Llamarse conservador un joven, aún en esta tierra de la santa rutina y del estancamiento, me parece una absurda negación de la propia juventud, una castración voluntaria y cobarde. Es natural y explicable en los viejos el que sean egoístas y conservadores. Pero los jóvenes que empiezan a hacer su peregrinación en el mundo, ¿qué han de conservar? ¿Los achaques de la caduca generación que les ha de ceder el puesto en la lucha del vivir?
Justo García Soriano. «La Juventud Conservadora».
1907. Julio.
En el verano de 1907 Justo seguía en Madrid, muy enfadado por el abrupto despido de su padre. Culpaba de ello al nuevo diputado conservador por el distrito oriolano, Alfonso de Pardo y Manuel de Villena, el marqués de Rafal.
Y descargó su ira contra él escribiendo el artículo titulado «el señor feudal»; un demoledor repaso a la historia de la casa de Rafal firmado con el seudónimo Juan Pérez de Urrea.
La iberia. Número 12 – 2 de julio de 1907: El Señor Feudal. (Pequeña aunque ilustre genealogía de un joven diputado conservador). De viejas crónicas, apolilladas y polvorientas, perdidas en los rincones de archivos olvidados, he extraído en larga y pacientísima labor, estos datos genealógicos de un aristócrata, diputado maurista, los que juzgo dignos de dar a la publicidad para honra y prez de las edades pasadas y de las presentes, y para ejemplo y admiración de las futuras. He aquí el fruto de mis diligentes y fidedignas investigaciones:
Junto a las lozanas riberas de un río abundante y extendida al pie de una eminente colina, en cuya cúspide alzábase, como acerado yelmo, un famoso e inexpugnable castillo, hubo una antigua e importante villa en una de las regiones más bellas y fértiles de España. Fortísima muralla de anchos adarves y almenados torreones la circundaban protegiéndola.
Mediaba el agitado y glorioso siglo XIII, y aún languidecía bajo el poder de la media luna, que en la península ibérica se iba eclipsando por momentos. Un monarca aragonés, rudo e incansable guerreador, cruel azote de la morisma, logró reconquistar la vieja villa ribereña con una valerosa hueste, que se había curtido en cien combates.
Aquella tierra usurpada al moro en guerra santa, fue repartida entre los adalides mejor vistos a los ojos del rey. Y los obscuros peones, carne de ballesta, apenas fueron quiñoneros en el reparto desigual del botín. Un altivo caballero infanzón, que cobarde escudaba su cuerpo tras las filas de la compañía que mandaba, fue premiado por sus hazañas ilustres con extensos y pingües dominios en la campiña ubérrima de la plaza conquistada.
Hecho amo y señor de varias aldeas, oprimió con feroz despotismo a sus míseros vasallos, a aquellos mismos soldados humildes, carne de ballesta en todas las algaras y vanguardias, procedentes del fonsado victorioso, que con sus cuerpos plebeyos lo sirvieron de adarga en todas las batallas campales de que se tituló vencedor.
Raro era el día que, cuando aún vibraban en el aire los últimos ecos del toque de apelde del cenobio próximo, ante los ojos aterrados de los rústicos no apareciera media docena de pecheros, por el cuello colgados de ignominioso dogal, péndulos macábricos, en la más alta almena de la torre del magnate.
Señor de horca y cuchillo, era dueño legítimo de las vidas, honras y haciendas de sus súbditos; y éstos, en justo vasallaje, debían cultivarle los campos, servirle en la paz y en la guerra y, por derecho de pernada, cederle la mujer y la hija. Sólo algunos mandatarios suyos, satélites hipócritas y rastreros, recaudadores despiadados de pecha y exacciones, lograban medrar, a fuerza de ruindades y bajezas, a la sombra protectora del ricohome.
Han transcurrido tres siglos, y con ellos se han suavizado un tanto las costumbres. El progreso es innegable. Un tataranieto, agnado directo de aquel señor feudal, hosco y fiero adalid que vistió la loriga y el yelmo cuando la reconquista, disfruta ahora, en legítimo derecho de herencia, el dilatado y óptimo señorío que por sus fazañas ínclitas su tatarabuelo obtuvo en feudo, y a cuyos habitantes, pobres villanos, oprime también con crueldades y exacciones.
Lleva en la sangre el bélico ardimiento de su guerrero atavismo, y en la ociosidad aburrida de su castillo sombrío o en las frecuentes cazas y monterías en la floresta cercana y en su soto acotado, ha añorado en continuas nostalgias la vida aventurera del campamento, mientras su jauría luchaba con un feroz y colmilludo jabalí o su neblí cetrero avizoraba en giros astutos alguna paloma torcaz.
Uno de estos días de cinegética expedición ha llegado hasta él la admirable, la estupenda noticia de una famosa batalla ganada en los campos del Milanesado por los españoles, que en aquella jomada aprisionaron a un rey y se cubrieron de gloria. Sin dar treguas a su indecisión, ha regresado presuroso a su castillo y ha requerido con insólito entusiasmo su fébrida armadura, el labrado coselete, la repujada coraza, la toledana tizona, la cimera de inhiesto y trémulo airón, el flamante herrezuelo; y ya una vez aparejado esto, ha partido jubiloso y magnánimo a las guerras de Italia.
Terminadas éstas, pasó luego a Flandes, donde durante largos años capitaneó un tercio bizarro y truhanesco con suerte varia. Cansado del estruendo marcial de campaña tan duradera, ha vuelto a su patria y se ha dado a intrigar y pretender en la Corte, hasta conseguir un título nobiliario para él y una lucrativa prebenda para su segundón que, graduado en Salamanca, prior en la Orden de Predicadores, racionero e inquisidor después, sabía en tan santo ministerio extirpar de raíz la mala yerba de la impiedad, arrojando muchos herejes a la hoguera…
Logradas en parte sus pretensiones, se retiró a descansar en el ocio de su señorío, hasta que le sorprendió la muerte esquilmando los pobres pegujales de sus colonos. Siglo y medio más tarde, un biznieto del caudillo de Flandes, que seguía en posesión del título de nobleza que un rey memorable adjudicara a su bisabuelo por haberle representado supuestos servicios militares, sedicioso y rebelde, traicionó a su monarca Felipe V, a quien había jurado fidelidad, abrazando el partido del Archiduque de Austria cuando la guerra de sucesión.
¡Venganza ruin de su lesionado orgullo! Y más faccioso aún su biznieto, conspiró contra Isabel II en favor del pretendiente durante la guerra civil; mientras que por otro lado, olvidando la inmaculada limpieza de su sangre azul y faltando al respeto debido a sus viejos pergaminos, a sus ejecutorias, fueros y pragmáticas, se desnaturalizaba contrayendo matrimonio morganático con una hermosa plebeya, hija de un humildísimo monterero…
Esta es la noble prosapia, la esclarecida alcurnia, el tronco de la ilustre genealogía de un joven aristócrata, nieto de un humilde monterero, que habita en un lindo hotel de Madrid, pasea su fausto en un magnífico Panhard de treinta caballos de fuerza, y por obra y gracia de Maura y de La Cierva su profeta, es actualmente diputado a Cortes por la antigua villa, hoy ciudad, que conquistó un monarca aragonés, azote implacable de la morisma, y en cuya cercanía fincó su progenitor, señor de horca y cuchillo, la casa solariega y la torre feudal donde pendían ahorcados los míseros pecheros.
Como su primer ascendiente, tiene éste también mandatarios abyectos, despiadados recaudadores de pechos y exacciones y escuderos malvados y ruines que medran a su sombra protectora. El cacique de hoy es el rico-home medioeval, el magnate de antaño, en virtud de inalienable derecho de herencia. El progreso hasta aquí ha sido una hipócrita transformación de la sociedad, por eso, enmascarados, aún existen la esclavitud y el feudalismo, el siervo de la gleba y el señor feudal! … Juan Pérez de Urrea.
Tres días después escribió su segundo y último artículo con el seudónimo Juan Pérez de Urrea; un ataque directo a las sociedades y círculos de jóvenes conservadores, seguidores de Maura, que proliferaban por toda España.
La iberia. Número 15 – 5 de julio de 1907: Juventud Conservadora. El articulista conoce algunos jóvenes decrépitos, que suelen exclamar con énfasis: — «¡Soy conservador por convicciones y proclamo solemnemente que D. Antonio Maura es el hombre que ya muchos años nos estaba haciendo falta, el único capaz de gobernar a España por su talento y energías!».
Tal vez dependa del punto de vista donde nos colocamos; pero para mí estas palabras son extrañas y estupendas en labios juveniles. Al escucharlas no he podido reprimir un profundo sentimiento de antipatía y de asombro; porque, según mi lógica, conservador y joven son dos términos absolutamente contradictorios, antitéticos incompatibles.
