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Justo García Soriano. 16. 1915.

No sé si es mi más antiguo recuerdo, o una falsa reminiscencia debida a relatos y fotografías posteriores. Me contemplo niño, muy niño, todo azul: ojos, llenos de expresión inteligente y de vida; largo abriguito de terciopelo con encajes en el cuello y en las bocamangas…

Junto a mí una señora elegante, sin rostro—no lo recuerdo—que es mi madre, pela cuidadosamente la blanca, fresca y rezumante naranja de mi merienda… Estamos en una gran plaza circular, la de Oriente, junto a una gran y puntiaguda verja, y un banco de granito corrido, también circulares. En medio el airón de bronce de la estatua ecuestre de Felipe IV por Juan de Bolonia…

Felipe IV. Plaza de Oriente. Madrid.

Al fondo, pesadote y blanco, el gran monte de piedra del Palacio Real. Y seguro que estaría también el cochecito flameante de banderolas arrastrado por un burro enano, en que tocaban la campana brillante otros niños, más niños, muchos niños un poco mayores que yo.

Cuando mi padre llegaba cansado y sonriente de dar tanta clase en el colegio que dirigía en la próxima Costanilla de los Ángeles, nos iríamos poco a poco hasta la casa de la calle de la Luna en la que había nacido dieciséis o diecisiete meses antes. Era el año de 1915….   

 Justo García Morales. «Primera Memoria».

Justo García Soriano comenzó el año 1915 impartiendo clases en el Colegio Cardenal Cisneros, en Costanilla de los Ángeles. Sin saberlo, apuraba sus últimos meses en la enseñanza privada.

El 18 de febrero la subsecretaría del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes convocó oposición para cuarenta y cinco plazas de oficiales de tercer grado del cuerpo facultativo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos.

Nuestro biografiado presentó la correspondiente instancia para poder formar parte de la misma, acompañada de los certificados de antecedentes penales y de buena conducta; este último firmado por el alcalde del barrio de La Estrella.

A finales de marzo la convocatoria apareció anunciada en la prensa de Madrid con los miembros del tribunal y un largo listado de opositores entre los que figuraba Justo García Soriano. Solamente he transcrito los nombres de los profesores.

La Correspondencia de España. 31 de marzo de 1915: CUERPO DE ARCHIVEROS. El Tribunal designado para juzgar los ejercicios de oposición para el ingreso en el Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos está formado por D. Francisco Rodríguez Marín, D. José Joaquín Herrero, D. José Ramón Mélida, D. Antonio Ballesteros, D. José Castillo y Soriano, D. Francisco Navarro Santín y D. Agustín Bullón de la Torre.

Puerta del Sol. Madrid, 1915. BNE.

Inmediatamente acudió a su buen amigo, el periodista y diputado por Almería Luis Antón, para que desplegase su red de influencias, práctica común en la España de todos los tiempos.

Tenemos constancia de las cartas de recomendación al famoso escritor y político requenense José Joaquín Herrero Sánchez; y al abogado y periodista madrileño José del Castillo Soriano. Ambos eran Jefes en el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Transcribo las respuestas.

15 de abril de 1915. Sr. D. Luis Antón del Olmet. Mi querido amigo: Tendré muy presente el interés de V. por D. Justo García Soriano, opositor al cuerpo de Archiveros y mucho celebraré que los ejercicios que el interesado practique me permitan en justicia comunicar a V. noticias satisfactorias. Ya sabe que es suyo afectuoso amigo y s. s. q. e. s. m. Autógrafo: José J. Herrero.

José del Castillo y Soriano. Preciados, 23. Madrid, 22 de abril de 1915. Sr. D. Luis Antón del Olmet. Mi querido amigo: Recibo su atta. interesándose por el opositor a las plazas del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos D. JUSTO GARCÍA SORIANO, y excuso decirle lo mucho que celebraría que las circunstancias permitieran que su recomendado realizase sus aspiraciones. Es siempre suyo buen amigo q. e. s. m. Autógrafo: José del Castillo y Soriano.

Cuando sólo le faltaba realizar el último ejercicio, insistió pidiéndole todas las recomendaciones posibles en el propio tribunal. Dejó escrito un farragoso borrador sin fecha, plagado de tachones.

Querido Luis: Hasta ese tranquilo rincón de la tierra murciana al que has ido en busca de unos días de descanso y para huir de enojosas importunaciones, te persiguen mis súplicas y demandas. Perdónamelo. Hoy no tengo más padre que a ti, al antiguo camarada de la infancia y de los primeros escarceos literarios.

Ayer terminé el 2º segundo ejercicio de mis oposiciones y en él he quedado bien; mejor que en el primero según opinión de algunos jueces del tribunal. Sin embargo, ya sabes que esto no basta. El lunes continuará el último ejercicio, que es muy breve, y en él espero igualmente hacer un papel decoroso.

El próximo jueves, día 8, lo más tarde, se dará el fallo definitivo y la propuesta. Bien comprenderás que estos días son los culminantes y empeñadísimos en que se decide la suerte de la batalla. Tu presencia aquí, en estos momentos, hubiera sido garantía absoluta de mi éxito, pues ahora es cuando había que quemar los últimos cartuchos, como tú sabrás hacerlos.

Así como más riesgo de ser acosado a todas horas con influencias y recomendaciones de todas partes por lo general. No ignoras que estos señores se acuerdan con preferencia del que tienen más cerca y es más insistente.

No obstante, puedes suplir tu valiosa presencia recordándoles por última vez la recomendación que de mí les tienes hecha, especialmente y con el interés que sé que por mí te tomas, a D. Agustín Bullón. Este señor vive en la calle Mayor nº 85. Confío en que le escribas aprovechando el inmediato correo, pues el tiempo urge.

Mucho siento, querido Luis, importunarte, pero no he dudado hacerlo. Ojalá sea la última vez. Solo tú puedes ampararme, y en estos momentos se decide mi porvenir y el pan de mi familia. Gracias, muchas gracias te anticipa tu incondicional y buen amigo que te desea salud y felicidad. Justo García Soriano.  

La respuesta fue muy breve:

Querido Justo: Llevas las cartas de órdago. Espero serán útiles. Te abraza tu amigo. Luis Antón del Olmet.

Cuando consiguió la plaza se lo comunicó a su amigo y esta fue su respuesta:

El Diputado a Cortes por Almería. Querido Justo: Me alegré en el alma. Avisa cuando te destinen para pedir tu traslado a Madrid. Haría que trabajaras en El Parlamentario. Con mi afecto fraternal. Luis.

Carta de Antón del Olmet matasellada en el Congreso de los Diputados. AMO. LJGS.

En la primavera de 1915 Eloísa quedó de nuevo embarazada. Y como demuestra el siguiente recibo, seguían viviendo en el piso de la calle de La Luna por el que pagaban un alquiler de setenta pesetas al mes.

Recibo Alquiler. Madrid, abril de 1915. AMO. LJGS.

De sus colaboraciones en el periódico «El Parlamentario» sólo tengo constancia de un artículo titulado «Novedades Viejas. El pan de antaño», publicado el 27 de octubre. Sé de él porque lo menciona en una de las cartas enviadas a Pedro Sainz, calificándolo como una «amazacotada disquisición histórico panaderil».

No he conseguido localizar ningún otro artículo escrito por Justo durante 1915. Entre la media docena de ejemplares de su colección particular, conservados en el archivo oriolano, hay tres en los que aparece mencionado.

El primero está escrito por su amigo y propietario del periódico, Luis Antón, con su conocido seudónimo de «El Marqués de Dosfuentes». En un largo trabajo, publicado en primera plana; lo citó al comienzo:

El Parlamentario, 30 de junio de 1915: Los problemas nacionalistas. El iberismo lingüístico. Saldo con gran retraso la cuenta de cortesía en la que soy deudor del señor García Soriano. Doy a este docto doctor, no lo son todos, gracias sinceras, tampoco lo son todas…  

El segundo anunciaba el éxito obtenido por Justo en la oposición y su nombramiento.

El Parlamentario, 12 de julio de 1915: Noticias Breves. Tras brillantísimos ejercicios de oposición, ha sido nombrado oficial tercero del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos nuestro querido amigo y compañero don Justo García Soriano. Enviámosle nuestra cordial y sincera enhorabuena por el feliz resultado de sus incesantes y profundos estudios.

Gran Vía. Madrid, 1915. BNE.

El último, especialmente elogioso y de nuevo en primera plana, lo escribió su compañero de redacción Vicente Ballester Soto.

El Parlamentario, 24 de julio de 1915: Después de unas oposiciones. Los nuevos archiveros. Los que triunfaron. Ignoro por qué motivo la Prensa no acoge con el relieve debido el resultado de las oposiciones que aquí en Madrid se verifican.

El hecho es bien notorio para que pase inadvertido a cuantos gustamos de apreciar los fenómenos que surgen en la vida y que contemplamos a veces con indiferencia, por su constante repetición. Lo cierto es que es así. Un novillero cualquiera que brutalmente enloquece a la masa, a los intelectuales y pseudointelectuales, ocupa columnas y columnas en los periódicos…

… La novela de un currinche, el libro que empedró un poeta de café, la piececilla estomagante de esos devanadores de chistes, el gesto de una peripatética elevada a cupletista, encuentran más accesible el adjetivo y el reclamo que el paciente español, trabajador y honrado, que consumió su juventud en horas de provecho y de enaltecimiento patriótico…

…El último de los que conozco entre cuantos obtuvieron la victoria es mi compañero Justo García Soriano. He de ser parco en el elogio porque no parezca interesado. De él puedo decir que, familiarizado con la bibliografía, tiene un proyecto de tal grandiosidad que el ilustre Rodríguez Marín, al conocerlo, lo acogió bajo su protección y le estimuló a realizarlo, venciendo dificultades, para bien de la cultura y por enaltecimiento de España.

Su entrada en el Cuerpo de Archiveros será indudablemente para gloria de la ciencia española, a la que servirá con devoción de fanático. Y si se juzga de los demás por las muestras, el optimismo invade nuestro espíritu…

De los dos documentos siguientes, el primero certifica su nombramiento con un sueldo de tres mil pesetas anuales. El segundo su destino en el Archivo de Hacienda de Albacete.

Ministerio de Instrucción Pública. AMO. LJGS.

Y es que, puesto a elegir entre las vacantes ofertadas (las bibliotecas de Santiago o de Cáceres y los archivos de Hacienda de Orense, Gerona o Albacete), se quedó con la plaza de Albacete por su situación geográfica, a medio camino entre Madrid y Orihuela.

En la estación de Atocha facturaron los muebles y buen número de fardos; y, a primeros de agosto de 1915, nuestro biografiado y su familia trasladaron su domicilio al segundo piso de la calle Carlos IV, número 1, en Albacete.

Estación de Ferrocarril de Atocha. Madrid, principios del siglo XX.
Estación de Ferrocarril de Albacete en 1915.

Aunque no acababa de digerir lo que consideró un destierro, todo comenzaba a marchar bien para los García Morales. Justito estaba sano y fuerte, Eloísa de nuevo embarazada y Justo disponía por fin de un sueldo fijo; doscientas cincuenta pesetas al mes como jefe del Archivo de Hacienda (lo de jefe era un eufemismo pues a su cargo solo tenía un ordenanza).

Vivir fuera de la capital suponía también un ahorro considerable. De su estancia en Albacete, he encontrado este recibo de alquiler correspondiente al mes de septiembre. El gasto en vivienda quedó rebajado a cuarenta y dos pesetas; recordemos que en Madrid, ese mismo año, pagaba setenta.

Recibo Alquiler Albacete. Septiembre 1915. AMO. LJGS.

Ya transcribí las dos primeras cartas escritas para los dos hermanos Sainz en 1907, cuando Justo estaba de vacaciones en Orihuela; y la de 1912, cuando visitó los baños de Mula. A partir de su traslado a Albacete, la correspondencia con el joven Pedro Sainz fue muy abundante. Sólo en 1915 disponemos de siete cartas. Esta es la primera, escrita nada más llegar a la población manchega.

Albacete, 19 de agosto de 1915. Querido Periquito: Llegamos a ésta sin novedad, y al día siguiente tomé posesión de mi Archivo. Este es bastante grande, tiene varias salas y numerosos fondos, pero pocos de interés histórico, a excepción de algunos conventos extinguidos. Sospecho que entre el acervo de papelotes mal catalogados debe haber algunas otras cosas interesantes, pero aún no he tenido tiempo de hacer un rebusco y un espulgo concienzudo.

Mis predecesores han trabajado en la formación de un índice que existe en su correspondiente caja de cédulas; pero que yo deseo adicionarlo y completarlo. Aparte de esta labor voluntaria, mi cargo me da muy poco trabajo; y como se me considera como jefe, aunque sin más personal que un ordenanza (el simpático Amalio), que tengo a mi servicio, gozo de absoluta autonomía. Cobro, en concepto de material todos los meses, además de mi sueldo, 21 peseta y 77 céntimos, que pienso invertir en beneficiar mis medios de cultura.

Tengo en el archivo gran cantidad de papeletas en blanco y demás material bibliográfico que aprovechar… Excuso decirte. Además existen algunas obras impresas, entre ellas la colección completa de la Revista de Archivos, que aquí recibimos, y las publicaciones anejas a la misma, tales como el Catálogo de papeles de Inquisición. – Ídem de retratos de la B. N. por Ángel Barcia. – 5 catal. Del Archivo de Simancas.- Otros id. de varios archivos, como el de Indias, etc.

Índice de pruebas de los caballeros de la Orden de Carlos III.- Libros de plazas de la Cámara de Castilla.- Procesos de protestantes españoles en el S. XVI (en publicación).- Catálogo de obras de ornamentación y artes industriales existentes en la B. N., etc, etc. Y, sobre todo, la despampanante Bibliografía hispano-latina clásica de D. Marcelino, que me he traído a casa y me la estoy tragando.

Estoy viendo ahora en él, los traductores de Ausonio. Las Rosas las tradujo Herrera… En fin, debes tener esta obra muy presente para tu proyectado trabajo sobre los humanistas españoles, pues aquí está completa la cantera. Contiene biografías numerosas de humanistas de 2º y 3er orden…   

Poco a poco, la relación maestro-discípulo evolucionó hacia una gran amistad. El medio centenar de cartas escritas por nuestro biografiado, que voy a ir transcribiendo, están recopiladas en un epistolario que presentó su hijo, Justo García Morales, en 1986.  

Ya instalado en Albacete, el cargo le daba poco trabajo y mucha autonomía; por lo que inicialmente aprovechó el tiempo para trabajar en la bibliografía de Francisco Cascales Pagán, humanista murciano nacido en Fortuna (1564-1642). Pretendía doctorarse y opositar a una cátedra de Literatura de la Universidad de Murcia. Se lo contó a Pedro, en esta otra carta.

Carta de Pedro. Septiembre 1915. AMO. LJGS.

Albacete, 5 de septiembre de 1915. Querido Pedro: Recibí con alegría tu carta, fecha del 26 pasado, que aunque no breve, me pareció muy corta, tal es el agrado con que leo todas tus cosas, pareciéndome una de nuestras efusivas e interminables conversaciones. Celebro que tú, tus papás y Antonio disfrutéis de buena salud; aquí estamos bien todos y muy apaciblemente. No he contestado antes a tu carta esperando recibir la de Antonio, que me anunciabas; pero en vista de que éste no tiene mucha prisa en hacerlo, no quiero aplazar ni un día más mi respuesta…

Pero lo que más activo ahora es mi tesis doctoral, para la que me ha salido un colaborador espontáneo de gran valía: se trata nada menos que de don José Cascales Muñoz, el conocido erudito y bibliógrafo. Este señor ha sabido por D. Francisco Rodríguez Marín que yo estoy preparando un trabajo sobre su ilustre tocayo, el autor de las Tablas Poéticas, y me ha escrito una larga misiva, poniendo a mi disposición gran número de datos que él tenía recogidos para hacer la bibliografía del humanista murciano. Como era lógico, yo le contesté aceptando gustosísimo, y ya me ha replicado enviándome algunos nuevos materiales.

Y, a propósito de esto, necesito que me hagas un favor, que te agradeceré mucho: que me copies enseguida y con toda fidelidad y esmero un trabajo, creo que del Conde de Roche, inserto en el Boletín de la Real Academia de la Historia –tomo XLII – Febrero 1903. «Monumento erigido al historiador murciano Francisco Cascales» (trata de la muerte, el testamento y la sepultura del humanista y de los hijos que dejó). Así mismo no olvides de ver y decirme lo que en su bibliografía trae Catalina y García del Lic. Cervellón.

Aquí no he podido encontrar el Boletín a que me refiero. Si acaso pudieras encontrar un ejemplar de ese cuaderno en las librerías (quizá casa de Rico), mejor será que me lo compres y me lo envíes, que yo te remitiré su importe enseguida, y te ahorras la molestia de copiármelo. Pero una cosa u otra, te ruego que me lo hagas pronto, lo antes posible, pues yo quisiera tener ultimado mi trabajo para 1ºs de Octubre, en que quizá haga una escapatoria a esa Corte con ánimo de doctorarme, y tal vez, si esto consigo, firmar las oposiciones a la cátedra de Literatura de la Universidad de Murcia.

Lejos de la capital, Pedro Sainz se convirtió en su lazarillo; el único medio disponible para conseguir todo lo que desde Albacete le resultaba personalmente inaccesible; especialmente los elementos necesarios para seguir con sus investigaciones históricas.

Confío en tu colaboración pronta y solícita. El día 8 comienzan aquí las ferias que son dignas de verse. Hay rebaja de trenes desde Madrid: en 2ª clase 26 ptas., y en 3ª 14,75, ida y vuelta. Te espero a ti y a Antonio sin falta. Venid, aunque sea en 3ª, el viaje es corto; los billetes se venden hasta el día 12. Aquí tenéis vuestra casa y me daréis una gran alegría, si venís. Os espero. No desairadme. – Recuerdos a tus papás y hermano; y tú recibe un abrazo efusivo de Justo García.    

Carteles de la Feria de Albacete. Años 1912 y 1915.

A pesar de sus quejas, nunca mostró voluntad de integrase en la vida cultural de la capital manchega. Resulta extraño que ni mencionase la «Fiesta de la poesía» que el 14 de septiembre organizó el «Ateneo Albacetense».

Dentro de la programación de la feria, celebraron un certamen poético cuyas fotografías aparecieron en un conocido semanario madrileño de tirada nacional. Los triunfadores recibieron una flor natural y cantidades en metálico que oscilaron entre las 100 y las 250 pesetas.

Mundo Gráfico. 13 de Octubre de 1915. BNE.

Quizá fuese la sensación de provisionalidad la que no le permitía integrarse; echaba de menos Madrid y seguía intentando regresar lo antes posible. Con este propósito acudió de nuevo a su buen amigo, el diputado por Almería, para que volviese a echar mano de sus influencias políticas.

Esta vez se dirigió al subsecretario del ministerio solicitando un traslado a la capital en «comisión de servicios»; una situación especial que permite a los funcionarios desempeñar un encargo concreto por tiempo limitado, fuera de su puesto habitual. Pero el ministro, Saturnino Esteban Collantes, no estaba por la labor. Transcribo la respuesta.

El Subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. 21, Sepbre 915. Sr. D. Luis Antón del Olmet. Mi distinguido amigo: Mucho siento que no me sea posible complacer a Vd. en la recomendación que me tiene hecha en favor de Don Justo García Soriano, Oficial del Cuerpo de Archiveros destinado en Albacete que desea serlo en Madrid en Comisión del servicio, pues el Sr. Ministro es contrario por completo a todas estas comisiones y comprenderá Vd. la imposibilidad mía para servirle. Mucho lo lamento y esperando mejor ocasión para complacerle, se reitera suyo afmo. amigo S. S. q. e. s. m. Autógrafo.    

En octubre, aprovechando el cambio de titular de la cartera de Instrucción Pública y Bellas Artes, lo volvieron a intentar. Su amigo Luis habló con José del Prado y Palacio, alcalde de Madrid en 1915, para que escribiese a Rafael Andrade, el flamante ministro.

El Diputado a Cortes por Almería. Noviembre 5/915. Sr. D. Justo García Soriano. Querido Justo: Contesto a la tuya del 3 del actual teniendo el gusto de manifestarte que hablé con Prado y Palacio de tu asunto y me prometió escribiría a Andrade pidiéndoselo con gran interés. No sé aún la contestación que le habrá dado. Manda cuanto quieras a tu buen amigo. Autógrafo: Luis.

Plaza Mayor de Albacete a principios del siglo XX.

En la siguiente carta a Pedro Sainz, una de las más extensas, le informó ampliamente de su investigación sobre el humanista Cascales. Estaba entusiasmado con los descubrimientos que había hecho en su archivo; especialmente con los documentos de un antiguo colegio de Alcaraz. Y con las obras que atesoraba un bibliófilo local, empleado en Hacienda, que había conocido.

También le hizo nuevos encargos y le advirtió de una posible escapada a Madrid. Por último le anunció el envío de una carta de recomendación para Cayo Ortega; y respondiendo a su pregunta, le recomendó unos diccionarios para el estudio del griego.

Albacete, 29 del IX de 1915. Querido Pedro: Recibí, en paquete certificado, el cuaderno de la Real Academia de la Historia. Mucho te agradezco este buen servicio que me has prestado. En efecto, si no te he escrito antes fue porque esperaba la carta que me anunciabas a la vez que el Boletín. Después de una semana caíste en la cuenta, y por fin la he recibido, cuando por si acaso estabas en el limbo o cautivo encantado en algún antro libresco, pensaba ya prescindir de ella y escribirte.

El informe del Conde de Roche, que inserta el Boletín, lo tengo ya copiado y rumiado. Contiene copia del testamento de Cascales, su partida de defunción y varias noticias de sus hijas y parientes, todo muy importante para su biografía. Al librero García Rico, o mejor dicho a su yerno Ontañón, mandé un B. L. M. ofreciéndole mi domicilio. No me dices si el Boletín he de devolvértelo a ti o remitírselo directamente a aquel: tú dirás. Aunque pienso llevarlo yo mismo, pues es muy probable que para el 10 ó 12 de Octubre haga una escapada y vaya tres o cuatro días a esa Corte.

De todas formas, escríbeme antes diciéndome a quién he de hacer la devolución, por si se frustrase el viaje. En los Discursos Históricos de Cascales he rastreado un dato de su vida en la pag. 411 de la 3ª edición, que es la que tú tienes también, al hablar del capitán de caballos D. Cristóbal Guardiola, dice: «que en la conquista de León de Saoní en Borgoña, estando yo presente, murió con tanto valor, etc».

Esto viene a confirmar mis conjeturas de que el simpático humanista fue militar y luchó en Francia en los tercios españoles. Indudablemente cuando la intervención de Felipe II en las guerras religiosas de Francia, al comienzo del reinado de Enrique IV, entre los años 1589-1597. Ahora bien ¿cuál fue la fecha fija de ese notable hecho de armas, de la conquista de Lyon por los españoles, a que asistió Cascales?

He examinado varias historias y no me ha sido posible determinar esa fecha que, como comprenderás, me serviría de jalón para precisar varios puntos de la biografía cronológica del preceptor murciano. ¿Quieres echarme una mano? Tú, que te sabes el reinado de Felipe II como tu propia casa, creo que te será muy fácil compulsar este dato: bastará con que consultes la Historia de Felipe II de Forneron, o quizá mejor.

Las Guerras de Flandes de los Estados Bajos, de D. Carlos Coloma, que no he podido encontrar aquí en la Biblioteca Provincial. Estoy seguro de que tú, con tus prodigiosas narices de perdiguero o pachón literario lo rastrearás y cazarás al momento.

Respecto a los consejos que me pides para la elección de un buen diccionario griego, sólo puedo decirte que los que yo manejé en mis aprendizajes universitarios fueron el Lexicón Graeco–Latinum et Latino-Graecum, de Cornelio Schrevelius (un vol. en fol.) y el Dicctionarie français – grec composé par M. M. Planche, Alexandre y Defaucompret, 6ª ed. (Paris, 1830), que aquí me he traído. Ambos son útiles para los principiantes y aún para los doctos. También consulté el de los Escolapios (el único greco-español que conozco), y el de Leopold, el de Etiénne y el de Bailly. Estos tres últimos los recomendaba mucho D. José Alemany.

Yo no sé si será ya tarde, pero desde luego me conviene adquirir las bibliografías publicadas por la Biblioteca Nacional al precio de 5 ptas. cada una; pero no puedo hacerlo de una vez. Ahora sólo podría comprar dos. Si tú estás en fondos y puedes adquirirlas todas en junto, ten la seguridad de que todos los meses yo te compraría dos o tres y no te quedarías con ellas. Tú verás. De todos modos, mándame una lista de las que se pueden adquirir a ese precio. También te agradecería que me avisaras, si ves por ahí algún ejemplar de la última edición del Diccionario de la Academia; daría por el hasta 15 ptas. Me urge para un trabajo lexicográfico, que tengo ya muy adelantado.

Aquí he hecho amistad con un pequeño bibliófilo. Es el señor Carrascosa, empleado en Hacienda. Posee una biblioteca escogida de libros, algunos de ellos excesivamente raros. La mayoría no vinieron en los catálogos de la librería de los Bibliófilos, de la Viuda de Rico, ni en los de Vindel. Se trata de muchas 1ªs ediciones del siglo XVI, de obras clásicas. Tiene una edición del Quijote de 1607 y un manuscrito del Cancionero de Fr. Íñigo de Mendoza, seguramente autógrafo y del siglo XV. Quiere venderlos todos, pero no muy baratos. Otro día te mandaré una lista de lo más principal, por si le puedes encontrar comprador.

Yo he encontrado un buen filón en este Archivo, del que te hablaré más despacio. Por hoy te anticipo que se trata, aparte de gran número de documentos de gran interés histórico regional (todas las procedencias de un antiguo colegio de nobles, que hubo en Alcaraz desde el siglo XIV, llamado de San Salvador. Entre multitud de bulas y de privilegios de Reyes, hay más de cien informaciones de nobleza, algunas de personas célebres, que contienen curiosos datos biográficos y genealógicos inéditos.

Te supongo ya matriculado del Curso de la Facultad de Letras. Te deseo en el curso que comienzas grandes triunfos escolares que auguran otros ulteriores. Dime el número de la casa donde vive D. Cayo Ortega y te enviaré una carta de presentación para él. Hazlo pronto. Muchos recuerdos de mi familia y míos para ti y tus papás sin olvidar al ingratón del ANATÓMICO y tú sabes que te quiere de veras, Justo. Justito está hecho un petit bibliophile y corre como una sabandija.   

Acto seguido escribió dos cartas de las que se conservan los borradores en el Archivo. Estaban dirigidas al catedrático de Historia Literaria y Bibliográfica en la Universidad Central, el latinista don Cayo Ortega Mayor, quien había sido uno de sus profesores más queridos.

En la primera contó a su maestro los pormenores de su traslado y llegada a Albacete; sus descubrimientos en el archivo; las ganas que tenía de volver a Madrid… Incluso se atrevió a preguntar si conocía alguna «trocha o vericueto» para conseguirlo.

AMO. LJGS.

Sr. D. Cayo Ortega Mayor. Mi querido maestro: En cuanto hice la elección, fui a su casa a notificársela; pero allá que había hecho Vd. ya el viaje de verano, siéndome imposible despedirme de Vd. al venirme a mi destino. Aquí me tiene Vd. desde primeros de Agosto, entre legajos de facturas, cargaremos, expedientes ejecutivos, etc. Papeles ingratos a las Musas, que desdeñan toda contabilidad no prosódica.

De las seis solas vacantes entre las que pude elegir (a saber, 2 de la Biblioteca universitaria de Santiago, 1 en la Biblioteca del Instituto de Cáceres, y 3 Archivos de Hacienda, el de Orense, el de Gerona y el de Albacete) preferí este último por la proximidad relativa a Madrid y a mi tierra. Por ignorar su residencia veraniega no le he escrito hasta ahora, en que ya estará de regreso en esa Corte.

Albacete es, como Vd. sabrá, una población sin ambiente intelectual y con escasísimos elementos de cultura. Tiene un Ateneo donde se reúnen los pocos intelectuales que hay aquí; pero lo único que en él se hace es jugar al trullo y divulgar chismorreos políticos. La Biblioteca Provincial es muy pobre. De unos 8 ó 10 mil volúmenes, entre los que suelen faltar aquellos libros que se buscan con mayor interés.

Me traje aquí a toda la familia, y con la baraúnda consiguiente a estos traslados de residencia, he perdido mucho tiempo hasta poder instalarme convenientemente en un piso, en la calle de Carlos IV, nº 1, donde tiene Vd. una modesta casa.

Aunque tarde, ya he podido reanudar mi labor particular, y estoy prosiguiendo mi estudio de Cascales, Gaspar García y Pérez de Hita, que quisiera tener terminado antes de dos semanas, en que para unos pocos días, pienso ir a Madrid. No sé si lo conseguiré, pues es materia que parece uno de esos engañosos fenómenos de mirar un espejismo del desierto, en que cuanto más cerca creo tener el fin, lo veo alejarse tanto más, burlando mi deseo y mi impaciencia crecientes.

Bien es verdad que aquí me he metido en otras faenas, como la de emplear horas extraordinarias para reorganizar este archivo, que estaba hecho un tenebroso caos, donde imperaban la confusión y la arbitrariedad más absurdas. En este trasiego que voy realizando, he tenido algunos felices hallazgos de papeles y documentos de verdadero interés histórico.

Los más importantes son los procedentes de un Colegio de Nobles, llamado de San Salvador, que hubo en la ciudad de Alcaraz desde finales del siglo XIII hasta el XVIII. Entre ellos figuran sus interesantes bulas, privilegios reales, cartas de creencia, y más de cien informaciones de nobleza, de las que pueden extraerse numerosas noticias biográficas y genealógicas. Pienso aprovechar todo esto lo mejor que pueda.

Sin embargo, cada día noto más mi alejamiento de Madrid, donde he tenido que abandonar otro mundo de intereses y aspiraciones. He realizado ya algunas gestiones para conseguir mi traslado a esa Corte aunque sea en comisión de servicio por lo pronto; pero me dicen que el actual Ministro es refractario a ese linaje de comisiones. No obstante, es humano pensar que siempre hay bulas para difuntos.

¿No sabría Vd. aconsejarme alguna trocha o vericueto de fácil acceso? Será un nuevo y grande motivo con que obligará mi ya inmensa gratitud hacia Vd. Este año tiene Vd. en el 1º curso de ampliación de Latín a un excelente alumno, que lo fue mío en todo el Bachillerato, y le quiero como a un hermano. Es muchacho de un frenético amor por los estudios de humanidades, en los que, como Vd. verá, tiene ya una iniciación y orientación poco comunes.

Se lo presenté a Vd. el curso pasado al salir de clase de Bibliología. Se llama Pedro Sainz Rodríguez. Le entregará una carta mía de presentación. También le agradeceré cuanto por él pueda Vd. hacer. Perdone la prolijidad impertinente de esta misiva. Vd. que es tan indulgente y bondadoso con todos, lo será una vez más con su devoto y agradecido discípulo y afmo. s. s. q. s. m. b. Justo García Soriano.

Ateneo Albacetense en la actualidad.

En la misma hoja de papel quedó el borrador de la anunciada carta de presentación en la que promocionaba a su ex alumno y amigo Pedro.

Sr. D. Cayo Ortega y Mayor. Mi respetable y querido maestro: El dador, D. Pedro Sainz Rodríguez, es el alumno del que le hablaba en mi carta de ayer con merecido elogio. Lo tendrá Vd. este año en el 1º curso de ampliatorio de Latín. Como decía, ha sido alumno mío durante todo el Bachillerato; y desde un principio vi en él grandes aptitudes para el estudio de las Letras.

Es muy aficionado a la Bibliografía, en la que viene trabajando con mucho entusiasmo particularmente. Está haciendo su aprendizaje con un Ensayo bibliográfico sobre nuestros humanistas, y un Repertorio de poetas épicos españoles. Tiene gran constancia para estas empresas; sólo necesita que le guíe en ellas una persona tan docta como Vd.  No dudo en recomendárselo con todo interés para que lo haga trabajar en la seguridad de que saldrá con las sabias enseñanzas que de Vd. reciba. Es un buen latinista de los que hacen tanta falta; y tiene ya bastante iniciación y sobradas condiciones para conseguirlo.

Pronto interrumpió la proyectada tesis. Su infinita curiosidad le empujó a reorganizar el archivo a su cargo; y la tarea fue más extensa de lo que había previsto. Revolviendo los papeles, cada día descubría un nuevo filón; todo le interesaba y en todo se embarcaba. Se lo contó a Pedro en otra carta.

Albacete, 20 de Octubre de 1915. Querido Pedro: Con fecha 1 ó 2 de los corrientes te escribí y en la misma carta te adjuntaba otra de presentación para Cayo Ortega. Como no he tenido el gusto de tener ningún acuse de recibo, después de tanto tiempo, he llegado a temer que se haya extraviado la carta. Te agradeceré, por tanto, que para sacarme de esta incertidumbre me escribas, aunque solo sean cuatro letras. También deseo conocer tus impresiones sobre los nuevos estudios universitarios, que habrás empezado a hacer en este curso. En fin, quiero que me cuentes cuantas novedades sepas y puedan interesarme.

¿Averiguaste el dato de Cascales? Mi tesis va muy despacio, pues la he interrumpido para otras tareas más de momento; me metí a hacer una reorganización de este Archivo como te decía, pero calculé mal la longitud de la empresa, y ahora me encuentro con un trabajo forzoso para varios meses. Llevo en danza la organización y clasificación de más de 4.000 legajos y 2.000 libros. ¡Figúrate en que libros de caballería me he metido!

A la vez, cada día descubro nuevos filones ocultos y por explotar. Mi avidez quisiera abarcarlo todo en junto, y me encuentro con varios trabajos empezados a un mismo tiempo. Hay cosecha para varias hoces. Estoy haciendo una copia paleográfica de un Cancionero casi inédito del siglo XV, a vista de un manuscrito de aquella época. Cosa rica.

Quiero que este trabajo me sirva para una edición crítica, que pondré bajo el amparo del Centro de Estudios Históricos. Alguna de las composiciones que contiene están ya publicadas; pero las he cotejado y he comprobado numerosas variantes, en su mayoría de importancia. Otras composiciones son inéditas, estoy bien seguro, algunas de poetas desconocidos; pero dignos de la fama. No sé si la semana próxima lograré hacer mi proyectado viaje a esa Corte. Veremos.

