La calle de la Feria.
En el siglo XIII las ferias anuales con Privilegio Real eran un eficaz medio de promoción en los nuevos territorios conquistados. La seguridad de la llamada «paz de la feria» y, sobre todo, la exención de impuestos, atraían a un gran número de comerciantes foráneos.
La feria oriolana, anormalmente corta, comenzó en el año 1.272 gracias a un Privilegio del entonces rey de Castilla, Alfonso X el Sabio.
Inicialmente se celebraba en los tres días posteriores a Santa María de Agosto, emplazada en la calle de la Feria, «carrer de la Fira» o «carrer damunt apellat de la Fira».
Dos años después, ante la falta de mercaderes, el Sabio autorizó al Concejo para variar la fecha al día de Todos los Santos intentando recoger a los comerciantes de la feria murciana, celebrada por San Miguel. A finales de la centuria se supeditó totalmente a la de Murcia como cita el Privilegio de Fernando IV fechado en 1295:
Por fazer bien e merced al concejo de Orihuela e porque me lo enbiaron pedir por merced, tengo por bien que la feria que les el rey don Alfonso mio auelo otorgo que fiziessen en su villa cada año por la fecha de Todos los Santos, que la fagan cada año quando salieren de la feria de Murcia, ques a quinze dias después de Sant Miguel.
Luego se modificó la de Lorca, facilitando así un itinerario mercantil que aseguraba la concurrencia a las tres ferias.
Muchos años después, consolidada la Feria oriolana, regresó a su fecha inicial, en el mes de agosto.
En los primeros siglos de la repoblación cristiana, el entorno de la iglesia de las Santas Justa y Rufina era el barrio más poblado, donde se mantuvo la zona de abastecimiento musulmana: carnicerías, pescaderías, venta de hortalizas y leña, lonja de contratación, etc.
La feria se instaló en la calle que nacía allí, en la plaza Mayor o de la Fruta y la Verdura; y llegaba hasta el entorno del Salvador, revalorizando la zona.
José Ojeda Nieto, en su obra «Orihuela imaginada» nos ofrece esta descripción entre los siglos XVI y XVII:
En la calle de la Feria se celebra -obviamente- la feria. Mercaderes y comerciantes de productos exquisitos, raros y, sobre todo, de la seda llegan buscando establecimientos o simples casas donde poder guardar las mercancías y negociarlas.
Los propietarios de las casas ven el negocio del arriendo. Quienes llegan con sus fardos no son gente cualquiera, sino foráneos con la bolsa repleta que piden comodidad y seguridad en la vivienda y limpieza y facilidades de comunicación en la calle. Y hay que proporcionárselo.
La feria acabó desplazada al Arrabal de San Agustín con gran pesar de los vecinos de la calle; y con satisfacción por parte del Cabildo, que se quejaba repetidamente por el alboroto que perturbaba la celebración de sus actos religiosos.
Titulación.
«La Fira» es una de las titulaciones más añejas de Orihuela. Se mantuvo en los padrones durante siglos. Y permanece en la memoria de los oriolanos que siguen llamándola «de la Feria».
Su titulación actual se gestó entre los años 1913 y 1914; como homenaje a la memoria del doctor José María Sarget y Lillo, fallecido en 1909.
El Eco de Orihuela. 4 de abril 1913: Ecos Municipales. Rindiendo justo homenaje a la memoria de Don José María Sarget, médico eminente, literato culto y orador brillante; el Ayuntamiento de Orihuela se honrará grandemente dando el nombre del «Dr. Sarget» a la calle de Unión Agrícola cuyo nombre no significa nada en la historia de Orihuela.
