Archivo de la categoría: Callejeando con Ajomalba

Callejeando 10. La Torre y la Cruz del Río.

Plaza de Santiago y Calle del Hospital. Colección Mariano Pedrera.

Salida al Río y «Lugar del Piejo».

Siguiendo por la calle del Hospital dejamos a la derecha la Plaza de Santiago, de la que hablaremos a la vuelta. Rebasada dicha plaza, encontramos dos callejuelas a la derecha y tres a la izquierda.

Fragmento plano de Francisco Coello en 1859.

Como podemos comprobar en el plano de Coello de 1859, los callejones en el siglo XIX eran tres a la derecha y cuatro a la izquierda.

Pero el que unía la plaza con el río, y el que prolongaba la calle de la Gloria hasta la de Santiago desaparecieron. Este último continuaba entre la Misericordia y Monserrate hasta unir el río con la peña.

Las que se conservan a la derecha se llaman Calle de la Espada y Travesía de Santiago.

La primera no figura en ningún padrón o reparto; pero existe al menos desde el siglo XIX. La mencionan en los trabajos del nomenclátor de 1861. También aparece en la prensa de final de siglo gracias a una taberna de mala reputación.

El Thader. 8 de octubre 1895: No hay que pensar en denunciar hechos que ocurran en el Arrabal Roig. Uno de los asiduos concurrentes a la taberna de la calle de la Espada, nos dijo anoche. ¿Señorito: Vd. es el «redator» que ha puesto eso de la calle de la Espada?

Nosotros contestamos asintiendo para ver lo que se le ofrecía. Pero nada, con la mayor cachaba del mundo nos dijo que no nos cansáramos en escribir sobre el particular porque han de seguir jugando en dicha calle, así como bebiendo tinto después de las diez de la noche.

La otra titulación es la forma más simple para nombrar calles modestas en la redacción de padrones y callejeros: se escribía el título de la calle principal, y al resto traviesas o travesías.

Fotografía Ajomalba.

La comisión para el arreglo del nomenclátor, en 1861, trató de unificarla con la primera de la izquierda, la llamada Salida al Río (en el plano, los números 1 y 2). Y para titularla escogieron el nombre de uno de los heroicos defensores del castillo durante la reconquista. Pero la propuesta no prosperó.

La Calleja que desde la Casa de Expósitos conduce a la Calle del Hospital, y de ésta a la Cruz del Río, llamada hoy Salida del Río, se nombrará Calle Ibáñez de Oriol.

Como su nombre indica, daba acceso al Segura a través de un portillo cuyos restos conservan las guías talladas en piedra para protegerse de las crecidas.

Fotografía Ajomalba.

Tenemos un documento de fecha 3 de noviembre de 1800, anexo al libro de actas, que cita el Portillo de la Calle de la Gloria, localizado entre la barrera de la Cruz del Río y el Portillo del Barrio del Piojo.

Normas que hay que observar para la construcción de tapias, las barreras y portillos de esta ciudad. Las cuales deberán ser de piedra y yeso con el grueso de palmo y medio y quince de elevación desde la superficie de la tierra, su bordo y el «simiento» correspondiente...

11. Barrera de la Cruz del Río; 12 Portillo de la Calle de la Gloria, con su albellón y palos de olivera; 13. Portillo del Barrio llamado del Piojo, desde la esquina de la última casa a la de Ros por la espalda, con su albellón y palos de olivera.

Portillo con salida al río. Fotografía de Juan Fenoll Villegas. Archivo Mariano Pedrera

El barrio o «lugar del Piojo» aparece en los padrones de primeros del siglo XIX. He localizado «barrios del Piojo» en localidades de Murcia, Albacete, Teruel, Toledo…

Antes de leer lo del portillo, su ubicación en varios repartos me despistó un poco. Como podéis comprobar, en el de 1803 aparece entre la Plaza de Monserrate y la Calle Torreta.

Reparto 1803. Archivo Municipal de Orihuela.

Y en el índice de 1811, entre la Plaza de Monserrate y Capuchinos.

Reparto 1811. Archivo Municipal de Orihuela.

Sin embargo, en repartos posteriores, lo anotaron junto a las calles del Hospital y de la Gloria.

Repartos siglo XIX. Archivo Municipal de Orihuela.

Si tenía un portillo cercano a la Cruz del Río y a las casas de Ros, podría ser la zona que, la comisión del nomenclátor en 1861, llamaba «Espaldas de Ros».

El sitio llamado Espaldas de Ros y antes Barrio de Rocafull, en memoria del célebre D. Guillén, cuyo retrato se conserva en la Casa Consistorial, se denominará Calle de Rocafull.

La sugerencia de dedicar una calle a los Rocafull, muy presentes en la zona como luego veremos, no se tuvo en cuenta; pero sí tenemos una calle dedicada al tal Ros.

Fotografía Ajomalba

La «Cruz del Río».

La Cruz del Río.

El lugar llamado «Cruz del río» o «Rebalso» era un idílico paraje del que sólo perduran fotografías. En el apartado «Cruces extramuros», Gisbert dice lo siguiente:

En cuanto a la cruz llamada del Río, en la margen izquierda de éste, junto al antiguo camino de Murcia y al torreón de Embergoñes, no podemos acotar el año de su fabricación; pero sí asegurar que es muy posterior a las otras seis, como que Montesinos no habla de ella al hacerlo de éstas.

Es cual jalón para medir la altura en las grandes avenidas del Segura, y decimos esto porque en la columna que le sirve de sostén aparecen señaladas las fechas de las riadas más memorables, con las alturas que alcanzaron; y en más de una ocasión ha sido derribada por la corriente.

Cruz había al menos desde el siglo XV, como en todos los caminos que llegaban a Orihuela. José Ojeda Nieto da cuenta de unos arreglos de cruces en la primera mitad del siglo XVI, concretamente en 1529.  

P[er] obrar les creus de la porta de Murçia y d[e] camy de Cinch Alqueries que están totes gastades.

Cuando hablan de obrar la cruz del camino de las Cinco Alquerías (nombre antiguo de la actual población de Alquerías), se refieren al camino viejo de Murcia o «camino de enmedio», cuya cruz de término era la del río. Como bien dice Gisbert, dicha cruz fue «derribada por la corriente» varias veces.  

Montesinos no la incluye entre las que se atribuyen a San Vicente Ferrer; tampoco entre las que se levantaron a principios del siglo XVIII; pero en otro apartado sí afirma que, durante la visita de Fray Diego de Cádiz en marzo de 1787, se colocaron varias «cruces labradas» en Orihuela.

Se colocaron en los caminos, términos y lugares públicos, hermosas cruces labradas con los jeroglíficos de la Pasión de Ntro. Redentor Jesús; y hermosos lienzos de la Santísima Trinidad, todos dotados de indulgencias por rezar con devoción un Credo en su presencia...

Esto coincide con lo dicho en un artículo de prensa que podéis leer a continuación. Lo redactaron cuando la corriente derribó la cruz por enésima vez y estaba sepultada en el fango, a finales del XIX. Y se la atribuyen a unos padres capuchinos que la levantaron estando en Orihuela el famoso fraile gaditano.

Colección Javier Sánchez Portas.

Dicha cruz servía para medir las frecuentes avenidas del Segura. En su base se marcaban fechas y altura del agua. A consecuencia de una de esas inundaciones, probablemente durante la «Riada de la Feria» ocurrida en septiembre de 1888, cayó derribada y quedó sepultada en el fango.

El orcelitano, 7 de abril de 1889: ¿Qué delito ha cometido la tradicional cruz del río para que permanezca sepultada entre las arenas, ni más ni menos que si estuviera cumpliendo alguna condena impuesta? ¿La tendrán castigada por haber sido la causa de la última inundación? O por que no supo sostenerse guardando el equilibrio para que las aguas no la derribasen?

Podrá en tal caso haber algo de lo segundo, pero no es causa suficiente para imponerle tan tremendo castigo. Si la hubieran asegurado, observando que se desmoronaba, no hubiera venido en tierra. ¿Y cómo había de ser cómplice de la inundación, cuando es un centinela que siempre se hallaba arma al brazo marcando de una manera indefectible los grados que alcanzan las aguas, cuando se inician síntomas de avenidas?

Mire V. que estas gentes son terribles; no respetan ni aun siquiera la antigüedad. Basta ya de castigo. Disponga V. S. señor Alcalde, levanten del fango en que yace la tradicional cruz, y tengamos los hijos de Orihuela el gusto de verla colocada en el mismo sitio, conservándola para recuerdo de las futuras generaciones de este país.

La Cruz del Río.

Es en el siguiente artículo donde mencionan a los capuchinos y a fray Diego José de Cádiz.


El orcelitano, 5 de mayo de 1889: El viernes, día de la Cruz, creímos recibir una sorpresa preparada por el Alcalde; pero nos encontramos chasqueados. Hace días llamamos la atención de aquella autoridad para que dispusiera la colocación de la tradicional cruz del río, que yace sumida en el fango sin consideración a su antigüedad, y sin tener en cuenta que es un recuerdo de feliz memoria para Orihuela.

Tan respetable y tradicional Cruz fue erigida por unos frailes capuchinos que vinieron a esta ciudad a celebrar las correspondientes misiones; y coincidió su colocación, encontrándose también en ésta para la predicación de aquellas, el virtuosísimo Padre Fray Diego de Cádiz.

Colección Javier Sánchez Portas.

En el verano de 1891, la prensa seguía reclamando la colocación de la derribada cruz del río. En julio, el Ayuntamiento presentó dos presupuestos y pidió algo de ayuda a los modestos vecinos, provocando la siguiente respuesta crítica.  

El diario de Orihuela. 27 de julio 1891: La Cruz del río. En la mañana de ayer y previamente convocados por el teniente alcalde Sr. Bueno se reunieron en casa de dicho señor algunos vecinos de la Puerta de Murcia con el objeto de estudiar la forma de hallar fondos para levantar la Cruz del río.

El Sr. Bueno expuso el objeto de la reunión y excitó para que dieran algo los vecinos a dicho fin, terminando con presentación de dos presupuestos; uno de 50 pesetas y otro de 75. El Sr. Ruiz que tomó después la palabra dijo que los labradores están mejor para tomar que para dar, y después dijo:

— Yo voy también a presentar otro presupuesto si se puede hablar. El Sr. Bueno — Hable usted. El Sr. Ruiz. — Pues allá voy: Para levantar el pilar: Doce capazos de cal a 15 céntimos 1,80 pesetas. Dos carros de grava menuda para el cemento 5,50. Mano de obra por gratificación al maestro Morato 5. Por arreglar la cruz el maestro Zarra que es muy devoto 00. Total 12,30 pesetas. Restando ahora de la cantidad de usted a la mía se verá que va nada.

Colección Esteban Sanmartín.

En esa especie de playa fluvial, las mujeres lavaban, los hombres pescaban y los chiquillos nadaban; aunque todo estuviese prohibido.

El independiente. 27 de julio 1892: El Alcalde multó ayer con un día de su haber, a la pareja de municipales que presta servicio en el Arrabal-Roig, por permitir que laven las mujeres en la «Cruz del Río» siendo así, que se les dio la orden terminante de que no se lave en el río, ni en aquellos puntos donde algunos vecinos se surten de agua para su consumo ordinario.

El diario orcelitano. 17 de marzo 1904: Se nos dice que en el Segura y por más arriba del lugar denominado la «Cruz del Río», se dedican algunos sujetos en ejercer la pesca; pero no con caña, sino usando las «mangas» y los «rayos»; con lo cual contravienen la vigente ley de caza y pesca.

En la «Cruz del Río» muchos oriolanos dejaron su vida aprendiendo a nadar.

El Independiente. 20 de mayo de 1892: A las 12 de esta mañana y en el sitio denominado «La Cruz del Río» ha sido extraído el cadáver del niño que pereció ahogado hace tres días.

El Independiente. 26 de julio de 1892: El sábado en la tarde había un enjambre de chiquillos nadando en el sitio denominado «La Cruz del río»; y ni la pareja de servicio del arrabal ni nadie, evitó que continuaran haciendo ejercicios de natación. Prevemos que como no se lleve a debido efecto la prohibición, es posible que algún padre de familia tenga que lamentar alguna desgracia.

El Independiente. 22 de julio de 1893: A las tres y media de la tarde de ayer pereció ahogándose en el río, en el sitio denominado «La Cruz del Río» un muchacho de unos 17 años que había ido a bañarse a aquel punto. Son dos ya con ésta, las desgracias que en breves días tenemos que lamentar.

Durante muchos años contó con una caseta de consumos o fielato para el control de acceso de mercancías por el camino viejo de Murcia. Bueno, decir caseta era mucho, al menos en 1892.

El Independiente. 22 de julio de 1892: Damos las más expresivas gracias al Presidente de la comisión de consumos en nombre de los empleados del resguardo por atender en cuanto vale la excitación que le hicimos, para que dispusiera la colocación de un sombraje o cobertizo en el fielato de la cruz del río, a fin de que los empleados puedan preservarse de los abrasadores rayos del sol. Pues le apreciaremos no se demore la colocación del susodicho sombraje o sombrajo.

El diario. 1 de abril 1914: Aconsejamos al administrador de consumos que haga vigilar más los fielatos, y particularmente los días que maten en Bonanza. Digo esto, porque el otro día vi a tres mujeres del Arrabal Roig que, con grandes cestas, pasaron por el fielato de la «Cruz del Río», y los guardias, o se hicieron el distraído, o no las vieron…

Toda esa zona, completamente remodelada por la canalización del río, está ocupada ahora por un centro comercial y sus aparcamientos.

«Panorama rechter teil» («Panorámica parte derecha»). Otto Wunderlich (1886-1975). Año 1923. Instituto del Patrimonio Cultural de España.
Evaristo Duréndez Rodríguez.

Por la calle de la Gloria, volvemos a la del Hospital y, a partir de aquí, saldríamos extramuros, al verdadero Raval Roig.

Pero antes vamos a hablar de una plazuela desaparecida que ya cité en el capítulo dedicado al Carmen: la conocida como Carmen Viejo por la ubicación del primer convento carmelita.

Dibujo Mario Gómez. Texto Ajomalba.

Su desaparición en algunos listados del siglo XVIII y la breve aparición de la Plaza de Pedro de Castilla, me llevan a pensar que son la misma, un ensanche interior para servicio de la muralla, que desapareció con ésta.

Reparto del Equivalente 1717. Archivo Municipal de Orihuela.
Reparto del Equivalente 1718. Archivo Municipal de Orihuela.

En cuanto al personaje que la tituló brevemente, tras mucho buscar, conseguí localizarlo en dos protocolos notariales de la época. Se llamaba Pedro de Castilla de la Cueva Benavides, fallecido en el primer cuarto del siglo XVIII.

Su viuda, llamada  Antonia March García de Espejo, aparece en un poder de 1723. Y su hijo, de nombre Diego de Castilla, en otra escritura de 1734. 

No puedo aportar más datos; pero por las fechas parece estar relacionado con la Guerra de Sucesión y la llegada de los Borbones. Sin más preámbulos, salimos al arrabal.

El arrabal extramuros.

Arrabal siglo XVI. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

A través de los siglos, el estatus social de un oriolano, más allá de su oficio o de su nivel de ingresos, podía adivinarse por la zona en la que residía.

El tradicional casco de Orihuela ocupaba el escaso terreno disponible entre el monte de San Miguel y el río Segura, un espacio amurallado y a salvo de riadas que pronto se vio desbordado por la construcción de numerosos edificios destinados a la función pública, al clero, a la nobleza y a la burguesía acomodada, originando diversos núcleos de población extramuros, arracimados junto a sus puertas.

Modestas viviendas estructuradas en torno a caminos que progresivamente se transformaron en calles; arrabales que, con mejor o peor fortuna se fueron integrando en una población que optó por desplazar su centro al otro lado del río.

En todas las ciudades hay un arrabal que tradicionalmente permanece relegado, mal dotado de servicios y urbanizado anárquicamente, un escenario donde se concentran los problemas de desigualdad y exclusión social. En Orihuela se llama «Rabaloche».

Es la castellanización del topónimo Raval Roig o Raval Roche. Montesinos, traduciendo literalmente, atribuye el nombre al color de la tierra utilizada por los alfareros o cantareros. Pero las dos cantarerías nombradas en Orihuela (en el Rodeo y en una traviesa de la Corredera) estuvieron emplazadas, precisamente, en los otros dos arrabales.

Se hallan en Orihuela tres Arrabales que están fuera de los muros de la Ciudad; el primero de estos es el que llamamos en valenciano el Arrabal Roig, nombre puesto por los antiguos moradores de Orihuela después que fuera ganada de los moros; cuyo nombre le dieron porque aquí fundaron la Cantarería los alfareros que trabajaban en la obra de tierra.

Y como esta era roja y colorada, la que traían de lo más alto de la Sierra del Mártir San Cristóbal, y con ella labraban ollas, cazuelas, cántaros y búcaros, para el servicio de los vecinos de esta Ciudad, tuvo de aquí su denominación de llamarse el Arrabal Roig.

Enclavado en una zona privilegiada y libre de inundaciones, este añejo asentamiento urbano es sin embargo un interesante ejemplo de marginalidad histórica, de barrio popular poblado por familias modestas que han conservado gran parte de sus tradiciones a pesar de vivir en un territorio condicionado por la diversidad de culturas, por ser foco de atracción para los grupos más desfavorecidos.

Más allá de cualquier división administrativa o territorial, el «Rabaloche» mantiene unas características propias que, para lo bueno y para lo malo, le confieren cierta personalidad, siendo escenario predilecto para las leyendas más conocidas de nuestra ciudad.

En el Rabaloche se sitúan fantásticas narraciones que han calado hondo entre los oriolanos a través de los siglos. Estas leyendas forman parte inseparable del patrimonio de Orihuela y aceptarlas como tradiciones, como elementos que enriquecen su folclore no impide que se intente dar una explicación más histórica a los hechos.

Popularmente se asocia a la zona de influencia de la parroquia de Sant Jaume o Santiago, llamada despectivamente «la pila de los bordes» por ser la encargada de acoger y cristianizar a los huérfanos de la cercana Misericordia.

Se consideran «rabalocheros» los oriolanos nacidos entre la «esquina del pavo» y el convento de San Francisco. Pero en puridad, el Raval Roch comenzaba al otro lado de la muralla, en la explanada contigua a la Puerta de Murcia, un territorio con fuerte presencia franciscana.

No en vano esta orden mendicante fue propietaria de tres de los cuatro edificios destacables: el convento de Santa Ana, el de Capuchinos y la ermita del Sepulcro. El cuarto, construido a mediados del XVIII, fue el Cuartel de Caballería.

San Francisco y Plano del Cuartel. Colección Esteban Sanmartín.

Para salir al verdadero arrabal, había que traspasar la muralla medieval que, bajando de la sierra, giraba por la zona próxima a la iglesia de Monserrate.

La Torre «Ochavada»

Este espacio de especial protección estaba salpicado de pequeñas torres que reforzaban el muro hasta llegar a la de Embergoñes, milenaria y singular construcción hexagonal que culminaba el perímetro defensivo de la ciudad islámica en su punto más al oeste.

Las primeras referencias documentales datan del siglo XIV, aunque su origen es claramente anterior; islámico y más concretamente del periodo almohade, fabricada entre los siglos XII y XIII.

La torre a principios del siglo XX. Colección Javier Sánchez Portas.

Realizada en tongadas de tapial alternadas con hiladas de piedras de diverso tamaño, la altura de esta torre debió de ser espectacular, una sensacional atalaya junto al cauce del río, óptima para vigilar las posibles incursiones enemigas y las periódicas crecidas del Segura.

En los preparativos para la defensa de la ciudad durante la Guerra de los Dos Pedros, concretamente en 1359, encomendaron la torre a Bernardo Torner «en homenaje». Así lo afirma Mosén Bellot en sus anales. Pero este caballero murió en ese mismo año.

1359. Murió estos días Bernat Torner, que tenía la torre de En Bergonés con homenaje a uso de España. Esta era una gran torre que se cayó en tiempos de nuestros abuelos, al lado de la cual abrieron nuevamente la puerta de Murcia por honra del obispo don Alfonso de Medina, la primera vez que vino a Orihuela antes de esta guerra.

Y Pedro Torner, su hermano, puso escritura en consejo requiriendo absolviesen a su hermano del homenaje hecho y que él entregaba las llaves de dicha torre.

El Consejo mandó ir a los jurados a reconocer el cuerpo del difunto, y pidieron con juramento de dos testigos si era aquel el cuerpo de Bernat Torner, y respondieron que sí, y entonces lo absolvieron del juramento y la entregaron a Paulo de Godés, y prestó homenaje de manos y boca a los jurados en nombre del Consejo.  

Medio siglo después, ante una nueva amenaza, el consejo  destinó a cuatro personas honradas para instalarse en el llamado «postigo de don Ramón», entre torre hexagonal y la puerta de Murcia.

Se refiere a Ramón de Rocafull, rico personaje del siglo XIV propietario de doce caballos, que fue procurador General de Orihuela y por dos veces Capitán General. Gisbert habla de ese postigo como de D. Ramón o de D. Onofre Rocafull.

Arrabal siglo XVII. Dibujo de Mario Gómez sobre un boceto de Ojeda Nieto.

A mediados del siglo XVI la llamaban «la Torre Grosa de don Pedro Rocafull» o «torre ochavada».

Y a finales de esa misma centuria, los carmelitas se metieron a la casa vulgarmente llamada «el Palacio», cuyo dueño era el Magnífico D. Joan de Rocafull.

Los Rocafull, primero señores y luego condes de Albatera, tuvieron varios solares e inmuebles en la zona próxima a la torre y la muralla. Tras la expulsión de los judíos les cedieron su cementerio, situado extramuros cerca de la torre de Embergoñes, para utilizarlo como huerto.

En este mismo artículo hemos hablado de cuando la comisión del nomenclátor quiso bautizar «el sitio llamado Espaldas de Ros y antes Barrio de Rocafull» como calle de Rocafull, en memoria de Guillén de Rocafull, cuyo retrato conservaban en la Casa Consistorial.

A pesar de estar catalogada con el primer grado de protección, los restos de tan importante monumento medieval, sufrieron muchos años de abandono, ocultos bajo la vegetación y soportando un depósito de agua con el que coronaron la torre en la década de 1920.

La Torre con el depósito.

Una serie de actuaciones arqueológicas efectuadas por la concejalía de Patrimonio Histórico en 2017,  han revelado que la vetusta torre conserva dos metros y medio de estructura en el subsuelo, en buen estado de conservación.

La torre en la actualidad. «Reconstruida» por José Antonio Ruiz Peñalver.

Pinchando la siguiente imagen se accede a un vídeo en el que Matías Ruiz Peñalver, miembro del equipo redactor del Plan director del castillo y las murallas de Orihuela, cuenta la Historia de la Torre de Embergoñes.

Fotografía Ajomalba. Enlace a vídeo.