Llamarse conservador un joven, aún en esta tierra de la santa rutina y del estancamiento, me parece una absurda negación de la propia juventud, una castración voluntaria y cobarde. Es natural y explicable en los viejos el que sean egoístas y conservadores. Ellos, tristes ruinas inclinadas al borde del sepulcro, abstemios de ilusiones y de entusiasmos, que han perdido los generosos impulsos de la sangre nueva y los sagrados ideales de mejorar la vida, porque la suya se les va acabando, son humanos y consecuentes al querer afianzarse en ella conservando las ventajas conseguidas en la incesante liza de sus buenos años. Pero los jóvenes que empiezan a hacer su peregrinación en el mundo, ¿qué han de conservar? ¿Los achaques de la caduca generación que les ha de ceder el puesto en la lucha del vivir?
Verdad es que hay ancianos que merecían ser jóvenes, y jóvenes seniles que no son viejos sólo porque tienen los cabellos negros, y tersa y tirante la piel. Por otra parte; hagamos íntimamente una sincera confesión, aunque tengamos que mortificar nuestros apasionamientos patrioteros. Que fueran conservadoras Inglaterra, Alemania, Suiza y aún Francia, se comprendería, porque tienen bastante bueno que conservar. Pero, ¡los españoles conservadores!… ¿de qué?
No tenemos que poner en conserva otra cosa sino desastres generales, inmoralidades escandalosas en los de arriba y hambre, ignorancia y miseria en los de abajo!… Esas vergonzosas emigraciones que parten a diario de nuestros puertos, en triste éxodo, ¿no pregonan al mundo entero que España es una nación de famélicos y de irredentos? ¿Acaso no hace muchas centurias que estamos por redimir los españoles?
Y esta redención regeneradora, tan decantada y tan descontada por los que nos gobiernan, ¿cómo se ha de conseguir sino destruyendo el mal y los estorbos seculares, que se han conservado hasta hoy, y evolucionando siempre en sentido de la Libertad y del Progreso? ¿Hemos de ser, por ventura, tan optimistas como el doctor Panglós que todo lo establecido en nuestra España lo hallemos perfectísimo; o seremos, por el contrario, tan pesimistas que lo mucho malo que hay en ella lo juzguemos fatalmente necesario e incorregible, porque las cosas no pueden ser de otro modo?
— «¡La juventud está con Maura!»— ha gritado con aire de triunfo la prensa turiferaria y servilona, Celestina del periodismo y de la política, al observar el número extraordinario de diputados jóvenes que llenan los bancos de la mayoría. Y nosotros objetamos en contra, que esa juventud conservadora que trata de heredar los pingües privilegios que los viejos conservadores disfrutan, descreída, adoctrinada en un positivismo brutal y egoísta, que en su orgullosa fatuidad y en su odio truculento a todo lo democrático y progresivo, es incapaz de sacrificios nobles y heroicos y de altruistas y levantados ideales, no es tal juventud, es pura ñoñería y chochez de alma.
Esa turba de jóvenes son los resollados impúdicos, los impotentes, los perezosos, los tránsfugas de todos los partidos y de todas las procedencias, que sólo aspiran a hacer carrera y fortuna sin reparar en los medios, y consideran la política como la plataforma más cómoda y fácil para el logro de todas sus concupiscencias y ambiciones al verse desprovistos de otros medios más honrosos de hacerse una posición decente.
La verdadera juventud, mocedad viril, esforzada, pensadora y entusiasta ha estado siempre al lado de la Libertad, que santificó la sangre gloriosa de sus abuelos en lucha épica contra todas las tiranías. Esta es la juventud que se congrega animosa y fuerte en torno de la sacrosanta bandera liberal, engrosando las filas de su ejército incansable e indómito y constituyendo su vanguardia, dispuesta siempre a dar la batalla a la reacción odiosa y obscurantista y a desenmascarar a esa otra juventud que, para baldón y oprobio de todos los jóvenes, se llama conservadora. J. P. de U.
En julio de 1907 dos preguntas circulaban por Orihuela: ¿Se terminarán las obras de la plaza de toros para la feria de agosto? ¿Quién es el tal Pérez de Urrea?
Como siempre que escribía contra los poderosos, el padre de Justo se sintió orgulloso de sus artículos; pero a la vez se volvió paranoico con la preservación del anonimato de su hijo. Veía muy conveniente que su nombre no se relacionase con dichos artículos y se lo dejó bien claro en la siguiente carta.
Orihuela 7 de Julio de 1907. Querido hijo Justo: hemos recibido tu carta de fecha 5 de los corrientes, y vemos con gusto que estás bueno, nosotros no tenemos novedad. Como ves, ya estamos de vuelta de Murcia, habiendo quedado toda aquella familia buena, y tu tía Dolores, también.
Muchísimo que ha gustado tu artículo el señor Feudal, y dicen que quisieran saber quién lo ha escrito; eso quisieran ellos, pero no lo sabrán. Esta mañana he visto a Rafael Rogel, que estemos tranquilos, me ha dicho que tu original está en la redacción de la Iberia en un cajón cerrado con llave, que un día de estos me lo dará por si quiero romperlo; que estés tranquilo, que les mandes más artículos, y yo también quiero que lo hagas, pero si puede ser, que tus originales los copie otra persona, y además, el sobre donde venga ese original, que lo copie también esa persona que tú busques; en una palabra, que no vean letra tuya, pues esto se ha puesto como si estuviéramos con Inquisición.
Nos gusta a todo el que lo ha leído el artículo Juventud Conservadora. Como no me fío de dirigirte a tu nombre la dirección de dónde vives, se la dirijo a Eugenia, y cuando me escribas, que haga lo mismo al ponerme la dirección de la carta. Te doy las gracias por el borrador de la instancia, y estoy contigo, aguardaremos mejores tiempos para hacerla.
Sin más, recibe los aftos. de toda la familia y amigos, de tu hermana y marido, y tú sabes lo que te quieren tus padres. JUSTO y RAMONA. Recuerdos a Eugenia. Los hijos de tu hermana están bonitísimos y en especial el pequeñito. Nos alegramos lo que nos dices que vendrás para Agosto, en los primeros días.
Por si habían olvidado su afrenta a la heroína oriolana del año anterior, la víspera del «día del pájaro», en «La Iberia», recordaron su trabajo sobre la Armengola publicado en 1906; afirmando que Justo seguía investigando y recabando pruebas que desmontaban el «relato legendario que había suplantado a la verdad histórica».
La Iberia. Número 24 – 16 de julio de 1907: ACTUALIDAD. LA HISTORIA Y LA LEYENDA. La tradición y la leyenda nos han transmitido, a través de varias centurias, una fecha y un recuerdo, ambos fastuosos o indelebles en la memoria de todos los oriolanos. La fecha evocadora es el 17 de Julio; el hecho evocado es la reconquista de Orihuela.
Una y otro son un mágico conjuro de glorias inmarcesibles, aún para los que amando la evolución social puestos los ojos ansiosos en un porvenir muy diferente al pasado, solemos con placer y cariño lanzar una mirada retrospectiva a las edades pretéritas, a las cosas y a los hombres que fueron y han desaparecido del escenario del mundo.
A la fiesta cívica de mañana, en que se celebra esa fecha y ese recuerdo solemnes, el aniversario de la liberación de Orihuela del poder sarraceno, va íntimamente unido en la creencia del pueblo un relato legendario que ha suplantado a la verdad histórica y a cuyo arrullo novelesco nos dormimos en las noches de nuestra infancia con fúlgidos y fantásticos ensueños de guerras y de victorias.
En ellos ha ocupado nuestra imaginación una heroína, dechado de valor y astucia, y hemos visto descender del cielo, de este nuestro poético cielo meridional que convida a los delirios de la fantasía, en una noche serena y estrellada de estío, dos santas protectoras que favorecían el sagrado odio de los cristianos cooperando al exterminio de los infieles.
La Historia en cambio, parca severa y fría, con toda la yerta imperturbabilidad de la ciencia, permanecía silenciosa y enigmática como esfinge, esperando el audaz que rasgara el denso velo de su misterio y hallara la verdad celosa que guardaba oculta.
Fiel, veraz y piadosa la musa Clío, se dignó por fin revelarnos sus secretos, y ellos niegan rotunda, categóricamente la fábula, la quimérica leyenda que nos legó la tradición nada escrupulosa; pero ha sido tan poco explícita que calla la fecha puntual en que la reconquista fue realizada (¿en 1243?), no confirmando la que el pueblo y nuestros cronistas de los siglos XV, XVI y XVII eligieron como aniversario de la hazaña memorable, el cual ha venido celebrándose desde el año 1400.
