Las agustinas de San Sebastián.

Iglesia Monasterio de San Sebastián. Colección Javier Sánchez Portas.

Las agustinas de «Sent Sebastia».

Diversas Religiosas Agustinas. MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

Una ermita en el Raval Mayor

Eras de San Sebastián. Fragmento plano de 1748, obra de Fray Antonio Villanueva.

Más allá del «raval del Pont», cuando Oriola terminaba en la «porta de Sent Agosti», existía extramuros un eremitorio bajo la advocación de «Sent Sebastia» cuya fundación data Joseph Montesinos en los albores del siglo XIV.

«… Sabemos q. la antigua Hermita de S. Sebastian Martir, y de Sn. Roque Confesor (hoy día grave combento de Venerables Señoras Religiosas Agustinas) se fundó por los años de 1315 de la Natividad de JesuChristo, por Dn. Jayme Besantes, Presbitero Nobilisimo caballero Oriolano de Conquista…»   

En el capítulo «Que refiere la Fundación de la Ilte. Cofradía de Sn. Sebastián Martir de esta Ciud. de Orihª» dice que fue por los años de 1511, siendo Rey de las Españas Carlos I de Castilla. Y que al cesar la peste lo recibieron como patrono y abogado.

Dicha ermita, dedicada también a San Roque (ambos eran abogados contra la peste), se utilizaba como ayuda de parroquia de la Iglesia del Salvador.

… Se componía de un Vicario, Sacerdote, Confesor para bautizar y casar a todos los de dho. partido; con el que estaban dos Hermitaños seculares para el cuidado de recoger las Limosnas de los Campos, y Huertas, y Ciudad, para ayuda de mantener el Culto de la anunciada Hermita, en cuyo Estado se mantuvo hasta 1591.

El puente era muy frágil y, con demasiada frecuencia, los vecinos de esa orilla del Segura quedaban incomunicados sin posibilidad de asistir a los oficios religiosos. Así lo explica Bellot.

…Como el puente era de madera, muchas veces o lo desbarataba el río o lo cubría, y mientras se adobaba, no siempre se podía pasar, y los vecinos del Rabal no tenían donde oír misa antes que se edificara San Agustín, y así pusieron pila en San Sebastián.

Por ello contaba con pila bautismal y un cura teniente que vivía continuamente en el arrabal. El propio cronista Mosén Pedro Bellot afirma haber bautizado allí alguna vez cuando era beneficiado de la Catedral (recordemos que Bellot escribe sus «Anales» en el primer cuarto del siglo XVII).

San Sebastián solía ser eremitorio o capilla de la Catedral, con pila de bautizar. (…) Los curas hacían un teniente que viviese en el Rabal, como lo ha sido en nuestros tiempos mosén Burillo y mosén Domenech, y el autor de esto ha bautizado allí dos o tres veces siendo beneficiario de la Catedral.

Erigido el convento y la iglesia de San Agustín en el siglo XV, dicha función quedó obsoleta y la pila bautismal acabó en el Loreto.

Y en el año 591 hizo donación el Cabildo y Ciudad al Provincial de los agustinos para edificar convento de monjas y se trajo la pila a Lorito, donde ahora está.

En 1591 el Cabildo y el Consell donaron el edificio al provincial de los agustinos ante el notario Antonio Tari cuyos protocolos, redactados entre los años 1581 y 1600, se conservan el Archivo Histórico de Orihuela.

El objetivo era fundar un convento de agustinas calzadas; un establecimiento religioso femenino donde «posar enclausura a dones honestes y religioses».

Montesinos dedicó muchas páginas al convento, especialmente en el tomo sexto del compendio. De ellas he extraído algunas notas literales que aparecen a lo largo del artículo resaltadas en rojo. El resto lo he resumido.  

Fundación del convento.

Imágenes de San Sebastián, de San Roque y del Convento. MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

«Capítulo 1. Donde se refiere la Ilte. Fundación del Muy Exemplar convento de Sn. Sebastián Mártir de Religiosas Agustinas calzadas de esta Ciud. de Orihª».

Governando se hallaba la Sta. Universal Iglª. Por los años de 1591 el Beatísimo Padre Gregorio XIV…

Gobernaba las Españas Dn. Felipe II de Austria; y era dignísimo Obispo de esta Ciud. y Diócesis de Orihª. El Ilmo. y Revmo. Sr. Dn. Josef Estevan.

La transformación de la antigua ermita de San Sebastián en monasterio de agustinas contó con el apoyo de la Ciudad, que les cedió terreno junto a la acequia del Chorro. Permitidme hacer un inciso para hablar de urbanismo.

Un cuarto de siglo antes, el Consell oriolano había parcelado la zona extramuros; solares de un cuarto de tahúlla que fueron vendidos para poblar la zona.

Ya he hablado en otros trabajos del prestigio que un convento aportaba a la formación de un barrio.

Esta subasta de tierras, iniciada en el verano de 1567, la detalla magistralmente José Ojeda Nieto en su «Orihuela Imaginada».

El Consell, aprovechando la demanda de suelo en la zona, al llegar 1567, dio el salto extramuros y puso en venta, una vez parceladas, las eras de San Sebastián…

La actuación municipal fue todo un ejemplo de lo que se podía conseguir con un suelo potencialmente edificable: se hicieron 10 parcelas, próximas a los 300 metros cuadrados, y se subastaron, ingresando así las arcas municipales -siempre muy necesitadas- unas 300 libras, pues las parcelas se pagaron a 25 la más barata y a 32 libras las más caras.

Mas con la subasta no se agotó el terreno próximo a la, todavía, ermita de San Sebastián, quedaba mucho suelo aún.

Cuando se inicie el convento, en la década de los noventa del siglo XVI, el Consell ayudará con terrenos próximos y aún así seguirá habiendo eras, además de una zona de recreo.

Volviendo a Montesinos y a la fundación del monasterio, esta fue impulsada principalmente por Francisco Despuig y Pérez, canónigo de la Catedral de Orihuela.

Sabida cosa es, según consta de las Historias y Narracion de varias Escrituras, como fuera de los muros de esta Ciud. de Orihª. en el Arrabal de San Agustín, fundó la Ilte. Provincia de Sn. Agustín de Aragon, a petición del Muy Ilte. Magnifico Concejo y Cabildo de esta Ciud. y del Ve. Y Sapientimo. Sr. Dr. Dn. Francisco Despuig y Perez, presbro. nobilísimo Caballero Oriolano, Canónigo y Dignidad de Sacriste de esta Sta. Cathedral Iglª un Monasterio de Religiosas Agustinas Calzadas Observantes en una mediana antigua hermita dedicada a Sn. Sebastián Martir y a Sn. Roque.

Fray Gaspar de Saona y Sánchez, provincial de la orden en Aragón, envió a tres religiosas del convento de los Dolores de Bocairent: Magdalena Molina como priora, Gerónima Francés como superiora y Catalina Saona para el cargo de tornera.

El Revdo. Pde. Provincial Fray Gaspar de Sahona, saco del Combto. de Ntra. Sra. de los Dolores de la Villa de Bocayrente, Reyno de Valencia, tres exemplares religiosas, q. lo fueron, la Ve. Me. Soror Dña. Magdalena Molina, Priora; la Ve. Me. Soror Dña. Gerónima Francés, Superiora; y la Ve. Me. Soror Dña. Catalina Sahona, Tornera.

Según nuestro cronista llegaron el 5 de octubre de 1591 acompañadas de varios agustinos y algunos vecinos de Orihuela, donde fueron recibidas con mucho aplauso y universal regocijo.

Salieron las Fundadoras de su combento de Bocayrente, acompañadas de algunos graves Religiosos del Orden de Sn. Agustín, y de algunos Iltes. Ciudadanos de Oriha. a la que llegaron el día 5 de Octubre del año 1591.

Se apearon en la iglesia de San Agustín y de allí pasaron a la ermita de San Sebastián. Rezaron ante el mártir y entraron en la clausura tomando posesión del que sería su convento; que conservó la misma titulación.

Emblema del Monasterio y retrato de Francisco Despuig, fundador del convento. MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

Aunque no todo fueron facilidades para el monasterio; algunos vecinos de la zona denunciaron apropiación indebida de sus solares y del terreno público; destacando especialmente el pleito sostenido con Berenguer Manresa.

Pero la nueva fundación contó con el apoyo del mismísimo Felipe II, quien escribió al Consell para ordenar su intervención ante la actitud hostil de Manresa, propietario de una era situada junto al convento.

Este Combento, en el tiempo de su fundación, tubo algunos disturbios y contratiempos, pero todo se allanó por medio de una Carta del Sr. Dn. Felipe II Rey de las Españas

Mientras vivió, don Francisco Despuig pagó la obra del convento de su dinero y rentas; y como fundador pidió y le fue concedido, ser enterrado en «esa Santa Casa de las Esposas de Jesús Christo». La primera oriolana que ingresó fue su sobrina, llamada Eugenia Josefa Pérez.

Colocadas las Religiosas en su nuevo Monasterio comenzaron a esparcir tantos rayos de virtudes y tan suave olor de santidad, que con la fragancia de su exemplo atrajeron a muchas nobles Doncellas de esta Ciud., que bolando como abejas iban a aquel nuevo y sagrado jardín a vestir en Abito del Gran P. Sn. Agustín y vivir entre las flores de tan admirables Religiosas.

De manera que muy en breve se pobló este huerto cerrado, de purísimas Virginales Doncellas…

Sobre los restos de la vieja ermita gótica construyeron una iglesia barroca de nave única con capillas laterales, cubierta con bóvedas.

Una nota de Pepe Ojeda, fechada el 16 de noviembre de 1609, nos informa de las obras que estaban transformando la angosta ermita en iglesia; y también de como había crecido la comunidad hasta casi dos docenas de monjas.

Según reza en dicha nota, Jerónimo Cantó, provincial de los agustinos desde 1608 a 1611, ante el capítulo formado por veintitrés religiosas, ordenó hacer el coro donde antes estaba el antiguo altar mayor, cambiando totalmente su orientación.

Fragmento Plano de Orihuela. Francisco Coello (1859). Atlas de España y sus posesiones de Ultramar. 

La llegada del convento cambió notablemente el aspecto de la zona. A finales del siglo XVI se reformó la Puerta de San Agustín.

Poco después se acondicionó la alameda situada a espaldas del convento que, siguiendo el trazado de la acequia del Chorro hacia la izquierda, unía San Sebastián con San Gregorio, fundado a principios del XVII.

Dotada de bancos, dicha alameda conocida como la nueva, de San Sebastián o del Chorro, era la principal zona de paseo para los oriolanos.

Se corresponde aproximadamente con la actual calle del Duque de Tamames.; y girando a la derecha, se iniciaba el Camino de Cartagena.

La acequia contaba en su recorrido con varios puentes para dar acceso al llamado Partido de Hurchillo; y dio nombre oficioso a la alameda, a la puerta, e incluso a las religiosas agustinas conocidas popularmente como «las monjas del Chorro». 

En el Archivo Histórico de Orihuela localicé una reparación del puente que la vadeaba junto al convento; un apunte de 1869 en el que un carpintero llamado Leandro Sifuentes sustituyó seis palos del puente de San Agustín a la Alameda.

Imagen de San Roque conservada en el claustro de la Catedral. Y Acequia del Chorro junto a la Glorieta.

Los dulces y la fiesta de San Sebastián.

Pellas de las Agustinas de Orihuela. En saboresdeviena.blogspot.com.

La elaboración de dulces era más que una fuente de ingresos para el convento; las monjas los elaboraban para obsequiar a obispos y a benefactores.

Especiales cosas que se fabrican en este convento: Las Revdas. Madres Religiosas de este Monasterio, después de cumplir con los deberes de sus obligaciones y Horas Canónicas, cuyo oficio divino se celebra en él con mucha pausa, gravedad y decoro, se entretienen en fabricar varios dulces, como son Pellas, Tortadas, Pasteles y Sopadas.

Hasta la corte de Madrid llegaban sus productos; o al menos eso asegura Montesinos.

Pero lo más especial que sale de esta Comunidad, para la Corte de Madrid, Valencia y otras ciudades de España, son las Meladas y Barquillos, todo construido de la carne o maza de los membrillos, cogidos sazonados en los meses de Octubre y Noviembre.

El obrador de las agustinas endulzaba también la celebración de la antaño concurrida romería o porrate de San Sebastián.

Día 20 de Enero, propio de San Sebastián Mártir, Solemne fiesta con primeras y segundas Vísperas; Maytines, Misa Mayor, Sermón; a la tarde Descubierto, Siesta, Música y Villancicos; la tarde anterior se lleva el Santo a la Sta. Iglesia Cathedral; de donde a las ocho y media de la mañana, se lleva procesionalmente con el Muy Ilte. Cabildo Eclesiástico, Parroquias, Cofradía del Santo y Muy Ilte. Ciud.

Y se celebra Porrate General en su Plazuela, en donde se venden todas especies de frutas del tiempo, y muchos dulces; es regular acudir a esta función sobre dos mil personas.

Como podemos comprobar, la romería se ha mantenido durante siglos y en la actualidad se sigue celebrando.

El diario de Orihuela. 21 de enero 1887: Una novedad ha tenido este año la antigua fiesta de San Sebastián; y consiste en que no se ha rifado el borrego como desde tiempo inmemorial se ha venido haciendo.

Sentimos la omisión porque además de quitar carácter a la romería pudiera quedarse en costumbre y somos partidarios de que no desaparezcan los usos de nuestros antepasados siempre que no impidan el desarrollo y desenvolvimiento de nuestros intereses.

El diario de Orihuela. 20 de enero 1889: CRÓNICA. Pasó todo, y apenas si se escucha el eco lejano del balido lanzado al viento por el borrego rifado ayer en San Sebastián. La fiesta de este santo mártir con la de San Antón, han sido los dos sucesos que más han movido a gente en la presente semana…

… hemos notado en el presente año gran animación en ambas romerías donde, a decir verdad, los labradores hacen el negocio de los confiteros y demás vendedores, dando un mentís con su derroche de pesadas a los angustiosos lamentos de los oradores de la Liga Agraria.

La imagen de Santa Rita que se rifó en San Sebastián correspondió al número 1108 y el borrego a D. Antonio Brotóns Guillén de la calle Mayor. 

Fiesta en las Eras de San Sebastián a principios del siglo XX.

Las «díscolas» agustinas de San Sebastián.

Diversas Religiosas Agustinas. MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

La primera vez que escribí sobre las agustinas de Oriola, hace ya bastantes años, di por cierta la versión ofrecida por Juan Bautista Vilar, que hablaba del convento de San Sebastián como un refugio para jóvenes acomodadas.

Una comunidad poco dada al trabajo y a la disciplina con rentas insuficientes que las obligaba a mantenerse con ayuda exterior en contra de su regla.

Las crónicas de Montesinos tampoco las ponía en buen lugar haciendo hincapié en la bondad de los obispos que lidiaban con ellas permanentemente y cargando siempre contra las «díscolas» agustinas.

Hace poco cayó en mis manos un artículo titulado «Las agustinas oriolanas de San Sebastián: duelo con el obispo Gómez de Terán y protección real», un interesante trabajo de Inmaculada Fernández Arillaga que aporta un enfoque muy diferente.

Antes de hablar de dicho trabajo, voy a resumir la versión de los hechos que, por dos veces, cuenta Montesinos.

Primero en el tomo tercero segunda parte, dentro del capítulo de «las vidas, hechos y muertes de los obispos modernos que ha tenido la Catedral de Orihuela».

En la biografía de Juan Elías Gómez de Terán (1738-1758), Montesinos dedica veinticinco páginas al «Pleito con la comunidad de monjas religiosas calzadas del Monasterio de San Sebastián de Orihuela».

El último de los trabajos q. más acrisolaron la virtud y paciencia del Iltmo. Sr. de Teran, fue el ruidoso caso de la extracción (pro Bono Pacis) de las dos monjas Religiosas Agustinas Calzadas del Monasterio de Sn. Sebastián, extramuros de la Ciud. de Orihuela que pasó en la forma q. pasa a describir la pluma.

Armas y retrato de Juan Elías Gómez de Terán. MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 3 II. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

Continúa en el tomo sexto que ya he citado anteriormente; en el capítulo titulado «Donde se refiere la Ilte. Fundación del Muy Exemplar convento de Sn. Sebastián Mártir de Religiosas Agustinas calzadas de esta Ciud. de Orihª».

Antes de centrarse en el pleito dejó este avance de un largo apartado que tituló: «Motivos por que este Monasterio dexo de estar sugeto a la Orden; y se sugeto al Ilte. Revdº. Ordinario de Orihª».

El Revmo. Pa. Mro. General de la Orden Fray Fulgencio Travalloni por justas causas (que insinuaré mas arriba) las dexó y renunció el combento en manos de su Santidad el Pontífice Alexandro VIII.

En él cuenta como las religiosas de San Sebastián de Orihuela, que habían permanecido sujetas «a la orden y obediencia» de San Agustín hasta finales del siglo XVII, pasaron a depender del obispo de turno.

Por justa y santa que sea una fundación, siempre tiene sus quiebras, disensiones, y a veces escándalos, como sucedió en este monasterio desde que se abrieron sus primeras sanjas para exercicio de tantas buenas Religiosas como en él florecieron.

En 1690 Fulgencio Travalloni, general de los agustinos, las «dexo y renunció el combento» en manos del Papa Alejandro VIII para que este lo traspasase al Obispado, «a la jurisdicción del ordinario».

El cronista transcribe una carta fechada en abril de ese mismo año en la que Fray Fulgencio solicitó al Papa Alexandro VIII la transferencia de la jurisdicción del convento al Obispado de Orihuela.

En dicha carta, utilizada como antecedente de lo que sucedería después, se acusaba a las monjas de desórdenes y escándalos a los que los agustinos no habían conseguido poner remedio.

Situado en el campo, fuera de los muros de la Ciudad, y sujeto a diversos desórdenes y escándalos, como se han seguido muchas veces, por el concurso de jóvenes Estudiantes y de gente ociosa como conta en los procesos.

Considerando no tener fuerza para obviarlo, especialmente por el sitio; no habiendo sido suficientes los remedios que muchas veces han usado los superiores del dicho Orden, de los cuales se han seguido controversias y pleitos…

Con estos argumentos, el «General de todo el Orden de Heremitas de San Agustín» solicitó al pontífice que acogiese bajo su potestad el monasterio de San Sebastián de Orihuela, con treinta religiosas, al que libre y espontáneamente renunciaba.

Y este lo traspasó al Obispado. El prelado oriolano Antonio Sánchez del Castellar, tomó posesión del convento el 14 de septiembre de 1690.

En vista de esta súplica, admitió el Papa Alexandro VIII la renuncia del General, y mandó por su Breve de 6 de Mayo de 1690 sugetar las Monjas inmediatamente al Ordinario Dn. Antonio Sánchez del Castellar, entoves Obispo de Oriha.  

De las treinta, cinco religiosas se negaron a abandonar la obediencia de San Agustín y el obispo las trasladó a dos conventos valencianos de la orden. El resto conservó tan solo la regla y el hábito de las agustinas.

Montesinos se esfuerza en convencernos de que, ni Sánchez de Castellar (1679-1700), ni sus cuatro sucesores: José de la Torre Orumbela (1701-1712), José Espejo Cisneros (1714-1717), Salvador Rodríguez de Castelblanco (1717-1727) y José Flores Osorio (1727-1738) pudieron someter a las agustinas de Orihuela.

Siempre que los que mediaron (aquí cita a los cuatro obispos) quisieron proveer en lo q. se necesitaba de remedio, se siguieron y suscitaron los mismos ruidos, q. obligaron repetidísimas veces a impartir los Sres. Obispos el Real Auxilio, con destierros; el Rey de Caballeros y seglares; y el Obispo de Eclesiásticos.

Cuenta que dichos prelados trataron de trasladar a las más problemáticas; que probaron a entregar los cargos de responsabilidad a otras religiosas llegadas de Valencia; pero afirma que a los pocos días, éstas pidieron el regreso temiendo por su vida.

Y en dichos casos no hallaron otros medios q. el de sacar (a instancias de las Buenas) de la Clausura de este Combento a otros, las Monjas inquietas…  

… de Valencia se trajeron quatro Religiosas para Priora, Superiora, Maestra de Novicias y demás principales empleos por reducir este Monasterio a la Regular Observancia, y a pocos días de estar en él, clamaron porque las restituyeran a Valencia, como así se hizo, diciendo estas no habían juzgado salir vivas.  

Juan Elías Gómez de Terán. Obispo de Orihuela.

Y así llegamos a Gómez de Terán (1738-1758) en un apartado titulado «Motivos mas ruidosos en este combento, por los q. el Iltmº. Sr. Dn. Juan Elias Gomez de Teran, Obispo de esta Ciud. se vio precisado a sacar de él dos Religiosas por conservar la Paz».

Voy a tratar de resumir lo sucedido utilizando los textos de Montesinos y el informe que presentó el obispo, impreso en el Colegio Seminario de la Purissima Concepcion por Joseph Vicente Alagarda y Eísarch en 1753, titulado:

«Informacion de todos los testigos presenciales y los unicos que concurrieron, y vieron en el acto de la amocion de las dos Monjas, llamadas Sor Rosa, y Sor Josepha Guerra, del Convento de S. Sebastian de Orihuela, de Agustinas calzadas, interiname[n]te, á el de Santa Clara de la Villa de Elche: Y los mas domesticos sirvientes … Contra las muchas falsedades, que se han esparcido en desdoro del santo zelo pastoral, y del recto modo de proceder del … Obispo de esta Diocesis, su Prelado, y Ministros de su Curia».

El desencadenante del caso fue la decisión de Juan Elías Gómez de Terán de inmiscuirse en el funcionamiento del convento imponiendo a las agustinas una priora que no cumplía las normas de su regla al no haber cumplido los treinta años.

Con dispensa papal el obispo eligió a María Thomasa Martínez, por entonces maestra de novicias, para comenzar su mandato en enero de 1752.

En virtud de carta Orden del Beatísimo Padre Benedicto XIV, comunicada por su Secretario de Estado el Eminentmº. Sr. Cardenal Valenti, de 25 de Noviembre de 1751, el Iltmº. Sr. Dn. Juan Elias Gomez de Teran, eligio en Priora de este combento a la Revdª. Mdre. Dñª. Maria Thomasa Martinez, Maestra de Novicias, en 2 de Enero, de 1752 dispensando Su Santidad, no ser anciana de 30 años cumplidos.

Diversas Religiosas Agustinas. MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

Pero las monjas se negaron a acatar dicha elección que iba contra su regla. Expresaron su aflicción y pidieron al obispo que les liberara del mandato.

Oydo por la Comunidad, respondieron las Monjas, no querían obedecer al Papa, al Sr. Obispo, ni al Provisor, por ser contra sus leyes y practica de no hacer alguna hasta los 30 años de su Edad.

Reafirmándose en su decisión, Juan Elías envió al provisor para que «fuera a poner en posesión a la electa». Pero estas lo desairaron entregándole un papel con protestas; a lo que el prelado respondió con otra carta.

Repitio S. S. Iltma. otra Carta a la Comunidad en el día 13 para q. no escandalizasen mas el mundo con su inobediencia; q. el medio era Obedecer con reserva de sus derechos y suplicar a su Santidad…

Días después admitieron la elección a regañadientes; obligando al provisor a aceptar sus protestas por escrito y pidiendo el certificado de Roma.

Y las Monjas la dieron su obediencia expresando algunas quando la abrazaban (a la electa) que lo hacían debaxo de protestas...

Una semana después, sin contar con la flamante priora, eligieron internamente a Josefa Llor y dieron poderes en Roma y Madrid para ir contra la elección. Solo reconocían a Tomasa de cara al exterior.

Montesinos menciona a una religiosa anónima que escribió al obispo pidiéndole una visita para poner remedio. Cuando se pasó por el convento, Rosa Guerra se erigió en portavoz de las agustinas, enfrentándose a Gómez de Terán.

La cuerda se fue tensando y en abril, dentro de la «Visita Eclesiástica» del convento, convocadas las religiosas por el prelado a una «Plática Espiritual», solo acudieron tres alegando el resto encontrarse enfermas.

No voy extenderme mucho más. Ni las religiosas ni el obispo dieron su brazo a torcer y las agustinas se mantuvieron en abierta rebeldía durante meses.

En julio, la anónima infiltrada (real o inventada) volvió a las andadas.

En 9 de julio del mismo año 1752 escribio una Religiosa al Provisor avisandole del nuevo escandalo q. habia en el Combento; y q. faltaba el Sufrimiento, q. viera el medio q. de habia de tomar antes q. perdieran sus almas y cuerpos.

Desde Roma pidieron explicaciones al obispo.

Monseñor Nuncio pidió informe a S. S. Iltma. con motivo del memorial presentado por las Monjas a su Santidad agraviandose de la Elección, suponiendo en el haber negado la Obediencia a la Electa, y que por las amenazas de S. S. Iltma. fueron violentadas y denunciaron el recurso a su Nuncio.

Las agustinas no querían, mientras durase el litigio, seguir sujetas al obispo de Orihuela. Preferían la jusrisdicción de Roma, del Arzobispado de Valencia, del Obispo de Cartagena o del Provincial de su orden.

Juan Elías Gómez de Terán. Obispo de Orihuela.

En diciembre, utilizando la regla de la orden para las religiosas que «se confederan y agavillan», el obispo privó de voz activa y pasiva a tres religiosas: a Josefa Llor y a las hermanas Rosa y Josefa Guerra; conminándolas a todas y a cada una en particular, con censuras.

Roma pedía al obispo que rebajase la tensión y tratase a las monjas con «amor y blandura» si quería tranquizarlas.

Por ese tiempo recibio el Sr. Obispo Carta del Eminetmo. Sr. Cardenal Valenti con fecha 9 de Noviembre de 1752 manifestandole de parte de su Santidad q. tratase a las Religiosas con amor y blandura para aquietarlas y reducirlas a la Obediencia…

Pero en febrero de 1753 les dio un ultimatum.

Pero viendo S. S. Iltma. el desprecio de tan suaves medios y que las Monjas continuaban en su contumacia con el exceso de no quererse confesar, publicando que S. S. Iltma. tenia Orden de Su Santidad para admitir la Renuncia de la Priora, tomando de esto motivo para vivir mas inobedientes, escribio en 1 de Febrero de 1753 una Carta Pastoral desengañándolas de no ser así, exhortandolas a la Paz y a la Obediencia, de todo lo qual protervas abusaron…

Desoyendo los consejos que llegaban de Roma, el prelado optó por capturar y neutralizar a las hermanas Guerra. Y lo hizo por las bravas, descerrajando puertas, violentando el monasterio y la clausura.

…Para sosegar discordias, mandó la extracción de las dos Religiosas Sr. Dñª. Rosa y Sr. Dñª. Josefa Guerra al Combento de Sta. Clara de la Villa de Elche, cuya extracción se hizo en 8 de Marzo…

«Informacion de todos los testigos presenciales y los unicos que concurrieron, y vieron en el acto de la amocion de las dos Monjas…». Imprenta del Seminario de la Purissima Concepcion, Joseph Vicente Alagarda, 1753. 

En la versión de Montesinos, calcada del informe que el obispo mandó imprimir, todo empezó el 8 de marzo a las siete de la mañana.

Cumpliendo instrucciones secretas de Su Ilustrísima, comisario, síndico, capellán y dos notarios se presentaron en el torno de la puerta regular del convento. Y habiendo dicho a la tornera que avisase a la superiora, estuvieron hora y media solicitando entrar con buenos medios sin resultado.

Posteriormente la comitiva pasó a la iglesia y, tras apercibirlas con buenas palabras y amenazarlas con entrar por la fuerza, las monjas respondieron con expresiones indecorosas.

Para cumplir las órdenes del obispo trajeron a un cerrajero que reventó la puerta pequeña del Presbiterio. Al poco tiempo bajó la superiora con las hermanas Guerra y las demás quedaron «de montón en la escalera, oyendo y acechando».

Cuando trataron de sacar a las Guerra, salieron ocho o diez religiosas de las «ayradas» y olvidando su condición, se despacharon con golpes e injurias de palabra y obra, oyéndose muchas «malas voces de las monjas». 

Aquellos hombres sufrieron con paciencia los insultos, los golpes, araños y tirones de cabello hasta que se entregaron las hermanas Guerra; y una vez metidas en la testera del coche de cámara del obispo, salieron por fuera de la ciudad; es decir, por la alameda hasta el convento de San Gregorio.

En San Antón descansaron y bebieron agua. Y según afirma el cronista, continuaron viaje muy contentas y dieron gracias por verse fuera de «aquel infierno de convento».

Al llegar a Elche quedaron depositadas en el convento de Santa Clara, donde las recibieron y trataron con mucho honor y explendor.

Montesinos cuenta también la versión de las agustinas; pero acusándolas de desfigurar la verdad de lo ocurrido con expresiones muy indecorosas contra su Prelado.

Las monjas declararon que, previamente, el obispo había mandado cercar el convento con gente armada negando la entrada de alimentos y médicos a las religiosas.

Que el comisario llegó a las nueve de la mañana con una turba de ministros y auxiliares que se metieron en el convento tirando al suelo a unas, maltratando a golpes, bofetadas y heridas a otras. A una le quebraron el brazo; a cuatro ancianas se les administró el Santo Viático.

A las hermanas Guerra las arrastraron violentamente para meterlas en el coche del obispo, llevándolas con ignominia sin permitirles comunicación.

Fueron puestas, no en la testera, sino en el vidrio (la testera es el asiento en que se va de frente; en el vidrio, de espaldas) y las portillas de dicho coche se cerraron con clavos.

Por la ciudad circularon muchos rumores y el gobernador pidió al obispo un informe sobre lo sucedido. Como he dicho, dicho informe fue confeccionado por la imprenta del seminario.

En él testificaron contra la versión de las monjas el maestro cerrajero, el capellán del convento, el procurador, un maestro zapatero testigo de los hechos, el mandadero del convento, el sacristán y dos médicos.

«Informacion de todos los testigos presenciales y los unicos que concurrieron, y vieron en el acto de la amocion de las dos Monjas…». Imprenta del Seminario de la Purissima Concepcion, Joseph Vicente Alagarda, 1753. 

A pesar de todo el prelado no pudo con las agustinas. Las religiosas, a través de las salesas de Madrid, pidieron protección a la reina (con engaños y fingidas lágrimas a decir del cronista) y Fernando VI impuso a Gómez de Terán una especie de orden de alejamiento en forma de destierro a cuatro leguas de Orihuela.

Las Monjas viéndose perdidas acudieron con un memorial por medio de las Revdas. Religiosas del Real Monasterio de Sn. Francisco de Sales de Madrid, q. pudieron ganar con engaños y fingidas lagrimas, a la Reyna Nra. Sra. Dña. María Bárbara de Portugal, Esposa del Sr. Fernando VI de Borbón, la q. tomo tan apechos las injurias (a su parecer hechas) a las Religiosas, q. irrito el pacifico natural animo del Rey, su esposo, quien mando al consejo tomase las mas serias providencias sobre lo sucedido.

La superiora fue relevada, las hermanas Guerra volvieron al convento, las agustinas quedaron sujetas al Arzobispado de Valencia y no volvieron al Obispado de Orihuela hasta 1760, ya fallecido Gómez de Terán.

Por ordenes prontas fue depuesta la Priora, eligida otra en su lugar, el Iltmo. Sr. Obispo desterrado de su Ciud. quatro leguas.

En el trabajo que he mencionado anteriormente, titulado «Las agustinas oriolanas de San Sebastián: duelo con el obispo Gómez de Terán y protección real», Inmaculada Fernández Arillaga ha estudiado un largo expediente conservado en el Archivo Histórico Nacional; una investigación que ocupó más de cincuenta hojas manuscritas sobre el pleito.

También ha consultado las saneadas cuentas de las agustinas oriolanas y, comparadas con otros conventos locales como el de las clarisas, no ha encontrado grandes diferencias en su administración.

Con todos los documentos recopilados la autora aporta un interesante punto de vista que considera a nuestras protagonistas mujeres insumisas tratando de defender sus intereses ante los deudores y su independencia ante el abuso de autoridad de los prelados.

Relaciona los presuntos desordenes y escándalos por los que el superior de los agustinos se las había quitado de en medio en 1690, con varios pleitos suscitados por impago de rentas.

Y en las acusaciones del autoritario Gómez de Terán, obcecado en imponerles a Tomasa, ve un interesado e injusto propósito de mostrar a las agustinas como relajadas en su moralidad y privacidad, recogiendo acusaciones del obispo tan ofensivas que ni siquiera Montesinos se atrevió a reproducir.

Para resaltar algunos párrafos literales del artículo de Inmaculada me ha parecido oportuno el color violeta teniendo en cuenta que, casualmente, los sucesos que motivaron el pleito ocurrieron un 8 de marzo.

Otra de las argumentaciones del obispo, para demostrar la continuada desobediencia de estas religiosas, era que en 1747 habían entrado tres novicias al convento a cargo de una maestra muy mayor y tan delicada de salud que no cuidaba de las jóvenes con el debido celo.

Por lo que «todas las noches, sugeridas [las novicias] del diablo, corrían desnudas por el convento cuando se hallaba recogida la comunidad y con mucha libertad echaban papeles de media noche abajo a los que las galanteaban, recibiendo de los mismos otros por medio de una cuerda u ovillo de hilo, de lo cual había resultado que al explorarlas la voluntad todas dijeron querían casarse y con efecto dejaron el santo hábito.

El cronista oriolano, empeñado en cargar contra las monjas, tampoco mencionó que la ciudad apoyó a las monjas; y que, hasta la propia Tomasa impuesta por el obispo, estaba en contra de la decisión; por lo que este llegó a amenazarla.

Si no tomaba las llaves del empleo la sacaría de la cama y haría que entre dos la llevasen arrastrando a la silla y que, si alguna religiosa resistiese a su mandato, la encarcelaría en grillo.

Inmaculada Fernández termina su estupendo trabajo con la siguiente conclusión que transcribo literalmente para cerrar este capítulo a la vez que recomiendo la lectura del artículo completo.

Una importantísima victoria para las agustinas quienes no solo evidenciaron la actitud despótica del obispo, sino que, defendiendo su regla y costumbres supieron ganarse a pulso su cuestionada y siempre frágil independencia.

Lo sorprendente es que, diversos estudios históricos de este pleito muestran a estas agustinas como religiosas de cuestionable moralidad, como si el hecho de haber sabido defender sus intereses las alejara de ese papel sumiso y obediente que exigía el arbitrario obispo tendiendo a creer la versión del prelado contra la que ellas exponen y el Consejo defiende.

El resultado es una imagen deteriorada en la que el primer plano lo ocupan las «conflictivas» monjas mientras se velan las repetidas arbitrariedades y las abusivas exigencias de Gómez de Terán, sin enfocarse tampoco las llamadas de atención del propio monarca a este prelado, ni la orden de alejamiento que se le impuso.

Una especie de foto trucada que ayuda poco a comprender la realidad de la religiosidad femenina manifestada en la Orihuela de la Modernidad.

Arrabal de San Agustín. Al fondo, San Sebastián.

Siglo XVIII. Nuevo convento e iglesia.

Iglesia Monasterio de San Sebastián. Colección Javier Sánchez Portas

Antes del ruidoso proceso anteriormente narrado, el obispo Juan Elías Gómez de Terán reconstruyó la iglesia de San Sebastián.

La Iglesia primitiva era muy pequeña, y de tapias con fea disposición, la que duró hasta los años de 1737 que por amenazar ruina se huvo que demoler y hechar a tierra; y entre tanto que se construía la nueva, se formó un mediano Oratorio que sirvió hasta el 1743, que se vio concluida la presente arcada, curiosa y mediana Iglesia que hoy admiramos.

El 30 de abril de 1743 el prelado bendijo la nueva Iglesia acompañado de Ayuntamiento, Cabildo Catedralicio, Parroquias y Comunidades Religiosas.

Fuegos artificiales y las campanas de toda la Ciudad acompañaron a la procesión que transitó por las Calles de San Agustín, Rodeo, Mancebería, bajada del Puente Viejo, Plaza Nueva, San Isidro y Eras de San Sebastián.

En una carta dada en Caudete, en julio de 1749, exponiendo las obras que había hecho en beneficio de Orihuela, afirmó que la iglesia de San Sebastián no merecía el nombre de iglesia; y que con 100 pesos que la ciudad le dio y 20 el Cabildo la había dejado digna.

Retrato y escudo de Juan Elías Gómez de Terán. Colección José Manuel Dayas.

Nuestro cronista emplea una docena de folios en la descripción del templo, capillas, alhajas y enterramientos. Voy a transcribir tan solo dos párrafos.

Esta moderna Iglesia de Sn. Sebastián está situada al principio de la Alhameda llamada del Chorro, mirando acia Poniente; aunq. no es muy grande es mas que mediana, bastante capaz, alta, ancha, muy ¿?, con buenas pinturas, Tribunas de hierro y curiosos miradores.

La Capilla Mayor es algo onda, muy sumptuosa, y de superior hermosura; su Retablo se compone de unos liensos pintados por el Célebre Rev. Pe. Fray Antonio Villanueva, Francisco Observante, natural de esta Ciud. de Oriha., trabajados en el año de 1751. En ellos se ven sabiamente dibujadas preciosas Historias de la Religión Agustiniana…

El siguiente prelado, Pedro Albornoz y Tapia (1761-1767), manifestó gran predilección por las agustinas de Orihuela dotando la fundación con nuevas rentas que permitieron el derribo y la reconstrucción del convento.

Montesinos, nacido en 1745 y fallecido en 1828, fue coetáneo de la obra. Y describe así el nuevo edificio:

Está a los quatro ayres y goza del precioso medio día, es grande hermoso y muy aseado; con buenas comodidades, Oficinas, comedor, Refectorio, Cocina De profundis, Claustro, Dormitorios, Celdas, Miradores, Despensas que regularmente están bien proveídas…

Su Portería es decente; su buen torno, Aposento de Visitas, Rexas y Locutorios. La Abitación del Capellán y Sacristan están separadas, junto a la iglesia…  

Tiene su grande Huerto y Jardín a medio día, con varios Árboles frutales, verzas y todo género de flores. La Obra moderna, que está al medio día, junto a la Acequia llamada del Chorro, que riega con abundancia dicho Jardín, se hizo en el año de 1768, con seis mil quinientas Libras de moneda que dexó a este Monasterio el Iltmo. Sr. Dn. Pedro Albornoz y Tapies, Obispo de esta Ciud.  

A finales del siglo XVIII vivían en el edificio una veintena de monjas. En el «Actual estado que tiene la Ciudad de Orihuela en el 31 de Diciembre de 1799», apartado «Convento de San Sebastián Mártir, extramuros, de Religiosas Agustinas Calzadas», nuestro cronista nos las presenta incluidas en el siguiente listado.

Priora, Antonia Rita Pastor; Sub Priora, Margarita Pérez; Margarita Maestre, Maestra de novicias; Nicolasa Martínez, Sacristana Mayor; María Theresa Quadrado, Procuradora; Águeda Pastor, Depositaria; Sebastiana Quesada, Sacristana Menor; María Riquelme.

Vicenta Ibáñez; Josefa Ruiz Melgarejo; Joaquina Monfort; Margarita Ximenez, Vicenta Ximenez, María Brotuli; Rosa Valdivieso; Manuela Puchol y Olmo, Organista.

Religiosas Legas: Antonia Moñino, Lucía Ortiz, María Mas, Marcela Sánchez.

Capellán Director y Confesor, Francisco Martínez; Sacristán, Josef Sol; Mandadero, Silvestre Sol; y Síndico Apostólico, Francisco Serrato.

Siglos XIX-XX.

Iglesia Monasterio de San Sebastián. La Portada muestra en relieve el martirio del titular.

En 1835, con exclaustración de los carmelitas y la desamortización de todas sus propiedades, los muebles, imágenes, ornamentos y elementos sagrados del convento del Carmen fueron desalojados y distribuidos.

La sillería del coro de los carmelitas, atribuida a Juan Bautista Borja al igual que la de la catedral, fue adaptada al convento de las agustinas, donde en la actualidad permanece. 

El Coro, aunque no es grande, es primoroso; con tres ventanas que caen a la Plazuela; tiene su hermosa Sillería de nogal, que se hizo por los años de 1738, con 30 asientos altos y bajos, con muchos buriles, y Santos de la Orden, todo de superior mérito; y con San Elías, San Eliseo, San Dionisio, San Alberto Patriarca…

Si Montesinos no nos engaña, originalmente estaba formada por treinta asientos, de los que sólo se conservan veintitrés. Están tallados en nogal con escenas y personajes vinculados a la orden.

El citado cronista describe en 1792 una veintena de santos y santas carmelitas comenzando por San Elías.

San Elías. Detalle del antiguo coro del convento de San Pablo. Actualmente en el de las agustinas de San Sebastián. Obra de Juan Bautista Borja siglo XVIII. Fotografía Agulló.

El monasterio y su iglesia han sufrido varias intervenciones. Tenemos constancia de una a finales del XIX, concretamante en 1988 bajo la dirección del arquitecto provincial José Ramón Más Font.

El diario de Orihuela 4 de julio 1887: Por el M. I. Sr. Gobernador Eclesiástico de la Diócesis se ha remitido a la Alcaldía una instancia de la Rvda. Madre Superiora del Monasterio de San Sebastián para que con arreglo a las disposiciones vigentes sobre reparación de templos se emita el correspondiente informe acerca del estado del indicado monasterio.

El diario de Orihuela 7 de julio 1887: Por el Ayuntamiento se ha emitido informe aprobando el expediente de reparación del monasterio de San Sebastián.

El diario de Orihuela 24 de marzo 1888: Se ha remitido al señor gobernador civil de la provincia el proyecto de reparación del monasterio de San Sebastián ya terminado por el arquitecto provincial D. Ramon Más.

El diario de Orihuela 30 de julio 1888: Por el ministro de Gracia y Justicia se han concedido 10.000 pesetas para reparaciones en el monasterio de San Sebastián…

En 1969 se procedió a otra profunda restauración del convento bajo la dirección del arquitecto Antonio Orts Orts, obras que se alargaron casi una década, de las que se conservan algunas fotografías. 

Iglesia Monasterio de San Sebastián. Colección Javier Sánchez Portas.
Iglesia Monasterio de San Sebastián. Colección Javier Sánchez Portas.
Iglesia Monasterio de San Sebastián. Colección Javier Sánchez Portas.

En los ochenta se hicieron reformas para intentar controlar las grietas que aparecían en la iglesia y se modificó el aspecto de la fachada conventual. Pero las grietas volvieron a abrirse.

Iglesia Monasterio de San Sebastián. Archivo Mariano Pedrera.
Iglesia Monasterio de San Sebastián. Archivo Histórico de Orihuela. Legado Jerónimo García Servet.

La última restauración integral de la iglesia se efectuó en 2008. Dicha obra y sus autores, Miguel Louis Cereceda y Yolanda Spairani, fueron premiados por la fundación de la Comunidad Valenciana «Patronato histórico artístico de la ciudad de Orihuela».

El monasterio y la iglesia de San Sebastián están declarados Bien de Relevancia Local por la ley de Patrimonio Cultural Valenciano.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Galería fotográfica. Siglo XXI.

Iglesia Monasterio de San Sebastián. © José Antonio Ruiz Peñalver.

Plaza de San Sebastián. © Víctor Sarabia Grau.
Iglesia Monasterio de San Sebastián. © José Antonio Ruiz Peñalver.
Iglesia Monasterio de San Sebastián. © José Antonio Ruiz Peñalver
Iglesia Monasterio de San Sebastián. © José M. Pérez Basanta.
Iglesia Monasterio de San Sebastián. © José M. Pérez Basanta
Iglesia Monasterio de San Sebastián. © José M. Pérez Basanta