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Algunas noticias de la seda en Orihuela. Siglos XIX y XX.

En lo que todos están de acuerdo es en considerar el siglo XIII como la época en que la seda empieza a tener importancia, pues ya la documentación alumbra «gestos» relacionados con la seda o las moreras. Incluso empiezan a aparecer, de un modo u otro, notas en las ordenanzas municipales. Sin embargo, será el siglo XV ―desde mediados― cuando las fuentes comienzan a ser más explícitas y aporten datos más fiables, dando cuenta de sederías, comercialización de la seda, ventas de hoja y plantaciones de moreras. Tanto es así que hay autores que califican esta centuria como la del «renacimiento de las sederías», tras el parón que había sufrido con la Reconquista. Y ya, en las centurias siguientes, sobre todo siglos XVI-XVIII, se descubrirá tanto el esplendor como las crisis de la sericicultura…

José Ojeda Nieto. «La seda de Orihuela en la época foral».

 Orihuela. Barraca de la Huerta. Kurt Hielscher 

El proceso de la elaboración de la seda fue siempre algo más que una simple industria; una herencia cultural, una señal de identidad  transmitida de padres a hijos como eslabones de una larga cadena que se remontaba a la Edad Media, cuando agricultores y artesanos musulmanes la implantaron en Uryula.

La morera se mantuvo durante siglos como uno de los principales cultivos en Orihuela por la necesidad de recolectar su hoja para alimentar a los artífices del «precioso fruto de la seda».

Los auténticos bosques de siglos anteriores, dieron paso a terrenos de labranza flanqueados por hileras de moreras; pasando a ser un cultivo complementario que proporcionaba ingresos extraordinarios a los agricultores.

En la segunda mitad del siglo XIX, la falta de formación del huertano, la constante caída de precios agravados por la especulación y las enfermedades endémicas del gusano, pusieron en peligro la continuidad de esta secular fuente de ingresos...

La seda en Orihuela. Noticias del siglo XIX.

El diario de Orihuela, 28 de mayo de 1887: Cierto que ha habido una regular cosecha de seda; pero los cosecheros no han ganado nada. El precio de la hoja, por su misma escasez, ha sido tan subido, tantos los gastos hechos, y tan bajos los valores que han dado a la seda los que se aprovechan de las circunstancias para comerciar con el sudor de la huerta que sigue como antes de comenzar la incubación de los gusanos.

Ya se ve; el capullo de la seda aguanta poco, una vez formado: los compradores lo conocen así, y como ya no quedan aquí aparatos para ahogar, ni hay quien quiera proteger a los desvalidos huertanos, éstos no tienen más remedio que sucumbir y entregarse a discreción para que las casas valencianas y francesas hagan de ellos lo que les dé su santa gana.

Así se ve que una de las pocas esperanzas que en la huerta existían se ha desvanecido por completo. Y como la huerta es nuestra principal y casi única fuente de vida, y está agotada ¿qué ha de suceder en la población? Esto es triste por demás.

© Antonio Ballester Vidal

El diario de Orihuela, 8 de junio de 1887: El movimiento mercantil iniciado ha sido únicamente por el impulso de vida recibido con la venta del capullo, el cual ha dado una cosecha pocas veces vista y se ha vendido a cuarenta y cinco pesetas arroba que es un buen precio.

Para que puedan comprender nuestros lectores la importancia que tiene para esta comarca la cría del gusano de la seda, básteles saber que entre los varios comisionados para la compra de capullo que hay en esta ciudad, uno solo lleva compradas unas 1780 arrobas, que importan más de 16.000 duros, calculándose que unida a esta cantidad la invertida en compras por los demás comisionados, habrá quedado repartido entre nuestros huertanos más de un millón de reales producto exclusivo de una sola industria agrícola cuyos resultados aún no pueden fijarse por ser todavía bastante la cantidad de capullo que no se ha llevado a la venta.

© Antonio Ballester Vidal

El independiente. 10 de mayo de 1894: La campaña sericícola. La cosecha de la seda, que está en el último periodo, marcha bien; las simientes dadas por las fábricas que tienen tanto interés en que haya seda, son excelentes y confirman una vez más que puede aumentarse esta riqueza con garantía de que no se pierden los gusanos.

Sin embargo, los cosecheros han incurrido en el mismo error de otros años; en criar más semilla de la que permite la hoja de morera de que disponen. Por esta causa, la hoja se ha cotizado hoy a veinte y a veinticuatro duros la onza (ocho cargas) y a este precio no trae cuenta la cría de la seda, aunque paguen muy caros los capullos. Lo más sensible es que ni a veinticuatro duros la onza, se encuentra la hoja que hace falta.

Hay gusanos que están ya dos días sin comer por falta de hoja; algunos cosecheros se encuentran muy angustiados. Estos hechos confirman lo que venimos diciendo mucho tiempo: que es conveniente la plantación de moreras, puesto que en este país se produce la hoja con tanta facilidad. Con hoja abundante y barata, cosa sencilla en esta zona, la cría de la seda es un excelente negocio.

Lo estaremos repitiendo hasta conseguir que propietarios y colonos realicen un vasto plan de repoblación de morerales, como ha sucedido en Italia, cuyo país produce sedas 40 veces más que nosotros, con la hoja abundante y barata.

El siglo XX.

© Antonio Ballester Vidal

La comarca. 29 de mayo de 1903: LA COSECHA DE LA SEDA. En el Raiguero de Bonanza se cotizó ayer tarde la arroba del capullo de la seda a 54 pesetas, arroba de 12 y medio kilos. Anoche se nos dijo que en otros sitios de esta vega se llegó a pagar la arroba de tan preciado artículo hasta 60 pesetas.

Se hace preciso mirando por los intereses de nuestros pobres colonos, que las autoridades locales para evitar abusos, dicten las medidas que el caso requiere, obligando a los compradores fijen en los sitios donde tienen establecidas las romanas, el precio que rija en el día.

De este modo se evitará que a cada dos horas haya variación en los precios del capullo de la seda. Lo que decimos lo consignamos a ruego de varias personas que lamentan que los huertanos sean objeto de burla y explotación por parte de los forasteros…

© Antonio Ballester Vidal

El diario orcelitano. 21 de mayo de 1904: Si no la principal producción de nuestra vega, es una de las más importantes y a la que los huertanos dedican parte de su atención preferente, la cría del gusano de seda.

De esta producción, sacaban los que a ella se dedicaban en años anteriores pingües beneficios que en parte compensaban los solícitos cuidados, los desvelos y sacrificios que tan delicados animalitos exigen en las distintas fases de su vida; pero ya hace unos cuantos, que los malas condiciones en que realizan este negocio sus productores, ha dejado sentir su acción funesta en los precios que la rica mercancía alcanza.

Hace algunos años, no tantos que no haya quien lo recuerde, había en Orihuela desde la última decena del mes de mayo, hasta los últimos días de junio, un verdadero mercado de capullo de seda, al que los productores sacaban su mercancía e imponían los precios de la misma, cosa la más racional; y a ese mercado concurrían los acaparadores que se proveían de la cantidad que necesitaban, al precio corriente, que oscilaba en alza o baja, según la menor o mayor cantidad de mercancía que en el día se ponía a la venta.

© Antonio Ballester Vidal

Pero desde algún tiempo, sin que podamos averiguar la causa, se perdió aquella costumbre que tanto bien proporcionaba a los huertanos y a la población, con la mayor animación de aquel rico mercado, estableciéndose la que existe en la actualidad de esperar que los agentes de tal o cual acaparador se presenten en el domicilio del cosechero y le impongan el precio a lo que no produjo, a llevar el capullo a la casa tal o cual, en donde se hace el negocio en condiciones idénticas a las que lo hacen los agentes de que hablamos anteriormente.

Tal vez la verdadera causa de la depreciación de la producción del capillo de seda en esta vega, sea debido al gran aumento que de la misma se hace en otros países como Italia; pero es indudable también que las condiciones en que se haga la oferta y la demanda del artículo, han de influir buena parte en su valor.

Es muy triste pensar los trabajos que pasan nuestros pobres huertanos para conseguir, robándole al cuerpo horas de reposo y haciendo gastos pecuniarios superiores a sus alcances, adquiriendo deudas para satisfacerlas con creces cuando se vende el capullo, que al llegar la época en que pudiera recoger el fruto de tanto desvelo y sacrificio, unos cuantos egoístas comerciantes impongan unos precios que son sin duda la ruina de los pobres.

El problema de la seda, debería de ser estudiado detenidamente por las personas que pueden por su talento o su autoridad resolverla en bien de nuestros huertanos, porque es una de las fuentes de riqueza de nuestra agricultura que vemos en peligro de agotarse.

© Antonio Ballester Vidal

El Eco de Orihuela. 5 de septiembre de 1912: Los fabricantes de Murcia, han tomado el acuerdo de no repartir este año la simiente del gusano de la seda hasta después del 25 de Noviembre próximo. Por esta vega no dará resultado dicho acuerdo, todavía que por ella hace días se está repartiendo simiente procedente de Valencia de un tal D. Higinio Gómez.

En las bobinas, Justa Sabater Pamies. © Antonio Ballester Vidal

El diario. 30 de mayo de 1913: Intereses locales. Otra producción muy importante de nuestra vega es el capullo de seda que actualmente se está recolectando. Antiguamente, pero no mucho, la cosecha del capullo de seda rendía más producto, por el precio que alcanzaba sin duda, debido a que en esta ciudad, había ahogaderos del gusano y florecía  la industria de la hilatura de la seda.

Pero muerta esta industria y desaparecidos aquellos ahogaderos, los productores tuvieron que sucumbir a los especuladores que cada año, bajo pretextos análogos, fueron mermando el precio de la producción llegándose en los últimos pasados, a cotizarse la arroba del capullo a treinta pesetas; precio nada remunerador que de haber prevalecido, habría dado como resultado último, la anulación total de la cosecha; pues si bien a ésta se dedican en su mayor parte las mujeres de la huerta, y no se tiene como principal producción o base de producción, sino como ayuda, como auxiliar, precio tan bajo, no remuneraba ni siquiera los múltiples y delicados cuidados que exige esa rica producción.

Tiene importancia en Orihuela la cosecha de la seda y merecería que se estudiara con detenimiento, pues podría llegar a ser una verdadera riqueza local si se trabajara en las condiciones científicas que exige con lo cual, y quitando en lo posible los intermediarios especuladores, la producción aumentaría, y el rendimiento en precio sería el conveniente a los intereses de los cosecheros.

Sabemos, que en este sentido, se intenta algo para el año próximo, lo cual será, establecer ahogaderos, para poder exportar el capullo directamente; y esto como vía de ensayo; que si diera resultado, como es de desear, el año venidero después de la prueba, se establecería la industria del hilado de la seda, para enviarla así a los centros consumidores; y esto daría como resultado práctico, el aumento de precio en la compra del capullo, con lo que se favorecería el desarrollo de la producción y el mejoramiento de la misma.

© Antonio Ballester Vidal

El pueblo. 4 de mayo de 1925: Sericultura. Una de las fuentes de riqueza que podría ser para nuestra huerta, y también para nuestros campos, trasformados por los recientes canales de secanos en regadíos es el cultivo del gusano de seda, de ese precioso bombícido originario de la China e introducido ya algunos siglos y aclimatado felizmente en España, sobre todo en Andalucía, Valencia y de alto en bajo en toda la vega del Segura.

Y digo que podría ser fuente de riqueza dicho cultivo, porque si bien en otro tiempo parece que lo fue, hoy día ciertamente ya no lo es, y poco a poco va desapareciendo; y hasta juzgo que con el tiempo, si las cosas no cambian, se perderá en nuestra huerta por completo.

Pues por una parte, la cría del gusano de seda lleva consigo grandes trabajos y no pequeñas molestias, ya que la labradora y también el labrador (al final toda la familia) durante los dos meses que se necesitan para el desarrollo de aquellos, tienen que estar de continuo al cuidado de los mismos y luego cederles la casa o barraca, con frecuencia tan reducida, amén de tener que aspirar el olor nada agradable y no creo que higiénico, que constantemente exhalan.

Y por otra parte después de tanto trabajo ¿qué le ocurre al cosechero? Que sobre no darle con frecuencia la onza de simiente los kilos de capullo que esperaba, se ve obligado a vender éste al precio irrisorio que cuatro fábricas, si llega, se lo quieran comprar; pues como no hay competencia y el producto no puede ser almacenado, los pobres huertanos tienen que entregar su cosecha al precio que los señores acaparadores les place comprarlo.

Es cierto que el precio en que se vende hoy la seda es superior al que tenía 15 años atrás; pero también entonces en la huerta una mujer ganaba cuando lo había, un jornal que nunca pasaba de 0,75 a 1 peseta; mientras que hoy, trabajando menos horas, gana desde 2’50 hasta 5 pesetas y en esta proporción está igualmente el salario del hombre y aún en mucho mayor el coste de casi todos los artículos de primera necesidad.

Consecuencia de esa mala venta del capullo es que mientras antes se veían los bancales de la huerta cruzados en todas direcciones por filas de moreras, en el día se van arrancando como algo inútil y sustituyéndolas por el naranjo y otros plantías que dan más alto rendimiento. Pues bien, en vista de todo lo dicho pregunto yo para terminar

¿Es qué los poderes públicos que saben tasar al agricultor el precio máximum del trigo y de las patatas, no podrían fijar a los fabricantes el precio mínimum de la arroba de la seda en unas 125 pesetas?

© Antonio Ballester Vidal

El pueblo. 7 de febrero de 1927: Del cultivo de la seda. El Sr. Ingeniero Director de la Estación de Sericultura de Murcia nuestro amigo D. Felipe González Marín nos ha hecho días pasados una visita, la que como todas las anteriores ha sido fecunda en resultados prácticos en pro del cultivo de la seda y de la morera.

La escogida concurrencia de agricultores que escucharon la autorizada palabra y sabias enseñanzas del Sr. González, sobre todo los propietarios de los campos de los nuevos riegos, quedaron encantados y decididos a implantar con toda intensidad el cultivo de la morera, para preparar con esto la producción del gusano de seda.

Mostró los nuevos procedimientos para la cría del gusano, presentando ante los agricultores los modelos de andanas y de incubadoras. Habló de las esperanzas de aumentar considerablemente la producción nacional elevando la actual cifra de kilos de seda a seis u ocho millones, y si se pudiese,  a la que antiguamente se producía en España de doce millones. El Sr. González fue muy felicitado.

© Antonio Ballester Vidal

El ahogadero de capullo y la fábrica de la seda.

El pueblo. 11 de abril de 1927: Acontecimiento agrícola trascendental. El ahogadero de capullo de seda funcionará el día 26. El Gobierno, accediendo a las constantes demandas de nuestra primera autoridad local y a las gestiones de nuestra Federación de S. A. C. ha concedido las 14.000 ptas. necesarias para ultimar las obras del ahogadero del capullo de seda, sito en el barrio de San Antón, obra que tan grandes beneficios ha de reportar a nuestros agricultores en la cría de la seda.

Nuestro ahogadero se abrirá al público el día 26 del corriente mes, habiendo sido nombrado para la dirección técnica del mismo, el competente Ingeniero Agrónomo D. Joaquín Cruz y Brú, el que en su afán de favorecer al agricultor, no escatimará ningún género de sacrificio y estará, día y noche, dispuesto a atender a nuestros sederos.

© Antonio Ballester Vidal

El precio del ahogo, será el de 10 céntimos por kilo entregándose al agricultor, antes de dicha operación, un recibo de los kilos en vivo que presente para el cobro del premio de 0,50 por kilo, que concede el Estado. Esté recibo se hará efectivo, por el Estado, cuando acuerde el libramiento o se descontará en el Banco de España o en nuestra Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos.

Además, en las mismas oficinas del Ahogadero se librará un vale para que el cosechero de seda cobre 25 céntimos por kilo de seda que se elabore del capullo por él presentado. Estos veinte y cinco céntimos deberá reclamarlos a la persona o entidad que adquieren el capullo ahogado.

Dado el bajo precio iniciado en las compras de capullo, y la diferencia enorme de precio que en la vecina ciudad de Murcia se ha notado todos los años del capullo ahogado, creemos que la inauguración de nuestro ahogadero ha venido a salvar a nuestra vega en el momento más crítico, y a librar a nuestros agricultores del monopolio que las casas compradoras ejercían sobre esta producción. Agricultores, ahogad y así defenderéis vuestros intereses.

© Antonio Ballester Vidal

Actualidad. 23 de febrero de 1928: La Comisaría de la Seda, por medio de la sub-delegación regional de Murcia, ha proporcionado a los agricultores tanto de la huerta como de los nuevos riegos en secano más de 14.000 plantones de moreras gratuitamente, incluso los portes, que previamente los pidieron.

También va a prestar a los sederos que lo soliciten incubadoras para la vivificación de la simiente del gusano. Con este procedimiento no solo se aviva un porcentaje mucho mayor que con los procedimiento rudimentarios en uso, sino que la simiente así avivada nace con más robustez y por consiguiente se mejora la calidad y sanidad del gusano, lo que se traduce en mayor cosecha.

Con respeto a las distintas operaciones técnicas respectivas de la cría del gusano, nos permitimos pedir, recogiendo la opinión y el deseo de los sederos y las conveniencias del servicio, que esta zona pase a formar parte de la Estación sericícola de Murcia, desglosándola de la Sección agronómica de Alicante.

La fábrica de la seda de Orihuela.

Se da el caso de que muchos cosecheros de este término presentan las cajas en Murcia a nombre de cosecheros de aquella provincia. Esperamos que por quien corresponda y a instancia persistente de nuestro alcalde D. Francisco Díe, del Sud-Comisario regional D. Emilio Díez de Revenga, y de los ingenieros de la Estación sericícola de Murcia, nos resolverán favorablemente las observaciones y peticiones formuladas, por encajar dentro de la mejor organización para conseguir el fomento de la crianza del gusano de la Seda, a lo que contribuirá en gran parte la fábrica que rápidamente se está levantando junto al convento de San Francisco, en la puerta de Murcia, para hilados de Seda.

La citada fábrica de la seda de Orihuela, inaugurada en 1928, pertenecía al industrial catalán Alberto Noguera Casabosch; quien pocos meses después concedió una entrevista al diario «El Pueblo». El nombre correcto del ingeniero director, mencionado dos veces en el artículo, es Giuseppe Sironi Bianchi.

© Antonio Ballester Vidal

El pueblo. 28 de mayo de 1928: La industria de la seda en Orihuela. Visita a la fábrica del Sr. Noguera. Nuestro interés por todo cuando sea progreso adelanto y engrandecimiento de Orihuela, nos llevó en la tarde de ayer a visitar la fábrica de la seda recientemente inaugurada, de la cual es propietario el rico industrial Barcelonés D. Alberto Noguera.

Al llegar al edificio, fuimos recibidos por el Ingeniero Director del establecimiento Sr. Yironi Josí, hombre altamente ilustrado, el cual con suma amabilidad nos fue explicando y enseñando el funcionamiento de la nueva y perfecta maquinaria por él instalada.

