Callejeando 07. Orden del Carmelo en Orihuela 1.

Portada Iglesia del Carmen. Orihuela. Fotografía Ajomalba.

El Carmelo en Orihuela.

Escudo de la Ciudad de Oriola. Siglo XVI.

Introducción.

El origen de los carmelitas se remonta a la época de las cruzadas, cuando un grupo de ermitaños anónimos, inspirados en el profeta Elías, se establecieron en el Monte Carmelo de Palestina. 

Tras el fracaso de las cruzadas tuvieron que emigrar a Europa; y en el siglo XIII, ya convertidos en orden mendicante, adoptaron la advocación de la Virgen del Carmen con su tradicional escapulario distintivo de los carmelitas.

La Virgen del Carmen imponiendo el escapulario a San Simón Stock. Antonio Gabriel Corvoysier. 1697. Óleo sobre lienzo. Pinchad la imagen para acceder a la obra completa en el Museo del Prado.

Regidos por una regla sencilla pero muy estricta, sus fundaciones se extendieron por la Península Ibérica comenzando por el Reino de Aragón.

A Orihuela llegaron muy tarde, en el siglo XVI. El Padre Balbino Velasco, historiador y miembro de la Orden, nos habla de una primera y breve fundación en 1537, en una casa llamada de la Virgen de Monserrate cedida por el Cabildo con el beneplácito de Justicia y Jurados.

Pero aquello fue solo un intento. Como iremos viendo, sobre todo cuando lleguemos al arrabal de San Juan, el Consell utilizaba los conventos como estímulo urbanístico en espacios poco apetecibles. 

En el verano de 1537 pretendieron instalar a los carmelitas en la ermita de Monserrate, una zona de difícil población. Pero el vicario general se opuso. No es que la fundación fuese breve; realmente no se llevó a cabo y los frailes se marcharon sin fundar.

El Arrabal en el siglo XVI según Ojeda Nieto. Dibujo de Mario Gómez.

Como ocurrió en todas las órdenes, con el tiempo los carmelitas fueron relajando sus costumbres, provocando el nacimiento de una corriente renovadora. Fue durante esa disputa cuando llegaron por segunda vez a Orihuela.

En España las reformas fueron protagonizadas por Santa Teresa de Ávila, a la que se unió San Juan de la Cruz.

Primer milagro de Santa Teresa de Jesús. Resurrección de su sobrino. 1855. Óleo sobre lienzo. Luis de Madrazo. Pinchando sobre la imagen se accede a la obra original en el Museo del Prado.

Iniciadas en la rama femenina, pronto se ampliaron a los frailes fundando el primer convento masculino reformado en 1568.

Así, los carmelitas quedaron divididos en dos grupos: los de la antigua observancia o calzados y los descalzos o teresianos, que buscaban regresar al rigor primitivo.

La reforma no fue fácil; los observantes consideraron a los descalzos «desobedientes, contumaces y rebeldes». El propio San Juan de la Cruz fue encarcelado hasta que consiguió fugarse de la prisión de Toledo.

Mientras, Teresa movía sus hilos en Roma; y poco antes de morir, sus descalzos consiguieron la separación efectiva. En 1582 fallecía la santa de Ávila dejando 15 conventos y 17 monasterios reformados.

Tres años después los carmelitas llegaban de nuevo a Orihuela. Había pasado medio siglo desde la primera vez; y fueron ellos los que se dirigieron en esta ocasión al Cabildo y al Consell, solicitando licencia y ayuda para fundar un convento de descalzos. Mal momento escogieron.

La Gloriosa Madre y Doctora Iluminada de las Españas Santa Theresa de Jesús, Virgen extática y prodigiosa, antes Religiosa Carmelita Observante Calzada; y después Madre y Fundadora de los Religiosos y Religiosas del Carmen Descalzo. Y el Glorioso San Juan de la Cruz, Español, antes Carmelita Calzado Observante y después Padre Fundador del Carmelo Descalzo. En el centro, jeroglífico de la Orden del Carmen. Dibujos del Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 5.

La fundación. Siglo XVI

En el verano de 1585 el Padre Miguel Alfonso Carranza llegó a Orihuela con la firme intención de fundar un monasterio dedicado a Nuestra Señora del Carmen.

En el quinto libro del Compendio Histórico Oriolano, a partir del capítulo 25 titulado «Donde se refiere la fundación del ejemplar convento de San Pablo Apóstol de Padres Carmelitas Calzados de esta Ciudad de Orihuela», Josef Montesinos dedicó más de cuatrocientas páginas a los carmelitas.

De este inmenso trabajo manuscrito — el cronista no escatimaba en papel y tinta he intentado extraer lo más interesante; especialmente sus descripciones visuales. Los párrafos transcritos literalmente aparecen marcados en rojo. Comienza así:

Gobernando se hallaba la Sta. Iglesia por los años 1585 el Beatísimo Padre Sixto V (…) y gobernaba los Reynos de España el gran Rey Don Felipe II de Austria. Es público y notorio que, en este referido año de 1585, el día 15 de julio, vino a esta Ciudad de Orihuela el Reverendo Padre Mro. Fray Miguel Carranza, varón sabio y ejemplar, prior que era entonces del Convento de la Ciudad de Xátiva (ahora San Felipe), siendo Vicarios Generales (por muerte del Ilmo. Sr. Obispo oriolano D. Thomás Dacion) los Ilustres Sres. D. Francisco Despuig y D. Miguel Monllor; aquél dignidad de Sacriste; y éste Canónigo de dicha Santa Iglesia Cathedral.

En esta ocasión, cosa que no siempre sucede, los datos de Montesinos encajan. Tomás Dacio fue el segundo obispo de la Diócesis de Orihuela (1578-1585); propuesto por el papa Gregorio XIII. Famoso por su calendario, Gregorio fue sucedido en abril de ese mismo año 1585 por Sixto V.

Papas. Wikipedia.org.

Estando cierto día todos los Ilustres Sres. Dignidades y Canónigos en el acostumbrado Cabildo de la Iglesia, pidió licencia para entrar dicho Padre Mro. Carranza; la cual concedida entró y explicó su embajada, suplicando a todos los presentes Señores Capitulares, tuviesen por bien y fueren servidos de dar lugar y licencia para que, por mayor decoro de esta Ciudad e Iglesia Cathedral, y para multiplicar la importante Devoción, que tan particularmente esta oriolana Ciudad tiene a la Santísima Virgen María, se pudiese fundar un Monasterio con el título y Regla de Ntra. Sra. del Carmen.

Ofreciendo de su parte y de su orden, en particular de su Provincia de Aragón, que los religiosos que en él residieran, se emplearan muy de veras en el servicio de esta Santa Iglesia Cathedral, y en el provecho espiritual de las almas de los fieles Christianos, que en esta Ciudad y Obispado había y podía haber.

