaron de ver que había sido descubierto, y que los cristianos estaban apoderados del castillo, acordaron envainar las espadas con sosiego, y hacer del traidor fiel.

Hasta enviarles comida para justificarse con el rey don Alonso, que era cierto que teniéndose por él el castillo había de venir luego algún ejército de cristianos a tomar enmienda de aquel insulto, como en efecto, vino nuestro rey don Jaime con el suyo en favor del yerno, más abrieron las puertas de la villa los moros y se entregaron sin contradicción.

Gaspar Escolano falleció el 20 de febrero de 1619. Su obra quedó en esos diez libros publicados en dos volúmenes.  En 1878-1880, Juan Bautista Perales Boluda publicó las Décadas en tres volúmenes, aumentada con gran caudal de notas aclaratorias bajo el título de «Historia general de Valencia».

Historia general de Valencia

Inmediatamente, otro cronista valenciano dio cuenta de la leyenda. Fue el fraile dominico Francisco Diago, en 1613. Este autor con mucha bibliografía a sus espaldas, incluyó la leyenda en sus Anales del Reyno de Valencia, en libro séptimo, capítulo treinta y siete, una obra que recopilaba muchos trabajos locales.

En ella solo menciona que Orihuela fue ganada a los Moros por un medio maravilloso, tramado por una animosa y valiente mujer. Los detalles salen de la obra de Gaspar Escolano omitiendo el nombre de la heroína. Y así, ya consignada en dos prestigiosas crónicas, nació la Armengola como verdad histórica.

La leyenda llega a Oriola.

Un año después de la publicación de Gaspar Escolano y basándose en ella, en Orihuela, otro religioso llamado Francisco Martínez Paterna, incluyó a la Armengola en «El breve tratado de la fundación y antigüedad de Orihuela», obra de 1612 estudiada por el actual cronista de la Ciudad, Antonio Luis Galiano Pérez, quien publicó una edición facsímil en 1984.

Breve tratado de la fundación… Martínez Paterna. (1612). Facsímil Antonio Luis Galiano Pérez.

Para componerla, don Francisco, beneficiado de la Catedral y doctor en Teología por la Universidad de Orihuela, utilizó otras historias ya publicadas y consultó privilegios y documentos del inhóspito archivo de la Sala del Consell. Su narración contiene más datos y demuestra que, al menos, se había leído el Libro de Repartimentos.

Aquí, las hijas son tres; y también los mozos, anónimos. Eso sí, cita a algunos de los que aparecen en los repartos. Imagino que para el cálculo de años de dominación, a la fecha del tratado, 1243, le resta 711, el año que llegaron los primeros musulmanes a la península.

Sin embargo, luego cae en el error cronológico que cometió el famoso historiador murciano Francisco Cascales, situando la entrada en Orihuela en 1242. He aquí un resumen de su versión:

De cómo Origüela fue ganada por los cristianos a los moros: Después de haber estado la ciudad de Origüela en poder de los moros 532 años, apiadose Dios Nuestro Señor de ella por las muchas oraciones que los cristianos fieles y católicos que en ella vivían, cada día hacían a la Virgen Santísima María, a quien habían tomado por patrona y abogada.

La majestad divina que jamás olvida a los suyos dio victoria a los cristianos por medio de una maravillosa traza, enviada y bajada del cielo, y fue, que como los moros de Origüela habían determinado de pasar a cuchillo a todos los cristianos del arrabal roche que habían quedado en el por razón del pacto viviendo públicamente en la fe de nuestro señor Jesucristo, por defenderse mejor del infante don Alonso, hijo primogénito del Rey do Fernando 3º de este nombre llamado el santo….

Vinieron embajadores del Rey Moro de Murcia, llamado Abenhudiel para entregarle su Reino por parte de su Rey, por razón de haberse movido pleitos entre los vasallos de su reino contra él, habiendo venido a dicha ciudad a tomar posesión y saliendo a correr la tierra con sus soldados para conquistar los demás lugares, que le habían sido rebeldes, como fue Lorca, Mula, Cartagena u Origüela.

Sucedió en aquellos días, por permisión divina, que una cristiana de aquellas que estaban y habitaban en el arrabal roche le criaba al Alcaide del castillo de Origüela un hijo, y dándole aviso el alcaide a la ama cristiana de cómo los moros habían determinado de pasar a cuchillo todos los cristianos del arrabal, rogole él y su mujer, que se quedase en el castillo con ellos, que le acompañarían y defenderían de buen grado por la buena obra que hacia de criarles a su hijo.

