
Las Salesas y el obispo Félix Herrero Valverde.

Introducción:

Dejamos el capítulo anterior de esta serie en pleno declive del colegio de señoritas instalado por Joseph Tormo en el edificio que los jesuitas habían abandonado tras su expulsión.
Fallecido este prelado en 1790, pasaron por la silla episcopal de Orihuela Antonio Despuig y Dameto, F. Javier Cabrera Velasco, F. Antonio Cebrián Valda y Simón López García.

De orígenes humildes, Simón López alcanzó la mitra oriolana en enero de 1816.
Sus problemas con el Gobierno comenzaron en el «trienio liberal», con el restablecimiento de la Constitución aceptada en marzo de 1820 por Fernando VII. Curiosamente, Simón había sido diputado por Murcia en las Cortes de Cádiz.
Los liberales sabían que la difusión de las bondades de la Constitución entre los ciudadanos era imprescindible y delegaron esta responsabilidad nada menos que en los párrocos.
El púlpito era la principal fuente de información entre una población mayoritariamente analfabeta; y las órdenes reales se solían leer en la iglesia.
Pero no todos los obispos aceptaron el regreso de la «Carta Magna»; entre los que se resistieron apareció señalado el de Orihuela.
El Constitucional. (Madrid). 1 de abril 1820: En estos mismos días de júbilo, en la época en que empezamos a ser hombres libres, dejando de ser esclavos miserables, en los mismos momentos que la opinión pública está en todo su entusiasmo, acaban de hacerle frente los Ilustrísimos de Zamora y Málaga; y últimamente, según noticias, el ilustrísimo de Orihuela que no ha querido jurar la Constitución, y ha defendido a su clero que lo haga.
No satisfechos aún con esto, empiezan a combatirla desde los pulpitos, sacerdotes ilusos, preocupados y de intenciones no muy puras…
… En cuanto a obispos y cabildos, que se restablezca en todo su vigor el decreto de las Cortes para ocupar las temporalidades a todos los que resistan adherirse a la voluntad de la Nación; y por lo respectivo a los abusos del pulpito y confesionario que se han cometido y puedan cometerse, que se exija la más terrible responsabilidad al Vicario eclesiástico, y éste a los párrocos, capellanes mayores, y prelados de todas religiones.
El cardenal Luis de Borbón apoyó decisivamente la Constitución y el régimen liberal a través de una extensa pastoral publicada el 15 de marzo.
Su texto fue ampliamente difundido por los prelados españoles, entre ellos los de Orihuela y Murcia. Parecía que Simón López estaba dispuesto a obedecer y que todo era una calumnia.
El Constitucional. (Madrid). 17 de abril 1820: Si es un deber que exige el bien de la patria denunciar a la opinión pública a todos aquellos individuos que faltan a sus obligaciones sociales, no es menos importante el de volver por el buen nombre de los que equivocadamente son calumniados.
Una equivocación es lo que dice el señor R. G. en el Constitucional de 1º de Abril acerca del ilustrísimo señor don Simón López, obispo de Orihuela, de haberse negado a jurar la Constitución y habérselo defendido a su clero.
En confirmación de su adhesión al nuevo sistema fundamental, copio literalmente el encabezamiento y pie con que ha hecho reimprimir S. S. I. la pastoral del señor Cardenal de Borbón.
Nos don Simón López indigno obispo de Orihuela, a todos nuestros muy amados diocesanos, salud y nuestra bendición paternal, sabed:
Que cuando pensábamos daros una instrucción pastoral del modo cristiano político con que debéis conduciros en las actuales críticas circunstancias para el mejor servicio de Dios y de la patria, puso en nuestras manos la divina Providencia la pastoral que con el mismo intento ha dirigido a su grey el eminentísimo señor Cardenal don Luis de Borbón, cuyos sentimientos son tan análogos a los nuestros, que no nos queda que hacer sino el comunicárosla, a cuyo efecto he dispuesto se reimprima y circule, siendo literalmente como sigue.

Y mandamos a los curas la lean en el primer día festivo, al ofertorio de la misa mayor, y exhorten al pueblo a su observancia. Palacio Episcopal de Orihuela a 8 de Marzo de 1820. Simón, obispo de Orihuela.
Pero ni la orden del cardenal ni la seria amenaza de expatriación convencieron al obispo de Orihuela para que mandase a sus párrocos propagar la Constitución entre los feligreses.
El Conservador (Madrid). 20 de julio 1820: Contestación impresa del reverendo obispo de Orihuela a un oficio del Sr. Secretario de la Gobernación de la península, en que le invitaba mandar que los párrocos de su diócesis instruyesen a los pueblos de las ventajas de la Constitución.
En ella decía S. Ilma. que bastante tenían que hacer los operarios de la viña del Señor con enseñar sus feligreses la doctrina cristiana y la moral del evangelio, sin meterse a explicarles la política; tanto más cuando que ésta se halla en oposición a lo que le sugería su conciencia.
Su postura de abierta rebeldía la difundió la prensa de toda España y no podía ser tolerada. Simón tomó un barco en Cartagena y salió hacia el destierro, encontrando refugio en Roma.
Transcribo algunas noticias de las peripecias del viaje.
Miscelánea de comercio, política y literatura (Madrid). 27 de agosto 1820: De Murcia nos escriben que el 17 a las 5 de la mañana se embarcó en el falucho de Vicente Ramón Galiana, el disidente obispo de Orihuela don Simón López; pero el mal tiempo hizo volver al puerto el barco, que salió de nuevo en la mañana del día siguiente viernes 18.
Se dirige a Barcelona, en busca de embarcación de mayor porte para pasar a Roma, a donde se ha ofrecido Galiana a conducirle si no la encuentra.
No lleva consigo más persona que el capuchino fray Francisco de Villanueva. El cabildo ha nombrado gobernador del obispado al canónigo doctoral.
El Universal (Madrid). 25 de septiembre 1820: Sabemos que el Sr. D. Simón López, obispo de Orihuela, ha llegado con toda felicidad a Niza.
Durante el resto del año la prensa liberal centró su interés en el paradero del obispo fugado, publicando diversos bulos.
Un día afirmaban que estaba arrepentido y deseando volver; otro que su grey estaba escandalizada por su conducta. Hasta llegaron a darlo por muerto.
El Constitucional (Madrid). 12 de octubre 1820: El padre don Simón López no ha querido dejar sus ovejas sin un recuerdo digno de su celo apostólico. Después de su fuga se ha publicado en su desgraciada diócesis una pastoral incendiaria, que el gobierno ha mandado recoger.
Correo constitucional. 17 de octubre 1820: Sabe V. Rma. que por la conducta perversa y atrevida del Rdo. ex-obispo de Orihuela D. Fr. Simón López se halla escandalizada la Nación, y señaladamente la Grey que abandonó por no obedecer las autoridades, dando margen a los incautos a un cisma, dudar de la verdad y de los sólidos principios de la Constitución a que se subscribió…
Miscelánea de comercio, política y literatura (Madrid). 10 de noviembre 1820: Dícese que apenas llegado a Roma ha fallecido en aquella capital del orbe católico el P. D. Simón López, obispo de Orihuela.
Miscelánea de comercio, política y literatura (Madrid). 23 de noviembre 1820: Murcia 18 de noviembre. El Liberto dice que, habiendo tenido el obispo de Orihuela a su llegada a Roma una conferencia con su santidad, salió tan abochornado, que inmediatamente le sobrevino una fuerte indisposición, de cuyas resultas murió con el desconsuelo de fallecer separado de su rebaño.
El Constitucional (Madrid). 27 de noviembre 1820: Es falsa la noticia de la muerte del reverendo obispo de Orihuela; no solo no ha muerto, sino que ha abierto los ojos al verdadero conocimiento. S. S. por medio del señor Nuncio intercede por aquel prelado, y pide que se le permita restituirse al seno de su grey en atención a que el exceso que cometió fue producto de un momento de acaloramiento; y que S. I., siguiendo el ejemplo de otros obispos de España, se somete al régimen constitucional.
Casi todo era falso. El «expatriado obispo de Orihuela» se había instalado en Roma; no estaba ni mucho menos arrepentido ni dispuesto a someterse; y su rebaño, gobernado en su ausencia por el canónigo doctoral Félix Herrero, apoyaba plenamente la rebeldía del prelado.