En las amplias naves de la fábrica notamos el buen gusto de quienes la dirigen, aunque no se puede admirar el conjunto por estarse ampliando o completando el local donde se ha de colocar nuevas máquinas. En el salón de máquinas depuradoras de la rica fibra, saludamos al Sr. Noguera, con quien entablamos conversación sobre la cría, clase y producción del gusano de seda.

Es D. Alberto Noguera, afable y comunicativo, en él se aprecia al industrial culto y conocedor del negocio a que se dedica. La cría del gusano de la seda carece en esta huerta de aquellos requisitos científicos que hoy día son necesarios para el mejoramiento de la seda y el rendimiento en Kilos de la preciada cosecha.

Sucede que por los procedimientos antiguos y rutinarios que emplean los cosecheros de la seda, el gusano en los primeros días de su existencia ya empiezan a padecer, puesto que por la mala incubación de la semilla nacen en diferentes tiempos, eso da lugar a que unos vengan a la vida con dos o más días de retraso que otros, y como es consiguiente y con el fin de igualarlos a los primeros que nacieron, se les somete a un régimen de ayuno altamente perjudicial para su salud y desarrollo.

© Antonio Ballester Vidal

Para remediar esta falta, están las incubadoras modernas, que dado su calor graduado, hacen que la semilla germine por igual, naciendo los gusanos a un mismo tiempo y en condiciones de comer, todos por igual.

Yo me comprometo a remediar este primordial defecto instalando en Orihuela ¡en esta misma fábrica! una incubadora capaz de incubar 1000 onzas de simiente que se entregaría a los cosecheros cuando el gusano estuviese en condiciones de recibir los primeros cebos, de esta forma, el cosechero, tendría garantías que hoy no las tiene, puesto que la semilla sería, de buena procedencia y especial calidad. La parte técnica hace mucho en estos trabajos.

Un cosechero que ha seguido nuestras instrucciones le ha pesado a una onza de semilla 60 kilos de seda. La calidad de la seda criada en esta huerta no es ni mejor ni peor que las de otras regiones, y en efecto, nos enseña la extraída de diferentes capullos, criados fuera de nuestra huerta y la recolectada por nuestros paisanos y no se nota la más mínima diferencia.

© Antonio Ballester Vidal

Son inicuas las competencias de los compradores que muchas veces redunda en perjuicio del cosechero, puesto que se recurre a malos medios para pagar unos céntimos más por kilo de capullo; pero esto no es para mí motivo de preocupación, yo estoy en guardia y no dejaré que nadie se aproveche ni medre a salud del productor.

Tenemos capullo comprado para todo el año ¡unos miles de kilos! lo bastante para que no paren nuestros operarios. ¡Unas 107 mujeres!  Y al año que viene, cuando las obras e instalaciones estén terminadas, ocuparemos a unas 250 aproximadamente.

Nos despedimos del Sr. Noguera y del ingeniero director Sr. Josí altamente agradecidos, deseándoles gran acierto y prosperidad industrial; ya que ello será motivo de engrandecimiento para nuestra patria chica.

Según reza en el libro de caja de 1929, en aquella primavera se celebró una ceremonia de bendición de la fábrica efectuada por sus vecinos de Santa Ana. En los apuntes quedó reflejado un banquete servido por el Hotel Palace de Orihuela y el regalo a los franciscanos que participaron en la celebración religiosa.

Mi agradecimiento a Carles Bonet Corbalán.

En septiembre de ese mismo año de 1929, buena parte de las mujeres que trabajaban en la fábrica de Alberto No­guera se declararon en huelga reivindicando la jornada de ocho horas establecida por ley desde hacía diez años.

© Antonio Ballester Vidal

Actualidad. 5 de septiembre de 1929: Cuestiones Sociales. Sobre lo acaecido en la fábrica de la seda. Uno de los deberes primordiales de la prensa, sea ésta del matiz que fuere, es el de tener informada a la opinión de cuanto de transcendencia ocurra.

Porque así lo creo, y ya que Actualidad me ha demostrado no tenerle vedado a nadie el camino para la manifestación de opiniones e ideas, voy a permitirme unas consideraciones, no para enturbiar la cuestión —que a estas horas puede aunque aparentemente haber terminado— sino para razonar lo acaecido en la Fábrica de Hilaturas de Alberto Noguera.

Sin haber vivido el fondo de la cuestión, no ignoro algunos pormenores de la conducta seguida por aquella empresa para con sus obreras desde que vino a la actividad local, y como que este asunto dimana del incumplimiento allí de la jornada legal de 8 horas, es suficiente el argumento para tachar a aquella empresa de responsable. Responsable, repito, de que ayer miércoles y quién sabe si más días, holgaran las obreras de los diversos talleres, es a mi juicio la empresa en cuestión.

© Antonio Ballester Vidal

El lunes 15 de diciembre de ese mismo año, un grupo de obreros se dirigió a la fábrica de la seda. El alcalde intentó apaciguarlos y retrasarlos para facilitar la llegada de la Guardia Civil, pero dicha fábrica resultó apedreada. Después llegó la República; y la Guerra Civil…

José M. Penalva Balaguer y Emilio Salar Ruiz en la fábrica. Colección Javier Sánchez Portas.

Terminada la contienda, la seda se benefició de los planes proteccionistas del nuevo régimen, que fomentó especialmente la producción del capullo de seda.

Propaganda del año 1939.

En diciembre de 1939, la Federación Católica-Agraria (futura Caja Rural Central) adquirió la Fábrica de Hilados y Torcidos de Seda de Orihuela a los Herederos de Alberto Noguera por 750.000 pesetas.

Ramón Noguera Romaní, José Calvo Esquiva y José Godoy Robles. © Antonio Ballester Vidal

Incentivado el cultivo de la morera, se produjo una notable recuperación temporal; pero muy lejos de los objetivos previstos. En 1941 se creaba el Servicio de Sericicultura, un organismo específico dependiente del Instituto de Fomento de la Producción de Fibras Textiles.

Ramón Noguera, Balaguer, José Calvo Esquiva, Giuseppe Sironi y José Godoy Robles. © Antonio Ballester Vidal

La fábrica alcanzó su zenit en los años cincuenta, época en la que Antonio Ballester decidió inmortalizarla con este completo reportaje fotográfico.

José Calvo Esquiva con uno de los hermanos Balaguer. © Antonio Ballester Vidal

En las fotografías de Ballester que acompañan este artículo aparece como director de la fábrica el hijo del fundador, Ramón Noguera Romaní (1909-1971), casado con la oriolana Carmen Germán Botella.

Lolita Martínez Cartagena en la máquina de escribir. © Antonio Ballester Vidal

También José Godoy Robles, encargado del peso; Giuseppe Sironi Bianchi, el ingeniero; y Lolita Martínez Cartagena, escribiendo a máquina. Justa Sabater Pamies, con las bobinas de seda y el contable, José Calvo Esquiva, apodado «el nano» por razones evidentes.

Ramón Noguera Romaní, José Calvo Esquiva y José Godoy Robles. © Antonio Ballester Vidal
José Calvo Esquiva, contable y Jesús Cano Trigueros, responsable del economato, en el Puente de Levante. Colección José M. Dayas.

En febrero de 1954 se constituyó la mercantil «Sedas Orihuela», que se hizo cargo de las propiedades que hasta entonces habían sido de la Federación. La nueva mercantil que gestionó la fábrica de la seda estuvo presidida por personajes oriolanos como Antonio Balaguer Ruiz, Eusebio Escolano Gonzalvo o José Balaguer Balaguer.

© Juan Fenoll Villegas

El 19 de febrero de 1965, el entonces príncipe y aspirante al trono, Juan Carlos de Borbón, visitó la fábrica de Orihuela y fue recibido por los directivos de la Federación y por el alcalde Luis Cartagena Soriano.

Despedida y cierre.

Quiero terminar este artículo con una historia que me contó mi buen amigo José Antonio Muñoz Grau, relacionada con la fábrica de la seda y con su familia. La mujer que figura sentada en primer plano en la siguiente fotografía se llamaba Dolores Grau Sabater; y antes de trabajar en la fábrica había sido monja, al igual que sus dos hermanas. Como «hermanita de los ancianos desamparados» había profesado en la congregación de Caravaca.

Sentada, en primer plano, Dolores Grau Sabater. © Antonio Ballester Vidal

Amadeo Muñoz Moñino fue uno de los primero empleados de la fábrica de la seda y allí conoció a Ana Grau Marín, sobrina de la religiosa exclaustrada mencionada anteriormente.

Archivo J. Antonio Muñoz Grau.
Archivo J. Antonio Muñoz Grau.

La pareja se casó y se instalaron en una vivienda frente a la fábrica. Amadeo tenía el turno de noche, de ocho de la tarde a seis de la mañana. Su hijo aún recuerda como le llevaba la cena todos los días a eso de las nueve…

Amadeo Muñoz Moñino y Ana Grau Marín. Archivo J. Antonio Muñoz Grau.
Comida familiar de los Muñoz-Grau frente a la fábrica de la seda. Archivo J. Antonio Muñoz Grau.

Cuando Sedas Orihuela cerró sus  puertas en 1977 después de medio siglo de funcionamiento, el padre de José Antonio Muñoz Grau fue el encargado de desmantelar la maquinaria para ser vendida como chatarra.

La vecina iglesia conventual de los franciscanos de Santa Ana dejó de bendecir la simiente del gusano antes de proceder a su reparto, como hacía cada primavera; y Amadeo Muñoz terminó su vida laboral como conserje en la Caja Rural Central. 

© Antonio Ballester Vidal

Entre los años 2011 y 2017, el antiguo ahogadero secante de gusanos de seda de San Antón, fue cedido por la Generalitat Valenciana al Ayuntamiento de Orihuela.

Antonio José Mazón Albarracín. Ajomalba.

Ilustrado principalmente con fotografías de Antonio Ballester Vidal, más el archivo de José Antonio Muñoz Grau.

PDF. Artículo resumen publicado en la revista «Canelobre».
Enlace a vídeo. Documental (1979-1983): Una industria primorosa. Sobre la seda de Orihuela. Cervantes Virtual.

La Riada de San Andrés. Crónica.

Ciudadanía. 2 de diciembre de 1916:

LA RIADA DE SAN ANDRÉS. A las dos de la tarde del pasado lunes cayó sobre nuestra ciudad y su huerta una horrorosa tormenta. Un fortísimo aguacero acompañado de truenos y relámpagos que se sucedían sin interrupción, alarmó bastante, pero, mucho más el huracanado vendaval que arrollándolo todo, arrancó de cuajo dos corpulentos árboles que cayendo sobre los jardines de la Glorieta derribaron bastantes metros de verja y muchísimos arbustos y plantas. En otros sitios causó incalculables desperfectos el huracán.

Glorieta y San Gregorio. 1916. Colección Javier Sánchez Portas.

BUEN MERCADO. Como la lluvia no cesó ni un momento y se mostraba más pertinaz cada vez, amaneció el martes sin que viniesen al mercado los numerosos negociantes y gente de la huerta que llenan en este día nuestra ciudad.

Supimos alborozados la noticia de que por todo el campo había llovido copiosamente, estando por lo tanto asegurada la siembra, que si se había demorado, obedecía solamente a la falta del preciado líquido. El río experimentó brusca crecida, inspirando recelos. Durante la tarde continuó la lluvia, convirtiéndose en torrencial por la noche en que ya empezaron algunas calles a inundarse.

GRANIZADA. A las dos de la madrugada del miércoles descargó una nube de piedra que duró breves minutos, imponiendo a todos los que despertaron sobresaltados por el ímpetu de la pedrea. Corregida y aumentada sentimos otra a las 8 de la mañana.

Hombres de edad aseguraron no haber presenciado nunca granizada como esta, siendo el tamaño general de la piedra como huevecitos de pájaro. Una hubo que pesó 75 gramos, apreciándose otras como nueces. Reincidió poco antes de mediodía, originando con los chubascos intermedios, un aumento de agua que las vertientes de la sierra tributaban al embravecido Segura.

CALLES INUNDADAS. Como estaban los portillos entablados y se habían adoptado precauciones para evitar la salida por los «arbellones», el agua de lluvia no pudo en algunos sitios verter al río, quedando varías calles inundadas. La plaza de la Constitución y Calles del Molino, Río, Meca y Cantareros y parte de las de San Pascual, pintor Agrasot y San Juan corrieron dicha suerte.

Calle del Río. 1916. Colección Javier Sánchez Portas.

EL RAMO DE LA VIRGEN. Ante la inminencia de una catástrofe, demandó el pueblo los auxilios de su celestial Patrona y con el entusiasmo ferviente de las solemnidades inolvidables, se llevó a cabo el acto sublime de arrojar a las ondas embravecidas el ramo de la Monserratica…

Fue al atardecer de este día cuando fue trasladada en automóvil nuestra Patrona hasta el puente de Levante. Millares de almas, toda Orihuela confundida en un solo corazón, vitoreaba llorando a la que siempre fue consuelo de los orcelitanos afligidos. Las autoridades rodeaban a nuestro Prelado, que con sus manos venerables, temblorosas de emoción arrojó al Segura el ramo de la Virgen entre el clamoroso grito de todo el pueblo que se amparaba bajo el manto de María de Monserrate y confiaba en su protección.

Ceremonia del ramo en el puente.

NOCHE DE ZOZOBRA. Anocheció el 29 y la intranquilidad aumentaba con la oscuridad. Venía de la huerta rumor de caracolas, como ayes de agonía entre las tinieblas presagiando desgracias. Numerosas familias, con sus míseros ajuares llegaban a la ciudad huyendo del río que había inundado parte de la huerta. El vecindario adoptó precauciones en previsión de un lastimoso despertar y el río mugía agorero y trágico.

EN EL AYUNTAMIENTO. A las diez de la noche se reunieron en el despacho del Sr. Alcalde, los representantes de las fuerzas vivas de esta población que fueron invitados, asistiendo también nuestro Director. Se acordó dirigir telegramas al Sr. Presidente del Consejo de Ministros, Ministro de la Gobernación y a D. Trinitario Ruiz Valarino, exponiéndoles la crítica situación en ésta.

El Sr. Ballesteros Meseguer manifestó su extrañeza por no constituirse en sesión permanente el Ayuntamiento como Junta de Auxilio. Somos de los muchos que conformes con lo manifestado por dicho señor, compartimos su extrañeza y nos preguntamos por qué no obrarían del modo que el señor Ballesteros propuso.

TRISTE AMANECER. Antes del alba del día de San Andrés ya comenzó a desbordarse el río visiblemente, venciendo la máxima resistencia de contención. Con la luz del día apareció Orihuela inundada en su mayoría, sólo se vieron libres de la riada algunas calles de la parte alta de nuestra ciudad que con las lluvias se veían anegadas. De Beniel y Molins se tenían alarmantes noticias, principalmente de este último pueblecito tan castigado siempre por las crecidas del Segura.

TODOS A SAN MIGUEL. Gran número de curiosos, durante la inundación subió al Seminario para contemplar el aspecto tristísimo y a la vez fantástico de nuestra feracísima vega que desde allí se dominaba convertida en inmensa laguna. Daba espanto la visión, pues atemorizaba el contemplar la inmensa desgracia que se cernía sobre los pobres dueños de las viviendas arruinadas.

LLEGADA DEL GOBERNADOR. A las 8 y media de la mañana llegó el Ilmo. Sr. Gobernador D. Francisco de Federico, acompañado del Jefe de Vigilancia de Alicante D. José Mª. Ciurana y del Capitán de Seguridad Sr. Baigorri. Tan distinguida autoridad había dispuesto el envío en tren especial de lanchas y tripulaciones que apenas llegadas a Orihuela salieron a la huerta donde comenzaron a realizar salvamentos y a repartir socorros entre los incomunicados.

Por nuestras calles, otras lanchas se ocuparon para socorrer las necesidades de las familias que aisladas se encontraban por la crecida. El gobernador, acompañado de las autoridades, visitó enseguida la mayoría de los lugares inundados en la población, dirigiendo personalmente los trabajos de salvamento con gran celo.

Calle Calderón. 1916. Colección Javier Sánchez Portas.

LOS PORTILLOS DE DESAMPARADOS, LAS NORIA Y RIPALDA. Estos portillos, en el partido del Camino de Beniel han estado a punto de reventar, y así hubiera sucedido de no haber roto el río por el de Ginés. Hoy han ido a verlo, técnicos y propietarios de aquella ribera y nos dicen, que ambos han quedado más falseados y de mayor peligro que el que ofrecía el llamado de Ginés, antes de romperse en esta riada. Lo ponemos en conocimiento del Alcalde, Juez de aguas, Gobernador civil e Ingeniero Jefe de la división hidráulica del Segura.

NOTAS SUELTAS: El Sr. De Federico, dispuso que mandasen de Torrevieja algunas barcas que tripuladas por marineros se encuentran prestando auxilio en Molins y en el camino de Beniel por donde la crecida ha causado daños enormes. Conferenció extensamente con el Ministro de la Gobernación, con el gobernador de Murcia y el alcalde de Alicante dándoles, cuenta de la inundación y solicitando protección, para los necesitados.

Por la tarde recorrió en lancha los parajes del Molino de la Ciudad prodigando socorro, en compañía del Sr. Marqués de Arneva siendo ambos muy aclamados por los huertanos. El Sr. Alcalde repartió en la mañana del viernes 1500 kilos de pan entre los pobres damnificados.

En la misma noche del jueves, llegó el Teniente Coronel de la Guardia Civil Sr. Aguilar con algunas parejas. De Callosa y Alicante mandaron varios centenares de kilos de pan, cuyo producto escaseó aquí por haberse inundado algunas tahonas. Con el descenso de la riada comenzó a las primeras horas de la tarde del jueves la circulación de los trenes. Las cosechas de hortalizas y la de naranja, principal riqueza de esta vega, se consideran perdidas.

La Acción (Madrid). 1/12/1916.

Al fin ha ocurrido en Molins una desgracia, siendo arrastrado por la corriente un niño de corta edad. Ya han empezado, con mucho ahínco, el trabajo de limpieza y saneamiento en las calles llenas de lodo. De las huertas de Dolores y Rojales se tienen angustiosas noticias y de Torrevieja han salido auxilios que de allí pidieron con urgencia.

REGRESO DEL GOBERNADOR. En el correo de anoche salió para Alicante juntamente con sus distinguidos acompañantes, el Ilmo. Sr. D. Francisco De Federico, al que tributaron una cariñosa despedida las autoridades, amigos y gran número de personas que han visto su generosidad, recorriendo los sitios de mayor peligro y auxiliando a tanto desamparado.

Antes de marchar felicitó cordialmente al joven abogado Sr. Bonafós que se destaca con pujanza de entre los muchos que desinteresadamente expusieron sus vidas en servicio de los damnificados.

RECONOCIMIENTO. No podemos sustraernos de hacer público el unánime y ferviente deseo de toda Orihuela, en pedir al Gobierno premie como se merece el colosal esfuerzo del letrado Don Antonio Bonafós que como Rafael Moreno Hidalgo, laborioso obrero vecino de la calle del Sol número 42, lucharon desesperadamente en los sitios de más peligro, socorriendo a las victimas de la inundación.

Orihuela. 1916. Colección Javier Sánchez Portas.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Fotografías de la Colección Javier Sánchez Portas.

Campoamor y la Dehesa de Matamoros.

La Ilustración Española y Americana. 15 de febrero de 1901. BNE.

De la biografía de Ramón de Campoamor, suficientemente tratada por muchos autores, sólo quiero mencionar el cargo de gobernador civil de la provincia de Alicante en 1847.

En la capital levantina, gracias a este nombramiento, conoció a una dama de ascendencia irlandesa llamada Guillermina O’Gorman con la que contrajo matrimonio en 1849.

Guillermina era hija de un acaudalado comerciante que aprovechó la desamortización de Mendizabal para adquirir una inmensa propiedad al sur de la provincia; una finca cargada de historia de la que tenemos noticias desde el siglo XV por su torre, su ermita y el convento de San Ginés que llegó a ser Cartuja de Vía Coeli.

Allí sufrieron las razias de los corsarios musulmanes dominicos, mercedarios, cartujos, carmelitas….

Hablamos de la dehesa de Matamoros; llamada posteriormente la dehesa de Campoamor.

Dehesa de Campoamor.

La Dehesa de San Ginés o de Matamoros.

La Correspondencia de España, 21 de abril de 1862: El Sr. D. Ramón de Campoamor, deseoso de que se realice el establecimiento de una granja-modelo en la provincia de Alicante, presentó últimamente a la junta de agricultura un proyecto de granja, manifestando que desde luego pone a disposición del gobierno una de sus posesiones que es la llamada Dehesa de San Ginés, jurisdicción de Orihuela, término de la Horadada y situada entre las provincias de Alicante y Murcia.

La posesión, tiene en primer lugar una extensión que abraza cinco leguas de circuito y en diferentes puntos están situados cinco edificios, dos de los cuales son bastante grandes, y sobre todo uno de moderna construcción llamado casa nueva de Matamoros.

El Mundo Cómico, 4 de enero de 1874.

BOLETÍN OFICIAL. 20 de Enero de 1868. MINISTERIO DE FOMENTO. REAL ORDEN. Agricultura. Ilmo. Sr.: Visto el expediente instruido en el Gobierno civil de Alicante, a instancia de D. Ramón de Campoamor, con objeto de alcanzar los beneficios que dispensa la ley de 11 de Julio de 1866 sobre fomento de la población rural, para ocho caserías que el interesado tiene establecidas en su finca denominada dehesa de Campoamor, sita en el término de Orihuela: Resultando de dicho expediente:

1. Que a las ocho caserías se les ha demarcado por el perito designado al efecto el número de hectáreas que ha estimado convenientes dentro de las que la ley permite.

2. Que la casería a que han dado el nombre de la Gea o Hojosa dista de la población más inmediata cuatro kilómetros; siete las dos llamadas el Convento y la conocida con el nombre de Casa del Guarda; ocho las denominadas Guillermina y la Mincha, y nueve la que llaman la Glea.

Y 3. Que el total de hectáreas utilizadas que abraza la finca es el de 2.600, de las cuales 1.340 corresponden con la proporción debida, a las siete caserías antes indicadas, aplicándose las 1.250 restantes al establecimiento de una granja de extensos cultivos, para lo cual tiene construida el interesado otra casa, distante de la población más inmediata seis kilómetros.

Resultando del propio expediente que D. Ramón de Campoamor había solicitado en el mes de Junio de 1866 que se aplicasen los beneficios de la ley de 21 de Noviembre de 1855 a la finca de que queda hecho mérito; y que apoyado después en lo dispuesto en el art. 9 ° de la ley de 11 de Julio de 1866 optó por los que esta dispensa, cumpliendo para ello con todas las formalidades que en la misma se imponen y el reglamento determina.

S. M, la Reina (Q. D. G.) se ha servido declarar que las ocho caserías que motivan dicho expediente tienen derecho al disfrute de los beneficios que concede la ley de 11 de Julio antes citada, en la proporción que sigue:

Por 15 años la casería llamada Bojosa; por 20 las dos denominadas el Convento y la conocida con el nombre de Casa del Guarda; por 25 la Guillermina, la Mincha y la Glea, y por 20 años la granja destinada a extensos cultivos, que llaman Matamoros.

Lo que de Real orden comunico a V. I. para su conocimiento y efectos correspondientes. Dios guarde a V. I. muchos años, Madrid 4 de Enero 1868.— Orovio.— Sr. Director general de Agricultura, Industria y Comercio.

Tras la lectura de estos dos documentos que retratan la finca en términos mercantiles, vamos a ver como la describen Juan Pérez Aznar en 1882; Luis Cánovas en 1889 y Marciano Zurita Rodríguez en 1924.

Esta primera transcripción está formada por fragmentos de una extensa y florida publicación ofrecida por entregas en el diario alicantino «El Constitucional».

El Constitucional, diario liberal, Alicante 1882/1883

El Constitucional, Alicante 1882/1883: LA DEHESA DE CAMPOAMOR. La carretera de Balsicas nada ofrece de notable; atraviesa un campo yermo, un extenso saladar; se recorren ocho kilómetros por ella hasta llegar a los primeros matorrales de la dehesa, entre la asfixia y el polvo; nuestros carruajes recorrieron este trayecto en una hora; el terreno no tiene nada de accidentado, los amojonamientos de la extensísima finca del Sr. Campoamor, cuyo perímetro mide más de seis leguas, constituyen  los primeros pinos y malezas, la primera vegetación que aparece a la vista.

El contraste es sorprendente; lindante con la loma pelada y seca, se levanta el campo esmaltado con todos los colores con que la naturaleza pinta la exuberante vegetación; antes de llegar a este sitio la brisa perfumada con todas las esencias que recoje al paso, acarician la abrasada frente del viajero y dilata sus pulmones constreñidos por el calor y el polvo.

La dehesa de Campoamor gráficamente dicho en mitad de la carretera de Torrevieja a Balsicas, no es otra cosa que un delicioso oasis en mitad del desierto; ningún murmullo, ningún canto, ningún movimiento, ningún ruido se percibe en ocho kilómetros de un terreno caldeado por el sol; cierto es que el mar azul y tranquilo se tiene constantemente a la vista, recreando el ánimo, pero el cuadro de la naturaleza carece de encantos, de expresión y de vida; si no le anima la variedad, si no lo matizan todos los colores, si no le arrullan todos los murmullos.

El follaje se mueve en cuanto se entra en territorio de la dehesa de Campoamor, los pájaros cruzan en todas direcciones buscando sus fofos nidos en las copas de los árboles. En este delicioso edén vemos al ánade jugar con la ola, a la perdiz aventurarse en todos los atajos, absoluta y libre. Los rayos del sol vense de continuo interceptados por el bosque; y la luz desleída recorre todos los tonos de una sombra que convida, o a la meditación, o al sueño; pero nos dejamos muy pronto llevar de las impresiones. Todavía estamos en la carretera que atraviesa la finca del Sr. Campoamor.

La casa se descubre allá a lo lejos, destacándose sobre un mar de verdura. Seméjase a un pájaro enorme con sus alas desplegadas a punto de tender su vuelo; para llegar a ella hay que atravesar un barranco por un puente de reciente construcción, afiligranado de pilones de piedra de cantería; en su fondo, y siguiendo hasta la orilla del mar, vese un bosque de olivos, animado por el tornasol de su follaje espeso y por el monótono canto de la cigarra.

Desde este sitio ya el terreno comienza a ser accidentado y silvestre. Por varios atajos se puede llegar a la casa que se divisa en un alto; pero nuestros carruajes siguieron la carretera hasta encontrar el cruce de otra en construcción que ha de conducir desde San Pedro del Pinatar hasta Orihuela. Dicho camino corta por la parte del Oeste y Norte, toda la dehesa en una extensión de 6 kilómetros. Pero ya estamos cerca de la casa, ya oímos los ladridos de los perros, la gente que hay en ella se pone en movimiento.

Por fin… dos horas hemos tardado. El señor Campomanes echa pie a tierra y nos guía al magnífico asilo, objeto de nuestro viaje y soñado paraíso por el que hemos dejado nuestras habituales ocupaciones con ánimo de encontrar solaz esparcimiento y grato deleite en él. Ya estamos en el magnífico salón cuadrilongo, cuerpo principal de la casa que, situada frente al mar y en lo más alto de la dehesa, la domina por completo.

No es esto decir, ni negar en absoluto que hubiera entre nosotros quien comía el arroz con pollo ricamente condimentado por mano hábil entre las dulces abstracciones del enamorado pensamiento; ni que alguien dejase de solicitar después del espléndido almuerzo una cucharadita de algo atemperante para que la aceituna en el estómago no extrañase al salchichón, ni el queso al dulce de almíbar, ni el melón regalado a la carne sazonada a fuerza de manteca.

De Torrevieja se va a Matamoros con el alma henchida de recuerdos, y de la espléndida y rica mesa que en Matamoros hace servir el señor Campoamor o su familia en su ausencia, se levanta el huésped completamente satisfecho y harto. Nuestro primer almuerzo fue excelente. Por entre las espesas persianas de los balcones del comedor se colaba un airecillo agradable, saturado de perfumes; desde la mesa se ve el mar y se cuentan por centenares los pájaros que por la dehesa cruzan festejando al viajero con sus melodiosos trinos.

La Esfera, ilustración mundial, 1916. BNE

Parece que la hospitalidad está allí en competencia. Todo en aquella casa y en aquel campo es grato, dulce y delicioso. Pero vamos a tomar café y a brindar chocando las copas que rebosan del espumoso champagne, el vino de todas las fiestas y el que preside nuestras efímeras alegrías. El Sr. Campomanes brinda; breve es lo que dice pero nada más oportuno ni más elocuente. Su pensamiento es un idilio. He aquí con pocas palabras resumido su discurso.

«Señores: el campo es la libertad, aquí el pensamiento de cada cual es soberano, la lectura, la caza, el paseo, estos son los goces que os proporciona la dehesa y de los que podéis disfrutar sin limitación alguna; quien quiera dormir, al lecho; en aquel rincón hallaréis cuantas escopetas queráis, la biblioteca está atestada de libros; donde quiera que dirijáis vuestros pasos hallaréis grata sombra y pintorescas encrucijadas que recreen vuestro ánimo, esta es vuestra casa, estamos en familia, cada cual es jefe y soberano de sus gustos y muy dueño de hacer lo que le plazca sin dar cuenta a nadie, absolutamente a nadie. Viva la libertad».

Esto produjo una verdadera explosión; los aplausos fueron estrepitosos. Los brindis se sucedieron sin interrupción alguna; al Sr. Campoamor, al poeta insigne y al filósofo profundo, debieron llegar de una manera vaga y misteriosa nuestras protestas de admiración y respeto; se recitaron algunas doloras, parto de su rica y exuberante fantasía, celebramos su ingenio, con orgullo verdaderamente español, y gratamente emocionados nos levantamos de la mesa, y nos dispersamos, cada cual buscando el compañero de paseo, el compañero de caza, o el limpio fofo y regalado lecho, que en ventiladas y espaciosas habitaciones, brindaban una venturosa siesta.

Espeso cañaveral sirve de zócalo a aquel vetusto edificio ennegrecido por el tiempo y medio oculto por el enmarañado bosque, cuyo follaje tornasola la brisa con hermosos cambiantes de luz y de cuyo seno brotan todos los murmullos de igual manera que del claustro las dísticas armonías de la plegaria. La imaginación profundamente abstraída, fantaseaba aquel paisaje.

Ruinas de San Ginés en la actualidad.

Por todas las encrucijadas, al pie de cada árbol donde quieran los ojos, fijábanse con la indolencia que precede al sueño; allí se veía al austero penitente de San Ginés envuelto en tosco sayal, buscando en el corazón de aquella naturaleza virgen eficacísimos remedios contra las humanas dolencias. De todas partes se veían gentes laceradas de alma y cuerpo, fantasmas extenuados y hambrientos que al primer golpe de la campana, acudían en tropel a la oración y a la sopa.

¡Oh! la imaginación, el desvarío resucitan los tiempos o se precipita en el pasado para ahondar los secretos de la muerte. Pero despertemos de esta pesadilla. El convento de San Ginés ya no tiene campanas, ni monjes; los árboles seculares han sobrevivido al austero pasado, y por más que con el vago murmullo de su follaje recitamos un poema conmovedor y elocuente, nada podemos traducir de él, y es fuerza que despertemos a la realidad de la vida.

La Ilustración Gallega y Asturiana. 1880. BNE.

El día comenzaba a clarear; el campo ofrecía un aspecto extraño; cada matorral medio envuelto en la oscuridad y en la bruma, parecía un grupo de hombres en acecho; el mar, velado a grandes trechos por espesa neblina, destacábase sosegado y tranquilo; por el Oriente dibujábanse violáceas nubes que indicaban la presencia del astro del día. Las gaviotas con vuelo tardo, cruzaban la costa con dirección a Cabo de Palos.

La expedición llegó a la carretera sintiendo las primeras molestias de los rayos del sol. Allí esperaban ya los carruajes. Subimos y nos pusimos en marcha hacia San Pedro del Pinatar. El campo apareció hermosísimo a nuestra vista. Por todas partes veíanse quintas de recreo, casas de labranza, frondosas huertas, extensos olivares, grandes viñedos, una naturaleza exuberante, fecunda, rica.

Cabo Palos divisábase a la izquierda; frente al camino que seguíamos viaje a San Pedro. A orillas del mar Menor y en todo el perímetro de aquella costa, destacábanse multitud de puntos blancos, grupos de casas que se ocultaban y aparecían a nuestros ojos como si brotasen del fondo de un mar de verdura, poetizado por lo vago de las distancias.

Lo que más nos llamó la atención fue un punto luminoso que reverberaba a la luz del sol como un diamante colosal, inmenso. Era una montaña de sal blanca, purísima, cristalizada en prismas como las facetas del valioso carbúnculo. Antes de llegar a San Pedro del Pinatar tomaron los carruajes por una vereda. A nuestra espalda quedaba, allá a lo lejos y sobre una cima profusamente alfombrada con todos los tonos del color verde, la casa de la dehesa Matamoros…

La Ilustración Artística, 1901. BNE

Pasamos a las palabras de Luis Cánovas en 1889. (Puede ser el famoso torrevejense Luis Cánovas Martínez, nacido en 1857).

La Ilustración ibérica (Barcelona) 2 de febrero de 1889: Voy a hablar de Matamoros. Si describir la dehesa hermosísima en que el ilustre autor del tren expreso viene a descansar de las fatigas del Consejo es sumamente difícil, dar de ella una completa idea en pocas palabras es extraordinariamente fácil. La naturaleza, esa gran enemiga del hombre, según Leopardi, ha sido para Campoamor, más que amiga, aduladora y cortesana.

La muy pícara, sintiendo por el gran poeta la admiración que se despierta en todo el que le conoce, ha querido darle de ella una prueba concluyente y ha hecho de Matamoros un pequeño poema. Eso es, ni más ni menos, la dehesa famosa.

¿Qué veis en un poema de Campoamor? Un plan admirable, una variedad infinita de tonos resolviéndose en una unidad sorprendente y avasalladora; una facilidad irritante que hace creer a muchos ilusos que aquello lo puede hacer todo el mundo; la realización de esa paradoja de la prosa poética que él verifica sin esfuerzo, poniendo al lado de la teoría con tanto ingenio defendida, uno y mil ejemplos que la robustecen y afirman.

Un soberbio desprecio de ciertos convencionalismos académicos, tan arcaicos como insostenibles; y, por encima de todo eso, dándole vida, luz, armonía y belleza, su genio original y único, la encarnación más perfecta de la lírica moderna. Y así es Matamoros.

Su plan, su disposición, es acabada y bellísima. Su variedad inagotable, desde las hermosas cañadas que rodean el barranco de la Glea hasta los espesos pinares que dan acceso al convento, desde las lomas erizadas de chaparras de la Bojosa hasta las rocas de la Peña del Cuervo, en que parece habitar la ninfa Eco; mil y mil panoramas espléndidos, ora risueños, ora sombríos, se suceden ante la vista, resolviéndose en unidad armoniosa y sensible.

No ha entrado allí la mano despótica y ridícula del cultivador moderno trazando líneas rectas, recortando las frondosas copas e imponiendo a la madre naturaleza una simetría tan absurda como antiartística. Las estrofas de aquella oda gigantesca que canta Matamoros a su dueño no están medidas con el académico martilleo de un alejandrino: tienen la graciosa soltura, el hechicero descuido de la silva, el metro preferido del gran poeta.

Pero además de ser la dehesa esclava de Campoamor, sectaria e idólatra de su célebre amo, es también su acreedora, su dueña en cierto modo. ¿De cuántos inspirados cantos no le es deudor el egregio vate? Aquel final apasionado del primer canto de su Don Juan, aquella gracia infantil del comienzo de los Grandes Problemas, la envidiable maestría con que Campoamor describe y pinta las escenas del campo, ¿a quién sino a Matamoros los debe?

Pocos días ha que D. Ramón y el que firma estas líneas paseaban juntos por la hermosa posesión. Era la caída de la tarde. El viento, fresco y juguetón, nos acariciaba. Despedíase el sol, con pena, de aquel oasis. Los pinos parecía que se inclinaban al pasar el poeta, como rindiéndole pleito homenaje. Nos paramos en medio de una estrecha senda y me dijo Campoamor:

—¿No le parece a V. escuchar voces confusas y suaves que de árbol a árbol mantienen diálogos misteriosos? Ese dulce murmullo me inspiró el canto de mi Drama Universal, lo que dicen los árboles. Y todavía le es deudor D. Ramón, a su finca, de otras dos cosas que ni se compran ni hay dinero con qué pagarlas si se vendieran: la salud y la alegría.

Ramón de Campoamor. Retrato autógrafo 1896. BNE.

El reuma, el pícaro reuma, que a veces hace pasar amargos ratos al poeta, como para recordarle que, a pesar de su genio peregrino y único, es un mortal como todos los que le rodeamos admirándole, desaparece en cuanto se divisan los horizontes de Matamoros; y por allí se ve todas las tardes a Campoamor, con la agilidad y la fuerza de un muchacho, subir repechos, bajar pendientes, cruzar trochas y darse, en fin, unos paseos tan higiénicos como fatigosos para cualquiera que tuviera su edad, pero no sus bríos.

Y también huye de aquel risueño campo ese pesimismo que a veces atormenta la poderosa fantasía del vate y se trasparenta en alguna de sus hermosas estancias. Allí, en aquella hermosa casa con honores de palacio, hay cuartillas encima de todas las mesas; y D. Ramón, con idéntico entusiasmo que en sus juveniles años, trabaja de continuo, dando al mundo una vez más el sublime espectáculo de una inteligencia y un corazón eternamente jóvenes en una cabeza que han cubierto de nieve los años y en un cuerpo al que en vano intentan robar vigor. LUIS CÁNOVAS.

Vamos a terminar con un fragmento de la biografía del poeta, que compuso Marciano Zurita Rodríguez; en él habla de la finca veintitrés años después de la muerte de D. Ramón.

La Ilustración Española y Americana, 15 de febrero de 1901. Entierro de Campoamor.

«Matamoros»,  la finca magnífica, tendida junto al Mediterráneo, entre Torrevieja y San Pedro de Pinatar. Allí pasaba el insigne escritor buena parte del año dirigiendo el cultivo de la tierra y las plantaciones de árboles. Cuando nosotros, en el verano de 1924, visitamos lo que fue refugio, recreo y descanso de Campoamor, pudimos darnos cuenta de algunas cosas que nos causaron verdadera pesadumbre. La finca estaba asolada. Ya no se denominaba «Matamoros» sino «Campoamor».

Este respetuoso homenaje a la memoria de su glorioso propietario nos pareció muy oportuno. En cambio, nos produjo hondo pesar saber que la finca había sido vendida el año anterior en noventa mil duros a don Joaquín Amor y don Pascual del Baño y que los nuevos dueños habían sacado, solamente de la corta de pinos, ciento sesenta mil pesetas. Recorrimos el antiguo palacio, convertido hoy en casa de labor, con una plebeya teatralidad de aperos y de abonos.

Casa principal de la finca de Matamoros. 1913. Colección Sala Aniorte.
La casa de Campoamor en la actualidad. Fotografía José Córdoba.

Buscábamos algún recuerdo que nos hablase íntimamente de Campoamor, y ¡qué pocos pudimos encontrar! Lo que mejor se conservaba era el despacho del poeta, en el ángulo oriental, con dos balcones claros y luminosos que beben la roja lumbre del sol del Mediodía y el azul marino de Levante.

Sobre la mesa en que Campoamor escribía sus maravillosas doloras, había un cartapacio de piel descolorida, un escarabajo de hierro, un aparato de cristal con brújula, termómetro, reloj de sol y calendario perpetuo; un timbre de metal oxidado; un tintero de porcelana lleno de mellas; dos ceniceros de asta, y una plegadera en forma de suela de chapín con tacón Imperio, en la que, bajo la corona real de España, aparecía una flor de lis y en ella escrito un nombre egregio: «Isabel de Borbón».

La biblioteca había desaparecido totalmente y la habitación que ocupara era entonces capilla. Me aseguraron que los libros habían sido llevados a un desván de El Pilar de la Horadada, de donde fueron desapareciendo poco a poco. La vida que Campoamor hacía en «Matamoros» era por demás plácida y sosegada.

Levantábase al amanecer y bien solo o ya en compañía de su esposa, daba un largo paseo por la finca, que tenía treinta y cinco mil tahullas cultivadas y una extensión de cuatro leguas en contorno. Examinaba los trabajos que hacían los labriegos, conversaba amistosamente con éstos, y a las diez se recogía en la casa, donde trabajaba hasta las doce.

Dehesa de Campoamor. Puente de la Glea.

Después de almorzar dormía, según costumbre, una dilatada siesta, y a eso de las cuatro, en primavera y en otoño, y a las cinco o las seis en verano, daba un nuevo paseo o bien ordenaba que enganchasen la tartana e iba a El Pilar de la Horadada a platicar con el cura, o a Torrevieja. También iba de vez en cuando a San Pedro del Pinatar, especialmente durante las temporadas que allí pasaba el eminente tribuno don Emilio Castelar, amigo íntimo del poeta. Anochecido, éste volvía a la finca, cenaba, leía los periódicos y se acostaba entre diez y diez y media.

Orihuela. Dehesa de Campoamor. Edita A. Subirats Casanovas, Valencia. 1.977. Postales Colección Jesús R. Tejuelo.

Por último, como nota curiosa, transcribo una biografía cómica de don Ramón, sin pies ni cabeza, publicada durante la II República en un semanario satírico de Cartagena.

DON CRISPIN. Semanario satírico. Cartagena. 7 de marzo de 1932: Biografías jocoserias de hombres ilustres. DON RAMÓN DE CAMPOAMOR.

Nació este insigne y patilludo poeta en Torrevieja, en un 12 de mayo del siglo pasado. Su padre se llamaba Ramón, y su madre Ramona. Esto es cosa muy rara, pero la verdad se impone y hay que declararla paladinamente, que diría el fabricante del papel de fumar de marras en nuestro caso.

La primera composición poética que hizo fue antes de cumplir los dos años de edad; hecho que ocurrió de la siguiente forma. Estando Ramoncito en cierta ocasión, chupándose a la autora de sus días, se dio cuenta de la gran debilidad y delgadez de esta; y sacándose de la boca el rosado botón, le endilgó en tono sentencioso el siguiente pareado. Mamá, no me des más teta que te va a llevar Pateta.

Dona Ramona, creyendo que el hecho era un milagro, porque Ramoncito apenas sabía hablar, fue a contárselo al cura de la Horadada, pueblo cercano a Torrevieja. El buen pater se llevó a Campoamor a su casa para estudiarlo; y al verlo tan listo se quedó con él para recriarlo.

Ramoncito con el pobre párroco pasó las moras, porque dicho señor era fan caritativo que no tenía nada suyo. Esta conducta de su bienhechor le sugirió la célebre composición: «El cura del Pilar de la Horadada. Como todo lo da, no tiene nada».

Ramoncito, se hizo grande; y a medida que crecía, le crecía la cabeza, y también le crecía el talento. Como la poesía no le ha dado a nadie para comer, para solucionar el problema de la vida, se metió a guardafreno en la Compañía de ferrocarriles andaluces.

El contacto con los flamencos ferroviarios, le indujo a dejarse las patillas. Ocho años después, ascendió a revisor, y de una conversación con una viajera francesa mientras le picaba el billete, sacó el tema de su célebre «Tren Expreso».

Con el contacto de los pasajeros de primera clase y con la lectura de los periódicos, que estos se dejaban olvidados, se cuajó una cultura cosmopolita y funicular; tan basta, que Romero Robledo, en el ademán de picarle el billete, se la descubrió.

La amistad entablada en el tren con el célebre político, le valió un destino en la librería de Fé y más tarde un encasillado en un lugar de la Mancha, de cuyo sitio nunca quiso acordarse nuestro biografiado, porque no era aficionado a la política. y así fue pasando los días los meses y los años, hasta que se hizo viejo y se murió.

Ha legado a la Posteridad muchas composiciones poéticas. Entre ellas son las más notables «El Vértigo», «El Cantar del Romero» y «La Gatomaquia».

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Las Riadas. J. Rufino Gea.

«Las inundaciones en España. Los habitantes de la llanura huyendo hacia Orihuela buscando refugio». 

Del Archivo de Orihuela. Las Riadas.

El día 28 del pasado noviembre se reprodujo en  esta ciudad la piadosa ceremonia, tantas veces practicada, de conducir la Virgen de Monserrate al puente y arrojar al río el precioso ramo de nuestra excelsa Patrona para que librase la población y la huerta de la inundación que las amenazaba.

Desgraciadamente la impetuosa avenida había socavado ya las márgenes del río, y derrumbándolas al día siguiente, y saltando por encima de ellas en algunos parajes, sembró, como otras tantas veces, la desolación, la ruina y el hambre por las frondosas huertas oriolanas. Veinte días después el río Segura se desbordaba de nuevo, y no hallando ya cosechas que destruir, se desparrama por la vega aumentando las angustias y tribulaciones de los desgraciados labradores que no han tenido tiempo de guarecerse en la ciudad.

Aquella piadosa ceremonia se practicó también al ocurrir la formidable riada del día de Santa Teresa de 1879; pero el origen de arrojar al Segura el ramo de Nuestra Señora no es tan remoto como generalmente se cree. Es más: no era la Virgen de Monserrate la tutelar de Orihuela y su huerta contra esos dolorosos desastres, sino el glorioso taumaturgo San Gregorio.

Su día fue declarado festivo por el Consejo en todo el territorio de la ciudad, y tanto este día como el primer miércoles de cada mes, que le estaba igualmente consagrado, a nadie le era permitido trabajar sin incurrir en multas o en cárcel. Cuando el Segura amenazaba desbordarse, invitaba el Consejo al Obispo, al Cabildo, a las parroquias, a las comunidades religiosas y al pueblo para hacer deprecaciones al Santo, a fin de templar la ira de Dios.

San Gregorio imaginado por Montesinos. Archivo Caja Rural Central. Copia digital en el Archivo Histórico de Orihuela.

Sus favores fueron tan acreditados y frecuentes, que en 1600 le erigió la ciudad el monasterio de su nombre, lo pobló rápidamente de frailes, le otorgó pensiones y rentas y premió con un donativo de ochenta libras moneda a uno de sus legos que consiguió librar las cosechas de una terrible plaga de langosta con sólo conjurar los campos y rociarles con el agua milagrosa del pozo del convento. Las circunstancias en que la Virgen de Monserrate substituyó a San Gregorio en aquella preeminencia tutelar y bienhechora fueron harto crueles y desdichadas para todos loa oriolanos.

Dibujo de Joseph Montesinos en 1794. Archivo Caja Rural Central. Copia digital en el Archivo Histórico de Orihuela.

El año 1672 vino al mundo acompañado de lluvias tan copiosas y frecuentes, que casi todo el mes de enero transcurrió en perpetua rogativa. El día tres ya había dispuesto el Consejo que se sacara a San Gregorio en procesión al río, con la solemnidad y acompañamiento de costumbre y precedido de seis nobles caballeros con antorchas blancas; pero sucedió que las lluvias continuaron, el Segura creció, rompió los frágiles costones que aprisionaban las turbias aguas y por espacio de varios días esparció en la ciudad y en la vega la desolación y la muerte, arrasándolo todo con empuje tan extraordinario, que hasta el propio convento de San Gregorio quedó amenazando derrumbarse sobre sus cimientos.

879. Orihuela, riada de Santa Teresa. «La Ilustración española y americana», núm. 40.

Aún continuaban los horrores de esta catástrofe memorable, cuando en los primeros días de marzo empezó el río a crecer de nuevo. El hambre acosaba ya a los vecinos; el trigo del Pósito se había agotado totalmente con los donativos hechos al pueblo y a los conventos.

Los emisarios que habían sido enviados a buscarlo en otras regiones, regresaron atemorizados sin traerlo por no poder atravesar la rambla de Benferri, ya desbordada; dolorosos ayes de angustia voces clamorosas y deprecaciones y congojas infinitas, daban a la ciudad y a la huerta el fúnebre aspecto de un duelo universal inextinguible.

No pudiendo salir la procesión de San Gregorio, cuyos frailes se habían refugiado en otros monasterios, se acudió a la Virgen de Gracia y se la colocó en un altar improvisado encima del puente; mas el río siguió creciendo. Entonces el Consejo se reunió en sesión extraordinaria el 7 de marzo y tras largo debate, acordó: Que se saque en procesión y se conduzca a la Santa Iglesia Catedral la Virgen María de Monserrate, para que esté allí con la decencia y lucimiento que se requiere, se envíe toda la cera blanca que sea necesaria.

Que la Virgen sea, colocada en el altar mayor, donde está el Santísimo Sacramento de manifiesto; que se pase recado al señor obispo y cabildo para que las parroquias y conventos, por seis días, vayan a hacer deprecaciones al Santísimo y a la Virgen, y que todos los días se diga misa cantada y sermón, a las cuales asistirá la Ciudad, pagando de sus rentas lo necesario para templar la ira de Dios.

El milagro del ramo. Grabado siglo XIX.

Aquella misma tarde, al atravesar el puente la procesión, detúvose a la Virgen junto al río, y mientras el pueblo en masa coreaba a grandes voces la letanía que cantaban el obispo, los canónigos y los frailes, tuvo quizás el ilustrísimo D. José Bargés la feliz inspiración de arrojar sobre las encrespadas aguas del Segura el ramo de la Virgen, y esta señal de santa alianza entre el pueblo de Orihuela y su amada Patrona salvó por aquella vez la vega de otro desastre, quedando por ello, y desde entonces, transmitida a la Virgen de Monserrate la supremacía tutelar con que hasta el año 1672 glorificaron los oriolanos al taumaturgo San Gregorio.

Orihuela. Ceremonia del ramo de la virgen en el Puente Viejo.

Ya no volvió a invocarse al Santo en las riadas sucesivas. Su culto declinó; sus frailes desaparecieron; su amplio convento se transformó en almacenes, tabernas y sucio matadero municipal; y el río Segura, cuyos desbordamientos contuvo tantas veces (según rezan los papeles de nuestro Archivo) continuó de tiempo en tiempo, y sigue todavía, o destruyendo con sus avenidas las cosechas de la huerta, o no dejando que la fecundidad de su suelo se manifieste exuberante y remuneradora por causa de las frecuentes sequías; porque como al hacer rogativas para que llueva o para que las riadas no arrasen la vega, el provechoso rogar a Dios no va acompañado de útiles golpes de mazo, tendrá perpetuamente caracteres de actualidad la profecía que San Vicente Ferrer hizo en su visito a los oriolanos, el cual, teniendo en cuenta nuestra proverbial desidia y señalando al río y a la huerta, dicen que pronunció estas fatídicas palabras: — Este lobo se comerá a esa oveja.

Vicente Ferrer.

Pinchando sobre la imagen de Vicente Ferrer se accede a otro artículo que amplía el mismo tema. Lo escribí hace tiempo.

J. RUFINO GEA. Cronista honorario de la ciudad de Orihuela. Diciembre de 1916.

Transcripción Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba)

Orihuela y Maura en la pluma de Azorín

El Obispo Maura.

José Martínez Ruiz «Azorín» para «El Diario de Barcelona». Marzo de 1918.

Retrato autógrafo de Maura.

He tenido el honor de hablar durante una hora con el Obispo Maura. Este ilustre prelado vive en una pequeña ciudad del litoral mediterráneo; allí tiene su sede.

La ciudad se levanta en una ancha y fértil vega; hay en ella naranjos, limoneros, granados, palmeras; a veces, entre las frondas de los naranjos con sus esferas de oro, y al lado de un grupo esbelto de palmeras, se destaca un ciprés centenario, recio, negro, inmóvil, con la cima afilada.

Entre estas cimas negras y agudas, entre los penachos de las palmeras, por la noche brillan radiantes las estrellas en un cielo límpido, en una atmosfera tibia, en un ambiente de reposo y silencio.

Esperando al obispo Maura. Colección Antonio Luis Galiano.

La ciudad, que tiene por marco esta huerta, es pequeña y llena de paz. No pasa nada en sus calles y en sus plazas. Hay en ella una o dos modestas fondas en que los viajantes de comercio —ellos solos, sin nadie más — discuten a tiempo de yantar, en un desierto comedor.

Las campanitas de las iglesias tocan con sus voces de cristal a todas horas. Los cafés están solitarios y casi a obscuras por la noche. En las callejuelas desiertas se ve de tarde en tarde un grupo de viejas enlutadas que van o vienen a una iglesia.

José M. Pérez Basanta.

La catedral es chiquita, con una bella reja en que un maestro antiguo lució sus primores y arte; los canónigos entran y salen silenciosos con sus ropones escarlata en una sacristía ancha y helada. Se respira una paz profunda en la ciudad. Sobre la paz, sobre el silencio, el río, un río rojo y torvo, que cruza el pueblo y pone un rumor sordo y formidable.

Colección Javier Sánchez Portas.

El Obispo Maura vive en un vetusto palacio situado de espaldas a este rio. El palacio tiene una espaciosa y majestuosa escalera de mármol rojo; en el último descanso, allá arriba, unas vidrieras de colores, con grandes blasones rojos, verdes, azules y amarillos, dejan entrar una luz suave.

Escalera del Palacio. José M. Pérez Basanta.

Hay en el palacio vastas salas con el pavimento cubierto de estos viejos ladrillos — blancos con dibujos azules— de cascarilla, sobre que pisaron las gentes del siglo XVIII, con sus casacas y sus pelucas.

Corredores llenos de penumbra llevan a archivos y salas de oficinas en que los clérigos plumean. Se ven en las paredes de un salón retratos de antiguos prelados; abrimos y cerramos puertas gruesas y bajas, puertas de cuarterones.

Juan Maura y Gelavert

El Obispo Maura está sentado en una espaciosa silla, ante una mesa. Es sencilla la estancia; las sillas y los demás muebles son modestos; es invierno y sobre el pavimento no hay alfombra ni estera; una delgada alcatifa rodea solo la mesa, que se halla colocada en medio de la sala. El Obispo está sentado en un ancho sillón. A un lado de la mesa hay un rimero de papeles y notas; a otro, ocho o diez libros nuevos, recientes.

El prelado tiene los ojos vivos, escrutadores, de mirada elocuente, de hombre de estudio y de energía. Lleva un pañuelo blanco, de seda, al cuello; la nota nítida, alba, destaca y forma bella armonía con el negro de la sotana; y sobre la sotana, a lo largo del cuerpo, lucen también sobre la negrura unos anchos botones rojos. La frente del prelado es ancha, inteligente. Sobre la cabeza está el solideo morado con una borlita verde.

Palacio Episcopal de Orihuela.

El Obispo Maura lee y estudia de continuo en su biblioteca. Sus lecturas son, principalmente, de libros modernos. Es un filósofo; sus pastorales representan un profundo conocimiento de todo el moderno trabajo filosófico y sociólogo, Taine, Fouillée, Tardé, Spencer, Guyau, Renouvier, Nietzsche, Schopenhauer, son familiares al prelado.

Para combatir al enemigo es necesario conocer bien sus armas; el Obispo Maura conoce perfectamente los filósofos, sociólogos y publicistas de quienes habla.

Su entendimiento es sutil, delicado; hay en él esa experiencia de las cosas y de las ideas que sólo se encuentran, no en los hombres que han leído mucho y estudiado mucho, sino en aquellos que han sabido leer y que han llegado a alcanzar ese grado de cultura exquisita, suprema, que permite ver lo que hay de permanente y válido en la obra del entendimiento humano y lo que hay — a pesar de las apologías y de los entusiasmos — de deleznable y fugaz.

Así el insigne prelado tiene una sonrisa indulgente e irónica para todas estas novedades y fantasías filosóficas de ahora: pracmatismo, amoralismo,  superhombría netzchana, etc.

Él sabe que todo en las especulaciones humanas se repite; que solo hay una verdad fundamental inconmovible; que los filósofos y sofistas helenos imaginaron ya todo lo imaginable; y que en definitiva ateniéndonos a los tiempos modernos, todo lo que se ha hecho y se está haciendo desde Kant a la fecha, son cosas ya sabidas a las que se intentan colocar otros nombres. Hombres de esta modalidad intelectual son rarísimos.

Hallareis espíritus llenos, atiborrados de cultura libresca al tanto de toda novedad, al corriente de cuanto se dice y escribe; pero, ¿cuantos hallareis que hayan llegado a este grado supremo de saber el libro que no es preciso leer, y de conocer y saber apreciar en el leído lo que es novedad solo en el nombre — a pesar de los elogios de la opinión — y lo que es matiz realmente original y profundo, muchas veces, casi siempre desconocidos e ignorado por esa misma opinión?

Entierro del Obispo Maura. En los Hostales. Colección Javier Sánchez Portas.

El Obispo Maura pertenece al escaso número de estos hombres; él vive modestamente en su viejo palacio; le rodean los libros; no tiene ambiciones; lee a los filósofos a ratos, y a ratos pasea por las anchas salas y estancias. El Obispo Maura es primo hermano del insigne estadista que preside los consejos de la Corona.

José Martínez Ruiz «Azorín»

Transcripción de Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba)