La calle de la Feria. Traviesas de la Plaza Caturla a la «Pedrera de Matías».
La influencia del Cabildo, cuyos miembros ansiaban residir cerca de la Catedral, determinó durante siglos la titulación de muchas traviesas de la calle de la Feria.
En la entrega anterior hablé de la Plazuela del Deán, de la del Maestre Escuela; de las calles del Vicario y del Canónigo Angulo.
En esta entrega veremos la del Racionero Mirón, la del Canónigo Timor, la de Mosén Sans, la de los Clérigos…
Rebasada la calle de Colón en dirección a la Catedral, la primera calle a la derecha está rotulada actualmente como del Capitán Grifol. Veamos que dice Gisbert en su «Historia de Orihuela».
No tiene denominación la callejuela que parte desde el centro de la calle Mayor hacia la de la Feria.
En otro tiempo se denominó de Mirón, recordando uno de los preclaros apellidos oriolanos y hoy se llama del capitán Grifol recordando a un oriolano que dio su vida por la patria en la guerra de África de 1860.
Efectivamente, en el plano confeccionado para la erección de la nueva Catedral, a medidos del siglo XVIII, figura como calle de Mirón.
Si hablamos de apellidos esa afirmación es completamente cierta: los Mirón aparecen en el libro del Repartiment y fueron propietarios del lugar de Redován hasta que se lo vendieron a Jaime Santangel.
Pero yo he buscado al personaje concreto, al que acabó titulando la calle.
En un principio se la atribuí a Phelipe Mirón Martí de Leiva, caballero y regidor de Oriola entre los siglos XVII y XVIII.
Casado con Josefa Gascón, fue Jurado por el estamento militar en 1699; camarero y almotacén en 1701; y clavario en 1704.
Felipe participó en la Guerra de Sucesión del lado de su tocayo Felipe V, el primer Borbón español.
Mandaba una compañía de milicianos pagada de su propio bolsillo. Pero al proclamarse Orihuela a favor del Archiduque recibió, según varios testigos, numerosas afrentas.
Le hicieron muchos ultrajes, señalando las puertas de su casa con flores de lis y los miqueletes enemigos saquearon sus bienes y de dichos sustos se le murió un hijo de once años.
Derrotada la sublevación oriolana, en atención a sus méritos recuperó el cargo de regidor. Y el mariscal de campo, Pedro Ronquillo, le nombró capitán de una compañía de milicias.
En los padrones del XVIII aparece domiciliado en el inicio de la calle de la Feria, hacia donde supuse que daba la puerta principal de su casa.
Pero no; el Reparto Equivalente de 1731 lo sitúa concretamente en el callejón de Timor.
Felipe falleció en 1736. Con todos estos datos puedo afirmar que la titulación se debe a su hijo Francisco Bruno Mirón Gascón, diácono y racionero de la Catedral nacido en octubre de 1708.
No se si el padre llegó a vivir en esta traviesa; pero sí sus herederos.
Aunque Francisco no aparezca en los padrones fiscales por estar los clérigos exentos de pago, en el listado e 1750 figuran los «Herederos seglares de Phpe. Mirón».
También sabemos por Gisbert que Francisco Mirón, racionero de la Catedral, colocó un lienzo de San Pascual Bailón en la parte de su casa que daba a la Feria.
PIEDAD PRIVADA. Imágenes de plazas y calles. Calle de la Feria. En 1730 D. Francisco Mirón, racionero entero de la catedral, puso un lienzo de San Pascual Bailón.
Francisco falleció en diciembre de 1767 y la titulación del callejón se perdió con él.
Intentaron recuperarla en 1861, al confeccionar el primer Nomencátor de Orihuela, recordando las glorias de los Mirón.
La Calle que conduce de la Mayor a la de la Feria debe recobrar su primitivo nombre de Calle de Mirón, uno de los apellidos que más gloria dieron a este país en los primeros tiempos de la conquista.
Pero siguieron llamándolo callejón de Cuartero o de Illa hasta que, como veremos, recibió el nombre definitivo de Capitán Grifol.
Pinchando sobre su retrato podéis acceder a un artículo sobre Grifol y la Guerra de África.
