La Plaza Mayor o de la Fruta.
Retomamos nuestro recorrido virtual donde lo dejamos en la entrega anterior; comenzando con lo poco que dijo Gisbert de la plaza que llamó de Santa Justa, en su «Historia de Orihuela».
De Santa Justa: Vulgarmente de la Fruta o de la Verdura. En la antigüedad fue la principal de la población y lo demuestra el recuerdo de que se llamó del Común o Mayor.
Oriola nunca tuvo una plaza mayor al uso; más bien un conjunto de plazuelas adaptadas a un espacio irregular, repleto de edificios públicos, entre la peña y el río.
Una plaza poco atractiva y no apta para manifestaciones o celebraciones multitudinarias: alardes ecuestres, corridas de toros, formación de batallones, etc..
El término «plaza mayor» quedó definido claramente en la edad moderna española como el lugar de la población que alojaba la casa consistorial y contaba con espacio suficiente para celebrar el mercado y otras actividades municipales.
La de Orihuela no cumplió esos parámetros hasta el siglo XIX, cuando se trasladó el Ayuntamiento a la Plaza Nueva.
A diferencia de esas «nuevas plazas», creadas entre los siglos XVI y XIX, la nuestra quedó subordinada al escaso terreno intramuros y a la morfología del urbanismo heredado de los musulmanes.
Es por eso que, durante siglos, utilizaron la plaza del Puente para los actos municipales necesitados de espacio.
Y al abrirse la Plaza Nueva en el siglo XVII, la antaño plaza Mayor fue perdiendo importancia hasta quedar en plaza de la Fruta o de la Verdura.
José Ojeda Nieto la describe así en su obra «Orihuela Imaginada. La Ciudad en los Siglos XVI y XVII».
Si hay un lugar donde las relaciones de convivencia encuentran el marco idóneo, éste es sin duda la Plaza Mayor.
Y, sin embargo, parece inapropiado, desde el plano urbanístico, designar con este nombre a la de Orihuela, pues carece de un espacio amplio, enmarcado por edificios que la deslinden con total diafanidad.
La Plaza Mayor de Orihuela, durante la época foral, parece más una agrupación de dos o tres plazuelas alrededor de la iglesia de Santa Justa y Rufina. Es, probablemente, una rémora del antiguo zoco musulmán.
Y aunque a lo largo de los siglos XVI y XVII se ampliará, alejando carnicerías y pescaderías hacia los extremos y aun procurando mantenerla en buen estado, será imposible darle el empaque de las plazas renacentistas y barrocas que, por la misma época, otras ciudades y villas levantaron…
En algunos padrones de mediados del siglo XVII todavía la nombraban como «Plaça o Plasa Major»; pero ya empezaba a figurar como de Santa Justa; o simplemente como «La Plaça».
A principios del siglo XVIII, ya desaparecido el término «Plaza Mayor», se alternó el de «Plaza de Santa Justa» con el de «Plaza de la Fruta» en los primeros repartos del equivalente, impuesto instituido por Felipe V en 1715 para el Reino de Valencia.
Y acabó por imponerse el de «Plaza de la Fruta», utilizado en dichos repartos durante los siglos XVIII y XIX.
Voy a transcribir la descripción que de ella hace Montesinos a finales del XVIII, llamándola «Plaza Común de Víveres».
Tiene Orihuela una grande y hermosa plaza del común, en la que se vende todo género de cosas apetecibles al más delicado gusto; esta se divide en tres estancias; la mayor sirve para la principal Carnicería, en la que hay un mediano aposento decente para los Regidores, Personero y Diputados, quienes asisten por semanas al repeso de las carnes; y pescado quando les parece conveniente.
