Justo García Soriano 4. 1902

Orihuela, mi patria adorada, la tierra de mis amores y de los recuerdos de mi infancia, no se ha portado conmigo como una madre cariñosa, sino como una mala madrastra. Yo, con todo, la idolatro y sueño con su purísimo cielo, con su vega frondosísima y coquetona, con su monte, con su castillo, con sus torres y con su río espacioso….

Justo García Soriano. Enero de 1902.

Año 1902

Madrid a principios del siglo XX.

Durante sus primeros meses en Madrid, Justo utilizó una pequeña libreta en la que apuntaba los borradores de sus cartas, artículos y poemas. Las toscas anotaciones que integran este cuaderno conservado en el Archivo Municipal de Orihuela son un material precioso que da testimonio de lo vivido en esos duros primeros meses.

Las notas y las cartas dan muestra de su brusca integración en el entorno hostil de la capital de España; de la ilusión por encontrar un trabajo que garantizase su subsistencia sin seguir exprimiendo a sus padres. Cuentan sus acercamientos a poetas, periodistas, políticos e intelectuales en busca de influencias. También reflejan rasgos del irascible carácter de Justo, ya demostrados en su carta al redactor de «La Mariposa» transcrita en el capítulo segundo; cuando todavía era un niño.

En dichos borradores se conservan palabras y frases tachadas y reescritas; sin descartar que algunas no llegasen a formar parte del texto final enviado; por eso son una fuente impagable para conocer sus ideas, inquietudes y sentimientos en caliente; de primera mano; como por ejemplo, cuando arreciaron las críticas a su poesía desde Orihuela.

Libreta borradores 1901-1902. AMO. LJGS.

Pero antes vamos a comenzar transcribiendo parte de la crónica del año nuevo redactada el 3 de enero y publicada en el número 14 de «El Labrador».

El Labrador. Número 14 – 7 de enero de 1902: Crónica madrileña: Año nuevo, vida nueva. Las minuciosas evoluciones del tiempo se suceden con rapidez asombrosa. Lo que ayer hizo un ruido enorme por su novedad, hoy ya nos parece una antigualla indiferente. Este mismo momento, en que escribo, este mismo instante presente será para mí mañana una memoria deleble, insegura. Podríamos llamar a la vida del hombre un desenvolvimiento constante de su memoria: “Fugase labuntur hora”.

Hace tres días nos encontrábamos en el año 1901, hoy ya estamos caminando velozmente por el 1902; y ya verán ustedes, este año que ahora comenzamos con tantos anhelos, que vamos detallando minuciosamente, en el próximo sólo será un recuerdo vago, un nuevo sueño que habrá desaparecido con la prontitud del relámpago, quedará reducido a un nombre, al nombre de la cantidad que le expresa. Sí, reflexionar, reflejarse cada uno en su conciencia, volver sobre sí mismo, considerar sobre el tiempo pasado. Pero ¡bah! ¡Fuera reflexiones! …

Año nuevo vida nueva. En mi crónica anterior no daba muy buena despedida al año que ya pasó; en ésta saludo más benévolamente al que comenzamos. Analicemos los hechos: Aquí en Madrid parece que el frío se ha compadecido algo de sus habitantes; por fin vemos el sol. Una nota negra de menos; pero mejor es que la llame blanca por ser nevada… Justo García Soriano. Madrid 3 de Enero de 1902.

Utilizando la carta del «primo Paco» que le había enviado su padre, y de la que hablamos en la entrega pasada, obtuvo la recomendación del diputado en Cortes Trinitario Ruiz Valarino, para visitar a Luis Canalejas; también diputado y copropietario de «El Heraldo», periódico donde aspiraba a encontrar un puesto de trabajo. 

Carta de recomendación de Trinitario Ruiz Valarino, en la fotografía.

Madrid, 15 de enero de 1902. Sr. D. Francisco López: Mi querido amigo recomiendo a D. Luis Canalejas para su ingreso en el Heraldo a D. Justo García por quien V. se interesa.

Mientras tanto, trataba de consolidar su puesto de corresponsal de «El Labrador» que, en su número 15, recuperaba a José Cartagena Guillén como fundador y propietario, quedando Rafael Rogel como director. El semanario oriolano albergó en dicho número otra de las crónicas madrileñas en la que Justo retomaba el personaje de Patricio, su portero; poniendo en su boca ideas republicanas; veladas críticas a la monarquía sin abandonar el tono jocoso.

El Labrador. Número 15 – 14 de enero de 1901: CRÓNICA MADRILEÑA. Con mucha razón decía en mi crónica antecedente que este año va a ser un gran año y sobre todo para los madrileños y la gente que gusta de fiestas. Según comienzan a anunciar los periódicos de esta corte, los festejos de Mayo van a tener una novedad y variedad asombrosas y en ellos se va a desplegar un lujo asiático. Cabalgatas, iluminaciones, músicas, verbenas y concursos, sobre todo concursos…

Pero no todos se alegran de las fiestas de Mayo. Mi portero que ya dije era un hombre muy particular, se hace cada día más gruñón va agriando notablemente su carácter. Los festejos de la coronación son su actual pesadilla y estos días son para él muy emocionantes y alternativos. Entre la enfermedad del tierno infante y las fiestas del mes de las flores oscila su inquietud, su esperanza y desesperación. Los días de los festejos han de serle atareadísimos y, como él dice, aciagos y perniciosos para todos los españoles en general —Más valiera, más valiera— repite con aire mohíno y profético— que ese dinero que invertirán en despilfarres y diversiones frívolas e  infructuosas, lo distrajeran en obras benéficas, en reformas económico-políticas y en procurar la esquilma de tanto pillo y parásito como está bebiendo de nuestra sangre enfermiza y atrofiada.

Patricio, que así se llama, se pasa el día metido en el tabuco de su portería hojeando y ojeando todos los periódicos diarios de importancia. Toda su atención la concentra en aquellos artículos que se intitulan así: «Las fiestas de Mayo», «Los festejos de la coronación», «Mayo alegre y divertido», «La enfermedad del infante», «El infante Alfonso», «El augusto enfermo», etc. El periódico más pesimista en la enfermedad de la criatura regia es el mejor periódico y mejor informado para mi portero. El doctor que frunce más el entrecejo en la consulta de palacio, es objeto de todas sus simpatías y de todas sus alabanzas. En estos momentos el desdichado es presa de un vértigo infernal, de un síncope horripilante, pues acaba de leer «El Imparcial», que notificó la mejoría de Alfonsito. En medio de sus convulsiones repite de una manera ininteligible y confusa: — «Si no se muere el infante tendremos fiestas en Mayo y tres millones de pesetas menos anualmente en el erario público…»  Cada loco con su tema.  Justo García Soriano. Madrid 10 de Enero de 1902.

Justo se llevó un gran disgusto cuando le informaron que su soneto de nochevieja, dedicado al Thader, había sido criticado públicamente desde Orihuela. Bajo el seudónimo de «Maquiaveles», el redactor de un nuevo semanario le atacó cruelmente calificando sus versos de «ripios cursis».

La Democracia. 1902.

La democracia. Número 1 – 10 de enero de 1902: ¡Pobre Tháder! (me refiero al río Segura, no al ilustrado colega q. e. d.) ¡Pobre Tháder! ¿Qué daño le habrás hecho tú a los que se sienten atacados de musomanía, para que sin piedad y de una manera traicionera te disparen composiciones poéticas capaces de torcer el curso de tu cauce o secarlo, rellenando el mismo con ripios cursis? Te compadezco ¡oh río! Maquiaveles.

El joven poeta no se amilanó y le replicó duramente con un largo artículo que sustituyó a su crónica semanal; un artículo cuya transcripción he reducido a lo esencial. Como dato curioso, el semanario «La democracia» aguantó sólo dos números y no hubo opción a la contrarréplica.

El labrador. Número 16 – 21 de enero de 1902: Carta abierta a Maquiavelo: A ti, Maquiavelo, insigne crítico, filólogo profundo, escribidor correcto, numen, genio (…) Permíteme, te ruego, que deje por un momento de apostrofarte y me dirija a los lectores de «El Labrador», suplicándoles me concedan su indiferencia, por lo menos para estas bajezas y ruindades. Bien, Maquiavelo,  ahora iremos al grano, dejaremos la vis cómica y la vis sátira que se queden para ti, te hablaré con la naturalidad y seriedad que me caracterizan (…)

En este momento acabo de leer en «La Democracia» tu grosera crítica a mi soneto «Al Táder» (…) lejos de ser un juicio noble y desapasionado, es un insulto grosero y soez que no revela ni sensatez ni buen criterio, sino el veneno ponzoñoso, la bilis deletérea y letal que arroja por su boca cavernosa y repugnante la envidia vil y miserable que se arrastra por el suelo (…) Yo espero de ti, si tienes siquiera la menor sombra de vergüenza y decoro, que en tus próximos insultos, (así deberías titular la sección de «La Democracia» que está a tu cargo), me los determines, pero bien determinados, con las razones por las que son ripios. A ver si te firmas bien clarito, sin pseudónimo, (¿sabes el significado de esta palabra?) sin careta ni antifaz, como yo, así: Justo García Soriano. Madrid 17 de Enero de 1902.

También escribió por fin a su amigo Maximiliano para contarle sus experiencias literarias y verificar la recepción del ojo de cristal que le había encargado durante su breve y accidentada estancia en Elda.

Sr. D. Maximiliano G. Soriano. Mi considerado y distinguido amigo: A su extremo más censurable ha llegado mi morosidad en escribirle; lo comprendo y lo deploro a un mismo tiempo; pero Vd. ya sabe lo que es la vida aquí en Madrid, en este volturno proceloso, y aunque el sentimiento de amistad y simpatía se sobrepone a todo, rara vez consigue efecto con la inercia perezosa que se apodera del espíritu entre el bullicio de las grandes muchedumbres. Hoy ya no puedo dejar de cumplir esta obligación que me impone su honroso compañerismo, y aunque sea muy poco, voy a dejar tranquila mi conciencia satisfaciendo mi deber.

Efectué el encargo que Vd. me hizo cuando estuve en esa de paso para esta corte; nada he sabido después; supongo que habrá recibido el efecto encomendado. Con gusto he leído en el Diario de Murcia que con gran éxito se ha puesto en estreno en Alicante su juguete cómico titulado “En la casa de huéspedes”. Le doy la enhorabuena por el nuevo trofeo conseguido; así se llega al pináculo de la gloria. Yo he conseguido aquí grandes relaciones literarias; más, muchas más que mi pobre humanidad y mis cortísimos méritos en el arte merecen. Entre los que me honran con su amistad cuento al benemérito y notable D. Manuel del Palacio, a quien en adelante puedo y debo llamar mi maestro, puesto que me favorece con sus consejos y conferencias; a D. Vicente Colorado, poeta también muy distinguido; y a nuestro paisano D. Tomás Maestre. Estos entre la gente vieja; entre la gente nueva tengo un núcleo mucho mayor que me tributan honores y alabanzas inmerecidos. Tenemos grandes proyectos.

Víctor Hugo. Traducción de Justo de «Orientales».

Actualmente me ocupo en una versión de Orientales y Baladas, del gran revolucionario en el arte Víctor Hugo, como mi modesto homenaje a su centenario. Pero mi marasmo lánguido e inactivo se ha apoderado de mí y la pluma va cansándose de ser mi inseparable compañera; sin embargo, estas ansias eternas que están en continuo desconcierto con mis débiles energías y mi falta de capacidad literaria (no es modestia) nunca me abandonan, a pesar mío.

Dispénseme que después de tanto tiempo de permanecer en silencio, sea tan breve, y de la mala redacción de esta misiva, la cual es más hija de la voluntad que del entendimiento. Espero que no me guardará venganza, y me responderá pronto. Mis recuerdos y distinciones a mi familia y amigos de esa. Siempre su compañero incondicional. JUSTO GARCÍA SORIANO. Bolsa, 9.

En lo que parecía una tendencia a despreciar el mérito literario de su obra poética, después del ofensivo artículo de «Maquiaveles» recibió presuntamente (digo presuntamente porque no la he encontrado) la carta de un sastre de Orihuela aficionado a «las bellas letras»; quien se atrevió a corregir su trabajo; a intentar reescribir “Esperanza”.

El osado sastre se llamaba Ramón Moreno Soñer y era colaborador habitual en la prensa local. No sé si fue el detonante; la gota que colmó el vaso; pero ya con la crónica escrita, envió esta impresionante carta a José Cartagena con la que cerraba su colaboración con «El Labrador», trazando una dura crítica a su localidad natal.

Sr. D. José Cartagena y Guillén. Muy señor mío y considerado amigo: dejo desde hoy de mandar toda clase de correspondencias al benemérito y honrado periódico de su fundación, por razones que Vd. con su clara inteligencia podrá vislumbrar y comprender y que me abstengo de consignarlas en esta misiva, que tengo la honra de dirigirle; porque hay razones y verdades, que aunque muy justas y muy santas son siempre la razón y la verdad, por desgracia en este pícaro y mentiroso mundo no son siempre para decirlas. Yo desearía que algo de esto diera Vd. a entender a los lectores del periódico de su propiedad para que siempre permanezca patente la irreprochabilidad de mi conducta como literato y como caballero.

Orihuela, mi patria adorada, la tierra de mis amores y de los recuerdos de mi infancia, no se ha portado conmigo como una madre cariñosa, sino como una mala madrastra. Yo, con todo, la idolatro y sueño con su purísimo cielo, con su vega frondosísima y coquetona, con su monte, con su castillo, con sus torres y con su río espacioso; yo, con todo, la guardaré siempre metida aquí dentro del pecho, cualquiera que sea el peldaño que ocupe en las gradas de la vida en mi viaje por el desierto del mundo. Mi conciencia y mi corazón siempre permanecerán tranquilos, pues el comportamiento que siempre observaré con los hijos de mi querida tierra, de quienes tantos desprecios he recibido, será amarles y defenderles en todos los momentos y en todas las circunstancias.

Lo que a mí me apena el alma, precisamente porque idolatro a Orihuela, a la perla del Segura, es ver que sus habitantes no gozan ni jamás gozarán de la prosperidad y bienestar que les corresponde; y, lo que es más triste, la culpa la tienen ellos. La heterogeneidad de los clementes que componen su entidad social es la causa única de sus continuas rencillas, malquerencias y envidias que la tienen postrada en su perezosa y miserable inacción.

Difícilmente un espíritu grande y emprendedor como el de Vd. conseguirá con su ejemplo y con sus prudentes escritos desunir esta interminable desavenencia de sus partes componentes: poderosísimo es el ejemplo de la virtud y de la honradez y poderosísima es también la energía moral del periodismo para modificar radicalmente la condición aviesa de un país y regenerarle; pero, a veces, todas esas fuerzas potentísimas se estrellan contra el imposible y contra la indiferencia, la ignorancia y la terquedad.

Y es que Orihuela no tiene verdaderamente el carácter que al primer vistazo nos presenta; hay más, hay mucho más en el doble fondo de su manera de ser. La filosofía moral tiene en esto un gran campo de estudio. Manifestarle a usted, que es imparcial, considerado y razonable. Lo que yo pienso y siento sobre todas estas cosas, ha sido el único móvil de esta carta. Aquí la voy a poner fin porque no quiero molestarle más con mi mala expresión de conceptos. Deseo que su salud sea la más apetecible, y con este motivo encuentro la ocasión para ofrecerme a usted de nuevo afectuoso amigo  y s. s. q. s. m. b. Madrid. JUSTO GARCÍA SORIANO. 25 de Enero de 1902.  

Su función como corresponsal quedaba suspendida. La aportación de Justo al número 17 del semanario oriolano se limitó a una poesía cómica sobre el matrimonio, titulada “Observación decisiva”.

El labrador: Número 17 – 1902 enero 28

Pero como ya había pasado en diciembre, en su libreta tenía ya preparado el borrador con la fecha correspondiente y allí quedó, inédito. Lo transcribo tal cual.

Iba a escribir esta crónica en verso, mas para que no gaste tinta Maquiaveles, y se le estropee al pobrecillo, que es tan celoso por las Musas, más todavía el ojo, no lo hago.  Continuaremos siempre con la prosa… la prosa vil; pero que me agrada, porque es muy clarita y yo soy Juan Verdades, aunque por eso he recibido ya muchas miradas esquivas de las comadres; pero ¡bah! … ¡Allá ellas! Todos esclavos, la verdad señora.

Y no soy yo de la opinión de los que dicen que la forma poética está llamada a desaparecer; no, por el contrario, soy conteste con mi ilustre amigo D. Manuel del Palacio, que en días pasados me decía: “No tienen razón los que dicen que el verso no es para estos tiempos. El verso, por el contrario, ahora es cuando está alcanzando toda su perfección y sonoridad. Ni el verso, ni la forma poética han de desaparecer nunca, como no han de desparecer las grandes manifestaciones del arte por excelencia, de la poesía verdadera”.

Lo que es cierto es que el gusto va maleando notablemente, y al vulgo le agrada más lo trivial y festivo que lo profundo y serio; pero esto sólo es, por suerte, defecto de época; el genio (no hay ninguna alusión) debe remontarse sobre los tiempos y despreciar a los repugnantes zoilos que plagan nuestra literatura actual y ven ripios en todas partes; pero esto debe ser una ilusión óptica, sin duda porque suelen llevar ojos de cristal y esta sustancia es muy refringente. Sin embargo me veo obligado a abandonar esta cuestión, pues mi deber es escribir una crónica madrileña y no literaria.




Reconstrucción de la Iglesia de Santa Cruz. La Ilustración Española y Americana. Madrid. Enero de 1902.

Esta semana que mañana terminará, ha sido regular en novedades. Las de Madrid, que son las que a mí más me competen por ahora, pueden resumirse en cuatro: la muerte y el entierro de la infanta doña Cristina; la inauguración y consagración de la hermosa iglesia parroquial de Santa Cruz, de la que soy feligrés; el onomástico del rey y la despedida y marcha a Roma de nuestro notable escultor D. Mariano Benlliure.

Sobre la muerte y sepelio de la infanta, nada hablaré; mis queridos lectores  de “El Labrador” lo sabrán con todos sus detalles por los periódicos diarios de esta corte. Una cosa análoga ocurrirá con la consagración de la parroquia de Santa Cruz; pero como vivo tan vecino de ella, parece que hay más razón para que diga algo. En honor a esto diré que resultó notable y solemne, como la comida y reparto de limosnas que se hizo a los pobres del distrito.

El santo de Alfonso XIII no ha revestido ninguna importancia, por el sentimiento que embarga a la familia real a causa de la citada muerte de la infanta Cristina. De la despedida de Benlliure podría decir motu proprio algo de lo que dice hoy Mariano de Cavia en “El Imparcial”, pero no quiero ser plagiario y me reduzco a dar al popular artista un entusiasta adiós, deseándole buena permanencia en la ciudad eterna y nada más, ya sabrá él cumplir perfectamente con su cometido. Del extranjero no consignaré nada, aunque en él hay una nota emocionante para el partido carlista con la enfermedad de D. Jaime de Borbón, porque la hora de salida del correo se aproxima. Así es que pongo punto final. Justo García Soriano. Madrid. 24 de Enero de 1902.


Entierro Infanta Cristina. La Ilustración Española y Americana. Madrid. Enero de 1902.

Seguramente fue la visita a Manuel del Palacio y los elogios del poeta consagrado por su obra «Esperanza». Lo cierto es que cambió radicalmente su estado de ánimo; y Ramón Moreno recibió una carta de Justo en la que con fingido respeto y mucha ironía le dejó las cosas muy claras, eso sí: exagerando un poco sobre sus ventas y sus contactos en la capital. Contamos con otro borrador escrito en febrero y dedicado a este señor; también, al final de esta entrega, Rafael Rogel cuenta una divertida anécdota sobre este literato aficionado fallecido en 1908.

31 de enero de 1902. Mi considerado Ramón: Agradezco tu buena intención de corregir mis escritos; y lejos de tomarlo a mal, te digo ingenuamente que me ha hecho mucha gracia. No te incomodes porque te diga una verdad, que tendría muchas razones para demostrártela, y es que no eres competente para juzgar mis versos. Bien sé que esto no te agradará todo lo que yo desearía, porque las verdades amargan, y tú lo atribuirás a mi soberbia y apasionamiento; pero eso no quita que la razón esté de mi parte. La refundición que haces de mi soneto “El dolor” y tú lo intitulas desquiciadamente “La soberbia” es un cúmulo de disparates; pues ningún verso cumple con la acentuación ni con la medida.

Bien quisiera tomarme la molestia de hacértelo ver; pero otras mil ocupaciones de más importancia y de más interés me lo impiden. Te advierto que la retórica la tengo mejor aprendida, mucho mejor que tú, y hace ya seis años; ella es mi continua compañera desde entonces, a ella me sujeto y ella me guía por la escabrosa senda de mis aficiones, de mis grandes aficiones y aspiraciones. Esto, te repito, no es inmodestia, no es orgullo necio, no; bien me reconozco y tengo conciencia muy cierta de lo poco que sé, pero bien, y de lo mucho que ignoro.

En cuanto a lo que me aconsejas que queme todo cuanto he escrito hasta ahora, en otra ocasión tal vez incautamente hubiera seguido tu dictamen, pero hoy, hoy que comienza a resplandecer para mí el sol de la verdad, hoy que tengo la suerte de encontrar preceptores y amigos tan grandes como D. Vicente Colorado, D. Tomás Maestre, Cayo Ortega y Mayor, y el insigne D. Manuel del Palacio, hoy que cuento con sus palabras de aprobación, con sus alabanzas, lejos de seguir tu consejo, lo considero como la voz quijotesca de la necedad atrevida.

Diciéndome D. Manuel del Palacio, el cual no tiene por qué mentirme, que mi poema y mis versos valen algo, que llegaré a valer más que otros ¿Qué me importa a mí que a ti, pobre loco, no te guste? Lo que a ti, como a otros necios envidiosos de esa hipócrita Orihuela, te pasa, es que no los entiendes porque te faltan estudios, y prueba de ello es que me dices que yo he escrito el primer soneto de la introducción de mi “Esperanza” blasfemando y sin saber lo que escribía. Esto me ha hecho mucho reír.

¿No comprendes, infeliz, que yo no hablo en él? ¿Que quien figura que habla es el dolor y la desesperación? No puedes pedir ya prueba más palmaria de que no comprendes ni lo más mínimo mi poema. Si fuera malo ¿no comprendes tú que mi notable amigo D. Manuel del Palacio no me hubiera dado su recomendación para que Fernando Fe, el mejor librero de esta corte, expendiera en su establecimiento mezclado entre los libros y poemas de Núñez de Arce?

Librería de Fernando Fe. Madrid

Y por cierto, que ya he vendido muchos ejemplares y estoy haciendo algún negocio. En fin, no quiero dilatar más mi carta, pues no merece la pena. Si gustas enterarte si vale o no mi “Esperanza” tómate la incomodidad de dirigirte a D. Vicente Colorado, calle de la Colegiata, nº 19, o a D. Manuel del Palacio, calle de Claudio Coello, nº 22, 2º izquierda, pues estos respetables y competentes poetas te darán, si se dignan a contestarte, el buen juicio que a mí me han dado.

No te incomodes por esto que te digo, pues yo soy así, ya lo sabes, muy clarito y si no pregúntaselo a ese estúpido envidioso de Maquiaveles. Repito que agradezco tu buen deseo de corregir y de aconsejar y de reprender lo más suave que te ha sido posible al niño (no se escribe con las canas, sino con el entendimiento. Cervantes); pero ¡ay amigo mío! Siento que te hayas molestado inútilmente, porque yo soy muy terco, y si no, pregúntaselo a mi papá. ¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!… tu atrevimiento no lo olvidaré en mi vida. Adiós, buen amigo, manda como quieras a tu discípulo. JUSTO GARCÍA SORIANO.

Post scriptum: Dentro de poco tendré el honor de dedicarte un ejemplar de mi nueva obra “Las primeras flores”, con un prólogo de D. Manuel del Palacio, que imprimiré en esta corte, como testimonio de agradecimiento por la lección que te debo. Da recuerdos a tu hijo Domingo. Ah, ¡se me olvidaba! Entérate en la retórica (si la tienes) qué es sinalefa, y si te dignas a volverme a escribir, compra más papel y otra tinta más negra; y aprende antes caligrafía y acentuación ortográfica. Vale.

Para terminar el mes de enero, a falta de cartas a su padre, en la libreta quedó el boceto de la que envió a su querido tío Filomeno.

Madrid, 31 de enero de 1902. Querido tío Filomeno: Deseo que su salud, como la de mi prima Ascensión, sean buenas; yo estoy regular, pues estos días pasados volví a recaer en mi constipado, gracias que parece que ya se marchó. Comprendo que he sido muy moroso en cumplirle mi promesa de escribirle desde esta Corte; pero bien puedo afirmar con toda certeza que ha sido contra mi voluntad. Mi constipado casi continuo, la renovación de mis estudios, mis compromisos con los periódicos de Orihuela, las visitas y recomendaciones, todo, todo ha inferido poderosamente a que no pudiera satisfacer cuanto antes mi deseo de escribirle y hacerle manifiesto mi recuerdo. Hoy que tengo un rato tranquilo me aprovecho de él para hacerlo.

Creo sabrá usted ya por mi papá como asisto a la Universidad en calidad de libre, y me preparo para Derecho y Filosofía y Letras. Estudio con gusto las asignaturas de su pertenencia por ser las más compatibles con mis aficiones; pero noto con sentimiento que Madrid no es una población muy adecuada para el estudiante por su bullicio y ruido continuo, por sus grandes distancias que le hacen a uno perder mucho tiempo y por sus muchas distracciones, aunque yo por falta de dinero y de gusto no me entretengo nada en estas últimas.

Aún no he encontrado ninguna colocación para ayudarme con ella a mi manutención y estudios, no por haber dejado de indagar lo suficiente y aún más, sino por la escasez de estas; con todo no creo que se tarde mucho el encontrarla ya sea en una parte o en otra, pues aquí he encontrado algunas personas de importancia que se han tomado por mí más interés que merezco. Don Trinitario Ruiz Valarino, hijo de Capdepón y D. Tomás Maestre me han recomendado al director de “El Heraldo”, para que me coloque en la redacción de este periódico; pero, por desgracia, todavía no he podido tener una entrevista con este señor, ya por no encontrarle en el local, ya por estar enfermo o por tener que asistir a clase. Pronto veré el desenlace de este negocio.

También me presenté a D. Manuel del Palacio con un ejemplar del poema que a usted le he dirigido, y cuando lo leyó me dio un apretón de manos y la enhorabuena; después he vuelto a mi casa a llevarle unas poesías para que las viera y las publicara en los periódicos de más importancia de esta corte, pero aún no he vuelto a verlo por habérmelo impedido mi constipado.  De este gran poeta espero mucho y me atiende y me considera de una manera que yo nunca esperaba. Ya veremos en qué quedan estos asuntos. Diga usted a Perico que tengo en Historia de España por profesor a D. Juan Ortega y Rubio, de Mula y amigo que fue de Ángel. A Pepe manifiéstele también que ya le escribiré más despacio. Recuerdos a toda la familia, a Ascensión y la tía Rosa, y usted reciba un apretado abrazo de su sobrino que le quiere de veras. JUSTO. C/ La Bolsa, 9. 4º.

Justo García Soriano. Fotografía de L. Mouton. Montera, 3 Madrid. AMO. LJGS.

La crónica desde Madrid redactada durante el mes de febrero para «El Labrador» la firmó José Escudero Bernicola. Durante dicho mes, de García Soriano sólo apareció un breve poema titulado “La Mañana”, en el número 21. Dicho poema ya lo había publicado el año anterior “El Diario de Murcia”.

En marzo aparecieron poesías de Justo en tres de los cuatro números; con los títulos: “Nostalgia (a mi madre)”, “Prosaica realidad” y “Pasionaria”. El siguiente borrador, de nuevo cargado de ironía, fue para el sastre literato oriolano.

Sr. D. Ramón Moreno. Muy señor mío y respetable maestro: Adjuntos mando dos sonetos míos que publiqué en los periódicos hace mucho tiempo; y dos de mi benemérito amigo Manuel del Palacio. Los cuatro los encuentro hoy publicados y popularizados en un almanaque. ¡Ya veis vos que atrevimiento tan extraordinario e insensato! ¡¡Mezclar los malísimos versos del ignorante autor de “Esperanza” con las admirables creaciones del autor de “Melodías íntimas”!!

Yo os suplico, si no os sirve de molestia, que corrijáis mis sonetos; pero espero que, para efectuarlo, no os separéis ni un punto de la perceptiva literaria y de los principios del buen gusto y la inspiración. Tras pediros mil perdones por tan repetidas molestias, me repito de vos obedientísimo discípulo y s.s. q. l.s.v. JUSTO GARCÍA SORIANO.

Para terminar con la libreta de Justo, he encontrado también este borrador con título carnavalesco (dichas fiestas, en 1902 cayeron en febrero). No sé si fue publicado; así pues lo transcribo completo.

CONFETTI (Impresiones de Carnaval) ¡La belleza! Atractiva, seductora, irresistible; con sus miradas de luz y de fuego, con sus sonrisas suaves, frescas y aromáticas, como el perfume embriagador que brota de la entreabierta corola de la rosa: Azul de cielo, rojo de fuego, blanco de plata, rubio de oro; siempre joven e imperecedera; conjunto de innumerables encantos; a ella tributo todo mi culto y adoración, las débiles energías de mi cuerpo, las eternas e infinitas ansias de mi amor y de mi entusiasmo. Belleza ¡Diosa inmortal! Tú presides el orden sabio y admirable de los mundos; tú riges el eterno y armónico concierto de los soles; a tu hálito fecundo brotan los innumerables seres que pueblan la creación y la naturaleza; con cálidos, amorosos y maternales arrebatos resurge espléndida y sonriente a tu beso templado y tembloroso de primavera.

La tímida doncella de ojos de zafiro y diamante, de labios de pétalos de clavel, de rosa y nieve, de flexible talle, de duro seno de formas mórbidas y turgentes, que palpita y suspira de amor y que siente cundir por sus venas sangre que lleva calor de vida y fuego de entusiasmo; ella que te representa, se agita dulcemente entre la muchedumbre que se mueve con vaivenes de oleadas y flujos de mar, y en el hervor, sus pudorosos y encubiertos deseos son hijos de la pasión reprimida, buscando instintivamente su expresión.

Una lluvia copiosa, volátil, trémula, perfumada de los colores del iris, se escapa de su mano diminuta que impulsa un movimiento rápido y convulso, como sus ansias, como sus sueños. Aumenta por instantes el chubasco vistoso y multicoloro, el calor de la frenética lucha que no provoca el odio, sino la admiración y la simpatía, entre el amor y la belleza, dulces y poderosos enemigos aparentes, y entre el vivísimo tiroteo de confetti se cruzan miradas brillantes como fulgentes espadas y estallan sonrisas encendidas como bombas incendiarias y explosivas… ¡Gratas lides de amor! Si todas las batallas fueran como vosotras, el estado que elegiría sería… el de beligerante.

En ese caso llegaría a ser un coloso, un Napoleón, yo os lo aseguro, bellísimas mujeres; con la capa terciada, y la bolsa de sedoso cordón en la izquierda, dispararía sin cesar nubes alígeras de confetti que  cubrieran, como nevada multicolora, vuestras cabecitas lindas… En ese caso gritaría contra la paz, la paz monótona y apática; la paz inactiva e indiferente, la paz que hiela las almas y embota los corazones…

Y en este caso el sanguinario Marte se fundiría en eterno y ardientísimo abrazo con la seductora Venus, y brotaría de su agradable consorcio el sagitario Amor… En ese caso, si intentara hablar el lenguaje de los dioses, emplearía el himno marcial y guerrero, la alegre y bulliciosa  anacreóntica, y nunca, jamás pondría en uso la fúnebre y tétrica elegía, ni interrogaría, ni exclamaría con Tíbulo. ¿Quién produjo primero las horrendas espadas? ¡Oh cuán fiero y cuán de hierro sin duda fue!… JUSTO GARCÍA SORIANO.

Por cesión de su fundador, Rafael Rogel se hizo en abril con la propiedad literaria de “El Labrador”. Cartagena se apartaba definitivamente del control del periódico; y Justo, considerado ya como «constante colaborador», publicó en ese mes “La Primavera”, “Mi Lira” y la primera parte del relato “La Sal”. El semanario se hizo eco de la concesión de su título de bachiller.

El labrador. Número 27 – 14 de abril de 1902. En la secretaría del Instituto Provincial, se ha recibido el título de bachiller, expedido a favor de nuestro querido amigo y constante colaborador D. Justo García Soriano, a quien con este motivo damos nuestra enhorabuena.

Título de Bachiller. 1902. AMO. LJGS.

El labrador. Número 29 – 28 de abril de 1902. La Sal. Era derecha y flexible como una palma; de cabello y ojos negros, de frente y mejillas ebúrneas, de labios rojos. Su dulce melancolía contrastaba admirablemente con el fulgor estelar de sus miradas y el bermellón encendido de su boca, pequeña y entreabierta como un capullo; pero más contrastaba con sus años, pues Juanita sólo tenía diecisiete, y esta edad trae ordinariamente más sonrisas que lágrimas…

En mayo concluyó el relato de “La Sal”, comenzó “La Ondina” y, en el número 33, volvió a publicar una crónica desde Madrid con motivo de las grandes fiestas celebrada en la capital por la mayoría de edad del rey Alfonso XIII. El artículo destilaba de nuevo su tono de crítica ante la monarquía; pidiendo la regeneración nacional en lugar de tanta fiesta y derroche.

El labrador. Número 33 – 26 de mayo de 1902. Crónica: La muchedumbre lo ha llenado todo; muchos isidros es lo que ha habido por todas partes: Madrid era un mar de gente; la Puerta de Sol un golfo de carne animada que se agitaba con ímpetu de resaca bravía; ¡Y luego dicen que no se hacen milagros! … Únicamente por milagro se la podía atravesar sin morir asfixiado o sin ser víctima de la red cáustica de tranvías eléctricos que se extiende en toda su amplitud. Las fondas, los restauranes, las casas de huéspedes y hasta las particulares se han visto atestados de paletos y de extranjeros…

Mayoría de edad de Alfonso XIII. La Ilustración Española y Americana. Mayo de 1902

… La cosa es más seria de lo que parece; no está la nación para fiestas. La regeneración patria no se consigue ni con carreras de caballos, no con juegos ingleses como el “Football”, ni con iluminaciones extraordinarias, ni con suntuosas cabalgatas, ni con aparatosas revistas, ni con batallas de flores, ni con retretas, ni mucho menos con corridas de toros que autoriza el rey ceremoniosamente con su “augusta” presencia…

Ahora empieza un reinado lleno de esperanzas y lleno de temores, una nueva era envuelta entre la niebla de la duda, como un crepúsculo indeciso, que no se puede precisar si es un oriente o un ocaso, una mañana risueña en que el sol de la esperanza va a brillar con su iris de paz o una tarde sombría de siniestros fulgores, que amenaza una noche tenebrosa sembrada de espantos tremebundos.

La perspectiva es confusa y borrosa; pero si se ha de juzgar por el presente y por el pasado, si partimos desde esta égira fatal con la norma de conducta que hasta aquí hemos seguido, no dudéis que el horizonte se obscurecerá y la noche simbólica de la catástrofe habrá de sobrevivir con todas las negruras y todos los horrores de la tormenta que aniquila… ¡Dios conceda al nuevo e inexperto monarca más acierto que a sus antecesores!. Justo García Soriano. 22 de mayo de 1902.

En junio concluyó “La Ondina”, publicó una traducción de “Éxtasis” de Víctor Hugo y el poema breve “La Guirnalda”. Y desde Orihuela le felicitaron por sus extraordinarias notas. Y es que, a pesar de su actividad literaria, nunca descuidó sus estudios. Necesitaba asegurar la gratuidad de la matrícula.

En verano regresó triunfal a Orihuela y «El Labrador» se hizo eco de su llegada. Al fin podía disfrutar de nuevo del calor de sus  padres y del resto de su familia después de una ausencia de varios meses. Muchas experiencias traía consigo de cuanto había visto y vivido en la Corte; a la que no tardaría en retornar.

El Labrador. 16 de junio de 1902: Felicitamos muy de veras a nuestro querido amigo y compañero Justo García Soriano, por las brillantes notas obtenidas en los exámenes que ha verificado recientemente en Madrid, y cuya felicitación hacemos extensiva a sus queridos y distinguidos padres.

El labrador. Número 38 – 3 de julio de 1902: Hemos tenido el gusto de estrechar la mano de nuestro muy querido compañero Justo García Soriano, el cual regresa de Madrid después de obtener en los exámenes de prueba de curso la honrosa nota de sobresaliente, haciéndose por tanto acreedor a una matrícula de honor. Al darle nuestra bienvenida le reiteramos nuestra más entusiasta enhorabuena.

Orihuela a principios del siglo XX

En julio, ya instalado en Orihuela, «El Labrador» publicó su poema “A una flor seca (recuerdo de amor)”; tres entregas de “La Orcelia” (poesía ambientada en la ocupación musulmana de Orihuela, publicado en la portada en forma de folletín); un «esbozo literario» titulado «Las Noches»; y el artículo «Remember», que he transcrito completo. En él, aprovechando la fecha del 17 de julio, habla de la reconquista de Orihuela dando protagonismo por primera vez a los oriolanos sin mencionar a la mítica Armengola.

El Labrador. 17 de Julio de 1902: Remeber. Hoy que se celebra el glorioso aniversario de la heroica reconquista de nuestra amada Orihuela, hoy, día fausto y, solemne, extraordinario y grandioso, ¿cómo no rendir desde las columnas de «El Labrador» mi humilde tributo de admiración y mi sinceró homenaje de entusiasmo a aquellos nuestros esforzados y valientes antecesores que con su arrojo y su astucia libertaron nuestro pueblo de la tiránica opresión de los secuaces de Mahoma.

Dijo Cicerón que «la vida de los muertos consiste en la memoria de los vivos»; ¡hermosa idea que cimenta el no menos bello concepto de la Fama, esa vaga matrona que nos seduce con sus claros centelleos de gloria como a ligeras mariposillas ávidas de luz, y que desprecian neciamente, con su bajo materialismo los positivistas! Vita mortuorum in memoria est posita vivorum.

Démosles pues, vida a aquellos que la expusieron por la salvación de nuestra querida ciudad; hagámosles en este día resucitar entre nosotros con todo el vigor vital de su inmortal abnegación de héroes; vivan hoy, dándonos su ejemplo, la vida del espíritu en la memoria de todos los oriolanos y enorgullezcámosnos pensando que Orihuela no desmerece el pertenecer a la que fue invencible España, nuestra madre común, y que posee una epopeya gloriosísima que honraría al primer pueblo del mundo. Justo García Soriano.

El mes de agosto fue muy especial en el asunto periodístico. Algo así como el verdadero debut de Justo en la prensa. Comenzó con su contribución al número 42 publicado el día 1. En él, Rafael y Justo redactaron mano a mano el reportaje «Apuntes de un recort periodístico».

El reportaje era un género novedoso para la época. Los dos jóvenes periodistas se montaron en un «tiburí» o carro ligero para escribir la crónica de las fiestas en Albatera y en Cox. Una página y media dividida en cinco capítulos: «I de Orihuela a Albatera» y «II en Albatera» firmados por Rafael Rogel ; «III de Albatera a Cox», «IV En Cox» y «V De Cox a Orihuela», por Justo García Soriano.

«Apuntes de un recort periodístico». El Labrador. 1 de agosto de 1902

A raíz de esta experiencia compartida se hicieron tan amigos que, aprovechando la confianza, Rogel se lió de fiestas en Cartagena y dejó en sus manos la confección del siguiente número de «El Labrador». Todo está explicado en la siguiente carta, llena de faltas de ortografía y sin signos de puntuación, que me he permitido corregir.

El Oriol Taurino 1908.

Cartagena y Agosto 1902. Mi querido amigo Justo: ya sabrás vine a Cartagena con objeto de haberme venido hoy, pero me han comprometido a quedarme a la batalla de flores que es esta tarde y no he podido eludirme. Así es que me haces el favor de arreglarte original como sea; relata el incendio tomando informes desde “El Liberal” que lo detalla bien yo lo iba a mandar pero no sé si desde que yo vine ha muerto la última de las víctimas que quedaban. La feria tócale el bombo, los platillos y … incienso. Si se te hace pesado acude al recorte. Yo llegaré antes de que lo hayas tirado pues quizá marche en el mixto de la mañana.

Pon la siguiente gacetilla: “Criadas de servir no tenéis ya que sisar Monserrate Abad, posada de la calle del Río compra a muy buenos precios las plumas de ave de corral para una nueva industria. No equivocarse. Posada de la calle del Río. Monserrate Abad”.  No dejes de ponerla. No creas se trata de una broma. Justo me quedo aquí con mis hermosas Cartageneras tranquilo y en la confianza de que estás tú ahí si no, no lo haría. Dispénsame y deja que sueñe como tú entre estos jardines (la feria) donde combinadas millones de lucecitas de colores alumbran los angelicales rostros y… lo de atrás de los bellos tipos que como hadas de las mil y una noche se pasean por delicioso edén lleno de luces, flores y música (tus tres elementos).  ¡Ay! Justo si me vieras anoche se repitió la función de la manchega. Esta vida es un sueño, dijo Calderón y yo digo ¡Déjame soñar Justo! No sé si en mi casa habré tenido carta de la de marras.

Tengo yo en mi poder los versos de Maximiliano G. Soriano. Anoche vi una mujer… ¡¡¡¡¡Chiquillo!!!!! ni tu Orcelia… ya, ya te contaré. Dios quiera que no lleve yo una Cartageneritis aguda persistente y tener de la que no pueda salvarme el “Sumsum Curda”. Justo, yo creo que a ti te será fácil llenar el periódico por cuanto yo, que soy un quinto, lo he llenado muchas veces. No puedo escribirte más. Recuerdos a los papás, a Milagros. Está aquí la que te pidió relaciones y te buscó en tu casa. Me saludó muy afectuosamente. ¡Lo que hace la amistad!. Sin más, hasta mañana. Tu inseparable. ROGEL.

De esta forma y durante el mes de agosto, Justo fue protagonista absoluto en el «El Labrador». Salieron dos entregas más de «Orcelia», uno de sus trabajos poéticos de más extensión y más empeño, del que sólo publicó dos o tres cantos; un relato en prosa titulado «El Loco»; el esbozo literario «Mis últimos versos»; «Puntos de vista», ocupando la primera plana; y el poema «Impaciencia».

El Labrador. Verano de 1902.

Transcribo buena parte de «Mis últimos versos». Esbozo literario en el que habla de una obra y de su fraternal relación con el poeta de Elda/Yecla Maximiliano García Soriano, al que llama «hermanico». Transcribo también la carta de agradecimiento que le envió el propio Maximiliano pocos días después.

El Labrador. 14 de agosto de 1902:«MIS ÚLTIMOS VERSOS» (esbozo literario) Donde se hable de la literatura panocha, se ha de hablar como de uno de sus escasos y más sobresalientes cultivadores, de Maximiliano G. Soriano. Al nombrar el género panocho, debiera dar algunos conceptos sobre él, ya que es tan poco declarado en nuestra población, a pesar de bailarse situada en la hermosa región levantina que humedece el Segura (…) Maximiliano G. Soriano es joven y ya tiene una larga y brillante historia en su vida de artista. Nació en la ciudad de Yecla, a  la que con filial entusiasmo ha dedicado por completo su dulce y sencilla inspiración… 

En «Mis últimos versos» hay un gran derroche de bellezas, pero  bellezas arrancadas con originalidad asombrosa de la naturaleza, madre predilecta de todas las creaciones geniales del arte; hay una poesía campestre que respira alientos de sonrisas de azahar, de albahaca, de tomillo, mezclados con efluvios de suspiros de retama… Sí, nos llamamos «hermanicos» por la coincidencia de nuestros apellidos y por nuestra fraternidad en las musas; pero me cumple hacer constar que él es el primogénito (…)  ahí va un caluroso aplauso al poeta, e independientemente un afectuoso saludo al amigo. Justo García Soriano.

Elda 16 agosto 1902. Sr. D. Justo García Soriano. Mi hermanico: ¡Por Dios! no tanto… eso es ya exageración, apasionamiento… Fuera de esto, bien; agradecido, más, obligado. ¡Es usted sobradamente bueno para mí! ¿Qué voy a decirle? ¡¡¡GRACIAS!!!

Ahí va borrador de una carta. No me deje V. feo… ¡creo que no! Escríbele algo, aunque sea de lo publicado, pues todos sus versos son irreprochables. Muchas cosas más le diría, pero ¡ay! me cansa hasta tener la pluma en la mano. Dos ejemplares recibí de El Labrador. Si sobran ejemplares y le es posible, envíe a D. Julián Amat- S. Fernando/D. José Muñoz López-Nueva/ Yecla. Y le quedará nuevamente obligado su verdadero pariente q. l. a. MAXIMILIANO G. SORIANO.

Poco más pudo hacer durante su estancia vacacional en Orihuela; asistió al entierro de su adinerada tía «Pepita» García Sánchez; madre del «primo Paco», ex alcalde y diputado provincial. Y visitó los baños de San Antón, donde perdió un ajustador de oro que le fue devuelto por el honrado empleado que lo había recuperado. El 8 de septiembre volvió a Madrid acompañado por «su señora madre» que vivió con él varios meses en la corte.

El Labrador. 21 de agosto de 1902: El pasado lunes falleció en esta ciudad la virtuosa y anciana señora doña Josefa García Sánchez, madre de nuestro respetable amigo el diputado provincial D. Francisco López García y tía de nuestro querido compañero D. Justo García Soriano. La misma tarde se verificó el entierro, al que asistió numeroso séquito. Presidieron el duelo nuestro alcalde D. Francisco Román y el ex alcalde D. Ramón Mesples y llevaron las cintas del féretro don Severiano de Madaria, D. José Ferrer, D. Luis García y D. Luis Ibáñez. Nos asociamos al dolor de su distinguida familia por tan sensible pérdida.

Baños de San Antón.

En septiembre salieron los últimos números de «El Labrador». De Justo sólo he encontrado “Cariño Fatal (apuntes madrileños)”. El día 20 salió el número 49 sin el concurso de su amigo Rafael Rogel; quien había sido director y propietario. Fue el último. Rafael había pasado a dirigir «La Voz de la Comarca», un nuevo semanario con la redacción en la calle del Río; y «El Labrador» se extinguió.

La voz de la Comarca 1902.

Si bien las cartas de Rafael ofrecen muchos datos intrascendentes (incluso morbosos) aportan también cierta luz acerca su vida personal. Gracias a la siguiente, sabemos todos los pormenores del lanzamiento del nuevo semanario al que Justo contribuyó con el poema «Otoño».

Y también que tenía una «amiga especial» en Madrid, de nombre María (Maruja). Y no puede ser otra que María Delgado Wall, a la que dedicó varios poemas amorosos. He tratado de buscar información sobre ella; y con sus apellidos, a principios de siglo en Madrid sólo he encontrado a Ernesto Delgado Wall; «primer actor» que dirigía una compañía cómico lírico dramática anunciada en el «Heraldo de Madrid». No sé si sería su hermana.

Orihuela 18 de Septiembre de 1902. Mi querido amigo Justo: Por fin anoche, recibí tu tarjeta con la dirección de tu casa, y como no esperaba otra cosa para escribirte, me apresuro a ello, aunque desde el sábado, pesan sobre mí las catorce mil plagas de Egipto, pues padezco un terrible constipado con su señora esposa “la tía” fiebre, que me tiene loco; y si a esto se le añade que se traen consigo a sus hijas las muelas, vestidas de “Dolorosas”, con sus siete espadas que bien me las podían haber puesto en semejante sitio, te digo que estoy haciendo un esfuerzo de voluntad terrible.

Ya habrás visto la voz; pero hijo, figúrate que me quedé solo embarcado y sin remos ni vela y… sin cabeza; así es que ha salido el periódico como yo, con calentura. Yo solo tuve que hacer desde el artículo de fondo hasta el anuncio “José Alonso”, porque no sé si habrás comprendido que van ahí firmas como la de “Ernesto Ruiz Gómez”, que no es otro que este curro ¡¡Artículos en broma con 30 y tantos grados de calentura!! ¿Qué había de salir, Justo? Lo que está saliendo en esta carta, que mancho el papel como los chicos sucios de las escuelas; de las calenturas me he quedado sordo y en este momento, no sé por dónde llevo la pluma. Yo, para mí, que en el primer número de “La Voz” verás un muerto hecho por el administrador, diciendo lo siguiente poco más o menos: “A fayesido virtima de una enfermedá el sr. Director de este periódico Don Quijote de la Leva. Le damos el pésame a Luis Zerón. R.I.P».

El original que mandes, haz porque lo reciba yo sábado: di algo a tus amigos sobre lo que sabes hablamos. A ver si llegamos a publicar un buen número. Respecto a ti, no te digo más, que estoy enfermo; y que aquí, lo que yo no haga, no lo hace nadie. Mi Mari Cruz sigue tan remonona, me envió otra fotografía, se encuentra muy intranquila por mi enfermedad, y dice que de la fotografía última que le he mandado que soy el de la derecha, que tengo un puro en la mano y que le diga el motivo de mi tristeza (ya comprenderás). Dime si tu Maruja te dio “eso” (aunque me parece preguntar mucho) y en fin, cuéntame muchas cosas, que ahí no faltan elementos para divertirse. Aquí yo, condenado a ver siempre al herodiano administrador, al cachazudo Zerón, al intransigente Manolo, a nuestro buen amigo Almodovar, al invariable Cartagena.

Sabrás que “El Labrador” se ha declarado “con aceite”, y nosotros, ya sin caretas somos sin grasa, lo que nos ha granjeado la protección al periódico de D. Antonio Pescetto, D. Vicente Guillén (que me ha prometido escribir) y de toda la junta de hacendados. Te escribo a vuelapluma y no puedo; no sabes lo que me hace sufrir esto. Tu familia está buena. Recuerdos a tu distinguida mamá y tú recibe un abrazo de tu amigo. R. ROGEL. Un “eso” a María de mi parte. Recuerdos del administrador y amigos.

Siguiendo los pasos de su amigo Rafael, Justo puso la pluma al servicio de “La voz de la Comarca”. Para el número 2 envió el poema «Desaliento». En el 3 apareció su primera «Crónica» un trabajo en prosa artística; un canto a su añorada tierra desde Madrid. Os dejo unos fragmentos.

La voz de la comarca. Número 3 -1 de octubre de 1902: Crónica. Hermosa comarca de Orihuela, país privilegiado por la naturaleza, eres digno de mejor suerte. (…) Yo, pobre hijo tuyo, eterno enamorado de tus encantos idílicos, desde las apartadas regiones que desnuda con su aliento glacial el nevado Guadarrama, pondré de mi parte para defenderte, para engrandecerte y para cantarte (…) ¿Qué no diera yo por mi huertanica? ¿Qué no diría yo que fuera digno de ese edén de las flores, de los pimientos, de los naranjos y de las palmeras? Justo García Soriano. Madrid y Septiembre de 1902.

En los números cuatro y cinco hizo doblete con crónica y lírica: las crónicas madrileñas tituladas «Las Nubes» y «Las Cortes» (de la que he transcrito un fragmento); y los poemas «Claveles» y «Lluvia».

La voz de la comarca. Número 5 -15 de octubre de 1902: Crónica. Las Cortes. Todos los españoles de buena fe que creemos en una pronta regeneración de la patria que convierta a España en un paraíso gobernado por ángeles, tenemos puestas nuestras esperanzas en la próxima legislatura, que ha de comenzar, determinado ya por real orden, el 20 del que vamos contando. Como todos nosotros representantes en Cortes saben dónde tienen su mano derecha, hemos de considerarlos como un conjunto portentoso de nuevos Moisés bíblicos, que nos sacarán de las garras del terrible Faraón simbólico (…) “Ya sabemos que la palabra en la política ha sido inventada para disfrazar la intención” (Teoría del movimiento constitucional en el siglo XIX). JUSTO GARCÍA SORIANO. Madrid 12 de octubre de 1902.

