Archivo de la etiqueta: Jesuitas

Jesuitas en Santo Domingo 1. (1868-1873).

Santo Domingo. Marie de Lavernade (1860). Dibujo carboncillo y témpera. Colección Javier Sánchez Portas.

El regreso de los jesuitas a Orihuela.

Exclaustrados los dominicos en 1836, su impresionante edificio quedó en manos del Estado hasta que fue cedido al Obispado de Orihuela. Concretamente a Pedro María Cubero y López de Padilla, en marzo de 1864.

Pedro María Cubero López de Padilla

Desde su nombramiento como prelado oriolano en 1859, Cubero proyectaba abrir un centro de segunda enseñanza en la capital de su diócesis. Es por ello que, inmediatamente, solicitó el edificio de los predicadores para tal menester. Pero no quería un colegio de jesuitas. A don Pedro le inspiraban poca confianza los hijos de San Ignacio y prefería a los escolapios de San José de Calasanz.

La Paz. 18 de octubre de 1859: Parece que el Ilmo. Sr. Obispo de Orihuela ha sido autorizado a instancias suyas, para crear un colegio de PP. Escolapios en el notable edificio que ocupaban en Orihuela los extinguidos monjes de la orden de Predicadores.

Hay constancia de unas obras de reparación aprobadas en 1862 y terminadas en el verano de 1863; poco antes de la teórica cesión.

La Correspondencia de España. 9 de octubre de 1862: Se ha recibido en Alicante, aprobado por la superioridad, el presupuesto formado para llevar a cabo las obras de reparación del convento de Santo Domingo de Orihuela, que encierra tanta belleza artística, siendo también el edificio por sí mismo una verdadera joya del arte.

El Pensamiento español. 7 de noviembre de 1862: Ha sido aprobado por la superioridad el presupuesto formado para llevar a cabo las obras de reparación del magnífico edificio que fue convento de Santo Domingo de Orihuela, hoy destinado a biblioteca y museo, visitado por los reyes a su paso por aquella ciudad. La suma que se destina a aquel objeto asciende a 32.000 reales, debiendo salir inmediatamente a licitación pública las obras proyectadas.

La Correspondencia de España. 16 de agosto de 1863: Ya se han terminado las obras de reparación que se estaban ejecutando en el ex-convento de  Santo Domingo de Orihuela, donde se hallan establecidos el museo y la biblioteca provincial.

Pero la entrega real y definitiva se retrasó hasta octubre de 1867. Y fueron jesuitas los escogidos para retomar la educación en Orihuela cuando casualmente se cumplían cien años de su expulsión, en 1767.

En su monumental trabajo sobre la Compañía de Jesús en la Historia Contemporánea, Manuel Revuelta atribuye la decisión de Cubero a la influencia de la familia Roca de Togores y a las dudas de los escolapios ante un proyecto de tal envergadura.

El imparcial. 21 de diciembre de 1867: La Revista comercial de Alicante ha oído decir que se piensa establecer una comunidad de jesuitas en el ex-convento de Santo Domingo de Orihuela.

La España. 9 de abril de 1868: En la última sesión celebrada por la junta de Obras públicas de la provincia de Alicante, se informó favorablemente el proyecto de reparación del exconvento de Santo Domingo de Orihuela.

La Correspondencia de España 15 de julio de 1868: Se ha pedido al señor rector de la universidad literaria de Valencia autorización para establecer en la ciudad de Orihuela un colegio de segunda enseñanza dirigido por padres jesuitas, para cuyo planteamiento solo falta, según parece, llenar las formalidades del expediente.

En la primavera de 1868, tras varios tira y afloja, la junta provincial autorizó las reformas pertinentes y el prelado puso en marcha un colegio de jesuitas en el edificio de Santo Domingo bajo la advocación de San Estanislao de Kotska.

A pesar de las reservas iniciales, Cubero hizo buenas migas con los hijos de San Ignacio; y con mucha ilusión se dedicaron a preparar el primer curso en el nuevo colegio.

A mediados de septiembre abrieron las aulas con más de un centenar de alumnos externos y los internos reseñados en el siguiente listado, publicado en 1922:

Catálogo general 1872-1922. AMO.

La Paz. 30 de julio de 1868: Desde Orihuela. Están para terminar las obras que el Excmo. e Ilmo. Señor obispo de esta diócesis, con el entusiasmo que le es tan propio y en fuerza al amor a las ciencias y a las artes que tanto le caracteriza, emprendió, hace algún tiempo en el edificio, convento que fue de Santo Domingo y universidad literaria de la ciudad de Orihuela, con el objeto de prepararlo para un colegio de segunda enseñanza.

En su consecuencia, la instalación de éste, bajo la dirección de padres jesuitas y con el nombre de Colegio de San Estanislao, tendrá lugar, Dios mediante, en el próximo año literario; y serán admitidos en él, no solo alumnos internos con sujeción al reglamento impreso que se ha principiado ya a circular, sino también externos.

Aún estaban organizando las primeras clases cuando «la Gloriosa» se llevó por delante a Isabel II y a la Compañía de Jesús. La orden para disolver el colegio llegó de la capital y los jesuitas se marcharon pacíficamente por orden de la junta provincial, con gran disgusto de la población.

Hay que tener en cuenta que los liberales y republicanos locales eran minoría. En Alicante, provincia con clara mayoría republicana, se decía que Orihuela era «el pueblo más levítico de España, el más carlista y guarida de jesuitas».

La Paz. 3 de octubre de 1868: La Junta revolucionaria interina de Alicante ha acordado pasar una comunicación a la Junta revolucionaria de Orihuela para que disuelva desde luego el colegio establecido en aquella ciudad con el nombre de San Estanislao, mandando que en el término de 24 horas salgan de la provincia los padres Jesuitas que en él se encuentran.

Dentro de una fuerte campaña anticlerical, el 12 de octubre de 1868 el Ministerio de Gracia y Justicia ordenó la supresión de la Compañía de Jesús, cerrando definitivamente todos sus centros y colegios. Desde ese momento, los individuos de dicha orden no dependían de sus antiguos superiores y no podían volver a reunirse en cuerpo ni comunidad; ni siquiera usar el hábito.

Despojado de sus profesores, el obispo se vio obligado a entregar el edificio a un delegado del gobierno; y no me creo que su actitud fuese tan benevolente como asegura la siguiente noticia.

Colegio de Santo Domingo en 1863. Colección Javier Sánchez Portas.

 La Correspondencia de España. 8 de febrero de 1869: Con la conducta de la mayor parte de los obispos y los cabildos, forma contraste la del señor obispo de Orihuela que ha prestado un gran servicio a las letras. Apenas se presentó el comisionado del gobierno para la incautación, lo recibió con aquella benevolencia propia de los patriarcas, le manifestó que obedecía con gusto las órdenes del ministro de Fomento, le entregó la biblioteca, y aún le indicó que visitase la del seminario.

El comisionado, que era el Sr. García Aguado, le contestó que el propósito del gobierno era solamente facilitar el uso público de la riqueza literaria; que las bibliotecas de los seminarios estaban exceptuadas de la incautación porque eran útiles a los estudiantes y públicas en muchos puntos, y que no se trataba de arrancar de las provincias, en beneficio de Madrid toda esta riqueza, sino de distribuirla convenientemente para bien de todos, de manera que la biblioteca episcopal de Orihuela sería probablemente agregada a la pública de la misma ciudad. Así es la verdad: a Madrid solo vendrán aquellos objetos que puedan considerarse como nacionales, quedando en las provincias todo lo demás.

La revolución había suprimido la Compañía; pero no expulsado a sus miembros. Estos se fueron recolocando de manera discreta, organizándose en pequeños grupos. Y muchos volvieron a la enseñanza; ocupación donde tenían experiencia y prestigio.

Cuando el obispo retomó el proyecto volvió a pensar en los escolapios. Pero al enterarse de que algunos jesuitas planeaban abrir un centro educativo en Alicante que podría hacerle la competencia, los volvió a llamar para que se encargaran de su colegio en Orihuela.

Catálogo general 1872-1922. AMO.

Regresaron gustosos en 1872; el mismo año que comenzaba la III Guerra Carlista. La comunidad de jesuitas encubiertos estaba compuesta por dieciséis individuos: cinco sacerdotes, cinco profesores licenciados en Filosofía y media docena coadjutores dedicados a tareas auxiliares. En los listados del Catálogo General publicado con motivo de su cincuenta aniversario, aparecen catorce nombres:

Rector: Hermenegildo Jacas. Padres: Francisco Alvarado, Baltasar Homs, José Mª Lasquibar, Gregorio Pano, Jorge Manuel Pérez, Santiago Pérez y Martín Rando. Hermanos: Domingo Barcóns, Juan Canudas, Joaquín Cid, Francisco C. Gálvez, José Jeremías y Ramón Niumbó.

Catálogo general 1872-1922. AMO.

El curso se inició puntualmente el lunes 16 de septiembre, como colegio episcopal, con el nombre de Santo Domingo. Y se desarrolló con relativa normalidad contando de nuevo con el apoyo y cariño de la sociedad oriolana, que veneraba a los jesuitas. Los alumnos del curso 1872-73, según el Catálogo General antes citado, fueron los siguientes:

Aguilera de Hernández de Tejada, Carlos. / Aguilera de Hernández de Tejada, Domingo. / Alpañés Altamira, José. / Arnaldo Gálvez, José. /Arronis Huertas, Bernardino. / Bueno Llopis, Ángel. / Cañizares Rodríguez, Ramón. / Capelo Villorín, Federico. / Cartagena Albero, Joaquín. / Carretero Rebollo, Inocencio. / Carrió Puigcerver, Bartolomé. / Castaños López, Luis. / Castejón Paredes, Francisco. / Celdrán Cánovas, Alejo. / Clavarana Garriga, José Casto. / Coig Rebagliato, Carlos. / Coig Rebagliato, Juan. / Company Urquijo, Enrique. / Costa Navarro, Leopoldo. / Cubí Reig, Manuel. / Duréndez Moltó, Antonio. / Duréndez Moltó, Joaquín. / Fernández Martínez, Miguel. / Ferrer Oms, Baldomero. / Foulquier Bassás, Manuel. / García de Buranda, Balbino. / Garriga Soler, Mariano. / Gea Martínez, Rufino. / Gijón Maseres, Francisco. / Gil Hernández, Miguel Mª. / Giménez Austria, Pedro. / Grifol Aliaga, José. / Grifol Aliaga, Máximo. / Gómez Valdivia, José. / Gutiérrez Escolano, Cándido. / Huertas Gómez, José. / Huertas Gómez, Mariano. / Ibáñez Aliaga, Daniel. / Iborra Martínez, Antonio. / Jacas Maseres, José. / López Pinzón, José. / López Pozas, José. / Lucas Lucas, José. / Luis Alegre, Ángel. / Luis Alegre, Severiano. / Maciá Pomares, Antonio. / Manresa, Carmelo. / Marín Guzmán, Emilio. / Martínez Molera, Luis. / Martínez Pérez, Camilo. / Maseres Munoz, Joaquín. / Maseres Munoz, José. / Mata Melgares, Pedro. / Mazón Mollardo, Carlos. / Mejías Rebagliato, Francisco. / Melgar García, Tomás. / Michelena Rogel, José. / Molina Escobedo, Federico. / Molina Escobedo, Francisco. / Mora Martínez, Antonio. / Moreno de Alba, Serafín. / Moreno Núñez-Flores, Joaquín. / Moreno Pastor, Santiago. / Navarro de Cuenca, José. / Parra Rodríguez, Luis. / Pascual de Bonanza P. de B., José. / Pascual del Pobil Martínez de M., Luis. / Pascual del Pobil Martínez de M., Mariano. / Pascual del Pobil M. de Medinilla, Rafael. / Pastor Soto, Manuel. / Payá Pérez, Rafael. / Pérez Grau, José. / Pérez Martínez, José Antonio. / Pérez Vidal, Pablo. / Puche Laborda, Miguel. / Quílez Richart, Pablo. / Ramírez Meseguer, Rafael. / Rebollo Manzanares, José Manuel. / Richart Quílez, Vicente. / Rico Mora, Calixto. / Ripoll Rodríguez, Paulino. / Riquelme Escudero, José Antonio. / Roca de Togores Roca de Togores, Diego. / Roca de Togores Téllez de Girón, Jaime. / Roca de Togores Téllez de Girón, Luis. / Roca de Togores Téllez de Girón, Mariano. / Rogel Lebrés, Manuel. / Rojas (de) Pascual de Bonanza, Juan. / Ros García, Mariano. / Rubio Berná, Lucio. / Sáenz Pizana, Felipe. / Salazar Botella, Francisco. / Sandoval Bassecourt, Alfonso. / Sánchez Baeza, Leandro. / Turón Bosca, Vicente. / Valls Lacárcel, Juan. / Zerón García, Luis. / Zerón García, Mariano.

El turbulento año de 1873 en Orihuela.

Sátira Amadeo de Saboya.

El 11 de febrero de 1873, cansado de soportar a sus nuevos súbditos, Amadeo de Saboya abandonaba España. Inmediatamente se dio por hecho que su abdicación significaba la proclamación de la República.

Al día siguiente se reunía de urgencia el Ayuntamiento de Orihuela para dar lectura a un telegrama del gobernador recibido a la una de la madrugada. En él les anunciaba la renuncia del rey, la proclamación de la República y el listado de ministros que componían la flamante asamblea soberana; exigiendo encarecidamente que mantuviesen el orden en la población.

Recibida la noticia, acordaron informar a los oriolanos publicando bandos y edictos; convocaron a la banda municipal para una cívica celebración; retiraron el cuadro de Amadeo del salón de sesiones y colgaron en los balcones la bandera republicana.

Eran momentos muy complicados en los que Orihuela vivía bajo la amenaza directa de las partidas carlistas. Sus incursiones paramilitares provocaban saqueos y violentos ataques, especialmente contra liberales y republicanos, que se sentían indefensos.

El Constitucional. 15 de febrero de 1873: Anteayer fue vilmente asesinado en Orihuela, como dijimos en nuestro número de ayer por las turbas carlistas, el consecuente liberal D. Antonio Gutiérrez, concejal elegido por el sufragio universal. El desgraciado recibió un balazo en el pecho que lo dejó muerto en el acto, regando el suelo con sangre liberal.

El Constitucional. 20 de febrero de 1873: Ayer, según tenemos entendido, llegó a esta capital una comisión de verdaderos republicanos de Orihuela a manifestar que, para resistir a los carlistas era indispensable que proporcionen armas a los republicanos y liberales de siempre, pues de lo contrario aquella populosa ciudad está vendida, a consecuencia de haberse repartido doscientos cuarenta fusiles entre los más decididos partidarios del carlismo.

La Paz. 21 de febrero de 1873: Sabemos que el señor gobernador civil de la provincia de Alicante ha dirigido al alcalde de Orihuela el siguiente telegrama: Gobernador a alcalde: Enterado de su telegrama. Dé V. las gracias en nombre del gobierno a todas las autoridades que han contribuido con sus esfuerzos a rechazar las partidas carlistas. He puesto en conocimiento del gobierno ese suceso que tanto enaltece a los liberales de Orihuela y le encarezco la necesidad de que se proporcione a ese vecindario armas para su defensa.

Propaganda anti carlista.

Durante el año 1873, una partida carlista formada por entre 300 y 600 hombres a las órdenes de Joaquín Aznar se movió libremente por la provincia. En Orihuela contaban con muchos partidarios; principalmente en la huerta; donde encontraban auxilio en forma de armas, víveres, dinero y muchas veces con voluntarios que se unían a la facción.  Los fusiles que el gobierno repartía entre los liberales, acababan muchas veces en manos de los rebeldes.

El Constitucional. 3 de abril de 1873: Según nos escriben de Orihuela ha sido asesinado, recibiendo un trabucazo, el consecuente liberal D. Luciano Vinal y también ha sido herido su hijo. Esta hazaña de los carlistas ha tenido lugar apenas ha salido de aquella ciudad la Guardia civil que la guarnecía.

La Paz. 5 de abril de 1873: Sabiendo las autoridades de Orihuela que de los 400 fusiles entregados a los voluntarios había desaparecido una gran parte, dispusieron anteayer un reconocimiento, del cual no aparecieron más que 70 fusiles.

El Gobierno ha  dispuesto que se remitan a Orihuela otros 200; con encargo especialísimo de que sólo sean entregados a las personas de cuyos antecedentes liberales y honrados no pueda dudarse. Suponemos que los 330 fusiles que faltaban estarán ya en poder de los carlistas.

A mediados de junio se supo que otro centenar de oriolanos se habían incorporado a una partida carlista; y que esta había sido dispersada por los voluntarios de la República con ayuda de la Guardia Civil. Hicieron catorce prisioneros que, en su huida, arrojaron boinas, municiones y cananas.

Tal era el grado de aceptación del carlismo en Orihuela que las autoridades pidieron ayuda al Ejército, temiendo que el pueblo intentase liberar a los guerrilleros cautivos.

El 14 de julio se proclamó la independencia del Cantón Murciano. Cartagena era el núcleo del federalismo en España y su ayuntamiento fue sustituido por una junta revolucionaria. El Regimiento de Iberia, los Cazadores de Mendigorría y otros jefes militares se unieron al famoso revolucionario Antonio Gálvez.

Sátira de la I República. Pi y Margall presidente.

El Gobierno. 28 de julio de 1873: El alcalde de Orihuela dice con referencia a viajeros llegados a Murcia, que en Monteagudo hay sobre 300 insurrectos con dos piezas de artillería, esperando mayores fuerzas para caer sobre Orihuela.

El Constitucional. 29 de julio de 1873:  Anteanoche salieron de esta capital (Alicante) a las órdenes del brigadier gobernador militar de la provincia, fuerzas de infantería, carabineros y guardia civil en dirección a Orihuela, hacia cuya ciudad pensaba dirigirse, según se dijo, Antoñete Gálvez con una columna de insurrectos de Cartagena.

Es de suponer que, en vista de la actitud en que se han colocado los habitantes de aquella ciudad, y del auxilio que les lleva la autoridad militar, las fuerzas invasoras del cantón murciano, mudarán de propósito pues parece que no quedaron muy satisfechas del recibimiento que se les hizo en Lorca, de donde fueron rechazadas con justa indignación. No creemos que los cantones federales que tengan el derecho de exigir socorros pecuniarios con las armas en la mano, de las provincias limítrofes.

Ayer mañana salió el inspector de vigilancia con dirección a Orihuela, en donde parece que se ha recobrado la tranquilidad, pues Antoñete Gálvez, no se ha dirigido a aquella ciudad.

Esta última información era errónea. Si Orihuela no tenían suficiente con contener a los carlistas, los cantonalistas cartageneros pusieron también sus ojos en la fértil huerta del Segura y atacaron por sorpresa. La situación era completamente caótica. Os dejo dos narraciones de aquel acto de rapiña: la gubernamental, en los partes telegráficos; y la de los revolucionarios cantonales, en su diario oficial.

El Cantón Murciano. 30 de julio de 1873: En Orihuela parece que se han reconcentrado algunos guardias civiles. Si es para encargarse del servicio de su instituto, las autoridades del cantón serán gustosos que lo recorran; pero si se presentan en son de guerra, el cantón murciano que todavía no ha visto derramar la sangre de ninguno de sus hijos, se verá en la triste necesidad de expulsarlos o rendirles a obediencia.

La Paz. 31 de julio de 1873: Decía «El Cantón Murciano» de ayer: A las doce de esta noche pasada, salió de Cartagena una expedición militar importantísima de la que recibiremos noticias en breve. Dispuestos a rectificar en cualquier inexactitud, añadiremos que esa expedición se hallaba en la madrugada de ayer en Orihuela, donde sorprendió a la Guardia Civil, con cuya fuerza trabó lucha en la que tomó parte la artillería resultando muertos y heridos de ambas partes, afortunadamente en escaso número.

El grueso de la fuerza de la Guardia Civil, mandada por el Gobernador Militar de Alicante, Sr. Ruiz Piñero, logró retirarse, no pudiendo hacer lo mismo el corto número de los de caballería que se hallaban en la posada de Pisana, que fueron hechos prisioneros por la fuerza de Gálvez. De Murcia salió también ayer mañana una columna con los cañones, pero según nos aseguran, no pasaron de la Aparecida. En Orihuela fue, según se dice, reinstaurada la junta revolucionaria.

Posada de Pizana. Colección Javier Sánchez Portas.

La Independencia Española. 31 de julio de 1873: Alicante. He aquí los partes oficiales del ataque a Orihuela: 30 (10 mañana). Gobernador delegado a ministro Gobernación. Según noticias telegrafista de Orihuela, llegadas fuerzas insurrectas, tropa línea con artillería de Cartagena. Colisión con Guardia civil. Cada uno sostiene sus puestos. Hace un rato suspendiose fuego. Hay algunos heridos. Autoridad militar y yo procuramos enviar refuerzos.

Estoy estación telegráfica. 30 (11,25 mañana). El delegado del gobierno civil en Orihuela, en telegrama de las 10,50 mañana dice lo siguiente: «No habiendo puesto el alcalde las avanzadas que se le habían ordenado, una fuerza de 800 soldados se ha presentado en la plaza de la Constitución (la Plaza Nueva), tomando las posiciones más importantes.

La plaza de la Constitución o Plaza Nueva en el XIX.

La Guardia civil, que ha sabido por mí la novedad y que estaba alojada, no ha podido reunirse más que en número de unos 70 hombres, los que se han batido como leones, si bien hemos tenido que ceder ante el número y posición ventajosa del enemigo; pero haciendo esfuerzos supremos he podido poner este telegrama.

Ha cesado el fuego; puedo asegurarle la muerte de un soldado y otro herido y algunos guardias. Ignoro el paradero del brigadier y de la mayor parte de la Guardia, que en retirada se habían posesionado de las posadas. La caballería, sorprendida en la posada, no ha tomado parte. Inmensa la responsabilidad que pesa sobre el alcalde. Noticias telegráficas de Orihuela, y que no las garantizo, según me han dicho, brigadier ha salido por la carretera de esa.

Me han dicho que la caballería ha sido desarmada. Unos cuantos guardias han huido, otros escondidos y otros prisioneros. No respondo de la exactitud de todo esto. Necesitamos refuerzos con urgencia, y solo quedan 100 hombres en plaza y castillo.»

El Cantón Murciano. 1 de agosto de 1873: ORIHUELA. Lo avanzado de la hora en que ayer hizo su entrada en ésta la columna expedicionaria que cayó sobre Orihuela la mañana del 30, nos impidió reseñar el brillante comportamiento de los soldados y voluntarios ante la resistencia que desde el primer momento encontraron de la guardia civil.

Había citada una compañía de voluntarios de Murcia en la estación del ferrocarril, distante de Orihuela más de dos horas, y reunidas las fuerzas de Iberia y parte de Mendigorria, dirigidas por Pernas, Carreras y Real, todas al mando de Antonio Gálvez, se presentaron en el pueblo a las cinco y media de la mañana, encontrando unos 180 guardias civiles a punto de formarse en la plaza, algunos otros en varias casas y unos 40 carabineros de caballería en completo descuido.

Las fuerzas federales entraron llevando a su cabeza a la compañía de voluntarios de Murcia, que lo solicitó con empeño y mandaba un cuñado de Gálvez, y detrás el regimiento Iberia, dirigiéndose por otro extremo las dos compañías de Mendigorria al mando de su jefe, ciudadano del Real. No bien observaron los carabineros la llegada de fuerzas y comprendieron su importancia, en vez de acudir en busca de sus caballos, adoptaron aptitud pacífica gritando: ¡todos somos unos! y el capitán expresó que se entregaba voluntariamente.

Seguía avanzando la columna y a la vista del grupo de guardia civil, el Brigadier Piñeiro, gobernador militar de Alicante, jefe de las fuerzas centralistas, dio la voz de fuego, que encontró mucha vacilación en los primeros momentos, pero que al fin fue obedecida.

Entonces los valientes voluntarios rompieron el suyo y con los soldados se arrojaron denodadamente sobre la plaza, donde se produjo una dispersión no del todo desordenada, puesto que aun pudieron reunirse unos 130 en los primeros pasos de la carretera de Alicante, merced a la ligereza de sus maniobras, sostenidas por el empeñado fuego que hacían desde cada esquina y barraca de las que cruzaban en su retirada.

Al brigadier Piñeiro le agarró por la faja un cabo del ejército federal metiendo el brazo por una ventana baja; éste le disparó su revólver y el cabo mencionado le soltó; viéndose ileso apuntó con su carabina y falló el tiro; aún le hizo otro disparo; estaba distante sin ros ni espada, refugiándose en el grupo de guardias que lejos ya del pueblo, le montaron en una burra blanca.

Un guardia a quien del Real suplicó se entregase prometiéndole cariño, contestó descargando su fusil, cuya bala rozó la cabeza de Real, por lo que un soldado que acudió, le mató instantáneamente de un tiro a poca distancia. Dicho jefe contribuyó mucho a que sus soldados no se ensañaran en los fugitivos que se negaban a entregarse, por lo que se hicieron sólo unos 14 guardias prisioneros entre ellos un oficial, además de los 40 carabineros con sus caballos entregados.

Hubo sin embargo que deplorar la desgracia de cinco guardias muertos y nueve heridos, teniendo los federales un soldado muerto, dos heridos (uno gravemente en el pecho y otro en el brazo que le fue amputado) y ademas recibió una grave herida en un muslo el capitán de voluntarios, cuñado de Gálvez.

Dos compañías federales que había en Monteagudo acudieron tarde a la estación y se decidieron a acercarse al pueblo cuando supieron el resultado. Los voluntarios de Murcia causaron admiración al ejército por su arrojo, y los soldados brillaron en su competencia con los famosos hortelanos. Los jefes y oficiales ganaron  en valor a todos, y su dirección inteligente hubiese completado el éxito al haber conocido el terreno.

Concluida la misión, el ex-coronel Pernas dirigió el siguiente telegrama a la estación de Alicante: El coronel Pernas al ministro de la Guerra. Tomado Orihuela. En mi poder 20 caballos de Guardia Civil y carabineros con sus jinetes y armas, e incluso el caballo del brigadier y el de su hijo; además 15 guardias, de Infantería; varios muertos y heridos. Mi fuerza entusiasmada. Tres cuartos de hora de fuego. Marcho sobre Alicante.

Pero en Alicante le esperaban un gran contingente de tropas, por lo que se dio la vuelta en Albatera y, tras recaudar diez mil duros entre los oriolanos, regresó a Cartagena.

Con el ayuntamiento a la fuga, se hizo cargo del gobierno municipal una junta revolucionaria hasta que el delegado del Gobernador Civil pudo nombrar a un grupo de “personas de orden” de distintas procedencias políticas. El 17 de agosto suspendió a los antiguos concejales, acusados de alteración del orden público y abandono de sus obligaciones. Y nombró un ayuntamiento provisional encabezado por Federico Agrasot. Un consistorio que, como podemos comprobar, no podía pagar ni a los maestros.

El magisterio español. 10 de septiembre de 1873: Cierre de escuelas. Los maestros de ambos sexos de la ciudad de Orihuela han cerrado las escuelas por no poder continuar desempeñando sus funciones sin comer, y han dirigido una exposición a las autoridades participándoles del hecho y la causa de tal resolución.

Orihuela en 1862. Colección Javier Sánchez Portas.

El 17 de septiembre, después de saquear Granja de Rocamora y Cox, donde quemaron el registro civil, una partida carlista aterrorizaba de nuevo a Orihuela inutilizando previamente el telégrafo para incomunicarlos. Ante aquella nueva amenaza, un destacamento del Ejército, que por entonces sitiaba Cartagena, tuvo que acudir para ponerlos en fuga.

La Paz. 20 de septiembre de 1873: Ayer corrió la noticia de que había empeñada lucha entre fuerzas carlistas y liberales hacia el campo de la Matanza, donde se aseguraba se oía fuego, indicándose algunos detalles más, sin duda forjados por desocupados. Anoche fue desmentida oficialmente esa noticia por telegrama del alcalde de Orihuela.

La ayuda llegó tarde. Los carlistas se colaron de nuevo hasta la cocina con el apoyo de sus numerosos partidarios locales. Y cargaron bien sus alforjas. Demasiadas pulgas para un solo perro.

Partida Carlista. Pintura de Ferrer Dalmau

El Constitucional. 27 Setiembre 1873: Orihuela. A las cinco y media de la mañana de hoy, han entrado en esta las dos partidas carlistas de Rico y Aznar sin disparar un tiro y apoderándose en el acto de la casa de ayuntamiento. En esta ocasión ha sucedido lo mismo que en la entrada de Toñete y en la primera de Aznar; sorpresa y pura sorpresa a pesar de estar gravando el presupuesto con las dietas de la gente movilizada que tiene el ayuntamiento para solo alarmar al vecindario: pues en cuanto llega el momento preciso se eclipsan y no se encuentran por ninguna parte.

Como tienen tantas simpatías en esta localidad las ideas que defienden ambos cabecillas, tan luego se apercibieron de que estaban aquí los carlistas, hubo repique general de campanas, música por las calles tocando la marcha real en medio de las demostraciones más entusiastas de sus innumerables partidarios y algún que otro muera escapado de recalcitrantes que se avenían mal al propósito de los más de que no hubiese ningún insulto.

Por lo demás, fuera de tres carros de cajones de tabaco y 12.000 reales que han tomado de la Administración de Rentas; 10.000 reales y el secuestro del cobrador de Contribuciones; 3.000 reales del Registro de la propiedad; 20 caballos de particulares; 71 mantas morellana y la quema del registro Civil, la de todos los documentos y antecedentes del reparto para cubrir el déficit Municipal con algún que otro efecto de la casa Ayuntamiento.

Más bien parecía que el vecindario se disponía a presenciar una gran fiesta o torneo que la entrada de una facción en son de guerra según el semblante jovial con que discurrían por la población desde la más encopetada señora, hasta la más humilde trapera.

En fin, ha sido un gran día de jolgorio para los carlistas, si no se les hubiera aguado en lo mejor de su entusiasmo, con la noticia de que venía fuerza en su persecución; lo cual les ha obligado a marcharse a las diez y media, llevándose sobre 150 hombres que se le han unido aquí.

Como dato para la historia no quiero dejar de decirle que de los liberales de pega que nos ingirió el partido radical en su paso por el poder, sobre 15 de ellos se han ido con la partida, siendo lo más notable que el municipal del Alcalde Radical D. Félix Lafuente que se dice, fue el que hirió a D. Antonio Gutiérrez, consecuente y antiguo liberal, ha sido el primero que ha soltado la máscara liberal con que le adornaron los radicales de aquí y se ha marchado con la partida, después de romper en casa del escribano la causa que se le formó por aquel delito, y de robarle a D. Carlos Coy el caballo.

La expulsión. Noviembre de 1873.

Cuando comenzó el curso de 1873 en el Colegio de Santo Domingo la situación de España era completamente caótica. A las guerras carlistas y coloniales se habían unido las cantonales. Alicante había sido bombardeada por barcos del cantón de Cartagena y Orihuela saqueada dos veces en menos de dos meses.

Manicomio Nacional. Sátira 1873.

Tras los ataques de cantonalistas y carlistas, el gobernador había ordenado mantener vigilancia constante en los puntos más elevados durante el día, y avanzadas de noche, con peatones dispuestos para el momento en que avistasen la aproximación de fuerzas carlistas. Y dado el caso, armar a la población para que se hiciesen fuertes en el edificio que les pareciese más seguro hasta la llegada de las tropas de la República.  