La nueva disposición de este aposento y demás piezas de la Carnicería, pórticos, fachadas, escudo de armas y arcos de piedra labrada; que para la mayor fortaleza de la obra, y colocar en ellos la tablas, en que se venden las carnes; y nuevas rejas de hierro en las paredes exteriores de esta Carnicería; se debe al zelo y vigilancia de los Magníficos Sres. Gobernadores D. Felipe Caballero de Varros y D. Pedro Bonafede.
En esta Carnicería hay quatro tablas, en las que se vende todo el año carnero y en ciertos meses obeja y macho; a parte hay tablas de toro, baca, ternera y cabrito.
En el recinto de la principal Carnicería (aunque en las otras se executa y hace, no con tanta abundancia) se venden las hortalizas, tocino, chorizo, aves, huevos y pescado fresco del Río Segura, con ranas de sus aguas.
La segunda mansión de esta plaza, se compone de quatro casas porchadas, llamadas del Pescado, propias de la Muy Ilte. Ciudad en las que se vende el pescado fresco, que se trae del mar distante de Orihuela 5 leguas largas.
Así mismo venden en ellas lo mas del año, las carnes de serdo, y sus aderezos, como son perniles, salchichas, morcillas, mantecas y el tocino salado de Castilla.
La tercera mansión se compone de lo restante de la plaza, hay en ella las tiendas de queso, las que abastecen a la ciudad de todo género de pescado salado, como son sardinas, arenques, atún, abadejo, manteca de baca, quesos y todo género de comestibles, como arroz, vino, azeyte, leña, etc.
Ay en ella continuamente seis tablas de pan común y tres de pan blanco, muy especial y sabroso para el chocolate y la sopa, comúnmente llamado francés y de tahona.
En la prensa del último tercio del siglo XIX y el primero del XX, se alternan «Plaza de la fruta» y «Plaza de la verdura», como podemos comprobar en los siguientes recortes de prensa.
El Oriolano. 18 de abril 1885: ¿Qué ocurrió ayer mañana entre un comprador y un vendedor de carne en la plaza de la fruta? ¿Saben ustedes si el primero pidió una cuarta de dicho artículo y halló que le faltaban dos onzas?
¿Han podido ustedes averiguar si el comprador consiguió al fin encontrar a Regidor alguno o representante de la autoridad para participarle el fraude? ¿No saben ustedes nada?… ¿Y usted, Sr. Alcalde?…
La crónica. 24 de junio 1886: Hay una casilla en la plaza de la verdura, junto a los muros del templo de Santa Justa, que ha debido desaparecer ya de aquel sitio hace mucho tiempo, pues aparte de que su situación no obedece según parece a concesión ninguna particular, se halla cerrada por acuerdo de la autoridad local y se ha construido detrás, sirviendo de pared el muro de dicho templo, una barraca o cosa así que produce un aspecto feo y sucio, siendo al propio tiempo un foco de inmundicias según se ve por fuera.
La crónica. 28 de octubre 1886: El establecimiento de abacería de Juan Lidón se ha trasladado de donde se hallaba establecido al núm. 7 de la Plaza de la Fruta, donde ofrece a sus numerosos parroquianos el mejor salchichón de Vich, queso de bola, el rico huevo de atún, olivas sevillanas y otros artículos.
En octubre de 1886 la corporación presidida por Ballesteros Villanueva se congratulaba por haber terminado el plazo fijado con el contratista de los «tambalaches».
El diario de Orihuela. 29 de octubre 1886: AYUNTAMIENTO. Sesión de ayer 28 de octubre. El Presidente dio cuenta a la corporación de haber terminado en el mes actual el término de veinte años fijado con el contratista de los tambalaches de la Plaza de la Fruta, y que por tanto, estos pasaban a ser propiedad del municipio, quien en adelante se encargará del cobro de los puestos.
Se trató también ayer de hacer desaparecer por razones de ornato público, la casilla existente en la plaza de la Fruta junto al templo de Santa Justa, nombrándose para conseguir tal objeto una comisión compuesta por los señores Giménez, Calvet y Costa.