No dejes de escribirme lo antes posible, largo y tendido, y la lista de obras de bibliografía que me has prometido. Búscame por esas librerías el tomo VI de la Antología de Poetas Líricos, de M. Pelayo. Si no la encuentras de lance, muy en breve, te enviaré las tres pesetas de su coste para que me la compres de nuevo en casa de los Sucesores de Hernando, si es que antes no voy por ahí yo.

No seas perezoso; escríbeme pronto. Sin otra cosa por hoy, da muchos recuerdos míos y de mi familia a tus papás y al ingratón de Antonio, a quien no olvido aunque no veo siquiera una firmita suya, y tú sabes que te quiere muy fraternalmente este tu mejor amigo y cofrade bibliomanesco, Justo.  

La siguiente carta la envió su «hermanico», el poeta y farmacéutico eldense Maximiliano García Soriano. Era la respuesta a un B.S.M. en el que le notificó su traslado de residencia a Albacete.

Maximiliano le habló de Sansano en una excursión a Elche, de la enfermedad que padecía su esposa, de su falta de descendencia… Y prometió escribir a todos los parientes que tenía en la capital manchega para que le visitasen en su nombre.

Sr. D. Justo García Soriano. Mi querido y no olvidado «hermanico»: Tardado en coger la pluma para escribirle no quiere decir olvido. ¡Sábelo Dios que con suma frecuencia os tengo en mis labios y en mi pensamiento! Pero, las cosas de la vida, con sus luchas prosaicas, le absorben a uno todo el tiempo, y si algunos minutos nos resta nuestro continuo quehacer, caemos en un sopor e inercia, placer casi agradable y de nada.

En Albacete, el mes de Agosto, supe de V. por Sansano, el que me obsequió con varios amigos a una excursión a Elche. Después de volver a mi rincón, no he sabido nada de él ni de su revista «Tierra Levantina». Así es que me sorprendió su B.S.M. Doile la enhorabuena y le deseo mil parabienes, como V. se merece.

Ahí tengo mi pariente lejano, Ángel Onandía, a quien escribiré para que le visite en mi nombre, y un primo hermano de mi mujer, Macedonio Jiménez Maestre, casado recientemente con una hija de un Notario de Yecla, amiga también de Lola, llamada Manolita Rubio. Les escribiremos para que se ponga al habla con V. el primito, que es un buen chico en Hacienda colocado.

Supe que no le vivieron sus niñas gemelas. Nosotros no tenemos sucesión. Lola tuvo un aborto en el primer año de matrimonio. Luego una enfermedad cardíaca la puso a las puertas del sepulcro y sanó al parecer, pero de vez en cuando se presenta el edema a las piernas y la tos convulsiva con irritabilidad en la glotis. En fin, Justo, que esto es el cuento de no acabar nunca. ¡Y la vida es así!  ¡Cuán diferente a como la veíamos en sueños!

Yo tengo presente el consejo de mi abuela, que decía: Compárate a otros que están peor que tú, que todo es resignarse. Mi mujer va bien; no puedo quejarme, y habiendo pan, el duelo… eso.  ¿Escribe algo? ¿Dejó la poesía totalmente? Cuando tenga unos instantes libres no eche en olvido a su verdadero amigo que le quiere y abraza. Max. García Soriano. Elda, 21-X-15.

AMO. LJGS.

La semana siguiente, recibida por fin la carta que esperaba de Pedro, le contestó encomendándole nuevas tareas e investigaciones. Fue en ésta donde le anunció la publicación de un artículo en «El Parlamentario»; el único por el momento del que tengo constancia en 1915. Y se lamentó de que no le hubiese tocado como profesor D. Cayo Ortega, a quien lo había recomendado.

Albacete, 28-X-1915. Mi muy querido Periquito: Por fin recibo tu carta acusándome recibo de mis dos anteriores. Vaya con el perezoso ¿Necesitas dos aldabonazos para contestar? Ya sabes que tengo mucho gusto en que me escribas con frecuencia, y por no molestarte un poco no debes quitármelo. No hay derecho a ser ingratón y olvidadizo, como el Sr. Anatómico.

Siento mucho que te toque el turno de Alemany y no el de Ortega. Con los dos se puede aprender bien el latín; pero aquel ya verás que es un dómine machacón, más árido que la cáscara de un huevo. Eso no importa; tú debes visitar con frecuencia a don Cayo. Nada me dices si con él hablaste de tu trabajo sobre los humanistas y qué le pareció.

Ya veo que no es fácil dar con la fecha en que ocurrió la toma de Lyon por los tercios españoles en que militaba Cascales. Yo conjeturo, y creo acertar, que este hecho de armas debió de ocurrir en 1595. Mira bien lo que refiere Coloma a este año, y no lo dejes de la mano, que tú darás con ello. Y me veo aquí falto de material para comprobarlo.

Hoy te envío por giro postal tres pesetas, para que me compres enseguida, en casa de los Sucesores de Hernando, el tomo IV de la «Antología de Poetas Líricos Castellanos», de Menéndez y Pelayo. Dáselo a Eugenia para que me lo traiga el sábado, que pasará por esta estación férrea, según me dices. Con ella puedes mandarme también el otro libro de que me hablas. Así mismo quisiera que vieras por las librerías de lance los libros siguientes: «Murcia Musulmana» de Gaspar y Remiro, y los «Hijos Ilustres de Albacete», de Baquero. Dime lo que cuestan, que yo te enviaré el dinero para que me los remitas enseguida, que me urgen.

Me dices en tu carta que adjunta me envías la lista de las bibliografías; y, efectivamente, la lista no ha llegado aquí. ¡Qué cabeza! Mándala; aunque desde luego yo deseo adquirirlas todas. No me dejes de la mano, por Dios, ese Nicolás Antonio que me está haciendo más falta que una cartera de ministro. Y ahora otro encarguito. Busca en cualquier biblioteca el Cancionero de Burlas, reimpreso en Londres hacia 1850, y dime quée dice de un poeta de Albacete llamado Juan Agraz y qué poesías de éste contiene.

No dejes de hacerlo cuanto antes, y decírmelo. También urge. Si tuvieses tiempo y gana puedes ver si hay una poesía del mismo en el cancionero de Stúñiga y en el de Hernando del Castillo. Perdona tantas molestias. Muchos recuerdos de mi familia y míos para la tuya, y tú recibe un abrazo de Justo.

Da capo: Si quieres leer un artículo mío titulado «Novedades viejas. El pan de antaño», compra «El Parlamentario» de miércoles, o sea de ayer, día 27, en que se publicó. Es una amazacotada disquisición histórico panaderil. Viene como artículo de fondo.

Dime pronto cuáles son esas misteriosas circunstancias por las que me tienes más presente que nunca; pues me ha entrado una comezón muy grande por saberlo que no me deja vivir. No te pitorrees y no me pongas caviloso. Tampoco hay derecho.

Mientras tanto, Justito García Morales daba sus «primeros y titubeantes pasos en el suelo llano, terrizo y ajardinado de la Avenida Alfonso XII de Albacete». He localizado la siguiente fotografía de dicha calle; coetánea con su estancia en la capital manchega.

Avenida Alfonso XII. Albacete. Año 1915. Fondo Fotográfico de Julián Collado. 

Justo volvió a escribir a Maximiliano García Soriano tras recibir la visita de Macedonio, uno de los parientes anunciados. Le habló del doloroso trago que supuso la muerte de sus gemelas y del gozo que le producía su «muñequito rubio»; de la renuncia parcial a la poesía a pesar de era su mayor pasión junto con la historia. También de Sansano, al que calificó de orate, de «mochales perdido».

Noviembre de 1915: Mi inolvidable y muy querido hermanico: Con alegría he recibido su cariñosa carta en respuesta al B.S.M. en que le notificaba mi traslado de residencia a esta población manchega tan próxima a nuestra amada tierra levantina. Mucho me gusta tener noticias de Vd. siempre, y ahora lo he celebrado más porque hacía mucho tiempo que nada sabía de Vd. 

Hoy mismo he recibido dos periódicos que noticiaban como fue Vd. obsequiado en Elche, y al extremo de la noticia he disfrutado tanto que me alegran sus triunfos como cosa propia. He aplazado la contestación esperando recibir las visitas de sus parientes que Vd. me anunciaba y poder hacer referencia de ellas. Por fin estuvo a favorecerme anteayer en mi despacho del Archivo, D. Macedonio Jiménez Maestre, a quien ya tenía gusto de conocer por presentación de un compañero.

Me dijo que no me había visitado ya en mi domicilio por querer hacerlo en compañía de su esposa, y que ésta se halla, hace unas semanas indispuesta, con los primeros síntomas de futura maternidad. Hablamos mucho de Vd., como es natural, y quedamos buenos amigos. Macedonio me ha parecido un excelente muchacho. Del otro pariente de que me habla no tengo noticias.

El enorme pesar que me causó la muerte súbita de mis dos gemelas, me lo mitigó al año el nacimiento de un muñequito rubio, que ahora tiene ya 22 meses, y es un diablillo con cara de ángel, que me tiene alborotada la casa; y para el próximo enero espero la venida de otro. Como Vd. ve, cumplo bien el precepto bíblico de la multiplicación. Son caros los hijos, traen sus penas; pero lo peor es perderlos, y si viven alegran la casa y dan alientos para luchar por ellos.

La vida es eso: esperanza, lucha y amor, que anestesia los dolores y dulcifica las amarguras de este valle de lágrimas. Así he convertido yo en filosofía práctica mis disciplinas poéticas de los 15 años. Desde que murió mi padre he escrito muy pocos versos. El ímprobo trabajo cotidiano incesante y otros estudios más prosaicos, pero más indispensables para la vida han absorbido la actividad y mi tiempo.

Pero yo no olvido en absoluto mi Poesía. Ella y la Historia constituyen mis dos grandes aficiones. Aún siento rebullirse dentro de mí a las Musas; y aunque oculto ahora, creo que aún no se ha secado el primitivo manantial de mi inspiración. Quizá en un porvenir próximo vuelva a emerger más puro y caudaloso, y mejor encargado que antes.

Mientras tanto me doy con ahínco a los trabajos de erudición y a las investigaciones históricas, tan en armonía con mi carrera. Ahora estoy ultimando un libro sobre antiguos escritores de la región murciana. Quiero publicarlo pronto. Y a propósito ¿conoce Vd. algunas obras sobre la historia de Yecla y de Elda? Le agradeceré me notifique lo que de ello sepa.

En Madrid recibí el 1º número de «Tierra Levantina», que me envió mi paisano Sansano. A poco de llegar a ésta le escribí y no me ha contestado, ni me ha vuelto a enviar su revista. Se ve que el pobre está hecho un orate, mochales perdido, que decimos los clásicos. Desde aquí mando algunos trabajos a los periódicos de Madrid.

Si ve a Narciso Rico y familia, deles nuestros recuerdos. Y dígales que ya les escribiré, que no les olvido. No pierda Vd. la esperanza de tener sucesión. Lo peor es que se halle delicada su esposa. Deseo su completa salud. Póngame a sus pies. Y para Vd. un abrazo muy fuerte de este su buen amigo que tiene muchas ganas de abrazarle.

Breve nota para Pedro acusando recibo, a través de Eugenia, de un libro que le había solicitado.

Albacete, 9-XI-1915. Mi muy querido Pedro: Solo dos palabras para acusarte recibo del tomo VI de la Antología y darte las gracias por el mismo conducto por el que lo recibí, es decir por Eugenia, que hoy regresa a Madrid. Te reitero con gran interés los mismos encargos que te hice en mis dos anteriores, cuya respuesta deseo que sea pronta y al por menor. En espera de ella queda tu buen amigo, que te envía un abrazo, Justo. Muchos recuerdos de mi familia y míos para tus papás y hermanos.

Tarjeta Postal de Sansano. AMO. LJGS.

La siguiente misiva la envió Juan Sansano Benisa. A pesar del fracaso obtenido por la revista «Tierra Levantina» (de la que no he localizado ningún ejemplar), el «orate» oriolano había conseguido un gran éxito a nivel nacional editando una novela por entregas con el seudónimo León Montenegro; y además estaba a punto de sacar un nuevo libro de poesía. Se lo contó brevemente en una tarjeta postal matasellada en Alicante el 29 de noviembre.

Queridísimo amigo: La vida es así; nos une y nos separa… ¿Qué tal te va por Albacete? Salí de Madrid por mi esposa enferma y con intención de volver pronto, pero aún no he vuelto. Por aquí me va bien.

Estoy establecido y editando una novela folletinesca con el seudónimo de León Montenegro. Dentro de unos días saldrá mi libro de versos Cantos de Voluntad que te enviaré. Te agradeceré mucho, si te es fácil, que me envíes en un paquete, por correo, en una o varias veces, los libros que me dejé en tu casa. La revista Tierra Levantina quizá no se publique más. Me da más dinero, que es la gloria positiva, mi novela El calvario de una obrera, de la cual hacemos una gran tirada.

Hay cerca de 2000 suscriptores a 15 ctms. semanales. Son muchos los individuos que están ocupados en la propaganda. Precisamente uno de ellos está ahora en Albacete. Con recuerdos a tu esposa (p. l.) y abrazos de la mía, te envía un abrazo tu admirador y amigo Sansano. El güertanico bien ¿Y tu pequeño?

El provincianismo, la vida holgada y burguesa que su amigo Luis Antón había vaticinado para él cuando ganase unas oposiciones, no era suficiente. Echaba de menos Madrid, su ambiente intelectual, sus espectáculos, sus amistades, las fuentes de investigación y de estudio…

En menos de cuatro meses, Justo había aborrecido Albacete. A pesar de que la mayoría de los paisanos lo habían recibido con admiración y respeto, nunca encajó en su ambiente cultural. Su intento de implicarse en la celebración del Centenario de Cervantes acabó como el rosario de la aurora; y por su carácter impulsivo comenzó a cosechar enemigos.

En diciembre estaba ya «repudriéndose y hasta los pelos de ese lugar de la Mancha» del que, como Cervantes, ya no quería ni acordarse. Necesitaba salir de allí a toda costa. Así se lo contó a Pedro.

Albacete, 6-XII-1915. Mi muy querido Pedro: Por fin recibí tu tanto tiempo esperada carta, pocos días después de sorprenderme la llegada de la «Revista de Filosofía y Letras», que habéis comenzado a publicar varios excelentes alumnos de esa Facultad, bajo los auspicios de sus catedráticos.

La empresa, que veo lleváis con una seriedad poco común en vuestros abriles y menos en nuestros clásicos estudiantes algareros, me parece admirable y plausible por todos los conceptos. Así es como se labora por nuestra decantada regeneración y por el nombre de nuestras viejas glorias universitarias. Tu artículo, sobre D. Antonio Agustín, me ha parecido muy bien. Así se trabaja. Nadie adivinará, de seguro, que es obra de pluma principiante. Pero creo haces mal en firmarte sólo con tus iniciales. La modestia es buena, cuando no impide un merecido triunfo.

Por tu debut (valga la gabachada) tan brillante te envío mi más entusiasta enhorabuena, que harás extensiva a tus papás. Cuando se empieza con tales bríos, un triunfo rápido es seguro. Te doy un millón de gracias por el envío del libro «Debates históricos sobre el Obispado de Cartagena», que sólo conocía de nombre. Hay en él noticias y materiales que podré aprovechar.

El Cancionero Ns., que aquí he encontrado, no es inédito desgraciadamente para mí. Debe ser idéntico al publicado en Zaragoza en 1492, por Paulo Hurus de Constanza, según he podido comprobar por una descripción que hace M. Pelayo en su Antología. Sin embargo, como dice que los ejemplares impresos que quedan son rarísimos, yo continúo copiándolo a ratos perdidos, por si ofreciese variantes de importancia.

Yo estoy repudriéndome y hasta los pelos de este lugar de la Mancha, del que, como Cervantes, ya no quisiera ni acordarme. Me hice socio de un Ateneo que aquí hay. Caí con buen pie. Encontré pronto algunos amigos que me considerasen. Me invitó luego su Presidente, que es un catedrático, natural de Murcia, que hay en este Instituto, a que diese una conferencia sobre Cervantes a propósito de su próximo centenario. La preparé sobre los lugares de esta provincia que sirvieron de escenario a algunos episodios del Quijote. Pero no he llegado a darla, porque ha surgido un incidente de los propios de estas entidades rurales.

Velada cervantina en el Ateneo Albacetense. Abril de 1916. Fondo Fotográfico de Julián Collado. 

Figúrate que ayer se celebró una junta general de socios para tratar de los festejos que convenía celebrar en esta población con motivo del susodicho Centenario. Y hubo quien propuso que una de las fiestas debía ser una gran corrida de toros. Ante la magnitud del absurdo, no pude contenerme y protesté en nombre de Cervantes y de la cultura. ¡Naturalmente! Recibí una gran ovación y la propuesta de ser incluido en la Junta organizadora de los festejos.

Pero cátate que un mequetrefe engreído que aquí mangonea y es el que tiene interés en la corrida, me tomó ojeriza y anoche tuvimos una agarrada que ni las de Noeliyo er Melenas. Yo me he dado de baja en el chistoso Ateneo y hasta el momento presente no ha ocurrido otra cosa. Juzga mi estado de ánimo y la gran comezón que me ha entrado de tomar las de Villadiego y volverme en el acto a mis queridos Madriles. ¡Cuándo llegará esa hora! Aunque sea con licencia quiero ir estas Pascuas. Recuerdos de mi familia para ti y la tuya, y tú recibe un abrazo de Justo.

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 13 del Real decreto de 13 de Marzo de 1903 y en los artículos 3º y 5º del Decreto-ley de 25 de Junio de 1875, han de proveerse, por concurso, dos plazas de Ayudantes gratuitos de la Sección de Letras, con destino al instituto general  y técnico de Albacete…

El anuncio anterior, publicado por el Rectorado de Murcia, apareció en la Gaceta del 2 de diciembre, en la sección de Institutos. Entre los borradores de Justo, he encontrado la siguiente instancia que puede tener relación con su futuro traslado a Murcia.

Excmo. Sr: El que suscribe, D. Justo García Soriano, Archivero, Bibliotecario y Arqueólogo, natural de Orihuela, provincia de Alicante, mayor de edad, casado y domiciliado en Albacete como acredita con los documentos adjuntos, a V. E., con el debido respeto expone:  

Que reúne los requisitos exigidos para ser admitido en el concurso anunciado por la Secretaría de esa Universidad, en la Gaceta de Madrid de 2 de los corrientes, a fin de proveer de dos plazas de Ayudantes gratuitos de la Sección de Letras. Con destino al Instituto General y Técnico de Albacete; y por tanto:

Solicita de V. E. disponga sea admitido en el referido concurso, por ello le quedará reconocido. Dios guarde a V. E. muchos años. Albacete (espacio en blanco) de Diciembre de 1915.  

Al enterarse de que el torrevejense Joaquín Chapaprieta Torregrosa había sido nombrado Subsecretario del Ministerio de Gracia y Justicia, le envió una carta de felicitación. Esta fue la respuesta.

Mundo Gráfico. Diciembre 1915.

El Subsecretario de Gracia y Justicia. (Mecanografiado) 17 Dic. 915. Sr. D. Justo García Serrano (sic). Muy distinguido señor mío: Mil gracias por la enhorabuena que me dirige con motivo de mi nombramiento para este cargo en el que me tiene a su disposición. También le agradezco mucho sus felicitaciones de Pascuas, y quedo suyo afmo. amigo q. e. s. m. (A partir de aquí está escrita a mano) J. Chapaprieta. Le agradezco muchísimo los términos cariñosos de su carta. Aquí me tiene a su disposición. Mándeme. Saludos.

No sé nada de cómo transcurrieron aquellas navidades manchegas. Es posible que se desplazasen algún día a Madrid; y que Eloísa, en avanzado estado de gestación, se quedase con su madre (en enero estaba en la capital). Pero no tengo constancia. La última carta de 1915 la envió su hermana Milagros desde Orihuela.

Orihuela, 29 de diciembre de 1915. Mi querido hermano Justo: Recibí tu carta y las 15 pesetas; adjunto verás la partida de tu nacimiento que me pides, legalizada por tres notarios, no te la he podido mandar antes porque uno de dichos notarios estaba en Torrevieja, y he tenido que mandar dicha partida a dicho pueblo para que la firmara allí el notario, y han tardado tres días en mandármela.

A mí esto me tenía desesperada, pensando en ti qué pensarías, pero hoy, gracias a Dios, ya te la mando como verás certificada para que no se pierda; todo me ha importado ocho pesetas y dos reales del porte al cochero. Deseo estéis todos buenos, y que halláis pasado las pascuas bien.

Nosotros tenemos salud aunque no dinero. Me ha escrito Doña Ángela, la de Madrid, diciéndome que quiere venirse a vivir a ésta, que le busque casa, lo mismo que vosotros me escribisteis este verano. Yo ya le he contestado, pero en ésta hay pocas casas baratas vacías, y ella la quiere de poco precio. Sin más porque se hace tarde para el correo; espero que me contestes pronto; muchos besos a Justito y un abrazo a Eloísa; y tú recibe muchos besos de tus sobrinos, y un fuerte abrazo de tu hermana que no te olvida. Milagros.

La carta llevaba un pequeño apartado para su madre; y adjunta, la partida de nacimiento de Justo.

Mi querida mamá deseo que estés bien de tus sabañones; a mí, ahora no me salen. No me puedo entretener más; se hace tarde para el correo, besos de tus nietos y un fuerte abrazo de tu hija que no te olvida. Milagros.   

AMO. LJGS.

Recibida la partida necesaria para formalizar la solicitud, pidió a la Subsecretaría del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes el traslado al Archivo de Hacienda de Murcia.

Justo trataba de ofrecer así una última satisfacción a su madre, permitiéndole pasar los últimos años de su vida cerca de su hija y de sus nietos oriolanos. Y morir en la misma ciudad donde había enterrado a su marido. La salida de Albacete se veía muy cerca para los García Morales…

Enlace al siguiente capítulo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.

Justo García Soriano. 15. 1913-1914.

En aquel año inicial de su nacimiento, los Reyes Magos trajeron a mis dos hermanitas mayores dos ataúdes y dos pequeños nichos blancos.

Justo García Morales. «La casa en que nací».

1913

AMO. LJGS.

El año 1913 comenzó de la manera más trágica posible para los García Morales. No tengo palabras para describir el dolor que debieron sufrir aquellos padres primerizos. Mejor transcribo lo que escribió su hijo, Justo García Morales.

Los nacimientos gemelos se dan igual en mi genealogía materna como paterna. La alegría multiplicada que produjeron (las gemelas María de los Ángeles y María Eloísa García Morales) vino a disiparse tres meses más tarde; «volaron al cielo», según entonces se decía y escribía, consecutivamente los días 4 y 5 de enero de 1913.

Mi padre recordaba siempre con dolor y cierto resentimiento aquel funesto suceso, porque se produjo de la manera siguiente: pocas fechas antes, casi con seguridad el 2 de enero, salieron a negociar en el banco (Justo y Eloísa). Dejaron al cuidado de las niñas a Gloria, hermana de mi madre.

Cuando al poco tiempo regresaron, se las encontraron tosiendo horriblemente con una bronconeumonía, como si hubiesen estado expuestas al aire gélido de aquel Madrid, que no sin motivo era llamado la Ciudad de la Muerte, por el gran número de personas que fallecían de enfermedades pulmonares.  

Calle Mayor de Madrid. Postal con matasellos de 1913.

Querido Justo: No he ido a almorzar a casa y acabo de saber tu infortunio por el que te doy mi pésame fraternal. Ya sabes lo que te quiero y cuan de veras estoy a tu lado. Recibe un abrazo muy cariñoso. Tuyo. Luis Antón del Olmet.

No sé si las negociaciones bancarias mencionadas tenían que ver con las acciones propiedad de Eloísa. Lo cierto es que, en febrero, Justo preguntó por la rentabilidad de ocho títulos de 250 pesetas de la Diputación de Valencia amortizables al 5%, que habían suscrito en noviembre de 1912 a nombre de su mujer. El agente de la Bolsa, Luis Martínez, le respondió:  

AMO. LJGS.

Madrid, 16 de febrero de 1913. Sr. D. Justo García Soriano. Muy Sr. mío: Cumpliendo su encargo, he recibido noticias de Valencia, que pagan y las últimas operaciones hechas, fueron a 102 p%, se lo aviso como quedó con mi dependiente; V. decidirá lo que ha de hacerse. Queda de V. afmo. s.s. q.b.s.m. Luis Martínez Osma.

Ordenó vender la mitad de los títulos; y dos días después les llegó la liquidación adjunta al 102,50 % menos los gastos: 119 pesetas con 60 céntimos. Disponemos también del justificante de esta operación.

AMO. LJGS.

El siguiente documento es un borrador dirigido a un desconocido alumno llamado «Pepito». Parece más bien una dedicatoria para ser escrita en un libro que le regaló por el día de su santo.

Querido Pepito, en recuerdo del día de hoy, que la Iglesia consagra a tu santo patrono San José, te dedico este libro de entretenimiento como corresponde a tu edad. Su lectura será la mejor despedida que des a la niñez, la época más feliz de la vida; y a partir de ella, presta tu atención principalmente a la obras serías que te hagan hombre juicioso.

Quisiera que este modesto recuerdo tuviera la suerte de ser el primer volumen de tu futura biblioteca. Y sentiría a la vez, la mayor satisfacción a que un profesor puede aspirar, si como fruto de mis enseñanzas, lograra infundirte un gran amor a los libros.

Ten presente que ellos son los mejores y más leales amigos, de los que podrás obtener con constancia, honra, provecho y honesto placer, los muchos y prósperos años que te desea tu profesor y amigo: Justo García Soriano. Madrid, 19-III-1913.

Aunque las cosas empezaban a marchar razonablemente bien en el aspecto económico, con Eloísa de nuevo embarazada pensó que había llegado el momento de buscar el sustento más allá de la docencia privada y de las colaboraciones en prensa. Para conseguir la plena estabilidad laboral con un sueldo decente, necesitaba opositar a un cargo público.

Cualidades para superar una oposición le sobraban; pero trabajar para el Estado implicaba la posibilidad de tener que aceptar destinos lejos de  la ciudad donde había organizado su vida. En Madrid residían su familia política y sus amistades.

Abandonar la capital implicaba también renunciar a numerosos archivos y bibliotecas, fuentes imprescindibles para su vocación de investigador; a los teatros, a las conferencias, a las tertulias…

AMO. LJGS.

Pero estaba decidido. En octubre solicitó el certificado de antecedentes penales — imprescindible para acceder a las oposiciones—, y presentó la correspondiente instancia en el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Había puesto sus ojos en una cátedra de latín para Institutos de Segunda Enseñanza; pero todo se fue al traste por un despiste. Lo cuenta su hijo Justo:

Así las cosas, se decidió a primeros de octubre de 1913, cuando ya venía yo camino de esta vida, a firmar unas oposiciones a cátedras de latín en los institutos de segunda enseñanza. Mas estaba de Dios que su porvenir fueran los archivos, bibliotecas y museos; no se informó de la fecha exacta de la presentación de los opositores y perdió el derecho a opositar.

Sólo días más tarde se enteró del comienzo de los ejercicios por el que luego sería compañero suyo en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, don Guillermo de Izaga y Ojembarrena.

Por esas mismas fechas entró en contacto con Rufino Gea; periodista e investigador local que llevaba años hurgando en los archivos de Orihuela. Le envió una primera carta exponiendo sus proyectos y pidiendo ayuda para identificar al autor de la Murgetana, origen de la leyenda de la Armengola. Transcribo la respuesta del señor Gea.

AMO. LJGS.

Orihuela 29 de octubre de 1913. Sr. D. Justo García Soriano. Estimado amigo: Mucho me favorece usted con su carta del 27, pero bien poco puede servirle el auxilio que de mí reclama V. No es V. el único que ha creído que por haber revuelto yo algunos papelotes del archivo municipal he venido a ser el ítem de las antiguallas oriolanas; y lo siento bien de veras, porque me hubiera gustado sacar del polvo algunas historietas merecedoras de letras de molde.

Del autor de La Murgetana no tengo noticias; parece que vivió en Murcia aunque nació en Orihuela. Y si es así, el jurado Gaspar García será tal vez el autor de aquel poema, porque escribió también un libro referente a historia de Murcia; y esta inclinación a cosas murcianas parece confirmar aquella residencia.

De todos modos, con el vivo deseo de poderle complacer, escribo hoy a un amigo de la vecina capital inteligente en la materia, y si sabe algo de tal personaje, seguramente que me dará noticias de él. Haré por que se vean los registros parroquiales de los años que V. me indica, y si tuviere usted alguna noticia que nos aproximare más al año de su nacimiento dígamela porque esas pesquisas son pesadas y engorrosas para luchas por tercera persona.

El trabajo que se propone realizar es para mí sumamente simpático, y como V. ha demostrado aptitudes singulares al hacer sus estudios universitarios, no dudo del éxito. De los paisanos espere V. poco: desgraciadamente, en nuestra tierra los tiempos no dan más que chismes, tiquis miquis y agua bendita.

A mí puede V. mandarme cuanto guste, y para demostrarle mi afecto del único modo que permiten mis alcances, tendré el gusto de enviarle dentro de pocos días un ejemplar de mis últimos garabatos literarios, que lleva por título Ruiz y Capdepón, su vida y su labor en el gobierno.

Orihuela, Tip. L. Popular, 1913.

Es para que lo lea V. como oriolano y no como expatrio.  Me daba cierta pena que a aquel buen señor que tanto hizo por la tierra, no se le dedicaran más que alabanzas cuando daba mercedes, y nadie se acordara de él después de muerto; y de aquí mi librejo que terminé a disgusto porque ni aun la familia ha querido facilitarme datos para que la biografía (o lo que sea) resulte más completa.

Es V. joven, trabajador, tiene V. alientos y vive V. en otro ambiente más saludable que el de la tierra. Adelante, amigo García, que no hay satisfacción que se iguale a la que siente el hombre al hacer algo honroso por la tierra en que nació, aunque esta le pagare casi siempre mal. Suyo amigo y servidor. Rufino Gea.         

Así se inició la colaboración entre dos escritores oriolanos de diferentes generaciones, apasionados por la Historia. Si os interesa el personaje, pinchando la fotografía de Rufino Gea, podéis acceder a su biografía alojada en esta misma web. Transcribo otra de sus cartas en la que le transmitió noticias de lo que había investigado sobre Gaspar «el oriolano».

J. Rufino Gea. Enlace a Biografía.

Sr. D. Justo García. Mi estimado amigo: mil gracias por las noticias que me comunica de nuestro poeta. Si el tal era sastre, no podía ser jurado porque a estos cargos no tenían acceso los tales en aquellos tiempos. Y por mayor seguridad he examinado algunos papeles de nuestro archivo.

Efectivamente, el jurado de 1582 se llamaba Gaspar García de Laza, en las varias listas de ciudadanos que he visto no encuentro nada referente al García Ortiz. Las actas de 1608 que traté de ver por si había alguna dedicatoria a ejemplares a nuestro Concejo no existen, y tampoco su nombre en algunos padrones de años anteriores.

En el apéndice al diccionario enciclopédico de Montaner hay una breve reseña biográfica que dice que era muy entendido en las cosas de España, que nació en Orihuela y residió en Murcia, donde escribió la Murgetana, y Anales de las Coronas del Reino de Murcia. La octava que me envía me gusta mucho, no desmaye V. por estas dificultades biográficas que, con paciencia se irán venciendo.

Los pergaminos de la Catedral han sido hasta ahora infructuosos, sospecho que D. Andrés Baquero debe de tener algunos datos porque está escribiendo una obra referente a artistas murcianos y quizá haya tropezado con algo: le escribo pidiéndole noticias que creo me dará si las tiene.

Quizás nos veamos dentro de unos días que iré a Madrid de paso para la provincia de Santander. Por correo va el ejemplar ofrecido referente a Capdepón. Ha sido un desastre editorial como verá por la lista de suscriptores al final. Suyo buen amigo: Rufino Gea.

Terminando el año, Rufino Gea escribió otra carta a Justo; una triste misiva desde Alicante en la que le comunicaba la muerte de su hijo y le felicitaba el año nuevo. Acababa de enterrarlo y estaba en la capital con toda la familia.

AMO. LJGS.

Alicante, 29-12-13. Sr. D. Justo García Soriano. Mi estimado amigo: Hice mi viaje a la provincia de Santander con el propósito de saludar a V. a mi regreso; pero un telegrama avisándome haberse agravado mi hijo de 16 años que dejé enfermo, me ha obligado a regresar precipitadamente, con tan mala fortuna que falleció horas antes de mi llegada a Orihuela; y viéndome precisado a trasladar a ésta mi familia por una temporada.

Usted ha leído mi libro con verdadero afecto de amigo; mil gracias por sus bondadosos juicios. Mis pesquisas sobre García Ortiz han sido infructuosas; el Sr. Baquero carece de noticias de tal personaje como verá V. por la adjunta. Con el espíritu quebrantado por mis desdichas, de nada puedo serle útil; y deseándole mejor fortuna y feliz año nuevo, es suyo buen amigo s. s. Rufino Gea.

Con la muerte de sus hijas aún reciente, Justo le respondió de inmediato tratando de ofrecerle consuelo.

Sr. D. Rufino Gea. Mi distinguido amigo. En este momento acabo de recibir su atta. carta, fecha ayer en Alicante, donde le han llevado desgracias de familia. No quiero aplazar un solo día el expresarle mi más sentido pésame, uniéndome a usted en espíritu para acompañarle en su pena por una pérdida que, por propia experiencia sé bien lo que significa.

Pronto hará un año que en sólo veinticuatro horas perdí yo dos hijas de cuatro meses, cuando me hallaba en pleno idilio familiar. Inútil es prodigar en estos amarguísimos instantes tópicos y frases hechas de filosófico consuelo. Son estas desgracias tremendas heridas del alma que solo el tiempo y la consideración de que nadie se libra sin calamidades, puede restañar aunque nunca cicatrizar totalmente.