Como ya he dicho varias veces, Orihuela era una ciudad profundamente carlista en una provincia mayoritariamente republicana. Recordemos que, el propio Carlos, primer pretendiente tradicionalista, había costeado un convento de salesas sobre el solar del colegio de los jesuitas expulsados. Y sin embargo, el diputado por Orihuela era el comerciante alicantino Juan Maisonnave, miembro del Partido Republicano Democrático Federal, fundado por su hermano Eleuterio Maisonnave, ministro de la Gobernación.

El Constitucional. 28 de octubre de 1873: Tenemos entendido que el señor Gobernador de la provincia o algún delegado suyo deben salir de un momento a otro para Orihuela con fuerza de la guardia civil. Según nos han asegurado, el objeto principal de esta visita es activar el cobro de las contribuciones.

El Constitucional. 30 de octubre de 1873: En nombre del Sr. Piñango, nos contesta ayer el periódico semioficial de esta localidad, negando sea cierto que el gobernador de la provincia o un delegado suyo piensen salir con fuerza de la guardia civil para Orihuela. El señor gobernador no ha necesitado ni necesita salir a activar el pago de las contribuciones, porque desde su despacho sabe hacer cumplir las órdenes de la superioridad y a los alcaldes con sus deberes.

Durante la segunda semana de noviembre, un retén de voluntarios de la República estuvo merodeando el colegio, molestando a padres y profesores con la excusa de proteger a la ciudad de cualquier sorpresa carlista.

El día trece alguien denunció a los jesuitas; y el alcalde, que ya no era el que nombró el gobernador en agosto, sino Luis Muñoz, estaba seguro en el ajo. El catorce por la tarde avisó de que no acudiría el retén porque habían llegado a Orihuela fuerzas de la Guardia Civil.

Las dos formas de ver la república enfrentadas.

A partir de aquí vamos a repasar a través de la prensa diez días complicados y poco conocidos en la historia del Colegio de Predicadores; apoyándonos básicamente en dos diarios alicantinos: uno republicano liberal y el otro republicano federal.

El Constitucional. 16 de noviembre de 1873: Última hora: Ayer tuvieron que marchar precipitadamente a Orihuela varios padres de familia a recoger a los niños que tenían en el colegio de jesuitas establecido en dicha ciudad. Según hemos oído decir, se ha mandado cerrar dicho colegio y han sido reducidos a prisión y conducidos a Murcia el director y los profesores; habiendo quedado tan solo uno encargado de entregar los colegiales a sus familias. Se decía anoche que en aquella ciudad había alguna efervescencia a consecuencia de este suceso que ha excitado naturalmente la atención pública.

El 15 de noviembre a la una y media de la madrugada, el alcalde se presentó en el colegio acompañado del delegado de orden público, del secretario del gobernador, setenta guardias civiles y un grupo de voluntarios de la República en lo que parecía ser una redada. La turba armada actuó con nocturnidad para que la ciudad no se enterase de lo que estaba pasando.

La orden de desalojo la traía el secretario del gobernador; pero la voz cantante era la del propio alcalde quien ordenó a los jesuitas que desalojasen el edificio en diez minutos y se subiesen a un coche que les esperaba en la puerta.

A la pregunta de a dónde los llevaban, respondieron: al exilio. Trece de los dieciséis miembros fueron desalojados y conducidos por la fuerza. En el colegio solo quedaron dos coadjutores y un enfermo de tuberculosis en estado terminal.

Llegaron a Murcia a las siete de la mañana y fueron presentados en el Gobierno Civil. El gobernador, ajeno a todo lo ocurrido, telegrafió al Ministerio de la Gobernación pidiendo instrucciones. Allí le contestaron que el destino final de los jesuitas era Cádiz. Probó a colocarlos temporalmente en la residencia del obispo murciano; pero ante la negativa de éste a aceptarlos, fueron alojados en casas particulares; quedando en libertad bajo palabra.

El Gobierno. 18 de noviembre de 1873: Por disposición del gobernador de Alicante han sido conducidos a Murcia 13 sacerdotes procedentes del colegio de jesuitas establecido en Orihuela, regresando el que se creyó menos caracterizado entre ellos para estar al cuidado de dicho establecimiento. El gobernador de Murcia dispuso que no fuesen conducidos a la cárcel, sino al palacio del obispo; pero habiéndose negado a ello la autoridad eclesiástica, han sido alojados con todas las precauciones convenientes en algunas casas de particulares que se ofrecieron a responder de su seguridad.

Por la mañana la noticia corrió como la pólvora y muchos oriolanos se congregaron en torno al colegio mostrando su desacuerdo con la expulsión. Algunos padres de alumnos llegaron a viajar a Madrid para protestar por semejante atropello que dejaba a sus hijos sin colegio con el curso empezado.

El Constitucional. 18 de noviembre de 1873: El viernes (14) salió de Alicante para Orihuela el secretario de este gobierno de provincia D. Carmelo Navarro, acompañado del inspector de vigilancia, y llegaron a dicha ciudad ya entrada la noche. A las once se presentaron en el convento donde se halla establecido el colegio, acompañados del alcalde y fuerza de guardia civil, e inmediatamente fueron admitidos en su interior; los guardias se situaron en los claustros, y las autoridades referidas intimaron a los padres jesuitas la orden de prisión: protestaron estos de la violencia y representaron que tenían que devolver y responder a los padres de familia el sagrado depósito de los hijos que les habían confiado, y solicitaron inútilmente que se les permitiese quedar a dos de ellos, custodiados de la manera que se creyese oportuno, durante algunos días a fin de entregar los colegiales a sus parientes y encargados.

La orden era terminante, y a las 12 de la noche salieron en un coche para Murcia, acompañados por el señor secretario y la fuerza pública. Al despertar los niños al día siguiente, fueron entregados por la autoridad local a los encargados o amigos que tenían en Orihuela, habiendo casa que ha alojado 8 y 10 colegiales. No sabemos las causas que han motivado esa detención; pero indudablemente habrán sido graves, dada la forma con que se ha llevado a cabo.

Dícese que se acusa a los jesuitas de tener inteligencias con los carlistas, falta grave en hombres que deben estar y creíamos estaban dedicados exclusivamente a la enseñanza y a la caridad. Orihuela con no tener ese colegio pierde bastante; también pierden bastante los padres de familias que educaban allí sus hijos: por eso repetimos, es más de deplorar que los que tenían la misión de la enseñanza y de la caridad cristiana, se consagrasen a atizar nuestras discordias civiles, si es cierto, que nosotros no lo sabemos, que favorecían la causa carlista.

Al día siguiente de este suceso, es decir el sábado, murió uno de los padres jesuitas que se hallaba en el convento gravemente enfermo. Los que fueron conducidos a Murcia han quedado en clase de detenidos en casas particulares, y ayer se dijo que ya estaban en libertad; pero esto debe ser una equivocación, debida sin duda a no haber sido encarcelados.

El domingo por la noche llegó a Orihuela el prefecto de la orden, a hacerse cargo de lo ocurrido y a arreglar los negocios que dependían de los padres jesuitas. La conducta pública de estos sacerdotes y la manera como se conducían en la población y con los colegiales era digna del mayor elogio: eso hemos oído de labios liberales y por lo tanto nada sospechosos en el asunto de que nos ocupamos.

En Orihuela la indignación fue creciendo alimentada por la prensa, que hizo públicos algunos detalles de crueldad innecesaria; como que uno de los maestros, enfermo de tuberculosis y ya con los santos óleos recibidos, había fallecido ese mismo día. Acusaron de inhumanidad al alcalde y al Gobierno Civil por su comportamiento con aquellos sacerdotes y con los propios niños que despertaron con el colegio desmantelado y sin sus cuidadores.

Aun así, «el Constitucional» abrió al principio un margen de duda ante las acusaciones de simpatía con el carlismo. Pero no les pareció oportuno equiparar a estos sacerdotes con los religiosos que empuñaban las armas contra el gobierno.

El Constitucional. 20 de noviembre de 1873: Parece que el alcalde Sr. Muñoz y el delegado del gobernador, trataron a aquellos sacerdotes sin miramientos y que no se guardó con ellos consideración alguna, mientras que por noticias particulares que hemos recibido, y otros datos auténticos, resulta todo lo contrario. También se afirma en ella que el gobernador de esta provincia quiere enviar a dichos sacerdotes a Cádiz y de allí a Ultramar, cosa que en verdad se nos resiste creer.

Reproducir como una aclaración de aquellos hechos la circular insertada el 17 de setiembre en el Boletín Oficial que solo se refiere a los sacerdotes que empuñan las armas en favor de D. Carlos, o que desde el púlpito provocan a la rebelión y a los que predican animadversión al gobierno y a sus representantes, nos parece que es autorizar a que se dude de la razón que sin duda ha asistido a la primera autoridad de la provincia para proceder del modo que lo ha hecho.

Nosotros deploramos que se haya cerrado ese centro de enseñanza, y lo deploramos, por los padres de familia que habían confiado la educación de sus hijos a aquellos sacerdotes, y creemos que si hay pruebas de que esos eclesiásticos conspiraban contra el actual orden de cosas, merecen un severo castigo, pero no acertamos a comprender cómo es que han quedado simplemente arrestados y en libertad de circular por Murcia, hombres a quienes se tienen sin duda por peligrosos.

Anoche oímos decir que el señor ministro de la Gobernación desaprueba la conducta del alcalde de Orihuela, señor Muñoz, en la manera de llevar a cabo la prisión de los jesuitas. No salimos garantes de la verdad de la noticia que solo acogemos como un rumor que no extrañamos, dada la independencia de carácter y rectitud del Señor Maisonnave.

La actuación oriolana se dividió en tres frentes: Por un lado el ayuntamiento envió una comisión a Madrid abogando por los jesuitas; por otro los padres de los alumnos se entrevistaron con el Ministro de Gobernación, el alicantino Maisonnave, cuyo hermano, como hemos dicho, era diputado por Orihuela; y con el presidente Castelar quien a su vez recibió una carta abierta del Obispo de Orihuela que fue publicada por la prensa.   

El Constitucional. 21/Semanario católico 22 de noviembre de 1873: COLEGIO DE ORIHUELA. Sigue preocupándose la opinión pública, de los misteriosos sucesos de Orihuela. La prisión del Rector y profesores del Colegio de segunda enseñanza de dicha ciudad, ha tenido por consecuencia la clausura de aquel centro de enseñanza, establecido al amparo de las leyes, montado con el mayor esmero e inteligencia, a expensas del Sr. Obispo de la diócesis.

Tenía este colegio gran número de discípulos, por los conocimientos científicos y literarios que difundía, por el método de enseñanza y por la necesidad que sentía la provincia de un establecimiento de esa clase. Deploramos pues sinceramente su clausura, y no acertamos a comprender por qué no se han conciliado las exigencias que han motivado la prisión de los 13 sacerdotes con los intereses del establecimiento, y muy particularmente con los de tantos padres de familia que tenían confiados sus hijos a aquellos profesores.

Sobre este importante extremo, el señor Obispo de la diócesis ha dirigido al, señor presidente del Poder Ejecutivo y al señor ministro de la Gobernación la razonada exposición que tenemos el gusto de reproducir:

Colegio de Santo Domingo.

Excmo. Señor presidente del Poder ejecutivo de la nación. El obispo de Orihuela, que suscribe, se ve hoy en el imprescindible caso de acudir a V. E. con el doloroso motivo que respetuosamente expone: Hace año y medio que venía funcionando un colegio de segunda enseñanza creado por mí, en la que fue universidad convento de dominicos de esta ciudad, cuyo magnífico edificio de todos celebrado, me lo reservó con este objeto cuando hice la cesión canónica de los bienes de mi diócesis con arreglo al concordato de 1851, librándolo indudablemente por este medio de la ruina que irremediablemente le hubiera sobrevenido, y proporcionando un medio de útil y provechosa enseñanza a la numerosa juventud de esta ciudad y de toda la provincia y limítrofes, con las demás ventajas que siempre llevan consigo esta clase de establecimientos.

El colegio de cuya creación di conocimiento al Gobierno supremo, llenaba los deseos y esperanzas de los innumerables padres de familias que habían puesto a sus hijos bajo la dirección y escuela de buenos profesores buscados por mí, que si bien eran de origen de la Compañía de Jesús, estaban reunidos o colegiados únicamente como simples eclesiásticos sujetos a mi autoridad, sin otra misión ni más objeto que el del ejercicio de su noble magisterio y del auxilio esmerado que además pudiesen prestar al pueblo en sus necesidades religiosas.

Y aquí, Excmo. Señor, séame permitido dar un testimonio de justo reconocimiento por lo bien que lo han desempeñado, no solamente a satisfacción mía, sino con la general aprobación, aplauso y hasta entusiasmo de cuantos han tenido ocasión de admirar el orden, la moralidad, ilustración y religiosidad de sus prácticas, ejercicios y notables adelantos. Pues bien Excmo. Señor, este colegio que, en su favor llevaba tan recomendables condiciones, y que merecía la aceptación y encomios de la generalidad de las gentes, cuya voluntad se había ganado a costa de sus esfuerzos y trabajo.

Este colegio, repito, fue ocupado a las doce de la noche del día 15 del corriente por la autoridad de esta población auxiliada de fuerza armada en cumplimiento, según se dice, de orden superior, y sin más tiempo que el absolutamente preciso y sin el menor conocimiento que se me hubiese dado, fueron presos su Rector y profesores, deportándolos seguidamente a la ciudad de Murcia sin haberles manifestado la causa y motivos de su precipitada prisión.

Creo, Excmo. Señor, que estos, deben ser muy graves o importantes cuando han dado lugar a una determinación tan apremiante, tan general y tan silenciosa, a pesar de las consideraciones debidas a tantos niños que allí se encontraban, y de las consecuencias y sustos que pudieran apoderarse de tan tiernas o inocentes criaturas. Graves habrán de ser cuando han dado lugar a una medida de tanta trascendencia, que yo la respeto y respetaré, considerándola como emanada del poder supremo.

Y además de la ocupación del colegio y deportación de su Rector y profesores, se me asegura que se ha formado inventario de todo lo que en dicho colegio existe, sobre cuya medida he reclamado a esta autoridad sin resultado hasta esta fecha, porque todos los efectos, útiles, enseres y servicio del establecimiento es absolutamente mío como costeado a mis expensas, sin que ni la Provincia, ni el Municipio hayan contribuido en nada para ello, porque si algunas personas generosas me han ayudado para llevar a cabo tan provechoso objeto, de cuenta mía será entenderme con ellos.

Reclamo pues con todo el derecho de rigorosa justicia que todo se me entregue por ser notorio que es de mi exclusiva propiedad. Dios guarde a V. E. muchos años Orihuela 17 de noviembre de 1873. Excmo. Sr. Pedro María, Obispo de Orihuela. Exmo. Sr. Presidente de Poder ejecutivo de la nación y Excelentísimo Sr. Ministro de Gobernación.

Las autoridades en Madrid y en Alicante, después de tanto descontrol federalista, estaban tratando de ofrecer una nueva imagen de orden y justicia. Ya sólo “El Nuevo Municipio”, órgano del Partido Republicano Federal, consideraba justa la medida aplicada según ellos a “unos sacerdotes a cuyo cuidado estaban centenares de niños para recibir educación y que al paso de una partida carlista por delante del colegio había dado vivas a la religión y a Carlos”.  

El Municipio. 1873.

El municipio. 21 de noviembre de 1873: Las autoridades de la provincia no han querido cerrar el colegio de Santo Domingo de Orihuela, ni es su ánimo que queden sin instrucción esos centenares de niños. El señor Gobernador de la provincia ha dado ya orden, y a estas horas debe de  estar cumplimentada, para que le sea entregado al Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo, el local del colegio con todos sus enseres, y su Ilustrísima podrá, disponer su apertura cuando guste, poniendo a su frente a los profesores que tenga por conveniente; pero que se ocupen sólo de dar instrucción, apartándose de enseñar cosas enteramente extrañas a las materias que comprende la enseñanza, bien sea superior o elemental.

Los jesuitas declararon que todas las acusaciones eran falsas y culparon al alcalde; cuya denuncia estaba basada intencionadamente en un malentendido. Que los “vivas” a la religión y a Estanislao, atribuidos por los republicanos al conocido jefe carlista que operaba en Alicante, Estanislao Bolinches, eran en realidad un homenaje al santo jesuita cuya festividad celebraban el 13 de noviembre.

Alegaron que los oriolanos estaban muy contentos con su trabajo y que el colegio funcionaba perfectamente bajo el amparo del obispo. Y sus argumentos convencieron al ministro y al gobernador.

El Constitucional. 22 de noviembre de 1873: Sucesos de Orihuela. Dice el colega ministerial que las autoridades de la provincia no han querido cerrar el colegio de Santo Domingo de Orihuela y que ya se han dado las órdenes para que se entregue al Excmo. e Ilmo. Señor Obispo el local y todos sus enseres, pudiendo disponer su apertura y poner a su frente los profesores que tenga por conveniente; pero añade a guisa de dómine, que aquellos solo deben ocuparse de dar instrucción, apartándose de enseñar cosas enteramente extrañas a las materias que comprende la enseñanza, bien sea Superior o elemental.

Es pues lógico suponer que El Nuevo Municipio entiende que la prisión de los 13 sacerdotes ha sido ordenada por el señor ministro de la Gobernación y ejecutada por el señor gobernador de la provincia por medio de un delegado, acompañado del inspector de orden público y el alcalde, Sr. Muñoz, y de fuerza de guardia civil y voluntarios, sólo porque en aquel colegio se enseñaban cosas enteramente extrañas al programa de enseñanza: ¿qué cosas serán esas?

No podemos entrar a examinar esos hechos; pero El Nuevo Municipio ofrece ocuparse ampliamente del asunto, y le agradeceremos que en sus aclaraciones no olvide decirnos por qué no existe expediente gubernativo anterior a la prisión y se procede ahora a formarlo para justificar los procedimientos dictatoriales; por qué motivo aquellos peligrosos sacerdotes pasearon libremente por Murcia inmediatamente después de su prisión; y por último desearíamos saber si la prisión del escribano de Elche, José Gómez, llevada a cabo la misma noche que la de los sacerdotes, y conducido del mismo modo a Murcia en virtud de órdenes que a su paso por Elche dejó el delegado del gobernador, tiene alguna relación con los sucesos del colegio de Sto. Domingo.

Hoy debe trasladarse a Orihuela el Sr. Gobernador de la provincia; No sabemos si este viaje estará relacionado con la entrega del edificio del colegio de Santo Domingo y los enseres y efectos de que se incautó el alcalde de aquella ciudad.

El gobernador civil de Alicante, que ya había ordenado la devolución de las llaves al obispo, decidió viajar personalmente a Orihuela para impartir justicia. Norberto Piñango llevaba dos meses y medio en el cargo; y formaba parte de los republicanos moderados alicantinos que buscaban controlar la situación con el apoyo de los conservadores, garantizando el orden y la propiedad después de tanta locura.

El político viajó personalmente a Orihuela y constituyó un nuevo ayuntamiento cuyo primer acuerdo fue restituir el colegio y nombrar a Piñango hijo adoptivo. Junto al obispo pronunció un discurso desde el balcón de la Posada del Sol, entre vítores y aclamaciones de los oriolanos que llenaban la calle de los Hostales, donde estaba emplazada dicha posada.

En cuanto a los jesuitas, regresaron fortalecidos, casi como héroes. El rector había pensado volver a Orihuela como salieron; discretamente durante la noche para evitar desórdenes públicos por parte de los ciudadanos que los esperaban ansiosos. Pero el nuevo ayuntamiento afirmó que toda la ciudad estaba conmovida y que la injuria pública exigía una reparación pública.

Una comisión presidida por el alcalde viajó a Murcia y los trajo la tarde del día 25. Por el camino se tropezaron con carros y tartanas de oriolanos que habían salido a recibirlos y así entraron en la ciudad, entre ovaciones y vivas del pueblo.

El Constitucional. 27 de noviembre de 1873: COLEGIO DE SANTO DOMINGO DE ORIHUELA. No hay ya necesidad de que el nuevo municipio se moleste en decirnos los motivos que obligaron a la autoridad a tomar las medidas que tomó para que abandonasen los señores jesuitas el colegio. Los dignos profesores que por disposición gubernativa fueron extrañados a Murcia, regresaron anteayer a Orihuela, y el mismo señor gobernador les instaló de nuevo en el colegio de Sto. Domingo.

Este acto de severa justicia le enaltece y le ha conquistado las simpatías generales de aquella ciudad. El Sr. Piñango ha tenido ocasión sin duda de comprobar personalmente, lo calumnioso de la delación de que fueron víctimas aquellos ilustrados sacerdotes. Así proceden los hombres de corazón. El señor gobernador debe estar satisfecho; todos le concederán desde hoy más su confianza; porque verán en él, a la par que el enérgico y decidido campeón del orden y de la libertad, el hombre recto y justiciero. Reciba nuestra más cordial enhorabuena, y se la damos también a los habitantes de la bella ciudad del Segura por la reapertura de aquel centro de enseñanza.

Según nos escriben de Orihuela, la estancia en aquella ciudad del Sr. Gobernador civil D. Norberto Piñango, ha sido fecunda en satisfactorios resultados. Sabido es que son dificilísimas las circunstancias por que atraviesa aquella población, en la cual, como en otras muchas, la administración municipal se halla abandonada, debido sin duda a que de algún tiempo a esta parte atienden los ayuntamientos más a las contiendas políticas que a las cuestiones administrativas, lo cual es su verdadera misión.

Presentada la dimisión del último ayuntamiento, el Sr. Piñango se ha visto obligado a constituir otro; y en tan ardua tarea ha obrado, según nos aseguran, con el mayor pulso; pues prescindiendo por completo de afecciones políticas, ha convocado a todos los hombres de arraigo del partido liberal, sin pararse en matices de bandería, y ha constituido un ayuntamiento en el que figuran concejales de varias procedencias políticas, si bien todos liberales, que es lo que allí importa más.

He aquí los nombres de los que forman el nuevo ayuntamiento. Alcalde. —Antonio Esquer.  Tenientes de alcalde. — José Bueno. — Tomás García Ródenas. — Francisco López García. —Federico Agrasot. —Luciano Bora.— Ramón Mesples.  Concejales. — José Maseres.—Tomás Soler, —Julián de Torres.—Manuel Pastor.— Félix Lafuente.—Francisco Hones.—Francisco Germán.— Honorio Alegre.—Manuel Alfaro.—Alfonso Ferrer. — Manuel Escudero.— Carlos Martí. — José Martín.— José Sánchez.—Antonino Ibarra.— José Brotóns.—Vicente Moreno.

Hasta el diario republicano federal tuvo que rendirse a la evidencia narrando los hechos sin poner ninguna pega, sin aportar ninguna crítica. Alabando el comportamiento del gobernador y su actuación en Orihuela.

El nuevo municipio. 28 de noviembre de 1873: El viaje del señor gobernador por medio de una carta de un anónimo amigo de Orihuela. El viaje del señor gobernador ha sido una continuada ovación. En todos los pueblos por donde ha pasado la primera autoridad de la provincia. Entró en Orihuela el día 24 y acto continuo, con una actividad propia de su carácter, hizo que el alcalde convocase al ayuntamiento, e inmediatamente se reunió éste, acordando presentar la dimisión.

Aceptada que fue, al momento se ocupó, de acuerdo con las personas de más significación y simpatías entre los partidos liberales, de los individuos que habían de constituir la nueva municipalidad, y lo realizó con tal acierto, que se ha granjeado la estimación y el más profundo agradecimiento de todos los habitantes de Orihuela, que ansían entrar en una era de paz y de tranquilidad, única manera como los pueblos pueden desarrollar su vida y fomentar, sus intereses.

Constituido el municipio con elementos procedentes de todos los partidos liberales dio pruebas de que al formarlo no han existido las miras egoístas de bandería pues solo se ha inspirado el Sr. Piñango en el bienestar de nuestra querida población. Estoy seguro que esta fecha se recordará con alegría por todos, y así lo ha manifestado el pueblo que, al tener conocimiento de lo que se estaba efectuando, ha hecho pública la satisfacción con que recibía el nuevo ayuntamiento, prorrumpiendo en vivas al señor gobernador.

Pero donde el entusiasmo traspasó los límites naturales, fue cuando accediendo a los reiterados ruegos del ayuntamiento, que a su vez, lo hacía en nombre del partido liberal, participó que los jesuitas volverían. Los contribuyentes y gran número de personas de todas clases de la sociedad, se dirigieron en coches y galeras a Murcia.

Al regresar, como el pueblo en masa había rodeado la casa donde estaba hospedado el Sr. Piñango, salió al balcón, desde donde le dirigió la palabra, siendo saludado con aplausos entusiastas, e interrumpido varias veces por los trasportes de alegría a que se entregaban la multitud allí reunida.

El Sr. Obispo por su parte, se presentó también en el balcón y con elocuentes frases dijo que la misión del pueblo se reduce a cuidar solícito de sus familias y de sus haciendas, siendo siempre modelo de honradez y de respeto y de obediencia a las autoridades.

Por la noche se le hizo una magnífica serenata y después la música recorrió las calles entonando «La Marsellesa». Se me ha dicho que el Obispo dio ayer en San Miguel un viva a nuestro común amigo el ministro de la Gobernación, que fue calurosamente repetido.

El destituido alcalde, Luis Muñoz, se vio obligado a dar explicaciones; desentendiéndose por carta abierta de aquella polémica actuación cuya responsabilidad atribuyó íntegra a las autoridades provinciales.

La Correspondencia de España. De Orihuela, con fecha 28 de noviembre, nos escribe D. Luis Muñoz diciendo que es en efecto cierta la noticia que dimos de haberse dispuesto por el gobernador civil de Alicante la reapertura del colegio de Santo Domingo de Orihuela, restituyendo a él los mismos profesores que fueron capturados el día 16 de noviembre y conducidos a Murcia; pero que no es cierta la especie que atribuye al alcalde de Orihuela culpabilidad que no tiene, toda vez que el Sr. Muñoz, primera autoridad local a la sazón, no hizo más que concurrir a presenciar el acto de la captura de dichos profesores auxiliando al delegado de la autoridad superior de la provincia, que con la fuerza de la guardia civil se presentó en dicha ciudad la noche del citado día, y cuyo auxilio le prestó obedeciendo el superior mandato.

La Ilustración Española y Americana. 1874.

El municipio. 29 de noviembre de 1873: Nuestro activo corresponsal de Orihuela, nos remite la carta que tenemos el gusto de reproducir a continuación. Querido amigo: Continuando lo que ayer dije a V. respecto del viaje del señor Piñango a esta ciudad, debo manifestarle, que en su visita al colegio de Santo Domingo fue seguido de una multitud inmensa que le aclamaba sin cesar.

En este establecimiento, donde ha permanecido largo rato, ha sido recibido por el rector y por las personas más notables de la población, que una vez más le han demostrado el afecto que ha sabido conquistarse, en todos los partidos.

Olvidaba decir a V. que el ayuntamiento, en su primera sesión, le ha declarado hijo adoptivo de nuestra ciudad. A su salida de Orihuela, le han acompañado gran número de vecinos, hasta cerca de un kilómetro de la población, y hasta Cox, el señor obispo, el alcalde don Antonio Esquer, D. Carlos Bianchi, varios concejales y otras personas distinguidas. Con esto concluyo mi compromiso de darle cuenta de cuanto aquí ocurriese, y deseando se afirme la paz y tranquilidad de que tanto necesita esta población.

A cuenta de los jesuitas, el republicano Piñango se dio un buen baño de masas y se metió en el bolsillo a una población muy conservadora y monárquica. Su populista comportamiento y el de sus superiores con el obispo de Orihuela y los hijos de San Ignacio fue recordado seis años después por «El Eco de la Provincia».

El eco de la provincia. 19 de septiembre de 1879: ¿Pues no se atreve El Graduador de ayer a decirnos que sus amigos no han favorecido a los Padres Jesuitas de Orihuela? ¡Qué cosas tiene el diario neo-moderado- posibilista! 

Diga, hermano: ¿Quién en 1873 restituyó a los Jesuitas al colegio de Santo Domingo de Orihuela? Una orden del Sr. Castelar, Presidente de la República.

Diga, hermano: ¿Quién públicamente estrechó la mano de los Reverendos Padres de la Compañía de Jesús brindándoles protección cuando en 1873 entraron en Orihuela? El Sr. Piñango, Gobernador de esta provincia nombrado por el Gobierno de la República.

Diga, hermano: ¿Quiénes en 1873 saludaron con vítores y aclamaciones al delegado del Gobierno del Sr. Castelar, porque volvió los Jesuitas al Colegio de Santo Domingo? Muchos republicanos de Orihuela.

Diga, hermano: ¿Por qué en 1873 nuestro dignísimo señor Obispo dio un cariñoso abrazo al señor Piñango en el balcón de la posada del Sol de Orihuela? Porque su Excelencia Ilustrísima quiso de este modo dar un público testimonio de su gratitud al Gobierno de la República, por la protección que éste dispensó a los padres de la compañía de Jesús restituyéndolos a su Colegio de Orihuela.

Diga, hermano: ¿Quién aumentó el número de los alumnos en el Colegio de los Jesuitas? El mismo republicano Sr. Piñango que tuvo el buen acuerdo de entregar a un hijo suyo para que lo educasen estos padres.

Diga, hermano: ¿Quién calificó de carlistas a los Jesuitas? Un diario republicano que se publicaba en Alicante titulado El Nuevo Municipio.

Diga, Hermano: Y ¿quién justificó después con escritos laudatorios la restitución de los hijos de San Ignacio a su colegio de Orihuela? El mismo Nuevo Municipio, diario republicano que se publicaba en esta capital en 1873.

Lea El Graduador la colección de este periódico correspondiente al mes de Noviembre de aquel año, la protección que les dispensó entonces; y este señor debe estar satisfecho porque no ignora que los Jesuitas ruegan por él para que persevere en los religiosísimos propósitos que manifestó a su paso por las esferas gubernativas.

Ya ve pues, El Graduador, como sus patronos favorecieron a los hijos de la Compañía de Jesús ¿Tan poca memoria le queda al diario neo moderado posibilista, cuando tiene necesidad que nosotros le recordemos los hechos?

Según el Catálogo General citado varias veces, a la plantilla inicial del colegio se unieron en 1873:

Los padres: J. Francisco Dalmases, Martín Juan, Bernardo Requeséns y  José Salvans. Y los hermanos: Santiago Codina y Pablo Guilá.   

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba 2021).

Cuando se van a cumplir 150 años de la fundación del Colegio de Santo Domingo.

Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas y J. Manuel Dayas.

Justo García Soriano 2. (1894-1901).

Justo García Soriano. Traseras de Santo Domingo. Montaje Ajomalba.

Nací hace treinta y cinco años en Orihuela de una familia burguesa poco acomodada. Mi buen padre era perito agrónomo y empleado de aquel Ayuntamiento. Me complazco en apuntar mi modesto origen, porque si yo fuera capaz de sentir orgullo, esta humildad nativa sería mi mayor motivo de vanagloria: lo poco que soy y lo nada que valgo lo debo a mi constancia y a mi propio y exclusivo esfuerzo.

Noticia crítica y auto-biográfica. AMO LJGS.

En este país del nepotismo y del tanto tienes, en el que cualquier hidalguete de gotera desciende de don Pelayo y en el que todo se suele esperar de la herencia o de la lotería, del padre alcalde, de la mano y de las aldabas del padrino o de la diosa casualidad, no es poco el poder ufanarse uno, aun siendo insignificante, de ser hijo de sus obras…  

Justo García Soriano. «Noticia crítica y autobiográfica».

