Torrevieja en el año 1900.

Torrevieja. Vista general en la década de 1940.

Aún se conserva en Torrevieja el uso de los pregones, lo que llama poderosamente la atención del forastero.

El pregonero, por cinco modestos reales, publica en todas las esquinas del pueblo cuanto mandan las autoridades o piden los vecinos, llamando la atención con un tamboril y voceando después el anuncio.

Recién llegado oí uno sobre venta de calzado y me gustó el sistema. A veces después de expresar a qué precio se venden unas botinas o unas piezas de tela, agrega un mandato municipal, como el siguiente:

«También se anunsia—de orden— del Sr. Alcalde—que mañana—se empiesa— a pagar—la contribusión».  

Pongo estos guiones, que marcan los descansos del pregonero, perfectamente estudiados para que se oiga mejor. Anteanoche gozó mucho la colonia forastera con este pregonero.

«Se ha perdido—un perrico—negro—pelado—con el pelo risado—al que lo presente —en las Casas—Consistoriales—se le pagará —el hallasgo».

La gente se reía, pero el perrico apareció a los pocos momentos. Verdaderamente, siendo tantas las personas que por desgracia nuestra no saben leer, el empleo del pregonero no puede ser más conveniente.

Balneario Vista Alegre. Torrevieja.

El texto anterior forma parte de la crónica postal del 11 de agosto de 1900, en que enviaba al diario murciano «Las Provincias de Levante», su anónimo corresponsal comunicaba el regreso temporal a Murcia para ocuparse de sus asuntos, dejando el encargo de seguir redactando las cartas, durante la temporada veraniega, en manos de un amigo.

También anunciaba la publicación de unos apuntes que había tomado sobre las industrias de Torrevieja.

Esta es la transcripción de una serie de ocho artículos publicados entre el lunes 13 y el miércoles 22 de agosto del año 1900 en el diario «Las Provincias de Levante».

Lunes 13 de agosto de 1900: Como le anunciaba en mi última carta, he procurado enterarme de cuanto se refiere a la vida de este pueblo, encontrando con mis investigaciones, datos interesantes para un periódico como LAS PROVINCIAS DE LEVANTE, que tanto trabaja por el fomento de las fuerzas productoras de esta hermosa región.

Hoy comienzo a consignar tales datos, sintiendo que mi falta de competencia en las materias de que voy a ocuparme, quiten importancia a este trabajo.

El trabajo en Torrevieja.

Salinas de Torrevieja. Fotografías de Alberto Darblade en torno a 1900. Museo Marítimo de Barcelona.

Las Salinas.

Salinas de Torrevieja.

Esta ha sido y será siempre la principal fuente de riqueza de Torrevieja. Si en ellas se trabaja mucho, el pueblo prospera; si por el contrario se las dedica poca actividad, la miseria aparece con todas sus tristes consecuencias.

Las Salinas tienen una importancia colosal; hasta el punto de que, explotadas en grande, darían sal para abastecer al mundo entero.

Pero Torrevieja tiene la desgracia de que, al enajenar el Estado todos sus establecimientos salineros, excluyera de la venta los que son objeto de esto artículo; con el fin, según afirman los compradores de aquellos, de no perjudicar a sus adquirentes.

La actividad pública dedicada a las Salinas no era grande, y el pueblo de Torrevieja lo esperaba todo de un buen arrendamiento, porque suponía que los particulares habrían de sacarle todo su fruto a esos hermosos charcos, y con ello dar a la población extraordinaria vida.

Llegó a ser una realidad el soñado arriendo; pero ¿qué ventajas ha proporcionado? Hacer su negocio los salineros de Ibiza, que tomaron el arrendamiento, acreditando sus productos y solo vendiendo los de Torrevieja cuando no quebrantan sus intereses.

La consecuencia de esto, es elaborar poca sal en Torrevieja, con lo que multitud de familias carecen de lo más indispensable para la vida.

Tan a las claras se encuentra este funestísimo juego, que arrancando la compañía arrendataria próximamente la misma sal que el Estado, la venta actual no llega a la mitad de la cosecha extraída, siendo así que un particular debe vender mucho más que el Estado, porque otorga facilidades mercantiles que no pueden encarnar en las rigoristas prescripciones de la administración pública.

¡Cómo lamentan en Torrevieja que la sociedad de capitalistas murcianos y cartageneros, que presentó pliego en la subasta del arrendamiento, no fuera la que lo obtuviese!

De las importantes personalidades que la formaban, se podía esperar la aplicación al negocio de grandes capitales y una activa exportación, sin las miras egoístas de estos salineros.

Lo menos malo de todo lo que les ocurre y puede ocurrir a los que tienen intereses en Torrevieja, es que se rescinda el contrato actual, para lo que parece que se están poniendo los medios.

Si al pueblo le perjudica que no se extraiga sal, al Estado tampoco puede convenirle obtener tan pequeñas sumas por el tanto por ciento que le corresponde; y que es tanto menor a medida que disminuyen las ventas.

Contrasta la poca actividad desplegada en la extracción de la sal, que es el alimento de esta industria, con las obras de relativa importancia realizadas por los arrendatarios.

En efecto, han construido en las Salinas, magníficos muelles, revestidos de sillería para facilitar el almacenamiento de la sal.

Salinas de Torrevieja.

Han hecho enormes eras para colocar los montones de dicho producto; han adquirido un vapor para remolcar las planchas que traen la sal a los canales de los muelles; han construido un ferrocarril de vía estrecha dotado de numeroso material móvil, para llevar en él la sal desde los montones a los embarcaderos (también aumentados y mejorados) y a la enorme fábrica de trituración y molido de sal, construida también por la Compañía, y de que me ocuparé en otro artículo.

El plan que llevan con estas obras no puede ser otro, que obtener una buena indemnización por las mismas, cuando venga la necesaria y por dichos arrendatarios deseada rescisión del contrato.

Mucho trabajo costará a Torrevieja recobrar los mercados perdidos, pero siempre obtendrá más ventajas volviendo las Salinas a la Administración pública. Su salvación seria que el Estado se decidiera a enajenar esta gran fuente de riqueza.

Industrias salineras.

Salinas de Torrevieja.

Trabajan en éstas muchos centenares de hombres, ocupados en el arranque, transporte y almacenamiento de la sal. Se trabaja igualmente en las distintas operaciones que se realizan para el embarque de ese producto.

También se construyen muchos miles de sacos y de espuertas para los envases y el acarreo. Y viven algunas casas de banca, dedicadas a la consignación de los buques.

Mas no es esto solo; sino que para preparar la sal se da trabajo a multitud de obreros en las varias fábricas dedicadas a su molido. De ellas he de ocuparme en el presente artículo.

Fábrica de Catasus, Sans y Comp. Esta Sociedad tiene su domicilio en Barcelona y es la misma Compañía arrendataria de las Salinas. Han situado el edificio frente a la estación del ferro-carril de Murcia, siendo de reciento construcción.

Se compone de un gran pabellón construido de piedra y ladrillo, con cubierta de teja plana, que mide 87 metros de largo por 10 de ancho. En el espacioso salón hay instalados catorce juegos de piedras con todos sus artefactos a la moderna, y queda sitio para otros catorce.

Los vagones vendrán desde las Salinas en el ferro-carril de vía estrecha, depositando la sal en los recipientes, perfectamente cubiertos de la lluvia, instalados junto a la línea; desde ellos será elevada a los molinos, por unos ascensores, y, después de molida, caerá a los vagones de dicho ferrocarril, que entrarán dentro de la fábrica, desde donde los sacará la locomotora para llevarlos a los embarcaderos.

Salinas de Torrevieja.

En pabellón aparte, de la misma construcción, al que se llega por una gran escalinata de mármol artificial, se encuentra el salón de máquinas.

Allí se admira un gran motor de vapor con dos cilindros de alta y baja presión y enorme volante, teniendo las poleas estriadas, pues en vez de usar correa plana, se hace la trasmisión por cinco cables redondos construidos con tiras de cuero.

El vapor se produce en dos grandes calderas con fuerza do 150 caballos. Tanto el motor como las calderas han sido construidos en los talleres del Nuevo Vulcano, sociedad industrial y de navegación, de Barcelona.

Finalmente, en otro pabellón, también aparte, hay un buen taller de reparaciones, al que entran por vía especial las locomotores y vagones del ferrocarril de las Salinas.

En suma, una magnífica fábrica, que no se sabe aún cuantos sacos podrá producir, pero que seguramente no bajará de 20.000 en las 24 horas, o sea igual cantidad de quintales métricos. Y todo el mundo se pregunta: ¿para qué tanto elemento, si se exporta tan poca sal?

Fábrica de D. Onofre Cava. También es de Barcelona el dueño de este establecimiento. Es así mismo espaciosísima y preparada para una gran elaboración.

Está situada junto a la playa del Cequión, construyéndose hará unos ocho años. Consta de dos juegos de piedras a los que da movimiento una máquina de vapor construida en los talleres del «Vulcano» de Valencia, sistema de Balancín, con fuerza de 60 caballos.

Debido a la excesiva fuerza para dar movimiento a esta fábrica, solo pudo trabajar un mes, presentando el triste aspecto de todo lo que está hecho para la vida y no funciona.

Fábrica de D. Manuel Ballester. Se titula «La Concepción». Su propietario es hijo de Torrevieja y se distingue por su gran actividad, siendo uno de los primeros exportadores de sal. Está situada en la calle del Loro.

Tiene dos piedras, movidas por una máquina con fuerza de 25 caballos, sistema Lyon, construida por Tomás Aznar, de Alicante, con caldera de 50 caballos, de la viuda de Claudio Geneboix, del Grao de Valencia.

Trabaja mucho, produciendo en las 24 horas, 1500 quintales métricos de sal molida. Las clases que en ella se hacen son refina, fina, y nº. 1, 2, 3 y 4. Está encargado de esta importante fabricación D. Manuel Brú, muy entendido en tales trabajos. Aquí hay la animación que da la vida.

Fábrica de D. Valentín Rodríguez. Aunque su propietario no es hijo del país, puede considerársele como tal, en razón a los lazos de sangre que en él ha establecido. También está dedicado, como el Sr. Ballester, a la exportación de sal, siendo ambos los que más vida dan a este pueblo.

La fábrica la tiene situada en la calle del Matadero. Consta de dos piedras movidas por una máquina de vapor con fuerza de 20 caballos. En las diez horas útiles que constituyen el día de trabajo, se obtiene una elaboración de 500 quintales métricos de sal.

Las clases en que trabajan son cuatro y las denominan: Refina, fina, anchoas y a medio moler. El encargado. D. Francisco Inglade, lleva con gran inteligencia la dirección de esta fabricación.

Salinas de Torrevieja.

Varias industrias.

Tiene Torrevieja una buena Central Eléctrica movida a vapor, progreso que no han logrado conseguir poblaciones más importantes. Pertenece dicha instalación a la Sociedad general de Centrales Eléctricas domiciliada en Bilbao, que ya tiene instaladas catorce centrales de esta clase.

Actualmente trabaja con una máquina sistema Rustón, fuerza de 50 caballos, y dos dinamos Crompton. Su corriente es trifásica y proporciona luz a más de 800 lámparas.

Pero la Sociedad propietaria, no pudiendo satisfacer todos los pedidos de alumbrado que se le hacen, ha acometido la empresa de construir una fábrica mucho más importante, que va a ser honra de Torrevieja.

Ya tienen terminado el edificio, que es de grandes dimensiones con soberbia chimenea, e instalados en él la caldera y motor con fuerza de 150 caballos, construidos por La Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona.

Solo les falta la dinamo, contratada con la Industria Eléctrica de la misma ciudad que, según nos aseguró el distinguido director de esta Central, llegará de un momento a otro. Entonces podrán dar luz a más de 2.000 lámparas, número muy suficiente para las necesidades de Torrevieja.

La fábrica de abonos químicos que, en la calle de San Policarpo posee D. Manuel Bonmatí Rico, es buena prueba de la laboriosidad de este pueblo. El espacioso local donde se halla instalada esta industria, es de reciente construcción, pues sus obras terminaron el año último.

Tiene el Sr. Bonmatí máquinas para triturar y cribar las primeras materias, proponiéndose adquirir nuevos aparatos por exigirlo así el creciente favor que los agricultores le dispensan.

Prepara los abonos completos que se le encargan, aceptando las fórmulas que se le dan por el agricultor; vende también abonos completos especiales para naranjos, olivos, viñas y granados; y así mismo expende en sus almacenes excelentes primeras materias para que el cultivador pueda elaborar el abono.

Dichas materias son el sulfato de amoniaco, el nitrato de sosa, las sales de potasa, el sulfato de hierro y los superfosfatos de cal. Sus abonos especiales para el naranjo están tan bien estudiados, que impiden que la naranja mueva o se le levante la cascara; y los que dedica al granado están preparados para las condiciones del suelo de Elche, donde dicho cultivo tiene tanto desarrollo.

El Sr. Bonmatí está dedicado buen número de años a esta industria, lo que le da gran competencia en la misma, llevando las materias fertilizantes de sus abonos completos la mayor gradación posible. Así se explica que llegue a expender anualmente más de 15.000 sacos.

La Fuensanta. Fábrica de muebles de Casanova Coll y compañía. Todos los señores que componen esta Sociedad son vecinos de Torrevieja, pero nacidos en Murcia, por lo que al fundar esta notable industria se han creído obligados a dedicarla a su venerada Patrona.

También el edificio es de reciente construcción, estando situado en las proximidades de la estación del ferrocarril de los andaluces, junto a la carretera que a la misma conduce. Se hacen en ella toda clase de muebles de madera y especialmente camas, mecedoras y sillas.

En camas compite con Valencia. En sillas construye unas especiales llamadas Sansón, muy fuertes y ligeras. Tuvimos ocasión de ver la construcción de una sillería y cama Luis XV, con calados blancos, muy elegante. Trabajan con gran economía, pues esa misma cama Luis XV la venden a cinco duros.

Ya en nuestra Exposición pudieron admirarse unos preciosos marcos tallados y construidos en esta fábrica, que obtuvieron medalla de plata. Tienen 21 máquinas, entre ellas sierras de todas clases, lijadora, torno para hacer molduras, para redondear, regruesadores, cepilladoras, y cuantas exige la construcción de muebles, hasta el punto de que la labor del operario puede decirse limitada a armar.

El movimiento de todos estos aparatos se obtiene por una máquina de Balancín construida en los talleres del Vulcano de Valencia, con fuerzas de 12 caballos.

Ordinariamente trabajan en esta fábrica 32 hombres, que pueden producir un enorme número de muebles. Al frente de ella se encuentra el inteligente socio D. Enrique Salas, que demuestra los grandes conocimientos que tiene en esta industria.

Salón principal del Casino de Torrevieja decorado por Enrique Salas Coll. Principios del s. XX. Fotografía de Alberto Darblade. Colección Francisco Sala.

Además de las importantes fábricas que vengo relatando, existen otras en Torrevieja que acreditan el amor al trabajo de sus hijos. Tales son:

La de cementos y piedras artificiales, de D. José Jiménez, situada en el barrio de los Molinos. Trabaja muy bien en portales, tableros, fregadores, escalones, mosaicos y demás artículos de esta clase.

Otra de tejidos para velas, de D. José Hernández, situada en el mismo barrio. Sus productos son muy apreciados por la gente de mar.

Otra de muebles finos, de Francisco Tuso, en la plaza de la verdura, estando muy acreditado en tales trabajos.

Otra de mecedoras y camas de madera, de D. José Valentín, establecida en la calle de Torrijos, siendo muchos los objetos que vende.

Otra también de muebles de D. Juan Balaguer en la calle de D. María de Pineda.

Y otras varias de igual clase, pues los trabajos en madera constituyen una de las especialidades de este pueblo.

Así mismo merece ser citado el maestro velero D. Agustín García, que vive en el barrio de Las Puntas, pues de bastante distancia vienen a encargarle la construcción de velas.

Los almacenes de maderas de Sala hermanos y de Antonio Tebar, situados en la Glorieta de Capdepón y barrio de Carreteros respectivamente, tienen mucha importancia.

Los bazares de Ramón Sala, calle de la Concepción; de Ramón Sempere, en la de Torrijos; y el de la calle de Orihuela, están muy bien surtidos.

Finalmente, merecen mención los almacenes de harinas de D. Vicente Castel, D. Antonio Torregrosa y de Sala hermanos.

Bellas Artes.

Banda de música en el Paseo Vista Alegre.

En este pueblo hay una extraordinaria afición a la música. Puede decirse que todos los jóvenes saben cantar y que son contadas las personas que no tocan algún instrumento.

Así son aquí tan frecuentes las misas coreadas, los conciertos en las casas particulares y las armoniosas canciones que se oyen en estas plácidas noches de verano.

Entre los músicos notables que hoy honran a este pueblo pueden contarse: al maestro Gil, director de la banda municipal, que es un artista de cuerpo entero; al excelente pianista D. Manuel Capellín, al profesor en igual instrumento, que sobresale por su gran ejecución, el distinguido abogado del Estado D. Luis Cánovas; y al notable organista y director de coros D. Antonio Capellín.

No cito las personas que se distinguen en el canto, porque habría que hacer una lista interminable.

Al hablar de Bellas Artes, hay que hacer especial mención del incomparable fotógrafo D. Alberto Darblade. No es este señor un simple industrial, que se limita a que el retrato resulte con el mayor parecido posible; es mucho más que esto; es lo que se llama un consumado artista.

Él estudia al cliente y lo coloca en la actitud y sitio que más conviene a sus condiciones, obteniendo unas fotografías que son verdaderas obras de arte.

Fotografía de Darío Quesada Ferrer. Coleccionista de los Darblade.

Torrevieja está llena de sus trabajos, admirándose en todas las casas algún retrato de tamaño natural, tan perfecto y tan artístico como puede hacerlo el mejor fotógrafo.

Y su fama ha traspasado los límites locales, no habiendo hoy una familia veraneante que no so lleve trabajos de este gran artista; por esto en Murcia es tan conocido como en su país.

La escultura tiene en Torrevieja un notable representante en D. Tomás Parodi. Trabaja el mármol y la madera admirablemente, pero encerrado en ambiente tan pequeño, no ha podido dar a conocer sus raras condiciones de artista.

¡Cuan grande sería su reputación viviendo en otro centro más importante! De sus manos ha salido el panteón que tiene en Torrevieja D. Trinitario Ruiz, padre de D. Trinitario Ruiz Capdepón. Es de piedra de Novelda, consistiendo en un precioso basamento y un gran ángel encima.

También ha esculpido el de D. Obdulio Talavera, que es su mejor obra. Tiene una base rectangular y en uno de los lados el busto del difunto, de extraordinario parecido con el natural; el segundo cuerpo lo componen dos cisnes que sostienen un crespón con la inscripción funeraria; y después se destaca el friso y arquitrabe de estilo corintio, terminando este notable monumento con una cruz de estilo bizantino. Como el anterior, es así mismo de piedra de Novelda.

Ha construido otros panteones, entre ellos el de D. Ceferino Talavera y multitud de lápidas y bajo relieves.

Es así mismo obra suya el retablo del altar mayor de la iglesia parroquial. Y en sus talleres ha esculpido un sin número de trabajos que existen en casas particulares y los adornos de proa y popa que llevan los barcos de madera construidos en Torrevieja.

Puerto de Torrevieja.

La Agricultura.

Los alrededores del pueblo no son muy fértiles; sin duda alguna por la proximidad al mar; pero estos laboriosos vecinos han conseguido sacarle el mayor producto posible, haciendo grandes plantaciones de viñedos y olivos.

De los frutos de este país, que son más estimados y de los cuales se hace alguna exportación, merecen citarse los melones.

No debo terminar esta sección sin elogiar como es debido al acaudalado propietario D. Pedro Casciaro, por su notable quinta, denominada «San José de los Hoyos», situada a la salida del pueblo junto a la carretera de Almoradí.

Este gran entusiasta de la agricultura, con una perseverancia digna de imitación, ha conseguido convertir en hermosa y agradable residencia de verano, lo que antes era un terreno árido y pedregoso, instalando además grandes bodegas y fábrica de alcoholes con lo que ha atendido al mismo tiempo la parte industrial.

Nuestra agricultura para levantarse necesita muchos que como el Sr. Casciaro dediquen a ella sus capitales.

La Pesca.

Como las salinas proporcionan poco trabajo, el pueblo ha tenido que dedicarse de lleno a obtener otros productos del mar. Así es que, a medida que ha disminuido sensiblemente la exportación de la sal, han aumentado los botes pescadores.

Las diferentes pesquerías que se hacen por los hijos de Torrevieja tienen una regular importancia y son muy interesantes. De ellas habré de ocuparme en el presente artículo y en los sucesivos.

El Bou.

Torrevieja. Botes de pesca en 1900.

Esta es la que también se conoce por la pareja, a causa de que son dos los barcos que la hacen. Actualmente son ocho las parejas dedicadas en Torrevieja a esta pesca, constituidas por diez y seis grandes barcas cuyo desplazamiento oscila entre 25 y 30 toneladas.

Cada barca va tripulada por once hombres. Además, cada pareja tiene a su servicio una embarcación menor que se llama la enviada, con tres hombree, que se dedica a llevar el pescado a los puertos de Alicante, Cartagena, Torrevieja y otros donde tiene venta.

En tierra están también al servicio de las parejas, varios pescadores dedicados a lavar, remendar y armar las redes. Por todo ello, puede calcularse que cada pareja sostiene a unas 27 familias.

Esta pesca empieza en los primeros días de octubre, prolongándose hasta los últimos de abril. Se hace con una red de las llamadas de «copo», que llega hasta el fondo del mar, y que arrastran desde sus extremos las dos barcas que forman la pareja.

La profundidad a la que pescan es de 80 a 90 brazas, o sea, aproximadamente 160 metros. El pescado lo sacan «chorrando» las redes, o sea levantándolas por medio de un cabrestante, y sale envuelto en sus mallas toda clase de aquel, predominando la pescadilla, el salmonete, pajel, besugo y caramel.

En esa época viene mucho pescado a Torrevieja; dando ocupación a gran número de arrieros que lo transportan a los pueblos del interior.

Los tripulantes de estos buques, vuelven por las noches al pueblo, a dormir en sus casas, excepto en los meses de enero, febrero y marzo, en los que la pesca es de noche y entonces el descanso lo tienen durante el día.

Las ganancias que obtiene cada pareja se hacen cuarenta partes y se distribuyen en la siguiente proporción:

11 para el dueño de los barcos o armador; 1 para cada tripulante de la pareja, que ya hemos visto son 22; 1 para cada tripulante de la enviada, que según he dicho son 3; 1 para el propietario de la enviada; 1 para el remendador de las redes; y 2 para el armador del arte de pescar.

Van disminuyendo sensiblemente las utilidades de esta pesca; en términos que hace seis años ganaba cada tripulante en la temporada una suma que no bajaba de 400 o 500 pesetas, y hoy es raro el año que sus beneficios llegan a 250 pesetas.

La causa de ello consiste en que las parejas van agotando el pescado, destruyendo los criaderos y la vegetación submarina donde cría y se alberga.

El mayor daño lo ocasionan estos pescadores con el uso de mallas excesivamente espesas o cerradas, en nuestro sentir prohibidas por las disposiciones legales.

Para evitar la ruina total de esta todavía productiva pesca, deben unirse todos los pescadores del Bou y acordar utilizar solo las redes claras. Así es como únicamente conservarán el filón que ahora explotan.

Las parejas, al terminar la temporada de pesquera, se trasladan casi todas al Atlántico a pescar la caballa y el bonito; llegando en sus excursiones hasta cerca de las Islas Canarias.

No debo terminar este artículo sin consignar que las parejas construidas en Torrevieja, se distinguen en toda la costa de levante por su mucho andar.

La pesca del atún.

Desembarcando un atún en Torrevieja a comienzos del siglo XX. Archivo F. Sala.

Es, sin disputa, la más ingeniosa de todas las pescas inventadas por el hombre, al menos de las conocidas por las playas de Levante. Empieza a cobrarse el atún en los primeros días de abril y se concluye a fines de agosto.

Hay en Torrevieja 60 botes dedicados a esta pesca. Cada uno desplaza de cinco a siete toneladas y va tripulado por tres o cuatro hombres. En clase de barcos pescadores, son éstos de lo mejor que se conoce, sobresaliendo por su mucho andar y por su gran resistencia.

Allá va toscamente expuesto como se cogen estos hermosos pescados. Cada embarcación, procura calar en sus «panas» en 1º. de abril, continuando haciéndolo hasta fines de junio.

¿Que qué son las panas y su calado? Pues por panas se entiende a unas boyas flotantes, formadas con grandes trozos de corcho encerrados en una red de esparto, sujetas por larga cuerda que en su extremo (el de la cuerda) lleva un pesado pedrusco, que las hace retener al fondo.

Dicha cuerda lleva también un ramo (léase en femenino) de pino, que se queda sumergido a una profundidad de cinco brazas. Bajo este ramo se alberga el «sorel» (en casi todas partes conocido por jurel) que en el verano es un pescadillo del tamaño del boquerón, constituyendo el alimento predilecto del atún.

Las panas se colocan por lo menos en número de diez, a lo que se llama un «andanón», situándolas muy lejos de la costa, por lo que necesitan ponerles señales y relacionarlas con los puntos más visibles.

Teniendo el pescador pobladas sus panas o sea bien repletas de «sorel», empieza la pesquera. Para ello salen de Torrevieja de dos a tres de la madrugada y a vela o a remo, según el viento, se llega al lugar donde aquél tiene «caladas sus panas».

Los tripulantes cogen una de estas boyas, la elevan al barco y colocan, en la popa del mismo, el famoso ramo de pino, hasta que el sorel se cobija bajo la embarcación, en cuyo momento retiran el ramo para que este no estorbe la pesca.

El atún que, como hemos dicho, tiene preferencia por el «sorel», viene a buscarlo, defendiéndose el infeliz pescadillo bajo el casco del barco, medida en efecto previsora porque el atún no se atreve a buscarlo en ese sitio asustándose de la sombra que proyecta el bote.

Pero como el pescador ha contratado al «sorel» para que sirva de cebo al atún, tiene que sacrificar alguna parte de sus servidores, y en ese preciso momento, en que le demandan su protección formando apiñado grupo en la popa del buque mientras este corre cuanto el viento le permite, empuña el «salabre» (o sea una pequeña bolsa de red cuya boca está sujeta a un aro de madera, y del que arranca un mango de lo mismo para facilitar su manejo) lo sumerge en el mar y eleva al bote el inocente «sorelillo», incapaz de suponer que así se responderá a su quejumbrosa demanda de hospitalidad.

Rápidamente, coge el pescador el «sorel», y ¡oh necesaria inhumanidad!, lo ensarta aún vivo por el lomo en grandes anzuelos preparados al efecto, y lo lanza por la popa a grandes distancias.

El «sorel», agonizante, se mueve en el agua y como ya se encuentra lejos del barco quita el miedo al atún para comérselo, abriendo éste su boca y tragándose furiosamente el anzuelo.

En tal situación, hay necesidad de contener al atún, porque este gran pez tiene la grave tendencia a precipitarse perpendicularmente al fondo del mar, en cuya huida manda mucha fuerza.

Contenido el pescado, se iza a bordo, entre el que da la «gambalada» (o sea el aparato compuesto del anzuelo, la cuerda y una vara a la que va sujeta la cuerda) y el «ganchero», al que se llama así porque con un fuerte gancho lo coge por el cuerpo, generalmente por las aletas ventrales.

Ya en el barco, hay que librarse de los terribles coletazos que da el gran pescado al asfixiarse. En esos angustiosos momentos no conviene acercarse mucho a la víctima.

Terminada la pesca, vuelve el bote a las «panas», dejando en ellas el ramo y «el sorel»; para ello necesitan que este último se separe del barco y vuelva a la «pana», a cuyo efecto se le espanta tirándole piedras, que lleva la embarcación, porque en el mar no se encuentran las útiles «sopas de arroyo».

Desde las diez o doce millas de la costa, en que se hace esta pesca, donde el agua alcanza la profundidad de 50 a 80 brazas, ¡casi nada!, regresa ufano el pescador al puerto, si ha conseguido hacer buena pesca. Muchas veces tiene que renunciar a matar muchos más pescados, porque hay necesidad de volver a casa a buena hora para no perder la venta.

La llegada a Torrevieja de estos innumerables botes, es uno de los espectáculos más pintorescos y que en mayor grado distraen a los veraneantes.

Desde las mesas de los frescos cafés del Casino y de España se ve el mar lleno de velas, que poco a poco se van agrandando hasta ganar el puerto.

Torrevieja. Casino y cafés a principios del siglo XX.