Para comprender la importancia de esta modesta callejuela hay que recordar que hasta finales del XIX no existía conexión con la calle Mayor, desde la Plaza de la Fruta, situada junto a Santa Justa, hasta la Catedral.
Por poner un ejemplo: durante todo el siglo XIX el callejón formó parte del trayecto de la procesión del Corpus; y no recibió la autorización del Obispo para variar su itinerario hasta 1894; cuando se desvió a la nueva calle de Colón.
El independiente. 3 de junio 1893: Algunos vecinos de las calles Mayor y de la Feria, nos ruegan supliquemos al M. I. Cabildo Catedral que se sirva acordar que la procesión de octava de Corpus que el jueves próximo debe celebrarse, pase por la nueva calle de Colón en vez de por la del Capitán Grifol, con lo que resalta mayor recorrido para la procesión citada sin salir del término de la Catedral.
Confiamos en que el M. I. Cabildo Catedral tomará en consideración el ruego que por nuestro conducto le dirigen los antedichos vecinos.
En septiembre de 1886 decidieron adoquinar la calle Mayor; y proyectaron hacer lo mismo con el callejón «sin nombre» llamado vulgarmente «de Cuartero».
El diario de Orihuela. 1 de septiembre 1886: Tiene pensamiento la corporación municipal de adoquinar el callejón sin nombre que pone en comunicación a la calle Mayor y de la Feria, con el adoquín levantado en la calle de Hostales.
El diario de Orihuela. 2 de septiembre 1886: El llamado vulgarmente callejón de Cuartero, que es el que dijimos ayer que se trata de adoquinar, está convertido en vertedero de aguas sucias y depósito de basura e inmundicias.
El diario de Orihuela. 9 de diciembre 1886: Ayuntamiento. Sesión del día 9 de Diciembre de 1886. Se acordó empedrar la plaza de la Fruta, cuya mejora será realizada con la mayor brevedad posible sin ocasionar gasto alguno extraordinario, así como también adoquinar con el adoquín sobrante de otras calles el callejón llamado de Cuartero o de Illa.
El «callejón sin nombre» tenía dos: Illa y Cuartero. Estas titulaciones del siglo XIX no las he podido documentar; debieron ser breves y de ámbito popular.
Hasta el punto de que el propio Ernesto Gisbert, coetáneo, obvió mencionarlas en su trabajo sobre las calles.
El diario de Orihuela. 18 de enero 1887: Por un documento antiguo se sabe que el callejón de Cuartero y de Illa fue también en otro tiempo denominado de Miró. Bueno sería que se le diera un nombre definitivo para saber a qué atenernos y evitar confusiones.
Como ya he dicho, se referían al plano del siglo XVIII depositado en la Catedral. Pero el apellido era Mirón.
El diario de Orihuela. 6 de septiembre 1887: Parece que la calle que hoy indistintamente se la llama de Cuartero o Illa se denominará «Calle del Capitán Grifol». Según nuestros informes en una de las próximas sesiones del Ayuntamiento tendrá confirmación esta noticia.
En la sesión municipal del 19 de septiembre el consistorio otorgó el nombre del Capitán Grifol a la calle llamada hasta entonces de Illa.
Recordaban a Domingo Grifol.
Ilustre hijo de esta ciudad muerto en el campo del honor por defender la integridad de la Patria en la última guerra que España sostuvo con el imperio Agareno.
El diario de Orihuela. 19 de septiembre 1887: El nombre del capitán Grifol, grabado con caracteres indelebles en los gloriosos anales del ejército español, traerá eternamente a la memoria que Orihuela envió también sus hijos a la gloriosa guerra de África, en la cual, el capitán Grifol, con valerosa bizarría, contribuyó muriendo en el campo de batalla a lavar con su sangre generosa la ofensa inferida al pabellón nacional.
El diario de Orihuela. 6 de octubre 1887: Ya están terminados los rótulos de las calles del Cardenal Loaces, Capitán Grifol y Santacruz. Los títulos en caracteres negros están grabados en tableros de mármol blanco de Macael.
La siguiente traviesa a la izquierda es la calle de la Rosa, un callejón escalonado que coincide con el que llamaban «escalera estrecha», «escalera vieja», «escalera de San Miguel» o «Traviesa de San Miguel», el acceso principal al barrio homónimo que ya mencioné en la anterior entrega.