Después de prolijas investigaciones, de un madurado estudio y de un detenido examen de todos los ciatos y precedentes aportados, nuestro querido amigo D. Justo García Soriano escribió un extenso y bien documentado artículo, con el título «La Armengola es un mito», que publicó el año último la ya difunta «Unión Republicana» en su número 150, correspondiente al 20 de Julio, y en él llegaba a las siguientes conclusiones:
1º La reconquista de Orihuela la hizo PACÍFICAMENTE D. Alfonso X, siendo infante, por entrega voluntaria, y espontánea del reino árabe de Murcia (al que pertenecía Orihuela) en virtud del pacto de Alcaraz. 2º La hazaña que absurdamente atribuye la tradición a la Armengola, no pudo ser otra que el hecho de armas ocasionado por la rebelión o sublevación de los moros de todo el reino de Murcia contra los presidios o colonias militares de cristianos, que guarnecían las fortalezas entregadas.
3º Este hecho ocurrió a los pocos años de haber ocupado el trono de Castilla Alfonso X, como lo dice terminantemente la crónica de su reinado y lo comprueban otros varios documentos coetáneos y auténticos; es decir, después de cuatro lustros de haber sido Orihuela reconquistada pacíficamente. 4º Que, por lo tanto, esta defensa del castillo y de la plaza de Orihuela llevada a cabo heroica e intrépidamente por la guarnición cristiana, contra el alzamiento e insurrección de los moros, no debe confundirse en manera alguna con la reconquista.
5º. La hazaña y la existencia de la Armengola no sólo son inverosímiles sino opuestas al testimonio de la Historia y absolutamente fabulosas. 6º En el Libro de Repartimientos, que data del año 1272, se consignan los nombres de los que se distinguieron en la defensa de Orihuela contra los insurgentes muslimes, los cuales fueron mejorados en sus heredamientos en un tercio, según privilegio de Alfonso X otorgado en Jerez el jueves 4 de Abril de 1268.
Otras varias conclusiones menos importantes se desprenden del artículo de que venimos haciendo mérito y que insertaríamos íntegro muy gustosos si su mucha extensión no nos obligara a renunciar el hacerlo. En nuestro pueblo hay escritores eruditos muy versados en nuestra historia, y ninguno opuso su réplica al artículo del señor García Soriano, que puede considerase tal silencio como un absoluto asentimiento otorgado tácita e implícitamente.
Nosotros sabemos que dicho señor ha aumentado considerablemente el caudal de pruebas en que asentaba y apoyaba sus afirmaciones; y que, sin embargo, no tiene la pretensión de creer haber dicho la última y definitiva palabra en tan abstrusa materia, sino que por el contrario, considera que falta aún mucho para llegar al total esclarecimiento de este hecho histórico, labor penosa y larga para la que cuenta y necesita la valiosa cooperación y ayuda de cuantas personas en nuestra localidad se interesan por la Historia.
Varias semanas después de las dos publicaciones firmadas con seudónimo, Ignotus, o lo que es lo mismo, José Manuel Teruel, se refirió a la juventud y osadía de Pérez de Urrea. Hablaba de los colaboradores de su diario y evitó descubrir a Justo. Aun así me parece imposible que, a esas alturas, no se supiese ya en Orihuela quién estaba detrás de los polémicos artículos «no refutados por nadie».
La iberia. Número 34 – 30 de julio de 1907: Nuestros colaboradores. Sería tarea difícil, ya que no imposible, la de detallar en un sólo artículo los méritos indiscutibles que adornan a las personalidades que con su colaboración honran frecuentemente las columnas de La Iberia.
Para ello me sería necesario publicar una nueva edición de «Retratos a pluma», y como esto es difícil porque al público no se le puede engañar más que una sola vez, renuncio a este propósito, concretándome a hacer una sucinta relación de los nombres de los señores cuyos trabajos publicamos, y cuyas dotes de literatos suplirán los defectos de mi prosa amazacotada y vulgar…
… D. Juan Pérez de Urrea pertenece a la juventud triunfante. En un cuerpo de adolescente encierra un alma tan grande como la de los poetas que glorificaron la patria cantando sus epopeyas inmortales. La lucha es su elemento, en ella se encuentra como el pez en el agua, y mi afirmación queda confirmada con leer sus castizos artículos «El Señor Feudal» y «Juventud Conservadora», insertos en este periódico y no refutados por nadie. IGNOTUS.
La siguiente carta, escrita ya en Orihuela, es del propio Justo contando a su prima Eugenia los pormenores del viaje con escala en Alicante, sin escatimar detalles escatológicos.
Orihuela 5 de Agosto de 1907. Mi muy querida Eugenia: No puedes imaginarte lo que me costó en la Estación de Atocha el poder encontrar asiento en el tren. No veía por ninguna parte a mi prima Remedios y tuve que meterme en un vagón cualquiera, después de sostener una disputa acalorada con un tío que decía que llevaba mucho equipaje y que no cabía.
Por último logre colocarme bien, gracias a la amabilidad de unas señoras que iban en el departamento de al lado. En Aranjuez, cuando paró el tren, vi a mi prima que iba en uno de los últimos coches; pero no me pasé con ella. El viaje lo hice regular, no con tantas molestias como otras veces.
A la hora anunciada llegamos a Alicante. Un chico valensiat me llevó las maletas a casa de la hermana de mi cuñado, donde me lavé, cagué y me mudé de pantalones y de botas. De allí me fui a una pastelería de la calle de la Princesa y por cuarenta céntimos me tomé un chocolate con leche y dos bollos; uno relleno de dulce de coco, y después una copita de anís.
Después, para hacer tiempo, me fui a los baños de Diana, donde me encontré a un cura de Orihuela amigo mío, y le estuve viendo bañarse. El día estaba fresco y el mar delicioso. La concurrencia era numerosa y selecta, sobresaliendo muchas mujeres hermosas. Después estuve paseando por la calle Mayor, donde vi a mucha gente de Orihuela y al músico mayor con su mujer, pues se casó el sábado.
A las 12 y media me fui a comer donde lo hicimos el año pasado, acordándome mucho de ti. Comí con muy poca gana un plato de sopa de fideos y otro de arroz con pescado, pan y un buen vaso de vino. Todo me costó 60 céntimos. Tenía otra vez ganas de cagar y me fui al café del Comercio, frente al mar, y allí me tomé un té con aguardiente y cagué.
Enseguida, con todo el resistero, me marché a la Estación de la línea de Murcia, a esperar a mi papá. Después de estar allí hora y media, llegó el tren con mucho retraso, y en él venían mi papá y mi cuñado. Nos fuimos inmediatamente, convidados por mi cuñado, a tomar unos vasos de agua de cebada riquísima y después, otra vez a los baños Diana, donde estuvimos sentados más de una hora respirando una brisa de gloria y contemplando las bellezas del mar.
De aquí fuimos a ver a la hermana de Pepe, estuvimos allí un rato, tomamos la cesta de la merienda y, después de comprar pescado frito, olivas, pan, toñina y una hermosa sandía, nos fuimos a cenar al muelle, en la puerta, junto a la farola, donde estaban haciendo lo propio muchas familias. Lo a gusto que cenamos a la orilla del mar, viendo desde lejos la iluminación de la explanada y la entrada de un vapor, no hay para qué decirlo.
Pasito tras pasito volvimos casa de la hermana de Pepe Linares por mi equipaje, compramos una vuelta para Orihuela en 5 reales y nos fuimos a la Estación, llegando a Orihuela a las 2 de la mañana, rendido y muerto de sueño, encontrando en mi casa a mi mamá, hermana e hijos de ésta. Josefina está muy mona, habla mucho y tiene celos de mí cuando beso a mi mamá. Ya lleva puesto el collarcito. El niño es muy grandón y hermoso, pero más feo que Josefina y muy seriecito. Se parece mucho a su papá.
Todos me han preguntado mucho por ti, sintiendo que no hayas podido venir este año. Te estoy escribiendo a las doce de la noche. Mi prima Remedios se volverá a esa el día 15. Por la vuelta del botijo, por más que anduve sólo me dieron seis reales. ¡Qué robo!
Hoy no he salido en todo el día a la calle ni he visto a ningún amigo. He comido higos chumbos y melón. Recuerdos de todos y muchos besos de tu chico. JUSTO. Recuerdos a tu familia, Dª. Paz, Dª. Visitación, Don Agustín y niños. Sin olvidar a Vicenta y familia. En esta no hace mucho calor. Adiós.
Los diarios locales se hicieron eco de su llegada a Orihuela; y de los progresos del artista Enrique Luis, exiliado también en la capital y buen amigo de Justo.
La Huerta. Número 104 – 9 de agosto de 1907: Se encuentra entre nosotros procedentede Madrid, nuestro querido amigo y compañero D. Justo García Soriano.