El reparto de las utilidades de esta pesca se hace en la siguiente forma: media parte para el dueño del «andanón», una parte para el armador o dueño del barco, y otra parte para cada uno de los tripulantes; de manera que se hacen cuatro o cinco partes y media.

Es una pesca bastante eventual, pues mientras a unos pescadores les produce mucho porque encuentran gran número de atunes, a otros les rinde muy poco o nada por tener mala suerte. Pero al que le da bien, le produce mucho, habiendo bote que en un solo día ha repartido 250 pesetas por cada parte, lo que, como se ve, es una gran utilidad.

El atún que se saca en dichos meses de verano procede del Mar Negro y busca su salida al Atlántico. Es de dos clases a las que se les distingue con los nombres de blanco y encarnado.

El blanco son las hembras que ya han desolado, y por consiguiente vienen con la carne blanda y poca sangre, como le pasa a toda hembra en la convalecencia del parto.

El encarnado son los machos, robustos y fuertes, con gran consistencia en la carne. Difiere mucho el precio de una clase a otra, porque el blanco hay que comerlo pronto para que no se pierda y el encarnado en cambio resiste mucho más la acción del calor.

Da de comer esta pesca a gran número de arrieros que lo llevan a los pueblos del interior. Como final do este relato debo apuntar que para pescar el atún se necesita buen viento, siendo los más favorables los levantes, tener mucho sorel en las panas y que no lo pierda la embarcación, por lo que el pescador necesita ir regulando su marcha a fin de que no sea mayor que la del grupo de los pescadillos.

Algunas veces sucede que, por alejarse el sorel del barco, se interpone el atún entre uno y otro. En este desgraciado caso el pescador ha perdido la pesquera y el atún se ha proporcionado un gran banquete.

Entre los accidentes o peligros de esta pesca figura el de herirse unos a otros con los anzuelos y el de caer al agua los tripulantes del barco por el fuerte tirón que da el atún al verse prisionero.

Este último peligro era antes mucho mayor, porque la cuerda de la «gambalada», terminaba en una gran gasa o anillo también de cuerda, por el que se metía la mano y se quedaba sujeta a la muñeca.

Los Valentines desembarcando atunes en Torrevieja a finales del siglo XIX.

El «gambalero» tenía que resistir con su cuerpo la fuerza que mandaba el atún, y en ocasiones era arrastrado al mar. Conocemos un caso sucedido a un pescador de la Isla de Tabarca que pone los pelos de punta.

Dicho pescador que, arrastrado por un atún al ser enganchado en el anzuelo, haciéndole resbalar violentamente por la popa del barco, en cuya caída le rompió una costilla y sumergiéndolo después en el mar, donde no se ahogó porque tuvo la serenidad de sacar la faca que siempre lleva todo pescador y generalmente atada) y cortar con ella la cuerda de la «gambalada».

Ahora es difícil que ocurran tales accidentes, porque le llevan con un corcho que colocan entre los dedos, que al apretar mucho el atún y no poderlo resistir, lo abandonan para que se lo lleve, porque la vida es antes que la pesca.

A los que veranean en Torrevieja, se les presentan ocasión de salir con los pescadores a presenciar las interesantes operaciones de la cogida del atún.

Yo estoy muy satisfecho de haberlo hecho porque el espectáculo no puede ser más bonito. Blasco Ibáñez lo pescó hace dos veranos y de su bien cortada pluma salió un precioso artículo, que me parece recordar fue publicado por «La Correspondencia de España».

Ánimo pues, y a sacar fruto del verano. Que todo no sea palique, dominó y otros excesos.

Varias pescas.

El Puerto de Torrevieja. Fotografía de Alberto Darblade.

Las principales y más constantes pesqueras que se hacen por los marinos de Torrevieja son las que dejo reseñadas en los dos artículos anteriores; pero también existen algunos dedicados al empleo de otros artes de pescar.

Los mismos atuneros, cuando no encuentran muchos comedores de «sorel», pescan la caballa, la melva y el bonito, con el ingenioso aparato llamado el «curricán», que lo forman unas plumas que, al abrirse con la marcha del barco, imitan a un pescadillo; y al querérselo comer aquellos pescados, quedan prisioneros en los anzuelos que el falso animal lleva oculto.

Esta pesquera, en cuanto a la caballa, suele algunos años revestir mucha importancia.

Hay también unos pocos «palangraneros» o que pescan con «palangres», consistente en una larga «lienza» o cuerda con muchos anzuelos, la cual se deja en el mar con una boya a cada extremo; y los «tras malleros», que cogen el pescado con redes de tres tablas; o sea, tres redes juntas, las de fuera claras y la del centro ciega o muy espesa, siendo esta más alta que las otras y formando «seno» con ellas, las cuales se «calan» en el fondo del mar y se sujetan con boyas.

«Palangraneros» y «tras malleros» son los que en la temporada de verano abastecen a la población del rico pescado blanco y de fondo.

También es pesca de verano la de la boga con «nasas». Son estas unas jaulas de junco, caladas cerca de la superficie del agua, sostenidas por boyas.

En invierno se pesca algo con «sardinales», «alacheras» y «bogueras», que son redes especiales para coger la sardina, alacha y boga respectivamente.

Para los aficionados se conoce en esta costa el «rayo», «la caña» y el «volantín», pescas que acreditan mucho de «pacientes» a los que a ellas se dedican.

En el año último han venido unos pescadores mallorquines a llevarse la gran riqueza de langostas que tenían estas aguas y que los de Torrevieja no han sabido aprovechar.

Dichos activos marineros, han descubierto a 16 o 18 millas de la costa y frente a Santapola, en un sitio conocido por los Cabezos, un enorme criadero de langostas que casi han exterminado.

Unos botes pescadores, usando nasas y redes especiales, iban despoblando los cabezos y colocándolas en viveros en las tranquilas aguas del Estacio.

Cuando ya tenían repletos los viveros venían dos pailebotes pesqueros y se las llevaban a Marsella, con lo que han obtenido una gran utilidad que realmente pertenecía a los de Torrevieja.

Esos pailebotes eran, uno de 80 toneladas, y el otro de noventa, pudiendo llevar 12 y 15 millares de langostas respectivamente. Han hecho tres viajes el primero y dos el segundo, por lo que se calcula en más de 60.000 las langostas llevadas a Marsella.

Por último, al hablar de las pescas, debo consignar que los langostinos tan grandes y gustosos que comemos en Torrevieja, están alimentados con nuestra agua, es decir, con la que discurre por el Segura, porque los cogen en la desembocadura de este río.

El aparato para aprisionarlos es el «trasmalle» antes descrito. En Guardamar hay una compañía que tiene un establecimiento pesquero para coger el langostino y exportarlo a Madrid.

La venta del pescado.

Subasta del pescado a comienzos del siglo XX.

El pescado se vende en Torrevieja como en casi todos los puertos, por el sistema de la subasta. Pero esto no impide al pescador hacer la venta por su cuenta; si bien pagando los derechos de subasta.

Esta forma de venta se debe a un pacto entre todos los pescadores, sin que por consiguiente tenga carácter oficial.

Perea es el que hace la subasta, ayudado por su hijo; Catín apunta los pesos, precios y personas; y algunos otros pescadores los auxilian, formando todos sociedad, y percibiendo un real por cada duro, que los paga el pescador y que reparten entre todos los de la compañía.

Tiene mucha importancia este negocio de la venta del pescado. La subasta se hace por reales tratándose del atún y el pescado de pareja; y por pesetas en cuanto al pescado fino.

Nadie que haya pasado algunos días en Torrevieja, podrá olvidarse del pintoresco cuadro que presentan estas operaciones.

Perea (hijo) robusto joven (que lleva locas a las domésticas de los veraneantes) vocea las posturas y anima a los compradores «¡A cuarenta y sinco, a sinco y cuarenta!» ¡Hay quien dé más! ¡Que lo voy a dar! ¡Que lo doy! ¡A cuarenta y seis y medio! ¡A cuarenta y siete! ¡Medio minuto a cuarenta y siete! ¡A la una! ¡A cuarenta y ocho!

Y así sigue hasta que toca un cuerno, señal de haberlo dejado rematado. Algunas veces tiene el cuerno gran tiempo en la boca sin soplar, esperando que aun suban el precio.

La Marina.

Botadura de un barco en Torrevieja.

En este pueblo se han construido magníficos buques de madera, revistiendo antiguamente esta industria mucha mayor importancia que en la actualidad. Hoy trabajan tres constructores de embarcaciones.

Son los más importantes Miguel Gutiérrez y Antonio Ripoll, que están asociados. Los otros dos maestros calafates, son Miguel González y Francisco Cegarra. Hacen toda clase de buques, habiendo en otro tiempo llegado a construirlos hasta de 300 toneladas.

Hoy casi solo hacen barcos de pesca y alguno que otro de recreo. Recientemente Miguel Gutiérrez y Antonio Ripoll, han construido un precioso pailebot de 30 toneladas llamado «Soledad», para el gran aficionado a la pesca D. Julio Casciaro.

Ya ha probado esta embarcación sus grandes condiciones marineras en la temporada de pesca, pues en la primavera última lo tuvo su dueño en aguas del Estrecho de Gibraltar.

Se distinguen las construcciones navales de Torrevieja, por su esbeltez, seguridad y mucha marcha, siendo universal su fama.

Este floreciente estado, se debe a que en Torrevieja se estudiaron mucho los barcos para que pudieran servir al activo contrabando que en otro tiempo se hiciera, en sociedad con los aljezareños.

De Torrevieja han salido y salen excelentes marinos, que honran a la marina mercante española. Merecen citarse entre los vivos: a Jaime Parodi, que manda el pailebot «Soledad Parodi», de la matrícula de Alicante; a Anastasio Ballester, capitán del bergantín-goleta «Safo», de Barcelona; a Eduardo Sala, que ha mandado varios buques; y a otros muchos.

De aquí era también D. José Solano, el intrépido almirante de la escuadra cantonal. Marinos antiguos los ha habido de primera fuerza, como Tomás Parodi, padre de los actuales Parodi, que salvó muchas tripulaciones de los barcos náufragos en Torrevieja, por lo que mereció la Cruz de Beneficencia; y Gerónimo Galiana, que realizó el acto más extraordinario que puede contarse en cosas de mar.

Salió Galiana de la Habana, mandando el bergantín-goleta «Eustaquia». A los pocos días de salir se le declaró a bordo la fiebre amarilla, muriendo uno tras otro todos los tripulantes, quedándose solo Galiana y un grumete de corta edad.

Este arrojado capitán, tuvo serenidad bastante para cuidar con esmero a los enfermos, construir a cada uno de los muertos su ataúd de madera con el que los arrojó al mar y atender a todas las maniobras que exigía la larga navegación que llevaba.

Llegó a Vigo sin ningún contratiempo; al entrar en la ría, pidió auxilio a unos pescadores para las maniobras de entrada, por ser ya más difícil e imposible realizarlas por un hombre solo.

Los pescadores al subir al «Eustaquia» se enteraron de que venía apestado y quisieron irse, pero ya Galiana había tomado la precaución de cortar el cable de la barca, que se alejó de su buque, y revólver en mano, los obligó a ayudarle a llevar el «Eustaquia» al lazareto. El Gobierno premió su valor y humanidad concediéndole una cruz.

El puerto de Torrevieja es sumamente peligroso cuando reinan con fuerza los vientos del 2º cuadrante; por lo que en su bahía se han perdido bastantes buques.

Naufragio de un bergantín en Torrevieja.

Aun se recuerdan con horror los naufragios del «Sbrigati», de nacionalidad italiana, del que se ahogaron cinco tripulantes, entre ellos el capitán; y el de la corbeta «Josefa», de la que pereció la mitad de su tripulación.

Es raro el año que no ocurre algún siniestro. Los barcos son arrastrados por el viento y las olas a la playa de Ferris, en donde encallan y son deshechos por el temporal. Hace mucha falta construir un espigón que corte los vientos de levante para dar seguridades al comercio.

Para remediar algo estos males, existe una buena estación de salvamento de náufragos, en la que figura un excelente bote salvavidas y un cañón lanza-cabos, sistema Lille.

Mucho más podría decirse de los honrados y trabajadores hijos de Torrevieja, pero sería hacer una guía general de este pueblo, impropia de publicaciones como LAS PROVINCIAS.

Yo rindo a Torrevieja, con mis modestos artículos, el tributo debido a sus progresos y uno mis votos a los suyos para que lleguen a ser un hecho sus justas aspiraciones, concretadas en estas dos sencillas palabras: Salinas y Puerto.

Salinas de Torrevieja.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Transcripción de una serie de ocho artículos publicados entre el lunes 13 y el miércoles 22 de agosto del año 1900 en el diario «Las Provincias de Levante».

Callejeando 34. ASJ 8. Callejas del Ravalete.

Las traviesas o callejones del Rabalete.

Para terminar la serie dedicada al arrabal de San Juan Bautista he dejado un puñado de callejones del Ravalete cuya historia pretendo contar de una forma diferente. Si os place acompañarme en el estudio, me apetece mostraros la «fuentes» que lo fundamentan.

Dicho estudio abarca quince modestas callejuelas que en buena parte de los padrones no se molestaron en reflejar; y cuando lo hicieron, les asignaron titulaciones generalmente arbitrarias y puntuales.

A veces aparecían simplemente numeradas en dos bloques: la traviesas de la calle de Arriba hacia la peña y las traviesas de dicha calle hacia la del Colegio.

Otras veces, el listado combinaba nombres y números de traviesa. Teniendo en cuenta que la numeración otorgada dependía de por dónde empezaba a contar el que lo redactaba; y de cuántas callejas decidía incluir en su lista, os podéis imaginar la dificultad que entraña su investigación individual.

El colmo de la sencillez era reflejar las diecisiete calles en dos motes: «Carrer damunt ab les traveses» y «Carrer del Colegi ab les traveses».

Tengo que añadir una más al estudio; la que unía la calle del Colegio con la de San Juan y el Paseo. Junto a la de Reales, eran las únicas traviesas del Colegio hacia el sur.

Ya hablé de la de Reales en otro capítulo; así pues, con la actual calle de Cedaceros, que solía figurar siempre mezclada entre ellas, completaré el Arrabal de San Juan.

Con las de Arriba y el Colegio serán diez y ocho las calles rastreadas. Lo podéis ver más claro en este plano artesanal.

Plano de confección propia.

Ya he dicho alguna vez que, hasta la segunda mitad del XIX, las calles no tuvieron nombre oficial; y exceptuando unas cuantas que mantuvieron su titulación popular en el tiempo, el habitante más ilustre o el más conocido, solía darles título provisionalmente.

En estas callejas tan humildes, cualquier vecino era lo suficientemente importante para que le asignasen su nombre temporalmente.

La tarea de identificarlas a través del tiempo es un proceso muy complicado; solamente una de las quince calles ha mantenido la titulación los cuatro siglos que abarca este trabajo; quizá porque de verdad era la más ancha.

Pero no todo van a ser pegas. Su particular ubicación permite localizarlas en conjunto fácilmente; al final de la ciudad entre las puertas de Callosa y de Crevillente. Entre la Carretería y el Colegio de Predicadores.

Teniendo en cuenta que la calle del Colegio se urbanizó durante el siglo XVI, vamos a comenzar nuestra investigación en la centuria posterior.

Siglo XVII.

Padrón de Sal y Muro del año 1629. Archivo Municipal de Orihuela.

La recaudación de impuestos por parte de la Hacienda Real hacía necesario formar periódicamente unos listados llamados padrones o vecindarios. En ellos se registraba a cada uno de los vecinos pagadores y la cantidad que debían aportar. Esta es la principal fuente para el estudio de las calles durante la Edad Moderna.

El primer padrón que vamos a utilizar es «de Sal y Muro»; un documento que pronto va a cumplir cuatrocientos años. Redactado en 1629, en esta zona apuntaron las siguientes calles:

«Patro de sal y mur del any 1629»: Carrer de Diego León, Carrer de Contreres, Carrer de Utiel, Carrer de Escuder, Carrer del Colegí, Carrer de la Toledana, Carrer de la figuera, Carrer de Losano, Carrer de Comí, Carrer Damunt, Carrer de Moyano, Carrer Ample, Carrer de la Comare Rodríguez.

Padrón de Sal y Muro del año 1629. Archivo Municipal de Orihuela.

En este primer listado, incluyendo las de Diego León (actualmente Cedaceros), la del Colegi y Damunt, tenemos trece nombres. Nos quedan una decena de calles de las que siete parecen ser hacia la del Colegio y tres hacia la peña.

El padrón confeccionado en 1636 es muy deficiente y sólo aporta los siguientes nombres.

Patro del mur y sal any 1636: C. damunt, C. de burello, C. de gallego, C. del colegi, C. ¿despri?, C. de la figuera, C. de la toledana, C de mosén torres, C de Perpiña y C. de contreras.

Padrón de Sal y Muro del año 1636. Archivo Municipal de Orihuela.

El padrón de vecinos de la ciudad confeccionado en 1651 consigna una decena de nombres y lo hace ordenadamente. Cuatro de las de Arriba a la peña y seis a la del Colegio. Debían ser las más pobladas en ese momento.

Patro de els vehins de la pnt Ciutat fet en lo any 1651: Carrer de amunt des de la porta de Crevillent, travesa de burello a la peña, carrer ample, travesa de Martínez Matacochinos, travessa del carrer de Alcoser.

Carrer del colegi ab ses traveses desde el colegi a la porta nova, travessa de trigueros, travesa de la figuera, travesa de la toledana, travessa de escuder, travesa del carrer de utiel, travessa del carrer de Giles.

Padrón de los vecinos. 1651. Archivo Municipal de Orihuela.

Del resto de padrones consultados en dicha centuria he extraído los siguientes nombres:

Carrer o Travesa de Javaloyes, Carrer de Fonllana, Carrer de la almazara, Carrer de la morera, Carrer de Soto y Carrer de la Peñeta.

Padrón de Sal y Muro del año 1654. Archivo Municipal de Orihuela.

Terminamos el siglo XVII con veintinueve nombres. Suponiendo que estén las dieciocho al menos una sola vez, tenemos once repeticiones con diferente titulación.

Carrer ample, carrer de Burello, travesa de Martínez Matacochinos, travessa del carrer de Alcoser, carrer de la peñeta, carrer de la almazara, carrer de Contreras, carrer de Trigueros, carrer de la Toledana, carrer de la figuera, de Utiel, carrer de Comí, carrer de Javaloyes, carrer de Gallego o de mosén Gallego, carrer de mosén Torres, carrer de Perpiña, carrer de la morera, carrer de Escuder, carrer de Moyano, carrer de Fonllana, carrer de Losano, carrer de Soto, carrer de Gil o Giles, carrer de la Comare Rodríguez, carrer de Nafa, carrer ¿despri?.

Siglo XVIII.

Repartos de Equivalente. Siglo XVIII. Archivo Municipal de Orihuela.

Los repartos del siglo XVIII aportan muy poca información. En los primeros, entre muchas traviesas numeradas, registran como callejones de la del Colegio, las traviesas de Torres, de Follana y de la Toledana. Transcribo tres años consecutivos como muestra.

Contribución Equivalente 1717: Calle de Arriba, primera traviesa que va a la peña, (prosigue la calle de Arriba entre todas) segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta traviesas; calle de Comins y salida a la calle del Colegio, calle del Colegio, primera traviesa de la calle del colegio empezando por la entrada, 2ª traviesa, 3ª traviesa, cuarta, quinta, sexta y séptima traviesa.

En el de 1718 se numeran las de arriba empezando por la puerta de la yedra. Se referían a la añeja puerta de Crevillente.

Repartimiento para reparo de fortificaciones. Año 1718: Calle del Colegio empezando por la salida, primera traviesa (prosigue Calle del Colegio entre todas), segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta, última traviesa y traviesa que sale a la calle de San Juan.

Calle de arriba empezando desde la puerta de la yedra, primera traviesa (prosigue la calle de arriba entre todas) segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta traviesa.

Transcribo también las que aparecen en el reparto de 1719.

Repartimiento para gastos de fortificaciones y cuarteles. Año 1719: Calle de arriba, primera traviesa de la peña, prosigue la calle de arriba, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta y séptima traviesas de la peña con «prosigue la calle de Arriba» entre ellas.

Calle del Colegio empezando desde el huerto, primera traviesa de la Calle del Colegio, segunda, tercera, cuarta, quinta, repite la quinta, sexta y séptima, todas con «prosigue la calle de Arriba» entre ellas.

A mediados del siglo XVIII solían registrar siete traviesas a la peña con la expresión «prosigue la calle de arriba» entre ellas; y siete u ocho traviesas de la calle del Colegio con «prosigue la calle del Colegio». O sencillamente «sigue o prosigue» entre ellas.

Reparto del Real Equivalente hecho entre los vecinos en 1750. Archivo Municipal de Orihuela.
Reparto del Real Equivalente hecho entre los vecinos en 1750. Archivo Municipal de Orihuela.

Como excepción que confirma la regla, a veces registraban «lo carrer ample» o la calle Ancha.

Terminamos esta centuria con los nombres populares que nos dejó Joseph Montesinos. Una lista incluida en el primer libro de su «Compendio Oriolano». Catorce calles en la zona comprendida entre Santo Domingo y la Carretería.

Del Colegio, de Arriba, de las Capillas, de la Cruz, de la Morera, de las cuatro Esquinas, del Collerero, de Pacheco, del Cura, del Huerto, de la Cueva, de la Hancha, de Pedrajas y del Barranco.

Siglo XIX.

En los primeros repartos del siglo XIX todo sigue igual de espeso. Tenemos que esperar dos décadas para empezar a encontrar titulaciones más allá de la calle Ancha.

El de 1824 es el reparto más completo de la centuria. Refleja el nombre de dieciséis calles con las de arriba y del colegio. Sólo nos falta una, la de Comí, un callejón cerrado junto al Colegio. Además están perfectamente ordenadas, siete hacia la peña y siete hacia el Sur.

Libro de reparto del Real Equivalente de 1824: Calle de Arriba, Callejón de la Escala, Taleque, Barranco, Morquera, Callejón Ancho, Matamoros, Cueva.

Calle del Colegio, Callejón de la Cruz, Calle de la Morera, Callejón de las cuatro esquinas, Callejón Estrecho, Callejón de Pacheco, Callejón de D. Pedro Sánchez, Callejón de Royo.

Reparto del Real Equivalente para 1824. Archivo Municipal de Orihuela.

El de 1829 da un paso atrás volviendo a alternar nombres con numeraciones.

1829: Calle del Colegio, Callejón de la Cruz, Callejón 1º de la calle del Colegio, Callejón de las cuatro esquinas, 3ª traviesa de la Calle de Arriba, 4ª traviesa de la Calle de Arriba, 5ª traviesa de la Calle de Arriba, Callejón de Royo.

Calle de Arriba, Callejón del Barranco, Callejón del Taleque, Callejón de la Escala, Callejón de la Morquera, Callejón de Matamoros, Callejón Ancho, Callejón de la Cueva.

Pueden aparecer y desaparecer nombres; por ejemplo, en el reparto de 1832, entre los callejones del Taleque y la Morquera metieron un supuesto «callejón de Triana» que se correspondería en la actualidad con el de Velasco. Al año siguiente se esfumó; reduciendo a cuatro el número de callejas hacia la peña.

Repartos Equivalentes años 1832 y 1833. Archivo Municipal de Orihuela.

Libro de reparto del Real Equivalente de 1833: Calle del Colegio, Callejón de la Cruz, Calle de la Morera, Calle de las cuatro esquinas, Callejón Estrecho, 4ª traviesa a la calle de arriba, Callejón de Royo.

Calle de Arriba, Callejón del Taleque, Callejón de la Morquera, Callejón de Matamoros, Callejón Ancho.

Libro de reparto del Real Equivalente de 1833. Archivo Municipal de Orihuela.

En 1842 sólo anotaron cinco calles y en 1845 se limitaron a consignar los callejones de Tintoreros, del Colegio, de Arriba y de la Cruz.

Libro de reparto del Real Equivalente de 1845. Archivo Municipal de Orihuela.

En 1845 se produjo una reforma legal que sentó las bases del sistema tributario actual. Dejamos aquí los socorridos repartos.

En el ecuador del siglo XIX, concretamente entre los años 1859 y 1861 se estaba formando el primer callejero de Orihuela. Coello tampoco pudo aclarar mucho en su famoso plano de 1859.

«Atlas de España y de sus posesiones de ultramar» de Francisco Coello. Plano de Orihuela. 1859.

Se pueden leer claramente los callejones de la Cueva, Ancho y de Royo. Y parece que se distinguen los de Taleque, de la Cruz, Morera y 4 esquinas; pero no lo tengo muy claro. El resto los dejó en blanco o utilizó números de traviesas.

En febrero de 1861, la «comisión municipal nombrada para el arreglo del nomenclátor, numeración de casas y rotulación de calles» preparó un dosier con las que, en su opinión, debían conservar su nombre tradicional y las que merecían ser rebautizadas.

Decidieron conservar los siguientes títulos en la zona:

Calle del Colegio. 1ª Clase. Calle de Santa Matilde. 3ª Clase. Calle de la Cruz. 3ª Clase. Calle de la Cueva. 3ª Clase. Calle Ancha. 3ª Clase. Calle de Matamoros. 3ª Clase. Calle del Barranco. 3ª Clase.

Y aconsejaron modificar los siguientes:

La Calle de Arriba, trocando su nombre que nada significa por el de Calle de Diego de Orihuela, honrará la memoria del esforzado batallador, hijo de esta Ciudad, cuya menor gloria fue librar a ésta, con riesgo de su persona, de los furores de un monstruo que anidaba en sus próximos bosques. 2ª Clase.

La Calle de Royo, titulándose de Lope de Espejo, dirá a los venideros que un oriolano ilustró ambos apellidos, como teólogo y como poeta, con admiración de su Siglo. 3ª Clase.

La traviesa cuarta de la Calle de Arriba se denominará Calle de la Concepción, en devoción a este Sagrado Misterio. 3ª Clase.

La traviesa tercera a la Calle de Arriba se llamará Calle Estrecha, pues es la más angosta de las del arrabal de S. Juan. 3ª Clase.

La Calle de las cuatro esquinas con el Callejón de los Reales, se titulará Calle de los Reales. 3ª Clase.

La Calle de la Morquera tomará el nombre de Calle de la Cuesta. 3ª Clase.

La Calle de la Morera y de Talenque, que forman una sola dividida por la antigua Calle de Arriba, recobrando el primitivo nombre de la primera, se llamará Calle de la Morería. 3ª Clase.

En este arrabal se muestra un plano sin nombre propio; el de las Calles de Cedaceros y de Campillo a la del Colegio; puede llamarse Tránsito a la Calle del Colegio. 3ª Clase. 

De todas la propuestas de modificación planteadas por la comisión, sólo se cumplieron las de las calles Estrecha y Concepción.

Siglo XX/XXI

Acudir a Gisbert en sus «Datos Sueltos para la continuación de la historia de Orihuela», publicados en los albores del siglo XX, no ayuda nada. Transcribo el texto literal.

Del lado septentrional de esta calle (la de Arriba) parten hacia el monte una porción de callejas, ocho según el plano de Coello, cual de la acera meridional surgen otras ocho, según dicho plano, llegando todas estas a la calle del Colegio menos una, la sexta a contar desde la Carretería, que termina antes y por lo tanto no tiene salida.

Los nombres de estas travesías son: Ancha, Barranco, Bolas, Concepción, Cruz, Cuatro Esquinas, Cueva, Escala, Flete, Matamoros, Mojica, Morera, Morquera, Royo, Santa Matilde y Talenque.  Las 1ª, 2ª, 7ª, 8ª y 12ª, pero no las demás, figuran en el padrón de la feligresía de 1700; el nombre de Concepción procede de mediados de este siglo (escrito a finales del XIX) y las de Talenque y Morera son continuación la una de la otra.

… Y una travesía antes de estrechar la calle, o sea en su primer tercio, que dirige a la calle de Cedaceros y termina en la confluencia de esta con la de Campillo.  

El plano que menciona, como podéis comprobar, solo muestra las quince que he numerado.

«Atlas de España y de sus posesiones de ultramar» de Francisco Coello. Plano de Orihuela. 1859.

Pero es que, además, para cuadrar las supuestas dieciséis calles, incluye en el paquete las de Bolas, Escala, Flete y Mojica, traviesas de la parte final de la Calle de San Juan.

El siguiente listado municipal, confeccionado muy pocos años después, induce también a error al suprimir la más reconocida, la calle Ancha. Y para cubrir la falta incluye Barranco, nombre ya obsoleto.