Todas estas construcciones defensivas comenzaron a perder importancia al remitir las disputas con Castilla y las temidas incursiones granadinas.

La artillería moderna y el desarrollo urbano las hicieron obsoletas e incómodas hasta provocar su desaparición.

Antonio José Mazón Albarracín. Ajomalba

Este capítulo, corregido y aumentado, forma parte del trabajo «El Raval Roig, un territorio históricamente singular», publicado en «Cuadernos de Historia y Patrimonio Cultural del Bajo Segura».  A su vez era un resumen actualizado y ampliado de otros artículos que he dedicado a este histórico barrio de Orihuela.

Callejeando 09. El Hospital y el Palacio de Rubalcava.

Fotografía Ajomalba.

La calle del Hospital.

Patro de mur y sal any 1636. Archivo Municipal de Orihuela.

Continuamos nuestro paseo literario por la calle del Hospital, dejando a la derecha una calleja que en lo antiguo se llamó de Eusebio. En la actualidad forma parte de Maestro Esteban, traviesa de la que hablaremos más adelante.

Fragmento del plano de Orihuela publicado por Francisco Coello en el año 1859.

Como dice Gisbert , «No es menester decir por qué se denomina de San Juan de Dios o del Hospital la calle que, partiendo de la plaza del Carmen, guarda paralelismo con la de Santiago y sigue hasta la plaza de Monserrate, después de ser interrumpida por la de Santiago».

El edificio, cargado de historia, que encontramos a la izquierda es el responsable de dicha titulación.

Hospital Municipal. Colección Javier Sánchez Portas.

La tradición ubica a los freires templarios en el solar que luego fue granero episcopal, en la calle del Ángel; y a las monjas templarias en el que sería Palacio Episcopal y posteriormente hospital.

El propio Mosén Pedro Bellot deja muy clara la situación de ambos establecimientos de la mítica orden medieval al hablar del convento de la Merced. 

El más antiguo convento de los que hoy permanecen (no tratando de los dos que había de Templarios, uno de freires en lo que hoy es el granero, y otro de monjas en lo que hoy es el Hospital) es el de la Merced…

Del granero hablaremos al llegar a la calle López Pozas; aquí vamos a contar un poco de la historia del hospital. Para las notas del citado Bellot utilizaré en esta ocasión el color azul; reservando el rojo para las de Josef Montesinos.

Disuelta la orden de los templarios en el siglo XIV, Jaime II cedió sus edificios al Obispado de Cartagena. Y el del arrabal se utilizó como sede episcopal, como morada del obispo en sus escasas visitas a Oriola. Recordemos que nuestra ciudad, aunque administrativamente era aragonesa, pertenecía espiritualmente a Castilla.

En el siglo XV se decidió unificar los hospitales parroquiales.

Había en Orihuela antiguamente cuatro hospitales, cada uno en su parroquia: el del Corpus, que hoy es parte de la casa del Obispo. El de San Salvador estaba en el rabal de la Puerta de Elche. El hospital de Santa Justa era lo que hoy es corte y cárcel. Y el de Santiago era San Julián, en Nuestra Señora de Monserrate.

Y en el año 1423 obtuvo el consejo un breve apostólico en que mandaba suprimir todos los hospitales en uno, y que la renta de todos y el precio de las casas se hiciese un hospital suficiente.

Pero no tuvo efecto por entonces, porque el año 1464 aún estaban divididos, porque trajo la Ciudad orden del Rey para el Obispo, mandándole que de todos los cuatro hospitales se hiciese uno.

Y el consejo ordenó que los jurados lo tratasen con los cofrades del hospital de San Bartolomé, que era el de Santa Justa, y que el consejo pagaría la casa para hacer de ella la Corte, y que la cárcel y la corte estuviesen en la plaza.

Para ubicar esta especie de «Hospital Central», que «de cuatro hizo uno», se aprovechó la permuta que acercaría al obispo a la futura Catedral.

Los prelados cartageneros habían dejado de visitar a una hostil Oriola que reclamaba su propio obispado. Y el edificio, abandonado a su suerte, se estaba arruinando a pesar de las protestas de los oriolanos.

Sabemos que, aún en 1452, las «Casas del Obispo» alojaron al privado del rey Alfonso V «el Magnánimo». Lo certifica la siguiente nota de Bellot, referente a la visita que hizo a Orihuela del conde de Cocentaina, Ximén Pérez de Corella.

Después de haberle hecho un pomposo recibimiento y paseo por toda la ciudad, le hospedaron en las casas del Obispo, que hoy es hospital…

Hasta tal punto llegó la desidia de los obispos con Oriola, y el desprecio de los oriolanos por el obispado murciano, que utilizaron el caserón episcopal como establo para refugio del ganado municipal.

Se dice que, en 1482, cuando nombraron obispo de Cartagena a Rodrigo de Borja, aprovecharon el buey que el futuro Papa «Borgia» Alejandro VI ostentaba en su escudo, para que circulase por Orihuela la siguiente coplilla:

«Se honra el obispo de Murcia / en tener un buey por armas/ y los bueyes en tener / su palacio aquí por cuadra».

Rodrigo de Borja, obispo, cardenal y Papa.

Montesinos lo explicó así:

… el Palacio de los Señores Obispos de la Sta. Iglesia de Cartagena, en tiempos de nuestra insigne Colegial de San Salvador, antes de verse elevada a la dignidad de la Cathedralidad estaba destinado para cuando viniesen dichos Prelados a esta Ciudad a hacer la visita y demás funciones propias de su ministerio, con obligación de mantenerle y repararle, lo que no ejecutaban.

Y estando muy deteriorado, escribieron ambos muy Iltes. Cabildos al Ilmo. Sr. D. Rodrigo de Borja, su Obispo en Murcia; después Cardenal y Pontífice Sumo con el nombre de Alexandro VI, para que lo reparase y obrase, a lo que se dio por desentendido…  

Como se movió el consabido ruidoso pleito, que siempre estuvo muy vivo, sobre la erección de nuestra Colegiata en Cathedral, los Obispos tenían miedo de venir a Orihuela; y dejándole de reparar, vino a ser corral y establo de los bueyes del abasto de esta Ciudad.

Y así escribió su Ayuntamiento a la Santidad de Alexandro VI, siendo Obispo Cartaginense, una carta muy satírica (y si hemos de hablar sin pasión poco atenta), entre cuyas palabras le dijeron estas:

Su Reverendísima y los del apellido de Borja, sus ascendientes y presentes, se honran de tener un buey por blasón y armas de su escudo; y en la Casa que V. Rdma., como Obispo de la Santa Iglesia de Cartagena, tiene por Palacio en Orihuela, se honran los bueyes de nuestros abastos de tenerla por establo y corrales…  

El cronista, en el primer libro de su compendio, asocia erróneamente la permuta de los edificios al flamante Obispado de Orihuela.

Y cuando Orihuela vino, en el año de 1564, a tener propio Obispo e Iglesia Cathedral; como el Palacio del Prelado de Cartagena estuviese donde hoy está el Hospital General de la Ciudad, determinaron que el Hospital que estaba en la Parroquia de San Salvador, fuese Casas y Palacio del nuevo Obispo y de sus sucesores.

Y lo que antes fue Palacio del Obispo de Cartagena, que lo era igualmente de Orihuela y todo su distrito, se hizo en él Hospital General, trasladando la Iglesia de San Bartolomé Apóstol, Hospital antiguo, en este nuevo Hospital y le dieron por nombre el Hospital de Corpus Christi, dejando una cuadra y aposento para los enfermos.

En realidad no fue exactamente así. La permuta, efectuada en 1558, fue cosa del último obispo de la diócesis de Cartagena, Esteban de Almeida (1546-1563). El hospital del Corpus Christi y San Bartolomé, hasta entonces en la calle Mayor, se trasladó al arrabal.

Y en su solar, junto al Loreto, se erigió el actual palacio episcopal que, en una de sus puertas, mantiene el escudo de dicho prelado. El propio Montesinos se contradice y lo afirma después, en el libro sexto.

En este sitio, fundó su Palacio Episcopal, por estar frontero y sujeto a la Santa Iglesia Cathedral, el Ilmo. Sr. D. Esteban de Almeyda, que fue el último Obispo de Cartagena, que gobernó todo lo que al presente es nuestro Obispado Oriolano, que se elevó a dicha Dignidad en 1564; en la vacante de su muerte, como lo demuestra el escudo de sus armas que hoy día aparece sobre la puerta (entonces principal) de dicho palacio…

Escudo del obispo de Cartagena Esteban de Almeida. Palacio Episcopal. Siglo XVI. Fotografía Ajomalba.

Y dejaron igualmente todas las demás rentas de los Hospitales para el servicio de los enfermos del Hospital General, que vino en el años de 1624 al poder de los Padres Religiosos del Orden de San Juan de Dios, donde hoy sirven a los pobres con mucha Caridad.

Los Hospitalarios de San Juan de Dios.

Triunfo de San Juan de Dios. 1740. Óleo sobre lienzo. Corrado Giaquinto. Pinchad para ver la obra completa en el Museo del Prado.

Los hospitalarios surgieron en la primera mitad del siglo XVI a través de San Juan de Dios, personaje nacido en Portugal, fundador del primer hospital en Granada.

Fallecido en 1550, durante la segunda mitad de la centuria sus seguidores fueron reconocidos como comunidad religiosa, siguiendo la regla de San Agustín con los tres votos clásicos de pobreza, castidad y obediencia más un cuarto de asistencia a los enfermos.

En 1586, el papa Sixto V les concedió la categoría de orden religiosa y se extendieron por todo el mundo fundando hospitales. A Orihuela llegaron bien entrado el siglo XVII.

En mayo de 1624 el permutado hospital fue encomendado a los religiosos de esta orden, convirtiéndose en convento de San Juan de Dios y hospital con las advocaciones del Corpus Christi y San Bartolomé.

Armas del Hospital y retrato de San Juan de Dios. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 6.

Según Montesinos, tomaron posesión del Hospital media docena de religiosos que, con limosnas del obispo, de ambos cabildos y de varias personas devotas «lo pusieron en decente arreglo con dos muy buenas enfermerías, cocinas, despensas, sepulcro y demás necesario».

Luego se aplicaron a la construcción de la iglesia que, terminada en 1626, fue bendecida por el obispo Andrés Balaguer y «se hicieron a su dedicación unas muy lucidas fiestas». Y añade nuestro cronista respecto a los dominicos:

… llevados de su generosidad y amor a esta Comunidad Hospitalaria, les hicieron un buen regalo reducido a un carnero, 6 gallinas, una carga de vino, un cahíz de harina y 20 libras de moneda valenciana.

Además de las notas del citado Montesinos, que sigo marcando en rojo, utilizaré el violeta para algunos párrafos de Juan Bautista Vilar, de su obra «Orihuela, una ciudad valenciana en la España moderna».

Empezando por la transcripción del «Cathálogo de los conventos del obispado de Orihuela», manuscrito confeccionado a mediados del siglo XVIII y conservado en el Archivo Histórico Nacional.

San Juan de Dios. El Convento y Hospital de S. Juan de Dios se fundó el día 16 de mayo del año 1624, en el que, reducidos a uno dos hospitales particulares que había establecidos bajo la devoción de Corpus Christi y de San Bartolomé, con el piadoso fin de curar enfermos y criar niños expósitos, se entregó por la Ciudad de Orihuela a esta Sagrada Religión y hoy mantiene la misma invocación de Corpus Christi y de San Bartolomé.

La dramática epidemia de peste de 1648 fue su verdadera «prueba de fuego»; y se llevó por delante a toda la comunidad.

En el año 1648, en que esta ciudad padeció el lamentable contagio de la peste, con ruina de la mayor parte de los moradores, se aplicaron el Prior y Religiosos de este Convento, que entonces eran el Padre Fray Pedro Sanctus Morcillo, Prelado y Fray Andrés Lomares, Fray Diego de Salamanca, Fray Justo de Viruega, Fray Valeriano Alcañiz, súbditos al caritativo celo de los enfermos del contagio, ayudándoles con piedad, fervor y la mayor vigilancia, hasta haber dado todos, por el consuelo y amor de sus próximos, las propias vidas, de modo que hubo de proveer la Religión de otros Religiosos con su Prelado para continuar el Santo Instituto…

Patro de mur y sal any 1639. Archivo Municipal de Orihuela.

Ese mismo manuscrito nos revela que, a mediados del siglo XVIII, el convento hospital contaba con seis religiosos que atendían una media anual (regular curación cada año) de 335 enfermos; y criaban a 75 niños expósitos de ambos sexos.

Las rentas asignadas apenas cubrían la crianza de los huérfanos y el salario de los asistentes; teniendo que alimentar a los pobres enfermos a base de limosnas recogidas por los religiosos «que diariamente imploran la piedad cristiana con harto trabajo y estrechez».

De la misma fuente procede la siguiente carta del abogado Joseph Huguet, dirigida al corregidor de Orihuela en 1768. La escribe en nombre del prior del Convento y Hospital, y nos desvela los pormenores de la financiación en la cesión inicial y los problemas que tenían en aquel momento.

Digo que habiéndose fundado el referido convento en veinte y nueve de mayo de 1624, cedió aquella ciudad por propios el derecho de cárcel, pieles de cabrito y el que a la sazón tenía en las adoverías, para que con estos productos y las limosnas que pudieran recogerse para dicho convento, se acudiese a la manutención de los pobres enfermos y niños expósitos que se habían de recoger en el Hospital General que se fundó en el mismo Convento para dicha Ciudad y su contribución.

Desde entonces los referidos religiosos, mis partes, han continuado en pedir limosnas por esta y su contorno para mantener y curar los muchos y pobres enfermos del dicho Hospital, sin embargo de haberle faltado los efectos de derecho de cárcel y pieles de cabrito asignados por la ciudad; y como en virtud del Rl. Decreto expedido por V.E., se les ha prohibido el pedir las referidas limosnas, se hallan con el sensible desconsuelo de no poder mantener a los referidos enfermos, siguiéndose por ello notable perjuicio a la pública utilidad, ya por ser muchos los que en dicho Hospital se socorren, no solo de la ciudad y de los contornos, si aún transeúntes, huérfanos y mendigos.

«Patro de els vehins de la Ciutat fet en lo any 1651». Archivo Municipal de Orihuela.

Otra fuente de financiación, no citada en el texto anterior, era un corral público de comedias que la ciudad y algunas casas nobles construyeron junto al hospital y que regentaban los propios frailes.

Y para que tuviesen más renta ese Hospital, de las casas que allí tenía para los niños expósitos, hicieron una Casa Theatro de Comedias, que duró hasta el año de 1783, que por informes del Ilmo. Sr. D. Josef Tormo de Juliá, Obispo oriolano; y del Iltre. Sr. D. Pedro Bonafede, Gobernador Militar y Político de esta Ciudad, se demolió por orden del Consejo, aplicando a cada persona que entrase cuatro dineros para el Santo Hospital.

En el sexto tomo, Montesinos amplía la información sobre la Casa de Comedias del Hospital.

La Muy Iltre. Ciudad y varias casas nobles, especialmente la de los Rocamora, Condes de la Granja y Marqueses de Rafal; de Sánchez Belmont, hoy día Marqueses de Campo Salinas; de Roca, al presente Condes de Pino Hermoso, Grandes de España; de Soler; de Portillo; y otras que omito; construyeron junto a dicho Hospital, una aseada hermosa y pública Casa de Comedias, cobrando los Padres Hospitalarios dos dineros por cada una de las personas que concurrían, con otros emolumentos que tenían particulares de algunos bancos y aposentos…

De suerte que en algunos año recogían dichos padres 400 y a veces 500 pesos de moneda Valenciana con cuyas cantidades se remediaban las necesidades de la Rvda. Comunidad y de los pobres enfermos que acudían a curarse a sus enfermerías.

El Ayuntamiento acordó su demolición el 16 de agosto de 1779, con la oposición de muchos oriolanos, especialmente la del marqués de Rafal, quien gozaba de una tribuna en la «Casa Theatro de Comedias».

El marqués era vecino del hospital. Su palacio original estaba junto al Hospital, en la calle que llamaban del Carmen y luego del Carmen viejo.

Del marquesado hablaremos en otro capítulo, al que podéis acceder directamente pinchando la imagen siguiente.

El Ilustre marqués de Rafal en Carrer del Carme. Censo de Oriola 1646. Enlace a artículo.

A pesar de todo, el derribo del teatro se llevó a cabo cuatro años después.

Así siguió esta casa pública o Coliseo, hasta los principios del año 1783, en que fue demolida con universal sentimiento de los oriolanos, y en especial de aquellas personas interesadas que tenían la propiedad y posesión de aposento o banco…

Montesinos atribuye dicho derribo a «cierta representación siniestra, dolosa y mal fundada» que influyó en el obispo Josef Tormo y en el Gobernador Pedro Bonafede, de estado celibato; «ambos jefes, muy enemigos de fiestas, de mujeres, de diversiones y de comedias».

Y así convencieron al prior, que perdió los ingresos que proporcionaba y se ganó «el odio amargo de todo el pueblo». Derruida la Casa de Comedias «después de varios debates, alborotos y protestas», a expensas del obispo Tormo se construyó una Sala o Enfermería de Agonizantes, con dieciséis camas y rejas gruesas de hierro que miraban a la calle y al jardín.

Y mientras vivió dicho prelado, pagó el trigo, el aceite y el vino del Hospital más una renta de 200 pesos para compensar lo que ingresaban de la casa de comedias.

El cronista oriolano nos dejó también una descripción del interior del convento a finales del siglo XVIII.

El terreno del Convento es grande, por lo que todas sus oficinas son espaciosas, aunque pudieran estar con otro orden más acomodado; se manda y gobierna por una muy espaciosa escalera con balaustrada de hierro y pasamanos de madera, adornada con algunos especiales lienzos antiguos de buena pintura con imágenes de varios Santos y Religiosos Ves. de la Orden.

Tiene Claustros bajos y altos, muy aseados, blancos, bien pavimentados, y con algunos lienzos semejantes a los insinuados; las celdas son bellísimas; que unas miran a la calle principal y otras al amenísimo jardín que tiene este Convento; grande, divertido y muy curioso; plantado con muchos frutales y flores por estar al lado del Río Segura.

Casi todas las celdas tienen buenos balcones de hierro. Las demás oficinas, a saber, Refectorio, Cocinas, Despensas, Deprofundis, y común entrada del Convento, son muy decentes y mejoradas en disposición y situación.

Y en el «Actual Estado que tiene la Ciudad de Orihuela en el 31 de Diciembre de 1799», un completo listado del personal hospitalario: ocho frailes con diferentes empleos, un cocinero y una enfermera para encargarse de asistir a las mujeres.

Convento Hospital del Corpus Christi del Sagrado Orden de los Padres de San Juan de Dios, fundado en el 1624: Prior = El Rdo. P. Fray Joaquín Molina. # Presidente = El Rdo. P. Fray Nicolás Gelabert, enfermero mayor. # Consiliario = El Rdo. P. Fray Carlos Botella. # P. Fray Blas Ruiz de la Presentación, Sacerdote, Confesor, Capellán de la Hospitalidad, y Procurador. # P. Fray Francisco Serrano, enfermero menor. # P. Fray Joaquín Iborra, Capellán y Dispensero.  # P. Fray Francisco del Castillo, Cirujano de pobres de la portería. # P. Fray Josef Pujalte y Mirambello, Demandante de la Ciudad. # Antonio Medina y Soler, Cocinero, Secular. # Teresa Suarez y Bengoechea, Enfermera de las Mujeres. # Montesinos, año de 1799.

Suprimida la orden de San Juan de Dios en 1835 y exclaustrados sus miembros, este establecimiento se trasformó en hospital civil, administrado por las Hermanas de la Caridad.

Reparto Real Equivalente año 1824. Archivo Municipal de Orihuela.

Hospital Provincial.

Hospital de San Juan de Dios. Orihuela. Colección Javier Sánchez Portas.

De sostenerse a base limosnas y comedias, atendiendo a buena parte de la diócesis, el establecimiento sanitario había pasado a depender del presupuesto municipal como hospital para los pobres de toda la comarca.

 En 1876, el Ayuntamiento de Orihuela notificó a la Diputación Provincial las características del edificio.

El establecimiento está situado en la calle del nombre del Hospital. Ocupa dicho edificio una superficie de 2.034 metros y 68 centímetros cuadrados, en cuya área existen en la planta baja 6 salas en las que caben 79 camas que, con las 56 que pueden colocarse en las tres salas del piso alto, hacen un total de 134 camas.

En el centro del edificio hay un pequeño jardín y, a la parte de poniente, un hermoso huerto que sirve para los convalecientes, y tiene una bonita iglesia. En el piso alto, habitaciones para las Hijas de la Caridad, una pequeña farmacia, y salas de consulta, dirección y autopsias.

La construcción de este edificio es muy antigua y algunas partes necesitan pronta reparación, siendo, en concepto de este municipio, suficiente y capaz para albergar, con toda comodidad, los pobres enfermos de esta ciudad, los del partido judicial de la misma, y los de Dolores.     

Dos años después, la prensa local dejó constancia escrita de su penoso estado.

El Segura. 16 de enero 1878: Visitando hace pocos días el hospital de esta ciudad, surgió a nuestra mente la idea de comunicar a nuestros lectores la impresión que en nuestra alma gravara el lamentable estado en que se encuentra dicho establecimiento. Y, dicho sea de paso, nos maravilla considerar que esto suceda en un pueblo inspirado en el más alto sentimiento de caridad…

He aquí de una manera expositiva la próspera y halagüeña faz que nos ofrece el Hospital de esta ciudad: El edificio, ruinoso y amenazante en la parte de salida contigua al huerto, reclama pronta y necesaria reparación, por el peligro en que se hallan las Hermanas de caridad, puestas en el caso de transitar por aquel sitio cada instante.

El lugar (no merece nombre propio) de las operaciones anatomo patológicas, sucio, imperfecto, desarreglado y ruinoso. Antihigiénica la construcción de las salas enfermerías. No con esto queremos decir que se construyan otras; pero sí que desaparezca el frío que en ellas se encierra, por medio de estufas y que el renovamiento del aire se haga por medios apropiados para ello.

Instrumental quirúrgico no existe. Instrumental para las operaciones anatomo patológicas, ídem. De la pobreza, en general, única propiedad de aquel santo asilo, no queremos hablar, así como de la disciplina interior y de las cuestiones administrativas, porque por muy enterados que estuviésemos, siempre escaparía algo a nuestra detenida inspección…

En ese mismo año, la Diputación de Alicante lo declaró Hospital Provincial de Distrito y se hicieron algunas reparaciones y compras de instrumental. Disponemos de un listado de personal con su sueldo correspondiente.

El Segura. 22 de noviembre 1878: La Diputación provincial en sesión del día 7 del actual hizo los siguientes nombramientos del personal del Hospital provincial del distrito de Orihuela: Director: D. Manuel Roca de Togores, sin sueldo. Capellán: D. Antonio María García Vea, con 750 pesetas.