La buena cristiana movida por el Espíritu Santo que la había tomado por instrumento como otra Judith para restaurar esta tierra, dijo que no podía servirles sin traer consigo tres hijas doncellas que tenía. Y concediolo el Alcaide por moción divina.

Aquellos valerosos cristianos godos, movidos de Dios, cambiaron las tres hijas por tres esforzados mancebos en hábito y traje de mujeres, con armas secretas debajo de los vestidos mujeriles se subieron al castillo en compañía de la ama, para con ánimo valeroso apoderarse de él y de sus enemigos, ayudándoles Dios, que es el Señor de las batallas.

La cristiana, con las armas de la oración, que son las más poderosas, subió al castillo a aquellos fuertes y valientes soldados vestidos de mujeres. Los nombres no se han podido saber jamás, siendo dignos de que estuviesen escritos con letras de oro, aunque se sabe los nombres de los que después les siguieron y se apoderaron de la primera puerta del castillo, la que cae sobre el arrabal, que hoy llaman puerta de la traición por esta ocasión.

Están escritos en el libro de repartimiento de las Tahullas con mejoras del rey Alfonso dadas en abril de 1268. Fernando de Marfa Adalit, Íñigo Darun, Juan Jové, Ibañez de Oriol y Gil Lobet para que guardasen y defendiesen de los moros esta puerta.

Los fuertes mancebos subieron a lo alto de la fortaleza del castillo y sacaron sus armas que traían secretas y mataron a la guardia, alcaide, mujer e hijos alzando una bandera en señal de victoria a 17 día del mes de julio, día de las gloriosas vírgenes y mártires Justa y Rufina, patronas de esta ciudad en el año 1242.

Otros muchos cristianos dieron aviso al infante Alonso que debía estar muy cerca con su ejército y vino presto, se apoderó de la ciudad y tomó posesión del castillo, uno de los más fuertes que tiene España.

Y por ser tan poderosa fortaleza, los moros no pudieron entrar en ella y desde el año 1242 hasta hoy, nunca más se perdió la ciudad, en la cual entró el rey Don Jaime sin guerra alguna en diciembre de 1265 y pasó por el puente del río que era de madera a la ciudad de Murcia y después pasó en Origüela la navidad.

La Armengola había llegado a Orihuela para quedarse. Pero no todos aceptaron el fantástico relato. De la misma época y con el mismo empeño en recoger la historia de Orihuela, tenemos a otro religioso, Mossen Pedro Bellot, nuestro mejor cronista, que califico esta historia de «ficción poética».

El rector de Catral no cayó en el embuste e intentó rebatirlo; pero sus alegaciones pronto fueron olvidadas, como las de otros analistas posteriores. No hay más ciego que quien no quiere ver.

ANALES DE ORIHUELA. SIGLOS XIV-XVI (2 TOMOS). Estudio, edición y notas del Dr. D. Juan Torres Fontes.

La versión del siglo XVII que más me ha gustado es la que probablemente llegó por primera vez al pueblo de Orihuela, en su inmensa mayoría analfabeto.

La escuchó por boca de Fray Francisco Gregorio Arques, en su sermón para la fiesta del 17 de julio de 1617. Sorprendentemente, este fraile hizo mucho más creíble la historia. Sitúa la revuelta el 16 de julio de 1242, como Martínez Paterna, pero casi parece una operación de comandos. Os la resumo:

El alcaide vive en el castillo; y para librarse del dominio del infante Alfonso, decide pasar a cuchillo a los cristianos del arrabal. Se lo comunica a la cristiana que daba el pecho a su hijo, que según dicen se llamaba Armengola.

La mujer pide subir a sus tres hijas doncellas. Entonces avisa a los cristianos y estos resuelven que la acompañen tres mancebos de los más valientes en hábito mujeril y con armas bajo el vestido.

A los tres esforzados mancebos y a la valiente amazona les siguen veintisiete hombres más que, entrando por la puerta de la traición, matan a todos los guardas y toman el puesto. Los tres godos, llegan frente al castillo y disfrazados de mujeres burlan a la guardia.

Entran, se quitan los vestidos mujeriles y sacan las armas, matando en un santiamén al alcaide, a su mujer, a sus hijos, a soldados y criados; alzando una bandera en señal de victoria.

En cuanto a los nombres, dicen algunos que eran: el adalid Hernando de Marfa, Íñigo Darun y Juan Jover, los tres primeros que figuran en la lista de encerrados en el castillo del libro de repartición.