Justo García en el Colegio de Santo Domingo.

Colegio Santo Domingo en 1863. Colección Javier Sánchez Portas.

Exclaustrados los dominicos en 1836, su impresionante edificio quedó en manos del Estado hasta que fue cedido al Obispado de Orihuela en marzo de 1864. Cuatro años después, tras varios tira y afloja, la junta provincial autorizó las reformas pertinentes y el prelado Pedro María Cubero y López de Padilla puso en marcha un colegio de jesuitas en el edificio de Santo Domingo bajo la advocación de San Estanislao de Kotska.

Aún estaban organizando las primeras clases cuando estalló «la Gloriosa». El colegio quedó disuelto y los jesuitas se marcharon, con gran disgusto de la población. En 1872 regresaron para refundar el colegio diocesano de Santo Domingo, camuflando a la comunidad jesuita bajo el amparo de la mitra. El 15 de noviembre de 1873 volvieron a ser expulsados del edificio. Pero esta vez la expulsión duró apenas diez días y regresaron muy fortalecidos, casi como héroes. Si os interesa conocer más a fondo este tema, pinchad en la siguiente imagen.

Enlace al artículo monográfico sobre el Colegio de Santo Domingo

A partir de 1874 los jesuitas, ya sin tapujos, regentaron un colegio autorizado para impartir la Segunda Enseñanza que fue ganando en prestigio año a año; generando una selección económica y social entre su alumnado interno.

Semanario católico. 25 de julio de 1874: En el colegio de segunda enseñanza de Santo Domingo de Orihuela se hizo solemne distribución de premios el día 21 de Junio, con asistencia del Ilmo. Señor Obispo, Ayuntamiento y un inmenso concurso. En este colegio, dirigido por ilustrados y piadosos Sacerdotes, que solo cuenta dos años de existencia y hasta ahora no ha enseñado sino los tres primeros años de segunda enseñanza, hubo en el último curso 69 colegiales y unos 100 alumnos externos, y sabemos que para el curso próximo está pedido ya el número 97 para colegiales internos. El nuevo curso se abrirá el día 16 de Setiembre, debiendo los alumnos internos estar en el colegio el día 15 antes de las siete de la tarde. Lo recomendamos.

En los primeros cursos los alumnos externos procedentes de la clase media oriolana superaban ampliamente a los internos. El creciente elitismo del colegio quedó patente en el progresivo avance del internado. Pocas familias podían permitirse pagar los 3.000 reales al año en concepto de enseñanza y manutención; más 50 reales para el gasto ordinario de papel, tinta y plumas. Gracias a un prospecto descubierto por Manuel Revuelta González, nos podemos hacer una idea de la exigencia económica comprobando el equipamiento que solicitaban para los internos en 1872.

El equipo de los alumnos consiste en una levita de paño azul turquí, con cuello derecho y al borde galón estrecho de oro fino, abrochada con botones dorados, pantalón negro de paño fino, sombrero negro de castor con galón estrecho de oro fino, y faja de punto de seda azul celeste —una chaqueta o levita, según la estatura del alumno, pantalón y chaleco, todo de paño de color marrón—. Dos pares de pantalones de paño o lana gris, tres blusas, un cinturón de charol, un gorro de terciopelo azul, dos corbatas de seda negra, tres pares de botitos o zapatos—.

Las demás prendas son: diez camisas, ocho pañuelos, ocho pares de medias, ocho cuellos de camisa derechos, el abrigo interior que gusten, tres pares de sábanas, cuatro fundas, cuatro toallas, cuatro servilletas, dos colchones de lana de una arroba cada uno, de un metro y sesenta y cinco centímetros de largo, y ochenta y cinco centímetros de ancho, una almohada, dos sobrecamas blancas, una manta de lana y otra de algodón, dos sacos para la ropa del lavado y peines, cepillos, tijeras, etc. Además, presentarán todos a su entrada una cama de hierro, según el modelo del Colegio, un cubierto de plata, un anillo para la servilleta, y una alfombra para el pie de la cama.

Comedor del Colegio. Colección Javier Sánchez Portas.

La crónica. 13 de octubre de 1887: A los alumnos externos del Colegio de Santo Domingo de esta ciudad, se les ha concedido recientemente el uso de una gorra uniforme que los diferencia de los internos por las divisas y los distingue de los otros estudiantes de los otros centros de instrucción. Dicha prenda es de paño color tina oscuro, con visera de charol, y lleva dos esterillas de plata y un escudete de hilo del mismo metal con las iniciales C. S. D. Nos parece muy bien la disposición adoptada por el señor Rector del referido Colegio, como siempre nos ha parecido perfectamente todo lo que tiende a distinguir y estimular a la juventud estudiosa.

Alumnos del Colegio Santo Domingo. Colección Tejuelo.

El artículo siguiente, fruto de una crítica al comentario que sobre Orihuela publicó «El Liberal» dentro de su campaña «un viaje por España», nos informa de la proporción entre internos y externos, coincidiendo en la fecha con la entrada de Justo a Santo Domingo: doscientos pensionados llegados de varias provincias frente a un centenar de oriolanos que recibían enseñanza gratuita del Bachillerato; bueno, casi gratuita.

El Independiente. 28 de noviembre de 1894: Es indudable que al enumerar las iglesias de la población no hubiera ascendido su número a veinte y dos, sin que contara algunas ermitas de su término municipal, bastante extenso (…) No hubiera pasado tan de ligero por el centro docente de Santo Domingo mirándolo por encima de la cúpula; y hubiera considerado que allí se da la enseñanza gratuita del Bachillerato a otro centenar de muchachos, aparte de unos doscientos internos de las provincias limítrofes, y hasta de la Corte. Y entrando en el edificio de la antigua Universidad, habría podido admirar alguna joya arquitectónica, y la Biblioteca Provincial instalada en dicho edificio…

«El Oriolano»: Colegio de Santo Domingo de Orihuela. Se pone en conocimiento de los alumnos externos que hubieren de continuar sus cursos académicos, en el de 1885 a 1886 o ingresar en este colegio, que desde el día cinco del actual hasta el quince ambos inclusive, estará abierta la Secretaría todos los días no feriados, de nueve y media a once por la mañana y de tres y media a cinco por la tarde, para el pago de los derechos de matrícula; y que en los mismos días y horas se hallará constituido el tribunal para los exámenes de ingreso. Orihuela, 30 de Septiembre 1885.

Recibo matrícula curso 1895/1896. AMO. LJGS.

En realidad, el de Alicante era el único Instituto de Enseñanza Secundaria que existía en la provincia. Pero tenía agregados numerosos centros religiosos privados como el de Santo Domingo. Todos los años a mediados de junio, llegaba a Orihuela una comisión de profesores del instituto provincial que, durante una semana evaluaba a los alumnos. Concluidos los exámenes se daba por terminado el curso académico con una solemne distribución de premios; y la comisión de profesores volvía a Alicante.

Notas de los cursos 1895-1900. AMO. LJGS.

Justo García Soriano fue uno de esos alumnos externos procedente de la clase media que, con poco dinero pero sobrado de méritos, se formó duramente con los jesuitas. Según cuenta su hijo, ya había destacado por sus conocimientos gramaticales en el colegio del maestro Monera, donde recibió su primera enseñanza. El siguiente párrafo proviene de las notas biográficas de Justo García Morales.

Realizó al menos el estudio de las primeras letras con un excelente maestro «normal», según entonces se decía, don Antonio Molera, periodista, literato y pensador, además de músico y aficionado a hacer charadas. Mi padre refería que en las clases de cualquier materia, pero en especial de Gramática, preguntaba primero a los alumnos mayores; y cuando no contestaban, se dirigía a él, que era el benjamín, con esta frase estereotipada: —Canta, pajarico, canta—y casi nunca solía defraudarle...

Si de algo se sintió orgulloso fue de su educación. Nadie le regaló nunca nada; y a pesar de las dificultades, privaciones y carencias, llegó siempre hasta donde se propuso y de manera holgada. Él mismo contó su experiencia como «colero» muchos años después, en una revista de antiguos alumnos del colegio de 1925.

Colección Javier Sánchez Portas.

Cierro los ojos y, como en sueños, me veo niño, de diez años, vestido de marino, con una guerrera de lanilla gris. Estoy en un aula de Santo Domingo, puesto de pie con los brazos cruzados y la cabeza caída sobre el pecho. Sollozo por lo bajo y no oso levantar la vista. Todos mis compañeros me miran desdeñosos y burlones: ¡El “colero”!  

—Es la quinta vez que damos los pretéritos y supinos. Si tuvieran oídos esas paredes los repetirían ya de coro. ¡Y usted aún no sabe de ellos ni jota! Esta tarde, señor García, se quedará usted castigado. Y como su desaplicación no tiene enmienda, el castigo será ejemplar: se pondrá usted de rodillas en el pozo del claustro cuando salgan los alumnos de todas las clases ¡y caigan sobre usted el escarnio y el baldón de todo el colegio!

De nada me sirven mis súplicas, ni mi llanto. El castigo se cumple al pie de la letra. Suena alegre la campana anunciando la hora de terminar las clases; y yo, puesto de hinojos sobre la férrea tapa del brocal que en el centro del claustro hay, tapándome la cara con la Gramática latina abierta por los pretéritos y supinos, turbado y casi desvanecido de pena y de vergüenza, soy el blanco de todas las miradas y risas de todos los alumnos que desfilan por los pórticos…

Colegio Santo Domingo. Colección Javier Sánchez Portas.

Destacó como alumno ejemplar entre los años 1894 y 1901. Y, al contrario que Gabriel Miró, alabó públicamente la severidad, exigencia y calidad de la segunda enseñanza recibida entre esos añejos muros; especialmente en la asignatura de latín. Pero nunca olvidó como los jesuitas le atormentaron en su infancia, marcando para siempre su personalidad; envejeciéndolo prematuramente.

A los PP. Jesuitas del Colegio de Santo Domingo de Orihuela debo una sólida instrucción en la 2ª Enseñanza, sobre todo en los estudios literarios, para los cuales supieron despertar eficazmente mis medianas aptitudes y mi vocación fervorosa. El latín que aprendí en el colegio me bastó para hacer luego con éxito mis estudios facultativos de Letras, y a su fundamental y metódico aprendizaje atribuyo mis modestos éxitos humanísticos…

Colegio de Santo Domingo. Colección Tejuelo.

Creo sinceramente que sin los firmes cimientos literarios adquiridos por mí en el Colegio de Santo Domingo de Orihuela, no me hubiera sido posible luego hacer con relativa facilidad mis estudios de Humanidades, ni menos ponerme en condiciones de escribir un libro que mereciera una honrosa aunque benévola distinción de la Real Academia Española.

En el colegio de jesuitas de Orihuela estudié el bachillerato. Con mucho latín y mucho escolasticismo, rigorismo y machaconería de rancios dómines, aquellos buenos padres echaron unas bases sólidas a mi cultura literaria; lástima que a la vez entristecieran mi infancia sonriente y jubilosa con muchos ejercicios espirituales, con la lectura del Kempis y del libro de la oración del P. Granada y con diarias meditaciones sobre la vanidad de todas las cosas del mundo, sobre la brevedad de la vida y la inminencia de la muerte.

Alumnos de Santo Domingo en 1901. Colección Tejuelo.

Aquellas lúgubres reflexiones cotidianas ensombrecieron mi puericia y me dieron una seriedad prematura, haciéndome un adolescente formalito y triste, romántico y desilusionado, y dejando en mi vivir una terrible huella de hastío y melancolía que ya no he podido disipar nunca. Mi obsesión continua ha sido desde entonces la sombra de la Muerte y la tristeza por todo lo efímero, por todo lo que pasa y se esfuma en el tiempo. Mi afición a los estudios históricos nació de este estado psíquico, de un ansia grande de resucitar todo lo desaparecido y todo lo muerto, de arrebatar al pasado todo lo que esconde entre el polvo y las sombras del olvido…  

Mucho antes de terminarse aquel curso, yo, el colero, había logrado escalar, a fuerza de desafíos, uno de los primeros puestos de la clase: ¡llegué a cónsul romano, nada menos! Pero mi especialidad y mi fuerte eran los ejercicios escritos que llamábamos “composiciones”. (…) Si logré hacer progresos en Latín, no los hice menores en la Retórica y poética (…) en dos concertaciones o certámenes del curso de Retórica obtuve el premio de poesía: el primero por una composición en redondillas que titulé La Providencia y el otro por Un diálogo entre la A y la U, apólogo escrito en endechas.

Colegio Santo Domingo. Colección Javier Sánchez Portas.

Con 17 años cumplidos, el joven García Soriano superaba la Reválida del Bachillerato en Alicante y su familia tuvo muy claro que, a pesar de la escasez de recursos económicos, Justo cursaría una carrera. Y escogió la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. 

AMO. LJGS.

1899-1901: Primeras publicaciones.

En su etapa de estudiante se había enamorado de la Literatura; y la palabra se convirtió en su mejor herramienta. Además de bordar el latín, destacó especialmente en retórica y poética; escribiendo sus primeros versos con sólo doce años.

Mi primera vocación literaria se manifestó en la Poesía. Desde los doce años comencé a escribir versos con relativa facilidad. Mi primera composición poética que vio la luz pública apareció en el Diario de Murcia allá por 1897. El ingenuo soneto amoroso de todos los principiantes.

Muy pronto logró hacerse un hueco en una prensa que vivía momentos de gloria durante la Restauración. Comenzó con quince años (él dice que fue antes). Las primeras publicaciones que yo he localizado son de mayo y julio de 1899; una poesía y un cuento publicados en «Miniaturas» y en «La Mariposa».

Las Provincias de Levante. 4 de mayo de 1899: ORIHUELA. Sabemos que el próximo sábado 6 del actual, empezará a publicarse en esta localidad una revista ilustrada que constará de 16 páginas, en las cuales irán alternando con bonitas Ilustraciones en colores, artículos literarios, poesías, pasatiempos, etc. y la tirada se hará en elegante papel satinado, dispuesto de manera que pueda ser encuadernado y del agrado de los lectores; lo cual creemos conseguirán, pues su índole es puramente literaria, y una revista ilustrada no recordamos se haya publicado nunca en Orihuela. Se titulará Miniaturas y les individuos que forman la redacción, no se proponen otra cosa al darlo a luz, que volver por la cultura de su pueblo, a quien demuestran con esto querer en gran manera.

No se nos oculta el sacrificio que hacen, pero creemos lograrán captarse las simpatías del público, pues a todo son acreedores por su desinterés y buena voluntad. La redacción la componen los ilustrados y aventajados jóvenes de esta ciudad D. Gratiniano Baches Romero (Director), D. Nazario Martínez Limorte, D. Enrique Luis Cárceles y D. Justo García Soriano, (estos dos últimos redactores artísticos). Aparecerá los días 6, 13, 21 y 28 de cada mes y el precio de la suscripción será 0’60 ptas. en la localidad cada mes, y fuera 2 ptas. el trimestre. Por anticipado le deseamos larga vida, mucha aceptación y prosperidad.

Miniaturas. Número 1 – 6 de mayo de 1899.

Mi pobre padre conservó hasta su muerte, entre sus papeles predilectos, una de aquellas primeras composiciones mías, al pie de la cual, el P. Carbonell había escrito con lápiz azul, la siguiente censura: “¡Ánimo y adelante, señor García! con un poco más de cuidado hará usted composiciones lindísimas”.    

La Mariposa, revista semanal. Alicante, 23 de julio de 1899. La Pilara (Cuento huertano)

La carta que transcribo a continuación, proviene de un borrador encontrado en una de sus libretas. Utiliza como título la epístola de Horacio a los Pisones, un cásico de la poesía latina. Está dirigida a la redacción de «La Mariposa»; en concreto a Nazario Martínez Limorte, su redactor jefe.