La iberia. Número 43 – 9 de agosto de 1907: Hemos tenido la satisfacción de estrechar la mano a nuestro entrañable amigo e ilustrado compañero D. Justo García Soriano que ha venido a pasar una temporada al lado de sus queridos padres. Reiterárnosle nuestro más cariñoso saludo al amigo García Soriano.
Nuestro muy querido amigo y paisano el notable pintor Enrique Luis Cárceles, en la actualidad residente en Madrid, ha pintado un magnífico cartel alegórico a la inauguración de nuestro circo taurino, que regalará a la empresa para que figure en los trofeos que han de lucir, según costumbre, en algunos escaparates al exhibirse las banderillas y divisas.
Personas que han admirado este nuevo trabajo del joven Enrique Luis nos aseguran que ha hecho una verdadera y notabilísima obra de arte. Esperamos que la empresa dará al precioso cartel pintado por nuestro paisano la acogida que merece.
La siguiente carta de García Soriano iba dirigida a los hermanos Sainz; sus alumnos madrileños.
Orihuela, 12 de agosto de 1907. Mis queridos discípulos Pedro y Antonio: Después de un viaje molesto y largo, llegué a este pueblo sin novedad, encontrando en buen estado de salud a toda mi familia. En Alicante me esperaban mi padre y mi cuñado, y allí pasamos un día muy agradable disfrutando del espectáculo grandioso del mar.
Había una gran animación de veraneantes y bañistas. A la caída de la tarde, junto a la embocadura del puerto, en la misma farola, presencié la entrada de un vapor inglés y le vi evolucionar en la rada virando majestuoso. Confundíanse el ronco silbato de la sirena, el chirriar de las grúas y las voces de los marineros.
Traía el buque muchos viajeros y un enorme cargamento de madreas y toneles, que fueron llenando poco a poco el espacioso muelle. Entonces me acordé mucho de vosotros, pues sé que os hubiera gustado la vista deliciosa que ofrecía en aquellos instantes el puerto, y allí hubieseis podido hacerme infinidad de preguntas y yo explicaros muchas cosas.
En los días que llevo en esta ciudad me he desmejorado algo, pues el miércoles pasado me dio un cólico bilioso tan grande, efecto tal vez de las molestias del camino y del cambio de aguas, que he pasado tres días en cama y aún estoy algo delicado. Este ha sido el motivo por el que no os he escrito antes notificando mi llegada.
Eugenia me ha escrito y en su carta me dice que os vio una noche de paseo con vuestros padres. Yo deseo que todos los días os deis un buen paseo y os distraigáis mucho; pero no olvidaos de estudiar diariamente un poquito, para que no se os olvide lo aprendido, a fin de que a Octubre, cuando reanudemos las clases, lo podamos hacer como si no hubiéramos tenido en ellas ninguna interrupción.
Ya sé que vuestros papás cuidarán de esto y que vosotros lo haréis de buena gana. Aquí hay ahora mucha fruta, sobre todo higos chumbos, melones y sandías; pero como estoy aún algo estropeado del estómago, no puedo comer tantas como yo quisiera. Haced presentes a vuestros papás los respetuosos saludos de los míos y mis recuerdos; dándoselos también a Agustín, cuando vaya por esa, a Matilde y a María. Vosotros recibid muchos besos de vuestro profesor y amigo Justo García Soriano. Escribidme pronto.
En esta visita a Orihuela, más larga de lo habitual, se involucró plenamente en la corriente política que, siguiendo la estela de Cataluña, intentaba combatir el centralismo imperante. Recordemos que Justo se había pronunciado siempre como republicano federal.
La Huerta. Número 107 – 13 de agosto de 1907: De Regionalismo ¡Hay Patria! Ese estremecimiento de vida intensa y nueva llamado Solidaridad, que se inició en la laboriosa Cataluña, ha comenzado a recorrer, como un espíritu de resurrección, el organismo exánime, casi cadavérico, de España. Han latido anhelosos los corazones, han alentado fuertemente los pechos, y alborean esperanzas de salvación y presagios de venturas.
Las Vascongadas, Valencia, Galicia, Andalucía, que agonizaban amodorradas en este ambiente mofetizado de letal caciquismo, ya han despertado al clamoreo ansioso del pueblo catalán, dando fe de su personalidad robusta, aún existente a pesar de los esfuerzos anuladores del centralismo uniformista, mortífero, castrador de todas las viriles energías nacionales. Y la protesta enérgica de emancipación lanzada por la gran mayoría de un pueblo condenado a vivir oprimido bajo eterno y vergonzoso feudalismo, se ha esparcido por todos los ámbitos de la nación hasta repercutir en Orihuela con ecos de entusiasmos juveniles.
La vieja, la morisca Oriola que en su historia supo escribir brillantes páginas de independencia hidalga y de odio a la tiranía en el decurso de los medioevales tiempos, enarbola ahora el gonfalón regionalista, haciendo destacarse sobre la rojez y amarillez de sus crespones las barras aragonesas de su heráldica. Hago votos fervientes porque, así como la antigua señera salía antaño vencedora en los marciales combates, venza al presente en las lides incruentas del progreso, marchando briosa por esta senda segura del regionalismo.
Yo, que desde que abrí mi alma a los ideales políticos, hice sincera profesión, no sólo de fe sino de convencimiento, en el glorioso credo federal sustentado por sabios e ilustres varones, al observar ahora que las aspiraciones nobles y generosas de mi partido han sido abrazadas por todos los españoles de buena voluntad, como los únicos remedios eficaces para evitar la ruina de la patria; siento una íntima y profunda satisfacción y no dudo en sumar, sin recelos ni esquiveces, mi insignificante persona a este gran movimiento salvador que se propaga rápido.
Así me creo consecuente y patriota. Algunos espíritus, suspicaces, moldeados en las estériles hormas de los viejos partidos, miran atónitos y desconfiados este almo resurgimiento. Me parece naturalísimo. El problema regionalista es vasto y heterogéneo, y los que han cristalizado sus ideas encarrilándolas en la rutina de prejuicios arcaicos y caducos, se pierden aturdidos en las complejidades aparentes de la Solidaridad.
Hablando claro y preciso, rehuyendo embrolladas sutilezas, se logrará hacer luz, disipar estas disculpables desconfianzas y apagar las hostilidades de los bien intencionados. Hemos de declararnos enemigos acérrimos de los actuales y ya envejecidos procedimientos.
Contra la obscuridad capciosa de los presentes convencionalismos, claridad y sinceridad a ultranza. Contra los abominables vicios de parlamentarismo ocioso e infecundo y de perezosa pasividad implantados por el régimen imperante, las preciosas virtudes de laconismo clarividente y de actividad en la acción. Contra el centralismo despótico y oligárquico que absorbe y destruye la vida de las regiones, descentralización y autonomía individual, municipal y regional.
La entidad región habrá de tener facultades y atribuciones para legislarse y administrarse autonómicamente, en representación de los pueblos que la integren, autónomos a su vez en todos los asuntos de carácter municipal. En las Cortes de la Nación, constituidas por delegación legítima y democrática de todos los municipios y de todas las regiones, radicará el poder regulador y morigerante, y solo ellas podrán entender equitativamente en los pleitos interregionales, destruyendo cualquier intento de hegemonía o de separatismo, y en las complicaciones internacionales velando por los intereses y por la integridad de la Patria común.
Hay ya todo un plan de combate y un programa definido y preciso. La Solidaridad, la confraternidad de todos los partidos antidinásticos y de todas las regiones como medio o instrumento idóneo para cortar de una vez y para siempre los tentáculos opresores (caciquismo) de este pulpo chupador que se llama poder central, como fin. Para ello son necesarios, indispensables, una gran transigencia y un gran respeto en todos, si queremos que esta unión sea apta, indestructible y poderosa y no una amalgama incongruente y deleznable.
Hay que fortalecer y perfeccionar bien el instrumento antes de comenzar la obra, si apetecemos que ésta se realice y se haga imperecedera. ¡Jóvenes oriolanos que amáis el regionalismo, yo os brindo uno de los lemas de mi bandera política: FRATERNIDAD. Con ella podremos llegar a la consecución de nuestros elevados ideales, los de afirmar la existencia y el engrandecimiento de la Patria común, reconstituyendo y fomentando la vida regional. Justo García Soriano, Orihuela.
Y esta vez no se conformó con escribir artículos. En agosto de 1907 acompañó a dos jóvenes estudiantes de Derecho y a uno de Medicina, para actuar con ellos como orador en un mitin regionalista celebrado en la carretera de la estación (los actuales andenes).