El Diario. 5 de abril 1913: Sesión supletoria del día 5 de abril. Se da cuenta de la moción del Sr. Román pidiendo se dé el nombre del Dr. Sarget a la calle de Unión Agrícola. El Sr. García Murphy se adhiere a la proposición del Sr. Román lamentando que éste no se encuentre en la sesión, para demostrarle que el nombre de Unión Agrícola tiene importante significación en el progreso de Orihuela…
… Propone que se dé el nombre del Dr. Sarget a la calle de San Juan, donde el malogrado, doctor tuvo su farmacia y su clínica; y si esto pudiera suponer molestia para los sentimientos religiosos de los oriolanos, dice que se dé aquel nombre a la calle de la feria.
Tras descartar las calles de Unión Agrícola, la de Sagasta, en la que vivía, y la de San Juan, por devoción de sus vecinos, se acordó que fuese la de la Feria la que portase el nombre del Doctor Sarget.
El Eco de Orihuela. 5 de abril 1913: En la sesión celebrada por el Ayuntamiento, después de discutirse la proposición del concejal Sr. Román (D. Francisco), se ha acordado dar el nombre del Doctor Sarget a la calle da la Feria.
El Eco de Orihuela. 4 de septiembre 1913: Una mano negra. El Doctor Sarget. Desde hace tiempo anhela la opinión pública que se rotule una calle con el nombre del esclarecido oriolano D. José María Sarget.
El Diario. 5 de junio 1914: Ayuntamiento. Sesión ordinaria del 4 de junio. El señor Román Miralles, pide al Ayuntamiento, que se dé a las calles de la Feria y del Colegió los nombres de los señores Sarget y Clavarana; estos dos, según acuerdos adoptados por los anteriores ayuntamientos. Se aprueba la proposición del señor Román, por unanimidad.
Por si os interesa saber más del personaje, os dejo un enlace a su biografía pinchando la fotografía.
Caminaremos en línea recta por la calle de la Feria, itinerario obligado en el Camino Real de Valencia a Murcia, cuyo nombre original permanece indeleble en la tradición oriolana.
Traviesas de la Calle de la Feria.
Su primera traviesa a la izquierda es la calle llamada de la Paja, conocida hasta la segunda mitad del siglo XVIII como calle de la Morera. Tomó su nombre actual de un antiguo y peligroso almacén de paja que daba servicio al cuartel de Caballería y que fue trasladado en torno a 1780, instalándose el granero de Santa Justa en 1792.
En escritura fechada en 1736, el canónigo Provisor y Vicario del obispo Joseph Flores Osorio, vendió una casa al platero Pedro Pacheco como parte de una obra pía. En ella se citan tres calles:
Sitio de casa que está en esta ciudad, en la parroquia de Santa Justa, en la calle llamada de la Morera contiguo con un callejoncito estrecho que traviesa a la calle del canónigo Angulo.
La de la Morera ya ha quedado explicada, el callejoncito estrecho se corresponde con la traviesa dedicada a Santa Brígida, situada al final de la calle de la Paja.
La última es la actual calle de Flores, que se nombró durante los siglos XVII Y XVIII como de Angulo.
Basándome en la cita anterior, atribuí su titulación al canónigo Jaime Angulo. Pero cual fue mi sorpresa al descubrir que el maestro Ojeda Nieto la citaba como calle «del notari Angulo», en clara referencia al escribano Luís Angulo.
Repasando los padrones del siglo XVII confirmé que se nombraba como «del Canonge Angulo». Todo quedó aclarado al comprobar que el citado Jaime Angulo era hijo del notario Luis Angulo y de Juana Boyer.
Así pues, padre e hijo fueron titulares de este callejón que también se nombró a principios del XVIII como del Vicario y que en los padrones de principios del XIX aparece ya como callejón de Flores, sin que haya encontrado ningún morador con ese apellido.
Me parece demasiada casualidad que en una venta aparezca el Vicario del obispo Flores, y que se nombre la calle como del Vicario y luego callejón de Flores, pero es algo que no he podido relacionar.
Volvemos a girar a la izquierda para atravesar la que quizás sea la calle más estrecha de Orihuela, la del Horno de San Miguel que nos llevará a la plaza de Caturla cuyo nombre recuerda a Pascual Caturla Maseres.
De plaza solo le queda el nombre; con la rampa de subida al seminario, construida en 1937 para acceder al «penal de San Miguel», quedó transformada prácticamente en dos callejuelas.
En el siglo XVIII, se titulaba plazuela del Maestre-escuela en honor a Francisco Maseres de Timor, personaje que ostentaba esa dignidad en la Catedral oriolana. Era hijo de Pedro Monserrate Maseres Martínez de la Maza y de Gerónima Timor de Cabrero, hermana del también canónigo Juan Timor que, como veremos muy cerca, también tituló una calle.
El canónigo Maseres de Timor, morador de esta plaza, poseía el horno que quedo inmortalizado en la calleja que hemos utilizado para llegar aquí.
En su testamento, redactado en 1775, fueron llamadas por inmediatas sucesoras a la muerte de sus hermanas, sus sobrinas Agustina y Bárbara Maseres de Cabanes. Para ello fundó dos vínculos a los que sus hermanas fueron agregando sus propiedades conforme fallecían.
Agustina Maseres de Cabanes se casó con Luis Maseres de Seva y en 1795 eran propietarios de dos casas, la que ocupaba el lugar de la que hoy muestra una moderna hornacina de la Virgen de Monserrate y la contigua que arrendaron en dicho año.
En el solar de la segunda, a mediados del siglo XIX, se edificaría la llamada casa de los Mejías, que perteneció a Francisco de Paula Mejías Cartagena, según el censo electoral de 1889. Tras una minuciosa restauración ha sido recuperada por la empresa Acuagest que tiene en ella sus oficinas.
Bárbara, que fue mejorada en la herencia porque «la habían criado y educado en su casa desde tierna edad debiéndole los respetos y amor de hija» contrajo matrimonio con Josef Caturla Jordán, abogado de los Reales Consejos, Corregidor perpetuo de Alicante, Alcalde Mayor de Orihuela, familiar y número del tribunal de la Santa Inquisición de Murcia, juez privativo de aguas y presidente de la Real Junta de caminos del obispado.
Josef era hijo de Thomas Caturla, importante personaje alicantino. En su testamento, fechado en 1768, incluía entre varias propiedades su casa palacio, situada en la calle Labradores. Restaurada en 1990, hoy alberga el archivo municipal de Alicante.
Se había casado en primeras nupcias con María Rosa Miravete; y estableció un vínculo para cada uno de sus primogénitos. De su matrimonio con Bárbara nacieron al menos seis hijos.
A nosotros nos interesan dos: el citado Pascual Caturla, y su hermana Francisca; quien trajo al mundo a Trinidad Huerta Caturla, famoso guitarrista y compositor nacido en Orihuela a principios del siglo XIX y fallecido en París en 1874 al que algunos estudiosos atribuyen el «Himno de Riego».
Pascual Caturla se casó con Mercedes Maseres Chocano y murió sin hijos el 3 de mayo de 1836 en Madrid. Capitán y Regidor perpetuo de Orihuela, fue Pascual y no su sobrino, como algunos argumentan, el causante de que la plaza adoptara el nombre que todavía conserva: Plaza de Caturla.
Un siglo después de su muerte, concretamente en octubre de 1933, el Consistorio republicano recordaría a Pascual Caturla cuando decidió que esta Plaza se denominase en lo sucesivo del General Bazán, «en atención a que dicho general fue fusilado por sus ideas liberales, siendo regidor de Orihuela el citado Caturla».
Se referían al desastroso desembarco acaecido en enero de 1826 en Guardamar, que protagonizaron los hermanos Juan y Antonio Bazán, cuando Pascual Caturla era regidor.
Frente a la Plaza de Caturla, tenemos la calle de Colón, que conserva dicho nombre desde su inauguración, en octubre de 1892.
Como iremos comprobando en nuestro recorrido, las dos últimas décadas del siglo XIX, fueron decisivas en la nueva proyección urbanística de nuestra ciudad. Hasta esa fecha, sólo el callejón de la Guardia, el del Capitán Grifol y la Plaza del Salvador, comunicaban la calle de la Feria con la Mayor.
Resultaba imprescindible crear un acceso que permitiese el tránsito de carruajes hacia el arrabal de San Agustín, evitando así los numerosos accidentes producidos por la pronunciada pendiente del puente y el violento giro hacia la calle del Ángel. Y así nació la calle de Colón.
Pinchando la siguiente imagen enlaza con un breve artículo en el que cuento las chocantes circunstancias de la apertura de la Calle de Colón.
De nuevo en la Plaza de Caturla, subimos por la «escalera nueva», adosada a la rampa. Aunque ya tiene varios siglos, se llamaba así en contraposición a la «escalera vieja»; el otro acceso desde la Feria que encontraremos cerca de la Catedral. Por ella llegaremos a la calle de San Miguel, que según Montesinos era conocida como la Alta, hasta la construcción del seminario.
La Calle Alta hoy modernamente dicha de San Miguel, cuyo nombre o segundo apellido tomó desde cuando sobre la eminencia de este Monte Meridiano refundó la soberana y basta fábrica del Colegio de San Miguel.
Varias calles oriolanas compartieron el calificativo de «calle alta» o «calle de arriba». Pero lo cierto es que en los padrones comenzó a figurar a mediados del siglo XVIII y lo hizo con el nombre de «San Miguel».
En los padrones del último tercio del siglo XVIII, época cercana a la que escribía Montesinos, esta calle contaba con más de 40 contribuyentes, lo que significa que vivían en ella más de 150 personas.
En parte del solar que ocupa el nuevo Colegio Diocesano Oratorio Festivo de San Miguel, levantaron una ermita dedicada a dicho arcángel.
Si os apetece podéis leer también un poco de la historia del Oratorio pinchando la siguiente imagen.
Para terminar esta entrega, y hablando del Barrio de San Miguel, quiero incluir una curiosa descripción de la zona, supongo bastante exagerada, que encontré en la revista «El Oratorio de San Miguel» y que se refiere a esta zona a principios del siglo XX:
El barrio está edificado en las primeras estribaciones del monte, formado por casuchas bajas, sin ventilación, ennegrecidas las paredes por dentro a causa de las hogueras que encienden sus habitantes en los días fríos de invierno. Las callejuelas son muy estrechas, cubiertas materialmente y en su totalidad de todo genero de inmundicias y desperdicios que hacen difícil atravesarlas.
En el extremo del barrio hay una pequeña ermita dedicada al príncipe San Miguel. Los hombres pasan la mayor parte del día tendidos al sol en invierno y a la sombra en verano. Las mujeres sucias, sin peinar, con vestidos indefinibles de color, se pasan las horas libres de escandalosas peleas y en la caza mutua de parásitos. De noche sus callejas oscuras son cruzadas por bandadas de mocetones semi-beodos que frecuentan tristemente madrigueras de gatonas de las que el barrio está plagado.
En la próxima entrega volveremos a la calle de la Feria para continuar nuestro recorrido hablando de sus traviesas; pero, si os apetece, podéis subir al Seminario por el sendero lateral que parte del Oratorio. En cada curva podréis disfrutar de perspectivas diferentes, muy útiles para comprender la estructura urbana de Orihuela.
En la explanada de la peña, además de unas incomparables vistas de la ciudad, encontraréis el Seminario Diocesano. Os dejo dos enlaces a sendos artículos sobre este interesante edificio construido en el siglo XVIII sobre la antiquísima ermita de San Miguel. El segundo habla del «Penal de San Miguel».
Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba)
Textos publicados en 2006 con la colaboración de Jorge Belmonte. Agrupados y corregidos en 2008 en el artículo «La Feria, sus traviesas y la Pedrera de Matías». Corregido y adaptado con añadidos en 2018. Reformado en 2022.