Cuando cita a “Baches” se refiere a Gratiniano Baches Romero, director de la citada revista y de «Miniaturas». Era hijo de un maestro del Pilar de la Horadada que acabó desempeñando la misma profesión que su padre. Era también poeta aficionado que, entre 1898 y 1900, publicó en El Eco del Segura, Miniaturas, La Mariposa y en el Oriol. Es impresionante la erudición y el tono que emplea Justo con sólo quince años.

EPÍSTOLA A LOS PISONES. De Quinto Horacio. Amigo (¿) Nazario: Recibí la esquela que por conducto de mi padre me mandaste. Lo que en ella me decías y lo que mi padre me contó no me hizo la menor extrañeza; al contrario, confirmó mi acertada sospecha de ese Baches, de ese tan íntimo amigo tuyo. Antes de querer probarte que mi composición no era tan mala como ese necio maleducado ha creído (o ha fingido creer), te daré algunos juicios (no solamente míos) sobre algunas de las poesías que habéis insertado en ese periodicucho, tan lleno de necedades, y para que con su comparación veas que si no son peores que mi soneto (no sonsonete) son por lo menos iguales.

Primeramente tropiezo en el primer número (página 4ª si no mal me acuerdo) con un solemne tropezón; y aquel tropezón no era solamente una sencilla errata de escritura, ni una licencia poética, ni una metáfora, ni siquiera comparación, porque Horacio dijo en su Epístola ad Pisones: “Sed non ut placidis coean inpuitia; Serpentes avibus geminentur; tigribus agni”. (Que traducido viene a decir: no mezclar con lo áspero lo suave, con la serpiente el ave, o con tigre feroz manso cordero).

Sino un disparate que redundaba sobre el mismo común sentido, que repugna a su naturaleza, sí, aquello es muy gracioso: y después … con amargura, una y otra se alejaron (las florecillas) silenciosas y ocultaron la fuerza de su dolor. ¡Hombre, no sabía yo que las florecillas tenían también vida locomotiva; es decir, que podían alejarse de un lado a otro!… ¡¡¡viviendo y aprendiendo!!! Ese señor de Elías Miguel tendrá muy leída la Psicología: ¡ya se ve! Pero veamos otros más gordos. Luego, el sapientísimo Baches me pone también en la palma del desierto. ¡Otra cosa que no sabía yo!

¡Yo creía que los desiertos no producían vegetales! Porque yo he estudiado en la escuela que desierto era un terreno arenisco, seco y sin producción vegetal ninguna. Pero, en fin, lo dicen así algunos sabios, forzoso es creerlo y tragarla, aunque sea una rueda de molino. Seguía a esta una composición de mujer; bastaba leer la firma. ¡Cuántas camisas tendrían en su casa sin remendar!…

Amigo mío, ahora me dirijo a ti también, yo creía que al volar no se daban pasos. Eso está en tus bellezas, en la octava real primera. (Número primero) Poco más abajo leo: “Y que alumbréis mi oscura mente con mil rayos de luz inspiradores”. ¡Yo, chico, creía también que todos los rayos que alumbraban, eran de luz! Y veo que ahí lo determinas. ¡Y nunca había pensado que los nombres tuvieran color sonrosado, o del que sea! ¡Unos más sonados que otros… vaya, eso tiene pase! Ya sabemos que tu mente tiene mucho esplendor… ¡ja!… y engalanado. Y todo eso lo has escrito tú. ¡El Director jefe de la “Mariposa”! ¡Muy amigo mío! Es decir…

Luego tu amigo Reynel, en su Presupuestos y colores, en lo que debía haber sido un romance con los versos pares del mismo asonante. Me clava una rima distinta en cada cuatro versos, haciendo unos verdaderos trovos o cantares, que el tío Pavano, el célebre cantaor de esta huerta, los haría mejor. Pero con todo eso, no se podían comparar con mi poesía, porque mi poesía tenía el terrible disparate de poner magullido por magullado (Disparate que el Director-Jefe no se tomó la molestia de corregir a pesar de ser esa su obligación), disparate que, como licencia, lo han puesto mil veces en forma semejante Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Ruiz Alarcón; pero si es que los dignos redactores del “Mari Posa” no los conocen, sepan que son los mejores de nuestra habla, sepan que son los que debía leer mucho sus obras, pues les hace falta; sepan que Espronceda ni Zorrilla no servían ni para mojarles la pluma.

Aunque ¿para qué quiero disculpar mi soneto si tenía una horrible falta? Pero no es la de magullido, es otra mayor, es otra tres veces más atroz, una espantosa, la de no cumplir la regla de Calderón de la Barca: “Puesto que lo paga el vulgo, es justo hablar en necio para darle gusto”.

Nazario, se conoce que a mi innoble crítico (tan conocido por ti como por mí) le picó aquello de ignorante. ¡Claro! Y al que le pica se rasca. Ya te iré comunicando más despacio la recua de disparates que habéis insertado en esos papeluchos; que “han deshonrado mi firma” (como me ha dicho un amigo mío con más barbas que vosotros y sin duda con más experiencia y ciencia). No os ofendáis por esto, solo es una lección, que os enseña a corregir antes vuestras grandes faltas que las del prójimo; porque en verdad, estáis viciando la gramática y la retórica, y sólo dando a conocer al público la mala prosa y poesía con innumerables errores, que si se consideran filosóficamente, van encaminadas contra la misma esencia de las cosas. Por lo demás, siempre amigo tuyo. JUSTO GARCÍA.

Si te dignas contestarme, aunque no soy amigo de explicaciones, haz el favor de aclararme la frase esa de: “Te diría Andreu algo de Justo García”; (Baches) te daría los versos ¿verdad? Juzga tú si tengo razón de sobra”. ¡Leal amigo… verdadero amigo! ¡¡¡Falsedad de la vida! ¡ja!…¡ja!…

En cuanto al «Diario de Murcia», donde afirma que debutó, he repasado su sección poética y, hasta finales de 1899, el único García Soriano que figura es Maximiliano. No he encontrado nada de Justo hasta el 30 de diciembre de 1899; fecha en la que le publican «En tu cara». Podría haber utilizado un seudónimo; pero me parece raro que un crío de trece años ocultase su nombre. Es más, recordando sus inicios, escribió estas líneas en la revista que él mismo fundó:

Oróspeda. 15 de febrero de 1917: Mi primera o una de mis primeras poesías infantiles, como las de otros muchos jóvenes que hoy son eminentes literatos de esta tierra, apareció en la Sección Amena de «El Diario de Murcia». Todos los que escriben y han publicado algo, saben la íntima exaltación que en el alma ingenua de un principiante produce el ver por primera vez en letras de molde, estas sugestivas y voraces letras de molde, su nombre y apellidos bajo unos párrafos o unas estrofas que han salido de nuestra cabeza. Desde aquel fausto día de mi oscuro debut literario, yo amé y admiró a Tornel con toda mi efusión de niño. Vosotros, los que habéis pasado por este mismo trance, lo comprenderéis perfectamente. Aquello fue por el año 1898 o 1899….

Como quiera que “hecho un cesto se hacen cientos”, cometido mi primer atentado contra las Musas reincidí a diario y publiqué en los periódicos regionales numerosas poesías. Mis modelos eran principalmente los clásicos y algunos románticos; de los contemporáneos solo influyeron en mí por entonces Campoamor, Núñez de Arce, Salvador Rueda y Vicente Medina. Los Aires Murcianos de este último estaban a la sazón muy en boga; y quise ser también uno de los cultivadores de la poesía regional seria: no me gustaba lo panocho.

El Diario de Murcia 1899-1900

A partir del poema «En tu cara», sus publicaciones adquieren cierta regularidad en el diario murciano. Sólo en 1900 he encontrado 22 con los títulos siguientes separados por meses: En enero «Soneto» (con la errata García Serrano). En febrero “Claveles”y “Fúnebre”. En abril «De Flores silvestres (Yo no soy la mesma)”, «Soneto», «Flores silvestres (To es así en la vida), «A una flor marchita» y «Celos».

En mayo «Carita de cielo» (publicado dos veces). En junio «Sensaciones», “Flores silvestres (Solica)», «Mensajero de amor (Soneto)» y «La Flor y la Abeja (dedicada a la linda y distinguida niña, Conchita Echeverría Carvajal)».

En julio «El Arroyo (Balada)». En agosto «Naufragio», «Epigramas» y “Al Tader». En septiembre «Veneciana». En octubre «Lluvia». En noviembre «A la Virgen de Monserrate» y en diciembre “Soneto”.

Diario de Murcia. Noviembre de 1900

En 1901 continuó su fructífera relación con «El Diario de Murcia». En la sección «Amena», localizada en la contraportada, le publicaron medio centenar de poemas breves. En enero: “Amorosas” (soneto I), “Amorosas” (soneto II) y “Rasgos de Amor” (soneto III). En febrero: “Ausencia” y “Variaciones”.  

Justo sufrió muy pronto la censura; los sonetos que aparecieron titulados como «Amorosas», en realidad querían ser «Eróticas», como explica la siguiente carta del veterano periodista murciano, José Martínez Tornel.

AMO LJGS. 1901

Sr. D. Justo García Soriano. Muy Sr. mío y estimado amigo: No tengo inconveniente en publicarle a vd. los sonetos que me indica en la suya del 3 del corriente; pero quitándoles desde luego el título de «Eróticas» que es de ¿suyo? deshonesto y alarmante, bastando ponerles «Amorosas» y autorizándome desde luego para corregirlos y suprimir el que no pueda ser corregido. Suyo afto. s.s. q. b. s. m. José María Tornel. 5 de enero de 1901.

El Diario de Murcia enero y febrero de 1901.

En marzo se multiplicó la frecuencia llegando a la docena: «La Mañana», «La Tarde», «La Noche», «La Paloma», «La Gloria», «Reflexión», «Sin Ideal», «La Barquilla», «El Despertar de la Rosa», «La Muerte del Soldado», «El Río» y «El Caballo». En abril de quedó en ocho: «El Amor de la Rosa», «La Guirnalda», «La Primavera», «Una Lágrima», «El Rocío», «Las Rosas Amarillas», «El Ruiseñor» y «El Día». En mayo solo he encontrado «El Recuerdo y la Esperanza». En junio le publican «La Guerra» y las dos primeras entregas de «Sensaciones»; completadas a principios de julio con otras dos entregas homónimas.

El Diario de Murcia junio y julio de 1901.

En agosto fueron cinco: “La Vida y la Muerte (Lo que no es sueño)”, “La Última Trova”, “La Azucena”, el soneto “Envidia” y “Tardes Estivales”. En septiembre sólo tres: “Hastío”, “Otoño” y “El Espejo”. Octubre otros cuatro: La extensa balada “Ariadna”, “El Aire”, “A un Vate” y más “Sensaciones”. Cuatro más en noviembre, antes de salir para Madrid: “Tristeza”, “Lluvia”, “Temor” y “Nostalgia”.

Con toda esa experiencia acumulada «Justico» se embarcó en su primera publicación propia; y recibió sus primeros elogios tanto en la prensa local como en la murciana. Era un poema titulado “Esperanza”, editado en la imprenta de Luis Zerón de Orihuela. Y estaba dedicado a su querido tío Filomeno, jefe de Telégrafos de Murcia, quien además de quedarse ciego, había perdido a un niño con una inteligencia muy precoz; un primo de Justo que falleció de meningitis.

Mis trabajos poéticos de más extensión y de más empeño fueron los poemas de La Orcelia del que publique dos o tres cantos en un periódico de Orihuela y dejé sin concluir; y Esperanza (1901), mi primer libro, canto filosófico de resignación y consuelo dedicado a mi tío don Filomeno García Sánchez, “nuevo Hípocles” y “nuevo Job” como yo le llamaba, que había perdido todos sus hijos y había quedado sin vista.

Publicación original de “Esperanza”. Colección Javier Sánchez Portas.

El labrador, 7 de noviembre de 1901: Esperanza tiene por título un hermoso poema debido a la pluma del novel e inspirado poeta don Justo García Soriano. También Orihuela tiene hijos a quien las musas se emplacen en favorecer con las grandezas de inspiración que lo hicieron en la mente de nuestros más insignes vates. Con este, primer ensayo literario se propone el joven poeta consolar de hondos pesares a un ser amado para él a quien recientes pérdidas de familia han sumido en el abatimiento.

El asunto elegido es apropiado, y  seguramente habrá conseguido con el poema su deseo. La versificación es fácil y valiente; propia del rudo marinero que se retrata luchando con las olas del tempestuoso Océano. Por nuestra parte le felicitamos muy cordialmente, deseando no abandone el rumbo emprendido y no olvide nuestras columnas, que en la lectura de sus versos el público tendrá una verdadera complacencia. Deseámosle un  feliz viaje a la corte para donde ha salido y perseverancia en su aplicación.

El Diario de Murcia, 14 de noviembre de 1901: Ayer llegó a esta ciudad procedente de Orihuela, el ilustrado joven poeta don Justo García Soriano, a quien tuvimos el gusto de saludar. Nuestro joven colaborador y amigo ha publicado, muy bien editado en Orihuela, un poema titulado “Esperanzas” en el que su autor demuestra el aprovechamiento y la perseverancia con que viene cultivando sus aficiones literarias. Por lo que hemos visto al hojear la obrita, el Sr. García Soriano ha estado en ella muy afortunado y merece por ello los plácemes de los que vemos con gusto sus progresos y aplicación. El poema está dedicado a D. Filomeno García Sánchez, tío del autor.

Certificado de empadronamiento y buena conducta, solicitado seguramente para empadronarse en Madrid. (AMO. LJGS.)

Certifico que en el padrón de cédulas personales de esta ciudad correspondiente al año 1901, aparece inscrito al nº 3981, Justo García Soriano, domiciliado en la Calle de Colón, de diez y siete años de edad, natural de Orihuela, provincia de Alicante, de estado soltero, estudiante, con cédula personal de clase 11ª (…) Igualmente certifico que el ante dicho Justo García Soriano, ha venido observando continuamente buena conducta. Orihuela a seis de Noviembre de 1901.

Como bien anunciaba «El Labrador», el 15 de noviembre de 1901 Justo marchó a «la Corte» para comenzar con retraso sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid. Permitidme pues cortar aquí y comenzar el próximo capítulo con su aventura en la capital. Se accede a él pinchando en la siguiente imagen.

Enlace al siguiente capítulo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas, a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.

Callejeando 03. La Compañía de Jesús.

Colegio y plazuela de la Compañía. Plaza de Santa Justa. Plano Villanueva. 1748. AHN.

La Plazuela de la Compañía.

Dejamos nuestro anterior paseo en la desaparecida «Casa del Paso».

José M. Pérez Basanta.

Al salir del Museo de la Muralla, en el pasadizo que evoca el pasaje que dicha casa ofrecía, encontramos dos plazas. La primera es la antigua Plaza Mayor, Plaza de la Fruta o Plaza de Santa Justa.

Plaza Antonio Balaguer. José M. Pérez Basanta.

De esta importante plaza, que en la actualidad lleva el nombre de Antonio Balaguer, hablaremos en el capítulo 18.

La que a nosotros nos interesa es la segunda; más reducida y situada justo enfrente de la fachada de la iglesia conventual del Real Monasterio de la Visitación de Santa María de Orihuela.  

Transcribo en color morado la nota de Gisbert redactada en los albores del siglo XX.

De las Salesas: Se conoció en otro tiempo con el título de la Compañía en razón a que el actual Monasterio de la Visitación fue casa de residencia de los jesuitas.

La Plazuela de las Salesas en 2011. Fotografía de «El Tío Cachi».

Efectivamente esta es la plaza o plazuela que, con anterioridad al siglo XIX, llamaban de la Compañía de Jesús o simplemente de la Compañía.

Y la nombraron así porque en el solar que ahora ocupa el citado monasterio se estableció, a finales del siglo XVII, el Colegio de la Inmaculada Concepción, San Joaquín y Santa Ana, regentado por los jesuitas.

