La Riada de San Andrés. Crónica.

Ciudadanía. 2 de diciembre de 1916:

LA RIADA DE SAN ANDRÉS. A las dos de la tarde del pasado lunes cayó sobre nuestra ciudad y su huerta una horrorosa tormenta. Un fortísimo aguacero acompañado de truenos y relámpagos que se sucedían sin interrupción, alarmó bastante, pero, mucho más el huracanado vendaval que arrollándolo todo, arrancó de cuajo dos corpulentos árboles que cayendo sobre los jardines de la Glorieta derribaron bastantes metros de verja y muchísimos arbustos y plantas. En otros sitios causó incalculables desperfectos el huracán.

Glorieta y San Gregorio. 1916. Colección Javier Sánchez Portas.

BUEN MERCADO. Como la lluvia no cesó ni un momento y se mostraba más pertinaz cada vez, amaneció el martes sin que viniesen al mercado los numerosos negociantes y gente de la huerta que llenan en este día nuestra ciudad.

Supimos alborozados la noticia de que por todo el campo había llovido copiosamente, estando por lo tanto asegurada la siembra, que si se había demorado, obedecía solamente a la falta del preciado líquido. El río experimentó brusca crecida, inspirando recelos. Durante la tarde continuó la lluvia, convirtiéndose en torrencial por la noche en que ya empezaron algunas calles a inundarse.

GRANIZADA. A las dos de la madrugada del miércoles descargó una nube de piedra que duró breves minutos, imponiendo a todos los que despertaron sobresaltados por el ímpetu de la pedrea. Corregida y aumentada sentimos otra a las 8 de la mañana.

Hombres de edad aseguraron no haber presenciado nunca granizada como esta, siendo el tamaño general de la piedra como huevecitos de pájaro. Una hubo que pesó 75 gramos, apreciándose otras como nueces. Reincidió poco antes de mediodía, originando con los chubascos intermedios, un aumento de agua que las vertientes de la sierra tributaban al embravecido Segura.

CALLES INUNDADAS. Como estaban los portillos entablados y se habían adoptado precauciones para evitar la salida por los «arbellones», el agua de lluvia no pudo en algunos sitios verter al río, quedando varías calles inundadas. La plaza de la Constitución y Calles del Molino, Río, Meca y Cantareros y parte de las de San Pascual, pintor Agrasot y San Juan corrieron dicha suerte.

Calle del Río. 1916. Colección Javier Sánchez Portas.

EL RAMO DE LA VIRGEN. Ante la inminencia de una catástrofe, demandó el pueblo los auxilios de su celestial Patrona y con el entusiasmo ferviente de las solemnidades inolvidables, se llevó a cabo el acto sublime de arrojar a las ondas embravecidas el ramo de la Monserratica…

Fue al atardecer de este día cuando fue trasladada en automóvil nuestra Patrona hasta el puente de Levante. Millares de almas, toda Orihuela confundida en un solo corazón, vitoreaba llorando a la que siempre fue consuelo de los orcelitanos afligidos. Las autoridades rodeaban a nuestro Prelado, que con sus manos venerables, temblorosas de emoción arrojó al Segura el ramo de la Virgen entre el clamoroso grito de todo el pueblo que se amparaba bajo el manto de María de Monserrate y confiaba en su protección.

Ceremonia del ramo en el puente.

NOCHE DE ZOZOBRA. Anocheció el 29 y la intranquilidad aumentaba con la oscuridad. Venía de la huerta rumor de caracolas, como ayes de agonía entre las tinieblas presagiando desgracias. Numerosas familias, con sus míseros ajuares llegaban a la ciudad huyendo del río que había inundado parte de la huerta. El vecindario adoptó precauciones en previsión de un lastimoso despertar y el río mugía agorero y trágico.

EN EL AYUNTAMIENTO. A las diez de la noche se reunieron en el despacho del Sr. Alcalde, los representantes de las fuerzas vivas de esta población que fueron invitados, asistiendo también nuestro Director. Se acordó dirigir telegramas al Sr. Presidente del Consejo de Ministros, Ministro de la Gobernación y a D. Trinitario Ruiz Valarino, exponiéndoles la crítica situación en ésta.

El Sr. Ballesteros Meseguer manifestó su extrañeza por no constituirse en sesión permanente el Ayuntamiento como Junta de Auxilio. Somos de los muchos que conformes con lo manifestado por dicho señor, compartimos su extrañeza y nos preguntamos por qué no obrarían del modo que el señor Ballesteros propuso.

TRISTE AMANECER. Antes del alba del día de San Andrés ya comenzó a desbordarse el río visiblemente, venciendo la máxima resistencia de contención. Con la luz del día apareció Orihuela inundada en su mayoría, sólo se vieron libres de la riada algunas calles de la parte alta de nuestra ciudad que con las lluvias se veían anegadas. De Beniel y Molins se tenían alarmantes noticias, principalmente de este último pueblecito tan castigado siempre por las crecidas del Segura.

TODOS A SAN MIGUEL. Gran número de curiosos, durante la inundación subió al Seminario para contemplar el aspecto tristísimo y a la vez fantástico de nuestra feracísima vega que desde allí se dominaba convertida en inmensa laguna. Daba espanto la visión, pues atemorizaba el contemplar la inmensa desgracia que se cernía sobre los pobres dueños de las viviendas arruinadas.

LLEGADA DEL GOBERNADOR. A las 8 y media de la mañana llegó el Ilmo. Sr. Gobernador D. Francisco de Federico, acompañado del Jefe de Vigilancia de Alicante D. José Mª. Ciurana y del Capitán de Seguridad Sr. Baigorri. Tan distinguida autoridad había dispuesto el envío en tren especial de lanchas y tripulaciones que apenas llegadas a Orihuela salieron a la huerta donde comenzaron a realizar salvamentos y a repartir socorros entre los incomunicados.

Por nuestras calles, otras lanchas se ocuparon para socorrer las necesidades de las familias que aisladas se encontraban por la crecida. El gobernador, acompañado de las autoridades, visitó enseguida la mayoría de los lugares inundados en la población, dirigiendo personalmente los trabajos de salvamento con gran celo.

Calle Calderón. 1916. Colección Javier Sánchez Portas.

LOS PORTILLOS DE DESAMPARADOS, LAS NORIA Y RIPALDA. Estos portillos, en el partido del Camino de Beniel han estado a punto de reventar, y así hubiera sucedido de no haber roto el río por el de Ginés. Hoy han ido a verlo, técnicos y propietarios de aquella ribera y nos dicen, que ambos han quedado más falseados y de mayor peligro que el que ofrecía el llamado de Ginés, antes de romperse en esta riada. Lo ponemos en conocimiento del Alcalde, Juez de aguas, Gobernador civil e Ingeniero Jefe de la división hidráulica del Segura.

NOTAS SUELTAS: El Sr. De Federico, dispuso que mandasen de Torrevieja algunas barcas que tripuladas por marineros se encuentran prestando auxilio en Molins y en el camino de Beniel por donde la crecida ha causado daños enormes. Conferenció extensamente con el Ministro de la Gobernación, con el gobernador de Murcia y el alcalde de Alicante dándoles, cuenta de la inundación y solicitando protección, para los necesitados.

Por la tarde recorrió en lancha los parajes del Molino de la Ciudad prodigando socorro, en compañía del Sr. Marqués de Arneva siendo ambos muy aclamados por los huertanos. El Sr. Alcalde repartió en la mañana del viernes 1500 kilos de pan entre los pobres damnificados.

En la misma noche del jueves, llegó el Teniente Coronel de la Guardia Civil Sr. Aguilar con algunas parejas. De Callosa y Alicante mandaron varios centenares de kilos de pan, cuyo producto escaseó aquí por haberse inundado algunas tahonas. Con el descenso de la riada comenzó a las primeras horas de la tarde del jueves la circulación de los trenes. Las cosechas de hortalizas y la de naranja, principal riqueza de esta vega, se consideran perdidas.

La Acción (Madrid). 1/12/1916.

Al fin ha ocurrido en Molins una desgracia, siendo arrastrado por la corriente un niño de corta edad. Ya han empezado, con mucho ahínco, el trabajo de limpieza y saneamiento en las calles llenas de lodo. De las huertas de Dolores y Rojales se tienen angustiosas noticias y de Torrevieja han salido auxilios que de allí pidieron con urgencia.

REGRESO DEL GOBERNADOR. En el correo de anoche salió para Alicante juntamente con sus distinguidos acompañantes, el Ilmo. Sr. D. Francisco De Federico, al que tributaron una cariñosa despedida las autoridades, amigos y gran número de personas que han visto su generosidad, recorriendo los sitios de mayor peligro y auxiliando a tanto desamparado.

Antes de marchar felicitó cordialmente al joven abogado Sr. Bonafós que se destaca con pujanza de entre los muchos que desinteresadamente expusieron sus vidas en servicio de los damnificados.

RECONOCIMIENTO. No podemos sustraernos de hacer público el unánime y ferviente deseo de toda Orihuela, en pedir al Gobierno premie como se merece el colosal esfuerzo del letrado Don Antonio Bonafós que como Rafael Moreno Hidalgo, laborioso obrero vecino de la calle del Sol número 42, lucharon desesperadamente en los sitios de más peligro, socorriendo a las victimas de la inundación.

Orihuela. 1916. Colección Javier Sánchez Portas.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).

Fotografías de la Colección Javier Sánchez Portas.