La iberia. Número 48– 16 de agosto de 1907: MITINS SOLIDARIO. En el almacén de naranjas situado en la carretera de la estación se celebró ayer mañana un mitins solidario. Usaron de la palabra los jóvenes regionalistas D. José Martínez Arenas, D. Luis Ezcurra, D. Antonio García Mira y nuestro colaborador D. Justo García Soriano. El Sr. Martínez, expuso el objeto de la reunión y trató de demostrar que el regionalismo no es el separatismo. El Sr. Escurra, pronunció un elocuente discurso abominando del parlamentarismo, el caciquismo y el centralismo. D. Antonio García, entonó un himno a la patria grande y a la patria chica.
D. Justo García Soriano, explicó en lenguaje sencillo y claro el alcance y finalidad del regionalismo, demostrando que es una imitación del federalismo, del que en realidad es hijo. El presidente del mitins señor Martínez Arenas reasumió los discursos invitando a los concurrentes a que se inscribiesen como solidarios. Los oradores fueron muy aplaudidos, especialmente los señores García Soriano y Martínez Arenas. Se adhirieron al acto D. José María Sarabia por medio de una carta y D. Amancio Meseguer por encargo verbal al presidente de la reunión. El mitins estuvo regularmente concurrido.
José Martínez Arenas iniciaba la que sería una larga y fructífera carrera política. Luis Ezcurra, con el que ya había hecho las paces, colaboraba en la prensa local y era corresponsal de «La Verdad» de Murcia; obtenida la licenciatura en Derecho, hizo oposiciones y se convirtió en juez. El futuro médico y colaborador en «La Huerta» era Antonio García Mira.
El siguiente artículo, escrito en verso, iba dedicado a una señorita que no pudo traer a Orihuela y de la que decía portar un retrato. Por ahora no he conseguido determinar quién era la madrileña de ojos negros que cortejaba en 1907. La correspondencia con Carmen Miralles data de 1909; y hacía ya cinco años de las poesías dedicadas a María Delgado Wall.
La iberia. Número 56 – 26 de agosto de 1907: CARTA A UNA MADRILEÑA. ¡SI AQUÍ ESTUVIERAS! … En tu ausencia transcurren lentas las horas / y a cada instante aumentan mis añoranzas / hoy sólo te escribiera tristes doloras, / si no me consolaran las esperanzas. / Paso el día entregado con embeleso / a un coloquio incesante con tu retrato: / de amor en dulce arrobo le estampo un beso / y así mis ilusiones bellas dilato. / Por mil gratos recuerdos adormecido, / mi ardiente fantasía cuadros despliega: /De entre el ramaje de tu balcón florido / veo emerger tu cuerpo de estatua griega.
He bailado en tus brazos un wals pausado, / dando a todos los hombres celos y achares, / en la Kermesse famosa que hay junto al Prado, / y hemos marchado luego a los boulevares. / Y siguiendo el ensueño con mi deseo, en un banco contiguo bajo las frondas del Retiro, sentado, después me creo, / del estanque mirando las tenues ondas. / Como mariposilla que la luz busca, / mi alado pensamiento rápido vuela / en torno tuyo, y tanto el amor me ofusca / que estoy, me olvido a ratos en Orihuela. / Sabrás que aquí habrá feria y fiestas lucidas, / que han de ser por las muestras un arquetipo, / y que va a inaugurarse con dos corridas / una plaza de toros que quita el hipo.
Para que te convenzas, ahí te mando / unos cuantos programas y otros papeles; / repásalos atenta y vete enterando / que nunca nos dio Niembro tales carteles. / Tendrás que confesarme, si eres sincera / que El Pájaro oriolano remontó el vuelo, / que hay aquí en esta tierra, sangre torera / y que es bambolla el dicho: «De Madrid al cielo».
Al comenzar la carta me puse triste / y te largué unas cuantas cursilerías. / ¡Perdóname! el motivo de ello consiste / en que aquí no te encuentres por estos días. / Bien ceñida la falda y así encendiendo / una hoguera en el pecho del más adusto; / con tu hermosa mantilla blanca, cayendo / en cascadas de espumas sobre tu busto. / Tu mantón de Manila verde, bordado, / que en esa corte llevas a las verbenas, / y la suprema gracia que Dios te ha dado / para que en este mundo quites las penas.
Con tus zarcillos de oro, como una mora, / prometiendo caricias tus negros ojos, / y tu pecho turgente que me enamora, / cubierto de claveles dobles y rojos. / En una tartanica con dos banderas / y un caballo enjaezado de pura raza, / con cascabeles, lazos y madroñeras, / irnos, moracha mía, tú y yo a la plaza… / Todo es allí alegría, luz y colores / y aturden los oídos el vocerío, / con que van pregonando los vendedores, / y los gritos y palmas que da el gentío. / Del sol ardiente los derretidos oros / resbalan por las sedas de las sombrillas.
Músicas suenan: van a empezar los toros / pues entre aplausos salen ya las cuadrillas. / De la plaza cruzando va los confines / lluvia de serpentinas, que el ruedo llena. / Redoblan los timbales y los clarines / y el primer cornúpeto salta a la arena. / Mientras tú emocionada sigues ansiosa / la lidia y te abanicas con mucho mimo, / yo contemplo extasiado tu cara hermosa / y con cariño inmenso tu mano oprimo. / Así pasa la tarde. ¡Viva el toreo! / Vámonos a la feria, que ya la lidia / ha terminado. Démonos un paseo; / verás a mis paisanos locos de envidia!…
Al comenzar la carta me puse triste, viendo que son tan sólo vanas quimeras / estos vivos deseos que me infundiste… / ¡Qué juerga correrías si aquí estuvieras. / Justo García Soriano. Agosto de 1907.— Orihuela.
Con motivo de la feria y la inauguración de la Plaza de Toros de Orihuela, José María Sarabia lanzó una nueva publicación ilustrada de carácter anual titulada «El Oriol Taurino».
Aprovechando su descanso veraniego en la finca de «Las Moreras», los liberales prepararon un baño de masas para su jefe de distrito durante la feria y fiestas de Orihuela. El viernes 30 de agosto celebraron un banquete en honor a Luis Barcala Cervantes.
El marco elegido fue el espacioso comedor del Gran Hotel de España, decorado con gusto y profusa iluminación. Dicho hotel estaba situado en el nuevo corazón de la ciudad, muy cerca del Casino, en la esquina con Alfonso XIII. Estaba allí toda la prensa local: «La Huerta», «La Nueva Era», «La Iberia» y el corresponsal oriolano de «El Liberal», de Murcia.
A la mañana siguiente, sábado, Luis Barcala y un grupo de liberales viajaron a Callosa y Redován, donde fueron recibidos por un numeroso gentío con banda de música. Justo y Andrés Lacárcel acompañaron a la comitiva como corresponsales de prensa; lo que da a entender que habían solucionado ya sus diferencias. He aquí la extensa crónica de Justo.
La iberia. Número 62 – 2 de septiembre de 1907 (por error esta archivado con fecha 2 de agosto): El Sr. Barcala en Callosa de Segura y en Redovan. El sábado último, en la mañana, y con objeto de devolver la visita a los comités liberales de Callosa de Segura y de Redován, marchó a dichos pueblos nuestro respetable jefe D. Luis Barcala y Cervantes, acompañado del Presidente del comité de esta ciudad D. Álvaro García de Burunda, de los señores don Manuel Lizón, D. Felipe Saenz, D. Matías García, D. Joaquín Borreguero, D. José María Giménez y de nuestros compañeros D. Andrés Lacárcel y D. Justo García Soriano.
A la entrada de Callosa de Segura esperábales una numerosa comisión formada por los Sres. Mora, Guilabert, Sorribes, Ruiz, Grau, Arteaga, Martínez (D. Joaquín), Trives (D. Juan), Pamies, Rives (D. Domingo) y algunos otros que no recordamos. Tras los saludos y cortesías de fórmula, todos reunidos marcharon a casa del vice-presidente del comité, Sr. Guilabert, en donde después de explicar el motivo de la visita y cambiar algunas impresiones respecto a la política de aquel pueblo, expuso el Sr. Barcala, con esa mágica y elocuente sencillez que en sus palabras sabe poner siempre, las líneas de conducta más principales que deben seguirse, a fin de que se robustezca cada vez más la reorganización incipiente y ya pujante de nuestro partido, y marche brioso por el seguro derrotero que le marca su programa, mantenido sin mixtificaciones ni transigencias que puedan parecer una abdicación de los principios liberales o un contubernio vergonzoso con nuestros enemigos políticos.
«Hemos de mantener —dijo—siempre inalterable y vigorosa nuestra personalidad, cada día si es posible más definida, desoyendo las seducciones y los cantos de sirena con que intentarán reducirnos a la inacción nuestros adversarios. Para ello hemos de sostenernos equidistantes, igualmente distanciados de los impacientes y exagerados radicalismos de avance, como de la reacción obscurantista que no pierde momento de intentar envolvernos y destruirnos con su ola negra: hemos de permanecer en esa difícil ecuanimidad, y perfecto equilibrio que tanta falta hace a España.