«Plasuela de la Compañía de Jesús». Contribución Equivalente año 1718. Archivo Municipal de Orihuela.
«Plasa de la Compañía». Contribución Equivalente año 1719. Archivo Municipal de Orihuela.

Antes la llamaron «Plazuela de la marquesa» por la casa del marquesado de Rafal donde se instalaron los jesuitas. Y luego «de las salesas», nombre que conserva en la actualidad.

Sentados en tan recoleto emplazamiento vamos a dedicar dos entregas de esta serie a las dos órdenes religiosas que le han dado nombre.

Jesuitas en Orihuela. Primeros intentos.

La Compañía de Jesús apareció en un periodo de renovación en la Iglesia Católica, gracias al empeño de Íñigo López de Loyola, quien pasaría a la Historia como Ignacio de Loyola.

Aunque en 1538 ya se les denominaba «Compañía de Jesús», la institucionalización de la orden se llevó a cabo en 1540 con la aprobación del Papa Paulo III.

Paulo III aprobando la Compañía de Jesús. Pintura anónima.

Más de medio siglo después, concretamente en abril de 1597, el Gobernador Álvaro Vique y Manrique, se dirigía al justicia y a los jurados de la ciudad de Oriola, declarándose devoto de la Compañía de Jesús y anunciando la visita del Padre Prepósito con la intención de fundar en la ciudad, una cartuja de la renovadora orden de San Ignacio.

Esta carta de finales del siglo XVI y dos más del XVII procedentes del Archivo general de Valencia, aparecieron en las «Páginas sueltas, documentadas de la Historia de Orihuela», publicadas en prensa por Rufino Gea en 1917. He transcrito buena parte de ellas en color rojo.

Al justicia y jurados de la ciudad de Orihuela. Muy magníficos señores: El padre prepósito de la compañía de Jesús, va a esa ciudad a lo que en ella sabrán vuestras mercedes lo que al servicio de Ntro. Señor convenga la obra que se intenta.

Yo salgo fiador que en breve tiempo se conocerá y que las almas han de ser aprovechadísimas de su asistencia, porque en todos los lugares donde habita esta compañía lo saben.

Así, suplico a vuestras mercedes que, como tan grandes cristianos, los favorezcan y amparen de manera que hallen el acogimiento en esa ciudad, que un pueblo tan cristiano y de su calidad requiere que hallen, que es servicio que a Ntro. Señor se hará en ello, que es el principal sustento por lo que soy devoto de dicha compañía.

De toda merced que esa ciudad le haga la recibiré yo grandísima; guarde Ntro. Señor a vuestras mercedes. De Valencia a 8 de abril 1597. Y si en Madrid se ofrece algo en servir a esa ciudad, allá me tengan, que sin costa la serviré. Don Álvaro Vique y Manrique.

Esa recomendación no se tuvo en cuenta; y sí la enviada tres años después por Joan Alfonso Pimentel de Herrera, conde de Benavente y Virrey de Valencia, quién en 1600 sugirió la conveniencia de fundar un cenobio de franciscanos descalzos.

Carta de Joan Alfonso Pimentel de Herrera. Año 1600. Archivo Municipal de Orihuela.

A pesar de haber acogido recientemente los conventos de San Sebastián y del Carmen, ambos muy necesitados, la petición del virrey fue complacida erigiéndose también el de San Gregorio.

Definitivamente no era el momento para la fundación jesuita en una Orihuela saturada de órdenes religiosas.

Monograma jesuita.

El segundo intento tuvo lugar cuatro décadas después, concretamente en 1637, cuando la Compañía de Jesús estaba en pleno apogeo con más de trece mil miembros establecidos en varios países.

En esta ocasión Tomás Pedrós Santacilia estuvo muy cerca de ser el gran benefactor de los jesuitas en Orihuela.

Hijo del próspero comerciante oriolano Gaspar Pedrós y heredero de su gran fortuna, su esposa, Vicenta Mayor, falleció prematuramente.

Viudo y sin descendencia, en 1635 decidió que en ninguna cosa podría mejor emplear sus propiedades que en fundar un monasterio en Orihuela.

Aconsejado por terceros decidió costear una cartuja en el antiguo convento de San Ginés, que los mercedarios estaban a punto de abandonar. Y para ello dispuso la donación irrevocable de toda su hacienda.

Pero ciertas dificultades con el privilegio de amortización y un malentendido con los cartujos en uno de sus viajes a Valencia, le hicieron cambiar de idea.

Visitó el Colegio de San Pablo y acabó llevándose en su propio coche a tres o cuatro padres jesuitas para que fundasen uno de sus colegios en Orihuela. 

En esta primera carta de 1637 dirigidas a Luis de Rivas, provincial de la orden jesuita (1635-1638), el padre Vicente Arcayna narraba su visita a Orihuela y la disposición de Pedrós a cederles casa y hacienda.

Antes había visitado en Alicante al obispo Juan García Arlés, mostrándole las cartas de favor que traía del virrey de Valencia.

Thomás Pedrós visto por Montesinos. Compendio Histórico Oriolano. Tomo 6.

JHS. Mi P. Provincial: Pax Crhisti. A 15 de septiembre me partí de esta casa para Origüela; llevé carta de favor del Señor Virrey, para el Señor Obispo, al cual hallé en Alicante y allí tuve consulta en compañía de los cuatro Padres que están en aquella residencia con su señoría.

Y pareció que el P. Sanz y yo, con cartas del mismo Obispo y las que traje de Valencia, fuéramos a Origüela a tratar con Tomás Pedrós de nuestra fundación, y llegué a 24, y luego habiendo sido recibido Tomás Pedrós con grande contento, empecé a tratar con su Md. de nuestro negocio.

He hallado que la hacienda que da para la fundación es muy lucida… Aunque no faltan émulos que le persuaden lo contrario, la ciudad nos es muy afecta y escribo a nuestro Presidente General la dicha fundación y nos ha hecho donación de buena parte del sitio (que es el que a V. R. con el Señor Obispo pareció bien) junto a la fuente nueva.

Ofrece también todas las alhajas necesarias para la vivienda de los que allí fueren, y asegura que no les faltará el sustento; y éste todo el tiempo que tardase el hacerse habitación cómoda en el edificio nuevo para seis u ocho; y que ayudará el dicho edificio con buena parte de la hacienda que se reserva para sus alimentos.

Se reserva un cuarto alto que se podrá cerrar sin que haya comunicación con los entresuelos bajos, y ofrece que aun en el cuarto alto que se reserva para su majestad, no entrará mujer alguna si no en caso de enfermedad grave suya.

Conforme a esto me parece que todo está claro y que V. R. puede desde luego dar orden se saque la amortización en la forma que está apuntado en el papel que va con ésta porque el asegurar esta fundación sólo depende de sacar dicho privilegio no quiero alargarme más en esto. Ntro. Señor guarde a V. E. etc. Valencia Octubre 21 an. 1637. Vicente Arcayna.

Colegio de San Pablo. Valencia. Fotografía de «Valencia Bonita».

Pedrós les ofrecía su casa y todas las alhajas necesarias para la vivienda; y el sustento asegurado para seis u ocho padres «todo el tiempo que tardase el hacerse habitación cómoda en el edificio nuevo».

Ante esta disposición, el único requisito necesario era la obtención del privilegio de amortización, trámite fiscal que, como citamos anteriormente, retrasó el anterior proyecto con los cartujos.

En febrero de 1638 Arcayna trasladó a su superior algunas dudas que comenzaban a asaltarle respecto a la fundación.

Pero Pedrós las despejó: acogería a los jesuitas en su casa, renunciando a las criadas por la incomodidad que sufrirían los padres al convivir con mujeres. Y si era necesario estaba dispuesto a abrazar el sacerdocio.

Todo parecía estar preparado y así se lo comunicó al Provincial en una carta escrita en Orihuela con fecha 18 de febrero de 1838.

Padre Luis Rivas, Provincial. La semana pasada escribía a V. R. que temía tuviese buen suceso esta fundación y apunté las causas de este mi temor; y habiéndolo encomendado a Dios me resolví comunicarlas a Tomás Pedrós; y fue tan grande el sentimiento que de ellas tuvo, dijo tales razones e hizo tales ofrecimientos, que me parece no ser posible desistir de ella ...

Ofreciome que, así como se había privado del gasto del coche y cochero, y las dos mulas del coche las había aplicado al cultivo de las heredades, con lo cual le ahorraba doscientas libras de gasto cada año, me prometía que todas las seiscientas libras de sus alimentos las aplicaría para el desempeño y aumento de su hacienda, hasta que llegase a mil y quinientas de renta líquida cada un año y después las aplicaría para el edificio del futuro Colegio.

Y que si reparaba en las mujeres que estaban en su cuarto para su servicio y guisarnos la comida, que él se hacía clérigo y ordenaba de sacerdote como ya lo tenía comunicado con el Señor Obispo y se contentaba que V. R. enviase otro hermano nuestro para que nos guisase la comida y atendiese al gobierno doméstico; y con esto no habría ocasión de vivir en sus casas por tiempo alguno mujer alguna, y no siendo más que cuatro los que se sustentarían de su hacienda en breve estaría desempeñada y tenía la renta liquida suficiente para una lucida fundación.

Cuán equivocado estaba. Pedrós parecía dispuesto a todo con tal de acallar los comentarios que lo tachaban de hombre liviano e inconstante por haber abandonado tan fácilmente a los cartujos.

Pero la oposición de las autoridades civiles y eclesiásticas y la decisión de la propia orden de instalarse primero en Alicante, motivó que el voluble Pedrós retomara su proyecto inicial, por el cual fundó en 1639, muy cerca de lo que hoy es Campoamor, la Cartuja de Vía Coeli.

En 1640 los jesuitas establecieron dos escuelas de Gramática en Alicante.

En cuanto a la cartuja, desapareció cuatro décadas después; y los bienes de Tomás Pedrós fueron utilizados por el Cabildo Catedralicio para fundar «El lugar nuevo de los canónigos», es decir Bigastro.

Tercer y definitivo intento.

Armas de la Compañía de Jesús y retrato de Ignacio de Loyola. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

Para la definitiva fundación del convento jesuita utilizaremos principalmente las notas de Joseph Montesinos, marcadas en rojo e ilustradas con algunos de sus dibujos. Figuran en el tomo ocho capítulo primero de su «Compendio Histórico Oriolano».

El magnifico y muy Ilustre Sr. D. Juan Rocamora, varón recto, justo, temeroso de Dios, y muy inclinado a las Casas Sagradas él, que viendo muy floreciente esta oriolana Ciudad, su amada Patria, de varias comunidades religiosas como en sí gozaba, movido del Reverendo Padre Juan Maza, sabio jesuita, su muy cercano pariente, dijo en cierta ocasión en la plaza mayor de esta ciudad, a presencia de varios caballeros, las siguientes palabras:

Amados Señores de toda mi veneración y respeto, en ocasión que estoy solicitando en esta nuestra patria una nueva fundación a ruegos de los Reverendos Padres Regulares Jesuitas, no puedo por menos dejar de decir a ustedes que al amenísimo jardín del estado eclesiástico que en esta ciudad componen con vistosa variedad su Muy Ilustre Cabildo, Dignidades, Canónigos, Curas, Clérigos, Santa Iglesia Cathedral, Parroquias, Conventos y Comunidades Religiosas, sólo le faltan, aunque adornada de tan bellas y olorosas flores, la de este lirio morado, símbolo del zelo de la Sabiduría y de la perfección esforzada.

Batallón para que, acompañado de las demás flores, oliesen y formasen agraciados ramilletes, sean más olorosas y fragantes por unidas las suavidades de sus religiosas virtudes.

Escribió a la Majestad del Sr. D. Carlos II de Austria, Rey Cathólico de las Españas sobre la expresada fundación, hallando varias dificultades movidas entre los dos Muy Ilustres Cabildos y con algunas comunidades religiosas; y estando todo calmado en paz, se verificó la fundación de este oriolano Colegio bajo la protección e invocación de la Purísima Concepción de María Santísima.

Gobernando en España el Sr. D. Carlos II, el político; teniendo las riendas del universal gobierno de la Santa Iglesia el Pontífice Inocencio XII; y siendo obispo de esta diócesis oriolana el Itmo. Sr. D. Antonio Sánchez del Castellar, muy afecto a dichos Regulares Jesuitas.

Carlos II «El Hechizado».

Para este efecto vinieron del máximo colegio de Valencia seis Padres Jesuitas de próvida sabiduría y excelentes prendas para el caso, con los necesarios poderes. Y lo fueron el Reverendo Padre Miguel Ángel Pascual de Ruiz; el padre Juan de León; el Padre Juan Maza; el Padre Francisco Alemán; el Padre Antonio Casaus; y el Padre Josef de Yuste.

Los que tomaron posesión de su nueva fundación junto al río Segura, en una grande casa antigua que para dicho establecimiento dio liberalmente el predicho Señor Marqués de Rafal D. Juan Rocamora en el año de 1696, primer día de la Pascua del Espíritu Santo, que fue el 24 de Mayo, con grande acompañamiento de Señores Eclesiásticos, Religiosos, Nobles y Plebeyos.

Para la extensión del sitio que era, y al presente lo es el mejor de la Ciudad, fue preciso tomar la mayor parte de un grande malecón antemural del Río Segura, lo que se hizo con Real Cédula del Sr. D. Felipe V de Borbón, de resulta de los buenos informes que para ello prestó y dio la Muy Ilustre Ciudad.

Montesinos, tan impreciso como siempre, nos dice que la fundación llegó de manos de Juan Rocamora, marqués de Rafal. Y dibujó dos bustos o retratos con ese nombre.

Al primero lo llamó Ilustre Sr. D. Juan Rocamora Maza Cascante y Ruiz. Al segundo, Magnífico Señor D. Juan Rocamora y Maza, Señor de la Granja, Marqués de Rafal, Caballero en la Orden de Santiago. Fallecido en 1717.

Los nombres, títulos y fecha de fallecimiento están equivocados. El cronista mezcla personajes y títulos de diferentes épocas. Y Ernesto Gisbert, que lo usó para redactar su «Historia de Orihuela», otorga también erróneamente el marquesado de Rafal a Juan Rocamora y Maza.

Jesuitas. La ciudad en 1690 otorgó facultad a los padres de la Compañía de Jesús para establecer una casa de residencia y consiguieron algunas fincas de huerta y campo de Dª María Manuela Valenzuela y Vázquez de Fajardo, marquesa de Rafal y de D. Pedro Dávalos de Rocamora, conde de la Granja.

Pero pasó algún tiempo y solo a gestiones de D. Juan Rocamora y Maza, marqués de Rafal, lograron instalarse, bajo la advocación de San Joaquín, Santa Ana y la Purísima Concepción, en una casa del expresado D. Juan en la plaza llamada desde entonces de la compañía, hoy de las Salesas…

Vamos a intentar identificar a los personajes que participaron en esta obra pía:

Bustos de Juan Rocamora Maza Cascante y Ruiz. Fundador. Juan Rocamora y Maza. Fundador. María Manuela Vázquez y Fajardo, fundadora. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

Sólo hubo un marqués de nombre Juan y fue el tercero. Cuñado de María Manuela Fernández de Valenzuela, la fundadora, se llamaba Juan Rocamora García de Lasa y falleció en 1691.

Juan Rocamora y Maza nunca fue marqués de Rafal, sino señor del lugar de la Granja. Casado con Beatriz Ruiz Rocamora, ambos vecinos de Orihuela, hicieron testamento en abril de 1600 estableciendo un vínculo para su heredero que incluía el lugar de La Granja y las posesiones de Benferri y Benimira.

Juan Rocamora y Maza falleció a principios del siglo XVII dejando establecido que, en el caso de que sus herederos directos quedasen sin descendencia, dicho vínculo quedaría a favor de la Compañía de Jesús, para que fundasen uno de sus colegios en Orihuela.

Su hijo Francisco de Rocamora y Ruiz fue el primer Conde de la Granja de Rocamora; y su nieto Francisco de Rocamora y Vallebrera, el segundo.

Muerto éste sin descendencia, el título pasó a su hermana Elsa, la tercera condesa, quien también murió sin sucesión.

El condado fue reclamado por su tía Violante Rocamora, hermana del primer conde, convirtiéndose en la cuarta condesa de la Granja y pasando a residir en Orihuela.

El quinto y último conde (hasta el siglo XX cuando el título fue rehabilitado) fue su hijo, el religioso fray Pedro Dávalos Maza y Rocamora.

Esquina de actual palacio de la Granja, antes casa de Rafal. Escudo labrado en el siglo XVIII con las armas de Rocamora y Maza junto a las de Ruiz y Fernández de Heredia. Roberto Almansa Vives.

Por otro lado, tenemos a Gaspar Rocamora y García de Lasa, quien sí fue marqués de Rafal; en concreto el segundo. Este señor estaba empeñado en que su primo lejano, el mencionado fray Pedro Dávalos le nombrase heredero del condado de la Granja para volver a unir los dos títulos en manos de los Rocamora.

Gaspar falleció en 1666. Su viuda y marquesa consorte, María Manuela Fernández de Valenzuela, decidió salvar su alma legando buena parte de sus bienes a comunidades religiosas; propósito que su cuñado Juan, el tercer marqués mencionado anteriormente, le disputó en los tribunales durante años.

En su testamento María Manuela dejó encargada la fundación en Orihuela de un convento de monjas o, en su defecto, de una residencia o colegio de la compañía de Jesús. Esta donación fue el impulso definitivo que necesitaban los jesuitas.

Bienes procedentes de Dª María Manuela Valenzuela, marquesa de Rafal, para fundar la residencia o colegio de la Compañía de Jesús en Orihuela: dos casas valoradas en 600 libras. Una finca de secano de más de dos mil tahúllas próxima a la costa, muy cerca de las salinas de Orihuela, que los jesuitas llamaron en su honor «la Marquesa»; otra gran hacienda de secano, colindante con la anterior denominada «el Peinado». Y otra de regadío en Orihuela, cercana al señorío de Rafal, de 250 tahúllas llamada «San Bartolomé».

Por otra parte, fray Pedro Dávalos Maza y Rocamora, fallecido también sin descendencia, ejecutó la disposición testamentaria redactada por su abuelo a favor de la Compañía de Jesús.

Bienes vinculados para fundar el Colegio de la Compañía por el Ilmo. Sr. D. Juan de Rocamora y Maza, señor de la Granja: El lugar de la Granja con dominio directo sobre el lugar y término con censos irredimibles. La hacienda y casa llamada Benferrejo o Benferri. Y la hacienda y casa con ermita llamada de Benimira, en término de Callosa y huerta de Orihuela.

Estos polémicos y generosos legados crearon interminables pleitos con los herederos; especialmente con la casa de Rafal. Pinchando la siguiente imagen se accede al documento completo que explica el pleito sobre las propiedades de La Granja, Benferri y Benimira.

Biblioteca valenciana Nicolau Primitiu. Mediados del siglo XVIII. Enlace a publicación completa.

Otro benefactor y propagandista de los jesuitas en Orihuela fue el obispo Sánchez de Castellar, quien les brindó una generosa ayuda monetaria calculada en 8.000 libras.

Contactó con ellos en 1694, fijando su establecimiento en Orihuela para el año siguiente. También influyó decisivamente en sus canónigos para que aceptasen la fundación, perdonando los diezmos generados por las propiedades administradas por los jesuitas.

La propia ciudad de Orihuela acogió y apoyó con gusto a los hijos de San Ignacio cediéndoles a perpetuidad las cátedras de gramática y retórica, aportando 230 libras anuales para alimentar a los maestros.

Esta decisión molestó a las otras órdenes religiosas, especialmente a los dominicos que habían echado el ojo a la generosa dotación económica.

Tomaron posesión el 21 de mayo de 1695. Al menos es lo que dice el inventario de conventos del obispado que figura en el tercer volumen de «Orihuela, una ciudad valenciana en la España Moderna», de Juan Bautista Vilar:

El día 21 de Mayo del año 1695, con licencia de S. M. Cathólica el Gran Carlos Segundo, e intervención de la Real justicia, y del Ilmo. Señor D. Antonio Sánchez del Castellar, que gobernaba este Obispado de Orihuela, tomaron posesión los Padres de la Compañía de Jesús de esta Provincia de Aragón de una corta heredad de huerta en la de esta ciudad, dos heredades de Campo del Pozo de Salinas y una casa de habitación en la población de la misma, que por la disposición testamentaria de Dª María Manuela Valenzuela Vázquez y Fajardo, Marquesa de Rafal; y por su muerte quedaron sujetas para ayuda a la fundación de un Colegio de la Compañía en esta Ciudad.

Jesuitas dibujados por Montesinos. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

Ojeda Nieto data la consagración por parte del obispo el 22 de mayo de 1695. Y resume así su llegada e instalación en la casa que les había dejado la difunta benefactora:

La llegada de los jesuitas, en la última década del siglo XVII, y su fácil asentamiento los convertirá en un modelo clásico de lo que supone llegar a una localidad y encontrarse abiertas las puertas de las mejores familias. Pues es sabido que la Compañía se instaló en las casas de «Dona María Manuela Valenzuela Vázquez y Fajardo … III Marquesa de Rafal … , en la casa del Carrer dels Ruisos … , Plazeta apellada de la Marquesa»…

Montesinos vuelve a mencionar como propietario de la casa al tercer marqués, Juan Rocamora, el cuñado de doña María Manuela fallecido en 1691; cuatro años antes de la fundación.

Los jesuitas se valieron (para su fundación) de los entresuelos baxos, que eran grandes aunque de poca elevación, y parte de las caballerizas de la antigua referida casa del Sr. Marqués D. Juan Rocamora, donde dispusieron la iglesia, la sacristía, y todo se dispuso en la mejor forma que se pudo, en la forma siguiente:

La iglesia estaba situada en la plazuela; era muy honda, poco alta; las paredes de tapias, el techo de tablas y el suelo muy húmedo; se bajaba a ella por cuatro gradas y su plan era el presente: la longitud 30 palmos, su latitud 15 y su elevación 16; el Altar Mayor (que es el mismo que hoy está en el oratorio de las educandas) estaba hacia poniente; era primoroso, y de talla moderna dorada, dedicado a la Concepción Purísima de María Santísima; y al Sagrado Corazón de Jesús…

A pesar de llamarse Colegio de la Inmaculada Concepción, San Joaquín y Santa Ana, se limitó a ser residencia hasta 1724 en que formalmente comenzó a impartir clases de filosofía y teología. Añado de nuevo las notas de Gisbert claramente «inspiradas» en Montesinos.

Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

La primitiva iglesia de los jesuitas era de tapias, techo de madera y muy honda, hasta el punto de bajarse a ella por medio de cuatro gradas.

Trataron de construir otra y comenzaron las obras el 31 de julio de 1733 que dejaron sin concluir cuando salieron de Orihuela; templo demolido en 1768 para edificar el actual como veremos al hablar de las Salesas.

Y queriendo ampliar también el colegio principiaron a realizarlo el 9 de marzo de 1734, quedando habilitado el 30 de julio de 1753.

Como casa de residencia continuaron hasta 1723 ó 1724 en que instituyeron un colegio en que se enseñaba filosofía y teología y al que en el último de dichos años se unieron las cátedras de gramática y retórica que la ciudad creó en 1439, en la casa del Ayuntamiento, y trasladó en 1593 al llamado estudio viejo, detrás de la cárcel, y más tarde se agregaron a la Universidad.

Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

En 1733 emprendieron la reforma y ampliación del colegio y la construcción de un nuevo templo.

Montesinos afirma que pusieron la primera piedra el 31 de julio, día de San Ignacio de Loyola, por mano del obispo Josef Flores Osorio, con asistencia de autoridades civiles y religiosas. La nota festiva la pusieron los músicos de la catedral «cuyos profesores cantaron con suave melodía»; y el disparo de varios castillos de fuegos artificiales.

Al parecer los solares les parecieron escasos. Aprovechando que sus vecinos los marqueses de Rafal, partidarios del archiduque en la Guerra de Sucesión, habían huido y sus propiedades estaban en manos del fisco, se apropiaron ilegalmente de dos casas.

En el año de 1710, en la noche del día 8 de Noviembre, sobre un arco antiguo que duró hasta el de 1771 que se demolió para formar y hermosear con varios ensanches la calle que había entre el nuevo y jesuítico colegio y dos casas del Ilustre Palacio de los Sres. Rocamoras, sus insignes bienhechores, juntando muchos alarifes y con el correspondiente silencio, sigilosamente formaron un tránsito de 8 palmos, por el que se pasaron a dicho Palacio y una casa contigua, alegando posesión de lo que no era de ellos ni les pertenecía.

Los Señores Marqueses Rocamoras se resintieron mucho de un hecho tan infame; pusieron instancia, y siguiendo los Regulares Tribunales, ganaron el pleito como era debido.

En noviembre de 1734 la Real Clemencia restituyó todos los bienes confiscados a los de Rafal. Y la marquesa Jerónima de Rocamora y Cascante, ya viuda, decidió recobrar judicial o extrajudicialmente unas casas que su padre había agregado al vínculo y mayorazgo del Marquesado de Rafal.

Dichas casas estaban ocupadas por los padres de la Compañía de Jesús y les reclamaba los alquileres o intereses, mostrando su disposición a ajustar amigablemente la venta.

Pero los expresados Regulares, con su acostumbrada política y cartas que trajeron del Reverendísimo Padre Andrés de Perussa confesor del Sr. D. Felipe V, implorando la protección de los enunciados Señores, lograron cuanto quisieron, porque estos generosamente le dieron el Palacio y Casa para que en ellos establecieran las Aulas de Gramática, Retórica y Filosofía hasta que se hiciese la obra nueva, como en efecto conocí yo en ellas la referida enseñanza, y la cursé de un tiempo.

En enero de 1735 Joseph García, rector del Colegio, y la marquesa de Rafal firmaron una concordia ante el escribano Bautista Alemán por la que se resolvía la enajenación forzosa mediante justiprecio tasado por expertos alarifes escogidos por ambas partes. Los «hijos de San Ignacio» desembolsaron 1.800 libras en moneda del reino.

Protocolos de Bautista Alemán. 1735. Archivo Histórico de Orihuela.

El colegio quedó habilitado en 1753. Los jesuitas se habían convertido en la orden favorita de los poderosos principalmente a través de la educación de sus hijos. Su centro de estudios era el más prestigioso de Orihuela, por encima incluso de los celosos dominicos. Y su patrimonio iba aumentando considerablemente.

En el siguiente año de 1734 se dio principio a la obra de lo restante del Colegio. El que estuvo en disposición de habitarse en el año de 1753, como efectivamente se pasaron a él los padres; y se estrenaron las aulas, aposentos, dormitorios y demás oficinas en el 30 de Julio, víspera del Padre S. Ignacio de Loyola, en cuya noche hubo plausible iluminación con bombas, faroles, deslumbrantes y calamones, costoso disparo de artillería, sonoro repique de campanas, fuegos artificiales, dulzainas y la música del Regimiento de Caballería del Algarbe que estaba acuartelado en esta Ciudad.  

En 1755 el séptimo marqués de Rafal Antonio de Heredia y Rocamora recuperó la propiedad histórica de la Granja, venciendo a los Jesuitas en otro pleito. Pero el título de conde había quedado extinguido.

Lo rehabilitó la decimotercera marquesa de Rafal en 1916; y lo separó del marquesado.

El 2 de abril de 1767 la Compañía de Jesús fue disuelta y sus religiosos expulsados de España. La iglesia que estaban construyendo quedó a mitad y fue demolida un año después.

Pragmática Sanción de Carlos III, para el extrañamiento de los regulares de la Compañía de Jesús. 2 de abril de 1767. Archivo Histórico Nacional. Consejos.

Se dio principio a la obra con bastante actividad y se prosiguió hasta el año 1767 que sucedió la expulsión y extrañamiento…

Y así quedó, en el lastimoso estado que hoy día vemos (Montesinos escribe a finales del XVIII), que es a punto de arrancar los superiores arcos, crucero, media naranja y cubiertas. Tiene su gran crucero primorosa sacristía y capillas ondas por cada lado.

El siguiente documento es una relación de sus bienes, puestos en venta tras la expulsión: cuatro heredades y tres casas, incluyendo un establecimiento situado en la calle del Río conocido como el «Mesón de la Compañía».

Plan general de bienes vendibles. Colegio de la Compañía de Jesús. 1769. Biblioteca Valenciana. Fondo antiguo.

El edificio del Colegio de la expulsada Compañía de Jesús quedó en manos del obispo Josef Tormo.

Todo este sitio se lo dio el Rey Carlos III con consulta de su extraordinario Consejo al Ilmo. Sr. D. Josef Tormo de Juliá, dignísimo obispo de esta Diócesis para que dispusiese de él a su voluntad…

Dos retratos del obispo Josef Tormo y Juliá. El primero está atribuido a José Vergara Gimeno y está expuesto  en el Centre Cultural La Nau de Valencia. El segundo es de Antonio Llopis, y se expone  en el Palacio Episcopal de Orihuela, Museo de Arte Sacro.

En 1772, cinco años después de la expulsión y por Real Cédula, el edificio se convirtió en casa de enseñanza y colegio de niñas bajo la advocación de la Purísima Concepción.

El impulsor y alma de esta institución fue el citado obispo Josef Tormo, enemigo declarado de la Compañía de Jesús. Así cuenta Montesinos, testigo presencial, su fundación.

Fundación del Ilustre Real Colegio de niñas educandas de esta ciudad de Orihuela. En el año de 1772, gobernando felizmente la mística nave de San Pedro su verdadero sucesor el Santísimo Pontífice Clemente XIIII, de feliz recordación, y siendo absoluto Rey Cathólico de las Españas el Sr. Don Carlos III de Borbón, el Justo, que en Gloria yace.

El Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. D. Josef Tormo de Juliá, dignísimo obispo de esta Diócesis oriolana, deseoso del mejor y mayor esplendor de esta Muy Noble y siempre fidelísima Ciudad de Orihuela, martes día 10 de Junio, y tercero de la Solemnísima Pascua del Espíritu Santo por su tarde, fundó, erigió y estableció el Magnífico Real Colegio de la Enseñanza de Niñas Educandas, bajo el auspicio y especioso título de la Purísima Concepción de María Santísima.

Con el mayor gozo y alegría de todo el pueblo, que verdaderamente carecía de tan apreciable habilidad de bordar, coser, formar medias, leer y escribir y demás cosas pertenecientes  a las niñas. Se fundó este Colegio de lo mejor y más principal parte de lo que había sido de los Regulares Jesuitas …

Anteriormente se demolió todo lo antiguo y superfluo del edificio; y de las rentas de los bienes de los expatriados Jesuitas, se obró todo lo moderno: Salas, aposentos, escalera, cocinas, despensas y el suntuoso Oratorio de la Purísima Concepción, que en dicha tarde del 10 de Junio de 1772 bendijo con solemnidad y pompa el Ilmo. Sr. Josef Tormo.   

El obispo Josef Tormo visto por Montesinos y el escudo de armas del colegio. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 8, cap. 1.

Bajo los auspicios del obispo Tormo el colegio gozó de gran éxito; pero la obra no le sobrevivió. Su lugar lo ocuparon las Salesas; de ello hablaremos en el próximo capítulo.

En cuanto a los jesuitas, volvieron cien años después y se instalaron en el lujoso edificio de sus viejos rivales los predicadores. Pero eso ya es otra historia a la que podéis acceder pinchando el siguiente enlace al artículo «Jesuitas en Santo Domingo».

Enlace a los artículos sobre Santo Domingo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).