Añade que otros como Escolano, los llaman Armengol, Riudoms y Juan Arún; pero que en realidad nadie sabe sus nombres.

Sermón para la fiesta del 17 de julio de 1617. Fray Francisco Gregorio Arques. Edición facsímil de Antonio Luis Galiano Pérez.

De una forma o de otra, con diferente número de protagonistas, esta historieta pasó a ser verdad histórica respaldada por cronistas de autoridad y prestigio.

Y para colmo, apareció un supuesto manuscrito del siglo XIII, certificando la existencia de Armengol y de su valiente esposa.

La Armengola. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 2.

Les Troves de Jaume Febrer.

El XVII fue también el siglo de la genealogía; maravilloso instrumento para proporcionar nobles antepasados a vanidosos adinerados.

Los falsificadores, con enorme trabajo, escribieron larguísimos cronicones en los que junto a datos verdaderos deslizaban otros falsos que satisfacían a los que financiaban sus obras.

Trovas de Mossen Jaime Febrer sobre los caballeros que vinieron con el rey Don Jaime a la conquista de Valencia.

Las Trovas de los linajes de Valencia decían ser obra de Jaume Febrer, un poeta del siglo XIII. Muestran los escudos de armas de los nobles que acompañaron al monarca en la conquista de Valencia, mencionando al marido de la heroína con el nombre de Pedro Armengol; ennobleciéndolo hasta emparentarlo con el Condado de Barcelona.

Dice que lleva en su escudo un grifo de oro sobre campo encarnado, que desciende por línea natural de Gofré el Velloso, que estuvo en Valencia y en Orihuela, donde quedó avecindado con sus hijos y mujer.

Certificando que «doña Armengola», sabiendo que los sarracenos querían entregarse al Rey de Granada, acuchillando a los cristianos de la villa, se abalanzó con furia española, mató a los traidores y libertó Orihuela.

Trovas de Mossen Jaime Febrer sobre los caballeros que vinieron con el rey Don Jaime a la conquista de Valencia. Armengol.

Está demostrado que «Les Trobes» fueron escritas en el último tercio del siglo XVII por Onofre Esquerdo Sapena, erudito, genealogista, heraldista y cronista de la ciudad de Valencia, atribuyéndoselas a un hipotético antepasado suyo del siglo XIII.

Onofre era un esmerado calígrafo y buen conocedor de la poesía y la historia medieval. Compuso esas estrofas y las hizo circular por el entorno cultural valenciano.

No se puede certificar exactamente si la superchería tenía como objeto el puro engaño o si por el contrario, como parece probable, se trató de un juego entre eruditos. Lo cierto es que no las llegó a publicar. 

Las dudas sobre la existencia del autor comenzaron mucho después, al ver la luz en el Diario de Valencia, en el año 1796.

En 1848 Joaquín María Bover publicó una nueva edición afirmando que el autor era hijo de Mossen Guillén Febrer, caballero que participó en las conquistas de Mallorca y Valencia acompañando a Jaime I, situando el principio de la obra en 1276, año de la muerte del Conquistador.

En el siglo XX quedó demostrado que era una falsificación con graves anacronías y errores históricos; con un lenguaje distinto al de los Fueros, la Crónica de Montaner, la de Jaime I y otras obras coetáneas.

La Ilustre Señora Doña Hermenegilda Eugenia Armengola, redentora de Orihuela. Tres imágenes en diversos tomos del Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos.

Dicen que cuando una leyenda abandona la tradición oral y queda escrita pierde la capacidad de transformarse. Pero no es el caso de la Armengola.

Impresa por primera vez a principios del siglo XVII, quedaban siglos de transformación y enriquecimiento en los que autores oriolanos fueron copiándose unos a otros, fantaseando y añadiendo nuevos detalles.

«La Armengola», óleo de Vicente Navarro (1901).

Una bola de nieve que fue creciendo (excepto en el número de acompañantes de la Armengola, que se fue reduciendo hasta quedar en dos), inspirando a poetas, a dramaturgos e historiadores de poco fuste, hasta llegar a nuestros días tal y como la conocéis, como parte del rico patrimonio inmaterial oriolano.

«Las estrellas de Orihuela, Santa Justa y Santa Rufina, y hazaña de la Armenola». «Comedia nueva que un ingenio valenciano consagra a la muy noble y muy leal ciudad de Orihuela 1729».

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Publicado en la revista de Moros y Cristianos 2018. En memoria de Justo García Soriano.

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