Orihuela era un reducto ultracatólico, absolutista y anticonstitucional. Para hacernos una idea del ambiente que se respiraba durante el trienio liberal, he transcrito este artículo publicado en Barcelona tras el violento ataque a un periodista murciano.
Diario constitucional de Barcelona. 1 de febrero 1822: Murcia 12 de enero. En Orihuela se ha ejecutado esta mañana un atentado, que ha acabado de patentizar el perverso estado en que se encuentra en dicho pueblo la opinión.
El ciudadano Miguel Ródenas, patriota, exaltado, redactor del diario popular de Murcia, que desde Alicante regresaba a esta ciudad, ha sido acometido en esta mañana, al salir de Orihuela, por algunos de los que de ésta se han refugiado allí por sus opiniones serviles, y ha recibido heridas de que con mucha dificultad podrá recobrarse según informan los facultativos que de ésta han ido a curarle a Monteagudo, pueblo adonde ha podido llegar.
Lo gracioso es que Ródenas se refugió a unos frailes que estaban allí inmediatos, y estos le abandonaron a aquellos caribes. Orihuela es el foco del servilismo en este país, el lugar donde se guarecen los perseguidos por sus atentados contra las instituciones que nos rigen.
Y pueblo tan infatuado que se alaban de ser serviles y enemigos de la Constitución. Con la noticia de este suceso, se han alarmado aquí las gentes y pensaban ponerse de acuerdo con los de Cartagena para hacer una visita a Orihuela.
No es de extrañar el mal estado de Orihuela, pues hay muchas causas para ello.
El obispo tan servil, la abundancia de canónigos, frailes y demás diseminantes, la Universidad, el Colegio, etc., etc., todos amenazados de ser suprimidos o trasladados a Alicante o Murcia, pueblos liberales y donde no podrán gallear, son motivos todos para que el servilismo domine imperiosamente allí.
Si las reformas se hubiesen hecho con la rapidez conveniente, Orihuela sería ya una ciudad de labradores y de consiguiente, de hombres pacíficos.
En octubre de 1823 Fernando VII disolvió las Cortes y abolió la Constitución.
Dos meses después, cumplidos tres años de destierro, Simón López regresó a Orihuela como un héroe; entrando a hombros de sus feligreses. Así lo contó uno de los más destacados periódicos ultracatólicos y absolutistas.
El Restaurador (Madrid). 10 de diciembre 1823: Orihuela 2 de diciembre. El jueves 28 del pasado tuvo esta leal y religiosa ciudad el nuevo placer de ver sentado en su silla a su dignísimo Prelado el Ilmo. Sr. D. Simón López, después de más de tres años de ausencia por la expatriación que le impuso el gobierno revolucionario en agosto de 1820, y que ha sufrido con la mayor constancia y heroísmo, sin que le haya arredrado su ancianidad ni el que aquel impío gobierno no le señalase un maravedí para su subsistencia.
Entre las tres y cuatro de la tarde llegó a las puertas de esta ciudad en su coche, acompañado del señor Gobernador en su ausencia, y de su Tesorero, que de antemano habían salido a recibirle hasta Fuente de la Higuera, en cuyas puertas le esperaban en rigurosa formación la Milicia Realista de infantería y caballería, y un inmenso pueblo que, haciendo quitar las mulas, condujeron el coche casi sin tocar en tierra por medio de los lodos hasta la santa Iglesia Catedral, en donde se hallaba congregado el venerable Cabildo con ropa de coro para recibirle.
Se cantó un solemne «Te Deum» saludado por tres descargas de fusilería; hubo bendición y concesión de indulgencias, y después, acompañado del referido Cabildo, de los Prelados de las órdenes religiosas, Ayuntamiento y Nobleza, pasó a su palacio, dificultándole el paso el indecible número de hombres, mujeres y niños que a porfía anhelaban por besar la mano de su Pastor, quien satisfizo sus deseos en cuanto estuvo de su parte.
En el interior del palacio le aguardaban las escuelas de niños con vítores alusivos al objeto, que le recibieron cantando coplas semejantes a esta:
Pueblo orcelitano/ he aquí a tu pastor/muéstrale tu afecto/respeto y amor. /Y puesto que ahora/ no hay Constitución/que mande y prospere/ nuestro DON SIMÓN.
Durante un año Félix Herrero quedó como vicario general de la diócesis.
Hasta que el Papa nombró a Simón arzobispo de Valencia; y Herrero Valverde alcanzó la mitra oriolana.
Félix obispo de Orihuela.

Félix había nacido en Fuenlabrada (Madrid) el 5 de octubre de 1770.
Canónigo doctoral, gobernador eclesiástico en ausencia de Simón López y vicario general a su regreso, se convirtió en obispo de Orihuela en noviembre de 1824.
Este prelado se había propuesto organizar un establecimiento para la enseñanza en Orihuela; un colegio de señoritas que llenase el vacío dejado por el declive del de la Purísima Concepción, fundado por Tormo.
Para dotarlo de prestigio y asegurar su correcto funcionamiento decidió encomendárselo a una orden religiosa con experiencia en formación femenina.
Félix mantenía estrecho contacto con las Reales Salesas de Madrid a través de su prima Juana Francisca de Sales Pérez Valverde, que profesaba en dicho convento.
Y la religiosa aceptó viajar a Orihuela formando parte de la fundación.
El proyecto recibió el total apoyo del Ayuntamiento oriolano; y nombraron a un comisionado para que viajase junto al obispo al Real Monasterio de Madrid.
En octubre de 1825 consiguieron el permiso del rey Fernando VII. La empresa parecía estar debidamente encauzada; pero el estado del edificio y la falta de recursos económicos para habilitarlo frenaron su puesta en marcha.

Disponemos del testimonio de un testigo presencial. Se trata del canónigo y futuro prelado Juan Alfonso de Alburquerque, cuyas «Memorias de Orihuela» fueron publicadas por José Manuel Cuenca Toribio en el Boletín de la Real Academia de la Historia en 1986.
De ellas voy a transcribir algunos fragmentos que iré intercalando marcados en rojo.
Se hallaba afligida la comunidad de este monasterio por no tener otra iglesia que la antigua capilla de los PP. Jesuitas, que era muy pequeña y de ningún lucimiento, y aunque estaba contigua la iglesia nueva que tenían trazada dichos PP. al tiempo de su expulsión en el siglo pasado, como solo había algunos cimientos y el nuevo monasterio carecía de los fondos necesarios para ejecutar el plan grandioso que en aquellos se manifestaba, no había esperanza de que tuviese una buena iglesia sino después de muchos años y de costosos sacrificios para una fundación naciente y en tiempos tan calamitosos.
Es aquí donde entraron en escena los infantes de España Carlos María Isidro de Borbón y la portuguesa María Francisca de Asís de Braganza.
En el mes de abril de 1826 se fundó en esta Ciudad, en el edificio que antiguamente fue Colegio de la Compañía de Jesús, un monasterio de religiosas salesas, que al efecto vinieron del Rl. De Madrid, y se declararon patronos y protectores de esta fundación los Serenísimos Señores Infantes de España D. Carlos María Isidro de Borbón y su augusta esposa Dª. María Francisca de Asís de Braganza.
Don Carlos había nacido en 1788; era por lo tanto cuatro años más joven que su hermano el rey. Y abrigaba muchas esperanzas de convertirse en su sucesor.
En su tercer matrimonio, Fernando VII seguía sin descendencia.


