Callejeando 03. La Compañía de Jesús.

Colegio y plazuela de la Compañía. Plaza de Santa Justa. Plano Villanueva. 1748. AHN.

La Plazuela de la Compañía.

Dejamos nuestro anterior paseo en la desaparecida «Casa del Paso».

José M. Pérez Basanta.

Al salir del Museo de la Muralla, en el pasadizo que evoca el pasaje que dicha casa ofrecía, encontramos dos plazas. La primera es la antigua Plaza Mayor, Plaza de la Fruta o Plaza de Santa Justa.

Plaza Antonio Balaguer. José M. Pérez Basanta.

De esta importante plaza, que en la actualidad lleva el nombre de Antonio Balaguer, hablaremos en el capítulo 18.

La que a nosotros nos interesa es la segunda; más reducida y situada justo enfrente de la fachada de la iglesia conventual del Real Monasterio de la Visitación de Santa María de Orihuela.  

Transcribo en color morado la nota de Gisbert redactada en los albores del siglo XX.

De las Salesas: Se conoció en otro tiempo con el título de la Compañía en razón a que el actual Monasterio de la Visitación fue casa de residencia de los jesuitas.

La Plazuela de las Salesas en 2011. Fotografía de «El Tío Cachi».

Efectivamente esta es la plaza o plazuela que, con anterioridad al siglo XIX, llamaban de la Compañía de Jesús o simplemente de la Compañía.

Y la nombraron así porque en el solar que ahora ocupa el citado monasterio se estableció, a finales del siglo XVII, el Colegio de la Inmaculada Concepción, San Joaquín y Santa Ana, regentado por los jesuitas.

«Plasuela de la Compañía de Jesús». Contribución Equivalente año 1718. Archivo Municipal de Orihuela.
«Plasa de la Compañía». Contribución Equivalente año 1719. Archivo Municipal de Orihuela.

Antes la llamaron «Plazuela de la marquesa» por la casa del marquesado de Rafal donde se instalaron los jesuitas. Y luego «de las salesas», nombre que conserva en la actualidad.

Sentados en tan recoleto emplazamiento vamos a dedicar dos entregas de esta serie a las dos órdenes religiosas que le han dado nombre.

Jesuitas en Orihuela. Primeros intentos.

La Compañía de Jesús apareció en un periodo de renovación en la Iglesia Católica, gracias al empeño de Íñigo López de Loyola, quien pasaría a la Historia como Ignacio de Loyola.

Aunque en 1538 ya se les denominaba «Compañía de Jesús», la institucionalización de la orden se llevó a cabo en 1540 con la aprobación del Papa Paulo III.

Paulo III aprobando la Compañía de Jesús. Pintura anónima.

Más de medio siglo después, concretamente en abril de 1597, el Gobernador Álvaro Vique y Manrique, se dirigía al justicia y a los jurados de la ciudad de Oriola, declarándose devoto de la Compañía de Jesús y anunciando la visita del Padre Prepósito con la intención de fundar en la ciudad, una cartuja de la renovadora orden de San Ignacio.

Esta carta de finales del siglo XVI y dos más del XVII procedentes del Archivo general de Valencia, aparecieron en las «Páginas sueltas, documentadas de la Historia de Orihuela», publicadas en prensa por Rufino Gea en 1917. He transcrito buena parte de ellas en color rojo.

Al justicia y jurados de la ciudad de Orihuela. Muy magníficos señores: El padre prepósito de la compañía de Jesús, va a esa ciudad a lo que en ella sabrán vuestras mercedes lo que al servicio de Ntro. Señor convenga la obra que se intenta.

Yo salgo fiador que en breve tiempo se conocerá y que las almas han de ser aprovechadísimas de su asistencia, porque en todos los lugares donde habita esta compañía lo saben.

Así, suplico a vuestras mercedes que, como tan grandes cristianos, los favorezcan y amparen de manera que hallen el acogimiento en esa ciudad, que un pueblo tan cristiano y de su calidad requiere que hallen, que es servicio que a Ntro. Señor se hará en ello, que es el principal sustento por lo que soy devoto de dicha compañía.

De toda merced que esa ciudad le haga la recibiré yo grandísima; guarde Ntro. Señor a vuestras mercedes. De Valencia a 8 de abril 1597. Y si en Madrid se ofrece algo en servir a esa ciudad, allá me tengan, que sin costa la serviré. Don Álvaro Vique y Manrique.

Esa recomendación no se tuvo en cuenta; y sí la enviada tres años después por Joan Alfonso Pimentel de Herrera, conde de Benavente y Virrey de Valencia, quién en 1600 sugirió la conveniencia de fundar un cenobio de franciscanos descalzos.

Carta de Joan Alfonso Pimentel de Herrera. Año 1600. Archivo Municipal de Orihuela.

A pesar de haber acogido recientemente los conventos de San Sebastián y del Carmen, ambos muy necesitados, la petición del virrey fue complacida erigiéndose también el de San Gregorio.

Definitivamente no era el momento para la fundación jesuita en una Orihuela saturada de órdenes religiosas.

Monograma jesuita.

El segundo intento tuvo lugar cuatro décadas después, concretamente en 1637, cuando la Compañía de Jesús estaba en pleno apogeo con más de trece mil miembros establecidos en varios países.

En esta ocasión Tomás Pedrós Santacilia estuvo muy cerca de ser el gran benefactor de los jesuitas en Orihuela.

Hijo del próspero comerciante oriolano Gaspar Pedrós y heredero de su gran fortuna, su esposa, Vicenta Mayor, falleció prematuramente.

Viudo y sin descendencia, en 1635 decidió que en ninguna cosa podría mejor emplear sus propiedades que en fundar un monasterio en Orihuela.

Aconsejado por terceros decidió costear una cartuja en el antiguo convento de San Ginés, que los mercedarios estaban a punto de abandonar. Y para ello dispuso la donación irrevocable de toda su hacienda.

Pero ciertas dificultades con el privilegio de amortización y un malentendido con los cartujos en uno de sus viajes a Valencia, le hicieron cambiar de idea.

Visitó el Colegio de San Pablo y acabó llevándose en su propio coche a tres o cuatro padres jesuitas para que fundasen uno de sus colegios en Orihuela. 

En esta primera carta de 1637 dirigidas a Luis de Rivas, provincial de la orden jesuita (1635-1638), el padre Vicente Arcayna narraba su visita a Orihuela y la disposición de Pedrós a cederles casa y hacienda.

Antes había visitado en Alicante al obispo Juan García Arlés, mostrándole las cartas de favor que traía del virrey de Valencia.

Thomás Pedrós visto por Montesinos. Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6.

JHS. Mi P. Provincial: Pax Crhisti. A 15 de septiembre me partí de esta casa para Origüela; llevé carta de favor del Señor Virrey, para el Señor Obispo, al cual hallé en Alicante y allí tuve consulta en compañía de los cuatro Padres que están en aquella residencia con su señoría.

Y pareció que el P. Sanz y yo, con cartas del mismo Obispo y las que traje de Valencia, fuéramos a Origüela a tratar con Tomás Pedrós de nuestra fundación, y llegué a 24, y luego habiendo sido recibido Tomás Pedrós con grande contento, empecé a tratar con su Md. de nuestro negocio.

He hallado que la hacienda que da para la fundación es muy lucida… Aunque no faltan émulos que le persuaden lo contrario, la ciudad nos es muy afecta y escribo a nuestro Presidente General la dicha fundación y nos ha hecho donación de buena parte del sitio (que es el que a V. R. con el Señor Obispo pareció bien) junto a la fuente nueva.

Ofrece también todas las alhajas necesarias para la vivienda de los que allí fueren, y asegura que no les faltará el sustento; y éste todo el tiempo que tardase el hacerse habitación cómoda en el edificio nuevo para seis u ocho; y que ayudará el dicho edificio con buena parte de la hacienda que se reserva para sus alimentos.

Se reserva un cuarto alto que se podrá cerrar sin que haya comunicación con los entresuelos bajos, y ofrece que aun en el cuarto alto que se reserva para su majestad, no entrará mujer alguna si no en caso de enfermedad grave suya.

Conforme a esto me parece que todo está claro y que V. R. puede desde luego dar orden se saque la amortización en la forma que está apuntado en el papel que va con ésta porque el asegurar esta fundación sólo depende de sacar dicho privilegio no quiero alargarme más en esto. Ntro. Señor guarde a V. E. etc. Valencia Octubre 21 an. 1637. Vicente Arcayna.

Colegio de San Pablo. Valencia. Fotografía de «Valencia Bonita».

Pedrós les ofrecía su casa y todas las alhajas necesarias para la vivienda; y el sustento asegurado para seis u ocho padres «todo el tiempo que tardase el hacerse habitación cómoda en el edificio nuevo».

Ante esta disposición, el único requisito necesario era la obtención del privilegio de amortización, trámite fiscal que, como citamos anteriormente, retrasó el anterior proyecto con los cartujos.

En febrero de 1638 Arcayna trasladó a su superior algunas dudas que comenzaban a asaltarle respecto a la fundación.

Pero Pedrós las despejó: acogería a los jesuitas en su casa, renunciando a las criadas por la incomodidad que sufrirían los padres al convivir con mujeres. Y si era necesario estaba dispuesto a abrazar el sacerdocio.

Todo parecía estar preparado y así se lo comunicó al Provincial en una carta escrita en Orihuela con fecha 18 de febrero de 1838.

Padre Luis Rivas, Provincial. La semana pasada escribía a V. R. que temía tuviese buen suceso esta fundación y apunté las causas de este mi temor; y habiéndolo encomendado a Dios me resolví comunicarlas a Tomás Pedrós; y fue tan grande el sentimiento que de ellas tuvo, dijo tales razones e hizo tales ofrecimientos, que me parece no ser posible desistir de ella ...

Ofreciome que, así como se había privado del gasto del coche y cochero, y las dos mulas del coche las había aplicado al cultivo de las heredades, con lo cual le ahorraba doscientas libras de gasto cada año, me prometía que todas las seiscientas libras de sus alimentos las aplicaría para el desempeño y aumento de su hacienda, hasta que llegase a mil y quinientas de renta líquida cada un año y después las aplicaría para el edificio del futuro Colegio.

Y que si reparaba en las mujeres que estaban en su cuarto para su servicio y guisarnos la comida, que él se hacía clérigo y ordenaba de sacerdote como ya lo tenía comunicado con el Señor Obispo y se contentaba que V. R. enviase otro hermano nuestro para que nos guisase la comida y atendiese al gobierno doméstico; y con esto no habría ocasión de vivir en sus casas por tiempo alguno mujer alguna, y no siendo más que cuatro los que se sustentarían de su hacienda en breve estaría desempeñada y tenía la renta liquida suficiente para una lucida fundación.

Cuán equivocado estaba. Pedrós parecía dispuesto a todo con tal de acallar los comentarios que lo tachaban de hombre liviano e inconstante por haber abandonado tan fácilmente a los cartujos.

Pero la oposición de las autoridades civiles y eclesiásticas y la decisión de la propia orden de instalarse primero en Alicante, motivó que el voluble Pedrós retomara su proyecto inicial, por el cual fundó en 1639, muy cerca de lo que hoy es Campoamor, la Cartuja de Vía Coeli.

En 1640 los jesuitas establecieron dos escuelas de Gramática en Alicante.

En cuanto a la cartuja, desapareció cuatro décadas después; y los bienes de Tomás Pedrós fueron utilizados por el Cabildo Catedralicio para fundar «El lugar nuevo de los canónigos», es decir Bigastro.

Tercer y definitivo intento.

Armas de la Compañía de Jesús y retrato de Ignacio de Loyola. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

Para la definitiva fundación del convento jesuita utilizaremos principalmente las notas de Joseph Montesinos, marcadas en rojo e ilustradas con algunos de sus dibujos. Figuran en el tomo ocho capítulo primero de su «Compendio Histórico Oriolano».

El magnifico y muy Ilustre Sr. D. Juan Rocamora, varón recto, justo, temeroso de Dios, y muy inclinado a las Casas Sagradas él, que viendo muy floreciente esta oriolana Ciudad, su amada Patria, de varias comunidades religiosas como en sí gozaba, movido del Reverendo Padre Juan Maza, sabio jesuita, su muy cercano pariente, dijo en cierta ocasión en la plaza mayor de esta ciudad, a presencia de varios caballeros, las siguientes palabras:

Amados Señores de toda mi veneración y respeto, en ocasión que estoy solicitando en esta nuestra patria una nueva fundación a ruegos de los Reverendos Padres Regulares Jesuitas, no puedo por menos dejar de decir a ustedes que al amenísimo jardín del estado eclesiástico que en esta ciudad componen con vistosa variedad su Muy Ilustre Cabildo, Dignidades, Canónigos, Curas, Clérigos, Santa Iglesia Cathedral, Parroquias, Conventos y Comunidades Religiosas, sólo le faltan, aunque adornada de tan bellas y olorosas flores, la de este lirio morado, símbolo del zelo de la Sabiduría y de la perfección esforzada.

Batallón para que, acompañado de las demás flores, oliesen y formasen agraciados ramilletes, sean más olorosas y fragantes por unidas las suavidades de sus religiosas virtudes.

Escribió a la Majestad del Sr. D. Carlos II de Austria, Rey Cathólico de las Españas sobre la expresada fundación, hallando varias dificultades movidas entre los dos Muy Ilustres Cabildos y con algunas comunidades religiosas; y estando todo calmado en paz, se verificó la fundación de este oriolano Colegio bajo la protección e invocación de la Purísima Concepción de María Santísima.

Gobernando en España el Sr. D. Carlos II, el político; teniendo las riendas del universal gobierno de la Santa Iglesia el Pontífice Inocencio XII; y siendo obispo de esta diócesis oriolana el Itmo. Sr. D. Antonio Sánchez del Castellar, muy afecto a dichos Regulares Jesuitas.

Carlos II «El Hechizado».

Para este efecto vinieron del máximo colegio de Valencia seis Padres Jesuitas de próvida sabiduría y excelentes prendas para el caso, con los necesarios poderes. Y lo fueron el Reverendo Padre Miguel Ángel Pascual de Ruiz; el padre Juan de León; el Padre Juan Maza; el Padre Francisco Alemán; el Padre Antonio Casaus; y el Padre Josef de Yuste.

Los que tomaron posesión de su nueva fundación junto al río Segura, en una grande casa antigua que para dicho establecimiento dio liberalmente el predicho Señor Marqués de Rafal D. Juan Rocamora en el año de 1696, primer día de la Pascua del Espíritu Santo, que fue el 24 de Mayo, con grande acompañamiento de Señores Eclesiásticos, Religiosos, Nobles y Plebeyos.

Para la extensión del sitio que era, y al presente lo es el mejor de la Ciudad, fue preciso tomar la mayor parte de un grande malecón antemural del Río Segura, lo que se hizo con Real Cédula del Sr. D. Felipe V de Borbón, de resulta de los buenos informes que para ello prestó y dio la Muy Ilustre Ciudad.

Montesinos, tan impreciso como siempre, nos dice que la fundación llegó de manos de Juan Rocamora, marqués de Rafal. Y dibujó dos bustos o retratos con ese nombre.

Al primero lo llamó Ilustre Sr. D. Juan Rocamora Maza Cascante y Ruiz. Al segundo, Magnífico Señor D. Juan Rocamora y Maza, Señor de la Granja, Marqués de Rafal, Caballero en la Orden de Santiago. Fallecido en 1717.

Los nombres, títulos y fecha de fallecimiento están equivocados. El cronista mezcla personajes y títulos de diferentes épocas. Y Ernesto Gisbert, que lo usó para redactar su «Historia de Orihuela», otorga también erróneamente el marquesado de Rafal a Juan Rocamora y Maza.

Jesuitas. La ciudad en 1690 otorgó facultad a los padres de la Compañía de Jesús para establecer una casa de residencia y consiguieron algunas fincas de huerta y campo de Dª María Manuela Valenzuela y Vázquez de Fajardo, marquesa de Rafal y de D. Pedro Dávalos de Rocamora, conde de la Granja.

Pero pasó algún tiempo y solo a gestiones de D. Juan Rocamora y Maza, marqués de Rafal, lograron instalarse, bajo la advocación de San Joaquín, Santa Ana y la Purísima Concepción, en una casa del expresado D. Juan en la plaza llamada desde entonces de la compañía, hoy de las Salesas…

Vamos a intentar identificar a los personajes que participaron en esta obra pía:

Bustos de Juan Rocamora Maza Cascante y Ruiz. Fundador. Juan Rocamora y Maza. Fundador. María Manuela Vázquez y Fajardo, fundadora. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

Sólo hubo un marqués de nombre Juan y fue el tercero. Cuñado de María Manuela Fernández de Valenzuela, la fundadora, se llamaba Juan Rocamora García de Lasa y falleció en 1691.

Juan Rocamora y Maza nunca fue marqués de Rafal, sino señor del lugar de la Granja. Casado con Beatriz Ruiz Rocamora, ambos vecinos de Orihuela, hicieron testamento en abril de 1600 estableciendo un vínculo para su heredero que incluía el lugar de La Granja y las posesiones de Benferri y Benimira.

Juan Rocamora y Maza falleció a principios del siglo XVII dejando establecido que, en el caso de que sus herederos directos quedasen sin descendencia, dicho vínculo quedaría a favor de la Compañía de Jesús, para que fundasen uno de sus colegios en Orihuela.

Su hijo Francisco de Rocamora y Ruiz fue el primer Conde de la Granja de Rocamora; y su nieto Francisco de Rocamora y Vallebrera, el segundo.

Muerto éste sin descendencia, el título pasó a su hermana Elsa, la tercera condesa, quien también murió sin sucesión.

El condado fue reclamado por su tía Violante Rocamora, hermana del primer conde, convirtiéndose en la cuarta condesa de la Granja y pasando a residir en Orihuela.

El quinto y último conde (hasta el siglo XX cuando el título fue rehabilitado) fue su hijo, el religioso fray Pedro Dávalos Maza y Rocamora.

Esquina de actual palacio de la Granja, antes casa de Rafal. Escudo labrado en el siglo XVIII con las armas de Rocamora y Maza junto a las de Ruiz y Fernández de Heredia. Roberto Almansa Vives.

Por otro lado, tenemos a Gaspar Rocamora y García de Lasa, quien sí fue marqués de Rafal; en concreto el segundo. Este señor estaba empeñado en que su primo lejano, el mencionado fray Pedro Dávalos le nombrase heredero del condado de la Granja para volver a unir los dos títulos en manos de los Rocamora.

Gaspar falleció en 1666. Su viuda y marquesa consorte, María Manuela Fernández de Valenzuela, decidió salvar su alma legando buena parte de sus bienes a comunidades religiosas; propósito que su cuñado Juan, el tercer marqués mencionado anteriormente, le disputó en los tribunales durante años.

En su testamento María Manuela dejó encargada la fundación en Orihuela de un convento de monjas o, en su defecto, de una residencia o colegio de la compañía de Jesús. Esta donación fue el impulso definitivo que necesitaban los jesuitas.

Bienes procedentes de Dª María Manuela Valenzuela, marquesa de Rafal, para fundar la residencia o colegio de la Compañía de Jesús en Orihuela: dos casas valoradas en 600 libras. Una finca de secano de más de dos mil tahúllas próxima a la costa, muy cerca de las salinas de Orihuela, que los jesuitas llamaron en su honor «la Marquesa»; otra gran hacienda de secano, colindante con la anterior denominada «el Peinado». Y otra de regadío en Orihuela, cercana al señorío de Rafal, de 250 tahúllas llamada «San Bartolomé».

Por otra parte, fray Pedro Dávalos Maza y Rocamora, fallecido también sin descendencia, ejecutó la disposición testamentaria redactada por su abuelo a favor de la Compañía de Jesús.

Bienes vinculados para fundar el Colegio de la Compañía por el Ilmo. Sr. D. Juan de Rocamora y Maza, señor de la Granja: El lugar de la Granja con dominio directo sobre el lugar y término con censos irredimibles. La hacienda y casa llamada Benferrejo o Benferri. Y la hacienda y casa con ermita llamada de Benimira, en término de Callosa y huerta de Orihuela.

Estos polémicos y generosos legados crearon interminables pleitos con los herederos; especialmente con la casa de Rafal. Pinchando la siguiente imagen se accede al documento completo que explica el pleito sobre las propiedades de La Granja, Benferri y Benimira.

Biblioteca valenciana Nicolau Primitiu. Mediados del siglo XVIII. Enlace a publicación completa.

Otro benefactor y propagandista de los jesuitas en Orihuela fue el obispo Sánchez de Castellar, quien les brindó una generosa ayuda monetaria calculada en 8.000 libras.

Contactó con ellos en 1694, fijando su establecimiento en Orihuela para el año siguiente. También influyó decisivamente en sus canónigos para que aceptasen la fundación, perdonando los diezmos generados por las propiedades administradas por los jesuitas.

La propia ciudad de Orihuela acogió y apoyó con gusto a los hijos de San Ignacio cediéndoles a perpetuidad las cátedras de gramática y retórica, aportando 230 libras anuales para alimentar a los maestros.

Esta decisión molestó a las otras órdenes religiosas, especialmente a los dominicos que habían echado el ojo a la generosa dotación económica.

Tomaron posesión el 21 de mayo de 1695. Al menos es lo que dice el inventario de conventos del obispado que figura en el tercer volumen de «Orihuela, una ciudad valenciana en la España Moderna», de Juan Bautista Vilar:

El día 21 de Mayo del año 1695, con licencia de S. M. Cathólica el Gran Carlos Segundo, e intervención de la Real justicia, y del Ilmo. Señor D. Antonio Sánchez del Castellar, que gobernaba este Obispado de Orihuela, tomaron posesión los Padres de la Compañía de Jesús de esta Provincia de Aragón de una corta heredad de huerta en la de esta ciudad, dos heredades de Campo del Pozo de Salinas y una casa de habitación en la población de la misma, que por la disposición testamentaria de Dª María Manuela Valenzuela Vázquez y Fajardo, Marquesa de Rafal; y por su muerte quedaron sujetas para ayuda a la fundación de un Colegio de la Compañía en esta Ciudad.

Jesuitas dibujados por Montesinos. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

Ojeda Nieto data la consagración por parte del obispo el 22 de mayo de 1695. Y resume así su llegada e instalación en la casa que les había dejado la difunta benefactora:

La llegada de los jesuitas, en la última década del siglo XVII, y su fácil asentamiento los convertirá en un modelo clásico de lo que supone llegar a una localidad y encontrarse abiertas las puertas de las mejores familias. Pues es sabido que la Compañía se instaló en las casas de «Dona María Manuela Valenzuela Vázquez y Fajardo … III Marquesa de Rafal … , en la casa del Carrer dels Ruisos … , Plazeta apellada de la Marquesa»…

Montesinos vuelve a mencionar como propietario de la casa al tercer marqués, Juan Rocamora, el cuñado de doña María Manuela fallecido en 1691; cuatro años antes de la fundación.

Los jesuitas se valieron (para su fundación) de los entresuelos baxos, que eran grandes aunque de poca elevación, y parte de las caballerizas de la antigua referida casa del Sr. Marqués D. Juan Rocamora, donde dispusieron la iglesia, la sacristía, y todo se dispuso en la mejor forma que se pudo, en la forma siguiente:

La iglesia estaba situada en la plazuela; era muy honda, poco alta; las paredes de tapias, el techo de tablas y el suelo muy húmedo; se bajaba a ella por cuatro gradas y su plan era el presente: la longitud 30 palmos, su latitud 15 y su elevación 16; el Altar Mayor (que es el mismo que hoy está en el oratorio de las educandas) estaba hacia poniente; era primoroso, y de talla moderna dorada, dedicado a la Concepción Purísima de María Santísima; y al Sagrado Corazón de Jesús…

A pesar de llamarse Colegio de la Inmaculada Concepción, San Joaquín y Santa Ana, se limitó a ser residencia hasta 1724 en que formalmente comenzó a impartir clases de filosofía y teología. Añado de nuevo las notas de Gisbert claramente «inspiradas» en Montesinos.

Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

La primitiva iglesia de los jesuitas era de tapias, techo de madera y muy honda, hasta el punto de bajarse a ella por medio de cuatro gradas.

Trataron de construir otra y comenzaron las obras el 31 de julio de 1733 que dejaron sin concluir cuando salieron de Orihuela; templo demolido en 1768 para edificar el actual como veremos al hablar de las Salesas.

Y queriendo ampliar también el colegio principiaron a realizarlo el 9 de marzo de 1734, quedando habilitado el 30 de julio de 1753.

Como casa de residencia continuaron hasta 1723 ó 1724 en que instituyeron un colegio en que se enseñaba filosofía y teología y al que en el último de dichos años se unieron las cátedras de gramática y retórica que la ciudad creó en 1439, en la casa del Ayuntamiento, y trasladó en 1593 al llamado estudio viejo, detrás de la cárcel, y más tarde se agregaron a la Universidad.

Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

En 1733 emprendieron la reforma y ampliación del colegio y la construcción de un nuevo templo.

Montesinos afirma que pusieron la primera piedra el 31 de julio, día de San Ignacio de Loyola, por mano del obispo Josef Flores Osorio, con asistencia de autoridades civiles y religiosas. La nota festiva la pusieron los músicos de la catedral «cuyos profesores cantaron con suave melodía»; y el disparo de varios castillos de fuegos artificiales.

Al parecer los solares les parecieron escasos. Aprovechando que sus vecinos los marqueses de Rafal, partidarios del archiduque en la Guerra de Sucesión, habían huido y sus propiedades estaban en manos del fisco, se apropiaron ilegalmente de dos casas.

En el año de 1710, en la noche del día 8 de Noviembre, sobre un arco antiguo que duró hasta el de 1771 que se demolió para formar y hermosear con varios ensanches la calle que había entre el nuevo y jesuítico colegio y dos casas del Ilustre Palacio de los Sres. Rocamoras, sus insignes bienhechores, juntando muchos alarifes y con el correspondiente silencio, sigilosamente formaron un tránsito de 8 palmos, por el que se pasaron a dicho Palacio y una casa contigua, alegando posesión de lo que no era de ellos ni les pertenecía.

Los Señores Marqueses Rocamoras se resintieron mucho de un hecho tan infame; pusieron instancia, y siguiendo los Regulares Tribunales, ganaron el pleito como era debido.

En noviembre de 1734 la Real Clemencia restituyó todos los bienes confiscados a los de Rafal. Y la marquesa Jerónima de Rocamora y Cascante, ya viuda, decidió recobrar judicial o extrajudicialmente unas casas que su padre había agregado al vínculo y mayorazgo del Marquesado de Rafal.

Dichas casas estaban ocupadas por los padres de la Compañía de Jesús y les reclamaba los alquileres o intereses, mostrando su disposición a ajustar amigablemente la venta.

Pero los expresados Regulares, con su acostumbrada política y cartas que trajeron del Reverendísimo Padre Andrés de Perussa confesor del Sr. D. Felipe V, implorando la protección de los enunciados Señores, lograron cuanto quisieron, porque estos generosamente le dieron el Palacio y Casa para que en ellos establecieran las Aulas de Gramática, Retórica y Filosofía hasta que se hiciese la obra nueva, como en efecto conocí yo en ellas la referida enseñanza, y la cursé de un tiempo.

En enero de 1735 Joseph García, rector del Colegio, y la marquesa de Rafal firmaron una concordia ante el escribano Bautista Alemán por la que se resolvía la enajenación forzosa mediante justiprecio tasado por expertos alarifes escogidos por ambas partes. Los «hijos de San Ignacio» desembolsaron 1.800 libras en moneda del reino.

Protocolos de Bautista Alemán. 1735. Archivo Histórico de Orihuela.

El colegio quedó habilitado en 1753. Los jesuitas se habían convertido en la orden favorita de los poderosos principalmente a través de la educación de sus hijos. Su centro de estudios era el más prestigioso de Orihuela, por encima incluso de los celosos dominicos. Y su patrimonio iba aumentando considerablemente.

En el siguiente año de 1734 se dio principio a la obra de lo restante del Colegio. El que estuvo en disposición de habitarse en el año de 1753, como efectivamente se pasaron a él los padres; y se estrenaron las aulas, aposentos, dormitorios y demás oficinas en el 30 de Julio, víspera del Padre S. Ignacio de Loyola, en cuya noche hubo plausible iluminación con bombas, faroles, deslumbrantes y calamones, costoso disparo de artillería, sonoro repique de campanas, fuegos artificiales, dulzainas y la música del Regimiento de Caballería del Algarbe que estaba acuartelado en esta Ciudad.  

En 1755 el séptimo marqués de Rafal Antonio de Heredia y Rocamora recuperó la propiedad histórica de la Granja, venciendo a los Jesuitas en otro pleito. Pero el título de conde había quedado extinguido.

Lo rehabilitó la decimotercera marquesa de Rafal en 1916; y lo separó del marquesado.

El 2 de abril de 1767 la Compañía de Jesús fue disuelta y sus religiosos expulsados de España. La iglesia que estaban construyendo quedó a mitad y fue demolida un año después.

Pragmática Sanción de Carlos III, para el extrañamiento de los regulares de la Compañía de Jesús. 2 de abril de 1767. Archivo Histórico Nacional. Consejos.

Se dio principio a la obra con bastante actividad y se prosiguió hasta el año 1767 que sucedió la expulsión y extrañamiento…

Y así quedó, en el lastimoso estado que hoy día vemos (Montesinos escribe a finales del XVIII), que es a punto de arrancar los superiores arcos, crucero, media naranja y cubiertas. Tiene su gran crucero primorosa sacristía y capillas ondas por cada lado.

El siguiente documento es una relación de sus bienes, puestos en venta tras la expulsión: cuatro heredades y tres casas, incluyendo un establecimiento situado en la calle del Río conocido como el «Mesón de la Compañía».

Plan general de bienes vendibles. Colegio de la Compañía de Jesús. 1769. Biblioteca Valenciana. Fondo antiguo.

El edificio del Colegio de la expulsada Compañía de Jesús quedó en manos del obispo Josef Tormo.

Todo este sitio se lo dio el Rey Carlos III con consulta de su extraordinario Consejo al Ilmo. Sr. D. Josef Tormo de Juliá, dignísimo obispo de esta Diócesis para que dispusiese de él a su voluntad…

Dos retratos del obispo Josef Tormo y Juliá. El primero está atribuido a José Vergara Gimeno y está expuesto  en el Centre Cultural La Nau de Valencia. El segundo es de Antonio Llopis, y se expone  en el Palacio Episcopal de Orihuela, Museo de Arte Sacro.

En 1772, cinco años después de la expulsión y por Real Cédula, el edificio se convirtió en casa de enseñanza y colegio de niñas bajo la advocación de la Purísima Concepción.

El impulsor y alma de esta institución fue el citado obispo Josef Tormo, enemigo declarado de la Compañía de Jesús. Así cuenta Montesinos, testigo presencial, su fundación.

Fundación del Ilustre Real Colegio de niñas educandas de esta ciudad de Orihuela. En el año de 1772, gobernando felizmente la mística nave de San Pedro su verdadero sucesor el Santísimo Pontífice Clemente XIIII, de feliz recordación, y siendo absoluto Rey Cathólico de las Españas el Sr. Don Carlos III de Borbón, el Justo, que en Gloria yace.

El Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. D. Josef Tormo de Juliá, dignísimo obispo de esta Diócesis oriolana, deseoso del mejor y mayor esplendor de esta Muy Noble y siempre fidelísima Ciudad de Orihuela, martes día 10 de Junio, y tercero de la Solemnísima Pascua del Espíritu Santo por su tarde, fundó, erigió y estableció el Magnífico Real Colegio de la Enseñanza de Niñas Educandas, bajo el auspicio y especioso título de la Purísima Concepción de María Santísima.

Con el mayor gozo y alegría de todo el pueblo, que verdaderamente carecía de tan apreciable habilidad de bordar, coser, formar medias, leer y escribir y demás cosas pertenecientes  a las niñas. Se fundó este Colegio de lo mejor y más principal parte de lo que había sido de los Regulares Jesuitas …

Anteriormente se demolió todo lo antiguo y superfluo del edificio; y de las rentas de los bienes de los expatriados Jesuitas, se obró todo lo moderno: Salas, aposentos, escalera, cocinas, despensas y el suntuoso Oratorio de la Purísima Concepción, que en dicha tarde del 10 de Junio de 1772 bendijo con solemnidad y pompa el Ilmo. Sr. Josef Tormo.   

El obispo Josef Tormo visto por Montesinos y el escudo de armas del colegio. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

Bajo los auspicios del obispo Tormo el colegio gozó de gran éxito; pero la obra no le sobrevivió. Su lugar lo ocuparon las Salesas; de ello hablaremos en el próximo capítulo.

En cuanto a los jesuitas, volvieron cien años después y se instalaron en el lujoso edificio de sus viejos rivales los predicadores. Pero eso ya es otra historia a la que podéis acceder pinchando el siguiente enlace al artículo «Jesuitas en Santo Domingo».

Enlace a los artículos sobre Santo Domingo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).