El diario de Orihuela. 29 septiembre 1887: Hoy celebran los vecinos de la calle llamada Escalera de San Miguel la fiesta con que todos los años obsequian a su celestial Patrono.
La noticia diaria. 17 de diciembre 1894: Escenas domésticas. Es triste, y acusa de poco culta a nuestra ciudad, el mal género de castigo que ciertos maridos han adoptado para atormentar a sus infelices esposas.
Anoche daba lástima transitar por la calle de la Feria, desde donde se escuchaban los lamentos que daba una recién casada, habitante en la escalera de San Miguel la cual, según nos han manifestado, es víctima cada día de los más graves insultos y palizas.
Ponemos estos hechos en conocimiento de quien corresponda, para que, si es posible, se eviten estos abusos tan generalizados en la localidad.
En cuanto a su moderna titulación, del siglo XX, no tengo ni idea. Agradecería cualquier dato sobre el motivo por el que la llamaron «calle de la Rosa».
A la derecha, tenemos la plaza del Salvador, que toma el nombre de la Santa Iglesia Catedral del Salvador y Santa María de Orihuela, que tiene en ella su acceso principal.
Hasta mediados del siglo XIX no era más que un estrecho callejón conocido popularmente como traviesa de la Torre o callejón del Obispo.
En marzo de 1844 el Síndico denunció el estado ruinoso de una casa en la calle de la Feria propiedad de José Tornera, cura Párroco de Santiago. Sobre todo de la pared que lindaba por levante con la traviesa que se dirigía al Palacio Episcopal.
Recomendaba al Consistorio la demolición y posterior reconstrucción de la citada pared y de todo cuanto se observase ruinoso en el expresado edificio.
Un mes después, ya iniciado el derribo, se decidió expropiar la casa trasera para conseguir «el correspondiente y debido desahogo», formando una plazuela frente al Palacio y la Catedral.
Demolido el segundo edificio y formada la plaza, el propietario de la casa esquina con la calle Mayor solicitó permiso en marzo de 1851 para abrir una puerta a levante, a la que ya se llamaba Plaza del Salvador para evitar que se orinase y ensuciase tan cerca de la Catedral.
Dicho permiso le fue concedido el 15 de mayo «por contribuir al ornato público del sitio mas importante de esta ciudad».
En 1879, para celebrar la visita real, motivada por la Riada de Santa Teresa, se tituló Plaza de Alfonso XII.
En las reformas efectuadas en 1943 bajo el proyecto de Serrano Peral se modificaron las rasantes cortando el acceso de vehículos con un muro de mampostería y escalones de piedra de La Romana.
Para completar la obra se ornamentó, pavimentándola con un hermoso mosaico del escudo de Orihuela realizado en canto rodado, «para convertirla en un sitio de reposo, artística alfombra puesta a los pies de la Catedral y a la puerta de Palacio».
El proyecto inicial se completó casi medio siglo después con una barandilla de hierro forjado.
Al costado de la Catedral, en su puerta Norte o de los Perdones, se encuentra la llamada Plaza de la Anunciación, cuyo nombre actual deriva de dicho misterio mariano representado magistralmente sobre el arco de su portada renacentista.
Es obra de Juan Anglés, a finales del siglo XVI.
La plazuela que entonces se llamaba de los Maza fue retranqueada en la primera mitad del siglo XVII por Martín Maza.
A finales del XVIII Marcelo Miravete cuenta que aun se veían restos de los cimientos de las antiguas casas que delimitaban la estrecha calle, que algunos notarios llamaban «de la puerta de los Perdones».
Al coincidir aproximadamente en el tiempo con la consagración de la Catedral del flamante obispado —año 1598—, en algunos documentos Capitulares también se cita como puerta de la Consagración.
Martín Maza emprendió un pleito con el Cabildo ante su negativa de permitirle abrir puerta en su casa de mayorazgo.
A mediados del XVIII figuraba concretamente la casa de Pedro Maza de Lisana, y según los lindes, estaba situada junto a la calle de los Clérigos a la que daban sus traseras.
En la actualidad solo un callejón junto a la Plaza Nueva recuerda los Maza.
Y es que el espacio a la izquierda de la plaza, ocupado actualmente por la entrada a un edificio, formaba parte de la calle o callejón de los Clérigos, «que estaba frente a la sacristía de la catedral y subía de la calle principal a la de la peña».
En algunos listados, aparece como «de los Capellanes».
En ella vivía por ejemplo el canónigo José Maestre. Ya hemos dicho que el clero y, especialmente los miembros del Cabildo, intentaban residir lo más cerca posible de su lugar de trabajo, evitando así ensuciarse las ropas y zapatos transitando por calles cubiertas de polvo o barro.
A finales del siglo XIX se construyeron frente a la Catedral dos casas de nueva planta que pertenecieron a la familia Zechini y a Eusebio Escolano, médico y presidente de la vecina Federación Agrícola.
Derribadas en el último cuarto del siglo XX sin las preceptivas excavaciones arqueológicas, se levantó un solo edificio que permanece en la actualidad.
En la última remodelación de la plazuela, incluyeron una estatua en recuerdo de Antonio Roda López, fallecido en marzo de 1984.
La titulación calle de Timor, del Dr. Timor, de Juan Timor o del Canónigo Timor (de todas estas formas aparece en protocolos del siglo XVIII), recuerda a Juan Timor de Cabrero y Martínez Martel, Canónigo de la Catedral, Familiar y Comisario del Santo Oficio de la Inquisición de la ciudad de Murcia.
Devoto del Arcángel San Miguel, costeó la reparación de su antigua ermita de la peña.
En su testamento, redactado en 1740, estableció un vínculo que legó a su sobrino Joaquín Timor. Falleció el 3 de noviembre de 1748.
Con el tiempo, su sobrino Joaquín se convirtió en regidor y noble. Muerto este y sus descendientes, dicho legado debía pasar a la ermita de San Miguel, o al Seminario que se estaba construyendo «en el caso de haber erigida alguna fundación de seminario de clérigos misionistas como hay en Madrid y en otras partes, sirva la renta para mayor aumento de dicho seminario».
En el siglo XVII este callejón hacia la peña se llamó calle de Don Pablo, en referencia a Pablo Rocamora Togores, hijo de Francisco Rocamora Rosell, personaje de finales del XVI que casó con una Togores.
También la llamaron del Capitán Limiñana. En la siguiente imagen podemos comprobar que ambos vivían en la misma calle.
La que fue casa de Juan Timor pasó a formar parte del palacio de Portillo. Los corrales, que salían a la calle de Comedias, se convirtieron en patio y jardín del mismo.
Su lugar lo ocupa en la actualidad el almacén trasero de la Caja Rural Central.
Otro famoso vecino de la calle fue Marcelo Miravete. En 1846, uno de sus herederos, el Medio Racionero Pedro Miravete, costeó el traslado de la Virgen de las Mercedes que había permanecido más de ocho años en su casa, hasta la restaurada iglesia de la Merced.
Para ello alfombró el suelo de su callizo con enramada de murta al estilo valenciano. Y al describir la ceremonia, Alburquerque certifica:
La casa de Miravete está situada en el estrecho callizo llamado de Timor, que sale a la plazuela que hay frente a la puerta de la catedral titulada de los Perdones.
La Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos, nacida en 1919 y transformada en Caja Rural Central, es la propietaria del edificio que ocupa la fachada entre las calles de Timor y Comedias.
En origen eran dos casas: la primera, conocida como de Portillo, sustituye a otra del Mayorazgo de Benejúzar y fue construida a finales del siglo XVIII.
En 1847 albergaba al Gobernador Eclesiástico Tomás Pastor Sánchez, doctor en Teología y cura de la Parroquia del Salvador de Elche.
También se hospedó el Obispo Félix Herrero Valverde a la vuelta de su destierro, ya que sus aposentos del Palacio Episcopal habían sido demolidos tras la riada de 1834 para utilizar los materiales en el nuevo Ayuntamiento.
Así lo cuenta Juan Alfonso de Alburquerque en sus memorias:
Terminado el acto, el Sr. Obispo salió de la Catedral por la puerta de los perdones y en el mismo coche que había entrado fue a hospedarse por aquella noche en la casa inmediata del gobernador Ecco. D. Tomás Pastor, que es propia de D. Joaquín Portillo.
Lo cierto es que en el último tercio del siglo XIX las casas número 51 de la calle de la Feria y la número 1 de la Plaza de Comedias —la de Timor—, formaban el llamado Palacio de Portillo con una superficie de más de mil metros cuadrados.
Pertenecían a Joaquín del Portillo y Chacón. De este personaje, hemos encontrado información en las páginas del Ayuntamiento de Villanueva del Río Segura:
Uno de los principales propietarios de la huerta, que durante la construcción de la iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción, se dirigió al Alcalde y al cura, solicitando costear el retablo del altar Mayor y adquirir una imagen de la titular del templo, con tabernáculo, sagrario, mesa del altar, candelabros y sacras en 1881.
Encargó la labra a Felipe Farinós, de Valencia. El Ayuntamiento de dicha localidad, agradecido, pagó una lápida en su memoria, colocada en la Sacristía.
En 1888, legó las casas a su hijo Pedro Portillo y Ortega viudo de Luisa Rovira y Rovira. La única hija de este matrimonio, María de las Virtudes Portillo y Rovira, las heredó en 1896.
El 14 de mayo de 1920 su marido, Antonio Lamo de Espinosa y de la Cárcel — futuro Conde de Noroña—las vendió a la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos por 26.750 pesetas.
Diez años después la Federación adquirió a Francisco Lucas Lucas la número 49, fusionándola con la de Portillo.
Esta casa pertenecía en la primera mitad del siglo XVIII a Francisco Guillem de Matarredonda, presbítero, Racionero y Prevendado de la Catedral (en el plano aparece como del cura Guillem). Natural de Ibi, testó ante Luís Limiñana en 1755.
Como su hermano Carlos, Canónigo Magistral, había fallecido en 1735, la casa pasó a su sobrino Tomás Guillén de Matarredonda, vecino de Elche, doctor en Leyes y capitán de milicias; y de éste a su hija Francisca.
El edificio resultante posee una fachada de líneas muy sencillas. Al ampliarse, siguió rigurosamente la estética del resto del edificio, decorando la esquina con un balcón corrido de hierro.
La entrada se hace por una amplia portada adintelada que conserva sus puertas de madera originales. A través de la misma se accede a un zaguán, cubierto al igual que otros palacios coetáneos con vigas de madera.
Destaca el gran arco de piedra de medio punto que da paso a la escalera noble, con peldaños de piedra y baranda de hierro forjado y madera.
Como detalle curioso citar el pequeño león tallado finamente en mármol sobre el pedestal del arranque de la escalera. Restaurado a mediados del siglo XX, este bello edificio necesita una profunda actuación.
A partir de aquí encontramos un palacio reedificado y una gran plaza. Pero antes subiremos por la Calle Comedias, situada entre estos dos palacios que la comprimen en su principio para desembocar en una especie de plazuela.
En el plano del proyecto para la construcción de la nueva Catedral en 1750 aparece dividida en dos partes: la parte estrecha llamada de Sans y el ensanche de la Pedrera. Gisbert le dedica un buen párrafo en su «Historia de Orihuela»; pero sólo menciona dos titulaciones.
La de Comedias concluye por ensancharse constituyendo la plazuela de su nombre. Llamóse antes de la Fábrica Mayor de San Salvador por radicar en ella este edificio o de la Pedrera de Matías, en razón a un gran corte que se hizo en la peña para sacar piedra destinada a edificaciones por un tal Matías a quien la ciudad se lo concedió y en donde en 1761 se descubrió una fuente: así lo dice Montesinos al relatar la colocación de un lienzo de Ntra. Sra. De las Angustias, en la fachada de la casa de D. Joaquín Rodríguez de Munera, hoy de la familia Carrió.
El granero de la Catedral lo trataremos en la Plaza de la Pía; de «Mathías Alonso», el de la pedrera, hablaremos en breve.
El Padre Agustín Nieto recoge un documento que detalla la intención de compra por parte del Cabildo de una casa a ser posible en la calle de la Feria. Se la compran a Rita Alvadalejo «en la calle llamada de Rosell, luego de las Brujas y ahora de Sans o Matías».