Administrador: D. José Franco Sánchez, con 1000 pts. Secretario Contador: D. Juan Bambalera con 756 pts. Médico: D. Escolástico García Lidón, con 800 pts. Otro: D. Tomás Bueno Vidal, con 800 pts. Cirujano: D. Juan Carrió Aledo, con 800 pts. Practicante 1º: D. Antonio Pérez Cánovas, con 600 pts. Otro 2º: D. José Gil, con 500 pts.

Enfermero 1º; Fernando Pérez Rodríguez, con 540 pts. Otro 2º: José Francisco Prau, con 500 pts. Enfermera: Josefa Bernabeu Martínez, con 100 y ración. Portero: Matías Pérez Pérez, con 200 y ración. Mozo de limpieza: Nicolás Pérez López con 300 pts. Ocho Hermanas de la Caridad, a razón de cuatro reales diarios cada una.

Hospital Municipal.

Hospital de San Juan de Dios. Orihuela. Colección Javier Sánchez Portas.

La financiación provincial duró poco más de una década. Pronto volvió a manos del Ayuntamiento para desesperación de los ciudadanos.

El independiente. 4 de enero 1892: Nuestro Hospital deja de ser provincial convirtiéndose en municipal. El acuerdo ha sido, tomado por la Excma. Diputación provincial y elevado a la superioridad para su aprobación sin que nuestros diputados provinciales tengan dado un solo paso para oponerse a que el acuerdo prosperase.

En vista de esto se nos ocurre preguntar qué hacen aquellos señores que votamos para que nos representasen en la provincia, que ni defienden nuestros intereses ni nos sirven para maldita de Dios la cosa…

He aquí los términos en que ha sido resuelto de Real Orden y de conformidad con lo informado por la sección de Gobernación y Fomento del Consejo de Estado, el expediente sobre la supresión de nuestro Hospital provincial.

1º Que procede autorizar a la Diputación provincial de Alicante para suprimir el Hospital de Orihuela como hospital provincial de distrito siempre que se comprometa a consignar anualmente en su presupuesto provincial con carácter obligatorio, cuando menos la cantidad de 15.000 pesetas a fin de que sirvan para contribuir al sostenimiento del indicado hospital y para el pago de las estancias de los enfermos pobres de la provincia a quienes pueda dar auxilio en sus dolencias, quedando por consiguiente con el carácter de hospital municipal por la provincia.

2º Que procede obligar al Ayuntamiento de Orihuela a consignar anualmente en su presupuesto, con carácter obligatorio, cuando menos la cantidad de 5.000 pesetas a fin de que la provincia no tenga ya que pagar en adelante la parte de gastos que corresponde a la Beneficencia municipal de la indicada población.

¿Están satisfechos nuestros diputados de los resultados de su gestión de apatía y abandono? A nosotros nos consta que el pueblo no lo está.

Hospital de San Juan de Dios. Orihuela. Colección Javier Sánchez Portas.

El independiente. 14 de junio 1892: En la sesión celebrada el sábado por la Diputación provincial se acordó decir al alcalde de Orihuela que por el municipio se designen los concejales que, en unión de los diputados Sres. Torres y Mesples, han de verificar la entrega del Hospital de esta ciudad, la que tendrá efecto del 17 al 24 del actual, debiendo pasar a practicar el inventario un oficial de contaduría de la Excma. Diputación.

El 20 de junio de 1892, tras solemne acto de entrega al Ayuntamiento, se convirtió en Hospital Municipal. Adjunto al acta aparece el citado inventario, mediante el cual podemos conocer su capacidad en esas fechas, 59 camas, así como sus diferentes dependencias:

Templo del establecimiento. Sala de San Antonio, dedicada a la consulta facultativa. Sala de la Sagrada Familia, destinada a los hombres. Sala de San José, para agonizantes. Sala de San Rafael, para heridos. Sala de Nª Sra. de Belén, para mujeres. Sala de San Juan de Dios. Botica, cocina, ropería, claustro, sala de visitas, sala de labor, dormitorio de las hermanas, oratorio, oficina, portería, escalera, lavadero, almacén y una habitación sin uso determinado.

Paralelamente se redactó el «Proyecto de bases para la creación del Cuerpo Médico Farmacéutico de la Beneficencia Municipal presentado por el concejal D. Justo Lafuente, el día 2 de junio de 1892 al Excmo. Ayuntamiento de esta Ciudad y aprobado por este en sesión del nueve del mismo mes y año». 

El documento municipal constaba de veinte hojas que fueron publicadas por «El independiente» en cuatro entregas, entre los días 17 y 22 de junio de ese mismo año.

El equipo sanitario municipal estaba compuesto por cinco médicos, un farmacéutico y dos practicantes; que se encargarían de visitar el Hospital y la Misericordia, de las vacunaciones, de controlar la higiene en las casas de lenocinio, etc..

Hospital de San Juan de Dios. Orihuela. Colección Javier Sánchez Portas.

En las primeras décadas del siglo XX el edificio estaba muy deteriorado y apuntalado. Los estudios técnicos aconsejaban derribar la sala de los hombres; denunciaban también el estado de ruina que presentaban las bóvedas, el piso y el tejado. 

En 1914, Mercedes Roca de Togores y su hija, la marquesa de Rubalcava, cedieron un terreno contiguo al hospital por la parte del río para ubicar la sala de cadáveres y autopsias.

Proclamada la II República, la calle tuvo varios cambios en su titulación. En la sesión de 3 de agosto de 1933, el concejal Vidal recordó la propuesta de rotular la calle del Hospital, con el nombre del famoso republicano Vicente Rodríguez, vecino de dicha calle. Y así se acordó por unanimidad.

En la sesión del 23 de octubre de 1934, el consistorio conservador acordó rotular la calle Sor Patrocinio Vives Fenoll con el nombre de Ramón Montero Mesples, pasando a la del Hospital el nombre de Sor Patrocinio, en cuyo establecimiento sanitario había prestado los servicios que le hicieron acreedora del homenaje.

Durante la Guerra Civil, la iglesia de San Juan de Dios quedó en manos del comité de refugiados. Y se efectuaron reparaciones en el hospital. Obras en las que se empleó el mármol del camarín de la Virgen de Monserrate para la escalera, o el piso de la iglesia de las monjas de San Juan para el claustro.

Fotografía Ajomalba.

Desde 1997 se muestra como Sala Museo San Juan de Dios. Para ello se restauró la iglesia y sala de hombres. Con el fin de dar salida independiente a esta última, se instaló la portada de un antiguo palacio procedente de la calle del Colegio, Adolfo Clavarana.

En la clave del dintel se yergue un escudo rococó de gran calidad en su diseño y labra. Ejecutado en el último tercio del siglo XVIII, no hemos podido identificar su propietario. Trae, entre otros, los apellidos Sánchez de Belmonte y Cabrero.

Fotografía Ajomalba.

El resto del edificio fue totalmente rehabilitado en 2013 para albergar la Biblioteca Municipal «María Moliner» y el Archivo Municipal. En su portada, el oriol flanqueado por dos granadas abiertas en recuerdo de la ciudad donde San Juan de Dios fundó su orden hospitalaria.

Fotografía: DOALCO
Fotografía: DOALCO

El Palacio de Rubalcava.

Fotografía Ajomalba.

Ocupando unos 1700 metros cuadrados en una manzana completa, encontramos lo que queda del palacio de Rubalcava; con dos románticos jardines en sus costados norte y sur que ocupan la mitad de la superficie citada.

Fotografía Ajomalba.
El edificio tiene su ingreso principal en la calle Francisco Díe, número 31. Fotografía Ajomalba.

El Marquesado de Rubalcava fue concedido el 6 de febrero de 1878 por el Rey Alfonso XII al Capitán General de la Armada y Ministro de Marina, Joaquín Gutiérrez de Rubalcava y Casal.

Fotografía Loino.

La Correspondencia de España. 13 de febrero 1878: Con fecha 6 del actual firmó S. M. los decretos concediendo título de marqués de Rubalcava a D. Joaquín Gutiérrez de Rubalcava…

La Ilustración gallega y asturiana. 28 de abril 1881.

El primer marqués, prestigioso marino, falleció sin descendencia en 1881.

Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid. Abril de 1881: NECROLOGÍA. EL ALMIRANTE MARQUÉS DE RUBALCAVA. El 13 de abril ha fallecido en esta corte el Sr. D. Joaquín Gutiérrez de Rubalcava, Marqués de Rubalcava, Almirante de la Armada y Presidente que fue de nuestra Sociedad, a la edad de 78 años.

Habiendo empezado su larga y activa carrera dando la vuelta al mundo y navegando después con el mando de buques y escuadras, así en los mares de Europa como en los de América, poseía un caudal de conocimientos que tuvo ocasión de utilizar en los importantes cargos que se le confiaron, entre los que, para la especialidad nuestra, es de mencionar la dirección del Depósito Hidrográfico, que organizó y montó con todos los adelantos de la época, publicando varias colecciones de cartas marítimas y derroteros.

El último de los trabajos que presidió, bastante por sí solo para hacer siempre grata su memoria, fue la institución de la Sociedad española de salvamento de náufragos, con un interés, con una constancia, con una actividad que retrataban la bondad de sus caritativos sentimientos…

La Gaceta, en circular que el Ministro de Marina ha dirigido a los Capitanes generales de los departamentos, ofrece la más señalada significación en estos términos: Excmo. Sr.: El Almirante de la Armada ha muerto.

El que por espacio de tanto tiempo fue nuestro jefe, el Excmo. e Ilmo. Sr. D. Joaquín Gutiérrez de Rubalcava y Casal, Marqués de Rubalcava, falleció a las diez de la noche del 13 del corriente. Al pasar a mejor vida, tras una penosa enfermedad; el que por espacio de 61 años fue un buen marino, ha muerto como buen cristiano después de recibir todos los Sacramentos…

Al comunicar a V. E. tan sensible pérdida, que representa un día de duelo para la marina toda, no quiero dejar de participarle estos detalles que reflejan fielmente hasta en sus últimos momentos las esclarecidas virtudes de nuestro último Almirante. Hágalas, pues, V. E. conocer de todos sus subordinados, circulándolas en la comprensión de su mando, rindiendo de este modo el último tributo de veneración a nuestro querido y veterano jefe. Dios guarde á V. E. muchos años. Madrid 16 de Abril de 1881.— Pavía».

El título pasó a su hermana, María Teresa Gutiérrez de Rubalcava y Casal; que también fallecio sin descendencia en enero de 1895, pasando el título a Joaquín Roca de Togores y Pérez de Meca, hijo de una sobrina.

Muerto también sin descendencia el tercer marqués, el título pasó a su sobrina Piedad Roca de Togores y Roca de Togores, quien junto a su esposo, Eduardo de Almunia Gibertó de Villarrasa Rovira y P. del Pobil, se hicieron construir esta impresionante mansión.

Palacio de Rubalcava. Plano original. Archivo Municipal de Orihuela.

A pesar de su engañoso aspecto, esta mansión fue construida a principios del siglo XX, como lo demuestran las solicitudes municipales efectuadas en octubre de 1914 y en marzo de 1916 por Eduardo Almunia.

Ampliación detalle de la Iglesia de Santiago y solar del futuro palacio de Rubalcava. Vista general de la ciudad en 1862. Charles Clifford. Colección Javier Sánchez Portas.

En la primera se le autorizó para variar puerta y reja en la fachada de su casa; mediante la segunda desplazó el callejón para aislar y embellecer con otro jardín su nuevo palacio. Como podéis comprobar, a diferencia de las demás calles, la traviesa anexa al jardín del palacio, no está alineada con la que tiene a la izquierda.

Palacio de Rubalcava. Boceto rejería. Archivo Municipal de Orihuela.

Esta circunstancia es debida a que en marzo de 1916 el entonces marqués, Eduardo Almunia, solicitó y le fue concedido variar el callejón para embellecer su nuevo palacio con un jardín cercado por una verja.

Para ello derribó un almacén de su propiedad, parte de cuyo solar es la actual calleja llamada Dátil, conocida en el siglo XIX como Travesía al Hospital. En el espacio que ocupa el jardín que mira a la plaza estaba la casa del curato de Santiago y en su esquina una fuente municipal trasladada a mediados del siglo XIX.

Plano variación callejón. Archivo Municipal de Orihuela.

La vega. 16 de julio 1916: AYUNTAMIENTO. Sesión supletoria celebrada ayer Se nombra a los concejales señores Pescador e Iborra para que en unión del maestro alarife Sr. Sánchez, giren una visita a la obra que en su palacio de la Calle de Santiago están verificando los señores Marqueses de Rubalcava.

Cuando esta nueva aristocracia o la floreciente burguesía, emprendían la erección de sus señoriales mansiones, solían escoger el historicismo decimonónico en un deseo de ennoblecerse con el prestigio de las formas arquitectónicas del pasado combinadas al gusto.

Palacio de Rubalcava. Bocetos balcones. Archivo Municipal de Orihuela.

La estructura y distribución del edificio recordaba a los palacios barrocos oriolanos. En el zaguán, una escalera principal decorada con azulejos y cubierta con una elevada cúpula de media naranja daba acceso a la planta noble en la que se mostraban distintas estancias con ambientes y estilos claramente diferenciados.

Colección Javier Sánchez Portas.
Palacio de Rubalcava. Proyecto vestíbulo. Archivo Municipal de Orihuela.

Capilla neogótica, salón de baile neorrococó, salón verde estilo imperio y el llamado salón negro, cubierto por un techo de escayola que imitaba los artesonados renacentistas del Colegio de Santo Domingo y en cuyos casetones se podían advertir los escudos de las principales casas nobles oriolanas.

Fotografía Ajomalba
Fotografía Jorge Belmonte.
Colección Javier Sánchez Portas.
El artífice de esta web, al piano. Fotografía Ajomalba
Fotografía Ajomalba

El exterior mostraba el porte y la grandeza del estilo renacentista, observable en aspectos como la racionalidad en la decoración y sucesión de las ventanas, en la galería de arquillos de medio punto del piso superior protegidos por un amplio alerón de madera, así como en su torreón-mirador.

Fotografía Ajomalba
Colección Javier Sánchez Portas.
Fotografía Ajomalba

Sobre la entrada principal, bajo la corona de marqués, un gran escudo cuartelado ostenta los apellidos: Roca de Togores por dos veces, Salcedo y Pérez de Meca, con las armas de Rubalcava en el centro.

Fotografía Ajomalba 2004.

En la esquina campea otro escudo con el apellido Roca de Togores.

Escudo Roca de Togores. Fotografías Ajomalba (2004) y José Antonio Ruiz Peñalver (2020).

Eduardo Almunia, marqués consorte, no pudo disfrutar del palacio. Falleció en febrero de 1917.

La vega. 18 de febrero 1917

La vega. 18 de febrero 1917: Letras de Luto. El lunes pasado y a la edad de 56 años, falleció en Valencia el que en vida fue modelo de distinción y caballerosidad, Muy Ilustre Señor D. Eduardo de Almunia Gibertó de Villarrasa Rovira y P. del Pobil, Marqués de Rubalcava…

Con tan triste motivo reciba su atribulada familia, en particular su viuda la Ilma. Sra. Marquesa de Rubalcava e hijos, nuestro más sentido pésame por tan irreparable pérdida.

Su esposa, doña Piedad, vivió en él más de cuatro décadas. Fallecida en 1960, el título pasó a su hijo Eduardo de Almunia y Roca de Togores, el quinto marqués. Y de él a su hija Isabel de Almunia y López de Segredo.

La sexta marquesa conservó el palacio hasta el año 1981, fecha en la que fue adquirido por el Consistorio oriolano con la finalidad de conservar y abrir al público sus «salones nobles» y darle un uso social y cultural.

Colección Javier Sánchez Portas.

Así, en 1981, se instaló en él la Oficina Municipal de Turismo; en 1982 la Asociación de Fiestas de Moros y Cristianos «Santas Justa y Rufina»; en 1986 el Museo Arqueológico; y en 1990 el Departamento Municipal de Servicios Sociales.

Recepción de Abanderadas. Julio de 2.005. Alberto Zerón Huguet.

Dado su evidente interés arquitectónico, el Palacio fue incluido en su día en la «Guía Provisional de Arquitectura de Orihuela», editada por la Comisión de Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Alicante. También figuraba en el Catálogo del Plan Especial de Protección del casco Histórico de Orihuela.

Se mostraban al público en su estado original las dependencias más suntuosas: vestíbulo, escalera y salones de la primera planta.

En ellas se podía admirar, aparte del mobiliario, interesantes colecciones de pintura, grabado, escultura, cerámica, vidrio, bordados…

Colección Javier Sánchez Portas.

El descuido, la falta de inversión y los usos inapropiados del edificio acabaron deteriorándolo gravemente.

El consistorio oriolano emprendió una obra de emergencia para arreglar las cubiertas por grave riesgo para la vía pública.

Esto les permitió ejecutar un procedimiento administrativo especial adjudicando la obra por vía urgente en 2008/2009. El resultado fue la criminal intervención que lo convirtió en otra de nuestras ilustres ruinas.

Fotografía Ajomalba.

En el año 2022, tras muchos años de promesas, de anuncios fallidos y absurdos proyectos, el Ayuntamiento de Orihuela ha sacado a licitación las obras de rehabilitación y las ha adjudicado por importe de tres millones ochocientos mil euros, «con el fin de convertir el antiguo palacio en un espacio polivalente». «¡Que Dios reparta suerte!».

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Con la colaboración de Jorge Belmonte Bas.

Galería fotográfica. La ruina de Rubalcava.

José María Pérez Basanta.
José María Pérez Basanta
Fotografía Ajomalba.
Fotografía Ajomalba.
José María Pérez Basanta.
José María Pérez Basanta.
Alberto Zerón.
Fotografía Ajomalba.
Fotografía Ajomalba.
Fotografía Ajomalba.
Fotografía Ajomalba.

Callejeando 08. Orden del Carmelo en Orihuela 2.

Portada Iglesia del Carmen. Orihuela. Fotografía Ajomalba.

Introducción.

Franciscanos, carmelitas, dominicos, agustinos, trinitarios… Desde Francisco de Asís en el siglo XIII, las órdenes mendicantes integraron a seglares en sus organizaciones.

Los religiosos varones formaban la primera orden. La segunda la componían las monjas de clausura, dedicadas a la vida contemplativa. Y la tercera estaba integrada por individuos de ambos sexos, solteros o casados; eran los llamados terciarios.

En la segunda mitad del siglo XIX se desarrolló un concepto nuevo: las terceras órdenes regulares; congregaciones femeninas de vida activa que no guardaban clausura. Estos grupos de mujeres, que hasta entonces no fueron consideradas como verdaderas monjas, estaban organizados por el general de la orden con el permiso y apoyo del obispo de cada diócesis.

Las que acabarían siendo conocidas en todo el mundo como «Carmelitas de Orihuela», dieron una segunda oportunidad a los restos del convento de San Pablo y a lo que quedaba de su iglesia.

Restos del convento y de la Iglesia del Carmen de Orihuela. Colección Rodríguez Tejuelo.

Las Terciarias Carmelitas de Tomasa.

Beata Piedad de la Cruz.

La prehistoria de las carmelitas de Orihuela comenzó en tierras murcianas, con una joven valenciana llamada Tomasa Ortiz. Tras varios intentos fallidos de ingreso en diferentes conventos, decidió fundar una nueva congregación de Terciarias Carmelitas en Puebla de Soto, pedanía murciana cercana a Alcantarilla.

En el mes de diciembre de 1886, Tomasa fundó una segunda comunidad en el convento de San José de Caudete que, como tantos otros en España, llevaba medio siglo vacío.

Poco después trasladó la Casa Madre a Alcantarilla, apenas a un kilómetro de Puebla de Soto.

Ya he dicho que estas congregaciones necesitaban la colaboración del prelado correspondiente. La tardanza del obispo de Cartagena en aprobar las constituciones dio al traste con el proyecto de Tomasa, o de Piedad de la Cruz, como pasó a llamarse dicha religiosa.

Real Monasterio de la Visitación de Santa María de Orihuela.

Sor Piedad de la Cruz había visto frustrado su intento como carmelita. Pero tras practicar un retiro espiritual en las Salesas de Orihuela, acabó fundando la Congregación Salesiana del Sagrado Corazón de Jesús en Alcantarilla.

El Diario de Murcia. 6 de enero 1896: Alcantarilla. Nuevo Convento. Por el Excmo. Sr. Obispo de esta diócesis ha sido comisionado el ilustre canónigo Penitenciario de esa Santa Iglesia Catedral, D. Telesforo Crespo Cánovas, para que entregue las Constituciones por que se ha de regir la Congregación de Hermanas Terciarias Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús, establecida en esta villa, calle de la Amargura, aprobadas por dicho Prelado, y proceda al nombramiento de cargos y oficios y a instalar canónicamente la mencionada Comunidad, cuyo acto tuvo lugar en el mes último siendo nombrada Superiora general de dicha Asociación Sor Piedad de la Cruz Ortiz Real, fundadora del Instituto.

Calle Beata Piedad de la Cruz. (Alcantarilla).

La «Madre Elisea».

Convento e iglesia de San José en Caudete. Colección HH. de la Virgen María del Monte Carmelo

Nuestra verdadera protagonista se llamaba Josefa Oliver Molina «Pepa la del Barber». Nacida en el pueblo alicantino de Benidoleig el 9 de julio de 1869, era hija de Josefa Molina y de un barbero llamado Tomás Oliver.

En 1888 Josefa se unió a las citadas carmelitas de Alcantarilla, donde adoptó el nombre de «Providencia». Pero tras pasar allí dos años sin resultados decidió cambiar de aires.

En Caudete encontró a varias compañeras cuyo proyecto, dirigido por Sor Piedad, había quedado también frustrado. Allí contactaron con el grupo de frailes carmelitas que estaban restaurando el antiguo convento con ayuda del obispado.

El diario de Orihuela. 19 de enero 1888: Parece que pronto quedará establecida en el convento del Carmen de Caudete, una comunidad de religiosos carmelitas calzados.

El carmelita gerundense Salvador Barri Corominas las asesoró para formar una congregación de terciarias, poniéndolas en contacto con sus superiores y con Juan Maura, el obispo de Orihuela.

Un dato importante: hasta 1950, Caudete perteneció a la diócesis oriolana. 

Al prelado le gustó la idea y las monjas se instalaron provisionalmente en el hospital. En marzo de 1891 ocho hermanas vestían el hábito pardo del Carmelo en el convento de San José de Caudete.

Juan Maura y Gelabert (1886-1910) retrato con autógrafo.

Tras un año de formación, siete de las ocho novicias profesaron en la iglesia conventual. Había nacido una nueva congregación de monjas terciarias, y Josefa era una de ellas. Fue entonces cuando cambió su nombre por el de Elisea, de gran tradición carmelitana.

Terciarias carmelitas. Elisea en el centro. Colección HH. de la Virgen María del Monte Carmelo.

En todo el proceso organizador jugaron un papel importante dos hermanas: Josefa y Carmen Vives Pla. En 1892 Josefa fue nombrada Superiora General, Carmen directora del Hospital, y Elisea maestra de Novicias a pesar de ser todavía una veinteañera.

Como luego harían en Orihuela, las nuevas terciarias carmelitas se encargaron de atender el hospital y organizaron una modesta escuela en Caudete.

Josefa Oliver Molina en Caudete y casita donde se instaló el primer noviciado. Colección HH. de la Virgen María del Monte Carmelo

Con el cargo vitalicio, las hermanas Vives demostraron un carácter arrogante y polémico. Informado el obispo, modificó las constituciones limitándolo a seis años. Éstas culparon a Elisea del cambio y trataron de hacerle la vida imposible.

El colmo llegó cuando la denunciaron ante la autoridad civil por robar ropa y comida en el hospital. En plena noche fue llamada por el juez, provocando un escándalo que obligó al obispo a tomar de nuevo cartas en el asunto: en la primavera de 1899 Josefa Vives fue destituida.

Demostrada su inocencia, el cargo de superiora general interina paso a Josefa Oliver Molina; ya para siempre la «Madre Elisea».

Josefa Oliver Molina, la Madre Elisea, maestra de novicias, considerada como la verdadera fundadora de las Carmelitas de Orihuela. Colección HH. de la Virgen María del Monte Carmelo

Simultáneamente el obispo se marcó otro objetivo: recuperado el convento de Caudete por los carmelitas que trajo de Onda, lo intentó con el de Orihuela, trasladando la «Casa Madre» y el noviciado a los restos del convento de San Pablo, en ese mismo año de 1899.

Ante la nueva situación de poder y obligadas a trasladarse a Orihuela, las hermanas Vives abandonaron la congregación.

Portadas del antiguo convento y de la Iglesia del Carmen en Orihuela.

1899. Las Carmelitas de Orihuela.

Escudo en la fachada del moderno edificio conventual de las «Carmelitas de Orihuela». Fotografía Ajomalba.

En realidad un grupo de estas monjas llegó a Orihuela poco antes, en 1898.

El domingo 6 de febrero el obispo había puesto en marcha la «cocina económica de San Antonio» en el antiguo convento carmelita. En su inauguración le acompañaron el alcalde, el clero y buena parte de la alta sociedad oriolana.

El primer menú, por cuenta del prelado, estaba compuesto de arroz, garbanzos, patatas, tocino y media libra de pan. Decía la prensa local que fue repartido por «humildes hermanitas terciarias», pero sin especificar orden.

Heraldo de Orihuela. 6 de febrero 1898: Cocina. A partir de hoy comenzará a funcionar diariamente la Cocina económica instalada en el antiguo convento del Carmen, sito en la plaza del mismo nombre. Con esta benéfica institución hallarán los pobres sustento, por la insignificante suma de cinco céntimos por ración.

El eco del Segura. 30 de marzo 1898: Durante el tiempo que en la actual temporada viene funcionando la Cocina Económica de San Antonio, instalada en el antiguo convento del Carmen, se han distribuido a los pobres unas 18.000 raciones de comida.

En diciembre de ese mismo año, el obispo Maura trajo a cuatro de nuestras terciarias carmelitas de Caudete para que atendiesen la cocina económica. Y se mantuvo funcionando en el Carmen, de manera intermitente, durante al menos una década, como demuestra el siguiente artículo.

La Huerta. 4 de febrero 1908: Muchas familias pobres de esta localidad y de la huerta pasan angustiosa situación por el motivo de tener enfermos de la viruela reinante. Para conjurar la crisis nada más amable, ni de mejores resultados que invocar la caridad rebosante en los buenos corazones.

Ayer a las once de la mañana se inauguró en el convento del Carmen una Cocina económica, donde los pobres podrán recoger caldos y cocidos para sus familias, bastando para ello que exhiban una papeleta firmada por los médicos de su asistencia en la que hagan constar el número de necesitados. La iniciativa de este bien que van a recibir los pobres enfermos y sus familias, se debe a las nobles y piadosas señoras de la Acción Católico-Social.

Para llevar a la práctica tan hermosa obra de Caridad, han contado con nuestro Prelado, que en el momento les hizo entrega de los fondos sobrantes de los años anteriores en que también hubo cocina económica, y encabezó la suscripción abierta para sostener el funcionamiento de la Cocina de San Antonio.

Portadas del Convento de San Pablo y de la Iglesia del Carmen en Orihuela.

Como ya he dicho, en 1899 comenzaron los trámites para el traspaso definitivo, que se hizo efectivo en julio de ese mismo año.

La Cofradía de Nuestra Señora del Carmen les cedió la custodia de su capilla; y poco a poco comenzaron a adquirir los terrenos que habían formado el solar y huerto de los carmelitas; fraccionados y enajenados en pequeñas propiedades tras la desamortización.

Camarín del altar mayor en la capilla del Carmen. Talla de Salzillo. Baltasar Gómez Berná.

Esta especie de refundación, pilotada personalmente por el obispo Juan Maura, transformó el convento abandonado en la Casa Madre de las Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo, «Las Carmelitas de Orihuela».

El diario orcelitano. 8 de julio 1904: Esta tarde dará comienzo la novena en honor de la Virgen del Carmen en su santuario convento de Carmelitas; en cuyo piadoso ejercicio será orador sagrado el presbítero D. Manuel Rodríguez. La orquesta que dirige el maestro D. Carlos Moreno, ejecutará la parte musical de la solemne novena.

En septiembre de 1904 celebraron el primer Capítulo General en Orihuela, y fue elegida superiora general Josefa Oliver Molina, ya para siempre la Madre Elisea, maestra de novicias, considerada como la verdadera fundadora en detrimento de quien la había denunciado en Caudete.

Josefa Oliver Molina «Madre Elisea». Pinchando la imagen se accede a la película de Youtube «Una vida… Un recuerdo».

La congregación prosperó y pronto comenzaron a abrir casas en Elda, en Cox, en Alicante…

Unión republicana. 18 de octubre 1905: Para dar más vista al convento de las carmelitas, se han cortado unos frondosos árboles que había en la plaza del Carmen; y para quitar vista a los curiosos que quisieran inspeccionar lo que de noche puede ocurrir en el citado convento y sus alrededores, se ha quitado una luz que había en el rincón de la referida plaza.

Huerto del Carmen.

Elisea la dirigió ininterrumpidamente desde el inicio hasta el año 1922. Y seis años después la eligieron de nuevo para volver a ponerse al frente de la misma.

Falleció en Orihuela el mismo año en que se inició la II República, el 17 de diciembre de 1931.

A su muerte, la congregación contaba ya con dos centenares de monjas y con más de cuarenta fundaciones.

Con el paso del tiempo, las Carmelitas de Orihuela se extendieron a lo largo de la península Ibérica y en otros países de Europa, América, Asia y África.

En los años noventa del siglo pasado se inició el proceso de canonización de la madre Elisea.

Desde 1981 disponen de un moderno edificio construido en lo que fue el huerto de los carmelitas.

Como recuerdo a su fundadora, la vía paralela al convento pasó a llamarse «Madre Elisea». Era un tramo de la calle de Jinjoleros, cuya titulación secular se mantiene en tamaño reducido.

Archivo Municipal de Orihuela. Reparto del Equivalente. Siglo XVIII.
Fotografía Ajomalba.
XX Capítulo General de las HH. de la Virgen María del Monte Carmelo.

El Sanatorio y el Colegio del Carmen.

Las carmelitas oriolanas atendieron también el vecino sanatorio de los doctores Eusebio Escolano y Ángel García Rogel (los santos médicos) ubicado en la esquina entre la plaza y la calle del hospital e inaugurado en mayo de 1924.

Sanatorio de Nuestra Señora del Carmen. Antiguo palacio de los Roca de Togores. «El pueblo». 1 de abril 1926.

El pueblo. 19 de mayo 1924: Inauguración del Sanatorio de Ntra. Sra. del Carmen que los Sres. García Rogel y Escolano han montado con los últimos adelantos de la ciencia en la calle del Hospital…

Hay habitaciones de primera, segunda y tercera clase, muy bien acondicionadas, sala de operaciones con los aparatos necesarios y sala de visitas, cuarto de baño, comedor magnífico, patio para que puedan pasear los enfermos, despacho del director y una pequeña biblioteca.

La asistencia está a cargo de las Monjas del Carmen que tienen comunicación directa y no han menester salir a la calle para turnarse. Hay mucha luz, ventilación e higiene, de forma que no impresiona tristemente como un hospital, sino, que parece más bien un rico hospedaje de esmerado servicio.

Terciarias Carmelitas a cargo del Sanatorio del Carmen. Foto Montero. «El pueblo». 1 de abril 1926.

En el Sanatorio de Nuestra Señora del Carmen se unían el confort, la asistencia científica y el consuelo moral.

El pueblo. 1 de abril 1926: La asistencia a los operados tiene las garantías necesarias en un amplio Sanatorio, en edificio independiente y con la asistencia esmerada de las Religiosas Terciarias Carmelitas, especializadas en la asistencia a enfermos.

El Sanatorio dispone de varias categorías de habitaciones, asequibles a las distintas posiciones económicas.

Existen en él todas las dependencias que hacen agradable la estancia o aminoran las molestias de los operados y enfermos, en las que se unen el confort y asistencia científica que es base primordial del éxito, y la asistencia material y el consuelo moral que saben prodigar a manos llenas las humildes religiosas.

La Ciudad de Orihuela tiene, pues, la modernísima Clínica que necesitaba.

El edificio, antiguo palacio de los Roca de Togores, se mantuvo en pie hasta principios de los ochenta del siglo pasado.

Derribado, como es costumbre en este pueblo, de él sólo nos queda una portada barroca trasladada al patio del convento.

Derribo del antiguo palacio de los Roca de Togores. Colección Javier Sánchez Portas.

En cuanto al Colegio del Carmen, lo pusieron en marcha poco después de su llegada. Al principio gratuito para párvulos; después de pago para niñas más mayores.

En los años veinte, muy vinculado a los jesuitas montaron el Patronato de la Joven Católica en la calle del Colegio, con párvulos y niñas.

Durante la II República fue clausurado y reabierto, pero al estallar la Guerra Civil desapareció para volver a funcionar al terminar la contienda; esta vez en un local situado en la travesía de la calle del Hospital.

Allí se mantuvo hasta 1.959 año en que, debido a su estado, la congregación compró la Academia Magistral situada en Duque de Tamames, donde quedó instalado definitivamente el colegio del Carmen.

Academia Magistral, en Duque de Tamames. 1959-1960. Último curso. Colección Javier Sánchez Portas.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba)

Adaptación y ampliación de un guion confeccionado para Radio Orihuela Ser. En un programa dedicado a las Carmelitas de Orihuela del que os dejo los enlaces enlaces.

Enlace a programa en vídeo.
Enlace a programa de radio.

Galería fotográfica.

Portadas Iglesia del Carmen y capilla de la VOT. Fotografías Ajomalba.
Huerto del Carmen.
Portada rescatada del antiguo palacio de los Roca de Togores. Colección Javier Sánchez Portas.
Patio conventual. Portada del palacio desaparecido. Baltasar Gómez Berna.
Patio conventual. Baltasar Gómez Berna.
Patio conventual. Baltasar Gómez Berna.

Callejeando 07. Orden del Carmelo en Orihuela 1.

Portada Iglesia del Carmen. Orihuela. Fotografía Ajomalba.

El Carmelo en Orihuela.

Escudo de la Ciudad de Oriola. Siglo XVI.

Introducción.

El origen de los carmelitas se remonta a la época de las cruzadas, cuando un grupo de ermitaños anónimos, inspirados en el profeta Elías, se establecieron en el Monte Carmelo de Palestina. 

Tras el fracaso de las cruzadas tuvieron que emigrar a Europa; y en el siglo XIII, ya convertidos en orden mendicante, adoptaron la advocación de la Virgen del Carmen con su tradicional escapulario distintivo de los carmelitas.

La Virgen del Carmen imponiendo el escapulario a San Simón Stock. Antonio Gabriel Corvoysier. 1697. Óleo sobre lienzo. Pinchad la imagen para acceder a la obra completa en el Museo del Prado.

Regidos por una regla sencilla pero muy estricta, sus fundaciones se extendieron por la Península Ibérica comenzando por el Reino de Aragón.

A Orihuela llegaron muy tarde, en el siglo XVI. El Padre Balbino Velasco, historiador y miembro de la Orden, nos habla de una primera y breve fundación en 1537, en una casa llamada de la Virgen de Monserrate cedida por el Cabildo con el beneplácito de Justicia y Jurados.

Pero aquello fue solo un intento. Como iremos viendo, sobre todo cuando lleguemos al arrabal de San Juan, el Consell utilizaba los conventos como estímulo urbanístico en espacios poco apetecibles. 

En el verano de 1537 pretendieron instalar a los carmelitas en la ermita de Monserrate, una zona de difícil población. Pero el vicario general se opuso. No es que la fundación fuese breve; realmente no se llevó a cabo y los frailes se marcharon sin fundar.

El Arrabal en el siglo XVI según Ojeda Nieto. Dibujo de Mario Gómez.

Como ocurrió en todas las órdenes, con el tiempo los carmelitas fueron relajando sus costumbres, provocando el nacimiento de una corriente renovadora. Fue durante esa disputa cuando llegaron por segunda vez a Orihuela.

En España las reformas fueron protagonizadas por Santa Teresa de Ávila, a la que se unió San Juan de la Cruz.

Primer milagro de Santa Teresa de Jesús. Resurrección de su sobrino. 1855. Óleo sobre lienzo. Luis de Madrazo. Pinchando sobre la imagen se accede a la obra original en el Museo del Prado.

Iniciadas en la rama femenina, pronto se ampliaron a los frailes fundando el primer convento masculino reformado en 1568.

Así, los carmelitas quedaron divididos en dos grupos: los de la antigua observancia o calzados y los descalzos o teresianos, que buscaban regresar al rigor primitivo.

La reforma no fue fácil; los observantes consideraron a los descalzos «desobedientes, contumaces y rebeldes». El propio San Juan de la Cruz fue encarcelado hasta que consiguió fugarse de la prisión de Toledo.

Mientras, Teresa movía sus hilos en Roma; y poco antes de morir, sus descalzos consiguieron la separación efectiva. En 1582 fallecía la santa de Ávila dejando 15 conventos y 17 monasterios reformados.

Tres años después los carmelitas llegaban de nuevo a Orihuela. Había pasado medio siglo desde la primera vez; y fueron ellos los que se dirigieron en esta ocasión al Cabildo y al Consell, solicitando licencia y ayuda para fundar un convento de descalzos. Mal momento escogieron.

La Gloriosa Madre y Doctora Iluminada de las Españas Santa Theresa de Jesús, Virgen extática y prodigiosa, antes Religiosa Carmelita Observante Calzada; y después Madre y Fundadora de los Religiosos y Religiosas del Carmen Descalzo. Y el Glorioso San Juan de la Cruz, Español, antes Carmelita Calzado Observante y después Padre Fundador del Carmelo Descalzo. En el centro, jeroglífico de la Orden del Carmen. Dibujos del Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 5.

La fundación. Siglo XVI

En el verano de 1585 el Padre Miguel Alfonso Carranza llegó a Orihuela con la firme intención de fundar un monasterio dedicado a Nuestra Señora del Carmen.

En el quinto libro del Compendio Histórico Oriolano, a partir del capítulo 25 titulado «Donde se refiere la fundación del ejemplar convento de San Pablo Apóstol de Padres Carmelitas Calzados de esta Ciudad de Orihuela», Josef Montesinos dedicó más de cuatrocientas páginas a los carmelitas.

De este inmenso trabajo manuscrito — el cronista no escatimaba en papel y tinta he intentado extraer lo más interesante; especialmente sus descripciones visuales. Los párrafos transcritos literalmente aparecen marcados en rojo. Comienza así:

Gobernando se hallaba la Sta. Iglesia por los años 1585 el Beatísimo Padre Sixto V (…) y gobernaba los Reynos de España el gran Rey Don Felipe II de Austria. Es público y notorio que, en este referido año de 1585, el día 15 de julio, vino a esta Ciudad de Orihuela el Reverendo Padre Mro. Fray Miguel Carranza, varón sabio y ejemplar, prior que era entonces del Convento de la Ciudad de Xátiva (ahora San Felipe), siendo Vicarios Generales (por muerte del Ilmo. Sr. Obispo oriolano D. Thomás Dacion) los Ilustres Sres. D. Francisco Despuig y D. Miguel Monllor; aquél dignidad de Sacriste; y éste Canónigo de dicha Santa Iglesia Cathedral.

En esta ocasión, cosa que no siempre sucede, los datos de Montesinos encajan. Tomás Dacio fue el segundo obispo de la Diócesis de Orihuela (1578-1585); propuesto por el papa Gregorio XIII. Famoso por su calendario, Gregorio fue sucedido en abril de ese mismo año 1585 por Sixto V.

Papas. Wikipedia.org.

Estando cierto día todos los Ilustres Sres. Dignidades y Canónigos en el acostumbrado Cabildo de la Iglesia, pidió licencia para entrar dicho Padre Mro. Carranza; la cual concedida entró y explicó su embajada, suplicando a todos los presentes Señores Capitulares, tuviesen por bien y fueren servidos de dar lugar y licencia para que, por mayor decoro de esta Ciudad e Iglesia Cathedral, y para multiplicar la importante Devoción, que tan particularmente esta oriolana Ciudad tiene a la Santísima Virgen María, se pudiese fundar un Monasterio con el título y Regla de Ntra. Sra. del Carmen.

Ofreciendo de su parte y de su orden, en particular de su Provincia de Aragón, que los religiosos que en él residieran, se emplearan muy de veras en el servicio de esta Santa Iglesia Cathedral, y en el provecho espiritual de las almas de los fieles Christianos, que en esta Ciudad y Obispado había y podía haber.

Consideradas estas razones por los Ilustres Sres. Capitulares, y estando ya sus corazones enternecidos y movidos a la fina devoción de Ntra. Sra. del Carmen y de su sagrado instituto por un sermón que el día antes predicó el Padre Carranza en la Santa Iglesia Cathedral, todos unánimes y conformes dieron licencia y facultad para que en esta Ciudad pudiesen fundar los Padres Carmelitas un Monasterio de su Orden deseado por tantos años.

Obtenida la licencia del cabildo, Carranza buscó también la de la ciudad. Acompañado de varios caballeros se presentó en la Sala del Consell, donde estaban congregados el justicia y los jurados. Allí trató de convencerlos de «el decoro y la utilidad» que supondría para Orihuela contar con los carmelitas.

Estos respondieron que tras tomar «acuerdo y consulta responderían lo que más conviniese y fuese digno del servicio de Dios y quietud de esta Ciudad».

Las circunstancias habían cambiado. Había pasado medio siglo desde su primera visita; Oriola sufría duros años de sequía y el Raval Roig se estaba poblando a buen ritmo sin necesidad de estímulos.

Persuadidos por el resto de órdenes mendicantes, ante el temor de que faltasen limosnas para todos, la Ciudad, siempre dispuesta a apoyar a cualquier fundación religiosa, rechazó la oferta de los carmelitas.

El Justicia Mayor, que entonces era y se llamaba el Dr. Rudes, médico hábil, volvió por respuesta al P. Carranza, que ya no había lugar para lo que se pedía, mas antes se impediría por todos los caminos a ellos posibles; por cuanto por parte de algunos Conventos de los Religiosos de esta Ciudad habían sido así requeridos a que impidieran la entrada a los humildes Carmelitas.

Paisaje con carmelitas. 1634 – 1639. Óleo sobre lienzo. Jan Both. Pinchando sobre la imagen se accede a la obra original en el Museo del Prado.

La respuesta contrarió mucho al Padre Carranza que ya contaba con la licencia del Cabildo, concedida en «Sede Episcopal Vacante». Además apareció un benefactor o «ángel de luz», como lo llamó Montesinos.

Este fue el Ilustre y muy digno de eterna memoria y devoto nobilísimo Caballero D. Andrés Soler, Theniente que fue del Bayle General de esta oriolana Ciudad (…) que le dijo con rostro y semblante muy alegre de esta suerte: Qué es esto Padre Mro. Carranza que así le veo a usted y desmayado.

No tema, que ya sé lo que pasa; aquí estoy yo (aunque inútil) con otros muchos Caballeros Oriolanos, que perderemos la vida y hacienda para que esta obra, por sí tan santa, tenga el deseado efecto; y con esto conozcamos todos que es de Dios, pues el Demonio como tan traidor, hace todas las diligencias para impedirla.

Andrés Soler de Rocafull se lo llevó a casa y le presentó a su esposa, Beatriz Vich de Sanoguera «mujer de buena fama y reputación, digna de toda atención por su devoción, por su retiro y por su acostumbrada caridad».

Doña Beatriz recibió al carmelita «con mucha paz y alegría», «tratando con su esposo, Don Andrés, el negocio de la nueva fundación que se intentaba hacer». Y juntos decidieron llevar el «piadoso asunto» adelante.

Y si fuera necesario expender nuestras vidas, caudales y hacienda; aventurémoslo todo con tal de que triunfe la Devoción de María Santísima y se logre la fundación de su Santo Monasterio Carmelitano.   

Dice también Montesinos que algunos jurados y otros miembros del Consell no estuvieron de acuerdo con la «desabrida respuesta» que la Ciudad había dado al Padre Carranza; y ocultamente primero, y después públicamente, ofrecieron su apoyo a tan «Santo Instituto».

Con estos avales Carranza decidió intentarlo; pero como veremos, sin ayuda municipal los carmelitas lo pasaron bastante mal. Cerca de un siglo estuvieron dando tumbos hasta instalarse en el edificio que actualmente conocemos como el Carmen.

Andrés Soler comenzó a buscar una casa para fundar el convento y se abrieron varias posibilidades. Fuera del pueblo no era conveniente para unos religiosos mendicantes, que llegaban sin rentas. Agustinos, mercedarios y trinitarios no los querían cerca y estaban dispuestos a pleitear.

Pero fue Dios servido que, en la Parroquia de Santiago el Mayor, existente en la Calle de San Bartholomé el Apóstol, en la que había un hombre amigo del Ilustre Sr. D. Andrés Soler, el cual había mercado una casa del Magnífico Sr. D. Gaspar Rudes, Fiscal por su Majestad en esta Gobernación de Orihuela.

El cual vecino se llamaba Pedro Jordán, esposo de Cathalina García, que por muchos ruegos vendió la casa al Padre Mro. Carranza, según auto que pasó ante Sebastián Arriaga, en 23 de Julio de 1585, por el mismo precio, plazos y censos que él tenía (la cual estaba junto al Palacio, enfrente de la casa del Sr. D. Baltasar Rabasa).

Y el dicho Sr. D. Andrés Soler en persona, y con toda la gente, tapicerías y adornos de su casa, se obligó y ofreció componerla y aderezarla lo más decente que se pudiese, según la poca posibilidad que en ella había por entonces…

Entraron los religiosos víspera de la festividad de Santiago Apóstol, a los 24 días de Julio del referido 1585 a hora de completas.

A Fray Miguel Carranza, Fray Juan de Toro y Gallego y Fray Juan Cazorla se unieron dos carmelitas refugiados provisionalmente en Orihuela.

Fray Diego de Castro y Fray Marcelo de los Reyes llevaban desde 1583 tratando de fundar otro convento carmelita en una casa adquirida extramuros de la ciudad de Murcia; pero los frailes agustinos los consideraron demasiado cerca; y los expulsaron auxiliados por gente armada que les robó el altar y la campana. Los cinco frailes se instalaron en una la casa, situada en la actual calle del Hospital.

El 25 de julio Carranza dio su primera misa y consagró varias hostias utilizando accesorios que les prestaron los cofrades de la cercana ermita de Ntra. Sra. de Monserrate. Buscó varios testigos que certificasen que dejaba varias formas consagradas en un cofrecito de marfil donado por su benefactora.

Y llamaron a un escribano para que tomase por testimonio el día de la posesión pacífica y depósito del Santísimo Sacramento que convertía aquel humilde edificio en templo de Ntra. Sra. del Carmen al que pronto acudieron muchos devotos a diario, a cantar gozos, letanías y salves, dejando muchas limosnas, alhajas y presentallas.

Por ser el lugar y primitiva casa que tenían estos padres muy estrecha e incómoda pasaron y sufrieron muchos trabajos que toleraron desde la Fundación y posesión; y mucho más por la grande multitud de hombres, mujeres y niños que llevados de la devoción a María Santísima venían a confesar y comulgar en la nueva casa.

Los tres frailes no daban abasto; y el provincial de Aragón no les mandaba más religiosos alegando que la provincia se hallaba «algo escasa de operarios». Pero ellos sospechaban que ningún carmelita quería venir a su modesta fundación «ignorando la grande devoción, frecuencia, limosnas de los fieles y lo apacible y benévolo del clima oriolano».  

Retrato de un carmelita, hacia 1620. Óleo sobre lienzo. Luis Tristán. Pinchando sobre la imagen se accede a la obra original en el Museo del Prado.

En todo el tiempo que estuvieron en dicha primera fundación y en todas las demás a donde fueron trasladados después, los nobles pechos caritativos oriolanos ofrecieron a María Santísima muchas cosas, así para el sustento y necesaria habitación de los religiosos, como también para la ayuda de la obra, como fueron algunas camas de madera, ventanajes, colchones, almohadas, sabanas, mantas, fundas, platos, escudillas, tinajas, pedregales enteros y otras menudencias.

Así mismo ofrecieron y dieron basquiñas, mantolones, sayas de saco y tafetán de diferentes colores, algunas cadenillas de oro, plata y gargantillas, apretadores, sortijas, misales, libros y otras alhajas de oro y plata.

El provincial envió a más religiosos y aquel sitio se les quedó pequeño. Buscando «otra parte más cómoda y anchurosa», se trasladaron en septiembre a una casa propiedad del Magnífico Joan de Rocafull. Así lo cuenta Montesinos.

Y así, algunos días antes de la solemnidad de San Matheo Apóstol, se pasaron a la casa vulgarmente llamada «el Palacio»; cuyo dueño era el Magnífico D. Juan de Rocafull, Caballero oriolano, aunque esta translación no fue ejecutada a voluntad suya (como se vio después) antes se efectuó por disposición de su procurador el Dr. D. Micer Pérez, llamado el Cojo; y aunque con ruidos, se mantuvieron algunas semanas.

Cedida por uno de sus apoderados mientras el de Rocafull estaba en Xátiva «enfermo en la cama, ciego y tullido», a sus herederos «Señores de la Casa y Villa de Albatera» no les gustó la idea y los pusieron de patitas en la calle.

El vicario General les dio licencia y, a primeros de noviembre, pasado el día de Todos los Santos, lo intentaron en la ermita de Monserrate. Pero fueron desalojados rápidamente por el párroco de Santiago alegando que aquella iglesia tenía pila bautismal y no podía ser ocupada por religiosos.

1585 fue un año muy complicado para los carmelitas; pero pronto encontraron otra casa. El día de Santa Cathalina mártir (25 de noviembre) abandonaron la ermita de Monserrate.

Pero en medio de estas tribulaciones, fue Dios servido y su Santísima Madre la Virgen del Carmen, que estos afligidos padres hallasen el sitio tan cómodo y tan bien dispuesto que hoy día gozan, que fue en una de las casas de Inés Villegas, y de sus hermanos, comprada por precio de 230 escudos, debidos y ajustados pagar en cinco plazos. Compuesto y arreglado, aseado y adornado (según fue posible a esos venerables religiosos) el dicho lugar, se hizo la tercera y última translación en el mismo día de Santa Cathalina V. y M.

Aquí Montesinos patina. Ni los carmelitas se trasladaron al «sitio tan cómodo y tan bien dispuesto que hoy día gozan» (el cronista escribe esto en 1792); ni la tercera fue la «última traslación».

El Carmen Viejo en el Arrabal del siglo XVII según Ojeda Nieto. Dibujo de Mario Gómez.

El convento del Carmen se instaló en una zona próxima a la muralla; aún intramuros, pero en el límite de la ciudad, muy cerca de la torre de Embergoñes. El propio cronista se contradice posteriormente al citar los lindes.

Linda a Levante con la Calle del Hospital; por Poniente con el Río Segura; por Mediodía con la Calle que baja del Barrio de Santiago al dicho Río Segura; y por tramontana con otra Calle que baja de la Parroquia de Santiago al Segura.

Y todavía más cuando afirma que intentaron hacer un huerto, aprovechando el terreno que mediaba con el muro de la ciudad; y que se les negó la licencia por el de Albatera (Rocafull), alegando que «el terreno era vínculo de su casa con la torre que está en la esquina del muro, cerca del Río Segura, a la Puerta de Murcia».

El 12 de abril de 1586 eligieron como primer prior del convento carmelita de Orihuela al Reverendo Padre Fray Gaspar Exarch. Y en la víspera de la Navidad de ese mismo año, a base de donaciones y limosnas montaron una iglesia provisional para celebrar la misa.

La zona donde se instalaron fue conocida a partir de entonces como «Carrer del Carme» o «Plaseta del Carme»; y allí permanecieron hasta 1658, cuando la capilla que estaban construyendo se desplomó arruinando parte del convento.

Patro de Sal y Mur del any 1629. Archivo Municipal de Orihuela.

Se quedaron tristes y afligidos los religiosos viéndose más estrechos y sin terreno para poder construir el huerto, que sirviera de utilidad y gasto de la comunidad; pero en adelante fueron discurriendo los medios más convenientes para extender su convento al sitio que hoy majestuoso goza.

Este contratiempo, a la larga, les llevó a construir un convento nuevo, más céntrico y espacioso.

Comunión de una santa carmelita. Anónimo. Finales del siglo XVII. Óleo sobre lienzo. No expuesto. Pinchando la imagen se accede a la obra original en el Museo del Prado.

En la ermita de San Ginés.

Ruinas de San Ginés en la actualidad.

Los carmelitas pidieron al Consell y así les fue concedido, establecerse en la ermita de San Ginés, cerca de lo que hoy conocemos como Campoamor, en el complicado emplazamiento abandonado por los cartujos y por todas las órdenes que lo habían intentado anteriormente.

Ya hablamos en el capítulo de los jesuitas, de Tomás Pedrós y de su fundación. Los cartujos lo dejaron en 1681 y dos años después se probaron los carmelitas.

Esta Comunidad poseyó el Convento de San Ginés. La Muy Iltre. Ciudad de Orihuela, en Cabildo que celebró el día 21 de julio de 1683 dio a este Convento del Carmen la Casa, Torre y Ermita de San Ginés, con el huerto, agua viva, charco de la Gleda, términos y demás que abraza.

El 20 de agosto, a son de campana, el Prior reunió a la Comunidad en la celda de oficio, para comunicarles los 17 capítulos impuestos por la Ciudad.

El primero les obligaba a dar habitación y hospedaje a «las personas que irán a dicho campo, así hombres como mujeres». Más adelante incluyeron una excepción en el alojamiento obligatorio; en caso de «personas delincuentes, fascinerosas o inquietas, o que llevasen consigo mujeres deshonestas y de mal vivir, o otros semejantes».

Para Caballeros y Ciudadanos, disponían de la Sala grande y los dos aposentos que había en ella; y para las «personas de inferior calidad», de la hospedería que estaba dentro de la torre y enfrente de la puerta. Dicha hospedería tenía dos alcobas; y cada una de ellas, aposentos y cuartos que debían contar con camas, colchones, sábanas, almohadas y mantas.

Por el segundo capítulo se comprometían a contar con un religioso confesor que celebrase misa diaria en la ermita de San Ginés; que estaba dentro de la casa y torre. Y los domingos y fiestas de guardar, dos misas anunciadas con tres toques de campana.

Por el tercero, en caso de «rebatos de moros», tenían que admitir en la casa y torre a todas las personas, así hombres como mujeres, sin que pudiesen impedir su entrada. Y también a los soldados que acudiesen al socorro desde la Ciudad a la Marina.

El cuarto les obligaba a permitir el paso al ganado. El quinto a conservar casa, torre y ermita tal como estaban. Por el sexto debían recibir y hospedar al Virrey y Capitán con su gente, cuando vinieran a inspeccionar las torres de la Marina.

El séptimo les prohibía «enajenar, empeñar, vender ni en otra manera transportar la dicha casa, torre, tierras, agua, charco de la gleda, venta y términos ni parte alguna de aquellos a persona alguna».

Por el octavo perdían todo derecho a indemnización por mejoras en caso de abandonar la propiedad (como había ocurrido siempre), «aunque sea por miedo a rebatos de moros y enemigos por estas cercas del mar o por enfermedades de los Religiosos o por otra cualquiera causa, vía, manera o razón que se pueda imaginar».

El noveno les impedía cortar o hacer uso de los abundantes pinos de aquel paraje sin licencia del Justicia y Jurados de la Ciudad; y si lo hiciesen, pagarían una multa de 10 libras de moneda por cada árbol cortado.

Por el décimo se les permitía vender o arrendar las hierbas de la dehesa para alimento de ganados a quien quisieran, por el precio que estipulasen.

El once dejaba clara la jurisdicción de la Ciudad como única señora; y al Justicia y los Jurados de Oriola como únicos administradores de Justicia.

Del doce al dieciséis consignaban multitud de asuntos burocráticos: privilegios, fueros, transmisión del señorío directo, consecuencias si la orden abandonaba el convento de San Pablo en Orihuela, incumplimientos, etc.

El diecisiete y último exigía, para mayor seguridad, aportar confirmación escrita del Reverendísimo Padre General de la Orden de Ntra. Sra. del Carmen o del Reverendísimo Padre Provincial.

El 21 de agosto de 1683 quedaron firmados todos los capítulos. Pero la estancia, como tantas veces había sucedido en el pasado, fue forzosamente breve.

La Dehesa de Campoamor a mediados del siglo XX.

Cuatro años hace que esta Comunidad tiene la Casa y Hacienda de San Ginés, los dos primeros años en encomienda, y los otros dos en propiedad, juzgando siempre sería de mucha utilidad aquella hacienda; pero la experiencia ha enseñado no ser así, sino antes bien de mucho trabajo y pesadumbres…

El trigo y la cebada recogidos en aquel terreno no cubrían gastos ni en el año más fértil; los arrendamientos del huerto y la dehesa tampoco rentaban lo suficiente para mantener al obligado personal de la iglesia: al sacerdote confesor, al religioso de la obediencia y al mozo destinado a servirles y llevarles recado.

Dichos sacerdotes no acudían gustosos a San Ginés por el mucho trabajo, la ausencia de nieve en verano y la de carne fresca todo el año «por estar a cuatro leguas de poblado».

Los religiosos sufrían muchos enfados y peligros por los que acudían a hurtar en el huerto y en la viña; o los furtivos que cortaban leña en la dehesa; de manera que era «menester andar con armas por aquel paraje, cosa tan indecente a nuestro estado».

A todas estas pegas había que añadir el mayor de los riesgos: «que es el de lo moros, por haber llegado en diferentes ocasiones, y haber cautivado allí muchas gentes, y aquí se ha de vivir con mucho recelo».

Otra de las obligaciones más pesadas era hospedar y dar servicio a todos los vecinos de la Ciudad que iban allí a holgar. Desalmados que destrozaban las camas, la sillas y el vidriado de la cocina. Y cogían sin permiso lo que producía el huerto, con grandísimos enfados, menoscabos y pesadumbres por parte de los religiosos.

«Hombres poderosos» se presentaban con «su amiga»; y los religiosos tenían que ofrecerles cama y mesa. Luego estaba la obligación de dar paso y bebida al ganado; casi siempre de esa misma gente poderosa; ganado que destrozaba los sembrados y que tenían que sufrir en silencio o tener a sus dueños para siempre como enemigos.

Y si fuesen pocos todos estos inconvenientes, estaba la obligación de mantener y reparar las instalaciones, algunas en riesgo de ruina, con costosas obras que también corrían a su cargo.

En el asunto de la costa, como el resto de las órdenes que lo habían intentado, los carmelitas fracasaron. Era demasiado complicado vivir en una zona tan apartada, tan pobre, árida y peligrosa, a merced de los piratas berberiscos.

En el día 5 de octubre de 1686 se hizo la dejación de posesión de la Casa y demás bienes de San Ginés, en la Sala principal de las Casas Consistoriales, delante de los Sres. Jurados, por el Rvdo. Padre Superior y Presidente, Fray Lorenzo Catalá.    

Casa principal de la hacienda en 1913. Colección Sala Aniorte.

Siglo XVII. El Convento de San Pablo.

Esta nota, fechada en 1650, nos da una idea de lo que fue esa dramática epidemia que marcó un antes y un después en la historia de nuestra comarca.

Que estando la Ciudad destruida y asolada con la peste y el contagio que padeció por más de un año continuo, desde el 1647 hasta agosto del 48 que se publicó la salud, habiendo muerto mas de ocho mil personas, quedó despoblada y la mayor parte de las casas caídas y la huerta y heredades perdidas por falta de personas, y los que quedaron muy pobres.

La siguiente, marcada en violeta, pertenece a José Ojeda Nieto en su «Orihuela Imaginada».

La crisis. Esa crisis que va a dañar tanto a Orihuela en el siglo XVII va a ser aprovechada por los carmelitas para abandonar el extremo de la ciudad y bajar al mismo centro, al cogollo de la urbe…

El Consell se encontró en una difícil disyuntiva: ayudar a los monjes a instalarse en el nuevo edificio, para lo que requirió la opinión del obispo y del cabildo, o tratar de impedir el abandono del primitivo lugar, porque de llevarse a cabo -aseguran- será malo para el barrio, que perderá incentivos, porque: «El quedar arruinado El barrio a do esta dicho convento siendo aquel de los publicos desta ciudad por do [h]asen transito todos los actos publicos de prosesiones generales».

La temible peste que arrasó Oriola y la influencia de un carmelita local permitieron plantar un gran convento en el centro de la ciudad en pleno siglo XVII, hecho impensable pocos años antes.

A la posibilidad que ofrecía esta Orihuela decadente, semivacía, con muchas casas desocupadas o en ruinas, se unió la intervención del carmelita oriolano Anastasio Vives de Rocamora.

Francisco Vives, Anastasio Vives y Anastasio Vives obispo de Segorbe. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 5.

Anastasio era hijo de Francisco Vives de Rocamora, prestigioso jurista oriolano, caballero de noble familia y muy religioso. Tanto que, en 1609 ya viudo, ingresó en el convento del Carmen de Orihuela con dos de sus hijos; y en él permaneció hasta su muerte.

Su hijo Anastasio fue muy precoz; nació en 1599 y tomó el hábito con tan solo diez años; edad a la que ingresó, o mejor dicho lo ingresaron en la orden. Concluidos sus estudios, enseñó Artes en Alicante y Teología en Valencia.

En 1634 Anastasio, apenas un treintañero, era ya prior del convento oriolano. Pero sólo fue el principio de una exitosa carrera de la que dejaré algunas pinceladas. Pinchando en su retrato, que aparece un poco más abajo, podéis acceder a su biografía.

En el año 1653, siendo prior de los carmelitas de Valencia, lo nombraron Provincial de la orden en Aragón. Y Orihuela, orgullosa de su hijo, le envió una carta de felicitación.

Cinco años después, fue Anastasio el que escribió al Consell anunciándoles el envío de doce religiosos dispuestos a reactivar la reforma descalza. Según sus propias palabras «dejaban las comodidades de sus conventos para padecer en un tan pobre y arruinado convento como el de Orihuela».

Terminado su mandato como Provincial, él mismo decidió retirarse al convento de su ciudad natal «que entonces se hacía casa de reforma».

Y llegó a oídos de Fray Anastasio que el Consell tenía hecha promesa de erigir una ermita a San Pablo, adoptado por la ciudad a raíz de la peste de 1648.

La elección había sido por sorteo, entre veinticuatro santos posibles. Quiso el azar que fuese San Pablo el patrón secundario de Orihuela y su «abogado contra la peste».

Anastasio les propuso levantar un nuevo convento dedicado al apóstol. A cambio percibiría la suma que el Consell tenía destinada a la construcción de la ermita. Para terminar de convencerles, añadió la promesa de ofrecer a los oriolanos clases de latinidad, policía y virtud.

Habiendo pues determinado el Rvdo. Padre Mro. Fray Sebastián Vilanova, Prior de este Convento, situado entonces en la Calle del Hospital y Parroquia de Santiago (según lo que ya tengo enunciado) con el Rvdo. Padre Mro. Fray Anastasio Vives de Rocamora (después Provincial y Obispo de Segorbe) y demás religiosos de su Convento, trasladarle a la Parroquia de Stas. Justa y Rufina en el año de 1658 por habérseles caído la Iglesia y parte del Convento, a las casas que eran del Dr. D. Pedro Fernández de Mesa, Canónigo y Dignidad de Sacriste que fue de la Sta. Iglesia Cathedral, y los solares adjuntos a dichas casas, hasta los patios de la casa de los Jinjoleros.

El año 1660 fue decisivo en su vida. Consiguió el compromiso de la Ciudad mediante concordia, para que donase mil libras en diez años, a razón de cien libras por año que emplearía en el nuevo convento.

Se le diese al Prior y Religiosos del expresado Convento del Carmen mil libras de moneda corriente Valenciana, de limosna para dicho convento y su obra, en diez años, y por tres Tercias en cada uno...

Además, recomendado por el propio Consell, Anastasio alcanzó la mitra de Segorbe, circunstancia que Orihuela celebró con los festejos acostumbrados cuando nombraban obispo a un oriolano: Te deum Laudamus, encendido de antorchas como en la noche de Santa Justa, faroles en la Sala del Consell, luminarias en las casas y disparo de cien morteretes y lombardas desde la peña.

Anastasio Vives y Rocamora. Orihuela 16-V-1599 – Onda (Castellón) 20-V-1674. Carmelita, obispo de Segorbe. Enlace a su Biografía en la Real Academia de la Historia pinchando sobre la imagen.

Arropado por su pueblo, fray Anastasio marchó a Segorbe en 1661 y ya no volvió a Orihuela.

Una biografía del siglo XVIII habla de su papel como obispo, afirmando que «Suplicó por dejación de la mitra deseando el retiro y la quietud de una celda, tratando de morir sin embarazos de Gobierno».

La que publica el obispado de Segorbe añade que sufragó la portada mayor y el retablo de la capilla del Carmen de su catedral, donde fue enterrado. 

Y que la muerte violenta de dos canónigos curados, unida a su edad, precipitaron su renuncia a la mitra.

Catedral basílica de Segorbe (Castellón).

No he podido saber qué pasó con dichos canónigos; lo cierto es que se retiró al convento de carmelitas de Onda, en Castellón, donde cuentan que aparcó todos sus privilegios y vivió como uno más; hasta barrer, no solo su celda, sino todo el convento y que murió dos años después, el 20 de mayo, domingo de la Santísima Trinidad de 1674.

A su poderosa influencia se debe el traslado del convento del Carmen al centro de la ciudad. Para el Consell no era conveniente que los carmelitas abandonasen la zona que ocupaban junto a la muralla, cuyo estatus habían elevado sencillamente con su presencia. Pero la mediación de Fray Anastasio fue decisiva.

Portadas del convento, Iglesia y capilla del Carmen

De esta forma se solucionaron temporalmente los problemas de los carmelitas oriolanos; con el propio Consell convertido en patrono perpetuo del convento de San Pablo.

Esta determinación del Ilustre Ayuntamiento Oriolano se puso en ejecución por su Provisión de 19 de enero del año 1660 (ante el escribano Francisco López Ganga), con las condiciones que la Ciudad había de ser Patrona de ese convento, y de su Capilla Mayor de la Iglesia Nueva, que se había de construir cuanto antes, con el derecho de ser enterrados en ella los Sres. Capitulares y Justicias…

También se trató que el glorioso Apóstol San Pablo había de ser el Patrono Titular del Altar Mayor e Iglesia, y otras condiciones que se concordaron en diferentes juntas…

Años después, el Consell regaló el solar del antiguo convento al marqués de Rafal «por no conocérsele dueño». A partir de entonces, a la zona que abandonaron se le llamó «Carme Vell» o «Carmen viejo». Y a la nueva ubicación «Calle del Carmen» y «Plaza del Carmen».

Reparto Equivalente 1717. Archivo Municipal de Orihuela.

En el año 1661, los carmelitas estaban dispuestos a edificar su nuevo convento bajo la advocación del glorioso apóstol San Pablo. A la ya citada cesión de Pedro Fernández de Mesa, «casas con los solares adjuntos hasta los patios de la casa de los Jinjoleros», se unió la de Doña Gerónima Orumbella y Rocamora, esposa del prestigioso abogado D. Juan de la Torre.

(Doña Gerónima) Les hizo donación absoluta, pura e irrevocable, que se llama «inter vivos», de un solar de casas que tenía y poseía, situado en esta Ciudad de Orihuela, en la Parroquia de las Gloriosas Stas. Justa y Rufina.

Que era de las casas llamadas «Dels Rocamoras del Hort», en la calle de Pamies, que afronta por Levante con casas que fueron de D. Roque Botella, presbítero, Cura de Sta. Justa; por poniente con el Río Segura; por Mediodía con la Calle de Pamies; y por Tramontana con la calle que baja de la Plazuela del Hospital a Río Segura, por casas solares que fueron de D. Josef Pérez Pasqual, Caballero Oriolano.  

Plano de confección propia sobre original siglo XVIII.

Como era lógico, comenzaron inmediatamente con la iglesia que les patrocinaba el Consell. Pero su construcción dio más problemas de los previstos; hasta el punto de que unas copiosas lluvias provocaron el desplome de la media naranja aún sin techar.