La posible llegada al trono del infante Carlos se convirtió en la esperanza de los partidarios de la vuelta al absolutismo y del mantenimiento de las viejas costumbres, entre ellos la ultracatólica Orihuela y su obispo, que ya había tenido problemas con los liberales antes de alcanzar la mitra.
Estas circunstancias y la fuerte vinculación de la infanta con las Salesas de Madrid la llevaron a aceptar el patronato del monasterio en Orihuela a principios de 1826. Así lo explicó la prensa liberal dieciocho años después.
Don Félix Herrero Valverde era muy atendido del pretendiente, y logró del mismo la erección de aquel establecimiento. Don Carlos costeó la obra, don Carlos fue el alma de todo, y él mismo y su esposa tomaron el título de fundadores.
Con poderes de ambos infantes, se compraron en gran porción fincas que habían de servir para la primera dotación de las madres, y en nombre de SS. AA. se practicó todo por manera que Valverde hizo adquirir entonces a aquellos la mayor popularidad en esta ciudad…

Nombrados por el rey fundadores y patronos, los infantes dotaron al nuevo convento de rentas y fincas. En tan solo tres meses adecentaron el viejo convento lo suficiente para que ocho religiosas y una pretendiente se instalaran en clausura el diez de abril, tras soportar un largo viaje.
La superiora se llamaba Sor María Luisa Valcárcel, una de las monjas era Juana Francisca, la prima del obispo; y una pretendiente, llamada Ana Herrero Valverde, supongo que era su hermana.
Inmediatamente se encargó de la construcción de la nueva iglesia y de la remodelación del convento a Fray Antonio de Benimassot, el mismo que luego construiría los dos puentes de madera sobre el Segura.
En marzo de 1829, a petición de su hermano y de su cuñada, el rey lo igualó en derechos al de Madrid concediéndole una pensión perpetua de 50.000 reales y titulándolo con el siguiente nombrecito: Real Monasterio de la Visitación de Santa María de Orihuela, regla de San Francisco de Sales.
En el Real Equivalente de ese mismo año la antigua «Plaza de la Compañía» adoptó el nombre del convento; el mismo por el que simple y cariñosamente se les conoce en toda España: «Plaza de las Salesas».
Dicha titulación quedó ratificada en el nomenclátor a mediados de la centuria y es la que conserva en la actualidad.

Ese mismo año y el posterior Orihuela y su obispado sufrieron varias desgracias de carácter natural de las que dejó constancia nuestro canónigo cronista.
En todo el año 1829 se vio de un modo nada equívoco el patrocinio que dispensa esta Soberana Señora (La Virgen de Monserrate) a la dichosa ciudad encomendada a su cuidado.
Los terribles temblores de tierra ocurridos en 21 de marzo, que después continuaron por espacio de muchos meses y arruinaron varios pueblos de la comarca, sólo parece respetaron a Orihuela, que inmediatamente acudió a implorar el patrocinio de su Patrona; conducida en pública rogativa a la Santa Iglesia Catedral con numeroso, lucido y devoto acompañamiento, a las once de la noche del citado día 21 de marzo.

Pocos meses después hubo una grande crecida en el río Segura, y convocado por sonido de la campana el Cabildo Excmo., el Ayuntamiento y el pueblo, se llevó en procesión la imagen de Ntra. Sra. de Monserrate al puente de piedra, y arrojando su ramo a las aguas con las preces y ceremonias de estilo, se observó la disminución de aquella antes de siete minutos, siendo las diez y media de la noche.
No voy a hablar de la actuación del obispo Herrero durante el terremoto de 1829. Ya lo hicieron Gregorio Canales Martínez y Fermín Crespo Rodríguez en el trabajo titulado «Félix Herrero Valverde (1770-1858), un obispo carismático».
Forma parte de la obra coral «La catástrofe sísmica de 1829 y sus repercusiones». La podéis descargar pinchando la siguiente imagen.

Os dejo también otro enlace a un artículo mío sobre el terremoto contado por la prensa de entonces.
Orihuela «Brasero del Carlismo».

En 1832, tras seis años de obras, la iglesia quedó totalmente reedificada con todo lujo de ornamentos. Así lo cuenta Alburquerque.
Se dignaron los Serenísimos Señores Infantes Protectores, por su propia voluntad movida sin duda por nuestro Dios, escribir a la comunidad franqueando cuantos caudales fueran necesarios para dicho objeto. Inmediatamente se principió la obra y se continuó rápidamente en términos que, en los primeros meses de 1832 se vio del todo acabada con solidez y magnificencia, contribuyendo además los augustos fundadores con las más costosas preciosidades para el adorno y servicio de la iglesia.
En todos los altares se hallan colocadas las pinturas más exquisitas; los ornamentos y vasos sagrados son muchos y de muy buen gusto; hay un magnífico tabernáculo con su viril, una graciosa urna para el monumento, cruz procesional y ciriales, dos lámparas en el altar mayor, y las varas del palio, todo de plata, y una alba riquísima con un encaje muy fino de hilo de oro de más de una vara de ancho; todo esto y mucho más que aquí no se refiere han donado pidosamente y con santa liberalidad los Serenísimos Infantes.
La iglesia fue bendecida por el obispo el 2 de mayo de 1832. Durante cuatro días, miles de personas celebraron el evento por las calles de Orihuela.
Una orquesta interpretaba agradables sonatas en un tablado que instalaron en la plazuela. Desde la explanada del Seminario se disparó un castillo de fuegos artificiales y hasta se elevó un globo aerostático.
El Ilmo. Sr. Obispo de esta diócesis D. Félix Herrero Valverde, que tanto trabajó para que se realizase esta útil fundación en Orihuela, tuvo el singular placer de consagrar dicha iglesia en el día miércoles dos de mayo de este año 1832 asistido del Cabildo Ecco., cleros de las parroquias, Seminario Conciliar y comunidades religiosas, y del Ito. Ayuntamiento, convidados todos por la comunidad de las Salesas en nombre de SS. AA. RR., los Serenísimos infantes fundadores.
En la noche del día 1º de mayo se colocaron las reliquias en la capilla provisional formada al efecto de madera y cubierta de damascos en la plazuela que existe frente a la puerta de la referida iglesia.
Desde la víspera hubo repique general de campanas, disparo de morteretes e iluminación en toda la ciudad, continuando a las horas de costumbre en los días 2, 3 y 4; durante la consagración se disparaban tres morteretes cada cuarto de hora.
El día 2, a las cinco de la mañana, salió procesionalmente de la Catedral el Sr. Obispo con el Cabildo, Seminario y parroquias. Se dio una vela de cuatro onzas a todos los eclesiásticos de ambos estados secular y regular que asistieron, y terminada la consagración de la iglesia y altar mayor, cantó la misa solemne de pontifical el Ilmo. Prelado, finalizándose la función a las once y media.
En las noches de los días 1, 2, 3 y 4 de mayo había una buena orquesta tocando agradables sonatas en un tablado dispuesto al intento en la plazuela de la iglesia de dicho Rl. monasterio.
Fueron las más vistosas iluminaciones las del mismo, la del Palacio Episcopal y la del Seminario; en la plaza de éste se disparó un bonito castillo de fuego la noche del día 2; y en la del 3 se elevó un globo aerostático.
En septiembre de 1833 falleció el rey Fernando VII.

El día 29 de septiembre de 1833 a las tres menos cuarto de la tarde falleció en Madrid el Rey N. Señor D. Fernando VII de Borbón.
Comunicada esta noticia al Cabildo para que se hiciesen los funerales de costumbre, nombró dos comisarios que tratasen sobre esto con los nombrados al efecto por el Ayuntamiento.
Se dieron las disposiciones oportunas y se hicieron las exequias el miércoles 30 de octubre.
Fernando VII había abolido la Ley Sálica impuesta por Felipe V. Con esta modificación negaba a su hermano la posibilidad del acceder al trono; estableciendo como sucesora a su hija Isabel, concebida con su cuarta esposa.
El Infante no se resignó a perder sus derechos sucesorios y se proclamó rey con el nombre de Carlos V, hecho que inicio la primera guerra carlista.
En septiembre de 1834 falleció también María Francisca de Asís, la benefactora del monasterio. Así reflejó la prensa liberal la muerte de la aspirante al trono.
Diario balear. 9 de octubre 1834: Noticias diversas. Muerte de Doña María Francisca, esposa de D. Carlos. Anécdotas concernientes a este acontecimiento.
Las noticias que hemos recogido relativas a la anunciada muerte de Doña María Francisca, esposa de don Carlos, el pretendiente de España, nos confirman en la seguridad del suceso.
Esta señora, si bien doliente y enferma hace algún tiempo, ha muerto sin duda alguna víctima de la irascibilidad de su carácter y el furor que abrigaba en su pecho al ver desvanecidas las locas esperanzas que había concebido de ser Reina de España…
Pronto Orihuela sería conocida como el «brasero del carlismo». Su obispo se declaró abiertamente partidario del pretendiente y fue confinado por el gobierno en un pueblo manchego llamado La Solana.