Esta calle como otras muchas fue adoptando en cada momento el nombre de sus moradores.
El título de Rosell utilizado a comienzos del siglo XVII, tiene su explicación en las casas que flanquean el acceso, pues ambas pertenecían al Mayorazgo de Benejúzar, y la casa de Rosell ostentaba el título de dicho señorío, no en vano su escudo fue adoptado por dicha localidad.
El de Sans, es de la segunda mitad de dicha centuria y se debe a Joseph Sans, Capellán del Patronato Real de la Catedral fallecido en 1672.
El de las Brujas, es una mala interpretación del título que aparece en los padrones del XVII «carrer de les Bruxes» es decir de los Bruges, como bien cita Ojeda Nieto.
Se refiere a un apellido cuyo propietario no puedo concretar por el momento.
Tampoco he conseguido documentar el de Comedias a pesar de su reciente titulación. Parece ser que a comienzos del XIX, época en la que adquirió ese nombre, se utilizó como corral de comedias.
A espaldas de la casa de Portillo, encontramos la que fue casa de Timor, con puerta a las dos calles.
La siguiente es un solar que tan sólo conservaba un valioso arco gótico rectificado en el XVIII.
En la primera mitad del XIX, albergó a Tomás de Vea, Chantre de la catedral. Fallecido este pasó al notario Ramón Amat Sempere, en copropiedad con sus hermanos Justo y Caralampio. En la actualidad las tres fincas pertenecen a la Caja Rural Central.
A la derecha, rebasada la trasera del palacio de Pinohermoso, figuraban dos casas que en la primera mitad del XIX pertenecían a Matías Sorzano. La que linda con el callejón fue reedificada a comienzos del siglo XX.
La otra se convirtió en un moderno edificio de oficinas, propiedad de la misma entidad oriolana.
Al fondo a la izquierda, junto a la peña, existía una callejuela actualmente cegada. Nombrada como Pedrera de Viol, daba paso a la calle de Timor.
Aquí vivió Matías Alonso, el de la «Pedrera de Matías». En el hueco del corte que propició dicha pedrera, se edificó una casa.
En 1763, Joaquín Rodríguez Múnera contador de la ciudad, cedió la casa recién construida a la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad con opción de compra, para que instalasen en ella un hospital.
Segregado del de San Juan de Dios, su estancia fue breve. Al no llegar a un acuerdo económico se trasladaron al Barrio Nuevo y allí se emplazó el llamado Hospital de la Caridad.
A partir del siglo XIX, la casa de Rodríguez Múnera pasó a ser conocida como casa Carrió, por ser sus propietarios el médico Juan Carrió Grifoll y sus descendientes.
Por caprichos del destino, la reedificaron en 2007 para que dos siglos y medio después albergase de nuevo la llamada «Casa de la Caridad».
La hornacina que conserva, nos recuerda que el citado Rodríguez Múnera, colocó en ella un lienzo de Nuestra Señora de las Angustias.
A la derecha tenemos la travesía y calle de Masquefa. En marzo de 1861, la comisión nombrada para el arreglo del nomenclátor, numeración de casas y rotulación de calles, encontró tres calles que carecía de nombre; y creyó muy oportuno dárselo para que en lo sucesivo se les designase con nombre propio en documentos públicos y estadísticos.
La que había en el cuartel del centro, en lo que se llama espaldas de la calle Comedias, que se le denominase Calle de Masquefa «por ser nombre muy reputable y antiguo en la población».
Hasta el siglo XVIII, la calle que recordaba a este poderoso linaje cuyo máximo exponente fue Jaume Masquefa, señor de La Daya, era como ya citamos en su momento la actual calle Meca; junto a Santa Justa. La nueva ubicación, pegada a la sierra, era algo más problemática.
En mayo de 1917, la prensa integrista calificaba como «lupanar al aire libre» el callejoncito que unía la calle de Masquefa con la de Comedias, al lado de la Caja de Socorros de Nuestra Señora de Monserrate; «un retrete al descubierto».
Y así terminamos con la calle de la Feria y sus numerosas traviesas.
Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).
Mi agradecimiento a Jorge Belmonte. Publicado en 2006. Ampliado en 2008. Ampliado en 2018. Adaptado en 2022.