Santiago y cierra España.
Tras un breve vagabundeo por las caprichosas callejas cercanas a la peña regresamos a la plaza de Santiago para detenernos frente a su Iglesia parroquial cuya portada es una auténtica joya arquitectónica culminada en el último tercio del siglo XV.
Pertenece al gótico isabelino, también llamado flamígero por evocar el fluir de una llama.
Este estilo nació a la par del resurgimiento producido por el final de la cruzada ibérica y la unificación territorial, hechos históricos acaecidos durante el reinado de los Reyes Católicos.
Consta de un arco apuntado y abocinado con arquivoltas de decoración vegetal.
Hay que contemplarla detenidamente para hacerse una idea de la minuciosidad con la que los escultores tallaron las hojas de cardo y aún más para encontrar algunas figuras animales entre las que destaca la ya famosa lechuza.
Declarado Monumento Nacional por el Gobierno de la II República, durante la Guerra Civil, el interior del templo se conservó casi intacto.
Por desgracia, en el exterior se destruyeron dos esculturas: una en el parteluz de la puerta principal, dedicada al Apóstol; y otra en la parte superior de la portada de la capilla de la Comunión.
El Santiago representado en la actualidad sustituye a la imagen gótica coetánea al resto de la portada. Es obra del escultor madrileño Ángel Ferrant y la realizó a finales de la década de 1940.
Arriba, junto al escudo de España sujeto por el águila de San Juan, se muestran el yugo y las flechas, emblemas de los Reyes Católicos.
El haz de flechas pertenecía a Isabel. El yugo, con una cuerda suelta, corresponde a Fernando junto a la divisa «tanto monta».
Ambos símbolos fueron adoptados y manipulados en el siglo XX; primero por Falange y después por el régimen franquista.
Isabel tomó como emblema un haz de flechas en referencia a una vieja historia en la que un padre, en el lecho de muerte, recordó a sus hijos que una flecha era frágil; pero formando parte de un haz se volvía muy fuerte.
Isabel reunía en su persona y debía mantener unidos los reinos de Castilla, León, Extremadura, Asturias, Galicia, Murcia, Sevilla….
El yugo hace referencia a Alejandro Magno y el nudo gordiano. Una antigua tradición prometía el imperio a quien desatase dicho nudo.
La leyenda popular cuenta que Alejandro lo cortó con su espada y dijo: «tanto monta cortarlo que desatarlo».
Inspirado en esa leyenda, Fernando de Aragón utilizó en su escudo el lema «tanto monta» junto al yugo con el nudo desatado.
Falange Española unió las flechas y el yugo que siempre se habían representado separados.
Los «historiadores» de la época, basándose en las iniciales de los nombres los asignaron al revés: Yugo a Ysabel, Flechas a Fernando.
Además a la divisa de este último se le añadió una absurda coletilla: «tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando».
Se ha dicho también que la granada de Santiago está cerrada porque Granada no había sido conquistada todavía.
Y que en la iglesia de Santiago se celebraron cortes. Unas cortes en las que se decidió conquistar Granada, nada menos.
Todo eso forma parte de la «patriotera» historia de Orihuela que fueron creando nuestros cronistas locales.
La granada ya la utilizaba Enrique IV, el hermano de Isabel con el lema «Agro dulce» que quiere decir misericordia y rigor.
Fijaos bien y podréis comprobar que la granada no está totalmente cerrada, tiene una abertura lateral.
La he puesto al lado de la de la Catedral de Granada, que por narices se esculpió con Granada conquistada. Tienen la hendidura en el mismo lado.
En cuanto a las cortes, las de Orihuela se celebraron en el verano de 1488. La Guerra de Granada había comenzado seis años antes, en 1482.
Aquí, como en todas partes, solo buscaban dinero y tropas. Antes las celebraron en Tarazona y Valencia.
Y no pudieron ser en Santiago; cualquier ceremonia de esa entidad se celebraba en la iglesia más importante, en la entonces Colegiata del Salvador, la actual Catedral.