Consideradas estas razones por los Ilustres Sres. Capitulares, y estando ya sus corazones enternecidos y movidos a la fina devoción de Ntra. Sra. del Carmen y de su sagrado instituto por un sermón que el día antes predicó el Padre Carranza en la Santa Iglesia Cathedral, todos unánimes y conformes dieron licencia y facultad para que en esta Ciudad pudiesen fundar los Padres Carmelitas un Monasterio de su Orden deseado por tantos años.

Obtenida la licencia del cabildo, Carranza buscó también la de la ciudad. Acompañado de varios caballeros se presentó en la Sala del Consell, donde estaban congregados el justicia y los jurados. Allí trató de convencerlos de «el decoro y la utilidad» que supondría para Orihuela contar con los carmelitas.

Estos respondieron que tras tomar «acuerdo y consulta responderían lo que más conviniese y fuese digno del servicio de Dios y quietud de esta Ciudad».

Las circunstancias habían cambiado. Había pasado medio siglo desde su primera visita; Oriola sufría duros años de sequía y el Raval Roig se estaba poblando a buen ritmo sin necesidad de estímulos.

Persuadidos por el resto de órdenes mendicantes, ante el temor de que faltasen limosnas para todos, la Ciudad, siempre dispuesta a apoyar a cualquier fundación religiosa, rechazó la oferta de los carmelitas.

El Justicia Mayor, que entonces era y se llamaba el Dr. Rudes, médico hábil, volvió por respuesta al P. Carranza, que ya no había lugar para lo que se pedía, mas antes se impediría por todos los caminos a ellos posibles; por cuanto por parte de algunos Conventos de los Religiosos de esta Ciudad habían sido así requeridos a que impidieran la entrada a los humildes Carmelitas.

Paisaje con carmelitas. 1634 – 1639. Óleo sobre lienzo. Jan Both. Pinchando sobre la imagen se accede a la obra original en el Museo del Prado.

La respuesta contrarió mucho al Padre Carranza que ya contaba con la licencia del Cabildo, concedida en «Sede Episcopal Vacante». Además apareció un benefactor o «ángel de luz», como lo llamó Montesinos.

Este fue el Ilustre y muy digno de eterna memoria y devoto nobilísimo Caballero D. Andrés Soler, Theniente que fue del Bayle General de esta oriolana Ciudad (…) que le dijo con rostro y semblante muy alegre de esta suerte: Qué es esto Padre Mro. Carranza que así le veo a usted y desmayado.

No tema, que ya sé lo que pasa; aquí estoy yo (aunque inútil) con otros muchos Caballeros Oriolanos, que perderemos la vida y hacienda para que esta obra, por sí tan santa, tenga el deseado efecto; y con esto conozcamos todos que es de Dios, pues el Demonio como tan traidor, hace todas las diligencias para impedirla.

Andrés Soler de Rocafull se lo llevó a casa y le presentó a su esposa, Beatriz Vich de Sanoguera «mujer de buena fama y reputación, digna de toda atención por su devoción, por su retiro y por su acostumbrada caridad».

Doña Beatriz recibió al carmelita «con mucha paz y alegría», «tratando con su esposo, Don Andrés, el negocio de la nueva fundación que se intentaba hacer». Y juntos decidieron llevar el «piadoso asunto» adelante.

Y si fuera necesario expender nuestras vidas, caudales y hacienda; aventurémoslo todo con tal de que triunfe la Devoción de María Santísima y se logre la fundación de su Santo Monasterio Carmelitano.   

Dice también Montesinos que algunos jurados y otros miembros del Consell no estuvieron de acuerdo con la «desabrida respuesta» que la Ciudad había dado al Padre Carranza; y ocultamente primero, y después públicamente, ofrecieron su apoyo a tan «Santo Instituto».

Con estos avales Carranza decidió intentarlo; pero como veremos, sin ayuda municipal los carmelitas lo pasaron bastante mal. Cerca de un siglo estuvieron dando tumbos hasta instalarse en el edificio que actualmente conocemos como el Carmen.

Andrés Soler comenzó a buscar una casa para fundar el convento y se abrieron varias posibilidades. Fuera del pueblo no era conveniente para unos religiosos mendicantes, que llegaban sin rentas. Agustinos, mercedarios y trinitarios no los querían cerca y estaban dispuestos a pleitear.

Pero fue Dios servido que, en la Parroquia de Santiago el Mayor, existente en la Calle de San Bartholomé el Apóstol, en la que había un hombre amigo del Ilustre Sr. D. Andrés Soler, el cual había mercado una casa del Magnífico Sr. D. Gaspar Rudes, Fiscal por su Majestad en esta Gobernación de Orihuela.

El cual vecino se llamaba Pedro Jordán, esposo de Cathalina García, que por muchos ruegos vendió la casa al Padre Mro. Carranza, según auto que pasó ante Sebastián Arriaga, en 23 de Julio de 1585, por el mismo precio, plazos y censos que él tenía (la cual estaba junto al Palacio, enfrente de la casa del Sr. D. Baltasar Rabasa).

Y el dicho Sr. D. Andrés Soler en persona, y con toda la gente, tapicerías y adornos de su casa, se obligó y ofreció componerla y aderezarla lo más decente que se pudiese, según la poca posibilidad que en ella había por entonces…

Entraron los religiosos víspera de la festividad de Santiago Apóstol, a los 24 días de Julio del referido 1585 a hora de completas.

A Fray Miguel Carranza, Fray Juan de Toro y Gallego y Fray Juan Cazorla se unieron dos carmelitas refugiados provisionalmente en Orihuela.

Fray Diego de Castro y Fray Marcelo de los Reyes llevaban desde 1583 tratando de fundar otro convento carmelita en una casa adquirida extramuros de la ciudad de Murcia; pero los frailes agustinos los consideraron demasiado cerca; y los expulsaron auxiliados por gente armada que les robó el altar y la campana. Los cinco frailes se instalaron en una la casa, situada en la actual calle del Hospital.

El 25 de julio Carranza dio su primera misa y consagró varias hostias utilizando accesorios que les prestaron los cofrades de la cercana ermita de Ntra. Sra. de Monserrate. Buscó varios testigos que certificasen que dejaba varias formas consagradas en un cofrecito de marfil donado por su benefactora.

Y llamaron a un escribano para que tomase por testimonio el día de la posesión pacífica y depósito del Santísimo Sacramento que convertía aquel humilde edificio en templo de Ntra. Sra. del Carmen al que pronto acudieron muchos devotos a diario, a cantar gozos, letanías y salves, dejando muchas limosnas, alhajas y presentallas.

Por ser el lugar y primitiva casa que tenían estos padres muy estrecha e incómoda pasaron y sufrieron muchos trabajos que toleraron desde la Fundación y posesión; y mucho más por la grande multitud de hombres, mujeres y niños que llevados de la devoción a María Santísima venían a confesar y comulgar en la nueva casa.

Los tres frailes no daban abasto; y el provincial de Aragón no les mandaba más religiosos alegando que la provincia se hallaba «algo escasa de operarios». Pero ellos sospechaban que ningún carmelita quería venir a su modesta fundación «ignorando la grande devoción, frecuencia, limosnas de los fieles y lo apacible y benévolo del clima oriolano».  

Retrato de un carmelita, hacia 1620. Óleo sobre lienzo. Luis Tristán. Pinchando sobre la imagen se accede a la obra original en el Museo del Prado.

En todo el tiempo que estuvieron en dicha primera fundación y en todas las demás a donde fueron trasladados después, los nobles pechos caritativos oriolanos ofrecieron a María Santísima muchas cosas, así para el sustento y necesaria habitación de los religiosos, como también para la ayuda de la obra, como fueron algunas camas de madera, ventanajes, colchones, almohadas, sabanas, mantas, fundas, platos, escudillas, tinajas, pedregales enteros y otras menudencias.

Así mismo ofrecieron y dieron basquiñas, mantolones, sayas de saco y tafetán de diferentes colores, algunas cadenillas de oro, plata y gargantillas, apretadores, sortijas, misales, libros y otras alhajas de oro y plata.

El provincial envió a más religiosos y aquel sitio se les quedó pequeño. Buscando «otra parte más cómoda y anchurosa», se trasladaron en septiembre a una casa propiedad del Magnífico Joan de Rocafull. Así lo cuenta Montesinos.

Y así, algunos días antes de la solemnidad de San Matheo Apóstol, se pasaron a la casa vulgarmente llamada «el Palacio»; cuyo dueño era el Magnífico D. Juan de Rocafull, Caballero oriolano, aunque esta translación no fue ejecutada a voluntad suya (como se vio después) antes se efectuó por disposición de su procurador el Dr. D. Micer Pérez, llamado el Cojo; y aunque con ruidos, se mantuvieron algunas semanas.

Cedida por uno de sus apoderados mientras el de Rocafull estaba en Xátiva «enfermo en la cama, ciego y tullido», a sus herederos «Señores de la Casa y Villa de Albatera» no les gustó la idea y los pusieron de patitas en la calle.

El vicario General les dio licencia y, a primeros de noviembre, pasado el día de Todos los Santos, lo intentaron en la ermita de Monserrate. Pero fueron desalojados rápidamente por el párroco de Santiago alegando que aquella iglesia tenía pila bautismal y no podía ser ocupada por religiosos.

1585 fue un año muy complicado para los carmelitas; pero pronto encontraron otra casa. El día de Santa Cathalina mártir (25 de noviembre) abandonaron la ermita de Monserrate.

Pero en medio de estas tribulaciones, fue Dios servido y su Santísima Madre la Virgen del Carmen, que estos afligidos padres hallasen el sitio tan cómodo y tan bien dispuesto que hoy día gozan, que fue en una de las casas de Inés Villegas, y de sus hermanos, comprada por precio de 230 escudos, debidos y ajustados pagar en cinco plazos. Compuesto y arreglado, aseado y adornado (según fue posible a esos venerables religiosos) el dicho lugar, se hizo la tercera y última translación en el mismo día de Santa Cathalina V. y M.

Aquí Montesinos patina. Ni los carmelitas se trasladaron al «sitio tan cómodo y tan bien dispuesto que hoy día gozan» (el cronista escribe esto en 1792); ni la tercera fue la «última traslación».

El Carmen Viejo en el Arrabal del siglo XVII según Ojeda Nieto. Dibujo de Mario Gómez.

El convento del Carmen se instaló en una zona próxima a la muralla; aún intramuros, pero en el límite de la ciudad, muy cerca de la torre de Embergoñes. El propio cronista se contradice posteriormente al citar los lindes.

Linda a Levante con la Calle del Hospital; por Poniente con el Río Segura; por Mediodía con la Calle que baja del Barrio de Santiago al dicho Río Segura; y por tramontana con otra Calle que baja de la Parroquia de Santiago al Segura.

Y todavía más cuando afirma que intentaron hacer un huerto, aprovechando el terreno que mediaba con el muro de la ciudad; y que se les negó la licencia por el de Albatera (Rocafull), alegando que «el terreno era vínculo de su casa con la torre que está en la esquina del muro, cerca del Río Segura, a la Puerta de Murcia».

El 12 de abril de 1586 eligieron como primer prior del convento carmelita de Orihuela al Reverendo Padre Fray Gaspar Exarch. Y en la víspera de la Navidad de ese mismo año, a base de donaciones y limosnas montaron una iglesia provisional para celebrar la misa.

La zona donde se instalaron fue conocida a partir de entonces como «Carrer del Carme» o «Plaseta del Carme»; y allí permanecieron hasta 1658, cuando la capilla que estaban construyendo se desplomó arruinando parte del convento.

Patro de Sal y Mur del any 1629. Archivo Municipal de Orihuela.

Se quedaron tristes y afligidos los religiosos viéndose más estrechos y sin terreno para poder construir el huerto, que sirviera de utilidad y gasto de la comunidad; pero en adelante fueron discurriendo los medios más convenientes para extender su convento al sitio que hoy majestuoso goza.

Este contratiempo, a la larga, les llevó a construir un convento nuevo, más céntrico y espacioso.

Comunión de una santa carmelita. Anónimo. Finales del siglo XVII. Óleo sobre lienzo. No expuesto. Pinchando la imagen se accede a la obra original en el Museo del Prado.

En la ermita de San Ginés.

Ruinas de San Ginés en la actualidad.

Los carmelitas pidieron al Consell y así les fue concedido, establecerse en la ermita de San Ginés, cerca de lo que hoy conocemos como Campoamor, en el complicado emplazamiento abandonado por los cartujos y por todas las órdenes que lo habían intentado anteriormente.

Ya hablamos en el capítulo de los jesuitas, de Tomás Pedrós y de su fundación. Los cartujos lo dejaron en 1681 y dos años después se probaron los carmelitas.

Esta Comunidad poseyó el Convento de San Ginés. La Muy Iltre. Ciudad de Orihuela, en Cabildo que celebró el día 21 de julio de 1683 dio a este Convento del Carmen la Casa, Torre y Ermita de San Ginés, con el huerto, agua viva, charco de la Gleda, términos y demás que abraza.

El 20 de agosto, a son de campana, el Prior reunió a la Comunidad en la celda de oficio, para comunicarles los 17 capítulos impuestos por la Ciudad.

El primero les obligaba a dar habitación y hospedaje a «las personas que irán a dicho campo, así hombres como mujeres». Más adelante incluyeron una excepción en el alojamiento obligatorio; en caso de «personas delincuentes, fascinerosas o inquietas, o que llevasen consigo mujeres deshonestas y de mal vivir, o otros semejantes».

Para Caballeros y Ciudadanos, disponían de la Sala grande y los dos aposentos que había en ella; y para las «personas de inferior calidad», de la hospedería que estaba dentro de la torre y enfrente de la puerta. Dicha hospedería tenía dos alcobas; y cada una de ellas, aposentos y cuartos que debían contar con camas, colchones, sábanas, almohadas y mantas.

Por el segundo capítulo se comprometían a contar con un religioso confesor que celebrase misa diaria en la ermita de San Ginés; que estaba dentro de la casa y torre. Y los domingos y fiestas de guardar, dos misas anunciadas con tres toques de campana.

Por el tercero, en caso de «rebatos de moros», tenían que admitir en la casa y torre a todas las personas, así hombres como mujeres, sin que pudiesen impedir su entrada. Y también a los soldados que acudiesen al socorro desde la Ciudad a la Marina.

El cuarto les obligaba a permitir el paso al ganado. El quinto a conservar casa, torre y ermita tal como estaban. Por el sexto debían recibir y hospedar al Virrey y Capitán con su gente, cuando vinieran a inspeccionar las torres de la Marina.

El séptimo les prohibía «enajenar, empeñar, vender ni en otra manera transportar la dicha casa, torre, tierras, agua, charco de la gleda, venta y términos ni parte alguna de aquellos a persona alguna».

Por el octavo perdían todo derecho a indemnización por mejoras en caso de abandonar la propiedad (como había ocurrido siempre), «aunque sea por miedo a rebatos de moros y enemigos por estas cercas del mar o por enfermedades de los Religiosos o por otra cualquiera causa, vía, manera o razón que se pueda imaginar».

El noveno les impedía cortar o hacer uso de los abundantes pinos de aquel paraje sin licencia del Justicia y Jurados de la Ciudad; y si lo hiciesen, pagarían una multa de 10 libras de moneda por cada árbol cortado.

Por el décimo se les permitía vender o arrendar las hierbas de la dehesa para alimento de ganados a quien quisieran, por el precio que estipulasen.

El once dejaba clara la jurisdicción de la Ciudad como única señora; y al Justicia y los Jurados de Oriola como únicos administradores de Justicia.

Del doce al dieciséis consignaban multitud de asuntos burocráticos: privilegios, fueros, transmisión del señorío directo, consecuencias si la orden abandonaba el convento de San Pablo en Orihuela, incumplimientos, etc.

El diecisiete y último exigía, para mayor seguridad, aportar confirmación escrita del Reverendísimo Padre General de la Orden de Ntra. Sra. del Carmen o del Reverendísimo Padre Provincial.

El 21 de agosto de 1683 quedaron firmados todos los capítulos. Pero la estancia, como tantas veces había sucedido en el pasado, fue forzosamente breve.

La Dehesa de Campoamor a mediados del siglo XX.

Cuatro años hace que esta Comunidad tiene la Casa y Hacienda de San Ginés, los dos primeros años en encomienda, y los otros dos en propiedad, juzgando siempre sería de mucha utilidad aquella hacienda; pero la experiencia ha enseñado no ser así, sino antes bien de mucho trabajo y pesadumbres…

El trigo y la cebada recogidos en aquel terreno no cubrían gastos ni en el año más fértil; los arrendamientos del huerto y la dehesa tampoco rentaban lo suficiente para mantener al obligado personal de la iglesia: al sacerdote confesor, al religioso de la obediencia y al mozo destinado a servirles y llevarles recado.

Dichos sacerdotes no acudían gustosos a San Ginés por el mucho trabajo, la ausencia de nieve en verano y la de carne fresca todo el año «por estar a cuatro leguas de poblado».

Los religiosos sufrían muchos enfados y peligros por los que acudían a hurtar en el huerto y en la viña; o los furtivos que cortaban leña en la dehesa; de manera que era «menester andar con armas por aquel paraje, cosa tan indecente a nuestro estado».

A todas estas pegas había que añadir el mayor de los riesgos: «que es el de lo moros, por haber llegado en diferentes ocasiones, y haber cautivado allí muchas gentes, y aquí se ha de vivir con mucho recelo».

Otra de las obligaciones más pesadas era hospedar y dar servicio a todos los vecinos de la Ciudad que iban allí a holgar. Desalmados que destrozaban las camas, la sillas y el vidriado de la cocina. Y cogían sin permiso lo que producía el huerto, con grandísimos enfados, menoscabos y pesadumbres por parte de los religiosos.

«Hombres poderosos» se presentaban con «su amiga»; y los religiosos tenían que ofrecerles cama y mesa. Luego estaba la obligación de dar paso y bebida al ganado; casi siempre de esa misma gente poderosa; ganado que destrozaba los sembrados y que tenían que sufrir en silencio o tener a sus dueños para siempre como enemigos.

Y si fuesen pocos todos estos inconvenientes, estaba la obligación de mantener y reparar las instalaciones, algunas en riesgo de ruina, con costosas obras que también corrían a su cargo.

En el asunto de la costa, como el resto de las órdenes que lo habían intentado, los carmelitas fracasaron. Era demasiado complicado vivir en una zona tan apartada, tan pobre, árida y peligrosa, a merced de los piratas berberiscos.

En el día 5 de octubre de 1686 se hizo la dejación de posesión de la Casa y demás bienes de San Ginés, en la Sala principal de las Casas Consistoriales, delante de los Sres. Jurados, por el Rvdo. Padre Superior y Presidente, Fray Lorenzo Catalá.    

Casa principal de la hacienda en 1913. Colección Sala Aniorte.

Siglo XVII. El Convento de San Pablo.

Esta nota, fechada en 1650, nos da una idea de lo que fue esa dramática epidemia que marcó un antes y un después en la historia de nuestra comarca.

Que estando la Ciudad destruida y asolada con la peste y el contagio que padeció por más de un año continuo, desde el 1647 hasta agosto del 48 que se publicó la salud, habiendo muerto mas de ocho mil personas, quedó despoblada y la mayor parte de las casas caídas y la huerta y heredades perdidas por falta de personas, y los que quedaron muy pobres.

La siguiente, marcada en violeta, pertenece a José Ojeda Nieto en su «Orihuela Imaginada».