Para el convento, cuya primera piedra se colocó el día de la virgen del Carmen de 1680, habían comprado dos solares lindantes. El Consell les cedió otro en la calle Jinjolero y otro junto al hospital, que dedicaron a jardín.

Muchos años pasaron los Religiosos con sola la habitación, e Iglesia antigua provisional, cuyos principios dispusieron en este convento hasta que, en el año de 1680, siendo Prior el Rvdo. Padre Predicador Fray Fco. Paredes, se puso mano a la Obra y Fábrica de la nueva Iglesia; púsose la primera piedra el día 16 de julio, propio de María Sma. del Carmen, que fue Domingo, del enunciado año 1680.

Reparto Equivalente 1718. Archivo Municipal de Orihuela.

Templo y convento fueron inaugurados en 1686, el mismo año que abandonaron la ermita de San Ginés, en la costa. 

Se acabó la obra de esta Iglesia Carmelitana (como luego se dirá) en el año de 1686, día 1 de enero, y se trasladó a ella el Smo. Sacramento en una solemnísima procesión.

El jueves 24 de enero por la tarde, el obispo Antonio Sánchez del Castellar bendijo el nuevo templo acompañado de los miembros del Consell y de numeroso público.

Gracias a Dios, se concluyó la Iglesia de María Sma. del Carmen, dedicada por Concordia de su comunidad con la Muy Ilte. Ciudad al Apóstol y Doctor de las Gentes el Sr. San Pablo, es muy aseada Y primorosa, está situada en una hermosa y espaciosa plazuela…

La Iglesia es de una Nave de proporcionada elevación y anchura, toda ella muy blanca y adornada con bellas tribunas; el órgano es bueno y de especiales voces; sus capillas son hermosas y perfectamente adornadas.

A 25 viernes (julio de 1686), día propio de la Conversión del Apóstol San Pablo, se trajo en solemne Procesión General, la Cabeza, Imagen y Sagrada Reliquia del Glorioso Santo, desde la Santa Iglesia Cathedral, con las imágenes de San Elías Profeta, San Alberto de Cicilia, San Andrés Corsino, San Franco de Sena, Santa Theresa de Jesús y Santa María Madalena de París, todos carmelitas, ricamente aseadas, llevadas en sus tabernáculos…   

Esta gran obra modificó totalmente el trazado urbanístico de la zona. A la parcela inicial le fueron añadiendo más y más casas empleadas en la edificación y en la formación de la plazuela conocida a partir de entonces como del Carmen. También se alteraron o suprimieron callejuelas; como la que a la derecha de la torre salía al río.

Dibujo del Convento del Carmen. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 5.

El convento comenzó a funcionar con diversas fuentes de ingresos: legados de los propios frailes que entregaban al ingresar o en herencia; los de las beatas y otras personas pías que donaban en efectivo o en propiedades.

Es destacable la de un devoto oriolano que fue alcaide del castillo de Guardamar; les dejó nada menos que 600 tahúllas de tierra. Estas fincas se ponían en arriendo y generaban pingües rentas fijas.

Los entierros en capillas, las misas pagadas y los sermones remunerados completaban el capítulo de ingresos, suficientes para mantener dignamente a los dieciséis frailes que formaban la comunidad a finales del siglo XVII.

En un acta firmada en abril de 1697 se acordó socorrer a los Religiosos Carmelitas con todo lo necesario en la forma siguiente:

1/ Que se haya de dar a los Religiosos, cada tres años, un hábito, escapulario y capilla de estameña parda. Y porque los Religiosos legos rompen más su ropa, singularmente, los que tienen obediencia de trabajo, a más de este socorro, tengan los hábitos usados que dejan los Sacerdotes y Coristas, según la prudente disposición del Reverendo Prior y Clavarios.

2/ Se haya de dar a cada uno capa y capilla blanca de estameña de diez en diez años.

3/Vestido interior, esto es, jubón y calzones de paño pardo que dure cada tres años.

4/ Medias de paño pardo, o estameña de cuerpo cada tres años.

5/ Ropa blanca, una camisa, unos calzones y un par de medias de lienzo gordico, y un jubón de lienzo cada año.

6/ Un pañuelo pardo cada año.

7/ Recado de escribir y socorro de otras necesidades, que se ofrecen conforme lo pide la misma necesidad, y a la prudencia y caridad del Prior y Clavarios…

Restos del Convento y la Iglesia del Carmen.

Iglesia y Convento en el siglo XVIII.

Escudo carmelita Capilla VOT. Orihuela. Fotografía Ajomalba

En este capítulo vamos a conocer el convento y la iglesia de los carmelitas oriolanos a finales del siglo XVIII. Para ello voy a utilizar las extensas descripciones de un testigo presencial. De nuevo se trata de nuestro cronista Josef Montesinos, en el año 1792.

Este Convento Carmelitano, aunque no es muy grande, es bastantemente capaz, está situado en su hermosa Plazuela; sus claustros son muy bonicos, curiosos y aseados, en su Luneto hay una capaz cisterna de agua reposada para consumo de la Comunidad, que se llena del Río Segura por la luna de enero.

La Cocina, Refectorio, Deprofundis, Despensas, Graneros, Portería y Parador, son buenos y muy decentes; la escalera, que es de dos órdenes, con su grande reja al huerto, y varios lienzos de especial pintura, se hizo en el año de 1771.

Las Celdas generalmente son buenas, capaces y divertidas, pues las más de ellas tienen terrados con sus emparrados; la Librería es capaz y tiene libros muy selectos; pero la lástima es el poco cuidado que se tiene de ella, por lo que se pierden muchos libros, especialmente de los Santos, Padres y Expositivos, por lo poco que se manejan.

La misma desgracia padece su Archivo, con sus papeles y escrituras; pues deberían haber señalado un religioso hábil (con excepciones de Coro) para cuidar de ambas cosas.

El huerto es muy aseado, se cogen en él naranjas, limones, dátiles, melocotones, albericoques, bresquillas, habas, mucha berza, claveles, rosas y flores.   

Plano de confección propia sobre original siglo XVIII.

En el caso de la iglesia y la capilla de la Virgen del Carmen me veo obligado a resumir mucho. Sigo marcando los párrafos en rojo en las transcripciones literales.

La Iglesia es de una Nave de proporcionada elevación y anchura, toda ella muy blanca y adornada con bellas tribunas; el órgano es bueno y de especiales voces; sus capillas son hermosas y perfectamente adornadas.

Montesinos comienza en la capilla mayor, poco honda y con un retablo grande, curioso y dorado; contenía un lienzo del Salvador de bastante mérito y otro de Nuestra Señora del Carmen.

El camarín de San Pablo, titular de la Iglesia, contenía una imagen de talla; y un lienzo para cubrirlo que reflejaba su martirio. También varias estatuas de santos y obispos; y una lámpara de plata con las armas de Orihuela que ardía constantemente a costa de la Ciudad, recordando su patronazgo.

La torre era alta y fuerte, con un curioso remate y todas sus esquinas de cantería. Contaba con cuatro campanas, tres naturales y una de madera, la famosa «carraca» utilizada en Semana Santa.

La puerta, frontera al Altar Mayor, era de buena fachada, construida con piedra de Abanilla y buen cancel. Encima tenía el Coro, con tres ventanas a la plazuela; el órgano y treinta asientos de madera tallada de los que hablaré más adelante.

El cronista enumera cuatro capillas en el lado de la Epístola: La primera sin retablo por ser la Puerta del Claustro; la segunda dedicada a María Magdalena de París, con camarín, imagen, lienzo para cubrirla y un púlpito con la imagen de San Cirilo.

La tercera dedicada a Santa Teresa de Jesús, contaba con retablo de talla dorada, camarín, imagen de la santa (vestida con un traje costeado por la marquesa de Rafal) y lienzo para cubrirlo.

Y la cuarta estaba dedicada a la Inmaculada Concepción junto a los santos Ángelo Mártir y Alberto Confesor; todos representados en un lienzo de doce palmos. Esta capilla tenía una puerta que subía al Coro y daba acceso a la torre.

Tenía otras cinco capillas del lado del Evangelio: la de San José; la del Santísimo Cristo de los Afligidos; la de San Elías; la de Nuestra Señora de los Desamparados; y la de Nuestra Señora del Carmen, que equivalía a una iglesia separada por su hermosura y grandeza.

Jeroglíficos del Convento y de la VOT del Carmen. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 5.

En el siglo XVIII derribaron la vieja capilla que utilizaban como iglesia provisional y levantaron una flamante y espléndida obra a la que se accedía por la portada barroca, con dos ángeles que siguen custodiando el escudo carmelita. Propiedad de la Venerable Orden Tercera, en la década de 1770, adquirieron la monumental imagen de Salzillo.

Capilla de Ntra. Sra. del Carmen. Esta Capilla de María Sma. del Carmen es muy grande, curiosa, aseada, blanca, elevada y clara; tiene Coro muy bonico, con su grande balcón de hierro azul, reja de lo mismo, junto a la cual, pero a la parte de afuera, junto al cancel hay una Capilla de María Sma. en su muerte y asunción, compuesta de un aseado retablo corlado, con buen Camarín; y cristales con marco dorado, que guardan la Soberana Imagen que regaló a esta Iglesia con su cama muy decente Don Joaquín Camacho, Presbítero, Sacristán Mayor de la Sta. Iglesia Cathedral.

Camarín del altar mayor, construido en 1740. Alberga una Virgen del Carmen, talla de Salzillo. Baltasar Gómez Berná.

La Capilla de Ntra. Sra., como voy diciendo tiene su buen crucero y media naranja, en cuyos cuatro óvalos hay cuatro hermosos lienzos con otros tantos Santos Carmelitas… El Altar de María Sma. es grande, hermoso, magnífico, de preciosa talla dorada con su gran Camarín que contiene en precioso trono a María Sma. circuida de Ángeles y Serafines, hechura del célebre Zarcillo murciano…

Camarín del altar mayor, construido en 1740. Alberga una Virgen del Carmen, talla de Salzillo. Baltasar Gómez Berná.

En cuanto al número de religiosos que lo ocupaban, durante la centuria fue aumentando hasta superar los cuarenta. En 1771 el General de la orden decidió reducir la exorbitante cantidad de individuos que ingresaban sin dotación ni subsistencia, ajustándolos a las rentas de cada convento. Hechos los cálculos, dejó el de Orihuela con 23 religiosos.

Reducción y Decretos dispuestos por el P. General del Carmen, de la antigua y regular observancia, para las provincias de su cargo en estos Reynos, con la Provisión auxiliatoria del Real y Supremo Consejo de Castilla. Madrid, 1772.

Montesinos también nos ofrece el «Estado actual de los Padres y demás individuos que componen la Reverenda Comunidad del Convento de san Pablo de Orihuela en el presente año de 1792 que esto se escribe». Con nombres y apellidos enumera al prior, veinte padres (maestros, confesores, predicadores, y un organista), nueve jóvenes coristas y cuatro donados o sirvientes.

Convento e Iglesia del Carmen desde el huerto. Colección Rodríguez Tejuelo.

Siglo XIX.

Restos del Convento y la Iglesia del Carmen.

Comenzamos el siglo XIX con otro recuento, con nombres y apellidos, efectuado por Montesinos a comienzos del siglo XIX con el título: «Estado presente de esta Reverenda Comunidad del Convento de San Pablo de la Ciudad de Orihuela en el año de 1809».

En él se reduce considerablemente el número de padres. Figuran el prior, doce padres, cinco coristas estudiantes (de los que dos murieron «miserablemente ahogados en el Río Segura estándose bañando»), cuatro novicios de coro y cinco religiosos legos.

Las primeras expropiaciones de tierras fueron mermando los recursos de la comunidad, haciendo cada vez más difícil el sostenimiento de sus miembros. Y para colmo, llegó la epidemia de fiebre amarilla de 1811.

El primero en morir fue el prior, provocando la huida de diez religiosos que abandonaron la ciudad por miedo al contagio. Los que quedaron: media docena de frailes, criados, el cocinero y el arrendador del huerto, murieron a causa de la enfermedad. Con el convento vacío, la Justicia se hizo cargo del edificio poniendo un candado en la portería. Era el principio del fin.

En diciembre regresaron los diez supervivientes y se instalaron de nuevo. Hasta que por decreto del gobierno liberal de 1820 quedaron suprimidas las comunidades carmelitas de Orihuela y de la vecina Cox, cuyos miembros fueron agregados al convento de Alicante, donde permanecieron durante el Trienio Constitucional.

Crédito público (Madrid). 3 de agosto 1822.

Abolida la Constitución por decreto de Fernando VII, en el verano de 1823 el convento de Orihuela se abrió de nuevo y los carmelitas solicitaron el traslado de la imagen de San Pablo; depositada por el Ayuntamiento en la Iglesia de Santa Justa para su conservación.

Desastre tras desastre, en 1831 se les hundió la capilla de Ntra. Señora del Carmen, que fue reparada en la medida de lo posible. Tres años después sufrieron la terrible riada que se llevó por delante la antigua casa de la Ciudad con el puente de Poniente.

El remate llegó con el decreto de 1835 que significaba la definitiva exclaustración de los carmelitas y la desamortización de todas sus propiedades. 

Real Decreto suprimiendo los monasterios y conventos que no tengan 12 individuos profesos. Pinchad sobre la imagen para acceder al texto completo.

El 22 de agosto el convento quedó completamente abandonado. Sus bienes muebles, imágenes, ornamentos y elementos sagrados fueron inventariados y desalojados. Dicho inventario fue publicado por nuestro cronista local, mi buen amigo Antonio Luis Galiano, en un artículo titulado «1835: el ocaso del Carmelo en Orihuela y el inventario desamortizador de sus bienes muebles».

Vacío y extremadamente ruinoso, el edificio se había convertido en un peligro para vecinos y transeúntes. Al no encontrar a nadie que se hiciese cargo de los elevados costes de su demolición, el Ayuntamiento decidió ponerse en contacto con la Junta de Enajenación de Conventos Suprimidos y se vendió en 69.000 reales.

Diario de avisos de Madrid. 29 de enero 1843: Venta de bienes nacionales. Pertenecientes al Clero Secular. Por providencia del señor intendente de rentas de la provincia de Alicante, está señalado para el día 30 del presente mes de enero de doce a una de su tarde, en una de las Salas Consistoriales del Excmo. Ayuntamiento Constitucional de esta muy heroica villa de Madrid, el doble remate de las fincas nacionales siguientes:

El edificio convento que fue de los religiosos Carmelitas de Orihuela, situado en la plaza del Carmen de dicha ciudad, en estado ruinoso, consta de 22500 pies valencianos superficiales y 52 de altura; se halla sin arrendar; ha sido tasado en 68700 rs., cantidad en que se saca a subasta sin que se le reconozca carga alguna.

Plaza del Carmen. Colección Javier Sánchez Portas.

Los materiales aprovechables procedentes del derribo se dedicaron a la adaptación de la nueva Casa Consistorial en el viejo pósito de la Plaza Nueva. Con el resto de las ruinas adecentaron las calles, las riberas del río fronterizas al convento y los caminos de Torrevieja y Alicante.

Antes del derribo habían trasladado la espectacular sillería del coro, atribuida a Juan Bautista Borja al igual que la de la catedral. Es la misma que luce en la actualidad en el convento de las agustinas de San Sebastián.

Si Montesinos no nos engaña, originalmente estaba formada por treinta asientos, de los que sólo se conservan veintitrés. Están tallados en nogal con escenas y personajes vinculados a la orden. El citado cronista describe en 1792 una veintena de santos y santas carmelitas comenzando por San Elías.

El Coro, aunque no es grande, es primoroso; con tres ventanas que caen a la Plazuela; tiene su hermosa Sillería de nogal, que se hizo por los años de 1738, con 30 asientos altos y bajos, con muchos buriles, y Santos de la Orden, todo de superior mérito; y con San Elías, San Eliseo, San Dionisio, San Alberto Patriarca…

San Elías. Detalle del antiguo coro del convento de San Pablo. Actualmente en el de las agustinas de San Sebastián. Obra de Juan Bautista Borja siglo XVIII. Fotografía Agulló.

De la Iglesia de San Pablo sólo se mantiene la sobria portada y un pequeño fragmento unido a la capilla de la Virgen del Carmen; que al ser propiedad de la Venerable Orden Tercera, se conservó y reedificó en 1850. En esta obra los concejales oriolanos costearon la reparación del altar mayor evocando el patronato adquirido en el siglo XVII sobre la antigua iglesia demolida.

Iglesia del Carmen. Ministerio de Cultura.

El Segura. 10 de julio 1878: Ha comenzado el solemne novenario que los devotos y hermanos de Ntra. Sra. del Carmen dedican todos los años a la Inmaculada Virgen del Carmelo. El día 16 habrá misa y Comunión General. Por la tarde y después de la novena, se llevará en carro triunfal y procesionalmente la Imagen de Ntra. Sra. del Carmen recorriendo las calles de Santiago, Sta. Justa, Plaza de la verdura, Feria, Sta. Lucía, Soleres, Plaza de la Soledad, Mayor, Ángel, Plaza de la Verdura, Río, Plaza de las Salesas, Santiago y Plaza del Carmen.

Portadas del Carmen. Ministerio de Cultura.

Exclaustrados los frailes y desamortizados los conventos, la rama masculina del Carmelo en España quedó prácticamente extinguida, recuperándose muchos años después.

A Orihuela no regresaron los carmelitas, pero llegaron las Carmelitas…

Plaza, convento e iglesia del Carmen en la actualidad. Google Maps.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Adaptación de los guiones confeccionados para Radio Orihuela Ser, serie dedicada a la orden del Carmelo en Orihuela. Os dejo enlaces a tres programas.

Programa 1.
Programa 1.
Programa 2.
Programa 2.
Programa 3.
Programa 3.

Callejeando 06. El Marquesado de Arneva.

Palacio del marqués de Arneva. Colección Javier Sánchez Portas.

Victoriano Ordónez y el Marquesado de Arneva.

José María Pérez Basanta.

Frente a la «Puerta de las Gradas», siguiendo nuestro paseo, encontramos la que fue residencia del Marquesado de Arneva; en la actualidad sede del Ayuntamiento de Orihuela.

Este hermoso edificio, construido por Victoriano Ordóñez de Villaquirant, es uno de los más espectaculares y destacados palacios barrocos de la ciudad;  todo un ejemplo de mansión nobiliaria del siglo XVIII.

La parte baja de la fachada está íntegramente realizada en piedra, mientras que las superiores presentan un enlucido que imita sillares; el cual, junto a la decoración que rodea las ventanas, se debe sin duda a una remodelación hecha en el siglo XIX,  pues normalmente las fachadas eran casi totalmente lisas. Sin embargo los balcones de hierro forjado son originales del «siglo de las luces».

La entrada principal al edificio se realiza a través de una portada adintelada de gran tamaño para permitir el acceso de carruajes; en ella destacan las puertas de madera, decoradas con magníficos clavos, llamadores y cerraduras de bronce dorado que podemos ver en otros palacios.

Para adaptar el antiguo edificio a su nuevo uso lo remodelaron profundamente perdiendo su primitiva distribución interior.

Baltasar Gómez Berna.

Una cosa que llama poderosamente la atención es el enorme y barroquísimo escudo del marquesado.  La parte inferior de la esquina donde está esculpido adopta forma de chaflán, con un ave rapaz tallada  por la que el vulgo la ha bautizado como «la esquina del pavo».

De la esquina seguiremos hablando más adelante. Vamos a conocer al tipo que consiguió el Marquesado y construyó este palacio.

I. Victoriano Ignacio Ordóñez de Villaquirant y Juan.

El primer marqués de Arneva es un personaje muy interesante al que llevo rastreando muchos años.  Su vida bien se podría titular «historia de una ambición».

Autógrafo del primer marqués de Arneva. AMO.

Victoriano Joseph Miguel Pedro Guillem Vicente Ordóñez de Villaquirant y Juan era el sexto hijo y primer varón del matrimonio formado por Victoriano Ordóñez de Villaquirant y Rocafull y Valeriana Juan Gutiérrez.

Nacido y bautizado en 1703, le habían precedido cinco hermanas: Theresa (1693), Ángela (1695), Michaela (1697), Gerónima (1698) y Beatriz (1701).

Su padre pertenecía a la pequeña nobleza local y en 1700 era el Jurat en Cap del Estament Real del Consell oriolano. En 1717, una vez dotadas sus hermanas con los bienes heredados de sus suegros, en atención al mucho amor y voluntad que tenía por su hijo Victoriano este fue mejorado para que formase mayorazgo con el grueso de sus propiedades.

Dote a su hermana Ángela. Archivo Municipal de Orihuela.
Donación a su hermana Teresa. Archivo Municipal de Orihuela.

Su fortuna aumentó considerablemente cinco años después, cuando su tío Joseph Ordóñez de Villaquirant, canónigo Sachriste de la Santa Iglesia Catedral de Orihuela, apartó un poco de dinero para una sobrina, para el cochero, para dos criadas, y le nombró también heredero universal.

Así, además de rico, en 1725 Victoriano era subdiácono y ostentaba el mismo cargo que su tío: Canónigo Sachriste de la Catedral de Orihuela, figurando después como tesorero del Cabildo.

Testamento de Joseph Ordóñez de Villaquirant. AMO.

Por estos años comenzó a formar la heredad que daría nombre al marquesado. Compró sesenta tahullas que lindaban con la heredad de Arneva, propiedad de Doña Isabel Ruiz.  Dos años después adquirió otras ciento veinticinco tahullas, también linderas.

Archivo Municipal de Orihuela.
Arneva, imagen de Google Maps.

En 1728 era ya propietario de gran parte de la heredad de doña Isabel, cuyos bienes estaban ejecutados por la Real Justicia; y para rematar la operación, compró al presbítero Agustín Llor, la casa y la almazara.

Luego siguió comprando más y más tierra que ponía en producción, permitiéndole construir el célebre Jardín de Arneva, destacado por Carlos Beramendi en su obra Viage por el Reyno de Valencia.

No lejos de Orihuela, hay un Jardín mui capaz proprio del Marqués de Arneva, dispuesto con mucha gracia y adornado con varias Estatuas de mármol.

Heredad del marqués de Arneva, imagen de Google Maps.

Tenemos también  la descripción de Joseph Montesinos:

Distante una media legua de la ciudad, camino de Hurchillo, con decente casa, frutales, flores, cenador, andadores, laberinto, plazuelas, calles de matas y varias estatuas de piedra blanca sobre medianas columnas, representativas de muchos personajes de la antigüedad y Reyes de España, que todo forma una vista deleitosa y es el embeleso de los extranjeros.

Desgraciadamente, de aquel «embeleso» sólo quedan ruinas; restos de columnas, de bancos, de pedestales y de un escudo roto con los apellidos Ordóñez y Juan bajo la corona de marqués.

Escudo de la casa solariega.

