El Campo de Trabajo de San Miguel.
En diciembre de 1936, dentro de las reformas acometidas por el ministro de Justicia, Joan García Oliver, se reguló la creación de los Campos de Trabajo con el lema: “Trabaja y no pierdas la esperanza”. De esta forma, un anarquista clausuraba las arbitrarias cárceles regidas por los comités locales del Frente Popular; como la del Colegio Jesús María en Orihuela.
El primero de estos centros se estableció en Totana (Murcia) en abril de 1937. El Campo de Trabajo oriolano comenzó a gestarse en febrero de ese mismo año, cuando el alcalde Francisco Oltra, recibió la visita del director general de Prisiones en busca de un edificio para instalar un penal.
Vicente Sol Sánchez, ex gobernador civil de Sevilla y natural de Crevillente, quedó admirado por las condiciones que ofrecía el Seminario Diocesano como centro penitenciario.
Sin más dilación, el Consistorio aprobó los presupuestos para variar el trazado y rasante de su rampa de acceso; y solicitó el envió de fondos por parte del Ministerio de Hacienda que ya había ofrecido una importante suma como compensación a los cuatro millones de pesetas que Orihuela había entregado a dicho organismo en oro, plata y valores incautados a las congregaciones religiosas de la ciudad.
La mañana del 16 de julio de 1937 los doscientos primeros presos subieron la empinada cuesta del que se llamó Campo de Trabajo de San Miguel.
Al principio tuvieron que acondicionar y rehabilitar el viejo edificio del Seminario. Disponemos de un informe realizado por un alemán en nombre de la Cruz Roja Internacional en agosto de ese mismo año.
El anónimo inspector examinó el campo recién abierto; y desde Valencia redactó el documento en francés. Me he permitido traducirlo.
Valencia, 23 de agosto de 1937. Campo de Trabajo de Orihuela. Visita el 10 de agosto de 1937.
A las 17 horas. Por un camino estrecho, zigzagueante en la ladera, accedemos a un viejo convento construido sobre un bloque de roca desde donde disfrutamos de una vista magnífica sobre toda la región de Murcia.
El convento hoy transformado en prisión es un inmenso edificio a punto de caer en ruinas. Sin puertas ni ventanas. Su parte sur completamente en desuso, dado su avanzado estado de degradación.
Los prisioneros se amontonan en la parte norte. 732 prisioneros, incluyendo: 1 dentista (condenado a dos años); alrededor de: 10 médicos; alrededor de: 100 contables; alrededor de: 50 abogados.
Casi todos los detenidos son de profesiones liberales. De estos 732 prisioneros, solo 50 están condenados a menos de 30 años de prisión.
Horario: 7,00 h. Diana; 7,30 h. Desayuno; 8,00 h. Trabajo hasta las 12,00 h.; 12,30 h. Comida y descanso hasta; 14,45 h. Trabajo hasta las 19,00 h.; 19,30 h. Cena; 22,00 h. Se apagan las luces.
Los hombres comprendidos entre los 18 y los 45 años (excepto los enfermos) trabajan plenamente. Trabajo atenuado para los hombres entre 45 y 50 años. Para prisioneros mayores (alrededor de 12) trabajos ocasionales.
Las visitas están autorizadas los domingos solamente. La comida se puede traer 3 veces por semana. Los prisioneros están literalmente aparcados en largos pasillos, los colchones apretados unos contra otros. Durante el día enrollados; extendidos llenan completamente el ancho del pasillo.
Las familias pueden proporcionarles mantas. Los detenidos ocupan algunas habitaciones todavía en proceso de transformación. Todo el edificio está también en reparación; instalamos duchas, lavabos; las habitaciones están todas repintadas y renovadas. Hermosa enfermería en preparación: espacioso, claro, bien ventilado.
Calculo que dentro de dos meses los trabajos principales estarán terminados y los prisioneros podrán ocupar las partes norte y sur. Por el momento trabajamos intensamente en la renovación de este edificio para asegurar lo más pronto posible una apariencia de comodidad.
En el interior del edificio, dos patios cuadrados bastante espaciosos. Frente al monasterio, una espacio amplio que sirve como lugar de recreo y comedor.
Durante mi visita, todos los detenidos (cabellos cortos, pantalones grises, camisa kaki) fueron reunidos en el patio. Hablé con algunos y se quejaron del trabajo agotador, sobre todo para personas que no están acostumbradas a ese tipo de trabajo; y sobre todo de la comida insuficiente «justa para no morir».
La leche es completamente desconocida. Por la tarde, un grupo de trabajo dirigido por soldados armados desciende al pueblo de Orihuela y se encarga de las compras de alimentos.
El director de este campo de trabajo es un hombre activo, inteligente, habiendo trabajado como director en otras varias prisiones.
En resumen, no tenemos la impresión de una disciplina de hierro; más bien una apariencia de «dejar ir». Definitivamente y bajo circunstancias excepcionales, un trabajo de remodelación en curso.
Si los detenidos están hoy en malas condiciones, podemos asegurar que, de aquí a dos meses, este establecimiento será uno de los más modernos de la zona leal.
Cuenta cumplida. (Nuestra ficha: G. 546 PNC/val.). Quien declaró ser el único alemán en este campo.
El citado director era Manuel Díaz Duque; utilizando palabras de posguerra: «hombre de nobles sentimientos, caballeroso, que tenía simpatías por el salvador Movimiento Nacional».
El subdirector y administrador se llamaba Virgilio Fuentes Alonso; otro «católico muy reservado que se mostró firme entusiasta del triunfo de las tropas Nacionales y su Caudillo y condenó los crímenes y destrucción marxistas».
Los presos conocían las preferencias de Díaz Duque y de sus colaboradores y no dudaron en involucrarlos en todos los planes conspiratorios contra la República.
No hubo preso que no tuviera madrina, ni familia acomodada que no hubiese tomado a su cargo uno por lo menos. Las cestas con provisiones y golosinas no faltaban nunca en la puerta del penal, y gracias a esta generosa y caritativa actitud de la mujer de esta tierra fue llevadera la situación de los reclusos.
Además se organizó un servicio de alojamiento de las familias que venían a visitarlos. Ayudó mucho a esta piadosa obra la inteligente y hábil conducta del jefe del penal, que secundó maravillosamente aquella labor sin despertar las sospechas de los dirigentes rojos.
Don Manuel Díaz Duque, que así se llamaba este funcionario, estaba en trato continuo conmigo, descubriéndome sus pensamientos y secundándome con toda lealtad e interés, sirviendo a la causa nacional con gran sacrificio y eficacia.
No dejaba de acudir un rosario de gentes cargadas de cestas y paquetes que formaba como un sendero de hormigas por las rampas que conducen al Seminario.
Las citas anteriores pertenecen al libro «De mi vida: hombres y libros», del oriolano José Martínez Arenas, publicado en Valencia en 1963.
Las madrinas estaban organizadas, como en el resto de España, en torno a «Socorro Blanco», entidad nacida en enero de 1933, en el seno de la Comunión Tradicionalista.
Esta organización estructurada a nivel local, contaba con numerosas mujeres que, en memoria de la reina carlista, Margarita de Borbón, adoptaron el nombre de «Margaritas».
Concebido inicialmente como medio de ayuda entre carlistas, durante la Guerra Civil apoyaron económicamente y escondieron a derechistas, religiosos y otros perseguidos por el Frente Popular. También prestaron apoyo a los presos y a sus familias, trabajando en la clandestinidad mediante grupos aislados apoyados y financiados en secreto por los propios vecinos y simpatizantes.
Enero de 1933: Del enemigo el consejo, suele decirse; y efectivamente del enemigo tenemos que aprender muchas cosas los que militamos en el campo de las derechas.
Los prisioneros comunistas cuentan con una organización económica mediante la cual recaudan lo que llaman «socorro rojo». Tomando lección del ejemplo de nuestros contrarios en ideologías, se ha determinado hacer permanente esta cuestación en favor de los nuestros perseguidos, fundando esta comisión recaudadora con el nombre de «socorro blanco», en contraposición del «socorro rojo» que los comunistas y sindicalistas tienen admirablemente organizado.
La delegada de dicha organización en Orihuela fue María Bautista Pérez de Torres, quien construyó un elaborado refugio en el Paseo tapiando dos habitaciones con una entrada camuflada y con salida a una vivienda contigua. Como nota anecdótica, yo nací en esa casa veinticinco años después de terminar la guerra.
Martínez Arenas afirma también que el comportamiento de Díaz Duque no despertaba sospechas entre las autoridades; pero las denuncias por trato de favor a los reclusos fueron numerosas y el gobernador llegó a encargar un informe que fue realizado por la Comisaría de Inspección y Vigilancia.
El documento que el inspector Perfecto Palacios (otro que luego cambió de bando) dirigió al alcalde es muy revelador. Os transcribo un resumen y dejo el original en el anexo documental.
La mayoría de los reclusos ostentan de forma provocativa medallas, escapularios y santocristos. Esta misma tarde se han contado más de cien.Hay un preso condenado a catorce años que baja diariamente al pueblo sin ninguna vigilancia y hasta hace unos días ha sido el que guardaba el cuarto de armas, teniendo en su poder una llave de dicha dependencia.
A la hora del rancho, unos reclusos comentaban: El día que triunfen los nuestros, algunos se van a comer el correaje y las barrigas.
La mayoría de los reclusos tienen navajas en su poder y el régimen de prisiones no se cumple ni por asomo, hay vigilantes que bajan con los reclusos y ofrecen a estos copas de coñac.
El médico destinado por la Dirección para el establecimiento, sólo ha subido el día que tomó posesión, haciendo sus servicios un médico recluso que tiene habitaciones particulares y un ordenanza.
Los reclusos echan directamente en el buzón de correos sin pasar por la censura.
Los reclusos se vanaglorian diciendo a los empleados que preparen bien el penal pues va a servir para los rojos.
Al comunicar al director estos desmanes, contesta que no hay que hacer caso, que había Orden Ministerial de tratarles con toda consideración y respeto.
En octubre de 1937, ante las repetidas quejas, la Inspección Provincial de Prisiones inició un expediente para depurar las supuestas irregularidades en el Campo de San Miguel.
A consecuencia del mismo, el funcionario Santiago López Fernández fue trasladado a la Prisión de Jaén pretextando una lesión cardíaca que le dificultaba el ascenso por la empinada cuesta de la de Orihuela.
Lo cierto es que la Alcaldía se había quejado de su comportamiento ofendiendo a un guardia municipal.
Inspección Provincial de Prisiones. Aclaración. En el número 78 de «Nuestra Bandera» correspondiente al día 6 de octubre apareció un suelto en el que con referencia a las diligencias que se vienen practicando en el Campo de Trabajo de Orihuela, para depurar supuestas irregularidades, se aludía a determinaciones adoptadas con algún funcionario y se establecía el supuesto de que todas estas diligencian dieran por resudado que «la cuerda se rompiera por lo más delgado».
Por si esta alusión, como parece, hace referencia al traslado del vigilante de dicho Campo de Trabajo, don Santiago López Fernández, a la Prisión Jaén es de justicia consignar que, si se ha procedido al traslado del referido funcionario es porque en la Dirección General de Prisiones existe instancia del interesado de fecha 25 de Agosto último, solicitando traslado a otro establecimiento fundándose en que una lesión cardíaca le molesta para prestar servicio en el Campo de Trabajo de Orihuela establecido en un lugar muy alto al que hay que llegar a pie subiendo una pronunciada cuesta.
Y también porque la Alcaldía de Orihuela, en fecha 17 de septiembre último, informó de que el citado funcionario «se inmiscuyó en asuntos de índole municipal que a él no interesaban, llegando incluso a ofender a un guardia municipal a las órdenes de dicha alcaldía».