Es muy triste, y más para un padre ver una vida que apenas comienza a sonreír quebrarse en capullo, aunque se comprenda que es dulce morir con la miel en los labios antes de saborear las amarguras que traen pronto los años viriles. Este consuelo es el que pronto le deseo; a la vez que a su demás familia. Gracias por la carta del Sr. Baquero que adjunta me remite.

Cuando usted y este señor, los más eruditos conocedores de las cosas oriolanas y murcianas no me pueden aportar nuevos datos acerca de nuestro compatriota, a buen seguro me ha de ser muy difícil hallar nueva luz sobre su vida y escritos.

No por eso desmayo, pues algo la suerte me ayuda y llevo ya bastante adelantado mi estudio. Quisiera antes del próximo verano darlo a la estampa a ser posible. Como no me dice las señas de su residencia en Alicante, le dirijo esta carta a Orihuela, desde donde creo se la enviarán ahí. Su servidor y amigo. J.G.S.

1914

1914 empezó de manera muy diferente. El lunes 19 de enero, a las nueve de la noche, nacía en Madrid Justo García Morales, en medio de un temporal de frío. El propio Justo habló de su nacimiento en varios borradores autobiográficos, a veces en tercera, a veces en primera persona:

En este «gélido ambiente» —frase muy de aquella época—desde hace dos días se espera que nazca una criatura en el piso segundo derecha de la calle de la Luna número 15 con fachada posterior a la de la Estrella. La familia de don Justo García Soriano, padre del que va a ser pronto un nuevo madrileño, atribuyen al frío lo laborioso del parto de su esposa doña Eloísa Morales Doblado.

El hecho les preocupa, porque pocos días antes se había cumplido un año del fallecimiento de sus primeras dos hijas, las gemelas María Eloísa y María de los Ángeles. (…) Por fin los dolores de la madre aumentan y el padre nervioso vuelve a ir en busca de la comadrona, doña Higinia, hermana del célebre novelista Felipe Trigo.

El regocijo de los familiares aumenta por las circunstancias de que el recién nacido sea un varón. Don Justo ya tiene decidido cómo va a llamarse: igual que él y que su padre don Justo García Sánchez. En su pueblo natal, Orihuela, sienten una gran veneración por las dos santas sevillanas, alfareras de profesión y que retrató Goya. Una antigua parroquia de la ciudad lleva sus nombres, e incluso anualmente, en la fiesta que conmemora su reconquista, se encienden en el monte dos hogueras o luminarias en su honor.

Partida de nacimiento de Justo. AMO. LJGM.

En aquel más que helado 19 de enero de 1914, nacería yo, me bautizarían el 6 de marzo y un día cualquiera de la primavera me harían mi primer retrato con el inusual procedimiento del «Biofix».

No mucho tiempo después enfermaría mi madre, y mi padre tuvo que ocuparse de mí, hasta el punto de que por las noches, al verse obligado a destetarme, como entonces era habitual, tenía que darme vasos de leche de vaca, pronto sustituidos por la entonces muy utilizada «Fosfatina Falières», compuesta con harina de lentejas y algunas otras materias que le proporcionaban un agradable gusto a polvo de chocolate o de bombones, guardada en botes de latón dorado protegidos por cartones.

Publicidad de la época.

Justo fue bautizado el viernes 6 de marzo en la parroquia de San Martín de Madrid. Fueron sus padrinos Alberto Doblado —un primo lejano, sacristán toledano — y su prima Gloria. Celebraron convite en la casa paterna. Él mismo nos lo cuenta también en sus apuntes:

Acuden los parientes a conocer al niño. Las abuelas, paterna, doña Ramona Soriano Moreno, que vive con los jóvenes esposos —veintinueve y treinta y un años— y doña Tomasa Doblado Arquero; los tíos carnales, Gloria Morales, casada con un droguero de la calle del Desengaño, Ricardo de Luque; Tomás Morales, señorito paseante en Corte que gastaba y gastaba el dinero de su madre, viuda de un magistrado muerto en Cádiz, don Tomás Morales Díaz; los primos del niño, gemelos de ocho años, Gloria y Ángel…

Más de mes y medio después, el viernes seis de marzo, recibí las aguas del bautismo en la cercana parroquia de San Martín, de manos del presbítero Mariano Cimorra.

Asistieron todos aquellos parientes, así como algunos más venidos de fuera; entre ellos Alberto Doblado, hombre devoto, sacristán del pueblo toledano de Villasequilla (…) Este primo lejano de doña Eloísa llevaría a la pila bautismal, en compañía de la niña de ocho o nueve años, Gloria Luque Morales, prima hermana de Justito. Terminado el acto, regresaría el grupo amistoso y familiar a la casa paterna por la calle del Desengaño, para celebrar el alegre acontecimiento.   

Justo García Soriano, Eloísa Morales y el pequeño Justo García Morales. Archivo Familiar.

En febrero de 1914 salió en Orihuela un nuevo diario que exaltaba la obra del apóstol Clavarana y se arrodillaba ante el Obispo. El rotativo, a pesar de su declarado catolicismo, incluía a Justo García Soriano entre sus «Redactores y Colaboradores»; un listado en el que figuraban también sus amigos José Escudero Bernicola, José Mª Sarabia, Rafael Rogel, Juan Sansano, etc.

La correspondencia de Orihuela. Número 1 – 4 de febrero de 1914: Los periódicos, generalmente puestos al servicio de banderines políticos, se redactan muchas veces por plumas que pretenden hacer de la verdad una mentira y de la mentira una verdad, sin tener en cuenta que la luz no puede mezclarse con las tinieblas, ni las tinieblas puedan ir en consorcio con la luz.

Podrán los buenos o escenógrafos presentar las cosas lo mejor posible, recurriendo a la inspiración, pero el buen pueblo sabe también alargar la cabeza en este teatro de la vida, para echar una mirada escudriñadora por el tinglado de los bastidores, y ver las desnudeces macabras de lo que algunos periodistas nos presentan como «oro de ley» no siendo más que «falsa calderilla»…

… Dicho lo anterior a guisa de prólogo, réstanos saludar a las autoridades locales, y ponernos de rodillas ante el Ilustrísimo Sr. Obispo de esta diócesis, cuya sabia palabra, esperamos nos abra ancho campo, para luchar, obteniendo fructíferos resultados, en beneficio de los intereses morales y materiales de la región; sobre todo de esta vieja ciudad de Teodomiro, de la industrial Callosa y de la noble e hidalga Torrevieja.

La Correspondencia de Orihuela. Número 1 – 4 de febrero de 1914.

«La Correspondencia de Orihuela» posee corresponsales en todos los pueblos de los distritos de Orihuela y Dolores y en las principales poblaciones de España, y desde Madrid, recibe diariamente la información telegráfica que le transmite la acreditada e insustituible agencia católica Prensa Asociada.  

Se refería a la Agencia Católica de Información creada en 1908 bajo la protección de los obispos españoles. Funcionaba desde Madrid con el nombre de «Prensa Asociada». 

Auspiciado por la Iglesia, el diario católico oriolano contó en sus inicios con numerosos patrocinadores comerciales. Se confeccionaba en la «Imprenta Moderna» de Juan Sansano Benisa (dejó de utilizar el apellido Mas), situada en la calle de San Pascual número 9. El propio Sansano se quedó con el periódico y lo siguió publicando en formato reducido de dos páginas a partir del número 32.

Pero el experimento fue breve. Terminó en el número 39 y no tengo constancia de que Justo, Escudero o Rogel llegasen a publicar nada. Nuestro biografiado estaba a punto de formar parte de un proyecto periodístico mucho más interesante y ambicioso.

En marzo, su hermana Milagros, viuda y con tres hijos supervivientes (había perdido a dos gemelos), regresaba a Orihuela en una más que precaria situación económica. Su marido, Pepe Linares, había fallecido trabajando de maestro en la provincia de Burgos.

El diario. Número 1724 – 17 de marzo de 1914: De Burgos ha regresado la señora Doña Milagros García Soriano, viuda del que en vida fue nuestro estimado amigo y paisano el ilustrado maestro nacional D. José Linares Aliaga.

En ese mismo mes, en España se celebraron elecciones generales; y su buen amigo Luis Antón del Olmet consiguió un acta por Almería a las órdenes de Eduardo Dato. El 1 de abril el flamante diputado fundaba «El parlamentario»; un periódico que nacía al servicio de sus intereses políticos, del que era director y propietario. 

Luis de Antón del OlmetArchivo ABC.

En su libro publicado un año después, titulado «Al correr de la política. 1914», contaba su carrera periodística, de la que he extraído los siguientes párrafos:

Lo que soy en la Prensa. Cuando yo tenía quince años y surgió en mí la primera ilusión retórica, cuando me sentí escritor, le ofrecí mis servicios al director de La Época. Es decir, no tuve que ofrecérselos. D. Alfredo Escobar, que me conocía por mi hermano Fernando, sabedor de que pensaba veranear en La Granja con mi familia por aquel entonces, me propuso, dejándome cautivado y absorto, que le enviase desde allí unas crónicas.

Así lo hice, y con el pretencioso y moceril pseudónimo de «Valflor», tracé doce articulitos, que la munificencia del marqués, mi director y amigo, pagó a duro la pieza. Ahora he fundado «El Parlamentario», que hizo, hace y hará campaña monárquica y conservadora. En esa empresa he perdido unas 15.000 pesetas, herencia de mi madre y pequeños ahorros de literato. ¡Pequeñísimos ahorros! Ahí he vertido mi actividad más álgida. Tal es mi labor en la Prensa.

El Parlamentario, 18 de abril de 1914. AMO. LJGS.

Para el nuevo periódico contó con la pluma de su amigo Justo y lo acreditó debidamente. No he encontrado números de «El Parlamentario» en ninguna hemeroteca digital; pero disponemos de algunos ejemplares de la colección personal del propio Justo en el Archivo. He transcrito la mayor parte de los cinco artículos que publicó en 1914, abarcando diversas facetas periodísticas: crónica, crítica literaria, periodismo científico, poesía…

Acreditación de Prensa. 1914. AMO. LJGS.

Se estrenó con un larguísimo artículo en el que reclamaba un nuevo estudio de la historia de la literatura española. Un homenaje a los clásicos; especialmente al sastre oriolano creador del mito de la Armengola cuyo nombre le daba título. Llevaba tiempo trabajando en este personaje, como pudimos comprobar en las cartas que el año anterior había intercambiado con Rufino Gea.

El Parlamentario, 18 de abril de 1914: Clásicos olvidados. GASPAR GARCÍA ORIOLANO. Azorín, en uno de sus artículos coleccionados bajo el título de «Clásicos y modernos», ha escrito esta verdad: «La historia crítica de nuestra literatura moderna está por hacer; ni han sido puestos a su verdadera luz muchos autores, ni, en cambio, puede ser aceptado, como valor lícito y verdadero, mucho de lo que de otros poetas y novelistas se ha escrito y circula en manuales y monografías».

Lo que dice el culto escritor refiriéndose concretamente a nuestra literatura moderna, puede repetirse con respecto a toda la historia de la literatura española. Lo que de ella no está por hacer, está por rehacer, salvo contados autores y obras.

Los españoles no tenemos todavía un tratado magistral de Historia literaria, completa, metódica y seria, que responda cumplidamente a las exigencias de los grandes progresos que se ha efectuado de medio siglo a esta parte en tan importante esfera del saber humano. España quizá sea, en este particular, la única excepción entre las naciones cultas. Hasta Portugal, nuestra hermana menor, posee una Historia de su literatura, que podemos envidiar nosotros.

Nos referimos a la de Teófilo Braga. Y esto produce más asombro si se tiene en cuenta la riqueza y el extraordinario mérito de nuestro caudal literario, capaz de competir con las mejores literaturas extranjeras y aún superarlas; así como el gran número de hombres competentes, doctísimos, de erudición pasmosa, que hemos tenido y tenemos, con aptitudes y condiciones sobradas para realizar con gran éxito esta empresa, difícil y ardua seguramente.

Aún vibra en los aires el eco lúgubre de las justas lamentaciones que España entera ha exhalado por la muerte del más grande de nuestros humanistas y eruditos, de aquel prodigio de sabiduría que se llamó Menéndez y Pelayo, cuya pérdida, verdaderamente irreparable para nuestra república literaria, nunca será llorada bastante. Nadie ha dispuesto ni es fácil que haya en lo sucesivo quien disponga, de las condiciones, medios y suma de saber que aquel hombre portentoso reunió, para poder llevar a cabo la empresa apetecida.

Sin embargo, el incansable, el fecundo erudito se limitó a atesorar, esparciéndolo pródigamente en sus obras, un caudal inmenso, inapreciable, de datos interesantes y juicios atinadísimos, referentes a nuestra historia literaria; pero no la llegó a escribir de una manera sistemática y ordenada, formando un cuerpo cabal de doctrina, como bien pudo hacerlo.

Toda su vasta labor sólo ha sido una monumental propedéutica, una gimnástica introducción de esa obra sintética y compleja que de él esperábamos, y que sin duda fue su proyecto, su ideal más constante y querido, que, como brillante meta, reservaba para poner, en sus postreros años, digna coronación a una vida estudiosa y fecunda. Y ante esta consideración se hace mucho más sensible la pérdida prematura que se deplora por todos.

Tenemos, sí, gran copia de trabajos monográficos, un arsenal inmenso de estudios parciales, eruditísimos, luminosos, acervo incalculable acumulado y aumentado sin cesar por la paciencia, los desvelos y el estudio de una numerosa legión y varias generaciones de investigadores, sabios y críticos.

Pero es una selva virgen, revuelta y enmarañada, compuesta de heterogéneos y contradictorios libros, folletos y artículos de revista, en la que para orientarse un hombre estudioso, de buena inteligencia, si alguna vez lo consigue, necesita invertir mucho dinero y muchos años en divagar afanoso por bibliotecas, archivos y librerías…

…Y lo más sensible de todo es que lo que de nuestra historia literaria se ha escrito (salvando lo meritorio que hemos mencionado, la parte monográfica y el brillante movimiento actual, iniciado principalmente por los discípulos de Menéndez y Pelayo, a cuya cabeza figuran nombres tan doctos como los señores D. Francisco Rodríguez Marín y D. Ramón Menéndez Pidal), se han hecho de un modo absurdo y gregario, limitándose nuestros ramplones tratadistas a plagiarse los unos a los otros, aunque procurando ocultarlo muy bien, y haciendo muy pocos labor personal con investigaciones propias y original criterio…  

… Nuestra historia literaria, la mayor parte de lo que tenemos hecho, está pidiendo a voces una pronta y rigurosa revisión, una rectificación general y concienzuda. Ya no nos basta el «magister dixit». La autoridad debe buscarse en los propios hechos, no en particulares opiniones. Y nosotros, modestos obreros intelectuales, fervientes admiradores de nuestras pasadas glorias literarias, que nos aventuramos a hacer estas predicaciones, debemos comenzar lógicamente dando el ejemplo, a medida ¡claro está!, de nuestras cortas luces y escasas fuerzas, intentando hoy la exhumación de un autor y de una obra de nuestro Siglo de Oro, que, si no de primer orden, son dignos de figurar, tanto o más que otros, en una historia completa y bien provista de nuestra literatura. Acaso sea un tanto intempestivo y a contrapelo nuestro empeño de querer resucitar un viejo poeta, ahora que muchos pretenden enterrar a la Poesía…

…Uno de estos poetas historiadores de nuestro Siglo de Oro fue Gaspar García Oriolano. Floreció a principios del siglo XVII, y escribió un poema heroico titulado «La Murgetana», que se imprimió en Valencia en 1608. En él celebra la reconquista del reino de Murcia por Alfonso X. El asunto está elegido con tino. La historia de España es una serie continua de proezas y de empresas memorables; pero es un tópico cierto que nuestra epopeya, nuestro verdadero cielo épico lo constituye especialmente la Reconquista.

Ahora bien; esta lucha admirable, por su larga extensión de ocho siglos, carece de proporciones y unidad convenientes para ser encerrada en un solo poema. La Ilíada abarca un periodo de diez años; la Eneida no excede acaso a este tiempo; la Jerusalén libertada se desarrolla en un espacio mucho más corto. Todas ellas se concretan a la conquista de una sola ciudad.

Cualquiera de las empresas militares de la Reconquista puede ser motivo de un poema heroico, si no osamos decir que de una epopeya. La conquista de Toledo por Alfonso VI, la de Valencia por el Cid, la del Almería por el Emperador, las Navas de Tolosa, la de Sevilla por Fernando el Santo, y la definitiva de Granada por los Reyes Católicos, por no citar más que estas, ofrecen materia idónea y abundante para otros tantos poemas, que integran el caudal inagotable de nuestra epopeya nacional.

La restauración del reino de Murcia puede incluirse en este número, pues es una de las páginas más bellas y simpáticas de nuestra Reconquista. Gaspar García supo inspirarse en tan notable suceso con gran instinto épico y trazar una hermosa y animada narración, donde revive con evocación poderosa el espíritu marcial y complejo del siglo XIII. El poeta no se desdeña en seguir puntualmente la historia, sino que se precia en escribir: «Verdades en verso» y de que en su obra, «En lugar de fábulas, hay provechosos discursos».

Sin embargo no faltan máquina quimérica en el poema, ni personajes y sucesos imaginarios, ni elocuentes parlamentos, ni brillantes y pintorescas descripciones. Nos hemos extendido ya mucho para que intentásemos ahora dar idea de las más relevantes bellezas que contiene esta obra, casi ignorada o relegada injustamente.

Otro día, abusando de la paciencia de los lectores, descenderemos a más minuciosidades respecto a «La Murgetana» y a algunas curiosas circunstancias biográficas de su autor. Y para terminar nos limitaremos a dar una brevísima reseña de su estilo, netamente clásico, en la siguiente irreprochable octava, que es una bellísima prosopografía de la reina de Almanzora:

«Era formada de la nieve pura/del claro cielo las azules venas/de la encarnada rosa la hermosura/ambas mejillas de su ornato llenas. /Y pudo el oro por su gran ventura/igualar al gentil cabello apenas; /dos estrellas por ojos, grandes, zarcos, / y en las cejas le puso Amor dos arcos». (Canto V, estrofa 57). JUSTO GARCÍA SORIANO.      

Acreditación de Prensa. 1914. AMO. LJGS.

Para el segundo trabajo publicado, asistió como corresponsal a una sesuda conferencia sobre los judíos en España en el salón de actos de la Academia de Jurisprudencia de Madrid. Justo estaba disfrutando de un trabajo que le permitía acceder a los más destacados eventos culturales y científicos.

El Parlamentario, 22 de abril de 1914: En la Academia de Jurisprudencia. Conferencia del doctor Yahuda. En el salón de actos de la Academia de Jurisprudencia y ante un selecto auditorio en que se veían selectos catedráticos y hombres de letras, dio anoche el sabio hebreista doctor A. S. Yahuda, profesor de Filología Semítica en Berlín y correspondiente de la Real Academia de la Historia, la quinta de sus conferencias acerca de la «Civilización Judaica en España y estado actual de los israelitas de origen español (sefarditas) en Oriente y Marruecos».

Trató el erudito conferenciante de la poesía entre los judíos españoles, revelando una vez más su extensa cultura en materia tan singular y poco estudiada. Tenemos en España algunos precedentes: la «Biblioteca Rabínica», de Rodríguez de Castro, y los «Estudios sobre los judíos españoles», de D. José Amador de los Ríos. Después de señalar el doctor Yahuda los caracteres generales de la literatura hispano-hebraica y reseñar sus más importantes precursores e iniciadores, pasó a ocuparse extensamente de sus tres más insignes poetas: Samuel Aben Agrela, Ben Gabirol y Judah-ah-Leví.

No intentaremos seguir paso a paso las admirables semblanzas que trazó de los dos primeros y el minucioso análisis que de su obra hizo. Nos falta tiempo y espacio. Recogeremos, sin embargo, los rasgos más generales y salientes. Samuel Aben Agrela fue extraordinario poeta y hombre de Estado en Granada. Sólo los cronistas árabes nos han dejado de él algunas noticias.

En sus varias producciones literarias y científicas demuestra la universalidad de su talento; la sagacidad del jurista, el método del sistemático, la exactitud del gramático y del filólogo y el fuego del poeta de alta inspiración. Era además un fervoroso creyente: en Dios cifraba todo su numen…

Abraham Shalom Yahuda. Nacido en Jerusalén en 1877, entre 1914 y 1922 fue profesor en Madrid.

… Un rasgo característico de los poetas anteriores a Agrela es que no cantaron al amor de la mujer, concretándose tan solo al ideal místico. Cierto que tributaban alguna vez culto a Eros; pero solo en cuanto pálido reflejo de la fuerza primera, de Dios. Sin embargo, Samuel no comulgó con estos ideales, y concede una importancia excepcional al amor, que es la pasión generatriz de nuestra vida.

Él fue el primero que abrió, después de los bíblicos, los ojos a las bellezas naturales. Esta observación de la naturaleza la aprendió, no en los filósofos griegos, sino en los poetas bíblicos. Por este camino le siguieron los poetas posteriores, como Ben Gabirol.

A Gabirol se le ha llamado «el Platón hebrero», aunque fue menos afortunado de la escuela académica: Gabirol nació en Málaga hacia el año 1021. Vivió en Córdoba. Muy joven aún perdió a sus padres, y la desgracia se ensañó con él. Así se explica que sus primeros versos fueran tan tristes, llenos de desesperación, pues muy pronto tuvo la ocasión de conocer toda la miseria y la pequeñez humanas y la crueldad del destino.

Otras veces, no obstante, entona el epinicio de su genio, y exclama: «¡Yo soy un príncipe, la poesía es mi esclava; si mi cuerpo se arrastra por la tierra, mi espíritu se remonta a regiones celestiales!». Después mejoró su suerte por breve espacio. Un walí de Zaragoza le protegió; pero a su muerte, el poeta volvió a quedar desvalido y a sufrir los rigores de su adversa fortuna. Entonces, de redentor se trocó en acusador de la humanidad, en severo misántropo.

Mas una nueva vicisitud de su existencia le condujo a la época más apacible de su vida. Samuel, a quien en otro tiempo hubo de conocer en Málaga, siendo vendedor de drogas, elevado a un alto cargo en la ciudad de Granada, se acordó de Gabirol y le llamó a su lado. Entonces, en casa de Samuel, disfrutó de tranquilidad suficiente para dedicarse a sus estudios. En aquella época de bonancible existir fue cuando Gabirol escribió la bella loa que tituló «La paloma».

El público premió la labor del conferenciante con nutridos aplausos. J.G.S.         

El domingo 31 de mayo se organizó en toda España una cuestación solidaria con motivo de la «Fiesta de la Flor». Mujeres de todas las clases sociales salieron a la calle o se instalaron en mesas petitorias para recaudar dinero destinado a la lucha contra la tuberculosis.

«Fiesta de la Flor». 31 de mayo de 1914.

Después de mucho tiempo alejado de la poesía, Justo publicó unos versos para la ocasión en los que combinó el tema de las flores con la enfermedad.

El Parlamentario, 2 de junio de 1914: FLORES DE AMOR.  I. Vencido por la fiebre, que su pulso acelera, / Y la tos que en su pecho clava agudos puñales, /El enfermo, sentado junto a los ventanales, / Languidece atisbando geórgica pradera.

Trepa hasta sus balcones la verde enredadera, / Las aves bequerianas llaman a sus cristales; / De flores encendidas se inflaman los rosales/ Y en el jardín sonríe, triunfal, la Primavera.

De súbito se animan los ojos del paciente / Y con ansia contempla la figura atrayente / De la bella esperanza, que cogiendo va flores.

Ha tejido con ellas una linda guirnalda… / Del doncel la mejilla una lágrima escalda / Y él suspira a la idea de imposibles amores.

II ¡Ay que el vencido sabe que la hermosa doncella / Su amor ofrenda sólo al que triunfa y al fuerte, / Al feliz que en sí lleva la salud y la suerte, / Y no al triste que gime con eterna querella! …

Fulge en el tul del cielo la vespertina estrella. / Entristece al enfermo su presagio de muerte. / El sol en el ocaso su postrera luz vierte, / Anunciando, ave Fénix, una aurora más bella.

Suenan leves pisadas. Las oye y se estremece / Sorprendido el enfermo, y a su vista aparece / La gentil esperanza, como nuncio del cielo.

—«Para ti son las flores»—le dice cariñosa; — / Pues también la belleza y el amor de la hermosa / Lo hizo Dios del que sufre lenitivo y consuelo. JUSTO GARCÍA SORIANO. 

Imágenes de los asistentes al festival de la prensa y de algunas artistas que tomaron parte en el mismo.

A finales de junio, el festival anual organizado por la Asociación de la Prensa en los jardines del Buen Retiro, quedó aplazado a causa del mal tiempo. El soberbio programa que inauguraba la temporada de verano se acabó celebrando la noche del lunes 29.

Las noticias de aquella exitosa verbena, a la que asistió nuestro biografiado, compartieron espacio en los periódicos con el asesinato en Sarajevo de un desconocido heredero a la corona austro húngara. Nadie sospechaba que sería la chispa que acabó provocando millones de muertos en la Primera Guerra Mundial.

Acreditación para la temporada de 1914 en el Retiro. AMO. LJGS.

Justo trabajaba como un auténtico «reporter» siempre al pie de la notica. Para redactar la noticia de un eclipse de sol, publicada en numerosos periódicos de España, se desplazó como corresponsal de «El Parlamentario», al propio Observatorio Astronómico de Madrid.

El Parlamentario, 22 de agosto de 1914 «El eclipse de ayer». Astrónomos callejeros. Los pronósticos de los calendarios y las noticias de la Prensa habían anunciado a las gentes que ayer ocurriría en los espacios sidéreos, no precisamente una gran batalla, como la que se espera en los campos de Bélgica, pero sí una aparente colisión entre dos grandes potencias de los cielos, el sol y la luna, de la que resultaría el astro rey completamente derrotado en las fronteras y dominios rusos, y con un tremendo mordisco en estos occidentales países en los que vivimos nosotros.

Picados de esta plausible curiosidad, no pocos madrileños y madrileñas se pasaron gran parte de la mañana y medio día de ayer de cara al cielo desde azoteas y balcones, ventanas o empinados sobre los adoquines más prominentes de la vía pública. Para poder contemplar impunemente las alteraciones que había de sufrir la faz radiante de Febo, como dicen los heleni-cursis, todos los improvisados astrónomos se proveyeron de sendos cristales, ahumados por distintos procedimientos fogoniles, con notables beneficios para el Monopoli de cerillas.

El medio, aunque vulgar y primitivo, no dejaría de ser bastante práctico, si no se corriera el fácil y frecuente riesgo de cortarse y de ponerse uno las narices como un chorizo curado al humo, en el hollín de la chimenea. En el Observatorio Astronómico. Este feliz reporter, que, a falta de otros méritos, tiene la suerte de tener en todas partes buenos amigos, pudo, gracias a ellos, permitirse el lujo de hacer sus modestas observaciones desde el mismo Observatorio de Madrid, siendo ilustrado a cada instante en sus dudas por varios amables y competentísimos individuos del Cuerpo de Astrónomos.

Mas no sentid «pelusa», queridos lectores, amos y señores nuestros, que el reporter, siempre afanoso por serviros, más que a satisfacer su particular curiosidad, pasó un buen rato de calor por calmar y complacer la vuestra. Y ahora, en brevísimos renglones, os va a referir cuanto vio y averiguó, por si os interesa u os es útil. A buena hora, y en compañía del dibujante Latorre, que se armó de un álbum, goma elástica y un lápiz muy afilado, por si había algo gráfico que recoger, marchamos en un «Pacífico C. T. M.», como dos pobres burgueses, al Observatorio Astronómico.

El día era espléndido, de una purísima limpidez de día canicular, y, por tanto, no cabía temer que algún nublado nos aguara la fiesta, o por lo menos, nos privara del interesante espectáculo. El curioso plumífero y su compañero el porta lápiz fueron recibidos en el propileo por el habilitado en el Cuerpo de Astrónomos, D. Lorenzo Martín, con esa espontánea amabilidad congénita a él, y que está siempre manifestándose en una insinuante sonrisa llena de probidad y simpatía.

Observatorio Astronómico de Madrid.

En el Observatorio se notaba un movimiento inusitado, propio de los días extraordinarios, de las grandes batallas. Se había terminado de hacer una movilización en toda regla, y el sabio personal de aquella casa se disponía a entrar en aquel instante en francas operaciones. Cada cual ocupaba su puesto de combate, y los vigías y centinelas, desde las posiciones avanzadas y puntos estratégicos, avizoraban atentamente el campo de batalla, y los movimientos del enemigo. Las primeras escaramuzas iban a comenzar.

Con tan amable «cicerone», recorrimos y examinamos las varias instalaciones hechas «ad-hoc» para estudiar el eclipse. Éste, en realidad, por el hecho de ser parcial en España, no revestía la importancia que en el caso de ser total hubiera tenido. Sin embargo, casi todo el material de la casa se hallaba en funciones, y nuestros laboriosos astrónomos, cumpliendo su alta misión, velaban por los augustos destinos de la ciencia.

Estudiando el eclipse. Extensión que comprende. El fenómeno se anticipa varios segundos a la hora prefijada por los cálculos. Todo el personal del Observatorio, amablemente, hidalgamente, nos ha permitido curiosear las diversas observaciones que iban realizando, satisfaciendo con interesantes datos todas nuestras preguntas.

Don Carlos Puente puso a nuestra disposición varios boletines y anuarios astronómicos y algunos mapas, en que se describe detalladamente el recorrido que había de hacer la sección del cono de sombra proyectado por la luna sobre las diversas regiones de la tierra. La zona central del eclipse ha tenido una amplitud máxima de 150 kilómetros, recorriendo una extensión de 10.000 kilómetros, que ha comenzado en un punto del mar Glacial, al Norte de América, y habrá terminado en la parte meridional de Asia, cerca de la India… 

…La silueta lunar. Manchas y fáculas del sol. Fotografías interesantes. Entre las diversas observaciones que se han hecho del eclipse, la más interesante resultaba la proyección del fenómeno efectuada por el gran ecuatorial de Mertz, que posee el observatorio. Don Antonio Vela y el auxiliar señor Reig (nuestro compañero de prensa, «Rigel») estudiaban atentamente el avance lunar sobre el disco del sol.

La silueta de la luna se recortaba con admirable limpidez sobre la hoguera solar, dejando ver con gran precisión su borde dentellado, que revela sus altísimas montañas y profundos valles, débilmente irisados a causa de la falta de acromatismo, propio de los grandes aumentos…

…Valiéndose de una modernísima cámara de Zeiss, el astrónomo Sr. Aguilar obtuvo interesantes fotografías de las diversas fases del eclipse. Gracias a la amabilidad exquisita de dicho señor, podemos dar a conocer a nuestros lectores una de estas fotografías, la que recoge el momento culminante de la fase máxima, ocurrida a las doce horas, veintidós minutos y treinta y tres segundos. Último contacto.

La fotografía de Miguel Aguilar publicada en «La Esfera». Y caricatura del evento en 1914.

Lo que dice «Rigel». El eclipse en Rusia. Sin noticias de la Comisión española. Nuestra gratitud. A partir del momento de la fase máxima, decrece todo el interés del eclipse, que termina efectuándose el último contacto a las trece horas, veinticuatro minutos y catorce segundos. Por juzgarlo curioso, transcribimos a continuación el siguiente dato que exponía anoche en el «Heraldo de Madrid» su cronista científico, «Rigel»:

«Extraña coincidencia. Llevada por la rotación solar, la hermosa mancha que ahora tiene el sol, ha pasado por el meridiano central del mismo, en la posición, por lo tanto, más cercana a la tierra, a la misma hora en que expiró el Pontífice. El momento del paso por el meridiano central ha sido calculado con escrupulosidad, y el resultado del cálculo asigna para el dicho paso, la una hora y diez minutos de la madrugada»…

…Y antes de terminar esta mal pergeñada información, nosotros, los únicos periodistas que acudimos y permanecimos en el Observatorio Astronómico mientras duró el eclipse, queremos hacer presente desde estas columnas nuestra más profunda gratitud por las grandes atenciones y favores con que nos distinguió y honró todo el personal de la docta casa. JUSTO GARCÍA SORIANO.

Cédula Personal de Eloísa de 1914. AMO. LJGS.

Termino este capítulo con la transcripción de una crítica literaria publicada en octubre. Se puede acceder al texto completo del libro pinchando sobre la imagen de mismo.

El Parlamentario, 23 de octubre de 1914: «Historias de Zorrilla». Con este título acaba de ser puesto a la venta un lindo volumen, artísticamente editado por «Mundial Biblioteca», y embellecido con preciosos dibujos e ilustraciones de Evaristo Barrio. Forma este libro una colección de las más selectas y celebradas leyendas de Zorrilla, puestas en galana y castiza prosa, de neto sabor clásico, por el distinguido escritor, querido compañero nuestro, D. Marciano Zurita (Silvio).

En esta feliz adaptación prosada, las bellas y románticas narraciones del más popular y español de nuestros vates de la pasada centuria, lejos de hallarse modernizadas y remozadas de un modo plebeyo y chabacano, a que era expuesta la atrevida empresa, adquieren cierto añejo tinte, una leva y grata pátina, que evoca el estilo de nuestros prosistas y noveladores del Siglo de Oro. Diríase que estas amenas prosas, en vez de ser un «rifacimento», fueron las primitivas fuentes tradicionales donde calcó el genial poeta sus hermosas leyendas, vertiendo en ellas todo el espíritu caballeresco y romántico de la vieja España…

…Empero, sería superficial e injusto juzgar este meritorio trabajo, nada sencillo, como una execrable profanación de las mejores preseas del autor de «Los cantos del trovador». Aunque muy lejos de opinar que la forma poética esté condenada a desaparecer, si creemos que el verso, con ser la expresión más idónea de la poesía y su más espléndido ropaje, no es esencial a ella; teniendo en cambio el agravante, en estos tiempos prosaicos, de escaso ambiente literario, que no todos los lectores tienen la suficiente propedéutica para comprender y saborear las obras versificadas. Si no hubiera otras, ya sólo esta consideración sería bastante a justificar la atrevida innovación y la acertada ocurrencia del Sr. Zurita…

Historias de Zorrilla. Mundial Biblioteca. Pichad para acceder a la obra digital.