La siguiente carta, escrita por su amigo Rafael, no lleva fecha; pero es fácilmente datable por el artículo de José Escudero Bernicola que anuncia ya compuesto; y que salió publicado en el número 6, de fecha 22 de octubre. En dicho número Justo rizó el rizo combinando crónica y lírica en un sólo trabajo. Transcribo la carta y el artículo:

Mi querido amigo Justo: Ante todo pido me dispenses si no te he contestado todo lo pronto que hubiera deseado, pero asuntos particulares me lo han impedido; y después te deseo mucha salud, mucha alegría, mucho dinero y mucho cariño de tu Maruja haciendo partícipe de todas estas satisfacciones a tu mamá; yo, Justo… en Orihuela. La Voz sigue viento en popa, bástate saber que hemos llegado a tirar mil seiscientos ejemplares, cosa que a D. Judas, o sea el Sr. Administrador, lo trae hinchado de gozo que ya le revienta por las cinchas… La cuestión del pimentón está complicadísima; los huertanos enfurecidos por la descabellada actitud del “burro” del alcalde, han prometido asarnos una noche como a San Lorenzo, esto es, quemar Orihuela por los cuatro costados; y… lo hacen.

De mi Mari Cruz ¿Qué he de decirte, mi querido amigo y confidente? Que está tan remona y que me está dando unas pruebas de amor loco, que a mí me vuelven ídem. Me ha mandado una preciosa y valiosísima cruz de plata regalo para mi madre y un alfiler de corbata que me ha prometido. Yo en mi última carta, le pido en prueba de cariño y confianza, un poco de pelo de “semejante sitio”. No sé si me complacerá. La verdad es, mi querido Felipe, que hoy no sé decirte si ha interesado de veras mi corazón. ¡Rarezas de mi corazón Británico!

No dejes de mandarme el original con toda la anticipación posible ¡hazlo por mí! Por tu amigo Quijote condenado a perpetuidad entre estos cafres. Recibí original del amigo Escudero, un articulito muy bien hecho, a mi nulo entendimiento. Ya está compuesto. ¿Y de tu simpática y angelical madrileñita, qué? ¿Te quiere mucho? ¿Te dio eso? Ponme a sus pies y dile, si tú lo ves bien, que tengo verdaderos deseos de conocerla personalmente ¡¡si yo estuviera allí!! ¿Quién nos tosía, mi inolvidable y querido Justico? No puedes figurarte nunca lo que tu verdadero amigo Quijote se acuerda de ti ¡¡si yo fuera algo más que un pelón!! Las señoritas Luisa y María Fenoll, aquellas de Albatera que tocaron el piano en casa del Secretario, me dice Cartagena que están allí,  y que cuando él va, le preguntan con mucho y sospechoso interés por nosotros ¡¡¡Chiquillo qué ocasión!!!

A mí se me pone carne de gallina cuando pienso que las pobrecillas viven entre aquellos pedazos de brutos (dicho sea con perdón del Veterinario, del Alcalde, de los puros filipinos, del cura, del cocido, de su sobrina y del director del orfeón). Así es que no me extraña que el traidor Cupido, escondido entre el garbo de nuestras “caeras”, las hiciera de pronóstico reservado (esto dicho con modestia, poniéndome colorado, bajando la vista y chupándome “er deo”). Y no te escribo más porque no tengo más papel; a otra continuaré, quedan muchas cosas buenas. Escribe pronto. Recuerdos a tu buena mamá y a los amigos; y míos para ti; un abrazo con toda mi alma. Escribe pronto. RAFAEL ROGEL.

La voz de la comarca. Número 6 -22 de octubre de 1902: Crónica. A los Huertanos.  A esta falaz corte infesta / llegó vuestro clamoreo / y aunque atención no os presta/ es justa vuestra protesta, /es noble vuestro deseo. / Mas no inclinad vuestras frentes. / La razón y la verdad han de quedar prepotentes; / ante ellas son impotentes / lo injusto y la falsedad. / Nobles hijos del terruño / que riega vuestro sudor, / aunque la suerte con zuño / os muestre airada su puño, / no acallad vuestro clamor. / Valientes, pero sensatos, / conoced vuestros derechos; /y tras tan amargos ratos, / bienes y consuelos gratos / anidarán vuestros pechos.

Porque con codicia insana / procuran vuestra indigencia, / ya lo sufrirán mañana, / que es humo lo que se gana / a costa de la conciencia. / No temed, por más que fieros / su venganza y odio arrecien, / que es muy triste que altaneros /con vuestros propios dineros, / os escupan y os desprecien. /No más hambre ni baldón: / ¡es vuestro lo que pedís!… /La justicia y la razón /os darán su galardón, / si constantes persistís. / Que ya aquí a esta corte infesta / llegaron vuestros clamores, / y aunque atención no se os presta, / como es justa la protesta / tenéis grandes defensores. Justo García Soriano. Madrid, 19 Octubre 1902.

Terminó octubre con otra crónica dedicada a los huertanos y el problema del pimentón; un brillante artículo de carácter político que apareció en el número 7.

La voz de la comarca. Número 7 -29 de octubre de 1902: CRONICA. SOBRE EL TAPETE. El tan cacareado litigio del pimentón continúa sobre el tapete, sub judice, como decía un latinómano. Todavía está la pelota en el tejado, pero ya; a punto de caer. Nuestras cortes no se dan punto de reposo: por fortuna los desvalidos  huertanos tienen un adalid insigne en el benemérito diputado por Murcia D. Juan Lacierva. Pronto veremos convertido el dictamen de nuestro Gobierno en ley. ¡Dios ilumine a esos patricios! (…)

El ideal se perfecciona; la realidad persiste estacionada. Que no se me arguya con los nuevos sistemas prácticos, con las nuevas instituciones que nos organizan. ¿Qué son estos tiempos de libertades falsas, de prosperidades aparentes, sino la etapa virulenta de un despotismo ilustrado, enmascarado ridículamente con la careta de una fingida utopía y de una pedantesca cultura de relumbrón? Han progresado las ideas; procuremos que se evolucionen los hechos. (…) Hoy aún es tiempo; mañana sería demasiado tarde. Huertanos, no temed. La cuestión continúa sobre el tapete; pero afortunadamente, aún quedan espíritus rectos que aman la justicia y amparan y defienden al desvalido. Justo García Soriano, Madrid, 26 Octubre 1902.

Tarjeta postal de Rafael «Quijote» Rogel.

Justo: ¿Qué te sucede? Te llevo escritas dos cartas sin que me hayas dado señales de vida. ¿Te ha petrificado tu Maruja, o es que has olvidado a tu pobre provinciano? Supongo recibirás «La Voz»; dile a tus amigos manden lo que hablamos: Pujol marchó a Madrid; leí su despedida en «El Pueblo»: el literato orcelitano que ganó con las letras el cargo de trompetero y le salieron las canas ya, pretendía publicar un soneto en la Voz; ya te contaré, este esgrime el metro, y digo esgrime, porque da cada sablazo que tiembla el ministerio. No seas pesado, hombre, no me vayas a hacer creer que te olvidas de los probeticos. Recuerdos del Admor. —Tu hermanico— Quijote.

A primeros de noviembre, los rotativos con los que colaboraba en Orihuela y en Murcia, se hicieron eco de la siguiente noticia: «Ha sido nombrado redactor de la importante «Revista Parlamentaria y Diplomática» de Madrid nuestro queridísimo compañero Justo García Soriano. Enhorabuena».

Revista Parlamentaria y Diplomática. 1903. AMO. LJGS.

Envió puntualmente sus crónicas para los tres primeros números de noviembre de «La Voz». Éstas eran cada vez más extensas y elaboradas. Las tituló: «Pimientos de Orihuela. Día triste. ¿Cómo andamos de política?» (De la que he transcrito un fragmento), «De re periodica et litteraria» y «Metamorfosis».

La voz de la comarca. Número 8 – 5 de noviembre de 1902: Crónica. ¡¡Pimientos de Orihuela!! … — Día triste. -¿Cómo andamos de política? Profundamente ensimismado, reconcentrado por completo en mi cerebro y en mi corazón, atravieso con ligereza las calles de la corte, pavimentadas de adoquines angulosos y salientes o de untuoso asfalto, codeándome y tropezando sin cesar con mil transeúntes que, como yo, viven en el mundo de su fantasía. De repente, un grito chillón y prolongado, conjunto horrible de voz humana y aullido de fiera, me saca de mi ensimismamiento.