El 28 de marzo del 1837 una partida carlista hacía su entrada en Orihuela y los oriolanos la recibieron engalanando sus balcones; con repique de campanas.
El día 28 de marzo de este año 1837, a las nueve y media de la mañana, entraron en esta Ciudad de Orihuela las tropas carlistas en número de unos mil y quinientos hombres de infantería y caballería, al mando del coronel Domingo Forcadell, y salieron el día 1º de abril a las dos de la tarde.
Las tropas al mando de Domingo Forcadell Michavila, lugarteniente de Cabrera, permanecieron cinco días en Orihuela; mientras el Ayuntamiento y todos los funcionarios públicos se refugiaron en Cartagena. A ojos del canónigo Alburquerque no causaron muchos problemas gracias a la «prudente y circunspecta conducta» de los oriolanos.
Los empleados públicos, muchas personas particulares y el Ayuntamiento se retiraron antes a la plaza de Cartagena, habiendo dejado instalada una junta de administración y gobierno compuesta de sujetos que no fuesen mal mirados de los carlistas, para atender al ejercicio de la autoridad civil, y esta providencia fue muy acertada, pues con ella se evitaron desórdenes y tropelías que eran de temer en tales circunstancias.
Se conservó bastante bien el orden , y en general no se causaron vejaciones ni a las personas ni a las casas, habiendo trabajado con todo afán los de la Junta, ya para contener a los mal entretenidos de la ciudad que en los días de revueltas suelen medrar, ya para que los jefes de los carlistas tuviesen igualmente reprimidos a sus soldados; estos esfuerzos consiguieron su objeto.
A la entrada de estas tropas se pusieron colgaduras en los balcones, se repicaron campanas y por la noche se iluminaron las casas.
Así lo reflejó la prensa liberal:

El Eco del comercio (Madrid). 6 de abril 1837: MURCIA, 1° de abril. El 29 del mes anterior entraron los facciosos en Orihuela en número de 1000 infantes y 100 caballos. El 28 habían salido de aquí 100 caballos y 300 infantes, a Abanilla, que dista cinco leguas a hacer un reconocimiento.
Y habiendo tropezado con ellos a la entrada del pueblo, nos cogieron cinco de caballería, que se asegura han sido muertos. Tres de ellos eran jóvenes apreciables y de categoría.
La ciudad se ha puesto en defensa y es increíble el entusiasmo de la provincia, pues hasta hoy han concurrido más de 8000 infantes y 700 caballos.
El Español (Madrid). 6 de abril 1837: … Se mandaron veredas a toda la provincia, se han hecho parapetos, zanjas y toda clase de fortificaciones; y en menos de veinte y cuatro horas nos encontramos con 8.000 hombres en Murcia, pues todos los pueblos lejos, cerca, pequeños y grandes, han rivalizado en llenar sus deberes con el mayor entusiasmo.
Pasó la noche y tuvimos noticia de que el enemigo salió de Abanilla a Orihuela, cuya población han llenado de luto por asesinar a tres nacionales de caballería y dos carabineros, siendo lo más sensible el modo; después de desnudarlos, los hicieron pedazos a sablazos y bayonetazos.
Esto fue el 29, día en que entraron en Orihuela…
Así lo justificó la prensa carlista:

Gaceta Oficial. 25 de abril 1837: Los periódicos de Madrid han confirmado la noticia que dimos en los números precedentes sobre la entrada de Forcadell en Orihuela y Elche con 2OOO hombres.
Con este motivo dice el Eco del Comercio: ¿no es escandaloso que, en pueblos como Orihuela y el Elche, haya entrado una parte de la facción tan poco considerable?
Los pueblos deben ser multados para castigar su indolencia. No hay tal indolencia, diga lo que quiera el Eco del Comercio. Hay sí una adhesión marcada y muy laudable por la causa de la RELIGIÓN y del REY.
Los pueblos quieren ya romper las indignas prisiones con que los tiene encadenados el despotismo de la revolución: los pueblos quieren volver a su estado normal, a sus buenas costumbres, al culto de sus padres que ven proscrito y perseguido; a la paz y sosiego, incompatibles con el estado de fermentación y ansiedad a que los han reducido las teorías revolucionarias.
Esto es lo que quieren los pueblos; y cansados ya de tantas convulsiones, anhelan por un principio de orden y de estabilidad; abren sus puertas a los soldados de CARLOS V, defensores de aquel principio, que lo es de su ventura y seguridad, y hacen votos muy sinceros por el triunfo de sus armas…
… Según las últimas noticias de Valencia, Forcadell salió de Orihuela hacia Villena, engrosando sus filas con la mucha gente que se le ha presentado.
El Eco del Comercio dice a este propósito: «Parece que se ha aumentado la facción en Orihuela; se ha unido a los facciosos el comandante que fue de realistas Aledo, y el capitán de los mismos Don Nicolás Fuster».
El Cabildo Catedralicio, como la mayoría de la Iglesia oriolana, se mostró abiertamente partidario del absolutismo; hasta los alumnos del Seminario se unieron a las milicias de Forcadell.
Pero dicha actitud no los libró de pagar 12.000 reales de los 80.000 que el comisario de guerra carlista impuso a las clases pudientes de la ciudad.

Las consecuencias de la visita carlista y la cariñosa acogida oriolana no se hicieron esperar. Algunos días después, el jefe político de Alicante acudió a Orihuela acompañado de la Guardia Nacional y una partida de Caballería del Ejército.
Elementos suficientes para sostener la autoridad en «un pueblo que había recibido a balazos en otras ocasiones a los encargados de la administración».
Diario constitucional de Palma de Mallorca. 17 de mayo 1837: Orihuela 15 de abril. En esta se hallan el Sr. jefe político de la provincia, don Manuel Carreras y don Antonio Sirvent con alguna tropa y bastante fuerza de la milicia.
El primero ha circulado a los alcaldes constitucionales de los pueblos de la misma un interrogatorio que comprende 28 puntos, entre los que figuran como principales los siguientes:
Si se retiraron los fondos públicos, alhajas de iglesia, armas, municiones, etc.; qué mozos han quedado en el pueblo entre 17 y 40 años; quiénes han seguido a la facción voluntariamente, quiénes forzados, y los nombres de sus padres o tutores, y qué opiniones disfrutan estos últimos.
Qué número de caballos se han llevado de los comprendidos en la requisición; a quién pertenecían, por qué no los retiraron; si se deliberó por las autoridades acerca de la posibilidad de resistir a la facción, cuál fue el acuerdo y dónde consta; listas nominales de los empleados públicos que hay en el pueblo, de los que se evacuaron y de los que se quedaron.
Qué familia dejan los que hayan sido fusilados, y sus circunstancias; qué conducta han observado los eclesiásticos y exclaustrados, expresándose el número de estos: qué vecinos hay que tengan que hacer reclamaciones para ser indemnizados.
Si se han secuestrado los bienes de los que se han fugado a la facción tanto en estos últimos días como anteriormente; y si se han exigido las multas a los padres o tutores de los mozos que lo hayan verificado.
Con estas y otras disposiciones del Sr. jefe político es regular se consiga el objeto de su venida, que es castigar a los que con su traición cooperan al buen éxito de la facción, y le preparan el camino para que entren en los pueblos, talen, saqueen y asesinen.
Las tropas realistas apresaron a un puñado de oriolanos y expulsaron de la ciudad a las monjas salesas. Las diez y ocho o veinte religiosas que en ese momento formaban la comunidad quedaron confinadas en Alicante hasta que, semanas después, salieron de vuelta a Madrid.
A pocos días de haberse retirado aquellas tropas, se presentó en esta ciudad el jefe político interino de la provincia, que era D. José de Pascino, acompañado de algunos de Guardia Nacional y de una partida de Caballería del Ejército.
Y en la noche del 15 de abril comunicó sus órdenes para que pasaran confinadas a la Plaza de Alicante hasta diez personas; por cierto de las más pasivas y menos influyentes en la población.
Fueron entre otras los canónigos D. Domingo Herrero y el penitenciario D. Juan Alfonso Alburquerque, que escribe estas memorias; y cesó con tal motivo en el dicho día 15 de abril en Gobierno de la Diócesis.
Las personas que salimos desterradas sufrimos esta suerte por trece, quince, dieciséis y más meses, y los que éramos eclesiásticos sufrimos además que se nos retuviese, a disposición del Gobierno y por orden suya las dos terceras partes de nuestras rentas.
El jefe político interino, continuando su providencia en esta ciudad, extrajo de su monasterio a la comunidad de religiosas salesas, las trasladó a Alicante y las distribuyó en los tres conventos de religiosas que allí hay; y después de algunas semanas, fue conducida al monasterio de Madrid.
El jefe político había decidido que, para restablecer la tranquilidad pública en Orihuela y regenerar el espíritu de sus habitantes, se fortificase la ciudad, estableciendo en ella una guarnición de la Milicia Nacional cuyos gastos se satisfarían por el vecindario de Orihuela en general.
Aún más, el mismo jefe político dispuso ocupase Orihuela como por castigo una compañía de la Guardia Nacional de Crevillente, que permaneció aquí, a costa de las multas graves que se impusieron a ciertas y determinadas persona, por más de dos meses.
El Ayuntamiento apeló a la Diputación y esta corporación acordó que exigiese 20.000 reales para atender al socorro por 20 días de la milicia que la guarnecía, a las personas que hubiesen mostrado mayor desafección por la causa nacional.
El Ayuntamiento contestó que no podía encargarse de tan odiosa selección y prefería dimitir. El asunto pasó a las Cortes.
El Eco del comercio (Madrid). 17 de septiembre 1837: El caso de Orihuela fue verdaderamente escandaloso; pero no sabemos a quién culpar más por ello, si a las autoridades que sabiendo el mal espíritu de que está animado un pueblo, cuyo obispo y cabildo eclesiástico tenían pervertida la opinión desde muy antiguo; y que los facciosos habían de sacar de él grandes recursos, lo abandonaron enteramente sin preparar la mejor defensa, ni auxiliar por ello a los milicianos nacionales y demás patriotas que lo deseasen.
O al pueblo mismo, que falto de armas y abandonado por los que podían servir de pie para la defensa, no tenían ya los medios de hacerla con esperanza de salir bien.
No es decir por esto que no hubiese cierta criminalidad de parte de una población comparativamente grande, como Orihuela, no solo en el espíritu antiliberal y en la parcialidad que mostró por la facción, sino también en no tener de antemano preparados los medios de defensa para un caso semejante…

El obispo a la fuga.
En mayo de 1837 Félix Herrero Valverde desapareció de su confinamiento. Por Real Orden fue extrañado y despojado de todas sus temporalidades y honores.
Se obligó a dimitir al vicario elegido por el obispo y, para gobernar la mitra, el Gobierno «recomendó» a Joaquín Sáez de Quintanilla, un canónigo de claro talante liberal.
Después de muchas vicisitudes que tuvo que sufrir el Sr. Obispo de esta Diócesis, D. Félix Herrero y Valverde desde la muerte de Fernando VII, por la guerra civil que se había encendido en España, se hallaba confinado en un pueblo de la Mancha llamado la Solana, y de allí desapareció en el mes de mayo de 1837.
El Eco del comercio (Madrid). 12 de junio 1837: ORIHUELA, 6 de junio. El obispo de esta diócesis, que hace mucho tiempo estaba confinado en el pueblo de la Solana por el gobierno, ha desaparecido de allí sin que se sepa su paradero ni la dirección que ha llevado.
Se ha expedido una real orden mandando extrañarle del reino, y ocupar sus temporalidades. También se ha prevenido al cabildo eclesiástico que proceda al nombramiento de gobernador de la mitra, lo cual se verificará dentro de pocos días.
En su virtud se expidió una Rl. Orden declarándole extrañado de estos Reinos, y mandando que fuesen ocupadas sus temporalidades, quedase despojado de todos los honores, que no se nombrase en las preces públicas de la iglesia y que procediese el Cabildo a nombrar Gobernador de la Mitra, para cuyo destino se recomendaba muy especialmente por el Gobierno a D. Joaquín Sáez Quintanilla, maestrescuela de esta Santa Iglesia.
El obispo de Orihuela, que abiertamente presidía la Junta Carlista en Aragón, excomulgó al canónigo elegido por el Gobierno y ordenó al Cabildo Catedralicio que eligiese a otro u otros canónigos para el nombramiento de gobernador, provisor y vicario general de la diócesis.
La Verdad (Valencia) 24 de abril de 1938: El obispo de Orihuela, hombre bajito y regordete, de genio vivo, de prodigiosa actividad y de algún mundo, tiene como unos 60 años, aunque no los representa por su persona aniñada y de carácter vivaracho, exagerado y terrorista en sus opiniones. De espíritu dominante, es el verdadero presidente de la Junta carlista establecida en Morella, y el rival que da más celos a Cabrera.
El Correo nacional (Madrid). 9 de agosto 1838: DOCUMENTO CARLISTA. CIRCULAR DEL REBELDE OBISPO DE ORIHUELA AL CABILDO Y CURAS DE SU DIÓCESIS. EXCOMUNIÓN, Nos D. Félix Herrero Valverde, por la gracia de Dios y de la santa sede apostólica, obispo de Orihuela, delegado apostólico, etc. A nuestro ilustrísimo cabildo catedral y al colegial, a todos los curas párrocos, vicarios y demás eclesiásticos del clero secular y regular, y a todos nuestros diocesanos, hacemos saber:
Que desde el momento que llegó a nuestra noticia el nombramiento o elección que nuestro cabildo catedral hizo de gobernador, provisor y vicario general de nuestra diócesis en la persona del doctor D. Joaquín Sáez de Quintanilla, la tuvimos y consideramos nula y de ningún valor, y al titulado gobernador por ilegítimamente nombrado, y por intruso.
Pero no habiéndonos sido posible manifestar y publicar nuestro juicio, voluntad y resolución, ni hacerla conocer en nuestra diócesis por las circunstancias en que la misma se hallaba, y nos hallábamos también, no pudimos ocurrir de otro modo a tan grave mal, que contrariando nuestras facultades para que reservadamente y del modo posible se remediasen las necesidades de nuestros diocesanos, que debían originarse por falta de jurisdicción legítima.
Más ahora que se nos presenta ocasión de declararla y manifestarla, y hacer conocer la verdad a nuestros diocesanos en materia tan importante, con esperanza de que llegue a su noticia y a la del mismo titulado gobernador.
Solícitos de la salvación de las almas, que Dios nuestro señor ha puesto a nuestro cuidado, no solo le hemos declarado y declaramos como gobernador, vicario general y oficial ilegítimo e intruso, sino que también, desde este lugar en que nos hallamos y en el que ejercemos, hacemos jurisdicción ordinaria por delegación apostólica, como en nuestra propia diócesis con la autoridad de Dios omnipotente; Padre, Hijo y Espíritu Santo, y de los bienaventurados S. Pedro y S. Pablo y de todos los santos, le excomulgamos y declaramos excomulgado al expresado Dr. D. Joaquín Sáez de Quintanilla, que se dice gobernador, provisor y vicario general de nuestra diócesis de Orihuela.
Si en el preciso término de ocho días siguientes al que llegare a su noticia esta nuestra declaración y excomunión que fulminamos contra el mismo, no cesa y se separa del gobierno de nuestra diócesis y de todo acto y gestión de cualquier clase que sea, propia de verdadero y legítimo gobernador, provisor y vicario general de la misma, sirviéndole dicha noticia que tenga y término de ocho días que le señalamos, por las tres moniciones canónicas que se le harían en el dicho término…
… Mandamos en virtud de santa obediencia a nuestro cabildo catedral, colegial y a todos nuestros diocesanos eclesiásticos y seculares de cualquier clase y condición que sean, no reconozcan ni obedezcan a D. Joaquín Sáez de Quintanilla por gobernador, provisor y vicario general de nuestra diócesis desde el mismo instante en que llegue a su noticia lo que dejamos declarado, dispuesto y mandado.
Y para que nuestra misma diócesis no carezca de persona que la rija y gobierne a nuestro nombre y con nuestras facultades, se las concedemos cumplidas y como de derecho se requieren a nuestro Ilmo. cabildo catedral, para que luego que reciba y sea cerciorado de esta nuestra declaración, proceda a hacer elección y nombramiento de gobernador, provisor y vicario general en uno o más individuos, dignidades o canónigos residentes en la actualidad que esté o estén adornados de sana doctrina y demás circunstancias que se requieren por las leyes de la iglesia, sobre lo que le encargamos la conciencia.
Dado en Mirambel, firmado de nuestra mano, y refrendado por nuestro infrascrito secretarlo de cámara a 17 de mayo de 1838. Félix, obispo de Orihuela.

Esta prepotencia escandalizó a la prensa liberal.
El Eco del comercio (Madrid). 30 de septiembre 1838: Ha llegado a noticia de S. M. la Reina Gobernadora que el M.R. arzobispo don Bernardo Francés Caballero, extraño de estos reinos, y cuya diócesis se halla impedida y al cargo del gobernador que eligió ese cabildo catedral en uso de sus facultades para casos de igual naturaleza, trata de turbar la paz que ha disfrutado hasta ahora, valiéndose para ello del R. Obispo de Orihuela don Félix Herrero Valverde, excitándole a que desde el territorio enemigo en el que reside se entrometa a dirigir aquella división como lo ha pretendido dicho obispo, este atentado envuelve un criminal desprecio de la potestad soberana…
El Eco del comercio (Madrid). 5 de octubre 1838: El estado crítico y lastimoso en que se halla hoy esta desgraciada diócesis de Orihuela, las desgracias de que casi por ensalmo nos hemos libertado, pero que se reproducirán si no se eliminan las causas que las producen, indican que indudablemente hay un mal grave que en descargo de mi deber, ya como patriota que siente los males de su patria, ya como ministro que llora las heridas que con puñal en mano abren en las entrañas de la religión los que por su ministerio deben ser sus más fieles defensores…
Esto mismo es lo que se ve hoy día en este obispado. El escandaloso atentado del cabildo catedral en el 28 de julio último, es un producto necesario de los precedentes que existían.
El seminario de San Miguel que debió dar eclesiásticos doctos, instruidos en las sanas doctrinas de la verdadera religión, tan celosos ministros de Jesucristo como íntegros y fieles ciudadanos, solo ha presentado egoístas orgullosos que si bien aprendieron algunos párrafos de teología, carecían siempre de los demás conocimientos de las ciencias eclesiásticas…
El largo pontificado de don Simón López, prelado de muy buenas costumbres, pero absolutamente iliterato; el no menos extenso del rebelde obispo Valverde, ignorante también, pero de corazón dañino y muy siniestras intenciones, han influido poderosamente para poblar la diócesis de eclesiásticos ignorantes empapados en las doctrinas ultramontanas, dispuestos siempre a llevar adelante a toda costa los planes de sus mecenas.
Los sucesos harto conocidos en el obispado desde 1825 hasta 1834, la conducta artera del obispo extrañado, entonces doctoral de la santa iglesia, su inobediencia al gobierno siendo trasladado a Coria, sus maquinaciones hasta la entrada del ejército francés…
El ejemplo funesto dado por él de perjurio y traición habiendo jurado a nuestra Isabel II por legítima heredera del trono en San Gerónimo de Madrid en junio de 1833, por cuyo acto recibió la recompensa de la gran cruz de Isabel la Católica que admitió, como igualmente el tratamiento de excelencia, el modo vil de que se valió para engañar al gobierno desde la Solana, donde estaba confinado, escapándose de allí a la facción; sus continuos y sostenidos conatos de mantener el espíritu de rebelión en el obispado por medio de sus agentes y por seguidas comunicaciones con muchos del cabildo…
El cabildo en su elección en junio del año anterior usó de su derecho en silla impedida. El obispo extrañado no puede en tal estado ejercer actos jurisdiccionales, privado como está de todos sus derechos. Y si esto sucede en un obispo extrañado residiendo en un país libre y neutral
¿Qué poder, qué jurisdicción podrá tener uno que campeado en el bando rebelde hace la guerra traidoramente a la nación y a la reina?
Aún más es delito, es un crimen atroz emplear esas armas contra el estado. ¿Y qué delito mayor puede cometer un ciudadano que estar en comunicación con enemigos del estado, aceptar sus comisiones y poner en ejecución sus planes inicuos de subversión y rebeldía?
Pues este es el crimen de los canónigos de Orihuela…
La separación o suspensión provisional de algunos curas, los más marcados de carlismo y de satélites de Valverde, y recoger las licencias de predicar y confesar a los eclesiásticos notoriamente desafectos, es lo único que ha hecho a fin de impedir que los enemigos de nuestra reina llevasen a cima sus proyectos.
Que esto se ha conseguido en gran parte; que el gobernador de la mitra ha herido en lo más vivo a los rebeldes, lo demuestra el feroz encono del obispo traidor, y los no interrumpidos trabajos de sus secuaces, ya para sacarlo del destino, ya para ridiculizarle, hacer ilusoria su autoridad y presentarle a la vista de toda la diócesis como intruso y excomulgado, y con él a todos los eclesiásticos fieles al juramento de nuestra constitución y reina, como se ve en todas las iglesias del obispado…

El Eco del comercio (Madrid). 16 de octubre 1838: Con la mayor sorpresa y el sentimiento más profundo se ha enterado la augusta Reina Gobernadora de las comunicaciones de V. S. y otras autoridades acerca de la conducta observada por la mayoría del cabildo catedral de Orihuela, con motivo de la carta que recibió del obispo rebelde de aquella diócesis don Félix Herrero Valverde, declarando incurso en excomunión al gobernador eclesiástico…
El Correo nacional (Madrid). 18 de noviembre 1838: Había en la diócesis de Orihuela un obispo que habiendo sido por diez años el cuchillo de todos los que diferían de sus opiniones, permaneció en sus diócesis hasta hace algún tiempo, pero no con tanta quietud que no hubiera provocado contra sí medidas muy antiguas que datan desde setiembre de 1834…
Siguió este señor obispo su marcha contra la Reina y sus instituciones, apoyado en una tolerancia que hasta cierto punto es la causa de nuestros males, y pareciéndole esto poco, se unió con Cabrera. Esa llegada de un obispo sanguinario fue para Cabrera un refuerzo extraordinario, y le hizo presidente de la junta que tenía establecida.
Este obispo rebelde no encontró otra cosa mejor que hacer en obsequio de su partido que promover un cisma, y para eso suponiendo ser un delegado del pontífice dirigió al cabildo de Orihuela una pastoral diciendo que el gobernador eclesiástico de aquella diócesis estaba mal nombrado, y que en su consecuencia debía proceder al nombramiento de otro.
Es de advertir que el gobernador era un sabio, un patriota, es preciso hacerle esta justicia, y por eso no agradaba al obispo rebelde. ¿Y qué hizo el cabildo de Orihuela que había respetado por espacio de seis meses a este gobernador?
Se reúne para obedecer las órdenes de un obispo declarado rebelde, lo mismo que si hubieran sido comunicadas por el gobierno de Madrid; y para proceder a esta elección pasa un oficio al alcalde diciendo que, con motivo de la pastoral del obispo se reunía para verificar lo que en ella se disponía.
El juez encontrándose con un recado de esta especie, reunió unos cuantos nacionales y pasó a arrestar a los canónigos trasladándolos a las casas de ayuntamiento con la decencia que debió y dio parte. Se mandó formar causa sobre este hecho escandaloso y los canónigos fueron llevados a la isla de Tabarca…
Volvieron, señores, los canónigos a consecuencia de una orden y se reúnen autorizados por el gobierno para obedecer las órdenes de un obispo extrañado y declarado rebelde…
El resultado es, señores, que Carlos V da órdenes a nuestro gobierno y éste a la diócesis, porque en nombre de D. Carlos se ha pasado esa orden, que por fin ha cumplimentado el cabildo de Orihuela. Yo veo, señores, en la conducta que aquí se ha observado que se sigue un plan contrario al sistema que la nación ha proclamado.
Diario de avisos de Madrid (Madrid). 13 de abril 1839: TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA. Por el presente, y en virtud de providencia del tribunal supremo de justicia, se cita, llama y emplaza al R. obispo de Orihuela don Félix Herrero Valverde, cuyo paradero se ignora, para que en el término de nueve días que por este primer edicto se le asignan, se presente en dicho supremo tribunal …
En septiembre de 1839 el pretendiente Carlos cruzó la frontera francesa con su familia tras siete largos años de lucha. La primera Guerra Carlista había terminado.
Nuestro prelado Félix Herrero, al igual que su antecesor, había huido a Italia.
El regreso de las Salesas.

Por Real Decreto de 1841, las propiedades de las órdenes religiosas pasaron a ser bienes nacionales. Todos los conventos masculinos de Orihuela más el de las salesas fueron subastados y adquiridos por particulares.
Diario de avisos de Madrid. 29 de enero 1843: Venta de bienes nacionales. Pertenecientes al Clero Secular. El edificio que fue convento de las religiosas Salesas de Orihuela, situado en aquella ciudad, sus obras son enteramente nuevas, y consta de un cuadrado de 6120 palmos valencianos superficiales y 67 de altura; no se le conoce carga alguna; se halla arrendado por 1250 rs. anuales, a condición de cesar el arriendo el último día del mes en que el comprador tome posesión; ha sido tasado en 1021800 rs., cantidad en que se saca a subasta.
El 18 de julio de 1844, entre las cinco y las seis de la mañana, tras solicitar la piedad de la reina, buena parte de las salesas expulsadas siete años antes, regresaron a Orihuela. Al menos tres habían muerto en Madrid.
El Católico (Madrid). 16 de julio 1844: El jueves de la semana pasada salieron de esta corte con dirección a su monasterio de Orihuela las religiosas Salesas que la revolución había expulsado de él y traídolas a reunirse con sus hermanas las del monasterio de la Visitación de esta corte.
El gobierno, previos los informes de la diputación provincial de Alicante y del ayuntamiento de Orihuela, ha accedido a las instancias que le tenían hechas las religiosas para que se les permitiera regresar a su monasterio.
Así se ha verificado al fin; si bien llevan el desconsuelo de regresar solo quince cuando fueron diez y ocho las que vinieron, habiendo fallecido aquí tres de estas. Van acompañadas de su correspondiente escolta, y las acompañan también dos de sus capellanes.
La despedida de sus hermanas que tuvieron el consuelo de hospedarlas, ha sido en extremo tierna cual puede imaginarse. Felicitamos al gobierno por haber obrado en justicia atendiendo tan razonable demanda; pero es preciso además que procure remediar el estado de miseria en que se encuentran las vírgenes del Señor y que debe abochornar a todo gobierno que se precie de justo y de caballero.

El Clamor público (Madrid). 24 de julio 1844: Orihuela, a 20 de Julio. Han llegado procedentes de esa corte 12 religiosas Salesas y ocupado al momento su monasterio. Es el tercer viaje que, en el transcurso de 18 años han hecho estas Vírgenes del Señor para quienes puede decirse que se ha relajado el voto de perpetua clausura. Vinieron en 1826 y se marcharon a Madrid en 1837.
Por si ignoran ustedes la historia de la fundación de este convento y la de su supresión, la referiré con brevedad. Don Félix Herrero Valverde, obispo de esta diócesis, extrañado ahora del reino por haberse unido a la facción, era muy atendido del pretendiente, y logró del mismo la erección de aquel establecimiento.
Don Carlos costeó la obra, don Carlos fue el alma de todo, y él mismo y su esposa tomaron el título de fundadores.
Con poderes de ambos infantes, se compraron en gran porción fincas que habían de servir para la primera dotación de las madres, y en nombre de SS. AA. se practicó todo por manera que Valverde hizo adquirir entonces a aquellos la mayor popularidad en esta ciudad.
Recuerdo haber visto en una de las mejores habitaciones del edificio el retrato del infante del más exacto parecido. No sé qué se habrá hecho de este cuadro.
En marzo del año 37, es público que el rebelde Forcadell invadió este país, y cierto también que aquí halló inmensos recursos y escandalizó a la nación el extraordinario número de hombres que reclutó para sus filas.
Y aunque se habló mucho de las simpatías que en esta ciudad encontró, no seré yo quien diga que también las tuvieran las Salesas, porque su carácter religioso y su sexo las ponen a cubierto de toda inconsideración.
Luego que la población volvió a la obediencia del gobierno de Cristina, en nombre de su excelsa hija, la autoridad superior de la provincia, entre otras medidas, tomó la de cerrar el convento referido; y sus moradoras fueron trasladadas al de su orden de Madrid.
Respecto a la justicia, utilidad y conveniencia de esta restauración, vds. como más entendidos dirán lo que les parezca; únicamente me limito a observar que el vulgo, que solo juzga de las exterioridades de los gobiernos, da por seguro y próximo el triunfo de los carlistas.
Las infelices monjas de los otros tres conventos se sostienen de limosnas que la caridad y la filantropía de la sociedad de señoras les proporcionan ¿Cómo ha de atenderse también sin perjuicio de aquellas al alimento de las recién venidas?
Deseo sinceramente a estas tranquilidad y resignación para sufrir las privaciones de sus hermanas. (Corresponsal del Clamor Público).

El Católico (Madrid). 26 de julio 1844: MURCIA. ORIHUELA, 22 de julio. Hace cuatro días llegaron a esta ciudad las religiosas Salesas, a quienes S. M. ha permitido regresar a su monasterio, del que arbitraria e injustamente fueron arrancadas el año 37.
Han sido recibidas con todo respeto y con satisfacción; y todos los padres de familias celebran mucho su venida, con la cual se tendrá un colegio de educación para niñas, que tanta falta hace en este país.
El Católico (Madrid). 6 de agosto 1844: Al anunciar hace días la traslación de las religiosas Salesas de Orihuela desde esta corte, a donde las echó la revolución, a su antiguo monasterio de dicha ciudad, dijimos que habían sido acompañadas por una escolta.
Mejor informados hoy, debemos manifestar que no fue esto cierto pues las religiosas salieron solas y solas fueron todo el camino sin más acompañamiento que dos eclesiásticos y el criado de la generosa persona que ha corrido con satisfacer todos los gastos de esta traslación después de haber procurado hacerlas en Orihuela el más grato recibimiento.
La generosa persona que corrió con todos los gastos era otro famoso carlista declarado. Matías Sorzano, regidor municipal de Orihuela en 1835, fue eliminado de la lista de mayores contribuyentes utilizada para escoger a los representantes políticos por su desafección a la Monarquía Constitucional.

Matías había optado también por el destierro; pero terminada la guerra regresó a Orihuela y se permitió comprar al Estado al menos tres conventos desamortizados. Entre ellos estaba el de las Salesas; y se lo devolvió a las monjas.
El obispo Herrero Valverde aún tardaría tres años en volver de Roma. En 1847, ya anciano, entró en Orihuela montado en el carro de Matías, aclamados ambos por la multitud. Había permanecido toda una década como prelado doméstico del Papa Gregorio XVI.
El Tiempo (Madrid). 15 de noviembre 1846: Por la siguiente circular del gobernador eclesiástico de Orihuela, venimos a saber oficialmente el levantamiento del destierro del obispo de aquella diócesis, D. Félix Herrero Valverde, ausente hace diez años.
«La Reina nuestra señora (Q. D. G.) se ha dignado alzar el extrañamiento impuesto al ilustrísimo señor D. Félix Herrero Valverde, dignísimo obispo de esta diócesis; según se nos comunica en real orden.
En su consecuencia hemos dispuesto se cante un Te Deum en acción de gracias en todas las parroquias de esta diócesis, y se nombre al prelado en la colecta de la misa y demás oraciones públicas. Lo que comunicamos a V. para su cumplimiento.
Dios guarde a V. muchos años. Palacio Episcopal de Orihuela, 6 de noviembre de 1846.
El Heraldo (Madrid) 28 de marzo 1847: Gacetilla de provincias. Orihuela, 23 de marzo. «Ayer a las cinco de la tarde entró en esta ciudad el Ilmo. Señor don Félix Herrero Valverde, obispo de esta diócesis, acompañado del señor jefe superior político de la provincia.
Había ordenado S. M. que se le recibiera con todos los honores debidos a su alta dignidad, y se han llenado sus deseos, siendo muy grande la satisfacción y contento del prelado por el grande entusiasmo con que ha sido recibido».
La prensa liberal se quejó del trato que recibía el prelado carlista y pidió que lo vigilasen.
El Español. 13 de octubre 1847: Recordamos al señor ministro de Gracia y Justicia, cuya prudencia y tino nos son bien conocidos, que procure enterarse del verdadero estado de las cosas en la diócesis de Orihuela…
La autoridad del prelado debe sin duda ser sostenida en todo lo tocante a la disciplina de su iglesia; pero la posición particular del de Orihuela, que, como todo el mundo sabe, pasó al campo de D. Carlos, exige de parte del gobierno la vigilancia necesaria a impedir que las pasiones y los resentimientos del hombre de partido influyan en la conducta del prelado…
El Clamor Público (Madrid) 13 de noviembre 1846: En el día 6 del corriente recibieron las autoridades de Orihuela una Real orden, participándoles que S. M. se ha servido permitir a don Félix Herrero Valverde, obispo de aquella diócesis, que vuelva a ella mandando que se le haga el recibimiento correspondiente a su jerarquía…
… Para conocer la trascendencia de tal medida, no basta considerar el espíritu público de aquella población fanática hasta el extremo; es preciso también tomar en cuenta las circunstancias del agraciado, sin olvidar que se le ha indultado antes de que pudiera implorar la Real Clemencia, como se deprende del cotejo de la fecha.
Siendo Valverde el canónigo más moderno de la iglesia de Orihuela, y hallándose en la edad de 45 años, se le dio la mitra en 1824 para recompensar sus servicios a favor del absolutismo y la persecución que, como gobernador de la misma, hizo a los liberales de aquella época.
Cuando doña Isabel II fue jurada princesa de Asturias, Valverde le prestó homenaje y recibió la gran cruz de Isabel la Católica. Al poco tiempo, ocurrida la muerte de Fernando VII, conspiró públicamente a favor de don Carlos, y el gobierno le extrañó.
Estuvo con este motivo ausente del obispado, hasta la invasión del cólera; entonces suplicó que se le permitiese residir en él protestando de su lealtad a la Reina.
No tardó mucho tiempo en repetir su anterior conducta, y se le destinó a la Solana, desde donde dirigió varias exposiciones a S. M., queriendo justificarse y prometiéndole adhesión.
Por entonces fue cuando Cabrera tenía ya organizadas algunas fuerzas facciosas en el Maestrazgo, y creyó Valverde que era la mejor ocasión de servir al despotismo. Se unió a aquellas hordas; tomó parte activa en todo cuanto hicieron y mereció ser nombrado presidente de la junta carlista de Mirambell.
Verificado el convenio de Vergara; el obispo de Orihuela no quiso acogerse a él; fue de los últimos facciosos que abandonaron la Península, marchó a Roma bajo la protección del cardenal Lambruschini y se estableció luego en el convento de Loreto, donde habrá recibido la autorización para volver.
Este es el hombre a quien el gobierno permite volver a España y ocupar el puesto que abandonó para seguir la causa de don Carlos. Entretanto, militares, ilustrados que han derramado su sangre en defensa del Trono de doña Isabel II, se hallan ausentes de su patria, sin que se les conceda regresar a ella.

Herrero Valverde falleció el 29 de marzo de 1858 y fue enterrado en el altar mayor de la iglesia del monasterio que había fundado en Orihuela.
La Paz. Murcia. 11 de abril 1858: Orihuela 3 de abril. El lunes 29 del pasado mes, a las dos menos cuarto de la tarde, falleció el Ilustrísimo Sr D. Félix Herrero Valverde, obispo de esta diócesis. Inmediatamente fue embalsamado su cadáver y puesto en un modesto catafalco en un salón de su propio palacio, donde se dijeron misas por el eterno descanso de su alma en cuatro altares que al efecto se construyeron.
Estuvo expuesto todo el día 30; y el 31, a las once de la mañana, se principiaron los oficios, según el ritual de los obispos, habiendo sido sepultado a las tres de la tarde del mismo día en el monasterio de religiosas salesas de esta ciudad, de que era fundador.

Epílogo.


La entrada al convento, situada a la izquierda, ostenta unidos los escudos de España y Portugal, países de nacimiento de los príncipes fundadores.

Las imágenes contenidas en las cuatro hornacinas de la fachada de la iglesia (decapitadas en la Guerra Civil), son obra de Santiago Baglietto y representan a San Carlos Borromeo y San Francisco de Asís, por los nombres de los príncipes Carlos y Francisca, y a San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal como fundadores de la Orden de la Visitación.

Terminada la contienda, se tallaron nuevas cabezas para las cuatro esculturas; y la cruz, destruida también, fue sustituida por un Sagrado Corazón de Jesús. Y esto me da pie para contar una anécdota:
El Sagrado Corazón de Jesús es una antiquísima devoción que llegó a España y a sus colonias americanas a través de los Jesuitas en el siglo XVII.
He contado como, expulsados estos, su colegio en Orihuela pasó a manos del Obispado para albergar una casa de enseñanza y colegio para niñas pobres cuyo impulsor fue el obispo José Tormo, enemigo declarado de la Compañía de Jesús como la mayoría de los prelados de la época.
Tormo persiguió duramente esa veneración a una parte del cuerpo considerándola una práctica pagana. A sus devotos se les llamaba despectivamente alacoquistas o cordícolas. Con la extinción de la Compañía, el Sagrado Corazón sufrió un periodo de ostracismo para regresar años después con gran impulso.

En la inacabada iglesia de los jesuitas levantaron un espectacular templo para las Salesas. Sobre el frontón colocaron la cruz desaparecida durante la Guerra Civil; que terminada la contienda fue sustituida por un Sagrado Corazón de Jesús, aquella devoción que el obispo Tormo pretendió erradicar.

No, no se trató de recordar a los jesuitas. Resulta que la gran impulsora del culto al Sagrado Corazón en el siglo XVII fue Santa Margarita María Alacoque.

Esta religiosa, apoyada posteriormente por los hijos de San Ignacio, aseguraba que se le apareció Jesús y le transmitió las siguientes palabras:
Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio e ingratitud…
¿A qué orden pertenecía Margarita? A la de la Visitación de Santa María; esas monjas conocidas popularmente como salesas que hasta hace poco ocupaban el edificio. Seguramente fueron ellas las que eligieron el Sagrado Corazón de Jesús para decorar el frontón de su iglesia.

En el año 2012 las salesas regresaron a Madrid; al monasterio de donde llegaron hace casi dos siglos. La escasez de vocaciones, su avanzada edad y la imposibilidad de mantener el enorme edificio provocaron esta decisión.
En enero de 2019 colocaron en la plazuela un busto en bronce del que fue obispo de Orihuela entre los años 1996 y 2005, Victorio Oliver Domingo. Es obra del imaginero Ramón Cuenca Santo.

Antonio José Mazón Albarracín (Ajomalba).
Mi agradecimiento a Jorge Belmonte Bas.
A continuación os dejo el decreto del Consell por el que se declara el monasterio como Bien de Interés Cultural y un reportaje fotográfico realizado por mí mismo.
Pinchando la siguiente imagen se accede al decreto del Consell por el que se declara Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, el Real Monasterio de la Visitación de Santa María de Orihuela:
Galería fotográfica del Monasterio de la Visitación.
