Pasaban a ser propiedad del municipio; y la comisión nombrada para inspeccionarlos dictaminó su evidente deterioro, proponiendo exigir responsabilidades a dicho contratista.
Ese mismo año se habló de trasladar la Plaza de Abastos, «estrecha, fea e insalubre», a la plaza del Carmen.
Tres años después seguía en el mismo sitio y comenzaron a reparar los «tambalaches»; pero sin mucha prisa.
El diario de Orihuela. 18 de octubre 1889: Con arreglo a lo dispuesto por la Alcaldía sobre los tambalaches de la plaza de la Verdura que habrán de repararse en sus desperfectos uno cada mes; en el presente se ha recompuesto el segundo y actualmente se está pintando.
El diario de Orihuela. 5 de abril 1890: En el establecimiento de D. Eduardo Martínez, situado en la plaza de la Verdura, se han recibido los géneros siguientes: Salchichón legítimo de Vich, chorizos de Candelario, longaniza extremeña y una gran remesa de aranques superiores con huevos, queso de bola en bejiga, id. legítimo de Mallorca, conservas de pimientos y tomate y atún en escabeche.
También se ha recibido en dicho establecimiento una gran remesa de chocolates desde 3 a 6 reales libra.
En la última década del siglo XIX la corporación seguía buscando una ubicación para la plaza.
El Independiente. 27 de octubre 1892: Hoy efectivamente, la actual plaza de Abastos, sobre encontrarse (sic) en pésimas condiciones, resulta pequeña para las necesidades de la ciudad, puesto que no cabiendo en su perímetro todos los vendedores que a ella concurren hay que convertir en plaza la calle del Río y muchas veces hasta la plaza de Rafal.
Resulta pues conveniente en principio la construcción de una nueva plaza de Abastos, ya que no es posible el ensanche de la actual.
Barajaron para ello dos posibles emplazamientos: la ya citada plaza del Carmen y la de la Trinidad; pero no llegó a cuajar ninguna de las dos propuestas.
El independiente. 25 de marzo 1894: Establecimiento de Cayetano Lafuente. Se ha recibido un gran surtido, a precios reducidos en salchichón de Vich, jamón, queso de bola, gruller, de plato, chorizos, garbanzos de Castilla, alfarnates, masaganes, arroz, judías, latas de tomate, pimientos, atún en escabeche, mero, bonito, calamares con su tinta y otras conservas; azúcares de todas clases, aceitunas sevillanas, aceite sin gusto, coñac y aguardiente. ¡A COMPRAR! PLAZA DE LA FRUTA 2 Y ANGEL 16.
Unión republicana. 10 de junio 1903: Sección de anuncios. Saladuras, salchichería y conservas, Eduardo Martínez, conocido por el «Reluciente». Plaza de la Fruta y calle del Ángel.
La Huerta. 24 de julio 1908: Huevo de atún. En el acreditado establecimiento de salazones de Francisco Santiago, plaza de la Fruta, se vende huevo de atún extra a cinco pesetas kilo. FRANCISCO SANTIAGO GRACIA. Plaza de la Fruta. ORIHUELA.
La siguiente nota de prensa nos da una idea del estado de la plaza a principios del siglo XX.
El Eco de Orihuela. 11 de julio 1912: Hemos discutido mucho la orden del alcalde, mandando derribar las destartaladas casetas que constituían nuestra artística plaza de Abastos, y todos hemos convenido en que la orden, en el fondo, era plausible.
Más como el Sr. Ferrer tiene el prurito de hacer las cosas mal; y aun cuando por carambola obre bien, ya se encarga él de malograrlo.
Resulta que aquéllas sucias casetas libraban del sol y de la lluvia a los vendedores y hoy reciben esta y aquél, sin que nadie se ocupe de impedirlo.
Los vendedores, con cuatro cañas y unos sacos, han armado unos tinglados en la Plaza, con el objeto de no recibir las abrasadoras caricias de Febo.