Al recibirse esta denuncia en la Dirección General de Prisiones, y teniendo en cuenta la petición de traslado del interesado, hechos ambos acaecidos con anterioridad a la iniciación de expediente en el Campo de Trabajo de Orihuela, se consideró conveniente destinar a Don Santiago López Fernández a la Prisión de Jaén, donde sus servicios, por razones especiales del momento podían ser de utilidad.
En la Dirección General de Prisiones no se tenía como es natural, ninguna noticia de que el citado funcionario Don Santiago López Fernández estuviese relacionado con el expediente que se instruye respecto al régimen del Campo de Trabajo de Orihuela pues, como queda dicho, el traslado se debe a hechos anteriores a este expediente. Alicante, 15 de Octubre de 1937.
A comienzos de 1938 el Partido Comunista redactó un informe denunciando que tan sólo tres vigilantes custodiaban a 1.400 reclusos; estando incapacitados para efectuar cacheos, formaciones y cualquier otro acto disciplinario con el agravante de que en el locutorio, al carecer de reja metálica, los presos podían sacar las manos entre los barrotes recibiendo todo tipo de objetos de los visitantes.
Tampoco encontraban dificultades los presos para celebrar misas; teniendo en cuenta que el director convivía con sus hijos y un sobrino a los que daba clase un fraile recluso conocido como el padre Demetrio.
Era tal la familiaridad con los «fascistas», que el día de su santo acudieron a felicitarle en grupos de cinco en cinco, recibiendo cigarros «Farias» y cajetillas de tabaco.
En contestación a su escrito interesando informe de la conducta político social del empleado de prisiones MANUEL DÍAZ DUQUE, he de manifestarle que durante su permanencia en el Campo de Trabajo de esta ciudad observó buena conducta con los detenidos; oían misa todos los días, cosa que consentía y veía con sumo gusto.
También les facilitó armas a los detenidos por si les eran necesarias en los últimos momentos, todo ello durante la época roja. Es persona completamente afecta a la Causa Nacional. Dios guarde a Vd. Muchos años. Orihuela 13 de enero de 1940.
En la primavera de 1938 el director Díaz Duque dio un paso más involucrándose directamente en «la quinta columna» (este término nació cuando el general Mola enumeraba las fuerzas disponibles para asediar Madrid.
A las cuatro columnas que hacia allí se dirigían añadió una quinta formada por los simpatizantes al alzamiento que desde dentro de la capital trabajaban para ellos en la clandestinidad).
El dirigente falangista José Mallol, detalló en sus memorias cómo negoció con el director para unirlo al complot que acabaría tomando la ciudad de Orihuela para las tropas de Franco.
Le pido audiencia al director y cuando voy a verle, le hablo sin tapujos: Se quien es usted y como piensa, el hombre es hijo de las circunstancias y éstas le han traído a usted aquí.
Le comunico lo que se está preparando en la calle, a la espera de que las fuerzas nacionales lleguen al Mediterráneo. Quisiera que con la misma franqueza con la que yo le he hablado, me contestase.
¿Qué actitud será la suya si esto llega a producirse? ¿Estaría Vd. con nosotros? o ¿querrá tratar de capear el temporal para jugar a cartas descubiertas?, tenga en cuenta que aquí somos un millar de hombres desesperados y es muy peligroso querer jugar con nosotros.
Le ruego me mande llamar para comunicarme cual es su actitud y si es afirmativa como espero, ponernos a trabajar de inmediato en la empresa, que ha de anticipar el fin de la guerra.
Tres días después, me llama el director, dice que está con nosotros y que cuando llegue el momento, ya dará instrucciones. Le dije que, o yo no me había sabido expresar o él no me había entendido. Si lo que esperamos se produce, el que daría las órdenes sería yo y Vd. hará que se cumplan.
Yo represento aquí a la Falange y como jefe de ella actúo y no me es posible admitir, ya que mi organización no toleraría, ninguna autoridad superior a la mía.
Mientras estemos en el interior del edificio, Vd. aparentará ante los reclusos ser la máxima autoridad; pero no será así, si hay que actuar yo asumiré el mando. Nos dimos la mano como caballeros y acto seguido, le dí instrucciones.
