Diego de Orihuela y el Cocodrillo.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Inicio del libro 2, II parte. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

En 1861, la comisión municipal encargada del nomenclátor de las calles de Orihuela, propuso un nombre para la calle de Arriba desconocido al menos para mí.

La Calle de Arriba, trocando su nombre que nada significa por el de Calle de Diego de Orihuela, honrará la memoria del esforzado batallador, hijo de esta Ciudad, cuya menor gloria fue librar a ésta, con riesgo de su persona, de los furores de un monstruo que anidaba en sus próximos bosques.

Habían propuesto calles para la Armengola, para Hernando de Marfa, Íñigo de Arún, Juan Jover, Ibáñez de Oriol, Gil y Llovet, personajes que figuran en dicha leyenda.

También para Juan de Eslava, destacado en la Guerra de los dos Pedros; pero ¿Quién era el dichoso Diego de Orihuela?

Siguiendo la pista de los míticos guerreros oriolanos, conseguí localizar al personaje en el capítulo treinta de la segunda parte del libro II del Compendio Histórico Oriolano de Josef Montesinos, titulado «Varones ilustres en armas».

En el punto «Clase de Señores Capitanes», aparece Don Diego Orihuela Olivares Ruidons y Loaces. Una especie de superhéroe; una mezcla entre el «capitán América» y San Jorge.

De haber triunfado, como la de la Armengola, esta podría formar parte de nuestras leyendas. Mira que he leído fantasías de Montesinos; pero esta se lleva la palma.

La biografía del «Capitán Orihuela» es tan delirante (hasta para el propio Montesinos) que paso a transcribirla literalmente.

El Capitán Diego de Orihuela.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Capítulo 30 del libro 2, II parte. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

Clase de Señores Capitanes 1. Don Diego Orihuela Olivares Ruidons y Loaces (merece en mi estimación el primer lugar entre los de su clase), célebre Héroe por su valor, por su animosidad, por su prudencia y por su honradez; desde niño se inclinó y aficionó a las armas; solo su aspecto hacía temblar a los enemigos; era tal cual lo estampa aquí mi pluma para memoria de los venideros.

Este Iltre. Héroe sirvió en los Rs. Ejércitos de los Sres. Don Fernando II de Aragón; Don Felipe I de Austria, su yerno; y el grande emperador Carlos V, que le estimó sobremanera.

Se halló en las Guerras de Alemania, Italia y Nápoles, en las que obró prodigios su valerosa espada, destrozando y matando innumerables enemigos.

En el vestir, calzar y comer se trataba como si fuera un pobre soldado; se quitaba el pan de la boca para socorrer a cualquier súbdito, si le veía necesitado. Cuidaba todo el ejército, y si veía que algún soldado estaba fatigado, hacía por él la guardia y desempeñaba sus obligaciones.

Don Diego Orihuela Olivares Ruidons y Loaces, según Montesinos. Compendio Histórico Oriolano. Libro 2, II parte. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

Estando en Lombardía le rodearon 27 soldados para quitarle la vida; pero él solo con su espada (aunque a costa de varias heridas que sanó y dos dedos que le cortaron), acabó con ellos, les cortó las cabezas, y enrrastradas con un cordel, las presentó al Excmo. Sr. Marqués de Camargo, su General.

Se admiró este y le dixo: Don Diego, guarde a otra vez su vida, y no se exponga a tanto peligro; pero intrépido y cortés respondió:  Sr. Marqués, la Milicia es el más fuerte escalón en que hace pie la más acreditada Nobleza; por eso es Máxima del valor en ella, el vivir con Victoria, o morir con fortaleza.

Buelto a España trabaxó intrépidamente contra los Moros de Granada, y entre las valerosas hazañas que hizo, una fue la de haver vencido y destrozado con su compañía bien aguerrida a 1400 Moros que se le pusieron delante.

Socorrió (por hallarse en grave peligro) al Exército de Lorca, y a las Villas de Velilla, Zelda, Ugesar y Aguaderas, con sus castillos y fortalezas.

A fin de que se ampliara más el Exército Cathólico, se halló en la Batalla y feliz Victoria de las Escuchas, cerca de Lorca, a tres leguas de distancia, en cuyo sitio acometió sin temor alguno a los Moros de Almería y ambos Vélez, en número de 500 peones y 300 ginetes con muy pocos soldados de su Regimiento; por estar repartidos en la defensa de varios pueblos.

Se halló en la desgraciada jornada de Argel, que hizo Carlos V. a cuya empresa no se adhirió por contemplarla peligrosa, como así sucedió.