Y es una delicia pasar por la plaza de la Fruta; nos sentimos transportados a … La Mata y perdone esta villa, el modo de señalar…
Sr. Ferrer: con los cuartos que produjo el derribo de dichas casetas, pudo V. S. haber construido unos sombrajes decentes. Así no se daría el espectáculo dicho, que sirve de chacota a todo el mundo…
En la actualidad, ya sin casetas, sin cambalaches, sin tiendas de comestibles ni salazones, la plaza ostenta el nombre de Antonio Balaguer.
Recuerda a Antonio Balaguer Ruiz (1886-1946), abogado y banquero que presidió el Ayuntamiento de Orihuela en los años 1918, 1922 y 1930; y que fue diputado provincial en 1923.
Almudí o Pósito.
Antes de abandonar la plaza tenemos que hablar del almudí o pósito; otro establecimiento público destinado a almacenar el trigo, instalado en la plaza en 1530, tras la venta del antiguo edificio situado en la calle la Feria.
Montesinos obvia este traslado, llevándolo directamente de la Feria a la Plaza Nueva en 1492.
… La Fábrica del Pósito General de granos es antigua; primeramente se construyó en el año de 1407 en la Calle de la Feria; y por ser aquel sitio incómodo y muy estrecho, en el año de 1492 por Orden de los Sres. Reyes Catholicos D. Fernando II y Dª. Isabel, se trasladó al sitio que al presente goza, que es espacioso y de grande hechura; aunque su obra fue sólida, se hubo de renovar casi toda ella en el de 1757…
Pero tenemos a José Ojeda; recurro de nuevo a su su obra «Orihuela Imaginada. La Ciudad en los Siglos XVI y XVII» para documentar su paso por la que todavía era «Plaza Mayor».
El almudí y la lonja serían los paradigmas de las construcciones representativas de los negocios. Situados en la Plaza, próximos incluso a la iglesia de Santas Justa y Rufina, se hallan en el cogollo, en el centro neurálgico de la vida social.
El almodí se instaló en la Plaza en 1530, tras vender el antiguo edificio de la calle La Feria que estaba situado frente a la catedral, en la esquina con la calle dicha y un carrero «q[ue] puja a la penya del castell».
A principios del XVII pasó al Arrabal Mayor; concretamente a lo que sería la Plaza Nueva.
En 1607, impulsado quizá por la desastrosa situación alimenticia vivida por la ciudad en el interludio del cambio de siglo, el Consell terminó de edificar un pósito en el arrabal Mayor, para almacenar el trigo con el que hacer frente a los años críticos.
Las razones habían sido expuestas al Consell por Blas Pérez el 14 de julio de 1605. Se eligió como lugar «lo Rabal prop lo pes de la farina», antigua casa que la ciudad había comprado en 1567 para «fer lo pes», a la bajada del puente, entre las calles San Agustín y María de Pau.
Colindante con ella, se adquirieron unas casas que fueron acondicionadas para «posar lo forme[n]t del dit posit e cambra».
El añejo edificio del pósito se convirtió en Casa Consistorial en el siglo XIX.
Hablaremos de esto y transcribiré la descripción de Montesinos cuando, dentro del arrabal de San Agustín, lleguemos a la Plaza Nueva.
La Calle del Ángel.
La calle que actualmente se llama «de López Pozas» presenta dos tramos claramente diferenciados en anchura. Gisbert dice sobre ella a principios del siglo XX:
Del Ángel. Es continuación de la Mayor y paralela como ésta a la de la Feria. Hasta 1320 se denominó del Colegio del Temple por haber existido en la misma, una casa hospicio de la citada orden, mas tarde del Graner o del Granero cuando el expresado edificio fue convertido en depósito de granos eclesiásticos y el del Ángel lo tomó en 1731.