En Orihuela, una de las ciudades con más solera carlista de España, la Comunión Tradicionalista no aceptó fácilmente el decreto de unificación con Falange Española dictado por Franco.
Ángel García Rogel y Juan Villaescusa, como miembros más destacados del carlismo local, mantuvieron el liderazgo sobre los presos «requetés», aceptando que el dirigente falangista José Mallol, jefe provincial de Falange en la clandestinidad y por lo tanto elemento de mayor rango, asumiese el mando.
Trasladado Mallol a Valencia, no es de extrañar que Ramón Pérez, afirmara que en el Penal de San Miguel, «don Ángel García Rogel, mandaba más que el director de la cárcel».
Estudiando el resto de los informes políticos redactados tras la «liberación» comprobamos que los oficiales de prisiones y maestros profesionales destinados en San Miguel eran abiertamente afectos al caudillo; y no ocultaban su simpatía y adhesión al «Glorioso Movimiento Nacional».
Hasta el punto que uno de ellos se consideraba tan fascista como el que más; y otro, antes de la guerra había pertenecido a la Comunión Tradicionalista de Cartagena.
Os he dejado unos cuantos informes sobre el comportamiento de todos los funcionarios en el apartado documental.
La conducta demostrada por los funcionarios con los cautivos, fue calificada de «intachable y caballerosa, demostrando un trato de bondad, simpatía y benevolencia».
Se preocupaban de la alimentación hasta el punto de que en agosto de 1938, el concejal Ambrosio Durá, pidió a la dirección del Campo de Trabajo que ocultase el reparto de pan entre los reclusos ante la carencia del mismo para la población local.
También les dejaban celebrar misas y recibían información puntual a través de prensa y radio. Los jueves y los domingos eran días de comunicación y los cautivos, recibían las visitas de sus familiares o de las «madrinas» de Socorro Blanco.
Pongo en conocimiento que anoche se presentó en esta inspección Emilio Sempere Cabrero, el que denunció al cabo Casanova que, en San Miguel, en la 3ª ventana del último piso de la derecha, ha visto que hacen señas con las luces en sistema Morse, y que tiene interés en que se vigile. El denunciante habita en el Hospital de Sangre de esta ciudad. Salud y República.
Los encargados de los talleres no obligaban a trabajar a los presos más de lo que querían. El maestro zapatero del Campo pertenecía al Partido Comunista y se las arreglaba para informarles de los acuerdos que tomaba dicho partido.
Sólo hemos encontrado un par de informes negativos; como el de un maestro carpintero al que acusaban por «amonestar severamente a los presos por cosas insignificantes y hacerles realizar trabajos fuera del penal que luego cobraba él».
La actitud de los dirigentes del campo fue premiada por los vencedores al acabar la contienda. En abril de 1939, el director, Manuel Luque, fue nombrado inspector central de Prisiones y ocho meses después, inspector de Prisiones de Canarias.
El subdirector, Virgilio Fuentes Alonso, emprendió una exitosa carrera que comenzó en el Campo de Totana, manteniendo su rango. Al cerrar éste en 1943, pasó al Penal de Chichilla y en 1958 dirigía la Cárcel de Mujeres de Valencia.
A partir de abril de 1939 el penal se llenó de presos del otro bando; como el propio Miguel Hernández. Dos años sirvió como cárcel franquista.
Los condenados, según reza en otro informe que encontraréis en el anexo, salieron el 20 de junio de 1941 con destino a Formentera (Baleares) y al Reformatorio de Adultos de Alicante.
Los pendientes de sentencia marcharon a la Prisión Fábrica número 2 de Elche.
El seminario oriolano volvió a su función original y fue rehabilitado por el arquitecto Serrano Peral entre los años 1946 y 1951.
Antonio José Mazón Albarracín. «Ajomalba».
Basado en el libro «La II República y la Guerra Civil en Orihuela, Vistas desde el Puente de Rusia».
Anexo documental. Archivo Municipal de Orihuela: