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Callejeando 34. ASJ 8. Callejas del Ravalete.

Las traviesas o callejones del Rabalete.

Para terminar la serie dedicada al arrabal de San Juan Bautista he dejado un puñado de callejones del Ravalete cuya historia pretendo contar de una forma diferente. Si os place acompañarme en el estudio, me apetece mostraros la «fuentes» que lo fundamentan.

Dicho estudio abarca quince modestas callejuelas que en buena parte de los padrones no se molestaron en reflejar; y cuando lo hicieron, les asignaron titulaciones generalmente arbitrarias y puntuales.

A veces aparecían simplemente numeradas en dos bloques: la traviesas de la calle de Arriba hacia la peña y las traviesas de dicha calle hacia la del Colegio.

Otras veces, el listado combinaba nombres y números de traviesa. Teniendo en cuenta que la numeración otorgada dependía de por dónde empezaba a contar el que lo redactaba; y de cuántas callejas decidía incluir en su lista, os podéis imaginar la dificultad que entraña su investigación individual.

El colmo de la sencillez era reflejar las diecisiete calles en dos motes: «Carrer damunt ab les traveses» y «Carrer del Colegi ab les traveses».

Tengo que añadir una más al estudio; la que unía la calle del Colegio con la de San Juan y el Paseo. Junto a la de Reales, eran las únicas traviesas del Colegio hacia el sur.

Ya hablé de la de Reales en otro capítulo; así pues, con la actual calle de Cedaceros, que solía figurar siempre mezclada entre ellas, completaré el Arrabal de San Juan.

Con las de Arriba y el Colegio serán diez y ocho las calles rastreadas. Lo podéis ver más claro en este plano artesanal.

Plano de confección propia.

Ya he dicho alguna vez que, hasta la segunda mitad del XIX, las calles no tuvieron nombre oficial; y exceptuando unas cuantas que mantuvieron su titulación popular en el tiempo, el habitante más ilustre o el más conocido, solía darles título provisionalmente.

En estas callejas tan humildes, cualquier vecino era lo suficientemente importante para que le asignasen su nombre temporalmente.

La tarea de identificarlas a través del tiempo es un proceso muy complicado; solamente una de las quince calles ha mantenido la titulación los cuatro siglos que abarca este trabajo; quizá porque de verdad era la más ancha.

Pero no todo van a ser pegas. Su particular ubicación permite localizarlas en conjunto fácilmente; al final de la ciudad entre las puertas de Callosa y de Crevillente. Entre la Carretería y el Colegio de Predicadores.

Teniendo en cuenta que la calle del Colegio se urbanizó durante el siglo XVI, vamos a comenzar nuestra investigación en la centuria posterior.

Siglo XVII.

Padrón de Sal y Muro del año 1629. Archivo Municipal de Orihuela.

La recaudación de impuestos por parte de la Hacienda Real hacía necesario formar periódicamente unos listados llamados padrones o vecindarios. En ellos se registraba a cada uno de los vecinos pagadores y la cantidad que debían aportar. Esta es la principal fuente para el estudio de las calles durante la Edad Moderna.

El primer padrón que vamos a utilizar es «de Sal y Muro»; un documento que pronto va a cumplir cuatrocientos años. Redactado en 1629, en esta zona apuntaron las siguientes calles:

«Patro de sal y mur del any 1629»: Carrer de Diego León, Carrer de Contreres, Carrer de Utiel, Carrer de Escuder, Carrer del Colegí, Carrer de la Toledana, Carrer de la figuera, Carrer de Losano, Carrer de Comí, Carrer Damunt, Carrer de Moyano, Carrer Ample, Carrer de la Comare Rodríguez.

Padrón de Sal y Muro del año 1629. Archivo Municipal de Orihuela.

En este primer listado, incluyendo las de Diego León (actualmente Cedaceros), la del Colegi y Damunt, tenemos trece nombres. Nos quedan una decena de calles de las que siete parecen ser hacia la del Colegio y tres hacia la peña.

El padrón confeccionado en 1636 es muy deficiente y sólo aporta los siguientes nombres.

Patro del mur y sal any 1636: C. damunt, C. de burello, C. de gallego, C. del colegi, C. ¿despri?, C. de la figuera, C. de la toledana, C de mosén torres, C de Perpiña y C. de contreras.

Padrón de Sal y Muro del año 1636. Archivo Municipal de Orihuela.

El padrón de vecinos de la ciudad confeccionado en 1651 consigna una decena de nombres y lo hace ordenadamente. Cuatro de las de Arriba a la peña y seis a la del Colegio. Debían ser las más pobladas en ese momento.

Patro de els vehins de la pnt Ciutat fet en lo any 1651: Carrer de amunt des de la porta de Crevillent, travesa de burello a la peña, carrer ample, travesa de Martínez Matacochinos, travessa del carrer de Alcoser.

Carrer del colegi ab ses traveses desde el colegi a la porta nova, travessa de trigueros, travesa de la figuera, travesa de la toledana, travessa de escuder, travesa del carrer de utiel, travessa del carrer de Giles.

Padrón de los vecinos. 1651. Archivo Municipal de Orihuela.

Del resto de padrones consultados en dicha centuria he extraído los siguientes nombres:

Carrer o Travesa de Javaloyes, Carrer de Fonllana, Carrer de la almazara, Carrer de la morera, Carrer de Soto y Carrer de la Peñeta.

Padrón de Sal y Muro del año 1654. Archivo Municipal de Orihuela.

Terminamos el siglo XVII con veintinueve nombres. Suponiendo que estén las dieciocho al menos una sola vez, tenemos once repeticiones con diferente titulación.

Carrer ample, carrer de Burello, travesa de Martínez Matacochinos, travessa del carrer de Alcoser, carrer de la peñeta, carrer de la almazara, carrer de Contreras, carrer de Trigueros, carrer de la Toledana, carrer de la figuera, de Utiel, carrer de Comí, carrer de Javaloyes, carrer de Gallego o de mosén Gallego, carrer de mosén Torres, carrer de Perpiña, carrer de la morera, carrer de Escuder, carrer de Moyano, carrer de Fonllana, carrer de Losano, carrer de Soto, carrer de Gil o Giles, carrer de la Comare Rodríguez, carrer de Nafa, carrer ¿despri?.

Siglo XVIII.

Repartos de Equivalente. Siglo XVIII. Archivo Municipal de Orihuela.

Los repartos del siglo XVIII aportan muy poca información. En los primeros, entre muchas traviesas numeradas, registran como callejones de la del Colegio, las traviesas de Torres, de Follana y de la Toledana. Transcribo tres años consecutivos como muestra.

Contribución Equivalente 1717: Calle de Arriba, primera traviesa que va a la peña, (prosigue la calle de Arriba entre todas) segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta traviesas; calle de Comins y salida a la calle del Colegio, calle del Colegio, primera traviesa de la calle del colegio empezando por la entrada, 2ª traviesa, 3ª traviesa, cuarta, quinta, sexta y séptima traviesa.

En el de 1718 se numeran las de arriba empezando por la puerta de la yedra. Se referían a la añeja puerta de Crevillente.

Repartimiento para reparo de fortificaciones. Año 1718: Calle del Colegio empezando por la salida, primera traviesa (prosigue Calle del Colegio entre todas), segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta, última traviesa y traviesa que sale a la calle de San Juan.

Calle de arriba empezando desde la puerta de la yedra, primera traviesa (prosigue la calle de arriba entre todas) segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta traviesa.

Transcribo también las que aparecen en el reparto de 1719.

Repartimiento para gastos de fortificaciones y cuarteles. Año 1719: Calle de arriba, primera traviesa de la peña, prosigue la calle de arriba, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta y séptima traviesas de la peña con «prosigue la calle de Arriba» entre ellas.

Calle del Colegio empezando desde el huerto, primera traviesa de la Calle del Colegio, segunda, tercera, cuarta, quinta, repite la quinta, sexta y séptima, todas con «prosigue la calle de Arriba» entre ellas.

A mediados del siglo XVIII solían registrar siete traviesas a la peña con la expresión «prosigue la calle de arriba» entre ellas; y siete u ocho traviesas de la calle del Colegio con «prosigue la calle del Colegio». O sencillamente «sigue o prosigue» entre ellas.

Reparto del Real Equivalente hecho entre los vecinos en 1750. Archivo Municipal de Orihuela.
Reparto del Real Equivalente hecho entre los vecinos en 1750. Archivo Municipal de Orihuela.

Como excepción que confirma la regla, a veces registraban «lo carrer ample» o la calle Ancha.

Terminamos esta centuria con los nombres populares que nos dejó Joseph Montesinos. Una lista incluida en el primer libro de su «Compendio Oriolano». Catorce calles en la zona comprendida entre Santo Domingo y la Carretería.

Del Colegio, de Arriba, de las Capillas, de la Cruz, de la Morera, de las cuatro Esquinas, del Collerero, de Pacheco, del Cura, del Huerto, de la Cueva, de la Hancha, de Pedrajas y del Barranco.

Siglo XIX.

En los primeros repartos del siglo XIX todo sigue igual de espeso. Tenemos que esperar dos décadas para empezar a encontrar titulaciones más allá de la calle Ancha.

El de 1824 es el reparto más completo de la centuria. Refleja el nombre de dieciséis calles con las de arriba y del colegio. Sólo nos falta una, la de Comí, un callejón cerrado junto al Colegio. Además están perfectamente ordenadas, siete hacia la peña y siete hacia el Sur.

Libro de reparto del Real Equivalente de 1824: Calle de Arriba, Callejón de la Escala, Taleque, Barranco, Morquera, Callejón Ancho, Matamoros, Cueva.

Calle del Colegio, Callejón de la Cruz, Calle de la Morera, Callejón de las cuatro esquinas, Callejón Estrecho, Callejón de Pacheco, Callejón de D. Pedro Sánchez, Callejón de Royo.

Reparto del Real Equivalente para 1824. Archivo Municipal de Orihuela.

El de 1829 da un paso atrás volviendo a alternar nombres con numeraciones.

1829: Calle del Colegio, Callejón de la Cruz, Callejón 1º de la calle del Colegio, Callejón de las cuatro esquinas, 3ª traviesa de la Calle de Arriba, 4ª traviesa de la Calle de Arriba, 5ª traviesa de la Calle de Arriba, Callejón de Royo.

Calle de Arriba, Callejón del Barranco, Callejón del Taleque, Callejón de la Escala, Callejón de la Morquera, Callejón de Matamoros, Callejón Ancho, Callejón de la Cueva.

Pueden aparecer y desaparecer nombres; por ejemplo, en el reparto de 1832, entre los callejones del Taleque y la Morquera metieron un supuesto «callejón de Triana» que se correspondería en la actualidad con el de Velasco. Al año siguiente se esfumó; reduciendo a cuatro el número de callejas hacia la peña.

Repartos Equivalentes años 1832 y 1833. Archivo Municipal de Orihuela.

Libro de reparto del Real Equivalente de 1833: Calle del Colegio, Callejón de la Cruz, Calle de la Morera, Calle de las cuatro esquinas, Callejón Estrecho, 4ª traviesa a la calle de arriba, Callejón de Royo.

Calle de Arriba, Callejón del Taleque, Callejón de la Morquera, Callejón de Matamoros, Callejón Ancho.

Libro de reparto del Real Equivalente de 1833. Archivo Municipal de Orihuela.

En 1842 sólo anotaron cinco calles y en 1845 se limitaron a consignar los callejones de Tintoreros, del Colegio, de Arriba y de la Cruz.

Libro de reparto del Real Equivalente de 1845. Archivo Municipal de Orihuela.

En 1845 se produjo una reforma legal que sentó las bases del sistema tributario actual. Dejamos aquí los socorridos repartos.

En el ecuador del siglo XIX, concretamente entre los años 1859 y 1861 se estaba formando el primer callejero de Orihuela. Coello tampoco pudo aclarar mucho en su famoso plano de 1859.

«Atlas de España y de sus posesiones de ultramar» de Francisco Coello. Plano de Orihuela. 1859.

Se pueden leer claramente los callejones de la Cueva, Ancho y de Royo. Y parece que se distinguen los de Taleque, de la Cruz, Morera y 4 esquinas; pero no lo tengo muy claro. El resto los dejó en blanco o utilizó números de traviesas.

En febrero de 1861, la «comisión municipal nombrada para el arreglo del nomenclátor, numeración de casas y rotulación de calles» preparó un dosier con las que, en su opinión, debían conservar su nombre tradicional y las que merecían ser rebautizadas.

Decidieron conservar los siguientes títulos en la zona:

Calle del Colegio. 1ª Clase. Calle de Santa Matilde. 3ª Clase. Calle de la Cruz. 3ª Clase. Calle de la Cueva. 3ª Clase. Calle Ancha. 3ª Clase. Calle de Matamoros. 3ª Clase. Calle del Barranco. 3ª Clase.

Y aconsejaron modificar los siguientes:

La Calle de Arriba, trocando su nombre que nada significa por el de Calle de Diego de Orihuela, honrará la memoria del esforzado batallador, hijo de esta Ciudad, cuya menor gloria fue librar a ésta, con riesgo de su persona, de los furores de un monstruo que anidaba en sus próximos bosques. 2ª Clase.

La Calle de Royo, titulándose de Lope de Espejo, dirá a los venideros que un oriolano ilustró ambos apellidos, como teólogo y como poeta, con admiración de su Siglo. 3ª Clase.

La traviesa cuarta de la Calle de Arriba se denominará Calle de la Concepción, en devoción a este Sagrado Misterio. 3ª Clase.

La traviesa tercera a la Calle de Arriba se llamará Calle Estrecha, pues es la más angosta de las del arrabal de S. Juan. 3ª Clase.

La Calle de las cuatro esquinas con el Callejón de los Reales, se titulará Calle de los Reales. 3ª Clase.

La Calle de la Morquera tomará el nombre de Calle de la Cuesta. 3ª Clase.

La Calle de la Morera y de Talenque, que forman una sola dividida por la antigua Calle de Arriba, recobrando el primitivo nombre de la primera, se llamará Calle de la Morería. 3ª Clase.

En este arrabal se muestra un plano sin nombre propio; el de las Calles de Cedaceros y de Campillo a la del Colegio; puede llamarse Tránsito a la Calle del Colegio. 3ª Clase. 

De todas la propuestas de modificación planteadas por la comisión, sólo se cumplieron las de las calles Estrecha y Concepción.

Siglo XX/XXI

Acudir a Gisbert en sus «Datos Sueltos para la continuación de la historia de Orihuela», publicados en los albores del siglo XX, no ayuda nada. Transcribo el texto literal.

Del lado septentrional de esta calle (la de Arriba) parten hacia el monte una porción de callejas, ocho según el plano de Coello, cual de la acera meridional surgen otras ocho, según dicho plano, llegando todas estas a la calle del Colegio menos una, la sexta a contar desde la Carretería, que termina antes y por lo tanto no tiene salida.

Los nombres de estas travesías son: Ancha, Barranco, Bolas, Concepción, Cruz, Cuatro Esquinas, Cueva, Escala, Flete, Matamoros, Mojica, Morera, Morquera, Royo, Santa Matilde y Talenque.  Las 1ª, 2ª, 7ª, 8ª y 12ª, pero no las demás, figuran en el padrón de la feligresía de 1700; el nombre de Concepción procede de mediados de este siglo (escrito a finales del XIX) y las de Talenque y Morera son continuación la una de la otra.

… Y una travesía antes de estrechar la calle, o sea en su primer tercio, que dirige a la calle de Cedaceros y termina en la confluencia de esta con la de Campillo.  

El plano que menciona, como podéis comprobar, solo muestra las quince que he numerado.

«Atlas de España y de sus posesiones de ultramar» de Francisco Coello. Plano de Orihuela. 1859.

Pero es que, además, para cuadrar las supuestas dieciséis calles, incluye en el paquete las de Bolas, Escala, Flete y Mojica, traviesas de la parte final de la Calle de San Juan.

El siguiente listado municipal, confeccionado muy pocos años después, induce también a error al suprimir la más reconocida, la calle Ancha. Y para cubrir la falta incluye Barranco, nombre ya obsoleto.

La Huerta. 13 de agosto 1907: Ordenanzas municipales de la Ciudad de Orihuela. Los barrios en que la población se divide comprenden las siguientes calles: Barrio 7°. Calles del Colegio, Estrecha, Reales, Royo, Concepción, Cuatro Esquinas, Cruz, Santa Matilde y Barrera del Colegio. Barrio 8º. Calle de Arriba, Cueva, Matamoros, Morquera, Morera, Velasco, Barranco y Taleque.

Y por fin, estas son las catorce calles, siete y siete, que han llegado al callejero del siglo XXI. Aunque la de los Cantos casi ha desparecido como tal al modificar el entorno de la casa museo Miguel Hernández.

Miguel Hernández: Cantos, Taleque, Velasco, Morquera, Matamoros, Ancha y Calle del Poeta.

Adolfo Clavarana: De la Cruz, Moreras, Cuatro esquinas, estrecha, Concepción, Santa Matilde y Royo.

Sin olvidar la calle de Cedaceros, que sale hacia la de San Juan y al Paseo.

Plano Google siglo XXI.

Con todo lo recopilado vamos a tratar de identificarlas una a una partiendo desde Santo Domingo. Tenemos un montón de calles con apellidos que corresponden a diferentes moradores en diferentes siglos, titulaciones que intentaré relacionar, en la medida de lo posible, con las actuales.

Las notas que aparecen en color mostaza nos pueden servir de ayuda. Son extractos de protocolos de Bautista Ramón, un escribano bastante curioso y descriptivo cuyo trabajo, que abarca el periodo 1707-1740, rastreé hace años.

Traviesas al Norte o a la Peña.

Plano de confección propia.

1 Peñeta/Escalas/Los Cantos.

Calle de Arriba y, a la izquierda, el Callejón de los Cantos.

La primera y más próxima al colegio era muy modesta y aparece en la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII como de la Peñeta, diminutivo valenciano de peña. En 1710 la castellanizaron seguramente por los decretos de nueva planta.

1710. Calle de la Peñita.

1716. Calle de la Peñeta de Trigueros.

1718. Calle de Trigueros que antes se llamaba de la Peñeta.

Intentaron unirla a veces a la «calle nombrada de Trigueros» o «calleja de Trigueros que toma de la calle del Colegio». Años después volvieron a citar la antigua titulación en la venta de un solar para casa.

1731. Calleja de la Peñeta contigua al Colegio de Predicadores. Casa a Tramontana. Casa de la Capellanía a Levante y Poniente y Capilla del Rosario a Mediodía.

Y trataron de alinearla también con el callejón pegado a la iglesia que salía hasta la del Colegio.

1735. Calle que sube del callejón de las capillas a la puerta de los carros, espaldas de la capilla del Rosario.

En el XIX figuraba como «calle de las Escalas» y en el XX la llamaban de los Cantos. Con ese último nombre pasó a formar parte del «universo hernandiano» al albergar la sede social del mítico equipo de fútbol «La Repartiora», mencionada por Ramón Pérez Álvarez.

Canfali Vega Baja. 27 de junio 1984: El Miguel Hernández que yo conocí como poeta, como amigo, como consecuente político, era también el Miguel que formaba parte del equipo de la «Repartiora». (…) Indagué acerca de la formalidad que presidía sus reuniones en el «local social» del equipo, en la calle de los Cantos, frente a su huerto…

En la actualidad, la remodelación del «rincón hernandiano» ha convertido el espacio en una especie de plaza; y la calle como tal ha desaparecido.

Callejón de los Cantos. Huerto de la casa de Miguel Hernández. Colección Jesús R. Tejuelo.

2 Talec/Talech/Taleque.

Fotografía Ajomalba.

Originariamente llamada Talec o Talech, mantiene esta titulación desde principios del siglo XVIII.

1718 Calleja de Talech, que toma de la calle de arriba. Poniente con casa de Trigueros con callejón de por medio.

1731. Calleja vulgarmente llamada del Taleque, que toma de la calle de Arriba con la Peña del Castillo a Tramontana.

La taleca (en plural les taleques) es en catalán un saquito o bolsa de tela destinada a llevar el dinero. También la bolsa de tela donde los pastores llevaban la comida.

«La Semana». 15 de marzo de 1897.

La prensa. 30 de noviembre 1890: Todos los electores que habitan en la calle de Taleque, que es la última travesía de la calle de Arriba, más los que habitan en la calle Ancha, que es la segunda travesía de la citada calle, habrán de emitir sus votos en la Caridad.

De momento no me atrevo a adjudicarle ninguno de los nombres que nos quedan sin identificar en el siglo XVII. Seguiré buscando entre los notarios.

3 Barranco/Velasco

Ésta se llamó «Calle del Barranco» durante el siglo XVIII; y curiosamente figura en el listado un vecino llamado como yo, Antonio Mazón.

Años 1730 y 1732 Calleja del Barranco que toma de la de Arriba. Con casa de Antonio Mazón.

Repartos Equivalentes años 1832 y 1833. Archivo Municipal de Orihuela.

En 1824 seguía figurando como del Barranco; pero como ya he dicho anteriormente, en un reparto de 1832, entre el «callejón de Talaque» y el «Callejón de la Morquera» figuraba el «callejón de Triana»; y en el de 1833 se pierde.

Velasco aparece por primera vez a mediados del XIX en el nomenclator oficial. Seguramente trataron de evitar la repetición de titulación con la calle homónima del Rabaloche.

Fotografía Ajomalba.

4 De la Almazara/Morquera

Morquera es titulación del siglo XIX. Os explico mi teoría.

En 1713 callejón de la Almazara del Cabildo Eclesiástico.

En 1716, una casa que antes era una cueva, en la Parroquia de San Salvador, Raval de San Juan. Al remate del callejón de la almazara de hacer aceite, propia del cabildo eclesiástico que toma de la calle de arriba. Linda con dicha almazara y con la peña.

En 1734 «Casa de la Almazara del Cabildo», en la Calle de Arriba.

En castellano, la morquera, ajedrea o hisopillo es un arbusto leñoso de color verde, con florecillas blancas o rosadas. Crece bien en suelos rocosos, como la sierra y se utilizaba con fines medicinales y gastronómicos; especialmente para aliñar aceitunas.

También podría ser un apellido; pero no me cuadra. La mencionan como «Morqueras» o «Calle de la Morquera».

Hay otra explicación, por la que yo me decanto: en catalán morquera es el recipiente donde se guarda la morca o solaje del aceite.

Así podría ser la misma que aparece en los padrones del siglo XVII como «de la Almazara»; y en lo protocolos del XVIII como «de la Almazara del Cabildo eclesiástico», un establecimiento propiedad de los canónigos que estaba al remate de la calle, junto a una casa en la peña que antes era una cueva.

Este paralelismo no deja de ser una suposición mía.

5 Matamoros.

Fotografía Ajomalba.

Se le podría atribuir el nombre de Saura por eliminación. La nombra el escribano en el XVIII y no me cuadra en ningún otro sitio; pero lo dejo en una suposición pendiente de ratificar.

1724 calle de Arriba a Mediodía, calleja nombrada de Saura.

Año 1737 Callejón de Saura que toma de la calle de Arriba a la Peña.

La titulación que se ha conservado es de principios del siglo XIX y aparece por primera vez en el reparto de 1824.

Matamoros es el apodo común del apóstol Santiago en España. También es un topónimo y un apellido común. Tenemos el ejemplo de la dehesa de Matamoros (actualmente Campoamor).

6 Calle Ancha.

Carrer Ample. AMO. 1636-1660.

La de la calle Ancha es la titulación más antigua de todas las traviesas, cuatrocientos años. Ya aparece en el siglo XVII como «carrer ample» y pasa al XVIII como la calle Ancha.

1716-1740 Calle Ancha que toma de la de arriba.

En los repartos del primer tercio del siglo XIX la anotan como «Callejón Ancho». Y a mediados de la centuria quedó oficialmente titulada como calle Ancha.

La prensa. 30 de noviembre 1890: Todos los electores que habitan en la calle de Taleque, que es la última travesía de la calle de Arriba, más los que habitan en la calle Ancha, que es la segunda travesía de la citada calle, habrán de emitir sus votos en la Caridad.

Fotografía Ajomalba.

7 De la Cueva/del Poeta.

La última, titulada en la actualidad calle del Poeta, se llamó calle de la Cueva a finales del XVIII (la nombra Montesinos). De la Cueva fue durante todo el siglo XIX y buena parte del XX. Incluso, la comisión para el arreglo del nomenclátor dio la titulación por buena.

El nombre definitivo fue casi accidental. En los sesenta del siglo àsado, se acordó dar el nombre de Miguel Hernández a la calle en la que había vivido el poeta oriolano, atendiendo así a la petición formulada por escritores, periodistas y poetas de diversas provincias españolas.

Pero ocultaron su nombre colocando dos preciosas lápidas en las que simplemente se leía «calle del poeta». Para colmo, una de ellas fue robada.

Ya en Democracia, la calle de Arriba recibió el nombre completo de Miguel Hernández. Y pusieron dos chapas modernas.

La lápida superviviente, la que habían colocado al inicio, pasó a nominar la primera traviesa de la calle de Miguel Hernández. Y luce hermosa en el antiguo callejón de la Cueva, ascendido así a «Calle del Poeta».

Fotografía Ajomalba.

Traviesas al Sur.

Plano de confección propia.

Hacia el sur salen las traviesas de la calle de Arriba a la del Colegio. Son ocho y empezaré de nuevo por el Colegio, o como decían entonces, por el huerto de Santo Domingo.

1 De Comí/ de las Capillas. (Desaparecida).

El primer callejón, inmediato al colegio de predicadores se llamaba de Comí. En el siglo XVII aparece como. «Lo carrer o travesa que va del carrer del Colegi al de Amunt, nomenat de Comi».

Carrer de Comí. AMO. 1629.

A mediados del siglo XVI tenemos un maestro de obras llamado Guillem de Comí. Este prestigioso cantero trabajaba para sus vecinos, los dominicos.

También prestó sus servicios en Santa Justa, en la Catedral (donde la familia tenía enterramiento), en la Sala del Consell (donde fabricó la escalera) y en San Martín de Callosa. Probablemente vivía con su familia en este callejón.

Durante la construcción de la capilla del Rosario, a finales del XVII, el Consell permitió a los predicadores reducirlo hasta permitir tan sólo en paso de un hombre «a pie o a caballo».

1714 Callejón de Comí, inmediato al colegio de predicadores.

Fragmento de una fotografía fechada en 1863. Colección Javier Sánchez Portas.

Aparece en un reparto de 1717 y, a finales del XVIII, Montesinos lo llama «de las capillas», por estar contiguo al muro de la iglesia de Santo Domingo, de donde sobresalen dichas capillas.

No aparece en los repartos del siglo XIX. En fecha desconocida le pusieron un portón que se puede ver en la fotografía siguiente.

Calle del Colegio y Callejón cerrado. Colección Javier Sánchez Portas.

Aunque ya ni lo mencionase la comisión del nomenclátor (quizá por estar cerrado) a finales del XIX seguía existiendo el «callejón de las capillas» como demuestra el siguiente artículo de prensa.

El diario de Orihuela. 7 de septiembre 1888: AYUNTAMIENTO. Sesión de ayer 6 de septiembre de 1888. Se nombró una comisión para que examinen si por los propietarios de casas o terrenos colindantes al callejón de las Capillas, se ha tomado algún terreno de la vía pública, observando al propio tiempo si existen plantaciones en dicho callejón que perjudiquen al muro de la iglesia de Santo Domingo, contiguo al referido callejón.

Ahora, tras algunos derribos, forma parte del descampado/plaza en el lateral del Colegio.

Javier Sánchez Portas.
Fotografía Ajomalba.

2 De Trigueros, de la Cruz.

Lo carrer o travessa de Trigueros aparece en padrones y escrituras del XVII. Hemos hablado de ella relacionada con la de la Peñeta.

Carrer o travessa de Trigueros. AMO. 1636-1660.

El nombre de la de la Cruz, que conserva en la actualidad, lo menciona Montesinos a finales del XVIII. Hay que tener en cuenta que la Cruz que le da nombre, no pasó al lateral de la capilla y por tanto al callejón hasta 1771, cuando la imagen de la Virgen de Monserrate le arrebató la titularidad de la ermita.

Lateral de la ermita de la calle de Arriba y callejón de la Cruz. José Antonio Ruiz Peñalver.

En el siglo XIX se consolida la «Calle de la Cruz, que sirve de tránsito entre la calle del Colegio y la de Arriba, cercana al Colegio de Santo Domingo».

El pueblo : semanario social y agrario – 1925 julio 13.

3 De la Morera

La «de la Morera» es la segunda más antigua. Arrastra el nombre desde finales del siglo XVII y permanece invariable en el XVIII.

1727. Calleja de la Morera que toma de la del Colegio.

1740. Calleja de la Morera.

La comisión del nomenclátor, en el siglo XIX, trató de unirla en una sola calle con la de Taleque; y llamar a ambas «de la Morería», pues según ellos era el nombre original.

Moreras y Taleque. Fotografía Ajomalba.

Estaban equivocados y la propuesta no prosperó. Pero no andaban muy desencaminados; la última morería oriolana quedaba muy cerca, en los terrenos de Santo Domingo.

En la actualidad se menciona sencillamente como «Moreras».

Fotografía Ajomalba.

4 De la Figuera/ Cuatro Esquinas.

Lo Carrer de la Figuera o la Calle de la Higuera es continuación de la de Reales; un camino real entre huertos que comunicaba el colegio con San Juan y la Corredera. Tanto este callejón como el de la morera conservaban huertos en su interior.

En el siglo XVIII aparece el nombre de «Cuatro esquinas». El escribano lo mencionó en un arrendamiento de 1738.

1738. Una casa de habitación y morada en la Parroquia del Salvador, Raval de San Juan en la calle nombrada del Colegio a las Cuatro Esquinas.

Fotografía Ajomalba.

El callejón fue alineado y ensanchado a finales del XIX expropiando terreno a varios vecinos.

AYUNTAMIENTO. Sesión de 29 de noviembre de 1888. Se aprobó el pago de 15 pesetas a D. Ramón Rebollo como indemnización del terreno tomado para la vía pública a una casa de la propiedad de dicho señor situada en la calle de las Cuatro Esquinas.

AYUNTAMIENTO. Sesión de 30 de octubre de 1896. Que se abonen 15 pesetas a José Ruiz Martín, dueño de una casa en la calle de Cuatro esquinas, por el importe del terreno expropiado de dicho edificio para ensanche de la vía pública.

El periodista y poeta Juan Sansano Benisa nació el 30 de septiembre de 1887 en el número 12 de esta calle. Años después, en 1926, le escribió un verso.  

Calle de las Cuatro Esquinas ¡Cuándo te volveré a ver, para ver a tus vecinas, marchar a misa y volver!

5 De la Toledana/Estrecha.

A la quinta traviesa la llamaron «Carrer de la Toledana» durante todo el siglo XVII y principios del XVIII. Aparece ya en el padrón de 1629.

Carrer de la Toledana. AMO. 1629.

Al ser un callejón estrecho, el escribano le llamaba «Calleja de la Toledana». No tengo explicación para el nombre; pero se repite en varias poblaciones españolas.

1724. Calle de Arriba a Tramontana. A poniente Calleja de la Toledana.

En los repartos del primer tercio del siglo XIX, a la tercera traviesa empezando por la Carretería la apuntaban como «Callejón Estrecho».

La titulación oficial le llegó en marzo de 1861, cuando la comisión para el nuevo nomenclátor decidió llamarla «Calle Estrecha».

Sesión 14 de Marzo de 1861. La comisión nombrada para el arreglo del nomenclator, numeración de casas y rotulación de calles: A la calle que se denomina tercera traviesa de la calle Arriba se le puede llamar Calle estrecha por ser la más estrecha que existe en esta ciudad.

Fotografía Ajomalba.

6 De Pacheco/de la Concepción.

Podría ser lo «carrer o travessa de Escuder» del siglo XVII. También la de «mosén Torres». Pero no tengo ninguna prueba de momento.

La primera referencia segura es del siglo XIX como «calle de Pacheco». También cuarta traviesa de la calle del Colegio, pues solo contaban seis.

En 1861 la comisión del nomenclátor decidió llamarla calle de la Concepción.

Sesión 14 de Marzo de 1861. La comisión nuevamente nombrada para el arreglo del nomenclator, numeración de casas y rotulación de calles las ligeras variaciones que creen indispensables hacer en la travesía cuarta de la calle de arriba creen los infraescritos que se puede denominar Calle de la Concepción, en devoción a este sagrado misterio.

A finales de la centuria aún recordaban el nombre de Pacheco.

El diario de Orihuela. 27 de agosto 1889: Venta de 4 casas en la misma ciudad; 3 en la calle del Royo y 1 en la Calle de la Concepción, antes Pacheco.

Fotografía Ajomalba.

7 De D. Pedro Sánchez/ de Santa Matilde.

La séptima podría ser la de Utiel a principios del XVII. Y en la segunda mitad de esa centuria la «de Perpiñá» o la «de Javaloyes» ; incluso ambas titulaciones en diferentes años.

En la traviesa de Utiel vivía una viuda de Javaloyes; y cuando me aparece la «de Javaloyes» consta una viuda de Perpiñá. Pero todo se queda en teoría.

Lo cierto es que en el reparto de 1824 la llaman «callejón de D. Pedro Sánchez».

La quinta traviesa de la Calle del Colegio (ya he dicho que en esas fechas sólo contaban seis) fue ensanchada y embellecida. Y su nombre definitivo le llegó en noviembre de 1855.

Fotografía Ajomalba.

Libro de actas de 1854-1855. Sesión de 15 de noviembre de 1855. El Sr. García Ródenas, síndico, manifestó, que en la traviesa quinta de la Calle del Colegio a la de Arriba se habían hecho mejoras de algún tiempo a esta parte, que la habían embellecido, cuya circunstancia unida a la de ser una calle bastante ancha y desahogada, con varias casas decentes, era de opinión, se le borrase el nombre de traviesa quinta, y se le remplazara con el de «Calle de Santa Matilde» y habiéndose conferenciado sobre el particular se acordó, como lo propone el Sr. Síndico, variándose la inscripción y el título en los hacederos padrones de vecindario, pasándose las papeletas de este acuerdo a quien corresponda.

Conserva su rótulo añejo, del XIX, en la parte norte. Y otro moderno, del siglo XX y tapado por un tubo, en el otro extremo.

Fotografía Ajomalba.

8 De Contreras/ Collerero/Cosme el Nuncio/ de Royo.

La última traviesa con la de Arriba tuvo muchos nombres antes de ser la del Royo. Es la «de Contreras» en el siglo XVII y principios del XVIII.

1726. Calle del Colegio a Mediodía. Levante Calleja de Contreras.

Me baso en la descripción de una casa que linda a Poniente con la calle de la Carretería Vieja y a Levante con el callejón de Contreras.

1732. Calle de la Carretería Vieja a Poniente. A Levante Callejón de Contreras. 

A veces un golpe de suerte vale por meses de trabajo. Buscando otra cosa hace años, me topé con un protocolo notarial en el que el escribano se había esmerado en su trabajo registrando una venta.

Fotografía Ajomalba.

Arrabal de San Juan, Calleja llamada del Royo, antes de Cosme el Nuncio y en lo antiguo del Collerero, que es la primera traviesa de la del Colegio a la de Arriba.

Repasé un par de padrones del XVIII y comprobe que en la traviesa más cercana a la Carretería vivía Lorenzo Román «el Collerero». El Collerero era el artesano que fabricaba collarones para las bestias de carga. Y el Nuncio era una especie de mensajero; como el actual mensajero del Papa. 

Fotografía Ajomalba.

En los planos, esta calle contaba con un huerto; como el trozo de tierra que conserva en la actualidad. Creo que es el que se anunciaba en prensa.

La Vega del Segura. 7 de enero 1905: Naranjas sin helar. La rica naranja del huerto del Sr. Bonafós. Mandarina, imperial, sangre y blanca. Cortadas del día en el huerto de la calle del colegio núm. 40. Se venden por docenas y cientos, tanto caída como cortada del árbol.

16 De Diego León/del horno de Carpio/Cedaceros.

Terminamos con la actual calle de Cedaceros, la única que hemos tratado hacia el sur; la que comunica la del Colegio con el Paseo y la calle de San Juan.

Se corresponde con la de Diego León en el siglo XVII. Aparece frecuentemente muy próxima a la Carretería y solo sé que el titular era un escribano que trabajaba en dicha centuria.

La he encontrado también en protocolos notariales del XVIII como calleja del horno o del horno de Carpio que toma de la del Colegio y sigue a la de San Juan, con horno de cocer pan y convento de San Juan con acequia de por medio.

1734. Calle del Colegio a Tramontana. Levante y Mediodía Calleja del horno de Carpio que sigue a la Puerta Nueva.

1734. Dos casas contiguas con tres puertas. Dos a la Calle del Colegio, a Tramontana, y una a la calleja a Mediodía que sigue de la Puerta Nueva al horno llamado de Carpio.

A mediados del XIX, los de la comisión del nomenclátor trataron de llamarla «Tránsito a la Calle del Colegio», pero quedó como parte de la calle Cedaceros y así sigue.

En este arrabal se muestra un plano sin nombre propio; el de las Calles de Cedaceros y de Campillo a la del Colegio; puede llamarse Tránsito a la Calle del Colegio. 3ª Clase. 

Epílogo.

Protocolos Notariales siglo XVIII. Archivo Histórico de Orihuela.

Por desgracia se quedan fuera demasiadas titulaciones que tengo claro pertenecen a estos callejones; pero que no puedo situar exactamente.

El Callejón de Saura que tomaba de la Calle de Arriba a la Peña; el Callejón de Follana que tomaba del Colegio a la de Arriba; lo Carrer de Losano; la Travesa Javaloyes, la callejuela de Mosén Juan Cambronero; la calleja de Mosén Torres; lo carrer de Perpiñá; lo carrer de Burello…

Todas parecen ser apellidos de añejos moradores. Personajes que quedaron inmortalizados en uno o varios varios padrones.

La travesa de Martínez Matacochinos; la travessa del carrer de Alcoser; lo carrer de Utiel ; lo carrer de Gallego o de mosén Gallego; lo carrer de Escuder; lo carrer de Moyano; lo carrer de Soto; lo carrer de Gil o de los Giles; lo carrer de la Comare Rodríguez…

Fragmentos como el siguiente, tomado del inventario de la viuda de un panadero, son el único medio para seguir relacionando calles.

1732. Casa de habitación y morada sita en esta Ciudad, Parroquia de San Salvador, Raval de San Juan, en la calle de Contreras. Lindes por levante y mediodía con casas de la herencia de Mosén Juan Cambronero. Por poniente con dicha calle y por tramontana con casa de Pedro Mengual y dicha casa la hubo de Antonio Gil de Parya…

Protocolo de Bautista Ramón. 1732. Archivo Histórico de Orihuela.

En este caso, que os dejo como ejemplo, el escribano asegura que muy cerca, o en la propia calle de Contreras, vivieron personajes que podrían estar relacionados con las titulaciones de Cambronero o de Gil.

Cuando tenga tiempo volveré a los rastreos de protocolos en el archivo. Ahora los índices están digitalizados. Hace años los digitalizaba yo con la cámara.

Sigue abierta la investigación y espero no haberos aburrido con el formato.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Callejeando 33. ASJ 7. Colegio.

Idealización del Arrabal de San Juan sobre un boceto de Ojeda Nieto. © Pepe Sarabia. Leyendas: Ajomalba.

Arrabal de San Juan 7. El Colegio.

Dedicamos la entrega anterior a la Puerta de Crevillente como origen del Rabalete y de la calle que se formó con las casas construidas en los márgenes del camino.

En esta hablaremos de otra puerta y de otra calle paralela a la anterior; la que se formó «abajo», en las traseras de las casas de la calle de arriba cuando desplazaron la puerta de Callosa separándola de la peña; cuando aprovechando los márgenes de la acequia, modificaron totalmente un tramo del camino de Valencia a Murcia, que atravesaba nuestra ciudad.

También dedicaré unas líneas a lo que significó para la zona la construcción del Colegio de Predicadores, monumental edificio que tuvo mucha culpa de esos cambios urbanísticos.

Pero antes, permitidme remontarme al siglo XV, la centuria anterior a la llegada de los dominicos; cuando se amuralló el arrabal de San Juan completo por primera vez.

Era una forma de animar a los pobladores que estaban ocupando aquel complicado terreno de huertos y acequias...

La Muralla del Ravalete y la Puerta de Callosa.

Ravalet. Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVII.

Mosén Bellot, a quien debemos las siguientes notas contenidas en sus «Anales de Orihuela», nos da la fecha y el motivo por el que fue amurallado el Rabalete por primera vez.

Porque en el año 1430 iba encendida la guerra del rey don Juan II de Castilla, ordenó el Consell que se hiciese la muralla del Rabalete, aunque algunos contradecían por tener solares en el puesto.

Entre los años 1429 y 1430 se enfrentaron Juan II de Castilla y Alfonso V de Aragón, conocido como el Magnánimo.

El castellano declaró oficialmente la guerra en el verano de 1429 y ésta se mantuvo hasta la firma de una tregua en julio de 1430.

En dicha tregua se reconoció la derrota aragonesa; pero las hostilidades de baja intensidad se mantuvieron durante varios años; y Oriola, ciudad de frontera, decidió reforzar las defensas de un arrabal en crecimiento.

La decisión de construir una muralla molestó a los propietarios de los solares invadidos por el nuevo muro y su camino de ronda; una obra que les cayó justo encima.

Y es que, siguiendo la línea del muro, el Consell ordenó también la apertura de un callejón exterior para guardias y rondas.

1449. Y porque las guardas y rondas puedan ir desembargadamente por la muralla del Rabalete, abrieron un carrerón desde la morería, junto a la sierra, hasta el río, e hicieron puentes de vigas en las cequias.

Dicho carril, dotado con varios puentes para sortear las acequias, nacía en la flamante morería, de la que hablaremos seguidamente, y llegaba hasta el río en la zona de las adoverías, actual Barrio de la Trinidad. En la actualidad, más de medio milenio después, se llama «Ronda de Santo Domingo».

Al igual que la de Crevillente, a la que dejó obsoleta, la nueva Puerta del Rabalete se construyó pegada a la sierra. Y adoptó el nombre de Callosa por quedar al inicio de dicho camino; hoy «camino viejo de Callosa».

El nuevo portal contaba con abrevadero público alimentado por una noria que tomaba el agua de la acequia de Almoradí.

En el año 1432 se hizo el abrevadero de la puerta del Rabalete, y porque tuviese continuamente agua fresca, consignó el consejo (Consell) un florín cada año para adovar la ñora de donde venía el agua, que se deshizo cuando mudaron la acequia de Almoradí, desde la muralla hasta el huerto de Vilanova.

Un responsable guardaba las llaves; lo cerraba por las noches y lo abría al amanecer.

1449 Bartolomé Menargues, a quien el Consell tenía encomendada la llave de la Puerta de Callosa con orden que no la abriese antes del sol salido…

La morería del Rabalete.

Panorámica de la zona en 1910.

La morería del arrabal de San Agustín, creada por Alfonso X en el siglo XIII, se extinguió durante la Guerra de los Pedros. Y la apetecible zona pasó a manos de vecinos cristianos.

Oriola pasó luego muchos años tratando de atraer a familias mudéjares; musulmanes peninsulares que seguían practicando su religión en la sociedad cristiana de la Edad Media antes de las conversiones forzosas del siglo XVI.

Inicialmente pensaron urbanizar un huerto cercano a la incipiente Corredera; pero se decidieron por otro terreno agrícola de más de seis tahullas que expropiaron al extremo del Rabalete.

Entre los años 1445 y 1449 construyeron allí diez casas y una mezquita.

Transcribo unos párrafos del padre Agustín Nieto Fernández en la obra «Orihuela en sus documentos IV. Musulmanes y Judíos en Orihuela (Siglos XIV-XVIII)».

La construcción de la morería. Hecha la apreciación del huerto y de las plantaciones, el Justicia y Jurados, con la fuerza del amplio poder concedido, encargan la construcción al maestro Ferrando de Jumilla, quien puso al momento manos a la obra.

De las cuentas presentadas por el obrero de muros, valles y castillo los jornales empiezan a pagarse el 15 de noviembre de 1446…

… En 1448 aún continuaba la obra, pues del 1 de septiembre de dicho año es el encargo dado al Justicia y Jurados para que la mezquita sea acabada y cubierta con el menor gasto que se pueda, y en fecha 18 de abril de 1449 hay nota de pago para la obra de la mezquita.

La flamante morería urbana quedó rodeada con una tapia y se prohibió la residencia a pobladores cristianos. A estas alturas estaréis pensando que los musulmanes estaban bien considerados entre la población oriolana.

Pues no; era una relación de pura necesidad promovida por el Consell. La huerta pedía brazos; la industria de la seda comenzaba a despuntar con masivas plantaciones de moreras; y ellos eran los más capacitados para estos menesteres.

Así lo resume Bellot en sus «Anales de Orihuela».

Y cuando ellos se la quitaron a los moros (la ciudad), les dejaron poblar en parte del rabal, que antes que se fundara el convento de San Agustín, se decía mayor, cuyas casas responden hoy de censo al Rey

(…) La morería primera se despobló, como estaba sujeta en tiempos de guerra a los primeros ímpetus del enemigo.

Pero viendo el Consell la falta que hacían, procuró que se poblase comprándoles solar y obrando casas donde hoy está el colegio, y aún se ve (escribe esto en el siglo XVII) el fundamento de la muralla en la calle, junto a la pared principal de dicho colegio.

Con la oferta de casa y mezquita llegaron algunas familias mudéjares; pero la morería nunca llegó a funcionar. Concentrada en la ciudad, la minoría musulmana era objeto de un control insoportable, con frecuentes humillaciones y represalias populares.

Por poner un ejemplo: en 1450, recién terminada la mezquita, musulmanes y judíos quedaron obligados a arrodillarse al paso de cualquier procesión cristiana y al toque de campanas para la oración.

A eso había que añadir el permanente riesgo de asalto; como el que tuvo lugar cinco años después en la morería de Valencia.

Es evidente que la población musulmana vivía mejor dispersa en los señoríos rurales; donde muchas veces eran mayoría.

En poblaciones como Crevillente o Albatera podían mantener buena parte de sus costumbres sin ser molestados. El señor no se metía en sus vidas mientras trabajasen duro y pagasen más que los cristianos.

Inicialmente se instalaron algunos musulmanes de Elche y de Murcia, con gran disgusto de estas poblaciones que perdían jornaleros cualificados.

Pero el proyecto se fue pronto al garete. En enero de 1451 la nueva morería estaba despoblada y el Consell decidió vender las casas a pobladores cristianos.

En cuanto a la parcela, que se quedó con el nombre de morería, la utilizaron para fundar un convento que atrajese población a esta nueva zona del arrabal.

De nuevo transcribo a Agustín Nieto en «Orihuela en sus documentos IV».

El hecho cierto es que la morería debió quedar despoblada este mismo año de 1451, pues en la sesión del 22 de agosto el Consejo toma el acuerdo de que se pueda edificar un convento de frailes menores de la observancia en el arrabal de la Puerta de Elche, en el lugar donde estaba construida la morería, haciendo gracia de tanto terreno como necesiten.

Se la ofrecieron a los franciscanos de Cartagena, interesados en instalarse en Oriola; pero siguiendo sus normas de construcción, siempre alejados de la población, los franciscanos escogieron la ermita de Santa Ana del arrabal Roig; un sitio más apartado y solitario en las puertas de Murcia.

Rembrandt . Un fraile franciscano.1655.

El Consell respetó su decisión. Vendió las casas y el terreno de la «morería»; entregando a los franciscanos la mitad de los cuatro mil sueldos obtenidos en concepto de limosna para la fundación de su convento.

En la siguiente centuria fue otra orden la que se instaló en el solar rechazado por los franciscanos.

Los Predicadores de Santo Domingo.

Colegio de Santo Domingo en 1863. Colección Javier Sánchez Portas.

Los dominicos llegaron a comienzos del siglo XVI y se establecieron en una pequeña ermita bajo la advocación de la Virgen del Socorro y San José.

En la centuria anterior, lo habían hecho en la ermita de San Ginés; muy cerca de lo que hoy es Campoamor.

De ahí se trasladaron a un pobre convento bajo la advocación de San Pedro mártir, situado en la partida de Matet; cerca del palacio de Algorfa.

La tradición asocia su llegada a Orihuela con una epidemia de peste. Así lo contó Montesinos:

No hay duda que por aplacar la justa ira del Gran Dios enojado, hizo Orihuela continuas y repetidas rogativas; pero por más súplicas que enviaban los pobres afligidos al Recto Tribunal Divino, no se daba por entendido aquel amoroso Padre Celestial; por cuyo motivo el noble caballero oriolano D. Andrés Soler, Jurado que era a la sazón, se encaminó a pasos apresurados desde su casa, situada junto a la Puerta de Elche, muy fervoroso y devoto a una mediana Ermita, dedicada a María Santísima del Socorro, cercana al Portal de Crevillente, retirada hacia el vecino Monte, en el sitio que hoy se llama y es la Pedrera del Colegio, al fin de la Calle de arriba…

El Jurado Soler imploró socorro a la Virgen portadora de dicho título y esta escuchó sus humildes súplicas. Y le dio un mensaje para el Consell.

Te digo que hagas saber al Ayuntamiento de esta ciudad que en el instante que proporcione medios para la entrada de los hijos fervorosos de mi capellán Domingo en esta Ciudad, cuyos religiosos se hallan moradores (como no lo ignoras) en el mediano Convento de San Pedro Mártir de Matet, en la Heredad de Algorfa, a fin de que fervorosos prediquen la importante devoción de mi Santo Rosario, cesará la peste.

Montesinos no tiene en cuenta que los ayuntamientos son una institución del siglo XVIII. Soler, miembro del Consell, comunicó el recado de la Virgen al Justicia y al resto de los Jurados; y estos autorizaron la fundación el 7 de septiembre de 1510.

Y habiendo entrado en Orihuela por la Puerta de Almoradí, que está al fin de la Corredera, cantando el Santo Rosario, cesó la peste; y una sonora campana llamada desde entonces del Rosario, que está en la torre de la Catedral, se estuvo tocando por sí sola con admiración de todos, por espacio de cuatro horas, que duró el piadoso acto de la solemnísima procesión. Después fueron y tomaron la posesión de dicha ermita y fundaron el Convento donde está el primer magnífico claustro del Colegio…

Grabado de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden, y los papas dominicos. Matías de Irala Yuso. 1747. Biblioteca Nacional de España.

Leyendas aparte, lo cierto es que la ciudad quería un convento para revitalizar la zona. Y fueron los dominicos porque los franciscanos habían rechazado anteriormente la oferta.

Los predicadores ocuparon provisionalmente la ermita, situada donde hoy está la iglesia.

Y dos años después, con ayuda del Consell, adquirieron el terreno anexo, con patios, huertos, morerales, tierras y palomar, llamado vulgarmente «la morería» por el motivo anteriormente explicado.

La primitiva iglesia fue consagrada en 1527 y junto a ella se edificó un modesto convento. Javier Sánchez Portas detalla muy bien esta primera compra de terreno y como, en menos de setenta años, se hicieron con más de dos docenas de casas, huertos y solares cercanos.

En 1547, con un edificio de baja calidad constructiva y todavía en obras, entró en escena el adinerado obispo de Lérida.

A partir de 1553, bajo el mecenazgo de don Fernando de Loazes, en el solar del convento de Nuestra Señora del Socorro se comenzó a levantar el edificio renacentista más importante de la Comunidad Valenciana; utilizando palabras de Pascual Madoz, una «montaña enorme de piedra sillería».

Nuestra Señora del Socorro y D. Fernando de Loazes según Josef Montesinos.

El heredero y verdadero ejecutor de los planes del arzobispo fue su hijo Fray Juan de Loazes, nombrado rector perpetuo del Colegio. La nueva obra se principió por la iglesia, cuya capilla mayor se conserva en la actualidad.

Esta fue una de las condiciones del legado de Loazes, pues en ella quería su futuro mausoleo, su monumento funerario. 

Es por ello que sabemos que la ermita primitiva coincide con la parte trasera de la Iglesia actual. Una mala ubicación sobre una corriente de aguas pluviales que desciende de la sierra y de la que se arrepintieron muchas veces.

La siguiente nota pertenece a la «Historia de la Provincia de Aragón de la Orden de Predicadores», publicada en 1599.

Dieron principio a la fábrica y fueron en ella tan desgraciados que derribándose hubieron de hacer la iglesia tres veces y el claustro dos y aún eso no perfecto, sino que hoy está por acabar.

Durante la siguiente centuria siguieron luchando por mantenerla en pie a base de apuntalamientos y reparaciones; hasta que decidieron reedificarla completamente; pero ni así.

Los problemas continuaron y las bóvedas de piedra se cambiaron por ladrillos para aligerar peso, manteniéndose las obras hasta mediados del XVIII. Toda una odisea constructiva cuyo resultado es la Iglesia de Santo Domingo.

En cuanto al sepulcro encomendado en la fundación, ni lo vio Loazes ni su hijo, a pesar de que llegó a octogenario. Los huesos del patriarca tuvieron que esperar siglo y medio para descansar en un espectacular monumento funerario desaparecido en la Guerra Civil. 

«En el año 1726 se trasladaron sus restos al Colegio y se depositaron en un Mausoleo de mármol de 6 ½ palmos de altura que está colocado en la Iglesia, a la izquierda del Presbiterio, sobre el cual está su efigie también de mármol, con sus insignias Episcopales y Patriarcales, con un hermoso epitafio dividido en dos inscripciones a la derecha e izquierda». Apuntes de Justo García Soriano. Fotografía: Colección Javier Sánchez Portas.

Todo la interesante historia de los Loazes y el complicado proceso constructivo del edificio están perfectamente detallados por Javier Sánchez Portas en su imprescindible obra «El Patriarca Loazes y el Colegio Santo Domingo de Orihuela» que recomiendo especialmente.

Enlace descarga gratuita. Repositorio Universidad de Alicante. 

Pinchando sobre la fotografía os la podéis descargar con plena seguridad y completamente gratis en el repositorio de la Universidad de Alicante.

La gran inversión económica de Loazes cambió radicalmente la fisonomía de la zona.

Para la construcción de su faraónico edificio se expropiaron casas, se ocupó el camino de Crevillente y se desplazó y reedificó la Puerta de Callosa en 1558.

Colegio de Santo Domingo de Orihuela. 

Diez años después el Consell cedió oficialmente a los dominicos todo el espacio entre el edificio y la sierra.

Tenemos una nota de 1568 transcrita por Pepe Ojeda. Viene a decir que el Consell incorporaba al Colegio el trozo de carril desde la nueva Puerta de Callosa hasta la peña; y que no lo hacía sólo para embellecimiento y adorno de la ciudad; sino también para evitar molestias a frailes, estudiantes y colegiales.

La tradicional entrada a la ciudad quedó cerrada. Sólo para casos de inundación o de otra necesidad apremiante, los predicadores estaban obligados a devolver la servidumbre de paso; abriendo sus puertas de la calle de Arriba y de San Antón.

Final de la Calle de Arriba. Puerta trasera de acceso al Colegio de Santo Domingo.

Cuando la ciudad les donó la ermita y el huerto no podían imaginar el tamaño que alcanzaría la construcción dominica.

Santo Domingo en «La Ilustración Española y Americana». 1874.

Bloqueado el crecimiento del Rabalete, al otro lado comenzó a formarse el arrabal de la «Font Cuberta», en «la lladera de la serra de Oriolet».

Exterior del edificio del Colegio Santo Domingo y camino.

Los pobladores del camino de entrada a Orihuela no tomarían conciencia de barrio hasta la construcción de la ermita del «glorioso senct Antoni Abad».

En esta misma web disponéis de un artículo monográfico sobre el barrio de San Antón; separado del Rabalete por el Colegio de Santo Domingo. Para acceder a él pinchad el siguiente enlace.

Enlace a artículo sobre San Antón.

La Nueva Puerta de Callosa.

La puerta de Callosa en la actualidad. Baltasar Gómez Berná.

Aunque fue ensanchado inicialmente, aquel portal cercano a la ermita del Socorro que pegado a la sierra daba acceso a la calle de los Olmos o calle de Arriba, se había convertido en un obstáculo para encajar el inmenso edificio proyectado por Loazes. Por lo que, a mediados del siglo XVI, se obró una puerta de nueva planta sin escatimar gastos.

Fabricada en 1558 con inspiración renacentista acorde con el Colegio de Predicadores a la que está unida, la Puerta de Callosa presenta un ángel espada en mano, entre dos leones y el escudo «cuatribarrado» entre dos orioles. Así lo reflejó Montesinos:

El (portal) de Sto. Domingo es magnífico, se fundó en el año de 1558; como lo declara esta inscripción.

Grabados de la Puerta de Callosa según Montesinos.

Gisbert lo llama «portal de Santo Domingo o de Valencia».

Al final (de la calle del Colegio) existe el portal denominado de Santo Domingo o de Valencia desde que fue construido en 1558. Consta de un soberbio arco de piedra jabalina de extraordinaria elevación sobre el cual descuella una gigantesca estatua del Arcangel S. Miguel, espada en mano, como defendiendo la ciudad, un Oriol a cada lado con el lema HERODVI DOMVS DUX EST EORUM; y mas bajo esta inscripción valenciana:

EN LO ANI DE NOSTRA REDEMCIO MDLVIII SE ACABA AQEST PORTAL SENT IVRATS LOS MOLT MAGNIFICHS SENORS MELCHIOR GROADELLAS, IVAN FERNANDES DE TVESTA, FRANCES ALMODOVER, ANDRE MANRESA, IVAN MIRO.

Se puede traducir como: En el año de nuestra redención de 1558 se acaba este portal siendo Jurados los muy magníficos señores Melchor Groadellas, Joan Fernández de Tuesta, Francés Almodovar, Andreu Manresa, Joan Miró.

En su «Orihuela Imaginada», Ojeda Nieto nos informa de los profesionales que tomaron parte en su construcción.

Las condiciones, o capítulos, de las obras fueron meticulosas. Todo quedó perfectamente definido, desde los elementos decorativos (ángel, escudos) hasta precisiones estructurales como la inclinación de la vertiente del agua para proteger las puertas y la decoración.

Las fuentes, en este caso, son explícitas. Sabemos que Diego Flores «ymaginario», proyectó la decoración, que el pintor Aledo dibujó las letras y que Antonio Gisbert terminó la obra de arquitectura, mientras las puertas de madera las hizo el carpintero Trujillo. Trabajaron en ella los maestros Antón Perales , Gomara…, mientras Juan Ros se encargaba de acarrear la piedra necesaria.

Por su cara exterior, la nueva y espectacular puerta de Callosa se completaba con un ensanche habilitado entre acequias y arrobas; una «bona plaça» que lucía su respectiva cruz de término certificando la cristiandad de sus habitantes. A finales del siglo XVI dicha cruz estaba algo deteriorada para la magnificencia de la nueva puerta.

En la misma obra antes citada, Ojeda Nieto transcribe un documento titulado «Modificación urbana: cruz y plaza frente al portal de Callosa».

Este acuerdo municipal, adoptado en mayo de 1596 para «rreputaçio de dita ciutat», nos informa del traslado de la vieja cruz a la Puerta de Almoradí y su sustitución por otra «acondicionada e ab molt bon fonament».

La nueva puerta de Callosa quedó unida al colegio; y ese es probablemente el motivo de que siga en pie.

¿Recordáis lo que pasó con los de San Juan y la Corredera? Pues se propuso también derruir el arco de Santo Domingo.

Pero el colegio estaba declarado monumento artístico y, al estar anexo al edificio, lo consideraron parte integrante del mismo; por eso se salvó.

Sesión del 20 de agosto de 1931: A propuesta del Sr. Cubí se acuerda por unanimidad dar el nombre de Pérez Galdós a la calle del Obispo Rocamora, indicando el propio señor la conveniencia de derruir el arco de la calle del Colegio, acerca de lo cual no recae acuerdo por estimar la presidencia que antes hay que averiguar si se considera parte integrante del Colegio Santo Domingo, declarado recientemente monumento artístico, en cuyo caso debía recibir autorización de la superioridad.

La construcción del ansiado convento, lejos de impulsar su crecimiento como ocurrió en otros barrios de la ciudad, fue un factor de aislamiento para los vecinos de la calle de arriba; que hasta entonces, gozaban al menos de buena comunicación como camino de entrada y salida de la ciudad.

El Ravalete sobre un plano de 1927.

El tráfico se desvió a una nueva vía: La calle del Socorro o del Colegio, de la que hablaremos seguidamente.

Además de los nombres citados, a finales del siglo XIX comenzaron a llamar a la puerta «de la Olma», por un olmo muy corpulento y frondoso que se puede apreciar en la siguiente imagen.

Las dos caras de la Puerta de Callosa o de la Olma. Orihuela.

El diario de Orihuela. 1 de abril 1887: Nuestro querido amigo el conocido comerciante Sr. D. Abelardo Teruel tiene a su hijo mayor con una afección a la vista por efecto de un lamentable accidente.

Parece ser que al pasar en uno de los anteriores días dicho niño con su familia por la puerta de la Olma, le saltó al ojo izquierdo una chispa de hierro hecho ascua, del yunque de un herrero que vive junto a dicha puerta y que trabaja en la calle.

Puerta de Callosa o de la Olma. Con la herrería a la izquierda.

El independiente. 8 de agosto 1892: Por los guardias del fielato de consumos de la Olma se decomisó el sábado una corambre de aceite que venía en un capazo cubierto de ropa lavada.

No le valió su astucia a la que trataba de burlar la vigilancia de los guardias introduciendo el matute.

Fielato de la Olma, con y sin caseta de consumos. Ministerio de Cultura y Colección Sánchez Portas.

La calle del Colegio.

Fotografía Ajomalba.

La calle del Colegio es una de las más modernas (del arrabal de San Juan), no obstante lo cual, sostiene Montesinos que los moros la llamaron Brain; su primitivo nombre fue de Elche y en una escritura de venta de 17 de enero de 1746 se denominó de la Arboleda, lo que indica su origen.  

Fantasías de Montesinos aparte, los títulos que cita Gisbert en su «Historia de Orihuela», ofrecen algunas pistas sobre su origen; pero son nombres que no he podido comprobar.

Carrer del Colegi. Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVII.

La que hoy conocemos como calle de Adolfo Clavarana nació del sendero arbolado que se formó en los márgenes de la acequia de Almoradí, partiendo del Vallet.

Un camino natural que llamaban de Elche, donde los colonos se fueron asentando y que adquirió importancia al colocar dos puertas en sus extremos: La que llamaron Nueva a finales del siglo XV y la de Callosa en el XVI.

Fue calle del Socorro en el siglo XVI, titulación lógica por ser la que llevaba a la ermita y luego al convento de Nuestra Señora del Socorro.

AMO. Padrones 1636-1660.

En un padrón de la primera mitad del siglo XVII figura con nombre y apellidos: «Carrer del Colegi ad ses traveses desde el colegi a la Porta Nova». O sea: «Calle del Colegio y sus traviesas desde el Colegio a la Puerta Nueva». Resumido luego a Carrer del Colegi; o del Colegio a partir del XVIII.

AMO. Padrones siglos XVII y XVIII.

Su titulación actual se debe a Adolfo Clavarana Garriga, famoso abogado, periodista y escritor que nació en Orihuela el 9 de Septiembre de 1844.

El llamado «apóstol de la prensa católica» alcanzó gran fama a escala nacional.

Clavarana falleció en 1905. Nueve años después, en febrero de 1914, el concejal García Mercader pidió «reparar una injusticia cometida con un oriolano ilustre que tantos días de gloria había dado a su patria chica», cuyo nombre solicitó para la calle del Colegio. Las placas se colocaron dos meses después.

El caso de esta calle durante la II República es único. El concejal Sánchez Moya solicitó varias veces el nombre de Francisco Ferrer Guardia para la calle de Adolfo Clavarana; pero sus propuestas pasaban a la Comisión de Ornato sin resultado. Consiguió salirse con la suya y el cambio quedó acordado.

Pero la familia del señor Clavarana logró convencerle de que debía respetar el nombre de tan ilustre hijo de Orihuela; y el acuerdo quedó revocado en la siguiente sesión.

El nombre de Ferrer Guardia se lo pasaron a la calle de Santa Lucía y la de Clavarana no fue retitulada. 

No me extiendo más con el señor Clavarana. Podéis acceder a su biografía completa pinchando en la siguiente imagen.

Enlace a biografía pinchando sobre la imagen.

El nombre que mantuvo durante siglos y el que ha quedado fijado en la memoria de los oriolanos es Calle del Colegio, la que llevaba al Colegio de Predicadores y luego al Colegio de Santo Domingo.

El independiente mayo de 1892: El último tercio de la calle del Colegio, es verdaderamente desdichado. Hace un par de meses, se extendió en el piso, ignoramos por orden de quien, una capa de arena, que dejó la calle intransitable para las personas.

Como si fuese esto poco se esparcieron, acá y acullá sendos pedruscos que dificultaban el tránsito de los carruajes. Ahora se ha echado una calzada, no de grava que era lo lógico, sino de piedras del tamaño de melones chicos (dos meses después).

Como parte del Camino Real de Valencia a Murcia soportaba gran cantidad de tráfico rodado que obligaba a extremar su conservación.

Aconsejamos al que se quiera suicidar se dé unos paseitos por el final de la calle del Colegio. ¡Y cuidado que lo están arreglando hace un trimestre! Pero ¡que si quieres!

Aquello resulta el desarreglo más arreglado que darse puede. No parece si no que los peones camineros no tienen por ahí nada que hacer y que se entretienen allí jugando y echando a perder en un día lo compuesto en dos.

La calle, en su primer tramo, fue adoquinada en 1902 con un presupuesto de 5.390 pesetas.

El Labrador. 28 de abril 1902: Vaya un badén chiquirritito y cuco que nos han hecho en la calle del Colegio los señores de los adoquines. Qué suavidad de declives.

Los herreros están de enhorabuena, vehículo que pase por el microscópico badén se parte por el eje, de seguro, y que no sea más que eso.

El sábado por la noche celebraron los vecinos de la calle del Colegio, con música, la terminación del adoquinado en el primer trozo de dicha calle. Para cuando esté terminado por completo, oímos decir proyectan una gran fiesta.

Dos años después volvían las reclamaciones por los numerosos baches.

La Comarca. 23 de abril 1904: A consecuencia de las últimas lluvias, se encuentran algunas de nuestras calles en pésimo estado. Por ejemplo, la calle del Colegio.

En ella hay baches para dar y vender; y esto no es corriente ni les viene muy bien a los pobres carreteros; pues según nos manifiestan personas que nos inspiran gran confianza, quedaron dos carros atascados ayer y muy cerca de dar un vuelco y tener que lamentar alguna desgracia.

En 1921 se solicitó a la Dirección General de Obras Públicas, una concesión económica para terminar de adoquinar la calle del Colegio en su último tramo y reparar el existente.

Al igual que su vecina, la calle de Arriba, la del Colegio trató de consolidar una fiesta a finales del siglo XIX.

El independiente. 15 de abril 1893: Los vecinos de la calle del Colegio dedican a San José, un solemne triduo en la iglesia de Santo Domingo. El triduo comenzó ayer y terminará mañana.

Con tal motivo se preparan en la referida calle los siguientes festejos:

Esta noche de nueve a once un punto de música; por la tarde cucañas. Mañana domingo: de diez y media a doce de la mañana música, por la tarde vacas, y por la noche disparo de un bonito árbol de fuegos artificiales.

Mañana al anochecer, saldrá de la referida iglesia la imagen de San José que será conducida procesionalmente por las calles de la ciudad.

El Thader. 23 de septiembre 1895: Esta noche celebrarán los vecinos de la calle del Colegio una gran fiesta en la que habrá música, dulzaina, cohetes, cuerda, aeróstatos y demás diversiones propias de esta clase de esparcimientos. Reina mucha animación y esperamos ver muy concurrida esta calle tan olvidada por las noches.

La Independencia. 24 de septiembre 1895: Anoche hubo una solemne y divertida fiesta en la calle del Colegio. Acudió numerosísima concurrencia.

Hubo gran cabalgata. Dos vehículos, vistosamente engalanados con multitud de caprichosas flores, eran arrastrados por dos hermosos borricos. Varios vecinos de la calle del colegio que iban montados en los vehículos arrojaban a los balcones, preciosos y elegantes «bouquets» de alfalfa.

Para finalizar tan divertida fiesta, se dispararon dos bonitas cuerdas de fuegos artificiales. Todos cuantos asistieron anoche a la fiesta, ahorraron risa y diversión para lo que queda de mes, sino la despilfarran.

Damos nuestra enhorabuena al iniciador de la fiesta Antonino el Zapatero y demás vecinos que contribuyeron con su óbolo a que los curiosos, que fueron muchos, disfrutasen un buen rato. Qué se repita.

Calle del Colegio desde Ruiz Capdepón. Archivo Zerón Huguet.

La Bella Nereida. 1 de octubre 1904: En la calle del Colegio preparan los vecinos grandes fiestas para conmemorar espléndidamente el quincuagésimo aniversario de la declaración dogmática del misterio de la Inmaculada Virgen María, patrona de dicha calle.

Esta calle, tradicional donde las haya, conservaba hasta hace muy poco una hermosa estructura y varios edificios de interés. De ellos apenas queda un palacio; y una portada que fue trasladada al Museo San Juan de Dios.

Casa de Capdepón desde la calle del Colegio.

La increíble falta de protección de esta zona, no incluida en el casco histórico, ha convertido el trayecto a uno de nuestros más emblemáticos monumentos y al llamado «rincón hernandiano» en un indigno caos urbanístico lleno de casas vacías en amenazante ruina; solares abandonados y alguna vivienda de nueva planta.

Una dejadez imperdonable que ya no tiene remedio.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Callejeando 32. ASJ 6. El Ravalete. Arriba.

Lo Raval de Señor Sant Joan. Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVI.

Como ya conté en el primer capítulo dedicado al arrabal llamado de San Juan, éste es fruto de la fusión de dos arrabales más pequeños: el de la Puerta de Elche o Moderno; y el de la Puerta de Crevillente o Ravalete.

Así lo resumió Pedro Bellot en sus «Anales de Orihuela».

En la Puerta de Crevillente se pobló un rabalete muy pequeño, el cual abriéndose después la puerta Nueva, ha crecido tanto que ha incorporado en sí el rabal de la puerta de Elche y dado su nombre, aunque en los autos se intitula rabal de San Juan, por ser la iglesia más antigua de él.

En esta entrega y en la siguiente hablaremos del Ravalete original; el histórico barrio situado al noroeste de la ciudad que ocupaba el espacio entre la sierra y la acequia de Almoradí.

Idealización del Arrabal de San Juan sobre un boceto de Ojeda Nieto. © Pepe Sarabia. Leyendas: Ajomalba.

Comentada ya la Carretería (calle de Ruiz Capdepón), nos centramos en el terreno que se corresponde en la actualidad con las calles de Miguel Hernández (calle de Arriba) y Adolfo Clavarana (Calle del Colegio).

El Ravalet o Rabalete.

Ravalet. Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVII.

Formado en época islámica con los primeros asentamientos extramuros, su nacimiento está asociado a la apertura de la puerta de Crevillente.

Como ocurrió en todos los arrabales, se fue poblando inicialmente con habitantes excluidos por motivos religiosos, económicos o con oficios molestos que no tenían cabida dentro de las murallas.

El Ravalete sobre un plano de 1927.

En sus inicios la extensión era variable; en momentos de crisis (especialmente en los conflictos bélicos), podía quedar arrasado y despoblado; pero cuando las condiciones mejoraban se extendía de nuevo como prolongación natural de la ciudad, siguiendo el trazado del camino de Crevillente y la «Font Cuberta» (actualmente San Antón).

La Puerta de Crevillente

Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVIII

La primera información sobre esta puerta nos la brinda un testigo presencial; el canónigo José Alenda (1584-1642), autor del manuscrito «Grandeza y antigüedades de la Ciudad de Origüela y su fundación». A principios del siglo XVII la describe como un arco morisco en mal estado, decorado con letras en árabe.

Del albacar se continúan sus muros por una parte y por otra en lo enriscado de dicha peña y por la parte de Levante bajan hasta la puerta de Crevillente, la cual es de un arco morisco con unas letras arábigas, porque la debieron abrir o mejorar los moros y tiene muy buenas y fuertes torres.

Desaparecida en el siglo XVIII, Montesinos habla de ella en su «Compendio Histórico Geográfico Oriolano» citando a Martínez Paterna.

A través de él menciona a un supuesto moro de Argel que tradujo las letras árabes mencionadas, identificando a un imaginario «rey moro de Murcia» como fabricante de la Puerta de Crevillente.

Tenía (Orihuela) dos portales, los más principales entre otros; el uno que llamaban la Puerta de Crevillente, con dos torres que la guardaban a los dos lados, y se dice que este portal lo fabricó el Rey Moro de Murcia, llamado Abrahan Alascandari, según lo expresaban ciertas letras arábigas que se hallaban en el mismo portal, que interpretadas por un moro de Argel (como dice el Doctor Martínez Paterna, libro 1 folio 82) explicó que significaban o decían: Este portal mandó fabricar el Rey Moro de Murcia, llamado Abrahan Alascandari, después que ganó la victoria al Rey Moro de Valencia…

En el siguiente vídeo os podéis dar una idea de lo que pudo ser.

Visión idealizada de la Puerta de Crevillente. Mi agradecimiento a José Antonio Ruiz Peñalver.

La última torre del complejo defensivo que guardaba el acceso a la ciudad por el camino de Crevillente, fue demolida en 1891; cuando los vecinos de la Calle Arriba, la Carretería y el Barrio Nuevo se quejaron al Ayuntamiento por el estado del antiquísimo torreón de sillería enclavado en la falda de la sierra.

Completamente arruinado, se había convertido en un peligro constante para personas y edificios.

El Diario de Orihuela. 8 de junio 1891: Los vecinos de la calle de Arriba han elevado una exposición al Excmo. Ayuntamiento pidiendo la demolición de un torreón, restos de los antiguos fuertes morunos que enclavado en el monte en la ladera, que da a dicha calle, amenaza desplomarse sobre la misma. Parece que si su conservación es obra de poco dinero, la corporación municipal optará por repararlo conservando así una obra morisca, testigo valiosísimo de nuestras antiguas glorias.

En realidad, el Consell se había desentendido del torreón mucho antes, en el siglo XVI, cuando cedió su uso a cambio de la reparación y mantenimiento.

Lo certifica una nota municipal de 1536, transcrita por Ojeda Nieto en su «Orihuela imaginada».

La dita ciutat (tiene) una torre a la Porta de Crevyllent… molt derruyda—y como puede hacer gran daño— a les cases que estan junt a la dita torre,—permiten a Bartolomé Jiménez—adovar e reparar la dita torre de tal forma que aquella no se cayga ni faga dany a les cases.

Tras confirmar el riesgo inminente que corrían los transeúntes y las casas cercanas, el arquitecto municipal, Francisco Sánchez, optó por la opción más económica. La definitiva demolición quedó aprobada el 11 de junio de 1891.

Restos del complejo defensivo junto a la antigua Puerta de Crevillente en la actualidad.

La calle de Arriba.

«Carrer damunt desde la porta de Crevillent». AMO. 1636-1660.

Poco aporta Gisbert en su «Historia de Orihuela» sobre esta calle; fantasías de Montesinos que él mismo descalifica y una fecha de construcción del arco y la capilla.

La calle de Arriba, que si hoy nada tiene de principal, lo tuvo en la antigüedad como base del Ravalete, se llamó Resvala por los godos y Barayzi por los árabes, en boca de Montesinos, que no tuvo por lo visto en cuenta que su edificación fue posterior a la dominación de aquellos; su arco final, con la capilla que sobre el mismo existe, fue levantado en 1598 (posteriormente, al hablar de la capilla dice 1698).

La primera titulación con base documental la aporta Ojeda Nieto en el siglo XVI: calle de Los Olmos; topónimo que nos da una idea de su fisonomía original: un sendero arbolado como inicio del camino de Crevillente.

La titulación d´amunt o de arriba es del siglo XVII; y sólo tiene sentido tras la apertura de la calle del Colegio.

Carrer Damunt. Archivo Municipal de Orihuela. Siglo XVII.

Destinada a ostentar el nombre del oriolano más internacional — el «pastor que hace versos», como dijo José María Ballesteros en 1930, la calle de Arriba conservó su titulación tradicional hasta bien entrado el siglo XX.

Voluntad. 15 de junio 1930: He aquí, lectores, que, en la provincia de Alicante, en Orihuela y en una de sus calles más típicas, la calle de Arriba, vive un pastor que hace versos: Miguel Hernández.

El pastor poeta oriolano, es un pastor de cabras; nació pastor, continúa siendo pastor y morirá tal vez pasturando su rebaño.

Su oficio, su vida, es conducir las cabras durante el día por esta huerta oriolana tan bella, que embelesa e inspira; y al llegar la noche, repartir la leche de casa en casa, pensando siempre en los versos que compuso al correr las horas en que el sol estaba alto, sentado en plena huerta a la sombra de un naranjo…

Fotografía Ajomalba.

Fue entonces cuando tuvo algunos cambios más o menos provisionales.

Proclamada la II República mantuvo el título de Arriba hasta la llegada del bienio conservador; y la variación resultó, cuanto menos, chocante.

Mientras en toda España sustituían nombres religiosos por políticos, la calle de Arriba recibía el de un sacerdote oriolano del siglo XIX: el Abad Penalva.

Francisco Penalva Urios nació en la calle de Arriba de Orihuela el 19 de diciembre de 1812; en una de las casas contiguas al Colegio de Predicadores de Santo Domingo donde realizó sus primeros estudios. Hijo de Francisco Penalva Riera y de Josefa Urios Torá, fue bautizado al día siguiente con los nombres de Francisco, Vicente, José y Ramón.

Retrato y discurso del «Abad Penalva».

Ingresó en la orden de Predicadores, en el convento de Santo Domingo de Murcia, donde realizó el noviciado y los estudios de Filosofía y Teología.

Con la desamortización de 1835 fue exclaustrado del convento dominico y regresó a Orihuela; donde ejerció el sacerdocio y la enseñanza entre los años 1836 y 1847.

Luego se trasladó a Alicante para desempeñar la cátedra de Religión y Moral en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza.

En 1853 lo nombraron canónigo; y dos años después, abad de la colegial de San Nicolás; cargo que ocupó hasta su fallecimiento. En Alicante desarrolló una brillante carrera eclesiástica en la que destacó por su faceta de orador.

Cimentó fama de santo gracias a la entrega demostrada durante las epidemias de cólera (1854), y de fiebre amarilla (1870).

También en el bombardeo de Alicante (1873); organizando un hospital provisional en el convento de las Agustinas que salvó muchas vidas.

El 13 de diciembre de 1879 todas las campanas de la capital tañeron a muerto por el abad Penalva; y durante años la prensa alicantina solicitó del Ayuntamiento una calle para él.

El alicantino, diario católico. 16 de diciembre 1890: La idea de solicitar del Excmo. Ayuntamiento que se ponga a una de las calles de esta ciudad el nombre del virtuoso y sabio Abad D. Francisco Penalva, catedrático que fue de este Instituto, ha merecido buena acogida por parte de nuestros colegas locales; algunas personas que apoyan el pensamiento han indicado como muy conveniente para perpetuar la memoria del virtuoso Abad Penalva la calle del Bale (sic), donde vivió muchos años.

El alicantino, diario católico. 10 de noviembre 1894: Rogamos al cabildo no eche en olvido la recomendación que hicimos ha tiempo para que se dedicase una calle al virtuoso Abad Penalva, nuestro preclaro comprovinciano, cuya memoria tan grata es al pueblo de Alicante.

En marzo de 1900, el Consistorio alicantino acordó por fin rotular con el nombre de Abad Penalva la plaza que quedase tras el derribo de algunas casas frente a la fachada de San Nicolás, la que había sido su iglesia.

Semanario católico. 31 de marzo 1900: Según noticias que tenemos por fidedignas, la plaza que resultará delante de la fachada de San Nicolás, cuando se lleve a efecto el derribo de algunas casas, se llamará plaza del Abad Penalva.

Plácemes merecería el Ayuntamiento que tal hiciere, pues todo nos parece poco para honrar la imperecedera memoria del dignísimo y virtuoso Abad D. Francisco Penalva, honra de la sana filosofía y perfecto modelo de cristianas virtudes.

Tres décadas después, otro famoso oriolano afincado en la capital, propuso dedicarle también una calle en Orihuela. Se llamaba Juan Sansano (el poeta del Teatro Circo). Desde su periódico alicantino, «El Día», emprendió campaña.

El Día. 19 de febrero 1935: Todavía la ciudad orcelitana no ha honrado a su preclaro hijo como merece en sus virtudes excelsas y su extraordinario talento.

Pero no se ha de tardar mucho en que, por lo menos, acuerde el ayuntamiento rotular con el nombre del Abad Penalva la calle en que nació el santo varón, vía amplia y hermosa de uno de los barrios típicos, que hoy se llama vulgarmente «de Arriba», porque se halla en la parte más alta de la barriada de San Juan.

El 7 de marzo de 1935, el consistorio conservador le dio el nombre de Abad Penalva a la calle de Arriba; titulación que apenas le duró un año; lo que tardó en vencer las elecciones el Frente Popular.

Sesión del 7 de Marzo de 1935: A propuesta de la alcaldía, formulada en moción a la que se da lectura, se acuerda por unanimidad, dar el nombre del Abad Penalva a la calle de Arriba, en la que nació en 19 de febrero de 1812 el ilustre hijo de esta ciudad.

Entendiendo el Sr. Bellido que el acuerdo es prueba inequívoca de que el actual ayuntamiento, estando integrado por radicales, hace justicia honrando la memoria de los hijos de Orihuela que lo merecen, cualquiera que fuese su ideología.

Sesión del 9 de abril de 1936: Con motivo de la aprobación del programa de festejos para el próximo día 14, aniversario del advenimiento de la República, que queda acordado por unanimidad, se acuerda en igual forma y, a propuesta del Sr. Sánchez Mora, variar la rotulación de las siguientes calles:  la de Arriba hoy Abad Penalva, por la de la Libertad…

Y así fue que poco antes de iniciarse la Guerra Civil la titularon como Calle de la Libertad, nombre que mantuvo durante tres años, hasta abril de 1939, cuando los vencedores le devolvieron el título de Abad Penalva.

Calle y casa de Miguel Hernández. Fotografía Juan Manuel Muñoz López.

Treinta años después, en la sesión municipal del 12 de marzo de 1969 bajo la alcaldía de Manuel Monzón Meseguer, recibió el nombre de «Poeta Miguel Hernández», pasando el del abad a una modesta calle del Barrio de las Angustias.

Mediterráneo, prensa y radio del Movimiento. 14 de marzo 1969: Calles al poeta Hernández y al falangista Llor en Orihuela. El Ayuntamiento de esta ciudad, en sesión plenaria, tomó el acuerdo de dar el nombre de Miguel Hernández a la calle en que nació y vivió este poeta oriolano, atendiendo así a la petición formulada por escritores, periodistas y poetas de diversas provincias españolas.

En la misma sesión se le dio a otra calle el nombre del Falangista Francisco Llor, mártir oriolano que fue fusilado en Alicante a los 17 años de edad, en el año 1936, por negarse a delatar a sus camaradas.

Para contentar al sector duro del régimen y equilibrar la cosa; en aquel polémico acuerdo municipal incluyeron a un «mártir» falangista; pero no fue suficiente. Muchos oriolanos preferían homenajear a otro Hernández; a Ramón Barber Hernández, vecino de la calle «vilmente asesinado por las hordas marxistas».

Don Ramón era beneficiado de la Catedral, dirigente de los Sindicatos Ca­tólicos y articulista del diario «El Pueblo de Orihuela». Murió fusilado en Alicante en virtud de una sentencia del Tribunal Popular.