En el apartado «Santuarios y ermitas», cita una ermita dedicada a Nuestra Señora del Rosario y San Juan Bautista, en la calle del Ángel, junto a las antiguas casas consistoriales.
Y en el de «otros edificios para servicios eclesiásticos», el granero del Salvador, desamortizado en el siglo XIX.
Como todos los cronistas anteriores, sitúa el antecedente de estas dos instalaciones en un hospicio de la Orden del Temple con un oratorio bajo la advocación del arcángel San Miguel.
Expulsados los templarios en el siglo XIV, el oratorio se convirtió en ermita asociada a la iglesia parroquial del Salvador, bajo las advocaciones de Nuestra Señora del Rosario y San Juan Bautista.
A principios del siglo XVI, convertida la iglesia en colegiata, se habilitó un almacén para guardar el grano recaudado en los diezmos.
Al pasar a catedral, el edificio y la ermita fueron totalmente reformados por el primer obispo de Orihuela, Gregorio Gallo.
Tenemos un interesante documento sobre el edificio. Se trata de un dossier confeccionado en marzo de 1798 con el título «Amparo de posesión instado por Iltre. Cavildo Eclesiástico de esta Ciudad».
En él varios testigos declaran ante el escribano López de Pérez y el Alcalde Mayor Josef Caturla, por las obras practicadas con motivo de la gran riada ocurrida en el mes de octubre de 1797.
En dicha avenida las aguas anegaron el edificio, quebrantando la pared mediera con las casa de la Ciudad.
Se reedificó con mayor solidez y se levantó el piso de algunos graneros liberando la puerta de los establos que había sido tapiada para impedir la entrada del agua.
Estos testimonios nos permiten conocer un poco de este desaparecido establecimiento de dos plantas, situado entre las calles del Río y del Ángel, con las que lindaba de mediodía y Norte; a las que sacaba puertas.
A levante con las Casas Consistoriales y a poniente con una calleja desaparecida titulada del Carpio.
Un inciso: El callejón del Carpio, sin salida natural hacia la calle del Río como podéis comprobar en el plano, probablemente conectara con dicha calle a través de una vivienda.
No he podido localizarlo en los padrones del XVIII; pero sí he encontrado, en la calle del Río, a Isidoro del Carpio en 1718; a Miguel del Carpio en 1750; y a los Herederos del Carpio en 1770.
Siguiendo con los testigos escogidos del vecindario, eran dos ancianos maestros alarifes y un arriero; y venían a coincidir en que el Cabildo Eclesiástico de esta ciudad había poseído y disfrutado de este Granero donde colocaba los granos pertenecientes a la masa común de los diezmos.
También declararon haber oído a sus mayores, y otros más ancianos, que dicha casa fue antes habitación de los caballeros Templarios; y que después fue del obispo de Cartagena cuando lo era también de esta ciudad, hasta la segregación y erección de mitra.
Uno de ellos había trabajado en el granero en otra ocasión; y recordaba que, formando un cimiento, encontró bajo tierra la obra de un lagar donde se hacía mosto y vino; y escuchó, de labios del sujeto que moraba por entonces en dicho granero, que la uva del diezmo se pisaba allí en lo antiguo.
Por último, otros dos maestros alarifes y «vehedores» tomaron medidas, resultando que el frontis del edificio por el mediodía, es decir por la calle del Río, era de ciento veinte y cinco palmos valencianos, algo más de 28 metros, con muros de seis palmos.
Tenía tres buques o puertas: la de la entrada a la cuadra, que era muy estrecha y había estado tapiada para impedir la entrada del agua en tiempo de avenidas; la principal que daba acceso al patio, graneros y demás oficinas; y la última junto al albellón que cruzaba por debajo del ayuntamiento que daba entrada a una habitación baja que comunicaba con los graneros principales.
También mostraba diez ventanas en diferentes alturas, con diferentes medidas; unas con reja y otras sin ella. Por la parte norte, es decir en la calle del Ángel, medía ciento ocho palmos valencianos, 25 metros aproximadamente, con amplia puerta y cuatro ventanas con rejas.
Por este motivo la calle se citó hasta el siglo XVII como de «lo Graner de la Seu» o sencillamente «del Graner».
A falta de pruebas que nos permitan verificar la presencia de la mítica orden medieval, podemos certificar los títulos «del Granero» y «del Ángel», añadiendo uno más, localizado entre los siglos XVI y XVII, «de los Barberos». No confundir con otra homónima, traviesa de la calle de San Juan.
Como podemos comprobar en el siguiente padrón del siglo XVII, «Lo Carrer dels Barbers» figuraba junto a la «Plaça Major».
Pero quiero dejar claro que su nombre más popular, calle del Ángel, no se le otorgó como dice Gisbert en el año 1731.
En el apartado «Piedad Privada» vuelve a citar esa fecha:
Calle del Ángel. El Pbro. D. Ignacio Vigo, de Orihuela pagó en 1731 un cuadro del Santo Ángel de la Guardia, que desde dicho año ha dado nombre a la calle.
Esta afirmación es errónea. Montesinos, en su libro segundo, primera parte, nos brinda unos breves datos biográficos de «El Ve. Siervo de Dios D. Ignacio Vigo, Sacerdote exemplarísimo».
Y afirma que legó trece lienzos con marco dorado que representaban al Salvador y sus doce apóstoles, obra «del delicado pincel del célebre pintor, D. Marco Valero» para la iglesia de Ntra. Sra. de Monserrate.
Asegura que falleció el 8 de septiembre de 1766, a los 73 años de edad; y que fue sepultado con sus mayores en la capilla de San Pedro y San Pablo de la iglesia de Santa Justa.
Vuelve a mencionar a don Ignacio Manuel en el tomo cuarto, acompañando la mini biografía con uno de sus dibujitos. Pero en ningún momento menciona el cuadro del Santo Ángel.
Por otro lado, en los padrones de principios del siglo XVIII, cuando don Ignacio era todavía un adolescente, ya aparece la calle del Ángel.
O don Ernesto equivocó la fecha, o don Ignacio rehabilitó o sustituyó un ángel anterior al adquirir la casa.
Tengo otra hipótesis: sabemos que, en el siglo XVIII, el gremio de roperos tenía como imagen tutelar a un San Miguel Arcángel (como el oratorio de los templarios) depositado en la ermita del Rosario o del Granero.
¿Se referían a la imagen del arcángel? No lo sé.
Lo cierto es que una imagen del «Santo Ángel», a mediados del siglo XIX, provocó también la titulación del callejón de «la Guardia», como veremos al final de este mismo capítulo.
En cuanto al edificio del Granero, desamortizado en el siglo XIX, tenemos noticias de él a finales de dicha centuria, cuando albergó el «Café Europeo», un local de tertulia con salón para espectáculos.
Regentado por Juan Rogel, alias «Juanete», alternaba conciertos, funciones de cante flamenco, bailes de máscaras, riñas de gallos, espectáculos de ilusionismo e hipnosis. En el verano de 1887, daba cuenta de su nuevo mobiliario:
El Diario de Orihuela. 2 de julio 1887: Ayer tuvimos el gusto de visitar el acreditado y espacioso café Europeo en el cual admiramos las importantes mejoras que incesantemente está introduciendo en dicho establecimiento, su dueño nuestro apreciable amigo el Sr. Rogel.
Las reformas últimamente introducidas consisten en el reemplazo de los antiguos taburetes por una magnifica sillería de la más moderna confección y unos elegantes y cómodos divanes que dan gran tono al decorado del local.
Debió ser enorme. Si os apetece saber más sobre él, pichad sobre el cartel publicitario para acceder a un artículo monográfico.