…Sabido es que el mismo Zorrilla, en casi todas sus obras, y de un modo especial en sus leyendas, no hizo más que resucitar, prestándoles las brillantes galas de su fantasía exuberante, los viejos relatos y tradiciones que ya sirvieron de inspiración a otros poetas y escritores de los pasados siglos. 

Así vemos, por concretarnos sólo a dos de las leyendas prosificadas por Zurita, que el argumento de «A buen, juez mejor testigo», es de tanta antigüedad en nuestra literatura piadosa, que figura ya en las «Cantigas» de Alfonso el Sabio y en los «Milagros de Nuestra Señora», de Berceo; y conocido es de todos que la tradición de «Margarita la tornera» fue ya aprovechada por Lope para escribir su drama «La buena guarda».

El trabajo del Sr. Zurita, por tanto, lejos de profanar la obra excelsa de Zorrilla, contribuye a divulgarla, a hacerla accesible, por su forma amena y sencilla, a gran número de lectores. Recordando a la nueva generación el rico tesoro legendario, nunca bien explotado, que poseemos. Por todas estas razones merece nuestro querido compañero los mayores plácemes por su nuevo libro «Historias de Zorrilla». JUSTO GARCÍA SORIANO.

No he encontrado más datos sobre Justo en aquellos turbulentos meses en los que se iniciaba la Primera Guerra Mundial; cuyas noticias empezaban a monopolizar las primeras planas de todos los diarios.

Enlace al siguiente capítulo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.

Justo García Soriano. 14. 1910-1912.

¡Me casé…! Y harto de remar sin esperanza de puerto seguro, pensé seriamente en mi porvenir y en el de los míos. Justo García Soriano. «Noticia crítica y autobiográfica».

Sin artículos de prensa y con escasas cartas para transcribir de los años 1910, 1911 y 1912, he fusionado el trienio en un solo capítulo. Buena parte del mismo se nutre de los bocetos biográficos y autobiográficos de Justo García Morales, el hijo mayor de nuestro protagonista.

Son esbozos sobre sus antepasados y él mismo; proyectos inacabados titulados: «Justo García Soriano y Orihuela», «Tiempo desvanecido» y  «Memorias de un Bibliotecario».

Un conjunto de fichas y folios sueltos —manuscritos y mecanografiados— que se conservan en su propio legado depositado también en el archivo municipal de Orihuela.   

Puerta del Sol en 1910. Fotos antiguas de Madrid.

1910

Con el paso de los años, García Soriano se había convertido en un ciudadano de la capital. Si algo le gustaba especialmente de aquella añeja corte en tránsito hacia la modernidad era su rico y variado ambiente cultural.

El añejo café de Fornos en el año 1908.

La producción musical y dramática se representaba en los cafés y en las dos docenas de teatros que funcionaban en el centro. Ya hemos citado su predilección por el famoso café de Fornos. Ubicado en un chaflán entre la calle de Alcalá y la de Peligros desde el año 1870, alternaba las tertulias políticas con los números artísticos interpretados con piano y violín o por pequeñas orquestas.

Estos cafés musicales contribuyeron a la popularización de la zarzuela, un género que gustaba mucho a nuestro biografiado. En ellos entabló amistad con dramaturgos y libretistas como Antonio Paso o Joaquín Abati.

AMO. LJGS.

En cambio, para doña Ramona Soriano, Madrid era poco menos que una jungla. Fallecido su marido, y muy a su pesar, se trasladó a vivir con su hijo y su sobrina a la corte. Cuenta su nieto que, relativamente joven, decidida y trabajadora, probó fortuna regentando una pensión en la calle del Prado. Parece ser que el proyecto fue muy breve por culpa de las frecuentes discusiones que Justo mantenía con los huéspedes. Nada puedo aportar a esta información.

Mayo de 1910. Inscripción de sus alumnos en el Instituto Cardenal Cisneros para los exámenes. AMO. LJGS.

García Morales menciona tres mudanzas efectuadas durante los primeros años de matrimonio de sus padres. Disponemos de los tres contratos de alquiler donde se demuestra que dos fueron anteriores a la boda.

La primera, en diciembre de 1910, fue a un cuarto piso en la calle Preciados número 52 con una renta anual de seiscientas pesetas pagaderas por meses anticipados. No sabemos siquiera si ya se conocían.

Justo García Morales sitúa el primer encuentro entre sus progenitores a finales de 1910 o más bien a principios de 1911 (también afirma que el noviazgo duró sólo seis meses).

9 de diciembre de 1910. Contrato de alquiler calle Preciados. AMO. LJGS.
Calle de Preciados.

La prima Eugenia fue el elemento indispensable que propició el romance entre Justo y Eloísa. A veces, García Soriano pasaba a buscarla por los domicilios particulares en los que prestaba sus servicios; entre ellos, un amplio y señorial piso en la calle del Desengaño, famoso en todo Madrid por el gran paraguas rojo que servía de reclamo a una tienda ubicada en la planta baja.

En él vivía doña Tomasa Doblado Arquero, viuda de Tomás Morales Díaz, magistrado toledano que antes había sido notario. Fallecido en 1902 cuando desempeñaba su labor en la audiencia de Cádiz, había dejado buenas rentas a su familia.

Calle del Desengaño. Madrid.

Doña Tomasa era una señorial mujerona guapa, de cutis muy blanco, pelo oscuro partido por una raya en medio, con trajes de seda tornasolados que le llegaban a los pies, mantillas o sombreros emplumados en la cabeza y un abanico de puntillas pendiente de una cadena…

En aquel piso conoció a Prudencia Eloísa Morales Doblado y se enamoró de ella perdidamente. Nacida el 28 de abril de 1880 en Villasequilla de Yepes, provincia de Toledo; era, por lo tanto, cuatro años mayor que Justo. Tenía gustos muy refinados: hablaba inglés, pintaba paisajes, tocaba el piano…

Creo que ya me he referido a mi madre, alta y esbelta, de pelo castaño claro y ojos verdiazulados, pero sobre todo bien educada y culta en una época que hasta las más encopetadas damas se distinguían por su ignorancia.

Con la transcripción de la siguiente carta termino el año. Es la única que he encontrado y está redactada en las postrimerías de 1910. En ella Trinitario Ruiz Valarino le enviaba confirmación de una recomendación solicitada para su colega de Instrucción Pública. En esos momentos el hijo de Capdepón era ministro de Gracia y Justicia.

AMO. LJGS.

El Ministro de Gracia y Justicia. 29 de diciembre de 1910. Sr. D. Justo García Soriano. Muy Sr. Mío: Con mucho gusto hago la recomendación que desea al Ministro de Instrucción Pública referente a que se prorrogue el plazo concedido por dicho Centro para verificar exámenes extraordinarios a quienes le faltaran una o dos asignaturas para poder completar sus estudios, y excuso decirle lo que celebraría pudiera V. quedar complacido. De V. atento s. s. que estrecha su mano. Trino Ruiz Valarino. Rubricado.

Trinitario Ruiz Valarino. Retrato de Joaquín Agrasot para el Ayuntamiento de Orihuela.

1911

Ya iniciado el romance con Eloísa, en el primer trimestre de 1911 nuestro enamorado sufría de fiebres y de graves molestias intestinales. Fueron tiempos en los que el ejercicio de la docencia absorbía todo su tiempo. El siguiente borrador de carta sin fecha pertenece a esa época.

Adorada Eloisa: Si el pesar de no verte no fuera para mí la mayor de las contrariedades, lo sería el hallarme indispuesto para cumplir con mis obligaciones en estos días críticos de exámenes. Mi enfermedad no tiene importancia; pero es lo bastante para impedirme que dé la última mano a mi labor de nueve meses. Figúrate mi disgusto.

El domingo me desperté con un poco de destemplanza producida por el enfriamiento que ya hacía dos días me molestaba. Pero al pensar que tú me estarías esperando, vida mía, lo arrostré todo y me levanté, me lavé y me afeité. Apenas terminé esto último, me sentí tan mal que tuve que volver a acostarme. Sin embargo, quería ir por la tarde, al menos; pero la fiebre subió y comprendí que era una grave imprudencia. Me sometí a mi desgracia de no poder verte.

Ayer mañana, temprano, me puse el termómetro y vi que estaba sin calentura. Entonces proyecté levantarme para ir a la Ciudad Lineal; y luego tener el placer de verte. Así se lo dijo mi madre a tu criada. Mas al poco rato, observamos que me hallaba otra vez febril, y quise evitar el riesgo de un mal mayor. No me levanté hasta la una.

Por la tarde me disponía a salir, para enterarme en el instituto, de la marcha de los exámenes, y luego ir a visitarte; pero comenzó a llover entonces, y me abstuve de hacerlo. Lo que tengo es, como siempre, un enfriamiento cogido estas noches en que me he retirado tarde y he ido sin gabán. Tengo también algo sucio el estómago.

Anoche vino el médico y me mandó unos papeles de antipirina. Esta mañana he amanecido con poca fiebre. Estoy desesperado de pensar que esta tarde se examinan los hijos del médico; y me parece que no voy a poder ir al instituto.  Estoy por hacer una valentía, aunque la pague luego cara; y salir a la calle, más que nada porque no me es posible pasar un día más sin contemplarte.

Eloísa de mi alma, todas las contrariedades las sufro con resignación pensando en que tú me quieres. Teniendo la seguridad de tu cariño, me siento el más feliz de los mortales tu futuro y cada vez más apasionado, Justo.   

De carácter aprensivo, con un peso de poco más de sesenta kilos, y aspecto muy demacrado, Justo llegó a pensar que padecía tuberculosis. Plantado frente a un espejo, examinaba la blancura de su lengua buscando síntomas de la mortífera enfermedad.

El 9 de marzo su flamante novia consiguió que visitase a uno de los mejores especialistas estomacales de Madrid. El doctor Yagüe, que así se llamaba, pasaba consulta en la Plaza de Bilbao y le diagnosticó un grave desequilibrio nervioso, enterocolitis aguda y anemia.

Además de la correspondiente medicación, le prescribió «duchas escocesas» (aguas minerales a presión alternando temperaturas calientes y frías); fricciones de alcohol de romero aplicado con franela de la nuca a la rabadilla; un severo régimen alimenticio y algunas infusiones.

El tratamiento debió de hacer efecto; pues a principios de abril visitó el estudio de fotografía de la calle del Sol y le envió un retrato a su amada.

AMO. LJGS.

Mi adorada Eloísa: A ti, ángel de mis ilusiones, dedico esta insignificante muestra de amor. Es bien poca cosa dar mi retrato, la imagen de nuestro cuerpo, a quien ya se tiene dada por completo el alma y consagrados el pensamiento y la vida para siempre.

Cuando pases por él tus ojos, a la luz de tus hermosas pupilas, mi faz se animará irradiando la felicidad que me proporciona tu presencia. Sea esta fotografía, idolatrada Eloísa, prenda garante y firme, eterno testimonio del inmenso cariño que te profesa tu apasionado. Justo. Madrid, 2 de abril de 1911. Amador, Puerta del Sol, 13.

AMO. LJGS.

El fotógrafo Amador Cuesta Barrientos se había instalado en 1898 en el número 13 de la Puerta del Sol de Madrid; y Justo acudió acompañado de su madre y de su prima Eugenia. La vivienda estudio, que aún se conserva, era un ático con terraza emplazado en un quinto piso; y no es casualidad.

Los fotógrafos de la época montaban sus estudios en los áticos buscando la luz natural; en edificios que disponían de un ascensor que formaba parte del reclamo comercial. Me imagino a doña Ramona Soriano subiendo en aquel revolucionario artefacto. Al día de hoy, una placa en la puerta del edificio recuerda que Amador fotografió a los más destacados personajes de su época.

Puerta del Sol y Calle Preciados. Madrid. El edificio de la derecha es el del fotógrafo Amador.

El 18 de mayo de 1911 entregó la llaves de su anterior piso y el casero le devolvió veinte pesetas por los doce días restantes. Eso quiere decir que tres meses antes de la boda, Justo se trasladó al piso principal derecha de la Calle de la Madera número 33; con una renta anual de novecientas pesetas, pagadera por meses adelantados.

8 de mayo de 1911. Contrato de alquiler. AMO. LJGS.

El 26 de agosto de 1911, tras apenas seis meses de noviazgo, se casaron en la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena de Villasequilla de Yepes (Toledo), con todo el boato que doña Tomasa pudo desplegar. Ofició la ceremonia Isidoro Caballero Martínez, cura propio de dicha parroquia. Justo tenía 27 años y Eloísa 31.

Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena de Villasequilla de Yepes. Diputación de Toledo.
Boda de Justo y Eloísa. AMO. LJGS.

El Eco de Orihuela. Número 539 – 6 de septiembre de 1911: En Madrid ha contraído matrimonio con una elegante señorita nuestro paisano D. Justo García Soriano. Que sea enhorabuena.

Como se puede comprobar en el párrafo anterior, la noticia de su casamiento llegó a Orihuela tarde y mal ubicada. Dos meses después, su amigo Sansano estaba preparando el lanzamiento de un nuevo periódico y le escribía para hacerle un encargo. Su carta es el último documento localizado en 1911.

AMO. LJGS.

Sr. D. Justo García Soriano. Madrid. Muy queridísimo Sr. Mío: Manolo Gimeno me saludó en nombre de V. hace tiempo, me dio la dirección y le escribí felicitándole cuando recibí la grata nueva de su casamiento. ¡Cuánto me alegro de que el amor no le haya sembrado de espinas el camino de su vida! Salud pues, y a vivir.

Póngame a los pies de su señora, respetuosamente, devotísimamente. Le hice a V. un encargo en mi anterior —que estoy segurísimo de que no habrá recibido—pues me dio la dirección Gimeno verbalmente, y en mi memoria los números me martirizan ¡Qué calabacín más prodigioso!

Recibí hace tiempo una circular de una casa grabadora que se dedica a suministrar a los periódicos semanales que lo desean, grabados en simografía sobre asuntos de actualidad, por 10 ptas. mensuales.  Yo he de hacer en casa este mes que viene, el periódico Torrevieja, y forzosamente ha de llevar sus grabados, pues el contrato lo exige.

Se me perdió la circular e ignoro la dirección de la agencia gráfica, a V. no le sería difícil proporcionármela, preguntando por dicha agencia en cualquier casa grabadora. Si así lo hace, ¡cuán agradecido quedaré! ¡Pero ha de ser pronto!

A primeros del próximo tendré en casa una buena máquina; entonces terminaré mi libro para después publicar otro de poesías huertanas. Ya se enteraría V. de lo que hice con los pérfidos jesuitas. Di una lección a tiempo al P. Vigo y otra lección al amigo Ezcurra, que por más que le lanzo retos, se esconde cobardemente. ¡En buen lugar ha quedado el infeliz! ¡Bien se lo merecía!

Le adjunto una de las muestras que la agencia ya indicada me remitió, por si le es útil para las indagaciones. Perdone que le moleste; y en espera de sus gratas noticias le abraza muy afectuosamente su verdadero amigo  q. b. s. m. JUAN SANSANO. (Matasellada el 17 de octubre de 1911).

1912

Puerta del Sol. Madrid. Postal circulada en 1912.

El primer documento de 1912 se lo debemos también a Juan Sansano; quien lanzó un nuevo semanario en Orihuela el día 9 de abril. Confeccionado en su imprenta de la calle de San Pascual, en su cuarto número (aguantó seis) utilizó un cliché que conservaba de cuando García Soriano le prologó un libro de poemas, para publicar la noticia de su casamiento (en Madrid) con nueve meses de retraso.

El clarín. Número 1 – 9 de abril de 1912: Un periódico más. La prensa de información, el gran rotativo moderno, empresa mercantil sin otro objetivo que el lucro y la ganancia ha hecho creer a las gentes que el periódico, la prensa, no tiene otra misión que reseñar la última corrida de toros o el crimen del día. Craso error. La prensa tiene también otra misión que no es la puramente informadora, sino a la par crítica, fiscalizadora, sanificante en todo cuanto represente morbosidad social …

El Clarín. Número 4 – 4 de mayo de 1912.

Todo esto nos da idea de lo alejado que estaba nuestro biografiado de Sansano, de Rogel, de la prensa local y de Orihuela en general. Fallecido su padre y desplazadas su madre y su hermana, había perdido el contacto con su «patria chica».

En junio de 1912 el matrimonio dejó la calle de la Madera y se mudó al segundo derecha de la calle de la Luna número 15; un piso con balcones a la calle de la Estrella muy cercano a la casa de su suegra. El nuevo contrato de alquiler (en el que decía seguir siendo soltero, estudiante y tener 26 años de edad) lo firmó por tiempo ilimitado y ochocientas cuarenta pesetas de renta anual.

Enero de 1912. Recibo de alquiler. AMO. LJGS.
10 de junio de 1912. Contrato de alquiler. AMO. LJGS.

Allí vivían el flamante matrimonio, doña Ramona y una sirvienta llamada Petra, natural de El Barco (Ávila); uniformada con el típico vestido negro y el delantal blanco rizado. García Morales hizo una concienzuda relación del mobiliario que trasladaron a la nueva vivienda; la misma en la que él nacería año y medio después:

El dormitorio, de estilo inglés: cama muy baja de madera, con algunas incrustaciones metálicas; mesillas, igual que todo, muy angulosas; amplio lavabo con espejo, cajones y puertas, que guardaban de la vista los cubos y los grandes jarros de auténtica y quebradiza porcelana; el despacho, las estanterías torneadas y de pino sangrado y blanco; una parte del comedor, compuesto por un enorme y complicado aparador y por el trinchero, llenos los dos de galerías con boliches, cabezas de guerreros, espejos y excelentes mármoles rojizos de Novelda; sillas con asientos y respaldos de cartón piedra y, en las paredes, dos cuadros o naturalezas muertas de piezas de caza.

Para mí, lo más chocante era el salón de estilo inglés, como todo entonces, incluso nuestra reina Victoria, con muebles incrustados en hilo metálico; las butaquitas, lo mismo que lo demás, de madera de cerezo, tapizadas en terciopelo verde mar acanalado, muy incómodas por su inestabilidad y cerrada forma curvilínea; en particular el alto sofá de forma de jirafa, pues en la parte superior tenía un armarito con puerta de espejos tallados en los que brillaba el sol y se descomponían sus rayos en múltiples arcos iris.

Así mismo había otras piezas menos de moda, del estilo pobre isabelino del siglo XIX, chapadas de castaño y con asientos de enea procedentes de parte de la vivienda de mis abuelos paternos; incluso un sofá y hasta una mesita de rara y muy dura madera de olivo.

Se destacaba, como ornamento, una escultura de pequeño tamaño hecha por un viejo miembro de mi familia paterna, fray Miguel Moreno, que vivió en los últimos años del siglo XVIII y se entretenía en ejecutar lo que en tierras de Orihuela llaman «santirulicos»: imágenes devotas de un arte popular y casi folclórico. Representaba en este caso un niño Jesús sedente apoyado en una calavera; y ésta en una columna…

Agosto de 1912. Recibo de alquiler. AMO. LJGS.

En sus escritos, García Morales hace hincapié en la bondad como principal cualidad de su madre. La resignación y paciencia que demostró siempre con su marido, soportando sus breves y repentinos enfados con infinita humildad; y también sus achaques.

Ya hablamos del carácter aprensivo de Justo; propenso a imaginar enfermedades. Cuando Eloísa le sorprendía mirándose la lengua ante el espejo, lo hacía ella también ridiculizando sus muecas hasta que conseguía provocarle una carcajada.

En el verano de 1912, aquejado de reuma, visitó los baños de Mula; muy cerca de Pliego, localidad murciana donde estaba destinado su cuñado, el maestro nacional Pepe Linares, marido de Milagros. El jueves 25 de julio, Justo, su esposa embarazada y su madre llegaron al balneario. Cinco días después escribió a sus alumnos favoritos describiendo la experiencia.

Baños de Mula, martes 30 de julio del año de gracia 1912. Mis queridos amigos y discípulos Pedro y Antonio: Desde la tarde del pasado jueves, día 25, me encuentro en este poético balneario, a donde arribé en compañía de Eloísa y mi madre con toda felicidad. Me llevo dados ya cinco baños y, hasta ahora, aunque es prematuro, me parece que me sientan bien, pues me han despertado de tal modo el apetito que me las apostaría a engullir con los más voraces gastrónomos, aunque estos fuesen los Heliogábalos, los Gargantúas y Pantagrueles o el mismísimo sorbechuletas, tragafiletes y deglutejamones de Pedro Sainz Rodríguez.

Este balneario es un verdadero pueblo con calles, plazas y hasta iglesia. Además de los baños generales y de la fonda, hay quince o veinte pabellones con todo género de comodidades y esmerado servicio. En el que nosotros estamos instalados, hay quince cuartos repartidos en tres pisos y ocupamos el que tiene el número 13 (¡fatalidad!).

Tengo al lado del dormitorio el cuarto de baños, independiente; de modo que a las siete de la mañana, cuando me despierto, de traje de Adán, de la cama me meto en el baño, que consiste en una balsita de unos tres metros de larga, dos de ancha y otros dos de profundidad, por donde corre un raudal cristalino de una deliciosa agua a 38º. Me doy los baños de cuarto de hora, y luego vuelvo a la cama, donde me abrigo, tomo una buena taza de leche, transpiro y a veces duermo un rato.

Balneario de Mula. Postal coloreada.

Además del cuarto de baño tenemos tres habitaciones muy hermosas, dormitorio, comedor, cocina, retrete y despensa con vistas a un río muy pintoresco y a una alegre y espumosa cascada entre rocas y cañaverales. Todo el balneario está situado como en una hondonada o vallezuelo, entre lomas y colinas de aluvión y parece el resultado de un primitivo cataclismo geológico, siendo de admirar que en estos terrenos blandos, areniscos y cretosos, se vean esparcidos como por la mano de un cíclope o de un gigante enormes rocas de cuarzo y de piedra negra.

En torno de las casas del balneario hay huertos frondosísimos de naranjos, limoneros, granados y multitud varia de árboles y arbustos con no pocos jardines de bellas y olorosas flores. Hay un gran desnivel en todo, con una maraña de vericuetos y sendas que van de un punto a otro, con muchas casitas perdidas entre la espesura, que hacen parecer a este rincón el país pintoresco de un nacimiento. El agua corre por todas partes, y en los remansos se ven saltar las ranas y chapotear de los ánades y gansos…

Es imposible describir bien esto. Hay que verlo. Yo me acuerdo mucho de vosotros y me gustaría que estuvierais aquí conmigo. Ayer tarde hice una excursión por estos alrededores con mi cuñado y vimos sitios bellísimos, sobre todo una gruta con mil petrificaciones que me traían a la memoria mil recuerdos del mundo pagano. ¡Esto es naturaleza, poesía y vida a torrentes! Yo no sé si estas aguas llegarán a probarme; pero lo que ya es un hecho, estos aires puros han tonificado ya mucho mis nervios y me encuentro ágil y fuerte como nunca estoy en Madrid.

Publicidad de 1914.

El hospedaje, incluyendo el baño, nos cuesta quince reales diarios y comemos por nuestra cuenta, que nos resulta más barato que en Madrid pues el pan cuesta 0,15 el medio kilo; la carne 1,20 el kilo; los huevos, grandes y frescos, a 1,10 la docena; un par de conejos, seis reales y medio; dos pollos tres pesetas y la leche, muy rica, de cabras, vista ordeñar, a 30 céntimos el litro. Aquí hay varias tiendas que suministran de todo.

A pesar de que ahora no es la temporada oficial, no falta alguna animación y la concurrencia de bañistas. En el patio de este pabellón, que es amplísimo, todo embaldosado, con una farola en medio y galerías corridas, o en la puerta de la calle, también pavimentada, pasamos algunos bañistas largas sesiones. La gente joven canta, baila y se divierte y no faltan conciertos gramofónicos.

Yo he hecho amistad con un señor de Mula, llamado D. Diego de Molina Sánchez de Llamas. Tiene grandes conocimientos históricos, que aprovecha con verdadera monomanía en demostrar que proviene de la familia de los Laras y, por lo tanto en línea directa del rey García Ramírez de Navarra (1134-1150). Ha hecho muchas investigaciones en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, y viene sosteniendo un pleito para entrar en posesión del título nobiliario de sus ascendientes y de cuantiosos millones.

A la vista tengo un árbol genealógico que ha hecho con treinta y tantas generaciones y varias ramas laterales. Es un señor solterón, que ha llevado una vida aventurera novelesca y tiene una conversación amenísima, rebosante de anécdotas y erudición. Es un tipo curioso. Paso buenos ratos con él y he llegado a interesarle para que investigue el nacimiento, vida y muerte de Ginés Pérez de Hita, de quien dice tener muchos datos y documentos biográficos, que me facilitará. Un tesoro.

Yo leo aquí, los ratos perdidos, Nuestra Señora de París, monografías de historia literaria, preceptiva y hago papeletas; sobre todo me solazo leyendo un curioso y raro libro titulado “Resumen histórico de la revolución de España año de 1808 por el P. Maestro Salmón, del orden de San Agustín. Cádiz, Imprenta Real: año de MDCCCXII” ¿El P. Salmón figura en los episodios de Galdós? También tomo algunos apuntes de paisajes. Muchos cariñosos recuerdos de Eloísa, mi mamá, hermana y cuñado para vuestros papás y vosotros, y juntos con los míos el testimonio del cariño que os tiene vuestro fraternal amigo, Justo García Soriano.  

El famoso periodista murciano, José Martínez Tornel, afirmaba por esas fechas que, a pesar de tener menos prestigio que los de Archena o los de Fortuna, los baños de Mula eran la delicia de la gente pobre de los campos y la huerta de Murcia; que los murcianos tenían más fe en ellos que en todas las medicinas del mundo. Y que aunque éstos eran los menos, también acudía gente acomodada por el lujo de unas habitaciones que disponían de inmensos baños privados.

Cartilla Infantil Ángeles. AMO. LJGS.

El 11 de septiembre nacieron sus primogénitas; dos niñas gemelas a las que llamó María Eloísa y María de los Ángeles García Morales.

En esas fechas Madrid contaba con dos institutos de segunda enseñanza y decenas de colegios incorporados a ellos donde se cursaba el Bachillerato. Estos centros privados ejercían un control más exhaustivo sobre el alumnado; preparándolos principalmente para superar los exámenes y obteniendo así mejores resultados que los propios institutos.

Por entonces fundó, en la Costanilla de los Ángeles nº (espacio), en compañía del sacerdote D. (espacio) un Colegio – Academia con alumnos internos y externos, aunque sin dejar más que en parte sus clases particulares y aún en otro centro de Leganés, dirigido por un farmacéutico de aquel entonces tan lejano pueblo.

AMO. LJGS.

Gracias al documento anterior, a lo dicho por su hijo sólo puedo añadir que el colegio-academia se llamaba del Cardenal Cisneros, y que estaba incorporado al instituto del mismo nombre. Dicho documento nos permite conocer también el nombre que García Morales dejó en blanco: Miguel Rodríguez Cobo, presbítero.

Buscando publicidad del centro en la prensa de la época he encontrado muchos otros con variopintos nombres religiosos: Colegio Teresiano, de San José, de San Miguel, Juana de Arco, Nuestra Señora de las Nieves, de Fernando el Santo…

Montaje con varios anuncios entre los años 1912 y 1914.

He localizado uno que funcionaba simultáneamente y tenía el mismo nombre: Colegio del Cardenal Cisneros; pero estaba incorporado al otro instituto; al de San Isidro. Y otro, el de San Ignacio, ubicado también en la Costanilla de los Ángeles e incorporado al Cardenal Cisneros. Pero del colegio dirigido por Justo, nada.

Y con esto termino por el momento este capítulo.

Enlace al siguiente capítulo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.

Justo García Soriano. 13. 1909.

Enamorado de la vida madrileña, y perdido en su torbellino, fui aplazando indefinidamente unas oposiciones a cátedra, cuyo triunfo significaba mi destierro de la corte. Pasaron veloces los años. Murió mi padre, se deshizo mi familia y quise crearme otra…

Justo García Soriano. «Noticia crítica y autobiográfica».

Madrid. Puerta del Sol en 1909

Año 1909.

La Huerta. Número 491 – 5 de enero de 1909: Hemos, antes de nada, de felicitar a nuestros lectores y desear que el presente año de 1909 sea para ellos el colmo de la prosperidad y suerte. Un año más surge ante nosotros envuelto en el velo misterioso de incierto porvenir; ¿Quién sabe lo que nos traerá de bueno o de malo?…

Para «La Huerta», antigua fuente de ingresos de nuestro biografiado, fue malo. Agonizó los dos primeros meses convertido en semanario, y desapareció para siempre. Su fundador, José Escudero Bernicola, pasó a dirigir el diario alicantino «El Progreso».

El «Café de Madrid» en 1909.

Empezamos un año muy pobre en documentación. En el apartado de correspondencia sólo una carta de amor; en el de prensa un larguísimo artículo… Y poco más.

En la entrega anterior dejamos a Justo padeciendo «una larga enfermedad que le obligó, durante mes y medio, a suspender y abandonar toda clase de trabajos mentales». Una vez recuperado, publicó en «La Iberia» otra carta abierta destinada a Peñaranda y titulada «Resucitemos el «affaire» … Para terminar»

Dividida en 25 entregas, se mantuvo durante más de un mes estirando el tema en exceso. Ante la ausencia de otro material, voy a transcribir generosos fragmentos del «affaire» entre Justo y Peñaranda; eliminando lo más infumable.

Pienso que puede servir para profundizar en el pensamiento científico y el sentimiento religioso de Justo; como siempre, un tipo moderno y bastante avanzado para la época.

El criterio de selección y eliminación de los textos es mío; pero siempre tenéis a vuestra disposición la totalidad de los artículos en la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.

La iberia. Enero-Febrero de 1909

La iberia. Número 473 – 27 de enero de 1909: Hoy comenzamos a publicar un extenso e interesante trabajo debido a la brillante pluma de nuestro ilustrado colaborador y querido compañero D. Justo García Soriano. Resucitemos el «affaire» … Para terminar. 1. Introito y «memorándum».

Tal vez recordarán los memoriosos y asiduos lectores de LA IBERIA un artículo mío al que, bajo el epígrafe de «Carta abierta», este imparcial y hospitalario periódico dio cabida con hidalga generosidad en las columnas de sus números correspondientes a los días 12 y 13 de Noviembre próximo pasado.

Era mi pobre trabajo una modesta ofrenda de sincero agradecimiento, tributada por mí con entusiástica y efusiva espontaneidad, a un sujeto que ha publicado en La Huerta sus primeros pinitos y escarceos literarios bajo el pseudónimo de P. de Peñaranda, y el cual me había dedicado una poesía, con toda la «santa intención» de que son capaces ciertas candorosas y beatíficas gentes. 

Estaba inspirado mi artículo, a pesar de esto, en nobles sentimientos de ingenua gratitud, en la alteza de miras y en la franca expresividad que pongo yo en todos mis escritos. Por lo demás, ahora reconozco (al recordar la moraleja de la fábula de Iriarte «El naturalista y las lagartijas») y sin rebozo confieso, que al escribirlo cometí dos graves yerros, dos enormes pecados de los que tengo que arrepentirme muy de veras:

1° Mi excesiva benevolencia en tributar indebidamente sinceros elogios a Peñaranda; y 2° el inmejorable propósito que me movió a tomarme el inútil y desestimado trabajo de hacer, con juicio no menos sincero, a este individuo algunas ligeras observaciones sobre la composición poética que dedicarme le plugo. Todo ello sin dejar ni un solo instante de emplear la forma correcta y la exquisita cortesía a que me obliga mi buena educación, de la que he procurado hacer gala en todas las ocasiones (1*).

1* (—«¡Oh agradable desencanto! Allí donde creí encontrar fulminaciones terribles…—confiesa Peñaranda—sólo hallé palabras cariñosas de gratitud inextinta, etc». ¿Por qué esperaba o creía encontrar allí tales fulminaciones? ¿Qué motivos tenía para formar estos perjuicios denigrantes, esta ofensiva prevención contra la buena crianza de un «respetable y distinguido amigo» a quien hubo de juzgar digno de dedicarle unos versos?¿No revela esto evidentemente la verdadera intención de Peñaranda?).

Más estas imperdonables faltas mías no quedaron impunes; sino que Peñaranda las dio su merecido muy cumplidamente. La Huerta, que se había negado a publicar mi artículo, apresurose en cambio, de muy buena gana a insertar en sus columnas otra «Carta abierta», réplica biliosa con que el petulante escritorzuelo pagaba amostazado mi bonachona y culpable flaqueza de no haber yo rechazado con un despectivo silencio, la subterránea y solapada poesía que me dedicó.

Enojo y despecho injustificados inspiraron la respuesta de Peñaranda; y era, por ende, una salida de tono chocarrera, pretenciosa, saturada de reticencias ofensivas y de encubiertos alfilerazos; por lo que al leerla no pude evitar una prolongada sonrisa, conmiserativa e indulgente. Fue mi primer impulso desoír piadosamente, desdeñar la destemplada epístola de este terrible impugnador con que me he topado de manos a boca, pues el silencio es la mejor respuesta para ciertos escritos, a los que prestarles atención es hacerles un favor y darles una importancia que no merecen por ningún respecto.

Sin embargo, las instancias de algunos amigos torcieron mi resolución y decidí descender hasta el terreno de la disputa a que se me provocaba. En esto, una larga enfermedad que me ha obligado durante mes y medio a suspender y abandonar toda clase de trabajos mentales, me impidió que pusiera en práctica inmediatamente mi nuevo propósito. Hoy, ya restablecido de mi dolencia, he de cumplir lo que para mí es un serio compromiso contraído y con este objeto habré de resucitar la vieja y olvidada cuestión, aunque parezca ya perdida la oportunidad.

A causa de la índole de estas enojosas y estériles controversias, este artículo habrá de ser forzosamente mucho más extenso de lo que, tanto los benévolos lectores como el propio articulista, habrán de desear; mas por ello pido indulgencia a todos; dando en prenda mi palabra de honor de no reincidir en estas latas y tediosas disertaciones. JUSTO GARCÍA SORIANO (Continuará).

La iberia. Número 474 – 28 de enero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar II. «Represalias, plagios y otras gollerías». Lo primero que salta a la vista en la chabacana epístola «peñarandesca», es el ridículo purito que muestra su autor (llevado sin duda de su constante afán de plagiarlo todo) de remedar de un modo burdo el suave ironismo que él ha entrevisto en mi «carta abierta». Todas las imitaciones son cursis y revelan impotencia invencible.