La crisis. Esa crisis que va a dañar tanto a Orihuela en el siglo XVII va a ser aprovechada por los carmelitas para abandonar el extremo de la ciudad y bajar al mismo centro, al cogollo de la urbe…

El Consell se encontró en una difícil disyuntiva: ayudar a los monjes a instalarse en el nuevo edificio, para lo que requirió la opinión del obispo y del cabildo, o tratar de impedir el abandono del primitivo lugar, porque de llevarse a cabo -aseguran- será malo para el barrio, que perderá incentivos, porque: «El quedar arruinado El barrio a do esta dicho convento siendo aquel de los publicos desta ciudad por do [h]asen transito todos los actos publicos de prosesiones generales».

La temible peste que arrasó Oriola y la influencia de un carmelita local permitieron plantar un gran convento en el centro de la ciudad en pleno siglo XVII, hecho impensable pocos años antes.

A la posibilidad que ofrecía esta Orihuela decadente, semivacía, con muchas casas desocupadas o en ruinas, se unió la intervención del carmelita oriolano Anastasio Vives de Rocamora.

Francisco Vives, Anastasio Vives y Anastasio Vives obispo de Segorbe. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 5.

Anastasio era hijo de Francisco Vives de Rocamora, prestigioso jurista oriolano, caballero de noble familia y muy religioso. Tanto que, en 1609 ya viudo, ingresó en el convento del Carmen de Orihuela con dos de sus hijos; y en él permaneció hasta su muerte.

Su hijo Anastasio fue muy precoz; nació en 1599 y tomó el hábito con tan solo diez años; edad a la que ingresó, o mejor dicho lo ingresaron en la orden. Concluidos sus estudios, enseñó Artes en Alicante y Teología en Valencia.

En 1634 Anastasio, apenas un treintañero, era ya prior del convento oriolano. Pero sólo fue el principio de una exitosa carrera de la que dejaré algunas pinceladas. Pinchando en su retrato, que aparece un poco más abajo, podéis acceder a su biografía.

En el año 1653, siendo prior de los carmelitas de Valencia, lo nombraron Provincial de la orden en Aragón. Y Orihuela, orgullosa de su hijo, le envió una carta de felicitación.

Cinco años después, fue Anastasio el que escribió al Consell anunciándoles el envío de doce religiosos dispuestos a reactivar la reforma descalza. Según sus propias palabras «dejaban las comodidades de sus conventos para padecer en un tan pobre y arruinado convento como el de Orihuela».

Terminado su mandato como Provincial, él mismo decidió retirarse al convento de su ciudad natal «que entonces se hacía casa de reforma».

Y llegó a oídos de Fray Anastasio que el Consell tenía hecha promesa de erigir una ermita a San Pablo, adoptado por la ciudad a raíz de la peste de 1648.

La elección había sido por sorteo, entre veinticuatro santos posibles. Quiso el azar que fuese San Pablo el patrón secundario de Orihuela y su «abogado contra la peste».

Anastasio les propuso levantar un nuevo convento dedicado al apóstol. A cambio percibiría la suma que el Consell tenía destinada a la construcción de la ermita. Para terminar de convencerles, añadió la promesa de ofrecer a los oriolanos clases de latinidad, policía y virtud.

Habiendo pues determinado el Rvdo. Padre Mro. Fray Sebastián Vilanova, Prior de este Convento, situado entonces en la Calle del Hospital y Parroquia de Santiago (según lo que ya tengo enunciado) con el Rvdo. Padre Mro. Fray Anastasio Vives de Rocamora (después Provincial y Obispo de Segorbe) y demás religiosos de su Convento, trasladarle a la Parroquia de Stas. Justa y Rufina en el año de 1658 por habérseles caído la Iglesia y parte del Convento, a las casas que eran del Dr. D. Pedro Fernández de Mesa, Canónigo y Dignidad de Sacriste que fue de la Sta. Iglesia Cathedral, y los solares adjuntos a dichas casas, hasta los patios de la casa de los Jinjoleros.

El año 1660 fue decisivo en su vida. Consiguió el compromiso de la Ciudad mediante concordia, para que donase mil libras en diez años, a razón de cien libras por año que emplearía en el nuevo convento.

Se le diese al Prior y Religiosos del expresado Convento del Carmen mil libras de moneda corriente Valenciana, de limosna para dicho convento y su obra, en diez años, y por tres Tercias en cada uno...

Además, recomendado por el propio Consell, Anastasio alcanzó la mitra de Segorbe, circunstancia que Orihuela celebró con los festejos acostumbrados cuando nombraban obispo a un oriolano: Te deum Laudamus, encendido de antorchas como en la noche de Santa Justa, faroles en la Sala del Consell, luminarias en las casas y disparo de cien morteretes y lombardas desde la peña.

Anastasio Vives y Rocamora. Orihuela 16-V-1599 – Onda (Castellón) 20-V-1674. Carmelita, obispo de Segorbe. Enlace a su Biografía en la Real Academia de la Historia pinchando sobre la imagen.

Arropado por su pueblo, fray Anastasio marchó a Segorbe en 1661 y ya no volvió a Orihuela.

Una biografía del siglo XVIII habla de su papel como obispo, afirmando que «Suplicó por dejación de la mitra deseando el retiro y la quietud de una celda, tratando de morir sin embarazos de Gobierno».

La que publica el obispado de Segorbe añade que sufragó la portada mayor y el retablo de la capilla del Carmen de su catedral, donde fue enterrado. 

Y que la muerte violenta de dos canónigos curados, unida a su edad, precipitaron su renuncia a la mitra.

Catedral basílica de Segorbe (Castellón).

No he podido saber qué pasó con dichos canónigos; lo cierto es que se retiró al convento de carmelitas de Onda, en Castellón, donde cuentan que aparcó todos sus privilegios y vivió como uno más; hasta barrer, no solo su celda, sino todo el convento y que murió dos años después, el 20 de mayo, domingo de la Santísima Trinidad de 1674.

A su poderosa influencia se debe el traslado del convento del Carmen al centro de la ciudad. Para el Consell no era conveniente que los carmelitas abandonasen la zona que ocupaban junto a la muralla, cuyo estatus habían elevado sencillamente con su presencia. Pero la mediación de Fray Anastasio fue decisiva.

Portadas del convento, Iglesia y capilla del Carmen

De esta forma se solucionaron temporalmente los problemas de los carmelitas oriolanos; con el propio Consell convertido en patrono perpetuo del convento de San Pablo.

Esta determinación del Ilustre Ayuntamiento Oriolano se puso en ejecución por su Provisión de 19 de enero del año 1660 (ante el escribano Francisco López Ganga), con las condiciones que la Ciudad había de ser Patrona de ese convento, y de su Capilla Mayor de la Iglesia Nueva, que se había de construir cuanto antes, con el derecho de ser enterrados en ella los Sres. Capitulares y Justicias…

También se trató que el glorioso Apóstol San Pablo había de ser el Patrono Titular del Altar Mayor e Iglesia, y otras condiciones que se concordaron en diferentes juntas…

Años después, el Consell regaló el solar del antiguo convento al marqués de Rafal «por no conocérsele dueño». A partir de entonces, a la zona que abandonaron se le llamó «Carme Vell» o «Carmen viejo». Y a la nueva ubicación «Calle del Carmen» y «Plaza del Carmen».

Reparto Equivalente 1717. Archivo Municipal de Orihuela.

En el año 1661, los carmelitas estaban dispuestos a edificar su nuevo convento bajo la advocación del glorioso apóstol San Pablo. A la ya citada cesión de Pedro Fernández de Mesa, «casas con los solares adjuntos hasta los patios de la casa de los Jinjoleros», se unió la de Doña Gerónima Orumbella y Rocamora, esposa del prestigioso abogado D. Juan de la Torre.

(Doña Gerónima) Les hizo donación absoluta, pura e irrevocable, que se llama «inter vivos», de un solar de casas que tenía y poseía, situado en esta Ciudad de Orihuela, en la Parroquia de las Gloriosas Stas. Justa y Rufina.

Que era de las casas llamadas «Dels Rocamoras del Hort», en la calle de Pamies, que afronta por Levante con casas que fueron de D. Roque Botella, presbítero, Cura de Sta. Justa; por poniente con el Río Segura; por Mediodía con la Calle de Pamies; y por Tramontana con la calle que baja de la Plazuela del Hospital a Río Segura, por casas solares que fueron de D. Josef Pérez Pasqual, Caballero Oriolano.  

Plano de confección propia sobre original siglo XVIII.

Como era lógico, comenzaron inmediatamente con la iglesia que les patrocinaba el Consell. Pero su construcción dio más problemas de los previstos; hasta el punto de que unas copiosas lluvias provocaron el desplome de la media naranja aún sin techar.

Para el convento, cuya primera piedra se colocó el día de la virgen del Carmen de 1680, habían comprado dos solares lindantes. El Consell les cedió otro en la calle Jinjolero y otro junto al hospital, que dedicaron a jardín.

Muchos años pasaron los Religiosos con sola la habitación, e Iglesia antigua provisional, cuyos principios dispusieron en este convento hasta que, en el año de 1680, siendo Prior el Rvdo. Padre Predicador Fray Fco. Paredes, se puso mano a la Obra y Fábrica de la nueva Iglesia; púsose la primera piedra el día 16 de julio, propio de María Sma. del Carmen, que fue Domingo, del enunciado año 1680.

Reparto Equivalente 1718. Archivo Municipal de Orihuela.

Templo y convento fueron inaugurados en 1686, el mismo año que abandonaron la ermita de San Ginés, en la costa. 

Se acabó la obra de esta Iglesia Carmelitana (como luego se dirá) en el año de 1686, día 1 de enero, y se trasladó a ella el Smo. Sacramento en una solemnísima procesión.

El jueves 24 de enero por la tarde, el obispo Antonio Sánchez del Castellar bendijo el nuevo templo acompañado de los miembros del Consell y de numeroso público.

Gracias a Dios, se concluyó la Iglesia de María Sma. del Carmen, dedicada por Concordia de su comunidad con la Muy Ilte. Ciudad al Apóstol y Doctor de las Gentes el Sr. San Pablo, es muy aseada Y primorosa, está situada en una hermosa y espaciosa plazuela…

La Iglesia es de una Nave de proporcionada elevación y anchura, toda ella muy blanca y adornada con bellas tribunas; el órgano es bueno y de especiales voces; sus capillas son hermosas y perfectamente adornadas.

A 25 viernes (julio de 1686), día propio de la Conversión del Apóstol San Pablo, se trajo en solemne Procesión General, la Cabeza, Imagen y Sagrada Reliquia del Glorioso Santo, desde la Santa Iglesia Cathedral, con las imágenes de San Elías Profeta, San Alberto de Cicilia, San Andrés Corsino, San Franco de Sena, Santa Theresa de Jesús y Santa María Madalena de París, todos carmelitas, ricamente aseadas, llevadas en sus tabernáculos…   

Esta gran obra modificó totalmente el trazado urbanístico de la zona. A la parcela inicial le fueron añadiendo más y más casas empleadas en la edificación y en la formación de la plazuela conocida a partir de entonces como del Carmen. También se alteraron o suprimieron callejuelas; como la que a la derecha de la torre salía al río.

Dibujo del Convento del Carmen. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 5.

El convento comenzó a funcionar con diversas fuentes de ingresos: legados de los propios frailes que entregaban al ingresar o en herencia; los de las beatas y otras personas pías que donaban en efectivo o en propiedades.

Es destacable la de un devoto oriolano que fue alcaide del castillo de Guardamar; les dejó nada menos que 600 tahúllas de tierra. Estas fincas se ponían en arriendo y generaban pingües rentas fijas.

Los entierros en capillas, las misas pagadas y los sermones remunerados completaban el capítulo de ingresos, suficientes para mantener dignamente a los dieciséis frailes que formaban la comunidad a finales del siglo XVII.

En un acta firmada en abril de 1697 se acordó socorrer a los Religiosos Carmelitas con todo lo necesario en la forma siguiente:

1/ Que se haya de dar a los Religiosos, cada tres años, un hábito, escapulario y capilla de estameña parda. Y porque los Religiosos legos rompen más su ropa, singularmente, los que tienen obediencia de trabajo, a más de este socorro, tengan los hábitos usados que dejan los Sacerdotes y Coristas, según la prudente disposición del Reverendo Prior y Clavarios.

2/ Se haya de dar a cada uno capa y capilla blanca de estameña de diez en diez años.

3/Vestido interior, esto es, jubón y calzones de paño pardo que dure cada tres años.

4/ Medias de paño pardo, o estameña de cuerpo cada tres años.

5/ Ropa blanca, una camisa, unos calzones y un par de medias de lienzo gordico, y un jubón de lienzo cada año.

6/ Un pañuelo pardo cada año.

7/ Recado de escribir y socorro de otras necesidades, que se ofrecen conforme lo pide la misma necesidad, y a la prudencia y caridad del Prior y Clavarios…

Restos del Convento y la Iglesia del Carmen.

Iglesia y Convento en el siglo XVIII.

Escudo carmelita Capilla VOT. Orihuela. Fotografía Ajomalba

En este capítulo vamos a conocer el convento y la iglesia de los carmelitas oriolanos a finales del siglo XVIII. Para ello voy a utilizar las extensas descripciones de un testigo presencial. De nuevo se trata de nuestro cronista Josef Montesinos, en el año 1792.

Este Convento Carmelitano, aunque no es muy grande, es bastantemente capaz, está situado en su hermosa Plazuela; sus claustros son muy bonicos, curiosos y aseados, en su Luneto hay una capaz cisterna de agua reposada para consumo de la Comunidad, que se llena del Río Segura por la luna de enero.

La Cocina, Refectorio, Deprofundis, Despensas, Graneros, Portería y Parador, son buenos y muy decentes; la escalera, que es de dos órdenes, con su grande reja al huerto, y varios lienzos de especial pintura, se hizo en el año de 1771.

Las Celdas generalmente son buenas, capaces y divertidas, pues las más de ellas tienen terrados con sus emparrados; la Librería es capaz y tiene libros muy selectos; pero la lástima es el poco cuidado que se tiene de ella, por lo que se pierden muchos libros, especialmente de los Santos, Padres y Expositivos, por lo poco que se manejan.

La misma desgracia padece su Archivo, con sus papeles y escrituras; pues deberían haber señalado un religioso hábil (con excepciones de Coro) para cuidar de ambas cosas.

El huerto es muy aseado, se cogen en él naranjas, limones, dátiles, melocotones, albericoques, bresquillas, habas, mucha berza, claveles, rosas y flores.   

Plano de confección propia sobre original siglo XVIII.

En el caso de la iglesia y la capilla de la Virgen del Carmen me veo obligado a resumir mucho. Sigo marcando los párrafos en rojo en las transcripciones literales.

La Iglesia es de una Nave de proporcionada elevación y anchura, toda ella muy blanca y adornada con bellas tribunas; el órgano es bueno y de especiales voces; sus capillas son hermosas y perfectamente adornadas.

Montesinos comienza en la capilla mayor, poco honda y con un retablo grande, curioso y dorado; contenía un lienzo del Salvador de bastante mérito y otro de Nuestra Señora del Carmen.

El camarín de San Pablo, titular de la Iglesia, contenía una imagen de talla; y un lienzo para cubrirlo que reflejaba su martirio. También varias estatuas de santos y obispos; y una lámpara de plata con las armas de Orihuela que ardía constantemente a costa de la Ciudad, recordando su patronazgo.

La torre era alta y fuerte, con un curioso remate y todas sus esquinas de cantería. Contaba con cuatro campanas, tres naturales y una de madera, la famosa «carraca» utilizada en Semana Santa.

La puerta, frontera al Altar Mayor, era de buena fachada, construida con piedra de Abanilla y buen cancel. Encima tenía el Coro, con tres ventanas a la plazuela; el órgano y treinta asientos de madera tallada de los que hablaré más adelante.

El cronista enumera cuatro capillas en el lado de la Epístola: La primera sin retablo por ser la Puerta del Claustro; la segunda dedicada a María Magdalena de París, con camarín, imagen, lienzo para cubrirla y un púlpito con la imagen de San Cirilo.

La tercera dedicada a Santa Teresa de Jesús, contaba con retablo de talla dorada, camarín, imagen de la santa (vestida con un traje costeado por la marquesa de Rafal) y lienzo para cubrirlo.

Y la cuarta estaba dedicada a la Inmaculada Concepción junto a los santos Ángelo Mártir y Alberto Confesor; todos representados en un lienzo de doce palmos. Esta capilla tenía una puerta que subía al Coro y daba acceso a la torre.

Tenía otras cinco capillas del lado del Evangelio: la de San José; la del Santísimo Cristo de los Afligidos; la de San Elías; la de Nuestra Señora de los Desamparados; y la de Nuestra Señora del Carmen, que equivalía a una iglesia separada por su hermosura y grandeza.

Jeroglíficos del Convento y de la VOT del Carmen. Compendio Histórico Oriolano de Joseph Montesinos. Tomo 5.

En el siglo XVIII derribaron la vieja capilla que utilizaban como iglesia provisional y levantaron una flamante y espléndida obra a la que se accedía por la portada barroca, con dos ángeles que siguen custodiando el escudo carmelita. Propiedad de la Venerable Orden Tercera, en la década de 1770, adquirieron la monumental imagen de Salzillo.

Capilla de Ntra. Sra. del Carmen. Esta Capilla de María Sma. del Carmen es muy grande, curiosa, aseada, blanca, elevada y clara; tiene Coro muy bonico, con su grande balcón de hierro azul, reja de lo mismo, junto a la cual, pero a la parte de afuera, junto al cancel hay una Capilla de María Sma. en su muerte y asunción, compuesta de un aseado retablo corlado, con buen Camarín; y cristales con marco dorado, que guardan la Soberana Imagen que regaló a esta Iglesia con su cama muy decente Don Joaquín Camacho, Presbítero, Sacristán Mayor de la Sta. Iglesia Cathedral.

Camarín del altar mayor, construido en 1740. Alberga una Virgen del Carmen, talla de Salzillo. Baltasar Gómez Berná.

La Capilla de Ntra. Sra., como voy diciendo tiene su buen crucero y media naranja, en cuyos cuatro óvalos hay cuatro hermosos lienzos con otros tantos Santos Carmelitas… El Altar de María Sma. es grande, hermoso, magnífico, de preciosa talla dorada con su gran Camarín que contiene en precioso trono a María Sma. circuida de Ángeles y Serafines, hechura del célebre Zarcillo murciano…

Camarín del altar mayor, construido en 1740. Alberga una Virgen del Carmen, talla de Salzillo. Baltasar Gómez Berná.

En cuanto al número de religiosos que lo ocupaban, durante la centuria fue aumentando hasta superar los cuarenta. En 1771 el General de la orden decidió reducir la exorbitante cantidad de individuos que ingresaban sin dotación ni subsistencia, ajustándolos a las rentas de cada convento. Hechos los cálculos, dejó el de Orihuela con 23 religiosos.

Reducción y Decretos dispuestos por el P. General del Carmen, de la antigua y regular observancia, para las provincias de su cargo en estos Reynos, con la Provisión auxiliatoria del Real y Supremo Consejo de Castilla. Madrid, 1772.

Montesinos también nos ofrece el «Estado actual de los Padres y demás individuos que componen la Reverenda Comunidad del Convento de san Pablo de Orihuela en el presente año de 1792 que esto se escribe». Con nombres y apellidos enumera al prior, veinte padres (maestros, confesores, predicadores, y un organista), nueve jóvenes coristas y cuatro donados o sirvientes.

Convento e Iglesia del Carmen desde el huerto. Colección Rodríguez Tejuelo.

Siglo XIX.

Restos del Convento y la Iglesia del Carmen.

Comenzamos el siglo XIX con otro recuento, con nombres y apellidos, efectuado por Montesinos a comienzos del siglo XIX con el título: «Estado presente de esta Reverenda Comunidad del Convento de San Pablo de la Ciudad de Orihuela en el año de 1809».