Su última campaña publicitaria fue en el verano de 1905, anunciando su oferta de helados. Un año después el edificio sufrió obras de reforma y fue decorado al estilo modernista por el joven artista Enrique Luis Cárceles, quien pintó los frescos, murales y decorados del establecimiento en septiembre 1906, poco antes de aparecer en prensa la noticia de su venta al Banco de Cartagena.
El Diario. 24 de octubre 1906: En el edificio que ocupó el antiguo Café Europeo, han comenzado los trabajos preliminares para la instalación de la sucursal del Banco de Cartagena que va a establecerse en esta plaza.
El Diario, 1 de febrero 1907: El Banco de Cartagena en Orihuela. El comercio y la industria de Orihuela están de enhorabuena. Desde hoy cuentan con un medio más que les facilite su desenvolvimiento. A las antiguas y acreditadísimas casas de banca que ya existían, hay que agregar la Sucursal del Banco de Cartagena en esta ciudad.
Dicho importante establecimiento de crédito ha inaugurado aquí, con esta fecha, sus operaciones. ¡Saludemos la nueva mejora!
Volviendo a la calle, su nombre actual data del verano de 1918, cuando el Consistorio telegrafió al ilustre oriolano Pío López Pozas para felicitarle por haber alcanzado el generalato. Y decidieron poner su nombre a una calle.
No pudiendo ser la que nació porque la calle de la Feria había sido dedicada recientemente al Doctor Sarget, pensaron en esta, cuyo nombre no tenía sentido tras haber desaparecido el ángel que la titulaba.
El conquistador. 13 de julio 1918: El próximo miércoles, aniversario de nuestra gloriosa reconquista, tendrá lugar la fiesta civico-religiosa propia de tan patriótica fecha.
En dicho día tendrá lugar el acto de rotulación de las Calles de la Feria, Colegio y Ángel que han de perpetuar los nombres y la memoria de los ilustres oriolanos D. José Mª Sarget, D. Adolfo Clavarana y del Excmo. Sr. D. Pío López Pozas ascendido recientemente a General.
Si os apetece saber quien fue el General López Pozas, os dejo un enlace a su biografía pinchando sobre su retrato.
Durante la II República se varió por dos veces su nombre; en 1931 y 1936, ostentando el del socialista francés Jean Jaurés, españolizado como «calle de Juan Jaurés».
En abril de 1939, terminada la contienda, los vencedores le devolvieron el título que permanece al día de hoy: «Calle López Pozas».
En el solar que actualmente ocupa el edificio núm. 1 estuvo desde 1375 «la Sala» o Casa Consistorial, de la que ya comenzamos a hablar en la calle del Río, dejando su historia en 1837, cuando habían trascurrido tres años de su demolición y el maestro Sánchez proyectaba un nuevo ayuntamiento en el mismo emplazamiento.
La ciudad no pudo sufragar la nueva construcción y en 1843 vendió el terreno a Luís Abadía, que levantó un edificio de viviendas de alquiler.
Sus lindes, extraídos del protocolo notarial, eran: a Levante Calle subida al puente; a Poniente Granero que fue del Cabildo Eclesiástico, hoy de la nación; Mediodía Calle del Río; Norte Calle del Ángel.
En 1848, Abadía había muerto. Y su viuda, Josefa Larranzi, se vio obligada a vender parte del mismo. Acabó cediéndolo completo ante el notario Ramón Roca para pagar a sus múltiples acreedores.
Francisco Regidor, maestro de obras de la ciudad, valoró el edificio en 65.000 reales y en ese mismo año, se fundaba en sus bajos el llamado «Círculo Orcelitano», precursor y germen del actual «Casino Orcelitano». Su breve estancia quedó inmortalizada en el plano de Coello, confeccionado a mediados del XIX.
La última y moderna edificación conserva en el zaguán una pequeña joya. Si alguien os abre la puerta (manda narices) podréis contemplar una de las representaciones más antiguas de nuestro oriol.