Una de las razones por las que me interesaba este jardín era el hecho de que mi bisabuelo Vicente «el Jacarillero» fue administrador del marqués y vivió en esa casa.

Mi abuela y sus hermanas recordaban un curioso elemento de estos jardines, llamado «escuchador», donde jugaban de niñas. Era un banco protegido por una bóveda diseñada de tal forma que el marqués, sentado allí, podía escuchar las conversaciones de los sirvientes en la casa.

Consolidada la heredad de Arneva se puso manos a la obra con la calle de  Santiago, donde estaba la casa de la herencia de su padre, concretamente la última de la manzana que separaba la calle de la plazuela del Carmen.

Archivo Municipal de Orihuela.

Victoriano fue comprando las linderas hasta hacerse con todas las casas desde la puerta de Santa Justa hasta el comienzo de la calle del Hospital.  El aspecto de esta zona era muy diferente al actual.

Plano confección propia.

En 1738 ya estaba construyendo su mansión y el Ayuntamiento le concedió el callejón que Ojeda llama de Eusebio para incorporarlo a sus propiedades.

Mientras tanto, sostenía un farragoso pleito (880 hojas nada menos) con sus cuñados y sobrinos por la herencia familiar.  De un lado con los hijos de su fallecida hermana Ángela representados por su cuñado Diego de Alburquerque;  y de otro con la también menor Petronila Alvarado y Mesa, heredera a través de la familia Rocafull y representada por sus tíos Juan Alvarado y Alonso de Mesa.

Recibió sentencia desfavorable en 1739, pero eso no le amedrentó. «Antes de emprender recurso, no queriendo guardar el tesón litigador en defensa de sus derechos con familiares tan próximos», ofreció algo más de 2.500 libras a su cuñado; quien harto de pleitear,  aceptó el trato renunciando a su mitad en enero de 1741.

Al sentirse solos contra Victoriano, los Alvarado aceptaron igualmente la enajenación, firmando la concordia en octubre del mismo año. Pero su voracidad era insaciable. En 1751 se vio envuelto en otro pleito con una sobrina de Severino Ordoñez de Villaquirant, el hijo de otro hermano de su padre, vecino de Elche.

A pesar de que su primo, sin hijos, le había nombrado heredero en 1739, su viuda había hecho nuevos testamentos en los que apartó para su sobrina, con la que convivía, una heredad en Elche con casa e hilo de agua. Y para su criada el derecho a vivir en los bajos de la casa y doscientas libras.

Pero en testamento fechado en 1747, cuando estaba ya muy enferma, apartó cien libras para la criada y una pensión de veinte libras anuales para la sobrina y el resto se lo dejó a don Victoriano.

La desheredada sobrina alegó grave enfermedad y adelantada edad de su tía,  por lo que era fácil de engañar. La criada testificó que don Victoriano violentó y persuadió con amenazas a su ama en una visita a su casa de Orihuela, obligándola a nombrarle heredero universal. Que ella intentó disuadirla con gestos para que no firmase; pero que el canónigo amenazó con tirarla por el balcón y tuvo que abandonar la casa dejándolos solos.

Don Victoriano aportó solventes testigos que afirmaron que la señora organizó la visita para poder redactar su testamento definitivo; ya que en Elche, sus domésticos y familiares la violentaban para obtener sus bienes.

El testimonio de la sobrina y menos aún el de la criada, partes interesadas en la herencia,  no se tuvieron en cuenta y así Victoriano reunió las propiedades de los tres hermanos Ordoñez de Villaquirant en 1750.

La culminación de su obra llegó tres años después. Fernando VI le concedió el marquesado de Arneva el 26 de mayo de 1753. Victoriano había llevado su apellido a la verdadera nobleza.

Maqueta del palacio.

Por esas mismas fechas protagonizó otro suceso que pasó a los anales de Orihuela. En 1748 la imagen de la Virgen de Monserrate fue trasladada a la Catedral por la reconstrucción del templo.

Victoriano, que además de canónigo era presidente de la cofradía de Monserrate, se llevó la imagen del niño a su oratorio privado para que le ayudase a curar una enfermedad.  Y falleció sin devolverla.

En 1764, un año antes de su muerte además de su casa principal, ya poseía toda la manzana comprendida entre la Calle de Santiago y la Plaza del Carmen y solicitó permiso para formar un arco que la comunicase con las casas contiguas, separadas únicamente por el callejón que ya le habían concedido años antes.

Plano confección propia.
Licencia para quitar servidumbres. Archivo Municipal de Orihuela.

La Ciudad concedió el permiso; pero un vecino, el presbítero Juan José Cerdá, interpuso un recurso contra la construcción del pasadizo sobre el callejón alegando que la obra ocasionaba perjuicios para su vivienda, que estaba enfrente. Examinados los documentos se dictaminó que la obra podía proseguir;  pero el presbítero recurrió la decisión ante la Real Audiencia.

El Ayuntamiento, valiéndose de las facultades que tenían concedidas para adecentar y hermosear el pueblo, mantuvo el permiso con ciertas condiciones; una de ellas era que las esquinas fuesen cortadas para dar mejor embocadura al callejón.

José María Pérez Basanta.

En una de esas esquinas achaflanadas del arco, bajo el enorme y barroco escudo del marquesado, está tallada un ave que el pueblo ha bautizado como «el pavo». Dicho escudo ostenta los apellidos Ordóñez, Juan, Rocafull y Alvarado.

José María Pérez Basanta.
Apellidos representados en los cuatro cuarteles.

En el Archivo del reino de Valencia se conserva el plano del arco en 1764, sin escudo y sin pavo. No sé si el autor simplificó el dibujo; o si «el pavo» llegó después, al desaparecer el arco.

Archivo del Reino de Valencia. Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas.

Analizando el plano y el arco, podéis sacar vuestras propias conclusiones.

Esquina del Pavo.

El primer marqués de Arneva falleció en Orihuela, el 31 de marzo de 1765;  y aunque Montesinos afirme que fue sepultado en la iglesia de Santiago, el libro de entierros del archivo de dicha parroquia certifica que lo hicieron en el vaso funerario que poseía la Cofradía de San Pedro en la Catedral.

Testamento de Victoriano Ordónez de Villaquirant. AMO.

II. José Sannazar Ordóñez de Villaquirant.

Esquina del Pavo. Víctor Sarabia Grau.

El segundo titular fue sobrino de don Victoriano. Se llamaba José Sannazar Ordóñez de Villaquirant; nacido en Orihuela el 19 de febrero de 1726.

Era hijo de su hermana Teresa y de D. Jacinto Sannazar, teniente coronel de Dragones del Regimiento de Tarragona destinado en Milán; cuya herencia administró también don Victoriano mientras fueron menores.

Casó en 1748 con Mariana Pasqual de la Verónica y Pallás. Y en segundas nupcias, en 1758, con María Francisca Juan Ximénez de Urrea. Él tenía treinta y un años y ella catorce.

Su marquesado fue breve. Recibió el título por Real Carta dada en el Pardo, a 16 de mayo de 1769. Y poco más he localizado sobre él.

En 1773 alineó sus casas dando un pequeño ensanche a la calle de Santiago a costa de la placeta del Carmen. Falleció sin sucesión en Orihuela en 1874, a los 57 años. Dejando testamento otorgado ante el escribano José Ballesta, el 26 de febrero de ese mismo año.

III. Nicolás Pascual del Pobil y Sannazar.

Esquina del Pavo. Tony Sevilla.

Nicolás Ignacio Buenaventura Pascual del Povil y Sannazar, sobrino del segundo marqués, era el primogénito de su hermana Valeriana Sannazar; casada con Juan Pasqual del Povil, caballero de la Real Maestranza de Valencia y regidor perpetuo de Alicante.

Nicolás nació en Alicante el 19 de diciembre de 1757 y fue bautizado en Santa María. Caballero de la Orden de San Juan y Maestrante de Valencia, fue alférez en la Armada Real y participó en el bloqueo de Gibraltar durante la guerra contra los ingleses (1779-1783).

Heredó el título de marqués de Arneva el 1 de agosto de 1789, fecha en la que se expidió a su favor la Real carta de sucesión; tenía treinta y dos años. 

Ya retirado de la Armada, en 1794 se encargó de organizar, adiestrar y comandar los tres batallones de voluntarios honrados de Orihuela. Cuatro años después, los voluntarios pasaron a las milicias provinciales y fue su coronel hasta la disolución; en septiembre de 1801.

Gentilhombre de Cámara del rey Carlos IV desde 1795, su brillante carrera se truncó durante la Guerra de Independencia.

Verdadero retrato de Ntra. Señora de Monserrate, ca. 1760. Colección Javier Sánchez Portas.

Antes de continuar con su vida, vamos a hacer un paréntesis para ver qué pasó con «el niño Jesús», sustraído por don Victoriano, el primer marqués.

En la relación de bienes legados por el segundo, apareció consignada la imagen buscada y, sin perder tiempo, la cofradía de Monserrate emprendió un pleito para recuperarla.

El pleito lo ganaron fácilmente; lo difícil era el acceso a su oratorio privado, en el palacio. Y es que el tercer marqués se prodigaba poco por Orihuela.

Tampoco demostró mucho interés en cumplir lo dictaminado. Ya en 1796, persuadido por el obispo y por el capitán general de Valencia, don Nicolás accedió a devolver la imagen del niño.

Montesinos lo explica en el tomo 14 de su «Compendio Oriolano»; patinando, como siempre, con las fechas.

La Virgen Sma. de Monserrate, que dexó de tener el Niño Jesús en su mano, lo buelve a tener de nuevo, como brevemente se dice: Se ha dicho varias veces en esta obra, como María Sma. de Monserrate no tenía Niño Jesús en sus manos, sino en cada una de ellas una rosa; y que dicho Niño, que antiguamente llevaba, esta en el Oratorio de la Casa del Sr. Marqués de Arneva, como en depósito, desde el año de 1703.

En 1703 nacía el que muchos años después sería primer marqués de Arneva. Se lo llevó, como ya hemos dicho, en 1748.

Pero su Iltre. Cofradía, lo pidió con instancias al dicho Sr. Marqués de Arneva, sucesor en dichos Mayorazgos; quien lo entregó liberalmente, y se lo pusieron a María Sma. en su mano izquierda, Lunes día 3 de Noviembre, del año 1794.

Lo cierto es que, durante muchos años, en pinturas y medallas la Virgen de Monserrate se representó sin el niño. Medio siglo de secuestro dejó para la historia un puñado de obras como la que abre y la que cierra este paréntesis.

Nuestra Señora de Monserrate. Antonio Villanueva siglo XVIII. Museo de Arte Sacro Orihuela. José M. Pérez Basanta.

En mayo de 1808 España se levantó contra el invasor francés. Por iniciativa popular se formó la Junta Militar de Orihuela, dirigida por elementos de la nobleza local.

El presidente era el conde de Pinohermoso; y el marqués de Arneva uno de sus vocales. Había sido oficial del Ejército y en la «suscripción voluntaria» para el sostenimiento de tropas aportó veinte mil reales de vellón.

A finales de mayo llegaron de Valencia perturbadoras noticias: al barón de Albalat lo habían decapitado públicamente por afrancesado; y los valencianos instaban a «los acalorados del vecindarios de Orihuela» a hacer lo mismo con el marqués de Arneva.

Comisionado por la Maestranza de Valencia, el marqués había viajado a Madrid en el mes de marzo para felicitar al emperador Napoleón. Los «patriotas» querían limpiar España de «afrancesados»; y con más empeño si eran nobles.

Enterado el conde de Pinohermoso intentó convencerle para que huyese esa misma noche; y no dudó en encerrarlo en su palacio cuando un grupo de exaltados trató de ejecutarlo.

Recibió órdenes de pasar a Cartagena, alejándose del peligro; pero en Murcia ya tenían noticias de lo ocurrido en Orihuela. Según su testimonio lo llevaron a Madrid, donde no tuvo más elección que someterse al nuevo Rey y esperar una ocasión para fugarse.

En enero de 1810, sin previa solicitud, José I nombró gentilhombre de cámara al «marqués de Arnabal».

Santa Cruz, 19 de enero 1810. Don José Napoleón por la gracia de Dios y por la Constitución del Estado Rey de España y de Indias. Hemos decretado lo siguiente: Don… Marqués de Arnabal, queda nombrado Gentil hombre de Cámara. — Yo el Rey. Por Su Majestad, el Superintendente general de la Casa Real. El Conde de Mélito.—Por copia conforme. Firmado: El Marqués de Valdecorzana.

El Rey se ha dignado nombrar a V. S. su Gentil hombre de Cámara en su Real Decreto de que incluyó copia. Le avisará día y hora para, el juramento prescrito por el Reglamento de la Casa Real luego que lo acuerde S. M.—Dios guarde a V. S. muchos años. Madrid, 22 de enero de 1810. — El Marqués de Valdecorzana. — Señor Marqués de Arnabal.

En ese mismo año de 1810 se casó con una madrileña de alcurnia. Nacida en 1787, María Francisca Bernaldo de Quirós y Rodríguez de los Ríos era una veinteañera hija de marqueses.

José Bonaparte.

Derrotados los franceses, en mayo de 1813, muy poco antes de que lo hiciera el «rey intruso», el marqués huyó hacia Vitoria. Y en julio de ese mismo año, él y su esposa estaban alojados en un hotel de la rue de Grenelle de París.

Su huida a Francia y el cargo de gentilhombre concedido por el «rey intruso» fueron pruebas decisivas en el proceso que se había iniciado contra él en 1812. Se le acusó públicamente de «afrancesado», de acérrimo partidario de Bonaparte que celebraba con banquetes los triunfos del emperador.

En paradero desconocido y sin testigos a su favor, el 30 de junio de 1813 lo declararon traidor a la patria; y como tal fue condenado a la pena de garrote previa degradación de todos sus honores y grados; y secuestro de todos sus bienes.

En el Archivo Histórico Nacional se conserva un interesante y farragoso expediente de más de trescientas páginas, titulado «Expediente del Marqués de Arneva, afrancesado que emigró a Francia» podéis acceder a el pinchando en la siguiente imagen.

Enlace al expediente del Marqués de Arneva. AHN, CONSEJOS, 49643, Exp.99.

En la revista de archivos, bibliotecas y museos de marzo de 1922 figura un artículo titulado «Un Gentilhombre de José I. El Marqués de Arneva», de Miguel Lasso de la Vega, marqués del Saltillo. Está basado en dicho expediente.

Palacio marqués de Arneva. Archivo Mariano Pedrera.

Durante años, el marqués de Arneva proclamó su inocencia desde París y fue recopilando testimonios en su defensa. Su esposa trató de volver a España, acompañada tan solo por dos criados. Fue detenida y devuelta a Francia. Falleció sin descendencia en París el 16 de octubre de 1819.

Al año siguiente, aceptados los testimonio y alegaciones, el marqués quedó absuelto. Regresó a Madrid y, en marzo de 1822, obtuvo el permiso real para casarse de nuevo con María de la Encarnación Ponce de León Carvajal, hija de los duques de Montemar.

En su ausencia se habían promovido varios pleitos contra su patrimonio; y Fernando VII se resistía a aceptar el veredicto que le permitía recuperarlo plenamente. Su situación económica se volvió muy preocupante y tuvo que intervenir su suegro.

En marzo de 1825, el duque de Montemar, escribió a su buen amigo, el presidente del Consejo Real:

Excmo. Señor. Mi estimado amigo: El honor y el interés me obligan a ser molesto. Cuando concedí la mano de mi hija al Marqués de Arneva fue por hallarme convencido de que había borrado las sombras a que la animosidad y el espíritu de partido dieron lugar, pues sólo la fuerza de las circunstancias, le obligaron a una apariencia muy distinta de su voluntad y sus hechos. En fin, juzgué que la aprobación de Su Majestad para este enlace calificaba una sentencia obtenida en contradictorio juicio, que sancionaba el honor y bienes que sellaba tan alta aprobación…

… el de Arneva ni quiso ser militar, ni empleo político, ni aun Gentilhombre cerca del intruso. Así uniéndose la justicia a mi ruego, al favor de V. y a la piedad del Rey, no contrayéndose la solicitud al empleo ni sueldo, pues ni una ni otra cosa quiere, juzgo que el logro sólo depende del apoyo de V. y éste le pide y se promete su apoyo, su amigo y afectísimo servidor, q. s. m. b., M. EL DUQUE DE MONTEMAR, CONDE DE GARCIEZ. Madrid, 30 de marzo de 1825.

En septiembre de 1825 se expidió una Real orden por la que Fernando VII aceptaba que se llevase a efecto la sentencia por la que se le había absuelto de los cargos «Contra su conducta durante el dominio del gobierno intruso de José Bonaparte», permitiéndole acudir a tribunales y juzgados para la restitución de sus bienes.

En cuanto a los grados y honores que presuma le corresponden, los implore a la clemencia del Rey nuestro señor.

No era lo que esperaba; pero al menos consiguió recuperar sus bienes y organizar su vida. En enero de 1830 su nueva esposa le dio una hija a la que llamaron Carmen. Con la sucesión asegurada, el tercer marqués de Arneva falleció el 25 de febrero de 1837.

Francisco Luis Galiano Moreno.

IV. María del Carmen Pascual del Pobil y Ponce de León.

Nacida en Madrid en 1830, la hija de don Nicolás, María del Carmen Pascual del Pobil y Ponce de León, fue la cuarta marquesa de Arneva.

Perteneció a la Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa. Casó con el madrileño Pedro de Alcántara Carvajal y Téllez-Girón, marqués de Villalba de los Llanos nacido en 1818.

Durante su marquesado se tituló la calle en la que estaba su palacio. Todo empezó en 1857, cuando el Ayuntamiento decidió que era de absoluta necesidad:

Dar ensanche a la calle de Santiago por la parte de enfrente de casa del Sr. Marqués de Arneva, pues que teniendo por aquella parte seis palmos de anchura y haciendo el esquinazo de la casa de enfrente una vuelta muy violenta suceden comúnmente impedirse el tránsito, y acaecer desgracias.

Para remodelar y alinear la calle, necesitaban demoler las casas del «tramo comprendido desde la casa de Roque Gil hasta enfrente de la tahona de Rafael Guillén» que, según constaba, pertenecían: una a José Aznar, otra a José Fenoll, tres al marqués de Rafal y dos al de Arneva.

Plano confección propia.

Posteriormente comprobaron que las siete casas pertenecían al marquesado de Arneva y les enviaron un escrito con la tasación efectuada por el maestro municipal. En marzo de 1858 el marqués consorte respondió donando a la ciudad una parte del valor ajustado.

El valor de todo el dicho terreno, comprehendiendo el de los quebrantos sufridos, según valoración practicada por el Maestro de obras titular de esta ciudad asciende a la cantidad de veinte y siete mil cuatrocientos veinte reales de los cuales cedo al ayuntamiento doce mil cuatrocientos veinte y solo habrán de abonárseme los quince mil restantes.

El consistorio agradecido al marqués de Villalba y de Arneva por su gesto altruista, acordó:

Se den las gracias al Excmo. Sr. Marqués de Villalva y de Arneva por su generosa condona, y debiéndosele corresponder de alguna manera este obsequio que hace en beneficio de la Población y dar de ello un público testimonio, se acordó así mismo que en adelante lleve el nombre de la Calle del Marqués de Arneva, todo el trozo comprendido desde lo que antes era principio de la de Santiago, hasta el Callejón del Maestro Estevan desde el cual tomará ahora principio la Calle de Santiago.

Calle Marqués de Arneva. Fotografía Ajomalba.

El 3 de enero de 1869 falleció Pedro Carvajal. Y el 23 de noviembre de 1871 doña María del Carmen casó en segundas nupcias con Bernardo Roca de Togores Pérez de Meca, nacido en Orihuela en 1826.

La cuarta marquesa falleció en Orihuela, el 19 de enero de 1881.

Diario de Murcia. 23 de enero de 1881. Diario Oficial de Avisos de Madrid. 26 de enero de 1881.

V. Ángel Carvajal Pascual del Povil.

En 1881 el título pasó al hijo de la marquesa, D. Ángel Carvajal Pascual del Povil, nacido en 1850. Ya tenía el de marqués de Villalba los Llanos.

La Correspondencia de España. 22 de mayo 1870: Por el ministerio de Gracia y Justicia se ha mandado expedir carta de sucesión en el título de marqués de Villalba los Llanos a favor de D. Ángel Carvajal Pascual de Povil.

La Época. 3 de septiembre 1881: DISPOSICIONES RELATIVAS A LOS TÍTULOS DEL REINO. Por el Ministerio de Gracia y Justicia. Se ha mandado que, previo pago del impuesto especial establecido, se expida a favor de D. Ángel Carvajal Pascual del Povil, marqués de Víllalba de los Llanos, real carta de sucesión en el título de marqués de Arneva, por fallecimiento de su madre daña María del Carmen, que lo llevaba.

En 1877 fue elegido primer teniente de la Alcaldía Constitucional de Murcia y se casó con la murciana, María Fuensanta Fontes Rossique.

La Paz de Murcia. 1 de marzo 1877: Última Hora. En la mañana de hoy ha tomado presión el nuevo Ayuntamiento y hecha la elección de cargos bajo la presidencia del nuevo alcalde, D. Pedro Díaz García, ha dado el siguiente resultado: Primer Teniente, D. Ángel Carvajal, marqués de Villalva de los Llanos…

La Correspondencia de España. 23 de noviembre 1877: Se ha concedido real licencia para contraer matrimonio a D. Ángel Carvajal, marqués de Villalba de los Llanos, con doña Fuensanta, hija de los marqueses de Ordoño.

María Fuensanta murió en octubre de 1880.

El Diario de Murcia. 26 de octubre 1880: CAMINO DEL SEPULCRO. Era Fuensanta Fontes de Carvajal, una mujer de esas que basta verlas para decir: ¡Qué buena debe ser esta mujer! y en efecto lo era: en sus ojos, grandes y hermosos como pocos, sobrenadaba una luz purísima; en su corazón vivían todos los nobles sentimientos, y en su alma tenía raíces profundas: la fe, el amor, la virtud. ¡Lástima de criatura! Se lleva al sepulcro el calor de un hogar, la alegría de una familia, la fuente de la vida de unos hijos que no encontrarán el calor vivificante de su regazo. En la primavera de la vida, cuando todo le sonreía, cuando las satisfacciones iban en aumento, cuando la amada esposa pasaba a madre…

… El dolor que su partida ha producido en su familia, la pena de su esposo, la amargura de sus hermanos, no lo podrán comprender sino los que hayan tenido la desgracia de perder uno de esos seres que parecen son en las casas como los ángeles de guarda de las familias; pues eso parecía que era la malograda joven, cuya temprana muerte lamentamos. Sirvan a su cristiana familia de consuelo nuestras creencias religiosas, y sea también lenitivo de su amargura el saber que la población en general, los acompaña en el sentimiento.

Palacio marqués de Arneva. Ministerio de Cultura.

El marqués falleció en julio de 1902.

El Diario de Murcia. 1 de julio de 1902: DEFUNCIÓN. La grave enfermedad que desde hace algún tiempo venía sufriendo el Excmo. Sr. D. Ángel Carvajal y Pascual de Povil, marqués de Villalba de los Llanos y Arneva, ha tenido esta madrugada el fatal y triste desenlace que se temía. A las doce y media ha fallecido el que en vida fue padre cariñosísimo, un cumplido caballero y un amigo leal, sumiendo en el mayor desconsuelo a su amante hija y a los parientes y amigos del alma, que en estas dolorosas circunstancias no se han apartado ni un momento de su lado.

Su entierro se verificará mañana y seguramente por las muchas y merecidas simpatías con que contaba el finado, será una verdadera manifestación de duelo a la que se asociará Murcia entera. A su afligidísima hija y demás distinguida familia, enviamos nuestro sentido pésame, a la vez que rogamos a Dios que en estos momentos de tanta tribulación y amargura les conceda las fuerzas suficientes para conllevar con resignación la pérdida de un ser tan querido. ¡Descanse en paz!

El Diario de Murcia, 1 de julio de 1902.

El Liberal de Madrid. 3 de julio de 1902: En Murcia ha fallecido el marqués de Villalva de los Llanos y de Arneva. D. Ángel Carvajal y Pascual de Povil se hallaba en posesión de dicho título desde 1872; fue fundado en 1693. Era maestrante de Valencia y se hallaba emparentado con las ilustres casas de Abrantes, Puerto Seguro, Cenete, Navamorcuende, San Román, Hurtado de Amezaga, Bedmar, Villanueva de las Torres, Carvajal, Acuña, Aguilar de Inestrillas, Valdefuentes, Portago, Quinta de la Enjarada, Aguilafuenle, Esquivel, Fontanar, Morenes, etcétera.

Tras «larga y pertinaz enfermedad», la hija que debía ser su sucesora, María Dolores Carvajal Fontes, falleció meses después; en febrero de 1903.

El Diario de Murcia. 20 de febrero 1903: DEFUNCIÓN. En la primavera de la vida, cuando todo le sonreía en el mundo, después de larga y pertinaz enfermedad, ha pasado a mejor vida la Srta. Dª. María de los Dolores Carvajal y Fontes, marquesa de Villalba de los Llanos y de Arneva.

Su muerte ha sido un tránsito a las mansiones de la gloria, porque su alma angelical se ha desprendido sin agonía de la débil materia, purificada también por el sufrimiento.

De todo corazón acompañamos en su sentimiento a los que lloran a tan simpática y delicada joven, y especialmente a las familias de D. José Echeverría, señores Condes de Roche, Marqueses de Ríoflorido, y de Ordoño, y demás parientes distinguidos de la malograda finada.

Su entierro se verificó en el templo de la Merced de Murcia; y fue transportada hasta el cementerio de Nuestro Padre Jesús en un lujoso féretro blanco conducido por servidores de la casa, alumbrado por gran número de arrendadores y con gran acompañamiento que siguió al cadáver hasta la plaza de Agustinas.

Había muerto sin haber recibido oficialmente los títulos y éstos pasaron directamente a su tía.

VI. María de la Concepción Carvajal Pascual del Povil.

Como ya he dicho, ambos marquesados pasaron directamente de D. Ángel a su hermana Dª. María de la Concepción Carvajal en 1903.

La Época. Madrid, 6 de diciembre 1903: TÍTULOS Y GRANDEZAS. Por el negociado correspondiente del ministerio de Gracia y Justicia se han despachado los siguientes expedientes de títulos. Mandando expedir Real Carta de sucesión en los títulos de marqués de Arneva y de Villalba de Los Llanos a favor de Dª. María Carvajal y Pascual del Povil por fallecimiento de su hermano D. Ángel.

Casada con D. José de Echevarría y López de Sobreviñas, en una trágica semana de enero de 1895, el matrimonio perdió tres hijos; entre ellos el único varón.

El Diario de Murcia. 20 de enero 1895: Ayer subió al cielo a los 21 meses de edad, la niña Carmen de Echeverría y Carvajal, a cuyos afligidos padres enviamos nuestro pésame por la pérdida que han experimentado.

El Diario de Murcia. 27 de enero 1895. 
El Diario de Murcia. 26 de enero 1901. 

La sexta marquesa falleció el 26 de julio de 1906.

El Liberal. 28 de julio 1906: Entierro. Con numeroso y distinguido acompañamiento se verificó ayer el entierro de la señora doña Concepción Carvajal, marquesa de Villalba. Descanse en paz el alma de la finada, a cuya desconsolada familia reiteramos nuestro pésame.

El Liberal. 27 de julio 1906

Su marido murió en Murcia, el 9 de febrero de 1914.

El Tiempo. Murcia. 9 de febrero 1914. 

Los dos marquesados quedaron repartidos entre las dos hijas supervivientes. El de Arneva le correspondió a María de las Mercedes.

VII. María de las Mercedes de Echeverría y Carvajal.

Palacio marqués de Arneva.

La séptima marquesa de Arneva, doña María de las Mercedes de Echeverría, sucedió a su madre por Real Orden del 4 de Febrero de 1907. Su hermana heredó el marquesado de Villalba de los LLanos.

La Época. Madrid, 15 de abril 1907: TÍTULOS DEL REINO. Por el ministerio de Gracia y Justicia se han publicado en la Gaceta las siguientes disposiciones, entre otras de que hemos dado cuenta: Mandando expedir Real carta de sucesión en el título de marqués de Villalba de los Llanos a favor de Dª. María de la Concepción de Echevarría y Carvajal, por fallecimiento de su madre, Dª. María de la Concepción Carvajal y Pascual del Povil.

Ídem en el título de marqués de Arneva a favor de Dª María de las Mercedes de Echevarría y Carvajal, por fallecimiento de su madre, Dª. María de la Concepción Carvajal y Pascual del Povil.

María de las Mercedes casó con Adolfo Lamberto Wandosell Calvache. Permitidme en este caso que me extienda un poco en el origen del marqués consorte.

Los Wandosell.

Adolfo Wandosell era hijo del acaudalado minero de La Unión, Pío Wandosell Gil y de Dolores Calvache Yáñez.

Adolfo y su hermano Pío habían pasado una temporada en Inglaterra. Y al instalarse su padre en Madrid se sumaron a la moda del nuevo deporte en el que burgueses adinerados eran a la vez directivos y jugadores.

Hermanos Wandosell, equipo del Colegio de los Padres Agustinos.

Los Wandosell formaron parte del entonces llamado «Madrid Football Club». Sólo hay que buscar la primera alineación del Real Madrid para encontrarlos con los nombres Wandosell I y Wandosell II.  Pinchando la siguiente imagen se accede a la historia del Real Madrid.  

Plantilla del Madrid en 1902. Enlace a Real Madrid.

En noviembre de 1901, Pío Wandosell padre, compró un lote de  dieciséis fincas en Orihuela y Murcia. El arco conocido como «los santicos de piedra», trasladado a San Bartolomé, lleva grabadas la P y la W de Pío Wandosell.

José Antonio Ruiz Peñalver.

Una de las fincas, llamada «Molino de la Ciudad», incluía un viejo molino harinero de cereales y pimentón con seis compuertas, seis ruedas motrices, seis muelas, seis soleras y seis tablas.

Las Provincias. Valencia. 7 de diciembre 1901: ORIHUELA. El minero D. Pío Wandosell ha comprado en 50.000 duros el edificio llamado Molino de la Ciudad, donde, aprovechando el salto de agua allí existente, se propone montar nuevas industrias.

Molino de la Ciudad antes de las obras que lo convirtieron en central eléctrica. Sabiendo que dichas obras se realizaron entre los años 1902 y 1905, tenemos una imagen del siglo XIX, posiblemente la del primitivo molino edificado en el siglo XVIII. Colección Jesús R. Tejuelo.

Pío, hábil hombre de negocios y muy aficionado a la ingeniería se dio cuenta de las posibilidades que ofrecía el salto de agua sobre el que estaba asentado el molino. Después de varios estudios, decidió establecer allí una instalación de luz eléctrica con la que suministrar a la ciudad de Orihuela y a otros pueblos cercanos.  Derribó el viejo molino para construir un nuevo edificio industrial.

Molino de la Ciudad. Colección Javier Sánchez Portas.

La fábrica de electricidad se terminó a principios de 1905 y el Ayuntamiento de Orihuela lo autorizó para encargarse provisionalmente del alumbrado público de la ciudad, sustituyendo en esta función a la atrasada sociedad «La Luz», que acabó arruinada por la competencia.

Pío Wandosell Gil mantuvo el suministro de Orihuela hasta su muerte. Todo este proceso lo tenéis detallado en mi artículo «Y se hizo la Luz». (Pinchando la siguiente imagen, podéis acceder a él).

Fábrica de luz eléctrica «Molino de la Ciudad». 1908. Enlace a artículo.

En 1907 la tragedia sacudió a la familia Wandosell. Pío, el hermano menor de Adolfo, falleció tras una enfermedad con tan sólo veintiséis años.

El Liberal. Murcia. 21 de agosto 1907

La iberia. 20 de agosto 1907: En el día de hoy ha fallecido nuestro particular y querido amigo, don Pío Wandosell Calvache, hijo del acaudalado propietario dueño de «La Eléctrica del Molino de la Ciudad, D. Pío Wandosell y Gil. Dadas las simpatías que en esta Ciudad cuentan ambos, no es de extrañar las manifestaciones de cariño que, durante la traidora enfermedad que ha arrebatado la vida a un ser que empezaba a disfrutar de ella, han recibido.

Consignamos con gusto las manifestaciones que la familia del finado y en particular su señor padre, haciéndonos constar que por la situación dolorosa que atraviesan y por el poco tiempo que disponen, no pueden hacer particularmente una manifestación de agradecimiento a las pruebas generales de cariño que han recibido y, por consiguiente, que lo hagamos constar desde estas columnas lo muy agradecidos que quedan a los amigos de todas las esferas sociales que con su cariño les ha servido de lenitivo para sobrellevar tan ruda y fatal desgracia.

En La Iberia, tenía el malogrado joven Pío Wandosell Calvache, muy buenos amigos. Nosotros hemos sentido, como cosa propia, su muerte tan prematura. Era Pío un joven de trato afable con todos, amigo de los ricos y de los pobres. En Orihuela ha producido el fallecimiento de nuestro malogrado amigo, una impresión muy dolorosa. Descanse en paz.

Fábrica de luz eléctrica “Molino de la Ciudad”. 1908.

La muerte de su hermano dejó en sus manos la supervisión de los negocios que su padre tenía en Orihuela; localidad a la que Adolfo viajaba regularmente. Pero vivía en Cartagena y seguía jugando al foot-ball como delantero centro en un equipo local.

Diario de Alicante. 25 de febrero 1908: NOTAS DE SPORT. El match de Cartagena. Conforme anunciamos a los que nos leen, el domingo 23 del corriente se celebró en Cartagena el anunciado match de foot-ball entre los primeros teams del «Club Gimnástico Deportivo» de Cartagena y el «Sports men’s Club Lucentino» de Alicante…

… Por fin y cuando ya faltaban pocos minutos para terminar el partido, logran los de Cartagena sumar un nuevo tanto y luego otro, centrados ambos por Adolfo Wandosell, un delantero centro como hay pocos, que juega como quiere. El triunfo pues, correspondió al team cartagenero por 3 goals a 1. Los delanteros, y especialmente A. Wandosoll y Pollard, tienen unas combinaciones hermosas y eficacísimas, como tuvieron ocasión de demostrar.

Entre los años 1909 y 1910, dirigió en Orihuela varias instalaciones de alumbrado eléctrico con fines decorativos; como el del altar mayor de la iglesia de Santiago o la de las calles para celebrar el carnaval.

La época. 26 de junio 1909: La iluminación de Santiago. Atentamente invitados por el virtuoso párroco de la iglesia de Santiago Apóstol, fuimos el sábado en la tarde a presenciar las pruebas oficiales del artístico alumbrado eléctrico con que ha adornado el frontispicio del magnífico sagrario y altar mayor de la iglesia.

Una iluminación profusa de muchos miles de lamparitas eléctricas, rematada por la cruz roja de Santiago, es el trabajo artístico que ha dirigido técnicamente Don Adolfo Wandosell con los operarios a sus órdenes.

En 1910 se instaló en Orihuela y montó su propio negocio: una moderna fábrica de maderas en la calle Unión Agrícola, cerca de la Glorieta.

El Eco de Orihuela. 11 de julio 1910: Inauguración de una Fábrica. El sábado en la tarde tuvo lugar en el almacén de madera de nuestro querido amigo D. Adolfo Wandosell la inauguración de una máquina de aserrar…

… Andrés Díe, vicario capitular de este obispado, acompañado de otros sacerdotes, bendijo la máquina y el motor al cual se le puso el nombre de «Pío» en memoria del malogrado hermano de D. Adolfo, y a la 1ª el de «Dolores» nombre de la señora madre del mismo. Actuó de padrino el Sr. García Murphy, el que obsequió con pastas a los concurrentes.

Terminado el acto de la bendición, el Sr. Wandosell, con la amabilidad que le caracteriza, invitó, a todos los asistentes con dulces, licores, refrescos y habanos. Deseamos a nuestro distinguido amigo el Sr. Wandosell todo género de prosperidades en su nueva industria.

El diario. 9 de julio 1913.

En 1911 se inició en la política como concejal y teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Orihuela. Dos años después, rodeado de polémica, lo nombraron alcalde.

El Eco de Orihuela. 26 de noviembre 1913: Ultima hora. El nuevo alcalde. Por telégrafo. Madrid, 25. 12,30. El ministro de la Gobernación ha firmado una R. O. nombrando alcalde de Orihuela al concejal de este Ayuntamiento don Adolfo Wandosell Calvache.

A la sesión ordinaria del 4 de diciembre de 1913, en la que tomó posesión de la Alcaldía no asistieron ni los concejales liberales, ni los conservadores.

El Sr. García Murphy dijo: «Quisiera felicitar al nuevo alcalde «como él se merece»; pero la ausencia de los concejales en su toma de posesión, habla con más elocuencia que yo, y nada puedo añadir a esta manifestación…

… Propongo que el Ayuntamiento acuerde dirigirse al Gobierno expresando el sentimiento y disgusto con que ha visto el nombramiento de D. Adolfo Wandosell para alcalde de Orihuela, por ser este hijo del contratista del alumbrado público D. Pío Wandosell, quien tiene incumplidas muchas bases del contrato; y sí por solo el hecho de ser concejal D. Adolfo Wandosell ha sido difícil que ese contrato se cumpliera, siendo ahora alcalde hará imposible su cumplimiento…

Autógrafo de Adolfo Wandosell como alcalde de Orihuela.

Aun así fue confirmado en el cargo y se mantuvo hasta febrero de 1915. El 20 de marzo de ese mismo año, recién dejada la alcaldía, se casó en Murcia con la marquesa de Arneva. El «adinerado propietario» entraba así en la nobleza.

Diario de Alicante: Año IX Número 2385 – 1915 marzo 15 DE ORIHUELA. Boda aristocrática. El día 20 del corriente tendrá lugar en la vecina capital, el anunciado casamiento del exalcalde de esta localidad señor D. Adolfo Wandosell Calvache con la bella marquesita de Arneva, Dª Mercedes Echevarría y Carvajal.

Los novios después de la ceremonia nupcial, se trasladarán a la magnífica posesión del novio «Las Hortisas» en donde pasarán unos días. Los pobres de Orihuela que acuden diariamente a la Cocina Económica, esperan ese día un recuerdo de los aristocráticos señores Wandosell y Echevarría a quienes deseamos toda suerte de prosperidades en su estado del matrimonio.

El Tiempo. Murcia. 20 de marzo 1915: UNA BODA. Esta mañana se ha verificado el enlace matrimonial de la gentil marquesa de Arneva, hija segunda de los marqueses de Villalba de los Llanos, con el joven exalcalde de Orihuela don Adolfo Wandosell. La ceremonia se ha verificado en la casa de la novia, en una de cuyas habitaciones habíase levantado un severo y artístico altar.

El nuevo matrimonio recibió la bendición nupcial de manos del canónigo Doctoral de ésta don Antonio Álvarez Caparrós. Han sido padrinos la señora marquesa de Villalba de los Llanos, hermana de la novia y el padre del novio don Pío Wandosell. Actuaron de testigos el diputado a Cortes don José Maestre, don Federico Chapuli, don Julio Wandosell, don Gerardo Murphy, el alcalde de esta ciudad don Laureano Albaladejo, y don José Clemares.

Firmó el acta en representación del juez municipal, el abogado cartagenero don Mariano Gil de Pareja. Por el luto reciente que viste la familia de la novia se celebró la ceremonia en familia. El nuevo matrimonio, al que deseamos todo género de venturas en su nuevo estado, ha salido para Orihuela donde fijará su residencia. La enamorada pareja ha recibido de sus numerosas amistades numerosos y valiosísimos regalos.

La pareja se instaló en la «suntuosa residencia de Orihuela», el palacio de Arneva. Y después de nacer al menos dos niñas, Mercedes y Dolores, el 10 de diciembre de 1924 llegó el heredero al título en un parto de mellizos; Concepción y Adolfo.

El pueblo. 15 de diciembre 1924: Ha dado a luz con toda felicidad dos lindos mellizos (varón y hembra) la distinguida y aristocrática señora Dª. Mercedes Echevarría Carvajal, marquesa de Arneva, esposa de nuestro respetable y distinguido amigo D. Adolfo Wandosell. A ambos esposos damos nuestra enhorabuena por tan fausto suceso.

Los mellizos fueron bautizados en el oratorio privado del palacio por el Obispo de Orihuela.

El Tiempo. Murcia. 24 de diciembre de 1924: De sociedad. Bautizo. El pasado domingo, en la morada suntuosa de los señores marqueses de Arneva, en Orihuela, y en el precioso oratorio de la casa, tuvo lugar la solemne ceremonia de administrar el Sacramento del Bautismo a los encantadores niña y niño que recientemente dio a luz la Excma. señora marquesa de Arneva, esposa de nuestro distinguido amigo don Adolfo Wandosell.

Francisco Javier de Irastorza y Loinaz. Obispo de Orihuela.

Administró las aguas bautismales el ilustrísimo Sr. don Francisco de Irastorza, Obispo de la Diócesis de Orihuela, apadrinando, los señores condes de Montemar al niño, y a la niña la respetable señora doña Francisca Calvache, viuda de Wandosell, representada por la distinguida señorita Emilia Wandosell y don Aurelio Wandosell. A los nuevos cristianos se les impuso los nombres de Adolfo y María de la Concepción, respectivamente.

El marqués de Arneva fue diputado provincial por el distrito Orihuela – Dolores en las elecciones de 1919 y 1921. Y en enero de 1928 se rumoreó como posible candidato al Gobierno Civil de Alicante. Su carrera política llegó hasta las elecciones municipales de abril de 1931 en las que se proclamó la II República. Fue uno de los candidatos monárquicos para el ayuntamiento de Orihuela.

Años después de morir su padre, Adolfo y sus hermanos crearon la sociedad «Eléctrica Wandosell», titular del «Molino de la Ciudad» y de sus contratos de suministro. En el verano de 1930 la vendieron a la «Compañía de Riegos de Levante»; absorbida posteriormente por «Hidroeléctrica Española».

En cuanto al «molino de la ciudad», en la segunda mitad del siglo XX recuperó su función original. En 1998 lo compró la Fundación Pedrera para restaurarlo con dinero de fondos europeos. Luego lo dejaron morir abandonado; como permanece en la actualidad.

Molino de la Ciudad en ruinas. Fotografía Vicente Muñoz Navarro

Por el momento no he conseguido averiguar cuando murió Adolfo Wandosell Calvache. En cuanto a su esposa, María de las Mercedes de Echeverría, séptima marquesa de Arneva, falleció en Orihuela en 1966.

VIII. Adolfo Wandosell y Echeverría.

Nacido el 10 de diciembre de 1924 en un parto de mellizos. Se casó el 7 de mayo de 1957 con María Teresa Lloret y Pascual, nacida en Elche en 1933.

En el Boletín Oficial del Estado de 7 de agosto de 1965 figuraba, con el número 402, entre la lista de aspirantes admitidos a las pruebas selectivas para el ingreso en el Cuerpo Auxiliar de Administración Civil convocadas en febrero. Pero quedó excluido posteriormente.

Heredó el título en octubre de 1968; en plena decadencia económica.

Instituto Laboral. Colección Javier Sánchez Portas.

El palacio había dejado de ser la residencia familiar y el trasvase Tajo Segura partió en dos la finca solariega que daba nombre al marquesado.

Instituto Laboral. Colección Javier Sánchez Portas.

Posteriormente se lo vendieron al Ayuntamiento; que se trasladó al mismo en 1967 desde sus antiguas dependencias de la Plaza Nueva.

Palacio marqués de Arneva. Sede del Ayuntamiento.

En la fachada lateral añadieron un panel de piedra realizado en 1607, con el  escudo de Aragón acompañado en ambos lados por el Oriol. Procede del antiguo ayuntamiento; o mejor dicho, del edificio que fue pósito municipal del grano.

Conjunto heráldico realizado en piedra jabalina en 1607. Procede de la fachada Norte del antiguo Pósito situado en la Plaza Nueva. Posteriormente ayuntamiento. Y cuando este fue derribado se trasladó al Palacio de Arneva. En el centro el escudo de Aragón, Nápoles y Sicilia; flanqueado por dos orioles. Fotografía Francisco Luis Galiano Moreno.

Casado con Teresa Lloret Pascual,  Adolfo Wandosell Echeverría falleció en Murcia el 26 de noviembre de 1987; y su viuda el 2 de junio de 2019. 

Edificio anexo al palacio. Derribado al trasladar el ayuntamiento. Colección Javier Sánchez Portas.

IX. José María Wandosell y Lloret.

El noveno marqués se llama D. José María Wandosell y Lloret y rompió una especie de maldición. Hasta su padre, ocho marqueses habían ostentado seis apellidos: Ordoñez, Sannazar, Pascual del Pobil, Carvajal, Echeverría y Wandosell; y en los dos casos restantes, el título había pasado entre hermanos.

En abril de 1997 se casó en Torrevieja con María Inmaculada Hódar y Díaz.

Iniciar el marquesado un religioso no fue buen comienzo para mantener apellidos; pero con José María, por primera vez, el título ha sido heredado por dos primogénitos varones consecutivos; o lo que es lo mismo, tres generaciones llevan el mismo primer apellido: Wandosell.

José María Pérez Basanta.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Artículo publicado en 2006 con la colaboración de Jorge Belmonte Bas. Remodelado en 2015 para ser emitido en radio. Ampliado y corregido de nuevo en 2022. Mi agradecimiento a J. M. Dayas.

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Palacio marqués de Arneva. Víctor Sarabia Grau.