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Justo García/Ángel Rozas. 11. 1907/8.

Nos alegramos de la noticia que nos das de que nos mandarás todos los meses 15 pesetas por los artículos que escribes en la Huerta; que sea cierto es lo que deseamos. Justo García Sánchez, noviembre de 1907.

Mi padre se hizo maurista de un golpe. Desde entonces, la Fortuna que es monárquica y conservadora, comenzó a sonreírle y protegerle; y la despensa de casa fue llenándose de jamones de que escaseábamos mucho cuando mi padre era puritano y redentor del pueblo. Ángel Rozas.

Madrid, 1907. Carrera de San Jerónimo. «Madrid me mata»

La Huerta. Número 171 – 29 de octubre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. Adiós Huerta o por mor a Cierva. Cuando casi no había comenzado a escribir en este simpático diario, he de despedirme de sus lectores. Es el caso que mi carrera literaria no me da dos miserables pesetas que como todo mortal que no las tiene, las necesito y me caerían archibién en el bolsillo. Y pensando cómo ganarlas apunto a Cierva o a su reforma de la policía. ¡Haré oposición a una plaza de polizonte! Me doy un palmetazo en la frente y grito el eureka de mi salvación.

Comunico mi idea a Escudero Bernicola y decido dejar de ser un mal cronista para ser un buen policía. ¿Quién sabe si esto es margen que yo puedo ocupar el día de mañana con muchas cuartillas? Pero por ahora me despido de esa redacción y de los lectores de La Huerta y voy a ocuparme en los preliminares estudios que luego me han de servir para cumplir un sagrado deber o estafar a todo el mundo: según la aprensión que a mí me dé el cargo.

Una satisfacción tengo al dejar el de cronista madrileño en este periódico y es el de verme sustituido por un amigo mucho mejor escritor que yo. Y sea mi último trabajo el que me es muy grato: presentar a Vdes. al nuevo cronista y galano estilista Ángel Rozas cuya inagotable amenidad le recomienda al afecto de los lectores. Alfonso Varí.

En noviembre de 1907 nuestro biografiado retomó el empleo de cronista en la capital para la prensa de Orihuela; en concreto para el diario «La Huerta». Unía este trabajo al de profesor particular, como forma de enviar algo de dinero a su anciano padre, que ya no podía ni pagar ni el pan.

Nacía así «Ángel Rozas», un mordaz y prolífico periodista que evitó asociar su nombre al del erudito profesor Justo García Soriano. No he conseguido deducir quien era Alfonso Varí, el cronista al que sustituyó cuando se metió en la policía.

1907. Noviembre. Ángel Rozas.

En el primer artículo, a modo de carta de presentación, revistió su nueva personalidad con algunos imaginarios datos biográficos. Ángel Rozas era un mujeriego vividor, hijo del alcalde de Trijueque, un cacique chaquetero que había pasado por todo el espectro político con el único fin de vivir a costa del Ayuntamiento.

La Huerta. Número 179 – 8 de noviembre de 1907: 

La Huerta. Número 179 – 8 de noviembre de 1907: CARTA-EXORDIO: Señores suscriptores y lectores intermitentes del periódico LA HUERTA. Muy respetables señores míos: Mi paisano y amigo de la infancia Alfonso Varí, cuyo ingenio chispeante habéis tenido ocasión de saborear en este lugar mismo, me ha hecho la honra de designarme su sustituto en el cargo de mandar a La Huerta una crónica diaria desde esta villa y corte.

Presentóme al simpático Sr. Escudero Bernicola en el salón mujeriego y sibarítico del café Candela, y el joven letrado tuvo la amabilidad, que le agradezco en el alma, de aprobar la designación, concediéndome la investidura de cronista madrileño, un nuevo título con que podré adornar mis tarjetas de visita.

Ya conocéis, por su última crónica, los motivos que han obligado a Varí a despedirse de vosotros y a abandonar su tarea apenas comenzada. El periodismo, y sobre todo el de provincias, produce poco; un mozo de cuerda o un aguador gana más que un periodista. Los trabajos de éste se llaman artículos, pero no lo son de primera necesidad, —quizá lo sean de segunda o de tercera — y no resuelven, por lo tanto, ni para el escritor ni para el lector, el problema de la vida.

Sin leer un fondo o una noticia bien condimentados, puede existir y pasar el hombre, «aunque no sólo viva de pan». De aquí resulta que la noble y benemérita profesión de informar e ilustrar al respetable, no puede ser más que un sport de burgueses que tengan ya solucionado el problema de los garbanzos y que se puedan permitir el lujo de pensar… como mejor le plazca.

Ahora bien; mi amigo Varí es pobre; él tiene grandes aficiones al periodismo, pero en él se moriría de hambre seguramente. Convencido de ello, ha desistido de su vocación y de sus ilusiones y va a dedicarse a la prosaica tarea de proporcionarse un cocido cuotidiano, que le hace falta. La figura obesa y plácida del ministro de la Gobernación va a ser el ángel tutelar de sus aspiraciones legítimas.

Cierva reformista anuncia unas oposiciones para proveer un buen golpe de plazas policiacas. El anuncio es sugestivo, atrayente, tentador. La esperanza comienza a sonreír a mi amigo, que ve la aurora de su porvenir en una plaza de policía; y sin perder momento, renuncia heroicamente al sacerdocio de la Prensa y se dedica a apuntar con rifle a un puchero humeante y bien oliente. Él, que sería sin duda un buen periodista, tendrá que ser tal vez un mal polizonte ¡Cosi va il mondo!

A un servidor de Vds., en cambio, le dispensa la suerte el favor de que no tenga, hoy por hoy, que preocuparme en pagar la mensualidad a la patrona y al sastre un traje de buen corte. Yo, por tanto, me encuentro en las mejores condiciones, en las más ventajosas circunstancias para poder, dedicarme al deporte periodístico; o sea, bien nutrido, con tranquilidad de alma y a salvo de cualquier inesperada contingencia. Dispongo pues, de tiempo, de jovialidad y de un buen rimero de cuartillas. La péñola en mi mano tiene que ser forzosamente briosa, ágil y desenvuelta. He ahí todo.

Sea Maura muchos años presidente del Consejo de ministros y mi padre del ayuntamiento de Trijueque, mi pueblo natal, y yo podré ser el cronista madrileño de este diario largo tiempo. Mi padre en Trijueque agencia dineros en la administración de aquel vecindario, que yo gasto alegremente en esta capital. ¡Qué demonios! La cuestión es vivir y disfrutar lo más que se pueda, que lo demás son cuentos.

Mi padre era un romántico, fanático y platónico en la política. Liberalote furioso de abolengo, fue primero zorrillista, después republicano federal hasta las cachas, más tarde salmeroniano, lerrouxista y sorianista; y por último, convencido de la inutilidad de las ideas, colgó el gorro frigio en un clavo de la pajera, entre telarañas, que antes fuera su obsesión y su orgullo, y se hizo maurista de un golpe.

Desde entonces, la Fortuna que es monárquica y conservadora, comenzó a sonreírle y protegerle y la despensa de casa fue llenándose de jamones de que escaseábamos mucho cuando mi padre era puritano y redentor del pueblo.

Antonio Maura y Alfonso XIII en octubre de 1907. Nuevo Mundo.

Y hoy… ¡ahí lo tiene Vd. de alcalde de Trijueque, como quien no dice nada! Todo el mundo le respeta, todo el mundo le adula y el diputado le escribe cartas todos los días. Esto es tener pupila y lo demás ser ciego de nacimiento.

¡Basta de exordio! He creído muy pertinente dar a conocer a los lectores de La Huerta estos antecedentes de familia que hoy tanto se miran, y estos datos de mi persona, ya que desde hoy contraigo con ellos los lazos espirituales, casi matrimoniales, que unen al que escribe con el que lee.

Inútil será que diga que me esforzaré cuanto mi capacidad intelectual me lo permita, por hacerles pasar cinco minutos distraídos y notificarles, a vista de pájaro, aquello que de más sabroso ocurra en Madrid, en esta sastrería central donde se hacen los trajes todos los alcaldes cursis de España, incluso mi padre.

A mis camaradas de Orihuela, especialmente a los de la redacción de La Huerta, aunque no tengo el gusto de conocer, envíoles un cariñoso saludo y les ofrezco desde luego mi insignificante personalidad de hijo de cacique, deseando tener con todos la correspondencia de en leal y estrecho compañerismo. Muy suyo y aftmo. Ángel Rozas. Madrid.

La crónica diaria que anunciaba fue, sencillamente, una quimera. Consiguió redactar en total veinticuatro «Crónicas Madrileñas»; más una que firmó con el nombre de su inspiradora, la prima Eugenia; y otra que le escribió su buen amigo Antón del Olmet.

No sé a qué se comprometió con Escudero, pero la frecuencia de publicación fue muy variable: en noviembre de 1907 escribió once; casi la mitad del total; en diciembre solo dos; en enero de 1908 llegó a seis; en febrero tres (a partir del 24 comenzó a firmar como Ángel Pérez de Rozas); y en marzo otras dos. En abril de 1908 Ángel Rozas se despidió con una «Croniquilla».

Cuando localicé este nuevo filón, ya tenía publicado el año 1907; y casi terminada la siguiente entrega. Pensé en añadirlo; aunque fuese resumido; pero si ya había dividido 1907 en dos capítulos por su excesiva extensión. ¿Cómo metía catorce extensas crónicas? No quería recortarlas; en ellas hablaba del problema catalán, del terrorismo, de la pena de muerte; pero también de sus tertulias, de sus juergas en carnaval, de su primer amor…  

Me pareció más interesante reunir toda la obra de Ángel Rozas en una entrega monográfica; y eso he hecho. Aquí las tenéis todas transcritas, con algunas fotografías que he localizado en otras publicaciones de la época para ilustrarlas un poco.

Madrid 1907. Revista Actualidad. BNE.

La Huerta. Número 180 – 9 de noviembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. Cupido o Himeneo. En verdad os digo — y me lo habéis de creer sin juramento — que al cronista más le interesa y atrae cualquier vulgar comedia de amor que la tragedia de más alto coturno, y que el suceso, social o político, de más transcendencia mundial según los graves varones. No en balde es el amor el alma del mundo, como aseguran algunos poetas enamoradizos y filósofos.

El clérigo Juan Ruiz afirma, en viejos y sabios alejandrinos, que el hombre no se afana ni trabaja en la vida más que por dos únicos y poderosos móviles: «por haber mantenencia e ayuntamiento con fembra placentera» …  He aquí la razón en que se apoya el cronista al dedicar estos renglones a un conato de matrimonio por sorpresa que hubo ayer en la parroquial de Santa Cruz de esta villa y corte; hecho que seguramente habrá pasado desapercibido o desdeñado por insignificante, a pesar de que lo han referido algunos periódicos.

La gente consagra todas sus atenciones y preferencias, actualmente, a la estafa de 265.000 pesetas hecha al Banco de España, y a la oferta de éste de 10.000 duros al que delate al ladrón, a dos incidentes del viaje regio, a la interpelación de Julio Burell sobre la Sociedad Hispano – Marroquí, explanada ayer tarde en la Cámara popular, o a cualquier comadreo político de más o menos resonancia. A los sesudos varones no les interesa ni les distrae el rumor de besos y el batir de alas del amor que pasa, que tanto conmovía al pobre Adolfo Gustavo Bécquer.

Nosotros pensamos de muy distinto modo. Para nosotros todos esos acontecimientos palpitantes, esos problemas financieros y esos arduos debates parlamentarios, no revisten la menor importancia; son tan vanos y frívolos, a nuestro entender, que no merecen que ningún hombre dedique a ellos su atención más de cinco minutos al día, aunque este hombre se titule pomposamente banquero, diputado del pueblo, senador, estadista, gobernante o  padre de la patria.

En cambio, el noviazgo de unos jóvenes nos parece un problema tan vitalísimo y de una transcendencia social tan grave y honda, que debiera ser el continuo estudio del Consejo de Estado y de la Academia de Ciencias Morales y Políticas y el mayor y preferente desvelo de los Gobiernos. Lo saben las madres, ellas que más que de zurzir los calzoncillos al sufrido cónyuge, con honrosas excepciones, se ocupan en buscarles a sus tiernos pimpollos una buena proporción. Un maridito dócil y de porvenir.

Si como quieren los solidarios, la región es el elemento primordial y constitutivo de la nación, y la región no es más que un conjunto de municipios unidos por vínculos especiales e intereses comunes; los municipios se componen de una reunión de familias, y dos novios son una familia en embrión que deben unirse por los santos e indisolubles lazos del matrimonio. (Esto lo aprendí cuando estudiaba Derecho Natural y era mi profesor el actual gobernador de Madrid Sr. Marqués de Vadillo).

Esos dos  retoños enamorados que, contra la oposición egoísta y estúpida de sus padres, trataron ayer mañana de sorprender al cura de Santa Cruz con un ingenioso ardid a fin de que santificara y aprobara su enlace, son acreedores a todas nuestras simpatías. Si Ángel Rozas fuera poeta erótico en vez de un mal coplero, en estas columnas les dedicaría uno de sus más tiernos madrigales o uno de sus más lindos e inspirados epitalamios.

¡Muchachas casaderas que sentís vehementes e incesantes nostalgias de un dulce esposo! ¡Célibes empedernidos, solterones egoístas, que odiáis la coyunda matrimonial como a la más odiosa de las tiranías!

Si todos, devotos y fervientes, escuchando la voz de la Naturaleza y el imperativo categórico de vuestras conciencias, os entregarais a dar culto a Cupido y os sometierais a rendir vuestras cervices indómitas ante el ara de Himeneo, sin miras crematísticas y sin preocupaciones necias de clases, sino con un gran espíritu de platónico heroísmo como el de los dos tórtolos que se negó a casar ayer el párroco de Santa Cruz; el humilde cronista os asegura, apelando a uno de sus tópicos más solemnes, que la República de Platón pasaría de la categoría de utopía a la de hecho consumado, y la tierra, este triste planeta sin ventura, sería la antesala del Paraíso, a pesar de las suegras. Ángel Rozas. Madrid, 6 de Noviembre.

Iglesia de la Santa Cruz, en la calle de Atocha. Madrid. 

La Huerta. Número 181 – 11 de noviembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. Por algo se ha llamado a Madrid «la ciudad de la muerte». Como si fueran poco las tristes reformas moralizadoras de Cierva, obligándonos a acostarnos a toque de campana e impidiendo que las tascas funcionen los domingos y los chistes de algunos autores del género chico «pour rire», los sucesos sangrientos y luctuosos  menudean con tal abundancia, que se nos va entenebreciendo a los madrileños la vida por instantes.

El jueves pasado por la noche, un auto del conde de los Andes amigo de Maura, aplastó a un niño de nueve años en la calle de Bravo Murillo; el viernes enterraron al teniente Monjas, víctima rezagada del atentado de la calle Mayor; el sábado se suicidaron una señora viuda en la calle del Carmen, y un relojero suizo, llamado Maurel, en la de Sevilla… Sería curioso investigar la secreta conexión que podrá haber entre la marcha de un corazón y la marcha de unos relojes.

En uno de estos días fúnebres y llorosos, en que la lluvia chapotea zollipando sobre las vidrieras y sobre el asfalto de las calles, mientras los esquilones de las iglesias doblan a muerto, se marcha uno al teatro, por no aburrirse en un café, a ver Don Juan Tenorio. Aunque el espectador se lo sabe ya de memoria y durante la representación se entretiene en recitar por lo bajo cuartetas y quintillas zorrillescas, adelantándose al actor, la escena del cementerio impresiona siempre a las imaginaciones románticas, que acaban por llenarse de estantiguas y espectros espeluznantes.

Después se vuelve uno a su casa lentamente, sumido en algunas meditaciones filosóficas, con las manos metidas en los bolsillos del gabán o cobijado bajo el  «parapluie». De súbito, una voz cadenciosa e insinuante, que nos parece venida del otro mundo, nos estremece como el eco de un conjuro siniestro; la voz parte del umbral de una puerta, donde se refugia alguna sirena de la noche o se acurruca un mendigo sin albergue.

A poco de quedarnos dormidos, una espantosa pesadilla agita nuestro sueño: mil visiones apocalípticas y dantescas asaltan nuestra fantasía y nos hacen despertar sobresaltados. Encendemos la bujía, apuramos el agua del «verre d’eau» que tenemos sobre la mesilla de noche y buscamos luego algo con gran precipitación debajo de la cama. Después, el insomnio sobreviene tenaz e invencible.

En vano fumamos un cigarrillo; su humo no logra disipar las medrosidades tremebundas que en quimérico aquelarre flotan en el ambiente denso de la alcoba. Así nos sorprende el gallicinio. Una claridad lechosa, la de la luz matinal, se filtra por los resquicios de las maderas del balcón. Un gato encerrado maúlla lastimero. Al rato suenan algunas puertas; se oyen toses y pasos por el pasillo. D. Fermín, el cura del cuarto de enfrente, se va a decir su misa cotidiana en las Carboneras.

De la calle suben ruidos y gritos de vendedores. La casa comienza a alborotarse, y en la cocina canturrea la Pascasía los couplets del Ruido de Campanas, que tanto molestan a D. Fermín. Esta diana y alborada domésticas terminan por darle a uno a los diablos; e instintivamente nos vamos vistiendo con rapidez. Encima de la mesa del comedor está El Imparcial de hoy. Lo requerimos y lo hojeamos. ¡Horror! Hasta Mariano de Cavia se ha ensombrecido. Leamos:

— «El crimen de una niña. — Una familia envenenada». — «Dos obreros asfixiados en el Gran Teatro». —«Una anciana muerta de hambre y su cadáver paseado por Madrid». — «Por una noviez. — Un hombre muerto en el Puente de Segovia». — «Dos intentos de suicidio». — «Un cadáver insepulto cinco días». «Una broma y dos heridos.» ¡Tapa! ¡Tapa!….

— Pascasia tráeme el chocolate — grito colérico y balbuciente. Pascasia me lo sirve, y al poco vuelve con un plato: — Señorito, estos buñuelos de viento y estos huesos de santo para después del chocolate. —¡….! Va siendo cosa de hacer el testamento y una confesión general. Ángel Rozas. Madrid, 4 Noviembre.

Banco de España.

La Huerta. Número 182 – 12 de noviembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. Cómo se hacen los millones. A medida que el progreso va aumentando las comodidades y los refinamientos de la vida, el ansia de bienestar, de molicie, de riquezas y de lujo va despertando la avaricia y apoderándose de los corazones de los hombres. El vivir bien, el sibaritismo, los placeres y el confort, conseguidos reparando poco en los medios, o a lo más salvando las apariencias, constituyen la manía del siglo XX.

El egoísmo humano se ha desbordado con tan frenético positivismo, que Epicuro resultaría en nuestros tiempos un modelo de frugalidad, de austeridad y de altruismo asombroso. Los héroes, los idealistas, los platónicos; los redentores, los Quijotes van escaseando; en cambio triunfan los escuderos y los Panzas. De aquí el desprecio por todo ideal de elevada abnegación, la indiferencia, el escepticismo, la apatía y la abulia.

Las gentes, compenetradas cada vez más de la verdad que entrañan los versos del poeta: «Si tuvieres dineros habrás consolación — placer en esta vida, y en la otra salvación», no se afanan; no se ingenian, no aguzan el entendimiento mas que para conseguir el vil metal, el dios que todo lo puede, el ídolo moderno, el becerro de oro, la panacea infalible, el cúralo todo…

Digan lo que quieran las estadísticas y los almanaques, la religión de los pueblos modernos es el «fetichismo crematístico o la plutolatría». ¿Quién se atreve a tirar la primera piedra? El cronista ha creído oportuno filosofar hoy con tan añejas verdades. La estafa al Banco de España y la concesión de 500.000 pesetas hecha por el Estado a una Compañía que no existe, removida en la interpelación del Sr. Burell, es el tema preferente en las conversaciones del día; y de ello se va a ocupar con el laconismo a que le obliga el limitado espacio de que dispone en este diario diminuto.

¿Por qué involucra el «croniqueur» ambas cuestiones en una misma crónica? Porque ambas son de actualidad igualmente. Suponemos al lector algo enterado de la estafa contra el Banco de España. No obstante, haremos de ella un breve relato.

Un día del mes último, un señor desconocido presentó en la caja de cuentas corrientes del Banco un cheque de 285.000 pesetas contra la que allí tiene abierta D. Francisco Ansaldo. El cheque estaba en regla y se pagó. Cuatro días después, el 30 de Octubre, el propio Sr. Ansaldo fue en persona a retirar pesetas 8.000 de su cuenta corriente. Entonces se descubrió la estafa. El cheque de las 265.000 pesetas era falso; mas la falsificación estaba tan admirablemente hecha que al mismo interesado maravilló en extremo.

El hecho fue este. Inmediatamente cundió la noticia y la policía, entró en funciones, activando pesquisas y diligencias para dar con los estafadores. Los primeros trabajos resultaron nulos; pero ya se ha dado con una pista, al parecer segura. En su consecuencia, tres empleados del Banco, D. Francisco Montero Villarias, D. Vicente Pérez Cuesta y D. Juan Bautista Sánchiz, ingresaron el lunes, día 4, en la Cárcel Modelo. Sus declaraciones consistieron en negar toda complicidad en el asunto; no obstante, continúan detenidos.

Sin embargo, la policía tiene datos y antecedentes que los comprometen, de los que se desprende lo que sigue: El señor Villarias dirige una agencia de informes comerciales titulada «Confidencia», en la que tiene participación el poeta americano Santos Chocano. Ahora bien; la policía sabe que en el local de dicha agencia se reunían este verano secretamente los tres detenidos a fin de estudiar un negocio enigmático y misterioso.

No creyéndose allí muy a salvo, trasladaron su tertulia a un café de la Puerta del Sol, en la que intervenían terciando dos sujetos más, de malos  antecedentes, a los cuales se busca con gran actividad y sigilo. Esto es, hasta ahora, cuanto se ha dejado traslucir del sumario y atestado que se está incoando con gran diligencia. Espéranse sorpresas sensacionales.

Lo de la Sociedad Hispano Marroquí es cuestión aparte, en nada relacionada con la anterior. Ello lo ha sabido sintetizar el Sr. Burell de este modo, «El Sr. Güell (íntimo del señor Maura y del Sr. Allendesalazar, según parece) va un día a ver a este último, y le dice: «Si Vd. me da 500.000 pesetas, yo puedo constituir una Sociedad para la colonización en Africa. —«Constituya Vd. la Sociedad — le contesta el Sr. Allendesalazar— y cuente con las 500.000 pesetas».

Entonces el Sr. Güell busca a unos cuantos amigos, y les dice: — «Si reunimos 10 millones para constituir una Sociedad nos van a dar enseguida 15 millones. ¿Qué os parece el negocio?». La Sociedad se constituye nominalmente, y el ministro de Estado publica en la Gaceta de 10 de Agosto último un decreto fijando las bases a que ha de sujetarse la Compañía Hispano Africana, sin preceder ningún género de concursos.

Contra este hecho, que califica de privilegio monstruoso, protesta el señor Burell, apoyado por el señor Gasset y la minoría republicana, dando lugar a un ruidoso debate en el Congreso, que ha tenido lugar ayer y antes de ayer. El cronista ha terminado por hoy. Ángel Rozas. Jueves, 7 de Nbre., Madrid.

Barcelona 1908. Asamblea Catalana. Revista Actualidad. BNE.

La Huerta. Número 185 – 15 de noviembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. La minoría solidaria y la bandera nacional. Después del suceso misterioso ocurrido en el convento de las Trinitarias, de esta corte, del que tanto se ha ocupado la Prensa y del que a mis lectores supongo enterados, nada importante ha ocurrido en Madrid. El cronista de sucesos no políticos, sufre la pena negra. No cae nada en el carnet reporteril fuera de la lluvia, que ya en estas latitudes es una novedad de mes y medio, si la paradoja se me permite.

Ayer, la vida de los madrileños se deslizó gris y monótona: en los teatros, en los cafés y en las trastiendas de algunas reposterías, colmados y casas de comidas, donde con pretexto de satisfacer la gula, se rinde a Baco un culto clandestino y ferviente copeando y capeando con descoco todas las disposiciones gubernativas y laciervescas. El legislador ha debido tener en cuenta que el comercio es inseparable del bebercio. El morapio, más o menos legítimo, produjo sus efectos consabidos, habiendo parroquiano que tuvo que volver a su casa a gatas.

Apenas ocurrió cosa gacetillable. He de rehuir cuanto pueda el tema desagradable y enojoso de la política; pero hoy, por recurso, habré de echar mano de ella, pues lo demás da poco de sí para estirar una gacetilla sin ripios. No ha de ser bagatela todo, aunque se enfade Azorín. Constituye la nota del día en política, el incidente promovido el sábado en el Senado por el señor Rusiñol, solidario enragé, al interpelar al Gobierno por la conducta del representante de España en Chile, el cual hizo arriar la bandera catalana izada en cierto centro catalanista que existe en aquella república.

Este incidente tiene muy acalorados los ánimos y es de temer que esta tarde ocurra algo desagradable en el Congreso si, como está anunciado, el Sr. Pí y Arsuaga, por acuerdo y designación de la minoría solidaria, reproduce en la Cámara popular el incidente que provocó en la alta el señor Rusiñol. No ignoro que La Huerta, aunque en ella soy nuevo, ha defendido la Solidaridad catalana, por la que siente grandes simpatías.

Mejor para que en sus columnas diga lo que pienso; que ha de ser sin parcialidad ni pasión de ninguna clase. Solidaridad Catalana se ha disfrazado con las ideas simpáticas de descentralización y regionalismo, que están en el ánimo de todos los buenos españoles, para lograr mediante ellas y el apoyo tácito y decidido de Maura, propósitos concupiscentes y egoístas; y satisfacciones y vanidades absurdas, que ya se están dejando traslucir. Esto es lo más lamentable que pudiera ocurrirnos después de nuestros últimos desastres.

Aquí, realmente, no se ventila más que una sola cuestión, cuestión de hegemonía y de emulación insensatas entre Castilla y Cataluña, entre Madrid y Barcelona, juego a que no debemos prestarnos los españoles ni consentirlo por más tiempo. Fundada no sé en qué supuestos motivos, Cataluña parte para deducir su superioridad sobre Castilla y sobre el resto de las regiones españolas.

Ya va cansando el escuchar a los solidarios catalanes sus desplantes y balandronadas, alardeando a todas horas, unas veces con descaro y otras embozadamente, de esa superioridad intelectual y cívica de que creen tener la patente y la exclusiva. Tan vanidosa y ridícula pretensión, tras de ser infundada y quimérica, está resultando injuriosa y deprimente para todos los españoles que no hemos nacido catalanes.

Harta justicia se ha hecho ya a Cataluña reconociéndosele ese adelanto y prosperidad fabriles de que disfruta, gracias al proteccionismo de los aranceles de aduanas legislados en este Madrid centralizador que tanto odia, pues por ellos tiene asegurado el mercado español, libre de competencias extranjeras y acaso con perjuicio de algunas comarcas agrícolas.

Si alguna región goza de privilegios, esa no es más que Cataluña, a la que se ha mimado y encomiado exageradamente por la zalamería castellana, inconsciente fomentadora y culpable tal vez del orgullo y de la pedantería catalana, y, por consecuencia, de esos espectáculos bochornosos que estamos dando ante los ojos de las demás naciones. Este es el fondo verdadero, aunque otras sean las apariencias del problema solidario que viene preocupando con razón a toda España.

La conducta imprudente y provocativa que están observando los catalanistas en general, y en particular los que residen en Chile, no es la más a propósito y adecuada para conseguir el logro de algunas justas reivindicaciones, tales como la derogación de la Ley de jurisdicciones, y el triunfo de algunas elevadas ideas que defiende Solidaridad.

Nuevo mundo (Madrid). 1908. BNE.

Digno de aplauso es, por demás, el acto de nuestro representante diplomático en Chile, al obligar a la colonia catalana allí residente a que arriase la enseña de su región, ya que a su lado se negaba el centro a izar nuestra bandera nacional. Santo y bueno es que todas las regiones tengan su insignia, que las singularice dentro del patrio suelo, y que cada español sienta especial devoción y cariño por la patria chica que le vio nacer.

Pero esto no justificará nunca el proceder de esos catalanistas de Chile, ni su grave ofensa inferida a la Patria grande puede excusarse con el sofisma sostenido por los solidarios, de que la bandera catalana representa a la nación, pues fuera de España no debe ni puede haber más bandera nacional que la española, símbolo de la sagrada integridad de la Patria. Ángel Rozas. Lunes, 11 de Nbre. Madrid.

22 de noviembre 1907. Revista Actualidad. BNE.

La Huerta. Número 186– 16 de noviembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. ¡El Príncipe viudo se casa! Este es el tema obligado en las conversaciones de todas las hijas de portera y de todas las señoritas cursis de Madrid, que, a falta de novios, sueñan con príncipes rubios y morenos y con regias suntuosidades, como cualquier lilial poeta modernista.

Sí, D. Carlos de Borbón, conde de Caserta, viudo de la malograda Doña Mercedes la que fue en vida Princesa de Asturias, se casará el sábado día 16 del corriente, con la Princesa Luisa de Francia. La boda se ha de celebrar en el palacio-castillo de Wood Norton, que en el condado de Warcester (Inglaterra) posee el duque de Orleans, hermano de la novia.

Los hoteles y casas particulares de la ciudad de Evesham, próxima al histórico castle de Wood Norton, llamado por la gente del pueblo la vieja casa roja, rebosan de gente que han acudido a presenciar la ceremonia y los festejos. En el palacio vienen trabajando, desde hace más de quince días, en los preparativos 400 obreros, entre arquitectos, tapiceros, jardineros y pintores llevados de Londres y de Evesham. El decorado, la toilette y todo el confort son suntuosísimos, dignos de los augustos e ilustres personajes que han de ser sus huéspedes los días de la boda.

Asistirán los Reyes de España, que actualmente se encuentran en Inglaterra, la Reina Amalia de Portugal, varios representantes de la real familia inglesa, todos los miembros de la familia real de Francia y unos cuarenta Príncipes de la sangre. Los periódicos de Londres y de París publican largas listas de los regalos ofrecidos a los principescos novios.

Los Reyes de España les han regalado un soberbio automóvil. Las joyas y objetos de arte son valiosísimos y su importe se calcula que asciende a varios millones de libras esterlinas. Dicen los familiares de la Princesa Luisa que el haberse elegido para la celebración, de su enlace el mes de Noviembre, bien puede haberlo motivado la muy marcada predilección que siempre ha manifestado la hermosa novia por el otoño, y hacen constar que esta estación es la que más delicados y poéticos encantos suele dar a la hermosa campiña que rodea el «viejo castillo rojo» de los duques de Orleans.

29 de noviembre 1907. Revista Actualidad. BNE.

En nombre de Su Santidad Pío X, un prelado dará la bendición nupcial a Doña Luisa y D. Carlos. Al casamiento por lo religioso precederá el casamiento por lo civil. Durante la ceremonia tocará una reputada orquesta y cantarán artistas de los más renombrados; para lo cual el duque ha hecho ir de París a 30 músicos, quienes además se encargarán de los conciertos que han de amenizar los banquetes, las «soirées» y cotillones.

Tan lisonjeros auspicios hacen presumir que los príncipes serán felices y venturosos, y que no habrá cencerrada. En Inglaterra, seguramente no será objeto D. Carlos de manifestaciones hostiles, como lo fue en España en los días de su boda con la Princesa de Asturias. Todos recordaréis los motines y algaradas que tuvieron lugar entonces en las calles de Madrid y en las de la ciudad del Turia.

Aún suenan en mis oídos los vibrantes y bélicos acentos que Rodrigo Soriano, el inquieto polemista e interruptor del Congreso, puso en dos guerrilleros y famosos artículos suyos de agresivo y reticente simbolismo, «Las flores rojas» y «Los pájaros de la reina», publicados a raíz de aquellos sucesos en «El Pueblo», de Valencia, y que sufrieron los rigores de una denuncia.

Nosotros deseamos una eterna y romántica luna de miel a los futuros principescos consortes, que no debe ser interrumpida por los desvelos paternales de D. Carlos; pues nuestro celoso Consejo de Estado, que no olvida y tiene una idea muy alta de las decisiones y cuidados que le ha confiado la Nación, se desvive y se afana por sus hijos con el gran interés como él mismo pudiera hacerlo. Ángel Rozas. Miércoles, 13 de Nbre. Madrid.

Alfonso XIII en un «Hispano Suiza» en 1907.

La Huerta. Número 188 – 19 de noviembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. La barbarie del progreso. — ¿Se puede vivir? Llegó ya el momento oportuno de formular esta pregunta; aunque de antemano sepamos que nadie nos haya de responder a ella. Hasta hace poco parecía que todos los humanos seres, teníamos a la vida un derecho sagrado y legítimo; pero los progresos realizados por la mecánica y por las demás ciencias, que «hoy adelantan que es una barbaridad»— según la popular frase del boticario de «La verbena de la Paloma», — han abolido tal derecho, si lo había, o tales apariencias de derecho, conceptuándolo quizá una anticuada conquista de plebeyos y de esclavos, mal avenida con las leyes y las pragmáticas del buen tono.

Ahora, para vivir, hay ya que pedir permiso a S. M. el Cupón con indumentaria de «chauffeur». Nosotros somos más entusiastas por el Progreso que otro alguno. Admiramos sus maravillas y le rendimos culto ferviente, cuando es guía de la cultura y origen de la civilización y del bienestar de los pueblos.

Pero lo execramos con todo nuestro corazón, cuando lejos de ser símbolo de ventura y de paz, olvidando que debe ser antorcha de la Humanidad que sufre, no emplea sus victorias y triunfos en evitar penalidades al hombre, sino en satisfacer a los ricos fútiles caprichos que pueden ser criminales. Entonces el Progreso, que debiera ser siempre santo, se convierte en la apoteosis de la barbarie más brutal e inconcebible.

En menos de quince días tiene que registrar el cronista madrileño, en su libro rojo de cubiertas negras, dos víctimas más, sacrificadas despiadadamente en aras de esa holganza activa y presurosa, por esa imbécil pasión al automovilismo, que ahora está de moda entre la gente del gran mundo; dándose el absurdo contrasentido, el paradójico contraste de que estos buenos señores que no tienen prisa nunca, puesto que les sobra el tiempo y nada tienen que hacer, vayan a todas partes corriendo vertiginosamente.

La noche del 30 del mes último, uno de esos asesinos y macabros armatostes que se llaman automóviles, segó en la calle de Bravo Murillo la vida en flor de un pobre niño de nueve años, aplastándole atrozmente; y anteanoche, a las ocho y cuarto, a la hora en que las alegres y simpáticas modistillas abandonan sus talleres para regresar a sus casas, otro hipogrifo del Progreso atropelló a una de aquellas en la plaza de Castelar, frente al Banco de España, al ir a cruzar la calle de Alcalá, arrollándola y dejándola en convulsa agonía y poco después exánime.

22 noviembre 1907 Revista Actualidad BNE

Concluida la diaria labor, regresaba ligera y gozosa, en unión de una compañera, al hogar paterno, donde su anciana madre, paralítica tiempo ha, la esperaba ya impaciente para que le preparara y le diera los alimentos. Los caprichos del Destino son cruelmente irónicos. El cuerpo juvenil de Teresa Acero,—este era el nombre de la infeliz menestrala— donde reían y triunfaban todas las gracias y todos los encantos de la belleza, quedó desfigurado horriblemente en un momento, y sus vestidos, aseados con toda la pulcritud de la coquetería femenina, aparecieron embadurnados con grandes manchas de sangre y de lodo.

Así terminó aquella existencia, que, en medio de la placidez de su obscuro vivir, iba sin duda rimando algún bello poema de amor, entre sonrosadas ilusiones y dulces esperanzas. El Sr. conde de Peñalver, presidente de la Asociación automovilista y nuevo alcalde de Madrid, intimado por el clamoreo de los periódicos y por las indignaciones de la opinión, a raíz del atropello de la calle de Bravo Murillo, tuvo un rasgo de humanitarismo y de imparcialidad y publicó un severo bando, que se fijó en las esquinas reglamentando la marcha de los automóviles en el radio de la corte.

Revista Nuevo Mundo 22 de noviembre de 1907.

Aquí no nos acordamos de Santa Bárbara más que cuando truena. Casi todos los alcaldes que han habido en Madrid, desde diez años a esta parte, han publicado edictos por el estilo, señalando terribles penas contra estos bárbaros del Progreso, que intentan en las calles y plazas hacer máximas velocidades, convirtiéndolas en velódromos de la muerte; pero los del auto, amparados por esa vagancia dorada que se llama riqueza, se ríen de los bandos, pues ellos saben muy bien que en esta tierra del compadrazgo y del privilegio, ninguna justicia humana se siente capaz y fuerte para condenar a los poderosos que delinquen.

O a lo más, nunca falta un cabeza de turco que cargue con el mochuelo y pague los vidrios rotos. Por lo pronto, el «chauffeur» , que es un obrero que gana su jornal y hace lo que le mandan, es el responsable inmediato; y si el pobre hombre lleva despacio el carricoche, sintiendo repugnancia de ser asesino, se le despide con cajas destempladas por ser un criado y un «sportman» inepto. Un ingenioso escritor, refiriéndose a tales desmanes, los califica de «fechorías del moderno feudalismo automovilista». Por eso son siempre gente débil y humilde sus víctimas preferentes.

A este paso, los que no tenemos más vehículos que los que en las zapaterías se confeccionan, ni podemos permitirnos el lujo de ir a mayor velocidad de la que nuestras piernas y nuestros pulmones nos permiten; habremos de dedicarnos muy pronto a un nuevo y divertidísimo sport: a la caza de automovilistas a tiro limpio. Y entonces podremos saber quién bate el récord de la celeridad: un automóvil de cuarenta caballos (sin contar al chaufeur) o una bala de pistola Mauser o de revólver Smith… Ángel Rozas. Jueves, 14 de Nbre. Madrid.

18 de noviembre de 1907. Archivo ABC.

La Huerta. Número 190 – 21 de noviembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. POT-POURRI. El cronista se propone en esta sección hacer muy poca crítica y menos literatura; su principal intento es recoger en ella las notas madrileñas de mayor interés y actualidad. Pero el cronista ve con decepción y disgusto que se frustran sus propósitos, porque suele retrasarse mucho la publicación de sus crónicas: causa que las desvirtúa haciéndolas perder el atractivo de la novedad oportuna, ideal a que aspira todo buen periodista.

—La crónica negra aumenta ya de una manera alarmante. Como si fueran pocos los males y las calamidades; que se escaparon de la caja de Pandora para que aflijan a la humanidad, parece ser que los hombres hemos tomado el acuerdo de despedazarnos unos a otros, hasta que no quede ni semilla.

Así vienen a demostrarlo el bárbaro y repugnante asesinato cometido el sábado en la noche en la calle del Calvario contra dos pobres e indefensas mujeres por uno de esos energúmenos sociales, valientes de oficio, que tienen por glorioso blasón el crimen;  y la inexplicable agresión de que fue anoche objeto un hombre, en la calle de la Concepción Jerónima, por parte de un «enfant terrible», precoz asesino de 15 años.

No pueden imaginarse motivos más fútiles que los que han determinado ambos crímenes. Ya no se asesina por móviles pasionales que disculpan o atenúan algo la acción criminosa, sino por el salvaje e inefable placer de matar porque sí.

— El Ayuntamiento de Barcelona, compuesto casi en su totalidad por solidarios, ha decidido variar el nombre de la mayoría de las calles de la ciudad condal, más principalmente el de aquellas que lo tengan castellano o exprese algo que se relacione con Castilla. El nombre de Cervantes será sustituido en tres o cuatro barriadas de Barcelona.

Así mismo el nombre de España será borrado en una calle de la barriada de San Gervasio. ¿Qué mal hizo Cervantes a Cataluña, sino honrarla con varios elogios que le dedicó en su Quijote, bien que en la armoniosa y soberana lengua de Castilla? Esto no es más que semitismo y odio innoble, que diría Pío Baroja.

— Y a propósito de Barcelona. El viernes fueron silbados en la capital del Principado unos militares por varios estudiantes catalanistas. Y luego quieren los catalanes que se derogue la ley de jurisdicciones. Por cierto que la minoría solidaria afirma y alardea de que Maura le ha prometido formalmente esa derogación. Algunos ministros, entre ellos el de la Guerra, y muchos diputados de la mayoría lo niegan en redondo. Maura, entre tanto, permanece mudo y se hace el distraído. Por aquí vendrá el cataclismo y la muerte inminente al Gobierno. Con el prestigio de la Patria no se juega.

— En cambio, los republicanos han dado una nota patriótica y simpática. El País de ayer publicó un manifiesto redactado por la Comisión nombrada en la Asamblea de 26 de Mayo último. El curioso documento sirvió para dar un nuevo palmetazo a Salmerón y a las minorías parlamentarías del partido republicano, a las que desautoriza y censura con dureza. De él transcribimos el siguiente párrafo:

«La Junta suprema del partido compuesta de senadores y diputados apenas dio señales de vida en las Cortes, ni fuera de las Cortes. Su jefe o presidente acaba de declararse solidario con aplauso de toda la Junta. Trata de reunir de nuevo la Asamblea en Diciembre. Si lo logra, en ella se despedazarán los elementos solidarios y antisolidarios. La política de la Unión gira en torno de la disidencia provocada por el Sr. Salmerón, que sigue en compañía de clericales, carlistas y separatistas, si bien en los últimos días parece haber sido suplantado en la jefatura de la Solidaridad por los verdaderos solidarios, fracaso que en Julio le anunciamos.

Bajo la influencia malsana del separatismo carloclerical, dos republicanos que militan en él, cometieron el desacierto en el Senado de defender las injurias hechas en el extranjero a la bandera nacional. Gracias a la prudencia y al miedo del gobierno, no hicieron lo propio en el Congreso. La Junta suprema no ha tenido contra eso ni una palabra de protesta. Este nuevo agravio debemos a los directores de la Unión». Cada vez nuestra política se complica más, y pronto acabaremos por no entendernos nadie. Mientras tanto, a río revuelto… Ángel Rozas. Lunes, 18 de Nbre. Madrid.

Huelga de pan en Chamberí, Madrid 1907 (Colección Simón J. Iglesias)

La Huerta. Número 192 – 23 de noviembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. ¡¡Cerdos…!! ¡¡Marranos…!! ¡¡Cochinos…!!. No es ninguna alusión personal o política, aunque lo parezca y lo pudiera ser; no es tampoco un duro reproche escupido al rostro de los homosexuales de Berlín y al de sus congéneres de todas las naciones; ni un epíteto dirigido a ciertos culinarios, inventores de salsas amarillas y verdes; ni una moralista reprensión a los que florean a las mujeres con obscenidades de mal gusto; ni siquiera es un apóstrofe de urbanidad contra los que tienen el feo vicio de hurgarse las narices con los dedos, aunque estén haciendo albondiguillas de bacalao.

Es sencillamente una natural exclamación, un grito espontáneo que se escapa de las gargantas de todos los madrileños amateurs del tocino fresco, de la salchicha y de las magras. El cronista no puede menos que disculpar la justa indignación de los respetables consumidores de carne de cerdo (1),los cuales se hallan privados estos días de comerla, sin ser en esta época una santa abstinencia que nuestra Madre la Iglesia nos imponga.

(1) N. B. —El cerdo— y no lo digo hablando conmigo— es un animal muy digno de aprecio y de la estimación de las gentes. San Antonio el Ermitaño lo eligió para que fuera su compañero inseparable; poetas ha habido que lo han hecho objeto de sus más inspirados cantos, y un célebre obispo, aunque no recuerdo si fue el famoso de Mondoñedo, comparaba este paquidermo domesticado con la mujer, pues una y otro no tienen desperdicio.

Se trata únicamente de una huelga de abastecedores y matarifes, en protesta de que no se les deje sacrificar y vender cerdos éticos, en el más lamentable grado de tisis. ¿Cómo negar a los carniceros el derecho inmemorial que tienen, adquirido por la costumbre, que siempre ha sido ley, de expender solomillo tuberculoso y chuletas con bacilus de trichina? ¿Que se envenena el consumidor o se muere? ¿Se llevó la carne fiada? ¿No? ¡Pues a ellos qué! Mejor para los médicos y para los funerarios.

El concejal comisario D. Emilio Blanco es, por lo visto, un edil con toda la barba. Se planta a las cinco de la mañana en el Matadero de puercos, y allí se está el celoso munícipe, microscopio en ristre, vigilando como un Argos, hasta las doce de la noche. El Sr. Blanco, convertido en nuevo Torquemada contra toda herejía antihigiénica, mandaba sin contemplaciones al quemadero las reses sacrificadas que no se hallaban en condiciones para el consumo, después que el examen técnico acreditaba tenían síntomas de tuberculosis.

Los abastecedores se quejaron al alcalde, de la severidad edilesca, alegando que era antigua práctica en el Matadero la de cortar de estas reses enfermas aquellos trozos de carne que habían sido invadidos ya por los tubérculos, aprovechando el resto para el consumo, a lo que se oponía rotundamente el Sr. Blanco. El Sr. conde de Peñalver giró entonces una visita de inspección en el Matadero y acabó por aprobar la conducta del delegado del municipio.

En aquel instante surgió la huelga, y hoy ya llevamos los cortesanos varios días sin comer magras. El conflicto, tras de ser grave y mortal, no se resuelve tan pronto como los impacientes quisieran, y ya se empieza a oír por todos los ámbitos de la corte gritos desgarradores, angustiosos y ambiguos, pidiendo: ¡¡Cerdos…!! ¡¡Puercos…!! ¡¡Guarros!!… Ángel Rozas. Miércoles, 20 Nbre. Madrid.

Don Miguel de Unamuno y Jugo.

La Huerta. Número 195 – 27 de noviembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. La Solidaridad y los intelectuales. En el pleito de la Solidaridad también litigan los intelectuales. No podían por menos. Ellos, los superhombres, se creen en el deber y con la misión de enjuiciar y sentenciar en todo transcendental problema y en toda cuestión ardua. Y su fallo es infalible, inapelable, decisivo.

Ya sabéis quiénes son los intelectuales. Con tan pretencioso y ridículo nombre, —todos los hombres son intelectuales, — tal vez cometiendo una absurda antonomasia, se han bautizado unos cuantos señoritos, que forman algo así como el trust de la inmortalidad y de la gloria vitalicia y póstuma. Pasan el noviciado bebiendo ajenjo y haciendo antesalas y bajezas; intrigando aquí, adulando allá, con carnavalesco indumento y tipo estrafalario.

Después fundan una sociedad de autobombos y bombos mutuos, y publican unos libritos con piruetas y extravagancias de efecto para llamar la atención del público indiferente y hacerse bonitamente el reclamo. En esos libritos dan a luz algunos juegos malabares poéticos en diversos desequilibrios métricos imitando a Verlaine, con frases rebuscadas y vocablos manidos, o insertan prosas de merengue o de mosaico, diciéndonos en plural de majestad que tienen un «enorme paraguas rojo», que son «unos pequeños filósofos» y que leen al P. Gracián y a Lamartine y otras vaciedades y bagatelas por el estilo.

Al punto, escalan la tribuna de algunos de esos rotativos que se llaman «de gran circulación»; y ya en ella, interceptando el paso y obstruyendo la entrada a los demás, quedan ungidos y consagrados. A quien se atreva a hablar mal de ellos y a demostrarles que son unos gansos con aire y tono de grandes hombres, con decirle que es un despechado, un fracasado envidioso, un «declassé», se le apabulla y asunto concluido. Logrado un nombre por cualquiera de estos procedimientos se echan a dormir, después de clasificarse por cartas: humoristas, ironistas, paradojistas, rectilíneos, bagatelistas, mundiales, funambulistas, neoclásicos, parnasianos, pseudorománticos, simbolistas, naturistas, eclécticos e iconoclastas. ¡Cuánto majadero!

Pues bien; la última burrada de los más conspicuos intelectuales ha sido la de declararse, unos solidarios, y antisolidarios otros, trayendo a cuento con este motivo, razas y genealogías. El Sumo Pontífice Unamuno, que no es Unamuno, sino una mona, quiso explotar el argumento y hacer una de sus paradojas combatiendo la Solidaridad y hablando mal de sus devotos. Y enseguida le han secundado en la tarea otros intelectuales vascos, pero que imperan en Madrid: Grandmontagne, Pío Baroja, Manuel Bueno, con un séquito de genios en embrión.

En cambio, alardean de solidarios Ramiro Maeztu; también vizcaíno, Guimerá, Calderón, Urales, Martínez Sierra y probablemente Azorín, no obstante que, como de costumbre, aún no ha dicho esta boca es mía; con su correspondiente cohorte de intelectuales de escaleras abajo. Se enzarzó la polémica y hemos tenido que abrir el paraguas de Azorín. Que si el misticismo, que si la Edad Media, que si el guerrero, el mercader y el fraile, que si el origen étnico, que si el odio semítico….

Habla Unamuno, replica Maeztu, objeta Grandmontagne, argumenta Corominas, perora Bueno, afirma Cambó, teoriza Baroja y filosofa Carner; y todos discuten, y todos chillan y ninguno se entiende. ¡Qué grillera, Dios mío!…—¡Rediez, agua, agua — decía un baturro — que se quema el Ebro, porral… ¡Riau! ¡riau! Ángel Rozas. Jueves, 21 de Nbre. Madrid.

De la Cierva con el alcalde de Madrid, 31 de octubre de 1907. Nuevo Mundo.

La Huerta. Número 196 – 28 de noviembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. CIERVA Y LA PRENSA. La Prensa es un estorbo para cierta clase de gentes. Todos los malos gobernantes y cuantos han tenido algo indecoroso que ocultar a la faz de la opinión, juez inexorable y justiciero, temiendo su fallo, se han significado siempre por su odio a la Prensa y por las persecuciones que le han hecho sufrir.

La Prensa, esta Prensa periódica tan calumniada cuando de ella se reciben justas censuras y tan cortejada cuando de ella se espera un bombo inmerecido o una alabanza lisonjera, es la institución más poderosa, la más humanitaria y la más civilizadora de los tiempos modernos. Portaestandarte de la cultura, salvaguardia y égida de la libertad individual y de la razón, dique formidable e incoercible contra todas las injusticias y contra todos los abusos de los tiranos, es digna de todos los respetos y de todos los honores, y siempre saldrá triunfadora de cuantos desalmados yangüeses y felones malandrines osaren aporrearla.

Verdad es, desgraciadamente, que en su gremio y orden caballeril se cobijan algunas meretrices y viven medrando algunos intrusos e inverecundos testaferros; pero no hay humana institución, por santa y venerable que sea, que esté libre de culpa y exenta de mácula. Junto al apóstol se ha alzado siempre el falsario; tras la hazaña de un héroe, ha venido la grotesca parodia de algún histrión. No obstante, el público sensato y experto, a quien nunca se engaña aunque lo parezca, en todo caso ha sabido distinguirlos y darles nombre apropiado.

La Cierva, el prohombre de Mula, este «factorum» de Maura que ocupa la poltrona de Gobernación, no ha podido disimular jamás la antipatía y la aversión que siente hacia los periódicos y hacia los periodistas. ¡Esos malditos periódicos para los que no hay ni puede haber secreto ni misterio oculto, y que no pueden tener nada callado!… Por ellos, terribles fiscales como es imposible tapar sus cien mil bocas, es necesario jugar limpio. Las fullerías, las martingalas y los escamoteos de tahúres son comprometidos y peligrosos.

El Excmo. Sr. D. Juan La Cierva y Peñafiel (Rocafedele cuando era bolonio) es maravillosamente genial. Él no puede olvidar las donosas ironías y las duras rechiflas de que le ha hecho objeto la Prensa; y en una de aquellas célebres noches en que el pitorreo y la guasa viva de los noctámbulos eran más escandalosos y cabreantes en la puerta del Sol, entre el rumor de las letanías y de los rezos que subían de la calle hasta su confortable despacho del ministerio, juró sin duda D. Juan, creyéndose Tenorio en la primera escena del drama de Zorrilla, vengarse de aquellos irreverentes gritos, molestando a la Prensa, presunta causante y factora de aquellos «choteos» ejemplares y de aquellas socarronas burlas. Cierva comienza a patentizar su jurada venganza.

El sábado, día 23, apareció en la «Gaceta» una R. O. sobre periódicos, empresas, corresponsales, impuestos de utilidades y otras frioleras periodísticas, encaminadas todas a meter en cintura y domeñar este empecatado y maldecido monstruo de cien oídos, de cien ojos y de cien mil bocas. ¡Hay que amordazarlas!

El decretito se las trae y la marejada arrecia. En la sesión de esta tarde, en el Congreso, Rodrigo Soriano u otro cualquiera de los diputados periodistas moverá camorra y habrá bronca probablemente. ¡Nada, señores, que Cierva quiere crisis a ultranza, para poder irse estas Navidades a comerse el pavo en Mula, cansado de ir en el machito de la Gobernación! Ángel Rozas. Lunes, 25 de Nbre. Madrid.

El siguiente artículo, lo he transcrito casi entero porque, aunque aparezca firmado por Eugenia Tribelli (su prima, con la que comparte piso, se llama Eugenia Tribello) seguramente lo redactó Justo con sus indicaciones.

Justo García y Eugenia Tribello.

La Huerta. Número 200 – 4 de diciembre de 1907: CRÓNICA DE MODAS. Los sombreros de invierno. Estas ligeras notas las dedico, ¡naturalmente!, a las distinguidas y bellas lectoras de LA HUERTA, a cuyo servicio pongo los conocimientos que en el arte de confeccionar sombreros de señora he adquirido en muchos años de práctica.

El sombrero es el complemento insustituible de la toilette de toda mujer elegante; su elección, su esprit, la manera de saber colocárselo revelan la gracia, el gusto y hasta el alma de la dama que lo lleva. La que es doctora en el arte supremo y exquisito de agradar, que es el ideal estético a que debe aspirar toda mujer, antes de elegir el sombrero con que ha de adornarse y completar su tocado, estudia cuidadosa y detenidamente la forma, los adornos, la pose, todos sus pormenores, examinando aquellos que más se adaptan a su rostro y al conjunto de su figura, siempre en armonía con la moda.

Hay que tener en cuenta que el sombrero es el árbitro y la piedra de toque del buen gusto; él nos dirá si la mujer que le lleva es una elegante o una cursi. Mientras que de la cabeza de ésta se desprende, en la de aquella halla su trono; aunque siempre disimula y aristocratiza. Todas sus modas han tenido algún encanto, prestando gracia y distinción al busto.

Desde el sombrero Pompadour, que nos evoca todos los refinamiento semi-paganos y el lujo suntuoso de aquella corte complicada, galante y sutil de Luis XV; la capota María Antonieta, preferida por nuestras elegantes del miriñaque a mediados del pasado siglo; la elegante archiduquesa, con el ala graciosamente levantada del lado izquierdo y sobre el que triunfaban ricas amazonas, haciendo el sombrero regio, majestuoso y distinguido; el airoso chambergo, con el ala recogida por ambos lados y con una hendidura en la copa, adornado por caprichosos penachos de plumas de gallo; la pequeña capota sujeta con barbuquejo de biez de terciopelo prendido con alfileres de perlas; las primorosas gorras confeccionadas con ricos pañuelos de seda escoceses; el lindo canotier, sombrero de mañana y de viaje, pero que viste y distingue con su velo de tul, graciosamente recogido hacia atrás…

… Pero como mi propósito de hoy es describiros el sombrero de invierno de la presente temporada, accediendo gustosa a las instancias e invitación de un amable redactor de LA HUERTA, paso a hacerlo sin más preámbulos.

Revista Actualidad 1907 BNE

Las últimas novedades venidas de París nos imponen el extravagante sombrero de campana, nombre que recibe por afectar esta figura  su forma. Son generalmente cascos de castor o de fieltro con el ala muy combada hacia abajo y la copa alta y redonda. Componen sus adornos grandes penachos de plumas fantasía, o grupos de rosas y crisantemos de terciopelo y raso, o bien dos amazonas o alones, cayendo por ambos lados como las antenas de una mariposa, y sujetas anteriormente por un chou o moña cocarda o por una hebilla.

Es muy de novedad rodear la copa con un rus effilé, o sea de seda deshilachada, atravesado caprichosamente por grandes agujones de bolas opalinas. Este sombrero es propio de señoritas jóvenes, y la manera de llevarlo es muy tirado hacia atrás de modo que pueda lucirse el peinado por delante.

También para las pollitas de 15 a 20 años se estila mucho la gorra de paño de dama, llamada automovilistas, con visera toda alrededor. Para las señoras graves están de moda las capotas de terciopelo con bridas y adornos de violetas, pensamientos, cintas o  plumas. Para las niñas se llevan las capotillas llamadas de forma de gato, cubiertas de terciopelos planchados con graciosos pliegues recogidos a los lados, donde se colocan moñas, hechas con vaguitas de cinta, flores y algunos cabos de pluma dejando la parte delantera sin adornos.

El color que domina es el heliotropo combinado con el verde. Ante la imposibilidad de extenderme más me despido de las amables y bellas lectoras de LA HUERTA, ofreciéndolas ponerlas al corriente con oportunidad de cuantas novedades hayan por esta corte. Eugenia Tribelli, Madrid y Dbre. de 1907.

Trinitario Ruiz Capdepón.

La Huerta. Número 203 – 7 de diciembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. La «democracia» de Capdepón. Por si aún quedan tontos en Orihuela que crean en la democracia de los liberales demócratas y más especialmente en la de su «ilustre hijo» o «padre» (como algunos incautos le llaman), el ex-ministro Sr. Capdepón, ese marmolillo que encumbró un capricho de la diosa Casualidad; hoy quiere consignar el cronista un hecho decisivo y elocuente digno de pasar a la Historia, que confirma la inquebrantable y la estúpida fe de tales creyentes pazguatos.

A nosotros ni nos maravilla ni nos asombra. Por un bien escrito y patriótico artículo de fondo, inserto en este periódico el 8 del mes último con el título «Fervor monárquico», ya conocen los lectores de LA HUERTA el dictamen del Consejo del Estado, concediendo al hijo del infante D. Carlos de Borbón, a solicitud de la Intendencia de Palacio, una pensión anual de 250.000 pesetas. El famoso dictamen, por ilegal, improcedente y atentatorio contra nuestra ruinosa Hacienda pública, fue acogido con gran escándalo y protesta de la opinión y viene siendo ya, durante dos meses, objeto de una continua y ruidosa campaña oposicionista por parte de la prensa de todos los matices y colores.

Carlos de Borbón y su hijo, el infante Alfonso en 1907

La enorme montaña de tributos, impuestos y gabelas que pesan sobre los enflaquecidos hombros del contribuyente español y que van a parar al fisco, ya estamos cansados de saber los beneficios que nos reporta. En este mísero país, donde diariamente se ven obligados a emigrar con sus familias millares de obreros por no morirse de hambre en la ingrata patria, donde la agricultura y la industria se hallan sin la protección de los poderes, y la ignorancia y el analfabetismo con todas sus consecuencias funestas cunden y aumentan cada día más por el incalificable abandono en que tiene el Estado estas sagradas atenciones; hay unos consejeros magnánimos y patriotas que disponiendo muy holgadamente y a su antojo del dinero de la Nación, van a regalar todos los años una millonada a un individuo de la familia Real, a quien según la Ley no le pertenece.

La esplendidez de tan celosos primates sería muy digna de loa, si fueran igualmente dadivosos para con todos los ciudadanos españoles. Retirado por el Sr. Urzaiz su voto particular en contra de tan absurdo dispendio, que debió ser rechazado desde un principio sin concederle siquiera los honores de la discusión, ayer mañana, como estaba anunciado, celebró una sesión el pleno del Consejo a fin de discutir el célebre dictamen.

Hora y media duró la reunión deliberativa en que se iba a dilucidar y a resolver una cosa tan clara a todas luces, que no da lugar a dudas ni a vacilaciones. La discusión fue acalorada y tumultuosa. Llegado el momento de votar, lo hicieron en favor del dictamen, es decir, de la concesión generosa de 250.000 pesetas al infante D. Alfonso, el presidente, marqués de Pidal, los consejeros conservadores señores Azcárraga, Santos Guzmán, Pidal (D. Alejandro) y duque de Mandas, el duque de Veragua, liberal, y el Sr. Capdepón ¡demócrata!; total, siete.

Y en contra, los Sres. Moreno Rodríguez, Urzaiz, Eguilior, Ramos Izquierdo y Aguilera; republicano el primero, conservador el segundo y liberales los tres últimos; total, cinco. Es decir que sin la defección y sin la inconsecuencia del «demócrata» Sr. Capdepón, hubiese habido empate y el dictamen no hubiera sido aprobado. Ahí pueden los oriolanos ver en paños menores la democracia de su paisano ilustre. ¡Recobren la vista los ciegos que aún esperan el maná llovido de manos de estos funestos Capdepones, Ruices o Valarinos!.. Ángel Rozas. Martes, 3 de Dibre. Madrid.

El público viendo los números premiados en la Puerta del Sol. Nuevo Mundo, 26 de diciembre de 1907. BNE

La Huerta. Número 217 – 24 de diciembre de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. GLORIA IN EXCELSIS… Ustedes habrán creído sin duda que Ángel Rozas ha muerto, y hasta algún lector devoto quizá haya rezado por mi alma. No me ha faltado mucho. La afonía que he padecido era efecto de un catarro grippal de esos que ahora corren, según diagnosticó el doctor. Pero ya estoy bueno y en voz, a Dios gracias. Descolguemos, pues, la mal cortada péñola mía, no precisamente de la espetera y del hilo de alambre donde la dejó el prudentísimo Cide Hamete, y volvamos de nuevo a nuestra tarea diurnal.

Por cierto, señores, que me he visto y me he deseado para convalecer. Esos chicos de mi portera son unos diablillos de los mismos infiernos. Su madre les compró, pronto y con tiempo por si se acababan, estos dulces y armoniosos instrumentos músicos pastoriles con que la tropa infantil celebra el aniversario del nacimiento de Jesús. Godofredito toca a todas horas la gaita, Nicanorcito bate con marcialidad el tambor, Rigobertito tañe desacompasadamente la zambomba, Periquín zumba con furia la pandereta y Petronila chasca sin ton ni son las castañuelas y se desgañita cantando villancicos….

En fin, que están el cuarto de mi portera y el portal convertidos en un verdadero Belén. Por no volverme loco con el angelical concierto del coro porteril, he huido hoy de casa en cuanto he almorzado y me he dirigido a Fornos. En el sitio y mesa de costumbre estaba reunido el cónclave y formada la tradicional e histórica tertulia de mis amigos de siempre: D. Severo, D. Tadeo, Manolito Estrada, Juanito Risueño y Prudencio Iglesias.

Tienen un gran barullo. Todos hablan y disputan, entre el chocar estrepitoso de las copas y de las cucharillas. — Hoy hay gran deliberación— he pensado para mi chaleco. En efecto, el vehemente D. Severo gritaba en aquel instante con prosopopeya autoritaria, enarbolando heroicamente una tetera: — Eres un tonto, Juanito; y perdona la manera de señalar. Los yankis no van a ninguna parte. — Sin embargo, ya ve V., don Severo; ahora van bonitamente al Pacífico, buscándoles las cosquillas a los nipones. — ¡Un colmo, señores, un colmo!… — ha interrumpido Iglesias, soltando una carcajada.

El pavero en Navidad. Nuevo Mundo, 26 de diciembre de 1907. BNE

¿Cuál es el colmo del camorrista? ¡Ja, ja! El colmo del camorrista lo están haciendo ahora nuestros zurradores de marras los yankis. ¿Que cómo? ¡Je, je!- Yendo a armar guerra al Pacífico. — Pues bien; los yankis hacen un colmo, como dice el amigo Iglesias, y van a achantar a esos fanfarrones changuitos — continúa diciendo Juanito Risueño. — Pero se volverán a la mitad del camino — replica sentencioso D. Severo. — Y si acaso cometieran la temeridad de hacer la guerra al Japón, que no lo creo, sufrirán la derrota más descomunal que los siglos han presenciado.

Los japoneses son invencibles.  La magnífica y formidable escuadra de Ewans, que ha zarpado de Port Monroe hacia Oriente, no es de las que se dejan vencer tan fácilmente como se dice. Son 19 acorazados mayúsculos con el mejor armamento que se conoce, 16 cruceros blindados y una escuadrilla de torpederos, que es la avanzada de la muerte. — Todo eso se hundirá en las aguas del Pacífico. El gran Togo, el vencedor de Port Arthur, dará una dura lección a ese grumetillo de Ewans.

Con poco trabajo demostrará ante los ojos de todas las naciones que el Imperio del Sol Naciente es la primera Potencia del mundo. — ¡Riau, riau!… ¡Eche V. por esa boca! Eso es asegurar mucho. — Lo aseguro porque puedo y porque soy práctico y perito en la materia. — ¡Adiós, Kuroki!… —Las guasitas p’al gato. Siempre me ha dado pena de que seas un percebe de nacimiento. — ¿Va a echar V. ya mano al saco de los «azjetivos»?

Pues avise V. antes, para que coja el sombrero y me vaya a la calle. — A otro sitio debieras irte, cacho de besugo. —Mire que le «azjetivo» a su mamá política. Está visto que con los solidarios no se puede discutir de nada. — Mentira!…

La discusión se enzarza fieramente, y por momentos va agriándose y subiéndose más de tono. Algunos terrones de azúcar de pilón vuelan por encima de nuestras cabezas. La ruptura y la conflagración son inminentes y la intervención de las potencias neutrales se hace necesaria.

D. Severo es fanático solidario y desde la reciente guerra ruso-japonesa, un furibundo entusiasta del Japón. Tocarle ambas cosas a D. Severo, es hacerle perder los estribos. Por fin y gracias a los buenos oficios de las potencias intervencionistas, se restablece la paz y se serenan los ánimos.

Entonces Prudencio Iglesias, el eterno humorista, ha hecho algunos cuantos chistes sobre el incidente, que todos hemos abucheado en coro, y ha propuesto luego otros tantos colmos y semejanzas. Esta decadente costumbre de las agudezas de ingenio, que era hace dos años la monomanía de todo madrileño de buen tono, afortunadamente ha pasado ya de moda; pero el grotesco y dicharachero Iglesias adquirió entonces este vicio incorregible, que tan bien armoniza con su carácter, y aún continúa con él.

D. Tadeo ha tomado después la palabra, y con un gran énfasis ha disertado largo rato sobre el estado de la cultura española y acerca de las causas de su postración, endilgándonos un discursito académico, con latiguillos y todo, digno de una conferencia en el Ateneo. «La enseñanza y la educación social — ha dicho en tono sentencioso— es nuestro primordial problema. La instrucción pública es el único medio de regeneración que nos queda a los españoles».

Después ha abogado porque se conceda a Rodríguez San Pedro los cinco millones que piden las minorías parlamentarias que se aumente nuestro presupuesto de Instrucción Pública. A este propósito se han discutido también los 200 millones que figuran en el proyecto de escuadra; y con tal motivo han vuelto a soliviantarse los ánimos y los polemistas han estado a punto de venir a las manos.

La mesa del café parecía un campo de Agramante. Yo, casi fuera de juicio, me he ido a la calle y me he vuelto a casa filosofando en la vanidad de las cosas de los hombres y pensando que es preferible sufrir el belén de los chicos de mi portera, que los debates diplomáticos y parlamentarios de mi tertulia del café de Fornos. Ángel Rozas. Madrid, 21 de Diciembre.

Café de Fornos. Madrid.

El 30 de diciembre, su amigo Antón del Olmet firma la Crónica Madrileña de «La Huerta». Curiosamente vuelve a estar relacionada con la moda; anunciando la repentina muerte de un famoso modisto francés.

1908.

Durante el mes de enero de 1908, Ángel Rozas redactó media docena de crónicas.

Nuevo Mundo, enero de 1908. BNE.

La Huerta. Número 224 – 7 de enero de 1908: CRÓNICAS MADRILEÑAS. Sinfonías del Año Nuevo… Un horrible y fragoroso estampido, entremezclado de ayes y gritos de angustia, hace retemblar los ámbitos de España. La detonación ha retumbado, como de costumbre, en la capital de Cataluña.

Hay quien la atribuye a la caída del gordo en Barcelona; otros, en cambio, más expertos, la reconoce como efecto de la explosión de varias bombas de dinamita en las calles de la ciudad condal. De todos modos es el trueno gordo, el trueno final de la obra.

Terminó la comedia del año 1907. Telón. La obra ha sido pésima, rematadamente mala, una farsa indigna, una mojiganga indecente y grosera, una porquería. Todos nuestros farsantes y conspicuos histriones se han esforzado por ver quién lo hacía peor.

El público, paciente, no pudiendo contener por más tiempo su malhumor y su hastío, ha silbado y pateado a rabiar. Es lo único que nos queda: el derecho a la grita y al pataleo. Nuestra desconcertada orquesta nacional ha vuelto a preludiar su invariable sinfonía, entre la chillería y el escándalo.

Los comediantes estudian otras bufonadas y ensayan nuevas posturas. El coro se dispone a salir. Todo indica que inmediatamente va a comenzar de nuevo la función. El viejo y monótono espectáculo estamos cansados de sabérnoslo de memoria y los espectadores bostezaremos otra vez de aburrimiento, ya que no tenemos fuerzas y nos sentimos incapaces para obligar a la empresa egoísta y sórdida a mudar e innovar los carteles, dando más amena variedad a la representación, y despidiendo a puntapiés y a escobazos a la torpe y grotesca farándula que ahora, actúa en el destartalado y ruinoso coliseo de la Patria.

Pero ¡Silencio! ¡Atención! Ha concluido el entreacto y se ha descorrido nuevamente la cortina. Empieza el coro. En la última fastidiosa escena del acto anterior, a paso de carga y a trancas y barrancas, quedaron aprobados los presupuestos y cumplida la letra muerta de nuestra desencuadernada Constitución.

¡Qué importa que se haya burlado una vez más el espíritu de la Ley! Mientras el coro general de recaudadores y alguacilillos, ejecutando una «machicha» sobre motivos del Miserere de M. Trovador, explica y aplica los nuevos presupuestos o impuestos; la farándula parlamentaria descansa hasta el día 24. La comparsería desentona y desafina de un modo horrible.

— «He aquí — exclama el corego haciendo uno de sus mejores gorgoritos— manifiestas las inauditas y casi milagrosas ventajas de la desgravación. En bien de las costumbres, se cierran los domingos las tabernas, queda el morapio libre del impuesto de consumos, para mayor comodidad de la pesca de merluza en todos los extrarradios; pero no creáis por eso que beberéis más barato el vino, pues si los taberneros no tienen ya que pagar puertas, satisfarán, en cambio, las patentes acordadas por el alcalde.

Sin embargo, en beneficio del sufrido vecindario madrileño y para compensar los ingresos que por la desgravación de los vinos pierden el erario y las arcas municipales, nuestros celosos administradores han ideado otros impuestos y nuevas gabelas que hacen subir los precios del pan, de la carne y de otros artículos de primera necesidad. ¡Señores, viva la borrachera y la juerga nacional!— Una voz estentórea sale del público y dice: — ¡Fuera! Ahora nos bajáis el vino y nos subís el pan y la carne.

¡Negociantes! ¡Chapuceros! Pronto, a este paso, lo trastornaréis todo a medida de vuestro egoísmo, y abusando de nuestra mansedumbre, nos bajaréis los calzoncillos nos subiréis las camisetas… ¡ya sabéis para qué! Señores, siga la danza. Puede el baile, continuar. Ángel Rozas. Madrid, 3 de Enero de 1908.

Diábolos a comienzos del siglo XX.

La Huerta. Número 228 – 11 de enero de 1908: CRÓNICAS MADRILEÑAS. ¡Diábolo!… «Satanás será suelto de su prisión». Apocalipsis. Se ha dicho que «la luz viene del Norte»; y se puede ahora añadir, en buena lógica y en mejor etimología, que Lucifer también viene del Septentrión.

Precisamente porque aquí seguimos con fanatismo y monomanía cuanto procede de «allende los Pirineos», nos encontramos en estos momentos, dominados por una abrumadora fiebre infernal; por un terrible furor diabólico. «¡Absit!» Se ha cumplido, como no podía por menos, al pie de la letra la profecía que escribió San Juan en la isla de Patmos, en su libro el Apocalipsis (cap. XX, vers. 2, 3, 7 y 8).

El propio Satán en persona, aunque disfrazado en figura del carrete, del cordón y de las dos varillas que integran el juguete de moda llamado el diábolo, ha llegado e invadido Madrid, enseñoreándose al siguiente día de la élite de todo lo más elegante, de todo lo más snob y de todo lo más cursi que encierra la villa y corte del oso. En todas las casas, en todas las calles y en todos los paseos el horrible diábolo es elevado a las alturas y es objeto de un culto desenfrenado e idolátrico.

Como verdadera plaga, ve usted a todas horas volar por los aires el endiablado carrete, amenazando y poniendo en peligro la integridad física del transeúnte indefenso. Los percances, los coscorrones y los chichones que ha producido ya el nuevo juego maldito, son innumerables, y lo más sensible es que sus víctimas no se cuentan únicamente entre sus adoradores y neófitos.

Con motivo de la pasada festividad de Reyes, ha aumentado extraordinariamente el culto diabólico, pues los monarcas magos han traído en sus alforjas una copiosa provisión de diábolos, surtiendo a todos los que aún carecían del armatoste. Ya no solo los chicos y las señoritas cursilonas de este Madrid taboadesco se entretienen jugando al diábolo; muchos padres de la patria y respetables senadores se dedican con entusiasmo al nuevo y aburridísimo sport.

Tal vez lo hagan únicamente por imitar al cardenal monseñor Merry del Val, de quien dicen que dentro del Vaticano se divierte con el juego de moda. ¡Hasta en la morada del Vicario de Cristo en la tierra ha conseguido penetrar el diábolo! ¡Horror! ¡Ya no hay salvación posible! Pero no han sido solamente diábolos lo que los Reyes Magos han traído. He aquí una lista de los objetos con que han favorecido y regalado a nuestros más eximios políticos:

A Maura: un cangrejo automático y la carabina de Ambrosio. — A La Cierva: unos pantalones a cuadros, un enorme cerrojo, un puchero electoral y un molino movido por las aguas desviadas del Segura. —A Osma: la llave de la despensa nacional, media docena de botellas de Jerez desgravado y cien cédulas liberadas por la Azucarera Española. — A Allendesalazar: un busto de oro del Sr. Güell y un mapa de Marruecos.

—Al conde de Peñalver: un automóvil con una sentida dedicatoria de los panaderos de Madrid. — Al marqués de Vadillo: una cabra triste. — A Weyler: un lavabo y un termo nuevo. — A Primo de Rivera: un «pim, pam, pum» con una dedicatoria del capitán Clavijo. — A Moret: una estatua de la Libertad… encadenada, un piquito de oro y un molde de hacer pasteles de todas clases. — A Montero Ríos: una gaita gallega, un ruso, una bufanda y un chuberski. — A Vega Armijo: una ristra de ajos con un lema que dice: «Al ilustre prócer».

— A Romanones: un diábolo… cojo. — A Canalejas: el morrión anticuado de Sagasta y la Democracia de capa caída. — A Capdepón: unas sonajeras que fueron del nietecito de Caserta. — A la minoría solidaria: una barretina con esta inscripción: Autonomía o «visca Catalunya llibre». El programa mínimo de Tívoli: nadie toque la segunda columna de los aranceles. — A la minoría republicana: un gorro de dormir y una olla de grillos. — A Rodrigo Soriano: las armas de D. Quijote y un gallo inglés, que bien pudiera ser el gallo de Morón.

Muchísimos más han sido los regalos; pero no los mencionamos por no hacer interminable esta lista. Sabemos que todos han quedado muy satisfechos y contentos con las dádivas que les han correspondido, todos menos el Sr. Maura que esperaba una laurea de dictador.

¡Otro año será, D. Antonio! Esto y un frío más que regular constituyen cuantas novedades hay hoy en Madrid; porque la estancia de Mr. Pichón, el ministro de Negocios Extranjeros de la vecina república, sólo interesa a los colombófilos. ¿Un Pichón mensajero, para ultimarse en Madrid el embrollo de Marruecos?… ¡Diábolo! ¡Diábolo! Ángel Rozas. Madrid, 8 de Enero de 1908.

Visita Stephen Pichon. Nuevo Mundo, 16 de enero de 1908. BNE

La Huerta. Número 230 – 14 de enero de 1908: CRÓNICAS MADRILEÑAS. Mr. Pichón y la Historia. Después de haber sido durante tres días nuestros huéspedes, anoche salieron en el expreso de Andalucía, para Córdoba y Granada, el ministro de Negocios Extranjeros, de Francia, y su esposa. Mr. Pichón y Mad. Pichón.

Sabido es que al ilustre hombre público no le ha traído a España únicamente una «tournée» de recreo y de carácter particular, aunque este haya sido el pretexto. Mr. Pichón ha venido a cumplir la misión que le ha confiado la vecina República de celebrar una entrevista con nuestro gobierno, a fin de ultimar detalles y ponerse de acuerdo ambos poderes en el plan misterioso de la organización de la Policía marroquí y de la penetración «pacífica» del Moghreb, según el compromiso contraído en el acta de la Conferencia de Algeciras.

Todo el mundo ha concedido a esta visita una gran transcendencia para el porvenir de España en las relaciones internacionales y en su política futura con Marruecos, siendo muy comentada por la Prensa madrileña, de diferentes modos y con diferentes puntos de vista.

No intentamos por nuestra parte en la presente croniquilla echar un cuarto a espadas, formulando nuevos juicios y comentarios acerca de la secreta «entente cordiale» franco española; aún que sí recordaremos de paso la profecía de Bismarck: «El problema de Marruecos será el que engendre la próxima guerra europea». Por hoy habremos de limitarnos a exponer unas breves consideraciones históricas de actualidad que nos ha sugerido el viaje a nuestra península del ministro de Negocios Extranjeros de Francia. Hay hechos históricos que parece que se repiten a plazo fijo.

Visita Stephen Pichon. Nuevo Mundo, 16 de enero de 1908. BNE

Estas extrañas y admirables coincidencias que encierra frecuentemente la Historia, no acertaremos a probar si son puramente casuales y fortuitas o si obedecen a desconocidas leyes  eternas y providenciales, que presiden el trascurso de los siglos y el desenvolvimiento de los pueblos. Lo que consideramos un dato seguro e indiscutible es que hay naciones, lo mismo que los individuos, predestinadas a la desgracia por inexorable fatalidad; y esta es la única  razón que puede explicar por qué no saben sacar provecho de las sabias lecciones que proporcionan los grandes fracasos, el maestro tiempo y los hechos consumados e inevitables.

Nuestra torpe inexperiencia está probada. Será sólo una pura y  contingente eventualidad; pero todas nuestras alianzas y uniones con Francia nos han sido siempre fatales. Recordemos el célebre «Pacto de familia» que firmó Carlos III con Luis XV, como unión defensiva y ofensiva entre España y Francia, y las funestas consecuencias que tuvo para nosotros la alianza a que dio lugar, hasta el punto de vernos precisados a hacer humillantes concesiones a los ingleses en el desfavorable y bochornoso tratado de Fontaineblau, a fin de poder recobrar la paz perdida.

Recordemos la concordia de San Ildefonso, celebrada entre Carlos IV y el Directorio francés, que dio por resultado el desastre del Cabo de San Vicente y los rudos ataques y grandes pérdidas sufridos en América. Recordemos el nuevo convenio del año 1805 entre el mismo Carlos IV y Napoleón, que tuvo como desenlace el trágico percance del choque de Finisterre la enorme catástrofe de la batalla de Trafalgar que acabó con nuestra marina.

Y como si todo esto hubiese sido poco, tres años, después ordena nuestro aliado y traidor amigo Napoleón, contando con la complicidad del desatentado e inepto Carlos IV y abusando de la desidia de éste, que las tropas francesas invadieran nuestro patrio territorio; hecho que dio lugar a  aquel heroico y grandioso levantamiento del pueblo español, conocido con el nombre de Guerra de la Independencia.

Recordemos y meditemos tales enseñanzas históricas; en estos momentos críticos en que se acaba de ultimar un novísimo convenio franco-español que se oculta abusivamente al pueblo, a quien interesa. Como irónica coincidencia, van a conmemorarse el presente año, con festejos públicos en algunas poblaciones, el centenario y las glorias de aquella admirable epopeya nacional.

Ya nos estamos figurando el desbordamiento épico de todos nuestros Homeros y Tirteos españoles. Veréis a todos nuestros poetas y postillas, salidos de madre, inundándonos con sus cantos, odas, himnos, sonetos y romances. Las liras y demás instrumentos más o menos poéticos no se van a dar punto de reposo en las manos de nuestros vates de estro bélico y fogoso numen.

Zaragoza brindará al mundo una nueva gallarda prueba de hidalguía celebrando una Exposición franco -española en conmemoración de sus famosos sitios. Mientras tanto, ¿qué importa pues que Mr. Pichón venga a España y que ésta contraiga serios compromisos guerreros con nuestros vecinos transpirenaicos en el asunto cada vez más embrollado de Marruecos? Plegue a Dios que no nos bataneen las pocas costillas que nos quedan algunos desalmados y jayanes yangüeses en esta imprevista aventura quijotesca de encrucijada en que nos hemos metido ahora … Ángel Rozas. Madrid, Viernes, 10 de Enero de 1908.

Nuevo Mundo, 16 de enero de 1908. BNE.

La Huerta. Número 236 – 22 de enero de 1908: CRÓNICAS MADRILEÑAS. Varí, polizonte. ¿Os acordáis de Varí, mi paisano y mi antecesor, en esta agradable tarea de croniquear desde la Corte? Seguramente. Pues bien; ya os dije en mi primera crónica que iba a hacer oposiciones, a fin de ganar una de las 355 nuevas plazas de policía, creadas por Cierva, por el genial reformista de los pantalones a cuadros.

En los dos meses que han durado las oposiciones  policiacas, era imposible ver ni hablar siquiera al pobre Alfonso. Con el ansia de proporcionarse cuantos medios pudieran hacer más seguro su triunfo y más factible la realización de su esperanza. Varí no dormía, ni comía, ni descansaba un instante. Devoraba los libros y el cuestionario; iba a Gobernación y al Gobierno civil por tarde y mañana, a enterarse de cuándo entraba en turno; hacía veinte visitas y escribía al día otras tantas cartas, solicitando recomendaciones o influencias para el tribunal; y en este tejemaneje continuo su cabeza era un volcán en erupción.

Las oposiciones terminaron, y Alfonso Varí, ha visto premiado, con la apetecida recompensa su horrible purgatorio, y coronado con un éxito lisonjero todas sus desazones y todos sus afanes. Vari recibió el sábado último su credencial de agente de policía, con un sueldo anual de 2.000 pesetas. ¡Pobrecillo Varí! Está satisfechísimo y radiante de placer. Me ha contado casi con lágrimas en los ojos que cuando volvió a su casa con la credencial en el bolsillo interior del gabán, en un arranque de entusiasmo y de júbilo que no pudo contener, dio un abrazo estrechísimo a Sinforiana, la hija de su patrona, y un ósculo estrepitoso en el cogote a D. Brutinio Escorbuto un ex-sargento de Carabineros que en la misma casa se hospeda.

Figuraos la inmensa alegría de mi amigo, cuando llevaba debiendo el pupilaje ya tres meses y estaba sentenciado por su inexorable y pringosa pupilera a ser puesto de patitas en el arroyo si no ganaba la plaza de policía. ¡2.000 pesetas, 400 duros al año!…

Mi paisano no había soñado con esa suma jamás, y, loco de contento, no sabe dónde colocar a La Cierva. Varí se ha sentido espléndido. En celebración de su reciente triunfo, ayer tarde nos obsequió a varios amigos, entre los que se encontraban nuestros queridos compañeros Plim y Luis Gante, con un modesto guateque en un ameno y popular merendero de las Ventas.

El condumio fue suculento y sabroso. No copio el menú por no excitar la envidia y la gula de los lectores. Aunque brillaron por su ausencia el Rioja, el Burdeos, el Jerez, el Champagne y otros caldos famosos. Hubo, en cambio, gran derroche del Valdepeñas  clarete y desgravado; ¡Dios se lo pague a Osma! Durante la íntima cuchipanda reinó la más franca y jubilosa cordialidad, el buen humor y la alegría más expansiva que puede darse.

En uso y merced de la gran confianza que nos une, los comensales todo nos lo hubimos de permitir y dispensar, menos los brindis, que por previo acuerdo quedaron prohibidos terminantemente con terribles penas y conminaciones, temerosos de algún chaparrón de oratoria o de alguna oda pindárica alusiva al acto. Amenizaba el opíparo banquete con la algarabía musical de sus notas chillonas un organillo de repertorio zarzuelero, a cuyos compases se marcaban bien ceñidas tres parejas, rindiendo incansable culto a Terpsícore, sin temor al gris que helaba las respiraciones.

Aprovechando una pausa en el diálogo, mientras descargaba una chuleta con dientes voraces, el nuevo Goron bajo las órdenes de Millán Astray me preguntó: — ¿Y tú sigues mandando, crónicas a La Huerta? — Sí, chico; — le repuse— prefiero escribir para Orihuela que hacerlo para Trijueque. Desde que me nombraste tu sustituto, nuestro querido Plim es mi amo y señor. — Lo celebro, Rozitas— prosiguió Varí— En ese caso, tu deber es estar al tanto de la actualidad.

Dime pues cuáles son las últimas, novedades de la semana; porque yo hace ya dos meses que no leo un periódico. Rehusé el hacerlo; pero ante la insistencia de Varí, hube de complacerle y le referí en pocas palabras los sucesos de actualidad más salientes: — «La política parece que se va desenmarañando un poco. La disidencia se ha declarado ya, de un modo resuelto en la minoría solidaria. Cambó quiere ser ministro a ultranza y sus pasteleos con el hombre de las frases, han descontentado a todos los solidarios de la izquierda.

El proyecto de Ley sobre administración municipal y provincial, está siendo el caballo de batalla. Mientras Maura y su acólito Cambó quieren implantar el voto corporativo, infiriendo con ello un duro golpe al sufragio universal, la conquista más democrática que figura en nuestra Constitución, la izquierda solidaria, la minoría republicana  y el bloque liberal se opondrán tenazmente a tan retrógrada implantación y otras reformas del Proyecto.

Ya se está preparando la lucha; y ésta será empeñada e impetuosa, si Moret no hace algunos de  sus acreditados pasteles, como es presumible y desiste de sus propósitos belicosos. Pronto lo veremos. El día 24 se reanudarán las sesiones de Cortes y vendrá la rebaja. Meditemos mientras tanto.

El embrollado problema marroquí ha venido ahora a complicarse con la proclamación en Fez del pretendiente Muley Haffid, que marcha con su mehalla sobre Rabat, donde se refugia temeroso y desconcertado el inhábil sultán Abd-el-Aziz. Cerca de esta última población, un destacamento francés le defiende.

Nuevo Mundo, 16 de enero de 1908. BNE.

El Sr. Maura parece que ha certificado su criterio sobre este asunto, y así se dice que lo manifestó en el Consejo del jueves, con estas o parecidas palabras: «Francia sigue en Marruecos una política de represión; yo estimo que España debe seguir una política atractiva, más de cariño que de violencia. En este punto no podremos marchar de acuerdo con Francia, que pretende una acción combinada de las fuerzas de ambas naciones».

Sí, es cierto, por esta vez Maura se ha puesto al lado de la opinión: este es el sentir del pueblo español. Sin embargo, a este propósito se recuerda la arrogante frase lanzada por Maura en aquélla memorable sesión del Congreso: «Desde Tánger al Muluya ninguna nación que no sea España pisará el territorio de Marruecos». Si Maura se propone sostener esta bravuconada imprudente, es de temer que el criterio pacifista del Gobierno tenga que modificarse muy pronto.

Por lo demás la semana ha dado de sí, mucha sangre y mucho cieno. El asesinato de la calle de la Primavera, y el cruel y estúpido crimen de la calle de Ciudad Rodrigo, han exaltado las imaginaciones noveleras y folletinescas. En cuanto al cieno… ¿os parece poco el que hay en las calles de Madrid, por mor a Peñalver y el que ha removido España Nueva con la denuncia contra el médico pederasta, sátiro repugnante, doctor Rodríguez Gallardo?

A todos estos relatos míos pusieron sendos comentarios el anfitrión y demás comensales. Había cesado de tocar el organillo. La noche caía, cubriéndolo todo de sombras. Entonces hubimos de suspender el jolgorio. En cuanto el dueño del merendero se enteró que Alfonso Varí era un nuevo polizonte, se negó a cobrarle el importe del convite. Este ha sido el primer gaje de su lucrativa profesión… Ángel Rozas. Madrid, 18 de Enero de 1908.

Nuevo Mundo. 23 de enero de 1908. BNE.

La Huerta. Número 238 – 25 de enero de 1908: CRÓNICAS MADRILEÑAS. Alma romántica: Más triste que la muerte de los hombres es el ocaso de los pueblos. Esta nuestra vieja raza latina, abrumaba bajo el peso de los siglos y rendida con el largo afanar de sus esfuerzos heroicos y conquistadores, después de haber paseado, aventurera y triunfante, sus ideales luminosos por todo el mundo, ha desgastado su actividad incansable y prodigiosa y su energía viril y se siente desfallecer en endeble decrepitud.

Los raquitismos de su degeneración y los achaques de su decadencia, la han hecho impotente, como en otros remotos tiempos, para evitar el desbordamiento y la impetuosa avalancha de los anglo-sajones, de los germanos, de los eslavos y de los escandinavos que, desde las altas montañas, desde las estepas y desde los ventisqueros del Norte, se han precipitado sobre los floridos valles del Mediodía en avasallador irruimiento.

Sin embargo, si es evidente que las naciones latinas decaen, siéndoles imposible contener la invasión de estos nuevos bárbaros del Norte que nos conquistan con la fuerza de las armas y del comercio, con las ciencias y con las artes; no es menos cierto que hay algo que, aunque permanece callado e inerte, no puede ser vencido ni morir nunca: ese algo es el espíritu de las razas.

No está muerta, sólo duerme el alma latina, — alma creadora, inquieta y magnánima, —sólo duerme en este siglo de crisis, mientras se está operando lentamente en su ser una nueva y grandiosa transformación, de la que saldrá, nuevo fénix inmortal, rejuvenecida y prepotente para ulteriores y más gloriosas conquistas y para la realización de más levantados y admirables portentos.

¿Qué importa, pues, que el genio triunfador de los Goethe, de Kant, de Niestzche, de Wagner, de Bismarck, de Ruskin, de Rudyard Kipling, de Spencer, de Chamberlaiu, de Ibsen, de Tolstoi y de tantos otros «sublimes bárbaros» — como les ha llamado Ricardo León — influyan en nuestra vida decrépita y nos sojuzguen, apoderándose transitoria y superficialmente de nuestros espíritus; si ellos y los férreos pueblos a que pertenecen, envueltos siempre entre las  nieblas caliginosas del Norte y templados en la frialdad glacial de sus nevadas llanuras donde nunca sonríe la verde placidez de las campiñas meridionales, están condenados, por ley ineludible e inmutable de Naturaleza, a ser eternamente transformadores y reformistas, pero jamás serán como los pueblos latinos, creadores de ideales nuevos ni acometedores de empresas nunca soñadas?…

En la masa del pueblo, de este nuestro pueblo abúlico, escéptico e indiferente en apariencia, duermen las inextintas energías, el vital dinamismo de la raza; en ella reposan el germen y la levadura de un gran porvenir, de un futuro victorioso, que muy pronto quizá fermente. No hay que olvidar que su espíritu es el alma latina, alma grande e inquieta, alma hidalga y creadora, ¡alma romántica!…

Sollozaba la orquesta, esparciendo raudales dulcísimos de armonía y suspirando un trémolo de besos sin fin; y tal pensaba anoche, el cronista, mientras en la agradable compañía del acreditado banquero de Almoradí D. José Diez (que se encuentra unos días entre nosotros), y de otros tres queridos amigos, presenciaba, desde un palco del Teatro Español la representación de Juan José, el popular drama de Dicenta.

Los domingos, sobre todo si son lluviosos como estos que llevamos, se llenan totalmente las localidades de este aristocrático coliseo, que antes fuera el célebre corral de la Pacheca, de un público modesto y burgués, atraído por sugestivos programas y por la economía de los precios, una rebaja de un cincuenta por ciento sobre los ordinarios, que en estos días dominicales proporciona la Empresa, con funciones democráticas.

Cada vez que el eminente actor Emilio Thuiller, en su simpático papel de protagonista de la obra, pronunciaba con la verdad y la admirable maestría escénica con que él sabe hacerlo, una de esas frases patéticas, sentimentales, llenas de ternura infinita o de sagrado odio, impregnadas de ese romanticismo popular y revolucionario que palpita hermosamente en la literatura de Dicenta, el público entusiástico, este público humilde y dominguero que aún sabe apasionarse y sentir, prorrumpía en una ensordecedora ovación y en una atronadora salva de aplausos; y al final de cada acto, como si el estreno del drama fuera reciente, hubo de salir Dicenta, con su terno democrático de socialista convencido, al proscenio a recibir el caluroso homenaje que se le tributaba, en premio de haber sabido pulsar bellamente la fibra más íntima y sensible del alma del pueblo.

— «Bien se conoce la incultura y el romanticismo cursi del público que aplaude Juan José. Estos mismos espectadores son los que se aburren y se duermen en la Princesa, viendo las representaciones de los geniales y hermosos dramas. Casa de muñecas, de Ibsen, La intrusa, de Maeterlinck, que ahora está poniendo en escena la compañía de la Carmen Cobeña. ¡Qué ignorancia tan grosera la de nuestro público popular!»…

Así decían, al salir, dos jóvenes aristocráticos y elegantes, de esos que no pierden una noche de su abono, y que por su exótico indumento, su faz rasurada a la inglesa y sus greñas mal domeñadas van delatando que pertenecen a la casta de intelectuales con pose y con vistas al Norte. «Romanticismo cursi», llaman tales degenerados a este sentimentalismo sano y purificador que aún vibra, afortunadamente, en la masa popular. «Santo romanticismo» le llamamos nosotros, pues es el único sentimiento elevado que nos queda, capaz de redimir nuestra raza decadente y moribunda del marasmo y de la postración en que hoy se encuentra sumida. En él late todo el calor vivificante que irradia el corazón latino, esta alma romántica que ha de alentarnos si no renunciamos a vivir….

Cuando a la salida del teatro tomábamos un refrigerio en la cervecería de Candela, servido por las propias manos angelicales de Teresita, la camarera gentil, aún vagaban estas ideas en nuestra mente, mientras contemplábamos en las mesas de enfrente la figura hidalga y romántica de nuestro castizo novelista D. Ramón del Valle-Inclán, que se destacaba apostólica, con sus antiparras quevedescas y sus enmarañadas barbas de padre río, gesticulando con los brazos, entre una tertulia de literatos en embrión, jovenzuelos pálidos y melenudos y lindos efebos de negras chalinas. Ángel Rozas. Madrid, Lunes 20 de Enero de 1908.

Ramón María del Valle Inclán.

La Huerta. Número 240 – 28 de enero de 1908: CRÓNICAS MADRILEÑAS. Tomando el sol. «Para y óyeme ¡oh sol! Yo te saludo. Estática mi ardiente fantasía, anhelosa hacia ti sus alas tiende». ESPRONCEDA. (No respondo que estas sean literalmente las palabras de Espronceda en su oda al sol. Lo cito de memoria y puedo haber alterado algo los términos. De todos modos, la idea es la misma que quiso expresar el poeta).

«¡Oh perpetuo descubridor de los antípodas, hacha del mundo, ojo del cielo, meneo dulce de las cantimploras! ¡Timbrio aquí, Pebo allí, tirador acá, médico acullá, padre de la poesía, inventor de la música; tú, que siempre sales, y aunque, lo parece, nunca te pones! A ti digo ¡oh Sol! con cuya ayuda el hombre engendra al hombre a ti digo etcétera».

Este invocador comienzo que Cervantes puso al cap. XLV de la parte 2ª de su Quijote, al cronista erudito le viene pintiparado, como anillo al dedo, para empezar hoy su crónica. El sol, el almo sol, el padre y viejo sol, centro de donde mana toda nuestra vida, sin omitir ninguno de los otros epítetos y adjetivos que le han disparado y han acumulado sobre él los poetas de todos los siglos y de todas las generaciones, se ha dejado ver por fin, después de varios meses de nubes y de lluvias incesantes, con todo el luminoso y radiante esplendor de su excelsa y augusta majestad planetaria. ¡Evohé! ¡hosanna! ¡aleluya! ¡hurra! ¡húmedos y ateridos hijos de la Tierra! ¡Ya llegó la ansiada hora de que podáis enjugaros un poco; de lo contrario os vais a grillar como las patatas!….

Las gentes se han dado cuenta de ello al instante, y sin esperar las apostólicas exhortaciones del cronista, se han lanzado alborozadas y gozosas a plazas y paseos, con objeto de cumplir esta recreativa e higiénica práctica. En la «aprés—midi», en esas horas deliciosas en que los rayos del astro rey son más perpendiculares y caloríficos, todos los buenos ciudadanos y ciudadanas, buscan su acción benéfica desde terrazas, ventanas, azoteas, miradores y balcones, o bien democráticamente en los bancos de los paseos públicos o en las aceras de las calles, mientras se digiere el almuerzo, se fuma un cigarro y se lee un periódico, o se juega al chito, al diábolo, a la rana o a los bolos.

Los gatos y los canes filósofos también gustan de dormitar al sol, como cualquier otro ciudadano. Esta arcaica, primitiva y filosófica costumbre de tomar el sol, es innata en todos los hombres, pero en los españoles más que en ningunos otros. Dice el refranero que «el español bien nacido, después de comer tiene frío»; de aquí que sienta la necesidad, más que cualquier otro terrícola, de calentarse al sol después del mediodía.

Recorred todas las provincias, todos los pueblos de nuestra pintoresca España; leed, nuestras novelas, nuestras historias; en las plazas, en los pórticos y en las escalinatas de las iglesias, en actitud indolente y regodeante, la plebe y el hampa picaresca zurcen sus calcetas y sus harapos, se peinan, se espulgan, se despiojan y se rascan de cara al sol, con delectación sin igual, con la misma fruición que se nota en los mendigos y en los santos de Ribera, cuando se curan en las puertas de los conventos sus miserias y lacerías. El sol es el tesoro y el abrigo de los pobres.

Diógenes, el filósofo cínico que despreciaba con austeridad y orgullo estoicos el fausto y todas las riquezas de la tierra, considerándolas superfluas e inútiles, hallábase un día con su manto harapiento, sus alforjas, su escudilla y su tonel, tomando el sol en una calle de Corinto. El soberbio monarca Alejandro el Magno, a quien había llegado la fama de Diógenes, sintió deseos de conocerle y fue en su busca.

Púsose delante del filósofo y le instó con grande e insistente encarecimiento que le pidiera cuanto quisiese, que de antemano él se lo concedía y prometía dárselo. Diógenes le miró con desdén y le respondió malhumorado: «Tú no has venido a darme, sino a robarme mi único tesoro. Solo quiero de ti que te apartes de delante y no me quites el sol».

Nuestro compatriota Séneca, que refiere esta anécdota en su obra «De Beneficiis», lib. V, cap. 6, añade que Alejandro se reputó inferior a Diógenes; al ver en él un hombre a quien nada podía dar ni quitar, y que exclamó: «Quisiera ser Diógenes si no fuera Alejandro».

¡Soleémonos bien el cuerpo y el alma! Aprovechemos estos días apacibles y luminosos de invierno, en que el astro rey brilla con júbilo de fiesta a través de la atmósfera azulosa, límpida y riente. En ellos nos sentimos alegres y contentos de haber nacido, y en nuestras imaginaciones bailen ideas nuevas y atrevidas y empresas portentosas y magnánimas. Tiempo vendrá con los días caniculares del estío en que huyamos del Sol y lo detestemos como los dueños de cafés y los empresarios de teatros.

La reaparición del sol ha coincidido con la reapertura de nuestras Cortes. Estos son los dos acontecimientos más  importantes de la semana; pues casi no merece los honores de una mención la íntima cuchipanda con que ayer celebró Maura, en compañía de todos los ministros, el primer aniversario de su última (en el orden correlativo) subida al Poder, que él aspira a que dure un quinquenio, por lo menos.

Sin embargo, los hombres proponen y Dios dispone. El nubarrón se aproxima; y sería muy posible que ahora que nos ha salido el sol a todos los españoles, se le eclipsara al flamante y olímpico D. Antonio. Ángel Rozas. Madrid, domingo 26 de Enero de 1908.

Nuevo Mundo 6 de febrero de 1908. BNE.

La Huerta. Número 249 – 7 de febrero de 1908: CRÓNICAS MADRILEÑAS. Comentarios a una tragedia. El horrendo asesinato del rey de Portugal D. Carlos, y de su primogénito, el príncipe heredero D. Luis Felipe, ha producido en esta Corte viva impresión y una intensa y ansiosa curiosidad por conocer cuántos resultados y contingencias sobrevengan. Desde que ayer mañana, domingo día 2, se hizo pública la noticia por los periódicos, la terrible tragedia está siendo el tema de todas las conversaciones en Madrid.

A su relato, que ofrecen los periódicos con análogos detalles, se hacen muy animados comentarios para todos los gastos y opiniones, acerca de sus antecedentes, transcendencia, circunstancias y consecuencias posibles. Como los asuntos que venían estos últimos días preocupando a la opinión, tales como el debate planteado en el Congreso por el Sr. Burell, el día 30 del mes pasado, sobre la real orden de Osma atendiendo las reclamaciones de bienes eclesiásticos hechas por algunas órdenes religiosas, (en el cual ha pronunciado un importante discurso el Sr. Canalejas), y el pleito sensacional contra Alfonso XIII incoado por los hijos de Elena Sanz, (en cuyo efecto han prestado ya declaración notables personajes), han cedido su interés a la transcendental resonancia del regicidio de Lisboa.

El cronista, que debe atenerse siempre a la más interesante y palpitante actualidad, ha de hacer él también por su parte unos comentarios acerca del regicida atentado. El reprobable crimen, que ensangrentó el sábado último la plaza del Comercio de la capital del vecino reino, era conjeturable y estaba casi previsto, dado el estado de excitación que habían provocado en todo Portugal las medidas opresoras y tiránicas de Joao Franco, el ambicioso y despótico favorito que ejercía la dictadura autocrática con el beneplácito y el decidido apoyo del desventurado monarca portugués.

No impunemente se desafían las iras de un pueblo, que ve hollados su libertad y sus intereses: y aunque nada pueda justificar ni disculpar el criminal y odioso atentado, es muy triste que los asesinos y los sicarios regicidas puedan tener un pretexto para consumar sus sanguinarias acciones de destrucción. No es más sensible la muerte de un rey o de un potentado de la tierra; que la de un humilde mendigo, pues el humanitarismo nos enseña que el derecho a la vida es igualmente sagrado e inviolable para todos los hombres.

15 de febrero de 1908. Revista Blanco y negro.

Por ningún motivo, opinamos nosotros, debe privarse, de la existencia que Dios le concede a un ser humano. Todavía las defectuosas Leyes y los atávicos Códigos Penales por los que la sociedad se rige, preceptúan la pena de muerte, en absurdo nombre de Dios y de la justicia. Estas reminiscencias de la primitiva barbarie en que vivió sumida la humanidad por muchos siglos, serán borradas, como otras muchas con las que aún estamos connaturalizados, por el progreso y la civilización humana en los tiempos venideros.

Aunque amantes de la libertad, odiamos y execramos la tiranía, jamás nos ha llevado nuestro fanatismo a sancionar la muerte de un déspota ni a asentir al parecer del jesuita Juan de Mariana, que afirmó en su obra «De Rege et Regis institutione» que es lícito matar a los tiranos. Nosotros creemos que un regicida nunca es un héroe y sí, en todo caso, un asesino vulgar.

Hay otros medios lícitos para incapacitar a un tirano. Una monarquía es siempre la garantía y la salvaguardia del «statu quo» que a las clases privilegiadas, conservadoras y adineradas de una nación conviene sostener a todo trance y a toda costa, contra las conquistas cada día más alarmantes y cada vez más exigentes y atrevidas de la plebe y del proletariado. El monarca viene a ser pues, la más alta representación de aquel «statu quo» y, con más creciente frecuencia cada año, la víctima propiciatoria inmolada en holocausto de aquellos intereses.

Un rey, y más que ningún otro un rey constitucional, debe ser, principalmente y ante todo, heredero legítimo del trono, aunque otras cualidades le falten. Después debe saber hablar regularmente tres o cuatro lenguas, un poco de historia y de política, y ha de ser ducho, más que en ninguna otra cosa, en la esgrima y en todo género de sports. Con tales prendas, con ser formal y serio cuando convenga y con saber saludar con afectuosas sonrisas a las masas que le aclaman se tiene un rey perfecto. Además un buen rey está obligado a ser feliz o por lo menos a saber aparentarlo bien.

¿Qué sería, de lo contrario, de toda la filosofía de los epicuristas y de los positivistas, que sostienen que la dicha consiste en tener muchas riquezas y muchos honores, si los monarcas no fueran felices? La plebe miserable y abyecta olvida su indigencia y el hambre que la mortifica, ante el fausto y la gallardía de un soberano y el brillo de su corte, y le aplaude y le vitorea rebosante de júbilo y de entusiástica admiración.

— ¡Que ellos gocen, al menos, ya que yo sufro! —Se dice resignada.— ¡Dios así lo quiere y así lo ha dispuesto! — Pero debajo de esta resignación aparente que acompaña siempre a la miseria, se oculta latente un germen de odio y de envidia que el día menos pensado se convierte en obsesión loca y sangrienta y arma la mano criminal del regicida, con un puñal, un trabuco, un revólver o una bomba de dinamita.

Y el asesinato horrendo y abominable se consuma. — Son gajes del oficio — decía ayer, un escéptico encogiéndose de hombros filosóficamente, cuando le participaron el asesinato del rey de Portugal y de su primogénito. Ayer mismo, sin pérdida de tiempo, fue proclamado el hijo superviviente de D. Carlos de Braganza con el nombre de Manuel II, quien hizo publicar en el Diario Oficial una enérgica proclama y reunió el Consejo de Estado a fin de adoptar supremas medidas. El nuevo soberano cuenta diez y nueve años de edad.

El funesto dictador Joao Franco presentó la dimisión de su cargo de Presidente del Consejo de Ministros; que Don Manuel se la aceptó para entregar el poder a un gabinete de concentración monárquica, el cual se supone será presidido por el almirante Ferreira Amaral.  Pero la gente que no cree que esto pueda ser el único epilogo que tenga la tragedia del día 1° se pregunta si la revolución seguirá adelante y será, por fin, proclamada la República portuguesa. Este es el enigma que el presente nos reserva y que el porvenir se encargará de descifrarnos. Ángel Rozas. Madrid, 3 de febrero de 1908.

Enlace Vídeo Youtube.

La Huerta. Número 263 – 24 de febrero de 1908: CRÓNICAS MADRILEÑAS. ¡POBRE CIERVA!. Acaso, cuando esta crónica se publique; se haya declarado ya de un modo oficial la crisis del actual ministerio Maura, planteada desde hace días en el seno del Gobierno según rumores insistentes y fidedignos.

Muchos periódicos de ayer y de hoy recogen tales calendarios y profecías, dándolos por verosímiles y por casi seguros. Lo cierto es que, por momentos, surgen nuevos conflictos que dificultan a algunos ministros el continuar en el desempeño de sus carteras. A Cierva, Osma y Rodríguez S. Pedro, se les considera fracasados en absoluto. Ellos, y quizá también González Besada, serán los que habrán de salir del Gabinete, facilitando la modificación ministerial que apetece D. Antonio.

Si tuviera confirmación tan grave pronóstico, bien sabe Dios que lo sentiría en el alma por el admirable D. Juan, a cuyas reformas geniales y moralizadoras ya nos vamos acostumbrando los madrileños. ¿Cuándo él nos falte, quién va a encargarse de endulzar nuestra existencia, dándonos asunto de regocijo con que alegrar y animar nuestras tertulias de café?

El pequeño dictador de Mula es algo ya imprescindible en nuestra vida y en nuestras conversaciones. Si se nos marcha, ¡qué triste y qué larga se nos va a hacer la Cuaresma que se aproxima! Yo siento una profunda simpatía por D. Juan, y le encuentro delicioso. El pobrecillo ha sido mal comprendido por todos; nadie ha sabido leer en su alma fecunda de artista.

Tiene genio y talento, poco comunes entre políticos, aunque hay quien se atreve a ponerlo en duda. Lo que sucede es que, el vulgo es rutinario y muy apegado a sus viejas prácticas y costumbres, y en cuanto surge un genio reformador, capaz de abrir nuevos horizontes y derroteros a nuestra vida monótona, se malquista con él y acoge con protestas cualquier innovación que le saque de su camino trillado.

Cierva ha demostrado ser aún más que su amo y señor el hombre de las frases, el difícil conjunto de perfecto gubernamental y revolucionario desde arriba. Todas sus disposiciones han sido reformas importantísimas y transcendentales, que la Historia se encargará de ensalzar, como merecen. Ved si no su obra reformista, desde que empuñó el bastón de gobernador de Madrid hasta que ha escalado la encumbrada poltrona de Gobernación.

Protesta taberneros por el cierre dominical. Nuevo mundo (Madrid). BNE.

Comenzó prohibiendo a las señoras llevar sombrero en los teatros; ordenó poner en los sitios en que más podía peligrar el sagrado derecho de propiedad de los viandantes, unos cucos cartelitos que dan el siguiente aviso: «¡cuidado con los rateros!»; tuvo los buenos propósitos de meter en cintura a la díscola estudiantesca; ha perseguido, con el celo moralista y reformador de un Catón y de un Cisneros, la mala vida madrileña de los trasnochadores y de los alcohólicos, ordenando cerrar tempranito los teatros y los cafés y las tabernas los domingos; ha intentado domeñar esa Prensa escandalosa, bravía, poco edificante; nos ha creado una policía culta, celosa y flamante, que vela con tesón por la pública seguridad y, ahora recientemente, ha prohibido las bárbaras capeas de los pueblos, infiriendo un golpe de muerte a la torería andante y trashumante.

(No hablaré de sus campañas y gestiones electoreras, pues bien ha demostrado en las últimas elecciones que sabe manejar de un modo maravilloso los decantados y difíciles resortes del Poder).  

Otras varias disposiciones me dejo en el tintero por no hacerme prolijo, y ¡sabe Dios qué inéditas ideas y proyectos geniales se estarán incubando a estas horas en esa cabeza monstruo y privilegiada del portentoso D. Juan! ¿Qué de extraño hay que un hombre así tenga envidiosos y enemigos? No es entre los ministeriales, entre sus propios correligionarios, donde menos los tiene; si no que se lo pregunten a su paisano García Alix y al Sr. Dato. Es el destino del genio.

Decidme si no es gran lástima que un hombre así abandone el puesto que ocupa para la felicidad de todos los españoles. Y todo porque no pueda descubrir a los autores de los atentados de Barcelona, como si eso fuera tan fácil como sorberse un huevo, o porque al travieso y poco respetuoso Soriano se le haya ocurrido llamarle en el Congreso, «Gedeón»…

¡Pobre Cierva! No mi péñola, que es tosca y humilde, sino una pluma de oro debiera escribir al ilustre ministro de la Gobernación, uno de los más encomiásticos y grandilocuentes panegíricos. Yo no puedo hacer más que elevar, desde este modesto periódico de provincias, mis más fervientes votos al Altísimo, a fin de que no tenga cumplimiento la profecía y los rumores de crisis, cada vez más insistentes y acentuados. Ángel Pérez de Rozas. Madrid, jueves 20— II— 1908.

Julia Fons. Portadas de revistas. BNE.

La Huerta. Número 268 – 29 de febrero de 1908: CRÓNICAS MADRILEÑAS. JULIA FONS.  Julia Fons, la estrella más resplandeciente de nuestra sicalipsis teatral, se halla gravemente enferma. Una difícil y dolorosa operación quirúrgica de obstetricia, ejecutada por el afamado tocólogo de esta Corte doctor Gutiérrez, ha puesto en peligro la vida de la escultural y encantadora tiple del teatro Eslava.

A sus admiradores, que formamos legión, nos ha producido la noticia profundo sentimiento, y nos interesamos vivamente por el pronto restablecimiento de su salud. Ninguna otra tiple del género chico iguala en simpatías ni en popularidad a la gentil Julita.

Julia Fons de Checa. Postales. 

El filtro afrodisiaco que destilan sus gracias naturales, ha encendido y hecho revivir el fuego de la pasión erótica hasta en los pechos de los espectadores más glaciales e inconmovibles misóginos. En la zarzuela «Enseñanza libre», de Perrín y Palacios, conquistó definitivamente al alegre público que ama las «buenas formas» y las pecaminosas insinuaciones escénicas.

Desde entonces, el triunfo de su plasticidad tentadora y de su garbo incitante dio siempre el éxito a todas las obras del género sicalíptico en que intervenía como actriz. ¿Quién que la haya visto no la ha aplaudido con entusiasmo en «El arte de ser bonita», en «La gatita blanca», en «El guante amarillo», y últimamente cantando los ahora en boga «couplets» de «la regadera», de «La alegre trompetería»?  

Las tarjetas postales han reproducido su figura, artística y bella, en mil diversos trajes y actitudes; y la «divette» favorita del público tenorio ha lucido la gallardía de su cuerpo, la sonrisa plácida y acariciante de sus labios en flor y el mirar incendiario de sus ojos luminosos y gachones, en infinitos retratos que se han exhibido en todos los escaparates de Madrid.

Julia Fons de Checa. Postales. 

Julita, además de comedianta, cantatriz y bailarina, es escritora. Recientemente ha publicado un libro con el título de LO QUE YO PIENSO (confidencias de una tiple del género chico), en el que nos da a conocer muchas curiosas intimidades, explanándonos las más recónditas ideas y sentimientos de su alma. Entre otras cosas nos dice que ella es republicana platónica y que ama la igualdad social. ¿Quién sabe cuántas cosas más nos podría decir una mujer bella, devota del Amor?

Nuevo Mundo, enero de 1908.

Julia Fons es oriunda de Orihuela, pues su padre es oriolano, y ahí aún le quedan, algunos parientes próximos y cuenta con bastantes admiradores, quienes habrán de sentir seguramente la enfermedad que padece la simpática tiple. El cronista lamenta, con este propósito, que la poesía embriagadora y los idilios inefables del amor tengan estas prosaicas y terribles consecuencias, que ponen en peligro la vida de una mujer hermosa y adorable. Ángel Pérez de Rozas. Madrid, jueves 26— II— 1908.

Enlace zarzuela con Julia Fons.

La Huerta. Número 269 – 5 de Marzo de 1908: CRÓNICAS MADRILEÑAS. Visión de una noche de baile. (Filosofías de Carnaval). Mientras la gran mascarada política celebra sin descanso su carnaval eterno, despreocupada y alegre la gente joven, que recorre dulcemente la rápida y escabiosa pendiente de la vida, siempre persiguiendo un goce que no existe y una falaz ilusión, realiza sus anuales carnestolendas, porque así lo ordena el almanaque.

Carnaval en Madrid. Nuevo Mundo, 6 de febrero de 1908.

Es la época oficial de alegrarse y divertirse; y Madrid, que en todo tiempo encuentra un pretexto para las alegrías y las diversiones, anima estos días sus calles con máscaras, comparsas, estudiantinas y carrozas, y con bacanales y bailes sus salones y teatros. Los hombres nos empeñamos en hacer la vida alegre y queremos demostrar que lo es, con estos obligados holgorios, los cuales tienen, cada vez más, un amargo fondo de fingimiento y hastío.

Pero el cronista, que es joven, aunque filósofo, comprendiendo que tan fútiles y superfluas como las fingidas alegrías son las filosofías fúnebres, por verídicas que ellas sean, no quiere desentonar con su edad ni con la época y ha creído conveniente, preciso y oportuno el regocijarse y echar al aire alguna cana prematura. En su consecución, después de cenar ha estado un rato en el café con varios amigos, ha visto la última sección en un teatro de zarzuela y luego ha marchado a un baile en la grata compañía de una muchacha risueña, alocada y decidora, disfrazada con un lindo traje de odalisca, el cual realzaba la escultura incitante de su cuerpo.

El baile estaba en todo su apogeo. La orquesta entonaba una mazurka ligerita y alegre, cuyos acordes jugueteaban bulliciosos, resonando en los ámbitos, radiantes de luz del amplio salón. Todo parecía contagiado por la alegría loca de aquella música. A sus compases nerviosos, saltarines, desfilaban las parejas, describiendo en su rítmica marcha un círculo inquieto, abigarrado y brillante. Movimientos, colores, perfumes, voces entrecortadas por el jadeo, risas y carcajadas confusas, todo mareaba los sentidos e invitaba al delirio de aquel vértigo.

Me ceñí al cuerpo de mi compañera, estrechando con mis brazos anhelosos su cintura esbelta y tentadora. Nuestros pies, como obedeciendo un mutuo mandato mudo, comenzaron a deslizarse a compás, confundiéndonos en medio de aquella ola de locura y de amor, que nos arrastraba en el torbellino de su vorágine. ¡Noche agitada de placer y de ensueño!…

El tiempo transcurría más raudo y vertiginoso que la danza. Sobre todas las cabezas, en el ambiente cálido y perfumado, flotaba, gravitando sobre la atmósfera densa, una pesadez de aplanamiento invencible y una bruma de tedio infinito. Era el espíritu inerte y letal de la somnolencia que se apodera lentamente de todas las cosas humanas. Había hecho una pausa la orquesta. Algunas parejas jadeantes y rendidas, descansaban recostadas en los divanes; otras paseaban despacio bañadas por la claridad azulosa de los focos eléctricos.

En un pequeño grupo formado cerca de nosotros, una mascarita gentil y graciosa, que hacía rato venía cautivando mi atención, sofocada por el calor y el cansancio, se despojó del antifaz de seda y encajes. Como asoma la luna su faz de plata entre rasgadas nube, ante mis ojos absortos y sorprendidos apareció la visión mágica de un rostro ovalado y hermoso, con todo el hipnotizador hechizo del de un hada y el místico encanto del de una virgen murillesca.

Una emoción extraña, por mí no sentida igual desde mucho tiempo, hizo latir fuertemente mi corazón dormido y petrificado por frío letargo de muerte. Aquel rostro hacía resurgir en mi alma la evocación dulce y embriagadora de unos amores ya muertos y olvidados entre las nieblas de la memoria. No me había engañado mi presentimiento.

Poesías a María Delgado en 1902.

Era la misma, María Delgado, mi antigua y primera novia, la que compartió mis alegrías y mis ilusiones de estudiante y a quien dediqué tantos versos, cuando la vida desplegaba para mí sus primaverales alboradas y me enorgullecía con el título de poeta, creyendo que un poeta era de utilidad pública y que debía, por lo tanto; ser declarado monumento nacional y benemérito de la patria.

Habían transcurrido cinco años sin verla. Hará poco más de un mes, todos los periódicos de Madrid publicaron un lacónico telegrama que la Agencia Reuter enviaba desde París, dando la noticia de que el rajah de Kapurthala, (importante Estado indio), Dhulip Manek se había casado con una linda joven española llamada María Delgado, a quien había conocido en Madrid, cuando hace dos años vino desde la India, como enviado especial, a asistir a las ceremonias de la boda de Alfonso XIII.

Anita Delgado y el Rajah de Kaphurtala. Nuevo Mundo, 5 de Marzo de 1908. BNE.

Aquel telegrama hubo de hacerme suponer que mi ex-novia se halla transformada ahora en una augusta y opulenta princesa oriental; y, a pesar mío, sentí cierto íntimo rencor de celos y envidia contra el feliz rajah de Kapurthala. Pero ¡no! Había sido sólo una simple coincidencia de nombres.

Mi antigua novia, la musa idealizada en mis platónicos ensueños de poeta, no se encontraba a aquellas horas descansando en brazos de su querido Dhulip, sobre un rico y mullido lecho de plumas, en la suntuosa cámara de un palacio de la India; sino en el baile de máscaras del Gran Teatro, muy cerca de mí. Nuestras miradas se cruzaron rápidas, misteriosas, insinuantes….

Tentado estuve de abandonar a mi compañera y dirigirme a María, mas en aquel momento comenzaba de nuevo la orquesta a ejecutar una preciosa tanda de valses, y ella se cogió para bailar con un joven larguirucho y desvaído, que tenía a su lado. Daba principio el gran cotillón. Las parejas volvieron a desfilar, describiendo en ligeras evoluciones caprichosas figuras.

¿Vamos? — me dijo mi acompañante; dulce, mimosa y provocativa; y nuestros cuerpos se enlazaron nuevamente en esa plácida actitud, en ese delicioso nexo en que se funde el andrógino ideal del Amor. Por cima de la cabellera de mi amiga, que nimbaba su cabeza como aureola celeste, atisbaba de hito en hito a mi antigua novia. Nos precedía en el desfile y podía yo seguir atentamente todos los incidentes de su baile.

A causa del movimiento y del roce, un ramo de flores que llevaba prendido en el pecho, entre el raso y los encajes del dominó, íbase deshojando y dejando tras sí una estela multicolor de pétalos. Aquellos pétalos, perfumados y marchitos, que se desvanecían como ilusiones muertas, entre los confetti polvorientos y ajados que cubrían la alfombra, los hubiera recogido en otro tiempo con platónica codicia y amorosa solicitud para guardarlos en áurea caja, y ahora los hollaba, uno a uno, con la fría indiferencia de un supremo desdén….

El teatro está cada vez más animado y espléndido. Una lluvia continua y maravillosa de confetti lo ha ido cubriendo todo con un manto espeso e irisado. De palco a palco fulmínanse serpentinas, que se enroscan como serpientes en las columnas, formando una tupida y caprichosa techumbre. La música suena cada vez más dulce y regocijante.

Del ambigú se desborda un intenso ambiente de crápula, mezclado con el detonar monótono de los taponazos del Champagne. De todos los antepalcos sale un misterioso susurro de suspiros reprimidos y de risas nerviosas…

Más de las cinco eran cuando hemos salido del baile. En las calles, que comenzaban a iluminar débilmente los primeros pálidos reflejos de la aurora, grupos de máscaras y de borrachos entonan incoherentes canciones. Se oye rodar de coches y a lo lejos se escuchan los agudos trompetazos de los gallos madrugadores, anunciando la proximidad del nuevo día. Esta tarde, cuando he despertado, he recordado la noche pasada y me ha parecido todo un sueño…. Ángel P. de Rozas. Madrid, 2 de Marzo de 1908.

Alfonso XIII en Barcelona. Nuevo mundo, 12 marzo de 1908. BNE.

La Huerta. Número 280 – 18 de Marzo de 1908: CRÓNICAS MADRILEÑAS. ¡¡Españoles, absteneos de leer!!… (Potaje cuaresmal). Los efectos maravillosos y benéficos del reciente viaje regio a Barcelona, tan discutido y comentado por la opinión y por la prensa, se han dejado muy pronto sentir. Maura fue a restablecer, con sólo uno de sus gestos audaces, de sus actitudes olímpicas, la tranquilidad y la vida normal en el desasosegado vecindario de la «ciudad del terror».

Era una empresa enérgica y magnánima de buen gobierno, y la testa portentosa del César mallorquín aparecía ante los ojos admiradores aureolada con un nimbo glorioso de triunfador invicto y, con mil flámulas resplandecientes de héroe estupendo y legendario. Así, con unas cuantas sonrisas mayestáticas, con varios indultos, con buenas gratificaciones a la claque y un vagón lleno de promesas, se arreglaría todo, las bombas no volverían a hacer horrible explosión sembrando las calles de inocentes víctimas descuartizadas e infundiendo la alarma y el pánico entre los ciudadanos barceloneses.

Alfonso XIII en Barcelona. Nuevo mundo, 12 marzo de 1908. BNE.

El propósito no puede negarse que era de los mejores si hubiera salido todo a pedir de boca. Cuando ya se pregonaba el éxito y la eficacia asombrosos de medida tan salvadora, «urbis et orbe», a son de trompetas y timbales, por todos los fieles y oficiosos servidores del bueno de D. Antonio, cátate que ayer tarde estalla una nueva bomba en el mercado de San José, próximo a la Rambla, en lo más concurrido de Barcelona. Varias infelices mujeres caen heridas, una de ellas pobre anciana, de muerte.

Pero la metralla aún ha lesionado más gravemente al Gobierno, disipando, entre el humo de la dinamita, todos sus aires triunfales, sus brillantes ensueños de conquistador y proporcionándole un fracaso más, que puede ir sumando a su ya larga lista de tropiezos y torpezas. Sin embargo, la soberbia, ese pecado capital que tiene Maura arraigado en sus entrañas y que le domina siempre, le impedirá esta vez también el considerarse fracasado.

Nuevo mundo, 19 marzo de 1908. BNE.

Por lo pronto, aprovechando la ocasión de responder a un telegrama que le ha dirigido el presidente del Fomento del Trabajo Nacional de Barcelona, lamentándose de los daños que originan a aquella población la publicación en los periódicos de noticias telegráficas, sistemáticamente falsas y de mala fe, ha cargado con el mochuelo de las responsabilidades a la Prensa y ha proferido esta vulgaridad insensata:

«Principal correctivo consiste habituarse las personas educadas (!!!) a prescindir de curiosidad rutinaria y abstenerse de leer». Conque ya lo sabéis, españoles: el analfabetismo, que todos habíamos convenido en considerar como uno de nuestros mayores males, rémora principalísima que impide a nuestra patria el progresar y el regenerarse, es, según el genial D. Antonio Maura, el más exquisito y excelente de los bienes humanos.

Vosotros, inofensivos e inocentes lectores, sois los culpables, los autores morales de todos los atentados terroristas que se cometen, casi a diario, en Barcelona. Si no tuvierais el nocivo y feo vicio de leer los periódicos esa «curiosidad rutinaria», pecaminosa y malsana de querer saberlo todo, no habrían manos criminales que depositaran bombas de dinamita en las calles de la capital de Cataluña, esparciendo la muerte y el exterminio, todo andaría como una seda y la Tierra, venturosa y paradisiaca, sería el mejor de los mundos habitados.

¡Maldita lectura! ¡Empecatada civilización! ¡Felices los que todo lo ignoran! ¡Bienaventurados los que no saben leer, porque de ellos es la dicha absoluta de la vida!

Ya que nosotros, queridos lectores, no tenemos esa suerte, ni nos sentimos con heroicidad de mártires voluntarios ni con suficiente estoico espíritu de abnegación para sacarnos con la punta de unas tijeras o de una navaja estos ojos pecadores con que cometemos la perversidad de leer un rato todos los días; aprovechémonos de este bendito tiempo cuaresmal de vigilia y de santa abstinencia, para como humildes penitentes, ceñirnos el cilicio, empuñar fieramente las disciplinas, arrojar lejos de nosotros o, mejor aún, hacer un auto de fe con cuantos libros y periódicos caigan en nuestras manos, y así como nos privamos de toda carne y de toda promiscuación, abstenernos, siguiendo la sabía recomendación de D. Antonio, desde hoy para siempre, de toda clase de lecturas.

De este modo lograremos que la humanidad retrograde una centena de siglos, volviendo a los tiempos patriarcales de la idílica Edad de Oro, cuando Saturno reinaba en Italia y araba los campos; y además, habremos asegurado la salvación de nuestros cuerpos y, lo que es más principal e importante, la de nuestras almas. He dicho. Ángel P. de Rozas. Madrid, 16— III— 1908.

Y esto es todo lo que Justo publicó en «La Huerta» con este seudónimo. Se despidió con esta «croniquilla» más bien oriolana; y un «Vuestro siempre, Ángel Rozas».

Trinitario Ruiz Capdepón.

La Huerta. Número 304 – 22 de Abril de 1908: CRONIQUILLA. «Día era muy santo de la Pascua mayor, El sol era salido muy claro e de noble color, Los omes e las aves et toda noble flor, Todos van rescebir cantando al Amor…. Fue por toda la tierra grand roido sonado, De dos emperadores, que al mundo han llegado. Estos emperadores Amor et Carnal eran; A rescibirlos salen quantos que los esperan»…. Juan Ruiz.

El rancio numen del buen Arcipreste de Fita supo acoplar estos castizos decires, que rezuman humanidad y poética sencillez, en viejos versos alejandrinos, al celebrar la despedida de la austera y macilenta Cuaresma y la llegada de la alegre Pascua, llamada de «monas» por los oriolanos netos.

En esta deliciosa época del «Abril florido», en que la bella Primavera ya ha extendido por los campos su perfumado manto de verde esperanza, nada tan poético ni tan seductor como celebrar la Pascua de Resurrección, sino con lindos, versos como lo hiciera el famoso Arcipreste, a lo menos con la pintoresca y tradicional costumbre de ir de gira a comer (y a beber) la mona; costumbre que, gracias a Dios, no está llamada a desaparecer como la forma poética. « ¡Cuánta virtud habría, si no fuera el Abril», como dijo Campoamor.

Las regocijadas y «moneras» agapas que se verifican estos días clásicos, ya en pleno con la naturaleza agreste en las roquizas laderas del monte de San Miguel, o bien en la íntima expansión del hogar doméstico, ejercen tal influencia y atractivo en la imaginación y en los corazones de todos los oriolanos, que sería una dura penitencia y dificilísima prueba privar de ellos a uno de  éstos.

Sólo así se explica que nuestros ilustres paisanos y antiguos señores, el senador D. Trinitario Ruiz Capdepón y su hijo el agonizante diputado por Dolores D. Trinitario Ruiz Valarino, hagan el sacrificio de abandonar la augusta misión, los transcendentales menesteres, los elevados negocios y las importantes tareas que llevan a cabo en la Corte, para venir a Orihuela por el solo placer de comerse la mona en la grata compañía de sus antiguos compadres y fieles siervos.

Bien es verdad que no faltan murmuradores que aseguran que los Sres. Capdepones no han venido por mor de la mona únicamente; y si llegan a comérsela es por celebrar la Pascua de Resurrección del partido liberal, el cual había muerto crucificado en febrero del año pasado, perdonando a sus enemigos, a manos de los sayones conservadores. Las cosas se van poniendo muy feas en el distrito de Dolores, y hay que ir pensando temprano y con tiempo en la futura suerte del hijo de su padre.

A este fin seguramente van encaminados los incesantes cabildeos que se vienen celebrando con gran misterio en el castillo señoril de la calle de Sagasta. Dicen que dicen; pero nadie como el tiempo aclara las cosas. Total, muchas monas y pocos huevos; es decir, mucho ruido y pocas nueces. Tales secretas maniobras, aunque es muy posible que se frustren, tienen por lo menos la virtud de meterles los monos en el cuerpo a muchas almas de cántaro y de haber quitado a no pocos las ganas de comer mona.

Sin embargo, aún creemos lejano el «dies ire». El humilde cronista desea que les haga a los Sres. Capdepones buen provecho la mona; pues sería muy sensible que se les indigestara y tuvieran que salir trinando hacía Madrid, para propinarse un litro de agua de Loeches. Y los oriolanos, bueno es que de paso comiencen a tentarse el pelo, no vaya a suceder que tantas «monadas» les vuelvan a proporcionar un nuevo «micazo». Vuestro siempre, Ángel Rozas.

La vivienda de Trinitario Ruiz Capdepón.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a José Manuel Dayas.

Justo García Soriano 10. 1907/2.

Llamarse conservador un joven, aún en esta tierra de la santa rutina y del estancamiento, me parece una absurda negación de la propia juventud, una castración voluntaria y cobarde. Es natural y explicable en los viejos el que sean egoístas y conservadores. Pero los jóvenes que empiezan a hacer su peregrinación en el mundo, ¿qué han de conservar? ¿Los achaques de la caduca generación que les ha de ceder el puesto en la lucha del vivir?

Justo García Soriano. «La Juventud Conservadora».

Plaza de Santa Ana, domicilio de Justo García Soriano en 1907. Postales antiguas de Madrid.

1907. Julio.

En el verano de 1907 Justo seguía en Madrid, muy enfadado por el abrupto despido de su padre. Culpaba de ello al nuevo diputado conservador por el distrito oriolano, Alfonso de Pardo y Manuel de Villena, el marqués de Rafal.

Y descargó su ira contra él escribiendo el artículo titulado «el señor feudal»; un demoledor repaso a la historia de la casa de Rafal firmado con el seudónimo Juan Pérez de Urrea.

La iberia. Número 12 – 2 de julio de 1907: El Señor Feudal. (Pequeña aunque ilustre genealogía de un joven diputado conservador). De viejas crónicas, apolilladas y polvorientas, perdidas en los rincones de archivos olvidados, he extraído en larga y pacientísima labor, estos datos genealógicos de un aristócrata, diputado maurista, los que juzgo dignos de dar a la publicidad para honra y prez de las edades pasadas y de las presentes, y para ejemplo y admiración de las futuras. He aquí el fruto de mis diligentes y fidedignas investigaciones:

Junto a las lozanas riberas de un río abundante y extendida al pie de una eminente colina, en cuya cúspide alzábase, como acerado yelmo, un famoso e inexpugnable castillo, hubo una antigua e importante villa en una de las regiones más bellas y fértiles de España. Fortísima muralla de anchos adarves y almenados torreones la circundaban protegiéndola.

Mediaba el agitado y glorioso siglo XIII, y aún languidecía bajo el poder de la media luna, que en la península ibérica se iba eclipsando por momentos. Un monarca aragonés, rudo e incansable guerreador, cruel azote de la morisma, logró reconquistar la vieja villa ribereña con una valerosa hueste, que se había curtido en cien combates.

Aquella tierra usurpada al moro en guerra santa, fue repartida entre los adalides mejor vistos a los ojos del rey. Y los obscuros peones, carne de ballesta, apenas fueron quiñoneros en el reparto desigual del botín. Un altivo caballero infanzón, que cobarde escudaba su cuerpo tras las filas de la compañía que mandaba, fue premiado por sus hazañas ilustres con extensos y pingües dominios en la campiña ubérrima de la plaza conquistada.

Hecho amo y señor de varias aldeas, oprimió con feroz despotismo a sus míseros vasallos, a aquellos mismos soldados humildes, carne de ballesta en todas las algaras y vanguardias, procedentes del fonsado victorioso, que con sus cuerpos plebeyos lo sirvieron de adarga en todas las batallas campales de que se tituló vencedor.

Raro era el día que, cuando aún vibraban en el aire los últimos ecos del toque de apelde del cenobio próximo, ante los ojos aterrados de los rústicos no apareciera media docena de pecheros, por el cuello colgados de ignominioso dogal, péndulos macábricos, en la más alta almena de la torre del magnate.

Señor de horca y cuchillo, era dueño legítimo de las vidas, honras y haciendas de sus súbditos; y éstos, en justo vasallaje, debían cultivarle los campos, servirle en la paz y en la guerra y, por derecho de pernada, cederle la mujer y la hija. Sólo algunos mandatarios suyos, satélites hipócritas y rastreros, recaudadores despiadados de pecha y exacciones, lograban medrar, a fuerza de ruindades y bajezas, a la sombra protectora del ricohome.

Han transcurrido tres siglos, y con ellos se han suavizado un tanto las costumbres. El progreso es innegable. Un tataranieto, agnado directo de aquel señor feudal, hosco y fiero adalid que vistió la loriga y el yelmo cuando la reconquista, disfruta ahora, en legítimo derecho de herencia, el dilatado y óptimo señorío que por sus fazañas ínclitas su tatarabuelo obtuvo en feudo, y a cuyos habitantes, pobres villanos, oprime también con crueldades y exacciones.

Lleva en la sangre el bélico ardimiento de su guerrero atavismo, y en la ociosidad aburrida de su castillo sombrío o en las frecuentes cazas y monterías en la floresta cercana y en su soto acotado, ha añorado en continuas nostalgias la vida aventurera del campamento, mientras su jauría luchaba con un feroz y colmilludo jabalí o su neblí cetrero avizoraba en giros astutos alguna paloma torcaz.

Uno de estos días de cinegética expedición ha llegado hasta él la admirable, la estupenda noticia de una famosa batalla ganada en los campos del Milanesado por los españoles, que en aquella jomada aprisionaron a un rey y se cubrieron de gloria. Sin dar treguas a su indecisión, ha regresado presuroso a su castillo y ha requerido con insólito entusiasmo su fébrida armadura, el labrado coselete, la repujada coraza, la toledana tizona, la cimera de inhiesto y trémulo airón, el flamante herrezuelo; y ya una vez aparejado esto, ha partido jubiloso y magnánimo a las guerras de Italia.

Terminadas éstas, pasó luego a Flandes, donde durante largos años capitaneó un tercio bizarro y truhanesco con suerte varia. Cansado del estruendo marcial de campaña tan duradera, ha vuelto a su patria y se ha dado a intrigar y pretender en la Corte, hasta conseguir un título nobiliario para él y una lucrativa prebenda para su segundón que, graduado en Salamanca, prior en la Orden de Predicadores, racionero e inquisidor después, sabía en tan santo ministerio extirpar de raíz la mala yerba de la impiedad, arrojando muchos herejes a la hoguera…

Logradas en parte sus pretensiones, se retiró a descansar en el ocio de su señorío, hasta que le sorprendió la muerte esquilmando los pobres pegujales de sus colonos. Siglo y medio más tarde, un biznieto del caudillo de Flandes, que seguía en posesión del título de nobleza que un rey memorable adjudicara a su bisabuelo por haberle representado supuestos servicios militares, sedicioso y rebelde, traicionó a su monarca Felipe V, a quien había jurado fidelidad, abrazando el partido del Archiduque de Austria cuando la guerra de sucesión.

¡Venganza ruin de su lesionado orgullo! Y más faccioso aún su biznieto, conspiró contra Isabel II en favor del pretendiente durante la guerra civil; mientras que por otro lado, olvidando la inmaculada limpieza de su sangre azul y faltando al respeto debido a sus viejos pergaminos, a sus ejecutorias, fueros y pragmáticas, se desnaturalizaba contrayendo matrimonio morganático con una hermosa plebeya, hija de un humildísimo monterero…

Esta es la noble prosapia, la esclarecida alcurnia, el tronco de la ilustre genealogía de un joven aristócrata, nieto de un humilde monterero, que habita en un lindo hotel de Madrid, pasea su fausto en un magnífico Panhard de treinta caballos de fuerza, y por obra y gracia de Maura y de La Cierva su profeta, es actualmente diputado a Cortes por la antigua villa, hoy ciudad, que conquistó un monarca aragonés, azote implacable de la morisma, y en cuya cercanía fincó su progenitor, señor de horca y cuchillo, la casa solariega y la torre feudal donde pendían ahorcados los míseros pecheros.

Como su primer ascendiente, tiene éste también mandatarios abyectos, despiadados recaudadores de pechos y exacciones y escuderos malvados y ruines que medran a su sombra protectora. El cacique de hoy es el rico-home medioeval, el magnate de antaño, en virtud de inalienable derecho de herencia. El progreso hasta aquí ha sido una hipócrita transformación de la sociedad, por eso, enmascarados, aún existen la esclavitud y el feudalismo, el siervo de la gleba y el señor feudal! … Juan Pérez de Urrea.

Tres días después escribió su segundo y último artículo con el seudónimo Juan Pérez de Urrea; un ataque directo a las sociedades y círculos de jóvenes conservadores, seguidores de Maura, que proliferaban por toda España.

La iberia. Número 15 – 5 de julio de 1907: Juventud Conservadora. El articulista conoce algunos jóvenes decrépitos, que suelen exclamar con énfasis: — «¡Soy conservador por convicciones y proclamo solemnemente que D. Antonio Maura es el hombre que ya muchos años nos estaba haciendo falta, el único capaz de gobernar a España por su talento y energías!».

Tal vez dependa del punto de vista donde nos colocamos; pero para mí estas palabras son extrañas y estupendas en labios juveniles. Al escucharlas no he podido reprimir un profundo sentimiento de antipatía y de asombro; porque, según mi lógica, conservador y joven son dos términos absolutamente contradictorios, antitéticos incompatibles.

Llamarse conservador un joven, aún en esta tierra de la santa rutina y del estancamiento, me parece una absurda negación de la propia juventud, una castración voluntaria y cobarde. Es natural y explicable en los viejos el que sean egoístas y conservadores. Ellos, tristes ruinas inclinadas al borde del sepulcro, abstemios de ilusiones y de entusiasmos, que han perdido los generosos impulsos de la sangre nueva y los sagrados ideales de mejorar la vida, porque la suya se les va acabando, son humanos y consecuentes al querer afianzarse en ella conservando las ventajas conseguidas en la incesante liza de sus buenos años. Pero los jóvenes que empiezan a hacer su peregrinación en el mundo, ¿qué han de conservar? ¿Los achaques de la caduca generación que les ha de ceder el puesto en la lucha del vivir?

Verdad es que hay ancianos que merecían ser jóvenes, y jóvenes seniles que no son viejos sólo porque tienen los cabellos negros, y tersa y tirante la piel. Por otra parte; hagamos íntimamente una sincera confesión, aunque tengamos que mortificar nuestros apasionamientos patrioteros. Que fueran conservadoras Inglaterra, Alemania, Suiza y aún Francia, se comprendería, porque tienen bastante bueno que conservar. Pero, ¡los españoles conservadores!… ¿de qué?

Juventud Conservadora de Madrid. Correligionarios de Antonio Maura.

No tenemos que poner en conserva otra cosa sino desastres generales, inmoralidades escandalosas en los de arriba y hambre, ignorancia y miseria en los de abajo!… Esas vergonzosas emigraciones que parten a diario de nuestros puertos, en triste éxodo, ¿no pregonan al mundo entero que España es una nación de famélicos y de irredentos? ¿Acaso no hace muchas centurias que estamos por redimir los españoles?

Y esta redención regeneradora, tan decantada y tan descontada por los que nos gobiernan, ¿cómo se ha de conseguir sino destruyendo el mal y los estorbos seculares, que se han conservado hasta hoy, y evolucionando siempre en sentido de la Libertad y del Progreso? ¿Hemos de ser, por ventura, tan optimistas como el doctor Panglós que todo lo establecido en nuestra España lo hallemos perfectísimo; o seremos, por el contrario, tan pesimistas que lo mucho malo que hay en ella lo juzguemos fatalmente necesario e incorregible, porque las cosas no pueden ser de otro modo?

— «¡La juventud está con Maura!»— ha gritado con aire de triunfo la prensa turiferaria y servilona, Celestina del periodismo y de la política, al observar el número extraordinario de diputados jóvenes que llenan los bancos de la mayoría. Y nosotros objetamos en contra, que esa juventud conservadora que trata de heredar los pingües privilegios que los viejos conservadores disfrutan, descreída, adoctrinada en un positivismo brutal y egoísta, que en su orgullosa fatuidad y en su odio truculento a todo lo democrático y progresivo, es incapaz de sacrificios nobles y heroicos y de altruistas y levantados ideales, no es tal juventud, es pura ñoñería y chochez de alma.

Esa turba de jóvenes son los resollados impúdicos, los impotentes, los perezosos, los tránsfugas de todos los partidos y de todas las procedencias, que sólo aspiran a hacer carrera y fortuna sin reparar en los medios, y consideran la política como la plataforma más cómoda y fácil para el logro de todas sus concupiscencias y ambiciones al verse desprovistos de otros medios más honrosos de hacerse una posición decente.

La verdadera juventud, mocedad viril, esforzada, pensadora y entusiasta ha estado siempre al lado de la Libertad, que santificó la sangre gloriosa de sus abuelos en lucha épica contra todas las tiranías. Esta es la juventud que se congrega animosa y fuerte en torno de la sacrosanta bandera liberal, engrosando las filas de su ejército incansable e indómito y constituyendo su vanguardia, dispuesta siempre a dar la batalla a la reacción odiosa y obscurantista y a desenmascarar a esa otra juventud que, para baldón y oprobio de todos los jóvenes, se llama conservadora. J. P. de U.

En julio de 1907 dos preguntas circulaban por Orihuela: ¿Se terminarán las obras de la plaza de toros para la feria de agosto? ¿Quién es el tal Pérez de Urrea?

Como siempre que escribía contra los poderosos, el padre de Justo se sintió orgulloso de sus artículos; pero a la vez se volvió paranoico con la preservación del anonimato de su hijo. Veía muy conveniente que su nombre no se relacionase con dichos artículos y se lo dejó bien claro en la siguiente carta.

Orihuela 7 de Julio de 1907. Querido hijo Justo: hemos recibido tu carta de fecha 5 de los corrientes, y vemos con gusto que estás bueno, nosotros no tenemos novedad. Como ves, ya estamos de vuelta de Murcia, habiendo quedado toda aquella familia buena, y tu tía Dolores, también.

Muchísimo que ha gustado tu artículo el señor Feudal, y dicen que quisieran saber quién lo ha escrito; eso quisieran ellos, pero no lo sabrán. Esta mañana he visto a Rafael Rogel, que estemos tranquilos, me ha dicho que tu original está en la redacción de la Iberia en un cajón cerrado con llave, que un día de estos me lo dará por si quiero romperlo; que estés tranquilo, que les mandes más artículos, y yo también quiero que lo hagas, pero si puede ser, que tus originales los copie otra persona, y además, el sobre donde venga ese original, que lo copie también esa persona que tú busques; en una palabra, que no vean letra tuya, pues esto se ha puesto como si estuviéramos con Inquisición.

Nos gusta a todo el que lo ha leído el artículo Juventud Conservadora. Como no me fío de dirigirte a tu nombre la dirección de dónde vives, se la dirijo a Eugenia, y cuando me escribas, que haga lo mismo al ponerme la dirección de la carta. Te doy las gracias por el borrador de la instancia, y estoy contigo, aguardaremos mejores tiempos para hacerla.

Sin más, recibe los aftos. de toda la familia y amigos, de tu hermana y marido, y tú sabes lo que te quieren tus padres. JUSTO y RAMONA. Recuerdos a Eugenia. Los hijos de tu hermana están bonitísimos y en especial el pequeñito. Nos alegramos lo que nos dices que vendrás para Agosto, en los primeros días.    

Por si habían olvidado su afrenta a la heroína oriolana del año anterior, la víspera del «día del pájaro», en «La Iberia», recordaron su trabajo sobre la Armengola publicado en 1906; afirmando que Justo seguía investigando y recabando pruebas que desmontaban el «relato legendario que había suplantado a la verdad histórica».

La Iberia. Número 24 – 16 de julio de 1907: ACTUALIDAD. LA HISTORIA Y LA LEYENDA. La tradición y la leyenda nos han transmitido, a través de varias centurias, una fecha y un recuerdo, ambos fastuosos o indelebles en la memoria de todos los oriolanos. La fecha evocadora es el 17 de Julio; el hecho evocado es la reconquista de Orihuela.

Una y otro son un mágico conjuro de glorias inmarcesibles, aún para los que amando la evolución social puestos los ojos ansiosos en un porvenir muy diferente al pasado, solemos con placer y cariño lanzar una mirada retrospectiva a las edades pretéritas, a las cosas y a los hombres que fueron y han desaparecido del escenario del mundo.

A la fiesta cívica de mañana, en que se celebra esa fecha y ese recuerdo solemnes, el aniversario de la liberación de Orihuela del poder sarraceno, va íntimamente unido en la creencia del pueblo un relato legendario que ha suplantado a la verdad histórica y a cuyo arrullo novelesco nos dormimos en las noches de nuestra infancia con fúlgidos y fantásticos ensueños de guerras y de victorias.

En ellos ha ocupado nuestra imaginación una heroína, dechado de valor y astucia, y hemos visto descender del cielo, de este nuestro poético cielo meridional que convida a los delirios de la fantasía, en una noche serena y estrellada de estío, dos santas protectoras que favorecían el sagrado odio de los cristianos cooperando al exterminio de los infieles.

El Oriol en la Plaza Nueva a principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

La Historia en cambio, parca severa y fría, con toda la yerta imperturbabilidad de la ciencia, permanecía silenciosa y enigmática como esfinge, esperando el audaz que rasgara el denso velo de su misterio y hallara la verdad celosa que guardaba oculta.

Fiel, veraz y piadosa la musa Clío, se dignó por fin revelarnos sus secretos, y ellos niegan rotunda, categóricamente la fábula, la quimérica leyenda que nos legó la tradición nada escrupulosa; pero ha sido tan poco explícita que calla la fecha puntual en que la reconquista fue realizada (¿en 1243?), no confirmando la que el pueblo y nuestros cronistas de los siglos XV, XVI y XVII eligieron como aniversario de la hazaña memorable, el cual ha venido celebrándose desde el año 1400.

Después de prolijas investigaciones, de un madurado estudio y de un detenido examen de todos los ciatos y precedentes aportados, nuestro querido amigo D. Justo García Soriano escribió un extenso y bien documentado artículo, con el título «La Armengola es un mito», que publicó el año último la ya difunta «Unión Republicana» en su número 150, correspondiente al 20 de Julio, y en él llegaba a las siguientes conclusiones:

1º La reconquista de Orihuela la hizo PACÍFICAMENTE D. Alfonso X, siendo infante, por entrega voluntaria, y espontánea del reino árabe de Murcia (al que pertenecía Orihuela) en virtud del pacto de Alcaraz. 2º La hazaña que absurdamente atribuye la tradición a la Armengola, no pudo ser otra que el hecho de armas ocasionado por la rebelión o sublevación de los moros de todo el reino de Murcia contra los presidios o colonias militares de cristianos, que guarnecían las fortalezas entregadas.

3º Este hecho ocurrió a los pocos años de haber ocupado el trono de Castilla Alfonso X, como lo dice terminantemente la crónica de su reinado y lo comprueban otros varios documentos coetáneos y auténticos; es decir, después de cuatro lustros de haber sido Orihuela reconquistada pacíficamente. 4º Que, por lo tanto, esta defensa del castillo y de la plaza de Orihuela llevada a cabo heroica e intrépidamente por la guarnición cristiana, contra el alzamiento e insurrección de los moros, no debe confundirse en manera alguna con la reconquista.

5º. La hazaña y la existencia de la Armengola no sólo son inverosímiles sino opuestas al testimonio de la Historia y absolutamente fabulosas. 6º En el Libro de Repartimientos, que data del año 1272, se consignan los nombres de los que se distinguieron en la defensa de Orihuela contra los insurgentes muslimes, los cuales fueron mejorados en sus heredamientos en un tercio, según privilegio de Alfonso X otorgado en Jerez el jueves 4 de Abril de 1268.

Otras varias conclusiones menos importantes se desprenden del artículo de que venimos haciendo mérito y que insertaríamos íntegro muy gustosos si su mucha extensión no nos obligara a renunciar el hacerlo. En nuestro pueblo hay escritores eruditos muy versados en nuestra historia, y ninguno opuso su réplica al artículo del señor García Soriano, que puede considerase tal silencio como un absoluto asentimiento otorgado tácita e implícitamente.

Nosotros sabemos que dicho señor ha aumentado considerablemente el caudal de pruebas en que asentaba y apoyaba sus afirmaciones; y que, sin embargo, no tiene la pretensión de creer haber dicho la última y definitiva palabra en tan abstrusa materia, sino que por el contrario, considera que falta aún mucho para llegar al total esclarecimiento de este hecho histórico, labor penosa y larga para la que cuenta y necesita la valiosa cooperación y ayuda de cuantas personas en nuestra localidad se interesan por la Historia.

Varias semanas después de las dos publicaciones firmadas con seudónimo, Ignotus, o lo que es lo mismo, José Manuel Teruel, se refirió a la juventud y osadía de Pérez de Urrea. Hablaba de los colaboradores de su diario y evitó descubrir a Justo. Aun así me parece imposible que, a esas alturas, no se supiese ya en Orihuela quién estaba detrás de los polémicos artículos «no refutados por nadie».

La iberia. Número 34 – 30 de julio de 1907: Nuestros colaboradores. Sería tarea difícil, ya que no imposible, la de detallar en un sólo artículo los méritos indiscutibles que adornan a las personalidades que con su colaboración honran frecuentemente las columnas de La Iberia.

Para ello me sería necesario publicar una nueva edición de «Retratos a pluma», y como esto es difícil porque al público no se le puede engañar más que una sola vez, renuncio a este propósito, concretándome a hacer una sucinta relación de los nombres de los señores cuyos trabajos publicamos, y cuyas dotes de literatos suplirán los defectos de mi prosa amazacotada y vulgar…

… D. Juan Pérez de Urrea pertenece a la juventud triunfante. En un cuerpo de adolescente encierra un alma tan grande como la de los poetas que glorificaron la patria cantando sus epopeyas inmortales. La lucha es su elemento, en ella se encuentra como el pez en el agua, y mi afirmación queda confirmada con leer sus castizos artículos «El Señor Feudal» y «Juventud Conservadora», insertos en este periódico y no refutados por nadie. IGNOTUS.

La siguiente carta, escrita ya en Orihuela, es del propio Justo contando a su prima Eugenia los pormenores del viaje con escala en Alicante, sin escatimar detalles escatológicos.

Estación de Atocha. Madrid.

Orihuela 5 de Agosto de 1907. Mi muy querida Eugenia: No puedes imaginarte lo que me costó en la Estación de Atocha el poder encontrar asiento en el tren. No veía por ninguna parte a mi prima Remedios  y tuve que meterme en un vagón cualquiera, después de sostener una disputa acalorada con un tío que decía que llevaba mucho equipaje y que no cabía.

Por último logre colocarme bien, gracias a la amabilidad de unas señoras que iban en el departamento de al lado. En Aranjuez, cuando paró el tren, vi a mi prima que iba en uno de los últimos coches; pero no me pasé con ella. El viaje lo hice regular, no con tantas molestias como otras veces.

A la hora anunciada llegamos a Alicante. Un chico valensiat me llevó las maletas a casa de la hermana de mi cuñado, donde me lavé, cagué y me mudé de pantalones y de botas. De allí me fui a una pastelería de la calle de la Princesa y por cuarenta céntimos me tomé un chocolate con leche y dos bollos; uno relleno de dulce de coco, y después una copita de anís.

Después, para hacer tiempo, me fui a los baños de Diana, donde me encontré a un cura de Orihuela amigo mío, y le estuve viendo bañarse. El día estaba fresco y el mar delicioso. La concurrencia era numerosa y selecta, sobresaliendo muchas mujeres hermosas. Después estuve paseando por la calle Mayor, donde vi a mucha gente de Orihuela y al músico mayor con su mujer, pues se casó el sábado.

Baños de Diana. Alicante. Principios del siglo XX.

A las 12 y media me fui a comer donde lo hicimos el año pasado, acordándome mucho de ti. Comí con muy poca gana un plato de sopa de fideos y otro de arroz con pescado, pan y un buen vaso de vino. Todo me costó 60 céntimos. Tenía otra vez ganas de cagar y me fui al café del Comercio, frente al mar, y allí me tomé un té con aguardiente y cagué.

Enseguida, con todo el resistero, me marché a la Estación de la línea de Murcia, a esperar a mi papá. Después de estar allí hora y media, llegó el tren con mucho retraso, y en él venían mi papá y mi cuñado. Nos fuimos inmediatamente, convidados por mi cuñado, a tomar unos vasos de agua de cebada riquísima y después, otra vez a los baños Diana, donde estuvimos sentados más de una hora respirando una brisa de gloria y contemplando las bellezas del mar.

Antigua estación de Murcia. Barrio de Benalúa. Alicante.

De aquí fuimos a ver a la hermana de Pepe, estuvimos allí un rato, tomamos la cesta de la merienda y, después de comprar pescado frito, olivas, pan, toñina y una hermosa sandía, nos fuimos a cenar al muelle, en la puerta, junto a la farola, donde estaban haciendo lo propio muchas familias. Lo a gusto que cenamos a la orilla del mar, viendo desde lejos la iluminación de la explanada y la entrada de un vapor, no hay para qué decirlo.

Pasito tras pasito volvimos casa de la hermana de Pepe Linares por mi equipaje, compramos una vuelta para Orihuela en 5 reales y nos fuimos a la Estación, llegando a Orihuela a las 2 de la mañana, rendido y muerto de sueño, encontrando en mi casa a mi mamá, hermana e hijos de ésta. Josefina está muy mona, habla mucho y tiene celos de mí cuando beso a mi mamá. Ya lleva puesto el collarcito. El niño es muy grandón y hermoso, pero más feo que Josefina y muy seriecito. Se parece mucho a su papá.

Todos me han preguntado mucho por ti, sintiendo que no hayas podido venir este año. Te estoy escribiendo a las doce de la noche. Mi prima Remedios se volverá a esa el día 15. Por la vuelta del botijo, por más que anduve sólo me dieron seis reales. ¡Qué robo!

Puente del Ferrocarril. Orihuela. Colección Javier Sánchez Portas.

Hoy no he salido en todo el día a la calle ni he visto a ningún amigo. He comido higos chumbos y melón. Recuerdos de todos y muchos besos de tu chico. JUSTO. Recuerdos a tu familia, Dª. Paz, Dª. Visitación, Don Agustín y niños. Sin olvidar a Vicenta y familia. En esta no hace mucho calor. Adiós.

Los diarios locales se hicieron eco de su llegada a Orihuela; y de los progresos del artista Enrique Luis, exiliado también en la capital y buen amigo de Justo.

La Huerta. Número 104 – 9 de agosto de 1907: Se encuentra entre nosotros procedentede Madrid, nuestro querido amigo y compañero D. Justo García Soriano.

La iberia. Número 43 – 9 de agosto de 1907: Hemos tenido la satisfacción de estrechar la mano a nuestro entrañable amigo e ilustrado compañero D. Justo García Soriano que ha venido a pasar una temporada al lado de sus queridos padres. Reiterárnosle nuestro más cariñoso saludo al amigo García Soriano.

Nuestro muy querido amigo y paisano el notable pintor Enrique Luis Cárceles, en la actualidad residente en Madrid, ha pintado un magnífico cartel alegórico a la inauguración de nuestro circo taurino, que regalará a la empresa para que figure en los trofeos que han de lucir, según costumbre, en algunos escaparates al exhibirse las banderillas y divisas.

Personas que han admirado este nuevo trabajo del joven Enrique Luis nos aseguran que ha hecho una verdadera y notabilísima obra de arte. Esperamos que la empresa dará al precioso cartel pintado por nuestro paisano la acogida que merece.

La siguiente carta de García Soriano iba dirigida a los hermanos Sainz; sus alumnos madrileños.

Orihuela, 12 de agosto de 1907. Mis queridos discípulos Pedro y Antonio: Después de un viaje molesto y largo, llegué a este pueblo sin novedad, encontrando en buen estado de salud a toda mi familia. En Alicante me esperaban mi padre y mi cuñado, y allí pasamos un día muy agradable disfrutando del espectáculo grandioso del mar.

Había una gran animación de veraneantes y bañistas. A la caída de la tarde, junto a la embocadura del puerto, en la misma farola, presencié la entrada de un vapor inglés y le vi evolucionar en la rada virando majestuoso. Confundíanse el ronco silbato de la sirena, el chirriar de las grúas y las voces de los marineros.

Puerto de Alicante a principios del siglo XX. Archivo Municipal de Alicante.

Traía el buque muchos viajeros y un enorme cargamento de madreas y toneles, que fueron llenando poco a poco el espacioso muelle. Entonces me acordé mucho de vosotros, pues sé que os hubiera gustado la vista deliciosa que ofrecía en aquellos instantes el puerto, y allí hubieseis podido hacerme infinidad de preguntas y yo explicaros muchas cosas.

En los días que llevo en esta ciudad me he desmejorado algo, pues el miércoles pasado me dio un cólico bilioso tan grande, efecto tal vez de las molestias del camino y del cambio de aguas, que he pasado tres días en cama y aún estoy algo delicado. Este ha sido el motivo por el que no os he escrito antes notificando mi llegada.

Eugenia me ha escrito y en su carta me dice que os vio una noche de paseo con vuestros padres. Yo deseo que todos los días os deis un buen paseo y os distraigáis mucho; pero no olvidaos de estudiar diariamente un poquito, para que no se os olvide lo aprendido, a fin de que a Octubre, cuando reanudemos las clases, lo podamos hacer como si no hubiéramos tenido en ellas ninguna interrupción.

Ya sé que vuestros papás cuidarán de esto y que vosotros lo haréis de buena gana. Aquí hay ahora mucha fruta, sobre todo higos chumbos, melones y sandías; pero como estoy aún algo estropeado del estómago, no puedo comer tantas como yo quisiera. Haced presentes a vuestros papás los respetuosos saludos de los míos y mis recuerdos; dándoselos también a Agustín, cuando vaya por esa, a Matilde y a María. Vosotros recibid muchos besos de vuestro profesor y amigo Justo García Soriano. Escribidme pronto. 

Banco de Cartagena, abierto en 1907 en la calle López Pozas. Colección Javier Sánchez Portas

En esta visita a Orihuela, más larga de lo habitual, se involucró plenamente en la corriente política que, siguiendo la estela de Cataluña, intentaba combatir el centralismo imperante. Recordemos que Justo se había pronunciado siempre como republicano federal.

La Huerta. Número 107 – 13 de agosto de 1907: De Regionalismo ¡Hay Patria! Ese estremecimiento de vida intensa y nueva llamado Solidaridad, que se inició en la laboriosa Cataluña, ha comenzado a recorrer, como un espíritu de resurrección, el organismo exánime, casi cadavérico, de España. Han latido anhelosos los corazones, han alentado fuertemente los pechos, y alborean esperanzas de salvación y presagios de venturas.

Las Vascongadas, Valencia, Galicia, Andalucía, que agonizaban amodorradas en este ambiente mofetizado de letal caciquismo, ya han despertado al clamoreo ansioso del pueblo catalán, dando fe de su personalidad robusta, aún existente a pesar de los esfuerzos anuladores del centralismo uniformista, mortífero, castrador de todas las viriles energías nacionales. Y la protesta enérgica de emancipación lanzada por la gran mayoría de un pueblo condenado a vivir oprimido bajo eterno y vergonzoso feudalismo, se ha esparcido por todos los ámbitos de la nación hasta repercutir en Orihuela con ecos de entusiasmos juveniles.

La vieja, la morisca Oriola que en su historia supo escribir brillantes páginas de independencia hidalga y de odio a la tiranía en el decurso de los medioevales tiempos, enarbola ahora el gonfalón regionalista, haciendo destacarse sobre la rojez y amarillez de sus crespones las barras aragonesas de su heráldica. Hago votos fervientes porque, así como la antigua señera salía antaño vencedora en los marciales combates, venza al presente en las lides incruentas del progreso, marchando briosa por esta senda segura del regionalismo.

Yo, que desde que abrí mi alma a los ideales políticos, hice sincera profesión, no sólo de fe sino de convencimiento, en el glorioso credo federal sustentado por sabios e ilustres varones, al observar ahora que las aspiraciones nobles y generosas de mi partido han sido abrazadas por todos los españoles de buena voluntad, como los únicos remedios eficaces para evitar la ruina de la patria; siento una íntima y profunda satisfacción y no dudo en sumar, sin recelos ni esquiveces, mi insignificante persona a este gran movimiento salvador que se propaga rápido.

Así me creo consecuente y patriota. Algunos espíritus, suspicaces, moldeados en las estériles hormas de los viejos partidos, miran atónitos y desconfiados este almo resurgimiento. Me parece naturalísimo. El problema regionalista es vasto y heterogéneo, y los que han cristalizado sus ideas encarrilándolas en la rutina de prejuicios arcaicos y caducos, se pierden aturdidos en las complejidades aparentes de la Solidaridad.

Hablando claro y preciso, rehuyendo embrolladas sutilezas, se logrará hacer luz, disipar estas disculpables desconfianzas y apagar las hostilidades de los bien intencionados. Hemos de declararnos enemigos acérrimos de los actuales y ya envejecidos procedimientos.

Contra la obscuridad capciosa de los presentes convencionalismos, claridad y sinceridad a ultranza. Contra los abominables vicios de parlamentarismo ocioso e infecundo y de perezosa pasividad implantados por el régimen imperante, las preciosas virtudes de laconismo clarividente y de actividad en la acción. Contra el centralismo despótico y oligárquico que absorbe y destruye la vida de las regiones, descentralización y autonomía individual, municipal y regional.

La entidad región habrá de tener facultades y atribuciones para legislarse y administrarse autonómicamente, en representación de los pueblos que la integren, autónomos a su vez en todos los asuntos de carácter municipal. En las Cortes de la Nación, constituidas por delegación legítima y democrática de todos los municipios y de todas las regiones, radicará el poder regulador y morigerante, y solo ellas podrán entender equitativamente en los pleitos interregionales, destruyendo cualquier intento de hegemonía o de separatismo, y en las complicaciones internacionales velando por los intereses y por la integridad de la Patria común.

Hay ya todo un plan de combate y un programa definido y preciso. La Solidaridad, la confraternidad de todos los partidos antidinásticos y de todas las regiones como medio o instrumento idóneo para cortar de una vez y para siempre los tentáculos opresores (caciquismo) de este pulpo chupador que se llama poder central, como fin. Para ello son necesarios, indispensables, una gran transigencia y un gran respeto en todos, si queremos que esta unión sea apta, indestructible y poderosa y no una amalgama incongruente y deleznable.

Hay que fortalecer y perfeccionar bien el instrumento antes de comenzar la obra, si apetecemos que ésta se realice y se haga imperecedera. ¡Jóvenes oriolanos que amáis el regionalismo, yo os brindo uno de los lemas de mi bandera política: FRATERNIDAD. Con ella podremos llegar a la consecución de nuestros elevados ideales, los de afirmar la existencia y el engrandecimiento de la Patria común, reconstituyendo y fomentando la vida regional. Justo García Soriano, Orihuela.

Y esta vez no se conformó con escribir artículos. En agosto de 1907 acompañó a dos jóvenes estudiantes de Derecho y a uno de Medicina, para actuar con ellos como orador en un mitin regionalista celebrado en la carretera de la estación (los actuales andenes).

Carretera de la Estación. Orihuela. Colección Javier Sánchez Portas.

La iberia. Número 48– 16 de agosto de 1907: MITINS SOLIDARIO. En el almacén de naranjas situado en la carretera de la estación se celebró ayer mañana un mitins solidario. Usaron de la palabra los jóvenes regionalistas D. José Martínez Arenas, D. Luis Ezcurra, D. Antonio García Mira y nuestro colaborador D. Justo García Soriano. El Sr. Martínez, expuso el objeto de la reunión y trató de demostrar que el regionalismo no es el separatismo. El Sr. Escurra, pronunció un elocuente discurso abominando del parlamentarismo, el caciquismo y el centralismo. D. Antonio García, entonó un himno a la patria grande y a la patria chica.

D. Justo García Soriano, explicó en lenguaje sencillo y claro el alcance y finalidad del regionalismo, demostrando que es una imitación del federalismo, del que en realidad es hijo. El presidente del mitins señor Martínez Arenas reasumió los discursos invitando a los concurrentes a que se inscribiesen como solidarios. Los oradores fueron muy aplaudidos, especialmente los señores García Soriano y Martínez Arenas. Se adhirieron al acto D. José María Sarabia por medio de una carta y D. Amancio Meseguer por encargo verbal al presidente de la reunión. El mitins estuvo regularmente concurrido.

José Martínez Arenas iniciaba la que sería una larga y fructífera carrera política. Luis Ezcurra, con el que ya había hecho las paces, colaboraba en la prensa local y era corresponsal de «La Verdad» de Murcia; obtenida la licenciatura en Derecho, hizo oposiciones y se convirtió en juez. El futuro médico y colaborador en «La Huerta» era Antonio García Mira.

El joven Luis Ezcurra. AMO. LJGS.

El siguiente artículo, escrito en verso, iba dedicado a una señorita que no pudo traer a Orihuela y de la que decía portar un retrato. Por ahora no he conseguido determinar quién era la madrileña de ojos negros que cortejaba en 1907. La correspondencia con Carmen Miralles data de 1909; y hacía ya cinco años de las poesías dedicadas a María Delgado Wall.

La iberia. Número 56 – 26 de agosto de 1907: CARTA A UNA MADRILEÑA. ¡SI AQUÍ ESTUVIERAS! … En tu ausencia transcurren lentas las horas /  y a cada instante aumentan mis añoranzas / hoy sólo te escribiera tristes doloras, / si no me consolaran las esperanzas. / Paso el día entregado con embeleso / a un coloquio incesante con tu retrato: / de amor en dulce arrobo le estampo un beso / y así mis ilusiones bellas dilato. / Por mil gratos recuerdos adormecido, / mi ardiente fantasía cuadros despliega: /De entre el ramaje de tu balcón florido / veo emerger tu cuerpo de estatua griega.

He bailado en tus brazos un wals pausado, / dando a todos los hombres celos y achares, / en la Kermesse famosa que hay junto al Prado, / y hemos marchado luego a los boulevares. /  Y siguiendo el ensueño con mi deseo, en un banco contiguo bajo las frondas del Retiro, sentado, después me creo, / del estanque mirando las tenues ondas. / Como mariposilla que la luz busca, / mi alado pensamiento rápido vuela / en torno tuyo, y tanto el amor me ofusca / que estoy, me olvido a ratos en Orihuela. / Sabrás que aquí habrá feria y fiestas lucidas, / que han de ser por las muestras un arquetipo, / y que va a inaugurarse con dos corridas / una plaza de toros que quita el hipo.

Para que te convenzas, ahí te mando / unos cuantos programas y otros papeles; / repásalos atenta y vete enterando / que nunca nos dio Niembro tales carteles. / Tendrás que confesarme, si eres sincera / que El Pájaro oriolano remontó el vuelo, / que hay aquí en esta tierra, sangre torera / y que es bambolla el dicho: «De Madrid al cielo».

Al comenzar la carta me puse triste / y te largué unas cuantas cursilerías. / ¡Perdóname! el motivo de ello consiste / en que aquí no te encuentres por estos días. / Bien ceñida la falda y así encendiendo / una hoguera en el pecho del más adusto; / con tu hermosa mantilla blanca, cayendo / en cascadas de espumas sobre tu busto. / Tu mantón de Manila verde, bordado, / que en esa corte llevas a las verbenas, / y la suprema gracia que Dios te ha dado / para que en este mundo quites las penas.

Con tus zarcillos de oro, como una mora, / prometiendo caricias tus negros ojos, / y tu pecho turgente que me enamora, / cubierto de claveles dobles y rojos. / En una tartanica con dos banderas / y un caballo enjaezado de pura raza, / con cascabeles, lazos y madroñeras, / irnos, moracha mía, tú y yo a la plaza… / Todo es allí alegría, luz y colores / y aturden los oídos el vocerío, / con que van pregonando los vendedores, / y los gritos y palmas que da el gentío. / Del sol ardiente los derretidos oros / resbalan por las sedas de las sombrillas.

Músicas suenan: van a empezar los toros / pues entre aplausos salen ya las cuadrillas. / De la plaza cruzando va los confines / lluvia de serpentinas, que el ruedo llena. / Redoblan los timbales y los clarines / y el primer cornúpeto salta a la arena. / Mientras tú emocionada sigues ansiosa / la lidia y te abanicas con mucho mimo, / yo contemplo extasiado tu cara hermosa / y con cariño inmenso tu mano oprimo. / Así pasa la tarde. ¡Viva el toreo! / Vámonos a la feria, que ya la lidia / ha terminado. Démonos un paseo; / verás a mis paisanos locos de envidia!…

Al comenzar la carta me puse triste, viendo que son tan sólo vanas quimeras / estos vivos deseos que me infundiste… / ¡Qué juerga correrías si aquí estuvieras. / Justo García Soriano. Agosto de 1907.— Orihuela.

Con motivo de la feria y la inauguración de la Plaza de Toros de Orihuela, José María Sarabia lanzó una nueva publicación ilustrada de carácter anual titulada «El Oriol Taurino».

El Oriol Taurino. Número 1. 1907.

Aprovechando su descanso veraniego en la finca de «Las Moreras», los liberales prepararon un baño de masas para su jefe de distrito durante la feria y fiestas de Orihuela. El viernes 30 de agosto celebraron un banquete en honor a Luis Barcala Cervantes.

Luis Barcala Cervantes.

El marco elegido fue el espacioso comedor del Gran Hotel de España, decorado con gusto y profusa iluminación. Dicho hotel estaba situado en el nuevo corazón de la ciudad, muy cerca del Casino, en la esquina con Alfonso XIII. Estaba allí toda la prensa local: «La Huerta», «La Nueva Era», «La Iberia» y el corresponsal oriolano de «El Liberal», de Murcia.

Gran Hotel de España. Colección Javier Sánchez Portas.

A la mañana siguiente, sábado, Luis Barcala y un grupo de liberales viajaron a Callosa y Redován, donde fueron recibidos por un numeroso gentío con banda de música. Justo y Andrés Lacárcel acompañaron a la comitiva como corresponsales de prensa; lo que da a entender que habían solucionado ya sus diferencias. He aquí la extensa crónica de Justo.

La iberia. Número 62 – 2 de septiembre de 1907 (por error esta archivado con fecha 2 de agosto): El Sr. Barcala en Callosa de Segura y en Redovan. El sábado último, en la mañana, y con objeto de devolver la visita a los comités liberales de Callosa de Segura y de Redován, marchó a dichos pueblos nuestro respetable jefe D. Luis Barcala y Cervantes, acompañado del Presidente del comité de esta ciudad D. Álvaro García de Burunda, de los señores don Manuel Lizón, D. Felipe Saenz, D. Matías García, D. Joaquín Borreguero, D. José María Giménez y de nuestros compañeros D. Andrés Lacárcel y D. Justo García Soriano.

A la entrada de Callosa de Segura esperábales una numerosa comisión formada por los Sres. Mora, Guilabert, Sorribes, Ruiz, Grau, Arteaga, Martínez (D. Joaquín), Trives (D. Juan), Pamies, Rives (D. Domingo) y algunos otros que no recordamos. Tras los saludos y cortesías de fórmula, todos reunidos marcharon a casa del vice-presidente del comité, Sr. Guilabert, en donde después de explicar el motivo de la visita y cambiar algunas impresiones respecto a la política de aquel pueblo, expuso el Sr. Barcala, con esa mágica y elocuente sencillez que en sus palabras sabe poner siempre, las líneas de conducta más principales que deben seguirse, a fin de que se robustezca cada vez más la reorganización incipiente y ya pujante de nuestro partido, y marche brioso por el seguro derrotero que le marca su programa, mantenido sin mixtificaciones ni transigencias que puedan parecer una abdicación de los principios liberales o un contubernio vergonzoso con nuestros enemigos políticos.

«Hemos de mantener —dijo—siempre inalterable y vigorosa nuestra personalidad, cada día si es posible más definida, desoyendo las seducciones y los cantos de sirena con que intentarán reducirnos a la inacción nuestros adversarios. Para ello hemos de sostenernos equidistantes, igualmente distanciados de los impacientes y exagerados radicalismos de avance, como de la reacción obscurantista que no pierde momento de intentar envolvernos y destruirnos con su ola negra: hemos de permanecer en esa difícil ecuanimidad, y perfecto equilibrio que tanta falta hace a España.

No se afanen Vds. en engrosar nuestras filas con soldados dudosos que no posean los entusiasmos que proporciona el convencimiento de las ideas, pues no conviene olvidar que es más apto para la lucha y está más cerca de la victoria un pequeño ejército disciplinado y aguerrido que una numerosa hueste en que impere la anarquía. Si ya somos tantos en los comienzos, no dudéis de que en la hora del triunfo seremos infinitos, nos contaremos por legiones». Terminó su amena e interesante plática el Sr. Barcala, excitando a los jóvenes a la lucha, ellos que tienen por delante el porvenir, y aconsejando que nunca olviden los intereses locales del pueblo de Callosa, ya que a él más directa y especialmente han de dedicar sus atenciones.

El ilustrado médico y presidente del comité liberal de la vecina villa, Sr. Mora, contestole en nombre de todos con sentidas frases, manifestando que siempre han luchado y lucharán en adelante los liberales callosinos por el triunfo de sus redentoras ideas y de los intereses materiales de su pueblo. Acto continuo fueron galantemente obsequiados el Sr. Barcala y los señores que le acompañaban con un espléndido lunch. Terminado éste entre la más cordial alegría, fueron todos juntos hasta las afueras del pueblo, teniendo lugar allí una cariñosa despedida.

Banda de Música Callosa de Segura. Principios del siglo XX.

En el regreso se detuvieron los expedicionarios en Redován, donde hasta la carretera había salido a recibirles el comité con una banda de música — que por cierto se inauguró entonces — y todo el pueblo en masa. Una continua cohetería surcaba el espacio, cuyas detonaciones eran ahogadas en algunos momentos por los acordes de la música y los vítores en que prorrumpía el gentío.

Visitaron las casas de los Sres. Mazón, del presidente del comité redovanense don Antonio Escudero, siendo agasajados en casa de los primeros con dulces, licores y habanos, en cuyos momentos pronunció un entusiástico brindis nuestro querido compañero Sr. Lacárcel, que fue contestado por otro muy sentido y expresivo del secretario del comité de Redován don Juan Pucholt. En el ejido del pueblo se despidieron todos entre calurosos vivas dados a D. Luis Barcala y a la libertad. Dicho señor y sus acompañantes regresaron a Orihuela satisfechísimos de ambas visitas, que han de influir poderosamente en la marcha futura de la política liberal de dichos pueblos.

Al regreso de estas visitas nuestro distinguido correligionario D. Felipe Saenz Pizana invitó a comer en su domicilio a don Luis Barcala, en el cual se hospedaban la distinguida señora Doña Concepción Rebagliato e hijos, que con motivo de las fiestas, nos han honrado con su presencia. Se sirvió un espléndido almuerzo; en el cual con suma delicadeza y distinción, hicieron los honores la distinguida señora Doña Concepción Saenz y su hermana Doña Dolores Saenz esposa y hermana política respectivamente del anfitrión nuestro amigo. A los postres fueron invitados varios amigos y correligionarios, que guardarán recuerdo imperecedero de tan agradable reunión.

Despedida a D. Luis Barcala: Ayer mañana salió para Torrevieja y Madrid nuestro ilustre jefe D. Luis Barcala Cervantes. A despedirle concurrieron a la estación, el comité liberal en pleno, y numerosísimos correligionarios. El señor Barcala hizo nuevas y efusivas manifestaciones de gratitud por los agasajos de que ha sido objeto durante su permanencia entre nosotros.

Hasta la estación de Albatera, le acompañaron nuestros distinguidos correligionarios D. Manuel Lizón, D. Felipe Saenz Pizana, D. José Mª. Giménez, don Joaquín Borreguero y D. Rafael Martínez. El partido liberal de Orihuela se honra teniendo por caudillo a un hombre en el que concurren todas las virtudes cívicas y todas las cualidades que debe poseer el hombre perfecto, y al enviarle un saludo cariñoso de despedida, le rogamos que frecuentemente nos visite, infundiéndonos nuevos alientos y entusiasmos para luchar a sus órdenes por la sagrada causa de la Libertad. J. G. S.

Ya de vuelta en Orihuela, la animación era enorme. Trenes especiales atestados de viajeros llegaron desde mediodía de los pueblos cercanos. En los cafés, en el casino, en las fondas y hospedajes era imposible conseguir un sitio. Me parece raro que Barcala no asistiese al gran evento que se organizaba aquella tarde; pero la prensa no dice nada.

Colección Javier Sánchez Portas.

Tampoco tenemos noticias de si acudió Justo a la inauguración; pero sabiendo que era «un antitaurófilo terco como él sólo» pienso que no. Aquel sábado 31 de agosto, los carruajes circulaban con caballos adornados y la gente comenzó a desplazarse en romería hacia las afueras de la ciudad, entre los caminos de Molíns y de Bigastro. A las cuatro en punto de la tarde, Lagartijillo Chico, Minuto y Bienvenida estrenaron la nueva Plaza de Toros de Orihuela.

El Oriol Taurino. Número 1. 1907.

La iberia. Número 62 – 2 de septiembre de 1907 (por error esta archivado con fecha 2 de agosto): Primera corrida. Inauguración del circo. La plaza presenta un hermoso golpe de vista. Los tendidos están, aunque con alguna holgura, completamente ocupados por los espectadores. En los palcos hay muchas hermosas mujeres cuyos ojos ardientes hacen competencia al sol que, avergonzado se cubre con negros celajes. Llevan la clásica mantilla. «…con tu hermosa mantilla blanca cayendo en cascadas de espuma sobre tu busto» que ya dijo García Soriano, un antitaurófilo terco como él sólo, pero a quien ablanda eso de la mantilla como ablandaría a las piedras

Del 27 de agosto al 5 de septiembre de 1907, en sus números del 57 al 65 (excluyendo el 61 y 62 por exceso de original urgente) «La iberia» publicó un estudio sobre la Feria de Orihuela.

Era continuación y ampliación del que había publicado tres años antes en «El Diario Orcelitano». He fusionado ambos trabajos en un artículo al que sólo le puede faltar una entrega. El número 63 no está en la hemeroteca. Para leerlo completo se accede pinchando la siguiente imagen.

Enlace al artículo de La Feria

Justo colaboró también junto a Madaria, Rogel, Escudero Bernicola, Sarabia y otros periodistas oriolanos, en la revista alicantina ilustrada «El Espectador». Dirigida por Abelardo L. Teruel, aquel fue un número muy especial dedicado a las fiestas de agosto; en el que ofrecieron fotograbados con vistas de Orihuela.

AMO. LJGS.

Y todavía le quedó tiempo para escribir a sus discípulos madrileños. Las dos cartas enviadas en este viaje, son las únicas a sus alumnos que se conservan hasta 1912.

Ermita Calle de Arriba. Fotograbado de «El Espectador». Agosto de 1907.

Orihuela, 7 de septiembre de 1907. Mis queridos Pedro y Antonio: Me figuro que estaréis muy impacientes esperando mi respuesta a vuestra cariñosa carta, que recibí a su debido tiempo. En cuanto llegué a esta ciudad, los amigos periodistas que tengo aquí, me cogieron entre manos obligándome a que les escribiera diariamente alguna cosa para sus periódicos, y no me dejan parar un solo instante. Así es que, con la ocupación que por complacerles me he impuesto, se deslizan para mí los días con tal rapidez, que casi no me doy cuenta de ello.

No creáis por eso que me he olvidado de vosotros; por el contrario, os tengo siempre muy presentes en la memoria y estoy deseando constantemente que llegue pronto el día de regresar a esa corte, para que volvamos a reanudar con mayor entusiasmo e interés nuestras interrumpidas clases.

Mucho me satisface el plan de estudios que os habéis marcado y estáis siguiendo este verano, según me decís. Procurad sobre todo no olvidar nada de lo ya aprendido, pues de esa forma tendremos mucho adelantado para el curso próximo.

He leído vuestra carta muy detenidamente y no he hallado una sola falta de ortografía; sólo he visto algunos ligeros olvidos, muy pocos, en la acentuación y en la puntuación. Por ello me congratulo mucho, pues observo que habéis aprovechado bien todas mis explicaciones, y esta es la mayor satisfacción a que puede aspirar un profesor tan modesto como soy yo. Aunque sé que no habéis estudiado la sintaxis, vuestra carta no carece de sindéresis, de corrección y de claridad, supliendo con vuestra natural disposición, la falta de esos conocimientos gramaticales.

Yo regresaré a Madrid, Dios mediante, el 25 del presente mes; de modo que aún tenéis tiempo de escribirme otra carta y yo de contestaros. Daréis muchos y afectuosos recuerdos a vuestros papás y a Agustín, de mi parte y en nombre de mis padres y hermana, que me lo han encargado muy vivamente; y ya sabéis vosotros lo mucho que os quiere, JUSTO GARCÍA SORIANO.   

Tras el anuncio en «La Iberia» de la publicación del libro de versos «Yeclanerías» y la reproducción de «La Protesta», uno de sus poemas en panocho (que no voy a transcribir), su «hermanico» Maximiliano le envió una carta en la que le felicitaba por los versos a «su madrileña»; preguntándole si se había dejado en la corte «algún pedazo de sus entretelas».  

La Iberia. Número 67 – 7 de septiembre de 1907: Un libro de versos. Hace algunos días recibimos un ejemplar de la segunda serie de «Yeclanerías», que acaba de publicar y poner a la venta el conocido e inspirado poeta yeclano, querido amigo nuestro, D. Maximiliano G. Soriano. Es esta obra una linda colección de sentidas poesías, escritas en el lenguaje local de Yecla y en las que el Sr. Gr. Soriano describe con brillantez de estilo y castizo aticismo varias costumbres de la hermosa ciudad murciana.

Yeclanerías. Quinta colección.

No podemos hoy ocuparnos de este libro con la extensión que merece lo que prometemos hacer mas detenidamente otro día; y ahora nos limitaremos a insertar a continuación una de las composiciones más inspiradas que la colección contiene, ya publicada en «Mis últimos versos», a fin de que nuestros rectores puedan cerciorarse de la justicia de nuestros elogios. «La Protesta»…

Elda 12 de Sep. 907. Sr. D. Justo García Soriano: En este momento me entrega el cartero «La Iberia» que reproduce mi poesía triste… y días pasados recibí dos ejemplares del nº en que tras benévolas frases copiaba «La Protesta»; y por todo ello te doy las más expresivas gracias.

Hace unas noches hablamos de mi hermanico el Provisor de ese cabildo u obispado y yo, y entusiásticamente le colocó a la altura que se merece. ¡Poco orgulloso que se pone uno al ver que se hace justicia a uno de la familia! Le felicito por sus versos a «su madrileña». ¿Se ha dejado V. por la corte algún pedazo de sus entretelas?  

Ayer contesté a Zat después de cuatro meses. Aún estoy rendido de las fiestas, como lo estará V. de las de ahí. A Emilio Costa, director de «Diario de Alicante», le hablé de V. Vamos a triunfar los antisolidarios, y si no, al tiempo. No se ría V; no, y ya verá como no me engaño. Si pasa por esta estación a su paso a Madrid, me avisa y saldré a saludarle aunque sea a hora intempestiva. Gracias, Justo, gracias, mándeme sin reparos. MAXIMILIANO. Plaza de la Constitución. Farmacia, No precisa la calle.

Antes de regresar a Madrid escribió una serie de artículos teóricos titulada «Notas íntimas del arte» de las que sólo voy a transcribir unas pinceladas. Él mismo acabó pidiendo perdón por la extensión y contenido del trabajo.

La Iberia. Número 79/84 – 21/27 de septiembre de 1907: Notas íntimas del arte. I. El decantado modernismo. ¿Es el decadentismo? Durante tres o cuatro lustros viene hablándose del modernismo, y aunque ya es un tema viejo que nadie discute, la generalidad de las gentes y aun muchos de los que se dedican a escribir no saben todavía a punto fijo lo que esencialmente lo constituye. Quizá no lo sepan nunca. El Cromatismo. La Lírica. Los «anarco-literarios»El «criticismo». El Teatro. La Literatura Regional. La Forma. La Pintura. La Música. La Filosofía y la Política. Recapitulemos.

Perdón. Me he extendido mucho, como tengo por costumbre incorregible, en esto que deseé fuera sólo un ligero y breve preámbulo. Las ideas se agolpan en mi imaginación en torbellino impetuoso. Mi pluma se desliza rápida, incansable, a pesar mío, sobre las cuartillas, por un impulso interior que no acierto a reprimir, aunque no ignoro que con ello no logro más que restar lectores a mis escritos.

También contra mi intento me he expresado en una forma doctrinal que, no obstante mis académicos titulillos no me cuadra mucho y que confieso no premedité requerir en este caso. ¡Dios me libre de la tentación y de la idea diabólica deponer cátedra de modernismo en ninguna parte, y menos que en ningún lado en Orihuela!

El mal y el delito ya están cometidos. Imploro por ello el perdón al lector que haya tenido paciencia de leerme hasta aquí; y ya que ha atravesado lo más árido del camino, le invito a que espere y lea la segunda parte — que será mejor y más sabrosa, aunque dicen que nunca segundas partes fueron buenas — de estas frívolas notas íntimas, que voy trazando al correr de la pluma, sin datos, memorialines ni demás pertrechos mentales. Justo García Soriano. Septiembre de 1907.— Orihuela.

Como era habitual, los diarios locales se hicieron eco de su regreso a la capital.

La Iberia. Número 82 – 25 de septiembre de 1907: Hoy ha salido para Madrid nuestro querido amigo y colaborador, D. Justo García Soriano, quien desde la Corte, continuará honrando esta publicación con sus selectas crónicas. Le deseamos un feliz viaje.

Estación de Orihuela a principios del siglo XX. Colección Rodríguez Tejuelo

La Huerta. Número 142 – 25 de septiembre de 1907: Hoy en el tren de las 8 ha marchado a Madrid nuestro estimado amigo y compañero en la prensa, el brillante escritor D. Justo García Soriano. Con verdadero sentimiento nos despedimos de él pues su compañía nos es muy agradable. Feliz viaje y que le vaya bien por la corte.

Aquí se adelantaron un poco anunciando la inminente salida de «Flores Silvestres», de Juan Sansano. Como veremos, aún faltaban varios meses para ello. Justo se fue demorando con el prólogo y luego con las correcciones.

La Iberia. Número 86 – 30 de septiembre de 1907: En breve verá la luz pública un tomo de poesías debido a la pluma del fecundo poeta oriolano D. Juan Sansano Más, con un prólogo de nuestro querido amigo D. Justo García Soriano. Esperamos con ansia la nueva producción del compañero Sansano, para admirar las bellezas que indudablemente contendrá.

Nueva carta de su padre en la que afirma no tener dinero ni para pan; y le recuerda el prólogo pendiente de Sansano. Por ella sabemos también de la visita sorpresa de su tía Dolores; la que se había ofrecido a financiarle las ochenta pesetas de la matrícula.

Orihuela 21 de Octubre 1907. Querido hijo Justo: hemos recibido tu carta, y vemos con satisfacción que no tienes novedad, tu madre y yo estamos buenos. Comprendemos la sorpresa agradable que recibirías al ver a tu tía Dolores en esa, tu mamá se alegró al saber la noticia.

Nos has dado un alegrón con tantas noticias buenas que nos das, lo que es menester que se cumplan todas lo antes posible, ya sabes por qué lo digo, hoy nos encontramos sin tener que comer, y el panadero no quiere darnos más pan porque le debemos 10 pesetas y sin esperanza de cobrarlas porque dice que estoy cesante; así que ya ves cuanto sufrimos.

Que no dejes de ver a tus profesores y que te digan que te aconsejan de si haces oposiciones pronto. D. Amancio lo vi hace 3 días, y me dijo te dijera que no tengas miedo y te presentes a oposiciones, pues seguro que las ganarás, con que ánimo y adelante como te decía el P. Carbonel.

Le dije a Sansano que pronto le mandarías el prólogo, me dijo que así sea cuanto antes. Recibe los aftos. de tu hermana, su esposo, besos de tus sobrinos, recuerdos de los amigos, y también se los das a tu tía Dolores y a Eugenia de todos, y tú sabes cuánto te quieren tus padres. JUSTO y RAMONA. Contesta pronto.  Tengo en mi poder el sello y lo pongo en el sobre de esta carta.

1907 fue el año de la prensa en Orihuela. En noviembre salía otro diario a la calle con la redacción en la calle de Santacruz y la imprenta de Manuel Pérez. Se mantuvo ocho meses con esa periodicidad; y poco más de un año como semanario.

La época. Número 1 – 19 de noviembre de 1907: ¿Un periódico más en Orihuela? —Exclamará el lector al desplegar ante su vista el primer número de este diario que le ofrecemos— ¿qué propósitos trae? ¿Qué quiere? ¿Dónde está el hueco que viene a llenar? — ¿Qué propósitos trae? (…) Este nuevo diario es fruto de unos cuantos modestos periodistas que traen su microscópico grano de arena, fortalecido por una voluntad sin límites, a la hermosa obra del engrandecimiento de nuestra patria chica. Estos son nuestros propósitos …

¿Dónde está el hueco que venimos a llenar? No lo sabemos. La opinión ha de señalarlo y nosotros sabremos colocarnos donde nos mande. (…) Orihuela es una ciudad que progresa, y en ella tiene holgado puesto un periódico más. Sólo nos resta pedir a los demás algo para nosotros; favor al público, que nos aliente, e indulgencia para nuestros trabajos, siquiera por la mucha voluntad que los inspira.

Saludamos a la Prensa y muy particularmente a los periódicos locales. En nosotros encontrarán un apoyo cuando defiendan una causa justa; ya lo hemos dicho más arriba. En las discusiones seremos leales y en toda ocasión buenos compañeros.

El 8 de noviembre comenzó a escribir nuevas «crónicas madrileñas» para el diario «La Huerta». Para desempeñar con libertad el papel de cronista de la capital, y que no lo asociasen con su faceta de profesor, adoptó el seudónimo Ángel Rozas y Ángel Pérez de Rozas.

Con este nuevo nombre redactó en total dos docenas; la última en marzo de 1908. Las he transcrito todas íntegramente y las encontraréis almacenadas en una sola entrega independiente a la que podéis acceder pinchando el siguiente enlace.

Enlace a los artículos de Ángel Rozas.

La siguiente carta de su padre no tiene fecha; pero por la de Sansano que menciona, debió enviarla en la última semana de noviembre. Por ella sabemos que pensaba entregar mensualmente 15 pesetas a su familia, a cuenta de las citadas crónicas.

Ayer recibí el certificado en el que venía el prólogo para Sansano para que lo ponga en sus poesías y el cliché de tu firma. Del prólogo no hay que pedir más, nos ha gustado mucho. Me dice Sansano que te diga que el domingo próximo te escribirá, que te dé las gracias.

Nos alegramos de la noticia que nos das de que nos mandarás todos los meses 15 pesetas por los artículos que escribes en la Huerta; que sea cierto es lo que deseamos. Recuerdos de todos, estamos buenos.

La anunciada carta de Sansano, escrita el domingo primero de diciembre, lejos de criticar los retrasos de Justo fue un canto a su talento. También le puso al corriente de las actividades periodísticas de su amigo Rafael Rogel, mojando en todas las salsas; y también de las políticas de Martínez Arenas.

Sr. D. Justo García Soriano. Madrid. Mi dueño y señor: ¿Se ha perdido mi carta? Lo siento. No hablemos de eso y escuche: ¿Su prólogo? ¡Bendita sea su pluma prodigiosa! Yo le he leído y releído y no dejo de leerlo. ¡Es tan hermoso! ¡Se ve en él el corazón del artista que escribe tal y como yo esperaba verlo, filósofo, sentimental, agradable, expresivo…! ¡Bendita sea la pluma de García Soriano, verdadera honra de Orihuela! (lo digo sin apasionamiento). Yo quisiera pagar su trabajo con la vida. El agradecimiento no se apagará nunca en mi alma. El tiempo hablará.

No le he enviado las pruebas por no haber compuesto todavía el prólogo. Lo he recibido en días de muchas ocupaciones, pues he estado haciendo una Pastoral para el Obispo. Pronto, a ser posible, se las enviaré cuando me aclare un poco. Hablamos su padre y yo de la conveniencia de publicar su retrato de V. y él me prometió hablarle sobre el asunto en carta.

Pero esto no es cosa que urge, pues había de estar terminado el libro y es muy fácil colocar las páginas con los fotograbados. ¿V. dice que vaya el mío? Así lo haré. Tengo en mi poder el cliché con su firma. Ya publicado el libro, en la revista «Murcia» hablara su director Sr. Arnáez de nuestros trabajos y publicará los fotograbados.

Le suplico, que cuando reciba las pruebas, las corrija lo antes posible, pues sería fácil necesitásemos la letra empleada en el prólogo. No he escrito nada para el certamen de «La Huerta». En las poesías premiadas habrá V. encontrado la mar de disparates, sobre todo en la de Jara Carrillo, y también en la de Ezcurra. La mejor es la de Tirso Camacho, que lleva el lema «Evocando el Escorial». Yo no he podido hacer nada y lo he sentido. Trabajando de día y de noche en la imprenta era imposible.

Sus padres están bien. Recuerdos de los amigos. (Martínez Arenas se vuelve conservador si echan del Ayuntamiento a Sempere ¡pásmese V. ! ). Esto lo dice él; son palabras suyas. Rogel con «La Huerta», escribiendo en «La Iberia» y hermanado (aunque él lo niega) con los marquesitos de «La Época». Así anda el mundo y no nos podemos entender. Lleve cuidado si le habla V. por carta de este asunto: dele V. en la cabeza. Ahora le ha dado en decir que yo no soy carlista… ¡Ya ve V. qué ocurrencia! ¡Este Faeliyo carece de pupila!

Si tiene ocasión de ver al Sr. Escudero Bernicola, salúdele y hágale presente que por aquí no se le olvida. Él hará lo contrario. Y V. mande como guste a su agradecido amigo y servidor q. b. s. m. J. SANSANO MÁS. Diciembre 1º. 907 Orihuela. Perdone los sellos de la carta. ¡Pícaro demonio! Cuando envíe pruebas volveré a escribirle.

Sellos de correos de 1907.

Por la premura, este borrador de carta sin fecha tiene más pinta de ser ya de 1908. Pero al no tener la certeza y referirse a los incumplimientos y demoras con el prólogo de Sansano, la pongo aquí.

Mi querido Sansano: ¡Perdón! ¡Misericordia!… ¡Estoy horrorizado! No sé ni lo que me he hecho… Abusando una vez más de su paciencia y de su bondad infinitas, he faltado a la palabra que le di en mi carta anterior. Comprendo que Vd. se habrá de indignar con harta razón.

Penetrado de la actualidad que entraña el verso exámetro, puesto ahora de moda por Rueda, he creído conveniente para que mi trabajo sea más digno de su colección de poesías, aumentarlo con un artículo más, que ahora vendrá a ser el VI de ya mi latoso y aborrecible prólogo. No me cansaré de pedirle perdón. Comprendo que soy un pelma y un deshaogao  como no hay…

¡Por qué lo haré yo! De paso me he atrevido a hacer otras enmiendas, y otra adicción para intercalar en la llamada (2) de las pruebas, correspondiente al artículo VII. ¡Yo no sé cómo se las va Vd. a arreglar con los galerines ya formados páginas!… ¡Le digo que estoy asustado atrozmente de cuanto he hecho! ¡Va a acabar Vd. por odiarme y por mandarme a la puñeta!… Lo merezco ¡Perdón!  Anteayer le mandé a mi padre, certificado, el cliché de mi retrato, que supongo ya le habrá entregado a Vd...

Esta carta de Luis Barcala está destinada a José Escudero Bernicola y pero llegó a manos de Justo. No sé si se la reenvió para que se encargase de la «intervieu» mencionada. Lo cierto es que la acabó redactando un colaborador de «La Huerta» llamado «Plim»; y salió publicada en enero.

Luis Barcala Cervantes. Ingeniero de Caminos. Ventura de la Vega, 3 Madrid, Sr. D. J. Escudero. Muy Sr. mío: muy honrado con sus pretensiones, debo indicarle a V. al mismo tiempo que le ofrezco mi casa, que estando muy poco en ella, puede verme en el Ministerio de Fomento, en la Jefatura del Negociado de Construcción de Carreteras, donde estoy todos los días de nueve a dos de la tarde.

Allí podrá hacerme V. todas las preguntas que quiera  de esa intervieu a que se refiere, y yo tendré el gusto de contestarle a todas ellas, pareciéndome mejor me las haga V. por escrito y en esta misma forma le enviaré a V. mi contestación. Con este motivo tengo el gusto de ofrecerme de V. afto. S. S. q. l. b. l. m. LUIS BARCALA CERVANTES. 11-12-907.  

Y así llegó otra navidad con Justo en Madrid, lejos de sus padres. Estos estaban en Murcia por el empeoramiento del tío Filomeno. Desde allí le enviaron la carta con la que pongo fin a esta entrega.

El público viendo los números premiados en la Puerta del Sol. Nuevo Mundo, 26 de diciembre de 1907. BNE

Murcia 22 de Diciembre de 1907. Querido hijo Justo: anoche a las 7 llegamos a esta ciudad, tu madre y yo, nos mandó a llamar tu tío Antonio, en vista de que el tío Filomeno no se mejora de su enfermedad, no sabemos lo que tiene, para mí es una lesión al corazón, quisiera equivocarme, tiene inflamadas hasta las rodillas las piernas, y no se puede acostar por las angustias que le dan, por manera que no me gusta cómo se encuentra. Cuando nos escribas, no digas de la enfermedad que te he dicho que padece, sino de un catarro fuerte.

Te deseamos pases las pascuas con la más completa felicidad y por muchos años, lo mismo dice tu tía Dolores, esta misma dice que felicites en su nombre las pascuas a Dª. Antonia de Borja y a Lola. Tus padres que te quieren. JUSTO y RAMONA.

El pavero en Navidad. Nuevo Mundo, 26 de diciembre de 1907. BNE

Recuerdos a Eugenia y también felicidades. Escribe pronto a este San Lorenzo nº 7 pral. Tu hermana nos dio 14 reales para hacer el viaje de Orihuela a esta, conque ya ves. Recuerdos de Ascensión, tío Filomeno, tío Antonio, Rosa y demás familia.   

Murcia. Estación del Carmen a principios del siglo XX.
Enlace al siguiente capítulo, 1908.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas, a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.

Justo García Soriano 9. 1907/1.

«La prosa de la vida me hizo galeote del periodismo y del profesorado particular. Me gané la vida esforzadamente dando lecciones a domicilio, en colegios y academias y rodando por redacciones de periódicos».

Justo García Soriano. «Noticia crítica y autobiográfica».

Plaza de Santa Ana, Madrid. Domicilio de Justo García Soriano en 1907. Colección Salvador Alcázar.

1907

En 1907 Justo seguía viviendo en Madrid, instalado junto a su prima Eugenia Tribello García en el tercer piso de la Plaza de Santa Ana, número 7.

Eugenia era modista de sombreros; y entre su selecta clientela figuraba Dª. Presentación Rodríguez Castillo, esposa del reputado médico Agustín Sainz Espinosa.

Justo y Eugenia. AMO. LJGS. Montaje.

En la entrega anterior debería haber hablado de sus inicios como profesor particular en el curso 1906-1907; pero el exceso de texto y el desconocimiento de la fecha exacta en la que empezó a impartir clases me llevó a dejar el tema para introducirlo en este capítulo.

Los diplomas y premios obtenidos en su carrera fueron la tarjeta de presentación que le abrió las puertas a la docencia privada; y no le resultó difícil encontrar alumnos. Pero entre todos sus discípulos destacó un hijo del matrimonio citado anteriormente: el erudito Pedro Sainz Rodríguez.

El doctor Sainz no confiaba en la enseñanza de la época y decidió seleccionar personalmente a los maestros que instruirían a sus hijos Pedro y Antonio, de ocho y nueve años de edad; disponiendo de un profesor para ciencias y otro para letras en su propio domicilio.

Bibliógrafo, editor, académico y político, Pedro Sainz llegó a ser diputado durante la II República y ministro de Educación en la Dictadura de Franco (hasta que lo cesaron por monárquico y se exilió como consejero de Don Juan de Borbón).

Él mismo reconoció el mérito de García Soriano en su exquisita educación. Utilizando su propio testimonio: «influyó extraordinariamente en mi vocación por la literatura, los estudios literarios, en mi amor a los libros y, finalmente, en mi decisión de estudiar la carrera de Filosofía y Letras».  

La relación maestro discípulo dio paso a una amistad que se manutuvo durante años: Disponemos de más de medio centenar de cartas que dan fe de ello. Las dos primeras las envió Justo desde Orihuela durante las vacaciones estivales de sus alumnos, este mismo año. Pero será en el siguiente capítulo.

Pedro Sainz Rodríguez ( 1897-1986)

En su faceta periodística, García Soriano comenzó el año escribiendo para la «Unión Republicana» de Orihuela. Recordemos que estaban pendientes las consecuencias de la feroz crítica a Andrés Lacárcel y a su «Lazo Negro»; asunto que intentó suavizar con la primera entrega de Calamares en Tinta.

Unión Republicana. Número 170 – 3 de enero de 1907: Calamares en tinta. Por la carta de un amigo me entero de que mi distinguido colega Andrés de Lacárcel se ha enfurruñado por el sinceramente espontáneo, sí que también inocentón artículo que dediqué en el número 168 de este semanario a su libro «El Lazo Negro». Y agrega el amigo de referencia que «algunas personas de criterio lo han censurado diciendo que ESO NO ES CRÍTICA».

Esta noticia me ha producido sorpresa e indignación; porque ¿qué hay en mi artículo que pueda zaherir, ni mortificar en lo más mínimo el amor propio de mi amigo Lacárcel a quien quiero y estimo muy de veras pese a la malignidad de esos señores del margen que se empeñan en que sea todo lo contrario?

 ¡A ver señores sabiondos, molleras en escabeche, señálenme vuesas mercedes infalibles los dicterios contra el Sr. de Lacárcel que en mi pobre artículo ven! Que se diga que mi artículo es un poco cachondo, pase; que se afirme que en él me ocupo más del retrato del autor de «El Lazo Negro»… que de su libro… ¡que pase también!; pero que se me tache de que en él he querido hacer, para mofarme, su caricatura…. eso sí que no puede pasar ni yo lo tolero, y al que se atreva a sostenerlo le escupiré a la cara un solemne mentís.

Si vuestra propia malicia os hace pasaros de listos y halláis en cada frase mía una oculta alusión injuriosa; si bajo las abundantes metáforas y el sentido figurado que suelo adoptar en muchos de mis escritos adivináis suspicaces una latente ironía;  si las que no son más que humoradas amistosas de camaradas las consideráis ataques solapados de un disimulado rencor, y si, en una palabra, cogéis el pepino por donde amarga y el rábano por las hojas; tened presente que el amolador juzga que todos son amoladores como él. Además, a estos lectores mal intencionados he de manifestarles, parodiando lo que dijo Unamuno en cierta ocasión que «yo que he cultivado siempre mis explicaderas, cuento al escribir con que mis lectores tendrán bien cultivadas sus entendederas». En mi apólogo ya os lo advertía Zaratrustra.

Si alguna vez yo he querido atacar y he sentido deseos de agredir, lo he hecho tal vez con harto descarnamiento y dureza de expresión, pero siempre con el rostro descubierto y alto, con la noble y decidida acometividad del adversario caballeresco que combate furibundo frente a frente. En Orihuela hay más de una persona que puede dar fe de ello por experiencia propia. La guerra de emboscadas, el uso de la daga traidora, el navajeo rufianesco, la puñalada trapera quédese para otras plumas más cobardes y maquiavélicas que la mía, que siempre ha sido honrada y rudamente franca. Cuando yo despliego y tremolo la bandera roja de combate, no rompo las hostilidades dando al enemigo una insignificante bofetada, sino ¡disparándole un formidable cañonazo!

Conque ¿mi artículo no es crítica, eh? ¿Y quién les ha dicho a ustedes que el olmo echa calabazas? Es mucho criterio el de estos señores desculaportales que frecuentan y matan su holganza en ciertos centros de chismografía y de calumnias. Hay gentes tan malévolas que no viven felices sino indisponiendo amistades. Otros se pasan insomnes las noches premeditando los falsos testimonios y las rencillas que han de levantar y fomentar al día siguiente para distraer su aburrida ociosidad viciosa y disfrutar a costa de la inquietud de sus prójimos…  Ha hecho mal el amigo Andrés en dar oídos a las murmuraciones de esas sabandijas que muerden como víboras empozoñadoras.

El señor Lacárcel, a pesar de su apellido, ha demostrado no tener cadena ni correa. Yo no soy como algunos falsos amigos de dos caras que él tiene, los cuales le adulan y le lisonjean en su presencia, para que se engría, y a su espalda se ríen de él diciendo: — ¿Quién habrá metido en la cabeza a Andresito que se haga escritor?

Si yo hubiera pensado esto, aun a riesgo de pecar de descortesía y de ser odiado, sin poner gran confianza en mi desautorizada y modesta opinión, como amigo a quien quiero, le hubiera dicho ingenuamente: — «Mira, Andrés, creo que vives engañándote. Dios no te llama a ti por el camino de las letras». — Pero yo opino de un modo distinto, y lo que dije en mi debatido y calumniado artículo, lo repito ahora: «que Lacárcel dará a su patria chica mucha más honra y más fama que otros escritores que le exceden en petulancia  y pretensiones». Más vale que me agradeciera el reclamo y el bombo que he dado a su libro, en vez de incomodarse conmigo!…. 

Apostaría doble contra sencillo que la totalidad casi de esos destripaterrones, de esos rábulas de secano que han atribuido, a mi artículo la mala intención que  solo existe en sus espíritus aviesos y recelosos, no conocen el verdadero significado, la neta y castiza acepción del 50 por ciento de las palabras que he empleado en él. Y es que la malicia va cogida del brazo con la ignorancia, y en lo que no comprenden ni ven claro, creen hallar agravios e injurias.

El extenso artículo, cargado de sentido del humor y de dobles intenciones, terminó con un cuento:

Dos amigos que se encontraron en la calle y el uno, saludando al otro, exclamó afectuosamente: — ¡Adiós, amigo mío!  Ante esta situación, tan sencilla e inocentona, el amigo saludado que era receloso y suspicaz en demasía, dijo al amigo saludador, después de haber quedado un poco pensativo y perplejo: — ¡Me ha insultado Vd! — ¡Que le he insultado yo!….— repuso sorprendido el otro. — Se lo demostraré á Vd. — gritó el malicioso iracundo. — ¿No me ha llamado Vd. amigo mío? —Sí, señor. —Mío dicen los gatos. —Sí, señor. — Los gatos comen ratones. —Sí, señor. —Los ratones comen queso. — Sí, señor. —El queso lo hacen de la leche. —Sí, señor. — La leche sale de las cabras. —Sí, señor. —Luego me ha llamado Vd. cabra: ¡me ha insultado Vd. groseramente! … Y le entregó una tarjeta de desafío. JUSTO GARCÍA SORIANO.

Chamberí Madrid 1907 (Colección Simón J. Iglesias)

Lejos de olvidar el asunto, hasta en su propio periódico intentaron avivar la disputa en una época en la que aún existían los duelos de honor.

Unión Republicana. Número 171 – 10 de enero de 1907: Jugueteos… No habrá duelo, yo lo fio, entre Andrés y Justo, y yo, aunque hubiese desafío, estoy seguro que no llegará la sangre al río… Perinez.

Justo no conocía al tipo que utilizaba el seudónimo «Perinez»; y pidió a su padre por carta que le informase de su identidad. Pero antes le contestó en el mismo medio, con unos versos incluidos en sus «calamares en tinta».

Unión Republicana. Número 172 – 18 de enero de 1907: Calamares en tinta. Si no mienten los auspicios halagüeños que llegan hasta nosotros, Orihuela, la eterna aburrida, contará muy en breve, según la consagrada muletilla de los gacetilleros de chichinabo, con una hermosa plaza de toros y un teatro circo a pedir de boca. Orihuela tiene derecho a todo eso y a un poquito más.

Lejos de esa ciudad, hemos conocido a muchas personas que la habían visitado. — «Orihuela…— nos han dicho casi invariablemente ¡hermoso país! ¡clima delicioso! ¡huerta encantadora! La población es bastante grande; pero nos ha parecido triste, muerta, con su sombrío aspecto medioeval que contrasta y desentona en medio de la alegría triunfante del risueño paisaje levantino que la circunda. Por sus calles merodean comparsas de curas y discurre una multitud de frailes agobiados bajo repletas alforjas. ¡Por todas partes no se ve más que iglesias y conventos!»

— Ante esta pintura exacta, nosotros nos hemos quedado siempre un poco confusos, sonrojados levemente al sentirnos heridos en nuestro patrio amor. — «Todo eso es cierto» — hemos tenido que replicar. Y a seguida, con digna altivez, hemos hecho esta refutación incontestable: — «Sin embargo, Orihuela gozó de gran importancia antiguamente, pudiendo vanagloriarse hoy de poseer una épica historia; y, sobre todo, porque es lo esencial, cuantos hemos nacido en ella tenemos la salvación segura y un preferente sitio en el cielo»

— Pero no es conveniente que estemos mal del todo con el dios de las tinieblas; porque ¿quién sabe si alguna vez Satán, que es agradecido y cortés, pudiera hacernos falta? Hay que quemar algún incienso en sus altares, para tenerle propicio, y desmentir la fama de falansterio de cenobitas que disfruta Orihuela, entrando en el concierto de las ciudades de vida moderna.

A «Unión Republicana» le ha nacido ya lo que le estaba haciendo más falta Don Nicanor tocando el tambor, un mañaco juguetón y travieso, hijo de Pero Grullo o desciende de él en línea recta ¡Por algo se llama Perinez! …

Dice Perinez, echándolas / de oráculo o de sibila, / que entre Andrés y un servidor / no habrá duelo, que él lo fía. / ¡Nunca han faltado fiadores / garantes de tonterías! / ¿No habrá duelo? ¡Naturaca! / Somos un par de gallinas, / ¿Qué más quisieras tú, bobo, / para reírte las tripas / y encontrar un chiste fúnebre / en nuestra mutua paliza?

Busca, ninchi, otro juguete, / que este te ha salido grilla, / pues a Andrés y a este pae cura / la esgrima nos causa grima, / y es lo mejor que esgrimimos, / con perdón, la lavativa. / Por eso nos alistamos / en la Liga Antiduelista / del barón de Albi que viene / justa a nuestras pantorrillas. / ¿Cómo habría de llegar / nuestra sangre al río, lila, / si a fuerza de resquemores / la tenemos más que frita, / y hambrientos como los bravos / ful de La Guardia Amarilla, / nos la comeríamos toda, / con gula mal reprimida, / en el camino, y el cabo / Rolando se quedaría / sin ver un glóbulo rojo / ni una gota de hematina?

Mas si no corrió la sangre, / y quedó incruenta la liza, / como hubiera celebrado / tu satírica malicia, / de mis pobres «Calamares» / ¡bien que ha corrido la tinta! / Justo García Soriano. Madrid. 14 de Enero de 1907.

A pesar de sus trabajos como profesor y periodista, su situación económica seguía siendo muy precaria. En esta dramática carta podemos comprobar su resignada disposición a vender por necesidad, y a mitad de precio, buena parte de un premio que deseaba, y que tan duramente se había ganado.

AMO. LJGS.

Madrid, 20 de Enero de 1907. Mis queridos papás: Por vuestra carta del 11 del actual, que recibí oportunamente, veo que todos seguís buenos, excepto el papá que se halla acatarrado, aunque eso es cosa del tiempo. Bueno está que se cuide; pero no debe extremar el abrigarse ni encerrarse en casa; que esas precauciones excesivas son contraproducentes. Yo continúo sin novedad. También recibí los dos números de «El Censor».

El martes pasado fui a la Universidad a ver qué había de los libros de la «Biblioteca Rivadeneyra», que gané en premio. En cuanto llegué me entregó el Decano un oficio, autorizándome para recoger la colección en los almacenes de libros de Hernando, que están en la calle de Quintana, número 31, al final de la calle de Ferraz (barrio de Argüelles).

Al día siguiente, miércoles, busqué un mozo de cuerda asturiano, que conozco, y me fui con él y con el oficio a los almacenes. Allí estaban ya los libros apartados y embalados en una banasta grande. Mi alegría al verlos ya os la podéis figurar.

Firmé el recibí al margen del mismo oficio y se quedaron con él. El bulto pesaba seis arrobas y el mozo de cuerda, no considerándose un hércules o un Atlante, desistió de llevarlo sobre sus hombros. Dijo que volvería en la tarde con un carro. Convinimos en eso; y en aquella tarde del miércoles, día 16, a las cinco, ya estaban en casa los libros.

No os podéis imaginar que obras tan buenas son. Con ellos he llenado media casa. Pero su presencia, en vez de causarme alegría, mucha alegría, como era natural, me ha sido motivo de pena y de disgusto. Pienso que el pobre no es digno ni de lo que él mismo se ha ganado con mucho sudor y con un sinnúmero de penalidades; yo quisiera guardar estos hermosísimos libros que he ganado en honrosa lid contra la miseria y el talento, y, encuadernados elegantemente, atesorarlos con avaricia de bibliófilo sobre un estante de mi pobre cuarto doctoral.

Biblioteca Rivadeneyra de Autores Españoles desde la formación del lenguaje hasta nuestros días

Pero estoy sin camisas y calzoncillos, sin sábanas, sin corbata y con un traje raído y tronadísimo. Se le deben 3 meses al casero, y ¡qué sé yo!  Y en gracia al egoísmo de estas buenas gentes, he de hacer el sacrificio de mis amores bibliófilos, y vender la mitad de la colección. Y aquí viene lo más triste, pues por más que he corrido, el mejor postor no ofrece más de cinco pesetas por tomo. Ya veremos si algún conocido me compra alguno y lo paga mejor. Esto me tiene disgustado.

Quiero mandarle un braguero a la mamá cuando los venda. Para ello quiero que me digáis las medidas de la cintura, pasando por encima de los riñones y que llegue a la ingle, y el lado en que cae la hernia. No dejad de hacerlo.

A Zerón no le dejé a deber más que diez y ocho reales, y os dije que le dijerais a Rogel que los 5 reales que me debía se los diera a Zerón, y entonces ya no le debería más que 13, que os procuraré mandar en cuanto venda los libros. No dadle ni un céntimo más a ese ladrón.

Preguntadle a Manuel Pérez quién es el que escribe en «Unión Republicana» y se forma Perinez, y decídmelo en vuestra contestación. Tengo muchos deseos de saberlo. Dad mis afectos a mi hermana y cuñado, y muchos besos a Josefina. Recuerdos a los amigos y demás familia, y un tirón de rabo a «Revertico». Vosotros recibid un fuerte abrazo de vuestro hijo, que os quiere mucho y no os olvida. JUSTO. 

A verme viene muchas veces Remedicos, que está sirviendo en el piso 2º de la misma casa donde vive Dª. Antonia Borja. (Con letra de su prima) Mis recuerdos a Doña Anita, Doña Encarnación, Clara y Maravillas, sin olvidar a Milagros, Pepe y besos a la nena, y vosotros el cariño de vuestra sobrina Eugenia.                      

Perinez contestó brevemente a los versos de Justo, pero ahí acabó todo.

Unión Republicana. Número 173 – 26 de enero de 1907: JUGUETEOS… D. Justo García, mi amigo querido, por un «jugueteo» se muestra ofendido y hecho un Roldán se apresta al combate, las armas requiere, me busca, me apunta, dispara y no hiere…. vuelva usted a cargar. En sus Calamares que no son en tinta sino en… vitriolo, mi faz se despinta y ataca a Airadam. Deténgase amigo, suspenda usted el fuego, no dé temerario más palos de ciego y…. estemos en paz… Perinez.

La siguiente carta fue de Juan Sansano hablándole de su futura obra que esperaba prologase Justo.

Sr. D. Justo García Soriano. Mi querido amigo: Con razón le causaría a V. extrañeza mi tardanza en acusarle recibo a su carta, gratísima para mí, pero causas ajenas a mi voluntad (encontrarme ausente de Orihuela unos días, mi imprenta y arreglar varias obras teatrales para el seminario) me han obligado a esta demora. Le ruego, pues, me perdone. Un día de estos, le enviaré con el franqueo debido, mis versos; y en carta que le escribiré más despacio, el importe necesario para que V. los envíe.

Todavía tengo que ir a la biblioteca a sacar algunos de mis versos publicados en «El Diario» y de los cuales no conservo nada. Espero su retrato en la forma que le dije si le es fácil. Por Orihuela no hay nada de nuevo. Mucho frío. «El Censor» se publica todavía. Le doy las gracias por los elogios que me dedicó en «Unión Republicana». Le participo que voy a estudiar en mis ocios la carrera del magisterio, ya que otra cosa me es imposible.

Mi libro se venderá en Murcia, en Alicante y en otros puntos, como Monóvar, donde tengo amigos cariñosos en la redacción de «El Pueblo».  Por esos mundos… hay más democracia que en esta nuestra patria chica. Y nada más. Cuando le envíe los versos repito que le escribiré más despacio y le diré muchas cosas. Mientras, reciba cariñosos recuerdos de mis padres y familia, y mande como guste a su amigo y servidor. J. SANSANO MAS.

P. a.  Para publicar mi libro tendré que perder mis amistades con los jesuitas. Lo digo porque algunas composiciones serán demasiado libres para ellos; y en ellas quedan al descubierto mis ideas. Allá va una muestra.  … La Tiranía no es culpa del tirano que la envía; es de quienes la arrastran como bueyes. Mientras existan pueblos menguados habrá pillos, ladrones y malvados, y poco pan y demasiadas leyes.

Y otras llenas de amore, como ya verá. Procuraré enviarle los versos lo antes posible, y V. cuando pueda hará el prólogo largo e insustancial como suyo (¡!) En eso de largo conforme en lo otro… ¡modestia, modestia, modestia! No es necesario que me repita su fidelidad como amigo. Ya le conozco. Muchas gracias por todo. Si tiene que decirme algo, hágalo cuando escriba a sus padres. Adiós pues. Orihuela. 3 febrero de 1907.

En febrero publicó también en «El Diario»; un trabajo histórico sobre el carnaval dividido en dos entregas que incluía un fragmento del entremés de Calderón de la Barca «Las Carnestolendas», que no he transcrito.

El Diario. Número 555 – 11 de febrero de 1907: CARNAVAL. Diez y nueve siglos llevamos ya de cristianismo y aún vivimos y todavía viviremos muchos más en pleno paganismo. Era ésta una religión muy humana, espontánea y exenta de hipocresías y de desequilibrios idealistas, y por eso ejercerá siempre influjo poderoso entre los hombres. No han muerto los dioses, aunque algunos lo preconicen; ni hacen falta Julianos que los resuciten. El ascetismo semítico del pueblo hebreo, extendido por todo el mundo en virtud de un cambio de valores, no ha podido anular ni impedir la persistencia de ciertas prácticas paganas.

¡Tan íntimo enlace tienen con la humana moral! El Carnaval, fiestas que se celebran en todo el orbe católico en la dominica Quincuagésima, aunque movibles, corresponden siempre a una del mes de Febrero, y son, a pesar de su nombre cristiano, paganas esencialmente. Las Carnes-tollendas o suspensión de carnes, con las que comienza la Cuaresma, época de expiación y purificación, no son más que las fiestas «lupercalia», las «bacckanlia» y «februalia» de la antigua Roma, equivalentes a las orgías y dionisíacas de los griegos.

Estas fiestas de locura y amor, en que la sociedad muestra su alegría de vivir y de reproducirse, a despecho de todas las fingidas austeridades y la absurda preceptiva contra natura que los moralistas invocan, desde la más remota antigüedad, desde la primera vez que el hombre sintió el alborozo de la vida y la belleza del mundo que le rodea, se han perpetuado en no interrumpida tradición, hasta los tiempos presentes, en que la civilización, también un poco hipócrita y convencional ha suavizado escrupulosamente su desenfreno primitivo.

Sin embargo, la austera y ascética cuaresma, tiempo de fúnebre filosofía, que comienza en el miércoles «corvillo» o de ceniza, no es tampoco cristiana como el vulgo cree. Mucho tiempo antes de Cristo, los romanos hacían vida cuaresmal en sus fiestas «Februales» (Februalia, de febrero, purificar, expiar) que se celebraban en Febrero (Februarios) de las que este mes tomó el nombre, en honra de «Juno Februa» y de «Plutón Februo» (el que limpia), dioses de las expiaciones. Consistían estas fiestas en purificaciones y sacrificios para impetrar de los dioses el descanso de los difuntos y de las almas que vagaban por las orillas de la laguna Estigia, el Purgatorio de los católicos….

… Consignaremos sucintamente algunas de las diversiones que se acostumbraban en los siglos XVI, XVII y sucesivos. Además de las malcaradas, bailes y estudiantinas que aún se estilan se hacían muy extrañas mojigangas y cabalgatas ingeniosísimas, que algunos cronistas nos relatan minuciosamente. Las justas, las carreras de sortijas, de estafermos y de toros, los entremeses, pantomimas, bufonadas y comedias burlescas y licenciosas, los gallos y certámenes poéticos, a que concurrían los reyes y toda la nobleza, eran de gran opulencia y variedad, y a ellas eran invitados los frailes y los inquisidores, que ocupaban siempre «muy buen lugar». Justo García Soriano. (Se continuará).

Carnavales de Madrid. La Ilustración española y americana. 15 de febrero de 1907.

El Diario. Número 556 – 12 de febrero de 1907: CARNAVAL. … La plebe se entretenía con juegos y bromas, donosos unos, pesados otros, que consistían, principalmente, en palos ensebados, sartenes tiznadas, colas o rabos, en empolvar o majar a los transeúntes, colgar en el centro de las calles peleles, que a veces tenían intención política o significación social o de actualidad, y formar corros de mujeres y chicuelos que manteaban a perros, a los tales peleles y a otros de carne y hueso, cantando coplas a coro, del género de la siguiente: «El pelele está malo ¿Qué le daremos? Agua de caracoles, que cría cuernos».

A esta, costumbre alude Cervantes en el cap. XVII, Parte Primera, del Quijote.  En el cap. I del de Avellaneda, también leemos: «y yo me quedé tras todo eso sin ser rey ni Roque, si ya estas carnestolendas no me hacen los muchachos rey de gallos». Los gallos eran disputas de ingenio que se celebraban en las Universidades, a veces a presencia de los reyes….

… En el reinado de Felipe V se prohibieron las máscaras: el conde de Aranda hizo revivir los bailes en Madrid, pero luego desaparecieron con su administración. En 1808 no estaban los bailes de máscaras en uso en esta corte, según nos cuenta Alcalá Galiano; pero poco después volvieron a usarse hasta el presente. En Orihuela hay costumbre de poner en el día que media la Cuaresma peleles o viejos de trapo en los balcones; ventanas y azoteas, que a las diez de la mañana del mismo día se arrojan a la calle a merced de los chiquillos. Esta costumbre, que va desapareciendo casi por completo creemos nosotros que tiene estrecha relación con la fiesta de la Mi-Carême que se celebra en Francia. Justo García Soriano.

«Unión Republicana» le publicó también este largo y maravilloso artículo denuncia sobre el valioso tesoro que Orihuela despreciaba en su maltrecho y descuidado archivo municipal.

Unión Republicana. Número 177 – 26 de febrero de 1907: Calamares en tinta. El Archivo Municipal. El consistorio municipal de Orihuela puede enorgullecerse de poseer un archivo que atesora preciosos códices. A 2.000 elevan algunas descripciones estadísticas sus volúmenes; y no creemos muy exagerado el número. Entre ellos se encuentran no escasos documentos  de importancia histórica nacional y el resto de local interés, pero todavía  no reconocido tanto como merece.

Los oriolanos amantes entusiastas de nuestra historia y de nuestras gloriosas tradiciones, vemos en el archivo municipal un tesoro codicioso y sagrado. Entre las páginas amarillas,  carcomidas y polvorientas de sus manuscritos infolios y de sus legajos, resuenan, como entre las nacaradas espirales laberínticas de un caracol, con épico alboroto, los rumores y los ecos confusos de todas las generaciones que nos han precedido; y en su ambiente enranciado de antiguallas  venerables palpitan invisibles y augustos los manes de nuestros aborígenes y de nuestros mayores. ¡Allí duerme el alma inquieta y afanosa de un pueblo! 

Por desgracia, somos muy pocos, contadísimos, los oriolanos que constantemente evocamos con fruición nuestro pasado y nos extasiamos en atmósferas impregnadas, vibrátiles de tan confortables recuerdos. La imaginación, con su fuerza mágica reproductora, resucita un mundo muerto y vive con él. Pero esto es demasiada poesía, exquisito manjar de escogidos y de iniciados, inaccesible para los cerebros de pan llevar que tanto abundan.

Sólo así se explica ese bárbaro desdén, ese zafio y necio desvío que ha dado lugar al  deplorable, al vergonzoso abandono en que nuestro Archivo Municipal se encuentra. Aquel recinto es el colmo de las desidias y del desbarajuste. Fuera de los armarios, pilas de libros aquí y acullá, forman revuelto acervo y sufren el trasiego y los envites de cuantos por allí andan, pues suele convertirse en oficinas y negociado del empadronamiento y del censo.

Otros, amontonados sobre las estanterías, atiborran los armarios en inverosímil y heterogénea promiscuidad, detrás de puertas de cristales, que impiden la entrada al aire, pero favorecen el nacimiento y la multiplicación de la polilla. No hay que buscar allí ningún rastro de organización ni de orden, pues la archivonomía y la taxonomía bibliológica parece, no un ideal hacedero, sino una utopía irrealizable en el Archivo Municipal de Orihuela. Aquello es sencillamente un sacrilegio nefando, una profanación que debe subsanarse y expiarse pronto si no se quiere vivir en delito perpetuo de leso patriotismo.

No sabemos si nuestra ignorancia burocrática nos hará mentir, pero creemos tener entendido que el Ayuntamiento paga religiosamente cinco o seis mil reales anuales a un empleado con el cargo de archivero. Si no estamos equivocados, y esto es así, el pecado es mucho mayor y la responsabilidad enorme. Si, por el contrario, nuestros informes son inexactos, bien puede nuestro excelentísimo concejo presuponer esa mezquina asignación, realizando economías con suprimir algunas inversiones inútiles, por no decir dispendiosas, tales como las que originan la procesión del Entierro y la fiesta del Pájaro y de la Armengola, esa ridícula paparrucha cívico religiosa que perpetúa una impostura tradicional; como en otra ocasión demostramos. 

Y la prensa, la atildadita y anodina prensa orcelitana, ha venido dando en todas sus fases respecto a este asunto  pruebas inequívocas de una supina desprestigiosa incultura y de una incalificable negligencia con su silencio cómplice. A fe que tal incuria no ocurría en otros tiempos. En la antigua Sala o casa de la ciudad, el Archivo ocupaba un lugar reservado y preferente; era como su Sancta Sanctorum, el loca sacra, el fano de los heroicos penates, el domus del simbólico herodio, que guiaba en todas sus empresas a los oriolanos de antaño.

Existen varios documentos que atestiguan ese fervoroso celo con que nuestros antepasados custodiaban el Archivo de la ciudad, depósito venerable de todos sus privilegios, fueros y ejecutorias de nobleza. Entre ellos tenemos presente una provisión del rey D. Juan II sobre el régimen y forma de elegir los oficiales de la ciudad de Orihuela, dada en Valencia a 16 de abril de 1459.

Por lo establecido en dichas ordenaciones, se deduce que el Archivo era un lugar solemne que se guardaba con solicitud extrema, de cuya llave «diversa de les altres» tras de prestar juramento y homenaje era depositario el notario del Concejo, que en lo antiguo hacía las veces de archivero. En su recinto se hallaban encerradas las dos Cajas de la ciudad, la mayor de las cuales ostentaba por la parte exterior el escudo de Orihuela y las armas reales según los estatutos de la aludida provisión.

En tiempo de las comunidades o germanías (1520) los agermanados, al frente del escribano Pedro Palomares y de una Junta compuesta de trece plebeyos, se enseñorearon de Orihuela asaltando la casa de la ciudad y haciendo un regular saqueo en su Archivo. Entonces el cartulario de privilegios reales, que era un libro de pergamino con cubiertas de madera, cayó en poder de los insurgentes revolucionarios, los cuales ensayaron en él su venganza contra los nobles; pero, aunque muy maltrecho, pudo ser recuperado, cuando el adelantado del Reino de Murcia, don Pedro Fajardo, Marqués de los Vélez logró sofocar la sedición, apresando a los rebeldes y decapitándolos. «Mató tantos—dice Gaspar García Ortiz en su Murgitana—que hasta el gran Segura corrió de color de sangre».

El Concejo no tardó en sentir «la necesidad de hacer una copia de dichos privilegios», pues en Septiembre de 1578 a instancias de  Onofre Trullols, síndico de la ciudad, se ordenó fuera hecha, comprobada y coleccionada por tres notarios, Pedro Conera, Pedro Tristán y Andrés Jordi, nombrados por el Justicia civil, cargo que desempeñaba aquel año el magnífico Ginés Cullera, a presencia del secretario o escribano Jaime Montiel, a fin de que «a la dita copia se done tanta e tan cumplida fe com se podría donar als originals»; como se dice en la instancia del síndico.

Miniaturas Cartulario de Orihuela. Archivo Histórico Nacional de Madrid.

Esta copia, que forma un monumental volumen en pergamino con tapas de madera forradas de terciopelo rojo,  las cuales presentan señales de haber tenido conteras y manecillas (seguramente de plata y arrancadas por la codicia) contiene 364 privilegios y dos magníficas miniaturas representando una el escudo de Orihuela y la otra una batalla ante los muros de la ciudad cuando fue cercada por D. Pedro el Cruel. No sabemos en qué época, sin duda contándose  con la complicidad y consentimiento de algún alcalde poco celoso por la conservación de Joya tan preciosa para el pueblo que administraba, pasó a la biblioteca del Ministerio de Estado, y de aquí al Archivo Histórico Nacional, donde hoy se custodia con la signatura 1368—B.

En la segunda década del siglo XVII se ocupaba el Rector de Catral, Mosén Pedro Bellot, en ordenar y  escribir su «Compendio de lo que se contiene en las nottas antiquas de la Sala de la Ciudad de Orihuela, a modo de anales, desde el año 1353 en que comienzan». El manuscrito de estos interesantes y fidelísimos Anales desapareció del Archivo municipal al que pertenecía, como también el Libro Becerro (con abundantes apostillas, escollos e índice de mano del mismo Bellot), por cuyo motivo los señores Gisbert no pudieron consultarlo al escribir su Historia de Orihuela.

Anales de Orihuela. Mosen Pedro Bellot.

De allí ha sacado todo el mundo cuanto ha querido, y una vez fuera casi nada se ha devuelto y se ha perdido para siempre. Y lo peor es que la mayoría de las expoliaciones han venido a parar en manos profanas que las habrán dedicado, a buen seguro, a papel para envolver o lo habrán vendido a los polvoristas para hacer palmeretas y piulas ¡Qué infamia!

Pocos años hace que desapareció el Libro Becerro, no sabemos por que arte de encantamiento o de magia, y hace tres veranos tuvimos nosotros ocasión de examinarlo detenidamente y de sacar algunas notas; pero ya en Agosto pasado volvió a brillar por su ausencia del Archivo. Si los señores Gisbert no pudieron revisar el Libro de Repartimientos, como hemos dicho, en cambio tuvieron muy presentes los Anales de Bellot; siguiéndolos paso a paso hasta el extremo de no ser gran parte de su obra, sobre todo los tomos II y III, más que un calco y una literal transcripción con circunlocuciones exegéticas del «compendio» del laborioso rector de Catral.

Nosotros no sabemos que este manuscrito haya sido devuelto al Archivo, ni los señores Gisbert dicen media palabra de dónde lo vieron y consultaron, ni tampoco sus editores se cuidan de dar a conocer su paradero. Y nosotros creemos que, por ser la obra de mosén Pedro Bellot la más seria y fidedigna que se ha escrito sobre materias históricas de nuestra ciudad y porque le pertenecía, el Ayuntamiento se encuentra en el deber estricto y patriótico de hacer todas las indagaciones posibles y los mayores esfuerzos por rescatarla del poder de infieles y, una vez esto, darse a la estampa por quien se sienta con bríos para este cometido.

Con estos elementos y con la provechosa guía de un cataloguillo que por el Archivo andaba, puede emprenderse el trabajo benemérito de la reorganización de éste, confiado a una persona inteligente y perita. ¿Obtendremos como suele acontecer la callada por la respuesta y un indiferentismo abúlico a estas solicitudes y observaciones tal vez empequeñecidas por la insignificancia del que las hace, de toda autoridad desprovisto? Queremos ser hoy optimistas. ¡Esperemos… sentados! Justo García Soriano. Madrid, 14 de Febrero de 1907.

Ese mismo número llevaba en la portada una sorprendente noticia de política local.

El Sr. Escudero Zapata, nuestro querido amigo, ha sido el designado para ocupar la alcaldía de Orihuela. Las circunstancias en que se encarga de ese puesto son difíciles y han de poner a prueba su capacidad y su talento. No nos atrevemos a aventurar juicios, pues no queremos actuar de augures prediciendo el porvenir. No podemos, explicar las circunstancias que han concurrido en este nombramiento, pues no acostumbramos a descifrar jeroglíficos…

… Al tomar posesión de la alcaldía, dijo entre los aplausos de los concurrentes: «Una casualidad me hizo concejal de este Ayuntamiento; otra casualidad me eleva a ocupar este sitio; y aunque no es mi partido el que manda, procuraré que todos mis actos se ajusten a la moralidad y a la justicia más estrictas, esperando el apoyo de mis compañeros, en la inteligencia de que cualquier indicación que se me haga, será una orden que cumpliré gustoso, mucho más si las indicaciones parten de la prensa».(…) Se dice que nuestro amigo es prisionero de guerra de los conservadores. El tiempo y su conducta lo han de decir…

La Actualidad (Barcelona).
Número 57, página 8.
30 de agosto de 1907.

El 21 de febrero, por medio de una Real Orden, el concejal de la Unión Republicana D. José Escudero Zapata se convertía en alcalde de Orihuela. José Ferrer Lafuente, alcalde saliente, dejó claro que no había presentado la dimisión; que ha sido destituido por el rey.

Y para terminar, puso a prueba al republicano solicitando que repitiese un ¡Viva el Rey! que fue contestado con gran entusiasmo por el público asistente, mientras Escudero levantaba la sesión. Así reflejó la situación oriolana Rafael Rogel en una larga carta enviada a Justo.

Orihuela, 5 Marzo 1907. Entrañable amigo Justo: Tu carta me ha sorprendido de una manera muy agradable. Con lo que no me conformo es con eso que me dices respecto a mi silencio acusándome de olvidadizo… ¡Bien hombre! Por tu padre y por otros amigos supe tu feliz llegada a esa bendita Corte de… La Reina del placer, del oso, del madroño y de todo lo que tú, con perdón de Maura, quieras.

«El olvidar es el placer más raro en este engañoso mundo», es cierto, pero este sentimiento no reza con mi hermanico que, aunque en los últimos tiempos de nuestra vieja amistad, me miraba con cierta prevención, no por eso he dejado de quererle ni se ha enfriado la sincera amistad del pobre e impotente Quijote hacia el antiguo poeta de El Labrador. Esto no te lo digo para que lo creas.

El artículo gallístico de Heraldo me sorprendió grandemente. No sé decirte otra cosa. El Diario te lo pongo yo mismo en el correo. Franco me dice que te escribirá solicitando un articulito tuyo para el segundo aniversario de la aparición del periódico; pero quiere el hombre y me suplica que te lo diga, que lo mandes con la anticipación posible, que sea corto… y puramente literario, vamos, sin que se te vaya la mano. Confía en mi influencia contigo para alcanzar todo esto.

¿De política local? Chico; ¡er disloque! ¿Cómo ha sido alcalde Escudero? Aún no he salido de mi asombro. Ballesteros ha caído y Germán, o mejor dicho Cabeza de Oro es el amo del cotarro. Dicen que existe un pacto, yo no sé nada. A mí me sorprendió como a todos los republicanos, es decir como a casi todos los republicanos el juego habilidoso que se ha traído Sempere. La opinión de Pérez está fielmente condensada en el fondo de su periódico próximo pasado.

No quiero anticipar juicios atrevidos. Tú eres listo e irás cogiendo la madeja si sigues el hilo que ha comenzado a fabricar Unión Republicana. Por aquí han corrido fantasías de mucho peso… pero,  ¿quién da crédito al rumor público?

AMO. LJGS.

El día que Escudero tomó posesión de su nuevo cargo, sucedió una cosa curiosa. A las ocho de la noche se dio un bando destituyendo a todos los municipales, serenos, alcaldes de barrio, pedáneos, etc., etc. En aquel mismo instante eran despojados de sus uniformes los antiguos municipales y eran vestidos otros, entre ellos mi compaere el Obispo el Charamitero que está tan curro. La alcaldía estaba atestada de gente, y en la puerta de las casas consistoriales había estacionada una multitud de curiosos que vociferaban cañeándose cada vez que salía un municipal nuevo.

En la plaza de la Pía, frente a la casa del marqués de Rafal, pretendiente a este distrito, daba la banda del municipio una serenata… ¡Cosas de este mundo mentiroso! Tienes razón, la cosa tiene cola, tanta que, para mí, somos a estas horas vasallos del fantasma de que me hablas.

Allá va la actitud de la prensa: Unión Republicana …….. tú juzgarás. El Diario hecho un soso. No sé si entrará en materia. El Censor ha puesto ahora al frente a Lacárcel y él … sigue. Yo viendo los toros desde la barrera y deseando… ¡dar un trueno! Es decir, reventar como dicen que reventó la Real Trinidad.

¡¡Pepe Escudero ha hecho bien!!, si señor; antes no tenía amigos casi y ahora todos son amigos de él, todos son los primeros y los que más lo quieren. Eso sí: él prefiere, atiende y detiene democráticamente en mitad de la calle a sus antiguos correligionarios por humildes que sean o astrosos que vayan, sin que su nuevo cargo le haya engreído. A mí me encontró en la calle de San Pascual una noche y me detuvo para decirme que había recibido la carta de D. José Cartagena. Luego me invitó a acompañarle hasta la puerta de su casa.

Manuel creo que se ve entre la espada y la pared, pues no ignoras la amistad estrechísima particular que le une al alcalde nuevo. Sustituye este párrafo a los puntos suspensivos que te he puesto cuando te hablaba de Unión Republicana.

¡Don José Cartagena! A corazón bueno hay pocos que le ganen en este pueblo. Si lo ves de nuevo dile en mi nombre, que me busque el destino del Tomelloso y cuanto antes mejor, que me encuentro muy jodio, bastante. Pienso escribirle pronto. En este momento sé que, por virtud de un acuerdo entre conservadores, germanistas y balleteristas, saldrán diputados provinciales Federico Linares y Ballesteros (hijo). Es un hecho.

Los versos los daré por si quieren no si quiero publicarlos. Dile también a Cartagena, que el Sr. Ibáñez me ha prometido hacer lo posible cuando regrese a Madrid a ver si me coloca. Aún está aquí con su señora. El tío de los pitos me pregunta mucho por ti, y dice que le escribió a Serafinito a la lista de correos conforme aquel le indicó cuando se fue a la Habana. Perínez está que echa leches con los sucesos políticos de actualidad. Le di tus recuerdos. A Enrique Luis muchos recuerdos de mi parte.

De los asuntos de Orihuela se ha ocupado, entre otros periódicos, Heraldo de Madrid. A Serapio Puerto le ha costado el destino de cartero, un telegrama que publicó dicho periódico y, que sin duda hizo Teruel. El destino se lo han dado a Mañús el zapatero, que es conservador, y la vacante que deja López, también de cartero, la ha cubierto Daniel Guillén, un hermano de Rodolfo, el que está de sargento en Cartagena, amigo tuyo según te oí decir.

«Los calamares en tinta» que publicaste en Unión Republicana hicieron mucho ruido. Creen algunos que yo te daba los datos… ¡¡Imbéciles!! por no atreverme a provocar cara a cara a Teruel ni Andrés. ¡Ah si yo hubiera tenido periódico! Ya, ya verás que de cosas sabes si llegase a irme de este maldecido pueblo. Créeme, que me pides noticias y tengo miedo de expansionarme, no por desconfianza, sino porque estoy acobardado a fuerza de golpes.

Notarás que escribo poco; pues bien; casi no me trato con nadie y aquí eludo toda clase de intimidad. Esto es el infierno. Sin otra cosa, muchos recuerdos a Eugenia, y queda esperando tu próxima tu mejor amigo. QUIJOTE.     

La carta siguiente es obra del otro José Escudero; su condiscípulo y amigo, citándolo en una cervecería madrileña para preparar el lanzamiento de un nuevo diario en Orihuela. Como nota anecdótica, ese mismo fin de semana dicha cervecería fue asaltada.

José Escudero Bernicola. Abogado. Carranza, 18. Madrid, 14 de marzo de 1907. Estimado amigo Justo: Hoy he recibido la carta de Cremades que esperaba, y en ella me hace ver que tanto él como Rogel dejan el asunto del periódico a nuestra iniciativa. Conviene pues si queremos llevar a la práctica nuestra idea, procedamos a ponernos de acuerdo y convenir en lo que entendamos más factible y útil.

Para esto, y cumpliendo con mi prometido, te escribo y participo que estaré a tu disposición los días viernes, sábado y domingo de esta semana en la Cervecería de Candela de 2 y ½  a 3 y ½ , y en el Círculo de Bellas Artes de 6 y ½ a ocho y de diez a doce de la noche. Si estos días a estas horas los tienes ocupados, escríbeme citándome tú. Puedes disponer de tu afmo. y amigo.  J. Escudero.

La Correspondencia de España. 17 de marzo de 1907: Robo. En la cervecería de D. Gabriel Candela, de la calle de Alcalá, penetraron en la noche última los ladrones y se llevaron 400 pesetas del cajón del mostrador. En el cierre metálico de la puerta exterior no se observó señal alguna de violencia. En el interior de la tienda se encontró un destornillador de grandes dimensiones, con el cual se cree que se valieron los ladrones para forzar la cerradura del cajón.

A mediados de marzo disponemos de una carta de su padre en la que soñaba con un empleo para Justo en el Archivo Municipal de Orihuela; sospechando que el suyo estaba en peligro tras el cambio de Ayuntamiento. También le informaba de su exención definitiva del Servicio Militar.

Orihuela 16 de marzo de 1907. Querido hijo Justo: anoche recibimos tu carta, y vemos que no tienes novedad, nosotros seguimos buenos y tu mamá está ya casi buena, y está mejor de su tos. También hemos leído el borrador de la carta que le has escrito al Alcalde de esta Ciudad, nos parece muy bien lo que dices, veremos lo que hace.

Quisiera que le escribieras a tu primo Pepe García Villalba, para que este le escribiera al Ministro de la Gobernación, La Cierva y le pidiera al Alcalde de aquí, que te diera el destino de este Archivo Municipal, que tuvo hace algún tiempo, el empleado del mismo, 6.000 rs. De sueldo; que pruebe a ver si puede conseguirlo.

Quisiera tener dineros para mandártelos, con el objeto de que te vinieras a pasar las pascuas de Monas, y de este modo podrías ver a Escudero, y ver lo que se podría arreglar tanto con tu pariente el Médico de Murcia, y el Alcalde de aquí, a nosotros nos darías el gran alegrón.

Hoy han enterrado a Dª. Ana, se murió anoche a las 7, todos lo hemos sentido mucho, era buena señora. Sin más recibe los afectos de toda la familia y amigos, y tú sabes cuánto te quieren tus padres. JUSTO y RAMONA.

El día 12 del corriente, fallaron en bien tu expediente de quintas, gracias a Dios, ya hemos salido de eso, era la última revisión, sea enhorabuena. Me dan recuerdos para ti tu hermana y Linares, con besos de Josefina. Recuerdos a Eugenia, tu primo Carlos, y a Enrique Luis. La receta que mandas, dice Pepe que es buena. Recibí el recordatorio. Habrás recibido El Censor, y con él te mandaba en un papelito como habías salido en bien de la quinta. Tu madre dice que hagas un esfuerzo y te vengas en el tren botijo, lo mismo digo yo, ánimo; escribe pronto.

Borrador de la respuesta a la carta enviada el 5 de marzo por Rafael «Quijote» Rogel. Como curiosidad, en el reverso presenta un borroso y enigmático boceto a lápiz de la futura cabecera de «La Huerta», dibujada por Enrique Luis…

AMO. LJGS.

Sábado, 16 de Marzo de 1907. Madrid. Entrañable amigo Rafael: Con gran contento recibí tu grata y amena carta del día 5, que ya esperaba con creciente impaciencia. Ella me ha hecho pasar un rato agradable, aunque las politiquerías que me refieres con la minuciosidad y el gracejo que tú sabes hacerlo, me indignaron mucho.

¡Qué de cosazas se ven en este diablo  mundo, gachó! Me he alegrado en el alma no estar por esta época en ese antro jesuítico de hipócritas y de hombres informales (si es que los informales son hombres) que se llama Orihuela, porque sufriría horrorosamente. Bien veo que la culpa de todo la tiene el hambre, que es mala consejera y no entiende de formalidades, ni de ideas, ni de sentimientos elevados y dignos. Ya sabemos que, por comer, muchos pierden la vergüenza, la memoria y los estribos.

Y en Orihuela hay mucha hambre, y cada desesperado con gazuza capaz de vender como si tal cosa su alma al diablo por un plato de lentejas. Desde el punto de vista del positivismo, el que hace esa almoneda de su conciencia hace muy bien; ¡naturaca, y lo demás son bulos!; pero si todos los hombres hubieran pensado siempre de esta manera, aún andaríamos con taparrabos, comiendo carne humana, todavía existiría la esclavitud, el derecho de pernada, la inquisición y, antes de salir a la calle, tendríamos que darnos todos los días una fricción de agua bendita en los cojones, por si algún Torquemada, aficionado a la chamusquina, se le ocurría tostarnos el pellejo.

Si nunca hubiera habido Quijotes dispuestos a morirse de hambre y a recibir palos de desalmados yangüeses por una Dulcinea ideal, la humanidad sería aún una tribu nómada, una caravana errante de antropófagos y jamás hubiera habido un cristo que se hubiera dejado crucificar por meterse redentor.

Por lo menos yo pienso así, chico. Puede que sea porque no sé ni lo que me pesco. Hay locuras y tonterías sublimes. Días pasados me escribió mi padre diciéndome que se decía, dándose por seguro, que hoy sábado, día 18, quedarían cesantes todos los empleados del Ayuntamiento. El miércoles le escribí a Pepe Escudero, porque mi padre me lo mandaba, rogándole interpusiera su influencia para que no lo dejaran cesante.

Por mi padre me he rebajado con gusto, por mí no lo hubiera hecho. De todos modos creo que conseguiré lo que el que jode con condón por no tener sarampión. ¡Ya veremos! Sé que estás enterado por Miguelico Cremades del proyecto de fundar un diario en ésa que se ha forjado Escudero. Yo he acogido la idea con entusiasmo…    

Nueva carta de Escudero Bernicola en la que anunciaba la puesta en marcha del periódico y un breve viaje a Orihuela por Semana Santa.

José Escudero Bernicola. Abogado. Carranza, 18. Madrid, 21 de marzo de 1907. Estimado amigo Justo: Hoy he recibido carta de mi padre aceptando nuestra idea y poniéndose a mi disposición en el asunto del periódico; comunícaselo así a Rogel para que esté preparado. Mañana viernes y pasado estaré en el café de Candela a la hora del otro día y allí te espero para organizar el viaje; irá con nosotros mi primo Riquelme. Tuyo afmo. y amigo de veras.  J. Escudero.

Cartas de José Escudero Bernicola. AMO. LJGS.

Involucrado plenamente en el proyecto del nuevo diario. La siguiente entrega de calamares fue un canto a la libertad de prensa; una enérgica arenga a los periodistas cobardes.

Unión Republicana. Número 180 – 26 de marzo de 1907: Calamares en tinta. Palabras de impotentes. Frecuentemente ¡oiréis decir, con referencia a determinados periódicos o escritores, estas o semejantes palabras:—«Sus artículos son libelos repugnantes y soeces, pasquines virulentos injuriosos, fanfarrias de engreído pedantismo que vomitan difamaciones personales y literarias y groseros insultos…»  

Estas atormentadas y despectivas palabras, de aparente indignación, que suelen acibarar los labios de los que las profieren, aunque las creáis hijas de la prudencia y de la sensatez no son, por lo común, más que despechos poco disimulados de los envidiosos y de los impotentes. Siempre son pronunciadas con una amarga mueca de odio y de dolor, del dolor y del odio infinitos, propios de la impotencia.

La envidia acostumbra a encubrir su cabellera de serpientes sibilantes y retorcidas bajo un manto de hipócrita circunspección. ¡No os dejéis engañar por ella  y escupidle en el rostro enmascarado un salivazo de desprecio! ¡Hay mucha bilis que purgar! Y más ahora que ya ha entrado la Primavera, removedora de humores…

El humano egoísmo y el ciego apasionamiento, nos hacen ver un insulto en cual quiera verdad que cauterice nuestro susceptible amor propio, que disipe el éxtasis de algunas de nuestras infundadas ilusiones. Y, mal que les pese a nuestras fanáticas egolatrías, la verdad nunca es un insulto. La verdad, por lo tanto, no merece el desprecio y menos la venganza ruin del ultraje.

A una verdad, por desnuda y cruel que sea, se le concede beligerancia y se le combate con otra verdad mayor, con mortíferos proyectiles dialécticos. El que enmudece ante la verdad, la acata o confiesa su culpa. Está muy en descrédito eso de gritar, diciendo: — «¡Se me ha insultado! ¡Infamia! ¡Difamación! ¡Calumnia! ¡Es un libelo!»— «¿Por qué no responde usted y se defiende?» — se suele preguntar interrumpiendo.

Y el que se cree insultado, vociferando replica colérico, con fingido reproche: —«¿Responder yo a un insulto? Sería rebajarme, igualarme al libelista. ¡A un insulto no se le responde, se le desprecia! Ya me darán la razón las personas correctas y sensatas.» — Seguramente, el insulto ha sido una verdad, atrevida, demasiado francota a lo más; las personas correctas y sensatas son en este caso los demás escocidos, a quienes también han alcanzado las salpicaduras, como Maura diría; el silencio adoptado con sistemática apariencia es el mutismo que impone la verdad al que se reconoce culpable.

El periódico ha de ser un arma de combate; pero una arma de reglamento. El periodismo es continua guerra, batalla incesante, expresión de la lucha permanente de la vida. En ella vence el más bravo o denodado o muere con gloria tremolando su bandera. El periódico ha de ser todo nerviosidad y fibra; las obesidades linfáticas y los flematismos son excelentes cualidades para un salchichero o para un tendero de comestibles.

 El periódico prudentito y cobardón, que enmudece por pusilanimidad, apatía o calculado egoísmo, que contemporiza y transige con el mal, haciendo a todo la vista gorda, es un tránsfuga, un desertor del campo de combate y un traidor a su bandera. Esos periódicos ñoños y timoratos no son periódicos, son cataplasmas, ungüento blanco y serato simple.

El periodista que se sienta desfallecer con escépticos desmayos y sienta pereza, repugnancia o cobardía en la pelea, no sirve, es corto de talla; debe rendir su pluma o romperla y tomar el pasaporte: así quizá haga un bien a la humanidad y a la literatura. No es lo mismo tocar un solo de flauta o el vals de «Las Olas» en una ocarina,  que escribir un artículo que no parezca un buñuelo. ¡Creedme, seguid tocando la flauta, descifrando charadas o dedicados a otros onanismos mentales!…

Prefiero a los temerarios y a los pedantes. ¡Hay pedanterías y temeridades sublimes! ¿Qué hubiera sido, sin ellos el mundo? ¿No fue Colón un pedante sublime y un sublime temerario? Vale más una loca balandronada del hidalgo don Alonso Quijano, que todas las prudentes y prácticas necedades de Sancho Panza. ¿No es acaso el admirable libro de Cervantes un libelo, el libelo más hermoso que se ha escrito?… ¿Que importan las palabras despectivas y envidiosas de todos los impotentes Avellanedas que vengan después? Justo García Soriano. Madrid-XXI-3-1907.

Los «exiliados madrileños» llegaron a Orihuela en plena Semana Santa; y pocos días después, salía el nuevo diario local con el título «La Huerta».

Semana Santa en Orihuela. Bocina de «La Convocatoria». Miguel Aniorte González.

El Diario. Número 592 – 30 de marzo de 1907:  Con motivo de las fiestas religiosas de semana santa hemos tenido el gusto de saludar en esta ciudad, a los señores… D. Abelardo Teruel, D. Severiano Sánchez, D. José Escudero Bernicola, D. Justo García Soriano…  A todos ellos enviamos nuestro más afectuoso saludo de bienvenida.

La Huerta. Año I. Número 1.

La Huerta. Número 1 – 3 de abril de 1907: Muy señor mío: Ya he llegado a ti y estamos juntos, lector. Yo te buscaba y al encontrarte nos hemos saludado cortés y respetuosamente; tú, guardando un recelo prejuicioso, y yo, llevando la sinceridad en mis palabras, ya me oyes y ya te hablo, para decirnos quiénes somos. A ti, querido lector, te conozco desde tiempo. Eres el mismo de siempre y te conozco en la manera de recibirme…«La Huerta».

A LA PRENSA. La Huerta en su primer número y cuando ya le cabe la honra de figurar en la prensa española, envía un saludo cariñoso a todos los periódicos de España y es especial a los locales, con los que hemos de compartir la ardua tarea del periodismo.

Escudero se quedó en Orihuela a cargo del periódico; Justo, acompañado de «el primo Riquelme» y de Severiano Sánchez Ballesta, volvió a Madrid con un cargamento de monas de pascua y naranjas de la huerta para sus discípulos. También llevaba setenta y cinco pesetas que le había dado el alcalde para que se las entregase a su cuñado Enrique en la capital.

Viajeros. Ha marchado a la Corte nuestro querido amigo y compañero el redactor cronista en dicha Villa de La Huerta D. Justo García Soriano. También ha salido a proseguir sus estudios en la Universidad Central nuestro no menos amigo D. Miguel Riquelme. Feliz viaje.

El nuevo diario estaba dirigido por Rafael Rogel y contaba de nuevo con las notas madrileñas firmadas por Luis de Antón del Olmet. Rafael había abandonado la redacción de «El Diario».

El Diario. Número 595 – 4 de abril de 1907: Después de pasar esta semana Santa al lado de sus queridas familias han salido para la Corte nuestro amigo y colaborador de El Diario D. Justo García Soriano y los señores D. Miguel Riquelme y D. Severiano Sánchez.

Ayer recibimos la visita del nuevo periódico diario que con el título de «La Huerta» viene al estadio de la prensa. Dicha publicación la dirige nuestro querido amigo el ilustrado periodista D. Rafael Rogel Rech. No es la primera vez que dirige un periódico y si razones especiales le hacen abandonar esta modesta casa, sabe puede contar con el afecto de los que son sus verdaderos amigos, y El Diario se congratulará muchísimo no olvide esta pequeña publicación. Devolvemos el saludo que nos dirige el nuevo colega, al que deseamos larga y próspera vida.

Justo no pudo entregar el dinero al cuñado del alcalde; y Escudero pidió su devolución.

AMO. LJGS.

El Alcalde de Orihuela, 6 Abril 1907. Sr. D. Justo García Soriano. Madrid. Distinguido amigo: Ayer recibí carta de mi hermano político Enrique, desde Torrevieja, anunciándome haber llegado a aquel pueblo; aquel para el que le entregué a V. las 75 ptas., que le agradeceré me remita en letra descontando el gasto y rogándole me perdone la molestia. Gracias por todo e incondicionalmente está a su disposición su aftmo. amigo y s. s.  JOSÉ ESCUDERO.

En el número 8, Justo regresó a su faceta de corresponsal en Madrid coincidiendo con el juicio de un caso que ya había tratado años antes. También recordaron su vieja petición de una calle para el pintor Agrasot, «cuyos cuadros se disputan los amateurs del arte y que se admiran en Museos y Exposiciones, es hijo de Orihuela, uno que honra el nombre de su patria chica».

La Huerta. Número 8 – 11 de abril de 1907: NOTAS MADRILEÑAS. La humana Justicia. Sigue el público con creciente interés y atención expectante todos los incidentes que se están desarrollando en la vista de la causa del por desgracia célebre y aciago Tercer Depósito de aguas del Canal de Isabel II.

Ante el erróneo y deficiente tribunal de la humana Justicia están aquilatándose ahora las enormes, las abrumadoras responsabilidades que pesan sobre las conciencias en litigio, de los contratistas e ingenieros, directores conscientes de aquellas obras funestas, bajo cuyas ruinas, entre las moles de escombros y cascotes de inseguro hormigón armado fenecieron aplastados en horrible catástrofe, mañana hará su aniversario segundo, cuarenta infelices obreros, las víctimas propiciatorias de siempre inmoladas por la sedienta codicia de los ambiciosos del oro.

El clamoreo de indignación que produjo en toda España aquel hecho sangriento, de triste recordación, fue con el tiempo extinguiéndose lentamente hasta parecer olvidado y perdido en el estruendo del diario vivir. Pero aquella nota plañidera de horror no había muerto, sólo dormía en el alma anhelosa y romántica, con sensibilidad novelera de la muchedumbre …

… Sin embargo y a pesar de los cargos precisos e irrefutables que en sus elocuentes informes hicieron ayer los Sres. Mena y Abril, representantes respectivamente del ministerio fiscal y de la acción pública, témese que en el veredicto que se dictará en breve serán declarados inocentes o inculpables los acusados. Y entre tanto, las pobres victimas olvidadas seguirán pudriéndose en el sarcófago común de los humildes, debajo de la tierra amorosa e igualitaria. Justo García Soriano. Madrid, 7 Abril 1907.

Respuesta de Justo a la carta del alcalde solicitando el dinero.

José Escudero Zapata. Alcalde de Orihuela.

9 de Abril de 1907. Sr. D. José Escudero Zapata. Mi distinguido amigo: En cuanto llegué a esta corte, fui a cumplir el encargo con que Vd. me honró; y en la casa donde su señor hermano político se hospeda me notificaron que éste se había marchado a Torrevieja el día 3 del corriente y que ignoraban la fecha de su regreso.

En su vista escribí a mi padre pusiera en conocimiento de Vd. esta novedad sin pérdida de tiempo; para que Vd. le diera órdenes que cumplir. Contando ya con su atenta del 6, le remito adjuntas las setenta y cinco pesetas que me entregó en esa, con las seguridades de una carta de valores declarados. Haga Vd. presentes mis respetos a su señor padre y demás familia. Y Vd. no olvide que en servirle se complace su aftmo. amigo y atto. s. s. que le envía un apretón de manos y un cariñoso saludo.   

Nueva carta de su padre en la que, entre otras cosas, le anunció un conato de alumbramiento de su hemana Milagros.

Orihuela 10 de abril de 1907. Querido hijo Justo: recibí tu carta de fecha 5 del corriente mes, y por ella vimos con gusto que llegaste a esa Corte sin novedad, nosotros seguimos buenos como habrás visto por el periódico que te mandé titulado «La Huerta», hace 4 días. Le dije a Rogel que en tu carta me decías que no dejara de mandarte La Huerta todos los días, lo mismo que a Enrique Luis, que vive en Atocha, 63, piso 4º izquierda, no sé si os lo ha mandado y sigue haciéndolo.

Mucho se alegra tu mamá y yo, de que D. Agustín Sainz y familia hayan probado las monas y naranjas, les das en nuestro nombre nuestros aftos. Dinos si le has remitido al Alcalde Escudero Zapata, las 75 ptas. que te dio para su cuñado creyendo que se encontraba en esa.

AMO. LJGS.

Esta mañana he recibido de tu amigo Maximiliano García Soriano, La Novicia, boceto de comedia en un acto y tres cuadros en prosa. Original del mismo, de Elda, mañana te lo mandaré por correo, está muy bien editada. Tu hermana tuvo anoche un conato de alumbramiento, tanto que, a las 2 de la madrugada tuvimos que ir tu madre y yo a su casa, y la encontramos con dolores de parto próximo, se llamó a la comadrona, y poco a poco le fueron desapareciendo los dolores por completo hasta quedar bien, quizás de ver a la partera le dio susto, hoy sigue tan bien.

Recibe los recuerdos de toda la familia y amigos y tú sabes que te quieren tus padres. JUSTO y RAMONA. Tu cuñado Pepe se encuentra mejor. Memorias a Eugenia, Carlos, el de Almoradí, y Enrique Luis.    

Al día siguiente de escribir esta carta, Milagros se volvió a poner de parto; y esta vez sí fue la definitiva. A su marido lo habían trasladado a Orihuela; y regentaba una plaza de maestro en el Rabaloche. Rafael Rogel, como había convenido con su padre, dio la sorpresa a Justo a través del diario que le enviaban a Madrid.

La Huerta. Número 10 – 13 de abril de 1907: Natalicio. Ayer mañana dio a luz un hermoso y robusto niño, la señora doña Milagros García, cariñosa esposa de nuestro buen amigo el laborioso profesor de  instrucción primaria, maestro de la escuela del Arrabal Roig D. José Linares Aliaga y hermana de nuestro no menos amigo y distinguido compañero, el joven Doctor en Letras, redactor de este periódico en Madrid, D. Justo García Soriano. Felicitamos a los dichosos padres y a los abuelos por tan fausto suceso de familia y, al pequeño, le deseamos pocos escollos por este peligroso mar de la vida donde ha de navegar.

Nueva carta de José Escudero Bernicola pidiéndole que limitase el envío de telegramas para recortar gastos.

Orihuela, 18 de abril de 1907. Amigo Justo: Ayer tarde te telegrafié infructuosamente, pues lo hice al nº 5 de esa plaza y me contestaron que allí eres desconocido. Hoy lo haré al siete. El motivo es que los gastos del periódico son muchos. Mi madre me escribe y ya hace días llevaba abonados por telegramas 12 duros.

Como comprenderás, a eso no puede responder la suscripción. Por eso he determinado que telegrafíes únicamente los números de la Lotería y algún suceso extraordinario que pueda llegar al periódico antes que El Liberal. Desde aquí nos telegrafiaremos nosotros y así esperaremos a mejores tiempos. Hay proyectos que de realizarse darían a nuestra «Huerta» una vida perdurable.

Como no están maduros, no te los comunico; pero yo me voy convenciendo de que la vida a medias acaba en esta Orihuela al soplo de cualquiera que nos mire con gusto y deseo prevenir contingencias. La empresa que he tomado es dificilísima y obra de paciencia. Me propongo seguir adelante para lo cual necesito que todos me prestéis el mayor apoyo. Espero crónicas tuyas y le digas a Antón las mande también con más frecuencia, pues aquí estamos escasos de fuentes y temo se nos seque el manantial de la política con el acceso del 21 de Abril. Cierro esta carta o lo que sea con las mismas prisas que la he escrito, y espero sigas contándome en el número de tus incondicionales. J. Escudero.

En esta otra carta, su padre le pedía que diera duro a los jesuitas; pero de manera anónima.

 Orihuela 19 de abril de 1907. Querido hijo Justo: anoche recibimos tu grata carta, y vemos por ella que disfrutas de buena salud, nosotros todos estamos buenos, como igualmente tu hermana y su nuevo vástago, que se levantó de la cama hace tres días; el no haberte participado antes su alumbramiento fue porque me dijo Rafael Rogel que no te dijera nada por carta, que él lo pondría en el periódico «La Huerta», cosa que yo no debía haber hecho caso, y sí habértelo participado por carta, pero en fin ya está, como verás por la carta que te escribió ayer Linares.

Esta mañana he visto al Alcalde Escudero y le he dicho que tú me había escrito diciéndome que le mandó los dineros, o sea las setenta y cinco pesetas en carta de valores declarados, y me ha dicho que sí que las recibió, que te escriba diciéndote que lo dispenses, que hoy se encuentra muy ocupado con las elecciones, que cuando salga de ellas te escribirá, que te participe sus aftos.

Adjunto hallarás una hoja, más bien una paparrucha, que han repartido por esta ciudad los Jesuitas, entérate bien y les contestas en el periódico Unión Republicana, sin firmarte, duro y a la cabeza a esos zánganos infames que aborrecen al pobre sin piedad; no dejes de decírmelo cuando lo hagas, que yo recogeré el periódico en casa de Manuel Pérez.

Ya tendrás en tu poder La Novicia, comedia de tu amigo Maximiliano, pues te lo mandé hace algunos días, dime si lo recibiste. Sin más recibe los aftos. de toda la familia y amigos, y tú sabes que te quieren de corazón tus padres  JUSTO y RAMONA. A Escudero Bernicola no lo veo, cuando lo vea le diré lo que me dices para él. Recuerdos a Eugenia, Carlos el de Almoradí, y Enrique Luis. Josefina sigue bien y con muchos celos por tener otro hermano. La carta mía que dices recibiste abierta, sería una distracción mía.       

Anuncio del Bautizo en la Catedral de su sobrino José Manuel.

La Huerta. Número 17 – 22 de abril de 1907: Bautizos. En la misma iglesia y a la misma hora (Parroquial del Salvador  por la tarde a las cuatro) fue bautizado el nuevo hijo de nuestro amigo el profesor de instrucción primaria D. José Linares Aliaga; se le puso por nombre José Manuel.

La hoja de los jesuitas fue comentada de manera anónima, como pedía don Justo. No sé si fue la pluma de su hijo, un encargo/dictado de este, o la propia redacción del periódico; pero las numerosas faltas de ortografía del texto me llevan a descartar la primera opción.

Era el último número de «Unión Republicana». El órgano político de los republicanos en Orihuela desaparecía tras aguantar cinco años en la calle justo cuando un republicano llegaba a la Alcaldía.

Unión Republicana. Número 183 – 26 de abril de 1907: La última hoja de los jesuitas. No nos extrañó la salida de la segunda hoja contra el teatro, pues de sobra conocemos a los jesuitas, y sabemos que tienen tanta tenacidad como doblez, tan mala intención como carencia de sentimientos humanitarios, y tanta ira como cobardía. Son los eternos fantasmas, que ponen siempre de pantalla de sus malas acciones a imbéciles, a mentecatos fanáticos, que sin saber a lo mucho que se exponen, sirven ciegamente a los enemigos del progreso social.

La hoja no merece los honores de una refutación, pues solo dice tonterías, atribuyéndose los propios jesuitas el monopolio de la sagacidad y la inteligencia, cuando sabido es que todos ellos son una recua, de la que por casualidad sale una medianía de las que soplan en la flauta de la fábula. Los radicales rara vez asistimos a sermones, pero cuando asistimos y escuchamos barbaridades (que se escuchan siempre que se predica, sobre todo si el orador es un jesuita) tenemos el valor de discutirlas, respondiendo siempre del acto que ejecutamos.

En fin, Orihuela conoce sobradamente la intención dañina, la perversión de sentimientos, las mañas arteras y ruines de los jesuitas, y por esto sus hojas, han caído como sermón predicado en desierto, y el público orcelitano ha asistido al teatro y está dispuesto a concurrir a él, en cuanto abra sus puertas de nuevo para regocijarse y disfrutar del espectáculo más culto e instructivo que se conoce en la época actual. La pornografía está en otro sitio que ya diremos y que callamos porque necesitamos el espacio del presente número para ocuparnos de otros asuntos.

Las Elecciones generales de abril de 1907 fueron convocadas por una crisis del gobierno liberal. El enfrentamiento entre las diversas facciones liberales que se presentaron por separado los debilitó demasiado; y en esos comicios vencieron los conservadores de manera holgada, dejándolos muy tocados.

En el distrito de Orihuela obtuvo el escaño Alfonso Pardo y Manuel de Villena, el marqués de Rafal, del Partido Conservador. Acababa la hegemonía de Capdepón y de su heredero, Don Francisco Ballesteros Villanueva.

Con los mimbres del desaparecido «Unión Republicana»: la redacción y la imprenta de Manuel Pérez en la calle de Santacruz, el 2 de mayo salía a la calle otro semanario llamado «La Nueva Era». Se declaraba independiente en su cabecera, pero funcionaba a la mayor gloria del marqués de Rafal y su partido conservador. Su primera queja fue no recibir la preceptiva visita de sus colegas: «La Huerta», «El Censor» y «El Diario».

Nueva carta de su padre. A pesar de sus penurias, la familia seguía luchando por el futuro de Justo buscando dinero donde podían. Esta vez se ofreció su tía Dolores.

Carta desde Murcia. Sobre con membrete de su primo. AMO. LJGS.

Murcia 5 de mayo de 1907. Querido hijo Justo: recibí tu carta de Abril próximo pasado, y por ella vimos que no tenías novedad, nosotros continuamos buenos. No te he escrito antes referente a lo que me decías de que pensabas examinarte de las dos asignaturas que te faltan para alcanzar el título de Bibliotecario y Archivero, pero que para esto necesitabas tener para matricularte la cantidad de 80 pesetas, con esta cantidad tenías para la matrícula y pagar los derechos de examen.

En vista de esto, ayer mañana salimos tu mamá y yo de Orihuela para esta; en segunda tu madre le habló a tu tía Dolores, referente a lo que dices, y ésta le contestó que hoy buscaría dicha cantidad para mandártela antes del 15 de Mayo próximo; por manera que puedes ponerte a estudiar enseguida, para conseguir lo que deseas.

Esta tarde saldremos tu madre y yo para Orihuela en el tren de Alicante. Recibe los afectos de toda esta familia, y tío Filomeno, Ascensión, tío Antonio y tía Rosa, y de tu tía Dolores, y tú sabes cuánto te quieren tus padres. JUSTO y RAMONA. Tu primo Perico me encarga te diga le des sus afectos a Don Vicente Vignan, que dice fue su profesor cuando estudiaba en Madrid Homeopatía, pues dice que es Médico. Le dices que es tu primo que se llama Pedro García Villalba, recuerdos a Eugenia. Espera carta mía de un momento a otro. Tu sobrina Josefina está hoy con nosotros.

(Cambio de letra a otra muy mala) Querido primo Justo desde ayer tenemos el gusto de tener a tus papás y sobrina Josefina en nuestra compañía. Dicen que se marchan esta tarde, sentimos que sea tan pronto, la niña es muy bonita, nuestros recuerdos a Eugenia, y recibir los dos un abrazo de vuestro tío y prima. ASCENSIÓN.

El 6 de mayo en «La Huerta», Juan Sansano le dedicó el poema «De mi vida» con la siguiente frase: «Un recuerdo, a mi buen amigo el brillante escritor D. Justo García Soriano». Era una forma de recordarle que esperaba su prólogo.

El 10 de mayo de 1907, «El Censor» publicaba un panfleto de dos páginas informando de la constitución del nuevo Partido Liberal oriolano. Incluía una carta de aprobación de Segismundo Moret a Luis Barcala como nuevo presidente del Comité Central del distrito de Orihuela. Y un telegrama del propio Barcala, «distinguido ingeniero y honrado político».

Luis Barcala Cervantes.

Por fin un telegrama de Justo proporcionó una primicia a su periódico. «La Huerta» avisaba al propio Ayuntamiento de la feliz noticia del nacimiento de un heredero a la Corona.

La Huerta. Número 33 – 11 de mayo de 1907: NUEVO PRÍNCIPE. Las primeras noticias. La augusta esposa de D. Alfonso XIII, Doña Victoria de Batenberg, dio a luz ayer a la hora del medio día un robusto infante que, como primogénito de S. S. M. M. los Soberanos de España, es el legítimo heredero de la Corona. La primera noticia que se recibió en Orihuela del feliz suceso fue por un despacho telegráfico que nos envió nuestro corresponsal en Madrid Sr. García Soriano. Dice así: Madrid (10-14,25) «Doce cuarenta y cinco, nació felizmente un príncipe. Edificios lucen colgaduras. Telegrafío separadamente lista lotería.»

Aún no se sabía la noticia oficialmente en esta ciudad. Nuestro director, Sr. Rogel Rech, envió enseguida la buena nueva al señor alcalde que, comenzó a circular órdenes y se preparó a recibir la notificación oficial del acontecimiento. La banda de música del municipio esperaba reunida frente al Ayuntamiento esperando la orden de salir, apenas tuviera el Alcalde la noticia de las autoridades superiores. El telegrama de La Huerta fue expuesto al público en la puerta de nuestra imprenta. Como se había hecho ya la tirada del periódico ordenamos la confección de un suplemento. La noticia cundió rápidamente por la ciudad causando gran emoción y extraordinario júbilo.

En las municipales celebradas en Orihuela el 13 de mayo, la victoria conservadora fue todavía más aplastante: de los 25 concejales, 19 eran conservadores. La edición del 24 de mayo de «El Censor» fue la última. Se estaba gestando un nuevo diario liberal bajo la dirección de José M. Teruel.

Nueva carta de Escudero desde Orihuela en respuesta a otra de Justo. Volvía a insistir en la limitación de telegramas para ahorrar gastos.

José Escudero Bernicola. Abogado. Orihuela, 14 de mayo de 1907. Estimado amigo Justo: Ayer noche me entregaron tu carta que he leído con verdadero gusto en todos sus extremos. Te contesto con precisión porque mi vida aquí nunca me figuré yo que pudiese ser tan agitada como lo es ni que me dejase tan pocos momentos libres. Respecto de las quejas que haces por la inserción de tus telegramas, te diré que juzgas las cosas mal porque desde Madrid no se ve todo: el telegrama de la retirada de Ibarra llegó después de salir el periódico a la calle; además la noticia era aquí pública un día antes, pues telegramas particulares la habían divulgado.

Por otra parte yo soy el primero en lamentar lo infructuoso del gasto y de la información que hiciste. Ha de constarte también que a veces, por el ajuste y por otras circunstancias, no se pueden hacer las cosas tan bien como se quieren; no te puedes figurar las decepciones que sufro y la fe que tendré ante ellas para conservar los ánimos como los conservo. Pero estas son cosas para que yo te las cuente, y no para escribirlas cuando falta tiempo para hacerlo con extensión. Hoy he encargado a Rogel te telegrafíe. Mi objeto es que se manden únicamente dos telegramas diarios de quince palabras salvo noticia extraordinaria y que se sepa llegará a nosotros antes que al Liberal.

Acerca del trabajo que esto representa para ti, que yo siempre me lo he figurado de mucha molestia, te digo que pronto podré aliviártelo pues yo iré a esa del veinte al veinte y cinco y mis deseos serían recompensártelo; todo se andará. Los blancos y la letra del 12 se suprimirán lo posible, pues tengo mucho interés en ello y conozco lo que nos conviene hacerlo. También se subsanará la falta de no figurar el año, que me adviertes. Los corresponsales quedarán nombrados antes de que yo me vaya, pero hasta ahora yo he estado sumamente ocupado en otras cosas y de fijo creerás que me dedico al periódico más de lo que lo hago.

En esta semana notarás la mejora que le ha de dar al periódico mi constante intervención; al menos yo espero que gane mucho. No hay que desmayar, amigo Justo, que esto es más difícil de lo que yo juzgaba y he resuelto muchas dificultades estando dispuesto a hacerlo con las que se presenten. Cuando nos veamos hablaremos largo y despacio. Te adelanto que sin que falten disgustos por parte de algunos elementos, todos formulan un juicio favorable a nuestra criatura, y la impresión que produce su lectura es de simpatía a los que lo escribimos. Que nos sirva de aliento que te transmito con mi sincero afecto de amigo y afmo. J. Escudero Bernicola.

Pd. Se me olvidaba que lo que de Sarabia dices ya me llamó la atención, y di órdenes que desde hoy serán más concretas, pues realmente es un abuso. También otra cosa muy importante me dejaba en el tintero. Tus telegramas llegan aquí lo más pronto a las cuatro y cuatro y media; por lo que esa última plana y el correo se hacen precipitadamente; por ello, siempre que sea posible, te ruego telegrafíes antes de lo que lo haces.

El 26 de mayo, «La Nueva Era» anunciaba que, a virtud de haber sido suspensos de empleo y sueldo una decena de señores, entre los que estaba Don Justo García, el alcalde había nombrado para cubrir las vacantes, con carácter de interinos, a otros ocho. Indignado, García Soriano escribió este borrador de carta lleno de ironía; «agradeciendo» a Escudero la ayuda prestada…

Sr. D. José Escudero y Zapata. Muy Sr. mío: A primeros de Abril último remití a Vd., en carta de valores declarados, las setenta y cinco pesetas que me entregó cuando estuve en esa por Semana Santa para su sr. cuñado; y, aunque Vd. no se dignó darme el acuse de recibo que yo le supliqué para mi satisfacción, por conducto de mi padre supe que la carta y su contenido llegaron a su poder.

También me notifica hoy mi padre, que el 22 de los corrientes tuvo Vd. a bien darle la cesantía del mísero empleo de temporero que en la Secretaría de ese Ayuntamiento que Vd. preside, disfrutaba. 

Por todas estas deferencias y muestras de atención y consideración que Vd. ha tenido conmigo, no puedo menos de significarle vivamente el profundo sentimiento de gratitud que siento hacia Vd. y me obliga a servirle siempre, prometiéndole en recíproca correspondencia a pagárselos con creces en cuanto la fortuna me depare ocasión propicia para lograrlo. Con este nuevo agradable motivo, me reitero de Vd. atmo. s. s. que la mano le estrecha.   

Mientras, seguía enviando sus crónicas desde la capital.

La Huerta. Número 46 – 28 de mayo de 1907: CRÓNICAS MADRILEÑAS. «LAS CUATRO CALLES». Ayer pasé por la Carrera de San Jerónimo. Cualquier isidro que haya estado en Madrid, siquiera el tiempo que dura la baja de trenes, sabe que esta vía cortesana es la calle de moda de la crema, de todo lo más «Smart» y de todo lo más «Snob» que atesora la coronada villa del oso. En sus aceras se codea, a la hora del obligado paseo vespertino, la estirada y patricia damita de la «high life» de pura sangre con la elegante «cocotté» de hermosura postiza, que alquila su amor por horas como los simones, y con la procaz hetaira plebeya que huele a pachulí y a colorete barato. Nutrida representación almibarada del sexo feo, que se afana por desmentir este calificativo, derrocha piropos y se da, en la puerta de Lhardy, sendas raciones de vista, y algo es algo si se pesca.

En las Cuatro Calles no pude menos de detenerme. Se está llevando a cabo el derribo de las casas número 18, 20 y 22, las cuales hacen esquina con la calle de la Cruz, con objeto de redondear y completar la pequeña plaza proyectada hace años. Según la demora y los obstáculos surgidos, parecía que nunca iba a realizarse este ensanche reclamado con tanta urgencia por el ornato y la higiene. Esos esquinazos antiestéticos de antiguas edificaciones, en lo más céntrico y concurrido de Madrid, dicen poco en favor de la capital de España. Las Cuatro Calles vendrán a ser ahora digno remate de la calle de Sevilla, y la aglomeración de coches y automóviles ya no constituirá en aquel sitio un peligro constante para el transeúnte que no tiene más vehículo que sus botas.

Plaza de Canalejas, antes llamada de las Cuatro Calles (Madrid).

Desde la ancha acera del suntuoso edificio del Banco Hispano-Americano, contemplé breves instantes el derribo. Las viejas casas ya han perdido sus pisos últimos. Los balcones empolvados y las aceras están llenos de escombros y la piqueta sigue rápida su obra demoledora. De entre la neblina de las cosas olvidadas emergieron algunos recuerdos en mi imaginación. En la casa número 20 habité yo, hace dos años, un pequeño cuarto con un diminuto balcón, el cual ofrecía una de las vistas más bellas y distraídas de Madrid. Daba frente a la hermosa calle de Sevilla, franqueando el espectáculo de la calle de Alcalá y la esquina de «Fornos» que inicia la calle de Peligros.

Por la izquierda dominábase  el trozo más animado de la Carrera y toda la Puerta del Sol; y hacia la derecha se divisaba el Congreso, parte de la plaza de las Cortes y, en último término, el Museo del Prado, la Academia Española, el Casón y las torres góticas amarillentas de los Jerónimos, recortándose sobre el verde metálico de las arboledas del Retiro. En aquel balconcito, que acaba de desaparecer, tenía yo un lindo tiesto de hortensias, de nacarinas flores que cuidaba con esmero en largas horas de íntimo idilio, y también junto a él, con la impresión mareante del estruendo de colmena que de la calle subía, escribí versos y artículos.

Muchas veces importunó mi inspiración y mi trabajo, interrumpiéndome la caza de un consonante o la busca de una frase amena, Petrilla, la chica de la portera, que venía a llenar un cubo en la fuente de la cocina o a entregarme los periódicos que había dejado el cartero. Petrilla era una deliciosa muchachita apenas núbil de ojos flechadores y acariciantes y labios rojos provocativos, que sangraba incansable una mágica sonrisa de irresistible tentación.

Sería escabrosa, comprometida y pecaminosa la descripción de sus demás encantos. Charlaba conmigo un rato, que siempre me parecía corto, o si en la calle tocaba algún organillo o una orquesta de ciegos frente al balcón, me invitaba al baile, que amaba con frenética pasión. Aquel día perdía el correo y no terminaba el artículo. Si yo hubiera merecido ser Fausto, ella hubiera sido indudablemente mi Margarita…

Sin que me lo impidieran ni estorbaran el ajetreo y los empellones de los transeúntes que pasaban junto a mí, estos gratos recuerdos emergieron ayer en mi imaginación de entre la neblina de las cosas olvidadas, durante los breves momentos que me detuve en la amplia acera del Banco Hispano-Americano, frente a las casas de la Carrera de San Jerónimo, que rápidamente derriba la piqueta demoledora… Justo García Soriano; Madrid, 25 Mayo 1907.

En mayo saltaba una nueva noticia que revolucionaba al gremio de la prensa.

El Liberal. Número 1739 – 28 de mayo de 1907: Orihuela. Separación. Nuestro querido amigo y compañero Rafael Rogel Rech se ha separado de la redacción del diario local La Huerta.

La Huerta. Número 46 – 28 de mayo de 1907: Leemos en «El Liberal» que nuestro director D. Rafael Rogel Rech, ha dejado de pertenecer a esta redacción. Nos sorprende la noticia, puesto que quien nombró a dicho señor para dirigir el periódico, nada sabe directamente y de que sigue escribiendo puede dar fe su artículo de hoy «Notas del día». Pero suponiendo bien informado al colega, aceptamos como cierta la noticia y como muy extraño lo demás.

El Diario. Número 646 – 29 de mayo de 1907: Nuestro amigo y compañero D. Rafael Rogel Rech, nos manifiesta que ha dejado de pertenecer a la redacción del periódico «La Huerta». Nos interesa además nuestro amigo que digamos que se despidió de dicha redacción, el domingo último, para el día 31. Que por eso escribió ayer en el mismo periódico y que el propietario, hizo gestiones buscando un redactor sustituto el lunes.

Rafael abandonaba «La Huerta» de manera confusa. A primeros de mayo se había marchado a las fiestas de la Cruz de Caravaca con una sobrina; pasando allí una semana. Mientras, José Escudero como propietario, se había hecho cargo de la dirección.

La Huerta. Número 47 – 29 de mayo de 1907: A lo que hoy publica «El Diario» referente a un suelto, que ayer salió en nuestro periódico contestamos que hemos de ratificarnos en lo que dijimos; D. José Escudero Bernicola nada sabía directamente (que quiere decir sin intermediario alguno) de la actitud de D. Rafael Rogel, el cual antes de mandar la noticia a «El Liberal» y antes de que éste se leyese aquí, habló y conversó de otros asuntos con dicho señor Escudero, no indicándole nada de su resolución. Contra lo que afirma «El Diario» nada hemos dicho y nos ratificamos en nuestro suelto de ayer. Desde hoy se ha encargado de la dirección de este diario D. Francisco Gilabert Ibáñez.

El 29 de mayo, la crónica madrileña de «La Huerta», titulada «Isidros y Cortesanos» llegó a cargo de «Filo». Y el siguiente artículo hablaba de Justo.

La Huerta. Número 47 – 29 de mayo de 1907: Aun cuando se crea otra cosa por quien no ve más allá de sus pestañas, regional ha sido nuestro periódico desde su nacimiento. (…) Nuestro ilustre redactor, joven de inteligencia tan clara y literato eximio D. Justo García Soriano, nos ha dado un cuestionario de reformas y proyectos que debemos defender y propagar para la consecución más práctica, viable y rápida del desarrollo de la agricultura y de las industrias afines. Son trabajos que han de encargarse a individuos diferentes que estudien las cuestiones y las desenvuelvan. Procuraremos ensanchar el cuestionario y desde luego admitiremos cuantas iniciativas se nos comuniquen, pues solo nos guía el interés de ser útiles para la región.

En junio, la redacción de «La Huerta» opinaba sobre la curiosa adaptación de «La Nueva Era» al formato de la desaparecida «Unión Republicana».

La Huerta. Número 53 – 6 de junio de 1907:  … «La Nueva Era», periódico que como es público y notorio se publica con los mismos elementos que la difunta «Unión Republicana».  ¡Nos parece a nosotros que hay menos distancia de Ballesteros a Rafal que de «Unión Republicana» a «La Nueva Era»! Aquella con sus artículos y sueltos anticlericales del más subido color rojo y ésta con noticias de procesiones y humaredas de incienso a los dos ilustres cabildos; la una defensora del más ultra-radical republicanismo y la otra órgano del partido conservador de esta localidad…    

Sabiendo lo orgulloso que era Justo, José Escudero Bernicola publicó una carta abierta al marqués de Rafal, intentando ayudar a su padre.

La Huerta. Número 56 – 10 de junio de 1907: AL EXCMO. SR. MARQUES DE RAFAL. Conozco los nobles sentimientos de V. y la alta independencia de su política; me consta la justicia y elevación de miras con que juzga y aprecia todas las cuestiones; sé de positivo que ha de atender toda petición justa; por eso no dudo en dirigirme a V. con una demanda justísima ni dudo en que ha de ser aceptada. Había, Sr. Marqués, en este Ayuntamiento un empleado que desde muy antiguo venía disfrutando un modestísimo sueldo, constante en el cumplimiento exacto del deber y sin inmiscuirse en las contiendas políticas.

A la subida de los conservadores ha sido relevado del cargo y declarado cesante cuando, dada su avanzada edad, no puede cubrir sus necesidades con otro trabajo que el que venía realizando. Ese honradísimo empleado es D. Justo García Sánchez. No ignoro que los compromisos políticos impiden muchas veces realizar lo que sin ellos haríamos. No dudo que de no mediar esos compromisos políticos, no se hubiese relevado en su cargo a D. Justo García, por todos los Ayuntamientos respetado y querido por toda Orihuela.

Alfonso de Pardo y Manuel de Villena

Pero el hecho de que aún quedan liberales en los empleos del Municipio; por tratarse de un empleado que ha llenado satisfactoriamente su estricta obligación sin que jamás haya militado en la política activa; recogiendo el sentimiento unánime de la opinión; acudo al ilustre diputado por Orihuela para que por cualquier medio, de los muchos que a su alcance están, no se deje sin recursos de vida al que ha venido sosteniéndolo con tanto trabajo y honradez como modestia.

Para escribir estas líneas en nada he contado con el interesado ni con su hijo mi amigo íntimo y notable escritor D. Justo García Soriano. No hago otra cosa que recoger los sentimientos de la opinión y a impulsos míos elevarlos hasta el ilustre aristócrata que tan dignamente representa al distrito de Orihuela. Ahora fio en la justicia de la demanda y en los nobles sentimientos del Sr. Marqués de Rafal. José Escudero Benicola.

El 17 de junio de 1907 salía a la calle el diario oriolano «La Iberia», órgano de prensa de los liberales en Orihuela, confeccionado en la imprenta de Luis Zerón. Al parecer, ese era el motivo por el que Rafael había dejado «La Huerta».

La nueva publicación tomó el nombre de un famoso periódico madrileño publicado en el siglo XIX de carácter liberal y progresista, adquirido por el famoso político Mateo Sagasta, que actuó como órgano de prensa del Partido Liberal a nivel nacional y desapareció en 1898.

Su homónimo oriolano no dejó lugar a dudas. Desde su primer número marcó claramente su adscripción política abrazando como “jefes” al Sr. Moret a escala nacional y a Luis Barcala Cervantes a nivel local. Los moretistas oriolanos escenificaron su ruptura con los liberales “demócratas” de Capdepón; pero sin menospreciar al carismático Francisco Ballesteros Villanueva, su testaferro en Orihuela; un personaje muy valorado por la población a pesar de haber perdido el escaño en favor del marqués de Rafal, del partido conservador.

Dramática carta de su padre, viéndose ya en el asilo.

Orihuela 19 de Junio de 1907. Querido hijo Justo: recibimos tu carta, fecha 16 del corriente, viendo por ella que no tienes novedad, nosotros todos buenos;  aunque muy disgustados al ver lo que nos pasa, y sin esperanzas de poderlo remediar, únicamente el Asilo es mi paradero, si Dios no se apiada de uno, teniendo muy mal humor, y sin gusto para nada. Siento mucho, y tu madre también, lo que nos dices que no vendrás a esta hasta el mes de Agosto, por las circunstancias que concurren en nosotros, de no tener para comer, paciencia.

Adjunta la instancia que puso José Escudero Bernicola, al Marqués de Rafal; te la mando por si no recibiste la Huerta a su tiempo. Sin más recibe los aftos. de toda la familia y amigos y tú lo que quieras de tus padres que de corazón te quieren JUSTO y RAMONA. Recibí el sello. Recuerdos a Eugenia. Se dice por aquí, que quien me dejó cesante, fue por orden de D. Francisco Germán, que no tuvo más remedio que firmar la cesantía el Alcalde D. José Escudero.   

Asilo de Ancianos de Orihuela. Colección Javier Sánchez Portas.

Hoja suelta, fragmento de un borrador de carta que parece dirigida a José Escudero Bernicola. En ella hablaba del nuevo diario y de lo ocurrido con Rogel.

… Me manifestó que de haberlo sabido a tiempo, hubiera hecho un pacto contigo, y al haber accedido tú a él, hubiera renunciado a la publicación de «La Iberia». Sin embargo —agregó—todavía no es tarde, y aún pudiéramos llegar a una inteligencia o a una aproximación, pues yo soy tan anti-capdeponista como pueda serlo Escudero Bernicola. Esto, como puedes comprender, te lo participo con las naturales reservas.

Creo que Rogel escribe en «La Iberia». Apruebo y aplaudo la merecida y valiente rechifla que lanzaste a «La Nueva Era» y la correcta actitud que has adoptado con ella. Mis recuerdos a tu familia, primo Riquelme, Cremades y demás amigos, y de ti espero órdenes cuanto antes si en algo puedo servirte y pagar las grandes y caballerosas muestras de amistad con que me honras y favoreces al más humilde y leal de tus amigos sinceros. JUSTO GARCÍA SORIANO. Viernes, 21 de junio de 1907. Madrid.

Corto aquí esta entrega dividiendo en dos partes el año 1907 para facilitar su lectura y manejo. Como siempre, mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas, a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.

Enlace al siguiente capítulo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Justo García Soriano y Gabriel Miró

Justo García Soriano y Gabriel Miró.

La célebre enemistad entre Justo García Soriano y Gabriel Miró se ha fundamentado siempre en el conocido artículo “El Obispo Leproso: sandeces, injurias y otros excesos”, publicado en “El Pueblo” de Orihuela el 21 de septiembre de 1927 que os transcribo completo al final. Pero permitidme anticipar un pequeño fragmento:

“Nos asombraría esto en el Sr. Miró que es hijo de madre oriolana, sí no supiéramos que a su misma patria alicantina le ha querido quitar la gloria del origen de uno de sus mejores productos industriales negando, con el invento de una burda patraña, la clásica oriundez y antigüedad de su célebre turrón”.

Sobre este detalle del turrón he descubierto que, meses antes, concretamente el 27 de diciembre de 1926, Justo publicó un artículo titulado “La Antigüedad del Turrón” en “Los Lunes del Imparcial”, suplemento literario madrileño. Desgraciadamente, no he conseguido acceder a dicho trabajo (sólo se conservan los ejemplares hasta el año 1924).

Pero según cuenta el propio Justo en un farragoso borrador de carta destinada a Gabriel Miró, salió de la lectura de un capítulo del “Libro de Sigüenza”, publicado en 1917. Y no gustó nada al célebre escritor alicantino. Si os interesa leer la obra completa, pinchando la siguiente imagen se accede a una versión digital del libro.

Enlace al «Libro de Sigüenza» de Gabriel Miró.

El contenido de esta obra había aparecido anteriormente desmenuzada en numerosas revistas y periódicos, como «La Hormiga de Oro», editada en Barcelona en 1914; cuyo fragmento cuenta precisamente la historia del confitero catalán llamado Pablo Turróns en el siglo XVIII a la que se refiere Justo y que he transcrito también. 

La Hormiga de Oro. 19 de diciembre de 1914.

Se pregunta el conocido escritor Sr. Miró en un artículo literario: ¿Qué leyenda o qué códice nos dirá el origen de la dulce y famosa industria de este lugar levantino? y después de presentamos a un señor Sigüenza jijonófilo hasta las cachas, dice: “…Y un día, cercano de las Pascuas, entra Sigüenza en una confitería de Barcelona.» Describe el movimiento del elegante saloncito despacho de la confitería, y añade: Ve Sigüenza los muros de turrón, ya en cajas, ya en dorada desnudez con sus lunares de canela. Y todo Jijona, sus mujeres, sus almendros, sus manzanos, sus parrales se le ofrece a su alma risueño y delicioso.

—¡Jijona, Jijona!—exclama Sigüenza—Entonces, un señor bien portado, de frondoso bigote, de ojos que denotan cansancio, quizás del estudio de la Jurisprudencia, porque debe de ser de la Magistratura, probablemente un abogado fiscal, amigo de confianza de la casa, advierte a nuestro caballero, lo mismo que si le recordase un un artículo de la ley de Enjuiciamiento Civil:

— Ese turrón que usted señalaba no es de Jijona, sino de Cocentaina. — ¡Sí, sí, de Cocentaina! Oh, Cocentaina, es un pueblo amable, silencioso, huele a maíz tierno, a alcáceres, a feracidad, con su castillo tostado, sus robustas nogueras, su palacio ducal de primorosos artesones, en cuyas salas hay un Circulo Democrático. Tal vez un almacén de calzado. Sí; el turrón de Cocentaina es riquísimo; pero no olvidemos que Jijona es la cuna, el regazo y la maestría de ese manjar que preside las fiestas familiares de más grande ternura!

El abogado fiscal, que no es abogado fiscal, sino dueño de la opulenta confitería barcelonesa, queda algo mohíno escuchándole. Y luego le responde:—Mire; en 1703 hubo una epidemia de peste en Barcelona. Fue una ruina para el gremio de especieros-dulceros. Buscando su remedio se juntan los cónsules, y abren, en 27 de octubre, un concurso de pasteles, ofreciéndose recompensas a los dos de gusto más regalado, que puedan resistir un mes sin malearse, que tengan la semejanza de piedra, uno; del pergamino, el otro; que vendidos al precio de todos los pasteles, dejen el beneficio del 50 por 100. Estos pasteles se llamarán «conmemorativos.» Sigüenza mira recelosamente al docto dulcero. ¿No será este hombre un ironista? Pero, no; no debe serlo; habla con exaltación foral; el precio fijo, es dogma crematístico inexorable de aquella casa; y sin embargo, a Sigüenza se le hace alguna merced en el coste de su humilde compra.

Enlace a Gabriel Miró Ferrer, obras digitalizadas en la BNE. Pinchad la imagen.

No; no es posible el humorismo. Y sigue escuchando que los tres brazos del Concejo se comprometen a la propaganda de los pasteles premiados, desde la Purísima a la Candelaria. Concurren trece gremieros; y triunfan Pablo Turróns y Pedro Xercavins. El pastel de Turróns tiene una cabal semejanza con un pedazo de piedra de granito; está hecho de miel, de avellanas y piñones. El de Pedro Xercavins forma un pergamino de neules, de hostias con un relleno delicioso. El día 2 de diciembre, los pregoneros de la ciudad mandan que en regocijo por la desaparición de la peste, merquen todos el turróns y el neula. Los párrocos aconsejan, en misa mayor, a sus feligreses que celebren la salud y todas las fiestas de tan dulce modo. Pero, ¿y Jijona, entonces? Y Sigüenza pide noticias del turrón a un culto jijonenco.

Y en Jijona sólo saben que hacen diez mil quintales de turrones todos los años… No tiene leyenda ni códice del turrón este pueblo levantino; y el relato que de su origen ofrece el confitero a Sigüenza, hace de este dulce un símbolo y una glosa de muchas dulzuras que prorrumpen del dolor o lo evocan. En estos días de fiesta de hogar, comiendo el pastel del gremiero Pablo Turróns ¿no encontrasteis el sabor de una almendra amarga, y el amargo dejo de una fecha, de una memoria desventurada…? Jijona se apodera, sabiamente, de los secretos del dulce de las Pascuas. Siempre que pasa Sigüenza por este pueblo recoge una emoción de feminidad, y en lo hondo hay un sentimiento inefable de tristeza. GABRIEL MIRÓ.

Al darse cuenta de que había sido demasiado duro con Miró burlándose públicamente de su historia del siglo XVIII cuando los clásicos españoles ya hablaban del tradicional dulce alicantino, Justo trató de disculparse; y en su borrador, transcrito a continuación, parecía sincero.

AMO. LJGS. Borrador de carta a Gabriel Miró.

Sr. D. Gabriel Miró: Mi distinguido amigo: Sin duda le han engañado a V. al hablarle de mi articulejo “Antigüedad del Turrón”. Cuando lo lea V. verá qué, en rigor, no hay en él nada que pueda molestarle y menos pretendo hacer de erudito. Tuve que escribir un artículo de actualidad de Pascuas para “Los Lunes del Imparcial” y un pasaje de su bello libro de Sigüenza me dio pie en cierto modo para componerlo. Si V. carece de disciplina y de hacienda epigráfica y bibliográfica, yo en cambio carezco al parecer de la sensibilidad hermenáutica y lente crítica que V. me atribuye, necesarias para descubrir raíces sentimentales y contornos literarios.

En estas cosas soy un pobrecillo ingenuo. Leí su fantasía catalana del Turróns; y tomándola al pie de la letra me hice cruces ¿Cómo es posible, me dije, que un alicantino tan culto como el Sr. Miró, que ha leído a nuestros clásicos, ignore la rancia antigüedad de la más dulce gloria de su tierra, siendo así que nuestros escritores del siglo de oro mencionan el turrón tan a menudo?

Pero ya, ya. Ahora me lo explico todo y reconozco avergonzado mi ridícula ingenuidad. Perdóneme pues. Rechazo, desde luego, el propósito que V. me supone de darle una lección y castigarle. Jamás en mí tan pedante osadía, por Dios. Se lo juro. Si expresé mi asombro en público y no a V. privadamente, fue porque pensé y sigo pensando que así correspondía tratándose de un escritor tan del público como V. (y por ello es necesario no sólo sacarle a V. del error, sino a cuantos le leen); y porque logro únicamente el honor de dialogar con V. cuando yo le visito; y esto sólo me es posible muy de tarde en tarde.

Haría V. mal en guardarme rencor por una niñería como esta. Aunque no tuve el menor pensamiento de ofenderle, le vuelvo a pedir mil perdones y le envía, con los saludos respetuosos para su familia, un cariñoso saludo su siempre muy devoto.

Supongo que esta disculpa y el intento de acercamiento, fue infructuoso. Ni siquiera sé si el borrador llegó a ser carta y si la leyó Miró. Lo cierto es que, meses después, Justo redactó este agresivo artículo bajo el seudónimo de Juan Oriol. En él, no sólo le vuelve a recriminar la mención al origen catalán del turrón; aprovecha también para hacer una minuciosa y demoledora crítica a su obra «El Obispo Leproso» ambientada en Oleza / Orihuela. Incluso Azorín se lleva su parte. Transcribo también el texto completo.

Orihuela 21 de Septiembre de 1927. ORIHUELA EN LA LITERATURA CONTEMPORANEA «El obispo leproso»: sandeces, injurias y otros excesos.  Desde que nuestro comprovinciano Azorín puso de moda, para la pedantesca «generación del 98», la pintura tétrica de los pueblos españoles,— influencias del Greco,- del Ángel Guerra de Galdós, de Maurice Barres, de Zuloaga y de todos los calumniadores de «la España negra»,— los seguidores del escritor monovero, y en especial los novelistas «ebenes» de la actual generación, nos vienen ofreciendo en sus libros descripciones cada vez más falsas y sombrías de la vida provinciana; ocurriósele a Martínez Ruiz dedicar en su novela Antonio Azorín algunas páginas a nuestra ciudad, retratándola con tintas grises y pálidos colores,— calumnia de esta gaya luz que nos alumbra y de la reciente policromía de nuestra vega,— y no habían de faltarle imitadores que exagerasen sus inexactitudes y recargasen de negro el cuadro de la vida y el paisaje orcelitanos.

Otro comprovinciano nuestro, el alicantino Gabriel Miró, en sus recientes novelas Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso, se complace también en pintar una Orihuela lúgubre, ridícula y fanática, ofendiendo a la verdad y a nuestro patriotismo. Nos asombraría esto en el Sr. Miró que es hijo de madre oriolana, sí no supiéramos que a su misma patria alicantina le ha querido quitar la gloria del origen de uno de sus mejores productos industriales, negando, con el invento de una burda patraña, la clásica oriundez y antigüedad de su célebre turrón. Modestos periodistas provincianos, no pretendemos hacer un juicio literario de la última novela de Miró, bien juzgada y sentenciada ya por la crítica madrileña y por el fallo adverso de la Real Academia Española.

Cierto que no: le han faltado críticos amigos que la han querido poner en los cuernos de la Luna, osando decir que está escrita con un estilo tan puro, castizo y clásico como el de Santa Teresa de Jesús… ¡Jesús, y qué cosas nos han revelado ciertos críticos! – Es, sin embargo, el estilo de Él obispo leproso una taracea abigarrada y anacrónica de arcaísmos y neologismos modernistas, de voces culteranas y de vocablos vulgares y dialectales. Estas palabras de nuestro dialecto regional, típicas de nuestro pueblo, las emplea el Sr. Miró sin subrayarlas ni ponerlas en boca de los personajes de la novela, sino cuando habla por cuenta propia, lo cual prueba que no las usa como elemento colorista, sino por ignorancia supina de la propiedad y pureza de la lengua castellana. Tenemos marcadas en nuestro ejemplar de El obispo leproso más de cien voces dialectales que el Sr. Miró intercala inconscientemente éntrelas exquisiteces de su prosa preciosista.

El fuerte, y aun el conato de originalidad del estilo barroco del Sr. Miró, es el abuso de las sinestesias o metáforas comprimidas, digámoslo así, cosa tan vieja, no obstante, como el padre Homero. De aquí que nos hable a cada paso de «un helor azul», de «un olor de blancura nueva», de «un ruido fresco», de «un silencio desnudo» y de «un silencio como un paño precioso», de «un fragante ovillo de luz», de que «estrujaron el silencio», de que «se cuajaba la sombra», de «Una sombra aceitada de antigüedad», de que «Pablo sintió el vuelo de los años encima de su corazón», etc. etc..

Todas estas expresiones traslaticias, de sabor bíblico, transferencias dé unos sentidos a otros, como las llamó Bandelaire, y luego caballo de batalla dé los decadentistas y simbolistas franceses, no son más que puro judaísmo literario y estilo de raza hebraica. ¡Alegorismo a todo trapo! Adoptado el sistema y adquirida velocidad, en pleno, vértigo de metáforas en busca de matices de sensación y quintaesencias de emoción, nada más fácil que despeñarse en el abismo de los mayores dislates. Y así en la última novela de Miró se los halla a miles, tan delirantes como los siguientes, que escogemos al azar: «Oleza se le ofreció tierna y olorosa como un huerto de piedra» (Pág. 262). «Tía Elvira alababa la suerte de su cuñada por tener un ‘hijo tan hija» (pág. 277). El padre Bellod «torcióse para mirar con su ojo entero», (pág. 298). «El trueno del Segral se enroscaba por los muros» (pág. 300). «…vaciándose de un temblor encendido que se descalfaba en las aguas dulces del Segral» (pág. 358). Pablo se hallaba tan intranquilo que hubo de apretarse el costado y las sienes «porque sus latidos hacían temblar las vidrieras» (pág. 321,). Y deslizándose ya por el despeñadero de las hipérboles y metáforas, no es de admirar que del pobre joven nos diga el novelista que «su frente se le endureció pensando» (pág.334) y que «su culpa de grande hinchaba hasta desencajarle su recóndita sensibilidad infantil» (pág. 338).

Pero dejemos aparte estas y otras lindezas por el estilo, que repugnan a nuestra lógica, acaso por no estar bien iniciados en tales recovecos o embelecos; estéticos; y vengamos a lo que de la novela nos importa únicamente, es decir, lo que se refiere a Orihuela. Y cuenta que por las descripciones de Miró, ni nosotros ni nadie hubiéramos podido reconocer en su Oleza a nuestra ciudad, si no hubiesen otros indicios y alusiones que las identifican. Ya el título de El obispo leproso, traído por los cabellos a pretexto -de un personaje episódico que nada tiene que ver con el asunto de la novela, alude a una bella tradición oriolana, la de la fundación del Colegio de Santo Domingo por nuestro insigne paisano el Arzobispo don Fernando de Loazes.

Pero no se piense por ello que se trata de una novela histórica local, de la Orihuela del siglo XVI, tan pletórica de bellos recuerdos y relatos y de sugestiones artísticas. Bien se guarda el Sr. Miró de intentar esas reconstrucciones retrospectivas, que requieren una considerable cultura, y le llevarían a un tremendo fracaso. No; la acción no pasa más allá del año 1880; es decir, época contemporánea. Y por lo demás, redúcese simplemente a una de tantas novelas de costumbres sociales, en que se falsea a sabiendas la realidad, no con el plausible propósito de idealizarla y embellecerla, sino, a impulsos de un prejuicio hostil y sectario, con el designio de trazar una sátira injuriosa. La vida y costumbres de nuestros padres y el carácter religioso de nuestro pueblo son caricaturizados de modo grotesco y ofensivo.

No tiene propiamente argumentó la novela. Constitúyela una serie de descripciones y escenas incongruentes que quieren representar encuadras caricaturescos la Orihuela de hace cuarenta o cincuenta años. Muchos personajes de ella llevan los nombres, más o menos desfigurados, de algunos paisanos nuestros que vivían entonces y todos hemos conocido; pero  sus tipos se hallan arbitraria y burdamente deformados. Todo tiende, en resumen, a presentar a nuestra ciudad como un poblacho de vivir ruin y enconado, como un hervidero de bajas pasioncillas, de gazmoñerías ridículas y de chismes de comadres y sacristanes. Ni aun recata a veces la pincelada lúbrica y pornográfica. El fin primordial de la novela es ridiculizar nuestras prácticas devotas y nuestras tradiciones religiosas; por eso uno de los blancos a que con más saña se dirigen los tiros de la sátira es este Colegio de Jesuitas, donde— ¡ingrata apostasía!— el autor se educó e instruyó cristianamente.

Como botones de muestra reproduciremos unos cuantos pasajes de El obispo leproso, en que se patentiza cuanto decimos: Al describir Miró a un joven sacerdote olecense, poeta, dice: « — en sus versos… se sienten requebradas señoritas y señoras de este pueblo… El banquillo de su confesonario amanece como un tocador de novia, todo de flores, y entre las flores, cartas de pena, sin firma; allí se arrodillan las señoritingas y se las oye confesarse sollozando…Su lengua iba descubriendo todas las intimidades de la ciudad, como si soltara los vendajes de un cuerpo llagado…» (pág. 109). Las mujeres, limpias y aseadas de nuestro pueblo, las pinta el novelista así:«… mocitas y viejas del arrabal y de la huerta, vestidas de pendones y mugres, flacas y descalzas…» (pág. 366).

Nuestras bellas y típicas procesiones de Semana Santa, como cuánto hay de más hermoso y venerable en nuestra ciudad, sufren asimismo el ataque irónico e injurioso del desapoderado escritor. Véase un trozo de la descripción que de ellas hace; «En este pueblo las damas que parecen más decentes se complacen en ataviar de pecadoras las imágenes de las arrepentidas, como si amaran en esas santas las deshonestidades que ellas no pueden cometer. ¡En cambio, la cofradía de la Dolorosa tiene cada perdida!… (pág. 170). «Y vino un rumor penoso de correas, de maderos, de yugo que crujía, de pies que se hincaban como el arado, de resollar de cuerpos tirantes… Y se paró el «trono» de la «Cena». Lo llevaban veinte huertanos de ropón bermejo, con la cola torcida a los riñones y la falda cazcarrienta de aplastársela con las esparteñas enfangadas; una mano de pezuña agarrándose al muñón de badana de las andas, que les partía los hombros, y la otra en la horquilla para los descansos», (pág. 171). ¡«Falda cazcarrienta»! ¡«Esparteñas enfangadas»! ¡«Manos de pezuña» ¡Así, con tan amables epítetos describe Miró a nuestros fervorosos huertanos nazarenos!…

Pero ¿para qué seguir copiando? No hay página en la novela que no contenga ofensas y desahogos como los transcritos. ¿Debemos soportarlos pacientemente los buenos oriolanos? ¿No sería mayor ignominia pasar en silencio tan groseros insultos? Por muy excelso que se considere en sus alturas literarias el Sr. Miró no podemos tolerarle sus injurias y desdenes. Y en nombre de nuestra ciudad ofendida, rechazamos indignadamente las calumnias y dicterios con que la denigra en ese esperpento novelesco que titula El obispo leproso. JUAN ORIOL.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba). 2021.

Justo García Soriano 8. 1906.

«Amicus plato; sed magis amica veritas».

La Armengola engañó como a un solo chino a miles de moritos, los degolló y los arrojó del castillo peñas abajo; y con este bonito ardid estratégico redimió a Orihuela, rompiendo las oprobiosas cadenas con que la habían aherrojado los creyentes de Mahoma. Sin embargo: ¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza! …

Justo García Soriano (1906). «La Armengola es un mito».

Madrid Puerta del Sol. Postal de 1906.

1906

Nuestro biografiado comenzó 1906 sufriendo los rigores climáticos de la capital en otras navidades madrileñas lejos de su tierra y de su familia.  No tengo noticias de qué hizo en la corte durante los dos primeros meses.

Por algún motivo la siguiente crónica de «Oso y Madroño» se hizo esperar. A principios de enero «El Diario» le publicó un relato escrito en diciembre; un cuento navideño dividido en dos capítulos que bien le podían haber aceptado en «La Lectura Popular».

El Diario. Número 233 – 3 de enero de 1906: El niño Jesús de Antoñico (Cuento de Navidad) I. Antoñico, con su boina azul calada hasta las orejas, embozado con su mugrienta bufanda y con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones, se encogía por el frío que le amorataba las mejillas y la nariz. Había amanecido aquel 24 de Diciembre un día de perros (…) A pesar de todo, él resistía y desafiaba impávido en medio de la calle, la crudeza de la intemperie de aquella mañana glacial, con tal de poder ver las casitas de cartón y las figuras de barro que traían para el nacimiento que le estaban haciendo a Pepito, el hijo del médico, su vecino de enfrente.

¡Con qué afán contemplaba los pastorcitos con sus pellicos y sus cayados llevando ofrendas de corderos; las aldeanas con sus cestas colmadas de frutas, o con tórtolas; un viejo gañán bebiendo en una bota; una vieja tañendo una pandera; otra hilando; unos pastores preparando una gran sartén de migas a quienes se les aparece un ángel; una pareja que baila; un rústico que viene del molino siguiendo a su burro cargado con un costal; los tres reyes magos, caballeros en sus tres caballos, blanco, negro y zaino; borreguitos; un pavo haciendo la rueda; la mulita y el buey del establo; San José, la Virgen y un hermoso Niño Jesús en la cuna! …

… Antoñico, con sus brillantes ojos negros, miraba todo aquello sin pestañear y suspiraba de envidia. Él quería tener un belén igual que el de Pepito: con su montañita plantada de pequeñas ramas de romero, simulando el boscaje; con casitas blancas de tejados rojos y con algunos molinos de viento; con un riachuelo serpenteante sobre cuya superficie plateada floten unos ánades albos; y pastores, muchos pastores y muchos borregos; y la cueva donde repose desnudito en la cuna un niño Jesús con las manitas levantadas…

… II. Pero Antoñico era hijo de un pobre carpintero, y sus solas seis primaveras no le permitían saber todavía que los pobres no son dignos de poseer ninguna clase de belenes, ni siquiera de alimentar risueñas y halagadoras ilusiones de color de rosa, y que a lo más a que pueden tener derecho, no siempre, es a un trabajo o a disponer de una gran libertad para morirse de hambre. Y por eso corrió anhelante a su casa, para decir a sus padres que él quería un nacimiento y un Niño Jesús como el que le habían traído a Pepito el de enfrente…

… El papá de Pepito era un médico, que por cada visita relámpago a un enfermo, cobraba por lo menos tres pesetas; mientras que el pá de Antoñico era, en cambio, un triste aserrador que había de trabajar desde el alba hasta las oraciones para poder ganar un mísero jornal de diez reales con que mantener tres hijos, insaciables devoradores, una mujer enferma en inminente alumbramiento, y una madre anciana, respetable momia que intentaba templar el frío de sus años buscando calor en un rincón de la cocina…. Pero Antoñico no accedía a dilaciones ni a plazos; lo quería como por ensalmo; en aquel mismo instante. Y tornaba a su lloriqueo y a sus pataletas. Justo García Soriano. (Se continuará). Madrid y Diciembre 1905.

Justo García Soriano. AMO. LJGS.

El Diario. Número 234 – 4 de enero de 1906: El niño Jesús de Antoñico (Cuento de Navidad) (Continuación) III. Conforme iba viniendo la noche, fueron aumentando los síntomas que la madre presentaba para serlo de nuevo, por cuarta vez. Se llamó premiosamente a una parienta, ducha en estos trances, y la casa del carpintero fue llenándose poco a poco de vecinas dispuestas y animosas a prestar sus servicios y ayuda. Una de ellas se encargó de sosegar y entretener a Antoñico (…) rendido por la rabieta y el pataleo pronto se durmió fácil y dulcemente en el regazo tibio de la vecina.

De súbito la puerta de la estancia se abrió y rápido, radiantes de placer entraron en ella el carpintero, llevando en brazos un hermoso niño, recién nacido que lanzaba algunos vagidos, y la abuela, la acartonada vieja de cascarrona voz. (…) — Antoñico— le dijo el padre mostrándole la tierna criatura que acababa de venir al mundo — mira que Niño Jesús te han traído los Reyes — Y Antoñico alborozado, dando un gran grito de júbilo, abrazó al niño con extraordinario amor y le besó efusivamente mientras el padre y la abuela contemplaban aquella escena conmovedora y deliciosa; embebecidos, encantados …  Justo García Soriano. Madrid y Diciembre 1905.

Su hermana pasó las fiestas con sus padres en Orihuela. Como ya conté en la anterior entrega, Milagros se había casado con José Linares Aliaga, maestro de escuela destinado en Elche; y esperaban una criatura; el primer nieto de los García Soriano.

El Diario. Número 233 – 3 de enero de 1906: Estos días hemos tenido el gusto de saludar a nuestro amigo D. José Linares y a su virtuosa Esposa, Doña Milagros García Soriano, hermana de nuestro redactor en Madrid Justo García, que han venido a pasar las fiestas  al lado de su familia.

Para leer un reportaje de Kandal hubo que esperar a final de mes. El motivo, según argumentó con mucho humor, fue el extravío de un original en Correos; pero más bien parece una excusa.

El Diario. Número 252 – 27 de enero de 1906: OSO Y MADROÑO. (De nuestro redactor corresponsal en Madrid). ¡Voto por Belzebú, que si supiera quién fue el bellaco que interceptó mi última crónica, habría de pagarme cara su felonía!… Ordéñese Vd. el magín redactando un sabroso y atildado artículo, atiborrado de lindezas y de filigranas, para que se venga luego bonitamente un descomedido y mal criado dependiente de Correos, y en el desahogo de un natural apuro que prohíbe nombrar la decencia, coja las cuartillas que Vd. con afanoso y esmerado aseo ha escrito en un lapso de inspiración y estático y genial deliquio, y con desenfado, premeditación, alevosía y otras agravantes se sirva de ellas, haciendo el uso para el que los papelitos higiénicos se suelen destinar.

La sola sospecha de tan irreverente profanación me crispa los nervios y excita mi cólera. Pero ¡ah, cínico y mal oliente empleadillo!, habrás tenido mala servilleta, porque mis cuartillas son de duro y poco flexible papel de barba. ¡Si yo fuera gitano, aviadito ibas a quedar con tu sieso, como te alcanzara la maldición que pensaba echarte, sucio!

Nada os contaré de política, que es chisme viejo, por no repetiros lo de siempre, ya que este año, como todos los anteriores, nos propusimos hacer vida nueva. ¿De la conferencia internacional de Algeciras? Buena capa para hacer de ella un sayo, ni largo ni corto; pero hoy no está el horno para bollos. ¡Bonita y quijotesca empresa la de estas entrometidas y comineras naciones conferenciantes, que intentan europeizar a Marruecos; es decir, arreglar la casa ajena mientras descuidan y olvidan la propia. ¡Ojo mogrebitas con estos señores arregladores!

Conferencia de Algeciras 1906. Diplomáticos en los pasillos.

Se casó la infanta María Teresa; se reanudaron las sesiones de Cortes; pasó San Antón con sus barbas, sus panecillos y su… bicho (hablando conmigo solo); pasó también San Idelfonso, el santo onomástico de nuestro joven monarca, que se celebró con tanta o más pompa que otros años (…) Y ahora, señores, a elegir los disfraces y a esperar las Carnestolendas. (…) El Círculo de Bellas Artes abrió un concurso de carteles anunciadores del Gran Baile que dará, como todos los años, uno de los días de Carnaval.  En este concurso han tomado parte distinguidos pintores.

Boda de la infanta. «La Ilustración Española y Americana». 22 de enero de 1906.

Entre ellos tuvimos el placer de admirar un hermoso cartel de correctísimo dibujo que representa una deliciosa dama vestida con rozagante traje y sombrero a lo Pompadour, llevando en su enguantada mano un antifaz con que hace ademán de cubrirse sus bellos ojos y mejillas, linda obra de nuestro querido amigo el joven pintor oriolano D. Enrique Luis Cárceles.

Enrique Luis.

Demuestra en ella el Sr. Luis los extraordinarios progresos que está haciendo en su carrera y las dotes excepcionales y felices que reúne para cultivar con éxito el creador y difícil arte de Apeles, de Rafael, de Rubens y de Velázquez, por lo que le tributamos nuestro aplauso y le damos nuestra más entusiasta enhorabuena, alentándole para que no desmaye y prosiga, con fe en su ideal en el ejercicio de su profesión; y tal vez con ella conquistará gloria y dinero, si no le es adversa la Fortuna. Kandal. Madrid, jueves 25 de Enero de 1906.

Durante el mes de febrero, García Soriano tampoco envió cronicas al rotativo oriolano; lo que refuerza mi teoría de que lo del extravío en Correos había sido sólo un pretexto. El día 27 Kandal asistió a un evento histórico (al menos eso dio a entender) cuya extensa crónica monopolizó buena parte del «Oso y Madroño» de primeros de marzo.

El Diario. Número 281 – 3 de marzo de 1906: OSO Y MADROÑO. Las carnestolendas. — La política. — La conferencia del Sr. Unamuno. Las presentes Carnestolendas están resultando muy divertidas en esta corte; donde siempre hay gente y humor para todo. Entre las carcajadas de esta frenética multitud que se divierte porque así lo ordena el almanaque, ha sonado en irónico y fatal contraste la imprescindible nota triste, el fúnebre plañido de los humanos dolores. El eminente y popular compositor y maestro Fernández Caballero, gloria de Murcia, murió ayer; la armonía en raudales divinos acudía obediente a su inspirado conjuro de gran artista. Ha sido una gran desgracia para la música española…

Fernández Caballero y el carnaval en «la Ilustración Española y Americana». 8 de marzo de 1906.

Multitud de escritores habían pedido a Unamuno que se desplazase a la corte para pronunciar una de sus famosas conferencias; con la complicada situación política y social como tema. Don Miguel aceptó el encargo de hablar de España en el teatro de la Zarzuela de Madrid. Aquella mañana de domingo la expectación fue enorme; intelectuales, políticos y muchos curiosos llenaron el teatro y se amontonaron en sus inmediaciones.   

… La honda, la saludable impresión de la conferencia acerca de alta política e higienización moral, dada el domingo por la mañana en el teatro de la Zarzuela por el paradojista, por el sabio rector de la Universidad de Salamanca, D. Miguel de Unamuno, perdura en los ánimos fervorosos de los hombres de buena voluntad y corazón no dañado. El acto ha sido de indiscutible transcendencia, aunque hay quien se afana en hacer humo y cerrar por sistema los ojos a la luz de la verdad desnuda y elocuente (ay, de los que rehúsan su salutífera amargura). Si el enfermo se niega a tomar la medicina hay que desahuciarle, porque está perdido irremisiblemente.

Jamás se han dicho tantas y tan contundentes verdades y con tal discreción en tan poco tiempo como el señor Unamuno dijo en su discurso del domingo. Su palabra sencilla, precisa, incisiva, noble y crudamente ingenua bordeando todas las dificultades, expresó cuanto quiso expresar y fustigó con severa fraterna todas las mentiras y todos los convencionalismos que corroen la existencia de esta España caduca; pero lo hizo con tal arte, con tan refinado aticismo, que sus más recios latigazos provocaban delirantes ovaciones y nutridas salvas de aplausos del numeroso y heterogéneo público que con devoción le escuchaba.

Nosotros tuvimos la fortuna de oírle y hemos sido testigos indiferentes, desapasionados de su éxito. No intentamos hacer un trasunto íntegro de cuanto dijo; eso no cabe en las proporciones de este periódico: sólo transcribiremos algunos de los párrafos más salientes de su hermosísima oración (…) Hablando del militarismo dijo: Yo no diré que le odio, porque no es verdad; yo no diré tampoco que amo al Ejército, no quiero manchar mis labios con la adulación; diré sencillamente que odio la guerra y que nunca me parece justa… creo que no se debe faltar a la verdad ni siquiera para salvar a la madre ni a la Patria… Ojalá en España una institución cualquiera pudiera demostrarnos que puede sacarse una suma de valor de un pueblo de cobardes. (…) las guerras mismas son hoy, ante todo y sobre todo, guerras económicas… se está formando el partido de los ricos y el de los pobres.

Hemos venido de tumbo en tumbo de las Españas que antes figuraban en nuestro escudo a las España de hoy que Dios quiera que no se reduzca a media España…. y ha sido siempre por la idea tenaz de no proceder con cordura, de creer que se hacen las cosas, no con inteligencia, no con corazón; con otro miembro del cuerpo que no os necesito nombrar … Nuestra prensa está siendo órgano de la mentira, hija legítima de la cobardía, de la mentira política, de la mentira patriótica, de la mentira cultural, de la mentira religiosa; de la mentira política ante todo.

Y refiriéndose al regionalismo dijo: Lo peor es que las gentes que emigran, que habrían de formar fuera de la patria colonias, resulta que, en rigor no forman colonias españolas, se agrupan por Centros— Centro vasco, Centro gallego, Centro asturiano, — y es que allí no encuentran el apoyo de la madre patria, y en este estado de cosas, ha nacido eso que se llama comúnmente el catalanismo, y el bizkaitarrismo … Y es, señores, que hay dos patrias; una patria territorial y otra patria espiritual, y aquí casi todo el mundo habla de la patria territorial, sobre todo los que tienen territorios en ella. La Patria tiene que ser un medio; cuando se convierte en fin, estamos perdidos.

Unamuno entrando al Teatro de la Zarzuela. Revista Blanco y Negro. 3 de marzo de 1906. Foto Goñi.

Y aludiendo a otros aspectos sociales, decía: Vivimos agarrotados por esta ramplonería ambiental… Las clases altas, que deben ser las directoras de la cultura, pasean el cuerpo en automóvil y arrastran el espíritu en carreta. Soy cristiano y creo que a Dios hay que adorarle en espíritu y en verdad, porque Dios es, ante todo y sobre todo, la verdad; por eso yo, para entenderme con Él no necesito de revendedores de la gracia divina;  me entiendo directamente con contaduría….

Yo no sé si aquí puede conseguirse una unión social de todas las gentes de espíritu sereno para defender, ante todo y sobre todo, el amor a la verdad, que es, repito, lo que más amenazado está; para defender el amor a la verdad, porque, y con esto concluyo y no con palabras mías, sino con unas palabas del apóstol San Pablo, la verdad nos hará libres. He concluido.

Así terminó el Sr. Unamuno su maravillosa conferencia. En ella no sabe uno qué admirar más, si el tacto y las profundas observaciones del pensador y sociólogo; o las exquisiteces y genial creación del literato. De todos modos hará época, y si Dios bendice la semilla sembrada, podrá recogerse una pingüe cosecha de bienandanzas y prosperidades. Kandal. Noche del 27 de Febrero de 1906.

No contento con llenar más de medio periódico hablando de Unamuno, en el mismo número exigió una «fe de erratas» de su anterior trabajo. Como veremos, es algo que pedirá habitualmente para defender su prestigio como doctor en Letras ante la multitud de errores tipográficos en la composición de sus artículos.

INFORMACIÓN. En la última, crónica que desde Madrid nos envió nuestro ilustrado y entrañable amigo «Kandal», distinguido redactor de El Diario, se deslizaron dos erratas por la escasez de tiempo de que disponemos para la confección del periódico. Nuestro amigo tiene interés en que queden subsanadas, cosa que hacemos con el mayor gusto. Donde aparecía la palabra «prevecto», debe decir «provecto» y donde «taabien», como es natural, «también». Pedimos nos dispense el amigo «Kandal», pues estas cosas son fáciles de suceder, y el buen juicio de los lectores no deja, en justicia, de relevar de culpa al que escribe. Más si como nuestro redactor, tienen bien cimentada su reputación de ilustrado.

En marzo de 1906 dos trágicas noticias conmocionaron a Justo García Soriano: en Fraga, un grupo numeroso de obreros se manifestaron ante el ayuntamiento al grito de «Pan y trabajo», y la protesta acabó en un baño de sangre.

En Francia sufrieron el peor accidente minero ocurrido en Europa hasta la fecha, con más de un millar de obreros, muchos de ellos niños, muertos en una mina tras una explosión de grisú. Su conciencia social le llevaba a pedir explicaciones a los gobiernos como cómplices de las desgracias por el abandono de sus obligaciones con los más humildes.

El Diario. Número 292 – 16 de marzo de 1906: OSO Y MADROÑO. (De nuestro redactor corresponsal en Madrid). … La Cuaresma entró trayéndonos el buen tiempo y una gran «actividad histórica». El fiel, curioso y diligente cronista no se da punto de reposo en llenar de efemérides el gran infolio de sus fastos. La vida es un vertiginoso cinematógrafo; y el tiempo, simbolizado por una serpiente que se muerde la cola, no se sacia en devorar. La parca inexorable de los poetas lacrimosos y borreguiles tampoco se cansa de rimar con «fiera saña» su «cruel guadaña» (…) ante su majestad La Muerte siempre ha habido igualdad y comunismo, pese a los privilegiados de todas las estofas. Tras el inolvidable maestro Caballero, han caído a la huesa Pereda y Romero Robledo. ¡Mala semana para las celebridades!

Francisco Romero Robledo y José María de Pereda. Fallecidos en 1906.

… Lo triste, lo honrosamente trágico, es abandonar la vida como esos obscuros y famélicos obreros de Fraga que han sido afusilados impíamente por el atroz delito de pedir trabajo y pan; o como esos otros mil doscientos infelices trabajadores franceses, aplastados, asfixiados o carbonizados en las profundidades de los negros y moféticos pozos y de las galerías subterráneas de la mina hullera de Courrières, a consecuencia de una explosión de gas grisú. De temer es que estos aciagos acontecimientos, verdaderos crímenes de lesa humanidad, puedan precipitar el advenimiento de esa época de truculentas vindicaciones sociales, que tanto aterra a los que viven cómodamente en la holganza sin compasión del pobre, a los predilectos de la fortuna.

La catástrofe de las minas de Courrières. Marzo de 1906.

Mucho pudieran hacer los gobiernos en evitación de estas catástrofes; pero ellos son, por el contrario, los principales cómplices y autores de tales desgracias, pues olvidan sus deberes por sistemática imprevisión y premeditada negligencia. Están haciendo gran falta unas buenas escobas y unos épicos y denodados barrenderos. La sangre inocente de nuestros humildes aldeanos, arrancados de su patrio suelo, de sus labores agrarias, para llevarlos dócilmente, inhumanamente a través de inmensos piélagos, a lueñes países, al degolladero, mejor dicho, donde murieron como corderillos, sin provecho ni gloria, aún está clamando venganza justiciera. Pobres mártires anónimos…

.. En estos momentos la gente marcha a la corrida de toros que se celebra hoy (¿cómo no?) en obsequio de sus Majestades Fidelísimas. La calle de Alcalá está animadísima y Madrid, favorecido por una tarde espléndida, ofrece el aspecto de las grandes solemnidades. Omitimos, en gracia a la brevedad, descripciones y pormenores. Sólo consignaremos que D. Carlos Fernando no ha parecido un señor un poco demasiado obeso para la investidura real; en cambio Dª María Amelia, con su aire mayestático de suprema afabilidad, ha cautivado todas nuestras simpatías. Kandal. Madrid, 14 de Marzo de 1906.

La calle de Alcalá (Madrid)

Para celebrar el primer aniversario de «El Diario» varios escritores oriolanos le dedicaron unas líneas en su número 293 por encargo del director. Justo lo hizo también; pero a su manera; en panocho. Y además, su composición volvió a llegar tarde.

El Diario. Número 294 – 20 de marzo de 1906: Habiéndosenos entregado en esta imprenta y a la hora de entrar en máquina nuestro número del sábado una bonita composición literaria de nuestro redactor corresponsal en Madrid D. Justo García Soriano, en la imposibilidad de publicarla dicho día, lo hacemos en el número de hoy. Sentimos llegase tarde.

IMPROVISACIÓN PANOCHA que dedico a El Diario en el aniversario primero de su publicación: Como odalisca lánguida y ociosa / o indolente sultana, / «encorvillá,  tendía, aponaíca» / «alriorsico e» la falda del monte peñascoso / en que San Migel «s’arsa» / mostrando a «toa» la vega / su «fachaica» blanca, / su alegre campanario, / y su triple ringlera de ventanas, / y en que más «arribica», en las «masmorras», /«serquetica en los nulos, ande» amainan / su vuelo gigantesco / las imperiales águilas / y, trazando mil giros caprichosos, / revolan y «s’afanan» / «bandás» de «morsigüillos» y «aviones», /de la tarde en las horas solitarias; / tristes y amarillentas, dormitando / las ruinas de « Hains Arguala», / evocan de continuo misteriosas / épicas remembranzas /de belicosos tiempos medioevales / y huestes musulmanas ….

«Asina» está la vieja «suidá» mía , / «ande argunsé» los sueños de mi infancia, / «rodeá» de vergeles, / que su ambiente embalsaman, y «güertos» de naranjos y palmeras /que esconden mil poéticas barracas / y que el copioso «Tháder» / sobre su alfombra serpeando, baña… / Y «abora» que no tengo el «calorsico» / de su sol que entusiasma, / ni el «airesico» fresco de su «güerta» / mis «sentíos» halaga, / como la imagen de mujer «quería», / siempre la llevo «reflejá» en el alma, / pues es de mis platónicos amores / la «escogía sagala» / que roba con sus célicos hechizos / mis ardorosas ansias, / y allá a mis solas cántola «abonico» / en mi vieja guitarra,/ «coplicas dursesicas» que me salen / «der» fondo «e» las entrañas…

Sólo El Diario tráeme entre sus pliegues /girones de su cielo y gratas ráfagas / «impregnas» del olor de sus «asares», / que alivian mis tristezas y nostalgias. / Por eso hoy que celebra / su primer cumple años y su pascua, /le deseo que, siempre fomentando / su provecho y su fama, /cumpla hasta un centenario y que yo entonces «pua» dar al «lector» la «mesma» «lata». JELIPICO. Los Madriles, 15 de Marzo de 1906.

El 21 de marzo cambiaron muchas cosas en «El Diario»: El periodico se trasladó provisionalmente del callejón de Flores a la calle de la Feria (el 15 de abril inauguraron un nuevo local en Alfonso XIII). De la dirección literaria se hizo cargo su propietario, Manuel Franco Rebagliato.

Y la redacción quedó constituida en la forma siguiente: Director, Manuel Franco Rebagliato; Redactor jefe, Rafael Rogel Rech; redactores, José Manuel Teruel, José Mª Martínez Pacheco y Andrés Lacárcel; Administrador, Luis Zerón; colaboradores, «todos los señores que habían honrado con su firma las columnas de la publicación en el día del aniversario de su fundación».

Justo quedaba fuera de la redacción y Kandal desaparecía para siempre. La crónica madrileña que escribió esa misma jornada, publicada tres días después, fue la última que envió a este periódico.

El Diario. Número 298 – 24 de marzo de 1906: Oso y madroño. Primavera Blanca (De nuestro redactor-corresponsal en Madrid). La primavera ha nacido triste, envuelta en blanco sudario. Pero no es su blancor la nítida candidez de los azahares, de las acacias, de los nardos, de la flor del almendro, sino la albura letal y gélida de la nieve. (…) San José trajo florida su vara, símbolo de la primavera; pero apenas trascurrido su día, Marzo el veleidoso ha torcido el rabo, como dice el vulgo, marchitando el paisaje con una nevada extemporánea y copiosa. La política parece seguir las evoluciones atmosféricas…

… Así es que el tiempo y el Gobierno están en crisis. No obstante, ambos reaccionarán y volverán sobre sus pasos. Como se aproxima una época de brillantes y solemnes festejos con motivo de la venida del Kaiser a esta corte y la boda regia, las esposas de nuestros ministros ya habían elegido afanosamente figurines y encargado soberbios trajes, que sueñan con lucir en las futuras fiestas, y a impulsos de sus vanidades femeninas, influyen sobre sus maridos para que de ningún modo renuncien sus cargos… Kandal. Madrid, 21 de Marzo de 1906.

Pocos días después, el estado de su madre le obligaba a regresar urgentemente a Orihuela.

Justo con su madre. AMO. LJGS.

El Diario. Número 299 – 26 de marzo de 1906: La virtuosa y querida madre de nuestro compañero, el ilustrado joven D. Justo García Soriano, se encuentra enferma de mucho cuidado. Nuestro amigo llegará esta tarde procedente de Madrid a donde se le ha telegrafiado por la familia. En esta redacción cuenta el amigo Justo con sus más leales compañeros, así es que sus penas y dolores y deseos los hacemos nuestros y los sentimos muy de veras. Quiera Dios concederla salud a la virtuosa señora.

El Diario. Número 300 – 27 de marzo de 1906: Ayer saludamos en esta población procedente de la Corte a nuestro entrañable amigo e ilustrado compañero D. Justo García Soriano. Este tuvo el consuelo de abrazar a su querida madre, bastante mejorada de la enfermedad que padece. Nos felicitamos doblemente y que siga la deseada mejoría.

El Liberal. Murcia. Número 1334 – 28 de marzo de 1906: Viajero. Ayer llegó a Orihuela, su pueblo natal, el ilustrado joven D. Justo García Soriano, que procedente da la corte ha venido por el desagradable motivo de hallarse enferma su señora madre, a la que por fortuna encontró notablemente mejorada.

Justo pudo abrazar a su madre, notablemente mejorada en su enfermedad; y todos se alegraron de que hubiese quedado en un susto. Al acabar el mes, «El Diario» y «El Liberal» notificaron gozosos su recuperación.

El Diario. Número 304 – 31 de marzo de 1906: Se encuentra fuera de peligro de la enfermedad que padece la madre de nuestro querido amigo y asiduo colaborador en Madrid don Justo García Soriano. Lo celebramos infinito.

Aquí me asaltó una duda: si estaba tan recuperada su madre ¿por qué permaneció en Orihuela tres semanas más? Intenté localizar, sin éxito, el nacimiento de su sobrina Josefina; pero parecía muy prematuro teniendo en cuenta que su hermana se había casado a finales de agosto del año anterior. Mi buen amigo J. Manuel Dayas me dio la sencilla respuesta: el 15 fue domingo de Resurrección. Pasó en Orihuela la Semana Santa; se comió la mona y regresó a Madrid el día 18.

El Diario. Número 316 – 18 de abril de 1906: Ha salido para Madrid a proseguir sus estudios en la Universidad Central nuestro querido compañero en la prensa y redactor corresponsal en la Corte de El Diario, D. Justo García Soriano. Que lleve buen viaje es lo que deseamos a tan querido amigo.

Estación de Orihuela a principios del siglo XX. Colección Tejuelo.

En mayo, el que estuvo enfermo fue Justo. Tanto sus excompañeros de redacción como los de «Unión Republicana» se hicieron eco de la noticia lamentándola de todo corazón; especialmente Rafael, quien tenía contacto continuo con su padre.

El Diario. Número 344 – 22 de mayo de 1906: Nuestro querido amigo e ilustrado compañero D. Justo García Soriano se encuentra enfermo en Madrid donde cursa el doctorado en Letras. Sentimos de todo corazón lo que le sucede a nuestro entrañable amigo, al que deseamos recobre pronto la salud para alegría de sus queridos padres y satisfacción nuestra. A nosotros que estimamos tanto a García Soriano nos ha impresionado mucho tan desagradable noticia.

Pronto los dos periódicos oriolanos volvieron a mencionarlo; pero esta vez por sus buenas notas. Sobreponiéndose a su enfermedad lo había conseguido de nuevo. Las «enhorabuenas» le llegaron por millares.

El Diario. Número 347 – 26 de mayo de 1906: Con agradable sorpresa hemos sabido que nuestro entrañable amigo don Justo García Soriano, que está enfermo en Madrid donde cursa el doctorado en Letras, a pesar de su dolencia ha sufrido examen de las dos asignaturas que les correspondían en primer lugar obteniendo las notas hermosísimas de sobresaliente en Gramática comparada de las lenguas semíticas y notable, en Lenguas y Literatura neo-latinas. Dentro de unos días, se examinará el futuro Doctor, nuestro amigo, de tres asignaturas más que le quedan para dar fin a su carrera. Mil enhorabuenas al amigo Justo enhorabuena que esperamos repetir dentro de unos días.

Unión Republicana. Número 142 – 26 de mayo de 1906: Nuestro querido e ilustrado amigo y correligionario D. Justo García Soriano, se encuentra enfermo en Madrid donde con tanto aprovechamiento persigue el doctorado en Letras. Sentimos de todas veras este contratiempo que sufre nuestro verdadero amigo, al que deseamos un restablecimiento tan pronto como él quisiera…

… A pesar de hallarse enfermo, como más arriba decimos, nuestro entrañable amigo Justo García Soriano, este se ha presentado a exámenes del doctorado en Letras, sacando las honrosas notas de sobresaliente en Gramática comparada de las lenguas semíticas y notable en Lenguas y Literatura neo-latinas. Aún le quedan tres asignaturas que aprobar, en las cuales tendrá seguramente el mismo éxito. El triunfo obtenido este año por el Sr. García Soriano es doblemente meritorio por las circunstancias especiales en que se ha examinado, levantándose enfermo del lecho, para ir a examinarse de las dos asignaturas que en dicho día se le habían señalado. Mil enhorabuenas y… ¡adelante!

El Diario. Número 351 – 31 de mayo de 1906: Con mucho gusto hemos tenido noticia del resultado total obtenido por nuestro queridísimo e ilustrado amigo el joven estudiante del doctorado en Letras D. Justo García y Soriano, en los exámenes verificados en Madrid. Además de las notas obtenidas en las dos asignaturas que decíamos en números anteriores, y de que se examinó primero, ha ganado las de notable en Estética; Sobresaliente en Historia de Bellas Artes y notable en Sánscrito. Mil enhorabuenas al joven estudiante que tan honrosamente ha dado cima a la carrera de Letras y felicitamos a sus queridos padres D. Justo García Sánchez y Doña Ramona Soriano.

Perdida su corresponsalía en Madrid, Kandal no pudo cubrir la que fue noticia del año. El 31 de mayo Alfonso y Victoria Eugenia se casaron en la iglesia de Los Jerónimos. Durante el trayecto de regreso al Palacio Real, el anarquista Mateo Morral les lanzó un ramo de flores desde el balcón de la pensión en la que se hospedaba. Contenía un artefacto explosivo de fabricación casera que impactó sobre el público matando a veinticinco personas entre soldados y espectadores. Milagrosamente, los reyes resultaron ilesos.

El corresponsal telegráfico en Madrid para «El Diario» fue Abelardo L. Teruel; quien sólo pudo enviar el feliz telegrama de la boda y no la noticia del atentado; circunstancia que le alegró porque, según sus propias palabras, «Orihuela fue venturosa más tiempo y celebró más prolongadamente el fausto acontecimiento nacional, mientras yo sentía la satisfacción inmensa de no amargarle esa alegría que yo mismo le había trasmitido momentos antes».

Enlace vídeo.
31 de mayo de 1906.
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A primeros de junio «Unión Republicana» publicó en el mísmo número un editorial de condena por la trágica noticia, y una nota con los brillantes resultados del doctorando García Soriano. Días antes lo habían felicitado «El Liberal» de Murcia y «El Diario» de Orihuela.

El Liberal. Número 1399 – 2 de junio de 1906: ORIHUELA. Estudiante aprovechado. Con brillantes ejercicios se ha doctorado en Filosofía y Letras el distinguido joven D. Justo García Soriano, a quien damos nuestra enhorabuena.

Unión Republicana. Número 143 – 3 de junio de 1906: Fecha luctuosa. Con una apoteosis de sangre se ha señalado el final de la ceremonia verificada en la Iglesia de los Jerónimos de Madrid, en cuyo acto se había unido en matrimonial lazo D. Alfonso y la Princesa inglesa Victoria Eugenia de Battemberg. La fecha del 31 de Mayo, no sería ya una página de alegría en la Historia, esta fecha se escribirá orlada de luto ¿Quiénes han sido las víctimas? Los inocentes, hijos del bajo pueblo.

Esto, como hombres que amamos a la Humanidad, lo condenamos con toda la energía de nuestro corazón. Ese procedimiento de arrojar bombas desde la oscuridad, sin pararse en la cantidad ni en la calidad de los que van a morir es horriblemente inhumano. Nosotros admiramos las ideas anarquistas. Las creemos utópicas, pero las admiramos. Pero los asesinos no merecen llevar el nombre de anarquistas. ¿Qué dirán de los anarquistas esas pobres madres de los soldados, que cumpliendo un deber cubrían la carrera en la calle Mayor cuando cayeron destrozados por la metralla anarquista? Esto pensamos del atentado cometido en Madrid, el día 31 de Mayo de 1906.

Nuestro querido amigo y correligionario Justo García Soriano se ha examinado en la Universidad central de las tres asignaturas que le quedaban para terminar el doctorado en Letras. A las dos brillantes calificaciones obtenidas en las primeras asignaturas de que se examinó hace días, puede añadir la de notable en Estética, sobresaliente en Historia de Bellas artes y notable en Sanscrito. Enhorabuenas mil al amigo García Soriano y a sus felices padres.

En junio se enturbió la correcta relación mantenida entre los colegas de prensa en Orihuela. «Unión Republicana» acusó a un sujeto,  antiguo colaborador asiduo y ahora en la redacción de «El Diario» (José M. Teruel), de curiosear las galeradas en su redacción adelantando la publicación de un artículo de José María Senén. Eliminando dicho artículo, dejaron a «El Diario» en evidencia; aunque para ello tuvieron que sacar solamente dos hojas; la mitad del periódico.

En la siguiente entrega publicaron un artículo titulado «El Diario y su gente». Comenzaba así: «Ignoramos si se habrá dado el lector exacta cuenta de que «El Diario» es un… periódico —de algún modo hemos de llamarle».

En él contaban, con mucha guasa, que el «The Times» oriolano había pasado de llevar la cuenta de los nacimientos y los muertos, con algún pasatiempo y un artículo casi siempre malo, a recibir una subvención municipal de cincuenta pesetas «para lo que se ofrezca».

Dinero empleado en «montar una aparatosa redacción para no redactar nada, con gran rótulo en la puerta, gran buzón, gran globo eléctrico y mucha luz para que la gente supiese que había un periódico y que allí tomaban café sus redactores». La respuesta no se hizo esperar.

El Diario. Número 365 – 19 de junio de 1906: ¡QUE COSA ES ENVIDIA! TRISTEZA DEL BIEN AJENO. Esta es la contestación que a juicio de uno de nuestros redactores merece el latoso artículo publicado por el nuevo redactor de «Unión Republicana».

Sin llegar a desmentir la acusación (porque era demasiado evidente) esa fue la escueta nota de «El Diario» . A partir de ese momento, ambos rotativos se dedicaron periódicamente pequeñas puyas; pero sin que llegase la sangre al río. En medio de esa turbia relación entre periódicos con los que había colaborado, regresó García Soriano.

Pero antes envió un telegrama al alcalde de Orihuela; una especie de broma que anticipaba el artículo que tenía preparado. Lo firmó como «Juan Oriol», uno de sus más conocidos seudónimos; y como domicilio puso la calle Desengaño.

AMO. LJGS.

En julio, el flamante doctor en Letras estaba de vuelta en su tierra para pasar el verano. Y se trajo de vacaciones a su prima Eugenia; una oportunidad para visitar el pueblo de sus antepasados. (La prensa menciona a su tía, pero es un errror).

El Diario. Número 391 – 23 de julio de 1906: Nuestro ilustrado amigo y compañero don Justo García Soriano, se encuentra desde ayer entre nosotros. Ha venido de la corte donde acaba de terminar con gran lucimiento el Doctorado en Letras, y pasará el verano en Orihuela junto a sus queridos y cariñosos padres. Acompaña a nuestro entrañable amigo su tía doña Eugenia, que después de larga permanencia en la corte donde tiene establecida su residencia, ha querido visitar el pueblo de sus mayores. Damos a ambos nuestra más cordial y cariñosa bienvenida.

Sólo tres días después, Justo sacudía los cimientos de las tradiciones oriolanas. Después de más de un año sin publicar en «Unión Republicana» volvía a sus anticlericales páginas con una bomba: el artículo titulado «La Armengola es un mito».

Unión Republicana. Número 150 – 26 de julio de 1906: La Armengola es un mito. (Pequeñas disquisiciones históricas). «Amicus plato; sed magis amica veritas». Todos los años por estos días acude a la fácil imaginación de los rutinarios oriolanos de buenas tragaderas, capaces de comulgar con ruedas de molino, la contrahecha figura de la Armengola, esta nodricesca heroína, nueva Judit de la Betulia orcelitana, que ayudada por sus dos o tres hijas (pues en el número no están conformes las crónicas) las cuales no eran tales corderos, sino dos o tres hombres faldudos, engañó como a un solo chino a miles de moritos, los degolló y los arrojó del castillo peñas abajo; y con este bonito ardid estratégico redimió a Orihuela, rompiendo las oprobiosas cadenas con que la habían aherrojado los creyentes de Mahoma. Sin embargo: —¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza! …

Empezó utilizando la alocución latina atribuida a Aristóteles: «Amicus Plato sed magis amica veritas»; que se puede traducir por «Soy amigo de Platón pero más amigo de la verdad». El famoso filósofo, como discípulo de Platón, veneraba a su maestro; pero por encima de todo consideraba más importante buscar la verdad.

También puso de manifiesto la similitud entre la historia bíblica de Judith y la de la Armengola: ante la amenaza que para los judíos de Betulia significaba la presencia de las tropas del rey Holofernes, esta otra heroína mató al tirano para salvar a su pueblo.

En este artículo abordaba por primera vez un tema en el que siguió trabajando y que culminaría muchos años después con la publicación de un libro. Su extensión me impide transcribirlo entero; pero os dejo algunos párrafos literales y un enlace para acceder al artículo completo en PDF. Sólo tenéis que pinchar la siguiente imagen del periódico.

Enlace al artículo

Y no es lo peor que esta fábula y sin fundamento seguro, urdida por un apócrifo poetilla valenciano que floreció a principios del siglo XV (siglo y medio después del hecho de armas que se trata), lo crean de buena fe y lo transmitan de padres a hijos, como un codicioso tesoro épico, esos sencillos ciudadanos ayunos y sin criterio en materias históricas. Lo más sensible es que la hayan apatrocinado y defendido arduamente historiadores contemporáneos, tal vez mal aconsejados por el apasionamiento de una patriotería absurda; y casi viene a ser más deplorable todavía que desde la cátedra sagrada que inspira el Espíritu Santo, se preconice anualmente estas patrañas, que impurifican y obscurecen la diafanidad de la Historia; adunando de una manera poco piadosa lo profano con lo divino mediante la amalgama de supercherías y apariciones milagreras.

Por otra parte, poco pierden los fastos de Orihuela porque se descarte de sus páginas gloriosas esa leyenda inadmisible; pues afortunadamente guardan indelebles los nombres venerables de los valerosos guerreadores que supieron defender con heroísmo su castillo contra el pérfido y alevoso alzamiento de los muslimes.

García Soriano continuó con un resumen de lo sucedido realmente en el siglo XIII; exponiendo la verdad extraída de los libros de Historia y de los archivos, incluido el Llibre del Repartiment, sustraído años después. Pero como no hay peor sordo que el que no quiere oír, este torpedo en la línea de flotación de las tradiciones oriolanas pasó completamente desapercibido. El artículo terminaba así:

…EL CASTILLO NO TUVO QUE SER RECUPERADO, sino que en él se encerró parte de la guarnición cristiana para defenderse, y la otra parte, como la villa estaba cercada, debió hacerse fuerte y pelear desde los adarves. Después de esto tenemos la pretensión de creer que nadie que haya leído con atención y fijeza, sin apasionamientos sectarios o prejuicios fútiles, las razones que llevamos apuntadas, dejará de convencerse de que la hazaña y la existencia de la Armengola son un mito que falsifica y desvirtúa la gloriosa epopeya de la reconquista de nuestra muy fiel, muy noble y muy heroica ciudad. Justo García Soriano. Madrid y Julio de 1906.

CORRIGENDA. En el artículo de nuestro compañero García Soriano «La Armengola es un mito», que insertamos en el presente número, se han deslizado las siguientes erratas (…) y algunas otras de menos importancia, que el buen juicio de nuestros lectores sabrá subsanar debidamente.

El extenso trabajo contó también con su «fe de erratas». Para los interesados en la leyenda dejo también el enlace al trabajo que, siguiendo la estela de Justo, yo mismo realicé sobre el tema. Sólo tenéis que pinchar en la siguiente imagen.

Enlace artículo Armengola.

Volviendo a su vida cotidiana sabemos que viajó a Murcia; y que en agosto la familia recibió la visita de su tío Antonio García Sánchez, el adinerado hermano de su padre domiciliado en dicha localidad. Probablemente decidió visitar a su sobrina Eugenia que había llegado de Madrid.

El Liberal. Número 1453 – 26 de julio de 1906: Viajeros. Se encuentran en esta localidad (Murcia) el Licenciado en Filosofía y Letras D. Justo García Soriano y el profesor de instrucción pública D. Manuel Jiménez Vinal. Este último se posesionará en breve de la escuela de Rafal.

El Diario. Número 401 – 4 de agosto de 1906: Se encuentra en esta población y hemos tenido el gusto de estrechar la mano a nuestro respetable amigo de Murcia D. Antonio García Sánchez, tío de nuestro querido compañero D. Justo García Soriano.

Nada más he encontrado de lo que hizo durante los primeros treinta días en Orihuela. Tras las fiestas de la Reconquista y la Feria de Agosto, llegó el sexto centenario de la aparición de la Virgen de Monserrate, fechada en 1306; donde Justo y Rafael alcanzaron gran protagonismo en la organización.

Orihuela llevaba meses preparando su celebración; pero fue a finales de agosto cuando «El Diario» informó de una brillante idea que había partido de la prensa local; para esa efeméride adoptarían las costumbres festeras de la vecina Murcia: Bando de la huerta, Retreta y Batalla de flores.

El Diario. Número 421 – 29 de agosto de 1906: Algunos periodistas, entre los que podemos citar a nuestros amigos D. Justo García Soriano, D. Rafael Rogel Rech y D. José María Sarabia organizan una cabalgata para anunciar las fiestas del Centenario, que se titulará el «Bando de la huerta», a manera del que hacen los periodistas murcianos para anunciar el «Entierro de la sardina». Dichos amigos nuestros se reunieron anoche acordando comenzar sus trabajos. Escribirán e imprimirán para repartir bandos en lenguaje panocho. El asunto es sencillo; pero creemos que llamará la atención.

La Correspondencia de Alicante. Número 7757 – 30 de agosto de 1906: Anoche se reunieron los periodistas oriolanos D. Justo García Soriano, don Rafael Rogel Rech y otros, acordando anunciar las fiestas por medio de una cabalgata popular que debe titularse «Bando de la huerta». Dichos señores leerán y repartiría soflamas y bandos panochos, durante el desfile de la cabalgata por la ciudad. Al conocerse esta noticia en Orihuela ha causado general contento y es muy elogiada la idea.

Se han ofrecido muchos huertanos a los periodistas para acompañarles con el traje típico del país. Entre los festejos figura la colocación de la primera piedra para la nueva plaza de toros. D. Evaristo Cánovas y sus compañeros de sociedad están dando la última mano a los trabajos preliminares. Bajo la dirección de un conocido periodista se prepara la confección, para venderse esos días, de un periódico que se titulará «El Centenario». Se establecerán trenes especiales desde Alicante.

Aquellas fiestas oriolanas llegaron a «La Correspondencia de Alicante» y hasta a «La Actualidad» de Barcelona.

La actualidad, núm. 7- Barcelona, 16 de septiembre de 1906.

La organización del Bando de la Huerta corrió a cargo del grupo de periodistas y artistas cercanos a Justo García Soriano; quien también participó en una carroza vestido de huertano; y escribió un bando firmado por «Jelipe Mochales».

El Diario. Número 423 – 31 de agosto de 1906: Esta tarde celebran una reunión en la casa del conocido labrador de la puerta de Murcia, Manuel Ruiz Galán los señores que piensan anunciar las fiestas del centenario por medio de una cabalgata titulada el Bando de la Huerta. Manuel Ruiz ha prometido, entusiasmado con la fiesta huertana, acompañar y prestar su ayuda a los señores organizadores del «Bando», que son los periodistas Justo García Soriano, Rafael Rogel Rech y José María Sarabia Vergel; el joven director de la banda de música municipal, Saturnino Cebrián y el pintor Enrique Luis Cárceles. Dichos jóvenes están muy animados por la lisonjera acogida que ha tenido la idea para cuya realización han recibido muy estimables ofrecimientos.

Unión Republicana. Número 155 – 3 de septiembre de 1906: El Sr. Alcalde tiene totalmente distraída su atención con las próximas fiestas (…). Nos importa bien poco el objeto o pretexto de las fiestas que se organizan en Orihuela. Sabemos que hay muchas cívicas de esas buenas y esplendorosas que organizan hoy todos los pueblos cultos, amantes del arte y de las letras como la velada literaria en el teatro; reparto de premios a los niños de las escuelas;La batalla de flores y la retreta traerán a la ciudad, mucha gente y reportarán indiscutibles beneficios al comercio y a la industria …

… Uno de los números que se anuncian y que más han despertado nuestras simpatías es la publicación de el Bando de la Huerta, festejo típico y pintoresco organizado por los periodistas Justo García Soriano, Rafael Rogel Rech, José María Sarabia y los artistas (músico el primero y pintor el segundo) Saturnino Cebrián y Enrique Luis Cárceles ayudados por el conocido labrador Manuel Ruiz Galán del partido puerta de Murcia. El Bando de la Huerta es una cabalgata de gran sabor local y de graciosos incidentes. Los organizadores publicarán en hojas chispeantes soflamas, bandos y advertencias panochas que, al mismo tiempo, sirva de anuncio de las fiestas siguientes. ¡Muy bien por los periodistas!

Cuando todo estaba dispuesto para comenzar los fastos del centenario, tras breve enfermedad fallecía el alcalde Severiano de Madaria, uno de los más implicados en la organización. Pero el espectáculo debía continuar...

El Liberal. Número 1505 – 16 de septiembre de 1906: LAS FIESTAS DE ORIHUELA. Animación. Continúan llegando forasteros con objeto de presenciar las fiestas del Centenario de la Patrona, qua comenzarán el próximo día 17. La población se ve animadísima a todas horas, llamando la atención de los forasteros el derroche de lujo y de buen gusto que ofrece nuestra ciudad actualmente. Mañana será trasladada desde la Catedral a su santuario la imagen de la Virgen de Monserrate. (…) Mañana aparecerá en Orihuela un periódico dedicado a las fiestas con el título de «El Centenario», en cuyo número colaboran los literatos más distinguidos de esa localidad.

17 de septiembre de 1906.

Ese mismo día salió un número de «El Diario», confeccionado antes de la medianoche del sábado para respetar la ley de descanso dominical. Lleno también de «literatos distinguidos» no faltó la pluma de Justo que se unió a las de José Mª Sarget, Paco Díe, Justo Lafuente, Rufino Gea, Rafael Rogel, José M. Teruel, Abelardo L. Teruel y a la del recientemente fallecido alcalde, cuyo trabajo póstumo publicaron. El tema principal era la virgen; y nuestro biografiado lo trató a su manera.

El Diario. Número 435 – 16 de septiembre de 1906: LA GRANDEZA DE MARÍA. La moral mosaica ha estigmatizado como un acto pecaminoso, horrendo y abominable el acto natural de la reproducción carnal de la especie, presentando a Adán y Eva execrados por Dios, al hacerse padres del linaje humano. Y su derivada la moral cristiana, al desarrollar su admirable teogonía, cristaliza el ideal mosaico creando en contraposición con Adán y Eva, las figuras maravillosas de Jesús, que renuncia a perpetuarse y redime a la Humanidad del pecado original, y la de María, que fue concebida inmaculada y concibe sin detrimento de su virginal pureza, no por obra de varón sino por la del Espíritu Santo.

Eva rinde culto y da su tributo a la carne, llevando a condenación perpetua a toda su prole; y María purificada por la castidad, viene a ser madre de Dios y salva al mundo. De esta tesis en contraste, que se desprende del dogma cristiano, surge gigantesca la grandeza moral de la Virgen María. Por eso todos los pueblos del orbe católico la han venerado siempre con especial solicitud y predilección, convirtiéndola en el objeto de su mayor encanto y «en su medianera para con el soberano Mediador», como San Bernardo dice.

Orihuela siente, como el pueblo que más, este profundo amor por la Madre de Dios, adorándola y haciéndola su Patrona bajo la advocación dulcísima de María de Monserrate; y en estos días apréstase a conmemorar, con todo el entusiasmo que le sugiere su fe inquebrantable, el sexto centenario del milagroso hallazgo de su imagen veneranda. Yo, uno de los hijos más humildes de esta encantadora ciudad del Segura, no puedo menos de congratularme y unir mi júbilo al general alborozo de todos mis paisanos en estas fiestas religiosas que celebran, pues solo han sido grandes los pueblos que han sentido fe ardiente por una idea. Justo García Soriano, Orihuela y Septiembre de 1906.

José María Sarabia, director y redactor de la revista «El Centenario» y corresponsal en Orihuela del diario murciano «El Liberal», publicó también un amplísimo reportaje para sus lectores; una especie de crónica de la fiesta.

El Liberal. Número 1507 – 18 de septiembre de 1906: Las Fiestas de Orihuela. Aspecto de la ciudad: Es imposible a la pluma pintar en su verdadero aspecto a la ciudad. Las calles lucen guirnaldas, arcos de todos los estilos, iluminaciones a la veneciana y eléctricas, sobre todo la del Ángel y Mayor que parecen ascuas. En fin, es un encanto. Entre las fachadas merecen citarse la del Casino orcelitano, las oficinas de la eléctrica del Sr. Wandosell, la de don Agustín Caballero, PP. Jesuitas y otras imposibles de enumerar. La fachada del Ayuntamiento luce una iluminación a giorno que ha llamado mucho la atención.

En la plaza de Monserrate han construido los frailes franciscanos un gran templete de orden gótico en cuyo centro se levanta una preciosa estatua de San Francisco. Los capuchinos han hecho en la plaza de este nombre un gran parterre rematado por colosal corona, y en el centro la Virgen de Lourdes. Junto al convento, al aire libre, un escenario con decoraciones figurando el castillo de Banabnon en el monte de Sidi-arguala, donde yace recostada la ciudad de Orihuela. Las calles de Mancebería, Santiago, San Pascual, Cubero, Santa Lucía, Colegio, Hostales, etc., ostentan ricos adornos.

Orihuela, septiembre de 1906.

Los trenes llegan atestados de forasteros. Es imposible dar un paso por las calles. Llegaron tres bandas de música siendo recibidas en la estación por la municipal de esta ciudad, comisiones y un gentío inmenso que las vitoreó. Entraron en la población cuando esta lucía su fantástica e indescriptible iluminación. Muchos forasteros pasaron la noche por las calles.

El Bando de la Huerta. Ha sido una fiesta que ha lucido mucho. Formaban la típica cabalgata tres carretas adornadas ad hoc. En la primera iban lindísimas jóvenes vistiendo el traje huertano a la antigua usanza, huertanos, música, bailadores, etcétera. La segunda figuraba un rincón de la vega. Una barraca con la parra a la puerta, membrilleros, granados y otros árboles con su fruto. En esta carreta iban luciendo el vistoso traje panocho los periodistas D. Rafael Rogel Rech, D. Justo García Soriano y otros, el joven maestro de música don Saturnino Cebrián, el pintor D. Enrique Luis Cárceles y los entusiastas jóvenes D. Francisco Pérez y D. Juan Sansano Mas.

Pregonaba los bandos escritos por Rogel, García Soriano y algún otro, el saladísimo Abad. En la tercera carreta iba una sección de la banda municipal. A la cabalgata precedía el conocido labrador D. Manuel Ruiz Galán, montando briosa yegua y ataviado con rico traje huertano. Llevaba una bandera de raso y era precedido por dos heraldos huertanos con sus caracolas, caballeros en dos borricas. Durante el desfile recibieron muchos aplausos los jóvenes que figuraban en la cabalgata.

La Retreta. Resultó muy bien. En ella figuraba un gran número de carruajes, entre los que recordamos: «Una maceta», guiada por un huertanico cuyas flores eran las cabecitas de unos monísimos niños vestidos con mucho gusto. Nos dijeron que esta carroza era del labrador D. Antonio Moñino, «El estudio», de los estudiantes, gran farola figurando un globo terráqueo sobre libros e instrumentos de física y astronomía. Tripulada por jóvenes estudiantes.

«Una jarra», de la Prensa, tripulada por los señores D. Manuel Franco, D. José Manuel Teruel, D. Rafael Rogel Rech y D. Abelardo Teruel. «La Industria», carroza monstruo figurando un farol con atributos de la clase. «Un cenador», del joven médico don Augusto Pescador,  tripulado por éste y por D. Ramón Pastor y D. José Escudero. Esta se incendió frente al Casino, retirándose. La carroza de la comisión, «Un escudo colosal», rematada por el pájaro oriol; tripulada por D. Luis García, D. Andrés Lacarcel, D. Manuel Ferris y otros.

Además otras carrozas que no recordamos, en la precipitación con que estamos informando. Abrían marcha la dulzaina, gigantes y cabezudos, huertanos a caballo luciendo costosos trajes a la antigua, faroles, etcétera. La «fiaccolata» se retiró después de la una, en que tuvo lugar la Alborada. Se elevaron aeróstatos y cohetes, y cinco músicas amenizaron el acto.

A última hora se notaron deficiencias en la organización de la Retreta; pero no obstante, gustó mucho a los forasteros. En la calle de Loaces se incendió otra carroza por haberse inflamado gran número de bengalas. No hubo desgracias personales que lamentar y la Retreta continuó su camino sin otros incidentes.

El 17 Septiembre ha llegado la junta sardinera murciana, a la que Orihuela entera ha hecho un entusiasta recibimiento. En el partido de Bonanza ha sido esperada por numerosas comisiones y carruajes y un inmenso gentío. La Junta ha recorrido las principales calles de la población, oyéndose sin cesar vivas a la Virgen de Monserrate y de la Fuensanta, a Orihuela y Murcia, y otros que revelan el cariño que se profesan las dos ciudades hermanas. Ha resultado un espectáculo hermoso. Al llegar la Junta al Casino se le ha tributado una grandiosa ovación. La Junta ha depositado en dicho centro un estandarte.

Carreras de caballos. Con asistencia de numerosísimo público y de las bandas de música de Muchamiel, Crevillente y Almoradí, se han verificado las carreras de caballos en la Alameda de la Estación. Los jinetes vestían ricos y bonitos trajes, montando corceles lujosamente enjaezados.

Carroza del Gremio de Cafés y Fondas. Premiada en la cabalgata. La Actualidad. 1906

Hasta los ateos republicanos dedicaron un espacio de su semanario a los fastos del centenario; eso sí, sin mencionar en ningún momento a la virgen.

Unión Republicana. Número 157 – 18 de septiembre de 1906: EL BANDO DE LA HUERTA: Apenas sí tenemos tiempo de ocuparnos de las grandes fiestas que están celebrándose en Orihuela. Lo haremos hoy del festejo primero sin perjuicio de que al próximo número escribiremos sobre los demás. El Bando de la Huerta es una cabalgata muy pintoresca y propia del país. Sus organizadores, los modestos periodistas orcelitanos D. José María Sarabia, D. Justo García Soriano, D. Rafael Rogel Rech y el labrador D. Manuel Ruiz Galán pueden estar satisfechos.

Formaban el Bando tres carretas adornadas con mucho gusto y propiedad. En la primera iban hermosas huertanas luciendo el traje a la antigua usanza, huertanos, bailadores y músicos. La segunda era un rinconcito de la vega oriolana, con barraca, parra, granado y otros árboles con su fruta. Ocupaba esta carreta, que más parecía artística carroza, los señores organizadores y D. Francisco Pérez Pérez, D. Saturnino Cebrián, D. Enrique Luis Cárceles y D. Juan Sansano Mas, vistiendo el típico traje de la huerta. La tercera iba ocupada por una sección de la banda municipal. Los bandos firmados por Jilipe Mochales (Sr. García Soriano); Cerrico Lombrices (Sarabia) y Nolo Rate (Rogel) gustaron e hicieron reír a la gente, muy bien declamados por el graciosísimo Abad.

Un gentío inmenso presenció el desfile del Bando de la huerta. El Sr. Ruiz Galán, ricamente ataviado y llevando una bandera, abría la marcha montando briosa yegua y seguido de dos huertanos que iban haciendo sonar las caracolas, caballeros en dos borricas. En fin, la fiesta dentro de su modestia fue lucidísima y el público todo la aplaudió. El bando de la Huerta quedará quizá como anuncio imprescindible de todas las fiestas en Orihuela.

La actualidad, núm. 10- Barcelona, 7 de octubre de 1906- pág. 9.

Veinte años despues, Justo publicó un artículo en «El Pueblo» contando como surgió la idea de un Bando de la Huerta y como lo organizaron.

¿Cuándo se hizo en Orihuela, por primera vez un Bando de la Huerta? Muchos oriolanos de ahora lo recordarán, pues ello es casi reciente. Se van a cumplir veinte años cabales. De aquel primer bando fue quien esto escribe el iniciador y uno de los organizadores. Quiero referirlo para que los lectores que no lo recuerden lo sepan. No se hizo con motivo de los festejos de  feria; sino de las fiestas del Centenario de la Virgen de Monserrate, que se celebraron en septiembre de 1906, con una magnificencia sin precedentes.

Justo leyendo el bando (1906). Gentileza de Luis Ángel García Melero

La idea de sacar un bando fue una iniciativa privada, no oficial. Surgió en un pequeño grupo de periodistas, que nos reuníamos en el antiguo Café Europeo y paseábamos algunas tardes por las afueras de la población. Los más asiduos del grupo éramos José Mª Sarabia, Rafael Rogel y yo. Una de las últimas tardes de agosto de 1.906 deambulábamos por la Huerta, recreándonos en la contemplación de sus deliciosas perspectivas y charlando de las próximas fiestas del Centenario. Se conocía ya el programa. Yo echaba de menos que los huertanos, tan fervorosos devotos de la Patrona, no tuvieran en ellas la menor intervención. Además de ser injusto, se omitía una nota típica y pintoresca. Al punto recordé los Bandos de la Huerta murcianos y propuse a mis camaradas que sacáramos nosotros uno como anuncio de las fiestas.

A mis amigos les pareció absurdo: ¡un sueño de una tarde de verano! No teníamos ya tiempo para nada, ni, lo que era peor, las pesetas suficientes. Insistí, porfié, sin embargo, y conseguí contagiar de mi entusiasmo a Sarabia y Rogel. Nos buscamos afanosamente colaboradores entre nuestros amigos. Sarabia nos proporcionó la valiosa y eficaz ayuda del simpático huertano Manuel Ruiz, que vivía junto a la Cruz del Río. Marín, almacenista de maderas, nos brindó gratuitamente los tablones que necesitáramos. El pintor Enrique Luis nos prestó su colaboración artística; y finalmente, el joven maestro Saturnino Cebrián prometió concurrir con toda su banda de música. ¡Aquello fue un verdadero milagro de la Virgen!

Temerosos de un fracaso, hicimos casi en secreto nuestros preparativos; y en muy pocos días, trabajando activamente, sin gastar apenas unas pesetas, improvisamos un estupendísimo festejo, que no figuraba en el programa y qué fue una sorpresa enorme para la población. ¡Que sepan los apáticos que el entusiasmo fervoroso tiene siempre más fuerza que el dinero! Con voluntad y decisión todo se puede lograren la vida. Sarabia y Rogel escribieron sendas perolatas en prosa. Yo, con el remoquete del tío Felipe el Moscarda, perranio de Correntias, partio rular que llaman…, la redacté en verso. ¡Un plieguecillo, de papel verde, impreso en sus cuatro páginas a tres columnas! Cuando entramos por el Rabaloche, vestidos todos a la antigua usanza, con la escolta de huertanos en burro tocando caracolas, y tres carretas convertidas en artísticas carrozas, una con la banda de música, otra con los bailaores, tocaores y cantaores, y la última con los perráneos bajo el emparrado de una típica barraca, Orihuela entera se echó a la calle para vernos.

Salimos a media tarde, con el sol aún alto, y a las diez de la noche, a la luz de antorchas, chisperos y bengalas, todavía andábamos por las plazas de la ciudad esperfollando soflamas y perolatas. La que yo escribí íbala leyendo un tal Abad, de la calle de Arriba, hombre graciosísimo como pocos. Cuando con su voz aguardentosa, rostro cómicamente serio y ademán autoritario ordenaba a las gentes que después de leer el bando y deprendérselo a la letra, se lo habían de guardar tuiquios «en el culico… del arca», se reían a carcajadas hasta los sillares y las gárgolas de la torre de Santa Justa. Mi bando, que vendió como agua el popularísimo Domingo Moreno, me produjo un pequeño éxito editorial. Agotó tres tiradas en aquellos días, con un total de diez mil ejemplares. Tal fue el primer Bando de la Huerta que ha recorrido las calles de Orihuela. ¡Cómo no me ha de emocionar el recuerdo de este festejo!… Justo García Soriano. Madrid y agosto de 1926.

El 25 de septiembre Justo regresó a Madrid con su prima Eugenia; a la Plaza de Santa Ana número 7, en el 3º piso derecha, donde se había instalado junto a ella.

El Diario. Número 443 – 25 de septiembre de 1906: Acompañado de su tía Eugenia ha salido esta mañana para Madrid nuestro querido compañero Justo García Soriano que, terminado el Doctorado en Letras, proseguirá otros estudios en aquella Universidad Central. Feliz viaje y mucha suerte.

Postal de la Plaza de Santa Ana (Madrid) en torno a 1906.

En octubre, la noticia de la concesión del Premio Rivadeneira apareció en los periódicos de Madrid, de Alicante, de Murcia y, por supuesto, de Orihuela.

El País. Madrid, 2 de Octubre de 1906. Facultad de Filosofía y Letras. Premio de doña Manuela  Rivadeneira otorgado a D. Justo García Soriano.

Unión Republicana. Número 159 – 3 de octubre de 1906: Nuestro querido amigo y colaborador Justo García Soriano, ha hecho oposiciones en la Universidad Central, obteniendo el premio Ribadeneira, consistente en un diploma y 72 tomos de la Biblioteca de este nombre. Mil felicitaciones a nuestro amigo García Soriano, por tan merecido triunfo.

Diploma Premio Rivadeneira. 1906. AMO. LJGS. 

El Diario. Número 450 – 3 de octubre de 1906: Nuestro entrañable amigo D. Justo García Soriano acaba de alcanzar un nuevo triunfo en la Universidad Central donde ha tomado parte en las oposiciones al premio Ribadeneira. García Soriano ha obtenido dicho premio después de brillantes ejercicios. Consiste éste en 72 tomos de la Biblioteca Ribadeneira, valuados todos en 720 pesetas. La Redacción de «El Diario» se congratula de estos triunfos de su amigo y compañero a quien desea muchos años para que pueda repetirlos.

La Correspondencia de Alicante. Número 7788 – 8 de octubre de 1906: En la Universidad Central se ha presentado a oposiciones para el premio Rivadeneyra nuestro paisano Justo García Soriano, el cual, después de unos brillantes ejercicios, ha sido agraciado con dicho premio, consistente en los setenta y dos tomos de la Biblioteca Rivadereyra, que valen diez pesetas cada uno. Nuestra enhorabuena al ilustrado joven García Soriano por el premio alcanzado.

En noviembre publicó otro largo artículo para los republicanos tras entrevistarse con José Ferrándiz; sacerdote murciano convertido en periodista anticlerical con el seudónimo «Un clérigo de esta Corte».

Unión Republicana. Número 164 – 10 de noviembre de 1906: Figuras del Republicanismo. El padre Ferrándiz. (…) D. José nos recibió en la puerta de su cuarto con paternal afabilidad e introduciéndonos, nos hizo sentar frente a él en una butaca. D. José es de estatura mediana, un poco rechoncho, entrecano y, aunque lleva un oscuro traje seglar, con su cara redonda, algo mofletuda, toda afeitada, sus botas rusas de paño negro y cierto peculiar desaliño, tiene todo el aire, el aspecto, el tipo clásico del clérigo vulgarote,  bonachón y humilde de misa y olla.

 ¡Cómo engañan las apariencias  externas  de las cosas! ¿Quién diría que es este el escritor fecundo y correcto, el pensador filósofo, el teólogo sutil y erudito que hace cotidianamente las gallardías de su ingenio en la prensa de la corte y que siempre que moja la pluma descarga un tremendo, un furibundo golpe de ariete que hace estremecerse al vetusto alcázar ruinoso de la Iglesia? …

«Las religiones han vivido siempre a expensas de la ignorancia y de la estupidez de los hombres y han sido en todo tiempo sanguinarias, egoístas y groseras; además de rémoras de la civilización y del progreso.  (…) Los primitivos cristianos fueron como aves mortecinas y carnívoras que se cebaron en el cadáver de la vieja y poderosa Roma» …

« ¡Todos y cada uno de ellos son infalibles y forzosamente santos!  Y son los mayores enemigos, en lógica consecuencia de cuanto signifique cultura, libertad y progreso. Por esto hay que presentarles la batalla en toda la línea; y mientras no se les destruya totalmente, radicalmente, la escasa libertad que a expensas de mucha sangre y titánicos y heroicos esfuerzos tenemos conquistada, está en continuo e inminente peligro de perderse» …   

Después nos refirió D. José algunos curiosos episodios e incidentes de su antigua vida eclesiástica, y recordó con gracejo cuando él era sacristán mayor de San Ginés, iglesia parroquial de esta corte, y seguidamente nos participó que era comarcano nuestro, pues ha nacido y se ha educado en Lorca, revelándonos de paso algunos pormenores de su vida íntima, honrada, ejemplar y metódica …

… Como impresión y resumen de nuestra visita, diremos que quedamos encantados del simpático clérigo  de esta corte, espíritu fuerte, abnegado y noble que ha preferido al papel desairado y chabacano del cura solapado e hipocritón; que repudre y sofoca perfectamente sus convicciones dentro del pecho cobarde, por amor a la vida pacífica, holgada, chismosa y ramplona de la sacristía el puesto benemérito  y honroso y la feliz tranquilidad de conciencia del que trabaja y lucha sin descanso por rendir culto a la Verdad y al Progreso. Justo García Soriano. Madrid, Octubre 1906.

En los últimos meses del año recibió dos cartas de su padre. En la primera le anunciaba la voluntad de Juan Sansano de fundar un periódico; y le comunicaba el estado de salud de su madre y de su sobrina. También le pedía que enviase de una vez la lotería al «Lenguagorda».

Orihuela, 13 de Noviembre de 1906. Querido hijo Justo: estamos con cuidado por no saber de ti hace cerca de 15 días, deseamos que estés bueno; nosotros seguimos buenos, tu mamá ha estado unos días con mareos, hoy se encuentra buena por completo, gracias a Dios. Josefina sigue molestísima con la dentición que, a consecuencia de ella, tiene mucha diarrea, con tos y eccemas, que también está constipada; tu hermana y demás familia, buenas.

Quisiéramos nos dijeras por qué no has mandado los décimos de la Lotería, que se ha sorteado el día 10 de los corrientes, para entregárselos al “lengua gorda”, que sabes, me decías en tu última carta que habías recibido 10 pesetas que te remitió por mi conducto dicho “lengua gorda”; hace dos noches estuvo en casa, y me dijo que, de los dos duros que tienes de él, le mandes dos décimos del mismo número para el sorteo que se ha de celebrar el día 20 de los corrientes.

Este señor es muy pesado y me da mucho cancán, y le he dicho que estás siempre muy atareado, y no puedes ocuparte de nadie con tus muchas ocupaciones. Yo quisiera que le mandaras una esquela diciéndole esto mismo; y además que tienes que salir a menudo de la Corte, en donde pasarás algunas temporadas relativamente largas; por causa de la colocación que desempeñas ahora; a ver si nos deja en paz, pues es muy chinche.

Ayer estuvo en casa Juan Sansano, que tú ya conoces, para decirme que va a fundar un periódico semanal, que para primeros de Diciembre próximo saldrá el primer número, que hiciera el favor de escribirte diciéndote que le mandaras algún original tuyo, para publicarlo en dicho periódico, tú harás lo que te parezca. Rafael Rogel, dice Sansano que será uno de los redactores. He leído el artículo que escribes en Unión Republicana, me ha gustado mucho.

Sin más, recibe los afectos de tu hermana, cuñado y demás familia y amigos, y lo que quieras de tus padres que de corazón te quieren. JUSTO Y RAMONA. Adjuntos hallarás dos sellos de Correos, uno de 25 céntimos para certificar la carta que mandes con los dos décimos y el otro de 15 céntimos. Recuerdos a Eugenia.

En el siguiente artículo, titulado «Panegírico», analizó fríamente «Retratos a pluma»; la obra de José Manuel Teruel escrita «con la galanura y colorido característicos de su estilo, a los escritores y periodistas oriolanos de estos últimos tiempos». La había puesto a la venta a peseta el ejemplar; y entre los retratados estaban el propio García Soriano y su amigo Rafael Rogel. Transcribo un fragmento interesante sobre Justo que, en artículos posteriores, dio pie a una broma.

Retratos a Pluma. Justo García Soriano: … Sus artículos y sus poesías, publicadas en muchos periódicos de la localidad y algunos de la Corte son innumerables, notándose en ellas al observador y sobre todo al literato de estilo moderno, cuya obra obliga a recurrir al diccionario muchas veces (…) su prosa deleita a los que pretendemos desentrañar la belleza literaria; sin embargo la amplitud que da a estos trabajos le resta admiradores entre la clase de los que no gustan en la extensión en la obras de ingenio.

Retratos a pluma. Orihuela 1906. Imprenta La Económica.

Unión Republicana. Número 165 – 18 de noviembre de 1906: Panegírico. Aunque un poco tardíamente, cúmplenos ocuparnos ahora y emitir nuestro modesto juicio acerca del libro de nuestro distinguido compañero y amigo D. José Manuel Teruel y Rebollo «Retratos a pluma». Ciertamente, nosotros que hemos merecido la alta honra de ser uno (el más indigno) de los retratados, somos el menos autorizado para tratar de esta artística galería fotográfica que ha instalado y expuesto al público ha poco, nuestro colega predilecto nuevo Daguerre. Sin embargo, deberes de compañerismo obligan, aun a los más incapacitados y hasta a los que jamás hemos rendido culto a la lisonja.

Llama el Sr. Teruel a su trabajo Colección de Biografías de los literatos oriolanos; y nosotros creemos que emplea esta denominación con evidente impropiedad, pues les viene grande el nombre de biografías a las que apenas llegan a ser ligerísimas semblanzas o siluetas deleznables esbozadas al calco. Remátalas, a guisa de apéndice o epílogo, un conato de «breve juicio de la prensa local» de Orihuela.  

Nosotros deploramos con verdadero y hondo sentir que, en esta obra que habrá de pasar a la posteridad seguramente, haya incurrido nuestro querido compañero D. José Manuel en la tautología que encierra esa frase de juicio crítico. La palabra crítica, formada de la voz griega crisis eos, equivale a juicio; y por esto decía con mucha razón un sabio maestro que esa locución tan usual de juicio crítico es un pleonasmo censurable, una inútil redundancia, pues no hay juicio que no sea crítico ni crítica en que no se juzgue…

… Además hemos de añadir a lo dicho, que nos dolemos ex-corde por que el señor Teruel Rebollo ha olvidado poner, en el último folio de su libro, en el lugar que ocupa un soberbio y emblemático escudito toisonesco, una prolija y cuidadosa fe de erratas. (…) Por esto y por los abundantes datos que proporciona, al formidable historiador crítico que habrá de juzgarnos fría e inflexiblemente en las edades futuras, merece plácemes y alabanzas el libro de nuestro estimado compañero Ignotus; y nosotros escritorzuelo imberbe,  insignificante pigmeo ya púber, no se los hemos de escatimar ni regatear, enviándole a su autor, unidos a estas líneas, nuestra felicitación reconocida y sincera y nuestro aplauso más entusiástico y caluroso. Justo García Soriano. Madrid, Noviembre de 1906.

En el mismo número les obligó a publicar una «fe de erratas» de la anterior publicación.

Nos escribe nuestro compañero y correligionario Sr. García Soriano, rogándonos que subsanemos, haciéndolo constar las erratas más salientes que se deslizaron en su artículo «Figuras del republicanismo», que insertamos en nuestro editorial última. Nosotros, por creerlo de justicia, complacemos a nuestro amigo accediendo a su petición, y así lo hacemos (lista de correcciones). Otras  varias erratas de menos importancia contiene el artículo a que nos referimos; pero la discreción y buen juicio de nuestros lectores habrán sabido enmendarlas debidamente…

En sus números del 26 de noviembre y 3 de diciembre, a falta de originales, «Unión Republicana» publicó «Un crimen misterioso», relato moralista dividido en dos capítulos del que ya hablamos por haber salido en «La Comarca» en 1903. Un hipotético noble viola a una virtuosa sirvienta y la arroja a la calle embarazada….

El 1 de diciembre salía un nuevo semanario titulado «El Censor», retrasando el proyecto de Sansano. Lo dirigía José Manuel Teruel, quien se despidió muy amigablemente de sus compañeros de «El Diario». Estos respondieron también con afecto y palabras de bienvenida al nuevo colega.

El Diario. Número 499 – 30 de noviembre de 1906: Mañana comenzará la publicación de un periódico semanal titulado «El Censor» bajo la dirección de nuestro querido amigo y compañero el ilustrado periodista D. José M. Teruel. La redacción estará formada por nuestros no menos amigos el ex-redactor de esta publicación D. Andrés de Lacárcel y D. Rafael Blasco García. Por adelantado deseamos al nuevo colega, larga y próspera vida.

El Diario. Número 500 – 1 de diciembre de 1906: ¡ADIOS! A mis amigos de «EL DIARIO» No significa emancipación ni rotura de relaciones el que haya aceptado la dirección de «El Censor» pues que no es la primera vez que dirijo periódicos y porque los motivos de gratitud que con vosotros tengo tienen hipotecado mi afecto personal. Buscar nueva orientación a los intereses del país, no es crear una disidencia. José M. Teruel. 1 Diciembre 1906.

El Censor 1906.

En su primer número dieron un repaso a la línea editorial de sus tres competidores; colocándose en el centro. Y Andrés Lacárcel firmó un artículo titulado «Sobre la Plaza de Toros, Sueño y realidad». El tema monográfico en Orihuela, terminadas las fiestas del centenario, fue la construcción de la plaza de toros; y con tal fin, la creación de la sociedad «El Oriol Taurino».

El Censor. Número 1 – 1 de diciembre de 1906: Esta ciudad, como pueblo adelantado, tiene órganos, que si no son los portaestandartes de la opinión pública, pretenden serlo;  y a llenar este vacío que quizá inconscientemente deja la prensa local, viene «El Censor».

«La Lectura Popular», decano de los periódicos locales, no puede colmar las aspiraciones de este vecindario, porque su finalidad la separa de las campañas administrativas.

«El Diario», periódico mesurado, con su actitud correcta tolera, tal vez sin darse cuenta de ello, corruptelas, negligencias y defectos, tanto de la administración pública, como de las empresas particulares, cuyas industrias hállanse relacionadas en su desarrollo, con la vida de nuestra Corporación Municipal.

«Unión republicana», órgano de un partido político y con tendencia marcadamente radical, no puede satisfacer a la mayoría de los oriolanos; por esto, nosotros que vemos indefensos de un lado los intereses de Orihuela, y de otro un celo exagerado, por no decir apasionamiento sectario, queremos colocarnos en un justo medio, llevando a cabo una labor patriótica en la que esperamos nos ayuden todos los hombres de buena voluntad, que sientan afecto por la patria chica.

También en diciembre comenzaba una nueva sección de García Soriano en «Unión Republicana». La tituló «Calamares en tinta»; y empezó atacando duramente a Andrés de Lacárcel.

Tras la publicación el año anterior de un relato con el título «El Lazo Negro», este señor había sacado a la venta un libro lujosamente encuadernado con el mismo título; prologado por el Doctor Sarget. La redacción del «El Diario» lo recomendaba vivamente alegando que debía figurar en los estantes de las bibliotecas de todos los oriolanos amantes de las letras.

Incluso «Unión Republicana» alabó la imaginación, colorido y expresión del «compañero en la prensa» y felicitó sinceramente al literato aficionado. Durante semanas «El Diario» anunció la venta de «El Lazo Negro» en el comercio de bisutería, perfumería y moda de Manuel Clemares, en Alfonso XIII al precio de una peseta por ejemplar.

El Murciano. De Manuel Clemares.

Pero Justo lo criticó duramente al tiempo que se burlaba de su autor. Hasta el punto de que su propio padre le llamó la atención por carta a causa de lo duras y agrías que habían sido sus palabras. Justo estaba enfadado por la salida de «El Censor», sepultando el proyecto de Sansano.

Por eso aprovechó también para burlarse de José M. Teruel (Ignotus), mandándolo varias veces al diccionario por esta frase que había escrito sobre él en sus «Retratos a Pluma»: «literato de estilo moderno, cuya obra obliga a recurrir al diccionario muchas veces». Era sólo un anticipo de lo que tenía preparado para él en la siguiente entrega.

Unión Republicana. Número 168 – 10 de diciembre de 1906: Calamares en tinta. Nietzsche, el paradojista, el vesánico Nietzsche se dejó en el tintero la parábola siguiente: Una tarde de verano, serena y cálida, Zaratustra abandonó su caverna, se despidió de sus animales y bajó de la montaña donde vivía. (…) El paseo se hizo largo, y ya comenzaba a tejer y enredar entre el nácar y el rosicler de los celajes reidores, sus gasas cárdenas y tétricas como telas de araña, la hora melancólica del entrelubricán. (¡Al diccionario, amigo Ignotus!).

De repente, uno de los discípulos de Zaratustra, el más joven y más querido, se detuvo mirando hacia el suelo y prorrumpió en una estrepitosa y estentórea carcajada: — ¿Qué es aquello que tan extraordinariamente excita tu hilaridad, amado mío?— le interrogó Zaratustra.  Y el discípulo, señalando un insecto negro y repugnante, que se revolvía entre el polvo, del ribazo del camino, afanándose  por dar vueltas a una bolita formada con inmundicias, repuso: — Es mi bufón predilecto un escarabajo, este coleóptero feo, sucio y torpe que al tomar la vida en serio, fabrica pelotillas de estiércol, de las que se alimenta y procrea en ellas; mientras las poéticas y aristocráticas  abejas aman las flores perfumadas y con su esencia elaboran la hiblea miel. Mirad, mirad al bichillo como lucha y se esfuerza por voltear con sus patas esa inmunda pelota. (…) No os moféis pues de este animalejo misterioso que fue adorado por los antiguos egipcios de quienes emana toda la sabiduría mundial. (Nietzsche; Así hablaba Zaratustra, parte tercera).

Nada más apropósito que este apólogo nietzcheano, que parece inadecuado e insustancial antes de ocuparnos de una colección de cuentos; pues sabed que hoy vamos a perder el tiempo divagando un poco acerca de este pequeño libro que recientemente ha dado a luz nuestro compañero y amigo el distinguidísimo y elegante joven D. Andrés de Lacárcel y Fernández. Ha sido un pipinelo. (Amigo Teruel: ¡¡al diccionario!!)

Nuestro nuevo colega Lacárcel vivía alejado del estudio y de las Letras. Sólo de vez en cuando leía el folletín de algún periódico o escribía alguna epístola amorosa a espaldas de la Retórica; porque a él le preocupaban más la raya y las crenchas de su peinado, las guías de su bigote, el nudo de su corbata, la flor de su solapa, el pliegue de sus pantalones y el lustre de sus botas que la Sintaxis, la Ortografía y todos esos antipáticos y fastidiosos libros donde los hombres aprenden a pensar, a hablar y a escribir, que son precisamente las aptitudes que los distinguen de los animales…

… Pero de repente, en medio del aburrimiento ocioso de la monótona vida provinciana, una larga noche invernal en que la lluvia y el cierzo azotaban ruidosamente las vidrieras del balcón de su cuarto, se le ocurrió pernoctar con una sugestiva novela de Pérez Escrich, de Fernández y González o de Luis del Val.

Poco a poco, como gota de agua que horadada una piedra y se infiltra en sus poros, fue llegando hasta los arcanos de su espíritu aquella prosa romántica, tentadora y amusante, que le prodigaba voluptuosas caricias; y ya rendido por la seducción del pecado, se entregó y cohabitó con ella libidinosamente por espacio de algunos días, hasta que acabó por sentirse los primeros síntomas de la gestación y… los primeros pujos de literato. Así perpetró nuestro buen amigo Andrés su primer cuento folletinable. Una vez perdida la virginidad, la repetición del acto dejó expedita la matriz  y engendró el hábito procreativo.

A partir de aquí, ya con premeditación, ensañamiento y abuso de confianza; y no sabemos si también con nocturnidad, allanamiento de morada y otras agravantes, ha cultivado el Sr. Lacárcel el género narrativo y sensiblero, amenazando con sendas elucubraciones las columnas de «El Diario», primer palenque de sus escarceos. Y he aquí, por fin, en el mundo literario un engendro robusto, que ha sido bautizado con el título fúnebre de «El Lazo Negro», que ha tenido un excelente comadrón y padrino. (Hemos seguido empleando hasta aquí la metáfora con que comienza su prologuista). En este instante tengo sobre el vade de mí bufete y ante mi vista «El Lazo Negro». Es un folleto de noventa páginas, formando un cuaderno con cubiertas de un desvanecido, aperitivo y emblemático verde alfalfa. ¡No os riáis! ¿El color verde no simboliza la esperanza por ventura?

Ese discreto emblema quiere decirnos que el autor de este libro espera la inmortalidad y la gloria. Amén. Sírvele de portada un inmejorable fotograbado con el retrato del autor, en que está hablando, por cierto. En él aparece nuestro querido compañero Sr. de Lacárcel con su natural apostura y la impecable corrección de sus líneas fisonómicas. (…) Pero lo que más adorna el conjunto de su figura arrogante es la barba (…) Así los lectores que no le conozcan personalmente, a vista de este retrato, podrán  exclamar: « ¡Es un escritor con toda la barba! ». ¿Y las lectoras? ¡Ay las lectoras! ¡A cuántas de ellas habrá desazonado, atufado y quitado el sueño el sedoso vello de esta barba coquetona! … Pero lo principal es que ya cuenta Orihuela (a quien buena falta le hacía) con un nuevo escritor más. (…) ¡¡Sr. Director de «El Censor» a la.. Alah os guarde!!  Justo García Soriano.

En el mismo número, los republicanos anunciaron la publicación de un artículo de Rafael Rogel en una «hoja literaria» de la prensa madrileña. El propio autor pidió al padre de Justo que avisara a su hijo para que la leyese.

En la hoja literaria que publica todos los lunes «Heraldo de Madrid», correspondiente al 3 del actual, hemos leído con gusto un extenso y bien escrito artículo que lleva la firma de nuestro querido amigo y correligionario Rafael Rogel Rech (Doctor Belenes). Felicitamos por ello al modesto e ilustrado periodista oriolano.

En realidad se trataba de un artículo titulado «El Sport Gallístico en España», publicado en el suplemento deportivo «Los lunes del Sport». Y es que Rafael era todo un especialista en peleas de gallos y redactaba las crónicas en Orihuela con el seudónimo de «Doctor Belenes». Ese mismo año había participado en la redacción de un libro para los aficionados a reñir gallos ingleses, titulado el «Sport Gallístico». Se vendía en la redacción de «El Diario» al precio de una peseta.

El Censor. Número 3 – 15 de diciembre de 1906: Heraldo de Madrid, en su edición los lunes del «sport», inserta un artículo debido a la pluma de nuestro estimado compañero D. Rafael Rogel. Esta inserción consagra el mérito indiscutible de su autor. Hora era ya de que las puertas de los grandes rotativos se abrieran a los periodistas provincianos, que no por modestos valen menos. Nuestro parabién al señor Rogel.

Y aquí está la otra carta de su padre; carta que comenzó censurando su agrio comportamiento con Lacárcel. También lo puso al corriente del estado de salud de la familia, le anunció el artículo madrileño de Rogel, le envió un retrato de su sobrina y le pidió el diploma de su último premio.

Orihuela, 12 de Diciembre de 1906. Querido hijo Justo: recibimos tu carta de fecha 7 del actual y vemos por ella que estás bueno; nosotros no tenemos novedad. Mucho nos alegramos que la cuestión de los libros de la casa de Rivadeneira la saques pronto y bien, pues ya es hora de que te los den. He leído tu artículo que escribes calamares en tinta, en Unión Republicana, haciendo la crítica de Lacárcel, por su libro “El Lazo negro”; me parecen muy duras y muy agrias las frases que le diriges; hazte cargo que él nunca ha saludado ninguna clase de libros que ilustran por sus escritos, es necesario ser indulgentes con esos atrevidos, y compadecerlos.

Ayer estuvo en casa tu primo Carlos, el de Almoradí, y nos dijo que se le ha muerto su esposa de parto, muriéndose también el niño que dio a luz, le quedan dos niñas, nos dijo que este mes que viene piensa el marchar a esa, a vender Alcaciles de cuenta de su hermano Pepe, dice que vendrá a esta a despedirse de nosotros, entonces le daremos la caja de las pinturas que te dejaste en casa; los cuellos, y si podemos alguna cosa más. A Josefina la retrataron el domingo pasado, en cuanto los manden dice tu hermana que te mandará uno. Dice Rafael Rogel que si quieres leer un artículo de él que compres el Heraldo de Madrid del día 3 del corriente, que publican los lunes del heraldo.

Tu tío Trinitario está algo mejor y dice que aún estaría mejor si pudiera comprar el medicamento con más frecuencia. Sin más recibe los afectos de tu hermana, Pepe, besos de Josefina y demás familia y amigos, y tú sabes que te quieren de corazón tus padres JUSTO y RAMONA. No te mando sello hoy porque estamos muy mal, como siempre, otra vez será. Cuando me escribas, me dices que me mandas 20 ó 25 pesetas para que celebremos las Pascuas, esto te lo digo por cuestión de la quinta, este es el último año, si Dios quiere, recuerdos a Eugenia, no recibo el Defensor de los Pueblos.  

Después de escrita esta carta, ha venido Milagros y me ha traído el adjunto retrato de Josefina, para que te lo mande, dime si le parece; creo que hubiera salido mejor con gorrita puesta. Te suplico que me mandes el Diploma que te dieron en las oposiciones ganadas por los libros de Rivadeneira; si va tu pariente Carlos, se lo puedes dar para que me lo traiga; con ese ya tendré dos diplomas tuyos. Escribe.   

Con la misma fecha recibió también una carta de Juan Sansano. Como podéis comprobar, al igual que en prensa, firmaba como Sansano Más; pero sus apellidos reales eran Sansano Benisa.

Juan Sansano Más. Orihuela, 12 de Diciembre de 1906. Sr. D. Justo García Soriano. Madrid. Muy Sr. mío y queridísimo amigo: Acabo de leer «Unión Republicana» y me extraña muchísimo lo que dice V. de la obra en verso que quiero publicar. Si ha de escribirme V. el prólogo, ¿es V. el llamado a criticar mi libro? ¿Verdad que no? Esto ya lo sabe V., y por lo mismo me figuro que se ha creído que mi obrita estaba imprimiéndose ya, cosa que no haré hasta que V. me escriba el prólogo, y tan pronto como me lo envíe comenzaré a trabajar.

Deseo dedicar la obra al Ayuntamiento, y que su retrato de V. con el mío, figuren en una de las primeras páginas, unidos sobre un dibujo que me harán. Quiero que la obra sea elegante. Las poesías casi todas serán inéditas. ¿Es necesario que se las mande? ¿Le parece a V. que el título «Flores Silvestres» estará bien para el libro? Tenga la bondad de darme su parecer, sobre todo cuando le sea fácil, o cuando le escriba a su señor padre.

Por Orihuela no hay nada de nuevo: «El Censor» es nuevo, pero eso no es nada. El periódico que pensé publicar, no salió a luz por miedo a un fracaso. Teruel nos salió al encuentro con su periódico. Este señor no me quiere bien: antes me saludaba; varias veces he querido saludarle y me ha dejado con un palmo de narices. ¿Se creerá que estoy resentido porque no me ha colocado en sus Retratos? ¡Si yo fuese gran cuentista o soldado incógnito! Pero …. ¿yo? ¡Vamos hombre!

¿Le sería fácil a V. adquirir un retrato suyo –sin cartulina- igual al que tienen sus padres? Es para hacer la placa. Si le es fácil se lo agradecería, pues necesito recortar el retrato ovalado y colocarlo sobre el dibujo para enviarlo a Barcelona. Si no le es fácil, el retrato que tienen sus padres puede aprovechas; pero no puedo hacer lo que deseo. Ha dejado V. a Lacárcel hecho un hombre. Estas noches, seguramente no dormirá. Que pase V. felices Pascuas ¿eh?  Y con mucho gusto aprovecho esta ocasión para reiterar a V. el testimonio de mi afecto y admiración, al par que quedo como siempre suyo afmo. amigo y s. s. q, b. s. m. J. SANSANO MAS. Cuatro esquinas, 12. Recuerdos de Faeliyo y de mis padres.

Borrador de la carta repuesta; escrita, según se deduce, el 17 de diciembre.

Sr. D. Juan Sansano Mas. Mi querido amigo: Su grata del 12 del corriente, que ya me había anunciado mi padre, llegó a mi poder en su tiempo oportuno. Por su extrañeza y por las preguntas que Vd. me hace veo que VD. interpretó mal mi artículo Calamares en tinta, que publicó «Unión Republicana» el último día 10. Yo no le amenazaba a Vd. con una crítica desfavorable, pues con ello hubiera sido injusto.

Además, yo no abrigo prejuicios contra nadie; menos contra Vd. a quien aprecio como merece. Ha hecho Vd. mal en temer la hostilidad de mis pobres juicios, y en abrigar contra mí infundados recelos. Sus versos hubieran merecido mi benévola aprobación y simpatías. Ya que Vd. insiste en los deseos de que a su libro preceda un prólogo debido a mi desautorizada pluma; y yo le tengo empeñada a Vd. mi palabra de escribírselo, no debo ahora de negarme a ello.

Cuente Vd. desde luego con mi prefacio, que será largo e insustancial, como mío. Pero le pongo las siguientes condiciones: Que creo para hacerlo, indispensable conocer antes sus versos; pues de lo contrario pudiera ser mi prólogo inadecuado y discordante; y también para convenir con Vd. en el título. Además y, sobre todo, porque tenga Vd. por seguro que seremos combatidos por los de «El Censor»; y yo no quiero que me coja desprevenido y desarmado la batalla pues.

 Y sabe Vd. que hombre prevenido vale por dos. Si a Vd. le urge, puede enviarme sus versos por correo, con el franqueo correspondiente; y si quiere Vd. esperar, en enero vendrá de esa a esta corte, un pariente mío que puede traérmelos si Vd. se los entrega antes a mi padre, y así economizar ese gasto.

Aunque yo opino que estas cosas deben pensar y hacerlas sin dilaciones que pudieran enfriarlas. Respecto a lo que me dice del retrato, aunque no soy muy amigo de ese género de exhibiciones, procuraré complacerle. Me parece que anda Vd. descaminado con su deseo de dedicarla al Ayuntamiento. Nuestros ediles no suelen agradecer estas honras, pues entienden más de berzas que de versos. El sábado envié un artículo a «Unión Republicana», haciéndole una caricia al amigo Teruel. Creo que se publicará mañana. Léalo Vd.; pues le aludo de nuevo.

No me extraña que le quiera a Vd. mal el autor de «Retratos a Pluma»; pues no quiere bien a nadie. Es un lisiado por la mano de Dios y no puede ser bueno. Se siente impotente y su buche es un hervidero de envidias y de malas intenciones. Guárdese Vd. de él como del demonio. Le conozco, desgraciadamente.

Devuelva mis recuerdos al amigo Faeliyo. Ese creo que es de los nuestros. Dígale que pienso escribirle pronto y que he leído «Heraldo» del día 3. Desde luego puede Vd. contar y cuente Vd. siempre con cuanto a mi insignificancia le sea permitido. Y le envío un cariñoso saludo. No dude que tiene Vd. en mí a un leal amigo y partidario que admira su aplicación y su laboriosidad; y que simpatiza con su modestia. Supongo lo que le habrá sucedido a Vd. con el semanario que pensaba publicar; aunque Vd. no me da detalle y me oculta algún ataque que habrá recibido.   

En la siguiente entrega de «Calamares en tinta» llegó la anunciada «caricia» a José M. Teruel. Justo le recordó su reciente pasado como republicano anticlerical, y sus frecuentes colaboraciones en «Unión Republicana», publicación a la que ahora tildaba de «apasionada, sectaria y fanática al rojo». Comenzó el artículo con la parodia de Rigoletto «Il uomo é mobile», que se puede traducir por «el hombre es voluble».

Unión Republicana. Número 169 – 18 de diciembre de 1906: Calamares en tinta. El Censor. «Il uomo é mobile». Cuando esperábamos impacientes la aparición en Orihuela de una revista  semanal literaria que a publicar iba con el simpático título de «La Juventud» el novel y animoso bardo Juan Sansano Mas, nos ha sorprendido la brusca e invasora irrupción en el estadio de la prensa de un semanario bien distinto que se apoda «El Censor», y del que es auriga o palafrenero (valga el símil) nuestro querido colega José Manuel Teruel y Rebollo ¡Mutatis mutandis! que dijo cierto edil latinófilo. En esta progenésica y misteriosa metamorfosis ha habido seguramente un escamoteo y un hábil juego de cubiletes entre compadres; un melodrama burlesco…

Sansano no escarmienta. Tiene un corazón noble, efusivo, henchido de generosos entusiasmos; un alma ingenua, inocente, virgen de doblez y de animosidades; y cree ver en ella el trasunto, el reflejo de los demás hombres. Esto le hará sufrir decepciones sin cuento (…) El Sr. Teruel es un espíritu inquieto que se revuelve incesantemente ganoso de lucha y con hidrópica avidez de popularidad. Ama el periodismo con la desbordada afición de quien en él se halla como en su propio elemento. (…) La publicación de «El Censor» es  la realización, la concreción de sus íntimas e inextinguibles aspiraciones. (…)  El Sr. Teruel se siente de improviso Quijote y con la péñola en ristre hace gemir las prensas para enderezar entuertos. Pero en su altruista obsesión de independencia y justicia pierde la memoria y la lógica. En la primera y segunda de sus aventureras correrías, arremete intrépido contra UNIÓN REPUBLICANA y la increpa con los epítetos de «apasionada, sectaria y fanática al rojo» …

… Nosotros nos hemos quedado un poco estupefactos ante este «quid pro quod»; y luego, repuestos, hemos reído y celebrado este imprevisto y donoso sainete. El Sr. Teruel se ha curado radicalmente con el suero antirrábico carcunda, su clerofobia de marras que parecía haber tomado en él carácter crónico. Nosotros ya no le conocemos y nos hemos preguntado llenos de asombro: ¿No es, por ventura, el director de «El Censor» aquel incisivo y anticlerical Maquiavelo de «La Democracia», que en un rapto de furor canalejista antifrailuno llamaba a las órdenes religiosas «lapas adheridas a la roca nacional», ocasionando la fulminación y anatema del paladín de la calle de Bellot?

¿No es tampoco, acaso, este impugnador nuestro, uno de los tres candidatos a concejales que presentó y apadrinó el partido de Unión Republicana de Orihuela y apoyó resueltamente su órgano, mientras alardeando de convencido federal halagaba las ideas del inolvidable D. Miguel Cremades para conseguir el voto de los federales que figuraban en el censo de su agrupación? ¿Estamos tal vez nosotros en un craso error de memoria o mal informados al recordar que el Sr. Teruel tomó una pequeña parte en la redacción de cierta hoja que se titulaba El Jesuitismo, que se comenzó a repartir en Orihuela el 18 de Agosto de 1903 y que fue recogida por orden de D. José Ferrer, a la sazón alcalde accidental, por parecerle pornográfica?

¿No tiene este señor ninguna identidad con aquel orador tribunicio de persuasiva elocuencia que exaltadamente pororó el primero en aquel famoso meeting republicano que se celebró en el coliseo de la ciudad de Teodomiro el jueves 5 de Mayo de 1904, dando lugar a una enérgica protesta y a un gran movimiento de indignación entre los ortodoxos de Orihuela? …

… Por último: ¿mentimos nosotros al asegurar que el Sr. Teruel ha venido siendo constantemente un colaborador anónimo de este semanario Unión Republicana? ¿Quiere el Sr. Teruel que aduzcamos aquí más timbres de gloria en pro de su clericalismo? Todos nos harían ver que tiene bien surtida de casacas para cualesquiera gustos su guardarropía…

… Con que ¿apasionada, sectaria y fanática al rojo Unión Republicana y por consiguiente, los que en ella escriban? Pues entonces usted y yo lo somos. Nos ha hecho usted sospechar, amigo Teruel, si con el empleo de estos piropos que nos regala deseará usted congraciarse con el cacique para que se los premie en los próximos comicios con una retribuida concejalía. ¡¡Señor Teruel, señor Teruel!!  Menos frescura y más consecuencia y una buena tacita de rabos de pasa para recobrar la memoria ¡Mire que le cantamos el marinabo! Justo García Soriano. Madrid, 15— XII— 1906.

Vendedor de belenes plaza de Santa Cruz. Madrid, 1906. Archivo ABC.

En 1906 no salieron más números de «Unión Republicana» (el siguiente, dedicado a rebajar la tensión con Andrés Lacárcel, apareció el 3 de enero). Tampoco tengo constancia de publicación alguna en otro periódico; ni noticias de como terminó el año en Madrid. Así pues, sin más datos por el momento, termino esta entrega.

Enlace al siguiente capítulo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas, a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.