Una sacudida nerviosa conmueve todo mi cuerpo, como si despertara de una pesadilla, y vuelvo la cabeza hacia donde ha salido aquel alarido estridente. Un hombrecillo bajo y ridículo, bermejo y mal afeitado, cargado penosamente con una gran espuerta, es el que aúlla, pregonando su mercancía: — «¡¡Pimientos de Orihuela!! ¡¡Hoy los llevo de Orihuelal!…» — Y estas palabras apenas inteligibles, pronunciadas de una manera tan desagradable, tienen para mí una seducción y un encanto extraordinarios. Es que aquello es algo mío, algo que se me relaciona, que me pertenece; son cosas de mi tierra; ¡de mi querida tierra!… ¡Pobres pimientos de Orihuela!…

En dos números metió, además, sendas poesías publicadas simultáneamente en el «Diario de Murcia». Una titulada «Trovas», se la dedicó a su «amiga» María Delgado; la otra, titulada «Huertanicas», a su buen amigo Maximiliano García Soriano. Carta de José López Martín, administrador del diario:  

Orihuela, 7 Noviembre 902. Querido amigo Justo: recibí tu tarjeta, y a vuelta de correo te remito 10 pesetas, para los libros de la ley, 1 para el franqueo y otra para que te compres un puro y te tomes un café, que hacen un total de 12 pesetas; siento mucho no te encuentres en ésta para que hubiéramos disfrutado, porque el domingo 9 d./c. es el santo de mi señora.

Te ruego hables con los amigos para que manden algo para el periódico; también te encargo que me remitas el original, lo más el domingo, y sin más, muchos recuerdos a tu mamá y amigos, y sabes puedes mandar a tu amigo y compañero. José López. Nota: Muchos recuerdos de parte de Rafael para tu mamá y amigos. Nº 693.482 es el de la letra de giro mutuo.

En la cuarta entrega mensual no apareció trabajo alguno de Justo. La explicación, ofrecida en la siguiente carta de Rafael Rogel, parecer ser un fallo en el envío del original.

Dicha crónica, titulada «El Patio de Minipodio», fue publicada posteriormente con un cabreo monumental por parte de García Soriano; quien enfadado con el administrador (no sé si por algún asunto más), dejó de enviar trabajos para los números de noviembre y diciembre.

Rafael, afligido por su silencio, volvió a escribirle una carta con fecha 15 de diciembre que he transcrito casi entera. En ella le aseguraba su inocencia y recordaba su amistad y las andanzas veraniegas que habían disfrutado juntos hacía pocos meses. También le contó la broma que habían gastado a Ramón Moreno, el «sastre literato».

Orihuela 15 de diciembre de 1902. Mi querido amigo “Justico”: En verdad que tu silencio me tiene verdaderamente preocupado y no sin justificada razón; pues a veces pienso con pena, si después que he sido “asno de reata” y lo soy con “La Voz”, tus diferencias con el Administrador serán también causa para que yo sea el principal perjudicado, no porque dejes de escribir, cosa que yo te aplaudo al mismo tiempo que envidio tu entereza, sino porque quizá  me resta una amistad que yo aprecio y tengo en mucho: sí, Justo, en mucho, el único amigo que tienes en Orihuela soy yo. Ya sabes que es verdad lo que te digo.

Pienso con pena en lo que va de ayer a hoy. Leía el otro día el “Recort periodístico” y gozaba leyendo, pero con una alegría triste; miro ahora que escribo esa galería, y también veo esas calurosas tardes en que el sol iba escondiéndose tras el picacho de san Cristóbal  y el “vientesillo” nos traía suaves perfumes arrancados de los naranjales repletos de flores de azahar; y recuerdo también, que en esa misma galería tú me hacías partícipe de tus ilusiones y esperanzas, me leías cartas de tu Maruja al par que yo igualmente te ponía al corriente de mis secretos, te leía las de mi Cruz; en fin, dos hermanos no hubieran hecho otro tanto.

Hoy tú te marchas a la corte ¡y qué pronto has olvidado al pobre y oscuro Quijote! ¿Cómo creer que “Felipico” llegase a poner nunca en duda la amistad leal de su inseparable “Campanillas”? Yo creo que te has molestado conmigo en una cosa que verdaderamente no tengo “arte ni parte”, como dicen por esta bendita tierra de los infanticidios. Yo (pregúntaselo a tu padre) he aplaudido tu determinación, por más que el tiro vino a mí de rechazo, porque esa pesada carga cae sobre mis pobres y débiles lomos ¡lomos! Sí, y ya sabes porque lo digo. Aquí nadie me echa una mano sobre la obra yo… ¡veremos! No sé si marcharé a Cartagena con mi madre; estoy trabajando para conseguirlo, y entonces… ¡oye al oído!… arrojaré al suelo la carga.

Le tengo cariño a un aborto, o lo que sea “La Voz”, pero al fin retoño dado a luz por mí, pobre y estéril que he nutrido y sacado casi de la infancia en este suelo imposible de producir nada; por eso en mi debilidad continúo alimentándolo. Yo y Dios sabemos únicamente a costa de que. ¡¡Querer que florezca un rosal en medio del desierto!!  Por descontado tengo las simpatías de todos mis conciudadanos (sic). Ya sabes cómo aquí se condena al que escribe; quisieran vernos con el pincho y la gorra galonada, en las casillas del resguardo; y más si los que nos atrevemos a escribir, los que no gastamos brillantes falsos en los dedos, entonces somos ¡¡¡blasfemos!!! Ahora suelen saludarnos porque se van a organizar los partidos, quieren concluir con los Capdepones; los trabajos se llevan con gran misterio, como si se tratara de una conjuración en el siglo XVI.

La última crónica que me mandaste, al parecer, distraídamente cerraste el sobre. Así es que recibió de esa Administración Pepe un aviso para que mandase sello si quería retirarla. Este lo mandó y enseguida la recibimos: Este fue el motivo de que no fuera en el número que la correspondía. Al siguiente, te fijarías que fue de fondo; por cierto que gustó mucho ¡cosa rara en los “sabiongos” de por acá!

Ahora, vaya un cuento de risa: El poeta D. Ramón Moreno, presentó unos versos en un concurso que se celebraba en Alcoy, disputando un premio de 750 pesetas, al que mejor cantara las excelencias del papel Laporta. Efectivamente, el otro día recibe mi hombre una carta con el membrete de la casa felicitándole y haciéndole saber, que era el poeta laureado. Recibir el buen hombre la carta, dejar las tijeras e irse al café a predicar enseñando la carta, todo fue uno. — ¡Ahora, ahora —decía—que digan estos imbéciles que estoy loco! ¡Premiado! ¡¡¡ Premiado!!!

Y los periódicos de aquí me retiran mis escritos. ¡¡¡750 pesetas!!! ¡El pan del invierno! Y se reían de mí… A ver, que saquen un poeta en Orihuela que haya merecido esta distinción.  Verdaderamente, chico, no sabíamos qué decir. Cuando cataté, que por una mano invisible se reparte por Orihuela La Correspondencia Alicantina un suelto que decía así: “Para que nuestros lectores vean los estragos que la poesía hace en el cerebro humano, a continuación publicamos un soneto con que un sastre de Orihuela pretendía nada menos que el primer premio este”.

Y a continuación venía el soneto. Se descubre el pastel; y D. Ramón es atacado de una calentura terrible, Talentos escribe a los fabricantes  diciéndoles… ¡¡¡ nombrarán padrinos!!! Aquellos, figurándose que es una cosa formal, averiguan y sale el autor de la broma… ¡Tomasetti! el de los seguros. Hoy ya está bueno D. Ramón, pero creo que reniega de… las musas y renuncia a las 750 pesetas. Debo decirte que con la carta pretendía que los Penalvas le adelantaran algo. Excuso decirte que en el café le dan ahora la lata que da lástima. Don Ramón —Le dicen —y decían que no era usted poeta… Se lo llevan los demonios.  

El otro día estuvo aquí tu papá; estuvimos en el café un ratito. Sin más, recuerdos a los amigos, saluda en mi nombre a tu mamá y de parte de la mía; y tú sabes tienes aquí un pobre pero verdadero amigo en RAFAEL ROGEL. Te deseo una entrada de año muy feliz. Escríbeme, hombre, escríbeme.   

En cuanto a su relación con el «Diario de Murcia» durante el año 1902, en junio le publicaron «Cantares»; y en julio “En tu Ausencia”, largo poema escrito en Orihuela y dedicado también a la señorita Dª. María Delgado Wall; a quien, al parecer, echaba mucho de menos. (Ya he dicho que debe ser la enigmática Maruja que Rafael mencionaba en sus cartas).

En septiembre, de vuelta en Madrid, envió “Desaliento”. Y en octubre “Desahucio”, dedicado al poeta murciano, Pascual de Ayala Ros, quien le había dedicado a él otro poema titulado «Invierno». En ese mismo mes redactó en prosa “Las Nubes”. Para terminar el año y sus colaboraciones con el «Diario de Murcia», a primeros de noviembre volvió a publicar los versos en panocho para su amigo el poeta Maximiliano García Soriano; las “Huertanica”.

Diario de Murcia 1902

En el siguiente número repitió las «trovas» dedicadas a su «musa» María Delgado Wall; también ya publicada en «La Voz de la Comarca». Y así terminó su larga relación juvenil con el «Diario de Murcia»; fundado y dirigido por el famoso periodista José Martínez Tornel y desaparecido en 1903.

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Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas, a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.