No se afanen Vds. en engrosar nuestras filas con soldados dudosos que no posean los entusiasmos que proporciona el convencimiento de las ideas, pues no conviene olvidar que es más apto para la lucha y está más cerca de la victoria un pequeño ejército disciplinado y aguerrido que una numerosa hueste en que impere la anarquía. Si ya somos tantos en los comienzos, no dudéis de que en la hora del triunfo seremos infinitos, nos contaremos por legiones». Terminó su amena e interesante plática el Sr. Barcala, excitando a los jóvenes a la lucha, ellos que tienen por delante el porvenir, y aconsejando que nunca olviden los intereses locales del pueblo de Callosa, ya que a él más directa y especialmente han de dedicar sus atenciones.
El ilustrado médico y presidente del comité liberal de la vecina villa, Sr. Mora, contestole en nombre de todos con sentidas frases, manifestando que siempre han luchado y lucharán en adelante los liberales callosinos por el triunfo de sus redentoras ideas y de los intereses materiales de su pueblo. Acto continuo fueron galantemente obsequiados el Sr. Barcala y los señores que le acompañaban con un espléndido lunch. Terminado éste entre la más cordial alegría, fueron todos juntos hasta las afueras del pueblo, teniendo lugar allí una cariñosa despedida.
En el regreso se detuvieron los expedicionarios en Redován, donde hasta la carretera había salido a recibirles el comité con una banda de música — que por cierto se inauguró entonces — y todo el pueblo en masa. Una continua cohetería surcaba el espacio, cuyas detonaciones eran ahogadas en algunos momentos por los acordes de la música y los vítores en que prorrumpía el gentío.
Visitaron las casas de los Sres. Mazón, del presidente del comité redovanense don Antonio Escudero, siendo agasajados en casa de los primeros con dulces, licores y habanos, en cuyos momentos pronunció un entusiástico brindis nuestro querido compañero Sr. Lacárcel, que fue contestado por otro muy sentido y expresivo del secretario del comité de Redován don Juan Pucholt. En el ejido del pueblo se despidieron todos entre calurosos vivas dados a D. Luis Barcala y a la libertad. Dicho señor y sus acompañantes regresaron a Orihuela satisfechísimos de ambas visitas, que han de influir poderosamente en la marcha futura de la política liberal de dichos pueblos.
Al regreso de estas visitas nuestro distinguido correligionario D. Felipe Saenz Pizana invitó a comer en su domicilio a don Luis Barcala, en el cual se hospedaban la distinguida señora Doña Concepción Rebagliato e hijos, que con motivo de las fiestas, nos han honrado con su presencia. Se sirvió un espléndido almuerzo; en el cual con suma delicadeza y distinción, hicieron los honores la distinguida señora Doña Concepción Saenz y su hermana Doña Dolores Saenz esposa y hermana política respectivamente del anfitrión nuestro amigo. A los postres fueron invitados varios amigos y correligionarios, que guardarán recuerdo imperecedero de tan agradable reunión.
Despedida a D. Luis Barcala: Ayer mañana salió para Torrevieja y Madrid nuestro ilustre jefe D. Luis Barcala Cervantes. A despedirle concurrieron a la estación, el comité liberal en pleno, y numerosísimos correligionarios. El señor Barcala hizo nuevas y efusivas manifestaciones de gratitud por los agasajos de que ha sido objeto durante su permanencia entre nosotros.
Hasta la estación de Albatera, le acompañaron nuestros distinguidos correligionarios D. Manuel Lizón, D. Felipe Saenz Pizana, D. José Mª. Giménez, don Joaquín Borreguero y D. Rafael Martínez. El partido liberal de Orihuela se honra teniendo por caudillo a un hombre en el que concurren todas las virtudes cívicas y todas las cualidades que debe poseer el hombre perfecto, y al enviarle un saludo cariñoso de despedida, le rogamos que frecuentemente nos visite, infundiéndonos nuevos alientos y entusiasmos para luchar a sus órdenes por la sagrada causa de la Libertad. J. G. S.
Ya de vuelta en Orihuela, la animación era enorme. Trenes especiales atestados de viajeros llegaron desde mediodía de los pueblos cercanos. En los cafés, en el casino, en las fondas y hospedajes era imposible conseguir un sitio. Me parece raro que Barcala no asistiese al gran evento que se organizaba aquella tarde; pero la prensa no dice nada.
Tampoco tenemos noticias de si acudió Justo a la inauguración; pero sabiendo que era «un antitaurófilo terco como él sólo» pienso que no. Aquel sábado 31 de agosto, los carruajes circulaban con caballos adornados y la gente comenzó a desplazarse en romería hacia las afueras de la ciudad, entre los caminos de Molíns y de Bigastro. A las cuatro en punto de la tarde, Lagartijillo Chico, Minuto y Bienvenida estrenaron la nueva Plaza de Toros de Orihuela.
La iberia. Número 62 – 2 de septiembre de 1907 (por error esta archivado con fecha 2 de agosto): Primera corrida. Inauguración del circo. La plaza presenta un hermoso golpe de vista. Los tendidos están, aunque con alguna holgura, completamente ocupados por los espectadores. En los palcos hay muchas hermosas mujeres cuyos ojos ardientes hacen competencia al sol que, avergonzado se cubre con negros celajes. Llevan la clásica mantilla. «…con tu hermosa mantilla blanca cayendo en cascadas de espuma sobre tu busto» que ya dijo García Soriano, un antitaurófilo terco como él sólo, pero a quien ablanda eso de la mantilla como ablandaría a las piedras …
Del 27 de agosto al 5 de septiembre de 1907, en sus números del 57 al 65 (excluyendo el 61 y 62 por exceso de original urgente) «La iberia» publicó un estudio sobre la Feria de Orihuela.
Era continuación y ampliación del que había publicado tres años antes en «El Diario Orcelitano». He fusionado ambos trabajos en un artículo al que sólo le puede faltar una entrega. El número 63 no está en la hemeroteca. Para leerlo completo se accede pinchando la siguiente imagen.
Justo colaboró también junto a Madaria, Rogel, Escudero Bernicola, Sarabia y otros periodistas oriolanos, en la revista alicantina ilustrada «El Espectador». Dirigida por Abelardo L. Teruel, aquel fue un número muy especial dedicado a las fiestas de agosto; en el que ofrecieron fotograbados con vistas de Orihuela.
Y todavía le quedó tiempo para escribir a sus discípulos madrileños. Las dos cartas enviadas en este viaje, son las únicas a sus alumnos que se conservan hasta 1912.
Orihuela, 7 de septiembre de 1907. Mis queridos Pedro y Antonio: Me figuro que estaréis muy impacientes esperando mi respuesta a vuestra cariñosa carta, que recibí a su debido tiempo. En cuanto llegué a esta ciudad, los amigos periodistas que tengo aquí, me cogieron entre manos obligándome a que les escribiera diariamente alguna cosa para sus periódicos, y no me dejan parar un solo instante. Así es que, con la ocupación que por complacerles me he impuesto, se deslizan para mí los días con tal rapidez, que casi no me doy cuenta de ello.
No creáis por eso que me he olvidado de vosotros; por el contrario, os tengo siempre muy presentes en la memoria y estoy deseando constantemente que llegue pronto el día de regresar a esa corte, para que volvamos a reanudar con mayor entusiasmo e interés nuestras interrumpidas clases.
Mucho me satisface el plan de estudios que os habéis marcado y estáis siguiendo este verano, según me decís. Procurad sobre todo no olvidar nada de lo ya aprendido, pues de esa forma tendremos mucho adelantado para el curso próximo.
He leído vuestra carta muy detenidamente y no he hallado una sola falta de ortografía; sólo he visto algunos ligeros olvidos, muy pocos, en la acentuación y en la puntuación. Por ello me congratulo mucho, pues observo que habéis aprovechado bien todas mis explicaciones, y esta es la mayor satisfacción a que puede aspirar un profesor tan modesto como soy yo. Aunque sé que no habéis estudiado la sintaxis, vuestra carta no carece de sindéresis, de corrección y de claridad, supliendo con vuestra natural disposición, la falta de esos conocimientos gramaticales.
Yo regresaré a Madrid, Dios mediante, el 25 del presente mes; de modo que aún tenéis tiempo de escribirme otra carta y yo de contestaros. Daréis muchos y afectuosos recuerdos a vuestros papás y a Agustín, de mi parte y en nombre de mis padres y hermana, que me lo han encargado muy vivamente; y ya sabéis vosotros lo mucho que os quiere, JUSTO GARCÍA SORIANO.
Tras el anuncio en «La Iberia» de la publicación del libro de versos «Yeclanerías» y la reproducción de «La Protesta», uno de sus poemas en panocho (que no voy a transcribir), su «hermanico» Maximiliano le envió una carta en la que le felicitaba por los versos a «su madrileña»; preguntándole si se había dejado en la corte «algún pedazo de sus entretelas».
La Iberia. Número 67 – 7 de septiembre de 1907: Un libro de versos. Hace algunos días recibimos un ejemplar de la segunda serie de «Yeclanerías», que acaba de publicar y poner a la venta el conocido e inspirado poeta yeclano, querido amigo nuestro, D. Maximiliano G. Soriano. Es esta obra una linda colección de sentidas poesías, escritas en el lenguaje local de Yecla y en las que el Sr. Gr. Soriano describe con brillantez de estilo y castizo aticismo varias costumbres de la hermosa ciudad murciana.
No podemos hoy ocuparnos de este libro con la extensión que merece lo que prometemos hacer mas detenidamente otro día; y ahora nos limitaremos a insertar a continuación una de las composiciones más inspiradas que la colección contiene, ya publicada en «Mis últimos versos», a fin de que nuestros rectores puedan cerciorarse de la justicia de nuestros elogios. «La Protesta»…
Elda 12 de Sep. 907. Sr. D. Justo García Soriano: En este momento me entrega el cartero «La Iberia» que reproduce mi poesía triste… y días pasados recibí dos ejemplares del nº en que tras benévolas frases copiaba «La Protesta»; y por todo ello te doy las más expresivas gracias.
Hace unas noches hablamos de mi hermanico el Provisor de ese cabildo u obispado y yo, y entusiásticamente le colocó a la altura que se merece. ¡Poco orgulloso que se pone uno al ver que se hace justicia a uno de la familia! Le felicito por sus versos a «su madrileña». ¿Se ha dejado V. por la corte algún pedazo de sus entretelas?
Ayer contesté a Zat después de cuatro meses. Aún estoy rendido de las fiestas, como lo estará V. de las de ahí. A Emilio Costa, director de «Diario de Alicante», le hablé de V. Vamos a triunfar los antisolidarios, y si no, al tiempo. No se ría V; no, y ya verá como no me engaño. Si pasa por esta estación a su paso a Madrid, me avisa y saldré a saludarle aunque sea a hora intempestiva. Gracias, Justo, gracias, mándeme sin reparos. MAXIMILIANO. Plaza de la Constitución. Farmacia, No precisa la calle.
Antes de regresar a Madrid escribió una serie de artículos teóricos titulada «Notas íntimas del arte» de las que sólo voy a transcribir unas pinceladas. Él mismo acabó pidiendo perdón por la extensión y contenido del trabajo.
La Iberia. Número 79/84 – 21/27 de septiembre de 1907: Notas íntimas del arte. I. El decantado modernismo. ¿Es el decadentismo? Durante tres o cuatro lustros viene hablándose del modernismo, y aunque ya es un tema viejo que nadie discute, la generalidad de las gentes y aun muchos de los que se dedican a escribir no saben todavía a punto fijo lo que esencialmente lo constituye. Quizá no lo sepan nunca. El Cromatismo. La Lírica. Los «anarco-literarios». El «criticismo». El Teatro. La Literatura Regional. La Forma. La Pintura. La Música. La Filosofía y la Política. Recapitulemos.
Perdón. Me he extendido mucho, como tengo por costumbre incorregible, en esto que deseé fuera sólo un ligero y breve preámbulo. Las ideas se agolpan en mi imaginación en torbellino impetuoso. Mi pluma se desliza rápida, incansable, a pesar mío, sobre las cuartillas, por un impulso interior que no acierto a reprimir, aunque no ignoro que con ello no logro más que restar lectores a mis escritos.
También contra mi intento me he expresado en una forma doctrinal que, no obstante mis académicos titulillos no me cuadra mucho y que confieso no premedité requerir en este caso. ¡Dios me libre de la tentación y de la idea diabólica deponer cátedra de modernismo en ninguna parte, y menos que en ningún lado en Orihuela!
El mal y el delito ya están cometidos. Imploro por ello el perdón al lector que haya tenido paciencia de leerme hasta aquí; y ya que ha atravesado lo más árido del camino, le invito a que espere y lea la segunda parte — que será mejor y más sabrosa, aunque dicen que nunca segundas partes fueron buenas — de estas frívolas notas íntimas, que voy trazando al correr de la pluma, sin datos, memorialines ni demás pertrechos mentales. Justo García Soriano. Septiembre de 1907.— Orihuela.
Como era habitual, los diarios locales se hicieron eco de su regreso a la capital.
La Iberia. Número 82 – 25 de septiembre de 1907: Hoy ha salido para Madrid nuestro querido amigo y colaborador, D. Justo García Soriano, quien desde la Corte, continuará honrando esta publicación con sus selectas crónicas. Le deseamos un feliz viaje.
La Huerta. Número 142 – 25 de septiembre de 1907: Hoy en el tren de las 8 ha marchado a Madrid nuestro estimado amigo y compañero en la prensa, el brillante escritor D. Justo García Soriano. Con verdadero sentimiento nos despedimos de él pues su compañía nos es muy agradable. Feliz viaje y que le vaya bien por la corte.
Aquí se adelantaron un poco anunciando la inminente salida de «Flores Silvestres», de Juan Sansano. Como veremos, aún faltaban varios meses para ello. Justo se fue demorando con el prólogo y luego con las correcciones.
La Iberia. Número 86 – 30 de septiembre de 1907: En breve verá la luz pública un tomo de poesías debido a la pluma del fecundo poeta oriolano D. Juan Sansano Más, con un prólogo de nuestro querido amigo D. Justo García Soriano. Esperamos con ansia la nueva producción del compañero Sansano, para admirar las bellezas que indudablemente contendrá.
Nueva carta de su padre en la que afirma no tener dinero ni para pan; y le recuerda el prólogo pendiente de Sansano. Por ella sabemos también de la visita sorpresa de su tía Dolores; la que se había ofrecido a financiarle las ochenta pesetas de la matrícula.
Orihuela 21 de Octubre 1907. Querido hijo Justo: hemos recibido tu carta, y vemos con satisfacción que no tienes novedad, tu madre y yo estamos buenos. Comprendemos la sorpresa agradable que recibirías al ver a tu tía Dolores en esa, tu mamá se alegró al saber la noticia.
Nos has dado un alegrón con tantas noticias buenas que nos das, lo que es menester que se cumplan todas lo antes posible, ya sabes por qué lo digo, hoy nos encontramos sin tener que comer, y el panadero no quiere darnos más pan porque le debemos 10 pesetas y sin esperanza de cobrarlas porque dice que estoy cesante; así que ya ves cuanto sufrimos.
Que no dejes de ver a tus profesores y que te digan que te aconsejan de si haces oposiciones pronto. D. Amancio lo vi hace 3 días, y me dijo te dijera que no tengas miedo y te presentes a oposiciones, pues seguro que las ganarás, con que ánimo y adelante como te decía el P. Carbonel.
Le dije a Sansano que pronto le mandarías el prólogo, me dijo que así sea cuanto antes. Recibe los aftos. de tu hermana, su esposo, besos de tus sobrinos, recuerdos de los amigos, y también se los das a tu tía Dolores y a Eugenia de todos, y tú sabes cuánto te quieren tus padres. JUSTO y RAMONA. Contesta pronto. Tengo en mi poder el sello y lo pongo en el sobre de esta carta.
1907 fue el año de la prensa en Orihuela. En noviembre salía otro diario a la calle con la redacción en la calle de Santacruz y la imprenta de Manuel Pérez. Se mantuvo ocho meses con esa periodicidad; y poco más de un año como semanario.
La época. Número 1 – 19 de noviembre de 1907: ¿Un periódico más en Orihuela? —Exclamará el lector al desplegar ante su vista el primer número de este diario que le ofrecemos— ¿qué propósitos trae? ¿Qué quiere? ¿Dónde está el hueco que viene a llenar? — ¿Qué propósitos trae? (…) Este nuevo diario es fruto de unos cuantos modestos periodistas que traen su microscópico grano de arena, fortalecido por una voluntad sin límites, a la hermosa obra del engrandecimiento de nuestra patria chica. Estos son nuestros propósitos …
… ¿Dónde está el hueco que venimos a llenar? No lo sabemos. La opinión ha de señalarlo y nosotros sabremos colocarnos donde nos mande. (…) Orihuela es una ciudad que progresa, y en ella tiene holgado puesto un periódico más. Sólo nos resta pedir a los demás algo para nosotros; favor al público, que nos aliente, e indulgencia para nuestros trabajos, siquiera por la mucha voluntad que los inspira.