La Huerta. 13 de agosto 1907: Ordenanzas municipales de la Ciudad de Orihuela. Los barrios en que la población se divide comprenden las siguientes calles: Barrio 7°. Calles del Colegio, Estrecha, Reales, Royo, Concepción, Cuatro Esquinas, Cruz, Santa Matilde y Barrera del Colegio. Barrio 8º. Calle de Arriba, Cueva, Matamoros, Morquera, Morera, Velasco, Barranco y Taleque.

Y por fin, estas son las catorce calles, siete y siete, que han llegado al callejero del siglo XXI. Aunque la de los Cantos ha desparecido como tal al modificar el entorno de la casa museo Miguel Hernández.

Miguel Hernández: Cantos, Taleque, Velasco, Morquera, Matamoros, Ancha y Calle del Poeta.

Adolfo Clavarana: De la Cruz, Moreras, Cuatro esquinas, estrecha, Concepción, Santa Matilde y Royo.

Sin olvidar la calle de Cedaceros, que sale hacia la de San Juan y al Paseo.

Plano Google siglo XXI.

Con todo lo recopilado vamos a tratar de identificarlas una a una partiendo desde Santo Domingo. Tenemos un montón de calles con apellidos que corresponden a diferentes moradores en diferentes siglos, titulaciones que intentaré relacionar, en la medida de lo posible, con las actuales.

Las notas que aparecen en color mostaza nos pueden servir de ayuda. Son extractos de protocolos de Bautista Ramón, un escribano bastante curioso y descriptivo cuyo trabajo, que abarca el periodo 1707-1740, rastreé hace años.

Traviesas al Norte o a la Peña.

Plano de confección propia.

1 Peñeta/Escalas/Los Cantos. (Desaparecida).

Calle de Arriba y, a la izquierda, el Callejón de los Cantos.

La primera y más próxima al colegio era muy modesta y aparece en la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII como de la Peñeta, diminutivo valenciano de peña. En 1710 la castellanizaron seguramente por los decretos de nueva planta.

1710. Calle de la Peñita.

1716. Calle de la Peñeta de Trigueros.

1718. Calle de Trigueros que antes se llamaba de la Peñeta.

Intentaron unirla a veces a la «calle nombrada de Trigueros» o «calleja de Trigueros que toma de la calle del Colegio». Años después volvieron a citar la antigua titulación en la venta de un solar para casa.

1731. Calleja de la Peñeta contigua al Colegio de Predicadores. Casa a Tramontana. Casa de la Capellanía a Levante y Poniente y Capilla del Rosario a Mediodía.

Y trataron de alinearla también con el callejón pegado a la iglesia que salía hasta la del Colegio.

1735. Calle que sube del callejón de las capillas a la puerta de los carros, espaldas de la capilla del Rosario.

En el XIX figuraba como «calle de las Escalas» y en el XX la llamaban de los Cantos. Con ese último nombre pasó a formar parte del «universo hernandiano» al albergar la sede social del mítico equipo de fútbol «La Repartiora», mencionada por Ramón Pérez Álvarez.

Canfali Vega Baja. 27 de junio 1984: El Miguel Hernández que yo conocí como poeta, como amigo, como consecuente político, era también el Miguel que formaba parte del equipo de la «Repartiora». (…) Indagué acerca de la formalidad que presidía sus reuniones en el «local social» del equipo, en la calle de los Cantos, frente a su huerto…

En la actualidad, la remodelación del «rincón hernandiano» ha convertido el espacio en una especie de plaza; y la calle como tal ha desaparecido.

Callejón de los Cantos. Huerto de la casa de Miguel Hernández. Colección Jesús R. Tejuelo.

2 Talec/Talech/Taleque.

Fotografía Ajomalba.

Originariamente llamada Talec o Talech, mantiene esta titulación desde principios del siglo XVIII.

1718 Calleja de Talech, que toma de la calle de arriba. Poniente con casa de Trigueros con callejón de por medio.

1731. Calleja vulgarmente llamada del Taleque, que toma de la calle de Arriba con la Peña del Castillo a Tramontana.

La taleca (en plural les taleques) es en catalán un saquito o bolsa de tela destinada a llevar el dinero. También la bolsa de tela donde los pastores llevaban la comida.

«La Semana». 15 de marzo de 1897.

La prensa. 30 de noviembre 1890: Todos los electores que habitan en la calle de Taleque, que es la última travesía de la calle de Arriba, más los que habitan en la calle Ancha, que es la segunda travesía de la citada calle, habrán de emitir sus votos en la Caridad.

De momento no me atrevo a adjudicarle ninguno de los nombres que nos quedan sin identificar en el siglo XVII. Seguiré buscando entre los notarios.

3 Barranco/Velasco

Ésta se llamó «Calle del Barranco» durante el siglo XVIII; y curiosamente figura en el listado un vecino llamado como yo, Antonio Mazón.

Años 1730 y 1732 Calleja del Barranco que toma de la de Arriba. Con casa de Antonio Mazón.

Repartos Equivalentes años 1832 y 1833. Archivo Municipal de Orihuela.

En 1824 seguía figurando como del Barranco; pero como ya he dicho anteriormente, en un reparto de 1832, entre el «callejón de Talaque» y el «Callejón de la Morquera» figuraba el «callejón de Triana»; y en el de 1833 se pierde.

Velasco aparece por primera vez en un listado de principios del siglo XX. Sólo he encontrado un Velasco que podría cuadrar. Manuel de Velasco y Brena, teniente general fallecido en 1904. Pero, de momento, es sólo una suposición.

Fotografía Ajomalba.

4 De la Almazara/Morquera

Morquera es titulación del siglo XIX. Os explico mi teoría.

En 1713 callejón de la Almazara del Cabildo Eclesiástico.

En 1716, una casa que antes era una cueva, en la Parroquia de San Salvador, Raval de San Juan. Al remate del callejón de la almazara de hacer aceite, propia del cabildo eclesiástico que toma de la calle de arriba. Linda con dicha almazara y con la peña.

En 1734 «Casa de la Almazara del Cabildo», en la Calle de Arriba.

En castellano, la morquera, ajedrea o hisopillo es un arbusto leñoso de color verde, con florecillas blancas o rosadas. Crece bien en suelos rocosos, como la sierra y se utilizaba con fines medicinales y gastronómicos; especialmente para aliñar aceitunas.

También podría ser un apellido; pero no me cuadra. La mencionan como «Morqueras» o «Calle de la Morquera».

Hay otra explicación, por la que yo me decanto: en catalán morquera es el recipiente donde se guarda la morca o solaje del aceite.

Así podría ser la misma que aparece en los padrones del siglo XVII como «de la Almazara»; y en lo protocolos del XVIII como «de la Almazara del Cabildo eclesiástico», un establecimiento propiedad de los canónigos que estaba al remate de la calle, junto a una casa en la peña que antes era una cueva.

Este paralelismo no deja de ser una suposición mía.

5 Matamoros.

Fotografía Ajomalba.

Se le podría atribuir el nombre de Saura por eliminación. La nombra el escribano en el XVIII y no me cuadra en ningún otro sitio; pero lo dejo en una suposición pendiente de ratificar.

1724 calle de Arriba a Mediodía, calleja nombrada de Saura.

Año 1737 Callejón de Saura que toma de la calle de Arriba a la Peña.

La titulación que se ha conservado es de principios del siglo XIX y aparece por primera vez en el reparto de 1824.

Matamoros es el apodo común del apóstol Santiago en España. También es un topónimo y un apellido común. Tenemos el ejemplo de la dehesa de Matamoros (actualmente Campoamor).

6 Calle Ancha.

Carrer Ample. AMO. 1636-1660.

La de la calle Ancha es la titulación más antigua de todas las traviesas, cuatrocientos años. Ya aparece en el siglo XVII como «carrer ample» y pasa al XVIII como la calle Ancha.

1716-1740 Calle Ancha que toma de la de arriba.

En los repartos del primer tercio del siglo XIX la anotan como «Callejón Ancho». Y a mediados de la centuria quedó oficialmente titulada como calle Ancha.

La prensa. 30 de noviembre 1890: Todos los electores que habitan en la calle de Taleque, que es la última travesía de la calle de Arriba, más los que habitan en la calle Ancha, que es la segunda travesía de la citada calle, habrán de emitir sus votos en la Caridad.

Fotografía Ajomalba.

7 De la Cueva/del Poeta.

La última, titulada en la actualidad calle del Poeta, se llamó calle de la Cueva a finales del XVIII (la nombra Montesinos). De la Cueva fue durante todo el siglo XIX y buena parte del XX. Incluso, la comisión para el arreglo del nomenclátor dio la titulación por buena.

El nombre definitivo fue casi accidental. En 1969 el Ayuntamiento había acordado dar el nombre de Miguel Hernández a la calle en la que había vivido el poeta oriolano, atendiendo así a la petición formulada por escritores, periodistas y poetas de diversas provincias españolas.

Pero ocultaron su nombre colocando dos preciosas lápidas en las que simplemente se leía «calle del poeta». Para colmo, una de ellas fue robada.

Ya en Democracia, la calle de Arriba recibió el nombre completo de Miguel Hernández. Y pusieron dos chapas modernas.

La lápida superviviente, la que habían colocado al inicio, pasó a nominar la primera traviesa de la calle de Miguel Hernández. Y luce hermosa en el antiguo callejón de la Cueva, ascendido así a «Calle del Poeta».

Fotografía Ajomalba.

Traviesas al Sur.

Plano de confección propia.

Hacia el sur salen las traviesas de la calle de Arriba a la del Colegio. Son ocho y empezaré de nuevo por el Colegio, o como decían entonces, por el huerto de Santo Domingo.

1 De Comí/ de las Capillas. (Desaparecida).

El primer callejón, inmediato al colegio de predicadores se llamaba de Comí. En el siglo XVII aparece como. «Lo carrer o travesa que va del carrer del Colegi al de Amunt, nomenat de Comi».

Carrer de Comí. AMO. 1629.

A mediados del siglo XVI tenemos un maestro de obras llamado Guillem de Comí. Este prestigioso cantero trabajaba para sus vecinos, los dominicos.

También prestó sus servicios en Santa Justa, en la Catedral (donde la familia tenía enterramiento), en la Sala del Consell (donde fabricó la escalera) y en San Martín de Callosa. Probablemente vivía con su familia en este callejón.

Durante la construcción de la capilla del Rosario, a finales del XVII, el Consell permitió a los predicadores reducirlo hasta permitir tan sólo en paso de un hombre «a pie o a caballo».

1714 Callejón de Comí, inmediato al colegio de predicadores.

Fragmento de una fotografía fechada en 1863. Colección Javier Sánchez Portas.

Aparece en un reparto de 1717 y, a finales del XVIII, Montesinos lo llama «de las capillas», por estar contiguo al muro de la iglesia de Santo Domingo, de donde sobresalen dichas capillas.

No aparece en los repartos del siglo XIX. En fecha desconocida le pusieron un portón que se puede ver en la fotografía siguiente.

Calle del Colegio y Callejón cerrado. Colección Javier Sánchez Portas.

Aunque ya ni lo mencionase la comisión del nomenclátor (quizá por estar cerrado) a finales del XIX seguía existiendo el «callejón de las capillas» como demuestra el siguiente artículo de prensa.

El diario de Orihuela. 7 de septiembre 1888: AYUNTAMIENTO. Sesión de ayer 6 de septiembre de 1888. Se nombró una comisión para que examinen si por los propietarios de casas o terrenos colindantes al callejón de las Capillas, se ha tomado algún terreno de la vía pública, observando al propio tiempo si existen plantaciones en dicho callejón que perjudiquen al muro de la iglesia de Santo Domingo, contiguo al referido callejón.

Ahora, tras algunos derribos, forma parte del descampado/plaza en el lateral del Colegio.

Javier Sánchez Portas.
Fotografía Ajomalba.

2 De Trigueros, de la Cruz.

Lo carrer o travessa de Trigueros aparece en padrones y escrituras del XVII. Hemos hablado de ella relacionada con la de la Peñeta.

Carrer o travessa de Trigueros. AMO. 1636-1660.

El nombre de la de la Cruz, que conserva en la actualidad, lo menciona Montesinos a finales del XVIII. Hay que tener en cuenta que la Cruz que le da nombre, no pasó al lateral de la capilla y por tanto al callejón hasta 1771, cuando la imagen de la Virgen de Monserrate le arrebató la titularidad de la ermita.

Lateral de la ermita de la calle de Arriba y callejón de la Cruz. José Antonio Ruiz Peñalver.

En el siglo XIX se consolida la «Calle de la Cruz, que sirve de tránsito entre la calle del Colegio y la de Arriba, cercana al Colegio de Santo Domingo».

El pueblo : semanario social y agrario – 1925 julio 13.

3 De la Morera

La «de la Morera» es la segunda más antigua. Arrastra el nombre desde finales del siglo XVII y permanece invariable en el XVIII.

1727. Calleja de la Morera que toma de la del Colegio.

1740. Calleja de la Morera.

La comisión del nomenclátor, en el siglo XIX, trató de unirla en una sola calle con la de Taleque; y llamar a ambas «de la Morería», pues según ellos era el nombre original.

Moreras y Taleque. Fotografía Ajomalba.

Estaban equivocados y la propuesta no prosperó. Pero no andaban muy desencaminados; la última morería oriolana quedaba muy cerca, en los terrenos de Santo Domingo.

En la actualidad se menciona sencillamente como «Moreras».

Fotografía Ajomalba.

4 De la Figuera/ Cuatro Esquinas.

Lo Carrer de la Figuera o la Calle de la Higuera es continuación de la de Reales; un camino real entre huertos que comunicaba el colegio con San Juan y la Corredera. Tanto este callejón como el de la morera conservaban huertos en su interior.

En el siglo XVIII aparece el nombre de «Cuatro esquinas». El escribano lo mencionó en un arrendamiento de 1738.

1738. Una casa de habitación y morada en la Parroquia del Salvador, Raval de San Juan en la calle nombrada del Colegio a las Cuatro Esquinas.

Fotografía Ajomalba.

El callejón fue alineado y ensanchado a finales del XIX expropiando terreno a varios vecinos.

AYUNTAMIENTO. Sesión de 29 de noviembre de 1888. Se aprobó el pago de 15 pesetas a D. Ramón Rebollo como indemnización del terreno tomado para la vía pública a una casa de la propiedad de dicho señor situada en la calle de las Cuatro Esquinas.

AYUNTAMIENTO. Sesión de 30 de octubre de 1896. Que se abonen 15 pesetas a José Ruiz Martín, dueño de una casa en la calle de Cuatro esquinas, por el importe del terreno expropiado de dicho edificio para ensanche de la vía pública.

El periodista y poeta Juan Sansano Benisa nació el 30 de septiembre de 1887 en el número 12 de esta calle. Años después, en 1926, le escribió un verso.  

Calle de las Cuatro Esquinas ¡Cuándo te volveré a ver, para ver a tus vecinas, marchar a misa y volver!

5 De la Toledana/Estrecha.

A la quinta traviesa la llamaron «Carrer de la Toledana» durante todo el siglo XVII y principios del XVIII. Aparece ya en el padrón de 1629.

Carrer de la Toledana. AMO. 1629.

Al ser un callejón estrecho, el escribano le llamaba «Calleja de la Toledana». No tengo explicación para el nombre; pero se repite en varias poblaciones españolas.

1724. Calle de Arriba a Tramontana. A poniente Calleja de la Toledana.

En los repartos del primer tercio del siglo XIX, a la tercera traviesa empezando por la Carretería la apuntaban como «Callejón Estrecho».

La titulación oficial le llegó en marzo de 1861, cuando la comisión para el nuevo nomenclátor decidió llamarla «Calle Estrecha».

Sesión 14 de Marzo de 1861. La comisión nombrada para el arreglo del nomenclator, numeración de casas y rotulación de calles: A la calle que se denomina tercera traviesa de la calle Arriba se le puede llamar Calle estrecha por ser la más estrecha que existe en esta ciudad.

Fotografía Ajomalba.

6 De Pacheco/de la Concepción.

Podría ser lo «carrer o travessa de Escuder» del siglo XVII. También la de «mosén Torres». Pero no tengo ninguna prueba de momento.

La primera referencia segura es del siglo XIX como «calle de Pacheco». También cuarta traviesa de la calle del Colegio, pues solo contaban seis.

En 1861 la comisión del nomenclátor decidió llamarla calle de la Concepción.

Sesión 14 de Marzo de 1861. La comisión nuevamente nombrada para el arreglo del nomenclator, numeración de casas y rotulación de calles las ligeras variaciones que creen indispensables hacer en la travesía cuarta de la calle de arriba creen los infraescritos que se puede denominar Calle de la Concepción, en devoción a este sagrado misterio.

A finales de la centuria aún recordaban el nombre de Pacheco.

El diario de Orihuela. 27 de agosto 1889: Venta de 4 casas en la misma ciudad; 3 en la calle del Royo y 1 en la Calle de la Concepción, antes Pacheco.

Fotografía Ajomalba.

7 De D. Pedro Sánchez/ de Santa Matilde.

La séptima podría ser la de Utiel a principios del XVII. Y en la segunda mitad de esa centuria la «de Perpiñá» o la «de Javaloyes» ; incluso ambas titulaciones en diferentes años.

En la traviesa de Utiel vivía una viuda de Javaloyes; y cuando me aparece la «de Javaloyes» consta una viuda de Perpiñá. Pero todo se queda en teoría.

Lo cierto es que en el reparto de 1824 la llaman «callejón de D. Pedro Sánchez».

La quinta traviesa de la Calle del Colegio (ya he dicho que en esas fechas sólo contaban seis) fue ensanchada y embellecida. Y su nombre definitivo le llegó en noviembre de 1855.

Fotografía Ajomalba.

Libro de actas de 1854-1855. Sesión de 15 de noviembre de 1855. El Sr. García Ródenas, síndico, manifestó, que en la traviesa quinta de la Calle del Colegio a la de Arriba se habían hecho mejoras de algún tiempo a esta parte, que la habían embellecido, cuya circunstancia unida a la de ser una calle bastante ancha y desahogada, con varias casas decentes, era de opinión, se le borrase el nombre de traviesa quinta, y se le remplazara con el de «Calle de Santa Matilde» y habiéndose conferenciado sobre el particular se acordó, como lo propone el Sr. Síndico, variándose la inscripción y el título en los hacederos padrones de vecindario, pasándose las papeletas de este acuerdo a quien corresponda.

Conserva su rótulo añejo, del XIX, en la parte norte. Y otro moderno, del siglo XX y tapado por un tubo, en el otro extremo.

Fotografía Ajomalba.

8 De Contreras/ Collerero/Cosme el Nuncio/ de Royo.

La última traviesa con la de Arriba tuvo muchos nombres antes de ser la del Royo. Es la «de Contreras» en el siglo XVII y principios del XVIII.

1726. Calle del Colegio a Mediodía. Levante Calleja de Contreras.

Me baso en la descripción de una casa que linda a Poniente con la calle de la Carretería Vieja y a Levante con el callejón de Contreras.

1732. Calle de la Carretería Vieja a Poniente. A Levante Callejón de Contreras. 

A veces un golpe de suerte vale por meses de trabajo. Buscando otra cosa hace años, me topé con un protocolo notarial en el que el escribano se había esmerado en su trabajo registrando una venta.

Fotografía Ajomalba.

Arrabal de San Juan, Calleja llamada del Royo, antes de Cosme el Nuncio y en lo antiguo del Collerero, que es la primera traviesa de la del Colegio a la de Arriba.

Repasé un par de padrones del XVIII y comprobe que en la traviesa más cercana a la Carretería vivía Lorenzo Román «el Collerero». El Collerero era el artesano que fabricaba collarones para las bestias de carga. Y el Nuncio era una especie de mensajero; como el actual mensajero del Papa. 

Fotografía Ajomalba.

En los planos, esta calle contaba con un huerto; como el trozo de tierra que conserva en la actualidad. Creo que es el que se anunciaba en prensa.

La Vega del Segura. 7 de enero 1905: Naranjas sin helar. La rica naranja del huerto del Sr. Bonafós. Mandarina, imperial, sangre y blanca. Cortadas del día en el huerto de la calle del colegio núm. 40. Se venden por docenas y cientos, tanto caída como cortada del árbol.

16 De Diego León/del horno de Carpio/Cedaceros.

Terminamos con la actual calle de Cedaceros, la única que hemos tratado hacia el sur; la que comunica la del Colegio con el Paseo y la calle de San Juan.

Se corresponde con la de Diego León en el siglo XVII. Aparece frecuentemente muy próxima a la Carretería y solo sé que el titular era un escribano que trabajaba en dicha centuria.

La he encontrado también en protocolos notariales del XVIII como calleja del horno o del horno de Carpio que toma de la del Colegio y sigue a la de San Juan, con horno de cocer pan y convento de San Juan con acequia de por medio.

1734. Calle del Colegio a Tramontana. Levante y Mediodía Calleja del horno de Carpio que sigue a la Puerta Nueva.

1734. Dos casas contiguas con tres puertas. Dos a la Calle del Colegio, a Tramontana, y una a la calleja a Mediodía que sigue de la Puerta Nueva al horno llamado de Carpio.

A mediados del XIX, los de la comisión del nomenclátor trataron de llamarla «Tránsito a la Calle del Colegio», pero quedó como parte de la calle Cedaceros y así sigue.

En este arrabal se muestra un plano sin nombre propio; el de las Calles de Cedaceros y de Campillo a la del Colegio; puede llamarse Tránsito a la Calle del Colegio. 3ª Clase. 

Epílogo.

Protocolos Notariales siglo XVIII. Archivo Histórico de Orihuela.

Por desgracia se quedan fuera demasiadas titulaciones que tengo claro pertenecen a estos callejones; pero que no puedo situar exactamente.

El Callejón de Saura que tomaba de la Calle de Arriba a la Peña; el Callejón de Follana que tomaba del Colegio a la de Arriba; lo Carrer de Losano; la Travesa Javaloyes, la callejuela de Mosén Juan Cambronero; la calleja de Mosén Torres; lo carrer de Perpiñá; lo carrer de Burello…

Todas parecen ser apellidos de añejos moradores. Personajes que quedaron inmortalizados en uno o varios varios padrones.

La travesa de Martínez Matacochinos; la travessa del carrer de Alcoser; lo carrer de Utiel ; lo carrer de Gallego o de mosén Gallego; lo carrer de Escuder; lo carrer de Moyano; lo carrer de Soto; lo carrer de Gil o de los Giles; lo carrer de la Comare Rodríguez…

Fragmentos como el siguiente, tomado del inventario de la viuda de un panadero, son el único medio para seguir relacionando calles.

1732. Casa de habitación y morada sita en esta Ciudad, Parroquia de San Salvador, Raval de San Juan, en la calle de Contreras. Lindes por levante y mediodía con casas de la herencia de Mosén Juan Cambronero. Por poniente con dicha calle y por tramontana con casa de Pedro Mengual y dicha casa la hubo de Antonio Gil de Parya…

Protocolo de Bautista Ramón. 1732. Archivo Histórico de Orihuela.

En este caso, que os dejo como ejemplo, el escribano asegura que muy cerca, o en la propia calle de Contreras, vivieron personajes que podrían estar relacionados con las titulaciones de Cambronero o de Gil.

Cuando tenga tiempo volveré a los rastreos de protocolos en el archivo. Ahora los índices están digitalizados. Hace años los digitalizaba yo con la cámara.

Sigue abierta la investigación y espero no haberos aburrido con el formato.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Callejeando 33. ASJ 7. Colegio.

Idealización del Arrabal de San Juan sobre un boceto de Ojeda Nieto. © Pepe Sarabia. Leyendas: Ajomalba.

Arrabal de San Juan 7. El Colegio.

Dedicamos la entrega anterior a la Puerta de Crevillente como origen del Rabalete y de la calle que se formó con las casas construidas en los márgenes del camino.

En esta hablaremos de otra puerta y de otra calle paralela a la anterior; la que se formó «abajo», en las traseras de las casas de la calle de arriba cuando desplazaron la puerta de Callosa separándola de la peña; cuando aprovechando los márgenes de la acequia, modificaron totalmente un tramo del camino de Valencia a Murcia, que atravesaba nuestra ciudad.

También dedicaré unas líneas a lo que significó para la zona la construcción del Colegio de Predicadores, monumental edificio que tuvo mucha culpa de esos cambios urbanísticos.

Pero antes, permitidme remontarme al siglo XV, la centuria anterior a la llegada de los dominicos; cuando se amuralló el arrabal de San Juan completo por primera vez.

Era una forma de animar a los pobladores que estaban ocupando aquel complicado terreno de huertos y acequias...

La Muralla del Ravalete y la Puerta de Callosa.

Ravalet. Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVII.

Mosén Bellot, a quien debemos las siguientes notas contenidas en sus «Anales de Orihuela», nos da la fecha y el motivo por el que fue amurallado el Rabalete por primera vez.

Porque en el año 1430 iba encendida la guerra del rey don Juan II de Castilla, ordenó el Consell que se hiciese la muralla del Rabalete, aunque algunos contradecían por tener solares en el puesto.

Entre los años 1429 y 1430 se enfrentaron Juan II de Castilla y Alfonso V de Aragón, conocido como el Magnánimo.

El castellano declaró oficialmente la guerra en el verano de 1429 y ésta se mantuvo hasta la firma de una tregua en julio de 1430.

En dicha tregua se reconoció la derrota aragonesa; pero las hostilidades de baja intensidad se mantuvieron durante varios años; y Oriola, ciudad de frontera, decidió reforzar las defensas de un arrabal en crecimiento.

La decisión de construir una muralla molestó a los propietarios de los solares invadidos por el nuevo muro y su camino de ronda; una obra que les cayó justo encima.

Y es que, siguiendo la línea del muro, el Consell ordenó también la apertura de un callejón exterior para guardias y rondas.

1449. Y porque las guardas y rondas puedan ir desembargadamente por la muralla del Rabalete, abrieron un carrerón desde la morería, junto a la sierra, hasta el río, e hicieron puentes de vigas en las cequias.

Dicho carril, dotado con varios puentes para sortear las acequias, nacía en la flamante morería, de la que hablaremos seguidamente, y llegaba hasta el río en la zona de las adoverías, actual Barrio de la Trinidad. En la actualidad, más de medio milenio después, se llama «Ronda de Santo Domingo».

Al igual que la de Crevillente, a la que dejó obsoleta, la nueva Puerta del Rabalete se construyó pegada a la sierra. Y adoptó el nombre de Callosa por quedar al inicio de dicho camino; hoy «camino viejo de Callosa».

El nuevo portal contaba con abrevadero público alimentado por una noria que tomaba el agua de la acequia de Almoradí.

En el año 1432 se hizo el abrevadero de la puerta del Rabalete, y porque tuviese continuamente agua fresca, consignó el consejo (Consell) un florín cada año para adovar la ñora de donde venía el agua, que se deshizo cuando mudaron la acequia de Almoradí, desde la muralla hasta el huerto de Vilanova.

Un responsable guardaba las llaves; lo cerraba por las noches y lo abría al amanecer.

1449 Bartolomé Menargues, a quien el Consell tenía encomendada la llave de la Puerta de Callosa con orden que no la abriese antes del sol salido…

La morería del Rabalete.

Panorámica de la zona en 1910.

La morería del arrabal de San Agustín, creada por Alfonso X en el siglo XIII, se extinguió durante la Guerra de los Pedros. Y la apetecible zona pasó a manos de vecinos cristianos.

Oriola pasó luego muchos años tratando de atraer a familias mudéjares; musulmanes peninsulares que seguían practicando su religión en la sociedad cristiana de la Edad Media antes de las conversiones forzosas del siglo XVI.

Inicialmente pensaron urbanizar un huerto cercano a la incipiente Corredera; pero se decidieron por otro terreno agrícola de más de seis tahullas que expropiaron al extremo del Rabalete.

Entre los años 1445 y 1449 construyeron allí diez casas y una mezquita.

Transcribo unos párrafos del padre Agustín Nieto Fernández en la obra «Orihuela en sus documentos IV. Musulmanes y Judíos en Orihuela (Siglos XIV-XVIII)».

La construcción de la morería. Hecha la apreciación del huerto y de las plantaciones, el Justicia y Jurados, con la fuerza del amplio poder concedido, encargan la construcción al maestro Ferrando de Jumilla, quien puso al momento manos a la obra.

De las cuentas presentadas por el obrero de muros, valles y castillo los jornales empiezan a pagarse el 15 de noviembre de 1446…

… En 1448 aún continuaba la obra, pues del 1 de septiembre de dicho año es el encargo dado al Justicia y Jurados para que la mezquita sea acabada y cubierta con el menor gasto que se pueda, y en fecha 18 de abril de 1449 hay nota de pago para la obra de la mezquita.

La flamante morería urbana quedó rodeada con una tapia y se prohibió la residencia a pobladores cristianos. A estas alturas estaréis pensando que los musulmanes estaban bien considerados entre la población oriolana.

Pues no; era una relación de pura necesidad promovida por el Consell. La huerta pedía brazos; la industria de la seda comenzaba a despuntar con masivas plantaciones de moreras; y ellos eran los más capacitados para estos menesteres.

Así lo resume Bellot en sus «Anales de Orihuela».

Y cuando ellos se la quitaron a los moros (la ciudad), les dejaron poblar en parte del rabal, que antes que se fundara el convento de San Agustín, se decía mayor, cuyas casas responden hoy de censo al Rey

(…) La morería primera se despobló, como estaba sujeta en tiempos de guerra a los primeros ímpetus del enemigo.

Pero viendo el Consell la falta que hacían, procuró que se poblase comprándoles solar y obrando casas donde hoy está el colegio, y aún se ve (escribe esto en el siglo XVII) el fundamento de la muralla en la calle, junto a la pared principal de dicho colegio.

Con la oferta de casa y mezquita llegaron algunas familias mudéjares; pero la morería nunca llegó a funcionar. Concentrada en la ciudad, la minoría musulmana era objeto de un control insoportable, con frecuentes humillaciones y represalias populares.

Por poner un ejemplo: en 1450, recién terminada la mezquita, musulmanes y judíos quedaron obligados a arrodillarse al paso de cualquier procesión cristiana y al toque de campanas para la oración.

A eso había que añadir el permanente riesgo de asalto; como el que tuvo lugar cinco años después en la morería de Valencia.

Es evidente que la población musulmana vivía mejor dispersa en los señoríos rurales; donde muchas veces eran mayoría.

En poblaciones como Crevillente o Albatera podían mantener buena parte de sus costumbres sin ser molestados. El señor no se metía en sus vidas mientras trabajasen duro y pagasen más que los cristianos.

Inicialmente se instalaron algunos musulmanes de Elche y de Murcia, con gran disgusto de estas poblaciones que perdían jornaleros cualificados.

Pero el proyecto se fue pronto al garete. En enero de 1451 la nueva morería estaba despoblada y el Consell decidió vender las casas a pobladores cristianos.

En cuanto a la parcela, que se quedó con el nombre de morería, la utilizaron para fundar un convento que atrajese población a esta nueva zona del arrabal.

De nuevo transcribo a Agustín Nieto en «Orihuela en sus documentos IV».

El hecho cierto es que la morería debió quedar despoblada este mismo año de 1451, pues en la sesión del 22 de agosto el Consejo toma el acuerdo de que se pueda edificar un convento de frailes menores de la observancia en el arrabal de la Puerta de Elche, en el lugar donde estaba construida la morería, haciendo gracia de tanto terreno como necesiten.

Se la ofrecieron a los franciscanos de Cartagena, interesados en instalarse en Oriola; pero siguiendo sus normas de construcción, siempre alejados de la población, los franciscanos escogieron la ermita de Santa Ana del arrabal Roig; un sitio más apartado y solitario en las puertas de Murcia.

Rembrandt . Un fraile franciscano.1655.

El Consell respetó su decisión. Vendió las casas y el terreno de la «morería»; entregando a los franciscanos la mitad de los cuatro mil sueldos obtenidos en concepto de limosna para la fundación de su convento.

En la siguiente centuria fue otra orden la que se instaló en el solar rechazado por los franciscanos.

Los Predicadores de Santo Domingo.

Colegio de Santo Domingo en 1863. Colección Javier Sánchez Portas.

Los dominicos llegaron a comienzos del siglo XVI y se establecieron en una pequeña ermita bajo la advocación de la Virgen del Socorro y San José.

En la centuria anterior, lo habían hecho en la ermita de San Ginés; muy cerca de lo que hoy es Campoamor.

De ahí se trasladaron a un pobre convento bajo la advocación de San Pedro mártir, situado en la partida de Matet; cerca del palacio de Algorfa.

La tradición asocia su llegada a Orihuela con una epidemia de peste. Así lo contó Montesinos:

No hay duda que por aplacar la justa ira del Gran Dios enojado, hizo Orihuela continuas y repetidas rogativas; pero por más súplicas que enviaban los pobres afligidos al Recto Tribunal Divino, no se daba por entendido aquel amoroso Padre Celestial; por cuyo motivo el noble caballero oriolano D. Andrés Soler, Jurado que era a la sazón, se encaminó a pasos apresurados desde su casa, situada junto a la Puerta de Elche, muy fervoroso y devoto a una mediana Ermita, dedicada a María Santísima del Socorro, cercana al Portal de Crevillente, retirada hacia el vecino Monte, en el sitio que hoy se llama y es la Pedrera del Colegio, al fin de la Calle de arriba…

El Jurado Soler imploró socorro a la Virgen portadora de dicho título y esta escuchó sus humildes súplicas. Y le dio un mensaje para el Consell.

Te digo que hagas saber al Ayuntamiento de esta ciudad que en el instante que proporcione medios para la entrada de los hijos fervorosos de mi capellán Domingo en esta Ciudad, cuyos religiosos se hallan moradores (como no lo ignoras) en el mediano Convento de San Pedro Mártir de Matet, en la Heredad de Algorfa, a fin de que fervorosos prediquen la importante devoción de mi Santo Rosario, cesará la peste.

Montesinos no tiene en cuenta que los ayuntamientos son una institución del siglo XVIII. Soler, miembro del Consell, comunicó el recado de la Virgen al Justicia y al resto de los Jurados; y estos autorizaron la fundación el 7 de septiembre de 1510.

Y habiendo entrado en Orihuela por la Puerta de Almoradí, que está al fin de la Corredera, cantando el Santo Rosario, cesó la peste; y una sonora campana llamada desde entonces del Rosario, que está en la torre de la Catedral, se estuvo tocando por sí sola con admiración de todos, por espacio de cuatro horas, que duró el piadoso acto de la solemnísima procesión. Después fueron y tomaron la posesión de dicha ermita y fundaron el Convento donde está el primer magnífico claustro del Colegio…

Grabado de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden, y los papas dominicos. Matías de Irala Yuso. 1747. Biblioteca Nacional de España.

Leyendas aparte, lo cierto es que la ciudad quería un convento para revitalizar la zona. Y fueron los dominicos porque los franciscanos habían rechazado anteriormente la oferta.

Los predicadores ocuparon provisionalmente la ermita, situada donde hoy está la iglesia.

Y dos años después, con ayuda del Consell, adquirieron el terreno anexo, con patios, huertos, morerales, tierras y palomar, llamado vulgarmente «la morería» por el motivo anteriormente explicado.

La primitiva iglesia fue consagrada en 1527 y junto a ella se edificó un modesto convento. Javier Sánchez Portas detalla muy bien esta primera compra de terreno y como, en menos de setenta años, se hicieron con más de dos docenas de casas, huertos y solares cercanos.

En 1547, con un edificio de baja calidad constructiva y todavía en obras, entró en escena el adinerado obispo de Lérida.

A partir de 1553, bajo el mecenazgo de don Fernando de Loazes, en el solar del convento de Nuestra Señora del Socorro se comenzó a levantar el edificio renacentista más importante de la Comunidad Valenciana; utilizando palabras de Pascual Madoz, una «montaña enorme de piedra sillería».

Nuestra Señora del Socorro y D. Fernando de Loazes según Josef Montesinos.

El heredero y verdadero ejecutor de los planes del arzobispo fue su hijo Fray Juan de Loazes, nombrado rector perpetuo del Colegio. La nueva obra se principió por la iglesia, cuya capilla mayor se conserva en la actualidad.

Esta fue una de las condiciones del legado de Loazes, pues en ella quería su futuro mausoleo, su monumento funerario. 

Es por ello que sabemos que la ermita primitiva coincide con la parte trasera de la Iglesia actual. Una mala ubicación sobre una corriente de aguas pluviales que desciende de la sierra y de la que se arrepintieron muchas veces.

La siguiente nota pertenece a la «Historia de la Provincia de Aragón de la Orden de Predicadores», publicada en 1599.

Dieron principio a la fábrica y fueron en ella tan desgraciados que derribándose hubieron de hacer la iglesia tres veces y el claustro dos y aún eso no perfecto, sino que hoy está por acabar.

Durante la siguiente centuria siguieron luchando por mantenerla en pie a base de apuntalamientos y reparaciones; hasta que decidieron reedificarla completamente; pero ni así.

Los problemas continuaron y las bóvedas de piedra se cambiaron por ladrillos para aligerar peso, manteniéndose las obras hasta mediados del XVIII. Toda una odisea constructiva cuyo resultado es la Iglesia de Santo Domingo.

En cuanto al sepulcro encomendado en la fundación, ni lo vio Loazes ni su hijo, a pesar de que llegó a octogenario. Los huesos del patriarca tuvieron que esperar siglo y medio para descansar en un espectacular monumento funerario desaparecido en la Guerra Civil. 

«En el año 1726 se trasladaron sus restos al Colegio y se depositaron en un Mausoleo de mármol de 6 ½ palmos de altura que está colocado en la Iglesia, a la izquierda del Presbiterio, sobre el cual está su efigie también de mármol, con sus insignias Episcopales y Patriarcales, con un hermoso epitafio dividido en dos inscripciones a la derecha e izquierda». Apuntes de Justo García Soriano. Fotografía: Colección Javier Sánchez Portas.

Todo la interesante historia de los Loazes y el complicado proceso constructivo del edificio están perfectamente detallados por Javier Sánchez Portas en su imprescindible obra «El Patriarca Loazes y el Colegio Santo Domingo de Orihuela» que recomiendo especialmente.

Enlace descarga gratuita. Repositorio Universidad de Alicante. 

Pinchando sobre la fotografía os la podéis descargar con plena seguridad y completamente gratis en el repositorio de la Universidad de Alicante.

La gran inversión económica de Loazes cambió radicalmente la fisonomía de la zona.

Para la construcción de su faraónico edificio se expropiaron casas, se ocupó el camino de Crevillente y se desplazó y reedificó la Puerta de Callosa en 1558.

Colegio de Santo Domingo de Orihuela. 

Diez años después el Consell cedió oficialmente a los dominicos todo el espacio entre el edificio y la sierra.

Tenemos una nota de 1568 transcrita por Pepe Ojeda. Viene a decir que el Consell incorporaba al Colegio el trozo de carril desde la nueva Puerta de Callosa hasta la peña; y que no lo hacía sólo para embellecimiento y adorno de la ciudad; sino también para evitar molestias a frailes, estudiantes y colegiales.

La tradicional entrada a la ciudad quedó cerrada. Sólo para casos de inundación o de otra necesidad apremiante, los predicadores estaban obligados a devolver la servidumbre de paso; abriendo sus puertas de la calle de Arriba y de San Antón.

Final de la Calle de Arriba. Puerta trasera de acceso al Colegio de Santo Domingo.

Cuando la ciudad les donó la ermita y el huerto no podían imaginar el tamaño que alcanzaría la construcción dominica.

Santo Domingo en «La Ilustración Española y Americana». 1874.

Bloqueado el crecimiento del Rabalete, al otro lado comenzó a formarse el arrabal de la «Font Cuberta», en «la lladera de la serra de Oriolet».

Exterior del edificio del Colegio Santo Domingo y camino.

Los pobladores del camino de entrada a Orihuela no tomarían conciencia de barrio hasta la construcción de la ermita del «glorioso senct Antoni Abad».

En esta misma web disponéis de un artículo monográfico sobre el barrio de San Antón; separado del Rabalete por el Colegio de Santo Domingo. Para acceder a él pinchad el siguiente enlace.

Enlace a artículo sobre San Antón.

La Nueva Puerta de Callosa.

La puerta de Callosa en la actualidad. Baltasar Gómez Berná.

Aunque fue ensanchado inicialmente, aquel portal cercano a la ermita del Socorro que pegado a la sierra daba acceso a la calle de los Olmos o calle de Arriba, se había convertido en un obstáculo para encajar el inmenso edificio proyectado por Loazes. Por lo que, a mediados del siglo XVI, se obró una puerta de nueva planta sin escatimar gastos.

Fabricada en 1558 con inspiración renacentista acorde con el Colegio de Predicadores a la que está unida, la Puerta de Callosa presenta un ángel espada en mano, entre dos leones y el escudo «cuatribarrado» entre dos orioles. Así lo reflejó Montesinos:

El (portal) de Sto. Domingo es magnífico, se fundó en el año de 1558; como lo declara esta inscripción.

Grabados de la Puerta de Callosa según Montesinos.

Gisbert lo llama «portal de Santo Domingo o de Valencia».

Al final (de la calle del Colegio) existe el portal denominado de Santo Domingo o de Valencia desde que fue construido en 1558. Consta de un soberbio arco de piedra jabalina de extraordinaria elevación sobre el cual descuella una gigantesca estatua del Arcangel S. Miguel, espada en mano, como defendiendo la ciudad, un Oriol a cada lado con el lema HERODVI DOMVS DUX EST EORUM; y mas bajo esta inscripción valenciana:

EN LO ANI DE NOSTRA REDEMCIO MDLVIII SE ACABA AQEST PORTAL SENT IVRATS LOS MOLT MAGNIFICHS SENORS MELCHIOR GROADELLAS, IVAN FERNANDES DE TVESTA, FRANCES ALMODOVER, ANDRE MANRESA, IVAN MIRO.

Se puede traducir como: En el año de nuestra redención de 1558 se acaba este portal siendo Jurados los muy magníficos señores Melchor Groadellas, Joan Fernández de Tuesta, Francés Almodovar, Andreu Manresa, Joan Miró.

En su «Orihuela Imaginada», Ojeda Nieto nos informa de los profesionales que tomaron parte en su construcción.

Las condiciones, o capítulos, de las obras fueron meticulosas. Todo quedó perfectamente definido, desde los elementos decorativos (ángel, escudos) hasta precisiones estructurales como la inclinación de la vertiente del agua para proteger las puertas y la decoración.

Las fuentes, en este caso, son explícitas. Sabemos que Diego Flores «ymaginario», proyectó la decoración, que el pintor Aledo dibujó las letras y que Antonio Gisbert terminó la obra de arquitectura, mientras las puertas de madera las hizo el carpintero Trujillo. Trabajaron en ella los maestros Antón Perales , Gomara…, mientras Juan Ros se encargaba de acarrear la piedra necesaria.

Por su cara exterior, la nueva y espectacular puerta de Callosa se completaba con un ensanche habilitado entre acequias y arrobas; una «bona plaça» que lucía su respectiva cruz de término certificando la cristiandad de sus habitantes. A finales del siglo XVI dicha cruz estaba algo deteriorada para la magnificencia de la nueva puerta.

En la misma obra antes citada, Ojeda Nieto transcribe un documento titulado «Modificación urbana: cruz y plaza frente al portal de Callosa».

Este acuerdo municipal, adoptado en mayo de 1596 para «rreputaçio de dita ciutat», nos informa del traslado de la vieja cruz a la Puerta de Almoradí y su sustitución por otra «acondicionada e ab molt bon fonament».

La nueva puerta de Callosa quedó unida al colegio; y ese es probablemente el motivo de que siga en pie.

¿Recordáis lo que pasó con los de San Juan y la Corredera? Pues se propuso también derruir el arco de Santo Domingo.

Pero el colegio estaba declarado monumento artístico y, al estar anexo al edificio, lo consideraron parte integrante del mismo; por eso se salvó.

Sesión del 20 de agosto de 1931: A propuesta del Sr. Cubí se acuerda por unanimidad dar el nombre de Pérez Galdós a la calle del Obispo Rocamora, indicando el propio señor la conveniencia de derruir el arco de la calle del Colegio, acerca de lo cual no recae acuerdo por estimar la presidencia que antes hay que averiguar si se considera parte integrante del Colegio Santo Domingo, declarado recientemente monumento artístico, en cuyo caso debía recibir autorización de la superioridad.

La construcción del ansiado convento, lejos de impulsar su crecimiento como ocurrió en otros barrios de la ciudad, fue un factor de aislamiento para los vecinos de la calle de arriba; que hasta entonces, gozaban al menos de buena comunicación como camino de entrada y salida de la ciudad.

El Ravalete sobre un plano de 1927.

El tráfico se desvió a una nueva vía: La calle del Socorro o del Colegio, de la que hablaremos seguidamente.

Además de los nombres citados, a finales del siglo XIX comenzaron a llamar a la puerta «de la Olma», por un olmo muy corpulento y frondoso que se puede apreciar en la siguiente imagen.

Las dos caras de la Puerta de Callosa o de la Olma. Orihuela.

El diario de Orihuela. 1 de abril 1887: Nuestro querido amigo el conocido comerciante Sr. D. Abelardo Teruel tiene a su hijo mayor con una afección a la vista por efecto de un lamentable accidente.

Parece ser que al pasar en uno de los anteriores días dicho niño con su familia por la puerta de la Olma, le saltó al ojo izquierdo una chispa de hierro hecho ascua, del yunque de un herrero que vive junto a dicha puerta y que trabaja en la calle.

Puerta de Callosa o de la Olma. Con la herrería a la izquierda.

El independiente. 8 de agosto 1892: Por los guardias del fielato de consumos de la Olma se decomisó el sábado una corambre de aceite que venía en un capazo cubierto de ropa lavada.

No le valió su astucia a la que trataba de burlar la vigilancia de los guardias introduciendo el matute.

Fielato de la Olma, con y sin caseta de consumos. Ministerio de Cultura y Colección Sánchez Portas.

La calle del Colegio.

Fotografía Ajomalba.

La calle del Colegio es una de las más modernas (del arrabal de San Juan), no obstante lo cual, sostiene Montesinos que los moros la llamaron Brain; su primitivo nombre fue de Elche y en una escritura de venta de 17 de enero de 1746 se denominó de la Arboleda, lo que indica su origen.  

Fantasías de Montesinos aparte, los títulos que cita Gisbert en su «Historia de Orihuela», ofrecen algunas pistas sobre su origen; pero son nombres que no he podido comprobar.

Carrer del Colegi. Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVII.

La que hoy conocemos como calle de Adolfo Clavarana nació del sendero arbolado que se formó en los márgenes de la acequia de Almoradí, partiendo del Vallet.

Un camino natural que llamaban de Elche, donde los colonos se fueron asentando y que adquirió importancia al colocar dos puertas en sus extremos: La que llamaron Nueva a finales del siglo XV y la de Callosa en el XVI.

Fue calle del Socorro en el siglo XVI, titulación lógica por ser la que llevaba a la ermita y luego al convento de Nuestra Señora del Socorro.

AMO. Padrones 1636-1660.

En un padrón de la primera mitad del siglo XVII figura con nombre y apellidos: «Carrer del Colegi ad ses traveses desde el colegi a la Porta Nova». O sea: «Calle del Colegio y sus traviesas desde el Colegio a la Puerta Nueva». Resumido luego a Carrer del Colegi; o del Colegio a partir del XVIII.

AMO. Padrones siglos XVII y XVIII.

Su titulación actual se debe a Adolfo Clavarana Garriga, famoso abogado, periodista y escritor que nació en Orihuela el 9 de Septiembre de 1844.

El llamado «apóstol de la prensa católica» alcanzó gran fama a escala nacional.

Clavarana falleció en 1905. Nueve años después, en febrero de 1914, el concejal García Mercader pidió «reparar una injusticia cometida con un oriolano ilustre que tantos días de gloria había dado a su patria chica», cuyo nombre solicitó para la calle del Colegio. Las placas se colocaron dos meses después.

El caso de esta calle durante la II República es único. El concejal Sánchez Moya solicitó varias veces el nombre de Francisco Ferrer Guardia para la calle de Adolfo Clavarana; pero sus propuestas pasaban a la Comisión de Ornato sin resultado. Consiguió salirse con la suya y el cambio quedó acordado.

Pero la familia del señor Clavarana logró convencerle de que debía respetar el nombre de tan ilustre hijo de Orihuela; y el acuerdo quedó revocado en la siguiente sesión.

El nombre de Ferrer Guardia se lo pasaron a la calle de Santa Lucía y la de Clavarana no fue retitulada. 

No me extiendo más con el señor Clavarana. Podéis acceder a su biografía completa pinchando en la siguiente imagen.

Enlace a biografía pinchando sobre la imagen.

El nombre que mantuvo durante siglos y el que ha quedado fijado en la memoria de los oriolanos es Calle del Colegio, la que llevaba al Colegio de Predicadores y luego al Colegio de Santo Domingo.

El independiente mayo de 1892: El último tercio de la calle del Colegio, es verdaderamente desdichado. Hace un par de meses, se extendió en el piso, ignoramos por orden de quien, una capa de arena, que dejó la calle intransitable para las personas.

Como si fuese esto poco se esparcieron, acá y acullá sendos pedruscos que dificultaban el tránsito de los carruajes. Ahora se ha echado una calzada, no de grava que era lo lógico, sino de piedras del tamaño de melones chicos (dos meses después).

Como parte del Camino Real de Valencia a Murcia soportaba gran cantidad de tráfico rodado que obligaba a extremar su conservación.

Aconsejamos al que se quiera suicidar se dé unos paseitos por el final de la calle del Colegio. ¡Y cuidado que lo están arreglando hace un trimestre! Pero ¡que si quieres!

Aquello resulta el desarreglo más arreglado que darse puede. No parece si no que los peones camineros no tienen por ahí nada que hacer y que se entretienen allí jugando y echando a perder en un día lo compuesto en dos.

La calle, en su primer tramo, fue adoquinada en 1902 con un presupuesto de 5.390 pesetas.

El Labrador. 28 de abril 1902: Vaya un badén chiquirritito y cuco que nos han hecho en la calle del Colegio los señores de los adoquines. Qué suavidad de declives.

Los herreros están de enhorabuena, vehículo que pase por el microscópico badén se parte por el eje, de seguro, y que no sea más que eso.

El sábado por la noche celebraron los vecinos de la calle del Colegio, con música, la terminación del adoquinado en el primer trozo de dicha calle. Para cuando esté terminado por completo, oímos decir proyectan una gran fiesta.

Dos años después volvían las reclamaciones por los numerosos baches.

La Comarca. 23 de abril 1904: A consecuencia de las últimas lluvias, se encuentran algunas de nuestras calles en pésimo estado. Por ejemplo, la calle del Colegio.

En ella hay baches para dar y vender; y esto no es corriente ni les viene muy bien a los pobres carreteros; pues según nos manifiestan personas que nos inspiran gran confianza, quedaron dos carros atascados ayer y muy cerca de dar un vuelco y tener que lamentar alguna desgracia.

En 1921 se solicitó a la Dirección General de Obras Públicas, una concesión económica para terminar de adoquinar la calle del Colegio en su último tramo y reparar el existente.

Al igual que su vecina, la calle de Arriba, la del Colegio trató de consolidar una fiesta a finales del siglo XIX.

El independiente. 15 de abril 1893: Los vecinos de la calle del Colegio dedican a San José, un solemne triduo en la iglesia de Santo Domingo. El triduo comenzó ayer y terminará mañana.

Con tal motivo se preparan en la referida calle los siguientes festejos:

Esta noche de nueve a once un punto de música; por la tarde cucañas. Mañana domingo: de diez y media a doce de la mañana música, por la tarde vacas, y por la noche disparo de un bonito árbol de fuegos artificiales.

Mañana al anochecer, saldrá de la referida iglesia la imagen de San José que será conducida procesionalmente por las calles de la ciudad.

El Thader. 23 de septiembre 1895: Esta noche celebrarán los vecinos de la calle del Colegio una gran fiesta en la que habrá música, dulzaina, cohetes, cuerda, aeróstatos y demás diversiones propias de esta clase de esparcimientos. Reina mucha animación y esperamos ver muy concurrida esta calle tan olvidada por las noches.

La Independencia. 24 de septiembre 1895: Anoche hubo una solemne y divertida fiesta en la calle del Colegio. Acudió numerosísima concurrencia.

Hubo gran cabalgata. Dos vehículos, vistosamente engalanados con multitud de caprichosas flores, eran arrastrados por dos hermosos borricos. Varios vecinos de la calle del colegio que iban montados en los vehículos arrojaban a los balcones, preciosos y elegantes «bouquets» de alfalfa.

Para finalizar tan divertida fiesta, se dispararon dos bonitas cuerdas de fuegos artificiales. Todos cuantos asistieron anoche a la fiesta, ahorraron risa y diversión para lo que queda de mes, sino la despilfarran.

Damos nuestra enhorabuena al iniciador de la fiesta Antonino el Zapatero y demás vecinos que contribuyeron con su óbolo a que los curiosos, que fueron muchos, disfrutasen un buen rato. Qué se repita.

Calle del Colegio desde Ruiz Capdepón. Archivo Zerón Huguet.

La Bella Nereida. 1 de octubre 1904: En la calle del Colegio preparan los vecinos grandes fiestas para conmemorar espléndidamente el quincuagésimo aniversario de la declaración dogmática del misterio de la Inmaculada Virgen María, patrona de dicha calle.

Esta calle, tradicional donde las haya, conservaba hasta hace muy poco una hermosa estructura y varios edificios de interés. De ellos apenas queda un palacio; y una portada que fue trasladada al Museo San Juan de Dios.

Casa de Capdepón desde la calle del Colegio.

La increíble falta de protección de esta zona, no incluida en el casco histórico, ha convertido el trayecto a uno de nuestros más emblemáticos monumentos y al llamado «rincón hernandiano» en un indigno caos urbanístico lleno de casas vacías en amenazante ruina; solares abandonados y alguna vivienda de nueva planta.

Una dejadez imperdonable que ya no tiene remedio.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Cuatro siglos de Mazones.

Introducción

Al poco tiempo de nacer mi hijo Pablo, emprendí la tarea de recopilar nombres, fechas, documentos, anécdotas y objetos, tanto de mi familia como de la de Amelia, mi mujer.

El objetivo, más allá del típico árbol genealógico, era ofrecerle de primera mano, toda la información posible de sus antepasados.

En el verano del 2002, tuve acceso a los libros parroquiales de Santa Justa; y con ellos tracé el esquema de mi familia paterna, identificando qué Mazones, Maçones o Masones (de las tres formas lo apuntaban los curas en el XVII y XVIII), eran mis ancestros.

La feliz coincidencia de que se mantuviesen más o menos estables me permitió seguirlos durante generaciones, hasta llegar, en algunas ramas, al siglo XVII.

A partir de ahí las dificultades se incrementaron por figurar los documentos en valenciano antiguo, con grafías muy complicadas.

Casi veinte años después, un buen amigo me facilitó datos del siglo XVII; y gracias a él, este trabajo superó la barrera del XVI.

Esto no es un árbol genealógico; a lo sumo una extensa rama que se extiende desde el siglo XVI al XXI.

Comparto mis descubrimientos en el estudio de mi familia con la esperanza de que un día, alguno de mis parientes a través del tiempo, tropiece con este modesto trabajo y le interese. Y si quisiera continuar, dispondrá de todas las fuentes utilizadas.

Como curiosidad, el primer Mazón localizado en la Parroquia de las Santas Justa y Rufina, data de 1569. Se llamaba Ginés y era hijo de Pedro. Pero seguramente, pertenecía a otra rama familiar.

Prácticamente todos mis antepasados han sido huertanos. Si tuviera que diseñar un escudo heráldico a mis mazones, se compondría de dos azadas cruzadas y un perro labrador.

Antiguo Archivo de Santa Justa, donde figuran los nacimientos, bodas y defunciones de la mayoría de mis antepasados. Trasladado al Archivo Diocesano.

Siglo XVI.

Mi primer antepasado identificado se llamaba Bertomeu Mazón, esposo de Ángela Ximénez. Este matrimonio de mediados del siglo XVI fueron padres de Juan Mazón Ximénez, el mayor de tres hermanos bautizados en La Catedral.

1.- Juan Mazón Ximénez. Bautizado el 6 de enero de 1573. Padrinos: Mosén Honorat Ximénes y Lleunor Ximénes, doncella. (Inscrito en el Libro B-01 (1532-1578) copia Folio 117).

2.- Baltazar Alfonço. Bautizado el 25 de enero 1574. (Inscrito en el Libro B-01 (1532-578) copia Folio 129 vto.).

3.- Melchior. Bautizado el 13 de abril 1576. (Inscrito en el Libro B-01 (1532-1578) copia Folio 159).

Archivo de la Catedral de Orihuela.

Siglo XVII.

Juan Mazón se casó el 10 de agosto de 1609 en la Parroquia de San Martín Obispo, de Callosa de Segura, con Catalina García. (Matrimonio inscrito en el Libro M-01 (1596-1637) Folio 15 vto.).

Juan Mazón se llamó mi bisabuelo; y casi cuatro siglos después se casó también con una García, como mi abuelo y como yo. Así pues, los apellidos de mi abuelo, de mi padre y de mi hijo han sido también Mazón García. Pero esto es sólo una curiosidad.