La ironía, cuando es discreta y socrática, cuando es un exquisito y refinado aticismo, indica delicadeza, «spirit» y buen gusto; mas cuando es una forzada represalia, degenera en bufonesca mimesis, en soez chocarrería…

La réplica de Peñaranda, más que una justificación, apología o defensa de sus versos (explicable aunque infundada en este caso), es una represalia, una mezquina venganza que quiere vengarse de mi crítica y de las ironías que supone latente en mi artículo. Es el socorrido, pueril y desacreditado: «más eres tú».   

La iberia. Número 475 – 29 de enero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar II. «Represalias, plagios y otras gollerías». Seguidamente, y a vuelta de zalemas, protestas, rectificaciones, desplantes y gallardías, acaba por referirnos una anécdota sabrosísima, sólo para darnos a entender (¡modestias aparte!) que  él no rechaza mis alabanzas por irónicas o hiperbólicas que sean, ya que es muy contingente y verosímil que encierre dentro de sí un genio en embrión.

¡A la orden, mi general! ¡Pobrecillo; tan joven y ya sin abuela! Yo deploré y sigo deplorando que mi muy querido amigo y colega eligiese para asuntos de la poesía que tuvo la amabilidad y la exquisita deferencia de dedicarme, un tópico muy manoseado. Y el suspicaz y puntilloso Peñaranda, que nada pasa en silencio, que replica a todo larga y minuciosamente, se guarda muy bien de responder a mi afirmación de que su poesía es una fiel imitación de «La tempestad», el famoso fragmento de los «Cantos del Trovador» de Zorrilla…

La iberia. Número 476 – 30 de enero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar III. «El antropomorfismo pagano de Peñaranda y mi religiosidad». De la poesía de Peñaranda se desprende literalmente la afirmación de que «el Hacedor airado se oculta detrás de una nube para arrojar rayos y centellas, para inundar las praderas y la pobre cabaña del infeliz bracero, en llanto y confusión (ripio), para aterrorizar al hombre y para desgajar y hacer temblar al tilo (realmente, todo esto no es más que cuestión de tila)».

Lo mismo hubieran dicho, divinizando las fuerzas naturales, un poeta pagano, cualquier filósofo gentil y todos los idólatras antiguos. Ahora bien; yo censuré este disparatado y absurdo supuesto, este concepto monstruoso de la Divinidad, porque se resiente de paganismo y antropomorfismo, porque es contrario a la razón y, por consecuencia, a la sublime espiritualidad de la religión cristiana. Mas Peñaranda, empleando «er professo» su estrategia poco noble de torcer y tergiversar malévolamente el recto sentido de mis frases, ha tratado de sacar partido de las censuras que dirigí a sus gentílicas expresiones, para tildarme con la nota calumniosa de impío y de ateo.

¿Intenta acaso actuar conmigo de Eurimedón o de Anytos porque sabe que no faltarían 30 tiranos que me condenaran de buena gana a beber la cicuta como a Sócrates? Es ardid que no sirve más que para poner de relieve las torcidas intenciones y las malas artes de quien lo emplea, el tratar insidiosamente de incitar contra uno el fanatismo de los ignorantes…

Orihuela en 1909.

La iberia. Número 477 – 1 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar III. «El antropomorfismo pagano de Peñaranda y mi religiosidad». Inocente y pueril me parece el maquiavelismo de Peñaranda liándose por buscar en mí «Carta abierta» pruebas y testimonios de mi impiedad.

¿Habré ahora de entonar el Credo? Si la educación religiosa que me dieron mis padres no me hubiese sido más que suficiente, mis estudios filosóficos me hubieran llevado derechamente a la convicción de la existencia de Dios, de una Causa Primera, cuya idea, más o menos perfecta, está grabada en el alma de todos los hombres.

De ninguna de las afirmaciones, que dejé consignadas en mi ya famoso artículo, se deduce lógicamente mi impiedad ni menos mi ateísmo; sino todo lo contrario: que creo en Dios más que Peñaranda, o por lo menos, que mi concepto de la Divinidad es más puro y elevado y más conforme con la religión cristiana que el suyo; pues yo, a pesar de todas mis «extravagancias» y toda la «ignorancia religiosa» que él me imputa, hubiese sido incapaz de proferir las monstruosidades gentílicas que contienen sus versos, y no hubiera definido nunca a Dios con la censurable inexactitud y con el criterio herético con que lo ha hecho Peñaranda…

La iberia. Número 478 – 3 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar IV. «La ciencia, la fe y la poesía». Peñaranda finge maravillarse de que yo escribiera que «los progresos científicos han sido terribles para la fe y la poesía». Al decir fe, claro está que no me refería a las verdades dogmáticas (las cuales atañen más principalmente a la razón); sino a las groseras y supersticiosas creencias del vulgo y a aquellas otras «tradiciones piadosas» que no afectan a la esencia del Dogma.

La pobre Humanidad ha permanecido sumida, por muchas miríadas de años, en la idiotez salvaje y en el embrutecimiento de la ignorancia. Caminaba, sí (el progreso indefinido es la ley de su desarrollo) pero hasta hace pocos siglos su caminar era tan lento que parecía condenada a una inmovilidad eterna. Incesantemente zozobrada en su marcha imperceptible, recordando a cada paso su origen y su atavismo animal, su bestialidad primitiva.

Sus primeras manifestaciones racionales se cifraron en la admiración estúpida de los agentes físicos que le favorecían o que le perjudicaban; y entonces juzgándolos sobrenaturales, los divinizó y les tributó un culto de idolatría. El hombre no ha hallado un poco de luz, sino después de haber andado mucho tiempo envuelto en las tinieblas.

La experiencia fue poco a poco labrando y fecundando el humano entendimiento; los más observadores, remontándose de los efectos a las causas, comenzaron a explicarse muchos fenómenos, antes indescifrables y misteriosos, y echaron los cimientos, sin imaginarlo ellos mismos, al sólido y admirable edificio de nuestra Ciencia actual.

Todo nuestro caudaloso saber, es la energía acumulada por cuantas generaciones nos han precedido. Esta es la obra maravillosa y meritísima de la Civilización. Ella vence siempre a la postre; mas ¡cuántos obstáculos y rémoras encuentra siempre a su paso! ¡Cuánto cuesta roturar y abrir los cerebros a la luz de la verdad! La ignorancia, las supersticiones, los errores tradicionales, los intereses creados, la pereza estacionaria y la inercia mental de las gentes, dificultan su rápido avance, pero no impiden su marcha triunfal y victoriosa…

La iberia. Número 479 – 4 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar IV. «La ciencia, la fe y la poesía». Copérnico persuadió a los hombres del engaño a que los había inducido una ilusión óptica, por la que creían que el Sol se movía en torno de la Tierra, según aseguraban Ptolomeo y todos los escolásticos. El glorioso astrónomo polonés demostró plenamente la diferencia entre los movimientos verdaderos y los aparentes de los astros, probando que la Tierra giraba sobre su eje y alrededor del Sol.

Esta inconcusa verdad científica que divulgó en sus obras «De motu octavae Spherae» y «De Revolucionibus», le pareció al Papa Julio II una gran impiedad por estar en contradicción con las Escrituras, sobre todo con el célebre pasaje de Josué; y condenó por herético el sistema de Copérnico. El gran Galileo, sirviéndose del telescopio que él inventó, comprobó en todas sus partes la certidumbre de este sistema y lo defendió con gran entusiasmo en su «Diálogo».

Un fraile petulante y envidioso y el jesuita cardenal Bellarmín le denunciaron a la Inquisición como hereje, por defender los principios astronómicos de Copérnico. Entonces, el Papa publicó un decreto el 21 de junio de 1633, conminando a Galileo a abjurar de su sistema y condenándolo a prisión por todo el tiempo que les pluguiera a los Cardenales inquisidores.

El ilustre astrónomo, a los 70 años de edad, atormentado por las persecuciones y el encarcelamiento, enfermo y ya medio ciego, se vio obligado a adjurar de rodillas ante el tribunal de la Inquisición su supuesta herejía para poder escapar de la hoguera con que se le amenazaba. En aquella ocasión fue cuando pronunció «sotto voce» la célebre frase: «E pur si muove»; «a pesar de todo, la Tierra se mueve».

… La posteridad, más sensata, les ha hecho cabal justicia, dándoles la gloria y tributándoles el homenaje que merecen sus genios portentosos, por haber abierto a la ciencia luminosos derroteros desconocidos hasta entonces. Además los ha incluido en la interminable lista de los mártires sacrificados, vejados y perseguidos por el estúpido fanatismo.

La iberia. Número 480 – 5 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar IV. «La ciencia, la fe y la poesía» .…Si los felices inventores del telescopio, del microscopio, de las propiedades del oxígeno, del vapor y de las locomotoras, de la fotografía, del teléfono, del micrófono, de la lámpara eléctrica, del fonógrafo, de los rayos X, del telégrafo sin hilos, del aeroplano y del «radium», respectivamente, hubiesen vivido y hubiesen realizado sus inventos en España durante el siglo XVII, seguramente hubieran sido considerados como brujos y nigromantes; y después de habérseles exorcizado muy bien por endemoniados y posesos, se habría celebrado un solemne auto de fe para achicharrarlos muy católicamente y «ad majorem Dei gloriam», revestidos con sus correspondientes sambenitos, en una plaza de Valladolid, de Madrid o de Sevilla, ante la augusta majestad (majestad y lenguaje se escriben con j ¿estamos?) de los monarcas y todas las comunidades religiosas de la ciudad.

Si el muy reverendo inquisidor general Fr. Tomás de Torquemada hubiera visto por las calles de Madrid correr un automóvil o funcionar un cinematógrafo, ¿qué hubiera pensado, a pesar de todas sus teologías, de estos ingeniosos artefactos y qué hubiese intentado hacer con sus maquinistas para purificarlos y recompensarlos debidamente?

Más, infinitamente más, han hecho en bien de la Humanidad todos estos sabios inventores, a quienes debemos admiración y agradecimiento eternos, que todos los metafísicos y teólogos del mundo, habidos y por haber, que nos han fastidiado y nos fastidiarán soberanamente con sus especulaciones quiméricas, con sus disquisiciones y disputas baladíes, con sus fanáticas intransigencias y con sus cándidas argucias y sutilezas sofísticas.

La iberia. Número 481 – 6 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar IV. «La ciencia, la fe y la poesía». Las vulgaridades científicas que aduje en mi «Carta abierta» le han parecido a Peñaranda «puras extravagancias y palabrería huera». Con esto no hace más que patentizar su ignorancia supina y su crasa incultura en las ciencias físico-naturales. Y luego me pide «argumentos más sólidos y razones más contundentes».

¡Como si en un artículo periodístico por extenso que sea, hubiera suficiente espacio para ello! Mas ya que parece desearlos, los encontrará tan sólidos, tan contundentes y tan copiosos como pueda apetecerlos en las sabias y acreditadas obras que a  continuación enumero, cuya lectura recomiendo muy mucho a nuestro pequeño teólogo, pues buena falta le hace.

«Dios en la Naturaleza», de Flammarión; los «Ensayos sobre religión», de Stuart Mill; «El mundo como voluntad» de Schopenhauer; la «Clasificación de las Ciencias», de Agassiz; «Los discursos de la Universidad de Oxford», de Tyndall; «Origen de los géneros y las especies», de Wallace; «Los zapadores de la evolución», de Hulxey; «Historia natural de los animales invertebrados», de Lamark;

«Origen de las especies» y «Origen del hombre», de Darwin. (Hace muy pocos años se descubrió en unos terrenos terciarios de la isla de Java, unas osamentas fósiles de mamíferos, las cuales, después de estudiadas con gran detención por los más sabios antropólogos,  hubo de reconocerse pertenecían a una especie de seres anatómicamente intermediarios entre el mono y el hombre…).

«Historia de la creación» y «Los enigmas del Universo» de Haeckel; «Creación y Evolución», de Spencer; «Ciencia y Naturaleza» y «Fuerza y Materia», de Büchuer; «La Metafísica y la Ciencia», de Vacherot; «La vida de Jesús», de David Strauss; y, sobre todo, los libros recientes «Conflictos entre la Religión y la Ciencia», de Draper, y «Le fracas de Dieu» de F. Recluss.

La iberia. Número 482 – 8 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar IV. «La ciencia, la fe y la poesía». Léalas, léalas con ánimo sereno y frío, con un recto criterio, exento de prejuicios sectarios de prevenciones de Escuela, sin apasionamientos hostiles, sin temores ni animosidades; ninguna de estas obras es atea, pues en todas ellas se admite, se reconoce la existencia de una Suprema Causa, de un eterno principio vital, de una substancia primordial, espíritu motriz o agente animador del Universo.

Son la expresión más feliz y admirable del poderoso esfuerzo de titán y de las conquistas científicas, que en estos últimos siglos ha realizado el entendimiento humano; el cual puede ya vanagloriarse de haber alzado el misterioso velo de Isis y de haber borrado definitivamente la enigmática inscripción del templo de Tebas. En cuanto a la Poesía, es evidente que era más fecundo su cultivo en las edades patriarcales y en aquellos tiempos heroicos, cuando el hombre, ofuscado ante el espectáculo magnífico y entonces incomprensible del Universo, tendía ávidamente y sin freno las alas de su imaginación, aún niña, por las regiones deslumbrantes y mágicas de la Quimera.

… Estos tiempos escépticos y positivistas, del cálculo razonador y del frío análisis, son por desgracia prosaicos, terriblemente prosaicos. La poesía es arte de imaginación sobre todo; y ésta disminuye conforme la razón y la reflexión aumentan.

…Ahora solo son poemas las ecuaciones algebraicas, las leyes físico-matemáticas que determinan el desarrollo de la industria y las operaciones financieras, lucrativas y favorables, que se anotan en el libro mayor. ¡Pobres poetas! Ya no son oráculos, ni favoritos de reyes, ni amantes de rubias princesas, ni nadie cree en sus bellas ficciones, en sus sonorosas ruinas, en sus brillantes imágenes, en sus atrevidas metáforas.

Estas insensibles, egoístas y escépticas gentes de ahora, suelen encogerse de hombros, cuando no sonreírse irónicas y desdeñosas, ante los amenos desatinos y los delirios dulces y embriagadores de los anacrónicos portaliras…

La iberia. Número 483 – 9 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar IV. «La ciencia, la fe y la poesía». ¿Quiere esto decir que haya muerto el arte sagrado de Apolo y de sus hijas las Musas? No. Todo lo bello es inmortal.

Lo que ocurre es que la poesía, como todo, ha sufrido una profunda transformación en su esencia casi. La Ciencia, invasora siempre, ha ido escardando sus frondosidades superfluas y ha restringido sus dominios; pero lo que ha perdido en vaguedades y en extensión, lo ha ganado en lozanía y en intensidad de sentimiento.

V. Un poco de metafísica. El «vacío infinito». Después, el Sr. Peñaranda, con el único fin de no dejarme por mentiroso seguramente, ya que yo había dicho de él que es «un agudo y sutil filósofo», quiere patentizarlo y, a pretexto de corregirme una aparente contradicción, una supuesta «impropiedad de palabras», se me arranca muy formalito por metafísicas. ¡Ja! ¡ja!— «Metafísico estáis»— Como decía el caballo  del Cid a Rocinante por boca del manco inmortal: ¡La metafísica! Bonita ciencia para hacer juegos malabares.

No obstante, Peñaranda, al escribir versos no sigue el consejo zumbón y humorístico dado por Campoamor a los poetas noveles. —No me olvide usted la metafísica. Sin metafísica no encontrará usted… ni consonantes.

La iberia. Número 484 – 10 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar. V Un poco de metafísica. El «vacío infinito». La revancha metafísica de Peñaranda ha sido aplastante y triunfal. Con su vista perspicaz y escrutadora de lince aristotélico, ha creído cazarme al vuelo otro lunar de tanto o mayor bulto que su «Hacedor airado» de marras, para que ya no tenga yo que ser menos que él en achaques de lunares.

Sin embargo, Peñaranda, indulgente, dulzarrón y benévolo como los propios ángeles, termina por confesar que la viga que parecía haber en mi ojo, no es tal viga, sino una pequeñísima y casi imperceptible paja.

El Sr. Peñaranda, que sabe muy bien coger el rábano por las hojas cuando le conviene, trata de demostrarme con sus metafísicas trasnochadas, que ningún filósofo debe decir «vacío infinito»; porque es contradictorio, y que «a ninguno se le había pasado por las mientes unir estas dos ideas metafísicas, que se repelen por naturaleza». Peñaranda sólo ha estudiado su «Padre Ceferino», ha leído un poquito de Balmes y del P. Suárez…

…Sólo con el pobre bagaje de estas vagas ideas, Peñaranda ha creído ya penetrar en todos los arcanos metafísicos y abarcar de una simple ojeada todo el largo y accidentado camino, que hasta la hora presente ha recorrido, de derrota en victoria, la Filosofía…

La iberia. Número 486 – 12 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar. V Un poco de metafísica. El «vacío infinito». Evidentemente que al decir «vacío» me refería al «espacio cósmico», que otros llaman el cielo. Debo aclarar y puntualizar el verdadero, el justo sentido que se desprende de una frase, el que lógicamente le habrá dado el que haya leído mi artículo sin hostilidad, y no con la torcida intención y el perverso afán de buscar en todo la parte más vulnerable, el flanco más expugnable, y de encontrar defectos a todo trance, a fin de poder saciar su apetito torpe y desordenado de venganza.

… Es manifiesto que sólo daba a esas dos palabras una acepción relativa y física; y de ninguna manera el sentido absoluto y metafísico que, tergiversadamente, ha querido atribuirles Peñaranda para darse el caritativo gustazo de sacarme a relucir una supuesta falta y pedir por ello un poco menos que se revoque mi título académico (Doctor en Letras) que tengo conseguido y ganado en muy buena y brillante lid; y que me han otorgado, sancionado y refrendado, muy ilustres y sapientísimos maestros.  

De las entregas contenidas en los números 487, 488, 489, 490 y 491, publicadas el 13, 15, 16, 17 y 18 de febrero, completando el encabezamiento «V Un poco de metafísica. El vacío infinito», no he transcrito nada. Son infumables y están dedicadas en su totalidad a justificar en todos los planos la utilización del término «vacío infinito».

El mismo García Soriano, como broche al capítulo, afirmó: «Me parece que está más que suficientemente aclarada la cuestión. Basta ya de tanta «vaciedad», pues también está resultando «infinita» y me va a faltar «espacio».

La iberia. Número 492– 19 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar. VI El «Hacedor airado». En efecto: Peñaranda se fue por las ramas, como me estaba esperando. Pero el escape de tangente que ha encontrado no puede ser más torpe ni burdo. Según asegura, muy serio él, decir «Hacedor airado» no es proferir una blasfemia, ni es emplear una expresión gentílica, de grotesco y bárbaro antropomorfismo, sino que es «una secuela necesaria, una impedimenta de nuestro modo de ser».

¡Bravo! Será sólo una secuela, una impedimenta del modo de ser de Peñaranda; mas por eso no debe cargar con tan degradante y poco lisonjero mochuelo a los demás seres racionales. ¡Allá él se las componga con sus secuelas e impedimentas!… Porque yo, por mi parte, con mis cortas luces, con toda mi «ignorancia religiosa», con toda mi supuesta impiedad (y conmigo todos los teólogos cristianos), jamás me hubiera atrevido a predicar de Dios la ira, por entender con toda lógica y evidencia que con ello se infiere un grave y grosero ultraje al que es la Suma Bondad…

La iberia. Número 493– 20 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar. VI El «Hacedor airado». Porque decir de un ser espiritual o incorpóreo que tiene «manos», si bien a todas luces una impropiedad absurda y censurable, no guarda ninguna paridad con la contradicción monstruosa e irreverente que implica el atribuir a un Ser infinitamente perfecto una gran imperfección.

Insisto pues en que decir «Hacedor airado» es proferir una blasfemia horrible y un disparate mayúsculo, que debe avergonzar, no sólo a un filósofo y a un teólogo como Peñaranda, sino a cualquier cristiano que tenga sentido común. Mi silogismo, que es en efecto «un descomunal y terrible» argumento «ad hominem», no admite vuelta de hoja y ha colocado a Peñaranda entre la espada y la pared.

He aquí la réplica «dialéctica» (¡es un decir!) que da Peñaranda a mi silogismo: — «Concedo las premisas mayor y menor, y la consecuencia, pero niego el supuesto». El supuesto es: «Peñaranda ha dicho que la furia y el horror de una tempestad son señales de que está el «Hacedor airado».

Negar esto, después de haber concedido la consecuencia de mi silogismo («el Hacedor no puede estar nunca airado»), equivale a negar que él escribiese tal frase o a confesar que no quiso escribir semejante absurdo, aunque cometió el error de escribirlo. Este último es la fija, esto es, donde digo digo, no digo digo sino que digo Diego. ¿Ven ustedes qué argucia tan hábil y qué chico tan listo?… Él llegará, él llegará a… general.

La iberia. Número 494– 24 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar VII. La leyenda del ateísmo y la «filosofía positiva». A continuación nos enjareta Peñaranda cuatro lugares comunes y cuatro vulgaridades ramplonas de librito de texto, para concluir, a lo que parece que todo el maravilloso movimiento filosófico contemporáneo es panteísta y ateo.

Esto es falso de toda falsedad. La insidia malévola, la ñoñería capciosa o la ignorancia supina de algunos sectarios han supuesto ateos a los más ilustres filósofos modernos, únicamente porque no comulgan en sus mismos principios…

… Ninguno de los grandes pensadores del siglo XIX, por avanzados o incrédulos que sean, han negado la existencia de una «Primera Causa», de un poder creador u ordenado, de «la gran X», «el inescrutable X», como llama Spencer a Dios, ante cuya inmensa y misteriosa majestad, que traspasa con su enigma sublime los límites de la finita inteligencia del hombre, han humillado e inclinado, en silencioso respeto, sus gloriosas cabezas todos los genios del racionalismo y del positivismo modernos…

…Voltaire, el gran apóstol de la tolerancia y del racionalismo en el siglo XVIII, consigna en su ya citado «Diccionario filosófico» la hermosa frase siguiente: — «Al conocer mejor la obra admirable del Universo, hemos reconocido al Supremo arquitecto, y sus leyes uniformes y constantes nos han hecho reconocer un supremo legislador».

La iberia. Número 495– 25 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar VII. La leyenda del ateísmo y la «filosofía positiva». Goethe, el excelso poeta, el gran positivista-panteísta, ha hecho la definición más hermosa y elocuente de Dios en la respuesta que Fausto dio a Margarita, cuando ésta le preguntaba asustada: — ¿Tú no crees en Dios?» — «No interpretes mal mis palabras, ángel mío. ¿Quién osaría nombrarlo y decir: creo en Él y lo conozco? ¿Quién se atreverá nunca a exclamar: no creo en Él?

El que todo lo posee, que todo lo contiene, ¿no te contiene a ti y a mí y a él mismo? ¿No ves extenderse sobre nuestras cabezas la bóveda del firmamento, dilatarse aquí abajo la tierra y moverse los astros eternos contemplándonos con amor? ¿No atraen tus ojos a los míos y no afluye entonces toda nuestra vida al cerebro y al corazón? ¿Un misterio eterno, invisible a la vez que visible, no atrae mi corazón hacia el tuyo?

Pues llena tu alma con este misterio, y cuando experimentes la felicidad suprema, pon a tu sentimiento el nombre que quieras, llámale dicha, corazón, amor, Dios. Lo que es yo, no sé cómo llamarlo. El sentimiento lo es todo, los nombres no son sino vano ruido, humo que obscurece la claridad del cielo».

Desde que el criticismo de Kant ha demostrado los límites de la inteligencia humana, imposibilitada para conocer nunca las cosas en sí, no podrá pensar en definir mejor y más humanamente el concepto de Dios.

Ampère, el físico inmortal, dejó consignada en su Diario esta religiosa admonición: —Trabaja en espíritu de oración. Estudia las cosas de este mundo, es el deber de tu estado; pero no las mires sino con un ojo, que el otro esté constantemente fijo en la luz eterna. Escucha a los sabios, pero con una sola oreja; la otra que esté siempre dispuesta a recibir los dulces acentos de tu amigo celeste.

Escribe con una mano; con la otra agárrate al vestido de Dios, como el niño al de su padre; sin esto te romperías la cabeza contra cualquier piedra. Estas palabras hubieran podido firmarlas San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Al místico más exaltado, en uno de sus extásicos arranques, no se le hubiera ocurrido decir más.

La iberia. Número 496– 26 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar VII. La leyenda del ateísmo y la «filosofía positiva» …Darwin, inmortal fundador del sistema científico que lleva su nombre, denominado también transformismo, dice en su famoso libro «El origen de las especies»: «Yo opino que lo que sabemos de las leyes impuestas a la materia por el Creador se armoniza mejor con mi hipótesis que con ninguna otra; ¿No es una verdadera grandeza en esta manera de contemplar la vida con las energías diversas concedidas primitivamente por el Creador a un pequeño número de formas y aun a una sola?» …

Spencer, padre de la moderna filosofía evolucionista, en sus «Principios de Sociología» se expresa así: «Solamente hay una verdad; que vendrá a ser cada vez más luminosa, que existe un Ser inescrutable, manifiesto en todas partes, del cual no podemos concebir el principio ni el fin. En medio de todos los misterios, se levanta una certidumbre absoluta, a saber: de que estamos sin cesar en presencia de la Energía infinita y eterna, de donde todas las cosas proceden».

La iberia. Número 497– 27 de febrero de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar VII. La leyenda del ateísmo y la «filosofía positiva». Krause, el anatematizado Krause, el portentoso paladín del «racionalismo armónico» a cuya escuela da nombre, escribe, como lo haría un Padre de la Iglesia, estas profundas palabras en su obra el Ideal de la humanidad: «—Así como Dios es un solo Dios y la Humanidad bajo Dios es solamente una Humanidad, así también Dios, como el Ser Supremo sobre el mundo, funda con la Humanidad una relación divina. Dios o el Ser Supremo es el fundamento de la vida, en quien toda vida finita tiene su fuente y tendrá su plenitud última, etc. etc.»

Un libro se podría llenar con citas como estas, todas las cuales vendrían a demostrarnos palmariamente que el ateísmo y la irreligiosidad de los sabios y filósofos modernos más avanzados, es una leyenda, una pura novela ya harto desacreditada. Lo que ocurre es que el pensamiento no puede estancarse, como quieren esos cerebros fósiles, que se han petrificado en la «Summa» de Santo Tomás, o en el «Realismo teológico» de Duns Scoto.

Las ideas no pueden cristalizarse en ninguna época ni en ningún libro, porque nadie puede presumir de poseer la verdad absoluta. Las ideas están siempre en perpetua crisis, en continua rectificación, adaptándose a todas horas a la marcha evolutiva, al caminar incesante y progresivo de los siglos.

El espíritu debe ser expansivo y transigente, abierto con ingenuidad a todo avance y a toda reforma racional. Van pasando ya a la Historia aquellos tiempos en que la teología y la metafísica, enmoheciendo las inteligencias, castrando toda energía e iniciativa cerebral con la abrumadora coyunda y los angostos moldes del rutinarismo escolástico medioeval, querían hacerse señoras exclusivas de los espíritus.

…Sin embargo nunca podrán la filosofía positiva y la ciencia en general, combatir aquellas esperanzas o ilusiones que habrán de tener su realización después de la vida, pues ante el insondable misterio de ultratumba, enmudecen los sabios. El dominio de la fe y la ciencia moderna no pueden usurparse sus respectivos poderes, respetando la armonía que existe entre la ciencia y la fe nueva, en vano buscada por el admirable filósofo jesuita P. Mir, entre la ciencia y la fe antigua…

La iberia. Número 498– 1 de marzo de 1909: Resucitemos el «affaire» … Para terminar VIII. Esto se ha terminado y tan amigos como antes. Es inútil que Peñaranda se apreste de nuevo a contestarme, disparando a bala rasa. Todas sus indigestas elucubraciones se estrellarán en lo sucesivo contra mi indiferencia y contra mi mutismo sistemático.

Necesito el tiempo para algo más práctico, importante y provechoso que estas inútiles controversias. Sin embargo, doy por bien empleado lo hecho y Peñaranda debe agradecérmelo. Todos los que con bríos salen por primera vez al palenque de la publicidad, por bravucones que salten a la arena, deben sufrir el castigo benéfico del fogueo. Es el mejor bautizo del escritor.

Las nulidades no merecen el honor de una disputa. Por lo demás, sigo brindando como siempre mi franca amistad a Peñaranda, pues ello no lo empecen estas discrepancias en nuestros puntos de vista intelectuales. Nada significan estas pequeñas escaramuzas, este noble pugilato mental.

Él es un joven estudioso (salvo las consabidas honrosas excepciones, uno de los pocos que, por desgracia, hay en Orihuela) y sólo por el mero hecho de serlo, basta para que siempre, y a pesar de todo, cuente con mis afectos y simpatías. Lo digo con la mayor sinceridad. En Madrid y en Enero de 1909.  

Lejos de amilanarse, Peñaranda contraatacó con otra larguísima carta abierta que, desaparecida «La Huerta», se encargó de publicar también «La Iberia». La réplica de Peñaranda se dividió en otros veintiocho capítulos que se prodigaron durante más de dos meses.

La iberia. Marzo-mayo de 1909

La iberia. Número 521– 30 de marzo de 1909: La apoteosis de un genio. El genio de un Salomón. Un salchichón con chorreras. O el final de una cuestión. Episodios joco-serio-didáctico-críticos.

Isagoge, introducción, preliminares, prólogo o lo que V. V. quieran menos introito: Si por tu buena o mala fortuna, lector amable o lectora ilustrada te ha cabido en suerte la menguada y pobre de tropezar en las columnas de este periódico, con un escrito muy largo y pesado titulado «Resucitemos el affaire» y queriendo hacer méritos para el cielo has seguido día a día, con una paciencia digna de mejor causa, el curso de su publicación (de la del artículo se entiende) no dudo en recomendarte la lectura de los mal hilvanados artículos que a continuación te ofrezco.

Mas si por tu buena estrella, la Divina Providencia no te ha deparado un bien tan grande, un tan exquisito placer, yo te recomiendo sinceramente que pases por alto esta sección, seguro de que nada nuevo en ella has de aprender, ni deleite alguno te ha de proporcionar; sino machaqueo, disgusto, molimiento, fastidio, pesadez, cansancio, y sobre todo perderás un tiempo de un valor inestimable que no rescatarás nunca.

No pienso con ello quitarte las pocas o muchas ganas de leer el modesto y humilde presente que ahora te dedico (pues ya tu propio instinto de conservación te indicará lo que has de hacer) sino desengañarte de antemano por si te has forjado la ilusión de hallar un escrito polémico o de disputa, lleno de erudición, rebosante de sales áticas y adornado con todos aquellos bellísimos arreos que son el patrimonio de los maestros de la pluma y que no pueden exigirse de un neófito como yo, poco avezado por añadidura; a estas y otras lides del ingenio.

Y esto no lo juzguen alabanza propia, que más bien es confesión franca y leal que muchos debieran hacer en la mampara o ante puerta de sus escritos para no venirnos después de muchos rodeos con la eterna cantinela de reconocer su utilidad suma, cuando por pura modestia los han rebajado menos que por justicia y equidad debieran.

Pero tu alma en tu palma, lector querido; y haz lo que mejor te pareciere teniendo en cuenta la no despreciable circunstancia de que el autor, aunque humildísimo, ha tenido el altísimo, empingorotado y estirado como inmerecido honor de recibir la alternativa novillera de manos de un Guerra de las patrias letras (no quiero decir que sea un matador o verdugo de ellas, sino que en éstas ha sobresalido como aquel en el arte de Montes) ciudadano libre en la noble república literaria y consumado maestro en extender o negar patentes de sabiduría, y presentar a los noveles escritores (con mucho éxito por cierto).

Con todo ello pudiera acontecer que el maestro no lo fuera y resultara «falluta» su aprobación, por lo que te suplico que seas clemente en tus juicios, breve en tus comentarios y disimulado en tus apreciaciones. (Continuará) P. DE PEÑARANDA.

El periódico afirmó mantener así una absoluta neutralidad en lo que definió como un «debate entre dos eruditos escritores». No creo que a Justo le pareciese bien acabar en el mismo saco que un principiante.

Lo cierto es que «La Iberia» se había encontrado con un auténtico «culebrón» de la época y no quería soltarlo. Para hacerlo más vistoso, el jocoso encabezamiento apareció en primera página y fue comentado en las gacetillas.

La iberia. Número 521– 30 de marzo de 1909: Gacetillas. Hoy comenzamos a publicar el trabajo con el que el Sr. P. de Peñaranda, replica a nuestro distinguido colaborador D. Justo García Soriano. La inserción de este artículo probará nuestra absoluta neutralidad en la materia que debaten los dos eruditos escritores.

La iberia. Número 522– 31 de marzo de 1909: La apoteosis de un genio. El genio de un Salomón. Un salchichón con chorreras. O el final de una cuestión. Episodios joco-serio-didáctico-críticos. Isagoge, introducción, preliminares, prólogo o lo que V. V. quieran menos introito.

En cuanto a la interpretación de las palabras, hay que tener muy presente (y esta observación es muy esencial para el conocimiento acabado de estos «episodios») que aunque hayan algunos un tanto mal sonantes no se han de entender como tales sino en el sentido que su autor quiso darles, que no es otro sino el contrario al que inmediatamente se deduce de la voz.

Esto con respecto a las palabras gruesas y a las frases duras. Las demás entiéndalas cada cual como pueda si es que puede y si no, déjelas en buena hora que no está bien calentarse los cascos por tan poca cosa. Aquí venía como de molde decir cuatro palabras sobre el objeto de este trabajo, pero me basta con manifestar que mi intención será altamente caritativa y altruista, en cuanto he puesto todo mi empeño en apuntar algunas cosas que se había dejado en el tintero el autor del «affaire»; y otras que se le habían deslizado cuando no debían; y finalmente en suprimir algunos harapos que le afeaban, mostrando siempre la verdad clara y desnuda con el fin plausible de añadir algunos timbres y blasones a su escudo.

Si estos timbres y blasones resultan de ignominia y de baldón no se culpe a mí, sino a la temeridad inexcusable de un arlequín con borla, que ha pretendido llegarse a las más arduas y difíciles cuestiones que han tenido en jaque a los más grandes y profundos entendimientos, con cuatro nociones de bachiller (me refiero a las que ha manifestado. Puede este señor ser un Aristóteles, un pozo de ciencia, pero hasta que lo demuestre tenemos derecho a creer que ese pozo está seco) y con algunas citas tan respetables como mal traídas y fáciles de traer.

No por esto pretenderé siquiera pisar un terreno tan sagrado y reservado a los talentos (que sería un absurdo mayor, si cabe) sino que guiado por la brillante luz de la doctrina de aquellos, descubriré los tropiezos, errores y falsedades en que ha incurrido mi colega y contrario, como Dios me dé a entender, procurando no dañar en lo más mínimo ningún cutis, por fino y delicado que sea, y protestando desde ahora que no es ese mi propósito por si creyera alguno, afilerazos, lo que no son más que amistosas caricias y arrumacos tiernos.

Con todo lo cual y con advertirte que no estés esperanzado en el salchichón, que es una alegoría sin magras, el más espiritual y menos indigesto de todos (salvo mejor parecer) cierro el cupo de los prenotados y entro denodadamente en materia, confiado en tu benévola aquiescencia.

Las primeras entregas, con profusión de insultos y burlas, debieron de procurar mucha audiencia al periódico. Justo atesoraba en Orihuela bastantes enemigos de toda índole: políticos conservadores, envidiosos de sus éxitos académicos, ofendidos por sus osadas publicaciones…

De hecho, el encabezamiento volvió temporalmente a la primera plana; y hasta probaron a recortar las entregas para intentar estirar el chicle todo lo posible. Pero enseguida optaron por publicarlas en números alternos con mayor extensión. Voy a transcribir algunos extractos de los mismos agrupados por capítulos.

La iberia. Números 523/524/ 525/526 – 1/2/3/5 de abril de 1909: La apoteosis de un genio. El genio de un Salomón. Un salchichón con chorreras. O el final de una cuestión. Episodios joco-serio-didáctico-críticos. ARTÍCULO I. En donde el autor pone las cosas en su punto y dice otras de mucho gusto y provecho.

Cuando el orgullo envanecido desfigura los hechos presentándolos disfrazados como muro fuerte sobre el que edifica un castillo imaginario de injurias, sandías y de torpes acusaciones y en cuyas ideales almenas enarbola el innoble estandarte del error revestido con las galas resplandecientes de la verdad; es hazaña digna de toda loa, acercarse a tan inconsistente baluarte y destruirlo, pulverizarlo con la clara antorcha del entendimiento desapasionado, para ofrecer a la consideración de las gentes el cómico espectáculo de la vanidad y del orgullo envueltos en sus propias ruinas y en toda la vergonzante desnudez de su ignorancia y de su malicia perversa.

No son el resquemor y enardecimiento consiguientes a toda ofensa los que me han impulsado a poner fin y término a una polémica tan inoportuna como fútil (y no se atribuya esto a virtud que no poseo), sino más bien la justa indignación que me causó el ver agitarse convulsivamente haciendo contorsiones de payaso la desgarbada figura de un caballerete a la moda, con ribetes de trasnochado enciclopedismo y casi humos de pretendiente, por el renombre y fama, a la coraza y el sambenito del menosprecio de mis conciudadanos.

(Sin tener en cuenta el epigrama con que satirizaban a D. Tomás de Iriarte y que le viene o encaja como anillo al dedo: Tus obras, Justo, no son ni compradas ni leídas ni tendrán estimación aun cuando sean prohibidas por la Santa Inquisición) ofendiendo la pureza de nuestro patrio idioma en sus empalagosas, farragosas y pegajosas peroraciones; dando muestras claras de estar inspirado continuamente por la musa esencialmente femenina de la contradicción, llamándose así mismo grande hombre y a su artículo, ya famoso; parangonándose con Sócrates y escudándose de llegar a la médula de toda cuestión con apreciaciones superficiales y divagaciones impertinentes.

¡Y pensar que un engendro tan menguado y monstruoso es el fruto de 105 días de continuas cavilaciones, y ha costado a su autor una enfermedad y un recuento minucioso de todos los infolios de la biblioteca nacional!…

Me determiné a honrar una pobre composición mía con el egregio nombre de D. Justo García Soriano, hombre de talento indiscutible y asombrosa erudición, autor de varias obras notables (por sus disparates) todas ellas en preparación o en prensa (donde debían estar toda la vida por derecho incuestionable), a excepción de un poema que publicó en folleto (y que tuvo que regalar a los amigos, no sé si porque el papel valía más o por otra razón) a la temprana edad de 17 años, 7 días, 5 horas, y 13 minutos, según el meridiano de París.

El tal caballero a quien tuve el empinado y elevado honor de conocer en buena hora y en la redacción de un periódico de esta localidad… En cuanto a sus lecciones, vine a descubrir que eran dignas del maestro Ciruela; que no sabía leer y puso escuela…

… Adoptó, como suprema resolución condenarme al infierno de su despectivo silencio. Pero como el hombre no lo es o no obra como tal en toda ocasión, llegó una en que mudó de parecer siguiendo el de sus amigos, que no deben serlo mucho cuando aconsejaron a nuestro protagonista que contestara en la forma que lo ha hecho….

… Así transcurrieron 105 días calentándose los pies constantemente para dar a luz el «Resucitemos el etc.», y apareció por fin en las columnas de este periódico sin que el cielo se oscureciera; ni temblaran las esferas, sino los lectores a los que se les cayó el alma a los pies (como dicen clásicamente en esta bendita tierra) cuando vieron que el ya famoso artículo era de goma; esto es, que se alargaba prodigiosamente; yo seguía paso tras paso la marcha del «pedescrito» Resucitemos (escrito con los pies)…  

La iberia. Números 527/ 529 – 6/10 de abril de 1909: La apoteosis de un genio. El genio de un Salomón. Un salchichón con chorreras. O el final de una cuestión. Episodios joco-serio-didáctico-críticos. ARTÍCULO II. En donde el autor dice algunas verdades que no por serlo dejan de ser amargas.

… Lo que no me agrada ni un ápice es el sesgo que toma V. más adelante, cuando vistiéndose el abotonado pantalón de chulapo, la chaqueta corta con alamares y el sombrero de héroe de los barrios bajos, hace alarde inverosímil de la superioridad de sus facultades y me mira por encima del hombro con marcado aire de perdonavidas que tira de espaldas, y como viene a cuento y es imparcial, voy a darle un consejo de amigo (y perdone la libertad). El hombre cuanto más sabio sea, menos ostentación…

La iberia. Números 531/533 – 15/17 de abril de 1909: La apoteosis de un genio. El genio de un Salomón. Un salchichón con chorreras. O el final de una cuestión. Episodios joco-serio-didáctico-críticos. ARTÍCULO III. En donde el lector prudente y discreto leerá de buen grado lo que el autor escribió de por fuerza.

… Al empezar este ramplón y empecatado artículo se nos cuela un problema de trascendental importancia que podemos formular en estos términos: ¿puede D. Justo García «auscultar su pecho» o lo que es igual colocarse en tal actitud que el pabellón de la oreja izquierda o derecha, quede como pegado al pecho, a semejanza de ciertas aves domésticas?

Considerándolo moralmente está resuelto en sentido afirmativo y nadie se atreverá a negarlo; materialmente ya es cuestión de cuello más o menos largo. Así que podemos establecer, si las vértebras cervicales están constituidas en tal individuo al modo que vemos en algunas aves v. g. la cigüeña o la gallina, concedo: Si no es así, niego…

La iberia. Números 533/535 – 17/21 de abril de 1909: La apoteosis de un genio. El genio de un Salomón. Un salchichón con chorreras. O el final de una cuestión. Episodios joco-serio-didáctico-críticos. ARTÍCULO IV. En donde verá cosas admirables y primorosas el que se tome la molestia de leerlas u oírlas leer.

En mi aludida composición poética (y permítaseme la frase) decía yo, con el colorido de imágenes que son el natural cortejo del lenguaje de los Dioses, que en el fragor de los truenos y en los resplandores de los relámpagos columbraba yo la mano del omnipresente, animando el espectáculo horrorosamente sublime de la tempestad.

Claro es que al decir «Que detrás de esas nubes arriba allí está Dios», no se había de entender que estaba localizado, circunscrito, aquel lugar, porque los niños, dicen que Dios está en todo lugar, por esencia, presencia y potencia como nos enseña el catecismo y lo reclama la infinita perfección del Ser Supremo…

…Transformarse en la imagen monstruosa que concibe el error y que se llama blasfemia, la cual no es más que un grito que se escapa de los labios, detrás del cual, el alma corre veloz para volver a recoger antes que Dios le haya oído. Pero no fue D. Justo el que lanzó este grito; fue otro que a todos nos acompaña inseparablemente, y que se llama amor propio, el cual, cuando se ve acorralado, salta, pugna, lucha, acomete y todo lo prefiere a declararse vencido. Verdadero cerril que resiste someterse al yugo.

La iberia. Números 536/538/540 – 22/24/27 de abril de 1909: La apoteosis de un genio. El genio de un Salomón. Un salchichón con chorreras. O el final de una cuestión. Episodios joco-serio-didáctico-críticos. ARTÍCULO V. Que trata de cosas muy importantes y de perentoria necesidad para el completo conocimiento de estos episodios.

Un «grande hombre» no es un hombre como todos los demás. Su memoria es prodigiosa; en un almacén repleto, es un abismo profundo, inconmensurable, en donde se encuentran bien conservadas, todas las obras que ha producido el ingenio humano en todas las ramas sin exceptuar las de tejidos y comestibles.

Allí está en confuso revoltijo todo que dijeron los siete sabios de Grecia, Solón, Zenón de Chipre, Atenágoras, Diágoras, Galeno, Dioscórides, David de Dinant, Hipócrates, Krause, Sanz del Río, Diógenes, Licurgo y Federico Strauss.

Allí están los conocimientos de los que explicaron la filosofía por sentencias y alegorías; allí la física del Estaguirita revuelta con los adelantos de Newton y los cálculos de Kepler. «El Monólogo» de San Anselmo con la «Crítica de la razón pura» de Kant y El mundo considerado como voluntad del filósofo pesimista. En resumen la memoria de un grande hombre es una enciclopedia y pretender medir lo inconmensurable…  

… Su voluntad es fuerte, enérgica, de hierro colado.  El grande hombre no es un hombre como los demás. Confundirlo con la plebeya grey de los pelagatos y de los hombres a secas, que carecen de apéndice y de adjetivo sería, una verdadera profanación. Sería confundir el cielo, con la tierra, lo bueno con lo malo (…) en una palabra sería parangonar el talento del genio, con el pobre caletre de un escritorzuelo de mala muerte; a D. Justo. García Soriano, doctor en letras y escritor pulido, con un servidor de ustedes…

La iberia. Números 542/544/546 – 29 de abril- 1/4 de mayo de 1909: La apoteosis de un genio. El genio de un Salomón. Un salchichón con chorreras. O el final de una cuestión. Episodios joco-serio-didáctico-críticos. ARTÍCULO VI. En el que se debate con calor una cuestión trascendental, y se aducen argumentos tan poderosos que convencerán al más reacio.

Hay algunos hombres que considerándolos a primera vista parecen Cándidos, pero estudiándolos más detenidamente, resultan más cándidos todavía. Digo esto porque el tan llevado y traído D. Justo se ha empeñado en creer que, a partir de la publicación de su ya famoso artículo (Sí, famoso por sus disparates) como él lo plasma enfáticamente, en Orihuela no se habla de otra cosa más que de su impiedad y su ateísmo, que todo el mundo se ocupa de las mil novedades que ha descubierto en Madrid y que todos ignoraban; y que las gentes meticulosas vagan todas asustadizas y espantadas a punto de organizar rogaciones públicas…   

No sea V. inocente, si aquí nadie ha hecho caso del affaire (como tampoco harán de esto). Si aquí nadie ha puesto en duda su religiosidad, es más, si todos estamos convencidos de que es usted un católico práctico, que cumple con sus deberes de cristiano, y hasta me aventuraría a decir que reza el rosario con frecuencia.

Por otra parte, la impiedad de V. resulta ser de zapatero remendón y me trae a la memoria la de aquel patán que, en «los Aparecidos» sale diciendo «yo gracias a Dios, soy ateo». Lo mismo exactamente hace V. Por una parte se nos ofrece creyente, tan religioso y tan santo varón, que parece un beato de oficio y me dan ganas de ponerle en alguna hornacina vacía; y por otra se nos presenta tan racionalista, tan positivista y tan empírico, que a su lado, los más quedan hechos unos pigmeos…

Si quiere D. Justo imponerse más en estas materias para no disparatar cuando vengan al caso, dedíquese a desempolvar las obras imperecederas de aquellos grandes genios especulativos que organizaron el movimiento teológico del siglo diez y seis; resucite del fondo oscuro de las bibliotecas conventuales los apolillados pergaminos que nos atestiguan aquellas batallas incruentas, luchas de ideas en las que el sofisma y la verdad eran los naturales enemigos, y en las que sobresalieron como generales de primer orden:

Fr. Luis de León, Huerga, Maluenda, Arias Montano, Salmerón, Toledo, Laínez, Pineda, Prado, Villalpando, Rivera, Victoria, los dos Sotos, Fr. Luis de Granada, Alcázar, Suárez, Vázquez, Valencia, Sanctus, Ripalda, Ambrós, Lugo, Molina, Yáñez, Mariana, Fox, Morcillo, Rivadeneira, Navarro, Azpilcueta, Antonio Agustín, Gracián,  Vives, Sepúlveda, el Brocense y otros muchos que no cito porque sería una letanía bastante larga (…) y entonces podrá echar su cuarto a espadas en todas estas cuestiones desconocidas por V. y dignas de ser tratadas con más conocimientos de los que V. posee.

Como había pasado con la de García Soriano, la desorbitada respuesta se alargó demasiado y empezó a cansar al público; sobre todo cuando redujo los insultos y las burlas para centrarse en una especie de «disertación erudita» para la que no estaba capacitado.

La iberia. Números 548/550/552/554/556/ 558/560/563/565/567 – 6/8/11/13/15/18/21/25/27/29 de mayo de 1909: La apoteosis de un genio. El genio de un Salomón. Un salchichón con chorreras. O el final de una cuestión. Episodios joco-serio-didáctico-críticos. ARTÍCULO VII. Que trata de la ciencia que encierra el párrafo IV del Resucitemos el etc. Continuando con heroica e imperturbable asiduidad la deliciosa y amena lectura del «affaire», heme hallado de silla a silla (por no decir de manos a boca) con el artículo o párrafo cuarto de la serie, que lleva por título «La ciencia, la fe y la poesía» (el artículo, no la serie).

Cualquiera, deslumbrado por la atracción estimulante del título, creería de buen grado, que detrás de esas distinguidas y respetables señoras mías se ocultaba alguna disertación erudita sobre las relaciones mutuas entre las damas que más guerra han dado en todo el mundo porque han ocupado siempre el corazón y la cabeza de todos los hombres.

Y hubiera sufrido un gran desencanto cuando después de leerlo hubiérase convencido de que no había relación, ni de razón siquiera, entre el nombre y la persona, entre el rótulo y el escrito, entre la cabeza y los pies, sino que era más bien una ensalada sin aceite, un pantalón sin trabillas, una comida sin sal, un buñuelo indecente…

… Después de manifestarnos que lo que él entiende por fe son «las groseras y supersticiosas creencias del vulgo» y no sé qué «tradiciones piadosas» que ni explica ni define, nos acomete con un párrafo de mucha bambolla y poco meollo en el que con una seriedad por demás ridícula, encaja cuatro vulgaridades raídas de puro viejas, para decirnos la frase (usada, ajada, resobada, cascarrada, y mandada a desaparecer por un zapatero de viejo que yo conozco), de que la «Civilización, con mayúsculas, ha roturado los cerebros».

Pero no es lo más malo con serlo mucho lo que contado llevo del artículo IV. Hay una declaración que estremece, una acusación falsa, un supuesto temerario que constituye un delito de lesa humanidad. «La Humanidad, dice el poco letrado Doctor en Letras, ha permanecido sumida, por muchas miríadas de años en la idiotez salvaje y en el embrutecimiento de la ignorancia».

Y después añade «recordando a cada paso su origen y su atavismo animal, su bestialidad primitiva». ¿Quién no juzgará las anteriores palabras como una lujuria atroz; como una ofensa gravísima a la historia tersa y límpida del género humano? Yo no me contento con protestar con toda la fuerza de mis pulmones en contra de un tan atrevido atentado…

Las últimas entregas son insoportables y las he resumido al mínimo. Algo parecido debieron pensar en la redacción de «La Iberia»; pues después de media docena de números sin noticias de Peñaranda, la serie finalizó con una improvisada «conclusión» en la segunda semana de junio.

La iberia. Número 574 – 8 de junio de 1909: La apoteosis de un genio. El genio de un Salomón. Un salchichón con chorreras. O el final de una cuestión. Conclusión. Afanoso me andaba dando de mano a un postrer artículo de la serie cuando por falta de salvadora arena, papel secante, o cualquier otro secante aunque no fuera papel, hube de esperar a que secara la cuartilla que yo escribo por ambos lados, por economía y por no gastar mucho. Para evitar los peligros tan funestos de la ociosidad me puse a leer la continuación del IV párrafo del «Affaire»…

… ¡Cuán magnífico y deslumbrante pareciome García empapado en las teorías brillantes de Huxley, Agassiz, Heriberto Spencer, Stuart, Mill, etc.! Entonces determiné retroceder en mi marcha y por lo pronto retiré una disertación «sobre la posibilidad del vacío infinito» que iba a dar a los tórculos. Después pedí consejo sobre el particular a un muy amigo y diómelo de la siguiente manera: Hiciste bien con suprimir el artículo sobre el vacío, porque es largo (el artículo) y más propio para publicarlo separadamente que no en tonos polémicos…

En esta última entrega trató de justificar la eliminación de buena parte de su disertación, atribuyéndola al consejo de una tercera persona. Y dejó que un «supuesto amigo» se encargase de resumir lo que se le quedaba en el tintero por la abrupta despedida.

… Ni me parece oportuna la publicación de «Ateos con careta y sin ella», porque si bien demuestras con fáciles razonamientos el ateísmo puro sin atenuaciones ni distingos de todos los autores que D. Justo enumera (…)  sale mal librada la figura religiosa de García y hasta pudiera interpretarse como ensañamiento eurimedóntico, y tal vez le obligaras nuevamente a empuñar la copa de cicuta que tan pésimo resultado le dio en otra ocasión.

Por idéntica razón debes ocultar y pasar por alto aquello de libros que se tienen y peinan por sagrados porque aquí más que en otra parte, pones de manifiesto su racionalismo descarado y ateo. La cuestión de Galileo suprímela para no caer en el defecto que criticas; pues según tú mismo dices y es la verdad, mucho se ha divagado sobre este asunto que no se ha conocido bien…

…Por lo que toca a la graciosa aparición de Torquemada, puedes descontarla porque todo el mundo habrá reído la sandez. Es muy cierto y hay que dejar en pie lo que afirma Soriano de la inutilidad y esterilidad práctica de la metafísica, de los metafísicos y de todo lo que huela a abstracción, fundado quizá en que las ciencias puramente especulativas jamás han abaratado la paja ni la cebada. Tampoco veo que tú le tengas que agradecer por ningún lado su funesta e ingrata labor que más bien estás obligado a deshacerla y desvirtuarla.

Por todo lo cual y porque estas cuestiones están tan cercanas al ridículo como alejadas de toda utilidad y provecho yo terminaría este «affaire» enojoso haciendo constar la primitiva e inicial equivocación, descortesía o falta de sentido común del señor Soriano; enumerado en pocas palabras algo de lo que te he indicado, agradeciendo el favor que te hace al final y aceptando su benévola, sincera y amistosa resolución con lo que te acreditarías de juicioso, comedido, humilde y bien criado. Este es el consejo que me dio un amigo y el que cumplo al pie de la letra…  P. de Peñaranda.

En mayo, Justo había asistido a la boda de su buen amigo Enrique Luis Cárceles, en compañía de su prima Eugenia. Es muy posible que la crónica de la ceremonia para la prensa oriolana, firmada por «un paisano», fuese obra suya.

Iglesia de Santiago (Madrid)

La iberia. 26 de mayo de 1909: Una Boda. DESDE MADRID. El  domingo 23 de los corrientes, se efectuó el anunciado enlace matrimonial de la bella y virtuosa señorita bilbilitana, Águeda Salazar, con nuestro querido amigo y paisano el joven y renombrado pintor D. Enrique Luis Cárceles. Verificóse la ceremonia religiosa de la boda en la iglesia parroquial de Santiago, de esta Corte, siendo los padrinos el ilustre ingeniero D. Luis Barcala Cervantes y su distinguida señora Teresa Moreno.

Sirvieron de testigos el coronel de caballería retirado D. Vito Rebagliato y don Juan García y García. De la numerosa y escogida concurrencia que presenció el acto, recordamos, además de las expresadas personas, a las señoras Dª. Sofía Cervantes, madre del Sr. Barcala, Dª. Concepción Salazar, hermana de la novia, Dª. Remedios y Dª. Gabriela Belmonte, Dª. Eugenia Tribello, las Srtas. Ángeles y Petra García y María Montañés, y los Sres. D. Ángel y Mariano Salazar, hermanos de la novia, D. Luis García Manrique, don Ángel Torcal, D. Julio Montañés, D. Justo García Soriano, D. Pedro Vela y D. Tomás Zafra.

Terminadas la ceremonia y la misa, los novios y la mayor parte de los concurrentes fueron obsequiados por los espléndidos padrinos con una suculenta comida en el Hotel de los Leones de Oro. Reinó allí la natural alegría entre todos los comensales, y el Sr. Barcala, con la exquisita sencillez que le distingue, hizo gala de su cortés galantería y de su agudo ingenio. Ya bien entrada la tarde finalizó la íntima fiesta.

Los Leones de Oro. Madrid.

En el correo de Murcia de anoche marcharon con dirección a esa ciudad los nuevos y felices cónyuges, siendo despedidos en la estación de Atocha por numerosos amigos. Cúmplenos ahora desde estas columnas reiterar a la nupcial pareja nuestra más cordial enhorabuena y nuestros deseos; de que goce en su nuevo estado, de toda clase de prosperidades y de una interminable luna de miel, de una sola fase, es decir; que  no tenga más que cuarto creciente… Un paisano. 24 de Mayo 1909, Madrid.

Entre los objetos del legado encontré este artesanal tratado de Latín que, supongo, utilizaría con sus alumnos.

AMO. LJGS.

En octubre, un maestro nacional llamado Manuel Giménez (en 1931 lo era maestro de Torreagüera), mencionaba en una carta a una «muchachita muy mona»; una murciana de la que Justo se había enamorado perdidamente. El tipo tenía una caligrafía envidiable; pero también una redacción pésima.

Señor Don Justo García Soriano. Distinguido amigo. Después de saludarte me permito hacerte el encargo siguiente: Como sabes muy bien, en Agosto último fui propuesto por esta Junta Local de 1ª Enseñanza, para la Cruz de 1ª clase de la orden de Alfonso XII y al informar dicha propuesta la Junta Provincial desearíamos todos los compañeros propuestos en qué R. O. o Decreto para ello se han de apoyar.

Así es que te agradecería en extremo, fueses al Ministerio de Instrucción Pública y preguntaras cuál es el negociado de la citada orden y allí mirar lo que hay legislado sobre el particular; tan solamente las fechas de la Gaceta en que se han publicado. Es favor que en extremo te agradecería tu buen amigo que sabes que te quiere en extremo aunque seas oriolano y republicano.

Manuel Giménez. Hoy 10/10 = 1909. Se me olvidaba = me dijo tu mamá habías entablado relaciones amorosas con una muchachita muy mona de aquí. Te felicito y deseo dulces de boda.

AMO. LJGS.

Se llamaba Carmen Miralles; y de su relación epistolar disponemos de una tarjeta postal (que de algún modo recuperó) y del borrador de una carta.

Es mi musa morena como Tisbe, / como la Sulamita y como Esther. / Entre los rizos de su pelo, el alma / prisionera dejé. / Brilla siempre en sus ojos soñadores / ardiente centelleo de pasión… / Desde allí despiadado el dios Cupido / sus flechas me arrojó. / Al sonreír prometen incitantes / dicha eterna, sus labios de coral… / Sólo en ellos la sed que me devora / lograría calmar. Madrid, 5- X-1909. Idolatrada Carmen: Tú serás la musa que inspire tiernos y sublimes cantos de amor a tu apasionado. JUSTO.

AMO. LJGS.

Mi adorada e inolvidable Carmen: La alegría de recibir tu cariñosa carta, acabó de restablecerme de mi leve enfermedad, aunque no del mortal mal de amores que padezco desde que te conocí, y del que no podrá curarme nada ni nadie, más que tú y un cura.

He oído que tu ligera indisposición del estómago y de la cabeza no ha tenido ninguna importancia, y que disfrutas de salud y buen humor, lo que mucho celebro. No creo que mi ausencia haya influido gran cosa en tus achaques; sino acaso el comer a deshoras, como acostumbras.

Por más que me has asegurado tantas veces, nenica de mi corazón que me quieres mucho y que me querrás siempre, eso supone para mí tanta dicha que me parece imposible; o por lo menos poco duradero. Créeme que estos pesimismos me atormentan muchas horas, y sólo consigo disiparlos un poco leyendo las promesas de amor que me haces en tus cartas.

No es que me figure que me estás engañando, pues bien sé que tienes un corazón muy noble y muy leal, sino que como he sido otras veces desgraciado en amores, los desengaños me han hecho pesimista. Perdóname si te molesto con estos celos, temores y desconfianzas, pues ellos son la mejor prueba de la ciega pasión que siento por ti.

Y que con la ausencia va aumentando cada día que pasa, hasta el punto de que ahora te quiero el doble que cuando estaba en Murcia. Hoy te incluyo otra postal. Deseo que te guste tanto como la que te envié en mi carta anterior. Aquella me gustaba a mí mucho más porque se parecía a ti, aunque tú no lo creas. Obedeciendo tu mandato y contando con tu permiso, en este mismísimo correo le envío a Amparito la postal que la prometí.

Murcia. Plaza de Camachos en 1909.

Dile que te la enseñe. Supongo que no tomarás a mal las frases de galantería que la dedico, pues por cortesía y educación debo decírselas, como tú puedes comprender. No me hago el distraído, de veras que no me acuerdo que yo dijera estando en el balcón, al verla salir una tarde con su mamá: «Por ahí va la mitad de mi alma»; pero al ser así como tú aseguras, desde luego que mis palabras no podían ser más que una broma sin importancia y sin intención alguna.

Te repito que mi alma, toda entera, te pertenece sólo a ti. Siguiendo tu consejo procuro divertirme bastante, aunque yo ya no me divierto no teniéndote a mi lado.  Hay otros ratos que tengo pensamientos muy extraños, acordándome de todos tus antiguos pretendientes. Del de Almoradí, que te fue tan simpático sobre todo, y sufro horriblemente con quiméricos celos que me cuesta mucho desechar.

El borrador incluía el texto para otra postal.

En la postal: Como liba el perfume de las flores para su miel la abeja laboriosa, bebo en la rosa de tus labios rojos el néctar seductor de mis amores, y cual busca la luz la mariposa, busco yo el fuego de tus negro ojos. Justo García. Madrid, 13-X-1909.

Para un hombre que conocía y amaba tanto la mitología clásica, se puede decir que, en cuestión de semanas, pasó del influjo de Eros al de Tánatos. El 13 de diciembre de 1909 falleció su padre en la ciudad de Murcia, donde residía desde hacía meses por motivos económicos.

Justo García Sánchez. AMO. LJGS.

Don Justo fue enterrado en el cementerio municipal de Nuestro Padre Jesús; el camposanto inaugurado hacía poco más de dos décadas en los Llanos de Espinardo. Entre los apuntes biográficos de su nieto, encontré la siguiente nota en la que parece estar equivocada la fecha del fallecimiento.

D. Justo García Sánchez murió el día 16 ó 17 de diciembre de 1909 en Murcia. Su entierro costó: 20 pesetas del féretro decorado en negro. Coche de dos caballos empenachados, 20 pesetas. Al portador de la caja, 1 peseta. 2 litros de cera de 2 y ½ litro, 4 pesetas. Total 45 pesetas. Recibió Saturnino Tortosa. La Nueva Funeraria. Plaza del Poeta Zorrilla, número 11. Murcia. La renovación por seis años, contados desde el 13 de diciembre de 1915. Nicho sencillo Nº 392.

Anuncio del Diario de Murcia.

La noticia tardó en llegar a Orihuela; lo que demuestra su alejamiento temporal de la prensa local.

La Iberia. Número 431- 22 de diciembre de 1908: En Murcia donde residía accidentalmente, ha fallecido nuestro querido amigo y paisano D. Justo García, padre de nuestro distinguido colaborador D. Justo García Soriano, al cual, lo mismo que a su familia, enviamos la expresión de nuestro profundo sentimiento.

Recordatorio Justo García Sánchez. AMO. LJGS.

El Eco de Orihuela. Número 42 – 22 de diciembre de 1909. En la vecina capital de Murcia en donde últimamente había fijado su residencia, dejó de existir hace varios días, nuestro querido paisano D. Justo García, probo empleado que fue durante muchos años de este Municipio. A su atribulada esposa, hijos y demás familia, les acompañamos en su profundo dolor por tan sensible desgracia de familia. Descanse en paz el alma del finado.

Por el momento, nada más os puedo contar relativo a este año. Supongo que nuestro biografiado pasó esa triste Navidad en Murcia; acompañado de su madre y quizá consolado por la tal Carmen Miralles; pero no tengo nada que lo demuestre. Cierro pues 1909 con una preciosa postal de Murcia en aquellos tiempos…

Murcia a principios del siglo XX. Postal de Hauser y Menet (Madrid).
Enlace al siguiente capítulo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas, a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.

Justo García Soriano 12. 1908.

Año nuevo, vida nueva, dice el vulgo cuando un año muere (…) el primer día del año 1908, cuando salíamos de la plaza de toros, hemos observado a lo lejos, mirando hacia la derecha, cuatro columnas de cemento y piedra que se elevan entre naranjos. Parecen las chimeneas de una fábrica. —¿Qué es eso? — hemos preguntado.— El teatro circo — nos han contestado— esas columnas son del escenario.  — ¡Hola! parece que Orihuela revive sacudiendo su pereza. Eso no es malo…

La Huerta, 2 de enero de 1908.

Cúpula del Teatro Circo y Plaza de Toros. Colección Javier Sánchez Portas.

Hacía menos de tres meses que los hermanos Antonio y Ángel Roca de Togores se habían hecho con los materiales, muebles y demás enseres de un desaparecido teatro alicantino en subasta pública. Si el año anterior había sido para Orihuela el de la nueva Plaza de Toros; este sería el del Teatro Circo.

Los Roca habían cedido la propiedad a una sociedad anónima titulada «Circo de Orihuela», con un capital de 35.000 pesetas dividido en setenta acciones de quinientas pesetas. Dicha sociedad contrató al maestro de obras Francisco Sánchez.

Y el maestro Sánchez al pintor Enrique Luis Cárceles, quien volvió de Madrid para dirigir los trabajos de pintura y decorado del nuevo coliseo oriolano. Pinchando en la siguiente imagen, podéis acceder a un artículo monográfico que confeccioné para su centenario.

Enlace a artículo Teatro Circo.

Madrid, 1908.

Café de Fornos en 1908. Madrid. «El Gran Café» con tertulia frecuentada por Justo García Soriano. 
 

Si la última referencia en 1907 fue una carta anunciando la grave enfermedad del hermano de su padre; la primera noticia de 1908 anunciaba su muerte a través de una solemne necrológica, cuya redacción fue un calco en los dos periódicos con los que Justo colaboraba.

La Huerta. Número 223/ La Iberia. Número 164 – 4 de enero de 1908: En Murcia donde residía, ha dejado de existir D. Filomeno García Sánchez, tío de nuestro entrañable amigo e ilustrado compañero D. Justo García Soriano. El Sr. García Sánchez, era muy estimado por las nobles prendas que lo adornaban. La redacción de La Huerta siente como suya tan dolorosa pérdida y desea mucha conformidad a la familia del finado, singularmente al amigo Justo que quería con verdadera ternura a su anciano tío. ¡Descanse en paz!

Filomeno, antiguo jefe de Telégrafos de Murcia, era un personaje muy conocido al que Justo apreciaba muchísimo. Quiero recordar que su primer libro, escrito en 1901 y titulado «Esperanza», estaba dedicado al «nuevo Job»; como llamaba a su ciego y desdichado tío que, además de la vista, había perdido a todos sus hijos.

AMO. LJGS.

Ya mencionamos en la entrega anterior que, desde noviembre de 1907, Justo compaginaba su trabajo de profesor particular con la redacción de unas «crónicas madrileñas» que enviaba a «La Huerta» bajo el seudónimo de Ángel Rozas. Dichas crónicas están almacenadas en una sola entrega a la que se accede pinchando la siguiente imagen.

Enlace a las «Crónicas Madrileñas»

De la primera y extensa carta que he localizado, enviada por Abelardo L. Teruel Rebollo, se deduce que estaba trabajando también como corresponsal para la revista alicantina «El Espectador Ilustrado»; con la que ya había colaborado junto a otros periodistas oriolanos en un número especial editado durante las fiestas de agosto de 1907.

Hijo del comerciante cartagenero Abelardo Teruel García, y de Mercedes Rebollo Manzanares, Abelardo había nacido en la calle mayor de Orihuela en 1878. Inició sus estudios en Santo Domingo, con los Jesuitas. Continuó en la Escuela de Comercio de Alicante, donde obtuvo el título de Perito Mercantil.

Su gran afición a las letras le llevó a colaborar en múltiples publicaciones oriolanas (al igual que su hermano José Manuel), llegando a ser redactor y propietario de «La Semana».

Tras convertirse en funcionario de Hacienda (al igual que su hermano Francisco), se casó y dio rienda suelta a su vocación de periodista, dramaturgo y crítico teatral; trabajando en muchos periódicos alicantinos y colaborando con grandes diarios nacionales como el «ABC» o «La Vanguardia». Como literato escribió también teatro, zarzuela, comedias, novela y poesía; recibiendo varios premios.