En 1598 se estaba obrando la puerta de San Agustín; y el maestro Pierres fabricó un escudo de armas en piedra jabalina. Tenemos la siguiente nota de «Orihuela Imaginada. La Ciudad en los Siglos XVI y XVII».
Dos años antes de terminarse el Quinientos se hizo una reforma considerable en la Puerta de San Agustín. Trabajaron en ella los maestros Juan Pascual, Florejant, Jerónimo Martínez y el «mestre Pierres, architestor -hizo- les armes de la ciutat en pedra javalina p[era] lo portal que obra la ciutat en lo mur p[er] han se hix a Sent Sebastia». (AMO, Lib. D-650, s/f., mayo de 1598).
El trabajo de Ojeda Nieto nos permite documentar este escudo y un San Roque, que veremos en el claustro de la Catedral; ambos pertenecieron a la citada puerta de San Agustín, también llamada de San Sebastián.
Justo enfrente encontramos el precioso edificio Villaescusa, cuya licencia de obras solicitó Juan Villaescusa Ballester el 21 de mayo de 1914.
Juan Villaescusa fue un destacado personaje de la derecha oriolana. En el verano de 1929 se inauguró en los bajos de su edificio una sucursal del Banco Central. Bendijo el local el futuro obispo de León D. Luís Almarcha.
Actualidad. 15 de agosto 1929: La nueva Sucursal. Esta tarde ha tenido lugar el acto de la bendición e inauguración oficial de la sucursal que el Banco Central ha establecido en Orihuela. La importante entidad bancada se ha domiciliado en el edificio que D. Juan Villaescusa posee en la calle del General López Pozas, en el local en que tenía instalado su comercio D. Rafael Martínez Arenas.
Las oficinas del nuevo establecimiento de crédito se han montado con verdadera suntuosidad y buen gusto. Bendijo el local el Vicario General D. Luis Almarcha, quien acto seguido pronunció breves y sinceras palabras de salutación para la nueva entidad.
Durante la Dictadura de Primo de Rivera fue miembro de la Unión Patriótica de Orihuela, formada por cuarenta notables personajes de la sociedad local. Y candidato monárquico en las elecciones municipales de 1931.
Líder de la Comunión Tradicionalista y de su Círculo en la vecina Plaza Caturla, durante la II República se le unió Ángel García Rogel.
Al estallar la guerra ambos fueron confinados en Jesús María. Recluidos en el penal de San Miguel, lideraron a los presos. Terminada la contienda fue teniente de alcalde en la Comisión Gestora franquista.
En mi juventud, esos bajos albergaron un conocido establecimiento comercial llamado «Galerías Colón».
Entre la casa de Villaescusa y la entrada trasera a la de Matías Sorzano hay una callejuela que no me aparece en ningún listado.
José María Penalva la citó como «callejón de Ocaña», durante el siglo XVIII.
En marzo de 1861 se la consideraba sin nombre; y la varias veces citada Comisión para el arreglo del nomenclátor la bautizó oficialmente.
La calle que conduce desde la del Ángel a la de la Feria, puede llamarse Calle de la Guardia, la continuación de la invocación del titular de aquella Calle. 3ª Clase.
A la calle sin nombre que desde la feria atraviesa a la del ángel se le denomine calle de la guardia por existir una efigie de este Sto. Ángel en el ángulo de las dos calles.
Su recomendación se cumplió; pero al desaparecer el «Santo Ángel» y cambiar el nombre de su calle, «de la Guardia» perdió su sentido. Ahora se ha simplificado a «Calle Guardia».
En 1820 la citada casa de Ignacio Vigo, cuya fachada mostraba dicho ángel, era propiedad de Matías Sorzano; de quien hablaremos en la próxima entrega.
Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).
Artículo publicado en 2006, corregido y ampliado en 2023.
Mi agradecimiento a Pepe Ojeda Nieto.