Su hijo Ferrando Mazón García, el que nos interesa, debió nacer en Callosa; pero no disponemos de su partida. En cambio tenemos las de cuatro de sus hermanos: los dos primeros bautizados en Callosa de Segura y los otros dos en la Catedral de Orihuela.

1.- Josefa Martina, bautizada en 1622 en Callosa. (Libro desaparecido).

2.- Francisco Juan, bautizado en 1625 en Callosa. (Libro desaparecido).

3.- Jusepa Catalina Rosera, bautizada en la Parroquia de El Salvador de Orihuela, el 16 de marzo de 1628. (Inscrita en el Libro B-05 (1614-1632) Folio 267 vto).

4.- Sebastiá Vicent, bautizado el 20 de enero de 1631 en la Parroquia de El Salvador. Padrinos: Dr. Miguel Sánchez e Ysabel Mirona, mujer de Pere Marques. (Inscrito en el Libro B-05 (1614-1632) Folio 323 vto.).

Esto nos indica que la familia se instaló inicialmente en Callosa; y luego se trasladó a Orihuela.

Lo cierto es que el citado Ferrando Mazón García se casó tres veces; y lo hizo en la Parroquia de El Salvador de Orihuela. La primera vez el 12 de julio de 1640, con Ventura Ferrández. Testigos: Juan Castell y Rogla y Fray Thomás Guteris. (Matrimonio inscrito en el Libro M-02 (1618-1664) Folio 113).

Ferrando volvió a casarse el 21 de agosto de 1644 con Magdalena Estarás. Dejaron constancia de que ambos eran viudos: él de Ventura Ferrández; y ella de Llorens Muñoz. (Matrimonio inscrito en el Libro M-02 (1618-1664) Folio 137).

Ferrando se casó por tercera vez el 17 de diciembre de 1662, con María Esteve Pasqual. Los padres de la contrayente se llamaban Mathías y Gerónima. (Matrimonio inscrito en el Libro M-02 (1618-1664) Folio 267).

De este último matrimonio nació Joseph Mazón Esteve; el mayor de tres hermanos bautizados en La Catedral:

1.- Juseph Patricio Juan Mazón Esteve. Bautizado el 26 de marzo de 1665. (Inscrito en el Libro B-07 (1658-1681) Folio 145 vto). Padrinos: el Rvdo. Francisco Martínez, cura de esta Santa Iglesia, y Ginesa Peñalver.

2.- Juan Martiniano Pasqual. Bautizado el 12 de febrero de 1670. Padrinos: Jusepe Martínez y Ángela Masquefa. (Inscrito en el Libro B-07 (1658-1681) Folio 242).

3.- Román Tomás Matías. Bautizado el 22 de diciembre de 1671. Padrinos: Francisco Gutiérrez, presbítero y Ginesa Peñalver. (Inscrito en el Libro B-07 (1658-1681) Folio 293).

Josef Mazón Esteve se casó el 2 de febrero de 1687 en la Parroquia de El Salvador de Orihuela, con Thomasa Guillém Quesada. Padres del contrayente: Ferrando y María. Padres de la contrayente: Christóval y Dorothea. Todos naturales y vecinos de Orihuela. (Parroquia de El Salvador Matrimonio inscrito en el Libro M-03 (1665-1706) Folio 163).

Thomasa era la séptima de los once hijos que tuvo el matrimonio formado por Christóval Guillem Martínez y Dorotea Quesada Martínez.

Christóval era natural de Callosa y Dorothea de Orihuela; y se habían casado también en la Parroquia de El Salvador de Orihuela, el 23 de mayo de 1655. (Matrimonio inscrito en el Libro M-02 (1618-1664) Folio 217).

Los abuelos paternos de Thomasa Guillén se llamaban Bartholomé y María. Y los maternos, Lucas e Ysabel. Thomasa y todos sus hemanos (ella fue la número 7) fueron bautizados en La Catedral.

1.- Anna María Ysabel, bautizada el 15 de agosto de 1656.

2.- María Isabel, bautizada el 17 de diciembre de 1658.

3.- Bartolome Ginés, bautizado el 24 de agosto de 1660.

4 y 5.- Lucas Cristhóval y Thomás Joseph, mellizos o gemelos bautizados el 25 de diciembre de 1662.

6.- Cristóval Andrés, bautizado el 2 de febrero de 1664.

7.- María Hisabel Thomasa Guillem Quesada, bautizada el 8 de junio de 1667. Padrinos: Francisco García y Magdalena Marí, cónyuges. (Inscrita en el Libro B-07 (1658-1681) Folio 190).

8.- Juana Baltasara, bautizada el 27 de diciembre de 1669.

9.- Jusepe Juan Gaetano, bautizado el 17 de febrero de 1672.

10.- Josepha Isabel Baltasara, bautizada el 29 de marzo de 1676.

11.- Thomás Joseph Masián, bautizado el 24 de febrero de 1678.

Pero volvamos a los mazones, que perdemos el hilo. Seguimos con Josef Mazón Esteve, nacido en 1665 y casado con Thomasa Guillén en 1687.

Siglo XVIII.

Grabado Orihuela siglo XVIII. 

No sé la fecha concreta; pero en 1724 Joseph había muerto. Su familia aparece en el padrón fiscal como «viuda y herederos de Joseph Mazón». (Archivo Municipal de Orihuela. Protoc. 1262, folio 424).

Con la preceptiva licencia de Phelipe Galtero Martínez Bomayti y Rocafull, señor de Molina, Thomasa compró a su hermano Bartolomé Guillem, cuatro tahúllas menos 12 brazas de tierra blanca con algunas higueras y un naranjo en agosto de 1729.

Al precio de 23 libras la tahúlla, gravadas con censo perpetuo y fadiga de seis dineros por tahúlla en el día de San Juan. Thomasa y Bartolomé, quedaron como linderos y no firmaron por no saber hacerlo. (Archivo Histórico de Orihuela. Protocolos de Bautista Ramón. 1267 folio 277).

De Thomasa, viuda de Mazón, he localizado varios protocolos notariales. En el siguiente, organizaron la dote para la boda de su primogénito Juan Mazón Guillem, en febrero de 1734.

Protocolos de Matheo Gilarte. Promisión de dote otorgada por Isabel Cárceles y Thomasa Guillem. A Josepha Quesada y Juan Mazón. 1734.

Promisión de dote otorgada por Isabel Carseles, muger que fue de Antonio Quesada; y Thomasa Guillém, muger que fue de Joseph Mason. A Josepha Quesada y Juan Mason. En la huerta de la Ciudad de Orihuela. Pago llamado de Beniel. A veinte y uno de febrero de mil setecientos treinta y cuatro años.

Ante mí el Escribano y testigos de esta carta paresieron Isabel Carseles, muger que fue de Antonio Quesada; y Thomasa Guillém, muger que fue de Joseph Mason, vesinas de la dicha Ciudad de Orihuela a las que doy fe y conozco.

Dizen que al servicio de Dios Nuestro Señor y con su Iglesia, tienen tratado que Josepha Quesada, donsella, hija legítima y natural de los dichos Isabel Carseles, muger que fue de Antonio Quesada, case con Juan Mason, hijo legítimo y natural de los dichos Joseph Mason y Thomasa Guillém, en pas de la Santa Madre Iglesia; y para que mas bien puedan sustentar sus obligasiones, como mejor aya lugar en derecho (ilegible)

Como les pertenece de su libre volunta otorga y consede la dicha Isabel Carseles, que aquentas de sus legitimas herensias da a la dicha Josepha Quesada, su hija, por dote y caudal suyo que llebe a dicho matrimonio las cantidades que importan los bienes siguientes según la estimasion que por personas justas les han dado de consentimiento de las partes.

Primeramente dos Arcas con sus serrajas y llaves = una artesa = tabla de ceñir = dos mesas la una con cajon = Candelero = serrederas = tapador de tinaja = bara de medir = balansa de pesso = un medio = un sedaso = seis sillas de esparto = un tablado con sus bancos = apresiado todo lo referido en trese libras y dies sueldos————————– 13L. 10s.

Item. Dos candiles = un par de trebedes = un par de parrillas = una rasera = y un par de tenasas para el fuego, abalorado todo en seis libras y seis sueldos——- 2L. 6s.

Item. Una sartén en 8 reales——-*L. 16s.

Item. Una Caldera en tres libras—— 3L. *s

Item. Un almires con su mano en dos libras dies sueldos—- 2L. 10s.

Item. De una tinaja para poner agua y vidriado dos libras dos sueldos —-2L. 2s.

Item. Un tabaque de mimbre y un arrimadillo en dies sueldos y seis dineros—–*L. 10s. 6d.

Item. Ocho sábanas de tramado en veinte y una libras y dose sueldos—– 21L. 12s.

Item. Dos colchones de lienso asul, el uno con lana; y quatro almoadas con sus fundas de gambano, las dos llenas de lana en ocho libras tres sueldos—– 8L. 3s.

Item. Una delantera de Indiana, un cobertor mancheño y un cobertor de filadis en siete libras y un sueldo — 7L. 1s.

Item. Dies y seis serbilletas, dos pares de manteles, los unos de peyne ancho, y otro par de manteles de mesa en siete libras nuebe sueldos y tres dineros— 7L. 9s. 3d.

Item. Cuatro camisas, dos de lino condino, una de tramado y otra de gambano en quatro libras seis sueldos—– 4L. 6s.

Item. Un ¿sernedor? y paños de manos en dies sueldos– *L. 10s.  

Item. Un par de ynaguas de Calamoca en quatro libras– 4L.

Item. Una mantilla de laceta blanca en una libra————1L.

Item. Manto y basquiña y delantal negro de tafetan en siete libras de moneda—– 7L.

Item. Unos pendientes de plata en ocho reales—-*L 16s.

Quentadas las otras partidas suman ochenta y seis libras onse sueldos y tres dineros———-86L. 11s. 3d.

Y la dicha Thomasa Guillem promete al dicho Juan Mason, su hijo, por cuenta de su legítima materna y de lo que ha de aber por la legitima de dicho Joseph Mason su padre la suma del balor de diferentes bienes los quales con el balor de su estimasion son los siguientes—————

Primeramente en ropa de bestir, veinte y ocho libras dies y ocho sueldos- 28L. 18s.

Y otros bienes muebles sesenta y quatro reales –6L. 8s.  

Item. Una yegua apresiada en quarenta y seis libras—-46L.

Que todas las otras partidas hasen suma de ochenta y una libra seis sueldos de esta moneda —-81L. 6s.

Para que las llebe a dicho matrimonio por dote y caudal suio y las dichas partes por lo que a cada una toca cumplir, obligaron sus bienes abidos y por aber, y dan poder a los Justisias de su Magestad para que a su cumplimiento les apremien como por sentensia definitiba possada en autoridad de cosa juzgada y por los otorgantes consentida renunsiaron los derechos de sus fabores…

En cuyo testimonio asi lo otorgaron siendo presentes por testigos Melchor Lópes, Juan Patiño y Antonio Quesada, vesinos de Orihuela y moradores en dicho pago. No firmaron las otorgantes que dixeron no saber y a su ruego firmó uno de dichos testigos del que doy fe. Antonio Quesada. Ante mí Jacinto Clemente. 

Ese mismo día, su hijo Juan Mazón, el novio, hizo también promisión de arras.

Protocolos de Matheo Gilarte. Promisión de Arras Juan Mazón. 1734.

Promisión de Arras otorgada por Juan Mason a Josepha Quesada, Donsella. En la huerta de la Ciudad de Orihuela a veinte y un días del mes de febrero de mil setecientos treinta y cuatro años. Ante mí el Escribano y testigos de esta carta Juan Mason, labrador, vesino de esta Ciudad a quien doy fe conozco:

Dixo que al servicio de Dios Nuestro Señor y con su grasia esta tratado de casar in facie ecclesiae con Josepha Quesada, donsella, hija legitima y natural de Antonio Quesada y Isabel Carseles, vesina de la misma Ciudad y por causas y motibos que tiene y le mueben.  

Como mejor aya lugar en derecho y siendo sabedor del que en este casso le pertenece de su libre voluntad por la presente otorga que manda y promete con arras propter nunsias a la dicha Josepha Quesada ochenta monedas reales de este reyno que le consigna sobre lo mejor y mas bien parado de sus bienes que de presente tiene y tubiere en adelante para que gosen del pribilegio de los bienes que al aumento de dote son concedidos por dcho y declara caben bastantemente en la desima parte en los bienes que de presente tiene.

Sabiendo efecto el matrimonio se obliga desde luego a la paga y restitución de dicha cantidad siempre que sea disuelto por muerte o diborsio o por otro casso permitido y quiere ser executado con el juramento de quien fuere parte en que lo difiere y a su fuersa y cumplimiento obliga a su persona y bienes abidos y por aber y da poder a los Justisias y Jueses de su Magestad de cuales quiera parte que sean para que a su cumplimiento le apremien como por sentensia definitiva pasado en autoridad de cosa juzgada y por el otorgante consentida renunsia los derechos a su favor y la general en formas en cuio testimonio no firmo que dixo no saber y a su ruego firmo uno de los testigos que lo fueron Antonio Quesada, Juan Patiño y Melchor Lopes de Orihuela vesinos y moradores en dicho pago de Veniel. Antonio quesada. Ante mí Jacinto Clemente.

Thomasa testó ante el escribano Matheo Gilarte el primer día de Noviembre de 1735. (Archivo Histórico de Orihuela. Protoc. 1343 folio 96).

Testamento de Thomasa Guillem. Escrituras de Matheo Gilarte (1735).

Pidió ser enterrada vestida con el hábito se San Francisco del convento de San Gregorio, en el vaso de Nuestra Señora de la Salud de la Iglesia de las Santas Justa y Rufina, su parroquia.

Quería ser acompañada por 10 clérigos y 6 pobres, con misa cantada de cuerpo presente con diácono y subdiácono. Dejó pagadas cuatrocientas misas por su alma a razón de tres sueldos cada una, un tercio en Santa Justa y el resto al libre albedrío de los albaceas.

Dichos albaceas eran sus hijos Joseph, y Juan y su yerno Pedro Rodríguez.

Legó a Rafaela Mazón, sobrina, 3 arrobas y media de lino en dos entregas anuales; a Antonia Rodríguez, nieta, un almirez con su mano de bronce; a Justa Mazón, nieta, una caldera de cobre; a Victoriano Rodríguez, nieto, otra caldera de cobre más pequeña; a Joseph Mazón, nieto, veinte libras «ya fuese para manteos siendo clérigo, ya para hábitos si fuese fraile como así era su voluntad»; a Theresa Rodríguez, nieta, nueve libras en moneda y a Gerónimo Mazón, nieto, otras nueve libras.

Pagado y cumplido su testamento, nombró como herederos universales a sus hijos: Juan, Joseph, Antonio, Francisco y Josepha Mazón. Resulta cuanto menos curioso que, doscientos años antes, los varones se llamasen como mi abuelo Antonio y sus hermanos.

Testamento de Thomasa Guillem. Escrituras de Matheo Gilarte (1735).

Como parte de la herencia, en junio de 1738 los cuatro hermanos y el cuñado vendieron por cien libras, una casa de habitación, parte derruida y parte en solar, en Orihuela, parroquia del Salvador, Raval de San Agustín y calle nombrada María Pau (actual calle de San Isidro). El comprador fue un sacerdote, el licenciado Martín Quílez. Ellos continuaron viviendo cerca de la Parada de Bri y del azarbe de la Gabarrera.

El hijo mayor, Juan Mazón Guillém, labrador del que ya hemos hablado, tomó en arrendamiento a medias una heredad que Pedro Tarancón, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, poseía en la huerta, en el pago de Beniel, con barraca, almazara y bodega, que lindaba de levante con Vereda Bonavida, de poniente con tierras de Joseph La Torre y Antonia Vicente, de mediodía con el azarbe Benicatel y de Tramontana con el camino de Beniel, acequia Molina en medio. (Archivo Histórico de Orihuela. Escribano Bautista Alemán. Protocolo 1413 folio 192).

El arrendamiento fue por ocho años que principiaron el día de San Juan de 1736. Tenía que entregar al dueño, la mitad de todos los frutos que en ella se cogiesen: cáñamo, panizo, cebada, garbanzo, hortalizas, simientes, legumbres, frutas secas y frescas, además de la de las hierbas y de la leña.

Entre otras condiciones, debía cultivar con usos y costumbres de buen labrador, hacer las mondas, pagar los diezmos, mantener una yegua de vientre y sus crías hasta cumplir un año, pudiendo usar como mediero, moderadamente dicha yegua para el trabajo y labores agrícolas, durante el tiempo que el dueño no la necesitase. Por último, debía criarle un cerdo al año.

El 8 de febrero de 1723, se casó el segundo hijo de Thomasa; que es el que a nosotros nos interesa. Se llamaba Joseph Mazón Guillem, y lo hizo con María López Siniego, hija de Juan y de Cathalina, naturales de Beniaján. Fueron sus testigos: Juan Cases y Thomas Clemente. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 48  folio 15).

Hijos de Joseph Mazón Guillem y María López Siniego :

1  Joseph Mazón López. Nacido el 25 de enero de 1724, bautizado con los nombres: Joseph, Manuel, Juan y Pablo. Compadres: Juan Cases y Josepha Mazón. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 6 folio 305-V).

2 Cathalina Mazón López. Nacida el 19 de junio de 1727 y bautizada el día 23, con los nombres: Catalina, Thomasa y Josepha. Compadres: Los mismos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 6 folio 350).

3 Justa Mazón López. Nacida el 17 de Julio de 1730 y bautizada el día 24, con los nombres: Justa, Rufina, Thomasa, Josepha y María. Compadres: Los mismos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 7 folio 45).

4 Jerónimo Mazón López. Nacido el 30 de septiembre de 1733 y bautizado el 6 de octubre, con los nombres: Jerónimo, Juan, Joseph y Mathías. Compadres: Juan Mazón y Ana Rodríguez. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 7 folio 105).

5 Juan Mazón López. Nacido el 23 de Julio de 1737 y bautizado el día 26, con los nombres: Juan, Joseph y Manuel. Compadres: Juan Mazón y Josepha Quesada. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 7 folio 194).

6 Josepha Mazón López. Nacida el 11 de enero de 1742 y bautizada con Santos Óleos, el día 15, con los nombres: Josepha, María, Antonia, Thomasa y Manuela. Compadres: Juan Mazón y Josepha Quesada. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 7 folio 320-V).

En 1731, Joseph compró a Juan Guillem, vecino de la villa de Callosa otras tres tahúllas de «plantonar de moreras», linderas con las que su madre había adquirido dos años antes. Tenían las mismas cargas y el mismo señor y de nuevo nadie supo firmar. (Archivo Histórico de Orihuela. Protocolo 1269 folio 2).

El 3 de Julio de 1738, ante el notario Bautista Alemán, Joseph recibió de su hermano Francisco 2 libras y seis dineros en plata, resto de las 31 libras, diez sueldos y seis dineros que le correspondieron en la partición de bienes de su madre. (Archivo Histórico de Orihuela. Protocolo 1416).

Por último, el 3 de mayo de 1740, ante el mismo notario, compró a Miguel Ramos, de Torreagüera, una tahúlla y media de moreral en el Camino de Beniel, pago del Puente Alto con riego de la Acequia Molina. El precio convenido fue de 67 libras y 10 sueldos. (Archivo Histórico de Orihuela. Protocolo 1419, folio 16).

A partir de aquí seguiremos a la hija menor, Josepha Mazón López, que se casó con su primo Joseph Mazón Ximeno el 12 de marzo de 1766; pero permitidme hacer una pausa para contaros un suceso importante.

 Grabado Orihuela siglo XVIII. 

La Parroquia de Ntra. Sra. de los Desamparados.

 Libro fundación de la Parroquia de Ntra. Sra. de los Desamparados. 

A finales del siglo XVIII, los moradores del partido de la huerta, instalados a una y otra parte del camino de Beniel, vivían en casas y barracas esparcidas, situadas algunas a más de una legua de Santa Justa.

El 12 de septiembre de 1778, Vicente Soler, cura de dicha parroquia, pidió al obispo que los feligreses de la huerta tuviesen igual consuelo que los de la ciudad, con un sacerdote que les administrase los Santos Sacramentos, explicase la Doctrina Cristiana, predicase el Santo Evangelio, auxiliara en sus últimas enfermedades y celebrase el Santo Sacrificio de la Misa, que muchísimos perdían.

Para ello debía fundar una ermita en la huerta, y al parecer del suplicante podía colocarse en el paraje llamado Parada Alta.

Para aquellos labradores supersticiosos, regulados desde antiguo por el calendario cristiano que regía su trabajo y su vida, el papel de la iglesia era primordial, aferrados a los santos como intercesores ante las numerosas adversidades de origen natural que les acechaban: epidemias, plagas, sequías, riadas o pedriscos.

Necesitaban tener a mano una ermita con su propio sacerdote, por lo que se unieron a la propuesta, enviando al Obispo la siguiente súplica:

Los feligreses moradores en la huerta de la parroquial de santas Justa y Rufina de esta ciudad; puestos a los pies de V.S.I. con el más profundo respeto, decimos: Que nos encontramos en la más estrecha necesidad espiritual que es decible, por falta de quien nos suministre, a su tiempo, el pasto espiritual del que carecemos; porque aunque es cierto que el cura y vicarios de la misma se esmeran cuanto pueden, en socorrernos y dárnoslos cuando le pedimos.

Siendo muchos los que componemos dicha feligresía, y grande el territorio de que consta, por más que quieran, no pueden acudir a tanto como la necesidad exige, principalmente en la explicación de la doctrina cristiana y auxiliarnos en la última hora; porque la mucha distancia, las más veces no permite que vayamos a oír la que todos los domingos se explica en nuestra Parroquia, ni menos los niños, que por su poca edad no pueden practicarlo; como así mismo dichos curas y vicarios no pueden dejar su feligresía para asistirlos en la última hora.

Por cuya razón, a V.S.I. acudimos para que compadecido de nuestra necesidad, como lo ha ejecutado con otros feligreses de varias parroquiales igualmente menesterosos que nosotros, nos dé el consuelo que pedimos, procurando que con su Santo Celo, la fábrica de una ayuda de parroquia y colocando en ella un sacerdote experimentado para que nos socorra en la necesidades ya insinuadas y otras que para no molestar a V.S.I., omitimos y dejamos a su piadosa consideración. Favor que esperamos del recto proceder de V.S.I., por cuya salud y vida rogamos a Dios en nuestras oraciones. Orihuela y Diciembre 12 de 1778.

Entre la docena de vecinos firmantes, se encontraban Josef Mazón Ximeno y su cuñado Juan Mazón López. Aceptada la propuesta, se escogió una tahúlla de tierra situada en el centro del territorio, a salvo de riadas.

 Libro fundación de la Parroquia de Ntra. Sra. de los Desamparados. Firma de Juan Mazón.

En el año del nacimiento de Jesús Christo de 1779, quinto del Santísimo Padre Pío VI, veinte y uno del Católico Monarca Carlos III y doce del gobierno del Prelado Josef Tormo Juliá, tomó principio la obra de la Iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados, cuya advocación mariana fue escogida por el propio obispo, que no olvidemos era valenciano.

Tormo libró 600 pesos, destinados a la compra del terreno y los materiales precisos para su construcción, poniéndose la primera piedra el 9 de mayo. La obra se concluyó en abril de 1782 y fue bendecida un mes después.

Joseph Tormó Juliá. Obispo de Orihuela.

Mazón Mazón.

Como ya he dicho, Josepha Mazón López se casó con su primo Joseph Mazón Ximeno el 12 de marzo de 1766, con dispensa por parentesco en tercer grado y fueron testigos Bautista Nadal y Juan Mazón. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 49 folio 118).

Joseph Manuel Tomás Mazón Gimeno era hijo de Joseph y de Gerónima. Bautizado en la Parroquia de Santiago de Orihuela el 26 de julio de 1739. (Inscrito en el Libro B-08 (1717-1742) Folio 371).

Sus padres se habían casado en la Parroquia de El Salvador de Orihuela en 1738. (Matrimonio inscrito en el Libro M-05 (1729-1740) Folio 298).

Los tres primeros hijos del matrimonio Mazón Mazón fueron hembras; y cuando parecía que se acababa la línea de nuestros antepasados por falta de varón, llegó Josef.

Hijos de Joseph Mazón Ximeno y Josepha Mazón López:

1 Josepha Mazón Mazón. Nacida el 14 de abril de 1768 y bautizada con Santos Óleos el día 15, recibió los nombres: Josepha, María, Antonia y Manuela. Padrinos: Los hermanos Fernando y Antonia Mazón. (Archivo Parroquial  de Santa Justa, libro 10 folio 210-V). Se casó con Francisco Cámara y falleció, ya viuda, el 20 de mayo de 1830.

2 María Mazón Mazón. Nacida el 10 de marzo de 1771 y bautizada con Santos Óleos. Recibió los nombres: María, Theresa, Francisca y Josepha. Padrinos: Los hermanos Fernando y Antonia Mazón. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 11 folio 9).

3 Ysabel Mazón Mazón. Nacida el 17 de septiembre de 1773 y bautizada el 19 de septiembre con Santos Óleos. Recibió los Ysabel María y Justa. Padrinos: Fernando y Justa Mazón. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 11 folio 138-V).

4 Francisca Mazón Mazón. Nacida el 30 de abril de 1776 y bautizada el 1 de Mayo con Santos Óleos. Recibió los nombres: Francisca, María, Justa y Cathalina. Padrinos: Fernando y Justa Mazón. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 11 folio 294).

5 Josef Mazón Mazón. Nacido el 22 de Julio de 1779 y bautizado con Santos Óleos el día 23. Recibió los nombres: Josef y Manuel. Padrinos: Fernando y Justa Mazón. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 12 folio 94-V).

No sabemos cuándo falleció el padre, Joseph Mazón Ximeno; pero podemos situar su muerte entre la firma del anterior documento en 1779 y el censo de 1783, en el que Josepha Mazón aparece como viuda de renta media.

Según la partida de defunción, Josepha falleció a los 60 años a consecuencia de una enfermedad llamada «Sanatán». En su testamento, dictado el 27 de abril de 1803 ante el escribano real Josef Mejías, dejó encomendadas 225 misas, un tercio de ellas en Santa Justa a 4 reales de vellón de limosna cada una.

Siglo XIX.

El siglo XIX comienza con una boda, la de José Mazón Mazón, el 16 de noviembre de 1803. Su esposa se llamaba Rita Pastor Pérez, nacida en 1784, hija de Gregorio Pastor Cámara y de Rosa Pérez.

Gregorio Pastor Cámara había nacido el 6 de septiembre de 1755. Y fue bautizado el día 8 con los nombres de Gregorio, Monserrate, Joseph, Domingo y Manuel. Era hijo de Gregorio Pastor Sánchez y Rosa Cámara Ballesta; y Nieto de Joseph Pastor y Francisca Sánchez, y de Joseph Cámara y Francisca Ballesta.

José Mazón Mazón falleció el 17 de abril de 1829, y según el censo de 1854, su esposa, anciana y viuda, vivía con su criado, llamado Pedro Pulga, huérfano y soltero de 24 años de edad. Rita Pastor falleció el día de San Antonio de 1873, con casi 90 años de edad.

Su hijo Juan Mazón Pastor, fue bautizado en la Parroquia de Ntra. Sra. de los Desamparados en 1823.

En aquellos tiempos de alta mortalidad infantil, se bautizaba a los niños cuanto antes, a ser posible el mismo día y con los santos óleos.

En peligro de muerte, cualquier familiar o vecino vertía el agua al recién nacido, y si la criatura sobrevivía, el sacerdote le bautizaba de nuevo bajo la fórmula de «sub conditione».

Vamos con los hijos de José Mazón Mazón y Rita Pastor Pérez   

1 José Mazón Pastor. Nacido el 5 de agosto de 1805 y bautizado con santos óleos el día 7. Recibió los nombres: José, Mariano, Fernando y Gregorio. Padrino: Fernando Mazón. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 15 fol. 85).

2 Juana Mazón Pastor. Nacida el 13 de marzo de 1807 y fue bautizada al día siguiente «sub conditione» con santos óleos. Recibió los nombres: Juana, Josefa y María. Padrinos: Manuel Pérez y Francisca Mazón. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 15 fol. 119). Juana murió pronto, el 25 de agosto de 1808.

3 María Mazón Pastor. Nacida el 25 de marzo de 1808 y bautizada el día 26 con santos óleos. Recibió los nombres: María Rosa de la Encarnación. Padrinos: Los anteriores. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 15 fol. 141). Falleció el 21 de mayo de 1830.

4 Teresa Mazón Pastor. Nacida el 15 de octubre de 1809 y bautizada el día 23 con santos óleos. Recibió los nombres: Teresa y María del Pilar. Padrinos: Los mismos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 15 fol. 175). Teresa se casó con un tal José Pamies, y falleció de sobreparto a los 32 años.

5 Rosa Mazón Pastor. Nacida el 21 de marzo de 1811 y bautizada el día 9. Padrinos: los mismos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 15 fol. 211).

6 Manuel Mazón Pastor. Nacido el 4 de marzo de 1814 y bautizado el día 5 «sub conditione». Recibió los nombres de: Manuel y Carlos. Padrinos: Los mismos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 15 fol. 275).

7 Rita Mazón Pastor. Nacida el 9 de octubre de 1815 y bautizada el día 10 con santos óleos. Recibió los nombres: Rita, María, Dionisia y Josefa. Padrinos: Los mismos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 16 fol. 18).

8 Josefa Mazón Pastor. Nacida el 20 de mayo de 1817. Bautizada con Santos Óleos, recibió los nombres: Josefa, María y Bernardina. Padrinos: Los mismos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 16 fol. 50). Domiciliada en la Arroba del Revés, falleció el 20 de abril de 1867.

9 Felipe Mazón Pastor. Nacido el 4 de febrero de 1819 y bautizado el día 6, con los nombres: Felipe de Jesús, Francisco y Mariano. Padrino Francisco Abril. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro16 fol. 82).

10 y 11 Francisco Mazón Pastor y Gregorio Mazón Pastor. Nacidos en 1820. Bautizados en la Parroquia de los Desamparados. (Inscritos en el Libro B-03 (1818-1840) Folio 34 vto.). El 12 de febrero de 1826 aparece registrada la muerte de Francisco a la edad de cinco años.

12 Juan Mazón Pastor. Nacido en 1823. Bautizado en la Parroquia de los Desamparados con los nombres: Juan y Antonio. Figura en el censo de 1876. (Inscrito en el B-03 (1818-1840) Folio 79).

13 Francisca Mazón Pastor. Nacida el 26 de diciembre de 1825. Recibió los nombres de Francisca y María. Padrinos: Manuel Pérez y Francisca Mazón.

Juan, el hijo número 12, es el que nos interesa. Se casó con María de la Concepción Leal Martínez, el 21 de diciembre de 1844. No recibieron misa en aquel momento; pero la ceremonia se repitió el 25 de enero de 1845.

Concepción Leal había nacido y fue bautizada el 2 de octubre de 1825. Fueron sus padrinos: Manuel Leal y María Ibáñez. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 16 fol. 250).

Era hija de Francisco Leal Murcia y Josefa Martínez González. Nieta de Francisco Leal y Ana María Murcia; y de Miguel Martínez y Manuela González.

Según el censo de 1854, este matrimonio vivía con tres hijos pequeños y un criado de 24 años, llamado Francisco Oltra.

Juan, abuelo de mi abuelo, figura en el padrón de 1877. Tenía 58 años, era viudo y convivía con tres hijos solteros: José, Rosario y Juan. Como nota curiosa, sabía leer y escribir, habilidad no muy frecuente en la huerta del siglo XIX.

Ese fue su último censo. Falleció el 15 de enero de 1878 a causa de un fuerte catarro. Había testado ante el escribano Ramón Amat. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 7 fol. 274-v).

Juan Mazón Pastor y Concepción Leal Martínez tuvieron los siguientes hijos:

1 Francisca Mazón Leal. Bautizada el 4 de octubre de 1845 con el nombre de Francisca de Asís. Padrinos: Manuel Alcocer y Manuela Leal. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro.5 fol. 156-V). Falleció de calenturas el 5 de agosto de 1850.

2 Josefa Mazón Leal. Bautizada el 9 de marzo de 1847 con los nombres Josefa y Manuela. Casada con Andrés Aniorte, vivió en parada de Gay. En 1877, solo tenía un hijo de 3 años, llamado Andrés. El 2 de enero de 1884, a la edad de 36 años, falleció de parto y «eclamsia» (hipertensión anormal a partir de la vigésima semana de embarazo, con episodios convulsivos generalizados).

3 Juan Mazón Leal. Bautizado el 22 de agosto de 1849, con los nombres: Juan, Antonio, Filiberto y Gregorio. Fueron sus padrinos: Antonio Rodríguez y Josefa Murcia. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 6 fol. 174). Falleció el 25 de abril de 1860 a consecuencia de unas calenturas. Solo tenía diez años. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 77 fol. 174).

4 José Mazón Leal. Bautizado el 3 de abril de 1852. Padrinos, los mismos que el anterior. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 8 fol. 483). Aparece como arrendador de profesión. Se casó, el 29 de enero de 1882 con María Dolores Sáez Vicente. María tenía 19 años, diez menos que él. José falleció de neumonía el 21 de diciembre de 1900.

5 Concepción Mazón Leal. Bautizada el 8 de febrero de 1855, con los nombres: María de la Concepción, Juana y Gregoria. Fueron sus padrinos: Antonio Rodríguez y Josefa Murcia. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 24 fol. 215-v).

6 Rita Mazón Leal. Bautizada el 24 de mayo de 1857, con los nombres: Rita y María. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 24 fol. 310). Falleció el 2 de octubre de 1859 (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 6 fol. 165-v), con tan sólo 2 años de edad víctima de alferecía (enfermedad propia de la infancia, caracterizada por convulsiones y perdida de conocimiento, identificada a veces como epilepsia).

7 Rosario Mazón Leal. Bautizada el 19 de septiembre de 1859, con el nombre de María del Rosario. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 24 fol. 375-v).

8 Juan Mazón Leal. Bautizado el 5 de septiembre de 1862, con los nombres: Juan y Antonio (nombres de su hermano muerto dos años antes). Fueron sus padrinos: Tomás Rodríguez y Rosa Martínez. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 24 fol. 486-v).

9 Rita Mazón Leal. Bautizada el 21 de septiembre de 1865, recibió el nombre de María Rita, como su hermana fallecida. Fueron sus padrinos: Tomás Rodríguez y Rosa Martínez. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 10 fol. 209). Contrajo matrimonio con José Espinosa Pérez, de su misma edad, y vivieron en el Camino de Cartagena. Falleció el 10 de enero de 1934 con 68 años, víctima de un ataque cerebral. Recibió entierro de segunda.

10 María Mazón Leal. Bautizada el 31 de diciembre de 1868, recibió los nombres de María y Silvestra. Sus padrinos fueron los mismos que en los dos anteriores. Lo más interesante es que se especifica su domicilio, en Parada de Gay.

Y así llegamos al padre de mi abuelo, Juan Antonio Mazón Leal, que casó el 29 de marzo de 1891 con Josefa María del Socorro García Ruiz en la Parroquial Iglesia de N. P. J. en el paso del Stmo. Ecce-Homo de Molins.

Armas que usa la Ilustre Parroquial Iglesia de Molins en su sello, que es el presente titular. Magister Josephus Montesinos Pérez. 1796.

Josefa era natural de Molins, hija de Francisco García García y de Mª Dolores Ruiz Ortuño. No oyeron misa nupcial por ser tiempo prohibido. Fueron testigos José Mazón y Antonio Lizón. Oyeron misa y recibieron las bendiciones nupciales el 9 de abril de 1891.

Por esas fechas, era dueño de tres tahúllas y media en Parada de Gay con avenamiento en los azarbes Gabarrera y Mayor, como así reza en el padrón de propietarios regantes de la Acequia Molina.

Falleció el 6 de abril de 1919 a causa de una bronco-neumonía. Gracias al testamento que redactó ante el notario Luis Maseres Muñoz, un día antes de su muerte, sabemos que Josefa García ya había muerto, y que el albacea fue su hijo Juan, el único mayor de edad.

En dicho testamento, legó a sus hijos 66.248 pesetas contadas por José Gracia Noguera por expreso deseo del fallecido.

Se apartaron 2.000 para devolver una entrega a cuenta por un bancal, y 1.500 para cada uno de sus dos hijos menores, porque había invertido esa cantidad en la reducción del servicio militar de los mayores.

El resto lo dividió en seis partes iguales. Previamente había dejado la cosecha del año anterior, para pago de escritura, testamento e impuestos.

Por incompatibilidad testamental de Juan, al ser el tutor legal de sus cinco hermanos, el consejo familiar nombró protector de los menores a José Oltra Celdrán (analfabeto).

Dicho consejo lo formaron: Andrés Aniorte Mazón (hijo de Josefa Mazón Pastor, ya muy anciano) como presidente, José Espinosa Pérez, Francisco y Antonio García Ruiz (hermanos de la madre) y Julián Fuentes Lacasa como vocales. Eran todos de Orihuela menos el último que era vecino de Bigastro.

Hermanos Mazón García.

Hijos de Juan Mazón Leal y Josefa García Ruiz.

1 Josefa Mazón García. Nacida el 20 de diciembre de 1891 y bautizada el día 21. Fueron sus padrinos: José Mazón Sáez y Dolores Sáez Mazón, y sus testigos: Antonio y José Maciá. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 23 fol. 231-v). Falleció en Camino de Beniel, a consecuencia de una bronquitis el 4 de marzo de 1892. Fue enterrada un día después. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 8 Fol. 297).

2 Juan Mazón García. Nacido el 18 de enero de 1893 y bautizado con el nombre de Juan Antonio. Padrinos y testigos, los mismos que su hermana. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 23 fol. 272). Casó con Carmen Andreu, tía de mi abuela Elena.

3 José Mazón García. Nacido el 12 de junio de 1895 y bautizado un día después con el nombre de José Antonio. Padrinos y testigos, los mismos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 24 fol. 32). Falleció a los cuatro meses a consecuencia de unas «fiebres perniciosas». Fue enterrado el 28 de septiembre de 1895. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 8 fol. 272).

4 Francisco Mazón García. Nacido el 10 de junio de 1896 y bautizado el día 14. Mismos padrinos y testigos que sus hermanos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 24 fol. 68). Se casó dos veces; la primera con María Meseguer Murcia, natural de Alquerías (Murcia). En segundas nupcias con Rosario Mazón Ballester, en 1954. Falleció en la Vereda Nueva, el 14 de junio de 1971 a consecuencia de un «jetus apoplético», a los 74 años de edad.

5 José Mazón García. Nacido en la Arroba del Revés, el 1 de junio de 1899. Este dato es importante, porque nos indica que la familia aún no se había trasladado a la Vereda Buenavida. Fue bautizado el día 2 con los mismos padrinos y testigos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 24 fol. 254). Se casó con Mariana Pertusa García, de Rafal y tuvo 3 hijos: Josefa (casada en 1958 con Maximiliano Gutiérrez Gómez), José y Francisco. Enviudó en el año 1947.

6 Concepción Mazón García. Nacida el 8 de diciembre de 1901, fue bautizada un día después con los mismos padrinos y testigos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 24 fol. 343). Se casó el 23 de abril de 1922 con José Espinosa Espinosa en la Parroquia de la Virgen de los Desamparados.

7 Antonio Mazón García. Mi abuelo nació el 24 de abril de 1904, a las diez de la noche, en Cabello y fue bautizado el día 26 con los mismos padrinos y testigos. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 24 fol. 420).

8 Dolores Mazón García. Nació el 20 de agosto de 1907 y fue bautizada el día 22 con los mismos padrinos que sus hermanos. Fueron testigos: José Maciá y José Torres. (Archivo Parroquial de Santa Justa, libro 25 fol. 81). También aparece domiciliada en la Arroba del Revés, por lo que el traslado a la Vereda tuvo que ser entre los años 1907 y 1919. Casó con Antonio Espinosa en febrero de 1931. La «tía Lola» falleció el 13 de Junio de 1998, como única superviviente de toda esta familia.

El Pueblo. 19 de febrero 1931: El pasado sábado y en la parroquia de Desamparados contrajeron matrimonio la bella señorita Dolores Mazón con don Antonio Espinosa, rico propietario de aquel partido. Bendijo la unión el M. I. Sr. Vicario General del Obispado, siendo padrinos, el Dr. don Eusebio Escolano y su Sra. esposa Dña. Gloria Gómez.

De izquierda a derecha: Juan Mazón, Carmen Andreu, Dolores Mazón y Antonio Espinosa.

Los Molineros y el Jacarillero. Andreu y García.

Escudo de Bigastro y plano del Molino en el siglo XVIII. Archivo de la Catedral de Orihuela.

El Lugar nuevo de los Canónigos, actualmente Bigastro, fue fundado por el Cabildo Catedralicio oriolano en 1701. Utilizó para ello, varias fincas obtenidas mediante herencias en beneficio de almas.

Imitaban así a los Predicadores de Santo Domingo que, como señores de Redován y Hondón de los Frailes, habían amasado una gran fortuna a la mayor gloria de Dios.

El Cabildo oriolano, entregó a cada uno de los primeros pobladores, 30 tahúllas de regadío, secano y olivar. Con el paso del tiempo, la mayoría de estas parcelas, fueron menguando a consecuencia de los repartos hereditarios, pero no todas sufrieron el mismo destino, unas pocas crecieron y con ellas la fortuna de sus propietarios.

Durante el siglo XVIII los bigastrenses fueron dóciles vasallos del Cabildo Catedralicio; pero con el cambio de centuria comenzaron a cuestionar la propiedad de su señor.

Las desamortizaciones eclesiásticas y la abolición de los señoríos en el siglo XIX, acabó convirtiendo a los antiguos vasallos en dueños de sus casas y tierras; así los que tenían muchas, se convirtieron en terratenientes.

La desamortización también puso al alcance del mejor postor las regalías que antes estaban en manos de la iglesia: almazara, horno, tienda y la más importante y rentable, el molino harinero que, hasta entonces, el Cabildo cedía en arrendamiento a base de contratos temporales y que pasó a formar parte del escudo de la ciudad.

Como propietarios de dicho molino, los familiares de mi abuela Elena, portaron para siempre el apodo de «los molineros».

En el ecuador del siglo XIX, concretamente el 17 de agosto de 1857, nacía en Bigastro Elena Botella Canales. Fue bautizada al día siguiente en la parroquia de Nuestra Señora de Belén, apadrinada por Francisco Díaz y Josefa Botella.

Era hija de Miguel Botella Cánovas y de Carmela Canales Galiana y nieta de Francisco Canales y Antonia Galiana, todos de Bigastro. Sus abuelos paternos, José Botella y María de Monserrate Cánovas, procedían de Callosa de Segura.

La prensa. Orihuela. 5 de abril 1891: Ha fallecido en el vecino pueblo de Bigastro la Sra. Doña Josefa Botella Canales, esposa del secretario del comité conservador de dicho pueblo y hermana de nuestros amigos los señores D. Miguel y D. José Botella. Enviamos a la familia de la finada nuestro sentido pésame.

Por añadir un último dato, uno de sus hermanos, Miguel Botella Canales, era dueño de las escuelas municipales de la calle del Sol de Bigastro, en 1904.

Elena Botella Canales y Enrique Andreu Soriano.

El que sería su esposo, Enrique Andreu Soriano, era cinco años menor. Había nacido el 7 de enero de 1862 en Almoradí. Fue bautizado un día después en la parroquia de San Andrés, con los nombres de Enrique y Teodoro. Fueron sus padrinos: Vicente Bartomeu y María Teresa Rodríguez.

Era hijo de Joaquín Andreu Belmonte y de María Teresa Soriano Bernabé, ambos de Almoradí, y nieto de Pedro Andreu y Josefa Belmonte, de Orihuela y de Carmelo Soriano e Isabel Bernabé, también de Almoradí.

Enrique y Elena se casaron el 27 de diciembre de 1885 en la parroquia de Nuestra Señora de Belén de Bigastro. (Archivo Parroquial de N. S. de Belén de Bigastro, libro 6 folio 30-v). Fueron testigos: Vicente Andreu y Juan Gómez.

Enrique «el molinero» vivía en la huerta y fue administrador de la familia Barcala. En 1890 se adhirió a los acuerdos del Partido Conservador de Orihuela. Al ser uno de los mayores contribuyentes del pueblo, fue concejal entre los años 1902 y 1904.

Unión republicana. 12 de noviembre 1903: Nuestros correligionarios de Bigastro están de enhorabuena por el resultado de la lucha electoral del domingo. En los dos distritos ha obtenido mayoría el candidato republicano según acusan los siguientes datos: Primer distrito, — D. Manuel García, monárquico, 65; D. Enrique Andreu Soriano, ídem, 57; D. Joaquín Díaz Navarro, republicano, 42 …

La iberia. 6 de noviembre 1907: Jueces Municipales del distrito de Orihuela. En Bigastro. Juez: D. Vicente Pérez Vaíllo; Suplente: D. Enrique Andreu Soriano.

Su padre, Joaquín Andreu, ya figuraba en el Anuario del Comercio y la Industria de 1879 como Molino de Harinas Joaquín Andreu en Bigastro.

Enrique aparece en los de 1903, 1904 y 1905 como Molino de Harinas de Enrique Andreu. En el de 1911, como tratante en cereales y Molino de Harinas. Y en el de la Región valenciana de 1914 también figura Harinas Enrique Andreu.

Adinerado, conservador y barcalista, (partidario del diputado Luis Barcala, que disputaba su escaño con Ruiz Valarino) venció en las elecciones de 1916, ocupando la Alcaldía hasta 1918.

Tras la victoria de sus rivales los molineros protagonizaron un enfrentamiento en la plaza de Ramón y Cajal de Bigastro que acabó con varios heridos por arma de fuego.

Diario de Alicante. 24 de febrero de 1920: BARCALISTAS Y TRINISTAS. El suceso de Bigastro. Acerca del sangriento suceso desarrollado anteayer en Bigastro entre barcalistas y trinistas hemos recibido hoy nuevos detalles que difieren muy poco de las primeras noticias: todas las versiones, incluso algunas de carácter oficial, parecen coincidir en que la agresión partió de los barcalistas.

En efecto. Los elementos trinistas habían organizado una especie de gira a los alrededores del pueblo en una finca denominada «La Rambla», para celebrar su triunfo en las elecciones municipales. Un grupo de barcalistas hallábase en el barrio llamado del «Sepulcro», y cuando los trinistas regresaban de su excursión, encontráronse con aquellos.

De uno y otro bando partieron calurosos vivas y mueras, que degeneraron luego en injurias: sobrevino así la lucha. Ambos grupos se acometieron furiosos con palos y armas de fuego sembrando el pánico por todo el pueblo.

El alcalde acudió a imponer la paz; pero fue recibido a tiros y con esto huelga decir que no se le prestó obediencia ni logró calmar los ánimos. En vista de ello reclamó urgentemente el auxilio de la Guardia civil; acudieron fuerzas de Orihuela y Jacarilla, que lograron restablecer el orden.

Este matrimonio tuvo siete hijos: Teresa, Enrique, Miguel, Francisco, José, Carmen y Joaquín.

Teresa, Enrique y Miguel Andreu Botella.

Durante la Dictadura de Primo de Rivera, dos de ellos ocuparon la Alcaldía de Bigastro. Enrique Andreu Botella en el periodo 1928-1930 y su hermano Miguel en el periodo comprendido entre enero de 1931 y la proclamación de la República. José aparece entre los nombramientos de jueces y fiscales para Bigastro en 1930.

El pueblo. 17 de junio 1929: MOVIMIENTO SOCIAL Y AGRARIO. Sindicato Agrícola Católico de Bigastro. Ayer domingo tuvo lugar en este Sindicato A. C. la Junta General al objeto de proceder a la elección de nueva junta directiva. El Consejo de Vigilancia fue constituido en la siguiente forma: Presidente D. Enrique Andreu Botella, Vicepresidente D. Federico Grau Canales y Vocales D. Francisco Esquiva Vegara y D. José Arce Navarro.

Panteón familiar en el cementerio de Bigastro.

Durante el bienio conservador (1934-1936), otro hermano, Francisco, formó parte de la Comisión Gestora del Ayuntamiento. Vamos, lo que se llama una familia de derechas. 

Boletín Oficial del Obispado de Orihuela. 1 de abril 1943: BIGASTRO. Presidente del Centro Parroquial de los Hombres Don Enrique Andreu Botella.

La hermana mayor, Teresa Andreu Botella, nació el 16 de febrero de 1887 y fue bautizada, un día después en Nuestra Señora de Belén de Bigastro. (Archivo Parroquial de N. S. de Belén de Bigastro, libro 12 folio 74). Fueron sus padrinos Vicente y Teresa Andreu.

Casó con Vicente García Gálvez, el 22 de abril de 1911 en la Parroquia de Nuestra Señora de Belén de Bigastro (Archivo Parroquial de N. S. de Belén de Bigastro, libro 7 folio 36-v.), ante los testigos: Tomás García y Francisco Escobedo.

Vicente García Gálvez y Teresa Andreu Botella.

El novio, hijo de Vicente García Cases y de Inés Gálvez Pérez, había nacido en 1886, en Jacarilla, concretamente en la finca Jacarilleta, de ahí su apodo de «Jacarillero».

Al casarse, se instaló con su mujer en unas tierras de su padre localizadas en Benejúzar. Allí nació su primera hija, Elena, mi abuela.

Vicente llegó a Arneva como arrendador de Adolfo Wandosell Calvache, hijo del acaudalado minero Pío Wandosell y jugador del Real Madrid, casado en 1915 con María de las Mercedes de Echevarría y Carvajal, la VII marquesa de Arneva.

Roto el contrato de arrendamiento, Vicente se vio en dificultades; hasta que Teresa recibió de su familia una buena parcela en Arneva, al igual que su hermana Carmen, de la que hablaremos muy pronto.

En dicha parcela, Vicente edificó su casa y trajo al mundo al resto de sus hijos, llegando a ser alcalde y propietario de las escuelas de Arneva.

Pero no terminó allí sus días, en los años 50 se instaló en Orihuela, falleciendo el 31 de octubre de 1.967. Aunque yo solo tenía tres años, guardo el vago recuerdo a un anciano que jugaba a las cartas en los bajos de su casa.

A mi bisabuela Teresa la recuerdo perfectamente, con su andar lento arrastrando las zapatillas, con moño y gafas negras. Murió el 5 de junio de 1.972 en Orihuela, mientras tendía la ropa, a consecuencia de una caída que le fracturó la cadera, provocada por una tortuga.  

Familia García Andreu. De izquierda a derecha: Vicente, Teresa, Teresita, Vicente padre y Elena. Teresa estaba embarazada de Carmencita.

Hijos de Vicente García Gálvez y Teresa Andreu Botella:

1 Elena García Andreu (1912).

2 Vicente García Andreu. Muerte prematura.

3 y 4: Vicente y Teresa García Andreu. (1917). Mellizos. Sobrevivió Vicente, mi padrino, que se casó con Carmen Ortuño.

5 Enrique García Andreu. Muerte prematura.

6 Teresa García Andreu (1922). Casada con Ricardo Zapata Vegara.

7 Carmen García Andreu (1929). Casada con José Pérez Pardines.

Teresa Andreu Botella con sus hijos Vicente (fallecido) y Elena.

Mis abuelos paternos y mis padres.

Documento Nacional de Identidad de Antonio Mazón García.

Como ya he dicho, Antonio Mazón García nació el 24 de abril de 1.904, a las diez de la noche, según reza su partida de nacimiento; aunque en su DNI figuraba el día 4 de abril de 1904, es decir (04/04/04).

Huérfano de padre a los 15 años y de madre aún antes, recibió en herencia trece tahúllas de tierra, media casa, media balsa de cocer cáñamo, aperos y animales, todo ello valorado en once mil setecientas ocho pesetas de 1919.

Diez mil doscientas ocho de ellas, como sexta parte de las propiedades, y mil quinientas más porque su padre había invertido esa cantidad en cada uno de sus dos hijos mayores en reducirles el servicio militar, la llamada redención en metálico.

Elena García Andreu.

Nacida el 23 de marzo de 1912, Elena García Andreu, vivió su infancia en Arneva. Luego, comenzó a pasar largas temporadas en Bigastro, con su familia «los molineros», haciendo compañía a su tía Carmen.

El matrimonio de ésta con Juan Mazón, le dio la oportunidad de conocer a su hermano menor, Antonio. Se casaron en Julio de 1933 en Arneva, así pues, Carmen fue a la vez, tía y cuñada de Elena.  

Pronto nació su primogénito, pero dos años después estalló la guerra civil y el abuelo acabó movilizado en la quinta «del saco». Su esposa estaba embarazada de Vicente, por lo que «Antoñín», mi padre, fue acogido por su abuelo, pasando la infancia en Arneva.  

Durante la Guerra Civil, una herida leve, envió a Antonio al hospital. Al recibir el alta desertó y consiguió regresar a pie, siguiendo la vía del ferrocarril desde Valencia, caminando de noche y ocultándose de día. A partir de ahí, las cosas les fueron bien y en los años 60, edificaron su casa en Orihuela.

Según mi padre, el abuelo Antonio era muy hablador, pero yo pasé una mañana con él en la huerta (pintando árboles con veneno para los caracoles para costearme una guitarra) y solo le escuché cantar en falsete.

La salud le acompaño casi hasta el final. En las cenas de Navidad, en las que nos reunía a todos, comenzó a decir, cinco o seis años antes, que esa era su última nochebuena, y claro, al final acertó.

Falleció en Orihuela el 3 de diciembre de 1.992. No llegó a bisabuelo por tan solo seis meses.

De la abuela, que apenas conocí, todo el mundo dice que era una mujer buena, seria, piadosa y beata donde las hubiera. De salud frágil, padecía de la columna, según su versión, a consecuencia del parto de su hija Elena.

A causa de una enfermedad renal fue desahuciada en Alicante, siendo intervenida en Madrid y en Murcia (el abuelo también fue operado de vesícula en Madrid, por el doctor Duarte, un médico con tanto prestigio como para atender al mismísimo Juan Perón).

Fue otra operación, esta vez en Murcia y de bocios, la que acabó con su vida el 22 de enero de 1.970, a los 58 años de edad.

Mi abuela Elena con un servidor en el regazo, en septiembre de 1964. Y poco antes de morir, fotografiada por mi tío Julio «Norman».

Su muerte provocó uno de los recuerdos más vivos que conservo de mi infancia. Pocos días después, creo que tras un rezo, vi por primera vez lágrimas en los ojos de mi padre. Al llegar a casa del abuelo, mi tío Enrique tenía los pies metidos en una palangana con agua, y todo el mundo lloraba.

Yo permanecí en un rincón asustado, jugando con unas cartas sin comprender aún que había pasado. Tenía 5 años, pero nunca he olvidado aquellos días tristes.

Además de las fotos y documentos, de mi abuelo, conservo como un tesoro su pistola, que durmió en un cajón cuarenta años hasta que yo se la pedí.

De la abuela guardo el misal que mi mujer encontró en la casa de la huerta. Estos dos objetos, son los símbolos más representativos de aquella España franquista que les tocó vivir.  

Matrimonio Antonio Mazón García y Elena García Andreu con sus cuatro hijos.

1 Antonio Mazón García. Nacido el 13 de octubre de 1934.

2 Vicente Mazón García. Nacido el 25 de junio de 1937.

3 Enrique Mazón García. Nacido el 12 de diciembre de 1943.

4 Elena Mazón García. Nacida el 2 de marzo de 1950.

Antonio Mazón García, mi padre, nació en la Vereda Buenavida de Orihuela, como ya he dicho, el 13 de octubre de 1.934. Aquel fue un año revolucionario por excelencia en el que se sublevaron Asturias, País Vasco y Cataluña.

Antonio Mazón García, mi padre, en su infancia con sus tías «Teresita y Carmencita»; y en su primera comunión con sus padres y su hermano Vicente.

Era la segunda republica, Niceto Alcalá Zamora la presidía y Alejandro Lerroux García, primer ministro, restituía la pena de muerte. En el exterior, el nazismo se asentaba en Alemania, el ambiente estaba muy caldeado.

Vio la luz en la Vereda Buenavida, pero a los dos años, y por causa de la guerra civil, se fue a Arneva con su abuelo Vicente. Allí pasó sus primeros años mimado por sus tías y protegido por su abuelo (llegaron a llamarle Vicentico).

No le cortaban el pelo a pesar de que, por los piojos, era obligatorio; por lo que sus tías lo tenían que despiojar. Con ellas hizo teatro ambulante, recaudando fondos para la compra de una imagen de la virgen, vestido de soldado. También fue monaguillo; y su abuela intentó convertirlo en fraile.

La pólvora fue su gran pasión, y eso que el día de su comunión, sufrió la aterradora experiencia de quedarse solo en pleno castillo de fuegos artificiales. Gastaba todo lo que podía en pólvora.

Siempre con dinero en el bolsillo y en compañía de amigos mayores (en sus propias palabras, lo mejorcito de cada casa), perpetró las mil fechorías con completa impunidad.

Nunca fue amante del estudio, rechazado en Santo Domingo, ingresó en la «Academia Almi»; pero pasaba más tiempo fuera que dentro de clase.

Antonio Mazón García. Mi padre.

A los catorce años, su abuelo lo envió de regreso a la Vereda, pues ya era incontrolable y allí comenzó a trabajar por las tardes en las faenas del campo, continuando el colegio por las mañanas hasta que un día la cuerda de una cabra se enrolló en su rodilla y tras quince días de reposo casa de su tío Juan en Orihuela (Calle de Santa Justa), abandonó el colegio.

En marzo del 54, marchó voluntario a la aviación, cumpliendo el servicio militar en el acuartelamiento de Rabasa (Alicante).         

Huyendo de la agricultura se enroló en el transporte y, tras breves años de chófer, pasó por una cooperativa hasta iniciar la agencia de transporte que en la actualidad dirijo. (continuará).

Dolores Albarracín Esteban. «Lilita». Mi madre. Con amigas.

Dolores Silvestra «Lilita», mi madre, nació la noche del 31 de diciembre de 1.938 en Orihuela (nunca perdonó a su padre que, por unas horas, le cargase un año en el carnet).

Antonio Mazón García «Pablo» y Dolores Albarracín Esteban «Lilita».

Antonio y Lilita se casaron en la Catedral el 16 de junio de 1962. Fueron padrinos de boda y de sus dos hijos supervivientes, Vicente García Andreu y Carmen Ortuño.

Boda Antonio Mazón García y Dolores Albarracín Esteban. 16 de junio de 1962.

1 Antonio, nacido en 1963, bautizado por el médico, y fallecido al día siguiente.

2 Antonio José Mazón Albarracín (un servidor). Nacido el 1 de mayo de 1964, día de San José obrero, motivo de mi segundo nombre, o del trabajador. Vamos, que soy trabajador de nacimiento.

3 María Dolores Mazón Albarracín. «Mariola». Nacida el 28 de marzo de 1967.

Seguiré añadiendo datos a esta historia. Contadla a vuestros hijos y nietos; y no olvidéis nunca que para saber dónde uno va, es importante conocer de dónde viene.    

Dedicado a: Antonio, Vicente, Enrique, Elena Mazón García y a todos sus hijos y nietos, siguientes capítulos de esta historia interminable. En memoria de mi padre fallecido en el 2020. Para mi hijo.

Antonio José Mazón Albarracín.  

Archivo de la Catedral de Orihuela.

Mi agradecimiento a José Luis Satorre, párroco de Santa Justa; a Jesús García-Molina, encargado del Archivo Histórico Municipal; y a Mariano Cecilia, archivero de la Catedral, por la ayuda prestada.

A mi primo Ricardo Zapata García por los certificados que amablemente me cedió relativos a nuestra familia común, los García Andreu.  

Y un agradecimiento muy especial a mi buen amigo José Manuel.     

Cubero y el Seminario de Orihuela en 1867.

Pedro María Cubero López de Padilla.

El obispo Cubero y el día de la Inmaculada de 1867 en el Seminario de Orihuela.

Seminario Conciliar de la Purísima Concepción y el Príncipe San Miguel.

Antecedentes:

La población del llano de San Miguel como origen de Orihuela es uno de los misterios más apasionantes de nuestra historia.

Más allá de algunos hallazgos prehistóricos, debajo del seminario permanecen por localizar las evidencias que demuestren que allí estuvo la primitiva ciudad tardorromana o goda (Aurariola), repoblada por los musulmanes (Uryula) y luego por los pobladores cristianos (Oriola).

De su iglesia o ermita del Príncipe y Arcángel San Miguel, apenas se sabe.  Más allá de que tenía anexo el beaterio más antiguo de los dos que tuvo Orihuela.

La ermita de San Miguel en el grabado del Cartulario.

Dicho establecimiento fue ampliado a comienzos del siglo XVII y acabó absorbiendo al otro, desplazadas sus «bones dones» por la llegada de las monjas de Santa Lucía.

Del citado beaterio cuenta Bellot que el Consell concedió licencia a varias mujeres devotas para construir celdas y hacer vida retirada bajo la regla de San Francisco en 1445; y que dos años después se instituyó el cargo de superiora en la persona de Giomar Masquefa, fallecida en 1463, quien dejó su cargo a su hija Leonor, la mujer de Pedro Fajardo.

Montesinos, siempre menos creíble, data la fundación del beaterio en 1503 y también atribuye el cargo de superiora a Luisa Fajardo, una pariente del marqués de los Vélez, personaje decisivo en nuestra historia por encabezar el saqueo sufrido por Oriola en 1521, durante la Guerra de Germanías.

Baltasar Gómez Berna

Un trabajo más reciente de mi admirado José Ojeda Nieto, nos ofrece valiosa información.  Se titula «La ermita de San Miguel antes de ser Seminario». Os lo voy a resumir:

Los datos salen de un pleito de finales del siglo XVI entre la familia de los Fajardoque decían ser fundadores de dicha iglesia y contar con una sepultura dentro de ella y la cofradía de San Miguel que negaban tal fundación y afirmaban que la ermita era iglesia sufragánea de San Salvador .

Para empezar, uno de los cofrades, ya anciano, afirmaba que:

«Oriola fue ganada a los moros y conquistada por los cristianos que edificaron y fundaron la ciudad en el Plano de San Miguel. En dicho plano había un lugar y población de casas y los cristianos que poblaron reedificaron la ciudad en lo alto. También fundaron y edificaron la iglesia de San Miguel».

En los testimonios de unos y otros salen a relucir muchos detalles de la Ermita. Así nos enteramos de que a fines del siglo XV había un retablo con tres figuras: San Miguel, San Francisco y Santa Clara.

Que las beatas o «bones dones» vivían en ocho celdas, con dos patios. Que contaban con una cisterna y un aljibe de aguas pluviales; con una gran cocina y con un huerto.

Que en 1595 la Cofradía de San Miguel decidió alargar la ermita, llevando hacia atrás la capilla mayor, y en las obras se destruyó el sepulcro ya mencionado. Los testigos afirman que lo que contenía, eran los cuerpos de cuatro beatas veladas y con el hábito de San Francisco.

El dichoso pleito nos da otro dato importante: en 1619 los capuchinos solicitaron y les fue concedido instalarse en San Miguel para fundar su monasterio. Pero dicho permiso fue revocado al no considerarla ermita, como las de Santa Ana, San Sebastián o el Socorro, utilizadas para fundar conventos.

San Miguel se consideraba iglesia sufragánea dependiente de la jurisdicción o autoridad del Salvador. ¿Os imagináis el convento de los capuchinos en lugar del Seminario? pues estuvo cerca.

Montaje con una imagen del siglo XVIII. Ajomalba.

A comienzos del siglo XVIII, tras la Guerra de Sucesión, la ermita estaba en pésimo estado.

En 1738, Juan Elías Gómez de Terán alcanzó la mitra oriolana. Y al poco de llegar a Orihuela, encomendó a los sacerdotes píos operarios congregación de origen italiano, la tarea de poner en marcha un seminario.

Retrato y escudo del fundador. Colección José Manuel Dayas.

Dos años después fundó el Seminario de San Miguel,  para formar y reciclar sacerdotes. Y en 1742 le agregó el de la Purísima Concepción para niños educandos.

Unificados en 1744 por Bula de Benedicto XIV y la provisión real de Felipe V, la doble institución recibió el nombre de Seminario Conciliar de la Purísima Concepción y el Príncipe San Miguel.

Seminario Conciliar de Orihuela. Colección Javier Sánchez Portas. Fragmento.

A la muerte del prelado, aún con la sede vacante, el Cabildo Catedralicio intentó hacerse con el control del Seminario. Sus «sonadas» disputas con el vicerrector, pasaron de los insultos a las amenazas y de las amenazas a los tiros.

La expulsión de los Jesuitas en 1767 produjo un trasvase de alumnos a sus aulas. Ese mismo año alcanzó la mitra José Tormo, quien lo amplió con un nuevo edificio a Levante y lo dotó además de una gran Biblioteca.

Josef Tormo y Juliá.

Gómez de Terán y Tormo pasaron a la historia como los obispos constructores del seminario durante el siglo XVIII. En la siguiente centuria otro prelado destacó también por sus aportaciones al edificio.

Pedro María Cubero López de Padilla.

Pedro María Eustaquio Cubero López de Padilla nació en Doña Mencía, provincia de Córdoba, en 1810. A los catorce años entró en el seminario y con veintitrés fue ordenado presbítero.

Retrato de autor desconocido. Ayuntamiento de Doña Mencía. Colección Julia Ferrer Vilar.

La experiencia en el funcionamiento de estos establecimientos era indudable. Su carrera comenzó como profesor de Filosofía y Teología en el Seminario de San Pelagio de Córdoba. Tras pasar por la vicerrectoría fue nombrado rector; y no abandonó dicho cargo hasta llegar a obispo, dos décadas después.

La Paz de Murcia. 14 de julio de 1858: Ha sido presentado para la mitra de Orihuela, el señor don Pedro Cubero, deán de la santa iglesia y rector del seminario de Córdoba.

En mayo de 1858, Isabel II lo propuso al Papa para el obispado de Orihuela; propuesta que Pío IX aceptó en septiembre.

El 27 de febrero de 1859 fue consagrado en la  Catedral de Córdoba, y el 3 de abril de entró en Orihuela. A finales de mayo lo hizo en Alicante; donde pasó dos semanas. En ese verano se desató una epidemia.

La Correspondencia Autógrafa. 26 de agosto de 1859: El Ilmo. Sr. D. Pedro María Cubero López de Padilla, obispo de Orihuela, ha dirigido a sus diocesanos una elocuente y religiosa pastoral con el triste motivo de la calamidad del cólera morbo.

Según este, de la misma ciudad dicen el 23 que va desapareciendo; en las últimas veinte y cuatro horas solo habían muerto tres de los anteriores invadidos. El número de atacados no pasa de 12 y es más benigna la dolencia.

Diario de Córdoba. 26 de octubre de 1859: Merecida Recompensa.  El Excmo. e Ilmo. Sr. D. Pedro María Cubero, Obispo de Orihuela, ha sido agraciado con la gran Cruz de Isabel la Católica.

Con ella ha premiado S. M. no solo sus anteriores servicios, sino los muy especiales prestados por este Prelado durante la última invasión del cólera morbo Asiático, época en que se ha distinguido notablemente por sus paternales cuidados y por los sacrificios de todas clases que ha hecho en beneficio de sus pueblos.

Ya en otras ocasiones hemos dicho que el Ilmo. Sr. Cubero estaba llamado a ocupar un lugar eminente en el Episcopado Español, y vemos con gusto que los acontecimientos justifican nuestros pronósticos.

Superado el cólera morbo e instalado en su nuevo obispado, pronto demostró que venía dispuesto a prestar especial atención al seminario; por ejemplo recuperando y dando lustre a la ceremonia de jurar la beca.

La Correspondencia de España. 25 de febrero de 1861: El acto de jurar la Beca que hacía algunos años no se verificaba en el seminario de Orihuela, se ha verificado este año con mucha solemnidad. Consiste este acto en hacer una sencilla profesión de fe, prometiendo a la vez obedecer al prelado y a sus sucesores, guardar la regla y estatutos del seminario y mirar en todo tiempo por su esplendor, mejoras y adelantamientos, recibiendo inmediatamente la investidura de la Beca.

A las nueve de la mañana los seminaristas destinados a jurar la Beca, en número de 160, ocupaban sus respectivos lugares en la iglesia del Seminario, vestidos de manto azul celeste y con la Beca blanca doblada sobre el brazo izquierdo. En frente del altar mayor y en el mismo presbiterio, había una mesa cubierta de damasco con un crucifijo alumbrado por dos velas, y sobre la mesa el libro de los evangelios.

El señor obispo así que llegó a la iglesia oró por un breve rato, y colocado en pie junto a la mesa mencionada, imploró por medio de algunas oraciones los auxilios divinos y bendijo las Becas. Habiendo tomado asiento, el señor rector, vicerrector y demás catedráticos se colocaron en pie a derecha e izquierda y comenzaron a llegar los seminaristas de seis en seis.

El señor rector, con la fórmula de la jura de Beca en la mano, y visiblemente enternecido, les preguntaba si se conformaban con la creencia de nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica Romana; si prometían obediencia al Excmo. e Ilmo. señor obispo y a sus sucesores, y si hacían propósito firme de guardar los estatutos y procurar el bien, mejora y lustre del seminario.

Los seminaristas, en número de seis, como se ha dicho, hincados de rodillas con la mano derecha puesta sobre el libro de los evangelios, respondían afirmativamente a estas tres preguntas. Acto continuo los señores catedráticos les vestían la Beca, y recibida la bendición del prelado se volvían a sus puestos.

En seguida tomó la palabra el señor obispo y manifestó que en todo tiempo y en todos los pueblos había tenido lugar esa clase de juramentos que unían a los hombres con tan sagrado vínculo en asociaciones, corporaciones y comunidades particulares, diferentes unas de otras por sus trajes, usos y costumbres, lo mismo entre los cínicos que entre los adoradores del verdadero Dios.

Remontándose en la historia de la religión  hizo notar los votos y profesiones del pueblo hebreo, en seguida los juramentos de los primeros fieles, de los anacoretas, y por fin, los de todas las instituciones cristianas.

El venerable prelado concluyó recordando a los seminaristas los pensamientos que debía excitar en sus almas los colores de su hermoso traje: el azul del manto el del cielo a que deben dirigir todas sus aspiraciones; el blanco de la Beca, la pureza de costumbres, que imitando a su excelsa patrona ha de caracterizar su conducta y el escudo del sagrado corazón de Jesús, que llevan sobre el lado izquierdo del pecho, la carrera de amor, abnegación y sufrimientos que tienen que hacer si quieren ser buenos ministros de aquel que dijo:

«El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome una cruz y me siga».

Y decidió engrandecer el edificio con un lujoso Salón de Actos o de Grados en el ala Este; con nuevas aulas y con un huerto jardín.

Las obras comenzaron en 1863, un año después de la visita que la reina hizo a Orihuela (parece ser que en dicha visita entregó a Cubero un generoso donativo para el Seminario).

Litografía de Isabel II. Colección Javier Sánchez Portas. Opúsculo histórico de la ciudad de Orihuela con motivo de su visita en 1862. Biblioteca Valenciana Digital.

De ese año tenemos una descripción que hizo José Pastor de la Roca, periodista, filósofo y novelista nacido en Dolores, antiguo alumno del seminario.

El museo universal. 20 de diciembre 1863: Descripción del Seminario conciliar; la fundación del ilustrísimo señor obispo de la diócesis don Juan Elías Gómez de Terán, con arreglo a las prescripciones del concilio de Trento y bajo la advocación de la Purísima Concepción y San Miguel Arcángel, cuya erección fue aprobada por bula de Su Santidad en 7 de marzo de 1743 y real provisión de 28 de mayo del mismo año.

Su posición sobre una graciosa explanada del monte presenta un golpe de vista magnífico y sobremanera pintoresco, ofreciendo el rico panorama que desde él se descubre.

Su fábrica, sencilla y moderna, presenta una admirable uniformidad arquitectónica de grato efecto y su iglesia pequeña, aunque bonita y ricamente decorada con ornamentación espléndida deja bien poco que desear al más exigente; dos de sus grandes piezas están destinadas a la biblioteca, que es selecta, y al archivo general de la diócesis.

La fachada que corresponde exactamente al Mediodía, mide una extensión de 638 palmos valencianos y la gran explanada que se extiende al frente, tiene 795 de longitud por 130 de latitud.  

Este extenso Seminario, al cual puede subirse cómodamente con carruaje por su espacioso camino o rampa, contiene dos grandes cisternas alimentadas por las vertientes de la montaña del castillo, que se eleva a la espalda de aquel por la parte del Norte.

Los accesorios de este establecimiento magnífico, despojados ya en parte de la aridez agreste de que adolecieran, deben al actual prelado y al celoso rector del mismo importantes mejoras que continuarán en mayor escala en lo sucesivo.

Por de pronto el limonero, el naranjo, el nogal, la vid con sus rastreros parásitos admirablemente plantados con simetría, casi en la misma peña, hermosean la delantera y la amenizan, así como también los puntos laterales de la explanada, al paso que el atrevido entusiasmo del citado señor obispo proyecta extender las plantaciones a todo el primer término de la montaña desde dicho punto hasta el caserío y transformándola, según su expresión misma que le hemos oído, en una florida colina de Estambul.

Vista de Orihuela. El museo universal. 3 de diciembre 1863.

El 19 de marzo de 1864, en la subcomisión de Gracia y Justicia, el diputado a Cortes Sr. Rivero Cidraque, abogó para que se aumentase la asignación al seminario conciliar de Orihuela.

No tengo más noticias hasta 1867, año en el que culminaron las obras. En Orihuela no había prensa; pero el diario «La Paz de Murcia» tenía un corresponsal que enviaba por carta las noticias locales.

La Paz de Murcia. 13 de enero de 1867: El señor obispo de esta diócesis, que ha llevado a cabo no pocas obras de importancia en el tiempo que se halla entre nosotros, está introduciendo grandes reformas en el magnífico seminario conciliar de San Miguel, sin duda el primero de su clase en España.

Hemos tenido ocasión de visitar el grandioso salón que se está terminando con destino a actos públicos y que es verdaderamente una obra notable. Quizá no sea más capaz el paraninfo de la universidad central y por de contado tiene mayores dimensiones que el teatro de la universidad de Valencia.

El decorado de estilo ojival, es sencillo pero de buen efecto. En el lugar preferente se colocarán los retratos de S. M. y del Sumo Pontífice; obras que están terminando el pintor D. Manuel Olmos, hijo de esta población, y según tenemos entendido también adornará el salón el busto del señor obispo, que se ha encargado al escultor Sr. Riudavest.

El 6 de junio de ese mismo año, Pedro María Cubero se embarcó en Alicante, en un vapor de la empresa López con rumbo a Barcelona. Su destino final, junto al resto del episcopado español, era Roma.

Allí se reunieron con el Papa Pío IX (este pontífice fue quien años antes había proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción «Ineffabilis Deus»). Tras expresarle su apoyo, el cardenal arzobispo de Santiago y el resto de arzobispos y obispos españoles regresaron a Barcelona a mediados de julio a bordo del buque «San Quintín». Dos años después, este pontífice convocaría el primer concilio celebrado en el Vaticano.

A finales de noviembre todo estaba preparado para la gran inauguración del nuevo Salón de Actos del Seminario de Orihuela.

La Paz de Murcia. 23 de noviembre de 1867:  En el Seminario conciliar de San Miguel de Orihuela se está construyendo un magnífico salón que se destina para los grados, en cuyos trabajos se adelanta con rapidez; pues tiene que inaugurarse el día 8 del próximo diciembre.

Dirige la obra el dignísimo prelado D. Pedro María Cubero López de Padilla, haciendo él las veces de arquitecto, y a su celo tan sólo se debe la obra. El referido salón es de construcción gótica con soberbia y elevada bóveda, y con cuantos adornos aconseja el orden a que pertenece.

Se ha levantado una especie de plataforma, y sobre ella un rico dosel, bajo el cual se ostentarán, pintados al óleo, los retratos de nuestra Soberana y el magnífico Pontífice Pío IX.

Para la gran función que ha de celebrarse el día de la Inmaculada Concepción de María, debe asistir todo lo más notable de la provincia, hallándose ya invitados el señor gobernador civil, Consejo, Ayuntamiento, cabildos catedral y colegial, el clero parroquial de la diócesis, uno de los señores senadores del reino y lo más distinguido de Orihuela.

Los colegiales adornarán e iluminarán toda la fachada del Seminario, lo mismo que un patio interior que se ha reedificado, el que contendrá elegantes arcos de mirto, bellísimos adornos en sedas y flores, gran número de lucernas, lámparas, arañas, etc., etc., y ya brilla en todos los rostros de los habitantes del Colegio la alegría reveladora del gran objeto para que el salón se destina, pues debe producir en lo sucesivo raudales de ciencia y sabiduría.

El señor obispo pronunciará un discurso de apertura, al que contestarán con otros los señores catedráticos, admitiendo y corroborando las ideas vertidas en aquel, y muchos seminaristas recitarán o leerán poesías alusivas, en cuya confección ya se ocupan los más aventajados.

Todo hace esperar que la función que se prepara para el 8 del último mes del año, será brillante; y que dejará un recuerdo en aquella población.

Colección Jesús Rodríguez Tejuelo.

El día de la inmaculada Concepción de 1867.

Las fiestas de inauguración tuvieron lugar el día de la Inmaculada Concepción, titular del seminario. Entre los días 17 y 21 de diciembre, «La Paz» dio cuenta de las obras ejecutadas y de todo lo acaecido en aquella memorable jornada. Lo contó a través de tres cartas publicadas en cuatro artículos que he transcrito completos.

Las tres cartas (cuatro artículos) montadas en una sola portada.

La Paz de Murcia. 17 de diciembre de 1867: FIESTAS EN EL SEMINARIO DE ORIHUELA. Carta primera: Orihuela, 9 de diciembre de 1867. Señor director del «Diario Mercantil» de Valencia.

La inauguración del magnífico salón para aperturas de curso y actos literarios que se verificó el día de la Concepción en este Seminario, sírveme de ocasión para darle algunos antecedentes sobre dicha casa. Particularmente sobre su hermosa posición topográfica, sus excelentes condiciones higiénicas, su régimen y disciplina interior y sus prácticas escolares, terminando con la descripción arquitectónica del nuevo salón y fiestas verificadas con este motivo.

D. Juan Elías Gómez de Terán, obispo de esta diócesis, hombre dotado de un gran talento, de vasta erudición, sobre todo de un genio activo y emprendedor (pues a él se le deben muchas construcciones así de iglesias como de asilos de Beneficencia de este obispado), deseando cumplir con lo dispuesto por el Concilio de Trento sobre creación de Seminarios, determinó dotar a esta diócesis de una casa de la que tanta necesidad sentía.

Juan Elías Gómez Terán. Real Academia de la Historia.

El punto por él elegido fue la montaña conocida en este país con el nombre de El Castillo, por razón del que en su cima construyeron los árabes y del que todavía se conservan algunos restos, no obstante haber sido volado por el rey D. Felipe V.

Hállase separada esta montaña de la cordillera general denominada Cruz de la Muela, que es una de las ramificaciones de la Sierra Segura, por un cerro denominado el Oriolet, situado en la parte del Norte, cerro admiración de los geólogos por ser de roca primitiva y hallarse enclavado entre ambas montañas, sin tener con ellas semejanza alguna.

La población está situada a la parte del Mediodía de la montaña, y en la grande explanada que esta forma en la mitad de su altura, existió antiguamente una ermita de San Miguel, y más tarde un beaterio.

El señor obispo Terán levanto en ella el actual Seminario Conciliar, aprovechando parte de las anteriores construcciones, y dándoles nueva forma y distribución. El obispo Tormo continuó la obra y últimamente el actual ha terminado el edificio.

Dos retratos del obispo Josef Tormo y Juliá. El primero está atribuido a José Vergara Gimeno y está expuesto  en el Centre Cultural La Nau de Valencia. El segundo es de Antonio Llopis, y se expone  en el Palacio Episcopal de Orihuela, Museo de Arte Sacro.

Súbese al Seminario por dos escaleras, la una angosta y abierta casi en su totalidad sobre la roca viva y por la que en cinco minutos puede bajarse desde la puerta del seminario a la Catedral; la otra escalera es magnífica, serpentea por la montaña y sus rampas suaves son tan anchas que con facilidad podrían subir carruajes, si no fuesen obstáculo los portales que tienen para impedir el arrastre del piso en los días de lluvia.

En la primera rampa se encuentra el granero del Seminario y enfrente la casita del jardinero. La última rampa se divide en dos a derecha e izquierda, dando entrada a la grande explanada que existe delante del edificio y que parte sirve de paseo a los alumnos en los días serenos y tranquilos, y parte está destinada a jardín.

Desde esta explanada se descubre un magnífico panorama, punto de vista magnífico, pues todo el territorio es de regadío y los caseríos y pueblos que se divisan son muchos. Abraza este panorama una extensión de Levante a Poniente de cerca de once leguas; y dos y media de latitud en su parte media.

Todo este territorio está regado por el Segura y en él se descubren a la simple vista, la ciudad de Murcia, Algezares, Monteagudo, Beniel, Bigastro, Benejúzar, Jacarilla, Almoradí, Dolores, Rafal y otros varios pueblos con infinidad de caseríos.

Traseras del Seminario. Colección Esteban Sanmartín.

Sobre esta explanada levántase el Seminario aislado teniendo su fachada principal hacia el Mediodía y a sus pies la población, resguardado del Norte por la misma montaña, que a su espalda continúa en sucesivo ascenso.

Mide 150 metros de longitud y 48 de latitud; su altura es proporcionada y está adornado con tres filas de ventanas que lo hermosean; su conjunto se destaca sobre la montaña, descubriéndose a la simple vista desde una distancia considerable.

Como el Seminario no fue todo fundado de planta sino que ya existían algunas obras cuando se construyó; su fachada no es perfectamente simétrica en su división, y se halla distribuida en el modo siguiente: Empezando por la parte de Poniente, 24 metros forman la parte llamada Gramática, porque en ella habitan los alumnos del primer periodo de Segunda enseñanza.

El Seminario con el aspecto anterior a la Guerra Civil; con el reloj en la torre del campanario. Colección Javier Sánchez Portas.

Sigue la portada con 10 metros de extensión y dos puertas; la una da entrada al Seminario y la otra a la iglesia; sobre estas hay dos balcones que dan luz a las habitaciones del señor obispo. La construcción de dicha portada es muy bella y es toda de piedra berroqueña con algunas esculturas; entre las dos puertas se ven las armas del fundador Terán, cuyos cuarteles están formados con mármoles de colores.

Colección Javier Sánchez Portas.

Continúa la iglesia, cuyo altar principal se halla a Levante, midiendo con el camarín 32 metros. Levántase con el resto de la fachada una elegante torrecilla con dos campanas y un reloj, cuyos sonidos llegan a escucharse hasta cerca de media legua de la población.

Iglesia del Seminario años 30 siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas

La iglesia y la parte siguiente del edificio hasta 53 metros, son obra del señor obispo Terán desde sus fundamentos, formando su construcción un recinto casi cuadrado, en cuyo centro existe un espacioso patio.

El señor obispo Tormo, viendo que no era capaz el Seminario para los jóvenes que a él acudían, continuó la obra extendiéndola 32 metros en su fachada y dejando sin cerrar el área del nuevo patio, que ha terminado el actual obispo con el nuevo salón construido, cuya situación es de Norte a Mediodía.

Patio del Seminario. Colección Jesús Rodríguez Tejuelo.

Las condiciones higiénicas del Seminario es inútil encarecerlas; aislado, con ventanas a todos vientos y a gran altura, hacen que no reinen en él ninguna clase de enfermedades; prueba de ello es que no hay en el edificio punto alguno para enfermería.

A ello contribuye mucho el tener cada alumno su habitación particular e independiente, con su correspondiente ventana, y de una capacidad suficiente para colocar desahogadamente una cama, una mesita de estudio, dos sillas, cofre, palanganero y una percha.

Régimen y descripción interior: El señor Terán dotó a esta casa de unas sabias constituciones, pero como los tiempos varían, fueron adicionadas por el señor Tormo, después por el señor D. Simón López, que de esta silla pasó a esa Metropolitana, y últimamente el Excelentísimo e Ilmo. Sr. Cubero, actual obispo, ha formulado y planteado un nuevo reglamento, que abraza la parte disciplinar y también la enseñanza.

He aquí en pocas palabras resumidas ambas cosas: Los alumnos se levantarán a las cinco y media, a las seis estudian hasta las siete, a esta hora bajan todos a la iglesia para oír misa y otras prácticas religiosas hasta las ocho, toman en seguida el desayuno y a las ocho y media entran en cátedra los humanistas de primero y segundo periodo, a las nueve los teólogos y canonistas y todos salen a las once; estudian hasta las doce, bajan a comer, y terminada la comida tienen un rato de recreo, ya en el interior del edificio, ya en la explanada antes indicada.

Seminaristas en el recreo.

Y a la una se retiran a dormir hasta las dos; estudian hasta las tres y por segunda vez vuelven a las cátedras; a las cuatro y media recreo, a las seis estudio hasta las ocho en que se reza el rosario, se cena y a las nueve todos se retiran a sus habitaciones.

En cuanto a la enseñanza, se sigue el mismo plan dado por el gobierno en los estudios de primero y segundo periodo de segunda enseñanza; en teología y cánones el plan de seminarios; dos veces a la semana, jueves y domingos, tienen por turno los alumnos actos literarios, tomando punto con veinte cuatro horas de anticipación, ya por el Maestro de las Sentencias y por el Catecismo de San Pío V, ya por la Biblia; los miércoles y sábados por las noches hay academias, con otras varias clases de ejercicios literarios que sería prolijo enumerar. (Se continuará).

Refectorio del Seminario. Colección Javier Sánchez Portas

La Paz de Murcia. 18 de diciembre de 1867: FIESTAS EN EL SEMINARIO DE ORIHUELA. Carta primera (continuación):

Estos actos literarios se verificaban en una de las cátedras de más capacidad, pero como estas se encuentran situadas debajo del piso principal, habiéndose aprovechado para la construcción el desnivel del terreno, se hallan cerca de un metro más bajas que el piso de la explanada y con el techo, aunque abovedado bajo, siendo frías y húmedas en los días lluviosos.

No existía además un punto bastante espacioso y aislado en el que pudieran verificarse las aperturas; y el actual prelado, desde el momento en que vio el edificio, concibió el gran pensamiento de dotar a la casa de un salón tan necesario y que fuese digno del justo renombre de que goza, y bastante a colocar a este Seminario en primera línea.

Este ha sido el motivo de llevar a cabo el salón magnífico, cuyo proyecto había concebido, y cuya inauguración tuvo la gran satisfacción de realizar el día de la Concepción, Patrona de este Seminario.

Descripción del salón. Hállase en la parte de Levante y ocupa toda el ala de Norte a Mediodía, y para llegar a él se necesita atravesar todo el Seminario en su parte longitudinal.

Dos puertas dan entrada a una bonita antesala abovedada, de cuyo centro pende una araña de bronce: dos ventanas, una a Levante y otra a Poniente le dan luz; mide cerca de 8 metros de longitud por 6 de anchura.

Seminario. Salón de actos o grados. Colección Javier Sánchez Portas.

Frente a las dos puertas de su entrada, otras dos conducen al magnífico y espacioso salón; entre ambas puertas se ve un cuadro de proporciones regulares que representa la Imagen de la Concepción; y sobre ellas se leen las siguientes inscripciones:

Sobre la puerta derecha: «IN ULTIMUN OPUS, MAGNUM ORNAMENTUM HUJUS SEMINARII INSCRIPTIO. INSPIRAT. DIRIGIT. VIGILAT. ADEST. PERSTAT. IN CORDIS. SEMPER. INTIMIS. ET. ARTIS. ET. SCIENTIAE. ET. DISCIPLINOE. ET. ORDINIS. DECOR. ZELUSQUE. OMNIA. DOCILI. JUVENTUTI. FIDEM. INTER. ALIA. HAE. FACIUNT. AEDES. QUAS. QUIDEM. MAGNO. COETU. STIPATUS. ET. CONGRATULATUS. ENCAENIAVIT. VI. IDUS. DECEMBRIS. DULCISSIMO. INMACULATAE. CONCEPTIONIS. DIE. ANNI. MDCCCLXVII. ET. A. SUO. PONTIFICATU. VIII. D. D. PETRUS. MARIA. CUBERO. LOPEZ. DE. PADILLA. L. D. O. M». 

Colección Javier Sánchez Portas.

Sobre la puerta de la izquierda: «IN. SEMINARII. CONCILIARIS. OPERA. MAXIMEQUE. IN. ULTIMUM. EPIGRAMA, GYMNASII EXTRUCTOR PERDIGNUS. HONORE JOANNES, QUI UT JUVENES DOCEAT SUBDERE SAXA FACIT. PRAEBUIT HUIC OPERI INCREMENTA INGENTIA JOSEPH. ARTES UT JUVENUM DISCERE VENA QUEAT, FULGENT ARSQUE MINERVAQUE DICUNT ULTIMA PETRI, IN JUVENES STUDIUM HAEC CONTULIT AMPLA LOCA. VIVAT, GREXQUE  SUUS CONCORDI VOCE PRECETUR, IPSI UT CONCEDAT PROSPERA CUNCTA DEUS. PRINCIPIUM MAGNUM HAUD PARVUM MEDIUM EXITUS ORNAT. PONTIFICES TALES INCLITA PLECTRA CANANT. L. D. O. M.

Colección Javier Sánchez Portas.

Penetremos en el salón: éste es de gusto gótico y mide 22 metros, 5 decímetros hasta la plataforma y 8 de latitud; su altura hasta la cresta de la bóveda es de 10 metros. La plataforma se eleva sobre el piso unos 8 decímetros, y tiene 4 metros y medio hasta su fondo, que sumados con los 22 metros y medio del salón forman 27 metros de longitud.

Ocho grandes ventanas de tres metros de altura y anchas de uno y 6 decímetros, que arrancan desde el pavimento, le dan luz. Sobre las ventanas y en los medios puntos de los arcos se ven 8 rosetones; y dos sobre el dosel de la plataforma con cristales de colores.

Entre las dos puertas de entrada hay una columna octógona de unos dos metros y sobre ella el busto de mármol del actual prelado, cuyo parecido deja alguna cosa que desear. Detrás están las armas del prelado, y corona todo el conjunto el capuchón que le sirve de dosel; el todo tendrá sobre unos cuatro metros, y es de estilo gótico para armonizar con todo el salón.

Colección Javier Sánchez Portas.

La tribuna se halla sobre la antesala y desde sus dos balcones cubiertos con cristales pintados se ve de frente todo el salón; en ella pueden colocarse cómodamente más de 60 personas.

En los rosetones que forman los arcos en los puntos donde se cortan, se ven las armas del Seminario, de los fundadores y del actual prelado, símbolos de las ciencias, figuras alegóricas, la imagen de la Virgen etc…

Y del centro de la bóveda se hallan suspendidas tres magníficas arañas de bronce y cristal que se destacan sobre el fondo encarnado de las colgaduras de la plataforma; dejando admirar su bella construcción.

La plataforma está decorada de un modo regio; súbese a ella por cinco gradas; dos rejas duras, de hierro fundido de lindo dibujo, cierran el recinto de los jueces y una alfombra cubre el piso en toda su extensión.

Un dosel de terciopelo carmesí cubre los retratos de Pío IX y de la Reina, ambos de cuerpo entero y de tamaño natural. Grandes colgaduras adornan las paredes del resto de la plataforma y tanto éstas como el dosel hállanse galoneados de oro.

Once sillones góticos con asientos y respaldo de terciopelo están destinados al tribunal, y en su centro se halla la gran mesa cubierta también de terciopelo con franjas, lazos y borlas de oro.

Tres de los sillones «góticos» en el centro de esta fotografía de 1910. Colección Javier Sánchez Portas.

El piso es de mármol blanco, así como los zócalos de las columnas; las paredes y bóvedas están estucadas de un modo especial usado en este país, de color de caña, y las columnas y juego de arcos de blanco mate; el conjunto sorprende y admira hasta a las mismas personas que han visitado muy notables edificios. Al penetrar en él se traslada la imaginación a la Edad Media, y cree uno hallarse en el salón del gran consejo de algunos de aquellos castillos que tanto abundan en los siglos XII y XIII.

No crea usted que este salón ha sido construido por artistas célebres; por el contrario, todos los que en él han trabajado son hombres dotados de talento, pero que se hallan, oscurecidos en pueblos de segunda clase, porque ellos mismos no saben lo que valen, o mejor, porque no aspiran a la celebridad. Son semejantes a los arquitectos y escultores de los siglos medios, que levantaban monumentos admiración de las generaciones que les han sucedido, muriendo con ellos sus nombres que la historia no registra en páginas.

Los artistas que han trabajado en esta obra, son los siguientes: D. Manuel García, maestro de obras, al que desearíamos ver ya hace tiempo con el título de arquitecto, porque de este modo podría desplegar mejor su reconocido talento; Jaime Aparicio, carpintero, ha construido todo el ventanaje; Manuel Olmos ha pintado los dos hermosos retratos de que hemos hablado y los cristales de las vidrieras; todos tres hijos de Orihuela.

Los sillones han sido construidos en Valencia por Ramón Tamarit, y en ello ha dado a conocer su aptitud para el tallado; el busto del señor obispo y la columna son del escultor Antonio Riudavest, que aunque no es hijo de esta ciudad; reside en ella bastantes años. El adornista ha sido el señor Puchades, de Valencia, que ha colocado los cortinajes, dosel, etc.

Pero aunque estos eran los constructores, otro se hallaba al frente de la obra; cerca de cinco años se han empleado en la construcción del salón, y raro ha sido el día en que este director jefe ha dejado de visitarlas e inspeccionarlas; este director es el señor obispo; todo ha sido inspirado por él, él ha dado la idea, ha corregido los planos y modelos, todo ha pasado por sus manos, no se colocaba una piedra o un ladrillo sin que él lo dispusiera, lo vigilara, lo dirigiera, dando con esto pruebas de su celo, y sobre todo de sus conocimientos y amor a las artes.

¡Dichosos los pueblos que tales hombres tienen a su cabeza! Lástima que no pueda disponer de las rentas que en otros tiempos disfrutaba este obispado, porque renovaría todas las iglesias, estimularía los ingenios, daría impulso a las artes, y muchos pueblos poseerían ya buenas parroquias en vez de las mezquinas que hoy existen, y entre ellas algunas ruinosas.

Las obras de Cubero gritan muy alto que España es siempre la patria de los grandes prelados. Pero me he extendido demasiado en esta carta: en la inmediata daré a usted cuenta de las fiestas celebradas el domingo. (Se continuará).

Iglesia del Seminario en los años 30 del siglo XX. El altar mayor, dedicado habitualmente a San Miguel, aparece ocupado por la Inmaculada Concepción. Colección Javier Sánchez Portas.

La Paz de Murcia. 20 de diciembre de 1867: FIESTAS EN EL SEMINARIO DE ORIHUELA. Carta segunda: Orihuela, 10 de diciembre de 1867. Señor director del «Diario Mercantil».

Terminadas las obras del salón y finalizadas también las de la habitación rectoral que ha sido transformada y amueblada de nuevo, el señor obispo señaló el día de la Concepción, Patrona del Seminario, para la inauguración.

El alcalde de esta ciudad y demás individuos del Ayuntamiento se ofrecieron espontáneamente a prestar todo su apoyo, con el objeto de solemnizar el acto; se formó una comisión compuesta de dos concejales y dos superiores del Seminario, que invitaron por medio de tarjetas a todas las personas de regular posición social, así de la población como de la diócesis; estas tarjetas solo servían para el acto de inauguración y para que las señoras visitasen el salón después de terminado el acto; el segundo y tercer día la entrada se ha permitido a todo el mundo desde las nueve de la mañana hasta igual hora de la noche.

Recibieron especial invitación el señor gobernador de la provincia, el Consejo provincial, el cabildo catedral, colegial, cuerpo de beneficiados y el Juzgado; y todos honraron con su presencia el acto.

El día señalado, los alumnos, fortalecidos antes con la sagrada Comunión, asistieron a la capilla, donde se cantó por tres colegiales una bonita misa; hizo el panegírico el señor rector canónigo doctoral, doctor D. Francisco Pedrós, y terminada la misa, dicho señor rector dio la bendición Papal, cuya facultad le fue concedida en razón de haber asistido al centenar de San Pedro.

A las once y media las campanas del Seminario anunciaron que el señor obispo y los convidados subían la montaña y salió a recibirles la comunidad con sus superiores.

El aspecto de la escalera era magnífico, pues toda ella veíase cubierta de gente que ansiosa esperaba el momento de penetrar en el Seminario.

Ministerio de Cultura. Años 30 siglo XX.

Acompañaban al señor obispo el gobernador, su secretario, los individuos del Consejo Provincial, el Ayuntamiento, los diputados provinciales de esta población, una comisión del Instituto de Alicante.

El juzgado, el senador señor Rebagliato, los señores Ganga y Lacy, comisiones de los cabildos catedral y colegial y otras varias personas de distinción, ostentando la mayor parte cruces y condecoraciones debidas a sus talentos, méritos y servicios.

La música de la ciudad tocaba en tanto piezas escogidas. Llegada a la explanada, entró la comitiva primero en la iglesia, dirigiéndose después al salón. Dejémosla en él y pasemos a hacer una descripción de los adornos interiores y exteriores del Seminario.

Estos han sido obra de los mismos colegiales, a los que se dividió en secciones dándoles cuanto pidieron y se les distribuyó el terreno que cada sección debía adornar. La comunidad estaba entusiasmada de tal modo que ha sacrificado los ratos de recreo para trabajar, y de esta manera no ha perdido ni un momento de estudio.

Las secciones en competencia fabricaron juguetes, flores, lámparas transparentes, arcos de variado gusto y otros varios y todos bellos adornos.  Todas las ventanas tenían colgaduras y pabellones formados con los colores nacionales; de ventana a ventana corría un orden de faroles de colores; sobre las repisas dos farolillos, y colgando del centro una gran bomba; la portada tenía transparentes en los balcones; y toda ella estaba cubierta de vasos de colores; el jardín se iluminó a la veneciana.

Querer describir los adornos interiores es casi imposible; tantos y tan variados han sido. El techo de la portería desapareció detrás de las banderas de varios colores que de él pendían, sus paredes se han adornado con ramajes, lazos de colores, flores artificiales, grandes lámparas y farolillos. 

El pequeño tránsito que se encuentra antes del gran claustro abovedado de la iglesia, estaba adornado con varias clases de faroles y lámparas de papel rizado, recortes de papel formaban varios y caprichosos juegos en el techo. En un gran transparente, colocado a la derecha, se leía que la entrada era libre.

Rector y profesorado del Seminario. Colección Javier Sánchez Portas

El gran claustro de la iglesia se veía todo cubierto de arcos; y de las paredes y bóvedas, pendían multitud de lazos y de cintas; debajo de cada arco se veían transparentes con poesías dirigidas al señor obispo, gobernador, consejo, cabildo, etc.

Del centro de la bóveda pendía primero un bergantín-goleta hecho con la mayor minuciosidad; seguía una gran lámpara de caprichosa construcción, cuya parte central tenía movimiento, y después una torre y dos grandes arañas, obras todas de un colegial que ha desplegado en ellas toda su habilidad.

En el fondo de este corredor se encontraba el retrato de Benedicto XIV, que expidió la bula de creación del Seminario, teniendo a su derecha el del señor Terán, fundador, y a la izquierda el del Sr. Tormo, continuador de los otros; los tres adornados con colgaduras; todo este claustro formaba una bonita perspectiva.

El espacio que se encuentra antes de entrar al corredor, está formado por cuatro grandes arcos; estos, lo mismo que las paredes, han desaparecido bajo el follaje y adornos, con sus correspondientes flores artificiales, lámparas y farolillos.

Frente a la puerta del corredor y en el centro, se ha colocado una fuente y junto a la pared, dos modelos de pequeñas dimensiones del altar mayor de la capilla del Seminario y del salón que se iba a inaugurar; delante del altar se veía un farol de caprichosa figura.

El corredor siguiente tiene adornadas sus paredes con arcos apuntados, transparentes y faroles figurando mitras y pirámides; del techo cuelgan lámparas y arañas de mil formas, y por todas partes lucen variados adornos; todos los trasparentes contienen versos alusivos a la fiesta, exceptuando los ocho últimos, en los que se ven caricaturas dignas de Ortego.

Cierra este corredor un arco árabe muy bien pintado, cuyo fondo es trasparente, y suspendida del techo entre las dos puertas de entrada se ve una granada que se abrió al entrar en el salón el señor obispo y convidados, dejando escapar una porción de pajarillos.

En la pared hay un cuadro de caligrafía muy bien trabajado. Así el barco como los demás adornos que he enumerado se iluminaban por la noche; además de las muchas luces de aceite, había doscientas de petróleo, de modo que las sombras desaparecían ante tan vivos resplandores.

Repito que todos los adornos han sido obra de los alumnos, a los que se les facilitó un taller de carpintería y los colores necesarios. Solo el entusiasmo explica lo que han hecho. Regresemos al salón donde dejamos al señor obispo y convidados.

Sobre la plataforma tomaron asiento las comisiones y personas de carácter oficial y el claustro del Seminario con el traje académico; el señor obispo tomó la palabra y pronunció un discurso en el que expresó clara y sencillamente las razones que le habían impulsado a levantar esta obra, para dar gloria al Seminario, para manifestar su cariño a la juventud, en cuya educación y dirección ha pasado todos sus años, puesto que cuando fue nombrado obispo de esta diócesis se hallaba desempeñando el cargo de rector del Seminario de Córdoba, cuya casa no abandonó desde el día en que vistió de beca, habiendo desempeñado en él sucesivamente los cargos y enseñado por espacio de muchos años.

Retrato que se conserva en el seminario San Pelagio de Córdoba, en donde Pedro Mª Cubero fue alumno, profesor y posteriormente rector. Julia Ferrer Vilar

Manifestó que la vida del hombre depende de la educación que recibe en los primeros años, y que abrazando la enseñanza de los Seminarios los dos extremos, es decir, la perfección de la inteligencia y la perfección del corazón, sólo esta educación podía oponerse al torrente y desbordamiento general de que hoy se resienten las inteligencias y las costumbres, y que todos por esta razón debemos tener interés por el engrandecimiento de los Seminarios.

Terminó dando las gracias el señor gobernador y demás que con su presencia al acto de la inauguración manifestaban de un modo evidente su interés por el engrandecimiento del Seminario.

La entonación de voz del señor obispo, vigorosa y valiente, su expresión fácil y correcta, y su lenguaje hijo del corazón y del entusiasmo, conmovió al público que le escuchaba con la atención más profunda. En la carta siguiente continuaré  dando cuenta, de lo ocurrido en tan solemne acto. (Se continuará).

Colección Jesús Rodríguez Tejuelo.

La Paz de Murcia. 21 de diciembre de 1867: FIESTAS EN EL SEMINARIO DE ORIHUELA. Carta tercera: Orihuela, 12 de diciembre de 1867. Señor director del «Diario Mercantil» de Valencia.

Después del señor obispo, cuyo discurso he reseñado en la carta anterior, usó el señor rector de la palabra trazando a grandes rasgos la historia de los Seminarios Conciliares.

Manifestó esa gran verdad que todos confiesan, de que la Iglesia ha cobijado siempre en su seno las ciencias y que sin su solicitud, hubieran perecido en la Edad Media todos los documentos de la antigüedad.

Habló después de la enseñanza eclesiástica española, citando los concilios de Toledo, entre ellos el IV, celebrado en 633, y se concretó por último al Seminario de Orihuela, reseñando su historia.

Siento no recordar las elocuentes frases con que el señor rector dio las gracias a todos los convidados y su felicitación al señor obispo; si pudiera proporcionarme una copia del discurso se la remitiría, porque sé que va a publicarse.

El senador D. Andrés Rebagliato, felicitó luego en breves frases al señor obispo y al Seminario, en nombre de las personas invitadas, manifestando que todos participaban de su alegría, y que él y sus compañeros estaban dispuestos a prestar su apoyo en favor del Seminario.

El secretario del establecimiento, señor Castelló, leyó a continuación algunas poesías alusivas al acto, escritas por los alumnos y por varias personas extrañas a la casa que se han dignado honrarla de este modo, repartiéndose ejemplares impresos a los convidados.

Don Antonio Tortosa, autor de las inscripciones puestas en las lápidas que incluí en mi carta primera, leyó y repartió también esta obra literaria. El primer teólogo dio las gracias a todos los concurrentes en nombre de la comunidad, con un sencillo discurso.

Baltasar Gómez Berna.

Entre tanto se habían reunido en la sala los colegiales  que debían cantar un himno; letra de uno de ellos y música del organista de la Catedral, D. José Ramón. En medio del más profundó silencio se escuchó el ritornelo tocado en el piano y armónium por dos alumnos, resonando después el coro compuesto de unas cuarenta voces; las estrofas se componían de un dúo de bajo y contralto, un terceto de los mismos y tiple; un solo de bajo y otro de tenor; el final de la obra arrancó nutridos aplausos.

Terminado el acto de la inauguración se dirigieron todos los concurrentes a la capilla, en la que se cantó el «Te Deum» en acción de gracias y se cruzaron varios de los señores invitados. Con esto terminó la fiesta de la mañana. 

Por la larde la multitud inundaba las plazas del seminario, agrupándose sobre la puerta deseosa de penetrar en él. Fue necesario pedir auxilio a la guardia civil y municipal para despejar y ordenar a la gente; permitiendo la entrada a los que presentaban papeletas; y a pesar de esto, no se vio desocupado el salón y tránsitos que a él conducen, hasta bien entrada la noche.

Al oscurecer se encendieron todas las lámparas, trasparentes, etc. y se iluminó el salón. El señor obispo, convidados y varias familias invitadas ocuparon el salón cantándose el himno por segunda vez. Algunos alumnos gramáticos, recitaron versos pidiendo días de vacaciones; y uno de los señores convidados apoyó su petición, siendo otorgada la gracia por el señor obispo.

Poesía original confeccionada para el acto con fotografías del Papa y del Obispo. Colección Javier Sánchez Portas.

Un bonito castillo de fuegos artificiales costeado por el Ayuntamiento, hizo abandonar a todos los concurrentes el salón; dirigiéndose a las ventanas y plazas del Seminario, terminando con esto las fiestas del día primero.

Epílogo.

Tras breve enfermedad, a la edad de 71 años, Pedro María Cubero falleció el 10 de noviembre de 1881 en el palacio episcopal de Orihuela.

Pedro M. Cubero López. Colección Javier Sánchez Portas.

La Época. Madrid. 11 de noviembre de 1881: Hemos recibido el siguiente despacho telegráfico de nuestro servicio particular: «ORIHUELA 10 (11.57). —El señor obispo de esta diócesis, Sr. Cubero, ha fallecido a las once menos cuarto. El sentimiento es general en toda la ciudad».

No es extraño; las bellísimas cualidades del malogrado D. Pedro Cubero López, como político, como orador, como hombre, y sobre todo como prelado, le habían granjeado el respeto, el cariño y admiración de cuantos le habían escuchado, ya en el Senado en 1876, o ya en la iglesia.

Su conducta y su ciencia le hicieron ser nombrado rector del colegio de San Pelagio de Córdoba, hasta que en 1858 pasó a ocupar el obispado de Orihuela. Lamentamos tan notable pérdida.

Pedro María Cubero. Esquela mortuoria. Colección Javier Sánchez Portas.

El eco de la provincia. 12 de noviembre de 1881: Antes de expirar el dignísimo Prelado de esta Diócesis D. Pedro María Cubero, recibió un afectuoso telegrama del Romano Pontífice, quien le enviaba su santa bendición, expresando el deseo de que se restableciera la salud de tan insigne Prelado, para el bien de la iglesia y de la Diócesis que ha regido.

Ocurrido el fallecimiento de S. E. I., el señor Deán de la Catedral, que se encontraba a la cabecera de la cama del noble enfermo, cumplió el ceremonial establecido para tales casos, apoderándose del Sello Mayor del Obispado, dirigiéndose inmediatamente al templo Catedral, desde cuyo púlpito anunció la muerte del Sr. Obispo.

La campana mayor de la misma iglesia se dio a vuelo tocando a muerto, reuniéndose acto seguido el cabildo eclesiástico que reasume la jurisdicción de la Diócesis hasta el nombramiento por el mismo del Gobernador de la Mitra.

El cadáver de nuestro inolvidable señor Obispo fue embalsamado en la tarde de anteayer, y amortajado con las vestiduras pontificales se halla expuesto al público en palacio. La capilla ardiente está establecida en el salón de Obispos, y a ella acuden incesantemente los vecinos de Orihuela y pueblos comarcanos para honrar con lágrimas y oraciones los restos humanos del que fue nuestro cariñoso pastor.

Los seminaristas del colegio de San Miguel, los alumnos del de Santo Domingo y las comunidades de religiosos Franciscanos y Capuchinos, acuden también a la capilla ardiente rezando responsos por el alma del señor Obispo, y en la mañana de ayer se celebraron gran número de misas en altares erigidos en aquella. El entierro de S. E. I. se celebrará hoy con inusitada pompa religiosa.

Los periódicos de esta capital, sin distinción de matices políticos, se ocupan ayer de la muerte del que fue nuestro dignísimo Prelado, expresando con sentidas frases la profunda pena que por este sensible suceso experimentan sus redacciones y el noble pueblo de Alicante, que fue objeto del cariño de aquel ilustre sacerdote.  

«El Constitucional» se expresa así: «Ayer se recibió en esta capital la infausta noticia del fallecimiento del Ilustrísimo señor D. Pedro María Cubero, obispo de Orihuela. Dios haya acogido en su seno el alma de tan virtuoso Prelado, modelo de caridad cristiana. Nos ocuparemos detenidamente de este suceso que ha afectado profundamente a la Diócesis que tenía a su cargo tan ilustre sacerdote».  

Dice «El Graduador»: «Ayer se recibió la infausta noticia de haber fallecido el que fue M. I. y digno Obispo de esta diócesis. D. Pedro María Cubero. La fatal noticia circuló rápidamente por todas las iglesias y centros oficiares de esta ciudad, siendo a la vez objeto de la atención pública y de sentimiento general el fallecimiento de tan querido Prelado. En vano los fieles de Orihuela y las comunidades religiosas han hecho rogativas por la salud del sacerdote. La muerte implacable cortó el hilo de tan preciosa vida. Q. E. P. D.».

Y últimamente «La Unión Democrática» consagra a la memoria del señor Obispo las siguientes líneas: «Ayer a la una y media de la tarde se recibió en esta capital un telegrama fechado en la vecina ciudad de Orihuela, en el que se participaba la triste nueva del fallecimiento del Sr. Obispo de la Diócesis, D. Pedro M. Cubero, ocurrido cuando se esperaba el alivio de las dolencias que afligían a S. I.

Amigos de rendir siempre un tributo a la verdad, y por otra parte, impresionados ante el frío cadáver del que fue Obispo de Orihuela diremos, trabajados por estas dos tendencias, que ha sido generalmente sentida la muerte de S. I., y nosotros, aunque no siempre juzgados con imparcialidad en punto a creencias, enviamos nuestro sentido pésame a la respetable familia de S. I., y hacernos fervientes votos porque su alma yazca en el seno del Omnipotente.»

Colección Jesús Rodríguez Tejuelo.

Su cadáver fue acompañado hasta San Miguel por una inmensa multitud y allí quedó depositado, junto a la epístola del altar mayor de la iglesia del Seminario.

En el verano de 1889, ya bajo el episcopado de Juan Maura y Gelabert, se creó el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas de San José para seminaristas de clase humilde, ubicado en el antiguo convento de los trinitarios que, al día de hoy, ocupan las dominicas de Orihuela.

En 1925, el obispo D. Javier Irastorza lo convirtió en seminario menor. 

Fotografía realizada en el Seminario, poco antes de la Guerra Civil. En el centro el obispo Javier Irastorza Loinaz. En la fila del obispo, el segundo por la derecha Antonio Roda. Archivo Lola Arques y Ginés Gea.

Durante la Guerra Civil fue Penal o «Campo de Trabajo» para ambos bandos; albergando en la posguerra a su recluso más famoso: Miguel Hernández. Pinchando la siguiente imagen podéis acceder al artículo «El Campo de San Miguel».

Pinchad la imagen para acceder al artículo sobre el penal de San Miguel.
Alumnos del seminario oriolano. Primera mitad años cuarenta del siglo XX. Colección Consol Payá Amat.

En 1942 fue devuelto a la diócesis sufriendo otra gran reforma y reparación entre los años 1946 y 1951. El autor del proyecto fue el ilicitano Serrano Peral, arquitecto de cabecera del futuro obispo Almarcha. Además del Seminario, le encargó el Oratorio Festivo y el entorno de la Catedral; es decir: la recomposición del claustro y la reforma y urbanización de la Plaza del Salvador.

Planos confeccionados en 1945 para la reforma de Serrano Peral.

Si os apetece saber más sobre su fundación, construcción y alumnos ilustres, os remito al libro «Orígenes del Seminario de Orihuela, 1742–1790», obra de varios autores, publicado en 1992 con motivo de su 250 aniversario.

El Seminario en la actualidad. Francisco Luis Galiano Moreno.
El Seminario en la actualidad. José Antonio Ruiz Peñalver.
El Seminario en la actualidad. Coque Celdrán.
El Seminario en la actualidad. Francisco Luis Galiano Moreno.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a José Ojeda Nieto por la información sobre la ermita de San Miguel. Y a Javier Sánchez Portas por la espléndida documentación gráfica que ilustra el artículo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba), historias de Orihuela, fotos, postcast y vídeos.