No me voy a extender mucho más con este personaje; en 1908, cuando envía esta carta, Abelardo dirigía «El Espectador Ilustrado» y formaba parte de la Junta Directiva de la Asociación de Prensa alicantina, de la que era miembro fundador.

Mi querido Justo. Seguramente no recibiste ni una carta que te escribí a últimos de Noviembre, y que por un olvido salió sin las señas de tu domicilio, ni una postal en que te decía que pasases a correos a recoger dicha carta. Siento que esta se extraviara, porque en ella te remitía una tarjeta para que saludases en mi nombre a Carmen Cobeña y a su esposo, Federico Oliver, y les pidieses sus clichés y de los demás artistas de su compañía para publicarlos, gratis naturalmente, en «El Espectador» y devolverlos seguidamente.   

Carmen Cobeña. Portadas de «Nuevo Mundo», en octubre de 1907 y marzo de 1908. BNE.

Te decía, además, que en campo grande de tus conocimientos y tu autoridad literaria, quería yo que en vez de que nos remitas para «El Espectador», crónicas de noticias teatrales, nos enviaras estudios críticos de obras, tanto de teatro como novelas, que constituyan ahí el suceso del día; titulando tu trabajo «Madrid Teatral», o «Madrid Literario», según escribas sobre el teatro, o sobre el libro.

De todos modos sabes que tienes mi entera confianza para escribir lo que quieras y de lo que quieras. Procura no excederte de seis cuartillas y media, pues como tu original llega a última hora siempre y ya te tenemos reservada tu plana, no hay más medio, si sobra original que reducir tu trabajo, mutilándolo algo, lo que es muy doloroso.

Cuando quieras extenderte más, anticipa el envío de tus cuartillas dos o más días, y así ya no hay cuidado de que llenes cuantas cuartillas quieras, pues ya tendremos tiempo de insertarlas en cuantas planas sea necesario.

Te ruego, con gran encarecimiento, que a los artistas de tu conocimiento les pidas sus clichés, y nos los envíes con crónicas tuyas, firmadas con tu nombre o iniciales, u otro seudónimo, pues así las publicaremos en el mismo número y en secciones distintas, tus originales, independiente el que se refiera al cliché, y el del teatro o novela.

AMO. LJGS.

Ya habrás visto que esto lo hacemos con toreros y otros artistas, y no creo difícil que tú encuentres clichés, sabiendo que esto halaga a los interesados, y que además los devolveremos inmediatamente que los hemos utilizado, siendo de nuestra cuenta el gasto de correo, que tú nos cargarás.

Tómate mucho interés en esto, que es esencialísimo, y procura recoger una buena tanda de clichés. Cuando no quieras enviarlos acompañados de cuartillas, pon al respaldo del cliché mismo, el nombre del artista, género al que se dedica, punto en el que trabaja y cualquier otro dato que adquieras.     

Y ahora, otro asunto de gran interés para mí, y que te confío, con la buena amistad que nos une, con la seguridad que lo tomarás como cosa tuya. Ello es que el maestro Luis Foglietti tiene ahí un libreto mío, que se titula «La Riá», que se lo llevó a esa en el verano de 1906, diciéndome que le gustaba y que lo llevaba con ánimo de que algún libretista amigo suyo, ya acreditado en Madrid lo reformara algo, y poniéndole la música Foglietti, lo estrenásemos ahí.

Desde aquella fecha, le he escrito al maestro repetido varias cartas, a las que no he tenido contestación. Mi deseo es que tú lo veas personalmente, le digas la buena amistad que nos une y le preguntes algo de mi libro, siempre, claro es, sin apremio ni molestias para él de ninguna índole, pues Foglietti es un buen amigo mío, a quien yo quiero mucho, y le di vara alta para que de mi zarzuela dispusiera como si suya fuese.

No hay más, si no que yo quisiera saber algo de lo que él piensa sobre ella, y salir de la natural zozobra en que estoy tanto tiempo sin saber nada. Para que justifiques tu personalidad ante Foglietti, te envío la adjunta tarjeta; con ella te presentas en el Teatro Eslava, que es donde creo que actúa ahora la compañía sicalíptica que años pasados estuvo en el Cómico, de la cual es maestro director Foglietti, cuyo domicilio te pongo también en el sobre, por si quieres verle en casa.

Creo que lo mejor será que le pidas hora, para que hables con él sin apremios, y explora bien su ánimo para ver si te convences de qué es, que piensa tener el libro durmiendo el sueño de los justos ahí, sin ponerle música, porque si tal es, se lo pediré yo, puesto que aquí tengo ocasión de estrenarlo, frecuentemente, y no tengo porqué perjudicarme en este sentido, ya que tampoco me falta quien le ponga música. Claro es que, de todo esto, no conviene que te dejes traslucir nada; tú le escuchas, y luego me trasladas tu impresión.

También te remito tarjeta, nuevamente, para que saludes a Federico Oliver y Carmen Cobeña, y hagas amistad con tan excelente matrimonio; les saludes en mi nombre y no olvides pedirles clichés. Muchas felicidades te deseo en el año que corre, transmitiéndote las de todos los compañeros. Te abraza tu buen amigo Abelardo (Rubricado). T/e Torrijos 51, entresuelo izquierda. Creo que he sido algo LATO ¿Eh? Alicante 5 de enero de 1908.

Foglietti. Teatro Eslava. Madrid. Enero de 1908. «El Arte del Teatro». Archivo BNE.

Otro alicantino famoso en toda España fue el músico mencionado en la carta, Luis Foglietti Alberola. No tengo noticias de si Justo llegó a ponerse en contacto con él. Lo cierto es que, tres semanas después, «La Iberia», dirigida por el hermano de Abelardo, anunciaba la publicación de una novela homónima en fascículos encuadernables.

La Iberia. Número 178 – 22 de enero de 1908: Un día de la próxima semana comenzaremos a publicar en forma encuadernable la novela «La Riá».

Compositor destacado y prolífico, especialista en zarzuelas, Foglietti falleció en Madrid a consecuencia de la gripe de 1918 tras haber triunfado en los teatros Eslava, Cómico, Romea, Novedades, Zarzuela, Barbieri, Gran Teatro y Apolo; llegando a inaugurar el teatro Reina Victoria con la presencia de la Familia Real.

Siguiendo con los hermanos Teruel, José Manuel envió a Justo una ilegible carta con membrete de «La Iberia» a través de su padre; quien se volvió tarumba al intentar descifrarla. No parece estar escrita por él; al menos la caligrafía no se parece a la del que luego fue cronista oficial de Orihuela.

De ella sólo me queda claro que pedía originales a Justo; que mencionaba un artículo sobre el alcalde que no le había publicado; y que hablaba de una denuncia contra el periódico. Os dejo lo que he podido transcribir.

La Iberia. Diario de la Tarde. Redacción Alfonso XIII, 19. Orihuela. 26 de Enero de 1908. Sr. D. Justo García Soriano. Estimado amigo: Como estoy completamente solo en «La Iberia», no tengo tiempo para nada; y he aquí la causa de no haberle escrito antes.

Lo de la declaración en el sumario por el telegrama famoso, fue una equivocación que desharemos en nueva comparecencia ante este juzgado, por lo que puede V. estar tranquilo. No hubo mala fe, sino mala interpretación. El artículo de V. «Alcalde (ilegible)» no lo he publicado porque en época del liberal Romero se hizo un informe (ilegible) en la que pudo hallarse la (ilegible) sería el puesto de liberal.

AMO. LJGS.

Aquí te tengo a disposición de V. pues sé quién (ilegible) y le encontraremos.  ¿Cuándo remite original para «La Iberia»? Y no tema en apretar. Queda de V. afmo. amigo que le desea ¿Felicidad?

(Cambia a letra de su padre) Querido hijo Justo: Como te decía ayer, te remito la carta de Teruel; verás si tú puedes  comprenderla, pues yo me he vuelto tarumba y he sacado lo que el negro en el sermón. Todos buenos. Tu padre que te quiere. JUSTO. Tu madre no firma porque está haciendo la cena. Recuerdos os damos a todos. Escribe pronto.

Como ya estaba anunciado, José Manuel publicó en «La Iberia» la novela por entregas escrita por su hermano Abelardo.

La Iberia. Número 187 – 1 de febrero de 1908: ¡LA  RIÁ, se publicará en forma encuadernable! ¡Abelardo Teruel, es el autor de la novela LA RIÁ! ¡Hay que leer LA RIÁ! ¡A los suscriptores de La Iberia se regalarán tapas para encuadernar LA RIÁ!

La Iberia. Número 190 – 5 de febrero de 1908

Por las siguientes noticias sabemos que al cuñado de García Soriano lo habían destinado al Mudamiento; por lo que su hermana y sus sobrinos se desplazaban con él (imagino que, a la casa del maestro en la citada pedanía oriolana), dejando solos a sus padres.

La Huerta. Número 287 – 28 de marzo de 1908: Hemos saludado en ésta a nuestro querido amigo el maestro de Mudamiento D. José Linares Aliaga y a su distinguida esposa Dª. Milagros García Soriano. El señor Linares ha marchado enseguida a su destino. Número 314 – 5 de mayo de 1908: Ha regresado a Mudamiento el maestro de instrucción pública de dicho partido, nuestro estimado amigo D. José Linares, acompañado de su distinguida esposa doña Milagros García Soriano.

Justo pasó en Orihuela las fiestas de Semana Santa; una breve visita de la que no tengo más referencia que las fechas de llegada y vuelta a Madrid.

La Huerta. Número 303 – 18 de abril de 1908: Con el objeto de pasar estas fiestas con sus cariñosos y ancianos padres, también se encuentra en esta y hemos saludado a nuestro entrañable amigo de siempre e ilustrado redactor de este periódico, el joven doctor en Filosofía y Letras D. Justo García Soriano. Bienvenido.

La Huerta. Número 306 – 24 de abril de 1908: Ayer por la tarde regresó a la Corte nuestro querido amigo e ilustrado redactor don Justo García Soriano.

La Iberia. Número 251 – 25 de abril de 1908: Después de permanecer varios días en esta, ha salido para Madrid nuestro compañero y amigo D. Justo García Soriano. Feliz viaje.

Pero supongo que, terminadas las «Crónicas Madrileñas» de Ángel Rozas, aprovechó la estancia en Orihuela para visitar el Archivo Municipal y organizar la nueva publicación que estaba preparando junto a Rafael. Se trataba de un folletín con motivo del centenario de la Guerra de Independencia; efeméride que en Madrid se celebró con gran solemnidad; sobre todo el 2 de mayo.

Apuntes manuscritos. AMO. LJGS.

La Huerta. Número 311 – 1 de mayo de 1908: Las fiestas del Centenario. Queriendo La Huerta solemnizar de alguna manera el Centenario de la gloriosa guerra de la Independencia, pensamos publicar en forma de folletín una interesante monografía histórica, titulada: ORIHUELA DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA escrita en su mayor parte con datos originales y documentos inéditos, extraídos del archivo municipal de Orihuela, por nuestros redactores D. Justo García Soriano y D. Rafael Rogel Rech. Esperamos merecer la complacencia de nuestros favorecedores.

Madrid, 2 de mayo de 1908. Fiestas del Centenario. Revista «Nuevo Mundo». Foto Campúa.

La Huerta. Número 312 – 2 de mayo de 1908: Desde el próximo número, comenzaremos a publicar nuestro folletín Orihuela durante la Guerra de la Independencia; reseña histórica escrita con datos recogidos en los archivos por nuestros redactores don D. Justo García Soriano y D. Rafael Rogel Rech.

La Huerta. Número 313 – 4 de mayo de 1908.

Dicho folletín, cuya publicación se inició el cuatro de mayo con el número 313, se mantuvo todo el año con algunas irregularidades. Se lanzaron un total de 155 entregas repartidas de la siguiente forma: 23 en mayo; 21 en junio; 20 en julio; 17 en agosto; 22 septiembre; 24 en octubre; 21 en noviembre; 6 en diciembre y 1 en enero de 1909.

Y es que, iniciado diciembre, el diario «La Huerta» empezó a «hacer aguas» y trató de sobrevivir convertido en semanario. El «Fin del Tomo Primero» se hizo esperar hasta el día 12 de enero; en el número 492. Y no hubo más tomos; a primeros de marzo de 1909 «La Huerta» desapareció para siempre.

Años después, los fascículos de este folletón incompleto fueron cuidadosamente cosidos y encolados para Justo en el taller de Antonio Menard, celebérrimo maestro encuadernador instalado en la calle de la Madera de Madrid.

Edición facsímil editada por el Ayuntamiento de Orihuela en el II Centenario (2008).

Y hablando de publicaciones: la anunciada y tantas veces retrasada obra de Juan Sansano, prologada por Justo, veía por fin la luz con gran repercusión mediática a nivel provincial.

Diario de Alicante. Número 381 – 9 de mayo de 1908:  Crónica oriolana. «Flores silvestres». Nuestro querido compañero en la prensa y sentimental poeta Juan Sansano se ha decidido a coleccionar sus trabajos. Los publicará en un sólo tomo, compuesto de ocho cuadernos, que los distribuirá quincenalmente. El título de su obra es el mismo que en encabeza estas líneas: «Flores silvestres». Hoy se ha repartido el primer cuaderno.

«Flores silvestres» está dedicada al ex magistrado don Pío Verdú, jefe del partido conservador de Monóvar. El prólogo está escrito por el culto escritor y paisano nuestro don Justo García Soriano, Dr. en Filosofía y Letras. En él hace un detenido estudio del modernismo y alude a unos artículos publicados por Salvador Rueda en «España Nueva» acerca del hexámetro. Cuando conozcamos la colección por completo, haremos su crítica. Ahora solamente nos limitamos a felicitar a autor y prologuista. ORCELIS.

La Huerta. 9 de mayo de 1908: FLORES SILVESTRES. Un libro más, una colección de versos debida a la bien cortada pluma de nuestro querido amigo y compañero D. Juan Sansano, va a enriquecer la biblioteca de los amantes a las letras. Podemos estar los que diariamente trabajamos en la confección La Huerta, orgullosos por el triunfo que ha alcanzado en las suscripciones de su obra, titulada Flores Silvestres, nuestro buen amigo, que se le tiene en gran estima en esta redacción.

Es el autor de Flores Silvestres, un modesto e inteligente obrero, que cotidianamente acude al trabajo, para llevar el sustento a sus ancianos y queridos padres, que pobres, no pudieron facilitarle ningún género de enseñanza; pero Sansano, desde joven, mostró gran afición por las obras literarias y particularmente por los versos, las que leía durante las horas que le dejaban libres sus ocupaciones, deduciendo algunas reglas que con el estudio de la Retórica fueran completadas, para entrar de lleno en el secreto de la forma poética, que gracias a su trabajo constante y a su afición sin límites le han hecho llegar a dominarla.

Esta obrita será servida a sus suscriptores por cuadernos quincenales, y consta además de los versos, en los que no sé qué resalta más, si la fecundidad de pensamientos o lo primoroso y elegante de su estilo, de un prólogo, original de nuestro querido compañero de redacción, el joven doctor en Filosofía y letras, D. Justo García Soriano, del que toda alabanza es poca; estando su escrito, plagado de ideas fecundas, abundantes bellezas y como todos los suyos, de un estilo y lenguaje elegantes.

No trato de inquirir, ni esa es mi idea, la vida de mi amigo Sansano, ni de hacer un juicio crítico de Flores Silvestres, pues tratándose de una obra en donde todo es belleza, armonía, dulzura, la más insignificante crítica, pondría de manifiesto, el poco gusto literario y el ruin sentimiento de quién lo ejercía. No he de terminar, sin enviar desde estas columnas mi más cordial y entusiasta enhorabuena, para que la una a las muchas que ha recibido con la publicación de su primer libro. Sorbete.

La Iberia. Número 275 – 25 de mayo de 1908: Hemos recibido el primer cuaderno de la obra «Flores silvestres», colección poética de nuestro querido compañero en la prensa D. Juan Sansano y Mas, con un prólogo de nuestro distinguido amigo D. Justo García Soriano, de cuyas producciones literarias nos ocuparemos debidamente cuando haya terminado su publicación, aunque podemos anticipar a nuestros lectores que los trabajos de García Soriano y Sansano Mas, siempre nos han parecido de perlas.

LLegó el verano y Justo regresó a Orihuela: como siempre, haciendo la breve escala en Alicante.

La Huerta. Número 363 – 7 de julio de 1908: Pasado mañana esperamos, procedente de Madrid, a nuestro queridísimo amigo e ilustrado compañero D. Justo García Soriano, que viene a pasar el verano con su familia. Con el amigo Justo vendrá también nuestro estimado paisano el joven estudiante D. Severiano Sánchez. Nuestra bienvenida por anticipado.

Antigua estación de Murcia. Barrio de Benalúa. Alicante.

Diario de Alicante. Número 429 – 9 de julio de 1908: Hemos tenido el gusto de saludar en esta ciudad al brillante escritor don Justo García Soriano que ha venido de Madrid esta mañana. En la tarde de hoy ha marchado a Orihuela nuestro querido amigo.

La Huerta. Número 366 – 10 de julio de 1908: Ayer tuvimos el gusto de saludar en esta población procedente de Madrid, a nuestro entrañable amigo e ilustrado compañero de redacción D. Justo García Soriano. También ha regresado de la Corte nuestro amigo el joven estudiante de arquitectura D. Severiano Sánchez.

Para las fiestas de la Reconquista redactó su tradicional artículo rigurosamente histórico: una transcripción de la crónica de Alfonso X; y la lista de los defensores del castillo que aparecen mejorados en el «Llibre dels Repartiments».

La Huerta. Número 370 – 16 de julio de 1908: La fecha del 17 de Julio evoca en los oriolanos el recuerdo de un suceso glorioso cuya grandeza no borrará el decurso veloz de tantos años. La vieja Orihuela quedó emancipada del yugo agareno. En este día lució al viento, sobre la almena más alta de la fortaleza, cuyas ruinas dan cima actualmente al monte en cuyo pétreo regazo descansa nuestra ciudad, el pendón victorioso de Aragón.

Este recuerdo despierta en nosotros, hijos del pueblo, el legítimo orgullo de la raza, no por lo que tuvo de conquista el hecho, sino porque ante nosotros se eleva el espíritu de nuestros antepasados siempre rebelde a toda opresión, siempre acometedor por su independencia, siempre, heroico por su libertad. Los tiranos de todas las castas se hartaron de sangre; pero los pueblos fueron rompiendo las cadenas, fueron destruyendo, eslabón por eslabón y al fin consiguieron obtener una mediana libertad y pusieron el camino expedito para llegar a la libertad suprema…

… La fecha del 17 de Julio es memorable para todo oriolano. En ella se escribió una página hermosa para nuestra historia. Desde aquel día, éramos independientes, éramos libres del poder agareno. Ante el recuerdo de los héroes y caudillos de aquella jornada, descubrámonos y dediquémosles, siquiera sea este modesto homenaje, ya que no podemos ofrecerles otra cosa.

LA RECONQUISTA, según la Crónica de Alfonso X. La fecha de mañana, elegida caprichosamente por la tradición para consagrarla en recuerdo del hecho de armas que puso a Orihuela en poder de los cristianos, después de más de cinco siglos de dominación muslímica, no tiene ningún fundamento histórico ostensible. Si bien es verdad que el aniversario de nuestra reconquista ya se conmemoraba el 17 de Julio, siglo y medio más tardé de haber tenido lugar, en el año 1400; ninguna crónica ni documento de los siglos XIII y XIV, de los que han llegado hasta nosotros, registra tal fecha.

De todos modos y cualquiera sea su fundamento, ella entraña para todo oriolano una gloriosa evocación, viviendo inseparablemente unidas y grabadas con caracteres indelebles en nuestros corazones. Al rendirles hoy el culto anual y solemne que nos dicta el fervor sentido por nuestras pasadas glorias, nos limitaremos a entresacar de la Crónica de Alfonso Décimo, la más antigua y fidedigna, aquellos párrafos más principales en que se relata la reconquista del reino de Murcia, al que pertenecía entonces Orihuela. Dice la Crónica; en su capítulo X:

— En la era de mil e doscientos e sesenta e cuatro años, (1226 de J. C) después que fue muerto Aben-Hud, fue alzado rey en Arjona Mohamad-Aben-Alhamar, e después que el rey D. Ferrando ovo ganado la ciudad de Córdoba e las ciudades e villas del obispado de Jaén, ayudó a este Mohamad-Aben- Alhamar por que cobrase el reyno de Granada e de Almería. E en este tiempo, los de Murcia,  non queriendo aver por Señor aquel Aben Alhamar, alzaron por rey a Boaquez.

E rescelando que se non podría defender de Aben Albamar, pues le ayudaba el rey D. Ferrando, enviaron sus mensajeros a este rey D. Alfonso, su fijo, seyendo infante, con quien le enviaron decir que le darían la ciudad de Murcia e todo, los castillos (entre ellos el de Orihuela del que era arráez Aben-Hassan) que son desde Alicante fasta Lorca e fasta Chinchilla. E este rey D. Alfonso, seyendo infante, desque ovo esta mandería de los moros de Murcia, fue allá con mandado e voluntad del rey D. Ferrando, su padre, e rescibiéronlo por señor e entregáronle la ciudad e todos los castillos, e fincaron todas las fortalezas en poder de los cristianos, e la ciudad de Murcia e todos los otros lugares fincaron poblados de moros.

E fue en esta manera, que el rey don Ferrando e el infante D. Alfonso su fijo por él oviese la mitad de las rentas, e Alboaquez oviese la otra mitad. E este Alboaquez que fuese vasallo del rey D. Ferrando en toda su vida, e después, del infante D. Alfonso, desque regnase en Castilla e en León. E este rey D. Alfonso, seyendo en Castilla en este noveno año de su reynado (1261), los reyes moros del reyno de Murcia e de todos los otros lugares que él avía ganado, o vieron fabla de consuno, e enviaron sus mandaderos a Aben Alhamar e pusieron postura que en un día se alzasen todos al rey D. Alfonso, e en aquel día comenzase el rey de Granada la más fuerte guerra que pudiese facer, e cada uno de los otros eso mesmo.

E el consejo ávido en esto, el rey Alboaquez e todos los otros moros que habían fincado en el reyno de Murcia alzáronse contra el rey D. Alfonso e cobraron algunos de los castillos que tenían los cristianos… E eso mesmo ficieron (cercarlos) los moros de cada uno de los otros lugares a los alcaydes que estaban por el rey D. Alfonso en los castillos, señaladamente en el regno de Murcia».  

En el capítulo: XI:  «… Andaba el año de la nascencia de Jesu Cristo en mill e doscientos e sesenta e dos años, estando el Rey en Segovia llegáronle las nuevas de commo el rey de Granada le avía quebrantado las treguas que con él avía, e otrosí que en el regno de Murcia que se le avía alzado Alboaquez, rey que era su vasallo… e commo avían cercado a don Alimán que tenía la torre de Utrera e  otros alcaydes que avía dejado en algunos otros lugares e castillos del regno de Murcia.

E envió él llamar por sus cartas los iuíantes e los ricos homes e todos los concejos de su reyno que se fuesen luego para él a la frontera». Después de comenzar el capítulo XV de la Crónica relatando la tregua que convinieron en las vistas de Alcalá de Benzay de Alfonso X y Aben-Alhamar, (año 1265), prosigue: — Alboaquiz, que era rey de Murcia, desque sopo que el rey de Granada le avia desamparado e que amos los reyes venían con grandes huestes contra él, e otrosí porque supo que el rey don Alfonso lo había segurado de muerte, vino se para él a ponerse en la su merced, e llegó a él a Sant Esteban del Puerto, e el rey don Alfonso fue a la ciudad de Murcia.

E este Alboaquez o los moros que estaban en ella entregáronsela, e dejó el alcázar al infante don Manuel, su hermano, e dende fue a todo los otros logares que, se habían alzado, e entregáronselos. E el Rey puso alcaydes en todos los castillos e dio vecindad a muchos cristianos que la vinieron tomar… Después que el rey don Alfonso ovo cobrado la tierra del reino de Murcia, fincó en este reino todo este año (1266), faciendo labrar las villas e los castillos de muy buenas labores e muy fuertes, e poblaba la tierra de los más cristianos que podía aver, e señaladamente facía mucho por poblar de cristianos la ciudad de Murcia e la villa de Orihuela e la villa de Lorca; e porque non podía aver gentes de la su tierra que los poblasen, vinieron y e poblaron muchos catalanes de los que eran venidos a poblar en el reino de Valencia».

Hasta aquí la Crónica. Nosotros podemos añadir que los cristianos que defendieron el castillo de Orihuela cuando los moros del reino de Murcia se alzaron contra Alfonso X, eran: Fortún de Ugara, caballero, Ferrando de Marfa, adalid, el judío Jacob Avendino, Iñigo Darún, Johan Jove, almocaden, Ibáñez de Oriol ,Gil y Andreu Lobet, Jaime de Groño, Jaime de Tormeo, Bernardo Crespo, García Navarro, Juan Péres de Tudela, Bernardo de Paratge, Pedro Zapatero, Domingo Muñoz, Calviello Peligero, Pedro de Benayos, Pons de Granana, Antonio de Pugcerdán, En Barceló, Pedro Roca, Berenguer de Olivars; muriendo en tan heroica defensa Ramón Serrador, Domingo de Tona, Esteban Pérez de Alcántara, Pedro González y Ñuño.

Todos ellos fueron mejorados en el repartimiento de tierras ¡Loor a los héroes que se inmortalizaron dando la vida! . D. Jaime el Conquistador, rey de Aragón y suegro de Alfonso X de Castilla, fue el primero que acudió en socorro de Orihuela, cediéndola después a su yerno. Justo García Soriano. Orihuela, 16 de Julio 1908.

A finales de julio contrajo una inoportuna enfermedad. Precisamente cuando se estaba gestando el homenaje a Agrasot que tantas veces había solicitado. Se pidió de nuevo el 1 de agosto; para la feria.

La Huerta. Número 380 – 30 de julio de 1908: Se encuentra enfermo, aunque por fortuna no de cuidado, nuestro querido amigo y compañero de redacción D. Justo García Soriano.

La Iberia. Número 326 – 31 de julio de 1908: Se encuentra enfermo aunque de poco cuidado por fortuna, nuestro ilustrado compañero en la prensa, D. Justo García Soriano, a quien deseamos un rápido y total restablecimiento.

La Huerta. Número 382 – 1 de agosto de 1908: ¡Honremos al artista! Hace mucho tiempo que surgió en la Prensa local la idea de poner el nombre del eminente artista Sr. Agrasot a una calle de Orihuela. Nuevamente queremos recordar esa iniciativa, digna de ser recogida por los que pueden y deben hacerlo. Don Joaquín Agrasot, nacido en esta ciudad para la que conserva un inmenso cariño, no es un artista vulgar.

Sus cuadros son admirados en los más importantes Museos y su fama ha traspasado las fronteras. Debemos enorgullecernos de contarlo entre los nuestros. En todos los pueblos se observa actualmente singular predilección por inmortalizar o distinguir a sus hijos más preclaros artistas, literatos, políticos, guerreros etc. etc. cuando se distinguen, obtienen por lo menos el merecido homenaje de sus paisanos señalando una calle con su nombre.

¡Cuántos con menos méritos que el pintor Agrasot merecieron esa distinción! ¡Honremos a nuestro artista! Esperamos que el Ayuntamiento actual tomará el acuerdo de poner a una calle de Orihuela el nombre del Pintor Agrasot. Es lo menos que podemos hacer.

En menos de una semana Justo estaba recuperado y dispuesto para afrontar un mes de intensa actividad. «La Huerta» solicitó de nuevo la calle para el pintor cuatro días después; y por fin, esa fue la definitiva.

La Huerta. Número 385 – 5 de agosto de 1908: Se encuentra totalmente restablecido de su ligera indisposición nuestro querido compañero Justo García Soriano. En Benejúzar se inaugurará en breve un círculo católico para el que ya se cuenta con más de cuatrocientos socios. El acto revestirá gran solemnidad.

HONREMOS AL ARTISTA. Con este mismo título publicamos en nuestro editorial del sábado último, un breve artículo acogiendo la excelente idea, puesta en circulación hace algunos años en la Prensa local por la iniciativa de un querido compañero, de dar el nombre ilustre de nuestro paisano el pintor Agrasot a una de las calles de Orihuela.

Esta simpática y justa propuesta, desatendida por otros ayuntamientos, esperamos será aceptada por el actual, con lo que demostrará su celo y cultura enalteciendo, como merecen a los hijos preclaros de Orihuela, que en el mundo dan honra al pueblo en que han nacido.

¿No vendría que ni de perlas, entre los demás festivales, un número que fuera: «Solemne descubrimiento, con asistencia de las autoridades y representaciones de la localidad, del rótulo de una calle, cuyo nombre sea el del Pintor Agrasot»?  Juzgamos esta idea muy digna de que sea acogida con entusiasmo por todos los señores concejales y aprobada por unanimidad en la sesión de mañana.

La propuesta, tantas veces ignorada, se hizo realidad: el concejal García Mercader propuso al Ayuntamiento y así fue aceptado, que una calle oriolana adoptase el nombre del Pintor Agrasot; señalando para ello a la Corredera.

«Por el aplauso que se tributaba y la estimación que se tenía en el mundo artístico de la pintura a las obras que llevaban la firma del ilustre hijo de Orihuela Joaquín Agrasot y Juan, no eran solo gloria y honra de tan inigual artista, sino que ese honor alcanzaba también al pueblo que le había visto nacer». (AMO. Libro de actas de 1906-1908). 

Calle de la Corredera. La calle de Agrasot.

La Huerta. Número 389 – 10 de agosto de 1908: El Pintor Agrasot. Justo Homenaje. Nuestro Excmo. Ayuntamiento se ha dignado por fin acoger la idea que ya le propuso hace tiempo «La Comarca» primero, luego «El Diario» y finalmente en «La Huerta» de que se pusiera el nombre de nuestro insigne paisano el pintor Agrasot a una de las calles de esta ciudad.

En la sesión municipal del sábado, de la que en otro lugar damos cuenta, el edil e ilustrado jurisconsulto D. Ascensio García Mercader hizo la proposición que fue aceptada y aprobada unánimemente, por el Consistorio e incluida en el programa de festejos de feria.

Fiestas en la Corredera.

Este acto patriótico y simpático de nuestro Ayuntamiento lo acredita de culto y de amante del buen nombre del pueblo que representa. Vaya pues un caluroso aplauso y nuestras más rendidas gracias al Sr. García Mercader, y al Sr. Brotons y a los demás munícipes. Sabemos que el pueblo entero de Orihuela les aplaude lo mismo pues han visto con simpatía que se honre al paisano insigne que lo merece.

Justo García y Rafael Rogel habían conseguido que Orihuela se acordase de Agrasot; con un homenaje que desde hacía años venían proponiendo en los diferentes periódicos por los que habían pasado. Toda la prensa se hizo eco del acontecimiento; y de la intervención de estos jóvenes inquietos. Transcribo el borrador que se conserva de la carta que Justo envió inmediatamente a don Joaquín.

Sr. D. Joaquín Agrasot y Juan. Muy respetable Sr. Nuestro: En concepto de modestos periodistas, paisanos y admiradores fervientes de Vd., tenemos el gusto de notificarle que el Exmo. Ayuntamiento de esta ciudad acordó por unanimidad, en sesión celebrada ayer mañana, 8 del corriente, dar el nombre ilustre que Vd. tiene  la calle de la Corredera.

El acto solemne de descubrirse la lápida rótulo, tendrá lugar el 19 y figura en el programa de la próxima feria como uno de los festejos. Este modesto homenaje dedicado por sus paisanos al gran pintor, uno de los más ilustres hijos de Orihuela, de la generación presente, es una obra de justicia y gratitud que honra al pueblo que la ejecuta.

Sin deseo de vanas exhibiciones ni aspirando a ningún género de galardones ni reconocimientos, sino exclusivamente por la satisfacción que para nosotros supone que Vd. conozca el nombre de dos de sus admiradores más entusiastas hemos de manifestarle que fuimos los que iniciamos la idea y la lanzamos a la publicidad hace algunos años en la prensa local insistiendo con gran tesón en ella hasta que por fin hemos logrado ahora, del actual Ayuntamiento, que accediera a nuestra propuesta y la pusiera en práctica.

Y ahora, tras felicitarle efusivamente, vamos a pedirle albricias por la fausta nueva que le participamos. Estas se reducen a que nos envíe el cliché de su retrato y, lo antes posible, unos datos biográficos con alguna anécdota interesante de su carrera artística a fin de publicar su biografía en el día 19 de este mes en el diario de esta ciudad «La Huerta», de cuya redacción formamos parte. Esperamos.   

En agosto se intensificó también la campaña publicitaria de «Las Flores Silvestres» de Sansano; elevado a la categoría de «Obrero-Poeta»; y respaldado por un «benemérito» doctor en Letras.

La Huerta. Número 390 – 11 de agosto de 1908

La Huerta. Número 390 – 11 de agosto de 1908: Lea usted el libro de versos de JUAN SANSANO, Flores Silvestres, que ha valido a su autor el aplauso unánime de los periódicos de la región, colocando el nombre del obrero-poeta al lado de los más esclarecidos literatos de la juventud contemporánea.

Los prolegómenos de la obra son del benemérito D. Justo García Soriano, Doctor en Filosofía y Letras. «FLORES SILVESTRES» lleva los retratos de ambos escritores, y consta de ocho cuadernos de 24 páginas en octavo, papel vergé y cubiertas de color, a 0,20 pesetas cada cuaderno. La obra completa, encuadernada lujosamente, se venderá al precio de 2’50 ptas. en las principales librerías de España. En Orihuela: Imprenta de Payá.

Y Joaquín Agrasot contestó a la carta que los dos jóvenes periodistas oriolanos le habían enviado.

La Huerta. Número 396 – 19 de agosto de 1908

La Huerta. Número 396 – 19 de agosto de 1908: AGRASOT Y LA HUERTA. Apenas supimos el acuerdo, que por iniciativa de nuestro periódico, y a propuesta del segundo teniente de Alcalde don Ascensio García Mercader, había tomado nuestro municipio, nos apresuramos a felicitar calurosamente al Sr. Agrasot. Este nos ha honrado sobremanera, con la siguiente carta, contestando a la nuestra:

«Valencia 12 Agosto 1908. Señores D. Justo García Soriano y D. Rafael Rogel. Orihuela. Muy señores míos y queridos paisanos: Recibo su grata del 10, en la que me participan el acuerdo de ese Excmo. Ayuntamiento de poner mi nombre a la que es hoy calle de la Corredera. Creo firmemente que no tengo méritos suficientes para merecer tal distinción, pero sí puedo asegurarles, que en mi larga vida artística he hecho cuanto he podido y mis facultades me han permitido.

Arco de la Corredera. Colección Javier Sánchez Portas.

El acuerdo de ese Ayuntamiento me obliga más que nunca a continuar luchando por el Arte, y hoy aunque viejo, he de seguir mi labor, para que si puedo conseguir nuevos lauros, que estos sean una pequeña compensación al alto honor que Orihuela me otorga. Y a ustedes, que con tanta constancia y cariño iniciaron la idea, les agradezco con toda mi alma el afecto que con tal motivo me han demostrado. Con esta ocasión ahí va un abrazo de este viejo artista y paisano agradecido. q. b. s. m. Joaquín Agrasot».

Calle de la Corredera. Colección Javier Sánchez Portas.

Podría seguir transcribiendo todo lo que se publicó durante ese mes sobre el homenaje al pintor oriolano; pero me parece innecesario engordar más la biografía de Justo cuando os puedo dejar un enlace al capítulo correspondiente de la de Agrasot.

Es la más extensa que he emprendido después de ésta. Si os interesa profundizar en el tema, pinchad el retrato del pintor y os llevará al penúltimo capítulo de los seis que la componen.

Enlace biografía Agrasot.

También, a mediados de agosto, junto a los hermanos Escudero Bernicola, participó en un emotivo acto celebrado en Benejúzar. Para la ocasión, compuso y recito su «Canto de Amor / Himno al trabajo».

La Huerta. Número 395 – 18 de agosto de 1908: INAUGURACIÓN DEL CIRCULO CATÓLICO DE OBREROS DE BENEJÚZAR. La importante Sociedad titulada «Círculo Católico de Obreros», que con el alto fin de aumentar y difundir la cultura y socorro a los obreros necesitados, se ha organizado recientemente en Benejúzar, abrió las puertas de su espacioso local el día 16 de los corrientes en la noche, con una velada literario-musical.

El amplio salón del Círculo aparecía brillantemente iluminado y decorado con gran cantidad de flores y follaje. En un estrado construido ad hoc tomaron asiento los señores que forman la Junta directiva. Una nutrida orquesta amenizaba el acto, ejecutando escogidos números de música. El Presidente del círculo hizo uso de la palabra para dar gracias por la designación de que había sido objeto, y cedió inmediatamente la presidencia al Sr. Cura Párroco, uno de los más entusiastas iniciadores y activos organizadores de la nueva Sociedad.

Concedida la palabra a D. Eloy Bernicola, pronunció una sentida alocución, haciendo historia de los trabajos de organización del Círculo y encomiando los fines patrióticos y humanitarios que persigue. Fue muy aplaudido.

Seguidamente el joven D. Antonio Bernicola leyó una bien escrita poesía, debida a su pluma, y encaminada a realzar el acto que se estaba verificando. Fue muy del gusto de la concurrencia. Luego D. Alberto Escudero dio una breve y científica conferencia explicando el alcance y significación de estas Sociedades, con respecto a su misión higiénica y sanitaria. El trabajo del conferenciante fue premiado con grandes aplausos.

A continuación D. José Escudero Bernicola se levantó a hablar, siendo interrumpido frecuentemente con aplausos y vivas. En párrafos brillantes y de gran facundia, repletos de sana doctrina sociológica, excitó al pueblo de Benejúzar a que desechara todas las diferencias y pequeñeces ante la hermosa idea de unirse todos para trabajar por el mejoramiento de los intereses morales y materiales de aquella villa. Después hizo la presentación de nuestro compañero señor García Soriano, quien leyó una hermosa composición poética que le mereció muchos plácemes de los concurrentes.

Tanto esta poesía como la de D. Antonio Bernicola tendremos el gusto de darlas a conocer a nuestros lectores en uno de nuestros próximos números. Como final del acto, el ilustrado y virtuoso párroco D. Pascual Pérez Mira pronunció un bello y elocuente discurso de elevados y sentidos tonos en el que hizo el resumen de la velada y alentó a seguir llenos de fe y entusiasmo en la obra empezada. El público le tributó una ovación merecida. A las once y media terminó tan culta y simpática fiesta.

La Huerta. Número 402 – 26 de agosto de 1908.

La Huerta. Número 402 – 26 de agosto de 1908: CANTO DE AMOR (Himno al Trabajo). En la inauguración del «Círculo Católico de Obreros» de Benejúzar.

Obreros de la huerta, que en los claros cristales / del Segura refleja sus verdes naranjales / sus palmeras gallardas y sus prados en flor; / el poeta que viene y este Centro visita / al abrir hoy sus puertas, cordial os felicita / y entusiasta os saluda, con su canto de amor.

El poeta ha soñado, al correr de sus horas / de tristeza y nostalgia, en las vegas reidoras / de esta fértil campiña, que es divino pensil; / donde ninfas y faunos se persiguen gozosos / entre las espesuras de los huertos umbrosos, / y es su huésped eterno el florífero Abril.

Obreros de la  huerta, yo sé que vuestros pechos / de nobles labradores, como sanos barbechos / a la siembra de bienes dispuestos siempre están; / que hay ansias excelentes en vuestros corazones, / de mejorar la vida mil justas ambiciones / y de ser ilustrados inextinguible afán.

Sois legión de guerreros que en la férvida liza / vuestro brazo potente al luchar fertiliza / y convierte en edenes el más yermo erial. / Flora, que vuestro esfuerzo cuotidiano desea, / vierte la cornucopia divina de Amaltea / y a todos brinda pródiga su seno maternal.

Canto de amor y dicha es el canto fecundo / del trabajo bendito, que transforma del mundo / la aridez escabrosa en oasis de paz. / Canto de amor y dicha es el canto sublime; / del trabajo que al hombre de la  muerte redime, / al poblar miserable de la tierra la faz.

En el augusto templo de la Naturaleza, / el hombre virtuoso con su trabajo reza, / no sólo con palabras de fácil devoción. / El férreo martillo en su tarea diaria, / al yunque que golpea le arranca una plegaria, / que es el santo trabajo la mejor oración.  

Obreros de la huerta, que en los claros cristales / del Segura refleja sus verdes naranjales / sus palmeras gallardas y sus prados en flor; / el poeta que viene y este Centro visita / al abrir hoy sus puertas, cordial os felicita / y entusiasta os saluda, con su canto de amor. JUSTO GARCÍA SORIANO. Orihuela y Agosto de 1908.

Por motivos de salud, Agrasot no había acudido al homenaje celebrado en agosto. Pero visitó Orihuela en septiembre. Así, Justo logró conocer en persona al más famoso pintor oriolano y además le presentó a su padre.

La Huerta. Número 418 – 15 de septiembre de 1908: El Pintor Agrasot. Ayer tarde honró esta casa con su presencia el insigne pintor y respetable paisano nuestro D. Joaquín Agrasot, cuyo nombre, preclaro en el mundo del arte, se ha dado recientemente a una de las calles de esta su ciudad natal. Acompañábale su señor hermano D. Enrique, distinguido jurisconsulto que reside en la Corte. Ambos señores se encuentran desde el sábado en Orihuela, donde han venido a pasar unos días entre sus parientes y entre sus numerosos amigos…

Septiembre de 1908. Visita de Agrasot a Orihuela. Coloreada por J.M. Dayas.

…El Sr. Agrasot ha hecho también una visita de atención a este Excmo. Ayuntamiento, habiéndole sido devuelta por una escogida comisión de los individuos de este Cuerpo. Entre las muchas visitas que recibe, anoche cumplimentaron al celebrado pintor en la casa de nuestro distinguido amigo D. Vicente Galiana, D. César Giménez, nuestros redactores D. Rafael Rogel Rech, don Justo García Soriano, su señor padre y el aventajado pintor decorador don Enrique Luis Cárceles. El Sr. Agrasot permanecerá en esta ciudad hasta el jueves próximo. Reiterámosle nuestro más cariñoso saludo de bienvenida, deseándole que le sea feliz su estancia en Orihuela.

Y tras estas trepidantes ¿vacaciones? llegó su ineludible vuelta al trabajo de profesor en la capital.

La Huerta. Número 428 – 26 de septiembre de 1908: Esta tarde marcha a Madrid donde reside, nuestro muy querido amigo e ilustrado compañero D. Justo García Soriano. Feliz viaje y mucha suerte.

Estación de Atocha. Madrid.

Pedro de Peñaranda era un joven que se había dado a conocer en noviembre de 1907, enviando a «La Huerta» un trabajo anónimo junto a una carta al director. De momento no he conseguido identificar el nombre real del personaje; sólo sé que tenía familia en Cox y que se desplazó a dicho pueblo para curarse cuando estuvo enfermo.

En la redacción aceptaron el trabajo pidiéndo que se identificase con la promesa de la mayor reserva de su identidad. Poco después se presentó con un largo poema en el que se calificaba a sí mismo como «ente ignorado», «débil rumorcillo llevado por el viento», «lira errante de tristes sones»...

El nuevo colaborador cayó en gracia como un joven estudiante que se lanzaba a la vida literaria; y le siguieron el juego como «espíritu inquieto portador de una lira de plata». Lo defendían incluso de las críticas y ataques publicados por «La época» o «La Iberia»; que lo llegaron a calificar de «Jeremías sombrío y llorón».

El caso es que, en octubre de 1908, cuando ya formaba parte de la redacción, «como joven de excelentes condiciones que honraba con su colaboración las columnas de La Huerta» , P. de Peñaranda dedicó en «La Huerta», «a su respetable y distinguido amigo Justo García Soriano» una adaptación de un salmo sobre la venida del Mesías, un poema titulado «Illuxerunt fulgura ejus orbi terrae» que quiere decir algo así como «sus relámpagos han brillado sobre el mundo».

La relación de Justo García Soriano con Peñaranda no podía considerarse de amistad. Se lo habían presentado en el periódico, en alguna de sus visitas a Orihuela. El caso es que ya había dedicado algún trabajo a otros compañeros de redacción, como Juan Sansano; pero esta dedicatoria provocó un extenso trabajo de análisis al implacable estilo de Justo.

Con la soberbia seguridad que le caracterizaba, redactó una dura carta abierta que «La Huerta» se negó a publicar; y acabó en las páginas de «La Iberia»; dividida en dos entregas.

La Iberia. Número 414- 12 de noviembre de 1908: CARTA ABIERTA. Sr. D. P. de Peñaranda. Mi querido amigo: Absorto, estupefacto he leído la hermosa poesía que en el número de La Huerta correspondiente al 24 del pasado mes de Octubre, ha tenido Vd. la delicadeza y la bondad de dedicarme. Me ha dejado Vd. anonadado, Sr. Peñaranda. Yo no sé con qué palabras expresarle la gratitud que siento hacia Vd. por la distinción honrosísima de que me ha hecho objeto.

En un principio pensé escribirle particular y privadamente, dándole las gracias del mejor modo que pudiera. Pero medité luego y juzgué preferible publicar esta «carta abierta» en el mismo periódico, mediante el cual yo había recibido la exquisita ofrenda, la espléndida merced. Era más procedente, oportuno y lógico; ya que la honra había sido pública, público debía ser mi agradecimiento.

Hubiera sido mi gusto responderle en verso; pero, ¡ay! que las musas, ingratas, pérfidas, me abandonan; aquel astro semidivino que antes avivaba en mí la poética llama de un antiguo cantar de la Hélade, se ha ido enfriando, extinguiéndose; y el arpa cólica, orlada de flores, que yo tañía con fruición incansable, infinita, es hoy, «¡vae victis!»— ¡un pobre guitarrillo cascarrado e insufrible, que duerme, en el rincón telarañoso de un desván, el sueño del olvido!…

Sí, créame Vd., amigo Peñaranda: Su composición poética, vibrante de inspiración y de sentimiento me ha conmovido, ha excitado las fibras más recónditas y aletargadas de mis entrañas. He auscultado atentamente mi pecho; y he percibido que repercutía y se modelaba en ellas, con «trémolos» dulcísimos de la rica gama musical, que fluye de sus arpegios melodiosos, de sus notas profundas y conmovedoras.

Y he sentido sobre mi cabeza ardiente el terror sublime de una tempestad que se desencadena furiosa; y he experimentado en las reconditeces de mi alma adormida un inefable espasmo de religiosa unción; y he abatido mi otras veces altanera frente, he besado el santo suelo y, confuso y tembloroso, he adorado de hinojos la fuerza incontrastable y misteriosa que fulmina el rayo, que retumba en el trueno, que agita las nubes e impele rugiente el vendaval. ¡Oh!…

Pero además, y principalmente, su poesía ha sido para mí toda una sorprendente revelación. Yo conocía a P. de Peñaranda como un prosador galano y conecto, como un ameno y castizo cronista de elegantes decires e ingenio feliz; sabía que era un agudo y sutil filósofo, un hábil y terrible polemista; pero yo ignoraba que el culto joven oriolano que esconde modestamente su nombre tras ese pseudónimo, fuera un inspirado y brioso vate, un  tan consumado y pulido «trovatore».

Yo quiero rendirle en estas columnas un homenaje sincero y darle mi pláceme más entusiástico. Yo no  tengo autoridad alguna para conceder a nadie la patente, el título o la alternativa de poeta; pero una tan bella poesía como la de Peñaranda, lo acredita muy sobradamente de tal, aunque ella no sea más que una fiel imitación del famoso fragmento de los «Cantos del Trovador» de ZorriIla, fragmento que algunos florilegios de poesías clásicas publican con  el título de «La tempestad». Sin embargo, esto no aminora ni un ápice el mérito intrínseco que indiscutiblemente tiene la producción de nuestro compañero querido.

Mas ya que he tributado tan merecidos elogios, al autor de «Illuxerunt fulgura ejus orbi terrae» («Sus relámpagos alumbraron el mundo» Salmo XCVII, vers. 4, título y epígrafe que el señor «Peñaranda» ha escogido para su aludido trabajo poético) y estos elogios justísimos pudiera juzgarlos algún malicioso como pago o correspondencia de la nuncupatoria; séame lícito, en cambio, poner, algún pequeño reparo a dicha poesía y señalar algún insignificante defectillo que, a mi humilde entender, en ella existe. Esto demostrará, por otra parte, mi imparcialidad y desapasionamiento absolutos.

Ante todo, amigo Peñaranda, permítame que me conduela, de que haya elegido Vd., para asunto de su composición, un tema tan trillado y trivial, un tópico tan sobrado y primitivo como es el del terror religioso que infunde en el ánimo el espectáculo de una tormenta. Acaso me dirá Vd. que lo bello y su más excelsa expresión, lo sublime y así mismo todas las entelequias y todas las ideas fundamentales y abstractas, aunque viejos y eternos, en todo tiempo se presentan como nuevos y flamantes. Mas yo le replicaré a esta objeción: que es un principio inconcuso de arte, de estética y de buen gusto, que se debe huir de toda vulgaridad y de todo lugar común.

Además, el suceso siempre conmovedor y grandioso de una tempestad, tenía sobre todo en los tiempos primitivos el encanto maravilloso de lo desconocido, el misterio imponente y aterrador que encierra lo incomprensible. Hoy la ciencia ha penetrado en el santuario, ha descorrido el velo del enigma indescifrable y ha patentizado que esos  conflictos aéreos son fenómenos sencillos y naturalísimos, producidos por algunas masas de vapor de agua flotantes o suspendidas en la atmósfera, y el choque de dos electricidades opuestas— positiva y negativa — , meteoros de los cuales puede uno librarse fácilmente con un buen paraguas (el de Azorín, por ejemplo) y, gracias a Franklin, con un excelente pararrayos.

En otras remotas edades, las buenas gentes ignorantes y supersticiosas, creían que la aparición de un cometa o un eclipse anunciaban calamidades, pestes y guerras, y que detrás de una nube que se revolvía impetuosa entre los fragores del trueno y se desgarraba a la descarga eléctrica de un relámpago, se ocultaba una fuerza sobrenatural y consciente, un «Júpiter tronante» que vomitaba rayos y centellas.

Pero ¡ay! que los progresos científicos han sido terribles y mortales para la fe y la poesía,  demostrándonos que al otro lado de esos nimbus procelosos, no se encubre nada extraño, como ha podido parecer a los hombres primitivos y a los poetas; o lo que es igual, que detrás de la «neblina» de una tormenta sólo se oculta el espacio cósmico, el vacío infinito e insondable!….

En atmósfera tenue e incoercible que nos envuelve amorosa, benéfica, dando la vida a nuestros pulmones, ya sabe Vd. muy bien por la Física que es transparente e incolora y que merced a la refracción de la luz solar en  los impalpables átomos, que componen las diferentes capas atmosféricas, aparece a nuestra vista engañosa como una bóveda cristalina de color azul.

Así y con todo sobre esa bóveda aparente e ilusoria levantaron y construyeron los antiguos los castillos de sus empíreos, de sus cielos o de sus Olimpos y sobre tan inconsistente base colocaron la mansión y morada de sus dioses y de sus espíritus angélicos; y así lo creyeron a pies juntillos millares de generaciones, hasta que nuestro gran aragonés Lupercio de Argensola nos aseguró con gran pesar y bajo su palabra solemne y formal de poeta, que ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo ni es azul ¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza! Justo García Soriano. (Se continuará).

La Iberia. Número 415- 13 de noviembre de 1908: CARTA ABIERTA. Sr. D. P. de Peñaranda. Conclusión. Ahora bien; posee Vd., querido Peñaranda, una inspiración tan lúcida y una fantasía tan rica, espléndida y poderosa, que con el tiempo habrá de ser un literato revolucionario e innovador, un vate originalísimo seguramente.

Tan así lo creo, cuanto mi exiguo y flaco cacumen y mi pobre y pedestre imaginación, al querer levantar el vuelo, hasta las sublimes alturas a que su ardiente fantasía de Vd. se remonta, como otros nuevos Ícaros, pierden sus débiles y artificiales alas de cera y caen, despeñándose rápidos al abismo.

El lenguaje poético que Vd. emplea, suele ser tan figurado y tan lleno de colorido, de imágenes y metáforas, que mi penuria imaginativa, a pesar de grandes esfuerzos, lo encuentra obscuro y enigmático en algunas frases. Aún no he logrado vislumbrar ni colegir siquiera lo que es «el rugido del olmo» y «el fuego sepulcral». El «frío sepulcral» y el «silencio sepulcral», en cambio ya me lo explico y entiendo perfectamente lo que es, a fuerza de oírselo repetir a los muchos poetas que en el mundo han sido.

También he visto con pena, señor Peñaranda, que abusa Vd. de algunas licencias poéticas, sobre todo de la sinéresis y de la diéresis, cuyo abuso y hasta su uso debe esquivar el poeta que aspire a la corrección. Mas estas aprensiones mías son nimiedades despreciables. En cambio, un lunar de gran bulto, que me ha producido escalofrío mortal, es una frase absurda que Vd. ha empleado, y que si no tuviera la completa seguridad de que es Vd. un joven piísimo y eminentemente religioso no dudaría en calificarla de blasfemia horrible.

Bien sé yo que el calor de la inspiración, la fuerza cruel del consonante, la vehemencia dislocada de la metáfora le conducen a uno impensadamente muchas veces a decir dislates y contrasentidos. A no ser así, el Sr. Peñaranda, que es un profundo teólogo, no hubiera incurrido en la enormidad de proferir estas dos palabras contradictorias e irreverentes: «Hacedor airado», las cuales empañan la inmaculada y beatífica tersura de su inspiradísima poesía.

Ambas palabras unidas repugnan a la razón y, además, son inadmisibles en buena ortodoxia, lo que es más peligroso y vitando. No ignoro que en libros que se tienen y pasan por sagrados, se encuentran expresiones análogas, tal vez idénticas; pero esto no justifica el empleo de esa frase impía y gentílica.

Siendo Dios el «Sumo Bien» y «el conjunto de todas las perfecciones», es decir, «un Señor infinitamente bueno», todo pecado que implica de suyo una imperfección, repugna a su naturaleza divina. Pero es así que la ira es uno de los siete pecados capitales; «ergo»… ¡el «Hacedor», o sea Dios, no puede estar nunca «airado»! No hay que irse por las ramas. O la lógica es un mito; o si la dialéctica sirve para algo en el mundo, esta consecuencia es legítima e innegable, y por ende absurda la frase de P. de Peñaranda.

La teología primitiva, la arcaica teodicea y todas las antiguas religiones concebían a Dios con un criterio tan mezquino y denigrante, como hecho a imagen y semejanza del hombre, sujeto a las mismas pasiones y debilidades que éste. Así lo suponían vengativo, exterminador, fiero, sanguinario y airado, haciendo llover fuego del cielo y arrasando cruel, sañudo e inexorable a ciudades enteras, siendo, en cambio, pródigo y bondadosísimo en demasía en perdonar y conceder su gracia a determinados pueblos e individuos.

¡Qué idea tan pobre y tan menguada, qué concepto tan injurioso y tan monstruoso del Ser Supremo! La Civilización y el progreso, contra la vulgar y errónea opinión que cree que ellos han sembrado la impiedad y el ateísmo entre las gentes, porque han rectificado el «antropomorfismo» divino y han desechado muchos prejuicios ridículos y absurdos; han venido, por lo contrario, a ennoblecer, a dignificar, a engrandecer y exaltar el concepto de la Divinidad, rebajado, envilecido por los que alardeando de razones piadosas, lo profanan insensatamente profiriendo a cada instante su nombre sacrosanto, inefable como el telegrama hebreo.

Querido «Peñaranda», me he extendido ya mucho aunque tanto Vd. como los lectores de La Iberia, habrán de perdonarme la prolijidad de esta epístola. Reitérole el testimonio de mi profundo reconocimiento por el honor inmerecido que ha dispensado a quien es de Vd. siempre afectuosísimo amigo y compañero. Justo García Soriano. En Madrid, a 1 de Noviembre de 1908.

Pero el pollo le salió respondón; a la carta abierta de Justo, Peñaranda respondió desde «La Huerta» con otras dos entregas; que a él sí le publicaron. No voy a transcribirlas enteras; creo que con el principio de la primera, el final de la segunda y algún párrafo suelto, puede bastar para hacerse una idea.

La Huerta. Números 471/472 – 16/17 de noviembre de 1908: CARTA ABIERTA. Sr. D. Justo García Soriano. Apreciable, distinguido, pulcro e inolvidable amigo: Con delectación arrobadora, con avidez ansiosa leí, o por mejor decir, devoré su admirable y bien escrita «carta abierta» que, en galante contestación al humilde trabajo poético que tuve la honra de dedicarle, aparece en los números de «La Iberia» correspondientes a las fechas 12 y 18 del corriente mes de Noviembre.

Mas… ¡oh agradable desencanto! Allí donde creí encontrar fulminaciones terribles, recriminaciones espantosas en justo castigo a la incalificable audacia mía de ofrecer las triviales modulaciones de una lira vulgar, innovadora y casi blasfema, a un inspirado cantor de la Hélade, gloria de mi patria y esperanza legítima del español Parnaso;  sólo hallé palabras cariñosas, de gratitud inextinta, mezcladas con una verdadera tempestad de encomios y sahumerios, contra la que no me pudieron guarecer, ni ponerme en salvo, ni el tan renombrado paraguas de Azorín, (ridícula y chabacana imitación del justamente célebre de Luis Felipe)…

… Así que impresionado por el arrullo halagador de sus frases comedidas y por la elocuencia abrumadora de sus giros castizos (los de su lenguaje) cogí la pluma y todo medrosico y azorado púseme a escribir esta «carta abierta» como réplica necesaria, lógica e indispensable a la fina cortesía y a la no menos fina y exquisita corrección que le caracterizan.

… Dice V. que sintió la influencia de mi «vibrante composición» en los repliegues más hondos de su ser y que se conmovió y que «auscultó su pecho» ¿¿?? (Daría gusto verle a V. con el cuello vuelto y la cabeza pegada a la pechuga como ciertas aves domésticas de cuyo nombre no quiero acordarme)…

… Los hombres de su nivel intelectual deben discutir con argumentos, no con palabrería huera… Y esta imperfección en el lenguaje sube de punto si consideramos que procede de todo un doctor en filosofía, y no de un cualquier estudiantillo; porque lo que en unos puede pasar, en otros es falta imperdonable. Por otra parte, todo lo que dice Vd. en esos dos párrafos son puras extravagancias que no vienen a cuento…

Con todo lo cual hago punto final; doy término a esta epístola que podía habérmela ahorrado si su exquisita susceptibilidad no se hubiese tomado una cosa por otra y aprovecho gustosísimo tan propicia ocasión para hacerle patente el testimonio de mi admiración y gratitud, y para ofrecerme de Vd. siempre humilde e incondicional servidor y afectuoso amigo y compañero, P. de Peñaranda.

García Soriano la calificó como una «réplica biliosa con que el petulante escritorzuelo pagaba amostazado mi bonachona y culpable flaqueza de no haber yo rechazado con un despectivo silencio, la subterránea y solapada poesía que me dedicó».

Pero el asunto se enfrió temporalmente; en primer lugar porque Justo estuvo muy ocupado asistiendo a una asamblea y escribiendo sobre ella; y después, utilizando sus propias palabras, a causa de «una larga enfermedad que le obligó, durante mes y medio, a suspender y abandonar toda clase de trabajos mentales».

Sólo había sido el primer asalto de un largo y público enfrentamiento. En enero de 1909, ya recuperado, Justo resucitó el «affaire»; y desaparecida «La Huerta», se mantuvo durante meses en «La Iberia». Pero me estoy anticipando demasiado; todo eso lo veremos en la próxima entrega.

Nuevo Mundo 19 de noviembre de 1908

A finales de noviembre, como he dicho, nuestro protagonista tomó parte en un congreso con ciento cincuenta periodistas: la Asamblea de la Prensa de Provincias, celebrada en Madrid.

La Iberia. Número 426- 26 de noviembre de 1908: GACETILLAS. Nuestro colega madrileño ABC, publicó en su número del 21 de los corrientes una amplia y completa información gráfico literaria, de la Asamblea de la Prensa de provincias, verificada en la Corte en los días 16, 17 y 18 del corriente mes. En esta información hay un fotograbado con un grupo de los asambleístas entre los que figura nuestro querido compañero D. Justo García Soriano que ha representado a La Iberia en la Asamblea.

La Iberia. Número 431- 2 de diciembre de 1908: Mañana comenzaremos a publicar la interesante revista que de la Asamblea de la Prensa de Provincias, celebrada en Madrid nos remite nuestro representante en aquel Congreso el querido amigo y compañero D. Justo García Soriano.

La Iberia. Número 433- 4 de diciembre de 1908: Resultados de una Asamblea. Llegó por fin el momento ansiado de obra tan necesaria. Una comisión iniciadora y organizadora, muy digna de aplauso, redactó atinadamente unas amplias bases y un programa e hizo circular la oportuna convocatoria. A tan generoso y benéfico llamamiento respondieron con su entusiástica adhesión unos 160 periódicos: 110 diarios, 30 alternos y unos 20 semanales, estando representadas con ellos todas las provincias menos Cuenca y las Baleares, por 70 periodistas provincianos y 80 madrileños próximamente.

El que suscribe tuvo la honra de llevar la representación de La Iberia en tan importante acto. Aún debía haber sido mucho mayor el número de adhesiones, que hubiera igualado al de periódicos que ven la luz pública en España, pero sin embargo ya era bastante respetable la concurrencia habida.

Los periodistas de provincias hemos sido objeto de una acogida cariñosísima por parte de todos los compañeros de Madrid, quienes para la celebración de la Asamblea nos cedieron corteses y galantes los magníficos salones del local de su Asociación, (calle de San Marcos, 44), y nos han facilitado espléndidamente cuantos medios han sido precisos para la mejor y cabal realización de nuestro cometido.

Las sesiones celebradas por la Asamblea han sido seis, durante los días 16, 17, 18 y 19 de los corrientes. Las condiciones materiales de este periódico no nos permiten hacer una minuciosa reseña de lo deliberado en todas las sesiones, como fuera nuestro gusto y hasta nuestro deber; pues habríamos de llenar muchas columnas durante varios días.

Sólo habremos de condensar en estas ligeras notas la síntesis o extracto de las conclusiones más salientes que quedaron aprobadas por la Asamblea y la impresión particular que de ella hemos sacado… Justo García Soriano. (Se continuará)

Nuevo Mundo 19 de noviembre de 1908

He recortado bastante el generoso texto redactado sobre la asamblea que Justo presentó dividido en siete entregas, dando prioridad a las actividades realizadas y resumiendo la parte más técnica y jurídica.

La Iberia. Números del 434 al 440- del 5 al 14 de diciembre de 1908: Resultados de una Asamblea:

Sustitución de los impuestos actuales por una patente o impuesto único, en relación con la tirada de cada periódico; mejoras en el servicio postal, en las administraciones y carterías encargadas de la distribución de los periódicos. Que todos los trenes conduzcan paquetes de periódicos; que las libranzas de prensa puedan hacerse efectivas en todas las capitales de provincia y en todas las poblaciones importantes en donde exista giro mutuo; y que se extienda la venta de esos valores a todos los estancos de España.

Edificio de Blanco y Negro. Madrid 1908. Hauser y Menet.

Mejoras en el servicio telegráfico y telefónico y su abaratamiento, entre las que figuran el aumento de estaciones de servicio permanente; que se conceda media tasa en los telegramas de prensa que circulan entre los pueblos de la misma provincia.

Sobre Libertad de Imprenta y las modificaciones en la actual ley de policía, régimen de denuncias y procesos, la vida del periodismo requiere como condición esencial el reconocimiento explícito y sincero de la libertad de Imprenta. Suprimida la previa censura, debe imperar en materia de policía de imprenta el criterio represivo, no el preventivo. Solo la autoridad judicial podrá proceder al secuestro de los ejemplares en los casos en que proceda, según la ley de enjuiciamiento criminal. En estos casos debe permitirse a los periódicos sustituir el artículo denunciado y recobrar la libertad de circulación.

La última sesión de la Asamblea, celebrada en la noche del día 19 y madrugada del 20, se dedicó a la organización de la Federación de la prensa de provincias; creación de un Sindicato central, y Funciones de este Sindicato, en relación con los Sindicatos regionales.

Los periódicos adheridos a esta asamblea acuerdan constituir la Federación Nacional de la Prensa Española, con el fin primordial de defender sus intereses morales y materiales, enalteciendo y dignificando con ello la noble profesión que ejercemos. Los periódicos adheridos de cada provincia constituirán, sin carácter alguno político, religioso ni económico, sino exclusivamente para la realización de estos fines, sindicatos regionales en cada una de las provincias que constituyan las respectivas catorce regiones españolas.

Centro Reporteros Judiciales. Museo Criminológico. Maletín y tijeras del terrorista Mateo Morral. Fotografía de «La semana Ilustrada» 1908.

El día 19 en la tarde y accediendo a cortés invitación, gran numero de asambleístas hicimos una visita al «Centro de reporters judiciales», donde fuimos recibidos por dos periodistas encargados de la información del Juzgado de guardia. Allí pudimos examinar detenidamente y admirar el curiosísimo y precioso museo criminológico, que estos activos compañeros han conseguido formar en poco tiempo, la biblioteca y otras dependencias del confortable local en donde hubimos de inscribir nuestras firmas en un álbum.

Entre unos y  otros nos cruzamos frases de mucho afecto y de recíprocas simpatías. Después fuimos agasajados con dulces y licores, y se nos sacó una instantánea en dos grupos, saliendo todos complacidísimos de tan agradable visita. El día siguiente fuimos invitados por las redacciones de «Blanco y negro»,  «Actualidades» y «ABC», a visitar por la tarde el suntuoso palacio donde hallan instalados sus oficinas y talleres. Primero se nos obsequió en uno de sus salones con un espléndido lunch, y un soberbio té con champagne, servidos con el esmero y el lujo que le dan tanta fama, por el «Ideal Room».

Madrid, 21 de noviembre de 1908. Justo y el resto de los «periodistas de provincias». Archivo ABC.

Inmediatamente, acompañados por el ilustre director de dichos periódicos, el simpático señor Luca de Tena, y de sus redactores que con la exquisita amabilidad y corrección que les es propia se esforzaban por colmarnos de atenciones y finezas, recorrimos las lujosas dependencias de la casa y admirable galería de máquinas (un portento de mecánica tipográfica), donde nos hicieron a los asambleístas una fotografía en artístico grupo, la cual publicó «ABC» en su editorial del día veintiuno… JUSTO GARCÍA SORIANO. Madrid y Noviembre de 1908.

Como ya he anticipado hablando del «affaire», Justo cayó enfermo en diciembre; y aunque afirmó posteriormente haber estado mes y medio inutilizado intelectualmente; el diario para el que trabajaba rebajó la convalecencia a sólo una semana.

La Iberia. Número 438- 11 de diciembre de 1908: GACETILLAS. En la corte se halla enfermo nuestro querido amigo e ilustrado colaborador D. Justo García Soriano al que deseamos un pronto y total restablecimiento.

La Iberia. Número 444- 18 de diciembre de 1908: Con satisfacción hemos recibido la noticia del restablecimiento de nuestro distinguido amigo e ilustrado colaborador D. Justo García Soriano, a quien enviamos nuestra enhorabuena.

Lo cierto es que, terminada la crónica de la asamblea el día 14, ya no apareció nada de Justo en «La Iberia». En cuanto a «La Huerta», transformada en agonizante semanario antes de desaparecer para siempre, tan sólo publicaron las últimas entregas del serial napoleónico comenzado en mayo.

Sin publicaciones ni correspondencia, doy por terminada esta entrega con la imagen de los alicantinos agraciados en el sorteo de la lotería de Navidad de 1908.

«Nuevo Mundo» Madrid, 24 de diciembre de 1908. BNE.
Enlace al siguiente capítulo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Mi agradecimiento a Javier Sánchez Portas, a Jesús García Molina y a José Manuel Dayas.