El nombre de Miguel Hernández quedó silenciado al colocar dos preciosas lápidas en las que simplemente se leía «calle del poeta»; y para colmo, una de ellas fue robada.

Instaurada la Democracia, la calle de Arriba recibió el nombre completo de Miguel Hernández, como otras muchas en toda España.

Fotografía Ajomalba.

Y su vivienda se convirtió en casa-museo.

Casa y calle de Miguel Hernández el 15 de marzo de 1985. Archivo Daniel Abellán Felices.

En cuanto a la lápida superviviente de los años setenta es la que veis en la siguiente imagen; luce hermosa en el antiguo callejón de la Cueva ascendido a «Calle del Poeta».

Fotografía Ajomalba.

Boletín de información municipal. Abril de 1976: el poeta debe ser devuelto a su pueblo y, por encima del tiempo y del espacio, también el pueblo debe ser devuelto a su poeta. Primero fue la dedicación de una calle, calle de Arriba, «al pie de la montaña de la Cruz de la Muela», calle de los más íntimos recuerdos.

Después, la creación de la Casa-Museo Miguel Hernández, cuyo expediente en trámite se centra en el hogar donde el poeta comparte su vida con el trabajo y con los sueños, con las penurias y los presentimientos. Y ahora, el Premio, prestigiado, enriquecido, dignificado con su nombre.

Más adelante — es fácil profetizar en este caso — vendrá la creación de un monumento a su memoria, el traslado de sus restos — si Josefina y Manuel Miguel acceden a ello — y el homenaje total y constante que su tierra le debe.

Miguel Hernández adolescente.

La calle olvidada.

Calle de Arriba. Casa del Poeta y puerta trasera de acceso al patio del colegio Santo Domingo.

Situada al extremo de la ciudad y bloqueada por la montaña de sillares de los dominicos, su aislamiento como espacio marginal fue parejo al crecimiento de la calle del Colegio.

En las últimas décadas del siglo XIX, el distanciamiento de la calle de Arriba con el resto de la ciudad se incrementó notablemente.

Nunca la tuvieron en cuenta en los proyectos de ordenación, ensanche o saneamiento; y poco a poco se fue descolgando de los avances sociales y urbanos.

El concepto de ciudad escaparate aplicado en la renovada zona comercial (Estación, Andenes, Calderón, Loazes, Hostales y Paseo) escondía una triste trastienda de barrios desfavorecidos como este.

Ya hemos hablado de la demolición de una torre junto a la puerta de Crevillente cuyas ruinas amenazaban a los vecinos del barrio. Leyendo la prensa local podemos comprobar lo poco que le importaban al Ayuntamiento los vecinos de la calle de Arriba.

El Diario de Orihuela. 6 de julio 1891: En el extremo de la calle Barrio Nuevo, lindante con la calle de Arriba, se ha formado con los escombros procedentes de la demolición de un antiguo torreón que se hallaba en mal estado, un montón de más de tres metros de altura que incomunica por completo ambas calles causando no pocas molestias a los vecinos que para pasar de una calle a otra han de dar un gran rodeo o aventurarse por aquella montaña de tierra movediza con peligro de su integridad personal.

Haciéndonos eco de las justas quejas del vecindario, esperamos que la comisión de policía dé inmediatamente las órdenes oportunas, para que aquellos escombros sean trasladados fuera de la ciudad y cesen las molestias de los vecinos y transeúntes.

El Diario de Orihuela. 7 de julio 1891: Recordarán nuestros lectores que en nuestro número de ayer denunciábamos el que una montaña de escombros incomunicaba la calle de Arriba con la de Barrio nuevo. ¿Habrán creído sin duda que fue escuchada la súplica que a la comisión de policía dirigimos en nombre de los vecinos de dicha calle?

Pues quien tal haya creído está en lo cierto: la mencionada montaña ha crecido un metro sobre el nivel que tenía el día anterior hasta el extremo que llega a los balcones de las casas contiguas.

La tradicional desconfianza hacia los pobres se transformó en miedo gracias a la prensa. Los oriolanos poco sabían de este barrio más allá de la crónica de sucesos: peleas cerca de las tabernas, prostitución, reyertas con armas blancas o de fuego, palizas a mujeres por parte de sus maridos… todo era relatado de forma morbosa y malsana.

El martes. 11 de junio 1885: En las tabernas, con el calor del vino y del juego resultan las disputas y los crímenes.

En las que existen en la calle de Arriba, no pasa hora del día sin que se encuentren en ellas reunidos todos los vagos y pendencieros que por aquí hay, dedicados única y exclusivamente al fomento de toda clase de vicios, y es necesario que se vigile con exceso, se prohíban esas tertulias y se mande cerrar aquellos establecimientos en cuanto anochezca quitando así toda ocasión de alterar la paz del vecindario.

Esta «mala prensa» deterioraba la posible actividad comercial de la zona. Sus condiciones sanitarias y la pésima imagen que proyectaban sus habitantes desaconsejaban la instalación de comercios o industrias.

El único negocio que he encontrado en la calle de Arriba fue el taller de carpintería y carrocerías de Ambrosio Leyva Andújar; que lo trasladó allí desde la Plaza de San Sebastián en 1927.

El pueblo. 7 de marzo de 1927: El taller de carrocerías, muebles, carpintería y modelaje de Ambrosio Leyva se ha trasladado a calle Arriba número 16, en donde encontrarán sus clientes el servicio.

Renacer. 7 de noviembre de 1929.

Rastreando la «Prensa Histórica» y excluyendo las noticias relacionadas con la fiesta anual; sólo encontramos enfermedad, vicio o delito. Os dejo una selección de sucesos recopilados entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX.

Diario de Orihuela. 21 de agosto 1886: Algunos vecinos de la calle de Arriba se nos han quejado del espectáculo que viene dando una taberna establecida en dicha calle.

Parece ser que por las tardes y por las noches se sacan a la puerta de dicho establecimiento de vinos varias mesas y en ellas y obstruyendo la vía pública se sirven meriendas a los parroquianos, los que antes de merendar se juegan el coste de la francachela en largas partidas de truque, salpimentadas con votos y blasfemias y palabras obscenas que llevan el escándalo a aquellos honrados vecinos.

Diario de Orihuela. 9 de septiembre 1886: Anoche fueron llevados a la cárcel tres individuos que promovieron una cuestión en la calle de Arriba y que al tratar de detenerlos se dieron a la fuga monte arriba arrojando una faca y otras armas que llevaban.

El Día. 6 de noviembre 1887: Una de estas noches de la finada semana se oía grande alboroto que salía de una casa de uno de los callejones que afluyen a la calle de Arriba, donde al parecer se anidan de vez en cuando algunas «palomas mensajeras»; y tomó tales proporciones el escándalo que oído por la pareja de municipales que prestaba servicio en el barrio, se vio obligada a entrar, viendo con asombro que había gran número de mozalbetes, los que registrados por la indicada pareja, los puso a continuación de patitas en la calle.

¿Por qué Sr. Alcalde si se quiere tolerar que haya «casas de dormir y reservadas» no se reglamentan debidamente…?

La Calle de Arriba / Miguel Hernández. José Antonio Ruiz Peñalver.

El Diario de Orihuela. 12 de marzo 1888: A las cinco de la tarde de ayer se promovió un escándalo mayúsculo en la calle de Arriba producido por algunos individuos que se dieron de palos.

El teniente alcalde Sr. Giménez que pasaba cerca del sitio de la ocurrencia se personó en dicha calle acompañado de la pareja de guardias municipales de servicio en el barrio de San Juan, ordenando la detención de los combatientes.

El orcelitano. 21 de abril 1889: A consecuencia de unas palabras que mediaron entre dos individuos, uno de aquellos salió de la casa acto continuo de la reyerta, en calzoncillos y desnudo de pie y pierna en dirección a la calle de arriba, y al llegar próximo al arco, se disparó un tiro de pistola el cual no le hirió, y dirigiéndose después por un callejón que da acceso a la calle del Colegio, casi a la terminación de aquél, disparó de nuevo el arma, penetrando el proyectil por la frente y dejándole cadáver en el acto. El infeliz suicida debió padecer seguramente algunos accesos de enajenación mental.

El Diario de Orihuela. 18 de noviembre 1889: En la tarde de ayer al salir de la taberna del nominado «Frascuelo», en la calle de Arriba, dos individuos se propinaron sendos garrotazos, haciendo necesaria la intervención de la pareja de servicio.

El independiente. 3 de marzo 1892: En la tarde de ayer fueron conducidos a la cárcel por la guardia municipal unos chiquillos que desde la montaña se entretenían en arrojar piedras a la calle de Arriba y final de la de Barrio Nuevo, a trueque de descalabrar a los transeúntes.

Si nuestras autoridades velasen más por la asistencia de los niños a las escuelas municipales obligándoles a ello, habría más Civilización en los chicos y no se repetirían con tanta frecuencia los ataques de los pequeños zulús a la tranquilidad de los transeúntes.

La iberia. 22 de julio 1907: Ayer tarde hubo una bronca fenomenal en la calle de Arriba en la que tomaron parte hombres, mujeres y niños, produciéndose un escándalo mayúsculo. Sin comentarios.

La iberia. 27 de septiembre 1907: El sangriento suceso de la calle de Santa Matilde. La crónica negra de esta población ha sido aumentada con una página más. Un hombre muerto y otro de huida, con el presidio como porvenir.

Dos familias desamparadas (…) Un sereno se apercibo de los preludios de la bronca en la taberna del Pelana, de la calle de Arriba. Oyó hablar fuerte dentro de la taberna a hora tan desusada y casi enseguida, salieron agresor y agredido hasta la calle de Santa Matilde donde se realizó el crimen.

(El fugitivo, José Lorente «Pelana», se entregó en Redován y regresó detenido en una tartana).

La Calle de Arriba / Miguel Hernández. Joaquín Marín.

Entre las actividades ilegales destacaba el matute, una especie de contrabando local por el que se introducían géneros sin pagar el correspondiente impuesto de consumos. Os cuento, como ejemplo, un caso detectado en septiembre de 1895 al ser descubierto el guardia que actuaba como cómplice.

A eso de las once de la mañana, un carro pidió tránsito en el fielato de San Francisco para el de la Olma, portando un barril con diez cántaros de aguardiente. En la calle de Santa Lucía aguardaba otro carro con un barril similar lleno de agua.

Una vez hecho el cambiazo, mientras el carro que conducía el aguardiente tomaba dirección a la calle de Arriba, el otro, con el barril de agua, salió tranquilamente camino de la Olma, completando el juego de cubiletes.

«Fielato de la Olma», con y sin caseta de consumos. Ministerio de Cultura y Colección Sánchez Portas.

Todo el mundo sabía quiénes eran los «matuteros»: Paco el Alicantino, el Pocha, el Moreno, Carlos el Albañil, la Panusa, el Rollao, el tío Guapo, el Zapatero, Pepe el Mudo…

Barriles de aceite, latas de petróleo, cántaros de aguardiente acababan en la calle de Arriba depositados en cuevas como la de Zambrana, o en la casas como la del tío Guapo.

Por las noches, al apagarse el alumbrado, se distribuían a hombro para ser comercializados con notable rebaja del precio corriente. A estos porteadores nocturnos les llamaban fantasmas.

La iberia. 12 de agosto 1907: Nos dicen que a altas horas de la noche sale un fantasma por la calle de Arriba. Parece mentira que eso suceda en Orihuela en pleno siglo XX.

Damos el aviso correspondiente a los consumeros, a quienes puede ser que les interese la aparición nocturna de ese mamarracho por la calle de Arriba.

Otra fuente de noticias era la insalubridad de la zona; sobre todo en años de cólera o de viruela. Y es que las epidemias mostraban siempre «caracteres alarmantes» en la calle de Arriba.

El oriolano. 12 de septiembre 1885: Las limosnas deben recaer en familias verdaderamente necesitadas de la calle de Arriba, donde las calenturas perniciosas (cólera) tienen postrados a numerosos individuos imposibilitados de atender al sustento de sus hijos.

El oriolano. 19 de septiembre 1885: Las cinco pesetas que nos ha remitido nuestro amigo D. Francisco Lozano, con destino a la suscripción iniciada en El Oriolano, han sido entregadas por nuestro director a la viuda pobre, Filomena López, con dos hijos enfermos de calenturas perniciosas, habitante en la calle de Arriba.

El orcelitano. 15 de junio 1890: La calle de Arriba y en particular el callejón Ancho, se hallan sus vecinos casi en su mayoría atacados de viruela, y convendría adoptar alguna medida.

La Calle de Arriba / Miguel Hernández. José M. Pérez Basanta.

El Martes. 5 de noviembre 1885: Ya había desaparecido la ridícula costumbre de conducir los cadáveres descubiertos al cementerio. Hemos visto con disgusto que el lunes de esta semana, se condujo uno procedente de la calle de Arriba en un ataúd sin tapadera, contraviniendo de este modo a lo terminantemente prohibido en un bando que se publicó por la alcaldía en el mes de mayo último.

La Prensa. 5 de febrero 1891: En las casas números 34, 30, 12 y 67 de la calle de Arriba se crían cerdos. (…) Háganse salir de la población todos esos animalitos que se crían en patios y corrales.

Las autoridades alertaban a los vecinos para intentar combatir las epidemias con «sanas medidas» que detuviesen su propagación en un barrio de calles estrechas y poco transitadas; vías con pésimas condiciones higiénicas a las que arrojaban «excrementos y otras cosas mal olientes».

Eso sí, como último recurso, siempre tenían muy cerca a la Virgen de Monserrate en su ermita para que acudiese en auxilio del barrio. Y al terminar la epidemia se mostraban agradecidos con ella.

El Oriolano. 24 de noviembre de 1885: El domingo se verificó la fiesta que los vecinos de la calle de Arriba dedicaron a su patrona por la terminación de la epidemia.

Las procesiones del sábado y domingo por la noche estuvieron muy animadas, como igualmente los fuegos artificiales con que dichos festejos terminaron la noche del dicho último día.

La ermita de la calle de Arriba.

La ermita de la calle de Arriba a principios del siglo XX.

Popularmente conocida como «Ermita de la calle Arriba», la tradición afirma que fue construida en el lugar donde antes estaba ubicada una cruz erigida por sugerencia de San Vicente Ferrer en su visita a Oriola a principios del siglo XV. Veamos que escribió Gisbert en su «Historia de Orihuela».

Vicente Ferrer dibujado por Joseph Montesinos en su «Compendio Histórico Oriolano». Caja Rural Central.

Santa Cruz, luego Monserrate. Cuenta Montesinos que la primitiva Cruz que hubo en la calle de Arriba se colocó en 1411 por consejo y a presencia de San Vicente Ferrer; pero la capilla edificada sobre el arco final de dicha vía sólo data del año 1698 en que fue dedicada a la Santa Cruz y en 1771 se principió a dar culto en ella a una imagen de Ntra. Sra. De Monserrate, costeada por varios arrieros.

Fotografía Ajomalba.

Esta tradición se ha tergiversado afirmando que San Vicente oró en la capilla de la calle de Arriba. Estamos hablando de una ermita que se construyó casi tres siglos después de la famosa visita, concretamente en 1698, coincidiendo prácticamente con la del arco de la Virgen del Remedio que citamos en la calle de San Juan.

Fotografía Ajomalba.

López Maymón, en uno de sus rebuscos publicados en «El Pueblo», en diciembre de 1927, lo dejó un poco más claro:

La Ciudad Oriolense profesó arraigada devoción a San Vicente Ferrer. Aún vivía por el comienzo del XVII, la tradición de que el glorioso taumaturgo, vino a la Ciudad de Orihuela el 1410, llamado por el Concejo, que predicó con copioso fruto de espíritu, en la Merced, Salvador, Santa Justa y Rufina (…) que debido a sus gestiones se levantó una Cruz, en la calle de Arriba, en el sitio mismo donde en 1771 se levanta el altar a la Virgen de Monserrate.

Yo tengo una teoría sobre esto: Entre los siglos XIV y XV, el Reino de Valencia se llenó de cruces que marcaban las entradas a los pueblos.

La fecha de la visita del santo se acerca mucho a la de la construcción de la primitiva muralla del Ravalete. Probablemente, la cruz que cita la tradición, era la cruz de término del antiguo camino de Crevillente.

La calle quedó cegada por el Colegio y ya no tenía sentido una cruz de término. Este pudo ser el origen de la Santa Cruz que se sigue venerando en una hornacina lateral. Pero insisto, es solo una teoría.

Lateral de la ermita de la calle de Arriba y callejón de la Cruz. José Antonio Ruiz Peñalver.

En 1771, en plena expansión del culto a la patrona, cuatro arrieros costearon una imagen de la Virgen de Monserrate que dejó a la cruz en segundo plano.

Desde entonces, en honor a la patrona se celebró la tradicional fiesta anual de forma muy parecida a la que describimos en la Corredera. Pero la nueva advocación de la ermita no borró de un plumazo antiguas tradiciones relacionadas con su cruz.

El Diario de Orihuela. 3 de mayo 1888: Las antiguas fiestas de la Santa Cruz han desaparecido de nuestros usos. Hasta de adornar con follaje y flores las cruces de los caminos y sitios públicos va decayendo más cada año. En la Alcaldía no se ha pedido permiso hasta la fecha más que para la fiesta de la calle de Arriba.

La Crónica. 5 de mayo 1888: Los vecinos de la calle de Arriba celebrarán mañana la fiesta de la Santa Cruz, estando por dicho motivo engalanadas las fachadas, y por la noche, de 8 a 10 tocará la banda municipal escogidas piezas y terminada esta se disparará una bonita cuerda.

La ermita de Nuestra Señora de Monserrate.

Virgen de Monserrate en su ermita de la calle de Arriba. José Antonio Ruiz Peñalver.

La primera noticia de obras en el siglo XIX data de febrero de 1854, cuando los vecinos solicitaron y fue aprobado según plano presentado, la construcción de una nueva ermita para la Virgen.

Pretendían ampliar el «nicho», en el que no cabía la imagen; por lo que una vez finalizada la ceremonia anual se veían obligados a guardarla en casas particulares.

No sé si el incendio ocurrido en 1887 tuvo algo que ver; pero a finales del siglo XIX la ermita estaba muy deteriorada.

El Diario de Orihuela. 9 de diciembre 1887: En las primeras horas de la noche de ayer se inició un incendio en la Capilla de Nuestra Señora de Monserrate de la calle de Arriba. El suceso que no adquirió proporciones gracias a la presteza con que acudió la pareja de vigilantes nocturnos de servicio en aquel barrio, fue ocasionado por una chispa que saltó de una candileja prendiendo fuego al cobertor.

Una comisión de vecinos, impulsados por «el amor que profesaban a María Santísima de Monserrate», solicitó permiso para ejecutar obras de restauración presentando un plano en el ayuntamiento.

La Comisión de Ornato aprobó las obras que se costearon a base de donativos. Le ermita se reinauguró con grandes festejos en 1895 por el obispo Juan Maura, quien había contribuido económicamente con 220 reales. Así lo reflejó la prensa en aquel año.

Juan Maura y Gelabert. Obispo de Orihuela. (1886-1910).

El Thader. 14 de septiembre 1895: Nuestro virtuoso señor Obispo ha dado la limosna de 220 reales para la restauración de una ermita de la calle de Arriba.

El Thader. 20 de septiembre 1895: Varios vecinos de la calle de Arriba han presentado al Ayuntamiento una solicitud pidiendo licencia para reformar la ermita que dedicada a Nuestra Patrona existe en la citada calle.  

La Independencia. 20 de septiembre 1895: En la sesión municipal del 19 de septiembre se dio lectura de la comunicación presentada por los vecinos de la calle de Arriba, para hacer obras de reconstrucción en la Capilla de la Virgen de Monserrate, situada en dicha calle. Pasó a informe de la Comisión.

El Thader. 24 de septiembre 1895: Al donativo del Ilmo. Sr. Obispo de que dimos oportuna cuenta, debemos añadir otros de 10 y 5 pesetas que respectivamente han concedido los RR. PP. Jesuitas y el canónigo Sr. Murcia para las obras proyectadas en la ermita que existe en la calle de Arriba bajo el patronato de Nuestra Madre de Monserrate.

Interior de la ermita de la calle de Arriba. Keru Gorostizaga.

Programa de las fiestas de inauguración de la ermita de la calle de Arriba en diciembre de 1895.

El Thader. 7 de diciembre 1895: Al amanecer principiaron con repique general de campanas, dulzaina, morteretes y voladores. A las doce se repetirá el mismo acto.

A las cuatro de la tarde se efectuará la bendición del nuevo Altar de la Ermita por el Exmo. e Ilmo. Sr. D. Juan Maura y Gelabert, dignísimo Obispo de esta diócesis, acompañado del Exmo. Ayuntamiento y la banda de música municipal.

A las siete de la noche, se trasladará la imagen de Nuestra Señora de Monserrate, desde casa de D. Andrés Pescetto a la Iglesia de San Juan.

Mañana al toque del alba, diana por la banda de música y repique general de campanas, morteretes, voladores etc. A las nueve, misa solemne, siendo orador el diácono D. Benito López.

De cuatro a seis, la expresada banda de música, ejecutará varias piezas de su escogido repertorio.  A las ocho será conducida en procesión la referida imagen, recorriendo varias calles. Terminará dicho acto, con fuegos artificiales.

Ya en el siglo XX, la primera noticia de obras en la ermita la encontramos en 1907.

La Huerta. 10 de octubre de 1907: En la ermita de la calle de Arriba se han introducido notables mejoras en las que se han invertido 230 pesetas y queda de existencia en caja 15,30.

Ermita de la Calle de Arriba en 1907. Fotograbado de «El Espectador».

La siguiente data de noviembre de 1916, coincidiendo con la fiesta de la Patrona. La prensa sólo mencionó a «dos personas piadosas» sin aportar más detalles.

Ciudadanía, 23 de noviembre 1916: Los días 18 y 19 celebraron la fiesta de su Patrona, los vecinos de la calle de Arriba. La ermita, ha sido restaurada por dos personas piadosas.

La última y más profunda restauración de la ermita tuvo lugar en 2010, con motivo del centenario del nacimiento de Miguel Hernández, el más ilustre vecino que habitó esta modesta y tradicional calle.

La alcaldesa de Orihuela, Mónica Lorente, acompañada por el equipo de gobierno, encargados de la obra y vecinos, inauguró la Ermita de Nuestra Señora de Monserrate, situada en la Calle Arriba, que ha sido rehabilitada, como parte del compromiso de mejora y revitalización de esta carismática zona de Orihuela en el año del Centenario del poeta Miguel Hernández.

La intervención ha consistido en una reparación-rehabilitación de los elementos deteriorados por el paso del tiempo.

Durante los trabajos realizados se han descubierto restos de edificios anteriores y dibujos y colores debajo de los revestimientos dañados que se han recuperado en la restauración.

Con un presupuesto total de casi 200.000 euros, la ermita de la Calle Arriba ya es un lugar que los vecinos pueden visitar y disfrutar.

En 2018 Patrimonio Histórico restauró también la imagen de la patrona:

Diario de Alicante. 21 de marzo 2018

Diario de Alicante. 21 de marzo 2018: Rosa Sánchez. Aunque la capilla de esta virgen no es muy conocida, «la restauración de esta pieza era algo muy demandado por los vecinos de la zona», manifestó Almagro, «por lo que es un motivo más para estar contentos de que estamos consiguiendo recuperar no sólo grandes inmuebles sino también piezas más pequeñas pero igual de singulares».

Bascuñana y Almagro han estado acompañados por el alcalde de barrio, Rodrigo Muñoz, así como de miembros de la asociación de Vecinos y Amigos de la Calle de Arriba, además de Aitor Larrabide, director de la Fundación Miguel Hernández. También estuvieron presentes el arqueólogo municipal, Emilio Diz, y Ana Mª Sánchez, artífice de la restauración de la talla, quien explicó el proceso llevado a cabo para su reparación.

Y es que esta escultura de madera policromada del siglo XVIII, que corresponde a los periodos pictóricos del Barroco final y Rococó, y que representa a la Virgen con el Niño, consistiendo en una talla «de vestir» con brazos articulados en el codo y ojos de cristal, «presentaba muchos desperfectos», explicó la restauradora, «con grietas, falta de preparación y de policromía, sufriendo un ataque puntual de insectos xilófagos».

Todo ello se ha conseguido eliminar por medio de una intervención realizada en la misma ermita y que ha llevado cuatro semanas, que «ha consistido en una limpieza, una reintegración de las capas de preparación y policromía, y la aplicación de un tratamiento a la madera para eliminar la carcoma y los insectos, aplicando finalmente una capa de barniz para acabar el trabajo», señaló Sánchez.

Ermita de la Calle de Arriba en la actualidad. José Antonio Ruiz Peñalver.

La fiesta de la Calle de Arriba:

La fiesta de la calle de Arriba en honor a la Virgen de Monserrate se remonta al último cuarto del siglo XVIII, al modificar la titularidad de la ermita.

Estas celebraciones anuales en los barrios tradicionales se convirtieron en al siglo XIX en una especie de elemento identitario más allá de la religiosidad.

He escogido, como muestra, varios recortes de prensa que abarcan desde finales del siglo XIX a comienzos del XX, el periodo de máximo esplendor.

En la fase previa, los mayordomos salían a pedir por las calles.

El Independiente. 26 de  julio 1892: El domingo por la mañana oímos el redoble de un tambor acompañado de un gran gentío procedente de la calle de Arriba, y las gentes se alarmaron creyendo se trataba de un motín, pero los municipales de servicio en el barrio, se «arresiaron» a interrogar al del tambor y demás acompañantes, resultando de aquella alarma, que trataba de convocar a los hermanos de la cofradía de la Virgen de Monserrate de dicha calle, para que salieran a pedir.

Los del orden hicieron retirar aquella especie de manifestación, diciéndoles, que invocaran desde luego a los hermanos, pero sin producir escándalo, y por lo tanto, que guardasen el tambor para mejor ocasión. Para la nochebuena, pongo por caso.

En circunstancias normales, el ritual con el que obsequiaban a la Patrona consistía en una procesión de traslado hasta el convento de San Juan efectuada el sábado. En dicha iglesia se cantaba el domingo una misa con sermón.

La banda de música municipal amenizaba el evento con un derroche de pólvora, elemento tradicional en todo el reino de Valencia.

Y por la noche la imagen volvía a la ermita; quemándose una vistosa cuerda de fuegos artificiales como fin de fiesta.

El Diario de Orihuela. 15 de noviembre 1886: El domingo, los vecinos de la calle de Arriba pudieron solazarse con los festejos que celebraron en obsequio de su titular la Patrona de Orihuela, la Virgen de Monserrate, que desde tiempo inmemorial se venera en la ermita levantada sobre el arco de la calle.

Con motivo de dicha fiesta la gente de buen humor halló excusa para salir de casa y asistir a la cuerda, espectáculo de marcado sabor regional, aunque no tan entretenido y vistoso como las antiguas cuerdas cuya bondad estribaba en el número de docenas de carretillas despedidas con cortos intervalos para lesionar a unos cuantos circunstantes y ver rodar atropellados por la muchedumbre fugitiva los puestos de los garbanceros.

Pero si el progreso con su demoledora piqueta nos priva de aquellas diversiones que formaban todo el placer de nuestros tatarabuelos, ilustres inventores de los caballos de fuego, en cambio nos da la seguridad personal de presenciar los fuegos artificiales sin riesgo de sufrir quemaduras…

Fiesta de la Calle de Arriba. José Antonio Ruiz Peñalver.

En caso de no disponer del convento de San Juan, los actos se trasladaban al de Santa Lucía, como ocurrió en 1888 por causa de una riada:

El Diario de Orihuela. 24 de septiembre 1888: … Con este anómalo estado de cosas por efecto de las pertinaces y torrenciales lluvias que nos ha traído septiembre, en la calle de Arriba, engalanada con los ordinarios adornos de las fiestas callejeras, celebraron por la mañana solemne función religiosa en la iglesia del monasterio de Santa Lucía en honor de Nuestra Señora de Monserrate cuya imagen condujeron procesionalmente el sábado a la referida iglesia devolviéndola anoche en lucida procesión a su capilla en el arco. Los demás festejos se han reducido a música por la banda de Callosa y a la quema de dos cuerdas con sus imprescindibles y fastidiosos correos.

A veces compartían la organización con los vecinos de la calle del Colegio; otros años intentaban organizar la suya propia.

El Independiente. 26 de septiembre 1892: Los vecinos de la calle de Arriba con la fiesta que han celebrado en honor a su Excelsa Titular la Virgen de Monserrate, ayudados por los vecinos de la calle del Colegio, han procurado con arreglo a los fondos que podían disponer, dar el mayor realce posible a la fiesta. Han traído la música de Callosa que ha tocado piezas escogidas de su repertorio, y sacándole todo el jugo posible.

Los jóvenes músicos no han tenido un momento de reposo; música de diana, música de once a doce de la mañana, música en la tarde y música en la noche.

Pedir más sería gollería. En verdad, que se han hinchado a música. Y todo por una friolera.

La función religiosa se celebró en el convento de monjas de San Juan, estando el templo adornado con toda suntuosidad, con gran profusión de luces y cubiertas las paredes con magníficas colgaduras, y ocupando la cátedra sagrada el virtuoso sacerdote D. José Mompeán, asistiendo a tan religioso acto considerable número de fieles.

En la noche hubo dos cuerdas de fuegos artificiales, cuyas piezas fueron confeccionadas por el pirotécnico, entendido por «Carlujos». Se ha rifado una borrega, que ignoramos a quién le ha tocado en suerte.

Fiesta de la Calle de Arriba. José Antonio Ruiz Peñalver.

La otra cara de la fiesta anual eran los numerosos altercados que producía.

El Independiente. 26 de septiembre 1892: Anoche fueron recogidas por los guardias municipales algunas armas blancas y de fuego, evitando pudiera haber desgracias, con motivo de los muchos borrachos que había.

El auxiliar del Alcalde de barrio Manuel Celdrán, reprendió al guardia jurado conocido por el Cestero por acudir a la fiesta armado de escopeta, dejó en su casa la escopeta y volvió de nuevo produciendo escándalo. Al ser registrado le encontraron una pistola de dos cañones, cargada, y una navaja de grandes dimensiones, siendo conducido en calidad de detenido a la cárcel…

Riñeron en la fiesta de la calle de Arriba dos sujetos entendido el uno por «Cagarnera» y el otro por Tafalla, resultando éste, con una gran herida en la cabeza de un tremendo palo que le propinó su rival. El «Cagarnera» fue conducido a la cárcel y el «Tafalla» al Hospital para su curación.

El Independiente. 27 de septiembre 1892: En regocijo a la celebración de la fiesta de la calle de Arriba a su Virgen de Monserrate, no hay duda que el domingo se despacharon a su gusto los vendedores de bebidas alcohólicas. Se cogieron algunas «jumeras» que hubo hombre que era de todo punto imposible poder tenerse de pie.

Efecto sin duda de la bebida, se produjeron muchas riñas, que afortunadamente no tuvieron fatales consecuencias. Todo se redujo a unos cuantos palos; y efecto de ellos, no faltó a quien le abrieron la cabeza teniendo que ser trasladado al Hospital.

La fiesta sin incidentes era una rara excepción.

La Huerta. 7 de octubre 1907: Este año se han portado los vecinos de la calle de Arriba. La fiesta ha resultado lucidísima por demás sin incidente alguno, que es cosa rara.

A comienzos del siglo XX añadieron nuevos elementos; como misas de campaña o muchachas vestidas de blanco. Adjunto programa de fiestas de 1902.

San Vicente Ferrer en la Calle de Arriba. José Antonio Ruiz Peñalver.

La voz de la comarca. 22 de octubre 1902: Los de la calle de Arriba nos dicen que tendrán su fiesta el segundo domingo del mes siguiente, y que este año preparan algo nuevo. Ya tienen permiso para celebrar una misa de campaña.

La voz de la comarca. 19 de noviembre 1902: El próximo sábado y domingo tendrán lugar las grandes fiestas que los vecinos de la Calle de Arriba celebran en honor a la Santísima Virgen todos los años.

Las del presente serán magníficas, pues todos aquellos vecinos trabajan con verdadero entusiasmo para conseguirlo. Entre otras cosas sabemos se harán los siguientes festejos:

Sábado 22. —Por la noche a las siete y media y en solemne procesión, será conducida la Virgen desde su capilla de la calle de Arriba a la iglesia del convento de S. Juan seguida de la notable banda de «Santa Cecilia» que ejecutará las mejores marchas de su repertorio. De ocho a diez, serenata por la mencionada panda.

Domingo 23. — A las cuatro de la madrugada saldrá la procesión del Rosario que recorrerá las principales calles de la población, cantándose «La Aurora», concluido esto se celebrará en la antedicha calle una misa de campaña oficiada por la repetida banda de Santa Cecilia.

A las nueve gran función religiosa en S. Juan, estando la oración sagrada a cargo del joven presbítero D. Monserrate Celdrán. Por la noche será devuelta a su capilla Nuestra Señora con toda solemnidad.

A las ocho, nueva serenata, concluida la cual, se disparará una gran «cuerda» de fuegos artificiales. La calle estará engalanada con arcos de follaje, banderitas, colgaduras, y por la noche se iluminará a la veneciana.

La voz de la comarca. 27 de noviembre 1902: En las fiestas celebradas el pasado sábado, y domingo por los vecinos de la calle de Arriba en favor de la Santísima Virgen en el presente año, han resultado muy lucidas.

El sábado y conforme estaba acordado, fue llevada la Virgen procesionalmente al convento de S. Juan, donde al día siguiente tuvo lugar una gran función religiosa en la que pronunció un elocuente discurso el joven presbítero Sr. Celdrán.

A la misa de campaña que celebró el antedicho sacerdote acudió un gran número de gente. La procesión de por la noche resultó brillantísima, siendo muy numerosos los alumbrantes.

Llamó particularmente la atención, un grupo de lindísimas muchachas vestidas todas de blanco que arrojaban sin cesar flores a la Virgen. Durante la carrera se dispararon cohetes, tracas y se encendieron bengalas.

Fiestas de la Calle de Arriba en 2022. José Antonio Ruiz Peñalver.

Epílogo

Como todos los barrios situados al pie de la sierra, la Calle de Miguel Hernández sigue manteniendo su marginalidad bien entrado el siglo XXI.

No ha consiguido despegar a pesar de contar con varios elementos para ser considerada una zona especialmente interesante: el Colegio de Santo Domingo, la casa museo, la ermita de la patrona…

Entre los años 2012 y 2013, la Cátedra Arzobispo Loazes y la Concejalía de Cultura de Orihuela promovieron una serie de actividades destinadas a regenerar este tradicional espacio urbano.

El proyecto se suspendió al cambiar de Ayuntamiento y de todo aquello quedó una publicación titulada «Construyendo utopías. La Calle de Arriba en Orihuela». Os la podéis descargar pinchando la siguiente imagen.

Enlace repositorio Unicersidad de Alicante. Descarga PDF.

Para terminar, os dejo un artículo publicado en «Canfali Vega Baja», en septiembre de 1983:

LA CALLE DE ARRIBA MANTIENE SUS TRADICIONES. El pasado miércoles se volvió llevar a cabo en nuestra ciudad una de las tradiciones más antiguas a la vez que olvidadas, de nuestra ciudad, nos referimos al traslado que todos los años los vecinos de la popular calle de Arriba (Miguel Hernández), hacen de la virgen instalada en la ermita que preside esta calle.

El tradicional acto se efectúa la víspera del día de la patrona para que sea la imagen que venera la calle del poeta la que por la madrugada del día de la patrona presida el también tradicional rosario de la aurora. Todos los vecinos del barrio se cogen hombro con hombro, y cantan al unísono una tonadilla que dice:

La Virgen de mi calle/ la más hermosa/ porque en su cara tiene/ toda la gloria./ Viva María de Monserrate/ y viva la calle de Arriba/ que no deja de amarle.

Antonio José Mazón Albarracín. Ajomalba.

Enlace a programa de Radio Orihuela en 2020: «La calle de Arriba. Historia de una marginalidad».

Pinchad en la imagen para acceder al programa en YouTube.

Callejeando 31. ASJ 5. Puerta Nueva.


AMO 1636-1660

Porta nova desde el vall a la porta de Crevillent.

Continuamos nuestro paseo virtual por el Arrabal Moderno, pasando de la calle de San Juan a la de Ballesteros Villanueva, el antiguo Vallet.

Este capítulo abarca la zona descrita en la imagen anterior: La puerta nueva, desde el vall, a la puerta de Crevillente.

En la actualidad está dividida en tres calles. Antes de tratar cada una de ellas por separado, vamos a hablar del espacio en conjunto.

Además de las imágenes, he incluido unos vídeos que os ayudarán a viajar en el tiempo.

Fotografía: Francisco Luis Galiano. Vídeo: José Antonio Ruiz Peñalver.

El Valle de la Puerta Nueva en la Edad Media.

Entre la torre esquinera de Navalflor y la Puerta de Crevillente (al inicio de la calle de Arriba), el muro lindaba con un cenagal surcado de acequias.

El inhóspito paraje era un pasillo natural que actuaba como desagüe entre la sierra y el río. Un terreno insalubre propenso a la acumulación de aguas muertas.

Conocido como «el Vall», se ha traducido generalmente utilizando la primera acepción del diccionari normatiu valencià:

«depresión alargada y relativamente ancha, definida por la convergencia de dos vertientes y recorrida, generalmente, por un curso de agua».

Es decir, la definición castellana de valle. A mí me pareció que le cuadraba; y como valle está traducido en los Anales de Bellot.

Pero hay una segunda acepción que le cae como anillo al dedo:

«Excavació profunda feta longitudinalment al voltant d’una fortificació per a dificultar el pas de l’enemic des de fora al mur».

Lo que se traduce como: excavación profunda que rodea una fortaleza que se hace para obstaculizar el paso del enemigo; la definición castellana de foso.

En el famoso grabado del Cartulario podemos comprobar su utilidad defensiva, aislando y reforzando la muralla por el flanco de Levante, para dificultar cualquier estrategia de asedio.

Oriola durante la Guerra de los Pedros. Cartulario de Privilegios. AHN.

En 1356, año de inicio de la Guerra de los dos Pedros, dentro de los preparativos generales, el Consell decidió adecentar y preparar el Vall.

Nuestro cronista favorito, mosén Bellot, lo dejó reflejado en sus «Anales de Orihuela».

Que se hiciesen puertas o se cerrasen todos los postigos a cal y canto; que cada casa dé un hombre con su azada y capazo para obrar muros; que los jurados mandasen subir mucha piedra a las torres y muros; que se limpie el valle de la Puerta de Crevillente…

En el párrafo anterior, Bellot utiliza el término «valle de la Puerta de Crevillente».

Pero con la acepción antes mencionada, se referían a limpiar el foso de protección; no un valle.

Otra palabra que aparece continuamente en castellano es concejo. Yo lo he sustituido por Consell.

Traducciones castellanas aparte, lo cierto es que, una vez adecentado el terreno, dejó de mencionarse como «de la puerta de Crevillente».

Un portillo que daba paso a la calle de la Feria tomó el protagonismo y el Vall adoptó su nombre.

El Valle de la Puerta Nueva estaba muy lleno de cieno y otras inmundicias; y no se podía limpiar por el agua que había encima.

Así pues, el Consell ordenó que se vaciase, haciendo un escorredor por debajo de las acequias de Almoradí y Catral.

Fotografía Javier Sánchez Portas. Montaje idealizado Ajomalba.

El encargado de avenar y nivelar el terreno fue un ingeniero llamado Matías Figuerola; y todo el personal ocioso fue destinado a trabajar en el escorredor.

En 1358, ante la posibilidad se ser cercados por los castellanos, el Consell repartió la tarea de fortificar la ciudad; y a los vecinos de Callosa les tocó obrar el vall. Seguimos con notas de los «Anales de Orihuela».

1358. Cuando Orihuela temía ser cercada por el rey don Pedro, repartió las obras de fortificación, y cupo a Callosa hacer el valle de la Puerta Nueva.

Además de arreglar el foso, la tarea implicaba cerrar a cal y canto la puerta de Crevillente y el portillo que llamaban Puerta Nueva; sellados con obra del mismo grosor que el muro.

Pero los de Callosa no vinieron; y para cumplir con su obligación en la defensa, siguiendo el protocolo habitual, concertaron un pago de diez y ocho dineros por familia.

Un año después, el Consell mandó acelerar la obra mientras investigaba qué había sido del dinero aportado por los callosinos.

El Vall seguía sin terminar y pasaron el encargo a Bartolomé Viudes.

1359. Los habitantes de Callosa tenían obligación de hacer el valle de la puerta Nueva y ellos no vinieron, porque se concertaron 18 dineros por casa y no parecía el dinero.

El Consell cometió esta causa a Berenguer Morrelles, para que averiguase quién o cuántos y a quién habían pagado…

Firmada la paz con Castilla en 1361, el Consell mandó abrir la puerta Nueva con un puente de piedra sobre el escorredor para facilitar el paso..

Pero aquella paz fue sólo una simple tregua. Cuatro años después, Orihuela soportó su más duro y famoso asedio y la puerta fue cegada de nuevo; era práctica común.

En 1410, las puertas Nueva y de Crevillente volvían a estar tapiadas; esta vez por una guerra civil en la Corona de Aragón, librada entre los aspirantes a la sucesión del difunto Martín «el Humano» (solucionada dos años después gracias al «Compromiso de Caspe»).

En esas fechas los mercedarios estaban ya dentro de la muralla ocupando la torre de Navalflor como campanario. Dicha torre adoptó el nombre del convento: «Torre de Santa Eulalia, ólim (antes) Navalflor».

Enlace artículo.

La Puerta Nueva y los Reyes Católicos.

AMO 1636-1660

La Porta Nova, o Puerta Nueva en castellano, dejó de ser portillo en el año 1488; cuando la visita de los Reyes Católicos animó al Consell a reedificarla completamente. Isabel y Fernando entraron por ella a Orihuela:

1488. En las fiestas que Orihuela hizo cuando los Reyes Fernando e Isabel entraron en ella (…) Hicieron solemne paseo por la ciudad, que estaba toda entapizada y enramada; entró por la puerta Nueva, que se labró de nuevo como hoy está… (Bellot escribe esto en el siglo XVII).

Hízose el portal de la puerta Nueva de piedra picada y grande, en la forma que hoy está, que antes era pequeña porque en las guerras pasadas la cerraban a cal y canto. Y pusieron sobre ella las armas de Aragón y Castilla juntas.

Emblema de los Reyes Católicos. Iglesia Parroquial de Santiago.

Avenado el terreno y en plena expansión del Arrabal de San Juan, entre los siglos XV y XVII los pobladores se fueron instalando en este descampado, levantando sus casas entre acequias, escorredores y «trastalladors», como se nombraban las compuertas o portillos.

La cercanía de los mercedarios, que se fueron apropiando de toda la manzana hasta plantar su fachada en los Hostales, fue otro factor positivo para el crecimiento y urbanización de una zona que, con el paso del tiempo, pasó a ser el corazón del arrabal, una prolongación de la zona comercial de los Hostales que contaba con sus propias carnicerías, las segundas en importancia tras las de la Plaza Mayor.

Fachada de los Mercedarios. Colección Javier Sánchez Portas.

A partir del siglo XVI la muralla interior perdió su utilidad defensiva y el Consell dejó de preocuparse por su conservación. La obsoleta Puerta Nueva se mantuvo en pie hasta diciembre de 1737; fecha en la que, completamente arruinada, fue demolida.

Esta es la historia del Vall y del arco que durante siglos le dio nombre: la Porta Nova, o Puerta Nueva cuando pasó al idioma castellano.

AMO. Siglos XVII y XVIII

Como ya he dicho, se dividió en tres sectores claramente diferenciados que son tres calles en la actualidad: la del Vallet (Ballesteros Villanueva), la plaza de la Porta Nova (El Paseo), y la Carretería (Ruiz Capdepón).

El Vallet

El primer sector, colindante con el convento de la Merced y su plazuela, es el más estrecho. Mantuvo el nombre original con diminutivo valenciano. De Vall, Vallet.

AMO. Siglos XVII y XVIII.

El topónimo, escrito «Ballet», se mantuvo hasta el mes de enero de 1879; cuando falleció Baldomero Fernández Espartero, una de las glorias patrias homenajeada en muchos callejeros de España.

El Segura. 31 de enero 1879: Dice «El noticiero de Murcia»: El ayuntamiento de Orihuela por indicación de su activo alcalde nuestro distinguido amigo D. Matías Rebagliato, ha acordado poner el nombre de «Espartero» a una de las principales calles de dicha población. Según nuestras noticias la calle agraciada será la del Vallet.

Y así fue. Para hacer constar la inmensa pena que embargaba a todo el Municipio, el Ayuntamiento había decidido costear un retrato de Espartero y variar el nombre de la calle del Vallet, asignándole el de Príncipe de Vergara.

El libro de actas correspondiente está mutilado, por lo que no puedo precisar la fecha exacta del acuerdo;  pero las sesiones inmediatamente anterior y posterior son del 11 y 23 de enero de 1879. También organizaron «suntuosos funerales» en Santa Justa. El mismo periódico dio cuenta de ellos:

El Segura. 31 de enero 1879: El lunes (27) con una concurrencia numerosísima tuvieron lugar en la Santa Iglesia Parroquial de Santa Justa y Rufina y con la asistencia de los tres cleros parroquiales de esta ciudad las solemnes honras fúnebres que los admiradores del ilustre e inmortal Príncipe de Vergara han celebrado, por el eterno descanso de su alma y en memoria de sus grandes virtudes cívicas y militares.

El Vallet inundado y Espartero. Colección Javier Sánchez Portas.

Apenas suficiente la anchurosa nave del arabesco templo a contener la inmensa multitud que asistió a tan religioso acto (…) Nunca hemos visto tanta suntuosidad y magnificencia fúnebres.

Enlutado completamente el espacioso templo, multitud de lámparas pendían de todos lados, ocupando las capillas preciosas y enlutadas arañas.

En la parte anterior del presbiterio se elevaba majestuoso y severo el catafalco compuesto de cuatro cuerpos cuadrangulares, terminado por una pirámide cuadrangular en cuyo remate flotaban unidas a una varilla final negras y vaporosas gasas.

El frente del cuarto cuerpo le ocupaba la simbólica imagen de la Fe, ostentando el mismo lado del tercer cuerpo la siguiente inscripción: A su alteza serenísima D. Baldomero Fernández Espartero, sus admiradores.

El segundo cuerpo compuesto por cuatro arcos adornados con magníficos cortinajes de terciopelo con franjas de oro formaban la fúnebre bóveda bajo la cual y sobre el primer cuerpo se elevaba el féretro, cubierto con un riquísimo paño de terciopelo, conteniendo las insignias militares del honrado patricio.

El primer cuerpo estaba formado por una ancha plataforma forrada de negro, a la que se ascendía por cuatro escalinatas cubiertas también de negro, saliendo de la alfombra que cubría la escalinata del frente la extensísima que cubriendo el pavimento se extendía hasta el punto de la presidencia, situada en el centro y en la parte posterior del templo.

En los testeros del segundo cuerpo se leían: en la parte posterior mirando al presbiterio. Conde de Luchana y de Morella, Vizconde de Banderas.

Al frente: Príncipe de Vergara, Duque de la Victoria. A los lados: Lealtad, Constancia, Abnegación, Patriotismo.

Sobre el arco del frente descansaba un laureado retrato al óleo del ilustre finado, debido al pincel del Sr. Navarro. Innumerables grupos de luces ordenadas simétricamente y diferentes piras, iluminaban el conjunto artístico del catafalco, obra del entendido artista D. Vicente Navarro. Sobre los lados del templo se leían los lugares y fechas de los hechos de armas más gloriosos del general Espartero.

Muerte de Baldomero Espartero (Museo de La Rioja).

Entre la concurrencia numerosísima, distinguimos al Ilmo. Sr. Obispo de la Diócesis, al Excmo. Ayuntamiento, a los Sres. Jefes y Oficiales del Batallón Reserva de esta ciudad y a los dignísimos Sres. Juez y Fiscal de este Juzgado.

La oración fúnebre que conforme anunciamos fue pronunciada por el elocuente orador sagrado Sr. D. Félix Martínez Espinosa, canónigo de la Sta. Iglesia Catedral de Murcia, fue un magnífico trabajo literario cuyo incontestable mérito es suficiente a demostrar el talento del Sr. Espinosa. La misa cantada, es, si no nos engañamos de Andreví; en cuanto a su ejecución… corramos un velo en señal de misericordia.

Este cuadro que desaliñadamente hemos bosquejado es un descolorido trasunto de las solemnes honras fúnebres que Orihuela ha celebrado en memoria del ilustre Duque de la Victoria, verdadera gloria de nuestra querida España.

Príncipe de Vergara se mantuvo durante más de cuarenta años, compartido con Duque de la Victoria (ambos títulos ostentaba el famoso general Espartero).

Hasta el verano de 1921; cuando el Ayuntamiento quiso premiar los grandes y meritorios servicios prestados a la ciudad por Francisco Ballesteros Villanueva.

Ballesteros y su calle. Coloreada por J. Manuel Dayas.

Francisco Ballesteros fue un famoso farmacéutico metido en política.

Según su inscripción en el Registro Civil, nació el 29 de octubre de 1852 a las 7 de la mañana, en la Puerta Nueva.

Bautizado en la Catedral, era hijo del boticario Francisco Ballesteros y de Dolores Villanueva.

Comenzó su carrera política como secretario del Partido Constitucional. Ingresó en las filas liberales para convertirse en el hombre de confianza de Ruiz Capdepón en Orihuela a finales del siglo XIX. 

Ocupó todos los cargos posibles hasta que Capdepón decidió centrarse en la carrera de sus hijos. Ballesteros abandonó la política activa, a principios del siglo XX.

Tenía su casa en el Vallet y por ello se le dieron su nombre. Una comisión municipal le hizo una visita para comunicarle la decisión.

El edificio, completamente arruinado en la actualidad, es la casa amarilla que hace esquina con el callejón del 5 de Marzo, antigua calle de Sarmiento de la que ya hemos hablado anteriormente.

Calle Ballesteros Villanueva. José M. Pérez Basanta.

Parece ser que esta traviesa entre San Juan y el Paseo nunca tuvo suerte. Esta nota publicada en «El Día», el 23 de junio de 1887, parece escrita hoy mismo. Sólo habría que cambiar «ligeras reparaciones» en la casa de Ballesteros por «amenaza de ruina»:

La calle de Sarmiento de esta ciudad está de pésame, a las muchas desdichas que sobre ella pesan, ya en forma de escombros que obstruyen su tránsito, ya por su poco aseo. etc. etc. hay que añadir unas ligeras reparaciones que se han hecho en una casa, propiedad de D. Francisco Ballesteros Villanueva, y en la cual han dejado en su fachada y en la parte superior de ella tres canales, sistema antiguo, sin duda con el objeto de que por ellas llore sus desgracias la repetida calle. ¡Sr. Presidente de la Comisión de ornato!…. ¡no lo entiende V. ¡o es que D. Francisco tiene la famosa bula de Meco!.

Casa Ballesteros. José María Pérez Basanta.

Fallecido en 1923, en la Crónica de José Manuel Teruel Rebollo, cronista oficial de Orihuela en ese año, quedaron escritas estas líneas que os dejo a modo de biografía:

Todos los meses tienen alguna nota triste, llevándosenos amigos que no vuelven; el presente nos ha dado esa nota dolorosamente repetida. Entre los que pasaron al lugar silente del eterno reposo está el ilustre patricio Excmo. Sr. D. Francisco Ballesteros Villanueva, oriolano que por sus merecimientos personales, por sus virtudes cívicas, por su talento político y su honradez depurada en el crisol de la pública administración, glorificó y enalteció el nombre preclaro de Orihuela.

No he de hacer su biografía bien conocida, pero quiero dejar aquí nota de los cargos que desempeñó siempre con el beneplácito de sus superiores jerárquicos y con el aplauso unánime de las masas populares.

Francisco Ballesteros Villanueva.

Fue Concejal y Alcalde de Orihuela; Diputado Provincial y Presidente de la Diputación de Alicante y Gobernador interino de esta Provincia, siéndolo más tarde en propiedad, dos veces de Albacete y una de Valencia, donde al dejar de serlo, se le dio un banquete de despedida por todos los partidos políticos de aquella ciudad, que así agasajaba al Gobernador honrado.

Fue dos veces Diputado a Cortes por Villajoyosa, y al ser nombrado Senador Vitalicio su gran amigo y valedor, nuestro glorioso paisano D. Trinitario Ruiz Capdepón, le sucedió en la representación parlamentaria de este Distrito, del que fue Diputado en dos legislaturas, hallándose en posesión de varias condecoraciones, entre ellas la de Isabel la Católica y Carlos III y era jefe de Administración Civil.

Siempre fue liberal; y al morir el Sr. Ruiz Capdepón, se retiró de la política.

A él se deben mejoras tan importantes como la construcción de la Glorieta; el puente de Levante; la apertura de la calle de Loazes; el ensanche y adoquinado de la calle Mayor; y finalmente inauguró una era de moralidad política y administrativa que fue su gran ejecutoria.

Vallet siglo XX. Archivo Mariano Pedrera.

Herido de muerte por la traidora apoplejía, falleció a los 70 años de edad, mereciendo el amor de los suyos, la admiración de sus amigos y el respeto de sus adversarios, siendo su entierro la manifestación popular de duelo más grande que se ha conocido en Orihuela.

A la calle en que vivió se le ha dado su nombre, y el Ayuntamiento acordó celebrar un solemne funeral por el descanso eterno de su Alma.

Vallet siglo XXI. José M. Pérez Basanta.

La plaza de la Puerta Nueva

Al segundo sector en que quedó dividido el antiguo Vall, lo llamaron «Puerta Nueva». Era el más amplio con diferencia a pesar de la reducción que supuso el asentamiento de nuevas viviendas.

Adosadas al muro y en los bordes de las acequias, el espacio aún permitía una especie de plaza como elemento articulador del moderno Arrabal de San Juan Bautista; un nuevo barrio que abarcaba y reunía los antiguos Ravalete y Arrabal de Elche.

Plasa de la porta nova. AMO 1636-1660.

Mientras se mantuvo el tránsito rodado que generaban las dos puertas, proliferaron los carreteros, herreros y carpinteros. Convertido en zona céntrica y con espacio disponible, atrajo también a otros muchos artesanos y profesionales.

En los repartos podemos encontrar chocolateros, guitarreros, torneros, comerciantes, tenderos y, por supuesto, tintoreros y cedaceros. Dan prueba de ello los callejones que conservan sus nombres gremiales.

Fotografía Ajomalba.

También la propia Carretería, de la que hablaremos seguidamente. Os dejo el recorte de un reparto del siglo XVIII. Mirando la profesión de los vecinos podéis deducir a qué traviesa corresponde.

Traviesa de Tintoreros. AMO 1783.

Dejo constancia de una traviesa, paralela a la de Tintoreros y llamada en la actualidad de Campillo, de la que no he podido localizar nada todavía.

Fotografía Ajomalba.

La evolución de la zona en la Oriola foral está estudiada magistralmente por José Ojeda Nieto, en su libro «Orihuela imaginada, siglos XVI y XVII».

De la citada obra, voy a extraer unas notas referentes a «la casa de les roques», un almacén situado en la Puerta Nueva donde guardaban las figuras que procesionaban en la fiesta del Corpus.

Especial atención merece la Tarasca, un artificio con reminiscencias mitológicas de serpientes o dragones. Esta primera nota es de 1654:

Memoria del gasto que yo Visente Saidía tengo [h] echo en la Tarasca… para las fiestas del Corpus y Santas Justa y Rufina: cama y pie de la Tarasca …., cañas para las costillas y espaldas…, perchas delgadas de álamo negro y blanco…., cordeles para coser la cabesa y cola de dicha Tarasca…… cola de carpintero para encolar el lienso primero…, [h] arina para engrudo del cartón de la cabesa…, color para pintar dicha Tarasca…, de vestir el cuerpo y cama de dicha Tarasca.., el cuerpo de una negra que se puso sobre dicha Tarasca…, por una inversión que se hiso para que rodase la dicha negra…, damasquillo fino de lana –y- tela para forrar el jubón –y- sinta …, y una ninfa vestida de damasquillo…

Tarasca para la procesión del Corpus. Madrid, 1744. De la página «Hispana».

Esta otra es de 1660:

Lienso para la puertesica que entran y el cuello a la Tarasquica…. De engrudos y papel de estrasa y blanco para las alas y cabeza….. de vestir el negrillo de ensima…., de la balona que lleva dicho hegro….., de [h] aserle una cabeza, una corona de cartón plateada, una trompeta de cartón en los estremos de la plata, una banderola de tafetán azul con las armas de dicha Ill [ustr] e ciu[da] d, plateadas con el Oriol de oro y la vengala de color y plata…..

Como ya he dicho, el espacio público se fue estrechando por las construcciones a ambos lados. Si en el siglo XVII la llamaban «Plasa de la Porta Nova», en la centuria posterior aparece en los padrones sencillamente como «Puerta Nueva».

AMO 1719.

A mediados del XIX era uno de los sitios más concurridos de la población. Pero la categoría de paseo la alcanzó en enero de 1862; cuando se inició la construcción de un elegante y enrejado espacio de cuya obra se hizo cargo el maestro Francisco Sánchez.

Terminado en mayo 1863 y a petición del alcalde, acordaron llamarlo Paseo Príncipe de Asturias, en honor a Alfonso XII. Pero esta disposición nunca se llevó a efecto.

Su titulación fue «Paseo de la Puerta Nueva» durante más de tres décadas.

Paseo de la Puerta Nueva. 1879. Riada de Santa Teresa.

Poco duró la alegría. En el verano de 1867, los vecinos de Puerta Nueva, Vallet, Carretería y Colegio ya pedían al Ayuntamiento la reforma del Paseo, «un panteón triste y sombrío» con incómodas escaleras, que reducía a dos callizos una de las mejores calles de Orihuela.

Hasta la construcción de la Glorieta era el sitio urbano más concurrido. Los días de fiesta la banda municipal amenizaba allí el recreo de los oriolanos.

Pero aquel paseo, con sus bancos corridos de mármol, sus rejas y sus farolas, además de estorbar al tráfico, ocultaba en su interior una cloaca.

El Día. 26 de septiembre de 1886: Aunque aparezcamos molestos, no nos cansaremos de llamar la atención de la autoridad, hasta tanto no se disponga la limpieza de la especie de cloaca que existe en el paseo de la Puerta Nueva; en donde el embovedado es un foco perenne de infección capaz de producir alteración en la salud pública, por negligencia de quien tiene el ineludible deber de llevar a todo rigor las medidas higiénicas.

Sr. Alcalde, en bien de la humanidad disponga U. S. se limpie el embovedado del indicado paseo, en la seguridad se lo habrá de agradecer el público, y en particular los pacientísimos y sufrirlos vecinos de la Puerta Nueva.

Octubre de 1886, entrada del obispo Maura. Colección Antonio Luis Galiano Pérez.

El problema se agravaba con el calor. El Ayuntamiento hacía lo que podía y mandaba limpiarlo de vez en cuando; pero los meses pasaba y, cada verano, las quejas de los vecinos arreciaban.

El Independiente. 6 de agosto 1892: Los asiduos concurrentes al paseo de la Puerta Nueva se quejan, de que se percibe un tufillo que sale por la alcantarilla sumamente desagradable al sentido del olfato, y apreciarían que por quien corresponda, se den las órdenes oportunas para que se proceda a limpiar la bóveda del paseo, si es que hay de ello necesidad, o averiguar la causa del mal olor.

El Independiente. 4 de julio 1894: Que se limpie. Es unánime y justo el clamor, que los vecinos y concurrentes al paseo de la Puerta Nueva, dirigen a la autoridad para que mande limpiar la alcantarilla que pasa por debajo de dicho paseo; pues además de las molestias que causa el pestilente olor que exhala, ofrece un peligro para la salud pública aquel foco de infección ayudado por los calores que aprietan.

El Thader. 21 de noviembre 1895: Siguen los desprendimientos de gas de los pantanos en la bóveda del paseo de la Puerta Nueva. Y conste, que al hacer esta denuncia, no la hacemos por nosotros mismos, porque nos hemos habituado a estos perfumes.

En esta situación de queja permanente llegó el primer cambio de titulación. A finales de octubre se anunció una posible visita de Mateo Sagasta y a primeros de noviembre estaba organizada:

El ateneo de Orihuela. 25 de octubre 1896: Visita al Sr. Sagasta. Con objeto de cumplimentar a su jefe, pasó el lunes a los baños de Fortuna una comisión del partido fusionista local compuesta de 27 individuos y presidida por el Sr. Ballesteros.

El Sr. Sagasta, cuya llaneza de trato es proverbial, recibió a los expedicionarios con la mayor afabilidad, y éstos a su vez, se vinieron gratamente impresionados del saludable aspecto que presenta su jefe a pesar de sus muchos años. Les ofreció visitar Orihuela antes de emprender su regreso a Madrid, si circunstancias imprevistas no se lo impiden.

El ateneo de Orihuela. 1 de noviembre 1896: Visita extraordinaria. En la próxima semana hará su anunciada visita a esta ciudad el ilustre jefe del partido fusionista español, Sr. Sagasta. Regularmente se alojará con toda su comitiva en el palacio de Arneva, conocido por la casa del Pavo, permaneciendo un día en ésta, durante el cual será, obsequiado con una ascensión y comida en el Seminario Conciliar.

De la comitiva forman parte, además de otras distinguidas personas, tres ex ministros que son: los Sres. Ruiz Capdepón, Canalejas y López Puigcerver. Pocas veces se ha visto Orihuela honrada con huéspedes tan esclarecidos.

Práxedes Mateo Sagasta y la calle que le dedicaron.

Al final la esperada visita quedó en un simple almuerzo. Aún así, el concejal Ferrer Lafuente manifestó la honra que suponía para nuestra ciudad la visita del ilustre hombre de estado Práxedes Mateo Sagasta.

El ateneo de Orihuela. 8 de noviembre 1896: La visita de Sagasta. Con objeto de esperarla, vino el martes a esta ciudad el Sr. Capdepón;  pero habiendo recibido aviso telegráfico que se habían alterado el itinerario y las estancias del viaje del señor Sagasta por habérsele recrudecido el catarro que sufre, salió en el mismo día para Murcia y Cartagena de cuya última ciudad regresó ayer con su jefe.

La permanencia de éste en Orihuela ha sido breve. Llegó a las 10 de la mañana, almorzó en el alojamiento que se le tenía preparado en la casa del marqués de Arneva y prosiguió su viaje para Alicante a las 3 de la tarde. Le han visitado, además de las autoridades, las comisiones de sus partidarios de los pueblos del distrito.

En la sesión del 14 de noviembre de 1896 quedó acordado que se perpetuase la fecha de su estancia en Orihuela, dando su apellido a una de las mejores calles de la ciudad, la de la Puerta Nueva.

