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De Tudmir a Oriola 38.

De Tudmir a Oriola 38.

En este programa, tratamos el tratado de Almizra, firmado en 1244.

Al difundirse la noticia de que el Conquistador pretendía asediar todas las fortalezas al sur del Júcar, el gobernador de Alcira, con treinta de sus caballeros, huyó a Murcia dejando a su suerte a la población local; que indefensa, optó por negociar con el monarca cristiano.

Rodrigo de Lizana y los almogávares, regresando de una cabalgada de saqueo, cayeron en una emboscada en la que participaron los de Játiva. En el combate habían perdido el botín, media docena de mulos y dos caballos.

Jaime tenía una buena excusa para romper la tregua y atacar la ciudad que tanto ansiaba. Pero no imaginaba que el hombre al que había prometido la mano de su hija iba a entorpecer su tarea negociando con los musulmanes a sus espaldas.

Una vez organizado el sitio, acampados frente a Játiva, descubrieron rondando a un castellano; un pariente del obispo de Cuenca que decía estar en la ciudad para negociar la compra de una tienda labrada a la berberisca, encargada por el mismísimo infante Alfonso.

Aquella compra no era más que un pretexto para contactar con los sitiados, animándolos a resistir el asedio para capitular con Alfonso, el nuevo señor de Murcia.

Jaime mandó prender al castellano; que acabó ahorcado en un árbol….

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De Tudmir a Oriola 37.

De Tudmir a Oriola 37.

Mursya, año 1242. El emir Muhamad ben Hud, apenas controlaba la capital. Durante el gobierno de Zayyan, el territorio murciano se había desintegrado y la situación era realmente caótica.

Toledo, febrero de 1243. El infante Alfonso de Castilla ultimaba en Toledo los preparativos para una nueva expedición en tierras andaluzas cuando se presentó una embajada murciana para ofrecerle el Reino de Murcia.

Tras informar a su padre y pedirle consejo, el infante Alfonso partió hacia Alcaraz.

Játiva era la ciudad más importante del reino después de Valencia. Cuando Jaime I regresó de Aragón, Rodrigo de Lizana le suplicó que rescatase a su primo enviando una hueste sobre la ciudad.

El rey accedió y se dirigió hacia Játiva con un ejército para exigir la entrega de los prisioneros.

Una vez firmado el pacto de Alcaraz, el infante Alfonso se creyó en el derecho a hacer valer su papel de aliado del Emir murciano.

En los mismos territorios camparon huestes castellanas y aragonesas. El choque entre las dos coronas parecía inevitable.

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De Tudmir a Oriola 36.

De Tudmir a Oriola 36.

Mursya, a principios de 1240.

Zayyan Ben Mardanis, en su nuevo papel de emir del Levante, escribió a Fernando III proponiéndole un tratado de paz. Pero su complicado proyecto de consolidar un reino bajo la protección de Castilla fue un fracaso.

No podía controlar la rebelión de Uryula ni la de Lorca. Su gobierno era insostenible y a comienzos de 1241 los notables murcianos apoyaron la sublevación de Muhamad Aben Hud, el Abenhudiel de las crónicas cristianas.

El intruso valenciano no logró someter Uryula. Mientras Al- ándalus se desangraba en guerras y anarquía, en Uryula se celebraban concurridas justas literarias y certámenes poéticos.

En teoría, esta independencia política terminó con el regreso al poder de los Banu Hud y su renuncia a Túnez. Pero en la práctica se mantuvo varios años más.

Jaime I siguió negociando con los dirigentes locales; obteniendo castillos y fortalezas a base de palo y zanahoria.

Por las buenas o por las malas no pensaba parar hasta llegar al límite pactado con Castilla. En 1240, el infante Fernando y otros destacados caballeros volvieron a Villena.

Esta vez iban en serio; reforzados por los freires de la Orden de Calatrava y portando un enorme fundíbulo capaz de arrojar pesados proyectiles sobre los muros…

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De Tudmir a Oriola 34.

De Tudmir a Oriola 34.

Madina Mursya, enero de 1238, nueve meses antes de la caída de Valencia.

Llegó la noticia de la muerte de Aben Hud en Almería, y los murcianos prestaron juramento a su hijo, tutelado por su tío mientras el territorio murciano se descomponía en continuas revueltas.

Cuando la insurrección llegó a la capital, buscaron un nuevo líder: Azziz Ben Jattab, el último miembro conocido de la poderosa familia asentada en Tudmir desde la conquista musulmana, descendientes de un noble sirio y de la hija de Teodomiro.

A mediados de agosto, mientras Jaime I asediaba Valencia, encarcelaron al hijo de Aben Hud; y Azzid Ben Jattab se convirtió en dueño y señor del territorio murciano.

En menos de ocho meses, las esperanzas depositadas en aquel hombre sabio se difuminaron y llamaron a Zayyan Ben Mardanis.

En Uryula, permanecía el gobernador nombrado por Aben Hud; y tras sus murallas se refugiaron destacados juristas, literatos y científicos, gente con experiencia política durante la revolución anti-almohade.

Imagen: Alcázar Mayor de Murcia. Óleo sobre lienzo de José Hurtado Mena.

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De Tudmir a Oriola 33.

De Tudmir a Oriola 33.

Con Jaime I instalado definitivamente en su territorio, Zayyan mandó fortificar los muros de Valencia,cerró sus puertas a cal y canto y envió una embajada al sultán de Túnez pidiendo ayuda.

En la pascua de 1238 la hueste aragonesa dejó el Puig para iniciar el definitivo asedio a la capital. Trabuquetes y fundíbulos golpearon sus murallas.

En agosto, llegaron los refuerzos de Túnez: 12 galeras y seis zabras cargadas de provisiones, armas y dinero. Jaime envió a cincuenta caballeros y doscientos infantes que se emboscaron para recibirlos. Recelosos, los sarracenos no desembarcaron. Encendieron fuegos y tocaron tambores para que los sitiados supiesen de su presencia.

Estos, alborozados, respondieron del mismo modo. Pensaban que los sitiadores abandonarían el cerco al verse entre dos frentes.

La respuesta de Jaime no dejó lugar a dudas: encendió más de quinientos fuegos rodeando Valencia y envió aviso a Tarragona y Tortosa para que armasen galeras.

Imagen: Entrada triunfal en Valencia del rey Jaime I, de Fernando Richart Montesinos (1884). Museo de Bellas Artes de Castellón.

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