La capilla de la Comunión adosada a su derecha se edificó en el siglo XVIII y muestra una interesante portada de dos cuerpos al más puro estilo barroco.
Tras el concilio de Trento, la Iglesia católica decidió combatir la reforma protestante dando mayor importancia entre otras cosas a los sacramentos y en especial a la eucaristía.
En esta exaltación, las fachadas tuvieron gran importancia. Muchas iglesias como la de Santiago erigieron capillas de la comunión con portadas diseñadas como vehículo de propaganda.
Frente a la sencillez luterana, en las iglesias católicas las líneas definidas y rectas del Renacimiento desaparecieron para dar preferencia a la línea curva, con abundante ornamentación y exuberancia de flora y fauna sobre cornisas y columnas, siendo las más comunes las llamadas salomónicas con forma de espiral.
Esta portada es un ejemplo de todo ello y está íntegramente dedicada a la eucaristía.
Muestra una alegoría de la fe que también tuvo que ser reconstruida por Ángel Ferrant tras haber perdido en la guerra más o menos la mitad superior.
Resulta curioso que este artista de vanguardia y cercano al arte abstracto aceptara este tipo de trabajo. Pero todo encargo debió de ser un lujo en los duros años de la posguerra.
A partir del templo comienza la calle de Francisco Díe Losada, antes de Santiago, cuyo titular actual vivía muy cerca del templo, frente al restaurado palacio de Rubalcava del que ya os hablé en la calle del Hospital y que tiene en esta calle su entrada principal.
A la izquierda tenemos el museo de la Reconquista, inaugurado en 1985 en los bajos de Rubalcava y trasladado recientemente a la nueva sede de la Asociación de Moros y Cristianos.
Es un edificio obtenido de la rehabilitación de dos antiguas casas. Rebasándolo contemplamos una artística fuente, también de reciente construcción, situada bajo un edificio-depósito asentado en la peña.
Este enorme aljibe abastecido por los pozos llamados de Cremós, proveía de agua potable a un gran sector de la ciudad a comienzos del siglo XX. Fue rehabilitado para instalar en él el museo del agua, pero permanece cerrado.
El último tramo de esta calle conserva algunas preciosas casas; alguna bien restaurada. Solo hay que levantar la vista e imaginar todo el conjunto rehabilitado.
Termina la calle de Francisco Díe y encontramos la del Maestro Esteban, que aparece en los repartos del siglo XIX, como callejón del Maestro Esteban.
Esta titulación debió de popularizarse en la segunda mitad del siglo XVIII. Creo que anteriormente era la calle de Nicolás Viudes mencionada por el cronista Mosén Bellot al situar la judería.
Y antes, entre los siglos XVI y XVII, de Fabián Muñoz. El agustino Gaspar Mancebón, en la página 371 de su obra titulada «Vida de la madre sor Ioana Guillem…», publicada en abril de 1617, sitúa el domicilio de la religiosa en una traviesa que sube de la calle principal de Santiago al Estudio de la Gramática.
En dicha traviesa afirma que vive en 1617 y desde hace más de veinte años Fabián Muñoz, de profesión notario y casado con Isabel Cámara.
La he encontrado en un padrón de sal y muro justo detrás del «Carrer de St. Jaume». Y vive en ella dicho notario en 1629.
Ya en el reparto de 1750, sin desgajar de la calle Santiago, aparece inscrito «Estevan Viudes, maestro de niños».
En los «trabajos presentados por la Comisión encargada de la rotulación y numeración de las calles» efectuado en el año 1861, intentaron unificar los callejones del Maestro Estevan y de Eusebio «que desde la montaña conducen a la Calle del Hospital travesando la de Santiago» como Calle de San Juan de Dios.
La propuesta no prosperó y la travesía de la peña al hospital acabó unificada con el nombre de Maestro Esteban, desapareciendo la que antes fue calle de Eusebio.
Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba)
Con la imprescindible colaboración de Jorge Belmonte Bas.