En él se reduce considerablemente el número de padres. Figuran el prior, doce padres, cinco coristas estudiantes (de los que dos murieron «miserablemente ahogados en el Río Segura estándose bañando»), cuatro novicios de coro y cinco religiosos legos.

Las primeras expropiaciones de tierras fueron mermando los recursos de la comunidad, haciendo cada vez más difícil el sostenimiento de sus miembros. Y para colmo, llegó la epidemia de fiebre amarilla de 1811.

El primero en morir fue el prior, provocando la huida de diez religiosos que abandonaron la ciudad por miedo al contagio. Los que quedaron: media docena de frailes, criados, el cocinero y el arrendador del huerto, murieron a causa de la enfermedad. Con el convento vacío, la Justicia se hizo cargo del edificio poniendo un candado en la portería. Era el principio del fin.

En diciembre regresaron los diez supervivientes y se instalaron de nuevo. Hasta que por decreto del gobierno liberal de 1820 quedaron suprimidas las comunidades carmelitas de Orihuela y de la vecina Cox, cuyos miembros fueron agregados al convento de Alicante, donde permanecieron durante el Trienio Constitucional.

Crédito público (Madrid). 3 de agosto 1822.

Abolida la Constitución por decreto de Fernando VII, en el verano de 1823 el convento de Orihuela se abrió de nuevo y los carmelitas solicitaron el traslado de la imagen de San Pablo; depositada por el Ayuntamiento en la Iglesia de Santa Justa para su conservación.

Desastre tras desastre, en 1831 se les hundió la capilla de Ntra. Señora del Carmen, que fue reparada en la medida de lo posible. Tres años después sufrieron la terrible riada que se llevó por delante la antigua casa de la Ciudad con el puente de Poniente.

El remate llegó con el decreto de 1835 que significaba la definitiva exclaustración de los carmelitas y la desamortización de todas sus propiedades. 

Real Decreto suprimiendo los monasterios y conventos que no tengan 12 individuos profesos. Pinchad sobre la imagen para acceder al texto completo.

El 22 de agosto el convento quedó completamente abandonado. Sus bienes muebles, imágenes, ornamentos y elementos sagrados fueron inventariados y desalojados. Dicho inventario fue publicado por nuestro cronista local, mi buen amigo Antonio Luis Galiano, en un artículo titulado «1835: el ocaso del Carmelo en Orihuela y el inventario desamortizador de sus bienes muebles».

Vacío y extremadamente ruinoso, el edificio se había convertido en un peligro para vecinos y transeúntes. Al no encontrar a nadie que se hiciese cargo de los elevados costes de su demolición, el Ayuntamiento decidió ponerse en contacto con la Junta de Enajenación de Conventos Suprimidos y se vendió en 69.000 reales.

Diario de avisos de Madrid. 29 de enero 1843: Venta de bienes nacionales. Pertenecientes al Clero Secular. Por providencia del señor intendente de rentas de la provincia de Alicante, está señalado para el día 30 del presente mes de enero de doce a una de su tarde, en una de las Salas Consistoriales del Excmo. Ayuntamiento Constitucional de esta muy heroica villa de Madrid, el doble remate de las fincas nacionales siguientes:

El edificio convento que fue de los religiosos Carmelitas de Orihuela, situado en la plaza del Carmen de dicha ciudad, en estado ruinoso, consta de 22500 pies valencianos superficiales y 52 de altura; se halla sin arrendar; ha sido tasado en 68700 rs., cantidad en que se saca a subasta sin que se le reconozca carga alguna.

Plaza del Carmen. Colección Javier Sánchez Portas.

Los materiales aprovechables procedentes del derribo se dedicaron a la adaptación de la nueva Casa Consistorial en el viejo pósito de la Plaza Nueva. Con el resto de las ruinas adecentaron las calles, las riberas del río fronterizas al convento y los caminos de Torrevieja y Alicante.

Antes del derribo habían trasladado la espectacular sillería del coro, atribuida a Juan Bautista Borja al igual que la de la catedral. Es la misma que luce en la actualidad en el convento de las agustinas de San Sebastián.

Si Montesinos no nos engaña, originalmente estaba formada por treinta asientos, de los que sólo se conservan veintitrés. Están tallados en nogal con escenas y personajes vinculados a la orden. El citado cronista describe en 1792 una veintena de santos y santas carmelitas comenzando por San Elías.

El Coro, aunque no es grande, es primoroso; con tres ventanas que caen a la Plazuela; tiene su hermosa Sillería de nogal, que se hizo por los años de 1738, con 30 asientos altos y bajos, con muchos buriles, y Santos de la Orden, todo de superior mérito; y con San Elías, San Eliseo, San Dionisio, San Alberto Patriarca…

San Elías. Detalle del antiguo coro del convento de San Pablo. Actualmente en el de las agustinas de San Sebastián. Obra de Juan Bautista Borja siglo XVIII. Fotografía Agulló.

De la Iglesia de San Pablo sólo se mantiene la sobria portada y un pequeño fragmento unido a la capilla de la Virgen del Carmen; que al ser propiedad de la Venerable Orden Tercera, se conservó y reedificó en 1850. En esta obra los concejales oriolanos costearon la reparación del altar mayor evocando el patronato adquirido en el siglo XVII sobre la antigua iglesia demolida.

Iglesia del Carmen. Ministerio de Cultura.

El Segura. 10 de julio 1878: Ha comenzado el solemne novenario que los devotos y hermanos de Ntra. Sra. del Carmen dedican todos los años a la Inmaculada Virgen del Carmelo. El día 16 habrá misa y Comunión General. Por la tarde y después de la novena, se llevará en carro triunfal y procesionalmente la Imagen de Ntra. Sra. del Carmen recorriendo las calles de Santiago, Sta. Justa, Plaza de la verdura, Feria, Sta. Lucía, Soleres, Plaza de la Soledad, Mayor, Ángel, Plaza de la Verdura, Río, Plaza de las Salesas, Santiago y Plaza del Carmen.

Portadas del Carmen. Ministerio de Cultura.

Exclaustrados los frailes y desamortizados los conventos, la rama masculina del Carmelo en España quedó prácticamente extinguida, recuperándose muchos años después.

A Orihuela no regresaron los carmelitas, pero llegaron las Carmelitas…

Plaza, convento e iglesia del Carmen en la actualidad. Google Maps.

Antonio José Mazón Albarracín. (Ajomalba).

Adaptación de los guiones confeccionados para Radio Orihuela Ser, serie dedicada a la orden del Carmelo en Orihuela. Os dejo enlaces a tres programas.

Programa 1.
Programa 1.
Programa 2.
Programa 2.
Programa 3.
Programa 3.