En fin, accidentado y lleno de heridas y cicatrices, con media nariz y tres dedos menos, con licencia del César, se retiró a esta su Patria la Fidelísima Ciudad de Orihuela, que a la sazón se hallaba afligida por una monstruosa fiera llamada Cocodrillo, que salía en las cercanías de esta ciudad, hacia las puntas de Albatera y Sierra de Callosa, cuyo término estaba cubierto de espesísimas pinadas, carrizales y jarrales que producían fieros monstruos como lobos, zorras, leopardos, ossos, venados y cammos.

La palabra «cocodrillo» aparece en el Tesoro de los diccionarios históricos de la lengua española como antiguo sinónimo de cocodrilo.

La fiera de que hablamos, con su aspecto: piel llena de escamas que retrocedían las balas que a ella llegaban, espantosos silvos y cruel voracidad; tenía amedrentados a los sujetos de mayor valor; mató y se comió a innumerables de los que transitaban por los caminos, y a los que salieron en repetidas ocasiones a asesinarla; sirviendo de pasto los miserables a su insaciable voracidad.

El ilustre capitán don Diego, cual otro esforzado David contra Goliat, esforzado y animoso, fortalecido con el dulce Nombre de Jesús, y con la seguridad de que en todas la Iglesias de la Ciudad se exponía el Señor Sacramentado en la mañana del día 19 de Septiembre de 1547, se determinó a salir y matar a la fiera que tantos daños causaba.  

En efecto, vestido de hierro, puesto en su caballo con lanza, rodela y daga, se fue al paraje donde el monstruo salía; el que luego que sintió las herraduras del caballo, se le presentó en medio del camino.

Pero generosamente animado con el Nombre de Jesús, enrristró la lanza y acometiendo brioso se la entró por la garganta; y echando pie a tierra lidió con la fiera que sostenía apretadamente con la lanza, y echando mano a la daga, arma corta de dos filos, se la metió por los delgados de la barriga que tenía blandos, e hiriéndola de muerte exhaló en sus manos el último aliento con tales bramidos que atemorizó las selvas y las innumerables gentes que armadas estaba desde lexos, esperando algún miserable, catástrofe en el valeroso Dn. Diego.

Conseguido el triunfo; amarrada la fiera con fuertes cordeles, tirados por doce bueyes, fue trayda a la Plaza Mayor de Orihuela, donde se vio su monstruosidad terrible: tenía cabeza de dragón, escamas como ballena, su cuerpo como de cuatro toros, los pies pequeños y la cola enroscada como de sierpe.

MONTESINOS PÉREZ DE ORUMBELLA, Joseph; Compendio Histórico Oriolano. Capítulo 30 del libro 2, II parte. Manuscrito. Caja Rural Central. Orihuela.

Tenía de peso 99 arrobas castellanas; según la relación testimoniada que se envió al emperador Carlos V al otro día del triunfo que fue Domingo día 20 de Septiembre de 1547.

Congregados ambos Muy Ilustres Cabildos en la insigne Colegiata Iglesia del Salvador, que al presente es la Santa Cathedral, se cantó en acción de gracias al Todopoderoso el sagrado cántico del Te Deum, a lo que se siguieron tres noches de luminarias, con vistosos juegos de cañas, toros, corridas y costosos disparos de Artillería.

Por acuerdo del Ilustre Ayuntamiento se colocó su busto montado a caballo, armado de hierro con morrión, espaldar y lanza y el monstruo a sus pies, en memoria del triunfo y agradecimiento al dicho señor capitán que al presente se conserva en las salas Consistoriales Oriolanas con esta inscripción que aquí se copia:

Don Diego de Orihuela. Insigne Capitán de Infantería. Mató una Fiera llamada Cocodrillo que atemorizaba los Pueblos Comarcanos.

Este Grande e Ilte. Capitán que tantas hazañas hizo en defensa de sus Reyes y de su Patria, falleció en ella, en estado de celibato, el día 24 de Mayo de 1553, a los 65 años de su Edad.

Su entierro fue plausible y su cadáver, llevado previamente en triunfo, fue sepultado por su especial devoción en la Iglesia de Ntra. Sra. de Monserrate, junto a las gradas de su propia capilla, en donde rezaba y oraba con mucha frecuencia.     

Qué imaginación tenía el bueno de Montesinos. En su disculpa alegaremos que, entre los siglos XVI y XVIII, gracias al conocimiento de nuevas especies en América y África, se tejieron nuevas leyendas con cocodrilos o temibles lagartos por toda España. Por ejemplo la del dragón del patriarca, en Valencia; o la del «Drac de na Noca», en Palma…    

 Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).