El propio Ferrer compró las dos planchas indicadoras de que la calle, en lo sucesivo se llamaría Calle de Sagasta.

Nota curiosa: La preponderancia de Capdepón en Orihuela quedó patente en la zona. Las tres calles que hoy tratamos obtuvieron títulos de políticos liberales (el propio Capdepón, Sagasta y Ballesteros).

Sin embargo, Cánovas del Castillo, el otro firmante del Pacto del Pardo, siendo nieto de Orihuela nunca tuvo calle. Antonio Cánovas García, padre del famoso político conservador, era oriolano. Bautizado en la Catedral en febrero de 1792.

Calle de Sagasta. Colección Javier Sánchez Portas.

Volviendo al «Paseo de Sagasta», en septiembre de 1899, el Ayuntamiento recibió una nueva solicitud de demolición por parte de los vecinos. Además del tránsito incómodo y los malos olores, la infraestructura era muy deficiente.

El agua de lluvia, encauzada por la alcantarilla que lo atravesaba, inundaba las casas con agua, lodo e inmundicias.

En la sesión del 7 de junio de 1900 se aprobó un recorte por la parte de la Carretería; revocando los muros y pintando rejas y asientos. Pero no se llevó a cabo.

Paseo de la Puerta Nueva desde el Vallet.

Con periódicas chapuzas se mantuvo unos años más hasta que el paso subterráneo, lleno de basura y de animales muertos se convirtió en una asquerosa charca de agua corrompida y cieno. Unos se quejaban por el olor insoportable; otros por el estorbo para el tránsito rodado…

EL Diario. 20 de noviembre 1906: Hasta ahora todo el mundo creía que el paseo de la Puerta Nueva, dada su construcción actual, era solo un obstáculo en aquel sitio, pero nadie, al parecer, se había dado cuenta de que al mismo tiempo pudiera ser un peligro para la salud pública.

Así es en efecto. Dicho paseo está edificado de manera que por bajo y con intención de que circulen las aguas, existe una especie de subterráneo que no responde a su fin.

Hace pocos días se verificó por orden del Sr. Alcalde una limpieza en aquel lugar. Allí habían varios animales muertos en una asquerosa charca de agua corrompida y cieno que despedían un olor insoportable y visiblemente dañoso.

¿Es posible que  esto pueda existir en una de las calles principales de Orihuela, en una parte destinada nada menos que a paseo público? No: deben comprenderlo así nuestras celosas autoridades.

El paseo de la Puerta Nueva debe desaparecer en su forma actual y cuanto antes mejor. El gasto es insignificante. Los asientos que ahora hay allí,  pueden distribuirse en bajo, ensancharse un poco las aceras y dejar una calle magnífica, sin que aquello pierda nunca el carácter de paseo. Las verjas y las escalinatas son un estorbo, las bóvedas son un peligro para la salud pública.

Paseo de Sagasta. Principios del siglo XX.

En junio de 1907, el flamante alcalde José Escudero Zapata recordó que se había aprobado la demolición ocho años años antes y decidió ponerla en práctica inmediatamente. Algunos vecinos se opusieron, pero la corporación se mantuvo firme en la decisión.

El paseo desaparecía para urbanizar la calle a nivel del suelo, sin rejas ni escalinatas.

La Huerta. 23 de mayo 1907: Dentro de pocos días se comenzarán los trabajos de ensanche en la calle de Sagasta haciendo desaparecer el antiguo paseo. Nos parece muy bien esta reforma que se debe a la iniciativa del Alcalde.

La Actualidad (Barcelona). 30 de agosto de 1907.

La Huerta. 27 de mayo 1907: El paseo de la Puerta Nueva era un peligro para la salud pública y un estorbo en la calle de Sagasta. Por bajo de dicho paseo existe una alcantarilla que recibe las aguas. Estas generalmente se estancan y se corrompen. Este es el motivo principal que exige la desaparición del aludido paseo.

En las sesiones municipales de junio y julio se discutió el espinoso tema del paseo y la comisión de Ornato presentó dos proyectos. El alcalde se decantó por convertir el antiguo paseo en un «boulevard».

El concejal José Germán votó por la opción alternativa al considerar que quedaría la calle de Sagasta en el mismo estado; con dos callejas estrechas.

Los señores García y Garriga alegaron la necesidad de que Orihuela tuviese un paseo en condiciones; pues la Glorieta, además de apartada, era «foco de enfermedades palúdicas».

Al no haber unanimidad se pidieron dos presupuestos a Francisco Sánchez; y la resolución quedó suspendida para un estudio más a fondo.

Por fin el 11 de julio se presentaron los dos proyectos con sus respectivos presupuestos para la reforma de la calle de Sagasta.

Y se aceptó la opción «boulevard». «De hormigón con baldosín estriado, cuatro brazos de alumbrado y 14 bancos de hierro fundido con asiento y respaldo de madera. Lleva consigo el arreglo de las dos calles paralelas y las dos aceras con hormigón y baldosín».

Calle de Sagasta. Primer cuarto del siglo XX.

El proyecto contó con los votos en contra de los señores Romero Sansano, Romero Rufo, Giménez, Pastor y Lucas. Esta clara división alentó a los periodistas de uno y otro signo político. Transcribo una simpática carta abierta publicada en «La Huerta».

La Huerta. 1 de junio 1907: Capdepón y las niñas. Hoy, en la sesión del Ayuntamiento, se ha acordado derribar el paseo de la Puerta Nueva, y hoy se ha dado una lanzada al ilustre D. Trinitario y a las niñas de la calle de Sagasta.

El alcalde ha creído que esa medida iba a proporcionarle unánimes alabanzas, pues de una calle antigua y fea, va a hacer una calle moderna con anchas aceras como apenas tenemos otra en Orihuela y yo le participo que no es así.

¿No sabe el Sr. Escudero Zapata que también los liberales intentaron llevar a cabo la reforma, y varias simpáticas jóvenes de la calle escribieron una carta a D. Trinitario, ordenando éste inmediatamente la conservación del paseo?

¿No se figura el Sr. Alcalde las ternezas, los argumentos sugestivos (que tal vez hicieran pensar a D. Trinitario que aún era mozo y debía ser galante) capaces de convencer a un santo, que esas niñas, bellas muchachas, deslizarían en esa carta?

¡Ah! El alcalde no habrá recibido otra igual seguramente. De lo contrario, el paseo no se derribaría. No hay quien se resista a una carta de esa naturaleza, tal vez perfumada; de seguro tierna y acaramelada como todas las cartas de mujeres, siempre escritas al corazón.

Yo sé decir de mí, que por encima del ornato público y de todo lo público, está una carta firmada por unas jóvenes bellas y simpáticas. Y para D. Trinitario estuvo también. Me vale honra coincidir con el ilustre hombre público en eso de ceder a peticiones de mujeres. ¿Y por qué pedir la conservación del paseo las niñas de la calle de Sagasta?

El paseo es solitario; allá no acude nadie; está en una semioscuridad misteriosa. El amor gusta de soledad y esa semioscuridad que deja paso a las ilusiones del alma… ¿Sería por esto?…

Si ella fue la razón yo maldigo en nombre del amor la reforma y reniego del Alcalde que quiere hacer una calle moderna destruyendo nidos de amor…. doy un aplauso a Capdepón que supo respetarlos.

Calle de Sagasta. Colección Javier Sánchez Portas.

Las críticas al proyecto se mantuvieron durante meses. Y es que, para colmo y por falta de previsión, una vez derribado el paseo no había presupuesto ni para adecentar la calle:

La Huerta. 29 de octubre 1907: Hoy el Paseo de la Puerta Nueva no existe más que en la memoria de los vecinos. En su lugar tenemos hoy un solar o «boulevard» como dicen que ha de llamarse, que está esperando como el santo advenimiento la terminación.

Que el tal «boulevard» es un escarnio para Orihuela no solo lo decimos nosotros, sino que en pública sesión del Ayuntamiento se ha dicho; prescindimos de las condiciones estéticas de ese esperpento, solo nos ocupamos del papel que juega en los días de lluvia.

Lo que sucede es verdaderamente escandaloso, el agua se estanca de un modo, que perjudica al aseo y saneamiento de dicha calle.

En los días de lluvia, frecuentes en la estación presente, se convierte la calle de Sagasta en un lodazal que origina mil molestias, no solo a los vecinos sino también a todos los que por su mala estrella se ven obligados a pasar por un punto tan céntrico.

Ya, como hemos dicho, se ha quejado de esto un concejal en la pasada sesión, y se le ha contestado que eso se obviará en cuanto se abran unas zanjas a los lados del «boulevard», zanjas que parece ser que se abrirán el próximo Enero.

Calle de Sagasta en día de mercado. Colección Javier Sánchez Portas.

En noviembre se autorizó al alcalde para la construcción y reparación de la calle Sagasta con un presupuesto de 1500 pesetas; y comenzaron las obras. Pero el resultado tampoco convenció a los detractores:

La Iberia. 13 de noviembre 1907: Hora era ya de que el abandonado paseo de la Puerta Nueva, fuese arreglado, conforme a los proyectos de la Corporación municipal.

Puede decirse que su derribo fue el primer acuerdo de los conservadores, y ciertamente que anduvieron diligentes en destruirlo; pero verdad es también que han estado reacios y perezosos para reedificarlo.

Creíamos, y con nosotros todo el pueblo, que al destruir el antiguo y memorable paseo, se aprovecharía aquella espaciosa calle para hacer un hermoso paseo en bajo, con arbolado espléndido, aprovechando la magnífica disposición de la anchurosa vía; y así lo ofreció el Ayuntamiento, mas los tiempos cambian y las promesas se las lleva el viento.

El Alcalde y los que tal idea concibieron; o mentían al propalarla, o no contaban con la estrechez de un presupuesto que apenas sí da para cubrir las atenciones más perentorias del municipio.

Dejaron volar su imaginación, y en alas de la fantasía calenturienta, se remontaron a la región de las grandezas, para caer después en la realidad misérrima y ridícula.

Soñaron como los grandes señores, y despertaron como los mendigantes. Quitaron a la ciudad un paseo viejo, sí; pero lleno de recuerdos que rejuvenecían la imaginación de los ancianos; y a un pueblo que como el nuestro, no está sobrado de lugares de esparcimiento, le restaron uno de los más clásicos.

¿Y para qué? Para tener convertida en barranco aquella calle durante algunos meses, y para transformarla después en una vía vulgar como cualquiera otra.

Según manifestación del propio Alcalde, el presupuesto para el arreglo de la calle de Sagasta es de unas seiscientas pesetas; y estando casi agotado el capítulo de obras en el presente ejercicio económico municipal se acordó que se empezará el arreglo llegando hasta donde diera de sí la cantidad restante; no haciendo más que construir las aceras y arrecifar el arroyo…

… más valiera que hubieran dejado las cosas tal y como estaban, porque así no hubiera salido perjudicado el pueblo con el cambio. Las generaciones futuras sabrán que hubo un paseo llamado de la Puerta Nueva, al que hizo desaparecer el capricho del Ayuntamiento presidido por el señor Escudero, dejando en su lugar una mala calle.

Paseo de Sagasta. Colección Javier Sánchez Portas.

En cuanto a rotulación, durante el siglo XX le cambiaron el nombre varias veces. La primera fue en 1931, nada más iniciarse la II República. De calle de Sagasta pasó a Nicolás Salmerón, uno de los cuatro presidentes de la I República.

En 1939, justo al acabar la Guerra Civil, le otorgaron el nombre de General Mola; pero aquello duró una semana. El Boletín Oficial del Estado ordenó a las Comisiones Gestoras que se abstuviesen de revisar los nombres de vías y plazas públicas.

En julio de 1940, con motivo de la celebración del cuarto aniversario del asesinato de José Calvo Sotelo, el teniente de alcalde, Juan Villaescusa, propuso reservar su nombre para la plaza que resultase del demolido convento de Santa Lucía.

En octubre de ese mismo año se repartieron por fin las calles destinadas a los «mártires de la cruzada» y Calvo Sotelo quedó en el aire. Al General Mola le tocó una calle en San Bartolomé.

Entrada Obispo Pablo Barrachina 1954. Colección Javier Sánchez Portas.

En noviembre de ese mismo año el alcalde, Mariano Belda, se lamentó por haber olvidado, al otorgar los nombres de las calles, al «insigne patricio y primer mártir de la revolución».

Para remediarlo titularon como Paseo de Calvo Sotelo a la calle de Sagasta. 

El Paseo de Calvo Sotelo.

Y así se ha mantenido oficialmente hasta 2012, fecha en la que la Memoria Histórica fijó su nombre actual; el que han utilizado los oriolanos desde el siglo XIX; «El Paseo», la calle donde nací.

El Paseo de Calvo Sotelo. Archivo Mariano Pedrera.

La Carretería

El tercer y último sector en el que se dividió el antiguo Vall pasó a llamarse «lo carrer de Carreros».

Su estratégica situación, entre las puertas Nueva y de Crevillente atrajo a carreteros, carpinteros y herreros; artesanos que reparaban los vehículos que allí aparcaban al llegar a la ciudad desde Valencia, Alicante o Callosa.

AMO Siglo XIX.

Queda claro porqué, hasta el siglo XVIII, se le llamó Carretería Vella o Vieja; y, a partir de entonces, simplemente Calle de la Carretería.

En dicha calle vivía el político Trinitario Ruiz Capdepón, personaje que comenzó su carrera política en 1868, en la Junta Revolucionaria de Valencia. En las elecciones del año siguiente, consiguió un escaño en el Congreso por Játiva, Valencia.

Diputado Ruiz Capdepón. Retrato autógrafo 1869. Colección Javier Sánchez Portas.

Según contaba la prensa local, un año antes de alcanzar el ministerio, tenía una casa en mal estado en la calle de la Carretería.

El Día. 28 de abril 1887: Existe una casa en la calle de la Carretería que por un fenómeno de equilibrio se sostiene en pie, siendo una amenaza constante para el transeúnte (…) ¿Cómo es que con otras que se encontraban en estado ruinoso se ha procedido a su denuncia y demolición o compostura y nadie osa meterse a denunciar la casa de que tratamos?

¿Es porque es propiedad del Subsecretario del Ministerio de Gracia y Justicia Sr. Capdepón? Sin duda alguna esta es la única razón que existe para que continúe el ruinoso edificio amenazando venirse al suelo, razón que debía convertirse en estímulo de las autoridades para cumplir con su deber.

El 14 de junio de 1888 el subsecretario Trinitario Ruiz Capdepón se convertía en ministro de Ultramar. Y la alegría se desbordó por todo el distrito electoral. Al día siguiente, en Callosa, las campanas de todas las iglesias se echaron al vuelo mientras una concurrida manifestación de júbilo recorrió sus calles vitoreando a Capdepón a los acordes de la banda de música.

Trinitario Ruiz Capdepón. «La Esfera». 18 de marzo de 1916.

En Orihuela todos los edificios públicos y muchos particulares aparecieron con colgaduras festivas. El sonido de las campanas, de la banda de música y el estampido de los morteretes inundaron la población. Por la noche lució la iluminación general y tuvieron serenata en el paseo de la Puerta Nueva.

La Corporación municipal oriolana celebró una sesión extraordinaria aprobando por unanimidad las siguientes disposiciones:

1. Remitirle un telegrama de felicitación en nombre del Excmo. Ayuntamiento.

2. Nombramiento de una comisión compuesta del Alcalde-presidente, y de los señores concejales Moreno, Román, Vázquez, y Ferrer, que pase concluida la sesión a felicitar a la Sra. Dª. Josefa Capdepón, anciana madre de nuestro representante en las Cortes.

3. Sustituir el nombre de la calle de la Carretería por la de Ruiz Capdepón, festejando con música, la colocación de la lápida que lo acredite.

4. Ofrecerle una medalla de oro conmemorativa de la fecha de su nombramiento para ministro.

Y 5. Adquirir el retrato de este esclarecido hijo de Orihuela para colocarlo en el salón de sesiones.

El cuadro se lo encargaron a Joaquín Agrasot y se mantiene colgado en el ayuntamiento.

El Diario de Orihuela. 2 de agosto 1888: Se han remitido a nuestro distinguido paisano el pintor Sr. Agrasot, dos fotografías del Sr. Capdepón, para que proceda a hacer por encargo del Ayuntamiento, un retrato de nuestro ilustre paisano el señor ministro de Ultramar.

Retrato de Trinitario Ruiz Capdepón. Joaquín Agrasot. 1888. Cedido gratuitamente al Ayuntamiento de Orihuela.

El rótulo, labrado en piedra blanca de Bélgica, se instaló el 28 de junio, cambiando la secular titulación de calle de la Carretería por calle de Ruiz Capdepón. Y se publicó esta curiosa noticia:

La Crónica. 1 de julio 1888: El jueves en la tarde sustituyóse el rótulo de la calle de la Carretería por el de Ruiz Capdepón. Pero no amenizó el acto la banda de música, como así lo pidió un concejal en la sesión de Ayuntamiento en que se trató de esto.

Sin duda le amenazaron con tocar el himno de Riego y tendría que renunciar a su petición. ¿Se creería este señor que iban a tocar la marcha real?

Casa de Ruiz Capdepón. Colección Ajomalba.
Blanco y Negro. 26 de marzo 1898.

En octubre de 1898 don Trinitario presentó en el ayuntamiento los planos confeccionados por el arquitecto madrileño Mariano Belmás, para construir una vivienda que ocuparía el solar resultante del derribo de cinco casas en las calles Ruiz Capdepón, Santa Lucía y Bellot.

Hotel Internacional (Madrid). La fachada es obra de Mariano Belmás en 1907.   

Mariano Belmás Estrada (1850-1916), fue un arquitecto esencial en la renovación urbana de Madrid de finales del XIX.

En el cambio de siglo diseñó varios edificios de viviendas para distinguidos personajes madrileños utilizando distintas variantes del estilo ecléctico.

Como diputado y senador, debió relacionarse con el ministro oriolano cuya casa concluyó en 1905.

Casa de Ruiz Capdepón. Caja de Socorros y Ahorros. Colección Javier Sánchez Portas.

Trinitario Ruiz Capdepón falleció en Madrid el 13 de febrero de 1911. En abril de 1918, el alcalde Antonio Balaguer Ruiz propuso erigir un monumento a Capdepón; colocando su estatua en el centro de la Plaza de la Constitución (Plaza Nueva).

Se acordó cubrir los gastos por suscripción popular, encabezada por el Ayuntamiento con mil pesetas. Nunca se llegó a fundir. Pero se conserva el molde.

Entierro de Trinitario Ruiz Capdepón. Presidencia duelo. La Unión ilustrada. 19 de febrero 1911.
Trinitario Ruiz Capdepón. Molde en yeso para el busto no fundido. Colección Javier Sánchez Portas

La casa de la Calle Santa Lucía, 12/ Ruiz Capdepón 1 pasó a manos de la Caja de Socorros y Ahorros de Orihuela, conocida popularmente como «La Agrícola».

El pueblo. 12 de octubre 1925: Caja de Socorros y Ahorros de Orihuela. Fundada en 11 de octubre de 1879. Capital Social 1.500.000 ptas. Opera sobre préstamos con garantía hipotecarla, personal y crédito reconocido. Hace préstamos sobre ropas, alhajas, valores públicos y frutos. Admite imposiciones a plazo fijo con títulos al portador al 5 por 100 y las ordinarias al 4 por 100 anual.

Dicha entidad financiera atravesó serias dificultades económicas durante la II República. En mayo de 1935, durante el bienio reformista, la Comisión Gestora municipal integrada por cedistas, radicales y agrarios, alquiló los bajos del edificio para instalar la Caja de Reclutamiento y el Batallón de Reserva de la Ciudad.

Cuando la Caja de Socorros y Ahorros vendió el edificio a Antonio Alonso Cifuentes, este se encontró de ocupa al teniente coronel de reclutamiento. El nuevo propietario solicitó al Ayuntamiento el desalojo de la vivienda; alegando que el contrato en vigor sólo incluía el alquiler de las oficinas.

Casa de Ruiz Capdepón. Caja de Socorros y Ahorros. Colección Javier Sánchez Portas.

Tras la Guerra Civil, los bajos alojaron la jefatura comarcal del sindicato vertical conocido como «Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos».

Casa de Ruiz Capdepón. Jefatura Comarcal del «Sindicato de Labradores». Colección Javier Sánchez Portas.

En los años setenta del siglo pasado cayó demolida a bolazo limpio. Yo mismo presencié su destrucción y puedo dar fe de lo que costó tumbar una casa cuyos cimientos eran parte de la muralla oriolana. Otro desastre patrimonial sin sentido.

Colección Javier Sánchez Portas.

Pero volvamos a la calle. Al igual que le ocurrió al Paseo durante la Segunda República, le otorgaron el nombre de un presidente de la Primera.

El 30 de enero de 1932 pasó a llamarse calle de Francisco Pí y Margall. Al acabar la Guerra Civil recuperó el nombre de Ruiz Capdepón que todavía conserva.

Al final de la Carretería permanecen unas ruinas suspendidas en la sierra para recordarnos que la muralla ascendía por ahí hasta llegar al castillo; justo donde estuvo durante siglos la Puerta de Crevillente; de la que hablaremos en la siguiente entrega.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

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