Saludamos a la Prensa y muy particularmente a los periódicos locales. En nosotros encontrarán un apoyo cuando defiendan una causa justa; ya lo hemos dicho más arriba. En las discusiones seremos leales y en toda ocasión buenos compañeros.
El 8 de noviembre comenzó a escribir nuevas «crónicas madrileñas» para el diario «La Huerta». Para desempeñar con libertad el papel de cronista de la capital, y que no lo asociasen con su faceta de profesor, adoptó el seudónimo Ángel Rozas y Ángel Pérez de Rozas.
Con este nuevo nombre redactó en total dos docenas; la última en marzo de 1908. Las he transcrito todas íntegramente y las encontraréis almacenadas en una sola entrega independiente a la que podéis acceder pinchando el siguiente enlace.
La siguiente carta de su padre no tiene fecha; pero por la de Sansano que menciona, debió enviarla en la última semana de noviembre. Por ella sabemos que pensaba entregar mensualmente 15 pesetas a su familia, a cuenta de las citadas crónicas.
Ayer recibí el certificado en el que venía el prólogo para Sansano para que lo ponga en sus poesías y el cliché de tu firma. Del prólogo no hay que pedir más, nos ha gustado mucho. Me dice Sansano que te diga que el domingo próximo te escribirá, que te dé las gracias.
Nos alegramos de la noticia que nos das de que nos mandarás todos los meses 15 pesetas por los artículos que escribes en la Huerta; que sea cierto es lo que deseamos. Recuerdos de todos, estamos buenos.
La anunciada carta de Sansano, escrita el domingo primero de diciembre, lejos de criticar los retrasos de Justo fue un canto a su talento. También le puso al corriente de las actividades periodísticas de su amigo Rafael Rogel, mojando en todas las salsas; y también de las políticas de Martínez Arenas.
Sr. D. Justo García Soriano. Madrid. Mi dueño y señor: ¿Se ha perdido mi carta? Lo siento. No hablemos de eso y escuche: ¿Su prólogo? ¡Bendita sea su pluma prodigiosa! Yo le he leído y releído y no dejo de leerlo. ¡Es tan hermoso! ¡Se ve en él el corazón del artista que escribe tal y como yo esperaba verlo, filósofo, sentimental, agradable, expresivo…! ¡Bendita sea la pluma de García Soriano, verdadera honra de Orihuela! (lo digo sin apasionamiento). Yo quisiera pagar su trabajo con la vida. El agradecimiento no se apagará nunca en mi alma. El tiempo hablará.
No le he enviado las pruebas por no haber compuesto todavía el prólogo. Lo he recibido en días de muchas ocupaciones, pues he estado haciendo una Pastoral para el Obispo. Pronto, a ser posible, se las enviaré cuando me aclare un poco. Hablamos su padre y yo de la conveniencia de publicar su retrato de V. y él me prometió hablarle sobre el asunto en carta.
Pero esto no es cosa que urge, pues había de estar terminado el libro y es muy fácil colocar las páginas con los fotograbados. ¿V. dice que vaya el mío? Así lo haré. Tengo en mi poder el cliché con su firma. Ya publicado el libro, en la revista «Murcia» hablara su director Sr. Arnáez de nuestros trabajos y publicará los fotograbados.
Le suplico, que cuando reciba las pruebas, las corrija lo antes posible, pues sería fácil necesitásemos la letra empleada en el prólogo. No he escrito nada para el certamen de «La Huerta». En las poesías premiadas habrá V. encontrado la mar de disparates, sobre todo en la de Jara Carrillo, y también en la de Ezcurra. La mejor es la de Tirso Camacho, que lleva el lema «Evocando el Escorial». Yo no he podido hacer nada y lo he sentido. Trabajando de día y de noche en la imprenta era imposible.
Sus padres están bien. Recuerdos de los amigos. (Martínez Arenas se vuelve conservador si echan del Ayuntamiento a Sempere ¡pásmese V. ! ). Esto lo dice él; son palabras suyas. Rogel con «La Huerta», escribiendo en «La Iberia» y hermanado (aunque él lo niega) con los marquesitos de «La Época». Así anda el mundo y no nos podemos entender. Lleve cuidado si le habla V. por carta de este asunto: dele V. en la cabeza. Ahora le ha dado en decir que yo no soy carlista… ¡Ya ve V. qué ocurrencia! ¡Este Faeliyo carece de pupila!
Si tiene ocasión de ver al Sr. Escudero Bernicola, salúdele y hágale presente que por aquí no se le olvida. Él hará lo contrario. Y V. mande como guste a su agradecido amigo y servidor q. b. s. m. J. SANSANO MÁS. Diciembre 1º. 907 Orihuela. Perdone los sellos de la carta. ¡Pícaro demonio! Cuando envíe pruebas volveré a escribirle.
Por la premura, este borrador de carta sin fecha tiene más pinta de ser ya de 1908. Pero al no tener la certeza y referirse a los incumplimientos y demoras con el prólogo de Sansano, la pongo aquí.
Mi querido Sansano: ¡Perdón! ¡Misericordia!… ¡Estoy horrorizado! No sé ni lo que me he hecho… Abusando una vez más de su paciencia y de su bondad infinitas, he faltado a la palabra que le di en mi carta anterior. Comprendo que Vd. se habrá de indignar con harta razón.
Penetrado de la actualidad que entraña el verso exámetro, puesto ahora de moda por Rueda, he creído conveniente para que mi trabajo sea más digno de su colección de poesías, aumentarlo con un artículo más, que ahora vendrá a ser el VI de ya mi latoso y aborrecible prólogo. No me cansaré de pedirle perdón. Comprendo que soy un pelma y un deshaogao como no hay…
¡Por qué lo haré yo! De paso me he atrevido a hacer otras enmiendas, y otra adicción para intercalar en la llamada (2) de las pruebas, correspondiente al artículo VII. ¡Yo no sé cómo se las va Vd. a arreglar con los galerines ya formados páginas!… ¡Le digo que estoy asustado atrozmente de cuanto he hecho! ¡Va a acabar Vd. por odiarme y por mandarme a la puñeta!… Lo merezco ¡Perdón! Anteayer le mandé a mi padre, certificado, el cliché de mi retrato, que supongo ya le habrá entregado a Vd...
Esta carta de Luis Barcala está destinada a José Escudero Bernicola y pero llegó a manos de Justo. No sé si se la reenvió para que se encargase de la «intervieu» mencionada. Lo cierto es que la acabó redactando un colaborador de «La Huerta» llamado «Plim»; y salió publicada en enero.
Luis Barcala Cervantes. Ingeniero de Caminos. Ventura de la Vega, 3 Madrid, Sr. D. J. Escudero. Muy Sr. mío: muy honrado con sus pretensiones, debo indicarle a V. al mismo tiempo que le ofrezco mi casa, que estando muy poco en ella, puede verme en el Ministerio de Fomento, en la Jefatura del Negociado de Construcción de Carreteras, donde estoy todos los días de nueve a dos de la tarde.
Allí podrá hacerme V. todas las preguntas que quiera de esa intervieu a que se refiere, y yo tendré el gusto de contestarle a todas ellas, pareciéndome mejor me las haga V. por escrito y en esta misma forma le enviaré a V. mi contestación. Con este motivo tengo el gusto de ofrecerme de V. afto. S. S. q. l. b. l. m. LUIS BARCALA CERVANTES. 11-12-907.
Y así llegó otra navidad con Justo en Madrid, lejos de sus padres. Estos estaban en Murcia por el empeoramiento del tío Filomeno. Desde allí le enviaron la carta con la que pongo fin a esta entrega.
Murcia 22 de Diciembre de 1907. Querido hijo Justo: anoche a las 7 llegamos a esta ciudad, tu madre y yo, nos mandó a llamar tu tío Antonio, en vista de que el tío Filomeno no se mejora de su enfermedad, no sabemos lo que tiene, para mí es una lesión al corazón, quisiera equivocarme, tiene inflamadas hasta las rodillas las piernas, y no se puede acostar por las angustias que le dan, por manera que no me gusta cómo se encuentra. Cuando nos escribas, no digas de la enfermedad que te he dicho que padece, sino de un catarro fuerte.
Te deseamos pases las pascuas con la más completa felicidad y por muchos años, lo mismo dice tu tía Dolores, esta misma dice que felicites en su nombre las pascuas a Dª. Antonia de Borja y a Lola. Tus padres que te quieren. JUSTO y RAMONA.
Recuerdos a Eugenia y también felicidades. Escribe pronto a este San Lorenzo nº 7 pral. Tu hermana nos dio 14 reales para hacer el viaje de Orihuela a esta, conque ya ves. Recuerdos de Ascensión, tío Filomeno, tío Antonio, Rosa y demás familia.
Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).
Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas, a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.